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ARGENTINA NEOLIBERAL - Golpe cívico – militar de 1976 - Carlos Menem y el Neoliberalismo - Macri representa la codicia neoliberal y neocolonial Plan económico de Martínez de Hoz

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ARGENTINA NEOLIBERAL

- Golpe cívico – militar de 1976

- Carlos Menem y el Neoliberalismo

- Macri representa la codicia neoliberal y

neocolonial

Plan económico de Martínez de Hoz

Te dejamos un breve resumen de los lineamientos básicos del plan económico ideado por Martínez de Hoz, y

la actualidad de los principios directrices trazados en su libro Bases para una Argentina Moderna.

El programa económico anunciado el 2 de abril de 1976 por el José A. Martínez de hoz, contó con la

aprobación previa y el consenso de las Fuerzas Armadas que sumieron – según en propias palabras de ministro

– la “responsabilidad del Gobierno en medio del caos político, económico y social imperante.” Esta

convicción (torturas, desapariciones, ejecuciones) – continúa Martínez de Hoz -explica el hecho, inédito en la

Argentina desde hacía mucho tiempo, que durante cinco años pudiera existir la continuidad en materia de

hombres y de programas, con los periódicos ajustes necesarios, que permitió encarar una transformación

económica tan profunda.

Según el propio Ministro de Economía de aquellos años, existen en su programa económico para los años

1976/80, dos pilares básicos de los cuales se derivaron los grandes cursos de acción del programa económico

anunciado el 2 de abril de 1976, y ellos fueron los siguientes:

Función Subsidiaria del Estado

Apertura de la Economía al capital mundial

1. Para Martínez de Hoz, el concepto moderno de la función del Estado en la economía no tiene por objeto

dejarlo como simple espectador de la acción económica que sucede en la Nación, sino que se le atribuye la

posibilidad de intervenir en forma directa cuando, requiriéndose una determinada actividad, no existe

posibilidad o interés privado en cumplirla. Por lo tanto, donde existe interés privado, el estado no debe

entrometerse, idea básica pregonada por los liberales ortodoxos y alumnos obedientes de la Escuela de

Chicago.

Sigue diciendo José Alfredo, que al sector privado le corresponde la responsabilidad de llevar a cabo la

actividad productiva, sin perjuicio de la función propia de Estado, de determinar la orientación global de la

economía a través de los grandes instrumentos de la política económica y financiera, tales como el monetario,

tributario, cambiario, presupuestario, y arancelario, entre otros, utilizados en consonancia con la orientación

básica ya expuesta.

El principio de subsidiariedad (4) abarca no sólo el concepto de la actividad del Estado frente al sector privado,

sino también la del Estado Nacional en relación con las Provincias y los Municipios.

2. La apertura de la economía, - comenta nuestro Chicago boys - tanto hacia el exterior como hacia el interior,

promueve la competencia en el mercado externo e interno, eliminando la sobreprotección y los controles que

obstaculizan el flujo del comercio, de los capitales y de la tecnología, bases para un crecimiento dinámico y

progresista.

La apertura de la que habla Martínez de Hoz, es aquella tan anhelada por el capital mundial, principalmente

por Estados Unidos, ávido de las riquezas acumuladas en el interior de los países tercermundista luego de sus

épocas de auges con la sustitución de importaciones. Una apertura que permita al primer mundo devorar las

industrias estatales y penetrar en las economías regionales para hacerse de ell as.

Al abrir la economía argentina a la competencia libre del mercado mundial, permite, según nos dice Martínez

de Hoz, valorizar en forma adecuada el trabajo argentino, recuperar la capacidad exportadora de bienes

competitivos, permitiéndose la inserción del país en el contexto internacional como un producto de primera

magnitud y no en un exportador de remanentes del mercado interno, con toda suerte de subsidios estatales.

Estos principios básicos orientadores del programa económico de la dictadura militar dan sus frutos en muy

poco tiempo. A un año del golpe, Rodolfo Walsh, con un coraje digno de su inquebrantable conciencia, y con

claridad brillante, expone:

“…los hechos que sacuden la conciencia del mundo, que no son sin embrago los que mayores sufrimientos que

han traído al pueblo argentino ni las peores violaciones de los derechos humanos en que ustedes incurren. En

la política económica de ese gobierno debe buscarse no sólo la explicación de sus crímenes sino una atrocidad

mayor que castiga a millones de seres humanos con la miseria planificada.

En un año han reducido ustedes el salario real de los trabajadores al 40%, disminuido su participación en el

ingreso nacional al 30%, elevado de 6 a 18 horas la jornada de labor que necesita un obrero para pagar la

canasta familiar, resucitando así formas de trabajo forzado que no persisten ni en los últimos reductos

coloniales.

Congelando salarios a culatazos mientras los precios suben en las puntas de las bayonetas, aboliendo toda

forma de reclamación colectiva, prohibiendo asambleas y comisiones internas, alargando horarios, elevando la

desocupación al récord del 9% prometiendo aumentarla con 300.000 nuevos despidos, han retrotraído las

relaciones de producción a los comienzos de la era industrial, y cuando los trabajadores han querido protestar

los han calificados de subversivos, secuestrando cuerpos enteros de delegados que en algunos casos

aparecieron muertos, y en otros no aparecieron.

Los resultados de esa política han sido fulminantes. En este primer año de gobierno el consumo de alimentos

ha disminuido el 40%, el de ropa más del 50%, el de medicinas ha desaparecido prácticamente en las capas

populares. Ya hay zonas del Gran Buenos Aires donde la mortalidad infantil supera el 30%, cifra que nos igua la

con Rhodesia, Dahomey o las Guayanas; enfermedades como la diarrea estival, las parasitosis y hasta la rabia

en que las cifras trepan hacia marcas mundiales o las superan. Como si esas fueran metas deseadas y

buscadas, han reducido ustedes el presupuesto de la salud pública a menos de un tercio de los gastos

militares, suprimiendo hasta los hospitales gratuitos mientras centenares de médicos, profesionales y técnicos

se suman al éxodo provocado por el terror, los bajos sueldos o la "racionalización".

“Tampoco en las metas abstractas de la economía, a las que suelen llamar "el país", han sido ustedes más

afortunados. Un descenso del producto bruto que orilla el 3%, una deuda exterior que alcanza a 600 dólares

por habitante, una inflación anual del 400%, un aumento del circulante que en solo una semana de diciembre

llegó al 9%, una baja del 13% en la inversión externa constituyen también marcas mundiales, raro fruto de la

fría deliberación y la cruda ineptitud.”

Dictada por el Fondo Monetario Internacional según una receta que se aplica indistintamente al Zaire o a

Chile, a Uruguay o Indonesia, la política económica de esa Junta sólo reconoce como beneficiarios a la vieja

oligarquía ganadera, la nueva oligarquía especuladora y un grupo selecto de monopolios i nternacionales

encabezados por la ITT, la Esso, las automotrices, la U.S.Steel, la Siemens, al que están ligados personalmente

el ministro Martínez de Hoz y todos los miembros de su gabinete.

Un aumento del 722% en los precios de la producción animal en 1976 define la magnitud de la restauración

oligárquica emprendida por Martínez de Hoz en consonancia con el credo de la Sociedad Rural expuesto por su

presidente Celedonio Pereda: "Llena de asombro que ciertos grupos pequeños pero activos sigan insistiend o

en que los alimentos deben ser baratos".

El espectáculo de una Bolsa de Comercio donde en una semana ha sido posible para algunos ganar sin

trabajar el cien y el doscientos por ciento, donde hay empresas que de la noche a la mañana duplicaron su

capital sin producir más que antes, la rueda loca de la especulación en dólares, letras, valores ajustables, la

usura simple que ya calcula el interés por hora, son hechos bien curiosos bajo un gobierno que venía a acabar

con el "festín de los corruptos".

Desnacionalizando bancos se ponen el ahorro y el crédito nacional en manos de la banca extranjera,

indemnizando a la ITT y a la Siemens se premia a empresas que estafaron al Estado, devolviendo las bocas de

expendio se aumentan las ganancias de la Shell y la Esso, rebajando los aranceles aduaneros se crean empleos

en Hong Kong o Singapur y desocupación en la Argentina. Frente al conjunto de esos hechos cabe preguntarse

quiénes son los apátridas de los comunicados oficiales, dónde están los mercenarios al se rvicio de intereses

foráneos, cuál es la ideología que amenaza al ser nacional.(5)

Programa Económico de Martínez de Hoz: Reordenamiento y

racionalización del Estado.

En el plano de las empresas del Estado el propio gobierno militar llevará a cabo de la mano del Ministerio de

Economía un brutal plan de achicamiento de las mismas, a través de la reducción de su personal yajustes

salariales desmedidos con el objeto de aumentar al máximo la productividad de acuerdo a la mano de obra

empleada, y preparar el terreno para una futura privatización.

Se llevó a cabo – según propios comentario de Martínez de Hoz – una reforma jurídico- administrativa,

contable, laboral e impositiva, dando a las empresas del Estado “libertad” para actuar como empresas

comerciales, pero también creándoles las obligaciones legales que corresponden a tales (confecciones de

balances e inventarios, pago de impuestos, etc).

Es necesario destacar que una de las formas de otorgarles libertad a las empresas del Estado, fue constituirlas

en sociedades comerciales del Estado, permitiendo la futura incorporación de capitales privados en ellas.

Paralelamente, el gobierno militar fue eliminando los aportes del Tesoro a las mismas, las que en principio

debían obtener sus recursos de la venta de sus productos o servicios, de algunos impuestos específicos y de su

acceso al mercado de crédito local e internacional, llámese su salvaje endeudamiento. De esa manera, nos dice

Martínez “Logramos reducir sustancialmente aunque no eliminar esos aportes. En 1976 prácticamente todas

las grandes empresas estatales (catorce de ellas principalmente los servicios públicos), recibían aportes del

tesoro. En 1980 siete de ellas todavía los recibieron, de los cuales sólo Ferrocarriles Argentinos y Encotel

representaban cantidades relevantes.” (6)

Además fueron eliminando lo que ellos denominaban “las tarifas políticas”, reduciendo al mínimo

indispensable las tarifas de los productos de las empresas públicas. Tal es así, que se llegaron a aplicar tarifas

que no lograban cubrir el costo operativo.

“Evitamos así caer en la convalidación de cualquier costo operativo eliminando la necesidad de esforzarse para

el logro de una mayor eficiencia. Además la elevación excesiva de precios y tarifas públicas podía llegar a crear

serios problemas inflacionarios e incidir negativamente en los costos del sector privado al descolocarlo frente

a la competencia internacional. Ello nos llevó a procurar lograr un equilibrio entre estas tendencias

contradictorias. En el caso de algunos productos o servicios cuyo costo es relativamente menor en el país en

comparación con el mercado internacional, hemos cuestionado que la empresa pública respectiva se apropie

para sí ese beneficio entre el menor costo nacional y los precios internacionales que, en realidad, corresponde

a la comunidad.”

De esta manera el Ministerio de Economía del Gobierno de la Junta, se jactaba de obligar a las empresas del

estado a operar al costo de producción y acrecentar en forma exponencial su productividad debido a sus bajos

ingresos. Las empresas públicas, ante tan adversa situación, se vieron obligadas a tomar préstamos en dólares

en el mercado internacional auspiciado por la Secretaria de Programación Económica del Ministerio de

Economía dirigida por Guillermo Walter Klein. Pero por desgracia de las mismas, no han recibido un solo dólar

de esos créditos, los cuales quedaban en el BCRA para ser remitidos al mercado cambiario, recibiendo, si es

que tenían suerte, pesos para efectuar pagos de insumos en el mercado local.

Es así como justifica José Alfredo Martínez de Hoz ese proceder en su libro: “Algunas opiniones han sido

esgrimidas en el sentido que las empresas estatales no deberían recurrir al crédito, obligándose a pagar todos

los gastos a través de sus recursos proveniente de la venta de sus productos o servicios. En este punto cabe

aplicar a las empresas públicas el mismo razonamiento con que operan las privadas, es decir que, para cierto

tipo de gasto y, sobre todo, para la inversión en proyectos o equipamiento, el crédito es indispensable para

trasladar sobre un mayor período la incidencia de dicho gasto e inversión, pues el mismo beneficiará también

a la comunidad durante un determinado período de años y no en un solo ejercicio fiscal.”

En cuanto al resultado operativo de las empresas del Estado, a través de todas las políticas expuestas se logró

en el periodo 1976/1980– según propios palabras de Martínez de Hoz – una reducción del personal del 19% y

un aumento de la productividad por persona ocupada del 50% para el conjunto de las agrupadas en la

Sindicatura General de Empresas Públicas.(7)

Aplicación del Principio de Subsidiaridad. Política de Privatización.

En el programa económico de la dictadura militar dado a conocer el 2 de abril de 1976, se establecieron cuáles

funciones del Estado se consideraban indelegables, y entre ellas estaban las siguientes: dictar normas

generales que rijan la convivencia y el funcionamiento del país; asegurar el acatamiento a las mismas;

administrar la justicia; conducir las relaciones exteriores; proveer la defensa y la seguridad.

Entre las funciones del Estado que se definieron como parcialmente delegables o susceptibles de ejecución

compartida con el sector privado, pueden mencionarse las prestaciones de servicios de educación, salud,

seguridad social y algunos servicios públicos especiales y obras de infraestructura.

Con respecto a las funciones de producción, se acordó que ellas en principio corresponden al sector privado y

deben ser ajenas al Estado salvo casos muy excepcionales. Puede verse como el Gobierno de facto comienza a

desligarse de las actividades que, hasta esa fecha, habían sido consideradas indelegables por parte del Estado.

Son todas aquellas funciones consideradas sociales que, bajo ningún punto de vista, puede el Estado

desentenderse de ellas. El modelo neoliberal y su ideario, estaba logrando su cometido, a costa muerte,

desapariciones y torturas.

Pero sigamos a nuestro Chicago Boys que en su libro nos dice lo siguiente:

“Dentro del cúmulo de empresas y funciones productivas que el estado mantenía al comienzo de nuestra

gestión, podían diferenciarse con cierta claridad el conjunto de empresas industriales o comerciales frente a

las de servicios públicos.

En cuanto a las primeras, en el período 1976/1980 se completó prácticamente el programa de transferir al

sector privado, o de liquidar, todas aquellas anteriormente privadas que se encontraban intervenidas y

administradas por el Estado y que habían pasado al sector público como consecuencia de su falencia o quiebra

con el propósito de mantenerlas en funcionamiento bajo el argumento de preservar así una supuesta paz

social. Durante 1976/1980 el Estado nacional y los Estados Provinciales se fueron desprendiendo

gradualmente de estas empresas industriales y comerciales cuya administración estatal es incompatible con

los principios arriba expuestos.”

El proceso de privatización de las empresas estatales, tanto productivas e industriales como de servicios

públicos, ha comenzado su fase deprecatoria que culminará con el proyecto gene ral elaborado por el capital

extranjero en los años noventa. La escena se prepara, los actores (martilleros) hacen lo suyo, el protagonismo

llegará con el menemismo.

En el periodo 1976/1980 se transfirieron al sector privado alrededor de 120 empresas productivas o

comerciales. Además, el Banco Nacional de Desarrollo y la Caja Nacional de Ahorro y Seguro se desprendieron

de sus tenencias accionarias de otras 207 empresas, cesando su participación parcialmente en otras 29.

Como nos dice Martínez de Hoz, “el programa de privatización requirió modificar innumerables disposiciones

que establecían requisitos, no siempre justificados, para la venta de bienes públicos. Mediante el dictado de

diversas normas se logró establecer una base jurídica que facilitará este proceso. Ello llevó un cierto tiempo,

pero el camino se ha abierto y, más allá de lo ya realizado en este aspecto durante nuestra gestión, la acción

futura puede entonces ser mucho más ágil.”

Una de las medidas jurídicas adoptadas para permitir la participación de capitales privados en empresas

anteriormente estatales, fue transformar a éstas en Sociedades del Estado, donde se le permitiera la

participación accionaría al capital privado, quizás respetando la mayoría del 51% estatal.

También se han realizado importantes acciones de privatización periférica. Estas consistían en la transferencia

a empresas privadas de la mayor cantidad de obras y servicios públicos antes desarrollados por empresas del

Estado, a través de diversas formas contractuales. Se han realizado privatizaciones importantes de la inversión

en las áreas de petróleo, gas natural y licuado, transporte marítimo y fluvial, ferrocarriles, autopistas, obras de

conservación viales, puertos e instalaciones para el almacenaje y embarque de granos. En ciertas esferas,

como la exploración y explotación de hidrocarburos, la actividad privada, que en 1976 tenía escasa relevancia,

alcanzó en 1980 a abarcar casi un 40% de la misma. Se ha dejado también, sin efecto el monopolio estatal de

la comercialización de productos derivados del petróleo que se había implantado en 1974. También se resolvió

que la futura ampliación de la capacidad de refinería en el país debe ser encomendada al sector privado.

Vemos como la política económica del Golpe cívico – militar de 1976 tuvo un claro objetivo económico,

transnacionalizar la economía argentina como sea posible, y atorturas, muertes y desapariciones. Reducir el

tamaño y las funciones del Estado, consideradas hasta ese entonces en indelegables, especialmente las

referidas al manejo de empresas, y reconvertir la estas funciones al designio de las exigencias genocida del

capital transnacional.

FUENTE: http://www.aldorso.com.ar/26-MAR-11_Notalpie.htm

Carlos Menem y el Neoliberalismo -

¿Por qué puede afirmarse que las políticas económicas del presidente

Menem fueron de corte neoliberal?

Índice

Introducción

Lo que hay que saber sobre neoliberalismo

• Liberalismo

• Neoliberalismo

Contexto histórico

• En el mundo

• En la Argentina

Medidas tomadas por el gobierno de Menem

• Apertura Económica

• Convertibilidad

• Privatizaciones

Conclusión

Bibliografía

Introducción Durante el desarrollo de este trabajo intentaremos desentramar la relación entre las políticas económicas

implementadas durante las dos presidencias de Carlos S. Menem y las ideas neoliberales que se encontraban

en auge a fines del siglo pasado.

Como primer paso, expondremos en el próximo apartado las teorías económicas precedentes al gobierno

menemista. En el capítulo siguiente nos centraremos en los hechos concretos de la Historia mundial y

argentina recientes que hayan puesto en práctica o configurado el panorama para la puesta en marcha de

postulados neoliberales. En Argentina, éstos se vieron reflejados en tres medidas económicas de la década

pasada, a saber: modelo económico aperturista, un plan de privatizaciones, y la Ley de Convertibilidad. Las tres

serán llamadas al análisis en el desarrollo de esta monografía.

Antes de partir a lo concreto, cabe mencionar que el ideario neoliberalista se presentó como respuesta al

crack del ’29, y como una serie de postulados que le daban un revés más realista al liberalismo del siglo XVII,

adaptando sus ideas al nuevo orden que el capitalismo debía afrontar. El neoliberalismo entonces criticó

algunos aspectos del viejo laissez faire, y los reformuló de manera que sean factibles en la práctica.

El apogeo de estas ideas en la década del ’80 teniendo como respaldo a los gobiernos de Reagan en Estados

Unidos y Thatcher en Gran Bretaña por citar ejemplos, mas la aceptación del Consenso de Washington,

llevaron a que las administraciones de muchos países de América Latina aplicaran estas ideas en el marco

económico de sus gobiernos.

En nuestro caso nos interrogaremos acerca del origen del plan económico ideado por el gobierno de Menem

en la Argentina. Para ello desarrollaremos en el cuerpo del trabajo la puesta en práctica de los objetivos

neoliberales planteados, y en la conclusión si los objetivos fueron alcanzados, y cómo esto afectó para bien o

para mal a la sociedad de entonces y a la actual. He aquí el fruto de horas de investigación.

Lo que hay que saber sobre neoliberalismo

Liberalismo

Al hablar de liberalismo nos referimos a una teoría económica cuyo fundador fue el inglés Adam Smith, quien

expuso sus principales conceptos sobre Economía en su obra “Investigación sobre la Naturaleza y Causa de la

Riqueza de las Naciones” (1776).

Los factores que más influyeron en el pensamiento Smithiano fueron la evolución de la economía de la época

(el Reino Unido gozaba del auge de la industrialización ) y el sistema capitalista con su modo de producción

especifico . Así, las necesidades del capitalismo industrial ingles fueron observadas y sintetizadas en forma de

doctrina por Adam Smith.

Para Smith, la competencia sin restricciones, libre concentración del trabajo para aumentar la producción, la

libertad de mercado y la no interferencia estatal eran objetivos a alcanzar por los industriales ingleses, cuya

nación era la más industrializada del mundo. Según estos principios, los intereses egoístas e individuales eran

conducidos por una mano invisible a promover el interés general, por lo tanto el beneficio individual llev aría al

progreso conjunto.

Además, los liberales tomaron la noción “dejad haced” de la expresión de los fisiócratas franceses del siglo

XVIII "laissez faire, laissez passer" , según la cual los hombres no debían contraponerse al orden natural, para

darle al estado un papel abstencionista desde el que debía custodiar el funcionamiento sin trabas del mercado

y sostener la propiedad privada, reduciendo sus funciones a preservar la seguridad interior y exterior, emitir

moneda y encargarse de las relaciones exteriores.

En síntesis los 6 principios del liberalismo económico eran los siguientes:

1. propiedad privada de los medios de producción y de cambio

2. libertad de mercados en régimen de competencia

3. libre contratación de trabajo

4. desarrollo del comercio exterior bajo un sistema de libre cambio

5. libre circulación de capital para asegurar el desarrollo de la producción

6. estado mínimo; se ocupa de todo aquello que no pueda realizar el sector privado

Neoliberalismo económico En general, no se habla en la actualidad de neoliberalismo como doctrina, ya que los descendientes

ideológicos de Adam Smith han vuelto a adoptar la denominación de liberales sin aditamentos. Este último

ideario económico había caído en un progresivo desprestigio debido a l a ineficacia que fue demostrando la

doctrina del laissez faire desde fines del siglo XIX hasta la Gran Depresión de los años ’30; y es que la realidad

económica de la época, con el dominio de los grandes monopolios y trusts , daba a entender que el modelo de

competencia perfecta era solo una teoría.

El institucionalismo estadounidense atrajo a numerosos economistas de la década del ’20. En Inglaterra por

ejemplo, “The Economic Journal” publicó en 1926 un artículo elaborado por el economista Piero Sraffa do nde

se afirmaba que la realidad de los mercados distaba de ser una competencia perfecta, y que se debía distinguir

en el plano práctico muchas formas de mercado. Ese fue el inicio de una revisión crítica a la teoría liberal. En

tanto, Robinson y Chamberlin, otros autores de la época, hablaron en sus libros de competencia imperfecta y

monopolística, respectivamente. John Keynes, por otra parte, difundió en los períodos de entreguerras y

posguerra sus ideas en los principales países del mundo, y junto con las ideas institucionalitas, constituyó la

base del New Deal de Roosevelt. Las teorías keynesianas aún conservan vigor y constituyeron una

descalificación al laissez faire liberal, que confirmó su fracaso y la imposibilidad de mantener la eficacia del

sistema capitalista en la crisis del ’30. De todas formas el keynesianismo operó en la realidad como un

salvavidas del sistema, pues las ideas de este pensador se referían a la intervención del Estado durante las

épocas de crisis, y efectivamente se utilizaron en respuesta a la crisis del ‘29.

Los economistas liberales de entreguerras reformularon sus teorías y establecieron que era imposible regresar

al laissez faire sin una intervención del estado. Así es que en 1938 los neoliberales de Europa occidental se

reúnen en el denominado coloquio de Walter Lippmann (escritor crítico de las grandes sociedades anónimas,

calificándolas como “monopolios que obstaculizaban el funcionamiento del mecanismo de precios en un

mercado libre”). Este coloquio, que reunió a economistas de la escuela de Viena, reafirmó las posiciones

antidirigistas neoliberales, sostuvo la vuelta a la economía de mercado (aunque sin especificar cuál de ellas) y

no descartó una intervención del estado en el plano económico.

Sin embargo en esta reunión no se produjeron definiciones de neoliberalismo, y existieron opiniones muy

contradictorias entre autores de esta misma doctrina. Ludwing von Mises pregonaba el reestablecimiento del

mercado sin el cual no puede haber equilibrio ni cálculo económico; Wilhelm Röpke afirmaba que el estado

debía garantizar un mundo de competencia y de pequeñas empresas y se oponía a la redistribución del ingreso

y la política ocupacional; y Friedrich von Hayek no se mostró partidario a una economía dirigida a una

reestructuración racional de la competencia. Jaques Rueff, por último, admitió la intervención del estado en

tiempos de guerra y para el control de la oferta y la demanda; y hasta Meade y Harrod preconizaron la mano

del estado para evitar oscilaciones y cuidar la prosperidad del sistema capitalista.

Los neoliberales ortodoxos al liberalismo económico fundaron en 1950 la sociedad Mont-Pélerin, de donde

proviene el concepto de “economía social de mercado”, que nació como reacción en contra de la teoría de

Keynes (en boga durante la 2º posguerra).

Cabe destacar en última instancia la formulación de la teoría monetarista, de gran influencia en el

pensamiento liberal, y cuyos pensamientos fueron usados por gobiernos como los de Ronald Reagan y algunas

dictaduras de países latinoamericanos.

En síntesis, la gravitación de estas teorías sobre jefes de estado y sobre la marcha de la economía mundial, en

donde se observa una creciente oligopolizacion de los sectores productivos principales, hace que ya no se

pueda designar al neoliberalismo como una teoría económica eficaz para limitar el poder de los monopolios y

para asegurar que los precios se formen en un mercado libre de interferencias privadas o estatales,

simplemente porque no ha conseguido en buena forma (y como hubie sen deseado Lippmann y otros letrados)

dichos objetivos.

Contexto histórico

Contexto mundial

El contexto mundial anterior a los años de Carlos Menem como presidente de los argentinos estuvo marcado

por el aumento de las tensiones de la Guerra Fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética, hacia finales de los

‘80. La amenaza nuclear se hace más potente que nunca, por lo que a mediados de la década se produce un

acercamiento entre los dos bloques, que se ve favorecido principalmente por las políticas conocidas en

Occidente como Glásnost y Perestroika, del mandatario soviético Mijaíl Gorbachov.

En el plano económico, el presidente de Estados Unidos electo en 1981, Ronald Reagan, presenta una serie de

medidas económicas de libre mercado, popularmente conocidas como “Reaganomics”, que sientan las bases

de la economía neoliberal de los años venideros.

En 1982 se desencadena la Guerra de Malvinas, un conflicto armado que tuvo lugar en las islas Malvinas,

Georgias del Sur y Sándwich del Sur y enfrentó a la Argentina, en donde reinaba un gobierno de facto, y al

Reino Unido, que en esos años estaba bajo el mandato de la primera ministra Margaret Thatcher. El país

europeo resultó vencedor.

Luego en 1983 asume el candidato radical Raúl Alfonsín a la presidencia de la Nación Argentina. En 1985 se

condena en el recordado Juicio a las Juntas a los represores militares de la dictadura, siendo Argentina el

primer y único país de Latinoamérica en hacerlo.

En América Latina y tras quince años de dictadura militar, los chilenos vuelven a las urnas en 1988 para decidir

la continuidad del general Augusto Pinochet en el gobierno. El plebiscito le fue adverso y la democracia vuelve

en 1990, marcando un hito en la historia política latinoamericana contemporánea.

En 1989 la URSS y el bloque soviético en general se encuentran más debilitados que nunca. En noviembre el

muro de Berlín que encarnaba la división de dicha ciudad desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, fue

demolido por los propios berlineses, dando con ello el golpe de gracia a la era soviética. Mientras tanto, en

Occidente asumía George Bush padre como presidente de los Estados Unidos; y mientras algunos países

asiáticos como Corea del Sur, Taiwán y Singapur experimentaban un rápido desarrollo industrial que no se

detendría durante el resto del siglo.

En 1992 se celebra el Tratado de Maastricht que da lugar un año más tarde a la Unión Europea (UE), dando al

mundo un nuevo bloque político económico fuerte que se coloca paulatinamente como una fuerza

predominante en Europa.

Los Estados Unidos conocen bajo el gobierno de Bill Clinton (que asume en 1993) un crecimiento económico

sin precedentes.

Paralelamente y gracias a los últimos avances en tecnologías de la información y la comunicación, la

"globalización" comienza a alcanzar niveles nunca antes imaginados. El Consenso de Washington (ver apartado

al final del capítulo), acuerda un paquete de políticas económicas para reformular y ajustar todas las

economías nacionales del mundo. En 1994 se crea la Organización Mundial del Comercio; junto con el Fondo

Monetario Internacional y el Banco Mundial desempeñarán un papel central durante la década. Además se

realiza la puesta en marcha de zonas de libre comercio europeas y norteamericanas.

Además, se produce una grave crisis financiera en México denominada “efecto tequila” (también conocido en

México como el “error de diciembre”, con graves repercusiones en la economía Argentina y en muchos países

latinoamericanos).

La República Popular China empezó a ver los beneficios de su política de transformación económica iniciada a

finales de los años 1970, que hicieron que el país abandonara poco a poco los principios de la economía

comunista clásica desarrollando una particular economía de mercado.

América Latina es la región que aplica en forma más disciplinada las políticas económicas del Consenso de

Washington. Los presidentes Carlos Menem (Argentina), Fernando Collor de Mello (Brasil), Carlos Salinas de

Gortari (México), y Fujimori (Perú), resultan los principales exponentes de esas políticas. Se crea el Mercosur

(1991). México entra al TLCAN(Tratado de Libre Comercio de América del Norte), con EE.UU. y Canadá. En

Chile tras 17 años, termina el gobierno militar (denominado dictadura por grupos de izquierda) y se inicia un

largo gobierno de la Concertación entre socialistas y demócrata-cristianos que excederá la década. En

Paraguay finaliza una de las dictaduras más largas de la historia y se abre una prolongada etapa democrática.

EL CONSENSO DE WASHINGTON

Se entiende por Consenso de Washington un listado de políticas económicas consideradas durante los años

1990 por los organismos financieros internacionales y centros económicos con sede en Washington DC,

Estados Unidos, como el mejor programa económico que los países latinoamericanos debían aplicar para

impulsar el crecimiento. A lo largo de la década el listado y sus fundamentos económicos e ideológicos,

tomaron la característica de un programa general.

En realidad el Consenso de Washington fue formulado originalmente por John Williamson en un documento

de noviembre de 1989 ("What Washington Means by Policy Reform" que puede traducirse como "Lo que

Washington quiere decir con política de refor elaborado como documento de trabajo para una conferencia

organizada por el Institute for International Economics, al que pertenece Williamson.

El propio Williamson cuenta que en ese histórico borrador incluyó "una lista de diez políticas que yo pensaba

eran más o menos aceptadas por todo el mundo en Washington y lo titulé el Consenso de Washington".

Originalmente ese paquete de medidas económicas estaba pensado para los países de América Latina, pero

con los años se convirtió en un programa general.

1. Disciplina fiscal

2. Reordenamiento de las prioridades del gasto público

3. Reforma Impositiva

4. Liberalización de las tasas de interés

5. Una tasa de cambio competitiva

6. Liberalización del comercio internacional (trade liberalization)

7. Liberalización de la entrada de inversiones extranjeras directas

8. Privatización

9. Desregulación

10. Derechos de propiedad

Hay que puntualizar que por el término "Washington", Williamson se refería a un complejo político-

económico-intelectual que tiene sede en Washington, a saber: los organismos financieros internacionales

(FMI, BM), el Congreso de los EEUU, la Reserva Federal, los altos cargos de la Administración y los institutos de

expertos económicos.

Contexto en Argentina Partiendo del contexto argentino de los años de la ultima dictadura militar(1976-1983), el llamado Proceso de

Reorganización Nacional entrego formalmente los ministerios económicos a las asociaciones empresariales

mas conservadoras que impulsaron una política económica abiertamente desindustrializadora y neoliberal,

con máxima expansión de deuda externa . El ministro de economía José A. Martínez de Hoz modificó

radicalmente el sistema financiero, mantuvo una política de dolar barato y produjo la apertura acelerada de la

economía. Durante esta época el país gozó de un bienestar entre los sectores altos y populares, pero a costa

de un endeudamiento del estado, la destrucción de la industria nacional, la suba de la inflación, y a finales de

la dictadura una evidente alza en el desempleo.

El fin de la Guerra de Malvinas y el fracaso del proyecto político del Proceso de Reorganización Nacional

precipitaron el fin de la dictadura militar. Y fue así que en 1983, la democracia representaba para la mayoría

de la población civil la ilusión de reanudar una práctica de participación en la soberanía del país, en desuso

desde que había empezado el gobierno de facto.

En las elecciones de ese año, Raúl Alfonsín llegó a la Presidencia como candidato de la UCR, venciendo al

justicialista Ítalo Luder, y a Oscar Alende, del Partido Intransigente. El panorama político incluyó además la

participación en las elecciones del ingeniero Álvaro Alsogaray con la Unión de Centro Democrático (UCeDe),

representaba a una posición de derecha liberal.

Alfonsín representaba para las nuevas generaciones un modelo a seguir, por su carisma y su discurso

entusiasta, además de su notable poder de oratoria. En cuanto a la sociedad, poco a poco fue teniendo una

mayor participación, luego de ir superando miedos como el “no te metas” o “por algo será”. Siguiendo con

esta línea, el gobierno radical crea la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP).

En el plano económico, la situación se iba deteriorando paulatinamente hacia el fin del mandato, siendo un

problema recurrente para la administración de Alfonsín si hacer valer el poder de las instituciones o gobernar

por encima de ellas. De esta manera tuvo que hacer pactos con grupos corporativos y de poder, que eran cinco

y se configuraron como grupos de presión: la Iglesia católica, los medios de comunicación masiva, las Fuerzas

Armadas, los grandes grupos empresariales y los sindicatos.

En este contexto de crisis económica, deuda externa arrastrada desde el último gobierno militar, hiperinflación

(que en mayo-junio del ’89 alcanzó un 200%) y presión de los grupos corporativos, la situación de l país a fines

del gobierno radical era de inestabilidad e irritabilidad social, que impulsó al Alfonsín a entregar el poder 6

meses antes.

De esta manera, el 14 de mayo de 1989 se realizaron elecciones presidenciales, en las cuales el candidato

peronista fue el gobernador de La Rioja Carlos Saúl Menem, y Eduardo Angeloz para el partido radical,

imponiéndose el peronismo por el 47% de los votos contra el 32% de la UCR. El traspaso apresurado de

gobierno se hizo el 8 de junio de ese mismo año para apaciguar el clima social, cuando tendría que haberse

realizado el 10 de diciembre del corriente.

El presidente Menem rápidamente implementó una estrategia económica: el Plan BB o Bunge & Born, de corte

neoliberal e impulsada por promesas como un “salariazo ”. Se otorgaron anticipos de sueldos, se fijaron topes

para algunos productos de la canasta familiar, se buscó un acuerdo de precios, se devaluó por enésima vez al

austral, etc. El ejecutivo envió al Congreso la Ley de Emergencia Económica, que autorizaba al gob ierno a

disponer medidas sin recurrir al Congreso, y la Ley de Reforma del Estado, que posibilitaba la desregularización

y venta de empresas en manos del Estado (privatizaciones). A pesar del apoyo que recibió el plan económico,

la situación volvió a desbordarse y, a fin de año, había vuelto la hiperinflación.

Menem dedicó la primer etapa de su gestión a controlar este problema, que sorteó tras algunos intentos

fallidos estableciendo la Ley de Convertibilidad, impulsada en el año 1991 por Domingo Cavallo y basada en la

equivalencia entre el peso argentino y el dólar, y disponiendo la desaparición del austral.

Medidas tomadas por el gobierno de Menem

Apertura Económica Es la decisión de una nación de insertar su economía en el concierto internacional facilitando la inversión

extranjera, la libertad de comercio, la introducción de tecnologías extranjeras, la liberación del tipo de cambio,

etcétera, para lo cual elimina las restricciones y reglamentaciones existentes al respecto hasta el momento.

En sintonía con la coyuntura internacional y el auge de estos nuevos conceptos, el ministro de economía de

Menem, Néstor Rapanelli, anunció el 17 de julio de 1989 un plan de drásticas reformas para el sector público,

un acuerdo con 300 empresas líderes para congelar los precios por 90 días y una convocatoria para la

realización de negociaciones paritarias entre empresarios y sindicatos. Al día siguiente, el Poder Ejecutivo

envió al Congreso los proyectos de leyes de Reforma del Estado y de Emergencia Económica, qu e marcaron un

claro distanciamiento con el peronismo histórico. Por el primero, se le otorgó al Poder Ejecutivo amplias

facultades para la ejecución de un plan de privatizaciones, y por el segundo, el Poder Ejecutivo podía disponer

medidas en el plano económico sin recurrir al Congreso. En este sentido, el gobierno suspendió por el período

de 6 meses toda clase de subsidios. Las dos leyes fueron aprobadas el 17 de agosto y el 1º de septiembre,

respectivamente.

En 1991, el ministro de economía Domingo Cavallo recurrió a la paridad del peso argentino con el dólar

estadounidense (Ley de Convertibilidad) debido en parte a la acuciante inflación que sufrió el país a fines de

los ‘80. Comenzaron a registrarse así altas tasas de crecimiento entre 1991-1998. Sin embargo, en 1995 la

Argentina se vio afectada por el llamado “Efecto Tequila ” (México), que provocó un crecimiento negativo del

PBI, y demostró cómo un hecho externo podía afectar a la economía nacional a causa de la globalización.

Las privatizaciones, contempladas en la ley de Reforma del Estado, no se hicieron esperar, e incluyeron en

septiembre de 1989 la venta de ENTEL, OSN (Obras Sanitarias de la Nación) SEGBA (Servicios Eléctricos de

Buenos Aires), emisoras de radios y canales de TV del Estado y la de sregularización de la actividad petrolífera.

En ese mismo mes, la empresa Texaco anunció su regreso al país, y Estados Unidos informó a la Argentina que

tendría acceso al Plan Brady, con lo que podría reducir sustantivamente la deuda externa, mientras el

Secretario de Estado americano James Baker felicitó a la Argentina por el nuevo plan económico.

En el plano internacional y emulando el tratado de Maastrich, la Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay

constituyeron mediante la firma del Tratado de Asunción (1991) el Mercado Común del Sur (Mercosur). El

objetivo fundamental del Mercosur, que entró en vigencia en 1995, fue lograr la integración mediante una

unión aduanera, siguiendo con la corriente de formación de bloques económicos regionales que protegían l a

producción nacional y facilitaban el comercio regional para un crecimiento conjunto.

Convertibilidad

Se denomina así a la posibilidad que la moneda de un país pueda ser cambiada, o convertida, libremente por

las monedas de otros países. Para que este mecanismo funcione con plenitud, se requiere un expreso

compromiso oficial de la autoridad monetaria emisora de la moneda convertible, que implica su aceptación de

cambiarla cuando así se lo requiera, por otras divisas extranjeras.

Hoy, para que una moneda sea convertible, basta con que pueda cambiarse libremente por otra. Esto puede

realizarse de diferentes maneras, en el caso de la Argentina de los noventa, con un tipo de cambio fijo

establecido por la autoridad monetaria emisora de la moneda que desea convertir.

Con respecto a la convertibilidad se señalan ventajas y desventajas. Entre las primeras, las más notorias son la

facilidad que implica para el desarrollo del comercio internacional, pues posibilita que se compren bienes

baratos allí donde se produzcan, y el libre movimiento de capitales entre países distintos, con los que se

promueve la inversión. Entre las desventajas, la más importante es la posibilidad de desequilibrios en la

balanza de pagos como consecuencia de los movimientos de capital a corto plazo de un país a otro.

En este sentido, el 19 de febrero de 1991 Cavallo asumió la dirección del Ministerio de Economía y envió su

proyecto de Ley de Convertibilidad al Congreso. A partir de enero de 1992, comenzó a circular la nueva

moneda: el peso, que equivalía a un dólar.

El Banco Central debía contar con una reserva de divisas igual a la moneda en circulación, y se prohibió emitir

moneda sin respaldo. El alza de precios se desaceleró y continuó así, y la clase media vivió una cierta euforia

económica. Volvieron las compras en cuotas y comenzó el boom de las tarjetas de crédito.

El plan permitió alcanzar la ansiada estabilidad; con ésta retornaron las ventas a crédito y la economía se

reactivó.

La convertibilidad no sólo ocasionó el derrumbe de los salarios, sino un masivo ingreso de capitales que

produjo una desconocida liquidez (disponibilidad de dinero), a partir de la cual apareció una sensación de

riqueza disfrutada por los sectores medios que no volvería a repetirse.

Privatizaciones

El término privatización alude a la acción de un gobierno que tiende a transferir, a la actividad privada,

empresas que hasta el momento integran el patrimonio del Estado y, en consecuencia, son explotadas por el

poder público. Los procesos de privatización se desarrollan en los países en los que las principales empresas

que dominan los sectores primario y de servicios principalmente, son administradas por el Estado. La política

económica mencionada implica entonces, el traslado de la administración de empresas públicas a manos

privadas.

El paso previo a la privatización es la estatización, que puede ser originaria cuando el Estado inicia una

actividad económica sin precedentes para luego realizar el traspaso de la administración de las empresas al

sector privado, como en el caso del Japón de la revolución Meiji (mediados a fines del siglo XIX); o puede ser

secundaria, tipificada por el traspaso de empresas del sector privado al estatal, como en la Argentina de la

década del ’40. Sin embargo, mientras que en el caso de Japón el proceso de modernización de la economía y

de industrialización se desarrolló de una manera coherente y planificada, en Argentina, el proceso privatizador

siguió un curso errático

En la Argentina, los servicios públicos fueron prestados por empresas de propiedad estatal a partir de la

década del ’40 (históricamente, las prestaciones y explotaciones como el gas, la energía eléctrica, aerolíneas,

fábricas militares y la petroquímica, estuvieron en Argentina en manos del Estado). Paulat inamente estas

empresas fueron perdiendo eficiencia y aumentando sus déficit, debido a malas administraciones y por la

fijación de políticas de tarifas, muchas veces para atemperar el impacto de la inflación.

En la presidencia de Carlos S. Menem, el Estado se fue desprendiendo de la gestión de estas tantas empresas

deficitarias: en algunos casos hubo ventas de activos (Aerolíneas Argentinas, adquirida en 1990 por la estatal

española Iberia; YPF , fábricas militares) y en otros, concesiones de los servicios por un cierto lapso

(electricidad, gas, agua, ferrocarriles). Esto produjo fuertes inversiones privadas (el Estado recibió 20.000

millones de dólares por las privatizaciones) y relativas mejoras en los servicios, además del hecho de que ahora

se tendrían las manos y el presupuesto libres para ocuparse de los temas que justifican el proceso: salud,

educación, asistencia y previsión social y seguridad. Sin embargo, debido a la falta de transparencia, los

aumentos de tarifas y las irregularidades denunciadas, las privatizaciones no hicieron más que alimentar un

sólido incremento del gasto público.

Más info de la venta irregular de YPF aquí

Conclusión

Al comenzar este trabajo nos planteamos revisar teoría e historia para poder asegurar que las políticas

económicas del gobierno de Carlos Menem eran neoliberales. Analizando entonces doctrina y práctica de la

década pasada llegamos a encontrar similitudes entre los postulados de Walter Lippmann y los planes

económicos llevados a cabo en Argentina por Domingo Cavallo y compañía, en conjunto con algunas

disciplinas del Consenso de Washington puestas en práctica por ejemplo en la Ley de Reforma del Estado. A l as

claras está entonces que los conceptos empleados por Menem & Cavallo tenían una fuerte influencia

neoliberal.

Vale aclarar por otra parte que para esos años este ideario estaba en pleno apogeo tras la crisis del

keynesianismo con exponentes como Reagan y Tatcher, y lo que hizo el gobierno menemista fue acatar esos

postulados y ponerlos en práctica, en sintonía con el orden mundial.

La Argentina gozó entonces de un período de prosperidad y fuerte crecimiento económico, como deja ver

nuestro anexo de recortes peridísticos de la época, pertenecientes al diario Ámbito Financiero, en una

publicidad: “Nada más confiable para sus dólares que su propio banco: el Nación”, en claro respaldo a la Ley

de Convertibilidad. En ese entonces la clase media pudo comprar su primer 0 km, o por lo menos cambiar el

auto, equipar su casa con electrodomésticos de moda (microondas, freezers, minicomponentes) y hasta

tomarse unas vacaciones en Miami, lo que no hubiese sido posible en los años anteriores. Sin embargo,

estamos viviendo en estos días las consecuencias de aquel despilfarro, y como se puede comprobar si

cuestionamos a los adultos que vivieron la década pasada, aseguran que fueron años mozos pero reniegan del

propio presente.

En conclusión a nuestra pregunta las ideas planteadas en el Consenso de Washington y el resto de los

postulados neoliberales se llevaron a cabo, y que la población supo gozar de los beneficios de este sistema;

pero por otro lado aquella clase media que soñó Perón fue perdiendo su vigor hasta casi d esaparecer.

Aprendimos en la práctica a trabajar con material de investigación, a acordar o discernir también con lo que se

lee, pero además en el plano de nuestro trabajo, nos dimos cuenta que el neoliberalismo fue útil en el corto

plazo, pero para la buena salud de nuestro país, que quede en la Historia.

Bibliografía

Adrián Piccolo, “Historia Argentina”, Editorial Betina, 1996

Victor A. Beker y Francisco Mochón, “Economía”, Mc Graw Hill, 2001

Felipe Pigna, Marta Dino, otros, “Historia, la Argentina Contemporánea”, Editorial A-Z, 2000

Julio César de la Vega, “Diccionario Consultor de Economía”, Ediciones Delma, 1991

Clarín, “Enciclopedia Visual de la Argentina, Clarín, 2002

www.wikipedia.org

FUENTE: https://www.taringa.net/posts/info/5588102/Carlos-Menem-y-el-Neoliberalismo---

Megapost.html

-Mauricio Macri representa la codicia neoliberal y

neocolonial

Lo que propone Macri no es, ni más ni menos, sino un retorno a los años 1990 en los que unos pocos se

hicieron millonarios mientras la inmensa mayoría de la población se hundió en el paro y en la miseria.

Esperemos que el pueblo argentino no olvide ese episodio doloroso de su histori a cuando acuda a expresarse

en las urnas.

Macri es apoyado por Domingo Cavallo, un notorio agente de los intereses norteamericanos en Argentina.

Por Tarik Bouafia. La tentación neoliberal y neocolonial de la derecha argentina. En toda América Latina, la

derecha intenta reconquistar el poder. Desde Venezuela hasta Bolivia pasando por Ecuador, la derecha sueña

con dar al traste con el ciclo progresista que empezó al nacer el nuevo siglo. Eso también sucede en Argentina

donde el empresario Mauricio Macri tratará de ganar la elección del 25 de octubre que viene. Pero si eso

ocurriera sería un salto atrás considerable para la nación.

El 21 de diciembre del 2001, miles de argentinos se echan espontáneamente a las calles para clamar su cólera

y su desesperación. El país acaba de hacer quiebra; centenares de miles de personas poseedores de una libreta

de ahorros, en pocas horas, pierden todos sus ahorros. El país está arruinado; el PIB se hunde. El desempleo

alcanza la tasa del 25% y la pobreza asola a más del 50% de la población. En las manifestaciones, 38 personas

caen muertas bajo las balas de las fuerzas de policía. Esa catástrofe social ne fue el fruto del azar sino el

resultado de opciones ideológicas y de decisiones políticas y económicas aplicadas desde que ocurrió el golpe

de Estado militar, el 24 de marzo del 1976. Desvinculación masiva del Estado en la economía, liberalización de

los precios, privatizaciones, supresión de las barreras aduaneras para las importaciones, estatalización de las

deudas privadas…

Esas recetas neoliberales minuciosamente elaboradas por el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco

Mundial (BM) y la Organización Mundial del Comercio (OMC) siguieron siendo aplicadas cuando volvió a

gobernar la «democracia», en 1983, y conocieron su apogeo durante los años 1990 con el gobierno de Carlos

Menem.

Quince años más tarde, los partidarios de esa política que hizo estragos y dejó tiradas en las calles a millones

de personas están determinados a asir de nuevo las riendas del país. Mauricio Macri, el candidato por la

coalición Cambiemos, es sin duda alguna la persona más adecuada para personar este renacer neoliberal en

Argentina. Hijo de Franco Macri, uno de los mayores empresarios del país que supo aprovechar con creces la

dictadura militar para edificar su fortuna personal, es hoy día una de las personas más ricas de Argentina.

Proyecto económico: sin ninguna novedad

Conviene observar el cambio que Macri ha introducido en su discurso estos últimos meses, en particular en lo

que se refiere a sus propuestas económicas. Hace no más un año, éste no vacilaba en proclamar sus

convicciones ultra-liberales y prometía, en caso de victoria, volver a privatizar las grandes empresas

nacionalizadas por los gobiernos de la pareja Kirchner tales como la compañía aérea nacional (Aerolíneas

Argentinas), la empresa petrolera nacional (YPF) o también las pensiones de jubilación.

Pero con el tiempo se ha percatado de que para ganar las elecciones no le valía semejante discurso tan

impopular. Por eso ha hecho marcha atrás sobre estas propuestas. Por ejemplo, en un mitín, declaró «Hay que

reconocer que en estas años, en alguna cosa, se ha avanzado mucho y no podemos volver atrás » y a

continuación prometió no abolir las conquistas sociales conseguidas en el transcurso de estos doce últimos

años. En lo que reza a la Asignación Universal por Hijo (AUH), seguro social otorgado a cada familia con un hijo,

confesó que «es un derecho, que vamos a trabajar para que se apruebe en el Congreso y que tenga

continuidad en los futuros gobiernos»…

En lo tocante a las privatizaciones, el nuevo discurso de Macri también ha venido evolucionando

considerablemente. Ha prometido que YPF «seguiría bajo control del Estado» y que la compañía aérea

«seguiría siendo propiedad del Estado». Media vuelta espectacular que demuestra la situación peliaguda en la

que se encuentra la nueva derecha. Por un lado tiene que satisfacer la voluntad de sus partidarios más

radicales que reclaman acabar de una vez con el Estado-providencia y por otro lado no puede desalentar a la

mayoría de la población argentina que no desea de ningún modo volver a vivir la tragedia de hace veinte años.

Pero la careta por fin cayó el 13 de mayo pasado en el transcurso de una conferencia organizada por los

mayores empresarios del país y en la que se expresaron tres eminentes consejeros económicos de Mauricio

Macri (1). Éstos revelaron el verdadero plan económico del candidato para la elección presidencial y es poco

decir que éste nada alentador es para el pueblo argentino.

Los grandes y salvajes grupos financieros y económicos apoyan a quien desean sea el gerente de sus intereses,

Mauricio Macri.

Todas las recetas que hoy se les aplican a los pueblos de Europa son adoptadas, línea tras línea, por estos

economistas totalmente desconectados de la realidad.

Para José Luis Espert, antiguo miembro del gobierno de Fernando De La Rua en 2001, se trata de acabar con lo

que Ronald Reagan llamó en su tiempo «el Estado obeso». Y así es cómo preconiza «despedir a dos millones

de funcionarios y eliminar o disminuir los impuestos». Los profesores, enfermeros, médicos y todos los que

trabajan para el Estado apreciarán. En lo que concierne el comercio exterior propone la desaparición de las

barreras aduaneras para las importaciones, lo cual significa algo muy sencillo: la desaparición programada de

la industria nacional. Durante los dos gobiernos de Carlos Menem, durante los años 1990, se aplico ésa misma

política. El resultado fue rotundo: más de ciento venticinco mil empresas argentinas hicieron quiebra.

Por fin, José Luis Espert considera que las negociaciones que tienen lugar dos veces al año entre la patronal y

los sindicatos para discutir, por ejemplo, del aumento de los salarios, es un concepto «absolutamente fascista»

y propone suprimirlas y reemplazarlas por negociaciones directas entre el empresario y el asalariado. Como si

el asalariado, solo frente a su patrono, estuviera en posición de fuerza para poder reclamar un aumento de

salario o mejores condiciones laborales. La relación entre ambos es a la fuerza desigual puesto que el primero

dispone del capital cuando el segundo sólo tiene su fuerza de trabajo para cubrir sus necesidades.

Así pues, lo que quiere este economista liberal extremista es flexibilizar un máximo el mercado del trabajo

dando el máximo poder a la patronal para que ésta pueda bajar los salarios o despedir como se le antoje. Y

éstos son otros tantos parecidos con lo que viene ocurriendo en Europa y en particular en Francia en donde el

Código del Trabajo a diario es pateado por el gobierno y la patronal.

Para el señor Miguel Broda, otro consejero economista y también adepto de la doctrina de Menem, lo que

Argentina necesita no es inventar algo nuevo sino «copiar». Pero ¿«copiar» a quién? ¿A La Venezuela

bolivariana? ¿Al Ecuador de la Revolución ciudadana? No, claro. Una vez más se trata de imitar lo que hacen

los gobiernos «occidentales» con Alemania a la cabeza. Por eso, según él, la auste ridad es «inexorable» y sólo

podrá diferenciarse el cómo se tendrá que aplicarla. Según este señor, la austeridad será ya «planificada» ya

impuesta por los «golpes». Piénsatelo bien, lector.

Como es natural, los organizadores de dicha conferencia no habían convidado a ningún medio de información.

Pero desafortunadamente para ellos, una persona presente en el salón tuvo la buena ocurrencia de grabarla y

de difundirla y así fue cómo los argentinos han podido medir el alcance de los sufrimientos que tendrán qu e

padecer si Mauricio Macri asciende a la presidencia.

Pero no sólo en economía el candidato para la elección presidencial tiene ideas claramente de derecha

extrema… En efecto, para seducir a las clases media y popular, ha designado a un nuevo enemigo: a l os

inmigrantes. Pero ¡cuidado! ¡no a cualquier inmigrante! No se trata de discriminar a los franceses, españoles o

italianos que acuden cada año a Argentina par intentar hacer vida mejor. El nuevo enemigo son los

paraguayos, bolivianos o peruanos quienes, debido a su tez algo oscura, se han vuelto los chivos expiatorios

del señor Macri, con esa misma zafia retórica xenófoba que lamentablemente florece cada día más en nuestra

desafortunada Europa.

Mauricio Macri ha declarado: «No podemos seguir tan expuesto como sociedad con una inmigración tan

descontrolada al avance del narcotráfico, al avance de la delincuencia» (2) Si le quitamos la palabra

narcotráfico, esta frase muy bien la hubiera podido pronunciar Marine Le Pen.

Este discurso económico y social ultra-ortodoxo marca una ruptura con la política aplicada desde que llegó al

poder Néstor Kirchner en el 2003. Pero la ruptura con la política impulsada por los esposos Kirchner también

sería en lo que se refiere a la política internacional y en particular en e l tema de la política de integración

latino-americana.

Sumisión al orden imperante

Desde ya van dos años, Argentina es el blanco de los «fondos buitres», esos fondos especulativos que le

reclaman más de 1.330 millones de dólares a Buenos Aires. Esa agresión tiene mucho que ver con un auténtico

intento de golpe de Estado financiero en contra de la nación albiceleste que siempre cumplió con sus

compromisos para con sus acreedores internacionales. Frente a ese atentado de la finanza internacional, un

arranque patriótico les ha venido a millones de argentinos y un eslogán se ha esparcido por todo el país:

«Patria o buitres». Para muchos argentinos ni hablar de reembolsar un céntimo a esos especuladores

despiadados aunque sólo sea por orgullo y dignidad nacional.

En este pleito, un hombre en particular ha desempeñado un papel de mucha monta: se trata de Thomás

Griesa, un juez de Nueva York que repetidas veces falló a favor de los «fondos buitres».

Y cuando la inmensa mayoría de los argentinos se solidarizan con su gobierno y su lucha por la independencia

y la soberanía del país, adivina quién ha discrepado: el señor Macri, claro. (3) Éste ha juzgado inútil luchar

contra esos especuladores que sólo tratan de sangrar a los pueblos y declaró, refiriéndose a la sentencia del

juez Griesa: «Aunque nos disguste, hay que cumplir el fallo judicial».

En cuanto a uno de sus consejeros econónicos antes citado, éste exultó al conocer la decisión del juez

estadounidense: «Gracias, Griesa, por imponer límites a la barbarie populista».

Maravilloso ejemplo de un perfecto modelo de sumisión al orden económico y político dominante.

Otro ejemplo aún más grave de sumisión ante las potencias occidentales es el caso de la Malvinas. Esas islas

del Atlántico sur son, desde 1833, colonizadas por Inglaterra que se niega a todo diálogo con Buenos Aires

para su restitución. Si en Argentina existe un tema sobre el cual el 99% de los argentinos están de acuerdo es

bien éste: «Las Malvinas son argentinas».

Sin embargo Mauricio Macri no comparte en absoluto dicha opinión. Se atrevió a afirmar, en 1997 (4) que

recuperar las Malvinas provocaría un «fuerte déficit» para Argentina, y también añadió «Nunca entendí los

temas de soberanía en un país tan grande como es el nuestro». Y verdad es, ¿por qué empeñ arse en

reinvindicar un territorio minúsculo cuando Argentina es el octavo país más vasto del mundo? ¿Por qué luchar

por recuperar una tierra que nos fue arrebatada hace más de siglo y medio cuando somos dueños de un país

tan grande? Éste es el mensaje de rendición y de capitulación del que se trata. Desde entonces, Macri ha

cambiado aquellas declaraciones diciendo que «las Malvinas volverán a ser argentinas ineluctable y

pacíficamente», pero nadie se imagina un instante que si es presidente moverá un dedo para reconquistrar

esa tierra colonizada.

Pero si vence la derecha en los venideros comicios lo que más peligra es la nueva política regional que Buenos

Aires pondría en marcha. Lo que sí se sabe sin lugar a dudas es que ésta sería una ruptura completa con la

política llevada a cabo hasta hoy. Macri no ha vacilado en clamar, estos últimos años, su hostilidad para con la

revolución bolivariana en Venezuela. Prueba de ello esa afrenta hecha al gobierno de Caracas cuando recibió,

el 27 de marzo último, a las esposas de Leopoldo López y de Carlos Ledezma (5), ambos encarcelados por

haber liderado el estallido de violencia que les costó la vida a 43 personas en febrero del 2014.

El líder de la derecha argentina siente más simpatía por los dirigentes o líderes reaccionarios de la región tales

como el ex presidente chileno Sebastián Piñera, el antiguo postulante en la elección presidencial de Brasil:

Aécio Neves o el ex presidente peruano Alan García. Tiene igualmente excelentes relaciones con la derecha

europea como lo atestiguan sus encuentros con el presidente del Gobierno de España, Mariano Rajoy, y con el

ex presidente del gobierno José María Aznar.

Todos estos políticos tienen un punto común: siente un odio visceral para con la Revolución Bolivariana y el

progresismo latino-americano en su conjunto.

Conclusión

Estos doce últimos años fueron un renacimiento para el pueblo argentino. Pero conviene no olvidar tampoco

los fracasos o los errores de los esposos Kichner. Numerosos desafíos importantes quedan por resolver como

el de acabar con el extractivismo que imponen las transnacionales y que lleva consigo consecuencias

desastrosas para el medio ambiente. En el plan económico, aunque se han hecho muchos avances, Arge ntina,

así como la mayoría de los países de América Latina, sigue dependiendo mucho de la exportación de materias

primas, como por ejemplo la soja.

En Argentina queda pues mucho por hacer pero una cosa es cierta : el retorno al poder de la derecha

neoliberal sólo agravará los problemas pendientes y ayudará a destruir todo lo bueno que sa ha venido

construyendo desde hace doce años.

Lo que propone Macri no es, ni más ni menos, sino un retorno a los años 1990 en los que unos pocos se

hicieron millonarios mientras la inmensa mayoría de la población se hundió en el paro y en la miseria.

Esperemos que el pueblo argentino no olvide ese episodio doloroso de su historia cuando acuda a expresarse

en las urnas el 25 de octubre que viene.

Notas:

1) https://www.youtube.com/watch?time_…

2) Ibid

3) http://tn.com.ar/politica/macri-sob…

4) http://www.perfil.com/politica/Cuan…

5) http://www.perfil.com/internacional…

Fuente: Diario de Nuestra América n°7, octubre 2015 / Michel Collon

FUENTE: http://www.contrainfo.com/17133/mauricio-macri-representa-la-codicia-neoliberal-y-

neocolonial/