pensamento pós-colonialista: uma forma humanista de pensar a realidade
DESCRIPTION
ABSTRACT: We are the testimony of an evolutionary history that manifests itself, according to the lifestyle and coexistence of the hominid species to which we belong, as a closed net of communication: that is the reason why we spontaneously raise our arguments anchored in that cultural background, assuming them to be evident or beyond question. The most visible consequence of that anchorage is that every disharmony in the historical-relational setting in which we live and coexist, generation after generation, as a rule, is released as an irrational discard in the logic of the hegemonic thought. However, we maintain that this sort of world view is due to an active reductionism of the human phenomenon, neutralized by Western modernities and postmodernities whose ways of thinking seek protection in the European patriarchal culture. The scientific review of the biocultural fundamentals of human existence reveals, however, that the patriarchal deliberations are incompatible with the coexistence postulated by the democratic rule of law of the third millennium; for that reason, we are invited to reflect on a new thinking reality —if we reject to keep hypocrisy as the guiding north in our daily practice—, building the post-colonial thought, enrooted in mutual respect and according to the framework proposed by Santiago de Chile unitary epistemology. We also intend to distinguish two basic ways of thinking among humans as well as the explanatory coherence of reality which presumes the structural isomorphism between the explanatory conceptual system and the explicable phenomenon, since we do not consider being reasonable to justify democracy by the operational coherences of a totalitarian State.Keywords: Knowledge. Culture. Epistemology. Language. Metaphysics. Ontology. Thought. Reality.RESUMEN: Somos el presente de una historia evolutiva que se manifiesta, a partir del modo de vivir y convivir de la especie homínida a la cual pertenecemos, como una cerrada trama de conversaciones; por ello, espontáneamente, esgrimimos nuestros argumentos anclados en ese trasfondo cultural, suponiéndolos evidente o fuera de toda cuestión. La consecuencia más visible de ese anclaje es que todo argumento poco armónico con la configuración histórico-relacional en la que vivimos y convivimos inmersos, generación tras generación, por norma, es lanzado como descarte irracional en la contabilidad lógica del pensamiento hegemónico. No obstante, sostenemos que ese tipo de cosmovisión se debe a un activo reduccionismo del fenómeno humano, anulado por las modernidades y posmodernidades occidentales, cuyas maneras de pensar se amparan en la cultura patriarcal europea. La revisión científica de los fundamentos bioculturales de la existencia humana revela, sin embargo, que las discusiones patriarcal/matriarcales son incompatibles con el modo de convivencia postulado por el Estado democrático de derecho del tercer milenio; por tal razón, estamos invitados a reflexionar respecto de una nueva manera de pensar la realidad —si no deseamos mantener la hipocresía como norte orientador de nuestra práctica cotidiana— construyendo el pensamiento postcolonialista, cimentado en el respeto mutuo, según los parámetros propuestos por la epistemología unitaria de Santiago de Chile. Pretendemos también distinguir la existencia de dos maneras básicas de pensar entre los humanos, así como la congruencia explicativa de la realidad que supone el isomorfismo estructural entre el sistema conceptual explicativo y el fenómeno explicable, pues no nos parece razonable justificar la democracia haciendo uso de las coherencias operacionales de un Estado totalitario.Palabras clave: Conocimiento. Cultura. Epistemología. Lenguaje. Metafísica. Onto-logía. Pensamiento. Realidad.TRANSCRIPT
-
7
Pensamento ps-colonialista
Uma forma humanista de pensar a realidade
Gildson Gomes dos Santos*
RESUMO: Somos o presente de uma histria evolutiva que se manifesta, desde o
modo de viver e conviver da espcie homindea a que pertencemos, como uma rede
fechada de conversaes; por isso, espontaneamente, esgrimimos nossos argumen-
tos ancorados nesse background cultural, supondo-o evidente ou fora de questo; a
consequncia mais visvel dessa ancoragem que todo argumento desarmnico
com a configurao histrico-relacional em que vivemos e convivemos imersos, ge-
rao aps gerao, via de regra, lanado como descarte irracional na contabilida-
de lgica do pensamento hegemnico; no obstante, sustentamos que esse tipo de
cosmoviso se deve a um ativo reducionismo do fenmeno humano, encampado
pelas modernidade e ps-modernidade ocidentais, cujas maneiras de pensar se es-
coram na cultura patriarcal europeia. A reviso cientfica dos fundamentos biocultu-
rais da existncia humana revela, porm, que as conversaes patriarcais so in-
compatveis com o modo de convivncia postulado pelo Estado democrtico de direi-
to do III Milnio; motivo pelo qual somos convidados a refletir sobre uma nova ma-
neira de pensar a realidade, se no desejamos conservar a hipocrisia como bssola
orientadora de nossa prxis cotidiana, fundando o pensamento ps-colonialista, ali-
cerado no respeito mtuo entre os seres humanos, segundo os parmetros propos-
tos pela epistemologia unitria de Santiago do Chile. Pretendemos, tambm, apontar
a existncia de duas maneiras bsicas de pensar entre os humanos, bem como que
a congruncia explicativa da realidade supe isomorfismo estrutural entre o sistema
conceitual explicativo e o fenmeno explicvel, pois no nos parece razovel justifi-
car a democracia fazendo uso das coerncias operacionais de um Estado totalitrio.
Palavras-chave: Conhecimento. Cultura. Epistemologia. Linguagem. Metafsica.
Ontologia. Pensamento. Realidade.
-
8
RESUMEN: Somos el presente de una historia evolutiva que se manifiesta, a partir
del modo de vivir y convivir de la especie homnida a la cual pertenecemos, como
una cerrada trama de conversaciones; por ello, espontneamente, esgrimimos nues-
tros argumentos anclados en ese trasfondo cultural, suponindolos evidente o fuera
de toda cuestin. La consecuencia ms visible de ese anclaje es que todo argumen-
to poco armnico con la configuracin histrico-relacional en la que vivimos y convi-
vimos inmersos, generacin tras generacin, por norma, es lanzado como descarte
irracional en la contabilidad lgica del pensamiento hegemnico. No obstante, sos-
tenemos que ese tipo de cosmovisin se debe a un activo reduccionismo del fen-
meno humano, anulado por las modernidades y posmodernidades occidentales, cu-
yas maneras de pensar se amparan en la cultura patriarcal europea. La revisin
cientfica de los fundamentos bioculturales de la existencia humana revela, sin em-
bargo, que las discusiones patriarcal/matriarcales son incompatibles con el modo de
convivencia postulado por el Estado democrtico de derecho del tercer milenio; por
tal razn, estamos invitados a reflexionar respecto de una nueva manera de pensar
la realidad si no deseamos mantener la hipocresa como norte orientador de nues-
tra prctica cotidiana construyendo el pensamiento postcolonialista, cimentado en
el respeto mutuo, segn los parmetros propuestos por la epistemologa unitaria de
Santiago de Chile. Pretendemos tambin distinguir la existencia de dos maneras b-
sicas de pensar entre los humanos, as como la congruencia explicativa de la reali-
dad que supone el isomorfismo estructural entre el sistema conceptual explicativo y
el fenmeno explicable, pues no nos parece razonable justificar la democracia ha-
ciendo uso de las coherencias operacionales de un Estado totalitario.
Palabras clave: Conocimiento. Cultura. Epistemologa. Lenguaje. Metafsica. Onto-
loga. Pensamiento. Realidad.
-
9
ABSTRACT: We are the testimony of an evolutionary history that manifests itself,
according to the lifestyle and coexistence of the hominid species to which we belong,
as a closed net of communication: that is the reason why we spontaneously raise our
arguments anchored in that cultural background, assuming them to be evident or be-
yond question. The most visible consequence of that anchorage is that every dishar-
mony in the historical-relational setting in which we live and coexist, generation after
generation, as a rule, is released as an irrational discard in the logic of the hegemon-
ic thought. However, we maintain that this sort of world view is due to an active re-
ductionism of the human phenomenon, neutralized by Western modernities and
postmodernities whose ways of thinking seek protection in the European patriarchal
culture. The scientific review of the biocultural fundamentals of human existence re-
veals, however, that the patriarchal deliberations are incompatible with the coexist-
ence postulated by the democratic rule of law of the third millennium; for that reason,
we are invited to reflect on a new thinking reality if we reject to keep hypocrisy as
the guiding north in our daily practice, building the post-colonial thought, enrooted
in mutual respect and according to the framework proposed by Santiago de Chile
unitary epistemology. We also intend to distinguish two basic ways of thinking among
humans as well as the explanatory coherence of reality which presumes the structur-
al isomorphism between the explanatory conceptual system and the explicable phe-
nomenon, since we do not consider being reasonable to justify democracy by the
operational coherences of a totalitarian State.
Keywords: Knowledge. Culture. Epistemology. Language. Metaphysics. Ontology.
Thought. Reality.
-
10
1 Introduo
1.1 A problemtica da realidade
Lembra o bilogo Humberto Maturana Romesn (MATURANA, 1988, p.
25; 2009b, p. 11) que, atualmente, a questo mais importante que a humanidade
tem diante de si a da realidade, pois o que fazem os seres humanos modernos, em
qualquer sentido, implica uma resposta adequada a essa questo, como base para
os argumentos racionais que aplicam nas justificavas de suas aes. De alguma
maneira, ento, o esquadrinhamento do real opera como premissa preliminar
questo da racionalidade, porque nele assim pensa a modernidade, que a ra-
zo encontra a objetividade que a torna mensurvel.
Contudo, se certo que a questo da realidade encontra-se pendente de
uma resposta adequada, menos correto no seria supor que as perguntas tambm
esto subordinadas semelhante condio de adequabilidade, mesmo que tal cir-
cunstncia no seja to enfatizada pelo observador. Na verdade, no dia a dia, esta-
mos mais habituados a observar os erros e acertos das respostas que a pertinncia
lgica e contextual das perguntas. Nessa perspectiva, uma resposta adequada
indagao sobre quem argumenta racionalmente ou no, do mesmo modo, depen-
der da adequao da pergunta s circunstncias nela envolvidas. E isso se deve
lgica evidncia de que no pode haver resposta adequada para pergunta inade-
quada, pois esta determina aquela1.
Veremos, por exemplo, que toda resposta a certa pergunta, lanada no
domnio ps-colonialista do saber, ser tida como legtima, ainda que desagrade ao
interpelante; ao passo que, no domnio do pensar colonialista, de ordem patriar-
cal/matriarcal, a resposta dissonante com o escutar do observador ser tida como
* Aspirante a doutor da Faculdade de Direito da Universidade Nacional de Buenos Aires (ARG.). Ps-graduado
em Direito Pblico pela UNIFACS (BA). Graduado em Direito pela UNIFMU (SP). Professor de Direito e Teo-
ria Poltica da Faculdade Dom Luiz de Orleans e Bragana (BA). Procurador-Geral do Municpio e ex-presidente
do Conselho Municipal de Educao de Ribeira do Pombal (BA). Scio fundador da firma G. Gomes dos Santos
Advogados Associados. 1 Segundo o ciberntico Von Foerster (1984): The way in which a question is asked determines the way in
which an answer may be found (A forma em que uma pergunta feita determina a forma em que se pode en-contrar a resposta).
-
11
irracional, subjetiva ou tola, mesmo quando seja tolerada; visto que tolerncia no
implica, necessariamente, aceitao de um ser humano por outro, como legtimo
outro na coexistncia; traduz-se, quando muito, em uma estratgia de retardamento
do rechao do indesejvel.
Bom demais seria se, como regra, a humanidade no considerasse o
pensamento divergente uma distoro do pensamento convergente; se assim o fora,
as controvrsias, ao invs de gerarem vencedores e derrotados, sempre apareceri-
am como aberturas e excelentes oportunidades para o exerccio da reflexo, bem
como da co-inspirao. O problema que, segundo a lgica do pensamento domi-
nante, as divergncias, quando contradizem certezas2 supostamente inabalveis,
estaro fadadas a sobrepujar o argumento oposto; ou, ento, sero rechaadas co-
mo irracionais, despropositadas, absurdas; e, se isso no se d, de imediato, por
razes de poder ou convenincia, entra em cena a hipocrisia.
Nossa cultura hodierna vivencia, de fato, a lgica da desconfiana, da
apropriao, do desrespeito, que, como bem argumenta Maturana (2002, p. 13),
progride num mbito de interaes que se define pela negao do outro, sob o eu-
femismo: mercado da livre e sadia competio. A competio no nem pode ser
sadia, porque se constitui na negao do outro.3 E, nesse jogo, ento, para o qual
um ser humano adestrado para vencer ou convencer o outro, at mesmo sem ter
razo4, no pode haver respeito s diferenas. Nele, a igualdade e a liberdade sero
uma questo formal, sempre.
Como o leitor j deve ter percebido, o problema de sabermos se algum
est, ou no, com a razo, pode ser adequado ou inadequado, a depender do dom-
nio em que a pergunta seja lanada. Em geral, em sendo suscitada no espao do
pensamento hegemnico, esse tipo de pergunta nunca deixar de ser oportuna,
porque, efetivamente, somente nele faz algum sentido. A bem de ver, quem leva a
srio as balizas cognitivas da cultura patriarcal/matriarcal ocidental, como bem sus-
tenta Ximena Dvila, dar-se- conta de que nessa linha de pensamento siempre
tratamos de convencer al otro de nuestros argumentos, y convencer significa vencer
al otro. []. A veces escuchamos esperando que el otro valide lo que decimos, por-
que creemos tener la razn, [].(DVILA, 2010).
2 Sobre o conceito filosfico de certeza, cf. Malatesta (1927, p. 21).
3 Cf. tb. Dvila e Maturana (2010) a respeito da noo de competncia.
4 Cf. Schopenhauer (1997).
-
12
1.2 A noo moderna do humano
No fundo, todo ser humano busca explicar a realidade a partir da concep-
o que tem de si mesmo no mundo. Essa a premissa fundamental irrenuncivel
no domnio cognitivo. De um modo geral, podemos perceber, nas conversaes5
humanas, que quando o homem antigo fitava os mitos, toda explicao remetia a um
pano de fundo cultural mstico (mitologismo); sob tal episteme, ningum ousava de-
safiar os deuses pagos. De outra banda, enquanto o homem medievo esteve con-
vencido de que Deus o fizera sua imagem, das suas explicaes jorravam discur-
sos sacros e transcendentes, que negavam, sistematicamente, legitimidade ao indi-
vduo (teocentrismo). Por fim, quando o homem autoproclamou-se centro de si
mesmo, e, assim tambm, do conhecimento, por tabela, concebera uma cosmoviso
centralizada no seu mais novo feitio individualista (antropocentrismo).
Tudo isso parece intuitivo, mas poucos se do conta dessas circunstn-
cias, para delas abstrair as consequncias relevantes (MATURANA e VERDEN-
ZLLER, 2003c). fato, evidentemente, que, para se distanciar do passado, a mo-
dernidade substitura os deuses, por longo tempo centros de suas vises mundanas,
pela deusa Razo, convertendo, imediatamente, o animal humano (Homo sapiens-
sapiens), pertencente linhagem primata bpede homindea, em um ser racional.
Com isso levou a cabo uma das mais bem-sucedidas operaes reducionistas de
que temos notcia, no domnio epistemolgico, que se dera com a ocultao ativa da
dimenso emocional do ser humano, ainda que essa jamais pudesse ser negada
biologicamente.
Seria uma incoerncia refutarmos, certo, que, naquele momento, para a
modernidade emergente, a desidratao emocional do humano fazia mesmo algum
sentido, na proporo em que toda emoo implicava abertura s supersties, ao
apego a valores irracionais, f etc. Dessa maneira, a noo de ser humano passa
a ter uma configurao baseada, fundamentalmente, na dimenso fisiolgica, gene-
5 Chamo de conversao, esclarece Maturana (2001b, p. 132), nossa operao nesse fluxo entrelaado de
coordenaes consensuais de linguajear e emocionear e chamo de conversaes as diferentes redes de coorde-
naes entrelaadas e consensuais de linguajear e emocionear que geramos ao vivermos juntos como seres hu-
manos. (Na traduo original: linguajar e emocionar. Atualmente, Maturana e Dvila usam-nas na forma atualizada neste texto. Cf. Dvila e Maturana, 2008). Vide tb. nota 33.
-
13
ticamente predeterminada (Darwin), do Homo sapiens-sapiens: um sistema orgnico
aberto, em cujo corpo descansaria um centro de potncias ou capacidades in fieri,
pronto para ser ativado mediante prteses organsmicas conectadas a seu sistema
nervoso.
Esse desenho humanal, centrado na dimenso neurofisiolgica do orga-
nismo, acredite-se, fazia-se necessria, a fim de espancar suspeies sobre a pos-
sibilidade de autoafirmao do novo homem, no contexto em que apareceu; sendo
ento o centro de si mesmo, o homem moderno passou a autodefinir-se desde o que
lhe seria prprio (propriedades): de seus rgos, de seu esprito, de seu corpo, de
sua alma, de sua sensualidade; enfim, de sua essncia, desvinculando-se, vez por
todas, do sagrado, que o reduzia a uma alma imperfeita, na eterna busca da salva-
o. Com esse novo upgrade, passamos a imaginar que toda atividade humana no
seria seno efeito de apetites6 intrnsecos ao nosso organismo, tambm rotulados
pela filosofia da conscincia de faculdades ativas ou passivas7.
Desse modo, como ainda reverbera Prez Barber (2012, p. 21), em ple-
no III Milnio d. C., e com ele o pensamento dominante, o conhecimento resultaria
de processo ocorrente na dinmica neurofisiolgica do homem, tanto que sua repre-
sentao definida como uma activacin psquica. Metafisicamente, o animal hu-
mano seria ainda um sujeito dual, provido de uma estrutura espiritual e sensvel, cu-
jas dimenses configurariam, cada qual, um tipo correspondente de conhecimento;
sendo a razo a fonte do conhecimento espiritual (interno, subjetivo, lgico, racio-
nal); e a experincia, do conhecimento sensvel (externo, objetivo, sensual8, empri-
co).
Via de regra, com base na correlao entre os extremos da referida di-
cotomia (ou em cada um deles, isoladamente), que se tenta explicar a existncia das
supostas aptides cognitivas do homem moderno, ou caracterizar o conhecimento
como um fato gnoseolgico9. Assim, reduzido sua estrutura material de primata
bpede, pertencente linhagem homindea, o homem moderno seria um ser movido
pela razo, posto que a ideia gera a emoo10, e, ento, a possibilidade de ao.
6 A tradio metafsica utiliza esse termo no sentido de aptido, possibilidade, faculdade, potncia,
capacidade, em contraposio a ato, efeito. 7 Cf. Jolivet (1965).
8 De sensus = sentido (HESSEN, 1987, p. 70).
9 Por todos, cf. Hessen (1926) e Reale (1990).
10 Cf. Vives Antn (2011, p. 235).
-
14
Por outras palavras, no seria seno a aptido gentica de pensar o que faria o ho-
mem agir, a se comportar de um ou de outro modo.
Nessa perspectiva, o conhecimento preexiste, como forma, na mente hu-
mana, como a priori conceitual, sendo complementado por fenmenos captados ex-
ternamente ao sujeito cognoscente (observador), com auxlio de prteses cognitivas
(procedimentos metodolgicos, interpretao etc.)11. Acontece que a validade desse
padro cognitivo vem sendo questionada na prpria origem, por dissidncias ps-
modernas; ensejando eloquentes apelos a seu abandono, sobretudo, a partir da
consolidao da filosofia da linguagem, que aparece como alternativa ao sistema
conceitual proposto pela filosofia da conscincia.
Ainda assim, em que pese o hercleo esforo, o pensamento ps-
metafsico, o ps-moderno, entre outras dissidncias existentes no clube cognitivo
da modernidade patriarcal/matriarcal etnocntrica12, no lograram descaracterizar o
ncleo do pensamento-raiz, marcado pela objetividade transcendental, que supe
acesso privilegiado a uma realidade apartada da biologia do observador. Com efeito,
como bem ilustra Enaudeau (2006, p. 209-210), o filsofo Wittgenstein ()
les atri-
buye a las palabras el rol que Kant asigna a las representaciones trascendentales,
esos conceptos a priori que son el esquema de lectura de todo objeto conocible.
E no seno com base nesse enfoque metafsico que a teoria jurdica
ps-metafsica ou ps-positivista sustenta que h traos de significado mnimos in-
corporados ao uso ordinrio ou tcnico da linguagem (VILA, 2006, p. 32). No
por outro motivo que os juristas, buscando espancar a suspeio de arbitrariedade
que recai sobre a atividade de interpretao jurdica, argumentam que o intrprete
sempre se depara, no processo hermenutico, com sentidos a priori (Wittgenstein),
estruturas de compreenso a priori (Heidegger) ou condies intersubjetivas a pri-
11
No desconhecemos que concepes idealistas radicais negam valor cognitivo ao objeto externo, ao eleger a
razo ou o intelecto fonte exclusiva do conhecimento. Contudo, no domnio do pensamento moderno, hodierna-
mente, prevalecem as correntes filosficas intermedirias, que medeiam o enlace entre razo e experincia, cada
uma cumprindo funo especfica no organizao do saber. 12
No obstante faa ressalvas ao que chama de ps-modernismo celebratrio, aponta Santos (2004) que so mltiplas as concepes que se reivindicam do ps-moderno. As concepes dominantes onde pontificam nomes como Rorty, Lyotard, Baudrillard, Vattimo, Jameson assumem as seguintes caractersticas: crtica do universalismo e das grandes narrativas sobre a unilinearidade da histria traduzida em conceitos como progresso,
desenvolvimento ou modernizao que funcionam como totalidades hierrquicas; renncia a projectos coletivos
de transformao social, sendo a emancipao social considerada como um mito sem consistncia; celebrao,
por vezes melanclica, do fim da utopia, do cepticismo na poltica e da pardia na esttica; concepo da crtica
como desconstruo; relativismo ou sincretismo cultural; nfase na fragmentao, nas margens ou periferias, na
-
15
ori (Reale), cujas estruturas transcendentais, de alguma maneira, condicionam-no,
evitando interpretaes caprichosas (Id., 2005, p. 24).
Em resumo, isso o que resulta da arquitetura humana moderna, a partir
da qual a realidade concebida. Saltam-se as fronteiras do viver humano para, de
fora dele, intentar descrev-lo. curioso, mas esse tipo de operao pode ser com-
parado a um salto para fora do universo; para, de fora dele, tentar explic-lo; a lin-
guagem, de fora dela prpria; a experincia13, de fora da experincia, como se esta
preexistisse a quem a vivencia, que no ningum seno o prprio observador (ou
sujeito cognoscente). E o meio para se chegar a tanto um paradigma: una cons-
truccin artificial del espritu que fija las condiciones a priori de toda descripcin de
los objetos. Nietzsche dira una forma que nuestro intelecto ha inventado e impuesto
a lo real para simplificarlo y asimilarlo (ENAUDEAU, 2006, loc. cit.).
Seja como for, cumpre-nos perguntar: essa arquitetura humana inventada
pela modernidade ainda permanece operativa nas atuais circunstncias? O pensa-
mento ps-colonialista se antecipa para afirmar que no. A concluso cientfica se-
gundo a qual o organismo humano constitui uma totalidade sistmica autopoitica,
determinada por seu estado, opera como bice intransponvel descrio do ser
humano como um sistema vivente totalmente aberto, exclusivamente racional, que
conhece mediante representaes determinadas pelo meio. Ademais, configura ina-
ceitvel equvoco homiziar o homem em sua estrutura material (neurofisiolgica), j
que o humano, enquanto tal, s faz sentido na unidade sensrio-relacional-
operacional organismo-nicho, como veremos adiante.
1.3 Pseudorrupturas paradigmticas
Este estudo revelar ainda que os supostos rompimentos, os abando-
nos, que se do nos chamados centros de produo cientfica europeus e norte-
americanos, geralmente macaqueados pelas periferias colonizadas, no implicam
giro metafsico algum, tampouco quebra de paradigma; pois no so seno pseudor-
heterogeneidade e na pluralidade (das diferenas, dos agentes, das subjectividades); epistemologia construtivista,
no-fundacionalista e anti-essencialista. 13
Algo que o observador vivencia em certo momento e distingue nesse mesmo momento como um sucesso per-
ceptvel (MATURANA; PRKSEN, 2004, p. 21).
-
16
rupturas da mesma e nica matriz de pensamento, gerada no domnio da cultura
patriarcal/matriarcal europeia, com base no feitio humano que dela deriva. O que se
d, na verdade, com essas peseudodissidncias, so casusticas re-acomodaes
epistmicas no mesmo espao cognitivo; mantido o conforto, permanece tudo como
dantes no quartel dAbrantes14.
com essa lgica hipcrita e enganosa que buscamos romper, ontolgica
e epistemologicamente, com apoio da filosofia espontnea, capitaneada por Hum-
berto Maturana e Ximena Dvila; no para com ela rivalizar, visto que no postula-
mos exclusivismo algum, relativamente proposta explicativa que emergir destas
pginas; a no ser a oportunidade de torn-la credvel e alternativa. A modernidade,
por mais que tenha se esforado para se ajustar s contingncias da deriva cultural
do Ocidente, esbarra-se em suas prprias contradies. Definitivamente, seu modelo
de pensar, que aqui ser rotulado de colonialista, j no d conta das complexas
relaes humanas que se processam na Era Ps-colonialista15. Pensemos, por
exemplo, em temas como: a vida; a morte; a reproduo in vitro; as famlias homoa-
fetivas; a dignidade humana; as liberdades cientfica, intelectual, de pensamento,
crena, opinio, artstica.
Por mais que se tente obscurecer, o fato que, enquanto coerncia ope-
racional do patriarcalismo, o sistema colonialista moderno, segue atuante e mais
vivo que nunca16. No talvez na sua forma primitiva de explorao econmica, mas
no campo das ideias, pois vivenciamos, ainda hoje, o tempo da colonizao poltico-
cultural17. Afinal, o que fazemos nos trpicos, seno macaquear as lgicas da apro-
priao, da competio, que marcam o Velho Mundo? O que criamos, depois das
independncias poltico-formais, que nos assegure uma concepo prpria do mun-
do? O que fazemos em nossas oraes e discursos, seno fomentar o egosmo e a
discrdia, apologizando referncias patriarcais/matriarcais colonizadoras?
14
Sobre a origem da expresso, cf. . 15
O marco inicial desse perodo fixado, na linha do tempo, em 1970, quando o pensador chileno Humberto
Maturana Romesn publica, no Biological Computer Laboratory (BCL), da University of Illinois, dirigido por
Heinz von Foerster, o seminal ensaio Biology of Cognition, propondo uma nova teoria que concebe o conheci-
mento como um fenmeno biolgico (MATURANA, 1970). Cf. tb. Mller (2005). 16
Cf. Naim (2011). 17
Com esta viso parece compartilhar o filsofo espanhol Raimon Panikkar (PANIKKAR, 2011, p. 11) para
quem: La esencia del colonialismo no es la explotacin sino el monoculturalismo, la creencia de que una sola cultura puede marcar la pauta para solucionar los problemas humanos. Boaventura de Sousa Santos (Santos 2004, p. 8) tambm pondera que o fim do colonialismo enquanto relao poltica no acarretou o fim do colo-nialismo enquanto relao social, enquanto mentalidade e forma de sociabilidade autoritria e discriminatria.
-
17
As estruturas hierarquizadas do chamado mundo globalizado no nos ilu-
dem, e revelam quem tm, de fato, o controle das cartas, nesse jogo esquizofrnico
que vivenciamos cotidianamente, em funo do qual as instituies, as pessoas, a
cultura, os desejos, as preferncias se orientam. A modernidade , com efeito, muito
mais que uma opo pela racionalidade, pelo controle da natureza e da sociedade
ao caos; pelo crescimento e desenvolvimento econmicos misria; pela concentra-
o do poder subservincia poltica; trata-se de um autntico modo de vida, que se
caracteriza, principalmente, pela negao de um ser humano pelo outro, na convi-
vncia. E no seno esse o preo que pagamos pelo sucesso de uns e a conse-
quente frustrao de outros.
1.4 Super-realismo experimental18
Na verdade, inventamos e criamos algo, sim; uma realidade fascinante,
em termos de reflexo sobre o conhecimento; porm insistimos em render tributos
colonizao, macaqueando nossos patriarcas. factvel afirmarmos que, se se con-
sidera o lder revolucionrio venezuelano Simn Bolvar, o libertador da Amrica his-
pnica, por seus atos heroicos e de bravura, sem qualquer exagero, a meno hon-
rosa de libertador da Amrica Latina cabe ao pensador chileno Humberto Maturana
Romesn, por haver inaugurado nesta regio um novo modo de abordar a realidade,
originalmente ps-colonialista19. Alis, como nos lembra Javier Torres Nafarrate
(MATURANA, 2009a, p. X), o risco de se incorrer em equvoco, colocando Maturana
entre os grandes pensadores do Ocidente, , de fato, desprezvel.
O nosso heri e mais recente libertador no precisou de artilharias e ca-
nhes para libertar o sul20 do domnio mental eurocntrico; com humildade e sabe-
doria, Maturana passou, chilenamente, a sustentar que o critrio de validao das
explicaes cientficas pode se fazer explcito operacionalmente, por completo, sem
demandar qualquer referncia a uma realidade independente do observador ou a um
18
Maturana (2004, p. 21) no vincula seu pensamento a etiquetas e rechaa o rtulo de construtivista. Porm,
para satisfazer curiosidades, a ttulo de brincadeira, autodenomina-se un superrealista que parte de la existencia de inumerables dominios de realidad, todos y cada uno igualmente vlidos. 19
Maturana e Dvila preferem a rubrica Post Posmoderno. 20
Cf. Santos (2007).
-
18
mundo objetivo transcendental21. Para o bilogo, tal critrio puede ser aprendido,
utilizado, y aplicado con una total independencia de las creencias del observador
tipo respecto a la realidad, los valores y la vida espiritual. (MATURANA, 2009a, p.
89).
Em outras palavras, o que prope Maturana a fundao de uma episte-
mologia experimental da realidade, sem qualquer conotao autoritria e apriorsti-
ca22. Oficialmente, numa conferncia ministrada no congresso Cognition: a Multiple
View, realizado em Chicago, no fim dos anos 60, sob os auspcios do Biological
Computer Laboratory (BCL), da University of Illinois, dirigido por Heinz von Foerster,
o pensador chileno passou a defender a compreenso da realidade como uma pro-
posio explicativa, quando surpreendeu a seleta plateia, afirmando que tudo que
dito dito por um observador, a si mesmo ou a outrem23 (MATURANA, 1970); no
sendo possvel, portanto, separar uma afirmao de quem a declara. Emerge, desse
modo, uma viso oposta pregao colonialista/patriarcal/matriarcal, que imagina o
real como um substrato ontolgico assptico ao operar distintivo do observador.
O insight, decerto, no foi casual. Humberto Maturana, que se autodeno-
mina bilogo, estudou medicina na Universidade do Chile, de onde partiu para Uni-
versity College London, para estudar anatomia e neurofisiologia; em 1958, obteve o
ttulo de Doutor, em biologia, da Harvard University; tendo ainda registrado no seu
currculo uma marcante passagem pelo Massachusetts Institute of Technology (MIT),
a convite do neurofisiologista Jerry Lettvin, onde se tornou PhD, e outra pelo j
mencionado Biological Computer Laboratory (BCL), da University of IlIinois, a convi-
te do ciberntico Heinz von Foerster, onde publicou o seminal ensaio Biology of
Cognition (MATURANA, 1970), que inaugura a abordagem enativo-reflexiva24, bem
como a Era Ps-colonialista, no campo do conhecimento.
21
Cf. Maturana e Verden-Zller (2003c, p. 56 e ss.) a respeito da objetivao das conversaes, no mbito da
democracia clssica grega. 22
De lo dicho se hace manifiesto que yo pienso que la prctica del pensar objetivo surgi con la democra-
cia inmersa inicialmente en el carcter autoritario de nuestra cultura patriarcal europea an presente, y en
tanto permaneci as, normativa, permanece an normativa en la poltica, en el seno de la vida democrtica,
y en muchos aspectos del vivir fuera de ella, y constituye el pensar ideolgico y el explicar filosfico (Id. Op. cit., p. 57). 23
Anything said is said by an observer. In his discourse the observer speaks to another observer, who could be himself; whatever applies to the one applies to the other as well (Tudo que dito dito por um observador. En seu discurso, o observador fala a outro observador, que pode ser ele mesmo ou outrem tambm). 24
Trata-se, segundo Francisco Varela (1996, p. 7), aluno e parceiro de Maturana, um dos teorizadores do enfo-
que enactivo, de neologismo derivado del ingls "to enact", traer a la mano, hacer emerger, que em portugus
-
19
Em seu relato sobre a histria do BCL, Mller (2005, p. 288) noticia que
Maturana e os colegas chilenos, que o acompanhavam, mudaram o rumo das inves-
tigaes no referido centro de pesquisas; e aproveita para fustigar o MIT, insinuando
que, nesse conceituado centro de pesquisas, Humberto Maturana era visto como um
cabea-dura (stubborn person), por conta da heterodoxia de suas ideias25. No final
dos anos 60, Maturana retoma suas pesquisas na Universidade do Chile, na capital
Santiago, onde funda com Ximena Dvila, em 2000, a Escuela Matrztica de Santia-
go (EMS), em cuja instituio, inicialmente denominada Instituto Matrztico, investiga
a matriz biolgico-cultural da existncia humana26.
A concluso fundamental a que chegou o pensamento matrztico27 de
Santiago do Chile, desde o advento de Biology of Cognition, a de que os seres vi-
vos, inclusive os da matriz Homo sapiens a que pertencemos, so sistemas ou uni-
dades interacionais, por viverem e conviverem no meio ambiente, no podendo ser
compreendidos, biologicamente, com independncia deste.28 Dessa maneira, o ser
humano de corte matrztico no se reduz, ento, a um centro fisiolgico de capaci-
pode ser vertido para fazer surgir, produzir, gerar, executar. Recentemente, Ximena Dvila e Humberto Maturana, indagados sobre o sentido da expresso traer a la mano, responderam pessoalmente ao autor deste estudo que a mesma evoca a existncia de algo, significando, portanto, existir (ESCUELA MATRZTICA DE SANTIAGO, 2012). Cf. tb. Maturana (2009c), onde se pode cotejar a aplicao da expresso traer a la mano em vrios sentidos. Sobre o assunto, cf. tb. Di Paolo e Froese (2011); Froese e Stewart (2012). 25
Maturana had already been to the United States, having worked for some time at MIT, where he had not fit in so well due to his stubborn opinions. 26
Segundo Ximena Dvila Yez: La matriz biolgico-cultural de la existencia humana es la trama relacional del vivir biolgico en que surge, se realiza y conserva lo humano y aparecen todos los mundos que vivimos co-
mo las distintas dimensiones de nuestro vivir cultural. []; lo biolgico hace referencia a la realizacin del vivir y conservacin del vivir como condiciones fundantes de todo lo posible en el existir humano, y lo cultu-ral hace referencia al curso que sigue el vivir segn la forma particular del vivir en redes de conversaciones,
entonces lo biolgico-cultural hace referencia al entrelazamiento dinmico, operacional-relacional de lo biolgi-
co y lo cultural en la realizacin y conservacin de la unidad del vivir humano. (DVILA e MATURANA, 2008, p. 257-259.). 27
Maturana (1999) explica que o termo matrstico (com s) faz referncia a uma situao cultural na qual a mulher tem uma presena mstica, que implica a coerncia sistmica acolhedora e liberadora do maternal fora do
autoritrio e do hierrquico. [Portanto], o contrrio de "matriarcal", que significa o mesmo que o termo "patri-
arcal", numa cultura na qual as mulheres tm o papel dominante. Em outras palavras [...], a expresso "matrsti-ca" aqui usada intencionalmente, para designar uma cultura na qual homens e mulheres podem participar de
um modo de vida centrado em uma cooperao no-hierrquica. Tal ocorre precisamente porque a figura femini-
na representa a conscincia no-hierrquica do mundo natural a que ns, seres humanos, pertencemos, numa
relao de participao e confiana, e no de controle e autoridade, e na qual a vida cotidiana vivida numa
coerncia no-hierrquica com todos os seres vivos, mesmo na relao predador-presa. Ultimamente, o pensa-dor chileno passou a grafar, contudo, matrztico (com z) para tambm conotar a cultura no centrada em relaes humanas de autoridade e obedincia. E nesse sentido tambm o fazemos em nosso idioma (portugus).
Cf. tb. Maturana e Verden-Zller (2003c, p. 36). 28
Los seres humanos como todos los seres vivos existimos como organismos en la unidad operacional orga-nismo-nicho; y lo peculiar nuestro es que en ese vivir convivimos en el lenguajear, el conversar y el reflexionar
generando mundos operacionales-relacionales recursivos de sentires, emociones y haceres que ocurren en una
-
20
dades cognitivas in fieri; no existe pronto e acabado no mundo, como expresso de
suas intrnsecas propriedades, com faculdade ativa capaz de fazer referncia a ob-
jetos transcendentes, independentemente de seu operar; no existe no vcuo ou
isolado na ecosfera, enfim.
Pelo contrrio, o ser vivo primata bpede, da espcie homindea, tido pela
cincia moderna como humano desde a concepo, no domnio da epistemologia
unitria29, de fundo matrztico-ps-colonialista, somente adquire a condio humana
com a respectiva culturalizao, que se d com a incorporao da linguagem (cono-
tativa ou condutual30) ao modo de vida homindeo, h trs milhes e meio de anos,
aproximadamente. A humanizao , portanto, para o pensamento ps-colonialista,
produto da cultura, enquanto rede fechada de conversaes31,32 no linguajear33, e
no produto exclusivo da gentica (MATURANA, 2009b, p. 281).
Na realidade, o ser humano, a despeito de sua constituio biogentica,
constitui um ser cultural, porque adquire humanizao no curso de sua deriva filoge-
ntica cultural, isto , na realizao histrica do seu prprio viver. Uma coisa a es-
trutura fisiolgica do ser vivente homindeo (Homo sapiens-sapiens), desprovido de
linguagem; outra a estrutura do ser vivo linguajeante, expresso da unidade sen-
srio-operacional-relacional organismo-nicho, com fentipo ontognico ampliado pe-
la linguagem. Assim, enquanto dinmica fisiolgica, o ser homindeo traduz apenas a
possibilidade de tornar-se humano, posto que a condio humana mesma s ad-
quirida na realizao do viver, relacionalmente, com o meio envolvente, a partir do
seu nascimento, convivendo imerso no modo de vida lingustico (Id., loc. cit.).
continua trascendencia a la realizacin molecular de nuestro vivir que buscando en ltimo trmino vivir en la
armona de la antropsfera y la biosfera (DVILA e MATURANA, 2008, p. 257-259). 29
Sobre o assunto, cf. Dvila e Maturana (2008, p. 259 e ss.). 30
Neologismo derivado da palavra castelhana conductual, utilizado neste estudo para evocar a expresso de conduta , bem como a palavra comportamental com o propsito de enfatizar esse aspecto relacional da convi-vncia humana. 31
Sustenta Maturana (2009a, p. 28, passim) que o humano surge ao surgir a linguagem, definida como coordena-
es de coordenaes recursivas de condutas consensuais, embora se constitua, de fato, como tal na conservao
de um modo de viver particular focado, principalmente, no conversar e no prazer de viver na conversao, em
cuja rede se entrelaam racionalidade e emoo. 32
Ainda segundo Humberto Maturana, aquello que connotamos en la vida cotidiana, cuando hablamos de cul-tura o de asuntos culturales, es una red cerrada de conversaciones que constituye y define una manera de convi-
vir humano como una red de coordinaciones de emociones y acciones que se realiza como una configuracin
particular de entrelazamiento del actuar y el emocionar de la gente que vive esa cultura. (MATURANA e VERDEN-ZLLER, 2003c, p. 30). 33
Originalmente, Maturana (1988, p. 45; 2001a, p. 12) usa a palavra inglesa languaging, traduzida para o castelhano como lenguajear a fim de enfatizar a natureza dinmica e condutual da linguagem. Na lngua portu-guesa no h lexema equivalente. Assim, com o mesmo propsito, traduzimo-la como linguajear, para evocar o fluir de coordenaes consensuais de coordenaes de condutas ou fazeres na comunicao.
-
21
Em resumo, o ser humano o resultado da unidade relacional-
operacional organismo-nicho. O que lhe empresta, portanto, uma dinmica neurofisi-
olgica (interna) e outra relacional (externa), ambas disjuntas e no entrecruzadas.
Por isso, nada que a mulher ou o homem ps-colonialista explique como experin-
cia ser vlido se no for coerente com essa configurao bsica. Somente o fato de
concebermos a dinmica interna humana como uma estrutura operacionalmente fe-
chada, na sua organizao (identidade), j nos colocaria fora do domnio cognitivo
da modernidade colonialista. A situao tornar-se mais delicada, porm, quando re-
chaamos a ideia de conhecimento como representao, desde a compreenso de
que o sistema nervoso humano no opera con una representacin del mundo (MA-
TURANA e VARELA, 2003a, p 138).
1.5 Hipteses explicativas
Podemos antecipar, ento, que, se o pensamento colonialista, de raiz pa-
triarcal/matriarcal europeia, no fizesse vista grossa para a condio determinstico-
estrutural da existncia humana, a possibilidade de as bibliotecas do mundo virem
abaixo seria to certa quanto o calor do fogo (CAPITAL INICIAL, 2007). Esse , por
sinal, um motivo bastante forte para o apego incondicional dos colonialistas objeti-
vidade transcendental, cuja renncia, certamente, desencadearia trgicas conse-
quncias em tal modo de vida, por conta de um giro epistemolgico dessa magnitu-
de. O pensamento patriarcal hegemnico, de fato, no est preparado para suportar
tamanho desconforto; ainda assim, no vemos como conserv-lo no atual estado da
arte, sem que isso implique indesejvel retrocesso.
Por essa razo, o pensamento ps-colonialista v-se livre para tocar, ho-
nestamente, o seu projeto de explicar a realidade, a partir da matriz biocultural da
existncia humana; assumindo, ento, como pano de fundo de sua proposio expli-
cativa, todas as implicaes que possam decorrer da configurao bsica do ser
humano matrztico, cujo fundamento biolgico-cultural elementar descansa na total
confiana e espontaneidade da relao materno-infantil34, que, no obstante as con-
34
Maturana e Verden-Zller (2003c) esclarecem que se trata de uma relao de cuidado que envolve tanto a dedicao do pai, quanto da me, como adultos, e no como masculino e feminino, na criao da prole. Cf. tb.
Maturana et Rezepka (1999).
-
22
tradies emocionais de percurso, de algum modo, conserva-se, na fase adulta da
unidade autopoitica humanal em curso.
Em todo caso, estudos cientficos credveis revelam que, nos escombros
da cultura patriarcal/matriarcal europeia, por conta de truques reducionistas, escon-
diam-se inesgotveis resduos bioculturais matrzticos35, de cuja escavao arqueo-
lgica emergiu, no campo da Biologia do Conhecimento maturaniana, um inovador
sistema conceitual explicativo da realidade, que rompe, definitivamente, com o pen-
samento objetivo colonialista, para fundar, na Amrica Latina, a epistemologia unit-
ria, esposada pela Escuela Matrztica de Santiago.
Com base nesse fato, sustentaremos que, desde o background cultural
patriarcal/matriarcal europeu, a trivialidade do ato de conhecer desapareceu, no exa-
to momento em que a objetividade transcendental (transcendental objectivity), gera-
da nas goras gregas, apropriada e difundida pela modernidade, foi colocada entre
parnteses pelas ontologias constitutivas, abrindo um espao reflexivo para objetivi-
dade constituda (constituted objectivity), no operar sistmico-recursivo do observa-
dor, quando este conhece o que conhece, deslizando na co-deriva estrutural onto-
gentica da linguagem, enquanto modo de vida.
Ainda que seja legtima a evocao de conversaes patriarcais na deriva
cultural do Ocidente, em funo da inegvel existncia de uma rede fechada de co-
ordenaes de coordenaes consensuais de fazeres, sentires e emoes, que se
conserva h mais de cinco mil anos, as circunstncias atuais indicam visvel esgar-
amento na tessitura da cultura colonialista, que nos sufoca diuturnamente. Trata-se
de um cmbio cultural36 espontneo e irreversvel, que emerge entre os fios esgar-
ados do tecido pratriarcalista europeu. Recentemente, por exemplo, um ex-chefe de
Estado, de uma poderosa nao, se deu conta de que o futuro pertence aos que
praticam a cooperao37 (VEJA, 2013, p. 91).
35
Santos (2001) define reducionismo como desconhecimento ativo da complexidade. Uma forma de privilegi-ar o conhecimento cientfico negando validade a outros tipos de conhecimentos. O que teria sucedido, por exem-
plo, com o termo emancipao social. o que o que manifesta o prprio socilogo: no considero que o termo emancipao social deva ser descartado por ser moderno e ocidental (SANTOS, 2004). Cf. tb. Santos (2003). O termo matrztico faz referncia cultura ou modo de vida que predominava na Europa central, antes do aparecimento da cultura patriarcal pastoril procedente da sia central. Cf. Maturana e Rezepka (1999). 36
Sobre a noo de mudana cultural, cf. Maturana e Verden-Zller (2003c, p. 30 et seq.). 37
A frase do ex-presidente estadunidense Bill Clinton, e no diz muito, porque mira o futuro, e no o presente,
no qual os United States viola a privacidade de milhes cidados, acessando contatos e dados pessoais, a pretex-
to de combater o terrorismo (A TARDE [OBAMA...] 2013, p. B5). Todavia, no deixa de ser um alento.
-
23
Segue-se, ento, que h sinais consistentes de uma emergente rede de
conversaes neomatrztica38, obnubilada pelo patriarcalismo, porm especificada
pelo desejo de cooperar, amar, colaborar, respeitar o outro humano, como legtimo
outro na coexistncia; em contraposio gana pela apropriao, potestade, com-
petncia, arrogncia, inimizade, cujas emoes formam o ncleo duro da cultura co-
lonialista39. Ora, o simples fato de nos darmos conta, hoje, de duas redes fechadas
de conversaes ou culturas em curso, especificadas por classes de emoes distin-
tas e contraditrias, o bastante para negarmos carter apriorstico e axiomtico a
qualquer noo, conceito ou argumento.
vista dessas consideraes, inclinamo-nos, portanto, a aceitar e defen-
der a hiptese bsica de que se encontram consolidados, no atual estado da arte,
dois modos fundamentais de convivncia humana, que correspondem a duas cultu-
ras ou redes fechadas de conversaes contraditrias: uma de ordem colonialista
(que conserva e retroalimenta conversaes patriarcais), e outra ps-colonialista
(centrada em conversaes matrzticas); de modo que, por conta dessa circunstn-
cia, duas maneiras de pensar, cada qual correspondente sua respectiva cultura,
tambm esto em curso, ambas legtimas, porm, diferentes. Mas no s isso.
Entendemos, como corolrio da hiptese bsica anterior, que a cultura pa-
triarcal/matriarcal europeia, aqui denominada de colonialista, desafia a noo de Es-
tado democrtico de Direito, por manifesta incompatibilidade entre suas dinmicas
estruturais. Como veremos mais adiante, essa circunstncia, embora parea, tam-
bm no trivial, na medida em que sugere uma necessria relao de congruncia
ontolgico-epistemolgica entre o sistema conceitual explicativo e o objeto, situao
ou estado a ser explicado, a qual denominaremos, neste estudo, de isomorfismo es-
trutural. Esta , por sinal, a hiptese especfica que mobiliza a presente ao-
reflexo.
1.6 Metodologia
38
Cf. Maturana e Verden-Zller (2003c). 39
Adverte Maturana que: En la disposicin matrztica, y, por lo tanto, en la democracia como un dominio neo-matrztico, se conserva el respeto mutuo; en la disposicin patriarcal, y por lo tanto, en la conservacin de la
jerarqua y la autoridad, se conservan el poder, la subordinacin y la obediencia. (MATURANA e VERDEN-ZLLER, 2003c, p. 57).
-
24
1.6.1 Metfora cartogrfica
Quando o assunto linguagem, Maturana nunca hesita em chamar a
ateno da cincia sobre o uso das metforas. Para el Doctor40, as metforas con-
fundem domnios e so enganosas; parecen fciles de entender, pero de hecho di-
ficultan la comprensin (MATURANA e PRKSEN, 2004, p. 100). No obstante,
acreditamos que o uso pontual dessas figuras lingusticas pode militar em favor da
transparncia de discursos muito fluidos, cuja compreenso interessa, sobretudo, ao
pblico leigo. Por essa razo, com a pretenso de trivializar o abstracionismo de
todo discurso filosfico e/ou cientfico, que, ao longo deste estudo, ser feito uso
esttico da metfora espacial, proposta pela Cartografia Simblica das Representa-
es Sociais (CSRS), de Boaventura de Souza Santos (SANTOS, 1988a).
No entanto, se pretendemos esboar um mapa do pensamento humano
nestas pginas, outras categorias, no menos importantes, tero de ser considera-
das na construo dessa carta terico-reflexiva. o caso, por exemplo, das noes
de ser humano, pensamento, conhecimento, cultura e realidade. Afinal, quem (ser
humano) deseja formular um mapa cartogrfico, de algum modo, ter de conhecer
(conhecimento) o espao a ser mapeado (realidade), de acordo com alguma configu-
rao psquica (pensamento) que, geralmente, surge a reboque de alguma mentali-
dade cultural disponvel (cultura).
Todavia, antes de avanar em sua empresa cartogrfica o mapeador
responder, implcita ou explicitamente, a trs indagaes fundamentais: em que
domnio se situa o pensamento?; como se constitui o conhecimento?, em que
consiste a realidade?. So as respostas a essas questes preliminares que defini-
ro a consistncia e o tipo do mapa a ser projetado. Por ora, o que antecipamos
que, na Era ps-colonialista, a imagem da realidade social, detectada por intermdio
das tradicionais ontologias transcendentais, no dispe do mesmo grau de resolu-
o41, e no se compara que se forma atravs das lentes que equipam as onto-
logias constitutivas (MATURANA, 2009b, p. 21).
A escolha do ferramental analtico mais apropriado, para lidar com a reali-
dade psquico-cultural, entre os referidos modelos metafsicos, trata-se de deciso a
40
Tratamento que as pessoas mais ntimas e discpulos dispensam a Humberto Maturana Romesn. 41
Sobre o tema, cf. Santos (2003, p. 268-270).
-
25
ser tomada no seu devido tempo. Neste ponto, urge-nos formular um plano abran-
gente dos elementos mnimos e necessrios facilitao da leitura e compreenso
do conjunto semitico do nosso mapa, e que, basicamente, so quatro: 1) o ttulo, 2)
a escala, 3) as coordenadas e 4) as legendas42, podendo ser reduzidos a trs meca-
nismos, como mais adiante veremos, durante a sumria apresentao da CSRS.
Em verdade, todo mapa que se preze h de ter um ttulo, que enuncie,
sem rodeios, o seu objeto. Por exemplo, se a funo principal do mapa representar
as caractersticas fsicas de uma determinada unidade territorial, o respectivo ttulo
informar tal circunstncia; a epgrafe que abre o presente estudo atende, a conten-
to, exigncia metodolgica em foco, havendo nela a informao de que o mapa
projetado representar a estrutura dos fenmenos abordados, num determinado es-
pao cultural. Mas, ainda assim, uma delimitao mais precisa se impe.
O fato de o ttulo no especificar o domnio cultural mapevel ser pro-
blemtico em face da clareza que todo mapa reclama, e do padro epistemolgico
adotado por este trabalho. Por essa razo, tendo em conta, sobretudo, o fato de que
todo mapa postula pontos de referncia espaciais precisos, elege-se, como marco
material deste estudo, o domnio da cultura ocidental. O que fixa, desde logo, a au-
sncia de qualquer ambio universalista; alm de aproxim-lo, congruentemente,
das hipteses explicativas propostas.
A justificativa dos demais elementos cartogrficos comporta uma anlise
global, em virtude da relao intrnseca que h entre eles. Na realidade, do ponto de
vista da CSRS, falar-se de escala, de coordenadas e legendas no seno, metafo-
ricamente, apontar para as unidades elementares e relaes operacionais que com-
pem internamente as estruturas de pensamento examinadas: as ontologias trans-
cendentais e as ontologias constitutivas, cujas categorias so escalonadas e simbo-
lizadas de acordo com suas funes sistmicas, dentre as quais a de organizar, ori-
entar e coordenar as aes dos observadores no espao cognitivo.
1.6.2 Metfora da representao
42
Nos estreitos limites deste trabalho no h espao para aprofundamento do saber cartogrfico. O mximo que
se pode ofertar ao leitor so noes elementares imprescindveis compreenso do discurso. Neste particular
adotamos a sugesto do Projeto Presente: Formao/Geografia, da Editora Moderna, disponvel
em:.
-
26
De fato, a ntima relao que mantemos com as metforas no configura
pecado algum; cotidianamente, usamo-las aos borbotes, sem qualquer remorso,
sobretudo quando nos deparamos com dificuldades de ordem emocional, no fluxo do
contnuo e contingente presente da nossa deriva estrutural ontogentica. Cumpre
esclarecer, todavia, desde logo, que, por trs das palavras: metfora, interpretao e
representao, esconde-se uma sutil armadilha ideolgica, associada ao esquema
de pensamento cultivado pela cultura patriarcal/matriarcal europeia; e, em particular,
ao da modernidade (e ps-modernidade) pensante.
Usualmente, aplicamos a palavra mapa para representar certo espao
geogrfico, supondo, por bvio, que aquele se trata de uma imagem deste, indepen-
dentemente da operao levada a cabo pelo observador, na configurao do mapa e
do correspondente domnio territorial mapeado. Veremos, contudo, que, na linha ex-
plicativa perfilhada neste trabalho, os fenmenos43 (mapas, espaos, temporalida-
des, pensamentos, intencionalidades, desenhos etc.) emergem enativamente nas
distines operadas pelo observador, a quem no preexistem, portanto; de modo
que no podem ser interpretados com independncia do seu fazer.
bem verdade que, na posio de observador, quando distinguimos as
formas dos entes, situaes e estados, podemos tratar as correspondentes configu-
raes na qualidade de entidades discretas ou totalidades, como si existiesen por si
mismas(MATURANA, 2013b). E isso o que, de fato, ocorre na prtica, quando
supomos a possibilidade de interpretar algo. Realmente, no dia a dia, inclinamo-nos
a considerar as configuraes dinmicas, resultantes de nossas distines, como se
fossem realidades independentes de nosso operar, enquanto observadores.
Esse tipo de cosmoviso no nos estranha e faz sentido, sem dvida,
particularmente no domnio da tradio gnoseolgica moderna, em cujo espao as
metforas so inevitveis; e o so porque, em tal caminho explicativo, prevalece
uma metfora fundamental: a da representao, mediante a qual se atribui ao ob-
servador a capacidade intrnseca de fazer referncia a entidades no mundo, inde-
pendentemente de seu operar na linguagem; assim, imagina-se que, no ato mesmo
de conhecer, el observador capta, aunque sea de manera indirecta, la esencia de
esa realidad transcendente, o hace una interpretacin de esa realidad subyacente
43
Com efeito, o uso desta palavra neste estudo afasta-se da tradio. Aqui, fenmeno traduz o que o observador
distingue na experincia, quando distingue, como coordenao de coordenaes de condutas consensuais. Cf.
Maturana (2003b, p. 211).
-
27
como una aproximacin conceptual a su en s (DVILA e MATURANA, 2008, p.
115)44.
A bem de ver, o uso de metforas no caracteriza defeito, tampouco des-
virtuamento da linguagem. Pelo contrrio, as chamadas figuras de linguagem consti-
tuem um valioso recurso lingustico, cujos efeitos muito enriquecem os discursos. O
problema s aparece quando tentamos substituir a experincia do observador por
palavras, interpretaes, quando no por metforas explicativas, defendendo ainda
a possibilidade de que estas representam algo transcendente ao operar do observa-
dor. , exatamente, nesse momento que a nave da inconsistncia aterrissa no cam-
po do saber, tendo em vista a impossibilidade de distinguirmos, na experincia, entre
iluso e percepo, como mais logo veremos.
Em verdade, se podemos apontar um grave problema, nos mapas cogniti-
vos dos pensamentos moderno e ps-moderno, tal no ser outro seno a ocultao
proposital dos mecanismos que os distorcem. Argumenta-se, e pronto! Nega-se!
Afirma-se, e pronto! Contudo, em tais mapas, exceo da simbolizao, materiali-
zada na linguagem, enquanto sistema simblico, so omitidas, ativamente, a escala
e a projeo que os constituem45. Por outras palavras, ao tempo em que se pergunta
pelo ser (objetos, estados, situaes), omitem-se, normativamente, as condies
ontolgicas segundo as quais o ser existe. Ora, a no ser como uma questo de f,
de que forma podemos afirmar, ou negar algo, na ausncia de um substrato episte-
molgico, que especifique um critrio de validez para tanto?
Vale antecipar, ento, que a aplicao da metfora espacial santosiana,
na discriminao das maneiras de pensar, feita com um propsito estilstico decla-
rado, e no constitutivo. Estamos atentos para o fato de que todo mapa se trata de
um objeto constitudo numa operao de distino, que o observador faz na experi-
ncia, no linguajear. Ademais, temos a cautela de declarar as condies segundo as
quais um mapa existe (a linguagem; o observador; e a observao). Isso, porm,
no implica admitir suposio ontolgica a priori alguma, porque, na verdade, a for-
44
o que, por sinal, pensa Umberto Eco (ECO, 1998, p. 52), quando adverte que o ser: mesmo que aparea como efeito da linguagem, no o no sentido em que a linguagem livremente o constri. (...). A linguagem no
constri o ser ex novo: interroga-o, encontrando sempre e de algum modo algo j dado (mesmo que j ser dado
no signifique j estar acabado e completo). 45
Pondera Santos (2003, p. 230) que, na produo de um mapa, cada tipo de projeo representa sempre um compromisso. A deciso a sobre o tipo e grau de distoro a privilegiar condicionada por fatores tcnicos,
porm no deixa de ser influenciada pela ideologia do cartgrafo e pelo uso especfico a que o mapa se destina.
-
28
ma no mais que uma abstrao de coerncias e relaes operacionais, inscritas
na trama biocultural da existncia humana, que emerge no operar do observador,
quando este resolve diferenci-la como tal.
Por conta da empedernida concepo que temos do homem moderno, es-
tamos to habituados a fazer referncia aos objetos, estados, acontecimentos, com
recurso a mapas, palavras e outros smbolos, que ignoramos nossa condio biol-
gico-cultural. Entretanto, mais logo, veremos que o sistema nervoso humano no
opera com representaes do mundo, mesmo tendo quem defenda, textualmente,
que El lenguaje significa porque sustituye a, y se halla envuelto en, la conducta
(VIVES ANTN, 2011, p. 600). Por bvio, esse tipo de assero no se aplica no
domnio do pensar ps-colonialista.
Na realidade, lo simblico constituye slo una dimensin (aunque enor-
memente relevante) de lo social e de lo proprio semitico (NEVES, 2004, p. 146); e,
a rigor, no caracteriza linguagem alguma; pois a simbolizao, tanto quanto a re-
presentao, trata-se de um recurso lingustico-operacional que tem lugar no espao
de reflexo do observador; e no na linguagem, enquanto modo de vida. Esta, evi-
dentemente, no constitui matria-prima manipulvel por meio de signos; ao contr-
rio, mesmo que, num primeiro momento, soe estranho, cumpre antecipar, de logo,
que a linguagem anda, sempre, um passo frente dos signos que a simbolizam.
Note-se que no se trata de nenhum paradoxo; pois a linguagem, efeti-
vamente, antecede respectiva simbolizao. De modo que a ideia de que palavras
recheadas de significados constituem a linguagem , manifestamente, falsa. As pa-
lavras tm a ver com a coordenao do fazer. So condutas, e no coisas que pas-
sam de l para c. E o que coordena [e] o que constitui os significados delas o
prprio fazer, no o contrrio (MATURANA, 2002, p. 88; MATURANA e VARELA,
1995, p. 251)46,47.
46
Cada vez que miramos o distinguimos algo, y al verlo lo reconocemos dndole un nombre, o lo manipulamos de un modo u otro de manera que hace sentido, lo hacemos implicando con nuestra reflexin y con nuestro ope-
rar una trama de relaciones y operaciones que hace posible y da sentido a lo distinguido como lo que hemos
distinguido (MATURANA e PRKSEN, 2004, p. 7). 47
A comunicao, que tampouco pode ser vista como algo dado, no deve partir dos smbolos, das palavras ou das mensagens, pois estes no passam de tecnologias, smbolos primrios que, em verdade, representam co-
municabilidades [Kumunikabilien]. Ao contrrio, a comunicao baseia-se numa linguagem puramente conotati-
va, sendo a representao interna de um organismo que interage com uma representao interna de outro orga-
nismo, formando comportamentos estveis (valores prprios). Segundo essa definio, dois sujeitos interagindo
entre si recursivamente formam modos de comportamentos prprios estveis que, ao olhar de um terceiro, apare-
-
29
Estritamente falando, a menos que sejam conceitos formais48, os signos
operam na linguagem, to somente, como componentes evocativos49 de coordena-
es recursivas de condutas, que acontecem nos acoplamentos estruturais das inte-
raes recorrentes50. So essas coordenaes de comportamentos que so prim-
rias na linguagem, quando se do de forma recursiva nalgum acoplamento estrutural
cem como signos, smbolos, palavras, a saber, como comunicabilidades, pois realizou-se a a biestabilidade.
Uma interao entre dois sujeitos que satisfaa essas condies ser, ento, efetivamente comunicativa se cada um dos dois vir-se atravs dos olhos do outro, diz Heinz von Foerster na pg. 281 de Conhecimento e conscin-cia (MARCONDES FILHO, 2006, p. 11). 48
Ao tecer consideraes sobre o formalismo matemtico, Maturana (2011d, pp. 150-151) sustenta que: 1. Mathematical formalisms are logical transformations around the conservation of certain initial relations. As such
they add nothing to initial relations that are being conserved although they may offer the vision of new possible
circumstances under which they operate. 2. The operational value of a mathematical formalism lies in the initial
conditions adopted because they are arbitrarily chosen by the observer from his or her vision of the situation that
he or she wants to illuminate or manipulate with it. A mathematical formalism formalizes what the observer
thinks about what he or she thinks that he or she is observing, not that which he or she thinks is happening with
independency of his or her observing it. 3. If one has a mathematical formal procedure that one thinks would
permit one to formally handle the relations of reciprocal modulation between the components (the local) of a
system and the operation of the system as a totality (the global), the value of such mathematical formalism will
depend on what the observer thinks that is happening when he or she says there are material phenomena which exhibit global-to-local determination and it is possible to address their reciprocal relationship in rigorous manner
through the mathematics of complexity theory (Froese & Stewart, 2010, p. 44). 4. Historical correlations be-tween non-intersecting operational (phenomenal) domains cannot be formalized without the participation of the
observer that brings forth the broad meta-domain in which he or she makes such correlations. (1. Formalismos matemticos so transformaes lgicas em torno da conservao de certas relaes iniciais. Como tais, nada
acrescentam s relaes iniciais que esto sendo conservadas, embora possam oferecer a viso de novas circuns-
tncias possveis em que atuam. 2. O valor operacional de um formalismo matemtico se encontra nas condies
iniciais adotadas pelo observador, que as escolhe arbitrariamente segundo a viso particular que tem da situao
que pretende iluminar ou manipular com elas. Um formalismo matemtico formaliza a concepo que o obser-
vador faz do que est sendo observado por ele, e no o que se passa com a experincia observada, independen-
temente de sua observao. 3. Se algum dispe de um procedimento formal matemtico, que, por hipotese,
permite manejar formalmente relaes de modulao recproca entre componentes (local) de um sistema e do
sitema como um todo (totalidade), o valor de tal formalismo matemtico vai depender do que o observador pensa
que est acontecendo quando diz que "h fenmenos materiais que apresentam determinao em nvel global e
local e possvel abordar a sua relao recproca de forma rigorosa atravs da matemtica da teoria da comple-
xidade" (Froese & Stewart, 2010, p. 44). 4. Correlaes histricas entre domnios operacionais (fenmenos)
disjuntos [no entrecruzados] no so formalizadas sem a participao do observador, que trae a la mano amplo
metadomnio no qual se produzem tais correlaes) (traduo nossa). 49
No hay palabras superfluas, no hay sinnimos efectivos aunque si los haya evocativos. Las palabras no desig-nan absolutos, entidades en s o conceptos fijos a menos que sean definiciones formales. De hecho, lo que hace
especial a los formalismos matemticos es que operan con elementos arbitrarios de significados especificados
por definicin que se relacionan segn algn sistema tambin arbitrario de coherencias lgicas. El lenguajear del
vivir cotidiano, sin embargo, como no opera como un sistema formal tiene la riqueza evocativa del fluir de la
multidimensionalidad de las circunstancias del vivir y el convivir. Y es en esa multidimensionalidad de las cir-
cunstancia del vivir y el convivir donde estn el hacer y el no hacer, la accin y la inaccin, los sentires ntimos,
las emociones y el razonar que pretende justificar de una manera formal lo no formalizable, o que pretende hacer objetivo universal lo que an no se acerca a serlo en la interobjetividad local de un acuerdo (MATU-RANA, 2011b). 50
Na verdade, a vida ordinria, a vida de todos os dias, uma refinada coreografia de coordenaes comporta-
mentais, que so associadas a descries de interaes recorrentes diferenciadas pelo observador num domnio
de acoplamento estrutural, que as determinam congruentemente conforme a situao vivenciada pelo sistema
(MATURANA e VARELA, 1995, p. 252).
-
30
ontognico51, porque chegam primeiro. Los signos, [en ese sentido, por tanto], son
secundarios, y no primarios para el lenguaje (Id., op. cit., p. 50).
De modo geral, essas coordenaes de condutas refletem o encaixe es-
trutural da acoplagem, que se d durante a histria particular de encontros entre sis-
temas interatuantes, especialmente no instante em que o organismo (ser humano)
interage com o meio (entorno) ou com outros organismos52. Quando reiterados en-
contros acontecem, segundo a unidade sensrio-operacional-relacional organismo-
meio, em havendo congruncia interacional, o acoplamento resulta num domnio de
adaptao; por outro lado, se a interao se repete, na forma organismo-organismo,
o resultado do acoplamento estrutural um domnio consensual, em que as mudan-
as estruturais recprocas se correspondem, em sequncias entrelaadas (Ib.,
2009b, p. 244).
Por tudo isso, cremos no fechamento coerente de nossa contabilidade l-
gica, escriturando a representao na conta que lhe prpria: a do observador; e a
interpretao, por sua vez, no marco transcendental do modus vivendi colonialista;
sem perdermos de vista, naturalmente, a ntima imbricao entre os dois conceitos
em foco, favorecida pela uso instrumental da linguagem simblica, a que ditas pala-
vras se encontram umbilicalmente associadas. Essa reprogramao conceitual, de
corte ps-colonialista, convm esclarecer, no impede que reconheamos o legtimo
valor comunicativo de tais noes no plano das conversaes cotidianas.
De qualquer forma, para o pensamento ps-colonialista, a metfora carto-
grfica, assim como a metfora da representao simblica, ser sempre til com-
preenso da realidade, desde que se tenha presente que o que cria o fenmeno o
operar constitutivo do observador, na linguagem, e no a escala do mapa, como
prope a CSRS. Defendemos que a realidade sempre ser uma proposio dentro
de uma explicao. Com essa ressalva, no vemos embarao algum na suposio
segundo a qual a mudana de escala implica mudana de fenmeno53.
1.6.3 Plano de exposio da proposta
51
Cf. Maturana (2001b, p. 178). 52
Cf. Maturana e Varela (1995, p. 216). 53
Cf. Santos (1988a, p. 144).
-
31
Pois bem. A proposta de explicao da pluralidade ontolgica, existente
no espao cognitivo, decorrer do confronto dos dois principais mapas metafsicos
em voga no Ocidente: o das ontologias transcendentais, difundido h mais de du-
zentos anos pela modernidade patriarcal/matriarcal europeia; e o das ontologias
constitutivas, cujo esboo apareceu h pouco mais de quarenta anos, com a publi-
cao de Biology of Cognition (MATURANA, 1970), inaugurando uma nova teoria
reflexiva do conhecimento, bem como a Era Ps-colonialista do saber.
O plano de exposio desta reflexo foi concebido para ser executado em
quatro etapas; inicialmente, situaremos o lugar do pensamento (2) no espao psqui-
co, mediante ligeira reviso da concepo tradicional do conhecimento, assim como
dos mais recentes aportes cientficos brindados pela biologia do conhecimento; para,
em seguida, revisitarmos, de forma panormica, as estruturas das concepes meta-
fsicas (3), predestinadas a viabilizar a compreenso do processo cognitivo como um
fenmeno biolgico, ao tempo em que buscaremos, tambm, identificar eventuais
relaes dessas cosmovises com certos panos de fundo culturais subjacentes.
Feita essa macrorreviso metafsica, cuidaremos de examinar, na terceira
etapa, as coerncias operacionais das principais maneiras de pensar do Ocidente,
rotuladas neste artigo de mentalidade colonialista (3.2) e de mentalidade ps-
colonialista (3.3), para, finalmente, examinar a condio isomrfica do pensamento
(4), procurando correlacionar estruturalmente a dinmica do Estado Democrtico de
Direito com a maneira de pensar ps-colonialista, em contraste com o pensamento
colonialista; momento em que poderemos confirmar ou no a hiptese especfica
deste trabalho, conforme a qual a coerncia explicativa demanda necessria relao
isomrfica (4.3) entre o sistema conceitual explicativo e a experincia explicvel.
1.6.4 Objetivos
O presente estudo mobilizado por dois objetivos bsicos; um de ordem
geral, e outro de natureza especfica. O primeiro consiste em despertar as comuni-
dades pensantes, em geral, para o giro epistemolgico ocorrido na Teoria do Co-
nhecimento, desde o momento em que o Doutor Humberto Maturana Romesn se
-
32
deu conta de que a cognio se trata de um fenmeno biolgico, insuscetvel de re-
presentao na dimenso neurofisiolgica do organismo humano, em virtude da
clausura que encerra o correspondente sistema nervoso, e o determinismo estrutural
de seu estado (MATURANA, 1970).
O segundo objetivo, de carter especfico, traduz a necessidade de le-
varmos a cabo um esclarecimento de ordem geral, buscando conscientizar o obser-
vador cientfico, ou no, de que, na atualidade, em funo das prprias descobertas
a que acabamos de nos reportar, no existe sistema conceitual apto a explicar tudo,
com indiferena s condies ontolgicas do objeto explicvel. Sustentamos que a
mnima desateno a essa condio epistemolgica, de ordem isomrfica54, quando
intentamos conhecer algo, pode desencadear a produo inesperada de aberraes
frankensteinianas.
1.6.5 Justificativa
Em que pese a impactante repercusso da epistemologia unitria nos
principais centros de produo cientfica e filosfica do Mundo, a hegemonia acad-
mica do patriarcalismo europeu e o predomnio dessa cultura colonialista nas redes
oficiais de educao, na grande mdia, no mercado editorial e, sobretudo, nas de-
mais tradicionais instituies econmicas, sociais e religiosas tm retardado, sem
dvida, a difuso e consequente aceitao da abordagem enativa55, como alternati-
va s modernas e ps-modernas ontologias transcendentais.
Nesse contexto, o presente estudo se apresenta como um valioso veculo
de promoo do saber, na proporo em que assume a posio de necessrio e
oportuno contributo expanso do conhecimento humano; e, particularmente, para
constituio e conservao de uma nova maneira de pensar a realidade; de um novo
modo de viver e conviver, com um ser humano respeitando o outro, como legtimo
outro na coexistncia. Com efeito, como esclarece Humberto Maturana, a opo por
certo caminho explicativo, quando desejamos explicar algo, revela muito mais que
54
Cf. Maturana (2009b, p. 242). 55
Cf. Froese e Stewart (2012). Vide tb. nota 24.
-
33
uma simples preferncia epistemolgica, porque aponta, tambm, o modo de convi-
vncia em que o observador se encontra imerso.
1.6.6 Desenho e meios de pesquisa
Por fim, cumpre assinalar que este estudo ser pautado num desenho,
predominantemente, terico, diacrnico e comparativo. Ser terico no sentido de
que a base de sua formulao partir de pesquisa bibliogrfica centrada, fundamen-
talmente, na obra do bilogo Humberto Maturana Romesn e coautores, sem preju-
zo de consulta a outras fontes cientficas e filosficas suplementares, que sero in-
vocadas ao longo da exposio; tambm consultaremos revistas especializadas,
bases de dados online etc.; todo material pesquisado ser examinado tendo em con-
ta a relevncia da fonte e a evoluo do fenmeno analisado; no que reside, do
mesmo modo, em particular, o carter diacrnico do desenho eleito.
No temos a pretenso de inovar no domnio temtico pesquisado, ainda
que seja possvel aprofundar a investigao em alguns espaos cognitivos inexplo-
rados, com suporte nas ontologias constitutivas emergentes, tal como o da fenome-
nologia jurdica. Mesmo assim, no vislumbramos a necessidade de reformulao
das propostas ontolgicas56 existentes, muito menos de inveno de um sistema
conceitual que os faa frente. Por tudo isso, a reflexo que propomos, ao derredor
do pensamento ps-colonialista, emergir do confronto conceitual entre a objetivida-
de constituda, validada pelas ontologias constitutivas, e a objetividade transcenden-
tal, que informa o pensamento hegemnico ocidental. Da a nossa opo, nesse par-
ticular, pela anlise comparativa.
Vale ressalvar, porm, que, numa abordagem desta espcie, a descrio
de pontos fulcrais da realidade cognitiva parece inevitvel, sendo o mesmo vlido
para a dimenso quantitativa. A prpria formulao das hipteses explicativas re-
clama a descrio preliminar do fenmeno a ser explicado57. No possvel deixar
56
Neste estudo utilizamos o termo ontologia no sentido maturaniano, isto , para se reportar a um domnio em
que fazemos referncia s condies de produo daquilo que conhecemos ou falamos (MATURANA, 2001b, p.
42-43). 57
De acuerdo a Maturana (1987 y 1990), una explicacin cientfica consiste en la proposicin de un mecanis-mo o proceso generativo que, si se le deja operar, dar origen en el dominio de las experiencias del observador a
la experiencia que l o ella quiere explicar en una manera que satisface lo que Maturana llama el criterio de vali-
-
34
de descrever, quando se prope um modelo alternativo de representao58 do co-
nhecimento, tampouco de quantificar, quando nessa proposta se encontra explcito o
redimensionamento estrutural do objeto pesquisado: a pluralidade do pensamento
humano.
Em sendo uma seleo, isto , uma distino efetivada no operar do ob-
servador, na linguagem, o modelo de representao que ora propomos no mais
do que uma possibilidade dentre outras tantas. Definitivamente, no se encaixa no
plano deste estudo a pretenso de desbancar qualquer teoria doutrinria ou reflexi-
va, com o propsito de abrir caminho para um novo paradigma, supostamente me-
lhor, superior ou mais avanado, mesmo a despeito da existncia de uma copiosida-
de de propostas explicativas visivelmente desconexas e contraditrias, que no nos
conduz a lugar nenhum.
2 O lugar do pensamento
2.1 Configurao
Culturalmente, compartilhamos a certeza de que o lugar do pensamento
humano o crebro. Em princpio, algum que se atreva desafiar essa evidncia
ter sua sanidade mental questionada por afronta realidade. o que decorre
da crena na concepo especulativa segundo a qual o ser humano constitui uma
totalidade fisiolgica unidimensional, aberta instruo do entorno, e que opera co-
dacin de las explicaciones cientficas. Este criterio de validacin consiste en la satisfaccin de las cuatro condi-
ciones siguientes:
i. Descripcin de lo que un observador tiene que hacer para vivir la experiencia a explicar.
ii. Proposicin de un mecanismo generativo que si se le deja operar genera en el observador la experiencia a
explicar.
iii. Deduccin de todas las coherencias operacionales implicadas en (ii), o de otras experiencias posibles, y de lo
que el observador tiene que hacer para vivirlas.
iv. Realizacin de lo deducido en (iii), y si pasa, entonces, el punto (ii), se convierte en una explicacin cient-
fica.
La aplicacin del criterio de validacin de las explicaciones cientficas tiene dos consecuencias bsicas:
1. La experiencia del fenmeno a ser experienciado y el mecanismo generativo pertenecen a dos dominios feno-
mnicos no intersectables; y
2. Las explicaciones cientficas no constituyen una reduccin fenomnica y son constitutivamente no reduccio-
nistas. (RUIZ, 1997). 58
A representao ato do observador, que pode ter acesso simultneo s dinmicas interna e externa do orga-
nismo. Enquanto uma totalidade orgnica viva, porm, o organismo humano no distingue, no seu operar, entre
iluso e percepo, porque pressupe sempre vlida sua atuao no meio ambiente.
-
35
mo um centro de potncias ou capacidades in fieri. No obstante, desde o atual es-
tado da arte, nos inclinamos a pensar que essa cristalizada cogitao no encerra o
debate, por no corresponder nica explicao, tampouco mais adequada des-
crio sobre a arquitetura dinmica do fenmeno humano.
Ainda que por muito tempo a cincia tenha trabalhado com a hiptese de
que o ser humano constitui um sistema vivente aberto, em sua totalidade, a partir do
momento em que a Biologia do Conhecimento demonstrou que todo ser vivo, inclu-
sive o da linhagem primata homindea, configura, na verdade, um sistema autopoi-
tico, determinado em seu estado (MATURANA, 1970), a consistncia dos substratos
epistemolgicos anteriores, a respeito da configurao do humano, desvanece-se;
pois nada do que foi dito antes, a respeito da humanidade, poder ser validado com
base no novo critrio de aceitabilidade cientfico.
No fundo, a distino da autopoiesis, no quadro metafsico das ontologias
constitutivas, opera uma genuna revoluo cientfica, na medida em que desenca-
deia um giro epistemolgico nos fundamentos do saber produzido e acumulado pela
humanidade (vide 4.2). Em vista disso, mesmo a contragosto da tradio cognitiva59,
ousamos sustentar que, em sendo autopoitico o organismo humano, seu estudo,
como uma unidade sistmica suscetvel instruo do meio (representao), tornou-
se impraticvel, porque, como tal, o organismo humano , tambm, fechado, no que
toca sua organizao (identidade), e determinado estruturalmente, cuja condio o
torna seletivo em relao ao intercmbio de energia e matria com o meio envolven-
te (entorno).
Na verdade, a relao operacional da unidade dinmica organismo-
nicho60, para o ser humano, equivale importncia que a carne tem para a unha.
Essa imbricao leva Maturana (1970) a definir os sistema vivos (humanos ou no),
59
Por uma questo de lealdade intelectual, convm estimular o leitor a examinar os violentos ataques desencade-
ados por Morris Berman (BERMAN, 1989) e Jim Birch (BIRCH, 1991a) ao ncleo do sistema conceitual pro-
posto por Humberto Maturana Romesn. A quem desejar conhecer as elegantes rplicas aos sobreditos ataques,
sugerimos consultar Maturana (1991b; 1991c; e 2009b, pp. 255-278). Froese e Stewart (2010) tambm lanam
uma crtica pontual ao conceito de autopoiese, e foram excepcionalmente prestigiados por el Doctor com uma
contundente resposta reflexiva (MATURANA, 2011d). 60
Maturana (Op. cit.), define nicho as that part of the medium in which they encounter all the conditions under which their living is realized and conserved. []. It is the organism-niche dynamic unity which is conserved along the individual living of an organism, and along the history of a lineage (como aquela parte do meio em que se encontram todas as condies sob as quais a vida se realiza e conservada. [...]. a unidade dinmica
organismo-nicho que se conserva durante a vida de um organismo, e ao longo da histria de uma linhagem).
-
36
como unidades de interao61, tendo em conta que o ser humano no pode ser
compreendido seno como parte do meio em que vive e com o qual interage; o que,
tambm, ocorre em relao ao nicho62, cuja determinao depende da unidade de
interao que o especifica.
Isso indica que, operacionalmente, a totalidade do humano no se reduz
a uma nica dimenso: a neurofisiolgica; na verdade, a humanidade do animal
Homo sapiens-sapiens deriva de um jeito de ser social, uma vez que somos huma-
nos, somente, de acordo com as maneiras de se tornar humano nas sociedades a
que pertencemos. O ser humano constitutivamente social (MATURANA, 2009a, p.
15). Sendo adequada essa abstrao, ento, ser possvel afirmar que, a despeito
de sua estrutura material, o ser humano encarna, tambm, uma dinmica sensrio-
relacional, que o caracteriza como tal na prxis do viver63 e conviver cotidiana.
Visto por esse prisma, o pensamento humano j no ser identificado
como uma atividade, exclusivamente, cerebral; mesmo que a dinmica fisiolgica do
organismo o torne possvel, ao impulsionar o processo de correlaes internas do
sistema nervoso. De qualquer maneira, o fato que o pensamento somente aparece
e faz sentido na correlativa dinmica relacional (externa) humana, em que emerge,
como fenmeno psquico, nas operaes de distino64, levadas a efeito pelo obser-
vador, na linguagem65: o lugar em que se expressa a sociabilidade humana.
61
Living systems are units of interactions; they exist in an ambience. From a purely biological point of view they cannot be understood independently of that part of the ambience with which they interact: the niche; nor can
the niche be defined independently of the living system that specifies it. 62
Essa noo formulada por Maturana (2009b, pp. 118-119) para indicar a parte do ambiente que o observador
concebe em interao com a unidade operacional dinmica composta. O nicho, somado s demais distines que
no participam da estrutura da unidade, levadas a cabo pelo observador no seu domnio de existncia, forma o
meio. O nicho , portanto, uma parte dinmica do meio. O entorno seria tudo o que o observador distingue ao
redor da unidade. 63
Maturana usa a expresso praxis de vivir ou vida cotidiana. O termo forma de vida remete filosofia wittgensteiniana, aqui utilizado no mesmo sentido. 64
Registra Luhmann (1998, p. 2) que: De acuerdo con la terminologa de Spencer Brown [SPENCER-BROWN, 1979], podemos decir que cuando una operacin es una indicacin distintiva se convierte en una ob-
servacin. Las observaciones indican uno de los lados de una distincin, presuponiendo que hay otro. Cf. tb. Luhmann (2005a; 2007). 65
An observer claims that language, or better, languaging, is taking place when he or she observers a particular kind of flow (that I shall describe below) in the interactions and co-ordinations of actions between human beings.
As such, language is a biological phenomenon because it results from the operations of human beings as living
systems, but it takes place in the domain of the co-ordinations of actions of the participants, and not in their
physiology or neurophysiology. Languaging and physiology take place in different and not intersecting phenom-
enal domains. Or, in other words, language as a special kind of operation in co-ordinations of actions requires the
neurophysiology of the participants, but it is not a neurophysiological phenomenon (MATURANA, 1988, p. 45).
-
37
A concepo do humano, nesses termos, na forma de uma configurao
estrutural dinmica de ordem bidimensional: fisiolgica e relacional, possibilita ao
observador separar bem os fatos. Facilita, por exemplo, a percepo de que, na di-
nmica interna do organismo vivo, ocorrem to somente atividades e correla-
es neuronais, que so abstradas pelo observador como correlaes sensrio-
motoras, a partir do espao psquico66, encravado na dinmica relacional humana,
em que habitam conceitos, palavras, categorias, intenes, fins, desejos ou prefe-
rncias67.
Por esse motivo, aliado a outros que viro ao longo desta explanao,
sustentamos que na unidade dinmica sensrio-operacional-relacional do sistema
autopoitico molecular humano (organismo-nicho), especificada por configuraes
de fazeres, sentires e emoes68, que o pensamento descansa e tem lugar, bem
como de onde emerge, no operar distintivo do observador, no fluxo do linguajear en-
trelaado com o emocionear (conversaes); manifestando-se de vrias maneiras,
na forma de espaos psquicos, domnios lingusticos, ou de proposies bem deli-
mitadas, a depender do critrio de quem discursa ou escuta o discurso69.
2.2 Panorama biocultural
A cultura, que consubstancia uma rede fechada de coordenaes con-
sensuais recursivas de fazeres e emoes, tambm joga um papel decisivo na mo-
dulao das diversas cosmovises mundanas. Basta ver, por exemplo, que prprio
da cultura colonialista ocidental valorizar a perenidade da matria, bem como a raci-
onalidade do viver humano; ao passo que, na cultura oriental, a vida tida como
66
Maturana (2009a, p. 54) explica que se vale do termo espao psquico para no deixar dvida de que experi-ncias mentais, espirituais, psquicas tambm habitam a dinmica relacional dos seres humanos. Todo ser vivo
existe en un espacio psquico. [...]. Sin embargo, al decir que un ser vivo existe en un espacio psquico, estoy
diciendo tambin que las experiencias que llamamos mentales, o psquicas o espirituales, surgen en nosotros
como distinciones reflexivas en lenguaje de nuestro involucramiento emocional con diferentes aspectos de nues-
tra congruencia dinmica biolgica