SCLAJPT-10 V.00
GIOVANNI FRANCISCO RODRÍGUEZ JIMÉNEZ
Magistrado ponente
SL416-2021
Radicación n.° 72504
Acta 004
Estudiado, discutido y aprobado en sala virtual
Bogotá D.C., quince (15) de febrero de dos mil veintiuno
(2021).
Decide la Sala los recursos de casación interpuesto por
ambas partes, contra la sentencia proferida por la Sala
Laboral del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Bogotá,
el 27 de junio de 2014, dentro del proceso que le sigue SONIA
MARGARITA PÁEZ PINILLA al INSTITUTO DE SEGUROS
SOCIALES – ISS EN LIQUIDACIÓN, hoy FIDUCIARIA LA
PREVISORA S.A.
I. ANTECEDENTES
Sonia Margarita Páez Pinilla demandó al Instituto de
Seguros Sociales en Liquidación, «[…] representado
legalmente por su liquidador, la FIDUCIARIA LA PREVISORA
S.A. […]» con el fin de que se declare que entre ellos existió
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un contrato de trabajo desde el 1° de abril de 2001 hasta el
30 de junio de 2012, o en las fechas que se prueben en el
proceso, y que se condene al pago de las vacaciones; primas
de navidad, extralegales de servicio y técnicas; cesantías y
sus intereses de orden convencional; y los aportes a la
Seguridad Social. También reclamó que se disponga su
nivelación salarial con los Profesionales Universitarios
Especializados (administradores de empresas) vinculados al
ISS mediante contrato de trabajo, conforme a la tabla de
asignación básica de empleados públicos suscrita por el
presidente del ISS, así como el pago de la bonificación por
suscripción de la convención colectiva, la indemnización
moratoria desde que finalizó la relación laboral, o en subsidio
de esta última, la indexación.
Fundamentó sus pretensiones, básicamente, en que
prestó ininterrumpidamente sus servicios al ISS desde el 1°
de abril de 2001 hasta el 30 de junio de 2012,
desempeñándose como Profesional Universitaria
Especializada en el Departamento Comercial de la Seccional
Cundinamarca, mediante la suscripción de sucesivos
contratos de prestación de servicios personales; que cumplía
horario de trabajo, recibía órdenes directas del Gerente de
departamento, le exigían prestar el servicio en las
instalaciones del instituto y con los elementos que este le
proporcionaba, además de que acataba sus reglamentos, y
era objeto de la potestad disciplinaria de dicha entidad.
Relató que en el ISS había personal que prestaba sus
servicios en condiciones idénticas a la suya, pero la única
diferencia era que aquellos eran de planta, y ella estaba
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vinculada mediante contratos de prestación de servicios, por
lo que no le reconocían todas las prestaciones legales y
extralegales que a aquellos sí, además de que percibía una
asignación básica inferior, y nunca efectuaron en su favor los
aportes en pensión; que el ISS y Sintraseguridad Social
suscribieron la convención colectiva de trabajo para los años
2001 a 2004, la cual se ha venido prorrogando
sucesivamente, destacando que la referida organización
sindical es de carácter mayoritario; que el 5 de junio de 2013
solicitó el reconocimiento de sus derechos legales y
convencionales.
Al contestar, la pasiva se opuso a las pretensiones, por
no estructurarse los presupuestos fácticos y legales para su
prosperidad. Negó todos los hechos de la demanda, pues
adujo que lo que existió entre las partes fue un contrato de
prestación de servicios a término fijo por períodos cortos,
donde la actora se desempeñaría como contratista, de
conformidad con la Ley 80 de 1993, con autonomía e
iniciativa en las gestiones del objeto del contrato
administrativo, de modo que no había subordinación.
Propuso, como excepciones de fondo, las de
prescripción, inexistencia de la aplicación de la primacía de
la realidad, del contrato de trabajo, y del derecho y de la
obligación, ausencia del vínculo de carácter laboral, «BUENA
DE (sic) DEL ISS», cobro de lo no debido y pago, «RELACIÓN
CONTRACTUAL CON EL ACTOR NO ERA DE NATURALEZA
LABORAL», compensación, autonomía de profesión u oficio, e
inexistencia y falta de requisitos de la convención colectiva.
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Mediante proveído del 24 de octubre de 2013 se tuvo
por no contestada la demanda por parte de Fiduciaria La
Previsora S.A.
II. SENTENCIA DE PRIMERA INSTANCIA
El Juzgado Veinticuatro Laboral del Circuito de Bogotá,
mediante sentencia pronunciada el 4 de febrero de 2014,
decidió:
PRIMERO: Por las razones expuestas en la parte motiva de esta providencia, CONDENAR al Instituto de los Seguros Sociales en
Liquidación, al reconocimiento y pago a la demandante, Sonia Margarita Páez Pinilla, las siguientes sumas de dinero por los conceptos que enseguida se detallan:
1.1. Por concepto de auxilio de cesantías, la suma de $5.392.957.
1.2. Por concepto de prima de junio, la suma de $5.438.768.
1.3. Por concepto de prima de diciembre, la suma de $5.347.146.
1.4. Por concepto de compensación en dinero de las vacaciones, la suma de $4.494.130,38.
1.5. Por concepto de prima de vacaciones, la suma de $5.297.980.
1.6. Por concepto de prima técnica, la suma de $6.471.548,40.
1.7. Por intereses a las cesantías, la suma de $647.154,84.
1.8. Por concepto de la moratoria del artículo 99 de la Ley 50 de
1990, la suma de $53.059.536.
1.9. Por concepto de indemnización moratoria de los artículos 5 y 6 del Decreto 797 de 1949, la suma de $35.802.904,50.
1.10. A la suma de $7.381.500 por concepto de devolución de los aportes realizados por la demandante al sistema de seguridad
social.
1.11. Condenar al Instituto de los Seguros demandado, a reconocer y pagar los aportes en salud y pensiones a nombre de
la demandante, según las condiciones de trabajo que quedaron probadas en juicio.
SEGUNDO: Absolver al Instituto de los Seguros Sociales de las demás súplicas de la demanda.
TERCERO: Se declara probada la de prescripción. Las demás, no
resultaron probadas.
CUARTO: Costas a cargo del demandado, por haber sido vencido en juicio.
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Mediante providencia del 21 de febrero de 2014, aclaró
el fallo, únicamente con el objeto de explicar las razones por
las que consideraba que era procedente la sanción moratoria
del artículo 99 de la Ley 50 de 1990.
III. SENTENCIA DE SEGUNDA INSTANCIA
Al conocer del grado jurisdiccional de consulta a favor
de la pasiva, la Sala Laboral del Tribunal Superior del Distrito
Judicial de Bogotá, mediante fallo del 27 de junio de 2014,
resolvió:
PRIMERO.- REVOCAR las condenas impuestas a la demandada COLPENSIONES (sic), en los numerales 1.8 y 1.9 del numeral
primero de la parte resolutiva, de la sentencia de fecha 04 de febrero de 2014, proferida por el Juez 24 Laboral del Circuito de Bogotá, absolviéndola de las mismas, de acuerdo con lo expuesto
en la parte motiva de esta providencia.
SEGUNDO.- CONFIRMAR en todo lo demás la sentencia consultada.
TERCERO.- Sin COSTAS en esta instancia.
De entrada, anunció que tendría en cuenta el artículo 5
del Decreto 3135 de 1968, el cual establece que las personas
que laboran en las empresas industriales y comerciales del
Estado son trabajadores oficiales, y que, por lo tanto, la
normatividad aplicable frente a las relaciones laborales
contractuales es la establecida en la Ley 6ª de 1945 y el
Decreto 2127 del mismo año, advirtiendo que la demandada
tiene tal naturaleza jurídica, conforme al artículo 275 de la
Ley 100 de 1993.
Memoró los preceptos 1°, 20 y 43 del Decreto 2127 de
1945, y 32 de la Ley 80 de 1993, norma esta última que en
su numeral tercero dispone que los contratos de prestación
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de servicios son los que celebran las entidades estatales para
desarrollar actividades relacionadas con la administración o
funcionamiento de la entidad, y que solo podrán celebrarse
con personas naturales cuando dichas actividades no
puedan realizarse con personal de planta o requieran
conocimientos especializados.
Después de recordar las normas procesales sobre la
carga de la prueba, analizó en conjunto las evidencias
recaudadas, y le resultó fácil concluir que debía confirmar la
providencia consultada en cuanto declaró probada la
existencia del contrato de trabajo realidad,
[…] toda vez que de la prueba testimonial recepcionada, consistente en las declaraciones vertidas por las señoras Martha
Emilia Moreno Gómez, Azucena Castillo Zuluaga y Claudia Susana Almonacid, emerge con suficiente claridad la existencia del contrato de trabajo alegado, si se tiene en cuenta que dichos
testigos fueron claros, enfáticos, precisos y uniformes en señalar que la demandante ingresó a laborar desde el 1° de abril del 2001
y hasta el 30 de junio del 2012, en el cargo de Profesional Universitario en el Departamento Comercial de la institución demandada, bajo la continuada subordinación y dependencia de
esta, cuyo poder ejercía bajo la imposición de órdenes y cumplimiento de horarios, además que los elementos de trabajo
que utilizaba la demandante como escritorios, computadores, papelería y sitio de trabajo pertenecían y eran suministrados directamente por la accionada, quedando además amparados los
servicios personales de la demandante bajo la presunción a que alude el artículo 20 del Decreto 2127 de 1945, sin que dicha presunción haya sido desvirtuada por la demandada dentro del
curso del proceso, permaneciendo sin valor y efecto los contratos de prestación de servicios suscritos entre las partes que opuso a
la demandada a las pretensiones de la demanda.
No obstante, estimó que debía revocar las condenas
impuestas a título de indemnizaciones moratorias, debido a
que la conducta omisiva que se le enrostró a la accionada
estaba revestida de buena fe, en la medida en que la
vinculación del servicio personal de la demandante se originó
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en sendos contratos de prestación de servicios, que en su
momento gozaron de la presunción de legalidad, en la medida
en que la administración obró con fundamento en la Ley 80
de 1993.
Tuvo en cuenta que, para la suscripción de los mismos,
la parte actora concurrió de forma libre y espontánea con el
pleno conocimiento de estar celebrando un contrato bajo los
parámetros de la mencionada legislación, al punto que solo
hasta la culminación del último alegó un mejor derecho a la
luz de las normas protectoras del trabajo, sin haber
presentado reclamación alguna dentro de la relación laboral,
«[…] habiéndose declarado la existencia del contrato de trabajo
solo a través de decisión judicial, por lo que en el sentir de la
sala no se evidencia una mala fe de la accionada en relación
con […] el cumplimiento del contrato laboral que vinculó a las
partes […]».
IV. RECURSO DE CASACIÓN
Interpuestos por el Instituto de Seguros Sociales en
Liquidación, y por Sonia Margarita Páez Pinilla, concedidos
por el Tribunal y admitidos por la Corte, se procede a
resolverlos en el orden propuestos.
Instituto de Seguros Sociales en Liquidación
V. ALCANCE DE LA IMPUGNACIÓN
Pretende el recurrente que la Corte case la sentencia
impugnada, en los temas en que le fue desfavorable, para
que, en sede de instancia,
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[…] se sirva revocar la decisión del Honorable Tribunal que confirmó parcialmente la condena a mi representada proferida
por el juzgado 24 laboral del circuito de Bogotá del 4 de febrero de 2014 y de conformidad a lo solicitado, la Honorable
Corporación en sede de instancia proceda a la absolución de todas las pretensiones y condenar en costas a la demandante.
Con tal propósito formula dos cargos, por la causal
primera de casación, que fueron oportunamente replicados,
y que habrán de examinarse conjuntamente, pues aunque se
enderezan por vías diferentes, guardan similar línea
argumentativa.
VI. CARGO PRIMERO
Por la senda jurídica, acusó la interpretación errónea de
los artículos 23 y 32 -numeral 2- de la Ley 80 de 1993, 66
del Código Civil, 66 del Decreto 01 de 1984, 177 del Código
de Procedimiento Civil, y 83, 121, 122 y 123 de la
Constitución Nacional.
En la demostración del cargo, estimó que no puede ser
de recibo que, existiendo una facultad legal expresa para
realizar la contratación por prestación de servicios, se le
impute una actuación indebida con ocasión de la vinculación
de la demandante, máxime cuando esta conocía la modalidad
de contratación, presentó las propuestas solicitadas, entregó
pólizas de cumplimiento de cada uno de los contratos, aceptó
durante todo el tiempo de vinculación la modalidad
establecida, e hizo los pagos que le correspondían a la
seguridad social, argumento que repitió varias veces a lo
largo del embate.
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Apuntó que era a la actora a quien le correspondía
demostrar que la contratante había actuado en forma
indebida, cosa que no ocurrió, puesto que siempre le informó
a aquella cuál era la forma de vinculación, sin que presentara
alguna objeción, observación o inconformidad.
Aseguró que no puede partirse de la existencia de
subordinación, simplemente porque a la demandante se le
exigía el cumplimiento de las labores contratadas, pues ello
ocurría con ocasión de la supervisión establecida en el
contrato de prestación de servicios. También expresó que,
[…] no puede decirse que el hecho de realizar sus servicios en las instalaciones y utilizar los elementos necesarios para la prestación del servicio se convierta en contrato de trabajo como
lo estableció la sentencia de primera instancia y fue confirmado por el fallo que aquí se recurre. No entendemos en que (sic) forma puede la entidad demostrar que el contrato era de prestación de
servicios, cuando todas sus actuaciones se dieron bajo esta figura, las decisiones que se impugnan están exigiendo lo que se
denomina una "prueba diabólica" y es probar que el contrato de prestación de servicios que fue firmado de manera voluntaria por las partes, en las que ambas aceptaron en su totalidad las
condiciones durante toda su vigencia, lo es, esto quedo (sic) probado con los mismos contratos y manifestaciones hechas por
cada una de las partes.
Destacó que no había lugar a presumir que la
convención colectiva le era aplicable a la accionante solo por
haberse declarado la existencia del contrato de trabajo, toda
vez que únicamente estaba la afirmación de ella consistente
en que el sindicato era mayoritario, pero sin ninguna prueba,
por lo que resultaban infundadas las condenas basadas en
el compendio extralegal.
Resaltó que el principio constitucional de presunción de
buena fe no solo aplica para los particulares sino también a
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favor de las autoridades, pero, a pesar de ello, la decisión
impugnada partió de una supuesta actuación indebida suya
al suscribir contratos de prestación de servicios con la
demandante, siendo que no existe prueba alguna de dicha
irregularidad, y que la contratación se hizo con sujeción a los
principios del artículo 123 superior.
Adujo que se desconoció lo establecido en el artículo 66
del Decreto 1 de 1984, que establece que los actos
administrativos, en este caso los contratos de prestación de
servicios suscritos por las partes, gozan de presunción de
legalidad, sin que hasta la fecha existan o se conozcan
acciones adelantadas contra los mismos. Remarcó que tales
negocios fueron ejecutados de acuerdo a las condiciones allí
establecidas, se pagaron debidamente las obligaciones
contenidas, las partes se declararon a paz y salvo por las
obligaciones que de ellos se derivaban, «[…] y ahora se
pretende desconocer los mismos y convertirlos en una figura
legal totalmente diferente».
Subrayó que la demandante apenas presentó una
reclamación el 5 de junio de 2013, y la demanda el 3 de
septiembre de ese año, siendo que el proceso de liquidación
inició el 28 de septiembre de 2012, por lo que debió hacerse
presente en la liquidación si consideraba que existía una
obligación en su favor, de acuerdo con las normas que
regulan tales procesos.
Planteó que también debía tenerse en cuenta que la
accionante actuó «[…] de manera negligente por no decir de
mala fe, lucrándose de un contrato de prestación de servicios
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y simplemente esperando a la finalización de la última
vinculación con el fin de demandar al liquidado ISS para
obtener un provecho vía la indemnización moratoria».
Puntualizó que el fallo recurrido desconoce el artículo
122 de la CN, pues al confirmar la decisión de primera
instancia, estaría creando un nuevo empleo, con las
implicaciones financieras que ello envuelve, cuando esto no
puede ser competencia de la justicia ordinaria sino de la ley
y de la administración pública.
Finalmente, y al retomar el argumento relacionado con
el principio de la buena fe, sostuvo que este impulsa a las
partes a ser coherentes en su comportamiento, evitando
contradecir sus propios actos, de modo que haya
consistencia en el actuar de las partes a todo lo largo de su
relación negocial, abarcando no solamente el período de
ejecución del contrato, sino también su proceso de formación
y extinción. Y agregó que,
[…] para que pueda establecerse que una parte obró contra sus
propios actos, deben estar presentes ciertos requisitos, como son (i) la existencia de una conducta anterior que sea jurídicamente relevante; (ii) el ejercicio de un derecho subjetivo que dé lugar a
una determinada pretensión; (iii) la existencia de una contradicción entre la conducta anterior y la pretensión
posterior; y (iv) la existencia de una identidad de sujetos en la relación dentro de la cual se dieron la conducta anterior y la pretensión posterior.
VII. CARGO SEGUNDO
Por la vía indirecta, denunció la aplicación indebida del
precepto 471 del CST, lo que condujo a la inaplicación del
145 del CPTSS que remite al 174 del CPC; «[…] y a la indebida
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aplicación de los artículos 3 y 5 de la Convención Colectiva
existente entre el liquidado Instituto de los seguros Sociales y
Sintraseguridad Social».
Le achacó a la providencia impugnada haber incurrido
en los siguientes yerros fácticos:
1. Dar por demostrado, sin estarlo, que la relación que existió
entre la señora Páez con el liquidado Instituto de seguros sociales
fue una relación de trabajo.
2. No dar por demostrado, estándolo, que la relación que existía entre la señora Páez y el Instituto de Seguros Sociales en
liquidación fue una relación regulada por el artículo 32 numeral
tercero de la ley 80 de 1993.
3. Dar por demostrado sin estarlo, que la convención colectiva suscrita entre el liquidado Instituto de seguros sociales y
Sintraseguridadsocial vigencia 2001-2004 era aplicable a la
señora Páez.
4. No dar por demostrado, estándolo, que la convención colectiva suscrita entre el liquidado Instituto de seguros sociales y Sintraseguridadsocial vigencia 2001-2004 no le era la aplicable
a la señora Páez
5. Dar por demostrado, sin estarlo, que la convención colectiva de trabajo suscrita y el liquidado Instituto de seguros sociales y el sindicato de trabajadores de la seguridad social Sintraseguridadsocial vigencia 2001-2004 era la suscrita por el
sindicato mayoritario.
Señaló que tales errores tuvieron origen en la falta de
apreciación de unas pruebas, y en el indebido análisis de
otras, así:
Pruebas no apreciadas:
1. Demanda presentada (folios 3 a 20)
2. Agotamiento de la vía administrativa (folios 21 y 22)
3. Contratos de prestación de servicios firmados entre las partes
(23 a 72)
4. Comunicación del 26 de abril de 2001 a la contratista (folio 97)
5. Comunicación del ISS a la contratista agradeciendo la presentación de informes de ejecución del contrato de prestación
de servicios (folio 146, 17 a 149, 152, 154 y 155)
6. Actas de cumplimiento de las labores contratadas a la
demandante (folios 156 a 244)
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7. Constancias de contratación por prestación de servicios (folios
332 a 344)
8. Certificación de aportes a la seguridad respecto a semanas cotizadas como trabajador independiente de la señora Páez (folios
345 a 369)
9. Contestación de la demanda (folios 518 a 527)
Pruebas indebidamente analizadas:
1.Demanda presentada por la señora Páez (folios 2 a 12)
2. Contestación de la demanda por parte del Instituto (folio 518
a 527)
3. Convención Colectiva del ISS (folios 457 a 472)
Sostuvo que no había documental alguna sobre el
alcance de los contratos de prestación de servicios, sino que,
simplemente con una constancia de la fecha de las
contrataciones por prestación de servicios, «[…] el despacho
procede a fulminar condena […]», con sustento en una norma
que no aplica al caso, y aplica una convención de manera
automática.
Dijo que el Tribunal «[…] no tuvo en cuenta la expresa
manifestación que hace la demandante en el numeral 3 de la
demanda (folio 3) en su comunicación del 5 de junio de 2013
(folio 21) […]», en donde reconoció que la relación se dio
mediante sucesivos contratos de prestación de servicios. En
este punto recordó que, con fundamento en la teoría del acto
propio, la demandante no puede desconocer la modalidad de
su contratación después de que sí la había reconocido. Y
agregó:
De igual manera se presentan los informes de ejecución de las
labores y la entidad hace mención a los mismos a folios 146, 17 (sic) a 149, 152, 154 y 155 del expediente, existen las actas de
cumplimiento de los contratos de prestación de servicios folios 156 a 244 en las que la entidad certifica el cumplimiento de las obligaciones pactadas, la entidad le certificó a la demandante su
modalidad de contratación a folios 332 a 344 en las que se dice que la relación era bajo la modalidad de prestación de servicios.
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Por lo que no podemos entender que no se consideren todas estas pruebas para demostrar que esta era la relación que unía a las
partes y no una de carácter laboral como equivocadamente se da en la sentencia que se recurre. NO es posible para el liquidado
ISS demostrar de manera diferente que esta era la modalidad de
contratación, pues eso fue lo que las partes acordaron.
De igual manera existen actuaciones de la demandante que permiten establecer que la relación era de prestación de servicios, los contratos suscritos entre las partes que establecían que la
relación no era de carácter laboral (folios 23 a 72) los aportes a a (sic) seguridad social en salud y pensiones hechos por la
demandante como trabajador independiente (folios 346 a 369) en donde se demuestra que la demandante era consciente del sistema de vinculación y de su responsabilidad como contratista
independiente.
De igual manera la sentencia recurrida no tuvo en cuenta los argumentos presentados en la contestación de la demanda en la
cual se establece que la relación no era laboral si no (sic) de prestación de servicios (folios 518 a 527).
Insistió en que la demandante procedió en contra de sus
propios actos, todavía más cuando se trata de una
profesional universitaria, como lo alega en su escrito de
demanda, y consta en el expediente un título de
administradora de empresas, para intentar obtener una
nivelación por ese concepto, y que desde el primer momento
aceptó que su vinculación fue en la modalidad de prestación
de servicios, de modo que no se trata de una persona incapaz
que hubiera sido engañada por la otra parte.
Finalmente, repitió en este apartado los mismos
argumentos que expuso en el primer embate acerca de la
inaplicabilidad de la convención colectiva a la accionante.
VIII. RÉPLICA
Sonia Margarita Páez Pinilla advirtió que el alcance de
la impugnación comporta un yerro técnico, puesto que la
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función de la Corte no es la de revocar la sentencia de
segunda instancia.
Frente al primer cargo, aseguró que la recurrente omitió
citar algunas de las normas fundantes de los derechos
pretendidos, pero que, en todo caso, la argumentación
contenida en la demanda de casación no es apta para rebatir
la conclusión sobre la existencia de un verdadero contrato de
trabajo entre las partes, pues desconoce el principio
constitucional de la primacía de la realidad sobre las formas.
Rechazó que la potestad de las entidades públicas de
celebrar contratos de prestación de servicios fuera
omnímoda, ya que está condicionada a que estos no se
desnaturalicen, para lo cual se apoyó en la sentencia CC
C154-1997 de la Corte Constitucional, de la cual reprodujo
algunos apartes. A partir de ello afirmó que ni la doctrina de
los actos propios, ni el principio de buena fe, rebaten la
argumentación del Tribunal.
Respecto del segundo cargo, además de apuntar que en
este se combinaron razones de hecho y de derecho, señaló
que la censura no cuestionó las pruebas que le sirvieron de
base al colegiado para reconocer la existencia del vínculo
subordinado.
Por último, dijo que no se configuran los errores
relacionados con los beneficios convencionales, puesto que el
artículo 3 de la convención colectiva reconoce el carácter
mayoritario de la agremiación sindical firmante, de modo
que, conforme al artículo 38 del Decreto 2351 de 1965, sí se
extienden sus beneficios a los trabajadores no sindicalizados.
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IX. CONSIDERACIONES
Tiene razón la opositora al identificar las falencias
técnicas relacionadas con el alcance de la impugnación y la
proposición jurídica del primer cargo, pues va en contra de
las reglas del recurso extraordinario solicitar la revocación de
la sentencia de segunda instancia, cuando lo que se depreca
de ella es su anulación, vía casación. Asimismo, el primer
ataque carece de proposición jurídica, pues ninguna de las
normas enlistadas es del orden laboral (CSJ AL6647-2017).
Pero hay más: a pesar de perfilar el embate por la senda
de puro derecho, la recurrente no solo expuso sus
consideraciones jurídicas, sino que, al tiempo, cuestionó las
conclusiones a las que llegó el Tribunal sobre los hechos del
proceso con base en las pruebas recaudadas, siendo que por
este camino debía manifestar su plena conformidad con tales
aspectos. Así se evidenció cuando (i) señaló que siempre le
informó a la demandante cuál era la forma de contratación
sin que esta presentara alguna objeción; (ii) aseguró que a
aquella se le exigía el cumplimiento de las labores
contratadas, no porque el vínculo fuera de carácter
subordinado, sino con ocasión de la supervisión establecida
en el contrato de prestación de servicios; (iii) dijo que no
había quedado probado que el sindicato suscriptor de la
convención colectiva de trabajo vigente en la empresa,
tuviera la calidad de mayoritario; y (iv) afirmó que no se
demostró ninguna irregularidad de su parte, pero que la
actora sí actuó de manera negligente.
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De este modo, incurrió en una inadmisible
contradicción lógica, pues esa amalgama de consideraciones
fácticas y de derecho repugna al recurso de casación.
No obstante, el examen conjunto de ambos cargos
permite encontrarles remedio a dichas falencias, por manera
que, en aras de la claridad, la Corte se pronunciará, en
primer lugar, acerca de los cuestionamientos de estirpe
jurídica contenidos en el primer capítulo acusatorio, y luego,
sobre los planteamientos de orden fáctico enarbolados por la
recurrente en ambos ataques.
Hecha la anterior precisión, entonces le corresponde a
la Sala determinar si el Tribunal se equivocó al confirmar, en
lo pertinente, la sentencia del a quo que declaró probada la
existencia de una relación laboral entre las partes.
Frente al cargo orientado por la senda jurídica,
encuentra esta Corporación que, si bien es cierto que el
numeral 3 del artículo 32 de la Ley 80 de 1993 le permite a
las entidades públicas la celebración de contratos de
prestación de servicios, ello no supone desconocer que,
cuando se reúnen los elementos esenciales de una verdadera
relación de trabajo, esta se configura entre el supuesto
contratista y el Estado contratante, con fundamento en el
principio constitucional de primacía de la realidad sobre las
formas (art 53 CN).
A decir verdad, la mencionada disposición legal no
puede servirle de patente de corso, ni a los particulares, ni
mucho menos al Estado en su rol de empleador, para ignorar
los genuinos derechos que el ordenamiento jurídico
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colombiano le dispensa a quienes prestan un servicio
marcado por la subordinación.
Por manera que, si a partir de las pruebas recaudadas
el colegiado dedujo que la demandante estuvo subordinada a
la accionada, la previsión normativa aducida por la censura
no constituía una barrera infranqueable que le impidiera
avalar la decisión del a quo por medio de la cual declaró que
lo que en realidad existió entre las partes fue un contrato de
trabajo, y no uno de prestación de servicios.
De otro lado, es cierto que una de las razones que llevó
al ad quem a declarar la existencia de la relación laboral, fue
que los elementos de trabajo que utilizaba la demandante
pertenecían y eran suministrados directamente por la
accionada, pero esa no fue la única motivación, pues,
además, de la prueba testimonial advirtió que la actora se
encontraba bajo la continuada subordinación y dependencia
de la pasiva, cuyo poder ejercía bajo la imposición de órdenes
y cumplimiento de horarios.
Por lo tanto, la acusación en este punto luce exigua,
pues de nada le sirve a la recurrente atacar la referida
inferencia del Tribunal, si la decisión impugnada se sigue
sosteniendo sobre otro pilar.
Tampoco es atinado el reproche que la censura le hace
a la sentencia impugnada, al acusarla de suponer la creación
de un empleo público, en detrimento del artículo 122 de la
Constitución Nacional. No hay ni una sola orden en ese
sentido en la decisión que se analiza. El Tribunal, en rigor,
actuó en el marco de sus competencias al confirmar la
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SCLAJPT-10 V.00 19
providencia del a quo por medio de la cual se declaró la
existencia de una relación laboral en la realidad entre la
demandante y el ISS, y con tal proceder no supuso la
creación de un cargo público, ni mucho menos se rebeló
contra la norma normarum.
Conviene memorar lo dicho por la Sala en la sentencia
CSJ SL, 13 sept. 2006, rad. 26539, reiterada en la CSJ
SL825-2020, en cuanto a que «[…] la inclusión de un
trabajador en la planta de personal es cuestión ajena a su
voluntad y no puede ser excusa para desconocerle los
derechos laborales que le corresponden si estuvo vinculado
por una relación laboral».
Por otra parte, es infundado sostener, como lo hace la
impugnante, que la actora debió hacerse presente en la
liquidación de la entidad si consideraba que existía una
obligación en su favor, pues, precisamente lo que procuró al
promover el proceso judicial que ahora se examina, fue que
se declarara la existencia de la relación laboral, y de contera,
del crédito a cargo de la enjuiciada. En todo caso, importa
destacar que el inicio del proceso liquidatorio de una entidad
pública no es impedimento alguno para que sus trabajadores
concurran a los jueces, con el objeto de propender por que se
declaren judicialmente las garantías laborales que les han
sido desconocidas.
De otro lado, la recurrente insistió en el principio de no
contradicción de los actos propios, y explicó los requisitos
que deben tenerse en cuenta para establecer si una persona
actuó de esa manera. Al efecto, resulta menester traer a
Radicación n.° 72504
SCLAJPT-10 V.00 20
colación la sentencia CSJ SL4537-2019, reiterada en la CSJ
SL4045-2020, en la que la Corte resolvió un recurso de
casación basado en argumentos similares. En esa
oportunidad se expresó ampliamente lo siguiente:
3º) La teoría de los actos propios «venire contra factum proprium
non valet» y su desarrollo jurisprudencial.
El artículo 83 de la Constitución política estatuye que «Las actuaciones de los particulares y de las autoridades públicas
deberán ceñirse a los postulados de la buena fe, la cual se presumirá en todas las gestiones que aquellos adelanten ante
éstas».
Por su parte, el artículo 55 del Código Sustantivo del Trabajo consagra que «El contrato de trabajo, como todos los contratos,
debe ejecutarse de buena fe y, por consiguiente, obliga no sólo a lo que en él se expresa sino a todas las cosas que emanan
precisamente de la naturaleza de la relación jurídica o que por la
ley pertenecen a ella».
En el horizonte trazado por la Carta superior y la ley la buena fe debe presidir la ejecución del contrato del contrato de trabajo, pues, a no dudarlo, es un principio cardinal que gobierna la
relación laboral, en aras de que se lleve a cabo de manera
respetuosa y armónica.
Adviene pertinente memorar que esta Corte en providencia CSJ SL, del 23 de oct. 2007, rad. 28169, trajo a colación la buena fe-
lealtad es una noción de contenido ético específico que ha de ser tanto subjetivo como objetivo. Supone una posición de honestidad y honradez en el comercio jurídico en cuanto lleva
implícita la plena conciencia de no engañar, perjudicar ni dañar. Más aún, implica la convicción de que las transacciones se
cumplen normalmente, sin trampas, ni abusos. La Corporación destacó que se trata de una actitud personal ante los demás, consciente, responsable y recta. Agregó que ha de medírsela
también utilizando parámetros más o menos objetivos. En la existencia o no de la buena fe los puntos subjetivos no son los que deciden la valoración de la conducta; sino la conciencia
axiológica de la comunidad cuya objetividad se afirma en un tipo o modelo de obrar que opera como el meridiano de toda conducta:
la del hombre medio o, si se prefiere la terminología tradicional,
el buen padre de familia.
En el asunto bajo examen la sala sentenciadora no desconoció este basilar principio, sino que partiendo de él estimó que la
llamada a juicio, no acreditó razones atendibles de su proceder
al desconocer una relación de estirpe laboral.
Ahora, tanto la doctrina y jurisprudencia nacional y foránea, con estribo en el mencionado principio de la buena fe, de vieja data vienen desarrollando la teoría del acto propio, según la cual, en
Radicación n.° 72504
SCLAJPT-10 V.00 21
estrictez, no es permitido que una persona vaya en contra de sus propios actos o los contradiga y se valga de ellos para alterar la
confianza que los mismos generaron o irradiaron en el entorno, exhibiéndose una cristalina incoherencia en su proceder, es
decir, que «nadie puede ir válidamente contra sus propios actos».
[…]
– Verificación de los requisitos o condiciones del acto propio en
el asunto bajo escrutinio
– Conducta jurídicamente precedente, relevante y eficaz por parte
del trabajador
Para proceder a verificar este requisito se impone memorar que
las normas laborales son de orden público y, por ende, los derechos y prerrogativas que conceden son irrenunciables según el entendimiento del artículo 14 del Código Sustantivo del
Trabajo, ello como una palmaria expresión del principio tuitivo
que ampara a los trabajadores.
En ese horizonte, tiene dicho esta Corte que no es la voluntad de las partes por sí misma quien determina si un contrato es o no
de trabajo, sino tan solo el hecho de si la relación llena o no los requisitos impuestos por la ley para que se configure tal relación especialísima. De manera que si se cumplen a cabalidad los
mismos, existe contrato de trabajo, a despacho de cuanto
piensen las partes al respecto.
No de otra manera se comprende que si las normas que regulan la contratación laboral son de orden público y obligan a los
contratantes por encima de lo que ellos pacten, no se pueden desconocer los derechos previstos en la ley en favor del trabajador y solo son admisibles los pactos entre las partes que
se ajusten a los postulados de la misma o mejoren las condiciones que ella contempla como mecanismo mínimo protector del empleado. Dicho en breve, los cánones de derecho
del trabajo son de orden público y como tales prevalecen frente a pactos que se encuentran en oposición (sentencia CSJ SL, del 28
de may. de 1998, rad. 10661).
Desde esa perspectiva, nótese que si bien esta Corporación ha
sostenido que los acuerdos a los que lleguen los trabajadores y los empleadores en observancia de las garantías y derechos mínimos e irrenunciables de aquellos, son válidos y deben ser
honrados, y ello implica no solo el cumplimiento de lo pactado (pacta sunt servanda), sino también su ejecución de buena fe
(artículo 55 del CST en armonía con el 1603 del CC), es decir, su desarrollo conforme a la seriedad, colaboración y lealtad que debe regir en cualquier disciplina social y jurídica, como la laboral
(SL5469-2014), es claro que ese respeto de lo acordado, se pregona, única y exclusivamente cuando se realicen conforme a
la ley laboral, toda vez que no siempre las partes pueden decidir libremente, «el orden público laboral limita la voluntad de las
partes».
En lo que respecta al alcance del artículo 1602 del Código Civil, otro argumento del instituto impugnante, esta Sala, de vetusta,
Radicación n.° 72504
SCLAJPT-10 V.00 22
ha enseñado que el contrato civil y el de trabajo difieren no solo por el objeto sino principalmente porque en el primero prevalece
la autonomía de la voluntad de los contratantes mientras que en el segundo no puede pactarse nada que esté por debajo de las
garantías que las leyes otorgan al trabajador, aunado a ello de estar presidido por un interés social (sentencia CSJ SL, del 5 de
mar. de 1948, G del T., t III, núms. 17 a 28, p.74).
También ha enseñado que el mencionado precepto (art. 1602 CC) consagra el principio de la libertad de estructuración en el
contenido de los contratos, con las salvedades impuestas por normas imperativas que restringen aquella libertad bien sea por
razones de ética o bien de orden público, principio este que, según lo explicado, tiene un campo de acción muy restringido en derecho del trabajo, porque el legislador, partiendo del supuesto
de la desigualdad económica entre empleadores y trabajadores, trata de buscar o conseguir la igualdad jurídica al instituir determinadas restricciones a la voluntad de las partes
contratantes, y al regular el contrato de trabajo en su constitución, ejecución y efectos (sentencia CSJ SL, del 16 de jul.
de 1959, G. J, t XCI, núm. 2214, p.256).
Entonces, todo lo asentado se puede sintetizar en que la
declaración de la primacía de la realidad sobre las formalidades establecidas por los sujetos de la relación respecto de la cual se proclama su carácter laboral, entraña el desplazamiento de la
voluntad de las partes por la de la ley, en todas las materias en las que no tienen libertad de consenso por tratarse de derechos
mínimos e irrenunciables y, en tal medida, las cláusulas que se opongan directamente a la regulación laboral, serán ineficaces
(CSJ SL5523-2016, SL986-2019).
Aquí dimana una imperativa conclusión: al declararse que la relación jurídica que unió a las partes en contienda fue de
naturaleza laboral y no de prestación de servicios, cualquier pacto realizado por las mismas en sentido contrario, sin
hesitación ninguna, no produce efecto alguno, aun, se insiste, así
se haya efectuado con el avenimiento expreso del trabajador.
En este marco de cosas, refulge que no se satisface el primer requisito para la estructuración del acto propio, conducta jurídicamente precedente, relevante y eficaz por parte del
trabajador, como lo pretende el recurrente. Y siendo todo ello así, se exhibe fútil estudiar los restantes supuestos, pues a falta de uno de ellos no es dable pregonar desconocimiento del acto
propio.
El precedente es suficientemente ilustrativo y resuelve
el argumento propuesto por la censura, razón por la cual este
se debe desestimar.
Radicación n.° 72504
SCLAJPT-10 V.00 23
Ahora bien, desde la arista de lo fáctico, desde ya se
advierte que el cargo es insuficiente para develar alguna
mácula en la sentencia fustigada, habida cuenta que no
atacó todos los medios de prueba en los que esta se fundó.
Se dice esto porque, evidentemente, la recurrente olvidó que
el colegiado también tuvo en cuenta los testimonios de
Martha Emilia Moreno Gómez, Azucena Castillo Zuluaga y
Claudia Susana Almonacid, a los que calificó como claros,
enfáticos, precisos y uniformes, y con los cuales encontró
acreditado que Sonia Margarita Páez Pinilla laboró al servicio
de la accionada bajo la continuada subordinación y
dependencia de esta, cuyo poder ejercía mediante la
imposición de órdenes y horarios, y que, además, los
elementos de trabajo que aquella utilizaba como escritorios,
computadores, papelería y sitio de trabajo, pertenecían y
eran suministrados directamente por la entidad.
La impugnante tenía el deber procesal de controvertir la
valoración de esa prueba, pese a no ser calificada en
casación, en la medida que las conclusiones que de ella
extrajo el fallador plural fueron determinantes para decidir la
instancia (CSJ SL, 18 oct. 2001, rad. 16351), pero no lo hizo,
con lo cual, forzoso resulta colegir que la providencia
definitiva de instancia se sigue sosteniendo sobre los
cimientos que fueron dejados libre de ataque en casación.
Aun cuando lo expuesto sería suficiente para
desestimar la acusación, no está de más señalar, de nuevo,
que la decisión del colegiado no fue el resultado de valorar
simplemente una constancia de las contrataciones por
servicios, pues a decir verdad, no fue esta la única prueba
Radicación n.° 72504
SCLAJPT-10 V.00 24
que analizó al momento de resolver, pues, como ya se dijo,
también tuvo en cuenta los testimonios.
Además, al confirmar en lo pertinente la decisión de
primer grado, el Tribunal refrendó la valoración que aquel
hizo sobre los contratos de prestación de servicios, correos
electrónicos y documentos remitidos por el ISS a la
demandante, en su calidad de funcionaria, entre el 3 de abril
de 2001 y el 30 de junio de 2012, tales como circulares y
memorandos en los que imponía los horarios, así como la
evaluación de desempeño, el cuadro de control de funciones,
y la certificación de prestación de servicios, entre otros.
Asimismo, la manifestación de la actora en el hecho 3
de la demanda, consistente en que su vinculación se dio
mediante sucesivos contratos de prestación de servicios, no
tiene la trascendencia que pretende imprimirle la censura,
toda vez que ella nunca desconoció que, formalmente, fue así
como se consolidó su ingreso y permanencia en la
institución. La discusión en el sub lite orbitaba precisamente
en torno a definir si la celebración de los contratos de
prestación de servicios encubría una verdadera relación
laboral en la realidad, de modo que era absolutamente lógico
y necesario que la accionante hiciera tal manifestación, como
punto de partida para la controversia suscitada.
También es menester señalar que la sola existencia de
los contratos de prestación de servicios, y las cláusulas
incluidas en ellos, a priori incompatibles con el surgimiento
de un vínculo laboral, no acreditan que la relación que unió
a las partes hubiera estado caracterizada por la autonomía e
Radicación n.° 72504
SCLAJPT-10 V.00 25
independencia, como se pretende hacer ver, con mayor razón
si existían otras pruebas, como las testimoniales -que no
fueron atacadas en casación- de las cuales emergía la
sujeción personal de la demandante por parte del empleador.
Lo mismo ocurre con los documentos señalados por la
recurrente al singularizar las pruebas del cargo, pues las
comunicaciones dirigidas a la actora, los informes de
ejecución que esta presentaba, las actas de cumplimiento, y
las constancias de contratación, no demuestran nada
distinto a que aquella prestaba sus servicios a la pasiva. De
hecho, su contenido no necesariamente contradice lo que
dedujo el colegiado a partir de la prueba testimonial.
Puntualmente, en relación con la certificación de
aportes a la seguridad social efectuados por la propia
demandante como trabajadora independiente, es lógico que
así haya ocurrido, pues fue la manera como se desarrolló, en
apariencia, el vínculo jurídico que existió entre las partes,
pero ello no desvirtúa automáticamente la relación laboral
que en la realidad hubo entre los sujetos involucrados, de la
manera como la hallaron acreditada los jueces de instancia.
Por el contrario, los mencionados documentos reflejan
que la extrabajadora prestó personalmente sus servicios a la
pasiva, y que estaba obligada, entre otras cosas, a elaborar
informes estadísticos, proyectar y dar respuesta dentro de los
términos a las solicitudes de investigación sobre la legalidad
de las afiliaciones, adelantar investigaciones de campo a
empleadores y trabajadores por presuntas irregularidades en
sus afiliaciones (f.° 23-72), labores que no ejerció
Radicación n.° 72504
SCLAJPT-10 V.00 26
ocasionalmente ni de forma temporal, sino durante más de
11 años sin interrupción, lo que a simple vista evidencia que
su vinculación no fue excepcional o transitoria.
Por si fuera poco, también le imponían metas: por
ejemplo, las del último contrato consistían en realizar 50
apoyos técnicos, administrativos y logísticos al departamento
comercial, elaborar 3 informes estadísticos de la Seccional
Cundinamarca, responder 10 solicitudes mensuales dentro
de los términos, realizar 60 consultas mensuales en las bases
de datos del ISS, y recibir en descargos a 7 citaciones
mensuales de las partes involucradas.
De esta manera, el mecanismo empleado para vincular
a la actora transgredió el numeral 3º del artículo 32 de la Ley
80 de 1993, conforme al cual, la celebración de contratos de
prestación de servicios, en aquellos casos en los que las
actividades relacionadas con la administración o
funcionamiento de la entidad no puedan realizarse con
personal de planta o requieran conocimientos especializados,
solo es permitida «por el término estrictamente indispensable»
(CSJ SL981-2019, CSJ SL2584-2019).
Así lo ha sostenido esta Corte, entre muchas otras, en
la sentencia CSJ SL981-2019, reiterada en la CSJ SL1262-
2020, en la que puntualizó:
[…] Por lo demás, a juicio de la Sala el argumento del Tribunal
relativo a que el ISS tuvo que recurrir a la contratación de la demandante ante la insuficiencia en su planta de personal es
inadmisible, toda vez que la autorización prevista en el numeral 3.° del artículo 32 de la Ley 80 de 1993 para celebrar contratos de prestación de servicios cuando las actividades relacionadas
con la administración o funcionamiento de la entidad no puedan realizarse con personal de planta o requieran conocimientos
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SCLAJPT-10 V.00 27
especializados, es “por el término estrictamente indispensable”. Es decir, la vigencia del contrato debe ser por el tiempo necesario
para ejecutar el objeto contractual convenido. Se trata mediante esta figura de afrontar situaciones especiales relacionadas con la
administración o funcionamiento de la entidad, por tanto, la temporalidad y excepcionalidad de la contratación es de la esencia de este tipo de contratos. En este sentido, cuando las
actividades atendidas a través de esta clase de vinculación demanden una permanencia superior o indefinida, de modo tal que se desborde su transitoriedad, es necesario que la entidad
contemple en su respectiva planta los cargos necesarios para desarrollarlas.
En este asunto, evidentemente, dicha temporalidad está desvirtuada porque los contratos de prestación de servicios suscritos para el desarrollo de funciones en el Departamento de
Historia Laboral y Nómina de Pensionados –Seccional Cundinamarca– se prolongaron injustificadamente durante 10
años para el desarrollo de las mismas labores.
A la luz de estas reflexiones, advierte la Corte que en este asunto no existen pruebas que desvirtúen la presunción del artículo 20
del Decreto 2127 de 1945, por lo que se equivocó el ad quem al no dar por probada la relación de trabajo subordinada.
En lo concerniente a que la demandante consintió en la
modalidad contractual utilizada, sin plantear ninguna
objeción o inconformidad, la Corte ya ha tenido oportunidad
de rechazar este argumento, bajo el entendido de que el
silencio del trabajador oculto no puede derivar en la
aceptación de que el vínculo no es subordinado, si las
circunstancias del caso muestran otra realidad, lo cual hace
justicia al hecho de que es la parte débil de la relación
laboral. En la sentencia CSJ SL9156-2015, explicó:
Por otra parte, se precisa que no afecta el amparo de la mencionada presunción del artículo 24 precitado, ni la aplicación
del principio constitucional de la primacía de la realidad, la circunstancia de que el accionante no hubiese reclamado sus derechos laborales estando vigente la relación, como quisiera la
censura que sucediera, según su argumento; dado que la ley no impone esa condición para hacer efectiva la protección al trabajo.
Del silencio del trabajador oculto no se puede derivar su aceptación de un contrato de prestación de servicios ni la renuncia a uno laboral, pues, justamente, en vista de que él es
la parte débil de la relación se le ha de brindar la protección
Radicación n.° 72504
SCLAJPT-10 V.00 28
requerida para hacer efectivo el derecho al trabajo, y esto se logra permitiéndole que, en el momento en que lo considere a bien,
reclame sus derechos como trabajador, con la única limitante de los efectos de la prescripción de la acción establecida para efectos
de brindar la seguridad jurídica propia de un Estado social de derecho.
Finalmente, no es cierto que el Tribunal haya
encontrado que el sindicato firmante de la convención
colectiva de trabajo era mayoritario solo porque la
demandante así lo manifestara. Aun cuando es cierto que el
cuerpo del fallo de segundo grado no contiene ninguna
mención sobre el tema, el aval que le dio a la providencia del
a quo permite inferir que hizo suyas las consideraciones
expuestas por aquel, quien sostuvo que la condición de
beneficiaria de la demandante de la convención colectiva se
infiere del artículo tercero del estatuto convencional, visible
a folio 458 del expediente, sin que la casacionista adujera la
errónea apreciación de este medio documental.
Los cargos no prosperan.
Costas a cargo de la recurrente y a favor de la
demandante. Como agencias en derecho se fija la suma de
ocho millones ochocientos mil pesos ($8.800.000), que
deberá incluirse en la liquidación que a efecto realice el juez
de primer grado, de conformidad con lo dispuesto en el
artículo 366 del Código General del Proceso.
Sonia Margarita Páez Pinilla
X. ALCANCE DE LA IMPUGNACIÓN
Pretende la recurrente que la Corte case parcialmente
la sentencia impugnada, en cuanto revocó las condenas por
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SCLAJPT-10 V.00 29
concepto de indemnización moratoria del artículo 1° del
Decreto 797 de 1949, y por no consignación del auxilio de
cesantía, para que, una vez constituida en sede de instancia,
confirme en estos puntos la del juzgado.
Con tal propósito formula dos cargos, por la causal
primera de casación, que fueron oportunamente replicados,
y que habrán de examinarse conjuntamente, pues aunque se
enderezan por vías diferentes, guardan similar línea
argumentativa.
XI. CARGO PRIMERO
Acusó a la providencia impugnada de violar, por la vía
indirecta, en la modalidad de aplicación indebida, los
artículos 1°, 11 y 12 de la Ley 6ª de 1945; 1°, 2°, 3°, 37, 40,
43, 47, 49, 50 y 51 del Decreto 2127 de 1945; 1° del Decreto
797 de 1949; y el 99 de la Ley 50 de 1990.
Le imputó al Tribunal los siguientes errores de hecho:
1. No dar por demostrado estándolo, que la contratación de la demandante no fue ocasional o temporal ni un hecho
excepcional.
2. No dar por demostrado estándolo, que las actividades por las
cuales fue contratada la demandante eran necesarias para el cumplimiento de los objetivos de la entidad y correspondían al personal de planta del Instituto.
3. No dar por demostrado estándolo que la entidad de manera abierta le daba a la demandante el tratamiento propio de una trabajadora y no de una contratista.
4. Dar por demostrado sin estarlo que la entidad demandada tuvo la convicción razonable de haber celebrado con la demandante
contratos de prestación de servicios.
5. Dar por demostrado sin estarlo que la demandada obró de buena fe al desconocer la relación laboral que la ligaba con la
demandante y al no pagarle las prestaciones sociales.
Radicación n.° 72504
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Señaló, como pruebas apreciadas equivocadamente, los
contratos de prestación de servicios suscritos entre las partes
(f.°30-72) y la certificación emitida por el ISS sobre el tiempo
servido (f.° 337); y como evidencias dejadas de observar, las
siguientes:
[…] el documento de folios 75 a 78, denominado “Acta de reunión Departamento Comercial — Proceso Decreto 1703 Grandes
Empresas” en el que consta la asistencia de la demandante en calidad de asesor Chapinero”; el documento de folios 80 y 81, denominado “Acta”, en el que se registra que a dicha reunión la
demandante asiste en representación “del área de Tesorería, Presupuesto y Facturación Seccional Cundinamarca y D.C”; el documento de folios 84 a 86, que textualmente dice: “En la
ciudad de Bogotá, el día 27 de septiembre se reunieron los Jefes de los Departamentos, para analizar la estrategia a desarrollar
para carnetizar a los afiliados a las EPS ISS, en las instalaciones de la Gerencia Seccional Cundinamarca piso 9” en el que consta la asistencia de la demandante como representante del
Departamento Comercial; el memorando del 7 de octubre de 2004 (Fs. 87 y ss), dirigido por la Gerencia Seccional
Cundinamarca a “líderes de centros verdes”, documento en el que se identifica claramente a la demandante como integrante del grupo de ventas del ISS; el documento de folios (sic) 97 dirigido
por el Jefe del Departamento Comercial del ISS a la demandante, en el que se le manifiesta lo siguiente: “de manera atenta le informo que a partir de la fecha, usted debe continuar con la
ejecución del contrato en el Centro Verde, en la carrera 10 64-61. Por lo anterior favor presentarse ante la doctora Luz Amparo
Restrepo, a fin de coordinar lo pertinente”; los documentos de folios 100, 101, 103, 118 y 141, en los que se observa como terceros ajenos al ISS, reconocían a la demandante como
funcionaria del ISS; los documentos de folios 98, 99, 106, 107, 112, 114, 115, 119 y 409 en los que la Jefe Nacional del Departamento Comercial del ISS, le impartía órdenes a la
demandante y se le asignaban turnos de ventanilla; el documento de folios 142 en el que la demandante fue citada a reunión para
presentación y rendición de informes de gestión; el documento de folios 143, en el que la Jefe del Departamento Comercial del ISS, le solicita con carácter urgente cuadros comparativos de metas
proyectadas y alcanzadas y da instrucciones sobre cómo debe presentarse el informe; el documento de folio 153, en el que se le
dan instrucciones para que asista a realización de programas de seguridad social en representación del ISS; el “Memorando 063-174” (Fs. 309), dirigido específicamente a “funcionarios y
contratistas” suscrito por la Jefe de la demandante, con asunto: “Mejoramiento del desarrollo y ambiente laboral”; y finalmente,
Radicación n.° 72504
SCLAJPT-10 V.00 31
los documentos de folios 369 a 386 que detallan el “Inventario de Elementos devolutivos Dpto. Comercial”.
En la sustentación del cargo, recalcó que la conclusión
del fallador plural sobre la buena fe de la demandada era
manifiestamente equivocada, toda vez que su contratación
no fue un hecho temporal u ocasional, sino con vocación de
permanencia, lo que contradice la esencia y razón de ser de
los contratos de prestación de servicios.
Aseveró que la certificación del tiempo de servicios
visible a folios 337 a 338 refleja que fue contratada por el ISS
por más de 11 años sin interrupciones, salvo de uno o dos
días, a través de 25 contratos de prestación de servicios, cuya
fecha de iniciación resultaba inmediatamente anterior a la
del contrato siguiente, lo que desvirtúa el carácter transitorio
inherente a los contratos de prestación de servicios, «[…]
trayendo consigo que pierda sustento la afirmación sobre la
buena fe de la entidad demandada, quien tergiversó la función
y razón de ser de los contratos de prestación de servicios
celebrados».
Expresó que las funciones descritas en la certificación
obrante a folio 339, las cuales se corroboran con las
señaladas en los contratos de prestación de servicios de folios
29 a 72, detallan que ella debía brindar apoyo técnico,
administrativo y logístico al Departamento Comercial,
elaborar informes estadísticos de la Seccional
Cundinamarca, proyectar y dar respuesta a las solicitudes
de investigación sobre legalidad de las afiliaciones,
diligenciar planillas de descargos, adelantar investigaciones
de campo a empleadores y trabajadores por presuntas
Radicación n.° 72504
SCLAJPT-10 V.00 32
irregularidades en las afiliaciones, entre otras, por lo que
resulta incuestionable que dichas funciones eran inherentes
al giro ordinario de la entidad, pues sin duda concernían de
manera directa al objeto del ISS como entidad
administradora del fondo de pensiones del régimen de prima
media, «[…] lo que pone de presente el abuso de la forma
contractual (contrato de prestación de servicios) por parte de
la entidad demandada, en razón a que estos no pueden ser
utilizados para el desempeño de tales funciones».
Adujo que los contratos de prestación de servicios
suscritos no son idóneos para evidenciar la buena fe de la
entidad, pues solo revelan que ella los firmó, pero no dan
cuenta de las condiciones reales bajo las cuales se prestó el
servicio, como tampoco un acto de convicción ni del ISS ni de
la demandante sobre la ausencia de una relación laboral.
Indicó que los documentos de los folios 75 a 78, 84 a
86, 97, 98, 99, 100, 101, 103, 106, 107, 112, 114, 115, 119,
142, 143, 153, 309 y 409 acreditaban fehacientemente que
realizaba funciones como representante del área comercial,
le impartían instrucciones propias de una trabajadora y
extrañas a un contratista, era citada a reuniones para
presentación y rendición de informes de gestión, le fijaban
turnos de trabajo en las ventanillas, y le dirigían
memorandos sobre mejoramiento del desarrollo y ambiente
laboral. Por si fuera poco -continuó- a lo largo de la relación
laboral la pasiva le suministró los elementos de trabajo con
los cuales debía realizar sus labores, y la responsabilizaba
del inventario asignado. Y concluyó:
Radicación n.° 72504
SCLAJPT-10 V.00 33
La prueba documental relacionada resulta elocuente en cuanto a las órdenes, directrices e instrucciones que recibía la
demandante para el desempeño de sus funciones al interior del ISS, evidenciando que la demandante era tratada abiertamente
como una verdadera trabajadora de la entidad y no como una contratista.
Dicha prueba deja en claro que la entidad demandada abusó de
manera indiscriminada de los contratos de prestación de servicios celebrados con la demandante, sin que tal abuso resulte coherente con el principio de la buena fe, y sin que el mismo se
pueda justificar en el hecho de que la demandante hubiera suscrito los contratos referidos y no hubiera reclamado hasta
tanto no finalizara la relación que vinculó a las partes.
Finalmente, añadió que esta Corporación ha sostenido
en casos similares que la conducta del ISS no se puede
catalogar como de buena fe, para lo cual trajo a colación las
sentencias CSJ SL, 24 abr. 2013, rad. 40666, CSJ SL, 22
ene. 2013, rad. 40067, CSJ SL, 19 mar. 2014, rad. 42773, y
CSJ SL, 23 jul. 2014, rad. 43457, entre muchas otras.
XII. CARGO SEGUNDO
Por la vía directa, acusó la aplicación indebida de los
artículos 1°, 2 y 11 de la Ley 6ª de 1945, 20 del Decreto 2127
de 1945, 1° del Decreto 797 de 1949, 99 de la Ley 50 de 1990,
y 32 de la Ley 80 de 1993.
En el desarrollo de la acusación, argumentó que si bien
el artículo 32 de la Ley 80 de 1993 señala que los contratos
de prestación de servicios no generan relación laboral ni
prestaciones sociales, ello no significa que el contratante
pueda desconocer los elementos esenciales de tal tipo de
contrato, ni que se pueda utilizar dicha modalidad cuando
las actividades se deban desempeñar bajo condiciones de
subordinación laboral, o cuando son permanentes y del giro
ordinario de la entidad.
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SCLAJPT-10 V.00 34
Por lo tanto, aseguró que si la entidad pública ocultó,
bajo el ropaje de un contrato de prestación de servicios, una
verdadera relación laboral, su obligación era la de reconocer
al trabajador las prestaciones sociales que le correspondían
una vez finalizó el vínculo entre las partes, sin que fuese
menester esperar una decisión judicial en la que se
reconociera la existencia del vínculo laboral.
Precisó que el Tribunal erró al pretender justificar la
conducta de la demandada, invocando la facultad legal que
tienen las entidades públicas de celebrar contratos de
prestación de servicios, el consentimiento de la trabajadora
al suscribir los contratos, y la ausencia de reclamación
durante la vigencia de la relación jurídica, razonamiento que
es equivocado y comporta la denunciada violación normativa.
Al final, citó nuevamente las mismas providencias de
esta Corporación que había invocado en el cargo precedente.
XIII. RÉPLICA
El ISS en Liquidación consideró que la demandante
incurrió en importantes errores de apreciación en ambos
cargos, puesto que simplemente presumió que la existencia
de los contratos de prestación de servicios hace que se
conviertan automáticamente en contratos de trabajo, y que
de la misma manera ello da lugar a la declaración de mala fe
y a la condena por indemnización moratoria, siendo que ello
no es posible hacerlo, para lo cual invocó el principio de la
buena fe, y la sentencia CC C-1194-2008.
Radicación n.° 72504
SCLAJPT-10 V.00 35
Expuso que al revisar las normas laborales y de
contratación administrativa, no existía una presunción de
mala fe para la administración pública al realizar contratos
de prestación de servicios de conformidad con lo establecido
en el artículo 32 de la Ley 80 de 1993. Y agregó:
En el caso que nos ocupa la administración cumplió con todas las regulaciones y condiciones establecidas por la ley 80 de 1993
para la contratación de personal bajo la modalidad de prestación de servicios, puede que haya sido cuestionado a través del presente proceso laboral ordinario si la relación derivada de dicho
contrato de prestación de servicios era laboral o no, pero ello no puede invalidar la actuación de la entidad, actuación que se encuentra revestida por el principio de legalidad de los actos
administrativos, y es por ello que el Honorable Tribunal Superior de Bogotá consideró que la actuación de mi representada estaba
revestida de buena fe y que no había lugar a la condena por indemnización moratoria solicitada y que además hay que considerar que no habría lugar a la misma pues el momento en
que terminó el contrato es contemporáneo proceso de liquidación del ISS, instante en que la entidad pierde toda capacidad para
hacer reconocimientos de moratorias por el pago de prestaciones y beneficios en un contrato de prestación de servicios que se encontraban discusión.
Reiteró los mismos argumentos que planteó en su
demanda de casación, y finalmente resaltó que existe una
grave falla de técnica, ya que «[…] no aparece mención alguna
a la forma en que las normas citadas en la causal fueron
interpretadas de manera errónea por el honorable tribunal
[…]».
XIV. CONSIDERACIONES
Le corresponde ahora a la Sala definir si se equivocó el
Tribunal al revocar las condenas por concepto de
indemnizaciones moratorias, consagradas en los artículos 1°
del Decreto 797 de 1949 y 99 de la Ley 50 de 1990, por
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SCLAJPT-10 V.00 36
considerar que la demandada actuó de buena fe frente a la
demandante.
Huelga recordar que el juez plural llegó a esa conclusión
por lo siguiente: (i) porque la vinculación de la trabajadora se
dio mediante contratos de prestación de servicios, revestidos
en su momento de la presunción de legalidad, en la medida
en que la administración obró con fundamento en la Ley 80
de 1993; (ii) porque la actora concurrió de forma libre y
voluntaria, con pleno conocimiento de estar celebrando esa
clase de contratos, al punto que solo hasta la terminación del
último fue que alegó un mejor derecho; y (iii) teniendo en
cuenta que la relación laboral solo se declaró por decisión
judicial.
Vistas así las cosas, considera la Sala que tiene razón
la censura al endilgarle al Tribunal la transgresión de las
disposiciones que integran la proposición jurídica de los
cargos. En efecto, en cuanto a lo primero, tanto los contratos
como la certificación expedida por el ISS que milita a folio
337 del plenario, reflejan que la demandante prestó
personalmente sus servicios a la pasiva, y que estaba
obligada, entre otras cosas, a elaborar informes estadísticos,
proyectar y dar respuesta dentro de los términos a las
solicitudes de investigación sobre la legalidad de las
afiliaciones, adelantar investigaciones de campo a
empleadores y trabajadores por presuntas irregularidades en
sus afiliaciones (f.° 23-72). Ninguna de esas labores era
extraña a las actividades que recaían en cabeza del ISS, como
entidad administradora del régimen de prima media con
Radicación n.° 72504
SCLAJPT-10 V.00 37
prestación definida, conforme a los predicados de la Ley 100
de 1993.
Asimismo, como bien lo sostuviera la recurrente, y como
ciertamente lo señalara la Sala al resolver el recurso de
casación formulado por la enjuiciada, dichas labores no las
ejerció ocasionalmente ni de forma temporal, sino durante
más de 11 años sin interrupción, y mediante la suscripción
de veinticinco contratos, lo que a simple vista evidencia que
su vinculación no fue excepcional o transitoria.
La celebración sucesiva de una multiplicidad de
contratos de prestación de servicios entre las partes lo que
denota es, en realidad, la vocación de permanencia de las
funciones desempeñadas por la accionante, y de contera, le
impedía a la pasiva recurrir a aquella modalidad contractual,
por expresa disposición legal (art. 2, D. 2400/68). Es ahí
donde se descubre el error del Tribunal, pues, en rigor, lejos
de haberse demostrado en el proceso que la administración
obró con fundamento en la Ley 80 de 1993, lo que realmente
se acreditó fue que el ISS abusó de esa facultad legal, en clara
rebeldía de las garantías mínimas laborales de la
trabajadora.
Al resolver un asunto de contornos fácticos similares,
contra la misma demandada, en la sentencia CSJ SL11436-
2016 esta Sala de la Corte razonó así:
Reitérese que los contratos de prestación de servicios aportados y la certificación del ISS sobre la vigencia de los mismos, en este
asunto no pueden tenerse como prueba de un actuar atendible y proceder de buena fe; ya que no acreditan más que una indebida actitud del ISS carente de buena fe, al acudir a iterativos y
aparentes contratos de prestación de servicios que no están
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sujetos a la citada Ley 80 de 1993, con desconocimiento constante del predominio de actos de sometimiento y
dependencia laboral que muestran todos los demás medios de prueba, lo cual no deja duda de que la entidad era conocedora de
estar desarrollando con la demandante un contrato de trabajo bajo la apariencia de uno de otra índole.
De ahí que, mirando en conjunto el caudal probatorio, lo que
acontece en el sub examine es que en la práctica el ISS abusó en la celebración y ejecución de seis (6) contratos de prestación de servicios con supuestos mantos de legalidad, con el único
propósito de negar la verdadera relación de trabajo subordinado como la de la citada accionante, a efecto de burlar la justicia y
los condignos derechos sociales que debieron reconocerse a tiempo a favor de la trabajadora, lo que es reprochable y reafirma la mala fe de la entidad empleadora, máxime que tales contratos
fueron para cubrir funciones que de manera permanente requiere la entidad para cumplir con su objeto social, lo cual
ratifica su intencionalidad de utilizar una vinculación temporal para cubrir un cargo permanente.
Fluye de lo expuesto que la enjuiciada conocía, desde el
inicio de la vinculación de la actora, que lo que la unía con
esta era un genuino contrato de trabajo, pero a pesar de eso,
decidió vincularla bajo una modalidad que para el caso
concreto resultaba espuria, y mantener en el tiempo esa
contratación ilegal. Es evidente que este comportamiento no
se ajusta a la buena fe que debe imperar en las relaciones de
trabajo.
En lo tocante a que la demandante era consciente de
que estaba celebrando un contrato de prestación de
servicios, al punto que no presentó ninguna reclamación
durante su vigencia, huelga invocar lo que ya se dijo en esta
misma providencia al resolver el recurso extraordinario del
ISS en Liquidación, en cuanto a que el silencio del trabajador
oculto no puede derivar en la aceptación de que el vínculo no
es subordinado, si las circunstancias del caso muestran otra
realidad, lo cual hace justicia al hecho de que es la parte débil
de la relación laboral.
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Adicionalmente, el hecho de que la actora haya firmado
espontáneamente los supuestos contratos de prestación de
servicios, no excusaba al empleador de cumplir con las
obligaciones laborales que desde un comienzo era consciente
que estaba adquiriendo. Sobre este punto, en la sentencia
CSJ SL10497-2017, esta Corporación adoctrinó:
[…] Pero lo que resulta ser más relevante para desestimar en tal
sentido el ataque de la recurrente es recordar que la falta de reclamación del trabajador sobre el pago en debida forma de sus acreencias laborales no purga su precariedad o defecto, ni excusa
al empleador de no hacerlo conforme corresponde, pues, a lo sumo, lo que puede producir esa falta de reclamación en el tiempo es a que si se llega a cumplir el previsto como mínimo en
la ley, la acción o el derecho prescriban, pudiéndose, en todo caso, interrumpirse de no haberse cumplido, o renunciarse de
haberse producido. Por lo anotado bien puede decirse que es al empleador a quien compete efectuar el pago debido al trabajador, “al tenor de la obligación”, tal cual lo exige el artículo 1627 del
Código Civil, para no exponerse al pago de, adicional a lo debido, indemnizaciones como las aquí reclamadas. En suma, no puede
excusar el empleador su falta de diligencia y cuidado en el pago de sus obligaciones pecuniarias al trabajador con una no exigida legalmente acuciosidad del trabajador en su reclamación.
Finalmente, el que la relación laboral solo se haya
declarado por decisión judicial, pasa a ser un suceso
anecdótico, pues lo relevante es que sí existió el contrato de
trabajo desde sus inicios, y que la demandada tenía pleno
conocimiento de ello. Recuérdese que, tal como lo ha venido
sosteniendo esta Sala de la Corte, las sentencias que
declaran un contrato de trabajo, no tienen un efecto
constitutivo sino declarativo (CSJ SL4515-2020).
Por fuerza de lo expuesto, al ser evidente la mala fe de
la empleadora, la trabajadora tenía todo el derecho de
reclamar la indemnización moratoria del artículo 1° del
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SCLAJPT-10 V.00 40
Decreto 797 de 1949, con lo cual se constata la transgresión
que de dicha normativa cometió el Tribunal.
No ocurre lo mismo con la sanción por la no
consignación de las cesantías en un fondo, puesto que, aun
cuando el colegiado se equivocó al catalogar el
comportamiento patronal como de buena fe, de todas
maneras, constituida en instancia, la Sala arribaría a la
misma conclusión absolutoria a la que llegó el ad quem, toda
vez que, tal como en incontables ocasiones lo ha dicho esta
Corporación, la referida indemnización consagrada en el
artículo 99 de la Ley 50 de 1990 solo cobija a los empleados
del sector particular, mas no a los trabajadores oficiales,
como lo era la demandante (CSJ3849-2020, CSJ SL5520-
2019, CSJ SL981 -2019, CSJ SL705-2013 y CSJ SL, 7 nov.
2012, rad. 39533).
En suma, de lo anterior se sigue, ineludiblemente, el
éxito de los cargos estudiados. En consecuencia, se casará
en lo pertinente la providencia recurrida, únicamente en
cuanto revocó la condena impuesta por concepto de la
indemnización moratoria por falta de pago de salarios,
prestaciones e indemnizaciones a la terminación de la
relación laboral.
Sin costas en el recurso extraordinario a cargo de la
demandante, por salir avante su acusación.
XV. SENTENCIA DE INSTANCIA
Las razones expuestas en precedencia permiten colegir
que la indemnización consagrada en el artículo 1° del Decreto
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797 de 1949, sí es procedente. Por lo tanto, habrá de
confirmarse en este punto la sentencia consultada, dejando
claro que el a quo la dispuso en una suma fija de
$35.802.904,50, que es inferior a la que se obtendría de
calcularla hasta el 31 de marzo de 2015, fecha de la
liquidación definitiva de la entidad demandada. Con todo,
como quiera que la demandante no recurrió la providencia
del juzgado, no podrá modificarse.
Asimismo, con fundamento en lo esbozado en casación
en torno a la sanción moratoria por la no consignación de las
cesantías en un fondo, se revocará esta condena contra la
enjuiciada.
Sin costas, debido a que la segunda instancia fue
generada por el grado jurisdiccional de consulta surtido en
favor de la pasiva.
XVI. DECISIÓN
En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de Justicia,
Sala de Casación Laboral, administrando justicia en nombre
de la República y por autoridad de la ley, CASA la sentencia
dictada el veintisiete (27) de junio de dos mil catorce (2014)
por la Sala Laboral del Tribunal Superior del Distrito Judicial
de Bogotá, dentro del proceso ordinario laboral seguido por
SONIA MARGARITA PÁEZ PINILLA contra el INSTITUTO
DE SEGUROS SOCIALES – ISS EN LIQUIDACIÓN-,
únicamente en cuanto revocó la condena impuesta por
concepto de indemnización moratoria del artículo 1° del
Decreto 797 de 1949. No la casa en lo demás.
Radicación n.° 72504
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Costas en casación a cargo de la demandada, como se
dijo en la parte motiva.
En sede de instancia, RESUELVE:
PRIMERO: Confirmar el ordinal 1.9 de la parte
resolutiva de la sentencia consultada.
SEGUNDO: Revocar el ordinal 1.8 del segmento
dispositivo del fallo recurrido, y en su lugar, se absuelve a la
demandada de la sanción moratoria por la no consignación
de las cesantías en un fondo.
TERCERO: Sin costas en la segunda instancia.
Notifíquese, publíquese, cúmplase y devuélvase el
expediente al tribunal de origen.
ANA MARÍA MUÑOZ SEGURA
OMAR DE JESÚS RESTREPO OCHOA
GIOVANNI FRANCISCO RODRÍGUEZ JIMÉNEZ