guerra de espias

7/24/2019 Guerra de Espias

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Deliciosa novela de espionaje

ambientada en los aos 30Anterior a la segunda guerr

mundial, al estereotipo de Jame

Bond y a los artilugios electrnicosCuando el espionaje era un duelo

entre caballeros. Con el sabor y la

elegancia de la poca. Escrita po

uno de los maestros de la narrativa

Secretos internacionales y pasione

secretas estn en juego en unaguerra de ingenios explosivos entre

una agente de espionaje hermosa

pero siniestra y el hroe m


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singular que jams ha usado una

capa o cargado un pual. Detrs de

su indiferencia displicente. Debajo

de su afectado hasto, haba una

astucia insospechada que le

permitira burlar a Mystery.


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Fielding Hope

Guerra de espias

ePub r1.0elagarde06.02.14


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Ttulo original:Marie Arnaud, spyFielding Hope, 1934Traduccin: J. Tovar

Retoque de portada: elagarde

Editor digital: elagardeePub base r1.0


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Captulo I

ERES UN VERDADERO ASNO.S, to.Y no slo eso; eres un perfect

diota, un cabeza hueca, un mentecatafeminado.

S, to.Eres atolondrado, ocioso, intil

Puedes gastar dinero sin provechalguno ms rpido que cualquiera otrpersona, real o imaginaria. Conoce

probablemente a todas las coristas de lciudad. Te vistes como maniqu, sioriginalidad alguna.

Eres de lo ms moderado en tod


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o que haces: fumas poco, dices pocapalabrotas, bebes poco; hasta lamujeres con que te he visto son pocasBueno; despus de esta descripcinqu piensas de ti mismo?

Hartley sonri con amabilidad.

Que soy digno sobrino de mi to.El comandante Witham lanz u

bufido.

Justamente la clase de respuestonta que esperaba de ti. Dime, ha

alguien en todo el mundo que no sepa l

clase de bicho que eres?Si acaso lo hay repuso esobrino, alzndose de hombros, nardara en darse cuenta. Baje la voz


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o, el ruido es ensordecedor.No me importa! Quiero que tod

el mundo sepa lo que pienso de ti. Nme hars callar t, mocoso insolente. Ecaso es que toda la gente que te conoco ha odo hablar de ti piensa que eres u

reverendo imbcil; ests de acuerdo, no?

Lo que usted dice es la pur

verdad, aunque expuesta en forma pocdiplomtica.

En ese caso el comandant

Witham baj de pronto la voz, ereexactamente el hombre que necesitoTengo una misin para ti.

Hartley Witham mir a su to co


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sonriente extraeza. El repentino cambide actitud le hizo abandonar su plcidcondescendencia.

Qu diablos! empez, perno pudo decir nada ms, porque, trabreve pausa, el comandante volvi

hablar.Escchame, Hartley. Esccham

unos momentos. No me interrumpas. T

yo tenemos la misma sangre en lavenas. Venimos de los mismoantepasados; tus abuelos fueron mi

padres.Tu madre, pobrecita, erdemasiado buena para vivir en estmundo. Era un ngel, llena de pureza


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nocencia. Muri al darte a luz. T, pomala suerte, heredaste algo de sdulzura; y lo que en una mujer es la mmaravillosa de las caractersticas, en uhombre es debilidad.

Tu padre, con el coraz

destrozado, se dedic en cuerpo y alma ganar dinero: aqu intervino de nuevu mala suerte. Durante los diez ao

siguientes, amas una fortuna; luegomuri sin tener oportunidad de gastarla como buen tonto, te la dej para qu

hicieras con ella lo que desearas. No ede extraarse que hayas salido comsaliste: tu madre te hered dulzura; tpadre, dinero. Dos buenos ingrediente


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que dieron como resultado un tipo sioficio ni beneficio.

ToTe dije que no me interrumpieras

Djame terminar. Te he dicho muchaverdades dolorosas, pero ahora voy

revelarte un pequeo secreto mo.He esperado He dejado qu

hicieras cuanto se te vino en gana, per

ahora tienes que cambiar.El comandante Witham hizo un

pausa para encender un enorme puro

Hartley lo observ alelado, tratando dponer en orden sus pensamientos. Quhaba pasado con el to escandaloso regan que conoca desde sus primero


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aos? Se haba ido; haba desaparecidcomo la flama de una cerilla.

Era difcil reconciliar al antigucomandante Witham con el hombralerta en que se haba transformado. Svoz era completamente distinta: baja

sibilante. Sus ojos eran astutos brillantes; su porte erguido y marcial.

Hartley se dio cuenta de que e

comandante haba vuelto a tomar lpalabra.

Quiz yo tenga en parte la culp

de que tengas la reputacin que tienesEn vez de intentar cambiarla, he echadea al fuego. Te preguntas acaso po

qu lo hice? La verdad, no lo s bien


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fue por instinto, creo. Sent que llegara ocasin de aprovechar tus defectos.

Al notar en tu adolescencia ecamino que deseabas tomar, te dejseguir por l; slo me preocup por quno descuidaras demasiado tu

estudios Todo eso pertenece apasado. Volvamos al presente.

T no sabes a qu me dedico

verdad, Hartley? Ah, veo que tsorprendes! Tenas la impresin de quera un ocioso como t, verdad

Siempre pensaste que no haca nada. Tequivocabas.Cuando me retir del ejrcito, no l

hice con la intencin de dormirme e


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mis laureles. Nada de eso. Me retirporque me ofrecieron un importantpuesto, el cual desempeo hoy daEscucha, Hartley: soy el jefe deServicio Secreto Britnico.

Hubo un dramtico silencio. T

Jim, jefe del Servicio Secreto!. Nomposible, era una broma, un chist

pesado. El rostro de Hartley expres su

pensamientos y el comandante neg coa cabeza.

Es la verdad, Hartley.

Poco a poco, Hartley se dio cuentde que su to hablaba en serio, y sintiuna rara inquietud. Todas sus ideaanteriores caan por tierra, hecha


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pedazos.No me extraa que no quiera

creerme rio el comandante WithamHasta ahora has credo que yo no erms que un seor gritn, bueno en efondo, pero un poco, bueno, ya sabes

No es cierto? Me alegro que pensaraeso; es lo que yo quera que creyerasDurante muchos aos he llevado un

vida de engao; todo el tiempo he estadactuando.

T estuviste en la guerra de 1914

la guerra para acabar con las guerrasBah! Qu tontera. Dios sabe que si dos ingleses dependiera, habra pa

eterna, pero el testo de Europa es u


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hervidero de intrigas, y hoy ms qununca. Cuando el armisticio se firm, egobierno britnico crey que la paestaba realmente asegurada. Pocos dadespus, un espa desembarc enuestras costas. Lo mandaba una d

nuestras naciones aliadas; por emomento, no importa cul.

Las autoridades sufrieron un

desagradable sorpresa. Desde ese dasupieron que la paz permanente no esino una quimera, un hermoso sueo

Aceptando con tristeza este hechouvieron que mantener en funciones sservicio de espionaje, y yo tuve el honode ser nombrado su jefe secreto.


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Voy a hacerte una confidencia: hams espas ahora que antes de la guerraComo es natural, la mayora spreocupan de la aviacin. Es edepartamento en que ms progresos sesperan, de modo que espas de toda

as naciones zumban alrededor dnuestros aeropuertos como moscarondando la miel.

Por supuesto, nosotros estamos ada. Nuestros agentes trabajan en todoos pases extranjeros; si llega a habe

otra guerra, la nacin con menos espaser la que ms sufra.En los viejos das (antes de l

primera guerra mundial), a pesar de l


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que se dice, Alemania tena un sistemde espionaje muy deficiente; el mdbil, quiz, de todas las potencias quparticiparon en la guerra. No eexagerado decir que esta desventajcontribuy grandemente a su derrota. Y

en lo personal creo (y no soy el nicoque hasta el ltimo momento Alemanipens que Inglaterra se mantendra a

margen de la contienda; as de mafuncionaban sus espas.

Ha aprendido la leccin: lo

actuales espas alemanes sonfinitamente astutos. Francia, ItaliaRusia, todo el mundo tiene espaaqu. No los culpo; slo trato d


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contrarrestarlos lo mejor posible, y dpagarles en la misma moneda. Es unamistosa competencia de ingeniosexcepto para los espas atrapados.

Perdona esta larga explicacinHartley, pero ya voy llegando al grano

Dije que hoy da hay ms espas qununca, pero debes comprender que estespionaje no se limita a las tres fuerza

en discordia, sino que abarca losecretos diplomticos, y ms an, ecomercio interior y exterior. Si

embargo, hay un espa que sobresale poencima de todos. Y ese espa es unmujer.

Una mujer! exclam el atnit


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Hartley.No te sorprendas tanto, Hartley

Cada da hay ms elementos femeninoen las labores de espionaje. Percontinuemos. Nosotros le hemos dado esa mujer el nombre, o, mejor dicho, e

sobrenombre, de Mystery.Mystery! Parece un melodram

policiaco, ya s, pero, como pront

vers, el nombre es completamentadecuado.

Haciendo a un lado los mucho

misterios que la rodean, hay un datextrao y extraordinario. Mysteryhasta donde he podido averiguar, nrabaja para ningn pas en especia


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sino para cualquiera, quiz para el que paga mejor. En otras palabras, trabaj

en forma independiente. Qu te pareceHartley: un agente secretndependiente!

Quin es, qu es, cuntos ao

iene, cul es su nacionalidad? Todaestas preguntas deben responderse antede que podamos poner coto a su

actividades. He aqu, en pocas palabraspor qu le hemos puesto MysteryPara nosotros (y no hablo slo de l

Oficina de Asuntos Extranjeros, sinambin de nuestro propio servicisecreto) sigue siendo tan misterioscomo el primer da que se cruz e


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nuestro camino.Ignoramos si trabaja sola o si tien

secuaces. Por regla general, los espano trabajan en equipo, pero en este casoalgunos de sus planes han sido tamaravillosos que parece increble qu

ella sola los haya llevado a cabo.Pero, por otra parte, nunca h

dejado el menor rastro, y es dudoso qu

una banda de dos, tres o cuatro personapueda ocultar tan bien sus huellas.

Cmo saben que se trata de un

mujer? interrumpi Hartley.No lo sabemos a ciencia ciertapero tenemos razones para suponerloHace algn tiempo, hubo un brillant


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golpe de espionaje conectado con unuevo gas venenoso. El inventor viven un pequeo pueblecito del condadde Kent. Estuvo experimentando durantaos, y un da recibimos una carta dondnos notificaba haber descubierto u

nuevo gas. Nuestros hombres fueron apueblo con varios expertos, realizaroas pruebas de rigor y decidieron qu

vala la pena comprar la frmula.Estbamos a punto de hacerl

cuando nuestros agentes en Pars

Bruselas y Berln reportaron que los tregobiernos estaban realizandexperimentos con el mismo gasAcusamos al inventor de traici


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mltiple, pero l neg tenazmente todoos cargos, insistiendo en que alguien l

haba robado la frmula.Para probar su buena fe, regal l

frmula al gobierno y no quiso aceptaun solo centavo, pero rehus contesta

una sola pregunta.Lo vigilamos da y noche, pero si

ningn resultado, hasta que uno d

nuestros agentes lo oy hablar dormido por algunas palabras sueltas deduj

que el inventor haba tenido un

aventura sin importancia con ciertmujer, y que sospechaba de ella como ladrona.

El comandante call y se alz d


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hombros.Esas son, prcticamente, todas la

pistas que tenemos.Hartley frunci el ceo.S; pero supongo que debe habe

ms razones para sospechar que es

mujer, la tal Mystery, tuvo que ver eposteriores acontecimientos de ndolsemejante, no es as?

El comandante Witham mene lcabeza.

No hay evidencia concreta a est

respecto, pero estamos convencidos dque en algn lugar de Europa hay unmujer que tiene en jaque no slo nuestro gobierno, sino a muchos ms. N


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hay secreto que no sea capaz daveriguar. Se desliza de un lado a otrcomo sombra intangible, que nadipuede apresar, y vende los secretovitales de una nacin a las nacionevecinas.

Nuestros hombres se han esforzadal mximo por descubrir una pista, persin el menor xito. Mystery es un

ncgnita completa, fugaz como emercurio, evasiva como una anguila. Ncreas que somos los nicos e

perseguirla. Los franceses tienen a sietde sus mejores agentes en pos de ella, os espas alemanes la buscan sin cesar.

De pronto, el comandante Witha


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call.No te has aburrido de escuchar?Prosiga, to repuso Hartley co

ono impaciente.El comandante sonri en form

sombra. Haba un extrao brillo en s

mirada.Supongo que tendrs curiosida

por saber adnde va todo esto. Pronto l

vers.Desde hace unos meses, ha

plticas entre Inglaterra y los Estado

Unidos, cuyo objeto es, cresinceramente, el tratado mmaravilloso de la historia mundial: unalianza ofensiva y defensiva entre amba


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potencias. Imagnate nada ms, HartleySi tal alianza llega a celebrarse, lanaciones de habla inglesa seran unespecie de polica mundial. No habrms guerras, porque entre los EstadoUnidos y el Imperio Britnic

controlaramos todo el dinero demundo, y adems, tendramopreponderancia naval.

Las naciones de habla inglesaaliadas en pro de la paz mundialPodran ser jueces imparciales e

cualquier querella internacional, y sfallo sera apoyado, en caso necesariopor fuerzas armadas que apoyaran a lnacin atacada.


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Qu pas en sus cinco sentidos sanzara a pelear contra los Estado

Unidos y el Imperio Britnico sin contaa la nacin que originalmente agredi?

Y si los Estados Unidos y emperio llegan a pelear entre s?

Hartley no pudo reprimir la pregunta.Sera muy difcil que es

ocurriera. Cuando dos amigos tienen un

diferencia, la arreglan pacficamente.Pero esto no viene al caso. No s

nada del tratado propuesto, pero

ndudablemente, se han previsto todaas posibles dificultades. Lo que mnteresa ms es que fuentes de confianz

nos informan que Mystery sabe lo d


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a alianza y se dispone a obtener copiade todos los documentos relativos a ella

Bajo circunstancias normales, nsera difcil impedir tal cosa, perdesafortunadamente hay un eslabdbil, y por lo que sabemos de ella

Mystery no tardar en hallarlo.Por razones que no es necesari

enumerar, la prxima conversaci

sobre la alianza tendr lugar en Pars, hay que enviar all ciertos papeles antedel mircoles entrante.

Son papeles de vital importanciaLa fuerza de nuestro ejrcito, de nuestrmarina y nuestra aviacin; nuestrareservas monetarias; las opiniones d


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nuestras colonias; nuestro programa darmamento. Sin estos datos nuestrorepresentantes no pueden realizaplticas.

Y ahora te aclarar todo: tHartley, eres el hombre que he escogid

para que lleve esos documentos a Pars.Hubo un silencio absoluto, roto sl

por el grave sonido del reloj que estab

sobre la chimenea.El comandante Witham mir

ensamente a su sobrino. En u

desesperado azar haba apostado sreputacin, su carrera, el futuro de spatria. Y si su instinto le fallabaHaca bien en confiar en Hartley? Er


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ste un hombre de verdad, o slo eonto que aparentaba ser? Sabr

guardar el secreto, o se pondrnervioso y lo traicionara?

El momento era grave y decisivo. Lboca del comandante Witham estab

seca y salada; sus nervios vibraban y scorazn palpitaba con ansiedad.

Mientras tanto, Hartley meditab

acerca de lo que acababa de or. Nadimejor que l saba que, desde la guerrasu vida haba sido completament

ociosa e intil; nadie conoca con mclaridad la reputacin de que gozaba.Saba muy bien lo que sus amigo

pensaban de l: que era un buen tipo


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pero asustadizo y perezoso. No podomarles a mal esta opinin, ya qu

nunca les haba dado motivo para pensade otra manera. Le gustaba su vidociosa; vegetaba saludable y feliz.

Por qu, entonces, su to lo escog

para tan delicada misin? No pudhallar respuesta alguna a esta pregunta, a formul en voz alta:

Por qu me escogi a m, toPor qu no manda a uno de sus agenteso a alguien de Scotland Yard, o de lo

emisarios reales?Porque tengo miedo dMystery. Es capaz de conocer a todomis agentes. Los de Scotland Yar


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ampoco serviran; cualquiera puedreconocerlos a tres calles de distancia

ecesito un mensajero refinado, daspecto inocente. A los emisarios realeos conoce tambin todo el mundo.

Necesito una persona de confianza

que al mismo tiempo de la impresin dque nadie sera capaz de encomendarldocumentos de tan vital importancia

Quin puede merecerme ms confianzque mi propio sobrino?

Por qu no va usted en persona

o?Por si alguien sospecha qupertenezco al Servicio Secreto.

Pero ese alguien, no sospechar


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ambin de su sobrino?El comandante baj la vista.Perdona mi franqueza, Hartley

pero quin en el mundo entero podrsospechar de, de ti?

Hartley rio, y en su risa haba u

imbre de amargura.Ya veo dijo. Ya veo. Soy u

diota tan perfecto, como usted mismo h

dicho, que ni el espa ms listo deuniverso sera capaz de creer que se mhan confiado esos papeles.

Lo siento, Hartley, peroHartley levant la mano.No se disculpe, to. La verdad n

peca, pero


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No es la verdad!Hartley alz la vista.Qu quiere usted decir?Si yo creyera todo lo que se dic

de ti, te confiara un secreto tamportante? El hecho de que lo hag

debera demostrarte la fe que tengo en tAceptas la misin, Hartley? Hazlo pom.

El joven no necesit responder. Ufirme apretn de manos sell el pactoEl comandante Witham se sinti segur

de que su sobrino hara lo mejor qupudiera. Faltaba ver hasta dndlegaban sus capacidades.


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Captulo II

APARENTEMENTE, HARTLEY WITHAMera el mismo de siempre cuando, larde siguiente, caminaba con indolenci

por la calle Bond, sonriendplacenteramente a sus muchas amistade respondiendo los saludos de lo

muchos funcionarios que lo reconocan.

Pero la realidad era muy otra. Lmente de Hartley no acababa an dreponerse del impacto sufrido el d

anterior. Desde el momento en que su thizo la dramtica revelacin, Hartlehaba estado pensando frenticamente

como nunca en su vida.


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Senta como si una mano gigantescaalzndolo, lo hubiera agitado como usalero para luego dejarlo de nuevo. Ase hallaba estremecido por lexperiencia, aunque su emocipredominante era, era No pod

expresarla con palabras, pero era unmezcla de orgullo, patriotismo satisfaccin.

De algn modo que ni l mismo sexplicaba, se haba deslizado, aerminar la guerra, hacia una existenci

despreocupada. Como tena muchdinero y nada de que ocuparse, excepcin del criquet, el polo y, en envierno, el rugby, se dej arrastrar po


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a marea. En forma insidiosa, su mentfue ablandndose; le costaba trabajconcentrarse, pensar seriamente. Sconvirti en un producto tpico de lcivilizacin mecanizada.

No dej de darse cuenta de esta suti

degeneracin, pero estaba demasiadsatisfecho, era demasiado perezoso paribrarse de ella. Slo hasta ahora su t

o haba sacado del cmodo pantano.El to Jim! Hartley sonrea al pensa

en el comandante. Era, prcticamente, s

nico pariente, pero siempre lo habconsiderado un viejo seco e irasciblealgo aburrido y totalmente anticuado.

Buen Dios! Pensar que e


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comandante haba engaado a todo emundo con tanta habilidad! Quesplndido actor era.

Al pensar en el comandante, Hartlesinti un tibio afecto. De modo quhaba una persona que crea en l, qu

adivinaba sus cualidades, haca a uado su disfraz de idiota despreocupad descubra su verdadera y reci

personalidad.Hartley estara eternament

agradecido por todo aquello; y adems

hara hasta lo imposible por merecer lconfianza de su to, por probar su valer.Mezclado entre estos pensamientos

que se repetan una y otra vez en crcul


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vicioso, surga un problema que ldesconcertaba: el de cmo llevar lopapeles a Pars. Sera su ingenisuperior al de Mystery? Tensuficiente inteligencia para contrarrestaos planes que ella y su banda poda

usar contra l?Cada vez que estas ideas acudan

Hartley se rea de ellas. Acaso n

haba sido elegido como emisario por lrazn de que nadie en absolutsospechara de l? Seguramente e

comandante Witham supona que podrlegar a la capital francesa sin ningunmolestia.

Ms, a pesar de estas garantas, e


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problema continuaba hostigndolo, ermin por preguntarse si el motivo d

ello no sera un deseo profundo; si acasl, en lo ms ntimo de su coraznabrigaba la esperanza de tener ocaside probar su ingenio contra el d

Mystery.El lunes siguiente, una hora antes d

partir de la estacin Victoria, visit a s

o para recibir las ltimanstrucciones.

Y bien, cmo te sientes

muchacho? salud afablemente ecomandante Witham.En perfectas condiciones, to,

ansioso de emprender el viaje.


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Ya s que no necesito preguntartsi conoces a Pars. Hartley sonri

o, verdad? Eso pens. Bueno, he aqua valija. Como ves, tiene tre

cerraduras, pero parece un simplmaletn, por fuera y por dentro. Si

embargo, tiene doble fondo. Mira.As diciendo, toc algn resort

oculto y el fondo falso se levant

poniendo al descubierto un pequehueco, apenas lo suficientemente grandpara contener los papeles.

El comandante Witham sac stodel bolsillo de su Saco, los guard cerr la cavidad. Luego, volte a buscaas llaves; cuando las hall, ya Hartle


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estaba empacando cuidadosamente sropa.

Terminada tal operacin, el to toma valija.

No necesito mencionar que lacerraduras y las llaves de esta valija so

especiales. Existen nicamente dolaves. Una la tengo yo, la otra e

embajador ingls. Cuando cierre yo l

valija, no podrs abrirla hasta que lentregues a la embajada. No tpreocupes por la aduana; te dejar

pasar sin ninguna dificultad, pues lvalija lleva contrasea diplomtica. SiHenry, el embajador, la abrir y sacaros papeles. Eso ser todo; podrs irte


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u hotel con la satisfaccin de habeservido bien a tu patria. Buenomuchacho, te deseo la mejor de lasuertes, y recuerda, ten cuidado coMystery.

Rio, y Hartley le hizo eco.

Puede usted confiar en m, to dijo, extendiendo la mano.

Ya lo s, muchacho respondi

el otro con ojos brillantes. Pero no tpreocupes. Mystery ni siquiermagina la verdad.

La estacin Victoria estaba repletde vacacionistas ansiosos de disfrutaas ltimas semanas de sol. L

plataforma donde esperaba el tre


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continental era un centro de animadactividad.

En aos remotos, siempre haba usitio donde los ojos de Hartley brillabacon una luz ansiosa y resplandecientedonde sus pasos cobraban inesperad

elasticidad y su rostro se vea malerta, ms vivo. Tal sitio era unestacin llena de gente. Desde su niez

recordaba Hartley, su sangre parecestremecerse de gozo ante las muchasensaciones proporcionadas por un

estacin de ferrocarril.Se senta feliz escuchando cmo laocomotoras jalaban entre resoplidos s

pesada carga, mirando cmo el blanc


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vapor se mezclaba, bajo los techos dvidrio sucios de holln, con el humnegro pardusco.

Haba estantes repletos de libroscon las ltimas novelas y hermosareediciones de los clsicos. Haba un

arga fila ante la ventanilla de boletos, odos los rostros sonrean

resplandecientes de felicida

anticipada.Esta vez, como siempre, e

panorama lo llen de placer,

depositando su saco y su abrigo en uasiento al fondo del pullman, junto coa preciosa valija, descendi de nuevo a plataforma y pase de un lado a otro


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vigilando de reojo su equipaje.Vio una apresurada figura que l

pareci vagamente familiar; y aacercarse, reconoci a Dilly Carruthers

Hola, Dilly!Haca casi un ao que no se vean

pues ella se haba ido a vivir al campocon su padre.

Hartley! chill Dilly. P

dnde sales?Estaba escondido bajo l

plataforma sonri l.

Querido Hartley, sigues igual qusiempre murmur Dilly. Vas eeste tren?

l asinti y se apresur a preguntar:


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Y t?No contest ella, aparentand

risteza. Vine a despedir a unamiga Ah, all viene.

En esos momentos lleg otra mujerEchndole una rpida ojeada, Hartle

pens que, o mucho se equivocaba, o erfrancesa.

Marie. Dilly, tan impulsiv

como de costumbre, jal la manga de samiga, ven a que te presente

ademoiselle Marie Arnaud; e

seor Hartley Witham.Mucho gusto saludgraciosamente, mademoiselleArnaudDilly me ha contado mucho de usted.


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Hablaba sin ningn acentextranjero; su voz era msica para loodos. Hartley sonri.

Nada bueno, supongo.Hartley, eres un grosero

Adems, parece que estuviera

pescando cumplidos.El silbato dej escapar su chillid

reverberante. Despidindos

rpidamente de Hartley, mademoisellArnaud abraz a su amiga y subi aren.

Cuando Hartley ocup su lugar, easiento de enfrente estaba an vacopero no lo estuvo por mucho rato; uno dos segundos despus, la azafata de


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ullmancondujo a la francesa all.Mademoiselle Arnaud se sent

Luego, alzando la vista, vio quin estabfrente a ella, y una sonrisa ilumin srostro.

Extraa coincidencia murmur

Feliz coincidencia corrigi l.Lentamente el tren fue ganand

velocidad. Hartley not que los ojos d

mademoiselle Arnaud miraban conostalgia a la estacin que rpidamentse alejaba. Se pregunt si la partida l

entristeca.No deseando conversar, se puso eer su peridico, y para cuando lleg a ltima pgina, el viaje casi terminaba


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Baj el peridico y sus ojos viajaropor el carro, para luego detenerse en lfrancesa.

Ella lo observaba con atencin.Es usted un hombre extrao. S

pasa el viaje leyendo, y hay por l

menos tres mujeres bonitas en estCarro.

En elocuente respuesta, Hartley s

alz de hombros.De modo que las mujeres no l

nteresan?

En absoluto replic l.Ella rio suavemente.Monsieur, su brusquedad sl

puede equipararse a su franqueza.


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Hartley cambi inmediatamente dono.

Mademoiselle, reciba mis mhumildes disculpas. Contestgroseramente, pero he de confesarle qumis pensamientos estaban lejos

bueno, no muy lejos.Eso imagin. No pensaba uste

en aquella dama que est a su izquierda

del otro lado del pasillo? Su cabellcorto contrasta admirablemente con smonculo de carey.

Es usted observadoramademoiselle. Cierto; pensaba que esespcimen es un tpico ejemplo de lmujer moderna. Por qu quiere


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portarse como hombres? Acaso nestn satisfechas con los mil encantoque la naturaleza les otorg? Para qudestruir esos encantos con sus ridculontentos de masculinidad? Mientras m

pasa el tiempo, sus ideas, hbitos

costumbres van volvindose ms y mmasculinos, y, en mi humilde opininmenos y menos encantadores.

Me permite usted, monsieurpreguntarle qu constituye, en sopinin, el encanto femenino?

Hartley se alz de hombros.Es una pregunta difcil dresponder, mademoiselle. El encanto ean abstracto, tan etreo, casi m


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atrevera a decir tan psicolgico, quencuentro muy difcil definirlo, incluscon respecto al efecto que en lo personame produce, ya no digamos al quproduce en otros hombres.

Es obvio que todo hombre ve a l

mujer en una luz distinta, con una miraddiferente. Alguien dira atraccin en vede encanto; alguien ms, calor hogareo

Hay muchos atributos distintos, talecomo ternura, dulzura, simpata; tantoque no me atrevo a enumerarlos. Pero

para m, y probablemente para todos lohombres en general, la primera cualidaque debe tener una mujer encantadores el misterio.


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Marie Arnaud mir sorprendida a scompaero de viaje.

Empieza usted a interesarmemonsieur. Es extrao que un ingls digales cosas.

Hartley dej escapar su primera ris

de la tarde.De modo que tambin usted cre

en las mentiras que se cuentan d

nosotros?Mentiras? la joven neg con l

cabeza. No, monsieur, no so

mentiras. A ustedes los ingleses no lenteresan las mujeres. Cuando se casanno buscan una compaera, sino un amde llaves, o una esclava. Si les va ma


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en los negocios, se desquitan con sesposa. En Inglaterra, los hombres estunidos, dispuestos, en caso necesario, hacer la guerra contra las mujeres.

Ustedes viven, bsicamente, erelacin con los dems hombres. Lo m

mportante para ustedes son sudeportes, sus clubes. Cuando bailanpiensan slo que la gente los est

mirando, y que deben bailacorrectamente. No deben dejarse llevapor sus impulsos, pues la gente s

escandalizara. Dgame pues, seongls, tengo o no la razn?Mademoiselle, usted, como tod

el mundo, cree que los ingleses somo


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fros y calculadores. No es verdad. Engls ama con tanta pasin como lo

franceses, con la nica diferencia de quesconde esa pasin y ni por un momentpierde el dominio de s mismo. Ciertocomo usted dice, que no vive pensand

en las mujeres. Ms que una diosa en spedestal, rodeada de homenajes, lmujer es para l un buen camarada. Ha

mil argumentos, mil ejemplos; ldiscusin sera infinita.

Mademoiselle, con todo respeto l

digo que no estoy de acuerdo con usteen lo que se refiere a los hombres deste pas. Sin embargo, si lo que ustedijo hubiera sido acerca de las mujere


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nglesas, me habra apresurado concederle toda la razn, y a explicarlque sta es la causa por la cual hadejado de interesarme. Es triste. Hapasado los tiempos en que las mujereeran femeninas, tenan formas delicada

esculturales. Hoy da, gracias a lprctica del golf, el tenis y la danza, soan atlticas como el que ms. Usan l

ropa ms atrevida que puedendestruyendo todo posible misterio. Aactarse de su sexo y desafiar al hombre

se colocan al mismo nivel que l, en vede vivir en el alto pinculo qu lecorresponde.

Usted tiene su mujer ideal


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verdad? Como la mayora de longleses.

Hartley titube.PuesElla sonri, mirndolo con los m

bellos ojos obscuros que Hartley hab

visto en su vida.Conque s? Djem

describrsela. Tendr, djeme ver

como tres o cuatro aos menos quusted. Su apariencia juzgo que en estsentido no es usted demasiado exigente

Cuando encuentre su mujer ideal, senamorar de ella seria profundamente, con esa pasin exclusivde los ingleses; las cualidades externa


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no le importarn.En cambio, las cualidades interna

son decisivas. Su mujer ideal deber senteligente, amable, e intensament

femenina. Por grande que sea el amoque usted le tenga, nunca se l

demostrar; pero, por otro lado, ssentir desilusionado si ella no expressin tapujos el cario que siente po

usted. Monsieur, perdneme, pero creque posee usted su buena racin degosmo masculino. Dgame, seo

Witham, fue correcta mi descripcin dsu mujer ideal?Hartley se sinti mortificado. Tod

o que ella deca era la ms pura de la


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verdades. Pensamientos y sueos que crea ocultos en el rincn ms ntimo dsu cerebro, eran ahora revelados con lmayor facilidad por una muchacha quacababa de conocerlo.

Mademoiselle exclam, no si

cierta amargura, ha ledo usted mipensamientos ms secretos como sfueran un libro abierto.

Marie rio, suavemente.Monsieur, al principio cre qu

usted era un hombre de mundo. Pens

que su cinismo con respecto a lamujeres, del todo justificadodesgraciadamente, provena de lexperiencia. Pero me equivoqu: s


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desinters por el sexo opuesto no sdebe a que ha conocido demasiadamujeres, sino a que conoce a demasiadpocas. Su mujer ideal es, simplementea hermana gemela de aqulla que tod

hombre suea.

Hartley no contest. Lo habadesenmascarado del todo, y esto no lgustaba. Pero, al mismo tiempo senta u

extrao inters por la muchacha sentadfrente a l.

Haciendo retroceder un poco s

memoria, record haber dicho que nena inters alguno en el sexo opuesto, sin embargo, por alguna razmisteriosa, estaba claramente interesad


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en Marie Arnaud. Por qu?, spregunt, y la respuesta vinnmediatamente, hacindol

estremecerse de emocin. Porque MariArnaud emanaba un aire de misterio.

Misterio! Sera esto verdad, o u

simple producto de su imaginacidesbocada?

Frunci el ceo. Qu tontera

estaba pensando. Cmo poda semisteriosa Marie? Por qu le habdado esa impresin? Sin embargo N

haba olvidado el momento en que smiraron a los ojos. En ese incidenthaba basado todas sus flamanteeoras, pues la expresin latente en e


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fondo de aquellas pupilas casi negraera inescrutable. Poda ser risa, tristezadesprecio, o ninguna de estas tres cosaso incluso una mezcla de las tres.

En el plido brillo de las luces de lplataforma, Hartley mir a la muchach

con gran atencin.Su perfil reflejaba tranquilida

meditabunda; sus facciones era

extraordinariamente simtricas. Acaso nico lamentable fuera que ta

simetra sugera la existencia de un

arrogancia incompatible con el carcteque la joven demostraba.Hartley se sinti ms desconcertad

que antes. Haba conocido muchacha


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ms hermosas que Marie; haba habladcon personas ms interesantes, muchms instruidas e inteligentes, y siembargo, no poda negar que ella lntrigaba.

Era una nueva sensacin, y al pensa

en ella sus labios se retorcieroconvulsivamente, conteniendo unpequea sonrisa. Verse cautivado, po

fin!Cautivado! Se enderez en e

asiento y frunci el ceo. Qu tontera

estaba pensando? Su sonrisa se evapor en instintivo movimiento de defensasu mirada se apart de la joven.

Volvindose hacia la ventanilla, trat


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de concentrarse en el paisaje qudesfilaba ante l. Tuvo xito durante urato, pero luego, sin saber cmo, supensamientos se centraron una vez men Marie Arnaud.

Por qu era distinta? Por qu sal

siempre ganando si uno la comparabcon mujeres ms hermosas o ms listas?

Hartley not la presencia de un suti

perfume, cuyo aroma recordaba ecampo. Violetas, lirios del valleazmines No; no era ninguna flor e

especial, sino ms bien la esencia deolor de la primavera, la dulzura deroco, la fragancia del tomillo silvestrdel heno recin cortado. Reclinndos


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contra el respaldo, cerr los ojos en uesfuerzo por analizar el hechizantaroma, pero sin xito alguno. El perfumde Marie Arnaud, como la misma Marieena un encanto misterioso e intangible.

Se dio cuenta de que ella estab

nclinada sobre l.No frunza as el ceo, seo

Witham! Es malo preocuparse.

Su perfume es deliciosomademoisellereplic l.

S? Muchas gracias, monsieur

Me lo preparan especialmente.Hubiera debido suponerlo; el aromera tan semejante a ella que ermposible imaginar que otra mujer l


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usara.Pero ahora l, a su vez, vio que ell

frunca levemente el ceo. Rio por lbajo, y ella lo mir con ojonterrogantes.

No soy el nico que se preocupa

Tambin usted, mademoiselle, estperpleja por algo.

Pues s, monsieur, no pued

negarlo. Pienso en usted. Segn mhaban dicho Dilly y otras personasusted, usted perdonar mi franqueza

monsieurl agit la mano asintiend, usted tiene la reputacin de sercomo decimos en el pintoresco dialectparisino, un blagueur. Conoce l


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palabra? Significa un hombre tonto rresponsable.

Me insulta usted delicadamentemademoiselle.

Ella sonri.Acaso s! Pero, alors, lo qu

quiero decirle es que ahora tengo dusted otra impresin. Lo he odo hablaargo y tendido, con gran sabidura

sentido comn. Empiezo a creer que sreputacin es falsa Pero por qu spone tan serio de repente?

Como el agua de una presreventada, la conciencia de lo que habhecho llen todo el ser de Hartleyhacindolo estremecerse. Hab


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raicionado la confianza depositada el, revelando su verdadera personalidasin recordar que su to lo haba elegidprecisamente por su disfraz de tontoHaca aos que no hablaba tanto; sconversacin haba sido, hasta ahora

bajo cualesquiera circunstancias, simplchachareo; ms que nada por no habeencontrado nunca a alguien que l

simpatizara lo suficiente como parhablarle con sinceridad.

Durante aos haba sido superficia

haba conservado su disfraz, y ahoracuando todo dependa de que lconservara, cuando le haban confiadsecretos de Estado, se haba quitado l


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careta de indiferencia as como asmostrando su verdadero rostro a unmuchacha que acababa de conocer.

Ahora, demasiado tarde, comprendiel hondo significado de las palabras decomandante:

Acta; acta. Haz el bufn; dejque el mundo crea lo que ya piensa de ti

En estos momentos, Hartley se di

cuenta de la importancia que ese consejena. Antes no le haba hecho much

caso, porque pensaba que le sera fci

seguirlo. Pero ahora, cuando apenas unhora atrs le haba sido encomendaduna gran responsabilidad, habolvidado por completo toda precaucin


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haba fracasado.Mentalmente se reprochaba co

amargura: Qu imbcil! Qu imbcil!Qu pasa, monsieur?, le comi

a lengua el gato?Marie frunca el ceo. Hartley s

ruboriz. Cunto tiempo la habdejado hablando sola? Entonces spregunt si no sera an posible repara

el dao.Lo, lo siento, mademoiselle

Me dej llevar por mis pensamientos

Olvid dnde estaba. Cunto tiempo hestado chachareando? Debo de haberlaburrido. Dilly dice que la aburro eforma horrible. Buena chica esta Dilly


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no s por qu usa ese peinado. Parecde colegiala, verdad? Conoci usteal hermano de Dilly, mademoiselle? Uipo excelente. Caray, una vez lo v

realizar un tiro de golf que, pero esno ha de interesarle a usted. Juega uste

golf? Hermoso juego! Tendr el placede verla en el barco?

Ella sonri extraamente.

Ya llegamos a Dover, monsieudijo, sin responder la pregunta.

En el momento siguiente, marchab

por el corredor en pos del encargado depullman, habindose inclinadigeramente ante Hartley al ponerse d

pie. Hartley se pregunt si se hab


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equivocado al pensar que, en esmomento, los labios de la muchachformaron silenciosamente las palabraau revoir.


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Captulo III

CON EL ESPRITU aliviado por supropios reproches, Hartley baj del trencon semblante soador se encamin a

barco. Ya sin Marie, se senta casi comantes; incluso caminaba con ms pereza

Sillas, seor? pregunt umarinero.

Dos murmur l; y entoncerecord que slo quera unaDefinitivamente, algo raro le pasaba. D

cualquier manera, dese que Mariviniese a sentarse junto a l. Mientraanto, poda poner su valija en la sill

desocupada.


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Durante los veinte minutosiguientes, rein una ruidosa conmocinLos pasajeros suban a bordo eorrentes. Los marineros corran de uado a otro proporcionndoles sillas

Los cargadores del muelle caminaba

ambaleantes bajo grandes pilas dbales y maletas.

Con mirada ansiosa, Hartle

escrutaba los rostros de todos los qupasaban, esperando ver en cualquiemomento aqul que estab

ndeleblemente grabado en su memoriaHaba hombres y mujeres de todas lanacionalidades; un grupo de asombradapersonas caminaban cmo oveja


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perdidas, guiados por un hombre duniforme. Sus equipajes, cubiertos dbrillantes etiquetas, los identificabacomo turistas.

Haba italianos, francesesamericanos, alemanes; haba rico

rotamundos, soldados en asuetopero nada de Marie Arnaud!

Hartley mir su valija y solt un

maldicin. De no haber sido por ellahubiera podido revisar todo el barcoPero no se atreva a dejarla.

La corriente humana ces; casi todel mundo estaba instalado en su sillaPocos segundos despus, una ligervibracin anunci que el barco se hab


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puesto en movimiento.El viaje a travs del canal durab

una hora, pero a Hartley le parecieterno. Caminaba de un lado a otro, siperder de vista su valija. Incluso le paga un marinero para que buscara a Marie

describindosela lo mejor que pudopero todos sus esfuerzos resultarovanos. O la joven se esconda, o hab

alquilado un camarote.Hartley fue el primero en descende

del barco, y su valija fue la primera e

cruzar la aduana. Luego, se par en eumbral a esperar, pero aunqupermaneci all hasta or el silbato deren no vio rastro alguno de Marie. E


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ltimo pasajero atraves la puerta; eren se dispuso a partir. Hartley l

abord, pensando que por alguna razMarie no haba alcanzado el barco.

Pronto hall su lugar, que estabreservado con anticipacin, pero vi

con disgusto que el carro iba llenoCompar la travesa con el viaje Dover un asiento cmodo, una mesit

enfrente, y, por supuesto, Marie; comera de esperarse, el tren francs saliperdiendo.

Hartley haba encargado una comidpara la primera ronda de cena; ahora salegr de ello, pues tena hambre. Peral ver que todos sus compaeros d


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carro estaban cenando al mismo tiempque l, dese haber esperado hasta lsegunda o tercera ronda.

Sin embargo, la comida era bastantbuena, y le dio algo que hacer durantcasi tres cuartos de hora.

Despus, regres a su asiento. Unras otro, los dems pasajeros siguiero

su ejemplo, y pronto el compartimient

estuvo lleno otra vez.Ya haba anochecido. Hartley s

asom a la ventanilla y no pudo ver m

que el reflejo de sus compaeros dviaje, de modo que se dispuso a leer uibro.

Habiendo avanzado cuatro pgina


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descubri sbitamente que no habasimilado una sola frase. Disgustadocerr el tomo y, no teniendo nada quhacer, se puso a observar a la gente quo rodeaba.

Enfrente de l haba un hombre co

el aspecto del francs tpicoprobablemente comerciante o arquitectocon apariencia prspera. Evidentement

viajaba solo. No hablaba con nadie, y eibro que lea era, a juzgar por el ttulo

bastante pornogrfico.

Junto al francs iba una pareja dedad madura y aspectextraordinariamente aristcrata. Ricosde seguro; sus ropas eran de la mejo


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calidad. La mujer era maravillosa; sesbelta silueta se deba seguramente a ucors, pero de cualquier modo ermagnfica.

Al lado de Hartley viajaba uhombre de nacionalidad dudosa. Hartle

pens que era ingls o alemn, o quizsueco. Lea un peridico italiano, perno pareca pertenecer a ninguna raz

atina.Tras mucho meditarlo, Hartley s

decidi por Inglaterra, y estuvo tentad

de ofrecerle al hombre un cigarro parver si tales deducciones eran correctasAbandonando la idea, volvi su atencihacia la ltima pasajera, sentada al otr


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ado del supuesto ingls.Pudo mirarla con ms atencin que

os otros, ya que a stos deba mirarlodirectamente y la cortesa le impedhacerlo durante un lapso prolongado; ecambio, el rostro de la mujer s

reflejaba en el cristal con toda claridal poda observarlo a sus anchas.

Tendra alrededor de sesenta aos

pero era evidente que haba cuidado sbelleza, pues, aunque su piel mostrabsombras y arrugas, posea una notabl

ersura juvenil.Su ropa era sencilla, pero limpia cuidada. Sobre su cabello blanco coma nieve haba un sombrerito. El rostr


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e recordaba a Hartley algo; revisandsu memoria, pens en una pelcula. Eracaso actriz?

Pero no; no tena el tipo. Ademshablaba a menudo con la parejaristcrata. Era quiz la madre d

alguno de ellos, o la vieja nana de lfamilia.

Hartley bostez. Qu calo

sofocante haca en el carro! Es raropens, que siendo los franceses taamantes del aire libre, se preocupen ta

poco por la ventilacin de suhabitaciones y transportes.Cmo podan soportar aque

horrible bochorno? Hartley parpade


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uego cen los ojos, slo para volver abrirlos un segundo despus. No podano deba dormirse.

Alz la vista hacia la canastilla dequipajes. Su valija pareca segura.

Los prpados le pesaban

pensamientos absurdos acudan a smente. Si todas aquellas personasupieran lo que la valija contena; s

odas fueran espas y de repente, en umomento dado, se lanzaran sobre lDe nada le valdra defenderse. Podan

por ejemplo, agarrarlo entre todosponerle sobre la cara un pao empapaden cloroformo, y en cuestin dsegundos lo reduciran a la impotenci


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absoluta.No; era estpido. Alguien vera l

escena desde el corredor, a menoque la luz estuviera apagada. Si uno dellos apagaba la luz Desde ecorredor brillantemente iluminado, n

podra verse nada de lo que pasara en ecompartimiento obscuro.

Qu ridculas tonteras estab

pensando. Espas, ataques, erposible que la anciana de cabello blancatacara a alguien? Tena cara de esp

el marido aristcrata o su mujer? Acasel arquitecto, o el hombre del peridictaliano Hartley rio para s mismo.

La gente alz la vista y lo mir, y


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se dio cuenta de que haba redo en voalta. Ruborizndose, volvi el rostro.

Despierte, monsieur. Despierte.Hartley abri sus soolientos ojos

slo para volverlos a cerrar en el acto.Oh! Vete, Jennings. Djam

dormir otra hora.

La respuesta fue otra violentsacudida.

Despierte, monsieur. Despierte.

Jennings hablando francs! Qudemonios! Hartley despert pocompleto. El tren estaba detenido; lanicas personas en el carro eran


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mismo y un sonriente empleadferroviario.

Su memoria volvi con la rapidedel rayo. Alzando la mirada hacia spreciosa valija, exhal un suspiro dalivio. Estaba tal como la haba dejado.

Dio al empleado una generospropina. Con la valija en la manocamin hacia la salida, y una vez fuer

de la estacin, llam un taxi. En erayecto a la embajada, empez a juga

con las cerraduras de la valija. sta s

abri de pronto.Su ropa estaba en desorden. Cofebril conmocin la sac y oprimi eresorte secreto. El fondo falso se alz


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pero el hueco estaba vaco; el sobre qucontena los papeles habdesaparecido.

Lo haban derrotado. Y losospechosos eran todos los ocupantes dsu compartimiento.

Qued un rato con la mirada fijaQu ira a decir su to? Empez sonrer, pero en ese momento percibi

un tenue olor a perfume.Agachndose, olfate el interior d

su valija. S; no haba duda. El forr

haba estado en contacto con un perfumeun perfume que Hartley haba olidantes. Era un aroma delicado, qurecordaba al de las violetas, los lirio


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del valle Por supuesto! Se trataba dun perfume que haba percibido ese dpor vez primera: el perfume fabricadexclusivamente para MademoisellMarie Arnaud.

En la embajada, Hartley fu

conducido directamente a la oficina deembajador. Y all recibi una sorpresaAl lado del embajador esperaba su to.

El comandante Witham sonrealegremente; nunca haba lucido tasatisfecho. El corazn de Hartley s

encogi.Bien, muchacho, conque llegastsano y salvo salud. Sin duda tsorprender encontrarme aqu.


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Es que decid darte una sorpresaVine a felicitarte por el xito de tmisin, y a celebrarlo junto contigoTomaremos unas copas juntos, ehQu dices, muchacho? Psame lvalija.

Hartley obedeci sin pronunciapalabra. El comandante sac unalaves.

No necesitas llaves, to. La valijest abierta.

Eh? Qu dices? exclam e

comandante como si no pudiera dacrdito a sus odos. Ests bromeandomuchacho.

Empuj la cerradura, que se abri


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nstantneamente. Entonces, ecomandante supo lo que haba sucedido

Conque te derrotaron, HartleyMystery ha vuelto a salirse con lsuya dijo, calmadamente. Debhaberlo supuesto. Es una bruja, un

verdadera maga. Cuntame.Hartley narr su historia: cmo s

qued dormido, cmo al despertar l

valija haba sido saqueada, pero ndijo ni media palabra acerca de MariArnaud ni de su perfume.

No pretendo buscar excusas, tdeclar jara terminar. Mi descuidfue criminal.

El comandante neg con la cabeza.


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No, Hartley, no fue descuido. Ne atormentes; muchos hombres con m

experiencia que t han sido incapaces dderrotar la astucia de Mystery.

Pero dormirme en vez de cuidar lvalija

Muchacho, te dormiste porque tdieron una droga. Cenaste, verdadTomaste caf.

Hartley asinti. Su to alz lohombros.

Te drogaron! dijo-Pero no t

preocupes, hiciste lo mejor que pudisteaunque hayas fracasadoFracasado! dijo Hartley, co

voz calmada. Quin dice qu


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fracas?Hubo un silencio; la atmsfera

ensa, pareca cargada de electricidad.Qu quieres decir? pregunt

atnito, el comandante Witham.No fracas declar Hartley, e

ono triunfal.No comprendo! su to agit la

manos con aire desalentado.

Querido to, a veces un espejsirve para algo ms que para decorauna chimenea. Por ejemplo, slo durant

un breve momento, el criado de usted sdescuid.Hartley hizo una pausa.S, s; prosigue.


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Lo vi asomarse a dondestbamos. Eso despert mis sospechasPens que sera bueno tomaprecauciones. Recordar haber puestos papeles en el compartimient

secreto. Luego se volvi para buscar la

laves. En esos breves momentossubstitu los papeles. Cuando usted svolvi de nuevo, yo estaba empacand

mi ropa, como si nada. En otrapalabras, los papeles que Mysteryrob, si es qu ella fue la culpable, n

eran ms que cosas mas sin ningvalor; poemas, una o dos cartas, perqu ocurre?

Se incorpor, alarmado. E


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comandante respiraba con dificultad; srostro tena un tinte violceo. Cuandrecuper el aliento, gru:

Dios mo! Oh, Dios mo!Hartley no haba pensado que su

buenas nuevas tendran este efecto. S

dijo ahora que hubiera debido dar coms calma el informe de su triunfo.

Acercndose a su to le palme e

hombro.No result tan malo despus d

odo!, verdad, to?

El comandante lo mir coexpresin de ira.Eres un tonto, un perfect

mbcil! Has fracasado. Los papeles qu


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e di eran falsos; yo quera quMystery los robara. Crees que de nhaber sido as hubiera escogido a udiota como t? Por supuesto, no se t

ocurri que lo ms lgico era mandapor avin los documentos verdaderos

o me hables, por amor de Dios. Ohmaldita sea!

Pero Hartley no tena ningun

ntencin de hablar. Ni hubiera podidhacerlo.


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Captulo IV

LA ANCHA LLANURA se extenda povarios kilmetros; luego, su horizonte salzaba suavemente y se disolva en ecielo azul grisceo de la madrugadaAll, al borde de la llanura, cerca deumbroso bosque que la interrumpaestaba Hartley Witham.

Con ojos intrigados miraba algdistante; algo que se movcaprichosamente entre la niebla

pareca un enorme pjaro indecisoncapaz de decidir qu direccin debomar.

Pero Hartley conoca muy poco la


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aves de su propio pas, y menos an lade Francia; de modo que observaba coadmiracin. El gran pjaro se mova corapidez inconcebible; volaba casi al radel suelo para elevarse vertiginosamenthasta una altura de cien o dosciento

metros; permaneca quieto algunominutos y luego, con la mismvelocidad, se alejaba hasta perderse d

vista, para regresar en el acto y volver descender.

Esto prosigui durante unos die

minutos, y luego, Hartley se dio cuentde que el ave se acercaba hacia lrauda como el viento. No tard epercibir un levsimo ruido de motores


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El tal pjaro era en realidad uaeroplano.

El aparato se acercaba al bosque, su sonido se iba haciendo ms fuerteAun as, Hartley se maravill de lsilencioso que era. Ahora estaba sobr

su cabeza, y no haca ms ruido que eescape de un auto normal. De elevarse una altura mayor, probablemente nadi

o oyera pasar.Y no era ste su nico atribut

maravilloso. Con asombrosa brusqueda

aminor su velocidad de huracn, y cogrcil movimiento descendi a tierracasi en picada.

Fascinado, Hartley mir e


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aeroplano que ronroneaba suavemente medio kilmetro de distancia. Saba yasin sombra de duda, qu era lo quacababa de presenciar. Se trataba nadmenos que de las secretas maniobras dprueba de un avin, un aparat

maravilloso que volaba casi como laaves, un invento adelantado varios aoa todos los dems en velocidad, dise

e importancia militar.Lentamente, la expresin de inter

Se desvaneci, dando paso a la tristeza

pues Hartley record que no era en spropio pas donde, por accidente, habasistido a esta prueba secreta, sino eFrancia. Por lo tanto, el avin er


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francs. Qu lstima que tan maravillosnvento no perteneciera a Inglaterra. Co

un escuadrn de tales aeroplanos, ldefensa de la isla volvera a senexpugnable.

Al pensar esto, Hartley record a s

o. Su to! Sin duda, el comandantdeba ser notificado de la existencia deaeroplano, siendo como era jefe de

Servicio Secreto Britnico.Los ojos de Hartley brillaron. Quiz

sta era la oportunidad de probarle a

comandante que su sobrino no era taonto. Si gracias a Hartley se conseguaos planos del avin, nadie se atrever

a llamarlo idiota.


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Hartley qued absorto en supensamientos. Qu gran tonto habresultado por querer hacerse el listoPero l no tena la culpa. El comandanthaba aparentado tenerle confianza, y esta confianza Hartley haba respondid

con creces; mostrando una inesperadastucia y rapidez de pensamiento, habogrado burlar a sus misterioso

enemigos.Que al hacerlo hubiese nulificad

os cuidadosos planes de su to, no er

culpa de nadie ms que de ste. Si ecomandante hubiera confiadverdaderamente en l, en vez de simulahacerlo!


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Los das que precedieron a su viaja Francia haban sido celestiales. Lmisin lo haba sacado de su apata; man, lo hizo descubrir en s mismcapacidades insospechadas. Nuncadesde la guerra, se haba divertido tanto

Exista en l un oculto amor por laventura y el peligro; en el fondo, amaba lucha Y esto era lo que e

comandante no haba tenido en cuenta.El aeroplano se elev como un

flecha, y la mente de Hartley fue llamad

bruscamente al presente. El secreto de lmisteriosa nave deba, a cualquier costolevarse a Inglaterra. Tena que notifica

en el acto al comandante. Estuvo a punt


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de salir corriendo para alcanzar eRpido a Pars, pero una vocecillempez a susurrarle al odo insidiosasugerencias, regocijadas proposicionesSu boca form una sonrisa divertidaPor qu decirle a su to? Quiz l sol

pudiera obtener los planos!Permaneci mirando al frente, su

ojos fijos en el avin que se alejaba

Una extraa emocin lo inundabahaciendo vibrar sus msculos. A salrededor flotaba el dulce aroma de u

ardn, un olor indescriptible, mezcla despliego, violeta y jazmn.Sonri a ms no poder; su cuerpo s

estremeca con extrao deseo, s


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corazn lata tan fuerte que casi lsofocaba. Aspir hondamente, y ldelicada sutileza del perfume se mezclcon la frescura de la madrugada, qulen sus pulmones y su cuerpo.

Reconoce el perfume, monsieur?

Una suave risa, como musicacampanilleo. Hartley se volvi. Sus ojobrillaban con un destello triunfal.

MademoiselleArnaud! saludcon una inclinacin. Este inesperadencuentro me llena de placer.

Inesperado! repiti ella, comperceptible irona. No la prolongacto seguido desvi la conversacinMe hubiera sorprendido meno


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encontrarme con usted en Parsmonsieur.

Y yo ms, dijo l, sonriendo.Ella alz las cejas.Pero si a m me encanta Pars

monsieur.

Hace dos das usted viaj hastDover, pero no abord el barco qucruza el canal.

Ella observ el bosque que sextenda a su izquierda.

Qu lo hace pensar tal cosa?

La busqu por todas partes.Por qu, monsieur?Porque deseaba gozar el placer d

su compaa. Tena la esperanza d


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continuar nuestra conversacin.Marie sonri.Estoy sorprendida, monsieur

Cambi usted de tema con tantbrusquedad que pens que la seriedad lhaba aburrido.

La protesta tembl indignada sobrsus labios, pero la contuvo al ver lrampa. Record las palabras de su to

hipcritas sin duda, pero ciertas a pesade ello.

Si se desenmascaraba una vez m

ante Mystery, si le daba ocasin dpensar que era en realidad diferente do que todo mundo crea, de qu l

servira creerse digno de ingresar a


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Servicio Secreto? Tena que actuar, parque Mystery pensara que slo posuerte haba ganado (en lo que a ella srefera) el primer asalto; que el cambide papeles se deba ms al descuido qua la astucia.

Saba que el criado de su to habrpresentado a Mystery un reportcompleto. De modo que, a no dudarlo

ella estaba al tanto de lo que el propicomandante pensaba de su sobrino. Estsera una batalla de ingenios entr

Mystery y l.Fue grosero de mi parte repuscndidamente, para confirmar los cargoque ella le haca, pero algo me llam


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a atencin.Sabe usted prosigui, en ton

confidencial, una mujer bonitsiempre me hace hablar ms de lcuenta, y cuando me pongo demasiadserio, me duele la cabeza.

El ceo de Marie se frunciigeramente, y Hartley sonri para s

Supuso que la joven estaba recordand

a conversacin sostenida en el pullman su pregunta siguiente confirm ta

sospecha.

Monsieur, dice usted siempre lverdad?Hartley aparent sorprenderse.Slo cuando es necesario.


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La frase era un comentario comndigno de la clase de persona que aparentaba ser. Por lo menos eso creyHartley, y quiz Marie Arnaud cay eel engao. Sin embargo, l hubierurado que en sus frases siguientes hab

un matiz de burla.La ltima vez que nos vimos, m

dijo usted que las mujeres no l

nteresaban en absoluto. Ahora, me dicque las mujeres bonitas lo hacen hablams de la cuenta.

Hartley rio levemente.Son tan incompatibles esas doobservaciones, mademoiselle?

Tal vez no, monsieur. Quier


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usted decir que, aunque las mujeres lhacen hablar, sigue sin interesarse eellas?

l asinti afablemente, aunque eono de la pregunta lo hiri.

se era exactamente mi caso

mademoiselle, hasta antes dconocerla a usted.

Cunto hubiera deseado pode

pronunciar esas palabras en serio! Peruvo que decirlas en tono ligero

convirtindolas as en un cort

embuste.La mir, tratando de descubrir eefecto que sus frases haban producidopero el hermoso rostro no expresab


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ninguna reaccin, y aunque Hartley notque la joven se hallaba pensandaboriosamente, no pudo ni siquiermaginar cules seran sus pensamientos

Por su parte, l pens en lo curiosde esta reunin. Cada uno saba e

secreto del otro. Hartley estaba segurde que Marie era Mystery. Marisaba que l trabajaba para el Servici

Secreto; sin embargo, l llevaba lventaja, pues tena pruebas definitivade que ella era Mystery; ella, e

cambio, no consegua an descubrir sHartley era un simuladoexcepcionalmente listo, o un verdaderonto.


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aficionado, pudo descubrir su identidapocas horas despus de conocerla?

Era todo aquello parte de lamentiras del comandante?; era sromntica historia acerca de Mysterynada ms que un engao? Pero no

Hartley record la cara que haba puestel comandante al enterarse de la victoride su sobrino. Era indudable que e

viejo Withman tena miedo, de la astutespa.

Y yo lo he hecho cambiar

Puedo saber por qu, monsieur?No hay mentira ms increble que lmisma verdad. Hartley la dijo, sin podeevitar que su voz asumiera un ton


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clido.Porque usted es diferente

ademoiselle; completamente distintde las dems mujeres; porque en ustehay algo que me atrae ms de lo que mhan atrado todas las mujeres que conoc

hasta ahora.Una sonrisa incrdula agit lo

abios de Marie.

Cunto honor, monsieur! Pensaque no slo lo he hecho hablar, sino queadems, lo he interesado!

Hartley mir hacia otro lado, y sintios ojos de la joven recorrer su perfilratando de averiguar la verdad. Sonri

para s mismo, pensando que lo


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honores de este duelo verbal podan yconsiderarse suyos. A juzgar por su vozMarie estaba desconcertada; en su tonhaba habido un leve matiz interrogativomatiz que seguramente, crea Hartleyexista, asimismo, en sus pensamientos.

Se pregunt qu habra ella pensadde saber que las palabras de l erasinceras.

Mademoiselle! No es justo quse burle de m. Hablo sinceramente. So juro!

Le cost trabajo hablar en voz altaas palabras le salan del corazn endan a expresarse en tierno susurro

Pero brotaban de sus labios en forma ta


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espontnea, que su interlocutora cay eel engao.

Marie rio suavemente.Acaso algn da pueda darl

oportunidad de probar su buena femonsieur, en algn sitio m

apropiado que ste.De nuevo el ligero tono de pregunta

Marie lo estaba sondeando co

delicadeza, tratando de averiguar eporqu de su presencia all.

La bruma de la madrugada s

disolva lentamente, y el sol empezaba asomarse por encima de las distintamontaas. El aeroplano habdesaparecido, pero, escuchando co


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atencin, Hartley pudo or su levsimruido.

Simultneamente, se le ocurri povez primera una pregunta que lsobresalt: Qu haca all MysteryCmo haba ocurrido la extraordinari

coincidencia de que se encontraran desta manera, tan de maana, en un lugaa ciento cincuenta kilmetros de Pars?

El zumbido del aeroplano le hizpensar que tal vez no fuera uncoincidencia, al menos en lo que a ell

se refera. Record la irona con que loven haba repetido la palabrinesperado, refirindose a sencuentro.


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ojos de la joven, l haba ido por lmisma razn que ella: para obtener loplanos del maravilloso avin.

Con razn estaba extraada! Hartlese sinti seguro de que estaba pensanden l, tratando de desentraar s

contradictoria conducta.Una vez ms, dijo la verdad:No es un paisaje muy apropiad

para la seriedad, verdad? Estoalojado con unos amigos en el Chateade Brenninaux. Dorm mal toda l

noche; luego, sal a tomar un poco daire. Llegu hasta aqu, y cuando mhallaba contemplando la salida del soaparece usted como por arte de magia


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acostumbrado a este juego verbal.Claro que volaba rpido

monsieur! Es el avin ms veloz demundo.

Hartley hizo un gesto de asombro.Caray! Suena de lo m

nteresante. Lstima; deb haberlprestado ms atencin.

Su lamentacin era sincera. Per

esperaba remediar la falta en un futurno muy lejano.

Mir su reloj, con aire titubeante,

Marie adivin sus pensamientos.Hora de su desayuno, seoWitham? pregunt.

l esboz una tmida sonrisa.


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Este clima siempre me abre eapetito murmur, como disculpndos. Pero puedo acompaarla, estea su hospedaje

Se interrumpi, como invadido poa cortedad. Marie le sonri.

Claro que, s, monsieur. Mencantar gozar de su compaaVmonos en el acto.

l titube.Este, dnde se hospeda usted?En el mismo lugar que usted

respondi ella, dulcemente. En eChateaude Brenninaux.


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Captulo V

EL COMANDANTE WITHAMalz la vistsorprendido cuando su sobrino entr acuarto que ocupaba en un lujoso hoteparisino.

Caramba, Hartley, no esperaba tvisita. Te cre en Brenninaux, con loStael. Qu haces aqu tan pronto?

Vine slo por este da, para hablacon usted de algunos asuntos replicHartley, instalndose en un cmod

silln.Ya s; necesitas dinero gru e

comandante.

Hartley sonri.


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un viejo tonto. Beb whisky y champaaesa mezcla es ms que suficiente par

derribar a cualquiera. Pero ya me sientmejor.

Me alegro.Hartley hizo una pausa, pero sl

por breves segundos. Ya que estabaqu, despachara su asunto lo mrpido posible.

To dijo, quiero ingresar aServicio Secreto.

Qu dices? exclam, atnito

el comandante Witham. Debes destar loco, Hartley.Por qu? pregunt

calmadamente, el joven.


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con ninguna garanta. Si son apresadopor un gobierno extranjero, de nada levale pedir auxilio a su patria. Tieneque pasar varios aos en prisin, eso si no hay guerra, pues en tal casson fusilados en el acto.

Olvidas, to, que estuve en lguerra.

S, estuviste, y te portast

magnficamente, pero la cosa aqu emuy distinta. No es lo mismo encarar ubatalln alemn que estar solo, rodead

de enemigos ocultos, perdido en lobscuridad. Adems, un espa no sliene que temer las fuerzas organizada

de los otros pases, sino tambin la


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ngresar al servicio, si quiereaceptarme. Antes al contrario, la ideme atrae ms que nunca.

El comandante mir codesconcierto a su sobrino. Abri la boccomo para decir algo; luego, la volvi

cerrar y pas un rato hundido en lmeditacin, mirndose las uas. Cuandpor fin habl, fue para continuar l

conversacin.Piensas demasiado rpido

Hartley. An no termino. Otra cos

mportante es que todos nuestros agenteson hombres y mujeres expertos entrenados. No los escogemos as comas, y la mayor parte de las veces n


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Lo ms extraordinario del caso eque los alemanes que trabajaban parnosotros eran mejores espas que loque trabajaban para su propio pas. Scree comnmente que antes de la guerraAlemania tena la mejor y ms extens

red de espionaje de todo el mundo. Peral cosa es mentira Bueno, todo est

no viene al caso. Mi, mi intencin n

era decirte un discurso; slo deseabque comprendieses que, que debo sefranco, Hartley; los miembros de

Servicio Secreto tienen que ser personapreparadas, astutas, inteligentes. Si nposeen estas cualidades, y muchas otrasacaban frente al paredn. Me duel


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decrtelo, Hartley, pero la verdad es qusi t fueras espa, te fusilaran antes ddos semanas.

Hartley sonri, con amargura.Y toda la fe que usted dec

enerme?

Ruborizndose, el comandantesquiv la mirada acusadora de ssobrino.

Lo siento, muchacho murmur. Como te dije, el espionaje es uuego muy sucio, y a veces uno tiene qu

olvidarse de sus sentimientos en aras dedeber.Hubo una pausa. Ambos hombres s

concentraron en sus propio


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pensamientos. Finalmente, Hartlehabl:

Dime, to, qu razones tuvistexactamente para hacer lo que hiciste eel asunto de los papeles? Por qu mcubriste de elogios, aparentando confia

en m, cuando todo el tiempo me creaun perfecto idiota, y pensabaaprovechar eso?

Ests resentido, Hartley. Supongque no puedo reprochrtelo. Tuvmuchas buenas razones para todo lo qu

hice. Escucha! Supe que Mystery shaba enterado de la alianza entrnglaterra y los Estados Unidos, y qu

estaba usando todos los medios a s


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como Mystery? El comandante alzos hombros. Me equivoqu. Fuist

capaz de burlarla, Hartley, y por esdebes ser felicitado. Lstima que ariunfar hayas destruido mis cuidadoso

planes. Los papeles estn ahora en Par

deben volver pronto a Londres. Esperque Mystery no nos gane el segundasalto.

Yo en tu lugar, to, mandara esopapeles a Londres lo ms pronto posibldijo Hartley, con voz calmada.

El comandante Witham alzrpidamente la vista.Qu quieres decir?Que ahora es buen tiempo par


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hacerlo, mientras Mystery estocupada en otra parte, tratando dconseguir los planos del avin Maurcot

Buen Dios, muchacho! Qusabes del avin Maurcot, y dMystery?

Hartley rio.Para ser un imbcil, s mucha

cosas, no es as, to? S, por ejemplo

que Maurcot ha inventado un aeroplanan maravilloso que, comparado con

el mejor avin existente no es ms qu

un lento caracol. El avin Maurcopuede doblar sus alas como un pjarovolar a casi quinientos kilmetros pohora, elevarse perpendicularmente, y s


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cigarro y lo encendi con molestentitud. Exhalando una bocanada d

humo, replic:Pero, supongo que sus espas y

o han informado de todos estos detallesno es as?

El comandante mir al joven durantvarios segundos, sin pronunciar palabraEra como si estuviera meditando mucho

problemas complicados. Cuando volvia hablar, su voz era nuevamente calmadllana.

Bueno dijo, es hora de qupongas las cartas sobre la mesaEmpiezo a notar que me equivoqu dcabo a rabo al juzgarte, Hartley. Ahor


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e ests vengando de ello, pero, como ydije, no puedo reprochrtelo. En estonstantes me doy cuenta de que lo que t

dije en Inglaterra era verdad: bajo tafectada indiferencia, bajo tu aparentapata, hay algo que nunca sospech.

Eso me complace ms de lo qupuedo expresar en palabras. Tu padremuchacho, era hermano mo, y u

hombre magnfico. No sabes cmo mha dolido verte perder tiempo ecompaa de esos jvenes tontos qu

creen que el mundo no es ms que ugran saln de baile. Supongamos que mdices algo ms acerca de tudescubrimientos.


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Haba una gran sinceridad en la vodel comandante. No estaba actuando estvez. Hartley sinti un gran afecto poaquel caballero de cabello gris que coanto xito engaaba a todo el mundo.

Muy bien, to. Antes que nada

ser necesario recordar el da en quusted empac los documentos falsosComo ya le dije, vi que su criado no

espiaba, y llev a cabo mi pequea tretde substitucin.

En los momentos en que mi tren ib

a salir, me encontr con una vieja amigaHaba ido a la estacin a despedir a unamiga suya, que regresaba a Francia

os present, y luego, por extra


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coincidencia Hartley snterrumpi y solt una risita. No

supongo que no debe de haber sidcoincidencia. Bueno, el caso es que estmuchacha y yo quedamos sentados unfrente al otro. Nos embarcamos en un

conversacin muy interesante, en la quepara decir la verdad, comenc dnmediato a delatarme.

To, esa hermosa mademoiselle(nmporta su nombre) tena cierta cualida

que me atraa irrevocablemente. Hast

entonces, no haba sido precisamente umisntropo, pero poco me faltaba. Y haqu que, por primera vez en varioaos, una mujer logra cautivar m


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nters. Eso cambi por completo mconducta; empezamos a hablar en serioargo y tendido. Demasiado tard

record mi papel, mi personalidad ddiota; no quiero lanzarle ningunndirecta, to. Aquella conversacin n

uvo importancia, excepto por una cosadurante ella, not que la joven usaba uperfume extraordinario, que parec

parte esencial de su persona.Era una mezcla astuta y gloriosa d

espliego, lirio del valle, violeta; d

odos los aromas que llenan el mflorido de los jardines. Ernconfundible, por su su misterio, s

peculiar textura. Exquisito


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nolvidable!Cuando el tren lleg a Dover, perd

de vista a la muchacha en medio deajetreo, y aunque la busqu cuanto pudeme result imposible hallarla a borddel barco.

El resto ya lo sabe usted, excepcin de un pequeo detalle. Aabrir la valija y notar la desaparicin d

os papeles, percib un aroma peculiarel aroma del perfume que la francesa deren usaba.

De un salto, el comandante sevant de su silla y, atravesando eaposento de grandes zancadas, se plantfrente a su sobrino.


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Por todos los santos, significeso que?

Qu conozco la identidad dMystery!

El comandante trag saliva repetidaveces; luego, se dej caer en una silla

respirando pesadamente.Buen Dios gru, y pensa

que yo llevo aos tratando d

averiguarla.Movi la cabeza repetidas veces

expresando su disgusto. Hartley trat d

consolarlo.Anmese, to sonri; lmayor parte de los grandedescubrimientos se han hecho po


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accidente.El comandante Witham se rasc l

barbilla, como haca siempre que tenuna duda.

De todos modos, Hartley, hay algraro en lo del perfume. Mystery n

acostumbra cometer errores. Perprosigue; supongo que tendrs algo mque decirme.

Bastante. Llegamos ahora al den que fui de visita al Chateau de loStael. Como usted estaba tan disgustad

conmigo, decid perderme de vista poun rato, as que acept la incitacin quStael me hizo a Brenninaux. Eso fuhace una semana.


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La noche de ayer hubo una fiestque no termin sino hasta las tres de lmadrugada. A esa hora estaba ycansadsimo, y mareado de tanto fumarsin embargo, no poda dormirFinalmente, decid salir a respirar air

fresco. Me vest, y un cuarto de hordespus caminaba por el bosque dBrenninaux.

A1 otro lado de este bosque hauna gran llanura sin cultivar; el terrenes malo, segn me han dicho. Me detuv

al entrar en ella, y estaba a punto dregresar cuando me llamaron la atencias extraas acrobacias de algo quom por un enorme pjaro.


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A continuacin Hartley relat lo quhaba sucedido despus; su encuentrcon la muchacha, que en realidad erMystery, y finalmente sdescubrimiento de que ambos erahuspedes de la misma persona.

Ella haba llegado al Chateau lnoche anterior, pero como tena jaquecse acost inmediatamente; por lo menos

esa fue la excusa que dio. Por eso no novimos en la fiesta. De modo que ahorao, ya le he dicho toda la verdad.

El comandante neg con la cabeza.No toda an, muchacho. Cul eel nombre de la muchacha?

Hartley cerr con fuerza los labios.


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No, to. Ese secreto me perteneceEl viejo lo mir con sorpres

durante unos instantes; luego emiti uncorta risa.

No me estabas diciendo hacunos minutos que quieres, ingresar a

Servicio Secreto? Te parece que tconducta es la de un buen agenteAparentemente, has malinterpretado l

palabra secreto.Hartley se ruboriz.Pero, to, el asunto es mo

Quiero, quiero luchar contra ellutilizando sus mismas armas, derrotarlcon mis propias fuerzas. Soy el primeren descubrir su identidad; tengo derech


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a conservar en secreto mdescubrimiento.

La expresin del comandante ssuaviz.

Comprendo lo que sientesHartley, pero los miembros del Servici

Secreto no acostumbramos hacer esacosas. Supongamos que al salir de aqumueres repentinamente; que te atropell

un camin; que el taxi dnde vas svoltea. La muerte ataca cuando menos se espera. Te llevaras el secreto a l

umba, en perjuicio de tu patria?MademoiselleMarie Arnaud!Las palabras brotaron de sus labio

casi contra su propia voluntad. Estuvo


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convulsivamente, incapaz de contener lrisa.

Slo al ver a Hartley levantarse caminar con paso airado hacia la puertase calm un poco.

Un momento, muchacho llam

mientras Hartley haca girar el picaport. Lo siento, Hartley, pero te haequivocado por completo

ademoiselle Arnaud es la hija deembajador francs en Inglaterra.


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Captulo VI

DURANTE EL VIAJE de regreso Brenninaux, Hartley se vio sumergiden un mar de pensamientos. Al principintent leer un peridico, pero pronto ta

cosa le result imposible. El recuerdde las carcajadas de su to lo asaltabuna y otra vez, y en cada ocasin co

ms amargura.Qu ridculo estaba haciendo. Tod

o que haca o pensaba resultab

equivocado. Era absurdo pensar quhubiera podido ingresar al ServiciSecreto, y sin embargo

Dos veces haba olido el perfume d


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Marie Arnaud, y se hallaba dispuesto urar que era el mismo que habmpregnado su valija. De eso estab

absolutamente seguro. No era acasprueba suficiente de que Marie Mystery eran la misma persona?

Sin embargo, las consideraciones dsu to no dejaban de ser verdaderas. Erespuesta a las acalorada

aseveraciones de Hartley, el comandantWitham haba hecho notar, sabiamenteque aunque mademoiselle Arnau

creyera que el perfume se destilaba parsu uso exclusivo, no era difcil que duno u otro modo, acaso a travs de lmediacin de un empleado deshonesto


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el aroma fuese a parar a otros tocadoresEra extrao que Marie Arnaud n

hubiera estado en el barco que cruzabel canal; pero aqu tampoco habevidencia definitiva que confirmase ehecho. El marinero que la busc pud

muy bien comprender mal la descripcihecha por Hartley, y haber pasado junta la muchacha sin reconocerla.

Pero, a pesar de todo, Hartleconservaba la impresin de que lacircunstancias que rodeaban a Mari

eran bastante peculiares. El germen da duda estaba firmemente enraizado el, y le era imposible rechazarlo.

La indecisin luchaba con l


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Brenninaux. Archivando por emomento el problema, Hartley tom umaltratado taxi Renault para que llevara al Chateau.

Una vez all, se enter de que la ynumerosa cantidad de huspedes hab

sido aumentada. El recin llegado eramericano; Hartley adivin snacionalidad aun antes de orlo hablar.

Cuando Hartley entr, su anfitrionamadamede Stael, acudi a saludarlo.

Ya de regreso, Hartley? No t

esperaba tan pronto.Su castillo es demasiadencantador para alejarse de l durantmucho tiempo, madame repus


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guerra, mientras desempeaba uncomisin militar. Haba sido uno de loprimeros en desembarcar en 1917, particip en la batalla de Saint Mihiel.

Result herido? No! Sali de lguerra ileso, excepto por un pulga

nfectado, a resultas de abrir una lata dcarne de res. S; se haba retirado deservicio, y planeaba pasar el resto de s

vida vagabundeando por Europa.El resto de su vida! Hartley lo mir

de reojo. El americano no aparentab

ms de treinta y cinco o cuarenta aosera demasiado joven para hablar as.Por alguna obscura razn, Hartle

empez a sentir un claro inters por e


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hombre de Nueva York, de modo queobedeciendo sus impulsos, observ acapitn lo mejor que pudo.

Wilberforce era alto; mediralrededor de un metro ochenta y cincoSu cuerpo era atltico y bie

proporcionado.Tena abundante cabellera, pero st

empezaba ya a volverse gris, como e

comn entre los americanos. Dentro dalgunos aos, calcul Hartley, estara ycompletamente blanca. Sus faccione

eran enrgicas, aunque demasiadanchas. Juzgando por su acento, Hartlesospech que haba nacido en el sur dos Estados Unidos. Esta teora no tard


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en verse confirmada, cuandWilberforce habl de su niez eLouisiana.

La partida termin con una ligerventaja en favor de Hartley.

Magnfico juego, seor Witham

Me debe usted el desquite. Pero ahordebo ir a cambiarme. Tardo mucho men hacerlo que cuando era joven

ermin Wilberforce, como en disculpa.De nuevo hablando como si fuera u

anciano! A pesar del cabello entrecano

Hartley, habiendo charlado largamentcon l, estaba seguro de que, a lo msendra cuarenta y cinco aos.

Ascendieron juntos la monumenta


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Al abrir la puerta, oy un murmullde voces que se interrumpisbitamente, y con aguda intuicin sdio cuenta de que haban estadhablando de l. En la habitacin estabaMarie y el capitn Wilberforce.

Casi inmediatamente siguierohablando: se pusieron a comentar uexcelente tiro que, segn ellos

mademoiselle Arnaud acababa dograr, y la absoluta naturalidad de su

voces pareca indicar que las sospecha

de Hartley eran injustas, pero el joveestaba seguro de hallarse en lo cierto.Marie fue la primera en verlo.Ah! He aqu al seor Witham


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Dnde se haba usted metido? No lvea desde nuestro accidentalencuentro de esta madrugada. Temhaberlo asustado.

Subray la palabra accidentalPor qu razn?

Hartley pens que trataba dcomunicarle un mensaje al capitWilberforce. O quiz estaba sl

bromeando!Fui a Pars, mademoiselle. Par

decir la verdad, el tonto de mi sirviente

al hacer mi maleta en Londres, empacun pijama viejo y roto que yo desde haciempo quera tirar. Me avergonc tant

de l que tuve que ir a comprar otro.


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pens en eso. Mon Dieu! Deb habecomprado el pijama verde.

Antes de que alguien pudiera deciotra cosa, se oy el sonido de un gondistante.

Hora de cenar! exclam Mari

. Vengan, caballeros. Los dos macompaarn; uno de cada lado. Salguno me aburre, qu se cuide! Dejar

de hacerle caso y me pondr a charlacon el otro. sta es una competencinternacional! Arriba, Inglaterra; nimo

Estados Unidos!Hizo una reverencia burlona antcada uno de los hombres; luegoencabez la marcha hacia el comedor.


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pijama de seda le quedaba a lperfeccin, y la delicada textura de lela revelaba los fuertes msculos, y e

amplio pecho.Hartley se acost. Leer o dormir

Decidi que no tena sueo, as qu

abri un libro, otra de sus compras deda, y arrellanndose en el suavcolchn de plumas, se sumergi en l

ectura de la ms reciente sensaciiteraria de Francia.

Emocionado por la historia

ntrigado por la maestra del autor, pasde pgina a pgina con intenso intersolvidando el paso del tiempo. Slo hastque su reloj de viaje campanille tre


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veces sucesivas, se dio cuenta de quera hora de dormir.

De mala gana hizo a un lado el librapag la luz. Hasta entonces not quas pesadas cortinas de la ventan

estaban cerradas y obstruan la entrad

del aire fresco.Se levant perezosamente y fue hast

a ventana. Caray! Ahora se daba cuent

del calor que haca. Con diestrmovimiento de mueca apart lacortinas, y vio que la ventana tambi

estaba cerrada. Abrindola, aspir pleno pulmn el aire puro, oloroso pino.

Un ligersimo ruido lo hiz


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asom a la venta

guerra de espias

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