dias de frontera

5/24/2018 Dias de Frontera

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DAS DE FRONTERADavid de Ugarte


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Bosque, sol y libertadI. Irving

Irving apretcon fuerza el tablet contra las costillas.

Tena abierto un manual de urbanidad. Estabanervioso. Le sudaban las manos e intentaba repasar

las reglas de protocolo. Cuando entrara en la Sala de

Plenos la reina ya estara en pantalla. Todos los ojos

de la ciudad caeran sobre l. Desde cada casa, a

travs de cada pantalla, pequea o grande, sera por

un momento la estrella.

El xodo que sigui a la cada de Madrid haba

triplicado poblacin. Su mundo se haba hecho

denso y pequeo..

Llevaba su mejor traje de pao. Se haba duchado,baado y perfumado tres veces, pero el olor

persista. Los nervios.

Afortunadamente, ni la reina ni los vecinos podran

olerle. El pudor en el que haba sido educado le


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suba a las mejillas. Se haba maquillado

ligeramente para oscurecer la piel, pero an asse le

notaba. Desde nio hab

a sido uno de los m

s

plidos de la familia, como si en su ADN los

antepasados castellanos hubieran hecho un esfuerzo

inesperado por destacar tras generaciones de

negritud.

De nio haba soado mil veces con dejar NuSan1

mudarse a la capital, participar en los clubs polticos

y las tertulias. Fantaseaba con horizontes abiertos,con las muchachas refinadas de las series

interactivas. Se imaginaba galante cortejando a las

guapas que paseaban por las tardes sobre la cubierta

plstica y ajardinada de Madrid.

Haca menos de un ao la capital era todava su

destino. Odiaba el infinito bosque que era Castilla,

masa verde y densa apenas salpicada por pueblosaislados como el suyo. Del pas que enseaban en

los telecursos de bsica ya no quedaba nada ms

que eso: un gran bosque pinzado entre los vascos, la

1 Abreviatura de Nuevo Santo Domingo


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repblica islmica francesa y el Emirato de

Granada.

La espera se haca larga en las sillas leonesas,talladas a hacha, del vestidor. Mir al ujier que

guardaba la puerta. Le haban cambiado el viejo

uniforme siglo XX por un modelo casi medieval,

con calzas.

El ujier le anunci.

Irving se levantde la silla y se encamino hacia la

puerta. Sus padres se colocaron tras l estirados

como palos. El ujier abri la puerta. Mientras la

cruzaba tuvo la sensacin de entrar en un recinto

sagrado.


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II. Tareq

Disfrutaba conduciendo. Vaciaba de pensamientosla cabeza siguiendo el sonido del viento que giraba

dentro de las dos turbovelas de su deslizador. Senta

en los pies la amortiguacin manteniendo constante

la distancia entre la fibra de carbono y el suelo. Atravs de la estructura intua los cables de acero

rozando suavemente con el fuselaje. Los viejos

coches de vela como el suyo hacan fsicos los

procesos de clculo del ordenador de abordo. No

haba nada ms relajante, ms liberador, que

concentrarse en seguirlos.

Otros cades hubieran instalado una de esas nuevashaimas geodsicas o comprado y restaurado alguna

antigua venta abandonada de las que espigaban la

frontera, pero al le gustaba hacer el viaje. Cuandoel viento era constante el deslizador era como una

tijera que encuentra su camino en una sbana. Los

trapos, el destino, se convierten en lo menos

importante. El placer esten el recorrido.


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Le adelant un coche. Deba i r a ms de cien

kilmetros por hora. Uno de esos con bateras

elctricas de refuerzo. Protest

entre dientes como sile hubiera despertado

- Si quieren llegar antes por quno cogern el tren

El coche se coloc delante y empez a hacerleseales para que parase en la prxima rea de

descanso. Los dos vehculos fueron reduciendo

velocidad y finalmente pararon a unos metros uno

de otro. Tareq hizo una media sonrisa cuando viosalir sonriente a Mua colocndose el pelo. -Qu

guapa est- pens. La imagen de su mujer se fundi

por un instante con el recuerdo de la primera vez

que le haba visto, en la Universidad, diez aos

atrs. l empezaba el doctorado y Mua estaba en el

primer grupo al que haba dado clase.

- Saba que no pararas hasta Crdoba; Tenemos queir hacia el Norte, tienes que hacer un juicio en la

zona de frontera

- As, de repente? - sonri mientras le daba unbeso- sin documentacin ni alegatos, ni nada


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- Es tema poltico, un favor para los del Emirato.

Dejaremos tu deslizador en Jan y nos moveremos

consto, pasada Sierra Morena m

s nos vale teneralgo que no dependa del viento.

Oficialmente, los servicios comunes del Emirato

terminaban en Despeaperros. La mayora de los

grupos polticos y las comunas no tenan ningn

inters en proseguir la expansin. En la imaginacin

popular, animada por las series interactivas, los

castellanos eran poco menos que unos fanticosreprimidos, un peligro para la convivencia que haba

que mantener lo ms aislado posible.

Pero en realidad, de un modo sutil y espontneo, la

guerra continuaba. Siempre haba cuadrillas de

jovencitos con conocimientos y ganas suficientes

como para dedicar su tiempo casi en exclusiva a

incordiar las defensas castellanas.Y sobre todo, siempre haba inmigrantes con

hambre de espacio. El Emirato tena ya casi ochenta

millones de personas repartidas entre las antiguas

Andaluca, Algarve y Extremadura. Nadie estaba

por ceder terreno caro a sahelianos, filipinos,


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indonesios y caucsicos, por mucho que las

encuestas siguieran mostrando que ms del 80% de

la poblaci

n estaba por mantener abiertas lasfronteras. Los conatos de racismo -en especial con

sahelianos y asiticos- se reproducan cada vez con

ms frecuencia con la excusa del fanatismo

religioso de los recin llegados.

La guerra, difusa, sin efusiones de sangre y privada,

era en la frontera la vlvula de escape de las

tensiones del pas. Todos lo saban. Por eso elcinismo se haba convertido en poltica oficial.

Slo unos cuantos, agrupados en la Red Anexionista

como Tareq defendan la anexin legal de la tierra

de frontera. Eso significara que el Emirato debera

hacerse responsable de custodiar la frontera, parar la

expansin y evitar los desmanes. Los crticos les

afeaban que por se camino habra que acabarcerrando el pas, construyendo muros, verjas y

vallas que en la memoria colectiva se asociaban a la

intolerancia y el horror de los tiempos finales del

Reino de Espaa. Y los anexionistas lespreguntaban que cundo andaluces y magrebes,


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seguramente la zona de integracin econmica ms

rica del mundo, se decidiran a invertir en el

famlico Sahel y a

n m

s al Sur y dejar

an derebotar sus problemas contra sus vecinos del Norte.

- Hay una comunidad talando una barbaridad de

espacio. Nuevo Santo Domingo, un pueblito del

otro lado.

Un cartel les avisaba de que estaban llegando a

Despeaperros

- Es ilegal -respondiun poco molesto Tareq- segn

el Acta segunda de Consensos Universales la tala de

una masa boscosa mayor que dos quintas partes del

rea urbana conexa autorizara al Emirato adispersar la comuna e incluso a solicitar tropas a las

comunas andaluzas en caso de resistencia. No hay

razn para juicio, basta con la presentacin de fotos

autentificadas de satlite para que sea de aplicacininmediata.

- Ellos aducen que no, que ellos no han sobrepasado

el lmite legal, que hay una comuna autnoma noregistrada


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- Una comuna no registrada?

- Dicen que moriscos.

- Ja ja ja! Estos animales con tal de talar no saben

que excusa inventar, hace cien aos que no hay

blancos en esa zona, fueron los castellanos los que

nos los mandaron y ahora viven como reyes, dueosde la mitad de los balnearios del Algarve

El Emirato ha pactado con la comuna que seas

caddel caso. La comuna asegura ser pacfica,

asque los otros te propusieron tomndoles la

palabra y


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III. Raisa

Eran las cuatro de la maana. En mitad del bosque,junto a un arroyo, un chico negro y una chica blanca

de pelo azabache, ajustaban con sus tablets un

pequea emisora parablica oculta en la copa de un

lamo.

- Ya es la hora- dijo ella

- Espera un poco, puede que se retrasen en el

backup si damos la seal antes de tiempo nos

descubrirn

- stos? stos son peores que los neoyihadis,

hacen las cosas por ritual, ya sabes que no lesensean a pensar por si mismos. Conecto ya.

- ()

- Col!. Emitiendo protocolo de identificacin

- No cantes victoria

- Ya est. Han tragado, recibiendo el backup

- Vale, pongo en marcha el espejo y lo emito a

NuSan.


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- No se van a dar ni cuenta

Les haba llevado meses y el clculo de cientos de

rbitas y efectos atmosfricos encontrar el hueco enque el gap entre el satlite y los receptores de

NuSan les permitiera colarse en medio de la

comunicacin y hacerse con un backup casi

completo de novedades en la red global del mundo

libre.

Hasta ahora haban vivido de contrabandear a los

propios castellanos sus series interactivas de pago auna dcima parte de su precio GBC y especular en

Londres con la informacin bursatil que lograban

desencriptar. Ahora se planteaban algo ms.

La atencin del mundo estaba centrada en Madrid.

Las hordas de refugiados haban llegado, haca

apenas un mes, cuando un accidente al que ellos

mismos no eran ajenos, haba inutilizado suscontroles de acceso. Tardpoco en correrse la voz.

En una semana las columnas de refugiados eran de

salida y estaban formadas por la lite castellana.

Huan del contacto interracial en sus carromatos

elctricos cargados de imitaciones neovictorianas de


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oscuros muebles del siglo XIX. Al principio

destruan sus infraestructuras, a veces algn fantico

enloquecido se llevaba a alg

n refugiado pordelante. Pero a estas alturas un triste estoicismo se

haba apoderado ya de la mayora.

Esta vez eran muchos los que se haban atrincherado

en las azoteas, derribando los puentes

neovenecianos de metacrilato que las unan entre s,

dispuestos a defender su lugar al sol como fuera.

Sobre Madrid estaba el foco. La evacuaci

n seprometa correosa y centenares de millones de

personas lo seguan en directo como un grandioso

experimento qumico.

- Qu tal vas?- dijo la chica

- Estupendamente, veinte minutitos ms y habremos

acabado

- Tengo ganas de ponerme ya a trabajar en los datosAl poco estaban recogiendo antenas, tablets,

bateras y paneles solares en un carrito de ruedas.

Luego colocaron unos engarces de fibra ptica entre

el carrito y el eje de la rueda trasera de la bici de l,


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una especie de mountainbike elctrica con

esteroides, y se pusieron en marcha.

- Raisa, t crees que de verdad se marcharnaunque no lleguen refugiados?- pregunt el

muchacho. Llevaba una camiseta negra de algodn

y unos pantalones de camuflaje. Pedaleaba

ayudando al motor elctrico.

- Mira Kevin, sa es la apuesta. Si todo va bien, los

que vienen de Madrid estarn tan horrorizados que

ni se lo plantearn, recogeran otra vez sus paquetesy tirarn para el Norte. Si jugamos bien, el miedo al

contagio les harmarchar sin darles tiempo ni para

desmontar los sistemas energticos

Nunca faltaban refugiados con conocimientos

suficientes ni vecinos deseosos de dar una salida al

exceso poblacional. Pero ahora estaban todos

ocupados tendiendo sus paneles de pelculafotovoltaica en la superficie-azotea de Madrid. Y

por ahiban los clculos de Raisa.

Era medioda solar cuando llegaron al poblado: enel centro de una zona talada y apenas alisada, un


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cilindro transparente de unos ocho metros de

dimetro y cinco pisos de alto que terminaba en una

gran cpula recubierta de film fotovoltaico. Elresultado era una especie de monstruosa seta

radioactiva, una versin survivalista de un edificio

castellano con columnas y suelos de madera y

plstico acristalado fotosensible.

Alrededor del hongo artificial se apiaban bicis

elctricas, un par de velas tubulares desmontadas y

una turba de ni

os higinicamente desarrapados

bajo impermeables orgnicos de colores. Todos a

cubierto de la llovizna constante bajo el sombrero

artificial.

- Qutal la caza?

-Perfecta -dijo Raisa con una sonrisa


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IV. Peticin real

Irving vacilantes de protestar. Lo que hablaran yano era retransmitido, la reina se haba retirado y

estaba en modo vdeoaudiencia privada. Pero el

ministro principal del consejo impona y mucho, a

un recien investido Caballero del Mundo Libre:

- Excelencia, como usted sabe, el Acta Tercera de

Consensos Universales ordena el bloqueo

econmico e incluso permite la disolucin violentade cualquier comunidad que emplee la violencia

para asegurar sus fronteras los andaluses no

pasarn la oportunidad de hacerse con Castilla, slo

Nuevo Santo Domingo supone una superficie areade 8 km2, suficientes para montar una chimenea

solar con la que alimentar su crecimiento en la

costa.

- Pero como usted bien sabe, nuestras comunas en el

continente son legalmente urbanizaciones, espacios

privados habitados por sus accionistas. El estatuto

legal de los accesos es el de controles automticos

de entrada a grupos de oficinas e instalaciones


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empresariales. Un error no pasara de escndalo,

bien gestionado no tendra consecuencias para el

Imperio. Quedara restringido a su asentamiento

- Pero si se descubre y presionan, la comunidad se

disolvera

- Y qu perspectiva les aguarda ahora? Lo quehasta ahora hemos llamado guerra no es sino la

historia de una larga limpieza tnica. A largo plazo,

de seguir as, todos sabemos que el Imperio acabar

reducido a las islas. Entonces la ltima esperanzaresidir en mantenerlas aisladas por mar. Con 100

millones de personas hacinadas en ellas cunto

tiempo podremos mantener el orden y la cohesin

interna?

Irving call. Tena una sensacin contradictoria. No

era un exaltado, pero estaba de acuerdo con el

primer ministro: los consensos universalesconvertan al Imperio en la vctima del desarrollo de

los dems. El mundo era cada vez ms un pastiche

en vez de un mosaico de colores. La poltica

imperial en la pennsula durante las ltimas cuatro

dcadas, haba sido un intento contracorriente de


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compaginar la legalidad con el aislamiento tnico

autoinfligido. No era algo sangriento, aunque s

inevitablemente dramtico. Su estrategia a medioplazo, tal como haba defendido su padre, pasaba

por rodearse de masas arbreas lo ms densas

posibles e invocar la defensa de los bosques si

alguna comunidad de refugiados la talaba parainstalarse en sus proximidades.

En la prctica cerraban el paso a los emigrantes del

mismo modo que, en otros tiempos, los chalets decosta acaparaban playas: eliminando de facto

derechos de paso. Pero una vez los sistemas eran

hackeados y los tornos de entrada se caan, los

refugiados fluan solos y el espacio no construdoera pblico. Includas las azoteas, el recurso ms

valioso en un mundo que tomaba su energa del sol

y donde no se poda talar ni un triste arbusto.

A medio plazo todas las comunidades tnicas en

Castilla desapareceran. Como haba dicho el primer

ministro, la perspectiva real de Nuevo Santo

Domingo era, antes o despus, el exilio en las IslasBritnicas.


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Somos el ltimo pas culturalmente homogneo del

mundo y estamos en un momento crtico -retomel

ministro-. Contamos con usted Irving


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V. NuSan

La sombra de los pinos transgnicos se cerraba a supaso como una noche hmeda y fra. Sin dejar de

mirar a la carretera ni soltar el volante, Mua subi

la calefaccin y bajun par de dedos las ventanillas.

Tareq dio por comprendido. Sacuna cajita verdede la guantera. Extrajo un par de cigarrillos de ella,

encendi el primero y se lo puso a Mua en los

labios. Como un gesto reflejo, los labios de ella se

plisaron aspirando la primera calada con un suave

chasquido. Un breve e invisible geiser de angustia y

excitacin broten la espina dorsal de su marido.

Tareq volvia mirar al frente, bajun poco ms suventanilla y encendipara si el segundo.

- Ya casi estamos -dijo ella, exhalando el humo-

cuanto ms relajados lleguemos mejor

Al fondo, en la perspectiva del arco de los rboles,

se abra Nuevo Santo Domingo, NuSan. Una

gigantesca casita de chocolate hecha de vdrioorgnico y tejida con puentes venecianos de


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metacrilato entre los susurros peremnes de las

ramas.

Frente a los tornos del pueblo una especie debeefeter de camuflaje les hizo gestos para que

dejaran el coche en una plataforma.

- Simptico el gorrilla- dijo Tareq

La irona les permitidesahogar en risa la angustia.

No haca falta ver armas para percibir la tensin

bajo los gestos de los guardianes. Con el motor

todava ronroneando, el beefeter se acercy abrila

puerta del copiloto. Sin hacer ningn comentario

entregun anillo a Tareq y condujo a la pareja hacia

los tornos. A su espalda la plataforma engulla elvehculo en los subsuelos automatizados de la

ciudad.

El anillo abrilos tornos a su paso. Frente a ellos,

estirado y sin un atisbo de sonrisa, un jven

neovictoriano vestido de gala, tendi la mano

derecha

- cadTareq Undurruaga?

- Encantado


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-Irving Dolio, caballero del mundo libre y

gobernador de Nuevo Santo Domingo

Avanzaron en silencio por la calle principal. Portodos lados correteaban enjambres de nios. Los

salones de t haban retirado las cristaleras para

desbordar en terrazas a una pequea multitud de

madres vigilantes, estiradas y un poco sucias.

Llevaban escrito en la cara el cansancio vital del

refugiado. Unos meses antes tal vez paseaban con

sus sombrillas por los jardines areos de Madrid,ahora sus maletas se amontonaban en promiscuidad

en las plazas de NuSan. Mua se qued mirando

una de las pilas de equipajes.

- Somos una sociedad que slo conoce el robo

anecdticamente. Nos falta espacio, pero nadie teme

que otro coja lo que no es suyo- respondiIrving a

la pregunta implcita.- Dnde estn los hombres? - replicTareq

- En el bosque

- Talando?


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- No sea descorts mi cad, estn limpiando. Si no

limpisemos el bosque tendramos incencios

regularmente. El fuego sera un problema paraustedes y un peligro para nosotros.

No necesitaba decir ms. Era evidente que, aunque

el bosque entero ardiera, NuSan no sufrira daos

directos, pero las comunas cercanas veran la

oportunidad de expandirse y forzar la anexin.

Legalmente podran hacerlo invocando el derecho

de ingerencia recogido en los consensos universalesen casos de emergencia medioambiental. Nadie ms

interesado que NuSan en evitar problemas en el

bosque.


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VI. Mapa en seta

La ltima planta de la seta era muy parecida a unatorre de control. De hecho era una torre de control.

Slo que no segua aviones. Una de las paredes, de

tela digital orgnica recoga como puntos cada uno

de los rboles del bosque. Junto a la mayora deellos parpadeaba un pequeo nmero. En el centro,

como el sagrado de un laberinto, un crculo

representaba NuSan, una ciudad sitiada por su

propio bosque.

- Raisa, Leiste MacBeth?

- Los no castellanos tambin leemos literatura

universal, Kevin.

- Ya pensaba en la escena de Macbeth viendo

avanzar el bosque y entendiendo que la profeca de

las brujas esta punto de cumplirse.

Raisa sonri. La habitacin comenza llenarse de

gente que miraba silenciosamente el mapa. Media

docena de operadores tecleaban con la vista fija enel entelado.


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- Qucoo estn haciendo?

- Esta maana pareca una escuadra rutinaria de

limpieza. Algo con lo que entretener a losrefugiados.

- Pues parece que van en formacin. Estarn

jugando a soldaditos?- Esperemos que no -terciRaisa- Esttodo listo?

- Todo. La fiesta puede empezar cuando queramos -

asegurKevinPor el borde occidental del mapa aparecieron

nuevas manchas.

- Refugiados -avisuno de los operadores

- Dejaremos que lleguen, eso aumentar la

confusin y la sensacin de huida, a ver si mientras,

los aspirantes a soldaditos se cansan y vuelven paracenar antes de que anochezca.


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VII. Las cartas sobre la mesa

Los protocolos de presentacin hab

an sido tan

barrocos que sentarse en una rgida silla de madera

al lgubre gusto castellano resultun descanso. La

sala recordaba a un coro gtico, con las sillas de

madera tallada pegadas a las paredes rodeando untrono vacante.

A un lado de la habitacin Mua y Tareq, al otro

Irving ocupaba la posicin central rodeado de mediadocena de condes, barones y marqueses castellanos

del imperio. Mua se levant y reparti unas

carpetas entre ellos. Tareq abrifuego.

- En la carpeta pueden observar las fotos del satlite.

Un cuadrado perfecto de dos kilmetros de lado.

Evidentemente de origen humano y

evidentemente ms alldel lmite de tala permitidopara una urbanizacin privada como la suya.

- Hoy mismo hemos enviado una cuadrilla de

limpieza a explorar y limpiar el lugar. Ma

ana porla maana tendrun informe de nuestras pesquisas,

mi cadi.


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- No juegue conmigo, mi seor Dolio. Estamos aqu

para evitar un conflicto. Somos conscientes de las

dificultades por las que estn pasando y lastensiones internas que sin duda sufren. Tan slo

queremos contribuir a una solucin que parta del

respeto a los consensos universales. No se le oculta

sin duda que la situacin es delicada, por eso leruego la mxima sinceridad.

- Y mi sinceridad tiene, mi cad. La invasin de

Madrid nos ha enviado miles de refugiados.Tenemos que trabajar mucho para que una situacin

dramtica no se convierta en un problema

humanitario y no tenemos ningn inters en que se

convierta en un problema poltico. Nuestrapoblacin se ha triplicado en menos de un mes y de

repente aparece un espacio libre 4km2. Cree que

no nos resulta apetecible? Cree que no tenemos

que hacer un esfuerzo de disciplina social para no

ocuparlo? Esta noche llegaruna nueva columna de

refugiados. Estamos al lmite. Dormirn en la calle.

- Si se vean en necesidad de talar tenan que haberseguido el procedimiento legal


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- No talamos nosotros

- No talaron ustedes simplemente apareci

- Efectivamente

Tareq hizo una pausa. Mir a Mua que arque

sutilmente las cejas mientras se colocaba el pauelo.

La cabeza le vag. Mua llevaba el pauelo connaturalidad. En el Emirato la obligatoriedad para las

mujeres de cubrir su pelo era denunciado

rutinariamente como parte del barbarismo de

franceses y castellanos, los polos de la

intolerancia segn la feliz expresin del Emir.

Tareq mir a Irving. Tal vez no menta. Pero

ocultaba algo. Casi poda olerlo. Retom elinterrogatorio.

- Tiene alguna explicacin para lo sucedido?

- Si usted no me la da, mi cad, creo que sera

prudente esperar al informe de nuestros

exploradores.

- Ya se lo he dicho mi seor, no juegue conmigo.Tengo plenos poderes del Emirato. Y no pensamos


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permitir una violacin tan flagrante de los

consensos universales

- Consensos, dice? - intervino Washington, elpadre de Irving

- Consensos Universales - aseverTareq

- Quclase de consenso es ese que se mantiene tanslo bajo la amenaza constante de la fuerza? Qu

consenso permite que millones de personas sean

desplazadas de sus hogares sin mover un dedo y

plantea sin embargo unos pocos rboles talados

como un casus belli?- se aceler- Si ustedes tuvieran

la ms mnima preocupacin por los valores

universales, mi seor cadi, habra venido, comomnimo, para ofrecernos ayuda en la atencin a los

refugiados, no para amenazarnos amparndose en lo

que no puede ser ms que una provocacin

- Seores -comenz muy pausadamente Tareq- mi

tarea como cad, como juez, es defender los

consensos universales y slo a travs de ellos los

valores que representan. Todos estamospreocupados y dolidos por cuanto ha pasado en


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Madrid en estas semanas. Pero asmanlo. Los flujos

migratorios existen, la diversidad existe. Y si

ustedes no la temieran tanto, si aceptaran laconvivencia, ninguna oleada de recien llegados les

hara abandonar sus ciudades. Nadie les ha

amenazado. Nadie les ha agredido. No hay caso

legal en Madrid. Hay caso aqu- dijo acentuandoespecialmente la ltima slaba mientras levantaba la

foto del satlite con una mano y la golpeaba con la

otra

- Mi seor cad -terci Irving- ha de comprender

que la situacin es sumamente tensa. NuSan es una

de las ltimas ciudades del imperio fuera de las islas

britnicas. Hoy seran muchos los que se levantaranpara sustituir los tornos por una frontera en caso de

que las defensas cayeran. No queremos irnos. No

queremos provocaciones Y esa tala es una

provocacin

Asque era so- pensTareq. La tala tal vez no es

suya, pero estaban organizndose para evitar la

llegada de emigrantes. Los hombres no estabantalando, estaban entrenndose


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Mua le tendisu cuaderno electrnico. Una nota.

Los mozrabes. Una buena estrategia tal vez para

rebajar la tensi

n y reconducir la discusi

n sinrenunciar a seguir sondendoles.

- En sus alegaciones...

- En nuestra respuesta a las acusaciones delEmirato- interrumpiIrving

- En su respuesta -concediTareq- atribuan la tala

a grupos moriscos incontrolados. Tienen alguna

prueba? Nosotros no conocamos la existencia de

otra comuna distinta a la suya.

- Nuestros hombres han encontrado rastros. En una

ocasin incluso una bicicleta. Zonas de bosque queaparecan limpias cuando no tendran que estarlo.

Creemos que son moriscos aunque si pregunta en

la calle muchos le dirn que son emigrantes

preparndose para echarnos o agentes de las

comunas del Emirato ms cercanas Mi cad,

sabemos que no hemos sido nosotros, sabemos que

nuestra ciudad es codiciada tanto por lo que tiene


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como sobre todo, por lo que representa el resto,

es su trabajo.

- Si no nos ofrecen ninguna prueba material,ninguna sospecha razonable, no tendremos ms que

concluir que han sido ustedes el origen de esta

violacin de los consensos. Y he de advertirles: una

violacin de los consensos universales no se

soluciona con otra. Si pretenden crear una frontera,

evitar la difusin de la diversidad, el Emirato

actuaren consecuencia.

- Nosotros somos los defensores de la diversidad,

porque nosotros somos los que queremos vivir de un

modo difente -arranc Washington sin que su hijo

se inmutara-. Djennos en paz. Preocpense de sus

amigos franceses con sus impuestos

discriminatorios y su imposicin de fiestas

religiosas y rezos en las escuelasLe digo una cosa, mi cad, ese claro en el bosque,

aunque nos sera de gran utilidad, no ser tocado.

Pero tngalo claro. De aquno nos van a mover as

movilicen a todas sus comunas


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- Creo que deberamos concedernos un receso al

menos hasta maana si tienen donde

albergarnos - intervino Mua


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VIII. Bajo la torre seta

Todo listo?- pregunt

Raisa. Recibi

por respuestaun cabeceo general. Seran como mucho dos

centenares. Una docena de ellos daba cuerda con

una palanca de plstico a unas pequeas radios.

- Slo emitiris para dar noticia de que ocupis

vuestro puesto o si ocurre algo imprevisto. Es

importante que la secuencia se active con un ritmo

estable y que cada uno estis en vuesra posicin.Repasaremos el orden


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IX. Un paseo filosfico

Las azoteas de NuSan estaban salpicadas depequeas cpulas geodsicas de pelcula

fotosensible bajo las que apretujaban familias

enteras. Casi no quedaban jardines. Con todo era el

lugar ms discreto para que, tras la cena, Irving yTareq dieran un paseo a solas.

- Crea q los defensores de la hipocresa eran

ustedes.- De la hipocresa s, mi cadi, del cinismo no. Una

cosa es aceptar que entre los objetivos morales de

una comunidad y su prctica puede haber una cierta

distancia y callarla pdicamente prefiriendo

comportarse como si realmente sus mviles

fueran ms elevados y otra muy distinta utilizar las

grandes palabras para imponer el abuso de los msfuertes.

- Me parece una diferencia muy sutil.


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- No creo que a ellos se lo parezca, mi cad-dijo

Irving sealando teatralmente con la mano a la

columna de refugiados que llegaba por la carretera

Apoyados en el alfeizar de la azotea observaron en

silencio como medio centenar de diligentes

funcionarios de la ciudad descargaban uno a uno los

vehculos mientras un grupo de mujeres reciba a los

recien llegados con tazones de sopa caliente. A

pesar del formalismo victoriano de los castellanos,

muchos se arrodillaban tras pasar los tornos ybesaban el suelo. Otros lloraban sin recato

abrazndose a los familiares que les esperaban en la

NuSan.

Cuando prcticamente la recepcin estaba concluda

aparecio una columna de hombres por el camino.

- Ahviene nuestro informe -dijo Irving sonriendo

La tensin se haba rebajado claramente entre los

dos hombres. Irving mir su tablet y tras pedir

permiso con la mirada su interlocutor abri un

documento. Frunci el ceo y mir con cara desorpresa a Tareq.

N l N h d l l


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- No se lo va a creer. No han encontrado la tala

- Maana ir yo mismo, desde luego sera una

bendicin que hubiera sido un error del satlite osimplemente una impostura, un hackeo.

- Si a mi seor cadle parece poco preocupante que

alguien pueda modificar las imgenes de sat

lite asu antojo

Tareq no tuvo tiempo para responder. Una sirena

son por toda la ciudad. Como respuesta se

escucharon algunos gritos. Los hombres que

acababan de llegar formaron en la puerta.

- Bajemos -empeza decir Irving

Un gran estruendo les hizo mirar a la carretera de

nuevo. Desde el horizonte pareca que avanzaba un

ejrcito de gigantes.

- El bosque? El bosque se mueve? ()

- No, no se mueve es una tala, y est cerrando

toda la carretera

Y d l l T l d


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- Y todas las carreteras- completTareq sealando a

la gente que se agolpaba para mirar en las azoteas

del otro lado de la ciudad


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X. El fin de los consensos

El espectculo dur

apenas veinte minutos. Alterminar, slo quedaba un camino abierto, hacia el

Norte. Frente a la puerta Sur, la misma por la que

haban entrado Tareq y Mua los rboles cados se

extendan dibujando el rastro de una lombrizgigante hasta el horizonte. Eran casi las ocho y el

sol caa. Decenas de figuras empezaron a salir de la

selva y trepar por el promontorio.

Los hilos musicales de los edificios de NuSan

dejaron de emitir mensajes de calma e instrucciones

de emergencia. En su lugar se escuch una voz

femenina

No teman, si actan ordenadamente nada puede

pasar. Tenemos el control de sus comunicaciones,

sus ordenadores y sus tornos. Estamos dispuestos ahablar con sus representantes en la puerta Sur.

El mensaje se repitivarias veces mientras bajaban

apresuradamente por los ascensores. Al cruzar los

tornos Tareq se encontrcon Mua. Fue a darle un

beso pero ella volvila cara sealndole un cambio

i t t L b f t l li i d d l


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importante. Los beefeters y los limpiadores del

bosque estaban ahora en formacin llevando armas

arcaicas. Fusiles.

No haba tiempo para discutir con Irving. Una chica

blanca, con el pelo azul de puro negro bajaba desde

el promontorio de rboles talados y se paraba a una

distancia prudencial de donde estaban ellos.

Irving y Tareq se acercaron con paso firme.

- Quienes son ustedes?- dijo Irving con una voz de

bajo tenor que -pens Tareq- se haba cuidado de

endulzar en la reunin de la tarde

- Eso no les importa -cort Raisa- Hemos cerrado

todos los accesos excepto el de la puerta Norte. Sonlibres de marchar ordenadamente si aslo quieren y

dejarnos la ciudad. Han de saber sin embargo que

no pensamos ocuparla. Eso s, queremos esas armas

tan cuidadas que llevan sus soldaditos

- No les daremos las armas -son un recurso extremo

para nuestra defensa

S il l i t d t i T


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- Son ilegales y sern incautadas -terci Tareq,

Raisa e Irving sonrieron involuntariamente- la

situacin no dejaba de tener un punto absurdo.

- Representante del emirato?

- Ases: cadTareq Undurruaga

- Vaaaaya, un poltico famoso. Estbien. Asestnlas cosas. Pueden irse y dejarnos las armas o pueden

quedarse y dejrnoslas tambin. En ese caso

volveremos a dejar que sus tornos funcionen pero

los haremos caer tan pronto como ustedes pidan

ayuda al Emirato. Si se niegan podemos cercar la

ciudad. Los caminos estn y seguirn estando

cerrados, pero el mundo exterior recibirtan s

lo la

informacin tranquilizadora que les enviemos.

- Esto no puede quedar as-interrumpiTareq- es

una violacin brutal de todos los consensos

universales: interrupcin del flujo migratorio, uso

de armas por organizaciones privadas, violacin no

autorizada de las telecomunicaciones, tala

indiscriminada

Mi i d di R i i


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- Mire mi cad -respondi Raisa con una sonrisa

irnica- nosotros no creemos en verdades

universales como los castellanos. Y como pueden

observar a su alrededor tampoco hay ya consensos.

Al menos no universales. A no ser que nos detengan

a todos, incluidos estos seores desesperados que

ahora dudan si vagar en busca de un claro oquedarse para participar en el nuevo juego.

Y sinceramente, no creo que sus comunas, su

Emirato, se atreva a jugar a las guerrillas connosotros en un bosque del tamao de Blgica y

cuyos rboles son sagrados para ustedes

- Ya no hay consensos universales -repiti Irving

mirando a Raisa

- Ya no hay consensos. En su lugar hay fronteras, o

frontera, al menos una, pero de verdad. Somos

libres, podemos segregarnos, podernos irnos ypodemos seguir mezclndonos si es lo que

queremos. Hay un nuevo juego y tiene nuevas

reglas.

- Y ahora?

Ahora tendremos que aprender a hacer la guerra


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- Ahora tendremos que aprender a hacer la guerra,

respondiella


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Parbola de Ogulsapar


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I. La arenga

A Ogulsapar le gustaba retirarse a pensar en elTurkmenkoli. El nombre (literalmente el lago de

los hijos de la luz) haba sobrevivido en casi un

siglo al agua llevada un da por el mtico

Turkmenbashi. Una vez al ao nostlgicos,unionistas y folclricos venan aqu, a celebrar

viejas glorias y hacer discursos sobre un

Turkmenistan unido. Cientos de juglares recitaban

versos del Ruhnama saludando al cielo al acabar. En

vida del Turkmenbashi se haba lanzado un satlite

artificial con un ejemplar en el interior e

inexplicablemente segua ah

arriba, mucho despu

sde lo que los clculos fsicos le otorgaban, mientras

el pas fundado por el padre de todos los

turkmenos se despedazaba sediento en una

pesadilla tribal sin fin.

Ogulsapar se coloc en la cabecera de un largo

paseo formado por antiguas estatuas del gran lder.

A falta de pedestales algunas estaban


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A falta de pedestales, algunas estaban

semienterradas en el limo seco del lago.

- Nothing beside remains. Round the decay

Of that colossal wreck, boundless and bare

The lone and level sands stretch far away- Ques?- preguntMaisa que le segua un par de

pasos por detrs

- Ingls, un verso que me ense

aba mi padre

- Tu padre vivien el extranjero?

- No, pero le gustaban las lenguas muertas.

Aprendi con una versin del Ruhnama queconservaba mi abuelo.

- Entonces so era un verso del Ruhnama?

- No.

Saba que no deba preguntar ms. Cuando la

lideresa responda con un monoslabo la

conversaci

n deba darse por cerrada.

Ogulsapar se volvi Mir a sus huestes en silencio


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Ogulsapar se volvi. Mira sus huestes en silencio

unos segundos y cogilas riendas de su caballo de

manos de Maisa. Mont. Acarici el cuello de la

bestia inclinnose hacia delante en la montura. Sus

soldados crean que hablaba la lengua de los

animales, estos parecan obecederla incluso en

medio de la batalla.Se colocde pie sobre la montura. El caballo ni se

inmut. Al volverse de nuevo hacia sus jinetes el

viento echhacia atrs su pelo. Con un movimiento

de la mano sobre la cara dej caer la cinta que

sujetaba la melena. Con el sol a su espalda, el pelo

oscuro estallando al viento y la armadura de kevlar

cindole la cintura, pareca una heroina de losantiguos cmics de Richard Corben. La imagen que

haba compuesto no sera olvidada facilmente por

ninguno de ellos. Antes de que hablara ya deseaban

morir por ella.

- Hermanos, estamos en la tierra ms sagrada de

nuestra patria. En los mejores aos de la Edad de

Oro, el Turkmenbashi trajo hasta aquagua hastacubrir el horizonte. Canales subterrneos la llevaban

a las casas para asegurar que nadie sufriera sed


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a las casas para asegurar que nadie sufriera sed.

Todos habis crecido entre las historias de entonces.

Nuestros padres, nuestros abuelos siempre supieron

que volvera a haber un mar en el desierto, que una

avenida de rboles se abrira de nuevo paso hasta la

costa. No heredamos un pas, heredamos una

Historia y una esperanza. Pero sobre todoheredamos un vaco. El vaco de este lago, seco

como el alma de la patria que nos negaron.

A menos de un da de aquse levanta la ciudad de

los Bahi. Hasta ella se retiraron las aguas. La

riqueza que era de todos, la riqueza que era de los

turkmenos yace ahora debajo de sus casas, protegida

por sus murallas hermticas y disfrutada poraquellos a los que no importa el sufrimiento de

vuestros hijos, aquellos que viven a espaldas del

mundo a cuya costa beben.

Hoy, bajo el sol, bajo la palabra del Ruhmana,

quiero haceros una promesa: antes de 100 das la

ciudad de los Bahi estar abierta, sus murallas

caern y el agua volvera cubrir esta tierra. Antes

de cien das os conducir a la quinta era de los


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de cien das os conducir a la quinta era de los

turkmenos!

Un rugido surgide la multitud armada:

- Turk-men-wa-tan!! turk-men-wa-tan!! turk-men-

wa-tan!! turk-men-wa-tan!! turk-men-wa-tan!! turk-

men-wa-tan!! turk-men-wa-tan!!

II. El sitio

Realmente era hermosa. Desde la distancia un

espejismo ms que una muralla. Un inmenso libro

digital extendiendose sobre una cinta de material

plstico luminiscente a lo largo de una elipseperfecta de 34 kilmetros. Sin puertas ni

discontinuidades. Cerrada en si misma y mirando al

exterior. De cerca, podan verse los pxeles saltando

sin orden aparente. A veinte metros se lean ya laspalabras movindose, bailando de izquierda a

derecha.

Mutaba de color contnua e imperceptiblementepara mimetizarse en el desierto. Slo la palabra

quera destacar A medioda la cinta era albero roto


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quera destacar. A medioda la cinta era albero roto

por el negro abismal de las letras. De noche, se

inverta el juego y los mensajes parecan dibujados

por una obediente legin de fuegos fatuos.

Protegida por la gigantesca pantalla, una flor blanca

tejida en filamento fotovoltaico se abra y cerraba

siguiendo los ciclos solares. El conjunto llevabamonologando ms de un siglo en el erial que le

rodeaba.

Los textos largos nunca se repetan, aunque una vezal da, como un nico credo siempre idntico poda

leerse:

Actualmente la humanidad est

llegando a sumadurez. Esto es lo que hace posible la unificacin

de la familia humana y la construccin de una

sociedad pacfica global mediante el

establecimiento de una federacin mundial que llevea la eliminacin de los extremos de pobreza y

riqueza, asegure la educacin de todos y la plena

igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres.

En el centro del camino espiritual de la Humanidad


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En el centro del camino espiritual de la Humanidad

ha de estar el abandono de todas las formas de

prejuicio.

Buscamos el reconocimiento de la unidad y

relatividad de la verdad religiosa. Todas las

religiones son parte de un mensaje civilizador

divino a lo largo del tiempo, pero no pueden sertomadas como sistemas cerrados y absolutos. La

verdadera religin esten armona con la razn y la

bsqueda del conocimiento cientfico.

No es posible imponer la verdad religiosa, nuestras

normas no pueden ser impuestas a quienes no

piensen como nosotros, ni siquiera aceptamos hacer

proselitismo: Es la responsabilidad de cada persona,

bahai o no, buscar la verdad independientemente y

por si misma en todos los campos.

Ogulsapar haba mandado colocar entre elcampamento y la muralla un gran lienzo de tela de

saco para que sus hombres no se abstrayeran

leyendo los mensajes de la ciudad a destruir. Una

cancin de pastores aseguraba que si leas sin parar

de la muralla primero no comprendas, luego intuas


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de la muralla primero no comprendas, luego intuas

y finalmente enloquecas.

Semana tras semana fueron llegando al campamentodecenas de carretas tapadas y selladas.

Cuando ya haban cumplido noventa y nueve das

de sitio, a la madrugada, Ogulsapar di

una visera yun mapa a cada uno de sus jinetes. Deban tomar sus

posiciones sin mirar ni contaminarse a lo largo de la

pantalla. Slo podan mirar hacia el suelo.

A medioda, como una bacteria que fagocita a otra,

carros y guerreros formaban una envoltura perfecta

sobre la muralla parlante.

Cuando la flor se abri completamente, comoobedeciendo a una nica voz, los carros derramaron

su contenido formando una barricada amarillenta y

txica. Cambiando espadas por palas igualaron la

carga del veneno mientras las carretas volvan a ser

retiradas.

Al acabar la operacin Ogulsapar formde nuevo a

sus hombres en el campamento. Entre el silencio,

con un gesto, mand tirar la larga cortina de


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con un gesto, mand tirar la larga cortina de

separacin.

-Miradla!! Ya no hay peligro. Apenas durarunashoras. La muralla que habla pero no nos deja hablar

tiene las horas contadas. El recinto que protege, el

corazn de nuestra Tierra Sagrada volver a ser

nuestro maana. Podis ahora mirarla para contar avuestros hijos cmo era el insulto, el muro que

divida nuestra tierra. Maana, cuando ya slo sea

una ruina, el agua de su interior volvera regar los

campos y sus casas sern la primera capital de la

nueva era Turkmena. Recuperado el ombligo del

desierto, Turkmenistan entero no tardaren ser uno.

Una mirada bastpara que una fila de arqueros se

adelantara unos pasos y disparase flechas

encendidas contra el tmulo amarillento con el que

haban cubierto la pantalla. Al contacto de lasprimeras flechas una pequea explosin dio paso a

un fuego insidioso que habra de durar durante

horas.

La pantalla, invulnerable hasta entonces, elstica

frente a flechas, piedras y golpes de espada,

comenz a derretirse lentamente en goterones


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co e a de et se e ta e te e gote o es

plasticos iridiscentes. La noche, por primera vez en

mucho tiempo sin palabras escritas sobre la

oscuridad, fue un espectculo de colores sin nombre

y lavas imposibles.


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III. El triunfo

A medioda del centesimoprimer da los ptalos, ya

inertes, del gran loto central eran lo nico que se

mantena en pie. De la muralla quedaba el rastro

triste de un adorno de nata montada dejada al sol.

Sola, seguida tan slo por la fiel Maisa, Ogulsapar

cruz el cerco calcinado que todava humeabairritante pestilencia y entren la ciudad prohibida.

No haba ni un alma. Tan slo un mecanismo roto,

un metabolismo muerto.

En el centro del centro, un aljibe recoga las ltimas

gotas de agua que caan de los ptalos muertos.

- El agua est-comentMaisa en voz baja a modo

de un consuelo imposible- pero no es tanta, deba de

servir para mantener vivas las pantallas.

- Y no haba nadie Construyeron todo esto para

nada Para escribir sus palabras en el desierto,

para provocarnos Slo era un complicadsimo


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p p p

insulto, un cncer enquistado

Caminando de vuelta, mirando en la distancia latropa que esperaba disciplinadamente, Ogulsapar

comenza dar forma a la idea madre de su siguiente

discurso, el que habra de dar comienzo a un nuevo

despertar nacional

-Las patrias no se hacen con agua y no vinimos aqu

por ella. No recuperaremos el agua del

Turkmenbashi sino una nica voz para nuestratierra. Volveremos a ser uno. Una nica voz es mil

veces mejor que una fuente en el desierto.


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Carreras de viento

A estas alturas Ogulsapar era un mito de la cultura

popular ms que un peligro geopoltico. Haba

culebrones interactivos sobre ella. Incluso uno para

nios con actores virtuales zoomrficos en el que la

reina guerrera era representada por una esbelta

gacela del desierto.

Asque evidentemente no era la primera vez que

Mustaf escuchaba la historia, pero no le import

que Hakim, el uzbeko, se pasara media cena

recrendola para Aisha, la piloto sevillana que hab

aquedado sentada entre los dos. Uzbekos y

turkmenos tenan tan poco que ver entre si como

castellanos y granadinos, pero con todo la

proximidad de orgenes le daba un toque deautenticidad.

Las cenas de pilotos anteriores al comienzo de la

carrera eran astodos los a

os. Conversaci

n cort

s

y algn coqueteo. Convena conocer a los nuevos.

Al menos recordar sus nombres por si en mitad del


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p

desierto tu vida pasaba a depender de la

disponibilidad de su vela de repuesto.

Cuando Hakim termin el relato, Aisha cambi el

tercio:

- Lo interesante de la historia de Ogulsapar es que

su futuro es absolutamente arcaico. Quiero decir, lo

que pretende es algo que aquya dejamos atrs hace

mucho tiempo. Quiere llegar a un mundo anterior al

de los consensos universales, un mundo confronteras, con casillas donde cada cual tiene su sitio

vital por nacimiento

Mirad las historias del futuro del siglo XX. Eranmucho ms avanzadas: naves espaciales, galaxias,

viajes era como si la Tierra se les quedase

pequea.

- Tampoco lo creas -replicMustaf. Cuando lees

todas esas historias en realidad hablan del mundo

que conocan: cada nuevo planeta vena a coincidir

con un pas de entonces y cada nueva especie

inteligente reproduca los arquetipos de los pases

rivales del del escritor de turno. Hasta Welles, que


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q

es el padre del invento, cuando hace La guerra de

los mundos toma el imperialismo ingls en Africa

como modelo para las tropelas de sus marcianos

- Hombre, imaginaban un futuro de mquinas

voladoras, cohetes, robots inteligentes como

personas Y ese era nuestro futuro comparadocon l nuestros cohes de viento, por mucho que

corran, se quedan en nada. El futuro ya no es lo que

era. Nos lo quitaron en algn momento y ahora est

enterrado en el mar de bosques.

Era el momento clave. Aisha era la tpica divina

sevillana. Seguro que la observacin, con frasecita

final y todo, la haba repetido mil veces en tantasotras cenas, con la aprobacin de los cretinos

modernillos de turno. Si le segua la corriente,

Hakim no tendra nada que hacer esta noche.-Pero qucoo?

- Tampoco pretendieron nunca que fuera el futuro ni

la gente que los lea lo haca pensando que aquello

poda describir SU futuro. Era un presente

superlativo, una cierta forma de caricatura con la

que presentar, sin compromisos realistas, las crticas


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que no tenan sitio en la literatura normal.

Mira, ni siquiera tiene que ver con la energa ni conlos bosques. A finales del siglo XX tenan todava

petrleo barato de sobra para mandar todos los

cohetes que quisieran, pero tras la llegada a la Luna

y sobre todo tras el fin de la Guerra Fra, el espaciodistante dej de tener inters para los gobiernos y

segua siendo demasiado caro para las empresas. A

partir de ahlas space-operas son o un puro molde,

una convencin sin ms o un chiste para astrnomos

con pretensiones literarias. Nadie crea en los

materiales antigravitatorios ni los extraterrestres

antropomrficos de un modo diferente al que podancreerse Superman o La flauta mgica

Aisha hizo un mohn forzando un poco la

entonaci

n, respondi

tomando un airecoquetamente infantil e ignorando a Hakim que

abra ya la boca para hablar

-Pero y mi coche volador

Mustafen un instante se dicuenta de que, en otro


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momento, tal vez unos aos atrs, le hubiera

parecido encantadora. Pero ya haba madurado lo

suficiente como para no caer en el juego que

implcitamente se le propona. Simplemente le

agotaba. O el premio no le provocaba tanto como

antes. Sonride mala gana y mira Hakim dndolela palabra.

El resto de la noche intent socializar de forma

dispersa y sin demasiado convencimiento con los

otros pilotos. En su mayora eran los pijos de

siempre. Todos ms o menos emparentados con las

buenas familias andaluses de toda la vida.

Muchas pretensiones de modernidad y pocasustancia.

Cuando ya tocaba volver al hotel se desvi del

grupo sin despedirse y se perdi

por el puerto en unpaseo sin rumbo. Trat de imaginar un puerto del

siglo XX, el ruido de los motores de explosin, las

chimeneas en los barcos

Y finalmente, aunque estuviera prohibido, durmi

en la playa.

El primer da de carrera era pura exibicin.


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Carretera vaca con la gente saludando a los lados

desde Mlaga. En los interactivos, las imgenes de

los coches a ms de 200 por hora en mitad del

puente del Estrecho. Y para el fin del da, fiesta y

cena en un buen hotel del gran Tetun.

En realidad mucho tiempo para estar con unomismo y hacerse an ms a l a mquina. Para

preguntarse tal vez por qu haba venido un ao

ms. Estaba claro que a los organizadores tampoco

les gustaba ya demasiado y con los participantes no

tena nada que ver. A l le invitaban porque no

podan dejar de hacerlo sin que los aficionados no

les preguntasen el motivo. Y l iba por no perder laoportunidad de ir el ao siguiente, tal vez en la

esperanza de que pasara algo que lo hiciera

apetecible entonces. Tal vez por pura estupidez.

Unos aos antes el ambiente era muy distinto.

Cuatro hackers adaptando una tecnologa de un

siglo atrs y pensada para barcos, buscando

emanciparse de forma barata de las bateraselctricas. Soando con utilizar el viento para

liberar a la gente de la dependencia del gobierno y


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las elctricas, de los trenes y las regulaciones de

espacio para paneles fotovoltaicos. Las primeras

carreras haban sido realmente divertidas. Pero

haban cometido un error. Haban vendido aquello

como modernidad y una jaura de meritorios se

haba apropiado de lo que era una fiesta de frikiscon bajo presupuesto. En cierto modo los primeros

talleres pblicos y los coches franceses de serie,

baratos y fciles de pilotar haban hecho aquello

inevitable. Ahora, los guayses campaban y lasestrellas ascendentes de los interactivos se

presentaban a si mismos como pioneros del invento.

Gran putada. Ahora l era un testigo incmodo de

un pasado demasiado reciente, de una impostura que

adornaba biografas de gente que se estaba haciendo

demasiado importante. Su generacin rascaba poder

slo para demostrar que era tan lamentable como lasanteriores.

Enfilel Gran Puente. El monitor de navegacin le

informque estaba siendo enfocado por los globo-

cmaras de los interactivos. Millones de personas le

vean. Era el momento. El deseo de hacer algo


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definitivamente impertinente, algo que le diera una

escusa para no volver jams, llegaba poco a poco a

las manos. Conecto el auricular a la transmisin

global para escuchar al locutor relatando sus propios

actos. Le apeteca verse como un avatar de

videojuego, conducirse libre de responsabilidadsobre su propio cuerpo.

-un momento parece que tiene problemas con

la direccin estreduciendo se va a comer el

anden central no nooo estdando la vuelta.

Ha dado la vuelta y enfila de nuevo hacia Algeciras

esquivando a los otros corredores Es

peligrossimo, nunca habamos visto algo as, estasimgenes llenaran las noticias interactivas del

mundo Hassan! puede tratarse de un problema

tcnico?

- Bueno, Rashid, Mustaf siempre est listo para

darnos una sorpresa, es un corredor experimentado

pero

El primer pero era la seal pactada consigo

mismo para quitar el sonido. Hassan era un veterano

ganador de las primeras carreras que se haba


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recolocado como comentarista deportivo. No quera

guardar una mala imagen. No quera enfadarse. Tan

slo quera llegar al puerto de Algeciras y comprar

un pasaje en el primer barco que saliera para

Amrica.

dias de frontera

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