fiesta del cristo 2012

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DICIEMBRE 2012 Nº 6 LA REVISTA DE LA ASOCIACIÓN RECREATIVO-CULTURAL DE AMIGOS DE FUENTES DE MAGAÑA Recuerdos y vivencias Costumbres y tradiciones Semblanzas Medio ambiente Gastronomía Salud Poesía Para leer: Leyendas de la Alcarama Noticias

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DICIEMBRE 2012 Nº 6

LA REVISTA DE LA ASOCIACIÓN RECREATIVO-CULTURAL DE AMIGOS DE FUENTES DE MAGAÑA

Recuerdos y vivencias

Costumbres y tradiciones

Semblanzas

Medio ambiente

Gastronomía

Salud

Poesía

Para leer: Leyendas de la Alcarama

Noticias

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SUMARIO 06 diciembre 2012

La Revista Los Pingotes es una publica-ción de la Asociación de Amigos de Fuen-tes de Magaña que constituye un punto de encuentro y divulgación de las actividades de la asociación, así como de la historia, las tradiciones, la gastronomía, la naturale-za y la cultura de Fuentes de Magaña y su entorno.

La Dirección no se responsabiliza ni com-parte necesariamente las opiniones verti-

das en entrevistas, artículos o colaboracio-nes que en este medio se publiquen.

www.fuentesdemagana.com

Dirección:

Junta Directiva de la Asociación: Nuria Domínguez Martínez, Javier

González Castellano, Nieves Valer Ramos, Recaredo García Gas-

par, Ana Aguado Martínez, Mª Isabel Marqués Martínez

Edita:

Asociación Recreativa Cultural de Amigos de Fuentes de Magaña

Coordinación, diseño y maquetación:

Recaredo García Gaspar

Imprime:

COMETA artes gráficas

Depósito Legal:

Z-4002-2007

Memoria económica 2011 de la Asociación de Amigos de Fuentes de Magaña. 05

06 14

16 El esquileo.

Que leer... Leyendas de La Alcarama. El romance de La Alcarama.

18 Recuerdos y vivencias. Calle El Ejido.

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Colaboración. Mi abuelo tenía un burro. Por Abel Hernández.

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La concentración parcelaria.

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Medio ambiente. Fuentes: manantiales de vida. 27

Editorial. Aprender a leer es lo más importante que me ha pasado. 04

En portada. VI Semana Cultural de Fuentes de Magaña. Unos días de agosto.

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Semblanzas. El oficio de depositario. El tío Casildo.

Recuerdos de escuela.

El antiguo oficio de cartero. Homenaje a Sandalio González.

Costumbres. Pagar el piso o al pilón.

30 Tradiciones. La ronda va por las calles.

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35 Memorias. Aquellos años. Por Delfín Hernández.

Salud y remedios. ¿Cómo se limpiaba uno el culo con una piedra?

La imagen. El burro.

Actividades artesanales. Así se hace el jabón.

Fuentes de Magaña: otros tiempos. Exposición fotográfica. 6ª edición.

El rincón del poeta.

36 Gastronomía. El perol de navidad.

37

38 Noticias breves. Crónica de Fuentes de Magaña y sus gentes.

La presente publicación es fruto de la colaboración de varias personas que aportan sus conocimientos y experiencias para enriquecer los conteni-

dos de la revista. Si quieres colaborar en cualquiera de los apartados de esta publicación, ponte en contacto con nosotros. Te necesitamos.

32 Costumbres y tradiciones. Una de Judas.

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nes, bailes y comidas se sucedieron para disfrute de todos. Destacó, dentro de estas actividades, una exhibición de siega y trilla en la que participaron muchos amigos de Fuentes. De este y otros eventos, os damos cumplida información en esta revista.

También repasaremos varias tradiciones: la faena del esquileo del gana-do que antaño se hacía artesanalmente con la única ayuda de unas tije-ras y de la destreza del esquilador; la tradición del Judas, consistente en la elaboración, para ser quemado, de un muñeco de trapo y paja que representaba al apóstol que traicionó a Cristo; y la técnica de elaboración del jabón casero con aceites usados y grasas. Y en el apartado de cos-tumbres, rememoraremos aquella que obligaba a los forasteros preten-dientes de las lugareñas a “pagar el piso”, bajo pena, si no lo hacían, de ser arrojados al pilón.

En el apartado de Semblanzas, conocerás la tarea del antiguo depositario de Fuentes, personificada en Casildo Marín, cuya figura y oficio son re-cordados. Y también de oficios trata un artículo acerca del papel del car-tero en el medio rural. Profundizaremos en el conocimiento de la antigua escuela en un reportaje escrito por alguien que vivió en primera persona aquellos años en los que de la necesidad se hacía virtud.

Contamos, un año más, con la colaboración del escritor Abel Hernández que nos trae un entrañable relato sobre un burro que tuvo su abuelo. Se suma a este apartado de colaboraciones, Delfín Hernández, hermano del anterior, poeta y antiguo párroco de Fuentes de Magaña que, en un senti-do artículo, rememora los tiempos en que ejerció dicha función.

En el apartado de lecturas recomendadas, se hace un profundo análisis literario de la última novela de Abel Hernández: Leyendas de La Alcara-ma. Por otro lado, en el apartado de naturaleza, en sendos artículos, se detalla el proceso de la concentración parcelaria, con sus ventajas e in-convenientes, y se ensalza el valor de las fuentes de agua como auténti-cos manantiales de vida.

Tradición y gastronomía se mezclan en una dulce receta para la elabora-ción del Perol de Navidad. Y, dentro del apartado de salud, un divertido artículo donde comprobarás los hábitos higiénicos de nuestros abuelos y sus dificultades cotidianas para andar un poco aseados cuando el agua y los recursos cosméticos escaseaban o, simplemente, no existían.

El apartado de Noticias breves de Fuentes de Magaña y sus gentes com-pleta este número 6 de Los Pingotes del que, un año más, esperamos que te entretenga y te evoque lo mejor del pasado y presente de nuestro pueblo. RGG

EditorialEditorial Aprender a leer es lo más importante que me ha pasadoAprender a leer es lo más importante que me ha pasado

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prender a leer es lo más importante que me ha pasado. Esta frase forma parte del discurso que Mario Vargas Llosa pronunció en Estocolmo en 2010 cuando recibió el Premio Nobel de Literatura.

Parece apropiada para comenzar la presentación de un nuevo número de Los Pingotes donde, cada año, varios amigos nos esforzamos por ofrece-ros relatos sobre el pasado y el presente de Fuentes de Magaña. Me cuentan los colaboradores que no es fácil cada año retomar la pluma y anotar vivencias y recuerdos, analizar situaciones o relatar hechos. Como confesó Vargas Llosa en aquel discurso, no es fácil escribir historias: “al volverse palabras, los proyectos se marchitan en el papel y las ideas e imágenes desfallecen”. Pero, con la humildad y el atrevimiento de unos aprendices del difícil oficio de la escritura, queremos, un año más, compar-tir contigo todo aquello relativo a este pueblo que nos parece interesante.

Los Pingotes vuelve nuevamente con sus habituales firmas y alguna más. Pero nunca son suficientes. Por eso, pedimos más colaboradores. Nadie hay que no tenga nada que contar y que, desde su experiencia o conoci-mientos, no pueda enriquecer esta revista. Desde distintos enfoques, des-de la juventud o desde la madurez, desde el recuerdo o desde el análisis, todos podéis colaborar en la construcción de estas páginas. ¡Ánimo para próximas ediciones!

Cada año, desde la nostalgia, alguno de nuestros colaboradores escribe acerca de tiempos pasados en los que la vida fluía por cada rincón de Fuentes y en los que los campos, hoy teñidos de melancolía y soledad, bullían con la actividad de labradores y con el trasiego de caballerías. Hoy nuestro pueblo pugna por una segunda oportunidad. Desde la Asociación de Amigos de Fuentes de Magaña creemos en la gente y, por eso, os convocamos a compartir vuestro escaso tiempo libre con vuestros amigos, a conoceros mejor, a vivir el pueblo como un sólido referente familiar y social. Asimismo, desde el Ayuntamiento se trabaja por sostener una po-blación que mantenga el pulso vital de Fuentes y por dinamizar el turismo en este rincón de las Tierras Altas de Soria. En esta línea, un nuevo veci-no ha llegado a Fuentes con intención de quedarse. Se trata de uno de los animales más grandes que jamás haya pisado la tierra, el brontosaurio que, desde agosto, luce su imponente silueta en el término municipal. Su impulsor, Dionisio Martínez, el alcalde de la localidad, ha hecho realidad su proyecto de construir una maqueta, a tamaño natural, que sirva como reclamo para atraer visitantes a conocer las huellas que un animal similar dejó, hace millones de años, en el paraje de Miraflores.

Entrando en el contenido del presente número, nuevamente, Los Pingotes nos trae una crónica de la VI Semana Cultural que, durante nueve días salpicados de actividades, consiguió el entretenimiento de un público va-riado. Deportes, juegos, conferencias, exposiciones, conciertos, actuacio-

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Memoria económica 2011 de la Asociación de Amigos de Fuentes de Magaña

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GASTOS

INVERSIONES

2 toros carretones 900,00

Toldo sombreo plaza, cabalgata y otros 560,01

GASTOS DE FUNCIONAMIENTO

Franqueos, sellos, sobres, página web... 295,98

5ª SEMANA CULTURAL

Delantales, sombreros paja y otros 864,67

Exposición fotográfica 331,78

Espectáculo Iñaki Perurena 550,00

Acuarelas, monólogos y discomóvil 508,50

Paseos y carreras de burros 1.600,00

Clase magistral corte de jamón 605,59

Homenaje ancianos y trofeos deportivos 177,25

Fuegos artificiales 119,42

Comida popular 2.777,80

Charanga 750,00

FIESTAS DEL CRISTO. Cena 135,17

LOTERÍA PARA ASOCIACIÓN 75,00

EDICIÓN REVISTA LOS PINGOTES 1.458,86

FIESTA DEL PUCHERO 1.127,92

DONATIVO A LA PARROQUIA 150,00

COLABORACIÓN PARQUE INFANTIL 2.500,00

TOTAL GASTOS 15.487,95

INGRESOS

CUOTAS SOCIOS 3.270,00

AYUDAS Y SUBVENCIONES

Diputación Provincial de Soria 150,00

Ayuntamiento Fuentes de Magaña 300,00

Donativo Casimiro Marqués 150,00

Restaurante El Puchero y La Hoguera 60,79

COMIDAS POPULARES

Comida popular agosto 2.514,00

Clase magistral corte de jamón 210,00

Cena popular Cristo 688,00

Comida popular diciembre 744,00

COPIAS Y PROMOCIONES

Delantales, sombreros, fotos y DVDs 946,00

RIFA jamón Fiesta del Cristo 396,00

LOTERÍA NAVIDAD 3.016,00

PUBLICIDAD revista y atrasos 2010 1.869,42

TOTAL INGRESOS 13.918,21

SALDO A 31/12/2011

SALDO 2010 9.232,62

INGRESOS 13.918,21

GASTOS -15.487,95

SALDO 2011 7.662,68

Un año más presentamos un resumen de las cuentas correspondientes al año anterior. Los cuadros de la izquier-da reflejan los gastos e ingresos de la Asociación durante el año 2011.

En el capítulo de gastos destacan los siguientes conceptos: la adquisición de 2 carretones de toros para la celebra-ción de los encierros infantiles y de los toldos para cubrir la plaza; la organiza-ción de la V Semana Cultural y la fies-ta del Puchero; así como la edición del nº 5 de la revista Los Pingotes.

En el capítulo de ingresos destacan los derivados de las cuotas de socios, de las comidas populares, las ventas de loterías y rifas y la publicidad de empresas e instituciones colaborado-ras en la revista que, en 2011, finan-ciaron con sus colaboraciones el 91,8% de los costes de edición.

En 2011, el saldo volvió a ser positivo por 5º año consecutivo: 7.662 euros. Ello ha permitido seguir adelante con nuestros proyectos en 2012: una Se-mana Cultural con una amplia oferta de actividades, o la edición de este nº 6 de la revista.

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n dos palabras: éxito y

público. Ambas pala-

bras resumen el balan-

ce de la VI Semana Cultural

de Fuentes de Magaña. Esta

celebración, ya consolidada

tras seis años, contó en agos-

to, durante 9 días, con la parti-

cipación masiva de un entre-

gado público. Más de 30 acti-

vidades programadas se de-

sarrollaron y concluyeron con

la más que favorable crítica de

los participantes y con la satis-

facción de sus organizadores.

En las próximas páginas re-

cordamos aquellos días…

Acompáñanos.

Están marcados en el calendario con el color verde del pañuelo. Son unos días que sobre-pasan el límite de una semana y alcanzan la novena. La “cosa” empezó con un nivel altísi-mo. Una banda de música, por primera vez en la historia, extendía, bajo los plataneros de la Plaza Hueca, notas de música de 33 instrumentos. La banda municipal de Ágreda puso un prólogo músico-cultural a nuestra semana cultural.

Célebres “artistas”, conocedores del nivel de las actuaciones, no quisieron perder sus mi-nutos de popularidad y contribuyeron con su presencia a la jocosidad-brillante de las doce “pasas”. El tiempo también quiso hacerse notar y aportó su dosis de agua que no pudo apagar el ambiente festivo.

Primer encierro y, en las calles, nuevos recor-tadores-corredores infantiles, que se divirtie-ron y divirtieron a la concurrencia. Algunos “toros” muy buscones quisieron poner en dificultades a los corredores que, con habili-dad, velocidad y flexibilidad de niño, evitaron una y otra vez las embestidas de semejantes “morlacos”.

Alto nivel, el salón a reventar. ¿Qué es la grafología? Juan José Jiménez nos abrió ventanas al mundo de la grafología como,

sólo, un maestro sabe hacerlo. Ejemplos y casos prácticos nos llevaron desde el terreno judicial de las falsificaciones hasta el mundo rosa de los artistas, actores y famosos. Al final, en la plazuela de la Iglesia, alguien usó la cercanía del conferenciante para consultar sobre sus rasgos grafológicos. Seguramente pensó, después de la consulta, que ni él mis-mo se conocía.

La exposición fotográfica tiene el favor de los socios. La presencia masiva de personas así lo demuestra, aunque el aperitivo posterior ayude pero no de forma significativa. El conti-nuo chorreo de gente a visitarla, a lo largo de los días, así lo ratifica.

En ajedrez, el campeonato tiene un ganador, a priori, que luego el desarrollo de las parti-das lo confirman. Kote es el dominador abso-luto de este cultural deporte. Y a continua-ción, muestra gastronómica. Del cultivo de la mente pasamos al prosaico paladar humano que también necesita cultivo. Altísimo nivel gastronómico. Abundancia de tapas dentro de la más exquisita calidad y la más creativa presentación. Desde el modesto “tocino” soriano, al abanico de tomate caramelizado, dátil y gamba con base de sandía, pasando por todo lo imaginable en gusto culinario y delicadeza de presentación.

Por Ismael Valer Marín

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ue el preludio de nuestra VI Se-mana Cultural. Un comienzo de lujo. El pasado 4 de agosto pudi-mos disfrutar de la actuación de la Banda Municipal de Ágreda. El

concierto se celebró al aire libre, bajo los árboles de la Plaza Hueca y bajo la batuta de su director Rubén Cueva Gil, natural de Co-rella y nacido en 1971. Los más de 30 músi-cos hicieron gala de su buen hacer interpreta-tivo y ofrecieron un amplio y cuidado reperto-rio clásico que fueron alternando con temas más modernos de Abba, Los Beatles o musi-cales de películas.

La banda, entregada en todo momento, ofre-ció lo mejor de sí en cada una de sus inter-pretaciones. El público agradeció y aplaudió cada una de las piezas ofrecidas por esta banda integrada por hombres y mujeres, predominantemente jóvenes y, en algunos casos niños, que con solvencia mostraron su talento musical. El contrabajo, el saxofón, la flauta travesera, el clarinete, la trompeta, el trombón o la batería, entre otros, fueron los instrumentos que armónicamente desplega-ron sus notas musicales en esta tarde de concierto.

La banda municipal tiene tradición arraigada en Ágreda. Ya en 1890-1900 existían dos bandas. Después de la guerra civil, en los años 40, se formó una única banda integrada por músicos aficionados, la mayoría sin estu-dios de música y que fundamentalmente to-caban de oído. Es en los años 60 cuando, nuevamente, este proyecto musical tomó impulso y se desarrolló la banda municipal con la solera y seriedad de la que pudimos disfrutar en el concierto de Fuentes de Maga-ña.

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Y nos volvemos a juntar y a llenar la plaza y las calles. Hay encierro infantil y corrida de toros donde se pone arte y humor por parte de “La Chispi de Montañana”. Y saltó la sorpresa, el maletilla, con nombre artístico “el Zaborro”, saltó a la plaza dos veces. En la primera el toro le dio un aviso, en la segunda, el choque fue contundente y los dos acusaron el topeta-zo. Después, paellada popular, cantos, disfra-ces, música y, a media tarde, descanso y “bocata”. Los mayores recibieron su homenaje. Sonaron canciones: ”Como han pasado los años”, “Camino verde”,“La espigadora”, “El puente de piedra”,… Hubo reconocimiento de alumno a profesor en el oficio de la siega. Y nos dijimos hasta el año que viene, con las dos escalas: la Fiesta del puchero y la asamblea general. UNOS DÍAS DE AGOSTO llenos de actividad son fruto de una buena dirección por parte de quien la lleva, de un tiempo libre dedicado a la creatividad para que la gente disfrute, de tra-bajo desinteresado, de una transparencia de gestión que produce confianza y entrega cuando se solicita. Todo ello conduce a la unión en pos de unas ilusiones y unos objeti-vos realistas y alcanzables.

Y quisieron los padres meterse a futbolistas. No se dieron cuenta que sus rivales eran sus hijos empleándose a fondo. A pesar de los cambios de jugadores, no sé si a pesar del árbitro, se impuso la velocidad, la juventud y la habilidad. Los prolegómenos fueron es-pléndidos: salida por “el túnel de vestuarios”, saludo a la Tribuna y a los himnos. Ante todo creatividad, que es lo más sano siempre que divierta y sea sana. La plaza olía a churros y chocolate. Niños haciendo cola ante unos churros de tamaño XXL que decían “cómeme” y mayores que esperaban su turno después que la chiquille-ría fuera servida. Todo el mundo, en la plaza hueca, tuvo la tentación de gustar aquellos excelentes churros y de poner, debajo de su nariz, el vaso lleno de chocolate. Bien nutri-dos, todos a quemar calorías en la clásica y heterogénea “vuelta ciclista” Fuentes-Cerbón-Fuentes. Corredores de todas las edades, padres haciendo alarde de equilibrio al ayu-dar a sus hijos, madres empujando el carrito de niños y abuelos aplaudiendo en la plaza la llegada. La concentración de segadores y participan-tes se dilató más de lo normal. Realmente resulta difícil cumplir el horario cuando los convocados son tan heterogéneos: segado-res, segadoras, hombres, mujeres, niños, niñas, músicos, burros y carros con sus co-rrespondientes atalajes. La faena de la siega, el atado en haces de la mies, la carga en el carro y el ropero con agua fresca tuvieron como telón de fondo el paraje del Hoyo de las Camas. Por allí se extendieron y quedaron las notas del tamboril y la gaita cuando vol-víamos a la era. Mientras los animales ma-chacaban las espigas y la paja, los humanos daban cuenta de unos suculentos tocinos y unos buenos chorizos. Y, por si esto fuera poco, comida campero-familiar en la plaza. La tarde fue relajada: tranquilos paseos en burro por las calles del pueblo pusieron la rúbrica a las faenas veraniegas de antaño, resumidas en un solo e intenso día.

Por Carmen Ramos Jiménez

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Por Recaredo García Gaspar campesino, mientras que la cara blanca era un rasgo de clase social más elevada.

Armados con la hoz y el dalle afilados para la ocasión, con sus instrumentos de protección, zoquetas y dediles, varios voluntarios se con-centraron en la Plaza a primera hora de la que prometía ser una calurosa mañana estival. Allí esperaron la llegada de las caballerías y del carro que, para ayudar en la faena, se habían

contratado con una empresa especializada en recrear este tipo de tradiciones. Fue emotiva y bulliciosa la salida hacia la parcela elegida, en la que se había indultado una pequeña pieza de la implacable labor de las cosechadoras. Segadores, espigadoras, caballerías y público

en general ascendieron por la C/ del Castillo hasta la carretera de Valdeprado, que condu-ciría a todos los participantes hasta el lugar seleccionado, el Hoyo de las Camas. Todo ello amenizado por los acordes tradicionales de un conjunto de dulzaina y tamboril que alegraron la jornada e hicieron más llevadero el rumbo de aquella sofocante mañana de agosto.

Llegados a la pieza, los voluntarios se aplica-ron a segar. Resguardados del abrasador sol con sombreros de paja, doblaron el lomo con decisión y estilo. Seguro que, bajo las cami-sas, muchos de los corajudos segadores y segadoras se protegieron con una faja la

ue un día de recuerdos para el re-cuerdo. Dentro del conjunto de activi-dades de la VI Semana Cultural,

celebramos una jornada demostrativa de la siega y trilla del cereal al estilo tradicional, labores del campo que se realizaban antaño y que este año la Asociación de Amigos de Fuentes de Magaña quiso recuperar y trans-mitir a las nuevas generaciones evitando, de esta manera, que se pierda en el olvido algo no tan lejano en el tiempo, pero si desconoci-do para muchos.

Se trató de una jornada festiva en la que se recordó y revivió como se segaba hace ape-nas 50 años, antes de la enorme transforma-ción que supuso la mecanización del campo allá por los años 60 del siglo XX.

Como nos demostraron muchos de nuestros mayores, todavía permanecen vivas en su memoria estas sacrificadas faenas agrícolas. Con entusiasmo y emoción, ataviados a la antigua usanza, la mañana del 10 de agosto, se dispusieron para hacernos testigos y partí-cipes de aquellas labores. Quiero destacar el cuidado atavío de la presidenta de nuestra asociación, Nuria Domínguez. Vestida con falda larga y amplio mandil, camisa blanca de manga larga para protegerse los brazos, pues antes no agradaba tenerlos morenos, tocada con pañuelo bien atado y sombrero de paja para protegerse bien el rostro, ya que tampo-co gustaba en décadas pasadas tener la cara tostada por el sol. El ahora tan buscado bron-ceado, antaño era rasgo identificativo del

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a la parva sobre el trillo. Fueron muchos los volun-tarios que quisieron mon-tar en tan emocionante atracción: expertos abue-los, entusiasmados niños y aprendices, ya maduros, que no lograban mantener disciplinados a los mulos y perdían el rumbo circular del trillo, saliéndose repeti-damente del área de tra-bajo .

Entre labor y labor, corrió la bota de vino, el botijo de agua, las pastas y el agua con ani-sete.

Muchos voluntarios contribuyeron con su trabajo desinteresado a revivir tiempos ya pasados. No sólo los expertos segadores de antaño. También quienes frieron con esmero torreznos y chorizos, quienes se vistieron para la ocasión, quienes ayudaron a aparejar los burros y quienes asistieron con admira-ción a este día de siega y trilla.

Al finalizar la mañana volvimos a la realidad. Automóviles aparcados, calles asfaltadas y terraza de bar. El sueño era que, por unas horas, habíamos retrocedido en el tiempo. Docenas de cámaras fotográficas dejaron testimonio de ello.

riñonada, parte del cuerpo que más se puede resentir por el duro trabajo de segar. Rítmica y armónicamente, en regulares movimientos, inclinado el cuerpo hacia delante, los sega-dores guiaron la hoz con precisión y lanzaron el dalle, avanzando en línea en una producti-va labor que, en poco tiempo, les brindó el fruto de tu trabajo: la mies. La popular zar-zuela “La rosa de azafrán” describe sencilla-mente esta dura tarea:“¡ Ay, ay, ay, ay, que trabajo nos manda el señor, levantarse y volverse a agachar. Todo el día a los aires y el sol. Ay, ay! “

El atado de los haces de mies con el vence-jo, la carga en caballerías y el acarreo del cereal a la era, completaron la primera fase de esta jornada festiva.

Llegados a la era recuperada para la trilla en los días previos, los asistentes pudimos dis-frutar de un reconfortante almuerzo de to-rreznos y chorizos que devolvieron a los segadores las calorías perdidas en su labor e incrementaron las de quienes actuamos co-mo meros testigos de la faena sin gastar energía alguna.

Una vez descargados los haces y extendida la parva, se preparó la pareja de mulos que arrastraría el trillo de madera y pedernal para separar el grano de la paja en la repetitiva tarea de la trilla. Vueltas y vueltas monótonas

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las instrucciones para una adecuada utiliza-ción del sentido del gusto, además del olfato y de la vista. La vieja escuela del pue-blo sirvió de aula improvisada y, nueva-mente, recuperó por una horas su función de albergar el apren-dizaje, en este caso de una materia tan

rica en todos los sentidos como el vino. Unos 30 alumnos descubrimos durante dos horas las cualidades que acompañan a una buena copa de vino. Para ello, el aula se preparó adecuadamente con mesas, sillas y resplan-decientes copas para apreciar el color, brillo y limpieza de los vinos analizados. Aprendimos a coger la copa por su base para evitar el calentamiento del líquido y descubrimos el ceremonioso orden de la cata con sus dife-

rentes fases: visual, olfativa y gustativa. Co-nocimos que también el tacto interviene en la cata ya que la lengua posee este sentido y, bien enseñada, nos puede dar información sobre la densidad, temperatura, gases carbó-nicos o turbidez del vino probado. Descubri-mos también que las temperaturas adecua-das y recomendadas para servir los vinos oscilan entre 6 y 9º para los vinos blancos jóvenes, entre 14 y 16º para los tintos jóve-nes y entre 16 y 18º para los tintos con crian-za o reserva.

Está claro que la cata de vinos es un arte que requiere de entrenamiento y experiencia y que un buen catador precisa de una sensibili-dad especial y de una sutileza, casi poética, para manejar el lenguaje y transmitir sensa-ciones fugaces aportadas a los sentidos por un buen caldo. No obstante, todas las prácti-cas impartidas y las curiosidades aclaradas en el curso saciaron las ganas de aprender de quienes quisimos iniciarnos en este arte.

ara quienes quisieron participar, la Asociación de Amigos de Fuentes de Magaña organizó, dentro de su VI

Semana Cultural, un curso de cata de vinos que fue impartido por la Sala de catas y aula de formación enológica Dieciocho Grados de Tudela. Los participantes nos iniciamos en la degustación de diferentes vinos siguiendo

Por Javier González Castellano

que tan solo seis hombres se han atrevido a acceder a los fogones- se esmeraron por ofrecernos auténticas delicias. Sólidas o líqui-das, dulces o saladas, frías o calientes, clási-cas o vanguardistas, tapas de todo tipo vinie-ron a dar nombre a esta IV edición del evento denominado Fuentes de tapas. Un auténtico placer para los más exigentes paladares y una suerte para todos los que pudimos disfru-tar del acontecimiento.

La creatividad de nuestros colaboradores se puso de manifiesto un año más y nos permi-tió deleitarnos con auténticas obras de arte culinario, muy seductoras a la vista y más deliciosas al paladar. Croquetas de boletus, bloody mery, caramelos de foie, jamón bati-do, brochetas de frutas y de embutidos -con sorprendentes presentaciones- y un largo

etcétera de elaborados pinchos hicieron a sus artífices merecedores del delantal con-memorativo de esta edición.

Mientras queden colores para coleccionar y gente extraordinaria y generosa como la de Fuentes de Magaña, Fuentes de tapas tiene asegurado su espacio en la programación de futuras semanas culturales ¡Buen provecho!

Ya son objetos de colección. Blanco 2009, negro 2010, granate 2011, marrón 2012… son los colores de los cuatro delantales con los que la ASOCIACIÓN DE AMIGOS DE FUENTES DE MAGAÑA ha obsequiado a las personas que, de forma desinteresada, han querido, año tras año, convertirse en cocineros por un día y elaborar, con máximo esmero, pinchos y tapas para que sean degustados por todo el pueblo y por todos los que deseen acudir a estas muestras gastronómicas.

Se trata de una de las actividades con más aceptación ya que, de forma totalmente gra-tuita, se pueden probar los más sofisticadas creaciones en el mundo de los montaditos. Cada año crece el número de cocineros a un ritmo con el que, probablemente, en años futuros el número de colaboradores superará al de asistentes a la cata. Este año, sesenta cocineros -o casi diremos mejor cocineras, ya

Por Carmen Ramos Jiménez

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Juan José Jiménez Praderas. Grafólogo de la Sociedad Francesa de

Grafología y perito calígrafo adscrito al Tribunal Superior de Aragón.

La clásica ciclista Fuentes-Cerbón-Fuentes transcurrió con más percances de lo desea-do. Lo angosto del terreno provocó varias caídas de los más pequeños del pelotón, pero éstos demostraron su entereza al tratar de continuar hasta el final. El coche escoba se empleó a fondo recogiendo a los peque-ños magullados. Tras la obligada parada en nuestro querido pueblo vecino para reponer fuerzas, todos regresamos como un pelotón unido hasta el final del recorrido. En la Plaza Hueca nos esperaba la meta.

Pero fue sin duda, el partido de fútbol de padres contra hijos, el evento que concentró más público. Dice el espíritu olímpico que “lo importante no es vencer, sino participar” pero en este partido dicho espíritu duró bien poco ya que los padres se olvidaron que delante tenían a sus hijos y los hijos que los de en-frente eran sus padres. Menos mal que el árbitro del colegio madrileño controló perfec-tamente el partido con su implacable aplica-ción del reglamento.

Empezó imponiéndose el equipo de los pa-dres. Los continuos cambios, gracias al am-plio banquillo de éstos, hacían que el ritmo del partido les favoreciera. El público, com-puesto entre otros por los abuelos y las ma-dres de los más jóvenes, provocaba, con sus gritos de ánimo a favor de los hijos, que los padres se sintieran como el equipo visitante.

Fue en el comienzo de la 2ª parte, gracias a

un fichaje de última hora del equipo de los hijos, cuando cambió el devenir del partido. Con los padres acusando su edad, los hijos fueron imponiendo su juego hasta la victoria final.

El encuentro transcurrió con deportividad y hasta el mismísimo barón Pierre de Coubertin hubiera estado orgulloso del comportamiento ejemplar de los padres y los hijos de Fuentes de Magaña.

n un año olímpico como éste, no falta-ron diferentes pruebas deportivas en nuestro programa, que evidenciaron

el alto nivel físico e intelectual de nuestra asociación.

Comenzamos el domingo, 5 de agosto, con un apasionante campeonato de frontenis, con la grada fuenterreña llena y un ambiente desbordante para ver como, una vez más, la pareja de la calle del Castillo se imponía por enésimo año consecutivo. Los aspirantes desplegaron un gran nivel pero no fue sufi-ciente para desbancar a los Aguado.

Después de una jornada de descanso conti-nuamos, en una tarde inolvidable, con el tercer torneo de ajedrez. Se repitieron mu-chos de los jugadores del año anterior, cuya ganadora no pudo revalidar el título. La final la disputaron Arturo García y Kote, siendo este último el indiscutible vencedor.

Por Jorge Dolado Herrera

ron a hacerla enormemente interesante. Se abordó también la disciplina científica de la caligrafía forense o peritaje caligráfico, una especialidad aceptada judicialmente con fines periciales de identificación de individuos y muy utilizada en criminología con el fin de comparar escritos y determinar, por ejemplo, si un documento fue firmado por la persona y en la fecha que se supone que lo hizo, o en el campo del derecho, como por ejemplo en los testamentos hológrafos o notas de suici-dio. Conocimos las técnicas utilizadas por los expertos como el análisis de tinta, papel o tipo de máquina de escribir, el posicionamien-to de una rúbrica en el papel o su evolución a lo largo de la vida de una persona.

En definitiva, una enriquecedora conferencia para los que tuvimos la suerte de asistir y que

se enmarcó dentro de los actos culturales organizados por la Asociación de Amigos de Fuentes de Magaña.

Juan José Jiménez Praderas, se mostró experto docente en la mate-ria. El conferenciante nos presentó

la grafología como una ciencia o técnica en-globada dentro de la psicología, que nos permite hacer un retrato profundo de una persona, por medio del análisis y estudio de su forma de escribir. Nos mostró como se realiza un estudio grafológico, para lo que se necesita un texto manuscrito, espontáneo y no copiado, plasmado sobre un papel en blanco y firmado, ya que la firma contribuye a precisar los aspectos más profundos de la personalidad analizada.

La charla despertó gran curiosidad entre los asistentes, se desarrolló de forma muy diná-mica y participativa y estuvo ilustrada con multitud de ejemplos reales que contribuye-

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or 6º año consecutivo, el homenaje a nuestros mayores en la Iglesia Parroquial de la Inmaculada Concepción constituyó el acto más emotivo de todos los que se sucedieron a lo largo

de la VI Semana Cultural.

Hoy, gracias a los progresos de la medicina, la esperanza de vida de las personas se ha alargado notablemente. Sin embargo, sí que es cierto que los años pasan deprisa y nos hacemos mayores.

A los nuestros, a nuestros mayores, decidimos rendirles un homenaje y compartir con ellos un día de alegría en el que ellos son los auténti-cos protagonistas. Se trata de un reconocimiento público a quienes nos han aportado tanto a lo largo de su vida y todavía, a través de su testimonio vital y sus relatos, nos ofrecen un ejemplo admirable para salir adelante en esta sociedad en crisis -no sólo económica, sino también de valores- en la que parece que solamente vale quien tiene juventud, fuerza física y, por lo tanto, es económicamente productivo.

Por ello, un año más, hemos querido homenajear a quienes han sido parte de la historia de este pequeño pueblo en los últimos 80 o 90 años. Gregorio González “Gorin”, Martina Valer, Silvia Izquierdo y Pascuala Martínez fueron, en esta ocasión, los protagonistas de “Campeones de Fuentes de Magaña”, nombre simpático con el que bautizamos este concurrido y emotivo acto que se viene celebrando, desde hace ya seis años, en la Iglesia de la Inmaculada Concepción.

Además de la misa homenaje, pudimos disfrutar de las evocadoras canciones ofrecidas por el Dúo Cadreita y Pertur, excepcionales intérpretes y amigos de Fuentes de Magaña que anualmente acuden desinteresadamente a poner música, alegría y buen humor a este acto. ¡Gracias amigos!

Por Carmen Ramos Jiménez

“La Chispi”, el espectacular baile de disfraces al son de la Charanga El Ruedas, los paseos en burro, el torneo de mus, el cine de verano, la discomóvil, el desayuno popular de chocolate con churros, los fue-gos artificiales… y así, hasta más de 30 actividades, tuvieron a todos los presentes entretenidos durante 9 intensos días de fiesta. Nuestra valoración es altamente positiva ¿y la tuya?

Y como esta revista no es un mo-nográfico dedicado en exclusiva a la crónica de la semana cultural, hasta aquí hemos llegado. No por ausentes de este reportaje, el resto de actividades son menos impor-tantes. Simplemente es que no caben todas. Los encierros infanti-les, el senderismo, las manualida-des para niños, las comidas popu-lares, la divertida corrida de toros de nuestra torera local Angelines

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Magaña

Valdeprado

Cerbón

Fuentes de Magaña

Valtajeros

San Pedro Manrique

Yanguas

Villar del Río

Santa Cruz de Yanguas

Vizmanos

Las Aldehuelas

Oncala

Estepa de San Juan

Castilfrío de la Sierra

Carrascosa de la Sierra

Aldealices

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Ya en la inauguración de la V edición de la muestra fotográfica “Fuentes de Ma-gaña: otros tiempos”, celebrada en 2011, anuncie que, probablemente, esa sería la última y que dábamos por concluida tan enriquecedora labor recopilatoria.

Pero, a lo largo de 2012, han llegado a mis manos viejas fotografías gracias a la colaboración de familias fuenterreñas que todavía no habían tenido ocasión de participar en esta tarea colectiva de cons-truir con imágenes la historia de Fuentes de Magaña y de salvar un patrimonio frágil y precioso: la memoria. Así, un año más, ha sido posible mostrar otras 50 instantáneas que han venido a enriquecer nuestro fondo fotográfico, que cuenta en la actualidad con más de 300 imágenes.

Es un placer volar a bordo de esas cartu-linas amarillentas y borrosas que, por resistir el paso del tiempo, ahora nos permiten viajar al pasado y descubrir todos aquellos recuerdos y matices que una foto es capaz de transmitirnos.

Cada año, observo con atención como quienes acuden a la exposición se emo-cionan ante las imágenes mostradas. Con

iertamente resulta di-fícil dar por concluida la labor de recopilar

antiguas fotografías ilustrati-vas de acontecimientos so-ciales y familiares de Fuen-tes de Magaña. En 2006, en la entonces incipiente aso-ciación cultural, nos propu-simos recoger en una serie de exposiciones anuales to-das aquellas imágenes que tuviesen algo que mostrar de otros tiempos vividos en nuestro pueblo antes de que la fotografía digital y las nuevas tecnologías llenasen de miles de imágenes el dis-co duro de nuestros ordena-dores.

Otro viaje al pasado. Por Recaredo García Gaspar

un evidente asomo de nostalgia y emo-ción en su mirada, nuestros mayores comparten sus recuerdos con sus hijos y con sus vecinos. No hay duda de que el dilatado proceso de recuperación de imá-genes está mereciendo la pena y, mien-tras vosotros queráis y sigáis nutriendo con nuevas aportaciones este pequeño tesoro, la asociación de Amigos de Fuen-tes de Magaña seguirá trayendo cada año una muestra de vuestras viejas fotos.

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Fuentes de Magaña: otros tiemposFuentes de Magaña: otros tiempos Exposición fotográfica. 6ª ediciónExposición fotográfica. 6ª edición

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Y también en 2012, la exposición ha traído retazos de momentos vividos, de encuentros llenos de emoción que ya pasaron y que se plasmaron en imágenes en blanco y negro. Estampas costumbristas de nuestros mayo-res junto al hogar; ritos religiosos que toda-vía se conservan y que, durante siglos, se han trasmitido entre generaciones; o escenas cotidianas de mujeres transportando agua desde la fuente, cuando todavía no se dispo-nía de élla en los hogares. Imágenes de la iglesia parroquial, antes de las necesarias labores de conservación y reforma que vi-nieron a cambiar su fisonomía más antigua; viejas construcciones, como el lavadero hoy desaparecido; o imágenes de los bardales o cubiertas de sarmientos y ramaje que, colo-cados sobre las tapias de los corrales, permi-tían el almacenamiento para su uso en el fuego del hogar, a la vez que protegían las paredes contra la lluvia. Encuentros familia-res o niños ilusionados ante la cámara poco habitual en otros tiempos. Dichos documen-tos gráficos han venido a completar nueva-mente nuestra colección de imágenes.

Sólo el esfuerzo recopilatorio de quienes hoy dirigimos el rumbo de la Asociación de amigos de Fuentes de Magaña y la generosi-dad e ilusión de todas las familias implica-das en este proyecto permitirán su continui-dad. ¿Seguimos?

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l último rebaño que todavía que-daba en el pueblo ha desapareci-do este año. Aunque en Fuentes

predominó siempre el pastoreo de ove-jas, Jesús “el Perico” ha ejercido hasta, hace pocos meses, su oficio como pastor de cabras. De siempre, las gentes de Fuentes han sido mayoritariamente la-bradores, complementando su economía con rebaños de ovejas que les proporcio-naban algún beneficio por la venta de la carne y, hace ya muchos años, también por el comercio de la lana.

Y precisamente de la obtención de la lana trata este artículo. La labor del es-

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Por Miguel Ángel Marín Gómez quileo a tijera fue, hasta no hace tanto tiempo, acción indispensable dentro de las diversas y cotidianas tareas ganaderas. Durante la jornada del esquileo se pelaban las ovejas para conseguir de ellas su lana y poderla así vender como fibra textil, muy apreciada en otras épocas.

En el siglo XVI y XVII, la Real Mesta de Ganaderos, que era la agrupación de cria-dores de ovejas, estaba en pleno apogeo y la Sierra del Alba y Tierras Altas de Soria concentraban a la mayoría de los ganaderos más poderosos del país que, en conjunto, sumaban decenas de miles de ovejas. Entonces, el aprovechamiento ovino era principalmente lanar y no de

carne y la localidad de San Pedro Manri-que monopolizaba el comercio de lana con destino a Francia, a través del puerto de La Rochelle. Es por ello que la calle que tiene las mejores casas de merineros de San Pedro se llama calle La Rochelle, en honor al puerto francés por donde en-viaban la lana aquí obtenida. Las ovejas eran de raza merina, fina y con una lana de gran calidad; la más valiosa y aprecia-da.

El esquileo era tiempo de júbilo y alegría pues, después de todo un año de trabajo, el pastor recogía el fruto en forma de lana en unas jornadas festivas, en las que se combinaba un duro e intenso trabajo, con constantes bromas y abundante comida.

El esquileo coincidía con la primavera. En estas Tierras Altas de Soria, junio era el mes elegido, antes de que se echasen enci-ma los calores del verano. Era importante preparar bien el ganado para el día del esquilo. Éste no debía mojarse para evitar que se lavara la lana y perdiera el “rancio”, que era la suciedad y grasa natu-ral que aumentaban el peso del vellón. Previamente al esquileo, las ovejas se encerraban en un “guache” o corral pe-queño y apretado, ya que el calor hacía la lana más blanca y el vellón más pesado, a la vez que provocaba el sudor de la oveja que facilitaba el paso y corte de las tijeras.

Varios factores condicionaban la labor del esquileo, como la raza, la edad del animal, su estado fisiológico -ovejas preñadas o recién paridas-, el tipo de lana y estado de

Tijera para esquilar ovejas y tijera para pelar

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quilador que se lo ponía entre sus piernas y cortaba la lana desde el cuello y el lo-mo hacia abajo, hasta la mitad del costi-llar y, después, desde el culo de la oveja hacia arriba, hasta el corte ya hecho, con-siguiendo así, en una sola pieza, el vellón con toda la lana del animal que, a su vez, otros metían en sacos para luego pesar. En caso de que se hiciera algún corte al animal, se cicatrizaba la herida poniéndo-le “moreno”, antigua y tradicional sustan-cia cicatrizante obtenida del hollín de la fragua del herrero.

Una broma habitual en esos días era en-viar a algún niño que anduviese por allí a por el “asperón” a casa de algún conoci-do; éste, sabedor de la broma, le cargaba una pesada piedra en un saco y lo manda-ba de vuelta a los esquiladores. Éstos, al verlo cargado tontamente, rompían en risas que alegraban la dura jornada.

Después del esquileo se marcaban las ovejas para identificar quien era su due-ño. En el marcaje se utilizaban hierros impregnados en pez caliente que llevaban en su extremo las iniciales del ganadero o la marca de la casa.

Aunque hubo un tiempo en que la lana tenía mucho valor, pues era la fibra textil por excelencia, con la entrada de fibras sintéticas más baratas, el precio de la lana cayó en picado y pasó de ser una fuente de riqueza a no poder ni compensar los gastos del esquileo, resultando su obten-

limpieza, el emplazamiento utilizado para la labor, las comodidades y salubridad del lugar o el carácter del animal, más o me-nos nervioso, dócil o rebelde.

Había cuadrillas de esquiladores itineran-tes que recorrían los pueblos. El esforza-do esquilador requería poseer una gran habilidad y destreza y actuar con rapidez. Era un duro trabajo que no admitía demo-ras por el gran número de cabezas que había que atender y porque se pagaba por oveja pelada. En Fuentes de Magaña, el capitán de la cuadrilla era León Marqués “el Fraile”, que reclutaba esquiladores del pueblo según el volumen de las faenas que salían. Empezaban por Cigudosa y después de Valdeprado, Magaña, Cerbón y Fuentes, acababan, tras un mes de tra-bajo, en Valtajeros.

La misión del esquilador consistía en despojar de la lana a las ovejas utilizando para ello la tijera como herramienta de corte, sin dañar al animal y obteniendo de forma limpia, con el máximo aprovecha-miento y en una sola pieza, el vellón de lana. Aunque antaño se esquilaba a tijera, que podían ser de muelle o de anillas (éstas eran las habituales de la zona), ac-tualmente esta tarea se hace a máquina. Las tijeras se llevaban en una funda de cuero o canana y se afilaban con una pie-dra muy fina de pizarra traída del pueblo de Vea. Antes se esquilaban a tijera unas 35 ovejas al día por hombre y ahora, a máquina, unas 100. Pero aunque el esqui-leo con tijera resulta más lento, es menos agresivo para el animal, que sufre menos heridas y permite trabajos artesanales sobre el ganado como grabar las iniciales del amo u otros adornos.

Las cuadrillas de esquiladores iban bien organizadas con atadores de las ovejas, esquiladores, ensacadores de lana y aprendices del oficio. Así, mientras unos ataban en cruz las patas del animal inmo-vilizándolo, otros se lo acercaban al es-

ción deficitaria. Hoy por hoy, el único fin económico de la cría de ganado ovino es la venta de sus corderos para carne. Ya ningún ganadero cuenta con la lana como fuente de ingresos y se contenta, si logra su venta, con pagar parte de los gastos del esquileo, faena que hoy se hace úni-camente por librar a las ovejas del calor, haciéndoles más llevadero el verano.

No quiero olvidarme del rapado de acé-milas o caballerías. En este caso, las tije-ras que se utilizaban tenían la hoja de corte muy diferente a las de esquilar ove-jas, pues nada tiene que ver esquilar lana con cortar pelo. Al esquilar machos no se perseguía un fin comercial, ya que el pelo y las crines de las caballerías no tenían valor económico. Aparte de la necesidad de aliviarles del calor del verano, sólo había una intención estética y decorativa, pues con el pelado se aprovechaba para hacer dibujos artísticos y grabar sobre el animal frases elocuentes que elogiaban a su propietario cuando paseaba con la caballería por las ferias.

Caballería esquilada con la inscripción “Viva mi amo”.

Tijeras de esquilar ovejas con su canana y vellón de lana. con la inscripción “Viva mi

Hierros para marcas las ovejas con pez Arriba tijeras para ovejas, abajo tijeras para caballerías y maquina

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buen sastre y hombre de cierto gracejo, al que su limitación física, seguramente, le condujo a su profesión de sastre. Con el tiempo, su residencia la trasladó al inicio de la calle, convirtiendo la casa del cabre-ro en la casa del sastre.

Seguimos subiendo y, por una larga deri-vación a la izquierda, llegamos hasta lo que fue “el juego de pelota”. Era un in-menso paredón soportado, desde su parte posterior, por cuatro pilastras adosadas y revestido, en su fachada anterior, por una superficie lisa de una argamasa de cal y yeso, a fin de facilitar el golpeo de la pe-lota. El suelo era de tierra fina y estaba enmarcado por unos finos canciles de piedra. Otro fino cancil marcaba la falta o línea de saque. Las tardes de las fiestas patronales fueron testigos de serios parti-dos de pelota protagonizados por buenos aficionados en los que un buen porrón lleno de refresco solía ser el trofeo. Mien-tras, unos metros más arriba, en una am-plia era, se celebraba el baile de la tarde.

En el inicio de esta derivación, a mano derecha, el molinero transformó la calza-da de su casa y algunos anexos más, en un horno de leña donde hacía un exquisito pan de pueblo. Romualdo le llamaba taho-na cuando hablaba del local. Cuando el cauce del río de Valtajeros, que después cambia su nombre por el de río Monte, dejó de tener agua suficiente para mover las muelas del molino, Romualdo, “el moreno” montó un molino a base de mar-tillos de hierro, movido por la fuerza eléc-trica, en un antiguo pajar que divide esta derivación en dos.

En una casa, al fondo de una pequeña calleja vivía “El tío Luis”, personaje al que hace referencia, en uno de sus libros,

Recuerdos y vivencias Recuerdos y vivencias Calle El EjidoCalle El Ejido

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Abel Hernández. Tenía dos hijos que comerciaban con huevos y aceite. A mí siempre me parecieron unos de los últi-mos trajineros por las distintas comarcas españolas, a los que la propia evolución del comercio llevó a desaparecer. Junto a la calleja de entrada a la casa del tío Luis, tenía su casa el subastero de los machos cabríos. En un amplio corral que precedía a una esplendida majada, cerraba los ma-chos cabríos, sin los cuales no hubiera habido ni cabritos, ni rebaño de cabras, ni leche, tan necesaria en aquella economía de subsistencia donde se entrelazan estas pequeñas historias de nuestro pueblo.

La calle de el Ejido se seguía estirando, pasaba al lado del “Pozo del Ejido”, lle-gaba hasta “la casilla de los pobres” y terminaba en la carretera de San Pedro. Hoy sus ansias de libertad acaban en la carretera de Valdeprado. Entonces y aho-ra, los recortes pueden con todo.

n cuesta, así empieza y acaba la calle de El Ejido. En cuesta, que arranca desde el trozo de la calle

Real que servía de parada final al autobús que unía Fuentes de Magaña con Soria y termina en el solar que en su día fue base de “la casilla de los pobres”. Era esta una construcción de cuatro paredes, cuyo tejado vertía las aguas hacia el sur. Era una construcción pequeña de piedra are-nisca de las canteras, a cielo abierto, ubi-cada en las laderas del Cerro de la horca. Era un “albergue” donde la mendicidad ambulante, mezclada con la pobreza de los años 40 del siglo XX, tenía un techo protector y un sitio donde guarecerse de las inclemencias del tiempo.

Es una calle generosa en anchura. Su inicio lo enmarca, por la izquierda, una casa de recia construcción que, segura-mente, fue testigo de transacciones co-merciales durante el tiempo en que La Mesta tuvo importancia en estos lares y, por la derecha, la alcantarilla que recogía el agua del barranquillo y de un exiguo manantial cercano. A continuación, la casa del primer cabrero que yo conocí y cuya semblanza trace en otro numero de la revista. El toque del cuerno por la ma-ñana y la venida de las cabras al atarde-cer cuando el sol había transpuesto el horizonte, marcaban un horario de refe-rencia en el pueblo.

Subiendo, a la derecha, hay una profunda calleja que acababa en las puertas de en-trada a tres viviendas. Dos de ellas com-partían calzada y sus entradas estaban separadas por unas cochiqueras que con-tribuían a la economía familiar. En una de estas casas vivía un sastre, Antonio,

Por Ismael Valer Marín

Ejido: el diccionario de la Real Academia de la Lengua define ejido como campo común de todos los vecinos de un pueblo, lindante con él, que no se cultiva, y donde suelen juntarse los ganados o establecerse las eras.

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madre no decía “mi tío Casildo”; decía, el Tío Casildo. Era el Tío de todos los de casa. Junto a sus frases lapidarias propias de la sabiduría de un viejo de pueblo, en el acerbo de mis recuerdos, están sus conversaciones en la tienda, sentado so-bre un tonel de sosa cáustica, materia que utilizaban las mujeres para hacer jabón, como si el tonel fuera, para mí, la más importante cátedra del mundo. En las largas tardes de invierno, al amor del brasero, sus palabras brotaban en peque-ñas sentencias que animaban el coloquio o rompían los silencios mientras, al otro lado de los cristales, nevaba. Yo lo escu-chaba con verdadero deleite infantil, des-pués de mis horas lectivas en la “escuela nacional de niños”.

Entonces no se conocía la función banca-ria en el medio rural, no había primas de riesgos, no había consumo desmesurado, había depositarios honestos que adminis-traban las arcas públicas como si fueran suyas. Había en la función política, per-sonas como el Tío Casildo.

devenir del pueblo para afrontar por ejem-plo la llegada de la luz eléctrica, del telé-fono o del agua corriente en las casas.

Escribo, a vuela pluma, estos recuerdos e impresiones de la niñez vivida en mi pue-blo. Entonces no había políticos en el medio rural. Había personas que, bien designadas o voluntariamente, ejercían funciones de utilidad pública. Existían frases hechas y hechos simples que “firmaban” contratos. El“trato hecho” con un apretón de manos y la toma del albaroque era la única ley no escrita que rigió mi desarrollo personal hasta que la vida me llevó al enmarañado e intrincado mundo del Derecho.

En aquel entorno rural, la figura pública de depositario, persona responsable de las arcas municipales, fue, para mí, la perso-nificación de la honestidad, la seriedad, la honradez y el buen hacer. En Fuentes, seguro que hubo más personas que ejer-cieron esta función, pero al primero que yo conocí, y quizá el último depositario, fue al Tío Casildo. Lo cité en la semblan-za de “El Polilla”. Después esta función pública, con “la venida de los bancos”, la ejerció un concejal que recaudaba e ingre-saba las tasas en la entidad bancaria. Y después, ni eso. Vino el cargo en cuenta bancaria. Los rurales se vieron obligados a ser “urbanitas”, perdiendo así algunas de las esencias de la característica rural.

La conjunción de la función depositaria municipal y de sus actuaciones y consejos personales dejaron, en mi macuto de niño, parte de la personalidad, toda no hubiera cabido, del Tío Casildo. En mi casa, mi

Por Ismael Valer Marín

n los años 40-50 del pasado siglo, en el medio rural no había bancos. Sólo existían en la capital de la

provincia y en algunos núcleos de pobla-ción que concentraban actividades co-merciales, una vez por semana, mercados y, una a dos veces al año, celebraban feria de ganado. Funcionaba la letra de cambio y, como envío rápido de dinero, el giro postal.

En el medio rural existía la figura del depositario, persona que recaudaba las tasas y satisfacía o pagaba los gastos municipales. Las tasas municipales eran las derivadas de los acuerdos o subastas, tomados o celebradas en el concejo de San Miguel. Eran las igualas las que con-tribuían a completar el salario estatal de los funcionarios sanitarios, como el mé-dico y el albéitar o veterinario, y el secre-tario, único funcionario municipal que tenía el ayuntamiento, compartido con otros municipios limítrofes. Era la alca-bala la tasa municipal que el subastador cobraba a los vendedores ambulantes. Y alguna que otra derrama que exigía el

SemblanzasSemblanzas El oficio de depositario. El tío CasildoEl oficio de depositario. El tío Casildo

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Por Purificación Llorente Domínguez maestra que estaba amueblado con todo lujo de detalles, a la derecha, se entraba a una salita cuyas paredes estaban llenas de perchas y, al fondo, un lavabo con agua corriente; también había water. A mí me llamaban mucho la atención los tiradores de las puertas; eran blancos y hacían jue-go con la alfombrilla metálica que tenía una bolitas blancas incrustadas en las que se leía “pase usted”.

Las aguas pluviales se recogían en un depósito subterráneo y servía para abaste-cer la escuela. Por esa salita pasábamos al interior de la escuela.

En el aula, a la izquierda, había un mue-ble cajonera con 50 cajoncitos, todos nu-merados, y cada niña ocupaba el número que le correspondía. Encima de ese mue-ble había una imagen de la Virgen. Al fondo, a la derecha, estaba la pizarra. Era muy grande, levantaba del suelo unos 50 cm. y se sujetaba sobre una estructura de

madera con patas y tenía unos cajoncitos para guardar las tizas y los trapos de bo-rrar. Se podía escribir por ambas partes y cuando estudiábamos geografía se colga-ban en ella los mapas. Seguido, había un lujoso armario que contenía muchos li-bros de dibujo, literatura, historia sagra-da, liturgia, voluminosos diccionarios, el Quijote, etc.…

En el centro estaba la mesa de la maes-tra, muy moderna, con cajones a ambos lados y un cómodo sillón. A la izquierda, había una vitrina en la que se guardaban las medidas de capacidad (litro, medio litro…), una balanza con las pesas, me-tro, escuadra, cartabón, compases, probe-tas, figuras geométricas, etc... y, encima, una esfera terrestre.

Las niñas teníamos mesitas de dos tama-ños y cómodas sillas. Estudiábamos en el libro de Grado Medio de “M. Porcel y Riera” que todavía conservo. Es un pe-queño libro en el que de manera concisa y clara se desarrollan las distintas mate-rias.

Al entrar por la mañana se rezaba una oración antes de empezar el trabajo y otra al finalizar la jornada. Yo todavía la re-cuerdo.

A la escuela asistíamos unas 50 niñas, por lo que Dª Vicenta tenía un trabajo ímprobo y las niñas mayores enseñaban las letras a las más pequeñas.

Los maestros, como bien dice Mª Car-men en su artículo de 2010, subsistían con muchas carencias. La paga extra no corría peligro que se la quitaran ¡¡no existía!! Ahora se habla mucho de crisis ¡crisis la que todos pasábamos!

Recuerdo los Reyes. No escribíamos cartas pidiendo regalos, nos conformába-

omo se puede ver en la foto supe-rior, se entraba por un lateral y contaba con las siguientes depen-

dencias:

Entrábamos a un portalito que en los días de invierno, cuando no se podía salir, nos servía para jugar. Dentro de este portal, a la izquierda, había una puerta de entrada al despacho de la

En el reportaje que escribió Mª Car-men Ramos en 2010 sobre la inaugu-ración de la escuela de niñas donada por D. Guillermo Ramos, de feliz me-moria, aparece una fotografía que no corresponde a la escuela primitiva sino que es posterior, cuando ya se había convertido en escuela mixta. Ella, al ser muy joven, no conoció la primera.

En el año 2001 en el Heraldo de Soria apareció una fotografía sobre la que el archivo Histórico Provincial solicita-ba información. No se sabía de qué edificio se trataba, dónde estaba, si aún existía y qué albergaba esta cons-trucción. Yo reconocí la foto y me acerqué hasta allí para dar los datos y compré una postal para el recuerdo (5/7/2001). Se la enseñé a Mª Carmen y me pidió que describiera las depen-dencias de la primera escuela. A ello voy.

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mos con lo que nos traían. Habíamos sido buenos y a todos nos traían igual: pasas, higos y barritas de turrón. Eso sí, los Re-yes Magos de entonces sabían como aho-rrarles a nuestros padres unas cuantas pesetas y siempre, siempre nos traían el material escolar que íbamos a necesitar par el curso, lo que hacía que volviése-mos con ilusión a la escuela.

Todas estas caren-cias hacían que se fomentase la imagi-nación. Las niñas nos fabricábamos nuestras muñecas y los niños las pelotas. Las bicicletas se sus-tituían por aros que, con un alambre, se hacían rodar.

Entonces se valoraban más las cosas por lo difícil que resultaba conseguirlas. De-bido a la situación económica de las fami-lias, el único porvenir de los niños era ser pastorcillos o peones y el de las niñas trabajar en el servicio doméstico y en las faenas del hogar.

Aquí quiero recordar a D. Eugenio Ra-mos y a D. Justino Marín, dos hijos del pueblo que se interesaron mucho por el porvenir de los niños y jóvenes. Debieron pensar aquello de que “muchos ríos se

pierden en el mar y talentos en la tierra sin explotar”. Se pusieron de acuerdo con los sacerdotes, dos herma-nos gemelos con muchas ganas de trabajar, pidieron la colaboración de los fun-cionarios - maestros, veteri-nario, médico, secretario- para que todos trabajaran como profesores y fundaron una academia con todos los permisos oficiales para cur-sar hasta cuarto. La equiparon con má-quinas de escribir, uniformes, todo gra-tuito. A la academia acudían también los niños de los pueblos limítrofes: Cerbón, Magaña, Las Fuesas, Valtajeros, Matase-jún. Este último tenía la suerte de venir en un coche de línea que pasaba a Zara-goza, el resto lo hacían andando. Cuando terminaban cuarto, los profesores les buscaban plaza en colegios para trabajar y seguir estudiando. La academia funcio-nó mientras hubo alumnos.

También ayudaron a los jóvenes dándo-les trabajo en sus empresas. El pueblo reconoció su interés y trabajo y los nom-braron “Hijos predilectos”.

En los años 40 había unos 400 habitantes en el pueblo y más de 90 casas abiertas según el censo que aún conservo y que se

utilizaba para repartir el suminis-tro según la famosa cartilla

de racionamiento.

Ahora quedamos po-cos habitantes pero todavía tenemos sacerdote, médico, servicio de farmacia

y secretario, coche 3 días a la semana y 2

días a demanda al centro de salud de San Pedro Manri-

que. En el mes de agosto, el pueblo se llena de gente gracias a los promotores, directores, organizadores y colaboradores de la “Semana Cultural” que organizan tanto actos para niños, como otras activi-dades culturales para los adultos. Este año, nuestros niños han podido ver y valorar los trabajos de antaño.

El alcalde es bastante joven y se interesa porque los que residimos en el pueblo y los que vienen esporádicamente nos sin-tamos a gusto. Son muchas las obras y reformas que ha hecho. Entre otras, la traída del agua al caño amarillo. Ha hecho felices a todos los niños que nos

visitan. Contemplan los pececitos y las anguilas chapoteando para capturarlos ¡un imposible! Y los mayores disfruta-mos con su fresca agua. A los que les gusta pasear por el campo pueden, a través de sus senderos, visitar las fuentes y descansar en sus bancos y mesas y también contemplar la maqueta de dino-saurio más grande del mundo.

A pesar de la crisis, en el Heraldo de Soria leí que era el alcalde que más sub-venciones había conseguido. Gracias Dioni. Los que quedamos y los que vie-nen, todos unidos, porque “pueblo unido jamás será vencido” respetando a cada uno desde el puesto que le toque ocupar. Y como los tiempos cambian, esperemos que el pueblo recobre vida.

Todas estas caren-cias hacían que se fomentase la imagi-nación y las niñas nos fabricábamos

nuestras muñecas y los niños las pelotas.

Imagen de Dª. Vicenta, ya jubilada.

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rante 25 años cumplió fielmente con su tarea de cartero. Ya en 2007 recibió, en un emotivo acto que compartió con otros paisanos, el reconocimiento de la Asocia-ción de Amigos de Fuentes de Magaña que, anualmente, honra a sus mayores. Pero resulta que este año, el 5 de noviem-bre, Sandalio, ha cumplido 100 años y ello merece, nuevamente, un recuerdo de la labor pública de aquel cartero que ejer-ció su función en unos años en que todo era tan difícil, incluido el desplazamiento a pie desde Fuentes de Magaña a los pue-blos colindantes.

Alguna jugosa manzana de la Vega de Cerbón o un vaso de agua fresca para calmar la sed eran el obsequio con el que, en tiempos de tanta estrechez, los agrade-cidos vecinos venían a gratificar el día a día del cartero.

A su marcha, Sandalio fue sustituido por Manuel Ra-mos Castellano, Manolito, que se hizo cargo del co-rreo de la zona. El teléfono, el automóvil y, más recien-temente, internet y los co-rreos electrónicos han ido, poco a poco, restando pro-tagonismo al correo postal, a la vez que han facilitado enormemente las comuni-caciones. Pero eso ya es otra historia.

Quiero traer a esta página una entrevista publicada en 1962 en el periódico Cam-po soriano en la que San-

dalio, el entonces cartero en activo de Fuentes de Magaña contaba, de forma sencilla, su labor y experiencias en su responsabilidad de portador oficial de noticias a todos sus vecinos de Fuentes de Magaña, Cerbón y Valtajeros.

esulta román-tica, casi le-gendaria, la

figura de los anti-guos carteros reco-rriendo caminos y

veredas para portar noticias a sus vecinos. Un puñado de km. caminados cada día, bajo los designios de la climatología, dura en invierno con frío y nieve y dura en verano con el abrasador sol estival. El cartero, servidor público, entregado y vocacional, desempeñaba muchas funcio-nes. Hacía de tertuliano; ejercía de lector, ya que a veces las cartas llegaban a quie-nes no podían leer por su avanzada edad o porque, simplemente, no sabían; practi-caba, por obligación, el senderismo cuan-do todavía estaba por inventar este térmi-no lingüístico dentro de las prácticas de-portivas. Pero sobre todo, portaba noti-cias, esperadas a veces y temidas otras.

Igual que hoy prolifera el correo comer-cial, las notificaciones oficiales o las co-municaciones del banco, antaño el cartero estaba “especializado” en portar cartas de amor; mensajes afectuosos de hijas que marcharon por necesidad a servir a la ciudad; misivas de familiares desde luga-res lejanos a donde emigraron en busca de ventura; o noticias de hijos que salie-ron del pueblo para hacer “la mili”. La-mentablemente, en otras ocasiones traían tristes noticias de la enfermedad o el fa-llecimiento de algún ser querido.

En fin, antaño el cartero compartía con sus vecinos momentos emotivos de sus vidas. Por ello, hace apenas unas décadas este oficio era objeto de enorme conside-ración social ya que, no existiendo aún ni teléfonos, el correo postal era el medio de comunicación más efectivo y fiable. Cada día y en cada pueblo se esperaba la llega-da del cartero, que ejercía su profesión con enorme vocación de servicio.

Sirva este escrito como homenaje mereci-do a Sandalio González Zamora que, du-

Por Recaredo García Gaspar

En 1889 se crea el Cuerpo de Correos en España. En ese momento, el oficio de cartero ya tenía 134 años pues, des-de 1755, existía como profesión reconocida y reglada.

En 1865 el correo llegaba a todos los lugares del país. Los repartos a caballo, en diligencia o a pie actuaban como complemento al correo ferroviario. Esto fue fundamental para el establecimiento del correo diario en todos los ayun-tamientos de España, establecido por Real Orden de 27 de junio de 1857.

La presencia de los carteros se amplió cada vez a más poblaciones hasta llegar a los rincones más apartados del país, convirtiendo a Correos desde el siglo XIX en elemento indispensable para la cohesión y estructuración de España.

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i a algún muchacho de Fuentes de Magaña le dijeran este año “te toca pagar el piso”, seguramente se echaría las manos a la cabeza. No están las cosas como para pensar

en hipotecas de un día para otro. Sin embargo, antiguamente los vecinos de las Tierras Altas utilizaban esta expresión para designar el tributo que los forasteros debían desembolsar por enamorar a una moza del pueblo. Los solteros de Fuentes, prin-cipales perjudicados porque perdían una chica con la que poder cortejar, exigían al extranjero que sacara de su bolsillo unos duros por entrar en coto privado. Cerca de los años 70, eran alrededor de 800 pesetas las que el donjuán debía pagar para convidar al resto de jóvenes del pueblo a una merienda que durante toda una tarde les hacía olvidar la marcha de otra dama.

Con el paso del tiempo, la tradición de pagar el piso (o la man-ta) fue quedando obsoleta pero sí permaneció la picaresca entre los más jóvenes. Un chascarrillo cuenta cómo una noche los mozos intentaron entrar en la casa de una muchacha de Fuentes para mantear a los novios, pero salieron huyendo al despistarse en la vivienda y encontrarse de bruces en la habitación de la madre de ella. Con estos sobresaltos nocturnos no es difícil

Por Cristina Jiménez Latorre

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imaginar por qué fueron pocos, o ninguno, los que se negaron a pagar el impuesto. En el caso de no hacerlo, los sorianos no tardarían en tomar represalias y, para ello, no existía nada me-jor que un buen baño en el pilón.

El verano pasado, los abrevaderos en los que bebían antigua-mente las caballerías volvieron a convertirse durante un rato en parte del hábitat de algunos fuenterreños. No me refiero a las escurridizas anguilas a las que hay que buscar con rayos láser de visión nocturna, sino a muchachos de carne y hueso. En concreto, un catalán y un granadino cataron de cerca la frescura de las aguas del pilón de la plaza gracias al atrevimiento de simpáticos jóvenes que decidieron homenajear así a los novios de las pueblerinas. Un acto que de forma espontánea hizo res-catar una enraizada tradición que comenzó muchos años atrás.

Sin duda, tanto lavaderos como pilones han dado mucha vida a este pueblo del Alcarama a lo largo de la historia. Los prime-ros, conformaron el lugar en el que las lavanderas dejaron im-polutas las vestimentas familiares durante muchos años. Los segundos, sin embargo, se convirtieron en una zona limitada a la pesca de los más pequeños. ¡Cuántas madres habrán devuel-to al pilón los renacuajos que sus hijos llevaban a casa en los botellines de las bicicletas! Incluso algún niño se atrevió a ba-jar El Barranco hasta el lavadero con una caña de pescar rota y subió a casa encantado de enseñarle a su madre el extraño pes-cado que había atrapado, un calcetín que una vecina había co-locado al detalle sobre su improvisado anzuelo. Pero es otra historia.

Tiempo después, el reto consiste ahora en hacer salir a las an-guilas de su escondite. Quizá surtiera efecto si lo intentáramos a grito de “tres navíos en el mar”. En su defecto, tampoco esta-rá de más rescatar a uno de los próximos forasteros que, según se prevé, serán animados a probar del rico manantial en próxi-mas ediciones de la Semana Cultural. Galanes y futuras herede-ras de la tradición soriana, ya os podéis ir calzando el bañador.

Costumbres Costumbres Pagar el piso o al pilónPagar el piso o al pilón

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Abel Hernández (Sarnago, 1937). Escritor y periodista, ha trabajado en medios de comunicación como Diario 16, El Independiente, así como director de Ya. En la radio, ha sido redactor jefe de Radio Nacional de España. Ganador de varios premios como el Ondas, el Bravo o el Nacional de Información. Es autor de varios ensayos políticos, entre otros, Crónica de la Cruz y de la Rosa, El Quinto Poder, Conversaciones sobre España, La España que quisimos, Suarez y el Rey (XXVI Premio Espasa de Ensayo) y, más recientemente, Don Juan y Juanito (2011) y Despídete de tu madre y serás rey de España (2012). Destaca su trilogía formada por Historias de la Alcarama, El caballo de cartón y Leyendas de La Alcarama.

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l burro de mi abuelo no tenía nombre. Todos lo llamá-bamos simplemente “el burro”. ¿Has llevado el burro al bebedero? Voy a echar de comer al burro. Saca el burro

a la dula. Me llevo el burro a la pieza... Y así sucesivamente. El burro de mi abuelo Alejandro era mediano de estatura, ni gran-de ni chico, su piel, de color rucio claro, era fina y caliente. A mí me gustaba pasarle suavemente las manos por su frente y por sus orejazas. Él agradecía la caricia y movía complacido el rabo, mucho más despacio que cuando espantaba la nube de moscas en la cuadra o en la calle en pleno verano. Sobre la albarda gastada llevaba siempre las alforjas con la merienda, la bota y el botijo. Cien veces me monté en él a pelo, con mis piernas sobre su piel y nunca hizo un extraño. Parecía contento de llevarnos a los niños encima.

De joven tenía unos ojos brillantes que a mí me parecían dos escarabajos. Mi abuelo, que vivía en Valtajeros, lo compró en la feria de San Pedro a uno de Valdeprado cuando apenas tenía unos meses el animal. Entonces era alegre y retozón. Creció

con nosotros y enseguida se hizo como de la familia. Le gusta-ba que le pusieras un cantero de pan en la boca o una rama de esparceta. En primavera mordisqueaba las margaritas y las flo-res de malva de la orilla del camino. A final de verano le llama-ba yo con un puñado de moras en la mano y venía con un gra-cioso trotecillo. A mí me divertía ver como se le teñía el belfo de morado con el dulce líquido de las moras que le chorreaba de la boca. Tenía entonces un aspecto gracioso, como de paya-so. Viviendo con el burro de mi abuelo, montándose encima de él o llevándolo dócilmente del ramal, era imposible estar de acuerdo con la mala fama que arrastra este humilde, paciente, alegre, duro y amable animal, mucho más inteligente que los humanos calificados de burros. ¿Cómo es posible que llamar a alguien burro sea un insulto?, me preguntaba y aún sigo pre-guntándomelo. Pero, en fin, esto sería largo de contar.

El caso es que el burro de mi abuelo se hizo viejo. Su piel esta-ba llena de mataduras, a las que acudían las moscas verdes. Cada día le costaba más respirar. Se cansaba para subir cual-quier cuestecilla. Los ojos se le habían enturbiado y ya no pare-cían dos escarabajos brillantes. Hacía esfuerzos para trotar, pero se tropezaba, se caía al suelo y le costaba Dios y ayuda levantarse. Hasta que un día de otoño mi abuelo Alejandro to-mó la heroica decisión de acabar con el animal para que dejara de sufrir. Antes le dio un puñado de esparceta, lo acercó al pi-lón de la fuente a beber agua. Tomó una azada y lo llevó despa-cio del ramal por el camino del monte. El abuelo tiraba del burro, que se paraba de vez en cuando a descansar. Y por el camino al abuelo se le amontonaron los recuerdos. Él nunca lo confesó, porque era un hombre duro como la raíz de las este-pas, pero alguien que se lo encontró aquella tarde asegura que llevaba los cristales de las gafas empañados como de llorar.

Paso a paso, a la puesta del sol llegó al lugar de la ejecución. Colocó al burro en el orillo al borde del barranco, como tenía pensado. El burro obedeció mansamente. Todo estaba dispues-to. El animal recibiría un fuerte golpe en la nuca y caería ro-dando hasta el fondo del profundo barranco y los buitres se ocuparían después de él. Dudó unos instantes. Sudaba. Al fin se decidió. Levantó el brazo temblando y la azada salió volan-do de sus manos hasta el fondo de la barranquera. ¡Había erra-do el golpe! Él decía que, con el sudor, el astil se le resbaló de la mano. Yo sé que no pudo hacerlo. Entonces, por un impulso irreprimible, huyó. Dejó allí al pobre animal solo sobre el orillo y se volvió a casa aturdido, pero extrañamente alegre como si hubiera superado un estado de mala conciencia. Se acostó sin decir palabra. Le costó mucho dormirse. Madrugó. Se asomó instintivamente a la cuadra. Observó el vacío junto al pesebre del fondo. Era una mañana fría. Estaba en el portal cuando notó como si zarpearan en la puerta de la calle. Abrió y allí estaba el animal, que movió las orejas al verle. Sin pensarlo más, mi abuelo Alejandro, que no era un hombre sentimental, se abrazó al cuello del burro.

Por Abel Hernández

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La concentración parcelariaLa concentración parcelaria

Por Ana Aguado Martínez agrupar diversas fincas rústicas de reducida extensión, para unificar y facilitar el cultivo.

Esta actividad se ha llevado a cabo en la ma-yor parte de los países europeos, en los que básicamente por motivos históricos, las parce-las se han dividido por herencias provocando un fraccionamiento excesivo de las fincas rústicas.

La Concentración parcelaria supone muchos beneficios a la agricultura y al agricultor. Entre ellos destaca el saneamiento de la pro-piedad mediante la identificación y registro de la propiedad rústica; la mejora de la rentabili-dad de las explotaciones por mejor aprove-chamiento de los medios de producción (maquinaria) por el agrupamiento de las par-celas; las mejoras de las infraestructuras por las nuevas redes de caminos; o el aumento de la vida útil de la maquinaria por la mayor di-mensión y mejor trazado de las parcelas. Ade-más se realizan actuaciones de restauración del medio natural debido a las obras desarro-lladas en todo el proceso, tales como la reve-getación de arroyos o la recuperación de fuen-tes y abrevaderos.

Pero también provoca una serie de perjui-cios. En primer lugar, el costo económico, por ser un proceso muy largo que supera los 10 años. Durante este tiempo se produce una cierta paralización de la explotación agrícola de la zona. Uno de los costos más importan-tes son los costes agroambientales, por la desaparición de ribazos y espacios perdidos que perjudica la flora y la fauna local. Por este motivo, en todos los proyectos de concentra-ción parcelaria hay un estudio y evaluación de impacto ambiental.

Si en 1952 se articuló en España la primera ley de concentración parcelaria, fue en 1960 cuando se articularon las primeras concentra-

esde la antigüedad, la subdivisión de la propiedad de las parcelas ha sido un problema y ha suscitado diversas

polémicas y escritos en la agricultura de todos los tiempos. Ya en el siglo XVIII, Jove-llanos en su informe sobre la Ley Agraria de 1795 escribía “Las primitivas divisiones de la tierra produjeron grandes bienes, pero las subdivisiones posteriores han resultado un mal que crece y se agrava por instantes”.

También en la Exposición de Motivos de la Ley Hipotecaria en 1861 se dice “España es una nación principalmente agrícola; y si en ella no ha prosperado la más antigua y pri-mera de las artes tanto como es de desear, debese a la falta de capitales...”

Pero es a partir de 1952 cuando se articula en España la primera ley de concentración parcelaria.

Es una actuación cuyo principal objetivo es la mejora de la rentabilidad social y económi-ca de las explotaciones agrarias, mediante la ordenación y reorganización de la propiedad. Este proceso va encaminado a sustituir las numerosas parcelas que constituyen cada explotación por un número menor de fincas de reemplazo y de mayor superficie, mejor configuradas y con vías de comunicación de más fácil acceso. En definitiva, se trata de

ciones en Soria. Los primeros pueblos fueron en la zona de Almazán, Frechilla de Almazán, La Miñosa y Almántiga. En Fuentes fue un poco más tarde, en 1974. La Orden de 18 de mayo de 1974 por la que se declara de utili-dad pública la concentración parcelaria de Fuentes de Magaña dice “… Los acusados caracteres de gravedad que presenta la dis-persión parcelaria de la zona de Fuentes de Magaña… aconsejan llevar a cabo la concen-tración parcelaría de la misma por razón de utilidad pública… Incluida en la comarca de Tierras Altas de Logroño… Conseguir explo-taciones cuya estructura permita el suficiente grado de mecanización y modernización del proceso productivo.” Pero, como antes decía, la concentración es un proceso largo y desde su comienzo en 1974, no finalizó hasta 1985.

Fuentes aportó a la concentración 414 hectá-reas, de 258 propietarios en 2.903 parcelas, lo que suponía una media de 11 parcelas por propietario. Concluido el proceso, se asigna-ron 362 fincas de reemplazo, lo que supone 1,4 parcelas por propietario. ¿Imaginamos lo que esto supuso al agricultor? ¿cuánto coste en tiempos?, ¿cuánto coste en lubricantes y gasoil?, ¿cuánta producción?

Actualmente en Castilla y León está concen-trada más de un 75 % de la superficie, siendo Palencia, Soria y Valladolid las provincias con mayor concentración, superando el 90% de la superficie.

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Por Ismael Valer Marín menos temporalmente, una serie de manantia-les que al unirlos por sendas y caminos se denominaron “La ruta de las fuentes”, ecológi-ca caminata que le hace a uno disfrutar del más variado paisaje de la meseta castellana, en su derivación de Tierras Altas de Soria. Esta ruta circula desde la Fuente del Chorrillo hasta la Fuente el Canto, pasando por Hoya-mañera, Bacentenares, La Veguilla, La Mora, La Teja y La Fuentefría. Este verano no he tenido el tiempo necesario para visitar estos manantiales, pero estén como estén, siempre es bueno que el agua, desde los pequeños manantiales hasta los grandes ríos, sea trata-da con mimo y con esmero. El agua nos de-vuelve 100 por 1 que le demos. Su conserva-ción consigue una naturaleza más viva y un entorno más agradable.

Vuelvo a mi infancia. Quiero poner en el tecla-do recuerdos, vivencias y aventuras infantiles de las que fueron testigos los juncos que cre-cían en los cursos de agua que se originaban en algunas de estas fuentes. Entonces la Ecología no era asignatura universitaria, ni había Ministerio de Medio Ambiente. Había “ecólogos” prácticos que vivían en el campo de los recursos que les daba la tierra bien cuidada. Limito mis vivencias a dos fuentes: Hoyamañera y La Veguilla, y mis aventuras a La Cerradilla, pomposamente llamada ahora, “Mirador del Moncayo”.

Hoyamañera viene cargada de olor a ganado lanar, a cirle, a sal que, de vez en cuando, las ovejas comían en un cercano salar construido por los propios pastores. Pastores que tam-bién construían los pozos donde abrevaba el ganado. Tanto los salares como los pozos eran hechos con materiales de la tierra: pie-dras, barro, césped. Materiales del terruño que ahora llamaríamos ecológicos. Cercanas a la fuente, las majadas donde el ganado

uentes, las fuentes, los manantiales, los veneros. Siempre el agua dando vida a los animales y a las plantas.

Recuerdo mi infancia en el pueblo, cuando, en algún verano, había que hacer cola para llenar el botijo, el cántaro, aquellos cántaros negros, o los calderos de zinc. En la estruc-tura de mi cabeza infantil no entraba: “agua a ración” en un pueblo que se llamaba Fuen-tes y en cuyo término municipal había mu-chas: La Veguilla, El Chorrillo, Hoyamañera, La Cerradilla, La Fuentefría, que incluso da nombre a un paraje, La fuente El Canto, El Pradejón. Seguro que dejo de citar varias de las que entonces existían y ahora se han perdido. Y se han perdido porque el ser humano pegado al terruño es el mejor legis-lador de Medio Ambiente. Entonces, todos estos manantiales eran necesarios para la agricultura, para el pastoreo y para que los machos tuvieran agua en medio de las jorna-das de la rompa, la bina o la siembra. El hombre, en el medio rural, legislaba y con-servaba el medio ambiente con sus actos y su trabajo. Las fuentes que he citado vienen a mi memoria porque mi actividad infantil y juvenil, en un momento u otro, se desarrolló junto a estas fuentes. Bien abrevando el ganado, bien sentándome junto a ellas en el descanso de las labores agrícolas, o bien visitándolas con otros chicos y cruzando en ellas juncos untados de lía donde los pájaros quedaban presos al poner sus patas para beber agua.

El estrambótico “Plan E” dio la posibilidad de invertir unos euros en proyectos que no es-tuvieran ya presupuestados por los Ayunta-mientos. Fuentes de Magaña gasto la canti-dad asignada en ecología. En recuperar, al

pasaba la noche al abrigo del cierzo y donde, entre la paja que servía de cama y las caga-rrutas, producía el abono más ecológico que haya existido.

La Veguilla trae sabores de verdura ecológi-ca. Huertas bien abonadas con cieno de co-rral. Huertas aradas con mimo y regadas con agua limpia y transparente de la fuente. La veguilla trae sabores de patatas únicas, de ajos cuidados con dedicación, de nueces frescas de los nogales que crecían en el cur-so hacia Bacentenares. Trae trasnocho o madrugadas “cuidando” el agua para después regar. Trae imágenes de machos con los serones llenos de remolacha o cargados, a finales de septiembre, con talegas infladas de deliciosas patatas.

Era la fuente de la Cerradilla una fuente humilde, un manantial ralo de agua pero que nunca se agotaba y donde los pájaros se posaban a beber. A pesar de su humildad, presidía la “pesquisa”, paraje donde las caba-llerías pastaban con libertad una vez que se habían recogido los frutos del campo. Era una fuente propicia para atravesar juncos untados con lía desde la primavera hasta el otoño. Yo nunca fui aficionado a ningún tipo de caza y a esa tampoco. Pero he de reconocer que ver como otros chicos expertos en esas lides colocaban los juncos y la lía me divertía.

Las fuentes eran y son fuente de vida, exten-didas por el paisaje, brotando en cada rincón, en el sitio más inesperado, producían y si-guen produciendo relax y descanso. Si quie-res comprobarlo visita alguna de las enlaza-das en la Ruta de las Fuentes. Cuanto más abrupto sea el sitio, más ecológico será, por-que la mano del hombre no ha llegado a “urbanizarla”.

Naturaleza y medio ambiente Naturaleza y medio ambiente

Fuentes: manantiales de vida

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Para leer...Para leer... Leyendas de La AlcaramaLeyendas de La Alcarama

su primera novela, a la que cabe augurar un lugar de privilegio en la historia re-ciente de la literatura castellana.

Esta novela relata la historia de amor de Esteban, hijo del buhonero de Sarnago, y Gabriela, hija de los Guzmán, indianos y ricos merineros de San Pedro Manrique. La ubicación espaciotemporal de la histo-ria ( San Pedro y Sarnago, años cuarenta del siglo pasado) le da a esta una aparien-cia de mayor verosimilitud. Cualquier lector mínimamente sensible de esta con-

movedora historia no podrá evitar que se le salten las lágrimas a medida que se acerca su desenlace. Y llorará de alegría irreprimible cuando lea la escena final, en la que Gabriela da una tisana caliente de tila y hierbaluisa a un Esteban convale-ciente. Como tampoco podrá evitar un respingo de sorpresa al leer el epílogo, en donde Abel, haciendo uso de una deter-minada técnica metaliteraria, introduce de repente un nuevo plano narrativo del que no había la menor pista en el desarrollo del argumento. Es igual que se trate de una historia ficticia: como si se tratara de una historia verídica, tanto da. Este ro-mance de la Alcarama representa el ar-quetipo de toda historia de amor protago-nizada por un hombre pobre y una mujer rica, o al revés, un amor puro, libre de cualquier génesis espuria, que “prendió

incontenible en aquellos dos corazones jóvenes y desprevenidos (···) lo mismo que arde el sabino cuando el rayo de la tormenta cae sobre él en lo alto del mon-te” ( repárese en la analogía naturalista, recurso expositivo que Abel emplea pro-líficamente a lo largo del libro ). Un amor, pues, que salta por encima de la barrera de las clases sociales y rompe, por tanto, como se ve en esta obra, con la tradición milenaria de los matrimonios amañados, urdidos por el mero interés económico.

Maravillosamente escrita, la grandeza de esta novela estriba, por lo pronto, en la originalidad de su argumento. Hasta don-de alcanzo, no conozco ninguna obra literaria que narre una historia de amor protagonizada por el hijo de un pobre campesino y por la hija de un rico gana-dero, o al revés. Y en la que, además, la fiera oposición a que tal relación cuaje institucionalmente proceda del desprecio clasista vertido por las élites ganaderas y terratenientes sobre las humildes masas campesinas. Por citar unos pocos ejem-plos muy señalados: en el drama univer-sal shakespeariano de Romeo y Julieta, y dejando a un lado su final trágico, los dos jóvenes veroneses que protagonizan la historia de amor proceden de dos familias enemistadas, Montesco y Capuleto, sí, pero ricas; en La Celestina de Fernando

on este espléndido y laborioso libro Abel Hernández cierra la fantástica trilogía que ha dedica-

do estos tres últimos años a la Alcarama, en las Tierras Altas de Soria. Como se recordará, en Historias de la Alcarama contaba la intrahistoria del mundo rural del noreste soriano durante el franquis-mo profundo. Este libro fue finalista del Premio de la Crítica de Castilla y León, premio que obtuvo al año siguiente El caballo de cartón, una bella narración autobiográfica que representaba la se-gunda incursión literaria del autor. Se-gún reconoció el propio Abel en el acto de presentación realizado en Sarnago el pasado 23 de Agosto, Leyendas de la Alcarama es una novela (¡ esta vez sí! ),

Por Juan Manuel Martínez Hernández

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de Rojas, obra de difícil clasificación desde el punto de vista del género litera-rio, y de no menos compleja interpreta-ción desde el punto de vista del fin que persigue el autor a la hora de escribirla, la relación amorosa, que acaba asimismo en tragedia, es vivida ( si es que es amor lo que siente Calixto por Melibea ) a es-condidas, igual que nuestro Esteban y nuestra Gabriela, cierto, pero por dos jóvenes de la alta y media alta sociedad de su tiempo ( si Calixto pertenece a la nobleza tardofeudal, Melibea es miembro de una clase burguesa en ascenso ); por último, en Doña Perfecta de Galdós, Pepe Rey es un joven burgués liberal culto, mientras que Rosario es sobrina de una mujer aristocrática de convicciones religiosas católicas muy ortodoxas.

A medida que va tejiendo la trama de la historia Abel va insertando en ella un rosario sin fin de historias, mitos, cuentos y leyendas, tarea para cuya realización exhibe una destreza admirable. Los mitos giran en torno a dioses antropomórficos que personifican fuerzas de la naturaleza y que son mucho más poderosos que los hombres. Precisamente, los orígenes de los ritos de las móndidas y de las hogue-ras de San Juan y del paso del fuego sam-pedrano tendrían que ver, según Abel, con Ceres, la diosa romana de la agricul-tura; y el origen del Moncayo, con Caco y el héroe latino Hércules. Los cuentos narran historias situadas en un lugar y en un tiempo imaginarios, aunque entendi-dos en este estricto sentido no aparece ninguno en este libro, ni siquiera el cuen-to de La Encantada, que se circunscribe a la noche de San Juan. Las leyendas son narraciones fantásticas de sucesos asom-brosos y/o sobrenaturales que, sin embar-go, contienen normalmente un núcleo histórico y se ubican en un tiempo y un lugar que resultan familiares a los miem-bros de una comunidad. Podemos citar unas cuantas de las relatadas por Abel: la

leyenda de Clavijo y del tributo de las Cien Doncellas ( versión cristiana medie-val del rito romano en honor a Ceres y que ha pasado a "la mitología popular como signo de la lucha de moros y cris-tianos" ); la leyenda, ligada con la ante-rior, de la joven Rosalinda; la historia del sacamantecas; la leyenda del "Mojón de los tres Reyes "; las leyendas terroríficas de las culebras; la leyenda de Los siete infantes de Lara, la flor del romancero; la leyenda de Yucut y Beatriz; las leyendas sobre el Cristo mendigo; etc. Estas y otras leyendas de distintas clases nacen, al decir de Abel, de la ignorancia y del miedo atávico a lo desconocido, pero al quedar grabadas en el alma de los pue-blos perduran más que la propia historia, ceñida a lo de fuera, a lo material, a lo aparente.

Este libro es un canto a la libertad, a los derechos y a la cultura de los de abajo, de los campesinos pobres, y a su tradición literaria oral, que se remonta a los anti-

guos aedos griegos, pasa por los juglares medievales y llega a los hogares de los pueblos donde, en la las largas noches de invierno, las abuelas contaban historias y leían para todos los miembros de la fa-milia a la luz del candil. ( Se puede se-guir gozando de la literatura de Abel sobre la Alcarama en su hermoso blog El canto del cuco ).

En Leyendas de La Alcarama, Abel Hernández nos vuelve a mostrar que la vida en estas tierras altas de Soria en los años 40 del siglo XX no distaba mucho de la que regía en época me-dieval. La épica, los mitos, las leyen-das, las supersticiones, atraviesan los siglos y aparecen vivos en los ritos y las mentalidades de las gentes que pueblan su obra para conmover al lector de hoy, trasladándole a un tiempo y una forma de vida que en el pasado parecieron inmóviles, y de los que hoy apenas quedan vestigios y la belleza inalterada de esa tierra.

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as tradiciones y los ritos son acicate y brújula para reunirnos en Fuentes y fortalecen los vínculos ya fuertes entre nosotros. Y ese “nosotros” no se refiere sólo a los nacidos en este pueblo, sino a todos aquellos a los

que abrimos nuestras puertas e infundimos alegría, diversión y bienestar.

Tiempos pasados y costumbres que deberían recuperarse, nos hacen recordar imágenes antes habituales y que ahora nos causan admiración y nostalgia.

Rondan los jóvenes mozos por las calles, bajo el cielo estrellado, bien entrada la noche, con el laúd o bandurria y la guitarra, como instrumentos de cuerda, la percusión sobre el almirez, el roce de la perra gorda -moneda de cobre- sobre el labrado cristal de una botella vacía de Anís del mono y, en días especiales, un acordeón para completar la rondalla. Este despliegue orquestal daba entrada a los cánticos copleros tradicionales o a otros nuevos surgidos de la inspiración provocada por una moza asomada a la ventana o del atrevimiento del mozo enamorado, cobarde o temeroso de los padres de la moza que le infundían de-masiado respeto para cortejarla a la luz del día.

El tronío salido de sus recias gargantas, hacía rimar las letrillas que, a veces, sobre el papel no rimaban. Todo un conjunto armonioso de luz musical, derro-che de juventud, vitalidad y de sana alegría.

Por Antonio del Barrio Marín

TradicionesTradiciones La ronda va por las callesLa ronda va por las calles

La madre que te parió debía ser confitera, por eso tienen sus hijas tan dulce la delantera.

Ya va la rubia a por agua a que le vean el pelo déjala que vaya y vuelva que ya caerá en el anzuelo.

El día que tu naciste nacieron todas la flores y en la pila del bautismo cantaron los ruiseñores.

Dices que tienes que tienes que tienes un olivar y lo que tu tienes son ganas de casar.

Los curas y taberneros son de la misma opinión cuanto más bautizos hacen más dineros al cajón.

Todos los que cantan bien tienen el morro torcido y yo como canto mal lo tengo como es debido.

Tu madre tuvo la culpa por dejar la puerta abierta yo por entrar a verte y tu por estarte quieta.

Las mujeres en la fuente, el lavadero y el horno hacen muchos casamientos pero pocos matrimonios.

Un día, viendo la televisión, me vino al pensa-

miento que sería bueno recuperar las coplas

que se cantaban en el pueblo cuando se ronda-

ba. Me puse manos a la obra y, poco a poco,

fui recordando algunas de las coplas o recurrí

a la memoria de la gente más mayor del pue-

blo. Por Jacinta Domínguez Castellano

Cuando pase por tu lado

no te pongas colorada

que se va a enterar tu madre

que hicimos en la calzada.

Tu madre a mi no me quiere

por que no tengo perrillas

pero tengo un lapicero

que me llega a la rodilla.

A conejo te convido

mañana voy a cazar,

si le tiro y no lo mato

te vuelvo a desconvidar.

La culebra en el camino

la pisan los carreteros

levanta la cola y dice:

no hay amor como el primero.

Me puse a echar un cigarro

por no perder la costumbre

y me tuvieron que dar

tabaco, papel y lumbre.

Villarraso está en el raso

Pobar en lo alto una cuesta

La Losilla en un barranco

para Fuentes dar la vuelta.

Qué te han hecho mis calzones

que tanto murmuras de ellos

en algunas ocasiones

bien que te arrimas a ellos.

Asómate a la ventana

y si no a ese ventanillo

y si no tienes ventana

baja a la puerta cariño.

Los pichones cuando nacen

nacen dándose besitos

cuándo querrá el cielo

que seamos pichoncitos.

Esta es la plaza señores

esta es la plaza y no hay otra

donde se torea el toro

y se juega a la pelota.

Las mariposas del campo

se alimentan con las flores

los tordos con las olivas

las mujeres con los hombres.

Si quieres que yo te quiera

dame huevos con tocino

dame buenas tortas fritas

y buenos tragos de vino.

En esta calle que entramos

hay una moza tetuda

que se ha quedado dormida

haciendo la levadura.

Ya se van los quintos madre

ya se va mi corazón,

ya se va el que me tiraba

piedrecitas al balcón.

Cuando venga de la siega asómate a la ventana que a un segador no le importa que le de el sol cara a cara.

Callejita estrecha y larga cuantas veces te he rondado y las que te rondaré cuando vuelva de soldado.

Cuando sales a la calle el sol deja de brillar porque tienes tu los ojos mas bonitos del lugar.

Si marchas a Barcelona no hagas lo que hizo tu tía que fue para hacerse monja y se metió ama de cría.

Mañana marcho a la mili con dolor de corazón, espero que cuando vuelva estés soltera mi amor.

Ahora si que estamos bien tu preñada y yo en la cárcel, a ti no habrá quien te meta y a mi no habrá quien me saque.

Señor alcalde mayor déjenos usted rondar que si usted tiene mujer yo la tengo que buscar.

En esta calle que entramos echan agua y salen rosas y por eso la llamamos la calle de las hermosas.

A continuación se reproducen algunas de las coplas recopiladas por Antonio del Barrio y Jacinta Domín-guez en su afán por recuperar viejas tradiciones.

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Con estos versos, el autor reflejó la realidad de la famosa transición española. Corrían los últimos años de la década de los 70 y aparecieron los líderes de los principales partidos políticos, los cuales han pasado a la historia como artífices de la citada transición. Son momentos novedosos para la inmensa mayoría de los españoles, llenos de ilusión y esperanza para algunos y de suspen-se para otros. El autor deja traslucir, con pincela-das irónicas, la inestabilidad e incertidumbre vivi-das en tan importantes momentos, que supondrían los cimientos de la España actual, preparada para la aventura europea y la apertura al mundo.

Para nuestra asociación y los amigos de Fuentes ocho días de verbena todos juntos se divierten.

Ya suben los segadores por la calle del Castillo a segar para una parva y ponerla bajo el trillo.

La morena y varios hombres, gaiteros y acompañantes se ofrecen a trabajar con hoces, zoqueta y dalle.

Y sin faltar el botijo de agua con anisete para calmarles la sed a esas animadas gentes.

Los borricos con el carro también hacen su labor: acarrear mies a la era y extenderla alrededor.

Ya está la parva esparcida, el sol ya va calentando, y los burros por delante el trillo van arrastrando.

¡Hay que machacar la paja para sacar limpio el grano!

Y suben los más valientes para regentar el trillo, pues les gusta recordar, lo que vivieron de niños.

A la una del medio día, recogida está la parva y nos vamos a comer, ¡ya aventaremos mañana!

Recordamos el pasado con ilusión y alegría ¡cuánto cuesta recrear lo que antaño se vivía!

Por David Castellano Castellano

RECORDAMOS EL PASADO

LA DEMOCRACIA

Los Reyes con democracia de la gente si se fían todos los días van de viaje Don Juan Carlos y Sofía.

El comunismo estuvo acecho ha resultado ser un pillo que puso para defenderse a Don Santiago Carrillo.

Es el Fraga, el de Alianza, hombre con mucha vista se ha quedado a proteger al tío capitalista.

Es Don Felipe González el que protege al obrero prometiéndole trabajo con cantidad de dinero.

Un día nos dijo Suárez: estamos en transición tenemos que apretar todos muy fuerte el cinturón.

Yo creo entendimos mal o por seguir como antes en lugar de llevar cinto vamos todos con tirantes.

Por eso la vida sube, van subiendo demasiado los pisos y los transportes, el butano y el calzado.

El Gobierno con los precios resulta ser muy amable y nos adorna las tiendas con un letrero “estable”.

En los Pactos de la Moncloa quedaron un veintidós y hay artículos que suben por lo menos ciento dos.

Sube la RENFE, el tabaco, correo y contribuciones, debe ser para pagar gastos de las elecciones.

La gente no está contenta y a veces hasta se indigna porque dicen que nos ponen muy cara la gasolina.

Las masas no están contentas y a veces hasta se inquietan

pues dicen que devalúan muy a menudo la peseta.

En el pacto de la Moncloa dicen que ha habido consenso pero es cierto que tenemos en España muchos censos.

La huelga se ha puesto de moda en España en general pidiendo menos trabajo y aumentar más el jornal.

Pues si alguno quiere ahorrar y asegurar su trabajo que invierta en bolsa que esa sí va para abajo.

Por Bernardo Calvo Martínez

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militar y que venía a pedirle dinero al padre para hacérselo llegar a su hijo. Ese año, el astuto timador, no más listo que el padre, le dio el nombre al judas: Vicente Concellón.

a figura de Judas, toma su nombre u origen en la persona de Judas apóstol, aquel que traicionó a Je-

sús en la última cena por 30 monedas, lo que llevó a Jesús a la cruz y a Judas a ser visto como el apóstol traidor que, arre-pentido por lo que había hecho, se ahor-có. Por eso desde muy antiguo cuando se quería insultar a alguien que te había engañado o traicionado se le decía “eres un judas”, ya que ser “un judas” pasó a ser sinónimo de traidor.

Desde entonces la figura de Judas traidor viene representada por un gran muñeco hecho de ropas viejas, relleno de paja, serrín, papeles y algún que otro petardo en los tiempos mas recientes. Este muñe-co se colgaba en un árbol o en la calle del pueblo la noche de Sábado Santo, para ser descolgado, arrastrado y quemado el Domingo de Resurrección después de la procesión.

Aquí, cuando llega la noche del Sábado Santo cuelgan los mozos un "judas" de trapo y paja que los niños arrastran y apedrean al día siguiente para acabar prendiéndole fuego. ("Doce viajes y una escapada". José María Moreiro. Ed. Prensa Española. 1972).

Por Nieves Valer Ramos

La figura de Judas traidor viene representada por un gran muñeco hecho de ropas viejas, relleno de

paja, serrín, papeles y algún que otro petardo en los tiempos mas recientes

Me cuentan los lugareños, que hace mu-chos años, antes de entrar a misa de Do-mingo, el judas o la judesa si la hacían las chicas, aunque parece que esto era más cosa de chicos, se colgaban en la plaza para que todos lo vieran antes de la pro-cesión del Domingo de Resurrección. Lo colgaban los mozos de lado a lado de la calle Concepción o en la calle Bajera, con los caños del pantalón un poco descosi-dos para que, cuando pasara la procesión, a los tirones de la cuerda por los mozos y a las sacudidas que le daban, cayera la paja. Daba igual a quien le tocara pasar, al cura, a la Virgen, a los feligreses que ese día lucían sus mejores galas, pues era primer Domingo de Pascua. Me dicen entre risas que cuando más lo sacudían era cuando pasaban las chicas.

Hubo una vez un cura nuevo que, tras decir la misa de Domingo de Resurrec-ción en el pueblo vecino, al venir a Fuen-tes y ver el judas colgado de lado a lado de la calle y recordando lo que vio el año anterior, les dijo a los vecinos: “la pro-cesión no sale si no quitan a ese mama-rracho de ahí”. Y la gente del pueblo le respondió: ”el pueblo no entra a misa si no sale la procesión”. Y la procesión salió y la tradición se cumplió.

La figura del judas habitualmente no representaba a nadie en con-creto a no ser que hubiera habido algún personaje singular ese año rondando por el pueblo. Cuentan que una vez apareció por Fuentes de Magaña un hombre que decía ser amigo de un joven del pueblo que estaba prestando el servicio

Costumbres y tradicionesCostumbres y tradiciones Una de JudasUna de Judas

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transportar dócilmente el 30% de su peso supuso un revolucionario avance en el trans-porte de mercancías.

El burro, el asno, el rucio o el jumento, que por varias acepciones se le conoce al animal, ya se usaba de porteador mucho antes que los caballos. Se domesticó por primera vez en Etiopía y Somalia hace unos 6.000 años y, desde entonces, ha cumplido su papel como animal de carga y tracción formando parte de la vida cotidiana de las zonas rurales.

El burro se identifica como un animal anodi-no, de baja inteligencia y persistente tozudez. La mala fama unida a su nombre equipara la palabra “burro” a insulto. Sinónimo de igno-rancia y terquedad, dícese del “hombre necio e ignorante, bruto, terco, cabezota…” Pero a pesar de esa fama, el burro es un animal noble e inteligente que ha inspirado fábulas, cuentos y canciones. Según la tradición cris-tiana, el asno fue testigo de excepción en el nacimiento de Cristo y acompañó serena-mente a María y José en el portal de Belén; fue compañero inseparable del sentencioso Sancho Panza en la inmortal novela de Mi-guel de Cervantes Don Quijote de la Mancha; y fue protagonista de la obra de Juan Ramón Jiménez Platero y yo, cuento donde aparece retratado como un personaje tierno y fiel, conmovedor y capaz de entretener a lectores de todas las edades.

Pero el desarrollo de las ciudades, la mecani-

zación del campo y la modernización de los transportes devaluaron la utilidad del burro en la sociedad, pasando de ser un animal im-prescindible para multitud de tareas a no tener hoy mucha utilidad. Ello ha provocado que en la mayoría de los países europeos ya no queden burros “de los de cuatro patas”. En nuestro país, más tradicional, todavía sobreviven algunas razas autóctonas, aun-que los especialistas alertan de que este animal doméstico está en peligro de extin-ción. Un dato es elocuente: De 1.200.000 ejemplares existentes en España al finalizar la Guerra Civil, hoy los expertos estiman que sólo subsisten alrededor de 50.000.

Pero seré optimista en cuanto a la supervi-vencia de esta especie a la que todavía le quedan amigos. Varias asociaciones pugnan por su conservación y le rinden homenaje con actos reivindicativos, con acciones de apadrinamiento para su cuidado o con diver-sos usos, como paseos por rutas naturales o terapias con personas con algún tipo de dis-capacidad o problemas psicológicos.

Terminaré estos apuntes sobre el pasado, presente y futuro del burro con unas bellas palabras de Juan Ramón Jiménez en su obra Platero y yo: "Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos. Sólo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro”.

ace un par de años pacía en este pueblo un borriquillo que un vecino adquirió y al que nos acostumbramos

a ver amarrado y tranquilo en las inmediacio-nes de la antigua escuela. Me inspiraba ter-nura y cierta tristeza al pensar que vivía en un lugar y en un momento en los que nadie lo necesitaba: ni había campesinos que precisa-ran de los servicios “laborales” de este ani-mal, ni niños que le hiciesen más llevadera y alegre su melancólica existencia. No se que habrá sido de aquel solitario animal, pero ya entonces decidí inmortalizarlo con mi cámara fotográfica y dedicar unas líneas a esos bu-rros que hace 50 años formaban parte de la fisonomía de los pueblos de España.

En alguna ocasión leí que en cada pueblo debería existir un monumento al burro, con una placa donde se leyese “El hombre a su compañero de fatigas”. Y ciertamente este es un animal que ha sido en el campo, durante milenios, un fiel compañero del hombre, in-dispensable para multitud de labores agríco-las y medio de transporte, lento pero seguro, de personas y enseres. Su capacidad para

Por Recaredo García Gaspar

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ntiguamente la fabricación de jabón se hacía en casa, pero hoy es una tradición que se está per-

diendo y, sin embargo, es una actividad sencilla y muy gratificante, además de una forma útil de reciclar los aceites de frituras utilizados en el hogar. Seguro que muchos de nosotros en alguna oca-sión hemos escuchado “¡Qué bueno era el jabón antes!; ¡ese si que dejaba la ropa blanca y no los que hay ahora!” Por ese motivo, me gustaría explicar la técnica que utilizaban nuestras abuelas para la elaboración del jabón.

La receta del jabón casero es muy anti-gua y, aún hoy, se elabora en algunos pueblos de España, más por tradición que por necesidad. Lo podemos utilizar para lavar a mano la ropa, ya que actúa como un buen quitamanchas, así como para fregar los platos o los suelos. Según cuentan nuestros mayores, en Fuentes de Magaña se utilizaba principalmente para el lavado de la ropa. Su elaboración era tarea propia de las mujeres de la casa y suponía, además, una forma sencilla y ecológica de reciclar mediante la reutili-zación de los aceites usados y de la gra-sa sobrante de la matanza del cerdo.

En un lugar ventilado como la calzada o el corral, se vierte el agua, el aceite y las grasas en un caldero metálico o en un bidón. Poco a poco se añade la sosa cáustica que, por tratarse de un producto que puede provocar quemaduras y lesio-nes en la piel, se debe manipular con gran precaución, siendo recomendable el uso guantes.

Todo ello se pone a calentar al fuego y se le va dando vueltas con un palo. Poco

a poco comienza a espesar tomando el aspecto de calostros (sino se hacen calos-tros se disuelve un poco más de sosa en agua y se añade a la mezcla), de forma que el agua se queda a un lado y el jabón al otro. Para comprobar si ha adquirido la consistencia adecuada se pone el palo con el que removemos en medio y, si éste queda tieso, ya esta lista la mezcla.

Se preparan unas cajas de cartón forradas de plástico en su interior que servirán de moldes. Con un cazo grande con agujeros vamos echando el jabón en estos moldes, dejando el agua sucia en el bidón. Una vez vertido, lo dejamos reposar 24 horas para que se enfríe y endurezca.

Por ultimo se corta con un alambre o un cuchillo en tacos cuadrados o rectangula-res con un tamaño adecuado a la mano.

Hoy en día que existen muchos productos en el mercado, el uso de esencias y colo-rantes naturales puede mejorar el aspecto y el aroma del producto final.

La tradición familiar ha demostrado con creces que este jabón es muy eficaz y duradero. Seguro que todavía hoy lo po-demos encontrar en alguna casa del pue-blo.

El jabón ya era utilizado desde el año 2.800 a.C. De esta época data un material

jabonoso encontrado en unos cilindros de arcilla durante una excavación ar-queológica en la ciudad de Babilonia. En estos cilindros había unas tallas que des-cribían el proceso de hervir las grasas con ceniza, método ancestral de fabrica-ción de jabón.

Es bueno hacer jabón casero porque el aceite que sobra en el hogar, si se tira por el fregadero, terminará en nuestros ríos. Una vez allí, forma una película que no permite la oxigenación y destru-ye peces y plantas acuáticas. Un litro de aceite contamina 50.000 litros de agua.

Por Nuria Domínguez Martínez

5 Kg. de aceite viejo, tocino rancio, manteca rancia, sebo de cordero…(cualquier tipo de materia grasa que ya no sirva para comer)

1 Kg. de sosa cáustica.

6 litros de agua.

Gior o detergente en polvo (esto sólo en épocas más recientes).

Actividades artesanalesActividades artesanales Así se hace el jabónAsí se hace el jabón

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MemoriasMemorias Aquellos añosAquellos años

Han pasado muchos años pero mantengo vivos los recuerdos y el afecto que os tenía y que mantengo de las buenas gentes de Fuentes de Magaña, Cerbón y Valtajeros. Muchos de vosotros erais unos niños cuando yo salí y varios de vuestros padres, tíos y abuelos ya han fallecido. Os confieso que fueron para mí unos años inolvidables y gozosos: por las celebraciones tan nutridas y participadas en los actos religiosos; por las veladas con niños y teatros con jóvenes; las partidas de guiñote en el bar; los ratos de caza con el amigo Fortunato, “el Piturro”; los cafés con el médico D. Abel; por el respeto, la confianza y la colaboración inolvidables.

Claro que no todo fue camino de rosas. También cometí errores y afronté duelos y quebrantos, pero la vida es así.

Os confieso que tuve un problema de conciencia con motivo de la Academia a pesar del interés, las atenciones y desvelos de los padres de sus hijos e hijas estudiantes por facilitarles un futuro mejor. ¿No estaré contribuyendo –me decía- con la Aca-demia a la despoblación de los pueblos? Tenía abierta la herida de lo que estaba aconteciendo con la sangría de la emigración en los pueblos de Tierra de Yanguas y San Pedro Manrique, particularmente Sarnago donde yo había vivido. Resolví el problema considerándolo como una tentación: si estos chicos y chicas de la Academia, en aquellos tiempos tan difíciles para muchos de acceder al estudio, logran hacer una carrera, ejercer su profesión y aman a su pueblo, serán una garantía y una espe-ranza para que su pueblo sobreviva y progrese.

Este amor a vuestro pueblo lo estáis demostrando también quienes desde la Asociación, entre las varias actividades, dedi-cáis esfuerzo y entusiasmo para editar la revista Los Pingotes.

Pues desde Los Pingotes, a vista y vuelo de pájaro, vaya esta breve y sencilla “confesión” de quien fue vuestro cura. ¿Queréis perdonarle? Os sigue recordando y queriendo con sincero afecto. Delfín Hernández Domínguez.

n aquella tarde plomiza del 29 de octubre de 1971, que terminó en una suave llovizna, salía, urgido por el obis-po, D. Teodoro, a mi nuevo destino en El Valle, como

cura de Valdeavellano de Tera y pueblos anejos. Con mi madre Margarita y tío Constantino en el 600; ¡Ah! Y el perro Fanrú, que apareció en el último instante, cuando el motor estaba ya en marcha. Iniciamos la salida. El camión de Fortunato de Cer-bón e Hilario al volante trasportaba los enseres.

Desde “Los Pingotes” quiero deciros que aquella salida me produjo un desgarrón por dentro, una herida en el alma, y por pudor o timidez me resistí a exteriorizar mis sentimientos como sí hacían mi madre y tío.

Iba a un lugar desconocido. Por fortuna tuve una acogida cor-dial. Y comenzaron a cicatrizar poco a poco las heridas, sin llegar a curarse del todo, de la despedida y separación de las personas que tanto quería y sigo recordando y queriendo.

Tuve que adaptarme a la nueva situación con gozoso entusias-mo durante las décadas de los años 70 y 80, a pesar del falleci-miento de mi tío “Co” en verano de 1982. Y en 1991 el de mi madre y tener que trasladar mi residencia a mi piso en Soria. Pero estoy llegando al final y he de volver al principio, al vera-no de 1963, cuando comencé a ejercer como vuestro cura, sin haber cumplido 24 años, y permanecer con vosotros ocho años y tres meses. Os dedico este poema que dice mucho en pocas palabras.

Por Delfín Hernández

PUEBLOS CON NOMBRE Y APELLIDO

Fresca la unción del crisma entre mis manos en tres pueblos con nombre y apellido estrenaba misión como escogido para servir Amor a los hermanos

de Fuentes de Magaña. A mis paisanos de cuna en Valtajeros. Nunca olvido Cerbón, ni la Academia, ni el latido de recuerdos calientes y cercanos.

Modesta fue la siembra. Mucho el grano: Sementera de números y letras, cosecha del saber siempre segura.

Esfuerzos y tesón, los estudiantes han forjado apellido en esta tierra de Fuentes de Magaña y de Cultura.

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Por Saturnina Gómez e Inma Sánchez

Al recibir esta revista ya estare-mos pensando en todos los pre-parativos necesarios (adornos, regalos, comidas, etc.) para ce-lebrar con alegría las navidades. Por esto os queremos hacer una propuesta muy de nuestro pueblo para las comidas de es-tas fechas: el perol de Navidad, también llamado perolo o remojón navideño.

Se pone la mitad de vino en un perol. Las manzanas se pueden hacer de dos formas: asadas un poco al horno o corta-das a cuartos y cocidas en el vino dentro del perol. Aparte se hierven en agua los higos secos durante 4 minutos y se escu-rren. Se ponen los higos ya cocidos en el perol con las manzanas cortadas, las ciruelas, las pasas, los orejones, el azú-car y la canela. Todo junto tiene que cocer a fuego lento en la mitad del vino. Transcurridos 5 minutos, cuando la manzana ya está un poco cocida, pero tiesa porque sino se deshace, se apaga el fuego y se añade el resto del vino. Se deja reposar todo por lo menos un día para que tome el gusto y ya está listo para tomar a temperatura ambiente.

Como veis la elaboración es fácil y el resultado muy apropiado para el frío de estas fechas en nuestra tierra pues, como podéis imaginar, se trata de una bebida muy nutritiva que da mucha energía y "calorcito" al cuerpo.

n casa siempre ha acompañado la cena de Nochebuena y la comida del día 25 de diciembre. Es una

bebida deliciosa que, además de beberla, se come pues, junto al vino, van frutas maceradas que le dan un toque muy di-ferente.

GastronomíaGastronomía El perol de NavidadEl perol de Navidad

● 3 litros de vino ● 1 Kg. de manzanas ● 300 gr. de ciruelas pasas con hueso ● 1/2 kg. de higos secos pa-jareros ● 300 gr. de orejones de me-locotón ● 150 gr. de pasas de Málaga ● 1 rama de canela ● 1/2 kg. de azucar (al gusto de cada uno)

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í, sí, estás leyendo bien. Con una piedra. Ni con papel Scottex do-ble capa con olor a lavanda, ni

con toallitas húmedas con aloe vera que se desintegran al tirarse al inodoro. ¡¡¡Con una piedra!!! Y si eras de los afortunados, puede que al llegar al corral en vez de una piedra encontraras corta-dos unos trozos de periódico para poder limpiarte el culo después de ir de vien-tre. Porque así era como antes se cagaba (y perdonad la expresión) en casa de nuestros abuelos. En el corral. Entre paja y excrementos que habían sacado de la majada y la corte. Y después te dejabas el culete limpio como los chorros del oro con una piedra o un trozo de periódico. No quiero ni imaginarme cómo acaba-ban tus posaderas el día que estabas in-dispuesto y tenías diarrea. Entre las heces líquidas y la tinta del periódico o los cantos de la piedra, el culo tenía que quedarte “pelao” como el de un mono. Eso sí, alguna ventaja tenía que tener. Hoy en día a muchos nos sentaría de miedo limpiarnos el trasero con la foto de algún político o alto cargo…

Y es que los hábitos higiénicos en aque-llos tiempos eran otro cantar. Si actual-

mente nuestros jóvenes pueden llegar a ducharse y cambiarse de ropa dieciocho veces al día, hace medio siglo los baños regulares y a conciencia eran casi desco-nocidos. Por aquel entonces, el lavado más frecuente era el que se hacía por par-tes y haciendo especial hincapié en aque-llas zonas que se mostraban en público. Antes de mandarlos a la escuela, a los niños se les lavaba la cara, las orejas, el cuello y las manos, porque al colegio se tenía que ir bien limpio. Y cuando los hombres venían de segar o trillar, tampo-co había ducha de agua caliente. Se lava-ban como podían con un caldero con agua y jabón en el portal o en la calzada, fro-tándose cara, cuello, “sobacos”, brazos y pies para desprenderse del polvo y del sudor o, cómo ellos decían, de la roña. Por increíble que parezca, la mayoría de casas no tenían cuartos de baño, ni grifos que te llevaran el agua hasta una habita-ción y ya ni hablar de agua caliente… Eso era ciencia ficción. Por ello, el baño de cuerpo entero era para ocasiones especia-les. En algunas familias, cada ocho o quince días aprovechando el domingo o la fiesta de guardar, se calentaba agua en un caldero y en un balde se daban un baño de verdad. O al menos era lo más parecido a lo que entendemos hoy en día por un ba-ño. Eso sí, en verano o para festividades como el día de la Virgen o de Santiago, los jóvenes aprovechaban la ocasión para irse a bañar y divertirse un rato en las pozas del río Monte y Bacentenares.

Pensad por un momento en todas esas cosas que hoy en día utilizáis en vuestra higiene sin que os llamen la atención y que, en aquellos tiempos, hubieran sido una auténtica novedad para nuestros fami-liares. Por ejemplo, el cepillo de dientes.

No deja de ser curioso que éste se inven-tara en España y sin embargo no se ex-tendiera su uso fácilmente. Según alguna encuesta, en 1951 una de cada cuatro mujeres no se lavaba nunca los dientes, y el 40% ¡sólo una vez al mes! Nada, amigos, ni cepillo eléctrico, ni Colgate total, ni seda dental… los dientes no se lavaban. Y otros artículos inimaginables son las “antiguas compresas”. Ni con alas, ni sin alas, ni con olor a rosas. Las mujeres de entonces utilizaban unos pañitos que enganchaban con unos im-perdibles a su ropa interior los días del mes que tenían la regla. Y luego, muy delicadamente, se encargaban de lavar y reutilizar dichos paños.

Ya veis, todo sorprendente y divertido. A los jóvenes de hoy en día se nos po-nen los pelos de punta al conocer los hábitos higiénicos de aquella época. Pero estoy segura que nuestros abuelos no eran más “guarros” que nosotros. Sólo lo tenían muchísimo más complica-do. Así que cuando os estéis dando esa duchita con agua caliente con efecto lluvia tropical o uséis ese desodorante que atrae a las mujeres, disfrutad, porque hace un tiempo para estar limpio, guapo y oler bien las comodidades no existían.

Por Silvia Marín del Barrio

Salud y remediosSalud y remedios ¿Cómo se limpiaba uno el culo con una piedra?¿Cómo se limpiaba uno el culo con una piedra?

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bajos de este tipo en La Rioja. La figura se ha construido a base de una estructura interna metáli-ca, revestida con fibras de carbono y de vidrio y con una capa final de resina de poliéster, para dar una mayor protec-ción a la figura. Su tama-ño espectacular alcanza los 30 metros de longitud y los 8 metros de altura.

La finalidad fundamental de su instalación es servir como reclamo para impulsar las visitas turísticas por la ruta de las icnitas en la co-marca de Tierras Altas y potenciar así el tu-rismo paleontológico como un atractivo recur-so que favorezca el sostenimiento de esta zona tan abandonada.

La maqueta ha costado 59.000 € más IVA, de los que la mitad han sido aportados por el grupo de acción local Proynerso y el resto se financiará por medio de patrocinios de em-presas y de la venta de loterías.

Desde el pasado mes de septiembre destaca junto al Yacimiento de Icnitas Miraflores I, una de las replicas de dinosaurio de mayor tamaño del mundo. Se trata de un brantosaurio o apa-tosaurio, uno de las especies herbívoras más grandes conocidas y que vivió a finales del Jurásico.

Su elaboración ha sido llevada a cabo por Ricardo González Gil, artista con gran expe-riencia en la materia por haber realizado tra-

Noticias brevesNoticias breves Crónica de Fuentes de Magaña y sus gentesCrónica de Fuentes de Magaña y sus gentes

El Ayuntamiento ha finalizando recientemen-te la construcción de un albergue de 29 pla-zas, que podría ampliarse en una 2ª fase, ya que la superficie de la primera planta de 300 m2, se duplica con una segunda altura adicio-nal que puede destinarse a usos diversos. Entre otros usos, este albergue, está pensa-do para su ocupación por colonias infantiles.

Según fuentes municipales, el coste del edifi-cio asciende a 247.000 € más IVA. La finan-ciación del 70% corre a cargo de la Asocia-ción comarcal para el desarrollo del Noreste de Soria -Proynerso- y el 30% restante lo sufraga la Mancomunidad de Tierras Altas por la participación de Fuentes de Magaña en el reparto de los beneficios que corres-ponden a los pueblos de la zona por la insta-lación y explotación de los aerogeneradores.

un suelo de baldosas de caucho. Este suelo tiene amortiguación y absorción de impactos, es un suelo elástico, se seca muy rápido y es antideslizante y muy resistente.

El coste total del parque ha sido de 20.000 €, financiados inicialmente con 10.000 proce-dentes de la venta de lotería, con 7.500 pro-cedentes del presupuesto del Ayuntamiento y con 2.500 aportados por la Asociación.

A finales del año 2011 se concluyó el proyec-to del parque infantil impulsado desde el Ayuntamiento de Fuentes de Magaña y que ha contado con la colaboración económica de la Asociación de Amigos de este pueblo.

Tras una primera fase ejecutada hace unos años, en la que se instalaron diversos ele-mentos de juego como el tobogán, el balan-cín y los columpios, a lo largo de 2011 se concluyó el proyecto con la delimitación y vallado del área de recreo y la colocación de

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Varios de nuestros socios han sido padres en 2012. Desde aquí te presentamos a sus hijos.

Manuel Díaz Marqués. 7 de julio. Carlos Marín Del Barrio. 6 de enero. Mateo Cacho Valer. 10 de agosto

taron en la sobremesa de un animado baile amenizado por el acordeonista Vitali. Otras actividades celebradas en la fiesta otoñal del Puchero fueron un concierto de acordeón de música barroca en la Iglesia de la Inmaculada Concepción, la presentación del nº 5 de la revista Los Pingotes y el estreno de la pelícu-la “Contamos contigo. V Semana Cultural”.

La finalidad de esta fiesta es ofrecer, también en el frío mes de diciembre, un motivo para acudir a Fuentes de Magaña, disfrutar de las actividades programadas y acompañar a quienes en invierno se sienten un poco solos en su militante vecindad.

Ya se ha convertido en tradicional. Por 5º año consecutivo, desafiando las frías fechas que giran en torno al Puente de la Inmaculada, los Amigos de Fuentes de Magaña programa-mos, del 3 al 5 de diciembre de 2011, la Fies-ta del Puchero. Un año más esta fiesta fue excusa para reunir en nuestro pueblo a mu-chos amigos y vecinos que compartieron mesa en el acto central de la fiesta: una comi-da “de puchero” celebrada en la Casa Conce-jo. El menú consistió en una reconfortante purrusalda y unas carrilleras guisadas. Unas 80 personas acudieron a esta comida y disfru-

Un año más, decenas de personas acompa-ñaron al Santo Cristo del Consuelo en la procesión que se celebra en su honor el 2º domingo de septiembre. Tradición y devoción atraen a niños, jóvenes y adultos.

El pasado 13 de octubre se casaron nuestros amigos Silvia y Raúl. La noche anterior, el padrino, Ángel Mari Castellano, ofreció una cena popular en Fuentes de Magaña, a la que estuvo invitado todo el pueblo.

La cena fue preparada por Melchor García y José Luis Valer “Chena” que, al frente de un grupo de volun-tarios, hicieron posible con su gran barbacoa la preparación de una cena para más 100 personas.

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