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Francisco Valero Plaza 1 Francisco Valero Plaza, Quintana Redonda, octubre 2020 DEL CÓLERA EN EL SIGLO XIX A LA GRIPE EN EL XX EN QUINTANA REDONDA (SORIA) Pero… ¿qué sería del soñador, del bohemio, del ca- ballero andante de estas horas locas sin los brazos que le tiende para que repose en la quietud de sus pinares aquella sencilla y serena Quintana; la que en el alcor señera / y temerosa se asoma lo mismo que una paloma / mensajera…? E. Moreno. RESUMEN. Quintana Redonda fue una de las poblaciones que menos sufrió en todas las pan- demias de colera registradas en España en el siglo XIX, así como en la pandemia de la llamada gripe española de 1918. Las tasas de mortalidad fueron aquí menores que en el resto de la provincia de Soria y que en España. Las causas podrían ser las condiciones de salubridad, el poco trasiego de personal, contar con un clima seco y bien ventilado, estar exento de zonas pantanosas y disponer de una eficiente red de agua potable. Unas consideraciones previas. Este año de 2020 quedará por mucho tiempo marcado como el de la pandemia del Coronavirus, del ya famoso Covid-19, esta enfermedad tampoco quedará libre de noticias falsas, como siempre ha ocurrido en cir- cunstancias similares, de las famosas “fake news”, todo el mundo trata de arrimar el ascua a su sardina, a veces, poco o muy poco importa el mal y a quien le afecta. Quisiera en primer lugar, desde este pe- queño altozano, mostrar el más sincero agradecimiento para todos aquellos que trataron de amainar esta enfermedad y para quienes fueron sus víctimas, muchos de las cuales no han sido más que simples núme- ros que poco han importado. Una de esas noticias, no ciertas o medio ciertas, es que las pandemias era una cosa cíclica y que se daban cada siglo. Una cosa que me ha llamado siem- pre la atención es como antiguos historiadores, que no viejos, al referirse a Quintana Re- donda decían: “situado en llano, cerca de un trozo de vía romana y disfruta de clima sano y de buena ventilación” (Manuel Blasco) y, “sito en un llano con buena ventilación y clima sano” (Madoz). A tenor de cuanto a continuación vamos a exponer, de como afectaron estas grandes calamidades a nuestro pueblo, es comprobar si, efectivamente, su buena ventilación y su clima sano eran ciertamente una verdad irrefutable y si ello tuvo una incidencia grande en el grado de aquejados por estos graves males. Trataremos en este pequeño artículo del cólera del siglo XIX, y como no, de la gripe del año 1918, que pasó a la historia, como gripe española dado que, los países que

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Francisco Valero Plaza 1

Francisco Valero Plaza, Quintana Redonda, octubre 2020

DEL CÓLERA EN EL SIGLO XIX A LA GRIPE EN EL XX

EN QUINTANA REDONDA (SORIA)

Pero… ¿qué sería del soñador, del bohemio, del ca-

ballero andante de estas horas locas sin los brazos que le tiende para que repose en la quietud de sus pinares aquella sencilla y serena Quintana;

la que en el alcor señera / y temerosa se asoma lo mismo que una paloma / mensajera…? E. Moreno.

RESUMEN.

Quintana Redonda fue una de las poblaciones que menos sufrió en todas las pan-

demias de colera registradas en España en el siglo XIX, así como en la pandemia de la

llamada gripe española de 1918.

Las tasas de mortalidad fueron aquí menores que en el resto de la provincia de

Soria y que en España. Las causas podrían ser las condiciones de salubridad, el poco

trasiego de personal, contar con un clima seco y bien ventilado, estar exento de zonas

pantanosas y disponer de una eficiente red de agua potable.

Unas consideraciones previas.

Este año de 2020 quedará por mucho tiempo marcado como el de la pandemia del

Coronavirus, del ya famoso Covid-19, esta enfermedad tampoco quedará libre de noticias

falsas, como siempre ha ocurrido en cir-

cunstancias similares, de las famosas “fake

news”, todo el mundo trata de arrimar el

ascua a su sardina, a veces, poco o muy

poco importa el mal y a quien le afecta.

Quisiera en primer lugar, desde este pe-

queño altozano, mostrar el más sincero

agradecimiento para todos aquellos que

trataron de amainar esta enfermedad y para

quienes fueron sus víctimas, muchos de las

cuales no han sido más que simples núme-

ros que poco han importado. Una de esas

noticias, no ciertas o medio ciertas, es que

las pandemias era una cosa cíclica y que se

daban cada siglo.

Una cosa que me ha llamado siem-

pre la atención es como antiguos historiadores, que no viejos, al referirse a Quintana Re-

donda decían: “situado en llano, cerca de un trozo de vía romana y disfruta de clima

sano y de buena ventilación” (Manuel Blasco) y, “sito en un llano con buena ventilación

y clima sano” (Madoz). A tenor de cuanto a continuación vamos a exponer, de como

afectaron estas grandes calamidades a nuestro pueblo, es comprobar si, efectivamente, su

buena ventilación y su clima sano eran ciertamente una verdad irrefutable y si ello tuvo

una incidencia grande en el grado de aquejados por estos graves males.

Trataremos en este pequeño artículo del cólera del siglo XIX, y como no, de la

gripe del año 1918, que pasó a la historia, como gripe española dado que, los países que

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participaban en la primera guerra mundial no podían declarar y aceptar que padeciesen

este mal, era un secreto de estado.

Cuando estaba corrigiendo lo que ya tenía escrito sobre estas pandemias y revi-

sando viejos papeles, al compararlos con lo que hoy día se nos dice por las autoridades

“responsables”, me ha llamado la atención este párrafo de una circular:

“Asimismo recuerdo que la infección se propaga por las gotitas de saliva que despide el que habla, tose, etc. a nuestro lado, al ser respiradas por los que le rodean, si está en-

fermo o convaleciente. Que se abstengan, en consecuencia, de permanecer en locales

cerrados, mal ventilados, donde se reúna mucha gente, como tabernas cafés, etc. Que se extreme la limpieza de las casas. Que se tengan abiertas todo el día las ventanas de los

dormitorios y se ventilen con frecuencia los locales donde permanezcan durante el día.

Estar en el campo el mayor tiempo posible porque el aire libre, el agua y la luz son los

mejores desinfectantes en esta ocasión. Tener mucha limpieza de la boca y, en una pala-bra, seguir los consejos del Médico y desoír a los ignorantes que os invitan a beber al-

cohol o consumir tabaco como remedios preventivos por ser afectos en esta ocasión más

nocivos que nunca.

Todos dirán que es poco más o menos lo que nos dicen todos los días las autori-

dades sanitarias y oímos en los habituales informativos, con motivo de la Covid-19, a los

más curiosos puede que les haya sorprendido hablar de tabernas, hubiera sido, más actual

decir: salas de fiestas o cafeterías. La razón está clara, esta no es una declaración de una

autoridad actual, corresponde a una circular del Gobernador Civil de Burgos del 4 de

octubre de 1918, donde, entre otras cosas, también se prohibía la celebración de las fiestas

de las localidades para que no se difundiese rápidamente la epidemia de gripe. Como diría

un castizo, ha pasado un siglo y sigue completamente vigente, entonces ¿dónde queda

decir que nos ha pillado de improviso?

EPIDEMIAS DE CÓLERA EN EL SIGLO XIX.

“Nada más natural, ecológico y biológico que la bacte-

ria del cólera, y nada más artificial, sintético y químico que el cloro. Pero gracias al agua clorada no morimos

del cólera”. Grande Covián.

El Cólera en Soria en el siglo XIX

1834 (1) 1855 (2) 1865 1885 (3)

Pueblos invadidos 39 de 345 124 de 345 No se dispone de da-tos.

Esta epidemia per-

turbó a 31 provincias.

Soria fue de las me-

nos afectadas, apenas

tuvo incidencia.

57 de 345

Empezó 25 julio 15 junio 1 julio

Terminó 28 octubre 5 noviembre 22 octubre

Primer pueblo Molina de Somaen.

Almajano Población 153.652. Some-

tida a epidemia

36.654 Último pueblo Salduero Monasterio

Duración 3 meses, 3

días

4 meses, 21

días

114 días

Invadidos 1.003 13.600 3.079

Fallecidos 341 2.703 1.019 (*)

Fallecidos en España (4) 300.000 236.734 120.000 120.245

* Intensidad diaria 8,94.

Durante el siglo XIX la epidemia de cólera va a causar verdaderos estragos en la

población de toda España. La provincia de Soria, al igual que en el resto del país, padeció

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cuatro epidemias de cólera que diezmaron su población, siendo especialmente intensa la

del año 1885.

En el cuadro se detallan los datos más relevantes de las cuatro epidemias de cólera

de ese siglo en la provincia de Soria.

Epidemia de cólera de 1834.

Según González de Sámano, médico coetáneo de esa epidemia, la introducción

del cólera en la Península se realizó por Vigo en enero de 1833, como consecuencia de la

llegada a Portugal de soldados polacos para intervenir en la guerra de sucesión lusa entre

dos hermanos, Don Pedro, duque de Braganza, y Don Miguel poseedor del trono. España,

neutral en la contienda, permitió a ambos bandos que fondeasen en sus puertos sus em-

barcaciones y con ellas nos llegó el cólera. Este primer foco gallego fue muy restringido,

el verdadero brote vendría por el sur, también desde Portugal. El 9 de agosto apareció una

vía de penetración desde el Algarve a Ayamonte y Huelva. Será en el verano de 1834,

cuando el bacilo tenga una propagación muy rápida, en junio ya estaba en Madrid, To-

ledo, Guadalajara, Soria, Ávila, Burgos, y Cuenca, siguiendo su propagación hacia las

Vascongadas, Aragón y Valencia. Uno de los medios por los que se transmitió esta epi-

demia fue de nuevo el tránsito de tropas, en este caso las del general (marqués) Rodil, que

desde el Algarbe y Andalucía iban camino de las Vascongadas para sofocar a los carlistas

(5). La epidemia, según el doctor González de Sámano, afectó a 1.394 poblaciones, y

duró 1 año, 5 meses y 22 días. Afectó a 449.264 personas de las cuales fallecieron

102.511. Según estudios más recientes murieron unos 300.000, es decir, casi el 3% de la

población española. Siempre hay algo bueno que se puede sacar de un gran mal, a conse-

cuencia del cólera, los cementerios se empezaron a sacar a las afueras de las poblaciones.

Epidemia de Cólera de 1855.

En febrero de 1855 re-

aparece el cólera en Zara-

goza, de allí pasó a Logroño,

de Logroño a Burgos, Bilbao,

Álava, Pamplona, Soria, etc.

Según un estudio del doctor

Landa, coetáneo de esta epi-

demia, sacado a la luz por J. J.

Viñes, profesor de la Univer-

sidad de Navarra, “El doctor

don Nicasio Landa, médico

oficial de epidemias en la de

cólera de 1854-1855”, pode-

mos aportar algunos datos so-

bre la epidemia. La población

española según el censo de 1857 era de 15.454.514, el cólera afectó a 822.189 personas

y el número de muertos fue 236.744 (Gaceta de Madrid, 1857).

Este es un resumen de unas tablas por provincias invadidas, con dos tipos de cla-

sificación, una por el grado de intensidad de la epidemia, es decir invadidos por 1.000

habitantes, y otra por el grado de malignidad, es decir el n.º de muertos por 1.000 habi-

tantes (6):

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Francisco Valero Plaza 4

Epidemia colérica del 1854-55

Intensidad Malignidad Grado N.º

de

orden

Provincia Invadidos

Por mil

Grado N.º de

orden

Provincia Muertos

Por mil

1º 1 Pontevedra 0,8 1º 1 Lérida 110

… … … … … … … …

5º 38 Soria 95 1º 2 Soria 199

… … … … … … … …

7º 47 Logroño 235 7º 47 Ávila 498

… … … … … … … … Son siete grados en Intensidad y Malignidad, según los invadidos por mil habitantes o los muertos por 1000 invadidos. Intensidad, grado 1º, de 0,8 a 15 …, grado 5º de

78 a 95, grado 7º de 179 a 235. Malignidad, grado 1º de 110 a 202…, grado 7º 498

Si comparamos en estos cuadros la malignidad con la intensidad comprobamos

que, en el caso de Soria, el número de orden en cuanto a la intensidad de las invasiones

es el n.º 38, es decir una de las provincias más afectadas; pero en cambio, en el de malig-

nidad, fallecidos, es el número 2, una de las que menos muertos tuvo.

Según el Dr. G. de Sámano, durante los años de 1853, 1854 y 1855 el total de

pueblos invadidos fue de 4.373.

- La primera provincia afectada: Pontevedra; el 19 de noviembre de 1853.

- La última provincia: Palencia.

- La duración de la epidemia: dos años tres meses y veinte días.

- El total de invadidos 769.667.

- Los fallecidos 194.792.

En el año 1856 la epidemia de cólera no afectó a la provincia de Soria.

Veamos lo que ocurrió en estos años en dos poblaciones importantes de la provin-

cia, próximas a Quintana, como son Almazán y Berlanga. José María Alcalde nos cuenta

lo que ocurrió en estos años en la villa de Almazán. En 1834 los muertos fueron aproxi-

madamente el 7% de su población, donde el cólera supuso una parte relevante. En 1855,

Almazán contaba con una población de unas 2.500 almas, las defunciones alcanzaron

hasta el 8% de su vecindario, de los que, aproximadamente la mitad, se pueden atribuir a

la epidemia de cólera (7).

En el año 1885, el médico de Berlanga de Duero, don Fermín Moreno y Soria,

remitió un detallado informe a su ayuntamiento con motivo de la epidemia de ese año, en

el que también aporta datos de las epidemias de años anteriores. Referente a la del año

1834 dice: “Ningún dato tenemos sobre lo ocurrido en el año 1834. Solo por tradición

se sabe que existió en este pueblo; pero que sus efectos debieron ser muy poco notables”.

Referente a la de 1855 dice: “hubo un gran número de atacados, falleciendo ciento once

individuos”. Con respecto al cólera de 1865 indica: “no alcanzó a la de Soria (provincia)

tan maléfica plaga” (8).

No se dispone de datos concretos de cómo afectaron estas dos primeras epidemias

a la población de Quintana Redonda, pero nos puede dar una idea bastante valida las

defunciones que se produjeron en estos años. La mortalidad en los años 1834 y 1855 fue

de 7 y 3 personas respectivamente, lo cual, se puede considerar, más o menos, como nor-

mal por lo que el cólera no tuvo incidencia apreciable.

Epidemia de cólera de 1865.

En 1865 el cólera entró en España por el puerto de Valencia, el bacilo procedía de

La Meca (Arabia), después llegaría a Europa. Las provincias con mayores estragos fueron

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Francisco Valero Plaza 5

Valencia (1 por 15 habitantes), Palma (1 por 16), Gerona y León (1 por 17), Albacete,

Huesca y Teruel (1 por 18), Barcelona, Castellón, Santiago y Zaragoza (1 por 19). Según

el doctor Hauser, en 1865 fueron invadidas por el cólera 31 provincias y 486 localidades:

en la relación de provincias y de sus localidades respectivas no figura Soria por lo que es

de suponer que no se vio afectada o que su incidencia fue insignificante (9).

Si bien no se dispone de información concreta de si afectó o no afectó la epidemia

de cólera del año 1865 a Quintana Redonda, y en el caso de verse invadida en qué manera

lo fue, ya hemos apuntado anteriormente que la provincia fue una de las que menos se vio

aquejada por esta terrible plaga. Aunque resulta relevante que, durante los años 65 y 66

el número de fallecidos fue apreciablemente elevado, y muy particularmente en lo que

respecta a la población infantil. En estos dos años fallecieron 43 personas, de las cuales

26 eran niños, esta mortalidad infantil se concentró muy especialmente en los meses de

octubre y noviembre de 1866 en donde perecieron 16 párvulos.

Fallecidos en Quintana Redonda años 186... ; 188... 1863 1864 1865 1866 1867 1868 1869 1882 1883 1884 1885 1886 1887

Párvu-

los

12 3 8 18 4 4 7 10 11 8 5 1 11

Otros 6 6 9 8 10 4 7 7 2 8 6 4 5

Total 18 9 17 26 14 8 14 17 12 16 11 5 16

Epidemia de cólera de 1885

La epidemia de 1885 en-

tró en la Península por el puerto

de Alicante en 1884. El bacilo

estuvo durmiendo los meses de

invierno resurgiendo con fuerza

en la primavera del 85. En mayo

la epidemia se había difundido

por toda la provincia de Valen-

cia. En julio, la epidemia afec-

taba a medio millar de municipios de unas veinticinco provincias, entre las que se encon-

traba Soria. El cólera se hallaba en su fase más álgida, continuando así durante todo el

mes de agosto. El cólera se transmite por contagio, y a ello ayuda el movimiento pobla-

cional, tal es el caso de los soldados, segadores, viajeros, arrieros y pastores trashumantes.

El rey Alfonso XII trata de acercarse al pueblo y viaja a Aranjuez el 2 de julio a visitar

una población muy atacada por el cólera. La población de España era de 16.631.869 per-

sonas, siendo afectadas por la epidemia 6.566.739. El n.º de ayuntamientos invadidos fue

de 2.247 de un total de 9.165. El primer caso fue el 5 de febrero, y el último caso el 31 de

diciembre:

- Días de epidemia: 330. - Fallecidos sobre la población sometida a epidemia: 1,83%.

- Invadidos: 339.794. - Fallecidos respecto a los invadidos: 35,39%. - Fallecidos: 120.245. - Fallecidos por cada 1.000 habitantes: 7,2.

- Intensidad diaria: 364,38.

Mapa Epidemiográfico del cólera en 1885 de Hauser Philipp.

Detalle de Soria en el mapa Epidiográfico.

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Francisco Valero Plaza 6

En Soria fueron invadidos 57 municipios de los 345 existentes, los fallecidos fue-

ron 1.019 es decir, 6,63 por cada mil habitantes. Algunas poblaciones quedaron realmente

diezmadas como fue el caso de Monteagudo de Soria como veremos más adelante.

El cólera en España durante el año 1885

Provincia Muertes Por 1.000 habitantes

Duración días

% Fallecidos/población total ayuntamientos con-

tagiados.

Zaragoza 12.788 31,92 142 3,67

Valencia 21.612 31,82 246 3,43

Teruel 6.960 28,74 121 4,06

…… … …

Soria 1.019 6,63 114 2,78

… … … … … Fuente: J. Jimeno Agius. El cólera en España durante el año 1885, pp. 497-514. En:

Revista de España, Tomo CX, mayo y junio.

En la epidemia del año 1885 inquietó a buena parte de la provincia de Soria. En

el cuadro de más abajo damos los pueblos más damnificados de la provincia, así como de

los más próximos a Quintana Redonda a los que llegó tan terrible enfermedad. Como se

puede apreciar es de destacar lo ocurrido en Monteagudo, donde la virulencia del cólera

fue ciertamente terrible, en caso contrario están los pueblos pertenecientes al partido de

Soria, donde la incidencia fue mínima. En el caso concreto de Quintana Redonda no hubo

ningún caso de esta terrible enfermedad, en este año se produjeron 11 fallecimientos de

los cuales 5 eran niños.

El cólera de 1885 en la provincia de Soria. (B.O.P.So. 23/06/1886)

Lugar Población Invadidos Fallecidos

Agreda 3.052 443 95

Borobia 826 41 19

Ólvega 1.427 307 70

Almazán 2.777 145 43

Berlanga 2.117 56 11

Fuentelmonge 595 142 41

Matamala de Almazán 575 2 1

Monteagudo 808 425 293

Serón 980 73 32

Torlengua 462 88 54

San Esteban de Gormaz 1.543 90 17

Almaruez 530 100 23

Arcos 1.159 61 25

Santa María de Huerta 382 110 31

Cólera 1885 Soria, por partidos, (B.O.P.So. 23-6-1886) Partido Población Invadidos Fallecidos

Agreda 8.286 1.049 232

Almazán 12.543 1.258 576 (*)

Burgo de Osma 2.740 101 28

Medinaceli 5.948 548 124

Soria 7.137 123 59

Total 36.654 3.079 1.019 * De estos 576 fallecidos, 293 corresponden a Monteagudo.

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Francisco Valero Plaza 7

Las medidas propuestas

desde el gobierno civil de la pro-

vincia (1885) con objeto de paliar

los efectos de esta devastadora epi-

demia, se encaminaron en tres fren-

tes: primero, extremar las medidas

de limpieza y salubridad pública,

segundo, la recomendación de dis-

poner de un local de desinfección

y, por último, si la situación se

agravaba establecer cordones sani-

tarios y lazaretos si fuese preciso.

A la provincia de Soria le afectaría de una forma desigual, su mayor incidencia estuvo en

la parte sur-este, Quintana Redonda estuvo en el límite de esa línea imaginaria que dividía

a la provincia entre afectados y no contaminados de este terrible mal, quedándose en la

parte no afectada.

Como ejemplo de las medidas to-

madas por los ayuntamientos de las pobla-

ciones afectadas, podemos valernos de lo

relatado por el médico de Berlanga en su

informe a las autoridades municipales. El

número de casos diagnosticados fue de

58, de los que fallecieron 11 y el tiempo

de duración fue de 27 días (10).

“Se practicaron visitas domiciliarias sanita-

rias, se desecaron las charcas que, con mo-

tivo de las constantes tormentas existían en algunos corrales del centro y afuera del pueblo; se estableció un local a propósito donde

eran fumigadas a las personas y cosas procedentes de puntos infectados, sometiéndose

estas a dos días de desinfección; se estableció más tarde cordón sanitario impidiendo la entrada en la población a toda persona que venía de punto epidemial, y si el individuo

quería permanecer en ella tenía que someterse a observación sanitaria por espacio de

algunos días en la ermita de Nuestra señora de Carrascosa distante un kilómetro y medio del pueblo y a la parte Norte, sitio muy bien preparado con habitaciones decentes y ale-

gres y pintoresco por su situación”.

Los síntomas más claros del mal eran vómitos, falta de pulso y diarreas. Entre las

medidas tomadas estaban la desecación de charcas, supresión del toque de campanas a

los finados, nombramiento de sepultureros, habilitación del Hospital de coléricos, realizar

fumigaciones y quema de las ropas y de la cama de los afectados.

Una mención especial merece el caso de Monteagudo, de las 1.019 muertes ofi-

ciales que se produjeron en toda la provincia casi 300 ocurrieron en esta localidad. Por

aquel entonces tenía una población de 808 habitantes; en poco menos de dos meses mu-

rieron 293 personas es decir el 36,26%. Monteagudo solo fue superada en este desgra-

ciado escalafón de % de fallecidos por el pueblo vallisoletano de Aldea de San Miguel,

en donde los muertos superaron más de la mitad de su población, el 51,89%. Resulta

impactante el llamamiento que hace el alcalde el 20 de julio, manifiesta que son más de

60 los muertos y 150 las invasiones, no hay personal para asistir a tanto enfermo, los

Alfonso XII, visita a los enfermos de cólera en Aranjuez.

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Francisco Valero Plaza 8

difuntos están solos, y las escenas de pánico y de terror son sobrecogedoras. En el parte

que da el Boletín de la provincia de Soria el día 27 de este mes, los muertos llegan a 247.

Era el tiempo de la recolección de la cosecha y no había gente que pudiese llevarla a cabo,

por lo que el gobernador civil de la provincia tuvo que disponer de ayudas monetarias

(1.500 pesetas) para que el alcalde las distribuyese, equitativamente, entre los pueblos

inmediatos que pasasen a realizar la siega en sus campos; se alentaba a los pueblos limí-

trofes para que hiciesen este acto de caridad a favor de los desgraciados de este pueblo.

También se promovieron las gestiones pertinentes, ante el señor Ministro de Fomento,

para disponer de una trilladora de la Escuela de Agricultura para que se pudiese recolectar

las mieses (11). Las crónicas de los hechos que aparecen en los periódicos son ciertamente

tétricas y sobrecogedoras:

“Muchos vecinos de Fuentelmonge están en Monteagudo

prestando socorros, y se han encargado de la guarda de los ganados cuyos dueños han muerto; y de llevar comestibles

a los que no solo de cólera, sino de hambre también, pere-

cen. El ganado ha estado tres días encerrado en las majadas por no haber quien se ocupará de cuidarle. Verdad es que

tampoco había quien cuidara do los hombres” (12).

Afortunadamente para Quintana Redonda, esta

terrible plaga del año 1885 no llegó a su término, a pe-

sar de que estuvo en los pueblos cercanos de Almazán y Berlanga, como ya hemos visto,

¿su clima sano y bien ventilado tubo algo, o mucho que ver?

Se multiplicaron en gran manera las novenas, rogativas, procesiones, preces, prác-

ticas religiosas, etc., y se hicieron votos y promesas, en nuestro caso a la Virgen de Ino-

dejo, para ser librados de este terrible

mal. Ante situaciones no controlables el

hombre alza su mirada al cielo, hacia

Dios, invocando ayuda y clemencia a tra-

vés de la Virgen ante el azote, como si

fuera un castigo divino que les venía sin

saber por qué y que no veían fuerza hu-

mana que lo pudiese dominar.

En los pueblos se nombraron jun-

tas municipales, constituidas por: el al-

calde, los profesionales sanitarios, y unos

vocales nombrados por el Gobernador Ci-

vil para hacer un seguimiento puntual de esta terrible epidemia (13).

La epidemia fue tan virulenta y cruenta que, en los pueblos de la provincia que se

encontraban próximos a por donde entró el mal y mayores eran los estragos que estaba

produciendo, se vieron en la necesidad de tomar medidas drásticas, como fue la instala-

ción de lazaretos. En estas instalaciones, se pusieron en cuarentena a todos aquellos indi-

viduos que entrasen en sus términos, para paliar en lo posible su propagación. Tal fue el

caso de Ciria, pueblo próximo a Aragón, que ubicó un lazareto en un lugar estratégico

conocido como las “Ventas de Ciria”, zona de paso de arrieros y de enlace entre Castilla

y Aragón. También Medinaceli pidió establecer en su término otro lazareto. En la Reso-

lución adoptada, en la sesión del 17 de julio, por la Comisión Provincial de la Diputación

de Soria con motivo de la epidemia colérica se dice:

Placa conmemorativa a los víctimas del cólera en Monteagudo.

Enterramientos precipitados para enterrar a los muertos, lo que a veces causaba algún incidente imprevisto.

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Francisco Valero Plaza 9

“Enterada del traslado que da el Sr. Gobernador a un telegrama del Ilmo. Sr. Director

general de Sanidad de esta misma fecha, autorizando el establecimiento de un Lazareto en las Ventas de Ciria para la inspección de equipajes y mercancías contumaces y deten-

ción de los individuos que presenten síntomas coléricos, dispuso comisionar al Señor

Vicepresidente para que de acuerdo con la Comisión permanente de Sanidad provea lo necesario para la instalación” (14).

El prestigioso médico don Aniceto Hinojar Leal (*16/4/1839 + 27/9/1927) desa-

rrolló un papel importante durante todo este periodo. Si bien, nació en Velamazán se crio

en Quintana Redonda, donde se trasladó a la temprana edad de dos o tres años. Llegó

junto a su familia, al ser destinado su padre, don Bernardino Hinojar, como médico titular

de este lugar. Don Bernardino ejerció su profesión de médico-cirujano de Quintana Re-

donda durante más de medio siglo, hasta su jubilación. Falleció en este lugar el 3 de junio

de 1898 a los 85 años, siendo natural de San Esteban.

Don Aniceto fue vocal de la

Junta Provincial de Sanidad, creada el

18 de junio de 1885, asimismo, un

mes más tarde, fue elegido miembro

de la Comisión Permanente que nom-

bró el Gobernador civil ante el derro-

tero alarmante que estaba tomando la

epidemia (15). Fue presidente del Co-

legio de Médicos de Soria, alcalde de

dicha ciudad y director del Hospital

Provincial de Soria hasta el año 1925.

Así rezaba la esquela de su defunción

publicada en la prensa Soriana: “Presidente honorario del Colegio de Médicos de Soria; Médico Director jubilado del hospital, Decano honorario de la Beneficencia, ex-Inspector provincial de Sanidad, ex-

subdelegado de Medicina, ex-alcalde de esta ciudad, ex-diputado provincial, Académico

C. de la Real de la Historia, Presidente de la Comisión provincial de Monumentos, etc., etc.” (16).

LA EPIDEMIA DE GRIPE DE 1918.

“Los sepultureros trabajaban desde el amanecer hasta el atardecer, los siete días de la semana, para sobrellevarlo”... “El olor de esas muertes

era indescriptible”… “Las funerarias no podían hacer los ataúdes lo su-

ficientemente rápido y mucho menos pulirlos”. Jennifer Meierhans y Da-

niel Wainwright. BBC News.

La gripe que se difundió en España

se puede clasificar en tres periodos: de

mayo a julio de 1918; de agosto a diciem-

bre de 1918; y el último hasta marzo de

1919. Nos atendremos al segundo periodo

el más intenso, generalizado y grave.

La llamada “gripe española” in-

fectó entre 1918 y 1920 a la tercera parte

de la población mundial y con más de 40

millones de víctimas mortales resultó ser

Sala de inoculación en Valencia. Revista Ilustración española y americana, 8-8-1985

Sala de inoculación en Valencia. Rev. Ilustración española y americana, 8/8/1985

Otra similitud de la gripe del 1918 con la Covid del 2020, la utilización del ejército

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Francisco Valero Plaza 10

25 veces más agresiva que las epidemias que se habían producido con anterioridad.

El porqué del nombre de gripe española

Si nos atenemos al nombre que se dio a esta epidemia parecería que su origen fue

en España, pero nada más lejos de la realidad. Todo hace pensar que su origen estuvo,

como en muchas de las epidemias a lo largo de la historia, en el trasiego de tropas de los

ejércitos, en este caso concreto del ejército norteamericano y más específicamente de un

campamento de Kansas que al ser desplazado al viejo continente trajo consigo tan terrible

mal. Por estas fechas se estaba desarrollando la primera guerra mundial, de la cual España

se mantuvo neutral, lo que significaba que, como ya hemos indicado, los países intervi-

nientes en el conflicto, sujetos a una férrea censura, trataban de ocultar esta enfermedad,

por el contrario, los datos facilitados por España corrieron por el mundo entero, por lo

que, en su momento se consideró su origen en España.

En un principio a esta epidemia en España se le dio el nombre “el soldado de

Nápoles” debido al notable éxito que en aquel año tenía esta serenata de la “Canción del

Olvido”, incluso se le llegó a denominar “gripe de Gayarre”, debido a que, por compli-

caciones de una bronconeumonía, falleció el gran tenor Sebastián Julián Gayarre; pero

muy pronto se quedó, como en el resto del orbe, como gripe española.

Esta enfermedad se trasmitió por los animales principalmente las aves y el cerdo

por lo que las autoridades trataron de controlar su circulación, en un bando del alcalde de

Soria prohibía: “la permanencia de cerdos dentro del casco de la población, así como la

circulación por la vía pública de las gallinas”. Ni que decir tiene que, si bien en la capital

estas medidas eran asumibles, sin gran sacrificio, no ocurría igual en los pueblos, en que

estos animales eran parte fundamental de su sustento. Las recomendaciones de las auto-

ridades sanitarias eran extremar la limpieza pública y la de los domicilios particulares,

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Francisco Valero Plaza 11

aislar a los enfermos, ventilar los locales y desinfectar las casas y cuadras con zotal; tam-

bién era recomendado: “desinfección de fosas nasales, boca y garganta, por medio de las

fórmulas que se indican u otras análogas: Aceite mentolado al 1 por 200, una gota por

la mañana y otra por la tarde en cada ventana de la nariz” y “la conveniencia de dar

paseos al aire libre y alimentarse bien y no tener aprensión” (17). Las escuelas naciona-

les en pueblos invadidos por la epidemia fueron clausuradas.

Como dato curioso podemos decir de esta enfermedad, que, aunque como ocurre

en todas las epidemias se cebó sobre la población más desfavorecida, también hubo im-

portantes nombres de la vida política y social que fueron presa de la misma, tal es el caso

de Eduardo Dato que estuvo enfermo y la muerte de una hija de Maura.

¿Qué virus originó esta epidemia?

Todo hace indicar, de acuerdo con los últimos estudios publicados sobre esta epi-

demia (Revista Science), conside-

rada la peor de la historia, que “fue

una gripe del pollo cuyo virus pri-

mero se mezcló con la gripe humana

vulgar y después se adaptó sutil-

mente a nuestra especie”. “La gripe española se transformó en

una enorme pandemia cuando, tras la

mezcla de genes de los dos virus, una proteína de la cubierta exterior (la he-

maglutinina), de origen aviar, consiguió

adaptarse al organismo humano me-

diante cambios sutiles. El estudio se basa en muestras de 1918 recogidas

hace tiempo en Alaska y Noruega, y

describe cómo aquella hemaglutinina se une a sus receptores de la célula humana para iniciar la infección” (18).

La gripe en la provincia de Soria

Las estimaciones oficiales situaron la mortalidad debida a la gripe en España

(1918-1919) en unas 169.000

personas (147.114 en 1918).

Estudios más recientes, em-

pleando índices habituales para

calcular la mortalidad directa e

indirectamente relacionada con

la gripe, hablan de cifras que

llegarían a 260.000 personas, lo

que equivaldría al 1,5% de la

población total de España en

1918-1919. La mayor inciden-

cia se produjo en los meses de

octubre y noviembre de 1918.

Como se puede ver en los cuadros esta epidemia supuso, tanto en España como en la

provincia de Soria, que la población tuviese un crecimiento neto negativo en 1918, algo

que más tarde se repetiría en el año 1936 con motivo de la guerra civil.

Hospital de campaña, Fort Riley en Kansas (USA) a causa de la gripe de 1918.

Hospital en IFEMA de Madrid por la Covid 19 en 2020, ver semejanzas con el del Fort Riley en Kansas en 1918.

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Francisco Valero Plaza 12

Epidemia de gripe año 1918 en Soria Mes 1918 Muertos gripe/total % muertos gripe/total B.O.P.So. n.º/fecha

Septiembre 36/401 8,98 154 25/12/1918

Octubre 837/1589 52,67 155 27/12/1918

Noviembre 276/677 40,77 17 7/02/1919

Diciembre 26/305 8,52 23 21/02/1919

N.º muertos

Gripe

Población ‰ muertes

Gripe/población 1917 1918

España 147.114 (19) 21.204.173 21.133.275 7

Soria 1.279 (20) 159.423 157.836 8,10

Para la elaboración del siguiente cuadro de pueblos afectados, invasiones produ-

cidas y fallecidos por la gripe, así como su evolución en los meses más conflictivos, oc-

tubre y noviembre, hemos tomado como fuente los datos publicados por el periódico “El

Noticiero de Soria”, que a su vez los recibía del Gobierno Civil. Este periódico era quien

con más asiduidad daba información sobre la epidemia, lo que se llamaba “Estado Sani-

tario”, aunque la misma no estaba exenta de errores, tal . Resulta curioso y llamativo que,

mientras y escasa y, cuando se daba, únicamente correspondía a cifras provenientes de la

Beneficencia Municipal, del resto de población, la más acomodada, no se facilitaba.

Pueblos, invasiones, fallecimientos provincia de Soria octubre/noviembre de 1918. Fuente: Noticiero de So-ria.

Día Pueblos Invasiones Muertes por gripe

15/10 135 8.015 167

22/10 186 10.895 (*) 358

25/10 197 10.694 (*) 450

29/10 211 14.103 541

1/11 227 (*) 15.145 617 (**)

8/11 215 (*) 17.551 748

15/11 250 18.474 823

26-9/11 255 19.207 863 * Uno de los dos datos no puede ser correcto. ** En este caso se llega a afirmar que las muertes dadas no todas corresponden a la gripe, por lo que todas estas cifras se deben tomar con cierta reserva.

Según un estudio de García Palomar, en Soria fallecieron 105 personas de cada

10.000 como consecuencia de la gripe. Eso sitúa a la provincia en un nivel medio de

afectación entre todas las de España. Ruiz Liso al referirse a la gran mortandad que causó

la gripe de 1918 decía: “Difícilmente seríamos capaces de asimilar hoy las cifras de muertes que enfermedades

como la gripe causaban a principios de siglo. En España, la epidemia gripal de 1918 había causado 147.060 fallecimientos, próximo al 8 por mil de la población española de

aquel año. Soria, al igual que el resto de las provincias, tuvo unas cifras elevadas que

llegaron al 8,10 x mil de la población con 1.279 muertes en 1918. Hubo pueblos

como Deza, Langa, Cabrejas del Pinar, Berlanga etc., cuyas cifras fueron doble y triple de la media provincial, llamando la atención que la mayor mortalidad asentó en las pe-

queñas poblaciones” (21).

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Francisco Valero Plaza 13

Si con las invasiones las cifras

eran discutibles, con los fallecidos ocu-

rría lo mismo, y en doble sentido, en al-

gunas ocasiones estaban incluidos

muertos por otras causas y entre los fa-

llecidos no estaban los que, padeciendo

otras enfermedades, su muerte no fue

contabilizada como de la gripe.

En un pormenorizado estudio de

Félix García Palomar, en: “II época, n.º

43, Soria”, 2003, pp. 75-89 se dan los

siguientes datos, que como no podía ser de otra forma están muy por encima de los más

arriba indicados

Muertes por la gripe en la provincia de Soria

Mes N.º muertos % Gripe/Total

Agosto 9 2,710

Septiembre 36 8,977

Octubre 837 52,674

Noviembre 276 40,768

Diciembre 26 8,524

El día 29 de noviembre de 1918 se declaró oficialmente finalizada la pandemia,

considerándose los casos puntuales que todavía existían como endémicos, autorizándose

las actividades y espectáculos públicos suprimidos a comienzos de octubre.

Como consecuencia de la evolución de la epidemia de gripe y de la virulencia que

tomaba, el día 17 de octubre, las autoridades civiles suspendieron la feria de ganado de

Almazán, también la del Burgo de Osma. Almazán tuvo una invasión de la epidemia muy

leve, por lo que, a finales de noviembre se dio por erradicada, pudiéndose celebrar a partir

del 1 de diciembre su tan afamada feria de Todos los Santos, al haber desaparecido en la

villa adnamantina totalmente la epidemia. La Escuela Normal de Maestros comenzó las

clases de nuevo el día 7 de diciembre.

Desde la prensa local se suministraba puntual información de lo que estaba acon-

teciendo en la provincia, especialmente en los meses que atacó este mal con mayor viru-

lencia. Así, con el título: “De la provincia. Estado sanitario”, se daba cuenta del número

de pueblos que habían sido invadidos, el de enfermos y fallecimientos ocurridos. El No-

ticiero de Soria del 15 de octubre hacía referencia a que el número de pueblos invadidos

ascendía a 135, que el número de infectados era alarmante, 8.015 personas y que el nú-

mero de fallecidos llegaba a 167. Según este mismo periódico el día 22 los pueblos inva-

didos ascendían a 186, las personas afectadas a 10.895 y los fallecidos a 358; y a finales

de noviembre, cuando la epidemia tocaba a su fin, el número de afectados en la provincia

había llegado a la cifra de 19.207 y el de fallecidos a 863. Como ya hemos indicado en el

cuadro de más arriba, las cifras, por desgracia, fueron superiores. El pueblo donde pri-

mero apareció esta epidemia fue Cabrejas y los lugares más afectados Langa de Duero y

Deza, también Herreros, la Cuenca, Calatañazor y Castillejo de Robledo. Como veremos

en el siguiente cuadro, resulta llamativo que de Soria capital no se disponga de datos

totales, tanto de invasiones como de muertos, y cuando se daba alguno, pocos y sin rigor

Anuncio en un fábrica de Filadelfia del peligro de la gripe es-pañola

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Francisco Valero Plaza 14

alguno, correspondían, como ya hemos indicado, a la Beneficencia Municipal (unas 350

familias) del resto, ningún dato concreto.

En el Noticiero de Soria del 22 de octubre se daba la siguiente noticia: “El Doctor

don Joaquín Febrel, Inspector Provincial de Sanidad, marcho a visitar Quintana Re-

donda, Matamala, Almazán y Langa de Duero celebrando en esta villa Junta de médicos,

dándose como extinguida ya la enfermedad reinante y quedándose en Langa el médico

de la localidad para seguir en el ejercicio de su misión”.

Pueblos de la provincia de Soria y número de afectados por la epidemia de gripe de 1918

Pueblo Afec-

tados

Pueblo Afec-

tados

Pueblo Afecta-

dos

Abejar 26 Castilfrio 28 Miño de San Este-

ban

40

Abioncillo 20 La Cuenca 100 Morón de Almazán 60

Adradas 90 Deza 100% Muriel de la fuente 70

Aldealafuente 35 Fuentelgemes 25 Nafría la Llana 45

Aldehuela de Periañez 90 Fuentelmonge 50 Nepas 28

Alcozar 204 Garray 30 San Andrés de Al-

marza

200

Almazán Leve Herreros 170 Soria capital (2*) >70

Aylagas 40 Langa 500 Tardelcuende (3*) 70/210

Barca 72 Pinilla del campo 50 Trévago 27

Berzosa 81 Piquera 25% Valdanzo/Valden-

zuelo

500

Bayubas de Abajo 27 Quintana Redonda 4 Valderoman 42

Bayubas de Arriba 23 Los Rábanos 56 Valderrodilla 80

Berlanga 105 Rebollar 32 Velamazán 25

Blacos 50 Rejas San Esteban 60 Velilla de la Sierra 24

Burgo de Osma/Osma 9/23 La Revilla d Calatañazor 43 Villabuena 140

Bocigas 70 La Rubia, Fuentelfresno,

Pinilla, Renieblas, Au-

sejo y Cortos

250 Villaciervos 8

Cabrejas del pinar 300 Suellacabras/El Espino 134 Villaseca de Arciel 40

Calatañazor 40 La Mayona 100% Vinuesa 155

Castillejo de Robledo 203 Mazateron 42 Vildé 172

Cuevas de Soria 30 Medinaceli 48 Los pueblos que aquí se presentan corresponden a los que más invasiones tuvieron y a los que están más cercanos a

Quintana Redonda. Las cifras que figuran se deben tomar con ciertas reservas, son las publicadas por los periódicos

sorianos, principalmente del Noticiero de Soria, en base a los datos facilitados por el Gobierno Civil, cifras que a su

vez aportaban los pueblos y, estas, en absoluto, eran homogéneas, no se hacía un arrastre al origen lo cual indicaría

que muchas de ellas debieron ser mayores.

* El Porvenir Castellano del 24 de octubre de 1918, indica que los invadidos son 270 y que el pueblo carece de ma-

terial sanitario.

** Los datos al 25/10 eran de 70 invasiones en la capital todas ellas correspondientes a la Beneficencia Municipal (formada por más de 350 familias), quienes no pertenecían a esta institución, las clases más acomodadas, no figuran

ni constan datos concretos. El 25 de octubre el Noticiero de Soria decía: “hay también numerosos enfermos en nues-

tra ciudad”.

*** El Porvenir Castellano del 24 de octubre de 1918 indicaba que el n.º de invasiones en Tardelcuende era de 210

y de que “Se carece de material sanitario.

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Francisco Valero Plaza 15

La incidencia de la gripe en Quintana Redonda fue mínima y con efectos no im-

portantes, tal como se puede apreciar en el cuadro, de los pueblos más afectados y el

número de personas invadidas, en una fecha en que la epidemia era más virulenta y en el

que se puede apreciar que en Quintana solo figuran 4 personas aquejadas de este mal.

Don Celestino Zamora, párroco de

Quintana Redonda en tan luctuosa época,

nos dejó su testimonio de la incidencia que

esta epidemia tuvo en su parroquia, más

concretamente el número de defunciones

que fueron atribuidas a este mal, tanto en

Quintana Redonda como en Tardelcuende,

donde también prestó sus servicios. Lo ex-

puesto por don Celestino confirma los datos

del anterior cuadro y vemos como, dos po-

blaciones muy próximas, con parecido ve-

cindario, como son Quintana y Tar-

delcuende, tuviera la gripe una invasión

mucho mayor en el segundo lugar que en el

primero, 4 casos en Quintana por 70, incluso se llega a hablar de 200, en Tardelcuende. “Después de sufrir por cuatro años y tres meses las consecuencias de la guerra europea,

la más cruel que ha conocido el mundo, se desencadenó sobre el mundo entero un terrible azote que, bajo la denominación de gripe, segó la vida de muchísimos vivientes, hasta el

extremo que en España se calcula en más de 150.000 las personas que murieron. En

todos estos pueblos sucedió lo mismo, y aunque gracias a Dios en Quintana, solo murie-ron dos, yo tuve que asistir a Tardelcuende, donde enterré a diez, y por espacio de veinte

días administré y asistí a varios, sin que casi ninguno del pueblo no la pasara” (22).

Personas fallecidas en Quintana Redonda Años 1916 1917 1918 1919 1920

Adultos 5 6 8 5 13

Párvulos 6 6 9 6 9

Total 11 12 17 11 22

En el libro de difuntos de la parroquia de La Asunción de Quintana Redonda figura

como reseña destacable en 1918, año de la epidemia, un fallecido que claramente se indica

que fue por este mal. Santiago Hernández Iglesias, falleció el día 15 de octubre del año

indicado: “falleció a las nueve de la mañana a los 52 años de edad no habiendo recibido

más sacramentos que la Extremaunción y penitencia “sub conditione” y no el Santo Viá-

tico por ser infección la enfermedad y su esposa no pudo dar aviso de su próximo fin por

impedirle salir de casa la autoridad y cuando fui a visitarle me encontré al enfermo en

sus últimos momentos. C. Zamora”.

Hay otras dos anotaciones de los fallecidos en este año, en la que la causa de su

muerte pudo estar relacionada con la epidemia, lo cual viene a concordar con el testimo-

nio del párroco de este lugar indicado más arriba.

Será a comienzos de junio de 1918 cuando se detecten los primeros casos de la

oleada de gripe en la provincia, desde el Gobierno civil se da la primera alarma de este

mal, si bien, “hasta ahora de carácter benigno y leve” a pesar de indicarse que, “su

acción se extiende a largas distancias atacando a la vez a un gran número de individuos,

Hombre portando un anuncio sobre las propiedades del Zo-tal para curar la Gripe

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Francisco Valero Plaza 16

como está actualmente ocurriendo en esta Capital y en varios pueblos de esta provincia,

en donde existen un gran número de invasiones”.

En una circular del gobernador civil, de 4 de junio (23), se ordena que se reúnan

las Juntas locales de Sanidad,

dándose una serie de instruccio-

nes a fin de evitar las causas de

insalubridad que puedan influir

en el desarrollo de la epidemia: - Clausura inmediata de los esta-

blecimientos públicos insalubres, ta-les como casinos, cafés, tabernas,

teatros, colegios, escuelas y demás

centros de reunión. - Desaparición de aguas enchar-

cadas y focos de inmundicia, proce-

diendo a la limpieza más esmerada

de las viviendas. - Aislamiento y la desinfección de las viviendas, ropas y utensilios, en las casas de los

enfermos para evitar la contaminación.

- Aseo y la limpieza personal una defensa para la salud.

Si bien, la intención de las autoridades

provinciales es calmar a la población, en sep-

tiembre se produce un rebrote de la gripe con

36 fallecimientos. En vista del cariz que están

tomando los acontecimientos, el día 8 de octu-

bre el gobernador solicita a los alcaldes infor-

mes diarios del número de contagios sufridos

en su municipio, las medidas drásticas se hacen

inevitables.

En una circular del 10 de octubre, el go-

bernador civil da cuenta de los acuerdos de la

Junta provincial (24) en donde se dice: “decla-

rar oficialmente la epidemia de gripe en esta

provincia, haciendo constar, no obstante, para

tranquilidad de sus habitantes, que la mortali-

dad es escasa en proporción al número de in-

vasiones a excepción de algunos pueblos”. A la vez que:

- Se prohíbe la celebración de fiestas, ferias, mercados (…) y todo género de es-

pectáculos públicos tales como teatros, cines, bailes, romerías, etc., etc.

- Se clausura las Escuelas nacionales en los pueblos invadidos por la epidemia.

- Se pide el Aislamiento de los primeros casos que se presenten de dicha enfer-

medad, desinfección y limpieza de ropas, utensilios contumaces y de las viviendas, con-

denando al fuego por medio de hogueras, los detritus, basuras, ropas sucias e inservibles.

La Diputación provincial de Soria, en sesión de 15 de octubre, ante el cariz que

está tomado la epidemia, y la evidente falta de personal dispuesto a atender a los enfermos

en las localidades más afectadas, acuerda ofrecer “una retribución mínima de 10 pesetas

diarias” a quien esté dispuesto a prestar estos servicios (25).

Grupo de muchachas con mascarilla contra la gripe, un siglo más tarde el modelo sigue vigente

Viñeta aparecida en el Imparcial, gripe de 1918

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Francisco Valero Plaza 17

La información que se estaba dando por parte de las autoridades provinciales, a

veces era contradictoria pues, por un lado, tratando de tranquilizar a la población se decía

que la gripe “dura solo dos o tres semanas” y que solo en casos muy excepcionales pro-

duce resultados funestos y, por lo tanto, no se deben abrigar temores infundados. Por otro

lado, se procedía a la clausura escuelas en los pueblos invadidos, “sin interrumpir por

ello la enseñanza, ahora al aire libre” (26). Y, en fechas tan señaladas y con tanto arraigo

como es el día de Todos los Santos, se llega a prohibir la visita a los cementerios ante el

temor de que la aglomeración de personas propague la epidemia.

En la segunda quincena del mes de noviembre los efectos de la epidemia van re-

mitiendo de forma clara, el fin parece que está próximo. La Junta de Sanidad de la pro-

vincia de Soria, en su última sesión celebrada el día 29 de noviembre de 1918, en vista

de los estados sanitarios remitidos por los Alcaldes, acordó “la declaración oficial de

haber terminado la epidemia de Gripe en esta provincia, calificando de carácter endé-

mico el reducido número de casos que haya en la actualidad” (27). Se autorizan de nuevo

las actividades y espectáculos públicos que fueron suprimidos a comienzo de octubre. Se

veía de nuevo la luz, lo peor ya había pasado, únicamente quedaba los terribles efectos de

ese rastro de muerte se había dejado consigo más de un millar de personas en la provincia.

La Gripe en la provincia de Soria vista por uno de sus médicos

La importancia de esta epidemia, las pobres medidas tomadas por las autoridades

gubernativas y sanitarias de la provincia, así como las causas por las que varios pueblos

sufrieron el contagio, las pone de manifiesto, el doctor de San Leonardo . Este relato iba

a tener una gran trascendencia, sobre todo en medios castrenses, pues se atribuye gran

parte de culpa de la inoculación del mal, a la nefasta política que emplearon las autorida-

des militares (28).

En su artículo publicado en el

diario madrileño “El Sol”, con gran

realismo y cierta crudeza, expone la

grave situación en que se encuentran

todos los núcleos de población que tie-

nen como cabecera San Leonardo, la

falta de medios y sobre todo de médi-

cos, pues, casi todos se encuentran en-

fermos:

“Hemos atravesado gran parte de la pro-

vincia de Soria en diligencia, y en todos

los pueblos solo se oyen lamentos de los aldeanos. El número de atacados es es-

pantoso, y en algunos pueblos ha habido

bastante mortandad. Muchos pueblos de 200 o 300 vecinos tienen 150 o más atacados. Los médicos están casi todos enfermos. En el pequeño distrito de pueblos próximos a San

Leonardo, están enfermos el médico de este pueblo, los dos de Hontoria, el de Talbaila,

el de Alcubilla de Avellaneda, el de Fuentearmegil, y el de Guijosa acaba de morir”.

Ante la gravedad de la situación los pueblos piden ayuda a las autoridades de la

provincia, y la ayuda que reciben es prácticamente nula. Los calificativos, siendo bené-

volos, que se puede dar a lo poco que reciben son de ofensivo, humillante, irrisorio y

esperpéntico.

Viñeta de Aguirre en El Fígaro, 25 de septiembre de 1918

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Francisco Valero Plaza 18

“El delegado de sanidad de la provincia se ha pasado por estos pueblos fumigando con

zotal, ¡oh inocencia y credulidad arculiana! Y dándose bombos periodísticos, y, por lo visto, no se ha enterado ni impedido el mecanismo de extensión de la epidemia en esta

región, y que merece conocerse”.

Su artículo alcanza su punto más álgido cuando ataca, con virulencia, el compor-

tamiento de las autoridades militares y las consecuencias que ello trajo consigo con la

propagación desde los cuarteles a los pueblos de la epidemia. No resulta extraño que,

situándonos en el contexto de aquellos años, al quedar tan difamado el ejército, por lo

escrito por el doctor, sus autoridades le abriesen el correspondiente expediente requi-

riendo su presencia ante la autoridad militar. “Hace unas semanas, cuando la epidemia se cebaba en Logroño y los cuarteles estaban

llenos de soldados enfermos, las autoridades militares (¿también los médicos militares?)

dispusieron que los soldados enfermos se licenciasen, para que, por lo visto, los cuidaran

en sus casas y no molestasen en los hospitales militares. Se les metía en el tren y se les despachaba para los pueblos respectivos. Algunos iban tan enfermos que han muerto en

las estaciones.

Los soldados lo han relatado a quien les ha querido oír. Un soldado estaba tan enfermo al subir en el tren, que otro se lo dijo al oficial, y este exclamo: “Que suba al

tren, aunque muera” En Vadillo ha muerto un soldado a poco de llegar; en Alcoba, otro

y en Alcubilla, otro. Todos los esfuerzos de la Sanidad civil se estrellan ante estos horrores cometidos

por las autoridades militares. En cada pueblo donde llegaban estos soldados moribun-

dos, se ha iniciado enseguida un foco epidémico, y así se ha infectado rápidamente toda

la provincia, hasta los rincones más retirados del tráfico. Representa este uno de los mayores atentados a la humanidad y a la ciencia sanitaria, y por ello nos hemos creído

obligados a hacerlo público”.

Poco se puede añadir al relato del Dr. Gonzalo R. Lafora, que así se llamaba el

médico de San Leonardo, pues por sí mismo es lo suficiente explicito.

El ajo como remedio casero contra la gripe, y otros remedios.

En el Noticiero de Soria del día 22 de octubre se pu-

blica cómo una familia había logrado en corto tiempo curarse

de esta terrible enfermedad, el remedio terapéutico no podía

ser más fácil y estar tan a mano: comiendo ajos en crudo.

Dice así:

“No puedo menos de manifestarle que ayer escribí al gobernador de San Sebastián, participándole que había logrado curarme de

la gripe estando solo cuarenta horas en cama, comiendo en crudo

dientes de ajo, y que con igual tratamiento se ha curado toda mi familia. Estoy seguro de que quien, estando enfermo, coma cuatro

dientes de ajo crudo por día, en dos días será curado”.

Con motivo de esta desgracia se hizo popular una copla, con tintes extraordinaria-

mente negros, que comenzó a correr por toda España y se extendió con tanta rapidez como

la propia peste y que decía:

Maldito mes de septiembre

te acordaste de venir

a traernos esta peste

sin acordarnos de ti.

Entre septiembre y octubre,

luego noviembre y diciembre

se vistió España de luto

por morirse tanta gente.

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Francisco Valero Plaza 19

La pandemia propició el surgimiento de personas con pocos escrúpulos, que in-

tentaban sacar provecho del miedo y del mal ajeno. La prensa tampoco fue ajena a esa

proliferación de consejos médicos, sin ningún rigor científico, mediante la publicación de

anuncios de medicamentos y preparados, como los de: cerosota, jabón zotal y el jarabe

para la gripe. A falta de medios sanitarios no faltaron los comerciantes, poco escrupulo-

sos, decididos a llegar a las pobres gentes a quienes sólo les quedaba el recurso de aga-

rrarse a un clavo ardiendo. Vendían sus productos, sin miramientos, con consignas como: “La epidemia reinante se evita desinfectando con Zotal”, o

“Epidemias contagiosas se evitan lavándose con jabón Zo-

tal".

Otras noticias

Si, como hemos visto en la epidemia de cólera de 1885

don Aniceto Hinojar Leal, hijo del médico de aquel en-

tonces de Quintana Redonda, tuvo un importante papel,

en esta nueva epidemia, ahora de gripe, don Fernando

Hinojar, nieto de don Bernardino y sobrino de don

Aniceto será quien tenga una actuación ejemplar, ra-

yando con el heroísmo.

Desarrolló una importante labor sanitaria durante

la epidemia de gripe de 1918, pocos años más tarde de

haber finalizado su licenciatura de medicina. Su acción

benefactora la llevaría a cabo en uno de los pueblos más afectados, Langa de Duero, du-

rante los días más graves de la epidemia, a donde viajó el 6 de octubre (29) permaneciendo

en dicho lugar más de una semana (30).

Unos años más tarde de esta fecha de 1918, ejercerá como médico titular en Quin-

tana Redonda, durante más de tres lustros, hasta que fatalmente le llegó la muerte, a una

edad temprana, en 1936.

LA COVID-19.

Nos parece obligado hacer un pequeño comentario de esta pandemia del siglo

XXI.

Cuando creíamos haber aprendido del pasado y presumíamos de que con los ade-

lantos científicos estábamos a salvo de nuevos sobresaltos pandémicos, hubiera sido ne-

cesario que, al igual que a los cesares romanos que, en sus días de más pompa y boato

siempre había un lacayo que les recordaba que eran humanos y se podían equivocar; aquí

también, alguien debió alzar su voz, a este mundo industrializado, globalizado y banali-

zado que creyó estar exento de sobresaltos, y les, nos, recordara que somos de barro y nos

desmenuzamos con suma facilidad. Decía mi abuela, cuando ya era una persona mayor,

“más vale un por si acaso que cien penseques”, pero también hoy día hacemos poco caso

a las personas longevas que sin lugar a duda son un gran remanso de sabiduría y ciencia.

Resulta sorprendente la gran similitud entre las medidas que se están tomando ahora y las

que se aplicaron hace un siglo, y lo olvidadas que las teníamos. No vamos a entrar en el

meollo de la cuestión y, teniendo en cuenta que estamos, lo que casi todo el mundo apunta

que es la segunda ola, y generalmente estas suelen ser más virulentas, únicamente nos

referiremos a lo que, hasta hoy, mediados de octubre ha sucedido en nuestro pueblo,

Quintana Redonda. La pregunta surge rauda ¿al igual que en los casos anteriores, de có-

lera y de gripe, este lugar no se habrá visto afectado por esta terrible pandemia? Parece

que, hoy en día prácticamente ha estado ajena a este mal, tanto la población habitual,

como su residencia de ancianos. Pero no echemos las campanas al vuelo, porque el badajo

Modelo de mascarilla, ciertamente original, contra la gripe

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puede salir despedido y darnos en la cabeza, así que, con todas las reservas y cautelas

posibles parece que, repetimos hasta hoy, el que Quintana Redonda sea un pueblo de

clima seco y ventilado está obrando el milagro; no me gustaría por nada del mundo el

tener que rectificar lo dicho.

De la canción del olvido al resistiré.

Ya hemos comentado que a la epi-

demia de la gripe en 1918 fue bautizada en

España, con cierta ironía, como el “Sol-

dado de Nápoles”, dado que el mismo año

de la gripe se estrenó en Madrid una zar-

zuela con el nombre “La canción del ol-

vido”, de Romero Sarachaga y Fernández-

Shaw Iturralde, con música de Serrano. De

esta zarzuela destacaba, y se hizo muy fa-

mosa, la canción “Soldado de Nápoles”,

que se extendía por España al mismo ritmo

que la gripe. Se hacía alusión, castizamente, a que tanto la composición como la epidemia

se pegaban mucho. Un himno para una pandemia.

En Inglaterra, a la gripe española se la llamó “The Spanish Lady”, una forma de

querer trivializar la situación y hacerla más llevadera y de desdramatizar el mal. Se con-

virtió, según rememora José Luis Betrán Moya en su investigación, titulada con el mismo

nombre: “en uno de los temas preferidos de chistes y chascarrillos a la vez que llenaba

las páginas de los diarios de divertidas caricaturas”.

Con la Covid-19, en medio del confinamiento, la canción “Resistiré” que popula-

rizó el Dúo Dinámico, ya casi olvidada, ha resucitado como ave fénix y se ha convertido

en punto de encuentro de toda la ciudadanía, que ha dejado volar su imaginación y ha

utilizado esta canción para hacer más llevaderos los duros días en que no se podía salir

de casa. Ha sido, sin duda, un arma con la que hacer frente a esta nueva pandemia y, al

hacerlo con cierta alegría se debe entender como una forma de expresar que, es mayor

nuestra fuerza que la de este dichoso mal. La música siempre es buena compañera.

Resulta sorprendente (algunos dirán que no nos puede sorprender, pues los tiem-

pos pasan pero, los hombres, con sus miserias, permanecen), como se repiten las historias

de la Gripe y del COVID-19, entonces se decía: el número de médicos es insuficiente

para poder dar abasto a una epidemia de tales dimensiones; se debía relanzar la sanidad a

nivel nacional y que adquiriese la relevancia que era necesaria dentro de la sociedad; los

pueblos y las áreas rurales reclamaban con urgencia el envío de médicos y de medicinas;

las urgencias llegaron a que se tuviese que reclutar a estudiantes a punto de acabar la

carrera de medicina, el valor y entrega de los médicos y sanitarios era encomiable, con-

virtiéndose en el verdadero asidero a la eterna lucha por la vida frente a la epidemia; las

autoridades políticas no estuvieron a la altura que les correspondía y tenían la obligación,

legal y moral de ejercer. Esto se decía para la epidemia de gripe de 1918, ha pasado un

siglo y lo dicho permanece inmutable, al igual que “todos” los políticos (del amplio aba-

nico de colores) a quienes solo les preocupa estar bien asidos a su silla por si hay mu-

danza. Solo nos queda olvidar y resistir.

PUNTO FINAL.

De todo lo anteriormente escrito y visto, estas terribles pandemias han pasado por

el pueblo de Miguel de Antona sin causar graves daños.

Cartel colgado en una residencia soriana contra la Covid. V. Guisande.

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¿Será cierto que tener un clima seco y bien venti-

lado ha tenido alguna influencia? sería ilustrativo que algún

estudio científico serio corroborase o desestimase, si efec-

tivamente el clima y la ventilación juegan, en este tipo de

enfermedades, un papel fundamental. El guante queda lan-

zado.

Nada se nos ocurre mejor para terminar este ar-

tículo que hacerlo con las palabras de un gran escritor, y

mucho más, si se trata de un castellano viejo, que con tanta

maestría describió cuanto acontecía a las tierras y a esos los

hombres castellanos, tan apegados a su terruño. Como ha-

brá intuido el lector nos estamos refiriendo, nada más y

nada menos, que, a Miguel Delibes, quien, en su obra “Mi

idolatrado hijo Sisí” nos cuenta los pormenores del terrible

fantasma que asoló pueblos y ciudades enteras en 1918, una

gripe contra la que poco valían los remedios y las recomen-

daciones que difundían las autoridades.

“Esta de ahora no es cosa de broma... Es una gripe que no se pasa con dos días

de cama y un sello de aspirina. Las ciudades y los pueblos quedaron atenazados por la

epidemia, se dictaron medidas de urgencia: se cerraron las escuelas y los teatros; sé su-

primieron los paseos dominicales; las empresas funerarias montaron un servicio noc-

turno permanente para atender el exceso de enterramientos; a los niños nuevos se les

imponía el nombre de “Roque” para preservarles de la peste. Las fondas y hospedajes

cerraban por falta de clientes; los

alumnos de la Facultad de Medi-

cina recibieron una autorización

especial para tratar casos de ur-

gencias; los médicos no descan-

saban ni de día ni de noche…

pero: ¡Ah, la gripe! ¿Desde cuándo

la gripe es una enfermedad im-

portante?...

La gripe alcanzó su cenit

en la ciudad y lentamente co-

menzó a decrecer. Los datos de

las autoridades sanitarias invita-

ban al optimismo... Poco a poco

la gente iba asomando a la calle;

iniciaba tímidamente los paseos

dominicales, un teatro abría las

puertas, otro anunciaba la pró-

xima apertura… ¿No me había

dicho a mí el párroco que no dan abasto los curas para administrar la Extremaunción?”.

Notas. 1.-M. González de Sámano. Memoria Histórica del Cólera-Morbo Asiático, Tomo II, Madrid 1858, pp.483.

2.-M. González de Sámano. Memoria Histórica del Cólera-Morbo Asiático, Tomo II, Madrid 1858, pp.490.

3.- Juan Jesús Martín Tardío. Las epidemias de cólera del siglo XIX en Mocejón (Toledo), pp. 55.

4.- Juan Jesús Martín Tardío. Las epidemias de cólera del siglo XIX en Mocejón (Toledo), pp. 59.

Niños con mascarilla, gripe 1918

El dar el viático cuando el cólera también se vio afectado, el monagui-llo no tocaba la campanilla para no soliviantar a los vecinos. Salvador Gisbert, 1872, museo Teruel.

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Boletín mensual de Estadística Sanitario-Demográfico. Apéndice general al tomo 6º: Cólera morbo asiá-

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5.- Philippe Hauser: Estudios epidemiológicos relativos a la etiología y profilaxis del cólera, hechos y

observaciones recogidas durante la epidemia colérica de 1884. Madrid. 1887, pp. 190 y ss. También en:

Mariano González de Sámano. Memoria Histórica del Cólera-Morbo Asiático, Tomo I, Madrid 1858,

pp.276

6.- José Javier Viñes. “El doctor don Nicasio Landa, médico oficial de epidemias en la de cólera de 1854-1855”. En: Anales del sistema sanitario en Navarra. Vol. 23 n.º 1, enero-abril 2000.

7.- ALCALDE JIMÉNEZ, José María. Cólera y crisis de subsistencias. Almazán 1855-1857. Celtiberia n.º

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8.- María Soler. Berlanga en los tiempos del cólera. Abanco, Cosas de Soria, n.º 10 abril 1995, pp. 12-21

9.- Juan Jesús Martín Tardío. Las epidemias de cólera del siglo XIX en Mocejón (Toledo), pp. 49 10.- María Soler. Berlanga en los tiempos del cólera. Abanco, Cosas de Soria, n.º 10 abril 1995, pp. 12-

21

11.- B.O.P.So., viernes 14 de agosto de 1885.

12. - Noticias de Monteagudo. El Imparcial 26 de julio de 1885.

13.- Diversos boletines de la provincia del mes de julio de 1885.

14.- B.O.P.So. 30 de noviembre de 1885. 15.- B.O.P.So de 17/07/1885.

16.- Avisador Numantino, 28 de septiembre de 1927.

17.- Bando del Alcalde de la ciudad de Soria. Noticiero de Soria, 15 de octubre de 1918.

18.- J. Reinoso. La “gripe española” de 1918 se debió a un sutil cambio de un virus aviar. El PAÍS, Madrid,

6 de febrero de 2004. Conclusiones del estudio, realizado por la Universidad de Harvard y el Instituto para

la Investigación Médica de Londres.

19.- Sánchez Jiménez, J. (1984), “La población, el campo y las ciudades”, en J. L. García Delgado, J.

Sánchez Jiménez y M. Tuñón de Lara, Los comienzos del siglo XX. La población, la economía, la sociedad

(1898-1931), Madrid, pp. 198.

20.- Ruiz Liso, J. M. (1995), “La medicina en Soria. Numancia Sanitaria 1920-1936”, Revista de Soria 2ª

época n.º 11, Soria, p. 69. “Difícilmente seríamos capaces de asimilar hoy las cifras de muertes que en-fermedades como la gripe causaban a principios de siglo. En España, la epidemia gripal de 1918 había

causado 147.060 fallecimientos, próximo al 8 por mil de la población española de aquel año. Soria, al

igual que el resto de las provincias, tuvo unas cifras elevadas que llegaron al 8,10 x mil de la población

con 1.279 muertes en 1918. Hubo pueblos como Deza, Langa, Cabrejas del Pinar, Berlanga etc., cuyas

cifras fueron doble y triple de la media provincial, llamando la atención que la mayor mortalidad asentó

en las pequeñas poblaciones”.

21.- Ruiz Liso, J. M. (1995), “La medicina en Soria. Numancia Sanitaria 1920-1936”, en Revista de So-

ria, II. ª época n.º 11, Soria, p. 69. 22.- Celestino Zamora Ramos. Memorias. Soria 2008.

23.- Circular n.º 113 del gobernador civil. Sanidad, B.O.P.SO., 5 de junio,

24.- Gobierno civil de la provincia. Circular n.º 248. Sanidad. B.O.P.So., 11 de octubre de 1918.

25.- Circular de la Diputación provincial de Soria, de 16 de octubre de 1918. B.O.P.So., n.º 124. 26.- Circular del gobernador civil n.º 245, de 7 de octubre de 1918, B.O.P.So., n.º 121 de 9 de octubre de

1918 y Circular del 11 de octubre de 1918 a los Srs. Presidentes de las Juntas locales de 1ª enseñanza y

Maestros nacionales de la Inspección de 1ª enseñanza de Soria y su provincia, B.O.P.So., n.º 123 de 14 de

octubre de 1918.

27.- Circular del gobernador civil n.º 291, de 30 de noviembre de 1918, B.O.P.So., de 2 de diciembre.

28.- DR. Gonzalo R. Lafora. La epidemia en la provincia de Soria. Horrores contra la higiene sanitaria.

El Sol, 21 de octubre de 1918. San Leonardo. 29.- Noticiero de Soria de 08/10/1918; El Avisador Numantino de 09/10/1918; La Idea de 13/10/1918.

30.- Noticiero de Soria de 15/10/1918; El Avisador Numantino de 16/10/1918.

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y mandando publicar la RECOPILACIÓN de las instrucciones que deben observar los goberna-

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