Download - Poe Y sus Legados
Revista Del Más Allá Del Cuervo
G r u p o E d i t o r i a l
1 0 2 D e f e c t o s
1 p r i m e r a e d i c i ó n
1 6 D e D i c i e m b r e D e 2 0 1 2
B o g o t á / C o l o m b i a
K e v i n O s o r i o P é r e z
1 6 / 1 2 / 2 0 1 2
Poeta De La Noche
Revista creada por y para jóvenes de la noche atreves
de escritos basados en el escritor Edgar Allan Poe y
sus más Conocidos Escritos
1
2
Editorial
Los escritos expuestos en esta revista no solo son escritos por estudiantes de
la universidad pedagógica nacional de Colombia en la licenciatura de Artes Vi-
suales, cursando actualmente II Semestre, como el señor espectador vera es-
tos escritos fueron realizados a partir de la literatura de Edgar Allan Poe quien
es una gran influencia en la literatura actual, cada uno de los escritos contienen
emociones o algún parecido a los escritos del autor.
Cada uno de los sentimientos de los autores se encuentra expuestos en los
textos que leerá, Cada uno de ellos tiene un razón diferente por la cual fue es-
crita solo espero que de verdad en este camino oscuro y de perversidad en-
cuentre esos sentimientos en estos escritos.
Y tal vez como yo vea que así como Edgar Ellan Poe mostraba el terror y el
suspenso en la mayoría de sus escritos usted como espectador y lector intente
comprender y sentir lo que estos autores jóvenes quieren hacerle sentir.
3
Textos
Eterna decisión ........................................................................................................................... 4
Haz tu danza y acaba ................................................................................................................ 7
Conmigo ....................................................................................................................................... 7
Cauce ........................................................................................................................................... 8
El TERROR, la travesía de Poe ..................................................................................................... 10
El hombre y la bestia ............................................................................................................... 13
La memoria de un extraño ...................................................................................................... 15
En busca del amor ................................................................................................................... 17
Sin Nombre ................................................................................................................................ 20
El gato negro ............................................................................................................................. 22
4
Eterna decisión
Como el nuevo comienzo
que se acercaba; observé
con calma lo que en unos
minutos se convertiría en
mi diario vivir: vi con nue-
vos ojos las cortinas rosas
que graciosamente cu-
brían parte de los mue-
bles de tu vecina, observé
detalladamente el conta-
dor de agua que registra-
ba el día a día de tus ve-
cinos de al frente y me
deleité observando como
el gato de manchas blan-
cas ágilmente brincaba
del techo de su dueño
hacia el tuyo y luego, con
mucha destreza y casi
como una pluma, se des-
lizaba por las canaletas
de tu casa, brincaba hacia
el poste que estaba en
frente y rebotaba nueva-
mente en la pared de la
casa hasta detenerse
contra el andén que le
indicaba su libertad.
Al terminar esa impresio-
nante muestra de agilidad,
el gato se percató de mi
presencia y se quedó
mirándome como si su-
piese el motivo de mi visi-
ta durante esa noche.
Intentando interpretar su
mirada confusa e indómita
me pregunte si quería
advertirme algo, algo ma-
lo, que no debía hacer.
Mi intento por querer
descifrar su mirada fue en
vano porque antes de
poder solucionar mi predi-
camento, el animal ya se
había alejado hasta per-
derse tras dar la vuelta en
la esquina de la última
casa. Yo estaba inmóvil,
dubitativo por nuestro
futuro, pero seguro de mis
siguientes actos. Me tomé
unos segundos antes de
acercarme a tu puerta y
tras un suspiro profundo y
largo toqué el timbre. El
tiempo que te tomó bajar
al primer piso para abrir la
puerta fue más largo de lo
que me esperaba, pero
ver tu rostro pálido y deli-
cado me tranquilizó un
poco, sin embargo al es-
cucharte decir que me
estabas esperando una
extraña sensación me
invadió; estaba seguro de
lo que iba a hacer, pero
ya no tenía la misma cer-
teza de lo que quería ha-
cer.
Como notaste que no
entraba a la casa, me
tomaste de las manos y
me arrastraste hacia den-
tro, me sentí como un
niño al que sus padres
tienen que llevar de la
mano para que no se
pierda del camino. Mien-
tras subías por las escale-
ras, aún con mis manos
entre las tuyas, noté la
salida de baño que lleva-
bas puesta. Tenías el pelo
mojado y las manos cáli-
das; lucias hermosa. Me
condujiste hasta tu cuarto
5
y noté en tu rostro la feli-
cidad que te invadía, ver
tu expresión me llenaba
de placidez pero temía
que ese éxtasis que nos
rodeaba terminara por mi
culpa; traté disimular mi
distracción pero no fui lo
suficientemente bueno
porque al poco tiempo
noté como tu sonrisa
cambiaba por una expre-
sión de desconcierto.
Quería evitar la situación,
hasta ese momento me di
cuenta que necesitaba
más tiempo para tomar
esa decisión. Tenía que
elegir mi respuesta con la
presión del tiempo sobre
mí, me di ánimos pensan-
do en la fortuna de per-
manecer a tu lado y con
una pequeña luz de espe-
ranza encendida dentro
de mí, tomé tu cara y te
besé.
Luego de aquel beso me
di cuenta que no podía
continuar. Lo que me es-
taba haciendo era un mal
y no soportaba la idea de
arrastrarte conmigo; te
aparté y me dirigí hacia la
salida de tu cuarto, enton-
ces me preguntaste por
qué estaba haciendo eso,
por qué estaba actuando
de esa forma, pero yo no
quería responder, sabía
que si te contaba sólo te
lastimaría y no quería
verte sufrir.
Seguí caminando para
salir de tu casa y mientras
bajaba las escaleras me
volviste a reclamar. Nue-
vamente preferí ignorarte
y seguí caminando, hasta
que, al abrir la puerta que
conducía a la helada no-
che escuché tu llanto,
arma infernal de la que
nunca he podido escapar
y al darme vuelta me pa-
ralicé al ver como las lá-
grimas caían sobre tu
rostro, lágrimas acompa-
ñadas por una pregunta
casi inaudible “¿Por
qué?”. No quería hacerte
sufrir, pero ya lo estaba
haciendo así que opté por
contarte todo, merecías la
verdad… Nunca me había
sentido tan lúgubre como
esa noche en la que, lue-
go de explicarte nuestra
situación, tuve que salir
dejándote en la soledad,
mientras enfrentabas a
tus espantos en medio de
la fría oscuridad.
Llegué a casa; ilusamente
esperaba ver tu rostro
abrirme la puerta, pero no
fue así. Ella también tenía
el pelo mojado. Llevaba
un pijama blanco de pun-
tos azules ¿por qué esta-
ba vestida así? ¿Por qué
no se había puesto su
mejor vestido para reci-
birme?
No quise complicarme
pensando en ello. Me
preguntó por qué había
llegado tan tarde, note en
su rostro una expresión
de angustia y amor por
mí; con una sonrisa la
calmé y le contesté que
simplemente quería estar
con ella, era la verdad no
quería volver a alejarme
de su compañía me pro-
metí que nunca la iba a
hacer sufrir; ese error ya
lo había cometido contigo,
6
fue doloroso, pero fue mi
decisión.
Al escuchar mi respuesta
me abrazó con fuerza y
me besó; no fue lo mismo,
nunca lo volvió a ser. Me
condujo hasta la sala,
prendí el televisor y mien-
tras me alistaba algo de
comer el chiquitín se
acercó para contarme su
día en el colegio.
Escrito Por:
Luis Alejandro Mariño Figueroa
Estudiante Lic. Artes Visuales (II Semestre)
Universidad Pedagógica Nacional
7
Haz tu danza y acaba
Conmigo
Haz tu danza y acaba conmigo
El tiempo se agota,
la sangre se desborda.
Haz tu danza y acaba conmigo
Que ya mucho he sufrido
No bastan las palabras
Para expresar lo que he vivido
Ni un minuto de sufrimiento
Para curar este odio infinito.
Haz tu danza y acaba conmigo
Hazlo de una vez por todas
Es lo que he estado esperando
Vamos, la muerte no teme
Y creo que ahora yo tampoco
Vienes por mí
anhelo sentirte
Anhelo sentirte danzando sobre mí
Sobre mi cuerpo, sobre mis huesos
Sobre mi carne que ahora yace.
Haz tu danza y acaba conmigo,
Acaba con este cuerpo terrenal
De vacíos vánales
Y caprichos indeseables,
Haz tu danza.
Haz tu danza y
Acaba conmigo
Aunque creo que ya no existo
Alguna parte de mí aún está aquí
Y se ha dejado seducir por ti
Por tu encanto, por tu lujuria
Ya no quiero que dances en mí
Quiero danzar contigo en
Ese lugar prometido…
Ya no sé si eres la muerte o
Si eres mi propio demonio
O si soy yo mismo encarnado
En un ser amado.
Haz tu danza y acaba conmigo
Porque he empezado a vislumbrarme
Con algo que no estoy seguro
Que seas tú y para cuando lo compruebe
Puede que sea muy tarde.
Haz tu danza, has de mí lo que quieras
Ya no siento nada
Y lo siento todo…
En un mar de confusión.
Ya no tengo miedo de nada
Ven por mi pronto
No me hagas esperar más
Todo se nublo y nada se escuchó.
Poema escrito Por:
Alexandra Ivonne Prieto Reyes
Estudiante Lic. Artes Visuales (II Semestre)
Universidad Pedagógica Nacional
8
Cauce
Escucho llantos y gritos
de desesperación, no sé
si es algo que me ator-
menta desde que llegue
aquí. Sé que a mi alrede-
dor no hay absolutamente
nada, solo el paso del rio,
la caída de agua, y el
maullar de los gatos, pero
me pregunto ¿qué son
esas voces? aunque sean
gritos desgarradores no
producen ecos, no produ-
cen nada, solo miedo.
Aun me pregunto ¿qué
hago acá? Trato de recor-
dar ¿cómo llegue? Pero
en mi mente solo pasa la
silueta de una mujer, algo
opaco pero muy bello;
delgado y su pelo, un
hermoso pelo largo y ne-
gro, me sonríe, una sonri-
sa maliciosa.
Recorro aquel lugar tan
familiar y desconocido a la
vez. Es una casa enorme
no puedo ver sus colores
pues la luz que entra por
alguno de los ventanales
es poca para ver que hay
en ella; estos ventanales
son algo grandes con
marcos de madera, el olor
de la madera mojada de
ellos es tan fuerte, hay
largos pasillos que condu-
cen a escaleras. Con algo
de cuidado logro tocar la
baranda, algo fría y suave
de madera muy delgada y
fina. Mientras voy subien-
do las tablas del piso sue-
nan, chirrean, escucho el
maullar de los gatos más
fuertes, el pasar de las
ratas por entre las tablas y
el fuerte ruido del caer del
agua.
Llegando al segundo piso
me encuentro encerrado
en un pasillo largo lleno
de puertas. Entro a una
de las habitaciones, esta
tiene 3 ventanas, entra
algo de luz de la luna que
ilumina las nubes rojizas.
Me asomo y veo un gran
paisaje de arbustos. A lo
lejos un bosque muy es-
peso.
Lo que más me sorprende
es un brillo, resalta tan
tenebroso de la caída de
agua de aquel cauce. Con
mucha fuerza se veía
como el agua caída si
miedo a nada, rompiendo
con todo a su paso. Aún
más atemorizante era que
solo escuchaba el recorri-
do del agua, mas no con
la fuerza que esta pegaba
a las rocas al caer. Como
si solo un pasar turbio
fueran esas aguas nada
más; quien escuchara
aquello solo pensaría que
hay un pequeño riachuelo
con agua cristalina donde
me podría bañar, pero era
todo lo contrario el agua
se veía caer con tanta
rudeza y sus aguas espe-
sas que formaban espu-
mas de las negras y su-
9
cias aguas. En ese mo-
mento recordé algunos
episodios de lo que quizás
habría podido pasar. Vol-
vía a mí el recuerdo de
aquella mujer su sonrisa
me tenía loco pues la veía
con tanta claridad sé que
no estaba feliz pues era
una risa hipócrita. Maldita
sonrisa. La vi intentando
pasar su mano en mi ros-
tro y solo viendo el movi-
miento de sus labios di-
ciendo “te amo” no la es-
cuchaba, pero solo tenía
ganas de matarla, pues
aunque sentía que mi
corazón latía fuerte y que
un sentimiento más gran-
de que el odio me unía a
ella. Quería desaparecer-
la, no ver nunca más esa
sonrisa, esa sonrisa loca
que alguna vez me ena-
moro, esa sonrisa que me
llevo a donde estoy. Así
se fue aclarando todo,
entendía que no eran
más de las 5 de la maña-
na pero aun el lugar esta-
ba tan oscuro, ni un rayo
de sol atravesaba la ven-
tana. No entendía por qué
la noción del tiempo se
perdía en aquel lugar y
recordé que sin querer
ese era el lugar de mi
muerte.
Recordé que una sonrisa
maniática me había lleva-
do aquel abismo y con mi
vida había acabado, sin
embargo yo sigo recor-
dando esa sonrisa mien-
tras espero en esta casa
vacía, llena de sombras
que bajan de aquel salto,
llena de llantos y gritos
desesperados, habitar
esta casa llena de maldi-
tos recuerdos será la his-
toria más triste por una
maldita sonrisa.
Escrito Por:
Ana María Usaquén Rodríguez
Estudiante Lic. Artes Visuales (II Semestre)
Universidad Pedagógica Nacional
10
El TERROR, la travesía de Poe.
Un breve acercamiento a los Cuentos de Terror: El pozo y el péndulo, y El
gato negro
La palabra terror viene del
latín terror, a partir del
verbo terreo. Este verbo
en origen significa hacer
temblar, de modo que
terror en principio es tem-
blor. Si bien etimológica-
mente la palabra terror ha
cambiado su significado
con el paso del tiempo, y
ha pasado a destacar en
ello el miedo, el horror,
entre otras. No ha sido
gratuita su transformación
y ya lo veremos más ade-
lante.
Nos encontramos con dos
alternativas para hablar
del terror: La primera,
cómo un sentimiento inde-
leble en el hombre. Po-
demos observar su pure-
za, un estado natural, un
sentimiento falto de racio-
nalidad, simplemente un
sentir que se presenta de
un momento a otro, que
no se busca. La segunda,
por el contrario, es el te-
rror visto cómo una he-
rramienta u objeto que se
puede alterar, una cir-
cunstancia que se puede
planear, que de hecho,
puede ser adquirido o
evitado, un “algo” que va
tomando características y
se va moldeando para ser
transmitido o suprimido
cuando se quiera.
Acercándonos entonces a
la literatura de terror, nos
encontramos con su ori-
gen en las antiguas le-
yendas y mitos, el deseo
del hombre por contar sus
experiencias con lo natu-
ral, es decir con los fenó-
menos naturales, entre
ellos el temblor, rasgo del
terror que anotaba más
arriba cómo falto de ra-
cionalidad. Al contrastar
este tipo de literatura con
la novela gótica, vemos la
transformación del terror,
ahora objeto estético que
se fundamenta como he-
rramienta causal de cir-
cunstancias hechas para
lo que deja de ser natural
y pasa a ser ese “algo”
transmitido y transforma-
do. Es precisamente allí
donde nuestro queridísi-
mo Poe aparece, con todo
un método de composi-
ción, en el que plantea las
bases para analizar al
receptor y lograr transmi-
tirle ese temblor ficticio:
“La verdadera decisión se
adopta en el último mo-
mento, ¡a tanta idea en-
trevista!, a veces sólo
como en un relámpago y
que durante tanto tiempo
se resiste a mostrarse a
plena luz, el pensamiento
plenamente maduro pero
desechado por ser de
índole inabordable, la
elección prudente y los
arrepentimientos, las dolo-
rosas raspaduras y las
interpolación. Es, en
suma, los rodamientos y
las cadenas, los artificios
para los cambios de
decoración, las escaleras
11
y los escotillones, las
plumas de gallo, el colore-
te, los lunares y todos los
aceites que en el noventa
y nueve por ciento de los
casos son lo peculiar del
histrión literario. Por lo
demás, no se me escapa
que no es frecuente el
caso en que un autor se
halle en buena disposi-
ción para reemprender el
camino por donde llegó a
su desenlace. General-
mente, las ideas surgieron
mezcladas; luego fueron
seguidas y finalmente
olvidadas de la misma
manera. En cuanto a mí,
no comparto la repugnan-
cia de que acabo de ha-
blar, ni encuentro la me-
nor dificultad en recordar
la marcha progresiva de
todas mis composiciones.
Puesto que el interés de
este análisis o recons-
trucción, que se ha con-
siderado como un deside-
rátum en literatura, es
enteramente independien-
te de cualquier supuesto
ideal en lo analizado, no
se me podrá censurar
que salte a las conve-
niencias si revelo aquí el
modus operandi con que
logré construir una de mis
obras. Escojo para ello El
cuervo debido a que es
la más conocida de
todas. Consiste mi pro-
pósito en demostrar que
ningún punto de la com-
posición puede atribuirse
a la intuición ni al azar;
y que aquélla avanzó
hacia su terminación,
paso a paso, con la
misma exactitud y la
lógica rigurosa propias
de un problema mate-
mático.”1
Y es justo ese problema
matemático su gran he-
rencia, puesto que es allí
donde nacen las estructu-
ras de El pozo y el péndu-
lo, y El gato negro. Y no
necesariamente me refie-
ro con esto a que Poe
manejara una única es-
tructura para todos sus
escritos, me refiero al
planteamiento que él hace
al proponer un orden a la
hora de transmitir las dife-
rentes sensaciones. En-
1 Poe, Edgar. Filosofía de la
composición.
tonces, es normal encon-
trar entre sus cuentos de
terror una armonía similar
y, la implantación de ca-
racterísticas comunes. La
sensación de desespero,
por ejemplo, es uno de los
rasgos más notorios en
estos dos cuentos y en
general en la idea de te-
rror ficticia como una cir-
cunstancia que se puede
planear o evitar como
citamos más arriba, ma-
nejado por Poe:
…Una horrible idea hizo
que la sangre se agolpara
a torrentes en mi corazón,
y por un breve instante
recaí en la insensibilidad.
Cuando me repuse, tem-
blando compulsivamente,
me levante y tendí desati-
nadamente los brazos en
todas direcciones. No
sentí nada, pero no me
atreví a dar un solo paso,
por temor de que me lo
impidieran las paredes de
una tumba. Botaba el
sudor por todos mis poros
y tenía la frente empapa-
da de gotas heladas. Pero
la agonía de la incerti-
dumbre terminó por vol-
verse intolerable, y caute-
losamente me volví ade-
lante, con los brazos ten-
didos, desorbitados los
ojos en el deseo de captar
12
el más débil rayo de
luz…2Y:
…La filosofía no tiene en
cuenta éste espíritu; y, sin
embargo, tan seguro es-
toy de que mi alma existe
como de que la perversi-
dad es uno de los impul-
sos primordiales del cora-
zón humano, una de las
facultades primarias indi-
visibles, uno de esos sen-
timientos que dirigen el
carácter del hombre.
¿Quién no se ha sorpren-
dido a sí mismo cien ve-
ces en momentos de que
cometía una acción tonta
o malvada por la simple
razón de que no debía
cometerla? ¿No hay en
nosotros una tendencia
permanente, que enfrenta
descaradamente al buen
sentido, una tendencia a
transgredir lo que consti-
tuye la ley por el sólo he-
cho de serlo? Este espíri-
tu de perversidad se pre-
sentó, como he dicho, en
mi caída final…3
2 Poe, Edgar. El pozo y el
péndulo. Traducción de Julio Cortázar. Editorial, Circulo de lectores. 3 Poe, Edgar. El gato negro.
Traducción de Julio Cortázar. Editorial, Círculo de lectores.
Finalmente considero que
el terror a partir de Poe
será una herramienta
llevada a su máximo nivel
y esta, terminará de ser
pulida como objeto estéti-
co para la consolidación
de la conocida literatura
de terror.
Escrito Por:
Angélica Klinger
Aguirre
Estudiante Lic. Artes
Visuales (II Semestre)
Universidad
Pedagógica Nacional
13
El hombre y la bestia
En una época remota
existía un hombre que
vivía alejado de todos los
demás. Nunca se le veía
por las calles, siempre se
le observaba en su hogar
postrado a una silla a una
pluma y una hoja, siempre
andaba en malas fachas,
su aspecto personal no
era el mejor, y su perso-
nalidad era lo más desco-
nocido que podía existir.
Cuando se le veía por las
calles de aquel descono-
cido pueblo se le obser-
vaba en los lugares me-
nos esperados, este hom-
bre rondaba cementerios,
morgues, y otros lugares
que las personas les daba
terror. También se escu-
chaba decir que cuando
se le veía cosas inusuales
pasaban en aquel lugar.
Se encontraban cadáve-
res en el peor estado,
pasaban muertes de todo
tipo. Cuando por alguna
razón una persona se
extraviaba una muche-
dumbre gigantesca se
dirigía al tremendo castillo
donde este siniestro hom-
bre reposaba. Iban con
antorchas, cuchillos, y
todo tipo de objeto que
pudiera causar daño,
siempre se le acusaba de
todo lo malo que sucedía
en aquel pueblecillo.
Un día sucedió lo que
todos llegaron a pensar.
Una linda mujer, que por
cierto era muy joven apa-
reció a las afueras del
pueblo colgada en un
árbol del cuello, su cuerpo
ya no tenía los ojos ni los
dedos de las manos ni de
sus pies. Además su vien-
tre estaba abierto y se
podía observar todo su
interior, los buitres y los
cuervos rondaban el
cuerpo que yacía muerto
y frio, con un olor lo más
desagradable y repugnan-
te posible.
Un hombre que visitaba el
pueblecito la vio y co-
rriendo se dirigió a buscar
la autoridad del pueblo
para comentarle lo suce-
dido. De inmediato se
formo una gran muche-
dumbre la cual estaba
dispuesta a acabar con
aquella bestia quien había
cometido tal crimen.
Todos se dirigían al casti-
llo el cual se encontraba
en lo alto de una colina.
No se observaban luces,
todo era oscuro y aquellas
criaturas diabólicas y
abominables rondaban
alrededor de este. Solo
algunos valientes se atre-
vían a rondar sus alrede-
dores. En este caso era
tal el odio que la gente
llevaba, que no importa-
ban los peligros que se
encontrara por el camino.
Al llegar a la gran puerta
que separaba el castillo
de todo aquello que esta-
14
ba en frente de este. La
muchedumbre empezó a
gritar “Poe mounstro ase-
sino, debes pagar por lo
que has hecho “. Lo que
la gente no sabía era que
este pobre hombre era el
padre de una criatura a
quien el mismísimo diablo
le había encargado para
su protección.
Este hombre cuidaba de
él y en algunos días lo
tenía que soltar para que
este se pudiera alimentar,
el aprovechaba además
las atrocidades que la
criatura cometía para
escribir relatos y cuentos
de terror. Relatos de la
mejor calidad que causa-
ban en las personas las
peores sensaciones posi-
bles de miedo y horror.
Cuando la muchedumbre
logro entrar al castillo
encontraron a la bestia
encadenada a una gran
pared y, al darse cuenta
que esta era la causante
de todo lo sucedido dije-
ron: tranquilo amigo Poe
nosotros te ayudaremos a
liberarte de tal castigo que
llevas encima. La muche-
dumbre se abalanzo so-
bre aquella bestia a la
cual después de causar
tremendas atrocidades le
dieron muerte finalmente.
Poe quien se encontraba
agradecido con toda la
gente del pueblo les dijo
gracias a ustedes hoy soy
libre del castigo que mi
cuerpo y alma llevaba
encima, gracias a esto los
deleitare con mis cuentos
y serán ustedes los prime-
ros en conocer mis histo-
rias de terror , desde este
día Poe se convirtió en un
sabio para su pueblo era
el escritor más reconocido
en todo el reino y era
aclamado por todos por
sus grandes historias las
cuales saciaban las men-
tes gigantes de todos los
pobladores de aquel le-
jano y recóndito reino.
Escrito Por:
Juan Carlos Toledo
Estudiante Lic. Artes Visuales (II Semestre)
Universidad Pedagógica Nacional
15
La memoria de un extraño
Un tercer piso de una
casa vieja, desgastada
con puertas de madera
rechinantes, ventanas
rotas por las piedras que
fueron lanzadas hacia
ella, paredes ralladas por
delincuentes que asechan
la zona, movimiento ex-
traños que se sienten en
el primer piso, suelo
manchado de un color
muy rojo un poco parecido
a la sangre, sonidos de
patrullas de policía que se
escuchan al exterior de
este lugar, no es suficien-
te miedo para sentir el
olor a líquido de vida por
todos lados.
En el interior de este cuar-
to, se siente la soledad a
un nivel totalmente depri-
mente que hace que la
oscuridad que ya lo inva-
de sea algo totalmente
inevitable a través de las
ventanas rotas, el fuego
arde en el exterior, todos
los lugares que rodean
este sitio están en llamas,
las casas poco a poco se
destruyen. Las paredes
parecen ser blancas, pero
no lo son están llenas de
papel que las cubren de
alguna u otra forma, de tal
manera que no se pueda
ver nada de ella en lo
absoluto. El piso es blan-
co en su totalidad con
algunas manchas rojas
en el piso, del cual se
desconocen la razón del
¿por qué? están ahí, el
techo es de madera en
forma de columnas, ubi-
cadas en forma horizontal
queriendo formar una
especie de triángulo hacia
arriba.
Una ventana abierta que
permite la entrada del
congelante frío, las corti-
nas de banco moviéndose
al paso del viento que
entra y mientras más fuer-
te es el impacto del viento
con ellas; el sonido del
silbido que produce el
viento es más fuerte, una
soga de color rojo colgada
en el techo, el dolor inter-
minable se siente en este
sitio que parece no dejar
de llenar de soledad y
dolor el lugar.
A pesar de los colores
claros que asechan este
sitio pareciera que fuera
más oscuro que la casa
en su totalidad, este cuar-
to tiene una puerta de
madera rota que constan-
temente rechina sin cesar
gracias al viento que entra
a el, dejando así un sen-
tido tenebroso, en donde
el cuarto de color blanco
se opaca por los sonidos
que se sienten.
Una cama lo único que se
ve en este sitio, vestida
con sabanas color rojo
algo muy parecido a la
sangre que se ve en el
piso, alrededor ropa tirada
en el piso por todo lado
manchada con un color
como el que produce en la
16
mente el asesino; ¿qué
sigue descubrir por qué? ,
en este momento otros
olores se siente, sudor,
lágrimas entre otros, tam-
bién suenan cadenas,
como collares, el color de
sus paredes parece inten-
tar calmar la sensación
pero no la oscuridad per-
siste junto con su color
rojo por todas partes y
más con el olor de ese
color pasional en la ropa
que parece que fuera
“sangre”
Tal vez esta oscuridad
permanecerá en este sitio
lleno de olores, sonidos
tanto internos como ex-
ternos, el color rojo segui-
rá vivo como una ruptura
que es mucha más rápida
de lo que se puede espe-
rar y entonces ¿Por qué
hay tanto color rojo san-
gre en todo el cuarto?
“No temas al color, témele a la razón del porque el color”
Rojo No.5. R-O-J-O es 27, más 5 es 32 ¿Qué es?
23 a la inversa
Escrito Por:
Kevin Felipe Osorio Pérez
Estudiante Lic. Artes Visuales (II Semestre)
Universidad Pedagógica Nacional
17
En busca del amor
Solo soy un hombre joven
y aventurero nacido en
Jamaica, creo que mi
nombre es irrelevante,
tengo 25 años y dicen que
soy muy guapo, amigable,
solidario.
Estoy muy feliz con mi
vida, no me gusta estre-
sarme y soy muy enérgi-
co. A olvide decir que soy
uno de los 3 psicólogos
más importantes del mun-
do. Un día en mi despa-
cho, pensé por que no
formar una familia, para
esto debo buscar la chica
indicada, tal vez a mi alma
gemela , decidí poner en
marcha un viaje por todo
el mundo en busca de
ella, estuve en muchos
lugares, conocí muchas
mujeres , todas decían
quererme, pero lo que
realmente enviciaban era
mi dinero, en uno de estos
lugares creí encontrarla,
era una mujer muy bella la
conocí en un lugar muy
distinguido. Salimos un
par de veces al parecer
no le interesaba mi dinero,
sorprendentemente ella
me propuso que nos ca-
sáramos, sentí que era
muy apresurado tomar
esa decisión,, pues no
llevábamos mucho tiempo
en conocernos. Pasados
unos días me dí cuenta
que su intención era ca-
sarse con migo por el
simple hecho de no estar
sola.
Muchas otras historias
sucedieron con miles de
mujeres, que por una u
otras cosas no tenía lo
que yo buscaba de una
mujer, pasaba el tiempo y
nada que encontraba a mi
alma gemela, realmente
ya me estaba resignando
y sentía que el amor no
era para mí. Tal vez esta-
ba destinado a estar solo.
Finalmente decidí tomar
el primer avión que saliera
e irme a cualquier lugar,
ya no me importaba nada
ni nadie. El avión me llevó
a un lugar muy extraño,
un país que jamás había
visitado, en mis largos
años como psicólogo, y
eso que yo creía conocer
todo el mundo. Este lugar,
era interesante, la gente
no me perseguía, para
pedirme un autógrafo,
como en otros sitios, na-
die sabía quién era yo, así
que fue sencillo pasar
inadvertido por toda la
cuidad, mientras camina-
ba por una calle, sentí que
alguien me observaba,
continúe caminando, sen-
tía que alguien me seguía.
Cuando de repente un
niño se acercó a mí, él
estaba sucio, mal vestido
y olía un poco mal, se
acercó a mí y me dijo que
yo de donde era, que
estaba seguro que yo no
era de ese lugar, sonreí y
le dije, cómo te llamas y el
me contesto, Joseph se-
ñor, le pregunte por que
me seguía y me observa-
ba tanto, me dijo que le
parecía muy sorprendente
y mágico mi cabello, que
jamás había visto algo
así, le explique de qué
lugar venia, y por qué la
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particularidad de mi cabe-
llo tejido, el solo me pres-
taba atención. Decidí
invitarle a tomar algo,
parecía un poco agotado,
el acepto a pesar de que
yo era un desconocido,
decidimos tomar jugo
natural en una cafetería,
él estaba muy feliz y me
confeso que ese día era el
mejor día de su vida, le
pregunte que por qué, que
si era que jamás había
tomado jugo natural, me
dijo si por supuesto señor,
lo digo porque hoy en la
mañana, conocí una se-
ñorita muy buena gente
como usted, me invito
desayunar, me regalo un
par de zapatos nuevos y
me dijo que me quería
adoptar, que la esperara
en la misma calle donde
lo conocí a usted señor.
Quede muy extrañado
con esa sospechosa ayu-
da por parte de esa seño-
rita con el niño Joseph,
no era normal que una
persona se interesara así
por un niño de la calle, le
pregunte que si sabía algo
de ella, me contesto que
sí, que había platicado un
poco en el desayuno con
ella, y me contó que era
un estudiante de artes
escénicas, que tenía 25
años, que no tenía nin-
guna mala intensión con-
migo, que solo quería
ayudarme, que ella solo
quería hacer de su vida,
una obra de caridad con
los más necesitados y que
su lema es ayuda a tu
prójimo y serás feliz, que-
de muy impresionado con
esa maravillosa manera
de ver la vida, jamás
había escuchado algo así
, le pregunte a Joseph
que ella le había dado
algún numero para que se
comunicara con ella si
algo ocurría me respondió
que sí, le dije que si me
regalaba su número, para
contactarme con ella y el
chico me dio el número.
Decidí marcarle y al con-
testar escuche una dulce
voz, preguntándose con
quien hablaba, le dije que
era amigo de Joseph y
que lo estaba cuidando
para cuando ella volviera,
me agradeció por la bue-
na actitud y me dijo que
en par de horas iría a
recoger a Joseph, en la
calle donde había queda-
do con el , le conteste que
seguro estaríamos allá,
cuando colgué sentí una
paz indescriptible, jamás
había sentido eso con una
mujer y eso que ni siquie-
ra la había visto, Salí co-
rriendo y recogí a Joseph
para llevarlo a ese lugar,
no quería llegar tarde y
perderme el hecho de
conocer esa espectacular
mujer.
Al llegar solo vi un par de
crespos dorados volar
sobre aire, una gran luz
que salía de su boca, una
hermosa silueta tallada
por ángeles, y un par de
ojos brillantes. No pude
negar mi gusto por ella,
antes de que el niño la
saludara, le pregunte co-
mo se llamaba, se sonrojo
y me respondió que se
llamaba Alison, era un
nombre de diosa, una
mujer así no era de esta
tierra, charlamos un par
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de horas, y salimos juntos
con Joseph, y sentí por
primera vez que el amor
había llegado a mi vida,
ella era, ella era mi alma
gemela, y tanto que bus-
que y busque el amor, y
fue el amor quien me en-
contró.
Escrito Por:
Rodry Alex Torres Amezquita
Estudiante Lic. Artes Visuales (II Semestre)
Universidad Pedagógica Nacional
20
Sin Nombre
En las mañanas de fin de
año me levanto, pongo
música, me distraigo, leo
un poco, fumo y cuando
fumo miro por la ventana.
No voy a mentir con de-
seos de encontrar al-
go interesante por ahí
tirado en el piso o ver a
algún conocido pasar por
la acera. No hay muchas
complicaciones, el sol
retumba suavemente por
el vidrio transparente y
mientras las bocanadas
pasan por mi garganta
veo al viejo de enfrente;
hoy pensé en lo triste y
desolado que se debe
sentir, hace mucho tuvo
un taller de mecánica, ya
no puede caminar bien.
Creo que hoy mas que
cualquier otro día me sen-
tí apenado por su vida, a
pesar de que en el fondo
y en la realidad no impor-
ta lo que piense, él ya
está viejo y perdido.
Cuando él era un poco
mas joven y yo era un
simple niño que miraba
por el portón de la casa, lo
que en las aceras pasaba
y mientras mi mama des-
de el balcón hacia jardine-
ría con las matas de la
fachada, él tenía su taller
de mecánica directamente
enfrente de la calle.
Siempre estaba lleno y
tenia gente que le ayuda-
ba, todo el día había tra-
bajo que hacer. El taller
estaba acreditado por el
distrito, tenían un teléfono
de monedas rojo que
siempre timbraba tan fuer-
te que en mi casa se sa-
bia cuando alguien les
llamaba, recuerdo con
sentada irritabilidad por
que después en mi casa
tendríamos un teléfono
que sonaba exactamente
igual. El hombre que en
ese entonces no era tan
viejo tenia una esposa
algo gorda de nombre
Omaira; como la niña
Omaira la que se murió
enterrada en el fango que
escupió el Ruiz. Un día
volvíamos de la casa en
pachaquiaro (nombre de
un ave del oriente colom-
biano) de noche y con el
frío tradicional de esta
ciudad, cuando vimos
sobre la puerta de nuestro
vecino una nota de esas
que ponen en las iglesias
con la fecha de la misa en
honor a Omaira. Cómo se
sentiría el viejo al ver mo-
rir a su esposa, al tener
que llevarla a la tumba.
Las cosas no terminaron
ahí por que a su hija el
marido la dejo y quedaron
el viejo viudo, su hija
abandonada y Paco, fiel
hincha de santa Fe que
por lo demás no tiene
nada particular, un par de
veces él, Paco, bebió en
mi casa con trucha, con
Andrea, Omar mas o
menos en fechas como
estas. Luego de un tiempo
paco tampoco volvió; el
taller no volvió a estar tan
lleno como en otras épo-
cas mientras mis piernas
se alargaban y la espalda
me crecía.
Un día el taller lo arren-
daron y se convirtió en
bodega; después en un
aguacero, que término
cancelando rock al par-
que, cayò tanto granizo
que las tejas del taller se
rompieron. Siempre que
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miro por el balcón de la
casa o cuando estoy fu-
mando lo veo, al pobre
viejo, solo y ahora con un
bastón por que ya no
puede caminar bien, va-
cio, triste mirando sus
viejas manos y recordan-
do gloriosos días en los
que esas manos respal-
daban la fuerza de sobre-
vivir a este mundo; ahora
muchas personas lo salu-
dan pero pocos son ami-
gos que le visiten Los
dueños de un nuevo taller
mucho menos fructífero,
casi no le permiten opinar
sobre los problemas de
los carros. Y Tarzan el
perro pulgoso de taller
que mira con ojos de sa-
biduría los días, ahora ya
ni lo dejan quedar dentro
de la casa se la pasa co-
mo el viejo sentado en la
puerta o en el anden mi-
rando los días pocos o
muchos de la vida que le
quedan. No lo veo sonreír
desde hace muchos años,
hoy es navidad y me le-
vante a escuchar música
y fumar, lo vi por la venta
y pensé triste, terminar tus
días solo un día de navi-
dad y comprendí que yo
mientras fumaba y lo veía
tan bien estaba sólo.
Escrito Por:
Nacor Andrade
Estudiante Lic. Artes Visuales (II Semestre)
Universidad Pedagógica Nacional
22
El gato negro.
¿Qué sucede? ¿Dónde
estoy? Esta oscuro, ¡no
veo nada! ¿Cómo llegué
aquí? Estoy confundida y
sola, ¡quiero irme a casa!
El último día que recuerdo
estaba junto a mi esposo
y mi gato; fue un día como
todos los demás, como
esos en los que los dolo-
res que vienen con los
años no te dejan más que
cansancio, es por eso que
no sales de casa y te
quedas recostada jugando
con el gato o escuchando
las locuras de tu esposo;
¡Ah, vaya que si era loco,
por eso me enamoré de
él! Era una de esas per-
sonas a las que la creati-
vidad traiciona a ratos,
pues se sofoca tan fácil-
mente que a veces piensa
que el gato lo acecha;
pobrecillo, su cabeza está
aturdida de tanto uso,
pues es muy inteligente;
escribe de una manera
tan lúcida que disfrutarías
escuchando de su boca
hasta la más negra menti-
ra.
Aquel día, apenas y pude
levantarme a acomodar
algunas cosas en el só-
tano; estaba sucio y des-
ordenado, así que le pedí
ayuda; se acercó a mí de
mal humor, ha de ser por
esas terribles resacas ¡ya
no sé qué hacer para que
deje de embriagarse! Es
un hábito terrible que ad-
quirió hace mucho tiempo
y que fue creciendo cuan-
do la vejez llegó; al princi-
pio no me molestó pues
tiene derecho a divertirse
de vez en cuando, trabaja
tan arduamente que sería
cruel no permitírselo; pero
ahora no puedo evitar
sentirme incómoda, las
noches de copas se hicie-
ron casi diarias y pienso
que ahora se pierde su-
mido en la bebida, ya no
sabe ni lo que hace, ha
intentado dañarme y aun-
que sé que no es su culpa
es inevitable la tristeza
que dejan sus manos
cuando golpean mi rostro;
me duele tan profunda-
mente verle tan perdido,
pues al amanecer sé que
mis moretones le lastiman
tanto como a mí, pues él
me ama, me amó desde
la primera vez hasta hoy,
cada vez más intensa-
mente y yo lo amé y lo
amo de igual manera.
¡Me siento tan culpable!,
es cierto, no puedo culpar
al alcohol por su compor-
tamiento; fui yo quien lo
ha obligado a beber, mi
amor hacia él es aún tan
grande y sin embargo
nunca pude mostrárselo
del todo, a pesar de mis
esfuerzos por entenderlo
sé que no hice más que
hacerle sentir incompren-
dido y solitario. Mi amor
¿Qué más podías hacer si
no es buscar alivio?
23
La última vez que le vi
estaba junto al gato, ba-
jando hacia el sótano;
mientras este jugueteaba
entre sus piernas le oí
maldecir a mi gatito, no
dije nada pues a veces
puede ser molesta su
imprudencia, hasta su
ronronear llega a deses-
perarme, sin embargo es
mi único amigo, quien
espera junto a mí la llega-
da de mi querido esposo;
por otro lado sé que mi
marido no siente lo mis-
mo, como ya he dicho
antes, piensa que el gato
le persigue y de alguna
manera le tortura profun-
damente nada más su
presencia. Puede ser esta
la razón por la que salió
de sus cabales aquel día,
harto de soportar las mo-
lestias que producía tomó
un hacha e intento matar-
le; estoy segura que lo
evité, jamás dejaría que
nadie le tocara un pelo, no
quisiera perderle como
sucedió con Plutón, pero
aún no sé qué sucedió
después de ello.
Hay algo extraño junto a
mí, es suave, mullido,
parece estar respirando
aquí cerca, ¿Serás tú,
gato?, le oigo ronronear
¡Es él! ¿Cómo estás mi
querido amigo? ¿Qué
hacemos aquí?
¿Qué haces gato? Cálla-
te. ¿A quién le gritas tan
horriblemente?, pareces
enojado ¡cálmate! Veo
algo de luz, crece cada
vez más y tú gritas cada
vez con más fuerza gato
tonto, ¿te has vuelto lo-
co?; se abre un agujero
frente a mí y por fin le veo
¡Amor de mi vida! ¡Te
extrañé tanto! No entiendo
como llegué aquí, pero el
gato estuvo conmigo,
¿Qué sucede? Esa ex-
presión de tu rostro me
aterra, ¿No te alegra ver-
me?
Quienes están contigo
gritan de terror, ¡Está
muerta! ¿Es eso cierto?
No puede ser, nadie lo
haría, no hay manera de
que esté muerta, ¿Quién
podría matarme? ¿Acaso
lo sabes tu amor mío?
Escrito Por:
Natalia Bravo
Estudiante Lic. Artes Visuales (II Semestre)
Universidad Pedagógica Nacional