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177 Econ. Gest. Desarro. Cali (Colombia) N°. 4 141 - 181 Noviembre - 2006 Gramática del Neoliberalismo. Genealogía y claves para su desciframiento José Francisco Puello-Socarrás a Universidad Nacional de Colombia Recibido: 27/07/07 Aceptado: 14/09/07 Resumen Este artículo pretende mostrar una mirada mucho más compleja del liberalismo contemporáneo, más conocido como neo-liberalismo, aproximando más referencias teóricas y evidencias concretas de su historia intentando mejorar la hermenéutica tradicional que se le practica. Así, la transformación global de la escena neoliberal emerge, desde sus inicios, bajo el influjo de un fuerte poder político y social que debería ser indagado en torno a los discursos neoclásicos de la teoría económica pero que en su genealogía completa son frecuentemente omitidos por la mayoría de trabajos sobre sus fundamentos. El neoliberalismo lejos de aparecer unívocamente como una teoría económica enfrenta una importante dimensión política que es imposible de negar para dar con la esencia real del fenómeno. Palabras clave: Neoliberalismo, pensamiento económico, discursos de la economía neoclásica, economía austriaca, teoría económica, ideología neoliberal. a Politólogo Universidad Nacional de Colombia y Magíster en Administración Pública, Escuela Superior de Administración Pública. Asesor en Asuntos Económicos y Políticos en el Senado de la República, Docen- te departamento de Ciencia Política, Universidad Nacional de Colombia. E-mail: [email protected] Econ. Gest. Desarro. Cali (Colombia) N°. 5 177 - 204 Diciembre - 2007

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177Econ. Gest. Desarro. Cali (Colombia) N°. 4 141 - 181 Noviembre - 2006

Gramática del Neoliberalismo.Genealogía y claves para su desciframiento

José Francisco Puello-Socarrása

Universidad Nacional de Colombia

Recibido: 27/07/07 Aceptado: 14/09/07

Resumen

Este artículo pretende mostrar una mirada mucho más compleja delliberalismo contemporáneo, más conocido como neo-liberalismo,aproximando más referencias teóricas y evidencias concretas de suhistoria intentando mejorar la hermenéutica tradicional que se le practica.Así, la transformación global de la escena neoliberal emerge, desde susinicios, bajo el influjo de un fuerte poder político y social que debería serindagado en torno a los discursos neoclásicos de la teoría económicapero que en su genealogía completa son frecuentemente omitidos por lamayoría de trabajos sobre sus fundamentos. El neoliberalismo lejos deaparecer unívocamente como una teoría económica enfrenta unaimportante dimensión política que es imposible de negar para dar con laesencia real del fenómeno.

Palabras clave: Neoliberalismo, pensamiento económico, discursos dela economía neoclásica, economía austriaca, teoría económica, ideologíaneoliberal.

a Politólogo Universidad Nacional de Colombia y Magíster en Administración Pública, Escuela Superior deAdministración Pública. Asesor en Asuntos Económicos y Políticos en el Senado de la República, Docen-te departamento de Ciencia Política, Universidad Nacional de Colombia. E-mail: [email protected]

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Esta discusión no puede reducirsesimplemente a un debate fraseológico,por el contrario es imperativo adentrar-se en una práctica discursiva construi-da, constituida y realizada por una dialé-ctica específica, continua y constanteentre teoría y praxis. La multiplicidadexpresiva del neoliberalismo no lo ubicaexclusivamente en «lo teórico» o lo rela-ciona privativamente con una ideología(«una forma de representarse la socie-dad»). Pero tampoco hay que enfren-tarlo unívocamente como una práctica,en el sentido de «una manera de hacerlas cosas», como lo ha mostrado el in-mejorable análisis de Michel Foucault alrespecto (Foucault, 1999). La cuestiónestá en derivar una aproximación holísti-

Abstract

This article attempts to show a very complex view of contemporaryliberalism, better known as neo-liberalism, including more theoreticalreference and concrete evidence about his history trying to improve thetraditional hermeneutics on it. Hence, the global transformation of theneo-liberalism scene emerges -from the very start of their process- as astronger political and social power that should be finding out around thebasics of neoclassical economic discourses but usually in their completegenealogy is systematically refuse by the most work about theirfoundations. The neo-liberalism far away that appears only as economictheory faces an important political dimension impossible to deny for seizesthe real essence of this phenomena.

Key words: Neo-liberalism, Economic though, neoclassical economicsdiscourses, Austrians economics, economic theory, neo-liberalismideology.

JEL: B20

1. Introducción

El neoliberalismo sigue siendo una ex-presión particularmente ambigua hastael día de hoy, y aunque su realidad setraduce en una praxis real, clara e inob-jetable, ni la más ingenua etimología olas nociones más sofisticadas que com-piten por penetrarlo, han podido propi-ciar un consenso más o menos establesobre qué es «lo neo–liberal». Por para-dójico que parezca ésta aparente con-tradicción no ha desaparecido; tampocoel impulso casi natural de calificar al tonohegemónico de las sociedades contem-poráneas a finales del siglo XX y en losinicios del nuevo milenio como neo–li-berales.

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ca que involucre todos estos elementos,en conjunto que permita su comprensiónmás integral.

La diversidad de las operaciones in-telectuales y los enfoques analíticos quemedian frente a la interpretación correctadel neo–liberalismo, han terminado porcomplicar su aproximación sin mostraravances significativos en su descifra-miento. En ese caso, vale la pena inte-rrogarse: ¿por qué no se ha podido con-ceptualizar consistentemente el neolibe-ralismo y «lo neoliberal» cuando se ad-mite sin mayor vacilación su inaudita pre-sencia?

Se propone en este momento algu-nas claves para dar con un seguimientorelativamente ampliado del neoliberalis-mo, y extender de ésta manera las fron-teras que han sido impuestas por la in-terpretación tradicional. Más específica-mente, aquella que lo ha pretendido ago-tar sutilmente en torno a una cuestiónexclusivamente económica; de hecho,una postura que el propio pensamientoneoliberal ha logrado proyectar para re-presentarse a sí mismo como un aconte-cimiento exclusivamente de política eco-nómica (economic policy), circunscritoal marco de la economía pura. Unaposición ampliamente aceptada para po-sicionar al saber económico y la econo-mía misma como una dimensión autóno-ma –y aislada– de la actividad social, oen otras palabras, para poner «entre pa-réntesis» –utilizando una expresión deHumberto Maturana (1997)– las condi-ciones económicas y sociales que son «la

condición de su ejercicio» (Bourdieu,1998).

El neoliberalismo tal y como se haconjugado en diferentes escenarios (es-pacios, tiempos, lugares, territorialidades)exige una gramática diferente. Por lomenos una que ofrezca alternativas parareflexionar sobre el actual ‘estado decosas’ en dos sentidos: por un lado, des-de la misma claridad conceptual; por elotro, intentando mostrar la superación dela realidad neoliberal al interponer unanálisis frente a la dimensión intelec-tual que expresaría lo neoliberal, cues-tión aún inexplorada -y, podríamos aña-dir, casi abandonada- pero que no la exi-me de los efectos que genera desde elcampo del ejercicio del poder, las llama-das «tecnologías de gobierno» y la pro-ducción de las políticas públicas.

La argumentación frente a todasestas consideraciones pretende entonces,exponer las fuentes teóricas de la novaliberal desde dos posturas que a prime-ra vista son opuestas pero que, al finalde cuentas, en ningún momento llegan aser contradictorias.1

Se acude esencialmente a la llama-da versión de la economía neoclásica

1 Aquí vale la pena subrayar que la exigencia deuna nueva gramática, otrora una nueva inter-pretación, debe superar la sinonimia entre ‘opo-sición’ y ‘contradicción’ y relacionarlas bajo latesis de complementariedad. De hecho, el obje-tivo es lograr una ‘dialéctica sintética’ (no-he-geliana) en donde se generen «determinadas ar-ticulaciones, bien definidas» que permitan la «re-organización del saber sobre una base más am-plia» (Bachelard, 1970, p. 112).

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reflexión escolástica habitual e inferir lasólida convergencia en torno a los he-chos y prácticas efectivas que motivansu resurgimiento especialmente desde lasegunda mitad del siglo XX.

Por la misma razón, se hace nece-sario también reivindicar la dimensión dela política económica en clave de eco-nomía política (las consecuencias y elcontenido político de la política pública:la politics de la policy), rechazando elreduccionismo neoliberal a la que se haestado acostumbrado y superar la inter-pretación corriente que se le ha dado ala economía y a la política económicacomo una esfera funcionalmente inde-pendiente y neutral de los intercambiossociales y de intervención mecánica so-bre la Sociedad por parte del Estado, alnegar de plano su interdependencia fren-te a las dinámicas societales.

Antes de avanzar con la argumen-tación vale la pena insistir en una adver-tencia. Proponer una relectura de «loneoliberal» no debería transitar los sen-deros ya recorridos simplemente ‘corri-giendo’ las interpretaciones comunespara mejorarlas solamente en su nivel derigurosidad erudita. Por el contrario, laestrategia espera ‘subvertir’, o mejor ‘in-vertir’, sus fundamentos –tanto internoscomo externos– y desactivar su compe-tencia como matriz constitutiva para ana-lizar las realidades concretas que ellosmismos propician.

Al neoliberalismo hay que introdu-cirlo revirtiendo lo económico en lo polí-tico; transformar su supuesta situaciónde política económica para indagarlo

americana como a su complemento aus-triaco, menos visible en la teoría y en lasprácticas económicas contemporáneaspero que progresivamente está lograndoimponer un inusitado ímpetu. Como ve-remos, las nuevas doctrinas de la retóri-ca liberal exhiben tensiones internas quea primera vista pueden parecer irrecon-ciliables.2 Sin embargo, hay que advertirque a pesar de estos matices no se tratade alguna clase de «bloqueo» en sus prin-cipios políticos ó en sus mínimos cogni-tivos de acción –no en el sentido de sudoctrina sino desde su teoría ideológi-ca, dimensión mucho más panorámicaque involucraría sus respectivos marcosde interpretación del mundo–. La ex-ploración de los fundamentos políticos yel desarrollo histórico del neoliberalismoexige restituir un «más allá» de la mera

2 Se dice «retórica» insistiendo la dimensión cog-nitiva (en tanto cognitio) como un marco deinterpretación desde el cual es posible represen-tar y ‘darle sentido’ a los intereses, las decisio-nes, etc., en suma, la acción social y pública-mente efectiva en general y, para este caso, laneoliberal: «(…) el propósito de esos marcosestá simplemente en darle sentido a un acto,pero los marcos son también importantes comouna manera de documentar o establecer la legiti-midad de la acción. Cuando son utilizados en estamanera, un marco interpretativo constituye unaforma de retórica: su propósito no es simple-mente informar sino también convencer» (Ca-ruthers y Nelson, 1991, pp. 35). GiandomenicoMajone -bajo la sombra de Lindblom y Cohe- hasido sin duda un pionero en el estudio de las po-líticas públicas al colocar en el centro de la dis-cusión esta importante vinculación entre ideas,conocimiento y políticas públicas, entendidoscomo procesos discursivos e interpretativos (Ma-jone, 1989:2000).

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en su condición fundamental de econo-mía política; destacar la nueva espon-taneidad que supuestamente representavolcándolo sobre la añeja necesidad queefectivamente expresa en su más crudaactualidad. En últimas, derivar sus pro-cedencias y sus emergencias, en el sen-tido que ha propuesto Michel Foucaultbajo la rúbrica de la genealogía.3

1.1 Preliminares de lo ‘neo’La «progresiva primacía de lo neo» –acudiendo a una famosa frase de HenriLefevre (Jameson, 1984)–, signo parti-cular de estos tiempos, ha reforzado elsentido del liberalismo contemporáneo.Especialmente si se piensa en las ver-siones y sub-versiones que avalan aque-lla faceta proveniente del pensamientoeconómico y la perspectiva política im-plícita asociada a su discurso.

Aquí resulta pertinente plantear dosinterrogantes para que guíen esta polé-mica: ¿en qué sentido puede sugerirseuna auténtica novedad en «lo liberal»?,¿en qué consistiría esta nueva apuestasupuestamente distanciada de su empre-sa original?

Al interior del pensamiento econó-mico liberal se ha podido detectar –in-clusive– cierta confusión sobre la dife-rencia que existiría entre un liberalismoclásico y una nueva postura que procu-ra, si no su continuidad y ajuste a las nue-vas condiciones contemporáneas, sí unadecidida renovación. Este hecho hacemás complejo todavía el análisis cuandotambién en la literatura se tolera unaeconomía neo–clásica como soporteepistemológico (léase, de legitimidad enla producción de un modo de conocimien-to válido y privilegiado para dar cuentade la realidad auténtica de ‘lo social’)que, reviviendo el espíritu original delpensamiento económico desde el sigloXVIII, a primera vista, le otorga una fuer-za insólitamente reconstituyente a susprincipios y convicciones más axiomáti-cos.

Recurriendo a un ejemplo históricose podría desarrollar este argumento.Existe todavía una confusión bastanteextendida –y, además, poco esclarecida–en la interpretación que se le ha dado a«lo liberal» a la luz de la conocida polé-mica entre neoclásicos –neologismociertamente inexacto y que, a la postre,vendría a confundirse cándidamente con«lo neo-liberal»– y el keynesianismo,postura en boga desde mediados de ladécada europea de los treinta pero queposteriormente ejercería un influjo nadadespreciable en el desarrollo político,económico y social latinoamericano apartir de la mitad del siglo XX. La sen-sación que llega hasta los días actuales,por supuesto está mediada y mediatiza-

3 El conocido «régimen político de la verdad»,para este caso, de la historicidad y la «imagen-pensamiento» que ha convocado el fenómenoneoliberal centrado básicamente en el «Poder»[las relaciones de poder] y la «emergencia» delas «prácticas» ó de «los conceptos» vinculado alos discursivo y la narración (Foucault, 1972:1994 y 1976).

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Más exactamente, la falta de rigu-rosidad en la interpretación de la con-vergencia entre el consenso keynesia-no y la contrarrevolución que tantodefendió Milton Friedman debe admitir-se sin ningún tipo de vacilación:

«(…) Deja de suponer que en lafase de acumulación precedente,las políticas económicas, la ideo-logía dominante y las institucio-nes estatales y de regulación delas empresas no tuvo por objetocentral la defensa del mercado.Este pensamiento es contra fácti-co. La doctrina hegemónica ante-rior, es decir, aquella que justificólos activos productivos, comercia-les financieros y administrativosestatales y la intervención en ladistribución de rentas mediante losimpuestos, la generación de em-pleo y la provisión de servicios pú-blicos, se creó, precisamente, parapromover la extensión del merca-do y evitar las crisis cíclicas delsistema (…) el neoliberalismo noes enemigo del Estado capitalista,sino de ciertas funciones, institu-ciones y actuaciones que pesancontra una acelerada concentra-ción del capital en la fase actual deacumulación. Lo que ocurre es quese ha roto la relación entre con-centración del capital, crecimientoeconómico, creación de empleosestables, mayor demanda agrega-da y crecientes niveles de consu-mo y bienestar» (Restrepo, 2003,pp. 34).

da por incuestionables perspectivas ideo-lógicas. Más exactamente se presentabajo una antítesis fundamental entre dosposturas: la economía neoclásica y la ins-pirada en la obra de Keynes, particular-mente, en torno a la concepción de loestatal y la virtual exclusión entre el in-tervencionismo de Estado y las liber-tades de mercado (Acosta, 1996).

Pues bien, el aparente contrasteentre ambas posiciones no puede en nin-gún momento eximir o inclusive desalo-jar el núcleo eminentemente liberal quelos vincula:

«(…) Desde aquí se han podidoexpresar «dos formas de plantearla capacidad gubernativa del Es-tado frente a los retos post-indus-triales de la economía capitalista»;no se trata de dos definiciones dis-tintas del Estado. La tensión entreel llamado consenso keynesianoy la denominada así por Friedman,contrarrevolución liberal, es tansólo un momento en la discusiónentre liberalismos, referida a la obli-gación política del Estado Capita-lista (...) De ninguna manera aspi-ra eliminar la intervención estatal.Por el contrario, hace concienciasobre su permanencia indispensa-ble. La reflexión subsidiaria sobreel redimensionamiento del Estadoy las vicisitudes en torno al Esta-do mínimo y ultramínimo -tal ycomo ha sido privilegiada por losneocontractualistas- han termina-do por ratificar la falacia según lacual el Estado sería hostil al capi-tal» (Puello-Socarrás y Mora, 2005,pp. 89).

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Lo anterior deja en claro que el ke-ynesianismo no abandona su filiaciónestrictamente capitalista–liberal frente ala de un neoliberalismo que insistente-mente la reivindica. Por esta razón, neo-liberalismo y keynesianismo son auténti-camente apuestas modales del liberalis-mo contemporáneo. Ambos, sin abando-nar sus fundamentos alcanzan a poneren escena –más allá del mero contrasteepistemológico– una fidelidad ideológi-ca fundamental.

Por supuesto, haciendo justicia conel significado de la crítica teórica deKeynes a los clásicos, éste insinuabamás bien cierta superación práctica y elajuste histórico de los principios libera-les a los nuevos desafíos que planteabanlas crisis capitalistas pero sin extralimi-tar su identidad (Prebisch, 1947). Por eso,el keynesianismo in stricto sensu seríatambién un intento de renovación del li-beralismo económico clásico, es decir, escabalmente neo–clásico, más allá queel calificativo para la posteridad desalo-je y omita esta realidad. Keynes intenta-rá generar una teoría general en la cual«lo clásico» aparezca como un caso es-pecial. Sin embargo, por la familiaridadque por tanto tiempo ha implicado el tér-mino y en virtud de las facilidades querequiere el análisis, «lo neoclásico» ex-cluirá a Keynes. Una decisión que, sinembargo, de acuerdo con los hechos his-tóricos de la consolidación neoliberal severá ratificado.

Otra rectificación complementaria eigualmente sugestiva puede ayudar a

seguir despejando la serie de malenten-didos que subsisten a este respecto.

Parecer poco recurrido, la llamadasíntesis neoclásico–keynesiana, postu-ra teórica que recapituló los presupues-tos neoclásicos con la teoría keynesianaes básico para intercalar otro testimonioque permite comprender el desarrollo dela teoría económica neoliberal.4 Su valorestá, sin embargo, en aproximar varioselementos de juicio para reconocer elsentido y el carácter del proyecto neoli-beral actual.

4 Sin lugar a dudas, los desarrollos de sir John R.Hicks van en esta línea. En Valor y Capital, unade las obras centrales en la historia del pensa-miento económico y en la que contribuyeronprofundamente desde la Escuela de Londres Lio-nel Robbins, Nicholas Kaldor, Abba Lerner, PaulRosenstein-Rodan y F.A. Hayek, Hicks refinalos fundamentos de «los teóricos modernos de latradición clásica» (así llamaba Keynes a Wick-sell, Marshall y Pigou) para analizar los proble-mas de la producción, el ciclo económico, eldinero, el interés y la acumulación del capital –cuestiones macroeconómicas – partiendo de losinstrumentos como la maximización de la utili-dad individual y las preferencias y la demanda delconsumidor – aspectos propios de la microeco-nomía – para llegar a conclusiones agregadas yun tipo de interpretación del análisis keynesianoformalizado alrededor de un sistema de ecuacio-nes simultáneas. Esta improvisación se conoce-rá después como el «Modelo Hicks-Hansen» -enhonor a Hicks y Alvin Hansen- ó Modelo «IS-LM» (introducido justamente por Hicks en eltrabajo al que se hace mención y se cumplía másadelante por Franco Modigliani). El mismo Hic-ks es quien ha puesto de presente una sintoníaentre Hayek y Keynes -se debe recordar que susteorías sobre los ciclos económicos han tenidocomo punto de partida común en Wicksell- y laconvergencia de ambos frente a la hermenéuticasubjetivista que aplican en sus análisis.

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tual keynesiano bajo su propia semánti-ca.6 Es más, los keynesianos de la Es-cuela de Cambridge y sus contrapartesamericanos, los Post–keynesianos handenunciado sistemáticamente que la sín-tesis es una «horrenda traición» a los fun-damentos de la Teoría General.

Este hecho, poco conocido por lovisto, no ha dejado de tener influenciadentro del pensamiento y la teoría eco-nómica neoliberal hasta el punto de ha-blarse hoy en día de una nueva síntesisneoclásica–keynesiana sin que «la no-vedad de lo neo» aquí pueda sentirseredundante.

El acontecimiento de la síntesis hapodido destronar la idea según la cualresulta inconsistente pensar en un neo-liberalismo al mismo tiempo, neoclási-co –en el sentido de los aportes de losllamados economistas Austriacos y másespecíficamente su vanguardia anglo–americana– con las categorías keynesia-nas. Por el contrario, la misma trayecto-ria del neoliberalismo confirma que existeuna posibilidad bastante bien articulada

Esta síntesis fue únicamente posi-ble en el momento en que la teoría deKeynes es desafiada (teórica e ideológi-camente) por la escuela neoclásica, bajoel supuesto de estar ésta última «mejor»equipada para afrontar los aspectos tec-no–económicos relacionados con el cre-cimiento a través de una teoría de la pro-ducción y de la distribución que no aban-donase el presupuesto de la «competen-cia perfecta».5 El resultado final fue unasíntesis que, en últimas, no sería otra cosaque la conjunción e incorporación de loselementos keynesianos en el marco epis-témico de la escuela neoclásica tradicio-nal renovando su capacidad y sus alcan-ces. Como en la literatura corrientemen-te se ha fomentado fue una teoría quecolocaba Keynes vís-á-vís Wicksell yque –aquí sí en términos rigurosos– sin-tetizaba el universo de «lo neoclásico»de Marshall a Keynes. Si Keynes inten-tó que las explicaciones de la tradiciónclásica terminarán como un caso espe-cial dentro de su teoría general, la sínte-sis fue la respuesta inmediata al invertiresta tesis y redefinir el aparato concep-

5 Mientras que Keynes inicia su obra con la críticade los presupuestos de la economía tradicionalneoclásica: a) «el salario es igual al productomarginal del trabajo» y b) «el producto marginaldel trabajo disminuye a medida que aumenta laocupación», en último término: la imposibilidadreal de la «competencia perfecta» (y el plenoempleo de los factores productivos), Hicks nodeja de insistir en trabajar necesariamente conél, pues se analiza el sistema económico donderige la «iniciativa privada» sin «controles insti-

tucionales» (Keynes 1936; Hicks, 1939)

6 «Nuestra labor presente puede expresarse, pues,en términos históricos del siguiente modo. Te-nemos que volver a examinar la teoría de Paretoy aplicar después esta teoría del valor perfeccio-nada a aquellos problemas dinámicos del capitalque estaban fuera del alcance de Wicksell a causade la imperfección de los instrumentos de quedisponía (…) cuando lleguemos a los problemasdinámicos, no dejaré de prestar atención a laimportante labor que se ha hecho en este campocon métodos marshallianos – me refiero en par-ticular a la obra de lord Keynes… Nosotros nosencontraremos, vís-á-vís de lord Keynes y vís-á-vís de Wicksell…» (Hicks 1939, pp. xviii-xix).

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desde «lo teórico» y desde «lo real» dela mano de los hechos en concreto, frutojustamente de esta asociación.7

Ahora bien, el panorama expuestoexige necesariamente seguir reclaman-do: ¿en qué consiste, el reconocimientode lo neo–liberal? La reflexión alrede-dor del significado y el desarrollo in situde la teoría económica en el siglo XXsuele ser de gran utilidad no sólo paraseguir profundizando en las frecuentesdesviaciones que aún perduran inclusoen la literatura más especializada sinoque también ayudan a revelar la ampli-tud y la complejidad inherente alfenómeno.

2. Itinerarios teóricos del neolibe-ralismo: neoclasicismo austria-co y americano

2.1. Modalidades de la ‘novaliberal’

El neoliberalismo no puede concebirsede ninguna manera como una perspecti-va monolítica u homogénea. Ni desde susconstrucciones teóricas ni tampoco apartir de sus perfiles ideológicos máspuntuales. Mejor aún, cualquier aproxi-

mación debe ser consciente de la diver-sidad que expresan sus más conocidasmodalidades. Por ello, evaluar la consis-tencia interna de sus fundamentos y prin-cipios filosóficos vís-a-vís sus modos deacción que pretende imponer como rea-lización de su proyecto histórico, políticoy social, resulta ser de una ventaja ana-lítica inimaginable.

Se ha identificado corrientemente alnuevo liberalismo con los postuladosderivados de la economía neo–clásica.La asunción ha llegado hasta el punto deconfundirlos ingenuamente sin vincularmás que aproximaciones parciales. Estetipo de versiones, entre otras cosas, ol-vida referenciar puntualmente el naci-miento de la economía contemporáneacomo disciplina social y los episodios his-tóricos y epistemológicos que han debi-do sortearse hasta el presente para lo-grar esta configuración específica. In-tentemos desenrollar este punto sucin-tamente.

El liberalismo clásico –en el senti-do en que se concebe actualmente ‘loeconómico’– atraviesa las obras del pe-ríodo que abarca desde Adam Smith has-ta David Ricardo en lo que se denominóla Escuela de la Economía Política, laciencia social moderna por antonomasia.No sobra decir que ésta Escuela com-prendía un verdadero calidoscopio detemáticas sin ninguna división disciplinarinterna y analizaba el fenómeno socialorgánicamente. Con la crítica y las con-clusiones socialistas que se derivaron deella en la época posterior a Ricardo (léa-se Marx, el socialismo científico y el so-

7 Algunas denuncias levantadas eximen al Con-senso de Washington de su naturaleza «neolibe-ral» por el hecho de contener aspectos «keyne-sianos» (aunque, en sustancia, funcionan bajo unsistema de referencia neoclásico) justamente esuna de las polémicas que no han sido rigurosa-mente planteadas.

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identificar el lugar donde residirá su fuer-za discursiva y el poder concreto y efec-tivo –lo que en términos de Bourdieu seconoce como el ‘efecto de teoría’, esdecir, la «imposición de una visión» y lacapacidad de world-making– paraconstruir la realidad social (neo-liberal).

La naciente ciencia económica sedesdoblaría en dos tradiciones –en sen-tido estricto dos subculturas de un mis-mo paradigma hegemónico9– que másexactamente deben ser tenidas comoneo-clásicas. En conjunto –y por mo-mentos cada una por separado–, coloni-zarían progresivamente el significado inextenso de la economía y ‘lo económi-co’ como saber social y figurarían igual-mente su base de legitimidad.

Por un lado, estaría una EscuelaNeoclásica de tradición Continental, cuyaEscuela Austriaca ó también conocidacomo «Escuela de Viena» y sus sucesi-vas generaciones serían la referenciacentral.10 Por otro lado, estaría la variante

cialismo utópico), la Escuela se «vino amenos» (Lukács, 1969).

La crisis (no solamente teórico-abs-tracta sino fundamentalmente en el te-rreno concreto de ‘lo social’) tuvo comoresultado el desmembramiento de la Eco-nomía Política en varios frentes del co-nocimiento social, a la manera de disci-plinas autónomas y subdivididas en lo quese conocería hacia delante como el na-cimiento de las ciencias sociales contem-poráneas. Entre ellas, la ciencia econó-mica y la sociología; posteriormente flo-recerán los intentos inaugurales por re-crear una ciencia de la política bajo elmodelo lógico-empirista y positivistaadoptados ya por la teoría económica yla sociología (Wallerstein, 2004: 2005).

Este hecho histórico tiene un signi-ficado enorme para entender las vicisi-tudes del fenómeno teórico y práctico delneoliberalismo. Con él se empieza a per-filar su pretendido y supuestamente ‘in-objetable’ carácter científico y, a la vez,la matización de su naturaleza eminen-temente ideológica.8 En conjunto, permite

nes refinan, legitiman y esparcen el evangelio delas virtudes del mercado y de las bondades delafán de lucro (…)» (De Venanzi, 2002, pp. 41).

9 Un paradigma en términos de Thomas Kuhn son«las realizaciones científicas universalmente re-conocidas que durante cierto tiempo proporcio-nan modelos de problemas y soluciones a unacomunidad científica» (Kuhn, 1962).

1 0 La primera reacción al desmembramiento de laEscuela de la Economía Política y la posibilidadde una ciencia de la economía en el sentidocontemporáneo fue realizada conscientementepor Eugen von Böhm-Bawerk (1851-1914) yFriedrich von Wieser (1851-1926), fundadoresde la primera generación de la Escuela Austria-ca. Ludwig von Mises (1881-1973) y JosephSchumpeter (1883-1950) pertenecerían a la

8 «(…) las ideas impulsadas por la élite del Estado-mundo nacieron del sistema multilateral de laposguerra pero debieron esperar condicionespropicias para desplegarse y adquirir el papel pro-tagónico que hoy cumplen… La fortaleza y he-gemonía de esta élite intelectual… inhiben y pa-ralizan toda otra forma de pensamiento; estas sehan convertido en un Pensamiento único [que]dispone de muchas formas de propagación, perouna muy importante es aquella que logra con elabundante financiamiento que el sistema econó-mico mundial [el Estado-mundo] ofrece a uni-versidades, centros de investigación y fundacio-nes alrededor de todo el globo. Estas institucio-

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anglo–americana de la Escuela Neoclá-sica, representada por la Escuela deLondres (y, como se propuso, especial-mente la Síntesis Neoclásico-keynesia-na) aunque más célebremente por laEscuela de Chicago.11 De hecho, éstaúltima ha puesto un acento insignemen-te norteamericano a los desarrollos an-glo–americanos, relegando a un segun-do plano el carácter anglosajón dominan-te que los identificaba desde un principiofrente a la alternativa continental en unaépoca en que las consecuencias de lateoría de Keynes no habían desarrolladoun anti–keynesianismo radical, nueva-mente, por las supuestas desviacionesque desde esta doctrina podrían «pertur-bar» su espíritu original (tanto desde elpunto de vista neoclásico, al negar susprincipios axiomáticos y la competenciaperfecta, así como desde las asunciones

prácticas que eventualmente lo hubieranpodido acercar al socialismo).12

En medio de esta distinción, resca-tar la importancia que tuvieron las Es-cuelas de Friburgo y Berlín en Alemaniay de manera excepcional el famoso or-doliberalismo13 es imposible de sosla-yar. Las contribuciones de Eucken, Mü-ller-Armack, Erhard y, sobre todo, Wil-hem Röpcke y Alexander Rustow sonfundamentales en el éxito que adquiriríaesta corriente no sólo en Alemania sinoen toda Europa.

De allí que estas referencias seaninobjetables para el resurgimiento liberalde la época y claves sustanciales paradar con el panorama del neoliberalismoin extenso. A partir de su capacidad parareasumir varios de los problemas teóri-cos que el movimiento neoliberal en supropio desarrollo estaba generando, poruna parte, e imprimirle un nuevo impulsoa las cuestiones prácticas de la políticaeconómica, por el otro, el ordolibera-lismo logra auspiciar la renovación libe-ral en torno a lo que se denominó la eco-nomía social de mercado.14 A continua-ción se examina en qué consiste el tér-mino:

segunda generación mientras que, otro pensa-dor neoliberal bastante conocido, premio nobelde economía y para algunos el ideologo del neo-liberalismo, Friedrich August von Hayek (1889-1992) pertenecería a la tercera generación delos austriacos al lado de Morgenstern, von Ha-berler, Machlup, Rosenstein-Rodan, Lutz, Kau-fmann y Schütz. Dentro de la Escuela Neoclási-ca Continental también se incluyen otras co-rrientes como las Escuelas de Lausana y la Sue-ca, los Neo-paretianos, el famoso Coloquio deViena, la Escuela Neo-Walrasiana del EquilibrioGeneral y la Escuela Neo-edgeworthiana.

1 1 La Escuela Neoclásica anglo-americana com-prende, entre otros, a la Escuela Marginalistaamericana, los seguidores de Alfred Marshall ómarshallianos, los Monetaristas de la Escuelade Chicago (como Milton Friedman) y más re-cientemente las Escuelas Neo-institucionales deRonald Coase y Douglass North.

1 2 Esta anécdota, para nada gratuita, tendrá pode-rosas implicaciones en la comprensión de laevolución del pensamiento y la práctica neoli-berales.

1 3 Nombre que recibe al prestigio alcanzado por laRevista Ordo patrocinada desde la Escuela deFriburgo.

1 4 Para estos propósitos se creó el Centro de In-vestigación para la Comparación de Sistemasde Dirección Económica de la Phillips Univer-sitat de Marburgo.

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Si se analiza cuidadosamente lo di-cho por Alfred Müller–Armack se po-dría llegar a una conclusión paradójica:la ideología de la economía social demercado establece una línea que lo di-ferencia –hasta ahora, explícitamente–del neoliberalismo. Pero, al mismo tiem-po, incluye un pensador del tenor deHayek, por antonomasia el Padre delNeoliberalismo. No obstante, veremoscómo esta aparente incongruencia se re-suelve en la expresión del movimientoneoliberal en concreto.

Igualmente, vale la pena llamar laatención sobre el hecho que el ordoli-beralismo estaba enfrentado a una si-tuación análoga a la que se empezaba adar respuesta por medio de la mencio-nada síntesis neoclásico–keynesiana.Los colaboradores de Ordo practicabanun anti- keynesianismo a ultranza alconsiderar «incompatible el funciona-miento de la economía de mercado conel intento de alcanzar el pleno empleo atoda costa», en vista que la plena ocupa-ción generaba inflación (y, de hecho, res-tricciones al mercado) y la inevitable in-tervención estatal, cuestión que discutióampliamente Keynes con su teoría.

Para superar este desafío se hizoplena conciencia sobre una economíaorganizada (regulada) pero nunca diri-gida o planificada y la evidente nece-sidad de un esquema «estructurador» queexigiera permanentemente la limitaciónde la ley frente a la intervención estataly la libertad natural de los procesos eco-nómicos (y por consecuencia lógica tam-bién de la dinámica social) para garanti-

«(…) El concepto de economía so-cial de mercado se apoya en el con-vencimiento ganado gracias a lasinvestigaciones de las últimas dé-cadas de que no puede practicar-se con éxito una política económi-ca sin haber adoptado decidida-mente un principio coordinador.Los resultados poco satisfactoriosobtenidos por los sistemas inter-vencionistas de carácter híbridocondujeron a la teoría de los siste-mas económicos desarrollada porWalter Eucken, Franz Böhm, Fri-derich Hayek, Wilhelm Röpcke yAlexander Rustow, entre otros, ala conclusión de que el principiode libre concurrencia como indis-pensable medio organizador de co-lectividades sólo se mostraba efi-caz cuando se desenvolvía dentrode un orden claro y preciso, ga-rantizando la competencia. En estaidea, reforzada aún más por las ex-periencias de economía bélica enla segúnda guerra mundial, se basala ideología de la economía socialde mercado. Los representantes deesta escuela comparten con los delneoliberalismo el convencimientode que la antigua economía liberalhabía comprendido correctamen-te el significado temporal de lacompetencia, pero sin haber pres-tado la debida atención a los pro-blemas sociales y sociológicos. Alcontrario de lo que pretendía elantiguo liberalismo, la economíasocial de mercado no persigue elrestablecimiento de un sistema delaissez faire; su meta es un siste-ma de nuevo cuño (…)» (Müller-Armack, 1947: 2004).

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Resulta necesario iniciar exploran-do los fundamentos abstractos y concep-tuales del proyecto económico de esteresurgimiento liberal para enseguida re-lacionar sus aspectos ideológico-políticos(sin querer con ello decir que los prime-ros estén eximidos de esta última dimen-sión) y convocar así todas las dimensio-nes claves para descifrar el fenómenodesde su complejidad interna y externa;al mismo tiempo, advertir todos efectos,especialmente, los teóricos e ideológicosy, desde luego, los relativos a sus praxis.

2.2. Teórica neoliberalDesde un punto de vista epistemológico,los contrastes que existen entre los en-foques neoclásicos son palpables. Porel momento, se ampliará en qué consis-ten estas distinciones en sus variantesprincipales, es decir, entre las corrientesaustriaca y anglo–americana.

Mientras que el principio esencial de‘lo económico’ tanto para Mises comopara Hayek invoca un pensamiento ba-sado en el conocido paradigma de lacomplejidad, en referencia constante ala dinámica presente en los procesos dela acción humana «considerada como untodo» (recogido por Hayek como«praxeología»), la tradición anglo–ame-ricana propone ‘lo económico’ en el do-minio restrictivo de la elección racio-nal, sujeto –en oposición abierta a losaustriacos– al paradigma de la simpli-cidad.

Sobre este punto resulta básico se-ñalar la radical divergencia entre las dos

zar constitucional y legalmente el prin-cipio de la competencia.15 En suma setrataba de los trazos comunes de un pro-yecto económico pero auténticamentesocio–político.

A pesar de lo anterior, se referirácentralmente a las dos tradicionesneoclásicas paradigmáticas para anali-zar el neoliberalismo, no sin antes seña-lar que lejos de exhibir una unidad mo-nolítica, el fenómeno expresa una diver-sidad nunca despreciable pero que esposible relajar en los detalles que sirvenpara nuestros propósitos. Inclusive, comose verá más adelante, este hecho ayudaa explicar una situación que sigue sin serexplorada en el desarrollo del neolibera-lismo global pero que le imprime a todoel proceso una serie de particularidadessignificativas dentro del escenario colom-biano: exaltar las diferencias entre ‘loaustriaco’ y ‘lo americano’ lo cual per-mite evitar resumirlos como opcionesteóricas e ideológicas antípodas, tal ycomo se ha querido interpretar corrien-temente.

No obstante, y ésta es la razón porla que se ha querido ilustrar y aclarar losdramáticos equívocos que se presentanal respecto con la polémica entre key-nesianos y neoclásicos, la cuestión setorna más espinosa.

1 5 Los ordoliberales «(…) se dirigían a lo que con-sideraban como un adversario único; un tipo degobierno económico sistemáticamente ignoran-te de los mecanismos de mercado, los únicoscapaces de asegurar la regulación formadora de

precios» (Foucault, 1999, pp. 214).

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posiciones. Concretamente, sus implica-ciones y sobre todo la importancia queadquiere el sentido de la técnica eco-nómica. Todo problema económico enel sentido americano se plantea bajo estaóptica como un mero problema técnicode optimización. Con ello se terminaaproximando –y alabando hasta el pa-roxismo– las pretendidas «bondades» delos modelos de equilibrio general, propiosde la estática comparativa. Es más, elmismo Mises ha señalado que, en con-traste con la praxeología de los aus-triacos –vale decir, la ciencia de la ac-ción (económica)–, los neoclásicosamericanos insisten en una teoría de la«no–acción económica», es decir, delequilibrio económico (Mises, 1957).16

Una de las críticas más reiteradaspor parte de los austriacos frente a estepunto expone diferentes acusaciones. Elenfoque americano y el tratamiento quele otorga a las relaciones entre los dife-

rentes conceptos y fenómenos económi-cos y su metodología aplicada resultaríaabiertamente simplista, mecanicista e,inclusive, pre–científica. Hayek, es más,lo denuncia en los términos de un cínicocientismo; evidentemente, nunca lo va-lidaría como un esfuerzo por lograr unaauténtica ciencia en la economía (Mises,1961; Hayek, 1952).

Otro elemento que opone manifies-tamente austriacos y americanos tieneque ver con el tema de los supuestos ysu realismo. Con total certeza, uno delos escritos centrales dentro de la teoríaeconómica neoclásica americana es elartículo de Milton Friedman, La meto-dología de la economía positiva. AllíFriedman se propuso justificar el pano-rama metodológico de la teoría neoclá-sica americana y el tono epistémico quela caracterizaría. Según Friedman, lateoría se «juzga» por el poder de pre-dicción que se le atribuye a los fenóme-nos que se pretenden explicar mediantela comparación entre las «predicciones»y la «experiencia empírica». Las hipóte-sis revelarían la conformidad existenteentre sus «supuestos» y el sustento «real»en tanto no se tiene una prueba de vali-dez desde las categorías explicativas:

«Mientras pueda decirse que unateoría tiene ‘supuestos’, y mien-tras su ‘realismo’ pueda juzgarseindependiente de la validez de suspredicciones, la relación entre elsignificado de una teoría y el ‘rea-lismo’ de sus ‘supuestos’ es casilo opuesto de lo sugerido por elenfoque que se critica [es decir,

1 6 Este hecho, a primera vista, «curioso» no dejade sentar suspicacias con la defensa a ultranzade la máxima de Gournay: «dejar hacer, dejarpasar» pues evidentemente el laissez-faire seremite a una valoración especial de la «no ac-ción». Justamente desde la «otra» orilla de losneoclásicos – y en la que los austriacos son re-presentativos – Schuller y Krusselberg de la Es-cuela de Marburgo definían el término neolibe-ralismo, contrariamente a los americanos a quie-nes calificaban de «paleo-liberales», como «unconcepto global bajo el que se incluyen los pro-gramas de la renovación de la mentalidad liberalclásica, cuyas concepciones básicas del ordenestán marcadas por una inequívoca renuncia alas ideas genéricas del laissez-faire y por un re-chazo total a los sistemas totalitarios» (subra-yado por fuera del texto) (Gershi, 2004).

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austriaca no termina aquí. Remite inme-diatamente al problema de la formaliza-ción modelística que pone en tela dejuicio la referencia enaltecida al lengua-je técnico distintivamente matemático,cuestiones presentes con vigor en losplanteamientos de la economía neoclá-sica americana.

Si se acepta esto, habría que admi-tir que en el mundo económico entoncesno existen ningún tipo de constantes ypor lo tanto tampoco sería posible deri-var alguna clase de relaciones funcio-nales porque, contrariamente a lo quesucede en el mundo natural –proponenMises y Hayek– hay una reserva deintraducibilidad de los fenómenos allenguaje matemático. Asimismo, el jue-go de probabilidades tenues, indefinidase imprecisas. Los neoclásicos america-

con respecto a la validez de unateoría por el «realismo de sus su-puestos»] (...) Las hipótesis ver-daderamente importantes y signi-ficativas tienen ‘supuestos’ queson representaciones descriptivasinadecuadas de la realidad, y engeneral, mientras más significati-va es la teoría, más irreales son lossupuestos (en este sentido)»(Friedman, 1966).

Esta ir realidad de los supuestos,para Mises y Hayek en cambio, atenta-ría contra la validez de cualquier conclu-sión teórica. Si existe algún reparo ele-mental sobre cuestiones metodológicasen relación con la posibilidad de ‘cons-trucción de teoría’ en la economía porparte de ambos, sería, sin duda, la impo-sibilidad teórica tanto de la predicción(en el sentido praxeológico) como dela misma verificación empírica. Es más,Mises y Hayek han sido tozudos en ex-presar que todos los fenómenos empíri-cos son ‘siempre y sin excepción’ va-riables. De manera que, en estos térmi-nos, los acontecimientos sociales no su-ponen ningún tipo de «parámetros» ni de«constantes».

Esta idea, por supuesto, desconoceel sueño de la Comisión Cowles y elobjetivo esencial de la econometría (esdecir, la aproximación a la economía através de la medición cuantitativa).17

Aunque fundamentalmente el programametodológico positivista en cualquiera desus versiones. Por supuesto, tambiénaquel propuesto y defendido tanto porFriedman. Sin embargo, esta objeción

1 7 La Comisión Cowles para la Investigación Eco-nómica fundada por Alfred Cowles en 1932, seinstaló en la Universidad de Chicago en 1939,bajo el lema «La ciencia es medición» y tuvocomo uno de sus pioneros al economista norue-go Ragnar Frisch, fundador de Econometric So-ciety con Irving Fischer y Editor en Jefe porvarios años de la revista de la Sociedad, Econo-métrica. Frisch, considerado el padre de la eco-nometría fue el primer Premio Nóbel de Eco-nomía en 1971, distinción que compartió conJan Tinbergen. Este hecho es sumamente cru-cial para el pensamiento económico neoliberal:«El hecho de que la Universidad de Chicago seconvirtiera en el emblema de la nueva ideologíade mercado está íntimamente relacionado conel proceso de una competencia feroz (…) Laconfrontación violenta entre los productoresde los modelos y los econometristas de la Co-misión Cowles hizo de Chicago el principal cam-po de entrenamiento para los economistas ga-nadores del Premio Nóbel» (Dezalay y Garth,2002, pp. 122).

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nos por el contrario –y ésta es una con-tra– réplica que levantan frente a un su-puesto «fracaso» del enfoque austria-co en la formalización teórica- el usodel lenguaje matemático es una virtudepistémica universal y absoluta que deninguna manera puede abandonarsepues la construcción progresiva de teo-ría (cierta ingeniería económica) esta-ría garantizada con el uso riguroso de lamatemática y la exaltación a limine desu formalismo lógico. En oposición, cual-quier intento de ingeniería social es «unabuso de la razón» para Hayek.

Vale la pena subrayar ahora otra delas disputas bastante reveladora paranuestros fines, surgida a partir de la com-petencia entre ambas tradiciones en tor-no a la valorización de ‘lo histórico’. Esampliamente conocido el papel que Mi-ses y Hayek le asignan a la Historia y alinflujo que ejerce ‘lo histórico’ en la cons-trucción constante y creativa de la reali-dad social (Mises, 1957).

El presupuesto antropológico queadoptan los austriacos destaca la idea del‘hombre emprendedor’, indeterminado –digamos, «nunca fijado» en palabras deNietzsche– y continuamente enfrentadoa condiciones emergentes que no se pue-den prever.18 La tendencia hacia una «ob-jetividad absoluta de lo social» y su mis-mo perfil cientista, por el contrario, hace

del discurso teórico neoclásico una pers-pectiva que asume un radical sentido a–histórico. Los neoclásicos americanos,aún desde las más recientes versionesdel neo–institucionalismo económicola cuales intentan fallidamente articularel sentido histórico, declaran una des-contextualización absoluta de la eco-nomía como hecho o fenómeno social.Bajo el supuesto del homo œconomicus(«hombre económico»), suponen una«realidad» (económica) objetiva y cate-górica, de validez universal y susceptiblede ser asumida en sus característicasesenciales abstractas, es decir, median-te leyes imposibles de considerar histó-ricamente. Las consecuencias mismasdel lenguaje matemático (que evidente-mente es un lenguaje lógico y a–históri-co) y de la patológica modelización eco-nométrica proyectan siempre una «ten-denciosa tendencia» hacia la más com-pleta a–temporalidad. Otra caracterís-tica que resulta irrenunciable so pena deatentar contra de su misma consisten-cia epistemológica.

En resumen, se podría sintetizar lasprincipales diferencias epistémicas y teó-rico–abstractas que subsisten entre es-tas dos tradiciones neoclásicas, no sola-mente con el ánimo de percibir más cla-ramente sus diferencias sino tambiénpara advertir que el fenómeno neo-libe-

1 8 «Los factores del error humano, la incertidum-bre del futuro, y el ineludible paso del tiempodeben recibir su debida atención. Esta aproxi-mación analítica rebasa las ostensibles comple-

jidades de una economía de mercado avanzada yprovee un entendimiento básico del procesoeconómico examinando los elementos esencia-les del mercado» (Taylor, 1980, pp. 7).

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193Econ. Gest. Desarro. Cali (Colombia) N°. 4 141 - 181 Noviembre - 2006

nitivos e ideológicos– que sustentan suunidad fundamental. Esta advertenciapodrá igualmente proporcionar una se-rie de claves concretas de la evoluciónglobal y local del neoliberalismo dentrode su propia continuidad histórica.

ral resulta estar confeccionado y com-prometido con estas referencias que pa-recen ser divergentes en variados aspec-tos. Como se verá más adelante, empe-ro, el neoliberalismo en extenso respon-derá a ciertos principios mínimos –cog-

Tabla 1. Diferencias entre las Escuelas Neoclásicas: austriacos vs. anglo-americanos

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* En este artículo se ha decidido contar con una traducción homóloga al de homo economicus (hombreeconómico) de «empresario creativo» - entrepreunership, francés por el de homo redemptoris.

Puntos de comparación

Escuela Austriaca Escuela anglo-americana

Concepto de lo económico /

principio antropológico

Teoría de la acción humana entendida como un proceso dinámico y

económico integral Concepto amplio de ‘lo económico’: la Economía como praxeología y Catalaxis como Ciencia

de la Acción Humana y de los intercambios Sociales Complejos.

Teoría de la decisión: maximización sometida a restricciones. Concepto

reducido de ‘lo económico’ y estrecho de “racionalidad”. La Economía como Ciencia de la

Escasez y del Intercambio Simple.

Punto de vista metodológico

Subjetivismo Individualismo metodológico

(Objetivismo)

Homo redemptoris (emprendedor)* Homo œconomicus Protagonista de los procesos sociales “Empresario creativo” “Hombre económico”

Toma de decisiones a priori

y naturaleza del beneficio

económico

Se concibe la posibilidad de cometer errores empresariales puros evitables con mayor perspicacia empresarial

para captar oportunidades de ganancia.

No se conciben errores pues todas las decisiones pasadas se

racionalizan en términos de costo-beneficios.

Se supone información perfecta (ya sea en términos ciertos o probabilísticos) de fines y medios que es objetiva y

constante. Concepto de la

información

El conocimiento y la información son subjetivos, dispersos y cambian

constantemente (creatividad empresarial). Distinción radical entre conocimiento científico (objetivo) y

práctico (subjetivo). No distinguen entre

conocimiento práctico (empresarial) y científico.

Modelo de equilibrio

(general o parcial). Foco de referencia

Proceso general con tendencia coordinadora. No se distingue entre la micro y la macro: todos los problemas

económicos se estudian de forma interrelacionada.

Separación entre la microeconomía y la

macroeconomía.

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Ahora bien, el calificativo neolibe-ral, de acuerdo con la anterior descrip-ción y de la mano de las interpretacio-nes más contemporáneas, ha venido sien-do identificando directamente con el co-nocido Consenso de Washington –her-menéutica que consideramos relevantepero todavía imprecisa, incompleta y sim-plista, desde la compleja realidad queantes desdoblábamos–. A primera vista,parecería estar más próximo a ciertaprofundización y radicalización de losargumentos neoclásicos americanos que alestilo austriaco. Por esta razón hablába-

mos de la normalización del paradigmaneoliberal anglo–americano.

Por supuesto, estas referencias nodesean desfigurar el pensamientoneoclásico en su relación directa y másque evidente con el neoliberalismo, tal ycomo son expuesto por austriacos yanglo-americanos.

No se objeta que –en un sentido eru-dito, epistémico y académico e intentan-do un análisis que se someta exclusiva-mente a estos presupuestos de enjuicia-miento– este tipo de pensamiento seaconsistente, fundamentado y con un es-

Fuente: Con base en: Huerta de Soto (1992 y 1997) y Gershi (2004)

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Concepto de competencia

Proceso de rivalidad empresarial. Situación o modelo de “competencia perfecta”.

Formalismo e Historia

Lógica verbal (abstracta y formal) que da entrada al tiempo subjetivo

(duración) y a la creatividad humana.

Formalismo matemático (lenguaje simbólico propio del

análisis de fenómenos atemporales y constantes).

Relación con el mundo empírico

Razonamiento apriorístico-deductivo: Separación radical y, paralelamente, coordinación entre teoría (ciencia) e historia (arte). La historia no puede

contrastar teorías.

Contrastación empírica de las hipótesis (al menos

retóricamente).

Posibilidades de predicción

Imposible. Lo que suceda depende de un conocimiento empresarial futuro

aún no creado. Sólo son posibles pattern predictions de tipo cualitativo y teórico sobre las consecuencias de

descoordinación del intervencionismo.

La predicción es un objetivo que se busca de forma

deliberada.

Tipo y figura intelectual

El empresario. El analista económico

(ingeniero social).

Estado actual del paradigma

Notable resurgimiento en los últimos 20 años (especialmente tras la crisis

del keynesianismo y la caída del socialismo real).

Situación de crisis y cambio acelerado.

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que este tipo de hermenéutica no tenganinguna vinculación con las apropiacio-nes y las consecuencias (ya no abstrac-tas y conceptuales sino prácticas en elterreno social, por ejemplo, en la políticay el diseño e implementación de las polí-ticas públicas) tomando como base susmás reiterados presupuestos e ideas(González, 2003).20

La tesis, teóricamente fundada, se-gún la cual lo neoliberal no puede seridentificado crudamente con Hayek óMises ha sido de seguro necesaria. Noobstante, resulta bastante insuficiente.Así se insiste que no es posible suspen-der todas y cada una de las implicacio-nes políticas del neo–liberalismo con-temporáneo, máxime cuando se deter-mina históricamente in concretum y sino se lo somete exclusivamente una eva-luación abstracta.

tatuto teórico propio. Sin embargo, tam-poco se puede desvincularlo de sus con-secuencias concretas y particularmenteel influjo que desde estos referentes hanpodido instalar sobre la realidad y el pen-samiento social en general.

Puede aceptarse que figuras comoMises, Hayek ó Friedman han participa-do de una empresa intelectual y un pro-yecto académico consagrado. Pero tam-bién hay que rechazar enfáticamente –en lo que Thomas Kuhn denominaba lasnormalizaciones de los paradigmas19–

1 9 Según Kuhn las diversas disciplinas científicasse desarrollan de acuerdo a un «patrón general»ó «estructura esencial» que refleja «etapas deevolución». La primera ó etapa pre-paradig-mática, «coexisten» escuelas que compiten porel dominio de un campo de investigación aun-que con un acuerdo débil frente a los objetivosde estudio, los problemas, las técnicas y los pro-cedimientos «a utilizar» pero sin la existenciaun cuerpo acumulado de resultados. La etapaterminaría con un campo de investigación uni-ficado (marco de supuestos básicos), es decir, unparadigma y la hegemonía de un enfoque. Latransición «única e irreversible» crea un con-senso y da paso a la ciencia madura. Esta se-gunda etapa, denominada período de la ciencianormal, los supuestos básicos no son revisablesy se aceptan sin ninguna discusión como «lasreglas del juego» (Pérez, 1999, pp. 29-30). Alu-do entonces al fenómeno de la normalizacióndentro del paradigma neoliberal para significarla ascendencia que tuvo inicialmente el referen-te neoclásico americano frente al austriaco. Gra-cias a las características muy especiales y epis-temológicamente pertinentes del primero, ésteterminó como la vanguardia del proceso de cien-cia normal en la teoría económica haciendoposible que se derivaran – para la práctica, esdecir, desde el punto de vista de problemas, téc-nicas y procedimientos «a utilizar» – un listadode orientaciones-guía que, mal que bien, deter-minan el pensamiento, las ideas y la acción vá-lidas en el acontecimiento histórico del cono-

cido neoliberalismo -ya no intelectual ó acadé-mico ó doctrinario–ideológico, del tipo Hayekó Friedman- sino eminentemente tecnocráti-co. Baste revisar los textos académicos utiliza-dos en la enseñanza de la economía en princi-pales las facultades norteamericanas ó colom-bianas para advertir esta influencia. El pensa-miento austriaco está minimizado y se docu-menta únicamente como una curiosidad histó-rica dentro de las denominadas doctrinas eco-nómicas, nunca como un elemento del corpusde la teoría económica.

2 0 Esta distinción abstracta que defiende una su-puesta «falacia» en la utilización conceptualdel neoliberalismo avala –hasta cierto punto–aquellas interpretaciones neoliberales que pro-ponen que el fenómeno es una cuestión «fan-tástica» que únicamente «existe en la imagina-ción de quienes utilizan el término», conclusiónlógica a la que se llega cuando se aísla y, dehecho, se caricaturiza la realidad teórica de susefectos históricos y políticos.

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3. El ‘más allá’ de la economía, un‘más acá’ de la política

Hasta aquí, podría fácilmente aventurarsela aparente diacronía en la apuesta teó-rica del liberalismo económico contem-poráneo. Tanto Mises ó Hayek –pensa-dores austriacos– como Friedman y loseconomistas de la Escuela de Chicagopor ejemplo –los americanos– han defen-dido consistentemente una postura ideo-lógica, política y económica hasta el puntode reconocerse como nuevos liberales,neoliberales.

Pero, ¿cómo es posible llegar a unamisma y única conclusión desde puntosque resultan, por lo menos epistemológi-camente, disidentes? ¿Cuál es la razónpara que desde la dimensión económicadel pensamiento, Milton Friedman ó GaryBecker se contrapongan a Hayek óMises mientras que desde los compro-misos políticos todos puedan «marcharal unísono»? ¿Las tensiones abstractasimponen algún tipo de restricciones frentea los apoyos ideológicos del proyectoneo-liberal?

Hasta este momento, la aproxima-ción se ha remitido con recelo a la revi-sión teórica de los fundamentos básicosdel neo–liberalismo del siglo XX. Sinembargo, un examen de esta naturalezaterminaría confrontado y valorando enabstracto el pensamiento neoliberal re-duciendo toda la polémica a la simpleexégesis de textos sin atender los acon-tecimientos que lo han generado y losproblemas histórico–prácticos que ha in-citado y que está actualmente provocan-

do (Cerroni, 1989). En definitiva, se loeximiría de sus aspectos políticos sinsometer su dimensión práctica, aquellaque sin duda configura y «le da forma»a la realidad social concreta bajo una rú-brica específica.

Por ello, resulta imperativo vincularcomplementariamente una interpretaciónhistórica y política de este proyecto conel fin de hacer las reservas y precisionessobre la unidad que eventualmente rela-cionaría estas diferentes posturas. Obli-ga que las conclusiones terminen siendonecesarias, en el sentido de tener encuenta el punto de vista teórico pero conmayor importancia que el análisis puedaigualmente mostrar suficiencia a travésde la exploración de las definicionesesenciales con las que aparecen las prác-ticas políticas neoliberales, por ejemplo,desde las orientaciones en la conducciónde los asuntos públicos, la acción estataly las consecuencias que ha formuladoen las relaciones sociales de poder enlos contextos globales y locales en don-de se pueden localizar sus influencias.

Muchas razones podrían sustentaresta pretensión. No obstante, la forma-ción de verdaderas élites intelectualesy particularmente los denominados inte-lectuales corporativos y los thinktanks («tanques de pensamiento») –unfenómeno anunciado desde principios delsiglo XX y que ha estado enmarcadoampliamente en los rasgos fundamenta-les de la actual economía política del«pensamiento único»– resultan ser de unaimportancia inusitada a la hora de ad-vertir las claves de comprensión de la

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197Econ. Gest. Desarro. Cali (Colombia) N°. 4 141 - 181 Noviembre - 2006

pretendida «unidad consistente» del pen-samiento neo–liberal, a pesar de sus di-ferencias.

A continuación se abordará las pro-cedencias histórico–políticas que sostie-nen la emergencia del liberalismo con-temporáneo.

En agosto de 1938 con motivo de lapublicación de An inquiry into a prin-ciples of a good society y por iniciativade Walter Lippman, se celebró en Parísun Coloquio –que a la postre llevaría sumismo nombre– para analizar «la defen-sa de la libertad» y las tácticas y estra-tegias que deberían llevarse a cabo «entiempos tan difíciles». Aunque con unavida efímera, para este propósito se creóel Centre de études pour la rénova-tion du liberalisme. La importancia deeste hecho radica en uno de los resulta-dos de estas reuniones: acuñar el térmi-no neoliberalismo. Sin embargo, todavíamás importante sería el matiz con el cualprecisamente emerge: «La noticia acer-ca del coloquio Lippman nos sugiere po-derosamente que el término… podríahaber sido adoptado con estrictos pro-pósitos de estrategia y táctica políticas»(Gershi, 2004, pp. 306).

En 1940 y debido a los conocidosproblemas de la II Guerra Mundial, elCentro de Estudios tuvo que suspendersus actividades. Allí en todo caso con-currían regularmente neoclásicos aus-triacos como Hayek y von Mises;neoclásicos anglo–americanos comoLionel Robbins; y ordoliberales comoWilhem Röpke además de RaymondAron y Jacques Rueff.21 Una vez con-

cluida la confrontación y cuando defini-tivamente «mejoraron» las condiciones,sus participantes decidieron constituir unasociedad denominada Sociedad de losAmigos de la Libertad Personal. Estaorganización sería, más adelante, la pla-taforma de lo que se conocería como larenombrada Sociedad Mont–Perèlin.Esta vez una institución permanente ycuidadosamente organizada bajo la tute-la de Hayek -uno de sus co-fundadores-que debía convertirse en el axis mundidesde el cual habría de orquestarse elresurgimiento liberal de Europa y Amé-rica. Recaería sobre el mismo Hayek laresponsabilidad de conseguir los apoyosfinancieros y logísticos necesarios parahacer realidad el proyecto y muy espe-cialmente la selección de sus primerosmiembros (Hayek, 1982).

Mont-Perelin se tradujo entoncesen la consolidación de una verdaderaestrategia política de alcances muchomás amplios que el despliegue de unasimple «aventura personal», tal como loha querido relatar anecdóticamente Ha-yek.

A lo largo del período de entregue-rras poco a poco esta tentativa lograríamadurar. Mucho tiempo antes, de hecho,proyectos similares habían estado ges-tándose en diferentes latitudes pero sin

2 1 El llamado «Círculo de Robbins», corriente depensamiento enmarcado en la London Schoolof Economics estaba conformado por su funda-dor Robbins y Hayek, Hicks, Kaldor y Lerner,entre otros, en su mayoría pertenecientes a lasíntesis neoclásico-keynesiana.

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2 2 Instituto Austriaco para la Investigación de los

Ciclos Económicos.2 3 Más tarde un think tank que sirvió de plataforma a

las políticas públicas de Margaret Thatcher du-rante la época de la revolución monetarista in-glesa y de la cual su principal insignia era Mil-ton Friedman, ¡un neoclásico norteamericano!

tener el éxito que logro la Sociedad Mont-Perélin. Por ejemplo, Mises en los añosveinte -la década en la que Estados Uni-dos asiste a la génesis de los thinktanks-, había fundado el Österreichis-che Konjunkturforshunginstitut,22 uncentro declarado «independiente» parala investigación empírica, patrocinado porla Fundación Rockefeller y dirigido pre-cisamente por Hayek. En 1955, tambiénpor recomendación y promoción de Ha-yek, se creó en Londres el Institute ofEconomic Affairs.23 Desde su funda-ción, esta entidad sirvió como «modelo»para el propósito expreso de propagar«instituciones parecidas» a lo largo yancho del hemisferio occidental.

Lo sustancial de estos aconteci-mientos es que todas estas institucionesadquirirían una importancia social y unsignificado político vital para los propó-sitos anunciados por Hayek. Se sabíamuy bien -al igual que muchos intelec-tuales que compartían sus mismas opi-niones- que estos son los escenarios «dedonde emanan las ideas sólidas» (Ha-yek, 1982). Esta convicción, por supues-to, encajaba perfectamente con el espí-ritu de la época. Para mediados del si-glo XX, nuevos centros o institutos dediscusión, de investigación o de ase-

soría, se multiplicarían a raíz de los gran-des conflictos internacionales posterio-res a la II Guerra Mundial, convirtiéndo-se así en una «necesidad práctica» de lapolítica.

Circunstancialmente, sería alrededorde la Sociedad Mont Perelin donde seterminaría concretando este proyectopolítico reuniendo un grupo de «selectos»notables -en el doble sentido de la desig-nación, otrora un élite de intelectuales-para reanimar una nueva convicción li-beral, provenientes de las más diversasdisciplinas científicas, y estrictamentecomprometidos con «el servicio a la li-bertad». Por oposición a iniciativas aná-logas: una Internacional Liberal (Bel-trán, 1991).

Hasta ese momento, todos ellos ha-bían estado dispersos, desarrollando di-ferentes actividades académicas e inte-lectuales sobre todo, de manera «indivi-dual». Entre los participantes se encon-traban, entre otros, eminencias del tipode Wilhelm Röpcke y Walter Eucken, enesta ocasión los «arquitectos» encarga-dos de la reconstrucción de la AlemaniaFederal en los primeros años de posgue-rra, vinculados, como se mencionó, alordoliberalismo.

De hecho, durante el discurso in-augural, pronunciado por Hayek enMont Perèlin el 1° de Abril de 1947, sehizo expresa la declaración política orien-tadora de las intenciones de la nacienteSociedad:

«(…) El convencimiento básicoque me ha guiado en mis esfuer-

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zos es que, si tienen una posibili-dad de renacer los ideales que creocompartimos y para los que, a pe-sar de lo que se ha abusado deltérmino, no hay un mejor nombreque el de liberales, será necesariollevar una ingente labor intelec-tual… Me parece que sólo es po-sible llevar a cabo esfuerzos posi-tivos para elaborar unos principiosgenerales de un orden liberal deun grupo cuyos miembros esténde acuerdo en lo fundamental yentre los que no se cuestionen acada paso ciertos conceptos bási-cos» (…) (Hayek, 1982).

Sus palabras confirmaban con sumaclaridad los proyectos académicos e in-telectuales que venían desarrollándose,especialmente, en compañía Mises. Hayque recordar que éste último había con-vocado casi durante dos décadas a la «ex-haustiva revisión» de los viejos princi-pios liberales y a la actualización con-temporánea de la doctrina liberal. EnSocialismo precisamente planteaba:

«(…) hoy en día los viejos princi-pios liberales se deben someter auna exhaustiva revisión. En losúltimos cien años la ciencia se hatransformado, y las bases socio-lógicas y económicas generales dela doctrina liberal tienen que serhoy replanteadas. En muchascuestiones el pensamiento liberalno llegó hasta sus conclusioneslógicas. Hay hilos sueltos que de-ben unirse. Pero no se puede alte-rar el modo de actividad políticadel liberalismo» (Mises, 1961).

Tanto la Sociedad Mont Perelincomo las «otras instituciones» evidente-mente no habían sido establecidas conel propósito exclusivo de crear centrosde investigación económica «pura» ó«técnica», si se quiere.

Nuevamente, los acontecimientosmás significativos de la época dictaronsu misión: la labor intelectual deberíaestar motivada y ser, al mismo tiempo,abiertamente política.

«(…) una filosofía política nuncapuede estar basada únicamente enla economía, ni puede expresarseprincipalmente en términos econó-micos. Parece que los peligros queestamos afrontando son resulta-do de un movimiento intelectualque se ha expresado en todos losaspectos de la actividad humana,y ha influido en la actitud de lagente hacia los mismos» (Hayek,1982, pp. 259).

En autores como Mises, Hayek ysus seguidores, existió desde luego ple-na conciencia que ni el pensamiento hu-mano ni los problemas sociales puedenser analizados y enfrentados obtusamen-te como «meros problemas económi-cos».

Por el contrario, para ellos, resulta-ba absolutamente necesario reflexionarsobre la amplitud que encaran estos fe-nómenos. La sola «economía» no basta.Sin embargo, el conocimiento de la eco-nomía sería un elemento indispensablepara cualquier tratamiento riguroso de losprofundos problemas de la organización

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de la sociedad y, desde luego, ningunaotra disciplina podría competir, en prin-cipio, para postularse como la base deuna filosofía social completa que pu-diera «proporcionar respuestas a los acu-ciantes problemas de la época» (Hayek,1982, pp. 210). Constituir una economíapolítica -campo intermedio entre la teo-ría «pura» y las cuestiones de política«práctica»-, en un sentido amplio, debíaobligatoriamente traducirse en la defini-ción precisa de una política económi-ca:

«De los temas que he propuestopara su examen sistemático poresta conferencia, y que la mayoríade los miembros parecen haberaprobado, el primero es la relaciónentre lo que se denomina «libreempresa» y un orden realmentecompetitivo. En mi opinión, es, conmucho, el problema mayor y enmuchos aspectos el más importan-te (…) Se trata de una cuestión dela máxima importancia que debe-mos tener bien clara en nuestramente para determinar el modelode política económica que desea-ríamos ver aceptado de un modogeneral… su adecuado tratamien-to supone un programa completode política económica liberal» (Ha-yek, 1982, pp. 263).24

En el momento en que se pronun-ciaron estas palabras, el auditorio conta-ba, entre otras figuras, con intelectualestan destacados como Maurice Allais,Aron Director, Bertrand de Jouvenel,Frank Knight, Michael Polanyi, Karl Po-pper y George Stigler. También nueva-mente von Mises y Robbins quienes com-partían un lugar sobresaliente junto aMilton Friedman (¡un neoclásico ameri-cano!), «a pesar de todo».25

Mont–Perélin cumplió a cabalidadla esperanza de Hayek sobre un acuer-do fundamental de principios en el queno se cuestionaran «a cada paso ciertosconceptos básicos». Este escenario –así como tantos otros a los que hemoshecho alguna referencia–, lugar políticopar excellence, descontaba de entradalas rivalidades que existían en aspectospropios del terreno teórico para hacerposible una verdadera comunidad ideo-lógica sustentada en mínimos ideológi-cos básicos.26 Un auténtico proyecto

2 4 Para Hayek el conocimiento – propone en Laprimacía de lo abstracto – es «práctica»: unaestructura de reglas que se materializan en lapráctica social (Gray, 1982, pp. 19-101).

2 5 Otro ejemplo bastante paradigmático es elneoclásico americano Gary Becker – profundosimpatizante de la modelística y promotor adnauseam del análisis matemático en la teoríaeconómica – quien pudo presidir la Sociedaddurante 1990 y 1992, año en el cual obtuvo elPremio Nóbel de Economía.

2 6 Esta situación permite igualmente desarrollaruna perspectiva más pertinente en profundidaden la literatura de los enfoques cognitivos fren-te a las denominadas «Comunidades epistémi-cas». Por supuesto, en estricto sentido, detrásde ellas existiría – lo proponemos - tambiénuna suerte de Comunidad Ideológica fundamen-tal, mucho más amplia y en las que las comuni-dades epistémicas serían su traducción modalmás específica. Se trata de lo que tímidamente

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político y una corriente de pensamientoque –como resulta innegable–, constituíaun consenso amplio «alrededor de lareivindicación del individualismo, la pro-piedad privada y el mercado» (Múnera,2003, pp. 44).

Estas y otras situaciones históricaspermiten articular la comprensión muchomás compleja de una serie de sucesosque, a la luz del mundo académico y es-colar in abstractum y referidos fuerade su contexto histórico, pueden pare-cer inconsistentes.27 El balance propi-ciado por Mont Perèlin, donde la eco-nomía es política y la política es eco-nomía resulta ser, sin lugar a dudas, unapostura bastante arraigada en la inven-tiva intelectual del imaginario liberal yque figura como elemento esencial desus tácticas y estrategias. Alrededor dela Sociedad se ha podido «socializar»

constantemente una representación so-lidariamente orgánica del proyectopolítico en torno a ciertos valores tras-cendentales que por ello no dejan de serespecíficos y bien definidos.

4. Terminal

Las políticas públicas desde las transfor-maciones más recientes, apoyadas y pro-movidas «por y desde» el pensamiento yla práctica neo–liberales han sido mani-festaciones vivas de estos referentes quese han traducido en orientaciones con-cretas frente a la acción estatal y la re-organización política y económica de lassociedades actuales. Entre ellas, el Forode Davos, el Diálogo Interamericano y,por supuesto, el renombrado Consensode Washington (en cualquier de susversiones), todos ellos procedentes –dealguna manera– de esta matriz originaldel pensamiento neoliberal, consolidaronun proyecto no solamente económicosino fundamentalmente socio-político queha dominado la forma característica dela realidad global y regional más reciente.

Por lo general, la mayoría de los tra-bajos sobre el neoliberalismo terminandesarraigando esta complejidad que im-plica la definición de las agendas públi-cas y la manera cómo las políticas públi-cas más que ser cuestiones meramentetécnicas -en el sentido tradicional- diri-gidas a solucionar ciertos problemas con-siderados «objetivos» son ante todoconstrucciones sociales que en el te-rreno de «lo público» se derivan de lu-

Dieter Plehwe ha sugerido como «(meta) co-munidad discursiva». Un ejemplo práctico deello puede observarse en el tránsito de los acto-res en el proceso neoliberal desde los tecnócra-tas (figura intelectual muy propia de las refor-mas de ajuste) hacia los llamados tecnopols,«tecnócratas políticos», éstos últimos expre-san de manera consistente las nuevas necesida-des políticas de gestionar el modelo neoliberalen su fase de reformas de segunda y tercera ge-neración y que requieren de una inventiva inte-lectual mucho más compleja que la simplicidadque ofrece la mera técnica económica. Para unanálisis de estas figuras intelectuales (EstradaÁlvarez y Puello-Socarrás, 2005).

2 7 Así lo propone un defensor de la diferencia ab-soluta entre posliberalismo y neoliberalismo,Jorge Iván González para quien «lo neoliberal»es «inconsistente, ambiguo, mal fundamentadoy, sobre todo, sin estatuto teórico propio» (Gon-zález, 1999 y 2003).

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chas políticas específicas por el poder.Así, las políticas públicas -recordemos:«el Estado en acción»- contribuyen a laformación de los sujetos sociales, si sequiere, «re-creando» la realidad pública,lo cual no sería otra cosa que la institu-ción de un imaginario social (Castoria-dis, 1988).

El neo-liberalismo evidentementelo ha conseguido. Prolonga poco a pocouna realidad social de corte neoliberaly el auto-despliegue de su proyecto so-cio-político ha reconstruido simbólica-mente un orden y con ello también unainterpretación y una evaluación en lasmodalidades de acción estatal y de lasrelaciones sociales propias de este es-pacio: lo público. El corpus de principiosy el programa cuidadosamente sistema-tizado alrededor de sus principales orien-taciones filosóficas han tenido conse-cuencias puntuales sobre la cambiantemorfología de las sociedades.

«[El neoliberalismo] Estructuratambién un imaginario colectivosobre la sociedad, cuyo eje es laampliación de las libertades delpropietario privado, real o poten-cial, y la reducción de la interven-ción del Estado o la colectividaden la vida social, política o econó-mica. Como corriente de pensa-miento o imaginario colectivo, sir-ve de sustento ideológico para ladefinición de las políticas públicaspreponderantes dentro de unanueva fase de acumulación delcapital caracterizada por la libera-ción de las fuerzas del mercado(…)» (Múnera, 2003, pp. 44).

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