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    Institute Cultural de la Provincia de Buenos A iresDirecciOn Provincial de Patrimonio CulturalArchivo Histrico "Dr. Ricardo Levene"

    Los estudios sobre el primer peronismo.Aproximaciones desde el siglo X XI

    Raanan REIN / Carolina BARRYOmar ACHA / Nicolds QUIROGA

    La Plata/2009

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    res. Ellos constituyen algunas de las muestras que han nacido conla necesidad de plantear y discutir temas y dificultades comunes, ala vez que transmitirlos tanto para un paha:, especializado comopara el interesado y motivado. Lamentablemente, todavia estas ac-ciones son aisladas e inconexas, y queda aun por plantear la formade sistematizar y hacer mas asequible la informaciOn. Pese a todosestos esfuerzos y a los avances marcados, el tema no logra enfriarse.Todavia la pregunta preventiva, persiste: pero... Lsos peronista?

    PLIEGUES DE LA NORMALIZACION DE LOSESTUDIOS SOBRE EL PRIMER PERONISMO:complementos y aclaraciones

    Omar A CHANicolas QUIROGA

    "Los limites de mi lenguaje son los limites de mi mundo".L. Wittgenstein, Tractatus Logico-Philosophicus, 5.6.

    IntroducchinEl presente trabajo retoma y extiende indicaciones ofrecidas en

    otro estudio reciente'. Quisieramos proseguir en esta ocasiOn los ra-zonamientos de esa propuesta de examen selectivo de la literaturahist6rica contemporanea sobre el primer peronismo. Nuestro objetoes replantear algunos temas, enfocandolos desde otras perspectivas,y sobre todo acentuar ciertas cuestiones que por razones de espaciono pudimos desarrollar en el escrito anterior. La argumentaciOn pre-sentard brevemente un esquema de la idea de una "nonnalizaciOn"de la historiografia del peronismo. Luego revisaremos los conceptoscentrales de esa construcciOn interpretativa e intentaremos ajustarsus nociones principales que, proponemos, han alcanzado la figura deun "modelo ejemplar", es decir, de una formulaciOn capaz de hacerde molde de las perspectivas "innovadoras". La multiforme interco-nexi6n del modelo y sus nada sencillos parentescos con los estudiosmadurados en su mismo suelo nutricio sera explorada a tray& delcontraste con una aproximaci6n diferente, de talante antropolOgico,que esperamos nos permita adelantar algunas interrogaciones.

    1 Omar Acha y Nicolas Quiroga, "La normalizaciOn del primer peronismo en lahistoriografia argentina reciente", de pr6xima publicaciOn en Estudios Interdiscipli-narios de A merica Latina y el Caribe.

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    La norm al izaciOnAl mencionar un proceso de "normalizaciOn" contempothnea de

    la historiografia sobre el primer ciclo del peronismo, el que va de1943 a 1955, utilizamos una conceptualizaciOn corriente incluso enotras historiografias nacionales. Ademas de sus usos para el primerperonismo (como veremos), tambien ha sido propuesto para despuesde 1955 2 . En este sentido nuestra imagen no pretende originalidad.La normalizaciOn es una estandarizaciOn, es decir, la imposiciOn deuna norma de construction de los relatos histOricos relativos al pri-mer peronismo. Tendremos que notar el catheter vinculante de esanormativa dentro de la multiplicidad de estrategias realmente exis-tentes, que una perspectiva empirista observa como desestructuraday multiple. Lo Anico que aspiramos a sefialar al respecto son sussupuestos no siempre explicitos y las consecuencias normativas quede alli se derivan. Estas valen tanto para la imagen del peronismocomo para los valores que vertebran la practica historiogthfica. Haydos andariveles que deben ser distinguidos: el de la narrativa y/oanalitica aplicadas al peronismo y el del quehace r historiador que lasmatriza. Como decimos, la nociOn de normalizaciOn ha sido utiliza-da para rendir cuenta de la evoluciOn histOrica de la investigaciOnsobre el peronismo. Su eficacia sigue, a su vez, dos vias comple-mentarias.

    Una se perfila en un ejercicio de "historia de la historiografia",como el andlisis de Mariano B. Plotkin sobre las "cambiantes per-cepciones" del peronismo (1991, 1998). En esa construction se pue-de observar el lento pero inexorable advenimiento de visiones cadavez menos "patologizantes" del peronismo. Desde las primeras vi-siones que representaban al peronismo como un virus invasor en lahistoria nacional, a Per& como un tirano demagOgico, a las masasperonistas como una tropa barbara y ululante, nos relata Plotkin, se

    2 Por ejemplo, Alejandro Cattaruzza, "Los aflos sesenta y setenta en la histo-riografia argentina (1983-2008): una aproximaci6n", en Nuevo Mundo MundosNuevos [En lima], "Debates", 2008. Puesto en linea el 11 de diciembre de 2008,URL: http://nuevgin undo. revu es.oreindex45313

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    pasa a versiones cada vez menos excepcionalistas, atenidas a lasexplicaciones complejas y sensibles a los hechos. El camino no fuesencillo: todavia en los afios setenta Carlos Waisma n, en The Rever-sal of Development in Argentina, apelaba a las querencias analiti-cas de la patologia. Pero finalmente se consigue, a mediados de losailos ochenta, y sobre todo en los noventa, una apertura en verdadhistoriadora, y el peronismo es visto como un tema histOrico, enmodo alguno teratolOgico. Para sostener su perspectiva, Plotkin sesolidariza con la nociOn halperiniana de un cierre del ciclo en la"larga agonia de la Argentina peronista", y concluye: "The time isripe to come to terms with Peronism as a historical phenomenon".La figura retOrica elegida por Plotkin, podria creerse, conspira con-tra su vision evolutiva del conocimiento sobre el peronismo, porqueeste seria accesible como objeto historiogthfico en tanto esta m uerto,acabado para la productividad acontecimental (era fundamental enla ilaciOn argumental de Plotkin que fuera un peronista, Carlos Me-nem, el que destruyera las construcciones labradas por Juan PerOnmedio siglo antes). Un renacimiento peronista daria por tierra conel optimismo historiador. De hecho, las posturas ulteriores de TulioHalperin Donghi han tornado otro cariz. Antes que la comprobaciOnde un deceso del peronismo, propone una resignaci6n (en el registrodel amor fati) ante la persistencia del peronismo como nervio de lacultura politica argentina. Sin embargo, quiza com o prueba de la au-tonomia relativa de las practicas, el logro de la normalizaciOn puedeser desacoplada de la suerte efectiva del peronismo en la realidadnacional3.

    La otra via que perfila el proceso normalizante lo analiza desdesu consolidaciOn, es decir, a partir de una mirada retrospectiva. Porcaso, Luis A. Romero menciona la normalizaciOn lograda, segimpermite observarla la publicaciOn reciente de obras que escapan a

    3 Mariano B. Plotkin, "Perlin y el peronismo: un ensayo bibliografico", en Estu-dios Interdisciplinarios de America Latina y el Caribe, vol. 2, n 1, 1991, y sureescritura en "The Changing Perceptions of Peronism. A Review Essay", en JamesBrennan, ed., Peronism and A rgentine, Washington, SR Books, 1998.

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    las urgencias ideolOgicas e investigan diestramente temas dejadosde lado por enfoques partisanos. Una cierta distancia, en modo al-guno equivalente a antiperonismo (esto podria ser pensado comoun obstaculo), posibilita el abordaje de cuestiones especificas, den-tro de una vision que denota una mirada compleja. La comprensiOnhistoriografica de Romero permite hacer visibles las concepcionespracticas que vertebran dos obras, segim se dice con razOn, "reno-vadoras", como los estudios de Anahi Ballent e Isabella Cosse 4 . Enellas se analiza como en las historias de la vivienda y la filiaciOn sedestacan las dos lineas de la historia del peronismo. Por un lado lareivindicaciOn de los "desheredados" como un discurso de corte ple-beyo y desafiante de algunas jerarquias establecidas. Por otro lado,una vocaciOn integradora, que asume los valores culturales prevale-cientes, cuyo disfrute es demandado. Alla se cuestiona, aqui se soli-cita el reconocimiento. Entre ambas lineas se fragua una tension queel peronismo lograria "cabalgar". Mas lo te6ricamente relevante quesubraya Luis A. Romero es la significaciOn de las obras para la con-cepciOn de la historia nacional, pues los citados trabajos, asegura,confirman un "largo proceso" de la sociedad argentina en el caminode la "democratizaciOn". Entiende por esto una lOgica "de inclusione integraci6n, de apropiaciOn y extension de las formas de vida yvalores establecidos entre sectores". La trama global implicada esanterior al primer peronismo y lo continua tras su caida en 1955 (lasautoras no sefialan esa consecuencia, pero Luis A. Rom ero hace bienen estipularla, pues los argumentos utilizados suponen una "historianacional", esto es, iluminan un sentido global valid al menos parael siglo XX). Es cierto que se indica que el peronismo promovieun aceleramiento de los cambios democratizadores. Por eso mismotuvo que pagar un precio en tensiones: "No se trata exactamente dela forma clasica, que enfrenta a patrones y obreros. Fue un fortisimo

    4 Anahi Ballent, Las huellas de la politica. Vivienda, ciudad, peronismo en Bue-nos A ires, 1943-1955, Buenos Aires, Universidad Nacional de Quilmes-PrometeoLibros, 2005; Isabella Cosse, Estigmas de nacim iento. Peronismo y orden familiar,1946-1955, Buenos Aires, Fondo de Cultura EconOmica, 2006.

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    conflicto cultural y politico, cuyo nficleo esta en lo acelerado delproceso de inclusiOn, y los roces y contratiempos que esta inclusionocasiona"5.

    Ahora bien, quisieramos proponer simplemente que esta ima-gen no es nada contingente. Es indiscutible que la variedad de lasinterpretaciones dentro del cuerpo total de la bibliografia sobre elperonismo es significativa. No lo es, en cambio, que su brajula in-terpretativa principal y mas prestigiosa lo sea. Pertpnece a lo que seha llamado un "consenso" historiografico, que puede ser rastreadoy pensado. En principio, tiene que ser situado en un contexto uni-versitario de mediana duraciOn: el de la construcciOn del campo his-toriografico despues de 1983. Luego se hace pasible de ser ubicadoideolOgicamente. Antes que la mera consumaci6n de una operativahistoriadora cientifica, expresa el triunfo de una concepciOn de lahistoria argentina contemporanea. Ciertamente las virtudes llamadascientificas entran en juego. Nuestra imica meta es calibrarlas dentrode un esquema mas amplio.

    LCual es el entorno universitario al que hacemos referencia? Elque prevaleci6 en las ciencias sociales y las humanidades desde elllamado "retomo a la democracia". Es sabido que mas que un re-torno fue una fundaciOn, la creaciOn de una sociabilidad politicay cultural liberal-democratica. Despues del tan amargo trago de ladictadura militar, y ciertamente de las experiencias de los prime-ros afios setenta, se impuso una tendencia ideolOgica que aspiraba auna vida colectiva republicana, liberal, inclusiva, protectora de losderechos humanos, y capaz de mellar las aristas mas desagradablesdel mercado capitalista. Poco a poco, en hornadas intelectuales quepocos afios atras supieron concentrar sus intereses intelectuales en laeconomia y la sociedad civil, el estado comenth a adquirir una legi-timidad en su facultad de re conocer e integrar a los distintos sectoressociales, o al menos esta fue la imagen q ue se quiso ofrecer desde las

    5 Luis A. Romero, "Dinamica de la inclusion", en La Nacidn, Buenos Aires, 14de abril de 2006.- 85 -

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    principales usinas academicas asociadas a la mirada socialdemocra-tica, postmarxista, y postperonista de izquierda. Podemos decir queen buena medida aim nos encontramos en la estela de esa estaciOnideolOgica.

    Es claro que la vida universitaria y la investigaciOn exceden lar-gamente ese programa, que por lo demas no fue homogeneamenterefrendado por todas las franjas de la intelectualidad y el profesora-do. Un simple vistazo a las situaciones locales revela la persistenciade importantes regiones universitarias, por as!: llamarlas, indemnesa los nuevos vientos que ademas de la mencionada perspectiva con-tenian un proyecto de actualizaciOn te6rica y metodolOgica (es evi-dente que aqui corremos el riesgo de sobredimensionar una derivaque es particularmente portefia, simplificando con demasiada rapi-dez su validez nacional). Pero la estructura ciOn creciente de institu-ciones acad6micas e intelectuales defini6 tin escenario nacional queejerce una relativa influencia en todos los nodos de la producci6ncientifica. En sede historiografica, la institution que ritualiza talesvinculos son las Jornadas Interescuelas/Departamentos de Historia,un encuentro bianual cada vez mas poblado que se celebra desdefines de los altos '80.

    En otras aproximaciones a este mismo tema se ha insistido enla biisqueda de margenes claros de un "centro" corporativo, de unaelite tentacular que dimana y cristaliza su version de la Historia Ar-gentina'. Se trata de una perspectiva que no alcanza a historizar loque evalfra. Pero en sus formulaciones nos sugieren la permanenciade enfoques y perspectivas que en los ochenta y primeros noventatuvieron escaso o inexistente desarrollo. Una vez mas, interpretarlos cambios a la luz de las pugnas en su mas cruda expresiOn campalno es apropiado: la consolidaciOn de un cuerpo de interrogantes, te-mas y saberes implica una dinamica interns. Si la linea hegemOnicade la que hablam os vio ligada su propia refiexiOn al desarrollo de la

    6 Por ejemplo en Daniel Campione, "La hegemonia de la liistoria Social"', enRazOn y RevoluciOn, N 10, 2002.-86-

    democracia como aspiraciOn y tematica, resulta claro que pronto,aitn incluso en los afios ochenta, su dominio comenz6 a diversificar-se'. Pero esa corriente predominante en la disciplina histOrica no espara nosotros una lista de nombres, sino un proyecto de margenescon tipografia temblorosa. Para darle un nombre, que tampoco acu-fiamos, consistiO en el proyecto de construir en paralelo un "paisnormal" y una producciOn d e conocimiento afin, tanto en el piano desu estructuraciOn academica (devenida la horma del saber cientifico)como de las implicancias ideolOgicas que trasuntan sus concepcio-nes. Otra vez, es preciso sefialar los limites de este proceso: no se diode manera m aciza, sin variaciones, ni aconteciO en todas partes de lamisma forma. Incluso en algunas zonas refractarias, fue neutraliza-do. Las resistencias fueron muchas, las altemativas planteadas, me-nos, pero existieron 8 .En todo caso, la novedad de tin conocimientohistOrico-social adecuado al deseo de un pals normal venci6 en lascorrientes predominantes en las humanidades y las ciencias sociales.Su nombre general, tampoco esta vez inventado por nosotros, es elde "progresismo".

    En la historiografia argentina, su prosapia (sin duda extensa, peroaqui no podemos extendem os al respecto) encuentra un antecedenteen la obra de madurez de Jos6 L. Romero. Este autor concebia la

    7 Sabrina Frederic, "De la Plaza al B arrio. Los cientificos sociales y la identidadde los Sectores Populares en la transition democratica (1982-198 7)", en A. Rosatoy F. Balbi, Representaciones sociales y procesos politicos. Estudios desde la an-tropologia social, Buenos Aires, Antropofagia, 2003.8 Comunicaciones personales con colegas de algunos ambitos provinciales nosmostraron que en ciertos casos el proceso de normalizaciOn, con su carga de reno-vaciOn bibliografica y estilizaciOn conceptual es sentido como un proceso dese-able. En efecto, en c ontextos de fosilizacffin historiogrifica, arraigada en largasdcadas de estancamiento intelectual acentuadas por decisiones ideolOgicas e iner-cias institucionales, el cuarto de siglo de bilsqueda de actualizaciOn historiograficaque Ilamamos normalizaciOn se echa en falta. Como sea, la implementaciOn delproyecto normalizante tal como fue estructurado tendria una asincronia con lostiempos histOricos debido a que nos encontramos en una fase histOrica diferente dela iniciada en 1983.

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    historia argentina como esencialmente democratica. Es cierto queel peronismo exacerbaba su dimensi6n "inorganica". Pero Jose L.Romero confiaba en que " el paso del tiempo" permitiera decantar lasenormes convulsiones de sus movimientos demograficos y cultura-les, para que la ciudad argentina, por fin, fructificara en una sociedadintegrada, plural y democratica. Tal perspectiva, de fuerte acentocultural, fue una de las fuentes principales del progresismo histOricoposterior. Su mirada sufri6 varias metamorfosis. Por ejemplo, ce-di6 terreno a una consideraciOn del lugar del estado en ese proceso,un lugar que para el propio Romero, un socialista liberal, era pocovisible. En suma, Romero provee dos temas esenciales revigoriza-dos en los ifitimos quince afios: la variable cultural y la concepci6nprogresista-democratica del devenir argentino. Lo que en el no esta-ba claro, y ese es el mayor logro del consenso universitario, es queel peronismo fuera una estaci6n capital en el proceso. A pesar de lasnumerosas criticas que se le dirigieran, Gino Germani habia subra-yado esto. Aqui puede advertirse la distancia de las comunidadesinterpretativas de los Altimos sesenta y p rimeros setenta en la inter-pretaciOn de la obra de aquel: mientras la primera pone el acento enlos moldes europeos de los que Germani produjo su visiOn acercadel peronismo, la segunda remite a la distancia que halla entre elgran continente del totalitarismo y la pregunta productiva sobre laincorporaci6n de las masas a la vida moderna.

    La derrota electoral del Partido Justicialista en 1983, la llama-da RenovaciOn peronista posterior, y la mencionada reconversionrepresentada por el menemismo, habilitaron la inscripciOn del pe-ronismo en la historia nacional. SOlo asi la imagen del pais normalpodia triunfar, a saber, neutralizando la anon-ialia peronista en unrelato mayor.

    La vertiente romeriana, modificada en sentidos que aqui es im-posible analizar, coexiste con otras perspectivas sobre el peronismo.En principio, la de Tulio Halperin es muy diferente. Para Halperin elperonismo es una faceta de la prolongada odisea argentina para salirde la crisis perenne que instituye el cuestionamiento de la formula

    agroexportadora celebrada por el roquismo, solo que atizada por la"revoluciOn social" producida durante los afios cuarenta del sigloXX. Al mismo tiempo, es un capitulo de la prolongada convicciOnargentina de que es inexorable construir un poder unanimista quepermita definir una identidad nacional.

    Otros casos de desfasajes con la forma mentis dominante sobre elprimer peronismo se pueden mencionar en dos lineas, y en modo al-guno se trata de firmas laterales. Por ejemplo, el ya,mencionado Plo-tkin, o la altemativa de una visiOn "extracentrica" de Dario Macory Cesar Tcach, que niega la validez nacional de una mirada pensadapara las grandes ciudades y especialmente para Buenos Aires'.

    En suma, nos movemos en este apartado por un carril que, segui-do con prolijidad, nos exigiria una vasta reconstrucci6n del campointelectual, una indagaciOn sobre el dominio especffico de la histo-riografia, y una ponderaciOn concreta de los conceptos y sus usos,de sus desarrollos y sus fugas. En su lugar, los supuestos con losque abordamos las preguntas sobre la normalizaciOn en los estudiossobre el primer peronismo implican un rodeo. Nuestro foco de aten-ciOn se desplaza entonces al "modelo ejemplar".Un modelo ejemplar

    Pues, bien, proponemos que la normalizaciOn historiogrifica haalcanzado una formulaciOn afortunada en un "modelo ejemplar".Tomamos libremente este concepto de la historiografia de la cien-cia elaborada por Thomas S. Kuhn, al que aplicamos inflexionsadaptativas al objeto analizado. Un modelo ejemplar refiere a unanarraciOn explicativo-descriptiva que es adoptada como molde parala edificaci6n de un campo de conocimientos. El termino "molde"no implica aqui procedimientos artesanales: no se trata de la relaciOnentre una matriz y las piezas que reproduce, sino de una forma espe-

    9 Dario Macor y Cesar Tcach, comps., La invenciOn del peronismo en el interiordel pais, Santa Fe, Ediciones Universidad Nacional del Litoral, 2003.- 88 - -89-

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    cifica de , consolidacien del saber con procedimientos que van desdela nominaci6n hasta la elaboraciOn de programas de investigaciOnde largo plazo. Por tercera vez, para evitar equivocos, debemos con-signar nuestra falta de originalidad. La nocien de "ejemplaridad"ha sido utilizada por Emilio De Ipola en su examen de las interpre-taciones del peronismo'. Para el medievalismo, desde un miradorantiestructuralista, Carlos Astarita refiere a "obras ejemplares" queoriginan "dinastias de trabajos delimitados por temas, enfoques yusos conceptuales"".

    Un modelo ejemplar no representa la historiografia sobre untema. Al leerlo no se agota la multiplicidad de la producciOn histOri-ca. Tampoco es la Anica aproximacien "prestigiosa". Existen diver-sos tOpicos y especialidades de los estudios sobre el peronismo quecarecen de mayor interes en la ejemplaridad triunfante. Por eso esinteresante un relevo de la bibliografia histOrica sobre el primer p e-ronismo que establezca una nomenclatura de sus variedades y pro-porcione entradas para los trabajos mas destacados. Pensamos quela existencia de un modelo ejemplar, sin embargo, define un focointerpretativo que reordena las otras perspectivas, quiza autOnomas,estableciendo orillas y fronteras.

    En nuestra aproximaciOn, el modelo ejemplar es provisto por elarticulo de "alta divulgaciOn" de Juan C . Torre y Elisa Pastoriza, "LademocratizaciOn del bienestar" (2002) 1 2 . Su catheter de divulgaciOnno debe extraviarnos. Es un texto de Tone en coautoria, automatica-mente destacado por su firma como el peronelogo argentino mayor.

    10 Emilio De Ipola, "Ruptura y continuidad. Claves parciales para un balance delas interpretaciones del peronismo", en Desarrollo EconOmico, n 115, octubre-noviembre de 1989, pp. 331-359.11 Carlos Astarita, "Crisis de la historia: revisiones y perspectivas", en Edad Me-dia. Revista de Historia, Universidad de Valladolid, n 9, 2008, pp. 59-86.12 Juan C. Torre y Elisa Pastoriza, "La democratizacien del bienestar", en Juan C.Tone, dir., Los anos peronistas (1943-1955), en Nueva Historia A rgentina, vol. 8,Buenos Aires, Sudamericana, 2002, pp. 257-312 [en adelante LDB].

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    La suerte del texto no se determina Unicamente por las destrezascompositivas de sus autores: reiine en un haz de prosa un ramilletede relaciones sociales en el campo historiografico, enhebrado a re-des institucionales (universidades, editoriales, revistas, comites deevaluaciOn de diverso calibre, visiting professors, referatos, docto-rados y maestrias, jurados, etc.), en sus entrelazamientos expresivosde cercanias y distancias interindividuales. Su lectura evoca tambienresonancias de corte interpretativo e ideolOgico.

    La funciOn del modelo ejemplar que satisface LDB anuda dossentidos temporales. Por un lado coagula, resume y condensa unaserie de aportes precedentes. Son varios los textos convocados en su"bibliografia", aunque su perfil se reconoce perfectamente. Dominala referencia a la genealogia fundada por Jose L. Romero, articuladacon la ascendencia del espectro ligado a las investigaciones de lalinea modernizadora del Instituto Di Tella y la revista DesarrolloEconOrnico. Se reconoce la sedimentaciOn de monografias prove-nientes de la Historia de la vida privada en la Argentina organizadapor Fernando Devoto y Marta Madero, aunque las disimilitudes delos textos de esta Historia previenen de trazar una vertebraciOn so-fide.

    13 Rodolfo A. Alzugaray, RamOn Carrillo, el fundador del sanitarismo nacional,Buenos Aires, C E A L , 1988; Eduardo Archetti,magen y estereotipos", enFernando Devoto y M arta Madero, dirs., Historia de la vida privada en la A rgen-tina, Buenos Aires, Taurus, 1999; Anahi Ballent, "La casa para todos: grandeza ymiseria de la vivienda masiva", en F. Devoto y M. Madero, cit.; Susana Belmartino,"Transformaciones internas del sector salud: la ruptura del pacto corpo rative", enDesarrollo EconOmico, n 137, 1995; Vanni Blengino, Mas allci del ocean. Unproyecto de identidad: los inmigrantes italianos en la Argentina, Buenos Aires,CEAL, 1990; M. Campins, H. Gaggero y A. Garro, "La Fundaci6n Eva Period', enAA.VV., Estado, corporativismo y acciOn social en Brasil, A rgentina y Uruguay,Buenos Aires, Biblios/FundaciOn Simon Rodriguez, 1992; Gino G ermani, Estruc-tura social de la Argentina, Buenos Aires, Raigal, 1955; idem, Politica y sociedaden una epoca de transiciOn, Buenos Aires, PaidOs,1962; Leandro Gutierrez y LuisA. Romero, Sectores populares, cultura y politica, Buenos Aires, Sudamericana,1995; Luis A. Romero, Breve historia contem porcinea de la Argentina, Buenos Ai-res, FCE, 1994; Jose L. Romero, Latinoamerica: las ciudades y las ideas, Buenos

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    Las desviaciones bibliograficas son escasas, la mas pronunciadade las cuales es la de Rodolfo Alzugaray, prOximo a la posiciOn dela "izquierda nacional". Seria posible sugerir que otros antecedentesbibliograficos corresponden al horizonte hermendutico del texto. Porejemplo, el capitulo introductorio de Resistencia e integrackin, deDaniel James (1988), con su use del planteo marshalliano sobre lasciudadanias, ciertamente, parcial y no exento de reparos. La virtuddel texto de Torre-Pastoriza consiste en conectar con la tendenciaa la continuidad que deriva de una recepciOn critica de la herencialiberal-reformista, sin desmedro de considerar un lugar para la rup-tura (De ipola habia valorado, en otra form ulaciOn, esta concepciOnde Tone).

    El otro vector temporal se orienta en sentido contrario. Consti-tuye su aspecto mas importante. Es en ese sentido que deviene conmayor propiedad un modelo. LDB es sosten narrativo de tesis ela-boradas posteriormente, o permite estilizar escrituras hasta entoncesvacilantes en su andadura argumental.

    La narrativa maestra de LDB posee la siguiente estructura:

    Aires, Siglo XXI, 2001; Peter Ross, "Justicia social: una evaluaciOn de los logrosdel peronismo clasico", en Anuario del IEHS, N 8, Tandil, UNCPBA, 1993; HildaSabato, La politica en las calles, Quilmes, UNQui, 1998; Eugenia Sc arzanella, "Elocio peronista: vacaciones y turismo popular en Argentina", en Entrepasados, n14, 1998; Catalina Smulovitz, "Politicas estatales de seguridad y asistencia social,1943-1979" (tesis, 1979); Susana Torrado, Estructura social de la A rgentina, 1945-1983, Buenos Aires, Ediciones de la Flor, 1992; Juan C. Torre, "La ciudad y losobreros", en Josd L. Romero y Luis A. Romero, dirs., Buenos A ires: Historia decuatro siglos, Buenos Aires, Altamira, 2000, 2 ts.; Juan C. Tone y Elisa Pastoriza,"Mar del Plata, un sue() de los argentinos", en Fernando Devoto y Marta Madero,op. cit.; Carlos Ulanovsky, Dias de radio, Buenos Aires, Emecd, 1996; CatalinaWainerman, Sexism en los libros de lectura de escuela primaria, Buenos Aires,IDES, 1987; David Winar, Poder politico y educaciOn. El peronismo y la ComisiOnNacional de A prendizaje y O rientaciOn Profesional, Buenos Aires, Instituto Torcu-ato Di Tella, 1970; Oscar Yujnovsky, "Del conventillo a la villa miseria", en Josd L.Romero y Luis A. Rom ero, op. cit.

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    Transformaciones socioeconOmicas durante la decada deltreinta, marcadas por la crisis de legitimidad politica. Ensayos deintervenciOn estatal.

    ConstituciOn de un imaginario nacional y consolidaciOn deuna cultura mOvil de clase media en las ciudades.

    Desplazamientos demograficos y vacancia de representaci6ncorporativa y/o politica para las clases populares.

    Emergencia de una politica reformista de reconocimientopolitico-cultural y justicia social. Las reformas no suelen alcanzartransformaciones radicales.

    Conmoci6n y refiguraciOn de las identidades sociales, reor-denadas en los moldes de los valores del ascenso social y el fami-liarismo. Modificaci6n de los patrones de consumos para las clasespopulares.

    No obstante, aparecen de reacciones culturalmente adversasante la integraci6n de las clases populares. La acumulaciOn de pod erexacerba la escisiOn.

    g) Crisis politica y derrumbe del gobiemo peronista, lo que noobsta para la consolidaciOn de la ciudadanizaciOn social y la apari-ciOn de nuevos actores socioeconOmicos.

    Este relato, eficaz porque combina tesis estructurales y tempo-rales, imprime una matriz historiografica que recoge las lineas delpasado, las anuda en la definiciOn de la decada peronista y enlazacon su legado al futuro. Define, entonces, una imagen del proceso dedemocratizaciOn del siglo a la luz del primer peronismo e identificasu nixie rector (la integraciOn y sus bemoles). Hay una minima"filosofia de la historia" en tal logro narrativo y explicativo, puessu orientaciOn democratizante no puede ser extralda de los datosempiricos relevados.

    No obstante, es aconsejable captar la textura del escrito, palparsus nervaduras, estimular la significaciOn de sus pliegues. El articuloesta habitado por una posible crisis, que no consigue estallar: la del

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    "desenlace conflictivo" detallado en los paragrafos finales, donde sesefiala que el "proceso de integraciOn" despert6 reacciones "segre-gativas", con la figura del "cabecita negra" como simbolo social ycultural de la invasion peronista sobre los espacios reservados a lasociedad reconocida. El tOpico se puede seguir en publicaciones dela poca, y en verdad no es inusual para las fases de movilizaciOnen las sociedades de masas urbanas. Segim Torre y Pastoriza, la re-acciOn se debe a la percepciOn por parte de los contemporneos delos aspectos mas "visibles" de la democratizaciOn. Habiamos vistoen la cita de L. A. Romero que para este autor el mismo fenOmenoreactivo es facilitado por "lo acelerado" de la novedad. En ambosintentos de comprensiOn, es la percepciOn del cambio lo que suscitaeste aspecto del rechazo antiperonista. En LDB, ambos particulari-dades de la "democratizaciOn" del bienestar en Arge ntina (velocidady "tono desafiante") confluyen para hacer legible acontecimientosmenos rupturistas que lo supuesto por los propios peronistas ("elperonismo promoviO un cambio social pero no propuso una cultu-ra alternativa"). Ese n6cleo argumentativo, puede decirse, traccionael tipo de lectura que predomina en la bibliografia actual que tienecomo referencia a LDB. En esa red, el conflicto revela las crispacio-nes de un proceso "nivelador". En trminos generales, LDB ha des-crito claramente un complejo histOrico que en su centro produce laampliaciOn de ciudadania caracteristica de las sociedades de masasen un mom ento determinado en su conformaciOn, y que en sus mar-genes genera fricciones socio-culturales contingentes. Ese complejoes el motor de la historiografia reciente sobre el primer peronismo:lo que da por supuesto como zOcalo de investigaciones especificaso lo que evallia en distintas escalas, asignandole un plural al nuevonombre surgido del analisis, buscando sincronias o asincronias re-gionales en los distintos campos que cubriO la "dem ocratizaciOn"14.

    14 Dice Georges Canguilhem refiriOndose al thrmino "regulaciOn": "Cuando unapalabra es incluida en el titulo de una memoria o de un articulo, esto indica que hasido reconocida por la comunidad cientifica competente y con un catheter muchomas que metafOrico" y mas adelante "cuando una palabra esti en plural, significaque el concepto tiene una extension, y solo puede tenerla gracias a una comprensiOn

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    Persiste en ese motor una serie de supuestos politicos que de-ser discutida. La presencia intangible de una via alternativa aldesarrollo histOrico concreto de la Argentina de mediados del siglo

    XX tenia en Gino G ermani una expresiOn ligada a la modernizaciOny entroncada con el horizonte instalado en la racionalidad; la his-toriografia actual no reacciona a una amenaza totalitaria sino queproduce una contabilidad de activos y pasivos del primer peronismoen funciOn de una presencia, intangible pero mas difusa, de un mo-delo de vida democrtico-republicano. Hay una itherrogaciOn sobrela continuidad y el cambio, pero sobre esa lente analitica se procesanlas promesas y las limitaciones de las transformaciones del peronis-mo. Solo asi es posible evitar el gran pecado de la patologia: hacerde la historia argentina contemporanea el equivalente de la historiadel peronismo.

    LEs necesario un extenso recorrido por LDB y por su red textualde referencias desde y referencias sobre para comprobar su potenciaorganizadora? En nuestro trabajo citado hemos ensayado destacarreferencias bibliograficas concretas. No obstante, por su condiciOnde sintesis de una concepciOn ampliamente difundida, la ejemplari-dad, tanto por su forma como por su contenido, no exige siempre unlazo de reconocimiento explicito. Los medios de "transmisiOn" sonvariados. Lo esencial es que exista un efecto de repetici6n, de con-sonancia, validatorio de la eficacia de un estndar. Una mirada sobreel eje sintagmatico de la historiografia reciente nos recuerda quemuchos de los postulados de LDB tienen su origen en investigacio-nes especificas y que varias de ellas han sido discutidas o revisadas.Es uno de los efectos del modelo ejemplar: en el flujo de la ciencianormal define un segmento, da origen a una posiciOn; y en el calen-dario acelerado de la producciOn acaddmica y en la formaciOn de susinvestigadores es capaz de proporcionar un anclaje provisorio, decorporizar un momento inicial.

    fijada de modo provisional". Georges Canguilhem, Ideologia y racionalidad en lahistoria de las ciencias de la vida, Buenos Aires, Amorrortu, 2005, pp. 126-127.

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    Usos, horizontes y perspect ivasMas que una besqueda de las marcas que LDB va dejando en

    la literatura sobre el primer peronismo y sus alrededores, debemosensayar acercamientos a los modos en que las ideas predominantesse procesan en la actualidad. Este es el territorio mas impreciso delacercamiento a partir de la nociOn de "modelo ejemplar", pues esposible advertir especialmente por quienes forman parte del area-cuales son los argumentos mas consolidados que LDB reordena,pero resulta dificultoso inferir el modo en que circulars esas ideasaxiales, en la medida en que la red interpretativa que se establece,si bien reconoce ciertos textos fundacionales y algunos trabajos queconcentran la mayor cantidad de referencias, no puede ex tenderse enuna serie de causa/efecto, en donde el elemento que cita es explicadopor quel que refiere. Al tratar de reflexionar sobre ese terreno, losabordajes especificos se resisten a ser considerados como avataresde las persistencias y se nos revelan en su complejidad, en su reapro-piaci& de las ideas slave de la normalizaciOn. Asi, sera mejor con-siderar aqui algunos usos de los tepicos mas importantes que LDBarticula, con el anr de inteligir, en los contornos de la operaciOnhistoriografica, los modos en que se ponen en juego tales ideas y lastensiones que surgen al pensarlas en sus filiaciones mas notables consu contexto de producciOn.

    Como ya dijimos, uno de los usos mas recurrentes gira alrededorde la idea de "democratizaciOn". El termino no significa lo mismoemplazado en una perspectiva frankfurtiana, ligado a la tradiciensociolOgica que se reconoce en Gino Germani", que en los usosactuales, en donde la pregunta sobre la incorporaciOn de las masasa la vida moderna ha sido sofrenada con riendas historiograficas.La democratizaciOn en LDB remite, si, a la ampliaciOn de derechossociales y politicos pero, se sostiene, su factura fue contingente, pro-blematica y compleja en el periodo del primer peronismo. Esto pue-

    15 Alejandro Blanco, RazOn y modernidad. Gino Germani y la sociologia en laArgentina, Buenos Aires, Siglo Veintiuno Editores, 2006.- 96 -

    de leerse en uno de los trabajos mas importantes de la red de textosque usan a LDB, el de Rosa Aboy, Viviendas para el pueblo 1 6 . Laautora estudia el barrio Los Perales, una marca urbana de impactonotable en la ciudad de Buenos Aires. Aboy indaga sobre los proyec-tos estatales en el campo de la vivienda, sus horizontes y conflictos;revisa los desenlaces de tales batallas y la ejecuciOn del proyecto;y finalmente estudia el complejo simbOlico en el que se inscribe ymodifica la experiencia de vivir en el barrio en el iue se encendie laleyenda negra vigente durante mas de medio siglo de historia argen-tina: la de unos "negros" utilizando el parquet como brasas.

    Aboy sostiene en su libro la centralidad de la perspectiva socialen las politicas estatales con respecto a la vivienda, su "orientaciendemocratizadora de los beneficios del bienestar", y el caracter prag-matic de su desarrollo. Pero ese frame, en el que la autora inscribesu trabajo, al cambiar de escala, al analizar "el impacto" de las poli-ticas peronistas o, mas precisamente, el universo de representacionesactuales sobre el barrio en el barrio, evidencia rapidamente lo queAboy reconoce como "paradojas". La mas importante consiste enque, mientras el regimen peronista a traves de su revista partidariaMundo Peronista se esforzaba en publicitar una moral mas catOlicaque obrera con el ejemplo del barrio Juan Peron (edificaciOn de cha-lets), el barrio Los Perales se configure como una marca proletariae igualadora en "la ciudad de la integracien y el ascenso social".LCOmo abordar lo que aparece como una contradicci6n insalvable?6COm o reflexionar sobre las consecuencias conflictivas de un proce-so democratizador, conducido por un estado que no actuaba con elobjetivo de provocarlas pero que se sostenia con su multiplicacien?Para afrontar ese desafio, Aboy se adentra en un estudio cultural deescala local (que mas tarde ampli6 a naves de articulos academicos).El capitulo dc su libro en el que revisa la leyenda negra la quesostiene que los primeros pobladores del barrio habian arremetidocontra las viviendas (haciendo asados con el parquet, cultivando en

    16 Rosa Aboy, Viviendas para el pueblo. Espacio urbano y sociabilidad en el ba-rrio Los Perales (1946-1955), Buenos Aires, Fondo de Cultura EconOmica, 2005.

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    la bafiera, vendiendo herrajes y griferia, etc.) amplia nuestros ho-rizontes cognoscitivos sobre el peronismo en toda su historia poli-tica. Aboy advierte la larga duraciOn de ese artefacto, la perdurablevigencia del mito politico que estudia. Sin embargo, al inscribirlaen su investigaciOn, la define como "una configuraciOn particularde antinomias sociales que no nacen con el peronismo pero que sonactivadas y resignificadas por 61". Al pensar esas formulas miticascomo resultado de un momento conflictivo de inclusiOn de la clasetrabajadora a la vida nacional, como parte de ese "capitulo", no re-sulta posible desarrollar una serie de preguntas que nos obligariana leer ese mito politico no como consecuencia sino configurador dedistintos momentos dramaticos en la historia de la contradicciOn so-bre la que se funda: peronismo/antiperonismo. Al subrayar el carac-ter "simplificador" del mito," Aboy desplaza sus posibles vinculoscon los abordajes que desde la antropologia se interrogan sobre laperspectiva del nativo. Al consolidar la filiaciOn de su trabajo conlos presupuestos que subyacen a la "democratizaciOn del bienestar",Aboy ajusta la leyenda negra de filosos bordes raciales ("negros","coyas", "morochos", "peronistas") al nivel de los efectos "simbOli-cos" de un proceso estructural de inclusiOn social.

    La sentencia final de V iviendas para el pueblo pone el acento enlos efectos aglutinantes de la democratizaciOn ("acortando distan-cias sociales antes mas marcadas"). Segiin la autora, es cierto queesa integraciOn tuvo ribetes problematicos, en parte por el catheteracelerado del proceso, en parte por el "discurso agresivo" de loslideres peronistas el que profundith "el conflicto cultural entre lasociedad urbana y los migrantes rurales". Pero el ideal del ascen-

    17 "La construed& de la leyenda negra' constituye una simplificaciOn, que en suestigmatizaci& de los `cabecitas negras' oculta la porosidad de la frontera trazada;a un lado y al otro de la cual quedaron ubicados sujetos con similar origen social,con capital cultural semejante y con una misma identidad politica". Rosa Aboy,"Tilos y nosotros'. Fronteras sociales en los afios del primer peronismo" en NuevoMundo Mundos Nuevos, Debates, 2008, [En linea], Puesto en linea el 4/03/ 2008.URL: http://nuevomundo.revues.org/index25782.htm1 . [Ultima consulta: 17/04/2009].

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    so social, tambien promovido por el estado peronista, contribuy6 aneutralizar los problemas. Asi las cosas, podriamos decir, la integra-ciOn gam') la partida.

    En el centro de las preocupaciones del libro de Aboy se halla lavivienda social. Es curioso que en esta linea de investigaciOn lostrabajos de Hugo Ratier, y entre estos, El cabecita negra, no hayansido considerados para su discusiOn' s . Pensado desde nuestros argu-mentos acerca de la normalizaciOn ya no lo es tanto. En efecto, Elcabecita negra fue concebido y publicado como libro de divulga-ciOn, aunque fue resultado del trabajo de Ratier en la Isla Maciel; suOiler se acerca al manifiesto; sus vinculos con el documentalismoson borrosos; sus trazos histOricos, generales e imprecisos. En eldesarrollo normal de la historiografia resulta dificultoso cualquierintento por dialogar con un libro que abre con la mostraciOn de unespectro que estaba entre nosotros desde la colonia ("LEs que antesno habia? i,Por que el mote infamante adquiere popularidad en laacacia del 40? z,Por qu6 se sigue sintiendo como infamante, y no seasume como calificativo orgulloso, como ocurriO con `descamisa-do'?"), y que cierra con un canto por la v isibilidad de esas gentes. S ulugar esta en el anaquel de los documentos: entre los libros de JohnWilliam Cooke y los de Alberto Belloni. Hay mas: el libro de Ratieresta escrito como una gesta; denuncia una conspiraciOn (un "contra-plan" que si resulta, devolvera el migrante intern a su provincianatal); encierra una amenaza ("El cabecita no olvida"); se traba enun "nosotros/ellos" de procedencia indeterminada; cita pocos an-tropOlogos; teje su red textual con nudos filoperonistas y peronistas(Rodolfo PuiggrOs, Juan J. Hernandez Arregui, German Rozenma-cher). Sin embargo, El cabecita negra tambien esta articulado al-rededor de la vivienda social (junto con Villeros y villas miseria yLa medicina popular forman un denso entramado alrededor de los

    18 Hugo Ratier, El cabecita negra, Buenos Aires, CEAL, ColecciOn "La historiapopular" 72, 1971; V illeros y V illas miseria, Buenos Aires, CEAL, Colecci& "Lahistoria popular" 60, 1971; La medicina popular, Buenos Aires, CEAL, ColecciOn"La historia popular" 83, 1972.

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    mismos nUcleos argumentativos), y ese lugar, ese territorio, revelarapidamente una indagaciOn sobre el habitar que interpela acercade dinamicas migratorias, racializaciones y, para usar un terminoactual, acerca deformaciones nacionales de alteridad 1 9 .Como biento ha indicado Rosana Guber", la obra de Ratier no tuvo interlocu-tores entre los antropOlogos en los afios setenta; pero en buena me-dida gracias at impacto de la compilaciOn en donde esti publicadoel texto de Guber, 2 ' los textos de Ratier pueden ser reconsideradosen sede academica, en especial alrededor de problematicas ligadasat complejo clase/etnia/raza, 2 2 pero tambien alrededor de los textosque desde la antropologia politica discuten los sentidos nativos delsignificanteperonismo 2 3 . Esta es una linea q ue la historiografia debeconsiderar atentamente.

    En este contrapunto que ensayamos aqul, las relaciones son cla-ras. En Ratier, la vivienda social esta en el corazOn de sus argu-

    19 Claudia Briones, "Formaciones de alteridad: contextos globales, procesos na-cionales y provinciales" en Claudia Briones (editora), Cartograjias Argentinas.Politicas indigenistas y formaciones provinciales de alteridad, Buenos Aires, An-tropofagia, 2005. El texto de Briones estd en la cruz de las diversas problematicastratadas en este apartado. Una referencia a considerar, proveniente del campo histo-riogrifico: Ezequiel Adamovsky, "Historia y lucha de clase. Repensando el antago-nismo social en la interpretaciOn del pasado (y de vuelta sobre un debate ausente enla historiografia argentina)", en Nuevo Topo, n 4, 2007.20 Guber, Rosana, "'El cabecita negra' o las categorf as de la investigacien etnogra-fica en la Argentina", en Visacovsky, Sergio y Guber, Rosana (comps.), Historiasy estilos de trabajo de campo en la A rgentina, Buenos Aires, Antropofagia, 2002,pp. 347-374.21 Edgardo Garbulsky, "La antropologia argentina en su historia y perspectivas. Eltratamiento de la diversidad, desde la negaciOn/omisiOn a la opciOn emancipadora",en Claroscuro, no 3, 2003, pp. 309-330.22 Eduardo Mendndez, La parte negada de la cultura. Relativismo, diferencias,racismo, Espafla, Ediciones Bellaterra, 2002.23 Sabrina Frederic y German S oprano, "Panorama tematico: antropologia ypolitica en la Argentina", en Estudios de A ntropologia Social, vol. 1, n 1, 2008,pp. 132-190.- 100 -

    mentos debido a que los cabecitas negras, luego de formar parte delejercito migratorio de mediados de siglo XX, alcanzaron la capitalcomo nuevos obreros y tomaron el poder con el peronismo. Pero elproblema de la vivienda no tuvo soluciOn durante el decenio pero-nista, y las villas miseria una denominaciOn que gana precision ysentidos a raiz de los trabajos de Bernardo Verbitsky devinieronpermanentes con las politicas represivas ejecutadas a partir de la"RevoluciOn Libertadora". Desde ese momento, siempre seglin Ra-tier, la villa miseria se convirtiO en el lugar del cabecita negra-pero-nista, y el termino "villero" en el marbete que resumia el interregnode retroceso de las fuerzas populares, la pOrdida del centro. Cabecitanegra, peronista y villero: terminos que no significan una sola cosa,pero que Ratier no puede dejar de pensar imbricados alrededor de unterritorio, de una geografia amenazada por el reflujo reaccionario, ya partir de la objetivaciOn de las condiciones para la victoria, esto es,de la integraciOn del cabecita a la ciudad portefia. Y estamos enton-ces en la senda de V iviendas para el pueblo: los mismos actores, losmismos espacios de fricciOn, el mismo proceso de integraciOn a lavida urbana y "los coyas", los fervidos, los "pelo duro". En efecto,en el apartado "IntegraciOn" de El cabecita negra, Ratier exponelos modos por los que tuvo lugar la implantaci6n sociocultural delmigrante interno: con sus "hermanos de clase" en la fabrica; consus "compafieros peronistas de la Unidad Basica"; en los bailes; atraves de sus representantes obreros aim si existian contradiccionesen el interior del peronismo a raiz de las diferencias de clase; enel trabajo; en la escuela; y a troves del cambio generacional. En eseapartado Ratier tambien vuelve sobre la leyenda negra, pero parael antropOlogo ademas de una recomposici6n especifica de viejasantinomias, ella es leida en un ciclo de retroceso de las clases subal-ternas, una construcci6n segregativa, una formulaciOn que proyectauna ciudad dividida (que remite a la ciudad colonial de Frantz Fa-non), con barrios para negros, como los levantados por el gobiernosudafricano. Las conclusiones no podian ser mas diferentes; y sinembargo, hay un terreno comim, un lugar para que El cabecita negrasea reconsiderado.

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    I,Es posible pensar un espacio para la conversaciOn entre tex-tos de distinto origen y propOsitos? La respuesta ya esti. planteada.Al seguir a vuelo de 'Ajar un ejemplo particular de los usos delas ideas-niicleo de la normalizaciOn de los estudios sobre el primerperonismo, ejemplificadas en LDB, podemos advertir un campo co-

    una serie de preguntas que trabajan sobre los mismos engrana-jes para los textos de Aboy y Ratier. Para nosotros resulta innegableel valor cognoscitivo que se alcanza con la lectura y discusiOn deViviendas para el pueblo, a la par que nos interrogamos sobre ladistancia entre las formulas que han ganado terreno a partir de lanormalizaciOn sus postulados mas insistentes y las intuiciones einquietudes que surgen al ligar las investigaciones actuales sobreperonismo con otras lineas de abordaje (en este caso provenientesde la antropologia, pero suponemos que tambien podemos verificarese dialogo con nuevos aportes de la sociologia, el psicoanalisis yla critica literaria). Es probable que la discusiOn sobre los supuestosnaturalizados de la normalizaciOn lubrique la propagaciOn de pers-pectivas que recuperen una dimensiOn del peronismo menos encap-sulada en sus primeros diez affos de vida, y que al mirar en perspec-tive, las preguntas de la historiografia escapen a presupuestos que,por la escasa circulaciOn de materiales sobre el tema, nos sentimosinclinados a pensar que recidn hemos comenzado a discutir.

    Va de suyo que ninguna escaramuza teOrico-metodolOgica con-movera la maquinaria de reproducciOn de los esquemas consoli-dados, ni mellara su productividad. Asi como solo un nuevo amordestituye un vinculo pasado creido inmortal, imicamente una nuevafOrmula estOtico-cognitiva, otro modelo ejemplar, podia desafiar elvigor de la narrativa hegemOnica. Mientras tanto, deberemos vagaren las comarcas del lenguaje socialmente patrullado que estimula yaplaca nuestra imaginaciOn.

    NOTICIA DE LOS AUTORES

    Raanan REIN. Profesor y Doctor en Historia. Vicerrector de laUniversidad de Tel Aviv, Director del Centro S. Daniel Abraham deEstudios Internacionales y Regionales de la misma Universidad yeditor de la revista Estudios Interdisciplinarios.cle America Latinay el Caribe. Es miembro correspondiente en Israel de la AcademiaNacional de la Historia de la Argentina. Ha publicado numeroososlibros y articulos acaddmicos y periodisticos sobre temas relacio-nados con la historia contemporanea de Argentina, Espana e Israel.Entre sus libros se destacan: Peronismo, populismo y politica: Ar-gentina, 1943-1955 (1998); La salvaciOn de una dictadura. A lianzaFranco-PerOn, 1946-1955 (1995); Argentina, Israel y los judios:de la particiOn de Palestina al caso Eichmann (1947-1962 (2007);Juan A tilio Bramuglia. La sombra del Lider y la segunda linea delliderazgo peronista (2005); y Peronismo y prensa escrita. A borda-jes, miradas e interpretaciones nacionales y extranjeras (compila-dor, 2008).

    Carolina BARRY. Licenciada y Doctora en Ciencias Politicas.Investigadora, profesora y coordinadora academica del Programade estudios de historia del peronismo (UNTREF). Investigadora delCentro de Estudios de Historia Politica (UNSAM). Autora de EvitaCapitana, el Partido Peronista Femenino 1949-1955 (2009); A lide-ranca de Eva Per6n (2008); Coeditora de La FundaciOn Eva PerOny las mujeres: entre la provocaciOn y la inclusion (2008); editorade El Sufragio Femenino en A rgentina y A merica Latina (en pren-sa). EscribiO y publicO numerosos articulos y capitulos de libros, yparticipO en documentales sobre las mujeres y la politica durante elprimer peronismo.

    O m a r A C H A . Doctor en Historia egresado de la Universidadde Buenos Aires y la Ecole des Hautes Etudes en Sciences Socie-les (Paris). Docente de aquella e investigador del CONICET. Entre

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