hannah arendt: "los orígenes del totalitarismo", análisis estético-filósofico

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1 1 “El Totalitarismo según Hannah Arendt y sus implicancias con la Estética en general.” Por: Marlene Sewer [email protected] Nadie me ha entendido excepto uno; y él también me entendió mal”. (Hegel, citado por Hannah Arendt en su obra “Los orígenes del totalitarismo”).

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Page 1: Hannah Arendt: "Los Orígenes del Totalitarismo", Análisis Estético-filósofico

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“El Totalitarismo según Hannah Arendt y sus implicancias con la

Estética en general.”

Por: Marlene Sewer

[email protected]

“Nadie me ha entendido excepto uno; y él también me entendió mal”. (Hegel, citado por Hannah

Arendt en su obra “Los orígenes del totalitarismo”).

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Hannah Arendt es una filósofa que surge como un personaje de moda hace unos años atrás.

Entró al escenario sobre todo por relacionársele a uno de los más grandes filósofos del siglo

XX: Martin Heidegger, filósofo existencialista, de quien se dice haber estado ligado al régimen

nazi. La obra de Hannah ha despertado mucho interés en casi todos los sectores del mundo

intelectual en particular en el campo del psicoanálisis, derecho, sociología, educación y sobre

todo en la filosofía. Todos analizan sus ideas de acuerdo a sus intereses. Sus obras se reparten

en varios sectores del saber. Y es que ella es una filósofa antes que todo y como tal tiene una

amplia visión de casi todos los campos del conocimiento. Es un personaje sumamente

interesante por la riqueza de experiencia que atesora. Es heredera de la dicotomía del pasado

horroroso hitleriano y del genio judío. Vivió lo indescriptible de aquel régimen y de su suerte

como filósofa y judía paria, como se consideraba en ese entonces a los judíos por ser un pueblo

sin tierra ni lengua, como Hannah misma lo dice en su obra Los Orígenes del totalitarismo.

La palabra ausencia siempre estuvo presente en ella. La vida le arrebata a su padre desde

pequeña y Alemania le arrebatará más tarde el derecho de ser considerada, como hija suya. Así

finalmente ella fue rechazada. Cuando comienza su trabajo integrador del pueblo judío ella

trata de ubicarse en un cierto espacio y tiempo que le tocó vivir para llegar a la conclusión que

finalmente las religiones, las diferencias que existen entre las culturas, pueblos, no tienen

importancia, el pueblo hebreo sería como cualquier otro: “una raza diversa dentro la unidad

de la especie humana”, al decir de uno de sus autores preferidos, Tocqueville. (Hannah Arendt,

Los orígenes del totalitarismo, pág. 277).

Ella no amaba a los pueblos, decía ella que eso es sólo un simple concepto: “lo que más amo en

la vida son los amigos”, lo que vale decir que ella amaba a la humanidad en tanto esta es leal,

solidaria y respetuosa como es el sentido de la amistad.

Su existencia estuvo marcada constantemente por la preocupación de la identidad. El régimen

nazi pretendió negar la identidad de los judíos, quiso borrar su pasado al igual que su presente.

De allí que Hannah se empeña por recuperar el pasado del pueblo judío mediante la

divulgación de su larga tradición, su idioma, su historia en general. Quién mejor que ella para

hacerlo. Por ello empieza la primera parte de su obra Los Orígenes del totalitarismo recopilando

antecedentes de su pueblo, dándolo a conocer y al mismo tiempo difundiéndolo. Ella va con el

trémulo temor de la aceptación, como una huérfana que nunca conoció a los padres perdidos,

como queriendo ir con pasos firmes y al mismo tiempo con el titubeo y temblor del niño que

recién da sus primeros pasos. Sólo más tarde aprendería el hebreo como símbolo de aceptación

y valentía de reconocer su propia realidad, la existencia que le tocó vivir. Así, ella haría largas

investigaciones al respecto del pueblo judío para tratar no sólo de explicarse la realidad sino

también su realidad, su existencia. Era preciso encontrarse a sí misma, de allí su riqueza como

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filósofa. Siempre estaría en la búsqueda permanente de la verdad, de esa verdad existencial

que marca el destino de los que sueñan estando despiertos.

Detrás de su aparente fortaleza se escondía un ser de delicadísima fragilidad que se esforzó

por ocultar. Fue un personaje profundo, muy sensible, al decir de su amor por los poemas y

poesías, por ello estuvo siempre rodeada de poetas como: Bertolt Brecht, Wystan H. Auden,

de quien tenemos el siguiente poema y a quien ella admiraba no sólo por la amistad que les

unía sino como el poeta que era: https://www.facebook.com/pages/Martin-Heidegger-and-

Hannah-Arendt/732461716768375

"ELOGIO FÚNEBRE…"

Deténganse los relojes, corten el teléfono

Impidan ladrar al perro por el hueso que le doy

Hagan callar los pianos y sin tocar tambor

Saquen el féretro antes del final del día…

Que los aviones que se estremecen fuera

Dibujen en el cielo estas tres palabras: “Él está Muerto”,

Cuelguen telas negras en las columnas de los edificios

Que se pongan guantes negros los policías.

Él era mi Norte, mi Sur, mi Este y mi Oeste,

Mi semana de trabajo, mi domingo de siesta,

Mi mediodía, mi medianoche, mi palabra, mi canción…

Yo creía que el Amor jamás terminaría: me equivoqué!

Que las estrellas se retiren; que se las barran!

Desmonten la luna y el sol,

Vacíen el océano y arranquen el bosque!

Pues nada bueno puede suceder de hoy en adelante...

(W. H. Auden)

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Y qué decir de aquellos poemas que Heidegger le regalaba mediante el romanticismo de

Friedrich Schiller.

« La jeune fille de l'étranger »

Dans une vallée, chez de pauvres bergers,

Apparaissait à chaque nouvelle année,

Dès que voletaient les premières alouettes,

Une belle et merveilleuse jeune fille.

Elle n'était pas née dans la vallée,

On ne savait pas d'où elle venait

Et on perdait vite ses traces,

Dès que la jeune fille prenait congé.

Elle était d'heureuse compagnie

Et tous les cœurs s'ouvraient à elle

Pourtant sa dignité, sa grandeur

Eloignaient la familiarité.

Elle apportait des fleurs et des fruits,

Mûris dans une autre campagne,

Sous un autre soleil,

Dans une nature plus heureuse.

Elle partageait ses dons avec chacun

A celui-là des fruits, à celui-ci des fleurs,

L'adolescent et le vieillard avec sa canne,

Tout un chacun rentrait à la maison avec un cadeau.

Tous les hôtes étaient les bienvenus,

Alors un couple d'amoureux s'approcha,

A qui elle remit le plus beau cadeau,

La plus belle de toutes les fleurs.

http://www.lexpress.fr/culture/livre/hannah-arendt-et-martin-heidegger-histoire-d-un-

amour_830729.html

Arendt, casi tan existencialista como su maestro y amigo, de marcada fragilidad, conocía muy

bien el sentido de la soledad. Ella sabía que estar sola es muy diferente a sentirse sola,

concepción remarcablemente heideggeriana. “La soledad no es la vida solitaria. La vida solitaria

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requiere estar solo, mientras que la soledad se revela más agudamente en compañía de los

demás.’Numquam minus solum ese quam solus esset’ De Re Publicae, I, 17 Ciceron.

[…] El hombre solitario, por el contrario, está solo, y por eso ‘puede estar unido consigo mismo’ dado

que los hombres tienen la capacidad de ‘hablar con ellos mismos’. En la vida solitaria, en otras palabras

yo soy ‘por mí mismo’, junto con mi yo, y por eso somos dos en uno, mientras que en la soledad yo soy

realmente uno, abandonado de todos los demás […] El problema de la vida solitaria es que este ‘dos en

uno’ necesita de los demás para convertirse en uno de nuevo: un individuo irremplazable cuya identidad,

no puede ser confundida con la de ningún otro. Para la confirmación de mi identidad, yo dependo

enteramente de otras persona; y esta gran gracia salvadora de la compañía para los hombre solitarios

es la que les convierte de nuevo en un ‘conjunto’, les salva del diálogo del pensamiento en el que uno

permanece siempre equívoco y restaura la identidad que les hace hablar con la voz singular de una

persona irremplazable. […] “La vida solitaria puede convertirse en soledad, esto sucede cuando yo

mismo soy abandonado por mi propio yo.”[…]’Nadie me ha entendido excepto uno; y él

también me entendió mal’ (Hegel, en su lecho de muerte). […] Lo que llamamos aislamiento en la

vida política se llama soledad en la esfera de las relaciones sociales. El aislamiento y soledad no son lo

mismo. Yo puedo estar aislado - es decir, hallarme en una situación en la que no pueda actuar porque

no hay nadie que actúe conmigo - sin estar solo; y puedo estar solo – es decir, en una situación en la que

yo, como persona , me siento abandonado de toda compañía humana- sin hallarme aislado. El

aislamiento es ese callejón sin salida al que son empujados los hombres cuando es destruida la esfera

política de sus vidas donde actúan conjuntamente en la búsqueda de un interés común. Sin embargo, el

aislamiento, aunque destructor del poder y la capacidad para la acción, no sólo deja intactas todas las

llamadas actividades productoras del hombre, sino que incluso se requiere para estas. El hombre, en

cuanto ‘homo faber’, tiende a aislarse con su obra, es decir, a abandonar temporalmente el terreno de la

política. La fabricación ( poiesis, elaboración de las cosas), como diferenciada de la acción(praxis), por

una parte, y del mero trabajo, por otra, es realizada siempre en un cierto aislamiento de las

preocupaciones comunes, tanto si el resultado es una muestra de pericia manual como una obra de arte.

En el aislamiento el hombre permanece en contacto con el mundo como artífice humano; sólo cuando es

destruida la más elemental forma de creatividad humana, que es la capacidad de añadir algo propio al

mundo común, el aislamiento se torna inmediatamente insoportable […] , si es que queremos

comprender la soledad, la experiencia de ser abandonados por todo y por todos. (Hannah Arendt, Los

Orígenes del Totalitarismo).

Desde el punto de vista de la filosofía resulta imperativo analizar su obra a partir de un enfoque

estético. Efectivamente el análisis del trabajo de Arendt no estaría completo si no se estudia

este aspecto que ella dejó entrever y que tal vez por temor de revivir nuevamente el horror

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prefirió pasar sin decir sus conclusiones abiertamente. Temor, sería la palabra justa a esta

cuestión. Con el exilio Hannah negaría volver a hablar de filosofía, ella decía que sólo se

dedicaría a la politología. Rechazaría entrar a ese mundo al cual pertenecía y del cual ella

hacia parte, la filosofía? Nuevamente renunciaría a gozar de una cierta identidad? Antes la

vida se habría encargado de renunciar por ella.

La estética puede ayudarnos a comprender la realidad aunque tal vez no entenderla. Algunos

autores consideran a aquella como una rama de la filosofía del arte y consideran que debe

definírsela con una aproximación más epistemológica que ética. En líneas generales la estética

es una rama de la filosofía cuyo contenido es delicado a determinar aunque no imposible. El

rol de la filosofía consiste en tratar de comprender el cómo y el por qué de las cosas. La estética

es un aspecto particular de la filosofía. Es necesario encontrar el rol que la estética desempeñó

en todo ese espacio y tiempo que el nazismo hizo vivir al mundo. Hannah estaba bien situada,

por decirlo de alguna manera, para explicar lo que pasó. Es difícil ser juez y parte cuando los

acontecimientos tienen directa relación con uno, por ello se diría que Hannah deja ver entre

líneas este tema. ¿Para qué se requiere saber? ¿Por qué se llegó al horror? ¿Cómo se originó

todo? El mundo necesita comprender la realidad, no podemos escapar a ella, ya que iríamos

sin comprender el sentido mismo de la vida y por ende nuestra propia identidad como

condición de seres humanos.

Sabemos, que la observación del mundo sensible debe estar basada en lo concreto. El hombre

de ciencia y el filósofo como observadores no escapan a la regla aunque para uno u otro existen

ciertos matices respecto a este concepto de lo concreto o realidad. Sin embargo la honestidad

intelectual exige ser lo más neutros posibles en las valoraciones y juicios afín de llegar a

conclusiones sólidas. Hannah transmite ese carácter equilibrado en sus investigaciones y

apreciaciones. No le invaden los sentimientos al momento de emitir conclusiones, tal vez esto

hace posible su credibilidad como intelectual y hace que su trabajo sea muy apreciado en

diferentes campos del conocimiento.

Efectivamente, vivimos la realidad que nos tocó vivir empapados de muchas cosas que nos

vienen de afuera. Entre ellas los avances tecnológicos y las modernas tecnologías. Las artes

visuales se han desarrollado enormemente a comienzos del siglo pasado. Todo era novedad y

despertó muchísimo interés sobre el individuo de aquel entonces que no estaba acostumbrado

a ver imágenes que plasmaban una realidad aparente. El hombre se internaba en la caverna de

Platón y veía la realidad no cómo era sino cómo se pretendía dársela a conocer. Se vivía en el

mundo de la opinión (doxa) según Parménides. La verdadera realidad no fue dada por esos

medios. Llevaron a la opinión pública a cometer errores de interpretación. El fanatismo se

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apoderó de un pueblo sin mucha educación y que salía de la pobreza que toda guerra deja, no

solo material sino también interior. En tales condiciones el hombre es presa fácil para ser

manipulado por diferentes medios, uno de estos fue la propaganda y sobre todo cuando esta

cae en manos de gente ávida de poder y gloria las consecuencias pueden ser catastróficas. Esto

es lo que Hannah nos da a conocer en su obra Los Orígenes del totalitarismo hablando desde un

punto de vista estrictamente estético. La sagacidad de la filosofía en especial de la estética, en

el caso particular, puede resultar de extrema ayuda para ver y comprender lo que está dicho

entre líneas. ¿Qué mensajes se ocultan detrás de imágenes que brillan y deslumbran por

doquier? ¿Qué esconden nuestras percepciones? ¿Qué sensaciones pueden aquellas provocar?

En el caso concreto qué influencia tuvo la propaganda en el III Reich? Por citar un ejemplo,

Hannah relata como una simple publicidad de un jabón puede hacer creer a las jovencitas que

comprándolo asegurarían un matrimonio: “El fuerte énfasis de la propaganda totalitaria en la

naturaleza “científica” de sus afirmaciones ha sido comparado con ciertas técnicas publicitarias que

también se dirigen a las masas. Y es cierto que los anuncios de los periódicos documentan ese

“cientificismo” por el que un fabricante demuestra con hechos cifras, con ayuda de un departamento de

“investigación”, que el suyo es el mejor jabón del mundo”. También es evidente que existe un cierto

elemento de violencia en las exageraciones imaginativas de los publicitarios, que, tras la afirmación

de que las muchachas que no utilizan esa marca especifica de jabón pueden pasar inadvertidas por la

vida y no conseguir marido, alienta el salvaje sueño de un monopolio, el sueño de que algún día el

fabricante del “ único jabón que impide que las muchachas pasen inadvertidas” pueda tener el poder de

privar de marido a todas las muchachas que no utilicen su jabón. En estos ejemplos de publicidad

comercial y de propaganda comercial, la ciencia es solamente un sustituto del poder. La obsesión de los

movimientos totalitarios por las pruebas “científicas cesa solo cuando llegan al poder. Los nazis

prescindieron incluso de aquellos investigadores que están dispuestos a servirles, y los bolcheviques

emplearon la reputación de sus hombres de ciencia con fines enteramente anticientíficos y les obligaron

a desempeñar el papel de charlatanes,….El cientificismo de la propaganda totalitaria se halla

caracterizado por su insistencia casi exclusiva en la profecía científica, diferenciada del anticuado

recurso al pasado. En ninguna parte aparece más claramente el origen ideológico, del socialismo en un

caso y del racismo en otro, que cuando sus portavoces pretenden haber descubierto las fuerzas ocultas que

las traerán buena suerte en la cadena de la fatalidad[…] La propaganda totalitaria elevó al

cientificismo ideológico y a su técnica de formulación de afirmaciones en forma de predicciones a una

cumbre de eficiencia de método y de absurdo de contenido[…] El cientificismo de la propaganda de

masas ha sido universalmente empleado en la política moderna que ha llegado a ser interpretado como

un signo más general de la obsesión por la ciencia que ha caracterizado al mundo occidental desde el

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desarrollo de las matemáticas y de la física en el siglo XVI; de esta forma el totalitarismo parece ser

exclusivamente la última fase de un proceso durante el cual la “ciencia se ha convertido en un ídolo que

curara mágicamente todos los males de la existencia y que transformara la naturaleza del hombre…”

(Hannah Arendt, Los Orígenes del Totalitarismo).

Es muy importante hacer la diferencia entre propaganda y publicidad. La primera se puede

definir como una forma de comunicación que tiene como objetivo influir en la actitud de una

comunidad respecto de alguna causa o posición, presentando solamente un lado o aspecto de

un argumento. La propaganda es usualmente repetida y difundida en una amplia variedad de

medios con el fin de obtener el resultado deseado en la actitud de la audiencia.

Etimológicamente propaganda proviene de propagar, tomada del participio de futuro pasivo

del verbo latino propagare que significa 'perpetuar, acrecentar, extender', de modo que el

significado literal sería « (las cosas) que deben ser propagadas». Aunque a veces la palabra

propaganda es usada como sinónimo de exageración, falsedad y abuso, la propaganda como tal

significa expansión, diseminación, multiplicación rápida. Pero algunos autores dicen que

proviene del latín moderno cuyo significado es «para ser divulgado».

Mientras que el término «propaganda» ha adquirido en algunos casos una connotación

sumamente negativa debido a los ejemplos de su uso más manipulador y chauvinista (p.e. la

propaganda nazi para justificar el llamado «Holocausto»), la publicidad sería la propaganda

que tiene como fin el promover el consumo y las ventas de bienes o servicios. Debido a que la

publicidad es un campo de la actividad comunicativa muy amplio y extendido, generalmente

se prefiere darle al término propaganda un significado más restringido a los ámbitos

ideológico, político o religioso.

Así, la publicidad es una forma de comunicación comercial que intenta incrementar el consumo

de un producto o servicio a través de los medios de comunicación y de técnicas de propaganda.

A través de la investigación, el análisis y estudio de numerosas disciplinas, tales como la

psicología, la neuroeconomía, la sociología, la antropología, la estadística, y la economía, que

son halladas en el estudio de mercado, se podrá, desde el punto de vista del vendedor,

desarrollar un mensaje adecuado para el público.

La propaganda, en su sentido más básico como suministro de información libre e imparcial

presenta información parcial o sesgada para influir una audiencia. Con frecuencia presenta

hechos de manera selectiva y omite otros deliberadamente para sustentar una conclusión, o

usa mensajes manipulados para producir una respuesta emocional, más bien que racional,

respecto de la información presentada. El efecto deseado es un cambio en la actitud de una

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audiencia determinada acerca de asuntos políticos, religiosos o comerciales. La propaganda,

por lo tanto, puede ser usada como un «arma de guerra» en la lucha ideológica o comercial. Se

articula a partir de un discurso persuasivo que busca la adhesión del otro a sus intereses. Es

de carácter monológico y requiere el recurso del anuncio. La propaganda generalmente se

repite y se dispersa sobre una amplia variedad de medios con el fin de crear el resultado deseado

en las actitudes de la audiencia. “La propaganda es definida como una forma intencional y

sistemática de persuasión con fines ideológicos, políticos o comerciales, con el intento de influir en las

emociones, actitudes, opiniones y acciones de los grupos de destinatarios específicos mediante la

transmisión controlada de información parcial (que puede o no basarse en hechos) a través de los medios

de comunicación masiva y directa.”(Richard Alan Nelson, A Chronology and Glossary of

Propaganda in the United States, 1996.)

Efectivamente, el padre de la propaganda nazi fue Joseph Goebbels, responsable del Ministerio

de Educación Popular y Propaganda, creado por Adolf Hitler a su llegada al poder en 1933.

Goebbels había sido el director de la tarea comunicativa del Partido Nazi y el gran arquitecto

del ascenso al poder. Una vez en el Gobierno y con las manos libres para monopolizar el

aparato mediático estatal, Goebbels prohibió todas las publicaciones y medios de comunicación

fuera de su control, y orquestó un sistema de consignas para ser transmitido mediante un

poder centralizado del cine, la radio, el teatro, la literatura y la prensa. Era también el

encargado de promocionar o hacer públicos los avisos del gobierno. Usó mucho lo que hoy en

día se conoce como el marketing social, ensalzando muchos sentimientos de orgullo,

promoviendo muchos odios y en muchas ocasiones mintiendo y convenciendo de cosas muy

alejadas de la realidad. Ante la necesidad de un fuerte respaldo económico Goebbels inauguró

la ayuda de invierno de 1941, en ella se promovía la colaboración del pueblo y el descuento

obligatorio del 10% de los sueldos. La ayuda de invierno fue un éxito y recaudó mucho. En esa

temporada los chicos de las Juventudes Hitlerianas salían con huchas en mano a recaudar

donaciones. Otra de las singularidades de este evento se observaba en algunos voluntarios

como dibujantes rápidos hacían retratos por 2 marcos o más. También tuvo otra técnicas y

métodos como el de hacer esperar al público alemán por las noticias en tiempos de victoria

para crear un fuerte suspenso y hacer que cuando recibieran las buenas nuevas la alegría sea

más duradera.

El mensaje propagandístico nazi se basaba en una lógica simple y directa asentada en tres

pilares: anticomunismo, anticapitalismo y antisemitismo.

El primer elemento de esta negación de valores consistió en rechazar la organización política

de las democracias y de la Unión Soviética, como fórmulas infectadas de corrupción,

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argumentando que la democracia deriva en comunismo, desorden y pérdida de las tradiciones,

frente a la forma propuesta por el fascismo-nazismo basada en priorizar el Estado por encima

del individuo, el orden emanado de un líder y la defensa de las tradiciones nacionales.

El segundo de los elementos, el anticapitalismo, acusaba al libre mercado de ser el

desencadenante del desempleo y de la crisis económica que hundía a Alemania. Esta retórica

se dirigía a la infraclase (el lumpen), a las capas medias y al pequeño empresario, pese a que en

la práctica su política económica consistió en una conjunción entre la estatalización de

empresas y la connivencia con los más grandes capitalistas del sector industrial.

El tercer postulado del aparato mediático nazi fue la afirmación de que la raza aria era superior,

una defensa que buscaba en la comunidad judía el chivo expiatorio de la desgracia alemana. En

concreto, atacaba a los banqueros judíos como los responsables de administrar las reparaciones

de guerra impuestas a Alemania tras la Primera Guerra Mundial. Sin embargo, el objetivo real

de este discurso era barrer las diferencias grupales entre alemanes y construir una identidad

enfrentada al «otro» o «enemigo común» mediante el odio étnico.

“La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentarlas

una y otra vez desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin

fisuras ni dudas... Si una mentira se repite suficientemente, acaba por convertirse en verdad.” Joseph

Goebbels

En la actualidad la Psicología Social sirve de ayuda e inspiración de la propaganda. Una serie

de técnicas derivan de la falacia otras usan la manipulación emocional. Se enumeran a

continuación una serie clásica de técnicas propagandísticas:

1) Fabricación de falsos documentos.

2) Inspiración del miedo.

3) Testimonios.

4) Mentalidad «gregaria».

5) Redefinición de palabras o conceptos.

6) Buscar la desaprobación.

7) Generalizar o estereotipar.

8) Imprecisiones intencionales o mentiras por omisión.

9) Proyección.

10) Simplificación exagerada.

11) Eslogan.

12) Cabeza de turco.

13) Trueques semánticos.

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Estos métodos fueron analizados en el Periodo de entreguerras por parte de los

estadounidenses, en el «Instituto de análisis de la propaganda», (Institute for Propaganda

Analysis) en inglés. Uno de sus miembros Clyde R. Miller se dio a conocer por los 7 trucos de

propaganda política:

1) Insulto y difamación del adversario

2) Explotación de tópicos y lugares comunes

3) Técnica del «transfer»

4) Referencia a la autoridad y el prestigio

5) Ser modesto, ponerse en el lugar de los más desgraciados

6) Técnica de la mentira, falsedad y calumnia

7) Técnica que explota la frase «lo hacen todos».

La publicidad llega al público a través de los medios de comunicación. Dichos medios de

comunicación emiten los anuncios a cambio de una contraprestación previamente fijada para

adquirir espacios en un contrato de compra-venta por la agencia de publicidad y el medio,

emitiendo el anuncio en la cadena durante un horario previamente fijado por la agencia; este

contrato es denominado contrato de emisión o de difusión.

Cabe enfatizar las aportaciones del llamado “padre de la publicidad”, David Ogilvy. Siendo uno

de los nombres más destacados en el mundo de la publicidad moderna y uno de los pocos

pensadores que forjaron este negocio después de los años veinte, Ogilvy fue a lo largo de su

vida cocinero, vendedor, diplomático y granjero. En 1938, Ogilvy emigró a los Estados

Unidos, y no fue hasta esa fecha que comenzó su fructífera carrera como publicista, trabajando

en el Audience Research Institute de George Gallup, en Nueva Jersey.

En 1948 fundó la Agencia Hewitt, Ogilvy, Benson & Mather con oficinas en Nueva York (que

con el tiempo se convirtió en Ogilvy & Mather Worldwide), con el apoyo financiero de la

agencia de Londres, Mather & Crowther.

En 1962 la prestigiosa revista Time nombró a Davil Ogilvy el “mago más solicitado” de la

industria publicitaria de la época. Y lo cierto es que si Ogilvy hubiera desarrollado su carrera

en el siglo XXI también tendría muchísimo “tirón” entre los anunciantes. El legendario

publicitario británico era un genio y las ideas de los genios son atemporales, eternas, no

entienden de siglos ni de épocas, según refiere Marketing Directo, portal especializado en

marketing, publicidad y medios. Sus ideas y las técnicas publicitarias acerca de la publicidad

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en las cuales enfatiza el uso y conceptos de persuasión, lenguaje, escritura y competencias,

hacen que estas herramientas sigan vigentes a la fecha. Puso en marcha el concepto de imagen

de marca y, junto con Bill Bernbach, sentó las bases de la llamada "revolución creativa". Se

trataba de hacer hincapié en la importancia que las marcas tienen en sí mismas y convertir el

propio producto en el verdadero protagonista de la publicidad.

Algunas de las frases que inmortalizó dentro de la industria publicitaria son: "Nunca hagas un

anuncio que no quisieras que viese tu propia familia", "la mejor manera de conseguir nuevas cuentas es

crear para nuestros clientes el tipo de publicidad que atraerá a clientes futuros", "dentro de cada marca

hay un producto, pero no todos los productos son marcas", "cuando haga publicidad para los extintores

de fuego, comience con el fuego", "no compita con su agencia en el área de la creatividad”, entre otras.

« ‘Ni science ni art ‘, la publicité est une technique largement empirique qui emprunte à l'économie, à la

sociologie et à la psychologie, qui teste ses intuitions via des panels et des études de marché. La créativité

en est le cœur mais elle n'est pas un art. La gratuité et l'objectivité lui font défaut. Si elle peut le devenir,

ce n'est pas le but premier de son commanditaire qui cherche, lui, en premier lieu, à faire passer un

message (vendre, inciter, faire agir...). »

En el régimen totalitario de Hitler, la finalidad era deshumanizar al hombre, es decir suprimir

lo que hace de él un ser humano, destruyendo primero lo que le une a una comunidad. Lo que

Arendt llama: “la desolación”. El individuo no sabe más hacer la diferencia entre el “bien” y el

“mal”. Todo parece entonces “banal”. Los habitantes de Alemania bajo el régimen del Reich

cumplieron sus tareas, sin jamás tener conciencia de violar cualquier prohibición y así no

expresaron ningún remordimiento. “ Se habrían sentido culpables si hubiesen ganado?”. Esto

es lo que se preguntó Arendt. Es difícil de responder pues estos individuos están convencidos

de haber obedecido a las “órdenes superiores”, es decir a la ley que es una regla obligatoria

establecida por una autoridad soberana y estableciendo relaciones de los hombre en el seno de

una sociedad. La banalidad del mal se constituye precisamente de esta sumisión insólita a la

ley.

En 1951 Los orígenes del totalitarismo se hace conocer del público y lleva a Hannah Arendt a la

escena. Esta obra ilustra su tesis sobre el totalitarismo: ella denuncia allí una dominación

interior total teniendo como mira controlar hasta el pensamiento y la voluntad de los

individuos. El totalitarismo suprime la dimensión social de la política (si esto no es

simplemente la dimensión política) de un Estado, atomizando puramente toda forma de

comunidad afín de hacer de la población una masa informe, indiferente y perfectamente

ordenada por el miedo. El miedo del gulag (en URSS) o de cualquier otro campo de trabajo, es

decir de exterminación.

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Este ejemplo confirma el « todo está permitido, todo es posible” definido por Hannah Arendt como

la llave del deseo totalitario. Los derechos del hombre son ignorados, no hay más

heterogeneidad, no hay variedad en el nivel de los modos de vida, de los comportamientos, de

las creencias y de las opiniones. Cualquiera que se oponga se convierte en un peligro para el

Estado y debe pues ser eliminado, desgraciadamente la sociedad piensa a veces encontrar en

la lógica totalitaria el medio de sobrellevar, sobrepasar, los sufrimientos impuesto al país en

cuestión (crisis económica, social o política). Pero no pertenece al Estado prescribir que fines

los individuos deben alcanzar, pero es a los ciudadanos de decidir en materia, económica, social,

política así como religiosa de su existencia. Las dictaduras reposan sobre la fuerza; se opone

así por la fuerza. Hannah Arendt nos lleva a reflexionar sobre lo que constituye las bases de

nuestra política: “La emergencia del totalitarismo debe conducirnos a repensar en las

democracias ya que estas últimas han sido incapaces de impedir la toma de poder de los

totalitarismos.”

En el libro sobre el totalitarismo Hannah explica lo que este es y lo describe así en una de sus

entrevistas: »Primero, yo quisiera comenzar sobre ciertos hechos sobre los cuales no todo el mundo está

de acuerdo. Toda dictadura totalitaria no es una simple tiranía ni una simple dictadura. Cuando veo

un sistema totalitario intento analizar como una nueva forma de sistema político desconocido antes,

para ello intento enumerar sus características principales. Entre estas yo quisiera recordarles una que

es enteramente ausente de todas las tiranías: Se trata del rol de los inocentes, víctimas inocentes, la

dinámica de la historia atribuye un rol a las víctimas que debían desempeñar este rol cualquier cosa

que ellos hayan hecho. Anteriormente, ningún gobierno no ha matado a las persona por haber dicho si,

generalmente un gobierno o un tirano mataba las personas porque ellas decían no […] El hecho es que

hay una total dominación del hombre por el hombre en el sentido del totalitarismo, ni en Rusia donde

reina la peor de las tiranías, que se haya conocido. Hay que hacer algo para ser enviado al campo de

exilio, a un asilo psiquiátrico. Los regímenes totalitarios han nacido cuando la mayoría de los países

europeos se habían ya sometido a una dictadura. La dictadura en el concepto de las palabras no es una

tiranía es una suspensión de leyes en casos de urgencia generalmente durante una guerra o una guerra

civil, la dictadura está limitada en el tiempo la tiranía no lo está.”

https://www.youtube.com/watch?v=oIA97t0kjYw

Kant es ciertamente uno de los primeros a haber llamado la atención sobre el empleo específico,

típicamente germánico, del término estética. En el capítulo de la Crítica de la Razón Pura

consagrada a la estética trascendental, señala la acepción particular de la palabra que solo,

precisa él, los alemanes emplean para designar la filosofía de lo bello. Implícitamente, deja

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entender así la dificultad de una transposición de la palabra en una lengua extranjera. Kant,

preocupado de precisar la acepción particular de estética (“ciencia de todos los principios a priori

de la sensibilidad”), nota:

« Los alemanes son los únicos a servirse de la palabra « estética » para designar lo que otros

llaman la crítica del gusto. Esta denominación se funda sobre una esperanza decepcionada que

concibe el excelente analista Baumgarten, aquella de someter el juicio crítico de lo bello a los

principios racionales, y de levantar las reglas a la altura de una ciencia. Pero este esfuerzo es

en vano. En efecto, estas reglas o criterios son puramente empíricos en sus fuentes principales,

y por consecuencia no sabrían jamás servir de leyes a priori determinadas propias a dirigir el

gusto dentro de sus juicios; es más bien el gusto que constituye la verdadera piedra de toque

de la exactitud de las reglas. También es juicioso, o bien de abandonar a su turno esta

denominación y de reservarla para esta doctrina que es una verdadera ciencia (por donde se la

acercaría al lenguaje y al pensamiento de los Antiguos, en los cuales la división del

conocimiento en aestheta kai noeta fue muy celebre) “» (Kant, Critica de la razón pura, “La

Pléyade”, vol. 1, 1980, p. 783).

Para Kant, el juicio de gusto pone en «juego» el entendimiento y la imaginación, en una

relación de armonía. Encontramos en las formas bellas una finalidad, pero no concreta –el arte

es necesario, pero no sabemos para qué–. Kant se planteó la pregunta de qué es lo que hace

que nos guste una obra de arte, denominándolo «facultad de presentar ideas estéticas», que es

la capacidad que tiene la forma bella en el arte. Es aquella representación de la imaginación

que nos hace pensar, pero sin que ningún pensamiento le sea adecuado, ningún lenguaje puede

expresarlo ni hacerlo inteligible. Las ideas estéticas de Kant no implican un conocimiento

racional, muchas veces son ideas que no podemos expresar con palabras. Para Kant, el arte no

viene de aquello que representa: lo representativo lleva a lo significativo, pero si lo aplicamos

al arte invertimos el proceso de conocimiento –de la razón a lo sensible–. Por tanto, el arte no

ha de representar necesariamente la realidad. Esto observamos en la obra de Arendt cuando

describe todo lo que acontecía en torno a la propaganda del hitlerismo.

Para Hegel, el espíritu se forma en el pensamiento, pero éste es capaz de alienarse,

proyectándose al exterior a través del arte. Así, el arte es el resultado de una alienación

(Entäussernung) del pensamiento humano, que también se puede producir a través de la

filosofía y la religión, de forma gradual, dando las tres etapas del espíritu humano. En Estética

(1835-1838), Hegel afirmó que la belleza en arte es resultado de la idea que ha tomado forma

–la idea platónica, como perfección absoluta–; la idea se refleja en la belleza artística. Tomando

las etapas del arte establecidas por Winckelmann, estableció tres formas de manifestación

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artística: arte simbólico, clásico y romántico, que se relacionan con tres formas diferentes de

arte, tres estadios de evolución histórica y tres maneras distintas de tomar forma la idea.

En la idea, primero hay una relación de desajuste, donde la idea no encuentra forma; después

es de ajuste, cuando la idea se ajusta a la forma; por último, en el desbordamiento, la idea

sobrepasa la forma, tiende al infinito. En la evolución histórica, equiparó infancia con el arte

prehistórico, antiguo y oriental; madurez, con el arte griego y romano; y vejez, con el arte

cristiano. En cuanto a la forma, la arquitectura (forma monumental) es un arte tectónico,

depende de la materia, de pesos, medidas, etc.; la escultura (forma antropomórfica) depende

más de la forma volumétrica, por lo que se acerca más al hombre; la pintura, música y poesía

(formas suprasensibles) son la etapa más espiritual, más desmaterializada. La creación artística

no ha de ser una mímesis, sino un proceso de libertad espiritual. En su evolución, cuando el

artista llega a su límite, se van perdiendo las formas sensibles, el arte se vuelve más conceptual

y reflexivo; al final de este proceso se produce la «muerte del arte».

“Tengo la certeza de que el supremo acto de la razón, aquel en que ésta comprende la totalidad de las

ideas, es un acto estético, y que verdad y bondad están íntimamente fundidas tan sólo en la belleza. “

(Georg Wilhelm Friedrich Hegel, Diálogo sobre la poesía).

Cuando Arendt nos habla de la propaganda nazi anota de forma implícita y remarcablemente

estos conceptos estéticos de Hegel, tomados en cuenta por la élite nazi. Pareciera que ningún

elemento se les había escapado para poner en marcha toda una maquinaria de manipulación.

Por ello Hannah critica duramente al cientificismo que se puso al servicio de la propaganda nazi.

Los orígenes del totalitarismo se ordenan en tres partes sucesivas: Antisemitismo, imperialismo

y totalitarismo.

La primera es de una historia de antisemitismo europeo clásico, es una compleja situación que

iba a dar lugar en última instancia al totalitarismo. El proceso de universalización de la

ciudadanía encontró en el estado nación cierta solución al generalizar la condición de

ciudadano a todos los moradores de una comunidad política.

La originalidad Hannah Arendt proviene de su enfoque empirista de la situación totalitaria.

En Hannah Arendt hay cierta hostilidad a la noción liberal de que la vida privada sea el

privilegio y refugio fundamental de la democracia, por importante que tenerla sea crucial.

La convicción de lo que suceda en la tierra debe ser comprensible para el hombre puede

conducir a interpretar la historia mediante lugares comunes.

La comprensión significa un atento e impremeditado enfrentamiento con la realidad, una

resistencia a la misma, sea lo que fuere.

Lo malo es que nuestra época ha entretejido tan extrañamente lo bueno con lo malo que ,sin

“la expansión por la expansión” de los imperialistas el mundo no habría llegado a estar unido,

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jamás se habría descubierto la medida de la fortaleza humana y sin el mundo ficticio de los

movimientos totalitarios en los que se pusieron de relieve con inigualable claridad las

incertidumbres esenciales de nuestro tiempo, podríamos haber sido conducidos a nuestra ruina

sin darnos cuenta siquiera de lo que estaba sucediendo.

En las fases finales del totalitarismo este aparece como un mal absoluto (absoluto porque ya

no puede ser deducido de motivos humanamente comprensibles), también es cierto que sin el

totalitarismo podríamos no haber conocido nunca la naturaleza verdaderamente radical del

mal.

El antisemitismo el imperialismo y el totalitarismo han demostrado que la dignidad humana

precisa de una nueva salvaguardia que solo puede ser hallada en un nuevo principio político,

en una nueva ley en la tierra, cuya validez debe alcanzar esta vez a toda la humanidad y cuyo

poder deberá estar estrictamente limitado enraizado y controlado por entidades territoriales

nuevamente definidas.

Por ello son vanos todos los esfuerzos por escapar al horror del presente en la nostalgia de un

pasado todavía intacto o en el olvido de un futuro mejor.

Para Hannah Arendt el antisemitismo es una ideología secular decimonónica cuyo nombre era

desconocido hasta la década de los años setenta, es el odio religioso hacia los judíos.

“La historia del antisemitismo, como la historia del odio a los judíos es parte de la larga e intricada

historia de las relaciones entre judíos y gentiles bajo las condiciones de la dispersión judía.

Resulta innecesario añadir que fue la historiografía judía con su fuerte predisposición polémica y

apologética la que acometió la búsqueda de rastros de odio a los judíos en la historia cristiana, mientras

correspondía a los antisemitas buscar rasgos intelectualmente no muy diferentes en las antiguas fuentes

judías. Cuando salió a la luz esta tradición judía de un antagonismo a menudo violento respecto de

cristianos y gentiles, el público judío se sintió no solo insultado, sino auténticamente sorprendido.

A tal punto que sus portavoces habían logrado convencerse a sí mismos y convencer a los demás del hecho

inexistente de que el aislamiento judío era debido exclusivamente a la hostilidad de los gentiles y a su

falta de ilustración. El judaísmo había sido siempre superior a las demás religiones en el hecho de que

creía en la igualdad humana y en la tolerancia, afirmaban especialmente los historiadores judíos.”

La antigua dicotomía es quizás una de esas ironías reservadas a aquellos que, cualesquiera razones

tratan de embellecer y de manipular los hechos políticos y los datos históricos.

En ningún lugar y en ninguna época tras la destrucción del templo poseyeron los judíos su propio

territorio y su propio estado, para su existencia física siempre dependieron de las autoridades no judías,

aunque a los judíos de Francia y Alemania hasta bien entrado el siglo XIII se les otorgo algunos medios

de autoprotección y el derecho de llevar armas. Esto no significa que los judíos estuvieran siempre

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privados de poder, pero es cierto que en cualquier conflicto no importa cuales fueran sus razones los

judíos no solo eran vulnerables, sino que estaban desvalidos y ,por tanto, resultaba natural, esta

constelación de hechos dio pie a una ilusión óptica que han sufrido desde entonces historiadores tanto

judíos como no judíos. Solo en los siglos XIX y XX, tras la emancipación y con la difusión de la

asimilación desempeño el antisemitismo un papel en la conservación del pueblo, entonces los judíos

aspiraban ser admitidos en la sociedad no judía.

Aunque los sentimientos antijudío estuvieron extendidos entre las clases cultas de Europa durante el

siglo XIX el antisemitismo como ideología siguió siendo prerrogativa de los fanáticos en general y de

los lunáticos en particular. […] Se ha tornado más grande que nunca la necesidad de un tratamiento

imparcial y veraz de la historia judía. Las evoluciones políticas del siglo XX han empujado al pueblo

judío al centro de la tormenta de los acontecimientos; la cuestión judía y el antisemitismo, fenómenos

relativamente carentes de importancia en términos de política mundial, se convirtieron en el agente

catalizador , en primer lugar, del movimiento nazi y del establecimiento de la estructura organizativa

del Tercer Reich, en el que cada ciudadano tenía que demostrar que no era judío; después, en el de una

guerra mundial de una ferocidad sin equivalentes, y finalmente, de la aparición del crimen sin

precedentes de genocidio en medio de la civilización occidental. Me parece obvio que todo esto exigía no

solo una lamentación y una denuncia, sino también una comprensión.[…] Comprender, sin embargo

no significa negar la atrocidad, deducir de precedentes lo que no los tiene o explicar fenómenos por

analogías y generalidades tales que ya no se sientan ni el impacto de la realidad ni el choque de la

experiencia. Significa, más bien, examinar y soportar conscientemente la carga que los acontecimientos

han colocado sobre nosotros –ni negar su existencia ni someterse mansamente a su peso como si todo lo

que realmente ha sucedido no pudiera haber sucedido de otra manera. La comprensión, en suma, es un

enfrentamiento impremeditado, atento y resistente, con la realidad- cualquiera que sea o pudiera haber

sido esta. […]debería bastar para barrer este último mito en estas cuestiones , un mito que se ha puesto

en cierto grado de moda en los círculos intelectuales tras la interpretación “existencialista” que Sartre

hizo del judío como alguien que es considerado y definido judío por los demás.”

“La mejor ilustración, tanto de la distinción como de la conexión entre el antisemitismo pretotalitario y

el totalitario, es quizá la ridícula historia de los protocolos de los sabios de Sion». El empleo que los

nazis hicieron de esta falsificación, como libro de texto para una conquista global, no es ciertamente

parte de la historia del antisemitismo, pero solo esta historia puede explicar ante todo por qué ese cuento

inverosímil contenía suficiente plausibilidad como para ser útil como propaganda antijudía.[…] El

terror, como hoy lo conocemos, ataca sin provocación previa, y sus víctimas son inocentes incluso desde

el punto de vista, del perseguidor. Este fue el caso en la Alemania nazi cuando se desencadenó el terror

contra los judíos, es decir, contra las personas con ciertas características comunes que eran independientes

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de su conducta especifica.[…] la profunda inocencia del individuo atrapado en la máquina del horror

y su profunda incapacidad de alterar destino. El terror, sin embargo, es, en la última instancia de su

desarrollo, una simple forma de gobierno. Para establecer un régimen totalitario el terror tiene que ser

presentado como un instrumento de realización de una ideología específica, y esta ideología debe haberse

ganado la adhesión de muchos, de una mayoría, incluso antes de que pueda ser estabilizado…Y una

ideología que tiene que persuadir y movilizar a la gente no puede escoger arbitrariamente a sus víctimas.

En otras palabras, si una patente falsificación como los protocolos de los sabios de Sion” es creída por

tantos que puede llegar a convertirse en el manual de todo un movimiento político, la tarea del

historiador ya no consiste en descubrir una falsificación. Ciertamente, no consiste en inventar

explicaciones que soslayen el principal hecho político e histórico de la cuestión: que la falsificación está

siendo creída. Este hecho es más importante que la circunstancia (secundaria, históricamente hablando)

de que sea una falsificación… Por eso la explicación de la víctima propiciatoria sigue constituyendo

uno de los principales intentos para escapar a la gravedad del antisemitismo y a lo significativo del

hecho de que los judíos se vieran conducidos al centro de los acontecimientos…La ignorancia o la

incomprensión de su propio pasado fueron parcialmente responsables de esta fatal subestimación de los

peligros actuales sin precedentes que se les presentaban. Pero también debería tenerse en cuenta que la

falta de capacidad y criterio políticos tenían su causa en la naturaleza misma de la historia judía, la

historia de un pueblo sin un gobierno, sin un país y sin una lengua...”

Platón, en su famosa lucha con los antiguos sofistas, descubrió que su “arte universal de hechizar la

mente con argumentos” (Fedro, 261) nada tiene que ver con la verdad, sino que apunta a opiniones que

por su propia naturaleza son mudables, y que son válidas solo” en el momento del acuerdo y en tanto

que el acuerdo dura” (Teetetes, 172). También descubrió la muy antigua posición de la verdad en el

mundo, puesto que “la persuasión surge de las opiniones y no de la verdad” (Fedro, 260). La diferencia

mayor entre los antiguos y los modernos sofistas está en que los antiguos se mostraban satisfechos con

una pasajera victoria del argumento a expensas de la verdad, mientras que los modernos desean una

victoria más duradera a expensas de la realidad. En otras palabras, aquellos destruían la dignidad del

pensamiento humano, mientras que estos destruyen la dignidad de la acción humana. Los antiguos

manipuladores de la lógica eran motivo de preocupación para el filósofo, mientras que los modernos

manipuladores de los hechos obstaculizan la tarea del historiador. Porque la misma historia es

destruida y su comprensión-que se basa en el hecho de que la hacen los hombres y, por lo tanto, puede

ser comprendida por los hombres- se encuentra en peligro siempre que los hechos ya no sean considerados

como parte del mundo pasado y del actual y se manipulen para demostrar esta o aquella opinión.[…]

“El totalitarismo nunca se contenta con dominar por medios externos, es decir, a través

del estado y de una maquinaria de violencia; gracias a su ideología peculiar y al papel

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asignado a esta en ese aparato de coacción, el totalitarismo ha descubierto unos medios

de dominar y de aterrorizar a los seres humanos desde dentro. En este sentido, elimina

la distancia entre los dominadores y los dominados y logra una condición en la que el

poder y la voluntad de poder, tal como nosotros los comprendemos, no desempeñan

papel alguno o, en el mejor de los casos, desempeñan un papel secundario…”

“La propaganda es, desde luego, parte inevitable de la “guerra psicológica”, pero el

terror lo es más. El terror sigue siendo utilizado por los regímenes totalitarios incluso

cuando ya hayan sido logrados sus objetivos psicológicos: su verdadero horror estriba

en que reina sobre una población completamente sometida. ..La propaganda, en otras

palabras es un instrumento del totalitarismo, y posiblemente el más importante, en sus

relaciones con el mundo no totalitario; el terror al contrario, constituye la verdadera

esencia de su forma de gobierno…”

“El terror como contrapartida de la propaganda, desempeño un papel más grande bajo el nazismo que

bajo el comunismo. […] Mas especifico en la propaganda totalitaria que las amenazas directas y los

crímenes contra los individuos es, sin embargo, el uso de las alusiones indirectas, veladas y

amenazadoras contra aquellos que no prestaban atención a los crímenes en masa. […]Esto no significa

que el nazismo fuese gangsterismo, como a veces se ha deducido, sino solo que los nazis, sin reconocerlo,

aprendieron tanto de las organizaciones gangsteriles americanas como su propaganda, reconocidamente,

aprendió de la publicidad americana. Más específico en la propaganda totalitaria que las amenazas

directas y los crímenes contra individuos es, sin embargo, el uso de las alusiones indirectas, veladas y

amenazadoras, contra aquellos que no atendían a sus enseñanzas y, más tarde, contra quienes no

prestaban atención a los crímenes en masa, indiferenciadamente cometidos contra “culpables” e

“inocentes”. La propaganda comunista amenazaba al pueblo con perder el tren de la historia, con

permanecer desesperadamente retrasado con respecto a su tiempo, con gastar sus vidas inútilmente, de

la misma manera que el pueblo era amenazado por los nazis con vivir contra las leyes eternas de la

naturaleza y de la vida, con un irreparable y misterioso deterioro de su sangre. El fuerte énfasis de la

propaganda totalitaria en la naturaleza “científica” de sus afirmaciones ha sido comparado con ciertas

técnicas publicitarias que también se dirigen a las masas. Y es cierto que los anuncios de los periódicos

documentan ese “cientificismo” por el que un fabricante demuestra con hechos cifras, con ayuda de un

departamento de “investigación”, que el suyo es el mejor jabón del mundo”. También es evidente que

existe un cierto elemento de violencia en las exageraciones imaginativas de los publicitarios, que, tras la

afirmación de que las muchachas que no utilizan esa marca especifica de jabón pueden pasar

inadvertidas por la vida y no conseguir marido, alienta el salvaje sueno de un monopolio, el sueño de

que algún día el fabricante del “ único jabón que impide que las muchachas pasen inadvertidas” pueda

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tener el poder de privar de marido a todas las muchachas que no utilicen su jabón. En estos ejemplos de

publicidad comercial y de propaganda comercial, la ciencia es solamente un sustituto del poder. La

obsesión de los movimientos totalitarios por las pruebas “científicas” cesa solo cuando llegan al poder.

Los nazis prescindieron incluso de aquellos investigadores que están dispuestos a servirles, y los

bolcheviques emplearon la reputación de sus hombres de ciencia con fines enteramente anticientíficos y

les obligaron a desempeñar el papel de charlatanes […] El cientificismo de la propaganda totalitaria

se halla caracterizado por su insistencia casi exclusiva en la profecía científica, diferenciada del

anticuado recurso al pasado. En ninguna parte aparece más claramente el origen ideológico, del

socialismo en un caso y del racismo en otro, que cuando sus portavoces pretenden haber descubierto las

fuerzas ocultas que las traerán buena suerte en la cadena de la fatalidad[…] La propaganda totalitaria

elevó al cientificismo ideológico y a su técnica de formulación de afirmaciones en forma de predicciones

a una cumbre de eficiencia de método y de absurdo de contenido[…] El cientificismo de la propaganda

de masas ha sido universalmente empleado en la política moderna que ha llegado a ser interpretado

como un signo más general de la obsesión por la ciencia que ha caracterizado al mundo occidental desde

el desarrollo de las matemáticas y de la física en el siglo XVI; de esta forma el totalitarismo parece ser

exclusivamente la última fase de un proceso durante el cual la “ciencia se ha convertido en un ídolo que

curara mágicamente todos los males de la existencia y que transformara la naturaleza del hombre”[…]

Los nazis demostraron que cabe conducir a todo un pueblo a la guerra con el eslogan “o nos hundiremos”

y ello no en época de miseria, de desempleo o frustradas ambiciones nacionales.[…] Los movimientos

totalitarios utilizan el socialismo y el racismo vaciándoles de su contenido utilitario, de los intereses de

una clase o de una nación. La forma de predicción infalible bajo la que se presentaban estos conceptos se

tornaba más importante que su contenido. La calificación principal de un líder de masas ha llegado a

ser su infinita infalibilidad, jamás puede reconocer un error. Además, la presunción de infalibilidad no

está basada tanto en una inteligencia superior como en la interpretación correcta de las fuerzas que ni

la derrota ni la ruina pueden revelar que son erróneas porque están destinadas a afirmarse por i mismas

a largo plazo”.

En conclusión, podemos decir que Hannah Arendt hizo un excelente análisis estético del

totalitarismo de la Alemania nazi. Lanzó acertados elementos acerca del método con los cuales

el nazismo manipuló la opinión en general, uno de estos métodos fue la propaganda que fue

cavando en la mente de un pueblo que fue víctima del temor y del terror, propio de aquel

sistema. Arendt, nos advierte asimismo el peligro del cientificismo. A través de Los orígenes

del totalitarismo de Hannah Arendt da a comprender implícitamente cómo las llamadas artes

contribuyeron a manipular al pueblo alemán afín que este pierda el criterio sobre la realidad.

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El 24 de julio de 1963, Hannah Arendt responde a Gershom Scholem a quien ella conocía

desde 1933 y al cual ella no dejó de escribir. He aquí lo que ella le respondió luego que aquel

le reprochara no amar al pueblo judío: «Tiene Ud. razón, yo no soy animada por ningún amor de

este género y aquello por dos razones: No he amado, en mi vida, a ningún pueblo, a ninguna colectividad,

ni al pueblo alemán, ni al pueblo francés, ni al pueblo americano, ni a la clase obrera, ni a nada de todo

eso. Amo únicamente a mis amigos y la única especie de amor que yo conozco y en el cual yo creo es el

amor de las personas. En segundo lugar, este « amor a los judíos » me parece, siendo judía yo misma,

más bien sospechoso.”

http://www.youtube.com/watch?v=TgDDSxRIg-U

* * * * *

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Bibliografía:

- Hannah Arendt: Los Orígenes del Totalitarismo, España 2011, Edit. Alianza.

- Hannah Arendt: Diario Filosófico, España 2006, Edit. Herder.

- Hegel: Estética I y II, Buenos Aires 2008, Edit. Losada.

- José Luis Molinuevo: A qué llamamos Arte, España 2004, Edit. Universidad salamanca.

- José Luis Molinuevo: Humanismo y Nuevas tecnologías, España 2001, Edit. Alianza.

- Immanuel Kant: Crítica del juicio, España 2013, Edit. Austral.

- Immanuel Kant: Crítica de la Razón Pura, Buenos Aires 2013, Edit. Losada.