principios formales del catolicismo

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PRINCIPIOS FORMALES DEL CATOLICISMO

INTRODUCCIÓN

José de Ribamar Gomes de Sousa

Este capítulo dos del libro del Cardenal Joseph Ratzinger 1  tiene como tema los

“principios formales del cristianismo”, aquí él se dedica a hacer un recorrido histórico para

afirmar que existe “algo”  en la Iglesia, que la mantiene, que la renueva, pero continúa

siendo lo mismo, es decir, es inmutable en su núcleo esencial. Al que permanece válido en

todas las épocas en la Iglesia, con sus adaptaciones en el tiempo, el cardenal lo llama de

Tradición, que envuelve a los sacramentos, principalmente al bautismo, por ser el

sacramento que nos lleva a ser cristianos; el credo y la liturgia.

Cabe resaltar que J. Ratzinger, hizo una reflexión sobre la relación entre dogma y

Escritura en otro de sus libros que también nos ayuda a comprender mejor la relación entre

Escritura y tradición. Afirma que existía una tesis que contraponía dogma y Escritura,

“según la cual Escritura y dogma provienen de dos culturas diferentes: laEscritura, de la cultura hebrea; y el dogma, de la cultura griega. “El traspaso del testimonio

 bíblico al pensamiento griego - afirma- ha dado como resultado una completa refundición

de los contenidos del mensaje de Jesús. La fe, que antes era un simple acto de confianza en

la gracia salvífica, se habría transformado de esta manera en adhesión a ciertas paradójicas

afirmaciones de tipo filosófico, en asentimiento a una determinada doctrina. La confianza

en la acción de Dios se habría visto sustituida así por una doctrina

ontológica absolutamente extraña a la Escritura”2.

Encontraremos contestación a esta tesis cuando afirma que la palabra de Dios se

desarrolla en un proceso de encuentro con las búsquedas humanas de una respuesta a sus

últimas preguntas, pues ella no ha caído desde el cielo, sino que es una síntesis de cultura.

El primer contacto de la Biblia con el mundo griego no se da con el cristianismo sino que

desde el Antiguo Testamento, ella ya se había adentrado en la cultura helenística. El dogma pretende dar fe a esta Palabra que va más allá de lo que se puede decir. El dogma aquí es

entendido como la verdad que atestigua y transmite la vida en la fe, por eso que J. Ratzinger

en este texto se ocupa en primer lugar de presentar el sentido antropológico de la tradición,

que es trillar un camino en busca del sentido de la existencia humana.

1.  Escritura y tradición

1.1 Fundamentos antropológicos del concepto de tradiciónEn los fundamentos antropológicos encontramos una crítica a la humanidad que

intenta a abdicar de su pasado en nombre de un futuro mejor, como si su única obligación

con el pasado fuera olvidarlo. Podemos nombrar a esta crítica como “la histórica fugaespacial de la humanidad” 

“Si antes había sido el pasado la fuerza sustentadora que, a través de las

instituciones y las costumbres, suministraba también al presente los esquemas de

compromisos para afrontar los problemas del ser humano, ahora en el curso de un proceso

de cambio cada vez más rápido, es el futuro que atrae hacia a sí todas las miradas. El

espacio temporal a barcado en el concepto de “hoy” es cada vez más corto3”.

Es una problemática que lleva a la Iglesia a levantar preguntas sobre el futuro de

una humanidad, que quiere existir sin mirar sus estructuras históricas, pues sin historia se

1 J.Ratzinger, Teoría de los principios teológicos: Materiales para una teología fundamental , Barcelona,

1985, 98-153.2J.Ratzinger, El camino Pascual , Madrid 1990, 103

3J.Ratzinger, Teoría de los principios teológicos, op.cit. 98

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quedará también sin alma. Las preguntas, por más que surjan en un ámbito eclesial, deben

tener siempre como fundamento y preocupación lo humano, pues es la única forma de

revelar cuál es la misión de la Iglesia en la sociedad.

La tradición aquí está presentada en su concepto más amplio, no en su sentido más

estricto, como podemos pensar que está en referencia al concepto religioso. Al hablar de

tradición como engendradora de humanidad, J. Ratzinger nos presenta dos tesis: 1- elhombre vive y es constituido por la tradición, 2- la edad moderna ha abandonado la

tradición y abrazado al racionalismo.

1.2 

La tradición como presupuesto de HumanidadEn esta tesis el autor empieza enseñando que la tradición es justamente lo que nos

diferencia de los animales, la tradición como posibilidad de transmitir lo generado por el

espíritu y de multiplicarlo y enriquecerlo de generación en generación. A pesar de sus

 posibles invenciones, los animales carecen de espíritu (inventiva), pues son incapaces de

transformar la invención en tradición y de introducirla así en un contexto creador de

historia. El espíritu humano crea historia y la historia condiciona la existencia humana. La

tradición se realiza en la historia.

La tradición no solo engendra humanidad, sino que el ser humano participa en su

creación de varias formas siendo las principales el lenguaje y la memoria que posibilitan la

relación entre tradición y tiempo. La memoria no solo se ocupa del pasado, sino que hace

éste comprensible a través de las experiencias del presente, tornándolo necesario para la

construcción del futuro. El lenguaje, en la comprensión del cardenal en relación a la

tradición, no es solamente un vehículo de transmisión, sino también contenido de la misma,

es ella que concede a las experiencias vividas el carácter de dado y recibido. El lenguaje y

la memoria, nos lleva a percibir que la tradición necesita de un “sujeto” que es el resultado

de la unión de varios sujetos que forman una comunidad lingüística y que están unidos por

vivencias comunes. La humanidad surge en el instante en que aparece la capacidad de

tradición.

1.3 La tradición como amenaza de la HumanidadJ. Ratzinger, expuso en la tesis anterior que tradición no se refiere exclusivamente al

 pasado, mas que desde lo más intimo de sí misma también se refiere al futuro. Pero existe

algo en la tradición que es capaz de deshumanizar a los hombres. “Hay que mantener la

tradición para mantener al hombre, pero al mantenerla, se mantiene también a la vez, e

inevitablemente, e poder de la alienación”4. La tradición es condición del ser humano, pero

es también, al mismo tiempo, su amenaza. Quien la destruye, destruye el hombre, pero

quien la conserva, corre también el peligro de ser destruido. Es preciso proteger la tradición

contra las tradiciones, es decir, no perder en las inextricables ramificaciones de las

tradiciones concretas y sus detalles; debemos podar a tiempo el ramaje secundario para que

aparezca de nuevo la idea fundamental. Todos los pueblos tienen que purificar sustradiciones. También la Iglesia tiene que hacerlo.

Somos invitados a una cuidadosa prudencia en relación a lo que abrazamos como

tradición y también a lo que rechazamos como no tradición, que nada sea conclusión de un

 juicio individualista de uno mismo en nombre de lo que le parezca más conveniente y

 placentero.

1.4 El problema básico de la Edad ModernaSe pretende encontrar y solucionar el problema de la Modernidad con esta pregunta:

¿tradición o ruptura de la tradición como camino hacia la Humanidad? Esta es la primera

fase de la Modernidad, una tentativa de ruptura con la tradición a partir de las llamadas

ciencias naturales y también de la “Sola Scriptura” propuesta por Martin Lutero.4 Ibid.,104

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Lo que debemos saber es que la Edad Moderna ha surgido de un cambio de actitud

respecto a la tradición. “Ahora la tradición sólo se la concibe como vinculación del hombre

al pasado, de tal modo que estorba su orientación al futuro.5” Para la Edad Moderna sólo

existe una única autoridad para la cual el hombre debe inclinarse: la razón. El intento de

fundamentar la Humanidad en la tradición se opone fundamentalmente a la razón

emancipadora.En la segunda fase de la Modernidad, de la razón técnica, siguen creciendo los

ataques a la tradición y la idea de emancipación es entendida como antítesis radical a la idea

de tradición. En la racionalidad técnica se hace el hombre creador de sí mismo y de un

universo construido por él según su propia invención. Conforme expone el autor, el papel

de la Iglesia será el de no dejar al hombre sin “suelo” ya que este no quiere mirar hacia

atrás, pues toma como su única norma y medidas las necesidades y esperanzas del futuro.

La Iglesia sólo conoce una tradición salvífica: la tradición de Jesús. “Creer en Jesús quiere

decir que existe una verdad desde la que el hombre viene y que es su verdad más íntima, su

verdadera esencia. Emanciparse de esta verdad en beneficio de una finalidad autoinventada

equivale emanciparse de la Humanidad, del ser humano del hombre6”.

Cuando comprendemos que la relación filial de Jesús con la Escritura, con la

tradición, no se da de forma mecánica sino que hay una pasión por la verdad hasta dar la

vida por ella, percibiremos que solamente en él podemos criticar y aceptar la tradición. El

centro unificador de Escritura y tradición es la conciencia que Jesús tiene de su misión. En

su relación con Dios, la letra se hace carne.

“Jesús combatió acremente el dogmatismo de un tradicionalismo casuístico pero, al

mismo tiempo, se asentó con firmeza en el suelo de la fe paleotestamentaria, es decir, en el

terreno de la ley y de los profetas. No dejó tras de sí el Antiguo Testamento como cosa vieja

y ya superada, sino que lo vivió y así hizo patente su sentido. Su mensaje fue un transportar

creador de la tradición hasta su fundamento originario. Al atribuir a Jesús la  solo scriptura 

se dice demasiado poco, porque fue mucho más allá de la letra de la ley mosaica, afirmó

que él interpretaba la voluntad divina contenida en ellas con mayor pureza que se hacía en

la Escritura consignada por escrito”7.Con Cristo aprendemos a leer las Escrituras desde una concreta relación con Dios,

la libertad de Jesús, su rigor y critica a los preceptos farisaicos de su tiempo, es posible por

causa de su relación de oración con el Padre, así la crítica hecha con compromiso trazaba lo

que era puramente voluntad divina y obra humana. Que Dios existe realmente significa que

hay una verdad del hombre en la que los objetivos de su razón operativa encuentran su

límite y su medida.

2. 

EL BAUTISMO Y LA FORMULACIÓN DE LA FE. FORMACIÓN DE LATRADICIÓN Y LITURGIA

La primera preocupación del autor es dar a la fe un puesto destacado en las

condiciones necesarias para licitud del sacramento del bautismo, ya que la tradición lodefinió como confirmación cúltica eclesial de la decisión de fe. El método más seguro que

nos propone el autor de cómo se puede salvar el bautismo del aislamiento teórico y

doctrinario es mirar cómo este sacramento era celebrado en la Iglesia primitiva, donde fe y

 bautismo tenían un carácter evidentemente comunitario y litúrgico. “La fe no puede llegar a

su plenitud en virtud de una decisión privada de conversión, la conversión debe tornarse

confesión y ser recibida por la comunidad de los creyentes, es decir, la fe remite a la

confesión, la confesión a la comunidad, la comunidad a la liturgia. Es en el circulo de la

verdadera forma plena y total del sacramento del bautismo, es donde tiene la formulación

de la fe su lugar originario y central”.

5

 Ibid.,1056 Ibid.,109

7 Ibid.,111

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3.  El credo de Nicea y ConstantinoplaCon la referencia al Credo Niceno-Constantinopolitano el autor quiere subrayar que

la Iglesia siempre ha enfrentado fuertes tormentas desde los comienzos de su presencia

histórica hasta los días actuales, y lo más sugerente, es que el lo que le ha mantenido fuerteen las tribulaciones pasadas, también la mantiene y le defiende en los días actuales. La

 presencia del Espíritu Santo recuerda a cada cristiano que en la Trinidad la Iglesia tiene su

origen.

“La confesión de fe formulada en el concilio ecuménico de Constantinopla

continua siendo hasta hoy patrimonio común de casi todas las iglesias y comunidades

eclesiales cristianas.8” La Iglesia en esta época, como bien señaló un santo padre, vivía una

 batalla naval nocturna (San Basilio). El monoteísmo cristiano tenía dudas sobre la

afirmación que reconocía a Cristo como Dios. Los teólogos de la segunda generación

después de Nicea comprendieron que Cristo y el Espíritu Santo no sólo no se oponían al

monoteísmo sino que lo manifestaba en toda su magnitud y concluyeron que la unidad de

Dios se compone cabalmente del ser uno del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

De forma muy bien articulada y progresiva encontramos en Gregorio Nazianzo una

historia de la revelación. Lo que Gregorio nos enseña, es que el hombre fue

 progresivamente siendo educado en el conocimiento del misterio trinitario en las varias

etapas de la historia salvífica.

La clave de comprensión del tratado del Espíritu Santo de Basilio no es tanto

teológica sino que es mucho más litúrgica, la orientación al Espíritu Santo es para él la

 búsqueda de la vida espiritual y de la renovación de la Iglesia desde el Espíritu. La historia

de la formulación de la fe en la profesión del credo de Nicea trae una lección a los días

actuales, en el sentido de que la renovación de la Iglesia hoy es posible mediante la auto

orientación y profundización de la fe, que abre las puertas al Santo Espíritu y a su poder

unificador.

Esta reflexión sobre el Credo que continúa válida para nuestros días nos lleva a percibir que “la fe se presenta envuelta en ropajes del pasado […] lo que aquí se presenta

obstinadamente como actual, es algo que en realidad pertenece a otro tiempo.”9 

3.1 ¿Fórmulas breves de fe? Sobre las relaciones entre fórmula e interpretación(contexto sociológico y lingüístico)

El autor afirma que las fórmulas tradicionales usadas para expresar la fe se tornarán

extrañas y oscuras para la contemporaneidad y presenta la propuesta de Rahner para la

creación de nuevas fórmulas breves de fe. Rahner propone algunos requisitos para la

creación de estas fórmulas: deben ser fácilmente comprendidas por sus destinatarios;

irradiar cierta capacidad de atracción; la brevedad consiste en la percepción de que el

hombre actual está muy atareado.La crítica hecha a esta propuesta es que este tipo de fórmulas se parecen a los

eslóganes publicitarios y sus relaciones con los credos clásicos no está clara. Los símbolos

 poseen en sus estructuras lingüísticas un acto de confesión y no hablan de una manera

doctrinal y objetiva como las formulas breves. El punto más frágil de las fórmulas breves

de fe está, conforme nos apunta el cardenal, en su estructura lingüística, un lenguaje

desprovisto de contenido capaz de dar sentido a la vida del hombre moderno.

En contra de las formulas breves de fe se tiene que decir que los credos eran

resúmenes concentrados de la fe y sólo podían ser entendidos desde el interior. Los

hombres estaban atraídos por la formulación comunitaria de la Iglesia, a través del contacto

8 Ibid.,138

9 J.Ratzinger,El credo: hoy, Santander 2012, 36.37

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 personal con los cristianos. Eran orientados hacia la verdad que era característica singular

de esta comunidad.

3.2Lo mudable y lo inmutable en la IglesiaPara el autor, lo mudable y lo inmutable en la Iglesia no está en divergencia sino

que coexiste en una reciprocidad. Lo inmutable es constitutivo de la identidad cristiana.Hace parte de la identidad cristiana, aquello que, por encima del cambio de las

interpretaciones teológicas, ha sido definido por la Iglesia como auténtica Palabra de fe, el

dogma; el núcleo del culto cristiano: los sacramentos y la relación del cristiano con Dios

cuya formulación ejemplar se da en el Padrenuestro; el sustrato moral recibido a través del

decálogo y asumido por la Iglesia en el sermón de la montaña y exhortaciones apostólicas.

Lo genuinamente y permanente del cristianismo nos lleva muy por encima de lo que de

ordinario llamamos realidad. Precisamente en esto se apoya su poder salvador.

ConclusionesLos principios formales del cristianismo según el texto estudiado son: la tradición,

el sacramento del bautismo y la profesión de fe. El autor nos llevó a reflexionar sobre la

crisis que enfrenta la tradición en la Edad Moderna. El descaso para con la tradición no

afecta al hombre solamente en su aspecto religioso, por el contrario, toda su identidad

humanamente definida está amenazada, pues la tradición es justamente lo que le diferencia

de los animales.

El hombre también está llamado a una purificación de lo que viene recibiendo y

viviendo como tradición en su historia. Mantener la tradición salva a la Humanidad, pero

cuando ésta está lejos de la fuente originaria corre el riego de desvirtuarse y producir

alienación del ser humano. El criterio de discernimiento del hombre debe estar iluminado

 por el ejemplo de Jesús que en su relación filial con el Padre ha definido lo que era voluntad

de Dios de lo puramente humano.

J. Ratzinger, claramente nos dio a conocer que los principios formales del

cristianismo fueron momentos, hechos históricos y acontecimientos determinantes paranuestra fe. Aunque estén históricamente distantes de nuestra época continúan siempre

actuales en lo que concierne a dar sentido a nuestra vida de creyentes. Aquí encontramos el

 papel fundamental de la tradición en relación a estos acontecimientos; vuelve su mirada al

 pasado, lo interpreta en el presente e impulsa al hombre a caminar hacia el futuro. Nuestra

fe es un acto de tradición, pues se funda en algo que nos precedió.

Toda la reflexión aquí hecha nos lleva a percibir que nuestra fe necesita de dos

cosas: Autoridad y Verdad. Solamente en el dogma las encontramos unidas, ya que éste es

testimonio y vida y también enunciado decisivo.

BIBLIOGRAFÍA

J.Ratzinger, Teoría de los principios teológicos: Materiales para una teología fundamental , Barcelona, 1985.  ___, El camino Pascual , Madrid 1998

 ___, El credo: hoy, Santander 2012