deforestación amazónica agrava crisis energética en brasil

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Deforestación amazónica agrava crisis energética en Brasil Aldea de los indígenas araras en la llamada Vuelta Grande del río Xingú, que no será inundada pero verá su flujo muy reducido al desviarse gran parte del agua por un canal que servirá a la central hidroeléctrica de Belo Monte, enclavada en la Amazonia brasileña y que será la tercera mayor del mundo. Crédito: Mario Osava/IPS 06/04/2015 Eco Portal.net. Por Mario Osava En Brasil agua y electricidad van unidos, así que dos años de lluvias escasas dejaron a decenas de millones de personas al borde del racionamiento hídrico y energético, fortaleciendo los argumentos contra la deforestación de la Amazonia. Dos tercios de la energía eléctrica brasileña provienen de ríos represados, cuyos flujos bajaron a niveles alarmantes. La crisis reactivó preocupaciones sobre el cambio climático, la necesidad de reforestar las riberas fluviales y nuevas tesis sobre el sistema eléctrico. “Hay que diversificar las fuentes y reducir la dependencia de centrales hidroeléctricas y termoeléctricas movidas por combustibles fósiles, para enfrentar eventos extremos del clima cada día más frecuentes”, sostuvo a Tierramérica el vicepresidente del no gubernamental Instituto Vitae Civilis, Delcio Rodrigues.

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Page 1: Deforestación amazónica agrava crisis energética en Brasil

Deforestación amazónica agrava crisis energética en Brasil

Aldea de los indígenas araras en la llamada Vuelta Grande del río Xingú, que no será inundada pero verá su flujo muy reducido al

desviarse gran parte del agua por un canal que servirá a la central hidroeléctrica de Belo Monte, enclavada en la Amazonia brasileña y

que será la tercera mayor del mundo. Crédito: Mario Osava/IPS

06/04/2015 Eco Portal.net. Por Mario Osava

En Brasil agua y electricidad van unidos, así que dos años de lluvias escasas dejaron a decenas de millones de personas al

borde del racionamiento hídrico y energético, fortaleciendo los argumentos contra la deforestación de la Amazonia.

Dos tercios de la energía eléctrica brasileña provienen de ríos

represados, cuyos flujos bajaron a niveles alarmantes.

La crisis reactivó preocupaciones sobre el cambio climático, la necesidad de reforestar las riberas fluviales y nuevas tesis sobre el

sistema eléctrico.

“Hay que diversificar las fuentes y reducir la dependencia de centrales hidroeléctricas y termoeléctricas movidas por combustibles

fósiles, para enfrentar eventos extremos del clima cada día más frecuentes”, sostuvo a Tierramérica el vicepresidente del no

gubernamental Instituto Vitae Civilis, Delcio Rodrigues.

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La fuente hidráulica aportaba casi 90 por ciento de la generación

eléctrica hasta el “apagón” de 2001, que forzó un racionamiento durante ocho meses.

Desde entonces avanzó la termoelectricidad, más cara y

contaminante, para compensar inestabilidades hídricas.

Actualmente, las centrales térmicas, operadas mayoritariamente con petróleo, alcanzan 28 por ciento de la capacidad nacional de

generación, contra 66,3 por ciento de las hidroeléctricas.

Las demás fuentes siguen marginales. Partidarios de la energía hidráulica abogan por un retorno a los grandes embalses,

con capacidad para resistir sequías prolongadas.

La inseguridad de suministro se debe, argumentan, a las centrales de pasada, con breve capacidad de retención de agua, impuestas por

razones ambientales.

Pero “el mayor reservorio de agua es el bosque”, contrapone

Rodrigues, para explicar que sin la deforestación, que afecta a todas las cuencas, habría más agua retenida en el suelo sosteniendo la

corriente fluvial.

“Los bosques constituyen fuente, medio y fin del flujo, porque producen la humedad atmosférica continental, la infiltración de las

lluvias en el suelo acumulando agua y la protección de los embalses”, amplió Antonio Donato Nobre, investigador de temas climáticos. “La

Amazonia ya tiene 47 por ciento de su bosque impactado, sumando la tala total que alcanza casi 20 por ciento y la degradación”, destacó

Nobre, del Instituto de Investigación de la Amazonia y de su similar de Estudios Espaciales.

Eso favorece los incendios. “Antes no penetraban en áreas húmedas

de bosques aún verdes, ahora sí lo hacen, avanzan bosque adentro,

quemando inmensas extensiones”, ejemplificó en diálogo con Tierramérica. “Los árboles amazónicos no tienen tolerancia al fuego,

a diferencia de los (de la ecorregión) del Cerrado, adaptados a incendios periódicos. Los bosques amazónicos tardan siglos en

recomponerse”, acotó.

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Mapa de la cuenca del río Xingú, en la Amazonia brasileña. El verde

de las tierras indígenas y áreas oficiales protegidas está cercado por zonas deforestadas y la presenta puntos rojos. La cuenca tiene

511.149 kilómetros cuadrados, más que España, y su parte deforestada, de 109.166 kilómetros, iguala a Cuba. Crédito: Cortesía

del Instituto Socioambiental

El científico teme que la deforestación esté afectando el clima

sudamericano, incluso restando lluvias al sudeste brasileño, la región más poblada y que más hidroelectricidad genera en el país.

“Faltan estudios para cuantificar la humedad transportada a distintas cuencas”, para precisar la relación climática entre Amazonia y otras

regiones, reconoció.

Pero en la región amazónica oriental, donde se concentran la destrucción y la degradación forestal, ya son visibles las alteraciones

climáticas, como la disminución de las lluvias y la ampliación del período de estiaje, recalcó.

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En la cuenca del río Xingú este podría ser el año con menor precipitación en 14 años de medición en Canarana, un municipio de

su cabecera, según el Instituto Socioambiental (ISA), que desarrolla

un programa de sostenibilidad para pueblos indígenas y ribereños de la cuenca.

Si eso se consolida como tendencia, afectará la central hidroeléctrica

de Belo Monte, en construcción a 1.200 kilómetros río abajo, que tendrá una capacidad de generación de 11.233 megavatios, lo que la

convertirá en la tercera mayor del mundo, cuando esté plenamente operativa, a partir de 2019.

Pero su generación efectiva podrá caer 38 por ciento hacia 2050, con

relación a lo previsto, si la deforestación prosigue al ritmo actual, según un estudio de ocho investigadores brasileños y

estadounidenses, publicado en 2013 por la revista de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos.

Ese año, la deforestación de la cuenca del Xingú ya alcanzaba 21,3 por ciento de su territorio, estimó el ISA. En la Amazonia se edifican

otras grandes hidroeléctricas que también podrán sufrir pérdidas.

En el río Madeira, flujos torrenciales de sus afluentes de Bolivia y Perú sumergieron en 2014 la zona donde están las centrales de Jirau

y Santo Antônio, afectando sus operaciones recién iniciadas.

La tendencia en la parte sur de la cuenca amazónica es de “eventos más intensos, con estiajes y crecidas más fuertes”, como las

fuertes sequías de 2005 y 2010 y crecidas anormales en 2009 y 2012, señaló Naziano Filizola, hidrólogo de la Universidad Federal de

Amazonas.

“Además de alterar el flujo, la deforestación se vincula a la ocupación

agrícola que vierte pesticidas al río, como ocurre en el alto Xingú.

El agua pierde calidad, según notan los indígenas”, observó a Tierramérica. El mismo proyecto energético realimenta ese proceso,

al atraer trabajadores migrantes, aumentando la población local sin ofrecerles condiciones adecuadas, acotó De todos modos, el impacto

energético más intenso por lluvias insuficientes ocurre, por ahora, en la región del Planalto Central, donde predomina el Cerrado, un bioma

de sabana y el segundo más extenso de Brasil, detrás del amazónico. Allí nacen las principales cuencas con aprovechamientos

hidroeléctricos. Artículos relacionados

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La central hidroeléctrica de Santo Antônio, durante su construcción

en 2010. Cuando estaba prácticamente concluida, en 2014 la obra

fue afectada por una crecida excepcional del río Madeira, en la cuenca amazónica brasileña, en un fenómeno adjudicado al menos en parte a

la deforestación. Crédito: Mario Osava/IPS

• Brasil pasa de las sequías del Nordeste a la sed de São Paulo • Cuidar el agua es un deber energético en Brasil

• El río Xingú, entre la electricidad y la diversidad • Una maldición acecha a hidroeléctricas amazónicas La del río

Paraná, que escurre hacia el sur y concentra la mayor capacidad

generadora del país, recibe del Cerrado la mitad de sus aguas, lo que se eleva a 60 por ciento en la cuenca del río Tocantins, que fluye

hacia el norte amazónico, apuntó Jorge Werneck, investigador de la Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria (Embrapa).

Esos dos ríos impulsan las dos mayores hidroeléctricas brasileñas

actuales: Itaipú, compartida con Paraguay, y Tucuruí. Ambas están entre las cinco más grandes de mundo.

Otro ejemplo es el río São Francisco, principal fuente eléctrica de la

región del Nordeste, con 94 por ciento de su flujo hídrico proveniente del Cerrado.

En su campo de observación, los alrededores de Brasilia, donde

nacen varios ríos, Werneck, especialista en hidrología de Embrapa Cerrados, percibió una tendencia general a la prolongación del

estiaje. “Pero faltan datos y estudios para comprobar la relación entre deforestación amazónica y cambios en el régimen de lluvias de las

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regiones del Centro-Oeste y Sureste de Brasil”, matizó. En 2014,

hubo sequía en esas regiones, que comprenden la mayor parte del Cerrado, pero “no faltó humedad en la Amazonia y de hecho llovió

mucho en los estados de Rondônia y Acre”, fronterizos con Bolivia y

Perú y víctimas de fuertes inundaciones, arguyó.

Los bosques prestan variados servicios ecológicos, pero aún no se puede afirmar que producen y conservan agua en gran escala. Sus

copas “impiden que 25 por ciento de la lluvia llegue al suelo” y su evapotranspiración le quita al suelo el agua que deja de alimentar los

ríos “donde la necesitamos”, acotó. “Evaluar la hidrología de los bosques sigue siendo un desafío”, concluyó.

Nobre, por el contrario, defiende los grandes bosques como “bombas

bióticas”, que atraen y producen lluvias. En su opinión no basta con evitar la deforestación de la Amazonia, sino que es urgente

reforestarla, para recuperar sus servicios climáticos.

Un ejemplo a seguir es el de Itaipú, que reforestó su área de

influencia directa en la cuenca paranaense, revitalizando afluentes, mediante su programa “Cultivando agua buena”.

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