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ISBN 987- 9225 - 01 – 5 1 Maestría en Gestión de Proyectos Educativos Tecnologías de la Información y la Comunicación Año 2014 Módulo 10 Módulo 10: Lenguajes audiovisuales Primera Parte Jorge E. Grau Cada uno ve lo que sabe Sherlock Holmes (Arthur Conan Doyle) Vimos en los módulos anteriores que estamos inmersos en una cultura multimedial, plena de imágenes, tanto estáticas –diarios, revistas, libros y enciclopedias como dinámicas –televisión, video, Internet–. Como también hemos adelantado, las TICs ponen a nuestra disposición “herramientas” conceptuales muy potentes que ofrecen grandes posibilidades a un nuevo estilo de exploración, cuya influencia en los procesos de enseñanza-aprendizaje merece ser analizada, ya que la televisión, los videos, la computación, Internet y los teléfonos celulares, nos “educan” gráfica y visualmente, pero que, como dijimos, no siempre nos facilitan los procesos de enseñanza Como vemos habitualmente, las TICs permiten la utilización simultánea de distintos sistemas simbólicos y ofrecen una serie de ventajas para los procesos de aprendizaje. Actualmente, cada persona –niño, adolescente o adulto– está expuesta a las imágenes de más de 1.500 avisos publicitarios por día, si mira un canal de televisión, y a más de 200.000 imágenes diferentes si está mirando una película. ¿Cómo reacciona nuestro cerebro frente a las imágenes y a los símbolos? ¿Cómo inciden las imágenes, los signos y los símbolos –ya sean dibujos, esquemas, gráficos, tablas, diagramas de flujo, cuadros o fotografías– en el proceso de enseñanza? ¿Facilitan las imágenes, los signos y los símbolos el proceso de enseñanza? ¿Mejoran la calidad de los textos? En este Módulo centraremos la atención en: 1) las características de las imágenes, los signos y los símbolos que se utilizan habitualmente en los procesos de enseñanza con TICs y, por extensión, en los materiales didácticos, y 2) los requisitos que deberían cumplir las imágenes, los signos y los símbolos para favorecer un adecuado proceso de comprensión, tanto en los procesos de enseñanza con TICs y en los materiales didácticos,. Abarcar a este proceso en su real complejidad escapa a las posibilidades del curso, pero el análisis que sigue aborda al tema desde ópticas diferentes –psicológica, semiótica, diseño gráfico, publicidad, etcétera–, actualizando al conjunto de concepciones del imaginario pedagógico acerca de las posibilidades de utilización. Consecuentemente, los procesos de enseñanza con distintos sistemas simbólicos y las TICs, se estructurarán en torno a preguntas como las que siguen: ¿Cómo estructuramos las relaciones entre sistemas de símbolos para producir procesos de enseñanza con mayor eficacia? ¿Cómo integramos distintos sistemas simbólicos de representación?

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  • ISBN 987- 9225 - 01 – 5 1

    Maestría en Gestión de Proyectos Educativos Tecnologías de la Información y la Comunicación Año 2014 Módulo 10

    Módulo 10: Lenguajes audiovisuales

    Primera Parte

    Jorge E. Grau

    Cada uno ve lo que sabe Sherlock Holmes

    (Arthur Conan Doyle)

    Vimos en los módulos anteriores que estamos inmersos en una cultura multimedial, plena de imágenes, tanto estáticas –diarios, revistas, libros y enciclopedias como dinámicas –televisión, video, Internet–. Como también hemos adelantado, las TICs ponen a nuestra disposición “herramientas” conceptuales muy potentes que ofrecen grandes posibilidades a un nuevo estilo de exploración, cuya influencia en los procesos de enseñanza-aprendizaje merece ser analizada, ya que la televisión, los videos, la computación, Internet y los teléfonos celulares, nos “educan” gráfica y visualmente, pero que, como dijimos, no siempre nos facilitan los procesos de enseñanza

    Como vemos habitualmente, las TICs permiten la utilización simultánea de distintos sistemas simbólicos y ofrecen una serie de ventajas para los procesos de aprendizaje. Actualmente, cada persona –niño, adolescente o adulto– está expuesta a las imágenes de más de 1.500 avisos publicitarios por día, si mira un canal de televisión, y a más de 200.000 imágenes diferentes si está mirando una película.

    ¿Cómo reacciona nuestro cerebro frente a las imágenes y a los símbolos? ¿Cómo inciden las imágenes, los signos y los símbolos –ya sean dibujos, esquemas, gráficos, tablas, diagramas de flujo, cuadros o fotografías– en el proceso de enseñanza? ¿Facilitan las imágenes, los signos y los símbolos el proceso de enseñanza? ¿Mejoran la calidad de los textos? En este Módulo centraremos la atención en:

    1) las características de las imágenes, los signos y los símbolos que se utilizan habitualmente en los procesos de enseñanza con TICs y, por extensión, en los materiales didácticos, y

    2) los requisitos que deberían cumplir las imágenes, los signos y los símbolos para favorecer un adecuado proceso de comprensión, tanto en los procesos de enseñanza con TICs y en los materiales didácticos,.

    Abarcar a este proceso en su real complejidad escapa a las posibilidades del curso, pero el análisis que sigue aborda al tema desde ópticas diferentes –psicológica, semiótica, diseño gráfico, publicidad, etcétera–, actualizando al conjunto de concepciones del imaginario pedagógico acerca de las posibilidades de utilización. Consecuentemente, los procesos de enseñanza con distintos sistemas simbólicos y las TICs, se estructurarán en torno a preguntas como las que siguen:

    ¿Cómo estructuramos las relaciones entre sistemas de símbolos para producir procesos de enseñanza con mayor eficacia?

    ¿Cómo integramos distintos sistemas simbólicos de representación?

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    Maestría en Gestión de Proyectos Educativos Tecnologías de la Información y la Comunicación Año 2014 Módulo 10

    ¿Cómo organizamos los contenidos con distintos sistemas simbólicos, para facilitar la interacción directa del alumno con la información?

    ¿Qué se puede hacer –o no se puede–, con los diferentes tipos de signo? ¿De qué manera organizamos los distintos sistemas simbólicos y las TICs para

    facilitar los procesos de enseñanza? Exploraremos estas posibilidades, así como sus posibles limitaciones y

    requerimientos, a la luz de las TICs y dentro del marco conceptual de la gestión de proyectos educativos con contenidos tecnológicos.

    Expectativas de logro

    Diferenciar a los distintos sistemas simbólicos en función de su importancia en los procesos de enseñanza-aprendizaje.

    Comprender por qué y para qué incorporar distintos sistemas simbólicos en el currículum y en la gestión de proyectos educativos.

    Percibir la importancia de los distintos sistemas simbólicos y su incidencia en los procesos de enseñanza con la incorporación de las TICs.

    Índice temático:

    1. Aproximaciones neurocientíficas 1.1. Repasando algunas ideas 1.2. Constancias perceptivas 1.3. Realidad e imágenes 1.4. Realidad de primer y de segundo orden 1.5. Percepción visual 1.6. Percepción de sonidos 1.7. Los procesos de comunicación 1.8. Resumiendo

    2. Sistemas de símbolos 2.1. Clasificación de las imágenes 2.2. Signos, señales y símbolos

    2.2.1. Imágenes descriptivas 2.2.2. Imágenes con distinto grado de abstracción 2.2.3. Símbolos e íconos: descripción y representación

    2.3. Concretando - Bibliografía

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    1. Aproximaciones neurocientíficas

    Soy el sistema de impulsos neuronales que se producen en tu cerebro mientras vas leyendo el conjunto de letras de esta frase

    Los orígenes de la comunicación visual son tan antiguos como la misma

    humanidad y obedecen a la necesidad del hombre de plasmar en forma gráfica conceptos que representan personas, animales u objetos –ideogramas– con el propósito de transmitir pensamientos e imponer ese conjunto de datos como lenguaje común en su comunidad. Es decir, necesitó un proceso de comunicación para entenderse con sus semejantes, es decir, emitir información mediante representaciones visuales portadoras de conocimiento que resulten inteligibles tanto para el emisor como para el receptor. Para ello tuvo que poner en juego su inteligencia visual, factor fundamental en el aprendizaje de toda información representada en un lenguaje construido con símbolos gráficos: la expresión visual “encierra” –significa– una cadena de conceptos, materializados de alguna manera, que representan diferentes cosas, en diversos contextos y orientados a muchas personas.

    Antes de entrar de lleno en el análisis de imágenes, signos, símbolos y colores y su repercusión en el diseño de material didáctico, repasemos muy brevemente el complejo fenómeno de la percepción humana. Precisamente, a través de este proceso somos capaces de ver, oír, oler, tocar –e interpretar– a los distintos materiales. El proceso de percepción audiovisual es el que nos proporciona, en gran medida, el conocimiento del mundo externo. Como propone R. L. Gregory (1996): “Pensamos en la percepción como en un proceso activo de utilización de información para sugerir y poner a prueba hipótesis. Esto implica claramente un aprendizaje y [...] parece claro que el conocimiento de características no visuales afecta a la forma en que se ven los objetos”.

    Se puede inferir con bastante claridad por qué el sistema visual ha desarrollado la capacidad de utilizar la información no visual e ir más allá de la inmediata evidencia de los sentidos: Al elaborar hipótesis y ponerlas a prueba, la acción se dirige no sólo a lo que se percibe, sino a lo que es probable que suceda. El cerebro es, en gran parte, un “sistematizador probabilístico” ya que nuestras acciones se basan en predicciones sobre situaciones futuras. Lo que no podemos predecir con certeza es cómo serán nuestras predicciones, o las de otras personas, qué verán o cómo reaccionarán. Pero es un buen intento por justificar la conducta en un futuro probable, o deseado. Sería imposible un comportamiento inteligente sin un intento de predicción. Predecir a partir de hipótesis deducidas de datos escasos es el sello de la percepción y la inteligencia. Si el cerebro no fuese capaz de llenar huecos y apostar con pocas pruebas, la actividad se detendría en ausencia de información sensorial (R. L. Gregory, 1996).

    “Veamos” lo que sigue… Organizar cursos, enseñar contenidos y producir materiales didácticos nos lleva

    rápidamente a usar no sólo el texto escrito, sino también signos, símbolos e imágenes diversas. Un tema central en las posibilidades de las TICs son las representaciones. Si los signos, los símbolos y las imágenes fuesen una “ventana abierta al mundo” capaces de presentar la realidad sin intermediación alguna, no tendría sentido hacerlos objeto de estudio. Porque esos signos, símbolos e imágenes y la vida real serían exactamente la misma cosa. Pero esto no es tan así, ni está tan claro ...

    Cuando nos dan una fotografía en la que aparecemos nosotros, tenemos conciencia, inmediatamente, de que somos la persona de la fotografía y que, a la vez, no lo somos –la fotografía es una imagen que nos representa, pero no es la persona real–:

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    esa fotografía es una representación de uno mismo, y que puede haber muchas otras. Es decir, todos los signos, los símbolos y las imágenes son representaciones –se

    parecen, algunas más y otras menos, a las personas, lugares y sucesos que representan–. Pero hay más. El término representación abarca más de una idea:

    1) la de que una representación es de algún modo “algo distintivo, específico o particular”, que es algo típico o característico de la persona, objeto o suceso representado. A menudo, cuando se habla de signos, símbolos o imágenes, hasta qué punto, por ejemplo, los materiales didácticos nos presentan esos signos, símbolos o imágenes como algo típico o representativo de esas personas, objetos o sucesos representados;

    2) que una representación es presentar algo de nuevo –presentar algo nuevamente–. En el acto de presentar algo de nuevo, no todas las personas o todos los aspectos de un suceso son, o pueden ser, reproducidos por esos signos, símbolos o imágenes, porque las tecnologías de representación tienen limitaciones, porque cambió el suceso, porque pasó el tiempo...;

    3) que la palabra representación abarca es la idea que considera que un signo, símbolo o imagen "representa" algo en el sentido de que “habla” por la persona, objeto o suceso representado. Debemos preguntarnos si ese signo, símbolo o la imagen que nos presentan es la misma que hubiésemos elegido para representar lo mismo;

    4) la del significado de la representación: ¿Qué representa ese signo, símbolo o imagen para mí?

    Cómo interpreta quién recibe nuestros signos, símbolos o imágenes. No todos comprenden esos signos, símbolos o imágenes de igual manera. Nuestra historia previa, cultura y experiencia de vida nos hace ver el mundo de modo diferente. Por tanto, es muy probable que no todos interpretemos de la misma manera al mismo signo, símbolo o imagen.

    Estas preocupaciones –acerca de los mapas y sus significados– afloraban en Mark Twain (1878) –hace más de cien años–, y surgen en la conversación entre Tom y Huck cuando vuelan en un globo sobre el territorio americano e intentan identificar su posición geográfica por el color de los estados tal como los registraba el “atlas” escolar:

    - Tom: ¿Qué tiene que ver el color con ello? - Huck: Tiene que ver todo. Illinois es verde, Indiana es rosa. - Tom: Muéstrame algo rosa allí abajo, si puedes. - Huck: No señor, todo es verde. - Tom: ¿Indiana rosa? ¡Qué mentira! - Huck: No es ninguna mentira. Lo he visto en el mapa y es rosa. - Tom: Bueno, si yo fuera tan tonto como tú, Huck, me tiraría abajo. ¿Que lo has visto en el mapa? ¿has creído que los estados tenían el mismo color

    que el que tienen en el mapa? - Huck: ¿para qué están los mapas? ¿No están para enseñarnos la realidad? - Tom: Desde luego. - Huck:¿cómo van a hacerlo si cuentan mentiras?

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    1.1. Repasando algunas ideas Antes de entrar en el análisis de imágenes, signos y símbolos y su repercusión,

    repasemos muy brevemente el complejo fenómeno de la percepción humana. Precisamente, a través de este proceso somos capaces de ver, oír, oler, tocar –e interpretar– a distintos materiales. El proceso de percepción audiovisual es el que nos proporciona, en gran medida, el conocimiento del mundo externo.

    Como sabemos, el cerebro de una persona recibe un gran volumen de información y si bien puede procesarla toda, el ingreso de datos desde "afuera" –en este caso, imágenes, signos y símbolos– es, siempre, parcial y limitado (D. Marr, 1982; A. Treisman, 1987; E. Jensen, 2004):

    1) Hablar de percepción implica tener en cuenta dos procesos: a) lo que recibimos desde el mundo exterior a través de los sentidos; las

    sensaciones, y b) la capacidad cognitiva de procesar esas sensaciones: el estímulo

    ahora no es del mundo exterior a la persona sino la misma sensación, que funciona como estímulo interno.

    2) Hay estudios que verifican claros procesos de omisión y desinterés: sólo se hacen conscientes aquellos que merecen nuestra atención, mientras que el resto de esos estímulos se mantienen en un plano difuso.

    3) A ello hay que agregar el filtro de las emociones: hay cosas que no vemos por más que ocurran frente a nuestros ojos, especialmente cuando estamos bajo una fuerte emoción, o distraídos.

    4) Sin atención no hay selección ni apreciación clara de lo seleccionado. El proceso de selección y diferenciación de un objeto respecto de los restantes requiere de:

    a) atención espontánea –el acto no forzado de conocimiento selectivo determinado por la necesidad biológica de vivir o por las exigencias de nuestros hábitos de conducta–, y/o

    b) atención voluntaria –variedad que se encuentra en el ser humano sometido a alguna forma de aprendizaje que, como sabemos, implica algún esfuerzo y tiende a producir fatiga–.

    5) La capacidad de percibir depende tanto de la cantidad y tipo de experiencias pasadas como de la posibilidad de disponer de ellas:

    a) las experiencias pasadas sólo existen en la memoria, por lo que puede inferirse que la percepción está vinculada a ella.

    b) la imaginación y la creación de ideas también están relacionadas con la memoria.

    6) El sistema perceptual en un ser humano opera en relación a dos procesos específicos, que ocurren:

    a) cuando está en presencia de un objeto, y b) cuando se produce la ausencia del mismo.

    Como se infiere, el ser humano percibe al objeto como la diferencia entre ambos procesos –aquello que ambos sistemas no comparten–.

    7) La percepción humana es una forma de atención selectiva situada en la parte más reciente del cerebro humano –el córtex–, y sirve para seleccionar entre

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    la gran cantidad de estímulos e información que llega a nuestros sentidos. Esta capacidad es vulnerable a la manipulación de lo que es incluido y lo que es excluido de la percepción. Si bien para S. Freud, la atención era un proceso realizado exclusivamente en el inconsciente, actualmente también se acepta la atención como un acto de voluntad: la atención es gobernada por fuerzas conscientes y no conscientes (J. LeDoux, 1996)

    Todos los datos “externos” son decodificados en el cerebro y su procesamiento mental se traduce en representaciones de la realidad –lo que llamamos información–. La fragmentación es transitoria ya que la mente organiza e interpreta, establece prioridades y atribuye significados. Es la persona la que integra y articula los diferentes datos asignándoles un sentido. Por supuesto, con un orden que es flexible, fluctuante y dinámico, en permanente interacción con la realidad (Fig. 1).

    Fig. Nº 1: Cerebro y percepciones

    Obviamente, hay interacciones: cuando leemos, el hemisferio izquierdo entiende el significado de las palabras y el hemisferio derecho capta el contenido emotivo y las imágenes utilizadas. Si bien es cierto que el hemisferio izquierdo desempeña un papel importante en el pensamiento aritmético, otros estudios sugieren que ciertas tareas, como la comparación y la aproximación de números, pueden ser efectuadas por el hemisferio derecho. Es muy probable que, durante la resolución de problemas aritméticos, los hemisferios cerebrales interactúen al enviarse información mutuamente, y que el concepto de número en sus diversas dimensiones (cuantitativa, cualitativa, perceptual, simbólica) resulte de esas interacciones (S. Dehaene, 1997).

    Aún así, todo conocimiento humano es incierto porque nuestras experiencias sensoriales más próximas no cubren ciertas porciones del campo de estímulos que ofrece el mundo físico. Por ejemplo, sólo somos capaces de percibir solamente un rango estrecho de oscilaciones electromagnéticas –aproximadamente entre los 400 y los 700 manómetros de longitud de onda– (Fig. 2).

    Nuestro sentido del oído también es limitado. Los murciélagos y otros animales perciben longitudes de onda más cortas y más largas que nosotros. A su vez, cuando mantenemos una conversación los únicos objetos físicos que circulan son las vibraciones del aire. Los significados y las interpretaciones de estas vibraciones se hallan en la mente del receptor que nos escucha, o en la nuestra, cuando nos hablan.

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    Fig. N° 2: Espectro de radiación electromagnética

    Según D. Marr (1982) la visión puede ser entendida como un procesamiento de

    información que convierte una imagen en su representación simbólica. El sistema visual es descrito a través de una jerarquía de representaciones. El trabajo de este autor se centró en las interacciones entre neuronas, sugiriendo un modelo computacional biológicamente realista para el estudio de cómo ciertos grupos funcionales de neuronas en el hipocampo y el neocórtex interactúan, almacenan, procesan y transmiten información. Este autor sugirió que la manera para acercarse al análisis del mecanismo del procesamiento de la información era darse cuenta de que hay tres niveles separados de función a ser entendidos (Fig. 3).

    Fig. Nº 3: Comportamientos, percepciones y niveles (D. Marr, 1982)

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    Para pensar: En la lectura de textos participan diecisiete zonas cerebrales. Pero resulta que ahora estamos trabajando con varios sistemas simbólicos distintos, que requieren competencias de lecto-comprensión también distintas. centraremos la atención en la necesidad de integrar texto + imagen + sistemas simbólicos + sonido + movimiento, que utilizan actualmente diversos materiales didácticos –hipertextos, páginas Web, videos, etcétera– para facilitar la comprensión de su contenido. Esto se integra con las conocidas posibilidades y limitaciones de la comprensión lectora de cada persona, que está acotada por la capacidad de procesar la información que puede leer.

    Ahora, al incorporar imágenes, símbolos, sonido y movimiento, también debemos incluir la comprensión “lectora” de los distintos tipos de imágenes y símbolos que intervienen en ese texto. Pero también debe incluirse la interpretación-comprensión de esos sonidos y movimientos como lenguajes. Como se percibe, la interpretación de los diversos mensajes audiovisuales posee diferentes modalidades, básicamente concretadas en las propiedades de los distintos lenguajes que componen a los mismos Mencionamos explícitamente las posibilidades de “lectura” simultánea de sistemas simbólicos diferentes. Lo que llamamos comprensión lectora generalizada designa la facilidad con que se puede leer, comprender y memorizar un conjunto integrado de sistemas simbólicos diferentes. Esta comprensión lectora generalizada se concibe como un proceso complejo e interactivo, a través del cual el lector construye activamente una representación del significado relacionando las ideas contenidas en el texto con sus conocimientos.

    Además, hay que recordar que el aprendizaje directo a través de nuestras experiencias sensoriales está condicionado por nuestro estado mental, que es afectado fácilmente por la fatiga, la bebida, y otras cosas por el estilo: la debilidad del sistema de la comunicación humana es suficiente como para justificar la suposición de que esa comunicación nunca es perfecta. 1.2. Constancias perceptivas

    Cuando una persona se aleja de nosotros o se acerca, la imagen retiniana que recibimos en nuestros órganos receptores se reduce, o se agranda, respectivamente. Es decir, nuestra sensación cambia, pero nuestra percepción sigue siendo la misma. Así, percibimos, y sabemos, que es la misma persona aunque esté más cerca o más lejos nuestro. Este fenómeno se conoce como constancia perceptiva y tiene varias modalidades:

    • Constancia de tamaño: afecta al volumen de los objetos y personas, independientemente de la distancia.

    • Constancia de textura: cuando vemos una superficie más rugosa es porque la percibimos más cerca y si la vemos más lisa es que se encuentra más alejada.

    • Constancia de forma: en el caso de objetos circulares, por ejemplo, si los observamos a cierta distancia los veremos más bien ovalados.

    • Constancia de luminosidad: si leemos un libro en un ambiente con poca iluminación, los fondos blancos o más claros de sus páginas parecerán grises, pero los percibiremos como del mismo libro.

    • Constancia de color: el cerebro humano “elimina” algunas diferencias de color producidas por diferencias en la iluminación, pero si se utiliza más de una fuente de color al mismo tiempo, esa propiedad ya no se verifica.

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    Es probable que, basándonos en nuestra experiencia con los objetos, hagamos inferencias automáticas no conscientes, y a gran velocidad, acerca de la relación entre el tamaño real de objetos similares y la distancia a la que se encuentran, u otras características similares. Por otro lado, es probable que también influya la relación entre los diferentes objetos o personas que hay en el conjunto de las cosas que percibimos, que suele recibir el nombre de contexto perceptivo. 1.3. Realidad e imágenes

    ¿Con qué perspectiva vemos a estas “cajas tridimensionales” (Fig. 4 y 5)? Fig. Nº 4: Caja tridimensional Fig. Nº 5: ¿Cubos, o hexágono?

    Algunas personas pueden ver inmediatamente distintas perspectivas y cambiar de

    ángulo sin esfuerzo. Otras sólo pueden adoptar un solo punto de vista –sólo ven una “caja”– y tienen gran dificultad para ver la “caja” desde otro punto de vista. Pero si se mira otra vez, quizás podamos ver un hexágono con un rombo en el medio (Fig. 5).

    La figura que sigue ¿es un jarrón?¿son dos caras de perfil (Fig. 6)? Fig. Nº 6: ¿Un jarrón, o dos caras de perfil?

    ¿Cuál es la "manera correcta" de mirar las figuras? ¿Tiene sentido hablar/analizar/discutir acerca de la "manera correcta" de mirar

    estas figuras y muchas otras (ver en Google: imágenes multiestables, y en Youtube https://www.youtube.com/watch?v=ituFbD-W7Cc)?

    En el esquema que sigue se percibe con claridad la actividad tanto del hemisferio izquierdo como del derecho (R. Carter, 1998)(Fig. 7).

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    Fig. Nº 7: Una L, o muchas D D D D D D

    DDDDDD La concentración en la L genera actividad en el hemisferio derecho, mientras que

    la concentración en las D que la componen, provoca actividad en el hemisferio izquierdo: los dos hemisferios se relacionan con aspectos de un mismo estímulo (E. Jensen, 2004).

    La realidad es que la disposición general coincide bastante con las ideas que ya tenemos. El hemisferio izquierdo es analítico, lógico, preciso y sensible al tiempo. En vez de desagregarlas, el hemisferio derecho procesa las imágenes de manera más holística, esto tiene más que ver con la percepción sensorial que con el conocimiento abstracto (R. Carter, 1998). Otras habilidades del hemisferio derecho son:

    1) captar globalmente los objetos y las situaciones, 2) distinguir imágenes camufladas sobre un fondo complejo, 3) reconocer contornos a primera vista, capacidad que fue de importancia

    para que nuestros parientes lejanos sobrevivieran cuando tenían que cuidarse de sus predadores (E. Jensen, 2004).

    ¿Qué percibimos en las figuras que siguen (Fig. 8 y 9)?

    Fig. Nº 8: ¿Manchas, o dálmata? Fig. Nº 9: ¿Manchas, o caballos?

    ¿Una colección de manchas sin sentido o un dálmata rastreando algo? ¿Otra colección de manchas sin sentido o caballos en la nieve? Como dijimos más arriba, el hemisferio derecho capta globalmente las cosas, en

    tanto que el hemisferio izquierdo se dedica a los detalles. El hemisferio izquierdo sólo ve líneas; el hemisferio derecho ve al perro, en una imagen, y a los caballos en la otra.

    R. L. Gregory (1996) dice: “Las regiones de la corteza cerebral que se ocupan del

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    pensamiento son jóvenes en relación con el resto, además de tercas en comparación con las antiguas regiones del cerebro que contribuyen a la supervivencia con la visión. El sistema perceptivo no siempre está de acuerdo con la corteza racional pensante. Para la corteza informada por la física, la distancia a la luna es de 390.000 Km.; para el cerebro “visual”, es de unos centenares de metros. Aunque en este caso el punto de vista intelectual de la corteza es el correcto, al cerebro “visual” no llega nunca la información y continuamos viendo la luna como si estuviese a nuestro alcance”. (Fig. 10)

    Fig. N° 10: A quién creerle (M. Rep, 2011)

    La división entre el hemisferio izquierdo y el derecho aparece muchas veces en nuestras reacciones frente a ciertas obras de arte: “me gusta, pero no sé por qué”. Este no es necesariamente un comentario incompetente –está demostrando simplemente que la obra es apreciada por el hemisferio derecho en vez de ser analizada por el izquierdo–.

    Como vemos, el cerebro “visual” tiene su propia lógica y preferencias, que todavía no entendemos claramente. Ciertos objetos nos parecen hermosos y otros no; pero no tenemos idea, a pesar de las teorías propuestas, de por qué es así. La respuesta se encuentra en la historia de la parte visual del cerebro, y se pierde con los mecanismos que nos dan el actual punto de vista del mundo (R. L. Gregory, 1996).

    Veamos ahora la clásica y conocida Figura Nº 11: ¿Es una mujer joven, con una pluma en el sombrero y un collar? ¿Es una mujer vieja con una nariz grande y un pañuelo en la cabeza? A su vez, observemos ahora la Figura Nº 12: ¿Es una mujer joven, con una boina y una estola? ¿Es una mujer vieja con una nariz grande? ¿Es un hombre viejo con una nariz grande y bigotes?

    Fig. Nº 11: ¿una joven, o una vieja? Fig. Nº 12: ¿una joven, una vieja o un viejo?

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    Estas imágenes "multi-estables" permiten varias interpretaciones diferentes, igualmente válidas. El proceso de interpretar la imagen y hablar acerca de esta interpretación refleja las dificultades de percibir en un mundo ambiguo y lleno de posibles conflictos. De acuerdo con la psicología cognitiva, los seres humanos percibimos estas imágenes de una manera a la vez, con exclusión de las otras maneras posibles. Incluso se puede oscilar entre una percepción y otra, pero es extremadamente difícil ver simultáneamente dos formas diferentes.

    Que cada uno de nosotros pueda ver las imágenes de una manera u otra, dependerá de nuestra historia de vida, nuestro modelo mental, los conocimientos previos, los preconceptos y los supuestos que utilicemos para interpretar los mensajes que nuestra retina le envía al cerebro –ya que la figura física que “está allí afuera” es la misma y los sistemas de visión son iguales–. Dado que todo ello actúa automáticamente en forma pre-consciente, cada persona puede estar convencida de que su forma de ver es la única "razonable".

    Es fácil comprender que esas convicciones pueden generar dificultades de interpretación en las imágenes –de mayor complejidad, habitualmente– que se ofrecen. Gran parte del comportamiento humano está basado en lo que “barrunta” –imagina, conjetura, supone– el hemisferio derecho. Vemos millones de cosas pasando a nuestro alrededor minuto a minuto, pero sólo registramos un pequeño porcentaje. El resto llega fugazmente a nuestro cerebro, como si fuera el “eco” de algo, pero no deja ninguna impresión. Es posible que algunas de esas imágenes sean lo suficientemente llamativas como para crear una respuesta emocional momentánea en el hemisferio derecho, pero no lo suficientemente importantes como para generar percepción consciente en el izquierdo (W. Calvin, 2001).

    ¿Dónde está la imagen? Generalmente, asumimos que está en la página. También asumimos que hay una

    sola imagen en la página, y que todo el mundo la ve inmediatamente sin ninguna ambigüedad. Pero la imagen no está en la página –ésta contiene solamente puntos de tinta y espacios en blanco–, sino que está “compuesta” en nuestra mente. Activamente, nuestro cerebro construye el sentido de estos puntos de tinta, o de píxeles en la pantalla de la computadora (o del televisor). 1.4. Realidad de primer y de segundo orden

    Como dijimos anteriormente, experimentamos la (realidad) –en cursiva y entre

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    paréntesis– y no la realidad “real” –en negrita–. La (realidad) que experimentamos denota nuestra experiencia interna de ese campo externo que llamamos realidad. Además, vivimos en una (realidad) intersubjetiva no porque la (realidad) que vemos no sea la realidad “real”, externa y objetiva, sino porque nuestro entorno despierta respuestas similares en análogos sistemas nerviosos.

    Nos parece que percibimos el mundo directamente pero esto es una ilusión, porque lo que percibimos depende de lo que está en el mundo y lo que está en nuestra cabeza. Por eso en los procesos de transferencia de conocimientos no se puede reproducir la realidad, ya que la única manera de hacerlo sería reviviéndola en su totalidad y eso es imposible. Nos encontramos –siempre– limitados a expresar y transferir una visión reducida de la realidad. Aún así, asumimos implícitamente que ese proceso de transferencia –reducido y limitado– captura la parte esencial de la realidad que queremos manifestar.

    En este momento se hace necesario trazar otra distinción entre dos niveles de percepción de la realidad que generalmente no se distinguen el uno del otro. Debemos diferenciar entre la imagen de la realidad que percibimos a través de nuestros sentidos y el significado que atribuimos a estas percepciones.

    Ejemplo, la percepción del clásico vaso con agua, que se define como realidad de primer orden. No obstante, raramente nos detenemos en este punto. Casi constantemente atribuimos un sentido, un significado y a veces un valor a los objetos de nuestra percepción. Y en este nivel –el nivel de las realidades de segundo orden– surgen los problemas.

    La diferencia entre estos dos niveles de percepción de la realidad es la indicada por el dicho según el cual la diferencia entre un optimista y un pesimista consiste en el hecho de que, frente a un vaso que contiene una determinada cantidad de agua, el primero afirma que está medio lleno y el segundo que está medio vacío. La realidad de primer orden –el vaso con una determinada cantidad de agua– es la misma para ambos; pero sus realidades de segundo orden son diferentes y sería estéril tratar de establecer quién tiene razón y quién está equivocado.

    Como ya hemos mencionado al principio, las neurociencias poseen una definición razonablemente fiable de los acontecimientos y los procesos de las realidades del primer orden. Pero en el reino de las realidades de segundo orden, por el contrario, nos encontramos en un universo de suposiciones, convicciones y creencias que forman parte de nuestra realidad de segundo orden y, por tanto, son construcciones de nuestra mente. Los procesos a través de los cuales construimos nuestras realidades personales, sociales, científicas e ideológicas, que después llegamos a considerar “objetivamente reales”, constituyen un ámbito a desentrañar. 1.5. Percepción visual

    A través de cómo percibimos podemos captar e interpretar la realidad. Nuestro conocimiento del mundo no depende sólo de las distintas sensaciones visuales, auditivas, motrices u olfativas, sino también de las asociaciones con significado que realizamos con cada una de ellas, en base a nuestra experiencia previa.

    La percepción visual se organiza de una forma particular y selectiva, y la descripción de esos aspectos escapa a las posibilidades y objetivos del Curso. Sólo vamos a tener en cuenta que la cantidad potencial de información que una persona recibe es realmente significativa y si bien el cerebro humano podría procesarla toda, hay

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    muchas investigaciones y estudios (H. Gardner, 1982; U. Neisser, 1976; J. J. Gibson, 1974) que verifican claros procesos de omisión y desinterés. Si bien captamos a todos los estímulos potenciales que nos rodean, esas investigaciones indican que sólo estamos interesados en captar un número limitado de ellos. Es decir, percibimos en todo momento múltiples estímulos sensoriales sin ser, en muchos casos, plenamente conscientes de ellos: sólo se hacen conscientes aquellos que merecen nuestra atención, mientras que el resto de esos estímulos se mantienen en un plano difuso.

    Una característica del procesamiento visual es cómo se concentra la atención para asociar las características de una "escena" y establecer representaciones de objetos y de sus relaciones. En una "escena" natural, el conocimiento previo descarta muchas combinaciones de características excepcionales: no veremos manzanas violetas o perros azules.

    En general, el conocimiento previo incide significativamente en la asociación de propiedades, y se verifica en la presencia de:

    a) menos combinaciones ilusorias, ya sea de colores y formas en representaciones erróneas, o

    b) menos combinaciones de colores y formas, en representaciones correctas.

    De los estudios realizados se puede inferir una condición interesante: el conocimiento previo y las expectativas nos ayudan a utilizar eficazmente nuestra atención en la asociación de características y rasgos.

    ¿Cómo se perciben los objetos cuando la atención ya se ha centrado en ellos? Los trabajos desarrollados por D. Hubel y T. Wiesel (1976); A. Treisman (1987) y

    otros autores, admiten que la percepción consciente depende de los "archivos" del objeto, de la información que contienen, de las representaciones que recogen información sobre objetos particulares, del análisis de características sensoriales y de la "red de reconocimiento" que la actualiza continuamente. Si se produjera una discontinuidad significativa en la representación del objeto tanto en el tiempo como en el espacio, el registro del objeto puede "anularse" o evaporarse y consecuentemente, perder el carácter de fuente de experiencia perceptiva –olvido–. En ese caso el objeto representado desaparece y es sustituido por otro con su nuevo registro temporal.

    La capacidad de percibir depende tanto de la cantidad y tipo de experiencias pasadas como de la posibilidad de disponer de ellas. Como las experiencias pasadas sólo existen en la memoria, puede inferirse que la percepción está Íntimamente vinculada a ella. Pero la imaginación y la ideación también están relacionadas con la memoria. Son las capacidades para evocar y combinar recuerdos y conocimientos en nuevas construcciones mentales, diferentes de alguna experiencia anterior.

    También existe un proceso de visión de todo lo que está dentro del campo visual pero que no seleccionamos para los fines de la percepción. En todo momento, un sinnúmero de objetos son observados por nosotros, pero solo nos interesamos por algunos de ellos: en el campo visual total seleccionamos aquellos objetos que nos interesan. Otras veces el cerebro no reconoce lo que los ojos recogen. Ello ocurre cuando los objetos vistos son extraordinariamente confusos. A veces, los objetos son lo suficientemente claros para ser percibidos –la sensación tiene lugar– pero la información no es utilizada: como si se pudiera ver sin percibir. Esos elementos son "interpretados" como objetos externos. El hecho que no sean plenamente percibidos como tales puede deberse a distintas situaciones entre los ojos que ven y el sistema neuronal que percibe.

    Habitualmente, estos procesos se producen en una persona que camina en una

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    calle con mucho tránsito, mientras conversa animadamente con otra. Conversa y avanza, o se para. Daría la impresión que no está prestando atención al camino que recorre. Sin embargo, frente a cada obstáculo se detiene, espera y luego sigue avanzando. Su cerebro, además de atender a la conversación, también está atento a lo que ocurre en su entorno.

    El incremento de la capacidad de percepción tiende a mejorar la capacidad sensorial del proceso de visión. Ejemplo: lo que “ve” un hombre de campo en el mar, donde el marino descubrirá objetos distantes que él no percibe y, a su vez, en el campo, el marino no “verá" una multitud de cosas que ese hombre de campo percibirá sin dificultad. En todos estos casos la sensación y la visión mejorada son el resultado de un incremento de la capacidad de percepción, estimulada a su vez por el recuerdo de situaciones similares en el pasado.

    Como puede apreciarse, el grado de percepción visual depende tanto de la memoria como de la imaginación a través de la experiencia cotidiana: vemos las cosas habituales más claramente que los objetos de los que no tenemos recuerdos. También tenemos mejor percepción visual de aquellas cosas de las cuales tenemos abundantes recuerdos. Más aún, a igualdad de condiciones cuanto más preciso sea ese recuerdo y mayor sea el conocimiento de las cosas recordadas, mejor será la percepción visual.

    A su vez, bajo la acción de emociones o excitaciones, también puede que interpretemos como manifestaciones de los objetos reales lo que solo es producto de nuestra imaginación: la persona que confunde una manguera con una víbora. Si bien su visión es normal, su miedo a estos animales hace que su imaginación tenga el hábito de utilizar antiguos recuerdos para construir imágenes alarmantes. Obviamente, podríamos multiplicar los ejemplos para confirmar la vinculación entre percepción visual, memoria, imaginación e ideación.

    Concretando, el sistema perceptual de la visión en un ser humano opera en relación a dos procesos específicos:

    I) el que ocurre cuando el sistema perceptual está en presencia de un objeto, y

    II) el que ocurre cuando se produce la ausencia del mismo. El ser humano percibe al objeto como la diferencia entre ambos procesos, como

    aquello que ambos sistemas no comparten. Evocando recuerdos también se puede obtener un cuadro real de ese proceso de sensación y percepción. Estos hechos pueden sintetizarse del siguiente modo:

    1) sensación no es lo mismo que percepción, 2) los ojos y el sistema neuro-receptor dan lugar a la sensación y el

    sistema neuronal da lugar a la percepción, 3) la facultad de percibir se relaciona con las experiencias acumuladas y

    está vinculada con la memoria, 4) la visión es el producto de la sensación exacta y de la percepción

    correcta, y 5) cualquier evolución en la capacidad de percibir tiende a ser

    acompañada de una mejoría en la capacidad sensorial. Como puede apreciarse, todas las consideraciones expuestas acerca de la

    percepción visual de imágenes –dibujos, ilustraciones, gráficos, tablas, diagramas de flujo, fotografías, etcétera– y las características de su funcionamiento, deben ser tenidas

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    en cuenta tanto en el proceso de enseñanza, en la utilización de las TICs y en el diseño de material didáctico, ya que su impacto visual es uno de sus atributos más potente. 1.6. Los procesos de comunicación Si bien las implicaciones psicológicas de la teoría sobre la comunicación humana en los procesos de enseñanza superan las posibilidades del curso, hay una observación muy importante: un docente es una persona que se está comunicando y que enseña tanto mejor cuanto más se comunica. Para ello tendremos en cuenta no sólo los sistemas de símbolos y signos sino también los aspectos comunicativos y estéticos.

    1) La competencia comunicativa Es, en principio, el conjunto de habilidades y conocimientos que permiten que una

    comunidad pueda entenderse: es nuestra capacidad de interpretar y usar apropiadamente el significado social de las comunicaciones, desde cualquier circunstancia, en relación con las funciones y variedades de la lengua y con las suposiciones culturales en la situación de comunicación (D. Hymes, 1971). Se refiere, también, al uso de las reglas de interacción social, que todo acto comunicativo define:

    - Quién habla a quién (interlocutores) - Qué lengua (a qué edades, sexo o estrato social) - Dónde (escenario) - Cuándo (tiempo) - Acerca de qué (contenidos) - Con qué intenciones (propósito) y consecuencias (resultados).

    Nosotros extendemos los atributos de la competencia comunicativa a la diversidad de los lenguajes comunicacionales –gráficos, gestuales, artísticos y científicos, en sus distintas expresiones– que se integran en las distintas TICs y en los diversos tipos de material didáctico.

    2) Los aspectos estéticos Mucho antes de convertirse en una reflexión sobre el arte, lo estético designó

    originariamente la sensibilidad de nuestra personalidad –la percepción de estímulos externos e internos a través de los sentidos–, que surge de buscar alguna armonía –ob-viamente subjetiva– del entendimiento y de la imaginación de cada persona. Lo estético apunta a una dimensión de nuestro ser que no depende del conocimiento, sino que corresponde a una esfera de lo humano que se vincula con nuestra capacidad de sorprendernos y experimentar cierto placer:

    ¿Qué caracteriza esos sentimientos múltiples? Que ese texto nos parezca muy bueno, que esa fotografía nos “atrape”, o que esa

    pieza musical nos guste. Esas impresiones son nuestros "sentimientos estéticos". Los aspectos estéticos –lo bello, feo, sombrío, fúnebre, elegante, cursi, hermoso,

    claro, horrendo, sucio, asqueroso, armonioso, destemplado, esbelto, gracioso, fino, grosero, sublime, vulgar, etcétera–, y los juicios de valor correspondientes, están siempre presentes en la vida humana, no sólo en los momentos en los que estamos frente a las que llamamos obras de arte, sino también cuando estamos frente a lo cotidiano o en nuestras actividades habituales, como la función docente.

    El otro aspecto que tiene que ver con el sentido estético es pensarlo no como ornamento para los distintos materiales, sino como aporte para la comprensión y

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    abordaje de los mismos. Tener un conocimiento sobre el valor estético de las imágenes y sonidos nos permitirá utilizarlos con mayor destreza, es decir, lo estético se vincula con la capacidad que tenemos los humanos de sorprendernos y disfrutar. Que algo nos guste o nos desagrade, nos predispone de manera diferentes a enfrentar las situaciones, de enseñanza: estos juicios de valor están constantemente en nuestra vida cotidiana y negar su existencia en el ámbito educativo sería un error.

    Si conocemos lo que a nuestros estudiantes los predispone con una postura positiva a la hora de comprender un contenido a través de ciertas imágenes, videos e incluso sonidos y movimiento, estaremos aproximándonos a cumplir con el objetivo de acercar al estudiante a la posibilidad de a aprender.

    Por ello no podemos "desconectar" a los procesos de enseñanza y a los distintos sistemas simbólicos –son una producción cultural– de los valores estéticos, porque perdería esa condición de obra integral, y se convertirían en un producto tecnológico neutro: la falta de análisis de valores estéticos –naturales o culturales– encierra el peligro de la vaguedad, la trivialidad y la frivolidad.

    Recordar que detrás de toda estética, siempre hay una ética. 1.7. Resumiendo Como si lo anterior fuera poco, cada uno de nosotros está expuesto a:

    - 100 a 120 palabras por minuto, si escuchamos una emisora de radio, - 100 mil palabras y cientos de imágenes, si leemos un diario, - varios cientos de imágenes –técnicamente se ven aproximadamente entre

    1.800 y 1.500 imágenes por minuto– si vemos una película, o un canal de televisión, respectivamente,

    - 1.600 a 2.500 avisos publicitarios, por día, - 200/300 palabras por minuto, si se leemos comprensivamente un libro sencillo, - 50 palabras por minuto, si se leemos comprensivamente un texto complejo.

    La comunicación visual es un proceso en el que interactúan imágenes encaminadas a un objetivo específico y personas que interpretan esas imágenes. Es aprender una lengua elaborada sólo con imágenes, significa transmitir información a través de representaciones gráficas con alguna intención, en nuestro caso, con la finalidad de que todo alumno comprenda la información emitida –los contenidos a enseñar– con la mayor eficacia posible.

    Podemos clasificar a este tipo de comunicación en dos grupos (B. Munari, 1990): 1) no-intencional, y 2) intencional.

    La comunicación no-intencional es aquella que quien la recibe puede interpretarla con total libertad. La comunicación intencional –nuestro caso– debe cumplir los objetivos buscados. Ahora bien:

    ¿Cómo representamos –sobre papel, en una pantalla, o en una maqueta– esa construcción mental de la “realidad”?

    ¿Cómo representamos para que el Otro comprenda?

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    2. Sistemas de símbolos

    Porque ese cielo azul que todos vemos, ni es cielo ni es azul.

    Lupercio de Argensola (1559-1613) Habitualmente se afirma que el mundo de las personas está compuesto por dos

    mundos yuxtapuestos: el de los objetos y el de las imágenes, pero que no siempre tienen claros límites entre sí. Por ejemplo:

    ¿El “cielo” es un objeto, aún cuando no podamos tocarlo...? ¿El reflejo del “cielo” en un lago es una imagen? ¿El proyecto de un edificio es una imagen, que al ser construido se convierte

    luego en un objeto? ¿Es una imagen la descripción literaria que transcribe el diario, el relato que

    escuchamos por la radio, o la entrevista que vemos en la televisión, y que nos permite informarnos sobre algún acontecimiento, casi como si fuésemos testigos presenciales?

    ¿Qué entendemos por imagen? Para la Semiótica la imagen no es simplemente una representación mental o una

    construcción de nuestra fantasía, sino un objeto concreto, un conjunto de elementos visuales "fijados" en una superficie material disponible para la exploración y la interpretación. Desde esa óptica, las imágenes siempre reenvían a otra instancia (C. Scolari, 2004): la imagen es una representación fundada en una relación de analogía (M. Joly, 1999). A los efectos de nuestro curso, una imagen es siempre un signo analógico.

    Por eso también es necesario establecer alguna separación entre las imágenes que están en nuestro cerebro –a las que llamaremos imágenes mentales– y aquellas que están en la realidad que nos circunda y que pueden ser utilizadas por otras personas –a las que llamaremos imágenes objeto de comunicación–.

    Cuando entramos en el mundo de las imágenes objetos de comunicación, vemos que tenemos que relacionar medios de comunicación tan dispares como el dibujo, los carteles, las historietas, los mapas, los diagramas, la escultura, las fotografías, la imitación gestual, el cine, la televisión...

    También debemos considerar que la apreciación de un objeto en su calidad de tal es objetiva, mientras que la apreciación de un objeto en su calidad de imagen de otro

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    objeto se conoce como apreciación significativa. Por ejemplo, como dijimos, la fotografía de una persona puede apreciarse:

    1) objetivamente, como fotografía, y 2) significativamente, al evocar a la persona.

    Como ocurre en toda percepción, toda apreciación de un objeto lleva incorporada nuestra subjetividad, dada por los sentidos y por la elaboración mental.

    2.1. Clasificación de las imágenes

    Cada medio de comunicación ofrece cierto nivel de representación –lejano o cercano–, de la realidad. Desde R. Lefranc (1982), E. Dale (1963) y otros, se han realizado distintas clasificaciones de los medios de comunicación tanto visuales como sonoros, que muestran como cada medio proporciona una representación –más alejada o cercana– de la realidad.

    En principio, tendremos: La realidad → objetos diversos, aislados o vinculados, y Representaciones de esa realidad, mediante lo que llamaremos imágenes

    audiovisuales dinámicas, en una secuencia en complejidad creciente: 1) símbolos verbales, 2) símbolos visuales, 3) esquemas y gráficos, 4) cuadros, 5) fotografías, 6) proyecciones fijas en 3D, 7) modelos, 8) maquetas animadas, 9) películas y video, 10) televisión, 11) animaciones y simulaciones por computadora, 12) “realidad virtual”, 13) sistemas hipermediales.

    Para facilitarnos el enfoque puede utilizarse un segundo esquema –ahora visual– que contemple objetos e imágenes (X. Berenguer, 1991)(Fig. 13).

    Fig. N° 13: Objetos e imágenes (adaptado de X. Berenguer, 1991)

    Objetos

    Imágenes Realistas

    Cámara “Efectos especiales”

    Irreales e imaginados

    Reales y naturales

    Fantásticas

    Modelos de base natural Imaginación

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    Como podemos inferir, esta clasificación requiere conocer qué sistemas de

    símbolos interviene en cada representación, y aceptar que pueden utilizarse diferentes sistemas de símbolos para representar lo mismo. También requiere conocer, mínimamente, cuáles son las condiciones de “lectura” e interpretación de cada uno de ello s, así como las que surgen de sus posibles interacciones.

    Ya sabemos que no hay una única manera de aprender y que muy diversas son las acciones que realiza una persona. A estas relaciones deben agregarse los distintos materiales –material simbólico, materiales representativos y materiales concretos– con los que se opera: se pasa de lo “abstracto” –donde participan algunos sentidos–, a lo “concreto” –donde participan todos los sentidos– en un proceso de “ida y vuelta”, llamémosle aproximaciones sucesivas, o como nos guste, donde percibe, interpreta, internaliza, vincula con sus conocimientos anteriores y aprende (Cuadro Nº 1).

    Cuadro Nº 1: Procesos de aprendizaje y materiales representativos de la realidad

    La persona pasa de: lo abstracto... (participan algunos sentidos)

    Lee, escribe

    Habla, escucha

    Materiales simbólicos

    Interpreta...

    Observa...

    Materiales representativos

    Observa y opera...

    Hace...

    Materiales concretos

    a lo concreto... (participan todos los sentidos)

    ¿Cómo representamos –sobre papel, en una pantalla, o en una maqueta– esa construcción mental de la “realidad”?

    Tal como surge de las investigaciones neurocientíficas, la percepción de las imágenes está relacionada con:

    1) la manera en que cada persona puede captar la realidad, y 2) su historia personal, sus intereses y su motivación.

    Como se infiere, representar gráfica o icónicamente un objeto significa transcribir, por medio de algún artificio gráfico, las propiedades culturales que se le atribuyen.

    2.2. Signos, señales y símbolos

    Los signos y símbolos se utilizan desde el principio de la Historia. Nunca han sido desplazados del todo por el lenguaje escrito. Como medio de comunicación, han mantenido sus propias funciones, y se han hecho más útiles –generan información con inteligencia y rapidez– a medida que ha aumentado la demanda de comunicación inmediata, ya que nos ayudan a:

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    1) Determinar acciones y comportamientos. 2) Diseñar artefactos y dispositivos y conocer su significado. 3) Identificar objetos, situaciones, personas e instituciones. 4) Representar situaciones, personas y personajes.

    Para su análisis seguiremos a los distintos autores que investigaron y desarrollaron tanto la Semiótica, o Semiología, como la Psicosemiótica y la Sociosemiótica –F de Saussure, 1906; Ch. S. Peirce, 1883; Ch. W. Morris; E. Benveniste, 1939; R. Barthes (1957, 1978; M. McLuhan, 1967; U. Eco, 1968 y 1985; M. A. K. Halliday, 1954; G. Kress, 1974; E. Verón, 1983; J. A. Magariños de Morentín, 2002–, a los que resumimos en sus aspectos más relevantes –muy esquemáticamente– de la siguiente manera:

    1) Un signo es “algo que está para alguien en lugar de algo bajo algún aspecto o capacidad” (Ch. S. Peirce, 1897).

    2) Estamos exhaustivamente rodeados de signos, en el sentido de que todo lo que percibimos tiene algún significado para alguien (Ch. S. Peirce, 1897).

    3) La asociación entre signos no se da en forma arbitraria o caótica; hay un objetivo detrás de todo esto y está guiada por los medios habituales que utilizamos los humanos como comunidad para hacer inferencias (Ch. S. Peirce, 1897).

    4) El signo se ocupa para transmitir información, inserto dentro de un proceso de comunicación del tipo fuente emisor canal mensaje receptor, al estilo del modelo de comunicación de C. Shannon y W. Weaver (U. Eco, 1968).

    5) “No es que los semáforos funcionen porque existe una conexión natural e inquebrantable entre rojo y peligro, o verde y seguridad. El sistema también funcionaria si detenerse se indicara mediante un conjunto de líneas azules sobre un fondo blanco y avanzar mediante líneas amarillas sobre un fondo negro” (R. Barthes, 1957).

    6) Los procesos de comunicación son interacciones mediadas por signos entre personas que comparten el mismo repertorio de signos y tienen reglas semióticas comunes (H. Lasswell, 1955).

    7) los signos no pueden ser clasificados en términos de categorías sin referencia a los propósitos de sus usuarios dentro de contextos particulares (J. Chandler, 1994)

    8) Una persona no puede entender un signo sin referirse a un sistema aprendido socialmente que le da sentido a la percepción. Esto que subraya el aspecto social de la significación y su uso práctico en la comunicación interpersonal, donde el sentido o significado es construido por códigos compartidos culturalmente en los procesos de enseñanza (E. Benveniste, 1939).

    9) “Cuando los conceptos son difusos, los individuos tienden a crear una representación global”: Para ello utilizan los que consideran los mejores ejemplos y utilizan esquemas parecidos, es decir, tienden a introducir en la misma categoría todo aquello que se parece (y su significado depende del momento y del contexto, etcétera)(P. H. Martorella, 1991).

    10) El canal de comunicación –el medio, como lo adelantara M. McLuhan (1967)– no es neutral con respecto a las posibilidades de transmisión de la información: las características físicas del canal –medio de comunicación– limitan a los códigos que éste puede llevar.

    11) Los signos están siempre anclados a un canal –un medio de comunicación–, al

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    punto que algunos signos pueden depender en diversos grados en las características de cada canal en particular y son traducibles a otro medio con diversos grados de efectividad (J. D. Bolter, 1994).

    12) los signos son unidades significativas que toman la forma de palabras, imágenes, sonidos, actos u objetos: esas cosas se transforman en signos sólo cuando le damos significado.

    13) El canal no es neutral, cada uno posee sus propias reglas que condicionan a la semiosis dada su "carga de significación cultural" (U. Eco, 1976).

    14) Descifrar un mensaje, o comprender un comportamiento, presupone saber en qué marco entra, es decir, en qué tipo de relaciones se inscribe (P. Watzlawick, 1992).

    15) El significado de un signo también depende del código donde el signo está situado, ya que los códigos entregan un esquema dentro del cual el signo adquiere sentido y permite tanto la producción como la interpretación de un mensaje –relato, texto, o imagen– (U. Eco, 1976).

    16) a todo este proceso se lo conoce con el nombre de semiosis: el proceso inferencial que se desarrolla en la mente de nuestro intérprete, que se inicia con la percepción del signo –el que fuere– y finaliza con la presencia, en su mente, del objeto de ese signo (J. A. Magariños de Morentín, 1996).

    17) Los signos son construcciones sociales, que recibimos en nuestra relación con otros seres humanos y sólo tienen sentido en la sociedad en que nos toca vivir (R. Barthes, 1957).

    18) Para la Semiótica actual no sólo las palabras, sino también los objetos, las representaciones visuales, las relaciones pueden ser vistos como significantes

    19) los diseños de material didáctico son soluciones semióticas: todos los materiales tienen un bagaje de información mayor –– que el que supone o percibe cualquiera de sus redactores y diseñadores. Y ese contenido adicional, que es cultural, puede favorecer o perjudicar al material diseñado.

    20) Una de las características centrales de la comunicación actual es el predominio del uso simultáneo de distintos sistemas de signos, llamados "discursos multimodales" (G. Kress y T. Van Leeuwen, 2001)

    Este módulo, las interpretaciones posibles que realiza cada uno de nosotros al leerlo y el conjunto de referentes construidos por cada una de esas interpretaciones, se integran en una estructura y un procesamiento de información que la semiótica llama "mundos posibles". A esas interpretaciones y a sus referentes, J. A. Magariños de Morentín (2002) las llama "mundos semióticos posibles".

    La Semiótica es definida, generalmente, como la disciplina que explica cómo funcionan la comunicación y la significación, donde los signos son la materia principal, examinados en relación con códigos e integrados en unidades más vastas como enunciados, figuras retóricas, narrativas, etc. (U. Eco, 1973). Según este autor, estudia las relaciones entre el código y el mensaje, entre el signo y el discurso, y el uso e interpretación de los signos para comunicar, informar, mentir, engañar, dominar y liberar.

    Una de las tareas fundamentales de esta disciplina consiste en la identificación de las interpretaciones que, en un determinado momento y comunidad, puede recibir un discurso o mensaje. En nuestro caso, por mensaje, o discurso, nos referiremos a cualquier expresión –escrita, dicha o comunicada mediante cualquier sistema de

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    símbolos, o signos– que nos permita enseñar. Cada signo está compuesto (F. de Saussure, 1907) por:

    Un Significante –forma que el signo toma–: sol Un Significado –el concepto que representa–

    La inseparabilidad del significado –concepto mental– y el significante –aspecto material: el fonema u otra representación hecha por la persona– lleva a Saussure a plantear la relación significado significante. La conexión entre el significante y el significado es aprendida por nosotros a temprana edad y en forma tan general, que prácticamente no experimentamos una separación entre ambos (E. Benveniste, 1939).

    Para Ch. S. Peirce (1897) existe una tercera componente del signo lingüístico: la referencia –la relación entre el significante y el significado). Así, un signo lingüístico puede representarse según este autor como una estructura triangular, en cuyos vértices se ubican significante, significado y referencia. Esta estructura se denomina triángulo semiótico (Fig. 14).

    Fig. Nº 14: Modelo del Signo según Ch. S. Peirce

    En Ch. S. Peirce, el signo mantiene una relación con un objeto, relación que a su vez implica un referente, o interpretante. El objeto es lo representado por el signo –algo que está en lugar de alguna otra cosa para alguien en ciertos aspectos–.

    Ejemplo (J. Costa, 1994): la silla Significante: silla (los signos que representan aquello a que aluden) Referente cultural: (la acción de sentarse) Significado: (el objeto al que alude el referente empírico)

    El referente, o interpretante, permite a un signo “producir” otros signos. Esto lleva a un proceso de semiosis ilimitada (E. Verón, 1985; J. A. Magariños de Morentín, 1996): un signo remite a otro signo que, a su vez, remite a otro signo… (Fig. 15).

    Fig. Nº 15: Posible modelo de semiosis ilimitada

    Sin ir más allá de la verificación empírica diaria, está bastante claro que nuestra

    vida está regulada por redes de signos, señales y códigos que, aparentemente,

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    responden también a una necesidad de nuestra organización mental. El carácter común de todos estos sistemas de signos, señales y códigos –y por el que pertenecen a la semiótica– es su propiedad de representar, significar e interpretar.

    Como es de inferir, la descripción de los sistemas de símbolos y sus interacciones con las personas debería completarse con el enfoque que hace la Psicología.

    Avanzaremos, de acuerdo con nuestros requerimientos, enunciando y describiendo los diversos significados atribuibles a términos como símbolo, signo, o ícono, según diversos autores. Adelantemos que no siempre hay acuerdo entre lingüistas, semiólogos, psicólogos y filósofos, en la elección de los términos que designan las diversas modalidades de representación simbólica.

    Ch. S. Peirce (1914) desarrolló varias clasificaciones. En la más conocida, que atiende a la relación entre el signo y el objeto significado, distingue tres clases de signos:

    – íconos o signos icónicos: tienen una semejanza física directa con lo designado: fotografías, dibujos, modelos a escala, imágenes fílmicas, planos.

    – índices o indicios: tienen una relación de efecto a causa o que son parte de lo designado: humo (como signo del fuego); luz roja en el tablero del auto (signo de un problema en el motor); huella en la arena (signo de un pie).

    – símbolos: tienen relación con lo designado por una norma convencional: signos lingüísticos, la bandera, símbolo de la patria; la luz roja del semáforo, que por convención simboliza “peligro”, obligando a detenerse.

    Según N. Goodman (1972) existen dos tipos de relación entre imagen y objeto, según la correspondencia formal entre ellos:

    1) imágenes descriptivas: a) con semejanza de forma, b) con relaciones de analogía, o representación analógica, e

    2) imágenes con mayor o menor grado de abstracción. Dados los diversos significados atribuibles a términos como símbolo, signo, ícono,

    realismo y semejanza, conviene dar con algunos ejemplos y definiciones. 2.2.1. Imágenes descriptivas:

    a) Semejanza de forma: La imagen guarda algún parecido con el objeto: maquetas y gráficos (Fig. 16).

    Fig. Nº 16: Semejanza de formas

    Esta semejanza de forma no implica que la imagen corresponda sólo a objetos

    visibles: un reloj de agujas establece una imagen analógica del tiempo, un termómetro establece una imagen analógica de la temperatura, un osciloscopio establece una imagen analógica de las ondas sonoras, etc.

    b) Representaciones analógicas:

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    Los diagramas de flujo que realizan los programadores son representaciones analógicas de los procesos que dan lugar a los programas de computadora (Fig. 17).

    Fig. Nº 17: Una representación analógica

    ReceptorEmisor Mensaje

    El desarrollo de los pentagramas musicales, donde su eje horizontal denota el

    transcurso del tiempo, y los distintos niveles hacia arriba o hacia abajo –dentro de los pentagramas o respecto de ellos– denotan la “altura” de los sonidos (Fig. 18).

    Fig. Nº 18: Segunda representación analógica

    También están las relaciones de causa-efecto, donde la imagen aparece como

    antecedente, o consecuente, del objeto. Ejemplos: las alarmas luminosas y/o sonoras. Los sistemas de control que incluyen computadoras, que crean imágenes de este tipo cuando indican puntos de ruptura o circunstancias de excepción (Fig. 19).

    Fig. Nº 19: Tercera representación analógica

    Proceso Interface

    S

    S

    S

    Los dos tipos precedentes de relaciones –de analogía, o semejanza de forma, y

    las representaciones analógicas– corresponden a imágenes descriptivas únicamente.

    2.2.2. Imágenes con distinto grado de abstracción: En la figura que sigue no existe ningún vínculo formal entre el objeto –la imagen

    del perro– y la palabra perro (Fig. 20). Fig. Nº 20: No existe vínculo formal entre imagen y objeto

    Perro

    Tenemos la imagen –con un grado de representación de lo que es un perro– y la palabra perro, es decir: Imagen de perro perro (texto)

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    En estos casos tenemos cierta información visual: 1) el objeto –el perro, cuya configuración real conocemos–, 2) una imagen del objeto –esta imagen de perro–, y 3) símbolos –la palabra perro–, sin ningún vínculo formal con el objeto.

    Como se infiere, cada uno de estos elementos –el objeto, las diversas imágenes del objeto y los símbolos propiamente dichos, las palabras– nos entregan información visual con una determinada gradualidad:

    - Los objetos son la forma más “concreta” de asimilar información. - Las imágenes son más concretas –menos abstractas– que el texto escrito. - El texto escrito es más abstracto que una imagen. - Las palabras son efímeras y abstractas…

    El texto es –paradojalmente– la expresión icónica más abstracta de la realidad Otro ejemplo: las expresiones habladas de todos los idiomas, y las expresiones

    escritas de los mismos. Estos símbolos –objetos, marcas, o fotos– proveen información y sirven como portadores de algún conocimiento extractable: los símbolos sirven como caracteres o elementos codificadores –el alfabeto– gracias a las reglas o convenciones de combinación y el ordenamiento de los mismos en esquemas (N. Goodman, 1992). 2.2.3. Símbolos: descripción, representación y expresión

    Tradicionalmente, la diferencia entre representación y descripción se atribuye a la relación semántica entre un símbolo y su referente. De este modo aparecen el concepto de ícono: cuanto más se asemeje, copie, o imite un símbolo a su referente, más será una representación de ese objeto. Por lo contrario, un símbolo puede que no se asemeje a su referente, pero que responda a una idea abstracta, que sea el argumento descriptivo –abstracto– de su referente, o que esté diseñado convencionalmente.

    Siguiendo estas ideas, los símbolos han sido ordenados desde la semejanza –el objeto representado– a lo convencional, es decir, desde la iconicidad a la abstracción. Por ello, H. Eisner (1970) ha dividido los símbolos en cuatro clases:

    1) convencionales, 2) representativos, 3) connotativos, y 4) cualitativos.

    1) Símbolos convencionales: Son formas arbitrarias tomadas para representar eventos o ideas, por ejemplo, en

    una cultura particular, como la Cruz, la Media Luna, la Estrella de David o la Masonería (Fig. 21). También se califican como símbolos convencionales las letras representando sonidos, o los nombres representando objetos.

    Fig. Nº 21: Símbolos convencionales

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    2) Símbolos representativos: Son formas diseñadas para representar, casi literalmente, los aspectos empíricos

    de la realidad, como es el caso de las representaciones llamadas realistas. En esta clase de símbolos está su naturaleza imitativa, o iconicidad (Fig. 22).

    Fig. Nº 22: Símbolos representativos

    3) Símbolos connotativos: Muchos símbolos connotativos son expresiones artísticas que surgen de

    distorsiones morfológicas de símbolos representativos. Esto permite enfatizar, o resaltar, una cualidad particular.

    Ejemplos: las “extrañas” formas de los animales de Pablo Picasso (1937), en el Guernika (Fig. 23); o lo que transmite E. Munch (1893) en El Grito (Fig. 24).

    Fig. Nº 23: Guernika (Pablo Picasso, 1937)

    Fig. Nº 24: El Grito (E. Munch, 1893)

    4) Símbolos cualitativos: Son aquellos que representan alguna idea o sentimiento que no tiene ni referente

    objetivo ni asignación de significado arbitrario (como lo tienen los símbolos convencionales). Por ejemplo, un color que puede evocar tristeza, o una línea que evoca serenidad (Fig. 25).

    Fig. Nº 25: Símbolo cualitativo: ¿agua, arena…? ¿serenidad? ¿paz…?

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    Como primera síntesis, podríamos decir que los símbolos representativos

    capturan algunas cualidades importantes de sus referentes y los representan fielmente. Los símbolos convencionales pueden no tener casi relación alguna con sus referentes y ser, por lo tanto, arbitrarios y/o abstractos.

    A su vez, los símbolos connotativos se desvían de la exactitud, ya que introducen algunas distorsiones. Los símbolos cualitativos –que expresan alguna cualidad a través de su fisonomía– vinculan lo que ellos expresan.

    Un signo está causalmente unido a su referente –nubes indican lluvia– y un ícono es más parecido a su referente –el paisaje pintado que asemeja al real–.

    Por estas diferencias –dice N. Goodman, las fotografías tienen que ser reconocidas, y las palabras necesitan ser entendidas. 2.3. Concretando

    Habitualmente, las personas rechazan aquello que aparece a los ojos como una configuración al azar, desorden o caos. Los ojos buscan continuamente encontrar una regularidad, una estructura, una organización o, en otros términos, un significado, una forma conocida (J. Costa, 1989). En esa configuración, este autor llama universales de lo cotidiano a los “recursos” que siguen, fácilmente reconocibles por todos:

    1) el sentido de la lectura –de izquierda a derecha, para nuestra civilización–. Esto simboliza, incluso, el sentido del tiempo y la historia;

    2) el sentido en que giran las agujas del reloj; 3) el valor de lo principal, donde lo más importante se reconoce porque

    generalmente está arriba, o en el centro, y lo menos importante se representa sucesivamente en orden decreciente;

    4) la idea de eje; 5) las ideas que se abren en formas arborescentes; 6) la fuerza “vectorial” de la flecha; 7) la noción de escala, o de grados, que son comparables y se expresan por

    medio de un mismo signo de diferente tamaño; 8) la idea de lo radial como emergencia centrífuga desde un centro; 9) los significados de los colores: Rojo = caliente azul = frío; etcétera.

    En este análisis el concepto de competencia comunicativa no sólo debe complementarse con el análisis y la significación de los sistemas de signos sino también con los aspectos estéticos. Habitualmente, el sentido estético se da con mayor frecuencia en el diseñador gráfico que en el ingeniero o en el informático, pero debe quedarnos claro que cada persona desarrolla su sentido estético donde lo encuentra (o donde puede), y lo despliega en las alternativas y preferencias que ofrece la docencia.

    Por último, vamos a establecer una separación –necesaria–, entre imágenes: 1) las que “están” en nuestro cerebro –las llamaremos imágenes mentales–, y 2) las que están en la realidad que nos circunda y que pueden ser utilizados por

    otras personas –a las que llamaremos imágenes objeto de comunicación–. Podemos inferir que hay una fuerte relación, que es muy compleja, y con muy

    poca información que nos permita un conocimiento razonable de ese vínculo:

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    Las imágenes, según como las presentemos a nuestros alumnos, pueden modelar actitudes, conductas e ideas sobre la realidad. Una imagen, a diferencia de las palabras, y precisamente por su parecido con la realidad, tiene generalmente muchos sentidos: quizás nosotros la utilicemos para una determinada representación y las personas –niños, adolescente o adultos– la capten con sentidos completamente distintos...

    (Continúa en el Módulo siguiente) Bibliografía Alessandría, J. (1996): Imagen y metaimagen. Instituto de Lingüística. Facultad de Filosofía y

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