determinismo e historia en karl marx

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Determinismo e historia en Karl Marx Juan Domingo Sk4c¡mz Esnw Es sino común a las filosofías materialistas el que’ la transgresión que éstas representan sea sometida a las más variadas operaciones de normalización. Para ser leída y entendida, la palabra materialista ha de ser reconducida a categorías ideológicas que anulan su especificidad. Así ocurrió desde un principio> pues de Epicuro a Marx, pasando por Machiavello, Spinoza y tantos otros; la historia de esta corriente sub- terránea del pensamiento occidental coincide con la de su tergiversa- ción, cuando no de su pura y simple ocultación. El caso que aquí noS interesa es el de Marx y el de la transmutación de la ciencia revolu- cionaria de las formaciones sociales, ya en un determinismo histórico teleológico, ya en una forma mecanicista de detenninismo. Para esta transmutación no dejaron de encontrarse pretendidos fundamentos en las obras de Marx; y, desde luego, no fueron los propios marxistas los menos proclives a explotados. Entre ellos> la buena fe militante se alió duraderamente con la supuesta clarividencia de dirigentes obreros que> como doctores de los que no faltan a ninguna Iglesia, fundamentaban <científicamente» la esperanza de los simples. No se sabe muy bien (ni importa demasiado saberlo) si fue en terreno marxista o en terreno antimarxista donde se gestaron estas concepciones deterministas sobre la obra de Marx. El hecho patente es que tanto marxistas declarados, de Engels a Stalin y Trotsky, como detractores del marxismo como Popper o el angélico Lévy han contribuido a la constitución de una concepción popular que imputa a Marx un rígido determinismo histó- rico. Esta imputación se hace a dos niveles expresados por las dos tesis siguientes: 1. El sentido de la historia se halla predeterminado. Lo cual signi- fica col’ocar el pretendido determinismo marxista dentro de una teleolo- gía histórica universal. Anales del Seranario de de la Filosolia, n IV. EJ. Univers. Complutense. Madrid, 1984

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Determinismoe historia en Karl Marx

JuanDomingo Sk4c¡mzEsnw

Es sino comúna las filosofíasmaterialistasel que’ la transgresiónqueéstasrepresentanseasometidaa las másvariadasoperacionesdenormalización.Paraser leíday entendida,la palabramaterialistahade serreconducidaacategoríasideológicasqueanulansuespecificidad.Así ocurrió desdeun principio> puesde EpicuroaMarx, pasandoporMachiavello,Spinozay tantosotros; la historiadeestacorrientesub-terráneadel pensamientooccidentalcoincide con la de su tergiversa-ción, cuandono de supura y simple ocultación.El casoqueaquí noSinteresaes el de Marx y el de la transmutaciónde la ciencia revolu-cionariade las formacionessociales,ya en un determinismohistóricoteleológico,ya enunaforma mecanicistade detenninismo.Paraestatransmutaciónno dejaronde encontrarsepretendidosfundamentosenlas obrasde Marx; y, desdeluego,no fueronlos propios marxistaslosmenosproclivesaexplotados.Entreellos> la buenafe militante sealióduraderamenteconla supuestaclarividenciade dirigentesobrerosque>como doctoresde los queno faltan aningunaIglesia, fundamentaban<científicamente»la esperanzade los simples.No sesabemuybien (niimporta demasiadosaberlo) si fue en terrenomarxistao en terrenoantimarxistadondesegestaronestasconcepcionesdeterministassobrela obra de Marx. El hechopatentees quetanto marxistasdeclarados,de Engels a Stalin y Trotsky, como detractoresdel marxismocomoPoppero el angélico Lévy han contribuido a la constitución de unaconcepciónpopularqueimputa aMarx un rígido determinismohistó-rico. Esta imputación se hace a dos niveles expresadospor las dostesis siguientes:

1. El sentidode la historia sehalla predeterminado.Lo cual signi-fica col’ocarelpretendidodeterminismomarxistadentrode unateleolo-gía histórica universal.

Anales del Seranario de H« de la Filosolia, n IV.EJ. Univers. Complutense.Madrid, 1984

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II. La acción de los individuos se halla determinadapor la pro-ducciónmaterial de su existencia.Lo cual equivale aestablecercomotesismarxista,no ya un determinismoteleológicosino un determinis-mo de la causaeficientede caráctermecanicista.

Todo ello sin quesepuedaolvidar quelos dosniveles aquícitadosson susceptiblesde articulación,dandolugar amodos de determinis-mo naturalista y muy en concreto, de evolucionismoeconomicista,abundantementeilustradospor la II, la III y aunla IV Internacionales.

Nuestrocometidoseráaquíel analizarcadaunade estasdos tesis,atendiendosobretodo a la legitimidad de su imputacióna la obra deKarl Marx. Paraello seránecesariocomprobarsu coherenciao su dis-crepanciaconlas tesisfundamentalesde ésta.

1. EL DETERMINISMO COMO TELEOLOGíA HISTÓRICA

La aparici¿nde la primera forma de determinismo que nos hemospropuestoestudiarestáen Marx constantementeligadaa la de asertosdialécticós.La teleologíaseexpresacomo dialécticade la historia, comodesenvolvimientode éstahaciaun fin implícito en cadaunade susfases-y queesreconocidoeú el trabajo mismo de sunegación.Nos hallamosasí anteun modo de comprensiónde los procesoshistóricosregidopor

- la tesiá de la inexorabilidad de cada presenteen virtud de su expresi-vidad patente6 ldtente de un fin de la historia.

És iñútil decir que estaconcepciónes la de Hegel,quien declaraba- en susLeccionessobrela filosofía de la historia universal, apropósito

de la cóñsideraciónfilosófica de la historia lo siguiente:

<La consideraciónfilosófica no tiene otro designioque eliminar lo contingen--- te. La contiñgenciaes lo mismo quela necesidadexterna>esto es,una necesidad

queremontaa causas,las cúalesson sólo circunstanciasexternas.Debemosbus-car en la historia un fin universal, el fin último del mundo, no un fin particulardel es*itu subjetivo o del ánimo. Y debemosaprehenderlopor la razón, queno pue& poner interés’en ningún fin paniculary finito y si sólo en el fin ab-soluto>’.

-En H¿gel, lá necesidad histórica ha de ser necesidadinmanente,- pero para ello, debe respondera una finalidad universal implícita en

lo histórico. Inexorabilidad y teleología universal quedan firmemente

-unidas en la interioridad del procesodialéctico. Toda transformación,-todo cambio deben tener el móvil interno de una negación que es ins-trumento para el fin que parecenegar. Algo así pareceque nos encon-tramos en Marx, no ya en el joven Marx ‘sino en el maduro, el del

1 HEGEL, G. W., Lecciones sObre la filosofía de la Historia UniversaL trad.can.JoséGaos,Madrid, Revistade-Occidente,1974.

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Capital. Basteparaverlo conquecitemosun célebrepasajedelLibro 1dondese nos dice sobrela tendenciahistóricade la acumulaciónca-pitalista algo tan hegelianocomo que

La apropiacióncapitalista,conformeal modode produccióncapitalista,cons-tituye la primeranegaciónde estapropiedadprivadaqueno es sino el corolariodel trabajo independientee individual. Pero la producción capitalista generoella mismasupropia negacióncon la fatalidad propia de las metamorfosisdela naturaleza.Es la negaciónde la negación.Restablece,no la propiedadprivadadel trabajador,sino supropiedadindividual, fundadasobrelas adquisicionesdela eracapitalista>sobrela cooperacióny la posesióncomúnde todoslos mediosde producción, incluido el suelo>~.

No esciertamenteésteelúnico texto marxianodondenosencontra-moscon semejantesexpresiones,éstasabundanen el Libro III del Ca-pital, perotambiénenescritospolíticoscomo elManifiesto,y no consi-derarnosinsignificantesestascoincidencias.Vemos,no obstante,en eltexto que acabamosde citar esacausalidaddialéctica inmanenteque,paraHegel es fundamentode toda procesualidadde lo real. Vemostambiénexpresamentealudidala fatalidad (natural)de los hechoshis-tóricos y cómo esafatalidad conducea un fin histórico que es la su-peración de la propiedadprivadaprecapitalistaen la propiedadindi-vidual (y colectiva)característicadel comunismo,por mediode la ne-gaciónde aquéllaen el capitalismo.La negacióntieneasí un carácterinstrmnental dentro de un procesodeterminadofatalmentepor su fin.

No pretendemosen modo alguno rechazarla evidenciade lo queacabamosde comprobar: 1) hay en la obra de Marx formulacionesinequívocamenteteleológicas,y 2) estasformulacionesestánhechasenterminología inequívocamentehegeliana.Lo que nos interesaaquí noes, sin embargo,quedamosen la mneraconstatación.Hemos de pro-curarestablecercuál es el papelde estasafirmacionesdentro del con-texto del pensamientode Marx. Sabemosque éste,a pesarde haberroto desdela Ideologíaalemanaconsu<concienciafilosófica anterior»,nuncadejó de profesaruna gran admiraciónpor quien fuera el men-tor de aquélla: Hegel.Confiesaasí enelPostíacioala segundaediciónalemana del Capital que ante los denuestos’contra el filósofo deStuttgart:

<me declaréabiertamentediscipulode esegran pensadore, incluso, en el capí-tulo sobrela teoríadel valor, tuvela coqueteríade retomar aquí y allá su ma-nera específicade expresarse..

Marx reconocequehegelianiza.quese expresaa la hegeliana,perotambiénqueestemodo de expresiónno es el fundamentode su modo

2 MARx, K., Le Capital, trad. francesaRoy, Paris,Editions Sociales,197&

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de escritura,quesólo lo utiliza «aquí y allá» siendootro queel hege-liano el modo de pensamientoy de escritura que inspira El Capital.Sin quequepadudadel gustode Marx por el estilohegeliano,no puedeemperoafirmarseni que cuandousaesteestilo Marx seahegelianoniaúnmenosque lo- seacuandono lo usa. La exposicióndel Capital, sudesarrollo(Darstellung),pareceseguirotraspautas>máximecuando,como procurarémosmostrar más adelante,la obra principal de Marxno pretendehacerfunción detbra históricasino analizarlaestructuradel modo de produccióncapitalista,exponerla esenciade éste.Paraello, la dialéctica hegelianaera no sólo inútil sino contraproducente.Y, sin embargo.Marx conocíaotro modelode exposición>el spinozista,quealgunode sus contemporáneosmáspróximos no dudó en identi-ficar con el del Capital. En este sentido,nos refiere Lissagarayen suHistoria de la Comunaquecierto refugiadofrancéscercanoa la familiaMarx hablabade K. Marx como:

<el potenteinvestigadorqueaplica a la ciencia social el métodode Spinoza.>

¿Nohabráhabidoen Marx la tentaciónde enfrentarel mos geome-cus de la Etica a la dialéctica hegeliana?La afirmación tajantey ex-plícita que nos refiere Lissagaray,por un lado> de que esto fue así> eldetalladoconocimientode SpinozaqueMan poseía—segúnatestiguandiversoscuadernosen quecopió o mandócopiarnumerososy ampliosfragmentosde las obrasdel judío de Amsterdam—nos inclinana sos-pecharlo~. Perodejemosestopor ahora. -

En el texto de Marx quecitamoscomomodelode estilohegelianoyde expresiónteleológicadetectamosun cierto desfasecon el tono ge-neral de la exposicióndel Capital y, sin embargo,puedeverseun claroparalelismoentre estetexto y algunospasajesde la obra de interven-ción política de Marx en la queabundanlas formulacionesteleológicas.Así, el Manifiesto comunista declara:

<el desarollode la gran industria socababajo los pies de la burguesíalas basessobre las que éstaproduce y se apropia lo producido. La burguesíaproduce,antetodo, sus propios sepultureros.Su hundimiento y la victoria del proletaria-do son igualmenteinevitables»t

El Capital, texto teórico y el Manifiesto, obrapolítica, parecencoin-cidir. La coincidencia,podríapensarse,estáfundamentadaen el hechode que todo El Capital tiene carácternormativo-político,de ahí quesu

3 Ver al respectolos documentadosartículosdel n. 1 de los CahiersSpinoza(Paris,Editions Réplique,197)7. En particular interesanaquí los de M. Rubely AlexandreMatheron.

4 K. Mnx, F. ENGELS, Manitiesto del partido comunista, trad. cast. Moscu,Ed. Progreso,1978.

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modo deexpresiónseaparaleloal de los textosde intervenciónpolíticade Marx. Pero estono nospuedesatisfacer:ya vimos cómoMarx mis-mo desligabasus « coqueteoshegelianos» de la línea dominanteen laescritura de su obra mayor. La coincidenciano puededebersea otracosaqueno seaun usonormativo-políticoy aunescatológicode la ter-minología hegeliana.Esta en Marx no expresaya contenidospositivos—se halla al margendel cuerpomismo de los desarrollosteóricosdela obrade madurez—sino que es objeto de un uso retórico y político.Como las expresionesproféticassegúnel Tratado teológico-políticodeSpinoza,los asertosteleológicos al estilo hegelianosólo tienen aquíun valor normativo> orientador,pero no nos permiten conocernada.Encontramosen los asertosdialécticos y teleológicosde Marx, expre-sadocon la libertad propia de un Escolio dentro de una arquitectura-de demostracióngeométrica,el entusiasmodel científico antesu des-cubrimientoy sus consecuenciasen la práctica: en cierto modo, unaexplotaciónregresivade las tesis científicas.

Pero,más allá de estasprimerasconsideraciones,creemosllegadoel momento de declarar la hipótesisqueya se entrevéen alguna deellas.Estaes queel Capital poseeuna estructura no dialéctica,que’elCapital mereceotro subtitulo añadidoal de « Crítica de la economíapolítica» que sería more geometrico demostratum.Cuando hacemosestaafirmación,no tenemosningunareserva:delo quetrataEl Capitales del capitalismo como esencia«sub quadam specieaeternitatis».Elmodelo teórico de la produccióncapitalistaqueMarx nos ofreceposeela eternidadde toda esencia,de ahí que no contenganingún tipo dedoctrina histórica y aun menosuna filosofía de la historia, fuera éstala de Hegelo cualquier otra alternativa.

El Capital —ello ya no sorprendeanadie— no es un libro de his-toria.

<Estudioen estaobra —dirá Marx en el Prefacioa su primera edición ale-mana—el modo de produccióncapitalista y las relacionesde produccióny decambio que le corresponden.Inglaterraes el lugar clásicode estaproducción.Por ello tomo prestadosa estepaís los hechosy los ejemplosprincipalesquesirven de ilustración a mis teorías.’

El Capital no sigue el hilo de la historia de Inglaterrapara inducirapartir de ella sustesis sobrela produccióncapitalista,sino que utili-za los hechosde aquéllacomo ilustración de un modelo teórico yaconstituido, por eso insistirá Marx en el mismo lugar en que

<no se trataaquí del desarrollomás o menoscompleto de los antagonismosso-ciales que engendranlas leyes naturalesde la producción capitalista, sino deestas leyesmismas,de las tendenciasque se manifiestany se realizan con unaférrea necesidad..

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El modelo teórico, «las leyesmismas»de la produccióncapitalistano se ven afectadasdesdela perspectivadel Capital por hechoshis-tóricos exteriorescomo los antagonismossocialesconcretos: su des-arrollo lógico poseeuna necesidadférrea. Así, el capitalismocomoesenciano se ve afectadopor las contingenciashistóricas,gozade laeternidadpropia de unademostraciónverdadera.El problemacentralcon el que se encontró el movimiento comunistade inspiración mar-xista fue,por consiguiente,el de pensaresaférreanecesidadde la teo-ría paraprepararen la realidadde unassociedadescapitalistas,queelmodeloteórico omite> la liquidación de los mecanismosde explotaciónpropios del capital históricamenterealizado.’Es en estesentidoen elque lúcidamenteGramscipudo comprenderque la Revolución de Oc-tubre se hizo «contra el Capital». En Marx no hay nonguna ilusiónrespectoa esto: en el vacío de la teoría>en la separaciónde la histo-ria concreta,el capitalismose perpetúa.La teoría del modo de pro-ducción capitalista no piensasu destrucción,aunqueen susmárgenesy escoliosinvite a ella. Y es que el capitalismocomo esenciano con-tiene negatividad alguna. Nisiquiera las crisis representanpara elmodode produccióncapitalistaun peligro de muerte: la sección3Y delLibro III del Capital sobre la «Ley de la baja tendencial de la tasadeganancia»convencede ello a cualquierlector atento.Sus crisis con-ducena la concentraciónde capital, o unaampliacióny confirmacióndel mandocapitalista: no sonni la catástrofedel capitalismo ni nece-sariamenteuna ocasiónpropicia para su subversiónrevolucionaria.La crisis sepresenta>por lo tanto,como un mecanismode autorregu-lación del capital y de su. régimen.Tras ella

<el circulo se cierra. Una partedel capital,devaluadopor haber dejadode fun-cionar volverla a encontrarsu antiguo valor. Parael restolascosasdescribiriande nuevo el mismo círculo vicioso sobrela basede condicionesde producciónampliadas,de un mercadomásamplio, de una fuerzaproductivaacrecentadaa~.

El círculo se.cierra,y en el esquemadel desarrollocapitalistanose hahalladoel inásmínimo germende negatividadcapazde destruir-lo: sólo unanegatividadrelativa, interna,la de las crisis;peroéstasólopuedefortalecerlo.

La eternidaddel capitalismocomo esencia,secontrapone,no obs-tante,con algo queEl Capital, de manera@liberada,no ha contem-plado: su contingenciacomo modo de prddúcciónhegemónicoen lasformacionessocialesdonde impera. Esta se manifiesta>en primer lu~gar, si se tieneen cuentaque la acumulaciónoriginaria de capital y losprocesosparalelos de liberación y expropiación de los trabajadores,que son condición sine qua non de este modo de producción, no se

5 lvhax,K., Le Capital, III, sect.3, chap.XV, p. 249.

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dieronespontáneamente:parala burguesíarepresentanconquistashis-tóricas arduamentealcanzadas.Paraimponer sumodo de producción,el capitalhubo de liquidar el feudalismo,lo cual supusouna larga lu-cha en la queno faltan los episodiosrevolucionarios: luchacontra lanobleza,pero también dentro de esta lucha> lucha contra las masaspopularesque resistena la proletarización.Toma de la Bastilla con elpueblo>prohibición de la asociaciónobrera contraél. Así el capitalis-mo ha experimentadodesdesu nacimientolos límites de su dominio,representadosen un primer momentopor la pervivenciade otros mo-dos de producción>pero> sobretodo por la resistenciaobrera: la mal-dición quelo acompañaráa lo largo de todasu existencia.Estaresis-tencia que> en un primer momentoes rechazode la nuevacondiciónproletaria se convierteen algo estructuraldespuésde los primerosmomentosdel desarollocapitalista.El rechazodel trabajosiemprehasido el reversode la imposicióncapitalistade éste.

~e estemodo,el dominio capitalistaha tenido históricamentequeimponerseen un medio siemprerelativamentehostil. En un primermomento, más o menosduraderosegúnlas distintas formacionesso-ciales debió combatir a los modos de produción que lo precedieronlograndola desapariciónde éstoso> al menos,la pérdidade su hege-monía social. Los regímenesprecapitalistasde produccióny las fuer-.zas socialesque los sosteníanpudieron en algunosperíodosinten-tar poner en cuestiónla hegemoníadel capital. Tal es el sentidode los diversos movimientos socialistas feudales de los que noshabla el Manifiesto: el carlismo en España,la Chouannerieen laFranciarevolucionariason ejemplosde los riesgoscorridos por el ca-pitalismo en los primeros momentosde su dominio. No obstante,elprocesonormalha sido el quecondujoaunásubsunciónde los modosde producciónprecapitalistasdentro de la lógica generaldel capital>al ser éstos llevadosa vendersu excedenteen el mercadonacional,cobrandode este modo un caráctermercantil y reorientandola lógicade sus produccionesde maneratendencialhaciala producciónde mer-cancías.Son numerososlos ejemplosde este fenómenocuya descrip-ción y análisispórmenorizadossehallan en el Lenin del Desarollo delcapitalismo en Rusia y en la actualidad>en los teóricosmarxistasdeldesarrollodesigual. Esta necesidadpara el capital de destruir o, almenos,domara los regímenesde produciónno capitalistassupusounriesgorelativo para su existenciasólo en los primerosmomentosdesudominio, unavezquedóésteafirmado,esbásicamentela resistenciaobrera contra la explotación capitalista la que representael peligromayor- Estaresistenciaconocedos grandesmomentos:un momentoinicial de resistenciade las masasde los antiguosregímenesa sucon-versiónen proletariado‘y un segundomomentoestructuralde resisten-cia proletaria a la explotación>resistenciaésta que desembocaen la

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actitud revolucionariadel rechazodel trabajo. El primer momentocoincide con la liquidación de la hegemoníasocial de los regímenesprecapitalistasde producción.El capitalismose manifiestaentoncescomo movimiento de liberación en un doble sentido: en un sentidopolítico y jurídico libera a los individuos de los lazos feudalesquelos uníanal señory a la tierra,en un sentidoeconómicolibera al tra-bajadorde los mediosde producciónqueantescontrolaba.Ambas li-beracionesson indispensablesparala implantaciónde un sistemaba-sadoen la compraventade fuerzade trabajoen un mercadolibre. Laprimeraliberaciónhace queéstasea posible,la segundala hace ne-cesariaparael trabajadorexpropiado.Entrela expropiacióndel traba-jador y su incorporacióna la produción capitalista,se abre un hiatodemiseriay de violencia estatalcontralas masasencaminadoaevitarqueparaéstasseaposiblela supervivenciafuera de la relacióncapitalqueempiezaa alcanzarhegemoníasocial. Las leyes sobrelos pobres,los mecanismosde encierro y de doma(cárcel,manicomio,«workhou-se»,hospicio,hospital) de todos aquellossectoresqueno hanpodidoo no hanqueridovendersu fuerzade trabajonormalizanesta nuevarelaciónde producciónbasadaen la separacióndel trabajadorde susmedios de producción y subsistenciay en el intercambio «libre» demercancías(fuerza de trabajo incluida). Frenteaestaviolencia gene-ralizadasurgenmovimientospopulareshostilesa la expropiacióndeltrabajador:movimientosgremialesde defensade la especificidaddeltrabajo frente a la generalidadde la fuerza de trabajo, movimientosludistas en cuyos objetivos estabala destrucción de ese gran instru-mentode abstraccióndel trabajoquees la máquina.Todos estosmo-vimientosconocieronanteso despuéslos rigoresdel aparatorepresivodel estadoburguésy acabaronextinguiéndosepermitiendola universa-lización de la relacióncapitalen las sociedadesdondeéstase impusocomo hegemónica.Sin embargo,ponende manifiesto las dificultadesque ésta tuvo para implantarsey con ellas, su carácter no natural.El modode resistenciaque másduraderamenteha amenazadoy ame-nazala existenciadel capitalismono es,sin embargo>éstesino eí quese da unavez consolidadosu dominio y conformadoen proletariadoel conjunto de los trabajadores:es ésteel representadopor la resis-tenciadel proletariadoa la explotación.Estapuedeexpresarsede unamanerarelativamenteasimilable por el capital como lucha por el sa-lario, lucha reivindicativa sindical que se desarollaen el mercadoyquebuscaunavaloracióncrecientede la mercancíafuerza de trabajo.A este nivel, no pone en peligro el dominio capitalista y puedeserreasumidadentro de la estrategiade éste (keynesianismo).Existe, sinembargoun peligro mayor para el capital representadopor la oposi-ción obreraa sulógica de explotaciónen su conjunto y no sólo a lasconsecuenciassalarialesde ésta. El capitalismo,como régimen que

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produceparael beneficiono essino de maneramediatizadaun instru-mentode satisfacciónde las necesidadessocialese individuales- Frentea la lógica del beneficio se alza la de la satisfaccióninmediatade lasnecesidades,la de la apropiaciónsocial de la riqueza>que sólo puededesarrollarseal margendel capital y contraéste.Se da así unaexte-rioridad al capital que se manifiestaen los individuos mismos queéstellegaa someter,como exigenciapermanentede que la producciónse oriente a la satisfacciónde necesidadessocialmentedefinidas quela dinámicamisma del capital no puedeasumir.Un irreductiblecuer-po obreroesel fundamentode estasnecesidadesquese sintetizanenunaexigenciasocial de reapropiaciónde los mediosde producciónyde subsistencia.Lo característicode esta exigenciaes queno puedeproducirsedentro de la dialéctica del capital que> coffio hemosvisto>es capazde reincorporar todas las negacionesinternasa éste. Másallá o másacáde la relacióncapital se dande manerainmediataríe-cesidadessocialmentedeterminadasde gozo>de placer, de riqueza,delibertad quese contraponena las definidas por el capital ‘como ne-cesidadesque puedensersatisfechaspor el consumode mercancías,estoesdentrode la lógicadel valor de cambio.Frentea la expresióndeestasnecesidadesel capitalismoha tenido queoponersiemprela vio-lencia,puessuponenunapermanenteamenazacontrasusupervivencia.

La lucha de clasesapareceen esta situacióncomo un modo de art-tagonismoen el cual los elementosen pugnason recíprocamenteex-teriores.Parapensarlono es,desdeluego,el modelodialéctico el indi-cado: el proletariadono es la meranegacióndel capital,essobretodoconstitución de una crecienteexterioridad a éste, es liquidación deéste medianteel sabotajede su dominio en la producción y en lareproducciónsociales.Y es que la acción revolucionariadel prole-tariado se desarrollamás allá de la lógica del beneficio y del valorde cambio, la única reconocidapor el capital, situándoseen la sote-rrada esferadel valor de uso> único capazde satisfacernecesidades.La luchapor el valor de uso se distingueasí radicalmentede la luchasindical por el valor de cambio.Más allá de la relacióncapital, esunmovimiento de re(apropiación)de los mediosde produccióny de sub-Sistenciaalienadospor ella. Es cierto queel proletariadocomo clasedefinida por su expropiaciónno preexistea la lucha de clasesque loha producido>pero no lo es menosque el cuerpoproletarioy su ne-cesidadpolimorfa, su materialidadelementaly la’ exigencia de valorde uso que éstos determinanpreexistena la relacióncapital y sub-sisten en ella como un reversosubversivoestructuralmentesometidoperonuncareducidopor ésta.La luchade claseproletariaseconfigurade este modo como tendencialorganizaciónde lo no reductiblea ca-pital variablecontrael capitalensuconjunto: es la permanentemues-

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tra de la irrealidad de cualquierpretensióntotalitaria de subsunciónde la sociedaden el capital y en las relacionespolíticas determinadaspor su Estado.Esto trae como consecuenciaque la revolución sólopuedaconcebirseen términosmarxistascomovaciamientoprogresivodel Estadoy del poder capitalistasy no ya como toma del poder.Elcapital es> en ese caso,víctima de unaenfermedad,de un mal proce-dentedel exteriory quedestruyesus equilibrios orgánicosllevándoloa la destrucción.Estaenfermedades la autodeterminaciónsocialcon-.tra larelacióncapital.En estecontextoel modelode la dialécticacomopensamientodel antagonismodebeser reemplazado.En Marx hay yaconcienciade la necesidadde hacerlocomo muestrael Postfacioa lasegundaedición alemanadel Capital en pasajesya célebres.Sin em-bargo,como quieraqueno lograMarx precisarsunuevomodeloepis-temológicoa menudorecaeen una terminologíadialéctidacuya fun-ción no es ya teórica pero tampocoquedaclaramentedefinida. Así,con Marx y tal vez contraMarx, seráprecisopensarel antagonismosegúnotra tradición que sevale de un modelo no dialéctico: el de laguerra.Coincidimos en ello con Antonio Negri quien en su ensayo11comunismoe la guerra sostiene:

<la forma de la relación entre desarrollo/crisis y lucha de ‘clase es sólo repre-sentableen la formade !ci’ guerra.Es decir, que cualquierestrategiade un ladoo de otro, no asumeen ningún caso comoobjetivo propio la reconstruccióndeun proyectounitario sino la destruccióndel adversario»6

Enla dialéctica,en efecto,todavictoria implica reasunción(Aufhe-bung) de lo vencido,conciliación, mientrasque en la guerra,la vic-toria es aniquilaciónde lo vencido: no hay ni siquieramediatamenteacuerdode voluntadespuesla guera, siguiendoa su gran teórico mo-derno Carl von Clausewitzes

<un acto de fuerza para obligar al contrario al cumplimiento de nuestrayo-]untad.»

Tal es tambiénel sentidode algunasexpresionesde Marx sobrela dic-taduradel proletariado.El Manifiesto hablaráde éstacomo de una

‘violación despóticadel derechode propiedady de las relacionesburguesasdeproducción.,

lo cual es definitorio de la concepciónmarxianade la historia si setiene encuentalo dicho por Marx en su célebrecarta aWeydemeyerde 5 de mano de 1852

6 Neon, T., 11 comunismoe la guerra, Feltrinelli, Milán, 1981, p. 47.

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‘Lo queyo he aportadode nuevo es: 1) demostrarque la existenciade lasclasesno estávinculada’más quea faseshistóricasdeterminadasdel desarrollode la producción,2) que la luchade claseslleva necesariamentehaciala dictadu-ra del proletariado,3) queesamismadictadurano representamásque unatran-sición hacia la abolición de todas las clasesy hacia una sociedadsin ciases’~.

Sólo, pues,la dictaduradel proletariadopuedederribar el capita-lismo, sólo la imposición característicamentebélica de una voluntadpor la fuerzapuederomper con el funcionamientoreproductivo decualquiermodo de antagonismodegradadoa dialéctica.Esta rupturaes necesariasi se tieneen cuentalo queya hemosmostrado,a saberque toda dialéctica considerala negacióncomo medio dentro de unproyectoteleológico.

Recapitulandotodo lo anterior,podemosapreciaren primer lugarqueno es una deficiencia teóricala quehacequeel Capital, cornomo-deloteórico de la explotacióncapitalista,no piensela destruccióndeésta.Ello no ha de extrañarsi tenemosen cuentaquesólo ha de ex-presaren tanto quemodelounaesenciaal margende cualquierconsi-deraciónrelativaamodosconcretosde existencia.El capital, visto asíenabstracto,puedereproducirindefinidamentesudominio: la muertesólo le puedesobrevenirdesdeunaexterioridadque sólo seda en lasformacionessocialesreales.Esta exterioridades la de la necesidadsubjetiva de comunismo,deapropiaciónsocial directa de los mediosde produccióny subsistenciaqueel proletariadoafirma en su lucha.No hay, por tanto,un sentidode la historia queconduzcaa ésta alcomunismo: lo único queafirma Mars es queel capitalismosólo pue-de ser destruidopor la dictaduradel proletariado,es decir> por laconstruccióndel comunismo.Esto excluyefinalmentecualquierdeter-minismo teleológicode tipo dialéctico y aleja el pensamientorevolu-cionariode Kl. Marx de la teodiceahistóricahegeliana.

II. EL DETERMINISMO COMO EcONOMICISMO

El segundonivel de determinismoque aquíconsideramosno hasido menosimputadoal marxismoqueel anterior.Estese basaen unasertodeterministauniversalbasado,no ya en la causafinal como elanterior, sino en la eficiente. El marxismo apareceríaasí como unaconcepciónmecanicistaquesubordinala acciónsocialaunanecesidadciega,algo así como un automatón aristotélico.La necesidadsocial,muy en concreto,seríapensadacomo subordinaciónde todaslas ins-tanciasde la praxis social a una instancia económicaautónomaquees la únicarealmentedinámica,no siendolas demássino merosrefle-

MAn, K, Cartas sobre el Capital. EMMA, Barcelona.1968, p. 50.

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‘so Juan Domingo SánchezEstop

jos deésta.Estaconcepciónsuponeunavisión reduccionistade la rea-lidad socialy, ~br otra partela consideraciónde la produccióncomoun procesoautónomodeterminantedel todo social en que se insertaperono determinadopor él. Paradefenderel caráctermarxistade estaconcepciónno hanfaltado —como casi nunca—los textos. Dos sonyaclásicosa la hora de tratar esteproblema: el capitulo1 sobreFeuer-bachde la Ideologíaalemanay el Prólogoa la Contribución a la críticade la economíapolítica. El primer texto tieneairesde manifiestoen elque se da cuentade una ruptura teórica, el segundo,por su parte,seconvirtió en un epítomede principios marxistassobrela historia yla sociedad.

Marx, en la Ideología alemanacriticará al neohegelianismopor suolvido de las condicioneshistóricasy socialesde sureflexión filosófica:

‘A ninguno de estos filósofos —dirá— se le ha ocurrido siquierapreguntarpor el entronquede la filosofía alemanacon la realidad de Alemania, por elentronquede su críticacon el propio mundomaterialque la rodea’8~

La circunstanciahistórica determinarálas diversas filosofías, peroaquélla,a su vez, seráexpresiónde las condicionesmaterialesde laprodución:

«la primerapremisade toda existenciahumanay también,por lo tanto> de todahistoria,es que los hombresse hallen,para “hacer historia”, en condicionesdepodervivir. Ahora bien, para vivir hace falta comer, beber, alojarsebajo untecho, vestirse y algunascosas más. El primer hecho histórico es, por consi-guientela producciónde los mediosindispensablespara la satisfacciónde estasnecesidades,es decir, la producciónde la vida material misma, y no cabedudade que es esteun hechohistórico,una condición fundamentalde toda historiaque lo mismo hoy que hace miles de años, necesitacumplirse todos los díasy a todashoras,simplementeparaasegurarla vida de los hombres»~.

En estetexto> la historia,obrade hombresrealmenteexistentessehacedependerde unacondiciónque es la de la vida humana: la produc-ción de los mediospara mantenerla.Esteserá«el primer hecho his-tórico» y. por lo tanto, la condición (histórica) de los demás aconte-cimientos históricos.Lo que Marx ha hecho hasta aquí no es sinoseñalarla ridícula parcialidadde unahistoria que no tiene en cuentalas condicionesmaterialesde la existenciahumana,sin que puedain-ferirseun orden de dependenciadel conjuntodel acontecersocialres-pectode la esferade la produción que es declarada,por otra parte,histórica. Será en otro lugar donde deberemosbuscaralgo que seasemejeaesteesquemadeterminista.Una dilatadatradición indicaun

K. MARX, F. ENGm.s,La Ideologíaalemana,PueblosUnidos,Montevideo,p. 18.Op. cit, p. 28.

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texto preciso,el Prólogoa la Contribución a la crítica de la economíaPolítica.

En estebreve texto se proponeuna tópica de la causaciónsocial.Esta se ordenade la siguientemanera:

‘los hombres—dirá Marx— en la producciónsocial de su existencia,contraendeterminadasrelacionesnecesariase independientesde su voluntad, relacionesde producción quecorrespondena una determinadafase de desarrollode lasfuerzasproductivasmateriales.El conjunto de estasrelacionesde producciónforma la estructuraeconómicade la sociedad,la basereal sobrela que elevaun edificio jurídico y político y a la que correspondendeterminadasformas deconcienciasocial. El modo de producciónde la vida material determinael pro-cesode la vida social,’ política y espiritual en general.No es la concienciadelhombre la que determinasu ser, sino por el contrario,el ser social es lo quedeterminasuconciencia.>

De estemodo,pues> nos encontramoscon unaordenaciónjerárquicade las causasdentro del esquemamanianode la dinámicasocial: laestructuraeconómicade la sociedadsirve de fundamentoa las moda-lidadesdiversasde la actuaciónhumanaconscienteque se consideran«correspondientes»a las diversasfasesde desarrollode la producciónmaterial y de las relacionesen ella implicadas. Así puede pensarsequese operaunareducciónde los procesossuperestructuralesa losestructurales,que se pretendever en éstos la verdad de aquéllos yaúnalgo más quesu verdad,su causaexterior, puestoque lo «espi-ritual» sehalladeterminadopor algo ajenoquees lo «material».Todoello vendríaademáslapidariamenterefrendadopor la tesisfilosóficade la determinaciónunidireccionalde la concienciapor el «sersocial».Estodesdeun punto devista estático>desdeuno dinámicoel plantea-miento no se modifica:

‘M cambiar la baseeconómica, se revoluciona,más o menosrápidamente,todo el inmensoedificio erigido sobre ella,’

La baseeconómica>en la medidaen quedeterminade maneraunidi-reccionalla superestructura>arrastraa ésta en sus cambios: La his-toria ensuconjuntoparecepoderseexplicaren términosradicalmenteeconomicistas.Esta es al menos la interpretación «clásica»de estetexto,aquéllaquehizoescueladentrode algunastradicionesmarxistasy> enconcreto,de la bolchevique.Son fundamentalesa este respectolas lecturasde Lenin y Stalin. Lenin, en su polémicacon el sociólogopopulista Mijailovsky, recogida en las páginasde ¿Quiénesson los<Amigos del pueblo» y cómo luchan contra la socialdemocracia?de1894 citará ampliamenteestetexto, usándolocomo argumentocontrala sociologíasubjetivistadefendidapor su rival político y teórico. Yconcluirásobreestepasajede Man lo siguiente:

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«otra razón por la que estahipótesis (la tópica de Marx) ha hechoposibleporprimera vez una sociología científica es que al remitir las relacionessocialesalas relacionesdeproduccióny a estasúltimasal nivel de las fuerzasproductivas,se ha descubiertola ‘única basesólida que permite estudiarel desarrollode lasformacionessocialescomo un procesode historia natural. Y es indiscutible 4uesi no se adoptaese punto de vista, no puedehaberciencia alguna de la so-ciedad’ ‘~

Lenin recuperaasí el esquemade Marx dándoleun valor definitivoa supresentacióntópica: primero las fuerzasproductivas,en segundolugar las relacionesde produción y, para coronarlotoda la superes-tructura.El desarollode las fuerzasproductivas—enteramenteauto-nomizado—determinael de las relacionesde produccióny el de éstaslos diversosmodos de actuaciónconscientede los hombresen socie-dad. Este mecanismode reducción es el que permite «estudiareldesarrollode las formacionessocialescomo un procesode historiana-tural» o> lo que para Lenin es lo mismo, de maneracientífica. El«descubrimiento»de un automatismohistórico —el del desarollodelas fuerzasproductivas—permiteescudriñarlas leyes mecánicasde sufuncionamiento. El concepto de ‘fuerzas productivas,aun siendo deuna importanciacapital dentro de la concepciónde Lenín> no queda,sin embargo,claramenteexplicado.La tareade su explicaciónla asu-mirá, sin embargo,el Padre de los Pueblos,Josip VissarionovitchDjugaclchvili, Stalin en su obra Sobre el materialismo dialéctico yel materialismohistórico. En ella se considera,trasun rosariode citasde Engels,de Marx y de Lenín entrelas cualesson frecuenteslas per-tenecientesal texto que ahoranosocupaque

‘la tareaprimordial de la ciencia histórica es el estudioy descubrimientodelas leyes de la producción,de las leyes del desarrollode las fuerzasproductivasy de las relacionesde producción> las leyes del desarrolloeconómico de la so-ciedad»Il•

El historiador«científico» seve así reducidoaeconomista.Pero tam-bién la figura del economistaconoceráuna increíble reducción: serácontempladocomo un experto en tecnologia. Dirá, en efecto, Stalin,intentando con ello precisar en sentido «materialista» su noción defuerzasproductivas,que

‘La segundacaracterísticade la producciónconsisteen que sus cambiosy su desarrolloarrancansiempre de los cambiosy del desarrollode las fuerzasproductivas,y> ante todo, de los queafectana los instrumentosde producción»~

W LENíN, Ce que sont les «amis dii petepíe» et commentils huttent contreles social-détnocrates>Moscou,Ed. du Progrés,1969, p. 16.

II STALIN, 1, Materialismo dialéctico y Materialismo histórico. e& P.T.E.(clandestina),p. 31;

II STALIN, J., op. cgt., p. 31.

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La historiano es ya sólo o fundamentalmentehistoria de las fuerzasproductivassino historia natural de los instrumentosde trabajo.Lasrelacionessocialesquedansometidasa un procesonatural de muta-ción de las técnicas.

Hemosllegadoasí,partiendode la inocenteafirmaciónde queunpensamientohumanono puededarsesin quese den las condicionesmaterialesdeexistenciade los sereshumanos—que implican la pro-ducciónsocial de éstas—a un modo de determinismoeconomicistaoincluso tecnológico.Pero ¿tienenestasinterpretacionesalgo que vercon el pensamientode Man? ¿Hallegadoésteaafirmar unadetermi-nación unívocadel conjunto de los procesossocialespor el grado dedesarrollode las fuerzasproductivas,o de la tecnología?Una lecturadescuidadade Marx parecepermitir una respuestaafirmativa ¿NollegaacasoMan a sosteneren el Libro 1 del Capital que

<Los restosde los antiguosmediosde trabajo tienenpara el estudio de lasformas económicasde las sociedadesdesaparecidasla misma importanciaquela estructurade los huesosfósiles para el conocimientode la organizacióndelas especiesextintas»13,

justificando así la reducciónde las «fuerzasproductivas»a tecnolo-gía? ¿Y no puedeninterpretarselos textos del Prefacioa la Contri-bución y de la Ideología Alemanaen el sentidodeterministaquenosseñalala exégesisde Lenin y Stalin?

No creemossin embargoque estainterpretaciónpuedasostenerse,si se reparaen la mucho más compleja reflexión marxianasobrelatecnología>las fuerzasproductivas y su integracióndentro del con-jur¿o de la actividad social. Comencemospor el último grado de re-ducción: la reducciónde las fuerzasproductivasa la tecnología.Loprimero queha de decirsea este respectoes que un medio técnico,unamáquina,un instrumentoo incluso una destrezano es unafuer-za productivaen sí mismo sino en cuanto se integraen un procesode producciónorganizadosegúnunas determinadasrelacionessocia-les. ParaMarx la tecnologíano es nunca unarealidad social y polí-ticamenteneutralen el capitalismo.La técnica en su materializaciónproductiva,la máquina>sehalla calificadadirectamentecomo armadedominación: no sólo porque aumentala plusvalía relativa su intro-ducción sino sobretodo porqueaumentala sumisióndel trabajador.La máquinaen su uso capitalistatiende a reducir el costeunitariode las mercancías—y, por tanto, de las mercancíasnecesariasparala reproducciónde la fuerzade trabajo— aumentandoasí la tasa deplusvalía. Pero eso lo consiguehaciendoque a cada mercancíaseatransmitidoel mínimo posible de trabajo socialmentenecesariogra-

‘3 MARx, K., Le Capital (trad.Roy),p. 138.

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cias a la combinaciónmecánicade movimientos humanosparcialesqueen ella se da. El trabajador,antela máquina,se ve sometidoaunmovimiento de conjuntoen el cual él mismo estáintegradopero queno puedecontrolar. La relacióncon la máquinale haceperder todala antiguadestrezadel artesano:

<La especialidadconsistenteen manejar durantetoda una vida un instru-mento parcelariose convierte en la especialidadde servir durantetoda unavida a una máquinaparcelaria.14

Pero esta máquinano perteneceal individuo que ha vendido sufuerza de trabajomás que esta última> unavez vendida: «su depen-denciade la fábrica y. por ello mismo, del capital se acabade con-sumar». No hay proporción entre obrero y capital, toda autonomíadel trabajo desaparece:

«La habilidaddel obrero se muestrapequeñaante la ciencia prodigiosa, lasenormesfuerzasnaturales>la magnitud del trabajo social incorporadosen elsistemamecánico,que constituyenel poder del amo. En el cerebrode eseamo,su monopolio sobre las máquinas se confunde con la existencia de las má-quinas»‘5

Y de ese modo, una organizaciónpolítica totalitaria, la del ejér-cito o de la prisión es la que dirige el procesode trabajo. Bajo lamáquina y escondidapor su aparenteinocencia, la subordinacióntécnica, bajo ésta, la más rígida disciplina: la máquinano es sóloautómatasino autócrata.

‘La subordinacióntécnicadel obrero a la marchauniformedel medio de tra-bajo y la composiciónparticular del trabajadorcolectivode individuos de ambossexosy de todas las edadescrearuna disciplina cuartelariaperfectamenteela-boradaen el régimende fábrica.Allí, el llamado trabajode vigilancia y la divi-sión de los obrerosen simples soldadosy suboficialesindustrialesson llevadosa su último grado de desarrollo’~

El despotismo de fábrica, una relación de poder, una relaciónpolítica en sentido amplio, es lo que en el capitalismo hace de lamáquina,del instrumentotécnico por excelencia>una fuerza produc-tiva. Y si esto ocurre con las máquinas,lo mismo acontececon lasdemásfuerzasproductivas: la división técnicadel trabajo, la ciencia,la propia fuerza humanade trabajo no existen como fuerzasproduc-’tivas fuera de determinadasrelacionessociales.Estasa su vez estánhistóricamentedeterminadasy difícilmente pueden determinar de

14 Ibit, p. 300.“ Ibid., p. 301.16 Mxax, K, Travail salariéet capital in Marx, Engels.Oeuvreschosies,p. 77,

Ed du Progrés,Moscou,1967.

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maneraunívoca la historia. Por otra parte, no sólo la técnica ni lamaquinaria que la materializaen el ámbito de la producción sinotoda fuerza productiva, todo factor que intervenga en la producciónintervieneen ella en virtud de determinadasrelacionessociales.Nila fuerza de trabajohumanaapareceespontáneamenteen el merca-do ni el capital constantepuedesercapital por su materialidadinme-diata: en amboscasos‘la mediaciónsocial determinala función pro-ductiva. Queno hayfuerzasproductivasfuerade unasrelacionessocia-les de producciónhistóricamentedeterminadasesalgo queMarx nun-ca se cansó de repetir; es quizá una de las tesis fundamentalesdelCapital y de la obra del Marx maduro.Como recordaráen el opúscu-lo Trabajo asalariado y capital

‘en la producción,los hombresno actúansólo sobrela naturalezasino tambiénlos unossobrelos otros»>

no hay en la naturalezaobrerosfabriles ni esclavosnegros,tampococapital constante>

‘un negroes un negro. Solamenteen condicionessocialesdeterminadasse con-vierte en esclavo. Una máquinahiladora de algodón es una máquinahiladorade algodón.Sólo en condicionesdeterminadasse hacecapital»~

La materialidadsimple de unacondición aisladade la producciónno permitedefinirla como fuerza productiva,como elementode unprocesode producción. Es siempre precisoreferirla a otro nivel derealidadmás complejo y queno puede ella explicar: el de las rela-ciones sociales.De este modo, la esferaeconómicade la producciónpierde su autonomíay, si no dicta sus propias leyes no puedefijarlas deotras esferas.Por un lado> hemosvisto quehastalo aparente-mentemás«natural»,másmaterial dentro del procesode producción,la máquina,implica un tipo concretode organizaciónpolítica en elmicrocosmosde la fábrica.Por otra parte,vemosqueparaMarx el en-cuentroentreel trabajadorlibre —en el sentidoya explicadoen la pri-merapartede esta exposición—y la máquina, que constituyela po-sibilidad mismade la producciónfabril, exige el queunasdetermina-dasrelacionessocialescreencontinuadamenteestosdoselementos.Laesfera de la producciónque en si conlíeva relacionesde poder> re-mite constantementea las condicionessocialesde su reproducción.Lasfuerzasproductivasno definenunasrelacionessociales: sonmásbien definidas por éstascomo fuerzasproductivas dentro de proce-sos de producción concretos.

‘7MARx, ENGELS, Oeuvreschoisies,cd. cit., p. 717. Cartaa JosephBloch, 21

de Septiembrede 1890, cf. igualmenteCartasa ConradSchmidt, 27 de Octubrede 1890y a E. Mebring,14 deJulio de 1893.

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¿Qué queda pues de la tópica del prefacio a la Contribución?¿Cómohemosde interpretarlaahora? Desde luego, ya no podemosconsiderarque la infraestructuradomine la superestructura,que, porejemplo>la economíadomine a la política de tal modo queunapue-da reducirseaefecto de la otra o, inclusoa mero reflejo de la otra.La política se halla inextricablementeunida a las relacionesde poderque,en la producción>cualifican a las fuerzasproductivascomo tales.No se halla así en un plano superiordominado por instanciaseconó-micasmáso menosajenassino quese integraen la producciónmis-rna. Lo que Marx descubreno es tanto una determinaciónunívocade la vida social por la instanciaeconómicacomo, sobretodo, el ca-rácter social y político de lo que la economíaclásica considerabacomo un plano meramentenatural.Lo que puedeaparecercomo unadeterminaciónde la política y de la superestructuraen su conjuntopor la economíano es sino el reconocimiento—ya formulado en laIdeología Alemana—de que la producciónes una condición necesa-ria de toda actividad social, incluido el pensamiento;sin que nuncase afirme que la producciónsea el motor de la historia. Motor de lahistoria serála lucha de clases,hechoque no se desarrollaen la pro-ducciónúnicamentesino que hace posible la producciónmisma. Lalucha de clasesse extenderáa todos los ámbitosde la existenciaso-cial, desdela producción hasta la más elevadaespeculación,deter-minandolas condicionesque hacenposible o imposible la reproduc-ción de un régimen de produccióndeterminado.El descubrimientode Marx de mayorrelieveen estesentidoesel de quela luchade clasesestápresenteallí dondeuna victoria estructural de la clasedominan-te no permite verla, que todo régimen clasistade producciónes unadictadurade clase,que sólo la dictaduradel proletariadopuedeliqui-dar la de la burguesíay toda dictadura de clase —incluso la deella misma—. Quien quiera hablarde produccióntendrá,por lo tan-to quereferirse en un régimen clasistaa la complejaestructuradeuna dictadurade clase(y, en general,a las condicionessocialesdetodaproduccióncualquieraque sea el régimen social dominante)-

La referenciaa la produccióncomo condiciónnecesariade la vidade las sociedades>de la historia excluye cualquier forma de reduc-cionismo. Estesólo podría consistir en la abusivaconversiónde unacondición necesariaen una razón suficiente; pero es precisamentetal confusión la queMarx excluye declaradamenteal negarsea con-siderar la producciónfuera de las condicionessocialeshistóricamen-te determinadasen las que ésta se desarrolla.Es precisamenteestolo que Engelsmantendráinsistentementea lo largo de su actividadpolémica de defensade la concepciónmarxianade la historia. Nopuedeser más clara su denunciadel reduccionismo:

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<Segúnla concepciónmaterialistade la historia,el factordeterminanteen lahistoria es en última instancia, la produccióny la reproducciónde la vida real.Ni Marx ni yo hemosdicho nuncanadamás. Si alguien pervierteesta posiciónen el sentidode queel factor económicoes el único determinante,la transformaen unafrase vacía,abstracta,absurda»18

dirá Engelsen su carta a JosephBloch de 21 de septiembrede 1890.Condenandoel vacío, la abstraccióny el absurdodel reduccionismoeconomicista,Engelsserá conscientetambiénde sus razones:

‘Marx y yo —dirá al final de la mismacarta—debemoshacernosparcialmen-te responsablesdel hechode que, a veces>los jóvenesden más pesodel debidoal lado económico.Frentea nuestrosadversariosdebimossubrayarel principioesencialque ellos negaban,y no siempreencontrábamosel tiempo, el lugar nila ocasiónde dar su lugar a los demásfactoresque participanen la acción re-c1proca~

Polémicainenteera preciso subrayarel peso de la producciónden-tro de la vida social; pero sólo la precipitaciónde los jóvenes «mar-xistas» pudo confundir un acento polémico con un reduccionismoteórico. Pero no sólo los jóvenes«marxistas»cayeron en esta unila-teral comprensiónde la obra de Marx: estainterpretaciónreduccio-nista seconvirtió despuésde Marx y Engelsy hastanuestrosdías enel fundamentodoctrinal de una «vulgata»marxista.El marxismo ha-brá sido para Stalin y aunpara Lenin y muchosotros un economi-cismo, como lo fuera paraFerdinandLassalle,aquel yerno de KarlMarx autor de una ‘síntesis del materialismohistórico que hizo afir-mar a Marx que él mismo «no era marxista». Y este economicismosiempre se asentósobre una versión del materialismo que haciade esta posición filosófica una mera crítica del subjetivismo. Elmaterialismo marxista critica, sin duda, el subjetivismo históricopero no desde la afirmación de un universal objetivismo meca-nicista sino desde la negaciónde la escisión que hace posibles tan-to un subjetivismo comoun objetivismo.Nada es másextrañoal pen-samientomarxista que la escisión (que funda las dos formas posi-blesde metafísicaa partir de Kant) entresujeto libre y mediosobje-tivos determinadospor la necesidad.Esta es constantementecriti-cada en cuanto fundamentala economíapolítica sobreel binomioanarquíadel mercado/necesidadplanificada de la producción. Paraconcebirsujetoslibres queactúanenel nivel de la circulacióncomoprotagonistasdel cambiode mercancías>ha sido necesarioconvertirel mundoen queéstos se hallan incluidos en máquina(instrumento)y hacerde la economía(relación con el mundo como « laboratoriode la producciónsocial» segúnla expresiónde los Grundrisse)unaesfera autónomay automática,indiferente a la acción de los hom-bres. Al pensarMarx la economíadentro del marco de unas relacio-

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nes socialesdeterminadasy> en concreto,dentro de las que instauray puedesubvertir la lucha de clases,Marx acabacon la escisión>ha-ciendo de la economíaun hechohistóricoy no sólo natural (en el sen-tido de no humano) y pensandola historia de la producciónsocialde la existenciahumana.La historia será,así> un procesohistórico-naturaldeterminadopor unacausalidadinternaexpresadaen formasde antagonismoinmanentesa las formacionessociales. Es un pro-ceso sin sujeto (Althusser), pero, sobre todo, sin escisión entre elsujeto y un determinanteobjetivo externo a él.

liemos de concluir> de estamaneraque la concepciónmaterialis-ta marxianade la historia no es determinista,pues el determinismosólo puede ser pensadodentro de una escisión que expresamentese niega entre sujeto y objeto. Tampoco> es naturalmente,por lasmismasrazones,subjetivista.

CONcLUSIÓN GENERAL

Existen> sin duda>parael marxismo determinacionesde la acciónsocial> pero éstasno son condicionesescindidasde una acción queen ellas tuviera lugar. Estas determinacionesson pensadasdentrode modelosteóricosde caráctermáso menosuniversal queestudianel comportamientode áreas determinadas.Entre estas áreas existeuna combinaciónsingular en cadaformación social queningún mode-lo teórico universalpuededefinir. La historia seráhistoria de las for-macionessociales,o más precisamente,de lo que en ellas suponeun cambio: la inadecuación,el desfaseentre un área y otra, entreuna y otra instanciadentro de la producciónsocial de la existenciahumanaes lo histórico. Esto no puede reducirsea ningún modeloexplicativo a priori, pues si el materialismopuede afirmar algo envez de tocar el tambor con Cratilo es que un hecho no se puedede-ducir de un concepto>aunquesólo un conceptopuedepensarla cau-salidad queproduceun hecho. La ciencia marxistade las formacio-nes socialesno es una ciencia de la historia: es ademásla muestrade la imposibilidad de unaciencia histórica. Sólo cabe auna cienciade las formacionessociales,como a la física cuántica,pensaren ám-bitos de determinacióncausalpero ya no en causalidadespredeter-minadas(Laplace).Una historiamaterialistaseenfrentarásiempreconel hechotozudode que la materiaes principio de individuacióny delindividuo no hay ciencia...