carta a pedro laín entralgo

Upload: victor-sanchez

Post on 17-Oct-2015

18 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

  • CARTA ABIERTA A D. PEDRO LAIN ENTRALGO

    (comenzada en julio 1997 -terminada en enero 2000)

    Querido D. Pedro Lan; muy estimado ex-camarada : Quisiera referirme a su importante libro Descargo de conciencia (1930-1960). Era un libro que slo conoca de referencias... Se le citaba; se le elogiaba mucho... principalmente por parte de los rogelios... Me barruntaba su contenido, pero quera leerlo y conocer por m mismo en qu consista ese descargo de conciencia que tanto elogiaban los conocidos rogelios. Como estaba agotado, hasta fecha reciente, y a travs de la Biblioteca de la Facultad de Filosofa, no he podido leerlo. Frente a los elogios , en abstracto, antes citados, quisiera yo terciar y emitir un juicio crtico sobre algunos puntos concretos... Ya s que escribo muy a toro pasado. Manejo la edicin de 1989... y compruebo que su 1 edicin data de 1976... Lstima... me hubiera gustado poder escribirle esta carta hace 20 aos. La escribo ahora, en forma de carta abierta, porque en realidad ya me imagino que a Vd. a estas alturas y en esta etapa tan avanzada de su vida, mis comentarios le sobran... y ms bien le resbalaran... Lo hago, sin embargo, de cara a la posteridad; para dejar constancia... Entindaseme bien... no es con el propsito de pasar a la posteridad, sino porque me martillea en mi conciencia aquello de el que calla otorga... Escribo, pues, esta carta abierta no como Vd., en descargo de mi conciencia, sino como una obligacin ante propios y extraos... porque para m sera un cargo de conciencia el callarme... 1) Febrero 1956. Sucesos en la Universidad. Escribe Vd. en p. 424 de su libro: a)...Dgaseme si no es en verdad bochornoso -civil, tica y estticamente bochornoso- el siguiente espectculo. Entre las diez y las once, sin que en el interior de la Universidad se hubiera producido la menor perturbacin visible, invadieron la casa de San Bernardo densos grupos de individuos con camisa azul, que por su apariencia distaban mucho de pertenecer al alumnado universitario, provistos de porras y otras armas (sic), los cuales, no satisfechos con sus actos de violencia contra los estudiantes que encontraron al paso, arremetieron contra diversos enseres de la Universidad... b) A gritos, con qu otros recursos podamos actuar nosotros, Manuel Torres Lpez y yo nos opusimos al vandlico atentado. Poco ms tarde el tropel de los asaltantes abandonaba el edificio cantando Cara al Sol, todos muy orgullosos sin duda, de su heroica accin punitiva... Comentarios.- No es cierto lo que Vd. escribe. Yo estaba all. Yo formaba parte de esos densos grupos de individuos. Yo fui uno de los asaltantes. Por mi apariencia, lo reconozco, distaba mucho de pertenecer al alumnado universitario..., como Vd. seala... Para mi desgracia, aado yo... ! Que ms hubiera querido yo! Yo no perteneca a ese reducido grupo de privilegiados que en la Espaa de 1956 poda cursar estudios en la Universidad... Yo entonces tena edad para ello -y creo que tambin nivel intelectual suficiente, al menos comparndome con los privilegiados presentes entonces en la Universidad.

  • 2

    Sin embargo yo, en 1956, a los 21 aos era un oficinista (un mero chupatintas), que no haba podido cursar el Bachillerato -igual que la gran mayora de los jvenes espaoles de mi generacin, tanto fuesen de familias del Bando Nacional como procedentes del bando rojo- y no me consideraba -ni me considero ahora- inferior, intelectualmente hablando, a los Mgica Herzog; Ramn Tamames; Javier Pradera, Pedro Schwartz, Snchez Ferlosio,etc. Yo hago el Bachillerato a los 30 aos -animado, ms bien empujado por algunos de mis camaradas falangistas. Mientras, me titulo como Graduado Social (Escuela Social de Madrid, con profesores como Vias Mey; Prez Botija, etc.);y luego hago la Licenciatura y el Doctorado en Derecho; Licenciatura y Doctorado en Ciencias Polticas; consigo -mediante unas rocambolescas oposiciones- ser hoy profesor titular numerario de dos asignaturas jurdicas, etc. Y todo ello, naturalmente, sin dejar nunca de ser oficinista/chupatintas... desde los 16 aos en que consegu mi primer empleo... siempre dependiendo de mi sueldo mensual, como asalariado, porque mi familia franquista no poda dejarme nada... bastante hizo con salvar la vida en la Zona roja -la Espaa de las libertades y del Gobierno legtimo como ahora se le quiere denominar, ante el cobarde silencio de tantos y tantos... Otro dato sociolgico ms que quiero aadir, no por elogiarme indirectamente, sino ms bien para subrayar el despiste en el que Vd. y tantos otros se han movido siempre en el terreno de la Espaa real... Abundando en la idea de que hemos sido centenares de millares de espaoles que en la dcada de los 40, de los 50 y de los 60 perdieron el tren del Bachillerato y que a partir de los 14, 15 aos (mis amigos del barrio) o de los 16 (los de familias de clase media-baja, como yo; los vencedores que -econmicamente- haban perdido todo en la guerra... si bien contentos de haber salvado la vida...), debieron ponerse a trabajar como asalariados, para ganarse la vida, o al menos para poder aportar algo a la economa familiar... Todava en 1969, cuando me licencio en Derecho, he de rechazar -y bien a mi pesar- una sorprendente oferta del prestigioso catedrtico de Derecho Penal Rodrguez Devesa de integrarme en su ctedra como profesor ayudante o similar...El formaba parte del tribunal del examen de Licenciatura.. Segn me enter luego, le haba impresionado gratamente mi ejercicio de exposicin oral (y comprobar mi nivel en alemn, ingles y francs..). Terminados los exmenes, se acerc amablemente y me formul su propuesta... Imposible... Yo dependa econmicamente de mi sueldo fijo en la oficina; en una empresa privada... Ni soando poda yo dejarlo y dedicarme a la Universidad, con unos ingresos anuales en aquella poca, de 1.500 ptas. Eso podan hacerlo los hijos de papa; los privilegiados del Rgimen -econmicamente hablando, repito- Supona un fabuloso y risueo porvenir... viviendo a costa de la familia, mientras se preparaban una slida vida acadmica... Sin embargo, yo, despus del examen, esa misma maana, tena que volver a trabajar a la oficina... y al dia siguiente, tambin... Igual que me ocurrira ms tarde, cuando concurra en las oposiciones a ctedra. Todo lo que haba hecho hasta entonces, ms lo que haba de estudiar despus, deba realizarlo por fuera aparte, como decan mis amigos de la mili... cuando terminaba mi jornada laboral; como alumno libre. Esta circunstancia sociolgica que le apunto ms arriba, me da la impresin de que Vd. la desconoca en 1956 , la desconoca cuando escribe su libro y la desconoce hoy en 1997... al igual que todos los privilegiados que cursaban estudios en la Universidad de aquella poca... y hoy presumen de perseguidos del franquismo, cuando la realidad sociolgica demuestra, con cifras estadsticas, que eran verdaderos privilegiados del rgimen de Franco (... repito, sociolgicamente hablando, con los textos de Carlos Marx en la mano...). No crea Vd. que trato de aprovechar la coyuntura de esta carta abierta para ponerme plumas... Quiero subrayar el desconocimiento de la Espaa real de 1956 que Vd. tena entonces y que sigue teniendo ahora (igual que tanto famoso perseguido del rgimen o de los abajo firmantes pretendidamente defensores de los derechos humanos en la oprobiosa dictadura, etc.).

  • 3

    Para que se haga mejor idea del clamoroso despiste en que vivan Vds. en 1956 -tanto autoridades acadmicas como ilustres activistas- aadir a lo anteriormente dicho otro dato sociolgico ms: Mi hermano mayor -de la generacin que no combati en la guerra, por muy poco, al tener 14 15 aos entonces, pero que las autoridades de la Zona libre y democrtica -lase Zona roja- intentaron por dos veces reclutarle y mandarle al frente... al terminar la guerra, y a pesar de pertenecer inequvocamente a una familia de los vencedores, no puede dedicarse a estudiar el Bachillerato e ingresar en la Universidad... Ingresa de soldado voluntario en el Ejrcito del Aire y no por su vocacin militar precisamente (no tena ninguna)... sino para poder comer a diario... y tener un lugar fijo donde poder dormir todos los dias y sucesivos, ante el panorama econmico familiar que nos encontramos en 1939; Ao de la Victoria... Pues bien, el dato sociolgico a subrayar -y a restregar a los privilegiados del rgimen de Franco, pretendidos perseguidos de la oprobiosa dictadura- es que mi hermano mayor es algo as como 5 10 veces superior a mi en inteligencia; memoria; capacidad de estudio, etc. De pequeo haba sido uno de esos nios prodigio, dotado de una inteligencia de carcter universal verdaderamente asombrosa... Tanto en el aspecto artstico como en el tcnico; un pequeo virtuoso del piano; un excelente dibujante; un cerebro especialmente dotado para las matemticas; los idiomas... en fin, para todo... A pesar de lo antedicho, mi hermano mayor -hoy 75 aos de edad- no tiene el Bachillerato; no ha cursado estudios universitarios.... Y es -vuelvo a repetir- de familia franquista; de los vencedores... y yo jams le he oido quejarse, ni reprochar lo ms mnimo al rgimen de la oprobiosa dictadura. ...provistos de porras y otras armas.... Falso. Absolutamente falso. Yo formaba parte de la Centuria XVI de Montaeros de la Guardia de Franco y puedo certificar que, al mando de nuestro Jefe de Centuria Manuel Cepeda -panadero de profesin pero con ms inteligencia que muchos de los rogelios intelectuales que a Vd. le rodeaban.. y con capacidad de mando para dirigir en las filas de su centuria un inslito y maravilloso conglomerado de falangistas obreros, oficinistas, estudiantes universitarios; funcionarios ex-combatientes de la Divisin Azul -e incluso un ex-combatiente de la guerra Civil; Subjefe de Centuria, que ese da no pudo asistir- fuimos convocados y asistimos, para invadir la Facultad de Derecho, armados (sic) nicamente de nuestra camisa azul (i.e. la postinera como jocosamente siempre la hemos denominanado...) ... los cuales, no satisfechos con sus actos de violencia contra los estudiantes (sic) que encontraron a su paso.... Falso. Absolutamente falso. Yo estaba all. Yo formaba parte de las huestes invasoras y puedo certificar que no hubo ni el ms leve acto de violencia... Por la sencilla y poderosa razn de que no hizo falta... Dice el refrn que dos no se pegan si uno no quiere... Cuando llegamos all los varios centenares de falangistas -quizs miles...? Imposible saberlo. Mi visin se limitaba a unos pocos metros cuadrados en derredor... No poda dedicarme a deambular y hacer recuento... Difcilmente pudo hacerlo nadie... Formbamos un verdadero apretujamiento en los pasillos; en la escalinata; en el patio-jardin... Entre clase y clase, los estudiantes -con muy buen criterio- optaron por no salir de sus aulas. Al trmino de las clases; de la jornada, (hacia las 13,30 h??), puedo certificar -por lo que se refiere a mi campo visual, estando yo al pie de la escalinata- que descendieron, en forma agrupada, varias decenas de estudiantes (todos ellos masculinos; ni una sola chica, lo recuerdo perfectamente, camino de la salida; de la calle, cantando el triste y sola... sola se queda Fonseca... a pleno pulmn, que repetan una y otra vez, hasta alcanzar la calle... Pero cosa curiosa: a) No todos los estudiantes cantaban.. Pareca como si muchos de ellos no quisieran secundar la iniciativa de quienes iniciaron la cancin. b) Me choc sobremanera que quienes cantaban a pleno pulmn lo hacan -mientras bajaban la escalinata y salan luego a la calle- con la mirada puesta en el vaco; otros hacia el techo; otros hacia el lado donde no haba nadie... Mientras nosotros, parados, de pie all, los

  • 4

    veamos bajar y los mirbamos fijamente, casi retratndoles... Tan es as, que en uno de los estudiantes reconoc a un alumno mo (... No es un lapsus ni una contradiccin con lo que llevo dicho... En 1956 yo, aparte de chupatintas, tambin era profesor de Ingls -desde los 18 aos- en el prestigioso Instituto Briam de Madrid... y luego tambin fui profesor de Alemn, etc.) ... Este estudiante de 4 curso de Derecho estudiaba tambin idiomas... Durante dcadas he sido pues, no solo empleado, sino pluri-empleado... Todava recuerdo la cara de sorpresa -mas bien de estupor de este alumno cuando vio que yo le saludaba sonriente, desde abajo, de camisa azul (ah, por cierto, todos bamos con chaqueta/americana puesta. Yo no vi a ningn camarada que fuese en mangas de camisa ... No hizo falta dar ninguna orden expresa... A nadie se le ocurri... Ni haca tiempo para ello (mes de febrero), ni tampoco bamos a cruzar Madrid desde nuestras casas exhibindonos de uniforme y tener que dar explicaciones a los amigos o conocidos con los que nos tropezsemos por el camino... Ni que decir tiene que si se llega a dar la orden de presentarse en la Universidad de camisa azul exclusivamente, lo hubiramos hecho...). Precisamente mi alumno era de los que no cantaban, pero bajaba la escalinata muy serio; muy preocupado... Su cara de sorpresa, al reconocerme, sera debido a que l no saba que su profesor de Ingls era falangista... y sin embargo, yo s saba que l era filo-monrquico... l era de familia con dinero, es decir, una buena condicin o justificacin para ser filo-monrquico (... decir monrquico sera demasiado exagerado en 1956 !). Tambin debo aadir que nuestras miradas -las de los invasores- hacia los privilegiados estudiantes universitarios que vimos en la Facultad de Derecho de febrero de 1956, no era de odio... era ms bien de puro desprecio... o si quiere Vd. de contenida envidia... La mayora de los jvenes trabajadores all presentes (invasores), en nuestra condicin de falangistas, procedamos de barrios de la periferia de Madrid, del cinturn rojo como se calificaba en la literatura de aquella poca. En las centurias del Frente de Juventudes de los distritos perifricos era muy raro encontrar camaradas que estudiasen el Bachillerato y luego una carrera universitaria... Los haba, claro est, pero solan vivir en los barrios cntricos; de ricos... En los campamentos ya nos mezclbamos. Por lo tanto, psicolgicamente hablando, en nuestro interior predominaba ms -sin quererlo- el ambiente barriobajero vivido en nuestra infancia y juventud hacia los nios ricos; hacia los privilegiados de la sociedad... En el barrio golfo en el que yo me cri, puedo asegurar, desde la perspectiva de 1997 que predominaba ms el espritu de clase, sociolgicamente marxista que el espritu de lucha contra la clase poltica... Yo tardara muchos aos en superar este escollo de espritu de clase... a fuerza de convivencia con camaradas imbuidos de espritu jose-antoniano... el espritu de hermandad entre los falangistas jose-antonianos no es un tpico, sino una esplndida realidad... puedo certificarlo. As pues, repito, no hubo enfrentamientos; no hubo actos de violencia. Imposible. En jamas de los jamases se hubiera atrevido los rogelios... Los Mgica y dems dirigentes comunistas de entonces -fervientes admiradores de Lenin, Stalin, etc. en 1956, eran inteligentes (no tanto como ellos mismos se crean), pero muy cautos; muy precavidos... en su formacin sociolgica, ellos se saban muy protegidos (v.gr. Javier Pradera; Snchez-Mazas; Ruiz-Gallardn, padre, etc.)... no se distinguan precisamente por su arrojo o gallarda... No es ninguna casualidad que ante nuestra masiva y pacfica presencia, optaron por hacer mutis por el foro y salir a la calle cuanto antes... Tampoco fue ninguna casualidad la cancin elegida para despedirse de nosotros (y el tono y la mansa actitud...). Nada ni nadie les prohiba haber cantando la Internacional a pleno pulmn -si no se saban la letra, al menos podan haberla silbado...- y salir airosamente a la calle puo en alto... Mejor ocasin, imposible... Tenan la absoluta seguridad (y Vd. tambin puede certificarlo, D.Pedro) que all, ese da de febrero de 1956, no haba ni un solo polica en la Universidad. O si lo prefiere, ningn polica camuflado tena instrucciones de detener a

  • 5

    ningn estudiante... Y sin embargo...hubiera sido inimaginable... Impensable... Repito, los dirigentes rogelios, ni los del Frente Popular de 1936/1939 donde militaba su hermano (de l luego hablaremos) ni los privilegiados del rgimen de 1956 se distinguan por su valenta... Entra en el campo de las ucronas o futuribles cmo hubiramos reaccionado nosotros, los falangistas, los invasores... Desde la perspectiva de 1997, creo que hicieron bien en no elegir la Internacional para marcharse... A Vd. sin embargo -y seguimos en el ejercicio dialctico de los futuribles- le han privado de la ocasin de haberles dedicado un encendido cntico; una elega; una oda -sin j. Vd. ha tenido que limitarse a dedicarnos unos cuantos prrafos denigratorios basndose en un falso relato, como estoy dispuesto a demostrarle en privado o en pblico, con todava ms lujo de detalles.. o incluso en el propio escenario del crimen, i.e. en el casern de San Bernardo de la antigua Facultad de Derecho... En su descargo, podemos aducir que Vd. en esas fechas fue no slo testigo, sino protagonistas de varios e importantes acontecimientos. Por lo tanto no es ningn desdoro para Vd. ni tiene que sentirse ofendido cuando yo le refuto el relato de los hechos de forma tan poco diplomtica (Falso. Absolutamente falso... etc.) Con estas rotundas afirmaciones por mi parte no le estoy acusando de falsear la verdad intencionadamente. Simplemente es que no fue as y es muy comprensible que Vd. al cabo de tantos aos, mezcle sucesos/acontecimientos y datos o relatos proporcionados a Vd. por personas allegadas y de toda solvencia para Vd. hasta el punto de terminar creyendo -al cabo de los aos repito- que Vd. haba sido testigo presencial... Por el contrario, para m es imposible, materialmente imposible que me equivoque o trabuque los acontecimientos... Por la sencilla razn que era la primera vez que yo entraba -fsicamente- en la Universidad (como invasor ya queda esto aclarado antes... que ms quisiera haber podido ingresar como estudiantes...). Item... Por la sencilla razn de que no slo era la primera vez, sino adems la nica vez que entr en ese recinto (... tardara luego casi 10 aos en poder cursar estudios universitarios, y ya era otro recinto... Ya hablaremos ms adelante). Si se fija Vd. bien, yo en mi relato no fijo la fecha, sino que hablo genricamente de febrero 1956. No tengo el menor inconveniente en rectificar la fecha, si me he equivocado... Me he atenido a la fecha que Vd. indica en su relato y no hay inconveniente en admitir como buena la fecha de los acontecimientos que figura en la p. 101 del libro Jaraneros y alborotadores que public en 1982 la Editorial de la Universidad Complutense, aprovechando la presencia de Bustelo como Rector y de Roberto Mesa como Vice-Rector, rogelios de pro que no han podido hacer luego carrera en el PSOE... En el documento que ah figura -y que probablemente influy en su relato, como luego me referir- se indica la fecha de 8 de febrero 1956. Yo no recordaba la fecha exacta, pero los acontecimientos vividos por m los recordaba como grabados en pelcula o fotografa; sonidos; gestos; ambiente, etc. Tampoco nadie puede reprocharme que yo me refiera a unos acontecimientos en los que particip y que antes o despus se hubiesen producido otros incidentes en los que yo no hubiese estado presente... Imposible. Es materialmente imposible y est fuera de toda duda, independientemente de los relatos, documentos firmados, fidedignos que ahora o en el futuro puedan aparecer (... ojo, nos estamos refiriendo siempre al tema crucial de la invasin de la Universidad/Facultad de Derecho, por parte de falangistas no universitarios (obreros; oficinas;etc.). Sin necesidad de haber recurrido a la presencia de un Notario, esto es muy fcil de demostrar (quien conozca la situacin sociolgica de la Espaa de 1956 en general y del mundo laboral en particular, claro!): Nuestros mandos nos convocan para un acontecimiento importante una sola vez; un solo dia. En la situacin laboral de la Espaa de 1956 estaba fuera de toda lgica, de toda posibilidad real, convocar a trabajadores de fbricas o de oficinas varias veces a la semana o al mes... ni siquiera al ao. Imposible. No se poda faltar al trabajo sin causa justificada... y de forma repetida, ni siquiera con causa justificada. En aquella poca bamos a trabajar hasta con 40 de fiebre. No era motivo

  • 6

    suficiente el faltar al trabajo por baja mdica o por otra causa justificada dentro de la normativa laboral... El absentismo injustificado era motivo de despido..., pero el absentismo justificado y documentado era motivo de quedar relegado en la promocin de tu carrera profesional... entrabas en la lista negra de la Direccin de la empresa... Consiguientemente, a la convocatoria en cuestin (la invasin de la Universidad) ms del 50% de mi Centuria no acudi a la convocatoria... Y no por falta de ganas. En nuestra estricta disciplina militar que Vd. no conoci, pero que s habr oido hablar de ella, no hubo sanciones disciplinarias contra los ausentes... Era lgico. Fuimos aquellos que supimos urdir una buena excusa para salir de la fbrica o de la oficina hacia las 10 de la maana, y volver a ltima hora, o por la tarde, o en otro caso aquellos que tenan la cobertura o complicidad suficiente por parte de sus jefes inmediatos en el centro de trabajo (este fue mi caso... Desde aqu mi agradecimiento a D. Fernando Saco, mi cmplice en el dia de autos...). De ah mi rotunda afirmacin anterior: en 1956 slo pudo haber un nico y exclusivo dia de invasin. A pesar del xito conseguido, no se volvi a repetir. Y digo xito, sin entrecomillarlo, porque la prueba es bien clara... Ha sido necesario recurrir a la falsificacin de los hechos (v.gr. ...provistos de porras y de otras armas... ; ... imponindose con toda clase de armas, incluso pistolas...) para intentar justificarse la parte contraria ante una derrota pacfica tan aplastante como palmaria... Lo repito y lo repetir hasta la saciedad (ad nauseam). Slo bamos armados (sic) de nuestra camisa azul (... y adems debajo de la chaqueta..). Certifico que mi jefe de Centuria, Manuel Cepeda, no nos di la orden de llevar arma o artilugio alguno... ( a pesar de no ser universitario, l siempre tuvo una inteligencia muy especial -aparte de sus peculiares dotes de mando- un fino olfato que le haca prever o barruntar que no iba a hacer falta alguna... Bien conoca l el percal... la categora de camaradas bajo su mando... No conoca el mundo universitario de aquella poca, pero s la categora moral de los falangistas de filas... No se equivoc en su planteamiento...) Tampoco quiero presentarlo como un acto heroico... Por la sencilla razn de que ramos numricamente hablando muy superiores; masivamente superiores... La superioridad numrica era aplastante... Pero precisamente esto es lo que ms les duele a los demcratas doctrinarios de hoy; los rogelios de pro de antao. Hubiera bastado recogerlo as, para quedar justificados ante su pasiva y humillante actitud aquel dia .. Quedaba adems corroborada la afirmacin de nuestros camaradas universitarios que los pretendidos actos heroicos -de los que luego hablaremos- contra los smbolos falangistas haban sido siempre perpetrados con nocturnidad y alevosa... Es algo clsico en los rogelios... Jams admitirn que el enemigo es ms numeroso que ellos... Es reconocer un delito de lesa democracia. Siempre ha sido as. Repsense sus tesis sobre el resultado de la guerra civil... Tienen que admitir -bien que les pese- que hubo un bando victorioso y un bando derrotado... pero el motivo que aducen es siempre claramente ridculo: Franco, con la ayuda de Alemania y de Italia... Jams admitirn que fue Franco... ayudado y respaldado por millones de espaoles... Un nmero muy superior de espaoles que apoyaban la causa nacional al nmero de espaoles que apoyaba la causa del Frente Popular... Cuando se produce el Alzamiento del 18 de Julio, los rogelios jams permitieron a los espaoles elegir bando; que se marchasen pacficamente a Zona Nacional toda aquel que quisiera... autorizacin a votar con los pies... Fue todo lo contrario, el presunto sospechoso de anidar en su corazn el menor sentimiento de simpata por la causa nacional era liquidado fsicamente (luego hablaremos de los mtodos en uno y otro Bando, que tambien aparece en el libro que comentamos...) Con esto, dejo aqu apuntado un hecho sociolgico incontrovertible, perfectamente demostrable: en la Espaa de 1956 la juventud falangista era numricamente hablando muy superior a los rogelios de pro (demcratas doctrinarios); de forma masiva; aplastante... Para los que tienen como dogma el lema de un hombre, un voto, esto es una acusacin muy grave... Adems, sin paliativos... Los rogelios de la Facultad de Derecho de 1956, igual que pidieron la ayuda de

  • 7

    sus hermanos en ideologa de las tristemente famosas Brigadas Internacionales o de la Unin Sovitica de Stalin, podan perfectamente -una vez repuestos del susto- haber pedido ayuda externa de las pretendidas masas obreras dirigidas (mejor dicho, tele-dirigidas por Dolores Ibarruri o por Santiago Carrillo) y narradas por Tun de Lara... Estas masas obreras o las juventudes anti-franquistas podan haber invadido la Universidad al dia siguiente, a la semana siguiente, al mes siguiente, en justa reciprocidad o represalia ante la invasin fascistas del 8 de febrero 1956... Sencillamente no existan... Slo en las pginas de Mundo Obrero; en las antenas de Radio Espaa Independiente-Estacin Pirinaica (sic), donde segn parece colaboraba desde Mosc su hermano... Si no es as, rectifico... De haberlo hecho, no hubiera acudido ni media docena. Numricamente no existan como para poder prestar ayuda. Sociolgicamente adems, tambin hubiera sido imposible. Los rogelios de las fbricas o de las oficinas literalmente despreciaban a los seoritos; a los hijos de pap de familias ricas. El clsico espritu de clases (o ms bien el odio de clases) marxista predominaba por encima de cualquier ideologa. De haberse sentido con fuerzas para acudir a tal hipottica convocatoria, hubiera sido peor para estos intelectuales progresistas de la Universidad espaola de 1956... Vulgarmente hablando los hubieran corrido a gorrazos. (N.B. No es algo exclusivo de la clase obrera espaola... Recurdese como recibieron los obreros de la Renault en Francia a los revolucionarios del Mayo del 68... Para un obrero de 8 horas diarias, que ha comenzado a trabajar a los 16 aos, le subleva que un niato privilegiado le venga a hablar de revolucin...) As pues, y slo para terminar de remachar este epgrafe, de pretendido espectculo bochornoso -civil, tica y estticamente, nada. Absolutamente nada. Tampoco afirmo que fuese heroico y glorioso, dada la masiva superioridad numrica, pero s afirmo que fue digno, muy digno; muy pacfico, aplastantemente pacfico.. Y aado algo mas, al hilo de lo antedicho. All, in situ comprend que llevaban razn nuestros camaradas universitarios, al intentar por todos los medios razonables disuadirnos y anular la convocatoria... Afirmaban que para ellos era una humillacin, casi una ofensa, el que vinieran de fuera a ayudarles, ya que numricamente eran muy superiores a los rogelios... Pude comprobar de forma fehaciente que llevaban razn... aunque no toda la razn. Nosotros, desde fuera, dudbamos que fueran tan superiores en nmero... creamos que lo decan por dignidad... No. Era cierto. Ellos slos -la denominada 1 Lnea del SEU se hubiera bastado y sobrado... Los rogelios nunca se les haban atacado de frente. Como digo anteriormente, sus ataques fueron con nocturnidad y alevosa... Adems, slo en parte llevaban razn nuestros camaradas de la 1 Lnea del SEU... La ofensa contra la lpida de los cados en la escalinata de la Universidad representaba no solo una ofensa contra los falangistas universitarios, sino una ofensa contra los falangistas en general... Seguimos comentando el prrafo ya transcrito que figura en p. 424: A gritos, con qu otros recursos podamos actuar nosotros, Manuel Torres Lpez y yo, nos opusimos al vandlico atentado... Cada vez estoy ms en la idea de que Vd. mezcla fechas y acontecimientos, en los que unas veces fue Vd. testigo presencial y otros no, si bien siempre protagonista principal en su condicin de Rector... Forzosamente yo debo limitarme a los acontecimientos que presenci y fui partcipe (la repetida invasin falangista). Sobre los acontecimientos de das antes y de fechas posteriores, no entrar aqu, para no embarullar... Aqu se trata ahora de esclarecer el vandlico atentado; la invasin falangista.. Dudo mucho que Vd. estuviese all presente ese dia ... Le voy a decir por qu: 1) En primer lugar, yo no le v... Bien es cierto que mi campo visual era limitado. Yo no poda abarcar todo lo que ocurra en pasillos; escaleras; etc. 2) Certifico sin embargo, haber presenciado una conversacin muy educado de un profesor senior, que bien pudiera

  • 8

    haber sido el Decano Torres Lpez, desconocido entonces para mi, pero creo haber identificado por fotografas posteriormente. La conversacin o interpelacin fue con mi Jefe de Centuria Manuel Cepeda. El citado profesor -o presunto Decano- iba acompaado o arropado por un grupo de unos seis a diez estudiantes. Yo estaba hombro con hombro, a la derecha de mi Jefe de Centuria. Todos nosotros rodeados por delante y por detrs de un compacto grupo (no sera capaz de decir quines eran estudiantes y quienes simplemente falangistas... yo estaba atento, atentsimo al desarrollo de la conversacin..). Fue muy breve, brevsima... Por ello, casi recuerdo ms el tono y el ambiente que las palabras literales... El presunto Decano vino a reprochar a mi Jefe de Centuria cmo se nos haba ocurrido invadir en tropel la Universidad... Certifico que lo deca en un tono de voz muy tenue; casi susurrante (a mi me costaba algo captarle las palabras, a pesar de estar a centmetros de l), de forma muy educada y casi paternal (paternal, no paternalista). La respuesta de Manuel Cepeda, mi Jefe de Centuria, fue prcticamente en el mismo tono,aunque con el rostro muy serio (frente al rostro francamente amistoso del presunto Decano), pero esforzndose en utilizar la misma forma educada (lo cual para quien le conozca, sabe que tuvo un gran mrito... Tiene una voz de mando, de verdadero trueno y yo siempre le recuerdo hablando a voces... Seguro que tuvo que hacer un gran esfuerzo..). Se limit a decir Porque han arrancado las flechas... Porque han ofendido la memoria de nuestros cados... As pues, por lo que a mi campo visual se refiere, puedo certificar que ninguna autoridad acadmica nos grit; que nadie nos conmin a salir.. y que Vd. no estaba all. Aunque yo a Vd. no le conoca fsicamente, Vd. era lo suficientemente famoso e importante como para pasar desapercibido, o como para no haberse comentado a posteriori su presencia. Vd. para m era -a travs de mis camaradas universitarios- el maestro Lan. De haberse presentado Vd. ese da, lo ms probable es que ms de un Jefe de Centuria se hubiera cuadrado militarmente ante Vd. con un a tus rdenes Mas pruebas o indicios de que Vd. no estuvo all el dia/la maana de la invasin falangista: Repsese el escrito o informe que hace suyo el Decano Torres Lpez firmado el mismo 8 de febrero 1956 al parecer -yo no estoy muy seguro de su condicin- por los Delegados y Subdelegados de los cinco cursos de la Facultad de Derecho. Tampoco estoy totalmente de acuerdo con el relato que all se hace de los hechos, pero lo que s es evidente es que en este informe, escrito casi al dictado del Decano, y que l hace suyo, elevndolo a la superioridad (se supone que a Vd....) a Vd. no le cita como presente en los acontecimientos. Slo cita de forma reiterada la intervencin personal del Decano Torres Lpez. Su presunta intervencin no figura en ninguno de los diversos prrafos (a pesar de que luego Vd. en el Acta de esa misma fecha, firmada por Vd., de la Junta de Gobierno de la Universidad, Vd. se auto-incluye -ver p. 102 del referido libro Jaraneros y Alborotadores). Puede parecer demasiado prolijo la descripcin o relato de los hechos, pero creo que es fundamental. Al fin y al cabo Vd. en su libro (p. 428) lo considera de mxima gravedad, hasta el punto de que , segn seala Vd. mismo, fue el motivo para presentar su dimisin ... mi ntima decisin de dejar a todo evento el Rectorado, lo tom el mismo da de la invasin falangista de la Universidad ... (N.B. A este respecto es interesante subrayar que a pesar de vivir bajo una oprobiosa dictadura, al responsable mximo directo de una serie de acontecimientos que repercuten negativamente en el rgimen franquista, el titular de tal rgimen (i.e. Franco) ni le manda fusilar ; ni le manda encarcelar; ni le destituye de su cargo... ni siquiera le despide de su empleo como funcionario del Estado franquista, i.e. catedrtico de una Universidad oficial-Universidad franquista... Hace Vd. muy bien en describir cmo fue tomada su decisin irrevocable... pero pasando por alto que en una dictadura, el responsable directo o indirecto no hubiera tenido

  • 9

    ni tiempo ni ocasin a decidir l mismo; a adoptar voluntariamente una decisin... Cesarle o mantenerle en el cargo hubiera sido decisin poltica del dictador. Pues bien, lejos de ser fusilado, encarcelado o cesado, como Vd. mismo nos cuenta, el nuevo Ministro de Educacin -nombrado por Franco- le pide a Vd. que continue en el cargo de Rector... Como si no hubiese pasado nada... Como si Vd.no hubiese tenido la menor responsabilidad en ello... Y lo curioso es que a Vd. no le extraa... Parafraseando un conocido anuncio televisivo de estas fechas (1997) del vehculo Mitshubishi/Montero: ... Y Franco qu opinaba de todo esto? ... Valiente dictador! Vd. se imagina cmo hubiera reaccionado Stalin en una circunstancia lejanamente semejante respecto a un Rector de la Universidad Lomonosov de Mosc o de cualquier otra de la Unin Sovitica? (o el mismo Krutschev o Brehznehv, etc.). Ya s que es imposible imaginrselo. Quien haya conocido las Universidades de la antigua URSS, sabe que es imposible imaginrselo. Como deca un amigo mio en estos casos, mas que un supuesto, es un supositorio.. Ningn estudiante de la antigua Unin Sovitica -ni de los antiguos paises considerados progresistas por nuestros rogelios- se hubiera atrevido a iniciar ningn movimiento crtico, ni siquiera a adoptar la menor actitud que pudiese significar la menor crtica respecto al rgimen, en ninguna de sus facetas, ni siquiera cultural. Los presuntos disidentes jams hubieran podido acceder al privilegio de ser universitarios...... Seran miles los casos que podramos citar para recoger la situacin de la Unin Sovitica en general y de las Universidades soviticas en particular en la dcada de los 50 (poca en que se desarrolla su experiencia como Rector). En la esfera social y poltica era sencillamente espeluznante... Cada vez son ms los relatos histricos que salen a la luz y que nos dejan boquiabiertos (y que dan la razn a lo que oamos a travs de Radio Nacional de Espaa... Emisora que por cierto Vd. fund, si no me equivoco, junto con Dionisio Ridruejo en la Salamanca franquista de 1937, bajo la direccin de Serrano Suer). Referido al mundo estudiantil sovitico de aquella poca, bastara con leer el relato del propio Gorbatchof, estudiante universitario en Mosc en la dcada de los 50. Nadie podr negarle su talante abierto, democrtico, etc. que hizo posible desde arriba, la perestroika, con su famosa glasnost, etc. Pues bien, a traves de un artculo suyo publicado en paises occidentales (aqu en el diario tan cercano a Vd. El Pais) nos enteramos por l mismo que en aquellos aos l era un devoto y fervoroso admirador de Stalin, hasta el punto de que cuando ste fallece -marzo 1953- en la noche previa a su sepelio, Gorvatchof y su grupo de amigos universitarios, entre los que se encontraba su futura esposa, pasaron toda la noche en vela, en plena calle, bajo temperaturas glidas, guardando cola para poder tener el privilegio de contemplar unos instantes el cadaver expuesto al pblico de Stalin... Y todo ello, a pesar de que segn nos relata el propio Gorbatchof, su abuelo materno haba sido una de los centenares de miles de vctimas del rgimen de Stalin (no digo millones, porque me estoy refiriendo nicamente a los represaliados dentro de las filas del propio Partido Comunista de la URSS, ya que el abuelo de Gorbatchof haba sido deportado a Siberia durante varios aos, en su condicin de jefe local del Partido...). Es muy significativo aadir que, segn recuerda Gorbatchof, a lo largo de su vida, con ocasin de los miles de formularios que tuvo que rellenar dentro del sistema burocrtico sovitico, siempre tuvo buen cuidado de hacer constar tal circunstancia familiar, para evitar incurrir en la grave acusacin de ocultamiento de antecedentes polticos de vital importancia... Repito que estamos hablando de un joven universitario sovitico de la dcada de los 50, ferviente admirador del sistema sovitico en general y de Stalin muy en particular... Antecedentes de la invasin falangista de la Universidad.- Si hubiese que resaltar un prrafo clave de su libro, que mejor reflejase el espritu y la letra de su ttulo

  • 10

    (Descargo de conciencia), no podra ser otro que el prrafo de la p. 423: ... tanto que ya en el curso del dia 8 (de febrero de 1956) me vi obligado a reunir de nuevo la Junta de Gobierno y muy poco despus a dejar irrevocablemente, porque mi conciencia no me permita otra cosa, as el Rectorado de la Universidad de Madrid, como mi residual adscripcin a la Falange. Y aade Vd. en el siguiente prrafo: Me atendr a la sustancia de los hechos.... Luego, en un lenguaje descriptivo muy rebuscado, casi decimonnico, va narrando Vd. la pretendida sustancia de los hechos, sin dejarnos saber qu es lo que Vd. afirma como hechos presenciados por Vd. y qu es lo que Vd. transcribe de hechos relatados por otros, sin decirnos tampoco el nombre de la persona o personas que se lo relataron a Vd. : ... las lenguas dieron rpido paso a las gargantas y a los puos... por desgracia no fueron slo faciales o torcidas las consecuencias de la colisin... De estos hechos, yo no fui testigo presencial, pero Vd. tampoco... Basta releer la pgina anterior (p. 422) para comprobar que Vd. pretende narrar la sustancia de los hechos como si Vd. lo hubiera estado filmando y no nos descubre el nombre de quin le cont a Vd. a posteriori la pelcula. Asombra comprobar en un intelectual no slo la rotunda afirmacin de algo que l no ha presenciado, sino que adems es capaz de adornarlo con todo lujo de detalles en un barroquismo de lenguaje decimonnico, que como mnimo engaa al lector hacindole creer que est ante el relato de un testigo presencial. Sin embargo, al volver sobre el comienzo del relato de los antecedentes (p.422) Vd. mismo se delata: ... As las cosas lleg el mes de febrero. El dia 6 volva yo a Madrid desde Salamanca... y comiendo en Pearanda de Bracamonte, recib noticia telefnica de haberse producido graves sucesos entre estudiantes de mi Universidad. A media tarde estaba en el despacho rectoral. Conoc en sus lneas generales lo ocurrido... As pues, ms que de desmentirle o rectificarle a Vd., se trata de hacerlo a aquella persona que le relat los sucesos (y no slo en sus lneas generales, como Vd. dice en p. 422, sino en el minucioso relato que hace en p. 423, afirmando que se trata de la sustancia de los hechos). Repito que yo tampoco estuve presenciando los sucesos del dia 6 de febrero 1956, que fueron los antecedentes de la invasin falangista, de la que form parte. Sin embargo, a posteriori -y mucho ms a estas alturas de la Historia- creo tener suficientes elementos de juicio para poder refutar la tesis que Vd. expone como propia (la pretendida sustancia de los hechos) Ya de entrada, es harto sospechoso que en su minucioso relato omita/se salte algo que no es una minucia sino algo ciertamente significativo a la hora de justificar o al menos entender la reaccin de los falangistas no universitarios (la antedicha invasin falangista): Vd. sigue describindonos en p. 423: ... En el centro de esa escalera, adosado al muro del rellano haba un gran emblema de la Falange hecho de madera.... Por error y por omisin se confunde Vd. -su subconsciente le hace falsear los datos del relato para que cuadre luego con la parte sustancial de su planteamiento- y querindolo o sin querer engaa al lector... Con una persona como Vd. que ha sido nada menos -entre otras cargos importantes... en el curso de la oprobiosa dictadura... no se le olvide- Acadmico de nmero y posteriormente Presidente de la Real Academia de la Lengua, yo no pretendo entablar una discusin acadmica sobre el lenguaje... Me limitara entonces a sacar astillas de su relato, sealando por ejemplo que quien conozca la antigua Universidad Central, ms que de escalera, hablara de escalinata (con balaustrada de mrmol, creo recordar). Sin embargo, parafraseando su relato, debemos ceirnos a la sustancia de los hechos. Cuando Vd. habla de que adosado al muro del rellano haba un gran emblema de la Falange est diciendo slo la media verdad (que como sabemos es peor que una mentira). Est Vd. hurtando al lector que ya es incapaz de comprobarlo personalmente, que el gran emblema de la Falange no era el ornamento principal del rellano, sino que estaba

  • 11

    como parte o aadido de la lpida o placa en mrmol con el nombre de los caidos por Dios y por Espaa, es decir los nombres de profesores y alumnos de la Universidad Central (de su Universidad, como a Vd. a veces se le escapa sealar con legtimo orgullo... pero olvidando que se trataba de una universidad franquista a todos los efectos...), asesinados en 1936 en la Espaa roja... (N.B. Digo 1936, pues en ese ao se asesin a la gran mayora. Luego en 1937-1939 slo se asesin a los que inicialmente se haban escapado de la masacre... En cuanto a lo de Espaa roja, Vd. bien sabe por experiencia propia -y tambin a travs de su hermano- que en realidad rojo no era ningn insulto para los ardientes defensores de la Espaa republicana o progresista por utilizar un lenguaje ms actual... El Ejrcito de la fraternal Unin Sovitica -incluso en los aos de la II Guerra Mundial (la Gloriosa Guerra Patria como decan ellos), se denominaba EJERCITO ROJO ... y a mucha honra!). Esta lista de profesores y estudiantes de la Universidad Central, asesinados en 1936-1939, iba encabezada por Jos Antonio Primo de Rivera Lo recuerda Vd.? Aunque Vd. y yo y muchos ms estamos de acuerdo que sagrado para un catlico ha de reservarse a Dios y lo suyo, tambin estar Vd. de acuerdo que en la parcela laica de los falangistas en 1956, incluyndole a Vd. (aunque no al Decano Torres Lpez, como luego veremos), estaba el sagrado recuerdo a los Caidos... En el ms estricto sentido teolgico de la expresin, sin mezcla de paganismo alguno... Vd. recordar que en todos los templos de Espaa -catlicos, por supuesto- previa autorizacin de la jerarqua eclesistica (de ah la excepcin: la catedral regida por el Cardenal Segura..) figuraba la lpida de los Caidos, siempre con la correspondiente Cruz y algunas veces con el aadido del yugo y las flechas... Asi pues, este dato u omisin no es nmio, sino fundamental. Vd. omite el hecho de que la ofensa no es slo contra el emblema de la Falange, sino contra el emblema de la Falange que figuraba adosado al monumento en memoria de los caidos (A propsito, si Vd. recorriese Universidades de Francia, Alemania, o del extenso Imperio Britnico como p.e. Sud-Africa, etc. vera que en muchas de ellas no se han limitado a colocar una simple placa, sino a levantar todo un artstico y monumental conjunto arquitectnico a modo de monumento funerario, en honor y recuerdo a los Caidos en la Guerra Mundial... (Las Universidades alemanas, slo a los caidos en la I GM, naturalmente...). El segundo grave error que comete Vd. es el sealar que el yugo y las flechas, el emblema de la Falange estaba hecho de madera. Tampoco es un detalle nimio. No es que aqu le traicione su subconsciente... ms bien parece que Vd. inserta estos falsos datos pretendidamente como mero lujo de detalles en un relato descriptivo para que luego le cuadre la tesis fundamental.... El yugo y la flechas adosado/fijado en la magnfica lpida de marmol lgicamente no era de madera (menudo pegote hubiera sido semejante aadido sobre el marmol). Como es de lgica, el emblema era de hierro forjado... Naturalmente ya no hay forma de comprobarlo. Ni siquiera muchos de quienes lo hayan visto, podra hoy certificar si era de madera o de hierro, porque no todos se acercaran a tocarlo... Pero basta con preguntarles un dato visual muy destacable... Pregnteseles si el yugo y las flechas que figuraba en la lpida era de color negro o rojo... Indefectiblemente -salvo los daltnicos o quienes mezclen recuerdos- le contestarn que era de color negro... Seal inequvoca que el emblema era de hierro. Por el contrario, cuando era de madera, siempre, absolutamente siempre, iba pintado en rojo... Recurdese el gigantesco emblema en la antigua sede de Secretara General del Movimiento (Alcal, 44) o en cualquiera de las numerossimas sedes locales de FET y de las JONS en todos los pueblos de Espaa (o tambin posteriormente, cuando alguin implant la moda de colocar el yugo y las flechas a la entrada de cada pueblo junto al letrero con su nombre, etc). Estoy de acuerdo con Vd. en que de los sucesos o hechos producidos el 6 de febrero de 1956 se derivan los sucesos del 8 de febrero (la invasin falangista), pero discrepo totalmente del relato que -por boca ajena- hace Vd. de tales hechos ( la pretendida sustancia de los hechos).

  • 12

    La versin que nos tramitieron nuestros camaradas universitarios de lo sucedido en los dias 6 y 7 en la Universidad difiere abiertamente de su relato. En el acta que Vd. mismo redacta y firma como Rector el 8 de febrero de 1956, Vd. mismo se contradice en la versin que expone al lector en su libro (p.423). (N.B. Es inequvocamente redaccin suya. Ya en 1956 le gustaba utilizar el mismo lenguaje barroco que en la actualidad, v.gr.la fractura que haba sufrido el emblema; asir fcilmente los vstagos del emblema; etc. ). Es todo un escrito de coartada para su tesis este Acta de la sesin de la Junta de Gobierno que Vd. presidi... pero se pilla los dedos... De un lado, habla en plural -los fragmentos rotos; los vstagos del emblema, lo cual es falso como Vd. mismo luego 30 aos despus reconoce en su propio libro... Slo hubo un vstago roto, y luego diremos cmo y porqu. Tampoco es ste un detalle nimio... De otro lado, aqu s reconoce Vd. perfectamente lo que luego maliciosamente omite en el relato de su libro: ... que aparecieron rotos -sic en plural- AL PIE DE LA LAPIDA.... Aqu se delata Vd. Es la primera vez que cita la palabra lpida y, por supuesto, sin explicar a los lectores de 1989 el significado de lpida en 1956.... La versin de los hechos transmitida por nuestros camaradas universitarios fue la siguiente: Alguien -nunca se localiz al autor- haba colocado un artefacto de pequea potencia en la lpida de los Caidos -apoyado en el yugo y las flechas, lgicamente, no a mayor inri, sino porque al estar la lpida fijada al muro, no haba otro sitio donde colocar el artefacto. Que era de escasa potencia, no haba la menor duda... Slo arranc la parte inferior de una flecha (de un vstago) y desplaz hacia adelante la mitad inferior de otras dos flechas (o vstagos). Segn parece, este hecho inslito y muy grave, tanto por haberse producido en el recinto universitario... como si se hubiera producido en cualquier otro lugar... Recurdese que en 1956 los delitos de terorismo; el empleo de explosivos, eran juzgados por Tribunales Militares... estuvo precedido por un enfrentamiento fsico entre rogelios y falangistas de la 1 Lnea del SEU. Nada de enfrentamiento masivo, naturalmente... Los rogelios no tenan gente suficiente para ello. Necesariamente tuvo que ser un choque aislado, muy minoritario... Es decir, tener la suerte los rogelios de encontrarse con un grupo reducido de falangistas a los que superasen en nmero... De otro modo, jams se hubieran atrevido... Tal enfrentamiento, por lo inslito fue muy comentado... No debieron salir muy bien parados los rogelios. De ah la todava ms inslita y grave represalia de colocar un explosivo en la lpida de los Caidos... Ignoro si con nocturnidad o en horario vespertino, pero desde luego con alevosa, cuando nadie poda ver ni oir nada... Con explosivo de tan escasa potencia, el destrozo o desperfecto fue realmente pequeo (hoy sera calificado de nimio), pero el animus era ms que evidente. No era un atentado contra las personas (jams se hubieran atrevido los rogelios de aquella poca), sino contra los smbolos. No ya contra el smbolo de la Falange (en realidad el yugo y las flechas slo les sirvi para colocar el artefacto), sino contra el monumento conmemorativo a los Caidos, instalado en el recinto de la Universidad (al igual que se coloc en los muros externos de las iglesias de ciudades y pueblos de toda Espaa). Por eso, nosotros los falangistas no inscritos como alumnos en la Universidad (Que ms hubiramos querido nosotros que pertenecer a ese grupo privilegiado de espaoles universitarios!) nos dimos por ofendidos. Como quiera que yo no estuve presenciando los hechos del 6 de febrero -ni Vd. tampoco- no quiero cometer el mismo error de Vd. relatando minuciosamente la pelea entre un grupo de falangistas y otro de rogelios, y sus consecuencias materiales. Repito que es harto sospechosa la minuciosidad con que Vd. lo relata... Para que luego le sirva de coartada en su planteamiento ... Por mi parte, voy a limitarme a describir o certificar (levantar acta) lo que pude comprobar el dia 8 de febrero de 1956 (cuando entr por primera vez -repito- en el recinto de la Universidad, el casern de San Bernardo, durante la ya repetida invasin

  • 13

    falangista), respecto a la situacin en que se encontraba ese dia la lpida de los Caidos y el emblema de la Falange: 1) A una de las cinco flechas (vstagos en su lenguaje), le faltaba la parte inferior -si no me equivoco era la flecha central. Las dos siguientes a la izquierda -tambin en su parte inferior- estaban levantadas (la contigua a la parte rota/desprendida, reflejaba un grave desperfecto; la siguiente, slo ligeramente levantada o desplazada). 2) La parte de la lpida de mrmol donde estaba colocado el emblema de la Falange, en su parte inferior, estaba visiblemente ennegrecido (humo) por efecto del explosivo. Esto que sealo (o que certifico) ms arriba, lo vi desde el pie de la escalinata. No me hizo falta subir al rellano. Si Vd. en su libro hubiese afirmado que los desperfectos antes descritos estaban trucados, o que haba sido una trampa urdida por los falangistas para justificar la invasin, yo hubiera tenido que callarme ahora... Porque evidentemente yo no soy un experto en explosivos. Tampoco fui all con unos aparatos especiales de medicin , para comprobar in situ si el atentado con explosivo era autntico o falsificado... El 8 de febrero de 1956 nadie pona en duda estos hechos... Lo nico que se discuti o debati fue si estaba o no justificada la citada invasin falangista. Como es lgico, debo aadir, que los falangistas de entonces (i.e. los invasores) no tuvimos acceso al texto del acta de la sesin de la Junta de Gobierno de la Universidad (de su Universidad, como Vd. mismo escribe a veces, hablando con propiedad..) que Vd. redacta y firma ese mismo dia (8.2.56). Esta puntualizacin o disquisicin sobre el material del emblema de las 5 flechas (si de madera o de hierro) no es un tema balad/nimio a la hora de rebatir sus afirmaciones (la pretendida sustancia de los hechos). Vd. de forma muy inteligente tanto en su informe o acta de la Junta de Gobierno, como en su libro, trata de ocultar lo que era evidente: hubo colocacin de artefacto explosivo, y la carga explosion (se ignora la hora exacta, pero sus efectos se descubrieron en la maana del dia siguiente 7 de febrero) produciendo los desperfectos antes descritos. De acuerdo con la legislacin entonces vigente, el hecho quedara incurso en delito de terrorismo, con intervencin de los tribunales castrenses. Vd. lo evit -ocultando la realidad de los hechos. Nada que reprochar. La propia Policia coadyuv al engao o trucaje... Menuda papeleta para el propio rgimen... Las autoridades militares interviniendo en un problema universitario... Estoy seguro que nadie quera meterse en semejante avispero procesal... Y por eso dieron por buena su versin. Al no haber ninguna vcitma mortal, ni siquiera heridos, no se quiso investigar a fondo el asunto del artefacto explosivo... Pero en el caso de los falangistas, era un asunto de ofensa moral; de dao moral (ofensa a la memoria de los Caidos), muy por encima del informe policial y del acta de las autoridades universitarias. Vd. insiste en hacer coincidir la ruptura de los vastagos (en plural, aunque yo insisto en que slo fue la parte inferior de una flecha) con un enfrentamiento entre estudiantes disconformes (sic) y estudiantes falangistas. De este inteligente modo, transforma en pelea estudiantil o lucha tumultuaria lo que hubiera sido un acto terrorista (incurso en el Decreto-Ley 18.4.47 sobre rebelin militar, terrorismo y bandidaje). En su afn de describir minuciosamente los hechos como si Vd. hubiera sido testigo presencial, para que los hechos cuadren con su tesis, Vd. mismo se pilla los dedos, i.e. establece una falsa coartada. ... en el curso de la refriega, alguien, deseoso de aumentar su potencia agresiva, arranc una (sic) de las flechas del emblema para utilizarla como arma contundente, flecha que qued sobre el suelo cuando termin el combate y fue luego recogida por el jefe del SEU. Vea la importancia del material de que estaba hecho el emblema del yugo y las 5 flechas. Si era de hierro -como yo afirmo- su tesis se viene abajo. En el curso de una refriega, ese alguien que Vd. cita -a no ser que fuese Sansn- no podra arrancar una flecha de un conjunto de hierro forjado. Hubiera tardado varios minutos en la operacin y

  • 14

    mientras tanto, hubiera recibido una buena manta de guantazos. Si las fuerzas de ese alguien eran tan hercleas como para arrancar -que no partir- una flecha del emblema de hierro en cuestin de segundos, convendr Vd. conmigo que no le haca falta alguna el aumentar su potencia agresiva, como Vd. apunta.. La falsedad de su tesis es todava ms evidente -sin necesidad de haber seguido ningun cursillo de Sherlock Holmes- para quienes como yo vieron la situacin real del emblema y de la lpida 48 horas despus... Ni siquiera en el supuesto de que el emblema; las flechas hubiesen sido de madera -cosa que yo no admito en absoluto- su falseada tesis tendra visos de realidad... Olvida Vd. decirnos en su minuciosa narracin de los hechos (que Vd. confiesa en otro lugar no haber presenciado), que cuando Vd. ve al dia siguiente -dia 7 de febrero- y yo el dia posterior, i.e. el de la invasin falangista, el 8 de febrero- el emblema de la Falange y la lpida de los Caidos, lo que ah falta no es una flecha completa, sino la parte inferior de una flecha. Por lo tanto, an siendo de madera -que no lo era, repito- a ese alguien que Vd. describe en su coartada de haberla arrancado/partido en el curso de la refriega, hubiera optado por la parte superior -donde est la punta de la flecha- porque el presunto aumento de su potencia agresiva con un trozo de madera tan fcilmente arrancado es evidentemente mnimo, en tanto que si hubiese sido la parte superior -la punta de la flecha- hubiera podido ser utilizado no para golpear (mnima eficacia) sino como objeto punzante... Vd. es mdico, yo no, pero a mi me funciona la lgica, a Vd. no... (rectifico: Claro que le funcionaba y le funciona la lgica... por eso mismo falsea los hechos... para que le cuadre su coartada). Vd. como mxima autoridad acadmica pudo y debi ordenar que se obtuviesen fotografias del estado en que qued la lpida de los Caidos y el emblema de la Falange (el cuerpo del delito). Sabiendo de su meticulosidad, probablemente lo hizo, pero no ha querido publicar esas fotografas. Quizs tambin lo hiceran las autoridades policiales -despus de pedirle permiso a Vd. naturalmente, pues le tenan un tremendo respeto en su jurisdiccin-. Ese documento grfico que debe existir en alguna parte (quizs sus amigos rogelios lo hayan conseguido de la Direccin General de Seguridad, igual que obtuvieron los documentos publicados en el libro citado de Jaraneros y Alborotadores). En cuanto a m, repito, que al ser la primera vez -y la nica, hasta pasados casi 10 aos- que entraba en el sagrado recinto de la Universidad es imposible que mezcle las imgenes. Las tuve -y las sigo teniendo- grabadas de forma ntida en mi memoria... Y no porque yo sea un prodigio de memoria (que ms quisiera yo!), sino por la sencilla razn antedicha... Imposible para m mezclar o distorsionar mi recuerdo del escenario y de los personajes porque hasta pasados casi 10 aos no volv a entrar en el casern de San Bernardo... Y para entonces esa parte ya no perteneca a la Universidad; se haba adjudicado al Consejo Nacional de Educacin y al Instituto de Espaa. El portaln por donde yo entro por primera vez -fsicamente- a su Universidad, el dia de la invasin ha dejado de ser entrada para los estudiantes. Cuando aos ms tarde, en 1964/1965 , yo entro en la Universidad -esta vez legalmente, como alumno libre -es decir no asistente, porque deba seguir trabajando en una oficina, al no pertenecer a la clase privilegiada -sin comillas- matriculado en la Facultad de Ciencias Polticas, Econmicas y Empresariales- lo hago por la puerta de la izquierda (dicho sea con perdn), casi esquina a la calle de los Reyes. Y tambin -y en ese mismo curso- como alumno libre en la Facultad de Derecho, que haba sido trasladada desde haca aos a la Ciudad Universitaria. Todava quiero aadir un dato que Vd. en su minucioso relato ha pasado por alto y que echa por tierra su pretendida slida coartada. Vd. afirma que ese alguien, en el curso de la refriega, arranc una (sic) de las flechas del emblema... Falso. Es materialmente imposible. Tanto si el emblema del yugo con las 5 flechas estaba hecho de madera -como Vd. afirma- como si estaba hecho de hierro -como afirmo yo- nadie, absolutamente nadie, por mucha fuerza y pericia que tuviese sera capaz de arrancar; de desprender una flecha

  • 15

    del bloque, del conjunto del emblema. La mayora de los lectores de su libro no ha visto de cerca ni por detrs los antiguos emblemas del yugo y las flechas adosados a los edificios o, como en este caso, adosados a una lpida en memoria de los Caidos... Pero Vd. y yo, s lo sabemos. Ese alguien presuntamente hercleo, una de dos, o parte la flecha que intenta arrancar, o en su gigantesca fuerza hubiera desprendido en bloque todo el emblema adosado a la lpida y al muro. Para arrancar limpiamente una sola flecha, por mucha fuerza que tuviese ese alguien, hubiera necesitado un soplete de soldador... Elemental, querido Watson... Por las novelas policacas clsicas de Sherlock Holmes (C. Doyle), Agatha Christie, etc. sabemos que cuando alguien elabora una minuciosa y bien relatada coartada, por lo general -por muy inteligente que sea... y Vd. lo es, sin duda alguna- corre un grave riesgo de dejarse algn cabo suelto; de pillarse los dedos en su propia trama... A lo antedicho, slo me resta aadir o subrayar un par de puntos... En su relato Vd. se remite al Acta de la reunin de la Junta de Gobierno de la Universidad que Vd. convoca y preside, como si se tratase de un acta notarial. Quiz pueda dar esa impresin a quienes no conozcan la vida acadmica por dentro y su burocracia. El acta fue redactada por Vd. y fue firmada por Vd. El secretario de la Junta jams se hubiera atrevido a redactar por su cuenta el Acta y Vd. jams la hubiera firmado si no se acomodaba a lo que Vd. quera que reflejase. Sin la firma de Vd. el Acta hubiera carecido de validez. Si el Secretario de la Junta se hubiera atrevido a discrepar de su versin, no le hubiera quedado otro remedio que dimitir. Es un cargo de confianza del Rector. Vd. fue quien le nombr y, por lo tanto, Vd. le poda destituir de su cargo sin ms. Ignoro cul sera la versin real del representante del SEU oficial, Jess Gay. Es imposible saber, a travs de la lectura del Acta cules fueron sus intervenciones o argumentos expuestos en la reunin. Vd. jamas tolerara que se viesen reflejadas en el Acta si perjudicaban su versin o la ponan en entredicho. Por lo dems, conociendo la madera de la que estaban hechos los representantes del SEU oficial, como organismo del Movimiento, tampoco es de suponer que ofreciera gran resistencia. Solan nadar entre dos aguas. Dependan jerrquicamente de la Secretaria General del Movimiento, pero al mismo tiempo slo podan conservar su remunerado cargo si no presentaban problemas a la autoridad acadmica. Una protesta, reclamacin o veto del Rector -por no hablar del propio Ministro de Educacin- supona su cese fulminante. Vd. recordar p.e. el caso de Regalado Aznar en la dcada de los 60 (no recuerdo el ao exacto... Quiz 1964). Dur en su cargo de Delegado Nacional del SEU un par de meses. En la inauguracin del curso acadmico pronunci/ley un discurso considerado como crtico por algunos catedrticos y por el Ministro, claro. Su cese fue fulminante (y eso que era familia -hijo quiz?- del Almirante Regalado, ex-Ministro de Marina). La norma del rgimen, al cual Vd. tan fielmente sirvi, era que deba reinar una total armona entre la representacin oficial estudiantil (el SEU, como sindicato obligatorio) y la autoridad acadmica (el Rector), -y siempre dentro de una clara subordinacin a la superior jerararqua, i.e. el Rector. Por lo tanto, a Jess Gay no se le poda haber exigido nunca una actitud crtica frente a Vd. Hubiera sido impensable. Imposible esperar de l una postura que defendiese el buen nombre de sus camaradas falangistas. Lo mismo podramos decir de su mando nacional, Jordana de Pozas (?), o de sus preclaros sucesores (v.gr. Martin Villa; Sancho Rof,etc.). Todos ellos utilizaron el cargo como trampoln hacia ms altos puestos. Era la misma madera que la del tan elogiado Adolfo Surez. Su habilidad poltica -que no inteligencia- siempre consista en no perder la confianza del Mando. De este modo mantena su cargo o, en todo caso, eran luego promocionados. Sin necesidad de buscar documentacin alguna, la mejor prueba histrica de que Jess Gay supo cumplir sus

  • 16

    papel de nadar y guardar la ropa es que 10 aos despus de tales sucesos, siendo yo ya alumno de la Facultad de Derecho, le vea llegar en coche oficial (matrcula de FET), con chfer, aunque ignoro el cargo que entonces ocupaba y su categora acadmica.. As pues, resulta evidente su esfuerzo -tanto entonces en el Acta como ahora con su libro (1976/1997)- por tergiversar los hechos, de los que yo fui no solo testigo presencial sino modesto co-partcipe: 1) Presentar como ria tumultuaria lo que fue la premeditada y alevosa colocacin de un artefacto explosivo y que hubiera supuesto un delito incurso en el precitado Decreto-Ley sobre terrorismo, correspondiente a la jurisdiccin militar. 2) Presentar los hechos como si de tal ria tumultuaria se hubiera derivado un dao meramente material e incidental en el emblema de la Falange, exento de toda premeditacin y alevosa, evitando por todos los medios que se supiese la realidad: el dao material iba premeditadamente dirigido contra la lpida colocada en la Universidad en memoria de los caidos y el animus resultaba evidente. No causar simplemente un dao material, sino espiritual (un evidente animus iniuriandi. De este modo, Vd. descalificaba, como algo injustificado y desmesurado la invasin de los falangistas, como presunta represalia a haber apaleado unos annimos estudiantes (amantes de la libertad se presupone...) a sus camaradas en una presunta ria tumultuaria.... Por mi parte, subrayar o repetir lo antedicho: durante la invasin no hubo enfrentamientos. La superioridad numrica de los asaltantes era aplastante. Si los rogelios -vista la superioridad numrica de los estudiantes universitarios en aquella poca- jams se haban atrevido a un enfrentamiento fsico y directo contra nuestros camaradas, fcil es imaginar su miedo, ms bien espanto, al ver que centenares de jves -oficinistas, como en mi caso, obreros, etc. armados de camisa azul-, abarrotaban los pasillos, escalinatas, etc. del recinto universitario del casern de San Bernardo. Su reaccin fue la lgica -desde el punto de vista psicolgico: cuando los rogelios -en nmero muy reducido en aquella poca- tenan delante a los invasores, enmudecieron (nicamente al final entonaron la cancin del triste y sola coreada por unos pocos) y luego, cuando el recinto se qued vacio de invasores y de estudiantes, la emprendieron contra el mobiliario del local del SEU. Sirva lo que antecede, para subrayar un dato sociolgico importante ya antes apuntado: en 1956 los falangistas eran democrticamente superiores, muy superiores a los rogelios... En nmero... Este dato es el que ms duele a un buen demcrata doctrinario... La superioridad numrica... Sabemos que es un dogma en su doctrina (un hombre, un voto). Sucesos estudiantiles de 1965 (?). -(p. 469 de su obra citada)-. Tambin estuve yo all. Tambin particip activamente... Como puede Vd. comprobar, es mi sino... No me pierdo ni una. Fui no slo testigo presencial, sino partcipe directo. Conozco , pues, los hechos, directamente... Nadie ha tenido que relatrmelos...Esta vez, no como invasor, sino como estudiante de pleno derecho. Con grandes esfuerzos, a mis 30 aos, haba hecho el Bachillerato (como alumno libre, claro) y estaba matriculado simultneamente en la Facultad de Derecho y en la Facultad de Ciencias Polticas (siempre en la modalidad entonces de alumno libre... Yo no poda permitirme el lujo de dejar mi empleo fijo en una oficina... No perteneca a la clase privilegiada de los rogelios nios de pap... ) Junto con otros jvenes -y ya no tan jvenes- falangistas disidentes del Movimiento (... del Movimiento, no de la Falange... Este es un error en el que Vd. incurre constantemente...), habamos fundado el FES -Frente de Estudiantes Sindicalistas- y estbamos por lo tanto en contra del SEU oficial, vinculado a Secretara General del Movimiento. Su Delegado Nacional era entonces si mal no recuerdo el nclito demcrata aperturista de la Transicin -con maysculas- Rodolfo Martin Villa (sic). Estos futuros demcratas eran -y no Franco- los que pedan a la Policia bajo cualquier subterfugio o excusa que fueran a mi domicilio a detenerme por ser un peligroso enemigo del rgimen (segn me cont confidencialmente el entonces Jefe de la Brigado

  • 17

    Politico-Social, el ya fallecido D. Saturnino Yage, el razonamiento ms usual que empleaban era que nosotros no ramos falangistas, sino comunistas disfrazados de falangistas (sic)). Consiguientemente en esa manifestacin estudiantil hacia el Rectorado, iniciada en la Facultad de Filosofa y Letras de la Ciudad Universitaria, que Vd. narra en p. 469, encabezada por Lpez Aranguren y Garca Calvo... ah estaba yo...(Vd. incluye a Tierno Galvn... Yo, desde luego, no le v... Se dijo que se solidarizaba en Salamanca)... Mas datos todava... el potente chorro de agua que lanza la fuerza pblica (Policia Armada) desde el camin cisterna anti-disturbios, fue directamente contra m... (me proteg con un paraguas y me lo destroz...). No porque fuese yo el ms importante, sino porque estaba en la parte de la manifestacin que estratgicamente queran dividir en dos (y lo lograron, claro), para mejor dispersarnos... Mas todava... en el acto previo de preparacin de esta manifestacin, en la Facultad de Filosofa, yo fui uno de los representantes estudiantiles que hizo uso de la palabra desde arriba de la pequea escalinata dentro del vestbulo... Ya ve Vd.... y siempre en falangista, formando parte -antes en 1956 y luego en 1965- de un grupo falangista... En 1956 yo era un falangista disidente pero silente ... formando parte de la Centuria XVI de Montaeros de la Guardia de Franco (sic) que en 1957, en la Lonja del Monasterio de El Escorial, en el bloque de falangistas que, en formacin, renda honores a Franco -junto con el Batalln del Ministerio del Ejrcito- al pasarnos revista Franco, le dimos la espalda -militarmente giramos media vuelta en formacin- para expresarle pblicamente nuestra disidencia... En 1965 yo segua siendo falangista disidente, pero entonces ya pblicamente subversivo, con actividades fuera de la disciplina del Movimiento Nacional (... no de la Falange... Vd. siempre lo confundi...). Como en este caso Vd. no se extiende en relatar los hechos, yo tampoco voy a hacerlo. Queda constancia, sin embargo, que al ser yo co-partcipe tambin, podra dar mi versin con todo gnero de detalles y pormenores... No obstante, al hilo de lo antedicho, subrayar lo antes apuntado: Sistemticamente Vd. mezcla; identifica Falange con Movimiento Nacional. Vase p.e. el descriptivo prrafo de p. 444 de su obra de confesin y arrepentimiento que nos ocupa: En mi vida ya han quedado atrs, definitivamente, el Rectorado y mi residual adscripcin a la Falange (sic). Vd. se resiste a explicar al lector que desde el 20 de abril de 1937 -Decreto de Unificacin n 255- Vd. ha estado militando, bajo la jefatura de Franco, en el Movimiento Nacional (FET y de las JONS). Segn nos cuenta Vd. mismo, su acercamiento o incorporacin a la Falange fue en agosto de 1936, un mes escaso despues de comenzada la guerra civil (Cruzada de Liberacin dira Vd. entonces). En aquella fecha, ya no haba Falange... Jos Antonio segua encarcelado en Madrid. En la Espaa republicana (Zona roja), los falangistas todos -principalmente su jefatura- perseguidos a muerte; dispersos... tratando de pasarse, como fuese, a la Espaa Nacional (el sector rebelde). Imposible hablar en agosto de 1936 de una Falange como organizacin y como cuerpo total de doctrina. Todo era entusiasmo... Se trataba de participar en una Cruzada y de rescatar; liberar a la Espaa sojuzgada... donde adems tenan preso a su Jefe Nacional. De ah pasa Vd. directamente al Movimiento Nacional, nueva fuerza nacional unificada, a las rdenes de Franco. Su etapa como falangista; todo lo que Vd. de modo consciente y meritorio elabora en el terreno politico-doctrinal (entre ellos su trabajo Los valores morales del Nacionalsindicalismo que ya no recuerdo su contenido, pero que me prometo a m mismo volver a leer, esta vez concienzudamente, bolgrafo en ristre), lo realiza dentro del Movimiento Nacional, dentro de su disciplina jerrquica y bajo la direccin de su Jefe Nacional Francisco Franco. Cuando Vd. decide abandonar la Falange, en realidad lo que abandona es el Movimiento; la actividad poltica -principalmente labor intelectual- dentro del rgimen, a travs del Movimiento Nacional. Es una pena... Pero en ningn momento se plantea Vd. abandonar la actividad poltica

  • 18

    (intelectual) dentro del Movimiento y seguir siendo siendo y ejerciendo como falangista fuera del Movimiento... Lstima... Pero demuestra lo antedicho, i.e. Vd. siempre ha identificado Falange y Movimiento. Romper con la lnea de fidelidad, devocin y disciplina a Franco, significaba para Vd. romper con la Falange... Grave desenfoque... Craso error... Lo hemos de lamentar todos, dada la gran vala de Vd. De todos modos -y aun lamentndolo- no he querido dejar pasar este error de bulto en su planteamiento intelectual descrito en sus confesiones o descargo de conciencia. Esto va a marcar su vida intelectual en los 40 aos posteriores. La forma de querer expresar su oposicin al Rgimen de Franco es convertirse en compaero de viaje, en formar parte de los abajo firmantes... Qu pena! Esto va a marcar, sin duda, su vida intelectual en los 40 aos posteriores. La forma de querer expresar su oposicin al Rgimen de Franco es convertirse en compaero de viaje; en formar parte de los abajo firmantes... Una lstima! Este tema merece prrafo aparte: El viejo truco de los abajo firmantes (la retaguardia. i.e. compaeros de viaje de los rogelios).- Creo que merece un pequeo comentario, porque Vd. lo justifica como un acto de gallarda; de sumarse a una peticin de algo inequvocamente justo o como una denuncia de algo incontrovertiblemente cierto e injusto (p. 459-46I). Es algo de lo que puedo hablar con conocimiento de causa, pues a lo largo y ancho de nuestra actividad falangista ilegal -i.e. fuera de la legalidad del Movimiento Nacional- en la dcada de los 60 y siguiente, hemos tenido dilatada experiencia. Sabamos de fuente fidedigna (i.e.de Mosc nada menos, segn una confidencia de un buen rogelio) que al ser nosotros un grupo disidente, enfrentado al Rgimen -aunque naturalmente desde una perspectiva diametralmente opuesta a la de los rogelios- se nos consideraba como algo interesante y, por lo tanto, se cursaron instrucciones de no rechazarnos, sino todo lo contrario, de acogernos y aglutinarnos... La razn de esta extraa directriz poltica proveniente de la casa matriz (Mosc) era que la existencia de nuestra grupo falangista (el FES), les serva a ellos para argumentar algo as como que hasta los jvenes falangistas estn en contra del Rgimen de Franco. Consiguientemente, cada vez que redactaban y elaboraban un Manifiesto o documento de denuncia (siempre causas justas en favor de los estudiantes, claro) se buscaba nuestra firma. Nosotros nunca nos negbamos a ello. Nos ocurra lo misma que a Vd., i.e. eran causas justas... por lo tanto, cmo no bamos a estar de acuerdo? ... La diferencia, sin embargo, con la actitud de Vd. estribaba en que nosotros estbamos tan de acuerdo ... que queramos colaborar ms all de estampar simplemente nuestra firma en el documento... queramos enriquecerlo, i.e. queramos aadir al texto que nos presentaban algn prrafo ms... precisamente uno o dos prrafos comparando malvolamente al Rgimen de Franco con las prcticas del odioso Rgimen sovitico... o acusando al Rgimen de Franco de haberse desviado de los postulados originarios de la Cruzada Nacional, i.e. del ms que justificado Alzamiento del 18 de Julio, etc. etc. Ni que decir tiene que los amables intermediarios que los rogelios solan utilizar como correo (los inefables y bien intencionados democristianos y liberales de siempre), volvan luego a conectar con nosotros y muy cabizbajos y apesadumbrados nos comunicaban algo extraados, que nuestra razonada propuesta... no haba sido aceptada. Reconocan que llevbamos razn i.e. si se trataba de criticar al Rgimen de Franco... nada mejor y ms punzante que compararle -en ese aspecto concreto- con los mtodos utilizados por el rgimen sovitico... sobre todo a la hora de hablar de los consabidos y manidos derechos y libertades... o los derechos humanos... Si todas las comparaciones son odiosas... qu mejor comparacin que el sistema sovitico? Tngase en cuenta adems que los rogelios nunca confesaban su condicin de comunistas. En las rotulaciones de sus grupos de activistas en la Universidad -igual que ahora- jamas figuraba la palabra comunista o socialista. De ah que adems quedaban al descubierto al negarse entonces a firmar un documento en el que figurase un prrafo donde se hacan

  • 19

    semejantes comparaciones... Por consiguiente, los grupos redactores de tal manifiesto o de tal condena o de tal peticin preferan prescindir de nuestra firma.... Pero quedaba bien en claro que nosotros no nos habamos negado a firmar... Todo lo contrario, aumentbamos nuestra crtica al Rgimen ... Eran ellos los que entonces se negaban a firmar... Eran ellos los que se delataban... Eran ellos los que rompan la unidad de los estudiantes (grave acusacin entonces en la lucha por las libertades), etc. De otro lado, y refirindonos ahora en concreto a los mineros de Asturias (objeto del escrito en que Vd. estampa su valiosa y prestigiosa firma -p. 461-, sealar adems que Vd., de forma consciente o inconsciente -en su afn de vendetta contra el Rgimen poltico al que Vd. tanto deba y al que tan fielmente sirvi inicialmente- no vea o no quera ver la otra cara de la moneda, i.e. el rbol o los rboles de su inquina contra el Rgimen ms la coartada de que los hechos denunciados eran verdicos y justos, le impedan ver el bosque en su total dimensin... Vd. con su prestigiosa firma y otros compaeros de viaje, querindolo o sin querer, eran cmplices de una injusticia mayor a aquella que pretendan eliminar o mitigar. Vd. desde su inteligencia tena la obligacin moral de pensar en el alcance y repercusin de su apoyo a una pretendida causa justa. Sin necesidad de hacer hipotticas conjeturas ni de recurrir a la ciencia ficcin, voy a trasladarle el relato de lo que yo pude escuchar en uno de mis viajes a Oviedo -en la dcada de los 60- directamente de boca de un camarada falangista muy relacionado y versado en este tema de los mineros asturianos. Cuando los torturados o presuntamente torturados en Comisara, eran puestos en libertad -no es necesario que fuesen precisamente por los que Vd. abog con su firma- volvan a su trabajo al da siguiente o a la semana siguiente -segn les conviniere- ya que ninguna empresa ni privada ni pblica se hubiera atrevido a despedirles (hubiera supuesto la inmediata convocatoria de una huelga sectorial en solidaridad con los trabajadores despedidos por su lucha en favor de las libertades; los consiguientes encierros en las minas; manifestaciones callejeras; enfretamientos con las fuerzas de orden pblico; lista de heridos, masacrados, detenidos... su repercusin en la prensa internacional, etc. etc.), volvan en olor de multitud, sabiendo que su detencin y torturas (o torturas) haban sido difundidas urbi et orbi a un muy alto nivel (gracias, entre otras, a su prestigiosa firma); pisando fuerte y dispuestos a proseguir su labor de proselitismo (i.e. de agitacin y matonismo). Si la direccin de la empresa no les haba despedido antes por los hechos graves que haban supuesto su detencin, no se iban a atrever a hacerlo ahora cuando tanta gente importante -entre ellas Vd.- se haba interesado por ellos. Dentro de esa pretendida fuerza moral (o matonismo) con que volvan, una de sus primeras acciones era localizar a algn trabajador de la empresa que fuese conocido como falangista, le aislaban y en el mismo lugar de trabajo, en el fondo de la mina, le sujetaban entre tres o cuabro, le abran la boca para que otro se orinase en ella... Amenazando a la vctima con matarle -a l o a algn familiar- si su denuncia les reportaba alguna consecuencia... Luego, difundan la hazaa entre los compaeros para que se supiese bien quien mandaba all, y a lo que se exponan los que se les enfrentasen o denunciasen... El jefe directo de este joven camarada minero que haba sido vctima de algo ms que las torturas por Vd. denunciadas, habl con el entonces Gobernador Civil de Asfurias, con el Comisario-Jefe de Policia; con representantes de la Direccin de la empresa, etc. Todos coincidieron que lo mejor era no meneallo... porque las consignas de Madrid era actuar con prudencia (vulgo cobarda); evitar incidentes mayores; no dar pie a manifestaciones; evitar los motivos que justificasen cualquier convocatoria de huelga o sucesos que pudieran tener repercusin en la prensa extranjera, etc. etc. La vctima -el joven falangista- no tena otro remedio que cambiar de empresa y si poda, cambiar de lugar de residencia... Este fue uno de los efectos indirectos de estampar

  • 20

    su prestigiosa firma entre los abajo firmantes... Proporcionar un blindaje a estos matones y asesinos en potencia... Por obra parte, decir que as se gobernaba en la Espaa de los 10 ltimos aos del Rgimen. Naturalmente, no por parte de Franco, sino por sus mandos intermedios, i.e. los Lpez Rod; los Martin Villa; Gabriel Cisneros; Torcuato Fernndez Miranda; Herrero Tejedor, el propio Carrero Blanco, Jos Sols, etc. etc. Entre todos la mataron y ella slo se muri... De forma consciente o inconsciente, todos ellos iban adoquinando el camino de la gloriosa Transicin a la muerte fsica de Franco... La pretendida teora del maniqueismo - La repetida teora del empate.- Esta famosa palabreja del maniqueismo empec a escucharla all en la dcada de los 60 siempre en boca de los intelectuales o presuntos intelectuales que hacan hercleos esfuerzos por negar la evidencia y llevarnos a la teora del empate. Hasta entonces yo jams haba conocido a nadie -dentro del campo falangista- que sustentase tal teora que Vd. pone en boca del denominado Bando Nacional -hoy Bando franquista-. Quizs Vd. como co-fundador de Radio Nacional de Espaa lo pretendiese en su labor de propaganda a escala nacional, v.gr. el lema de caidos por Dios, Espaa y su Revolucin Nacional-Sindicalista, etc. Nunca, ni en poca infantil o juvenil nos cremos literalmente que todos los combatientes de Zona nacional eran buenos, ni que todos los de Zona roja eran malos... Igual que tampoco nos creamos que todos los alemanes o italianos eran buenos ni que todos los rusos, franceses, ingleses, etc. eran malos. Pero todo eso, los nacionales y los hijos de los nacionales lo tenamos claro desde los 7 los 10 aos de edad. Por sabido se calla. No hemos tenido necesidad de llegar a la dcada de los 80 para enterarnos, ni haber leido su libro... Ignoro si al decir sto le proporciono un disgusto, v.gr. que su labor propagandista -directa o indirecta- en los aos en que Vd. tan activamente colabor en y con el Rgimen de Franco, a travs de Radio Nacional de Espaa (1937) y de otrros medios de comunicacin (prensa, libros, cinematgrafo), no hizo mella en nosotros (... y mucho menos en aquellos que como yo frecuentamos luego los hogares, campamentos, albergues, etc. del Frente de Juventudes... Ah jams nos engaaron... Nunca fuimos literalmente lo que su nombre indicaba, i.e..Falanges Juveniles de Franco, sino precisamente todo lo contrario ... las juventudes ms crticas del rgimen de Franco... sin odio ni rencor, por supuesto.... La lgica se impona). Otro hecho haca imposible la pretendida teora del maniqueismo que Vd.intelectualmente elabora o colabora en su ficcin. Nosotros, las pretendidas vctimas de tal teora, vivamos en Espaa, crecamos en Espaa y no aislados, sino rodeados de vencedores y de vencidos (N.B. Esta otra divisin s es ms cierta y ms exacta... Efectivamente hubo vencedores y vencidos, pero con las correspondientes subdivisiones...). Esta aclaracin ociosa o absurda, digna de Perogrullo, de que no todos los Nacionales eran buenos y de que no todos los rojos (en 1936-1939 en la Espaa republicana no fue insulto... Lo grave de verdad es que le llamase a uno fascista... era preludio del paseo o del paredn) eran malos, y que Vd. y otros -por reduccin al absurdo- han bautizado con el culto sobrenombre de maniqueismo (... no me negar Vd que las clases trabajadoras se habrn quedado un tanto perplejas ante tal palabra, aunque la utilizase el propio Santiago Carrillo o Marcelino Camacho...), tiene una segunda parte... No se conforma con una simple negacin, sino que conduce inevitablemente a una afirmacin... Tambin falsa, por supuesto. La famosa teora del empate hoy predominante en los medios de comunicacin social de toda Espaa, v.gr. la teora de tan espaoles eran unos como los otros... sin distincin de bandos; barbaridades y atropellos hubo en los dos bandos...; tan brutos fueron unas como los otros...; entre tanta barbarie de lucha fratricida, hubo gente buena, con ideales, tanto en un bando como en el otro... Lo dicho, la teora del empate... que nos lleva a la conclusin de que es

  • 21

    necesario correr un tupido velo -mas bien estpido velo- sobre tanta barbarie; sobre tanta sangre derramada, ante tanta tragedia de una sangrienta lucha fratricida... Hemos de esforzarnos todos para que tal tragedia no vuelva nunca a producirse en Espaa... Amn... Pues, no... El planteamiento es falso. Completamente falso... Derivado de la ignorancia de los hechos histricos... De la falsedad, del engao; de ocultar y tergiversar la Historia: a) De entrada, es necesario matizar ese deseo o anhelo natural a toda persona humana de que no haya guerras; de que no haya sufrimientos; que nadie padezca, etc. Pero el planteamiento as llevado, i.e. de una manera simplista y miope nos llevara a abominar de la guerra civil, como causante de tantas horrores y de la lucha fratricida etc. Luego, la pregunta implcita e inevitable, sera lgicamente: Quin empez; quin desencaden la guerra civil de 1936-1939? La contestacin -falsa y simplista-, no puede ser otra que:... Franco Otros ms enterados, pero igualmente errados, aaden: Franco acaudill el Ejrcito rebelde que se sublev contra la Repblica... el sistema constitucional que se haba dado libremente el pueblo espaol... de derechos y libertades que, con el triunfo del golpe militar fueron abolidos en 1939... (N.B. De ah su calificativo perenne e imborrable y cada vez ms usual.... La dictadura del General Franco ). El xito de este falso planteamiento da lugar a que personas partidarias del Bando Nacional, basndose en la verdad histrica, con toda su buena fe, pero vctimas de la intoxicacin propagandstica, se apresuran a salir en defensa (sic) de Franco, exculpndole de que fuese l el promotor o iniciador de la rebelin militar, lo cual es verdad... pero slo la medio verdad... No hay que esforzarse en disculparle o exculparle de un delito inexistente, sino todo lo contrario de exaltar su figura en su participacin inicial en el Alzamiento Nacional -que luego el 1 de Octubre de 1939, acaudillara... y no mediante un golpe de mano, sino por decisin/votacin de los miembros de la Junta de Defensa Nacional que ostentaba el mando de la Espaa nacional... (En el captulo correspondiente del vol. IV de mi obra Derecho-Estado-Sociedad, lo expongo con ms amplitud y detalle). El planteamiento es errneo y falso porque se parte de un hecho falso, i.e. Hacer creer a las jovenes -e ignorantes- generaciones que Espaa era en Julio de 1936 un pais donde reinaba una paz buclica; un Estado democrtico de Derecho, donde se ejercan las libertades democrticas, etc.etc. El quid de la cuestin estriba por lo tanto en que Franco (sic) utiliza la violencia!, i.e. desencadena una guerra civil, en lugar de usar mtodos democrticos, i.e. ganar en las urnas. As de simplista. As de falso. La necesaria matizacin no es desear que en jams de los jamases se vuelva a producir el Alzamiento Nacional como el del 18 de Julio de 1936 , sino que en jams de lo jamases se vuelva a reproducir la situacin de oprobio, ignominia, injusticia y persecucin en que viva Espaa (una buena mayora de la sociedad espaola) a partir de febrero de 1936 con el triunfo del Frente Popular... El Alzamiento Nacional de Julio de 1936 no es un acto de violencia que hay que disculpar, sino todo lo contrario, un acto heroico, de generosidad, de entrega... no de un voto en las urnas, sino de la propia vida en aras de una Espaa mejor. Frente a la falsa imagen de una Espaa libre y democrtica, dentro de un orden constitucional, donde se garantizaba el libre ejercicio de los derechos cvicos, etc. es necesario contraponer la realidad que se viva y se padeca en la Espaa posterior a febrero de 1936, despus del Frente Popular; hay que argumentar con hechos histricos irrebatibles, irrefutables. Las nuevas generaciones, desde el desconocimiento de los hechos histricos (febrero-julio 1936) pueden comulgar con ruedas de molino y encajar la tesis constantemente propagada por este rgimen partitocrtico de la falsa imagen de una Espaa idlica presuntamente democrtica; un Estado de Derecho(?),libremente elegido por la ciudadana, que es derribado por la violencia de las armas,etc. Pero Vd. no slo en su condicin de Acadmico de la Historia, sino porque vivi

  • 22

    aquellos acontecimlentos histricos, es imposible que apoye ni directa ni indirectamente esa falsa tesis de la Espaa idlica y buclica. Frente a los pretendidos argumentos de la victoria en las urnas, Vd. sabe que el Alzamientodel 18 de Julio fue la ultima ratio. Y Vd. sabe perfectamente que no fue un golpe fascista-militar, sino una explosin popular que se alza en rebelda contra los atropellos y desafueros de un rgimen injusto e ignominioso. Vd. conoce de sobre las razones histricas, si no mejor que yo, desde luego s mucho antes que yo. Afortunadamente existen obras escritas perfectamente documentadas y documentacin de aquella poca, imposible de refutar (... pero s de silenciar, que es lo que se viene haciendo en este rgimen partitocrtico). Bastara ennumerar al respecto las siguientes: 1) La carta colectiva del episcopado espaol del 1.7.1937 Como Vd. bien sabe, en realidad no es una carta, sino todo un detallado y minucioso documento, donde los obispos que vivieron aquellos acontecimientos histricos, refutan punto por punto las falsedades histricas propaladas por el Bando rojo (el Gobierno legtimo de la Repblica). Formando yo parte de la generacin que creci despues de la Victoria del 1 de Abril de 1939, quiero hacer resaltar que Franco, a lo largo de los 36 aos posteriores a la Victoria (o al menos que yo recuerde, i.e. en los 25 30 aos anteriores a su muerte), tuvo la elegancia de no querer aprovecharse de este documento histrico de primera magnitud. Puedo certificar -y lo he contrastado con personas de mi edad, incluso con sacerdotes declarados franquistas- que en vida de Franco nunca tuvimos ocasin de leer el contenido de tal carta colectiva... ni tampoco se nos ley a travs de la por Vd. fundada Radio Nacional de Espaa. Es decir, todos habamos oido hablar de ella, pero nunca se nos transmiti su contenido. Yo siempre cre que se trataba