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Universidade do Estado do Rio de Janeiro Centro de Ciências Sociais Instituto de Estudos Sociais e Políticos Rodrigo Mallea La cuestión nuclear en la relación argentino-brasileña (1968-1984) Rio de Janeiro 2012

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Universidade do Estado do Rio de Janeiro

Centro de Ciências Sociais

Instituto de Estudos Sociais e Políticos

Rodrigo Mallea

La cuestión nuclear en la relación argentino-brasileña (1968-1984)

Rio de Janeiro

2012

Rodrigo Mallea

La cuestión nuclear en la relación argentino-brasileña (1968-1984)

Dissertação apresentada, como requisito

parcial para obtenção do título de Mestre,

ao Programa de Pós-Graduação em

Ciência Política, da Universidade do

Estado do Rio de Janeiro.

Orientadora: Profª. Drª. Maria Regina Soares de Lima

Rio de Janeiro

2012

Rodrigo Mallea

La cuestión nuclear en la relación argentino-brasileña (1968-1984)

Dissertação apresentada, como requisito

parcial para obtenção do título de Mestre,

ao Programa de Pós-Graduação em

Ciência Política, da Universidade do

Estado do Rio de Janeiro.

Aprovada em 5 de julho de 2012 s

Banca Examinadora

_______________________________________________________

Profª. Drª. Maria Regina Soares de Lima (Orientadora)

Instituto de Estudos Sociais e Políticos - UERJ

_______________________________________________________

Profª. Drª. Miriam Gomes Saraiva

Universidade do Estado do Rio de Janeiro

_______________________________________________________

Prof. Dr. Matias Spektor

Fundação Getulio Vargas

Rio de Janeiro

2012

DEDICATORIA

A mis padres y hermanos, compañeros inseparables de tantas aventuras

que vivimos juntos y que nos quedan aún por vivir.

AGRADECIMIENTOS

A Maria Regina Soares de Lima, quien me incorporó al IESP-UERJ y me guió en las etapas más

importantes de mi investigación.

A la Fundación CAPES, cuyo apoyo financiero fue determinante para mi investigación y estadía

en Río de Janeiro.

A Roberto M. Ornstein, Oscar Camilión y José Ignacio López, cuyo tiempo, paciencia y

contribución hicieron posible el presente trabajo.

A Matías Spektor, quien me propuso investigar la temática nuclear, y sin encontrar mucha

resistencia de mi parte, me introdujo a un mundo verdaderamente fascinante.

A Miriam Gomes Saraiva, por sus comentarios y críticas, que contribuyeron a mejorar

sustancialmente el presente trabajo.

A Alba Lombardi y todo el equipo del Archivo Histórico de la Cancillería argentina por la

seriedad, eficacia y profesionalismo que le dedican a su tarea.

A mis colegas del IESP-UERJ, especialmente a Tássia Rabelo de Pinho, Jean Carlos Asanza,

Andrés del Río y Débora Castanheira Pires por el compañerismo y apoyo.

A Caroline Coelho de Carvalho, Lía Gonzalez, Cristina Avelar, y Simone Sampaio, cuyo trabajo

y dedicación en mis años en el IESP ha sido realmente admirable.

A Marcelo Barata Ribeiro y Mariana Nobre, por el hogar que me brindaron en Río de Janeiro en

el sentido literal y sentimental de la expresión.

A todo el equipo del Centro de Relaciones Internacionales de la Fundación Getulio Vargas, que

me alentó en todas las etapas de mi trabajo: Eduardo A. Mello, Juliana Marques da Silva, Pedro

Mariano M. Pontes, Laura Naves, Dani Nedal, Carolina Taboada y Daniel Edler.

A mi abuelo Jaime Luis Anaya, quien contribuyó sustancialmente en mi formación académica.

A todo el equipo de historiadores nucleares que hacen parte del Nuclear Proliferation

International History Project del Wilson Center.

A los profesores Nicholas J. Wheeler de Birmingham y Jacques E. C. Hymans de University of

Southern California, con quienes tuve un intercambio de ideas sumamente fructífero.

A Mauricio Santoro, que me ayudó a entender las peculiaridades de la política brasileña en

nuestros innúmeros cafés, y Paulo Velasco, que me introdujo a la política exterior brasileña.

A Pablo Azar, Elena Lazarou y Carlo Patti, por la invaluable amistad y apoyo que me brindaron

en cada día de mi estadía en Brasil.

RESUMO

MALLEA, Rodrigo. A questão nuclear na relação argentino-brasileira (1968-1984). 2012. 165

f. Dissertação (Mestrado em Ciência Política) – Instituto de Estudos Sociais e Políticos,

Universidade do Estado do Rio de Janeiro, Rio de Janeiro, 2012.

Este trabalho visa explorar a dinâmica da relação nuclear entre Argentina e o Brasil ao longo do

período 1968-1984. Em particular, ele procura analisar a interação de duas dimensões desta

relação. A primeira, de ordem bilateral, centra-se no estudo da rivalidade argentino-brasileira e

procura medir o seu impacto tanto nas decisões nucleares de cada país como nas tentativas de

estabelecer um acordo de cooperação nesta área. A segunda dimensão, de ordem internacional,

analisa o impacto que teve sobre o relacionamento argentino-brasileiro a coincidente postura de

ambos os países frente o regime de não proliferação nuclear (Tlatelolco e TNP) e a pressão

internacional que ambos tiveram que suportar sobre os seus programas nucleares. Com esse

objetivo, o trabalho se concentra em uma abordagem histórica guiada por fontes primárias

(pesquisa de arquivo e entrevistas pessoais) com o objeto de reconstruir a narrativa histórica e

contribuir a novas interpretações sobre o relacionamento argentino-brasileiro no período em

questão em base à nova evidencia apresentada. São apresentadas quatro conclusões centrais: (1)

mesmo sob uma situação de competição regional e crescente disputa geopolítica na Bacia da

Prata, não houve uma corrida armamentista para a obtenção da bomba devido à natureza da

rivalidade argentino-brasileira; (2) em todo momento os dois países têm incentivos para cooperar

no campo nuclear por causa da sua visão compartilhada respeito à ordem nuclear global e a falta

de informação perfeita sobre as atividades nucleares do outro país; (3) a dinâmica da rivalidade

regional argentino-brasileira é fundamental para explicar por que, apesar de numerosas tentativas

de cooperação nuclear de ambos os lados, escolhem uma lógica de não-cooperação entre as

décadas de 1960 e 1970, e posteriormente, passam a uma de cooperação no começo de 1980 (4) a

democratização como variável central para explicar o rapprochement nuclear teve um papel

menor do que a literatura sugere.

Palavras-chave: Cooperação nuclear. Rivalidade regional. Argentina. Brasil. Corpus. Itaipu.

Bomba atômica. Segurança regional. Política externa do regime militar. Proliferação nuclear.

Energia nuclear. TNP. Tlatelolco. ABACC.

RESUMEN

El presente trabajo tiene como objeto explorar la dinámica de la relación nuclear argentino-

brasileña entre 1968-1984. En particular, se propone estudiar la interacción de dos dimensiones

de esta relación. La primera, de orden bilateral, se centra en un análisis de la rivalidad regional

argentino-brasileña con el fin de medir en qué grado ello se trasladó al campo nuclear y qué

efectos tuvo sobre las tentativas de alcanzar un acuerdo en dicha área. La segunda, de orden

internacional, analiza el impacto que tuvo sobre la relación bilateral argentino-brasileña la

coincidente postura de ambos países frente al régimen de no proliferación nuclear (Tlatelolco y

TNP) y la presión internacional que ambos debieron soportar sobre sus programas nucleares. Para

ello, el trabajo propone una investigación histórica guiada por fuentes primarias (investigación de

archivo y entrevistas personales) con el fin de reconstruir la narrativa existente y contribuir a

nuevas interpretaciones sobre la relación argentino-brasileña en dicho período. Se presentan

cuatro conclusiones centrales: (1) aún en un contexto de competencia regional signado por la

creciente disputa geopolítica en la Cuenca del Plata, no existió una carrera armamentista por la

bomba debido a la naturaleza de la rivalidad argentino-brasileña; (2) en todo momento ambos

países tienen incentivos para cooperar en el campo nuclear por causa de su visión compartida

frente al orden nuclear internacional y la falta de información perfecta sobre las actividades

nucleares del otro país; (3) la rivalidad regional es central para explicar por qué, a pesar de

numerosas tentativas de cooperación nuclear de ambos lados, se pasa de una lógica de no-

cooperación entre las décadas de 1960 y 1970 a una de cooperación en el comienzo de 1980 y (4)

la democratización como principal variable para explicar el rapprochement nuclear argentino-

brasileño tiene un rol menor del que sugiere la literatura.

Palabras clave: Cooperación nuclear. Rivalidad regional. Argentina. Brasil. Corpus. Itaipú.

Bomba atómica. Seguridad regional. Política externa del régimen militar. Proliferación nuclear.

Energía nuclear. TNP. Tlatelolco. ABACC.

ABSTRACT

This work aims to explore the dynamics of Argentine-Brazilian nuclear relations between 1968

and 1984. Particularly, it seeks to study the interaction of two dimensions of this relationship.

The first one, of a bilateral nature, focuses on the historical Argentine-Brazilian regional rivalry

and seeks to explore its impact in the nuclear field. The second dimension focuses on Argentine-

Brazilian nuclear relations from an international perspective, and aims to understand how a

shared stance on the non-proliferation regime (Tlatelolco and NPT) and the resulting

international pressure exerted on their nuclear programs impacted their nuclear relations. In order

to do this, this dissertation presents a historical research guided by primary sources (archival

research and personal interviews) in order to reconstruct the historical narrative and sets forth

new evidence that contributes to new interpretations of Argentine-Brazilian relations throughout

this period. Four central conclusions are presented in this work: (1) even in a context of regional

competition and a growing geopolitical dispute in the Plata River basin, Argentina and Brazil did

not engage in a nuclear arms race for the bomb due to the nature of their rivalry (2) at all times,

both countries have incentives to cooperate in the nuclear field due to their shared stance towards

the nuclear global order and the lack of perfect information regarding their neighbor´s nuclear

activities (3) the dynamics of the Argentine-Brazilian regional rivalry is essential to explain why

both countries, despite numerous attempts to nuclear cooperation from both sides, choose not to

cooperate between the 1960´s and 1970´s, and shift to a cooperative logic in the early 1980´s and

(4) the role of democratization as an explanation of nuclear rapprochement has a less significant

role than the one suggested by the existing literature.

Key words: Nuclear cooperation. Regional rivalry. Argentina. Brazil. Corpus. Itaipu. Atomic

bomb. Regional security. Military regime foreign policy. Nuclear proliferation. Nuclear energy.

NPT. Tlatelolco. ABACC.

Lista de Abreviaturas y Siglas

ABACC – Agencia Brasileño Argentina de Contabilidad y Control de Material Nuclear

AEC – Atomic Energy Commission

ALALC – Asociación Latino Americana de Libre Comercio

CANDU – Canada Deuterium Uranium

CBTN – Compañía Brasilera de Tecnología Nuclear

CEBAC – Comisión Especial Brasileño Argentina de Coordinación

CEPAL – Comisión Económica para América Latina

CIA – Central Intelligence Agency

CIC – Comité Intergubernamental de la Cuenca del Plata

CIRUS – Canada India Research Utility Services

CNEA – Comisión Nacional de Energía Atómica de la Argentina

CNEN – Comisión Nacional de Energía Nuclear del Brasil

CNS – Consejo Nacional de Seguridad de la Argentina

COPREDAL – Comité Preparatorio para la Desnuclearización de la América Latina

CSN – Consejo de Seguridad Nacional del Brasil

DIGAN – Dirección de Seguridad Internacional, Asuntos Nucleares y Espaciales

IPR – Información al Presidente de la República

INFCE – International Nuclear Fuel Cycle Evaluation

IPEN – Instituto de Pesquisas Energéticas y Nucleares

KWU – Kraftwerk Union

NNPA – Nuclear Non Proliferation Act

NSC – National Security Council

NSG – Nuclear Suppliers Group

NWS – Nuclear Weapon States

NNWS – Non Nuclear Weapon States

OEA – Organización de Estados Americanos

OIEA – Organismo Internacional de Energía Atómica

ONU – Organización de las Naciones Unidas

OTAN – Organización del Tratado del Atlántico Norte

PNEs – Explosiones Nucleares Pacíficas

SBPC – Sociedad Brasileña para el Progreso de la Ciencia

TNP – Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares

ZAC – Comité Zangger

SUMARIO

INTRODUCCIÓN ............................................................................................................. 14

Cinco debates que plantea la literatura................................................................................. 17

Contribución a la literatura .................................................................................................. 29

Metodología y tipología de fuentes ...................................................................................... 30

Plan de tesis .......................................................................................................................... 33

1 LA COINCIDENCIA NUCLEAR Y LOS PRIMEROS INTENTOS DE

COOPERACIÓN (1968-1973) .......................................................................................... 35

1.1 Las bases para un entendimiento nuclear: cordialidad y convergencia de intereses .. 38

1.1.1 El entendimiento en el OIEA y la declaración Dantas-Cárcano .......................................... 39

1.1.2 La coincidencia frente al régimen de no proliferación: Tlatelolco y TNP ........................... 41

1.1.3 El problema de las explosiones nucleares pacíficas ............................................................. 46

1.2 De Costa e Silva a Médici: los primeros intentos de cooperación nuclear .................... 49

1.2.1 La iniciativa brasileña y la misión de la CNEA al Brasil .................................................... 49

1.2.2 La operación de exportación de uranio y la pérdida de impulso político ............................ 53

1.2.3 El gobierno Médici y el segundo intento de cooperación nuclear ....................................... 55

1.3 La relación bilateral: la competencia en la Cuenca del Plata (1967-1972) ................... 56

1.3.1 El gobierno Lanusse y el abandono de la cordialidad .......................................................... 58

1.4 Consideraciones finales ...................................................................................................... 61

2 DE LA BOMBA INDIA AL ACUERDO BRASILEÑO-ALEMÁN (1974-1976) ........ 63

2.1 Las consecuencias de la explosión india sobre la Argentina y Brasil ............................ 65

2.1.1 El problema de las explosiones nucleares pacíficas y la visión de Guglialmelli ................. 65

2.1.2 La lectura de Azeredo da Silveira sobre las intenciones nucleares argentinas .................... 67

2.1.3 El impacto de la explosión india sobre el programa nuclear argentino ............................... 69

2.2 La iniciativa de la CNEA y la respuesta brasileña .......................................................... 71

2.2.1 Las directivas del presidente Geisel ..................................................................................... 72

2.3 La relación bilateral: Itaipú y el deterioro del diálogo (1973-1975) .............................. 74

2.4 El acuerdo brasileño-alemán y la reacción argentina ..................................................... 76

2.4.1 Una respuesta supeditada a la Cuenca del Plata................................................................... 78

2.5 La Junta Militar argentina y el nuevo paradigma hacia Brasil (1976) ......................... 80

2.5.1 La cuestión hidroeléctrica: Corpus y la designación de Camilión ....................................... 82

2.6 La nueva búsqueda argentina de cooperación nuclear con Brasil ................................ 84

2.7 Consideraciones finales ...................................................................................................... 87

3 LA OFENSIVA CARTER Y LA RESPUESTA AISLADA (1977-1979) ...................... 90

3.1 La presión norteamericana sobre el acuerdo brasileño-alemán .................................... 91

3.2 La defensa argentina del programa nuclear brasileño ................................................... 95

3.2.1 La postura del sector diplomático ........................................................................................ 95

3.2.2 La postura del sector científico ............................................................................................ 97

3.2.3 La percepción de amenaza ................................................................................................... 99

3.3 La estrategia nuclear norteamericana hacia Argentina y Brasil ................................. 101

3.3.1 La estrategia hacia Argentina: Tlatelolco y reprocesamiento ............................................ 101

3.3.2 La estrategia hacia Brasil: La amenaza argentina .............................................................. 103

3.3.3 La lectura brasileña de la estrategia norteamericana .......................................................... 105

3.4 La presión norteamericana sobre la transferencia de tecnología a la Argentina ...... 107

3.5 Un paréntesis interesante: La propuesta Findley ¿El germen de la ABACC? ........... 109

3.6 La relación bilateral: Corpus-Itaipú, Chile y EE.UU. (1977-1979) ............................. 112

3.7 La respuesta aislada: el programa secreto y el paralelo ............................................... 115

3.7.1 Génesis del programa secreto argentino ............................................................................ 116

3.7.2 Génesis del programa paralelo/autónomo brasileño .......................................................... 118

3.8 Consideraciones finales .................................................................................................... 121

4 DEL PRIMER ACUERDO NUCLEAR A LAS CONVERSACIONES ALFONSÍN-

FIGUEIREDO (1979-1984) ............................................................................................. 123

4.1 La iniciativa brasileña y la respuesta argentina ............................................................ 124

4.2 La solución de Corpus-Itaipú y el primer acuerdo de cooperación nuclear .............. 126

4.2.1 La lectura brasileña ............................................................................................................ 127

4.2.2 La lectura argentina ............................................................................................................ 128

4.2.3 La lectura norteamericana .................................................................................................. 130

4.2.4 Los acuerdos de 1980 ......................................................................................................... 132

4.3 La evolución de la relación bilateral nuclear: Malvinas y Pilcaniyeu ......................... 134

4.3.1 La Guerra de las Malvinas y la cuestión nuclear ............................................................... 135

4.3.2 La reacción brasileña al anuncio de enriquecimiento argentino ........................................ 139

4.4 La relación bilateral: El diálogo nuclear Alfonsín-Figueiredo (1983-1984) ............... 142

4.4.1 La propuesta brasileña a la renuncia de explosiones nucleares pacíficas ........................... 143

4.5 Consideraciones finales .................................................................................................... 147

CONCLUSIÓN ................................................................................................................. 150

REFERENCIAS ............................................................................................................... 160

14

INTRODUCCIÓN

A juzgar por las publicaciones existentes, puede concluirse que tanto estudiosos de la

región como historiadores nucleares por igual han encontrado un gran interés en el caso de la

cooperación nuclear argentino-brasileña. Razones no faltan: su historia es sumamente atractiva, y

su peculiar desenlace, lo es más aún.

En un contexto de competencia regional –que alcanza cierto dramatismo en medida en

que recrudece la disputa en torno a los recursos naturales compartidos en la década del 70– los

gobiernos militares de la Argentina y el Brasil invirtieron fuertemente en sus programas nucleares

y desarrollaron componentes sensibles del ciclo de combustible nuclear fuera de un régimen de

salvaguardias internacionales, y en ciertos casos, bajo el más absoluto secreto.

A la par de ello, ambos gobiernos se negaron a adherir al régimen global de no

proliferación de armas nucleares –el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares (TNP)–

considerado por la Argentina y el Brasil como un instrumento discriminatorio que buscaba

cercenar el desarrollo nuclear de países menos avanzados en éste campo, así como tampoco

adhirieron plenamente al régimen de no proliferación regional, el Tratado de Tlatelolco; acuerdo

visto como menos nocivo que el TNP, pero en el que debían cumplirse una larga serie de

requisitos para su entrada en vigor1.

Asimismo, en gran parte de la década del 60 hasta inicios de la década del 80, ambos

países son gobernados por regímenes militares, lo que permite suponer un abordaje de la cuestión

nuclear vinculada a la seguridad nacional, dado su incuestionable carácter estratégico en el

campo militar.

1 Desde la apertura a su firma en 1968, el TNP no fue firmado por ninguno de los dos países (la Argentina y el Brasil sólo

accederán en 1995 y 1998 respectivamente). En lo que respecta a Tlatelolco, desde su sanción en 1967, la Argentina lo firmó pero

no lo ratificó. Brasil, en cambio, lo firmó en 1967 y ratificó en 1968, pero se valió de las excepciones previstas en el artículo 28

para su plena vigencia. En los hechos, ambos países adherirán plenamente al mismo en 1994.

15

En suma, las tempranas decisiones que ambos países adoptaron frente al orden nuclear

internacional –centrado en el rechazo al TNP y la no adhesión a Tlatelolco– junto al desarrollo de

tecnologías nucleares sensibles fuera de un régimen de salvaguardias y la fuerte disputa político-

diplomática que los dos gobiernos militares mantenían en la Cuenca del Plata crearon un clima de

desconfianza sobre las actividades nucleares de cada país, signado por sospechas recíprocas y

acusaciones vertidas por terceros países y medios de comunicación acusándolos de encontrarse

disputando una carrera de armas nucleares.

La solución del conflicto de los recursos naturales compartidos –expresado en el Acuerdo

Tripartito de octubre de 1979– allanó el camino a la cooperación nuclear argentino-brasileña, y

los acuerdos nucleares de mayo de 1980 firmados por los gobiernos de Videla y Figueiredo

constituyeron el primer entendimiento formal de ambos países en este campo.

Tan sólo una década después, la integración nuclear argentino-brasileña avanzó en una

vertiginosa velocidad. A fines de 1985 los presidentes Alfonsín-Sarney firmaron la histórica

Declaración de Política Nuclear en Foz de Iguazú, que estableció los usos exclusivamente

pacíficos de la energía nuclear y la creación de un grupo de trabajo nuclear, y en 1987 el gobierno

argentino abrió las puertas de su planta de enriquecimiento de uranio no salvaguardada a oficiales

del gobierno brasileño, un gesto que encontró reciprocidad en 1988 con la apertura a los

argentinos de la planta brasileña de Aramar.

En la medida en que el compromiso con la proliferación nuclear se reduce únicamente a la

pertenencia al TNP, la Argentina y el Brasil alcanzaron una solución original, creando un modelo

propio y único en el mundo. Ello sucedió a fines de 1990, luego de que los presidentes Menem y

Collor de Mello firmaran la Declaración sobre Política Nuclear Común que instituyó, entre otras

cosas, un sistema de inspecciones mutuas –conocido como el Sistema Común de Contabilidad y

Control de Material Nuclear (SCCC)– a ser implementado por la Agencia Brasileño Argentina de

Contabilidad y Control de Materiales Nucleares (ABACC).

16

Este es el proceso que se propone estudiar la mayoría de la literatura existente respecto la

dimensión nuclear en la relación argentino-brasileña. Sin ser una excepción a ello, el presente

trabajo se enmarca dentro de los esfuerzos que buscan comprender por qué y cómo la Argentina y

el Brasil alcanzaron un entendimiento tan singular en aquél campo.

Empero, su particularidad radica en la periodización escogida. Al centrarse en la relación

bilateral nuclear entre 1968 y 1984 –período gobernado casi en su totalidad por gobiernos

militares2– la actual investigación difiere sustancialmente del énfasis que coloca la mayor parte

de la literatura existente, que analiza en detalle el momento inmediatamente posterior a la

redemocratización de ambos países. La razón de ello no es arbitraria, sino que encuentra su

fundamento en que el período seleccionado no ha sido lo suficientemente estudiado,

pretendiendo, en consecuencia, llenar un vació en la literatura sobre el caso argentino-brasileño.

El período seleccionado abre una serie de interrogantes que no han sido lo suficientemente

estudiados, y se muestran cruciales para comprender el significado de todo lo que se alcanzó

después. Sólo para mencionar algunos: ¿la Argentina y el Brasil tuvieron un programa de armas

nucleares? ¿Puede referirse al caso argentino-brasileño como el de dos países embarcados en una

carrera de armas nucleares? ¿Qué incidencia tuvo el conflicto de los recursos naturales

compartidos y la histórica rivalidad argentino-brasileña sobre sus actividades nucleares? ¿Por qué

motivo ambos países se mantuvieron al margen del TNP y de Tlatelolco? ¿Cómo impactó la

presión ejercida sobre sus programas nucleares por países como EE.UU. y Canadá sobre la

relación nuclear bilateral nuclear? ¿Por qué motivo ambos países no alcanzaron un entendimiento

nuclear antes de 1980? ¿Qué incidencia tuvo el tipo de régimen político en la cooperación

nuclear? Estas son sólo algunas de las preguntas que se buscarán responder a lo largo de la

presente investigación.

2 En el caso argentino, la excepción está en el interregno peronista, entre 25-may-1973 y 24-mar-1976, y en la posterior

redemocratización argentina, tras la asunción de Raúl Alfonsín en el 10-dic-1983.

17

Cinco debates que plantea la literatura

Para el período 1968-1984, la literatura sobre el caso argentino-brasileño plantea cinco

grandes cuestiones. Ellas son: (1) la dimensión de la rivalidad regional; (2) la dimensión de la

rivalidad nuclear; (3) el motivo de los componentes secretos de los programas nucleares; (4) la

coincidencia argentino-brasileña frente al régimen de no proliferación nuclear y (5) el rol de la

democratización en el rapprochement nuclear argentino-brasileño.

1) La dimensión de la rivalidad regional

La literatura que trata la relación bilateral argentino-brasileña por lo general coincide en

señalar que la dinámica de la misma estuvo signada por una lógica de rivalidad por prestigio y/o

liderazgo regional. Títulos como De Rivales a Socios3; Argentina and Brazil: Rivals, Not

Enemies4 o From Rivals to Friends

5 son bastante ilustrativos de este punto.

Quienes siguen esta línea, suelen argumentar que el único conflicto armado en la historia

bilateral se remonta a inicios del siglo XIX y se enmarca en un contexto histórico muy específico.

El historiador militar argentino Rosendo Fraga, dice al respecto que de ello que

A Guerra da Tríplice Aliança [1864-1870] modifica, qualitativamente a relação entre os dois

países. A partir dessa aliança militar, entre ambos haverá rivalidade, porém, não mais inimizade

[...] os laços estabelecidos então serviram para que, nos momentos de tensão, quando nas

diferenças surgidas, após a Guerra do Paraguai, no conflito causado pela Bolívia, nos primeiros

anos do século XX, e nas tensões derivadas da rivalidade pela liderança regional que desencadeou

a corrida armamentista, nos anos anteriores à Primeira Guerra Mundial, sempre fossem

encontradas soluções pacíficas6.

3 CARASALES, Julio C. De rivales a socios: El proceso de cooperación nuclear entre Argentina y Brasil. Buenos Aires:

Nuevohacer Grupo Editor Latinoamericano, 1997. 4 REISS, Mitchell. Bridled Ambition: Why countries constrain their nuclear capabilities. Washington D.C.: Woodrow Wilson

Center Press and John Hopkins University, 1995. 5 WROBEL, Paulo S. From Rivals to Friends: The role of public declarations in Argentina-Brazil rapprochement. In: KREPON,

M.; DREZIN, J. S.; NEWBIL, M. (Org.) Declaratory Diplomacy: Rhetorical initiatives and confidence building. Report n. 27.

Washington D.C.: Henry L. Stimson Center, 1999, p 135–151. 6 FRAGA, Rosendo M. A experiência histórica no Brasil e na Argentina de 1966 a 1983: Começo da convergência. In: Lladós,

José M.; Pinheiro Guimarães, Samuel (Org.) Perspectivas: Brasil e Argentina, v. 1, p. 485-512, 1996.

18

Bajo esta óptica, los desentendidos de ambos países a lo largo del siglo XX son,

fundamentalmente, de carácter diplomático, y la dinámica de la rivalidad o competencia regional

no representan una seria hipótesis de conflicto.

Existen, sin embargo, excepciones a esta línea de pensamiento. Ello puede apreciarse en

los trabajos de João Resende-Santos y Charles Kupchan. En su trabajo The Origins of Security

Cooperation in the Southern Cone, Resende-Santos sostiene que “From their first major war in

1825-28, but especially from World War II to the 1970s, Brazil and Argentina continually viewed

each other as enemies”7. En términos similares se expresa Kupchan en su obra How Enemies

Become Friends, al decir que “Despite forming an alliance against Paraguay in a conflict that

lasted from 1865 to 1870, Argentina and Brazil remained wary antagonists throughout the

balance of the nineteenth and most of the twentieth centuries”8.

Esta visión suele apoyarse en el hecho de que en la estrategia militar argentina, el Brasil

era la principal hipótesis de conflicto, y viceversa. Si bien ello es cierto, no necesariamente se

deduce que ambos países se hayan percibido como una seria amenaza militar ni haya existido una

alta probabilidad de protagonizar un conflicto armado. De hecho, la Argentina, en la segunda

mitad del siglo XX, afrontó dos situaciones de guerra con dos actores –uno regional y otro extra-

regional– que no constituían su principal hipótesis de conflicto9. En el caso brasileño, el estudio

de Guedes da Costa sobre las percepciones de las Fuerzas Armadas brasileñas concluye diciendo

que “no existió, entre las décadas de los setenta y los ochenta, en el medio militar brasilero, una

clara percepción de amenaza que pudiese servir a la planificación militar de Brasil”10

.

La clave para comprender la dinámica de la relación argentino-brasileña, entonces, está en

la visión recíproca y en el paradigma empleado por cada uno para relacionarse con el otro, todos

elementos que indican que la hipótesis de conflicto, en los hechos, era una probabilidad lejana.

7 RESENDE-SANTOS, João. The Origins of Security Cooperation in the Southern Cone. Latin American Politics and Society, v.

44, n. 4, 2002, p. 94. 8 KUPCHAN, Charles A. How enemies become friends: The sources of stable peace. New Jersey: Princeton University Press,

2010, p. 122. 9 La primera fue con Chile en torno al Canal de Beagle (que no derivó en un conflicto armado por la mediación papal); la segunda

fue con Gran Bretaña por las Islas Malvinas, que derivó en una guerra en abril de 1982. 10 GUEDES DA COSTA, Thomaz. La percepción de amenazas desde el punto de vista de los militares brasileros en las décadas

del 70 y 80. In: VARAS, Augusto. Percepciones de Amenaza y Políticas de Defensa en América Latina. FLACSO/CEEA, 1993,

p. 210.

19

Haciendo referencia a Stanley Hilton11

, Matías Spektor sostiene que el paradigma

brasileño para relacionarse con Argentina se engloba en el marco de la “cordialidad oficial”,

concepto entendido como “um arranjo diplomático que visou à redução de tensões no

relacionamento com a Argentina12

” y cuyas notas características son

Uma postura tolerante em relação ao intenso perfil do discurso diplomático de Buenos Aires em

assuntos regionais, hemisféricos e globais; a busca sistemática de potenciais faixas de cooperação

com o vizinho no intuito de diluir os desentendimentos que porventura dominassem a agenda

bilateral; a inclusão da Argentina nas iniciativas internacionais do Itamaraty; e a promoção de

bons ofícios entre Buenos Aires e Washington quando o sensível relacionamento entre essas duas

capitais prenunciasse a radicalização de um confronto tradicional nas relações argentino-

estadunidenses13.

Miriam Gomes Saraiva retoma este concepto y dice que

Progressivamente, foram se impondo os padrões da cordialidade oficial, que [...] internalizou

normas de comportamento que vigoraram até a segunda metade do século XX e evitou que a

rivalidade desse lugar a uma inimizade que se traduzisse, por sua vez, em violência. Do segundo

pós-guerra ao final da década de 1970 a cordialidade oficial experimentou avanços e recuos com

momentos de maior cooperação, como o espírito de Uruguaiana, ou de maior rivalidade, como as

negociações dos recursos hídricos da Bacia do Rio da Prata14.

Russell y Tokatlián, por su parte, sostienen que “la visión argentina del Brasil nunca tuvo

elementos propios de una cultura de enemistad (hobbesiana)”15

siendo que “desde el origen de la

nacionalidad argentina y hasta principios de la década de los ochenta en el siglo XX por una

cultura de rivalidad (lockeana), cuyas normas alcanzaron un alto grado de internalización”16

.

Particularmente, los autores sostienen que entre fines de la Segunda Guerra Mundial e inicios de

la década del 80 la Argentina se rigió por un “paradigma globalista” en la que el Brasil fue

considerada como un rival (específicamente a fines de la década del 70), pero a lo largo de dicho

período, “el signo de la relación bilateral fue el de la competencia”17

.

11 HILTON, Stanley. Brasil e Argentina: A história de um encontro. Revista Brasileira de Política Internacional, n. 89-92, p. 101-

118, 1980. 12 SPEKTOR, Matías. Ruptura e legado: o colapso da cordialidade oficial e a construção da parceria entre o Brasil e a Argentina

(1967-1979). Dissertação de Mestrado, Universidade de Brasilia, 2002, p. 4-5. 13 Ibídem, p. 4-5. 14 SARAIVA, Miriam G. Encontros e Desencontros: O lugar da Argentina na política externa brasileira. Belo Horizonte, MG:

Fino Traço, 2012, p. 13. 15 RUSSELL, Roberto; TOKATLIÁN, Juan G. El lugar del Brasil en la política exterior de la Argentina: La visión del otro.

Desarrollo Económico, v. 42, n. 167, Oct/Dic , p. 406, 2002. 16 Ibídem, p. 406. 17 Ibídem. p. 407.

20

El presente trabajo enmarca la dimensión de la rivalidad argentino-brasileña dentro de

esta concepción como la lógica que guió la relación de ambos países entre fines de la década del

60 e inicios de los 80. Este enfoque es crucial para enmarcar adecuadamente cómo se

relacionaron ambos países en torno a la cuestión atómica.

2) La dimensión de la rivalidad nuclear

Siendo la dinámica de la relación argentino-brasileña una que oscila entre entendimientos

y desentendidos político-diplomáticos, a la par de una competencia por prestigio y/o influencia

regional, hay un hecho vinculado con la relación entre la rivalidad geopolítica y la rivalidad

nuclear que no está del todo claro en la literatura. Este interrogante puede formularse en los

siguientes términos: ¿hasta qué punto la lógica de la rivalidad regional se trasladó al campo

nuclear? Asimismo, ¿hasta qué punto puede hablarse de una carrera nuclear argentino-brasileña?

Resende-Santos, por ejemplo, sugiere que la Argentina y el Brasil disputaron una carrera

de armas nucleares. Así, formula que “the race to be first to acquire nuclear weapons, which

Argentina led, was abruptly altered in 1971, when Brazil purchased a Westinghouse nuclear

plant”18

. Siguiendo esta visión, el autor sostiene que con el acuerdo germano-brasileño de 1975

“Brazil changed the nuclear balance, presenting Argentina with the specter of a nuclear-armed,

hegemonic rival”19

.

Otra línea de la literatura, empero, contiene una visión más moderada sobre la

competencia nuclear entre Buenos Aires y Brasilia, expresándose en términos de “rivalidad

nuclear”20

. Doyle enmarca la misma como una rivalidad que estaba presente desde inicios de la

década del 50, donde los primeros esfuerzos argentinos de contar con un programa nuclear

podrían haber tenido una incidencia en los intentos brasileños de adquirir la tecnología alemana

de enriquecimiento de uranio. Dice el autor que “mutual distrust and competition were present in

18 RESENDE-SANTOS, João. op.cit. p. 95. 19 Ibídem. p. 95. 20 Esta diferencia no es menor, dado que hablar en términos de carrera nuclear supone que ambos estaban detrás del arma

nuclear, mientras que rivalidad nuclear permite indicar la existencia de una competencia por prestigio en el área nuclear que no

necesariamente contemple el desarrollo de actividades fuera de sus usos pacíficos.

21

the early nuclear programs of both states [...] they established a lasting pattern whereby Brazil

sought to match or better Argentine nuclear accomplishments”21

.

Mitchell Reiss se expresa en una forma similar al decir que “suspicion and mistrust,

especially in such a sensitive area, played a role, as did the fact that their nuclear programs were

not synchronous – Brazil was always trying to catch up with Argentina”22

. Jacques Hymans, por

su parte, considera que la rivalidad nuclear argentino-brasileña nació como consecuencia del

acuerdo germano-brasileño de 1975. Según el autor,

nuclear rivalry with Brazil blossomed in 1975 when Brazil and West Germany signed a gigantic,

billion-dollar nuclear deal […] this deal Brazil was at least partially motivated by the desire to be

able to respond quickly in case an increasingly unpredictable Argentina chose to build nuclear

weapons23.

En esta línea de argumentación hay dos puntos en los que la literatura no ahonda lo

suficiente. El primero tiene que ver con las numerosas tentativas de cooperar en el campo nuclear

entre 1967-1980 provenientes de ambos lados, que no son mencionadas en los trabajos existentes.

¿Por qué, en una situación de competencia nuclear, ambos países buscan cooperar en dicha área?

El segundo –y vinculado con el anterior– está en la defensa argentina al derecho brasileño

de adquirir tecnologías sensibles para su programa nuclear, como el resultante del acuerdo

nuclear con Alemania en 1975. Teóricamente, dicho acuerdo le brindaba al Brasil la posibilidad

de realizar un salto tecnológico inédito en el campo nuclear. Carasales es quien mejor coloca

dicha cuestión, al decir que

Cuando lo lógico hubiera sido esperar que Argentina, que se presumía extremamente celosa de ese

importante avance brasileño, se uniera a la campaña internacional contraria a la ejecución del

Acuerdo, no pudo menos que causar una impresión ampliamente positiva la actitud de Buenos

Aires, que se pronunció categóricamente, interna e internacionalmente, a favor del derecho

soberano de todo país a progresar tecnológicamente24.

21 DOYLE, James E. Argentina and Brazil. In: DOYLE, James (Ed.) Nuclear Safeguards, Security, and Nonproliferation:

Achieving security with technology and policy. Boston: Butterworth-Heinemann, 2008. Chap. 17, p. 308-309. 22 REISS, Mitchell. op. cit. p. 52. 23 HYMANS, Jacques E. C. The psychology of nuclear proliferation: Identity, Emotions, and Foreign Policy. Cambridge:

Cambridge University Press, 2006, p. 160. 24 CARASALES, Julio C. op. cit. p. 55.

22

Reiss también hace hincapié en ello, al expresar que “nuclear cooperation was helped by

Argentina´s reaction to the West Germany-Brazil nuclear deal [...] civilian officials and military

officers had defended Brazil´s right to acquire nuclear technology”25

. Redick, a su vez, señala que

“while suspicion and competition remained a major feature of their relationship […] there was

nonetheless strong Argentine support of the Brazilian right to acquire advanced nuclear

technology”26

.

Los autores coinciden en señalar el apoyo argentino hacia el acuerdo germano-brasileño,

sin embargo, no explican por qué la Argentina adoptó este tipo de comportamiento que pareciera

ser ilógico en una dinámica de competencia nuclear. Para ello, el presente trabajo buscará

problematizar en mayor detalle esta cuestión y contribuir a una explicación que explique el

comportamiento argentino en un contexto de rivalidad regional y nuclear.

3) El motivo de los componentes secretos de los programas nucleares

Otro asunto que debe abordarse dentro de una dinámica de rivalidad regional tiene que ver

con los componentes no salvaguardados de los programas nucleares de ambos países y la opción

abierta de ir en dirección de la bomba. Deben explorarse, entonces, una serie de cuestiones: el por

qué de la defensa de las explosiones nucleares pacíficas en la década del 60 por ambos actores; el

por qué del rechazo a Tlatelolco y el TNP, y qué evidencia hay de un programa de armas

nucleares en cada país y en ese caso, cuál es su posible motivación.

No existe un trabajo que haya vinculado en una perspectiva comparada al caso argentino-

brasileño, pero sí hay esfuerzos separados que echan luz sobre esta cuestión. Pueden mencionarse

tres significativas contribuciones que sirven para este propósito.

El primero es el trabajo de James Doyle, quien especula sobre las posibles motivaciones

que podrían haber existido para ambos países en adquirir la bomba, para luego analizar las

posibles razones que explican por qué ambos no fueron en esta dirección. Doyle dice que las

25 REISS, Mitchell., op. cit. p. 67. 26 REDICK, John R., Nuclear Illusions: Argentina and Brazil. Occasional Paper 25. Washington D.C.: Henry L. Stimson Center,

1995, p. 19.

23

motivaciones podrían haber sido por (a) prestigio y status; (b) desconfianza mutua y rivalidad

regional y (c) por los beneficios que se derivan como consecuencia del dominio del ciclo de

combustible nuclear. Entre los desincentivos para ir en esta dirección, menciona (a) la falta de

amenaza de seguridad por ambos países, en el plano bilateral, regional e internacional (b) los

altos costos de una carrera nuclear y (c) la oposición doméstica a ello27

. Luego pasa a estudiar la

infraestructura de los programas nucleares de ambos países para evaluar su potencial de ir en

dirección de la bomba, pero no responde sobre si ambos países consideraron dicha opción

seriamente. Jacques Hymans y Michael Barletta, en cambio, abordan con mayor detalle esta

última cuestión.

Hymans busca responder los interrogantes que plantea el programa nuclear argentino y las

sospechas que recayeron sobre el mismo – fundamentalmente sobre la planta de reprocesamiento

de Ezeiza como en torno a la planta de enriquecimiento de uranio en Pilcaniyeu. En el último

caso, se suele plantear el siguiente interrogante: si el programa nuclear argentino se centraba en la

opción de agua pesada y uranio natural ¿por qué querría Buenos Aires una planta que produzca

uranio enriquecido? Ello cobra un mayor dramatismo en la medida en que se mencionan las

referencias de Leonard Spector sobre el potencial argentino de ir en dirección de la bomba

atómica tanto por la vía de enriquecimiento de uranio como de reprocesamiento. Dice Spector:

The decision to build the Ezeiza plutonium plant was announced by Argentina´s military leaders in

1978, and it appeared that the facility would provide Buenos Aires with direct access to weapons-

usable plutonium by the early 1980s. The Pilcaniyeu plant, which uses the gaseous diffusion

method of enrichment, was also begun in 1978, but the project was kept secret for five years and

revealed by military government only weeks before Alfonsín´s inauguration. Although Argentine

nuclear aides asserted at the time that it had been built to produce only reactor fuel that would not

be usable in nuclear weapons, there are strong grounds for believing that the secret project, which

is not subject to IAEA safeguards and was begun at a time of growing Argentine militarism, was

initiated to provide Argentina with a nuclear weapons option28.

Con un abordaje centrado en la psicología de los tomadores de decisión, Hymans realizó

un minucioso trabajo de investigación en Buenos Aires que concluyó que en realidad nunca hubo

interés de la clase gobernante argentina en ir en dirección de la bomba, y sí un “nacionalismo

nuclear” en la que los presidentes argentinos –tanto democráticos como militares– estaban

27 DOYLE, James E. op. cit. p. 308-312. 28 SPECTOR, Leonard; SMITH, Jacqueline R. Nuclear Ambitions: The Spread of Nuclear Weapons (1989-1990). Westview

press, 1990, p. 224.

24

decididos a realizar todos los esfuerzos necesarios para contar con un programa nuclear

autónomo. En la ecuación de Hymans, a mayor presión internacional sobre el programa

argentino, mayor la obstinación de Buenos Aires en desarrollar componentes autónomos del

mismo y reducir su independencia extranjera. Dice Hymans:

For a time Argentina´s military government leaned toward the former option of cooperation, but

they changed their minds in the face of continuing North American hardball diplomacy. Each new

round of North American pressure would offend the Argentine´s pride, leading them to renewed

assertions of their independence. In turn this response would give the North Americans new

“evidence” that Argentina was seeking the bomb, and the cycle continued. The fact that North

American proliferation pressures proved so counterproductive can only be understood by taking

seriously the emotional dimension of the nuclear policy choices of sportsmanlike nationalists29.

En el caso brasileño, es el involucramiento de las Fuerzas Armadas en el llamado

programa “paralelo” o “autónomo” quien desata una serie de sospechas sobre las ambiciones

nucleares del Brasil. A diferencia del caso argentino, uno de los componentes del programa

militar incluía el desarrollo de explosivos nucleares pacíficos. Michael Barletta consigue abordar

adecuadamente esta cuestión con un trabajo con base a documentos y entrevistas, en el que

enmarca cuál fue el rol de la rivalidad argentino-brasileña en ello.

Concluye Barletta que en la planificación militar brasileña el escenario principal de

conflicto con la Argentina era una guerra convencional y nunca se vinculó la cuestión atómica a

la planificación militar brasileña, de naturaleza, fundamentalmente, defensiva y disuasiva. Dice el

autor que

The role of Argentina in Brazilian motivations should not be overestimated or misunderstood.

Brazilian officers did not perceive a clear military threat, either nuclear or conventional in nature,

from Argentina during this period. Brazilian officials recognized that only extreme and

uninfluential nationalist sectors in Argentina favored construction of atomic weapons. Hence

Brazil reportedly never engaged in research necessary to develop employable weapons. Nor is

there any evidence that atomic weapons were ever integrated into Brazilian military planning or

strategic doctrine. Army planning for threat scenario “Delta,” which envisioned conventional war

in South America and implicitly presumed that Argentina constituted the principal threat, relied

solely on conventional defense and deterrence.30.

29 HYMANS, Jacques E. C. The psychology of nuclear proliferation: Identity, Emotions, and Foreign Policy. Cambridge:

Cambridge University Press, 2006, p. 149. Ver también Ver HYMANS, Jacques E.C. Of gauchos and gringos: Why Argentina

Never Wanted the Bomb, and Why The United States Thought it Did. Security Studies, v. 10, n. 3, pp. 153–185, 2001. 30 Ver BARLETTA, Michael. The military nuclear program in Brazil. Working Paper. Stanford, CA: Center for International

Security and Arms Control, 1997, p. 15.

25

El trabajo actual pretende unificar la interpretación de Hymans y de Barletta con el fin de

enmarcar adecuadamente la cuestión de la bomba en la relación bilateral argentino-brasileña para

el período en cuestión.

4) La coincidencia ideológica frente al régimen de no proliferación nuclear

Otro de los grandes asuntos identificados en la literatura está en la coincidencia ideológica

que ambos países mantuvieron frente al régimen de no proliferación de armas nucleares tanto en

su versión regional (Tlatelolco) como global (TNP). Redick dice que fue durante las

negociaciones de Tlatelolco a mediados de la década del 60 donde la Argentina y el Brasil

iniciaron un confidence-building process31

. En líneas similares se expresa Carasales, quien

sostiene que la coincidencia en Tlatelolco fue uno de los tres factores que sentó las bases del

rapprochement nuclear.

Dice el embajador argentino que durante Tlatelolco “Argentina y Brasil no pusieron de

manifiesto ningún atisbo de rivalidad durante las etapas decisivas de la negociación del Tratado

para la Proscripción de las Armas Nucleares en América Latina, sino todo lo contrario”32

.

Asimismo, dice Carasales que “desde el momento mismo en que este Tratado fue concluido en

1968 Argentina y Brasil estuvieron a la vanguardia de sus críticos. Durante varias décadas ésa fue

la actitud de los representantes de ambos países en todos los ámbitos apropiados”33

.

Reiss va más allá, y dice que la Argentina y el Brasil, además de coincidir en Tlatelolco,

en el caso del TNP ambos experimentaron “a shared hostility to the international nonproliferation

regime that led to the formation of an “anti-NPT axis”34

. Doyle también observa ello, y dice que

Moreover, Argentina and Brazil derived political benefits from supporting one another’s decisions

to remain outside the global nonproliferation regime. These benefits included a tacit mutual

approval of their self-proclaimed right to develop nuclear explosive technology and the creation of

an informal agreement to defy the nonproliferation regime. This agreement to maintain common

policies toward the NPT guaranteed that neither state could be singled out by the international

community for refusing to join the treaty35.

31 REDICK, John R., op. cit. p. 1. 32 CARASALES, Julio C., op. cit. p. 45-48. 33 Ibídem, p. 109. 34 REISS, Mitchell, op. cit. p. 52. 35 DOYLE, James E. op. cit. p. 307-308

26

Los trabajos de Sara Z. Kutchesfahani36

e Isabella Alcañiz37

tratan esta coincidencia

nuclear argentino-brasileña dentro del concepto de comunidades epistémicas38

. Bajo este

enfoque, una serie de ideas y valores compartidos por determinados sectores en ambos países

allanaron las bases para una efectiva cooperación nuclear entre ambos países39

. No puede

omitirse aquí la contribución de Emmanuel Adler, uno de los pioneros en enfatizar el rol de la

ideología en la cuestión nuclear argentino-brasileña, cabiéndole a su concepto de elites

subversivas40

en cada país un rol fundamental en la tarea de colocar sus ideas en las máximas

esferas del gobierno con el fin de hacer de ello una política de Estado sostenible a lo largo del

tiempo41

.

El presente trabajo pretende, entonces, explorar la dinámica entre la coincidencia

ideológica frente al régimen de no proliferación nuclear –junto a los valores compartidos por las

comunidades científicas de ambos países– en un contexto de rivalidad regional argentino-

brasileña.

5) El rol de la democratización en el rapprochement nuclear argentino-brasileño

La última cuestión relevante que aborda la literatura está en el peso de la democratización

como variable para explicar el acercamiento nuclear argentino-brasileño. En los trabajos

existentes se suele argumentar que entre 1983 y 1985 las conversaciones nucleares entre

Argentina y Brasil se vieron afectadas ante un impasse producido tras la redemocratización

argentina en 1983, en un contexto en que el Brasil aún era gobernado bajo un gobierno militar.

36 KUTCHESFAHANI, Sara Z. Politics and the bomb: Exploring the role of epistemic communities in nuclear non-proliferation

outcomes. Ph.D. dissertation, University College London, 2010. 37 ALCAÑIZ, Isabella. Ideas, Epistemic communities and regional integration: Splitting the atom in Argentina and Brazil.

Chicago: Northwestern University, 2004. 38 Ambos autores se remiten a la definición de Haas: “An epistemic community is a network of professionals with recognized

expertise and competence in a particular domain and an authoritative claim to policy-relevant knowledge within that domain or

issue area.” Ver HAAS, Peter M. Knowledge, Power and International Policy. World Peace Foundation, 1992, p. 3 39 Ver KUTCHESFAHANI, Sara Z, op. cit. p. 111 y ALCAÑIZ, Isabella, op. cit. p. 58-62. 40 La idea de “elites subversivas” y la forma en que llevan a cabo su tarea está puesto por Adler de la siguiente forma: “The actors

involved in the politics of domestic innovation are scientists, technologists, and economists […] in most cases their ideological

motivation differs from that of the political elites. This forces them to become subversive elites who must either affect the

environment of ideas indirectly, or bring about the desired end by using their technocratic skills.” Ver ADLER, Emanuel. The

power of ideology: Computer and nuclear energy development in Argentina and Brasil. Rio de Janeiro: IUPERJ, 1985. 41 El científico argentino Jorge A. Sábato –un genuino militante del desarrollo nuclear latinoamericano– fue, a través de sus

numerosos escritos, uno de los más notables exponentes de ello.

27

En este sentido, Odete Maria de Oliveira expresa que

As relações de integração atravessavam o período difícil de regime ditatorial e, a partir de l983, a

coexistência de um regime democrático na Argentina, com um regime militar no Brasil. Num

contexto político autoritário em que o livre arbítrio, o segredo e a discrição fazem parte do próprio

exercício do poder, dificilmente propostas de cooperação e de desenvolvimento regional poderiam

encontrar campo de atuação [...] só em novembro de l985, quando o Brasil voltou ao caminho da

democracia, foi cedendo lugar aos objetivos da integração mais ampla42.

Carasales añade que

En el caso de Brasil, difícilmente podía el flamante gobierno argentino, que proclamaba la

democracia como el valor político supremo, estrechar relaciones con gobiernos de facto vecinos.

Debió esperar que en Brasil hubiera elecciones nacionales ortodoxas para encontrar un interlocutor

básico, el electo presidente Tancredo Neves da Fontoura43.

Juan Pablo Milanese refuerza la observación de Carasales, y sostiene que una situación de

desconfianza “comenzó luego a cambiar [cuando] fue electo el presidente brasileño Tancredo

Neves da Fontoura, quien rápidamente visitó Argentina, entablando relaciones cordiales con el

presidente Alfonsín”44

. Reiss se expresa en términos similares al decir que

The election of civilian presidents in both countries in the mid-1980´s infused the bilateral

relationship with renewed momentum [...] Alfonsín and José Sarney, who assumed the presidency

after Neves´s death, met at Foz de Iguazú later that year, in November 1985. Greater engagement

characterized this new beginning45.

Por su parte, Spector sostiene que

The advent of civilian governments in Argentina and Brazil in late 1983 and early 1985,

respectively, and a series of subsequent bilateral initiatives aimed at easing the two countries´

long-simmering nuclear rivalry have significantly reduced the threat that either will build nuclear

weapons46.

La evidencia existente, sin embargo, presenta dos problemas a la democratización como

variable central para explicar el rapprochement nuclear argentino-brasileño. El primero está en la

existencia de un diálogo fluido entre el gobierno militar brasileño y el democrático argentino

entre 1983-1984 –donde incluso se contempló la posibilidad de una renuncia conjunta a las

42 OLIVEIRA, Odete M. A integração bilateral Brasil-Argentina: tecnologia nuclear e Mercosul. Revista Brasileira de Política

Internacional. No. 41, p. 5-23, 1998, p. 14. 43 CARASALES, Julio C. op. cit. p. 73. 44 MILANESE, Juan P. Argentina y Brasil: Hacia un proceso de seguridad cooperativa. Agenda Internacional, n. 4, 1995, p. 147. 45 REISS, Mitchell. op. cit. p. 54 – 55. 46 SPECTOR, Leonard. op. cit. p. 221.

28

explosiones nucleares pacíficas–, y el segundo está en que los sucesivos gobiernos democráticos

en ambos países mantuvieron los mismos lineamientos de sus respectivas políticas nucleares que

sus predecesores –centrado, fundamentalmente, en un rechazo al TNP y sin adherir plenamente a

Tlatelolco– sin registrarse un quiebre entre la política nuclear del régimen militar y la de los

gobiernos democráticos sucesivos47

.

Etel Solingen, por su parte, añade al rol de la democratización el concepto de “coaliciones

liberales” como explicación del rapprochement nuclear argentino-brasileño. Según Solingen, las

coaliciones con una agenda liberal en la economía tienen incentivos en apoyar la

desnuclearización y adherir a regímenes internacionales de no proliferación, mientras que las

coaliciones nacionalistas tienden a hacer lo contrario. Dice Solingen que “where liberalizing

coalitions had the upper hand, nuclear policy shifted towards more cooperative nuclear postures.

Nationalist-confessional coalitions, in contrast, shied away from any commitments for effective

denuclearization”48

.

No obstante, el caso argentino-brasileño no encaja en esta tipología por una serie de

motivos. Primero, porque fueron dos gobiernos militares quienes dieron el primer paso en busca

de un entendimiento nuclear que contribuyese a un acercamiento en éste campo, como queda

evidenciado en los acuerdos de mayo de 1980. Segundo, por la continua búsqueda de fórmulas

entre ambos países en encontrar un régimen de cooperación nuclear que implicase renunciar

explosiones nucleares pacíficas o establecer un sistema de inspecciones mutuas, como queda

registrado en las conversaciones de Figueiredo y Alfonsín y posteriormente Alfonsín y Sarney;

coaliciones sin una agenda liberal.

Finalmente, la constitución de la ABACC por dos gobiernos de agenda liberal –Menem y

Collor– tiene como novedad la continuidad de una histórica postura ideológica –centrada en el

rechazo al TNP– que la Argentina y el Brasil mantenían desde la década del 60. Bajo esta visión,

47 Vieira Vargas expresa bien esta cuestión al decir que “mesmo com a diminuição da influencia dos nacionalistas, sobretudo após

a derrocada dos regimes militares, a autonomia tecnológica continuou a ser considerada elemento crucial para acelerar as

mudanças sociais e econômicas, assegurar a competitividade das economias e aumentar o peso específico dos dois países nos

cenários regional e internacional”. Ver VIEIRA VARGAS, Everton. Átomos na integração: a aproximação Brasil-Argentina no

campo nuclear e a construção do MERCOSUL. Revista Brasileira de Política Internacional, n. 40, 1997, p. 45. 48 SOLINGEN, Etel. The Political Economy of Nuclear Restraint. International Security, v. 19, n. 2, Autumn, 1994, p. 162.

29

los esfuerzos de ambos países en comprometerse efectivamente con la desnuclearización deben

ser interpretados como el resultado de un gradual proceso histórico y no como una ruptura

posibilitada por la llegada de una nueva coalición gobernante.

Se buscará, entonces, enmarcar adecuadamente la evolución de la postura nuclear

argentino-brasileña y analizar en detalle las distintas tratativas entre ambos países frente al

régimen de no proliferación, y medir el grado de continuidad de las conversaciones nucleares aún

bajo regímenes políticos diferentes.

Contribución a la literatura

El presente trabajo pretende contribuir a la literatura existente en tres formas: presenta

documentos inéditos; reconstruye la narrativa existente y realiza una distinta interpretación, como

consecuencia, a las lecturas convencionales sobre el caso de cooperación nuclear argentino-

brasileño.

Por un lado, utiliza documentos recientemente desclasificados en archivos de ambos

países para reconstruir la narrativa existente, lo que contribuye a una comprensión más acabada

sobre cómo fue la relación argentino-brasileña en el campo nuclear a lo largo del período

estudiado. Los documentos, a su vez, permiten complementar o relativizar interpretaciones

vigentes, y asimismo, narran nuevos episodios que la literatura directamente no menciona y que

son sumamente relevantes para la temática estudiada.

El trabajo de archivo posibilitó identificar tres aspectos que la literatura no menciona. El

primero dice respecto las tentativas en establecer un acuerdo de cooperación nuclear antes de

1980. Entre 1967-1979 hay reiterados esfuerzos provenientes de ambos países en alcanzar un

entendimiento nuclear que, por distintos motivos, no se concretan. El segundo está en señalar que

en 1977 –el momento de mayor presión norteamericana sobre los programas nucleares de

Argentina y Brasil– un legislador norteamericano realizó una propuesta singular a ambos países

en la que sugiere que ambos países, aún manteniéndose fuera del régimen de no proliferación

nuclear, renunciasen a los explosivos nucleares pacíficos y contemplasen la creación de un

sistema de salvaguardias recíprocas; ideas que de alguna manera serán implementadas por ambos

30

gobiernos en 1991 con la constitución de la ABACC. El tercero y último –pero no menos

importante– está en la existencia de un fluido diálogo entre las cancillerías de ambos países entre

1983-1984, período en que el Brasil continuaba regida bajo un gobierno militar y la Argentina

había sido recientemente democratizada.

Este proceso consistente en realizar ajustes sobre la narrativa y echar luz sobre nuevos

episodios, permite, finalmente, realizar nuevas interpretaciones sobre la dinámica de la relación

nuclear argentino-brasileña para el período en cuestión y de esa manera es posible lograr una

mejor comprensión de los hechos.

Metodología y tipología de fuentes

El presente trabajo es el resultado de un dinámico proceso de investigación que consistió

en tres etapas de carácter complementario: la primera, a través de la formación de un grupo de

investigación abocado al estudio de la historia nuclear brasileño-argentina; la segunda, mediante

un trabajo de investigación de archivo y entrevistas personales realizado en Argentina y en Brasil,

y la tercera, como consecuencia de la organización y participación activa en un evento cerrado

realizado con actores protagónicos de ambos países para el período en cuestión, lo que permitió

corroborar/desechar interpretaciones y contar con una visión más acabada de la evolución del

caso.

A lo largo de toda la investigación me desempeñé como investigador del Centro de

Relaciones Internacionales de la Fundación Getulio Vargas en un proyecto titulado Memória

Histórica e Estratégica da Energia Nuclear no Brasil, trabajando, puntualmente, en el caso

argentino-brasileño. Ello se llevó a cabo con un equipo multidisciplinario –con académicos

provenientes del campo de Relaciones Internacionales, Historia y Ciencia Política– lo que

posibilitó un fluido diálogo e intercambio constante de perspectivas sobre cómo y por qué la

Argentina y el Brasil avanzaron en la manera en que lo hicieron, posibilitando una visión más

equilibrada sobre las interpretaciones a lo largo del trabajo.

31

En lo que respecta al trabajo de archivo y entrevistas, transcurridas más de tres décadas

desde los acuerdos nucleares de 1980 es posible trabajar de una manera desapasionada hechos

que ya forman parte de un tiempo pasado, y sobre todo, realizar una investigación de archivo en

ambos países con un cuasi irrestricto acceso a la documentación disponible de la época. Ello

también permite entrevistar a actores que han participado de manera directa o indirecta del

proceso de entendimiento nuclear argentino-brasileño, y quienes ya lejos de los hechos –como de

sus cargos gubernamentales– ofrecen un testimonio objetivo y sincero. Estos dos elementos –

trabajo de archivo y entrevistas– han guiado la presente investigación.

En lo que respecta al trabajo de archivo, en el caso brasileño la mayoría de los

documentos citados en el presente trabajo están disponibles en el archivo del Centro de Pesquisa

e Documentação de História Contemporânea do Brasil (CPDOC) de Río de Janeiro que pertenece

a la Fundación Getulio Vargas (FGV). Entre ellos, fueron particularmente trabajados los archivos

de Ernesto Geisel, Paulo Nogueira Batista, Antônio F. Azeredo da Silveira, Ramiro Saraiva

Guerreiro y Rubens Barbosa. También fueron consultados documentos brasileños disponibles en

el Archivo Nacional (AN) y en el Archivo Histórico del Ministerio de las Relaciones Exteriores

brasileño (AHMRE) ubicados en Brasilia.

En el caso argentino, el grueso de los documentos utilizados es fruto de un trabajo de

investigación en el Archivo Histórico del Ministerio de Relaciones Exteriores argentino

(AMRECIC) con sede en Buenos Aires. Contrariamente a lo que muchos académicos sugieren, es

sumamente rico en material y contenido.

Una tercera categoría de documentos me fue facilitada de manera directa a través de

entrevistas personales, que a expreso pedido de los entrevistados, serán citados bajo el rótulo de

Archivo Privado (AP).

Paralelamente, en ambos países fueron realizadas una serie de entrevistas con actores

diplomáticos y científicos que participaron de alguna forma en la relación nuclear argentino-

brasileña para el período estudiado. Las mismas fueron sumamente significativas para

contextualizar e interpretar los documentos obtenidos a lo largo de la investigación, muchos de

32

los cuáles son de autoría de los entrevistados. Para todas las entrevistas se elaboró un cuestionario

adaptado al perfil del entrevistado, teniendo en cuenta el período en el que actuó y su perfil

singular (diplomático o científico); ello constituye el principal motivo sobre el por qué no se

elaboró un único cuestionario para todos los entrevistados.

Participé de entrevistas personales y colectivas realizadas en la Argentina y el Brasil con

los siguientes actores: Roberto Abdenur, Raúl Alconada Sempé, Alfredo Biaggio, Oscar

Camilión, Dante Caputo, Carlos Castro Madero (h), Luiz Augusto de Castro Neves, Paul Findley,

Rosendo Fraga, Elsa Kelly, Luiz Felipe Lampreia, Roberto García Moritán, Horacio Jaunarena,

José Ignacio López, Manuel Mondino, Antonio Oliveira, Roberto Ornstein, Elías Palacios,

Rogelio Pfirter, Sebastião do Rego Barros, Rubens Ricupero, José Luiz de Santana Carvalho,

Adolfo Saracho y Héctor Subiza.

En lo que concierne a entrevistas grabadas, en Brasil accedí a entrevistas disponibles en el

proyecto Memoria Histórica y Estratégica de la Energía Nuclear en el Brasil del Centro de

Relaciones Internacionales de la Fundación Getulio Vargas-Río de Janeiro, que está comprendido

dentro del programa de Historia Oral del Centro de Pesquisa e Documentação de História

Contemporânea do Brasil (CPDOC). En el caso argentino trabajé las entrevistas del Archivo de

Historia Oral de la Argentina Contemporánea, perteneciente al Instituto Gino Germani (IGG), de

la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires (UBA).

En el caso de los Estados Unidos la mayoría de los documentos relevantes para mi trabajo

se encuentran disponibles en el Digital National Security Archive (DNSA) y otros fueron

solicitados a través del Freedom of Information Act (FOIA) que desclasificó valiosos

documentos del National Security Council (NSC) de los EE.UU. expresados en sus reportes de

inteligencia, conocidos como National Intelligence Estimates (NIE).

Los medios de comunicación –en su versión de periódicos y semanarios– tanto

argentinos, brasileños y norteamericanos fueron consultados en reiteradas ocasiones. En

Argentina: La Nación, Clarín, Estrategia, Correo de la Semana, La Nueva Provincia, Ámbito

33

Financiero y Página/12. En Brasil: Folha de São Paulo, O Estado de São Paulo, O Globo, Jornal

do Brasil y Veja. En EE.UU.: The Washington Post y The New York Times.

Finalmente, una contribución significativa al presente trabajo estuvo en la preparación y

participación de un evento cerrado titulado “Los orígenes de la cooperación nuclear argentino-

brasileña (1968-1988)” que se llevó a cabo entre el 20 y 23 de marzo del 2012 en Río de Janeiro,

donde participé activamente a través de la selección de documentos, la elaboración de

cuestionarios y en el intercambio de opiniones con los participantes. Este evento –que se valió de

la metodología de un Critical Oral History49

– fue vital para la presente investigación, dado que

tuvo lugar hacia el final de la investigación, brindando así la posibilidad de someter al escrutinio

de oficiales de gobierno de ambos países que estuvieron involucrados de manera directa en el

proceso de la cooperación nuclear argentino-brasileña interpretaciones ya maduras sobre cómo

fue la evolución del mismo, y en ciertos casos, realizar ajustes sobre la narrativa vigente del

presente trabajo50

.

Plan de tesis

El primer capítulo, titulado “La coincidencia nuclear y los primeros intentos de

cooperación (1968-1973)” analiza en detalle la serie de coincidencias argentino-brasileñas en el

campo nuclear expresadas a través de la coordinación de sus posturas en organismos

internacionales como en la coincidencia manifestada por ambos países durante las negociaciones

del régimen de no proliferación regional y global, expresados en el acuerdo de Tlatelolco y el

TNP respectivamente. Asimismo, se detalla sobre las primeras iniciativas –que son brasileña– de

establecer un acuerdo nuclear, y busca explicarse, en base al estado de la relación bilateral

general, por qué la misma no se concretó.

49 Este es un método impulsado por los profesores James G. Blight y Janet M. Lang, que involucra documentos desclasificados

bajo estudio, la participación de oficiales gubernamentales que hayan tenido un rol determinante en el proceso histórico bajo

estudio, y académicos familiarizados con los eventos históricos y los documentos. Fue utilizado para explorar en mayor

profundidad casos como la Crisis de los Misiles de Cuba; la Guerra de Vietnam; el fin de la Guerra Fría y la Guerra de las dos

Coreas, entre otros. Para ver más al respecto, consultar: http://www.watsoninstitute.org/project_detail.cfm?id=91 50 Ellos son: Luiz Felipe Lampreia, Luiz Augusto de Castro Neves, Sebastião do Rego Barros y Rubens Ricupero por Brasil y

Roberto Ornstein, Oscar Camilión y Adolfo Saracho por Argentina.

34

El capítulo “De la bomba india al acuerdo brasileño-alemán (1974-1976)” busca analizar

cuál fue el impacto de la explosión india de 1974 sobre la Argentina y el Brasil, y cómo se

conjugó ello con el recrudecimiento de la relación bilateral argentino-brasileña en torno a la

cuestión de los recursos naturales compartidos, con el inicio de la construcción de la represa

brasileño-paraguaya de Itaipú. Se menciona la iniciativa argentina en cooperar en el campo

nuclear con Brasil, y los motivos del gobierno Geisel sobre por qué no avanzar en este sentido.

Luego se analiza el acuerdo nuclear brasileño-alemán de 1975 en tres tiempos: su génesis; la

reacción inicial argentina y finalmente, el nuevo paradigma de la Junta Militar argentina (1976-

1983) hacia el Brasil.

El capítulo “La ofensiva Carter y la respuesta aislada (1977-1979)” inicia con el arribo de

Jimmy Carter a la presidencia de los Estados Unidos (1977) y busca analizar cuál fue el impacto

que tuvo sobre la relación argentino-brasileña la presión sobre los programas nucleares de ambos

países, particularmente, el acuerdo brasileño-alemán. Asimismo, busca explorar la lógica de la

Junta Militar argentina detrás de la defensa realizada sobre el acuerdo brasileño-alemán en un

contexto de una tensa relación bilateral signada por el conflicto Corpus-Itaipú, y finalmente,

pretende explicar cuáles fueron los motivos centrales detrás del desarrollo de componentes

“secretos” de los programas nucleares de cada país.

El último capítulo, titulado “Del primer acuerdo nuclear a las conversaciones Alfonsín-

Figueiredo (1979-1984)” comienza con el arribo a la presidencia del brasileño João Figueiredo

(1979) y analiza, en primer término, el impacto de la solución del conflicto Corpus-Itaipú (1979)

sobre la lógica de cooperación nuclear argentino-brasileña y la concreción de los primeros

acuerdos formales entre ambos países en mayo de 1980. Luego se aborda la evolución de la

relación bilateral de ambos países hasta 1984, buscando medir el impacto de la Guerra de las

Malvinas (1982) y el anuncio argentino de enriquecimiento de uranio en Pilcaniyeu (1983) sobre

la relación bilateral nuclear. Finalmente, se menciona la relación argentino-brasileña bajo los

gobiernos de Figueiredo y Alfonsín, así como las conversaciones nucleares entre ambas

administraciones entre fines de 1983 hacia fines de 1984.

35

LA COINCIDENCIA NUCLEAR Y LOS PRIMEROS

INTENTOS DE COOPERACIÓN (1968-1973)

En una mañana del 6 de agosto de 1945, el Enola Gay –un bombardero norteamericano de

tipo B-29– sobrevoló la ciudad japonesa de Hiroshima y dejó caer a “Little Boy”, una bomba de

uranio altamente enriquecido. Sólo tres días después, Bockstar –otro B-29– haría lo mismo en

Nagasaki, tras soltar a “Fat Man”, una bomba de plutonio51

. Estos actos constituyeron la primera

vez en que se emplearon armas nucleares en un teatro bélico en la historia de la humanidad.

Lejos de mostrarse duradero, el monopolio norteamericano del secreto de la bomba fue

gradualmente descifrado por otras naciones, y en el transcurso de los próximos 20 años otros

cuatro países equipararon su poderío nuclear: la Unión Soviética (1949), el Reino Unido (1952),

Francia (1960) y China (1964).

La aparición de la bomba atómica y su paulatina diseminación en un mundo que se

sumergía cada vez más en la Guerra Fría no sólo modificó drásticamente el campo de la

seguridad internacional, sino que además introdujo un nuevo lenguaje en las relaciones

internacionales: el de la guerra atómica52

.

Paradójicamente, a la par que la energía nuclear mostraba su asombrosa capacidad

destructiva, también se exhibía como uno de los máximos símbolos del progreso científico del

siglo XX, constituyéndose en una herramienta indispensable para el desarrollo socio-económico

de la nación que dominara su compleja técnica. Entre los numerosos beneficios que ofrecían sus

51 Para una detallada lectura sobre el proceso de decisión que llevó al empleo de las armas nucleares en Hiroshima y Nagasaki

sugiero leer SHERWIN, Martin. A world destroyed: Hiroshima and Its Legacies. 3rd Ed. Standford University Press, 2003. 52 Quien acuñó esta expresión fue el presidente norteamericano Dwight D. Eisenhower (1953-1961), en su célebre discurso ante la

Asamblea General de las Naciones Unidas el 8/12/1953: “I feel impelled to speak today in a language that in a sense is new – one,

which I, who have spent so much of my life in the military profession, would have preferred never to use. The new language is the

language of atomic warfare”. Su contenido puede leerse íntegramente en: http://www.iaea.org/About/history_speech.html

36

aplicaciones pacíficas, en el campo energético presentaba una fuente de energía alternativa al

combustible fósil, haciendo de ella una cuestión de Estado en varios países.

Su incuestionable carácter estratégico, junto al prestigio internacional que la misma

confería, fue motivo suficiente para que la Argentina y el Brasil –las mayores economías de

América del Sur– se alistaran tempranamente entre las naciones que buscaban dominar esta

nueva fuente de energía.

Para ambos países existía, en el campo de las ideas, un terreno fértil para justificar el

desarrollo de una industria nuclear. En las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial, en

América del Sur cobraban fuerza enfoques estructuralistas expresados en la teoría de la

dependencia y la dualidad centro-periferia –pensamiento que era pregonado desde la flamante

Comisión Económica para América Latina53

(CEPAL)– que realizaba un llamado a la necesidad

de profundizar el proceso de industrialización ya iniciado en décadas anteriores.

Había, también, una tarea constante de militantes de la energía nuclear con la misión de

confundir la noción del progreso científico-tecnológico con el de soberanía nacional, exaltando la

importancia de independizarse también en este sector54

. Los escritos de Jorge A. Sábato –físico

argentino y destacado miembro de la Comisión Nacional de Energía Atómica argentina (CNEA)–

constituyó uno de los máximos exponentes de esta línea de pensamiento. En un artículo titulado

La ciencia y la tecnología en el desarrollo futuro de América Latina, decía junto a Natalio

Botana que

La superación del subdesarrollo de América Latina resultará de la acción simultánea de diferentes

políticas y estrategias. En todo caso, y cualesquiera sean los caminos elegidos, el acceso a una

sociedad moderna –que es uno de los objetivos que se pretenden alcanzar por el desarrollo–

supone necesariamente una acción decisiva en el campo de la investigación científico-tecnológica.

Lentamente, América Latina comienza a adquirir conciencia de esta necesidad y de esta carencia;

lentamente y casi a regañadientes: quedan todavía muchos funcionarios que creen que la

investigación es un lujo para los países desarrollados y muchos empresarios que circunscriben su

función a adquirir patentes y pagar royalties. Todos aquéllos que adoptan esta actitud pasiva,

olvidan que la nación que descarte esta tarea corre el peligro de quedar marginada de la historia,

ignorando el lenguaje de los países científica y técnicamente más avanzados y ostentando los

53 Raúl Prebisch, el titular del organismo entre 1948-1962 fue uno de los principales promotores de este pensamiento a través de

sus escritos. También contribuyó a ello la influencia de autores como Fernando H. Cardoso, Enzo Faletto, Celso Furtado, Aníbal

Pinto, Osvaldo Sunkel y Theotonio dos Santos, entre otros. La estrategia que había adoptado la CEPAL para su propósito fue

mediante el modelo de Industrialización por Sustitución de Importaciones (ISI). 54 Esta idea pertenece a Emanuel Adler, ver nota al pie 40.

37

viejos atributos de la soberanía como meros símbolos formales, vigentes, quizá, en un pasado que

definitivamente terminó55.

Si bien es cierto que los sectores científicos de ambos países no siempre coincidieron con

la elite gobernante sobre los tiempos y formas en cómo debería llevarse a cabo este desarrollo en

el campo nuclear, sí había una genuina conciencia en las esferas más altas de gobierno sobre la

necesidad de impulsar un programa nuclear56

.

De esta manera, a mediados del siglo XX ya se registraban considerables esfuerzos por

parte del gobierno de Juan D. Perón (1946-1955) en Argentina –con el Proyecto Huemul a cargo

del científico austríaco Ronald Richter57

– como también por los gobiernos brasileños de Eurico

Gaspar Dutra (1946-1951); Getulio Vargas (1951-1954) y Juscelino Kubitschek (1956-1961),

donde el almirante Álvaro Alberto tuvo un papel crucial58

.

55 SÁBATO, Jorge A.; BOTANA, Natalio. La ciencia y la tecnología en el desarrollo futuro de América Latina. Revista de la

Integración, Buenos Aires, año 1, n. 3, 1968, p. 15-16. 56 El programa nuclear argentino es conocido por su temprano consenso entre el sector político y el científico en adoptar la línea

de agua pesada y uranio natural a modo de contar con una línea tecnológica que contribuyese a su autonomía, y todas sus políticas

posteriores fueron marcadas dentro de ésta decisión, teniendo como proveedores nucleares a Alemania y Canadá. No obstante,

existieron pujas entre el sector científico y político. Hymans recuerda que el presidente Lanusse (1971-1973) se mostraba

favorable a la línea de uranio enriquecido, lo que provocó una campaña pública de científicos argentinos a favor del agua pesada,

que acabó predominando. En el caso brasileño, en cambio, hubo posiciones desencontradas que no lograron conciliarse en el

debate entre uranio enriquecido vs. agua pesada –donde predominó la primera alternativa, con lo EE.UU. como socio primordial–

lo que llevó a críticas y divergencias del sector científico en distintas ocasiones. Ver HYMANS, Jacques, The Psychology... p. 147

y ROSA, Luiz P. A batalha atômica. Revista Nossa História, v. 3, n. 3, Julho, p. 40-47, 2006. 57 El Proyecto Huemul fue la primera tentativa argentina de montar un programa nuclear. Su nombre proviene de la Isla Huemul

(Río Negro), lugar en que se montaron los centros experimentales bajo la supervisión de Richter, quien arribó a la Argentina en

1948 y estuvo a cargo del proyecto entre 1949-1952. El entonces presidente, Juan D. Perón anunció al mundo en marzo de 1951

que la Argentina había logrado dominar la fusión nuclear controlada, algo que tuvo un gran impacto mediático pero

posteriormente no se probará cierto. En septiembre de 1952 una comisión dirigida por el Dr. José A. Balseiro realizó una

inspección de los proyectos de Huemul, y sus resultados lapidarios fueron elevados a Perón al mes siguiente. El proyecto se cerró

en noviembre de 1952 y Rcihter cayó en desgracia. Este episodio, no obstante, fue fundamental para la creación de la CNEA el

30/5/1950. Ver MARISCOTTI, Mario. El secreto Atómico de Huemul. Buenos Aires: Sudamericana-Planeta, 1985. 58 El almirante Álvaro Alberto fue crucial en la creación del Conselho Nacional de Pesquisas (CNPq) que se instituyó en julio de

1951. Este organismo fue ideado para promover la investigación científico-tecnológica en el Brasil, y con este marco, favorecer el

desarrollo nuclear nacional. Bajo la órbita del CNPq nació en 1954 la Comisión Nacional de Energía Atómica brasileña, que en

1956 pasará a ser la Comisión Nacional de Energía Nuclear como órgano independiente. Al igual que la caída en desgracia de

Richter tras el fracaso del Proyecto Huemul, el almirante Álvaro Alberto también debió ser apartado del incipiente programa

nuclear brasileño. Norman Gall lo atribuye a sus negociaciones con científicos alemanes y la presión norteamericana en

consecuencia de ello. Cuenta que en 1953 Álvaro Alberto visitó Alemania y se encontró con Paul Haarteck, Otto Hahn y Wilhelm

Groth –científicos que habían jugado un papel central en el proyecto atómico de la Alemania Nazi– con el objetivo de obtener tres

prototipos de centrífugas de gas. Tres científicos brasileños fueron a Alemania para ser entrenados en el manejo de gases pesados.

La operación secreta fue descubierta por EE.UU. y los equipos fueron secuestrados bajo órdenes de James Conant, el alto

comisionado norteamericano en Alemania. Si bien ellos serán recuperados por el Brasil a futuro, dicho episodio habría tenido

algún impacto en su alejamiento del programa nuclear brasileño en 1955. Ver GALL, Norman. Atoms for Brazil, dangers for all.

Foreign Policy, n. 23, Summer, 1976, p. 181-182. Para ver en detalle el rol del almirante Álvaro Alberto en el programa nuclear

brasileño, ver PATTI, Carlo. Brazil in Global Nuclear Order. Ph.D. dissertation. University of Florence, 2012, p. 26-41.

38

Si bien los esfuerzos iniciales no tuvieron el éxito que se habían propuesto, los mismos no

sólo constituyeron una muestra del interés de la clase gobernante en la cuestión nuclear sino que

también marcaron hitos fundacionales en la historia nuclear de cada país.

A la par que la Argentina y el Brasil se lanzaban decididamente a la odisea nuclear, ambos

países mantenían una disputa moderada por prestigio e influencia regional. Desde su último –y

único– enfrentamiento bélico en un contexto poscolonial a inicios del siglo XIX, la relación

bilateral oscilaba entre desencuentros diplomáticos y acercamientos intermitentes59

.

La cuestión nuclear ciertamente no era ajena a la dinámica de competencia que ambos

países llevaban en distintos ámbitos. Empero, en el campo nuclear habrá una serie de factores que

actuarán como incentivos para que ambos busquen entenderse en este campo, fundamentalmente

frente a una realidad que los unía bajo una misma categoría: entre aquéllos países que carecían de

un programa nuclear y debían realizar un considerable esfuerzo político y económico para reducir

la brecha tecnológica –que era cada vez mayor– respecto al selecto puñado de naciones que

contaban con un programa atómico sofisticado.

1.1 Las bases para un entendimiento nuclear: cordialidad y convergencia de intereses

Entre la década del 50 y el 60 la relación nuclear argentino-brasileña se caracterizó por un

clima de cordialidad en el ámbito diplomático, y comenzarán a ensayarse posturas unificadas –

expresadas en declaraciones conjuntas– respecto el orden nuclear internacional. En la medida en

que comience a negociarse un régimen de no proliferación de armas nucleares –cuya necesidad

era defendida tanto por la Argentina como el Brasil– los tímidos esfuerzos de ambos países en el

campo nuclear adquirirán un mayor impulso ante la visión compartida respecto sus alcances y

límites, como también frente a la necesidad de armonizar sus posturas a fin de fortalecer la

posición interna de cada uno.

59 El enfrentamiento bélico entre ambos países (1825-1828) fue disputado por las Provincias Unidas del Río de la Plata y el

Imperio de Brasil. Menos de cuatro décadas después del mismo, ambos se aliaron junto a Uruguay contra Paraguay, en la llamada

Guerra de la Triple Alianza o Guerra del Paraguay (1864-1870). Entre fines del siglo XIX e inicios del siglo XX, potenciales

disputas –como la cuestión de Misiones o la ley de armamentos navales del Brasil (1904)– fueron resueltas por la vía diplomática.

Ambos países actuaron conjuntamente en la mediación de conflictos regionales como el de Bolivia-Paraguay (1932-1935); Perú-

Colombia (1933-1934) y Perú y Ecuador (1941). Ver RUSSELL, Roberto; TOKATLIÁN, Juan G. op. cit. p. 410-413.

39

1.1.1 El entendimiento en el OIEA y la declaración Dantas-Cárcano

El primer entendimiento argentino-brasileño en el campo nuclear revistió un carácter más

operativo que ideológico. Ello sucedió inmediatamente después de la constitución del Organismo

Internacional de Energía Atómica (OIEA) en 1957, instancia en la que ambos países resolvieron

de manera satisfactoria una potencial disputa diplomática resultante del criterio regional que su

estatuto estableció para la designación de los miembros de la Junta de Gobernadores, su órgano

rector.

La fórmula que había contemplado el artículo 6 del estatuto del OIEA establecía que la

Junta de Gobernadores sería compuesta por “los diez miembros más adelantados en la tecnología

de la energía atómica [...] y al miembro más adelantado en la tecnología de la energía atómica

[...] en cada una de las siguientes en las que no esté situado ninguno de los diez miembros antes

mencionados: (1) América del Norte; (2) América Latina; (3) Europa occidental; (4) Europa

oriental; (5) África; (6) Oriente Medio y Asia meridional; (7) Sudeste de Asia y el Pacífico y (8)

Lejano Oriente”60

.

Con el fin de dirimir el asiento latinoamericano, el OIEA envío una misión a ambos

países, que no logró resolver la cuestión61

. A modo de evitar una infructífera competencia por el

asiento latinoamericano, la Argentina y el Brasil acordaron alternarse sucesivamente en aquél

cargo dirimiendo satisfactoriamente esta cuestión evitando una potencial disputa diplomática62

.

A inicios de la década del 60 el contexto político se presentaba propicio para un

entendimiento más profundo en materia nuclear. La relación bilateral atravesaba un momento

atípico signado por una serie de coincidencias político-económicas entre el presidente argentino

Arturo Frondizi con su par Juscelino Kubitschek, y su sucesor, Jânio Quadros, que culminaron en

60 Estatuto del Organismo Internacional de Energía Atómica. Ver http://www.iaea.org/About/statute_sp.pdf 61 La misión acusó “not sufficient basis for stating that either Argentina or Brazil is the country ´most advanced´”. Ello, según

Carasales, hace suponer que hubo un acuerdo previo entre ambos gobiernos. Ver FISCHER, David. Atomic Energy Agency: The

First Forty Years. Vienna: The Agency, 1997, p. 92 y CARASALES, op. cit. p. 44-47. 62 Según Luiz Augusto de Castro Neves, hubo dicho mecanismo se estableció por intercambio de notas entre ambos países. Dice

el diplomático brasileño “Em 1962 há um acordo nuclear por troca de notas entre Brasil e Argentina, é um acordo quadro, apenas,

e nunca foi submetido a congresso nem nada, é um acordo de troca de notas, onde se estabeleceu que Brasil e Argentina na AIEA

se revezariam como membros da junta de governador [...] então, o acordo feito entre Brasil e Argentina foi que quando um

deixasse de ser o membro designado e passasse a ser um membro eleito, que o outro trabalharia para a eleição do outro país. E

isso tem funcionado impecavelmente há mais de 50 anos”. Entrevista colectiva con el autor, 21-mar-2012.

40

el encuentro Frondizi-Quadros en la ciudad fronteriza de Uruguayana entre el 20 y 22 de abril de

196163

.

Este momento político de la relación bilateral –definido como “excepcional” por uno de

sus participantes64

– permitió que ambos gobiernos abordasen la cuestión nuclear en

conversaciones de alto nivel. Ello ocurrió el 15 de noviembre de 1961 –siete meses después de la

cumbre presidencial– con motivo de la visita del canciller brasileño San Tiago Dantas a Buenos

Aires, y su encuentro con su par argentino, Miguel Ángel Cárcano. En aquélla ocasión, ambos

ministros repasaron el estado de las relaciones internacionales y suscribieron una declaración

conjunta, que incluyó, entre sus diversos puntos, una crítica hacia las potencias nucleares frente a

la agresiva reanudación de ensayos nucleares atmosféricos por los países poseedores de armas

nucleares65

. Dice la declaración:

Ante el grave estado de tensión que presenta actualmente la situación internacional, [los

cancilleres] coincidieron en su preocupación por los crecientes preparativos bélicos y por la

reanudación de explosiones de armas nucleares. De manera especial manifestaron la profunda

reacción que en los pueblos argentino-brasileño provocaron los recientes ensayos realizados en la

atmósfera, que no sólo ponen en peligro la paz mundial sino que amenazan las poblaciones de

todos los países y constituyen verdaderos delitos contra la humanidad. Acordaron en que es

urgente un acuerdo internacional que prohíba la continuación de estas experiencias, con

anterioridad a la solución integral del problema del desarme, que tendrá necesariamente trámites

más largos. Acordaron en consecuencia, que los Gobiernos de Brasil y Argentina empeñarán todos

sus esfuerzos para cooperar en la realización de las negociaciones necesarias y adoptarán actitudes

comunes en la votación de la correspondiente cuestión ante las Naciones Unidas66.

La condena a las potencias nucleares y el llamado a una votación coordinada en Naciones

Unidas significó la primera coincidencia ideológica de ambos países en la cuestión nuclear.

Empero, el impulso de Uruguayana sobre la relación bilateral argentino-brasileña no se mostrará

duradero, y lentamente ambos países volverán a guiarse por el recelo histórico que caracterizó su

modo de relacionarse. Ambos países deberán esperar un nuevo incentivo para un entendimiento

político en el campo atómico, y ello se presentará en los años siguientes durante las etapas

63 Se suscribió un Convenio de Amistad y Consulta y se emitió la Declaración de Uruguayana, que expresa la coincidencia de

valores comunes como también un conjunto de principios político-económicos compartidos por ambas naciones. 64 El dirigente argentino Albino Gómez, que participó de Uruguayana, recuerda que “cuando Frondizi y Quadros se reunieron en

la ciudad fronteriza de Uruguayana, ambos tenían conciencia de que estaban protagonizando un episodio excepcional en la

historia de las relaciones bilaterales entre ambos Estados, que dejarían atrás muchos años de competencia y rivalidad”. Ver

GOMEZ, Albino. La política exterior de Arturo Frondizi. Fundación Centro de Estudios Presidente Arturo Frondizi, 2004. 65 Sólo entre septiembre y noviembre de 1961 se produjeron 65 ensayos nucleares (datos del Comprehensive Test Ban Treaty

Organization). 66 Declaración Conjunta Cárcano – San Tiago Dantas, 15-nov-1961.

41

cruciales de las negociaciones de un régimen de no proliferación de armas nucleares, ocasión en

la que sus intereses se encontrarán nuevamente.

1.1.2 La coincidencia frente al régimen de no proliferación: Tlatelolco y TNP

El año 1962 fue crucial en los esfuerzos de hacer de América Latina un territorio libre de

armas nucleares. A fines de septiembre esta idea era expuesta por el canciller brasileño Affonso

Arinos de Mello Franco ante la Asamblea General de la ONU67

, pero la misma adquirió una

inédita dimensión luego de que un avión no tripulado de la CIA fotografiara bases de misiles

nucleares soviéticos en Cuba, lo que derivó en el episodio que la historiografía conoce como la

Crisis de los Misiles68

, introduciendo por vez primera armas nucleares en territorio

latinoamericano.

Fue el gobierno mexicano quien impulsó las negociaciones para lograr un entendimiento

en este ámbito, con la temprana adhesión de Bolivia, Brasil, Chile y Ecuador. Ello resultó en una

declaración conjunta de sus cinco presidentes69

con fecha del 29 de abril de 1963

comprometiéndose a avanzar en la concreción de un acuerdo para hacer de América Latina una

zona libre de armas nucleares; negociaciones que se llevarán adelante en la ciudad mexicana de

Tlatelolco.

Si bien al comienzo de las negociaciones la Argentina y el Brasil tenían distintas actitudes

respecto a las negociaciones –tanto por el desinterés inicial argentino70

como por la distinta

visión respecto la cuestión de las explosiones nucleares pacíficas71

– en las etapas decisivas del

67 El 20 de septiembre de 1962 se dirigió a la Asamblea General de la ONU manifestando que “O Brasil também é a favor, em

princípio, do estabelecimento de zonas desnuclearizadas no mundo, se as propostas para tal não forem feitas meramente para fins

de guerra fria, da qual sempre nos mantivemos à distância. A América Latina poderia formar tal zona”. Ver CORREA, Luiz

Felipe de Seixas. O Brasil nas Nações Unidas 1946-2006. Brasília: Fundação Alexandre de Gusmão, 2007, p. 163. 68 El trabajo más exhaustivo existente hasta la fecha sobre este episodio está en ALLISON, Graham; ZELIKOW, Phillip. Essence

of Decision: Explaining the Cuban Missile Crisis. 2ed. Longman, 1999. 69 La declaración fue firmada por Adolfo López Mateos (México); Víctor Paz Estenssoro (Bolivia); João Goulart (Brasil); Jorge

Alessandri (Chile) y Carlos Julio Arosemena (Ecuador). 70 Carasales cuenta que “Argentina acogió sin el menor entusiasmo la iniciativa mexicana. Prefería que el tema fuera tratado en el

marco de la Organización de Estados Americanos […] optó por no enviar una delegación de nivel político-técnico desde Buenos

Aires sino que se hizo representar por funcionario de la Embajada en México, ninguno de los cuales era diplomático profesional

ni estaba especialmente capacitado en esta temática”. Ver CARASALES, Julio C. op. cit. p, 50. 71 Inicialmente, el gobierno brasileño de João Goulart se mostraba contrario a todo tipo de explosiones nucleares, incluyendo las

pacíficas. Ibídem, p. 51.

42

acuerdo de no proliferación regional ambos países convergieron en sus posiciones. Uno de los

denominadores comunes que animaban a la Argentina y el Brasil a aunar esfuerzos respondía a

una dimensión material y concreta: en el momento de las discusiones, ambos países contaban –

aún en un carácter incipiente– con un considerable grado de desarrollo nuclear72

.

En la medida en que las negociaciones avanzaron, la Argentina se involucró de manera

más activa en ellas y envió una delegación de alto nivel, mientras que el Brasil –que atravesaba

cambios en sus orientaciones políticas con motivo del golpe de 1964– modificó su postura inicial

respecto los usos de la energía nuclear con fines pacíficos, allanando el camino a un

entendimiento con Argentina73

.

De esta manera, en 1966 las delegaciones de ambos países –junto a la venezolana– se

mantuvieron firmes en la búsqueda de un acuerdo que no limitase las explosiones nucleares

pacíficas (PNEs, por sus siglas en inglés), enfrentando la posición de México, Chile y Ecuador.

Ello resultó en una serie de complejas discusiones en el seno del COPREDAL, y presentó un

valioso estímulo para que la Argentina y el Brasil coordinasen su postura74

.

Como recuerda un documento argentino

[Durante las negociaciones de Tlatelolco] la Argentina y el Brasil mantuvieron una posición

coincidente que se manifestó en una acción coordinada en varias etapas de la conferencia. Dicha

acción se desarrolló con mayor unidad en aspectos vitales del Tratado, como el régimen de

garantías y la autorización para realizar explosiones nucleares con fines pacíficos. Las tesis de

ambos países prosperaron luego de arduas negociaciones, a pesar de la oposición de los Estados

Unidos, Gran Bretaña y la Unión Soviética, en su calidad de potencias nucleares, a que se

permitieran las detonaciones nucleares75.

72 Hacia fines de la década del 50, el Brasil ya contaba con un Instituto de Pesquisas Radioactivas (Minas Gerais), un Instituto de

Energía Nuclear (San Pablo; futuro IPEN) y un Instituto de Ingeniería Nuclear (Río de Janeiro) cada uno con un reactor obtenido

en el marco de la iniciativa norteamericana de Átomos para la Paz, operativos desde 1957, 1960 y 1965 respectivamente. En el

caso argentino, además de la experiencia atómica en Huemul (1948-1952), en 1958 puso en operación el reactor RA-1 –el primero

de América Latina construido en el país– y en 1962, 1965 y 1967 había inaugurado los reactores RA-2, RA-0 y RA-3

respectivamente. En 1968 firmó el contrato con Alemania para la central nuclear Atucha I. 73 Carasales dice que tras el golpe de Estado que depuso a João Goulart, “la actitud [brasileña] frente a la zona desnuclearizada

latinoamericana cambió radicalmente” Ver CARASALES, Julio C. op. cit. p, 51. Carlo Patti cuenta que días antes de dejar el

poder, el presidente de facto Carlos Castelo Branco realizó un discurso criticando duramente la postura mexicana y

norteamericana en las negociaciones de Tlatelolco. Ver PATTI, Carlo. op. cit. p. 63. 74 Esta cuestión derivó en distintas interpretaciones: EE.UU. interpretó que el Tratado no permite las explosiones nucleares

pacíficas. Ver HURTADO DE MENDOZA, Diego. De “átomos para la paz” a los reactores de potencia. Tecnología y política

nuclear en la Argentina (1955-1976) Revista CTS, n. 4, v. 2, 2005, p. 51-53. 75 AMRECIC, Caja Brasil, Memorándum Costa Méndez, 15-ene-1968, AH0124.

43

En febrero de 1967, el presidente-electo brasileño Artur Costa e Silva visitó Buenos Aires

y discutió varios asuntos de la agenda bilateral, entre ellos, el estado de las negociaciones en

torno a un acuerdo de no proliferación nuclear que se desarrollaban tanto en Tlatelolco como en

Ginebra. Un documento preparado por la Cancillería brasileña –Itamaraty– sobre dicha cuestión

pregonaba la conveniencia de que ambos países firmasen Tlatelolco a modo de fortalecer la

posición brasileña en Ginebra, que estaba discutiendo un acuerdo de no proliferación de alcance

global76

.

Al mes de la conclusión del texto del Tratado de Tlatelolco y su apertura a la firma, el

flamante presidente brasileño Costa e Silva estableció que su gobierno aguardase “a

implementação das condições impostas pelo BRASIL, pela ARGENTINA e por outros países,

para ratificação e vigencia”77

del tratado antes de su firma. Dichas condiciones tenían como punto

esencial la cuestión de las PNEs, y para ello, ambas delegaciones dejaron una nota interpretativa

sobre los alcances del artículo que contemplaba las mismas78

.

Tanto el Brasil como la Argentina firmaron el tratado en mayo y septiembre de 1967

respectivamente, pero ninguno de los dos adherirá plenamente al mismo. Mientras que la

Argentina se abstuvo de ratificarlo, el Brasil lo hizo en abril de 1968, pero no sin valerse de una

serie de fórmulas contempladas en el artículo 29 que hizo que en los hechos no tuviera plena

vigencia79

.

Las negociaciones en Ginebra diferían en varios sentidos de las de Tlatelolco. Al ser la

naturaleza del acuerdo de no proliferación nuclear negociado de alcance global, las principales

potencias nucleares –EE.UU.; URSS y el Reino Unido– se involucraron de manera directa en las

76 PATTI, Carlo. op. cit. p. 63-64. 77 Arquivo Nacional, Ata da Quadragésima Sessão do Conselho de Segurança Nacional 4-oct-1967, p. 2. 78 PATTI, Carlo. op. cit. p. 65. 79 El artículo 29 contiene las condiciones para su entrada en vigor, una vez que se hayan cumplido los siguientes requisitos: (a) la

entrega al Gobierno Depositario de los instrumentos de ratificación del presente Tratado por parte de los Gobiernos de los Estados

mencionados en el Artículo 26 que existan en la fecha en que se abra a firma el presente Tratado y que no se vean afectados por lo

dispuesto en el párrafo 2 del propio Artículo 26; (b). Firma y ratificación del Protocolo Adicional I anexo al presente Tratado, por

parte de todos los Estados extra continentales o continentales que tengan, de jure o de facto, responsabilidad internacional sobre

territorios situados en la Zona de aplicación del presente Tratado; (c). Firma y ratificación del Protocolo Adicional II anexo al

presente Tratado, por parte de todas las potencias que posean armas nucleares; (d). Celebración de acuerdos bilaterales o

multilaterales sobre la aplicación del Sistema de Salvaguardias del Organismo Internacional de Energía Atómica, de conformidad

con el Artículo 13 del presente Tratado.

44

discusiones. Otro aspecto significativo estuvo en la conformación del espacio en que transcurrían

las discusiones. Cuando la ONU patrocinó la Conferencia del Comité en Desarme de Dieciocho

Naciones en marzo de 1962 los únicos países latinoamericanos en integrarlo eran Brasil y

México, quedando la Argentina excluida de aquel foro80

.

Con una tesis contraria a la mexicana81

, Brasil era la única nación de América latina en

hacerle frente a la postura compartida por EE.UU., la URSS, y el Reino Unido, potencias

nucleares empecinadas en impedir, entre otras cosas, una figura que contemplase el desarrollo de

las explosiones nucleares pacíficas en los términos en que se habían establecido en Tlatelolco.

Esta situación era acompañada de cerca por el gobierno argentino, que notaba el desgaste político

brasileño en la batalla asimétrica en la que éste país se encontraba82

.

La estrategia brasileña, entonces, consistió en sumar adhesiones a sus tesis entre los países

que participaban en Ginebra al mismo tiempo que buscaba constituirse en el intérprete de los

intereses latinoamericanos en detrimento de la delegación mexicana. Para ello estableció la

búsqueda de aliados regionales –preferencialmente la Argentina, Venezuela, Uruguay y Perú–

que apoyasen mediante un position paper la postura brasileña83

. Si bien ello no llegó a

concretarse, la Argentina y el Brasil sí alcanzaron un acuerdo de carácter operativo: a petición

argentina, ambos gobiernos acordaron en octubre de 1966 un mecanismo mediante el cual el

Brasil le informaría a su socio regional sobre la evolución de las conversaciones mantenidas en

ese ámbito84

.

80 El comité estaba integrado por Brasil, Burma, Bulgaria, Canadá, Checoslovaquia, Estados Unidos, Etiopía, Francia, India,

Italia, México, Nigeria, Polonia, Reino Unido, República Árabe Unida, Rumania, Suecia y la Unión Soviética. Como señala

Fischer, si bien Francia era miembro, en los hechos no participó. Ver FISCHER, David. op. cit. p. 175, nota 39. 81 La postura mexicana era más próxima a la de las potencias nucleares que habían impulsado el TNP: EE.UU.; URSS y el Reino

Unido. México firmó dicho tratado en julio de 1968 y lo ratificó en enero de 1969.

Ver http://www.opanal.org/opanal/Tlatelolco/Firmas.htm y http://www.fas.org/nuke/control/npt/text/npt3.htm 82 AMRECIC, Caja Brasil, Memorándum Costa Méndez, 15-ene-1968, AH0124 “Como consecuencia de su carácter de miembro

del Comité de Desarme de Ginebra, Brasil debió pronunciarse en ese foro enfrentando a las tres potencias nucleares ya

mencionadas [EE.UU., URSS, Reino Unido] que, siguiendo su política en la materia, insistieron en la prohibición de las

explosiones con fines pacíficos. En este caso, las circunstancias fueron desfavorables, ya que el texto del proyecto de acuerdo

mundial sobre no proliferación está siendo negociado exclusivamente por los Estados Unidos y la Unión Soviética. La Argentina,

por su parte, no se ha encontrado en una situación tan delicada al no integrar el Comité y, en consecuencia, ha podido evitar el

desgaste que significan fricciones como las que soportó Brasil, manteniendo un prudente silencio sobre el problema.” 83 Ibidem. p. 3. 84 AMRECIC, Caja Brasil, Memorándum Costa Méndez, 19 oct 1967, AH0124. La petición argentina se formalizó en un

memorándum entregado a la delegación brasileña con ocasión de la visita del canciller brasileño Juracy Magalhães a Buenos

Aires entre el 15 y 20 de octubre de 1966.

45

Cuando el texto del TNP fue sometido a una discusión más amplia en Naciones Unidas

nuevamente hubo signos de coordinación entre ambas delegaciones, con intercambio de

opiniones y notas. Un cable argentino con fecha del 22 de mayo de 1968 registra un fluido

diálogo entre el embajador argentino en Brasil, Mario Amadeo, con el Jefe de la División de

Naciones Unidas de Itamaraty, Eduardo Moreyra Hosannah con el fin de actualizar a Buenos

Aires respecto la posición brasileña y suministrarle también una visión y estimativa de la

delegación brasileña en Nueva York sobre el proyecto de no proliferación nuclear85

.

A diferencia de Tlatelolco, la crítica argentino-brasileña sobre el TNP comprendía un

fuerte componente ideológico ausente en las negociaciones del régimen de no proliferación

latinoamericano. El régimen que se negociaba en la ONU dividía al mundo entre Estados

Poseedores de Armas Nucleares (NWS, por sus siglas en inglés) y Estados No Poseedores de

Armas Nucleares (NNWS), lo que era percibido –según la visión de la delegación argentino y

brasileña– como un instrumento de congelamiento de poder mundial, constituido, además sobre

bases discriminatorias86

.

El embajador brasileño João Augusto de Araújo Castro se refería a ello en los siguientes

términos:

O desarmamento deveria ser mais do que uma metodologia de poder. O desarmamento deveria

objetivar algo mais nobre e mais inspirador do que a mera estabilização e congelamento do poder.

O poder não deveria permanecer para sempre, como o é infelizmente hoje, a única medida padrão

utilizada para aquilatar os atos dos homens e as ações dos Estados. Eis por que teremos de voltar

ao nosso debate sobre segurança internacional e dirigir nossos esforços no sentido de rever a Carta

das Nações Unidas, de modo que ela possa tornar-se uma expressão de justiça e deixe de ser um

subproduto do poder. Não podemos viver para sempre no ano de 1945. O tempo e a história não

pararam: nós não fomos congelados nem em 1945 nem em 196787.

Asimismo, ambas delegaciones percibían que el TNP atentaba contra las posibilidades de

su desarrollo nuclear, generando una dependencia tecnológica entre las naciones con programas

nucleares consolidados y aquéllos que se encontraban bajo desarrollo. En el caso de las

explosiones nucleares pacíficas –que la Argentina y el Brasil veían como herramientas genuinas

85 AMRECIC, Caja OEA y ONU, Nota de Mario Amadeo a Costa Méndez, 22-may-1968, AH/0142. 86 Estos argumentos se centraban en la división del mundo entre Estados poseedores y no poseedores de armas nucleares, siendo

los poseedores de armas aquéllos que hayan fabricado y explotado un arna nuclear antes del 1º de enero de 1967 (artículo IX) y

las negociaciones al desarme nuclear que debían realizarse bajo el criterio de la “buena fe” (artículo VI). 87 La referencia está en CAMARGO, Guilherme. O fogo dos deuses: Uma história da energia nuclear. 2ª ed. Rio de Janeiro:

Contraponto, 2006, p. 281.

46

para su desarrollo, como constó en las discusiones en Tlatelolco– el TNP no permitió que éstas se

llevasen a cabo por los NNWS, a pesar de las infructíferas peticiones de la delegación brasileña88

;

ésta era una diferencia esencial respecto el régimen de Tlatelolco. Por ello, el representante

argentino, José María Ruda, decía al respecto que

La Argentina recibirá con gratitud toda asistencia que pueda concederse por parte de las grandes

potencias para desenvolver su tecnología nuclear con fines pacíficos, pero no puede aceptar quedar

subordinada a una constante dependencia en este campo, más aun cuando en el país están dadas las

bases de una técnica nuclear necesaria para nuestro desarrollo económico89.

Ruda culminó su discurso refiriéndose al TNP como un instrumento que paradójicamente

sólo contribuía a desarmar a los desarmados90

. El TNP finalmente fue aprobado con 95 votos a

favor, 4 en contra y 21 abstenciones, entre las que se encontraban la argentina y brasileña91

. La

postura ideológica compartida entre ambos países, es importante resaltar, será política de Estado

en ambos países hasta mediados de la década del 90, trascendiendo el tipo de régimen de

gobierno en cada país.

1.1.3 El problema de las explosiones nucleares pacíficas

Como se pudo apreciar en las negociaciones de Tlatelolco y el TNP, una de las

coincidencias más importantes entre ambos países se centró en mantener abierta la posibilidad de

realizar explosiones nucleares pacíficas. Ello obliga a contextualizar adecuadamente el debate y

analizar las implicancias que tendrá sobre los programas nucleares de la Argentina y el Brasil,

que no serán menores.

Hacia 1960, las PNEs eran vistas como una genuina herramienta para el desarrollo de un

país dentro de las posibilidades contempladas en los usos pacíficos de la energía nuclear. Sus

posibles aplicaciones eran debatidas con naturalidad en el seno del flamante OIEA, y en la

88 El Brasil, de hecho, sometió en el Comité de Desarme de 18 Naciones enmiendas para omitir la expresión “nuclear explosive

devices” en los artículos I, II y IX, mientras que buscó colocar dicha figura en el artículo IV entre los derechos inalienables de las

naciones en los usos pacíficos de energía nuclear. Ver LIMA, M. R. S. The political economy of Brazilian foreign policy: Nuclear

Energy, Trade and Itaipu, Ph.D. dissertation. Vanderbilt University, 1986, p. 137. 89 AMRECIC, Caja OEA y ONU, Aspectos salientes de la exposición del embajador S.E. Dr. José María Ruda, 22-may-1968,

AH/0142. 90 Ibídem. Ello fue expresado en la discusión sobre el TNP el 22 de mayo de 1968. 91 Ver HURTADO DE MENDOZA, Diego. op. cit., p. 53-54.

47

práctica, eran utilizadas por las principales potencias nucleares –EE.UU. y URSS– que

exploraban sus beneficios mediante prueba y error. De hecho, entre la década del 60 y el 80, los

EE.UU. y la URSS realizaron 151 explosiones nucleares pacíficas para el desarrollo de embalses,

apoyo en la construcción de canales, extracción de gas y petróleo y la creación de cavidades

subterráneas para almacenamiento entre otros usos92

.

Los propios regímenes de no proliferación de armas nucleares permitían –bajo una serie

de condiciones– la realización de PNEs. Tal es el caso del artículo 5 del TNP93

como del 18 de

Tlatelolco94

, que reconocen –no sin diferencias sensibles– los beneficios en el campo de los usos

pacíficos de la energía nuclear95

. Asimismo, había un componente de mercado que no puede

ignorarse: la posibilidad de arrendarse a otras naciones. Hubo, en la década del 60,

conversaciones entre EE.UU. y Brasil como también Francia y la Argentina en ese sentido96

. No

puede deducirse, entonces, que la defensa de las PNEs constituía la evidencia conclusiva de que

un Estado estaba detrás de la bomba atómica.

El inconveniente que presentaban las PNEs, no obstante, radica en sus características

técnicas que eran indistinguibles de las de un arma nuclear. Al requerir tanto el necesario material

fisible como también el complejo mecanismo de detonación y la capacidad de controlar la

explosión en la práctica ello significaba que el Estado que adquiriera la tecnología para realizar

92 Datos del sitio del Comprehensive Test Ban Treaty Organization. En el mismo se indica que de las 2.050 declaradas

explosiones nucleares entre 1945 y 1996, el 7% fueron para fines pacíficos. El resto eran ensayos de armas nucleares. Ver

http://ctbto.org/ 93 Dice el artículo 5: “Cada Parte en el Tratado se compromete a adoptar las medidas apropiadas para asegurar que, de

conformidad con este Tratado, bajo observación internacional apropiada y por los procedimientos internacionales apropiados, los

beneficios potenciales de toda aplicación pacífica de las explosiones nucleares sean asequibles sobre bases no discriminatorias a

los Estados no poseedores de armas nucleares (…) Los Estados no poseedores de armas nucleares Partes en el Tratado deberán

estar en posición de obtener tales beneficios.” 94 Dice el artículo 18, en su párrafo 1: “Las Partes Contratantes podrán realizar explosiones de dispositivos nucleares con fines

pacíficos -inclusive explosiones que presupongan artefactos similares a los empleados en el armamento nuclear- o prestar su

colaboración a terceros para los mismos fines, siempre que no contravengan las disposiciones del presente Artículo y las demás

del Tratado, en especial las de los Artículos 1 y 5”. 95 La diferencia entre el Tratado de Tlatelolco y el TNP en este punto era significativa: el régimen latinoamericano legitimaba a

cualquier Estado del tratado a desarrollar dicha tecnología, beneficiarse de ella y prestarla a terceros, mientras que el régimen de

no proliferación internacional permitía al Estado poseedor de armas nucleares en disponerla al receptor no poseedor de armas

nucleares, quien a su vez debía voluntariamente renunciar a ella. El último caso evidencia la lógica comercial detrás de las PNEs. 96 En la visita del presidente de la Comisión de Energía Nuclear de EE.UU. al Brasil, Glenn Seaborg indicó la predisposición

norteamericana en suscribir acuerdos internacionales para suministrar servicios de explosivos nucleares pacíficos sobre bases no

discriminatorias, y se especuló sobre el arrendamiento de PNEs norteamericanas al Brasil. En el caso argentino, Hymans cita al

embajador argentino Antonio Carrea diciendo que “around 1970 France offered to provide a PNE to excávate a deep-water port

on the Patagonian coast”. La referencia del caso brasileño: AP, Discurso del Dr. Glenn T. Seaborg, presidente de la Comisión de

la Energía Atómica de los EE.UU, oct-1967. La del caso argentino está en: HYMANS, Jacques. op. cit. 143-144.

48

una explosión nuclear pacífica también contara con el know-how del arma nuclear. Este problema

adquirió una singular relevancia luego del ensayo nuclear indio de 1974, cuyo gobierno acusó de

ser una explosión de carácter “pacífica”, pero que en los hechos le dio el status de potencia

nuclear y se la trató como tal.

Las autoridades de Buenos Aires, de hecho, no ignoraban el énfasis que el gobierno Costa

e Silva le había otorgado a la cuestión de las explosiones nucleares pacíficas, y percibía que la

discusión brasileña suponía algo más allá que la defensa de un principio. Un informe de

inteligencia argentino elaborado en julio de 1967 señaló que el Brasil venía realizando estudios

desde 1961 para obtener “su propia bomba atómica”97

, y reparó que a partir de 1967 había una

“aparente imposición de un núcleo de militares que quiere que Brasil tenga con rapidez la bomba

atómica y que en tal sentido respaldará al presidente Costa e Silva para que se empiece

inmediatamente la explotación de la energía nuclear y la fabricación de la bomba”98

.

No obstante, el informe sostuvo que en el Brasil

No se disponen actualmente de recursos técnicos y económicos suficientes [...] además de la

necesidad de grandes inversiones, necesitan de material humano y tiempo. De no variar

fundamentalmente el actual panorama, Brasil no podría tener su bomba atómica en un lapso

probable de diez años99.

En otras palabras, no existía la percepción de que el Brasil tenía los medios para ir en

dirección de la bomba o una explosión nuclear en el corto plazo. Si bien la defensa argentino-

brasileña sobre el derecho de realizar explosiones nucleares –entendidos como una herramienta

legítima dentro de los usos pacíficos de la energía atómica– no necesariamente significaba que

ambos tenían la intención de ir decididamente en esta dirección, la sola posibilidad abierta de ello

tendrá un impacto significativo no sólo en su relación con terceros –que acusarán a ambos de

estar detrás de la bomba– sino que también incidirá sobre la desconfianza mutua respecto las

actividades nucleares que cada uno desarrollaba. En teoría –cabe recordar– ambos países podían

ir en esta dirección sin violar ningún compromiso internacional100

.

97 AP, Perspectivas en el sector nuclear, Armada Argentina, jul-1967. 98 Ibídem, p. 3. 99 Ibídem, p.3. 100 Además de haberse mantenido fuera del TNP y aceptado con reservas el régimen de Tlatelolco, la Argentina tenía algo más de

flexibilidad que el Brasil en una eventual explosión de un artefacto nuclear, por haber firmado pero no ratificado el Tratado de

49

1.2 De Costa e Silva a Médici: los primeros intentos de cooperación nuclear

Con el arribo del mariscal Artur da Costa e Silva a la presidencia del Brasil el 15 de

marzo de 1967, la energía nuclear volvió a ocupar un lugar prioritario en la agenda política del

gobierno. En la formulación de la política nuclear de los próximos años –que incluyó la decisión

de materializar su primer reactor nuclear y la línea tecnológica de su programa atómico101

– el

nuevo gobierno encontró en Buenos Aires un aliado natural en varias de sus causas.

Además del interés en homologar su postura con la argentina en las etapas más

significativas de la negociación de los regímenes de no proliferación nuclear a nivel regional y

global, en vistas de acelerar el desarrollo nuclear brasileño, Costa e Silva había establecido en

una reunión del Consejo de Seguridad Nacional (CSN) que el Brasil debía aspirar a concretar una

“cooperação com países em nível técnico equivalente ao nosso, particularmente os da América

Latina”102

, mencionando a la Argentina explícitamente. Itamaraty, a su vez, consideraba de

interés político un acuerdo de cooperación nuclear con Buenos Aires103

.

Luego de una serie de entendimientos nucleares de naturaleza pragmática en organismos

internacionales como de índole ideológico –expresados en una coincidente visión del orden

nuclear global–, las condiciones políticas para un entendimiento nuclear argentino-brasileño

estaban dadas.

1.2.1 La iniciativa brasileña y la misión de la CNEA al Brasil

Basado en consideraciones de Itamaraty y la Comisión Nacional de Energía Nuclear

brasileña (CNEN) en el marco de una reunión del CSN, el 14 de septiembre de 1967 Costa e

Prohibición de Ensayos Atmosféricos (Moscú, 5/8/1963) que prohíbe los ensayos nucleares en la atmósfera, espacio ultraterrestre

y debajo del agua. Brasil lo había firmado y ratificado, viéndose limitado a realizar ensayos subterráneos, como el caso indio. 101 En junio de 1967 un grupo especial compuesto por el Ministerio de Minas y Energía, el Consejo de Seguridad Nacional (CSN)

y la Comisión Nacional de Energía Nuclear (CNEN) para formular la política nuclear para los próximos años, lo que culminará en

la decisión brasileña de firmar un acuerdo con la firma norteamericana Westinghouse para su primer reactor nuclear en 1972. Ver

LIMA, M.R.S. op. cit. p. 116-119 102 Arquivo Nacional, Ata da Quadragésima Sessão do Conselho de Segurança Nacional 4-oct-1967, p. 5. 103 Ibídem, p. 24-25. En la reunión del CSN con el presidente Costa e Silva, el canciller brasileño sostuvo que “além dos acordos

com países mais desenvolvidos, pode ser aconselhável concluir acordos com: l) países de desenvolvimento comparável ao do

Brasil, com os quais haja interesse político especial era estabelecer cooperação no campo nuclear, como é o caso da Argentina e

2) países menos desenvolvidos do que o Brasil, como o Paraguai e a Bolívia, que sempre nos dispusemos a favorecer e atrair, por

causa da nossa posição”.

50

Silva dio la instrucción de “Autorizar o início de conversações preliminares, com vistas a por em

movimento o processo formal das negociações, para posterior firma com a ARGENTINA de um

Acordo de Cooperação para Desenvolvimento Nuclear com Fins Pacíficos”104

.

La celeridad del gobierno brasileño fue asombrosa: aprovechando la Conferencia de

Cancilleres de la Asociación Latino Americana de Libre Comercio (ALALC) en Asunción en

septiembre de 1967, el canciller brasileño José de Magalhães Pinto le entregó un memorándum a

su par argentino, Nicanor Costa Méndez, con referencia a la negociación de un acuerdo nuclear, y

a su vez sugirió que las comisiones nucleares de ambos países establezcan contacto en la próxima

Conferencia del OIEA en Viena, prevista para fines de aquél año.

El gobierno argentino, sin embargo, respondió con cautela. En un primer momento, la

CNEA reaccionó con escepticismo en virtud de “consecuencias negativas registradas en el

pasado cuando se trató de llegar a fórmulas de cooperación con el Brasil”105

. La Cancillería

argentina, por su parte, acusaba a Brasilia de haber roto el pacto de caballeros que habían

alcanzado en la Junta de Gobernadores del OIEA y recordaba que “en los casos en que [se] ha

buscado la cooperación por la vía multilateral Brasil ha tratado insistentemente de asegurarse la

sede de los organismos proyectados, a despecho de las aspiraciones argentinas”106

.

Empero, las autoridades brasileñas continuaron firmes en su propósito, y la nueva

oportunidad para manifestar su interés en establecer un instrumento de cooperación nuclear con

la Argentina surgió con motivo de la inauguración del Centro Atómico Ezeiza en Buenos Aires

en diciembre de 1967.

Tras confirmar su presencia, el titular de la CNEN, Uriel da Costa Ribeiro, le adelantó a

su par de la CNEA, el almirante Oscar Quihillalt, que aprovecharía dicha ocasión para realizar un

104 Exposição de Motivos do Conselho de Segurança Nacional ao Presidente da República, 8-set-1974, secreto. Arquivo Antônio

Azeredo da Silveira/CPDOC. 1974.09.11. 105 AMRECIC, Caja Brasil, Memorándum Costa Méndez, 15-ene-1968, AH0124. Nota: Este precedente es únicamente

encontrado en el memorándum a Costa Méndez, no se precisa exactamente cuáles fueron las experiencias anteriores que no

llegaron a buen puerto. 106 AMRECIC, Caja Brasil, Memorándum Costa Méndez, 15-ene-1968, AH0124.

51

intercambio de científico entre técnicos argentinos y brasileños, por lo que viajó con una comitiva

de ocho miembros en una estadía prolongada entre el 18 al 23 de diciembre107

.

Allí, Costa Ribeiro le extendió una invitación a Quihillalt para visitar el Brasil en marzo

de 1968 y profundizar los vínculos entre ambas comisiones con el fin de explorar la posibilidad

de un acuerdo nuclear. Luego de la experiencia compartida en Buenos Aires, el 29 de diciembre

de 1967 el presidente de la CNEA le escribió al canciller Costa Méndez a fin de informarle que

Existe un evidente cambio favorable en la actitud de la Comisión de Energía Atómica brasileña en

lo que respecta a las relaciones e intercambio de información con la Argentina. Esta nueva

modalidad se manifiesta no solamente en actos de tipo formal o protocolar, sino también en un

más amplio y decidido espíritu de cooperación para la resolución de problemas científicos y

tecnológicos de interés común108.

Luego, Quihillalt sugirió que una eventual cooperación con Brasil –además del

intercambio científico-técnico– presentaba la posibilidad de constituir “un frente común ante los

organismos internacionales a fin de obtener programas concretos de asistencia técnica en

proyectos regionales”109

. Con estos elementos, el titular de la CNEA expresó que “tales razones

establecen, a juicio de esta Comisión Nacional, la oportunidad de la firma de un acuerdo con

Brasil”110

.

La respuesta de la Cancillería argentina a la iniciativa brasileña está contenida en un

memorándum preparado para el encuentro entre los cancilleres Costa Méndez–Magalhães Pinto

que se llevó a cabo en Río de Janeiro los días 22 y 25 de enero de 1968. Entre los diversos

asuntos que aborda, en la cuestión nuclear el mismo recuerda que

a pesar del reciente interés evidenciado por nuestra Comisión [Nacional de Energía Atómica], la

firma de un acuerdo constituye una decisión política, subordinada naturalmente al cuadro general

de nuestras relaciones con el Brasil. En tal sentido, puede representar un instrumento útil de la

negociación de otros problemas pendientes con ese país111.

107 AP, Carta de Costa Ribeiro a Quihillalt, 5-dic-1967. Además de Costa Ribeiro, viajaron: Hervásio Guimaraes de Carvalho;

Helcio Modesto da Costa; Romulo Ribeiro Pieroni; Milton Campos; Sergio Gorreta Mundim; Julio Jansen Laborne y Hernani

Augusto Lopes de Amorim. 108 AP, Nota de Quihillalt a Costa Méndez, 29-dic-1967. 109 Ibídem. 110 Ibídem. 111 AMRECIC, Caja Brasil, Memorándum Costa Méndez, 15-ene-1968, AH0124.

52

Fuera de ello, el único reparo de la Cancillería argentina para la firma del acuerdo nuclear

estaba en la sede en la que debería firmarse, que debía ser Buenos Aires. El memorándum a Costa

Méndez sostenía que, de concretarse las negociaciones, “deberá tratarse de evitar todo

compromiso para firmar un acuerdo en Río de Janeiro para que ello no nos coloque en el plano

internacional en una posición secundaria respecto al Brasil”112

. En otras palabras, el reparo de la

Cancillería estaba en una cuestión de forma y no de fondo.

Concluyendo que la cooperación nuclear era un asunto que debía estudiarse con mayor

detenimiento –en particular, por el Consejo Nacional de Seguridad argentino (CNS)– el informe

preparado para el canciller Costa Méndez indicó que

No sería conveniente asumir la iniciativa en este tema. De existir interés de parte brasileña en

incluir un párrafo al respecto en la declaración conjunta, parece conveniente que el mismo haga

referencia solamente a los contactos realizados a nivel técnico, expresar satisfacción por los

resultados alcanzados y recomiende su continuación con miras a sentar las bases para un

acuerdo113.

La declaración conjunta que ambos cancilleres suscribieron resaltó la preocupación

argentino-brasileña respecto la proliferación nuclear –similar a lo expresado en la declaración

Dantas-Cárcano– y a su vez, realizó una defensa sobre el derecho de los usos pacíficos de la

energía nuclear114

.

Si bien no se mencionaron las tratativas respecto un eventual convenio de cooperación

nuclear, se firmó un importante convenio de intercambio cultural –que preveía el intercambio

“cultural, artístico y científico entre ambos países” instrumentado por becas115

– y el 21 de marzo

de 1968, el canciller Costa Méndez autorizó a Quihillalt a realizar el viaje al Brasil con una

comitiva de la CNEA a fin de familiarizarse con el programa nuclear brasileño116

.

112 Ibídem. 113 Ibídem. 114 Comunicado Conjunto Costa Méndez-Magalhães Pinto 25/1/1968. Su segundo párrafo indica: “En el plano de la política

mundial, comprobaron la comunidad de ideales que anima a los dos Gobiernos. Reiteraron su idéntica vocación de paz y la

consecuente adhesión al principio de no proliferación de armas atómicas, sin perjuicio del uso pacífico de la energía nuclear bajo

todas sus formas.” 115 Convenio de Intercambio Cultural, 25/1/1968. Este acuerdo servirá de precedente para el posterior acuerdo de intercambio

científico-tecnológico entre ambos países en mayo de 1980. Para ver más al respecto, ver DA SILVA, Mario P. Colaboração

Argentina/Brasil no campo tecnológico. Revista Brasileira de Política Internacional, n. 93-96, pp. 53-58, 1981. 116 La CNEA había sugerido que de haber tratativas en este sentido, precisaría un “lapso mínimo” de cuatro meses con el fin de

detectar las áreas concretas de cooperación, lo que naturalmente daba margen de maniobra a las autoridades de San Martín para

obtener beneficios políticos. AP, Nota de Quihillalt a Costa Méndez, 21-mar-1968.

53

Quihillalt arribó al Brasil el 24 de marzo junto a una comitiva de nueve miembros117

, y la

estadía de cinco días incluyó la visita de instalaciones del programa nuclear brasileño en Río de

Janeiro, Minas Gerais y San Pablo118

, con el fin de familiarizarse con el mismo y encontrar

posibles áreas de cooperación. La comitiva de la CNEA luego produjo un informe detallado con

los resultados de la visita119

.

En este viaje, las autoridades de la CNEA habrían recibido de parte de la CNEN un

proyecto de acuerdo de cooperación nuclear para fines pacíficos en términos similares al acuerdo

de cooperación nuclear argentino-español del 20 de julio de 1966120

. De este modo, en 1968 ya

circulaba en ambos países el primer anteproyecto de cooperación nuclear argentino-brasileño121

.

Las notas internas del mismo hacen mención a la posibilidad de cooperación bilateral en

aspectos sensibles de la energía nuclear, como la realización de estudios conjuntos en materia de

construcción de centrífugas para enriquecer uranio y el estudio de aplicación de artefactos

nucleares pacíficos en grandes obras de ingeniería122

.

1.2.2 La operación de exportación de uranio y la pérdida de impulso político

Aún sin haber concretado un acuerdo de cooperación nuclear, pero dentro de la

cordialidad que signaba la relación bilateral en el campo atómico, el 4 de septiembre de 1968 el

primer secretario de la embajada brasileña en Buenos Aires, Carlos Antonio Bettencourt Bueno,

117 Además del almirante Quihillalt, viajaron Mario Báncora, Jorge Sábato, Dan Beninson, Jorge Coll, Martín Crespi, Jorge

Cosentino, Pedro Stipanicic, Julio César Merediz y Victorio Angelelli. 118 Entre ellas se mencionan el Centro Brasileño de Investigaciones Físicas (Río de Janeiro); Instituto de Energía Atómica (San

Pablo) y el Instituto de Investigaciones Radioactivas (Minas Gerais). 119 AP, Informe de la Comisión al Brasil, 17-abr-1968. 120 El documento señala que “en 1968, durante la visita al BRASIL de representantes de la Comisión Argentina de Energía

Atómica les fue entregado un proyecto de acuerdo de cooperación para fines pacíficos, calcado en los mismos términos de

instrumento similar, en negociaciones entre aquél país y la ESPAÑA”. Ver Exposição de Motivos do Conselho de Segurança

Nacional ao Presidente da República, 8 set 1974, secreto. Arquivo Antônio Azeredo da Silveira/CPDOC. 1974.09.11. 121AP, Anteproyecto de Cooperación Nuclear, 1968. El mismo se regiría por un plazo de 10 años, y estaba previsto a firmarse en

Buenos Aires. Su artículo segundo encargaba a las comisiones atómicas de ambos países a concertar un convenio complementario

que abarque áreas como intercambio de personal e informaciones; intercambio y uso recíproco de equipos, instalaciones y

materias primas nucleares; estudios sobre reactores, fabricación de elementos combustibles y por último la coordinación de

actividades en relación con las responsabilidades de ambas naciones ante los organismos internacionales y regionales de energía

atómica. 122 Esto aparece en un apartado del proyecto.

54

manifestó a las autoridades de la CNEA el interés de su país en adquirir cinco toneladas de uranio

argentino “libre de salvaguardias y dentro de la mayor reserva”123

.

En un primer momento, tanto la Cancillería argentina como la CNEA se pronunciaron

favorables a dicha operación. El director de política de la Cancillería consideró que “en el

momento actual y dado el espíritu de buena voluntad que caracteriza nuestras relaciones con

Brasil debe tratar de accederse a lo solicitado siempre y cuando no suponga un mayor

esfuerzo”124

.

El almirante Quihillalt, a su vez, le envío una carta al canciller Costa Méndez expresando

que “dentro del marco de las relaciones entre ambas comisiones de energía atómica, estimamos

conveniente satisfacer el requerimiento formulado, como una expresión más de nuestra voluntad

de cooperación”125

. El único reparo de la CNEA decía respecto su factibilidad, indicando que

debería aguardarse hasta mediados de 1969 para concretar dicha operación.

Sin embargo, a días del nuevo contacto entre Bettencourt y las autoridades de la CNEA

previsto a inicios de 1969 para tratar la operación de exportación de uranio, Quihillalt recibió un

memorándum interno proveniente del encargado de relaciones internacionales de la CNEA con la

advertencia de que la Cancillería argentina “pondrá algunos reparos en el problema de facilitar

uranio al Brasil. Esta posición se debe a dificultades de orden diplomático con dicho país”126

.

A pesar de ello, Quihillalt se mantuvo firme en sus esfuerzos, y aprovechando un

recambio de autoridades en la Cancillería hacia el final del gobierno Onganía en junio de 1969,

volvió a embestir en sus intentos de lograr un acuerdo de cooperación con el Brasil. Con este

propósito, el 15 de diciembre de aquél año le envío una nota al canciller Juan B. Martín –sucesor

de Costa Méndez– en la que se refirió a las tratativas mantenidas con la CNEN en vistas a un

acuerdo de cooperación nuclear. Tras una síntesis de los antecedentes de las discusiones

nucleares con Brasil y el estado actual de las discusiones, opinó que “los antecedentes expuestos

123 AP, Ayuda Memoria: Venta de 5tn de uranio a Brasil, nov-1968. 124 Ibídem. El subrayado es original del documento. 125 AP, Nota de Quihillalt a Costa Méndez, 20-dic-1968. 126 AP, Nota de Alegría a Quihillalt, 31-ene-1969.

55

señalan la conveniencia de formalizar y encauzar las relaciones establecidas, mediante la firma de

un convenio de colaboración”127

. Sin embargo, el titular de la CNEA no logrará modificar la

actitud de un gobierno al que le restaban sólo seis meses en el cargo, desdibujándose lentamente

el impulso político necesario para avanzar en dirección de un acuerdo nuclear.

1.2.3 El gobierno Médici y el segundo intento de cooperación nuclear

En 1970, un Itamaraty comandado por Mario Gibson Barboza juzgó que la situación

bilateral era “favorable” para el reinicio de conversaciones nucleares con Buenos Aires, y para

ello sometió a la apreciación presidencial un nuevo proyecto de cooperación nuclear que fue

elevado al CSN, a ser analizado por sus integrantes y el propio presidente brasileño, Emilio

Garrastazu Médici, quien había asumido el cargo un año atrás.

Tras la recepción favorable por parte del Ministerio de Minas y Energía –que tenía a la

CNEN bajo su órbita– el 19 de noviembre de 1970 el CSN juzgó que el proyecto elaborado era

“de incontestável mérito para os altos interesses da Segurança Nacional”128

y únicamente sugirió

que en los contactos con las autoridades argentinas se empleen “as mesmas precauções”

adoptadas en el pasado129

.

Aunque la CNEA se había mostrado favorable en concretar un acuerdo de cooperación

nuclear con el Brasil, la opinión de la Cancillería argentina aún se mostraba reacia a ello. Así,

cuando en 1972 el nuevo canciller argentino Luis M. de Pablo Pardo le solicitó un informe al

presidente de la CNEA respecto el estado de las conversaciones nucleares con el Brasil, Quihillalt

le recordará que

Durante las conversaciones mantenidas en los años 1970 y 1971 entre los señores Directores y

funcionarios de la Dirección de Política de ese Ministerio y el que suscribe, sobre la posibilidad de

concretar un convenio con Brasil, se indicó la conveniencia de postergar su realización, hasta que

las condiciones generales de nuestras relaciones con ese país fueran más favorables, reservando

ese convenio como elemento de negociación, dado el interés demostrado por Brasil. Por lo tanto,

esta Comisión Nacional ha permanecido a la expectativa de las instrucciones de esa Cancillería130.

127 AP, Nota de Quihillalt a Martin, 15-dic-1969. 128 Exposição de Motivos do Conselho de Segurança Nacional ao Presidente da República, 8 set 1974, secreto. Arquivo Antônio

Azeredo da Silveira/CPDOC. 1974.09.11. 129 Ibidem. 130 AMRECIC, Caja Brasil, Carpeta viaje Lanusse, 16-feb-1972. AH/0124

56

Para comprender la negativa del gobierno argentino –a pesar de las constantes tentativas

de la CNEA– debe analizarse detalladamente el estado de la relación bilateral entre fines de la

década del 60 e inicios de 1970, donde ocurrieron hechos significativos con profundos efectos

sobre el estado de relación argentino-brasileña que afectarán el buen espíritu que existía en la

cuestión nuclear, como también otras áreas de la relación bilateral.

1.3 La relación bilateral: la competencia en la Cuenca del Plata (1967-1972)

El año 1967 encuentra a dos gobiernos militares en Argentina y Brasil. La Argentina

estaba gobernada por Juan Carlos Onganía –que había instaurado la autodenominada

“Revolución Argentina”131

resultante del golpe de Estado del 28 de junio de 1966– mientras que

en Brasil estaba finalizando su mandato el mariscal Humberto Castelo Branco, el primer

presidente de facto desde el golpe del 15 de marzo de 1964.

A pesar de la coincidencia ideológica inicial que ambos países compartían en su lucha

contra el comunismo –expresado en la tesis de “fronteras ideológicas”132

– la relación argentino-

brasileña no estaba exenta de roces en distintos planos133

. Por su dimensión territorial y carácter

estratégico, en la región la Cuenca del Plata era el campo más delicado de la relación bilateral134

.

Aprovechando el creciente desequilibrio económico con respecto a Buenos Aires, el

gobierno brasileño comenzó a extender su influencia en la cuenca a través de una activa política

de préstamos, créditos, cooperación técnica y asistencia militar a los países menores que la

componían135

.

131 FLORIA, Carlos A.; GARCIA BELSUNCE, César A. Historia de los Argentinos. 2a ed. Buenos Aires: Larousse, 2004, p.

982-985. 132 MONIZ BANDEIRA, Luiz A. Brasil, Argentina e Estados Unidos. Rio de Janeiro: Civilização Brasileira, 2010, p. 381-382. 133 Escudé y Cisneros señalan, por ejemplo, divergencias en torno al límite de proyección marítima de la soberanía continental; la

creación de una Fuerza Interamericana de Paz; la cuestión de la pesca brasileña en aguas marítimas argentinas y el reconocimiento

de regímenes izquierdistas como los de Chile y Perú. Ver CISNEROS, Andrés; ESCUDÉ, Carlos. Historia de las Relaciones

Exteriores de la República Argentina (1806-2000) Tomo XIV, Las relaciones políticas, 1966-1989, Capítulo 66 – La revolución

argentina (1966-1973) Las relaciones con Brasil. Buenos Aires: Grupo Editor Latinoamericano, 2000. 134 Archibaldo Lanús dice al respecto que “La cuenca de los ríos de la Plata, Uruguay, Paraná y Paraguay abarca un área de más

de tres millones de kilómetros cuadrados, extendida en territorios de la Argentina, Brasil, Bolivia, Paraguay y Uruguay.

Históricamente, ha sido un espacio neurálgico de rivalidad y confrontación, a la vez que de comunicación y unión entre los países

de la región. LANÚS, Juan A. op. cit. p. 297. 135 LIMA, M.R.S. op. cit. p. 356.

57

La diplomacia argentina –que seguía con particular atención los emprendimientos

hidroeléctricos brasileños sobre el río Paraná136

– había recibido con preocupación la firma del

Acta de Iguazú –que culminará en la construcción de la represa de Itaipú– suscrita por los

gobiernos de Brasil y Paraguay el 22 de junio de 1966. En su condición de país aguas abajo en la

cuenca, la Argentina buscaba institucionalizar un mecanismo mediante el cual las obras

realizadas aguas arriba no lo perjudicasen tanto en el campo ambiental como energético.

A modo de contrarrestar el avance brasileño sobre la Cuenca del Plata, entonces, el

gobierno de Buenos Aires –particularmente durante la llamada Revolución Argentina– adoptó

una posición reactiva y se aferró a las normas del derecho internacional137

. La estrategia argentina

se articuló de dos maneras: buscó institucionalizar un canal de diálogo entre los países que

conformaban la cuenca a modo de obligar al Brasil a someter sus proyectos a los demás

miembros, y al mismo tiempo, apeló incansablemente al principio jurídico de la consulta previa a

fin de ejercer algún tipo de control sobre emprendimientos que comprometían los recursos

naturales compartidos con sus vecinos138

.

Si bien la tesis argentina será rechazada sistemáticamente por el Brasil en los años

posteriores, los canales de diálogo entre Brasilia y Buenos Aires sobre la Cuenca del Plata

estaban abiertos. Ello se pudo apreciar en el resultado de la I Reunión Extraordinaria de

Cancilleres de la Cuenca del Plata que tuvo lugar en la capital argentina en febrero de 1967, cuya

declaración conjunta dejó sentada la intención de fortalecer canales de diálogo entre los países

componían la misma139

.

136 Fundamentalmente, las represas que formaban el complejo hidroeléctrico de Urubupungá, integrado por las represas de Jupiá

(Mato Groso del Sur y San Pablo), Três Irmãos e Ilha Solteira (San Pablo). Esta última causará varios roces diplomáticos entre

ambos países a lo largo de los años. 137 Lanús cuenta que la visión argentina sobre un entendimiento en torno a la Cuenca del Plata sufrió una ruptura tras la

instauración de la Revolución Argentina. Mientras que el gobierno anterior concebía un posible acuerdo con Brasil como un

instrumento que aproximase a ambas naciones, el nuevo gobierno concebía ello como “un instrumento para mediatizar la política

de rivalidad entre la Argentina y el Brasil”. LANÚS, Archibaldo, op. cit. p. 298. 138 Dicho principio, cuentan los autores, había aparecido en la Declaración de Montevideo -firmada por Brasil en 1933- y había

sido reconocido en el Acuerdo de Salto Grande de 1946, suscripto por Brasil, y en el decálogo de las “Reglas de Helsinki”,

aprobadas en 1966 y publicadas por la International Law Association. Ver CISNEROS, Andrés; ESCUDÉ, Carlos. op. cit. Tomo

XIV, Las relaciones políticas, 1966-1989, Capítulo 66 – La revolución argentina (1966-1973) El Tratado de la Cuenca del Plata

(abril de 1969) También ver LIMA, M.R.S. op. cit. p. 356-372 y LANÚS, Archibaldo, op. cit. p. 297-302. 139 Declaración de Buenos Aires, 27/2/1967. La declaración estableció la creación del Comité Intergubernamental Coordinador

con el objeto de “llevar a cabo el estudio conjunto e integral de la Cuenca del Plata, con miras a la realización de un programa de

obras multinacionales, bilaterales y nacionales, útiles al progreso de la Región”.

58

Esta serie de encuentros culminarán en el Tratado de la Cuenca del Plata, suscrito en

Brasilia el 23 de abril de 1969 por los gobiernos de Argentina, Bolivia, Brasil, Paraguay y

Uruguay, que institucionalizó un mecanismo de consultas sobre la Cuenca del Plata140

.

1.3.1 El gobierno Lanusse y el abandono de la cordialidad

Si la creciente presencia brasileña en la cuenca había comenzado a provocar cierto recelo

en Buenos Aires, la creciente disparidad económica y el estrechamiento de la relación brasileño-

norteamericana sólo contribuyeron en agravar esta situación.

Es precisamente durante el gobierno Médici (1969-1974) en el que el Brasil

experimentará el auge de su modelo desarrollista y donde el contraste con la Argentina será cada

vez más evidente. Mientras que la economía argentina registraba un marcado deterioro a inicios

de la década del 70141

, el Brasil crecía a una tasa anual del 11,1% entre los años 1968-1973,

período que la historiografía brasileña refiere como el milagro económico142

.

Como aprecia Moniz Bandeira,

A expansão econômica do Brasil, cujo PIB desde 1968 começara a crescer com taxas de 9%, 10%

e 11% [ao ano], contrastou com a relativa estagnação da Argentina, e acarretou um desequilíbrio

de poderes cada vez maior na América do Sul. Esta constituía a verdadeira essência das tensões

entre os dois países em torno do projeto de Itaipu143.

En Buenos Aires tampoco pasó desapercibido el encuentro que en diciembre de 1971

mantuvo el mandatario brasileño con su par Richard M. Nixon en Washington, que resultó en la

140 El artículo II del Tratado de la Cuenca del Plata establece que los Ministros de Relaciones Exteriores de los países de la

Cuenca del Plata se reunirán una vez por año, en fecha que será sugerida por el Comité Intergubernamental Coordinador, a fin de

trazar directivas básicas de política común para el logro de los propósitos establecidos en este Tratado; apreciar y evaluar los

resultados obtenidos; celebrar consultas sobre la acción de sus respectivos gobiernos en el ámbito del desarrollo multinacional

integrado de la Cuenca; dirigir la acción del Comité Intergubernamental Coordinador y, en general, adoptar las providencias

necesarias para el cumplimiento del presente Tratado a través de las realizaciones concretas que él demande. 141 Floria y García Belsunce señalan que hacia 1972 las tendencias inflacionarias alcanzaron un ritmo del 100% anual y un

incremento del déficit fiscal del 3 al 6% del PBI. Ver FLORIA, Carlos A.; GARCÍA BELSUNCE, César A. op. cit. p. 990-991. 142 FAUSTO, Boris. História do Brasil. 13a ed. São Paulo: EDUSP, 2009, p. 485. 143 MONIZ BANDEIRA, Luiz A., op. cit. p. 410.

59

polémica frase proferida por el mandatario norteamericano, al expresar que “para donde se

inclinará el Brasil irá toda la América Latina”144

.

El arribo de Agustín P. Lanusse a la presidencia argentina el 21 de marzo de 1971,

ciertamente no contribuirá a mejorar el estado de la relación existente. Los lineamientos que

habían sido trazados por el CNS para el viaje oficial que el presidente argentino realizó al Brasil

los días 12 y 15 de marzo de 1972 eran prueba sobrada de ello.

El documento argentino señalaba que el objetivo de la visita a Brasil consistía en “obtener

las bases necesarias sobre las cuales pueda alcanzarse un entendimiento con Brasil y condenar

conjuntamente cualquier tipo de supremacía hegemónica en la región sud hemisférica”145

, en una

clara alusión a un supuesto pacto entre Brasil y los EE.UU. y el creciente rol brasileño en la

Cuenca del Plata. Seguidamente propone que el curso de acción para lograr dicho objetivo radica

en “neutralizar o superar el significativo acercamiento de la estatura internacional de Brasil como

consecuencia de la entrevista Garrastazu Médici–Nixon”.

Luego, llamaba a “negociar con firmeza la obtención de compromisos realistas [...]

revelando la intención de endurecer las relaciones bilaterales si Brasil no morigera sensiblemente

su actitud hacia las naciones de la región y no acepta un entendimiento de igual a igual con la

Argentina”, y finalmente sugiere que en el marco de negociaciones reservadas, se deberá

“rechazar toda acción brasileña que busque convertir a ese país en intérprete de las inquietudes de

América Latina ante los Estados Unidos”146

.

Si el propósito del viaje de Lanusse era manifestar el malestar existente de los sectores

duros del gobierno argentino hacia el Brasil, puede decirse que logró su cometido. En

declaraciones a la prensa brasileña, Lanusse repudió las expresiones de Nixon al manifestar que

“el gobierno argentino sólo se inclina hacia donde lo hace la voluntad soberana del pueblo”147

.

144 La frase en inglés citada en Moniz Bandeira es “we know that where Brazil goes, so will go the rest of that Latin American

continent.” Ibídem. p. 414. 145 AMRECIC, Caja Brasil, Carpeta viaje Lanusse, 16 feb 1972. AH/0124. 146 Ibidem. 147 CISNEROS, Andrés; ESCUDÉ, Carlos. Tomo XIV, Las relaciones políticas, 1966-1989, Capítulo 66 – La revolución

argentina (1966-1973) Las relaciones con Brasil.

60

Posteriormente, en una cena ofrecida por el mandatario brasileño, Lanusse abandonó el

protocolo y pronunció un agresivo discurso en el que abordó las delicadas negociaciones en torno

a la Cuenca del Plata, haciendo hincapié en las tesis defendidas por la diplomacia argentina en la

cuestión de los recursos naturales compartidos148

.

El rol que jugaron los medios de comunicación a lo largo de los episodios ríspidos entre la

Argentina y Brasil no fue menor. Tanto en un país como en otro, las distintas líneas editoriales se

hacían eco de los sectores moderados como de los nacionalistas, en algunas ocasiones

exacerbando la rivalidad, en otras, morigerándola149

.

La declaración conjunta resultante del encuentro de ambos presidentes en Brasilia abordó

una serie de cuestiones generales, siendo el aspecto más destacado la inclusión de la cuestión de

los ríos compartidos a insistencia de la Cancillería argentina, cuya inflexibilidad en esta cuestión

dejó a la declaración al borde del fracaso150

.

Debe resaltarse que a pesar del mal clima político existente en la relación bilateral

argentino-brasileña, había una constante búsqueda de ambos países por encontrar una salida

negociada. Así, en septiembre de 1972, ambos gobiernos suscribieron el Acuerdo de Nueva York,

acuerdo que estableció una solución transitoria al impasse entre los dos países por los recursos

148 Cuenta Moniz Bandeira que “Lanusse acrescentou ao discurso, sem o conhecimento do Itamaraty, um parágrafo em que

atacava o Brasil, ao queixar-se de prejuízos causados à Argentina debido à utilização do Rio Paraguai, sem sonsulta prévia. Em

tom ligeiramente agressivo, evocou o Direito como a ´única alternativa válida para reger a atividade entre individuos, comunidade

e Estados´, e referiu-se diretamente à regulamentação do uso dos recursos naturais, ´para evitar-se prejuízo a outro ou a outros

Estados´”. Ver MONIZ BANDEIRA, Luiz A. op. cit. p. 411-412. 149Cisneros y Escudé hacen un interesante análisis de los medios de comunicación a lo largo del conflicto argentino-brasileño en

torno a los recursos naturales compartidos. En el caso argentino, dividen la prensa entre nacionalistas ortodoxos (Azul y Blanco,

La Prensa) y desarrollistas (Clarín y Revista Estrategia). Mientras que los primeros denuncian el “expansionismo” brasileño sobre

la Cuenca del Plata y un eje Washington-Brasilia, los segundos eran partidarios de la política de “hacer obras” para hacerle frente

a los proyectos brasileños, buscando, a su vez, una alianza Buenos Aires-Brasilia lejos de la presencia de EE.UU. en la región. En

el caso brasileño, los autores citan a O Globo como el “periódico representativo del sector nacionalista brasileño más

reaccionario”, mientras que O Estado de São Paulo y Jornal do Brasil eran “conciliadores”. Ver CISNEROS, Andrés; ESCUDÉ,

Carlos. op. cit. 150 La misma tuvo las siguientes notas: a) el rechazo de la división del mundo en esferas de influencia; b) el compromiso mutuo de

sujeción a una serie de principios, tales como el ejercicio efectivo de la democracia representativa, la condena a las modalidades

de violencia, la adhesión a las declaraciones de Montevideo y de Lima sobre derecho del mar; c) el compromiso de cooperación

en el aprovechamiento de los recursos naturales; d) el propósito común de llevar adelante el programa multilateral de la Cuenca

del Plata; y e) la intensificación de la cooperación en todos los campos. Ver CISNEROS, Andrés; ESCUDÉ, Carlos. op. cit.

61

naturales compartidos151

. Empero, los constantes roces postergaron varios posibles puntos de

cooperación, entre ellos, uno que presentaba indudables ventajas: el campo nuclear.

1.4 Consideraciones finales

El presente capítulo pone en evidencia, primeramente, la temprana coincidencia

argentino-brasileña en torno a la cuestión nuclear. Ambos países no sólo manifestaron una actitud

cooperativa en organismos internacionales que discutían asuntos nucleares –como se observó en

el caso de la Junta de Gobernadores del OIEA o el Comité de Desarme de Ginebra– sino que

también coincidieron en la defensa de los alcances y usos pacíficos de la energía nuclear, lo que

se tradujo en la convergencia –y en ciertas instancias, coordinación– de sus posiciones como

quedó manifiesto en la Declaración Dantas-Cárcano y en las etapas más significativas de la

negociación de Tlatelolco y el TNP, donde ambas delegaciones defendían los mismos intereses.

A la par de ello, en un contexto en que ambos se encontraban realizando titánicos

esfuerzos para impulsar sus programas nucleares mediante estrategias distintas, la cooperación en

el campo científico-técnico se mostraba igualmente ventajoso para ambos países, ante los

posibles beneficios resultantes de la exploración de fórmulas que permitiesen el intercambio de

experiencias en los distintos campos de la física nuclear.

Esta serie de coincidencias argentino-brasileñas, como era de suponerse, se tradujo en dos

concretas tentativas de cooperación provenientes del gobierno brasileño que, sin embargo, no

prosperarán.

Según indican los documentos, la negativa argentina obedece al estado general de la

relación bilateral. Transcurrido el momento excepcional de Uruguayana, la relación argentino-

151 Este acuerdo comprometía a ambos países a tres principios fundamentales: el aprovechamiento de los recursos naturales de un

Estado no debe producir efectos dañinos a zonas situadas fuera de su jurisdicción nacional; la cooperación se efectivizará bajo el

suministro de un Estado a otro de datos oficiales concernientes a la información técnica que comprende un determinado proyecto

en la jurisdicción del Estado que ejecuta la obra y la información técnica será dada y recibida en el mejor espíritu de cooperación

y buena vecindad, sin que ello se interprete como la facultad de un estado de demorar u obstaculizar el proyecto de otro Estado en

el uso de recursos naturales dentro de su territorio. Ver LIMA, M.R.S. op. cit. p. 366-367. Archibaldo Lanús, por su parte, cuenta

detalladamente cómo fueron las negociaciones. Ver LANÚS, Juan A. De Chapultepec al Beagle: Política exterior argentina,

1945-1980. Buenos Aires: Emecé, 1982, p. 302-304.

62

brasileña volvió a caracterizarse por desencuentros e históricos recelos de carácter geopolítico en

la región. Buenos Aires veía con preocupación un renovado eje Washington-Brasilia, y

consideraba inaceptable el avance brasileño sobre la Cuenca del Plata, en el que la Argentina veía

retroceder su influencia.

La competencia regional, entonces, parece ser la variable que mejor explica por qué la

Argentina y el Brasil no consiguieron sellar un entendimiento nuclear en la década del 60

existiendo incentivos para ello. Empero, deben realizarse dos observaciones importantes.

Primeramente, es fácilmente observar cómo la CNEA como agencia estatal empuja

constantemente hacia un acuerdo de cooperación con el Brasil, mientras que la Cancillería es

quien coloca reparos en ello. Ello no sorprende, ya que son las cancillerías quienes llevan el pulso

político en la relación con otros países, estableciendo consideraciones de otro orden para avanzar

en una materia concreta, y más aún en un campo estratégico como el nuclear.

En lo que respecta a la segunda observación, puede notarse que la Cancillería argentina no

es tajantemente contraria en explorar fórmulas de cooperación nuclear con el Brasil. Ello obedece

al carácter moderado y oscilante de la rivalidad bilateral. El problema surge cuando la Cancillería

considera que las condiciones políticas para avanzar en dichas negociaciones no están dadas ante

el creciente desequilibrio con su histórico rival regional.

Por último, es importante señalar que una de las coincidencias más significativas entre la

Argentina y el Brasil en el campo nuclear –reservarse el derecho de efectuar explosiones

nucleares pacíficas– paradójicamente se volverá en contra de ellos en el futuro. Es cierto que

dicha postura era inspirada fundamentalmente en la defensa de un principio: el derecho a valerse

de todos los beneficios que ofrecía la energía nuclear dentro de sus usos pacíficos. Sin embargo,

al poseer las mismas características técnicas que el arma nuclear, surgirán implicancias en el

campo de la seguridad tanto en términos recíprocos, como frente a la comunidad internacional.

Este es un dilema que irá creciendo en la medida en que ambos desarrollen componentes

sensibles de sus programas nucleares –especialmente en materia de reprocesamiento y

enriquecimiento de uranio– fuera de un régimen de salvaguardias, como sucederá en los

próximos años.

63

DE LA BOMBA INDIA AL ACUERDO BRASILEÑO-

ALEMÁN (1974-1976)

En un mundo que sólo conocía ensayos nucleares desde los bombardeos de Hiroshima y

Nagasaki152

, entre las 1.200 explosiones atómicas que se habían efectuado hacia 1974 hubo una

en particular que se distinguió de las demás que no sólo produjo un profundo impacto sobre el

joven régimen global de no proliferación nuclear, sino que también contribuirá a la modificación

del vínculo entre los países proveedores y receptores de tecnología nuclear. Ello ocurrió el 18 de

mayo de 1974, cuando un artefacto nuclear sacudió un pozo de 107 metros de profundidad que

había sido excavado en la provincia de Rajasthan, en el noroeste indio. Tras la explosión, la

operación denominada Smiling Buddha resultó exitosa e hizo de la India la primera potencia

nuclear fuera del TNP153

.

Inmediatamente después, el gobierno de Indira Gandhi se aprestó a declarar que se trataba

de una explosión nuclear pacífica con el objetivo de explorar su potencial en obras de minería.

Ello no impidió que Pakistán –que en el último cuarto de siglo se había enfrentado militarmente

en tres ocasiones con la India154

– llevara la cuestión a la Junta de Gobernadores del OIEA,

provocando un amplio debate entre todos sus miembros. Sin embargo, el representante indio

recordó que su país, al estar fuera del TNP, no había violado ningún tratado internacional, e

insistió que dicha acción se encuadraba dentro de los usos pacíficos de la energía nuclear. La

junta deliberó sobre el asunto, sin si quiera sugerir una postura condenatoria hacia Nueva

Delhi155

.

152 Desde que el Manhattan Project dio luz a Trinity el 16 de julio de 1945 hasta el 2009 se efectuaron 2.052 ensayos atómicos. El

CTBTO atribuye las siguientes cifras: EE.UU.: 1.030; URSS: 715; Reino Unido: 45; Francia: 210; China: 45; India: 3; Pakistán:

2; Corea del Norte: 2. Ver http://ctbto.org/ 153 Para un análisis detallado del caso ver PERKOVICH, George. India´s nuclear bomb: The impact on global proliferation.

Berkley: University of California Press, 1999. 154 India y Pakistán se enfrentaron militarmente en tres ocasiones: 1947, 1965 y 1971. Las dos primeras en torno a la región de

Cachemira, la última culminó en la independencia de Bangladés. 155 Ver Fischer, David. op. cit. p. 96-98.

64

Si bien la posición india era cierta desde un punto de vista jurídico, los Estados Unidos y

Canadá se sintieron responsables de haberle facilitado los medios a la India para llevar a cabo su

explosión nuclear. Ello se debe al rol central que jugó el reactor no salvaguardado de agua pesada

CIRUS (Canada India Research Utility Services) que la India había adquirido en 1954 por el

gobierno de Ottawa, que a su vez alimentado por cargas de agua pesada provenientes del Atomic

Energy Commission de los EE.UU. en el marco del programa Atoms for Peace156

. Esta fórmula

de cooperación canadiense-norteamericana le permitió a la India extraer el plutonio necesario

para su ensayo nuclear.

Es cierto que aún era prematuro acusar al flamante régimen de no proliferación global por

la explosión india. En todo caso, ello reforzó la postura de países proveedores de tecnología y

material nuclear en la necesidad de ajustar aún más al TNP y adoptar nuevas fórmulas hacia

aquellos países que se encontraban al margen de él.

En este sentido, en 1975 delegados de Estados Unidos, la Unión Soviética, el Reino

Unido, Francia157

, la República Federal de Alemania, Japón y Canadá se reunieron en Londres a

fin de evaluar criterios adicionales a los establecidos por el llamado Comité Zangger158

(ZAC).

Este encuentro dio lugar al denominado Club de Londres, y su primera expresión oficial estuvo

en la serie de principios conocidos como London Suppliers Guidelines159

.

En el transcurso de los próximos años, el Club de Londres sumó ocho nuevos

miembros160

y dicho foro se institucionalizó dentro del OIEA en enero de 1978, pasando a

156 Como el OIEA aún no había sido creado, no había un sistema de salvaguardias vigente en aquélla época para este tipo de

transferencias. 157 Sobresale el hecho de que Francia –al igual que China– aún no había adherido al TNP. No obstante, su presencia en el Club de

Londres supuso una significativa contribución para los propósitos que éste foro perseguía. 158 El Comité Zangger se creó para establecer el criterio de exportaciones de los países poseedores de tecnología nuclear, en los

términos comprendidos en el artículo III.2 del TNP que dice: “Cada Estado Parte en el Tratado se compromete a no proporcionar:

(a) materiales básicos o materiales fisionables especiales, ni (b) equipo o materiales especialmente o preparados para el

tratamiento, utilización o producción de materiales fisionables especiales, a ningún Estado no poseedor de armas nucleares, para

fines pacíficos, a menos que esos materiales básicos o materiales fisionables especiales sean sometidos a las salvaguardias

exigidas por el presente artículo.” El mismo se reunió por primera vez en Viena, en marzo de 1971, bajo la dirección del profesor

suizo Claude Zangger, con el objeto de interpretar este artículo. 159 Ellos son: (1) Aplicar medidas de protección física en material nuclear en los términos de las recomendaciones del OIEA

(INFCIRC/225) y (2) Aceptar que cualquier instalación construida en base a know-how de tecnología suministrada sería puesta

bajo salvaguardias. SCHMIDT, Fritz W. The Zangger Committee: It´s history and future role. Nonproliferation Review/Fall,

1994, p. 39. 160 Estos son: Bélgica, Checoslovaquia, la República Democrática de Alemania, Italia, los Países Bajos, Polonia, Suecia y Suiza.

65

conocerse como el Nuclear Suppliers Group (NSG). El NSG adoptó una serie de principios que

los proveedores nucleares recomendaban adoptar sobre sus exportaciones nucleares en la

transferencia de plantas nucleares como en la tecnología nuclear involucrada con

reprocesamiento, enriquecimiento y producción de agua pesada.

Si bien lo establecido por el NSG dejó abierto a cada país el seguimiento de la serie de

principios que establecía –ello quedaba sujeto a los mecanismos de la legislación interna de cada

parte161

–, entre los próximos años, una serie de países procedieron en ajustar sus legislaciones

con los nuevos principios establecidos162

.

2.1 Las consecuencias de la explosión india sobre Argentina y Brasil

La explosión india produjo una serie de efectos –directos e indirectos– sobre la Argentina

y el Brasil. En el frente internacional, ambos países deberán comenzar a lidiar con acusaciones

vertidas por distintos agentes –tanto gubernamentales como también medios de comunicación–

respecto una supuesta carrera nuclear en el Cono Sur. Este hecho adquirió cierto dramatismo por

tratarse de históricos competidores regionales gobernados por regímenes militares que estaban

invirtiendo fuertemente en sus programas atómicos, siendo, a su vez, críticos del TNP.

Al mismo tiempo, ambos se verán fuertemente perjudicados como consecuencia de las

restricciones impuestas en el mercado nuclear por parte de países que eran esenciales en la

estrategia nuclear argentino-brasileña: Canadá y EE.UU. respectivamente. En el transcurso de los

próximos años, tanto el gobierno de Ottawa como el de Washington modificarán su política de

exportaciones nucleares sustituyendo un criterio comercial por uno vinculado a las garantías de

no proliferación, lo que llevará a la Argentina y el Brasil a buscar socios alternativos163

.

161 STRULAK, Tadeusz. The Nuclear Suppliers Group. The Nonproliferation Review/Fall, 199, p. 3. 162 Estos son: Canadá (1976); Australia y Suecia (1977); EE.UU., Polonia y Checoslovaquia (1978). Es importante resaltar que no

todos los proveedores nucleares reaccionaron de la misma forma; países como la República Federal de Alemania, Canadá, Suiza,

China y la Unión Soviética, para mencionar algunos, mostraron su disposición de continuar negociando con países como la

Argentina y el Brasil a pesar de no ser miembros del TNP (siempre con exigentes acuerdos de salvaguardias). 163 Es importante resaltar que no todos los proveedores nucleares reaccionaron de la misma forma. Países como la República

Federal de Alemania, Suiza, China y la Unión Soviética, para mencionar algunos, mostraron su disposición de continuar

negociando con países como la Argentina y el Brasil a pesar de no ser miembros del TNP (siempre con acuerdos de salvaguardias,

pero sin el grado de exigencia de otros proveedores).

66

2.1.1 El problema de las explosiones nucleares pacíficas y la visión de Guglialmelli

En el campo bilateral, la explosión india trajo nuevamente un dilema que cada vez

adquiría una mayor significación en la relación nuclear argentino-brasileña: el de las explosiones

nucleares pacíficas. Si las PNEs eran defendidas como una genuina herramienta dentro de los

usos pacíficos de la energía nuclear a fines de la década del 60 –tal como constó en la posición

argentino-brasileña durante las negociaciones de Tlatelolco y el TNP– el ensayo indio cambiará

definitivamente esta visión.

El general de división (R) Juan E. Guglialmelli –que a través de sus numerosas

publicaciones en la revista Estrategia analizaba minuciosamente la relación argentino-brasileña

bajo una óptica geopolítica– no omitió el debate que se había instalado a raíz de ello, como

tampoco fue omiso a las consecuencias que podía acarrear en ambos países. Decía Guglialmelli

en un artículo de 1974 titulado Argentina, Brasil y la bomba atómica que

en lo que hace a la América Latina, abundan en la prensa internacional artículos y declaraciones de

científicos, periodistas o funcionarios respecto a la posible fabricación de artefactos nucleares por

parte de la Argentina y del Brasil, al punto que, incluso en estos países, los medios de

comunicación masiva no sólo se hacen eco de aquellos comentarios sino que participan del debate.

Parece oportuno, por lo tanto, tratar el tema con cierta amplitud ya que, en efecto, Buenos Aires y

Brasilia han adoptado una política de uso pacífico de la energía atómica que no excluye, para esos

fines, la fabricación y el uso de explosivos nucleares164.

En su extensivo análisis de las ventajas y desventajas de las PNEs, el estratega concluye

que en el campo de la seguridad, aún con las “contradicciones y fricciones existentes entre

Argentina y Brasil, no parecen justificar su fabricación y, menos aún, pasar a un programa militar

del uso de la energía atómica”, sin ignorar que “la decisión de uno [de construir un artefacto],

arrastraría al otro, entrando así en un juego de recíprocas injerencias que pueden conducir a una

carrera armamentista de niveles insospechados”165

.

Con una óptica estratégica y vinculada a la seguridad nacional, Guglialmelli se

pronunciaba a favor de un acuerdo de cooperación nuclear con el Brasil para resolver el problema

de las PNEs. El estratega expresaba ello en los siguientes términos

164 GUGLIALMELLI, Juan E. Argentina, Brasil y la bomba atómica. Revista Estrategia, n. 30, 1974, p. 1. 165 Ibídem. p. 13.

67

reiteramos la conveniencia de emprender una seria y meditada negociación global con el Brasil, en

cuya agenda de cuestiones a resolver no podrá faltar el tema de la política nuclear y de la posible

fabricación de artefactos explosivos. Nuestra privilegiada ventaja en la materia nos da la

oportunidad de ofrecer un acuerdo de información, consulta y eventual cooperación técnica, sujeto

como antes expresamos a la solución integral de las contradicciones y fricciones existentes. Este

acuerdo nuclear, por otra parte, y dada la dinámica propia del desarrollo tecnológico y de la

situación mundial y regional, deberá resguardar la libertad de decisión de las partes, para elegir, en

su oportunidad, las alternativas que más convengan a los objetivos y políticas nacionales166.

Si bien Guglialmelli no ocupaba un cargo gubernamental al momento de sus escritos, la

postura que defendía es revolucionaria en dos sentidos: pregonaba un entendimiento argentino-

brasileño para resolver el creciente dilema de las PNEs –posibilidad que ambos países habían

mantenido abierta–, y al mismo tiempo, buscaba una alternativa viable por fuera del TNP.

2.1.2 La lectura de Azeredo da Silveira sobre las intenciones nucleares argentinas

El canciller brasileño Antonio F. Azeredo da Silveira tampoco ignoraba las consecuencias

de la explosión india en la relación argentino-brasileña, y el 21 de mayo de 1974 le informó en

detalle al presidente Ernesto Geisel sobre las peculiaridades del caso indio, y luego le notó que

Surgem, naturalmente, indagações sobre o futuro comportamento de outros países quase-

nucleares, como Israel e, de interesse mais direto para nós, a Argentina, objeto de considerações

posteriores e cuja opção em favor do urânio natural como combustível para suas usinas de Atucha

e de Rio Tercero terá sido fortemente influenciada por motivos estratégicos, na medida em que o

reator de urânio natural produz o dobro do plutônio de um reator equivalente de urânio

enriquecido167.

Luego de resaltar la malograda experiencia argentina de la década del 50 en el marco del

Proyecto Huemul –que a los ojos del canciller brasileño constituyó la primera tentativa argentina

de la búsqueda del artefacto nuclear–, Silveira señaló que los intentos de Buenos Aires en ir en

dirección del artefacto volvieron a presentarse a fines de la década del 60. Ello, según el canciller,

estaba manifiesto en el pensamiento de los escritos del entonces titular del CNS argentino, el

general Osiris Villegas168

.

166 Ibídem. p. 15. 167 A experiência nuclear da India, 2- may-1974. Arquivo Paulo Nogueira Batista/CPDOC. 1969.02.24. 168 El general Osiris Villegas estuvo al frente del CNS durante el gobierno del general Juan Carlos Onganía (1966-1970). Villegas

también fue embajador en Brasil entre 1970-1973. Silveira cita un artículo de Villegas titulado “Política Nuclear, Desarrollo y

Seguridad Nacional” en la que sostiene que “la adquisición del status de potencia nuclear debe ser una de las metas básicas de

nuestro país” para lo que llamaba a la necesidad de “dominar adecuadamente las técnicas para el uso pacífico de la energía

68

Con estos elementos, Silveira le dice al presidente brasileño

Consideradas as referencias acima mencionadas à luz do contexto político e estratégico de uma

Argentina que busca com afinco uma solução política, de caráter imediatista, para a solução de

seus problemas principais, afigura-se mais plausível a hipótese de vir o país platino a fabricar um

artefato nuclear. Da mesma forma, a opção argentina, aliás intencional, em favor da linha de

reatores alimentados com urânio natural ofereceria facilidades para uma abertura em relação ao

´clube atômico´, no qual o ingresso argentino viria gerar inegáveis dividendos, seja em função dos

objetivos de política interna, seja em termos da desejada projeção internacional do país169.

Finalmente, concluye su pensamiento expresando que

À vista do exposto, parece merecer atenção a possibilidade de a Argentina encaminhar-se para

uma solução nos moldes já seguidos pela Índia, buscando, assim, sua admissão no restrito grupo

das potencias nucleares, onde acredita ser o único país latino-americano em condições de

ingressar. Para esse fim, deve-se levar em conta o fato de que a Argentina terá a partir deste ano

capacidade de produzir 150 kgs. de Pu-239 suficientes para sustentar um programa de produção de

15 artefatos de 10 kilotons, e o que se torna viável para àquele país pela circunstancia de possuir

também, como já mencionado, usina de reprocessamento e purificação de plutônio. A Argentina

está mesmo em maior liberdade do que a Índia e do que o próprio Brasil, na medida em que, não

tendo ratificado o Tratado de Moscou, pode fazer experiências dos explosivos nucleares. Não só

subterrâneas mas na atmosfera, sob as águas e na superfície terrestre170.

El canciller brasileño, entonces, daba una visión conclusiva respecto las intencionalidades

de la Argentina en el campo nuclear –país que él conocía bien habiendo sido embajador antes de

conducir Itamaraty– y fue conclusivo en su opinión de que la Argentina no sólo seguiría el

camino indio en búsqueda del artefacto, sino que además tenía los medios para hacerlo, mediante

sus avances en el campo de reprocesamiento, donde había estudios a nivel de laboratorio171

.

No obstante, ello mostrará no tener ningún impacto sobre la lógica brasileña de no

cooperar con Buenos Aires en el campo nuclear mientras que continúe abierto el contencioso en

torno a los recursos naturales compartidos, siendo, por el contrario, el gobierno argentino quien

buscará cooperar con el Brasil en este campo.

nuclear –ahí incluidas las explosiones para fines pacíficos–, la aptitud tecnológica y la infraestructura que asegure garantías

suficientes de convertibilidad y los fines de la defensa nacional”. 169 Ibídem. 170 Ibídem. 171 Hurtado de Mendoza señala que la Argentina ya había logrado importantes avances en materia de reprocesamiento a nivel

laboratorio a fines de la década del 60 bajo la dirección de Juan Flegenheimer. En 1967 la planta piloto de reprocesamiento que se

había constituido para tal efecto logró separar menos de un gramo de plutonio de elementos combustibles irradiados en el reactor

RA-1 con uranio norteamericano. Ver HURTADO DE MENDOZA, Diego. 2009. Periferia y fronteras tecnológicas. Energía

nuclear y dictadura militar en la Argentina (1976-1983). Revista CTS, nº 13, vol. 5, Noviembre. p. 39, nota al pie 27.

69

2.1.3 El impacto de la explosión india sobre el programa nuclear argentino

La Argentina sintió particularmente los efectos de la explosión india como consecuencia

de su “semejanza perturbadora”172

con el programa indio y por su sociedad nuclear con Canadá,

que sufrió un fuerte modificación como consecuencia de la revisión de la política de

exportaciones nucleares de Ottawa.

Los programas atómicos de Buenos Aires y Nueva Delhi por una serie de similitudes: en

lo material ambos habían adoptado la misma línea tecnológica –agua pesada y uranio natural– y

realizaban considerables esfuerzos en busca de contar un programa nuclear autónomo, mientras

que en lo ideológico, los dos eran críticos del TNP y defendían todas las posibilidades que

brindaban los usos pacíficos de la energía nuclear, entre ellas, las PNEs.

Antes de la explosión india, la Argentina había sellado dos importantes contratos con

Canadá: uno para la construcción de su segunda central nuclear –firmado en marzo de 1973173

–, y

otro para la transferencia de tecnología, firmado en abril de 1974, en el que la firma canadiense

Atomic Energy of Canada Limited (AECL) manifestaba su compromiso en suministrarle al

personal científico de la CNEA el know-how necesario para la construcción de una central de tipo

CANDU en la Argentina, una pieza crucial en la búsqueda de contar con un programa nuclear

independiente174

.

Tras la explosión india y la consecuente revisión de la política de transferencias nucleares,

el gobierno de Ottawa modificará abruptamente su diálogo con Buenos Aires. Carasales recuerda

que “la explosión nuclear de la India [...] ocasionó un extremo endurecimiento de la posición de

172 Ver HURTADO DE MENDOZA, Diego. De átomos para la paz… p. 59. 173 Ello se firmó con un consorcio canadiense-italiano, constituido por la Atomic Energy of Canada Limited (AECL) de Canadá e

Italimpianti, de Italia. 174 La transferencia –dicen Castro Madero y Takacs– también incluía la aceptación de personal argentino en los laboratorios de

investigación, en las oficinas de ingeniería y en las centrales nucleares en construcción en Canadá. Asimismo, contemplaba la

participación argentina en la realización de cálculos detallados y análisis de todos los aspectos del diseño nuclear de la central por

construirse en Embalse así como en la planificación y ejecución del programa de experiencias físicas a realizarse durante la puesta

en marcha y operación de la central. Ver CASTRO MADERO, Carlos; TAKACS, Esteban A. Política Nuclear Argentina

¿Avance o Retroceso? Buenos Aires: Instituto de Publicaciones Navales, 1991, p. 57.

70

Canadá en materia de transferencia de tecnología y obligó a una larga y difícil renegociación del

contrato”175

.

Conscientes de la asociación entre el caso indio con el argentino, los integrantes de la

CNEA se vieron obligados a desmentir categóricamente la existencia de un componente militar

en su programa nuclear, aunque sus esfuerzos serán en vano. Jorge Cosentino, el director de

Atucha, se vio obligado a expresar que “no tenemos un programa militar, y lo que es más

importante, no podemos tenerlo”176

y Mario Báncora, un integrante histórico de la CNEA,

recordará en el futuro que “la única cosa que la bomba india hizo por nosotros fue complicar

terriblemente nuestras vidas”177

.

La declaración de Báncora alude a la forzosa renegociación del contrato de la planta

nuclear de Embalse impuesta por el gobierno de Ottawa, incluso bajo la amenaza de denunciar

contratos previamente firmados en materia de cooperación nuclear por ambos gobiernos178

. En

los hechos, a fines de 1974 el gobierno canadiense paralizó las conversaciones nucleares con

Buenos Aires referentes a la implementación integral del acuerdo de Embalse, a la espera de la

firma argentina del TNP179

. Si bien no se llegó a tal extremo, la Argentina sí se vio obligada a

firmar un contrato de cooperación nuclear con fines pacíficos costurado por Ottawa con nuevos

criterios a partir de la explosión india, definido por Castro Madero y Takacs como

una herramienta ideada para aumentar los requerimientos de salvaguardias que se aplicarían a la

central Embalse, que ya habían sido acordados y aprobados por el OIEA. Esta exigencia debió ser

aceptada por el argentino en tanto que obraba como una condición para la continuación de la

central que, a la sazón, llevaba más de un año de construcción180.

En su objetivo de dominar el ciclo de combustible nuclear, el gobierno de Buenos Aires

aún requería tecnología extranjera para su programa nuclear. Su vínculo con Canadá lo llevó a

experimentar los efectos de la mudanza en la política de países proveedores de tecnología

nuclear, lo que contribuirá a reforzar aún más su necesidad de independizarse en dicho sector.

175 CARASALES, Julio C. op. cit. p. 14. 176 Ver Dilemas nucleares, 18-feb-2006, Página/12. 177 Ibidem. 178 CASTRO MADERO, Carlos; TAKACS, Esteban A. op. cit. p. 175. 179 AMRE. Política Externa. Argentina. Não-Proliferação nuclear. 1978. Caixa 159, 1978. 180 CASTRO MADERO, Carlos; TAKACS, Esteban A. op. cit. p. 175.

71

2.2 La iniciativa de la CNEA y la respuesta brasileña

El 4 de junio de 1974 –menos de un mes transcurrido de la explosión india– el director de

la central nuclear Atucha, Jorge Cosentino, visitó el Brasil y manifestó interés en intercambiar

“información y experiencias” con Brasil en el campo nuclear, a lo que la CNEN y la CBTN

(Compañía Brasilera de Tecnología Nuclear) reaccionaron positivamente.

A menos de un mes de ello, la CNEA reforzó su interés. El 1º de julio del mismo año –

coincidente con el fallecimiento del presidente argentino Juan Domingo Perón– una delegación

de la Escuela Superior de Guerra del Brasil acompañada por el diplomático Luiz Augusto de

Castro Neves –entonces secretario a cargo de asuntos nucleares en la Embajada de Brasil en

Buenos Aires– realizó una visita a la central nuclear de Atucha.

Según se constata en un telegrama de la embajada brasileña en Buenos Aires a Itamaraty,

Cosentino recibió la delegación y brindó una conferencia sobre el funcionamiento de la usina, y

allí “declarou textualmente que a Argentina não tem intenção de fabricar bombas e que esta

disposto a receber, sem nenhuma reserva, quaisquer técnicos brasileiros que queiram conhecer

detalhes do programa nuclear argentino”181

.

Seguidamente, la nota menciona que “Cosentino manifestou a esperança de que Brasil e

Argentina venham a trabalhar em cooperação em matéria de energia nuclear”, para luego afirmar

que “até hoje essa colaboração tem sido mais formal do que efetiva, por ´alguma razão que ele

não sabia qual era´”182

.

Los pronunciamientos del director de Atucha no pasaron desapercibidos en Brasil, y

fueron analizados por varios órganos del gobierno. El Ministerio de Minas y Energía brasileño se

pronunció favorable a la iniciativa, y expresó en un despacho con fecha del cuatro de julio que

181 Visita de funcionário da embaixada a central nuclear de Atucha, 1-jul-1974. Arquivo Paulo Nogueira Batista/CPDOC.

1974.07.01. 182 Ibídem.

72

“consideramos ser da maior importância tal entendimento, principalmente para evitar suspeitas

mútuas que, fatalmente, levariam a esforços desnecessários”183

.

Ello también fue recibido positivamente por Itamaraty, tal como consta en la Información

al Presidente de la República (IPR) –en alusión al encabezado que acompañaba las

comunicaciones entre del canciller al presidente brasileño– que Azeredo da Silveira le envió a

Geisel el 18 de julio de 1974.

Aun habiendo estimado que la Argentina iría en dirección de la bomba sólo dos meses

antes, en esta ocasión, el Silveira repasó el estado de la relación bilateral en el campo nuclear –

donde se destacó la posición común de ambos países en las negociaciones de Tlatelolco y el

TNP–, y expresó que

O Itamaraty considera que poderia haver conveniência sobretudo política em um eventual acordo

ou entendimento entre os dois países nesse terreno, na medida em que um tal acordo ou

entendimento poderia, sem qualquer risco para a segurança dos planes nacionais no setor, afastar a

exploração maliciosa que se faz em certos círculos internacionais sobre uma disputa entre os dois

países para a fabricação da ´bomba´. Essa exploração só nos poderia ser danosa, se viesse a afetar

a cooperação que nos possam prestar terceiros países184.

Esto último era una clara alusión a los efectos que la Argentina y el Brasil comenzaban a

sentir como una de las consecuencias de la bomba india. Finalmente, el canciller brasileño sugirió

cuáles pasos debían adoptarse a fin de dar credibilidad a las declaraciones del director de Atucha

en el caso de aprobarse continuar con negociaciones en este sentido por el presidente Geisel185

.

2.2.1 Las directivas del presidente Geisel

Luego del buen visto de ambos ministerios, el ocho de septiembre de 1974 Consejo de

Seguridad Nacional (CSN) brasileño analizó en detalle esta posibilidad, y elevó un informe al

presidente Geisel en el que consideró que “A assinatura de um acordo de cooperação para

183 Acordo de Cooperação Brasil–Argentina, Ministerio de Minas e Energia, 29-ago-1974. Arquivo Ernesto Geisel/CPDOC.

1974.03.26/2. 184 Cooperação Brasil-Argentina, Itamaraty, 18-jul-1974. Arquivo Antônio Azeredo da Silveira/CPDOC. 1976 No. 169. 185 Ibidem. Silveira sugiere que “o ponto de partida em busca desse entendimento ou acordo, seria iniciar, discretamente, um

diálogo, por via diplomática, com o Governo argentino, para sentir que grau de credibilidade se deve dar às manifestações do

Diretor da Usina Nuclear de Atucha”.

73

utilização pacífica da energia nuclear, entre o BRASIL e a ARGENTINA, em principio, poderá

ser conveniente para os interesses da Segurança Nacional”186

.

Según la visión del CSN, una cooperación nuclear argentino-brasileña contribuiría,

además, en tres aspectos fundamentales: (1) dirimir la desconfianza mutua entre ambos países (2)

neutralizar las opiniones de terceros respecto una “eventual disputa” argentino-brasileña en busca

del artefacto nuclear y (3) explorar las existentes posibilidades de complementación en el campo

técnico ante las distintas líneas tecnológicas que cada país había escogido para su programa

nuclear.

Empero, una vez sometido el documento del CSN al presidente Geisel para su evaluación,

éste se pronunció respecto dicha cuestión en los siguientes términos

Há diversos assuntos pendentes de negociação entre o BRASIL e a ARGENTINA, inclusive o da

cota de Itaipu. Um possível acordo de cooperação sobre energia nuclear poderá ser negociado na

oportunidade em que o forem os demais assuntos acima referidos. Recomendo, pois, que se

aguarde a ocasião para o adequado procedimento e que, entretanto, se continuem os estudos a

respeito, inclusive no preparo de minuta do acordo a ser proposto187.

Así, el presidente brasileño supeditó la posibilidad de un entendimiento en el campo

nuclear con la Argentina a la resolución del conflicto de los recursos naturales compartidos, que

estaban lejos de su resolución. El canciller Silveira recibió el parecer de su jefe político pocos

días después, y en los próximos años se guiará bajo los lineamientos allí expresados.

No es casualidad que el futuro embajador argentino en Brasil, Oscar Camilión, note

posteriormente en sus memorias, que “más allá del diálogo, la posibilidad de cooperar en el área

nuclear no existiría mientras no estuviese resuelto el tema Itaipú”188

.

186 Exposição de Motivos do Conselho de Segurança Nacional ao Presidente da República, 8-set-1974, secreto. Arquivo Antônio

Azeredo da Silveira/CPDOC. 1974.09.11. 187 Nota a Azeredo da Silveira do CSN, 11-set-1974. Arquivo Antônio Azeredo da Silveira/CPDOC. 188 CAMILIÓN, Oscar. Memorias políticas, de Frondizi a Menem (1956-1996), Conversaciones con Guillermo Gasió. Buenos

Aires: Planeta/Todo es Historia, 2000, p. 209.

74

2.3 La relación bilateral: Itaipú y el deterioro del diálogo (1973-1975)

La respuesta de Geisel a la iniciativa argentina en sellar un entendimiento nuclear con

Brasil reflejaba fielmente el estado de la relación bilateral, cuyo diálogo se había deteriorado

marcadamente desde la firma del Tratado de Itaipú por los gobiernos del Brasil y el Paraguay el

26 de abril de 1973, y suponía erguir una represa ubicada a sólo 17 kilómetros de la frontera

Argentina, lo que provocó una fuerte indignación en Buenos Aires189

.

A nivel oficial, la primera reacción argentina provino del saliente gobierno de Lanusse,

que se expresó en una protesta ante el Comité Intergubernamental Coordinador de la Cuenca del

Plata (CIC) respecto el vaciado unilateral de la represa de Ilha Solteira (San Pablo) durante la

visita del presidente paraguayo Alfredo Stroessner al Brasil.

A la par que ello acontecía, la Argentina afrontaba una convulsionada transición política

con la dramática salida de Lanusse del poder y la asunción de Héctor Cámpora –el primer

presidente democráticamente electo desde 1966– con la misión de allanarle el camino a la

presidencia de Juan D. Perón, lo que sólo contribuirá a exacerbar aún más la disputa brasileño-

argentina sobre los recursos naturales compartidos190

.

El 25 de mayo de 1973 el peronismo volvió a ocupar el poder en la Argentina, y tan sólo a

un mes de la asunción de Cámpora, el nuevo gobierno argentino criticó el acuerdo brasileño-

paraguayo en la reunión de la OEA en Lima. Seguidamente, el 10 de julio, el canciller argentino

Juan Carlos Puig denunció los Acuerdos de Nueva York suscritos en septiembre de 1972. Puig

dijo en aquélla ocasión que “mi gobierno [...] no puede ocultar su preocupación frente a

instrumentos bilaterales de importancia fundamental que, por ambiguos, llevaron de manera

irremediable a la confusión interpretativa y a la consiguiente frustración de nuestros comunes

deseos de efectivo entendimiento”191

.

189 El embajador brasileño en Argentina, Azeredo da Silveira, le comunicó a Itamaraty la intensa campaña contra Itaipú que

abarcaba, incluso, afiches callejeros en las calles porteñas. Ver SPEKTOR, Matías. op. cit. p. 59-60. 190 LIMA, M.R.S. op. cit. 369. 191 CISNEROS, Andrés; ESCUDÉ, Carlos. op. cit. Tomo XIV, Las relaciones políticas, 1966-1989, Capítulo 67 – Los gobiernos

peronistas (1973-1976) Las relaciones con Brasil.

75

Durante el interregno de Raúl Lastiri –que presidió la Argentina entre julio y octubre de

1973– la diplomacia argentina aprovechó la IV Conferencia de Países No Alineados en Argel

para embestir nuevamente sobre el acuerdo brasileño-paraguayo, y consiguió insertar un párrafo

en el final de declaración llamando a la cooperación entre países que comparten recursos

naturales para que sean regidos por un sistema de información y de consulta previa en lo que

respecta a los recursos naturales compartidos192

.

Finalmente, cuando Perón volvió a ocupar la presidencia argentina el 12 de octubre de

1973, la política exterior argentina hacia el Brasil no solamente mantuvo su curso de los años

anteriores, sino que se profundizó. El gobierno de Perón llevó la tesis de la consulta previa a la

Asamblea General de la ONU de 1973, que se expresó en la Resolución 3129 y contó con el

apoyo de 77 votos, 45 abstenciones y sólo cinco votos contrarios: Brasil, Bolivia, Paraguay,

Nicaragua y Portugal.

A modo de sumar herramientas para hacerle frente al proyecto brasileño de Itaipú, en

diciembre de 1973 el peronismo suscribió junto a Paraguay el Tratado de Yacyretá, y al mismo

tiempo, explicitó su intención de materializar el proyecto hidroeléctrico de Corpus, para lo que

ordenó un estudio de factibilidad a una compañía de Alemania Occidental193

.

No obstante, como nota Lima, a pesar de las victorias diplomáticas argentinas y su

reacción frente al avance brasileño, poco podía hacer Buenos Aires frente al hecho consumado

que era para las autoridades brasileño-paraguayas la represa de Itaipú y ante la falta de apoyo de

los países menores que conformaban la Cuenca del Plata194

.

192 Tuvo respaldo de Argelia, Chile, Cuba y México. 193 LIMA, M.R.S. op. cit. p. 369. 194 LIMA, M.R.S. op. cit. p. 372.

76

2.4 El acuerdo brasileño-alemán y la reacción inicial argentina

En julio de 1974 un episodio dramático afectó profundamente la estrategia nuclear

brasileña que había privilegiado a los EE.UU. como proveedor de material y tecnología nuclear.

En aquél mes, el gobierno Nixon anunció la suspensión del suministro de uranio enriquecido a

reactores nucleares fuera de su país, alegando que la demanda comercial había ultrapasado la

capacidad de producción de las usinas norteamericanas. La Atomic Energy Commission (AEC)

de EE.UU. tuvo la tarea de revisar los contratos de provisión de uranio enriquecido a 45 reactores

extranjeros previstos a entrar en operación en la década del 80, entre ellos, dos brasileños.

Asimismo, el gobierno norteamericano se mostraba cada vez más lejos de poder suministrarle al

Brasil todas las etapas del ciclo de combustible nuclear para lograr autonomía en dicho campo195

.

Este episodio cobró un singular dramatismo dado que en octubre del año anterior se había

desatado la crisis del petróleo –recurso del que Brasil era fuertemente dependiente–

cuadruplicando el precio del barril y comprometiendo su política energética. A pesar de

privilegiar proyectos hidroeléctricos como alternativa al combustible fósil, las proyecciones de la

demanda señalaban que éste tipo de energía por sí sola era insuficiente para acompañar el

crecimiento brasileño196

.

La cuestión nuclear, que había vuelto a ser una cuestión de Estado en el gobierno Costa e

Silva, cobrará entonces un impulso inédito bajo el gobierno Geisel, quien conocía los pormenores

de la problemática energética brasileña como consecuencia de su paso como presidente de la

petrolera estatal Petrobras (1969-1973).

Tras quedar en evidencia la vulnerabilidad del programa nuclear brasileño frente al shock

del petróleo de 1973 y ante un inestable proveedor –los EE.UU.–, la relación nuclear brasileño-

195 Patti cuenta que existían conversaciones entre Bonn y Brasilia sobre la transferencia de tecnología nuclear antes del episodio

de julio. Empero, frente al anuncio de Nixon y la imposibilidad de Westinghouse en poder comprometerse a transferir la

tecnología de enriquecimiento de uranio al Brasil, fruto de los cambios en la legislación interna norteamericana, ello decidirá a

Brasil a buscar un socio nuclear alternativo. Ver PATTI, Carlo, op. cit. p. 98-112. 196 Gall cita declaraciones de Paulo Nogueira Batista previendo que “Hacia 1980, nuestros recursos hidroeléctricos estarán

exhaustos en el sudeste y en el Valle de San Francisco (…) El hecho es que la instalación de nuestros reactores nucleares en los

centros de consumición permitirán a estos recursos a ser utilizados allí mismo sin transmisión costosa”. Ver GALL, Norman. op.

cit, p. 178-179.

77

norteamericana sufrirá un “punto de ruptura” que llevará al Brasil a buscar el mismo camino que

la Argentina había emprendido desde sus inicios: la independencia en el campo nuclear197

.

El gobierno brasileño, entonces, procedió a retomar sus vínculos en el campo nuclear con

Alemania tras la infructuosa aventura del almirante Álvaro Alberto. Con el fin de introducir sus

reactores en el mercado brasileño en junio de 1968, el gobierno alemán manifestó su interés en

alcanzar una fórmula de cooperación nuclear con Brasil. Dichos contactos resultaron en un

acuerdo bilateral de cooperación científica en 1969, seguidos de una institucionalización de

vínculos entre la CNEN y el Centro de Investigación Jülich198

. No obstante, no será hasta

mediados de 1974 –como consecuencia de la decisión norteamericana– en que las negociaciones

avanzarán de manera determinante hacia una cooperación nuclear hasta entonces inédita.

Luego de una serie de negociaciones en las que el diplomático brasileño Paulo Nogueira

Batista tuvo un papel central, el 27 de junio de 1975 el Brasil y la República Federal de Alemania

firmaron un Acuerdo en los Usos Pacíficos de la Energía Nuclear. El mismo fue bautizado como

“el acuerdo del siglo”, no sólo por su valor económico –10 mil millones de dólares a precios de

1975– sino por tratarse del primer acuerdo de cooperación nuclear entre un país industrializado y

uno del Tercer Mundo en incluir la transferencia de equipamiento y tecnología para todas las

fases del ciclo de combustible nuclear199

.

Entre sus aspectos más sobresalientes, la transferencia preveía, además de la construcción

de dos reactores de 1.300 MW de agua presurizada y la opción de seis más hacia 1990, la

tecnología de enriquecimiento de uranio para alimentar los mismos, que otorgaría al Brasil la

deseada independencia de proveedores nucleares200

. Para ello, los alemanes ofrecieron su

tecnología conocida como jet nozzle, que aún estaba en fase de experimentación, como también

197 Ver WROBEL, Paulo S. A questão nuclear nas relações Brasil-Estados Unidos. Dissertação de Mestrado. Rio de Janeiro:

IUPERJ, 1986, p. 114-115 y 124. Carlo Patti cuenta que el Brasil ya venía realizando gestiones para la adquisición de una planta

de enriquecimiento de uranio previo a ello, tanto con Francia como con la República Federal Alemana. PATTI, Carlo. op. cit. p.

94-97. 198 GALL, Norman. op. cit. p. 165-166. 199 LIMA, M.R.S. op. cit. p. 147. 200 Esta figura suscitará una fuerte discusión entre Brasilia y Bonn. En los años posteriores a la firma del Tratado, el gobierno de

Alemania Occidental dirá que ello es una de las condiciones para la transferencia de tecnología, mientras que Brasil insistirá en el

carácter optativo de estas seis centrales nucleares.

78

la tecnología de reprocesamiento de combustible nuclear en una planta piloto201

. Para asegurar la

implementación del acuerdo con Alemania Occidental el gobierno brasileño colocó a Nogueira

Batista al frente de la empresa estatal Nuclebrás (Empresas Nucleares Brasileñas S.A., 1974).

2.4.1 Una respuesta supeditada a la Cuenca del Plata

Al firmarse el acuerdo brasileño-alemán, en junio de 1975 el gobierno argentino estaba

atravesando una fuerte crisis política que derivaría en el golpe de Estado apenas nueve meses

después. La creciente violencia política y los malos resultados de la gestión económica, sumados

a las divisiones internas del peronismo –agudizadas tras el fallecimiento de su líder, Juan D.

Perón– habían afectado también a la política exterior, lo que explica que la embajada argentina en

Brasil haya quedado vacante durante 1975202

.

Ello, no obstante, no impidió que San Martín –que mantenía un constante seguimiento de

los asuntos de la Cuenca del Plata– se pronunciara respecto al acuerdo brasileño-alemán. Como

consta en un cable de la embajada brasileña en Buenos Aires, el 9 de junio –a días de su firma– la

Cancillería argentina citó al encargado de negocios alemán a fin de transmitirle sus inquietudes

sobre el mismo.

Fue el diplomático argentino Hugo Boatti Osorio –que trabajaba en una dirección

vinculada a los asuntos de la Cuenca del Plata– quien recibió al funcionario alemán en la

Cancillería. Como bien observa el cable de la embajada brasileña, “A escolha de Boatti Osorio

como interprete da preocupação argentina parece indicar claramente como o governo deste país

relaciona nosso desenvolvimento nuclear com sua política regional”203

.

201 Gall cuenta que Brasil primero solicitó a Bonn la nueva tecnología de centrifugación de gas que se utilizaba en Europa –que a

diferencia del proceso de difusión gaseosa norteamericano consumía menos energía–, pero recibió un veto de Holanda, que junto

a Alemania y el Reino Unido, formaban parte del consorcio europeo de URENCO. Ver GALL, Norman. op. cit. p. 171. 202 Cisneros y Escudé dicen: “Vale destacar que, como consecuencia de las pugnas facciosas en el partido gobernante, la embajada

argentina en Brasil estuvo vacante durante más de un año, desde enero de 1975, cuando se retiró el embajador José María Álvarez

de Toledo, hasta febrero de 1976, ocasión en que presentó credenciales el nuevo embajador, Jorge Casal, quien en realidad ya

había sido designado para cubrir ese cargo a principios de diciembre de 1975. Ángel Federico Robledo ocupó dicha embajada,

pero sólo por dos días, el 7 y 8 de agosto de 1975, pues se vio obligado a abandonarla, convocado por el gobierno para integrar el

nuevo gabinete ministerial conformado el 11 de agosto”. Ver nota al pie número 20 en CISNEROS, Andrés; ESCUDÉ, Carlos.

op. cit. Tomo XIV, Las relaciones políticas, 1966-1989, Capítulo 67 – Los gobiernos peronistas (1973-1976) Las relaciones con

Brasil. 203 Energia Nuclear. Cooperação entre o Brasil e a R.F.A., 9 jun 1975. Arquivo Antônio Azeredo da Silveira/CPDOC. 1974.08.15.

79

Según el funcionario alemán, Osorio le expresó que “el gobierno argentino considera que

para el equilibrio político del ´Cono Sur´ era indispensable mantener un desequilibrio tecnológico

en el campo nuclear entre el Brasil y la Argentina”204

, y seguidamente remarcó que “si el Brasil

llegara a tener una bomba atómica, la Argentina precisaría tenerla cinco minutos antes”205

.

El funcionario alemán, por su parte, le expresó al diplomático argentino que “no era

intención de su gobierno favorecer cualquier rivalidad regional [dado que] su país tenía

históricamente plena consciencia de las consecuencias de esas rivalidades”206

. Finalmente, le

garantizó a Boatti Osorio que “el acuerdo a ser firmado con el Brasil se inscribía en el mismo

cuadro de cooperación en el campo nuclear que, de larga data, existía entre Alemania Federal y la

Argentina”207

.

Boatti Osorio abordaba la relación argentino-brasileña en función de la rivalidad

geopolítica que ambos mantenían en la región. Sólo un mes antes había iniciado la construcción

de la represa de Itaipú. En ese contexto, cualquier elemento que pudiera contribuir a un mayor

desequilibrio en la Cuenca del Plata en desmedro de Buenos Aires –como el desequilibrio en el

campo nuclear– era visto con recelo y preocupación, especialmente si ello permitiese acercar a

Brasil al artefacto nuclear. Era de esperarse, entonces, que San Martín recibiera negativamente

toda iniciativa que incida en aumentar aún más la influencia brasileña en la región.

Otra reacción que merece destacarse es la del Guglialmelli, que a propósito de la firma del

acuerdo había publicado un trabajo titulado ¿Y si Brasil fabrica la bomba atómica? En él, el

estratega argentino concluía que el Brasil había adoptado la decisión de ir en dirección del

artefacto nuclear, aunque “poco se sabe sin embargo de la oportunidad. Es decir, cuándo se

iniciarán las tareas para elaborarlo, proceso de fabricación que demandaría ocho años o menos,

como consecuencia del Acuerdo”208

.

204 Ibídem. El documento dice, en su idioma original: “o governo argentino considera que para o equilíbrio político do ´Cono Sur´

era indispensável manter um desequilíbrio tecnológico no campo nuclear entre o Brasil e a Argentina”. 205 Ibídem. En su idioma original: “Se o Brasil vier a ter uma bomba atomica a Argentina precisaria te-la cinco minutos antes”. 206 Ibídem. “Não era intenção de seu governo favorecer qualquer rivalidade regional e que seu país tinha historicamente plena

consciencia das consequencias dessas rivalidades”. 207 Ibídem. “O acordo a ser assinado com o Brasil se inscrevia no mesmo quadro da cooperação no campo nuclear que, de longa

data, existia entre a Alemanha Federal e a Argentina”. 208 Guglialmelli, Juan E. ¿Y si Brasil fabrica la bomba atómica? Revista Estrategia, n. 34-35, 1975, p. 14.

80

Luego de indicar que la Argentina podría replicar el gesto brasileño construyendo su

propio artefacto nuclear, Guglialmelli sostenía que “sería más prudente, antes de embarcarnos en

la elaboración de nuestra bomba, que se traten de obtener seguridades efectivas y reales, las

cuales, naturalmente, tendrían que ser recíprocas”209

.

De esta manera, reiteraba lo expuesto tras la explosión india: que la Argentina y el Brasil

evitasen ir en esta dirección y lleguen a un entendimiento mutuo sobre las PNEs ante “las

implicancias que un artefacto nuclear, sorpresivamente explotado, puede tener para la Seguridad

de la Argentina, para el futuro de sus relaciones con el Brasil y para la proyección de ambos

países en el ámbito del Cono Sur y del resto de la América Latina”210

.

Fuera del cálculo geopolítico –que se engloba en una reacción “preventiva” aún sin

conocerse en detalle el alcance del tratado– no hay evidencia que las autoridades argentinas

hayan tenido una seria preocupación ante el acuerdo brasileño-alemán o que ello haya desatado

una carrera nuclear entre ambos países. Por el contrario, en los próximos años, autoridades

científicas y diplomáticas se solidarizarán con el Brasil y defenderán el acuerdo brasileño-alemán

en la medida en que éste comience a recibir presiones externas por una serie de motivos que se

explicarán en el capítulo siguiente.

2.5 La Junta Militar argentina y el nuevo paradigma hacia Brasil (1976)

El 24 de marzo de 1976 una Junta Militar presidida por Jorge R. Videla211

se constituyó

como la máxima autoridad política del país argentina tras derrocar al gobierno democrático de

María Estela de Perón.

Lejos de adoptar una actitud belicosa con sus vecinos, había un marcado interés en el

flamante gobierno argentino en aproximarse a los regímenes militares de la región212

por dos

motivos: sumar esfuerzos en la lucha contra el comunismo, y al mismo tiempo, romper con el

209 Ibídem, p. 14. 210 Ibídem, p. 14. 211 Las tres ramas de las FF.AA. que componían la Junta Militar estaban representados por Jorge R. Videla (Ejército); Emilio

Eduardo Massera (Marina) y Orlando Ramón Agosti (Fuerza Aérea) 212 Al asumir el nuevo gobierno militar argentino, en la región estaban gobernados por regímenes militares los siguientes países:

Bolivia, Brasil, Chile, Ecuador, Paraguay, Perú y Uruguay.

81

aislamiento internacional que empezarán a sufrir las dictaduras latinoamericanas por el gobierno

demócrata de los Estados Unidos y las socialdemocracias europeas213

.

Para el gobierno militar argentino era menester estrechar vínculos con dos actores

centrales del Cono Sur: el régimen de Augusto Pinochet en Chile y el del general Geisel en

Brasil. El acercamiento argentino-chileno se reflejó en la cumbre Videla-Pinochet en Santiago

que tuvo lugar en noviembre de 1976 y culminó con la firma de doce convenios, entre ellos, uno

en los usos pacíficos de la energía nuclear214

.

La intención argentina de lograr un entendimiento con Brasil similar al chileno se pudo

apreciar en la VIII Conferencia de Cancilleres de la Cuenca del Plata de diciembre de 1976 que

tuvo lugar en Brasil. En aquélla ocasión, el canciller argentino César Guzzetti aprovechó para

reunirse con el presidente Geisel y manifestarle la intención del nuevo gobierno argentino en

mejorar la relación bilateral tras los sucesivos desencuentros de los últimos años.

En el encuentro, el presidente Geisel comenzó lamentándose por el mal estado de la

relación bilateral en el pasado reciente, al decir que “ao contrário do sustentado, senão incitado,

por alguns círculos, o Brasil e a Argentina não tem porque reproduzir nos dias de hoje, tão

diferentes dos de antanho, uma rivalidade que só pode ter ocorrido ao tempo do domínio

português e espanhol [...] que não encontra hoje qualquer justificação”215

.

A ello, el canciller argentino replicó que

su gobierno tenía conciencia de la situación incómoda de las relaciones argentino-brasileñas en los

últimos tiempos, y justamente por no conformarse con ese estado de cosas, él había sido instruido,

con la mayor convicción de la oportunidad de retomar un diálogo franco y fluido con el Brasil, de

manifestar al gobierno brasileño su vivo deseo de que se inicie [una] nueva fase de proficuos

entendimientos entre los dos países216.

213 Ver CISNEROS, Andrés; ESCUDÉ, Carlos. op. cit. Tomo XIV: Las relaciones políticas, 1966-1989. Capítulo 68, El régimen

militar (1976-1983). Las relaciones con América Latina. 214 El potencial conflicto en torno al Beagle que luego deteriorará seriamente la relación bilateral había sido postergado en los

términos negociados por la Argentina y Chile en 1971. El fallo se conocería recién en mayo de 1977. 215 Informação sobre a audiência concedida pelo Senhor Presidente da Republica ao Chanceler argentino, 10 dic 1976. Arquivo

Antônio Azeredo da Silveira/CPDOC. 1974.03.26. 216 Ibidem. En el idioma original se lee: “seu governo tinha consciência da situação incomoda das relações argentino-brasileiras

nos últimos tempos, e justamente por não se conformar com esse estado de coisas, o tinha instruído, com a maior convicção da

oportunidade de retomar um diálogo franco e fluido com o Brasil, de manifestar ao Governo brasileiro seu vivo desejo de que se

inicie nova fase de profícuos entendimentos entre os dois países”.

82

Luego, Guzzetti manifestó el interés argentino su país en restablecer en “alto nivel” las

relaciones entre ambos gobiernos, y le entregó a Geisel una carta personal de Videla en la que

expresaba su deseo de resolver conjuntamente “los problemas y las necesidades del desarrollo

[...] en el marco de la amistad, la solidaridad y la cooperación”217

, a lo que el mandatario

brasileño reciprocó expresándose de una forma similar, recordando la “firme e contínua amizade

que nos une, ao mesmo tempo que nossa convicção em um futuro tão cheio de perspectivas,

alicerçado como está em um passado de união e confirmado em um presente de realizações

comuns”218

.

Empero, la cuestión Itaipú era un importante escollo en la relación bilateral que estaba

lejos de resolverse, ante la intransigencia de la posición de ambos gobiernos en el asunto. Para el

Brasil, la represa bilateral con Paraguay era un hecho consumado y no había razón alguna para

someterla al escrutinio de Buenos Aires, mientras que para la Argentina, ello era inaceptable,

alegando que no sólo comprometía potenciales proyectos hidroeléctricos sobre el río Paraná, sino

que también presentaba una amenaza a su seguridad.

2.5.1 La cuestión hidroeléctrica: Corpus y la designación de Camilión

A modo de obligar a Brasilia a negociar con Buenos Aires en torno a Itaipú, la junta

argentina adoptó dos decisiones fundamentales: reflotar el proyecto de la represa de Corpus y

designar a Oscar Camilión –un experimentado negociador político y hombre familiarizado con

los pormenores de la política brasileña– al frente de la Embajada argentina en Brasil.

El motivo del proyecto Corpus obedecía al escaso éxito que tuvo su estrategia anterior de

apelar a su principio de la consulta previa en foros internacionales, donde obtuvo conquistas

diplomáticas, pero no logró modificar el avance brasileño en la Cuenca del Plata. Al ser una

represa que, al igual que Itaipú, tenía como objeto aprovechar las aguas del río Paraná, la

consecuente interdependencia que generaba con la represa brasileña constituía para la Junta

217 Carta de Videla a Geisel, 3-dic-1976. Arquivo Antônio Azeredo da Silveira/CPDOC. 1974.10.25. 218 Mensagem do Presidente Ernesto Geisel ao Presidente Jorge Rafael Videla. Arquivo Antônio Azeredo da Silveira/CPDOC.

1974.10.25.

83

argentina la mejor estrategia para sentar a Brasil en la mesa de negociaciones219

. En

consecuencia, la negociación ahora consistía en compatibilizar ambos proyectos.

La designación de Camilión cumplió un rol crucial en la nueva estrategia de la Junta hacia

el Brasil, ya que tendrá un papel clave en la búsqueda de una solución que acerque a ambas

partes. El flamante embajador había sido uno de los artífices de los Acuerdos de Uruguayana

durante el gobierno de Arturo Frondizi (1958-1962) y posteriormente había acompañado la

relación argentino-brasileña con su perspectiva desarrollista a través de una serie de

publicaciones en el influyente periódico Clarín, de quien ejerció el cargo de jefe de redacción

entre 1965 y 1972. En sus artículos, Camilión defendía el proyecto Corpus, considerándolo la

mejor estrategia argentina frente al avance brasileño sobre la Cuenca del Plata.

Camilión recordará posteriormente en sus memorias cuál era el mandato que debía

cumplir en su estadía en Brasilia:

El embajador argentino en Brasil, que tenía como objetivo específico resolver el tema Itaipú-

Corpus, tenía que explorar en un territorio en el que, sin la creación de un ambiente favorable a la

buena relación bilateral, era muy difícil tratar el punto. Al mismo tiempo, resultaba ineficaz

avanzar en terrenos diversos de la relación bilateral, por ejemplo cooperación nuclear, cooperación

espacial, en la industria aeronáutica, o en políticas comunes en el área comercial, etc., haciendo

una estrategia de aproximación indirecta. Pero lo que sí era imprescindible era la demostración de

que a Brasil le convenía la buena relación con la Argentina y a la inversa, que un compromiso que

permitiera salvarle a todo el mundo los intereses mínimos representaba el punto de partida de una

alianza bilateral de gran peso en el futuro220.

La designación de Camilión, sin embargo, no cayó bien en Brasilia. Luego de analizar la

trayectoria del candidato argentino, en una nota a Geisel, el canciller brasileño, Azeredo da

Silveira, le advirtió al presidente brasileño que

A decisão do Governo argentino parece especificamente uma última tentativa de resolver segundo

os interesses argentinos, uma das questões que, em um contexto eminentemente emocional,

alimentado pela imprensa do país vizinho, passou a constituir um dos temas mais delicados da

diplomacia argentina, o da compatibilização de Itaipu e Corpus´, a que já aludia Camilión em

1973, e que, na prática, pressuporia modificação da cota já estabelecida para o aproveitamento

hidrelétrico brasileiro-paraguaio de Itaipu221.

219 El impasse que ahora deberá ser resuelto se centrará en torno a dos cuestiones: la cota de Corpus y las turbinas de Itaipú. En lo

primero, la Argentina clamaba una cota de 120 metros para hacerla eficiente, mientras que Brasil sostenía que una altura superior

a los 100 metros inundaría las turbinas de Itaipú. En lo que refiere a las turbinas de Itaipú, la Argentina marcó el límite en 18, pero

el Brasil luego se decidirá por 20 –lo que le daría mayor flexibilidad a la planta– a costo de agravar aún más el conflicto. La

ecuación que había que equilibrar, entonces, era “flexibilidad por altura”. Ver LIMA, M.R.S. p. 395-405. 220 CAMILIÓN, Oscar. op. cit. p. 192. 221 Pedido de “agrément” para novo Embaixador argentino em Brasília, 1976. Arquivo Antônio Azeredo da Silveira/CPDOC.

1974.03.26.

84

Con el proyecto de Itaipú en marcha, el gobierno brasileño había adoptado una actitud

defensiva frente a las constantes embestidas provenientes de Buenos Aires –que venían

manifestándose de diversas maneras desde fines de la década del 60– y no estaba dispuesto a

realizar ninguna concesión sobre su emprendimiento hidroeléctrico en el río Paraná. Esta postura

se reflejó en la demora del otorgamiento del plácet a Camilión, como posteriormente recordará

muy bien el argentino en sus memorias222

.

2.6 La nueva búsqueda argentina de cooperación nuclear con Brasil

El programa nuclear argentino –cuyas ambiciones pueden apreciarse en las metas de

1976/1985223

– había sido fuertemente beneficiado por la lógica desarrollista que imperaba en

algunos sectores de las Fuerzas Armadas, que buscaba imitar el modelo que habían instaurado los

militares brasileños en el sector hidroeléctrico, nuclear y petrolífero224

. En el caso estrictamente

nuclear, los motivos que explican ello suelen dividirse entre la necesidad de cubrir la proyección

de la demanda energética del país como también en sus intentos de recuperar el peso geopolítico

en la región225

.

Si bien el renovado impulso del programa nuclear argentino por el nuevo gobierno militar

no puede ignorarse en el delicado contexto de las negociaciones de la Cuenca del Plata226

, las

considerables inversiones que gozará el programa nuclear argentino por la Junta no suponían en

absoluto un cambio significativo respecto los esfuerzos históricos que venían realizándose por

gobiernos anteriores, expresando, por el contrario, la continuidad de los esfuerzos en su objetivo

central de lograr autonomía en este campo227

.

222 Camilión dirá “Yo creí que mi designación en Brasil iba a causar buena impresión en Brasilia, sin embargo empecé a

sospechar que había algunas dudas en el ambiente cuando el otorgamiento del plácet demoró bastantes días más de lo esperado.

Es decir, Itamaraty no dio ninguna señal de especial agrado a través del mecanismo bien conocido de demorar el plácet, no de

manera que resultara inaceptable, pero como para decir ´lo vamos a observar.” Ver CAMILIÓN, Oscar. op. cit. p. 194. 223 En agosto de 1975 por una resolución del Ministerio de Defensa No. 987 se instituyó una Comisión Especial con

representantes de las FF.AA. y la CNEA encargada de elaborar un proyecto de política nuclear nacional. La conclusión del

informe prevé un programa nuclear argentino 1976/1985, con la construcción de cuatro usinas, una planta piloto de agua pesada

para 1976/80 y un laboratorio de reprocesamiento hacia 1977. AMRECIC, Caja AH0142, Carpeta secreta CNEA. 224 Ver CISNEROS, Andrés; ESCUDÉ, Carlos. op. cit. Tomo XIV: Las relaciones políticas, 1966-1989. Capítulo 68, El régimen

militar (1976-1983). Las relaciones con Brasil. 225 Ver HURTADO DE MENDOZA, Diego. 2009. Periferia y fronteras tecnológicas… p. 33-34. 226 Cisneros y Escudé señalan, por ejemplo, que “el importante status que logró la Argentina en [en ámbito nuclear] a nivel

regional fue un elemento adicional de presión para que las autoridades de Brasilia se decidieran en favor de la negociación [de

Corpus-Itaipú].” Ver CISNEROS, Andrés; ESCUDÉ, Carlos. Ibídem. 227 Ver HURTADO DE MENDOZA, Diego. op. cit. p. 28.

85

En el campo bilateral nuclear, el flamante presidente de la CNEA, Carlos Castro Madero,

dará continuidad a la histórica postura del sector científico argentino en pos de lograr un

entendimiento nuclear con Brasil. Como recuerda posteriormente en su libro que escribió junto al

embajador Takacs

Castro Madero [...] adoptó una decisión trascendente en la política nuclear argentina: acercar a los

dos países. El desarrollo nuclear, que engloba un cúmulo de actividades complejas, tanto técnicas

como industriales, ofrecía un campo sumamente vasto para iniciar una nueva relación. En el

aspecto político ofrecía un nuevo horizonte en las políticas comunes referidas a las garantías del

uso pacífico de la energía nuclear, lo que implicaba la creación de un clima de confianza entre el

Brasil y la Argentina. Este clima tendría proyección hacia América latina228.

Para ambos países, un acuerdo nuclear no sólo ayudaría a distender la tensa relación

argentino-brasileña en la Cuenca del Plata, sino que también se mostraba como un instrumento

necesario para desmentir las acusaciones que indicaban que ambos países se encontraban en una

carrera de armas nucleares, y al mismo tiempo, reforzaría su postura conjunta contraria al TNP,

en un contexto en que el costo de mantenerse al margen del régimen de no proliferación global y

apostar por un ciclo de combustible nuclear autónomo era cada vez mayor229

.

La primera tentativa del sector científico argentino en este sentido ocurrió en la XXXI

Conferencia del OIEA en Río de Janeiro, ocasión en que los delegados argentinos –entre quienes

estaba Castro Madero– sugirieron un acuerdo brasileño-argentino a modo de “disipar dudas”

respecto una competencia nuclear entre ambos países230

. Ello provocó una reunión en el

Ministerio de Relaciones Exteriores brasileño que evaluó –con la presencia de representantes del

Ministerio de Minas y Energía y el CSN– la actitud argentina.

Aún existiendo posiciones divergentes sobre el carácter oportuno de un acuerdo nuclear

con Buenos Aires, en Itamaraty prevaleció una postura reticente fundamentada en el parecer de

Geisel de no avanzar en este campo hasta que no se resuelvan los contenciosos pendientes –en

una clara referencia a Corpus-Itaipú– y a su vez consideraron que debía analizarse detalladamente

228 Castro Madero, Carlos y Takacs, Esteban A. op. cit. p. 231. 229 Cisneros y Escudé señalan, por ejemplo, que “Vale recordar que ambos países sufrieron en esta etapa fuertes presiones

externas para desactivar sus respectivos planes nucleares, de modo que los sectores militares y la misma diplomacia brasileños

percibieron que la cooperación con la Argentina podía ser una forma de no renunciar al desarrollo nuclear e hidroeléctrico.” Ver

CISNEROS, Andrés; ESCUDÉ, Carlos. op. cit. Tomo XIV: Las relaciones políticas, 1966-1989. Capítulo 68, El régimen militar

(1976-1983). Las relaciones con Brasil. 230 Nota à reunião no MRE, 24-nov-1976, Paulo Nogueira Batista/CPDOC. 1974.07.01.

86

los beneficios que una cooperación con Buenos Aires traería al acuerdo germano-brasileño que

estaba en sus fases iniciales231

.

El ministro Ueki –a cargo de la cartera de Minas y Energía y fuertemente vinculado con el

proyecto de Itaipú– a su vez, dejó explícito que

o Ministério de Minas e Energia não patrocinava qualquer acordo nuclear com a Argentina e no

máximo favorecia que se ouvisse uma proposta de iniciativa argentina. O Ministério de Minas e

Energia [pronuncia-se] contra qualquer viagem do presidente da CNEN a Buenos Aires e vice-

versa232.

Percibiendo correctamente que la tensa disputa en torno a Corpus-Itaipú afectaba las

posibilidades de avanzar en negociaciones nucleares, entre fines de noviembre e inicios de

diciembre de 1976, Castro Madero utilizó la prensa para manifestar nuevamente el interés

argentino. Dijo el almirante que

No parece lógico que el esfuerzo paralelo de Argentina y Brasil para desarrollar su potencial

nuclear esté sometida a determinantes regionales […] por el contrario, es indispensable la

cooperación argentino-brasileña [que contribuirá al] beneficio mutuo y en el resto de los países

latinoamericanos. En esta línea, se incluye la necesidad de un acuerdo binacional233.

Las embestidas de la CNEA en pos de un entendimiento nuclear con Brasil fueron

reforzadas por el sector diplomático. Durante el VIII Encuentro de Cancilleres de la Cuenca del

Plata en Brasilia de diciembre de 1976, el canciller argentino –el almirante César A. Guzzetti–

expresó la voluntad argentina en solucionar el conflicto de Itaipú, y luego resaltó el interés en

concretar un acuerdo de cooperación nuclear con Brasil, revelando que ya se estaban

231 El embajador Castro Neves recuerda que “dentro do próprio Itamaraty havia visões discrepantes entre a área econômica, na

qual estava inserida a Divisão de Energia e Recursos Minerais, onde eu trabalhava, e a área política, que era a área do

Departamento das Américas. A nossa posição na área econômica era de que a existência de acordos de cooperação em campos

sensíveis com a Argentina, como seria a cooperação nuclear, serviria para diluir a importância relativa do contencioso principal

que era o contencioso de Itaipu. Então seria um contencioso, mas em um universo de muitas áreas de cooperação. Já a posição do

Departamento das Américas era um pouco ao contrário: ´não, vamos primeiro resolver o contencioso essencial para depois partir

para outras áreas´”. A ello, Camilión dijo que “Es absolutamente cierto que el departamento Américas de Itamaraty y su jefe, el

embajador Pereira de Araújo, estaba convencido de que hasta no se resolviera el problema de Itaipu, no se podía avanzar en otras

cosas”. Entrevista colectiva con los autores, 21/3/2012. 232 Nota à reunião no MRE, 24-nov-1976, Paulo Nogueira Batista/CPDOC. 1974.07.01. 233 Ver Argentina quer cooperar no setor atômico, 1-dic-1976, O Estado de São Paulo. El original lee ““Não parece lógico que o

esforço paralelo da Argentina e Brasil para o desenvolvimento do seu potencial nuclear fique submetido a determinações

regionais [...] ao contrário, é indispensável a cooperação argentino-brasileira em benefício recíproco e no do restante dos países

latino-americanos. Nessa linha, inclui-se a necessidade de um acordo nuclear binacional”.

87

manteniendo los “contactos adecuados” para ello234

. Si bien no hay evidencia documentada de

dichas conversaciones, la Cancillería argentina manifestará en varias ocasiones su intención en

cooperar con Brasil en el campo nuclear, hecho que se vio reflejado en los medios brasileños235

.

Posteriormente, el 21 de marzo de 1977 el embajador argentino en Brasil, Oscar

Camilión, convidó a un almuerzo en la Embajada al vicejefe del Estado Mayor de las Fuerzas

Armadas, el almirante Aranda, para conversar sobre la relación bilateral. En aquélla ocasión,

Camilión buscó bajar el tono sobre la cuestión de Corpus-Itaipú, y le manifestó que su país está

“inteiramente solidário com o Brasil e deseja estreitar mais ainda os laços de amizade e

cooperação [entre os dois países]”236

, señalándole la intención de Videla de visitar el Brasil.

Seguidamente, Camilión le sugirió a su interlocutor que Buenos Aires y Brasilia

alcanzasen un entendimiento en el campo nuclear, resaltando que

seria, segundo o Embaixador [argentino], o momento de uma declaração conjunta dos nossos dois

países sobre o problema nuclear, o que viria a fortalecer mais ainda a posição de ambos, pois

desmancharia qualquer insinuação a respeito da fabricação da bomba237.

A pesar de los distintos –y descentralizados– esfuerzos argentinos en avanzar en un

entendimiento nuclear con Brasil, los mismos no encontrarán eco en la administración Geisel,

quien subordinó la cooperación en varias áreas a la solución satisfactoria de la cuestión Itaipú.

2.7 Consideraciones finales

El presente capítulo tuvo por objetivo explorar el impacto de tres episodios sobre la

relación nuclear argentino-brasileña: la explosión india y el cambio de reglas de los exportadores

nucleares; el acuerdo germano-brasileño y el nuevo paradigma de la Junta Militar argentina,

reparando siempre en el marco de la relación bilateral, signada por la creciente rivalidad

geopolítica, cuyo ápice está en la decisión brasileña de construir la represa de Itaipú.

234 Ver Azeredo Frisa Entendimento, 10-dic-1976, Folha de São Paulo y Brasil e Argentina podem se entender sobre Itaipu, 9-

dic-1976, Folha de São Paulo. 235 Ver A Argentina admite colaborar com Brasil, 10-feb-1977, Folha de São Paulo. 236 Carta para o Secretário Geral do Conselho de Segurança Nacional, Hugo Abreu, sobre uma conversa entre o Vice-Chefe do

Estado Maior das Forças Armadas, Almirante José Calvente Aranda, e o Embaixador da Argentina, Oscar Camilión, 22-mar-

1977, confidencial. Arquivo Ernesto Geisel/CPDOC. 1974.03.25/1. 237 Ibídem.

88

La explosión india y la revisión de la política de exportaciones nucleares presentaron un

nuevo estímulo para que la Argentina y el Brasil buscasen una fórmula de cooperación en el

campo nuclear por dos motivos. Primero, el renovado ajuste del régimen de no proliferación

nuclear y el comienzo de la modificación de la política de exportaciones por parte de proveedores

nucleares –que al corto plazo afectó singularmente a la Argentina como consecuencia de su

vínculo nuclear con Canadá– no sólo afectará de manera sensible a receptores nucleares con un

programa nuclear en vías de desarrollo, sino que también comenzarán a difundirse versiones de

que países como la Argentina y el Brasil están detrás de la bomba, especialmente al ser países

fuera del TNP, como la India. En este sentido, un acuerdo nuclear argentino-brasileño les

permitiría contrarrestar las acusaciones de terceros respecto una supuesta carrera nuclear fruto de

una dinámica de rivalidad regional, y a su vez, permitiría a ambas partes preservar su postura

crítica hacia al TNP.

A su vez, la explosión india presentó un incentivo para que ambos estableciesen un

entendimiento bilateral en torno a la cuestión de las PNEs. La explosión india –calificada de

pacífica por Nueva Delhi– plantea, de alguna manera, éste problema. Tanto en la Argentina como

en el Brasil existía éste interrogante sobre las actividades nucleares del vecino. El canciller

brasileño consideraba que Buenos Aires había dado pruebas sobradas de su interés en ir en

dirección del artefacto, mientras que paradójicamente, ciertos círculos de opinión en Argentina

percibían lo contrario: que el Brasil ya había adoptado la decisión de ir en dirección del artefacto,

como expresa el pensamiento de Guglialmelli o la estimación realizada por la Marina a fines de

la década del 60. En este caso, había un incentivo para establecer un sistema de garantías mutuas

respecto las PNEs.

En suma, ya se vislumbra en la década del 70 la posibilidad –y paulatina necesidad– de un

entendimiento que contribuyera a dirimir la desconfianza mutua así como neutralizar las

acusaciones de terceros países respecto una supuesta carrera nuclear argentino-brasileña por la

bomba, manteniéndose fuera del TNP. Estos serán precisamente los dos argumentos que el

Consejo de Seguridad brasileño presenta a favor de un acuerdo nuclear con Buenos Aires.

89

Sin embargo, quien veta la posibilidad de ir en dicha dirección es el propio presidente

brasileño, alegando que primero deben resolverse los contenciosos bilaterales. Se refería a la

fuerte ofensiva argentina sobre los proyectos hidroeléctricos brasileños en el río Paraná,

específicamente, el de Itaipú. La actitud brasileña, en este sentido, es igual a la adoptada por la

argentina ante la iniciativa brasileña de establecer un acuerdo de cooperación nuclear: primero

deben presentarse las condiciones necesarias en el campo bilateral para avanzar en otros

entendimientos. También es cierto que en el campo nuclear, los esfuerzos brasileños estaban

centrados en su vínculo con Alemania, no existiendo el interés manifiesto durante el gobierno

Costa e Silva de buscar entendimientos con socios regionales en ésta cuestión.

En lo que respecta al tratado nuclear germano-brasileño, si bien no puede ignorarse la

dimensión de competencia que existía en el sector nuclear con la Argentina como en otros

ámbitos dentro de su histórica rivalidad por influencia y prestigio en la región –provocando el

recelo, incluso, de unos sectores de la Cancillería argentina– hay una serie de cuestiones que

merecen abordarse. La primera está en señalar que el gobierno brasileño tiene fundamentos

concretos en sellar tal acuerdo luego de que su principal socio nuclear –los EE.UU.– se haya

mostrado poco fiable tras el repentino corte del suministro de uranio enriquecido de 1974. La

segunda está en las proyecciones de la demanda energética a futuro, donde el gobierno brasileño

requería una nueva fuente de energía para acompañar el crecimiento brasileño, evaluándose la

energía nuclear como la hidroeléctrica como combustibles alternativos al fósil, y la tercera, está

en la creciente búsqueda de influencia brasileña por la elite gobernante, donde lo nuclear

constituía un ineludible factor de influencia en el proyecto de “Brasil Potencia”.

Finalmente, no puede omitirse el paradigma de la flamante Junta Militar argentina en la

búsqueda de resolver los contenciosos pendientes con Brasil, donde no pasa desapercibido el

fuerte impulso del programa nuclear argentino. Es difícil medir en qué punto obedece al acuerdo

germano-brasileño; ciertamente no puede ignorarse el interés de los sectores desarrollistas

argentinos en buscar emular al modelo brasileño, como queda demostrado en su intención de

construir la represa de Corpus. Empero, la política nuclear argentina se mantendrá fiel a sus

lineamientos históricos: la búsqueda del ciclo de combustible nuclear y reducir su dependencia

respecto los proveedores nucleares.

90

LA OFENSIVA CARTER Y LA RESPUESTA AISLADA

(1977-1979)

En un contexto en que los gobiernos militares de la Argentina y Brasil invierten

fuertemente en sus sectores nucleares en aras de alcanzar autonomía en este sector, la relación de

ambos países con los EE.UU. en el campo nuclear sufrirá una abrupta modificación con el arribo

de Jimmy Carter a la Casa Blanca el 20 de enero de 1977. La política del nuevo gobierno

demócrata en materia nuclear –junto a su preocupación por las violaciones de los derechos

humanos en la región– traerá consigo todos los ingredientes necesarios para abrir un frente de

batalla con Brasilia y Buenos Aires.

De alguna manera, los ajustes de Carter en la política nuclear norteamericana siguieron el

camino que ya había emprendido el gobierno republicano de Gerald Ford como consecuencia de

la explosión nuclear india de 1974238

. Su predecesor incluso había anunciado que los acuerdos

comerciales con otros países serían subordinados a su compromiso con la no proliferación

nuclear239

.

Sin embargo, será la administración Carter quien llevará la cuestión de la no proliferación

a un nivel hasta entonces inédito. Con el fin de honrar las promesas de campaña, en abril de 1977

el presidente norteamericano presentó los lineamientos de la política nuclear de su gobierno,

ocasión en la que anunció el aplazamiento indefinido del reprocesamiento y reciclado de plutonio

producido en los EE.UU. y a su vez indicó que patrocinaría un estudio más detallado sobre el

ciclo de combustible nuclear con el fin de reemplazar tecnologías consideradas proliferantes,

como el reprocesamiento y enriquecimiento de uranio.

238 La respuesta del gobierno Ford al ensayo nuclear indio ya había comenzado a articularse en las negociaciones con proveedores

nucleares a fin de unificar criterios de exportación de tecnología, material y equipamiento nuclear. También había cuestionado al

reprocesamiento como un elemento indispensable para el ciclo de combustible nuclear. Ver LIMA, M.R.S. op. cit. 161-164. 239 Ford ya había establecido los nuevos lineamientos de la política nuclear norteamericana en su declaración del 28 de octubre de

1976, en la que los acuerdos comerciales en materia nuclear serían subordinados a una lógica de sus implicancias en materia de

proliferación. Ver BRENNER, Michael J. Nuclear Power and Non-Proliferation. New York: Cambridge University Press. 1981,

p. 116-117.

91

Esto último se implementó en la creación de un foro denominado International Nuclear

Fuel Cycle Evaluation (INFCE), constituido en octubre de 1977 y compuesto por expertos en

asuntos nucleares provenientes de 46 países. El propósito del INFCE consistía en concientizar al

mundo sobre el vínculo existente entre un programa nuclear civil y su potencial en materia de

proliferación de armas nucleares, abogando, a su vez, por una moratoria de reprocesamiento hasta

que se realicen más estudios respecto su indispensabilidad en el ciclo de combustible nuclear240

.

Consciente de la necesidad de una acción hacia países proveedores como receptores de

tecnología y material nuclear para lograr sus objetivos, el gobierno Carter buscará por distintas

vías frustrar transferencias nucleares que comprendían tecnologías consideradas proliferantes por

Washington. En el caso argentino-brasileño –países que estaban detrás del reprocesamiento y

enriquecimiento de uranio, piezas centrales en lograr autonomía en el ciclo de combustible

nuclear– el gobierno Carter ensayará una serie de fórmulas que oscilarán entre propuestas

seductoras y una diplomacia agresiva dirigida hacia todos los actores involucrados en las

transferencias nucleares, tanto proveedores como receptores.

3.1 La presión norteamericana sobre el acuerdo brasileño-alemán

Antes del arribo de Carter a la presidencia norteamericana, el paradigma de la política

exterior norteamericana era regido por la Doctrina Nixon. Articulada por el Secretario de Estado

Henry Kissinger, la misma consistía en priorizar la relación de EE.UU. con países llave (key

countries) que pudieran servir a los intereses norteamericanos en distintas regiones del globo,

subordinando, incluso, la cuestión nuclear a ello241

. En América del Sur, éste espacio era ocupado

por un Brasil ávido de reconocimiento de su nueva situación global242

. Ello se materializó en el

Memorándum de Entendimiento rubricado por los cancilleres Kissinger y Azeredo da Silveira el

21 de febrero de 1976, que establecía un privilegiado canal de diálogo sobre asuntos globales,

regionales y bilaterales entre ambos países243

.

240 BRENNER, Michael. op. cit. p. 136-137. Para C. Madero y Takacs el objeto del INFCE era “lograr un consenso internacional

sobre la inutilidad o inoportunidad del reprocesamiento”. CASTRO MADERO, Carlos; TAKACS, Esteban A. op. cit. p. 43. 241 El paradigma Nixon-Kissinger en lo nuclear no era nocivo a las ambiciones nucleares de otros Estados, y de hecho, había sido

crítico al TNP como obstáculo de ello. Ver PATTI, Carlo. op. cit. p. 88-93. 242 VIZENTINI, Paulo F. A política externa do regime militar brasileiro: multilaterização, desenvolvimento e construção de uma

potência média (1964-1985). 2ª Ed. Porto Alegre: UFRGS, 2004, p. 221. 243 SPEKTOR, Matias. Kissinger e o Brasil. 1a ed. Rio de Janeiro: Zahar, 2009, p. 139-140.

92

En este contexto, mientras se desarrollaban negociaciones tripartitas entre el Brasil,

Alemania Occidental y el OIEA para viabilizar el acuerdo nuclear brasileño-alemán con las

salvaguardias correspondientes, la postura norteamericana –fundamental para Brasilia y Bonn– se

expresó en términos favorables al mismo. Kissinger cumplió la promesa que le había dado

personalmente al presidente Geisel en su visita a Brasil, quien le garantizó que impartiría

instrucciones a la delegación norteamericana en Viena para que apoyase, sin reservas, el acuerdo

que estaba negociándose allí244

.

Si bien el acuerdo germano-brasileño incluía la transferencia de tecnologías sensibles –

con un potencial proliferante–, para la administración Ford la firma del acuerdo tripartito del 26

de febrero de 1976 para la aplicación de un régimen de salvaguardias consideradas más rígidas

que aquellas previstas en el TNP presentaban un escenario satisfactorio para Washington245

.

A diferencia de Ford, Carter tenía otra visión sobre cuál debería ser el abordaje

norteamericano hacia las aspiraciones nucleares de un país que estaba fuera del TNP y en vías de

recibir tecnologías con implicancias en el campo de la proliferación. Su pensamiento ya había

sido expresado durante su campaña presidencial, habiendo tachado al gobierno brasileño como

una “dictadura militar altamente represiva” y al mismo tiempo, descalificando el Memorándum

Kissinger-Silveira ante la “carencia de una identidad de valores comunes” entre ambos países246

.

El acuerdo germano-brasileño no fue ignorado por Carter. En un discurso ante la ONU en

mayo de 1976, el candidato presidencial del partido demócrata sostuvo que era esencial detener la

transferencia de plantas de enriquecimiento y reprocesamiento, y llamó, a su vez, a una

“moratoria voluntaria” por parte de proveedores nucleares sobre la venta de dichas tecnologías,

política que debía alcanzar también a los acuerdos ya negociados entre proveedores y receptores

nucleares, citando el caso de Brasil y Pakistán247

.

244 Ibidem. p. 138-139. Spektor cuenta que había una resistencia en sectores norteamericanos frente al acuerdo brasileño-alemán,

expresadas por el asesor del Consejo Nacional de Seguridad, Brent Scowcroft, y el asesor de Kissinger responsable por la cuestión

nuclear en el Departamento de Estado, Joseph Sisco, siendo el rol de Kissinger, entonces, crucial. 245 LIMA, M.R.S. op. cit. p. 165-166. 246 Ibidem. p. 153-155. 247 BRENNER, Michael J. op. cit. p. 117-118. Ver también Carter teme bomba A brasileira, 14-may-1976, Folha de São Paulo.

93

De este modo, el acuerdo firmado entre Bonn y Brasilia se constituirá en uno de los

principales obstáculos en la política norteamericana del gobierno demócrata en evitar la

diseminación de tecnologías proliferantes en el ciclo de combustible nuclear. Para ello, la

flamante administración norteamericana lanzó una dura ofensiva que incluirá negociaciones

directas con Brasil, Alemania, e inclusive, Buenos Aires con tal de obstruir el mismo.

El primer indicio de las nuevas ideas que rondaban en Washington respecto cómo lidiar

con Brasil se hizo público en la entrevista exclusiva que el flamante Subsecretario de Estado

asistente para asuntos de Seguridad, Ciencia y Tecnología, Joseph Nye Jr., otorgó al periódico

brasileño O Estado de São Paulo el 23 de enero de 1977. En ella, Nye propuso que el Brasil

desistiera de la tecnología del enriquecimiento de uranio a cambio del compromiso

norteamericano de abastecer los reactores brasileños. Luego aseveró que “a idéia é mostrar ao

governo brasileiro que o que desejamos para o Brasil é, a longo prazo, o mesmo que queremos

para os Estados Unidos, ou seja: a eliminação da capacidade de fazer armas nucleares”248

. En la

visión de Nye, la búsqueda brasileña del ciclo de combustible nuclear contribuía al riesgo de la

proliferación de armas nucleares, y consecuentemente, a un mundo más peligroso249

.

La iniciativa de Nye –que debió ser descalificada por el propio Departamento de Estado

norteamericano– no sólo mostró la inexperiencia del nuevo equipo en la Casa Blanca en cómo

lidiar con Brasil, sino que también contribuyó a aglutinar un frente común brasileño que unió al

estamento científico con el gubernamental luego de una historia marcada por desencuentros250

.

A la par que ello sucedía, Walter Mondale –el vicepresidente de los Estados Unidos– se

dirigía a Alemania Occidental para mantener un encuentro con el canciller Helmut Schmidt, a

quien le expresó la oposición de la flamante administración norteamericana al contrato germano-

248 Em vez de usinas, urânio, 23-ene-1977, O Estado de São Paulo. Para ver la lectura argentina de ello, ver AMRECIC, Caja

Brasil, Las presiones contra el acuerdo nuclear, 25-ene-1977, AH0065. 249 Ibídem. Dice Nye: “O problema é que praticamente todos os países querem ter armas nucleares porque pensam que serão mais

poderosos com elas [...] irão, por exemplo, dizer: Bem, se o Brasil tem capacidade de fabricar armas nucleares, então nós também

vamos ter. E assim a coisa se espalha, primeiro um, depois o outro [...] alguns destes países tendem a se tornar muito instáveis

politicamente”. 250 Wrobel dice que en este momento la comunidad científica brasileña, tradicionalmente crítica a la política nuclear por su

exclusión en las decisiones más relevantes, comienza a modificar su postura y a defender el acuerdo con Alemania. Ver

WROBEL, Paulo S. op. cit. p. 136.

94

brasileño fundamentalmente en lo que decía respecto a la transferencia de enriquecimiento y

reprocesamiento. La presión norteamericana resultó en una victoria pírrica para el gobierno

Carter: el gobierno de Bonn anunció en junio de aquél año su decisión en no exportar más

tecnologías sensibles, acoplándose a la política que Washington quería para los proveedores

nucleares. No obstante, sostuvo que la misma no se aplicaría retroactivamente, blindando, así, lo

que se había acordado con el gobierno brasileño.

Este encuentro fue recibido con aprensión en Itamaraty, quien se vio marginado de una

discusión sobre un asunto que lo involucraba directamente. Para la cancillería brasileña, la actitud

norteamericana se encontraba lejos del espíritu del memorándum Kissinger-Silveira de consultas

recíprocas establecidas hacía apenas un año. No obstante, el canciller Silveira se valdrá de esta

herramienta para buscar retomar el canal de diálogo directo con el gobierno Carter.

El gobierno norteamericano respondió positivamente a esta iniciativa, pero antes del

encuentro bilateral, el Secretario de Estado norteamericano, Cyrus Vance, propuso en su primera

entrevista colectiva que se congelase lo dispuesto en el acuerdo brasileño-alemán hasta futuras

negociaciones251

. Como si ello fuera poco, el Departamento de Estado circuló un comunicado de

prensa en el que constaba que Brasil estaba abierto a la idea de la renegociación del contrato, algo

que si bien fue desmentido, sólo contribuyó a empeorar aún más el mal clima existente entre

Brasilia y Washington252

.

En este delicado contexto, cuando a fines de febrero tuvo lugar la visita del Subsecretario

de Estado norteamericano Warren Christopher al Brasil, la misma sólo contribuyó a cristalizar el

desencuentro brasileño-norteamericano en torno a la cuestión nuclear. El embajador argentino en

Brasil, Oscar Camilión, que seguía de cerca estos hechos, recuerda en sus memorias que

Esa visita fue verdaderamente un turning point en la política regional. Christopher, en las pocas

horas que estuvo en Brasilia, descargó una ofensiva furibunda sobre la política nuclear brasileña.

Prácticamente le planteó [a las autoridades brasileñas] la necesidad de denunciar esos acuerdos en

la medida que implicaban un paso extremadamente peligroso para la proliferación nuclear a escala

internacional253.

251 Ibídem, p. 135-137. 252 SPEKTOR, Matias. op. cit. p. 159. 253 CAMILIÓN, Oscar. op. cit. p. 202.

95

Luego de la serie de embestidas norteamericana, en abril de 1977 el gobierno alemán

liberó las licencias de exportación de las tecnologías sensibles previstas en el acuerdo, lo que fue

festejado tanto en Bonn como en Brasilia como una victoria sobre la presión norteamericana254

.

3.2 La defensa argentina del programa nuclear brasileño

En una situación de creciente rivalidad en la Cuenca del Plata, y aún careciendo un

mecanismo institucionalizado en torno a la cuestión nuclear entre la Argentina y Brasil, la

reacción argentina frente a la intensa presión norteamericana consistió en una firme defensa de la

aspiración brasileña en adquirir el ciclo de combustible nuclear. La misma provino de dos

sectores: el diplomático y el científico. La acción argentina se realizó de una manera

desarticulada, un fiel reflejo de la estructura de poder de Buenos Aires255

.

Habrá una tónica compartida en los argumentos de ambos sectores: la idea de que en la

medida en que los EE.UU. presionaba al Brasil, la Argentina también sufriría las consecuencias

de ello sobre su programa nuclear. Existía, entonces, la necesidad de ambos países en aunar sus

esfuerzos en aras del objetivo común: la independencia nuclear y preservar su postura ideológica

contraria al TNP. Asimismo, en Buenos Aires existía la percepción de que el acuerdo germano-

brasileño no presentaba una amenaza de seguridad en lo inmediato hacia la Argentina.

3.2.1 La postura del sector diplomático

En el campo diplomático, el embajador argentino Camilión fue uno de los máximos

exponentes de la defensa sobre el acuerdo germano-brasileño, postura que aprovechó a difundir a

través de sus fluidos contactos con la prensa brasileña. El primer registro de ello sucedió a inicios

de febrero de 1977, quien tras su retorno de Buenos Aires a Brasilia manifestó que “la Argentina

254 WROBEL, Paulo S. op. cit. p. 139-140. Wrobel menciona que esto se materializó en la entrevista de Zbigniew Brzezinski

reproducida en el Estado de Sao Paulo el 13/5/1977. En ella admite la incapacidad de EE.UU. de frenar el acuerdo germano-

brasileño, aunque no por ello cesarán los esfuerzos norteamericanos en frenarlo. 255 A diferencia del Brasil y Chile, en la Argentina el proceso de decisión fue colegiado, no estando concentrado el poder en la

figura del presidente-dictador Jorge R. Videla. Para ver una tipología de dictaduras latinoamericanas puede consultarse la obra de

REMMER, Karen L. Military Rule in Latin America. Colorado: Westview Press, 1992.

96

sufría las mismas presiones de los Estados Unidos sobre su programa nuclear”256

y que la opinión

pública argentina “es favorable” al acuerdo germano-brasileño. Posteriormente, en un extenso

reportaje que le realizó la revista Veja, al ser indagado sobre la relación argentino-brasileña en

torno a la cuestión atómica el representante argentino recordó que “la opinión pública y muchos

portavoces oficiales de mi país apoyaron abierta y francamente el derecho del Brasil al desarrollo

nuclear independiente. Para nosotros, se trata de una cuestión de principio”257

.

Seguidamente, ahondó en la necesidad de un entendimiento argentino-brasileño en este

campo, al decir que

La posición asumida por cada uno de nosotros frente al TNP o al Tratado de Tlatelolco no es

indiferente al otro. Así, teóricamente hablando, podría haber un mutuo condicionamiento de las

políticas nucleares brasileña y argentina. De ahí la necesidad de reafirmar permanentemente los

objetivos pacíficos de ambos programas258.

Camilión percibía que en la medida en que defendía el programa nuclear brasileño,

defendía el programa argentino; además de la identidad y objetivos comunes que ambos

compartían en este campo, ambos afrontaban un común y creciente problema: las acusaciones de

estar detrás de la bomba y las restricciones provenientes de proveedores nucleares. El embajador

argentino recordará en sus memorias el impacto que produjeron sus declaraciones tanto en

Itamaraty como en Buenos Aires, en un contexto de fuerte rivalidad geopolítica en torno a los

recursos naturales compartidos, y evoca que

Itamaraty recibió con desagrado mi comentario, porque no sabían a qué apuntaba. En Buenos

Aires casi me costó el puesto: causó también en nuestro país asombro una manifestación argentina

a favor del plan nuclear brasileño, porque la Argentina creía todavía en ese momento que podía ser

el único país que desarrollara políticas nucleares en América Latina, y que Estados Unidos le iba a

permitir el monopolio nuclear en la región. Cuando los agregados militares me preguntaron por

qué había hecho esa manifestación, yo respondí exactamente esto: ´Si ustedes creen que EE.UU.

va a permitirle a la Argentina el monopolio nuclear en América Latina, son realmente ingenuos.

Nosotros estamos definiendo nuestro plan nuclear en la medida que defendemos el brasileño´. Esto

también lo dije a la opinión pública brasileña: que era muy natural que mantuviera ese planteo

porque estaba defendiendo la política nuclear argentina259.

256 Ver Argentina quer cooperar com programa brasileiro, 10-feb-1977, O Estado de São Paulo. 257 Ver Entrevista: Oscar Camilión, Edição 491, 1-feb-1978, Revista Veja. 258 Ibídem. 259 Ver CAMILIÓN, Oscar. op. cit. p. 203.

97

La misma lectura de Camilión era expresada por el embajador argentino en Canadá,

Esteban Takacs. Un cable de la embajada brasileña en Ottawa con fecha de febrero de 1977

cuenta que el representante argentino le manifestó a su contraparte brasileña que “el gobierno

argentino debería apoyar oficialmente al Brasil en la cuestión del acuerdo de cooperación nuclear

con la República Federal de Alemania, si los EE.UU. consiguieran impedir o limitar el acuerdo

alemán-brasileño, el próximo objetivo será sabotear el programa nuclear argentino”260

. La visión

de Takacs se mostraba premonitoria frente a las posteriores discusiones entre Buenos Aires y

Washington en torno a la transferencia de una planta de agua pesada.

3.2.2 La postura del sector científico

El sector científico argentino, por su parte, se mostró consistente en su histórica defensa

de un entendimiento argentino-brasileño en el campo nuclear, a lo que se sumaba un genuino

componente de empatía ante la presión que el Brasil sufría por parte de los Estados Unidos,

especialmente luego de la reciente experiencia que su programa nuclear padeció tras la explosión

india proveniente de Canadá.

En una de las reiteradas muestras de apoyo al Brasil, Castro Madero dijo, en declaraciones

de prensa en febrero de 1977 que

Si algunos quieren cerrarnos el camino [a la energía atómica], adoptaremos medidas adecuadas

para evitarlo. La Argentina está plenamente consciente de la necesidad de controlar la

proliferación nuclear, no obstante, no acepta que sirva de pretexto para mantener algunos países en

estado de dependencia. Por esa razón, manifestamos nuestra solidaridad para con el gobierno

brasileño261.

En agosto del mismo año se solidarizará nuevamente con el acuerdo brasileño-alemán y

reforzará el interés argentino en alcanzar un acuerdo de cooperación nuclear, revelando, incluso,

la existencia de “contactos técnicos”262.

260 Energia Nuclear. Acordo Brasil-RFA. Posição da Argentina, 11-feb-1975. Arquivo Antônio Azeredo da Silveira/CPDOC.

1974.08.15. En su idioma original, el documento dice: “O governo de Buenos Aires deveria apoiar oficialmente o Brasil na

questão do acordo de coop nuclear com a RFA [...] se os EUA conseguirem impedir ou limitar o acordo germano brasileiro, o

próximo objetivo será a sabotagem do programa nuclear argentino”. 261 Deputado alemão diz crer em alterações no acordo nuclear, 12-feb-1977, Folha de São Paulo. 262 Argentina quer cooperação nuclear com Brasil, 28-ago-1977, O Estado de São Paulo.

98

En el mismo sentido se expresó el prestigioso científico argentino Jorge A. Sábato, quien,

vale recordar, había integrado la comitiva de la CNEA que visitó las instalaciones nucleares

brasileñas en marzo de 1968 en vistas de cerrar un acuerdo de cooperación nuclear. En su

constante campaña a favor del desarrollo nuclear latinoamericano, decía Sábato en una

publicación de Estudios Internacionales de 1977 que

Se pretende también que el ambicioso programa brasileño debiera provocar una actitud recelosa de

la Argentina y profundizar así la supuesta rivalidad entre ambas naciones. Esto ha sido negado

enfáticamente por las autoridades argentinas; actitud que no es mera retórica diplomática sino que

tiene sólido fundamento. Si bien los planes nucleares de ambas naciones tienen diferencias

significativas, ellos persiguen el mismo objetivo: lograr capacidad autónoma de decisión en

materia nuclear, y capacidad autónoma de producción de aquellos bienes y servicios nucleares que

resulten técnica y económicamente factibles y convenientes. Durante más de 20 años ésta ha sido

la meta permanente de la política nuclear argentina y la razón de ser de sus importantes desarrollos

[...] Pero para obtener y sostener esta autonomía tecnológica nuclear –que los países centrales no

están dispuestos a aceptar de buen grado– Argentina necesita que muchos otros países, y

particularmente los de América Latina, puedan alcanzar la suya propia263.

Asimismo, Sábato veía en la actitud norteamericana la de un actor obstinado en mantener

reducido el selecto club de proveedores nucleares, motivado por una lógica comercial y no tanto

vinculada con la de no proliferación. Luego de desvincular el acuerdo germano-brasileño con los

riesgos de la proliferación nuclear, apoyándose en argumentos políticos y técnicos, decía Sábato

Si todo esto es cierto, como lo es, y si EE.UU. lo sabe, como sin duda lo sabe, habrá que sospechar

que su oposición no obedece al temor de la proliferación nuclear sino a causas de otra naturaleza

como podría ser su interés en establecer en forma definitiva el cartel nuclear que hace ya casi dos

años comenzara a organizarse en el llamado Club de Londres […] con el objetivo de ejercer el más

severo control sobre la tecnología nuclear en todo el planeta, regulando estrictamente la

producción y el comercio de bienes y servicios nucleares no sólo para hipotéticos fines bélicos

sino fundamentalmente para concretas y pacíficas aplicaciones comerciales264.

Sábato expresaba con claridad meridiana la visión del sector científico argentino, que se

encontraba en una auténtica cruzada en contar con la independencia en el sector nuclear y que no

encontraban razón en la política de ciertos proveedores nucleares con el fin de impedirles la

autonomía en este campo. Había, entonces, una conciencia de que ambos sectores científicos –

tanto en Argentina como en Brasil– estaban liberando una lucha asimétrica y en todo caso debían

aunar esfuerzos para afrontar esta situación.

263 SÁBATO, Jorge. El plan nuclear brasileño y la bomba atómica. Estudios Internacionales, No. 41, Ene/Mar, p. 73-82, 1978. 264 Ibídem.

99

3.2.3 La percepción de amenaza

Un hecho que no puede soslayarse respecto el acuerdo germano-brasileño es la lectura

argentina sobre la transferencia de tecnología sensible que, aun contando con un rígido sistema de

salvaguardias, podría dotar al Brasil en un futuro con la capacidad técnica de ir en dirección del

artefacto nuclear en un futuro.

El sector científico y diplomático, sin embargo, no percibía en ello una amenaza tangible

para la seguridad argentina por dos motivos técnicos. No sólo la Argentina aún contaba con una

ventaja relativa en el campo nuclear respecto el Brasil estimada en diez años por sectores tanto

argentinos como brasileños, sino que además de ello el gobierno de Buenos Aires tenía una

amplia experiencia con la tecnología nuclear alemana como consecuencia del contrato de su

primera usina nuclear, Atucha I, que estaba en operación desde 1974. El propio Castro Madero –

quien aún en su condición de militar poseía una destacada formación científica265

– sabía cuán

lejos de la realidad se encontraba el acuerdo brasileño-alemán de su concreción.

Aprovechando la amistad personal que existía entre Camilión y el presidente de

Nuclebrás, Paulo Nogueira Batista, el presidente de la CNEA expresó sus opiniones respecto el

acuerdo germano-brasileño tanto a sus colegas brasileños como a Nogueira Batista266

.

Cuenta Camilión en sus memorias que

Castro Madero viajó a Brasil a mi pedido en más de una oportunidad. Conversó largo con los

brasileños, les dio sus opiniones sobre el plan con los alemanes, les dio buenos consejos. Señaló

también que la forma en que habían encarado el programa era realmente difícil, y que también lo

era saltar de cero a la construcción de una usina de mil trescientos cincuenta megawatts. De hecho,

el programa brasileño fue un fracaso. Opinó que era muy difícil encarar problemas por la vía del

265 Castro Madero había realizado sus estudios en el Instituto Balseiro y luego obtuvo su doctorado en física en Vallecitos Atomic

Laboratory (EE.UU.). Fue investigador de la CNEA entre 1964-1968, institución que luego presidirá entre 1976-1983. 266 Camilión revela que tuvo “la oportunidad de invitar a una reunión al capitán Castro Madero y al embajador Paulo Nogueira

Batista […] en esa comida, solamente con los tres presentes, se trató ampliamente el tema de los programas nucleares. No todavía

con perspectivas de posible cooperación, sino con análisis de la situación de los dos planes. Y allí, el capitán Castro Madero, con

mucha seriedad, le dijo al embajador Nogueira Batista, que era una persona de mi mayor amistad, que desde el punto de vista

técnico le preocupaba el programa que se había armado con Alemania porque él sabía las dificultades que había tenido la

Argentina con su primer plan de una usina de 350mW. Y pensaba que las usinas de 1.350MW sin haber hecho ningún ensayo

previo iban a ser de muy difícil construcción. Y anticipó con bastantes detalles las dificultades que preveía para el

desenvolvimiento de esta parte del programa”. Entrevista colectiva con el autor, 22-mar-2012.

100

enriquecimiento de uranio por un sistema experimental como el que habían vendido los alemanes.

En última instancia, la Argentina tenía experiencia con Alemania en el campo nuclear, en el

sentido de conocer la táctica alemana de probar en el exterior cosas que no podía desarrollar en

Alemania267.

La embajada argentina en Brasil –quien acompañaba de cerca las negociaciones entre

Brasil y Alemania Occidental– compartía la percepción de Castro Madero. De esta manera, luego

de realizar un análisis detallado del programa nuclear brasileño, el embajador Camilión escribió

en uno de sus primeros cables al gobierno argentino con fecha del 30 de abril de 1976 que

Parece lícito admitir que el programa nuclear brasileño contenido en el acuerdo con Alemania fue

más una operación de prestigio dentro de la línea que busca una “opción europea” para compensar

la dependencia de Estados Unidos – que algo capaz de modificar radicalmente la estructura

energética del Brasil y ponerlo en el camino de alcanzar el rango de potencia nuclear. Como ya lo

ha señalado anteriormente esta Representación, en este campo no se improvisa y para avanzar en

él con seguridad se necesita una infraestructura científico, tecnológica e industrial que este país

está muy lejos de alcanzar268.

Desde una perspectiva estratégica, en los numerosos artículos que publicaba sobre la

cuestión nuclear argentino-brasileña, Guglialmelli había adoptado un tono semejante al de Castro

Madero y Camilión. Decía en su libro titulado “Argentina, Brasil y la bomba atómica” de 1976

que

No pueden omitirse ciertas cuestiones vulnerables del Acuerdo, señalados, por otra parte, en las

críticas formuladas por destacadas figuras del ámbito científico brasileño. Entre dichos puntos

destacamos los siguientes: no obstante las reservas estimadas de uranio, no están debidamente

probadas la existencia de yacimientos en las magnitudes necesarias, según los actuales patrones

internacionales; falta de personal altamente capacitado en lo nuclear, tanto científico como

técnico; el método de Jet Nozzle elegido para el enriquecimiento de uranio es de muy alto costo

comparados con otros sistemas, y al parecer, todavía se encuentra en estado de experimentación269.

En los hechos, el cálculo argentino proveniente de distintos sectores respecto el acuerdo

germano-brasileño, se mostrará acertado. Cabe agregar a ello el rol importante que tuvo la

comunidad científica excluida del programa nuclear brasileño, quien, en varias ocasiones, criticó

duramente al acuerdo y exponía sus fragilidades270

.

267 CAMILIÓN, Oscar. op. cit. p. 209. 268 AMRECIC, Caja Brasil, Brasil: Programa Nuclear, 30-abr-1976. AH/0174. 269

GUGLIALMELLI, Juan E. Argentina, Brasil y la bomba atómica. 1ª ed. Buenos Aires: Tierra Nueva, 1976, p. 33. 270 A diferencia del caso argentino, el grueso de la comunidad científica brasileña había sido excluida de las decisiones más

relevantes de la política nuclear en Brasil. Las críticas al acuerdo germano-brasileño provinieron, en su mayor parte, de la

Sociedad Brasileña para el Progreso de la Ciencia (SBPC). Ver, por ejemplo, la XXXI reunión anual del SBPC.

101

3.3 La estrategia nuclear norteamericana hacia Argentina y Brasil

Luego de la embestida norteamericana contra el acuerdo nuclear germano-brasileño en los

primeros días de la administración Carter –y las visitas infructuosas de Warren Christopher y

Rosalyn Carter, que sólo contribuyeron para empeorar el mal clima existente entre Washington y

Brasilia– era la vez del jefe del Departamento de Estado norteamericano, Cyrus Vance, con su

comitiva271

, de visitar el Brasil. Pero antes de ello, pasará por la Argentina con una curiosa

agenda en materia nuclear.

3.3.1 La estrategia hacia Argentina: Tlatelolco y reprocesamiento

Vance tenía dos propósitos en su visita a Buenos Aires en noviembre de 1977. El primero

consistía en que el gobierno militar argentino adhiriese plenamente al Tratado de Tlatelolco –que

no había sido ratificado– junto al compromiso de efectuar una moratoria voluntaria sobre su

programa de reprocesamiento, en consonancia con los objetivos del gobierno Carter expresados

en el INFCE. El segundo radicaba en fortalecer la posición de negociación norteamericana frente

a las conversaciones que posteriormente mantendría con las autoridades brasileñas. Para lograr

este último objetivo, para Washington era imperioso alcanzar un entendimiento con Buenos Aires

tanto respecto Tlatelolco como en la cuestión del reprocesamiento.

En lo que respecta a Tlatelolco, en agosto de 1977 el gobierno argentino había creado una

comisión de desarme interministerial para evaluar las ventajas y desventajas de su eventual

ratificación272

. La conclusión era que el costo a pagar no era significativo, ya que para la

Argentina el mismo no comprendía la adopción de salvaguardias full-scope, y tampoco se veía

impedido del derecho en desarrollar explosivos nucleares pacíficos273

.

271 Acompañaron a Vance: Robert Pastor (asesor del Consejo de Seguridad Nacional para asuntos de América Latina), Zbigniew

Brzezinski (asesor del Consejo de Seguridad Nacional), Gerard Smith (embajador especial para asuntos nucleares), Joseph Nye

(Subsecretario de Estado para temas de Seguridad, Ciencia y Tecnología) y Patricia Derian (Subsecretaria de Estado para asuntos

Humanitarios y Derechos Humanos), entre otros. 272 Hymans cuenta que los informes elaborados por cada sector expresaban, en líneas generales, (1) Una ausencia de una

perspectiva de seguridad (2) La interpretación de que la ratificación de Tlatelolco equivalía a una sumisión a los deseos de

Estados Unidos (3) La Argentina debería ser recompensada de ratificar el Tratado. Ver HYMANS, Jacques E. C. op. cit. p. 150-

151. 273 Cabe señalar que la interpretación de EE.UU. de Tlatelolco difería en dos cuestiones fundamentales, ellas son respecto (1) el

régimen de salvaguardias y (2) las explosiones nucleares pacíficas. Para Washington, Tlatelolco implicaba salvaguardias full-

102

No obstante, conscientes del valor simbólico que tal gesto comprendía –que implicaba

“ceder” a un reclamo de Washington–, la comisión interministerial coincidió en señalar que debía

obtenerse algo a cambio. Ello comprendía dos elementos: la tecnología necesaria para la

producción doméstica de agua pesada –un elemento esencial en la búsqueda argentina de lograr

su independencia nuclear– y a su vez, el compromiso norteamericano en continuar

suministrándole uranio enriquecido al 20%, algo que Buenos Aires requería para sus reactores de

investigación y particularmente, para el reactor que le había vendido al Perú, y que suponía la

primera exportación de este tipo en América Latina en consonancia con los postulados históricos

de la CNEA en convertirse en un exportador de tecnología nuclear.

De este modo, cuando el presidente militar argentino Jorge R. Videla viajó a Washington

en septiembre de 1977 con motivo de los acuerdos Torrijos-Carter, mantuvo un encuentro

cerrado con Carter y le manifestó que “la ratificación de Tlatelolco era una decisión de orden

político que ya estaba tomada, pero que iba a ser concretada cuando fuera el momento político

adecuado”274

. El gobierno militar argentino le había manifestado así a Washington su

predisposición en negociar en una cuestión central en la política nuclear de Carter hacia la región.

En lo que respecta a la moratoria de reprocesamiento, según los documentos

norteamericanos, la Argentina habría aceptado la idea de postergar sus planes en este campo a

cambio de que Brasil aceptara lo mismo275

. Empero, según Castro Madero la exigencia en torno

al reprocesamiento fue rechazada por Buenos Aires276

.

Independientemente de ello, para la Argentina, el costo que debía pagar para satisfacer los

postulados norteamericanos –centrado en la adhesión a Tlatelolco– era relativamente bajo en

scope y no había distinción entre la naturaleza de las explosiones nucleares, siendo éstas prohibidas sin excepción. Para la

Argentina la interpretación en ambos casos difería. 274 REATO, Ceferino. Disposición Final: La confesión de Videla sobre los desaparecidos. Buenos Aires: Sudamericana, 2012. 275 La referencia está en el documento norteamericano titulado Brazil Scope Paper: Implications of the Argentine Visit. 30-nov-

1977. Arquivo Antônio Azeredo da Silveira/CPDOC. 1974.04.23. 276 Castro Madero y Takacs dicen al respecto que “además de requerir la ratificación de Tlatelolco, la misión [norteamericana]

intentó obtener el compromiso de una moratoria argentina en el área del reprocesamiento. Esta última proposición fue rechazada

de plano”. Ver CASTRO MADERO, Carlos; y TAKACS, Esteban A. op. cit. p. 156. Debe señalarse también que no hay una sola

mención sobre este punto en el Comunicado Conjunto Vance-Montes del 21-nov-1977. Asimismo, la inclusión de Brasil en la

ecuación de la moratoria de reprocesamiento argentino era más funcional para la estrategia norteamericana en sus negociaciones

posteriores con Brasil que para la Argentina, al no existir una carrera nuclear entre ambos países.

103

contraste con lo que obtendría a cambio: la garantía de la provisión de uranio enriquecido

norteamericano y la tecnología del agua pesada.

De esta manera, cuando Vance llegó a la Argentina en noviembre de 1977, las

negociaciones nucleares entre Washington y Buenos Aires ya estaban delimitadas dentro de estos

términos. Su resultado quedó plasmado en el comunicado conjunto firmado por ambos países el

21 de aquél mes, donde consta expresamente la intención argentina de ratificar Tlatelolco,

mientras que ambos países prometen profundizar la existente cooperación nuclear incluyendo el

campo de “tecnología relevante y formas de satisfacer las necesidades de Argentina en agua

pesada como también del combustible para utilizarse en los reactores de investigación del

Perú”277

.

Vance y su comitiva ahora podían proceder a Brasilia con lo que ellos percibían un logro

fundamental en sus constantes objetivos de hacerle frente a la política nuclear brasileña, tras las

infructuosas gestiones iniciales.

3.3.2 La estrategia hacia Brasil: La amenaza argentina

El encuentro entre Vance y el presidente Geisel se produjo el 22 de noviembre, el día

después del comunicado conjunto argentino-norteamericano. El mismo –registrado por un note

taker de la Cancillería brasileña– constata los detalles de las conversaciones y muestra cómo el

gobierno de EE.UU. desplegó su estrategia consistente en vincular a la Argentina en las

conversaciones nucleares norteamericano-brasileñas278

.

El Secretario de Estado norteamericano le comentó en detalle a su interlocutor sobre lo

negociado con Buenos Aires. Seguidamente, Vance jugó la principal carta norteamericana:

expresó que la Argentina había aceptado una moratoria en el reprocesamiento a condición de que

el Brasil hiciera lo mismo, y nuevamente volvió a insistir con la idea de la utilización del torio

como combustible alternativo al uranio para su programa nuclear.

277 Comunicado Conjunto Vance-Montes, 21/11/1977. 278 Audiência concedida pelo presidente Ernesto Geisel ao Senhor Vance, 22-nov-1977. Arquivo Antônio Azeredo da

Silveira/CPDOC. 1974.04.23.

104

Apreciando que el Secretario de Estado norteamericano abordaba la dinámica de la

relación argentino-brasileña como la de dos rivales embarcados en una carrera nuclear, Geisel le

recordó a su interlocutor “quanto eram favoráveis as relações entre o Brasil e a Argentina,

malgrado as tentativas de certos setores de se fomentar um sentimento de disputa e rivalidade

baseado em eventos ocorridos há mais de um século”279

y luego mencionó la “evolución

positiva” de la relación de ambos países en el campo comercial y en otros sectores, enmarcando

la cuestión de Corpus-Itaipú como entre los tantos problemas que “exigem um maior o menor

grau de entendimento” en la relación bilateral.

El presidente brasileño fue más allá, y esbozó una defensa del programa nuclear

argentino. Dijo Geisel que el gobierno de Buenos Aires, frente a sus escasos recursos hídricos, se

dedicaba hace un tiempo ya al aprovechamiento de sus reservas de uranio descubiertas antes que

el Brasil, y que dependía esencialmente del uranio natural para desarrollar la energía nuclear.

Luego, sostuvo que “o Brasil compreendia o desejo argentino de levar a cabo seu programa

nuclear, encarando com total tranquilidade tal perspectiva, na certeza absoluta de que a Argentina

jamais utilizaria sua tecnologia para fins bélicos”280

.

Con ello, Geisel lograba una serie de propósitos: primero, al relativizar el grado de

rivalidad argentino-brasileña le transmitía a las autoridades norteamericanas que no había una

tensión lo suficientemente fuerte que pudiera impactar, eventualmente, en las decisiones

nucleares de ambos países.

Al mismo tiempo, en su defensa del programa nuclear argentino –alegando que era para

fines pacíficos y se fundamentaba en necesidades energéticas concretas– defendía el programa

nuclear brasileño, que habiendo adoptado una fórmula similar a la de Buenos Aires –fuera del

TNP, sin adherir plenamente a Tlatelolco y en búsqueda de autonomía nuclear– no

necesariamente se desprendía de ello la intención de estar detrás del arma nuclear.

279 Ibídem. 280 Ibídem.

105

Por último, la retórica “pro-Argentina” de Geisel servía para dar un claro mensaje a los

norteamericanos: la “utilización” de la Argentina por parte de los EE.UU. como carta para

presionar al programa brasileño no tendría ningún efecto sobre las decisiones nucleares

brasileñas, porque el Brasil no se sentía amenazado por Buenos Aires en este campo.

3.3.3 La lectura brasileña de la estrategia norteamericana

Finalizado el encuentro, ocurrió un episodio insólito: el secretario de Estado

norteamericano olvidó un documento titulado “BRASIL SCOPE PAPER: Implications of the

Argentine Visit” con los puntos centrales que debían ser abordados en el encuentro Vance-Geisel.

El mismo puso al desnudo toda la estrategia norteamericana sobre cómo abordar la

cuestión nuclear con el Brasil y qué rol jugaría la Argentina en ello, conteniendo, incluso,

aspectos que no habían sido abordados durante el encuentro. El documento norteamericano

sostenía que

The understandings we have reached with Argentina represent substantial forward progress toward

two U.S. objectives: 1. A public Argentine statement that it will ratify Tlatelolco, and Argentina

acceptance of full-scope safeguards in return for significantly expanded U.S. assistance (short of

heavy water technology) 2. Mutual deferral of reprocessing in Argentina and Brazil. The

Argentines have now said that they are interested in such a deal, and it is clear the prospect of

receiving heavy water technology is a powerful incentive. [...] Both of these understandings should

significantly increase our leverage in Brasilia [...] the outcome of the Buenos Aires visit should

make it much more difficult for [President Ernesto Geisel] to flatly reject us. [...] Brazil will also

be extremely uncomfortable with the implications of the US/Argentine communiqué, which

suggests strong U.S. support for Argentina´s domestic power program and export potential,

supported by a US/Argentine rapprochement on non-proliferation policy281.

Mediante una IPR, el canciller Azeredo da Silveira desmenuzó las implicancias de la

estrategia norteamericana contenida en el documento. Así, Silveira le dirá al presidente Geisel

que

Da leitura do documento, pode-se concluir, basicamente, o seguinte, a respeito da visão norte-

americana do problema: (a) o entendimento com a Argentina aumenta a capacidade de pressão dos

EUA sobre o Brasil; (b) a posição do Brasil é tida como firme e os norte-americanos consideram

que a atitude pessoal de Vossa Excelência é fator crucial dessa firmeza; (c) os norte-americanos

acham que a estratégia brasileira é simplesmente a de ganhar tempo; (d) contavam, porém, com

um nervosismo da parte brasileira diante da aproximação argentino-americana, do reconhecimento

por parte dos EUA do status nuclear da Argentina e da possibilidade desta lançar-se em atividades

281 Visita do Secretário de Estado Cyrus Vance. Ver anexo, Brazil Scope Paper: Implications of the Argentine Visit. 30-nov-1977.

Arquivo Antônio Azeredo da Silveira/CPDOC. 1974.04.23.

106

de reprocessamento livres de salvaguardas; [...] (g) não pensam os norte-americanos em promover

a modificação do Acordo Brasil-RFA, mas em celebrar um novo Acordo tripartite (Brasil-RFA-

EUA ou Brasil-EUA-Argentina?), com vistas ao desenvolvimento energético no contexto do

´equilíbrio regional´ e da segurança282.

Luego, Silveira observó “contradicciones” contenidas en la estrategia norteamericana de

utilizar la Argentina como una amenaza hacia el Brasil, donde los EE.UU. buscaban levantar el

“espantapájaros” del reprocesamiento argentino, mientras que a su vez señalaban la disposición

de aquél país en adherir al régimen de Tlatelolco. Para el canciller brasileño, la contradicción

radicaba en que el tratado de no proliferación de armas nucleares para la región, según los

EE.UU., implicaba la implementación de salvaguardias full-scope, que en caso argentino,

alcanzarían la planta de reprocesamiento, dejando de ser así una fuente de preocupación o

amenaza para el Brasil.

Silveira concluye su visión sobre el documento manteniendo que el mismo

Permite descortinar com clareza a nova estratégia norte-americana na questão nuclear, qual seja

[...] tendo em vista a firmeza da posição brasileira, aumentar a amplitude do problema, estimular a

rivalidade, e mesmo a confrontação, brasileiro-argentina, na esperança de que o Brasil recue de

seus planos nucleares diante da perspectiva de uma aproximação argentino-americana. [...] Os

EUA passam, agora, a lançar na mesa outras considerações e a fomentar problemas regionais,

procurando desestabilizar o relacionamento entre os países latino-americanos, notadamente o

Brasil e a Argentina. Essa atitude é totalmente irresponsável283.

El problema está en que el gobierno Carter leyó erróneamente la situación argentino-

brasileña. La Argentina y el Brasil no sólo no se encontraban en una carrera nuclear, sino que

tampoco había una tensión lo suficientemente aguda que pudiera motivarlos a ir en esta dirección.

Así como Geisel había defendido el derecho argentino de contar con su programa nuclear,

el gobierno argentino había hizo lo mismo en su abierta defensa sobre el programa germano-

brasileño. Después de todo, la dinámica argentino-brasileña en nada se asemejaba a la indo-

pakistaní, siendo este un enfoque erróneo para abordar la dinámica de la rivalidad en el Cono Sur.

Cuando se produjo la visita del presidente Carter al Brasil entre el 29 y 30 de marzo de

1978, la misma se produjo en un marco de cordialidad y discreción. Empero, el gobierno

282 Visita do Secretário de Estado Cyrus Vance. 30-nov-1977. Arquivo Antônio Azeredo da Silveira/CPDOC. 1974.04.23. 283 Ibidem.

107

norteamericano continuó firme en su creencia de que una acción argentina en su política nuclear

podría incidir en las decisiones nucleares en Brasilia.

Entre los diversos asuntos que se trataron en el encuentro bilateral, al abordarse la

cuestión nuclear el presidente Carter hizo referencia al Tratado de Tlatelolco, y le preguntó a

Geisel si el Brasil consideraría su plena vigencia en el caso de que la Argentina lo ratificara.

Percibiendo que la administración norteamericana aún abordaba la cuestión nuclear

sudamericana en una llave de rivalidad nuclear entre Buenos Aires y Brasilia, Geisel le respondió

que el asunto necesitaría ser estudiado, y que además, la Argentina “não constituia a principal

fonte de preocupação” del gobierno brasileño en lo nuclear284

, juzgando importante que otras

naciones detentoras de armas nucleares, como Francia y la URSS, asumieran los compromisos

previstos en los protocolos adicionales de Tlatelolco. El gobierno brasileño, así, consiguió abortar

la estrategia norteamericana de la utilización argentina para presionar su programa nuclear285

.

3.4 La presión norteamericana sobre la transferencia de tecnología a la Argentina

A diferencia de lo que sucedía con Brasil, la relación nuclear argentino-norteamericana

durante los primeros años del gobierno Carter no tuvo un comienzo traumático. Ello obedecía en

parte a la política gradual que la Argentina empleaba en la búsqueda de su autonomía en el sector

nuclear, que no comprendía transferencias de la magnitud de aquellas contempladas en el acuerdo

germano-brasileño.

Ello posibilitó que EE.UU. pudiera emplear una política de “compromisos a cambio de

beneficios” en el campo nuclear con Argentina, tal como quedó registrado en el comunicado

conjunto Vance-Montes de 1977. Empero, esta relación cordial en el campo nuclear se

modificará abruptamente durante las tentativas de Buenos Aires de obtener una planta de agua

pesada. Habiendo adoptado la línea de agua pesada y uranio natural, este recurso no sólo era

284 Terceira reunião – Brasília, Palácio do Planalto, 30-mar-1978. Arquivo Antônio Azeredo da Silveira/CPDOC. 1977.03.10. 285 Luiz Felipe Lampreia manifestó al respecto que “[na] fase final dos anos 70 chegamos a um momento mais delicado, até

porque os americanos como aconteceu claramente na visita do Cyrus Vance, exploravam uma linha de provocação com a

Argentina para pressionar o Brasil a assinar o TNP. Faziam intrigas do lado da Argentina contra o Brasil e manipulavam de certo

modo essa rivalidade a seu favor [...] isso felizmente foi abortado”. Entrevista colectiva con el autor, 22-mar-2012.

108

esencial para moderar sus reactores, sino que era una pieza crucial en la búsqueda de lograr

autonomía en el campo nuclear.

El desentendido con EE.UU. estuvo en torno a la interpretación del séptimo párrafo del

comunicado conjunto de noviembre de 1977286

. El gobierno de Buenos Aires había interpretado

que allí constaba el compromiso de EE.UU. en transferirle una planta de agua pesada. No

obstante, cuando comenzaron a gestarse las negociaciones para la adquisición de una planta

canadiense-norteamericana, los EE.UU. bloquearon la transferencia, alegando una errónea

interpretación de Buenos Aires sobre el comunicado conjunto287

.

La segunda batalla con el gobierno Carter en torno a la planta de agua pesada ocurrió

cuando la Junta Militar apeló a socios alternativos. Al encontrarse Canadá fuera de las opciones –

ante exigencias sobre transferencias nucleares consideradas inaceptables por Buenos Aires– la

Argentina buscará que Alemania Occidental –su antiguo socio nuclear– le proveyera esta

tecnología junto a su tercer reactor nuclear, Atucha II. Al informarse el gobierno norteamericano

sobre las negociaciones, la administración Carter adoptó una táctica similar a aquélla empleada

respecto el acuerdo germano-brasileño: presionó a Bonn para que éste le exigiera a Buenos Aires

salvaguardias full-scope sobre la transferencia de ambas tecnologías, lo que constituía una

condición igualmente inadmisible para la Argentina288

.

Gerard Smith –embajador norteamericano que lidiaba con asuntos nucleares– realizó

tratativas con el gobierno argentino a modo de lograr que éste adoptase las salvaguardias full-

scope. Mientras que el gobierno norteamericano insistía en que las mismas debían aplicarse sobre

todos los receptores de tecnología nuclear por igual, las autoridades argentinas sostenían que la

posición norteamericana debía tomar en cuenta las particularidades de cada país al realizar

286 Comunicado Conjunto Vance-Montes, 21-nov-1977. El mismo dice “They discussed future cooperation in the peaceful uses of

nuclear energy. They expressed their interest in increasing the present cooperation and enlarging the scope of their existing

Agreement for Cooperation to include relevant technology and ways of meeting Argentina´s heavy water needs as well as

provision of fuel to be used in the research reactors that Argentina has proposed to export to Peru, recognizing Argentina´s

potential as a significant nuclear supplier on the same basis as other suppliers”. 287 Ver HYMANS, Jacques E. C. op. cit. p. 151. 288 Ver DOYLE, James E., op. cit. p. 318-320.

109

semejante exigencia. Smith entonces concluyó sus conversaciones con los argentinos al expresar

que “estamos de acuerdo en que no estamos de acuerdo”289

.

Como consecuencia de esta situación, el gobierno alemán emitió una señal a los

argentinos que éstos comprendieron inmediatamente: Bonn declaró que las salvaguardias full-

scope serían aplicadas únicamente en el caso de la transferencia de ambos elementos. El gobierno

argentino se decidió, entonces, por cerrar el contrato con Alemana por su tercera planta nuclear, y

para la planta de agua pesada recurrió a otro proveedor: la compañía suiza Sulzer Brothers, quien

dotará a la Argentina de dicha tecnología290

. Ambos contratos se cerraron en septiembre de 1979.

Si bien la Argentina salió airosa de esta operación, el gobierno de Buenos Aires apreció

de primera mano la presión que ejercía el gobierno norteamericano para lograr sus propósitos en

el campo nuclear. Como recordarán Castro Madero y Takacs, a raíz de ello “en la Argentina

comenzó a generarse la idea de que era una interferencia en un negocio en que los EE.UU. eran

totalmente ajenos. Se profundizó así, aún más, la disidencia existente en este campo entre

Washington y Buenos Aires”291

.

3.5 Un paréntesis interesante: La propuesta Findley ¿El germen de la ABACC?

En medio de la rígida política nuclear que el gobierno Carter empleaba hacia la Argentina

y el Brasil a modo de que adhirieran al régimen de no proliferación nuclear regional o global,

existió una alternativa distinta hacia ambos países por fuera de Tlatelolco o el TNP, por un

legislador norteamericano llamado Paul Findley. La misma contemplaba la institución de un

sistema de salvaguardias recíprocas entre ambos países y la renuncia a las PNEs.

Entre el 9 y 23 de agosto de 1977 una comisión especial de legisladores norteamericanos

realizó una misión de estudio a Sudamérica con el fin de investigar el incremento del contrabando

de la cocaína proveniente de aquélla región y también tratar asuntos vinculados a los derechos

289 CASTRO MADERO, Carlos; y TAKACS, Esteban A. op. cit. p. 168. 290 Hymans menciona que la Argentina obtenía lo que se proponía debido a la táctica de “chantaje” [blackmail], consistente en

demostrar a los proveedores nucleares que tenía la capacidad de adquirir la tecnología que le interesaba por sus propios medios de

no serle suministrada. Para ello, había montado una planta piloto de agua pesada en 1978. Ver HYMANS, Jacques E. C. op. cit.

p. 152-155. 291 CASTRO MADERO, Carlos; y TAKACS, Esteban A. op. cit. p. 168.

110

humanos, comercio bilateral y energía nuclear. Los países visitados por dicha comisión fueron

Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador y Perú292

.

En este contexto, Paul Findley –uno de sus integrantes y diputado republicano por el

Estado de Illinois– tuvo la oportunidad de sondear a altas autoridades de la Argentina y Brasil

sobre una nueva sobre una nueva fórmula de cooperación nuclear lejos de los postulados de la

administración Carter293

. Tras su retorno a los EE.UU., el legislador norteamericano hizo pública

su iniciativa en una conferencia de prensa y luego la difundió a través de un artículo de su autoría

en el Washington Post titulado “Chances for a Latin Nuclear Agreement”294

.

En ella, el legislador pregonaba “A bilateral, on-site, nuclear verification agreement

between Argentina and Brazil could help to arrest mounting suspicion over the ultimate nuclear

aspirations of these two important states”. Para ello, ambos gobiernos debían primeramente

renunciar al desarrollo de los explosivos nucleares pacíficos, y luego aceptar “continuing, mutual,

on-site monitoring of their respective nuclear facilities”, en donde los inspectores de ambos

países podrían moverse irrestrictamente en las instalaciones nucleares de cada país. Findley

advierte que el mismo no busca sustituir el sistema de salvaguardias de la OIEA, sino que serviría

como un “additional element of assurance and protection between two states whose past relations

have at time been quite troubled”.

Consciente del componente de innovación que contenía su propuesta, el legislador

republicano no ignoraba que “this kind of bilateral verification could serve as a model for such

situations, helping, by means of the added protection it would provide, to assure that traditional

safeguards are not subjected to intense or unbearable strain”.

Findley clamó que su propuesta, presentada “a título personal” tuvo una recepción

“calurosa” en Argentina, mientras que en el Brasil no corrió la misma suerte, algo que el

legislador atribuyó al mal estado de la relación brasileño-norteamericana295

.

292 Visitas mostram inquietação com a instabilidade, 21-ago-1977, Folha de São Paulo. 293 Según O Estado de Sao Paulo, en Argentina se habría reunido con Carlos Castro Madero, mientras que en Brasil, lo habría

hecho con Geraldo Holanda Cavalcanti, diplomático brasileño. Ver Sugerida a inspeção de usinas nucleares, 27-ago-1977, O

Estado de São Paulo. 294 Chances for a Latin Nuclear Agreement, 1-set-1977, First Section, A23, The Washington Post. 295 Entrevistado recientemente, Paul Findley, quien tuvo una vasta labor legislativa, no recuerda los pormenores de su iniciativa

hacia la Argentina y el Brasil. Curiosamente, a pesar de su condición de republicano, Findley se calificó como un gran admirador

111

Seis días después de haber publicado su propuesta en la prensa, el 7 de septiembre del

mismo año –la fecha de los acuerdos Torrijos-Carter que estipulaban los términos de la

transferencia de la soberanía del Canal de Panamá al país centroamericano– Findley aprovechó la

presencia de los representantes de ambos países para insistir en su propuesta.

Entre los jefes de Estado latinoamericanos presentes en dicho evento, se encontraba Jorge

R. Videla –el presidente de facto argentino–, mientras que en representación del Brasil estuvo el

vicepresidente Adalberto Pereira dos Santos. Findley tuvo la oportunidad de presentarle su

propuesta a ambos296

. Luego de escuchar la iniciativa del legislador norteamericano, el

vicepresidente brasileño le reportó en una nota al presidente Geisel que

Já na manha de 7 de setembro, recebi, na Chancelaria da Embaixada, visita do Deputado Robert

Findley [...] esclareceu que sua iniciativa era estritamente pessoal, não envolvendo a

Administração norte-americana ou seu partido, e tinha por único objetivo transmitir suas ideias no

sentido de uma cooperação Brasil-Argentina no campo nuclear. Após breves e genéricas

considerações [...] entregou-me carta, cujo texto me permito submeter a Vossa Excelência [...]

Aludi, em resposta, à posição brasileira em matéria de política nuclear [...] que o Brasil não estava

preocupado em obter armas e sim energia, essencial ao seu desenvolvimento297.

Al día siguiente de la presentación oficial de Findley, el portavoz de Itamaraty, Luiz

Felipe Lampreia, rechazó la continuidad de las conversaciones. Según narra una crónica de Folha

de São Paulo, el diplomático brasileño “lembrou que o Brasil participa de toda uma estrutura

internacional e multilateral de salvaguardas e considera ser este o caminho correto para garantir a

segurança nesse setor”298

y seguidamente descarto la posibilidad de un análisis en un mayor nivel

por tratarse de una propuesta particular, “nao cabendo por tanto nenhuma reação oficial”.

Ciertamente era difícil ignorar el contexto de la relación brasileño-norteamericana en el

momento que el legislador norteamericano presentaba su propuesta, fundamentada, sobre todo,

en el frágil estado de las conversaciones nucleares. Tras haber resistido exitosamente la

embestida contra el acuerdo germano-brasileño, aceptar una alternativa nuclear sugerida por un

y entusiasta del gobierno Carter, y mantuvo estrechos vínculos con funcionarios de su administración. Si hubo algún vínculo entre

su iniciativa y el gobierno Carter aún es una incógnita. Entrevista colectiva con el autor, 20-nov-2012. 296 Ver AMRECIC, Caja Brasil, propuesta Findley acuerdo nuclear Argentina-Brasil, 6-oct-1977. AH/0174. 297 Relatório apresentado pelo Sr. Vicepresidente da Republica ao excelentíssimo senhor presidente da República, 7-set-1977.

Arquivo Antônio Azeredo da Silveira/CPDOC. 1974.04.23. 298 Brasil não fará acordo nuclear com a Argentina, 9-set-1977, Folha de São Paulo.

112

legislador norteamericano hubiera significado, para Brasilia, “ceder” a una de los EE.UU. en un

momento que el gobierno militar brasileño buscaba exaltar la soberanía en el campo atómico.

En lo que respecta a la reacción argentina, el artículo de Folha a su vez indica que las

autoridades argentinas sintieron cierta “frustración” ante la negativa brasileña. El artículo

mencionado anteriormente dice que “alguns setores argentinos provavelmente ficarão frustrados

com a recusa brasileira em estabelecer uma vigilância mútua. Técnicos daquele país colocam em

primeiro plano o estabelecimento de normas e procedimentos destinados a perseverar a segurança

mútua”299

.

Días después, un semanario argentino se referirá a ello, sin ocultar la decepción argentina

ante la negativa brasileña sobre la idea que ya estaba presente en ambos gobiernos. Sin hacer

mención explícita a la propuesta Findley, el artículo menciona que

No es un secreto que el Palacio San Martín y las FF.AA. han formulado reiteradas propuestas para

formalizar la cooperación argentino-brasileña en el campo nuclear. El canciller, vicealmirante

Oscar Montes, ante las favorables perspectivas del diálogo con Brasil, sugirió concretamente

suscribir un acuerdo. Más aún, propuso un convenio para establecer una “vigilancia mutua” sobre

energía nuclear para evitar la posibilidad de fabricar armas atómicas, pero Itamaraty consideró

innecesaria tal prevención300.

Mientras que el gobierno argentino buscaba un entendimiento nuclear con el Brasil –

particularmente tras la explosión india– el gobierno brasileño aún seguía las directivas del

presidente Geisel, quien había ordenado no darle continuidad a las negociaciones nucleares con la

Argentina hasta la resolución de los contenciosos pendientes.

3.6 La relación bilateral: Corpus-Itaipú, Chile y EE.UU. (1977-1979)

A pesar de los beneficios evidentes que resultarían de un entendimiento argentino-

brasileño en el área nuclear ante un contexto internacional hostil signado por fuertes presiones

sobre sus programas nucleares y ante las reiteradas acusaciones sobre la finalidad de los mismos,

la relación bilateral argentino-brasileña continuaba obstruida por la cuestión de los recursos

naturales compartidos, y el desgaste alcanzará su pico en 1977, definido por Camilión como el

299 Ibídem. 300 Argentina, Brasil y la no proliferación. 19-set-1977, Correo de la Semana.

113

“más tenso en la negociación bilateral”301

. Ello se reflejaba en la prensa de ambos países, donde

no era infrecuente encontrar referencias de Itaipú como una “bomba hídrica”, y en la medida en

que el conflicto recrudecía los sectores nacionalistas endurecían su posición302

.

A la par que ello sucedía, la relación argentino-chilena registraba un vertiginoso deterioro

en su relación bilateral tras el laudo sobre el Canal de Beagle, hecho público en el mes de mayo.

Al favorecer la posición chilena, el mismo fue rechazado por la Junta Militar argentina303

. A

diferencia del conflicto argentino-brasileño sobre la cuestión de la consulta previa, el caso

argentino-chileno era una disputa territorial.

Las medidas de la Junta Militar en su disputa con Chile a su vez producían significativas

secuelas en la relación argentino-brasileña, ante la decisión de la Junta argentina en interrumpir el

paso del túnel argentino-chileno Cuevas-Caracoles afectando, a su vez, el transporte de camiones

pesados brasileños que se dirigían hacia Chile. Como represalia, el gobierno brasileño respondió

cerrando sus fronteras en un 80% a la flota de camiones provenientes de la Argentina, creando un

nuevo frente de batalla al margen de Corpus-Itaipú304

.

Si bien la tensión en la Cuenca del Plata y la frontera terrestre contribuyeron a impedir

que se destrabara la agenda bilateral y abrir la cooperación en varias áreas –entre ellas la nuclear–

la disputa argentino-brasileña, aún en atravesando un momento delicado, se mantenía dentro de

los canales diplomáticos305

. El diálogo entre Buenos Aires y Brasilia, de hecho, era constante, y

la mayoría de los miembros de las Fuerzas Armadas de cada país –en especial los sectores de la

Armada306

– pujaban por una distensión en la relación bilateral.

301 CAMILIÓN, Oscar. op. cit. p. 213. 302 Camilión señala en la Argentina al almirante Jorge Isaac Rojas y el ingeniero Mario Fuschini Mejía como los más

intransigentes; Rosendo Fraga añade al entonces senador Fernando De la Rúa y la revista Cabildo. Entrevista del autor a Oscar

Camilión 25-may-2012 y Rosendo Fraga 26-may-2012. 303 El laudo arbitral fue dado a conocer por la reina Isabel II, árbitro formal de la disputa tras haber sido solicitado por presidentes

Lanusse y Allende el 22-jul-1971, colocando en vigencia mecanismos acordados por Tratado de Arbitraje de 1902. Se formó corte

arbitral constituida por cinco jueces de la Corte Internacional de Justicia nombrados por consenso que entregaron fallo a gobierno

británico, que debía aprobarlo o rechazarlo sin modificaciones. El fallo otorgó a Chile islas Lennox, Nueva y Picton, y fue

aprobado. 304 MONIZ BANDEIRA, Luiz A., op. cit. p. 427. 305 Oscar Camilión dice que “Pienso que jamás el conflicto por las hidroeléctricas llego a ser un casus belli, pero sin duda una

derrota diplomática argentina habría abierto una grieta muy difícil de superar entre los dos países”. Entrevista del autor a Oscar

Camilión, 29-may-2012. 306 Prueba de ello está en el “Operativo Fraterno”, el primer ejercicio combinado de la Marina de ambos países, que comenzó a

realizarse en 1978.

114

Entre 1977-1978, la cuestión del Beagle entre Argentina y Chile se deterioraba cada vez

más y con ello, la hipótesis de guerra comenzaba a barajarse seriamente en ambos lados. En

enero de 1978 el gobierno argentino declaró la nulidad del fallo arbitral, mientras que el gobierno

chileno declaraba el laudo “obligatorio e inapelable”, dejando cada vez menos margen para la

diplomacia y los sectores “blandos” de las Fuerzas Armadas de ambos países307

.

En ese contexto, en septiembre de 1978 el canciller Montes le dirá a Camilión que la

guerra con Chile es inevitable, y en diciembre del mismo año el embajador argentino en Brasil

recibió un telegrama con instrucciones de informar al gobierno brasileño en 48 horas que la

Argentina había entrado en guerra con su vecino trasandino, lo que se evitó a última hora por la

mediación papal sobre el conflicto308

.

El gobierno brasileño, por su parte, debía lidiar con el inédito grado de deterioro que

había alcanzado la relación de su país con su otrora aliado histórico, los EE.UU. Ambos países

estaban experimentando el peor momento de la historia de su relación bilateral, donde la cuestión

nuclear tuvo un papel central en ello, ya que no sólo se convirtió en el principal contencioso

brasileño-norteamericano, sino que contaminó las otras áreas de la relación bilateral309

.

En el campo de las percepciones, la elite gobernante brasileña sentía que su aliado

histórico dejaba de ver con buenos ojos la creciente inserción brasileña en el mundo en la medida

en que impulsaba su proyecto de “Brasil Potencia”310

. El creciente malestar de las autoridades

brasileñas con los EE.UU. no tardará en expresarse, llegando, incluso, a provocar en marzo de

1977 la denuncia de los acuerdos militares que ambos países mantenían desde 1952.

307 CISNEROS, Andrés; ESCUDÉ, Carlos. op. cit. Tomo XIV, Las relaciones políticas, 1966-1989, Capitúlo 68 – El régimen

militar (1976-1983). Las relaciones con Chile. 308 Camilión dirá que la situación “llegó a ser tan crítica que yo recibí en el transcurso de mi estadía en Brasil el fatídico telegrama

del 20 de diciembre de 1978 que me daba instrucciones en 24 horas, para cumplir 48 horas después, informándole a Itamaraty que

en ese momento se estaba produciendo el ataque de las Fuerzas Armadas argentinas a Chile”. Ver CAMILIÓN, Oscar. op. cit. p.

219. 309 Lima dice que “Na verdade, o contencioso nuclear em 1977 e seus desdobramentos posteriores constituíram, a meu ver, um

divisor de águas no relacionamento bilateral, seja pelo que representou de quebra das expectativas brasileiras até aquele momento

em relação aos EUA, seja no seu impacto nas percepções mútuas no campo das tecnologias sensíveis e no padrão das relações

militares entre os dois países a partir de então”. Ver LIMA, M.R.S. As relações do Brasil com os Estados Unidos: 1964-1990. In:

ALBUQUERQUE, José A. G. (Org.), Sessenta anos de Política Externa 1930-1990: O Desafio Geoestratégico. São Paulo: Núcleo

de Pesquisa de Relações Internacionais da USP, 2000, p. 73. 310 Ver LIMA, M.R.S. op. cit. p. 70-77.

115

El grado de deterioro que alcanzó la relación brasileño-norteamericana y argentino-

chilena –ésta última dejándolos al borde de la guerra– son dos parámetros que ayudan a enmarcar

adecuadamente la rivalidad argentino-brasileña en torno a la cuestión de Corpus-Itaipú, que no

exenta de dificultades y obstáculos, obligaba a ambas partes tanto por el cálculo estratégico como

por la dinámica de la relación bilateral a mantenerse dentro del diálogo en búsqueda de una

solución satisfactoria para ambas partes.

3.7 La respuesta aislada: el programa secreto y el paralelo

El 10 de marzo de 1978 el Congreso norteamericano promulgó el Nuclear Non

Proliferation Act (NNPA) que estableció los nuevos criterios de las exportaciones nucleares de

los EE.UU. en consonancia con la política nuclear del gobierno Carter. El NNPA tenía por

objetivo hacer el ciclo de combustible nuclear menos proliferante, evitando tecnologías como

reprocesamiento o la utilización de uranio altamente enriquecido en el ciclo de combustible

nuclear311

.

La nueva legislación exigía salvaguardias full-scope del OIEA para todos los receptores

de material, equipamiento y tecnología nuclear, tanto para los miembros del TNP como hacia

aquéllos que se encontraban fuera de él312

. También impuso rígidas reglas a los países receptores

de asistencia nuclear norteamericana, que de ahora en más pasarán a ser obligados de requerir del

previo consentimiento de EE.UU. para reprocesar o retransferir material nuclear importado de

aquél país313

.

Si el corte drástico de suministro de uranio enriquecido norteamericano en 1974 había

producido un shock entre los países que dependían del mismo para garantizar el combustible

nuclear de sus usinas, el NNPA causará un daño aún mayor sobre los países receptores, ya que

311 SQUASSONI, Sharon. Looking Back: The 1978 Nuclear Nonproliferation Act. Arms Control, 2008. 312 Ello está comprendido en la Sección 306 de la ley, titulada “Additional Export Criterion and Procedures”, cuya subsección (a)

indica que “as a condition of continued United States export source material, special nuclear material, production or utilization

facilities, and any sensitive nuclear technology to non-nuclear-weapon states, no such export shall be made unless IAEA

safeguards are maintained with respect to all peaceful nuclear activities in, under the jurisdiction of, or carried out under the

control of such state at the time of the export”. Ello entraría en vigor a partir del transcurso de 18 meses de su promulgación. 313 Ver LIMA, M.R.S. The Political Economy… p. 170-172.

116

los obligaba a ajustare a las nuevas reglas de juego impuestas por uno de los más significativos

proveedores del mercado nuclear para cumplir sus necesidades energéticas.

Para la Argentina y el Brasil esto significaba ceder a la presión norteamericana luego de

años de inúmeras inversiones y esfuerzos en lograr la independencia en el campo nuclear tanto en

su dimensión material –mediante la búsqueda de adquirir el ciclo de combustible nuclear– como

ideológica, expresada en su rechazo al TNP, percibido como un régimen discriminatorio.

Frente a este cuadro, ambos países escogieron redoblar la apuesta ante la presión

norteamericana, e intensificaron sus esfuerzos en lograr un ciclo de combustible nuclear

autónomo. A modo de evitar mayores presiones o acusaciones de terceros sobre sus actividades

nucleares, ambos apelarán al sigilo absoluto en el desarrollo de ciertas tecnologías sensibles.

3.7.1 Génesis del programa secreto argentino

Habiendo escogido el uranio natural y agua pesada sobre el uranio enriquecido como vía

para alimentar sus usinas nucleares, la cooperación argentino-norteamericana radicaba

fundamentalmente en el suministro de uranio enriquecido al 90% para los reactores de

producción de radioisótopos cuyas cargas eran provistas regularmente por EE.UU.314

El uranio enriquecido provisto por EE.UU. también era una pieza fundamental en la

estrategia argentina de convertirse en un exportador de tecnología nuclear, en la medida que

buscaba insertar sus reactores de investigación en el mercado nuclear. Ejemplo de ello está en el

contrato que la Argentina había firmado con Perú en noviembre de 1977 que preveía, entre otras

coas, el suministro de un reactor de investigación que operaba al 20%. Esta operación suponía la

primera exportación nuclear argentina y a su vez, la primera de su tipo en América Latina. La

Argentina se había comprometido con Perú a suministrarle el uranio enriquecido requerido para

su reactor importando el mismo de los EE.UU.315

314 CASTRO MADERO, Carlos; y TAKACS, Esteban A. op. cit. p. 79. Agradezco a Roberto Ornstein por corregirme en éste

punto. 315 Esta era una de las cuestiones que habían sido tratadas en el Comunicado Conjunto argentino-norteamericano de 1977 y que no

fue cumplido por ninguna de las dos partes por alegarse errores de interpretación. Ver punto 3.3.1 La estrategia hacia Argentina:

Tlatelolco y reprocesamiento.

117

De esta manera, el NNPA, en los hechos, comprometía los términos del contrato

argentino-peruano. En el corto plazo, la Argentina apeló a la Unión Soviética para salvar el

contrato con Perú y consiguió así un socio alternativo de carácter ad-hoc para obtener uranio

enriquecido con salvaguardias menos exigentes que las norteamericanas. Sin embargo, como

notan Castro Madero y Takacs “ésa era una solución transitoria e inestable, ya que la URSS

también era miembro del Club de Londres. La solución integral y definitiva debía provenir, a

todas luces, de un desarrollo propio”316

.

El gobierno argentino procedió entonces a construir, en la localidad de Pilcaniyeu (Río

Nergro), una planta de enriquecimiento de uranio bajo el método de difusión gaseosa, el único

método probadamente exitoso hacia la fecha que se tomó la decisión. La secrecía del proyecto –

que no violaba ningún compromiso internacional al no estar bajo un régimen de salvaguardias–

fue para evitar mayores presiones sobre el programa argentino. Cuentan Castro Madero y Takacs

Dadas las crecientes limitaciones impuestas a las trasferencias de tecnología por el Club de

Londres, sumada a la posición canadiense [...] no dudábamos que, de hacerse público el proyecto,

sobrevendrían las presiones para hacernos desistir. A priori el éxito dependía también de la

preservación del secreto de su existencia317.

Tal fue el grado de secreto que cubrió el proyecto en Pilcaniyeu que no sólo la

inteligencia norteamericana no logró descifrarlo318

sino que ni siquiera altos oficiales de la CNEA

en la Argentina supieron de su existencia hasta el día que se hizo público319

.

Un hecho crucial para entender la lógica detrás de Pilcaniyeu y las intencionalidades de la

Junta Militar argentina respecto la misma está en sus características técnicas. La misma se diseñó

para enriquecer al 20% y no al 90%, el grado necesario para un arma nuclear. Si bien ello no

supone que la planta no pudiera rediseñarse a futuro para enriquecer a aquél grado, cabría

316 Ibídem, p. 80. 317 Ibídem, p. 80. 318 Existían sospechas respecto actividades nucleares en la localidad de Pilcaniyeu, pero vinculadas al reprocesamiento; jamás se

pensó que se trataba de una planta de enriquecimiento de uranio. Una alta fuente del gobierno de Reagan se habría referido al

anuncio de Pilcaniyeu como “a startling and dismaying failure of [U.S.] intelligence-gathering”. Ver ALBRIGHT, David. Bomb

potential for South America In Bulletin of Atomic Scientists, p. 16-20, 1989. 319 Jorge Cosentino, quien ocupaba la presidencia de la CNEA ante la ausencia de Castro Madero dirá: “Pensava que eu conhecia

tudo o que se fazia. No final de 1983, porém, fui saber pelo rádio ligado num táxi, que o almirante Castro Madero tinha anunciado

que a Argentina havia desenvolvido o ciclo completo do urânio. Durante cinco anos, trabalhavam nisso e praticamente ninguém

sabia”. Ver Técnico mostra contradições na política nuclear argentina, 27-ago-1986, Folha de São Paulo.

118

preguntarse por qué, de haber existido interés en la bomba, las autoridades argentinas se habrían

impuesto tales limitaciones desde la concepción de la planta320

. Sí puede especularse en que

Pilcaniyeu pudiera proveer, a futuro, el combustible nuclear requerido para la propulsión naval

(20%), proyecto en el que Castro Madero tenía un manifiesto interés321

.

Otro elemento que causaba inquietud en torno al programa nuclear argentino estaba en el

inicio de la construcción de una planta piloto de reprocesamiento en la localidad de Ezeiza,

anunciada a fines de 1978 por Castro Madero para la fabricación de elementos combustibles322

. A

pesar de su potencial en materia de proliferación, la percepción del sector diplomático-científico

brasileño era que ello constituía una consecuencia natural de la línea tecnológica escogida por

Buenos Aires. Asimismo, la planta –que estaba en un estado incipiente– había sido abierta a los

sectores técnicos brasileños, que no la consideraron una amenaza al tomar conocimiento de su

dimensión y capacidad323

. La cuestión de Ezeiza, de hecho, jamás fue planteada en carácter

oficial o no oficial al embajador Oscar Camilión durante su gestión en Brasil324

.

3.7.2 Génesis del programa paralelo/autónomo brasileño

Aún con un programa nuclear con una línea tecnológica diferente a la de Buenos Aires –

centrado en uranio enriquecido–, la lógica detrás de la respuesta brasileña se asemeja a la

argentina. En el caso brasileño, su esfuerzo en obtener la tecnología del enriquecimiento de

uranio ya estaba comprendido en el acuerdo germano-brasileño de 1975.

320 Hymans trae un valioso aporte a esta cuestión, ya que obtuvo acceso a documentos secretos argentinos que constatan que el fin

de la planta es enriquecer al 20%. HYMANS, Jacques E. C. op. cit. p. 57. 321 Los documentos secretos sobre Pilcaniyeu hacen referencia a la seguridad nacional, lo que posee dos interpretaciones distintas.

Hymans lo vincula a implicaciones en el campo militar, fundamentalmente para alimentar un hipotético submarino nuclear

argentino. La segunda es la de Eduardo Santos –en la que Hurtado de Mendoza se apoya– que indica que ello alude a la

independencia energética argentina en el sector nuclear expresado en el dominio del ciclo de combustible. Ambas visiones no

están contrapuestas, ya que el enriquecimiento al 20% significa tanto la independencia respecto proveedores nucleares como

también el combustible requerido para el proyecto argentino del submarino nuclear, que operaría con reactores al 20%, algo en lo

que Castro Madero fue más que explícito a través de declaraciones, artículos y libros al respecto. Ver HYMANS, Jacques E.C. op.

cit. p. 156-158 y HURTADO DE MENDOZA, Diego. op. cit. p. 44-48, nota al pie 39. 322 Ver HURTADO DE MENDOZA, Diego. op. cit. p. 38. Ver también nota al pie 170. 323 Castro Neves manifestó al respecto que “havia a percepção no Brasil de que o caminho natural para a Argentina ia empurrá-la

para o reprocessamento do material irradiado, porque a linha que eles haviam escolhido, que era de urânio natural e água pesada,

era uma linha altamente plutonígena, enfim [...] nesse sentido, a opção argentina em ter o reprocessamento não assustava o Brasil.

O que a gente queria saber é quais eram as garantias que esse plutônio não teria destinos “antibrasileiros” ou não pacíficos, por

assim dizer. [Mas] a visita ao centro de Ezeiza dissipou todo e qualquer temor de nossa parte, que aquilo pudesse ser usado em

escala significativa para um programa que não fosse pacífico”. Entrevista colectiva con el autor, 22-mar-2012. 324 Recuerda Camilión que “nunca escuché de ningún alto funcionario de Itamaraty, desde el canciller Silveira para abajo,

preocupación por los procesos de reprocesamiento argentinos iniciados en 1978. El tema nunca surgió en ninguna conversación ni

formal ni informal”. Entrevista colectiva con el autor, 21-mar-2012.

119

Sin embargo, hacia fines de la década del 70, el acuerdo se veía cada vez más lejos de

implementarse plenamente, en especial, en lo que concernía a la transferencia de la tan deseada

tecnología de enriquecimiento de uranio, el jet-nozzle. Luego de concluir que la transferencia

alemana no se estaba ejecutando satisfactoriamente la clase dirigente brasileña –reforzado por el

NNPA de Carter– dio luz verde para ejecutar un programa nuclear “paralelo” o “autónomo” con

el fin de de dotar al programa brasileño de todas las etapas del ciclo de combustible nuclear325

.

La decisión se adoptó en 1979, y según consta en un documento secreto brasileño, las

directrices del programa nuclear autónomo aprobadas por el presidente Figueiredo fueron

justificadas en los siguientes términos

A evolução da conjuntura internacional conduziu à necessidade de empenho pela conquista de

tecnologia própria que, em última análise, é essencial à autonomia desejada por qualquer país.

Esse esforço, desencadeado em meados dos anos setenta, foi intensificado no início da década de

80, na medida em que restrições cada vez mais rigorosas eram estabelecidas no quadro das

relações internacionais bilaterais e multilaterais. Essas restrições criaram todo tipo de óbices,

inicialmente de natureza técnica, apresentando posteriormente motivações políticas ostensivas,

com repercussões no campo econômico. Esses óbices não só põem em dúvida o livre acesso às

tecnologias sensíveis, como também inserem alterações unilaterais a posteriori no quadro dos

acordos existentes. Em face dessas dificuldades para se desenvolver uma tecnologia independente,

foi necessário não apenas conseguir um adequado quadro gerencial, como conduzir um elevado

grau de sigilo as atividades necessárias326.

El objetivo general del proyecto autónomo era “Desenvolver competência nacional que

crie condições para um amplo emprego da energia nuclear, permitindo inclusive a propulsão

naval e a produção de explosivos nucleares para fins pacíficos”327

. Para llevar a cabo tal esfuerzo,

se involucró a los tres cuerpos de las Fuerzas Armadas: la Armada estaría a cargo del

enriquecimiento por vía de la centrifugación (Proyecto Ciclone) y también del desarrollo de la

tecnología de propulsión naval (Proyecto Remo); la Fuerza Aérea estaba a cargo del

enriquecimiento por láser como también del desarrollo de explosivos para fines pacíficos

(Proyecto Solimões), y finalmente, al Ejército le correspondía el desarrollo de un reactor a base

de grafito y uranio natural con la capacidad de producción de plutonio (Proyecto Atlântico).

El programa más exitoso fue el de la Armada, a cargo del Almirante Othon Pinheiro da

Silva en el Instituto de Pesquisas Energéticas y Nucleares (IPEN). Al igual que el caso argentino,

325 Ver BARLETTA, Michael. op. cit, p. 4-5. 326 AP, Orientação para os projetos autônomos na área nuclear, EM 011/85, 21-feb-1985. 327 Ibídem.

120

donde la presidencia de la CNEA estuvo históricamente ocupada por almirantes, no puede

ignorarse la motivación adicional que suponía concretar el sueño de la propulsión nuclear.

Hay un componente sensible en las directrices del programa autónomo brasileño ausente

en el caso argentino, que es el desarrollo de los explosivos nucleares pacíficos. Sobre este hecho

–que cobrará una inédita magnitud en la medida en que su secreto se vaya develando328

– deben

mencionarse dos cuestiones. La primera está en que el Brasil, en la década del 70 y 80 estuvo

lejos de contar con los medios técnicos para detonar un explosivo nuclear; de hecho, el gobierno

brasileño sólo logrará enriquecer uranio a escala de laboratorio a mediados de la década del 80.

La segunda cuestión está en señalar que difícilmente se haya podido argumentar que la

Argentina haya tenido un rol preponderante detrás de esta decisión. No sólo porque las Fuerzas

Armadas del Brasil no percibían a la Argentina como una amenaza militar329

, sino que además,

cuando se somete el proyecto a Figueiredo sobre la continuidad del programa autónomo –en

febrero de 1985– la Argentina y el Brasil ya habían solucionado el conflicto en torno a los

recursos naturales compartidos (Corpus-Itaipú) y el régimen militar argentino había colapsado

tras la derrota de las Malvinas330

.

En todo caso, el desarrollo de la tecnología de explosivos nucleares pacíficos en el

programa autónomo parece enmarcarse dentro de la incansable búsqueda del know-how en todos

los campos de los usos de la energía nuclear, y con motivaciones de otro orden –como prestigio

internacional–, como factores que pudieron haber tenido un rol destacado en ello331

.

Como expresa el embajador brasileño Marcos Azambuja

Grande potência, em termos de percepções convencionais, o Brasil nunca soube superar, de forma

categórica, a ambiguidade que provoca a opção de dotar-se ou não de uma capacidade nuclear.

Embora a posição do Governo tenha sido sempre absolutamente clara e coerente, –a de que o

Brasil não persegue essas armas– o sentimento difuso da opinião nacional é contraditório.

Identificam-se setores que veem nessas armas, ou minimamente na maestria de como produzi-las,

328 Ello causará un gran revuelo cuando la prensa revele la existencia de agujeros con características a aquellos empleados para

ensayos nucleares en Serra de Cachimbo, al sur del Estado de Pará. Ver Brasil prepara local de teste nuclear, 8-ago-1986, Folha

de São Paulo. 329 GUEDES DA COSTA, Thomaz. op. cit. 330 Este punto es reforzado ante las versiones de que los agujeros de la Serra de Cachimbo habrían sido realizados entre 1983-84. 331 Para una tipología de motivaciones por la bomba, ver SAGAN, Scott. Why Do States Build Nuclear Weapons? Three Models

in Search of a Bomb. International Security, v. 21, n. 3, pp. 54-86, 1996-1997.

121

o sinal mais prestigioso de que, também nesse campo, temos todos os atributos de grande

potência332.

En una de las numerosas estimaciones realizadas por la inteligencia norteamericana sobre

el posible interés del Brasil en la bomba, así como la factibilidad de ello, uno con fecha en

octubre de 1983 sostiene que “Brazil has not made a decision to build nuclear explosives and is

not able to commit the resources to do so”333

y luego dice “we believe that, even if Brazil began

now an intensive effort to build a nuclear device, it probably could not achieve this objective

before the mid-1990s”334

. Según la estimación norteamericana, entonces, aún si el Brasil tuviera

interés en el arma nuclear, ello sólo sería factible en años posteriores, lo que en los hechos

significará bajo un gobierno democrático.

3.8 Consideraciones finales

En el presente capítulo se pudo apreciar el impacto que la presión del gobierno Carter

tuvo sobre la Argentina y el Brasil, así como la forma en que cada uno reaccionó en un contexto

de rivalidad en torno a la cuestión de los recursos naturales compartidos.

Siendo el Brasil quien más padeció los efectos de la presión norteamericana ante la

magnitud de la transferencia de tecnologías que estaban comprendidas en el acuerdo con

Alemania Occidental, es interesante analizar la actitud de apoyo de la Argentina, expresada por el

sector diplomático-científico.

Uno de los centrales motivos por el cual las autoridades argentinas se solidarizaron con el

Brasil frente a las duras embestidas de Washington tiene una raíz pragmática, frente la creencia

de que en la medida en que se avance sobre el programa nuclear brasileño, también se avanzará

sobre el argentino. Si un país de la dimensión del Brasil se veía obligado a doblegarse ante la

presión internacional, ciertamente la Argentina vería sus esfuerzos en sus objetivos nucleares –

que eran los mismos que los brasileños– sumamente comprometidos. Tan sólo unos años antes,

332 AZAMBUJA, Marcos C. Desarmamento: Posições Brasileiras. In: FONSECA JÚNIOR, Gelson y CARNEIRO LEÃO,

Valdemar. Temas de Política Externa brasileira. Brasília: Fundação Alexandre de Gusmão/IPRI/Ática, 1989, p. 45 apud VIEIRA

VARGAS, Everton. op. cit. 333 Brazil´s changing nuclear goals: motives and constraints. Special National Intelligence Estimate: SNIE 93-83, 21-oct-1984. 334 Ibídem.

122

las autoridades argentinas debieron experimentar una fuerte presión sobre su programa nuclear y

la ejecución de Embalse ante la drástica modificación de la política nuclear de Ottawa.

Otro elemento que no puede soslayarse dice respecto la percepción de amenaza. En este

sentido, puede argumentarse que para la Argentina, el acuerdo germano-brasileño no era

percibido como una potencial amenaza de seguridad, fundamentado en tres hechos: el

conocimiento argentino de la tecnología alemana y las dificultades en operar con dicha

tecnología; la percepción de que su objetivo central respondía a la búsqueda de prestigio de la

elite brasileña, y finalmente, ante la unánime opinión en el sector científico y diplomático

argentino respecto la relativa ventaja del programa nuclear argentino frente al brasileño.

En lo que respecta el campo bilateral, el año 1977 fue uno de los más difíciles en la

relación bilateral por la cuestión de Corpus-Itaipú. Asimismo, cada país se verá obligado a lidiar

a su manera con dos otrora aliados estratégicos: Brasil con EE.UU –sobre todo por la cuestión

nuclear– y la Argentina con Chile, por el Canal de Beagle, lo que pudo contribuir a que se dirima

un cierto grado de tensión argentino-brasileña hacia otros sectores. Empero, al igual que en años

anteriores, será nuevamente la variable de la relación bilateral global la que impedirá que se

avance en el campo nuclear.

La rivalidad brasileño-argentina junto al deterior de la relación brasileño-norteamericana

sirve para explicar por qué el Brasil rechazó de plano la propuesta Findley, que era revolucionaria

para su época, ya que proponía un sistema de salvaguardias fuera del TNP junto a la renuncia de

las explosiones nucleares pacíficas, algo que deberá esperar a la década del 90.

Por último, es importante resaltar que el génesis del programa nuclear secreto en

Argentina así como el llamado paralelo/autónomo en Brasil encuentran su justificación en el

contexto de la fuerte presión internacional sobre sus programas nucleares. Para significativos

proveedores nucleares –como Washington y Bonn– hubiera sido inaceptable que ambos países

desarrollasen componentes sensibles vinculados al enriquecimiento de uranio o reprocesamiento

de combustible nuclear al margen de un régimen de salvaguardias y del TNP. Paradójicamente,

ello llevará a la necesidad de desarrollar dichos componentes bajo el mayor sigilo posible.

123

DEL PRIMER ACUERDO NUCLEAR A LAS

CONVERSACIONES ALFONSÍN-FIGUEIREDO (1979-1984)

Como recuerda Camilión, hacia el final del gobierno Geisel el conflicto en torno a la

compatibilización de Corpus-Itaipú estaba prácticamente resuelto335

. Las cancillerías de ambos

países ya habían consensuado los aspectos fundamentales que luego serán formalizados en el

acuerdo tripartito de 1979, pero la intransigencia del sector técnico brasileño-paraguayo frustró su

concreción336

. Este hecho produjo un punto muerto en las negociaciones, y todo indicaba que

sólo el cambio de los actores centrales en las negociaciones podría resolver el impasse entre

Buenos Aires y Brasilia337

.

En este contexto, la llegada de João Batista Figueiredo a la presidencia brasileña fue

significativa por tres motivos: su gobierno adoptará un paradigma de acercamiento con la región,

donde la Argentina tendrá un rol privilegiado338

; le presentará a la Junta Militar argentina un

nuevo interlocutor tras el desgaste natural que se produjo en el diálogo argentino-brasileño

durante el período Geisel (1974-1979), y a su vez, el nuevo mandatario brasileño será percibido

por las autoridades argentinas como un líder con una simpatía natural hacia el país, fundamentado

en los años que vivió en Buenos Aires durante el exilio de su padre339

.

335 Camilión sostiene que “El canciller Silveira e Itamaraty, sobre el final de la gestión de Geisel, estaban inclinados a llegar a un

acuerdo. De hecho, teníamos el texto básico del tratado tripartito completo, hubo muy pocas modificaciones que se introdujeron

posteriormente”. Ver CAMILIÓN, Oscar. op. cit. p. 213. 336 Cisneros y Escudé dicen respecto este punto que “Curiosamente, esta polémica medida no provino del canciller brasileño

Azeredo da Silveira -percibido generalmente como un “duro” por los diarios y revistas argentinos- sino de los técnicos brasileños

y paraguayos -el ministro de Minas y Energía de Brasil, Shigeaki Ueki; el director brasileño del Ente Binacional Itaipú, José de

Costa Cavalcanti- y del lado paraguayo, el presidente de dicho Ente, Enzo Debernardi. A pesar de los reparos de Itamaraty, la

decisión fue adoptada por el presidente Geisel y por el ministro Ueki, motivando un nuevo retraso en las negociaciones

tripartitas.” Ver CISNEROS, Andrés; ESCUDÉ, Carlos. op. cit. Tomo XIV: Las relaciones políticas, 1966-1989. Capítulo 68, El

régimen militar (1976-1983). Las relaciones con Brasil. 337 LIMA, M.R.S. op. cit. p. 402-403. 338 Saraiva, Miriam G. op. cit. p. 57. Una prueba de ello constituye la visita presidencial de Figueiredo a Venezuela (1980);

Colombia y Perú (1981). Fue la primera vez que un mandatario brasileño realizó una visita de Estado a aquellos países. 339 Su padre, Euclides de Oliveira Figueiredo se destacó en la Revolución Constitucionalista de San Pablo contra el gobierno de

Getúlio Vargas, derrotada en octubre de 1932. Allí se exilió a Buenos Aires, donde su hijo João Batista pasó unos años de su

juventud. Ver Dicionário Histórico-Biográfico Brasileiro (DHBB), FGV/CPDOC. Como nota adicional, puede añadirse las

reiteradas referencias de Figueiredo hacia el tango, asado y fútbol argentino en sus discursos. Era un confeso admirador del Club

Atlético San Lorenzo de Almagro.

124

Una semblanza del nuevo mandatario realizada por la Cancillería argentina en diciembre

de 1982 señalaba que

El Presidente del Brasil tiene una personal y auténtica simpatía por la Argentina [...] esa afición

por nuestro país, en los hechos, funcionó como acelerador en su política de aproximación, así

como la invencible antipatía que nos profesaba el general Geisel obrara como freno para un

entendimiento que el anterior Presidente consideraba racionalmente conveniente340.

Bajo una nueva conducción en el Planalto, todo parecía indicar que el camino para un

entendimiento nuclear entre Buenos Aires y Brasilia estaría finalmente allanado luego de años de

esfuerzos de ambos países en avanzar en ésta área. No obstante, los hechos mostrarán que el sólo

cambio de una personalidad política no será condición suficiente para ello. El contencioso

pendiente entre ambos países en torno a las represas de Corpus-Itaipú, una vez más, revelará su

importancia como obstáculo para avanzar en un entendimiento en otras áreas, entre ellas, la

nuclear.

4.1 La iniciativa brasileña y la respuesta argentina

El ocho de agosto de 1979 la Argentina y Venezuela firmaron un acuerdo de cooperación

nuclear con fines pacíficos. En esa misma fecha el portavoz de Itamaraty Bernardo Pericás

realizó declaraciones de prensa señalando la existencia de conversaciones argentino-brasileñas

para sellar un acuerdo nuclear341

.

La reacción pública de la Cancillería argentina se lee en un artículo de O Globo del 11 de

agosto, que menciona que “Segundo uma alta fonte diplomática daquele país, a idéia agrada

também a Buenos Aires mas, até o momento, nada há de concreto entre os dois governos, ´nem

informal ou formalmente´”342

.

Un memorándum de la Cancillería argentina cuenta que el 16 de agosto, un funcionario a

cargo de la División de Energía y Minerales de Itamaraty sugirió a un funcionario argentino

analizar “la posibilidad de incluir un tema de la agenda de la próxima reunión de la CEBAC

340 AMRECIC, Caja Brasil, Carpeta preparada para viaje de Bignone al Brasil, diciembre 1982. AH/0327. 341 Ver Brasil pode firmar acordo nuclear com a Argentina, 9-ago-1979. O Estado de São Paulo. También Itamaraty admite

acordo nuclear com a Argentina, 9-ago-1979. O Globo. 342 Argentinos admitem a cooperação nuclear, 11-ago-1979. O Globo.

125

(Comisión Especial Brasileño Argentina de Coordinación) que permita incorporar al acta final de

esa reunión, un párrafo sobre la conveniencia de explorar las áreas de cooperación en la industria

nucleoeléctrica”343

.

A diferencia de los años anteriores, donde San Martín había tomado la iniciativa en

manifestarle al Brasil su interés en explorar un entendimiento nuclear, esta vez era un renovado

Itamaraty comandado por Ramiro Saraiva Guerreiro quien había decidido mostrarle el interés

brasileño a sus pares argentinos en el ámbito nuclear.

Analizando cuidadosamente la iniciativa brasileña, Héctor Subiza, el jefe del

Departamento de América Latina de la Cancillería argentina, advierte que “se ha producido un

cambio en la disposición del Gobierno de Brasil para cooperar con otras naciones en materia de

energía nuclear”, y no omite en reparar que ello “coincide con el cambio de gobierno producido

en marzo”344

. Es decir, con el nuevo paradigma en política exterior implementado por Figueiredo.

Para Subiza, los motivos que llevan al Brasil a buscar un diálogo nuclear con la Argentina

están en la (a) desaceleración del programa nuclear brasileño; (b) las críticas internas al programa

nuclear y por último (c) en la presión norteamericana que recayó sobre el gobierno brasileño con

el objetivo de frustrar los términos del acuerdo germano-brasileño firmado en 1975.

Luego de notar la coincidente postura nuclear de ambos países, resaltando “el apoyo

recíproco que ambos países se han dado en diversas circunstancias, por ejemplo en lo relativo al

sistema de salvaguardias del OIEA”, el diplomático argentino concluye que “hasta tanto no se

arreglen las diferencias existentes con respecto a la explotación de los recursos hidroeléctricos del

Alto Paraná [...] no sería útil crear formalmente un área ´nueva´ [en la CEBAC]”345

.

A pesar de pronunciarse negativamente, finaliza el memorándum instando “dentro de la

mayor reserva, alentar contactos directos entre los funcionarios de la Comisión Nacional de

Energía Atómica con el objeto de identificar las áreas de cooperación [nuclear]” de modo que “en

343 AMRECIC, Caja Brasil, Cooperación con Brasil en el área nuclear, 23-ago-1979. AH/0326. 344 Ibídem. p. 1. 345 Ibídem. p. 4.

126

el momento en que se hayan creado las condiciones objetivas dentro de la relación bilateral

global, podría suscribirse al nivel adecuado el instrumentos que permita el desarrollo de la

cooperación”346

.

La postura de la Cancillería argentina es clara: hay una franca voluntad en cooperar con

Brasil en materia nuclear, pero antes de ello debe resolverse la cuestión de Corpus-Itaipú,

aprovechando las nuevas condiciones presentadas en Brasilia resultantes del cambio de gobierno.

4.2 La solución de Corpus-Itaipú y el primer acuerdo de cooperación nuclear

Luego de una serie de negociaciones, la disputa argentino-brasileña sobre el río Paraná

alcanzó una solución satisfactoria para ambas partes. Ello se materializó en una ceremonia

solemne realizada en Asunción el 19 de octubre de 1979, con la presencia de los cancilleres de la

Argentina, Brasil y el Paraguay, quienes firmaron el Acuerdo Multilateral sobre Corpus-Itaipú,

poniendo fin a una cuestión que contaminó toda la relación bilateral argentino-brasileña durante

casi una década.

De esta manera, no sólo se había allanado el camino para la cooperación en otras áreas –

siendo la nuclear una de las más relevantes de ellas– sino que comenzaba a modificarse el

histórico paradigma de la confrontación y rivalidad que regía sobre ambos países en la región.

Un documento de la Junta Militar titulado “Plan de Acción de Gobierno octubre 1979 –

marzo de 1981” con consideraciones geopolíticas sobre el posicionamiento argentino en la región

y el globo, estableció, entre otros aspectos, “procurar un entendimiento [con Brasil] encaminado

a obtener una mayor cooperación en el campo económico y al establecimiento de una política

conveniente en el contexto de la región que permitan superar los problemas pendientes”347. El

mismo indica que

Tanto en la Argentina como en el Brasil existen dos posiciones: la tesis del enfrentamiento

permanente [y] la tesis del acercamiento a través de la negociación bilateral. La tesis del

enfrentamiento permanente ya no encaja dentro de un mundo que tiende a la regionalización. El

346 Ibídem, p. 4. 347 AMRECIC, Caja Brasil, Carpeta Paso de los Libres, Concepción geopolítica global, 29-dic-1982. AH/0327.

127

antagonismo no favorece a ninguno de los dos países […] Una exitosa negociación bilateral [con

el Brasil] permitiría a nuestro país: consolidar la estabilidad del marco regional, mejorar nuestra

situación relativa frente a un eventual agravamiento del Conflicto Austral, crearle a Brasil vínculos

de dependencia permanentes que lo mantengan comprometido con nuestro país más allá del

tiempo que demore en superar su preocupante situación de coyuntura, fortalecer la posición

argentina en el panorama internacional, restablecer las condiciones de equilibrio en cuanto a

influencia regional […] lograr una mayor gravitación continental y mundial348.

El nuevo paradigma que propagaba el documento argentino encontró reciprocidad en el

nuevo gobierno brasileño, que también pretendía superar la tesis de la rivalidad regional

permanente. Ciertamente, ello no significaba que no existieran ciertas resistencias de ambos lados

en dar un paso hacia una integración más amplia que comprendiera también la cuestión nuclear.

Roberto Ornstein –el encargado de las relaciones internacionales de la CNEA– recuerda

que las negociaciones para concretar un acuerdo nuclear no fueron fáciles, habiendo “en ambas

partes grupos de poder de extracción ultra-nacionalistas [que] objetaron fuertemente la

conveniencia de tal cooperación”349

. Sin embargo, ambos gobiernos lograrán sobreponerse a ello,

coincidiendo en los aspectos fundamentales de las ventajas que comprendía un entendimiento

nuclear entre ambos países.

4.2.1 La lectura brasileña

Mientras se llevaban a cabo las conversaciones para establecer un acuerdo nuclear, un

documento producido por la División de Energía y Recursos Minerales de Itamaraty señala la

conveniencia de este tipo de cooperación como un instrumento para establecer un frente común

contra la presión que ambos recibían sobre sus respectivos programas nucleares, y a su vez

desarmar aquellos actores que veían en la Argentina y Brasil una carrera de armas nucleares.

Señala el documento brasileño que

Em anos recentes, os Estados Unidos tem feito intensas pressões sobre ambos os países, no sentido

de levá-los a renunciar a alguns aspectos de seus programas nacionais de desenvolvimento

nuclear, bem como aceitar salvaguardas adicionais e discriminatórias, sob a alegação de que o

desenvolvimento nuclear de ambos os países poderia ensejar uma corrida armamentista no campo

nuclear; a argumentação acima foi igualmente utilizada para pressionar a RFA, cujo acordo com o

Brasil poderia romper o “equilíbrio regional” na área nuclear – referencias implícitas a esse fato

foram frequentes no âmbito da Agencia Internacional de Energia Atômica. Subjacente aos

348 Ibídem. 349 ORNSTEIN, Roberto M. La Complementación con Brasil. In: CARASALES, Julio C.; ORNSTEIN, Roberto M. (Coord.) La

Cooperación Internacional de la Argentina en el campo nuclear. Buenos Aires: CARI, 1998, p. 131.

128

aspectos acima referidos, estava o contencioso argentino-brasileiro sobre o aproveitamento do rio

Paraná, hoje resolvido de forma satisfatória. Nessas condições, a cooperação nuclear entre o Brasil

e a Argentina servirá para desarticular pressões baseadas na argumentação descrita acima350.

A su vez, el canciller brasileño, Ramiro Saraiva Guerreiro, le dijo al presidente Figueiredo

en una IPR del 24 de enero de 1980 que la motivación argentina en cooperar con Brasil en el

campo nuclear era para

dissipar as frequentes alegações da imprensa internacional no sentido de que haveria uma corrida

nuclear entre Buenos Aires e Brasília, com fins bélicos [e] reforçar especificamente a posição

negociadora argentina em matéria de salvaguardas e no tocante ao direito ao domínio pleno da

tecnologia nuclear, isto é, inclusive no setor do reprocessamento351.

Guerreiro luego opinó que “a Argentina, normalmente, dada a sua atitude em relação ao

Brasil, não teria interesse em cooperação nuclear com o Brasil ou que desfaça a tese argentina de

sua superioridade nuclear na América Latina”352

.

No obstante, los términos que propondrá el canciller brasileño para abordar un acuerdo

nuclear con argentina –el involucramiento de la industria brasileña y la reafirmación de la postura

conjunta respecto Tlatelolco y el TNP– serán aceptados por Buenos Aires durante la visita del

almirante Castro Madero a Brasil en enero de 1980.

4.2.2 La lectura argentina

Para las autoridades argentinas, un acuerdo de cooperación nuclear con el Brasil servía

para “intensificar la cooperación horizontal [...] procurando lograr a través de la misma la

integración en este campo, de la América Latina en general y de América del Sur en particular,

configurando así un frente común en relación con el desarrollo y la obtención de la tecnología y

de los suministros nucleares correspondientes”353

.

Al mismo tiempo, la Cancillería argentina señalaba que “la negociación deberá orientarse

de tal forma de lograr un acuerdo que no comprometa en lo esencial las posibilidades de nuestro

350 AHMRE. Possibilidades de Cooperação Nuclear Brasil-Argentina. 10-dic-1979. 351 AHMRE. Visita ao Brasil do Almirante Castro Madero, 24-ene-1980. 352 Ibídem. 353 AMRECIC, Caja Brasil, Carpeta Paso de los Libres; cooperación nuclear, 29-dic-1982. AH/0327.

129

país de mantener la delantera en el campo nuclear”354

, algo que el canciller brasileño había

previsto en su comunicación al presidente Figueiredo.

Sin embargo, el documento resaltará que una hipotética “nivelación” entre el programa

argentino y brasileño no provendrá de la cooperación horizontal entre ambos países. Ello, en todo

caso, resultaría de una colaboración vertical con los países con un programa desarrollado, citando

como ejemplo aquélla proveniente de la República Federal Alemana, socio común de ambos

países en el campo nuclear.

En el marco externo, el gobierno argentino tenía la misma apreciación que las autoridades

brasileñas respecto la idea del “frente común”, señalando que

La conclusión de un acuerdo de cooperación entre ambos países en el campo de la tecnología

nuclear tendría significativa repercusión política en los países proveedores de dicha tecnología, en

especial los EE.UU. y los de Europa Occidental, donde perdería todo peso como justificación para

las crecientes restricciones que procuran imponer a la transferencia de tal tecnología a ambos

Estados, el argumento de su supuesta rivalidad en el campo nuclear y la posibilidad de una carrera

armamentista de esa índole entre ellos, con el consiguiente peligro de desestabilización en el área

regional y riesgo para la paz y la seguridad mundial355.

En el plano regional, la lectura de las autoridades argentinas era que un entendimiento

argentino-brasileño en el campo nuclear servía como

catalizador para la integración latinoamericana –principalmente sudamericana– en el referido

campo, al evitar la competencia entre ambas naciones en ese ámbito geográfico y constituir con el

tiempo un polo de irradiación y atracción para todas aquellas naciones de la región de menor

desarrollo tecnológico nuclear relativo. Ello posibilitaría la configuración de un frente común

latinoamericano de peso político significativo en relación con el suministro de tecnología y de

abastecimientos nucleares por los países industrializados356.

Finalmente, luego de repasar los beneficios tecnológicos y comerciales del mismo dentro

de las ventajas de una cooperación con Brasil, un apartado titulado “Desventajas” señala que “no

se aprecia desventaja alguna”357

.

354 Ibídem. 355 Ibídem. 356 Ibídem. 357 Ibídem.

130

4.2.3 La lectura norteamericana

Hacia 1980, el gobierno norteamericano comenzaba a distender su relación con la

Argentina y el Brasil en el campo nuclear, luego de un comienzo marcado por desencuentros

desde el arribo de Jimmy Carter a la presidencia norteamericana.

Un cable de la embajada norteamericana en Buenos Aires del 4 de febrero de 1980

señalaba que la estrategia norteamericana de “coerción” no había dado frutos. El mismo indicaba

que

Our present policies smack of coercion through denial. This pushes Argentina toward other

suppliers, including Soviet Union. Our new policies must be aimed toward rebuilding confidence,

recognizing Argentina´s nuclear leadership in South America, complying with existing

commitments for uranium exports and continuing with successful cooperation in the field of low

enriched uranium fuels358.

En el marco del rapprochement argentino-brasileño, la lectura de su Embajada en Buenos

Aires indicaba que “we must take advantage of burgeoning nuclear cooperation between

Argentina and Brazil, as this diminishes their suspicion and rivalry”359

.

Lo mismo sucedía en el caso brasileño, como consta en la conversación que el jefe del

Departamento Económico de Itamaraty mantuvo con el embajador Gerard Smith el 27 de febrero

de 1980. Dice el funcionario brasileño que

Smith adiantou-me: (1) ter evoluído significativamente a política energética de seu país, dizendo-

me inclusive que “the 1975 days are over” como significando ter o Governo Carter por uma linha

mais flexível em matéria de política energética; (2) poder informar não haver qualquer problema

quanto a “suprimento de combustível”. Nenhuma referencia foi feita a prazos estipulados na Lei

de Não-Proliferacao; (2) estar contemplando viajar ao Brasil “muito em breve” para examinar com

as autoridades brasileiras competentes a cooperação bilateral. [...] Manifestou Smith muito

interesse na eventual cooperação Brasil-Argentina no campo nuclear, considerando-a como

altamente positiva360.

Así como la administración Carter inicialmente procuró utilizar a la Argentina a modo de

presionar al Brasil con el fin de lograr los objetivos de Washington en materia no proliferación

nuclear, tras la solución del conflicto Corpus-Itaipú los oficiales norteamericanos ahora sugerían

aprovechar las ventajas resultantes de una distensión argentino-brasileña en el campo nuclear.

358 Incoming telegram, American Embassy Buenos Aires to Department of State, AI036, 4-feb-1980. 359 Ibídem. 360 AHMRE, Rolo 1686. Embaixada do Brasil em Washington, energia nuclear. Brasil-EUA, 4-mar-1980.

131

No puede ignorarse que el nuevo paradigma norteamericano –expresado en una actitud

menos radical hacia los países que rechazaban los rígidos términos impuestos por el NNPA–

ocurre en un contexto de recrudecimiento de la Guerra Fría, y también ante la necesidad concreta

de los EE.UU. en renovar sus credenciales como proveedor nuclear confiable tras las medidas

que afectaron drásticamente su relación con receptores nucleares361

.

Esta actitud más benigna hacia se profundizará bajo el gobierno Reagan (1981-1989),

quien buscará retomar sus vínculos con los gobiernos militares del Cono Sur y evitará

enfrentamientos directos en el campo nuclear.

En el caso brasileño, ello se materializó en la constitución del Grupo de Trabajo Nuclear

brasileño-norteamericano resultante de la visita de Ronald Reagan al Brasil en diciembre de 1982

que servirá como canal para las discusiones nucleares de ambos países y también se constituirá en

el precedente directo para el Grupo de Trabajo Nuclear que la Argentina y el Brasil adoptarán en

1985 en la Declaración de Foz de Iguazú362

. El rol del embajador norteamericano Richard

Kennedy –encargado de asuntos de desarme y no proliferación nuclear– fue sumamente

importante para ello363

.

En lo que respecta a la Argentina, si bien no se constituyó un Grupo de Trabajo como en

el caso brasileño-norteamericano, el embajador Richard Kennedy no desaprovechó sus viajes a

Sudamérica para encontrarse personalmente en Buenos Aires con Castro Madero con el objeto de

discutir la relación argentino-norteamericana en torno a la cuestión nuclear364

. Dichos encuentros

fueron tan fructíferos que los EE.UU. autorizaron la transferencia de Alemania Occidental a la

361 En el recrudecimiento de la Guerra Fría, varios países insatisfechos con la política nuclear norteamericana buscaban

proveedores alternativos. En éste contexto, la India amenazaba en acudir a la URSS como proveedor, y ello llevó a que la propia

administración Carter llegara al extremo de aprobar el envío de un cargamento de uranio enriquecido a la India, que fue criticado

por la oposición republicana como irresponsable. 362 Entre el 9-10 de mayo de 1983 se produjo el primer encuentro del Grupo de Trabajo Nuclear brasileño-norteamericano en

Brasil. El segundo ocurrió entre el 8-10 de agosto de 1983 en EE.UU.. El director de la CNEN, Rex Nazaré, fue invitado a

conocer diversas instalaciones del programa nuclear norteamericano y se discutió la carga de uranio enriquecido que el Brasil

solicitaba para su planta de Angra. Ver AHMRE. Energia Nuclear. Brasil-EUA, 18/3/1983 y Energia Nuclear. Brasil-EUA.

Segunda sessão do GT Washington, 8 e 10 de agosto de 1983. Encerramento dos trabalhos. 363 Castro Neves cuenta que “Richard Kennedy já estava vindo ao Brasil, desde 1978 ou 1979. Inclusive em uma dessas visitas ao

Brasil, ele procurou inclusive dar um enfoque mais positivo à cooperação entre Brasil e Estados Unidos, tratando de encontrar um

espaço, sobretudo, à luz do grande fracasso que foi a visita do Warren Christopher”. Entrevista colectiva con el autor, 22-mar-

2012. 364 AHMRE. Energia Nuclear. II Reunião do GT. Conversações EUA-Argentina, 10-ago-1983.

132

Argentina de una partida de 143 toneladas de agua pesada de origen norteamericano a ser

utilizado como moderador de sus reactores de Atucha I, II y Embalse, aún a costa de fuertes

críticas que el gobierno republicano debió soportar provenientes de distintos sectores políticos y

medios de comunicación, acusando una política nuclear laxa hacia países fuera del TNP365

.

4.2.4 Los acuerdos de 1980

Entre el 28 y 30 de enero de 1980 una delegación de la CNEA compuesta por Carlos

Castro Madero, Roberto Ornstein y Jorge Coll se entrevistó con el canciller Saraiva Guerreiro,

Cesar Cals (Minas y Energía) Hervásio de Carvalho (CNEN) y Paulo Nogueira Batista

(Nuclebrás), y se trataron los puntos de una posible cooperación. En aquéllos encuentros, Castro

Madero resaltó la importancia de un acuerdo nuclear para “deshacer las acusaciones

norteamericanas sobre la supuesta carrera armamentista entre el Brasil y la Argentina”366

. Esta

visita será retribuida a la Argentina por los titulares de la CNEN y Nuclebrás, que visitarán

Buenos Aires entre el 18 y 22 de marzo.

Con los resultados en mano, Guerreiro se vio gratamente sorprendido ante la

predisposición argentina en involucrar su industria nuclear, algo que será implementado mediante

el protocolo industrial CNEA-Nuclebrás. Así, le comunicará al presidente Figueiredo el 29 de

abril de 1980 que

Cabe ressaltar, a esse propósito, que, com efeito, a disposição argentina de adquirir equipamento

pesado brasileiro para ATUCHA-II se reveste de significado especial, pois o fato não deixará de

desfazer, em boa parte, a propalada impressão de superioridade daquele país sobre o Brasil na área

nuclear367.

Ello condice con el pensamiento de Castro Madero y Nogueira Batista, quienes creían que

la cooperación argentino-brasileña no debía apuntar a obtener ventajas tecnológicas de un país

sobre el otro ni regirse por un criterio comercial, debiendo, por el contrario, realizar un esfuerzo

político tendiente al objetivo común de independizar sus sectores nucleares368

.

365 AHMRE. Energia Nuclear. EUA-RFA-Argentina. Autorização para retransferencia de água-pesada, 19-ago-1983. 366 AHMRE. Visita do almirante Castro Madero ao Brasil, ene-1980. 367 AHMRE, Visita presidencial a Buenos Aires, cooperação nuclear Brasil-Argentina, 29-abr-1980. 368 CASTRO MADERO, Carlos. Cooperación tecnológica. Revista Brasileira de Política Internacional, n. 93-96, pp. 59-61, 1981

y NOGUEIRA BATISTA, Paulo. Programas concretos de cooperação. Revista Brasileira de Política Internacional, n. 93-96, pp.

62-65, 1981.

133

El 13 de mayo el presidente brasileño João Figueiredo visitó la Argentina, y se encontró

con su par argentino, Jorge R. Videla. La llegada de Figueiredo constituyó la primera visita de un

jefe de Estado brasileño a la Argentina desde el encuentro que mantuvieron los presidentes Justo

y Vargas en 1935, o sea, 45 años antes369

. El 17 de mayo ambos gobiernos suscribieron en

Buenos Aires el primer acuerdo de cooperación para el desarrollo y la aplicación de los usos

pacíficos de la energía nuclear, junto a una serie de convenios bilaterales entre las agencias

nucleares de ambos países.

Los acuerdos en el campo nuclear alcanzados por la Argentina y el Brasil cobran su

significado por una serie de cuestiones. En el campo bilateral, puso fin a más de una década de

tentativas de ambos lados en establecer un mecanismo de cooperación nuclear bilateral,

constituyendo, asimismo, la piedra angular de la serie de entendimientos nucleares que

continuarán madurando en los años posteriores entre Buenos Aires y Brasilia. En el campo

internacional, el entendimiento argentino-brasileño permitió institucionalizar la idea del frente

común que ambos buscaban constituir con el fin de contrarrestar argumentos de una supuesta

rivalidad nuclear que llevaría a los dos países a construir la bomba, y a su vez, les permitía

reforzar su postura crítica frente al TNP. Ello está explicitado en el párrafo VII, cuyo prólogo

reza “Convencidos de la necesidad de impedir la proliferación de las armas nucleares a través de

medidas no discriminatorias que impongan restricciones orientadas a obtener el desarme nuclear

general y completo bajo estricto control internacional”370

.

Por último, se sellaron significativos acuerdos que favorecieron a los sectores técnicos y

científicos de ambos países, concretando, así, un histórico anhelo de las respectivas comisiones

nucleares. A modo de fomentar el intercambio de científicos, técnicos e investigadores entre

ambos países, se firmó un importante acuerdo bilateral que establece los términos para ello371

. En

lo que respecta a la búsqueda de una cooperación efectiva entre ambos programas nucleares, se

suscribieron dos convenios de cooperación (CNEA-CNEN y CNEA-Nuclebrás) junto a un

protocolo de cooperación industrial (CNEA-Nuclebrás).

369 Debe recordarse, no obstante, que Costa e Silva visitó la Argentina en marzo de 1967 en condición de presidente electo. 370 Acuerdo de Cooperación entre el Gobierno de la República Argentina y el Gobierno de la República Federativa del Brasil para

el desarrollo y la aplicación de los usos pacíficos de la energía nuclear, 17-may-1980. 371 Acuerdo de Cooperación Científica y Tecnológica entre el Gobierno de la República Argentina y el Gobierno de la República

Federativa del Brasil, 17-may-1980. Su precedente está en el Convenio de Intercambio Cultural de1968, ver nota al pie 115.

134

Ambos sectores nucleares se comprometieron a concretar cuatro cuestiones

fundamentales: (1) la adquisición por parte de Nuclebrás de tubos de zircaloy destinados a la

fabricación de combustibles nucleares para atender la demanda de las centrales nucleares

brasileñas; (2) el arrendamiento de la CNEA a Nuclebrás de 240 toneladas de concentrado de

uranio; (3) la transferencia de la CNEA a Nuclebrás de la tecnología del proceso para el beneficio

del mineral de uranio por lixiviación en pilas y (4) la participación de Nuclebrás como

subcontratista de la alemana Kraftwerk Union (KWU) en la construcción del recipiente de

presión de la Central Nuclear Atucha II en Argentina. De ellos, dos se implementaron

satisfactoriamente372

.

A los tres meses de la visita de Figueiredo a la Argentina, Videla reciprocó el gesto del

mandatario brasileño, y el 19 de agosto de 1980 visitó el Brasil, ocasión que en que ambos

firmaron una serie de acuerdos bilaterales, entre ellos, dos protocolos de ejecución entre ambas

comisiones nucleares conforme a los lineamientos trazados en los acuerdos de mayo373

.

4.3 La evolución de la relación bilateral nuclear: Malvinas y Pilcaniyeu

Resuelto el contencioso argentino-brasileño en torno a los recursos naturales compartidos,

los presidentes militares de ambos países realizaron esfuerzos recíprocos para mantener el curso

de una nueva relación que se había gestado tras los encuentros Videla-Figueiredo. De este modo,

cuando el gobierno militar argentino renovó sus autoridades –con la designación de Roberto

Viola374

–, la diplomacia presidencial continuó ejerciéndose.

En mayo de 1981 los presidentes Figueiredo y Viola mantuvieron un encuentro en las

ciudades de Paso de los Libres y Uruguayana donde repasaron los principales temas de la agenda

bilateral, entre ellos, la cuestión nuclear. Una carpeta secreta de la Cancillería argentina

372 Ellos son: el arrendamiento de uranio y el recipiente de presión de Atucha II. Es importante resaltar, como me señaló Roberto

Ornstein, que los otros dos no pudieron implementarse por cuestiones técnicas, y no políticas. La operación de tubos de zircaloy –

que preveía la entrega de mil metros de tubo anuales entre 1983 y 1986– se demoró por la desaceleración del programa nuclear

brasileño; la transferencia de tecnología de lixiviación en pila no se concretó porque la misma no resultó adecuada para la

característica del mineral brasileño. 373 El Protocolo de Ejecución No. 1 versó sobre la cooperación en el campo de la formación de recursos humanos en el sector

nuclear, mientras que el No. 2 consistió en el intercambio de información técnica. Mientras que el primero tuvo un resultado

informal, el segundo funcionó regularmente. 374 Sus miembros eran Roberto E. Viola (Ejército), Armando Lambruschini (Marina) y Omar D. Rubens Graffigna (Fuerza

Aérea).

135

preparada para tal efecto recordó que el acuerdo de cooperación nuclear de 1980 “tiene singular

importancia política y ha sido exhibido por ambos países como una categórica demostración de la

falacia de quienes invocaban la competencia entre Argentina y Brasil para limitarnos la

cooperación en el campo nuclear”375

.

Luego, se pronuncia a favor de profundizar la cooperación nuclear, resaltando que

Pese a tratarse de un terreno políticamente sensitivo [...] no ha de descartarse la posibilidad de

avanzar hacia etapas de mayor complejidad, inclusive la complementación en niveles tales como

el de la tecnología de la fusión. Esta profundización de la cooperación atómica entre ambos países

tendría proyecciones beneficiosas en la relación política bilateral. Y restaría argumentos a las

potencias que alegan que la proliferación de la tecnología nuclear tenderá a complicarse con

rivalidades nacionales como las que existirían en el Cono Sud, con riesgo para la seguridad y la

paz internacional. Además, fomentaría importantes corrientes de complementación tecnológica e

industrial entre la Argentina y Brasil, tanto en el área estrictamente nuclear como en los múltiples

sectores conexos376.

Habrá, sin embargo, dos sobresaltos significativos en la relación argentino-brasileña

signados por el conflicto bélico entre la Argentina y una potencia de la OTAN por las Islas

Malvinas y ante el logro argentino del dominio de la tecnología de enriquecimiento de uranio.

Ambos casos presentaban significativas implicancias para la seguridad regional vinculando la

cuestión atómica y en los dos episodios las autoridades brasileñas fueron sorprendidas377

.

4.3.1 La Guerra de Malvinas y la cuestión nuclear

El 2 de abril de 1982 la Argentina ocupó militarmente las Islas Malvinas, como resultado

de una acción ordenada por Leopoldo Galtieri, el nuevo presidente de la Junta Militar378

. Este

hecho y sus desdoblamientos constituirán la primera vez en más de un siglo en que las Fuerzas

Armadas argentinas se enfrentaban en un conflicto bélico en la región, trayendo consigo

consecuencias imprevisibles379

.

375 AMRECIC, Caja Brasil, Carpeta Paso de los Libres; cooperación nuclear, may-1981. AH/0087. 376 Ibídem. 377 En lo que concierne al conflicto de Malvinas –que enfrentó a la Argentina con el Reino Unido, una potencia nuclear– no era

descabellado suponer que el país sudamericano explorase la utilización del átomo fuera de sus aplicaciones pacíficas frente a un

enfrentamiento bélico asimétrico. En el caso de Pilcaniyeu, el dominio argentino de una tecnología sensible como el

enriquecimiento de uranio causó incertidumbre en la comunidad internacional al no estar sujeto a un régimen de salvaguardias,

constituyendo para muchos analistas la prueba de que Buenos Aires estaba detrás de la bomba. 378 Sus miembros eran Leopoldo F. Galtieri (Ejército), Jorge Isaac Anaya (Marina) y Basilio Lami Dozo (Fuerza Aérea). 379 Camilión opina que “el caso Malvinas pudo ser un tremendo complicador. No tengo dudas de que en Brasil una victoria

argentina habría resucitado la vieja idea de la Argentina como amenaza, ya que habría puesto de manifiesto un insospechado

poder militar en un vecino capaz de prevalecer por la fuerza sobre la OTAN. Además, el paso siguiente habría sido la guerra con

Chile. La Armada habría quedado con las manos libres para invadir las tres islas grandes del Beagle o, al menos, la isla Nueva.

136

Si bien la relación argentino-brasileña atravesaba un momento de distensión tras la

solución del conflicto de Itaipú, las autoridades argentinas optaron por no comunicarle a sus

contrapartes brasileñas respecto sus intenciones en las islas del Atlántico Sur. Cabe recordar que

entre el 3 y 5 de marzo de 1982 –un mes antes de la acción militar– el canciller argentino,

Nicanor Costa Méndez, se había reunido con su par brasileño en Brasilia y en la extensa agenda

que ambos abordaron no hubo ningún énfasis especial del argentino sobre la cuestión Malvinas

que se encontrara fuera del tradicional reclamo en foros internacionales. En una entrevista

posterior, el canciller brasileño recordará su estado de sorpresa al enterarse del conflicto bélico, y

cómo improvisó una respuesta ante la prensa al informarse del hecho380

.

A pesar de buscar aparentar cierta neutralidad en el conflicto del Atlántico Sur, la postura

del gobierno brasileño se centró en apoyo político y diplomático a Buenos Aires expresado a

través de la defensa del histórico reclamo argentino de la soberanía del archipiélago –postura que

Brasil mantiene desde 1833– y en su condición de representante de los intereses argentinos en

Londres tras la ruptura de las relaciones diplomáticas entre la Argentina y el Reino Unido381

. La

discrepancia con Buenos Aires, en todo caso, estaba en el método, pronunciándose a favor de la

solución pacífica de controversias.

Mientras se desenvolvía el conflicto entre Buenos Aires y Londres, el presidente brasileño

defendió el reclamo argentino en su encuentro con el presidente Ronald Reagan en mayo de

1982, e insistirá nuevamente en ello en su discurso en Naciones Unidas el 27 de septiembre del

mismo año. Para las autoridades argentinas, el gesto brasileño constituyó una demostración de

“lealtad”382

.

Dudo que Brasil hubiera contemplado con indiferencia la segura victoria argentina. Se habría producido una situación inaceptable

tanto para Brasil como para Estados Unidos cuyo interés por el tema era enorme. Creo que estos catastróficos desenvolvimientos

hubieran cambiado el mapa de las relaciones hemisféricas. Fueron momentos muy peligrosos”. Entrevista del autor a Oscar

Camilión, 29-may-2012. 380 Guerreiro se encontraba en Nueva York, donde se había detenido provisoriamente tras su paso por China. Al día siguiente su

portavoz, Bernardo Pericás, le comunicó la noticia. Sorprendido, el canciller brasileño calificó lo sucedido como “una locura”,

pero logró improvisar una respuesta ante la insistencia de la comitiva de prensa que había viajado con él, centrada en la histórica

defensa brasileña del reclamo argentino desde 1833, aunque en el marco de la resolución pacífica de controversias. La entrevista

completa puede accederse en http://www.fgv.br/cpdoc/historal/arq/Entrevista841.pdf. 381 Brigagao y Fonrouge señalan que “esa experiencia histórica y político-diplomática indica que la resolución de los problemas

políticos y económicos bilaterales en la Cuenca del Plata ayudó a cimentar la actual convergencia en el campo de la cooperación

nuclear argentino-brasileña”. Ver BRIGAGAO, Clovis; FONROUGE, Marcelo V. Argentina y Brasil: Modelo regional de

confianza mutua. Estudios Internacionales, Santiago, v. 32, n. 125, 1999, p. 9. 382 Esta frase pertenece al embajador argentino en Brasil, Hugo Caminos. Ver Caminos destaca papel de Brasil, 2/2/1983, Jornal

de Brasília. En términos similares se expresa Héctor Subiza, ex embajador argentino en Brasil, para quien “la lectura en Buenos

Aires era de que Brasil nos había apoyado con todo [durante el conflicto]”. Entrevista personal con Héctor Subiza, 13-may-2011.

137

No obstante, la imprevisibilidad argentina en el conflicto bélico en el Atlántico Sur

produjo una profunda preocupación vinculada con la cuestión atómica. La Argentina sospechaba

que el Reino Unido pudo haber introducido armas nucleares en el teatro bélico del Atlántico Sur

–lo que fue expresado en una nota enviada al director del OIEA con copia a todos los estados

miembros–, y al mismo tiempo, reclamará por la guerra asimétrica que se desenvolvía en el

campo marítimo, donde las fuerzas inglesas habían introducido submarinos nucleares383

.

A sabiendas de que el Reino Unido no sería castigado, Castro Madero advirtió que la

Argentina podría a pasar valerse de la energía nuclear para “fines militares no proscritos”384

,

refiriéndose al derecho de explorar la energía nuclear en la propulsión naval. Si bien ello no

significa en absoluto el desarrollo de un arma nuclear, el vínculo de la energía atómica en el

campo militar por parte de un país que estaba fuera del régimen de no proliferación regional y

global reforzó, de manera inevitable, las existentes suspicacias respecto los fines del programa

nuclear argentino385

.

Tanto el Brasil como los EE.UU. realizaron informes de inteligencia sobre las

implicancias de Malvinas en el programa nuclear argentino, centrados en un análisis de

factibilidad en caso que Buenos Aires decidiera ir en dirección de la bomba seguido de un

componente analítico, que versaba sobre su interés o desinterés en desarrollar el arma nuclear. En

ambos casos, el énfasis se colocaba en su programa de reprocesamiento386

.

Un informe de inteligencia norteamericano realizado inmediatamente después del

conflicto anglo-argentino por el National Security Council (NSC) bajo el rótulo de un National

Intelligence Estimate sostenía que

The immediate impact of the Falklands defeat cuts two ways. Emotionally, it has probably

increased the desire to develop a nuclear weapons option. Politically and economically, however,

383 Ver CASTRO MADERO, Carlos; TAKACS, Esteban A. op. cit. p. 215-219. 384 Castro Madero argumentó que la Argentina, por circunscribirse a los usos pacíficos de la energía nuclear, no desarrolló

investigaciones del átomo en otros campos, como el de la propulsión naval. Ver Buenos Aires: energía nuclear para fins

militares, 9-jun-1982, O Globo 385 Hurtado de Mendoza analiza esta cuestión detalladamente bajo el título de “La bomba imaginaria”, en la que menciona el rol

de los medios de comunicación en la construcción de una argentina interesada en contar con armas nucleares durante el conflicto

de Malvinas. Ver HURTADO DE MENDOZA, Diego. op. cit. p. 49-50. 386 Aunque la Argentina estaba trabajando en la tecnología de enriquecimiento de uranio en Pilcaniyeu en este período, aún era un

secreto de Estado. Los interrogantes respecto una hipotética bomba argentina, entonces, estaban en su capacidad de obtener el

plutonio necesario para ello resultante del reprocesamiento de combustible nuclear.

138

it has reduced Argentina´s capability to fulfill this desire [...] we judge, nevertheless, that

unfavorable economic prospects and political turmoil will not prevent the Argentine Government

from achieving the technical capability to make nuclear explosives before the end of this

decade387.

Para la inteligencia norteamericana, en caso de adoptarse la decisión política de ir en

aquélla dirección, el resultado sólo se vería entre tres y seis años. Asimismo, el análisis reconoce

que los esfuerzos norteamericanos en presionar al programa nuclear argentino no han dado

resultados positivos en el pasado y debería buscarse otro enfoque para contener a Buenos Aires.

Dice el informe del NSC que “US efforts, however, to exert such pressure, whether

applied directly or through other countries, would be constrained by the frequently demonstrated

Argentine resistance to any external attempts to influence its nuclear ambitions”388

.

El gobierno brasileño, por su parte, realizó dos estudios detallados sobre el programa

nuclear argentino que evaluó, entre otras cosas, la posibilidad de que la Argentina extrajese el

plutonio necesario para utilizar en un artefacto nuclear. El primero, titulado “Avaliação do estado

atual de desenvolvimento do programa nuclear argentino”389

se realizó en el mes de abril, y en lo

que respecta al artefacto nuclear, el informe de 58 páginas concluye diciendo que “é impossível,

no momento, afirmar com convicção se a Argentina tem plutônio em quantidades suficientes, ou

mesmo, se desenvolve atividades que caracterizam a sua intenção de construir um artefato

nuclear bélico”390

. Un estudio posterior –con fecha de junio de 1982– menciona las distintas vías

en las que la Argentina podría extraer el plutonio necesario para un artefacto, pero tampoco es

conclusivo respecto las intenciones del gobierno argentino en ese sentido391

.

Aún sin saber fehacientemente qué consecuencias acarrearía la derrota de Malvinas en el

campo nuclear, el gobierno brasileño buscará por todos los medios posibles contener a una

Argentina que atravesaba un momento de fuerte inestabilidad política fruto de la derrota militar,

lo que profundizó aún más el aislamiento internacional del régimen militar de Buenos Aires.

387 Argentina´s Nuclear Policies in Light of the Falklands Defeat. Special National Intelligence Estimate: SNIE 91-2-82, 8-set-

1982. 388 Ibídem. 389 Avaliação do estágio atual do desenvolvimento do programa nuclear argentino, abr-1982. Paulo Nogueira Batista/CPDOC.

1974.07.01. 390 Ibídem. 391 Minuta: Produção de Plutônio, jun-1982. Paulo Nogueira Batista/CPDOC. 1974.07.01.

139

El presidente brasileño João Figueiredo continuó firme en la defensa del reclamo

argentino y a su vez continuó ejerciendo la diplomacia presidencial para ratificar el acercamiento

argentino-brasileño. De esta forma, entre el 11 y 13 de enero de 1983 Figueiredo se reunió en Foz

de Iguazú con el nuevo gobernante argentino, Reynaldo Bignone, quien debía preparar la

transición definitiva hacia la democracia. Era el cuarto encuentro que el presidente brasileño

mantenía con un mandatario argentino desde que asumió el poder a comienzos de 1979.

En dicha ocasión, ambos gobernantes asistieron a la colocación de la piedra fundacional

del puente internacional que une Puerto Iguazú con Foz de Iguazú392

, y emitieron una declaración

conjunta en la que calificaron de “excelente”393

el estado de la relación bilateral. Luego de

destacar la serie de acuerdos firmados entre ambos países, el gobierno brasileño expresó

nuevamente su solidaridad hacia la Argentina por las Malvinas394

. Finalmente, en un encuentro

cerrado, ambos presidentes repasaron detalladamente la agenda regional y global, que incluyó un

análisis detallado de la situación política interna de cada país395

.

4.3.2 La reacción brasileña al anuncio de enriquecimiento argentino

Tal como sucedió con la ocupación de Malvinas, el 18 de noviembre de 1983 el gobierno

militar argentino sorprendió una vez más al mundo. Esta vez, el motivo fue el logro argentino en

enriquecer uranio en la planta piloto ubicada en Pilcaniyeu, provincia de Río Negro. A diferencia

del conflicto de Malvinas, no obstante, la Argentina privilegió a cinco naciones con una carta

personal del presidente Bignone, quien aseguró que el logro argentino se enmarcaba dentro de los

usos pacíficos de la energía nuclear. Ellos eran EE.UU., Brasil, Francia, China y URSS396

. Por su

392 Este puente posteriormente será inaugurado en noviembre de 1985 por los presidentes democráticos José Sarney y Raúl

Alfonsín, y será bautizado Puente Internacional Tancredo Neves, en homenaje al presidente electo brasileño que no llegó a asumir

el cargo tras la redemocratización. Dos hechos merecen destacarse en esta obra: es el primer puente desde la inauguración en 1947

del puente internacional Paso de los Libres – Uruguayana, y no puede pasarse por alto que este símbolo de integración física fue

comenzado por los gobiernos militares. 393 Comunicado Conjunto 13-ene-1983. 394 Ibídem. 395 AMRECIC, Caja Brasil, Material informativo seleccionado con motivo de la visita del Excelentísimo Señor Presidente de la

Nación, General de División (R.E.) D. Renayldo Benito Antonio Bignone a la República Federativa del Brasil; minuta de la

conversación mantenida por el Excmo. Señor Presidente de la Nación General de División (R.E.) D. Reyanldo Benito Antonio

Bignone, con el Excmo. Señor Presidente de la República Federativa del Brasil, D. João Baptista de Oliveira Figueiredo, 13-ene-

1983. AH/0327. 396 El libro de Castro Madero y Takacs tiene imprecisiones respecto este punto: el anuncio fue el día 18 y no el 10 de noviembre,

y a Gran Bretaña no se lo privilegió, como era de esperarse tras la ruptura de relaciones diplomáticas como consecuencia de la

Guerra de Malvinas. Ver CASTRO MADERO, Carlos; TAKACS, Esteban A. op. cit. p. 87.

140

parte, el canciller argentino Juan Ramón Aguirre Lanari se reunió personalmente con los

embajadores de Brasil, la República Federal de Alemania, Suiza, Canadá, China, la URSS y los

encargados de negocios de EE.UU. y Chile397

.

A la par de ello, hubo una misión del prestigioso científico Dan Beninson para entregarle

una misiva de Castro Madero al director del OIEA, Hans Blix, al igual que una gestión de

Esteban Takacs en EE.UU., quien comunicó el logro argentino a los embajadores Richard

Kennedy, encargado de asuntos nucleares, y Jeanne Kirkpatrick, representante norteamericana

ante la ONU398

.

Posteriormente, la Cancillería argentina convocó a los embajadores latinoamericanos en el

Palacio San Martín, donde el presidente de la CNEA, Castro Madero, realizó una crónica

detallada sobre por qué la Argentina había construido la planta y cuál era su propósito,

enfatizando que la misma constituía un logro latinoamericano en el campo nuclear.

El presidente brasileño se encontraba en Dakar cuando recibió la carta de su par argentino.

En ella, Bignone le garantizaba que la planta se enmarcaba dentro de los usos pacíficos de la

energía nuclear399

. Figueiredo le respondió en los siguientes términos:

Recebi hoje em Dacar a mensagem desta mesma data a mim enviada por Vossa Excelência. Muito

agradeço pela gentileza da informação e apresso-me a responder-lhe para manifestar minha viva

satisfação pelo êxito logrado por essa República irmã no domínio de importante etapa do ciclo do

combustível nuclear. Sei da intenção exclusivamente pacífica desse esforço argentino, que é a

mesma que inspira o Brasil. Nossos países já têm desenvolvido excelente cooperação em matéria

nuclear, e estou certo de que assim continuarão a trabalhar em mútuo benefício e em proveito do

desenvolvimento econômico e social de toda a comunidade latino-americana. Ao apresentar a

Vossa Excelência meus sinceros votos por sua felicidade pessoal, aproveito a oportunidade para

renovar os protestos da mais alta consideração com que subscrevo400.

Un factor que no puede soslayarse es el hecho de que en el Brasil, al momento del

anuncio de Pilcaniyeu, ya había centrífugas rodando como consecuencia del programa

autónomo/paralelo, acercándose cada vez más al dominio del enriquecimiento de uranio401

. Aún

397 AHMRE. Energia nuclear, Argentina, ciclo do combustível, enriquecimento de urânio, repercussão na imprensa, 19-nov-1983. 398 Ver HURTADO DE MENDOZA, Diego. op. cit. p. 51-52. 399 Las cartas pueden leerse en Argentina domina técnica e pode produzir a bomba, 19-nov-1983, Folha de São Paulo. 400 Ibídem. 401 El embajador brasileño Castro Neves recuerda que “quando Pilcaniyeu foi anunciada, já havia oito centrífugas funcionando

[...] ficavam em uma ala do IPEN que era administrada conjuntamente pelo IPEN e pela Marinha, pelo comandante Othon

Pinheiro da Silva, que foi o grande ator dessa área de enriquecimento de urânio pelo método da centrifugação”. Entrevista

colectiva con el autor, 22-mar-2012.

141

así, no puede ignorarse la preocupación que pudo haber suscitado el anuncio argentino al

conseguir dominar una tecnología sensible con fuertes implicancias en el campo de la seguridad.

Por más que los hechos posteriores demostrarán que el gobierno argentino no contó ni con la

intencionalidad política como tampoco la capacidad técnica para ello, las circunstancias en las

que el gobierno argentino realizó el anuncio no pueden ignorarse402

.

Sólo el año anterior, la Junta Militar argentina se había involucrado en una guerra con una

potencia de la OTAN que nadie había previsto. En el medio de una desordenada transición, el

logro argentino no contribuyó a contrarrestar las percepciones negativas que venía suscitando en

el escenario internacional. Los medios de comunicación brasileños vincularon el logro argentino

con su cercanía al arma nuclear, y revelaron que ello había sido recibido con preocupación en

ciertos sectores del gobierno de Figueiredo403

. Después de todo, la planta argentina, al resultar de

un esfuerzo tecnológico nacional, estaba fuera del alcance de un régimen de salvaguardias.

El propio presidente electo Raúl Alfonsín –que había sido privilegiado con la información

del secreto y la opción de comunicarlo personalmente si así lo desease por Castro Madero404

tenía una percepción negativa sobre el anuncio argentino, algo compartido por su entorno405

.

A modo de dar un mensaje externo –pero también interno–, el día del anuncio de

enriquecimiento argentino, Alfonsín aseguró que su gobierno solamente admitirá los usos

exclusivamente pacíficos de la energía nuclear406

. No en vano una de las primeras medidas de su

402 El logro argentino estaba aún lejos de contar con la capacidad técnica de enriquecer al 90%. Transcurridas casi tres décadas del

anuncio, Pilcaniyeu aún no logró enriquecer a escala industrial. Poneman alude a ello en sus propios términos, y dice: “It is

strange how the international press, generally so skeptical, takes nuclear claims at face value […] A close look at Castro Madero´s

statement should have restrained such wild speculation. He merely stated that the Argentines had successfully ´demonstrated´

uranium enrichment and were building a medium-sized plant. He did not say how much if any had been produced, and averred

that the enrichment would be used for peaceful purposes”. Ver PONEMAN, Daniel. Argentina: Democracy on trial. New York:

Paragon House, 1987, p. 179. Para referencias de la capacidad técnica de Pilcaniyeu y Ezeiza ver ARGÜELLO, Irma. Brazil and

Argentina´s nuclear cooperation. Carnegie Endowment for International Peace, January 2009. 403 Ver Confirmado: a Argentina pode ter a bomba, 19-nov-1983, O Estado de São Paulo y también Argentina já pode fazer a

bomba, 19-nov-1983, Folha de São Paulo. 404 Roberto Ornstein, encargado de las relaciones internacionales de la CNEA, dice que la secrecía fue ante el temor de que “la

presión de EE.UU. fuera tal que el proyecto fracasase antes que hubiera llegado a buen puerto. Entonces, cuando se consideró que

ya se había hecho la primera prueba [exitosa] a nivel laboratorio […] ahí se decide hacer la consulta con el entonces presidente

electo Alfonsín sobre la oportunidad del anuncio, si se quería que lo hiciera el gobierno militar saliente para aliviarle los

problemas al gobierno civil entrante, o si quería el gobierno de Alfonsín hacerse responsable del tema”. Entrevista con el autor,

22-mar-2012. Ello también está en CASTRO MADERO, Carlos; TAKACS, Esteban A. op. cit. p. 88. 405 Entrevista personal con Adolfo Saracho (nov-2011) y Dante Caputo (ene-2012). 406 Ver Alfonsín afirma que átomo será usado para a paz, Jornal do Brasil, 20-nov-1983.

142

gobierno será constituir una comisión investigadora sobre las actividades del programa nuclear

argentino, cuyos resultados señalarán la inexistencia de evidencia de un programa de armas

nucleares, como también de explosivos nucleares pacíficos407

. De hecho, lejos de registrarse una

ruptura en la política nuclear argentina, el alfonsinismo mantendrá los lineamientos históricos

consistentes en alcanzar el ciclo de combustible nuclear y no adherir al TNP.

Fuera del sobresalto producido por Pilcaniyeu, la relación bilateral nuclear argentino-

brasileña registró significativos avances, con visitas técnicas de ambos lados y conversaciones

tendientes de profundizar aún más la cooperación existente, tal como registra un cable de la

embajada brasileña en Buenos Aires408

.

4.4 La relación bilateral: El diálogo nuclear Alfonsín-Figueiredo (1983-1984)

Aún bajo la dramática transición interna que experimentó la Argentina tras el colapso del

régimen militar –junto al desfasaje que se produjo en la naturaleza del régimen político respecto

al Brasil, regido aún bajo un gobierno militar, en un contexto en que el proyecto alfonsinista

buscaba contribuir a consolidar los procesos de redemocratización en la región– ello no impidió

la continuidad de la aproximación política que experimentaban la Argentina y el Brasil desde la

solución del conflicto Corpus-Itaipú.

Con el objetivo de ratificar el curso de la relación bilateral, en el contexto de la transición

argentina, el canciller brasileño se encontró con Dante Caputo –el candidato de Alfonsín para

dirigir la política exterior argentina–, y ambos mantuvieron un estrecho diálogo que incluyó la

transmisión de un mensaje presidencial de Alfonsín a Figueiredo.

407 Alfonsín había establecido la creación de una comisión especial que investigara a las actividades de la CNEA. Sus actividades

eran supervisadas por Dante Caputo y Jorge Sábato. Sábato recordará en una entrevista al canal norteamericano ABC el 19 de

noviembre de 1984 que “cuando el Presidente Alfonsín fundó esa Comisión nosotros compartimos la duda de si se habían

realizado desarrollos militares en el campo de la energía nuclear. Llegamos a la conclusión, después de tres meses de hacer un

análisis cruzado de testimonios y actividades de que no había existido el propósito de desarrollar armas nucleares”. 408 AHMRE. Energia Nuclear. Argentina/Brasil. Cooperação-1983, 27-ene-1984.El mismo señala que “o ano de 1983 pode ser

considerado como bastante positivo para o relacionamiento bilateral no setor nuclear [...] A cooperação nuclear entre os dois

países possibilitou, ao longo de 1983, um intercambio significativo de missões técnicas, do lado argentino registraram-se

aproximadamente 22 visitas ao Brasil, ao que corresponderam 4 em sentido inversa”.

143

Tras el encuentro, Saraiva Guerreiro luego le informará al presidente brasileño que

O presidente Alfonsín encarregou [o Dante Caputo] de transmitir-me, e por meu intermédio ao Sr.

Presidente da Republica, que tem grande interesse em manter os níveis mais altos de

relacionamento com o Brasil, pois considera que, juntos, os dois países tem enorme peso no

cenário internacional, e mediante uma mais intensa cooperação bilateral terão cada um fortalecida

sua capacidade própria de ação em múltiplas áreas, tanto no plano político como no plano

econômico [...] O governo argentino está, portanto, pronto a manter com o governo brasileiro

conversações políticas globais sobre um modelo que convenha imprimir ao relacionamento

bilateral e sobre a extensão a ser dada a este relacionamento, inclusive com vistas a um encontro

político no mais alto nível. Afirmou ainda que só com o Brasil a Argentina pretende manter esse

tipo de relação de nível máximo409.

En el transcurso de los próximos meses, ambos gobiernos se encargarán de mantener la

relación política en su máximo nivel posible. Hubo cuatro factores fundamentales para ello: el

accionar brasileño en la cuestión Malvinas –consistente en la representación de los intereses

argentinos en Londres y la defensa de la postura argentina en foros internacionales–; una posición

conjunta respecto el problema de la deuda externa –cristalizado en el Consenso de Cartagena–; el

involucramiento de ambos países en el proceso de paz centroamericano –materializado en la

creación del Grupo de Apoyo de Contadora–, y en una estrecha cooperación en la Antártida410

.

Fue tal la cordialidad argentino-brasileña durante los gobiernos de Alfonsín-Figueiredo

que ambos gobiernos evaluaron un encuentro presidencial, previsto a realizarse el 9 de enero de

1985 en Foz de Iguazú, dando así continuidad a la diplomacia presidencial iniciada entre ambos

países en 1980411

. El encuentro finalmente no se concretó, pero su sola posibilidad constituye una

significativa muestra de la continuidad de las buenas relaciones que ambos países mantenían aún

gobernados bajo regímenes políticos distintos412

.

4.4.1 La propuesta brasileña a la renuncia de explosiones nucleares pacíficas

La continuidad que se registró en la relación política argentino-brasileña tras la caída de la

Junta Militar argentina también se extendió en el campo nuclear. De este modo, cuando el

409 Ver AHMRE. Conferencia Econômica Latino-Americana. Conversa do MRE com o Chanceler argentino, 16-ene-1984. 410 Estos cuatro aspectos son resaltados en un memorándum de Itamaraty. Ver AHMRE. Visita presidencial. Relações Argentina/Brasil. Subsídios, 11-dic-1984. 411 La posibilidad del encuentro entre Figueiredo y Alfonsín estaba tan madura que ambos países ya habían consensuado un

comunicado de prensa de 23 puntos que emitirían tras la cumbre presidencial. Ver AHMRE. Relações Brasil-Argentina. Encontro

Presidencial. Comunicado de imprensa, 6-dic-1984. 412 El motivo de ello probablemente esté vinculado con el proceso de democratización brasileño. Cabe recordar que Tancredo

Neves fue electo presidente el 15 de enero del mismo año, y el mes siguiente visitará la Argentina y se reunirá con Alfonsín.

Políticamente no hubiera tenido sentido para Alfonsín –y lo que simbolizaba el proceso de democratización argentino en la

región– entrevistarse con un saliente presidente militar brasileño, a dos meses de una sucesión política.

144

canciller brasileño se reunió con quien sería su par argentino el 3 de diciembre de 1983 –menos

de un mes después del anuncio de enriquecimiento argentino y a siete días de la asunción de

Alfonsín– la cuestión atómica no estuvo exenta en los diversos asuntos que componían la agenda

bilateral.

Al abordar el tema nuclear, Guerreiro le propuso a Caputo pensar juntos una fórmula con

el fin de “dissipar, na América Latina, nos EUA e na Europa, qualquer idéia de rivalidade ou de

segundas intenções em nossos respectivos programas nucleares, inclusive para não abrirmos a

quem quer que fosse a possibilidade de tentar jogar-nos um contra o outro”413

.

Seguidamente, Guerreiro le manifestó que sería interesante que “em algum momento

Brasil e Argentina façam conjuntamente [uma] declaração em que, sem abrir em nada mão de

suas posições de princípio quanto ao direito ao pleno acesso e uso da energia nuclear, deixem

claro que não tem a intenção de produzir explosivos nucleares”414

.

Dante Caputo calificó como “muy buena” la idea y dijo que sondearía al gobierno

argentino al respecto. La propuesta brasileña tuvo una acogida muy favorable en la cancillería

argentina. Para Adolfo Saracho, el director de la flamante Dirección de Seguridad Internacional,

Asuntos Nucleares y Espaciales (DIGAN)415

, ello resultó en una “agradable sorpresa”416

.

A la par que ello ocurría, el gobierno de los EE.UU. patrocinaba distintos enfoques para

lidiar con la no proliferación nuclear, incluso conversaciones al margen del TNP. Si la propuesta

que el legislador norteamericano Paul Findley había realizado en 1977 no había contado con

reacción alguna del gobierno norteamericano, la iniciativa de Itamaraty respecto un

entendimiento en materia de garantías mutuas con Buenos Aires fue alentado por Washington.

413 Memorando do Embaixador Roberto Abdenur para o Ministro Saraiva Guerreiro, 10-ene-1985, secreto. Arquivo Rubens

Barbosa/CPDOC. 414 Ibídem. 415 La DIGAN fue una dirección creada en la Cancillería argentina por el gobierno Alfonsín, entre otras cosas, para encargarse de

los asuntos nucleares internacionales, un rol que históricamente había ocupado la CNEA a través de su departamento de

relaciones internacionales. 416 El director de DIGAN en aquél momento, Adolfo Saracho, recuerda que “para nosotros fue una sorpresa muy agradable la

propuesta de Brasil y Argentina no tenía problemas en aceptarla. Después hubo otro tipo de dirección del lado de Brasil, pero

Argentina estaba abierta a aceptar esta propuesta. Y como digo, fue una sorpresa muy agradable. No esperábamos eso tan pronto”.

Entrevista colectiva con el autor, 22-mar-2012.

145

Un cable de la embajada argentina en Washington con fecha del 18 de enero de 1984

registra el contenido de las conversaciones entre un funcionario del Departamento de Estado

norteamericano con un diplomático argentino en la capital de EE.UU. En aquélla ocasión, el

diplomático norteamericano le expresó a su colega argentino que la relación bilateral nuclear

entre Washington, Buenos Aires y Brasilia “produciría [un] mejoramiento relevante de vínculos

si ambos países declarasen formalmente que no fabricarán [un] artefacto nuclear explosivo,

señalando que ello, además, les depararía [una] importante influencia moral sobre [las] potencias

nucleares”417

.

Luego, el diplomático norteamericano añadió que sería “bien recibido” por EE.UU. si

ambos países, sin perjuicio de Tlatelolco, “acordasen algún mecanismo para [la] inspección

recíproca de sus instalaciones nucleares”418

.

Así como el gobierno brasileño no había expresado demasiado interés en la propuesta de

1977, en esta ocasión el contexto era otro. El anuncio argentino de enriquecimiento de uranio

había provocado un desfasaje importante respecto el programa brasileño –que en el momento

desarrollaba la tecnología de ultracentrífugas– en uno de los componentes más sensibles del ciclo

de combustible nuclear con significativas implicancias en el campo de seguridad.

Ambas cancillerías encomendaron la continuidad de estas conversaciones a los

embajadores Roberto Abdenur, por el lado brasileño, y Jorge F. Sábato419

, del lado argentino. El

primer contacto entre ambos funcionarios ocurrió en mayo de 1984, en el contexto de una ronda

de conversaciones sobre comercio bilateral. En dicha ocasión, Sábato le reaseguró a Abdenur que

Pilcaniyeu tenía como única finalidad enriquecer uranio al 20% –es decir, sin un grado bélico–, y

luego le manifestó a su contraparte brasileña que

O Governo Alfonsín considerava de grande importância manter um relacionamento de cooperação

e confiança com o Brasil nessa área, tanto pelo benefício que essa relação pode significar para

417 AMRECIC, Caja Brasil, Comentarios de funcionario del Departamento de Estado a cargo de asuntos brasileños, 18-ene-1984.

AH/0015. 418 Ibídem. 419 No debe confundirse con el físico argentino, Jorge A. Sábato, su tío. Jorge F. Sábato, en su condición de secretario de Estado,

fue la persona encargada de la relación con Brasil en el aspecto nuclear.

146

ambos os países em termos do reforço de suas posições críticas ao regime nuclear tal como

visualizado pelas grandes potencias (TNP, salvaguardas full-scope, etc.), quanto pelos benefícios

concretos que podem advir de maior intercambio entre cientistas e técnicos420.

Abdenur, por su parte, expresó que le parecía importante que “os dois países em algum

momento começassem a examinar a questão de como evitar que a busca por cada um da

autonomia no ciclo do combustível viesse a degenerar numa corrida nuclear no mau sentido da

expressão”421

.

El énfasis brasileño, fue, una vez más, en las explosiones nucleares pacíficas. El problema

–tal como lo habían advertido Guglialmelli y Findley anteriormente– estaba en que una eventual

explosión nuclear, aún de carácter pacífico, “por si só inevitavelmente acarretaria uma carreira

nuclear de cunho armamentista, dada a impossibilidade de uma distinção prática entre o caráter

pacífico ou militar de um explosivo nuclear”422

.

El siguiente encuentro entre Sábato y Abdenur ocurrió al margen de la reunión de

Cartagena sobre la deuda externa, ocasión en la que el diplomático brasileño le presentó un

proyecto a su par argentino a título “puramente personal” de una declaración conjunta en la que

ambos gobiernos renunciaban a las explosiones nucleares pacíficas. Ambos acordaron que la

misma podría suscribirse en un eventual encuentro entre Alfonsín y Figueiredo, previsto a

realizarse en la XIV Asamblea General de la OEA en noviembre de 1984.

En vistas de ello, ambos decidieron elevar la propuesta a las más altas esferas del

gobierno. En el lado argentino, el presidente Alfonsín habría aprobado dicha iniciativa –tal como

le comunicó Sábato a Abdenur– mientras que en el brasileño, el presidente Figueiredo, según

Guerreiro, tuvo una reacción “em principio positiva diante da ideia geral” pero luego “afirmou

desejar ver a idéia examinada pelos vários setores interessados no programa nuclear

brasileiro”423

, en alusión al estamento científico-militar encargado del mismo.

420 Memorando do Embaixador Roberto Abdenur para o Ministro Saraiva Guerreiro, 10-ene-1985, secreto. Arquivo Rubens

Barbosa/CPDOC. 421 Ibídem. p. 3. 422 Ibídem. p. 3-4. 423 Ibídem. p. 5.

147

Al contar con el parecer de los sectores vinculados al programa nuclear, el canciller

Saraiva Guerreiro le comunicó al embajador Abdenur que

não obstante tivesse tido acolhida favorável em vários setores não se tinha chegado a consenso a

respeito, dadas certas dúvidas suscitadas quanto à oportunidade de uma tal Declaração neste

momento e quanto aos riscos de interpretação que poderia ela acarretar para nossas posições de

princípio na área nuclear424.

No puede omitirse en este punto que a la par de las negociaciones entre ambos países

sobre el problema de las PNEs, uno de los componentes del programa paralelo brasileño –el

Proyecto Solimões– contemplaba el desarrollo de explosivos nucleares pacíficos.

Abdenur, entonces, le comunicó a Sábato la recepción positiva de la iniciativa en altos

niveles gubernamentales, pero que la misma no había alcanzado el consenso necesario para

continuar en aquella dirección. Ante la posibilidad de que Buenos Aires interpretase la negativa

brasileña como una señal de su interés en realizar PNEs a futuro, Abdenur debió esclarecerle a su

contraparte argentina que el hecho de que no se avance en ese sentido “de modo algum

significava que o Brasil contemple produzir explosivos” y finalmente, le recordó que las

tratativas sobre este tema había sido meramente un “exercício hipotético entre nós dois”425

.

4.5 Consideraciones finales

El presente capítulo tuvo como objetivo demostrar la importancia de una serie de

episodios sumamente significativos en la relación nuclear argentino-brasileña. Primeramente, se

pudo observar el impacto que tuvo la resolución de los contenciosos pendientes en la agenda

bilateral de ambos países –sobre todo, la búsqueda de una solución satisfactoria para ambas

partes en la cuestión de Corpus-Itaipú– como condición para allanar el camino a la cooperación

nuclear. El cambio de gobierno brasileño –que busca aproximarse a la Argentina–sin dudas fue

importante para facilitar el diálogo entre Buenos Aires y Brasilia, pero como se pudo apreciar,

ello por sí sólo no fue suficiente para que ambos países concretasen una efectiva cooperación en

lo nuclear.

424 Ibídem, p. 6. 425 Ibídem. p. 6.

148

Habiendo existido fundamentos para un acuerdo nuclear desde la década del 60 –en una

historia nuclear marcada por coincidencias– no sorprende, entonces, que los postulados

ideológicos de los acuerdos de 1980 hayan sido coincidentes en aspectos fundamentales para

ambos países. La idea de un “frente común” que contribuyese a rechazar las acusaciones sobre

una supuesta carrera nuclear como también la oportunidad de fortalecer la histórica postura

argentino-brasileña respecto un régimen que consideraban discriminatorio –expresado en el

TNP– ya eran concepciones maduras en la década del 60 e inicios del 70, y finalmente tuvieron la

rúbrica argentino-brasileña en mayo de 1980.

Otro aspecto que merece destacarse es la actitud del gobierno brasileño ante dos hechos

que no sólo lo tomaron por sorpresa, sino que tenían una fuerte implicancia en el campo nuclear:

la Guerra de Malvinas y el anuncio de enriquecimiento de uranio en Pilcaniyeu. Como evidencian

los documentos, hubo cierta preocupación tanto en el caso de Malvinas como en el de Pilcaniyeu

ante la posibilidad que Buenos Aires considerase aplicaciones de la energía nuclear fuera del

campo estrictamente pacífico. No obstante, en ambos casos el gobierno de Figueiredo respondió

apoyando firmemente al gobierno argentino, aún frente a la incertidumbre que ambos episodios

presentaban en el campo atómico.

Por último, las conversaciones entre el saliente gobierno militar brasileño y una argentina

recientemente democratizada cobran su significación por una serie de aspectos. No sólo por la

continuidad del diálogo político y nuclear ya iniciado bajo regímenes militares desde 1980, sino

por el tono de las conversaciones: el gobierno brasileño propone una declaración consistente en

una renuncia conjunta de las explosiones nucleares pacíficas, en el que ciertamente el contexto

del reciente anuncio de Pilcaniyeu no puede ignorarse.

La actitud brasileña –comprensible ante una Argentina que se muestra inestable

políticamente y domina una tecnología sensible como la del enriquecimiento de uranio– buscaba

resolver el problema de las PNEs que se plantea sobre ambos actores como consecuencia de sus

tempranas decisiones en el campo nuclear. Es interesante, también, constatar la actitud de

Washington respecto ello, que no sólo alienta la cooperación en este sentido, sino que incluso le

presta argumentos sobre por qué deberían ir en aquélla dirección, aún manteniéndose fuera de

149

Tlatelolco y el TNP, lejos de los postulados que el gobierno Carter adoptó en sus inicios con el

NNPA.

La respuesta positiva argentina de avanzar en esta dirección, a su vez, es prueba del

escaso interés de Buenos Aires de ir en la dirección de un explosivo nuclear pacífico. El gobierno

brasileño, entonces, es víctima de una paradoja interna: la evidencia señala que al mismo tiempo

que proponía ello, había interés en algunos sectores del gobierno en explorar las posibilidades de

realizar un explosivo nuclear. Si bien las negociaciones en este sentido no prosperarán, su

relevancia consiste en señalar que ambos países, ya a inicios de la década del 80 y aún bajo un

régimen político distinto, buscaban fórmulas para resolver el dilema de seguridad que se les

planteaba en el campo nuclear, algo que no se logrará hasta la declaración Menem-Collor de

1990 y la consecuente constitución de la ABACC en 1991.

150

CONCLUSIÓN

Como se pudo apreciar a lo largo del trabajo, la historia nuclear argentino-brasileña entre

1968-1984 es una marcada por una serie de tempranas coincidencias. Lejos de observarse un

enfrentamiento en éste campo estratégico –algo que podría esperarse en un contexto de rivalidad

regional– el diálogo bilateral nuclear no sólo se desarrolló en un clima de cordialidad –con

entendimientos de distinta naturaleza en el OIEA y Comité de Ginebra– sino que también se

tradujo en acciones coordinadas frente al régimen de no proliferación regional y global, como

también en varias tentativas de establecer un acuerdo de cooperación nuclear ya hacia fines de la

década del 60.

Pueden identificarse cuatro factores que llevaron a la necesidad de un entendimiento

nuclear argentino-brasileño, siendo tres de ellos de orden político-diplomático y el cuarto de

naturaleza científico-técnica. Los que integran la primera categoría se caracterizan por (1) la

coincidencia argentino-brasileña frente al régimen de no proliferación nuclear de armas

nucleares, expresado, sobre todo, en el rechazo al TNP y las salvaguardias full-scope; (2) la

necesidad de ambos países en quitarse presión internacional sobre sus programas nucleares y

desmentir la versión de estar disputando una carrera de armas nucleares, y (3) la búsqueda de

establecer un mecanismo de garantías mutuas por fuera del TNP que asegurase tanto a ambos

países como frente a terceros, la utilización exclusivamente pacífica de la energía nuclear. El

cuarto incentivo está en el permanente interés de las comunidades científicas de ambos países en

encontrar un mecanismo que permitiera estrechar los vínculos entre ellas mediante el intercambio

de cuadros y experiencias en distintos campos de la física nuclear, y a su vez, explorar la

posibilidad de desarrollar tecnologías conjuntas como también estudiar posibilidades de

complementación tecnológica.

En lo que respecta a la coincidencia argentino-brasileña frente a un orden nuclear global

que ambos percibían como discriminatorio, encontramos que la primera expresión significativa

de ello está en la condena conjunta hacia las potencias nucleares con motivo de la agresiva

reanudación de ensayos nucleares durante el recrudecimiento de la Guerra Fría, expresado en la

declaración Dantas-Cárcano de 1961.

151

Empero, fue la compartida percepción del régimen de no proliferación nuclear lo que

produjo la coincidencia político-diplomática más significativa entre ambos países, ya que servirá

como un fuerte incentivo para una acción coordinada tanto en Tlatelolco como frente al TNP.

En ambos casos, las dos coincidencias fundamentales frente al régimen de no

proliferación nuclear se expresan en el interés en establecer un régimen cuya arquitectura jurídica

fuere lo menos restrictiva posible en los usos pacíficos de la energía nuclear –lo que se tradujo en

acciones coordinadas en las instancias más significativas de la negociación del Tratado de

Tlatelolco–, mientras que la segunda se caracteriza por la negativa visión del TNP, lo que

constituyó la coincidencia más significativa entre ambos países.

El TNP era percibido tanto por la Argentina y el Brasil como un instrumento jurídico

realizado sobre bases su carácter discriminatorio (con obligaciones y deberes desiguales entre sus

miembros); ineficaz (que contribuía, fundamentalmente, a desarmar a los desarmados);

interesado en contribuir a un statu quo del selecto club atómico dividiendo en el mundo entre

NWS y NNWS (estableciendo un congelamiento del poder mundial, en el léxico diplomático) y a

favor de restringir el mercado nuclear a un puñado de naciones que ya cuentan con un programa

nuclear desarrollado (expresado en términos de colonialismo tecnológico).

En los años que se sucedieron inmediatamente después de la negociación y entrada en

vigor del TNP, el costo argentino-brasileño en mantenerse al margen del mismo fue

relativamente bajo, pero a mediados de la década del 70 –marcadamente tras la explosión india

de 1974– ello sufrirá una drástica modificación frente a las crecientes exigencias de EE.UU. y

Canadá –actores centrales en la estrategia nuclear argentino-brasileña– y su política de

condicionalidad de adhesión al TNP o de adopción de salvaguardias full-scope como requisitos

excluyentes para continuar con las exportaciones nucleares. A su vez, en este período cobrarán

cada vez mayor fuerza las versiones vertidas tanto por terceros países como medios de

comunicación que interpretan la negativa argentino-brasileña al TNP junto al fuerte impulso de

sus programas nucleares bajo gobiernos militares como la prueba de una supuesta carrera de

armas nucleares en el Cono Sur.

152

La Argentina y el Brasil, a su vez, interpretan las presiones y acusaciones sobre sus

programas nucleares como obstinados intentos en evitar que alcancen su independencia en el

campo nuclear a modo de perpetuar el “colonialismo tecnológico” –expresión común en el

establishment científico y diplomático de ambos países–, entonces, en lugar de acatar las

exigencias de importantes proveedores nucleares, redoblarán sus esfuerzos en adquirir un ciclo de

combustible nuclear autónomo. De este modo, la cuestión nuclear deja de ser un mera asunto

circunscripto al campo científico-tecnológico y se tornará en una cuestión de Estado,

confundiéndose con la soberanía nacional e invitando a expresiones de nacionalismo nuclear.

En la medida que el cerco comienza a establecerse sobre los programas nucleares de

ambos países a mediados de la década del 70, tanto la Argentina como el Brasil ven la necesidad

de aunar esfuerzos a modo de establecer un frente común que permitiese aliviar la presión sobre

sus programas y a su vez desmentir las acusaciones de una supuesta carrera nuclear preservando,

siempre, su postura contraria al TNP. Un entendimiento argentino-brasileño, en este sentido,

serviría como muestra de que ello es una lectura equivocada.

De ello se desprende que la Argentina y el Brasil jamás disputaron una carrera de armas

nucleares –como sostiene erróneamente cierta parte de la literatura sobre el caso–, empero, ello

no significa que no haya existido un clima de desconfianza recíproca sobre las actividades

nucleares del otro.

Paradójicamente, la coincidencia argentino-brasileña en buscar un régimen laxo en

materia de no proliferación –como se hizo con Tlatelolco– y de valerse de todos los usos

pacíficos de la energía nuclear –incluso las llamadas explosiones nucleares pacíficas–, junto a la

incesante búsqueda de adquirir todas las etapas del ciclo de combustible nuclear –incluyendo el

desarrollo autóctono de tecnologías sensibles del ciclo de combustible nuclear fuera de un

régimen de salvaguardias– les presentó un problema: en teoría ambos países podían realizar una

explosión nuclear sin violar compromisos internacionales, y en un contexto de fuerte

competencia regional, difícilmente uno habría aceptado que el otro dotara a su sector militar con

153

dicha tecnología sin buscar equiparar aquél grado de desarrollo. El dilema argentino-brasileño,

entonces, se caracterizó por la búsqueda de evitar entrar en una carrera de armas nucleares.

Entonces, la conjunción de estos tres elementos –la posibilidad de realizar PNEs; el

rechazo ideológico al TNP y las salvaguardias full-scope junto al desarrollo de tecnologías

sensibles fuera de un régimen de salvaguardias– generó un clima de incertidumbre –en ciertos

casos expresado en sospechas y acusaciones– tanto frente a la comunidad internacional como

entre ambos países, quedando como garantía de sus usos exclusivamente pacíficos, en última

instancia, la palabra otorgada por un oficial de gobierno.

Un buen ejemplo de esta dinámica se puede apreciar en la Guerra de Malvinas y el

anuncio de enriquecimiento de uranio argentino en Pilcaniyeu. El dramático y sorpresivo

conflicto bélico entre la Argentina y una potencia de la OTAN –que tomó al gobierno brasileño

por sorpresa– motivó estudios de inteligencia tanto en Brasil como en EE.UU. sobre la capacidad

e intencionalidad argentina en ir en dirección del arma nuclear. Asimismo, el anuncio de la

capacidad de enriquecimiento de uranio en la planta piloto de Pilcaniyeu –aún habiendo

privilegiado al gobierno brasileño con su información momentos antes de su comunicación

oficial– también es de suponer que generó cierta incertidumbre en estamentos político-militares

brasileños, quienes buscarán equiparar el desarrollo argentino –y lo lograrán en los siguientes

años en Aramar– a modo de no quedarse atrás.

Al rechazar el TNP y las salvaguardias full-scope, ambos países estaban obligados a

procurar fórmulas originales de garantías mutuas en el campo nuclear. Esta lógica ya está

presente en la década del 70, y contiene el germen de la ABACC. Uno de los aspectos más

reveladores del presente trabajo está en señalar las diversas iniciativas que existieron en ésta

línea, registrándose esbozos de un mecanismo de garantías mutuas fuera del TNP tanto por el

estratega argentino Juan E. Guglialmelli (1974) como por el legislador norteamericano Paul

Findley (1977) y posteriormente Itamaraty (1984).

En lo que dice al impulso en cooperar del sector científico-técnico, esto se observa

marcadamente en el caso argentino, donde es notorio el rol que tiene la CNEA como agencia en

154

sus intentos de institucionalizar un mecanismo de cooperación nuclear con el Brasil aún cuando

la propia Cancillería argentina se muestra oscilante. Esto ha sido así tanto en la gestión del

almirante Oscar Quihillalt (1955-1973) y Castro Madero (1976-1983) frente a la comisión de

energía atómica argentina. También es interesante notar que aún careciendo de canales

institucionales, la evidencia señala la existencia de una estrecha relación informal entre los

sectores de ambos países: la CNEA y la CNEN registran importantes intercambios de

experiencias y de conocimiento de los programas nucleares del vecino a fines de la década del 60,

como queda evidenciado en la misión de la CNEN a la Argentina en 1967 con motivo de la

inauguración del Centro Atómico Ezeiza, seguido de la misión de la CNEA al Brasil en 1968,

constituyendo ejemplos significativos de ello.

Ante la existencia de cuatro identificables incentivos para establecer un mecanismo de

cooperación nuclear, la lógica indica, entonces, que la Argentina y el Brasil deberían haber

realizado esfuerzos en ese sentido ya hacia fines de la década del 60, y la existencia de ello

constituye uno de los principales hallazgos del presente trabajo: entre fines de la década del 60

hasta 1980 existieron numerosas tentativas de ambos gobiernos en establecer un acuerdo de

cooperación nuclear.

Sin embargo, hasta mayo de 1980 no lograran entenderse en el campo nuclear. ¿Por qué

sucede este fenómeno? La respuesta está en un estudio minucioso sobre los argumentos

esgrimidos por ambas partes sobre por qué no cooperar en el momento que uno de los dos está

dispuesto hacerlo.

Si bien difieren con el paso del tiempo, la tónica es la misma: primero deben resolverse

los contenciosos pendientes en la relación bilateral antes de avanzar en este campo. Esta es la

respuesta argentina expresada por la Cancillería en desmedro del marcado interés del sector

científico argentino ante la tentativa de cooperación emprendida por los gobiernos de Costa e

Silva (1967-1969) y Médici (1969-1974), como también será la respuesta brasileña –expresada

por el propio presidente Geisel (1974-1979)– ante los posteriores intentos argentinos.

155

La clave para comprender la inhabilidad de ambos países en establecer un mecanismo de

cooperación nuclear en un momento que brindaba ostensibles beneficios a ambos países,

entonces, se encuentra en la rivalidad regional. Ello obliga al investigador a esforzarse en un

estudio de su dinámica para aprehender ello en mayor detalle.

Aquí merecen señalarse dos observaciones importantes: la primera dice sobre la

naturaleza de rivalidad argentino-brasileña y la segunda sobre el impacto que tuvo en la cuestión

nuclear. En lo que respecta al primer punto, la rivalidad argentino-brasileña a lo largo del siglo

XX estuvo signada por una competencia por prestigio e influencia regional, con una baja

probabilidad de conflicto bélico y con disputas políticas contornadas por los sectores

diplomáticos de ambos países, expresándose la rivalidad en foros internacionales o en un sistema

de alianzas regionales en aras de mantener o ampliar la esfera de influencia de cada uno.

El hecho de que ambos países se hayan constituido recíprocamente como la principal

hipótesis de conflicto a lo largo del siglo XX no necesariamente implica que haya existido una

probabilidad de que ambos se enfrentasen militarmente. Como me dijera un alto oficial de la

Armada Argentina, el hecho de que uno elija una hipótesis de guerra determinada es una de las

formas que tiene las Fuerzas Armadas de justificar su existencia, su equipamiento, y su

presupuesto. La disociación entre una hipótesis bélica y la probabilidad de la misma puede

apreciarse en que la Argentina haya estado al borde de ir a la guerra con Chile a fines de la

década del 70, y a inicios de los 80 tuvo un enfrentamiento armado con el Reino Unido; países

que no incluían al Brasil –la principal hipótesis de conflicto– en su planificación militar.

En este sentido, en el caso argentino-brasileño la justificación de un arma atómica por

motivos de seguridad nacional o percepción de amenaza carece de fundamento alguno; una

marcada diferencia de la dinámica indo-pakistaní. Ello no quiere decir, como se señaló

anteriormente, que uno de los dos países se hubiera comportado de manera indiferente ante un

hipotético ensayo nuclear del vecino, especialmente en dos rivales moderados que buscan

equipararse en el frente político, económico y militar. Empero, la dinámica de la rivalidad entre

Buenos Aires y Brasilia no presenta suficientes incentivos para que uno de los dos se equipe con

el arma nuclear, justificando su desarrollo en el otro país.

156

La otra observación vinculada a la rivalidad argentino-brasileña está en resaltar que a

pesar de su carácter moderado, su dinámica sí fue lo suficientemente significativa para frustrar un

entendimiento en el sector nuclear entre fines de la década del 60 y fines del 70.

A la par que ambos países registraban importantes coincidencias en torno a la cuestión

nuclear, recrudecía la competencia de ambos países en torno a la Cuenca del Plata, territorio que

constituía el epicentro de la confrontación argentino-brasileña y desencadenaba recelos históricos

entre ambos países. De esta manera, cuando un Brasil con un programa desarrollista –

aprovechando el crecimiento resultante del “milagro económico”– expandía su influencia en la

cuenca, la Argentina adoptaba una posición reactiva, generando una dinámica cuyo clímax estuvo

en conflicto de Corpus-Itaipú; el mayor contencioso bilateral de ambos países en la segunda

mitad del siglo XX.

Este episodio –de gran complejidad jurídica y técnica– trabó la agenda de cooperación

argentino-brasileña en varias áreas a lo largo de 1970, donde la nuclear no fue la excepción. De

hecho, el impacto en torno a Corpus-Itaipú fue tan significativo en la búsqueda de ambos en

encontrar un entendimiento nuclear que llevó a que ambos gobiernos debieran soportar

aisladamente el momento de mayor presión ejercida sobre sus programas nucleares, expresada en

la drástica modificación de las políticas de exportaciones nucleares de Ottawa y Washington,

otrora socios y actores centrales en sus respectivas estrategias nucleares.

Cuando la Argentina y el Brasil encontraron una solución satisfactoria para ambas partes

–expresado en el Acuerdo Tripartito de 1979– esta situación se modificó, y la tan postergada

cooperación nuclear bilateral fue finalmente posibilitada en mayo de 1980, luego de más de una

década de tentativas de ambos países. Este hecho no hace más que reforzar el impacto que tuvo el

rol de la rivalidad argentino-brasileña en las tentativas de sellar un acuerdo de cooperación

nuclear bilateral.

Bajo esta óptica, los acuerdos nucleares de 1980 tienen como mérito haber conseguido

concretar un anhelo natural de ambos gobiernos –frustrado sistemáticamente por rencillas de

carácter político-diplomático ajenas a la cuestión nuclear– y lograr establecer un frente común

157

respecto el TNP y la presión externa que recibían sus programas nucleares como consecuencia de

ello. Es cierto que no lograron establecer un mecanismo de garantías mutuas –una necesidad aún

imperativa entre ambos países–, pero sí constituyeron la piedra angular de una serie de medidas

de confianza mutua que en el pasar de los años se profundizará bajo los gobiernos Alfonsín-

Sarney y Menem-Collor.

Otro elemento esencial para analizar en la relación argentino-brasileña en el período en

cuestión dice respecto el proyecto de una bomba –objeto central de toda carrera nuclear– tanto de

un país como del otro. A casi tres décadas desde la caída del gobierno militar argentino no hay

evidencia conclusiva de que el gobierno de Buenos Aires haya tenido un interés real en ella. Este

no es un dato menor, ya que en una hipotética carrera nuclear argentino-brasileña, el más

interesado en adquirir el arma nuclear hubiera sido la Argentina, interpretada como el “gran

ecualizador” de poder entre dos países con una asimetría considerable en términos económicos,

territoriales y poblacionales a favor del Brasil.

En el caso brasileño, en cambio, la evidencia señala que uno de los tantos componentes de

su programa autónomo/paralelo incluía el desarrollo de explosivos nucleares pacíficos, que en los

hechos, equivale al arma nuclear. Sin embargo, ello no sólo distó de materializarse –como tantos

otros elementos del programa autónomo– sino que en relación a la Argentina guarda una

peculiaridad: la continuidad de este proyecto fue aprobada por el presidente Figueiredo a

mediados de la década del 80 en un contexto en que la rivalidad argentino-brasileña en torno a

Corpus-Itaipú había sido satisfactoriamente resuelta y posterior al colapso militar argentino tras

la derrota de la Guerra de Malvinas. Versiones de un proyecto de un artefacto nuclear, de hecho,

han estado vigentes incluso a inicios de la década del 90, después del acercamiento inédito entre

ambos países liderado por Alfonsín y Sarney.

La Argentina como justificación para ello se mostraba como un argumento ajeno a la

realidad concreta que la relación bilateral atravesaba, como también ignoraba la dinámica de la

rivalidad argentino-brasileña a lo largo del siglo XX. En todo caso, el desarrollo de un explosivo

nuclear brasileño puede encontrar una justificación más contundente bajo la percepción de algún

sector del estamento político-militar de que podría contribuir al prestigio internacional del Brasil.

158

Entre las conclusiones del actual trabajo también se busca relativizar la línea de

argumentación que suele centrarse en la democratización como variable central para explicar el

rapprochement nuclear argentino-brasileño. Indudablemente la democratización ayudó a dotar de

legitimidad y transparencia al proceso de acercamiento nuclear argentino-brasileño, empero, es

erróneo interpretar que la democratización produjo un quiebre en la política nuclear de ambos

países por una serie de razones.

En primer lugar, cabe recordar que el hecho esencial que sentó las bases para el

establecimiento de un clima cooperación nuclear entre Buenos Aires y Brasilia ocurre con la

solución del conflicto Corpus-Itaipú (1979). Asimismo, la actitud brasileña en el conflicto de

Malvinas (1982) –en el que Brasil pasó a representar los intereses argentinos en Londres– fue

fundamental para ratificar el acercamiento bilateral y comenzar a abandonar la idea de una

rivalidad permanente argentino-brasileña. Este nuevo clima político entre ambos países inició

bajo dos gobiernos militares, continuó durante los gobiernos de Alfonsín y Figueiredo, y se

profundizó de manera inédita entre Alfonsín y Sarney.

En segundo lugar, el contenido de las conversaciones nucleares durante los gobiernos

Alfonsín-Figueiredo tuvieron un contenido sumamente robusto, discutiéndose la posibilidad de

una declaración conjunta de renuncia a las PNEs, lo que hubiera resuelto en buena medida el

dilema de ambos países que arrastraban desde la década del 60.

En tercer lugar –y quizá la observación más significativa para desmitificar una

explicación inherente a un tipo de régimen político– está en el hecho de que los gobiernos

democráticos de Alfonsín y Sarney mantuvieron los postulados históricos de los programas

nucleares de ambos países, centrados, fundamentalmente, en el rechazo a al TNP y a las

salvaguardias full-scope, continuando los esfuerzos en contar con un ciclo de combustible nuclear

autónomo.

Bajo esta óptica, la serie de medidas que se adoptaron bajo los gobiernos democráticos

sucesivos –la Declaración Conjunta sobre Política Nuclear Común (Foz de Iguazú, 1985); la

159

creación de un Grupo de Trabajo Nuclear (posteriormente Comité Permanente); las visitas

mutuas (Pilcaniyeu, 1987; Aramar, 1988; Ezeiza, 1988) y la Declaración sobre Política Nuclear

Común (Foz de Iguazú, 1990)– suponen una continuidad a un proceso que había comenzado

anteriormente, con la solución del conflicto de las hidroeléctricas y los acuerdos nucleares de

mayo de 1980.

Así, la originalidad de la creación de la ABACC en 1991 radica en que resguarda la

histórica postura argentino-brasileña consistente en el rechazo al TNP; postura que no refleja la

decisión de un determinado gobierno ni es inherente a un tipo de régimen político, y sí una

política de Estado. El quiebre en la política nuclear argentino-brasileña, en todo caso, se registra

en la adhesión de ambos países al TNP entre 1995 y 1998, que sí fue una decisión política

adoptada por dos gobiernos.

Aún hoy existen documentos clasificados en ambos países, y los desclasificados carecen

de interpretaciones alternativas, lo que hace necesario continuar realizando esfuerzos para

comprender adecuadamente cómo fue el proceso de cooperación nuclear argentino-brasileña,

cuáles han sido sus características particulares, y cómo ello se refleja en la relación nuclear que

ambos países mantienen al día de hoy. El caso ciertamente lo amerita, ya que en perspectiva

comparada la Argentina y el Brasil poseen una rica historia diplomática y particularmente en el

campo nuclear, donde lograron establecer exitosamente un modelo de cooperación único en un

mundo en el que permanentemente se requieren soluciones novedosas para lidiar con la no

proliferación nuclear.

También merece analizarse con mayor profundidad cuál fue la incidencia de la cuestión

nuclear en el pasaje de una visión recíproca de rivales a otra de socios, parafraseando al

embajador argentino Julio C. Carasales. Al conjugar la cuestión nuclear con otros episodios

centrales como la solución de la cuestión Corpus-Itaipú; el apoyo brasileño a la Argentina

durante la Guerra de Malvinas; la histórica cumbre de Foz de Iguazú entre Alfonsín-Sarney y el

Tratado de Asunción, puede apreciarse la conformación de un proceso histórico que mudó el

paradigma de la rivalidad argentino-brasileña –hoy visto como obsoleto por ambos países– hacia

uno decididamente cooperativo.

160

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