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7 Estudios Atacameños N° 25 - 2003 1 Instituto de Investigaciones Arqueológicas y Museo R. P. Gustavo Le Paige s. j., Universidad Católica del Norte, San Pedro de Atacama. Email: [email protected]; [email protected] 2 Programa Magíster Universidad Católica del Norte-Univer- sidad de Tarapacá. Email: [email protected]; [email protected] Introducción La creciente identificación de implementos metá- licos, más de estatus que domésticos, a lo largo de las secuencias regionales del área y su ocurren- cia en territorios carentes de recursos, junto al de- sarrollo de criterios metodológicos adecuados, han sustentado la idea de que en el pasado existió un intenso tráfico de metales (A. R. González 1979; Lechtman 1980 y 1997; L. R. González 2001; Núñez 1987). Hace ya dos décadas, a partir de la distribución de los recursos mineros andinos, Lechtman (1980) propuso al Area Centro Sur y parte de la Meri- dional, como uno de los dos centros metalúrgicos prehispánicos con innovaciones tecnológicas de repercusión interregional. En efecto, los tempranos registros de la Fase Tilocalar (1190 AC-470 AC) en el norte de Chile demuestran que las tradicio- nes minero-metalúrgicas de la Circumpuna de Atacama y Altiplano Meridional son independien- tes, y provienen de experiencias formativas tem- pranas con especializaciones de oficios en con- textos pastoriles surandinos (Núñez 1994; Ponce 1970). Su patrón de registro se relaciona con un tráfico de larga distancia, a juzgar por la presen- cia de turquesa y lapislázuli en los Andes Centra- les y Septentrionales, atribuida a interacciones con el desierto chileno (Marcos y Norton 1979 Ms: 9; Petersen 1970: 13). Posteriormente, con la hegemonía Tiwanaku, la actividad minero-metalúrgica local alcanzó un alto El campamento minero Chuquicamata-2 y la explotación cuprífera prehispánica en el Desierto de Atacama LAUTARO NÚÑEZ A., 1 CAROLINA AGÜERO P., 1 BÁRBARA CASES C. 2 Y PATRICIO DE SOUZA H. 2 RESUMEN Se presentan los primeros estudios del campamento mi- nero Chu-2 con evidencias de explotación cuprífera pre- via al dominio inca, utilizado desde fines del Período Formativo, hasta el Intermedio Tardío, constituyendo el primer asentamiento de este tipo reconocido en el sector de Chuquicamata-Tomic. La relación de tareas mineras extractivas, asociadas a alfarería de las cuencas del Loa y Atacama, Altiplano Meridional, Valles Occidentales de Tarapacá, y rutas caravaneras, posicionan a Chu-2 como un sitio clave para entender las labores mineras fuera de los valles, en un medio alejado de los recursos de agua, dando cuenta del objetivo minero vinculado a afloramien- tos de atacamita, cobre nativo y de color, que incluían tanto la materia prima para fundido, como para aplica- ciones ritualísticas y de ornato. Se propone que represen- ta a grupos mineros provenientes de asentamientos esta- bles no como eventos aislados ni espontáneos, sino al in- terior de políticas expansivas de explotación de las po- blaciones del río Loa Medio-Superior y de San Pedro de Atacama. Palabras claves: asentamientos – minería prehispánica desierto de Atacama. ABSTRACT This work gives the results of the first studies carried out in mining camp Chu-2, with evidence of copper exploitation activities previous to Inca rule. This site is the first of its kind in the Chuquicamata-Tomic area, and was occupied from close to the end of the Formative Period, until the Late Intermediate. The relationship between extractive mining activities, associated to ceramics from the southern Altiplano, the occidental valleys of Tarapaca, the Loa and Atacama basins, and their caravanning routes, position Chu-2 as a site that is a key to the understanding of mining labour outside the valleys, in environments far from any water resource. This enables an account of the purposes of Atacamita, and native and coloured copper mining, from the uses of the material that was needed for smelting and those used in ornamental and ritual applications. We propose that the site does not represent an isolated or spontaneous event, but the presence of mining groups that came from stable settlements, suggesting expansive exploitation politics that stemmed from the middle and higher Loa regions and San Pedro de Atacama. Key words: settlements – pre-Hispanic mining – Atacama Desert. Recibido: agosto 2003. Manuscrito revisado aceptado: enero 2004.

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EL CAMPAMENTO MINERO CHUQUICAMATA-2 Y LA EXPLOTACION…

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Estudios Atacameños N° 25 - 2003

1 Instituto de Investigaciones Arqueológicas y Museo R. P.Gustavo Le Paige s. j., Universidad Católica del Norte, SanPedro de Atacama. Email: [email protected];[email protected]

2 Programa Magíster Universidad Católica del Norte-Univer-sidad de Tarapacá. Email: [email protected]; [email protected]

Introducción

La creciente identificación de implementos metá-licos, más de estatus que domésticos, a lo largode las secuencias regionales del área y su ocurren-cia en territorios carentes de recursos, junto al de-sarrollo de criterios metodológicos adecuados, hansustentado la idea de que en el pasado existió unintenso tráfico de metales (A. R. González 1979;Lechtman 1980 y 1997; L. R. González 2001;Núñez 1987).

Hace ya dos décadas, a partir de la distribuciónde los recursos mineros andinos, Lechtman (1980)propuso al Area Centro Sur y parte de la Meri-dional, como uno de los dos centros metalúrgicosprehispánicos con innovaciones tecnológicas derepercusión interregional. En efecto, los tempranosregistros de la Fase Tilocalar (1190 AC-470 AC)en el norte de Chile demuestran que las tradicio-nes minero-metalúrgicas de la Circumpuna deAtacama y Altiplano Meridional son independien-tes, y provienen de experiencias formativas tem-pranas con especializaciones de oficios en con-textos pastoriles surandinos (Núñez 1994; Ponce1970). Su patrón de registro se relaciona con untráfico de larga distancia, a juzgar por la presen-cia de turquesa y lapislázuli en los Andes Centra-les y Septentrionales, atribuida a interacciones conel desierto chileno (Marcos y Norton 1979 Ms: 9;Petersen 1970: 13).

Posteriormente, con la hegemonía Tiwanaku, laactividad minero-metalúrgica local alcanzó un alto

El campamento minero Chuquicamata-2y la explotación cuprífera prehispánica en el Desierto de Atacama

LAUTARO NÚÑEZ A.,1 CAROLINA AGÜERO P.,1 BÁRBARA CASES C.2 Y PATRICIO DE SOUZA H.2

RESUMEN

Se presentan los primeros estudios del campamento mi-nero Chu-2 con evidencias de explotación cuprífera pre-via al dominio inca, utilizado desde fines del PeríodoFormativo, hasta el Intermedio Tardío, constituyendo elprimer asentamiento de este tipo reconocido en el sectorde Chuquicamata-Tomic. La relación de tareas minerasextractivas, asociadas a alfarería de las cuencas del Loay Atacama, Altiplano Meridional, Valles Occidentales deTarapacá, y rutas caravaneras, posicionan a Chu-2 comoun sitio clave para entender las labores mineras fuera delos valles, en un medio alejado de los recursos de agua,dando cuenta del objetivo minero vinculado a afloramien-tos de atacamita, cobre nativo y de color, que incluíantanto la materia prima para fundido, como para aplica-ciones ritualísticas y de ornato. Se propone que represen-ta a grupos mineros provenientes de asentamientos esta-bles no como eventos aislados ni espontáneos, sino al in-terior de políticas expansivas de explotación de las po-blaciones del río Loa Medio-Superior y de San Pedro deAtacama.

Palabras claves: asentamientos – minería prehispánica –desierto de Atacama.

ABSTRACT

This work gives the results of the first studies carried outin mining camp Chu-2, with evidence of copperexploitation activities previous to Inca rule. This site isthe first of its kind in the Chuquicamata-Tomic area, andwas occupied from close to the end of the FormativePeriod, until the Late Intermediate. The relationshipbetween extractive mining activities, associated toceramics from the southern Altiplano, the occidentalvalleys of Tarapaca, the Loa and Atacama basins, andtheir caravanning routes, position Chu-2 as a site that isa key to the understanding of mining labour outside thevalleys, in environments far from any water resource. Thisenables an account of the purposes of Atacamita, andnative and coloured copper mining, from the uses of thematerial that was needed for smelting and those used in

ornamental and ritual applications. We propose that thesite does not represent an isolated or spontaneous event,but the presence of mining groups that came from stablesettlements, suggesting expansive exploitation politics thatstemmed from the middle and higher Loa regions and SanPedro de Atacama.

Key words: settlements – pre-Hispanic mining – AtacamaDesert.

Recibido: agosto 2003. Manuscrito revisado aceptado: enero 2004.

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grado de perfeccionamiento estilístico y acrecen-tó la producción de objetos de uso doméstico (cu-charas, pinzas, cinceles, mazas), de ornamentos(cintillos, vasos libatorios, cascabeles, campani-llas) y bienes de prestigio (hachas), confecciona-dos en cobre, oro, plata, estaño y plomo, ademásde sus respectivas aleaciones (Tarragó y L. R.González 1998; Lechtman 1984; Lechtman y A.R. González 1991; Núñez 1994).

Precisamente, el campamento Chuquicamata-2(Chu-2) datado por C14 en 780-1020 DC, seríaparte de un régimen laboral local instalado en unade las áreas más altamente mineralizadas del nor-te de Chile durante los últimos eventos del flujoTiwanaku. En este sentido, las labores mineras re-quieren del apoyo de los recursos agroganaderosdel río Loa, ya que los sitios de extracción estánalejados de los valles en un medio de máximaaridez. Se trata de afloramientos cupríferos ex-puestos, en cuyo entorno se establecieron campa-mentos de labor a lo largo del cinturón de cobre(Sutulov 1978) por lo menos desde los 700 a 1400DC, antes de las ocupaciones incas y españolas(Núñez 1998 Ms y 1999 Ms).

Posteriormente, las actividades extractivas se re-flejan en el curso medio del río Loa, a través delcementerio Chunchurí o Dupont, datado a los 1390DC, con evidencias vinculadas con el distritocuprífero aledaño. Sólo en tres enterramientos(uno colectivo datado) excavados por el primerautor (Núñez 1968) se detectaron variascampanitas plegadas, placas de cobre y pequeñasláminas de oro. La excavación allí realizada pre-viamente por Uhle (1913), a juzgar por el inven-tario inédito, habría recuperado cerca de 204 cuer-pos agrupados en un número desconocido de tum-bas colectivas e individuales. De este contextoprovienen campanitas de cobre y oro, unaplancheta de oro con cabeza de felino, placas rec-tangulares, discos, tubos, hojas de hachas, unaplaca de cobre en forma de ‘T’ y fragmentos deóxido de fundición. Como esta población se em-plazaba en Calama junto al río, es probable quegrupos de mineros especializados de este u otrositio del Loa acudían antes de los incas a las mi-nas de Chuquicamata.

Es muy posible que las labores de fundición serealizaran junto a los bosques de Calama, puestoque recientemente se han registrado restos deguayras, correspondientes a fragmentos de cerá-

mica con escoria adherida, asociados a mineral decobre molido, en tres colinas al este de aquella ciu-dad. Se trata de pequeñas fundiciones de cobreapoyadas por la acción eólica, asociadas precisa-mente a la cerámica Dupont (Núñez 2001 Ms).

En el Loa inferior, Latcham (1938) también seña-ló para Quillagua una alta presencia de objetosmetálicos en ofrendas funerarias, ratificado porotros objetos similares con fechas tempranas des-de los 600 AC en formaciones tumulares deQuillagua-89, con evidencias de placas y cuentastubulares de cobre martillado, al 1000 DC, estavez en el Cementerio Oriente (Qui-01) con regis-tro de brazalete y placa de metal (Agüero et al.1997, 1999 y 2001). De manera contemporáneaal sitio anterior, en la aldea La Capilla, se consta-taron 18 fragmentos de moldes para fundir barrasde cobre (Cervellino y Téllez 1980). En general,las lingoteras permitieron la circulación de barrascomo “preformas”, que luego eran martilladas y/orefundidas para lograr una función específica. Laausencia de moldes con diseños definidos sugieremás bien una acumulación excedentariainterregional de matrices metálicas o lingotes, tras-ladadas en una amplia red de tráfico regional, yque se transformaban en múltiples objetos refun-didos de acuerdo a los requerimientos del gruporeceptor. Se puede sostener, entonces, que loshabitantes del río Loa, oasis atacameños y aque-llos de la costa del desierto de Atacama organiza-ban grupos mineros en los distritos con mayoresrecursos desde antes de los incas.

Durante la expansión inca se amplió la escala delas labores mineras por sobre la producciónagropecuaria, sumándose a las instalaciones deCerro Verde y otras del Loa Superior y Medio, laexplotación de más distritos mineros que ahorase conocen como Chuquicamata, El Abra y Tomic,con similares componentes culturales, bajo el con-trol directo de la administración incaica, pactadacon los curacas locales (Uribe y Carrasco 1999;Núñez 1999; Salazar et al. 2001). Por otra parte,las palas y vasijas de la mayoría de los sitios mi-neros incas se corresponden con logros tecnoló-gicos del Período Intermedio Tardío: tiposcerámicos Turi alisados, revestidos, Dupont,Ayquina y S. P. Rojo Violáceo, es decir, aquellosque integran el componente Loa-San Pedro (Uribe1997 y 1999). Esto significa que los bienes deproducción y de uso ya eran suficientemente idó-neos durante la aplicación de la política de ex-

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pansión minera incaica, manteniéndose las tecno-logías previas, en un territorio integrado por susvalores más mineros que agrarios, a través de unaintervención inca más directa de lo que se habíasupuesto (Uribe y Carrasco 1999; Núñez 1999).En este escenario, los distritos cupríferos, inclu-yendo turquesa, crisocola u otras rocas preciosasde la Puna de Atacama, fueron relevantes en lasecuencia regional, reflejándose en los contextosfunerarios. No obstante, la naturaleza de los cam-pamentos de labores incas y preincas, sólo recien-temente se han descrito sus primeras instalacio-nes identificadas junto a las minas específicas(Núñez 1999; Salazar et al. 2001).

Ocupación humana del distrito mineroChuquicamata

Los estudios de impacto ambiental arqueológicohan permitido explorar áreas con recursos mine-ros, abriendo insospechadas expectativas paraidentificar instalaciones y tráfico minero insertosen locis extractivos óptimos, alejados de las mo-dalidades domésticas presentes en los núcleos al-deanos (Núñez 1999). En esta oportunidad se sin-tetiza una investigación inserta en el “Programade Protección y Educación de los Valores Arqueo-lógicos de la Segunda Región”, que desarrolló la

ex División Radomiro Tomic de CODELCO, enla que fue posible estudiar en detalle el campa-mento Chu-2, que presenta depósitos correla-cionados con redes minero-extractivas anterioresa la ocupación inca (Figura 1).

Los sitios localizados en los distritos mineros deChuquicamata, Tomic y El Abra documentan unsistema de campamentos extractivos relacionadosentre sí, situados en espacios de alto rendimientominero-metalúrgico, y que comprende una secuen-cia ocupacional, cuya profundidad cronológicasugiere ocupaciones formativas hasta incaicas,coloniales, incluyendo el siglo XX, con intensaactividad minera. La presencia de martillos, mi-nerales de cobre triturados, tiestos, contenedoresde agua y socavones, indican acciones especiali-zadas en labores extractivas, con actividades aso-ciadas de consumo, preparación de cargas, man-tención de caravanas, descanso, traslado de gen-tes, recursos y minerales seleccionados.

De acuerdo al total de los sitios registrados, sepuede afirmar que las ocupaciones se insertaronen un medio alejado de los recursos de agua, dan-do cuenta de un objetivo minero inequívoco, aso-ciado a ricos afloramientos de atacamita superfi-ciales y cobre nativo, que incluían tanto la mate-

Figura 1. Mapa de ubicación del sitio Chu-2 en el distrito arqueológico de Chuquicamata-Tomic, y las principales rutas prehispánicasde interacción regional.

Ubicación de los sitios prehispánicosPuntos referencialesRutas prehispánicasQuebradas

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ria prima para fundido (atacamita) como para apli-caciones ritualísticas y de ornato (p.e., crisocola).Es decir, representan a colonos mineros provenien-tes de las aldeas estables del río Loa Medio-Su-perior y cuenca de San Pedro de Atacama no comoeventos aislados ni espontáneos, sino al interiorde políticas de dominio por parte de los curacaslocales, y luego bajo el régimen incaico.

Es posible que durante tiempos formativos estosdistritos mineralizados ya hayan sido ocupados ajuzgar por la cerámica negra pulida de paredesdelgadas (Sequitor) en torno a la aguada cercanaa la mina de El Abra (Ab-33) (Núñez 1998 Ms y1999; Salazar et al. 2001). Posteriormente, otrosgrupos de tareas específicas se desplazarían poruna red de rutas caravaneras que tienen un puntode encuentro en el salar de Cere. Desde aquí, seintroduce un ramal a Chu-5 que, en su rol depaskana principal, fue ocupado desde el PeríodoIntermedio Tardío al contacto colonial. El otroramal se introduce por un portezuelo haciaChu-10 y Chu-2, a través de la serranía deChuquicamata. Las rutas preincaicas y sus ritua-les en los sitios Chu-7, Chu-8 y Chu-9 indicaríanque los rumbos caravaneros sobrepasaron el áreamineralizada de la serranía de Chuquicamata-Tomic, orientándose a la ruta preinca que uneCalama con la vertiente de quebrada Chug Chug,enfrentada a los geoglifos del camino a Chuqui-camata, cerro de Chug Chug, vertiente de que-brada Chug Chug (Briones et al. 1997 Ms) y oes-te Chuquicamata hasta alcanzar la desemboca-dura del Loa por Quillagua, incluyendo allí eldesvío a los Valles Occidentales de la I Región(Tabla 1).

Por todo lo anterior, se admite que durante elPeríodo Intermedio Tardío se desarrolló un siste-ma de ocupación minero-extractivo, con campa-mentos y rutas procedentes de las aldeas perma-nentes, preferentemente del río Loa Medio y Su-perior, orientados a la explotación de los distritosde Chuquicamata-Tomic y El Abra, con conexio-nes con las tierras bajas y el litoral desde etapasformativas e intermedias tardías, hasta incluir con-tactos incas, hispánicos y arrieros o pirquinerosaislados de tiempos subactuales.

Precisamente, las excavaciones en el campamen-to Chu-2 se han privilegiado por constituir hastaahora el único sitio que daría cuenta de activida-des humanas en el desierto extremo, vinculado con

actividades mineras y tráfico caravanero prein-caico, que permitiría explicar la integración de losasentamientos del río Loa Medio y Superior conáreas de recursos mineros y costeros a nivel re-gional.

Se propone que el contexto minero-extractivo lla-mado “Hombre de Cobre”, registrado en el siglopasado en una mina de Chuquicamata (Bird 1977y 1979), corresponde precisamente a un eventocontemporáneo con el campamento Chu-2. Se tratade un joven polifracturado fallecido en plenas la-bores extractivas, proveniente de un socavón don-de cumplía labores en una serranía inhóspita(2600-2800 m.snm), sin recursos locales de sub-sistencia, a no más de 21 km del río Loa (sectorCalama). Presenta un cuerpo bien conservado ycorpulento con manos fuertes y uñas desgastadaspor las labores extremas, distantes de su núcleoaldeano, como parte de una colonia o fuerza detarea trasladada para ejecutar actividades minerasextractivas. Usa un trenzado compuesto por trescoletas amarradas a cada lado y tobilleras en lospies. Está cubierto sólo por un cobertor púbicotejido en faz de urdimbre sujeto a la cintura poruna faja. Además, fue hallado junto a cestos uncapacho de cuero, grandes martillos líticos y unapala con mango de madera atado con cuero. Lapala se ajusta a las lajas plaquiformes confirmán-dose el doble patrón de uso tanto agrario comominero, tal como se había propuesto para Caspana(Uribe y Carrasco 1999). Los martillos presentanmangos completos, es decir, con varas tensionadascon cueros que, a su vez, ajustan el percutor deroca, asemejándose a los usados durante la etapaincaica en la cercana mina El Abra, demostrandode paso que la tradición minera extractiva fue yaespecializada antes del Período Intermedio Tar-dío y, obviamente, antes de los incas. De tal modo,los incas no habrían aportado innovaciones tec-nológicas para el trabajo minero (Núñez 1999).Fuera de dudas, trabajadores con los atributos del“Hombre de Cobre” debieron vivir y trabajar encampamentos, como el que se tratará aquí. Tantoel tipo físico como sus objetos y los sitios asocia-dos, con seguridad señalan que estos mineros es-pecialistas provienen de las poblaciones agro-ganaderas del río Loa y San Pedro de Atacama,incluso durante el dominio inca.

Se sabe que durante la ocupación inca este terri-torio fue más proclive a la explotación minera, talcomo se ha observado en la actual mina El Abra.

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EL CAMPAMENTO MINERO CHUQUICAMATA-2 Y LA EXPLOTACION…

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Observaciones

Instalaciones mineras, estructuras ybasural.

Asentamiento asociado a rutas caravaneras,con activades intra y extramuro.Identificación de depósitos subyacentes yfragmentación cerámica, restos líticos yorgánicos.

Recinto aislado.

Asentamiento con recintos y bodegas,ausencia de restos culturales superficiales.El diseño de una estructura trapezoidalpodría sugerir su relación con la ocupaciónincaica.

Asentamiento con recintos semicircularesaglomerados asociados a rutas caravanerasy cerámica del período Intermedio Tardío eHispánico colonial.

Asentamiento menor con recintos circularesy ausencia de restos culturales.

Paskana con posibles restos prehispánicosy fragmentos de botija colonial, asociado arutas orientadas al Pacífico (red Calama-Quillagua).

Paskana asociada a portezuelo y rutasorientadas al Pacífico (red Calama-Quillagua).

Senderos del patrón “rastrillo” asociados a“quiebras” de cerámica del PeríodoIntermedio Tardío del río Loa, altiplano yS. P. de Atacama. También cajita deofrendas y material lítico. Ruta se orientaal Loa Medio, a la conexión Calama-Quillagua-Costa-Valles Tarapaqueños.

Instalaciones mineras, estructuras y laboresjunto a la galería semivertical.

Paskana con restos de mineral de cobre notriturado y bastante cerámica loína delPeríodo Intermedio Tardío.

Sitios

Chu-1

Chu-2

Chu-3

Chu-4

Chu-5

Chu-6

Chu-7

Chu-8

Chu-9

Chu-10

Chu-11

Coordenadas UTM(E/N)

513.200 / 7.541.300

509.364 / 7.539.977

509.370 / 7.543.406

510.968 / 7.545.594

522.832 / 7.541.935

520.864 / 7.542.720

509.083 / 7.552.971

507.456 / 7.554.155

511.370 / 7.550.819

507.995 / 7.539.058

508.250 / 7.554.348

Tipo de sitio

Instalación minera

Campamento

Recinto aislado

Campamento

Campamento

Campamento

Estación de tráfico

Estación de tráfico

Rutas con rituales detráfico caravanero

Instalación minera

Estación de tráfico

Cronología

Histórico subactual(s. XX)

Prehispánico

Histórico subactual(s. XX)

Prehispánico

Prehispánico conreocupaciones

Prehispánico

Prehispánico (?)Hispánico(s. XVII)

Histórico subactual(s. XX)

Prehispánico

Histórico subactual(inicios s. XX)

Prehispánico

Descripción

2 recintos de minaCorina y accesorios

8 estructuras orecintos pircados

1 estructura o recintopircado simple

19 estructuras orecintos pircados

27 estructuras orecintos pircados

4 estructuras orecintos pircados y8 depresiones

2 estructuras orecintos pircados yfoso relleno

5 estructuras orecintos pircados yportezuelo con rutas

Rutas asociadas aofrendas de partículasde cobre, cerámica ymarcas de piedras

2 recintos, 3 piques y3 canchas empedradas(“La Salvadora”)

1 recinto estructuradocon depresionesasociadas

Tabla 1. Listado y principales características de los sitios del área Chuquicamata-Tomic.

En efecto, a unos 10-15 km al noroeste del ríoLoa (estación Conchi), mayormente en las que-bradas llamadas de la Aguada, en razón de la prin-cipal vertiente ubicada en su cabecera y quebrada

Las Ruinas, se localizaron sitios vinculados conminas prehispánicas, incluyendo el sector colo-nial de la fundición de Conchi Viejo, en cotas al-tas del orden de los 3.000 a 3.500 m.snm. Preci-

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samente, en la segunda quebrada se ubicaron si-tios relacionados directamente con la principalmina inca local llamada El Abra (Ab-35, Ab-36,Ab-37 y Ab-38) (Núñez 1999; Salazar et al. 2001).

En El Abra, la presencia de socavones amplios,canchas, muros de contención de aluviones sobreel área de extracción, junto a cientos de martillos,campamentos de fuerza de tareas y un gran asen-tamiento inca, dan cuenta de una activa labor entorno a las vetas cupríferas locales. El inicio de laocupación del sitio ha sido datado por C14 (car-bón) en una edad calibrada de 1475 a 1675 DC(Núñez 1999). Este rango de tiempo se relaciona,en su sigma mínimo, con los asentamientos incaslocales, de momentos posteriores a la FaseQuinchamale del Loa Superior, es decir, hacia1470-1535 DC (Berenguer 1995).

En relación a la cronología posterior al inca sehan identificado vestigios de fundición junto a laiglesia de Conchi Viejo, donde se ha documenta-do la localización de un importante centro mine-ro perteneciente al siglo XVIII, que incluía lamano de obra local atacameña. En este sentido,las vetas de las quebradas de Las Aguas y LasRuinas no parecen haberse explotado intensamentedespués del episodio inca-local, sin reocupacionescoloniales hispánicas (Núñez 1999).

Hasta ahora, no se habían registrado ocupacionesextractivas prehispánicas fuera del Loa, constitu-yendo los sitios del sistema Chuquicamata-Tomicy El Abra los primeros en afiliarse por su cerá-mica, martillos y estructuras residenciales y delabor, a una etapa inca-local y anterior (Núñez1999; Salazar et al. 2001). Aunque los sitios delsistema inca son más o menos sincrónicos, sepropone una secuencia tentativa en donde las pri-meras labores extractivas habrían ocurrido en loscampamentos Ab-37 y Ab-38, más cercanos a lamina nativa, aproximadamente en un rango en-tre 1105-1305 DC, a 1285-1495 DC (últimoseventos en Ab-38). El clímax productivo y de-mográfico habría ocurrido posteriormente, duran-te la ocupación del poblado principal Ab-36, aso-ciado a indicadores culturales homólogos a lossitios anteriores, datados entre 1475-1675 DC.Dada la ausencia de restos europeos, este sitioestuvo en uso entre 1300 a 1475 DC. La cerradacorrelación entre las fechas C14 recibidas y loscontextos sincrónicos inca-población local, vie-nen a ratificar la colonización minera de El Abraentre 1300-1475 DC, como resultado de una efi-

ciente política de incremento de la producciónminera administrada por el régimen incaico(Núñez 1999).

El campamento minero-extractivo Chu-2

El sitio Chu-2 se ubica a unos 1.500 m al noroes-te del actual yacimiento Chuquicamata, a 3.050m.snm, adyacente a rutas caravaneras que pasana los pies de la ladera en que se emplaza. Comoya se ha señalado, corresponde a un campamentominero preincaico compuesto por ocho recintossemicirculares, emplazados hacia la pendiente, amodo de paravientos, con depósitos de desperdi-cios estratificados (Figuras 2 y 3).

Los principales atributos constructivos indican eluso de grandes paravientos de bloques de granitono modificados, los que fueron depositados di-rectamente sobre la superficie, ya que no se apre-cian fundamentos, salvo en algunas estructuras(Tabla 2). Aunque en la mayor parte de los recin-tos no es discernible, el tipo de hilada es simple,desaplomada, con parte importante de los murosabatidos, tanto hacia el exterior como al interior delas estructuras. En el recinto 4 –el mejor conserva-do del sitio–, fue posible observar dos sistemas deconstrucción: formando cuñas, es decir, apilamientode piedras de tamaño mediano por el exterior quesostienen un bloque interior de mayores dimensio-nes, y el apilamiento de piedras medianas que noalcanzan a formar hiladas, siendo estos últimos losque mejor se conservan. La factura de los recin-tos manifiesta una construcción y uso expeditivo,sugiriendo, por una parte, escasa inversión de tra-bajo en su elaboración y mantención, y, por otra,ocupaciones poco prolongadas.

Los recintos suelen estar abiertos hacia el este,con la salvedad del recinto 8, expuesto al sur. Losrecintos 3 y 4 presentan ligeros taludes en su aper-tura, indicando cierta delimitación del espacioocupado. A su vez, el recinto 5A es el único quese halla completamente cerrado, encontrándose,además, adosado a 5B, y presenta una pequeñaestructura complementaria de forma subcircularde unos 65 cm de diámetro. Es también, el únicorecinto en que se observaron concreciones de pie-dras, sílices y sedimentos, que pudieron usarsecomo mortero.

La mayor parte de estas estructuras presentan es-caso material de superficie, tanto al interior como

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EL CAMPAMENTO MINERO CHUQUICAMATA-2 Y LA EXPLOTACION…

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Figura 2. Plano topográfico con la ubicación de los recintos y sectores estudiados en Chu-2.

Figura 3. Panorámica del sitio Chu-2. Al fondo se observa laactual mina de Chuquicamata.

al exterior, o sencillamente no lo presentan. Estees el caso de los recintos 1, 3 y 8, mientras queen los restantes la densidad de hallazgos superfi-ciales es baja, con la salvedad del recinto 4 queaparece como el más denso del sitio, con una dis-tribución de los hallazgos hacia los muros y bor-des, los que consisten en materiales subactuales.Dentro de esta relativa escasez de material super-ficial, se recuperaron fragmentos cerámicos, mi-neral de cobre, semillas de algarrobo, ramas, hue-sos, papel, cenizas y carbón.

Además del material superficial inmediatamenteadyacente a los muros internos y externos, se de-tectó una zona de unos 5 m entre los recintos 5 y6, que concentraba mayor cantidad de cerámica ylíticos, los que fueron recolectados a través de unasectorización NE, Central y NO (Figura 2).

El sector suroeste tuvo la mayor concentración demateriales, especialmente en lo que se refiere afragmentos de cerámica, además de restos de mi-neral de cobre, desechos líticos y, en menor me-dida, restos malacológicos e instrumentos líticos.Dentro de estos últimos, destaca la base de unapunta de proyectil de base escotada, confecciona-da en cuarzo (sector noreste) y otros artefactosreducidos de cuarzo y calcedonia local. A juzgarpor la identificación de fragmentos de conchas delPacífico y erizos (Loxechinus albus), quienes uti-lizaron este sitio se habrían desplazado tras re-cursos mineros y de subsistencia en una ampliaescala geográfica. También utilizaron rocas loca-les como granito, andesita y basalto para la con-fección de martillos y palas similares a las agrí-colas, pero esta vez aplicadas en las labores mi-neras (Bird 1977 y 1979; Uribe y Carrasco 2000).La presencia de atacamita y crisocola se correla-ciona con la extracción de afloramientos ubica-dos en la serranía cercana al suroeste del sitio, de

Con

OArea de rutas caravaneras

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tal modo que las labores de extracción no debie-ron ocurrir más allá de los 500 a 3.000 m de dis-tancia del campamento.

Dentro de la escasez de material cultural de super-ficie, la cerámica permite afirmar algunos aspectospreliminares sobre la ocupación del sitio (Tabla 3).Hacia el suroeste de las estructuras de Chu-2 do-mina el componente cerámico tarapaqueño del Pe-ríodo Intermedio Tardío a través de la alfareríatarapaqueña Pica/Charcollo, introducida por rutasque unen Quillagua y el Loa Medio. No obstante,se registró un segundo componente cerámico, estavez de San Pedro de Atacama, representado poralfarería Sequitor, del final del Formativo y Perío-do Medio el cual además está apoyado cronológi-camente por cerámica Loa Rojo Alisado y por aque-lla característica de las fases Quitor y Coyo, todasanteriores a los 900 DC. De este modo, se observótentativamente una ocupación del sector por po-blaciones del Loa y San Pedro de Atacama quepodrían ubicarse entre los 400-900 DC, para pos-teriormente haber logrado una estrecha relación congrupos caravaneros de Tarapacá. Esto habría ocu-rrido a partir del 900 DC hasta por lo menos 1300DC, siendo concordante con la situación detectadaen el valle de Quillagua, donde se pensaba que lapenetración tarapaqueña alcanzaba hasta este límite(Agüero et al. 1997 y 1999).

Hacia el noreste de las estructuras, la composi-ción alfarera cambia, mostrando el sitio una ocu-pación formativa consistente y representativa delLoa, a través de los tipos Loa Café Alisado (LCA),

Quillagua Café Amarillento (QTC), Sequitor y LoaRojo Alisado, para posteriormente evidenciar unmomento Intermedio Tardío coherente con su ocu-pación anterior, ya que está representado por uncomponente netamente loíno, como lo es la cerá-mica Aiquina (AIQ).

En el sector transicional entre los recintosestructurados y las rutas, se recuperaron en reco-lecciones previas al Proyecto (Núñez 1999 Ms),147 fragmentos correspondientes principalmentea cerámica Aiquina y Hedionda (Figura 4) delPeríodo Intermedio Tardío, habiendo también al-farería de períodos anteriores como la FaseSequitor (tiestos gris a negro pulido), lo que con-firma el inicio de la ocupación durante los últi-mos eventos formativos.

Tipos cerámicos Recinto 2 Recinto 5B Sector Sector Sector TOTAL PorcentajeExt. Int. Ext. Int. SO NE Central

Pica-Charcollo (PCH) 25 25 26.04Aiquina (AIQ) 3 11 14 14.58Turi Rojo Alisado (TRA) 2 2 2.08Hedionda (HED) 1 1 2 2.08Loa Rojo Alisado (LRA) 1 1 2 2.08(Corresp. a fases Quitor-Coyo) 3 3 3.13Cerámica “Coyo” 1 1 1.04Sequitor 1 10 2 13 13.54Loa Café Alisado (LCA) 1 1 12 14 14.58Quillagua Café Amarillento (QTC) 2 4 6 6.25NR/Erosionados (ERO) 1 1 1 10 1 14 14.58

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Tabla 3. Material cerámico en superficie.

Figura 4. Cerámica Hedionda registrada en los recintos y rutasasociadas a Chu-2.

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Finalmente, al comparar estos materiales entre loscampamentos y rutas del área de estudio, se des-prende que la cerámica más popular es aquelladel Período Intermedio Tardío (900-1450 DC), in-tegrada por los componentes Loa-San Pedro(Aiquina) y Altiplánico (Hedionda), el cual al pre-sentarse en las rutas de Chu-9, plantea una con-temporaneidad de ambos eventos. Por su parte, eltipo Aiquina establece relaciones sincrónicas en-tre los sitios Chu-2, Chu-5 y Chu-9, como losalisados a pulidos tardíos establecen vínculos en-tre Chu-5 y Chu-2 (Tabla 1). Algo similar ocurrecon el tipo Turi Rojo Alisado en Chu-5, Chu-2 yChu-7. A juzgar por la cerámica de la Fase Coyo(Figura 5), todo parece indicar que las rutas deChu-2 y sus estructuras presentan alfarería común,dando cuenta de los inicios de ocupación antes delo admitido. La presencia de escasos fragmentosdel tipo Yavi ejemplifican la pervivencia del tráfi-co asociado a estos campamentos mineros hastade expansión inca (Chu-2 y Chu-1). Por otra par-te, el registro de botijas españolas en los sitiosChu-5 y Chu-7, indican que los campamentos ypaskanas continuaban en uso durante la expan-sión del régimen español.

Entre el material lítico son frecuentes las palas enChu-5, además de las puntas pedunculadas, dese-chos de percusión de calcedonia del Loa y marti-llos pesados. La presencia de hojas y mazorcas demaíz, conchas del Pacífico y mineral de cobre, juntoal machacado de atacamita tanto en Chu-5 comoChu-2, da cuenta de la alta complejidad en térmi-nos de traslados de bienes de larga distribución.

Los contextos cerámicos con distintos componen-tes, asociados a rutas y campamentos de extrac-ción y molienda de atacamita, es coherente con eltráfico de larga distancia que conecta espacios

altiplánicos y costeros, a través del paso y perma-nencia por cortas temporadas junto a las vetasexpuestas en la serranía de Tomic-Chuquicamata.Precisamente, esta idea se intentará contrastar conlos tests cronoestratigráficos aplicados en Chu-2.

Que este campamento se sitúe en un territorio convetas expuestas, pero inhóspito, sin recursos desubsistencia, demuestra su finalidad minera des-de las postrimerías del Período Formativo hastael Intermedio Tardío, constituyendo el primerasentamiento de este tipo reconocido en el sectorde Chuquicamata-Tomic. Se ha indicado que en-tre las estructuras y rutas se observaron distintoscomponentes cerámicos de tradiciones preincaicasde las cuencas del Loa y de Atacama, así comode la región de Tarapacá. Este hecho así como larelación entre extracción de cobre y rutas sitúan aChu-2 entre uno de los sitios claves para entenderlas labores mineras fuera de los valles y, por lotanto, es importante conocer debidamente sus con-textos cronoestratigráficos.

Las pruebas cronoestratigráficas

De acuerdo a los resultados de la recolección su-perficial, las excavaciones se realizaron en lasestructuras que, de acuerdo al registro de depósi-to, mostraban la mayor concentración de materia-les culturales en su interior y/o exterior (Recintos2, 3, 4, 5A, 5B, 6). Se buscó cubrir muestrealmentelos bordes y espacios interiores del sitio, paracomprender su funcionalidad. Asimismo, se rea-lizó un pozo externo de 1 m2, situado en un sec-tor representativo de las actividades fuera de lasestructuras (ver Figura 2).

Recinto 2

Corresponde a una estructura semicircular deaproximadamente 3 m por 1.5 m. La hilada delos muros es simple, desaplomada, con una alturapromedio de 40 cm y un ancho promedio de 1 m.Especialmente hacia el muro oeste, se encuentrannumerosas piedras abatidas hacia el exterior. Elárea interior parece haber sido inicialmente des-pejada, si bien actualmente presenta piedras deri-vadas del colapso de los muros. En la superficieinterna, y especialmente en el sector de los murosy bordes, se observó una pequeña cantidad defragmentería cerámica, partículas de mineral decobre y semillas de algarrobo. En la superficieadyacente exterior se encontraron escasos frag-mentos de cerámica y semillas de algarrobo.

Figura 5. Cerámica incisa “Coyo”, representativa de los oasisde San Pedro de Atacama a fines del Período Medio.

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EL CAMPAMENTO MINERO CHUQUICAMATA-2 Y LA EXPLOTACION…

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El recinto fue dividido espacialmente en 8 unida-des de 1 x 0.75 m. Los sectores correspondientesa las unidades B4 y C4 no fueron excavados, con-servándose como testigos. Se excavó un total de6 unidades (B1, B2, B3, C1, C2, C3), con unmáximo de 20 cm de profundidad en la unidadB2, siendo 15 cm el promedio en el resto de lasunidades. En ella se identificaron 3 depósitos su-cesivos.

El estrato 1 corresponde a un sustrato arenosomezclado con abundante gravilla y algunos clastosangulosos, de consistencia disgregada y color cafégrisáceo. Tiene una profundidad de entre 9 y 5cm, siendo el último valor su espesor promedio.Presenta la mayor concentración de material cul-tural dentro de esta estructura, que consiste prin-cipalmente a fragmentos de mineral de cobre y,en menor medida, coprolitos de camélido, esca-sos fragmentos cerámicos, astillas de hueso, vér-tebras de pescado, un fragmento de percutor yrestos vegetales.

El estrato 2 tiene una alta proporción de sedimen-tos limo-arcillosos, mezclados con arena y gravi-lla angulosa, de consistencia muy compacta y es-tructura aterronada, de color café amarillento. Suprofundidad máxima alcanza los 9 cm en la uni-dad B1, siendo más frecuente un espesor de 3 a 6cm. En gran parte de la unidad C1 y parte de laC2, esta capa contiene un bolsón de arena (Rasgo1), caracterizado por tener numerosos restos decarbón y escasos vegetales como ramas, semillasde algarrobo y cutículas no identificadas, corres-pondientes a un área de combustión muy difusa-mente definida. Presenta muy poco material cul-tural consistente en mineral de cobre, hojas demaíz y semillas de algarrobo.

El estrato 3, culturalmente estéril, está compues-to por un conglomerado salino extremadamentecompacto, color blanco-grisáceo.

Llama la atención la alta frecuencia de carbonesvegetales, sugiriendo funciones relacionadas conactividades de cocina (fogones), acorde a funcio-nes más habitacionales (Gráfico 1).

Recinto 3

Se trata de una estructura semicircular abiertahacia el este (Figuras 6 y 7), de aproximadamen-te 2.4 m de largo máximo y 1.9 m de ancho máxi-mo. La hilada de los muros es simple, desaplo-mada, con una altura promedio de 40 cm y unancho de 75 cm. Especialmente hacia el murooeste, se encontraron varios bloques abatidos ha-cia el exterior. Ni el interior ni el exterior presen-taron materiales culturales en superficie. El depó-

Figura 6. Perfil estratigráfico NO de la unidad B2 del Recinto 3, con indicación de la ubicación de la muestra datada por C14.

Figura 7. Detalle de la excavación del Recinto 3.

Estrato 1

Estrato 2

Estrato 3

C14: 1100 60 AP(780-1020 cal. DC)

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Gráfico 1. Recinto 2: Frecuencias porcentuales de categorías culturales.

sito interior estaba sensiblemente elevado sobreel nivel de superficie del depósito exterior, for-mando en el lado abierto de la estructura un pe-queño “talud” que separa la superficie externa einterna del recinto, y que sigue un perímetro, apa-rentemente en continuidad con los muros actual-mente presentes. Esto significa que la superficieinterior del recinto fue socavada, amontonándoselo extraído en su contorno para elevar los bordesdel espacio ocupado.

El recinto fue dividido en 12 unidades, de1 x 0.60 m, de las cuales se excavaron cinco: A2,A3, B2, B3, C3; esta última de forma irregular,por hallarse adyacente a los muros. El resto delas unidades fueron dejadas como testigos. Seexcavó hasta un máximo de 30 cm de profundi-dad. En este recinto se identificó la estratigrafíamás compleja del sitio, consistente en cinco de-pósitos sucesivos.

El estrato 1, correspondiente a un sustrato areno-so mezclado con gravilla y clastos angulosos, esde consistencia suelta y de color café grisáceo.Su profundidad fluctúa entre los 9 y 5 cm. Pre-senta una alta proporción de materiales cultura-les, principalmente mineral de cobre, semillas dealgarrobo y coprolitos de camélido, y con menorfrecuencia astillas de hueso, fragmentos cerá-

micos, desechos de talla y una vértebra de pes-cado.

El estrato 2 presenta una alta proporción de sedi-mentos limo-arcillosos, mezclados con arena ygravilla angulosa; es de consistencia muy com-pacta y estructura laminar, con lentes muy delga-dos de arena intercalados. Es de color café amari-llento con una profundidad entre 5 cm en la uni-dad B3, hasta 20 cm en C3. A partir de este estra-to fue posible delimitar el perímetro de la unidadocupacional del recinto, la que adquiere una cur-vatura en continuidad con los muros. Presentapoco material cultural como huesos astillados,mineral de cobre, retos vegetales, restos de maízy coprolitos de camélido.

El estrato 3 consiste en un sustrato arenoso, mez-clado con gravilla angulosa, de consistencia me-dianamente compacta y color café amarillento.Alcanza una profundidad máxima de 9 cm en lasunidades A2 y A3, mientras que en B3 y B2 llegasolo a 4 cm. Cabe señalar que en la unidad C3,posiblemente producto de que se encuentraadosada al muro oeste, no se presenta el estrato 3y el estrato 4 se funde con el estrato 2, lo queexplica el gran espesor que adquiere este último.En este estrato nuevamente se registró bastantematerial cultural, principalmente orgánico (asti-

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EL CAMPAMENTO MINERO CHUQUICAMATA-2 Y LA EXPLOTACION…

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llas de hueso, semillas de algarrobo y coprolitosde camélido), y en menor proporción, mineral decobre y desechos líticos.

El estrato 4 es similar al 2, en cuanto se trata deun sustrato con alta proporción de sedimentos fi-nos, mezclados con arena y gravilla angulosa, deconsistencia muy compacta y estructura laminar,con lentes muy delgados de arena intercalados.Es de color café amarillento, con un máximo de11 cm de profundidad en la unidad B3, y un mí-nimo de 3 cm en A2. En la unidad B3, en el techose encontró un pequeño y difuso fogón, de unos20 cm de diámetro y 1 cm de espesor, consigna-do como “Area de combustión 1”, una pequeñaparte del cual alcanzaba a la unidad B2. En ésta,en el techo de la capa se halló un fogón bien de-limitado y con una alta concentración de carbón,de 15 cm de diámetro y 3 cm espesor, designado“Area de combustión 2”. En la misma unidad, sedetectó un bolsón de arena (Rasgo 1) que atraviesadesde el estrato 3 al estrato 4, tal vez correspon-diente a un espacio dejado por una piedra que des-pués fue extraída, que coherentemente presentaescaso material cultural. Esta situación es extensi-va a la capa en su totalidad, en la que destaca elhallazgo de una cuenta de collar en la unidad B3.

El estrato 5 es culturalmente estéril y se componede un sustrato arenoso mezclado con gravillaangulosa y una alta proporción de fragmentos deroca meteorizada; es de consistencia medianamen-te compacta y de color café grisáceo.

Se destaca la gran representación de semillas dealgarrobo en relación a los otros recintos, comosi se hubiera conservado allí el forraje llamero,acorde a la muy escasa presencia de artefactoslíticos y fragmentos de cerámica (Gráfico 2).

Recinto 4

Es una estructura de aproximadamente 2.80 m por1.70 m. No se observan fundamentos y las pie-dras de granito que componen los muros no tie-nen intervención. Las dimensiones promedio delos paramentos son 70 cm de ancho y 45 cm dealtura. El estado de conservación de todos losmuros es regular, salvo el muro E que está altera-do. El área interior del recinto estaba despejada.En relación a los paramentos, cabe destacar queexistirían dos sistemas de construcción: a) en elmuro norte, formando cuñas, es decir, apilamientos

de piedras de tamaño mediano por el exterior quesostienen un bloque interior de mayores dimen-siones, y b) en el muro oeste, apilamientos depiedras medianas que no alcanzan a formar hila-das. Estos últimos son los que mejor se conser-van. Presenta un ligero talud que parece estar de-limitando la estructura en su lado este.

Para excavar este recinto, se trazaron 12 cuadrículasde 1 m2, de las que se excavaron 7 (A2, A3, B2,B3, C1, C2 y C3) dejando al resto como testigos.Se excavó un máximo de 27 cm en la unidad B2y un mínimo de 9 cm en C1.

El estrato 1 se compone de un sustrato arenosomezclado con abundante gravilla y algunos clastosangulosos, de consistencia disgregada y color cafégrisáceo. Tiene una profundidad de entre 3 y 8cm. El material cultural consiste en un fragmentode concha, mineral de cobre, una astilla de hueso,una semilla de algarrobo, fragmentos de cerámi-ca, coprolitos de camélido, un trozo de carbón,ramas y material subactual (proveniente de lasunidades B2, C1 y C2). De este estrato provieneun astil decorado, uno de los pocos artefactos demadera encontrados en toda la excavación, situa-do entre las unidades C1 y C2.

El estrato 2 constituye un sustrato con alta pro-porción de sedimentos limo-arcillosos, mezcladoscon arena y gravilla angulosa, de consistenciamedianamente compacta y estructura laminar, decolor café claro anaranjado. Tiene un espesor de3 a 18 cm, correspondiendo su mayor profundi-dad a irregularidades y grietas del estrato 3, en lacual se inserta, a modo de bolsones, situación cla-ramente evidente en la unidad A2 (consignadacomo Bolsón). Contiene materiales culturalescomo carbón, ramas, un fragmento de hueso, mi-neral de cobre, semillas de algarrobo, un huesoastillado, maíz, una semilla de calabaza, coprolitosde camélido, parte de un escarabajo y materialsubactual. Al avanzar en profundidad disminuyenotablemente la densidad del material recupera-do. En la unidad B3, prácticamente en el techodel estrato, se individualizó el Rasgo 1, corres-pondiente a un fogón de 26 cm de diámetro, quealcanza una profundidad máxima de 24 cm y pre-senta una gran concentración de cenizas, carbóny restos orgánicos quemados de mayor tamaño.Es de sección subcónica, y para formarlo se cava-ron los estratos 2 y 3 –este último correspondien-te a la base del fogón– quedando los sectores ad-

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LAUTARO NUÑEZ A., CAROLINA AGÜERO P., BARBARA CASES C., PATRICIO DE SOUZA H.

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yacentes sumamente compactos a raíz de la altatemperatura.

El estrato 3, culturalmente estéril, consiste en unsustrato arenoso mezclado con gravilla angulosay una alta proporción de fragmentos de rocameteorizada; es de consistencia medianamentecompacta, de color café grisáceo, y como se haseñalado presenta una superficie sumamente irre-gular, formando grietas y bolsones.

En contraste con la baja frecuencia de materiallítico y cerámico, destaca la gran representaciónde coprolitos de camélidos, que guardaría rela-ción con fogones intramuro asociados a una grancantidad de mineral de cobre triturado, tal vez pre-parado al interior del recinto (Gráfico 3).

Recinto 5A

Es una estructura de aproximadamente 1.52 m por1.76 m. Tanto la hilada como el aplomo de losmuros no son discernibles, producto del derrum-be, gran parte del cual se produjo hacia el exte-rior del recinto. El aparejo es rústico y el trabajoes natural, siendo granito el material de construc-ción, con bloques de tamaño grande y forma irre-gular, que se encuentran en buen estado. Los pa-

ramentos tienen un ancho promedio de 60 cm y55 cm de alto y su estado de conservación es re-gular. Presenta una estructura complementaria(5Aa) en la esquina suroeste, de forma subcircular,de unos 65 cm de diámetro.

Corresponde al único recinto completamente ce-rrado, con estructura complementaria y adosada aotra estructura (5B). Finalmente, entre las piedrashay concreciones con piedras, sílices y sedimen-tos, que podrían haber constituido el mortero. Esteatributo está presente también en el Recinto 2. Lasuperficie interna tiene un gran bloque (¿abatidode los muros?) que sellaba prácticamente la tota-lidad de la superficie actual del recinto. Se obser-van abundantes ramas pequeñas y restos de car-tón, lo que indica su reutilización superficial enmomentos subactuales.

Fueron trazadas 6 unidades subrectangulares, cadauna de ellas de distintas medidas, con el objetode cubrir la totalidad de la superficie, dejando elperfil noreste como testigo.

El estrato 1 consiste en un sustrato arenoso mez-clado con abundante gravilla angulosa fina a me-dia y algunos clastos angulosos, de consistenciadisgregada y color café grisáceo. Se extiende en-

Gráfico 2. Recinto 3: Frecuencias porcentuales de categorías culturales.

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Lítico Mineral Oseo Vegetal Misceláneo

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EL CAMPAMENTO MINERO CHUQUICAMATA-2 Y LA EXPLOTACION…

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tre 1 y 8 cm, en las unidades A3 y A1, respectiva-mente. El material cultural corresponde a cerámi-ca, mineral de cobre, material lítico, óseo, orgá-nico (maíz, ramas y cropolitos de camélido ymaterial malacológico). En la unidad A1, se detec-tó el Rasgo 1 y 2, a 4 cm de profundidad, que seextiende por todo el estrato 2, hasta unos 18.5 cmde profundidad (en contacto con el estrato 3), con-sistente en restos de ceniza con material orgánicocarbonizado, como coprolitos de camélido, ramasy roca meteorizada, bajo las cuales se halló unacuenta. Hacia el centro de la unidad B2, a unos 3cm de profundidad, se observa un sector subcircularde material orgánico más potente, que se consignócomo Rasgo 4; presentó una profundidad máximade 15 cm, atravesando el estrato 2. De su interiorse recuperó madera, cenizas y carbón.

El estrato 2 se compone de un sustrato arenosofino mezclado con gravilla fina y roca meteori-zada, de consistencia medianamente compacta ycolor café claro. Se dispone irregularmente, esespecial en los sectores este y norte de la unidadA1, y se inserta hacia la unidad A2 como un len-te. Tiene una extensión entre 4 y 20 cm. En launidad A2, prácticamente en el techo de esta capa,a unos 3.5 cm de profundidad se detectó un pe-queño lente de cenizas, consignado como Rasgo

2, del cual se recuperaron escasos restos de ra-mas quemadas y varios coprolitos de camélido sinquemar, un fragmento de cerámica, líticos y mi-neral de cobre. En la unidad B1, a 8 cm de pro-fundidad se detectó una pequeña área con cenizasconsignada como Rasgo 3 de 12.5 de diámetroaproximado, y una profundidad máxima de 18 cm,del que se recobran algunos coprolitos decamélido, carbón, un fragmento de concha y ma-terial orgánico. Hacia el oeste del recinto –en lasunidades consignadas con letra B– el estrato 2 seinserta en las grietas y depresiones. Entre losmateriales recuperados se cuentan mineral de co-bre, fecas de roedor y camélido, una concha, car-bón, un hueso astillado, semillas de algarrobo yun fragmento de calabaza.

El estrato 3, culturalmente estéril, se compone dearena y sedimentos limo-arcilloso finos, de con-sistencia muy compacta y color café claro ana-ranjado. Se sitúa a una profundidad entre 10 y26.5 cm.

Aunque hay una altísima frecuencia de coprolitosde camélidos, no es posible asegurar que esta es-tructura sea un corral. Dadas las bajas temperatu-ras nocturnas lo más probable es que los fogonescumplían varios propósitos con este combustible,

Gráfico 3. Recinto 4: Frecuencias porcentuales de categorías culturales.

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Lítico Mineral Oseo Vegetal Misceláneo

30,00%

35,00%

dada la escasez de recursos leñosos en el área(Gráfico 4).

Recinto 5B

Es una estructura de forma semicircular, de aproxi-madamente 3.30 m por 2.10 m, colindante con5A por el oeste. Los fundamentos observados enlos muros sur y oeste tienen 30 cm de ancho pro-medio y 53 cm de profundidad. Al igual que losmuros, se usaron bloques de granito de gran ta-maño y sin cantear. No son discernibles hiladasni aplomo en los muros. Los muros parecen ha-berse construido con el sistema de cuñas descritopara la estructura E4, siendo su ancho de 53 cm yla altura máxima de 80 cm. Se observan escasasrocas que podrían haber caído de los muros.

Para la estructura se trazaron 10 cuadrículas de1 m2, de las cuales se excavaron A2, A3, B1, B2,B3, C1 y C2, dejando el resto como testigo. Laprofundidad máxima del depósito fue de 19 cmen B2 y la mínima de 5 cm en A3.

El estrato 1, compuesto de un sustrato arenosomezclado con gravilla angulosa y clastos angulosos,era de consistencia disgregada y color café grisá-ceo. Tiene un espesor mínimo de 3 a 5 cm y un

máximo de 10 cm en la unidad C1. Es la capa másrica culturalmente, recuperándose de ella una asti-lla de concha, hilados, un vellón de camélido,biotita, mineral de cobre, semillas de algarrobo,ramitas, ramitas quemadas, coprolitos de camélidos,cerámica, líticos y lascas pequeñas de obsidianasalto andinas.

El estrato 3 se compone de un conglomerado sa-lino extremadamente compacto, color blanco-gri-sáceo, sin material cultural dispuesto entre los 7y 18 cm de profundidad.

La alta presencia de ramas y tallos da cuenta dela importancia en torno a la preparación de fogo-nes antes referidos, trayéndose este material des-de áreas más alejadas. Al igual que el Recinto 4,los fogones se asocian a una gran cantidad decoprolitos de camélido y mineral de cobre tritura-do, tal vez preparado al interior del recinto (Grá-fico 5).

Recinto 6

Corresponde a una estructura de forma semicir-cular abierta hacia el este, de aproximadamente3.7 m por 1.85 m. La hilada de los muros es sim-ple, desaplomada, con una altura y ancho prome-

Gráfico 4. Recinto 5A: Frecuencias porcentuales de categorías culturales.

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EL CAMPAMENTO MINERO CHUQUICAMATA-2 Y LA EXPLOTACION…

23

dio de 40 cm y 90 cm, respectivamente. En espe-cial en el muro oeste, se encuentran numerosasrocas abatidas hacia el exterior. El interior delrecinto parece haber sido inicialmente despejado,aunque presenta rocas derivadas del colapso delos muros. Hay indicios de una remoción realiza-da con pala, que atravesó todo el depósito cultu-ral en un área de 1 m por 0.7 m, dejando dosmontículos de tierra al interior del recinto. Otrohecho de interés es la presencia de al menos dosbloques con un desgaste muy localizado en unade sus superficies, tratándose aparentemente depequeños morteros, posiblemente utilizados paramoler cobre.

El recinto fue dividido en 12 unidades de 1 m por0.8 m, de las cuales se excavaron B2, B3, C1, C2,C3 y D2 por un máximo de 15 cm de profundi-dad, dejando al resto como testigo.

El estrato 1 está compuesto por un sustrato are-noso mezclado con gravilla y algunos clastosangulosos, de consistencia disgregada y color cafégrisáceo con un espesor de 2 y 6 cm. El materialcultural consiste principalmente en fragmentos demineral de cobre y desechos líticos y, en menor

medida, coprolitos de camélido, fragmentoscerámicos y astillas de hueso. En la unidad B2destaca el hallazgo de una cantidad particularmen-te alta de mineral de cobre, lo que posiblementese relacione con la cercanía de una de las plata-formas usadas como yunques.

El estrato 2, de un espesor entre 7 y 11 cm, secompone de un sustrato con alta proporción desedimentos finos, mezclados con arena y gravillaangulosa, de consistencia muy compacta y estruc-tura laminar, de color café amarillento. Presentamuy poco material cultural, el que se encuentra,principalmente dentro de los primeros 3-6 cm.

El estrato 3 abarca entre los 12 y 14 cm de pro-fundidad y es estéril. Está formado por un sustratoarenoso mezclado con gravilla angulosa y una altaproporción de fragmentos de roca meteorizada. Suconsistencia es medianamente compacta, de colorcafé grisáceo y culturalmente estéril.

Como en los Recintos 4, 5A y 5B destaca la grancantidad de coprolitos de camélido, y en este casotambién de roedor (Gráfico 6).

Gráfico 5. Recinto 5B: Frecuencias porcentuales de categorías culturales.

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Lítico Mineral Oseo Vegetal Misceláneo

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Pozo de Sondeo Exterior

El pozo de sondeo (1 m x 1 m) se ubicó sobre elsector que presentaba la mayor concentración demateriales culturales en superficie (suroeste). Sereconocieron dos estratos: el primero compuestode un sustrato arenoso mezclado con abundantegravilla y algunos clastos angulosos, de consis-tencia disgregada y color café grisáceo. Presentaalta concentración de materiales culturales, con-sistentes principalmente en fragmentos cerámicosy desechos líticos y, en menor medida, coprolitosde camélido y fragmentos de mineral de cobre.Cabe destacar que la concentración de materialcerámico y lítico en este pozo es mayor que encualquiera de las estructuras excavadas, teniendopresente que el depósito alcanzó un promedio de8 cm de profundidad.

El estrato 2, culturalmente estéril, se compone deun sustrato con alta proporción de sedimentoslimo-arcillosos, mezclados con arena y gravillaangulosa, de consistencia muy compactada y es-tructura laminar, de color café amarillento. El re-gistro de abundantes fecas de camélidos indicaríaque éstos se localizaban fuera de los recintos aso-ciados a labores domésticas, a juzgar por la altapresencia relativa de fragmentos de cerámica, enespecial del tipo Sequitor (Gráfico 7).

Como se desprende de los resultados de estas prue-bas, es evidente que ninguna de las estructurastiene ocupaciones densas, aunque sí persistentes.En el interior de éstas se habrían realizado activi-dades de preparación y consumo de alimentos,descanso y calefacción, siendo los fogones lim-piados hacia el exterior de los recintos. Los fogo-nes fueron playos, generalmente sin realizar ma-yores intervenciones para su creación y, a juzgarpor la fuerte actividad eólica, con pocas posibili-dades de ser usados de manera estable. La canti-dad de materiales culturales es significativa, lo quesugiere su uso esporádico durante el ciclo anual,aunque de manera persistente e intermitente en eltiempo.

Además, hubo escasa preparación de artefactoslíticos y abundante machacado de minerales decobre a juzgar por la alta frecuencia de atacamitaen la superficie e interior de los recintos excava-dos, asociados a martillos de basalto y granito,comunes en la superficie y depósitos (Figura 8).Este registro de cobre al interior de los recintostambién pudo incrementarse por el efecto de rá-fagas sobre partículas finas localizadas en el en-torno del sitio, dado que hubo intensa actividadde molienda fuera de las estructuras.

Gráfico 6. Recinto 6: Frecuencias porcentuales de categorías culturales.

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Lítico Mineral Oseo Vegetal Misceláneo

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EL CAMPAMENTO MINERO CHUQUICAMATA-2 Y LA EXPLOTACION…

25

Materiales recuperados de las pruebasestratigráficas

Aunque los depósitos no son profundos, se regis-traron 4.318 unidades clasificables, provenientesde las ocupaciones intermitentes entre el Formati-vo Tardío (Fase Sequitor) y el Período IntermedioTardío, a juzgar los indicadores cerámicos de su-perficie. La única determinación C14 (Recinto 3)del orden de los 780 DC (no calibrada) confirmasu situación cronológica entre los períodos For-mativo Tardío e Intermedio Tardío (Figura 6).

Entre los materiales recuperados, los coprolitosde camélido tienen la más alta representación(21.77%) acorde a su asociación a la ruta adya-cente, y prueban el importante rol de las caravanasde llamas cargueras en torno al traslado e inter-cambio de productos de consumo humano y ani-mal, incluyendo en este caso cargas preferentes demineral de cobre en sus recorridos entre paskanasy campamentos (Gráfico 8, Figura 9). Su presen-cia al interior de los recintos no implica necesaria-mente que éstos fueran corrales, ya que de acuerdoa la evidencia etnográfica el uso de estructuras parallamas no es indispensable. A los caravaneros lesbasta un rodeo con manos hasta formar un piñoquieto que forrajea y descansa echado junto a los

recintos de las paskanas (Leqoc 1987; Nielsen 1997b y 2001 b; Núñez y Briones 1996 Ms). Más bien,la presencia de fecas al interior de los recintos serelacionaría con la preparación de fogones, dadasus propiedades combustibles.

La alta frecuencia de mineral de cobre molido(16.56%) demuestra de un modo inequívoco lafunción más dominante del sitio, es decir, el ma-chacado de minerales de cobre, en su fase previaal fundido, ratificándose la hipótesis derivada delestudio superficial del sitio. Las muestras, tantosuperficiales como de los depósitos excavados,corresponden a atacamita, con partículas finasinferiores a 1 cm de diámetro, producto de prác-ticas de triturado. Esta selección y chancado deminerales facilita y optimiza las labores de fun-dición extralocal llevadas a cabo en áreas con su-ficientes recursos vegetales aptos para combus-tión. En escasa proporción se advierten fragmen-tos de azurita y mayormente de crisocola, usa-dos para la elaboración de objetos de uso ritualy ornamental, como las cuentas de collar recu-peradas en el sitio. Aunque existen afloramien-tos en el relieve alto en torno a Chuquicamata(Sergio Rojas, geólogo RT, com. pers. 2001) nose reconocieron artefactos de turquesa celeste (Fi-gura 10).

Gráfico 7. Pozo exterior: Frecuencias porcentuales de categorías culturales.

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Lítico Mineral Oseo Vegetal Misceláneo

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Figura 8. Distintas clases de martillos localizados en el sector extramuros.

Se constató que en el entorno de Chu-2 hay vetassuperficiales altamente mineralizadas, explicándo-se que la locación del campamento se debe a sucercanía a los recursos expuestos. Al igual quelos pirquineros modernos, los ocupantes de Chu-2debieron horadar socavones estrechos, paraintroducirse en la veta, separando la atacamita dela ganga estéril. Cuando entre la atacamita apare-cía la llamativa crisocola, esta era separada de su

encajadura estéril con técnicas de martillado, sa-cándola de la matriz de cuarzo que colabora conla formación de la crisocola, lo que explica el re-gistro de sus desechos. Por otra parte, no está cla-ro si los restos de cuarzo también se juntaban conlos minerales de cobre para ayudar a bajar el puntode fusión (Sergio Rojas, geólogo RT, com. pers.2001). Lo mismo pudo ocurrir con el registro detravertino (carbonato de calcio) y biotita, presen-tes en el sitio.

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EL CAMPAMENTO MINERO CHUQUICAMATA-2 Y LA EXPLOTACION…

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Gráfico 8. Chu-2: Frecuencias porcentuales de categorías culturales para todo el sitio.

Figura 9. Detalle de coprolitos de camélido, semillas de alga-rrobo y trozos de carbón vegetal.

Figura 10. Fragmentos de mineral de cobre, restos de conchasdel Pacífico y puntas pedunculadas.

Las semillas y restos mínimos de vainas de alga-rrobo (Prosopis sp.) tienen la tercera mayor po-pularidad (14.68%) y su presencia respondería aluso para consumo humano y forraje de las llamascaravaneras. De acuerdo a comparaciones reali-zadas con muestras actuales de Quillagua y delrío Loa Medio (Calama), las semillas provenien-tes de Chu-2 parecen acercarse más a los especí-menes del curso medio, de carácter menos sucu-

lento y menor tamaño que los primeros (Figura11). En este sentido, los caravaneros que pernoc-taban en los campamentos de labor cargaban enlos oasis los productos vinculados con la subsis-tencia y forrajeo de las recuas donde el algarroboera más consumido que el chañar (Geoffreadecorticans).

Por otra parte, las ramas y leños carbonizadosfueron usados en la preparación de fogones deuso doméstico, al interior de los recintos, demos-trándose que esta actividad se vincularía con lapreparación de alimentos en el campamento. Asi-

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Lítico Mineral Oseo Vegetal Misceláneo

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mismo, la alta frecuencia relativa de ramas, tallosy leños finos (7.41%) y más regulares (2.50%),dan cuenta del traslado de combustible vegetaldesde el Loa Medio, situándose los materiales máscercanos de esta naturaleza, en la Aguada y Salarde Cere. La mayor abundancia de ramas finas ysecas se vincularía a la operación del encendidodel fuego a partir de yesqueros. El registroetnográfico indica que el uso de chamiza, o ra-mas secas y finas, es fundamental para el iniciode los fogones, incluyendo después ramas másgruesas y fecas de llamas trasladadas para esteefecto a los pisos de los recintos.

Aunque su fragmentación es pequeña, principal-mente en forma de astillas, los huesos no identifi-cados (5.72%) indican con seguridad su rol en lapreparación y consumo de alimentos dentro delcampamento.

Con una popularidad un poco mayor a la anterior,las fecas de roedores (7.16%) señalan su introduc-ción en los pisos residenciales cuando éstos erantemporalmente abandonados, al igual que el regis-tro de escarabajos y lentes de sedimentos eólicosestériles, lo que implica que el sitio no tuvo unaocupación permanente durante el ciclo anual, estoes, acorde a las instalaciones temporales de lascolonias mineras-extractivas y el consecuente cam-bio de turnos de los trabajadores especializados.

Algo más de 100 líticos (2.57%) dan cuenta de laescasa preparación de artefactos, a través del re-gistro de desecho de piezas de percusión sobrerocas locales, salvo algunas intrusiones deobsidiana seleccionada desde la alta puna. No escomún identificar artefactos de corte, raspado,

perforación, ni lascas con filos vivos. Sin embar-go, la presencia de martillos líticos en la superfi-cie del sitio, principalmente en espacios externosde labor, y la altísima evidencia de cobre macha-cado, señalan inequívocamente que el sitio estabaorientado a prácticas mineras especializadas endonde los artefactos líticos de subsistencia no erantan necesarios.

Lascas y desechos de calcedonia provenientes delrío Loa indican que por allí accedían los gruposcaravaneros. Por otro lado, la presencia deobsidiana, la cual sólo se ubica en las tierras altasdel Loa y San Pedro de Atacama, indica impor-tantes contactos a través de la prolongación deestas rutas hacia espacios altoandinos, vinculadoscon el registro de cerámica altiplánica.

Aunque en una proporción menor (1.92%), loshuesos de camélido sugieren el consumo de lla-mas in situ, práctica coherente con la experticiade los ocupantes del sitio en el manejo de re-cuas de llamas cargueras. Estas presas podríancorresponder a animales caravaneros desechadospor edad y/o accidentados, los que no parecenhaber sido faenados en Chu-2 (los restos de hue-sos quemados confirman el carácter alimentariodel registro), sino trasladadas desde sus asenta-mientos estables.

Con una representación algo menor a los huesosde camélidos, la fragmentería cerámica (1.37%)es fundamental, en tanto da cuenta del uso depucos y cántaros de agua en el campamento, enlas rutas y al interior de recintos, incluyendo otrosespacios intermedios de labor en el entorno de lasestructuras. La ausencia de alfarería inca, hispá-nica y etnográfica sostiene el carácter preincaicodel sitio. El comienzo de uso de los recintos ocu-rrió durante la Fase Sequitor, a partir del 400 DCy a juzgar por la cerámica homónima y porQuillagua Café Amarillenta (QTC), fechada porlos 600 a 700 DC vinculada con poblaciones delas cuencas del Salar de Atacama y del Loa, y deTarapacá respectivamente (Agüero et al. 2001;Ayala y Uribe 2003). La ocupación se habría in-tensificado con rutas más activas, durante las Fa-ses Quitor y Coyo del Período Medio (400-900DC) y durante el Intermedio Tardío (900-1450DC), de acuerdo a la cerámica Dupont (DUP),Turi Gris Alisado (TGA), Aiquina (AIQ), TuriRojo Alisado (TRA) y Turi Rojo Revestido (TRR),de las cuencas del Loa y Salar de Atacama.

Figura 11. Panorama del campamento Chu-2 asociado a la rutacaravanera (indicada con la flecha).

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A base de los indicadores cerámicos se proponeque la primera ocupación en Chu-2 ocurrió conmineros-caravaneros de los oasis de San Pedro deAtacama y cuenca del Loa, intensificándose lue-go con grupos procedentes del Loa Superior yMedio desde los 900 DC. Cuando esto ocurrió, seintrodujeron gentes o bienes muy comunes en elAltiplano Meridional y tierras altas del Loa (p.e.,Toconce, Lípez), con pucos Hedionda, amplián-dose las redes de interacción entre el Loa MedioSuperior, la costa y el altiplano aledaño. Tambiénse han hallado restos mínimos de plantas ycutículas aún no identificadas, posiblemente co-rrespondientes a vainas, granos, tallos y plantasacuáticas.

Con una representación notablemente inferior(menos de 25 unidades), existen otros registrosde importancia a juzgar por su rol desempeñadoal interior de los recintos. Entre estos se cuenta elmaíz (Zea maiz), presente en hojas o chalas muyfragmentadas (0.53%), que podrían significar prác-ticas de forrajeo, aunque granos y mazorcas sonrestos de alimentación humana trasladados. A es-tos se suman los frutos de chañar (0.28%) y cu-curbitáceas (Cucurbita pepo y/o Cucurbitamoschata) (0.16%).

Igualmente se identificaron con cierta regularidadconchas del Pacífico (0.60%) y vértebras de pes-cados (0.32%), que establecen evidencias del ac-ceso al litoral aledaño. Entre estas, se identifica-ron restos mayoritariamente de Choro mytilus,Oliva peruviana y Semele, es decir, con un usoorientado a alimentos y a la confección de cuen-tas de collar. Las vértebras de pescado correspon-derían a especies de tamaño comparable a jureles,cojinovas o corvinas, es decir, de volumen consi-derable y con fines alimentarios.

La presencia de conchas del Pacífico en las rutascaravaneras del área de estudio son relativamentecomunes. Es claro que estas vías se conectan conla quebrada de Chug Chug, asociada a recursosde agua, y de allí se orientan hacia Quillagua (Fi-gura 10). Desde aquí a la costa la conexión se haobservado a través de rutas caravaneras que con-tinúan hasta la costa de la boca del Loa, con va-rios campamentos y paskanas intermedias asocia-das a cerámica asignable desde fases formativas ainmediatamente preincaicas e inca (Núñez yBriones 1996 Ms).

La más baja representación de los huesos y fecasde aves (0.16% y 0.07%, respectivamente) sugie-re en el primer caso el traslado de presas al cam-pamento, más que su cacería en el ámbitohiperárido en que se emplaza el sitio. Por otraparte, las fecas de aves guardarían relación conlos eventos de abandono parcial del sitio. El re-gistro de puntas pedunculadas para flechas y unastil precisamente da cuenta de probables activi-dades de caza ocurridas en los valles y costa ale-daña.

Los escasos hilos y vellones (0.12%) se interpre-tan como desechos de costales de carga y/o ropasde labor, similares a las que usó el “Hombre deCobre”: taparrabo y una túnica muy gruesa (Bird1977 y 1979).

Los pocos restos de madera gruesa de prosopispodrían ser parte del enmangado de herramientasde trabajo, tales como palas y cuñas, dada la du-reza y resistencia de los leños provenientes de losbosques del Loa Medio.

Aunque poco representadas, las cuentas decrisocola indican que se aplicaron técnicas parasepararla de la atacamita durante el machacado,dadas sus propiedades físicas y cromáticas, alta-mente valoradas para la confección de adornos yaplicaciones en objetos rituales.

Los martillos (0.02%) más livianos que aquellosdel “Hombre de Cobre” (Bird 1977 y 1979) sonmás comunes en los sectores exteriores a los re-cintos, pero también se asocian al machacado ytriturado de atacamita. De acuerdo a Latcham(1938) se han identificado grandes martillos demachacado en San Bartolo, Quillagua y Chuqui-camata, y recuerda de paso a otro documentadopor Boman (1908) para Chuquicamata, todos ellossimilares a los usados antes de los incas por el“Hombre del Cobre” (Bird 1977 y 1979). Sinembargo, en Chu-2 no se identificaron los gran-des martillos usados en el área de extracción. Eltamaño menor aquí se debe a que las técnicas de“separación” de estéril no requiere de martillosmuy pesados. Durante épocas coloniales y poste-riores del siglo XIX, bajo iguales funciones, seutilizaron martillos pesados de fierro (combos) conmangos cortos para desprender las gangas o en-cajadura de la roca exterior que envuelve laatacamita.

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Entre los materiales intrusivos y modernos, recu-perados de la superficie y de los primeros centíme-tros de algunos recintos, la presencia de corchetesmetálicos, papel, un cuesco de aceituna y restos decartón, indican que los recintos recibieron ocupa-ciones muy esporádicas durante el siglo XX, araíz de las exploraciones y mensuras mineras.

Consideraciones cronológicas

Sólo dos sitios vinculados con actividades mine-ras prehispánicas se han datado en el área. Preci-samente, la colección “Hombre de Cobre” quedebió formar parte de un campamento extractivofue fechada con una muestra textil (1350±80 APy 1659±130 AP), y otra, de un resto del mangode madera de un martillo lítico (840±150 AP),mientras que una tercera muestra de tejido huma-no (1400±40 AP) se ha datado en 500 DC. Estaúltima fecha ha sido considerada la más correcta,y da cuenta de un evento anterior al Período In-termedio Tardío (Bird 1977 y 1979), cuando pre-cisamente ocurrió un auge minero-metalúrgicoregional (Núñez 1999). Por otra parte, el otro com-plejo extractivo relativamente cercano de El Abra,fechado entre los 1300-1475 DC, documenta bienla explotación cuprífera posterior, en un contextosociopolítico pactado entre la administración incay la élite atacameña (Núñez 1999).

Para los efectos de cronologizar el campamentoChu-2, Beta Analytic procesó una muestra de car-bón del comienzo de ocupación de la Estructura 3(muestra 4-a/B2), Area de combustión 2 (Figu-ra 5). El resultado corresponde a la datación C14

convencional del orden de los 1110±60 AP, equi-valente a cal. 780-1020 DC (cal. 930-1170 Cal.AP), acorde a las estimaciones derivadas del aná-lisis de la cerámica y en sincronía con el conjun-to de dataciones C14 del “Hombre de Cobre” (Fi-gura 12).

Conclusiones

El sitio Chu-2 corresponde al primer campamen-to minero extractivo preincaico del área, confor-mado por ocho recintos pircados simples, conactividades intensas intra y extramuros, asociadoa rutas caravaneras que lo limitan en su bordesuroeste. De acuerdo a sus indicadores cerámicos,estuvo en uso de un modo intermitente desde elPeríodo Formativo Tardío hasta muy cerca de laexpansión inca (400-1400 DC). La presencia de

lentes con sedimentos eólicos estériles, más la altafrecuencia de coprolitos de roedores, incluso res-tos de escarabajos y coprolitos de aves, dan cuen-ta de intervenciones de agentes erosivos y bioló-gicos en las temporadas de ausencia de ocupa-ción. El carácter expuesto del sitio se explica porel énfasis en preparar protecciones pircadas con-tra el efecto de ráfagas del oeste. Si bien el regis-tro de bajas temperaturas, ráfagas y alta insola-ción diurna, en estos ambientes altos de cerca de3.000 m.snm podrían establecerse límites ocupa-cionales durante el invierno; es posible que el cam-pamento fuera usado todo el año, con más énfasisen las estaciones cálidas. De acuerdo al uso deropas, el “Hombre de Cobre” sólo muestra unacobertura púbica con faja, como si trabajara bajocondiciones de calor al interior de socavones es-trechos. No obstante, Bird (1977 y 1979) comen-ta el registro de una túnica muy gruesa hallada enChuquicamata, que apoyaría la idea de mayorabrigo en las faenas, dado el carácter inhóspitodel área. Debe tenerse en mente que este minerofue hallado en una mina hoy desaparecida por elsocavado del gran rajo abierto localizado a sólo2 km al sureste del campamento Chu-2, de modoque no debería descartarse una eventual relaciónentre ambas evidencias: labor de machacado ysocavones de extracción del mineral con uso delos grandes martillos referidos.

La acción de ráfagas y el carácter no continuo dela ocupación habría permitido la depositación deuna y dos superposiciones de capas culturales debaja potencia con microestratificaciones, concen-

Figura 12. Secuencia de los asentamientos del área mineraChuquicamata-Tomic (basada en C14).

CRONOLOGIA ESTIMADA PARA CADA SITIO

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tradas en algo menos de 50 cm de profundidad enciertos sectores más protegidos, o con un registromás disperso a raíz de los agentes movilizadoresnaturales. El patrón de depositación a nivel decampamento minero-caravanero no estimuló eldesarrollo de depósitos de desechos profundos ycontinuos sino, camadas horizontales débiles, queincluyen superposiciones lenticulares de cenizasderivadas de labores de cocina al interior del losrecintos. El carácter temporal del campamento seadvierte en la solución constructiva de pocoarraigamiento sin empotración de bloques en elsedimento preexistente. El patrón más común fuela disposición de muros a escasa profundidad, conbloques pesados tomados in situ, para evitar sudesplazamiento. Por otro lado, la ausencia de hue-cos de postes habla a favor de carencia de som-bras diurnas bien sustentadas, puesto que sus fun-ciones más importantes ocurrirán en las zonas dedescanso y alimentación, aunque no debería des-cartarse la aplicación de toldos livianos como te-chos sin constituir un registro arqueológico visi-ble. Las fuerzas de tareas extractivas se concen-traron en las vetas aledañas donde pasan gran partedel día, de tal modo que el uso del sitio es decorto tiempo, usualmente vespertino y nocturno;no obstante, otros grupos se dedicaban en el cam-pamento a moler la atacamita traída desde lasvetas, sin las gangas ya extraídas fuera del sitio.Aquí se volvería a seleccionar el mineral y seacentuaría el triturado, desechándose los minera-les de baja ley, liberando con percutores o marti-llos más pequeños la encajadura estéril de lacrisocola y azurita para extraer aquellos trozos decolor intenso. Estas labores se concentrarían fue-ra de los recintos donde se registran con más fre-cuencia los restos de martillos. Así, el hallazgode partículas de atacamita al interior de los recin-tos podría derivar tanto del machacado como delefecto de ráfagas desde el exterior.

La presencia de escudillas y cántaros de cerámi-ca, además de calabazas para beber, dan cuentade la preocupación por las actividades de alimen-tación en un territorio sin recursos cercanos. Tan-to así que ramas, frutos de chañar, algarrobos ymaíces debieron ser parte de las cargas sin retor-no desde los oasis cercanos, con costales adecua-dos al tráfico caravanero dado el hallazgo de hi-los y agujas de cactus.

Es evidente la intensa labor especializada en ex-tracción y selección de atacamita y crisocola (no

hay restos de escoria), excluyéndose otras acti-vidades toda vez que los escasos restos líticos sonde uso ocasional o expeditivos. De acuerdo a laasociación con las rutas caravaneras de “patrónrastrillo”, el desplazamiento por el desierto abso-luto ocurre a través de vías que integran artesaníasy productos de todo el perfil regional, constatadoa través de distintos componentes cerámicos querepresentan también espacios diferenciados en co-tas bajas (Quillagua), medias (Loa Medio) y altas(Loa Superior, Altiplano y San Pedro de Atacama).Por estos sitios se cruzan productos agrícolas y debosques de oasis: calabazas, zapallos, maíz, alga-rrobo y chañar. No faltan restos de pescados ymariscos del Pacífico y obsidiana de las tierras al-tas, del tal modo que, fuera de dudas, las rutas po-nen en contacto a gentes y recursos de todo eltransecto: Lípez-Loa Superior-cuenca de Atacama-Loa Medio-Inferior-costa, a nivel de mineros-caravaneros. Este modo de explotar tanto recursosmineros como el acceso al litoral es similar a lasevidencias de las paskanas asociadas a los geoglifosde Pintados, donde se han identificado, antes delos incas, restos de pescados, maíces y lingotera,en el transecto Pica-costa sur de Iquique (Núñezy Briones 1996 Ms).

En este sentido el rol de las caravanas fue funda-mental para las cargas de minerales, apoyada conforraje trasladado desde los valles (algarrobo, cha-ñar y hoja de maíz). Las llamas se mantenían enel entorno de los recintos, dado a que el hallazgode abundante fecas al interior de los recintos, des-de un punto de vista etnográfico, es funcional conlabores de cocina (combustible de alta calidad),calefacción, sumándose cierto ingreso por efectode ráfagas.

Una vez que las cargas de atacamita y crisocolaestaban preparadas, las caravanas salían hacia elrío Loa, donde otros especialistas procedían alfundido. Al respecto, se había propuesto que es-tas tareas ocurrían junto a los recursos boscososdel Loa en términos de combustión de alta cali-dad (Núñez 1999). Recientes estudios en el mar-co del Proyecto CODELCO-Nueva Calama handemostrado que en el sector de Topater (borde estede la cuenca de Calama), se sitúa una colina so-metida al efecto de ráfaga permanente con pocosrestos de ramas, cerámica y crisoles con escoriade cobre adherida, registradas en la cima. Se su-man evidencias de escoria, cuentas de crisocola yminerales molidos de atacamita concentrados en

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unos 30 m2 (Núñez 2001 Ms). Se postula que aquíse habrían instalado guayras, es decir, ingeniosde cerámica que captan por sus orificios el vientonecesario para mantener el principio de fuelle,sobre fogones, activando el fundido en crisoles.De hecho, la coloración rojiza de los sedimentosde base alterados por alta temperatura permitiólocalizar el sector del fogón. El registro de cerá-mica Dupont y otros tipos loínos del Período In-termedio Tardío habla a favor de la contempora-neidad de la “colina de la fundición” de Calamacon Chu-2 y otros campamentos del área (Nuñez2001 Ms). De un modo similar, restos de hachasmetálicas asociadas a escoria habrían sugerido aLatcham (1938) la presencia de guayras u horni-llos de fundición en la mina prehispánica de SanBartolo (cercana a San Pedro de Atacama),reactivada recién hacia el año 1848 por la admi-nistración Almeida.

El proceso termina con la fundición de cobre y elrelleno de las lingoteras o moldes de cerámicay/o piedra. En estos pequeños ingenios fraguabanlas barritas que se cargaban en otras caravanasorientadas a territorios carentes de estos recursos.Cada grupo receptor refundía los lingotes paratransformarlos en los objetos deseados, mayormentepara ornato y rituales, dada la alta jerarquía quesignificaba portar íconos y emblemas metálicos.Fundiciones en uso durante el siglo XIX se hanindicado en las localidades de Yalquincha, Cho-rrillos y en las “caídas” de Chinchorate a unos3 km aguas abajo de Calama, todas asociadas aluso del carbón de leña de los bosques locales deProsopis, los que, según Phillipi (1860), ya esta-ban muy agotados a mediados del siglo XIX.

Finalmente, se desprende que el tráfico mineroinvolucró a funciones multipropósito, traslado derecursos y manejo de redes de interaccióntransectual propios de esta clase de sitios no

asociados a hábitats permanentes (Núñez 1984 y1987; L. R. González 1997; Nielsen 1997a, 1997by 2001b; Angiorama 2001; Rees y De Souza 2001Ms). Es así como estos campamentos de labor ylas paskanas o estaciones de descanso dejan depó-sitos culturales con registros exógenos, derivadosdel traslado de recursos de subsistencia desde lascabeceras aldeanas. Al mismo tiempo, el tipo deevidencia muestra que las ocupaciones son breves–“de paso”–, aunque sostenidas en el tiempo, dan-do cuenta del “oportunismo” giratorio del tráfico,en términos de aprovechar al máximo todos losrecursos altitudinales disponibles. En este caso, sepodría plantear que los ocupantes del sitio seríancaravaneros-mineros, posiblemente vinculados aredes de interacción mayores. Esto se demostraríapor el hallazgo de materiales provenientes de ám-bitos ecológicos diferenciados, tales como obsidianay cerámica Hedionda de las tierras altas, productosvegetales como algarrobo, calabaza, chañar y maíz,de los oasis del pie de la puna e intermedios; con-chas y pescados del Pacífico. El “ideal” de comple-mentariedad y traslados transcaravánicos (Murra1972) y Núñez y Dillehay (1979) fue determinanteen el Centro Sur andino, para la instauración dealianzas, armonía social fronteriza y redes de cir-culación de excedentes de bienes de estatus y do-mésticos a larga distancia. Estas operaciones seejecutaban al margen de las demarcaciones territo-riales, constituyendo los obrajes mineros la princi-pal labor orientada a la sustentación del régimenseñorial de los proto curacas locales, facilitandosu inserción en el mundo andino del sur.

Agradecimientos Los autores agradecen la cola-boración recibida del personal del Departamentode Medioambiente de la División Radomiro Tomicde CODELCO, en especial de Sandra Riquelme.También queremos agradecer a Mauricio Uribepor realizar la identificación de las coleccionescerámicas.

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