poemas de celso emilio ferreiro y rafael morales … · 2012-06-18 · mismo que ahora, la...

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Su apellido podra ser gallego. Naci, sin embargo, en Escalona, lleva las huellas de la riqusima cultura de Toledo metidas en el alma y se form y se desarroll como pintor en Madrid, rodeado siempre de otros artistas, mu- chos de ellos hombres de letras. Pablo Pombo sinti desde muy pronto la llamada de la pintura y, aun- que reconoce que la tcnica puede aprenderse muy bien en Bellas Artes, no duda en afirmar que a la posteridad no se llega nicamente con la tcnica ni con el virtuosismo: hay que dar con el soplo de la creacin. De la misma ma- nera piensa que, aunque en la juventud debe copiarse de modelos, esta imita- cin ha de dejarse luego para buscar un camino propio, no trillado, no servil. Quien no lo encuentre, no debe esperar nada de su futuro como artista. Para Pablo, catlico ferviente, ese camino viene de muy arriba. A Pombo, que se ha decantado por la pintura religiosa, y sobre todo por la representacin de la figura de Cristo en distintos momentos de la Pasin, puede calificrsele de neoex- presionista. Aunque se reconoce deu- dor de antecesores diversos, entre ellos el Greco, Goya y, en especial, Van Gogh, sus cuadros son inconfundible- mente suyos en los temas y en las tc- nicas, en el color, en la pincelada y en la composicin. Este hombre singular, de conversacin generosa, ocupa un des- tacado puesto entre los primeros pinto- res espaoles actuales. La crtica es unnime al subrayar la soledad, el desvalimiento, el desaso- siego que emanan de sus telas. En ellas, entre fondos oscuros, sobresale la lumi- nosidad del blanco, con el que alternan el violeta y el rojo, el amarillo, el verde o el azul. El uso de algunos de estos colores ha llevado a pensar, adems de en los maestros arriba citados, en Ribera y en Zurbarn. Pombo no puede tranquilizar a quien ve las imgenes de sus obras por- que l las pinta con el nervio y la an- gustia del que siente su mismo dolor 109 Revista Galega do Ensino-ISSN: 1133-911X- Nm. 27 - Maio 2000 POEMAS DE CELSO EMILIO FERREIRO Y RAFAEL MORALES (CONVERSACIÓN CON PABLO POMBO * ) Ana Mara Platas Tasende** Instituto Rosala de Castro Santiago de Compostela * Desde a súa fundación, a REVISTA GALEGA DO ENSINO respecta nas entrevistas a lingua castelá dos hispano- falantes. ** Catedrática de Lingua e Literatura.

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Su apellido podr�a ser gallego.Naci�, sin embargo, en Escalona, llevalas huellas de la riqu�sima cultura deToledo metidas en el alma y se form� yse desarroll� como pintor en Madrid,rodeado siempre de otros artistas, mu-chos de ellos hombres de letras.

Pablo Pombo sinti� desde muypronto la llamada de la pintura y, aun-que reconoce que la t�cnica puedeaprenderse muy bien en Bellas Artes,no duda en afirmar que a la posteridadno se llega �nicamente con la t�cnica nicon el virtuosismo: hay que dar con elsoplo de la creaci�n. De la misma ma-nera piensa que, aunque en la juventuddebe copiarse de modelos, esta imita-ci�n ha de dejarse luego para buscar uncamino propio, no trillado, no servil.Quien no lo encuentre, no debe esperarnada de su futuro como artista. ParaPablo, cat�lico ferviente, ese caminoviene de muy arriba.

A Pombo, que se ha decantadopor la pintura religiosa, y sobre todopor la representaci�n de la figura de

Cristo en distintos momentos de laPasi�n, puede calific�rsele de neoex-presionista. Aunque se reconoce deu-dor de antecesores diversos, entre ellosel Greco, Goya y, en especial, VanGogh, sus cuadros son inconfundible-mente suyos en los temas y en las t�c-nicas, en el color, en la pincelada y en lacomposici�n. Este hombre singular, deconversaci�n generosa, ocupa un des-tacado puesto entre los primeros pinto-res espa�oles actuales.

La cr�tica es un�nime al subrayarla soledad, el desvalimiento, el desaso-siego que emanan de sus telas. En ellas,entre fondos oscuros, sobresale la lumi-nosidad del blanco, con el que alternanel violeta y el rojo, el amarillo, el verdeo el azul. El uso de algunos de estoscolores ha llevado a pensar, adem�s deen los maestros arriba citados, enRibera y en Zurbar�n.

Pombo no puede tranquilizar aquien ve las im�genes de sus obras por-que �l las pinta con el nervio y la an-gustia del que siente su mismo dolor

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Revista Galega do Ensino-ISSN: 1133-911X- N�m. 27 - Maio 2000

POEMAS DE CELSO EMILIO FERREIRO Y RAFAEL MORALES

(CONVERSACIÓN CON PABLO POMBO*)

Ana Mar�a Platas Tasende** Instituto Rosal�a de Castro

Santiago de Compostela

* Desde a súa fundación, a REVISTA GALEGA DO ENSINO respecta nas entrevistas a lingua castelá dos hispano-falantes.

** Catedrática de Lingua e Literatura.

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(ÒDios me perdone, pero no he visto anadie hacerse el hara-kiri a punta depincel, como en tu casoÓ, escribi� de �lRam�n Faraldo). Sorprendido de loque va saliendo de sus manos, el autores el primero en sufrir la dram�ticafuerza de unos ojos que lo observan, lastorturas de un cuerpo crucificado, eldominio de la muerte sobre una cabezaque se desploma. La ligereza y laingravidez m�sticas caracterizan estasfiguras, que parecen, en su hondo pate-tismo, sometidas a un impulso as-censional. Como si ya no fueran de este mundo, semejan mirarlo y com-prenderlo con dulc�simo amor, mien-tras flotan en un espacio indefinidodesde el que, por medio de la piedad, promueven sentimientos deascesis.

Entre sus exposiciones, que se su-ceden con regularidad en Espa�a y enel extranjero, cuenta mucho para noso-tros la que tuvo lugar en la iglesia deSan Marti�o Pinario, de Santiago, conmotivo de la Peregrinaci�n y el En-cuentro Europeo de J�venes, por losmeses de julio y agosto del pasado A�oSanto. La ocasi�n supuso un dobleacontecimiento: de un lado el impactoque caus� en los visitantes, de otro el que recibi� el propio pintor, que seprend�, durante su estancia, de la her-

mosura de los viejos granitos deCompostela y del flujo espiritual queinunda a quienes saben captarlos en suhondura.

Desde principios de diciembre de 1999 dos magn�ficos cuadros suyospueden admirarse en el crucero de lacatedral de la Almudena, en Madrid:Mar�a besa la mano de su Hijo y La soledadde Mar�a. Poco despu�s se entregaron,para la misma sede, las campanas y laimagen del Ap�stol Santiago donadospor Galicia. Pombo, que no es gallego,aunque pudiera, ha estado siemprerodeado de nuestras cosas y de nuestragente.

Un querido amigo com�n noshizo coincidir. Pensaba yo que hur-gar en la memoria de un hombre tan sensible podr�a ser doloroso. Creoque lo fue, y creo tambi�n que Pombome ofreci� sus recuerdos para quemuchos otros puedan vivirlos des-de sus palabras. Era �ste su homenaje a algunos gallegos que conoci� du-rante una etapa muy importante en sutrayectoria de pintor joven, aunque yacon un lugar ganado a pulso en la van-guardia del momento. Celso EmilioFerreiro1 fue para �l, entre todos, uncompa�ero, un hermano mayor. Losecos de sus consejos hacen que aPombo todav�a le tiemble la voz.

1 Celso Emilio Ferreiro (Celanova, 1912; Vigo, 1979) es una de las voces más relevantes, fuertes y convin-centes de la poesía gallega actual, aunque también destacó como narrador y como articulista de prensa.Convencido hombre de izquierdas, su sinceridad política en tiempos tan delicados como los de la Guerra Civilespañola le supuso serias dificultades, entre ellas una condena de muerte que no llegó a cumplirse. Problemaseconómicos y profesionales (a lo largo de su vida fue alternando trabajos diversos) lo llevaron a establecerse enCaracas, donde tampoco lo acompañó la suerte. En el año 1973 regresó a Madrid y allí vivió hasta que la muer-te lo sorprendió —el 31 de agosto de 1979— en Vigo. Aunque entre sus poemas quizá los de mayor repercu-sión hayan sido los de temática social y política, no son menos importantes los que desvelan, con gran hondu-

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Nos vemos en el Caf� Gij�n. Con Pablo, su mujer, Olvido. En se-guida se advierte que ella es el sosie-go, el equilibrio. No digo la dulzu-ra, porque Pablo es tambi�n dulce y amable, incluso cuando habla arrolla-

doramente, sinceramente, con toda su energ�a. A veces un suspiro o unhalo que le nubla la mirada son indicios seguros de c�mo contiene el peso de un ayer, todav�a tan cer-cano.

Ñ ÀEn qu� fechas lleg� usted al Caf�Gij�n?

Ñ Entr� por primera vez en elCaf� Gij�n a finales de los a�os sesenta.Entonces el personaje m�s importantepara m� fue el pintor de Lousada(Lugo), Tino Grand�o. Enseguida en-tend� que era el pintor m�s significati-vo de Galicia, de sus marinas, de lasnieblas impenetrables, del meollo, de laenvoltura de Galicia. Recientemente enun viaje de A Coru�a a Santiago, alamanecer, sent� el alma de Grand�o.ÁQu� belleza en el paisaje, qu� inmensi-dad de grises! Mi amistad con Tino fuehonda, pues compartimos en el Gij�nmuchas noches en nuestros tiempos debohemia, con todas las alegr�as y lastristezas que ello conlleva.

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ra, facetas de un personaje lírico atenazado por preocupaciones existenciales. El dolor, sea cual sea su origen, semanifiesta en ocasiones por medio de recursos sarcásticos o irónicos que, utilizados a modo de catarsis, carac-terizan buena parte de su producción. Sus libros poéticos más destacados son O soño sulagado (1954), Longanoite de pedra (1962) —de ambos compuso poemas en plena guerra—, Viaxe ao país dos ananos y Cantigas deescarnio e maldecir (los dos de 1968), Terra de ningures (1969), Antipoemas (1972), Cimenterio privado (1973),Onde o mundo se chama Celanova (1975). Celso Emilio Ferreiro fue hábil conversador en tertulias como las delCafé Roma, en Ourense, o las del Café Gijón, en Madrid. A tan insigne poeta Galicia le dedicó, el 17 de mayo de1989, el Día das Letras Galegas.

Pablo Pombo.

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Ñ ÀC�mo era Pablo Pombo porentonces?

Ñ En aquellos a�os del Caf�Gij�n yo era un profundo y aut�nticobohemio, muy solitario entre mucha deaquella gente de la que emanaba tantasuperficialidad. No obstante, conoc� agrandes e inolvidables personajes, co-mo fueron los pintores Laxeiro Ñgranamigo tambi�n, acompa�ado entoncespor una extraordinaria mujer, LalaÑ,Lodeiro, el santanderino Quir�s, elgenial Manuel Viola...

Ñ ÀQu� metas se hab�a propuesto? Ñ Yo persegu�a ya entonces lo

mismo que ahora, la posteridad, dejaruna cicatriz en la historia de la pintura,con la figura de Cristo a la cabeza. Enlos a�os setenta comenc� a frecuentaruna galer�a de arte en la calle Arenal deMadrid, regentada por un personajeexcepcional, Sueiro, tambi�n gallego,de Ourense. No s� por qu� siempre a lolargo de mi vida se han cruzado en micamino los gallegos, quiz� porquesiempre nos entendimos.

Ñ ÀC�mo conoci� a Celso EmilioFerreiro?

Ñ Sueiro ten�a un amigo �ntimoque casi todas las tardes pasaba a verlo,y se tomaban unos vinos en el despa-cho de la galer�a. Este amigo se llama-ba Celso Emilio Ferreiro. Sueiro me lopresent� como el poeta de Galicia y delmundo, y a�adi� que en ese despachoser gallego era un t�tulo. Yo con mijuventud, llena de espontaneidad y pasi�n, le contest�: ÒYo no quiero

t�tulos, quiero la inmortalidadÓ. Son-rieron los dos, mientras Sueiro, cari�o-samente, amagaba un pu�etazo.

Ñ ÀQu� le pareci� a primera vista elpoeta?

Ñ Celso me impresion� desde elprimer momento. Su sonrisa f�cil yacogedora, al mismo tiempo que sere-na y prudente, cautivaba. Celso tam-bi�n frecuentaba el Gij�n, y enseguidame di cuenta de que a pesar de toda labroza que all� acud�a, Celso sobresal�a,no s�lo como persona sino como elgran poeta que es.

Ñ ÀEn qu� sentido hablaba antes desus a�os bohemios?

Ñ Por aquel entonces yo beb�abastante y, primero en el despacho de

Celso Emilio Ferreiro.

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Sueiro y luego en los bares y restauran-tes gallegos de aquella zona, beb�amosvino pele�n. Uno de estos bares toda-v�a existe, y cuando ahora, alguna vez,de tarde en tarde, vuelvo por all�, alempujar con mi mano su puerta, re-cuerdo que tambi�n all� puso su manoCelso tantas y tantas veces.

Ñ ÀComo se desarroll� su amistadcon Celso? ÀSe vieron con frecuencia?

Ñ A menudo coincid�a con �l enel Ateneo, cuando se celebraba algunalectura de poes�a. Al finalizar nos �ba-mos dando un paseo hasta el Caf�Gij�n. Yo le hablaba de mis inquietu-

des, de mis aspiraciones. Le contabac�mo me sent�a pose�do por la pintura,le hac�a part�cipe de mis alegr�as y mistristezas, de mis certezas, de misdudas. Siempre sonre�a serenamentedici�ndome: ÒVas bien, Pablo. Sigueadelante y trabaja. Trabaja muchoÓ.(Pombo se pasa una mano por el rostro ymurmura, casi para sus adentros) ÁC�mohabr�a disfrutado Celso colgando con-migo en el Caf� Gij�n el cartel de laSemana Santa de 1999 del Ayun-tamiento de Madrid con un Cristo m�o!

Ñ ÀRecuerda alguna an�cdota enparticular?

Ñ Una noche, durante uno deestos paseos desde el Ateneo hasta el

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Ecce Homo. Pablo Pombo.

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Gij�n, con alguna parada para refrescarla garganta, cuando pas�bamos cercade las Cortes yo me sent� euf�rico yempec� a cantar tangos. Not� queCelso se emocionaba, y yo m�s cantabay silbaba. ÒÁEs incre�ble que cantes tanbien los tangos!Ó Y los dos en plenacalle bailamos el tango, ante la estupe-facci�n de mi mujer, Olvido, y del por-tero del Hotel Palas. Recogimos micoche, que ten�a en el aparcamiento delas Cortes, y nos dirigimos al Caf�Gij�n.

El primero que nos vio entrar fueLaxeiro, que brome� acerca de nuestraeuforia, pues evidentemente not� quealguna culpa de ella ten�an los vinosque hab�amos compartido. Tambi�n �lentend�a de esto. Celso le ped�a lagorra de marinero y �l, mientras se lanegaba, ri�ndose sub�a a su casa, quepor cierto ten�a encima del Caf� Gij�n.

Por fin, ya entrada la noche, lellev� a la calle Juan Bravo, donde viv�a.Desde entonces no puedo o�r o cantarun tango sin recordar a Celso.

...Pienso tambi�n en otras cosas.Le encantaba como cocinaba Olvido,cocido con hierbabuena, migas man-chegas, tortilla de patatas... Hasta sellev� un d�a un cucurucho de torreznospara que los probara su mujer.

Ñ ÀEn qu� a�os transcurr�a todoesto?

Ñ Celso Emilio Ferreiro conoci�mi obra en 1975, y en 1977 visit� porprimera vez mi estudio. A medida quepasaba el tiempo nuestra relaci�n se

iba estrechando. En el Caf� Gij�n, ysupongo que en todas partes, los galle-gos siempre estaban juntos. Quiz� sesaliera un poco de esto Grand�o, porser un alma m�s solitaria, y, antes deque se me olvide, tengo que decir queen Lugo, en la biblioteca del C�rculo,hay colgado un cuadro suyo, de TinoGrand�o, que ni Vel�zquez lo habr�apintado: un contraluz con dos bueyesarando, el alma de Galicia. Porque hayque reconocer que, siendo Laxeiro ungran pintor, bebi� de Picasso, aunquesu mundo era gallego, y Grand�o s�lobebi� de Tino Grand�o. Con Mar�aVictoria de la Fuente, gran pintora deGalicia y gran dama del arte, a la que

Negra sombra. Homenaje a Rosalía de Castro (pintadodurante los años de relación con Celso Emilio Ferreiro).

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admiro, comento an�cdotas de Gran-d�o cada vez que nos encontramos ennuestras mutuas exposiciones.

Ñ Por lo que vamos viendo, fueronmuchos los artistas gallegos a los que ustedtrat�.

Ñ S�. Compart� aquellas nochesde bohemia con Celso, Laxeiro,Grand�o, Lodeiro... Este �ltimo, haceveinte a�os, cuando mi hijo Pablo ten�as�lo cinco, un domingo al mediod�a ledio un billete de cien pesetas; mi hijoa�n recuerda a aquel se�or tan simp�-tico. No puedo dejar de citar a Ram�nFaraldo, el cr�tico de arte m�s significa-tivo de aquel tiempo, junto conSantiago Am�n. Faraldo era gallego yejerc�a de gallego. Dio conferenciassobre mi pintura en Cuenca, Toledo yMadrid; a esta �ltima asisti� CelsoEmilio Ferreiro.

Ñ Por cierto, el poeta le dedic� en1978 un hermoso poema que deja ver laturbaci�n que sus cuadros le causaban.

Ñ Celso y yo, de vez en cuando,pas�bamos tiempo viendo mi pintura.La miraba ensimismado, interrogante.Entonces se produc�a entre nosotros unsilencio que era como el m�s expresivode los di�logos. Despu�s terminabadiciendo: ÒEsto es inquietante, Pablo,no puedo decirte m�sÓ. Pero me lo dijotodo en el poema ÒDiante un cadro dePomboÓ. Efectivamente no hay quedecir, no hay que saber, s�lo hay quesentir, y Celso sent�a mi pintura como

yo sent�a su poes�a. ÀPor qu�? Eso noimporta, y bien lo dice �l al final delpoema: ÒEu ben te entendo, Pombo /anque non sei decir porqu� te enten-doÓ. Lo escribi� en la calle Juan Bravo,en su casa, y supongo que con lam�quina de escribir que utilizaba paramecanograf�ar su poes�a. Con la sensi-bilidad que le caracterizaba, tuvo ladelicadeza de darme no solamente lapoes�a en gallego firmada por �l, sinola traducci�n al castellano. En una oca-si�n reproduje la versi�n gallega enmis tarjetas de felicitaci�n de Pascuas,lo mismo que hice con la que me dedi-c� Rafael Morales2, pero nunca hasta

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Rafael Morales hacia 1970.

2 Rafael Morales, poeta en castellano, nació en Talavera de la Reina en 1919. Aunque algunos años másjoven, es contemporáneo de los “garcilasistas” de la generación de 1936, y, como ellos, amante de la armonía yde la sobriedad del clasicismo, y creador de una lírica intimista a la que en numerosas ocasiones va ligada la

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hoy las he cedido para que fuesen edi-tadas. Como ve, la de Rafael Morales esaut�grafa, y est� escrita con la tintaverde que suele usar3.

bEfectivamente, y como puede obser-

varse en las copias facsimilares que adjun-tamos, Ferreiro entreg� a Pombo una ver-si�n castellana de su poema. Son curiosasen ella las correcciones hechas con la propiam�quina o a mano.

El poema gallego es, m�tricamente,una silva libre en versos blancos, endecas�-labos y heptas�labos, con la excepci�n de un�nico pentas�labo. La exquisitez del poetade Celanova le llev� a ofrecer a su amigouna traducci�n castellana totalmente lite-ral, mediante la que pudiera identificarcada palabra gallega. Ello justifica las desi-gualdades de c�mputo Ñalgunas f�cilmen-te subsanablesÑ que se deducen de la com-paraci�n de los mismos versos en losdistintos idiomas, al mismo tiempo que,junto con la firma y la fecha (Madrid,verao, 1978) s�lo bajo la versi�n gallega,permiten notar que era �sta la prioritaria, la�nica que Ferreiro, otras veces escritor enespa�ol, reconoc�a.

El poema ÒDiante un cadro dePomboÓ va mucho m�s all� de una ocasio-nal dedicatoria amistosa. De todo �l se des-prende la inquietud que al autor le produc�ala contemplaci�n de la obra del toledano. LaÒPintura pombaregaÓ que aqu� intentadescribirse no es un cuadro concreto.Ferreiro expone un estado espiritual, con-junto de sentimientos y de sensacionesnacidos de la visi�n de los cuadros dePombo, de las caracter�sticas individualiza-doras que uno a uno o en conjunto se deri-van de ellos. La alteraci�n del �nimo vienedel impacto que produce lo representado yde lo que evocan el colorido y las figuras.Casi todo el poema refleja la perturbaci�n(ÒPombo torcazÓ Ñno el palomo dom�sti-co del palomar, sino el silvestre, el que anidaen los �rbolesÑ, Òanuncias cornamusasÓÑde posibles sonidos hirientesÑ, ÒnoitesperturbadasÓ, Òbosques incendiadosÓ,Òluces indecisasÓ do ÒamencerÓ, Òvo-ces soterradasÓ, Òonde van a morrer t�dolos berrosÓ, Òmorre de saudadeÓ,Ònace [...] a man esquerdaÓ, Òm�sicasilenteÓ, Òescombros h�midos datardeÓ...). La intranquilidad parece reman-sarse cuando se menciona la calma quesobre las telas puede proyectar la tierra del

temática religiosa. Morales rechaza tanto el esteticismo deshumanizado como el prosaísmo, y se declara parti-dario de aunar lo entrañablemente humano con la belleza en poemas que, libres de todo compromiso que no seael amor a las cosas, a los animales y al hombre, lleguen a los lectores a través de un afán evidente de claridadcomunicativa. Entre sus obras más relevantes figuran el libro de sonetos Poemas del toro (1943), con el que seinaugura la colección de poesía Adonais, El corazón y la tierra (1946), Los desterrados (1947), Canción sobre elasfalto (Premio Nacional de Literatura 1954), La máscara y los dientes (1959) o La rueda y el viento (1971) -”liro-dramas” estos dos últimos, según los ha llamado el autor, por contener una acción lírica-. Posteriores son Pradode serpientes (1982) y Entre tantos adioses (1993), culminación de su amor por una poesía concisa y rotunda,profundamente original. Rafael Morales es uno de los creadores de temática más variada de su tiempo - y delnuestro- y tiene el mérito indudable de haberse anticipado a otros muchos en la atención lírica a las gentes enfer-mas o humildes, como los leprosos, los locos, los traperos, los barrenderos, o a objetos aparentemente prosai-cos, como el cemento, el cubo de la basura, unos zapatos viejos, la rueda de un carro o una simple chaqueta.

3 Ninguno de los dos poemas que nos ofrece Pombo figura incluido en las ediciones de las obras comple-tas de sus respectivos autores.

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pintor, pero renace en la duda final en laque, si bien se afirma y reitera la com-prensi�n de lo contemplado, se admite igno-rar el porqu� (Òben te entendoÓ, Òanquenon sei decir porqu� te entendoÓ). A labelleza del poema y a la emanaci�n de mis-terio que de �l arranca se une el ritmosolemne y remansado que producen tantolos versos endecas�labos como la abundanteaparici�n de adjetivos. El ÒyoÓ, que en elprimer verso se escond�a tras el vocativo(ÒPombo torcazÓ) y una forma en segun-da persona (ÒanunciasÓ), irrumpe contoda su fuerza en el pronombre (ÒEuÓ) y enlas desinencias de los dos �ltimos versos, enlos que el predominio de verbos es absolutoy en los que un nuevo vocativo viene acerrar el ap�strofe l�rico que constituye todala composici�n, inequ�vocamente ferreiria-na en su forma, su l�xico y sus rasgos deestilo.

bPor lo que respecta al aut�grafo de

Rafael Morales, tambi�n este poeta ha elegi-do la silva libre en versos blancos, con unpredominio notable de heptas�labos rotos�lo por un pentas�labo, y un octos�labo yun tris�labo que bien podr�an entendersecomo un endecas�labo fragmentado, conse-cuente as� con el resto de versos de s�labasimpares. Este poema, muy reciente(Madrid, 19. 6. 1995), est� dedicado �ni-camente a los cuadros que representan aCristo (los m�s caracter�sticos del pintor enla actualidad), y de ah� el t�tulo ÒCristos dePablo PomboÓ. Estamos ante un mon�logol�rico que busca el impacto sobre el lectorcon la recurrencia anaf�rica (Òporque...,porque...Ó) que destaca lo incruento de laimagen, el vencimiento del dolor mediante

la muerte, y que, en hermosa expresi�nmetaf�rica, identifica los brazos en cruz conÒun grito de alas / contra toda injusti-ciaÓ. La desolaci�n, que se hab�a contenidohasta entonces, invade los tres �ltimos ver-sos, en los que, con la soledad de estosCristos se compara la del ser humano,sojuzgado ya en vida, no triunfante como loestaban los Cristos muertos: Òporquesiempre est�n solos / como siempre es-t� solo / y derrotado el hombreÓ. En laplasmaci�n ling��stica, extraordinaria-mente sobria, destaca la desnudez y el des-garro de los sustantivos (ÒsangreÓ,ÒdolorÓ, ÒmuerteÓ, ÒinjusticiaÓ...) y lacontundencia terrible de los citados versosfinales, donde se repiten estructuras sint�c-ticas y donde los adjetivos aparecen, enparte, tambi�n reiterados y, en conjunto,con un punzante valor negativo (ÒsolosÓ,ÒsoloÓ, ÒderrotadoÓ). Deber� notarsec�mo dos maestros de las letras hisp�nicas,Ferreiro y Morales, siguen si�ndolo inclusoen poemas de amistad, de los que ambos ale-jan los prop�sitos laudatorios en beneficiode la �ntima expresi�n del sentimiento.

bÑ ÀContinu� su relaci�n con Celso

Emilio Ferreiro despu�s del 78?Ñ En el Caf� Gij�n vi por �ltima

vez a Celso, no pod�a ser en otro sitio.Fui yo para colgar el cartel de laExposici�n Internacional de las ArtesPl�sticas, Homenaje a Jorge Manriqueen su Quinto Centenario, que se iba acelebrar en Palencia en 1979. Estu-vimos comentando el acontecimiento yrecitando juntos unos versos de lasCoplas a la muerte de su padre. Nos dimos

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Poemas de Celso Emilio Ferreiro y Rafael Morales (Conversación con Pablo Pombo) 121

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un abrazo al despedirnos y no sab�a-mos que era el �ltimo. Pocos d�as des-pu�s me enter� de su muerte. No pudeacompa�arle en Celanova, pues por unaccidente ten�a yo una mano y unbrazo escayolados, y a Olvido, que ha-b�a recibido recientemente el carnet deconducir, le resultaba impensablehacerlo hasta Galicia. En la exposici�nde Palencia colgu� un cresp�n negro enun cuadro m�o, junto con su poema. Eneste cuadro se representaba un ÒAque-larreÓ, que por cierto se llev� Viola a ElEscorial, donde viv�a, y a cambio medio una obra suya.

(En la aludida exposici�n participa-ron casi ochenta artistas, pintores y escul-tores. Entre ellos figuraban Joan Mir�,Antonio T�pies, Antonio Saura, ManuelViola, Manuel Millares, Lucio Mu�oz,Eusebio Sempere, C�sar Manrique, Jos�Guerrero... Entre los j�venes creadores devanguardia se encontraban obras deVicente Mateo, Luis Caruncho, Juli�nCasado, Pablo Pombo...)

...Fue un d�a triste, muy triste. Nisiquiera pude llorar. Nunca olvidar� aCelso por ser como era. Su poes�a latengo en los libros, pero �l, como per-sona, est� en mi coraz�n. Para m� lapersona y la obra van unidas. Si elpoeta, el m�sico o el pintor no son per-sonas, a m� no me vale su obra. Celso loera, muy grande.

Sent� la poes�a de Celso en toda suintensidad el pasado verano enSantiago de Compostela. Expuse enSan Mart�n Pinario, con motivo delEncuentro de J�venes Europeos, y esto

me dio la oportunidad de sentir elabrazo de la piedra, de la Òlonga noitede pedraÓ, como escrib�a Celso en elque es para m� uno de los poemas m�ssignificativos del siglo XX.

...Conozco a muchos poetas con-tempor�neos y no parece que denimportancia a la bondad, a la humani-dad, a la integridad, a la autenticidad,s�lo a su propia poes�a, pero, afortuna-damente, en contra de lo que dec�a VanGogh, la miseria no existir� siempre.En fin, yo soy un privilegiado. Fuiamigo de Celso Emilio Ferreiro y lo soydel patriarca de las letras y gran poetaRafael Morales, de Talavera de laReina.

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Ñ En Madrid se celebraron varioshomenajes en honor del poeta de Celanova.ÀAsisti� usted a ellos?

Ñ Del homenaje que se le dio enel Ateneo, conservo la cer�mica que sehizo con tal motivo. De los que habla-ron sobre �l, ni me acuerdo. S� quealguien habl� ex catedra, pues en cual-quier acto nunca faltan protagonistas.El que realmente ten�a derecho a hablarde �l era Sueiro, pero estaba entre elp�blico, sentado a mi lado e impidien-

do que yo me fuera a la mitad del acto,tan enfadado estaba.

Distinto fue el homenaje que se le dio en el Palacio de los Deportes de Madrid. Estaba hasta la bandera.Hab�a gente de todas las edades. Unagran foto de Celso presid�a el acto, en elque otros poetas hicieron de recitado-res. Una rondalla de ancianos toca-bacon bandurrias, la�des y guita-rras. Se apagaron las luces, excepto el foco sobre la rondalla, y fue como si un escalofr�o nos recorriera a todos.

Cuadros de Pablo Pombo en la Catedral de la Almudena (1999).

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Surgieron miles de mecheros encendi-dos. En ese momento se reconoci�p�blicamente la gloria humana deCelso. Me vine abajo, o arriba, y llor�, le llor� amargamente y me acord� de la casta�era de la calle del Arenal, a la que en invierno compraba un cu-

curucho de casta�as y que tanto le quer�a.

Se fueron muriendo, primeroTino Grand�o. Le sigui� Celso, y m�starde Laxeiro, luego Lodeiro. ÁQu� sen-cilla es la muerte, y qu� tarde se apren-de lo sencillo!

Mientras me voy, despu�s de despedirme, trato de descifrar el senti-do de sus �ltimas palabras. Sopla unviento helado. Por pura deformaci�npienso en Luis Mart�n-Santos. Hoy yano podr�a decir de Madrid aquellacomentada frase de Tiempo de silencio:

ÒHay ciudades tan descabaladas [...]que no tienen catedralÓ. La Almudenano es quiz� la m�s bella entre las posi-bles, pero la hermosean los lienzos dePombo.

Madrid, enero de 2000

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