25 de novembro
94 CADERNOS DO DESENVOLVIMENTO
Mesa 3. Projetos nacionais de desenvolvimento 95
MESA 3.
PROJETOS NACIONAIS DE
DESENVOLVIMENTO
5.
ALOIZIO MERCADANTE, coordenador – Bom dia a todos. Ontem
tivemos um dia extremamente produtivo, emocionante em alguns momen-
tos, retomando toda a profunda construção teórica e a grande contribuição
histórica que o professor Celso Furtado deu a nosso país, em um momen-
to tão decisivo da história. Hoje vamos buscar exatamente nessa inspira-
ção, nessa vasta bibliografia, contribuições para discussão de um projeto
nacional de desenvolvimento.
Gostaria, inicialmente, de passar a palavra ao ministro Aldo Ferrer, que
é professor doutor da Universidade de Buenos Aires, diretor da cátedra de
Estratégia Econômica Internacional e diretor da Energia Argentina Socie-
dade Anônima. Ele foi Ministro da Economia, da Província de Buenos
Aires, Ministro de Obras e Serviços Públicos e da Economia e do Trabalho
da Argentina. Publicou vários livros, artigos, especialmente pelo Fundo de
Cultura Económica, que para tantos foi, também aqui no Brasil, uma refe-
rência importante para nossa produção intelectual. Concedo a palavra ao
ministro Aldo Ferrer.
ALDO FERRER – Este ensayo pasa revista al comportamiento reciente de
la economía argentina. La estrategia económica seguida en la década de 1990
reconoce sus orígenes en la aplicada por el gobierno de facto, instalado con el
golpe de estado de marzo de 1976. Tal estrategia culminó en la crisis del 2001
y principios del 2002. Desde entonces hasta la actualidad, se observa una
notable normalización y recuperación de la economía argentina. Se intenta
aquí explicar como y porqué se produjo el cambio de tendencias y explorar
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los problemas que se plantean, de ahora en adelante, para el despegue de un
proceso de crecimiento elevado y sustentable, acorde con la amplia dotación
de recursos naturales y humanos de la Argentina. El ensayo concluye con
algunas reflexiones sobre el Mercosur, que es un espacio ampliado para el
despliegue del desarrollo argentino y de los otros países de la región.
LA RECUPERACIÓN RECIENTE
A fines del 2001 y principios del 2002, los ejes sobre los cuales se organi-
za la actividad económica estaban en una situación caótica. El sistema banca-
rio entorpecido por el congelamiento de los depósitos, el presupuesto en
déficit y fuera de control, el tipo de cambio disparado después de la salida de
convertibilidad y los precios al borde la hiperinflación. La circulación mone-
taria incluía la existencia de 14 monedas diferentes circulando en once pro-
vincias. Desde mediados del 2001, estaba interrumpido el acceso al financia-
miento internacional. La fuga de capitales, del orden de 20 mil millones de
dólares en el transcurso de ese año, culminó en el default sobre parte principal
de la deuda pública y el abandono definitivo de la convertibilidad. La activi-
dad económica y el empleo se desplomaron y la proporción de pobres e
indigentes, respecto de la población total, alcanzó niveles sin precedentes.
En el primer trimestre del 2002, observadores económicos influyentes
pronosticaban el caos definitivo, la hiperinflación, la licuación irremediable
de los activos financieros y, finalmente, la dolarización del sistema económi-
co (es decir, la renuncia definitiva al ejercicio soberano de la política econó-
mica), como recurso último para restablecer el orden en una sociedad apa-
rentemente incapaz de autogobernarse. Desde diversos ámbitos, incluso,
desde esferas oficiales, se reclamaba el apoyo del FMI como tabla de salva-
ción para resolver la crisis y restablecer el funcionamiento de la economía.
El Fondo se abstuvo de intervenir a la espera del desenlace final y dejo al
país librado a su propia suerte. Argentina enfrentaba, al mismo tiempo, una
crisis económica terminal y el desafío de renovar las autoridades políticas,
en los plazos y condiciones previstas por la Constitución Nacional.
Desde entonces hasta la actualidad, finales del 2005, es decir, un perío-
do de poco más de tres años, los acontecimientos registraron un compor-
tamiento distinto al previsto. La democracia argentina resistió el embate de
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la crisis y eligió sus autoridades en paz y dentro de la ley. El PBI creció el
30% y el producto industrial aumentó 50%, superando ambos los máximos
niveles previos registrados en 1998. El desempleo bajó en 5 puntos y se
crearon 2.5 millones de puestos trabajo.
Los precios, después del ajuste inicial post devaluación, registran un
comportamiento estable y se recuperó el comando del presupuesto, la mo-
neda y los pagos internacionales. Aislada del mercado financiero internacio-
nal, la economía argentina acumuló excedentes propios para recuperarse y,
al mismo tiempo, pagar deuda por más de 10 mil millones de dólares.
La tasa de inversión que alcanza actualmente al 21% del PBI, frente al
12%, insuficiente para reponer las amortizaciones del stock de capital pro-
ductivo, registrado a principios del 2002. En algunos sectores, como la in-
dustria automotriz, subsisten todavía márgenes considerables de capacidad
ociosa pero en otros, como metales básicos, refinación de petróleo y elec-
tricidad, se está llegando al límite de empleo de la capacidad productiva. El
hecho que en varios sectores, la producción haya crecido más que la dismi-
nución de los márgenes de capacidad ociosa, confirma que se han registra-
do nuevas inversiones y ampliación de capacidad productiva existente.
Sobre estas bases culminó satisfactoriamente el canje de la deuda en
default, lo cual mejoró los indicadores de endeudamiento. La relación stock
de la deuda pública/PBI declinó del 113% en diciembre del 2001 al 72% en
la actualidad, la de intereses de la deuda/exportaciones del 38% al 9% y la
de intereses/recursos tributarios del 22% al l0%. El nivel de endeudamiento
sigue siendo alto pero manejable si la economía crece, como es posible.
Como se registra un superavit del presupuesto y del balance de pagos y la
economía se está autofinanciando con recursos propios, el riesgo país es un
dato irrelevante en el comportamiento actual del sistema y de las expectati-
vas de los mercados. En cualquier caso, el rendimiento al cual se transan
actualmente los papeles de deuda soberana argentina, revelan un riesgo país
comparable al de Brasil.
También cambió la relación con el FMI, que ha dejado de ser una cues-
tión de primera prioridad en la agenda económica argentina. Ninguna de las
hipótesis de resolución de las negociaciones pendientes con el FMI, que
excluyen condicionalidades incompatibles con la recuperación y crecimiento,
es, a esta altura, determinante para la evolución de la economía argentina.
98 CADERNOS DO DESENVOLVIMENTO
Aun cuando los principales indicadores sociales están registrando una
recuperación progresiva, subsisten problemas fundamentales, tales como la
alta tasa de desempleo, la pobreza y la exagerada desigualdad en la distribu-
ción del ingreso. Pero el país está recuperando el comando de su propio
destino, que es una condición necesaria para erradicar los problemas sociales
y elevar el empleo y la calidad de vida.
La Argentina está demostrando, a otros y a si misma, que cuenta con
los recursos necesarios para ponerse de pie por sus propios medios y esta-
blecer una relación viable no subordinada con el resto del mundo.
LAS CAUSAS DE LA RECUPERACIÓN
El comportamiento de algunas circunstancias internacionales, como el
aumento de la demanda mundial de commodities y la baja tasa de interés inter-
nacional, contribuyeron en un sentido favorable. Sin embargo, la notable
normalización y recuperación de la economía argentina, refleja, esencial-
mente, la convergencia de las nuevas circunstancias abiertas por la misma
crisis y el manejo de las mismas por la conducción política y económica.
Ambos factores permitieron recuperar la gobernabilidad de la economía.
A principios del 2002, la profundidad de la recesión había aumentado
la brecha entre el producto real y el potencial al 30%. Existían entonces
recursos ociosos y disponibles que permitían recuperar la producción y el
empleo, en cuanto se expandiera la demanda y estableciera la gobernabili-
dad de la economía.
La crisis provocó también una fuerte caída de las importaciones que,
frente al considerable crecimiento de las exportaciones, permitió generar un
superavit del balance comercial cercano a los 50 mil millones de dólares.
Esto permitió, simultáneamente, realizar pagos netos de deuda cercanos a
los u$s 13 mil millones y aumentar las reservas internacionales netas, desde
menos de u$s 9 mil millones a principios del 2002, a más de u$s 23 mil
millones en la actualidad.
A su vez, a partir del bajo nivel inicial de la recaudación tributaria, fue
posible recuperarla, financiar el gasto público y generar, en 2004, un supera-
vit primario consolidado del Estado nacional y las provincias, del orden del
6% del PBI.
Mesa 3. Projetos nacionais de desenvolvimento 99
Por último, el aumento de los precios internos solo en 1/3 del ajuste
cambiario, mejoró la competitividad de la producción de bienes y servicios
transables internacionalmente.
A partir del inicio de la gestión del actual Ministro de Economía, en
abril de 2002, la política económica se inspira en un paradigma distinto al
predominante hasta el estallido de la crisis. Esta orientación ha sido ratifica-
da por el actual Presidente de la Nación. El Gobierno define a su política
económica como “Plan de Normalización, Recuperación y Crecimiento”(1).
Este es el segundo factor explicativo de las tendencias actuales de la econo-
mía argentina.
Un dato inédito en la historia económica argentina, radica en que la previ-
sible plena utilización de la capacidad instalada, hacia fines de este año, coexisti-
ría con una tasa de desempleo de la población económicamnte activa (PEA), sin
planes de empleo, del orden del 15%. Esto revela la magnitud de las distorsio-
nes de la estructura productiva del país y de las fracturas del tejido social.
LA RENTABILIDAD Y LAS NUEVAS CIRCUNSTANCIAS
El cambio de la política económica abrió espacios de rentabilidad atrac-
tivos para la producción, la inversión y el empleo. Otros factores influyeron
en el mismo sentido.
La seguridad jurídica y el régimen de contratos vigentes bajo la conver-
tibilidad, eran insostenibles porque se fundaban en un régimen económico
financiero basado en una moneda extranjera y desequilibrios macroeconó-
micos crecientes. Después del colapso inevitable, se han ido normalizando
las relaciones jurídicas y el régimen de contratos. Esto a pesar de decisiones
del Poder Judicial de sostener relaciones contractuales preconvertibilidad, a
contramano de las evidencias contundentes de la realidad. Queda pendiente
la resolución de temas importantes, como el régimen normativo de los
servicios públicos privatizados, necesaria para garantizar el respeto de los
legítimos intereses de todas las partes en juego, incluyendo, los usuarios y
erradicar, definitivamente, normas incalificables (como aquella de fijar las
los precios de los servicios públicos en dólares e indexarlas por la inflación
de los Estados Unidos). De cualquier modo, la recuperación paulatina de la
seguridad jurídica y del normal cumplimiento del régimen de contratos,
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mejoró la certidumbre con la cual operan los actores económicos y contri-
buyó, consecuentemente, a la reducción de los costos de transacción y de las
primas de riesgo.
Los espacios de rentabilidad también aumentaron por el extraordina-
rio dinamismo de la producción agropecuaria y de la cadena de valor agro-
industrial, impulsado por la revolución tecnológica derivada de las nuevas
practicas agronómicas, como la siembra directa, los paquetes tecnológicos y
las semillas transgénicas. La apertura de nuevos mercados, particularmente
en el espacio Asia-Pacífico, y el aumento de los precios de las commodities,
influyeron en el mismo sentido. El dinamismo de la producción agroindus-
trial se derramó en parte en los diversos componentes de la cadena de
agregación de valor (como la producción de maquinaria agrícola) y en di-
versas regiones del país.
Por último, el comportamiento de los salarios reales también favoreció
el aumento de la rentabilidad. En el 2002, los salarios reales promedio caye-
ron 24%. Tres años después, acumulan (según el INDEC) una caída pro-
medio del 15%, con grandes disparidades entre las diversas categorías de
empleo. Los salarios pagados en el sector privado formal de la economía
recuperaron los niveles reales del 2001 pero los correspondientes al sector
privado informal acumulan todavía una disminución cercana al 30%. En
2004, frente a un aumento del PBI por capita superior al 6%, los salarios
reales promedio subieron el 3%. De este modo, los trabajadores solo han
participado parcialmente en el incremento de la productividad y del ingreso
en la fase de recuperación.
A medida que la economía se va acercando a la plena utilización de la
capacidad productiva instalada (presumiblemente hacia fines de este año) y
se normalizan plenamene las instituciones y relaciones económicas, las con-
diciones que determinaron los espacios de rentabilidad durante la recupera-
ción posterior a la crisis del 2001/02, se van transformando. Los principales
cambios en las condiciones de la rentabilidad entre la fase de recuperación y la
actualmente abierta son los siguientes:
El producto potencial. Una vez que se ha cerrado la brecha entre el producto
real (el efectivamente registrado) y el potencial (determinado por aquella ca-
pacidad), disminuye la rentabilidad fundada en la baja de costos por las eco-
nomías de escala y la reducción de los costos fijos por unidad de producción.
Mesa 3. Projetos nacionais de desenvolvimento 101
Los precios relativos. La devaluación del tipo de cambio, hasta su estabili-
zación posterior en su actual nivel, provocó una transformación de los pre-
cios relativos y la reapertura de espacios de rentabilidad de actividades,
potencialmente eficientes y competitivas, que habían sido desmanteladas por
las políticas previas de apertura comercial indiscriminada y sobrevaluación
cambiaria. No son previsibles nuevos cambios importantes de los precios
relativos en el mismo sentido ni convenientes en el contrario.
Uno de los hechos más sorprendentes y alentadores de la recuperación
económica de los últimos tres años, ha sido la rapidez de la respuesta de la
oferta a la reapertura de espacios de rentabilidad. Esto revela la existencia
de emprendedores y de capacidad de iniciativa privada, en los actores del
campo y la industria, que constituyen un fundamento esencial del proceso
de desarrollo.
Distribución del ingreso. Como consecuencia del rezago de los salarios
reales respecto del crecimiento de la productividad, los costos laborales
medidos por unidad de producto son actualmente 40% menores que los
vigentes en 2001. Esta fuente de aumento de la rentabilidad no es sostenible
en el tiempo. La recuperación de los niveles de empleo y la elevación de los
salarios reales transformará ese comportamiento de los costos unitarios de
producción.
Concluída la fase de recuperación, se extinguen los factores de una sola
vez que impulsaron el aumento de la rentabilidad. La misma debe asentarse
ahora sobre bases permanentes fundadas en el aumento de la productivi-
dad. Es así indispensable la previsibilidad de los términos competitivos de
la producción de bienes y servicios transables, uno de cuyos componentes
esenciales, pero no el único, es un tipo de cambio real adecuado para toda la
producción y todas las regiones.
FINANCIAMIENTO DE LA PRODUCCIÓN Y LA INVERSIÓN
En la fase de recuperación, el aumento de capital de trabajo e inversio-
nes fijas fue mayoritariamente financiado por recursos propios de los parti-
culares que estaban fuera del sistema, que eran y siguen siendo cuantiosos. El
crédito bancario no recupero aún los niveles previos a la crisis. El stock de
prestamos al sector privado es actualmente el 8.9% del PBI frente al 23% en
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1998. El crédito bancario ha sido hasta ahora un componente marginal del
financiamiento de la producción y la inversión. La consolidación de los
espacios de rentabilidad y la apertura incesante de nuevas y diversificadas
oportunidades de emprendimientos rentables, seguramente seguirán atrayen-
do la inversión de recursos de los particulares al circuito productivo y a la
ampliación de la capacidad productiva.
Pero el financiamiento del desarrollo requiere instalar al sistema banca-
rio como un intermediario esencial entre los sectores excedentarios de ahorro
y los demandantes de recursos para la producción y la inversión. Es preciso
ampliar la diversidad de instrumentos de ahorro y de aplicaciones de recur-
sos (como, por ejemplo, el financiamiento de las iniciativas de alto conteni-
do tecnológico) y reducir los spreads entre tasas de interés pasivas y activas.
El desarrollo del mercado de capitales y la apertura al crédito internacio-
nal de empresas privadas, que cabe esperar después de la normalización de
la situación de la deuda, constituyen otras fuentes principales de recursos
para el financiamiento de la producción y la inversión.
Respecto de la inversión privada directa extranjera, es preciso revisar la
experiencia y no repetir los errores del pasado. Las privatizaciones y transfe-
rencia a titulares no residentes de empresas públicas y privadas, ha produci-
do cambios radicales en la acumulación de capital y tecnología. Según una
encuesta de la CEPAL, de las 500 mayores empresas, más de 300 son filiales
de empresas transnacionales que contribuyen con 84% del valor agregado
de las 500 (2). Consecuentemente, alrededor de 1/3 de la acumulación total
de capital corresponde a filiales extranjeras y la misma incluye sectores críti-
cos como la infraestructura y la energía.
Estos hechos influyeron negativamente en la producción local de bie-
nes de capital, insumos complejos y servicios tecnológicos, que tendieron a
ser sustituídos por importaciones desde las matrices y los países de orígen.
Esta tendencia fue fortalecida por la sobrevaluación cambiaria, que provo-
có los mismos efectos también en firmas de capital nacional. En la década
de 1990, la instalación de muchas de esas filiales se realizó al amparo de
regímenes especiales, en el marco de una economía de hecho dolarizada.
Diversas operaciones de compra fueron financiadas con crédito, antes que
en aportes de capital, generando una estructura financiera de las firmas vul-
nerable que las llevó al default cuando estalló la crisis.
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La apertura indiscriminada a la entrada de inversiones extranjeras, en el
contexto de políticas de desindustrialización y en el marco de regímenes
especiales, con privilegios inconcebibles en los propios países de origen de
la inversión, contribuyó a la baja de la tasa de inversión, a la fuga de capita-
les y al desequilibrio de los pagos internacionales. Se estima que los activos
financieros de residentes argentinos en el exterior y las tenencias de divisas
dentro del país y fuera del sistema bancario, equivalen a una proporción
comparable a la deuda externa del país y al incremento del stock de inversio-
nes privadas directas existentes. A su vez, el déficit de las operaciones en
divisas de las filiales explica, en años recientes, 2/3 del déficit de la cuenta
corriente del balance de pagos (3).
Actualmente, el cambio de régimen económico, incluyendo la pesifica-
ción de los contratos y las transacciones, ha replanteado la relación con las
filiales de empresas extranjeras, como se verifica en la elaboración de un
nuevo marco regulatorio para los servicios públicos privatizados y las ne-
gociaciones en curso, entre el Estado y diversas empresas, sobre tarifas y
otras cuestiones.
La experiencia argentina y el análisis comparado de casos nacionales,
permite extraer conclusiones de validez general sobre las relaciones entre la
inversión extranjera y el desarrollo. La estrategia de acumulación y cambio
tecnológico de las filiales está determinada por las decisiones de sus casas
matrices pero son fuertemente influídas por las políticas de los países en los
cuales se radican. Así, en la experiencia de las economías más dinámicas de
Asia, las filiales se acomodan a las directivas de las estrategias nacionales de
desarrollo en cuestiones críticas como el acceso a terceros mercados y el
desarrollo tecnológico. En todos los casos, esos países preservan posicio-
nes dominantes para las empresas de capital nacional. La presencia de filia-
les de empresas extranjeras no perturba entonces los procesos nacionales de
acumulación y cambio tecnológico y, antes bien, constituyen contribuciones
importantes a dicho desarrollo. La inversión privada directa extranjera aporta
así a la formación de altas tasas de inversión del orden del 30% del PBI y
aún mayores.
Una vez concluída la actual fase de recuperación y el acomodamiento
de los actores a las nuevas reglas del juego, la inversión privada directra
extranjera puede cumplir una papel importante en el proceso de desarrollo
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argentino. Para ello es preciso que reinvierta sus utilidades realizadas en el
país, se integren al tejido productivo y al sistema nacional de ciencia y tecno-
logía y movilicen sus redes internacionales para expandir y diversificar las
exportaciones argentinas. Las filiales, en conjunto, deberían, por lo menos,
contribuir con tantas exportaciones de manufacturas y servicios complejos
como divisas demandan para sus importaciones de insumos y bienes de
capital y transferencias de utilidades y servicios de deuda.
La experiencia argentina y la internacional revela la inviabilidad del de-
sarrollo si se margina el protagonismo necesario de la iniciativa privada
local y de la inversión pública. En resumen, como criterio general puede
afirmarse que cuanto más alta es la tasa de ahorro y mayor la participación
de actores privados y públicos nacionales en la transformación de ese ahor-
ro en inversión productiva, más útil es la inversión extranjera en el desarro-
llo de un país. En sentido contrario, cuanto más baja es la tasa de ahorro y
menor la participación de actores nacionales en la inversión productiva, mayor
es el riesgo de que la inversión extranjera desarticule un espacio nacional, lo
organice en torno de centros de decisión extranacionales y, por lo tanto,
frustre los procesos de acumulación, es decir, el desarrollo.
Esta observación tiene la pretensión de resumir las relaciones entre la
inversión nacional y la extranjera con el desarrollo de un país. Esto obedece a
que el desarrollo económico descansa en la capacidad de cada país de partici-
par en la creación y difusión de conocimientos y tecnologías y de incorporar-
los en el conjunto de su actividad económica y social. El desarrollo económi-
co es un proceso de transformación de la economía y la sociedad fundado en
la acumulación de capital, conocimientos, tecnología, capacidad de gestión y
organización de recursos, educación y capacidades de la fuerza de trabajo y
de estabilidad y permeabilidad de las instituciones, dentro de las cuales, la
sociedad transa sus conflictos y moviliza su potencial de recursos. El desarro-
llo es acumulación en este sentido amplio y la acumulación se realiza, en primer
lugar, dentro del espacio propio de cada país. El desarrollo no se importa ni
está preestablecido en un manual de validez universal en todo tiempo y lugar
porque los países se construyen desde adentro hacia fuera y no a la inversa.
En resumen, la globalización no ha cambiado la naturaleza del proceso
de desarrollo económico pero ha multiplicado la complejidad del dilema
del desarrollo en el mundo global.
Mesa 3. Projetos nacionais de desenvolvimento 105
LOS REQUISITOS DE LA GOBERNABILIDAD
La gobernabilidad de la economía argentina impone desafíos comple-
jos a la gestión de la demanda global, los pagos internacionales y la evolución
de los precios. La rentabilidad y el empleo dependen de la acertada resolu-
ción de tales desafíos.
La demanda global. En la fase de recuperación, la modificación de los
precios relativos, fortalecida por la influencia positiva de los acontecimien-
tos externos, abrió espacios de rentabilidad que impulsaron la producción y
el empleo. Sobre estas bases, se expandió la demanda global fundada en el
consumo, la inversión y las exportaciones. La recuperación de la economía
fue posible, aún cuando, el sector público redujo la demanda global en
virtud del extraordinario superavit primario.
Esta situación subsistirá en el futuro. El Estado seguirá careciendo de
un instrumento fundamental de expansión de la demanda global: el déficit
fiscal. Dada la carga de la deuda y el objetivo razonable y necesario de
reducir los niveles de deuda, el Estado nacional deberá seguir registrando,
en el futuro previsible, un superavit primario del orden del 3% del PBI. Sin
embargo, el gobierno conserva la posibilidad de influir la demanda global
por otras vías: la elevación de la calidad del gasto y la reforma tributaria.
Esta, al modificar la distribución funcional del ingreso y dadas las distintas
propensiones al ahorro y al consumo de los diversos estratos sociales, in-
fluyen también en la composición del gasto y el nivel de la demanda global.
En cualquier caso, la conducción económica deberá estar atenta al
comportamiento de la demanda global para asegurar horizontes previsi-
bles de rentabilidad que son esenciales para las decisiones privadas de
inversión. Al contar solo parcialmente con el instrumento fiscal, deberá
descansar en otros, como la política de tipo de cambio y de crédito a la
actividad económica.
No son los únicos. Las políticas activas para aumentar la participación
de componentes nacionales en las cadenas de agregación de valor en los
servicios públicos, la industria, la actividad agropecuaria y otros sectores,
son también indispensables a la gestión de la conducción económica. El
gobierno está adoptando una serie de medidas de fomento de actividades
intensivas en ciencia y tecnología como el software, las nanotecnologías y la
106 CADERNOS DO DESENVOLVIMENTO
biotecnología. Además, está aumentando la asignación de recursos para la
educación y el sistema nacional de ciencia y tecnología.
Políticas activas de esta naturaleza contribuyen, al mismo tiempo, a di-
versificar la oferta y fortalecer la competitividad de la producción argentina
y, por lo tanto, a ampliar la demanda global a través de la expansión de las
exportacionesy la susitución de importaciones. Requisito indispensable, ade-
más, para resolver el dilema del estrangulamiento en la capacidad de pagos
internacionales.
El equilibrio externo. Antes de la apertura, en 1976, del período de la
hegemonía neoliberal, la economía argentina tenía una larga trayectoria de
ciclos económicos disparados por el comportamiento de los pagos inter-
nacionales (4). Las fases de auge de la producción y el ingreso, culminaban
con la insuficiencia de las exportaciones y el mayor endeudamiento para
enfrentar el crecimiento de la demanda de importaciones. En tales condi-
ciones, se imponía la contracción de la producción y el ingreso y, consecu-
entemente, de las importaciones, hasta restablecer el equilibrio externo y
reiniciar el ciclo. El mismo era influído por los acontecimientos internaciona-
les, como por ejemplo, los términos de intercambio pero, en última ins-
tancia, respondía a una debilidad estructural de la economía argentina deri-
vada de una inserción en la división del trabajo asentada en la especia-
lización en la exportación de productos primarios y en el insuficiente
desarrollo industrial.
Se trataba del ciclo conocido como de stop-and-go, de contención y ar-
ranque. A largo plazo, este comportamiento de la economía redujo su tasa
de desarrollo y el bienestar de la sociedad e indujo una inestabilidad que se
reflejó en la inflación elevada y endémica, que caracterizó la evolución del
país en el período.
En el período de la hegemonía neoliberal, el ciclo se desvinculo del
comportamiento de la economía real y pasó a depender del movimiento de
los capitales especulativos. Estos determinaban la evolución de la liquidez,
del crédito y del gasto y, consecuentemente, el nivel de la actividad econó-
mica. Cuando el endeudamiento superó manifiestamente la capacidad de
pagos, estalló el riesgo país y se cerró la posibilidad de reiniciar el auge con
nuevo endeudamiento hasta que, finalmente, se produjo lo inevitable: el
derrumbe de la convertibilidad y la insolvencia.
Mesa 3. Projetos nacionais de desenvolvimento 107
La etapa de la hegemonía neoliberal, iniciada con el golpe de estado de
1976 y posiblemente clausurada con la crisis del 2001/02, fue la más inesta-
ble de la historia económica del país y la única en la cual se registró una caída
de largo plazo del producto por habitante y, en particular, del correspondi-
ente a la producción manufacturera. En efecto, entre 1975 y 2002, el pro-
ducto per capita total cayó en 15% y el industrial en 30%.
Las nuevas circunstancias abiertas por la crisis y el cambio de orientación
de la política económica, desvincularon al país de los movimientos de capi-
tales especulativos y de las expectativas de los mercados reflejadas en el
riesgo país, que es, actualmente, una información secundaria para el compor-
tamiento de la economía y la toma de decisiones. Pero esto no implica que
la marcha de la economía se haya independizado de la evolución de los
pagos internacionales. Estos asumen una posición crítica aun cuando la eco-
nomía real recuperó autonomía frente a la especulación financiera. Existe el
riesgo de volver a instalar otra vez el ciclo de stop-and-go, a menos que la
capacidad de pagos externos, fundada en las exportaciones, proporcione
las divisas necesarias para financiar el necesario crecimiento de las importa-
ciones y, además, el superavit para pagar la deuda. Entre 2002 y 2004, el
superavit del balance comercial disminuyó de 16 a 12 mil millones de dóla-
res. Este año, 2005, las estimaciones disponibles anticipan una reducción del
superavit comercial a 10 mil millones de dólares.
El fortalecimiento de la competitividad de la producción argentina de
bienes y servicios transables es así un requisito esencial del desarrollo, la
gobernabilidad y, por lo tanto, de los espacios de rentabilidad atractivos
para los recursos disponibles. Esto implica el comportamiento ya señalado
de las exportaciones y, respecto del mercado interno, una nueva concepción
dinámica de la sustitución de importaciones que permita mantener la elasti-
cidad ingreso de las importaciones en el orden de 1.3. Esto implica que la
tasa de crecimiento de las importaciones no supere el 30% de la tasa de
crecimiento del PBI.
En una economía en rápido crecimiento y transformación, los cam-
bios en la composición de la demanda, con un peso relativo creciente de
bienes y servicios complejos, impone la transformación de la oferta inter-
na para sostener niveles suficientes de autoabastecimiento y generar ca-
108 CADERNOS DO DESENVOLVIMENTO
pacidad competitiva para acceder a otros mercados. La autarquía es una
meta inalcanzable en una economía moderna integrada al mercado mun-
dial, pero la transformación de su estructura en respuestas a los cambios
en la tecnología y la demanda, una condición indispensable de su viabili-
dad y crecimiento.
Esta cuestión es uno de los mayores desafíos que enfrenta una estrate-
gia de desarrollo nacional y, por lo tanto, la conducción de la política eco-
nómica. La resolución adecuada del problema es, asimismo, un requisito
esencial de la gobernabilidad y de la rentabilidad y el empleo.
La estabilidad de los precios. Una de las manifestaciones de la gobernabilidad
de una economía es la estabilidad de largo plazo del nivel general de precios
y transformaciones de los precios relativos que reflejan, principalmente, los
cambios en la productividad de los diversos sectores productivos. En tales
condiciones, la distribución funcional del ingreso entre los factores de la pro-
ducción, capital y trabajo, tiende a ser razonablemente estable.
La estabilidad de los precios se sustenta sobre el incremento del pro-
ducto y los equilibrios macroeconómicos de base. La ausencia y/o insufici-
encia de estas condiciones, explican la historia de la inflación en la Argentina
y lo efímero de la estabilidad alcanzada bajo el plan de convertibilidad.
Contribuyen a explicar también la fuerte redistribución regresiva del ingre-
so, la drástica caída de la participación de los asalariados en el ingreso, en un
contexto de lento crecimiento de largo plazo, con caídas bruscas del nivel
de actividad, desindustrialización y aumento del desempleo.
Un hecho notable de la experiencia reciente es la estabilidad de precios
alcanzada, luego de los aumentos que acompañaron la devaluación en el
transcurso del 2002. Otro hecho significativo es que el aumento de precios
internos absorbió solo 1/3 del ajuste del tipo de cambio. La política cambi-
aria asumió así uno de sus roles esenciales: determinar los precios relativos
de la producción nacional de bienes transables y, por lo tanto, la competiti-
vidad internacional de la economía argentina.
El comportamiento de los precios se explica en parte por la recupera-
ción de la gobernabilidad y, también, por la contínua gravitación sobre las
demandas de los asalariados de una alta tasa de desempleo. Cabe esperar
que la disminución de la misma estimule los reclamos salariales en una econo-
Mesa 3. Projetos nacionais de desenvolvimento 109
mía que se esta recuperando y que esta generando condiciones para el au-
mento del empleo y las remuneraciones.
Es previsible un aumento de la puja distributiva por el ingreso, hecho
normal en una economía moderna en recuperación y crecimiento. De la
capacidad de arbitraje del Estado y del espíritu de negociación y compro-
miso de las partes dependerá que la misma no se exprese en un aumento de
precios incompatible con la estabilidad y el desarrollo. En cualquier caso, en
las nuevas circunstancias, el incremento de la rentabilidad dependerá princi-
palmente de los incrementos de la productividad y no de la disminución de
la participación de los asalariados en el ingreso y nuevas transferencias de
ingresos producidas por la modificación de los precios relativos entre los
bienes y servicios transables y los no transables.
Cuando la puja distributiva coincide con desequilibrios en el presupu-
esto, la moneda y el balance de pagos, existe el riesgo de salto de la tasa de
inflación y, aún, de la hiperinflación. La experiencia argentina es elocuente a
ese respecto. Actualmente, la gobernabilidad de la macroeconomía segura-
mente contribuye a evitar el desborde de las pujas distributivas y encarrilarla
en un sendereo compatible con la estabilidad y el crecimiento.
La política monetaria tiene responsabilidades principales en el manteni-
miento de la estabilidad pero sería un error pensar que la misma debe res-
ponde a un solo objetivo dominante: las metas de inflación (5). La inclusión
de los objetivos de crecimiento y empleo son también esenciales a la gestión
de la política monetaria. Los desafíos de una buena gestión de la política
monetaria no son menores. En tiempos recientes, las metas de crecimiento
de la base monetaria enfrentan el problema de sostener el tipo de cambio y
emitir para comprar los excedentes de divisas. La experiencia revela que
esta decisión no tuvo efectos inflacionarios y, en todo caso, la autoridad
monetaria conserva instrumentos, como las políticas de mercado abierto,
para absorber excesos de liquidez en exceso del aumento de la demanda de
dinero, que amenacen la estabilidad de los precios. Otro desafío mayor se
plantea con la normalización de la situación de la deuda que atrae capitales
especulativos de corto plazo y que el gobierno está enfrentando con restric-
ciones para evitar desvíos de la oferta monetaria y, sobre todo, la presión
implícita a la apreciación del tipo de cambio.
110 CADERNOS DO DESENVOLVIMENTO
La estabilidad de los precios es uno de los determinantes principales de
las expectativas económicas, de la rentabilidad y, por lo tanto, de las decisio-
nes de inversión. Sumada a la gestión de la demanda global, el equilibrio
externo y la solidez fiscal, configuran las bases de la gobernabilidad de la
economía y de las posibilidades de desarrollo.
EL TIPO DE CAMBIO
El tipo de cambio es un precio central de una economía abierta porque
determina la competitividad de la producción de bienes y servicios transa-
bles, en el mercado interno y en el mundial. La competitividad de la econo-
mía es un proceso sistémico que depende de múltiples factores, como, por
ejemplo, la tecnología y las economías de escala. Sin embargo, si, respecto
de una canasta de bienes y servicios representativos, la paridad del poder
adquisitivo de la moneda (PPA) determina precios de la producción nacio-
nal más caros (sobrevaluación del tipo de cambio) que los internacionales,
se desalentará la inversión y la producción interna y promoverá su sustitu-
ción por importaciones. El desempleo y el deterioro el tejido social es una
consecuencia inevitable de ese proceso.
El equilibrio y crecimiento del sistema requiere así un tipo de cambio
real (TCR) que configure una PPA suficiente en el corto, mediano y largo
plazo, para incentivar la inversión, el cambio técnico y, consecuentemente, el
aumento de la producción, la productividad y el empleo. Requiere, además,
que el TCR sea estable y previsible para permitir el cálculo económico y las
decisiones de producción e inversión.
¿Cuál es la experiencia argentina? La peor imaginable. Tanto si se mide
respecto del dólar como de una canasta de monedas representativas del
comercio exterior del país (6, 7), la sobrevaluación del TCR en varios perío-
dos y su volatilidad de corto plazo, debilitó la competitividad de la produc-
ción de bienes transables (incluso en la producción primaria asentada en la
extraordinaria dotación de recursos naturales del país), el balance del co-
mercio internacional y la fuga de capitales.
Las consecuencias más graves se produjeron en los dos períodos de
máxima apreciación del TCR, 1979-81 durante la vigencia de la tablita cam-
biaria y la década de 1990, bajo la convertibilidad. La sobrevaluación del
Mesa 3. Projetos nacionais de desenvolvimento 111
TCR en la década pasada produjo, por su prolongada permanencia, las
reformas estructurales más regresivas del sistema económico. Las anteriores
fueron más breves e inestables y fueron sucedidas por ajustes bruscos del
tipo de cambio que configuró el escenario de variaciones extremas de la
paridad, con sus también negativas consecuencias. El tipo de cambio nomi-
nal registró aumentos bruscos en las crisis de 1976, 1982 y 1989. Esto refle-
jó la inestabilidad política del sistema y, a su vez, actuó como disparador de
los precios internos hasta el límite de la hiperinflación.
En la década pasada el TCR estuvo 50% por debajo de su nivel pro-
medio de los últimos 50 años. Ese promedio no representa necesariamente
una PPA adecuada para la competitividad de la producción de bienes tran-
sables pero revela la magnitud de la sobrevaluación del TCR en la década
de 1990. En ésta, el TCR tendría que haber sido de 2 pesos por 1 dólar para
mantener aquel promedio. El aumento de las exportaciones durante ese
período, a pesar de la apreciación del tipo de cambio, se explica porque
cerca del 70% del incremento correspondió a oleaginosas, cereales, pesca y
petróleo y regímenes especiales vinculados con el Mercosur (régimen auto-
motriz). Es decir bienes intensivos en recursos naturales en los cuales el país
tiene una alta competitividad y/ o sujetos al comercio administrado. Las
manufacturas de origen industrial, en cambio, soportaron la sustitución de
producción nacional por importaciones y perdieron mercados internacio-
nales, configurando el escenario de empobrecimiento del tejido productivo,
alto desempleo y concentración del ingreso que caracterizó el período. La
sobrevaluación del tipo de cambio impulsó, asimismo, el crecimiento ex-
plosivo de las importaciones y el déficit de los pagos internacionales que
sustentó la burbuja especulativa y culminó en la insolvencia y el derrumbe
del modelo.
En la actualidad, considerando la evolución del tipo de cambio nomi-
nal y de los precios internos entre principios del 2002 y del 2005, el TCR se
encuentra alrededor de un 30% por encima del promedio de los últimos 50
años. Registro que, de mantenerse estable, configura una PPA compatible
con la competitividad de la producción de los bienes y servicios transables.
La determinación y administración del TCR depende, en gran medida,
de la decisión de la autoridad económica pero esta influída por las diferen-
cias en los precios relativos existentes en la Argentina y en el mercado mundial.
112 CADERNOS DO DESENVOLVIMENTO
En los países que disponen de recursos naturales abundantes, los precios
relativos de los bienes de ese orígen son relativamente más baratos que en
otros países. Cuando esos recursos naturales son el orígen principal de las
exportaciones, se registran presiones a la baja de la paridad de la moneda
nacional con el dólar y otras divisas. La explotación del recurso natural goza
de una ventaja competitiva internacional no accesible a las actividades que
emplean otros insumos. Por lo tanto, la paridad suficiente para la rentabilidad
de esa actividad no alcanza para la competitividad del resto de la economía
productora de bienes y servicios comercializados internacionalmente.
El problema se planteó incluso en una economía muy madura, como la
de Holanda, en la cual la aparición repentina de hidrocarburos en el Mar del
Norte provocó una avalancha de divisas que apreció el tipo de cambio y
descolocó al resto de la producción del país. La cuestión se conoce en la
literatura como la enfermedad holandesa y los argentinos somos pacientes cró-
nicos de esta dolencia.
Si, en cambio, la paridad es consistente con la rentabilidad de las otras
actividades, se genera una renta exagerada en el sector que exporta bienes
originados en la abundancia relativa de recursos naturales. En nuestro país el
dilema se agrava porque Argentina exporta el mismo tipo de bienes que
consume. Por lo tanto, un tipo de cambio excesivo para la producción pri-
maria aumenta los precios relativos de la alimentación. En otros términos,
el tipo de cambio es una variable crítica de la distribución del ingreso y del
salario real. Esta disparidad de los precios relativos internos con los interna-
cionales plantea así un dilema a la administración del tipo de cambio que el
mercado no puede resolver por sí solo.
Desde que se instaló en la Argentina la hegemonía neoliberal y la deuda
externa impuso un desequilibrio estructural en los pagos internacionales del
país, emergió una nueva presión hacia la apreciación del tipo de cambio
hasta niveles incompatibles con la competitividad de gran parte de la pro-
ducción de bienes transables. Por una parte, los agentes de entidades finan-
cieras internacionales tienden a captar ahorro interno y, por otra, los acree-
dores pretenden maximizar la transferencia al exterior de los servicios de la
deuda. En ambos casos, se supone que cuanto más apreciada sea la paridad
de la moneda argentina mayor será la cantidad de divisas que puede transfe-
rirse al exterior.
Mesa 3. Projetos nacionais de desenvolvimento 113
Se trata de un proceso circular porque, en la fase de entrada de capita-
les especulativos y/o inversiones privadas directas que aumentan el ingreso
de divisas, el tipo de cambio tiende a apreciarse o a sostener, bajo un régi-
men de caja de conversión como la convertibilidad, una paridad sobrevalu-
ada. El “enfoque monetario del balance de pagos” racionaliza y explica esta
situación argumentando que el mercado se equilibra automáticamente por
el balance de divisas y su efecto sobre la liquidez y el nivel de actividad
económica interna. Así, en una fase de fuerte entrada de divisas a través de
la cuenta de capital del balance de pagos, todo estaría bien aun cuando la
apreciación cambiaria este produciendo estragos en la economía real, in-
cluyendo el balance comercial.
En una situación como la actual, en que existe abundancia de divisas
por el superávit en el balance comercial, desde la misma perspectiva se
propone dejar caer el tipo de cambio hasta el nivel de equilibrio, es decir, el
alcanzable por las sustitución de producción nacional por importaciones y
las mayores transferencias al exterior en concepto de pago de deuda y fuga
de capitales. El mejor antídoto contra semejante razonamiento es observar
la experiencia de los países más exitosos de Asia, como Malasia, Corea,
Taiwan y, también, China que mantienen políticas muy competitivas de la
PPA de su TCR en condiciones de gran impulso exportador, excedentes del
balance comercial y aumento de las reservas internacionales. Estos países
han demostrado estar inmunizados contra la visión neoliberal y de allí, entre
otros factores, el dinamismo de su desarrollo y creciente integración en el
sistema mundial. Recuérdese, por ejemplo, la rápidez y éxito con que varios
de ellos resolvieron la crisis financiera de 1997-98.
En nuestro país, quienes están más empeñados en impulsar la sobreva-
luación del peso, como sucede actualmente, reflejan la visión neoliberal del
problema. La realidad indica, sin embargo, que el costo de un TCR sobre-
valuado sobre la economía real y los equlibrios macroeconómicos es tal,
que termina comprometiendo la solvencia financiera y culmina, como suce-
dió, con la imposibilidad de cumplir los compromisos internacionales en
los términos originalmente contratados.
En la actualidad, se escuchan propuestas de apreciar el peso. Las mis-
mas se sustentan en el supuesto que una paridad elevada reduce el salario
real. En efecto, cuando la sobrevaluación del tipo de cambio provocó de-
114 CADERNOS DO DESENVOLVIMENTO
sequilibrios que estallaron en devaluaciones masivas del tipo de cambio, el
salario real cayó.
Sin embargo, en esas circunstancias, la baja del salario real estuvo ligada
a la caída simultánea de la producción y el empleo, a las condiciones de
inestabilidad resultante y al deterioro previo de la economía real determina-
da por la sobrevaluación. En el mediano y largo plazo, la evolución del
salario real está determinada, en primer lugar, por el nivel de empleo y éste
por el tipo de cambio y su impacto sobre la competitividad de la pro-
ducción nacional.
Los argumentos a favor de la apreciación del peso son insostenibles y
refutados por la experiencia de países que están aplicando con éxito tipos
de cambio competitivos, como los mencionados. No es cierto que, con un
tipo de cambio más bajo, el mismo superavit primario del presupuesto
permite comprar más dólares y pagar más deuda. En realidad, la aprecia-
ción del peso volvería a deprimir la economía y a reducir la recaudación y el
superavit primario. Por eso, entre otras razones, hay que crecer para pagar la
deuda. Tampoco es cierto que la emisión de pesos para aumentar las reser-
vas generaría inflación. El aumento de la demanda de dinero absorbe parte
de la expansión de la liquidez y el Banco Central, si hace falta, puede realizar
operaciones de mercado abierto, colocando letras. El consiguiente déficit
cuasifiscal por los intereses de las letras, sería compensado con creces con la
recaudación generada por el crecimiento de la producción y el empleo. Por
último, tampoco es verdad que si se hace un esfuerzo mayor para pagar
deuda y se complace a los mercados, volverán el crédito y el crecimiento.
Esta es precisamente la política que provocó la crisis y el default.
El problema no radica en demostrar la insolvencia de la argumentación a
favor de una moneda sobrevaluada. Lo difícil es resolver el problema que el
tipo de cambio efectivo no puede ser el mismo para los sectores que explotan
los recursos naturales abundantes y para el resto de los sectores. Nunca hemos
logrado alcanzar una solución estable y equitativa de esta cuestión.
La solución conveniente es establecer un tipo de cambio alto con un
impuesto o retención, sobre las exportaciones derivadas de la explotación de
los recursos naturales abundantes. ¿Que es más conveniente para el sector
exportador de productos agropecuarios: un tipo de cambio bajo sin reten-
ciones o alto con retenciones? La única ventaja de la primera variante puede
Mesa 3. Projetos nacionais de desenvolvimento 115
ser el acceso a insumos y equipos importados eventualmente más baratos.
Pero tiene un costo indirecto por la contracción del mercado interno (que
es más estable que el mundial), desempleo, pobreza y malestar social y,
consecuentemente, mayor inseguridad. La experiencia revela también que
cuando predominó la sobrevaluación del tipo de cambio, el sector agro-
pecuario enfrentó graves dificultades, como lo revelaba su nivel de en-
deudamiento y la caída de los precios de los campos, indicativo de la baja
rentabilidad del sector. Por el contrario, en la experiencia reciente, una
paridad competitiva con retenciones coincidió con un período de exce-
lente rentabilidad, disminución del endeudamiento, aumento de inversio-
nes y valorización de los campos.
La variabilidad de los precios internacionales de los commodities y, en
menor medida de los costos de producción, inciden en el corto plazo en la
rentabilidad de la producción de bienes transables del sector agropecuario.
De este modo, la política cambiaria que pretenda asegurar la competitivi-
dad de la producción de transables industriales y primarios, debe acomo-
darse a la asimilación de los shocks externos y de otras variables para intro-
ducir criterios de equidad sobre los cuales fundar la solidaridad y conver-
gencia de todos los intereses en juego.
Es imprescindible una política de estado para la administración del tipo
de cambio. El compromiso básico debería ser el de un tipo de cambio real,
administrado por un régimen impositivo sujeto a un acuerdo que debería
abarcar el conjunto de la política referida a la producción primaria, consis-
tente con la rentabilidad de toda la producción argentina de bienes y servi-
cios transables. Sobre todo esto posiblemente existe hoy acuerdo. Pero es
preciso transformarlo en un pacto operacional entre el campo y la industria
que incluye una respuesta al dilema del tipo de cambio.
No hay restricciones técnicas que lo impidan. Particularmente en la si-
tuación vigente de fuerte superavit del balance comercial, el Banco Central
está en condiciones de administrar el tipo de cambio y comprar todo el
excedente existente para sostener la paridad. No debería haber compromi-
sos con el FMI que impidan sostener el tipo de cambio. En todo caso, este
tema, aún con más urgencia que otros, no es negociable. Se trata, en defini-
tiva, de una medida política dentro de la esfera de decisión del país.
116 CADERNOS DO DESENVOLVIMENTO
EL MERCOSUR
El espacio regional se ha convertido en un escenario privilegiado del
desarrollo argentino. El Mercosur puede proyectarse al espacio sudameri-
cano y ampliar las posibilidades de desarrollo de cada uno de nuestros
países. La relación entre el desarrollo nacional y la integración regional plan-
tea dilemas que se despliegan en tres planos principales. A saber:
El ámbito interno. Cuestiones críticas, como la mejora de la distribución
del ingreso, la solvencia fiscal, las reformas de la educación y sistemas de
salud, la consolidación de las instituciones de la democracia y el ejercicio
efectivo de la ciudadanía, son desafíos intransferibles de la realidad nacional
de cada país. Los mismos solo tienen respuesta, en primer lugar, dentro de
la esfera decisoria interna (8).
El espacio regional. Abarca, entre otras, las reglas del intercambio y la
división intraregional del trabajo, los proyectos de infraestructura como el
anillo energético, transportes y comunicaciones, la cooperación científico-
tecnológica. Aquí son esenciales las normas bajo las cuales funcionan los
sistemas de integración, como el Mercosur y el grupo Andino y sus relacio-
nes recíprocas. Se trata de crear la capacidad de los países miembros de
adoptar decisiones comunitarias contundentes y eficaces para alcanzar las
metas propuestas.
La inserción del Mercosur y el espacio sudamericano en la globalización. Esto
incluye la fijación de posiciones conjuntas y solidarias ante la Organización
Mundial de Comercio (OMC), el FMI y cuestiones como la propiedad
intelectual, el acceso al conocimiento y la tecnología y la defensa de la inte-
gridad territorial y soberanía de nuestros países. Cuanto más solidaria y
consistente sea la concertación y puesta en práctica de posiciones comunes
en esta esfera, más fuerte será el poder negociador individual y colectivo de
nuestros países.
El éxito de la integarción requiere avanzar simultáneamente en los tres
planos, los cuales se refuerzan (o debilitan) recíprocamente. No es concebi-
ble, por ejemplo, la formación de un gran mercado sudamericano mientras
prevalezcan las abismales desigualdades que caracterizan la distribución del
ingreso y de las oportunidades en nuestras sociedades. A su vez, para for-
mular políticas comunitarias es indispensable que las políticas nacionales tengan
Mesa 3. Projetos nacionais de desenvolvimento 117
un suficiente grado de autonomía, la cual puede ser trabada, por ejemplo,
por un endeudamiento exagerado y consecuente dependencia de los crite-
rios de los mercados. El éxito también reclama reglas del comercio intrare-
gional que favorezcan el pleno desarrollo e industrialización de todos los
países sudamericanos.
Lo mismo sucede en la defensa de nuestros intereses en los foros inter-
nacionales, la cual requiere visiones compartidas sobre la interpretación de
la realidad y posiciones conjuntas y solidarias. Todavía, el peso relativo de
América del Sur en la globalización es insuficiente para inducir la creación
de un orden mundial más equitativo, pero nuestra cooperación es funda-
mental para modificar como nos relacionamos con el contexto externo. Es
decir, no podemos cambiar el mundo pero si podemos cambiar como
estamos en el mundo en beneficio de nuestros países.
El despliegue de la alianza estratégica enfrenta problemas que provie-
nen de los tres planos que se entrecruzan, lo cual genera confusión sobre el
orígen de las cuestiones planteadas y las soluciones posibles. Por lo tanto, es
necesario analizar y diferenciar el origen de tales problemas.
Veamos, por ejemplo, dos casos referidos a la relación Argentina-
Brasil. Argentina mantuvo durante mucho tiempo una política de destrucci-
ón de su capacidad industrial que influyó en la división bilateral del trabajo,
con una perdida de espacio para las manufacturas argentinas de mayor com-
plejidad y valor agregado. Al cambiar el rumbo de la política económica
argentina, en la búsqueda de la reindustrialización, inevitablemente se gene-
ran tensiones sobre los patrones de comercio establecidos, como las obser-
vables en electrodomésticos, calzado, textiles y otros rubros.
El segundo ejemplo, se refiere a la asintonía de las políticas macroeco-
nómicas. Argentina sostuvo, durante el periodo de la convertibilidad, un
tipo de cambio fijo mientras Brasil sostenía una paridad variable. Actual-
mente, en el plano financiero, Argentina, como consecuencia de la insolven-
cia y el default, quedó aislada del mercado financiero internacional e impulsó
un canje unilateral de la deuda, mientras Brasil mantiene una aproximación
ortodoxa al problema.
Situaciones como estas, resultantes de las circunstancias y políticas de cada
país, se transfieren al plano bilateral y regional y pueden generar la imagen que
118 CADERNOS DO DESENVOLVIMENTO
la integración en si misma es difícil y aún imposible. Es, por lo tanto, aconse-
jable un alto grado de comprensión y tolerancia con los problemas del otro y
preservar los objetivos y acciones posibles de despliegue de la alianza estraté-
gica. Esta actitud no cabe esperarla principalmente de los actores privados,
condicionados por sus intereses de corto plazo. Descansa, en primer lugar, en
la visión y lucidez de los liderazgos políticos y diplomáticos.
En algunos casos, como, por ejemplo, las reservas de gas de Bolivia, la
alianza estratégica influye, en mayor medida que otros, la totalidad de la
situación nacional de un país y cumple una función crucial en articular la
integración. Aquí es preciso un acuerdo de nuestros países para que la ex-
plotación de ese recurso impulse el desarrollo y la transformación de la
economía boliviana en beneficio de su pueblo y, al mismo tiempo, fortalez-
ca el desarrollo y autonomía energética del espacio sudamericano.
El éxito o fracaso de la alianza estratégica de Argentina y Brasil y la más
amplia en el espacio sudamericano, no depende, en primer lugar, de las
interferencias y obstáculos que surgen de la esfera global. Nuestro principal
problema radica de fronteras para adentro de cada uno de nuestros países y
del espacio regional. Este es el desafío de nuestros países y su oportunidad.
(Buenos Aires, octubre 2005.)
NOTAS
1. Ministerio de Economía y Producción. Evolución reciente de la economía argentina y perspecti-vas de sostenibilidad. Análisis IV. Buenos Aires. Septiembre 2005.
2. B. Kosakoff, M. A. Barrientos: Encuesta de 500 grandes empresas. CEPAL-INDEC. Buenos Aires,2002.
3. D. Chudnovsky, A. López: El caso argentino. En “El boom de inversión extranjera directa en elMercosur”. Siglo XXI de Argentina Editores. Buenos Aires, 2001.
4. A. Ferrer. La economía argentina. Fondo de Cultura Económica. Buenos Aires, 2004.
5. CEFID AR: Metas de inflación: implicancias para el desarrollo. Banco Nación. Buenos Aires, Junio2004.
6. B. Hopenhayn, J. Schvarzer, H. Finkelstein: El tipo de cambio real en perspectiva histórica. Aportespara un debate. CESPA. Universidad de Buenos Aires, octubre 2002.
7. Banco Central de la RA: Indice de tipo de cambio multilateral, mayo 2004.
8. En un trabajo anterior denominé la influencia de estos problemas internos sobre la integracióncomo los pecados capitales del Mercosur. E, A. Ferrer y H. Jaguaribe: Argentina y Brasil en la globalización¿Mercosur o ALCA?. Fondo de Cultura Económica. Buenos Aires, 2005.
Mesa 3. Projetos nacionais de desenvolvimento 119
COORDENADOR – Quero saudar a intervenção concisa e esclarecedora,
sobretudo esperançosa, sobre as importantes mudanças que a Argentina
viveu, esse parceiro, esse país amigo. Passo agora a palavra ao Álvaro Díaz,
assessor regional da CEPAL. Álvaro foi vice-Ministro da Economia no
Chile no governo Lagos. É um economista com formação bastante sólida
em Teoria do Desenvolvimento e sobretudo em temas de formação tecno-
lógica. Participou de grandes acordos internacionais. Conhece profunda-
mente o Brasil, acompanha a nossa história há muitos anos e tem uma qua-
lidade excepcional: é casado com a Laís Abramo. De todas as excelentes
recomendações do seu currículo, esta talvez seja a mais destacada.
Laís Abramo é uma socióloga, hoje diretora da OIT. Fez movimento
estudantil comigo há trinta anos, contra a ditadura militar, e depois ficou
dez anos ajudando o Chile. Na visita do Presidente Lula ao Chile, antes da
posse ainda, quando tínhamos acabado de vencer, houve uma convocação
para que ela retornasse ao Brasil e que, dessa vez, o Álvaro viesse ajudar
aqui nas nossas dificuldades, que ele tão bem acompanhou dentro do go-
verno. Então, quero agradecer essa solidariedade. Ele fez uma carta pública
muito bonita sobre o que é a relação não-machista entre um homem e uma
mulher, dizendo por que ele vinha do Chile, saindo do governo. Por tudo
isso, ele tem o nosso reconhecimento. Com a palavra o sr. Álvaro Díaz.
ÁLVARO DIAZ – (texto não transcrito).
COORDENADOR – Queríamos agradecer ao Álvaro pela competente
exposição, que mostra todo o esforço da concentração democrática em
construir uma transição em um cenário de pós-neoliberalismo, buscando
fortalecer a capacidade de regulação, de intervenção do Estado e de plane-
jamento estratégico, para impulsionar a economia do conhecimento e das
inovações tecnológicas, valorizar a participação cidadã e as novas deman-
das, especialmente com os avanços na universalização da política de educa-
ção, e na mudança de visão da política externa. Por tudo isso, tenho certeza
de que foi uma contribuição bastante relevante para toda a nossa reflexão.
Nós agora teremos mais uma experiência latino-americana, professor Artu-
ro Guillén, coordenador da Rede Eurolatinoamericana de Estudos para o
Desenvolvimento Celso Furtado. Ele também desempenha funções acadê-
micas, como chefe do Departamento de Economia e professor de douto-
120 CADERNOS DO DESENVOLVIMENTO
rado de Globalização e Estudos Internacionais; é coordenador do corpo
acadêmico Globalização e Integração econômica; membro do programa
institucional Integração das Américas; economista e doutor em ciências econô-
micas. Ocupou vários cargos no setor público e privado nas áreas financeira
e energética e também é autor de vários livros, muitos artigos publicados.
O professor Arturo nos fará, agora, uma exposição sobre a trajetória e a
evolução da experiência mexicana, à luz de toda essa reflexão, da contribui-
ção de Celso Furtado. Aqui transcrevemos o texto a ser lido.
ARTURO GUILLÉN – Les voy a leer un texto preparado sobre Celso
Furtado.
Hoy puedo decir que fui un heterodoxo. Y agregar que las heterodoxias, así como las
herejías, desempeñan un importante papel en la historia de los hombres. Cuando en
una sociedad se impone el consenso es porque atraviesa una etapa poco creativa. Al
apartarse del consenso, el joven economista percibirá que los caminos que ya trillaron
otros tienen poco valor. Notará enseguida que la imaginación es un poderoso instru-
mento de trabajo y que debe ser cultivada. En poco tiempo perderá la reverencia
frente a lo que está establecido y compendiado. Y en la medida en que piense por
cuenta propia, con independencia, conquistará la autoconfianza y perderá la perple-
jidad. Celso Furtado (2002)
INTRODUCCIÓN
El objetivo de este texto es presentar y analizar las ideas principales de
Celso Furtado en torno a la necesidad de construir y llevar a la práctica en
América Latina una estrategia alternativa de desarrollo frente al neoliberalis-
mo, que permita a los países de la región sortear los retos que plantea la
globalización. Me referiré a tres temas que ocupan un lugar central en la
obra de Furtado a lo largo de su vida y que definen su propuesta alternativa:
la concentración del ingreso y su impacto en la dinámica del capitalismo
brasileño y latinoamericano; la tendencia al sobreendeudamiento externo; y
el rol de las políticas monetaria y cambiaria en el proceso de desarrollo.
Raúl Prebisch y Celso Furtado fueron los economistas latinoamerica-
nos más importantes del siglo XX, no sólo por la trascendencia que adqui-
Mesa 3. Projetos nacionais de desenvolvimento 121
rió su pensamiento al fundar una corriente teórica: el estructuralismo latino-
americano, que ocupa un lugar central en la teoría del desarrollo y que ejer-
ció una profunda influencia en el pensamiento latinoamericano. Sus ideas
permearon las estrategia económicas de los gobiernos de América Latina
en el periodo de la posguerra, durante el cual los países de la región logra-
ron el mayor desarrollo y progreso social de su historia moderna. Se puede
afirmar que la teoría cepalina y la teoría de la dependencia han sido, quizás,
los únicos aportes teóricos procedentes de países de la periferia que contri-
buyeron, a partir de enfoques propios y originales, a la compresión de la
dinámica del capitalismo como sistema mundial.
Prebisch (1948) fue el fundador del estructuralismo con su teoría del
deterioro de los términos de intercambio entre los productos primarios y
manufacturados y con la introducción de las categorías de centro y periferia
en el estudio del subdesarrollo, pero la contribución de Furtado en la cons-
trucción de la teoría cepalina del desarrollo y de la dependencia, fue decisi-
va. El propio Prebisch (1981) destaca en su última obra el papel central de
Furtado en ese pensamiento. Al referirse al mismo, Prebisch señala:
Este pensamiento viene desenvolviéndose desde los primeros tiempos
de la CEPAL. Tuve entonces la buena fortuna de encontrar hombres
jóvenes con los que pude tener un diálogo para mi estimulador y fecun-
do (...)
Ante todo, Celso Furtado. Celso ya había iniciado fervorosamente sus
tareas en la CEPAL cuando me invitó a Santiago para escribir la intro-
ducción del primer Estudio Económico me impresionó vivamente por el
talento extraordinario que desbordaba ya en sus años juveniles. Su cola-
boración conmigo ha sido inapreciable. Bien sabemos lo que significa su
gran tarea intelectual; nadie ha penetrado con más profundidad en la
interpretación del desarrollo. Siempre original e incisivo ha dado gran
prestigio a su cátedra en la Sorbona ¡Tiene el exilio sus giros inesperados!
La propuesta de proyecto alternativo al neoliberalismo de Furtado no
podría comprenderse cabalmente si no le asocia con su concepto de desar-
rollo. Su análisis del fenómeno del subdesarrollo pronto dejó atrás los aná-
lisis de su época que veían el atraso como una etapa anterior del desarrollo
(Rostow, 1960), o aquellos que confundían crecimiento con desarrollo, al
centrarse exclusivamente en el proceso de acumulación y sus determinantes,
122 CADERNOS DO DESENVOLVIMENTO
como lo hacían Harrod y Domar en sus modelos. Para él, el subdesarrollo
era una condición estructural específica, resultado de la forma en que evolu-
cionó históricamente el capitalismo como sistema mundial integrado por
centros y periferias. Las características esenciales de los países subdesarrolla-
dos, aquellas que los definen como tales, eran, a su juicio, la dependencia
externa y la heterogeneidad estructural, las cuales tienden a perpetuarse y a
reproducirse.
La definición de Furtado de desarrollo se acerca más a la del econo-
mista francés, François Perroux (1984)1 quien fue su maestro en París. Para
ambos, las categorías de crecimiento, desarrollo y progreso social son categorías
distintas, aunque interdependientes.
La acumulación y el progreso técnico son parte integrante del desarro-
llo desde el momento en que el crecimiento es su base material. Pero el
crecimiento es solamente un prerrequisito del desarrollo, no el desarrollo en
sí. Para Furtado resultaba claro al estudiar la historia de Brasil (1959), que el
crecimiento resultaba incapaz de promover el desarrollo en economías su-
jetas a una división internacional del trabajo que los condenaba a ser pro-
ductores de productos primarios. En esas economías el sector exportador
moderno no retenía el fruto de su progreso técnico ni lo irradiaba al resto
del sistema productivo (constituido por el “sector” de subsistencia).
El desarrollo no podía ser el resultado espontáneo de la acción de las
leyes de mercado, sino que era un proceso de transformación de estructu-
ras, lo que implicaba la creación de una estructura productiva, vale decir de
un sistema productivo, que asegurara un desarrollo endógeno autosustenta-
ble. Ello significaba, por un lado, la necesidad de avanzar en la industrializa-
ción y, por otro lado, conducir deliberadamente ésta desde el Estado, a
través no sólo de políticas de fomento, sino mediante la elaboración y eje-
cución de planes de desarrollo indicativos que definieran las inversiones
básicas que se requerían en cada etapa. Como observaba en su libro más
conocido Teoría y política del desarrollo económico (Furtado, 1967: 244):
El problema capital en los países subdesarrollados es la selección de una
estrategia de modificación de la estructuras.
1 Sobre el concepto de desarrollo en Perroux, véase del autor (2004).
Mesa 3. Projetos nacionais de desenvolvimento 123
O como definía más explícitamente el concepto de desarrollo en su
Dialéctica del Desarrollo (1964: 65):
El desarrollo económico, que es fundamentalmente un proceso de in-
corporación y propagación de nuevas técnicas, entraña modificaciones
de tipo estructural, tanto en el sistema de producción como en la distri-
bución del ingreso. La forma en que estas modificaciones se hacen efec-
tivas depende, en buena medida, del grado de flexibilidad del marco
institucional dentro del cual opera la economía, grado de flexibilidad al
cual no es ajena la mayor o menor aptitud de las clases dirigentes para
superar las limitaciones naturales de su horizonte ideológico.
El desarrollo para Furtado no era un fin en sí mismo, sino un medio
para conseguir el mejoramiento económico, social y cultural de las grandes
mayorías de la población. Como intelectual formado en las ideas de la Ilus-
tración consideraba que las sociedades evolucionan hacia su progreso. El
desarrollo debería significar el mejoramiento de los productores no sólo en
cuanto medios de producción, sino como sujetos de la Historia. El progre-
so de las grandes mayorías no podría lograrse tampoco mediante el merca-
do, sino solamente a través de la aplicación por parte del Estado de políti-
cas de redistribución del ingreso, de la propia organización de los produc-
tores y de la creación y modificación de las instituciones. Para él, el desarro-
llo era un proceso social de cambio cultural. Involucraba el cambio de las
estructuras económicas pero también de los valores sociales. Según sus pro-
pias palabras (1964: 39-40):
Se puede definir el desarrollo económico como un proceso de cambio
social por el cual un número creciente de necesidades humanas, preexis-
tentes o creadas por el mismo cambio, se satisfacen a través de una
diferenciación en el sistema productivo generada por la introducción de
innovaciones tecnológicas2
Es por ello que al evaluar en uno de sus últimos trabajos (2002: 31) la
experiencia brasileña en la segunda mitad del siglo XX, cuando se lograron
en algunos periodos altas tasas de crecimiento, señalaba sin dudas:
Hoy en día Brasil tiene una renta diez veces mayor que la que tenía
cuando comencé a estudiar esos problemas, pero también tiene mayores
2 Cursivas de Furtado.
124 CADERNOS DO DESENVOLVIMENTO
desigualdades y los pobres continúan siendo igual de pobres. Cabe en-
tonces la pregunta: ¿hubo desarrollo? No: Brasil no se desarrolló, sino
que se modernizó. El desarrollo verdadero sólo se da cuando se ve
beneficiada la población en su conjunto.
En suma, en la visión furtadiana el desarrollo no podía ser alcanzado
automáticamente por la vía del mercado y del trasplante de técnicas y capi-
tales provenientes de los centros, sino que era el resultado de un proyecto
social que permitiera la transformación estructural del sistema productivo,
mediante la preservación de la identidad cultural de los pueblos involucra-
dos. El desarrollo era un proceso multidimensional que abarcaba la econo-
mía, la sociedad, la política y la cultura.3 Resulta comprensible, entonces, que
al observar Furtado cómo Brasil y América Latina se insertaban pasivamen-
te, a partir de la década de los ochenta, en la globalización neoliberal mediante
la aplicación de políticas fundamentalistas de mercado, insistiera en la urgencia de
cambiar de rumbo y de construir un nuevo proyecto nacional de desarrollo.
EL PAPEL DE LA CONCENTRACIÓN DEL INGRESO EN LA DINÁMICA
DEL CAPITALISMO LATINOAMERICANO
Celso Furtado asignó un papel fundamental a la concentración del in-
greso en el análisis del subdesarrollo latinoamericano. En su opinión, éste
era un rasgo estructural que tendía a reproducirse y perpetuarse en los dis-
tintos modelos de desarrollo por lo que ha transitado la economía latinoa-
mericana.
La persistencia de la concentración del ingreso en manos de las élites
internas condiciona la existencia de patrones de consumo suntuario que no
se corresponden con el grado de desarrollo alcanzado por las fuerzas pro-
ductivas; configura un sistema productivo funcional con esos patrones;4
implica la desviación del excedente económico hacia fines distintos a la acu-
3 Por el carácter multidimensional del proceso de desarrollo, Furtado (1964:77) consideraba que elanálisis económico del mismo resultaba insuficiente. “No obstante – afirmaba – sería totalmenteerróneo esperar que los economistas, con los instrumentos de análisis propios de su disciplina,pudiesen agotar este campo de investigación, en el cual se plantean aspectos importantes que debenser abordados desde el punto de vista de la sociología y de la ciencia política”.
4 “El proceso de transplante de los modelos de consumo de las economías dominantes a lossubsistemas periféricos desempeña un papel determinante en la asignación de los recursos enestos últimos” (Furtado, 1967: 221).
Mesa 3. Projetos nacionais de desenvolvimento 125
mulación de capital; y al limitar el crecimiento de los ingresos de los traba-
jadores y de las grandes mayorías, traba el crecimiento del mercado interno
y genera tendencias al estancamiento de la economía.
La causa última de la concentración del ingreso es la existencia una
oferta ilimitada de mano de obra en el sector de subsistencia, lo que impide
el aumento de los salarios reales en el sector moderno exportador. Esta idea
fue desarrollada en su estudio sobre la economía brasileña (1955)5. Allí acla-
raba con gran rigor teórico, que en el caso de la economía cafetalera brasi-
leña, que fue la actividad predominante durante el modelo primario-expor-
tador, las mayores ganancias que conseguían los exportadores durante las
fases de auge no elevaban la productividad física de las fincas, sino que se
trasladaban al exterior, vía deterioro de los términos de intercambio o se
dilapidaban en consumo suntuario de la oligarquía terrateniente. Por el con-
trario, en las fases depresivas, la baja en los ingresos de la oligarquía cafeta-
lera provocaba el desequilibrio de la balanza de pagos conduciendo a la
devaluación de la moneda brasileña. Sin embargo, esas devaluaciones prote-
gían relativamente a los exportadores al incrementar sus ingresos en mone-
da nacional, mientras que trasladaban el ajuste a los consumidores deterio-
rando el nivel de los salarios reales de los trabajadores. Según sus propias
palabras (1957: 167):
Las mejoras de productividad obtenidas dentro de la propia economía
exportadora podía retenerlas el empresario, pues no se formaba ninguna
presión dentro del sistema que lo obligase a transferirlas total o parcial-
mente a los asalariados. También señalamos que esos aumentos de
productividad del sector exportador eran de naturaleza puramente eco-
nómica y reflejaban modificaciones en los precios del café. Para que
hubiese aumento en la productividad física, ya sea de la mano de obra o
ya sea de la tierra, era necesario que el empresario perfeccionase los
métodos de cultivo o intensificase la capitalización, es decir, que aplicase
una mayor cantidad de capital por unidad de tierra o de mano de obra.
Al no existir ninguna presión de la mano de obra en el sentido de eleva-
5 Esta idea se popularizó con la publicación del famoso artículo de Arthur Lewis (1954) sobre laoferta ilimitada de mano de obra. Pero como aclara Furtado en su autobiografía (1985: 61), desde lasprimeras versiones de su estudio sobre la economía brasileña ya había sido planteada esa tesis porél: “En este punto introducía la idea (cinco años después Arthur Lewis la transformó en elementocentral de su modelo) de una oferta totalmente elástica de mano de obra como factor causante dela inercia de los salarios en la fase expansiva”.
126 CADERNOS DO DESENVOLVIMENTO
ción de los salarios, el empresario no le interesaba sustituir esa mano de
obra por capita, esto es, aumentar la cantidad de capital por unidad de
mano de obra.
El modelo de sustitución de importaciones (MSI) no resolvió la exis-
tencia de una oferta ilimitada de mano de obra ni eliminó el carácter hetero-
géneo del sistema productivo y de la estructura social. El excedente estruc-
tural de mano de obra sin dejar de seguir presente en el sector rural, se
trasladó a las grandes ciudades. Sin embargo, la industria, a pesar de su
dinamismo, no logró absorber, por diversos factores que no viene al caso
discutir en este texto, a los vastos contingentes de mano de obra que resi-
dían ahora en las grandes urbes, dando lugar al surgimiento del subempleo
urbano y a nuevas formas de marginación. Esta incapacidad del MSI para
absorber la el excedente de fuerza de trabajo se manifestó inclusive en los
países de mayor desarrollo relativo como Brasil, México o Argentina. Por
eso a diferencia de Lewis quien creía que la oferta ilimitada de mano de
obra del sector atrasado sería vaciada una vez detonada la acumulación de
capital, Furtado consideraba que el MSI al no desembocar en la construcción
de una base interna de acumulación de capital, reprodujo el subdesarrollo
bajo nuevas formas, independientemente de las tasas de crecimiento alcan-
zadas. De allí que:
Las economías subdesarrolladas pueden conocer fases prolongadas de
crecimiento de su producto global y per cápita, sin reducir el grado de
dependencia externa y la heterogeneidad estructural, que son sus ca-
racterísticas esenciales (1967: 176).6
Los patrones de consumo suntuario se reprodujeron en el MSI ahora
bajo la acción del las empresas trasnacionales (ETN) que trasladaron a la
periferia las normas de consumo que se masificaron en los centros durante
el auge de la posguerra.
La reproducción de lo que Furtado llamaba las “características esenciales
del subdesarrollo” obedecía a factores no sólo de orden económico, sino
también políticos. La industrialización latinoamericana, a diferencia del mo-
delo clásico europeo, se dio sin provocar una ruptura entre la oligarquía
6 Negrita mías.
Mesa 3. Projetos nacionais de desenvolvimento 127
exportadora y la burguesía industrial. La industrialización entrañó una re-
composición del bloque dominante, más que un desplazamiento de las viejas
élites.7 Un proceso parecido de recomposición se ha dado ahora con el
modelo neoliberal. La alianza entre la oligarquía terrateniente y la burguesía
industrial limitó grandemente la viabilidad de reformas ampliamente pre-
conizadas por los cepalinos, como la reforma agraria y una reforma fiscal
redistributiva, lo que implicó la perpetuación de formas abusivas de con-
centración de la renta en manos de las élites internas. A pesar de que en
México, Brasil y otros países se generó con el MSI un proceso de mejoramiento
de los salarios reales y de cierto progreso social, el ingreso se concentró en
esos países más que en otros de la región.
Con el tránsito de la sustitución “fácil” a la sustitución “difícil”, el pro-
ceso de crecimiento en América Latina perdió dinamismo, cuestión que
llevó a Furtado a postular una tendencia endógena al estancamiento econó-
mico. Esta tesis fue postulada primero en Dialéctica del Desarrollo (1964) y
más detalladamente en Subdesarrollo y estancamiento en América Latina (1965).
En este último libro sostiene que el paso a una fase más avanzada de indus-
trialización, que implicaba la producción de bienes de consumo durables,
bienes intermedios y bienes de capital, lo que obligaba al uso de técnicas
intensivas en capital. En el marco de salarios reales estables por la existencia
de una oferta ilimitada de fuerza de trabajo, la densificación del capital se
traducía en un alza de la relación capital-producto, lo que, por definición,
involucraba una baja de la tasa de ganancia. De allí que mantener la tasa de
crecimiento en esas condiciones, reclamaba una tasa creciente de inversión,
lo que se topaba con los límites impuestos por la capacidad para importar,
es decir con los que ahora llamamos la restricción externa. Como dice en
Dialéctica (1964:115):
Pero en la medida en que la realización efectiva de las inversiones de-
penda de las importaciones, la capacidad para importar condiciona el
comportamiento real de la tasa de inversión. Si la barrera de la capaci-
dad para importar se eleva, también deberá elevarse el esfuerzo de ahorro
7 Quizás la excepción fue México, donde la revolución armada significó un desplazamiento de laoligarquía terrateniente porfirista del poder. Pero aún en este país, pronto se selló una alianza entreuna nueva burguesía agraria emanada de los gobiernos revolucionarios y una ascendente burguesíaindustrial y financiera. Las reformas que alcanzaron su cúspide durante el gobierno de LázaroCárdenas fueron abandonadas al término de la Segunda Guerra Mundial.
128 CADERNOS DO DESENVOLVIMENTO
para acompañar al aumento de los precios relativos de los bienes de
capital. Surgen así condiciones que tienden a reducir la tasa de crecimien-
to, lo cual obstaculiza las modificaciones estructurales requeridas para la
misma superación de la barrera de la capacidad para importar.
No pretendo aquí profundizar en la tesis del estancamiento ni entrar en
el debate que ésta suscitó, ya que ello rebasaría los objetivos de este texto.
Baste señalar, que la tesis furtadiana fue cuestionada porque parecía menos-
preciar las posibilidades de crecimiento de las economías latinoamericanas.
En la que fue, quizás la crítica más profunda (Tavares y Serra, 1970), estos
autores sostenían que Furtado subestimaba las posibilidades de acumulación
de los grupos dominantes y no diferenciaba entre los intereses de estos y el
interés nacional. Para estos autores, el problema principal no estaba en las
dificultades para aumentar la capacidad productiva, “sino más bien con
problemas relacionados con la estructura de la demanda y el financiamien-
to” (Tavares y Serra, 1970: 584).
Al margen de si Furtado subestimó las posibilidades de crecimiento de
América Latina en esa fase de su desarrollo, lo que me interesa rescatar de la
tesis de la tendencia al estancamiento (que, por otro lado, convendría reto-
mar para el análisis de los problemas contemporáneos) son dos ideas cen-
trales desarrolladas por él en torno a esa tendencia: una es la existencia de un
proceso de causación circular que agudizaba, tanto la concentración del in-
greso como la reproducción de la heterogeneidad estructural; y la otra, los
límites del MSI para consolidar una base endógena de acumulación de capi-
tal. Según sus propias palabras (1965: 97):
En síntesis, todo sucede como si la existencia de un sector capitalista de
carácter semifeudal, junto a un sector industrial que absorbe una tecno-
logía caracterizada por un coeficiente de capital rápidamente creciente,
originase una pauta de distribución del ingreso que tiende a orientar la
aplicación de los recursos productivos, en forma de reducir la eficiencia
económica de éstos, y de concentrar aún más el ingreso, en un proceso
de causación circular. En el caso más general, la declinación en la eficien-
cia económica provoca directamente el estancamiento económico. En
los casos particulares, la creciente concentración del ingreso y su contra-
partida de población subempleada que afluye hacia las zonas urbanas,
crean tensiones sociales que, de por sí, son capaces de hacer imposible el
proceso de crecimiento.
Mesa 3. Projetos nacionais de desenvolvimento 129
Efectivamente, Brasil, México y otros países lograron mantener altas
tasas de crecimiento económico en la década de los sesenta y aun en los
setentas ya en plena crisis, lo que ponía de manifiesto que, como bien enten-
dió Tavares, las posibilidades de acumulación de los grupos dominantes
existían. En ambos casos, la fórmula básica fue la inserción de América
Latina en la economía del endeudamiento internacional, gestada a partir del
creación del mercado del eurodólar. Aunque el sobreendeudamiento exter-
no, como lo advirtió Furtado anticipadamente, pronto colapsaría al MSI y
nos empujaría a la vorágine del neoliberalismo.
EL MODELO NEOLIBERAL: CONCENTRACIÓN DEL INGRESO Y
HETEROGENEIDAD ESTRUCTURAL
El modelo neoliberal (MN) y la globalización reprodujeron las “carac-
terísticas esenciales del subdesarrollo (la heterogeneidad estructural y la de-
pendencia externa), así como las tendencias a la concentración del ingreso a
las que se refería Furtado.
La puesta en marcha del MN neoliberal a partir de la crisis de la deuda
externa de 1982, bajo los parámetros del Consenso de Washington – el cual
pretendidamente imprimiría dinamismo a las economías latinoamericanas y
permitiría mejorar las situación económica y social de las grandes mayorías
–, se tradujo en resultados mediocres en materia de crecimiento económico
y empleo, así como en un reforzamiento de las tendencias a la concentración
del ingreso y a la exclusión social.
Aunque Furtado no investigó en extenso la globalización neoliberal y
sus efectos en las economías latinoamericanas, sí reflexionó en sus últimos
libros (1998 y 2002), con la profundidad que lo caracterizaba, sobre las
implicaciones de estos nuevos procesos en la economía mundial. Furtado
consideraba la globalización como un proceso irreversible motivado “por
imperativos tecnológicos”, la cual tenía repercusiones negativas en materia
de equidad social.
(…) La interconexión de los mercados y el subsecuente debilitamiento
de los actuales sistemas de poder estatales que encuadran las actividades
económicas, dan lugar a importantes cambios estructurales que se tra-
130 CADERNOS DO DESENVOLVIMENTO
ducen en una creciente concentración del ingreso y en formas de exclu-
sión social que se manifiestan en todos lo países (…)
“Los desajustes causados por la exclusión social de grupos cada vez más
amplios de la población tienden a convertirse en el problema más grave,
tanto en las naciones ricas como en las pobres. Esos desajustes no sólo
surgen de la orientación del progreso tecnológico, sino que también re-
flejan la incorporación indirecta al sistema productivo de la mano de
obra mal remunerada de los países de industrialización tardía, en primer
lugar, de los asiáticos (1998: 32 y 40).
En efecto, la inserción pasiva de América Latina en la globalización
neoliberal agravó y volvió más compleja la heterogeneidad estructural de
los sistemas productivos y de la estructura social, lo que empeoró las ya de
por sí abismales disparidades de ingresos. En un trabajo reciente (Guillén,
2004) he planteado que en el caso de México – el cual, creo, puede hacerse
extensivo, salvando las diferencias nacionales, a otros países latinoamerica-
nos – el MN ha significado la constitución de un sistema productivo más
desarticulado y vulnerable que el que prevaleció durante el MSI. El sector
exportador, que es el eje dinámico del nuevo modelo, se encuentra separa-
do del resto del sistema productivo, siendo incapaz de arrastrar al conjunto
de la economía. La economía carente de un motor interno, de una base
endógena de acumulación de capital, resulta incapaz de absorber el progre-
so técnico y de irradiarlo al resto del sistema.
La heterogeneidad estructural en vez de atenuarse, se ha reproducido en
forma ampliada, haciendo más complejas las relaciones entre el sector “mo-
derno” y el sector “atrasado”. Debido a los cambios registrados en el siste-
ma productivo, la estructura social se ha vuelto más heterogénea y compleja,
cobrando inusual fuerza fenómenos como la informalidad y la migración
hacia Estados Unidos (o Europa, como en el caso de los países andinos).
En lugar de producirse la creación de empleos de “mayor calidad” con la
inserción en la globalización neoliberal, ha habido una expansión sin prece-
dente de la economía informal y una creciente “informalización” del sector
formal de la economía. Además, se ha registrado un escaso dinamismo en
la creación de empleos.
La debilidad del mercado de trabajo en el sector formal está vinculada
con los bajos niveles de inversión y con factores diversos que traban ésta,
Mesa 3. Projetos nacionais de desenvolvimento 131
entre los que destacan: la baja capacidad de arrastre del sector exportador;
el comportamiento de la inversión extranjera directa, donde ha predomina-
do la compra de pasivos existentes dentro de los flujos totales, en vez de
adiciones a la capacidad productiva; la aplicación de políticas monetarias y
fiscales restrictivas; el peso del endeudamiento externo e interno en el gasto
y la inversión públicas; así como las crisis recurrentes vinculadas a la apertu-
ra y desregulación financiera.
El escaso dinamismo del mercado de trabajo, así como la expansión de
la economía informal, han sido elementos de primer orden en el aumento
de la pobreza. La economía informal constituye el marco objetivo que de-
termina el bajo nivel de los salarios reales. La acumulación de capital trans-
curre, sin que se genere un incremento de los salarios reales, debido a la
existencia de una oferta ilimitada de mano de obra. La economía informal
no sólo es un refugio de quienes no encuentran un lugar en la economía
formal, sino que constituye, también, el piso del valor de la fuerza de traba-
jo. El efecto depresor en los salarios reales de este enorme excedente de
mano de obra, se mantiene. Este proceso bajista de los salarios se ve refor-
zado por factores institucionales, como la existencia de topes salariales, los
menores niveles de sindicalización y organización de los trabajadores y la
poca disposición de estos a luchar por mejoras en sus condiciones, debido
a la inseguridad en los empleos y el temor a perderlos.
EL SOBREENDEUDAMIENTO COMO OBSTÁCULO DEL DESARROLLO
Las contradicciones del modelo MSI en América Latina trataron de ser
paliadas mediante el acceso al endeudamiento externo de fuentes privadas.
Ese fue el camino elegido por México, Brasil, Argentina y por la mayoría de
los países latinoamericanos para sortear las barreras que imponía la capaci-
dad para importar y que ocasionaban el desequilibrio externo. Como afir-
maba Furtado (1964: 113), cuando apenas cobraba fuerza el endeudamien-
to externo con los bancos transnacionales:
En la actualidad, las inversiones destinadas a sustituir importaciones se
encuentran entre las de más difícil consecución. Son todas inversiones
de alta densidad de capital y largo periodo de maduración. De esta ma-
nera, la capacidad para importar se transformado en un auténtico obstá-
132 CADERNOS DO DESENVOLVIMENTO
culo para el desarrollo (…) La lucha por soslayar esa dificultad llevó al
país a un endeudamiento externo creciente. Los efectos de tal endeuda-
miento tenían que hacerse sentir a mediano y largo plazo y obligar a una
contracción mayor de la capacidad para importar, a fin de atender el
servicio de una deuda voluminosa, con lo cual se generaba un proceso
acumulativo circular en que las medidas tomadas para superar el obstá-
culo de la capacidad tendían a hacerlo mayor.8
La historia, la conocemos todos. En los setentas ya en el marco de la
gran crisis que irrumpió unos años antes en los principales países capitalistas,
el endeudamiento externo de tipo Ponzi (financiamiento meramente espe-
culativo para refinanciar deudas anteriores) se llevó hasta el paroxismo. En
los ochentas, el endurecimiento de la política monetaria estadounidense al
final de la gestión de James Carter, profundizada por la administración de
Ronald Reagan, bastó para que el castillo de naipes del endeudamiento exter-
no, construido por más una década, se derrumbara. El sobreendeudamiento
se hizo evidente. México se declaró insolvente en 1982 y a partir de allí
cayeron, una a una, las fichas del dominó de América Latina y de toda la
periferia endeudada.
La década de los ochenta no sólo fue la “década perdida”, sino que
representó el fin de los proyectos nacionales de desarrollo y el tránsito hacia
el neoliberalismo. Las renegociaciones pactadas con el Fondo Monetario
Internacional, combinadas con la falta de acceso al refinanciamiento de la
deuda externa acumulada, condujeron al estancamiento económico de los
países de la región, sin que, por otro lado, las medidas contraccionistas de la
demanda agregada, incorporadas en los programas de ajuste resultaran efec-
tivas en el control de los procesos inflacionarios. La renegociación de la
deuda externa en el marco del Plan Brady, sólo significó un alivio temporal
e insuficiente del oneroso servicio de la deuda. Mientras tanto, el ajuste
8 El endeudamiento externo de América Latina durante el periodo 1960-1980 no es un fenómenonuevo en la historia del capitalismo latinoamericano. Durante los años veinte, antes de la irrupción dela gran depresión de los años treinta, la región se encontraba altamente endeudada y el serviciode la deuda limitaba seriamente las acciones de los gobiernos. El propio Furtado al referirse a esteperiodo de los veinte observa que “el servicio de la deuda externa dominaba todo el cuadro de lasfinanzas públicas y el comportamiento del tipo de cambio constituía el problema central de losgobiernos. En pleno decenio de los veinte, un presidente de la República, preocupado por elcomportamiento cambiario, decretó la paralización de todas las obras públicas federales, conven-cido de que el bienestar nacional dependía más del servicio de la deuda externa que del grado deempleo de la población del país (Furtado, 1964: 106).
Mesa 3. Projetos nacionais de desenvolvimento 133
instrumentado por el FMI preparaba el terreno para el volcamiento de las
economías hacia el exterior y para la entrada en vigor de las reformas es-
tructurales “a lo Banco Mundial”.
Como afirma Gérard de Bernis (2000), la crisis de la deuda externa fue
una de las causas más importantes que detonaron la globalización financiera
que cobraría especial fuerza desde finales de los ochentas. La apertura exter-
na de los mercados financieros era necesaria, por un lado, para hacer circu-
lar la enorme masa de recursos líquidos que generaba el creciente déficit de
la cuenta corriente de Estados Unidos y, por el otro lado, para reactivar a
las economías endeudadas mediante la reapertura de su acceso al mercado
internacional de capitales, ahora bajo la forma de obligaciones (la llamada
securitization de los mercados internacionales de capital).
En el marco de la globalización, los mal llamados mercados emergentes,
entre los que se encuentran los países de mayor desarrollo relativo de la
región: Argentina, Brasil y México, iniciaron un nuevo ciclo de endeudamiento
en los mercados privados de capital. Los gobiernos neoliberales de Salinas
de Gortari en México, Carlos Menem en Argentina, así como Collor de
Mello y Cardoso en Brasil, abrieron unilateralmente su cuenta de capital. El
capital de cartera ingresó en esos países con celeridad durante la primera
mitad de los años noventa, lo que indujo una reactivación económica pasa-
jera y poco vigorosa. La llave para captar esos recursos fue el mantenimien-
to de altas tasas reales de interés y de monedas sobrevaluadas. ¡Ese es el
tributo que exige el capital financiero especulativo para colocarse en nues-
tros países y obtener una rentabilidad superior a la que obtienen en los
mercados del centro! La prima de riesgo, dirán los neoliberales.
Poco tiempo tuvo que pasar para observar los resultados de este nuevo
ciclo de endeudamiento. México en 1994-1995, Brasil en 1999 y Argentina
en 2001 experimentaron con sus respectivas crisis – que tuvieron un alto
costo económico y social –, los efectos nefastos que provoca la entrada sin
control del capital de cartera externo. Paralelo al endeudamiento externo se
generó un acentuado proceso de endeudamiento interno, asociado no sola-
mente a la emisión gubernamental de títulos, sino también a costosos pro-
gramas de rescate de bancos y de privatizaciones fracasadas.
El hecho es que en la hora presente, los países latinoamericanos con-
frontan altos niveles de endeudamiento externo e interno. En los círculos
134 CADERNOS DO DESENVOLVIMENTO
financieros se acepta que el nivel de endeudamiento es alto, pero se sostiene
que es manejable y que los países endeudados pueden cumplir sus compro-
misos de pago si mantienen políticas monetarias y fiscales sanas. Lo que no
se comprende y se oculta es el impacto altamente negativo que el pago
escrupuloso del servicio de la deuda y el mantenimiento de políticas mone-
tarias y fiscales restrictivas tienen en el desarrollo económico y social de los
países endeudados. Furtado era muy consciente de que el endeudamiento
constituía uno de los mayores obstáculos al desarrollo económico de Brasil.
En su último libro (2002: 33), afirmaba al respecto:
En este momento el mayor problema de Brasil es la recesión que, en
gran medida, es consecuencia de la obligación de financiar el servicio de
una considerable deuda externa, por medio del envío al exterior de re-
cursos que deberían ser invertidos en el país.
Y en un mensaje preparado pocos meses antes de su muerte, preocu-
pado por la continuidad de la política económica neoliberal en el gobierno
de Lula, Furtado (2005) señalaba sin rodeos:
Forzar a un país que todavía no ha atendido las necesidades mínimas de
su población a paralizar los sectores más modernos de su economía, a
congelar inversiones en sectores básicos como salud y educación, a fin
de cumplir con las metas de ajuste de la balanza de pagos impuestas por
beneficiarios de altas tasa de interés, es algo que escapa a cualquier
raciocinio.
Se comprende que esos beneficiarios defiendan sus intereses. Lo que no
se comprende es que nosotros mismos no defendamos con idéntico
empeño el derecho a desarrollar al país. Si continúa prevaleciendo el
punto de vista de los que defienden la recesión, que colocan los intereses
de nuestros acreedores por encima de cualquier otra consideración en la
formulación de la política económica, tenemos que prepararnos para
un periodo prolongado de retracción económica, que conducirá al des-
mantelamiento de buena parte de lo que se construyó en el pasado. La
experiencia nos enseñó ampliamente que si no se atacan de frente los
problemas fundamentales, el esfuerzo de acumulación tiende a repro-
ducir, agravado, el mal desarrollo. En contrapartida, si conseguimos
satisfacer esa condición básica que es la reconquista del derecho a
tener una política de desarrollo, habrá llegado la hora de la verdad para
todos nosotros.
Mesa 3. Projetos nacionais de desenvolvimento 135
EL PAPEL DE LA POLÍTICA MONETARIA Y CAMBIARIA EN EL PROCESO
DE DESARROLLO
El estudio histórico de la economía brasileña de Furtado está nutrido
de agudas reflexiones sobre el papel jugado por la política monetaria y
cambiaria en su proceso de desarrollo. En Formación económica del Brasil
(1959) y en Dialéctica del Desarrollo (1964) destaca la importancia que tuvie-
ron la depreciación de la moneda brasileña, así como la política de subsi-
dios del gobierno hacia sector, en el contexto de la depresión de los años
treinta, en la defensa de la economía cafetalera, núcleo central del sistema
productivo de ese tiempo, y en el aliento de la industrialización sustitutiva
de importaciones.
La devaluación de la moneda que siguió a la depresión de los treinta
amortiguó los efectos del deterioro de los términos de intercambio y del
desplome de la demanda internacional de café. En efecto al decidir el gobier-
no brasileño de la época acompañar la devaluación con subsidios directos a
los productores de café (mediante, por ejemplo, la compra de inventarios),
protegió el ingreso de los exportadores en moneda nacional y mantuvo la
capacidad productiva del sector. De acuerdo con Furtado (1964: 10):
En la medida en que el gobierno compraba café para formar existencias
o para destruirlo, e inflaba el ingreso monetario, la moneda brasileña se
depreciaba externamente, lo cual también favorecía los cafetaleros, pues
el precio del café subía en la moneda local depreciada, por más que su
precio internacional estuviese bajando.
Por otro lado, la devaluación alentó a la industrialización, ya que im-
pulsó la sustitución de importaciones. Aunque la política gubernamental se-
guida fue “una política inspirada por los intereses del café o concedida para
contentar a estos intereses”, favoreció, asimismo, a la burguesía industrial al
modificar la estructura de precios relativos en favor de la producción inter-
na y en detrimento de las importaciones (deprimidas por la baja de la capa-
cidad de importar).
Al mantener nivel del ingreso monetario dentro del país, mientras decli-
naba la capacidad para importar, la política de favores al sector cafetale-
ro resultó, en última instancia, una política de industrialización. La rápi-
136 CADERNOS DO DESENVOLVIMENTO
da desvalorización de la moneda hacia aumentar los precios relativos de
la mercancías importadas, con lo cual se creaban condiciones extrema-
damente favorables a la producción interna.
Existen igualmente abundantes referencias en la obra de Furtado y del
pensamiento cepalino en general, sobre el rol positivo jugado por la inflación
en el proceso de industrialización sustitutivo durante sus primeras etapas o
sobre el efecto favorable de la estabilización de la moneda en una etapa más
avanzada de la sustitución de importaciones, al estimular la demanda de
bienes intermedios y de capital.
Todo esto viene a cuento por la importancia que en el contexto actual
de apertura comercial y financiera, tienen la política monetaria y cambiaria,
como instrumentos que favorecen los intereses del capital financiero inter-
nacional y la concentración del ingreso en unos cuantos rentistas nacionales
y extranjeros. Dado que esas políticas forman parte del recetario del Consen-
so de Washington se han aplicado en forma general en América Latina. Bajo el
velo de la lucha antinflacionaria, se establecen permanentemente en los paí-
ses emergentes tasas de interés reales muy superiores a las del centro y tipos
de cambio sobrevaluadas.
Las políticas monetarias y cambiarias actuales tienen un carácter procícli-
co. Es decir, la tasa de interés y el tipo de cambio suben durante las fases
recesivas del ciclo económico, con el propósito de evitar, dentro de un
mundo de finanzas globalizadas, la fuga de de capitales de los países de la
periferia y estimular la exportación de capitales desde los centros. En las
fases de “auge” aunque bajan las tasas de interés nominales, las tasas reales
se conservan en niveles altos, superiores a los prevalecientes en los países del
centro. Es evidente que una situación de esta naturaleza lesiona al capital que
opera en la esfera productiva y entra en contradicción con cualquier propó-
sito de fortalecer el mercado interno.
Es por ello que considero que los elementos que se han abordado en
este texto sobre el pensamiento de Furtado, constituyen aspectos centrales a
considerar en la construcción de una estrategia alternativa de desarrollo frente
al modelo neoliberal. Concentración del ingreso, sobreendeudamiento ex-
terno e interno, políticas monetarias, cambiarias y fiscales restrictivas, que
inevitablemente desembocan todas ellas en el fortalecimiento de las tenden-
cias al estancamiento y a la exclusión social en América Latina, son elemen-
Mesa 3. Projetos nacionais de desenvolvimento 137
tos inherentes al modelo neoliberal y son por tanto los obstáculos principa-
les a remover dentro de un proyecto nacional de desarrollo.
CONTENIDO DE UNA ESTRATEGIA ALTERNATIVA EN EL PENSAMIENTO
DE FURTADO
La globalización neoliberal no ha resuelto los problemas de desarrollo
de América Latina. El predominio de enfoques de política económica fun-
damentalistas de mercado, así como una inserción pasiva y subordina en los
esquemas de integración, se ha traducido en procesos de lento crecimiento,
escasa absorción de empleo en el sector formal de la economía, desarticu-
lación de los sistemas productivos y financieros, mayor vulnerabilidad ex-
terna, así como aumento de la pobreza y de la exclusión social. Podría ar-
güirse en sentido contrario, como lo hacen los defensores del neoliberalis-
mo, que Chile ha registrado resultados positivos de su inserción en la globa-
lización, y que esos resultados son consecuencia de la aplicación de políticas
económicas correctas. Se olvida, sin embargo que se trata de un país relati-
vamente pequeño y que su modelo se ha alejado en varios aspectos de los
enfoques extremos del neoliberalismo (Cypher, 2005).
La concepción del desarrollo en Furtado se alejó siempre de cualquier
posibilidad de conseguirlo en el marco del laissez faire. Para él, el desarrollo
implicaba, como vimos arriba, “una estrategia de modificación de las es-
tructuras”, un proyecto nacional de carácter social y cultural capaz de lograr
en forma planificada esa transformación, y de revertir las tendencias a la
concentración del ingreso y a la exclusión social.
A finales de los años sesenta Furtado, estaba consciente de los límites
del “desarrollismo”, así como de que los cambios que requería América
Latina para avanzar. Los proyectos de transformación estructural reclama-
ban, en su opinión, transformaciones políticas de gran envergadura. En La
economía latinoamericana (1969: 351) afirmaba:
El denominador común parece ser la conciencia de que el laissez faire en
el marco de la dependencia lleva necesariamente al agravamiento de las
disparidades sociales, y de que los trabajos de reconstrucción estructural
implican un esfuerzo político mucho más arduo de lo que se había pen-
sado anteriormente. El optimismo fácil que en la década del cincuenta
138 CADERNOS DO DESENVOLVIMENTO
había llevado al desarrollismo fue sucedido por las aprensiones, las impacien-
cias y las frustraciones del decenio siguiente.
La necesidad de un proyecto nacional de transformación social pro-
funda se acrecentaba con la globalización neoliberal. Esta, pensaba Furtado,
se seguiría imponiendo en todo el mundo pues obedecía a “imperativos
tecnológicos”, lo que reducía el margen de maniobra de los estados nacio-
nales y dejaba las decisiones estratégicas de la acumulación en manos de las
empresas trasnacionales. Estos cambios estructurales en la economía mun-
dial “se traducen en una creciente concentración del ingreso y en formas de
exclusión social que se manifiestan en todos los países” (1998: 32).
Los nuevos desafíos son de carácter fundamentalmente social y políti-
cos, más que económicos. En la hora presente, según Furtado, un proyecto
nacional de desarrollo tiene que cambiar su eje de la lógica de los medios, de
la lógica de la acumulación de capital, a la lógica de los fines.
Se impone entonces formular una política de desarrollo basada en una
clara manifestación de los fines que pretendemos alcanzar, y no con
base en la lógica de los medios impuesta por el proceso de acumulación
dirigido por las empresas transnacionales. La superación del impasse con
que nos enfrentamos requiere que la política de desarrollo conduzca a
una creciente homogeneización de nuestra sociedad y abra espacio para
la realización de las potencialidades de nuestra cultura (2002: 47).
El paso de una estrategia de desarrollo basada en la lógica de la acumu-
lación de capital a otra fundada en los fines y en la satisfacción de las nece-
sidades sociales, será todo menos fácil. Por un tiempo quizás largo, coexis-
tirán dos lógicas contradictorias: la lógica de la acumulación y de la ganancia
junto y frente a la lógica del desarrollo nacional y de las necesidades sociales
(Aguilar, 1999). El éxito de un proyecto nacional de desarrollo reclamará,
entonces, la construcción de una democracia avanzada, de un sistema políti-
co en donde el pueblo participe activamente en las decisiones y donde aque-
lla no se reduzca a ser un mero escenario electoral, un “cascarón vacío”,
como acertadamente la califica Borón, dominado por los dueños del dine-
ro. Como afirma Furtado en su último libro (2002: 47):
(La) voluntad colectiva requiere el reencuentro de los líderes políticos
con los valores permanentes de nuestra cultura. Por lo tanto, el punto de
partida del proceso de reconstrucción que tenemos que enfrentar debe-
Mesa 3. Projetos nacionais de desenvolvimento 139
rá ser una mayor participación del pueblo en el sistema de decisiones. Sin
eso, el desarrollo futuro no se alimentará de una auténtica creatividad, y
contribuirá poco para la satisfacción de las ansías legitimas de la nación.
Furtado no desarrolló en extenso una estrategia alternativa al neolibera-
lismo ni podría haberlo hecho (ni él, ni nadie en lo individual), en la medida
en esa estrategia será el resultado de una amplia lucha social y política que
coloque en el poder a los grupos sociales interesados en el cambio. Sin
embargo, sí apuntó un conjunto de ideas valiosas sobre las directrices de un
nuevo proyecto nacional de desarrollo. Me concentraré en cuatro de ellas,9 a
saber:
• Retomar el mercado interno como el centro dinámico de la economía
• Revertir el proceso de concentración de la renta y eliminar la pobreza ex-
trema
• Hacer descansar el financiamiento del desarrollo en el ahorro interno y
reducir el peso del servicio de la deuda externa
• Aplicar políticas monetarias, cambiarias y fiscales compatibles con el pro-
ceso de desarrollo
En cuanto al primer punto, Furtado parecía estar convencido de que la
estrategia exportadora unilateral seguida por el MN no podría sacar a Amé-
rica Latina del subdesarrollo, ya que no imprimía dinamismo al conjunto de
la economía, desarticulaba los sistemas productivos y reproducía la concen-
tración de la renta y la exclusión social. Para los países de gran dimensión
geográfica y alta heterogeneidad estructural, no existe otra alternativa que el
reconvertir al mercado interno en el centro dinámico del sistema producti-
vo y en el motor de la economía:
Los sistemas económicos de grandes dimensiones territoriales y marca-
das disparidades regionales y estructurales – entre los que destacan Bra-
sil, China y la India – difícilmente sobrevivirán si pierden la cohesión
que se deriva de la expansión del mercado interno. En estos casos, por
más efectiva que sea, la inserción internacional es insuficiente para ase-
gurar el dinamismo de la economía. En un mundo dominado por grades
9 Se omite desarrollo sustentable.
140 CADERNOS DO DESENVOLVIMENTO
corporaciones transnacionales, esos sistemas heterogéneos sólo sobrevi-
ven y crecen en función de una voluntad política apoyada en un proyec-
to con hondas raíces históricas (Furtado, 1998: 54).
Esta aguda observación de Furtado es válida, creo yo, no sólo para los
países que él menciona sino para otros latinoamericanos, como sería el caso
de México, Argentina y quizás varios más (Colombia, Perú, Venezuela y
otros). Al situar al mercado interno en el centro de la estrategia de desarro-
llo, no se trata de volver atrás y de reeditar las condiciones – tarea imposi-
ble, por otro lado – que hicieron posible el MSI. Se trata, más bien, de
aplicar una estrategia que combine el fomento de las exportaciones y la
búsqueda de mercados externos con la sustitución de importaciones y el
desarrollo del mercado interno. En última instancia, su objetivo sería crear
una base endógena de acumulación de capital, capaz de estimular la creación,
asimilación y difusión de los avances tecnológicos. El fomento de las ex-
portaciones sería un objetivo subordinado de la política de desarrollo. Como
advertía Furtado:
Unicamente se justificaría profundizar la inserción externa de la econo-
mía (…) si dicho esfuerzo se diese dentro del marco de una auténtica
política de desarrollo económico y social, lo que no ocurre cuando el
aumento de las exportaciones tiene como contrapartida la contracción
del mercado interno (1998: 50-51).
Una estrategia de ese tipo no implica voltear la cara a la globalización y
aislarse de la misma. En realidad América Latina siempre se ha desenvuelto
en el marco de una economía-mundo. El problema no es la globalización
en si misma, sino la forma en que cada país se inserta en la misma. Como
afirma Ferrer (2005: 647):
El resultado desde la perspectiva de cada país, radica en el estilo de
inserción en el orden global o, dicho de otro modo, en la calidad de las
respuestas a los desafíos y oportunidades de la globalización.
Una estrategia centrada en el mercado interno no puede descansar en
el funcionamiento espontáneo del mercado, sino que reclama, como siem-
pre lo pensó Furtado, una acción deliberada por parte del Estado, la aplica-
ción de una política industrial activa y la utilización de técnicas de planeación
económica, de manera de concentrar la acción en las inversiones básicas,
prioritarias en cada una de las fases del proceso.
Mesa 3. Projetos nacionais de desenvolvimento 141
La concentración de la renta en manos de unos cuantos que es evidente
en la mayoría de los países latinoamericanos, pero especialmente aguda en
los más grandes: Brasil y México, debe ser revertida. Por razones económi-
cas, para validar una estrategia de desarrollo centrada en el mercado interno,
pero también por razones sociales y políticas porque los riesgos de ingober-
nabilidad que provoca la desigualdad social, como creía Furtado (1998: 40),
son reales. Una reforma agraria que redistribuya la tierra en países como
Brasil que han carecido de ella a lo largo de su historia, y una reforma fiscal
redistributiva, son transformaciones urgentes dentro de la agenda de trans-
formación latinoamericana. La única manera efectiva de redistribuir el in-
greso es mediante un crecimiento sustancial y perdurable de la tasa de inver-
sión que absorba de manera paulatina pero persistente, el excedente estruc-
tural de mano de obra que pulula en las grandes ciudades, el cual es la base
de los bajos salarios reales y de la consecuente concentración del ingreso.
El financiamiento del desarrollo debe descansar fundamentalmente en
el ahorro interno (Bresser-Pereira, 2005). Los altos niveles de endeudamien-
to externo, público y privado, de América Latina implican una carga onero-
sa en materia de servicio de la deuda. Como se dijo arriba, el problema no
es si dicho servicio puede pagarse y el principal refinanciarse en los merca-
dos de capitales, sino el impacto de dicho servicio en los programas de
inversión y en el gasto social de los gobiernos. Los superávit primarios de
las finanzas públicas que en el caso de Brasil alcanza el 5%, constituyen un
tributo insostenible exigido por el FMI para garantizar el pago de los intere-
ses de la deuda externa. Furtado (1998: 34) pensaba que en el caso brasileño
era necesario “encarar una renegociación completa de esa deuda”. Otros
piensan, incluyendo al autor de esta nota, que la única solución duradera
para los países de la periferia es la cancelación de la deuda externa. Desarro-
llo económico y perpetuación del endeudamiento son incompatibles (De
Bernis, 2000). En ese sentido, la cancelación de la deuda externa constituye
un prerrequisito de una estrategia alternativa.
Puede sostenerse y con razón, que la cancelación de la deuda externa
exige una correlación de fuerzas internacional favorable a la periferia, situa-
ción que no existe en las condiciones actuales. Lo que no puede hacerse es
soslayar el problema como lo hacen algunos gobiernos latinoamericanos,
incluyendo algunos de izquierda, y evitar la realización de una revisión a
142 CADERNOS DO DESENVOLVIMENTO
fondo los esquemas de servicio de la deuda. La realidad es la mejor conse-
jera; nadie podría poner en duda que Argentina abandonó la parálisis eco-
nómica y la deflación, en el momento en que decidió unilateralmente sus-
pende los pagos a sus acreedores externos privados y abandonar la camisa
de fuerza asfixiante de la caja de convertibilidad.10
Igualmente urgente es modificar de raíz las políticas monetaria y cam-
biaria. La sobrevaluación de las monedas (de 30 o 40% en los casos mexica-
no y brasileño, en la actualidad, respectivamente) y las tasas de interés reales
exorbitantes constituyen tributos al capital financiero especulativo injustifi-
cable en economías estancadas que requieren urgentemente retomar el ca-
mino del desarrollo. Además dichas políticas restrictivas y procíclicas son
insostenibles, porque la historia de América Latina nos demuestra que las
sobrevaluaciones persistentes, combinadas con altos niveles de endeudami-
ento externo, conducen inevitablemente a crisis del sector externo.
Particular importancia reviste recuperar soberanía monetaria. Con el
MN y sus secuelas de crisis los sistemas financieros han sido entregados al
capital extranjero (el caso extremo, México, donde más del 90% de la banca
comercial está en manos de bancos transnacionales). Un peligro quizá mayor
es la supuesta “independencia” de los bancos centrales. En algunos países
de la región esta contrarreforma – la que pretendidamente daría autonomía
técnica al banco central para despojarlo de cualquier “utilización indebida
de los intereses políticos” y para evitar el “populismo” –, ya se ha materia-
lizado en reformas constitucionales, mientras en otros países existen iniciati-
vas legislativas en esa dirección. Al dejar los bancos centrales de ser una
instancia de los poderes ejecutivos, cesaron, de hecho, de ser parte del Esta-
do nacional, para convertirse en prolongaciones del poder del Consenso de
Washington (que no es otro que el poder de los centros), ejercido por inter-
medio de los organismos multilaterales y del Tesoro estadounidense. Es
indispensable recuperar el control estatal de los bancos centrales, de manera
que estos puedan cumplir con la función no solamente de alcanzar la estabi-
lidad de precios, sino también el crecimiento económico y el empleo. Y si
nos interesa la democracia, cabría la pregunta ¿Quién elige, quién vota a los
10 La economía argentina creció, en términos reales, 8.8% en 2003, 9% en 2004 y 10% durante elprimer semestre de 2005. La tasa de desempleo se ha reducido, así como los índices de pobreza hanbajado.
Mesa 3. Projetos nacionais de desenvolvimento 143
gobernadores de los bancos centrales? Porque bien o mal, populistas o no,
los gobiernos federales y locales tienen que pasar por la prueba de las urnas.
Dejoles aquí una bibliografía sobre el tema:
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COORDENADOR – O professor Arturo Guillén fez um resgate das con-
tribuições teóricas do professor Celso Furtado e comentários sobre a expe-
riência mexicana, propondo, fundamentalmente, essa conclusão de que não
se trata de aprofundar as reformas neoliberais mas de buscar um novo
modelo de desenvolvimento para o México.
Estamos discutindo o Projeto Nacional de Desenvolvimento à luz do
pensamento e das contribuições do professor Celso Furtado. Já tivemos
três expositores, cada um focando, sobretudo, nas suas experiências nacio-
nais Argentina, Chile e México – e, agora, vamos abrir com uma exposição
do assessor chefe da assessoria especial do presidente da República, profes-
sor Marco Aurélio Garcia, que foi vereador e Secretário Municipal de Cul-
tura, é graduado em direito e filosofia pela Universidade Federal do Rio
Grande do Sul e fez pós-graduação na Escola de Altos Estudos de Ciências
Sociais de Paris.
Ele é professor licenciado do Departamento de História da Unicamp,
foi professor na Universidade do Chile, na FLACSO e nas universidades
Paris VIII e Paris X. No Partido dos Trabalhadores, foi secretário de Rela-
ções Internacionais, coordenou o programa de governo do Presidente Lula
em 1994 e 1998 e hoje é o vice-presidente do nosso partido. Com os se-
nhores, este companheiro que tem dado imensa contribuição teórica ao
Mesa 3. Projetos nacionais de desenvolvimento 145
Brasil, à democracia e, sobretudo, à política externa e ao processo de inte-
gração latino-americana, o professor Marco Aurélio Garcia.
MARCO AURÉLIO GARCIA – Sinto-me profundamente honrado de ter
sido convidado para este seminário que evoca a extraordinária contribuição
de Celso Furtado não só para o pensamento brasileiro mas também de
todo nosso continente. Mais honrado, ainda, de poder compartilhar esta
Mesa e a platéia com personalidades tão ilustres, tão caras para mim e,
creio, para todos aqueles que se dedicaram nessas últimas décadas a pensar
e atuar sobre os problemas de nosso país.
As idéias de Celso Furtado estiveram presentes na América Latina e seu
pensamento nos permite hoje discutir algo que parecia absolutamente fora
de moda: projeto nacional de desenvolvimento. Essa expressão para mui-
tos se transformou em palavrão; para alguns, peça arqueológica; para ou-
tros, os mais jovens, talvez algo totalmente desconhecido. A vigência do
pensamento de Celso está justamente em recolocar para nós um marco de
reflexão sobre essa questão central e como ela é decisiva para que possamos
pensar o futuro de nossos países.
Nos anos 1930, surgiram três grandes pensadores sobre o Brasil. Anto-
nio Candido, no prefácio do livro de Sérgio Buarque de Holanda, Raízes do
Brasil, chama a atenção para como o pensamento de Gilberto Freyre, do
próprio Sérgio Buarque de Holanda e de Caio Prado Júnior tiveram função
iluminadora sobre o debate político e intelectual daquele período tão impor-
tante da nossa história, porque se seguia justamente à grande ruptura de 1929
e fizera com que o Brasil se sentisse quase que obrigado a pensar as suas raízes.
Não por acaso, as obras de Freyre, Buarque de Holanda e Caio Prado Júnior
foram acompanhadas do ponto de vista da cultura brasileira de um conjunto
de manifestações extremamente importantes, no plano literário – quando ti-
vemos a emergência do romance regional no Brasil –, no plano das artes
visuais e no próprio plano da música – bastaria lembrar a contribuição de
Villa-Lobos. Foi, portanto, um momento complexo, porque parte dele vivi-
do sob o regime autoritário, mas um momento de grande riqueza na medida
em que vários movimentos sociais, correntes de pensamento se entrechoca-
ram na vida política do país e permitiram que o Brasil não fosse mais uma
abstração longínqua e que voltássemos os olhos para nós mesmos.
146 CADERNOS DO DESENVOLVIMENTO
Em fins dos anos 50 e nos anos 60, em um contexto, evidentemente,
totalmente distinto, seja do ponto de vista nacional, seja do ponto de vista
internacional, criou-se, no entanto, uma conjuntura no Brasil que nos obri-
gou de novo a olhar para nós mesmos. Esse contexto, eu diria, está marca-
do fundamentalmente pela crise, ou uma das crises, do modelo nacional
desenvolvimentista, desencadeado a partir dos anos 30, e que nos convidou
a pensar não só sobre os limites desse modelo mas também sobre suas
implicações políticas, ideológicas etc.
É nesse quadro que Celso Furtado, um intelectual que tivera também
uma experiência política importantíssima, pois participou de um momento
decisivo, a Segunda Guerra Mundial, aparece efetivamente como um gran-
de pensador do Brasil, que vai, de certa maneira, retomar aquela tradição de
Freyre, Caio Prado e Buarque de Holanda, junto com outros pensadores
que também se dedicaram a olhar o Brasil, escutá-lo e, em grande medida,
oferecer alternativas.
Lembraria um deles que, talvez, tenha ficado muito discreto naquele
momento, Raymundo Faoro. Lembraria evidentemente todos os pensado-
res do ISEB, dentre os quais temos aqui um dos seus grandes representan-
tes, o professor Jaguaribe, e também o movimento que começava a desen-
cadear-se na Universidade de São Paulo entre sociólogos e historiadores.
Curiosamente, temos, naquele período também, enorme efervescência
social, quando os limites do nacional-desenvolvimentismo convidava con-
cretamente a busca de alternativas. Não é por acaso que, neste momento,
temos um renascimento do teatro brasileiro, o cinema novo, aparecendo
com grande força, toda a música popular brasileira, que é redimensionada,
um movimento também expressivo nas artes visuais, sendo que este não foi
imediatamente sufocado pela resposta conservadora de 1964, quando os
militares tomaram o poder.
É interessante observar um pouco sobre que realidade se detém o pen-
samento de Celso Furtado naquele momento. Falei de uma das crises do
projeto nacional-desenvolvimentista e seria importante tentar pensar o que
foi essa crise e que lições podemos tirar para pensar posteriormente a evo-
lução dessa problemática. O nacional-desenvolvimentismo no Brasil tem,
grosso modo, uma cronologia que vai de 1930 a 1980. Está evidentemente
ligado, e seria muito complexo fazer uma reconstituição detida de sua im-
Mesa 3. Projetos nacionais de desenvolvimento 147
plementação, à ruptura de 1929, e corresponde a uma forte intervenção do
Estado na economia brasileira.
Durante esses cinqüenta anos em vigência do nacional-desenvolvimen-
tismo, tivemos um crescimento excepcional da economia brasileira, um cres-
cimento que se aproxima de 7% ao ano, como média, 6,7%, e que configu-
ra, em um longo período, fenômeno mais ou menos semelhante ao que
admiramos hoje na China ou em outros países do mundo. Esse crescimen-
to, no entanto, foi acompanhado, no final do seu processo, de problemas
sobre os quais não podemos deixar de nos pronunciar.
Em primeiro lugar, foi um processo fortemente concentrador de ren-
da, concentrador de poder, na medida em que mais da metade dessas cinco
décadas passamos sob o regime de exceção ou de democracia mitigada.
Foi um período no qual tivemos vários momentos de instabilidade macro-
econômica, justamente sobre os quais – no final dos anos 50 e começo dos
anos 60 – detiveram-se o pensamento e ação de Celso Furtado.
Lembremos que Celso não foi somente um intelectual, mas que partici-
pou diretamente de grandes momentos da política brasileira. Ofereceu no
começo dos anos 60, durante a crise do governo Goulart, algumas alterna-
tivas que buscavam articular questões difíceis de serem combinadas, como,
de um lado, garantir as reformas sociais – é o momento no qual as refor-
mas de base aparecem como uma das respostas à crise do nacional-
desenvolvimentismo –, e, de outro, que essas reformas pudessem se dar
num marco de estancamento da economia brasileira, o que começava a se
tornar evidente. Portanto, que elas permitissem a retomada do crescimento
e, ao mesmo tempo, fossem compatíveis com um equilíbrio macroeconô-
mico, como aparece nas polêmicas propostas que ele havia trazido quando
da formulação do seu Plano Trienal.
Esses debates, de certa maneira, foram interrompidos pelo golpe de
Estado de 1964. Poder-se-ia fazer toda uma série de considerações – que
não me parece o caso de aprofundar, mas que vale a pena mencionar –
porque o golpe parecia fortemente associado a um movimento de retro-
cesso ao pré-1930, como se aqueles que defendiam que o Brasil não tives-
sem vocação industrial, como se aqueles que tivessem vencido a batalha de
idéias fossem impor um movimento regressivo a uma economia de caráter
primário-exportador.
148 CADERNOS DO DESENVOLVIMENTO
Esse movimento foi tão forte no primeiro momento que o próprio
Celso sucumbiu um pouco à ilusão de que iríamos viver um processo –
ele dizia – de “pastorização da economia brasileira”. Ora, em realidade, o
que tivemos foi um ajuste de caráter liberal muito forte nos dois, três
primeiros anos do governo e, posteriormente, uma retomada, em condi-
ções políticas e internacionais distintas do projeto nacional-desenvolvi-
mentista que veio se manifestar, sobretudo, no marco dos anos 70, com o
chamado milagre brasileiro.
No final dos anos 70 e começo dos anos 80, no entanto, assistimos aos
limites desse projeto. Os limites estavam dados não só por fatores de natu-
reza interna, mas sobretudo pelas mudanças do contexto econômico inter-
nacional que já se faziam sentir ainda que não totalmente explicitadas.
Entramos, então, em um período – os anos 80 e 90, em certa medida,
também o começo do novo século –, no qual a economia brasileira perdeu
seu rumo e a noção mesmo de projeto nacional deixou de ter a importância
do passado. Nos anos 80, porque foram tempos de enorme de disputa: o
declínio do nacional-desenvolvimentismo não é imediatamente sucedido
pelo ascenso do projeto neoliberal – que em outros países já tinha impor-
tância e exercia um pouco de atração sobre nossas elites. Mas sobretudo
porque naquele momento tivemos uma extraordinária emergência da socie-
dade civil. Tivemos, pela primeira vez, talvez, uma década de grandes mo-
bilizações da sociedade e, sobretudo, a presença maciça das classes subalter-
nas, muito mais do que no começo dos anos 60, que impediram, em grande
medida, que o modelo neoliberal fosse implantado com a rapidez que mui-
tos desejavam e pensavam ser possível fazê-lo.
No entanto, é interessante observar que, se nos debruçarmos sobre os
debates daquele momento, veremos que há uma espécie de desconstrução
da grande e clássica discussão que se havia travado no Brasil nas décadas
precedentes a despeito de circunstâncias históricas mais difíceis. Por quê?
Porque há a relevância de duas questões que, no passado, não tiveram a
importância necessária: a questão social, por um lado, e a questão democrá-
tica por outro lado, na medida em que os temas sociais, de desigualdade e
concentração de renda ganham uma importância no final dos anos 70 e 80
que ainda não haviam tido no debate político brasileiro. É compreensível
Mesa 3. Projetos nacionais de desenvolvimento 149
que, depois de vinte anos de ditadura militar, as questões democráticas te-
nham passado a ocupar um lugar importante.
No entanto, naquele momento e, sobretudo, do ponto de vista das for-
ças de esquerda – falo em forças de esquerda lato sensu –, houve enorme
subestimação daquilo que poderíamos chamar de questão nacional. Isso nos
impediu de construir uma resposta alternativa a um neoliberalismo vicejante e
ascendente e que se beneficiava sobretudo de um contexto internacional des-
favorável ao pensamento de esquerda, exemplificado pelas mudanças ocorri-
das na Europa central e, em particular, com o fim da União Soviética.
Nesse momento, ficamos enormemente desguarnecidos para esse tipo
de discussão, de tal maneira que, nos anos 1990, quando efetivamente a
proposta neoliberal ganhou força no Brasil, em um primeiro momento,
com o atabalhoado governo Collor e depois, de forma mais consiste e
sistemática, no governo Fernando Henrique, a postura daqueles que pode-
mos chamar de esquerda desenvolvimentista foi defensiva e muitas vezes
nos impediu de construir uma resposta mais consistente, ainda que eu acre-
dite que avanços importantes tenham sido feitos nessa direção.
São de grande importância discussões como a que estamos travando
aqui e outras que estão sendo feitas no Brasil porque elas nos permitem, em
primeiro lugar, retomar uma herança intelectual e política – aquela que nos
legou Celso Furtado e tantos outros – e, em segundo lugar, porque nos
permite projetar, num mundo completamente diferente do passado, os ver-
dadeiros problemas para se ter um projeto nacional de desenvolvimento.
Este, em primeiro lugar, tem de se afirmar como uma necessidade.
Lembremos que até pouco isso era considerado uma impertinência intelec-
tual, um arcaísmo político, não só o projeto em si, mas inclusive seus ele-
mentos constituintes, como políticas industriais, agrárias. Um eminente eco-
nomista dizia que a melhor política industrial era a ausência de política in-
dustrial. Imagino que o Brasil não deva ter sido original nisso. Provavelmen-
te, em todos os países da América Latina houve energúmenos da mesma
estatura que defenderam posições semelhantes.
Diante disso, essa discussão é efetivamente de relevância. Creio que
devemos fazê-la com os olhos postos no passado e no futuro, entendendo
que as dificuldades desse debruçar-se criticamente sobre o passado e dessa
150 CADERNOS DO DESENVOLVIMENTO
projeção sobre o futuro configuram período de transição pelo qual esta-
mos passando.
Examinando criticamente essa herança do período anterior e analisan-
do os desafios que temos pela frente, parece-me que estamos diante de,
pelo menos, seis grandes questões que devem ser pensadas para definirmos
os elementos de projeto nacional de desenvolvimento.
Em primeiro lugar, penso que, depois de 25 anos de estagnação ou
crescimento medíocre da economia brasileira, estamos confrontados com
o desafio de abrirmos um ciclo de crescimento acelerado e qualificado.
Qualificado no sentido de que muitas intervenções aqui expressaram, isto é,
que devemos assumir concretamente as mudanças tecnológicas pelas quais
o mundo passou e que são fundamentais para que nossas economias te-
nham condições não só de competitividade internacional, mas de dar res-
postas aos desafios internos. Crescimento acelerado porque, depois desse
período de estagnação e de crescimento medíocre, criou-se uma defasagem
da estrutura do sistema produtivo, com o aprofundamento das desigualda-
des, e não temos condições de pensar em soluções mitigadas, mesmo que
elas possam ser escalonadas em um período de uma ou duas décadas. Pode-
se entender que, em um primeiro momento, por razões próprias a um pe-
ríodo de transição, esse crescimento tenha um ritmo mais controlado, mais
moderado, mas ele deve apontar fundamentalmente para um processo de
aceleração.
Em segundo lugar, penso que esse crescimento deve ser distinto do
que foi no passado. Isso está muito ligado a um tema que apareceu aqui em
várias intervenções, sobretudo nas dos meus companheiros mexicano e ar-
gentino, que é a valorização do mercado interno. A valorização do mercado
interno significa uma política de distribuição de renda que não é simples-
mente função do crescimento, mas é causa do crescimento. Há que inverter
aquela metáfora tão popular no Brasil, de que “o bolo primeiro precisaria
crescer para distribuir depois”. Hoje temos certeza de que um novo mode-
lo de desenvolvimento implica, como um dos fatores de crescimento do
bolo, a sua distribuição prévia, se é que essa inversão me é permitida fazer.
Em terceiro lugar, necessitaremos – olhando para o passado –, que
esse crescimento não seja episódico, de curta duração e que não seja pos-
teriormente comprometido por desequilíbrios de natureza macroeconô-
Mesa 3. Projetos nacionais de desenvolvimento 151
mica, como foi em vários momentos do período nacional-desenvolvi-
mentista. Portanto a estabilidade fiscal, o equilíbrio macroeconômico, sem
dúvida nenhuma, são elementos importantes, e não acredito que devamos
deixar essa bandeira para a direita conservadora; devemos reivindicá-la
ainda que saibamos que é extremamente complexo administrar esses três
primeiros fatores.
O quarto elemento, sobre o qual se poderia dizer muito também, é a
necessidade da redução da vulnerabilidade externa da economia. Isso não
significa que vamos ingressar na tentação, na sedução autárquica, mas que
nós, em um mundo globalizado, onde os componentes de interdependên-
cia são muito fortes, devemos ter presente a necessidade de sermos mais
donos da nossa capacidade de decisão.
O quinto elemento, que me parece essencial e que também contrasta
com nossos anteriores projetos nacionais de desenvolvimento é que toda
essa mudança na economia deve se dar em um marco não só de preserva-
ção, mas de expansão e de aprofundamento da democracia. Isso significa
enfrentarmos algumas questões que, a meu juízo, são de fundamental im-
portância para o nosso país. Nós temos, pelo menos, duas grandes agendas
democráticas a cumprir, além daquelas dos direitos humanos, do aprofun-
damento da cidadania. Eu diria que as duas grandes agendas são, em pri-
meiro lugar, reformas institucionais que ainda não foram feitas. Nós muitas
vezes acreditamos que o simples fato de termos saído de um regime ditato-
rial em 1985 significou a conquista da democracia institucional, o que não é
verdade. Os recentes acontecimentos do país nos mostram, por exemplo,
no âmbito da reforma política institucional quanto há que ser percorrido.
As questões atinentes à reforma do Estado também são de enorme impor-
tância, mas eu diria que há um outro aspecto da agenda democrática, que é
justamente da expansão e constituição de um espaço público no país. Nós
lutamos e aprendemos muitas vezes com grande dificuldade o que signifi-
cava um estado de direito. Muitas vezes, a esquerda tinha um certo despre-
zo pela noção de estado de direito, porque considerava que era uma noção
da democracia burguesa. Aprendemos que não era assim, que um estado de
direito é importante, mas nós queremos também um estado de direitos,
porque o estado de direito aprisionado na concepção liberal clássica é um
estado paralisado, é um estado no qual as instituições não podem ser altera-
152 CADERNOS DO DESENVOLVIMENTO
das pelo acionar da sociedade e pelas manifestações da representação da
sociedade no próprio aparelho de Estado.
Eu diria que esse tema democrático é um tema de enorme importân-
cia. Evidentemente, ele introduz uma complexidade muito maior na gestão
da economia, mas ele é um elemento imprescindível.
Finalmente – talvez essa tenha sido uma descoberta mais recente, mas
que me parece de grande importância – não podemos mais pensar em um
projeto nacional de desenvolvimento sem pensar no nosso entorno conti-
nental. Isso é, o Projeto Nacional de Desenvolvimento é um projeto que
tem que dar um espaço extraordinário para a integração nacional. Aí eu
diria que, na conjuntura em que estamos vivendo, esse tema ganha uma
importância muito grande. Pois a integração, entre outras coisas, ganhou
complexidade, uma sofisticação muito maior. Até bem pouco tempo, a
integração para nós parecia quase que resumir-se ao projeto do Mercosul.
O projeto do Mercosul é um projeto de grande importância, que a despeito
das suas vicissitudes tem avançado. Ele esteve centrado, durante longo tem-
po, na questão comercial, mas, por centrar-se exclusivamente na questão
comercial, ele não dá conta das novas questões que estão colocadas na or-
dem do dia. Nós precisamos de mais do que uma integração comercial,
precisamos ter uma integração de natureza econômica mais profunda, que
nos permita articular cadeias produtivas, que nos permita criar um ambien-
te de respeito das assimetrias das economias, não podemos querer repro-
duzir na América do Sul aquilo que criticamos que outros querem fazer
conosco em escala global. Temos que pensar em uma integração de nature-
za social, construir instituições políticas, que permitam o debate e a regula-
ção desses processos de integração econômica e uma compatibilidade maior
de políticas culturais e de políticas científico-tecnológicas.
Diante dessa complexa realidade e das dificuldades que temos de es-
truturar uma política comercial comum na região – pensemos que nessa
região temos quatro sistemas comerciais distintos: o Mercosul, a Comuni-
dade Andina, os países do Caribe e o Chile – é difícil imaginar que, em um
espaço curto, teríamos a possibilidade de homogeneizar esses quatro regi-
mes de produção.
No entanto, nós sim podemos homogeneizar outros aspectos que tal-
vez até sejam muito mais importantes do que aqueles comerciais propria-
Mesa 3. Projetos nacionais de desenvolvimento 153
mente ditos. Penso que, entre outras questões, estamos hoje em dia colo-
cados com grandes desafios no que diz respeito à nossa integração da
economia, eu mencionava aqui as questões de integração produtiva, mas
também as resoluções de alguns problemas que nos atingem hoje global-
mente, para os quais dificilmente teremos soluções nacionais, como são
os problemas de infra-estrutura viária e como são os problemas de infra-
estrutura energética. Muito temos dito – com uma certa freqüência, para
usarmos uma boa analogia – que a infra-estrutura viária e a infra-estrutura
energética poderão representar para a construção de uma América do Sul
unificada hoje o mesmo papel que o carvão e o aço tiveram na constru-
ção do mercado comum europeu, que depois viria a ser a comunidade e
hoje é União Européia. Diria que nesse processo de integração, no que diz
respeito ao Mercosul, há sem dúvida um traço de grande importância que
é a nossa aliança estratégica com a Argentina. Por quê? Porque a Argentina
é um grande país, que tem uma estrutura produtiva semelhante à nossa,
que foi fortemente abalada, não só pelo período liberal mais clássico do
Martinez de Hoz, mas depois pelo período neoliberal e que no entanto
manteve de qualquer maneira uma capacidade de resistência não só social
e política, extraordinária a forma pela qual a Argentina se reconstruiu
depois desta enorme crise que passou, mas porque dispõe de um poten-
cial produtivo importante.
Então, a idéia de uma Argentina diferenciada, inferiorizada em relação
ao Brasil, é uma idéia péssima. Temos sempre insistido nisso, não há ne-
nhum interesse que uma fábrica feche em Córdoba e se desloque para o
Brasil. Pelo contrário, o melhor trunfo para a economia brasileira é uma
Argentina fortemente industrializada. Outros países da região por uma série
de razões, não têm esse tipo de aspiração. A Argentina tem e pode tê-la, e
convém ao Brasil efetivamente que a Argentina seja um país fortemente
industrializado e que dessa associação que pudemos também fazer com
outros países da região decorra não só uma melhoria extraordinária das
condições de vida para as nossas sociedades nacionais; por isso que projeto
regional e projeto nacional se articulam, mas sobretudo que isso nos permi-
ta uma inserção internacional maior, mais competitiva, mais soberana e
portanto que venhamos a reforçar este aspecto de soberania que é insepará-
vel de todo projeto nacional de desenvolvimento.
154 CADERNOS DO DESENVOLVIMENTO
Então, não sei até que ponto se pode fazer uma extrapolação do pen-
samento de Celso Furtado na direção em que eu procurei conduzir essas
breves e precárias observações sobre o que me parecem ser hoje elementos
importantes para um projeto nacional de desenvolvimento, mas estou cons-
ciente e tranqüilo de que não devo ter usurpado o seu pensamento. Porque
o Celso sempre foi um homem debruçado sobre esses paradoxos do de-
senvolvimento. Ele não os refugou. Pensou como se combina crescimento
com distribuição de renda, como isso se dá em um marco de equilíbrio
fiscal e, sobretudo, foi alguém que teve um olhar extremamente atento para
a América Latina. Ele escreveu sobre a América Latina inúmeras obras, não
só porque tinha pelo tema um interesse intelectual; tinha capacidade de dar
consistência à sua reflexão, e também o fez porque era um homem de pen-
samento e ação. E por isso é muito justa esta homenagem que fazemos a
um intelectual exemplar e, sem dúvida nenhuma, um intelectual que vai ilu-
minar nossa reflexão e oxalá nossa ação no futuro do país e da região.
Obrigado.
COORDENADOR – Queria agradecer a sempre competente intervenção
de Marco Aurélio Garcia, que está hoje à frente da política externa, colabo-
rando com os quadros extremamente preparados da diplomacia brasileira.
Marco tem ajudado em especial o impulso à integração regional, nesses
projetos de integração de infra-estrutura, de busca de acordos comerciais,
fortalecimento e ampliação do Mercosul, estratégia de articulação de todas
essas forças, com o resultado bastante consistente que tivemos ao longo
desse novo governo. E como ele já fez uma colocação mais conceitual, não
vou enveredar por esse caminho, mas vou me recolocar em minha condi-
ção de líder do governo. E, como dizia Churchill, o líder deve defender o
governo nos momentos bons, mas sobretudo nos momentos difíceis.
Como tenho a honra e o orgulho de servir a este governo, quero apre-
sentar, com base na intervenção que fiz ontem sobre a contribuição inesgo-
tável de Celso Furtado, algumas questões sobre o Projeto Nacional de De-
senvolvimento, ancorando minha intervenção na evolução dos principais
indicadores econômicos e sociais existentes hoje no país que estão sempre
disponíveis na minha página na Internet: www.mercadante.com.br. Atualizo es-
ses dados quase quinzenalmente. Portanto, quem quiser, a qualquer momen-
Mesa 3. Projetos nacionais de desenvolvimento 155
to, analisar os indicadores da economia e os indicadores sociais, sempre
com fontes oficiais, pode acessar o site. Como há um volume muito grande
de informações, vou sistematizar pelo menos alguns resultados que me pa-
recem muito expressivos e devem ser analisados.
Inicio a discussão do Projeto Nacional de Desenvolvimento com base
no pensamento de Celso Furtado, segundo alguns eixos centrais.
A primeira diretriz está evidenciada na seguinte frase de Celso Furtado:
“O subdesenvolvimento é um processo histórico autônomo e não uma
etapa pela qual tenham necessariamente passado as economias que já alcan-
çaram grau superior de desenvolvimento”. Ao analisar a questão do subde-
senvolvimento como um processo histórico autônomo, ele destaca o pa-
drão de financiamento. A partir daí, a superação da vulnerabilidade externa
era e continua sendo um dos maiores desafios daqueles que têm o compro-
misso de construir um projeto de desenvolvimento que promova a inser-
ção soberana da nação para que ela recupere seu destino, como também diz
Celso Furtado, e tenha uma dinâmica endógena de desenvolvimento.
A segunda diretriz fundamental do pensamento de Celso Furtado é
que a heterogeneidade estrutural é uma expressão e uma determinação do
subdesenvolvimento no Brasil. Portanto, a heterogeneidade social é resulta-
do e determinante dessa condição de subdesenvolvimento. Ele destaca essa
situação em muitas intervenções, sobretudo quando diz: “Dispor de recur-
sos para investir está longe de ser condição suficiente para preparar um
futuro melhor para a massa da população. Mas quando o projeto social
prioriza a efetiva melhora das condições de vida dessa população, o cresci-
mento se metamorfoseia em desenvolvimento”. E continua: “Somente uma
sociedade apoiada em uma economia desenvolvida com elevado grau de
homogeneidade social pode confiar na racionalidade dos mercados para
orientar seus investimentos estratégicos”. Sendo assim, os investimentos es-
tratégicos não podem ser feitos segundo apenas a lógica de mercado, sem
que se alcancem um grau de desenvolvimento e homogeneidade social.
A quarta diretriz que destaco se refere à mobilização da capacidade
coletiva de organização e participação da sociedade.
Quero apresentar alguns indicadores como balanço do que tem sido
possível fazer e identificar os maiores desafios que temos pela frente, em
156 CADERNOS DO DESENVOLVIMENTO
razão de uma estratégia construída para um governo que assumiu a nação e
o poder em uma correlação de força extremamente difícil, do ponto de
vista político, em especial no Parlamento, onde somos minoria e temos uma
margem de manobra para política de alianças relativamente pequena. Em
sessenta anos, apenas três governos eleitos democraticamente concluíram
seu mandato no país. Em regime presidencialista, com 39 partidos legais e
19 partidos com representação no Parlamento, as dificuldades são grandes.
Não existe uma bipolaridade estratégica entre dois grandes partidos, o que
mostra certa instabilidade política.
No nosso caso, a situação agravou-se por uma severa restrição cambial.
As reservas cambiais são extremamente escassas – em torno de US$14 bi-
lhões. Houve um cronograma de pagamento muito pesado no primeiro
ano de governo e uma taxa de câmbio totalmente desestabilizada, chegan-
do o dólar a R$ 4,00. Portanto, o primeiro desafio do governo era reduzir
a vulnerabilidade externa, superar essa restrição, sem o que não recuperarí-
amos a liberdade na política econômica.
Qual foi o resultado desse período? Uma relação de preços relativos
não tão favorável como em 1994 e 1998. Mas na pauta de exportações,
tivemos um grande êxito.
Esse resultado comercial nos permitiu sair de um déficit de transações
correntes que vínhamos acumulando desde 1994. Chegamos em 1998 a um
déficit anual de 33,4 bilhões de dólares de déficit de transações correntes.
Mas geramos um superávit de transações correntes, nesses três anos. Não é
necessariamente uma meta a médio e longo prazo, mas, no quadro de crise
cambial, foi muito importante o superávit de transações correntes na pers-
pectiva de reverter a vulnerabilidade estrutural e reduzirmos substancial-
mente a necessidade de financiamento externo da economia brasileira.
E mais: conseguimos esse superávit pagando antecipadamente o Fun-
do Monetário Internacional – US$ 5,5 bilhões –, inclusive deixando de ne-
cessitar mais aporte de recursos e, portanto, retiramos o Brasil da condição
em que nos encontrávamos, em relação ao Fundo.
(Procede-se à exibição de transparências.)
Apresento aqui o crescimento médio das exportações. Em 2004, tive-
mos um crescimento de 33,1% e, em 2005, de 33%. Em valores, 22%, em
Mesa 3. Projetos nacionais de desenvolvimento 157
2004, e 20% de crescimento em 2005, além de um índice de preços que
ajudou a manter essas exportações, dado que há uma queda do quantum em
relação a 2004 e 2005, especialmente na agricultura, em que tivemos uma
supersafra internacional, com o arroz, e nacional, com a soja, o milho e o
açúcar, que prejudicou bastante o nosso saldo comercial do agronegócio.
Um outro elemento importante é que estamos melhorando a qualidade
das nossas exportações, aumentando o valor agregado na pauta de expor-
tações. Estamos com 54,9% de produtos manufaturados e essa melhora da
qualidade é decorrente de uma mudança de eixo na nossa política externa.
Modificamos a política externa, diversificamos o nosso comércio, olhamos
mais para o Sul e nesse horizonte é que ampliamos mais expressivamente as
importações e melhoramos a qualidade das exportações.
Aqui está uma diversificação bastante grande das exportações. Os Es-
tados Unidos continuam sendo o maior parceiro comercial, mas com par-
ticipação bem inferior a que tínhamos até então, que chegou a ser 27% e
hoje está em 19,2%. A União Européia continua sendo um parceiro muito
importante, mas também com uma participação relativa menor. Em con-
trapartida, a ALADI vai para 21,5%. E diversificamos para vários países
importantes: África do Sul, Canadá, Coréia do Sul, Rússia, Japão, Oriente
Médio e China, que é um parceiro crescente e chegou a ser o terceiro par-
ceiro comercial, depois dos Estados Unidos e Argentina, mostrando que
essa diversificação de comércio trouxe um resultado muito positivo do
ponto de vista da relação comercial, especialmente no âmbito da América
do Sul. Entretanto, olhar para a África, para a Ásia e para o G-22 criou um
dinamismo comercial e novas possibilidades estratégicas para o comércio
externo do Brasil.
O próximo quadro mostra as taxas de produtos manufaturados, uma
evolução de valor e quantum. Temos, apesar de uma queda em relação ao
volume, a participação dos Estados Unidos caindo e o crescimento da parti-
cipação da ALADI, o que mostra a mudança do eixo de comércio exterior
que patrocinamos.
Tivemos também uma evolução das importações em um patamar bas-
tante significativo, bem abaixo das exportações. É só verificar o saldo co-
mercial, que, neste ano, está em US$ 42 bilhões, mas o crescimento também
158 CADERNOS DO DESENVOLVIMENTO
importante na pauta de bens de capital, o que demonstra que 20,8% das
nossas importações são bens de capital e 51,8%, bens intermediários. Nós
temos aí a evolução do comércio exterior. Estamos ampliando o grau de
abertura comercial do Brasil, o que confere mais estabilidade ao crescimen-
to a longo prazo e teve um papel muito importante nessa redução da nossa
vulnerabilidade externa.
Aqui há um balanço dos períodos. Só para ter uma idéia, as exporta-
ções, no período de 1995 a 1998, cresciam ao ritmo de 4,1% ao ano; de
1999 a 2002, 4,2%; durante o governo Lula, 26,5% nos dois primeiros anos
e 22,1% no ano de 2005. E as importações, 14,9%, 16,5% e 18%. Ou seja,
estamos com um elevadíssimo saldo comercial, mas com um patamar de
importações bastante elevado em relação ao período anterior. O que ala-
vancamos mesmo foram as exportações.
Ainda estamos com problema de preços relativos desfavoráveis do ponto
de vista do balanço comercial, especialmente no agronegócio, neste ano.
Agora, os investimentos externos diretos. Neste ano, o patamar deve
chegar a cerca de US$ 18 bilhões, inferior ao que tínhamos em 1998, 1999,
2000, mas mais de um terço desse investimento externo direto eram as
privatizações, era a desnacionalização da economia. Esse investimento ex-
terno direto é basicamente a ampliação de capacidade produtiva. Não tive-
mos nenhuma privatização durante o novo governo. Então, é um investi-
mento direto que traz mais qualidade, especialmente porque se deu, sobre-
tudo, no setor de serviços. Portanto, gera um passivo externo dolarizado,
sem a contrapartida da geração de divisas, e cria um desequilíbrio estrutural
do ponto de vista do balanço de pagamento e da dinâmica, e, sobretudo,
da organização das finanças públicas. Cai o volume mas melhora a qualida-
de do investimento direto externo. Mas se somarmos esse investimento
direto externo com o superávit comercial, vamos constatar que estamos
tendo uma entrada líquida de recursos por esses dois mecanismos da or-
dem de US$ 5 bilhões/mês. E esse é um fator que vai impactar, evidente-
mente, na taxa de câmbio e vai permitir recomposição das reservas cambiais
do Brasil.
Aqui temos as transferências líquidas de recursos para o exterior, que
crescem nesse período, principalmente remessa de lucro, pagamento de ju-
ros, pré-pagamento de dívidas. Todo o setor privado refinancia sua dívida
Mesa 3. Projetos nacionais de desenvolvimento 159
e há melhora no perfil do endividamento, mas há uma transferência líquida
superior à de anteriormente.
Não vou estender-me demais, porque são muitas informações. Quero
ater-me às mais importantes. Aqui há outro elemento importante, um indi-
cador de vulnerabilidade externa: a relação dívida líquida/PIB. Quando
chegamos ao governo, era de 40,4% o peso da dívida externa em relação ao
PIB e hoje está em torno de 17,9%. Estamos reduzindo o peso da dívida.
Quer dizer, a dívida cai, inclusive em valores absolutos, reduzindo, portan-
to, a vulnerabilidade externa nesse importante indicador.
Está aí a relação dívida externa líquida/exportações. Era de quase
396,7% o peso da dívida na relação com as exportações. Caiu para 110%.
Reduzimos em mais de um terço o peso da dívida com relação às exporta-
ções, que é a abertura comercial. E as exportações brasileiras, que, em 2002,
eram de US$ 60 bilhões, hoje estão chegando a quase US$ 120 bilhões.
Dobramos o volume de exportações nestes três anos, praticamente dobra-
mos o volume de exportações do Brasil, o que foi decisivo para o saldo
comercial e para a redução da vulnerabilidade externa.
Está aí a recomposição das reservas cambiais. Tínhamos reservas líqui-
das de US$ 14 bilhões, estamos com cerca de 44 bilhões e as reservas
brutas cresceram para quase US$ 60 bilhões. E o mais importante é que
pré-pagamos dívidas e melhoramos o perfil do setor privado e tiramos o
país do Fundo Monetário Internacional.
Temos um problema, que é a apreciação do câmbio. De um lado, há
esse fluxo de recursos que estão entrando pelo comercial e pelo investimen-
to direto e externo, mas é também decorrência da política monetária, de
um spread bancário extremamente elevado que acaba aprofundando esse
movimento. Se de um lado ajuda a deflacionar a economia rapidamente, de
outro, evidentemente, interfere no nível de atividades e no desempenho do
balanço comercial.
Este aqui é o índice de rentabilidade das exportações. Quer dizer, as
exportações continuam muito altas, mas com a apreciação do câmbio di-
minui a margem do setor exportador e essa é uma preocupação importante
quando se olha a médio e longo prazo o desempenho do setor exportador,
que foi muito importante na recuperação do crescimento econômico nesse
período.
160 CADERNOS DO DESENVOLVIMENTO
O risco país continua caindo. Está abaixo de 350 pontos. Melhoraram
muito as condições, as grandes empresas se financiaram internacionalmente
com custo de capital bem menor do que havia no passado, ajudando a
financiar projetos estruturantes.
Queria entrar agora no segundo ponto que me parece muito importan-
te. É inegável que houve uma mudança na política externa, na política de
comércio exterior, em um cenário favorável do comércio externo interna-
cional, e uma melhora muito significativa em termos de recomposição do
saldo comercial. As mais otimistas previsões jamais projetaram um cenário
como esse, e a recomposição de reservas melhora na relação de dívida/
PIB, portanto em uma redução de nossa vulnerabilidade externa. E, com
toda a turbulência política que o país tem atravessado nesses duzentos dias,
temos este lastro, esta âncora fundamental para inibir ataques especulativos
como o Brasil sofria recorrentemente ao longo dos últimos anos.
As contas públicas: conseguimos, a partir de 2002, importante redução
na dívida mobiliária federal, que é a dívida em poder do público. No go-
verno anterior, a dívida pública mobiliária federal foi de 16,8% do PIB
para 52,8% do PIB, no período em que foram privatizados 76 bilhões de
dólares e que a carga tributária aumentou de 26% do PIB para 35% do PIB.
Não há nenhum precedente histórico na nossa trajetória do endividamento,
sobretudo quando há um programa de privatizações dessa intensidade e
com um aumento dessa magnitude de carga tributária.
Fizemos um esforço fiscal muito pesado sem privatizar uma única
empresa e praticamente mantendo a carga tributária em um patamar eleva-
do. De qualquer forma, a política monetária deste ano volta a pressionar a
dívida mobiliária federal.
Houve uma melhora muito importante no perfil da dívida pública.
Desdolarizamos a dívida. E vêm aumentando significativamente os juros
pré-fixados. Há uma melhora no perfil da dívida também em relação a
prazos.
Está aqui a dívida pública global, que era 57,2% do PIB quando assu-
mimos e está em 51,4% do PIB. Há um imenso esforço de desvalorização
e de melhora no perfil da dívida e isso tem exigido um superávit primário
elevado que é objeto permanente do debate no país. Temos feito superá-
vits. A meta do governo é 4,25% mas, seguramente, será superior.
Mesa 3. Projetos nacionais de desenvolvimento 161
Está aqui a evolução da carga tributária, ela está estabilizada em um
patamar em torno de 35% e, este ano, com uma ligeira queda. É a previsão
que nós temos.
A carga tributária federal: nós assumimos com 16,3; 16,6; 17,1; 16,4%.
É um pouco a previsão de carga tributária. Nós fizemos uma importante
desoneração tributária este ano, sendo que a mais importante iniciativa foi
a medida provisória 255: são cerca de R$ 5 bilhões que estão sendo de-
volvidos, basicamente para investimentos em setores voltados à exporta-
ção, como o chamado PC conectado, que é um computador de preço
baixo, popular, para promover a inclusão digital, e na área da construção
civil, em que houve medidas importantes, como a desoneração da com-
pra da casa própria e uma série de estímulos para alavancar a construção
civil residencial.
Bom, isso aqui é um outro debate também, porque é a discussão sobre
o gasto com pessoal. Nós não tivemos, no primeiro ano, aumento de gasto
com pessoal, tivemos algum no segundo ano, mas sempre abaixo do que
herdamos em 2002. Quer dizer, há recuperação salarial do funcionalismo,
mas eliminamos a terceirização do serviço público. Foi aí que enxugamos o
gasto e abrimos concursos para melhorar a qualidade dos servidores per-
manentes do Estado brasileiro. Estão aí os dados agregados. Quando assu-
mimos, a folha de pagamento era de R$ 94,900 bilhões, estava em R$ 92,500
bilhões no final do ano passado.
Nível de atividades: nós tivemos, com a crise cambial, inflacionária e a
deterioração das finanças públicas que herdamos, um baixíssimo ritmo de
crescimento em 2003, praticamente um quadro de estagnação; o melhor
crescimento da década em 2004, 4,9% do PIB, e acho que em 2005 vamos
ter, neste terceiro trimestre, desaceleração do crescimento econômico, com
alguns indicadores de recuperação no último trimestre.
A receita tributária está crescendo neste último trimestre, e de uma for-
ma importante, por exemplo, nos últimos três meses, mas aí temos também
a unificação da Receita, a chamada Super-Receita. No caso da Previdência,
um aumento de 15,5% da receita e, no caso da receita global, 12,5%, nomi-
nal. Então há indicadores de melhora no nível de arrecadação e alguns indi-
cadores de energia que mostram certa recuperação no último trimestre.
162 CADERNOS DO DESENVOLVIMENTO
Mas, seguramente, o terceiro trimestre vai trazer uma trajetória de de-
saceleração. Podemos ter uma taxa de crescimento inferior, mais próxima
de 3 do que de 3,4%.
Queria chamar a atenção para o seguinte. Tivemos, no ano passado,
uma taxa de crescimento do setor de bens de capital de 19,7%. Especial-
mente na agricultura, a compra de máquinas, equipamento, a moderniza-
ção, o ganho de produtividade, com a seca e mais a queda de preços
internacional. Há uma queda importante do setor de bens de capital. Tam-
bém há desaceleração do nível de atividades, o setor de bens de consumo
duráveis ainda mantém um ritmo importante de crescimento, e o de bens
de consumo não duráveis também, com 5,6%, crescendo em relação ao
ano passado, e aqui liderado pela expansão do emprego e da massa de
salários – que está puxando um pouco esse segmento de bens de consu-
mo não duráveis, inclusive com deflação na cesta básica, algo que nós
tivemos durante cinco meses.
A agricultura brasileira teve uma trajetória espetacular ao longo dessas
décadas. De 1990 para cá, passamos de 57 milhões de toneladas para 123
milhões de toneladas, em 2003. Este ano houve uma pequena queda, resul-
tado da seca, que foi muito forte no Sul do país, e da queda de preços de
algumas commodities estratégicas, e uma descapitalização de alguns setores do
campo. Mas, de qualquer forma, o Brasil tende a ser um grande produtor
exportador nesse segmento, com um papel muito importante. São 17 mi-
lhões de empregos no agronegócio.
Quanto à produção de carne: somos o maior produtor mundial de
carne bovina e também estamos perto de ser o primeiro de carne de fran-
go, disputando sempre o primeiro e segundo lugar. A produção de carne
suína também vem crescendo de forma expressiva. Tivemos um foco de
febre aftosa que vai prejudicar durante três ou quatro meses, mas é algo já
superado.
Tivemos importante melhora na taxa de desemprego aberto, e princi-
palmente os dados do CAGED: nos oito anos do governo anterior, 750
mil empregos formais; no nosso governo, 3,6 milhões, em dois anos e dez
meses. Acho que essa é uma das coisas mais relevantes do ponto de vista da
melhora estrutural, quer dizer, do padrão de contratação e da formalização
do mercado de trabalho. Não só o crescimento, mas também a política do
Mesa 3. Projetos nacionais de desenvolvimento 163
Ministério do Trabalho de combate à informalidade, que teve um papel
importante nesse programa de geração de emprego. Temos agora uma lei
geral da micro e pequena empresa, e tenho me batido muito pela regula-
mentação da chamada pré-empresa. Poderíamos aí formalizar de 3 mi-
lhões a 5 milhões de pequenos empreendedores que sequer recolhem a
Previdência Social e que enfrentam uma série de dificuldades para consti-
tuir suas empresas. E essa é uma questão que poderia ter um belíssimo
impacto com a formalização do pequeno empreendedor. Estamos também
dobrando o piso da micro e da pequena empresa em relação ao estímulo
fiscal. Eram R$ 120 mil, para a micro, e R$ 1,2 milhão, para a pequena;
estamos expandindo agora para R$240 mil, e R$ 2,4 milhões, a partir do
ano que vem.
No ano passado, 80% das categorias tiveram um reajuste acima da
inflação; neste ano, 89% das categorias estão tendo reajuste acima da infla-
ção. O salário mínimo foi reajustado em 15%, e a inflação acumulada está
5,3%. Assim, aumenta o poder de compra especialmente da população de
baixa renda e há uma melhora importante na formalização do mercado de
trabalho, no nível de emprego, com repercussão no salário real e no poder
de compra.
Crédito: essa foi outra linha em que atuamos muito fortemente. Dado
que temos uma taxa básica de juros muito elevada, que é um problema
macroeconômico – a taxa Selic –, buscamos trabalhar na redução do spread
bancário, especialmente para a população de baixa renda. Foi um programa
de muito êxito, ampliamos em mais de R$ 22 bilhões o crédito consignado
em folha com taxas de juros bastante modestas em relação às praticadas
anteriormente.
Os desembolsos do BNDES para a indústria estão crescendo, o que é
um indicador importante.
Está aqui a emissão de debêntures, também crescendo exponencial-
mente, melhorando a capacidade de capital de giro.
Está aqui o crédito para financiamentos habitacionais, também uma
melhora de padrão.
A inflação: herdamos 12,5% de inflação, e o IGP-DM, que é índice
duro com um impacto no câmbio muito grande, projetava uma inflação de
164 CADERNOS DO DESENVOLVIMENTO
67%, e o IPCA, 27,5%. Fizemos um imenso esforço de deflação nesses
dois anos e dez meses. Do meu ponto de vista, em um ritmo muito forte e
em um prazo muito curto, e isso é um dos fatores que sobrecarrega a
política monetária e fiscal.
Quero registrar – está nos jornais de hoje – que defendo o regime de
metas, sempre defendi, acho que ele dá mais previsibilidade à política mo-
netária. Mas temos de discutir como deve ser esse sistema de metas de
inflação, qual é a meta, como gerir a política monetária em função do regi-
me de metas. Acho que é um instrumento que dá mais previsibilidade à
política monetária. E há vários modelos, mais duros, mais abertos. O Brasil
escolheu o sistema mais avançado em termos de transparência. O Banco
Central tem uma fórmula, tem ata, tem indicadores, é transparência absoluta.
De outro lado, as metas foram bastante ambiciosas ao longo desse período
recente.
A discussão é sobre o manejo do sistema de metas, é o debate sobre
qual o tamanho do superávit primário. Há uma discussão em relação à
gestão dos instrumentos de política monetária, mas vejo que são instrumen-
tos necessários na fase que estamos atravessando no Brasil.
Este gráfico demonstra o regime de metas desde que foi instalado, em
1999, até hoje. Este aqui é o sistema de bandas. Temos um sistema de esca-
pe no centro da meta. Tivemos o seguinte quadro de inflação – está lá no
canto: no primeiro ano, dentro do sistema de bandas, assim como no se-
gundo ano; no terceiro ano, já está fora; no quarto ano, totalmente fora, que
é a inflação de 2002. O nosso governo teve de rever o sistema de metas em
2003; em 2004, ficou dentro da banda, 7,6%; e, neste ano, seguramente, em
torno de 5,3%.
Tivemos aqui um debate muito duro, em que fui protagonista. Eu era
contra a fixação da meta de inflação em 4,5%. Eu defendia 5,5%. Achava
que ia pressionar muito a política monetária. Vamos fechar o ano com in-
flação de 5,5%. O Banco Central teve que, posteriormente, rever sua meta,
mas isso já tinha sobrecarregado em demasia a política monetária, desne-
cessariamente. Esse índice de 5,5% significa a terceira menor inflação na
história do Brasil do pós-guerra. Portanto, não é qualquer coisa. O ritmo de
deflação tem de ser compatível com o nível de atividade, que é objetivo
Mesa 3. Projetos nacionais de desenvolvimento 165
estratégico em um país como o nosso, para gerar emprego e produzir ri-
queza. Isso não significa que não devamos fazer esforço em termos de
deflação ou que tenhamos de aceitar um nível de inflação que possa, em
qualquer choque externo, voltar ao quadro, ainda mais em um país com a
cultura de inflação e com a inércia de inflação que tivemos.
O esforço de deflação é muito grande. O Chile fez um processo – e o
Álvaro conhece bem isto – de deflação que demorou oito anos para chegar
aos níveis que estamos atingindo, com sistema de metas. Na experiência
inglesa, é a mesma coisa, assim como em outras experiências internacionais.
No Brasil, estamos fazendo um ritmo de deflação muito forte, bem-sucedido
do ponto de vista da inflação, mas com algumas implicações do ponto de
vista do balanço de pagamentos e, sobretudo, do nível de atividade.
Está aí o resultado da inflação: IGP-M de 1,5%, a segunda menor taxa
da história. O IPCA, o IGP-DI e todos os indicadores fundamentais mos-
tram um êxito do ponto de vista do processo de deflação. E era também
um grande desafio da nossa discussão da transição: reduzir a vulnerabilida-
de externa, estabilizar a economia, que entrava num quadro de retomada da
inflação e da instabilidade, e recompor a capacidade financeira e de gestão
das finanças públicas para recuperar a capacidade de investimento. Esse
terceiro desafio – e também a capacidade de regulação – é o mais difícil.
Os problemas da política monetária, da taxa de juros e da dívida pública
que herdamos – não só o volume, como o perfil da dívida – geram uma
exigência de esforço econômico, social e político muito grande para desen-
dividar o Estado brasileiro.
Este é o debate que temos tido dentro do governo e na sociedade:
como manter uma trajetória da relação dívida/PIB compatível com o nível
de investimentos em termos de infra-estrutura que permita o crescimento
econômico moderado, que é o que podemos ter neste momento. O desen-
dividamento do Estado é condição fundamental para uma queda mais sig-
nificativa da taxa de juros e da carga tributária. A taxa de juros entra em
uma trajetória de queda com esse nível de inflação. Mas o líder do governo
não comenta.
A isso vou me ater, mas basicamente queria demonstrar o seguinte:
parte desse resultado, em termos de retomada de crescimento, melhora das
166 CADERNOS DO DESENVOLVIMENTO
contas externas, das finanças públicas, do padrão de financiamento, de re-
dução do custo para a população de baixa renda e das políticas sociais –
depois quero apresentar um resumo muito breve – deve-se a um esforço
legislativo muito grande, e é uma correlação de forças muito difícil para se
poder impulsionar reformas que são fundamentais e institucionais.
Temos uma reforma tributária que apresentamos na primeira semana
do governo. O Senado já votou o segundo turno e a Câmara não aprova a
reforma tributária, que é fundamental para simplificar e avançar na direção
do Imposto sobre Valor Adicionado a médio prazo, simplificação tributá-
ria, desburocratização.
Nessa reforma tributária há a constituição do Fundo de Desenvolvi-
mento Regional e há a regionalização dos investimentos, que era o debate
de ontem aqui. E ouvi discurso da oposição dizendo que se não obstruísse
a votação poderíamos ter concluído a reforma tributária e teríamos um
instrumento novo, que é o desenvolvimento regional e a regionalização do
orçamento federal. Há o mecanismo de aumentar o repasse dos recursos
para estados e municípios; existe uma desoneração da cesta básica, medica-
mentos e energia de baixa renda. Então, existem alguns elementos funda-
mentais para aprimorar a gestão das finanças públicas.
Temos a reforma do Judiciário, que estava há 14 anos no Congresso e
da qual concluímos a primeira etapa constitucional. Mas há toda uma legis-
lação infraconstitucional, porque é fundamental agilizar, sobretudo, a ques-
tão dos conflitos entre cidadãos e empresas que oneram muito os investi-
mentos e dão insegurança jurídica.
Temos a conclusão da reforma previdenciária. O principal esforço deste
governo para diminuir o déficit da Previdência, que é o tema central das
finanças públicas, do ponto de vista do fluxo, é a integração das receitas.
No Brasil são duas estruturas e queremos criar uma única estrutura, com
um único procedimento, cruzando informações com um único sistema in-
formatizado, e a oposição derrubou essa possibilidade no Senado Federal.
Estamos lutando e vamos reapresentar o projeto e reabrir esse debate,
porque só nos três meses em que integramos a Receita na Previdência a
receita administrada aumentou em 15,5%. O combate ao déficit passa pelo
combate à sonegação, e o combate à sonegação é a segurança para pode-
Mesa 3. Projetos nacionais de desenvolvimento 167
mos reduzir a carga tributária para os que pagam muito. Então, o avanço da
reforma tributária passa pelo combate à sonegação e por aprimorar a má-
quina fiscal.
Avançamos no marco regulatório do setor energético. Com isso esta-
mos conseguindo investimentos. Agora mesmo fizemos um leilão na parte
de transmissão e foi um êxito. É fundamental alavancar investimentos para
facilitar o ritmo de crescimento. Chegamos a ter um apagão porque priva-
tizamos sem um marco regulatório, o que gerou um desequilíbrio brutal
neste setor. Chegamos a ter uma crise energética devastadora do ponto de
vista do crescimento econômico naquela ocasião. E hoje temos um desafio
importante no marco regulatório.
O problema da crise política e a tática da oposição, de, por meio do
parlamento, fazer ataques frontais ao governo, tem dificultado o processo
legislativo, diminuído o ritmo e a qualidade na elaboração de um marco
institucional novo e regulatório fundamental para impulsionar esses investi-
mentos.
Em ciência e tecnologia, fizemos algumas inovações. O Álvaro acom-
panha bem esse segmento, que é um tema importante para um país como o
nosso. Criamos a Agência Brasileira de Desenvolvimento Industrial. Na área
de exportações, também, há uma série de medidas de desoneração. Há
estímulo à poupança de longo prazo. Fizemos um programa de PPP por-
que o Estado não tem condições de fazer os investimentos necessários.
A idéia é a da parceria com o setor privado. Estamos aí para concluir a
questão, que depende de uma legislação complementar.
Aqui está o crescimento do crédito para as micro e pequenas empresas,
são as micro finanças. Fizemos uma série de medidas para alavancar o cré-
dito. A regulamentação das micro e pequenas empresas vai alavancar o fi-
nanciamento desse segmento, que é uma forma de democratizar a produ-
ção de riqueza, de renda.
São números de contas simplificadas. Estamos fazendo um grande es-
forço de “bancarização” da população de baixa renda. Seis milhões de
pessoas que nunca tiveram conta bancária passaram a ter neste governo.
O Banco do Brasil e a Caixa Econômica Federal são instrumentos bem
simplificadores de acesso ao sistema financeiro, ao crédito.
168 CADERNOS DO DESENVOLVIMENTO
Está aqui o número de contas que tínhamos em 2004. Tínhamos 1,9
milhão. Estamos com 6 milhões de contas. São as contas simplificadas para
a população de baixa renda. Aqui está o microcrédito, está aumentando
significativamente. O número de contratos é de mais de 7,5 milhões. É uma
linha que já exige mais sofisticação. Você tem que ter um agente social de
crédito, uma análise, quer dizer, é mais delicado que a “bancarização”, mas
vem junto com a “bancarização”.
O crédito consignado em folha é um dos grandes êxitos. Não sei se a
Argentina e o Chile possuem. Criamos um mecanismo de crédito vinculado
ao pagamento. A garantia é a folha de pagamento. É um crédito direto.
Colocamos R$ 23 bilhões para aposentados, pensionistas e assalariados,
reduzindo o spread bancário, por meio de uma lei. Esse foi um dos grandes
choques de crédito que demos para o consumo popular. Esse mecanismo
reduziu o spread.
O crédito consignado em folha, vejam a velocidade com que se está
expandindo. Estamos chegando a quase R$ 24 bilhões. Foi um êxito muito
grande.
Sobre habitação e saneamento. Priorizamos o segmento até três salários
mínimos. Em 2002, eram 100 mil unidades. Estamos com 352 mil. Está
havendo uma inversão de prioridades quanto aos programas de habitação
popular.
Vamos comparar o governo Lula, 354 mil, com os oito anos de Fer-
nando Henrique: 234 mil. Só no governo Figueiredo tivemos um programa
de habitação popular superior à que temos no nosso governo. Recurso para
investimento em habitação: também estamos aumentando significativamente.
É um setor que gera muito emprego, especialmente para os segmentos menos
qualificados.
Subsídios para habitação popular de baixa renda. Estamos alavancan-
do. Aumentamos em quase cinco vezes o volume de recursos para esse
segmento.
Investimento em saneamento. Também está aí o crescimento no gover-
no Lula. E, agora, estamos indo para R$ 2,6 bilhões. Continua a trajetória
de aumentar o saneamento em infra-estrutura básica.
Mesa 3. Projetos nacionais de desenvolvimento 169
Desapropriações para a reforma agrária. Primeiro ano do governo, 4,5
milhões de hectares; segundo ano, 9 milhões de hectares. Encontramos o
Incra totalmente desaparelhado, contratamos 4 mil novos técnicos, melho-
ramos a capacidade jurídica e administrativa e começamos um programa
de assentamento, não só com mais área, mas valorizando também a quali-
dade dos assentamentos e aumentando os recursos para os assentados.
A qualidade do trabalho que vem sendo feito incomoda uma parte do
latifúndio improdutivo, pois é feito no sentido de se ter um Estado parcei-
ro, para desapropriar o latifúndio improdutivo e acelerar o programa de
assentamento e de valorização dos assentados. Aumentamos o repasse dos
recursos, por família, de R$ 8.100,00 para R$ 15.900,00, ou seja, dobramos
o valor dos recursos para os assentados.
Está aí o Pronaf, da agricultura familiar. Eram R$ 2,4 bilhões, em 2002;
hoje, são R$ 9 bilhões para financiar a agricultura familiar no Brasil. E esse é
outro instrumento fundamental para democratizar a renda e distribuir a capa-
cidade de produção agrícola no campo. Também regularizamos melhor.
Na área da educação, criamos um programa, o ProUni, com 400 mil
novas vagas, basicamente desonerando as instituições privadas de ensino.
Um incentivo fiscal, em contrapartida, com vagas para um concurso públi-
co cujo critério é desempenho e baixa renda. Estamos criando 400 mil
novas vagas, no ensino superior, e 31 novos campos universitários nas uni-
versidades federais. Há dez anos que não se criava uma vaga no ensino
público federal brasileiro. Estamos criando bolsas gratuitas e ampliando a
rede do setor público.
Apresentamos o projeto do FUNDEB, de complementação por parte
da União para o salário do ensino fundamental e da pré-escola, ou seja,
para a valorização salarial dos professores. Aumentamos, significativamen-
te, o repasse per capita para os alunos da escola pública da merenda escolar.
E estamos tentando implantar, agora, um sistema de avaliação do ensino,
porque a qualidade do ensino ainda é muito precária na rede pública, e a
valorização dos professores pelos programas de qualificação é o problema
estrutural mais grave do Brasil, especialmente na economia da inovação
complexa. Então essa questão do ensino é um problema estrutural, que
exige uma política de Estado, e não só de governo, e é um imenso desafio
para um país como o nosso.
170 CADERNOS DO DESENVOLVIMENTO
Do ponto de vista da alfabetização, fizemos o Brasil alfabetizado. Te-
mos mais de 3 milhões de adultos analfabetos, mas estamos reduzindo
significativamente o nível de analfabetismo no Brasil, que é um direito de
cidadania, uma demanda cidadã fundamental no século XXI.
Não vou falar dos outros programas, mas existe um que merece aten-
ção: o Bolsa Família, que atinge hoje 8 milhões de famílias.
Está aí o resumo dos programas de transferência de renda e de por-
centagem do PIB. Aumentamos os recursos para os programas de transfe-
rência de renda, R$ 44,9 bilhões, em 2004.
Quero mostrar o Bolsa Família. Aqui está a transferência para o Bolsa
Família, que era de 0,06% do PIB e está em 0,37. Em junho são R$ 918
bilhões.
Famílias atendidas: queremos chegar este ano a 8,7 milhões de famílias
atendidas, com remuneração complementar com a pré-condição de manter
o filho na escola. Estamos melhorando também o controle da freqüência
escolar.
Estão, ali, 66% das famílias que já têm a freqüência escolar acompanha-
da por parte do governo. Esse é o programa mais eficaz de combate à
pobreza no Brasil, e tem muito mais importância do que o salário mínimo.
Foi também um instrumento importante para os idosos, aposentados e pen-
sionistas. Todos os estudos demonstram que esse é o programa que atinge
os que menos têm, especialmente a população mais jovem que não tinha
um programa amplo de atendimento. O critério foi o município de menor
índice de desenvolvimento humano e é um programa de grande êxito, acho
que foi um dos grandes avanços desse governo, integrar e ampliar esse
programa.
Queria concluir mostrando o crescimento real do salário mínimo, o
crescimento do poder de compra do salário mínimo, a relação entre cesta
básica e salário mínimo. Essa é a razão de o governo ter uma âncora social
na população de baixa renda. São as conquistas concretas na disputa do
orçamento, são as prioridades de gastos sociais. Onde aumentou o gasto
deste governo? Na área social, nos programas de transferência de renda.
Não é gasto com pessoal, é gasto com gestão de pessoal, o gasto de custeio
que aumentou são os programas de transferência de renda.
Mesa 3. Projetos nacionais de desenvolvimento 171
Temos uma carência muito grande de infra-estrutura e uma pressão
muito grande da política monetária sobre a política fiscal, o que atrasa in-
vestimento de infra-estrutura e prejudica o crescimento, especialmente o
crescimento sustentável.
Então, melhorar a gestão dos recursos públicos com um choque de
gestão e buscar reduzir o custeio para melhorar o investimento e alavancar
o projeto de parceria público-privado, tudo isso já é um dos grandes desa-
fios para modificar essa agenda.
Por isso, quero aproveitar essa oportunidade para dizer que temos como
perspectiva histórica criar um grande mercado de consumo de massas, re-
duzir mais a vulnerabilidade externa, recompor a capacidade de financia-
mento, fazer programas de mudanças estruturais, como reforma agrária e
distribuição do crédito que são essenciais para diminuir a desigualdade e
combater a pobreza no Brasil. Os indicadores econômicos e sociais são
muitos consistentes. E ainda, melhoraram expressivamente todos os princi-
pais indicadores, especialmente quando comparados com os oito anos an-
teriores ou com a década anterior de adoção de políticas neoliberais. Esse
governo não privatizou, está tentando construir um novo marco regulató-
rio que precisa de sustentação legislativa, nem sempre fácil de ser construí-
da. Ele inverteu prioridades dos gastos sociais e focou parte desses recursos
escassos no combate à pobreza absoluta, de forma bastante eficiente. E os
indicadores de desempenho da economia de redução da inflação, melhoras
do pagamento nas contas públicas são absolutamente inquestionáveis, mas
isso não diminui os desafios, os problemas e as dificuldades políticas e
econômicas que nós temos pela frente.
Muito obrigado.