PARA LOS CORAS

ALLÁ HACE MUCHOS AÑOS, CUANDO JESUCRISTO MURIÓ, se reunieron a velarlo todos los mestizos y rodos los coras: como los coras se quedaron dormidos, al resucitar Jesucristo para elevarse al cielo, a los mestizos les heredó muchas cosas.

Pero ya cuando Jesús iba elevándose, un anciano indígena cora despertó y le grito diciéndole que qué les iba a dejar a ellos; entonces Jesucristo les arrojó el agua sagrada, las plumas sagradas, la pipa y el tabaco,

diciéndoles que con ellas se protegieran, se curaran de sus males y obtendrían todo lo que necesitaran; les dijo que el agua sagrada les serviría para limpiar sus almas; con las plumas sagradas, acercándoselas al oído derecho, recibirían las palabras de Dios Nuestro Señor, pero en realidad las escucharían en el izquierdo; finalmente, la pipa con el tabaco les serviría para limpiarse el cuerpo, pues el humo marea y mata las enfermedades y así se van del cuerpo.

PARA LOS CORAS

EL MUCHACHO, EL QUE ES PODERSOSO COMO DIOS, era pobre y los ricos no lo querían; pero cuando vieron que era buen hombre lo quisieron y lo invitaban a comer y él iba vestido como los mestizos; pero una vez fue vestido como andan los coras y cuando llegó a la casa se detuvo en la puerta y el dueño salió con un ocote a ver quién era. No reconociéndolo le gritó: ¡Vete de aquí indio puerco! Y con el ocote le quemó las piernas y los brazos. Al día siguiente los mestizos invitaron al muchacho otra vez pero entonces se fue vestido como los vecinos.

_ Aquí estoy para ver en que les puedo servir_ les dijo. _ No_ contestaron_ te hemos invitado a comer, no a que nos sirvas.

Se sentó a la mesa, tomó una pieza de pan y comenzó a frotarse todo el cuerpo con el pan.

_ ¿Por qué hace eso? _ le preguntaron_ lo hemos invitado a comer lo que nosotros comemos.

El muchacho respondió: ustedes no quieren que sea mi corazón el que coma, sino mi vestido. Miren, anoche era yo el que se acercó a la puerta, el hombre que salió a verme me quemó y me dijo indio puerco.

_ Pero, ¿era uste´? _ le preguntaron.

_ Sí, era yo. Como no me dieron nada ayer, veo que no soy yo a quien ustedes quieren dar de comer, sino a mi vestido y a mi vestido le daré todo_ y tomó el chocolate y el café y se los vació encima; hizo pedazos el pan y se lo echó encima. Dios me a echo indio en el mundo. Pero ustedes no hacen caso de los indios porque nos vestimos distintos. Tomó el resto de la comida para echarla sobre el caballo y la silla y se fue.

(CARL LUMHOLTZ, 1895)

ANTIGÜEDAD DE LOS NAYERITAS

…LO CIERTO ES, QUE ESTA NACION tiene antiquísima posesión de este intrincado laberinto de barrancas; pues por noticia inmemorial derivada de padres a hijos se sabe, que cuando vinieron los Mexicanos en busca de tierras para fijar en ellas el escudo de sus armas, ya eran Señores de estas Serranías los Nayeritas…

(JOSEPH DE ORTEGA, 1754)