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“PROBLEMÁTICA Y ALTERNATIVAS PARA CONTROLAR LA BROCA DEL CAFÉ (Hypothenemus hampei)” Monografía de grado presentada por: ESTEBAN LONDOÑO GÓMEZ Dirigida por: DIANA ALEXANDRA DELGADILLO MSc Codirigida por: JENNY DUSSAN PhD Para optar por el título de BIOLÓGO UNIVERSIDAD DE LOS ANDES FACULTAD DE BIOLOGÍA DEPARTAMENTO DE CIENCIAS BIOLÓGICAS BOGOTÁ, MAYO DE 2008

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“PROBLEMÁTICA Y ALTERNATIVAS PARA CONTROLAR LA BROCA DEL CAFÉ

(Hypothenemus hampei)”

Monografía de grado presentada por: ESTEBAN LONDOÑO GÓMEZ

Dirigida por: DIANA ALEXANDRA DELGADILLO MSc

Codirigida por:

JENNY DUSSAN PhD

Para optar por el título de BIOLÓGO

UNIVERSIDAD DE LOS ANDES FACULTAD DE BIOLOGÍA

DEPARTAMENTO DE CIENCIAS BIOLÓGICAS BOGOTÁ, MAYO DE 2008

CONTENIDO RESUMEN………………………………………………………………………………….3 1. INTRODUCCIÓN………………………………………………………………………3 2. AGENTES BIOLÓGICOS Y OTRAS OPCIONES DE CONTROL…………………6

2.1 HONGOS ENTOMOPATÓGENOS…………………………………………6 2.2 PARASITOIDES……………………………………………………………….9 2.3 TRAMPAS…………………………………………………………………….11 2.4 INSECTICIDAS………………………………………………………………12 2.5 OTRAS ALTERNATIVAS DE CONTROL………………………………...13 2.6 MANEJO INTEGRADO DE LA BROCA (MIB)…………………………..14

3. ESTABLECIMIENTO DE UN ECOSISTEMA DIVERSO………………………….15 4. ALCANCE DE LAS ALTERNATIVAS……………………………………………...20 5. BIBLIOGRAFÍA………………………………………………………………………..23

RESUMEN En la caficultura colombiana actualmente se utilizan pesticidas químicos de alta toxicidad para controlar las plagas que atacan los cultivos. Estos pesticidas representan una amenaza para el ecosistema cafetero, para las personas que lo habitan y para la misma economía de los productores de café. En este caso se tratará la problemática de la broca del grano de café (Hypothenemus hampei: Coleoptera) (principal plaga de este cultivo), la que en muchos casos es controlada con endosulfan (tóxico categoría VI). En los últimos años han surgido nuevas propuestas de control limpias y seguras que permitirían reemplazar el control químico. Sin embargo ninguna de estas alternativas ha logrado un suficiente impacto y establecimiento, y por ende tampoco han logrado una significancia económica que las convierta en opciones atractivas para los productores. Las principales causas de la ineficiencia de estas opciones son los componentes biológicos y culturales que caracterizan el agroecosistema cafetero actual. Por lo tanto avanzar en la riqueza biológica y en la educación de las personas que trabajan en el sector y ecosistema cafetero son requisitos fundamentales para lograr hacia un control limpio de la broca del café. 1. INTRODUCCIÓN

Bajo los actuales sistemas de producción, la agricultura ha implementado químicos potentes para contrarrestar las plagas que atacan los cultivos. Buena parte de los sistemas de cultivo actuales se caracterizan por ser monocultivos extensos desprovistos de diversidad biológica que acentúan el desequilibrio ambiental, y por ende los hacen más susceptibles a las pestes. Si se añade a esto una concepción pobre de las cadenas tróficas del agroecosistema por parte de los productores, el resultado es el uso de técnicas de control demasiado cerradas, como es el uso de pesticidas sintéticos: químicos con los que se logran aumentos en la capacidad productiva de los cultivos, pero que a su vez implican aumentos en los costos y amenazan con generar pestes resistentes, además de poner en riesgo la salud humana y la del ambiente (Staver et al, 2001). Existen diversos insumos químicos de control dependiendo del tipo de plaga que se quiera combatir (vegetal, fúngica, animal) y la severidad de la misma. Para contrarrestar plagas animales, causadas especialmente por insectos, muchos cultivadores del mundo han optado por el endosulfan como agente de control. Dada su agresividad, este compuesto ha sido catalogado como químico de alta toxicidad entre pesticidas (ATSDR, 2001).

En Colombia, está prohibido el uso, la importación, fabricación y comercialización de compuestos organoclorados (Resolución 09 de 1978). Sin embargo el Ministerio de Agricultura hace excepción del uso de endosulfan para controlar la broca del café (Hypothenemus hampei), hasta que se encuentre algún

agente de control con la misma eficacia (Resoluciones 305/88 y 2156, 2157, 2158, 2159, 2857 y 3501/91). A pesar de que el endosulfan logra mantener poblaciones de broca muy bajas en los cultivos, los efectos colaterales que pueden resultar por su uso resultan alarmantes.

Entre las principales consecuencias que puede traer el uso prolongado del químico está la amenaza al medio ambiente con toda su estructura biológica y la salud de los seres humanos que lo habitan. Muchos estudios alrededor del mundo han investigado las consecuencias de este pesticida. Uno de ellos (Capkin et al) reporta que por ejemplo concentraciones tan bajas como 1,75 µg/L (menos de 2 millonésimas de gramos por litro de agua) de endosulfan en agua dulce tienen un impacto de degeneración de las cadenas de ADN de las células de agallas y de riñones de peces, mostrando edemas en las lamelas (acumulación de líquido en el espacio tisular) y disgregación de los tejidos, además hinchazón de células epiteliales, necrosis hepática (muerte del hígado) y centros melánicos esparcidos por los riñones. Los autores agregan que es una toxicidad irreversible. Estos síntomas se inspeccionan como indicadores de la calidad de las aguas y son muestra de la agresividad del químico y su fuerte impacto sobre la fauna de los ríos (Capkin et al). El endosulfan aplicado a los cultivos termina por verterse a las corrientes de agua para continuar su curso (ATSDR, 2008).

Otro estudio muestra que en lo seres humanos el endosulfan es tóxico para el sistema neuroendocrino y sistema inmune, y se sabe que se acumula en el tejido adiposo, que puede atravesar la placenta de las mujeres durante el embarazo afectando al feto y además la madre puede transmitirlo a su hijo a través de la leche y puede alterar las concentraciones de linfocitos (células de defensa) en la sangre (Lafuente et al., 2006). Por otro lado, en un estudio realizado en una zona de España altamente agrícola se encontró endosulfan en la sangre de todos los hombres muestreados (220 personas) asociado con alteraciones hormonales, criptoquidismo (los testículos no están en el escroto), hipospadia (malformación del pene) y cáncer en los testículos (Carreño et al., 2006).

Otros investigadores sugieren que el endosulfan altera en el humano el buen funcionamiento de un sistema llamado Sistema de Ubiquitina-Proteosoma (UPS), encargado del marcaje y degradación de proteínas dependiendo de las necesidades de las células en cualquier tipo de tejido. Y precisamente la inhibición de este sistema puede llevar a las personas a padecer del mal de Parkinson (Wang et al., 2006). Según esto, las consecuencias que puede tener el endosulfan sobre los organismos y personas que trabajan y viven dentro y alrededor de los cultivos de café pueden resultar excesivamente nocivas. Sin embargo hay que tener en cuenta que la mayoría de estas investigaciones se hacen en condiciones de laboratorio donde el contacto del químico con los organismos o las células es mucho más directo que en el campo, y por lo tanto se muestran más fuertes sus efectos. Puede que el contacto en el campo con endosulfan no resulte igualmente agresivo al que

reportan los trabajos citados anteriormente (Wang et al, 2006; Lafuente et al., 2006).

Por otro lado, lo que más atañe e incita a los productores de café a avanzar en el reemplazo de este químico por otras alternativas de control es el temor a la posibilidad de que la plaga desarrolle una resistencia contra el endosulfan. La aparición de una resistencia al químico por parte de la broca representa una fuerte amenaza para el control de la plaga y acarrearía un impacto económico severo. Puede ocurrir que nunca aparezca una resistencia genética en la broca después de muchos años de usar endosulfan, pues en un estudio hecho en Pakistan encuentran que endosulfan es 100% mortal para una especie de Lepidoptera, demostrando su eficacia contra plagas (Ahmad et al., 2006) y la dificultad de las plagas para desarrollar resistencia. Pero parece que H. hampei es un cucarrón muy resistente que podría generar alguna tolerancia, ya que es un especie haplodiploide (característica genética que le permite disminuir mutaciones deletéreas y aumentar la posibilidad de fijar de otras mutaciones benéficas) (Bustillo, 2006). De hecho, investigadores en Nueva Caledonia encontraron en cultivos de café individuos de broca totalmente susceptibles al endosulfan y otros que presentaban una resistencia significativa a éste (Parkin et al., 1992). En Colombia también se ha comprobado la capacidad del insecto para ganar resistencia al insecticida (Góngora, 2001). French-Constant y colaboradores (2004) detectaron una mutación que confiere resistencia a compuestos organoclorados como el endosulfan. Ésta se localizó en el gen que codifica para el ácido α-aminobutírico (neurotransmisor GABA), el cual se encarga de la activación de canales de cloro durante la sinapsis. La aparición y permanencia de poblaciones resistentes puede deberse a la forma de aplicación del químico, ya que es muy difícil asegurarse de que todo el agroecosistema reciba el insecticida y también que el cultivo sea homogéneamente fumigado, quedando algunos microhábitats con menos presión del veneno (Parkin et al., 1992). En caso que una población de broca logre resistir a insecticidas químicos, el control de esta plaga se complicaría y sería una amenaza para los productores, pues lograr contrarrestar una resistencia en una población de insectos que habita un ambiente de recursos virtualmente ilimitados (monocultivos de café) es casi imposible debido a la tasa de reproducción de los insectos (Staver et al, 2001). Por lo tanto el uso de sustancias químicas altamente tóxicas para los ecosistemas como mecanismo de control de plagas es una amenaza latente para la economía, el ecosistema y la salud humana, resaltando la importancia de utilizar insecticidas de forma muy controlada y optimizada.

Teniendo en cuenta que la llegada de la broca a Colombia trajo consigo: 1) uso de insecticidas altamente tóxicos en la caficultura (Bustillo, 1991), 2) alza en los costos de producción, 3) riesgos de sanidad ambiental, 4) la amenaza de la aparición de resistencias por parte de la plaga, son estas buenas razones para buscar controles alternativos y manejos integrados de la broca del café para revertir sus efectos negativos. Vale la pena encontrar la ruta de transición de un

control químico a un control biológico y cultural. El tema resulta interesante teniendo en cuenta la importancia económica del café, ya que en muchos países en vía de desarrollo, incluido Colombia, este posiciona en el segundo renglón como producto de exportación (O´brien & Kinnaird, 2003 en Philpott et al, 2007, Bustillo, 2006). Actualmente en nuestro país 800.000 hectáreas de café son atacadas por la plaga, afectando el patrimonio de más de 500.000 familias (Bustillo, 2006). Por otra parte puede ser llamativo para los caficultores trabajar en este sentido gracias a incentivos promovidos por organizaciones certificadoras como Rainforest Alliance (rainforest-alliance.org) y UtzKape (utzcertified.org), las cuales buscan productores limpios y justos, a los cuales compensan con primas sustanciales en el precio del grano.

2. AGENTES BIOLÓGICOS Y OPCIONES DE CONTROL

2.1 HONGOS ENTOMOPATÓGENOS

Beauveria bassiana es un hongo entomopatógeno sugerido como componente biológico para el control de la broca, ya que se ha reportado presencia y ataque natural del hongo en cultivos de café (en fincas sin aplicación de pesticidas) (Monzón et al, 2008) y se le confía cierta efectividad contra la plaga. Su ataque se da cuando la broca adulta está entrando al grano. Para B. bassiana Cenicafé reporta un 49% de control en promedio, aunque su efectividad puede estar en un rango entre 20%-75% según las condiciones climáticas y las características del cultivo. Se sugiere aplicar el hongo después de cada cosecha principal. Éste se suele aplicar pulverizado en solución acuosa pero se está probando si al aplicarlo granulado en el suelo puede favorecer un establecimiento completo del hongo (Cenicafé, 2004).

Las recomendaciones para el establecimiento del hongo son muy

discutibles, ya que generalmente se aconseja alta humedad y sombra, pues sus esporas son muy sensibles a la luz solar (Bustillo, 2006). Pero algunos ensayos, en el que utilizan el hongo para controlar una peste de granos almacenados (distintos al café), encuentran que condiciones de estrés hídrico sobre B. bassiana aumentan la emergencia del hongo, incluso recomendando baja humedad relativa. Lord (2005) observó una menor emergencia de adultos de la peste (Rhyzopertha dominica: Coleoptera) a 43% de humedad relativa que a 75%. Además hizo pruebas mezclando el hongo con polvo desecante y concluyen que este polvo aumenta la agresividad contra R. dominica (Lord, 2005).

Otros investigadores (Varela & Morales, 1996) han visto que es muy importante la procedencia del hongo ya que la efectividad de éste varía según la cepa de la que provenga. En ese estudio, el hongo más patogénico hacia la broca fue uno obtenido de materia en descomposición en Colombia, el cual mostró 75% de mortalidad del insecto. Hay que tener en cuenta que este estudio fue hecho en

laboratorio donde la interacción entre en el hongo y el insecto es mucho más directa que en el campo, por lo que en el cultivo debe ser menor la mortalidad (Varela & Morales, 1996). Sin embargo, últimamente han resultado estudios que van en contra de pensar en la cepa más patogénica como la mejor opción para aplicar. Cruz y colaboradores (2005) encontraron que aplicar una mezcla de cepas de B. bassiana altamente entomopatógenas tiene menor efecto sobre la broca (57%) que el que tiene cada una de las cepas por separado (85% en promedio); posiblemente debido a un antagonismo entre cepas agresivas. En contraposición, encontraron que al mezclar las cepas de menor patogenicidad, la efectividad resultaba muy superior (93%) al promedio de las cepas por separado (64%); debido posiblemente a un sinergismo. Por lo tanto los autores sugieren aprovechar la diversidad genética de B. bassiana y no optar por la cepa más patógena para lograr una mezcla efectiva contra H. hampei. Estos resultados se pueden explicar por el modelo de coinfección, donde cada una de las cepas tiene la posibilidad de infectar; diferente al modelo de superinfección, donde una cepa altamente patógena desplaza a las demás. Wang y otros (2004) respaldan esta explicación al haber encontrado en campo coinfección por parte de B. bassiana. Se puede pensar también que al aplicar varias cepas con alta diversidad genética se puede ampliar el espectro de sobrevivencia del hongo (Cruz et al, 2005). Por otro lado también se está buscando aumentar patogenicidad del hongo a través de transformaciones genéticas (Góngora, 2005), aunque en Colombia aún no existe un marco de normas bien establecido para la manipulación de microorganismos transgénicos, lo que puede demorar este tipo de avances (Bustillo, 2006).

Otro aspecto que se ha discutido mucho, desde inicio de los 60' s, cuando se

empezó a utilizar el hongo, es que la acción del hongo por sí solo no es suficiente para el control de pestes, por lo que se ha tratado de encontrar vías para potenciar la acción de éste a través de sinergias. En Wraight y Ramos (2004) hicieron un estudio para controlar la peste de la papa Lepinotarsa decemlireata (Coleoptera), la cual ha mostrado una resistencia muy fuerte incluso a insecticidas. Se encontró que B. bassiana es más eficaz al combinarse con la bacteria Bacillus thuringiensis tenebrionsis que cuando actúa solo, alcanzado hasta un 35% más de efectividad. La razón por la cual se produce esta sinergia es desconocida, pueden ser las condiciones en las que viene el hongo comercial (como humedad) que facilitan la acción de la bacteria. Lo que si concluyen es que entre B. bassiana y B. thuringiensis tenebrionsis hay alta compatibilidad. Además de esto, en un sistema intenso de control biológico para papa se estableció un resultado excelente por la unión de ambos (Wraight & Ramos, 2004). Opciones de este tipo podrían probarse a nivel local para el control de H. hampei y buscar potenciar su control.

Metarhizium anisopliae es otro hongo entomopatógeno que podría funcionar en control biológico. Sin embargo, en Brasil se evaluó la infección de B. Bassiana contra la broca y se comparó con la de Metarhizium anisopliae (de Oliveira et al.).

Las mortalidades de broca observadas en ese estudio fueron de 83% para B. bassiana frente a 62% de M. anisopliae. El trabajo que hizo de Oliveira y colaboradores muestra una efectividad mayor de B. bassiana comparada con M. anisopliae. En México un estudio similar también encuentra a B. bassiana superior a M. anisopliae. Este estudio se hizo a tres alturas diferentes sobre el nivel del mar (450, 850, 1100 msnm). A 1100 msnm hubo mayor acción de ambos hongos, y se estimó que en campo y a esta altura B. bassiana tenía 39% de efectividad (Bustillo, 2006).

Dado que con liberación solo de hongo puede ser muy difícil un control suficiente de la broca, existe la posibilidad de complementar con otros agentes biológicos e incluso con insecticidas pero de más baja toxicidad. El uso en conjunto de hongo e insecticidas debe ser cuidadoso, ya que se ha visto que insecticidas como Lorsban 480® (Clorpyrifos), Hostathion 400® (Triazophos) y Thiodan® (Endolsulfan) inhiben en un 100% la germinación de B. bassiana, por lo tanto no sería lógico aplicar en el mismo cultivo el hongo y alguno de estos insecticidas. Los insecticidas que se han encontrado más inofensivos para el hongo son Fastac 100® (alfa – cypemethrin) a la mitad de la concentración recomendada para el campo, y Actara® (Thiomethoxam) que incluso inhibe poco al hongo estando hasta dos veces más de la concentración recomendada para el campo (de Oliveira et al.). Este último sería el insecticida más recomendado para aplicar si se ha aplicado hongo, faltaría saber qué tan efectivo es contra la broca.

A pesar de que en la mayoría de los estudios se encuentra a B. bassiana con cierto grado de efectividad (superior al 30%), se pueden ver muchas discrepancias entre los estudios, sugiriendo que el hongo debe ser probado para las condiciones en las que se desea aplicar. Un aspecto muy importante para el uso de agentes biológicos es que éstos sean cultivados en el mismo ambiente en dónde se quieren aplicar; por lo que es conveniente, al menos, extraer una primera cepa del sitio donde se quiere aplicar, así se cultive en otro lugar. Es muy importante también tener en cuenta que la reproducción artificial del hongo puede implicar una baja considerable en su patogenicidad después de 3 o más generaciones (Bustillo, 2006).

Entre las variedades de Coffea arabica, la variedad Castilloa puede permitir una permanencia de B. bassiana mucho mayor, ya que esta variedad es resistente a la roya (hongo que afecta las hojas del café) y por tanto evita el uso de fungicidas en el cafetal. Además se ha visto que esta variedad deja caer menos frutos al suelo (reservorio importante de broca) (Bustillo, 2006) Bioseguridad: B. bassiana y M. anisopliae no son hongos cuya acción entomopatógena esté restringida solamente a Hypothenemus hampei. Evidencia de ello es que estos hongos han sido ampliamente utilizados para controlar distintas plagas. Se ha reportado acción entomopatógena de los hongos sobre otros

organismos, principalmente insectos de distintos órdenes y familias. Por ejemplo del orden Hymenoptera: Vespidae (Merino et al., 2007), del orden Hemiptera: Scutteleridae (Edgington et al., 2007), del orden Coleoptera: Chrysomelidae (Tunaz et al., 2008), Curculionidae (Trudel et al., 2007); del orden Lepidoptera: Noctudiae (Quesada-Moraga et al., 2006), Gelechiidae (Rodríguez et al., 2006), Plutellidae (Sarfraz et al., 2005). Incluso se ha visto acción de B. bassiana sobre ácaros de la familia Tetranychidae (Wekesa et al., 2006).

Se puede pensar que introducir y establecer alguno de estos dos hongos en el cultivo puede estar generando desequilibrio en la diversidad del agroecosistema por el hecho de que estos pueden atacar otros organismos que no son objetivo del control biológico. Pero si se tiene en cuenta que se ha visto presencia natural de los hongos en el ecosistema cafetero (Monzón et al., 2008) se puede considerar que la introducción de estos agentes en el cultivo no va en contra de las condiciones naturales y el equilibrio del agroecosistema. Sin embargo sería necesario evaluar el efecto sobre especies no objetivo al introducir los hongos de manera inundativa, ya que la abundancia de estos sería muy superior a la que se pueda encontrar de manera espontánea y natural.

Por otro lado, se realizó un estudio de bioseguridad en mamíferos (conejos y ratones) y no se vieron efectos tóxicos sobre los organismos (Tapias, 1999). Incluso la autora extrapola este resultado a humanos, sugiriendo que la introducción artificial de los hongos nos implica un riesgo para la especie humana (Tapias, 1999). 2.2. PARASITOIDES

Los parasitoides son avispas (Hymenoptera) que atacan a los adultos de la broca, alimentándose primero de su hemolinfa, consumiendo luego sus huevos, consumiendo las larvas del primer instar y finalmente paralizando las larvas de segundo instar, las prepupas y las pupas sobre las que ovopositan (Bustillo et al, 1996). Atacan insectos que están penetrando frutos maduros y secos que no fueron recolectados, por lo que se recomienda que sean liberados al terminar las cosechas.

Los parasitóides más comunes para el control de broca son Cephalonomia stephanoderis (Hymenoptera), Phymasticus coffea (Hymenoptera), Cephalonomia hyalinipennis (Hymenoptera) (poco conocida y encontrada en México hace poco) y Prorops nasuta (Hymenoptera). Todos éstas especies han sido encontradas en África actuando como enemigos naturales de H. hampei, y pueden habitar en nuestro continente (Bustillo, 2006)

Para el buen uso de parasitoides, y en general de cualquier agente de control, es importante tener registros de floraciones que permitan predecir el momento de la cosecha y los picos de ataque de la broca, así mismo conocer los niveles de infestación en los distintos lotes del cultivo y, dentro de ellos, los focos

más críticos, y además conocer la fase de infestación (qué tanto ha penetrado la broca en el grano de café) (Bustillo, 2002). Lo anterior con el fin de promover que el parasitoide (o cualquier otro agente) pueda actuar en el momento justo.

En vista de que hasta la actualidad no se ha establecido algún control biológico con éxito significativo1, incluidos los parasitóides, se han hecho algunos estudios para tratar de mejorar su eficiencia y calcular su alcance. Por lo anterior se sugiere una selección y aplicación de parasitóides cuidadosa para lograr un mayor impacto sobre la peste sin desperdicio del material biológico.

En algunos casos, por querer tener un control biológico más fuerte, se libera más de una especie sin conocer las interacciones entre ellas, las cuales pueden llegar a ser no benéficas. Por ejemplo, si hay competencia entre estas moscas (u otro agente de control) se puede generar una ruptura del control biológico. Tal es el caso de C. Hyalinipennis que interfiere sobre C. stephanoderis y sobre P. nasuta, por lo cual C. Hyalinipennis no coexiste bien con las otras dos. Pero C. stephanoderis y P. nasuta no se interfieren significativamente entre ellas, por lo tanto pueden coexistir. Bustillo (2006) recomienda a P. coffea como buen complemento de control a C. stephanoderis y a P. nasuta, gracias a su alta capacidad de búsqueda y de establecimiento en el cafetal. Entre éstas se dice que la especie con mayor éxito de emergencia y producción de hembras es P. nasuta pero es la que menos defiende sus recursos, es decir, es menos competidora; ocurriendo lo contrario para C. stephanoderis, la cual no tiene tanta emergencia (menos abundante) pero es más competidora (Batchelor et al, 2005 (1)).

Otro estudio complementario de Batchelor y colaboradores afirman que C. stephanoderis tiene cierto éxito, pues su población se ha establecido en el campo pero no es muy abundante, mientras que P. nasuta no se ha establecido por más de 15 meses, pero tiene la mejor tasa de crecimiento. Llegando a la conclusión de que ninguna de las dos es de significancia económica (Batchelor et al. 2005 (2)). En México dicen que la eficiencia de estos aumenta si se les proporciona alimento alternativo. Según observaron, la hierba Euphorbia hirta serviría para este fin y amentaría la longevidad de C. stephanoderis y de P. nasuta (Batchelor et al. 2005 (2)). Según comentarios de otros estudios de Batchelor, C. Stephanoderis tuvo 80% de parasitismo después de la liberación, mientras que P. Coffea tuvo 55%, y ésta última no se recuperó después de la cosecha (Batchelor et al. 2005 (1). En estudios colombianos se dice que P. Coffea tiene mayor ataque a granos con 150 días que a granos más viejos, con un 75-85% de agresividad, sin embargo los investigadores no garantizan este porcentaje de control. Para C. stephanoderis y P. nasuta reportan 48-65% y 60-70% de control, respectivamente (Bustillo, 2006).

En Costa Rica hicieron una liberación masiva de los parasitoides P. nasuta

(65%) y P. coffea (35%), éstas fueron llevadas desde Colombia y liberaron en total 50 millones de individuos. Esta liberación se hizo en 2003 y dicen haber tenido buenos resultados, obteniendo un control de 40%. Por tal razón planearon introducir otros 20 millones de individuos en 2005 (Borbón, en Red Peruana de la broca del café,

2005). No he logrado encontrar algún reporte de resultados de la liberación en 2005.

Según esto, lo mejor puede ser establecer a C. stephanoderis (resistente) o a P. nasuta (abundante) o ambas ya que no presentan interferencia fuerte entre ellas. Además complementar con la acción de P. coffea gracias a las características que se comentaron antes.

Se aconseja hacer liberaciones inundativas de los parasitoides, tal que la proporción de parasitoides:granos infestados sea efectiva (3:1 C. stephanoderis, 10:1 P. nasuta), y que se haga en la época más apta para la parasitación (cuando la broca adulta está penetrando el grano) (Castillo, 2005). Si se requiere complementar control con insecticidas compatibles es recomendable aplicar el químico 21 días antes de liberar los parasitoides o aplicar el insecticida 30 días después de haber hecho alguna liberación (Bustillo, 2006).

La interferencia entre B. bassiana y los parasitoides no es fuerte, principalmente para C. stephanoderis y P. nasuta (7% de ataque del hongo a las avispas), aunque P. coffea si se ha visto mayormente interferida por el hongo (Bustillo, 2006). Si se va a aplicar B. bassiana es aconsejable liberar los parasitoides 8 días antes de aplicar el hongo para disminuir aún más la interferencia entre estos.

Según lo anterior se puede ver que los parasitoides tienen buen potencial de control, pero las proporciones en las que se deben aplicar hacen de los parasitoides una opción muy costosa, pues se estima por cada grano infestado se requieren 3 moscas de C. stephanoderis y 10 de P. nasuta, lo que representa inviabilidad económica (Bacca, 1999).

Bioseguridad: los parasitoides aquí mencionados son originarios de África (Batchelor et al., 2005). Por lo tanto introducirlos en cultivos de América sería introducir especies exóticas en el ecosistema, lo cual podría representar riesgo para el equilibrio del mismo. Sin embargo, se ha visto que en nuestro continente estas avispas son altamente dependientes de las poblaciones de broca (Bacca, 1999), es decir, que son bastante específicas para Hypothenemus hampei. De tal manera que se puede considerar que el riesgo de afectar especies no blanco al introducir artificialmente estos agentes de control es bajo.

2.3 TRAMPAS

Las trampas se encargan de atraer a H. hampei por medio de volátiles como lo son el alcohol etílico y el alcohol metílico. Estos alcoholes surten efecto gracias a que son algunos de los compuestos liberados por lo frutos maduros del café y son los que atraen a la broca hacia los granos (Bustillo, 2006).

El control con trampas comerciales es una alternativa costosa. Las trampas que se comercializan en Colombia, Cenicafé las recomiendan pero sólo para

muestreo y no las considera efectivas para control masivo, a excepción de focos muy puntuales como los beneficiaderos. Otras trampas elaboradas por franceses (Brocap) y que han sido probadas en Centro América si tienen un registro de captura alto: hasta 10.000 insectos por trampa cada día, en épocas pico de la plaga. Estos resultados se han reportado para cultivos en América Central donde las cosechas cumplen cierta regularidad a lo largo del año y por tanto pueden ofrecer mejor control. Pero para Colombia no se garantiza esto debido a su ubicación tropical, donde la producción de frutos es constante a lo largo del año (contacto directo con los funcionarios de Brocap).

Otra opción, más económica, serían las trampas artesanales. Éstas podrían costar alrededor de $500 cada una y así se podría inundar más los cultivos. El problema para usar estas trampas en Colombia es que su atrayente es a base de alcohol etílico y metílico en relación 1:3. El alcohol metílico es difícil de obtener porque se usa para la síntesis de cocaína. Pero si se considera como una opción se puede obtener un permiso en la dirección Nacional de Estupefacientes para tener acceso más fácil a este producto y poder fabricarlas. No se reportan datos concretos de su efectividad. A pesar de que su fabricación es económica, es necesario estimar su costo con la durabilidad que estas puedan tengan en el campo (debido a sus compuestos volátiles). Últimamente se desarrolló un difusor que hace las trampas más eficientes (y más costosas) (Bustillo, 2004), incrementando su capacidad de captura en un factor de 200.

De todas maneras, según los avances técnicos y de organización regional se podría pensar más adelante en las trampas como componentes importantes para reducir infestación.

Bioseguridad: las trampas artesanales, que podrían tener alguna utilidad en

Colombia, capturan no solo a la broca del café sino también a muchos otros insectos. Es decir, no son altamente específicos para H. hampei. Se encontró que estas trampas capturan lepidópteros y otros coleópteros distintos a H. hampei. Incluso se vio, después de una noche de captura, mayor abundancia de otros insectos que de la broca misma (observaciones personales). Pero haciendo uso del difusor que se comentó arriba se puede lograr que esta opción tenga mayor especificidad de captura hacia la broca del café. 2.4. INSECTICIDAS Dado que los agentes biológicos y los componentes culturales pueden aportar una

buena porción de control, en algunos casos las poblaciones de broca en ciertos sitios (focos) y épocas del año pueden amenazar los estándares para lograr café de buena calidad, por lo que es admisible el uso de insecticidas para prevenir aumentos fuertes en la infestación. De ser necesario el uso de insecticidas se recomienda usarlos en momentos justificados y de manera muy optimizada, tal que se logren buenos resultados de control y a su vez se produzca el menor

impacto sobre el ecosistema (Posada et al, 2004). Además evitar al máximo el uso de endosulfan, aprovechando que recientemente se han conocido formulaciones menos tóxica (categoría III), igual o más eficientes que éste (pirimifos, metil-fenitrothion, clorpyrifos, fenthicon); los cuales además se pueden potenciar con coadyuvantes (Bustillo, 2006)

2.5 OTRAS ALTERNATIVAS DE CONTROL

La asociación de la hormiga Azteca instabillis con un cóccido que habita en las hojas del café genera predación sobre Hypothenemus hampei, aproximadamente del 44%. Pero los nidos de estas hormigas están en ciertos árboles de sombra que cubrían apenas el 4% del cultivo (Perfecto & Vandermeer, 2006).

En estudios de laboratorio se encontraron los nemátodos Heterorhábditis sp y Steinernema sp atacando la broca, pero en campo no se han encontrado haciéndolo. Otro nematodo, Sphaerulariopsis sp., sí se encontró actuando en el campo contra la broca, pero solo se sabe que parasita a ésta pero no qué tan agresiva es (Castillo et al., 2002). Sin embrago en India y México sí se encontraron dos tipos de entomonemátodos (Panagrolaimidae y Tylenchidae, respectivamente) atacando naturalmente la broca (Varaprasad et al, 1994; Catillo & Barrera, 1998). Estos nemátodos, dadas sus formas de vida, podrían ser importantes en el ataque a broca en los frutos caídos. Pero en Colombia el avance en este sentido es poco (Bustillo, 2006) De Acevedo Pereira y colaboradores (2006) aislaron el gen de un inhibidor de α-amilasa de los cotiledones de Phaseolus coccineus , llamado aAI-Pc1. El constructo de este gen fue introducido en plantas de tabaco y comprobaron su expresión en las plantas transformadas genéticamente, en las primeras descendientes de éstas y en sus semillas. Además se comprobó que aAI-Pc1 era capaz de inhibir en un 65% la acción de las α-amilasas (enzimas que le permiten a la broca romper el grano de café) de H. hampei. Esto abre la posibilidad de transformar plantas de café con este gen y lograr que los granos de estas plantas sean más resistentes a la broca (De Acevedo Pereira et al, 2006). Es claro que esta no es una opción de resultados a corto o mediano plazo, dado que el desarrollo de la técnica es incipiente y además los cambios que implicaría para el caficultor serían enormes, básicamente reemplazar por completo los cafetales con nuevas plantas. Sin embargo en la medida que esta técnica molecular se establezca y los productores avancen en sus programas de renovación de cafetales esta opción puede ser muy valiosa. Bioseguridad: respecto a estas opciones, al ser alternativas poco viables y poco consideradas como un control de impacto, los estudios sobre sus riesgos biológicos no existen. Actualmente estos agentes de control actuarían dentro de la riqueza del agroecosistema, tal que aporten algún control en sitios muy localizados, como en ciertos árboles o a nivel del suelo. Por lo tanto no se pensaría en hacer

inundaciones de estos organismos en los cultivos y el riesgo de crear algún desequilibrio ambiental es bajo. Respecto a la transformación genética se pueden considerar algunos riesgos. Actualmente la modificación genética de componentes biológicos para consumo humano no es bien recibida socialmente. Existe mucho temor a los peligros que alimentos genéticamente modificados puedan representar para la salud humana, aunque no estén bien establecidos. Por la misma razón opciones de este tipo, aunque poderosas a nivel de control de broca, pueden perder significancia económica ya que ante la sociedad el café genéticamente modificado puede perder valor comercial (Cenicafé, 2008).

2.6 MANEJO INTEGRADO DE LA BROCA (MIB) Un manejo integrado de la broca se compone de ciertos principios y conceptos, que dentro de un contexto ecológico esbozan la manera más eficiente de controlar la plaga. Se deben integrar medidas culturales, biológicas y químicas de manera compatible, tal que permitan la producción de café con calidad de exportación sin descuidar el impacto sobre los seres vivos que componen el ecosistema cafetero (Benavides & Arévalo, 2002). Como ya se había comentado, es importante tener ubicados en los cultivos los focos críticos, el nivel de infestación, y la fase de infestación para poder optimizar los esfuerzos de control. Para Colombia se busca que el manejo integrado permita mantener niveles de broca máximo del 2% en café pergamino, lo que se traduce en 5% de infestación en campo (Federación Nacional de cafeteros). Una importante actividad de control es la recolección de frutos sobremaduros y secos después de la cosecha, ya que estos granos son el principal reservorio de broca que repercutirá en la cosecha siguiente. Esos granos deben ser tratados con calor o enterrados. Los controles se deben intensificar hacia los bordes de los lotes, en las zonas bajas de los cultivos, cerca de los sitios donde se pesa, se acopia y se beneficia el café (64%-75% de la broca que estaba en el cultivo llega a estos sitios durante y después de la cosecha); al momento de beneficiar el café se debe evitar despulpar los frutos con demasiada agua ya que ésta es vía de regreso a los cultivos. Bustillo (2006) comenta que la disciplina en estas prácticas representa el 80% de control. El resto se puede complementar con el uso de insecticidas categoría III, hongos entomopatógenos como B. bassiana y parasitoides. Los métodos de control implementados por los caficultores en Colombia son variados, algunos con mayor control cultural, otros con uso de insecticidas, otros con control biológico y otros hacen combinación de algunos de estos. El 60% de los cafeteros implementan algunas de estas medidas pero no todas en su conjunto y la plaga continúa amenazando la economía de estos (Aristizabal, 2005), de ahí que el

manejo integrado sea una actividad dinámica en busca de ajustes y mejoramientos. En Guatemala se tiene registro de una finca que comenzó a hacer un control

integrado de broca desde 1993. La finca está en alturas entre 475 y 610 msnm con precipitaciones medias anuales de 3600 mm, sembrada en Catimor, con 4000 plantas por hectáreas, cafetales de 19 años de edad y sombreados casi en un 40% con Inga laurina (Castillo, 2005 en Red Peruana de la broca del café).

La experiencia del manejo integrado en Guatemala se compuso de: 1) muestreo, 2) recolección de frutos post cosecha en planta y suelo, 3) muestreo en frutos post cosecha, 4) producción del parasitoides C. stephanoderis en finca (algunos opinan que esto es muy costoso), 5) liberación de parasitoides y determinación de parasitismo, 6) evaluación de la conversión café maduro-café pergamino y 7) análisis económico.

La infestación inicial de la finca en 1993, sin empezar el manejo, era de 6.8% de broca. Según, el seguimiento de 11 años de implementar el MIB; la infestación promedio fue de 1.69%, es decir, que se redujo en un 75.2%.

El conteo de los frutos del suelo infestados alcanzó el 45%, demostrando la importancia de la recolección manual. Los parasitoides liberados fueron, aproximadamente 4'131.509 (promedio anual de avispas: 3.44.292) y mostraron, en cinco años, un promedio de parasitismo de 40.7% (fluctuó entre 32% y 44%). Aportándole a la finca un 63.5% de control. Los investigadores consideran a C. stephanoderis un control efectivo.

El efecto de este control fue moderado en los primeros años y comenzó a fortalecerse a partir del tercer año. Dicen que el MIB contribuye significativamente a la productividad de la finca y con costos similares al control químico (Castillo, en la Red Peruana de la broca del café, 2005 (2)).

A pesar de los grandes esfuerzos que hacen algunos productores

conscientes de la problemática, muchas veces los avances son entorpecidos por el descuido de los malos vecinos. Por ello es pertinente incluir en el MIB educación a productores locales. Valdría la pena explorar los programas que adelantó la FAO (Food and Agricultura Organization) en el sur y sureste asiático en plantaciones de arroz, donde los agricultores fueron instruidos en enemigos naturales de plagas y agroecología*, logrando reducir el uso de pesticidas en 60-98% y logrando aumentos en la producción entre 5% y 15% (Altieri et al, 1997). 3. ESTABLECIMIENTO DE UN ECOSISTEMA DIVERSO

Un control biológico efectivo debe permanecer siempre, es decir, se debe establecer en el cultivo, tal que las ganancias ecológicas y económicas excedan

* Agroecología: conceptos y principios de la ecología al diseño, desarrollo y gestión de sistemas agrícolas sostenibles.

todos los costos (valor comercial de insecticidas, impacto sobre la especie humana y especies no objetivo) (Hoddle, 2004 en Babendrier). Dado que un control biológico difícilmente puede controlar una plaga suficientemente (Babendrier, 2007) es necesario avanzar hacia un entorno que contrarreste esta tendencia. Aunque este tipo de controles pueden ser opciones costosas y de impacto lento, a través de un buen manejo de los agentes y recursos biológicos se pueden convertir en opciones viables (Bugenyi & Balirwa (1998) en Menzler-Hokkanen, 2006). Agroecosistemas biodiversos son claves para el establecimiento de agentes biológicos y para lograr bajas en los costos (Altieri et al, 1997). Bustillo (2006) comenta que los ecosistemas cafeteros soportan buena diversidad biológica, la cual ha evitado que insectos como Orthezia praelonga, Coccus viridis, Planoccocus citri, Dismicoccus brevipes y Leucoptera coffeella y Oxydia spp. se hayan convertido en plagas potentes para el café, esto gracias a la presencia de enemigos naturales. Pero el caso de la broca es distinto debido a que Hypothenemus hampei es proveniente de la zona ecuatorial africana y llegó a América a principios del Siglo XX (Bergamin, 1943), donde ha encontrado un ambiente muy favorable para desarrollar su potencial biótico sin ninguna restricción por competencia (Bustillo, 1991).

En este sentido se pueden encontrar varias aproximaciones. Primero que todo es clave conservar la estructura biológica que ya exista en el agroecosistema, pues son varios los enemigos nativos que se han encontrado atacando la broca; entre ellos, 9 hongos entomopatógenos, una especie de parasitoides y otros depredadores (Bustillo, 1995), entre los cuales las hormigas como Solenopsis geminata, Dorymyrmex sp., Pheidole sp. Y Mycocepurus smithii (Vélez, 2002) son de especial importancia. Una forma de preservar la diversidad es usar selector de arvenses* que evitaría la pérdida de malezas benéficas que protegen el suelo y la diversidad (Salazar & Baker, 2000)

Por otro lado, en Jamaica se han venido realizando estudios en plantaciones de café, pero más enfocados a la diversidad de aves que al café o sus pestes. Como añadidura a su estudio el investigador Mat Jonson (2000) ha encontrado una correlación entre la abundancia de aves y las poblaciones de broca, sugiriendo que las aves predan la broca; pero ha sido solo una observación general que aún no tiene datos cuantitativos que demuestren su potencial. Johnson se anticipa a decir que pensar en un control de la peste con aves no debe ser una opción de significancia económica, sin embargo, puede ser uno de los ingredientes de un control biológico integrado.

En Guatemala, en el año 2000, otros investigadores trataron de precisar la

relación que hay entre aves e insectos en el cultivo (Greenberg et al., 2006). Lo primero que notaron fue que zonas sombreadas de los cultivos generan un gradiente de hábitat que hace que la complejidad vegetativa y florística varíe, y * Equipo sencillo y liviano diseñado por Cenicafé para la aplicación racional de herbicidas en forma localizada sobre malezas de interferencia alta o muy agres ivas.

como consecuencia notaron que en estas zonas hay muchas más aves: 30% más abundancia y 15% más diversidad.

Por efecto de las aves se vio que la población de insectos se reducía bastante, pero eran en su mayoría insectos de 5 mm o más, tamaño muy superior al de la broca. De ver este impacto considerable sobre las poblaciones de insectos, surge la pregunta si es un impacto positivo o negativo para la peste que nos atañe, dado que los insectos predados (mayores de 5 mm) pueden ser enemigos naturales de la broca y están siendo reducidos por las aves. Sin embargo, los autores argumentan que fuertes predadores de la broca como hormigas y arañas se mantenían abundantes. En estos cultivos se vio una reducción en el daño de hojas por parte de insectos ya que entre las dietas de aves están insectos herbívoros. De todas formas no aseguran que la comunidad de aves genere una reducción significativa de broca (Greenberg et al., 2006).

Por otra parte, es interesante ver un ejemplo dé agricultura orgánica en la que se quiere controlar pestes con el enriquecimiento del ecosistema. A pesar de que los experimentos no son en plantaciones de café pueden aparecer ideas viables para otros cultivos. El estudio se está realizando en La Florida (USA) desde 1999 en fincas certificadas por la Asociación de Cultivadores Orgánicos de La Florida, las cuales están sembradas con col, "collard" verdes y amarillos, tomates, fríjol, pepino y maíz dulce (todos éstos mezclados). Lo que hicieron fue sembrar hileras de girasoles entre los cultivos; éstas eran de 1 m de ancho con una planta por cada pie cuadrado. Hicieron dos tratamientos de este tipo, uno en el que sembraron una hilera por acre y otro en el que sembraron dos hileras por acre. Algunas de las hileras estaban a 1m del cultivo y otras a 10m. El girasol (Helianthus spp.) es ampliamente reconocido como buena planta atrayente de insectos benéficos (Jones & Sieving, 2003).

En este estudio encontraron que los cultivos con hileras dé flores albergaban una mayor densidad de aves y por lo tanto había una actividad insectívora mayor, encontrando incluso en los estómagos de las aves insectos desconocidos como pestes de importancia económica para estos cultivos. En total encontraron 68 especies de aves diferentes que buscaban alimento en los cultivos, éstas se posaban en las flores y de allí se lanzaban a los cultivos en busca de presas (insectos). Los cultivos se fueron enriqueciendo de aves en la medida en que las flores iban creciendo, empezando a llegar cuando los girasoles alcanzaban 50 cm de altura aproximadamente; y así mismo se incrementaba su actividad insectívora. El aumento en la densidad de aves se vio en todos los ensayos independientemente del tipo de cultivo. En conexión a este aumento de aves, se encontró un incremento considerable de poblaciones de insectos benéficos en los cultivos, entre los cuales habían insectos predadores, moscas parásitas y polinizadores de 30 familias taxonómicas diferentes. Las poblaciones de insectos eran muy similares en el cultivo y en las flores, sugiriendo la existencia de un flujo e interacción entre ambos ecosistemas. Se encontró mucho más flujo cuando las hileras estaban a 1 m del

cultivo que a 10 m (Jones & Sieving, 2003). Esta diversidad de familias crea un espectro alimenticio muy amplio y

cadenas tróficas diversas, en las cuales pueden estar involucradas las pestes de los cultivos (Jones & Sieving, 2003). Con esto se agrega diversidad al ecosistema para aumentar la posibilidad de que otros agentes de control biológico (moscas, hongos, etc.) se puedan establecer. Los insectos atraídos harán parte de una cadena trófica que se fortalece en la medida que la diversidad aumente, cadena en la cual se espera que la peste, en nuestro caso la broca, esté involucrada y sometida a una presión por parte del ecosistema. Se busca contribuir a una regulación de la población, y en un cultivo bien establecido para control biológico (ecosistema diverso) se pueden lograr buenos resultados en el control de broca si se piensa que además se puede aplicar insecticidas de baja toxicidad que no rompan el ciclo biológico. Anteriormente ya se comentaron algunos insecticidas de menor toxicidad que podrían combinarse con un control biológico (pirimifos, metil-fenitrothion, Clorpyrifos, fenthicon).

Es difícil que en monocultivos haya diversidad suficiente para contrarrestar una plaga y más si tiene un alto potencial biótico por desarrollar (Jones & Sieving, 2003) (como la broca); incluso haciendo tratamientos como estos es difícil lograr un control total pero se puede estimular su eficiencia si se cumple con el prerrequisito de un ecosistema diverso. A pesar de existir agentes como las moscas parasitoides y hongos entomopatógenos, comprobados que atacan la broca, es difícil que estos se establezcan en ecosistemas tan poco diversos como los actuales, ya que su espectro alimenticio se ve reducido a un solo alimento y por esto, si el hospedero (la broca) escasea en alguna época del año, el control biológico se rompe; es quizás por esto que se reporta la dificultad de que los agentes biológicos permanezcan en el tiempo, siendo poco abundantes (C. stephanoderis) o sobreviviendo pocos meses (P. nasuta, B. bassiana).

Para hacer del control con moscas y hongos, u otros agentes biológicos, un control rentable y eficiente se debe disponer de un ecosistema capaz de sustentarlos y capaz de aportarles a su plasticidad alimenticia, para que en momentos de escasez de broca existan hospederos alternativos que les permitan sobrevivir a momentos como la pos-cosecha (Philpott et al 2007).

Pero ¿qué tan viable es enriquecer el agroecosistema para que el control

biológico sea efectivo? En efecto, puede ser difícil introducir y establecer especies de insectos o de aves o cualquier otro agente que contribuya. Lo más viable es generar hábitat y atraerlos al cultivo, y aprovechar por ejemplo la alta movilidad y rango de hogar de las aves, y la diversidad y plasticidad alimenticia de los insectos (Jones & Sieving, 2003). Fue esto lo que hicieron con las hileras de girasoles (Jones & Sieving, 2003). Las aves encontraron un lugar habitable y abundante en alimento gracias a las flores y se vieron atraídas a los cultivos. De pronto para algunos cultivos puede ser riesgoso atraer aves e insectos ya que pueden representar más

peste, pero en este caso los agricultores propietarios de las fincas donde se lleva a cabo el experimento comentaron haber observado poco daño por parte de las aves a los cultivos y que en general ha habido un aporte positivo al cultivo, pero manifestaron la dificultad de cuantificarlo (Jones & Sieving, 2003). Vale la pena considerar estas prácticas. Se ha notado que la presencia de girasoles en el cultivo de café atraen distintas especies animales (a pesar de no haber una cuantificación precisa) y según los muestreos regulares que se llevan en el cultivo no se han visto efectos negativos respecto a poblaciones de broca (observaciones personales).

En el caso de considerar ésta una alternativa viable, es interesante ver lo que se ha encontrado en otros estudios en cultivos de café. El mismo Mat Johnson (2000) nombrado arriba, hizo en Jamaica un estudio de los efectos de árboles de sombra en el cultivo de café sobre las comunidades de artrópodos y aves. El estudio se hizo en cultivos con dos tipos de árboles de sombra, unos sombreados con Pseudalbizia beteroana y el otros con Inga vera (ambas leguminosas). Inga es el género al que pertenece el guamo y es muy común en cultivos de café. Johnson encontró que las comunidades de aves (la mayoría insectívoras) y artrópodos habitantes del dosel hasta cuatro veces más abundantes en cultivos sombreados con Inga que con Pseudalbizia. Sin embargo, los artrópodos que habitaban en el cultivo (pestes potenciales) no se veían afectados por el tipo de sombra. La abundancia de aves insectívoras y nectarívoras respondía fuertemente a Inga. También la población de aves se veía afectada por las poblaciones de artrópodos y sus distribuciones espaciales. No encontraron una relación evidente entre la forma de manejo de la finca y las comunidades de estos animales, solamente notaron que tanto aves como artrópodos eran más abundantes en cultivos densos (Jonson, 2000).

En otros estudios se encontró que Inga albergaba más aves en cooperación con plantas del género Gliricidia (conocido como matarratón) y bosques naturales.

A pesar de enriquecer el ecosistema, en el estudio no se encontró que estos árboles tuvieran un impacto directo sobre pestes del cultivo, pero sí que la diversidad de aves y artrópodos aumentaba notoriamente, haciendo un efecto similar al que se comentó arriba: fortalecimiento y ampliación de cadenas tróficas en las que estén involucradas las pestes (Johnson, 2000). Es común acuerdo que plantaciones de café sombreadas protegen la biodiversidad, facilitan la dispersión de la fauna, enriquecen el ecosistema para control de plagas, pueden incrementar la polinización, atenuar la erosión e incrementar el secuestro de carbono (Perfecto et al, 2007), sin embargo el impacto que la sombra tiene sobre la producción es bastante contradictorio entre autores; para algunos tiene un efecto negativo, para otros neutro y para otros un efecto positivo (Perfecto et al, 2005 en Philpott, 2007); aunque productores colombianos consideran que la sombra tiene efectos muy negativos sobre la producción (comunicación personal de productores en la zona cafetera; Bustillo, 2006). Además de lo anterior Staver y colaboradores (2001) reportan, en concordancia con Johnson en el 2000, que el éxito de la broca es

independiente a los niveles de sombra en el cultivo. Por lo tanto, pensar en un manejo exhaustivo de la sombra para contrarrestar la broca, tal como se propone para otras plagas, no es llamativo. De todas maneras no se puede olvidar que zonas sombreadas pueden ser favorables para enemigos naturales de H. hampei.

La experiencia de Cuba, cuyos controles son de muy bajos costos por su situación económica, considera las coberturas y barreras vivas buenas como fuente de refugio y alimento para parasitoides del minador de las hojas. Además comprobaron que cafetales con barreras vivas manifiestan menores cantidades de frutos en el suelo de una cosecha a la siguiente, debido a que dichos frutos se descomponen con mayor rapidez y por lo tanto reducen las condiciones para la sobrevivencia de la broca (Vásquez, en Red Peruana de Broca del Café, 2005).

5. ALCANCE DE LAS ALTERNATIVAS

El problema de la broca es de combate lento y progresivo. Para pensar en alternativas biológicas es indispensable empezar por establecer un ambiente adecuado donde los agentes biológicos tengan posibilidades de prosperar. Los efectos de estos agentes están comprobados pero no se ha logrado una buena permanencia a lo largo del tiempo o no tienen una suficiente cobertura del cultivo, por lo cual no se pueden considerar como alternativas de significancia económica. El enriquecimiento del ecosistema, para potenciar los parasitoides o los hongos o cualquiera que sea el agente, se debe complementar con un control manual, en algunos casos con insecticidas menos tóxicos que el endosulfan y además un componente cultural, es decir, el control debe contar con varios ingredientes. A medida que el ecosistema se fortalezca y gane complejidad en sus cadenas tróficas quizás el control manual y químico puedan ser menos necesarios. Ya que H. hampei es una especie exótica (proveniente de África) y ha logrado colonizar los cultivos americanos de manera rápida (Bustillo, 2006), es sensato pensar en crear un entorno para la broca más competido, donde el insecto enfrente restricciones de colonización. Esto se puede promover con el aumento de la diversidad y el enriquecimiento de las cadenas tróficas de los agroecosistemas colombianos y americanos (Staver, 2001).

A pesar de que el control biológico y el enriquecimiento del ecosistema lucen como las mejores opciones de control, hay que tener en cuenta que cualquier alternativa se enmarca dentro de un contexto económico, cultural y ecológico que pueden dificultar un poco más avanzar en esta dirección. Por un lado la agricultura “actual” está convencida de la optimización de la producción. Esto ha llevado a que los agroecosistemas cada vez sean más pobres y homogéneos compuestos solamente del cultivo en cuestión y sus plagas. El manejo de las fincas se ha encausado en la eliminación de sombras y focos de biodiversidad, esto para poder tener cultivos más extensos y productivos. De tal manera que abrir espacios

suficientes para poder introducir otras especies vegetales que ofrezcan diversidad parece ser un desperdicio y además los costos que esto demande irían en contra de la idea económica de la caficultura actual. Sin embargo el punto óptimo puede estar un poco desviado y quizás introducir o conservar biodiversidad en el cultivo puede ser mejor. En Costa Rica quisieron estimar el valor económico que tienen los bosques tropicales para la producción del café. Se enfocaron en cuantificar el efecto que los bosques pueden tener en la polinización de las plantas de café y encontraron que en las zonas del cultivo a menos de 1 Km de un bosque el efecto de los polinizadores era 20% más, y que éste efecto disminuía en forma de gradiente, es decir, a más distancia del bosque menor el efecto de los polinizadores. Además encontraron un efecto en la calidad del café: 27% menos granos de mal llenado (granos que no alcanzan tamaño y peso normal) en las cercanías al bosque. Según estos resultados el efecto de los polinizadores representa para la finca en estudio un aumento de US$ 60.000 al año. Este beneficio por polinizadores normal no se hace notorio puesto que C. arabica puede autopolinizarse y se mantiene una producción normal, pero los polinizadores aumentan esta actividad como ya se comentó. Actualmente se estudian los servicios que presentan estos bosques, la polinización es uno de ellos, también está el secuestro de Carbón (introducción de biomasa al ecosistema por fotosíntesis) y la conservación de las aguas, pero hay mucho otros servicios que aún no se conocen y que se quieren encontrar. Según esto la conservación y la agricultura pueden avanzar de la mano (Taylor et al., 2004).

Por otro lado, la estrategia para introducir alguna de estas alternativas

también es un factor complicado, puesto que ecológicamente no es fácil. Si uno opta por usar alguna de estas alternativas biológicas o de control integrado debe tener en cuenta que está pensando en sustituir un control químico por uno biológico y pensar en una sustitución inmediata es muy riesgoso. Si se está controlando la plaga bien con un insecticida químico de tan alta toxicidad hay problemas para la sustitución: porque si se quiere implementar un control biológico lo más seguro es que deba suspender o bajar la dosis en cierta medida en la aplicación de endosulfan, ya que por su alta toxicidad contrarresta parcial o totalmente el efecto del agente biológico, tal como sugiere el estudio de Oliveira y colaboradores acerca de la respuesta de B. bassiana a los pesticidas, en el que endosulfan se mostraba 100% mortal para el hongo. Dependiendo de cómo se balancee la estrategia, la sustitución podría tener dos efectos: 1) el riesgo de que la población de broca aumente por tener que disminuir la potencia del insecticida para que el control biológico pueda prosperar o 2) que el control biológico no gane terreno suficiente por no reducir la fuerza del control químico temiendo que la población de broca aumente. Lo más seguro es que el proceso tenga un período de transición mientras el agente biológico gana terreno y por lo tanto es importante avanzar a un ritmo que permita la entrada de los agentes y la salida del químico sin que se dispare la población de broca; en este período quizás sea más importante

que nunca un control manual muy efectivo y soporte con insecticidas de menor toxicidad, además de intensificar controles en las zonas foco. Por ejemplo en el caso que se veía arriba de Guatemala (Castillo, 2005) donde implementaron el Manejo Integrado de Broca (MIB), pudieron aplicar con toda la fuerza el control con parasitoides porque tenían poblaciones de broca por encima del 6%. Incluso en este caso dicen que el control mostró efectos significativos después del tercer año, lapso de tiempo que quizás poco productores estarían dispuestos a amortiguar. ¿Qué tanto son capaces de apostarle a esto los caficultores que tienen sus cultivos con poblaciones de broca del 2% o menores, tal como lo exige el mercado actualmente?

Desde mi punto de vista el enriquecimiento espontáneo (enriquecer vegetación para atraer enemigos naturales de Hypothenemus hampei) del agroecosistema es una buena alternativa para generar un entorno adecuado. Es la opción menos exigente para empezar a avanzar en la dirección de un control orgánico de la broca. Conservar cualquier foco de biodiversidad (bosque, monte) es indispensable, no desaparecerlos para expandir cultivo y plaga. Estos son albergues de potenciales enemigos de las plagas y polinizadores. No eliminar la sombra de los cultivos ya que también pueden contribuir. Tratar de reforestar en lo posible e introducir fuentes de diversidad fáciles de manejar y relativamente baratas como la idea de las hileras de girasoles que son altamente atrayentes de otras especies de insectos y aves. Todo esto apunta a generar hábitat para muchas otras especies animales, a una consecuente ampliación de las cadenas tróficas del agroecosistema donde las relaciones entre los organismos son mucho más complejas y el establecimiento de controles biológicos es más probable. Pensar en introducir artificialmente especies animales es muy difícil y costoso, pero hacer un ecosistema atrayente para estos es mucho más autosostenible y en últimas es un prerrequisito para que los controles biológicos tengan éxito y ganen significancia económica (Staver, 2001).

Es preciso entender que a pesar que los cultivos pueden ser más productivos económicamente cada año y pareciera que se está haciendo un manejo óptimo de la finca .hay un problema que subyace a esta idea y que en realidad, cuando se mira el cultivo con alguna proyección futura, el verdadero punto óptimo puede ser otro, ya que desembocar en las consecuencias de salud humana y ambiental que se nombraron al principio sería nefasto, o perder completamente el cultivo por un resistencia genética de la plaga.

Culturalmente también existen dificultades. Muchas veces los esfuerzos de un solo agricultor que aplique un buen control resultan en vano si los demás productores de la zona no avanzan paralelamente. Es bien sabido que los “malos” vecinos pueden ser los peores focos de la plaga (experiencia cotidiana de los caficultores, donde a lo largo de los linderos muestran altas poblaciones mientras en la finca se hacen esfuerzos por mantener la plaga controlada). Por lo tanto es muy importante que si se quiere optar por alguna alternativa hay que tratar de avanzar conjuntamente en la misma dirección. Vender la idea que se quiera a los

demás. El problema luce complicado, pero desde mi punto de vista es un reto

interesante que vale la pena afrontar y que se puede empezar a trabajar en ello lentamente. Si bien alguna opción biológica se muestra ardua y a veces riesgosa, puede ser mayor el problema que está latente detrás del uso continuo y agresivo de los insecticidas sintéticos. 6. BIBLIOGRAFÍA

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