el “jogo bonito” de la política

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EL BRASIL QUE RECIBE AL MUNDIAL Por Jorge Benedetti El “jogo bonito” de la política Atrás quedaron las imágenes de Luiz Iná- cio Lula da Silva llorando de emoción ante las cámaras al enterarse de que Brasil había sido elegida para organizar el cam- peonato mundial de fútbol de 2014 y los Juegos Olímpicos de 2016. Eran tiempos en los que, sentado en los foros de los países más poderosos del planeta, el país era un ejemplo de cómo combatir el ham- bre sin salirse del buen trato a los grandes centros financieros y sus intereses locales y externos. Todo cambió con la llegada de Dilma Rousseff. No porque haya habido un giro determinante en las políticas de gobier- no, sino, precisamente, porque llegaba el tiempo de profundizar los cambios socia- les y, encima, con variables macroeconó- micas más difíciles que las de años atrás. Una protesta con olor a primavera A mediados de 2013, miles de personas marcharon por las principales ciudades del país para demandar mejoras en el transporte público. En San Pablo, la ciu- dad industrial más poderosa de la región, quienes se movilizaron fueron jóvenes y estudiantes que le dieron ese perfume a “primavera árabe” que tanto les gusta a los dueños del pensamiento occidental. A esas protestas, denostadas en un primer momento por los medios hegemónicos y en poco menos de 24 horas reivindicadas como “indignación de los jóvenes”, se le sumó el reclamo por los gastos que el Es- tado estaba asumiendo para la prepara- ción de los estadios y las sedes para el Mundial 2014. Las concentraciones multitudinarias y la violenta represión de las fuerzas de segu- ridad paulistas –el estado es gobernado por el centroderechista Geraldo Alckmi– dejaron decenas de muertos, entre ellos el camarógrafo Santiago Andrade, de la Rede Bandeirantes, mientras cubría las protestas, al caerle en la cabeza un petar- do lanzado al parecer por un manifestan- te contra la policía. La respuesta de Dilma no se hizo esperar: “La energía que viene de las calles es ma- yor que cualquier obstáculo. No tenemos por qué permanecer inertes, incómodos o divididos. Por eso, traigo propuestas concretas y disposición política para que discutamos al menos cinco pactos”. La mandataria anunció la propuesta de or- ganizar un plebiscito en el marco de un gran pacto nacional sobre el sistema polí- tico, la salud, la educación y el transporte. Dilma tomó la iniciativa y frenó las pro- testas, pero no pudo evitar que el Mun- Pag. 28 Los brasileños aguardan ansiosos y expectantes el desarrollo de la Copa del Mundo, a pesar de los anuncios de manifestaciones por parte de sectores que se oponen al torneo. La posible reelección de Dilma, en los comicios de octubre próximo, es un hecho político aún lejano para el interés de los pentacampeones.

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Page 1: El “jogo bonito” de la política

EL BRASIL QUE RECIBE AL MUNDIAL

Por Jorge Benedetti

El “jogo bonito” de la política

Atrás quedaron las imágenes de Luiz Iná-cio Lula da Silva llorando de emoción ante las cámaras al enterarse de que Brasil había sido elegida para organizar el cam-peonato mundial de fútbol de 2014 y los Juegos Olímpicos de 2016. Eran tiempos en los que, sentado en los foros de los países más poderosos del planeta, el país era un ejemplo de cómo combatir el ham-bre sin salirse del buen trato a los grandes centros financieros y sus intereses locales y externos.Todo cambió con la llegada de Dilma Rousseff. No porque haya habido un giro determinante en las políticas de gobier-no, sino, precisamente, porque llegaba el tiempo de profundizar los cambios socia-

les y, encima, con variables macroeconó-micas más difíciles que las de años atrás.

Una protesta con olor a primavera

A mediados de 2013, miles de personas marcharon por las principales ciudades del país para demandar mejoras en el transporte público. En San Pablo, la ciu-dad industrial más poderosa de la región, quienes se movilizaron fueron jóvenes y estudiantes que le dieron ese perfume a “primavera árabe” que tanto les gusta a los dueños del pensamiento occidental.A esas protestas, denostadas en un primer momento por los medios hegemónicos y

en poco menos de 24 horas reivindicadas como “indignación de los jóvenes”, se le sumó el reclamo por los gastos que el Es-tado estaba asumiendo para la prepara-ción de los estadios y las sedes para el Mundial 2014.Las concentraciones multitudinarias y la violenta represión de las fuerzas de segu-ridad paulistas –el estado es gobernado por el centroderechista Geraldo Alckmi– dejaron decenas de muertos, entre ellos el camarógrafo Santiago Andrade, de la Rede Bandeirantes, mientras cubría las protestas, al caerle en la cabeza un petar-do lanzado al parecer por un manifestan-te contra la policía.La respuesta de Dilma no se hizo esperar: “La energía que viene de las calles es ma-yor que cualquier obstáculo. No tenemos por qué permanecer inertes, incómodos o divididos. Por eso, traigo propuestas concretas y disposición política para que discutamos al menos cinco pactos”. La mandataria anunció la propuesta de or-ganizar un plebiscito en el marco de un gran pacto nacional sobre el sistema polí-tico, la salud, la educación y el transporte.Dilma tomó la iniciativa y frenó las pro-testas, pero no pudo evitar que el Mun-

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Los brasileños aguardan ansiosos y expectantes el desarrollo de

la Copa del Mundo, a pesar de los anuncios de manifestaciones

por parte de sectores que se oponen al torneo. La posible

reelección de Dilma, en los comicios de octubre próximo,

es un hecho político aún lejano para el interés de los

pentacampeones.

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dial quedara en el centro de los cues-tionamientos y, sobre todo, no logró sobrellevar las presiones que le piden “mano dura” y “extremas medidas de se-guridad” para evitar las protestas durante el encuentro deportivo.A dos días de la muerte del camarógra-fo, el senador oficialista Jorge Viana, del Partido de los Trabajadores, propuso al Parlamento una Ley Antiterrorista que to-davía se está discutiendo. En ese contexto, fuerzas militares asumieron el control de 15 favelas en Río de Janeiro y lo manten-drán durante el mes que dure el Mundial.La FIFA, por su parte, cambió aquella cara de satisfacción porque el campeonato se realizara en Brasil y comenzó a cuestionar las demoras en las obras en algunas de las sedes, pero se alegró por los anuncios so-bre mayor control social para evitar que el negocio que seguirán millones de perso-nas se vea empañado por ese cóctel ex-traño de cuestionamientos que provienen, en gran medida, de los sectores medios y medios altos y no de los pobres, que es-peran con ansiedad el inicio del Mundial.“Las protestas que no son pacíficas invo-lucran a personas que sólo quieren crear problemas, que se enfrentan a la auto-ridad, y la única forma de desactivarlas es utilizar a la policía para tener a estas personas bajo control”, dijo el secretario general de la FIFA, Gerome Valcke, en una conferencia de prensa en Río.

Por su parte, una organización civil que tiene representación en varias ciudades del país es la encargada de promover las protestas y de mantener en vilo a la políti-ca con su llamado a no dejar las calles. “Ni la violencia policial ni el discurso de des-calificación nos deben impedir de ejercer el derecho constitucional de protestar, en especial contra una Copa viciada –en elitismo, represión, sexismo, pérdida de soberanía, despilfarro y corrupción– como la que se avecina. Entonces, que en 2014 hagamos de las calles y avenidas de la ciu-dad las auténticas gradas del país”, señala en su página web el “Comitê Popular de la Copa de São Paulo”.

Fútbol y política, una eterna pareja

A pesar de las protestas y de que Brasil dejó de ser un posible aliado de los cen-tros financieros porque amenaza con ce-rrar filas con los otros miembros del BRIC –bloque de países que integra junto a Ru-sia, India, China y Sudáfrica–, la Presidenta sigue siendo gran candidata para ser re-electa en las elecciones del 5 de octubre próximo.Con casi el 50 por ciento de las preferen-cias y una intención de voto directa, según la última encuesta de la empresa Ibope, del 25 por ciento, Rousseff juega sus car-tas más fuertes en estos días en los que el

fútbol detiene al mundo. Aunque mantie-ne los logros alcanzados en la continui-dad del gobierno de Lula, enfrenta difi-cultades macroeconómicas por la crisis internacional. Pero espera, como tantas veces vimos en el mundo, que la alegría deportiva cambie los humores de la ciu-dadanía y la deje bien posicionada para octubre.Mientras tanto, la FIFA, que continúa con sus reclamos de represión de las protes-tas y cuestiona las demoras en la orga-nización del Mundial, ya vendió casi tres millones de entradas.

EL JUEGO DE LA COPA