arqueolog.a del talento - logisnet.com · mitos y leyendas que evocan el anhelo de toda persona por...

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Índice Capítulo 1. UN TEMPLO PERDIDO.............................................. 13 Capítulo 2. EL CAMINO RECORRIDO ............................................ 19 Capítulo 3. PONIENDO RUMBO BAJO LAS ESTRELLAS ...................... 41 Capítulo 4. EL BRILLO DEL TALENTO ........................................... 59 Capítulo 5. TASANDO MI TESORO .............................................. 85 Capítulo 6. LA AVENTURA DE VIVIR CON TALENTO....................... 97 Capítulo 7. EL TALENTO, POZO DE LA FORTUNA.......................... 123 Anexo. INSCRIPCIONES EN EL TEMPLO DEL TALENTO ..................... 131

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Índice

Capítulo 1. UN TEMPLO PERDIDO.............................................. 13

Capítulo 2. EL CAMINO RECORRIDO ............................................ 19

Capítulo 3. PONIENDO RUMBO BAJO LAS ESTRELLAS...................... 41

Capítulo 4. EL BRILLO DEL TALENTO ........................................... 59

Capítulo 5. TASANDO MI TESORO.............................................. 85

Capítulo 6. LA AVENTURA DE VIVIR CON TALENTO....................... 97

Capítulo 7. EL TALENTO, POZO DE LA FORTUNA.......................... 123

Anexo. INSCRIPCIONES EN EL TEMPLO DEL TALENTO ..................... 131

Capítulo 1Un templo perdido

¿Quién no desea hacer en su vida un viaje extraordina-rio? ¿Un viaje tan extraordinario que sea capaz de

recompensarnos con el tesoro que contiene el poder de transformar nuestra vida para siempre? Mitos y leyendasque evocan el anhelo de toda persona por encontrar la fuentede poder, el manantial de la vida, el gran conocimiento o elsanto grial llenan las estanterías del mundo y las salas decine. Exitosos títulos como la novela del escritor británicoJames Hilton, “Horizontes perdidos”, que introduce el para-íso mítico de Shangri-La, lugar de eterna juventud y felici-dad, llevada al cine en repetidas ocasiones; o la saga de lasaventuras de Indiana Jones del cineasta Steven Spielberg sonclaras muestras de la ambición humana por emprender unviaje regenerador.

Los mitos y las leyendas han movido y mueven la huma-nidad y, no sólo su imaginación. Basta recordar la aventurade los españoles a América y sus expediciones en busca delDorado, del Paraíso de las Amazonas, del elixir de la juven-tud, … como botón de muestra. Yo mismo, en tiemposmodernos, he sido uno de esos aventureros en el Nuevo

Mundo en busca de la Fórmula Secreta del Desarrollo. Reco-rrí extensas selvas, largos desiertos, navegué por caudalososríos, caminé por altas planicies y contemplé el horizontedesde altas cimas; encontré ruinas de un misterioso pasadoy templos derruidos de una idílica y mítica civilización. Y nole voy a mentir, no encontré la llave secreta del conocimien-to y regresé al Viejo Mundo con muchos kilómetros recorri-dos, con una rica experiencia profesional pero sin el objeti-vo personal cumplido.

Y fue aquí, en mi mundo, tras participar en un curso deemprendedores, donde tuve un sueño: “Tenía la paleta decolores, pero no el pincel para pintar mi proyecto”. ¿Cuál eraese pincel que daría forma al proyecto que revoloteaba aretazos por mi cabeza?

A falta de aventuras personales que emprender, retomélas antiguas andanzas profesionales. Sin embargo, esta vezmi caminar llevaba el peso de dos derrotas consecutivas, lafatiga de quien empecinadamente busca y no halla y la moti-vación a punto de abandonarme. Y así crucé nuevas tierrasy conocí a nuevas personas. Algunas de ellas extraordinarias.

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Auténticos líderes de sus vidas, de sus aventuras personales,de sus proyectos; proyectos con sentido, beneficiosos, trans-formadores. Personas comprometidas y motivadas. ¡Quiénfuera como ellas! Y a veces me preguntaba si en el fondoseguía siendo un inocente idealista.

Y un día, tras regresar de Perú, inesperadamente encon-tré mi pincel. Lo reconocí inmediatamente Sí, estaba allí. Dehecho siempre había estado allí, conmigo. ¿Cómo no mehabía dado cuenta antes? Mi pincel era aquel sencillo útilcon el que yo podía pintar mi cuadro, como me dejó caer unsueño una noche de verano; pero también era más: al iden-tificarlo, supe que ese era mi pincel y no otro y, de repente,todo cobró sentido y su conocimiento me transformó. Ycomo por arte de magia se reveló en el lienzo de mi menteel cuadro del proyecto que deseaba emprender.

Aquel humilde pincel era mi gran tesoro. Una riquezaque yacía oculta en las ruinas de un templo perdido en algúnlugar de este mundo. Aquel pincel valía una fortuna: eracapaz de infundir poder, conocimiento y llenarte de vida.Reconocerlo me había regenerado. El TALENTO escondía lasemilla del desarrollo personal. ¡Qué fantástico sería que laspersonas llegasen a conocer su DON! Un mundo organiza-do en torno al Talento sería un lugar parecido a Shangri-La.

Después de aceptar una misión que me condujo a TierraSanta, desenterré mis riquezas. Jerusalén fue el punto finalde un largo camino en busca de un tesoro y el punto de par-tida de un nuevo compromiso y aventura personal. Recuer-do que entré en la basílica del Santo Sepulcro al atardecer.Estaba vacía. De frente, las sepulturas de quienes fueron susguardianes, los Caballeros de la Orden del Temple. Unospasos más adelante, un sacerdote de rito armenio que vela-ba la sagrada sepultura me tomó de la mano y me condujo

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hacia ella. Bajo la bóveda del Edículo, en el centro, una velaencendida sobre el fragmento de la piedra que cerraba elsepulcro. El monje inició a su alrededor una danza giratoriacon gran parecido a la que practican los derviches. A partirde entonces mi vida giraría en torno al Talento. Desenterrémi tesoro e inicié la construcción de una nueva vida. ElTalento era la puerta a una nueva vida. Una vida que estáesperando a cada persona para, como Steven Spielberg oWalt Disney, producir sus propios sueños y convertirlos enrealidad.

“Arqueología del Talento” fue la primera piedra de eseproyecto destinado a facilitar que las personas reconozcan suTalento y crucen el pórtico que les conducirá a la vida queen verdad siempre han deseado para sí.

“Arqueología del Talento” es una metodología diseñadapara que las personas tomen conciencia del valor que hay enellas; de cuál es el excelente potencial que las convierte enúnicas y de cuáles son sus propósitos vitales. Es un métodode liderazgo personal en el que los conocimientos expuestosen las páginas siguientes se acompañan de cuentos inspira-dores y ejercicios de visualización reveladores (hipnosisEricksoniana) de los dones personales. “Arqueología delTalento” es un viaje en busca de la revelación personal, delreconocimiento de nuestros dones y de cómo orientarlospara colmar nuestras expectativas vitales.

El presente texto incluye las notas sobre los “conocimien-tos y enseñanzas” que encontré y rescaté durante mi parti-cular viaje. Los he ordenado de forma que puedan facilitar elcamino a otros. Espero que sean de utilidad a quienes seaventuren a ir al encuentro de un tesoro muy especial. Cuen-ta la leyenda que se haya escondido en un templo perdido.¿Dónde? unos lo sitúan en un impenetrable bosque; otros

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afirman haberlo localizado en lo mas remoto de un extensí-simo desierto; hay quien dice que se encuentra en un vallerodeado de altísimas montañas; y quien lo encontró en lasprofundidades del océano entre los restos de un naufragio.Todos están de acuerdo en que quien lo encuentra habrá deafrontar en su interior pruebas que le hagan merecedor deltesoro que otorga la fuente de poder y conocimiento.

Quien se aventura en tan extraordinaria empresa tendráque hacer de arqueólogo de sí mismo. Quiero advertir queni los mapas convencionales, ni aquellos otros más sofistica-dos, elaborados a partir de la última tecnología, son de granutilidad. Se requieren tecnologías sensibles y mapas simbó-licos, como el que representaba un mundo en forma de cruzque me fuera entregado en uno de mis viajes a la ciudad delos canales y los espejos, en una noche de carnaval.

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Capítulo 2Desplegando el mapa

El mapa no es el territorio. Es cierto. Pero sin un buenmapa estaríamos desorientados y en el peor de los casos

perdidos. Necesitamos una imagen válida, sugerente, delterritorio que nos sirva de referencia y guíe nuestro plan.Existen mapas históricos, geográficos, de carreteras, cartasde navegación, etc. Para nuestro propósito, el de identificardónde hallar el talento personal, existe uno en forma de cruzdesarrollado a partir del legado de Roberto Assagioli. Estemédico y psiquiatra veneciano nos legó una excelente repre-sentación del ser humano como realidad bio-psico-espiri-tual. Y trazó en investigaciones contemporáneas a las deJung, Frankl y Maslow, la psicosíntesis, un camino que con-duce a la autorrealización.

Despleguemos sobre la mesa esta útil carta para el desa-rrollo del universo personal y estudiémosla antes de partir.Se observan en ella cuatro regiones representadas por lasletras S al Norte, C al Sur, E al Oeste, que es el Este, segúndónde se sitúe el observador, y la R, que es la derecha segúnlo miramos pero que en realidad es la izquierda.

Todo arqueólogo de sí mismo, para un trabajo efectivo,ha de conocer algunos rasgos básicos de estas dimensiones omundos en los que habrá de penetrar y tendrá que enfren-tarse a situaciones paradójicas. Lo que creemos que está enun plano puede estar en otro o en un nivel de realidad dife-rente y, en ocasiones, lo que no vemos está justo delante denuestras narices. Nada es como parece o creemos que es eneste escenario de espejos en el que hemos de adentrarnos.Allí el Talento no para de llamar la atención aunque es escu-rridizo. Unas veces juega a ser invisible y, en otras, le gustadisfrazarse y arroparse en la interpretación de un ampliorepertorio de personajes. Esta ahí pero ¿cuál de ellos es?Actúa como un extraordinario mago y un consumado maes-tro del ocultismo. Y es que lo es. Te sorprenderá y te sor-prenderás cuando le reconozcas.

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Volvamos a nuestro plano. Brevemente examinaremosalgunas características y daremos algunas indicaciones paraexplorar cada una de las regiones, territorios o mundos queen él aparecen.

La región que constituye el pie de la cruz y que se iden-tifica con la letra C corresponde a la dimensión biológica.Tiene que ver con la materia, con la física y la química, conla estructura tangible, con el cuerpo soporte de nuestro ser.Es el hardware, es la parte que podemos ver y palpar.

Lo que a primera vista destaca de la dimensión biológicaes la forma en que caracteriza a cada ser como miembro deuna especie. La especie humana, al igual que cualquier otra,tiene un conjunto de rasgos morfológicos que la distinguende otros seres vivos. Esta distinción se percibe con claridadaún cuando un individuo de la especie carezca de algúnmiembro (falta de dedos, piernas, brazos, …), tenga malfor-maciones o su desarrollo haya sido atípico, como el de niñosque han crecido aislados. La pertenencia a una especie bio-lógica no se muestra en el detalle sino en el conjunto mor-fológico. Y por tanto la especie es al mismo tiempo un con-junto de individuos con rasgos propios que les distinguen desus semejantes (color de los ojos, longitud de los dedos,tamaño de los pies,…). Las diferencias de forma en los sereshumanos hacen a cada individuo único.

Lo relevante, desde la perspectiva del talento, es que laforma confiere potencialidad de funciones. Son obvias lasdiferencias biológicas y morfológicas entre mujer y hombrey cómo éstas están vinculadas a las funciones en el procesoreproductivo. Es así mismo igual de obvio que la malforma-ción de nuestra estructura biológica, o el daño o ausencia dealguno de sus elementos limita nuestra capacidad funcionalo nos incapacita para determinadas actividades laborales.

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Pero lo que no acostumbramos a ver, y por consiguiente atener en cuenta, es que, aunque sanas, las personas no tene-mos la misma capacidad para hacer. Hay diferencias degrado. Hay personas potencialmente torpes, menos torpes,normales, hábiles y habilidosísimas o excelentes para cadafunción. Todos podemos hacer de todo pero no todo nossale igual de bien, aun esforzándonos al máximo en ello. Yes que la potencialidad individual responde a una estructu-ra morfológica particular. Cada individuo nace con unasdiferencias de forma que le otorgan una capacidad específi-ca: valemos para unas cosas más que para otras y en unaspocas somos excelentes.

¿Cómo se origina la forma? Inquietante cuestión queparece sumida en el misterio de la vida y que investigó conespecial creatividad Rupert Sheldrake. Para este bioquímicobritánico los genes no lo explican todo. Y pone un ejemplocontundente: Las muestras de ADN extraídas del hígado ydel bíceps de una misma persona son idénticas y sin embar-go corresponden a órganos diferentes en forma, con funcio-nes distintas y muy especializadas. El ser bajito y redonditofacilita la práctica del esquí frente a la del baloncesto (y vice-versa, un larguirucho encestará con menor dificultad que sedeslizará con tablas por una inclinada pendiente) y pareceque nuestra forma y función no sólo obedecen a las leyes dela genética. Cuando todos pensábamos que en el mapa denuestros genes estaba la explicación de por qué somos así,Sheldrake nos recuerda (una vez más) que el mapa no es elterritorio e introduce en él la hipótesis de los campos mor-fogenéticos. Estos son campos de información sin energía,que ejercen influencia, a través del tiempo y del espacio,sobre aquellos sistemas que presentan algún tipo de organi-zación inherente. El modo en el que la herencia genéticacondiciona nuestra estructura biológica es relevante para un

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arqueólogo del talento, pero éste no debe encerrarse exclu-sivamente en sus leyes pues bien pudiera caer prisionero deellas y renunciar al encuentro de su don. Por eso ha venidoa mi memoria el nombre de Rupert Sheldrake, porque merecordaba a la frase de Vitorio Gassman “el Talento es muyinjusto, no se puede heredar”. Aquí quería llegar. No nos afe-rremos a creencias e hipótesis, no nos pongamos límitesinnecesarios en el camino que nos conduce a encontrarnuestro preciado tesoro personal.

Aún no lo he mencionado pero ya lo habrán adivinado,todos recibimos un regalo al nacer. Sí, todos y cada uno, yno sólo unos pocos elegidos. Todos tenemos talento. Portanto, y contrariamente a lo que popularmente se ha creídoy se cree, “el talento es bastante corriente” (Doris Lessing).Lo que ya no es tan común es encontrar personas que hayantenido la dicha de reconocer en sí mismas esta capacidadmaestra. Y es que cuando identificamos nuestro don nossentimos elegidos, agraciados y afortunados. ¿Sabías laspalabras del Nóbel de literatura Jacinto Benavente? “Muchoscreen que tener Talento es una suerte, nadie que la suerte escuestión de Talento”. Ahora que sabe que la recompensa quele espera es segura, es bueno que hablemos un poco más defunciones y capacidades.

No todas las capacidades que poseemos son iguales, nison de la misma naturaleza. Lo expresó divinamente PearlBailey, cantante de espirituales y embajadora de las NacionesUnidas, cuando manifestó que “existen dos tipos de Talento,el que el hombre consigue con su esfuerzo y el que Dios leconcede. Con el primero debes luchar mucho, con el queDios te concede sólo tienes que retocarlo de vez en cuando”.A partir de ahora identificaremos al “Talento como el con-junto de Dones naturales o sobrenaturales con que Diosenriquece a los hombres” (Diccionario ideológico de la len-

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gua castellana de Julio Casares) y daremos el nombre decapacidades al resto de habilidades que puede desarrollar elser humano en mayor o menor grado. Dicho de otra forma,del potencial que el ser humano posee como especie, en cadaindividuo destacan y sobresalen unas pocas capacidades selec-tas que se integran en lo que llamamos Talento o Don, las cua-les le convierten en una persona extraordinaria y única.

Existe, por tanto, una diferencia entre el conjunto decapacidades del ser humano y aquellas otras específicas queconstituyen el talento, una distinción que afecta al modo enque las ponemos en marcha. El desarrollo de nuestro poten-cial es una combinación de procesos instintivos y de pautasde comportamiento adquirido, de procedimientos de res-puesta automática ajustados en origen y procedimientos deaprendizajes por imitación. Hay habilidades innatas y habi-lidades aprendidas.

En el aprendizaje por imitación reproducimos patrones ymodelos. El psiquiatra búlgaro Guiorgi Lozanov, autor delmétodo de aprendizaje acelerado llamado “sugestopedia”(más conocido popularmente como superlearning o supera-prendizaje) en uno de sus textos apunta que cada personatiene un mono y un loro. Una forma gráfica de expresar queson múltiples las ocasiones en las que actuamos imitando loque vemos y oímos. El caso que más me ha impresionado deaprendizaje por imitación de cuantos conozco es el vividopor el psiquiatra y padre de la hipnosis moderna MiltonErickson, quien, en estado de parálisis generalizada y de-sahuciado por los médicos tras caer enfermo de poliomieli-tis en su adolescencia, recuperó la movilidad recreando en sumente los movimientos de su hermana pequeña que estabacomenzando a andar. Por imitación aprendemos a andar, ahablar, a comportarnos dentro de un entorno socio-cultural(“donde fueras haz lo que vieras”),… y por supuesto un oficio.

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Si desde la infancia quedásemos aislados del contacto conlos miembros de nuestra especie, de nuestro entorno cultu-ral, no dispondríamos del modelo a imitar y por consi-guiente nuestra capacidad de aprendizaje, movimiento,acción e interacción con el medio se vería seriamente mer-mada. Esta cuestión ha interesado sobremanera a los ar-queólogos del talento en los últimos doscientos años. El pro-lífico Edgar Rice Burroughs la ilustró a través de Tarzán; elmaestro Truffaut retrató un caso real acaecido en Francia enel sugestivo film “L’enfant sauvage”; y Rudyard Kypling creóal joven Mowgli en su Libro de la Selva. En los niños salva-jes, origen del mito de los hombres lobo, se constata, unavez “rescatados”, un acusado retardo en el aprendizaje y enel desarrollo de sus capacidades. No obstante, su instinto desupervivencia permanece vivo.

Y es que el instinto no se aprende. Los animales nacencon una gran capacidad para la supervivencia; nacen conmovimientos y funciones aprendidas que les permiten hacerfrente a su existencia y desarrollo biológico con cierta auto-nomía. Paradójicamente, el ser humano requiere de especia-les cuidados durante su primera infancia y su capacidadrefleja se muestra latente pero poco operativa. Necesita deun periodo de tiempo para dar salida a su instinto, como sisu nacimiento fuera prematuro. El biólogo Pedro MiguelGascón apuntaba durante uno de los seminarios de “Arque-ología del Talento” la hipótesis de que este “retardo instinti-vo” bien pudiera tener su explicación en la evolución bioló-gica que nos condujo a seres bípedos y cómo la ventajaadquirida de la posición vertical condujo a una estrechez enlas caderas que favorecía una expulsión anticipada del fetodel útero materno. Y es precisamente esa inmadurez bioló-gica y carencia de instinto, fruto de un nacimiento prematu-ro, lo que lleva, según el antropólogo físico Arturo Valls, a la

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creación de la cultura como procedimiento de superviven-cia. Dicho de otra forma, la insuficiencia instintiva se com-pensaría con la evolución hacia un ser inteligente y cons-ciente que desarrolla su lenguaje y sus referencias culturales.Sea como fuere, lo cierto es que pasados los primeros meses,en los que se completa su maduración biológica instintiva,de forma espontánea el niño empieza a manifestar sus “que-rencias” y “habilidades extraordinarias”.

Es precisamente en esa etapa de la primera infancia cuan-do el talento personal brota y comienza a manifestarse deforma espontánea, aunque no siempre sea fácil de detectar.El niño muestra entonces atributos propios en sus movi-mientos y en su expresión funcional, rasgos que le caracteri-zan, le diferencian, le condicionan. Rasgos que en definitivale individualizan, y que se conjugan con los de su fisonomía.¿Cuáles de dichos atributos son adquiridos? ¿Cuáles soninnatos? En esos momentos las funciones instintivas y lasaprendidas tienen lugar simultáneamente y se complemen-tan, de ahí la dificultad de identificar el Talento. Sin embar-go, cuando se le deja hacer, acaba por manifestarse en laobra del individuo y es observable por la calidad de susresultados. Un ejemplo muy socorrido es el talento compo-sitor de Mozart, quien “escuchaba la música dictada porDios en su cabeza” pero necesitaba aprender a tocar instru-mentos musicales para poder transmitir su obra. Ambos pro-cesos, creador e interpretativo, favorecidos por el ambientemusical en que creció, se complementaban. Pero Mozart es en la historia de la música no un gran intérprete sino uncreador genial.

Contrariamente al caso anterior, las sociedades tradicio-nales a menudo entorpecen, cuando no niegan, el talentopersonal. Durante mis años de estancia profesional en El Sal-vador y Guatemala pude observar, sobre todo en el ámbito

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rural, cómo los hijos seguían el plan de vida trazado por lospadres, el clan, la comunidad, la tradición cultural. Cuandopreguntabas a estos jóvenes qué querían ser en la vida, care-cían de respuesta. Su elección había sido ya tomada porotros, su lugar en la comunidad estaba decidido de antema-no para preservar la supervivencia del grupo. Esta imposi-ción del destino no sólo tiene lugar en sociedades llamadassubdesarrolladas o en vías de desarrollo, también sucede enlas sociedades más evolucionadas. En éstas, el futuro indivi-dual se sugiere durante la infancia y la adolescencia median-te criterios que incorporan a la elemental supervivencia elvalor añadido de confort o bienestar y éxito social. Las socie-dades modernas del bienestar persiguen una supervivenciaholgada de sus ciudadanos. A nivel individual, las posibili-dades laborales que permiten acceder, a priori, a un niveleconómico y social acomodado están relacionadas con laselecciones de estudios y carreras profesionales más que conla vocación. En otros casos los progenitores aspiran a hacerde su hijo una estrella del balón, de la raqueta o de la velo-cidad a base de entrenamiento y técnica, pues ven en los ído-los del deporte un modelo a seguir. Tanto la organización delas sociedades tradicionales y rurales, como de las socieda-des modernas, industriales y de servicios han basado su con-servación en la imitación de modelos como fórmula deaprendizaje y patrón de supervivencia. Y han relegado elTalento al olvido como regla general. Se nos pasó que, ade-más de conocimientos, Einstein, Montesquieu, Julio Verne…tenían vocación por su labor. Se nos olvidó que, además deentrenamientos Zidane, Nadal o Fernando Alonso habíanliberado el instinto del Talento, una capacidad esencial y útilpara vivir de acuerdo a lo que somos.

Forma y función. Instinto e imitación. Es como si poraptitud natural fuésemos elegidos para unas determinadas

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funciones, aunque podamos ejercitar también otras muchasen las que, con entrenamiento y dedicación, adquiriremosun aceptable grado de destreza. Y es que si la forma capaci-ta para la función, la función especializa la forma. Nosmodelamos con el ejercicio de la función. Esto es fácilmenteobservable en el trabajo deportivo. Los músculos adquierenformas específicas según la práctica de uno u otro deporte.Formas especializadas para la ejecución de un conjunto demovimientos, para la mejora del rendimiento. Con esfuerzoy constancia tenemos la capacidad de mejorar los resultadosen cualquier parcela de la actividad humana. Y si imitamosmodelos probados de desempeño nuestro éxito será mayor.Eso es fantástico. Pero el talento lo es aún más porque en éltenemos el patrón del rendimiento óptimo automatizado,ajustado en origen. El talento es el umbral máximo de nues-tra capacidad gracias a que es instintivo. El instinto propor-ciona resultados que no pueden ser alcanzados por vía de laimitación. Por eso tratamos de reproducir el modelo de laspersonas con talento. Gracias al talento nacemos especialistaspara el ejercicio de un determinado dominio de actividades.

Una puntualización. El talento es innato pero no floreceinmediatamente, requiere que todo un conjunto de faculta-des maduren previamente. Hay un instinto en estado laten-te esperando a que aprendamos determinadas habilidadesbásicas. El surgimiento del talento requiere de una evoluciónelemental previa. Para que pueda exteriorizarse, el instintodel Don ha de esperar al acondicionamiento de ciertas capa-cidades. Sólo entonces afloran los talentos en la etapa infan-til y el campo morfogenético que corresponde a nuestrotalento comienza a resonar. Por ejemplo, para que el niñocon talento de atleta corra veloz, primero debe aprender aandar; para que el don literario se exprese previamente debeaprenderse a hablar y/o el lenguaje de la escritura. Hacemos

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desde el somos, y somos una posibilidad contenida en lasemilla a partir de la cual crecemos. Escuché una vez a LolaFlores contestar a la pregunta sobre si se nace o se hace “bai-laora”: se nace y luego se hace. En ese orden. Si no, lo más pro-bable es que imitáramos modelos que no se corresponden almejor desarrollo que podamos esperar de nosotros mismos.

Ser auténtico es reproducirse a sí mismo en su mejorexpresión. Y la mejor expresión de las posibles es aquellapara la que hemos nacido, aquella que nos posibilita el talen-to. Lo difícil es reconocerla. El primer ejercicio de visualiza-ción del taller Arqueología del Talento está enfocado a versea sí mismo. Salvo contadas excepciones, los participantes seven como una forma borrosa, difusa. Creemos conocernospero tenemos una idea vaga de quiénes somos. Curiosa-mente nos cuesta reconocernos hasta en nuestra forma y esoque nos miramos al espejo todos los días. No se apure, suimagen se volverá clara. Apenas estamos comenzando.

La dimensión biológica o región corporal es el centro delmovimiento. En ella se expresa nuestra capacidad para lamotricidad o movilidad física. Podemos aplicar estas aptitu-des a numerosas actividades como las deportivas, de ocio, deelaboración de productos, de la construcción, de cirugía, etc.El grado de habilidad innata para ellas va a reflejar si sutalento reside aquí o no. ¿A qué jugaba cuando era niño? Enla respuesta a esta pregunta puede encontrar una vía decomunicación con su talento. De todas formas no se apresu-re a concluir, su talento puede estar movilizándose, hacien-do uso de las capacidades de esta zona del mapa y hallarseen otras que iremos describiendo.

Mirado de frente, en el brazo derecho de la cruz e identi-ficada con la letra R, se sitúa la dimensión de la inteligen-

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cia o de la razón. Aquí se localiza el centro de la decisión.Está capacitado para percibir, memorizar, calcular, com-prender lenguajes, razonar de forma inductiva y deductiva,y establecer relaciones visuales y espaciales. Dichas funcio-nes operan a partir de datos y hechos captados por los sen-tidos, que son transmitidos a través de una red de neuronasal cerebro, que, tras procesarlos, ofrece una respuesta.

La respuesta es una opción que está en función de lo bus-cado por el individuo: analizar hechos, situaciones o proble-mas, tomar decisiones (en muchas ocasiones con carácter deurgencia), elegir objetivos y metas, definir caminos a seguiro diseñar estrategias.

Para Howard Gardner, neuropsicólogo de Harvard yautor de la conocida Teoría de las Inteligencias Múltiples, lainteligencia es una colección de potencialidades intelectivasque se complementan y que se presentan en cada ser huma-no en una combinación única y diferenciada. Esto derrum-ba el test como prueba de inteligencia y marca un nuevorumbo en el horizonte educativo. Las limitaciones y ventajasintelectivas de cada individuo van a marcar los aprendizajesvitales. El propósito de la educación se ha de trasladar así dela adquisición de conocimientos o el dominio del saber que esuna construcción social, a lograr que las personas quieranhacer lo que deben hacer, aquello para lo que son más aptas.En otras palabras educar ha de servir para desarrollar capaci-dades. Algo en consonancia con el propósito de un Arqueólo-go del Talento quien siente que no ha sido educado para vivir.

Pero no confundamos ese potencial biopsicológico que esla inteligencia con el Talento. Popularmente puede habercierto malentendido al respecto; sin embargo no son térmi-nos sinónimos. El talento es un concepto más amplio. Eltalento gestiona capacidades de muy diversa naturaleza

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incluidas las intelectuales, y la inteligencia opera únicamen-te con el conjunto de facultades intelectivas como las apun-tadas anteriormente.

Esos niños superdotados con una capacidad de cálculonumérico prodigiosa o una memoria fotográfica son Talentosintelectivos, como lo son los grandes jugadores de ajedrez,los encumbrados estrategas, los celebres investigadores, losingeniosos ingenieros, etc. Desde la óptica más amplia delTalento no hay diferencia entre Anatoli Karpov, NapoleónBonaparte, Mariano Barbacid o Juan de la Cierva y Pau Gas-sol, el ebanista anónimo o la estupenda modista que tenía mimadre. Todos ellos son extraordinarios Talentos y, aunquesocialmente se valoren más unos que otros, todos han elegi-do inteligentemente: han tomado el mejor camino de acuer-do a sus capacidades diferenciadoras. Han elegido un plan devida consecuente con su ventaja comparativa en el hacer.

La identificación de los talentos que residen en las regio-nes biológica y psicobiológica de nuestro particular mapa,saltan a la vista más fácilmente en los primeros años de vidaque otros que describiremos a continuación. Cuando el niñosobresale porque corre veloz, es un “manitas”, memoriza confacilidad o calcula rápidamente está exteriorizando un rasgode competencia sencillo de observar. Sin embargo, hemos deser cautelosos y no dejarnos confundir, porque talentos deotra naturaleza utilizan capacidades de estas áreas para ges-tionar su habilidad maestra.

En el brazo izquierdo de la cruz, señalada con la letra E,está la región psicológica. Se corresponde con el mundoemocional, con lo relativo a la conducta de las personas.

Seguramente se habrá preguntado muchas veces por quélas personas a veces no hacen lo que dicen, por qué no son

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coherentes con sus razonamientos y actúan curiosamente ensentido opuesto a su pensamiento. Todos sabemos que “unacosa es predicar y otra es dar trigo” según reza el dichopopular y que del “dicho al hecho” existe el trecho de laacción. ¿Qué nos mueve a actuar de una manera u otra? ¿Larazón o el querer tener razón? ¿La razón o el deseo? Existenrazones no pensadas, ni meditadas. Existen razones de otroorden, razones emocionales. Desde que Daniel Golemanescribiera su famoso libro, la Inteligencia Emocional está demoda. Pero la emoción no comprende, nos impulsa, nosmueve a la acción. Ya se desprende de la propia palabra:emoción del latín emovere, lo que nos saca, lo que nos hacesalir, lo que nos mueve.

Se decide racionalmente y se actúa emocionalmente.Cuando la decisión no está alineada con el deseo actuamoscontradictoriamente, sin decisión, nunca mejor dicho. Nospercibimos atrapados interiormente por una paradojaincomprensible y no nos sentimos dueños de nosotros mis-mos. ¡Qué poderosas son las emociones! Son el auténticomotor de nuestra actuación en la vida. Y no digamos laspasiones…

Los seres humanos somos seres sensibles, que reacciona-mos ante provocaciones, persuasiones y sugestiones. Sonesos estímulos los que, una vez percibidos por nuestrosórganos sensoriales, nos incitan a actuar y ajustan el tono denuestra conducta. Curiosamente los mismos órganos per-ceptivos con los que construimos nuestra visión particulardel mundo nos permiten sentirlo.

La realidad es la que es, pero los datos, hechos y fenóme-nos que percibimos de ella los almacenamos en archivos denuestra memoria impregnados de sensaciones. La informa-ción queda así catalogada emocionalmente adquiriendo un

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significado condicionado y personalizado. Los datos en símismos son lo que son, pero cada individuo va a reaccionarante ellos según la impresión que aquellos le causen; esto essegún las sensaciones percibidas y emociones evocadas.Cada persona es emocionalmente única. De ahí la expresión“para gustos los colores”.

Sí, estamos condicionados por la experiencia emocional yen ocasiones somos prisioneros de ella. Para no ser cautivosde nuestras emociones, intentamos controlarlas, luchamosinteriormente y, cuando creemos haber vencido, la evidencianos muestra que no ha sido así. El control directo de nues-tro mundo emocional es una guerra perdida de antemano.En otras ocasiones tomamos la estrategia de querer despren-dernos de ellas y entonces nos volvemos fríos, todo nos daigual y nos perdemos la vida y en la vida. Sin emoción nosconvertimos en máquinas, perdemos la autonomía y la sal dela vida. Pero no todo está perdido, esa emocionalidad quenos arrastra es sensible en extremo y susceptible de serorientada.

Cuando alteramos una sensación provocamos una nuevaforma de ver a las personas y las cosas. Podemos modificarel significado emocional variando nuestra posición hacia elobjeto, persona o situación que la provoca. Mediante eldesapego la debilitamos; mediante el apego la reforzamos;adoptando posiciones laterales nos abrimos a nuevas pers-pectivas que complementan nuestra experiencia y conoci-miento personal. Cambiada la carga emocional, transforma-mos automáticamente nuestra conducta. De hecho unamisma persona va cambiando su manera de ver y sentir lavida acumulando años de experiencia. El muy observadorMarcel Proust, a quien imagino paseando por las extensasplayas de Deauville, reveló que “el secreto de la vida no esdescubrir nuevos mundos, sino ver el mundo con ojos nue-

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vos”. Precisamente la eficacia de las hipnosis, de la Programa-ción Neurolingüística, los sueños u otras tecnologías sensiblespara transformar la conducta reside en su capacidad para rea-justar eficazmente el significado simbólico construido o larelación interna establecida entre experiencias y emociones enlas personas. Y uno de los trances más poderosos y mágicosque puede ofrecernos la vida sucede cuando sintonizamos y/oidentificamos nuestro talento, entonces nos sentimos cautiva-dos, hechizados, apasionados. Nos vemos especiales.

Como Narciso contemplándose en el espejo del lago, eltalento nos seduce y enamora revelándonos nuestra mejorimagen. Cuando conectamos con nuestro Don, despertamosnuestras auténticas inclinaciones y querencias, nos unimos alas ganas de vivir. Provocamos un estado emocional de ardor,de ímpetu, de entusiasmo llamado pasión. Cuando perdemosla conexión con nuestra capacidad maestra caemos en la indi-ferencia, la apatía, la indolencia, la desgana, el abandono y laociosidad. La ilusión y la vitalidad se desvanecen.

El mundo emocional es un reflejo de cómo percibimos elmundo. Nos hace vibrar entre la alegría y la tristeza, el amory el odio, la ansiedad y el desdén, la confianza y la inseguri-dad, la irritación y la tranquilidad, el placer y el sufrimien-to…. entre estados opuestos que nos impulsan a la acción oque nos empantanan en la pasividad. De ahí la importanciapara un arqueólogo del talento de prestar atención a su brú-jula interior cuando explora el territorio emocional. Y nodebe olvidar que las emociones son provocadas no sólo pornuestros deseos e intereses en el hacer, sino también por elconjunto de vicios, pensamientos, creencias y juicios devalor que llevamos guardados en la mochila.

Cuando el talento se expresa, provoca admiración en suentorno y un estado de auténtica naturalidad y confianza enel individuo. Sin embargo, sucede que el valor que nos con-

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cedemos y las creencias que hemos adoptado sobre quienessomos, en numerosas ocasiones, nos cierran las puertas aexperimentar el talento. Si de pequeño le dijeron repetidasveces que era una nulidad para pintar, tal vez rechace cual-quier impulso de coger el pincel, o que, cuando alguien lesugiera que le eche una mano con la pintura, usted se des-marque porque no se siente capaz. Y puede que su talentode pintor quede atrapado por largo tiempo. En otras ocasio-nes concedemos mayor valor al esfuerzo que al talento y a lahora de demostrar nuestra valía nos bloqueamos por sentirque no estamos suficientemente preparados. Otro conjuntode situaciones en las que nos negamos nuestros dones sonlos celos y las envidias que nos enfocan a desear poseer lasfacultades de otros sin reparar en las nuestras. En este con-junto de escenarios sentimos frustración porque mantene-mos ahogado, comprimido o retenido el talento. Hay quedesprenderse de esas inclinaciones negativas y experimentarpor nosotros mismos hasta encontrar ese hacer en el que nossentimos fluir agradablemente, en el que nos percibimosfundidos con nuestra propia naturaleza y realidad. Cuandoliberamos el talento, el talento nos libera emocionalmente ynos sentimos valiosos, con confianza en nosotros mismos.

El mundo emocional es el centro de la energía, el mundode las luces y las sombras. Las emociones negativas proyectansombra a nuestro talento y los estados psicológicos positivosarrojan luz y lo hacen brillar. Los talentos que se proyectan eneste plano tienen una especial habilidad para influir en las per-sonas y mover voluntades; son hábiles comunicadores comolo son los buenos vendedores, negociadores, relaciones públi-cas, diplomáticos, líderes,… actores o guionistas de cine.

El brazo superior de la cruz, en el que se halla inscrita laletra S alberga el mundo espiritual, entendiendo este como

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los estados de conciencia elevados y los valores superiores através de los cuales el individuo alcanza la unión con la vida.

Situada al norte del mapa se eleva este territorio que tras-ciende la razón y la emoción cotidianas. Aquí residen losvalores éticos, estéticos, heroicos, humanitarios, altruistas,los ideales, y la percepción de una vida rica y abundante. Esaquí donde mora el corazón, el alma de la razón de la armo-nía anhelada.

El mundo espiritual es la dimensión invisible que nos abrea nuestra verdadera raíz y esencia. No se ve pero sus efectos sonmuy tangibles. Acuérdese de este gran secreto que transmitióel Zorro al Principito, es muy simple: “No se ve bien sino conel corazón, lo esencial es invisible a los ojos”. Para guiarse enlas selvas guatemaltecas, el Popol-Vuh o libro de la sabiduríaMaya recomienda que “cuando no sepas qué camino tomar,toma el camino del corazón”. El corazón ve a través de la ido-neidad suprema y vela por nuestros ideales. Decidir con elcorazón no sólo es muy espiritual sino también muy práctico.

Y ¿cómo se accede a esta dimensión espiritual? La mayo-ría de las veces de forma espontánea a través de una corazo-nada. Atento, Arqueólogo del Talento, a las corazonadas; sonde gran valor aunque no encuentre razón aparente en ellas,aunque no las entienda. Ya advertía el geómetra y filósofoBlaise Pascal que “el corazón posee razones que la razónignora”. Las corazonadas se nos presentan cuando menos lasesperamos llamando a nuestra puerta desde esa región invi-sible. Beethoven, en su Sinfonía nº 5, expresó con su rítmi-co ta-ta-ta–tá “el destino que llamaba a la puerta”. Destinocontra el que se rebelaba y sobre el que creía poder impo-nerse como romántico que era.

Las intuiciones se nos presentan pero pueden ser llama-das. Las musas, una vez invocadas, se nos manifiestan a tra-

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vés de la intuición, la inspiración, la revelación, la creativi-dad, o la inclinación hacia acciones humanitarias y heroicas.Las musas nos soplan al oído, nos sugieren y nos sumergenen estados de conciencia profundos en los cuales nos senti-mos emerger, despertar, florecer; experimentamos la ilumi-nación, la alegría, la renovación, la expansión; El coro deApolo nos conduce de regreso a un estado perdido, olvida-do, y nos libera. La vía a recorrer se nos muestra con clari-dad. Sí, la realidad espiritual contiene nuestros ideales, y laexperiencia que de ella obtenemos nos transforma y regenera.

La experiencia espiritual nos transporta a un estado degozo e interioridad, de mayor comprensión, y nos mueve aactuar con decisión, poderosamente. Combina aspectos dela inteligencia y de la emoción, pero a un nivel de realidaddiferente en el cual la vida adquiere un significado elevado,propio y nos ofrece una razón por la que merece la penavivir y luchar. El doctor Victor Frankl nos legó su extraordi-naria experiencia durante su internamiento en un campo deconcentración durante la Segunda Guerra mundial, comoejemplo del poder y eficacia que se adquiere al hallar senti-do a la vida.

El comportamiento de las personas está íntimamenterelacionado con el contenido de su espíritu, incluso cuandono son conscientes de él. Pero si tiene lugar una toma deconsciencia del individuo acerca de sus valores, capacidadese ideales, se produce una transformación en la forma deobrar. La experiencia psíquica es reveladora y reformadorade nuestro proceder, por eso se convierte en eficaz pararesolver los problemas humanos, individuales y sociales, yconstruir un mundo mejor. Pero a la vez es difícil de com-prender y comunicar. Su expresión mediante el arte y laacción responsable requiere a menudo del lenguaje simbóli-co y metafórico en el cual son maestros los talentos visiona-

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rios como Julio Verne, místicos como Santa Teresa de Jesús,creadores como Leonardo da Vinci, compositores como losanteriormente citados Mozart o Beethoven, o … gente al-truista como la Madre Teresa de Calcuta. Cuidado, ni apren-der una técnica artística, ni llevar hábito de monje, ni traba-jar en una ONG son merecimientos para certificar el ingresoen las filas de los talentos espirituales. Como tampoco lo sonel tener alguna experiencia visionaria, iluminadora o revela-dora, pues es una facultad que todo ser humano posee y unahabilidad que puede desarrollarse aprendiendo diversas téc-nicas como la meditación, recordar los sueños, etc. Para sertalento espiritual o de cualquier otra región del mapa, hayque recibir al nacer los correspondientes dones.

Sin embargo, explorar la realidad psíquica es de suma uti-lidad y necesario para identificar el talento. Acercarnos anuestra esencia, descubrir la semilla de quiénes somos,manifestar nuestros valores, ir detrás de nuestros ideales yencontrar el significado de nuestro errar nos va a proporcio-nar un rico sentido de la orientación. La dimensión espiri-tual es el centro del sentido y la orientación. ¡Qué inspira-dora es para nuestro propósito de arqueólogos del talento lafrase de W. Shakespeare! “La naturaleza del hombre estátrenzada de la misma materia que sus sueños”.

Tras haber desplegado, descrito y analizado brevementeel mapa, uno pudiera pensar y sentir que tenemos excelen-tes facultades no sólo en una sino en varias regiones. ¿Enton-ces tenemos uno o varios talentos? Pudiéramos decir queambas cosas a la vez. Sí. Todos destacamos de forma naturalen un deporte o destreza manual; en una facultad intelecti-va; en una forma de comunicar y en un arte. En cada regióntenemos una habilidad que destaca sobre el resto. Así quetenemos varios talentos. Pero uno de ellos es dominante,

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líder. Y ese es nuestro TALENTO personal. Es como si en unequipo deportivo tenemos en cada línea un excelente juga-dor y sobre uno de ellos recae el liderazgo que hace funcio-nar al equipo de forma coordinada. En cada persona hay eseequipo con talento, pero hemos de reconocerlo para cubrirlas líneas de movimiento, elección, emoción y visión con susmejores bazas e identificar el jugador estrella capaz de orien-tar, transmitir energía y gestionar la acción para desarrollarnuestro mejor juego en esta aventura que es vivir.

Cuando nuestro don actúa, todo nuestro ser se movilizaen la forma idónea y se refleja en el conjunto de nuestrascapacidades. Nuestro talento gestiona con tal maestría nues-tra capacidad que integra y armoniza nuestras mejores habi-lidades, haciéndonos sentir completos y auténticos. Y se pro-yecta desde el centro a todas las facetas de la persona comosi ésta fuera una forma poliédrica. Y es que más que unplano somos una figura pluridimensional.

El talento, además de eficaz, es sumamente sensible, fiely obediente. Vela por nuestros intereses y ejecuta nuestrasórdenes aún cuando sean contradictorias. Si le ordenamosejecutar una misión que no está alineada con la voluntadinterior, su actuar resultará mediocre. Si por el contrario leinvolucramos en nuestro propósito, se desenvolverá confacilidad y brillará por su arte. El talento hará brillar nuestraestrella si se desenvuelve motivado.

El talento personal que actúa libremente deja huella entodas las regiones de nuestro mapa humano y nos hace bri-llar. Cuando el talento se libera somos auténticos, se reflejaen todo nuestro ser, en todos sus espejos, en todos sus pla-nos. Ahora tome el mapa y pruebe a doblarlo de modo queobtenga una figura piramidal. Recorte el mapa por el con-torno de la cruz. Y pliegue por el único punto común, el

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punto de intersección de todas sus líneas. Ya tiene la pirá-mide en cuyo interior se haya depositado el tesoro a cuyoencuentro pone rumbo el arqueólogo del talento. En el cora-zón de nuestro templo se esconde el talento.

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