descartes - reglas para la dirección del espíritu completo

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  • 7/26/2019 Descartes - Reglas Para La Direccin Del Espritu Completo

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    Seccin: Clsicos Rene Descartes:Reglaspara ladireccindelespritu

    Introduccin, traducciny notas deJuanManuel NavarroCordn

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    Ttulooriginal:RegulaeaddirectionemingeniiTraductor:JuanManuelNavarroCordn

    Primeraedicinen ElLibrodeBolsillo;1984Tercera reimpresinen ElLibrodeBolsillo:1996

    Reservadostodos los derechos. Deconformidadcon lo dispuesto enelart. 534-bis delCdigoPenal vigente,podrnsercastigadosconpenasde multa yprivacinde libertadquienesreprodujeren oplagiaren, entodoo en parte, una obra literaria,artsticaocientficafijadaencualquiertipode soporte sin la preceptivaautorizacin.

    De la introduccin, traduccin y notas:JuanManuel NavarroCordn Ed.cast:AlianzaEditorial,S.A.,Madrid,1984, 1989, 1994, 1996

    CalleJuanIgnacioLuca de Tena, 15; 28027Madrid;telf.393 88 88ISBN: 84-206-0034-2Depsitolegal: M. 41,614-1995

    Impresoen Closas-Orcoyen, S. L.PolgonoIgarsaPaiacucllos deJaraina(Madrid)Ptiulcdin Spaiti

    Introduccin

    I . SIGNIFICADO, ESTRUCTURA Y TEMTICADE LASREGLAS

    1. Las Reglas y lamodernidad

    Parece difcil presentar el pensamiento de Descartesoalguno de sus escritos, en nuestrocasolasReglas paraladireccin del espritu, sinsealaren elumbralmismola novedad epocal de su obra,puesen verdad l iniciano slo la modernaFilosofa, sino tambin la culturade los tiempos modernos. Hagamos nuestras, aestepropsito, las palabrasde aquel pensador que tanhondamentemedit sobre el sentido histrico de los discursos filosficos: ConCartesio escribe Hegel entramos... en una filosofa propia e independiente, quesabeque procede sustantivamente de la razn y que laconciencia de s es un momentoesencialde la verdad.Esta filosofa erigida sobre basespropias y peculiaresabandona totalmente el terreno de la teologa filoso

    fante,por lo menos en cuanto alprincipio,parasituarsedel otro lado. Aqu, ya podemos sentirnos en nuestra

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    casay gritar, alfin..., tierra! \ Eltextohegeliano indicaslo, pero con suficientes matices y precisin, aspectosfundamentales del giro cartesiano: la n-dependenciadelpensamiento con respecto a lateologa, la autonoma

    de larazn,la inseparabilidad entre la verdad y autocon-ciencia, giro queabrelas vaspara un venidero humanismo,en el sentido en queSartre escribeque precisamente estamosen un plano donde solamente hayhombres2; humanismo que aunque no cuadre del todoniconla letra niquiz tampoco con el espritude lacompleta obracartesiana,s que puede considerarse en ciertosentido de raigambrecartesiana,puespor obra del pensador francs se ha bosquejado, e incluso fundado formalmente, lo que se ha llamado el principio de lainmanencia, mediante un cambio dedireccin del objeto al sujeto, del mundo al yo, de lo exterior a lointerior3.

    LasReglas paraladireccin del espritu, y noslopor lo temprano de su redaccin en el pensamiento deDescartes, trazan lasbasesde la nuevapoca. Sloquien

    hayapensado real y detenidamente esteescrito, radicalmente parco,hastaen sus rinconesms recnditosyfros,est en condiciones de tener una idea de lo quepasaen la ciencia moderna*. Podrapensarse,no yendo msallde la literalidad de la afirmacin heideggeriana, quelas Reglas son un escrito de singular importancia parala ciencia moderna, y nada ms, aunque ello ya seamucho.Estimando por nuestra parte que lo es en efecto,

    1 HEGEL, G. W. F., Vorlesungen ber die Geschichte der Phi-losophie, enWerke, Suhrkamp Verlag,Frankfurt 1971, vol. XX,p. 120, ed.cast.F .C. E.,Mxico, 1955, p. 252.

    2 SARTRE, J.P., El existencialismo es un humanismo,Ed. Sur,Buenos Aires, 1980, p. 26.Vaseen el muy interesante trabajo deSartre, La libert cartsienne, recogido en el vol.I,deSituations,Gallimard, Pars,1947, pp. 289-308, la lecturasartreanadel incoativo y formal atesmo humanista cartesiano.

    3 FABRO, C, Introduzione all'ateismo moderno, Editrice Stu-dium,Roma, 1964, p. 921.

    4 HEIDEGGER, M.,D/eTrape nachdemDing, M. Niemeyer, T-bingcii, 1962, p. 78; ed.cast.Sur, Buenos Aires, 1964, p. 100.

    pensamos adems que el significado de la obra y elalcancede laafirmacin de Heidegger tienen otra dimensin ms rica an y originaria. De un lado, porque elsignificado cientfico de la obra requiere ser ledo

    desdeun marco previo y totalizador, donante de sentido;yporque las Reglasmismas, con todos sus significadosposibles, y entre ellos el cientfico, hay que interpretarlasdesdeuna experiencia de la vida y enfuncin deunproyectohistrico,en los que la simple ciencia, porlo demsgrandiosa y admirable, puede jugar, s, un papelrelevante, pero no primordial ni decisivo. Junto a latcnica maquinista, el arte considerado comoesttica yobjetode la vivencia, el obrar humano como cultura, yla desdivinizacin, es la ciencia, segn sealaHeidegger,uno y quizel msdefinitoriode los fenmenosesencialesde la EdadModerna.Pero ninguno de ellos individualniseparadamente,ni tampoco la simple suma detodosellos, delinea niexpresaoriginariamente la figuraesencial {Wesensgestalt)de una poca,pues cabey espreciso preguntarse qu concepcin de lo existente y

    qu interpretacin de la verdad sirve de fundamento aestosfenmenos.Una pregunta talescapasiempre, precedindolo y sobrepasndolo, acadauno de los referidos fenmenos, correspondindole, por el contrario, aese difcil, peronecesarioejercicio o accin delpensamientoque es el filosofar.Accinde innumerablesnombresy modos de realizacin,uno de loscuales,y quizsingularmente sobrio v apropiado, es el de meditacin{Besinnung): Meditacin es atreverse a cuestionar almximola verdad de las propias presuposiciones(Voraus-setzungen)y elmbitode los propiosfines5. As pues,una pregunta tal, que en cuanto meditacin entra enel sentido (Sinn)5 de una poca desvelando su figuraesencial,es tareade lFilosofa. En latradicin {ber-lieferung) occidental que va de Platn a Nietzsche, la

    5

    HEIDEGGER, M.,Die Zeit des Weltbildes, enHolzwege, V.Klostermann,Frankfurt amMain, 1972, p. 69.6 Cfr. HEIDEGGER, M.,Wissenschaft undBesinnung, enVor-

    trdgeund Aufsatze,Neske, Pfullingen, 1978, pp. 41-66; p. 64.

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    filosofa se entendi y realiz como Metafsica. Puesbien, en la metafsica escribeHeidegger seefecta la meditacin sobre aesenciade lo existente y unadecisinsobre laesenciade la verdad. Lametafsicafunda

    una poca al darle un fundamento de su figuraesencialmediante una determinada interpretacinde lo existentey mediante una determinada concepcin de la verdad.Este fundamento domina todos losfenmenos quecaracterizan la poca. Viceversa, en esos fenmenos debepoderse reconocer el fundamento metafsico para unameditacin suficiente sobre ellos7.

    El indudable significado cientfico de lasReglasnolas agotan; ms fundamentalmente, las Reglasparaladireccin del espritu ofrecen, todava quizcon la ambigedady la indecisinque se quiera(debidasjustamentea sucarcterde frontera entre un mundo fenecido yotroquenace y que ellas mismas ayudan a alumbrar), losrasgos esencialesque bosquejarn la pocamoderna; enellaspuedenquizrastrearselos factoresesencialesde loque Heidegger ha denominado loesencialde una pos

    turafundamentalmetafsica, que comprende los ya referidos:lainterpretacinesencialdel ser de loexistente,elproyectoesencialde laverdad,yadems,y en indisoluble unidad de estructural significacin, el modo ymanera como el hombre es hombre,y el sentidoconformeal cual el hombre es medida(Mass)parala verdadde loexistente8.

    Como es palmario, aqu metafsica no mienta ningnpretendido (o pretencioso)conocimientode trasmun-dos, sino algo previo a cualquier decisin sobre esa oparecidascuestiones. Nosparececlaro que en lasReglasse ofrece una interpretacin de lo existente en correlacin con un proyecto de qu entender por verdad; ytambinnos resulta claro que hay una interpretacindelhombre que como sujeto epistmico funda yestablece

    7 HEIDEGGER, M.,Holzwege, L ,c.8 HEIDEGGER, M.,Holzwege,ed. cit.,p.96, yNietzsche,Neske,

    Pfullingen, 1961, I I ,p.170.

    Introduccin 11

    medida (Mass) para la verdad y para lo que ha deser instituidocomo su correlato objetual cierto; si biencon una claridad de claroscuro, la claridad de una presencia de la que se sabe slo por sus operaciones y

    obras: parecera como si el filsofo de la mscarapusieseespecial cuidado en no dejar entrever del yosino lonecesarioo lo ineludible. Pero que el hombre,en cuanto sujeto, esten cierta oscuridad oausencianosignifica que novengaoperandodesdeel principioenel filosofar cartesiano. H. Gouhier lo ha sealado conprecisiny sencillez: El cartesianismonacede unaintuicinque lo vuelvehaciael hombre, animal racional(rai-sonnable)9 que vive en un universofsicoy en un mediosocial. Ahora bien, esta intuicin primera no deja deser primaria en el pensamiento del filsofo. Cmopodra subsistir su sistema sin lo que le da su direcciny su movimiento?10.

    Poder llegar a apreciar elensamblajedeestosfactoresen las Reglas evitar su reduccionismo ciencista, susignificacin epistemolgica se ver desde otra_ pers

    pectiva y a otra luz, y la obra mismamostrarsu riquezay su potencial metafsico, entendida esta palabra enel significado apuntado.

    2. Significadoyestructurade las Reglas

    Qu significan en la experiencia vitaly filosfica deDescartes, lasReglasparala direccin del espritu? Novamos a recordar una vez ms ni siquiera los aconteci-

    9 Unpasajede laAntropologa en sentido pragmtico de Kantexpresa con claridad y precisin el matiz que queremos resaltar;hablando del hombre diceKantque tiene uncarcter que l mismo se ha creado, en cuanto que es capaz de perfeccionarse deacuerdo con los fines que l mismo se seala; por medio de locual l, como animal dotado de capacidad de razn (Vernunftfabig-keit) (animal rationabile), puedehacerde s mismo un animal racional fnerpnftige*) (enmele rondefr. Kant's Werke, AkademieTextausgabe, W.de Gruyter,Berln, 1968, vol.V I I ,p. 321

    10 GOUHIER, H. ,Descartes, Essais sur le Discours de la Me-thode, LaMtaphysique et laMorale, J. Vrin, Pars,1973,p.204.

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    miemosms relevantesde lavidadeDescartes, nacidoenLaLlave, ciudaddeTurena,el31demarzode 1596,ni tampoco nadade sucarctery de la relacindeste

    consuobra; ni,enfin,unarelacinde susescritos.Esde mayor inters para nosotros, atenidos como estamosademsaun espacioque senoshafijadoapesardeellocongenerosidad, responder aunqueseamuy brevementealapreguntarecin formulada.Y,para empezar, encontramos_en Hegelunasobservaciones breves,precisasyque orientan adecuadamente. Descartes caracterizbasepor suespritu vivazeinquieto,quebuscaba con insaciable afn todas las ramasdelconocer humano, buceandoentodoslossistemasyformasdepensamiento \ Aellohay queaadir unafirme voluntaddeinvestigar seriamentelaverdadde lascosas(Reglas,1,361), y noslo para mejor dirigir lasacciones de' la

    vida, sino adems por aquel placer que seencuentraen lacontemplacinde laverdady que escasilanica

    felicidad puradeesta vida (Ibid).Adornadocon unespritu tal ymovidopor el afn

    de verdad, tres experiencias jalonanelcaminohastalasReglas.Enprimer lugar, sus estudiosdejuventudenel colegiodejesutas y los quehizopor sucuentaleinfundieron, alcabodemuchos aosdeengolfarseenellos,unafuerte repugnanciapor elestudio libresco;de otra parte, siendo todava mozo,a losdieciochoaos, setrasladaParsyvivi en elgranmundodela capital. Pero, como tampoco esto satisface susafanes,prontoabandonestasociedadyretorna susestudios,y porltimo, seretir... consagrado principalmente al estudio de las matemticas12. Estas tresexperiencias expresan tresvasocaminos(meta-odos)enlabsquedade laverdady querepresentanlaquiebradeunaculturay, encontraste conello,elhechizodelasmatemticas13.Y si,comoantesseseal,elCarte-

    1 1 HEGEL, G. W. F, Op. c, p. 25512 HEGEL, G.W. F.,L.C.13 GOUHIER, H. ,O.c, pp. 14y 12.

    Introduccin 13

    sianismonacede unaintuicin que lovuelve haciaelhombre, al s-mismo (moi-mme) (giroen el que lasmatemticas desempeanungran papel, pero cuyo pre

    ciso sentidoyalcanceesmenester desentraar;y deellonos ocupamos reiteradas veces en esta edicin), esenacimientoes el resultado de unaexperiencia que seiniciacon la quiebradeunaculturay a la queseguiruna segunda.Laprimeraes laquiebrade las lettres,delaslitterae humanae, de lasHumanidadesen quehaba sido alimentadodesdesujuventud (Lenguas antiguas,Historia; Elocuencia, Poesa, Teologa; Filosofa;Lgica, Fsica, Metafsica yMoral; enfin, MedicinayJurisprudencia).Elfracaso de lasHumanidades,en elnivel histrico en que se encontraban,se debe a suincapacidad para fundarypromoverlaideaderacionalidadylibertadquedefinenladestinacindelhombre.

    Abandonandoporcompletoelestudiode lasletras,Descartes inicialaexperienciadelgran librodelmundo (a recueiller diverses expriences): la experienciamundanaeintersubjetiva conotros hombresy otrospueblos.Apesarde lasventajasyutilidadquereportaestaexperiencia, carenteyvaca ande laconcienciades mismo comoprincipio y gua, resulta incapaz paraproporcionar lo que sebusca: unaverdadque,inseparablede lo que es oexiste sabible con certeza, instaureuna ideadelhombrey suser medida quepermitafundadamente ver claroenmis acciones,ymarchar conseguridadenestavida.Es laquiebrade lo quepodramos denominarlacultura mundana no mediada porlaautoconciencia.

    Seabre, pues,y noresta sinolatercera experienciaocamino:elencantoohechizode lasmatemticas. Aun

    que Descartes las haba estudiado y apreci desdeelprimermomentosucerteza,sinembargosloms tardellegarepararen suverdadero uso.Pareceque ellotuvolugar en una fecha precisa:el 10 denoviembrede1619.En lasOlympicapuede leerse: El 10 denoviembrede1619,como estuviera llenodeentusiasmoyhallaralos fundamentos delaadmirable ciencia,etc. (A.T.,X,

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    p.179). Lagestacinde lasReglas,cuyafecha deredaccin ms probable es el invierno de 628, se inicia enaquellasfechasytambinpor entonces el descubrimiento

    del mtodo. En ello las matemticas han desempeadoun papel singular. Recibi Descartes en La Fleche nosloamplios conocimientosmatemticos, sinoprincipalmente elespritumismo delsabermatemtico11. Esteesprituunido a su singular penetracin filosfica lellevarechazarel simple valor tcnicode las matemticas,su utilizacin como mero instrumento para las artesyartificios mecnicos, y reparar en su posible valor decultura,dadalacertezay la evidencia de sus razones.Interesndole a Descartes principalmente las empresasdel espritu, lo ms importante y revelador en su ocupacincon las matemticas es el descubrimiento deestatcnica puramente especulativa que pone al espritu enposesinde laverdad15, y enposesinde s mismo. As,el significado de las matemticasen el desarrollo y acuacin delmtodo, buscando steuna conversin a lohumanoy siendo inseparable de larazny dels-mismo(moi-mme), constituye uno de lostpicos msdiscutidos.E. Gilson ha interpretado ese significado como mate-maticismo: lafilosofa de Descartes no es ms que unexperimento temerariamente realizado para ver lo quedeviene el conocimiento humano cuando se le moldeasegn el modelo de la evidencia matemtica, y enestadegeneracin que es el matematismo, las matemticascomenzaron...a inundar como una riada descolorida lacompleja realidad, convirtiendo a la Filosofa en uncaptulode lamatemtica universal16.Cabeotra lecturadel sentido de la relacin entre matemticas y la raznque imponedesdes unmtodo,y sobre ello volveremosms adelante.Por ahorabastacon dejar constancia delintersde la tercera experiencia cartesiana: la que tuvocon las matemticas.

    14 GILSON, E.,Launidad de laexperienciafilosfica, Rialp Madrid, 1973, p. 153.

    15 GOUHIER, H., O. c, p. 61.16 GILSON, E.,O. c, pp. 156, 161 y 178, respectivamente.

    Introduccin 15

    Descartes ha llevado a cabo en tres ocasiones lapuesta a punto de su mtodo: la primera, en ese inviernode 1619 y en el ao siguiente (El 11 de noviembre de 1620 empec a comprender el fundamento deladmirable descubrimiento; A . T., X, p._ 179); y elStudium bonaements, de por la misma poca (A. T.,X, pp. 191-203), ha sido considerado como un primeres'bozo de lasReglas". Lasegundapuesta a punto laconstituyenlas Reglas para'ladireccin del espritu. Yla tercera, el Discurso, de 1637. Excede los lmites ypropsitosde nuestra Introduccinabordar las diferentescuestionesque plantea la relacin entre las Reglasy el

    Discurso. Sealemos tan sloque mientras para algunos(Hamelin,por ejemplo), lasReglas, convienesubordinarlasalDiscurso,tomando astecomobasey aaqullascomo simplecomplementow, para otros (as Rodis-Lewis),apesarde suslmiteslasRegulaesiguen siendoel texto a la vez msespontneoy msdesarrollado .Es manifiesto que elDiscursoes una obra quesobrepasaen intenciones, variedad y riqueza temtica, amn desu valor autobiogrfico, a lasReglas;pero en lo quese refiere estrictamente al mtodo, y en la significacinque aestetrminodamos en el apartadoMtodo yfilosofa de nuestra Introduccin, las Reglas aventajanconmucho alDiscurso,y por otra parte, elDiscursonoenriquece elmtodode la obra de 1628, mantenindoseuna unidadmetdica: es el mismomtodoel que esten juego y las frmulas de 1637 mantienen lo que, enlas de1628, expresa la actitud tomadadesde 1619s!0.

    LasReglasparaladireccin del espritu es probablemente elltimode sus escritos de juventud; escrito enlatn, qued sin terminar y fue publicado aos despus

    " HAMELIN, O.,ElsistemadeDescartes,Losada, Buenos Aires,1949 pp 49 y 55. G. RODIS LEWIS seala que el fondo del mtodo.'., ha salido de las reflexiones de 1619-20,L'oeuvre deDescartes,J. Vrin, Pars, 1971, vol.I,pp. 89-90.

    19 HAMELIN, O., O. c, p. 58.1 9 Roras LEWIS, G., O. c., p. 168.20 GOUHIER, H. ,O. c, pp. 75-76.

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    de la muerte deDescartes(acaecidaen febrero de 1650,en Estocolmo), en Amsterdam, en el ao 1701,formandoparte deOpusculaPosthumaphysicaetmathematica,tras una serie de peripecias, fruto de un azar diraseque perverso, que tuvo sin embargo su rplica en lafortunaque quisosalvarlasde la destruccin (puesbuenafortuna hizo faltaparaque apesarde tantosriesgoseltextono seperdieseyviesela luz). En el Inventario delos escritos deDescartes hecho a su muerte, y en elcaptulo F, se lee: Nueve cuadernosenrollados, conteniendoparte de un tratado dereglastilesyclarasparala direccin del Espritu en la bsqueda de la verdad(A.T., X, p. 9). Fueronestoscuadernos los que trajoy llev el azar enperipecias que nos dispensamos derecordar21.

    Las Reglas presentan una notable singularidad; conraznse ha dicho queflotanen unaextraa indecisin,pueses un texto sin texto, untexto sin ttulo fijo

    y nico,y untexto singenealoganiposteridad22. Untexto,o mejor, unos textos que nos han llegado, ningunode loscualeses el original. El manuscrito original fue

    a poder de Clerselier, un amigo deDescartesque murisin conseguir publicar el manuscrito, que a fin de cuentas seperdi.No sinanteshabersehecho de lalgunascopias. Perdido el original, se dispone del manuscritode Amsterdam (publicado en 1701), de cuya autenticidad no sepuededudar. Es el querecogeprincipalmentelaedicinde Adam y Tannery y es citado comoA.Otrotexto es el manuscrito de Hannover, copia que Leibnizcompr en 1670 al mdico Schlery que fue corregidopor el mismo Leibniz. Es citado como H. Y anpuedehablarsede un tercer texto o manuscrito, sobre el queCrapulli ha realizado su edicin de lasReglas.Nuestraedicinha tomado comobaseel texto de AT., optandoencadacasopor las variantes de los otros textos que

    21

    Adems de las monografas ya citadas, vase tambin alrespecto A .T. X.,pp. 351-357.22 MARIN, J. L.,Sur l'Ontolovjc grisc de Desearles, J. Vrin,

    Pars, 1975, p. 13.

    Introduccin 17

    nos han parecido ms pertinentes, como se indica en suslugaresy notas respectivas.Aunque habitualmente denominadasRegulaeaddirec-

    tionemingeni (Reglas paraladireccin del espritu), yaslohacemosnosotros, el texto no ha recibido unttulonico. El manuscrito de Hannover titula Regulae deinquirendaveritate,resaltndoseespecialmenteporLeibniz elcarcter debsqueda de laverdad.Y el manuscrito original, segn el inventaro de Estocolmo,rezaas: Tratado de reglas tiles y clarasparala direccindel Espritu en la bsqueda de laverdad.Es ste, sinduda, el ttulo ms comprensivo. Pero lo que importasealar,y mucho, enestadiversidad de ttulos y extensin y trminos de su formulacin es que la obra, y elmtodode que se ocupa, no tiene ni una primariaintencin epistemolgica ni se reduce sin ms a su significacin cientfica. Pues, de una parte, del mtodoesperaDescartes una conversin del espritu23, y deotra, las Reglas constituyen una meditacin sobre laesencia moderna de la verdad2I . Y claro es que,envirtudde que ese emparejamiento entre cierto modo

    decensary ciertaideadel Ser, segn recordaba Ortega,no es accidental, sino que es inevitable25, una medita-

    23 Y ,enestesentido,escribeI.Belaval, regulaeaddirectionemingen debera traducirse: reglas para servir de directrices a losque tienen don(ingenium), Leibniz critique de Descartes, Galli-mard, Pars, 1960, p. 27.

    24 MARIN, J. L O. c, p. 15.25 Laideade principio en Leibniz, prg. 3: Pensar y ser, o los

    discuros, en Obras completas, Revista de Occidente, Madrid,1970, V I I I , p. 70. Modo de pensar sustituye aqu, en la intencin de Ortega, a mtodo; y ha visto bien la debilidad semntica deestapalabra, acausade su habitual sobredeterminacinepistemolgica y metodologista. La palabra 'mtodo',escribeen el mismo lugar, aunqueesadecuadaa lo que ahora insino, esuna expresin astnica, grisienta, que no 'dice' con energa suficiente toda la gravedad o radicalizad de la nocin que intento

    declarar.Parecera como si la palabra 'mtodo' significase que enla operacin llamada pensar, entendida segn vena ttadicional-mente entendindose, introduce el filsofo algunas modificacionesque aprietan los tornillos a su funcionamiento, hacindolo con

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    cinsobre laesenciade la verdad es tambiny al mismotiempo26, al menos incoativa y formalmente, una meditacinsobre laesenciade lo que es. El que lo que eseneste casopueda interpretarse como objeto noquita un pice a su significado ontolgico.

    Texto,en fin,decamos con J. L.Marin, singenealoga ni posteridad. Sin genealoga, porque ninguno delos escritos cartesianosanteriores ayudan a comprenderadecuadamentela obra, como puedeapreciarsea la luzde diversos trabajos27 sobreesosescritos. Y es que, deun lado, lasReglas,ms que insertarse en una gnesis,constituyen propiamente la gnesis misma del pensamientocartesiano, y, deotro, su inteligibilidad y sentidoreciben especial luz del mudo di-logo que mantienencon la tradicin escolstica, y muy especialmente Aristteles.Se comprende asquiz mejor la doble rupturaque enellasse refleja: ruptura con las principalestesistradicionales; y ruptura (silencio) de lasReglas,una vezcumplidala ruptura con latradicin,en la obra posteriorcartesiana.Puesningunamencinposterior aellas,silencio de nopocascuestiones fundamentales de lasReglas

    (la MathesisXJniversalis, elintuitus), lo que no impideen absoluto el que las basesadquiridas enellasno semantengan y operen en el pensamiento posterior cartesiano. El que elpropioDescartes no las publicase, y elquequedaseninacabadas28coadyuvan no poco a su indecisiny a cierta dificultad de su lectura.

    elloms riguroso y de rendimiento garantizado. No esestolo quequiero decir. Se trata de algo mucho ms decisivo.

    Referido a este orden de cuestiones, Hegel escribe lacnicamente: Elespritu de su filosofa no es otracosa que el sabercomo unidad del ser y el pensar. O. c, p. 257._26 Recurdese la formulacin delprincipio supremo de los jui

    ciossintticos apriorien la Crtica de la razn pura,A-158, B-197.27 Adems del libro de O. Hamelin ya citado, vase el de H.

    Gouhier,Les premierespenses deDescartes, J.Vrin, Pars, 1958,y el tambin ya citado de G. Rodis Lewis, I . ,captulos I yI I .

    28

    Noparecehaber razonesclarasde la interrupcin de la obra.Podra pensarseen la carta de 15 deabrilde 1630 a Mersenne enque Descartes se refiere a un incremento y progreso en los conocimientos que obliga a una reforma del proyecto primitivo; pero

    Para facilitar sta en alguna medida indicaremos laestructura de la obra. El programa de lasReglasaparececlaramente sealado en dos pasajes: en la Regla VI I I(p. 399) y en laRegla X II(pp. 428-429); programa adesarrollar en tres libros. Qu criterio gua esta divisin? En laReglaV I I I no queda suficientemente distinguidoni precisado el criterioadecuado,puesalcifrarloall en los conceptos de simplicidad y composicin

    ysu funcionalidad(Las dividimos,escribeDescartes, ennaturalezasabsolutamente simples y en complejas ocompuestas), queda sin mencionar explcitamente comocriteriolaintervencinde lodesconocidocomotrminode la composicin,habiendo de quedar por ello, en sucaso, ambigua la distincin entre el Libro primero ysegundo; y as tambin entre el segundo y el tercero.La Regla X I I ,ms rigurosamente, seala como criteriola divisin en proposiciones simples, es decir,esasproposiciones que deben presentarse espontneamenteyno pueden serbuscadas(y deellasseocuparel Libroprimero, que comprende las doce primeras Reglas), ycuestiones, en las que ya interviene un elemento_des

    conocido (de las que habran de ocuparse los Librossegundo y tercero).Ahorabien, de las cuestiones, unasse entienden perfectamente, aunque se ignore su solucin,y al tener todas las premisas, sloqueda por buscar la manera de encontrar la conclusin. Entalesproblemas (o cuestiones) la solucin est enteramentedeterminada, de manera que sesabeperfectamente bienlo que busca: el principio que define la solucin estimplcito, pero rigurosamente determinado; por fin, elmodode dependencia queenlazalasolucincon suprincipioes tal, que lanegacindelprincipio traeraconsigo

    no es seguroque enesta carta se refiera a las Reglas; antesbien,quiz a un proyectado poresasfechasTratado de Metafsica. Ro-dis-Lewis creeque su inacabamiento es el corolario de unacom

    plejidad todava insuficientemente dominada (O.c, I , p. 167),indicandoque la Geometra (como es sabido, uno de los Ensayosque siguen al Discurso del Mtodo) perfeccionar notablementeel lgebra esbozadaen el libro segundo de las Reglas.

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    lanegacinde lasolucin,yrecprocamente,lanegacindelasolucin implicaralanegacindelprincipio.Estosproblemas perfectamente determinados son casi siempreproblemas abstractos,porconsiguiente, problemas aritmticosy geomtricos.Por eso,observmoslo alpasar,lasReglasXI I I -XXI sonreglasmatemticas,circunstancia queaveceshainducidoalos historiadoresapensar,equivocadamente, que a medida queavanzaba en sutratado,Descartes,sinquererlo,secircunscriba msyms a lasciencias matemticas29. Detales cuestionesse ocupaelinconclusoLibrosegundo. Pero otrascuestiones noseentiendenperfectamente, asaber, aquellascuyo enunciadoesincompletoyno permite sino unasolucin,enparte, indeterminada:t0. y deellas habrande ocuparselasdocereglasdelLibrotercero.

    Reparemos conalgndetalle,asu vez, enlaestructuradel Libro primero,sinduda algunaelmsimportante.Cabe sealaren lclaramente tressecciones31. Unaprimeraquecomprendelasreglas I-IV,en que seabordala nueva teora delsabery de laciencia.LareglaIestableceelfinque seproponeelTratado,cifrandoen

    la unidadde lacienciaelfundamentode lanueva ideadel saber.LaI I instituyelacerteza comoel carcterfundamentalydefinitorio de laciencia.LaI I Iabordalas operacionesoacciones del entendimiento porlas queseestableceelconocimientocierto.Mientrasque la regla IV desarrollaelsentidode laprincipalidaddelmtodoen labsquedade laverdad.

    La seccinsegunda comprendelasreglasV-VII,reglasque prescriben elorden y lo implican. Suespecialunidad lashace inseparables, requiriendoserconsideradasconjuntamente,noimportando cul seensearala primera.La Vensealaprincipialidaddelordenenel mtodoy lanecesidad de sustituir unordenontolgico

    29

    HAMELIN, O.,O. c, p. 77.30 Ibid.31 Enlo quesiguerecogemos diferentes observacionesde J. L.

    Marin, O.c, al respecto.

    Introduccin 21

    (en la acepcin escolstica) por unorden epistmico.LaVI criticalosgnerosdelentey lascategorascomosupuestosdelorden,einstauralasseries.Y laVI Isustituyeelsilogismo porlaenumeracincomomovimientocontinuo e ininterrumpido delpensamiento. La regla VI I I , por suparte, desarrolla conejemploslostemas abordadosenestasegunda seccin.

    La seccin tercera comprendelasreglas IX-XI. Definidas lasoperaciones epistemolgicas en la seccinsegunda,lasreglasdesta tercera llevaa laprcticaesasoperaciones, precisandolascondiciones subjetivasde suejercicio,y suinternaconexin.En efecto,laIX lohacecon respectoalIntuitus mediantelaperspicacia,afinde intuir distintamente cada cosa. La X seproponelomismo con respectoa ladeduccin,usando para ellodelasagacidad.Mientrasque laX Iseproponela estrecha relacin entre intuicinydeduccin,afinde explicarde qumodoestasdos operacionesseayudanycompletanhastaelpuntode queparezcan fundirseenuna sola, por un ciertomovimientodel pensamientoqueal mismotiempo intuye atentamente cadacosaypasa

    a otras (Regla X I ,p.408).Laregla X I I ,quecierrael libro primero recoge amododeconclusin lo queyase haido tratando.

    3. Ciencia,mtodo yfilosofa en lasReglas

    El complejo significadode lasReglasy la indecisinque plantealooscurode sugenealogay elsilenciosobre laposterior obra cartesiana, adquiere especial relevanciaen lacuestinde si esuna obra que trata estrictamentedecuestionescientfico-metodolgicas, con plenaautonoma,y sinreferencia alguna acuestiones filos-fico-metafsicas; o simsbien,auntratandotemasmetodolgicos y tambin cientficos, elmtodoesinsepa

    rablede lainstancia filosfico-metafsica, oincluso,staconstituyeenltimo trmino lofundamental.Quisiramostanslo aqu dejar constanciadeambaslecturas,

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    lanegacinde lasolucin,yrecprocamente,lanegacindelasolucin implicaralanegacindelprincipio.Estosproblemas perfectamente determinados son casi siempreproblemas abstractos,porconsiguiente, problemas aritmticosy geomtricos.Por eso,observmoslo alpasar,lasReglas XIII -XXI sonreglasmatemticas,circunstancia queaveceshainducidoalos historiadoresapensar,equivocadamente, que amedida queavanzaba en sutratado, Descartes, sinquererlo,secircunscriba msyms a lasciencias matemticas2

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    que vamos a ver de la mano de dos clsicos intrpretesde la obra cartesiana.

    Esunacuestinardua la desabersi en Descartes elmtodo es independiente de la metafsica32, y, efectivamente, lo es,puessu desarrollo requiere una clarificacin previa sobre qu entender por mtodo, qu pormetafsica y ambasa su vez en la evolucin delpensamientocartesiano. Desestimando enltimo trminounaevolucincon cortessealadosy bruscos, o mejorquiz,admitiendo que en Descartes el plan sistemtico nohacesino reflejar la marcha efectiva del desarrollocronolgicode sus ideas,Hamelin,apoyado en el prefacioa losPrincipios de la filosofa, cuando Descartes compara la filosofa con unrbol,cuyasraces son la Metafsica, estima que la filosofa antecedea la ciencia, quela Metafsica precede y funda la fsica33, y que el mismo mtodo es deudor de aqulla. Si bien, no es tanfcil como secreesituar elmtodo en el lugar que debidamentele corresponde,puesaunque, enltimo trmino, sea inseparable de la Metafsica, el mtodo hasidoconsiderado por Descartes como undominioais

    lado34

    . Contodo, suutilizacin en camposdeterminados no quita para que en elespritu y en la obra deDescartes, el mtodo est ligado con la metafsica.

    Ahora bien,y la precisindel concepto,aqu como entodolugar, es lo decisivo, paraHamelin la Metafsicacartesiana... no es pura, ni tal vez propiamente unateora del alma, deDiosy delmundo...; es ademsyquiz sobre todo,unapropeduticadel conocimiento engeneral35. Estaambigedad, oquizms propiamente,esa sobredeterminacin del significado de Metafsica,haceque elmtodopueda considerarse comoprecedindolay estando, portanto, fuera de la filosofa; obienhace,deotrolado, que elmtodomismoexpresela dimensin crticay deautofundamentacinde lapropiafilo-

    32

    HAMELIN, O. c, p. 38.33 O. c, pp. 27 y 30, respectivamente.34 O.c, pp. 110 y 103, respectivamente.35 O. c, p. 104.

    Introduccin 23

    sofa, siendo por ello inseparable de la metafsica, alconstituir la instancia metdica de la filosofa como saber que contiene losprincipiosdelconocimiento.

    De aquque paraHamelin,primero, mtodo y metafsica se prestenmutuoapoyo36. Segundo, que losconceptos y los temas metafsicos estn presentes en las

    Reglas37. Y tercero, que el fundamentocomnque ligamtodoymetafsica es el cogito38, aunque su presencia en lasReglassea, comodecamospor nuestra parte,una presencia de claroscuro.

    La interpretacinde F.Alquino puede sermsantittica. LasRegulae,escribe, no contienen ninguna huella de Metafsica. Estn en el estadio de unpensamiento puramentecientfico y la 'direccin del espritu'de queellasse preocupan es menos una direccinde la conciencia en la profundizacin de s que una direccinde la inteligencia hacia elmundode lascosas...La ciencia cartesiana fue en unprimer momentoindependientede todametafsica. Lo mismo puede decirsedel mtodo,que tiene uncarcter totaly exclusivamentecientfico. Todo nos lleva, pues, a creer que Descartes

    nose ha ocupado seriamente deMetafsicaantesde 1629,y, en todo caso, que por entonces no ha descubiertonada de lo que deba ser su metafsica39. La filosofacartesiana es paraAlquila marcha y el progreso de lasciencias a la verdadera filosofa, y a la reflexin sobreel hombre; marcha que tiene su quicio en la teora dela creacinde las verdades eternas, formulada en 1630.

    En lapocaen que se pensaron y redactaron lasReglas era la investigacin cientfica lo que ocupaba ypreocupaba a Descartes40, elmtodotiene uncarctera

    36 Las preocupaciones metodolgicas no estn ausentes de lasobras de Metafsica. Recprocamente, ya hay mucha metafsica enlas obras demetodologa. O. c, p. 105.

    37 O. c, p. 36. All (en lasReglas) hay metafsica en abundancia, O. c., p. 105.

    38

    O.c., p. 116.39 ALQUI,F., O.c, pp. 78, 81, respectivamente.40 Las Regulae son, pues, la obra de un fsico deseosode co

    dificar su mtodo. O. c, p. 62.

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    la vez autnomo y prctico, resultado operatorio de unquehacer cientfico que alumbra una fsica mecanicista,en la que el mismo nombreserunamquina entre mquinas. Elsabercientfico y el mtodo homogneoconl, slo puede alcanzar y fundar un nico orden, elordenobjetivo,en queslolo mensurable deviene real

    yen el que estausenteel ser delespritu (primer momentode un orden metafsico) y en el que el primadodel ingeniumconstruye la ciencia en una cierta inconsciencia de s

    Lapresencia de s del espritu, frente aldominiodelmundoobjetivo ymecnico; la instauracin de un ordende jerarqua y de subordinacin, frente a la homogeneidad del orden objetivocientfico; la remisin de todoconocimientodel objeto v del mundo, en cuanto mediados, a un conocimiento de algo que los trasciende absolutamente y los funda; eldescubrimiento de que el cogitono sabra ser totalmenteprincipio, sino que, a suvez, remite a otracosaque l, asaber,a un Diosque losostieneen suser42,todoello marca propiamenteparaAlquielpasoa laMetafsica, y detalescuestiones,

    comosedijoantes,no hay niseal en lasReglas.Ellonoquita para queestetexto no plantee problemascuyasolucin reclama lo que serms tarde laMetafsica delas Meditaciones Es decir, que aun entendiendo Metafsica enestesentido transcendente y transfsico,comosaberdel Ser absoluto, comonico fundamento, en las

    Reglascabereconocer para elpropio Alqui, problemasque llevan a unaconsideracinyrespuestaestrictamentefilosficas.

    Cabe entre ambas lecturas tan enfrentadas una tercera,no por ello eclctica, que reconociendo como intencin expresade lasReglassutemtica epistemolgica(temtica que se construye en elespacioabierto o huecoentre la metafsica escolstica y lo que habr de ser la

    41 O. c, p. 73.42 O. c, p. 297.43 O.c, p. 82.

    Introduccin 25

    expresay nueva Metafsica cartesiana,no sehacecargoan consciente y temticamente de los supuestosme-tafsicos (en la acepcin que indicamos en el apartado1,1) que operan en ella, comportando, no obstante,ineludiblemente una teora de lo que hay interpretadocomoobjeto. Conrazn yagudezaJ. L.Marinha hablado de unaontologa gris en lasReglas44. Si no metafsica, en el significado que la utilizaAlqui, s cabrahablar de una antefsica, en un sentido parecido al queusa Ortega: Metafsica, no comouna suertede fsicaextramuros, sino como un retroceder al fondo de smismo .

    Una obra, lasReglas,que permitesemejanteslecturasrefleja con ello noslosu riqueza, sino sucondicindeencrucijada entre dos mundos, uno que agoniza y otro,segn decamos, que lucha pornacer y alumbrar unanueva poca.

    I I . MTODO Y FILOSOFA46

    En lo quesigueno nos proponemos una exposicin,siquiera sea resumida, del mtodo cartesiano, y menosande sufilosofa. Se intenta, por el contrario, abordarla relacin entre el mtodo y la filosofa de Descartes.Esta relacin presenta cierto problema, no tanto si seatiende a la gnesis yconstitucindel pensamientocartesiano, cuanto si se consideran las implicaciones entremtodo y filosofa una vez ya realizados. Tal intencin

    14 MARIN, J. L., O.c, especialmente pp. 179-190.45 ORTEGA Y GASSET, J., Qu es Filosofa?, en Obrascom

    pletas,ed. cit., vol. V il, p. 317.46 Reproducimos a continuacin el trabajo que con el ttulo M

    todoyFilosofa en Descartes se public enAnales del Seminariode Metafsica, Facultad de Filosofa y Letras, Universidad Complutense de Madrid, 1972, pp. 39-63, y lohacemossin modifica

    cin porque su revisin (profundizar lo escrito entonces, explici-tarloo cambiarlo) exigira quizno pocoespacio;y, adems, a finde que exprese fielmente la lectura que entonces se propona ypueda as ser considerada en su fecha.

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    no est motivada principalmente por un afn de elaborar una matzacin ms en la historiografa cartesiana,sinopor el convencimiento de que tal problema arrojamsluz que otros del elenco cartesiano sobre el sentido

    y la intencinde su filosofa, as como sobre el espritucon que se inicia el pensamiento moderno.

    La preocupacin por el mtodo constituye, como sesabe,unintersgeneralizado de la poca,que ha nacidoespecialmente en el campo de la investigacin cientfica.Pero en Descartes, ademsy sobretodo,elmtodovienerequeridocomo la exigencia del espritu crticoque necesitaenfrentarse con el legadoculturalehistrico,tantopara sopesarlo en su verdad y funcionalidad para el momentohistrico presente, como para determinar eldesdedndey elmodode todaulterioryfutura valoracindel quehacer cientfico e interpretacin de lo real, ascomopara lasexigenciasy la finalidad que debecumplirel saber.Elmtodono se presenta yjuega,pues, comoalgo meramentemetodolgico, sino que suntimamotivacin y exigencia es antropolgica, y por lo tanto necesariamente prctica, pues lo cuestionado es el moi-mme y suorientacin prctica,y por ello obligadamenteterica, en elmundo. Siempre tena,nos confiesa Descartes, un inmensodeseode aprender a distinguir lo verdadero de lo falso, para ver claro en misaccionesy andar con seguridad enestavida47. Vocacin,pues,prctica delsaber,llamada a fundarse dentro del horizontedelmundo (lelivredu monde) y delmoi-mme. Se tratade la reduccin a hombre y mundo de que habla Kar]Lwith y por tanto de la reduccina un hombresecularizado4S.

    Pero, en definitiva, la exigencia de fundamentalidaden elsaber,impuesta por otra parte por elsabermismo

    yde ah que tal empresa se realice como una liberacin

    i ; Discours de la Mtbode, I part., Adara et Tannery, J. Vrin

    Pars, 1964, p. 10. '

    4S Karl Lowith, Gott, Mensch und Welt in der Metaphysik vonDescartes bis Nietzsche, Vandenhoeck. Ruprecht in Gottinsen1967, p. 10. s '

    Introduccin 27

    en y por la razn (mediante toutes les forces de monesprit), exige recalaren el moi-mme enmodoalgunovacoyformal,sino unmoi-mmeque lleva en susenola historia delsaber y sus realizaciones. Por ello, diceDescartes, tan prontocomo la edad (una edad enaos,pero sobre todo una edad de madurez alcanzada trasel perodonecesariode estudio y formacin en lahistoria) mepermitisalir de la sujecinde mis preceptoresabandon completamente el estudio de las letras. Y resuelto a no buscar otra ciencia que la que se pudieraencontraren m mismo...43. Conrazn, pues, escribeScholz que el saber jusia y fundadamente adquirido(wohlerworbenesWissen) no puede ser sino un selbst-erworbenes Wissen, unsaber legitimado y fundamentado en y por el moi-mme50.De ah que ste se constituyaen el centro de atenciny estudio de latarea cartesiana,y que la actitud y lafilosofa de Descartes puedancaracterizarse, en el sentido preciso que venimos apuntando, como metdicas, en cuanto que seproponenorientary ponerse en el caminoadecuadoen medio deuna situacin de crisishistrica.Pero la situacin hist

    rica y su crisis es compleja y mltiple, no meramentecientfica, por lo que elmtodotiene quepartirde ella,asumirla ypermitir una salida. Por ello el mtodonopuede reducirse, ni ser slo cientfico y vlido para lascienciasde la naturaleza, o lamatemtica,sino que tieneuna funcionalidad general a la vez que unitaria; lo cualnoobsta, ciertamente, para que, una vez ya constituidoensu materialidad yreglas,se muestre en su aplicacinms rentable en alguna parcela delsaberque en otras.Heidegger ha sealado, a nuestro juicio con acierto yrigor,estafuncin llamada adesempearpor el mtodoen cuanto que l es elintentode encontrarrespuestaala pregunta de cmo conseguir y fundar una certeza

    Discours de la Mthode, I part. A. T.,V I ,9.50 Scholz, Mathesis Universalis. Abhandlungen zur Pbilosopbieais strenge'rWissenschaft. Schwabe Co. Verlag, Basel/ Stuttgart,1969, p. 100.

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    (Gewissheit)buscadapor el hombre mismo, por su vidaterrena, sobre su ser hombre y sobre el mundo51.

    Queda assealado el carcter funcional del mtodo.La cumplida y satisfactoria realizacin de lasexigenciasque l implica, la ve y centra Descartes en el estudiodel moi-mme como expresin del espritu crticoparacon l y de acuerdo con l aprender a distinguir lo

    verdadero de lofalso. Latareaprimera consiste,pues,en obtener una idea precisay suficiente delsabero, sise quiere, de la ciencia. Como se ve, el mtodo,no yaen cuantoexigenciadesalidade una situacin en crisis,sino en la realizacin y obtencinde las normas y principios que lo permitan, es remitido al moi-mme o alespritu (l'esprit),desdedonde se determinar qu es ycmo entender elsaber.Pero respecto deesta cuestin,

    ya desde su temprana edad,Descartesha acariciado laideade la unidad delsabery de la ciencia. Por ello hayque_preguntarse qu es la unidad de la ciencia y qusignificacin comportaparael problemamtodo y filosofa.

    1. Launidadde laciencia

    Podra pensarsequeapenastiene que ver el mtodo,entendido como un conjunto de reglas a seguiry consistiendomsenprcticaque enteora53, con la unidaddel saberradicadaen el espritu. Sin embargo, locuestionable es que el mtodo,en la plenitud de su significacin, sea slo un conjunto de reglas y que stas, enel orden de la fundamentacin, gocen de autonoma.Aesterespecto es sumamente expresivo el que al comienzomismo de las Regulaeaddireclionem ing/ niise establezcala unidad de la ciencia con uncarcter manifiestode primariedad. HastaDescartesydesdeAristteles se

    51 HEIDEGGER,Nietzsche,Neske, Pfullingen,1961,zweiter Bandp. 133.

    52 Carta a Mersenne, marzo de 1637, A.T ., I , 349.

    Introduccin 29

    pensabaque haba diversidad decienciasque venaimpuestapor la diversidad de objetos. Estos eran lo determinante.ParaDescartes, por el contrario,nadapuedeser conocidoantesque el entendimiento, puesto que deldependeel conocimiento detodaslas dems cosas,yno a la inversa53. Aqu intellectus vale tanto comobona mens, o le bonsens con que se abreelDiscoursde laMthode, y que consiste en lacapacidaddedistinguirlo verdadero de lo falso, y ello no en elementalsentido de que slola inteligencia o la mente, en cuantoconciencia, distingue uno de otro, sino ms bien encuanto enellase determina enprincipiola verdad y suscondiciones. Por tanto, dependiendo de ella el conocimiento de las dems cosas, y un conocimiento que losea plenamente, es decir, un conocimiento cierto y evidente, se comprende que la posibilidad de las ciencias(puestoda ciencia es un conocimiento cierto y evidente,Regulae,I I ,362)vengadadapor la bona menso la raison y que estn radicadasde alguna maneraen el conocimiento del espritu (en la significacin sub

    jetiva y objetiva a la vez del genitivo). De ah quepara

    Descarteslas cienciasentodassuspartesconsisten enel conocimiento del espritu [Regulae, I , 359. Enlarecherchede lavrit par lalumire naturellehabla Descartes de encontrar en s mismo toda la ciencia5'.Comose ve, es reductible enestecontexto elmoi-mmea le bonsens).Mas noslolascienciasen su integridad, sino adems todas las cienciasno son otracosaque la sabidura humana quepermanecesiempre una yla misma, aunque aplicada a diferentes objetos. Portanto,en la tareade orientacin fundada en elsaberyen la accin slo es viable remitirse al moi-mme, ocomo se dice en lasegundaparte delDiscours construirsobre un fundamento que es enteramente mo (p. 15).

    53 Regulaead directionem ingen, A.T.,X,Regula V I I I ,395.

    Lassiguientes referenciasaestaobra y su paginacin correspondenaesta edicin, que reproducimos al margen en la nuestra.64 EnOeuvres et Lettres, Bibliothque de la Pliade,Gallimard,

    Pars, 1953,p. 880.

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    Por ellotambinel que sea preciso, como se nos recuerda en un lugar tan significativo como el comienzo de laprimerade lasMeditationesde primaphilosophia,empezar todo de nuevodesde los fundamentos, si queraestablecersealgo firme y consistente en las ciencias5S. !

    Y,sin embargo, y porextrao queparezca, casitodoel jmundo se ocupa de

    cuestionesms irrelevantes para el I

    progreso y fundamentacin de la ciencia, mientras que \casinadie medita vpiensade bona mente,sivede hacuniversali Sapientia.

    Es, pues, evidente la importancia y el carcter deter- minantede la unidad de la ciencia con respecto al hallazgo de un conocimiento verdadero y, por tanto, tambincon respecto al mtodo que a ello conduzca'. Ellosolobastapara hacer cuestionable la posible pretensindeautonomadelmtodo.Y en modo algunocabehablarde que la unidad de la ciencia de que trata la primerade las Regulaese refiere a la generalizacin delsaberciertode la Aritmtica y la Geometra, a que sehacereferencia en lasegundade lasRegulae,y a la queacasopodra referirse la denominacin de mathesis universa-lisque se emplea en la regla IV.Paramostrarlobastapor el momento con observar que a propsito de launidadde la ciencia se habla deuniversalis Sapientia,que no es lo mismo, como se mostrar suficientementems adelante, que mathesis universalis, referida statan slo a un grupo determinado decienciasosaberes.La sabidura universal, que valetanto como unidadde laciencia,va msallque la mathesis universalis(en el sentido que seacabadesealar), tanto en el mbito de su aplicacin y validez cuanto en el orden dela fundamentacin. La universalis Sapientia es lasagesse, apropsitode la cualescribeDescartes en elPrefacio de losPrincipiaphilosophiae: este soberanobien, considerado mediante la razn natural sin la luz

    de la fe, no es sino el conocimiento de la verdad por

    55 A. T , V I I I , 17.

    Introduccin 31

    sus primerascausas,es decir, la sabidura, cuyo estudioes la filosofass.

    As pues, el mtodo remite a la humana sapientiaque hay que buscaren la bona mens, en el lumenrationisnaturale, y por tantoestenestrecha relacin,en el ordenontolgicoy en su justificacin, con la filosofa.La unidad de la cienciaexigela unidad delmtodo.Unidad,de ciencia y mtodo,que tiene su raznde seren venir determinada por la luz natural de la razn,lacual permanece una y la misma, en que, adems, seimponeuna sola norma de evidencia, y en que por tanto,asimismo, los diferentes modos de conocer slo se distinguende un modo noesencial.Yhasta talpunto esdecisivo para todo el mtodo la unidad de la cienciaestablecidaen la primera de lasRegulae,que Descartespuede escribir: no sin razn proponemos esta reglacomola primera de todas,puesnadanosalejams delrectocamino de labsqueda de la verdad que eldirigirlos estudios no aeste fin general, sino a algunos particulares (Regulae,I , 360). De nuevo se apunta aqula alternativa de que o bien no todas las reglasdel

    mtodo tienen un carcter instrumental y por tantometodolgico, puesno es de talcarcter la_unidaddela ciencia propuesta como primera regla, o bien es preciso hablar delmtodoy entenderlo en un sentido distinto del meramente prctico en cuanto conjunto dereglasque hay que observar, sentido quepodra llamarsefilosfico, oquiz mejor interno frente al carcterexterno en cuanto conjunto de reglas a cumplir ypracticar. En efecto, la primariedad de la unidad de la

    56A. T.;X-2, p. 4.En Laideade principio en Leibniz seal Ortega la diferencia

    entre la Ciencia nica (universalis Sapientia), que encierra y empieza con la Metafsica, y la Ciencia universal (Mathesis universalis).Y escribe: La diferencia entre la Ciencia Unica y la Ciencia Universal no es, en definitiva, grande. Esta resta de aquella

    slo la Metafsica y la Lgica, ObrasCompletas,Revista de Occidente, Madrid, 1962, V I I I , p. 242. Pero creemos que la diferencia no es una cuestin de mera extensin, sino de rango ontolgico y de fundamento.

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    ciencia como regla con respecto a las dems (prima om-mum) no es simplementenumrica, sino que se insertacontalcarcteren latareade encontrar un fundamentoabsolutoinconmovibledeverdad.De ah precisamentede bona mente,... de naturali rationis lumine cogitare[Regulae,I , 360-1).

    Y, sin embargo,pareceser que elpropioDescartes seocup antesen las ciencias matemticas, Aritmtica vGeometra,yacasohayaseriasrazones paraestablecerlas",comohaceScholz, en la cumbre del saber. Esnecesario por ello considerar la significacin delsabermatemticoen la empresa cartesianade fundamentacin delsaber.

    2. Mtodo y matemtica

    Ya hemos sealado cmo Descartes, en razn de lacompleja situacin histrica en que vive y en funcindelejercicio delespritu crticoexigido en toda existenciaautntica,busca unfundamento absoluto inconmovible

    de verdad en que poderbasarun conocimiento cientfico que permita regir la vida y la accin. Cientficoen el estricto sentido de ser cierto y evidente, y portanto aplicable para las cienciasy la filosofa. Tal exigencia refleja adecuadamente losrasgosdel pensamientocartesiano de que habla Gouhier, una curiosidad que nose limita ni circunscribe a ninguna especializacin y laexigencia de realizar la ciencia integral y definitiva57.Pero ese conocimiento no puede obtenerse sin mtodo, c . o m o r e z a I a regla IV, elmtodo esnecesarioparala investigacin de la verdad, hastael punto de quees preferible no buscar la verdad que ponerse a hacerlosin mtodo, y ello no slo por la elemental razn deque sinmtodono se puede desarrollar ninguna ciencia,por lo que aqul viene a ser, como escribe Serrus, la

    . 57 L e s Premieres penses deDescartes, T.Vrin, Pars 1958 pgina 23. '

    Introduccin 33

    propedutica necesaria de sta, sino adems por unagenuina razn cartesianaque por el momentosloimporta sealar en su aspecto negativo. En efecto, la futilidadde proceder sinmtodo sesiguede que essegursimoqueesosestudios desordenados yesasmeditacionesoscurasturbanla luz natural y ciegan el espritu (Regulae,IV, 371). As pues, el mtodo deber reinstalara la luz natural o al espritu en su prstina y genuinaclaridady visin (intueri) pura.

    Es enestepreciso contexto, ydesdel hay que entenderlo, donde se da la caracterizacin de lo que es elmtodo: Entiendo pormtodo,reglasciertas y fciles,mediante las cualesel que las observe exactamente notomarnunca nada falso por verdadero, y no empleandointilmente ningn esfuerzo de la mente, sino aumentandosiempre gradualmente su ciencia, llegar al conocimiento verdadero de todo aquello de que es capaz(Regulae,IV, 371-2). Caracterizacin, pues, externa yabstracta, en el sentido de que el mtodo es unaseriede reglas, cuya validez y fundamentacin se presume.Se presupone qu es la verdad, de qumodo alcanzarla

    y en qucaracteresreconocerla. Y, enrigor,no puedeentenderse que ello viene sealado y justificado por laprimerade lasreglasque se exponen en lasegundapartedelDiscours5', puesni la intuicin formaparte del mtodoen su sentido externo, como se mostrar suficientemente despus, ni por tanto tampoco la evidenciaconstituyeninguna de sus reglas.Antesbien, stas suponenla intuiciny la evidencia, tendiendo a posibilitarsu espontneo desarrollo. En efecto, cuando se procedesin mtodo, no slo se hace difcil encontrar_alguna

    verdad,que de ser as sedeberams alazar,sino que

    58Consista el primero en no admitir jams como verdaderacosaalguna sin conocer con evidencia que lo era; es decir, evitarcuidadosamente la precipitacin y la prevencin y no comprender,en mis juicios, nada ms que lo que se presentase a mi espritutan clara y distintamente que no tuviese motivo alguno para ponerloen duda,A. T.,V I ,18.

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    36JuanManuel NavarroCordn

    gratarse cmoyhacia qu hay quedirigirelespritu?JJesde dondeycomosejustifica loadecuadode su .aplicacin? f

    Lafinalidad delmtodo esten posibilitarelejerciciodelaintuicin,yen sealarlamaneraadecuadaderealizardeducciones,asicomoenseguirelorden. Con ello i u !>

    e S C f l b e

    ?e s c a r t e s

    > aplica rectamenteen;

    quemodohadeusarselaintuicindelamente para no

    seThech, rt0A A 0 m - a 0 a k Verdad> yEmolan deLtut A d fd u cj a o n e s Pa r a lleguemosal conocimiento detodas lascosas:meparecequenadase

    SncTn A qZ6Ste c o to,-puesto que ningunaa f ^ f ' S I n mediante laintuicin de :la menteo ladeduccin (Regulae,IV, 372. Los sub-iM,nin

    1550 Manuel Lucona:Simn Boliv.-n

    1551 Bertolt BrechtNarrativa completa?,4La novela de lostuis

    1552, 1553 SanJuan de la Cruz:Obra completaEdicinde LuceLpez-Baralty Eulogio Pacho

    1554 KenRichardson:Para comprender la psicologa

    1555 Martn Rady:Carlos V

    1556 Carlos Garca delCerro y ManuelArroyo:101 quesos magistrales

    1557 Royston M.Roberts:SerendipiaDescubrimientos accidentales enla ciencia

    1558 David J, Melling:Introduccin a Platn

    1559 Maguelonne Toussaint-Samat:Historia naturaly moralde los ali-mentos9. Las conservas, tos congeladosy la diettica

    1560 Len Edel:BloomsburyUna guarida de leones

    1561 John Gribbin:El agujero del cielo

    1562 Francois Rabelais:Garganta

    1563 Dionisio de Haiicarnaso:Tres ensayos decritica literaria

    1564 Jennifer J, Ashcroft yj . BarrieAshcroft:Cmo adelgazar y mantenersedelgado

    1565 Elie Faure:Historia del arte,5

    1566 Francisco Pez de laCnrionnEl librod el bonsai

    1567 Ramiro A. Cali..El libro I.J|.I ,. I.i >,.i>l

    56 I t u / x - n JMIIM

  • 7/26/2019 Descartes - Reglas Para La Direccin Del Espritu Completo

    87/88

    R E G L A S P A R AL A D I R E C C I ND E L E S P R I T U

    R E N D E S C A R T E S

  • 7/26/2019 Descartes - Reglas Para La Direccin Del Espritu Completo

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