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Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
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CAPÍTULO 9.- METODOLOGÍA DE LAS
SITUACIONES PRAXIOMOTRICES
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
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CAPÍTULO 9.- METODOLOGÍA DE LAS SITUACIONES PRAXIOMOTRICES.....................................1
INDICE. ………………………………………………………………..………………………...…….…………2
9.1.- INTRODUCCIÓN: LOS SIS-TEMAS PRAXIOMOTORES. .......................................................................4
9.2.- LOS VECTORES DE ANÁLISIS DEL SISTEMA PRAXIOMOTOR. ........................................................7
9.2.1.- Máquinas humanas, vectores y flujos. .........................................................................................................7
9.2.2.- Vector energético y su aspecto material. .....................................................................................................8
9.2.3.- El vector informacional. .................................................................................................... .........................12
9.2.4.- El aspecto interpretativo y el sentido de las praxis motrices. ....................................................................15
9.3.- ORIENTACIONES METODOLÓGICAS EN PRAXIOMOTRICIDAD SITUACIONAL. EL ANÁLISIS
DEL SENTIDO INTERNO. ..................................................................................................................................17
9.3.1.- Praxis motriz: comportamiento. Praxética motriz. .....................................................................................21
9.3.2.- Praxis motriz: interacción. Co-motricidad. ................................................................................................26
9.3.3.- Praxis motriz: entorno. Praxiomotricidad ecológica. .................................................................................34
9.3.4.- Praxis motriz: objetivo. Teleomotricidad. ..................................................................................................36
9.3.5.- Praxis motriz: rol. Praxiomotricidad funcional. .........................................................................................43
9.3.6.- Praxis motriz: signo. Praxémica motriz. ....................................................................................................49
9.4.- DIMENSIONES PARA EL ANÁLISIS DE LAS SITUACIONES PRAXIOMOTRICES. RASGOS
PERTINENTES Y VARIABLES. ........................................................................................................................57
9.4.1.- Locomotricidad: el espacio praxiomotor....................................................................................................60
9.4.2.- Kinemotricidad: la gestualidad praxiomotriz. ............................................................................................65
9.4.3.- Cronomotricidad: el tiempo praxiomotor. .................................................................................................71
9.4.4.- Co-motricidad: la comunicación praxiomotriz. .........................................................................................81
9.4.5.- Equimotricidad: la relación con la competición. .......................................................................................88
9.4.6.- Estrategia motriz como variable dependiente. ...........................................................................................94
9.4.7.- Praxis motriz como unidad de análisis. ....................................................................................................102
9.5.- PRAXIOGRAFÍA MOTRIZ: DISEÑOS, MÉTODOS Y TÉCNICAS DE INVESTIGACIÓN.
COMPLEMENTACIÓN DE PERSPECTIVAS METODOLÓGICAS. ...........................................................117
9.5.1.- Diseños diversos. Una guía metodológica. ..............................................................................................117
9.5.2.- Métodos y técnicas de investigación en Praxiomotricidad situacional. ...................................................128
9.5.3.- Conclusiones: metodología, ideología y complementación de perspectivas (TESIS 2). .................…....138
INDICE DE GRÁFICOS, TABLAS Y FÓRMULAS……………………………………………………..……...2 GRÁFICO 21.- Praxis motriz y toma de sentido como unidad metodológica. ...................................................20
GRÁFICO 22.- Orientaciones metodológicas en el estudio de las situaciones praxiomotrices. .......................20
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GRÁFICO 23.- Modelo de comunicación en interacción recíproca de U. Eco (1976: 252)………………......30
GRÁFICO 24.- Ejemplo de una red proposicional deducida del estudio de un combate de kárate…………….42
TABLA 9.- Distintas facetas de roles praxiomotores (ejemplos tomados de un deporte de equipo). ..................47
GRÁFICO 25.- Modelo conceptual de la metodología de la praxémica motriz. .................................................56
FÓRMULA 4.- Relación de dependencia entre las dimensiones de análisis de las situaciones praxiomotrices tomadas como variables. .......................................................................................................................................97
GRÁFICO 26.- Modelo metodológico final que se ha propuesto para el análisis de la estrategia motriz de las
prácticas físicas. .....................................................................................................................................................98
TABLA 10.- Ejemplo de una matriz de decisiones estratégicas. .........................................................................99
GRÁFICO 27.- Modelo epistémico de análisis praxiomotor. ...........................................................................111
TABLA 11.- Ejemplo de un teleograma de un combate de kárate en función del tiempo…………..………....116
GRÁFICO 28.- Modelo caracterizador de los modelos científicos. En Jiménez Burillo, F. (1981: 152). Tomado
de Koromita (1977: 309). ....................................................................................................................................132
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CAPÍTULO 9.- METODOLOGÍA DE LAS SITUACIONES
PRAXIOMOTRICES
9.1.- INTRODUCCIÓN: LOS SIS-TEMAS PRAXIOMOTORES
La lógica interna de una situación praxiomotriz implica considerar provisionalmente
a esta como un sistema cerrado en cuanto a su organización, y, cabría también, en cuanto a su
flujo informacional. El contenido del sistema se refiere a la estructura de datos provenientes
de las producciones motrices, es decir, de las praxis motrices o estructuras de sentido a partir
de tales realizaciones (finalizadas, actuales o previstas).
La demarcación de un sistema de acciones toma como punto de partida los rasgos que
lo caracterizan, y que además lo diferencian de los restantes -“rasgos pertinentes”-. Según
Luhmann (Izuzquiza, I., 1990: 242) “La acción debe analizarse desde el punto de vista de la
selección que la construye como tal y desde las consecuencias que esta selección plantea y
que son, a la vez, ulteriores selecciones”. Siendo el sentido de las acciones su consecuencia -
emergencia- sistémica fundamental, hay que considerar que la comprensión de dicho sentido
no se plantea siempre desde una perspectiva unívoca.
En este capítulo, para concluir nuestro planteamiento epistemológico sobre la
Praxiología motriz, y tomando la diversidad de opciones metodológicas en sus
investigaciones, habremos de abordar varias cuestiones:
- El papel de los dos ejes de contenido esenciales -flujos- de todo sistema: el
energético y el informacional.
- Las orientaciones posibles para el descubrimiento del sentido de las praxis motrices,
cuando este se aborda sólo desde el nivel interno o disciplinarmente exclusivo -
Praxiomotricidad situacional-.
- Las dimensiones básicas para la toma de datos referidas a la estructura del contenido
(que es el sentido interno del conjunto de las secuencias de praxis motrices), sea cual
sea la orientación que se haya adoptado.
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- La identificación de las características de la praxis motriz como unidad
metodológica de estudio en el campo de exclusividad disciplinar de la Praxiología
motriz, es decir, del conjunto de situaciones praxiomotrices (como unidad conceptual,
la praxis motriz ya fue caracterizada en el capítulo 5).
- Las alternativas de diseño y métodos en cuanto a la toma de datos praxiomotores, a
su análisis y a su presentación.
Si bien el campo de estudio no compartido por la Praxiología motriz con otras áreas
del saber -lo intradisciplinar- es el gran sistema praxiomotor (o conjunto de las situaciones
praxiomotrices), podemos entender que cada uno de los subsistemas particulares y cada uno
de los aspectos del gran sistema son, en realidad, un sis-tema.
Una diversidad de corrientes ideológicas en Praxiología motriz ya fue constatada en
uno de los apartados del capítulo 4. Es precisamente en base a la complementación de
perspectivas ideológicas y metodológicas en el seno de cada uno de los sistemas, como se
llegará a obtener la comprensión global de su sentido interno. Esta será la posible conclusión
final de este capítulo metodológico, que nos conducirá además a la confirmación de nuestra
segunda tesis.
Vamos a relacionar a continuación algunos de los avances aparecidos a lo largo de los
capítulos precedentes, y que serán los auténticos “sis-temas” a desarrollar en el actual.
En primer lugar se ha planteado una comprensión del sentido de la praxis motriz
según un estado estático, restringido únicamente a lo que dimana de los componentes de la
tarea praxiomotriz, o según un estado dinámico o de desarrollo de la situación, como
consecuencia de que encontramos a alguna persona manejándose con los requisitos de la
tarea.
En segundo lugar, y dentro de lo situacional (tarea dinamizada), se llega a descubrir
una vertiente manifiesta -comportamiento motor- de las secuencias praxiomotrices,
externamente observable por el agente, los co-participantes (e incluso personas ajenas a la
situación: investigadores, espectadores), y una vertiente oculta, restringida a las percepciones
y proyectos de cada agente motor.
En tercer lugar vimos que, tomando el flujo interpretativo-informacional del sistema
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praxiomotor como predominante (el que sustenta el contenido praxiomotor-sentido), hasta el
momento las orientaciones intrasistémicas son seis. Así, las praxis motrices podían
entenderse (conformando los correspondientes subsistemas) como:
- Comportamiento motor: el aspecto del entorno praxiomotor observable
exteriormente.
- Condiciones del entorno praxiomotor, independientemente de que, sean o no
perceptibles desde el exterior.
- Interacción motriz, sólo posible cuando se establecen relaciones necesarias entre los
productores de una situación.
- Objetivo praxiomotor, en base a la intención de los participantes de incidir en su
motricidad, mediante el uso de las condiciones del entorno.
- Aspecto de un rol praxiomotor, dentro de una estructura dinamizada de funciones,
en forma de papel adoptado por los participantes.
- Signo praxiomotor, como componente de una estructura (código praxemiotor) de
significantes (indicios percibidos de la secuencia praxiomotriz) y significados
(proyecto praxiomotor asociado).
Por último, determinamos que el entorno praxiomotor y los objetivos motores podían
identificarse en función de sus condiciones dinamizadas: espaciales (y objetuales),
temporales, gestuales, comunicativas (si hay co-participantes) y equilibradoras (dirigidas a
controlar el aspecto de las praxis que se relacionan con la dialéctica competitiva, cuando hay
competición).
Tales dimensiones pueden analizarse como subsistemas independientes o
conjuntamente, deduciéndose que toda praxis motriz es en realidad una praxis estratégica, o
sea, que manifiesta (u oculta) la estrategia motriz de la situación. Cuando se escogen los
factores dentro de cada dimensión ya se están seleccionando los rasgos pertinentes de la
situación-sistema praxiomotor. A su vez, tomadas como variables, cada dimensión aporta un
conjunto de indicadores, susceptibles de ser manipulados con cualquier forma de diseño de
investigación.
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9.2.- LOS VECTORES DE ANÁLISIS DEL SISTEMA PRAXIOMOTOR
9.2.1.- Máquinas humanas, vectores y flujos
El estudio de cada sistema praxiomotor conlleva una primera decisión metodológica:
se habrá de atender, quizá priorizar, a algunas de las características de los sustratos que
componen el contenido de todo sistema. Siguiendo a S. Serrano (1992: 50), podemos deducir
que cualquier interpretación sistémica podrá efectuarse en términos de materia, energía e
información, peso que “... materia, energía e información son los tres conceptos clave con
los que hemos de explicar los diferentes fenómenos que tienen lugar en nuestro universo,
desde el grano de arena a la mente humana”.
Esos tres factores son, no obstante reducibles unos a otros, de forma que pueden
entenderse como independientes, como yuxtapuestos o como las diferentes caras de un
mismo dado (F. García Rodríguez, 1992: 8):
“De aquí que podamos decir que todo sistema es una información. Y lo
contrario, toda información presupone una organización de la materia.
Informar es dar forma. Por este motivo podemos afirmar que la información
es parte consustancial de la realidad. Lo real es energía e información”.
Este punto de partida sistémico también ha salpicado a la Praxiología motriz, puesto
que entiende el análisis de su objeto de estudio desde una original lógica interna. P. Parlebas
(1981: 245-253) se refiere a cuatro modelos de estudio del deporte, siendo los tres primeros
reducibles a tres tipos de “máquinas”: mecánica, energética e informacional. Dice S. Serrano
(1992: 501) al respecto que
“... si el motor de explosión era consecuencia de la investigación en el campo
de la energía, la información ha potenciado otro tipo de máquinas, las
máquinas lógicas, las máquinas que ya no simulan la actividad muscular para
potenciar la fuerza física, sino que simulan la actividad mental para potenciar
la capacidad de resolver problemas”.
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El cuarto modelo introduce la perspectiva semiotriz (significación de la información),
que a su vez fundamentará a la Praxiología motriz como disciplina. Esta última idea aparece
en B. During (1989 y 1991) y Hernández Moreno (1994a). Ejemplos de prácticas-tipo
representativas susceptibles de plasmar este modelo son, por ejemplo, los deportes colectivos.
La relación energía-información es tenida en cuenta por Parlebas en otros apartados:
tomando, por ejemplo, (Parlebas, 1985a, según un estudio de G. Dransart) el gasto energético
(VO2) junto a la percepción del riesgo, o (Parlebas, 1985a y 1988a) la inversión entre la
entropía energética y la informacional en el deporte y las prácticas físicas en general. Otros
autores que indican la pertinencia de esta interacción energía-información son Delaunay
(1976) o Lagardera (1995b).
El carácter del flujo informativo y del energético también sirve para clasificar y
ordenar prácticas físicas. Sobre esta utilidad, en el monográfico sobre las actividades físicas
de aventura en la naturaleza (Apunts, 41), hay una cierta unanimidad en los artículos de
Fuster y Elizalde (1995), de Olivera y Olivera (1995) y de F. Funollet (1995). Para Olivera y
Olivera (1995: 118) uno de los rasgos característicos de las actividades físicas en la
naturaleza es que se fundamentan en un “... cuerpo informacional a diferencia del cuerpo
energético que presenta el deporte”.
Veamos de forma algo más detallada el papel sistémico que juega cada vector en el
descubrimiento de la lógica interna de las situaciones praxiomotrices.
9.2.2.- Vector energético y su aspecto material
El análisis del factor energético como flujo del sistema no es reivindicado apenas por
los praxiólogos, probablemente porque su inclusión apelaría a un retorno a problemas
fisiológicos o físicos ya dejados atrás por la Praxiología motriz. De hecho lo motor es
entendido por Parlebas (1986) y Delaunay (1980 y 1985) como lo deducible por el ser
biológico puesto en el mundo físico. Por ello la motricidad en este sentido no se encuentra
incluida en el seno del campo de estudio exclusivo de la Praxiología motriz.
Por otro lado, B. During (1989 y 1991) y Menaut (1982) lo introducen dentro del
análisis de la conducta (motriz) del sujeto, y aunque no es lo específico de la acción motriz, sí
llega a influenciarla.
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G. Lasierra (1993) también introduce el “gasto energético” como uno de los posibles
rasgos pertinentes de los sistemas deportivos, no operativizando en ningún momento sus
posibilidades en la investigación. P. Parlebas (1985a), si bien alude a datos relacionados con
el gasto energético, no lo conceptualiza como <<rasgo pertinente>> de prácticas motrices; él
habla del rasgo “agente locomotor interno/externo”.
Una vertiente del vector energético se refiere a lo material. Con la famosa fórmula de
Einstein, lo material puede ser reducible a lo energético y viceversa. Para Menaut (1982) lo
material también regula la acción motriz de los sujetos. Los análisis sobre lo material de las
prácticas físicas desde la Praxiología motriz se apartan de las explicaciones biomecánicas, en
esencia por las mismas razones del no retorno a disciplinas clásicas no específicas.
No obstante, lo energético y lo material del sistema praxiomotor son reinterpretados
desde otra perspectiva. Como señala Parlebas (1981: 256) “Los datos mecánicos, energéticos
e informacionales se encuentran sometidos a la atribución de una significación por el sujeto
actuante, significación que toma cuerpo en la decisión motriz”. También Menaut (1982)
piensa que no es tanto lo energético y material en sí, sino que en el binomio juego-jugador lo
energético se ha de poner en relación con lo racional de las actuaciones estratégicas del ser
que actúa, y lo instrumental es también un soporte de relaciones abstractas entre el sujeto y su
medio (material y humano).
En definitiva, parece como si la concepción de lo energético fuese bastante más
amplia que el uso clásico (físico-químico) que se le ha otorgado al término. F. García
Rodríguez (1992: 8) afirma que “Lo que conocemos como energía es -según Einstein- una
forma de la energía, una formalización de la energía”. Siguiendo con este razonamiento,
Parlebas (1985a) sugiere que “Corresponde al praxiólogo interpretar los datos aportados por
estas disciplinas e integrarlos en su propia problemática de la acción motriz...”, aludiendo a
materias como la fisiología o las neurociencias.
Lagardera (1994c) incluye a las “energéticas” (bioenergetizantes: footing,
musculación...) entre una de las categorías de las acciones psicopráxicas físico-recreativas.
En otro documento (1995a: 49) piensa, por el contrario, que una categorización de las
prácticas físicas según su gasto energético ayudará, pero no será decisivo para la comprensión
de las actividades psicomotrices. En esta línea de razonamiento de la interpretación sobre lo
energético y/o lo material, J. Fuster y B. Elizalde (1995) comenta algunos factores de
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“riesgo” ligados a lo intrínseco de la acción motriz, por ejemplo, la influencia de un
continium energético y la utilización de material.
El criterio agente externo/interno de Parlebas (1985a) es retomado por varios autores
para clasificar las actividades físicas en la naturaleza, por ejemplo por Olivera y Olivera
(1995) y F. Funollet (1995). Para este último autor (1995: 127) “La utilización del material
siempre ha estado asociada a una tecnología que permite realizar un trabajo y rentabilizar
las energías disponibles, generalmente por medio de una máquina”. Este autor toma el
criterio “generación de la energía” para el surgimiento de la situación praxiomotriz,
diferenciando entre prácticas de: energía autogenerada y energía generada (externamente a la
corporalidad del sujeto: animal, entorno -gravitación, agua, viento o sol- y motor). Quizá
sería oportuno aclarar que las situaciones praxiomotrices que implican energía generada
incluyen además la autogenerada, si no no existiría situación, por que el agente no estaría
participando.
Lo que se puede concluir de lo expuesto en esta parte es que tanto los factores
energéticos como sus aspectos materiales resuelven de una manera muy parcial algunas
pretensiones dirigidas a la investigación praxiomotriz. Estos flujos son tomados como
contenido a interpretar en la situación (por los propios agentes o por los praxiólogos). En
ningún caso es objetivo primordial de la Praxiología motriz dedicarse a desvelar cuestiones
que bien resolverán la motricidad, la fisiología, la biomecánica o la kinesiología.
Una sugerencia de J. Corraze (1986: 53) alienta a desviar los estudios hacia otro punto
de vista:
“De la misma manera que los seres vivos poseen dos sistemas capaces de
modificar el medio, la acción y la comunicación, existen a su vez dos tipos de
relación energética con el medio”.
No querríamos señalar tanto que la intervención del sujeto y su relación energética es
directa con el medio físico o social, cuanto que el interés del praxiólogo debería centrarse en
los distintos tipos de entorno. P. Parlebas (1981) y J. Corraze (1986) apelan únicamente al
entorno físico (ambiental) y al social (humano), pero se olvidan de que hay prácticas físicas
que están limitadas al medio corporal (por ejemplo en el Yoga). La forma de percibir y de
utilizar los datos energéticos y mecánico-materiales en cada entorno son, por supuesto,
diferentes.
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En el entorno corporal -situaciones praxiocorporales-, lo energético incide
únicamente sobre los sustratos corporales del agente. En una sesión de relajación el
practicante puede tener sensaciones de peso, de temperatura, de ritmo (cardiaco, respiratorio,
de tensión muscular). Puede centrar su atención en unas u otras partes de su cuerpo, con lo
cual la información del vector energético es dinámica en su localización y en su intensidad, es
decir, es real para la persona que genera la situación praxiomotriz. Si eso sucede así, esta
forma de encarar la cuestión debe ser desentrañada por la Praxiología motriz.
En las situaciones praxioambientales la incidencia recíproca entre la persona y el
medio físico es obligatoria: la energía corporal y la externa son mutuamente acopladas. Es
precisamente la percepción de tal ajuste la que el agente manipula en sus decisiones
praxiomotrices. La aportación energética del exterior a la corporalidad puede ser mínima
(carreras de atletismo en pista, alpinismo), puede ser intermedia (surf, parapente) o máxima
(puenting, rallies en automóvil).
La sensación de cansancio, la de tomar la “ruta” adecuada a favor o en contra del
impulso externo (corriente de aire, agua, viento o gravedad), la del roce y la fricción, la
equilibración, la de la temperatura del ambiente (agua, aire, terreno), la sensación de la fuerza
en la recuperación, envío, y sujeción de objetos, la percepción de la tensión muscular en
relación a aparatos y máquinas y al movimiento corporal en su manejo, etc. son una muestra
de la gran cantidad de datos de sentido que la persona gestiona en la emergencia de praxis
motrices.
En las situaciones praxiosociales el uso energético-material de los agentes se
modifica notablemente. No sólo es lo proveniente del propio cuerpo y de la relación persona-
medio físico. Ahora se añaden los datos provenientes de otras personas. La percepción de la
energía y del uso que de ella realizan los co-participantes, es tenida en cuenta por cada una de
las personas en interacción (participantes en la situación). Ya no son fuerzas o consumos
energéticos individuales, sino los compartidos: el peso de los pisos superiores sobre las
inferiores en un Castell, el empuje de la fila posterior de la melé y de la delantera del equipo
contrario, el empuje conjunto de lo remos en ocho con timonel, la fuerza del impacto de
parada en el tiro a puerta o en la recepción del remate o en la intercepción del pase, o en la
tracción del otro luchador, ... También lo no instrumental e indirecto es tenido en cuenta:
anotación del cansancio por el sudor o rubor facial de otro, o por la temperatura al contactar
con él, constatación de la cantidad de esfuerzo realizado por otro piragüista tras percibir la
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velocidad del ritmo de su palada, etc.
La toma de datos energéticos puede ser directa sobre los participantes (pruebas de
consumo máximo de oxígeno, de acidulemia, sport-téster, etc.) y los objetos (contadores de
vueltas, velocímetros...) o indirecta sobre ellos (digitalización, cámaras telemétricas).
Estudios exclusivos centrados en este tipo de datos no son el objeto de la Praxiología motriz;
en todo caso serán el motivo de un análisis compartido con otras disciplinas.
Lo que realmente parece interesar a un praxiólogo en este tema es el conjunto de
datos generados a partir de la interpretación de lo energético y material que los mismos
agentes u observadores externos efectúan (por ejemplo, otros agentes, o investigadores no
participantes) en la situación, para la producción de praxis motrices. A todas luces, el vector
energético como tal es insuficiente para explicar las praxis motrices. El paso metodológico
adecuado parece dirigirse hacia el descubrimiento de la gestión del vector informativo del
sistema praxiomotor.
9.2.3.- El vector informacional
La consideración de la situación praxiomotriz como sistema-información ha sido
privilegiada en la Praxiomotricidad situacional. Parlebas (1985a) señala que lo que determina
la situación son las especiales interacciones -relaciones- entre el agente y su medio, siendo
sus principales categorías el vector informativo y el de la comunicación con el otro. Respecto
del vector informativo, las dos sub-categorías destacables son (Lagardera, 1995a) la gestión-
interpretación de la información procedente del medio físico (o vector “incertidumbre”) y la
procedente del medio humano (o vector “interacción”, que es el de la comunicación con el
otro). Recordemos por el momento que Parlebas (1981) no considera destacable la categoría
de informaciones procedentes de la relación del agente con su propio medio corporal.
Veamos entonces qué papel juega el factor información dentro del sistema
praxiomotor, que es ese sistema que aborda un tipo especial de acciones-las praxis motrices-.
Desde una perspectiva sistémica de segundo orden (J. Ibáñez, 1994b: 111), “La palabra
información articula dos significados: informarse de (información) y dar forma
(neguentropía). Se extrae información mediante la observación (es una operación
semántica), y se inyecta neguentropía mediante la acción (es una operación pragmática)”. A.
Sanvisens (1984: 123) matiza que “La entropía de la información es negativa, porque implica
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un camino de ordenación partiendo del azar o de la elección”.
Las operaciones y acciones relacionadas con la información tienen como fin el revelar
una incertidumbre, en base a un conjunto de datos. Según el diccionario de la RAE, datos son
los “Antecedentes necesarios para llegar al conocimiento exacto de una cosa o para deducir
las consecuencias legítimas de un hecho”. Luego el conocimiento y/o la deducción de las
consecuencias de un hecho -toma de decisiones- implican varias condiciones en los datos que
se manipulan al efecto: que sean identificables (etiquetados conceptualmente), que sean en
número necesario, que estén estructurados en un orden determinado y asociados a un
contexto de relevancia.
Toda información, haciendo referencia a una incertidumbre, conlleva un
conocimiento, independientemente de si es o no cierto, y, en consecuencia, conocimiento
digno de ser tomado en consideración. Junto a la información se dan dos fenómenos:
- El de la codificación, basado en el hecho de que la información puede ser expresada
en diferentes formatos, cuyo sentido es comprensible para quien se maneja en ese
código.
- El de la comunicación, basado en el hecho de que una información expresada en un
código puede ser interpretada por otras personas distintas a las que produjeron la
información.
Tomando ambos fenómenos, P. Parlebas (1981: 220) define la <<situación motriz>>
como el “Conjunto de datos objetivos y subjetivos que caracterizan la acción motriz de una o
varias personas que, en un medio físico dado, realizan una tarea motriz”. En otras palabras,
si una parte del objeto de la Praxiología es la praxis motriz en su situación, parece claro que
efectivamente se privilegia la lógica interna centrada en el vector informativo. Los datos
objetivos, dice Parlebas (1981: 220), están asociados a la tarea, mientras que los subjetivos
remiten a la conducta motriz de cada participante. Por otro lado las situaciones, como
conjunto de datos codificados, pueden implicar o no comunicaciones específicas -
interacciones motrices esenciales-.
Siendo el punto de partida coherente con la teoría de la información, la Praxiología
motriz corre el mismo riesgo que aquella: restringir sus estudios a la forma y el proceso del
flujo informacional (el factor neguentrópico), dejando a un lado el factor semántico, el de la
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toma de sentido de los datos seleccionados. Del primer tipo de estudios se ocupan la
Cibernética, la Informática y la Ingeniería de las comunicaciones. Ejemplos de modelos
analizadores de tal factor en la Praxiomotricidad situacional son las redes de comunicaciones
motrices de los juegos deportivos y las redes de interacción de marca, ambos propuestos por
Parlebas (1986).
Este posicionamiento formalizador no exime de manifestar limitaciones y de recibir
algunas críticas. Para U. Eco (1990: 300) “El código al que se refiere el teórico de la
información es un sistema monoplano, y como tal puede definirse no como un código, sino
como un sistema, es decir, como un s-código”. Según este semiótico (1990: 301)
“También los sistemas que estudia la semántica estructural (tanto la
Lingüística como la Antropología estructural) son s-códigos. Se trata de
sistemas que asignan pertinencias a un espacio o universos de contenido”.
(316) “... son sistemas de unidades definibles por sus posiciones recíprocas, y
que ninguna de estas entidades está correlacionada con un contenido. En
virtud de esto último, ninguna de esas entidades puede utilizarse para
operaciones de referencia. En otras palabras, con un código -s-código-
pueden hacerse afirmaciones falsas sobre un estado del mundo”.
Es decir, en un sistema-código aislado las operaciones de significación no existen, de
modo que la interpretación sobre una realidad no nos asegura su veracidad. De la misma
opinión son Montes, S. y Pérez, R. (1978: 115), para quienes “Por ser extensión más que
reemplazamiento del punto de vista mecanicista y de la teoría de las máquinas, la teoría de
la información, tan desarrollada matemáticamente, resultó un chasco en psicología y
sociología”. Así, por ejemplo, la teoría de los juegos, conveniente para el mantenimiento de
los sistemas “racionales”, son, para estos autores, “... inadecuados para fenómenos de
cambio, diferenciación, evolución, neguentropía, producción de estados improbables,
creatividad, establecimiento de tensiones, autorrealización, emergencia, etc.”.
Al respecto constata S. Serrano (1993: 502) que
“Si la inteligencia artificial tiene interés en la modelización de la actividad
comunicativa, no hemos de dejar de reconocer que los datos sobre los que
trabaja se los han suministrado disciplinas científicas como la lingüística, la
psicología, la sociología, la antropología y la neurociencia”.
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
15
De hecho, los sistemas sociales, basados en el flujo informacional, únicamente son
plausibles si están asociados a un contexto de referencia seleccionado que le otorga su
significado. Según Luhmann (Izuzquiza, 1990: 159), identificado cierto sistema,
“El entorno es, siempre, un horizonte de procesamiento de información para
el sistema. Dicho de otra manera, el entorno es el conjunto de posibilidades al
que puede acceder un sistema para efectuar, sobre el mismo, todo un conjunto
de selecciones que sean significativas. Un acceso que se realiza mediante el
<<sentido>>: el entorno será considerado por el sistema en tanto sea
considerado <<entorno significativo>>, en tanto sea adecuadamente captado
mediante lo que Luhmann denomina el <<sistema del sentido>>”.
La conclusión inmediata se dirige a destacar un aspecto particular del vector
informativo, y es el de la toma de sentido del sistema informacional, que se constituye en la
situación praxiomotriz.
9.2.4.- El aspecto interpretativo y el sentido de las praxis motrices
La perspectiva formalista desde una teoría de la información mecanicista se muestra
francamente limitada para dar explicaciones de los fenómenos conductuales y actanciales en
el seno de los sistemas sociales y culturales. Contra esta limitación la Praxiología motriz se
provee de algunos recursos, por ejemplo cuando se introducen los sistemas de roles-subroles
o se propone la perspectiva semiotriz.
En todo caso no debemos olvidar que las praxis motrices existen -son abordadas por
los praxiólogos- porque se logra encontrar un sentido a cierto tipo de producciones motrices
de las personas.
E. Laszlo (1988: 94) habla de los flujos que se descubren en la sociedad: personas,
información, energía y mercancías. Podemos pensar que si “mercancías” se corresponde
aproximadamente con lo material, se necesita incluir a las personas en un nuevo flujo,
diferente a las tres dimensiones clásicas de S. Serrano (1993) -materia, energía e
información-. Este flujo se distingue de los otros sistemas porque supera lo formal-
informacional; será el flujo de las significaciones, de las interpretaciones y del otorgamiento
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
16
de sentidos a la realidad, probablemente en una diferente concepción del clásico flujo
informativo.
La perspectiva informacional-interpretativa se dirige hacia una sistémica de segundo
orden para comprender fenómenos de la realidad, puesto que (J. Habermas, 1990: 21):
“Debe admitirse un acceso a los datos que capte comprensivamente el
sentido. A partir de aquí resulta la típica problemática de la mensurabilidad
de las ciencias sociales. En lugar de la observación controlada, que garantiza
el anonimato (intercambiabilidad) del sujeto que observa y, en esta medida, la
posibilidad de repetir la observación, entra en escena una relación de
participación del sujeto que comprende con respecto de un otro que está
enfrente de él (Alter ego).”
Según Luhmann (Izuzquiza, 1990: 255-258), los rasgos fundamentales del sentido
son:
1. El sentido es una forma de estructurar la complejidad y de hacerla accesible.
2.- Es también un horizonte de posibilidades que un sistema puede escoger. Esa es la fuente
de la inestabilidad del sistema.
3.- Debido a la autorreferencia del sistema, (Izuzquiza, 1990: 257) “... el sentido es creado
por el sistema mismo que determina para sí mismo un marco de posibilidades, realiza una
serie de acciones y establece ciertas formas de conexión”, de tal forma que “El sentido es
entendido como el núcleo mismo del modo de actuar”.
En resumen, según entiende Luhmann (Izuzquiza, 1990: 258)
“Al reflexionar sobre sí mismo de modo autorreferente, el sistema delimita su
campo de posibilidades, elige de un modo determinado y determina unas
formas de conexión que, una vez establecidas son condición para la
autorreproducción del sentido. El sentido es el mismo movimiento del sistema,
que se fundamenta a sí mismo”.
Por otro lado, (Izuzquiza, 1990: 260-263) las dimensiones del sentido, eso que
Luhmann refiere como las diferencias en la comprensión del sentido, evitando las
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
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tautologías y favoreciendo la observación, serían:
1. Dimensión objetiva (260) que “Supone una ordenación de los objetivos posibles de
intención o de comunicación y permite que esos objetos sean considerados como tales”.
2. Dimensión temporal. Es otra forma de ordenación de la experiencia que se centra en la
conjugación en el presente de la unidad de la perspectiva pasada y futura.
3. Dimensión social. Permite organizar la experiencia en términos de la doble contingencia -
Alter y Ego-, reduplicando las posibilidades de comprensión.
En definitiva, sea cual sea el procedimiento de abordaje de las interpretaciones, los
sentidos que los praxiólogos encuentran en las situaciones, o los que el agente(s) de la
situación encuentra(n), no será posible identificarlos en los vectores energético, material o
informacional (en sentido clásico de teoría “formal” de la información). Estos vectores
(modelos de “máquinas”, para P. Parlebas, 1981) pueden ser una de tantas condiciones,
aunque nunca serán suficientes para el reconocimiento de la lógica interna praxiomotriz: el
sentido es una interpretación del contenido estructurado que se plantea en la situación
generada por un agente.
En este lugar de nuestro discurrir epistemológico es cuando el concepto de
significación práxica (Castarlenas y otros, 1993a) o el de función praxiomotriz pueden ser
introducidos con total vigencia operativa. Es esta derivación hacia el contenido lo que
caracteriza esta versión metodológica y que se añade al proceder formalizador y cuantitativo
de la Praxiología motriz.
Es por ello, que el sentido interno de las situaciones praxiomotrices se encuentra, por
el momento y sin menoscabo de poder ser ampliadas, identificado con las siguientes seis
orientaciones metodológicas, a las que dedicaremos la totalidad del próximo apartado.
9.3.- ORIENTACIONES METODOLÓGICAS EN PRAXIOMOTRICIDAD
SITUACIONAL. EL ANÁLISIS DEL SENTIDO INTERNO
Las explicaciones del sentido de los sistemas de praxis motrices no pueden orientarse,
como en ninguna ciencia social, unívocamente. Como bien entienden Serrano Sánchez y
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
18
Navarro Adelantado (1995: 26) refiriéndose a un tipo concreto de situaciones praxiomotrices,
“La coherencia reclama que si expresa el carácter sistémico del juego deportivo, se tendrán
que desarrollar los subsistemas que le dan soporte para que ello permita explicarlo en su
totalidad y no de forma parcial”. El resultado previsible respecto de la gestión de los
conocimientos en el seno de la Praxiomotricidad situacional también lo apuntan estos autores
(1995: 27): “Podríamos decir que la praxiología está adquiriendo “apellidos
epistemológicos””.
Si la búsqueda del praxiólogo se dirige fundamentalmente hacia el descubrimiento del
sentido interno del sistema de las praxis motrices, tal se desentrañará en referencia a las
estructuras de condiciones y objetivos praxiomotores, particularizadas para las distintas
situaciones praxiomotrices seleccionadas. El problema reside en que como una acción es una
elaboración teórica (“acción” en J. Mosterín, 1987: 176), la praxis motriz debe plasmarse en
un “algo” analizable. Veremos a continuación las formas en las que se entiende la praxis
motriz en el planteamiento metodológico de su sentido exclusivo, con sus respectivos
“apellidos epistemológicos”. Provisionalmente encontramos seis formas de descubrir el
sentido interno de las praxis motrices:
1) Praxis motriz como comportamiento motor. Se atiende a sus manifestaciones observables
desde el exterior. Se refieren a las condiciones praxiomotrices, es decir al estado de las
condiciones del entorno praxiomotor definidas en la tarea. Desde este punto de vista “ético” -
étic, por oposición a émic-, estaremos haciendo una Praxética motriz.
2) Praxis motriz como interacción. Si la situación es praxiosocial, donde la relación entre los
participantes es obligatoria para el cumplimiento de los objetivos de la tarea, entonces el
sentido interno del estado dinamizado del entorno praxiomotor es entendido como
comunicación. Una investigación de este tipo será una Co-motricidad.
3) Praxis motriz como entorno praxiomotor. En una <<ecopraxis motriz>> el sentido interno
descubre el estado global dinamizado del entorno praxiomotor, sea cual sea su vertiente,
comportamental o subjetiva (la interpretación que el propio agente efectúa en base a las
condiciones praxiomotrices). Será una investigación perteneciente a una Praxiomotricidad
ecológica.
4) Praxis motriz como objetivo praxiomotor -cabría denominarla <<teleopraxis motriz>>-. El
sentido de las praxis se comprende según los proyectos o intenciones que desea alcanzar el
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
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participante en la búsqueda de los objetivos motores finales. Un estudio centrado en este
aspecto pertenece a la Teleomotricidad.
5) Praxis motriz como rol o papel a desempeñar -<<rol praxiomotor>>-. El actor desarrolla
sus funciones, no siempre asignadas o previstas, en una situación. El problema de
comprender el sentido interno según roles es definir qué se entiende por funciones a realizar.
Será una Praxiomotricidad funcional (junto a la Co-motricidad, el campo de estudio
resultante será una Sociomotricidad).
6) Praxis motriz como signo. También denominado <<praxema motor>>, el sentido se
encuentra en la asociación entre un significante (lo perceptible para el agente que elabora la
significación como plano de la expresión), y un significado (el aspecto cognitivo asociado a
ese significante -proyecto, intención, meta...-, o plano del contenido). Una comprensión del
signo praxiomotor concierne a una Semiotricidad de la situación, es decir, a una Praxémica
motriz (“émica” o perspectiva interna, por oposición a la perspectiva “ética” o manifiesta). En
última instancia defenderemos que un estudio praxiomotor situacional “completo”, con
complementación de perspectivas, se reduce a un análisis praxemiotor.
P. Parlebas (1981: 2) resume las perspectivas en el estudio de la praxis motriz en tres:
acción-fenómeno o comportamiento motor, acción-subjetividad o conducta motriz y acción-
significación que reúne las dos anteriores (rol sociomotor, estrategia motriz, praxema). Sin
embargo, considerados incluso los mismos elementos del sistema, según las seis perspectivas
que por el momento descubrimos, cada forma de entender el sistema es un “subsis-tema” de
análisis con una orientación metodológica particular. En absoluto se descarta la posibilidad
de encontrar nuevas formas de sentido en el seno de la Praxiomotricidad situacional.
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
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Gráfico 21.- Praxis motriz y toma de sentido como unidad metodológica.
Gráfico 22.- Orientaciones metodológicas en el estudio de las situaciones
praxiomotrices.
Objetivo
Rol Signo
PRAXIS MOTRIZ
(Unidad metodológica)
Comportamiento Interacción
Entorno
Praxética motriz Co-motricidad
Teleomotricidad
PRAXIOMOTRICIDAD
SITUACIONAL
Praxiomotricidad
ecológica Praxiomotricidad
funcional
Praxémica motriz
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
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9.3.1.- Praxis motriz: comportamiento. Praxética Motriz
La denominada perspectiva “objetiva” (P. Parlebas, 1981) cuando la unidad de
investigación atiende al comportamiento motor, referida al estado del entorno praxiomotor,
es la opción metodológica más extendida en Praxiología motriz. La característica principal de
esos estudios es que están centrados en la enumeración de lo externamente observable para el
investigador durante el desarrollo de secuencias motrices. Puesto que alude exclusivamente a
lo manifiesto, es decir, a lo “ético” (por oposición a lo “émico” u oculto), tal perspectiva
praxiomotriz será una PRAXÉTICA MOTRIZ.
Recordemos que para J. Mosterín (1987: 176) la acción es una construcción teórica
“... que nos permite mejor comprender y explicar la conducta observable. Pero lo observado
en la conducta es el hecho espacio-temporal, no la intención”, la cual es inobservable, tal
como lo es la totalidad de la acción. Una praxis motriz es una entidad global, una de cuyas
vertientes es lo observable. Por ello, el mayor de los inconvenientes de los análisis puramente
comportamentales es que no consideran lo no observable: percepciones del propio agente
motor, sus interpretaciones, sus proyectos y metas, todos ellos aspectos esenciales en el
desarrollo de las situaciones praxiomotrices.
Pero a interpretaciones, percepciones, intenciones, metas o proyectos diferentes, dado
un mismo comportamiento motor, resultan praxis motrices diferentes. Si de una misma
secuencia externamente observable pueden resultar praxis motrices diferentes, entonces el
estudio praxético no recoge la comprensión de una parte importante del sistema praxiomotor.
Por otro lado, en ciertas situaciones praxiocorporales de puro estatismo, por ejemplo estar
tendido haciendo actividades de relajación, lo comportamental evidentemente no me da una
información suficiente sobre el hecho praxiomotor.
No obstante, este enfoque “ético” presenta ciertas ventajas, como el ser adecuado para
iniciar estudios hasta el momento no abordados, y para acercarse a la metodología científica
“dominante” en ciencias sociales, que es la heredada de las ciencias naturales-. Para J. Ibáñez
(1994b: 34) en el desentramado de la lógica interna
“Podemos considerar tres niveles: elementos, relaciones entre elementos
(estructura), relaciones entre estructuras -relaciones entre relaciones-
(sistema). El enfoque étic se mantiene al nivel de los elementos, el enfoque
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
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émic se eleva al nivel de las estructuras. Cuando nos enfrentamos con un
sistema desconocido..., no tenemos más remedio que iniciar la investigación
desde el enfoque étic (y someter perpetuamente a crítica, desde este enfoque,
los supuestos descubrimientos émic)”.
Por su parte, para P. Ricoeur (1982) el objeto de una ciencia social puede traducirse,
que no sustituirse, como si se tratara de uno natural. El caso es también aplicable a la praxis
motriz en la situación praxiomotriz (P. Ricoeur, 1982: 204):
“Es a costa de una conversión metodológica como el fenómeno social puede
estar alineado sobre el fenómeno natural. Entonces se dirá de él,..., que a)
constituye un orden de fenómenos no reducible a otros; b) es esencialmente
observable en el sentido del empirismo lógico; c) se presta a un
comportamiento científico tan axiológicamente neutro que no le permite la
crítica interna de los prejuicios ideológicos; d) en fin, responde de la única
racionalidad, la que está en acción en todas las ciencias”.
En los primeros momentos de la construcción de una ciencia social sí podría
justificarse, como medio, el abordar el objeto de estudio disciplinar siguiendo la corriente
dominante en la gran comunidad científica. Con esta forma de actuar, que tiene una
justificación externa a la propia actividad investigadora, se puede ganar un reconocimiento,
hacerse un hueco entre el conjunto de áreas científicas, en suma, ser tratados como
“auténticos” investigadores.
En esta misma situación se encontraron la psicología inicial, que era una psico-
fisiología, o la psicología conductista, o la sociología positivista. Posteriormente, los métodos
de estas ciencias avanzaron, superando los propios de las ciencias naturales, pero, entonces,
ya sin perder el estatuto de “ciencia”, que fue alcanzado con tanto esfuerzo personal y
sacrificio epistemológico (asumir un objeto de estudio provisionalmente “capado”). Pero si
este proyecto de disciplina científica que es la Praxiología motriz no explica el objeto que ella
misa ha instaurado, entonces el medio no es el adecuado, puesto que el fin no se cumple. En
conclusión, los estudios centrados en lo comportamental de las praxis motrices en su
situación sólo deberían ocupar un estadio transitorio del proceder metodológico.
Podríamos preguntarnos si, a pesar de todo, desde una orientación comportamental no
se puede encontrar alguna forma del sentido de las praxis motrices. Para G. Robles (1984) el
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
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significado de una secuencia motriz observada como espectador se restringe precisamente a
ese movimiento. Según G. Robles (1984: 78) “Llamaremos unidad del movimiento físico al
movimiento que, al ser observado, cobre una significación unitaria como tal movimiento. Por
ejemplo, y para entendernos, en el andar la unidad de movimiento sería un paso”, es decir,
“... la unidad dotada de sentido para el observador es el paso”; este autor la denomina
<<acto>>.
Traducido a una terminología praxiomotriz, lo observable externamente -perspectiva
comportamental- puede darnos información a los no participantes en la situación
praxiomotriz sobre:
- Un aspecto de las condiciones praxiomotrices, las referidas al estado espacial,
temporal y gestual registrables externamente. Dadas las condiciones motrices internas
de la tarea, el investigador no participante puede anotar la dinamización de esas
condiciones, exactamente, dónde se ubican las personas o los móviles, animales y
máquinas por ellos manejados, y sus posturas y movimientos, y sus frecuencias. El
investigador externo puede incluso determinar con tecnología más sofisticada, la
velocidad, la intensidad y la cantidad en esos aspectos espaciales y temporales
tratados como magnitudes. Con tales registros se puede deducir incluso la
interrelación entre co-participantes: transmisión de móviles, contactos, distancias y
sincronizaciones mutuas, etc. Las magnitudes espaciales, temporales y gestuales
pueden generar entonces otro factor cuantificable que sería lo comunicativo, pero
restringido claro está, a las (Parlebas, 1981) “interacciones motrices esenciales y
directas”.
Por otro lado, tomando situaciones competitivas, donde la comparación es
condición extrasituacional necesaria, todo lo observable externamente en la propia
situación es interpretable como adecuado o no a las reglas de la competición. En tal
caso, lo espacial, temporal, gestual y relacional explican algo del factor (también
susceptible de ser cuantificado) “equilibración”, por ejemplo, el tipo y número de
acciones que implican faltas o compensaciones, el tipo y frecuencia de acciones que
dan lugar a detenciones momentáneas de la situación, a la entrada y salida de
jugadores o al logro de ventajas en la competición -puntos a favor, sanciones al
contrario-, entre otras circunstancias.
En el análisis de lo situacional, la equilibración aparece bajo el término
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
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“reglamento” en la propuesta de Hernández Moreno (1994a) y por los que siguen el
modelo metodológico de este investigador. El juego deportivo, como situación motriz
reglada y competitiva, y especialmente el deporte, es propenso al registro de datos
comportamentales. Es por ello que la mayor parte de los estudios en Praxiomotricidad
situacional atienden a una Praxética motriz deportiva. Podemos repasar al respecto las
investigaciones de Parlebas y sus propuestas (1982, 1985a, 1986, 1987 y 1988a) y de
Hernández Moreno (1987, 1988a y b, 1994a y b, y 1996b).
Como ejemplos del mismo tipo encontramos otras investigaciones en Aguado
(1991), Lloret (1994a), Amador (1994a), Mahlo (1985), Antón (1992 y 1994),
Navarro Adelantado (1995a), Ruiz Llamas (1996), Reboredo (1994), Castarlenas
(1994), Segura i Rius y otros (1994), Álamo Mendoza (1996). Sobre propuestas
metodológicas en esta línea nos podemos remitir también a Dufour (1990),
Grosgeorge (1990), Riera y Aguado (1989), Riera (1989 y 1995b), Busca y otros
(1994), Lasierra (1994) y Rodríguez Ribas (1994a y b).
- Un aspecto de las objetivos praxiomotores, aquellos que coinciden exactamente con
los objetivos motores internos, o sea, con los objetivos motores finales propuestos en
la tarea praxiomotriz. Propuestas en este sentido son los análisis basados en las
“interacciones de marca” de P. Parlebas (1981) para los juegos deportivos
sociomotrices, o la frecuencia de acciones que implican puntuación reglamentaria de
Hernández Moreno (1987 y 1994a) para los deportes sociomotores. En idéntica
orientación a Hernández Moreno podemos consultar, entre otros, algunos apartados de
los estudios de Lloret (1994), Amador (1994) o Ruiz Llamas (1996).
Tanto Lagardera (1995a) como Serrano Sánchez y Navarro Adelantado (1995)
indican que, como toda ciencia, la Praxiología motriz, en el intento de descubrir la lógica
interna de las situaciones praxiomotrices debería aspirar a superar el nivel descriptivo en el
que se encuentra, procurando acercarse a niveles explicativos y predictivos. Respecto de los
procedimientos metodológicos para lograrlo, estos autores no encuentran un acuerdo.
Para B. F. Skinner (1975: 21)
“El descubrimiento de principios de organización en la estructura del
comportamiento -tales como los <<universales>> de las culturas, o los
lenguajes, los patrones arquetípicos de la literatura, o los tipos psicológicos-
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
25
pueden hacer posible la predicción de casos de comportamiento que no han
ocurrido antes”.
Las modelizaciones -“universales” en P. Parlebas- desde las condiciones del entorno
fijadas de la tarea, las mismas que se reproducen en la situación praxiomotriz, pueden mostrar
cierto poder predictivo. Los análisis hipotético-deductivos, con diseños correlacionales o
experimental-causalistas tienen plena vigencia en el seno de la orientación comportamental.
Pero se ha de insistir en que estos diseños únicamente se atienen a una de las varias
facetas posibles de las praxis motrices. En otras palabras, si bien la referencia a lo
comportamental es necesaria en diversas situaciones-sistemas, la causalidad en los objetos de
estudio sociales es ficticia, es decir, se toma en cuenta “como si...”, y en absoluto se refiere a
un “tal como es” definitivo: con unos comportamientos motores sólo se podrían explicar,
y a veces predecir, otros comportamientos, pero nunca la globalidad de la praxis motriz.
Siguiendo a J. Habermas (1989b: 258), aquellas categorías tomadas por el análisis
comportamental (cantidad, espacio, tiempo, sustancia)
“....circunscriben el ámbito dentro del cual pueden generarse
operacionalmente objetos abstractos. Sólo cuando a estas categorías se añade
la de la causalidad, pueden extenderse las operaciones al ámbito al que
habitualmente llamamos realidad: a los objetos de la experiencia sensorial o
comunicativa posible, es decir, a algo en el mundo objetivo....”.
Se podría, por ejemplo, llegar a correlacionar positivamente una mayor fluidez en la
circulación del balón y jugadores en cierto sector del campo de baloncesto en cierto intervalo
de tiempo (lo denominaríamos un “mayor ritmo del juego”?), con un rápido desplazamiento
con balón en superioridad numérica y en dirección a la canasta contraria (un “contraataque”).
Puede que hasta se llegara demostrar que la causa de un gran porcentaje de contraataques en
el baloncesto sea el incremento del ritmo de juego.
Aunque fuesen ciertas ambas explicaciones estrictamente comportamentales, todavía
no se podría demostrar la causa de la decisión de incrementar el ritmo de juego, o la decisión
de contraatacar, que son factores subjetivos y que marcan poderosamente el carácter de las
situaciones praxiomotrices y la generación de praxis motrices. Esta constatación es la
sustentada por G. Sartori (1994: 41): “En las ciencias sociales, siempre he sostenido, no es
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
26
válida la determinación causal, sino la indeterminación causal. Aquí también se dan causas;
pero causas cuyos efectos no son <<necesarios>> como lo son en las leyes naturales”.
En este punto volvemos al principio. Las operaciones enumeradas, lógicas,
instrumentales, comunicativas, mediciones de espacios, tiempos y otras variables físicas
(Habermas, 1989b: 257) “... tienen que ser co-ejecutadas en acciones porque fijan la
estructura del mundo objetivo en el que los agentes intervienen instrumentalmente, y la
estructura del mundo social en que pueden actuar unos con otros”. En Praxiomotricidad
situacional, el submundo objetivo o manifiesto -subsistema comportamental- se restringe a un
aspecto del conjunto de las situaciones praxioambientales y praxiosociales, sin embargo
apenas es relevante para lo praxiocorporal y no ha lugar en lo subjetivo.
Con una Praxética motriz el sentido de las praxis motrices es todavía pobre, y además
no llega a abarcar la totalidad del campo de estudio de la Praxiología motriz centrada en las
situaciones.
9.3.2.- Praxis motriz: interacción. Co-Motricidad
El punto de vista relacional, el centrado en la explicación de las situaciones
praxiosociales, ha sido, por bastante tiempo y desde sus inicios, privilegiado por la
Praxiología motriz. Sus más destacados investigadores y metodólogos han investigado
empíricamente algunos de tales sistemas: juegos deportivos colectivos, deportes de equipo y
deportes de lucha, baloncesto, tenis, wáter-polo, voleibol, Lucha canaria, Pelota valenciana...
La explicación de este fenómeno es consecuencia de la ideología praxiomotriz asumida por la
Praxilogía motriz cuando propone un original objeto de estudio.
Veíamos algunos apartados atrás que el “paradigma” (<<Paradigma>> en el sentido
de “ejemplar”, según T. S Kuhn, 1971) de la vertiente interpretativa en el flujo informacional,
era aquel conjunto de situaciones denominado “deportes colectivos”. Tal confirmación está
plasmado en el cuadro de la p. 252, en Parlebas (1981). El reto metodológico es importante,
por cuanto los fundamentos conceptuales deberán estar perfectamente clarificados con
anterioridad a la presentación de una diferente visión de las prácticas físicas dominantes en
nuestra sociedad.
La construcción de situaciones praxiosociales es consecuencia de un rasgo
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
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identificador de la tarea praxiomotriz: es condición necesaria la interactuación entre varias
personas en vistas a la consecución de algún objetivo motor. Cuando varias personas deciden
relacionarse (asumiendo conjunta y simultáneamente las condiciones y objetivos de la tarea),
emergen sociopraxis motrices. En toda función praxiomotriz de las situaciones
praxiosociales se pretende una expresa selección de interacciones, es decir (J. Corraze, 1986:
26) “Existe por tanto una especialización de ciertos comportamientos con vistas a la
comunicación”. El subcampo de estudio que analiza los subsistemas praxiosociales será una
CO-MOTRICIDAD (ver el concepto <<co-motricidad>> en P. Parlebas, 1981).
Ciertas investigaciones, como el descubrimiento de estructuras que son las redes de
comunicaciones motrices, las interacciones de marca o los roles sociomotores (Parlebas,
1986, 1988a), atienden al aspecto relacional que se deduce del análisis del estado estático que
es la tarea o el estatuto praxiomotor.
El fenómeno de la sociopraxis motriz conlleva dos cuestiones: por una parte hay un
intercambio de algo entre personas, pero además hay una mutua influencia en base a tal
intercambio. M. L. Knapp (1982: 96) expresa que
“Si sabemos que la disposición de ciertos objetos en nuestro medio puede
contribuir a la estructura de comunicación que tiene lugar en ese medio, no es
de sorprender que a menudo tratemos de manipular los objetos a fin de
conseguir cierto tipo de respuestas”.
En suma, las personas se relacionan de forma interactiva porque “toman algo” de
otros y eso es utilizado. Eso es lo que P. Parlebas (1981) quiere expresar con los conceptos
“interacción motriz” e “interacción motriz esencial” (ver también la p. 239 de los
“universales” en Parlebas, 1981). Ese algo puede ser material y tangible (objetos, contactos),
es decir, “instrumental”, como diría P. Parlebas (1981), o inmaterial (información,
interpretaciones). Esos dos aspectos merecen ser tomados en consideración en las
investigaciones praxiomotrices.
La información entendida desde su significación -punto de vista “praxemiotriz”-
puede implicar en numerosas ocasiones y circunstancias una interacción entre personas, que
no siempre tiene que ser visible desde el exterior, siendo este último caso el de los
comportamientos motores denominados (P. Parlebas, 1981) <<interacciones motrices
directas>>. Para Parlebas (1981: 102) estas especiales interacciones suceden cuando “Desde
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
28
el cumplimiento de una tarea motriz, el comportamiento motor de un individuo influye de
manera observable en el comportamiento motor de uno o varios sujetos”, y además (104) es
externamente observable. Por tanto, la situación praxiosocial es condición suficiente para una
<<comunicación praxiomotriz>>.
Tal como afirman M. D. Scott y W. G. Powers (1983: 49) en una teoría de la
comunicación “Algunos llegarían hasta decir que, de hecho, la comunicación sólo se produce
cuando una persona intencionadamente implica a otra con el fin de obtener una respuesta
específica y predeterminada”, cuando en realidad (49) “Todo lo que está directa o
indirectamente asociado con nosotros puede tener significado en la mente de otra persona,
pero esto no debe llevarnos a dejar de comunicar”.
Si bien está claro que la coincidencia espacial y temporal de más de una persona
supone una irremediable comunicación, que no es necesariamente observable, la distancia
espacial y temporal no tiene por qué no implicar una comunicación; eso sucede en espacios y
tiempos concurrentes (Lasierra, 1993). El problema será el de una identificación de las
circunstancias del contexto de la información significante y la consiguiente acotación, que en
el caso de las situaciones praxiomotrices están en función de la tarea definida.
Siguiendo este mismo razonamiento, Ellis, R. y McClintock, A. (1993: 74) añaden
otras características al fenómeno comunicativo:
“Aunque la comunicación puede considerarse como un proceso deliberado
que implica emitir y recibir mensajes, hay veces en que la comunicación se
produce sin un intento consciente deliberado. Gran parte de la comunicación
humana implica un proceso de interpretación e investigación del significado
de la conducta y del habla”. (124) “En consecuencia, la comunicación se
considera como un proceso de negociación en el que cada persona implicada
que envía o recibe un mensaje busca un terreno común en el que puedan llegar
a un acuerdo. Las experiencias compartidas, una cultura común, el uso de
signos lingüísticos y claves comunes ayudarán en la búsqueda de un
significado consensuado que sirva como vehículo para intercambiar ideas y
formalizar relaciones”.
A las características de ser una producción y una interpretación, de ser inevitable y
compartida (mutuamente influyente), al proceso de comunicación praxiomotriz se añaden
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
29
otras características como las de la selección, observación y comprensión.
Según N. Luhmann (Izuzquiza, I., 1990) son varios los aspectos a seleccionar: a) la
selección de un contenido informativo; b) la selección que supone hacer partícipe o informar
de ese contenido; c) la selección que supone aceptar o no el contenido comunicado; (206)
“Así, lo que se comunica es elegido y, por ello, es compartido y, en su caso, comprendido”.
En resumen, los elementos de toda comunicación praxiomotriz, que se corresponden
con cada una de las tres selecciones en una situación praxiosocial son, respectivamente: la
información, el mensaje y la expectativa de éxito y comprensión.
El motivo de la reseña de estas características del fenómeno comunicativo en una
comunicación praxiomotriz desde una significación -“Praxémica motriz”- reside en buscar la
consonancia con la nueva concepción construccionista y autoreflexiva (en una cibernética de
segundo orden), cuya noción clave es la “autoobservación”.
Siguiendo con las argumentaciones de N. Luhmann (Izuzquiza, I., 1990) la selección
como proceso comunicativo supone no centrarse en la transmisión como fenómeno, puesto
que no es necesariamente inherente a la comunicación. Defendiendo una tesis cercana al
construccionismo radical, concluye que (208) “El proceso comunicativo se incluye siempre a
sí mismo, aunque apunta a algo distinto y diferente de sí mismo -bien sean los elementos que
participan en la comunicación, los contenidos, las selecciones, etc.-”, resultando que la
observación se convierte en el principal elemento comunicativo, hasta el punto que (208) “El
sistema social se observa a sí mismo y observa a otros sistemas mediante la comunicación”,
circunstancia totalmente aplicable a las situaciones praxiosociales.
Montes, S. y Pérez, R. (1978: 115) señalan las condiciones de un modelo de
comunicación, el cual debe abarcar: a toda la materia comunicativa, a todo el orden de
elementos y relaciones estructurales del código, a las explicaciones entre materia, orden y
contenido, y a las explicaciones de la función semántica y su nivel de referencia a la realidad.
Destacan que un modelo no es un simple diagrama, aunque pueda representarse como
tal. Por último, indican tres condiciones más de los modelos comunicativos: debe ser
completo (por cuanto describe las reglas de la infraestructura, estructura funcional y
supraestructura intencional), debe ser válido lógicamente (demostrado según las leyes que
rigen el proceso representado por el modelo) y debe ser contrastado con la realidad.
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
30
U. Eco (1976: 252) propone un modelo de comunicación en interacción, cuya
representación topográfica es como sigue:
Gráfico 23. Modelo de comunicación (en interacción recíproca) de U. Eco (1976:
252).
En la sociopraxis motriz se encuentra la esencia de la comunicación praxiomotriz,
pero esta no tiene por qué estar prevista. Las situaciones praxiosociales no son
necesariamente estatutarias, pueden ser improvisadas. Para U. Bronfenbrenner (1987: 77),
hablando de estructuras interpersonales, que se establece una relación cuando una persona
presta atención a las actividades de otra, o participa en ellas: “La presencia de una relación
en ambas direcciones cumple la condición mínima y definitoria de una díada...”. Constata
este autor que hay varias formas funcionales diferentes que la díada puede adoptar, entre las
que se destacan (77-79):
1.- Una díada de observación. Uno de los miembros presta atención, de forma estrecha
y duradera, a la actividad del otro, el cual, a su vez, reconoce el interés que le muestra.
Emisor-----Mensaje-----Canal-----Mensaje--------Destinatario---------Texto
Codificado como fuente interpretado
de información (Contenido)
(Expresión)
Códigos--------------------------------(Cont.)-----------------------------Códigos
Subcódigos (circ.) Subcódigos
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
31
2.- Una díada de actividad conjunta, en la que ambos se perciben a sí mismos como
realizando algo juntos, que no significa que hagan lo mismo.
U. Bronfenbrenner (1987: 80) hipotetiza que
“Cuando una persona comienza a prestar atención a las actividades de otra, y
viceversa, es más probable que lleguen a participar conjuntamente en esas
actividades. Por lo tanto, las díadas de observación tienden a convertirse en
díadas de actividad conjunta”.
Lagardera (1995a) insiste en la necesidad de utilizar procedimientos fenomenológicos
para desentrañar estatutos perdidos o situaciones no estatutarizadas. Los sistemas
praxiosociales no escapan a esta opción.
Refiriéndonos al contenido de la comunicación praxiomotriz, según T. Parsons
(Abercrombie y otros, 1986: 179) en la interacción social “... los actores tienen que tomar
nota de las acciones, deseos, y objetivos de otros, tiene que ser el centro de la
investigación...”. M. E. Shaw (1986: 24) concreta más, indicando que la interacción es en
realidad una forma de interdependencia, y que puede asumir muchas formas: verbal, física,
emocional, etc.
Desde una exclusividad disciplinar (intradisciplinar, en una Praxiomotricidad
situacional) nos interesa analizar el conjunto de datos necesarios pero suficientes que son
consecuencia de la tarea praxiomotriz asumida por los co-agentes. De acuerdo con este
criterio, reseñemos que lo verbal y los gestos-emblema (“gestemas” en Parlebas, 1981)
influyen y son “cercanos” a la situación, pero pertenecen al contexto praxiomotor
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
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“extrasituacional”. De igual modo, las acciones con objetivos no motores, los deseos y
emociones pertenecen al contexto. Parlebas (1981) distingue entre una interacción
instrumental -“interacción motriz esencial y directa”: transmitir móviles, contactar- y otra que
no lo es o resulta a consecuencia de ella -“interacción motriz esencial e indirecta”-.
En definitiva, el sentido de las praxis motrices en situaciones praxiosociales desde la
Co-motricidad, proviene, entonces, desde una perspectiva comportamental (desplazarse,
movilizar segmentos corporales, ocupar un espacio, conducir un objeto) y, por otro lado,
desde una perspectiva no manifiesta y subjetiva (la percepción de tales comportamientos, la
asignación de intenciones al otro, la gestación de proyectos motores en forma de objetivos
motores parciales en relación a estados modificados del entorno, etc.).
De este modo (Schilder, 1983: 189), “... un cuerpo en acción estará expresando o
haciendo algo”; “Así como se ve y comprende el cuerpo de otra persona, se comprende de
inmediato la acción de esta persona expresada en movimiento”. Lo praxiosocial-
comportamental es válido tanto para un espectador no participante (por ejemplo, un
investigador) como para los co-participantes, pero nada nos asegura que la percepción sobre
la secuencia motriz sea semejante para un agente y para el investigador.
Otra cuestión a considerar en los estudios desde una Co-motricidad se refieren al
alcance dinamizado de las “condiciones motrices internas”. La particularidad de que los
límites del entorno praxiomotor se amplíen hasta el medio humano ya implica necesariamente
trascender y considerar en las investigaciones el sub-entorno corporal y el ambiental (físico).
Ello se comprueba cuando es patente que en los sistemas praxiosociales siguen
permaneciendo aspectos no compartidos: lo limitado a lo corporal (sensación de agotamiento,
profundidad de los jadeos respiratorios) y parte de lo limitado a lo ambiental (por ejemplo,
sensación de tensión muscular en la recepción de un móvil). Podría plantearse si, a pesar de
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
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analizarse las situaciones praxiosociales, estos datos no deben ser gestionados también por
una Co-motricidad.
Actuar juntos (oponiéndose, cooperando o en colaboración-oposición) implica ser
cómplices de lo que se construye con-juntamente. Perseguir objetivos motores comunes
(solidariamente o en rivalidad) induce a compartir: en algo estarán de acuerdo los co-
participantes rivales por muchas zancadillas que se pongan; por ejemplo, en que las
zancadillas pretenden evitar que los otros logren el objetivo motor (haciéndolos caer al suelo).
En el seno del sistema de las sociopraxis motrices surge un código de comunicación
praxiomotriz que es compartido irremediablemente por los agentes. Tomar esto en cuenta en
las investigaciones nos remitiría nuevamente hacia la perspectiva semiotriz, o más
concretamente (restringido a lo situacional) hacia una “Praxémica motriz”.
En definitiva, la perspectiva relacional (interaccional) en el estudio de las situaciones
praxiosociales en Praxiología motriz se está resolviendo en la actualidad y provisionalmente,
desde una socio-praxética motriz, por cuanto los investigadores se centran en el aspecto
comportamental que presenta la comunicación praxiomotriz. Al respecto, ver, por ejemplo,
las investigaciones y metodologías empleadas por Hernández Moreno (1987), Lloret (1994),
Amador (1994), Navarro Adelantado (1995) o Ruiz Llamas (1996). Otro aspecto no abordado
pero necesario, es el que analiza la comunicación praxiomotriz como una estructura de signos
praxiomotores en forma de código. Para su investigación habrá que esperar al desarrollo
metodológico y operativo de una Sociopraxémica motriz, es decir, de una orientación
semiotriz específica para el estudio de las situaciones praxiosociales.
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
34
9.3.3.- Praxis motriz: entorno. Praxiomotricidad ecológica
Una praxis motriz se interpreta analizando los componentes espaciales, temporales,
gestuales y relacionales que la componen cuando surge en su situación. El sentido de la praxis
motriz abarca la comprensión del entorno en donde se desarrolla. Esta perspectiva
metodológica definirá una PRAXIOMOTRICIDAD ECOLÓGICA.
Es más amplia que la Praxética motriz, puesto que la abarca, y que parte de la
totalidad de los aspectos de las condiciones praxiomotrices. La praxis motriz es entonces una
ecopraxis motriz. Atiende a las condiciones del entorno praxiomotor, al lado estático -tarea-
y al dinámico, que es la situación praxiomotriz. Incluye al aspecto manifiesto o
comportamental, pero también al oculto y subjetivo para el agente (perceptivo-interpretativo-
planificador).
Algunas consecuencias directas del concepto <<condición praxiomotriz>> para las
investigaciones en Praxiología motriz serán las siguientes:
- Los rasgos pertinentes, características distintivas de las situaciones praxiomotrices,
son el primer paso en el estudio de la situación. Estas se refieren a las condiciones de
la tarea. Es decir, los rasgos pertinentes no son sino las condiciones motrices internas
previstas en la tarea praxiomotriz. Así se desprende, tal como son enumerados por
Parlebas (1981 y 1988a). Por tanto, el segundo paso es dirigirse a la propia situación, a
la que incluye las producciones de los propios participantes, pero restringiéndose a lo
que la tarea praxiomotriz posibilita exclusivamente en la realización de objetivos
motores.
- No todos los jugadores o participantes en la situación perciben-interpretan como
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
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idéntico el contenido del estado del entorno. En consecuencia, tampoco realizan
(motrizmente), de igual forma. Esos aspectos diferenciales hay que hacerlos constatar,
puesto que explican la diversidad de situaciones resultantes ante una misma tarea
praxiomotriz realizada en distintas ocasiones.
- Las representaciones subjetivas, normalmente inconscientes, son tan determinantes
en la situación como lo percibido externamente por otros co-participantes o por
personas ajenas a la situación praxiomotriz -comportamiento motor-. Habrá que
arbitrar procedimientos de instrumentación para poder analizar las relaciones entre
ambos aspectos.
Es precisamente este último punto, el de la externalización del aspecto subjetivo del
entorno situacional, el que no encuentra respuesta metodológica adecuada. No se disponen
técnicas de investigación adecuadas para poder registrar con fiabilidad qué indicios son los
escogidos por el participante en la situación. A posteriori (en entrevistas) el participante no
sabe o no acierta a dar con la información precisa que en el momento de la situación utilizó.
Un intento metodológico al respecto aparece como la “decision-making” de Alain y Sarrazin
(1990) o el “acto táctico” de Mahlo (1985), puesto que expresamente se está investigando
atendiendo a ese particular: el investigador dirige selectivamente la atención del participante
hacia la rememoración de los indicios del entorno.
Aún en una observación participante, en ciertos casos los indicios son tan
tremendamente rápidos (décimas de segundo) que no son plenamente conscientes; la
interpretación está con frecuencia automatizada (por ejemplo, en deportes de equipo o
combate). El investigador inmerso en la situación tampoco puede registrar todos los indicios
utilizados en la secuencia motriz. Si no todos, puede que se acuerde de algunos.
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
36
Es quizá ésta, la de la observación participante, una vía provisional, aunque
incompleta y con deficiencias, para el estudio del contenido percibido por el agente. La
observación participante es especialmente adecuada en situaciones miotrices o en situaciones
praxiocorporales, y, en general, en aquellas en las que la adquisición de indicios es lenta.
El operativo instrumental de análisis y representación topográfica del sistema de
condiciones praxiomotrices, lo denominaremos configuración praxiomotriz. Su deducción
será factible a partir de la formalización (en forma de árbol, de mapa conceptual, de grafos...)
del conjunto de categorías deducidas a partir de los indicadores y rasgos pertinentes
encontrados en la descripción-interpretación del entorno praxiomotor de cada situación
(según criterios espaciales, temporales, gestuales, relacionales -cuando hayan co-
participantes- y equilibradores -cuando haya competición-).
9.3.4.- Praxis motriz: objetivo. Teleomotricidad
Según J. Mosterín (1987: 176) “La descripción de una conducta en términos de
acciones constituye ya una interpretación de esa conducta”, conducta entendida como hecho
espacio-temporal observable. De acuerdo con ello, “... según las diversas hipótesis que
hagamos acerca de las intenciones del agente, describiremos su conducta en términos de
acciones de un modo distinto, aunque se trate siempre de la misma conducta observada”. A
partir de estas afirmaciones concluye Mosterín en que “Toda acción es intencional. Si no hay
intención no hay acción, aunque haya movimientos observables”.
Siguiendo a Sánchez Vázquez (1973: 156)
“Toda acción verdaderamente humana exige la conciencia de un fin, el cual se
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
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supedita al curso de la actividad misma”. “El fin prefigura idealmente lo que
aún no se logra alcanzar”. “No se trata de la actividad de una conciencia
pura, sino de la conciencia de un hombre social que no puede prescindir de la
producción de fines en ninguna actividad...”.
En la Praxiología motriz una perspectiva teleológica es inherente e imprescindible a la
descripción de cualquier situación. En definitiva, y siguiendo esta orientación metodológica
es lícito inaugurar una TELEOMOTRICIDAD.
Una praxis motriz, como toda acción, toma necesariamente sentido, entre otros, desde
el fin que se quiere perseguir mediante la realización del agente. Para Greimas (Lozano y
Peña-Marín, 1978: 84), “El sentido no es únicamente lo que se quiere decir; significa también
una dirección, es decir, en el lenguaje de los filósofos, una intencionalidad y una finalidad”,
mientras que para Habermas (1989b: 247) “Elementos determinantes de la acción son, por
tanto, sólo aquellas descripciones que hubiera podido (cuando menos) poner la base de su
acción como plan de acción”. Así entendida, toda praxis motriz es una teleopraxis motriz.
Ella se corresponde con los objetivos praxiomotores de la situación.
Los “objetivos praxiomotores” son el resultado de la puesta en acción de objetivos
motores internos, es decir, cuando un agente es efectivamente, capaz de intentar
cumplimentarlos.
La metodología praxiomotriz presenta ciertas particularidades que merecen
destacarse, por cuanto puedan afectar al ámbito teleomotor. P. Parlebas se refiere a la
“interacción de marca” (1981: 100) como aquella forma de comunicación motriz que conduce
al logro de los objetivos codificados de un juego deportivo. La interacción de marca se
muestra para este autor como un aspecto concreto incluido en la “red de comunicaciones
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
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motrices”.
Por otro lado, cuando desarrolla el concepto de <<praxia>> (Parlebas, 1981: 176)
como unidad metodológica de observación de la acción motriz, este autor indica que “... toda
acción es orientada hacia una meta...”, y que (177) a cada praxia “... podemos asociarle una
intención o un objetivo más o menos limitado a alcanzar...”. Los subroles sociomotores
toman como unidad de modelización de la acción motriz a las praxias (1981: 293).
En esta línea, para G. Lasierra (1990) en los deportes colectivos existe una estructura
superior marcada por los objetivos del juego. Indica (1990: 61) que “El concepto “táctica
individual” define claramente la idea de intencionalidad...”. Lasierra (1993: 49) también
entiende como equivalentes a las conductas motrices estratégicas dotadas de intencionalidad y
a los subroles sociomotores, en los que tales se convierten en un recurso metodológico de
análisis de las conductas en los deportes colectivos.
J. Riera (1995: 50) define el concepto de táctica en función del objetivo parcial
supeditado al objetivo principal y estratégico. J. Vankersschaver (1987) así como V. Navarro
Adelantado (1995) coinciden en matizar que cada subrol sociomotor inscrito dentro de un
juego deportivo debe especificar el nivel de intencionalidad del jugador (corre para solicitar
la pelota, esquiva para alejarse).
P. Parlebas (1981: 169) además explica la acción motriz como un signo (“praxema”),
donde su significado es el proyecto táctico percibido por el jugador. En juegos deportivos
sociomotores el proyecto táctico se correspondería con el “subrol sociomotor”.
Otros autores se centran en rasgos propios de situaciones específicas. C. Bayer (1986)
habla de los principios estratégicos de los deportes colectivos (recuperar el balón frente a
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
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conservar el balón, impedir la progresión de balón y jugadores a meta frente a la progresión
de los que poseen el balón, y proteger la meta frente al ataque a la meta). También hablan de
intencionalidades del juego en deportes específicos: J. Olivera-J. Ticó (1992) en baloncesto
(recepción del pase como opuesto a interceptación, penetración frente a acoso...) y J. Antón
(1994) en balonmano (acoso frente a “fijación” del adversario, control a distancia del
poseedor frente a la “petición del balón”...).
Objetivos, fines, intenciones o intencionalidades, motivaciones, principios, proyectos,
proposiciones, ya sean finales o parciales, ya sean caracterizadores de una situación
(definidos en la tarea praxiomotriz) o perseguidos por el participante en la situación. Eso es lo
que de común tienen todos los planteamientos anteriores. En verdad, todos ellos han
colaborado de una manera u otra en la fundamentación de una Teleomotricidad como forma
de estudio original dentro de la Praxiología Motriz.
M. Rivera (1978: 72) constata que en las explicaciones teleológicas aparecen
locuciones que indican siempre una finalidad, tales como: “para qué”, “con el fin de que”,
“con el propósito de”. Para Rivera “Las explicaciones teleológicas indican dos cosas: a) Las
acciones que ejerce un todo para mantenerlo en funcionamiento; o bien: b) Hacen hincapié
en ciertos dinamismos para conseguir una finalidad”. La explicación finalística (tipo b)
menciona un propósito individual, sobre una situación concreta y temporal. La explicación
funcionalista (tipo a) se refiere a un factor general de ocurrencia.
Otro tema a tratar en un planteamiento metodológico teleomotor se centra en la
consideración de si la praxis motriz es una acción con intención racional o lo es con una
intención subjetiva. P. Ricoeur (1982: 213) distingue dos claros universos del discurso:
“...el que por su medio nos damos cuenta de la acción como acontecimiento
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
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físico en el mundo y el que dentro del cual hablamos ordinariamente de la
acción, sea para informar de ella a los demás, sea para responder a las
cuestiones que ellos nos plantean en cuanto a nuestras intenciones y a nuestros
motivos”. “... la vuelta a una intencionalidad consciente, a una motivación
racional, a una imputación personal, se inscriben en el interior de la
explicación teleológica; ésta no pone en juego nada más que la forma del
sistema; la intencionalidad, en el sentido fenomenológico, designa un tipo de
sistema que atañe a la forma explicitiva general la posibilidad de asignar a un
centro <<interno>> de responsabilidad el origen de la acción”.
De acuerdo a ese aspecto formalizador, es interesante destacar la posibilidad de
representar los análisis teleomotores en Praxiología motriz como modelos, considerándose
como un “universal” (según la idea de “universal” de P. Parlebas , 1981), en forma de grafos,
en forma de árbol (destacando la red jerárquica de objetivos y subobjetivos intermedios en
distintos niveles), o, incluso, en forma de mapa conceptual. Como universal, una red de
objetivos en interrelación no es sino un posible aspecto del sistema de roles praxiomotores
(concretamente, de roles y subroles teleomotores). Modelos tales, aparecen, por ejemplo para
deportes de equipo, en Blázquez (1986), Bayer (1986), Lasierra (1990), Antón (1990) o
Hernández Moreno (1994a).
Este sistema de los objetivos praxiomotores en su representación topográfica lo
denominaremos “red proposicional”.
La deducción de una intencionalidad final es bastante clara en el desarrollo de tareas
estatutarizadas con énfasis en lo comportamental (juegos deportivos, danzas tradicionales y
coreografías, etc.), en general, las situaciones locomotrices e isomotrices de carácter
praxiosocial y praxioambiental.
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
41
Pero la deducción metodológica de objetivos miotores, sobre todo en entornos
praxiocorporales, de objetivos en el desarrollo de situaciones desde tareas no estatutarizadas -
improvisadas- o la constatación de objetivos intermedios incluso en las mismas situaciones
estatutarizadas, es bastante problemática. Con frecuencia habrá que remitirse a técnicas
fenomenológicas, en la línea apuntada antes por P. Ricoeur (1982).
R. H. Turner (1991) señala algunos errores de los estudios basados en una perspectiva
de decisiones racionales. Modelos clásicos de este tipo aparecen bajo la denominación de
“teoría de juegos” o “teoría de la decisión”. La crítica a los mismos para las situaciones
praxiomotrices la realiza Parlebas (1981: 265-272). Según Turner (1991) los errores de tales
estudios son, entre otros: evidencia empírica débil o inconclusa, la cuestionable validez de
modelos que se pretenden presentar como altamente sofisticados, generalizaciones
injustificadas, errores en la atribución de fines individuales -que suelen ser subjetivos-, su no
enunciación pública por parte de tales individuos, o su incapacidad de enunciación o su
falseamiento. En otros casos la acción no se guía por metas precisas (aunque los
investigadores los enuncian), o, incluso los resultados finales pueden ser fortuitos.
En ciertos estudios, lo que aparece como racional a corto plazo se puede volver
irracional a largo plazo y viceversa. También aparecen análisis que no toman en cuenta
suficientemente el entorno del actor que decide y su conocimiento, y la imagen que este tiene
de la realidad que le circunda (por ejemplo, asociándola a su percepción del riesgo o de la
incertidumbre).
En definitiva, la evocación por parte de los actores o la asignación de intenciones a los
actores por parte de los investigadores praxiomotores, debe realizarse con cautela y debe,
además, comprobarse con otros procedimientos. Algunos ejemplos de los escasos estudios
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
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teleomotores son los aparecen en Mahlo (1985), Bayer (1986), Alain y Sarrazin (1990) y
Rodríguez Ribas (1995b). La triangulación y las segundas pruebas (re-evocaciones o re-
asignaciones) parecen ser dos técnicas apropiadas para comprobar la existencia de modelos
de decisión -racional o no racional- para los distintos participantes en situaciones
praxiomotrices.
INTENCIONES TÁCTICAS DEL KARATECA ESTUDIADO (LAS QUE SE
ASIGNA Y LAS QUE ASIGNA A SU ADVERSARIO) PARA LA
CONSTRUCCIÓN DE LA RED PROPOSICIONAL.
- A: INTENTAR TOCAR (MARCAR) AL ADVERSARIO (A).
. a1: intentar buscar la distancia adecuada respecto de A.
. a2: intentar buscar zonas desprotegidas de A.
. a3: intentar situar el golpe en A.
. a4: intentar evitar que A me toque (A').
- A': INTENTAR EVITAR QUE A ME TOQUE (MARQUE).
. a1': intentar evitar que A encuentre la distancia adecuada respecto de mí.
. a2': intentar evitar que A encuentre mis zonas desprotegidas.
. a3': intentar evitar que A me sitúe el golpe. . a4': intentar evitar que A evite ser tocado (A)
A A'
a1
a2
a3
a4
a4'
a1'
a2'
a3'
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
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Gráfico 24.- Ejemplo de una red proposicional deducida del estudio de un combate de
kárate.
Si realmente es verificado, entonces con tal modelo se habrá podido elaborar una “red
proposicional” o sistema de objetivos y subobjetivos praxiomotores de la situación estudiada.
9.3.5.- Praxis motriz: rol. Praxiomotricidad funcional
P. Parlebas (1986) introduce la noción de rol sociomotor, creyendo lícito identificar
una praxis motriz a una consecuencia de un papel a desarrollar, durante el proceso en el cual
un agente es partícipe de una situación. No obstante (Parlebas, 1981: 202) él lo deja
restringido a aquel conjunto de comportamientos resultado de la dinamización de lo previsto
en un estatuto sociomotor de un juego deportivo.
Si bien aceptamos inicialmente que la concepción funcionalista es factible cuando
existe un estatuto praxiomotor, podríamos llegar a considerar que toda situación praxiomotriz
se entiende o se asemeja metodológicamente como si se partiese de un estatuto, aunque tal no
exista, siempre que queden perfectamente identificados los componentes de la tarea
praxiomotriz de referencia, o sea, sus condiciones y objetivos motores internos.
Por otro lado, no sólo lo comportamental se incluye en una PRAXIOMOTRICIDAD
FUNCIONAL. También atañe a los aspectos subjetivos y ocultos que maneja el participante
en todo tipo de situación. En conclusión, la noción de rol praxiomotor es más amplia desde
el momento en que se aplica operacionalmente incluso a las situaciones que no son juegos
deportivos colectivos: situaciones praxioambientales o praxiocorporales, ó que no son juegos,
ó que no se identifican con una competición...
En el apartado correspondiente hemos definido <<rol praxiomotor>> como el “uso
que la persona hace de las condiciones y objetivos explicitados en un estatuto praxiomotor”.
Esta noción mantendrá ciertas particularidades:
- Surge con la puesta en juego de un estatuto praxiomotor, o desde una situación que
se pueda asimilar como que procede de una tarea entendida como estatuto.
- Puede ser definido externamente (desde una “normatividad” estatutaria y las
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
44
expectativas de acuerdo a las funciones que contiene), o internamente (desde la
interpretación de los propios actores o de observadores externos).
- Variabilidad en las posibles funciones y cierto grado de libertad de actuación para
los participantes en la situación.
- Complejidad, conformada por una estructura de subroles praxiomotores.
- Simultaneidad en el desempeño e interferencia entre roles (y entre roles parciales o
entre subroles).
De acuerdo con lo anterior, las consecuencias metodológicas del <<rol praxiomotor>>
son diversas:
- Si se determina la existencia de un estatuto praxiomotor como definidor de una
situación, entonces podremos descubrir roles praxiomotores. En todo caso, podría
entenderse una situación no estatutaria como si así lo fuera. Si se logra una
caracterización total de roles praxiomotores interrelacionados en una situación (el
sistema de roles praxiomotores), entonces es que la situación se ha llegado a
interpretar globalmente, y, por tanto, se ha descrito toda esa situación.
- La estructura de roles praxiomotores conforman un complejo estratégico. Analizar la
estrategia motriz de una situación praxiomotriz es describir la totalidad de la situación.
<<Estrategia motriz>> es definido por Parlebas (1981: 265) como “Puesta en
práctica sobre el campo de un plan de acción individual o colectivo tendente a
resolver la tarea planteada por una situación” y por Hernández Moreno (1996a: 22)
como “Conducta motriz de un individuo, grupo o equipo, actuando en una situación
motriz dada, orientada hacia la resolución de los problemas que se le plantean en tal
situación, de manera individual grupal o en equipo”. En esencia un rol praxiomotor es
un rol estratégico.
- Como rol estratégico que es, cada rol praxiomotor debe atender a sus distintos
aspectos, siendo un compendio del total de sus vertientes: estatutaria, comportamental
y ecopráxica (percepción-interpretación del entorno praxiomotor), teleomotriz, y
relacional, si fuese el caso, entre otras. De acuerdo con ello, hablaríamos de: rol
estatutario y rol sociomotor (Parlebas), rol comportamental (Hernández Moreno),
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
45
rol ecopráxico (interpretación-intervención sobre el medio o entorno praxiomotor que
se genera) o rol teleomotor (interpretación-previsión de objetivos motores)
Dada esta extensa gama de opciones, es normal que Lasierra (1993: 43) hable de
“diferentes prismas de interpretación” de los roles en deportes de equipo, o que (49)
haya sido capaz de descubrir que un mismo subrol-intención puede desarrollarse por n
subroles-comportamiento (el los denomina “acciones”) y que un subrol-
comportamiento pertenezca a n subroles-intención. P. Navarro (1994: 182) desde una
teoría de la acción puede confirmar la apreciación de Lasierra: “... es característico de
la agencia humana el que pueda producir efectos <<físicos>> idénticos con muy
distintas intenciones y efectos físicos distintos con la misma intención”.
- En base a tal complejidad, un rol praxiomotor, o, si se prefiere, cada sector de la
estrategia motriz, puede entenderse como una estructura de subroles praxiomotores
parciales. La noción de <<subrol sociomotor>> es tratada por Parlebas (1986 y 1981),
Lasierra (1990 y 1993a), Hernández Moreno (1994a), Lloret (1994a) y F. Amador
(1994a), entre otros. También es de interés, en la misma línea, el concepto de
<<subfunción sociopráxica>> creado por el GEP (1994). Por otro lado, se pueden
proponer roles praxiomotores parciales como conjunto de subroles referidos a algún
aspecto concreto.
- Proponer un listado de roles parciales o de subroles praxiomotores implica indicar la
vertiente u orientación desde la que se parte. Proponer un sistema global de roles
praxiomotores y de subroles praxiomotores (o sea, explicar una situación praxiomotriz
o descubrir su estrategia motriz) implica indicar el modo de interrelación que se aplica
a ese listado. Dado que no siempre se hacen explícitos los criterios descriptores-
clasificadores, resultan listados de roles o subroles de muy diverso signo para una
misma práctica física. Esos listados aparentemente no dan pie a mostrar la posibilidad
de ser comparados. Apreciamos, sin embargo, que cuando los criterios de clasificación
y descripción de los roles parciales-subroles motores se tornan transparentes, los
listados de los diferentes autores son complementarios y no se descubren
contradicciones entre unos y otros.
- Las posibilidades de describir aspectos de roles praxiomotores o subroles
praxiomotores son las siguientes:
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
46
. Atendiendo al sistema de los objetivos motores, a la jerarquía compuesta de
objetivos motores internos (presentes en el estatuto praxiomotor) y objetivos
praxiomotores (deducidos de la situación praxiomotriz). Ejemplos de tales
serían los principios de juego de C. Bayer (1986) y Lasierra (1990) para los
deportes de equipo o los de Antón (1990) para el balonmano.
. Atendiendo al sistema de las condiciones del entorno praxiomotor, tanto en
su estado estático (estatuto praxiomotor) como en su estado dinamizado
(desarrollo de la tarea). Por tanto, se descubrirán roles praxiomotores parciales
o subroles praxiomotores, considerando lo percibido por un observador externo
(comportamiento motor) y también considerando las percepciones
situacionales de los participantes. En cualquier caso, harán referencia a lo
espacial (distancias, trayectorias, posesión de objetos...), a lo temporal
(aceleración, ritmo, sincronización, secuenciación), a lo gestual
(segmentariedad y uso de implementos o ropa, desplazamientos, manejo de
objetos o máquinas), a lo relacional (cuando son situaciones praxiosociales:
intercambio de objetos, gestualidad colectiva, trayectorias cruzadas,
velocidades coordinadas) y a lo equilibrador (cuando son situaciones
competitivas: aspectos anteriores que expresamente no se permiten en el
estatuto praxiomotor y consecuencias para el desarrollo de la situación). Dada
esta gran cantidad de alternativas es normal que por ejemplo F. Amador
(1994a: 310) hable, para los deportes de lucha, de sub-roles relacionados con la
utilización del espacio, relacionados con el tiempo o con la
contracomunicación.
- Hay dos formas de deducir los roles parciales-subroles praxiomotores procedentes de
la subjetividad de los agentes de la situación: siguiendo una línea perceptivo-
interpretativa o siguiendo una línea decisorio-proyectiva. En una línea perceptivo-
interpretativa diríamos que “el estado del entorno praxiomotor y los objetivos motores
de esta secuencia son o han sido o pretendían ser...”. De acuerdo con la decisorio-
proyectiva diremos que “tal como está ahora la situación, el plan previsto de actuación
tiene el objetivo de..., de modo que el entorno resultará probablemente con estas
características...”.
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
47
CLASIFICACIONES DE LOS ROLES SOCIOMOTORES
EN LOS DEPORTES DE EQUIPO CON PORTERO
Roles sociomotores estatutarios:
. Portero
. Jugador de campo.
Roles sociomotores comportamentales:
. Jugador con balón.
. Jugador compañero del que tiene el balón.
. Jugador adversario del que tiene el balón.
Roles sociomotores intencionales:
. Proteger el balón.
. Dirigirlo hacia la portería contraria.
Nueva propuesta.- Roles sociomotores estratégicos (PRAXIOMOTORES):
. 1.- Portero con balón que lo protege.
. 2.- Portero con balón que lo dirige hacia la portería contraria.
. 3.- Portero compañero del que tiene el balón, que lo protege.
. 4.- Portero compañero del que tiene el balón, que lo dirige hacia la portería contraria.
. 5.- Portero adversario del que tiene el balón, que lo protege.
.6.- Portero adversario del que tiene el balón, que lo dirige hacia la portería contraria.
. 7.- Jugador de campo que tiene el balón, que lo protege.
. 8.- Jugador de campo que tiene el balón, que lo dirige hacia la portería contraria.
. 9.- Jugador de campo, compañero del que tiene el balón y lo protege.
. 10.- Jugador de campo, compañero del que tiene el balón y lo dirige hacia la portería
contraria.
. 11.- Jugador de campo, adversario del que tiene el balón y lo protege.
. 12.- Jugador de campo, adversario del que tiene el balón y lo dirige hacia la portería
contraria.
Tabla 9.- Distintas facetas de roles praxiomotores (ejemplos tomados de un deporte de
equipo).
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
48
P. Parlebas (1981: 229) y Amador (1994a) plantean el problema de las siguientes sub-
segmentaciones, una vez identificado un subrol praxiomotor (sociomotor en el caso de estos
autores) que se toma como unidad. Concluyen que ello, puesto que implica una explicación
estratégica de la situación, no alterará la unidad estratégica desde la que se parte. Esta opción
es totalmente válida, puesto que la unidad que se toma para seccionar y definir (Parlebas,
1981: 293) un conjunto de subroles es la praxia. Según se adopten unos criterios u otros,
resultarán diferentes tipos y categorizaciones de subroles para una misma situación. En el
mismo sentido, según se afine más o menos en el seccionamiento de la situación entendida
como compendio de subroles, nos encontraremos con una cantidad mayor o menor de
subroles praxiomotores.
El problema se trasladará entonces al tipo y cantidad de indicadores escogidos para
las categorizaciones de la situación como roles-subroles praxiomotores. P. Parlebas (1981,
1985b) y P. Lavega (1995a) propone los de tipo espacial (terreno, móviles), temporal y
relacional (relaciones entre participantes). Pero si lo estratégico que definen los roles-subroles
praxiomotores se identifica con el uso de las condiciones y objetivos motores definidos en la
tarea, entonces los indicadores serán, además de los anteriores, los gestuales, y los
equilibradores (cuando exista competición).
Una estructuración completa de roles-subroles praxiomotores explicará entonces una
situación. Su forma topo-gráfica se ha re-presentado en forma de grafos, que Parlebas (1981 y
1986), denominará “red de cambio de roles -o subroles- sociomotores”-), pero también es
posible hacerlo en forma de árbol (en una jerarquización por niveles de especificidad), o
podrían intentarse otros modelos tal como las redes de Petri (P. Navarro, 1994), o las
representaciones desde la “teoría de la conversación” y de la “interacción de actores” (G.
Pask, 1994), o como “mapa conceptual” (Domínguez Lago y Valverde Rodríguez, 1993, para
el fútbol).
Entenderemos que, puesto que tiene una orientación netamente sociológica (Navarro
Adelantado, 1995a), tanto la Co-motricidad como la Praxiomotricidad funcional conforman,
conjuntamente, y en términos de Parlebas (1981, 1988a), una Sociomotricidad como
orientación metodológica en el estudio de situaciones praxiomotrices (praxiosociales, en su
caso).
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
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9.3.6.- Praxis motriz: signo. Praxémica Motriz
P. Parlebas es también inspirador de una última orientación metodológica, actualmente
de difícil aplicación operativa. Parlebas (1981 y 1986) habla de “praxemas” y “gestemas”
como las unidades sígnicas que surgen de una situación ludo-praxiosocial, cuando es
entendida como un código, donde un comportamiento motor o un gesto-emblema se entiende
como el significante del signo, y el proyecto táctico asociado se entiende como el significado
del signo.
Si bien el punto de partida es totalmente aceptable (situación interpretada como una
estructura-código de signos), la problemática de la restricción al subcampo praxiomotor que
propone Parlebas (1981, 1988a) (lo comportamental de los juegos deportivos sociomotores)
es idéntica a lo expresado para la orientación metodológica funcionalista -la de los roles
praxiomotores-.
Podemos definir un signo praxiomotor o praxis motriz entendida como un signo, que
daremos en llamar praxema motor, tal que asocie una percepción de las condiciones de un
entorno praxiomotor (condiciones praxiomotrices) -significante- y un proyecto estratégico, es
decir, objetivos praxiomotores -significado-. Esta propuesta metodológica conformará una
PRAXÉMICA MOTRIZ dentro de la Praxiología motriz. Es Praxémica por oposición a una
Praxética, o sea, una interpretación significacional de la situación praxiomotriz -“émica”- por
oposición a la puramente comportamental -“ética”-.
La perspectiva de la acción entendida como un signo es utilizada cada vez más en una
teoría de la acción. W. B. Pearce (1994: 284-285) presenta su particular concepción al
respecto:
“Quiero tomar la posición de que significados y acciones no son nunca
separables, pero al mismo tiempo no son nunca la misma cosa. Significados y
acciones son distintos aspectos de nuestro mundo”. “Desearía argumentar que
vivimos en un mundo real de significado-acción, construimos muchos de estos
mundos. Estamos juntos y simultáneamente involucrados en ellos”.
Siendo el ámbito de aplicación metodológica de los gestemas y praxemas demasiado
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
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restringido -las situaciones praxiosociales-, sin embargo, P. Parlebas (1981) propugna el
campo de la Semiotricidad, en un sentido amplio: comportamiento motor -significante-
asociado a una interpretación instrumental, socioafectiva o referencial, es decir, excediendo
los límites de la exclusividad que representa la situación praxiomotriz. Por ello, una
Praxémica motriz será un estudio semiotor delimitado a lo propiamente situacional, es decir, a
la elaboración disciplinar de estructuras de praxis motrices entendidas como códigos -sistemas
de signos-. La praxis motriz es, entonces, un praxema motor, es decir, la praxis motriz que
toma sentido en su situación al entender aquella como un signo.
Este signo praxiomotor mostrará sus dos típicas caras. El significante se entenderá
como la percepción y/o previsión del estado del entorno de la situación y/o realización
puramente comportamental. El significado se entenderá como la interpretación y/o
anticipación y/o consecución real de objetivos motores.
Veamos el punto de vista situacional de Parlebas dentro de su Semiotricidad. En los
códigos praxémicos (Parlebas, 1981) el significante será el comportamiento motor y el
significado el proyecto táctico que se le asocia, tal como es percibido. Parlebas (1981: 169)
define <<praxema>> como “Conducta motriz de un jugador, donde el significante es el
comportamiento observable y el significado el proyecto táctico correspondiente tal como ha
sido percibido”. Según Parlebas (1981) lo entiende en el comentario que sigue a la definición,
el “proyecto táctico percibido” asociado al comportamiento es el subrol sociomotor que dicho
comportamiento motor anuncia. Luego el comportamiento motor es el conjunto de indicios
seleccionados por el jugador y antecesores del subrol.
Pensamos que el concepto de <<praxema>>, tal como ha sido definido por Parlebas
puede ser netamente ampliado. Veamos algunas razones:
- El primer motivo es que el comportamiento motor es una percepción exterior, pero
no necesariamente la percepción es semejante para el observador externo
(investigador) que para el observador interno a la situación (agente). En el segundo
caso, interpretación del observador participante, los estudios deben dirigirse hacia que
el agente exteriorice su percepción, cosa que implica hacer hincapié en la fiabilidad del
estudio.
- El segundo motivo es que el comportamiento debe ser interpretado para ser asociado
a un significado denominado <<proyecto táctico>>. Esta asociación puede ser otra vez
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
51
según una interpretación externa (la que el investigador cree que el jugador realiza) o
interna (la interpretación del propio jugador).
- En tercer lugar las interacciones directas (las instrumentales explicitadas en un
reglamento de juego deportivo) pueden ser interpretadas como praxemas, con lo que
un estudio de códigos sígnicos de situaciones de juego ya no requeriría diferenciar lo
directo o lo indirecto. Recordemos que para Parlebas (1981) los praxemas son siempre
sociopraxis motrices indirectas.
- En cuarto lugar el concepto de subrol sociomotor es muy amplio: usos del espacio, de
tiempos, de secuencias que implican transgresiones del reglamento de juego,
movimientos y expresiones de la corporalidad de los participantes. Aún así, el
concepto de “proyecto táctico” puede ser más amplio que el uso que se le da al
concepto de “subrol sociomotor”. Hemos hablado de “uso” entre los praxiólogos;
nótese que como concepto definido (Parlebas, 1981: 227), en situaciones
praxiosociales el “subrol sociomotor” puede ser perfectamente asimilable a un
“proyecto táctico”. Algunos autores como Bayer (1986), Antón (1990),
Vankersschaver, Lasierra (1990) plantean la existencia de intencionalidades en el
juego que guían estratégicamente las acciones del jugador. Esas son también
generadoras de proyectos tácticos. En última instancia parece más adecuado hablar de
“objetivos praxiomotores”.
- El quinto motivo es que el proceso codificador puede ser también inverso en el
tiempo, al proceso que Parlebas sugiere en su comentario al concepto <<praxema>>
(reunión de indicios de un comportamiento motor que anteceden un subrol
sociomotor). Un jugador suele plantear mentalmente un proyecto táctico y luego
presentará indicios comportamentales (manipulación de las condiciones
praxiomotrices del entorno) cuando la realización sea efectiva. En este caso, se percibe
(anticipa) mentalmente el proyecto táctico a la ejecución (a la aparición del
comportamiento motor).
- En sexto lugar, el concepto de “praxema” podría ser también ampliado a las
situaciones no ludo-praxiosociales. Las situaciones generadas desde tareas no
estatutarizadas pueden interpretarse según una estructura codificada de signos,
estructura que no tiene por qué depender de un reglamento. En otras palabras, la
perspectiva praxemiotriz puede aplicarse a sistemas tales como situaciones no
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
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competitivas, situaciones que no son juegos motores, o situaciones que no son bailes
tradicionales. Por otro lado, si entendemos que a pesar de no existir comunicación
(motriz) (por ejemplo, en situaciones praxioambientales o praxiocorporales, es decir,
en las que no son praxiosociales) en una situación praxiomotriz siempre existe un
proceso de significación (se desprenden signos), entonces los concursos de atletismo,
la gimnasia artística, los Bolos, el surf, el Yoga y el Stretching, entre otros, pueden ser
perfectamente abordados por una Praxémica motriz. Una teoría de la significación sin
presentar necesariamente una comunicación es defendida por U. Eco (1976).
En diversos documentos P. Parlebas (1981 y 1986) indica el carácter diferencial del
signo praxiomotor respecto del signo verbal, ese que los lingüistas analizan. Considera que es
un error ciertas posturas de asimilación metodológica del praxema motor investigándolo como
si de palabras o de frases se tratasen. Parlebas (1986) nombra como ejemplo de tal error a R.
L. Birdwhistell, fundador de la Kinésica.
Para establecer las características semióticas de las praxis motrices, procederemos
mediante comparaciones con otro tipo de signos, sobre todo con los verbales. Ya puesto en
evidencia por P. Irlinger (1974) en referencia a los gestos-signo, por P. Parlebas (1986, 1981)
respecto de los praxemas, y corroborado por B. During (1991), otras características de los
signos de las comunicaciones no verbales son evidenciadas por S. Serrano (1981 y 1993) y
por M. Castañer (1992):
- Polisemia: a un mismo significante praxiomotor le pueden corresponder varios
significados y viceversa.
- Variabilidad: la percepción de significantes y la interpretación de significados
pueden modificarse entre sujetos en una misma situación praxiomotriz, o para un
mismo sujeto en diferentes situaciones. La realidad sígnica de las praxis motrices es
cambiante. En este punto se ha de insistir, entre otros, en el factor polisémico (un
significante con varios significados o viceversa) y en la inestabilidad (modificabilidad
de los códigos, que se cambian según las necesidades: equipo netamente defensivo,
jugadores de gran envergadura...)
- Simultaneidad: en una misma situación se producen varias percepciones de la praxis
motriz global, algunas de las cuales son seleccionadas por cada uno de los
participantes. Ello se contrapone a la linealidad de otros lenguajes. La justificación del
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
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factor de simultaneidad de los praxemas motores se justifica, entre otras causas, por la
superposición o yuxtaposición de distintos códigos y subcódigos, de carácter más
personalizado, o de distintos aspectos de los mismos.
Por ejemplo, se simultanean los códigos asociados a cada (sub)entorno:
praxiocorporal, praxioambiental o praxiosocial. También Parlebas (1986) insiste en la
superposición de tres códigos para los juegos deportivos sociomotores: el mecánico, el
específico (el mecánico asociado al reglamento) y el táctico (el específico pero
asociado al desarrollo del juego).
- Indiscreción: las praxis motrices no están delimitadas objetivamente, no son
discretas. Las praxis motrices como unidades sígnicas pueden ser captadas con
distintas “longitudes”.
- Subjetividad: La realidad de los significados es subjetiva y resulta indisociable del
aspecto pragmático (las reacciones que producen en los sujetos), los cuales incluso
pueden llegar a confundirse. Cada participante o conjunto de participantes analizan la
realidad sobre la que centran su atención, la misma realidad -situación praxiomotriz-
que colaboran en su construcción. Al respecto podemos indicar que para los agentes
toda percepción en vistas a la manipulación o gestación de una realidad es incompleta.
W. B. Pearce (1994: 278) manifiesta que “... el significado de una enunciación
siempre está inconcluso”.
- Irremediabilidad o continuidad. Cualquier praxis motriz, sea o no producida con la
intención de transmitir algo, transmite igualmente y su contenido puede ser captado y
utilizado por otros. De hecho, si la producción de la situación viene determinada por la
presencia de las praxis motrices y estas no aparecen, entonces no habrá “juego”.
Watzlawick (1994: 46) comenta que
“No sólo se ignora la fantástica capacidad del animal para percibir e
interpretar correctamente los más pequeños movimientos musculares, y sobre
todo la mímica, sino también el hecho de que nosotros, los seres humanos,
estamos emitiendo constantemente señales de las que somos inconscientes, y de
las que, por consiguiente, no tenemos ninguna influencia”.
A tenor de la famosa afirmación de este autor (“es imposible no comunicar”), Scott y
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
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Powers (1983: 49) defienden que “Como uno no puede dejar de comunicarse,
constantemente está revelando algo sobre sí mismo a las personas del entorno
inmediato”.
- Transaccionalidad: la praxis motriz informa sobre las personas que actúan (medio
social) y sobre el resto de aspectos que rodean a la persona que actúa (medio físico,
medio corporal) en la situación (ver la <<transacción sociomotriz>> en Delaunay,
1980 y 1985). Según esta óptica, el praxema motor es tremendamente motivado (para
cada circunstancia, en su propia situación praxiomotriz) y no arbitrario
En función de las características enumeradas, podríamos extraer algunas
consecuencias metodológicas, intentando la instrumentación de posibles estudios
praxemiotores:
- Hay que lograr la exteriorización de las subjetividades de los actores que intervienen
en las situaciones praxiomotrices, con frecuencia de manera no consciente.
- Hay que ahondar en esas subjetividades, para intentar completar los distintos planos
de la multidimensionalidad a que esta sometida toda praxis motriz.
- Esa multidimensionalidad a exteriorizar hará referencia a distintas dimensiones o
parámetros, tanto en lo que afecta al sujeto directamente, como en lo que afecta a su
entorno más directo. Habremos de repetir la evocación de una misma situación en la
que intervino el jugador.
- Contra la variabilidad atenderemos a la identificación de algún tipo de regularidades,
que en última instancia es lo que pretende toda investigación.
- Respecto de la no discreción, tendremos que buscarnos algún artilugio para
identificar y delimitar unidades de análisis.
Dos de los campos propios de una Praxémica motriz, siguiendo una concepción
semiótica clásica, son la Sintáctica praxiomotriz y la Semántica praxiomotriz. Veamos qué
opciones encontramos para su operativización.
La Sintáctica praxiomotriz, plano de la expresión, se ocupa del subsistema de
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
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significantes praxiomotores. Hace referencia a la percepción de la situación por parte de
cada participante (lo que ve, oye o palpa) -existan o no co-participantes-. Externamente
analizadas, esas percepciones se corresponden con los comportamientos motores en el sentido
de P. Parlebas (1981). Pero ya hemos hecho notar que también sería posible plantear un
análisis de las percepciones subjetivas del entorno praxiomotor. Una perspectiva ecopráxica -
desde una Praxiomotricidad ecológica- que analice las condiciones praxiomotrices percibidas
o previstas para su realización por los participantes, ya sea desde el punto de vista
comportamental o desde el subjetivo, parece tremendamente adecuada para abordar el sistema
(s-código en terminología de U. Eco, 1976) de los significantes praxiomotores.
Operativamente, podríamos utilizar la configuración praxiomotriz, que representa al sistema
de condiciones del entorno de la situación praxiomotriz.
La Semántica praxiomotriz, plano del contenido, se ocupa del subsistema de
significados praxiomotores. Sean proyectos tácticos, intencionalidades, planes estratégico-
motores, subroles praxiomotores, decisiones, etc., el contenido se resume en una estructura de
objetivos praxiomotores. Por ello la Teleomotricidad, que hace referencia a los objetivos
internos planteados por las tareas (por ejemplo un reglamento de juego), y a los objetivos,
finalidades o metas inmediatas de los propios participantes para lograr esos objetivos de la
tarea, parece ser la orientación idónea para abordar el s-código de los significados
praxiomotores. Operativamente podríamos introducir la red proposicional, que refleja el
sistema de objetivos motores de una situación praxiomotriz.
Un código praxemiotor, y siguiendo otra vez a U. Eco (1976 y 1990), resultaría de la
asociación de los dos s-códigos precedentes (el de los significantes y el de los significados),
en última instancia, de la superposición de una configuración praxiomotriz y de una red
proposicional completa.
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
Gráfico 25.- Modelo conceptual de la metodología de la Praxémica motriz.
Pero todo código es provisional: cambia en relación a la evolución estratégica que
adoptan los participantes cuando estos abordan un tipo de situación praxiomotriz concreta
(tácticas y contratácticas de los equipos deportivos, formación del jugador, perfeccionamiento
del bailarín, aprendizajes de los yoguis...). Una consecuencia metodológica implica, entonces,
no sólo el incrementar progresivamente la muestra con sucesivos estudios praxemiotores
(para poder decir que el código analizado es representativo de una población amplia y
diversa), sino además revisar permanentemente los resultados (para poder confirmar que el
código praxemiotor está actualizado).
En el apartado correspondiente indicamos las dificultades de operativizar los estudios
en una Praxiomotricidad ecológica: no se dispone de instrumental tecnológico fiable para
establecer los indicios del entorno que el sujeto percibe subjetivamente en la situación. El
SITUACIÓN PRAXIOMOTRIZ --- CCOODDIIGGOO PPRRAAXXEEMMIIOOTTOORR
(una práctica física) (sistema)
(P) PRAXIS MOTRIZ --- ((SS)) SSIIGGNNOO PPRRAAXXIIOOMMOOTTOORR
(una acción motriz (praxema motor,
esencial): unidad de análisis):
(p1)condiciones del entorno --- ((ss11))SSIIGGNNIIFFIICCAANNTTEE
PPRRAAXXIIOOMMOOTTOORR
(p2)proyecto táctico, objetivos --- ((ss22))SSIIGGNNIIFFIICCAADDOO
PPRRAAXXIIOOMMOOTTOORR
______________________________________________
(P) Planos: --- (S)Subsistemas:
(p1)de la expresión --- (s1)sintáctico
(p2)del contenido --- (s2)semántico
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
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recurso de la rememoración, incluso visionando simultáneamente la secuencia praxiomotriz
grabada en vídeo en la que el agente entrevistado participa, o desde una observación
participante, hay que utilizarla con extrema cautela.
Por el momento, la única fiabilidad siempre segura de un estudio praxemiotor
(elaboración de un código praxemiotor) consistiría en asociar comportamientos motores,
identificados por el investigador y/o por el propio participante, con objetivos praxiomotores,
estos sí, rememorados por el participante. Otras opciones pueden intentarse, pero requerirían
de comprobaciones estrictas de su grado de fiabilidad.
Ya en otro orden de cosas, la gran virtud de la perspectiva praxemiotriz, tal como
defenderemos más adelante, reside en que el signo praxiomotor muestra la capacidad de
reunir y superar las diferencias entre el punto de vista manifiesto y el oculto de la praxis
motriz. Esto tiene sus antecedentes ideológicos, por ejemplo, Praxiología motriz como ciencia
social positivo-mecanicista ó como ciencia hermenéutico-interpretativa, sistemas
praxiomotores según una cibernética formalista ó según una teoría de la información
comprensiva... Pero además tiene sus consecuentes metodológicos: metodologías
praxiomotrices “objetivas” y cuantitativas ó “subjetivas” y cualitativas... Al asociar
necesariamente dos aspectos -significante y significado-, ciertas dicotomías de la ciencia se
pueden llegar a poner en relación para intentar completar las explicaciones del signo
praxiomotor: lo natural y dado con lo socioculural y construido, lo sincrónico con lo
diacrónico, lo estático de la situación con lo dinámico...
9.4.- DIMENSIONES PARA EL ANÁLISIS DE LAS SITUACIONES
PRAXIOMOTRICES. RASGOS PERTINENTES Y VARIABLES
Toda investigación se rige por las progresivas decisiones metodológicas que toma el
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
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investigador, en función de los intereses que caracterizan el conocimiento -siempre parcial-
del objeto y campo de estudio. El proceso lógico, una vez se haya optado por centrarse en
alguno de los aspectos de los vectores sistémicos, y una vez se haya escogido alguno de los
aspectos de una o varias de las orientaciones metodológicas en el análisis del sentido interno
de las situaciones praxiomotrices, se centra en identificar indicadores y rasgos que nos
aporten la mayor información posible sobre el sistema de praxis motrices a investigar.
Al repasar las orientaciones de sentido de los sistemas de praxis motrices se coincidía,
en todas y cada una de las posibilidades, en que las procedencias de los indicadores, son
siempre las mismas. La información sobre los comportamientos motores y sobre las
sociopraxis motrices, sobre el entorno y objetivos praxiomotores, sobre los roles y signos
praxiomotores muestran idénticas referencias operativas. Los indicadores (variables en su
caso) proceden siempre del análisis de lo espacial, lo temporal y gestual, y de lo interaccional
y equilibrador (si es que hay, respectivamente, co-participación y competición) de la situación
praxiomotriz.
Ya puesto de manifiesto por P. Parlebas (1988a: 106) con los “rasgos pertinentes de la
lógica interna de los juegos deportivos”, es Hernández Moreno (1994a) quien (con los
iniciales “parámetros de la estructura funcional de los deportes de equipo”) esboza un modelo
metodológico con distintas revisiones1, susceptible de ser ampliado al total del campo de la
Praxiología motriz. El nuevo modelo sobre las dimensiones para el análisis de cualquier
situación praxiomotriz es el que expondremos a continuación.
1 El proceso seguido sobre el modelo metodológico de los
parámetros de la estructura funcional de los deportes y sus
distintas revisiones, puede apreciarse con los documentos de
Hernández Moreno de 1983, 1988b y 1994a. En esta última
publicación el modelo, que señala que es todavía revisable, es
ampliado al conjunto de los deportes.
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
59
Este proceder queda perfectamente justificado cuando cualquier situación
praxiomotriz es comprendida como un sistema, aislado del contexto global por sus especiales
rasgos pertinentes (características diferenciadoras). En este sentido, F. García Rodríguez
(1992: 6) señala que siendo una estructura dinamizada, “En todo sistema existen
obligatoriamente unas dimensiones espaciales y un tiempo, que viene dado por la medida de
su dinámica”. Puesto que hablamos de sistemas específicos -los “praxiomotores”-, a estas
dimensiones habrá que añadir otras, bien entendido que:
- Esas dimensiones son internas al sistema, sin menoscabo de que tales también
puedan aparecer en el macrocontexto praxiomotor. Un ejemplo de tal propuesta es la
de P. Lavega (1995a), que propone idénticos elementos para un sistema tomado desde
una perspectiva praxiomotriz o para un sistema desde una perspectiva sociocultural. El
caso inverso (dimensiones extrasituacionales tomadas como que pueden servir para
entender el sistema “situación praxiomotriz”) no siempre es factible: Lavega (1995a)
con el subsistema de apuestas, Hernández Moreno (1994a), C. Bayer (1986) y
seguidores, con el reglamento/reglas, o Parlebas (1981, 1986 y 1988a) y F. Amador
(1995), con los gestemas y subsistema de puntuación, son algunos de los ejemplos de
tal pretensión. Recordemos que estas últimas dimensiones son extrasituacionales,
puesto que no cumplen el criterio de especificidad (poseer rasgos de una praxis motriz)
o el de pertinencia (ser una condición necesaria y suficiente para el desarrollo de la
tarea).
- Cada dimensión conforma un subsistema parcial, un subcampo de investigación que
puede aislarse, pero también combinarse para explicar el sistema específico total.
Prácticamente todos los investigadores coinciden en algunas de las dimensiones. Otros
modelos dimensionales representativos, a parte de los de Hernández Moreno (1994a) y
Parlebas (1988a), son los modelos de Menaut (1982), Bayer (1986), Antón (1990 y
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
60
1992), Olaso (1993a), Lloret (1994a), Amador (1994a), Navarro Adelantado (1995a) y
Lavega (1995a), entre otros.
- Puesto que se trata de dimensiones que analizan la dinámica de la situación, tales
dimensiones siempre tienen su referente inicial (que no procedimental ni final, que
atañe exclusivamente a la situación) en la tarea praxiomotriz a desarrollar.
- Cada una de tales dimensiones dinamizadas, puesto que muestran el uso que los
participantes efectúan de las condiciones de la tarea praxiomotriz de referencia, en
vistas a la consecución del objetivo motor final que se propuso, no son más que los
componentes parciales de un estudio global sobre la estrategia motriz de una situación
praxiomotriz (por ejemplo, de un juego deportivo).
9.4.1.- Locomotricidad: el espacio praxiomotor
Su operativo metodológico supone la elaboración del (sub)sistema espacial. El
espacio de la situación, como espacio praxiomotor configura disciplinarmente el campo de la
LOCOMOTRICIDAD, que se definirá como el “estudio de las situaciones praxiomotrices
desde su dimensión espacial”. La praxis motriz como unidad de análisis estudiada desde la
dimensión espacial es una locopraxis motriz.
Las referencias espaciales son continuas en las monografías praxiomotrices. Ellas
consideran las consecuencias praxiomotrices -generación de praxis motrices- de las
características de los componentes espaciales: del terreno, del espacio aéreo y acuático, de las
diferentes subzonas, de máquinas e ingenios mecánicos, de objetos fijos y móviles, etc.
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
61
Desplazamientos de participantes y de los móviles que estos utilizan con o sin medios
de transporte, posiciones y distancias respecto a referencias concretas (respecto a líneas,
metas, aparatos estáticos, zonas corporales), ó referencias relativas (respecto a móviles y
participantes en movimiento o reposo entre sí), conforman el grueso de los indicadores en las
investigaciones. Algunas de las propuestas nos remiten a Parlebas (1988a), Hernández
Moreno (1987), Riera (1995b) o Ruiz Llamas (1996). En suma, lo espacial es una de las
grandes variables incluidas en las investigaciones de la Praxiología motriz.
La dimensión espacial aparece necesariamente en todo sistema praxiomotor.
Junto a la gestual se manifiesta como una de las dos dimensiones básicas en el estudio de
las situaciones praxiomotrices. Las restantes dimensiones (temporal, comunicacional y
equilibradora) se refieren en última instancia a cuestiones espaciales.
Mediante la dimensión espacial podemos determinar toda una extensa gama de
comportamientos motores, de sociopraxis motrices (“espacio sociomotor”, en Parlebas,
1988a), de percepciones del entorno (Mahlo, 1985), de objetivos motores (“objetivos
locomotores”, en Rodríguez Ribas, 1995a), de roles y subroles praxiomotores (tales como el
“zaguero” en voleibol (Parlebas, 1986), “jugador del equipo que posee el balón” (Hernández
Moreno, 1987) ó “subroles relacionados con el espacio” (Amador, 1994a)) y, finalmente, de
praxemas motores.
Precisamente sobre los signos espaciales, tenemos la propuesta de una Proxémica (uso
cultural del espacio) de E. Hall (1976), que es revisada por Poyatos (1994) y aplicada a la
Educación física por M. Castañer (1993). Para Parlebas (1981 y 1986) una Proxémica
específica debe ser retomada por la Praxiología motriz, iniciativa que nosotros daremos en
denominar Proxémica praxiomotriz, y que definiremos como el “estudio praxemiotor de las
situaciones desde su dimensión espacial”.
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
62
Desde una perspectiva teleomotriz, la Locomotricidad debe ser ampliamente
introducida en los estudios de situaciones locomotrices, que son las propias de la mayoría de
los juegos deportivos. Para P. Bourdieu (1988: 175) “... la prioridad de las prioridades es la
construcción de la estructura del espacio de las prácticas deportivas cuyos efectos
registrarán las monografías consagradas a deportes particulares”: en atletismo (lanzar o
saltar más lejos), en deportes de equipo y en deportes de tiro (introducir el móvil en la diana),
en juegos de persecución (alcanzar-tocar a otro), en todo tipo de carreras (llegar antes a la
meta: automovilismo, ciclismo, sobre patines o esquies, atletismo, natación, etc.).
En situaciones isolocomotrices (surf y fun-board, rítmica de conjuntos, patinaje
artístico...) y en las de isomotricidad de objetos (malabares, gimnasia rítmica con aparatos,
correcto manejo de máquinas) lo espacial y sus componentes (terreno, móviles, maquinas)
también se muestra como muy relevante. En definitiva, el estudio del uso del espacio para la
consecución del objetivo motor final debe ser siempre abordado.
En otro tipo de situaciones isomotrices (isomiotrices -culturismo-, isocronomotrices -
bailes-) y en las situaciones miotrices (Yogas, Tai-chí, Stretching, Jogging, pesas, relajaciones
y sofrologías) lo espacial será menos importante, aunque no debería nunca descuidarse su
inclusión en los análisis.
Desde una perspectiva ecopráxica, esta dimensión espacial es muy significativa en las
situaciones praxioambientales, y, por supuesto, en las situaciones praxiosociales, donde lo
espacial (distancias relativas, ocupación de zonas, desplazamientos conjuntos, transmisión de
móviles, percepción de la ubicación de los otros o de los móviles por otros manejados) es uno
de los principales medios de relación. En las situaciones praxiocorporales, donde los límites
del entorno para la producción de praxis motrices quedan fijados por lo corporal, lo espacial
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
63
tiene sentido con los movimientos intersegmentarios (distancias relativas), con la localización
y participación de zonas corporales y sus funciones (tórax, abdomen, chakras, ampliar el
volumen pulmonar en una inspiración profunda...).
Veamos seguidamente algunos fundamentos conceptuales y metodológicos que
puedan incluirse en una Locomotricidad. Semánticamente, según T. Romañá (1994: 21-22)
“El espacio, es lo que contiene a todos los objetos sensibles, y al mismo tiempo, la parte que
ocupan dichos objetos. Es por tanto vacío, cabida, capacidad, y extensión, amplitud,
volumen”. Según Vurpillot (1979: 128) “Percibimos los objetos situados unos respecto de los
otros y manteniendo entre sí relaciones de distancia”. Ello requiere de algunas matizaciones
(128-129):
- Objeto abarca al sujeto que percibe y a cualquier elemento perceptualmente aislable.
- Hay más de un espacio: los matemáticos, el físico y los perceptuales.
- Los espacios matemáticos se corresponden con las geometrías, más o menos
aplicables al espacio físico y a los perceptuales.
- Los seres vivos están dotados de órganos sensoriales, por medio de los cuales
obtienen información de sí mismos y se ponen en comunicación con el mundo físico y
con los demás. Por tanto nos podemos encontrar, siempre en relación con el espacio
físico (sometido a la gravedad, a la luminosidad, etc.), con un espacio visual, auditivo,
táctil y propioceptivo, químico...
- La posesión de un sistema coherente de relaciones espaciales implica:
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
64
a. Relaciones entre los puntos del espacio físico (objetos) y también de personas, y los
estímulos que éstos proporcionan.
b. Correspondencia entre los datos sensoriales obtenidos a partir de un mismo grupo de
objetos (físicos, sociales). Es patente que (Vurpillot, 1979: 129) “La motricidad
desempeña un papel muy importante en la integración de los diferentes datos. Cuando
esta última es perfecta, el sujeto cuenta con un marco de referencia estable, el espacio
representativo, al que confronta toda nueva percepción”.
- El estudio del espacio puede desintegrar artificialmente las informaciones
provenientes de los distintos órganos sensoriales, ó, también, los diferentes conjuntos
de objetos del espacio.
- En todo caso, vivimos en un espacio de n-dimensiones, que superan la relación
espacio tridimensional-tiempo.
Metodológicamente, para Wicker (T. Romañá, 1994: 94) un <<escenario de
conducta>> es “... una realidad objetiva, empírica, autogenerada y reconocible por sus
habitantes, localizada en el espacio y en el tiempo, donde se realizan ciertas actividades en
forma de patrones o pautas en relación al entorno físico”. Ese escenario requiere de un
estudio en tres niveles (T. Romañá, 1994: 98):
- Análisis de recursos, o componentes del escenario, o nivel previo referido a las
condiciones motrices internas espaciales. Podríamos establecer un paralelismo entre
este concepto y la idea de “espacio pertinente” de las praxis físicas en Lagardera
(1994c).
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
65
- Análisis de la dinámica interna, como dispositivos para realizar las tareas
relacionadas con el escenario. Es el nivel situacional específico que incluye en
exclusividad disciplinar a las condiciones praxiomotrices espaciales.
- Análisis del contexto, según lazos de ese escenario con otros, con organizaciones
más amplias y con factores culturales e históricos. Es el nivel interdisciplinar o
transversal y no exclusivo, donde las condiciones praxiomotrices espaciales se ponen
en relación con otras condiciones espaciales extrasituacionales y/o contextuales. Al
respecto es ilustrativa la definición de las distintas “zonas” de actuación que Lavega
(1995a: 620 y ss.) estructura en distintos niveles, desde los situacionales (zonas
esenciales para participantes: tiradores), esenciales para no participantes
(plantadores...) y zonas no esenciales o contextuales (espectadores, árbitros,
representantes federativos...).
9.4.2.- Kinemotricidad: la gestualidad praxiomotriz
Sea cual sea el sistema praxiomotor de referencia, la dimensión gestual se introduce de
una u otra forma en las propuestas y estudios situacionales. Para Parlebas (1988a), uno de los
rasgos pertinentes del juego deportivo son los “modos de resolución de la tarea”. Para
Hernández Moreno (1994a) y los seguidores de su modelo metodológico, la técnica es uno de
los parámetros a abordar en el estudio de las situaciones ludomotrices.
La dimensión gestual aparece necesariamente en todo sistema praxiomotor. Junto
a la espacial se manifiesta como una de las dos dimensiones básicas en el estudio de las
situaciones praxiomotrices. Las restantes dimensiones (temporal, comunicacional o
equilibradora) hacen referencia en última instancia a lo gestual.
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
66
Conceptualmente el término <<kinemotricidad>> es más amplio de lo que pudiera
deducirse de él semánticamente. Esto es así porque partimos de la idea de la Kinésica, como
disciplina que analiza la gestualidad de las personas en el seno de una cultura. Al respecto nos
encontramos con las obras de Birdwhistell (1979, por ejemplo), y la reivindicación que de la
Kinésica efectúan Parlebas (1986 y 1981) y M. Lloret (1994a), entre otros, para una
Praxiomotricidad situacional.
Es decir, en el análisis de una situación praxiomotriz una KINEMOTRICIDAD se
referirá al estudio del conjunto de posiciones y movimientos faciales, segmentarios y/o
corporales. Por otro lado, este “estudio de las situaciones praxiomotrices desde su dimensión
gestual” también debería incluir, entre otros, el análisis del empleo que realizan los
participantes respecto de sus implementos, accesorios o de las prendas de vestuario
imprescindibles para el desarrollo de la tarea. Bien pensado, tales componentes son, en
realidad, prolongación de su cuerpo externo (stick, bate, raqueta, pértiga, comba, florete,
judogui, zapatillas, protectores...). Por último, el análisis de la “gestualidad” de lo
internamente corpóreo es otra opción de contenido de estudio de la Kinemotricidad
(respiraciones, tensión-distensión articular y muscular, presión en el contacto...), sin que ello
obligatoriamente deba mostrar movimiento externamente perceptible (ese es el caso del Yoga
o de la relajación progresiva).
Este amplio ámbito tiene sus limitaciones. Si entendíamos un sistema praxiomotor
como aquel que contenía al conjunto de elementos que son condición necesaria y suficiente
para el desarrollo de tareas praxiomotrices (ver la TESIS 1 de la “exclusividad disciplinar” en
el apartado correspondiente), entonces el gesto-emblema (M. Castañer, 1993) o el gestema-
sustituto de la palabra (Parlebas, 1981) no tienen cabida en una Kinemotricidad, puesto que
como (sub)disciplina, sólo afectará a la comprensión de lo situacional. Los gestemas son,
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
67
entonces, un conjunto de elementos extrasituacionales yuxtapuestos o simples añadidos de las
praxis motrices en situación.
No obstante, lo gestual en situación -gestualidad praxiomotriz- toma sentido en tanto
en cuanto afecta al desarrollo de la tarea. Ulteriores interpretaciones (simbólicas,
biomecánicas, fisiológicas, culturales, etc.) corresponden entonces a una lógica externa, es
decir, dentro de la Praxiología motriz, a estudios transversales -véase la Praxiomotricidad
contextual-.
El tratamiento metodológico de la gestualidad praxiomotriz tiene como uno de sus
objetivos la construcción del (sub)sistema gestual. La praxis motriz como unidad de análisis
situacionales estudiada desde la dimensión gestual es una kinepraxis motriz.
Hasta el momento la orientación metodológica kinemotriz más extendida ha sido la
comportamental: el estudio de la gestualidad externamente perceptible respecto de los
implicados en la situación (correr, saltar, lanzar, pasar, trepar, levantar...). En teoría de la
acción, y en palabras de J. Habermas (1989b: 241) “Bajo la aparición de procesos
observables en el mundo de las acciones aparecen como movimientos corporales del sujeto
agente”.
En sectores muy concretos del amplio campo de la Praxiología motriz, una estabilidad
del gesto deportivo, más o menos eficaz para la consecución de los fines motores y
subobjetivos, se suele denominar “técnica”. J. Riera (1995a: 54) defiende que los términos
más descriptivos del concepto <<técnica>> en el deporte son: ejecución, interacción con la
dimensión física del entorno y eficacia. Hernández Moreno (1996a: 20) define <<técnica
deportiva>> al “modelo de ejecución biomecánico mediante el cual el individuo resuelve, de
forma operativa, la acción práxica que le plantea una situación motriz determinada”. Para
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
68
Lasierra (1993: 48) un tercer nivel de concreción de los subroles en los deportes de equipo es
el de la modalidad de ejecución, gesto o forma para solucionar una acción.
En ciertas actividades de expresión corporal (mimo, danza) el estudio de lo gestual
exteriormente perceptible y sus caracteres, es presentado como uno de los elementos más
destacados. Por ejemplo Laban (1987) se refiere a los “aspectos mensurables de la
movilidad”: resistencia fuerte-débil, velocidad rápida-lenta, dirección recta-ondulada y
control detenido-liberado. P. Ossona (1984) en dos de los apartados de su libro (“diseño y
expresión” y “ejercicios de análisis”) propone: “poses de baile”, “movimiento de tipo
percusivo”, “unir marcha al movimiento”, etc.
Para von Wright (1980) el aspecto exterior de la acción contiene un sub-aspecto
inmediato -como actividad muscular: levantar el brazo- y otro remoto -como consecuencia:
lanzar el balón-. Para este autor, el sub-aspecto remoto no necesariamente implica cambio en
la situación.
Para G. Lasierra (1995) el estudio de la técnica es estudio de la acción instrumental y
de la adaptación al entorno. Siguiendo a Habermas (1989b: 234) “Las reglas de acción
instrumental sirven para la solución de tareas técnicas”. Es decir, la estabilización de
procedimientos de resolución de situaciones supone un conjunto de reglas de actuación
efectivas. Ese es el modo de intervención normativo de, por ejemplo, la tecnología, la
rehabilitación, la Educación física, y el entrenamiento deportivo o coreográfico.
Para el análisis de las acciones Anscombe (1991) sostiene que primero es la
comprensión de la intención y, en todo caso, después se introduciría la explicación en base a
los factores corporales, y nunca al revés. G. Anscombe (1991: 75) defiende que
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
69
“... cuando describimos acciones intencionales en tanto que tales, sería un
error buscar la descripción fundamental de lo que ocurre, como el movimiento
de los músculos o de las moléculas, para después pensar en la intención como
algo, quizá muy complejo, que la califica. Los únicos hechos que deben
considerarse son las acciones intencionales mismas, y llamar intencional a una
acción significa que es intencional según alguna descripción que demos (o
podamos dar) de ella”.
De acuerdo con tal idea, la perspectiva comportamental es relativamente pobre, y a
todas luces incompleta para las explicaciones kinemotrices en el seno de una
Praxiomotricidad situacional.
Ello supondría referirse a otras orientaciones metodológicas intradisciplinares.
Ciñéndonos a la perspectiva relacional, las interacciones gestuales directas entre los agentes
en situaciones praxiosociales es resaltada por los praxiólogos: contacto directo con o sin
objetos cooperando (pases, torres), oponiéndose (golpeo, tocado, inmovilización) o en
cooperación-oposición (melé, barreras, bloqueo).
Dentro de esa misma perspectiva relacional, la orientación funcional es con frecuencia
particularizada a lo gestual. Los “roles estratégicos” en los deportes de equipo de Hernández
Moreno (1994a) (poseedor del balón, compañero del poseedor del balón y adversario al
poseedor del balón), suele con frecuencia desembocar en una lista de opciones -subroles
sociomotores- que consideran esa misma relación con el balón: conducir, controlar, pasar,
interceptar, recibir, proteger...
En otros estudios, el agrupamiento por tipos de gestualidades también supone definir
subroles, como en el caso de los “subroles luctatorios” -o de “acción técnica”- de Amador
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
70
(1994a): levantar al adversario, desequilibrarlo, segar con la pierna, enganchar con la mano...
En esta misma línea funcional, es destacable la aportación de Lasierra (1993) respecto
del nivel de concreción para la determinación de las “subfunciones ludomotrices”: conductas
con significación e intencionalidad (dar continuidad), acciones observables y medibles (pase)
y modalidad de ejecución gestual (pase en armado clásico).
Una perspectiva ecopráxica toma en consideración no sólo lo exteriormente
observable de lo gestual en la situación, sino también lo subjetivamente perceptible de esa
misma gestualidad. La operativización de este aspecto en los estudios praxiomotores son por
el momento prácticamente inabordables, a no ser que las interpretaciones de los participantes
alcancen un cierto grado de mínima fiabilidad.
Cuestiones de la interocepción, la sensación de tensión o de la reequilibración en el
movimiento o en las posiciones corporales, de la percepción de la intensidad de la respiración
y del latido cardiaco, sensaciones de presión (intensidad del roce del viento, del golpeo del
adversario o de los apoyos en la zancada), colocación del implemento (sitck, raqueta) aunque
no haya control visual, etc., son algunos de los ejemplos de esta orientación. Como se habrá
podido apreciar, la Kinemotricidad es factible en todo tipo de sistemas: praxiocorporales,
praxioambientales y praxiosociales.
Desde la perspectiva teleomotriz, que toma en cuenta la intencionalidad como fines a
lograr con la realización de praxis motrices, el análisis de lo gestual es muy significativo para
ciertos sistemas. Concretamente, en las situaciones isomotrices (reproducción
cualitativamente adecuada de ciertos modelos definidos en base a criterios motores) lo gestual
debería considerarse sobre todo en las isomorfomotrices (danzas, acrobacias, expresión
mímica), en las isomiotrices (culturismo) y en la isomotricidad de objetos (manejo de
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
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máquinas y de móviles, malabarismos).
La perspectiva praxemiotriz, que, tratando a las praxis motrices como signos, asocia
un aspecto manifiesto o subjetivo del entorno praxiomotor (condiciones praxiomotrices) a
otro referido a los objetivos praxiomotores (proyecto, plan, intención, meta), da perfecta
cabida a una kinemotricidad: en el seno del primer aspecto, por ejemplo tomando los datos
referidos a las posturas corporales y segmentarias; en el aspecto teleomotor, identificando los
subobjetivos (motores) de carácter eminentemente gestual. Desde esta perspectiva podemos
definir una Kinémica praxiomotriz como el “estudio praxemiotor de las situaciones
praxemiotrices desde su dimensión gestual”.
9.4.3.- Cronomotricidad: el tiempo praxiomotor
El factor temporal de las situaciones praxiomotrices es recalcado por los
investigadores y teóricos de la Praxiología motriz, de tal modo que podemos proponer un
fundamento metodológico (y conceptual) basado en tal dimensión.
Una CRONOMOTRICIDAD, para el análisis de las situaciones praxiomotrices de
acuerdo a su aspecto temporal se define como aquel “estudio de las situaciones
praxiomotrices desde su dimensión temporal” y tiene como uno de sus objetivos la
construcción del (sub)sistema temporal. La praxis motriz como unidad de análisis estudiada
desde la dimensión temporal es una cronopraxis motriz.
Las referencias al tiempo praxiomotor no son tantas como las del espacio
praxiomotor. Para P. Parlebas (1988) los imperativos temporales son un conjunto de rasgos
diferenciadores de la acción motriz entre juegos deportivos. Según A. Menaut (1982)
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
72
podemos diferenciar una sincronía interna (que define las estructuras del juego) de una
diacronía interna (que define la dinámica de cada situación motriz). El tiempo también es
introducido por Hernández Moreno (1994a) como uno de los parámetros configuradores en la
acción del juego deportivo. Las referencias de otros autores como Delaunay (1973 y 1985),
Mahlo (1985), Lasierra (1993), Lagardera (1994c), Navarro Adelantado (1995a) y Riera y
Riera (1995b) nos inducen a reconocer la necesidad de incluir lo temporal en los estudios
sobre el conjunto de las situaciones praxiomotrices.
Algunas de las escasas investigaciones que nos son próximas y que incluyen la
dimensión temporal como variable de estudio son, entre otras: Hernández Moreno (1996c),
Antón (1992), Olaso (1993), Lloret (1994a), Amador (1994a), Lavega (1995a) y Ruiz Llamas
(1996).
No debemos olvidar que sea cual sea el sistema praxiomotor de que se trate, como
sistema que es, el factor temporal es uno de los principales condicionantes de su dinámica.
Son precisamente estas carencias metodológicas las que nos conducen a desarrollar este
apartado con una mayor amplitud.
El tiempo praxiomotor, como orientación metodológica en las investigaciones sobre la
toma de sentido de las praxis motrices, aparece fundamentalmente en el análisis del
comportamiento motor: tiempo de participación y pausa (Hernández Moreno, 1996c) e
incidencias reglamentarias (Hernández Pérez, 1994), tiempo-indicador (Riera, 1995b), ritmo
del combate, o como variable independiente para el registro de secuencias (por ejemplo en un
ludograma o locograma, según intervalos temporales).
Hernández Pérez (1994: 33) lo denomina<<tempus>> y lo define como “Parámetro
de la lógica interna del deporte, referido tanto a la actuación del individuo como al
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
73
desarrollo general del juego, que refleja la rapidez y cantidad de conductas motrices que
caracterizan la acción de juego en un periodo determinado”.
Entendido como factor de interacción, lo temporal se corresponde a un tiempo
sociomotor, y para su tratamiento metodológico se ha propuesto distribuirlo Parlebas (1981 y
1986) entre lo comportamental, lo funcional (subroles sociomotores) y lo praxémico.
Podemos intentar, tal como Parlebas (1988a) propone para lo espacial, abordar el tiempo
sociomotor de acuerdo a un:
- Tiempo en tanto que secuencia fija a superar.
- Tiempo distribuido en subtiempos diferenciados.
- Tiempo en tanto que instante a alcanzar.
- Tiempo de enfrentamiento motor (de contactos, de guardia, de carga).
- Tiempo individual de interacción.
La perspectiva cronomotriz de lo interaccional presenta otras opciones. Por ejemplo,
para los deportes colectivos, y también haciendo un símil con el factor espacial que presenta
Hernández Moreno (1994a), podremos estudiar el tiempo como:
-Subtiempos: tiempos fijos prohibidos, tiempos variables prohibidos, tiempos fijos
semiprohibidos y tiempos-marca.
- Tiempo en función del desarrollo del juego: tiempos colectivos (intervalos de
organización de la jugada, intervalos temporales más o menos favorables para lograr
puntuar) y tiempos individuales dentro del grupo.
Para este grupo de juegos deportivos (colectivos y de competición) o para aquellos
individuales (competitivos) pero en los que los participantes actúan paralelamente, podemos
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
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distinguir en tal símil espacial (Lavega, 1995a: 620): tiempos comunes, tiempos antitéticos y
tiempos concurrentes.
Otros aspectos temporales como la sincronización (Rodríguez Ribas, 1994a) o las
anticipaciones (Parlebas, 1986) merecen ser investigadas, por cuanto puedan afectar a la
deducción de la estructura del desarrollo de las situaciones.
El tiempo eco-práxico, a parte de las dos anteriores perspectivas -la comportamental y
la relacional-, incluirá una orientación más subjetiva: sensaciones de duración, de velocidad y
de aceleración, de compenetración, de mantenimiento del ritmo... Su instrumentalización
metodológica se muestra harto complicada y, por el momento, de cuestionable fiabilidad.
Estos condicionantes no deberían obviar el intento de operativizar y validar técnicas de
investigación alternativas a las actualmente existentes.
En las situaciones praxiocorporales el tiempo es marcado introspectivamente, es
decir, con referencia a ritmos corporales (respiratorios, cardiacos), o, simplemente, sin
referencias (cálculo subjetivo de la duración de la tensión-distensión muscular, cálculo del
trabajo para cada chakra, duración del estiramiento...).
En las praxioambientales parece oportuno tomar en consideración las circunstancias
anteriores en relación al transcurso de acontecimientos externos al sujeto (duración y
velocidad de una ráfaga de viento, ritmo de la música, tiempo cronometrado, ...). En este tipo
de sistemas puede surgir, al igual que en el terreno físico, una incertidumbre temporal
(momento de llegada a una baliza o de tomar una ola, por ejemplo).
Respecto del tiempo en las situaciones praxiosociales, se acumula la información
temporal de lo praxiocorporal y lo praxioambiental junto a la interaccional. La necesaria
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
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existencia de co-participantes ya implica que cada agente atienda a los ritmos de los otros
(sincronizando, rompiéndoles la estabilidad rítmica, acelerando respecto a ellos, etc.). En
suma, el análisis temporal se complicará, por cuanto cada agente puede ser un elemento de
incertidumbre para los demás.
Por otro lado, junto a un tiempo individual (en relación a sí mismo, en relación al
entorno físico y al entorno social), una investigación cronomotriz de situaciones
praxiosociales sólo estará completa si se toma en cuenta un tiempo colectivo. El tiempo
colectivo nos conduce al tratamiento del grupo o de los subgrupos de co-participantes como
un todo, como una unidad (tiempo invertido en llevar el balón a meta, duración de la melé,
ritmo de palada en un ocho con timonel...).
El tiempo teleomotor, tiempo como objetivo (o subobjetivo) motor a lograr, apenas se
encuentra desarrollado en la literatura praxiomotriz. No obstante es muy relevante cuando se
hayan de analizar situaciones isocronomotrices (aquellas que implican una reproducción de
modelos temporales: bailes, seguimiento de ritmos, etc.), o en cualquier situación -locomotriz,
isomotriz o miotriz- condicionada a una superación temporal (llegar a meta antes que el otro,
mantener el equilibrio tantos segundos, aguantar la respiración un intervalo de tiempo
fijado...).
En idéntica consideración al tiempo eco-práxico, el tiempo teleomotor presenta un
aspecto subjetivo, es decir, el tiempo como meta particular e intermedia a lograr, en vistas a la
consecución del objetivo final (que puede mostrar o no una caracterización temporal).
Una cronomotricidad funcional sí parece estar algo más desarrollada
metodológicamente, sobre todo para los deportes sociomotores: los sectores de acción
estatutarios debidos a los imperativos temporales utilizados para deducir los roles
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
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sociomotores en los juegos deportivos colectivos en Parlebas (1985b), los “subroles
relacionados con el tiempo” en Amador (1994a), o la categoría “temporizar” como subrol
sociomotor común a los deportes de equipo (Hernández Moreno, 1994a) o como acción
(Riera, 1995b).
En palabras de G. Robles (1984: 52) “En todo caso, la determinación de los límites
temporales dentro de los cuales ha de tener lugar la acción constituye un elemento necesario
de la convención que es el juego”. Puesto que un rol praxiomotor puede ser analizado desde
diferentes vertientes, quizás como subroles (estatutaria, comportamental, individual o
relacional, subjetiva, en función de las condiciones del entorno o según los objetivos
praxiomotores), las cuestiones temporales de las praxis motrices entendidas como asociadas a
papeles a desarrollar pueden ser muy diversas. Ello nos obliga a remitirnos a las otras
orientaciones metodológicas.
Por último, la dimensión temporal de las situaciones desde una orientación
praxemiotriz (praxis motriz como signo) no está en absoluto iniciada ni propuesta en los
estudios praxiomotores. No obstante, puede servirnos de referencia algunas consideraciones
metodológicas de la <<Cronémica>> (Poyatos, 1994 a y b), análogo temporal de la
“proxémica” espacial de E. Hall, y que se define (Poyatos, 1994a: 159) como “la
conceptualización, estructuración y uso del tiempo” que efectúan las personas en el seno de
cada cultura.
Por nuestra parte, daremos en llamar Cronémica praxiomotriz al “estudio
praxemiotor de las situaciones praxiomotrices desde su dimensión temporal”. Su operativo
metodológico, evidentemente, está aún por desarrollar. Algunos de los intentos aproximativos
pueden ser los de Irlinger (1973) o Mahlo (1985). No obstante, podría servirnos inicialmente
la asociación entre el subsistema (s-código) de condiciones praxiomotrices-tiempo
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
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(significante del signo praxiomotor) y el subsistema (s-código) de objetivos praxiomotores-
tiempo (significado del signo praxiomotor), es decir, la vertiente temporal de,
respectivamente, la configuración praxiomotriz y la red proposicional.
Lo que procede a continuación es introducir algunas aportaciones conceptuales y
metodológicas, comunes a las ciencias sociales, para llegar a fundamentar una
Cronomotricidad.
N. Caparrós (1994: 51) propone llamar <<tiempo>> a un
“... concepto estructural no intuitivo de carácter plural, que da cuenta de la
reversibilidad/irrevesibilidad de los procesos y que permite delimitar la
dinámica y el sentido de los sistemas tridimensionales. Por otra parte,
denominaremos temporalidad a esa región particular del tiempo que se
enuncia centrada en cada sujeto y que tiene como fin dotarle de sentido”.
Para Luhmann (I. Izuzquiza, 1990: 243) “... toda acción es, fundamentalmente, un
suceso temporal. Y, en consecuencia, la teoría de la acción debe incluir, necesariamente, una
teoría del tiempo para que pueda ser abordada con precisión”. Puesto que la acción la
entiende este teórico como un suceso conectivo, entonces será necesario “... incorporar el
elemento temporal que supone toda conexión y toda selectividad entendida como conexión,
para poder entender la acción”.
En esta misma orientación, García Rodríguez (1992: 6) defiende que “El tiempo es la
medida dinámica de los sistemas”, de modo que se manifiesta como “... una propiedad
emergente de todo sistema y que desaparece cuando el sistema pierde su dinámica”. En otras
palabras, esta dimensión es inherente a toda situación praxiomotriz, de modo que
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
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atemporalmente, la situación se reduce a su nivel estático, es decir, únicamente al de la tarea
praxiomotriz.
Este mismo autor (García Rodríguez, 1992: 6), indica que “El tiempo no tiene
sustancia en sí, sino que es sólo la propiedad sistémica, que desaparece con la quietud”. En
otras palabras, en el análisis de toda situación praxiomotriz habremos de asociar siempre lo
temporal a alguna de las otras dos dimensiones básicas, la espacial o la gestual, puesto que
ellas sí pueden ser en sí mismas. El tiempo praxiomotor no es nada por sí, es siempre un
tiempo percibido o medido de manejo de objetos y de recorrer un terreno o de ocupar una
zona (tiempo-espacio), de mantener un equilibrio y de seguir un ritmo con las palmas
(tiempo-gestualidad), etc.
En este sentido, para un sistema praxiomotor dado y dinamizado por lo actores
protagonistas (P. Fraise, 1979: 83-84)
“... la percepción y la estimación del tiempo son directamente referidas a la
captación de los diferentes caracteres del devenir. Los cambios de los que
hablamos son aquellos que corresponden al medio físico, técnico, social en el
que vivimos y aquellos que corresponden a nuestro organismo. En todo
momento, el sujeto se encuentra confrontado a una doble serie de
acontecimientos, externos e internos, que percibe en diversos grados”
A la necesaria emergencia de lo temporal en el sistema praxiomotor, se le suma
entonces una estructuración situacional de tal dimensión. Es por ello que J. L. Pardo (1992:
30) afirma que todos los procesos temporales están sometidos a “... cierta lógica interna que
gobierna el orden de sucesión...” de modo que siempre “... hay una buena razón para que una
percepción aparezca antes o después de otra”.
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
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En una operativización del aspecto temporal de las situaciones praxiomotrices habrá
que tomar en consideración la distinción que hace Hall (T. Romañá, 1994: 79) de un tiempo
policrónico, en el que se permite hacer varias cosas cada vez, de un tiempo monocrónico, es
decir, de un tiempo para cada cosa y una sola cosa en cada tiempo.
Antes de proseguir, será interesante introducir algunos conceptos metodológicos que
nos serán de gran ayuda (N. Caparrós, 1994: 170):
- “Un suceso momentáneo se experimenta como un conjunto que acontece en el
presente. Si dos o más hechos tienen lugar en ese mismo presente se dice, entonces,
que son simultáneos”.
- Existen sucesos no momentáneos que llamaremos procesuales.
- Intervalo temporal es un conjunto de presentes, todos ellos posteriores a uno inicial y
anteriores a uno final. La duración del proceso es lo que dista entre el momento inicial
y final.
- “Desde este punto de vista, el tiempo es el conjunto de todos los intervalos
temporales”.
Para una orientación metodológica ecopráxica, P. Fraise (1979: 84-121) nos plantea
tres tipos de problemas, válidos para ser analizados en relación con el tiempo y su percepción
en el seno de una situación praxiomotriz:
- La percepción de la sucesión. En palabras de P. Fraise (1979: 84) “Sólo hay cambio
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
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y, por lo tanto tiempo cuando hay sucesión de fases o estadios”. El estudio es posible
si (1979: 88), para los practicantes, los estímulos sucesivos son capaces de ser
organizados entre sí, ya sea debido a factores externos (prefijación de los
acontecimientos: en el fútbol, a un pase del balón sigue un intento de recepción), o
según si es necesaria información suplementaria para construir la sucesión (tras ser
detenido el balón por un jugador, éste lo puede volver a pasar, ó tirarlo a la meta ó
ponerlo en fuera de juego, entre otras posibilidades).
- La percepción de la duración. Para P. Fraise (1979: 102), “Dos fases del cambio se
siguen más o menos rápidamente. Entre ellas se produce una duración”, cuya
estimación “... es función de los diferentes aspectos del cambio y sus relaciones con el
sujeto que las vive”. Su estudio implica la evaluación de la situación: el efecto del
medio y la influencia de la tarea (1979: 103): “Sabemos efectivamente que el tiempo
nos parece corto o prolongado según las actividades que realicemos”. Parece que el
principio explicativo es el siguiente: “permaneciendo constante la situación, cuanto
más elevado es el nivel de la actividad más breve parece su duración”, entendiendo
por nivel: complejidad, intensidad, incertidumbre, etc.
- La orientación temporal. Este concepto es explicado por P. Fraise (1979: 118):
“Entre los cambios indefinidos, hay algunos que por su periodicidad ofrecen un
sistema de referencia que permite situar, fechar un cambio”. Parece ser que las
referencias temporales son dependientes de un doble sistema: uno interno y otro
externo. Un factor de análisis importante es la persistencia rítmica (1979: 118), que se
presenta como “... un efecto de experiencia y es una adaptación por anticipación de
los cambios”. Tal adaptación presenta, entonces, un carácter interno (por ejemplo, el
cálculo en el que un jugador espera que el adversario reaccione ante una finta) o
externo (por ejemplo, las acciones de dependencia temporal entre jugadores
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compañeros: sólo hay tiro cuando el otro le facilita el balón). Esto nos conduce a
deducir que (1979: 120-121) todo participante en una secuencia puede “... situar este
momento en relación con cambios anteriores y posteriores” en la sucesión de un ciclo,
pudiendo entonces “... imaginar, planificar y crear de algún modo el porvenir...”, o
sea, organizar su estrategia de acción.
9.4.4.- Co-motricidad: la comunicación praxiomotriz
Una de las finalidades del análisis mediante la dimensión comunicativa de las
situaciones praxiomotrices es la elaboración del sistema de comunicación praxiomotriz. La
praxis motriz en su situación como unidad de análisis estudiada desde la dimensión
comunicativa es una sociopraxis motriz, y su campo de estudio conforma la CO-
MOTRICIDAD.
La comunicación praxiomotriz surge a partir de las condiciones necesarias y
suficientes para el desarrollo de la tarea. Este criterio nos indica que no en todas las
situaciones praxiomotrices existe comunicación praxiomotriz.
Para que una situación sea praxiosocial, debe definirse esta circunstancia en las
condiciones motrices internas (las de la tarea), y esto supone dos factores imprescindibles:
que se haya definido al menos un espacio y tiempo de concurrencia entre los co-participantes
y que se haya definido el proceder relacional entre los agentes en ese espacio-tiempo.
Recordemos (ver el apartado 9.3.2) que las características resultantes de una
comunicación en una situación praxiosocial, sea del signo que sea, son las de ser una
producción y una interpretación, ser inevitable y compartida, e implicar una selección, una
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
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observación y comprensión del contenido incluido en el proceso de comunicación
praxiomotriz.
F. Vandamme (1976) nos indica algunas de las formas de abordar los estudios sobre la
comunicación praxiomotriz. Por ejemplo se puede analizar la desviación que se constata entre
lo que se desea que se comprenda y lo que realmente se ha comprendido del contenido de
comunicación. Otra posibilidad es analizar las características del código que relaciona a los
co-participantes. Una tercera opción sería analizar el contenido de la comunicación,
independientemente de si existe o no deseo de comunicar en el seno de una situación
praxiosocial.
Según Vandamme (1976: 98-99),
“Una de las posibilidades existentes es el punto de vista del alcance que un
tipo de comunicación tiene, o sea, minimizando los disturbios externos, o, si se
prefiere, minimizando la variabilidad en destino que no pueda predecirse a
partir de la variabilidad introducida en origen. En este contexto, la teoría de la
información parece apropiada”. “Hay otra forma de estudiar la comunicación
que centra su atención en las propiedades de codificación y decodificación”.
“Otro punto de vista posible en el estudio de la comunicación es el interés en
las relaciones personales y sociales, causas y consecuencias del elemento que
es comunicado. Aquí nos referimos al problema del contexto”.
Una idea semejante es la propuesta por C. Flament (1972: 234), para quien
“Se pueden clasificar las comunicaciones sea en función de los temas, sea en
función del papel que desempeña la comunicación en el proceso de discusión
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
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del grupo”. “El primer método, al cual por lo general se le reserva el nombre
de análisis de contenido, da cuenta de las ideas, los argumentos, las
afirmaciones que surgen en el debate, pero no nos permite describir los
dinamismos de la comunicación, ni las relaciones interpersonales que
constituyen la vida del grupo, a lo cual apunta el segundo método”.
El punto de vista formalizador de las comunicaciones praxiomotrices es el inicial y
más profusamente desarrollado por P. Parlebas (1986, 1981 y, sobre todo, 1988a). Utilizando
la teoría de grafos propone (Parlebas, 1988a) la “red de comunicaciones motrices”,
refiriéndose a las relaciones (positivas y/o negativas) posibles máximas y sincrónicas de
carácter comportamental exclusivamente entre participantes, y que vienen establecidas en el
reglamento de un juego deportivo.
Ruiz Llamas (1994), al establecer la red de comunicaciones en el tenis dobles como si
se asemejara a la que presentan los deportes de equipo (un equipo que directamente se opone
a otro), cuando desde la perspectiva de Parlebas (1988a) es una red relevada (para cooperar
con el compañero hay que enviar la bola a los adversarios), nos sugiere la idea de que es
posible una formalización de la globalidad de las formas de comunicación: las directas-
reglamentadas y las indirectas-situación.
Pero esta formalización ya supone considerar siempre las secuencias manifiestas y las
interpretaciones ocultas que se dan en los co-participantes. Es decir, habrá que tomar en
cuenta el contenido de la comunicación praxiomotriz en la misma situación praxiosocial.
Ya refiriéndonos concretamente al contenido, y en una postura idéntica a la expuesta
por Delaunay (1980 y 1985), Scott y Powers (1983: 51-52) sugieren que
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
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“... se puede llamar a la comunicación, transaccional. Esto quiere decir que la
conducta comunicativa está influida, conformada y modificada por las
personas y el entorno con quienes entra en contacto”. “Podemos pensar en el
fenómeno transaccional de la comunicación humana como en los componentes
de un sistema: cuando uno cambia, provoca modificaciones en todos los
demás. Lo mismo ocurre con los comunicantes humanos y su ambiente. Los
cambios en las personas y en el entorno ejercen un impacto directo en la
comunicación. Así, el modelo transaccional muestra la comunicación como un
sistema de componentes interrelacionados”.
El considerar la comunicación praxiomotriz como que está en función del entorno (y
de las interpretaciones de los agentes) en su situación, nos induce a concluir dos cuestiones
desde la perspectiva ecopráxica:
- En primer lugar, que para investigar el entorno praxiosocial es necesario
introducirse en los contenidos de los entornos praxioambiental y praxiocorporal
de los participantes.
- En segundo lugar, que, en última instancia, referirse a lo comunicacional es en
definitiva referirse a lo espacial (junto a sus objetos y aparatos) y a lo gestual
(junto a los implementos y equipamiento de los participantes).
Por ello, cuando hablemos de “comunicación praxiomotriz” nos tendríamos que
remitir en primer lugar a los contenidos espaciales y gestuales que relacionan a los
participantes (las dos dimensiones “básicas”). Para J. Corraze (1986: 11),
“Las comunicaciones no verbales utilizan tres tipos de soportes. En primer
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lugar, el cuerpo, en sus cualidades físicas o fisiológicas y en sus movimientos.
En segundo lugar, artefactos ligados al propio cuerpo, como la vestimenta, los
tatuajes y las mutilaciones, sean o no rituales. Existen igualmente artefactos
ligados al medio, ya que todos los productos del artificio humano pueden
servir para la comunicar. Por último, la dispersión en el espacio de los
individuos, ya se trate de un espacio físico o territorial, o del espacio que
rodea al cuerpo y ligado a él y que son asimismo signos no verbales”.
Ello sin menoscabo de que también sea factible introducir las dimensiones temporal
(secuencia de la comunicación, su velocidad o sincronización, etc.), o equilibradora (cuando
hay competición): interacciones de marca -Parlebas (1981)- o sanciones -“reglamento” en
Hernández Moreno (1987)-, y que a veces permiten el logro de puntos -Amador (1994a)-.
Entonces, y de acuerdo a Scott y Powers (1983: 44) para la investigación
“ ... consideramos los ocho modos principales en que nos comunicamos no
verbalmente: a través de los movimientos corporales, tacto, apariencia física,
conducta oral -grito-, uso del espacio, uso de las cosas, conducta visual -
observar miradas-, y uso del tiempo”.
La determinación del sistema de comunicación praxiomotriz no finaliza con la
referencia al entorno, ya sea desde lo comportamental (exteriormente observable) o desde el
lado subjetivo (interiormente interpretable respecto a lo comunicable o comunicado). Para L.
Cencillo (1988: 26) “... el catálogo de todo lo que se dice, se connota y aún se calla, pero a
pesar de ello se “transmite” contiene elementos como:
- Hechos, relaciones, intenciones, deseos y necesidades.
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- Calificaciones: axiales, situacionales, posicionales o de rol, lógicas.
- Pautas, encuadres y redefiniciones.
- Enmascaramientos y pretericiones.
- Estados: subjetivos, intersubjetivales, objetivos.
- Factores indeterminantes.
La dimensión comunicacional también aparece en las orientaciones teleomotriz,
funcional y praxemiotriz (praxis motriz desde la significación-codificación).
Respecto de los objetivos praxiomotores, toda situación praxiosocial concierne a un
grupo de participantes, ya sea en cooperación, en oposición o en cooperación/oposición,
según sus pretensiones en la producción de praxis motrices. Respecto de la primera forma,
para J. Searle (1989: 69)
“La intencionalidad colectiva supone que esté presente en el sustrato un
sentimiento del “otro” considerado como candidato posible para participar en
una actuación cooperativa, es decir, presupone concebir a los otros como algo
más que meros agentes conscientes, concebirlos como miembros efectivos o
potenciales de una actividad cooperativa”.
En situaciones estatutarizadas con frecuencia se prevén planes de actuación
estratégicos y acordados entre el conjunto de los participantes para la consecución de los
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
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objetivos motores internos previstos en esa tarea-estatuto praxiomotor (a veces,
“reglamento”). El estudio por medio de la interpretación y la exteriorización de esos planes,
normalmente ocultos y subjetivos a los agentes, parece ser uno de los procedimientos
adecuados para abordar esta perspectiva teleomotriz.
Al efecto pueden plantearse técnicas de investigación como la entrevista en base a la
observación de imágenes grabadas o de situaciones imaginarias, donde aparezcan los otros co-
participantes. Otra opción sería la observación participante, donde el investigador se maneja
como otro constructor más de la situación praxiosocial.
La perspectiva funcional ha sido bastante desarrollada en los estudios praxiomotores,
aunque no de manera suficiente de acuerdo a sus amplias posibilidades utilizando la
dimensión comunicacional. Según F. Lagardera (1995a) todavía no hay un operativo
adecuado y estandarizado para abordar el sistema de los subroles. Por definición, los roles y
subroles en situación praxiosocial son roles o subroles “sociomotores”.
Recordemos que un rol praxiomotor completo implicaría una conjunción de las otras
perspectivas: comportamental y subjetiva, teleomotriz y ecopráxica, cada una de ellas con sus
correspondientes categorizaciones. Por ello, la centración en alguna de tales orientaciones
metodológicas supone un modelo de análisis particular para desentrañar el sistema de los roles
sociomotores de cada situación.
Los praxemas socio-motores se definen por la conjunción del aspecto externamente
observable (comportamental) con el subjetivamente interpretado para elaborar
metodológicamente una explicación de la praxis motriz entendida como signo, en este caso
formando parte de un código compartido colectivamente de manera consciente o inconsciente.
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
88
La problemática de la exteriorización del aspecto subjetivo e inconsciente del praxema
motor se torna harto complicada, cuando abordamos el tema de su fiabilidad. Por el momento,
las mismas técnicas de interpretación de las situaciones praxiosociales que se han propuesto
para la orientación teleomotriz (observación-interpretación de imágenes, interpretación de
situaciones imaginarias, observación participante) nos resuelven algunas cuestiones. La
externalización-interpretación de las condiciones praxiomotrices (un aspecto de lo
ecopráxico) parece bastante más difícil de ser abordada, y no conocemos hasta la fecha
alternativas operativas apropiadas.
9.4.5.- Equimotricidad: la relación con la competición
Una de las finalidades del análisis mediante la dimensión equilibradora de las
situaciones praxiomotrices es la elaboración del sistema de equilibración praxiomotriz. La
praxis motriz como unidad de análisis de las situaciones praxiomotrices estudiada desde la
dimensión equilibradora, siempre que exista competición, es una equipraxis motriz, y su
campo de estudio es una EQUIMOTRICIDAD.
Por ello la elaboración de este sistema es únicamente factible a partir de estatutos
praxiomotores, donde se definen las posibilidades de comparar, registrar y valorar praxis
motrices en base a sus comportamientos motores (aspecto manifiesto y observable en
situación).
Las equipraxis motrices se localizan, entonces, en los juegos deportivos (juegos
tradicionales y deportes), en las competiciones y “exámenes” de danza o de expresión
mímica, en la valoración de las manifestaciones de las posibilidades corpóreas y motrices
(demostraciones de fuerza, de velocidad, de precisión, de contorsionismo, de equilibrio, de
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
89
dominio de objetos...), etc.
La consecuencia de proponer una dimensión equilibradora, que relacione aspectos
propiamente situacionales con los de la competición, es que para la elaboración del sistema de
equilibración praxiomotriz se hacen referencia a elementos que pertenecen a dos niveles
diferentes: los de la situación (praxis motrices como manifestaciones necesarias y suficientes
en el desarrollo de la tarea) y que conforman el sistema, y los extrasituacionales “cercanos” a
ese sistema (los referidos a la organización y gestión de la competición y a las consecuencias
que para la competición tienen los desarrollos situacionales).
Veamos algunas propuestas metodológicas de los praxiólogos. Para P. Parlebas (1981:
25) <<competición motriz>> es aquella “Situación objetiva de enfrentamiento motor en el
desarrollo de la cual uno o varios individuos desarrollan una tarea motriz subsumida
imperativamente a las reglas que definen las obligaciones, el funcionamiento y todas las
particularidades de los criterios de éxito o fracaso”.
Esta objetividad, según Parlebas (1981) no concierne al deseo subjetivo de
autosuperación, aunque ésta pueda ser la base socialmente aceptada de una competición. En
este último caso, se define un conjunto de condiciones claramente definidas. La situación
praxiomotriz de competición, puede estar institucionalizada (deporte), favoreciendo con sus
reglas el espectáculo, ó no institucionalizada (juegos tradicionales).
Para el GEP (Castarlenas y otros, 1993b: 28) <<competición>> implica “... la
existencia de enfrentamiento de forma convencional y que permite, en función de los
resultados, situar a los participantes en una jerarquía de éxitos”.
Podemos apreciar que tal como el GEP y Parlebas lo han planteado, la competición se
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
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presenta en un nivel diferente respecto a la “oposición”. Esto es bueno aclararlo en tanto en
cuanto la oposición puede ser un componente imprescindible (parte integrante necesaria y
suficiente) de la praxis motriz, mientras que la competición pertenece únicamente a una forma
de condicionamiento de la acción de juego (sin ser parte de ella).
La competición se presenta en un nivel diferente (con frecuencia simbólico) al
contener una convencionalidad que dirime la manipulación de resultados y, a veces, la
jerarquización del éxito o fracaso. Sucede algo parecido con el “sistema de puntuaciones” de
Parlebas (1981): por mucho que condicione a la acción de juego, no por ello forma parte de la
acción.
En definitiva, la competición o la puntuación no son necesarias para la situación de
juego. Serán necesarios para dirimir, por ejemplo, los resultados victoriosos o los fracasos a
consecuencia de la situación de juego o para establecer una escala de resultados. Esto no quita
que la convención (desde una competición reglamentada) distinga “acciones de marca” y
formas que conducen a lograrlas. Estas praxis motrices referidas a la situación sociomotriz de
competición coinciden entonces con los usos de los conceptos <<colaboración>> y
<<oposición>> que el GEP (Castarlenas y otros, 1993b) hacen de las dos formas de
“interacción motriz esencial y directa” de Parlebas (1981): la “comunicación motriz” y la
“contracomunicación motriz”.
Esas praxis motrices conforman todo un sistema praxio-motor que relaciona la
situación (al meter gol, al penalizar, etc.) con lo que de simbólico tiene lo post situacional
(sumar y restar “puntos” o “marcas”). Por ejemplo, F. Amador (1994a) mezcla en el “sistema
de puntuación” elementos situacionales como las “interacciones de marca”, con otros
elementos extrasituacionales como la “matematización asignando valores numéricos a los
logros, ventajas o victorias”. En el parámetro “reglamento”, definidor de la estructura
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
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sistémica de los juegos deportivos, Hernández Moreno (1994a) destaca el componente “forma
de puntuar y cómo ganar o perder”. Para su representación P. Lavega (1995a) propone la “red
de interacción de marca de Competición”. Sin embargo, insistimos de nuevo, el sistema
equilibrador atiende estrictamente a un aspecto de lo situacional.
En base a tal simbolización de las realizaciones motrices pueden programarse
“competiciones” individuales (situaciones psicomotrices estatutarizadas y
extrasituacionalmente competitivas) en espacios y/o tiempos distantes. Son, entonces,
completamente factibles registros tales como los del “récord Guiness”, las marcas deportivas
(natación, atletismo, récord de la hora, de la milla...), válidos en cualquier país y en cualquier
época, mientras se cumplan de forma estricta las condiciones prefijadas, a veces controladas
(¿imparcialmente?) por un juez (árbitro, “hombre bueno”...) que garantiza el cumplimiento de
una pretendida igualdad de oportunidades.
Pero independientemente de que exista o no un espacio-tiempo simultáneo,
concurrente o separado entre participantes, siempre se buscará un equilibrio de opciones para
ellos.
La definición de estatutos praxiomotores competitivos implica explicitar y definir con
gran precisión (con escaso género de dudas) las condiciones y objetivos motores obligatorios
para los actores, de tal manera que la “homeostasis” de desarrollo de la situación quede
asegurada para ellos, y así sea percibido por los posibles espectadores. En una situación
praxiosocial competitiva, por ejemplo, desde el exterior se ha de percibir perfectamente este
equilibrio. En este sentido Parlebas (1988a: 106) señala que “Toda posibilidad abierta al
atacante es inmediatamente compensada por una réplica permitida al defensor”.
El modelo explicativo de la “homeostasis” implica la comprensión de las situaciones,
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
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desde el punto de vista sistémico, según el equilibrio dinámico entre las partes
interdependientes. Ver ejemplos de estos modelos para analizar los juegos deportivos en el
uso del concepto “agón” de Callois (Navarro Adelantado, 1995a: 100 y 145; y Lavega, 1995a:
751) o en los gráficos sobre los objetivos praxiomotores y opciones de la estrategia motriz del
juego (deportivo) en D. Blázquez (1986), C. Bayer (1986), J. Antón (1990), G. Lasierra
(1990), y una revisión reciente para los deportes de equipo de Hernández Moreno (1994a).
El que se hayan definido una serie de normas de competición tiene como consecuencia
el que el equilibrio de opciones pueda quedar roto por múltiples circunstancias: por culpa de
los propios participantes o por los responsables de la objetividad de la competición (juez,
árbitro), ya sea intencionada o inintencionadamente, ya sea a causa de otros factores no
previstos (inclemencias meteorológicas, intromisión del público, fallas en los aparatos de
registro...).
Puesto que se refiere a la competición, en el nivel propiamente situacional también se
pueden producir roturas en la igualdad de oportunidades, lo cual implica transgredir normas
(del reglamento) referidas específicamente a los objetivos y condiciones praxiomotores de la
situación. Sobre el particular, estas conductas no exclusivas del juego son denominadas de
“evasión” (transgresión de las reglas) por Navarro Adelantado. (1995a: 191). Para J.
Habermas (1989b: 239) “Las acciones reguladas por normas no tienen por qué ser conforme
a la norma de que se trate, pueden también transgredir normas vigentes; pero también la
transgresión de una norma presupone la orientación por una norma vigente”.
Las violaciones de lo reglamentado no son necesarias para el desarrollo de la
situación: se puede jugar perfectamente sin ellas. No obstante, si aceptamos la imparcialidad y
el modelo homeostático de la competición (si deseamos determinar la adecuación o no a los
objetivos siguiendo o no las condiciones del entorno prefijados), las transgresiones “se
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
93
pagan”, porque, en definitiva, las acciones se comparan. Por ejemplo, en el parámetro
“reglamento” Hernández Moreno (1994b: 54) introduce la noción de análisis “penalizaciones
a las infracciones de las reglas”.
La consecuencia del reconocimiento real de una transgresión a las normas, sea o no
referida a lo situacional o a lo extrasituacional, es una compensación para los participantes
perjudicados en la ruptura del equilibrio de opciones. Algunas de tales posibilidades (las
acciones transgresoras y las consecuencias) están previstas en algunos reglamentos.
Es habitual, entonces, encontrarse con estatutos que definen comportamientos motores
concretos, y que pueden ser analizados desde el propio reglamento o ya desde la situación, por
ejemplo, con la intención de elaborar el sistema de equilibración praxiomotriz. Los
agruparemos refiriéndonos a comportamientos:
- Puntuables y necesarios para la situación, que suponen un registro (marca)
matemático por tal comportamiento: hacer un gol (o sea introducir el balón en la
portería) vale x; realizar un doble mortal vale x puntos; lanzar la jabalina vale x
metros, etc.
- Sancionables y no necesarios para el desarrollo de la situación (es decir,
extrasituacionales), aunque no siempre sancionados. Son, por ejemplo: el caer en el
fuera de juego (rugby), dejar que el balón salga por la línea de banda (baloncesto),
zancadillear a un contrario (fútbol), no acabar completamente un giro en un ejercicio
gimnástico, dejar caer las pesas antes del tiempo mínimo en la posición (halterofilia),
golpe de kárate no reglamentario, huir después de haber sido tocado en la Cogida,
pasividad en la lucha, etc. Podría jugarse perfectamente sin ellos, y si estos
comportamientos surgen durante el juego, entonces se buscaría una compensación:
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
94
negativa para el “infractor” y/o positiva y ventajosa para los “perjudicados” en el
desequilibrio de acciones, con el fin de otorgar esa igualdad de oportunidades a los
competidores. Los procedimientos habituales son utilizar una mecánica de
puntuaciones (resta de marcas o suma de sanciones para el infractor, o suma de marcas
para los perjudicados) o comportamientos de compensación (desventajosos para los
infractores y/o ventajosos para los perjudicados).
- De compensación, como consecuencia de: una sanción a un infractor (por ejemplo,
sacar el balón por la línea lateral), una desventaja manifiesta externa e imprevista para
el desarrollo de las condiciones explicitadas para la situación (lluvia, mal estado del
terreno) o error perjudicador detectado y reconocido de acuerdo a las condiciones de
partida (una “injusticia” del árbitro o juez). Entonces, se suele otorgar una ventaja
compensatoria, en forma de comportamiento motor beneficioso, a los perjudicados:
pasa el balón al otro equipo, se aplaza el encuentro, compensación en metros durante
la salida por calles (carreras cortas en atletismo), etc.
- Cambio de roles estatutarios obligatorio, cuando no hay simultaneidad de opciones:
policías pasan a ladrones, los perseguidos pasan a defensores de las cuatro casas, los
que llevan la varita luego serán los que la buscan entre los adversarios, etc.
9.4.6.- Estrategia motriz como variable dependiente
La estrategia motriz va a ser entendida en nuestro modelo metodológico como una
unificación de las cinco dimensiones anteriormente propuestas. Por ello, analizar la estrategia
motriz completa de una situación praxiomotriz implica reunir los sistemas espacial, temporal,
gestual, comunicacional y equilibrador, deducidos ellos con análisis previos.
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
95
La justificación de tal planteamiento procede de la especial concepción que tienen los
praxiólogos de lo que hemos dado en denominar <<praxis motriz>> (acción motriz, acción de
juego...). La praxis motriz en su situación, procedente del desarrollo de una tarea (condiciones
y objetivos motores), es entendida eminentemente como una acción estratégica tal como se
defiende por Mahlo (1985), Delaunay (1980), Menaut (1982), Parlebas (1986), Amador
(1994a), y Navarro Adelantado (1995a: 75), entre otros.
Parlebas (1981: 265) define <<estrategia motriz>> como la “Puesta en práctica sobre
el campo de un plan de acción individual o colectivo en vistas a la resolución de una tarea
propuesta por una situación motriz”. De acuerdo a este punto de vista (1981: 271) “La noción
de estrategia motriz presenta la particularidad de solidarizar íntimamente el proyecto
práxico y la ejecución corporal”.
Si bien pudiera programarse teórica y anticipadamente, en el ámbito situacional de la
praxis motriz nos interesa preferentemente lo que implica como estrategia a una acción
completa: percepción, decisión y ejecución. En ese sentido Sánchez Vázquez (1973: 170)
defiende que “... una teoría es práctica en cuanto que materializa, a través de una serie de
mediaciones, lo que antes sólo existía idealmente, como conocimiento de la realidad o
anticipación ideal de la transformación”.
Para Hernández Moreno (1996a: 22) la <<estrategia motriz deportiva>> es la
“Conducta motriz de un individuo, grupo o equipo actuando en una situación motriz dada,
orientada hacia la resolución de los problemas que se plantean en tal situación, de manera
individual, grupal o en equipo”. Otras concepciones de estrategia y táctica, son, por ejemplo,
las de Mahlo (1985), Teodorescu (1977), Talaga (1985), J. Riera (1989 y 1995a), M. Lloret
(1994a), y las que aparecen en las recopilaciones conceptuales de F. Amador (1994a) y G.
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
96
Lasierra (1995). Tanto para Parlebas (1981) como para Hernández Moreno (1996b),
<<estrategia motriz>> y <<táctica>> se muestran como sinónimos.
La estrategia motriz es, entonces, un uso que los distintos participantes (puestos o no
de acuerdo) efectúan de las condiciones motrices internas y objetivos motores internos
explicitados en la tarea praxiomotriz (juego, deporte, actividad expresiva o introspectiva...),
para afrontar la situación consecuente.
Es decir, explicar la estrategia motriz que emplean una o varias personas en una
situación praxiomotriz supone explicar cómo ellas usan el espacio, el tiempo, la
gestualidad, la comunicación (cuando es posible) y la equilibración (cuando se presenta
en forma de competición) praxiomotores.
Siguiendo el criterio de análisis de las situaciones en función de las diferentes
dimensiones, la estrategia motriz puede centrarse en indicadores asociados a cada una de
ellas, de modo que es lícito hablar de una estrategia motriz espacial, otra temporal, otra
gestual, otra comunicacional (individual y/o grupal, cooperativa, opositiva o de
cooperación/oposición) y otra equilibradora. En realidad son aspectos metodológicos
dimensionales de una única estrategia motriz global.
Serrano y Navarro Adelantado (1995: 27) plantean también la posibilidad de
identificar variables dependientes e independientes para los estudios praxiomotores. En un
diseño investigador donde las dimensiones se entiendan como variables, la estrategia motriz
sería la variable dependiente de las independientes: espacio, tiempo, gestualidad,
comunicación y equilibración2, es decir:
2 Ver una propuesta formal semejante en Rodríguez Ribas
(1994b), partiendo de los parámetros de la estructura
funcional de los deportes, según el modelo de Hernández Moreno
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97
E = f(ES,T,G,C,EQ)
siendo E: estrategia motriz; ES: espacio praxiomotor; T: tiempo praxiomotor; G: gestualidad
praxiomotriz; C: comunicación praxiomotriz y EQ: elementos de la equilibración
praxiomotriz.
Fórmula 4.- Relación de dependencia entre las dimensiones de análisis de las
situaciones praxiomotrices tomadas como variables.
(1994a) con una nueva versión revisada.
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VARIABLES INDEPENDIENTES
ESTRATEGIA=f (E,T,G,C,Eq)
VARIABLE DEPENDIENTE
Gráfico 26.- Modelo metodológico final que se ha propuesto para el análisis de la
estrategia motriz de las prácticas físicas.
equilibración
Estrategia praxiomotriz
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Este modelo metodológico de la estrategia motriz se presenta, respecto a las
dimensiones de análisis de cualquier situación praxiomotriz, como una hipótesis de trabajo.
De acuerdo a este modelo tridimensional, las dimensiones independientes se
combinarán en aras de lograr la comprensión de la estrategia global. La MATRIZ DE LAS
DECISIONES ESTRATÉGICAS resultante sería como sigue:
=> ES T G C EQ
ES ES,ES ES,T ES,G ES,C ES,EQ
T T,ES T,T T,G T,C T,EQ
G G,ES G,T G,G G,C G,EQ
C C,ES C,T G,G G,C G,EQ
EQ EQ,ES EQ,T EQ,G EQ,C EQ,EQ
Tabla 10.- Ejemplo de una matriz de decisiones estratégicas.
Cada elemento es sustituido por sus correspondientes indicadores. Por ejemplo, en
deportes de equipo, indicadores espaciales (ES) pueden ser “distancia relativa” o
“localización del balón en el terreno” y un indicador comunicacional (C) puede ser “número
de jugadores afectados (concretar el número)”. El siguiente paso sería señalar las categorías
correspondientes al indicador de referencia. Por ejemplo en deportes de equipo, para el
indicador ES “distancia relativa” se pueden proponer las categorías: “larga”, “media” y
“próxima”. Para el indicador C “número de jugadores afectados”, las categorías podrían ser:
“individuo”, “grupo de un equipo”, “equipo” y “totalidad de jugadores (los dos equipos)”.
El resultado de una combinación (ES,ES) sería, sustituyendo: “distancia relativa del
balón respecto de las distintas líneas del campo”. La combinación de indicadores (ES,C) sería
“distancia relativa entre jugadores (concretar el número)” y “distancia relativa del balón
respecto de los jugadores (concretar el número)”.
Esta matriz base es un ejemplo en el que se combinan los elementos 2 a 2. Pueden
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
100
plantearse otro tipo de matrices donde se combinen los elementos y sus indicadores 3 a 3, 4 a
4, o los indicadores de los cinco elementos a la vez. Por ejemplo, una posible combinación
(ES,ES,C), utilizando los indicadores propuestos, es “distancia relativa entre balón-
jugadores”.
Otra posibilidad más será la recombinación de elementos -y sus indicadores-,
multiplicándose enormemente el abanico de opciones de explicación de la estrategia motriz:
. 2 a 2, tomados de 2 en 2: (ES-ES, ES-C); (T-EQ, ES-C)...
. 2 a 2, tomados de 3 en 3: (ES-ES-T, T-C-EQ)...
. 3 a 3, tomados de 2 en 2: (ES-T, T-EQ, ES-C)...
y así se podría seguir con diferentes propuestas matriciales más. El resultado final,
difícilmente operativizable si no es con un potente instrumental informático, nos conduce
hacia el sistema de la estrategia motriz, que equivale a la comprensión de la situación
praxiomotriz como sistema.
Lo más habitual y práctico en una investigación praxiomotriz será el intento de
explicación de una parte significativa de la estrategia motriz de una situación. La habilidad del
investigador consistirá en escoger los indicadores (junto a sus categorías) y sus
combinaciones posibles que mayor información me den de la situación praxiomotriz, pero con
el menor número de operaciones posible. Lógicamente, a medida que se vayan tomando las
sucesivas decisiones metodológicas, el investigador irá perdiendo información, puesto que se
ha centrado en la explicación de una parcela concreta de entre las múltiples opciones.
Tal como acertadamente indica P. Parlebas (1981), la dimensión estratégica es
especialmente significativa para investigar sobre las situaciones de gran incertidumbre para
los agentes, donde las praxis motrices han de readaptarse a las distintas evoluciones de la
situación que los participantes provocan, y, al tiempo, están condicionados ellos por los
diversos factores previos o surgidos sobre la marcha. Serán prácticas en terrenos no
domesticados, prácticas contracomunicacionales, y, en general, toda práctica totalmente
novedosa o improvisada.
En palabras de López Cachero (1983: 159) la decisión en incertidumbre “...conduce a
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
101
que la adopción de decisiones dependa de criterios estrechamente vinculados a las
concepciones y valores personales del decisor...”. Tal como P. Watzlawick (1994: 40)
describe,
“... tras una paralización inicial, todo estado de confusión desencadena una
reacción de búsqueda de causas o de motivos que arrojen luz sobre la
incertidumbre y la sensación de inseguridad que ésta produce. De aquí se
siguen dos cosas: primero, si la búsqueda no da resultado, se amplía al campo
a todas las conexiones imaginables e inimaginables y, en unas circunstancias
dadas, se establecerán interrelaciones entre las cosas más insignificantes y
disparatadas. Segundo, en un estado de confusión existe una fuerte tendencia a
aferrarse a la primera explicación concreta que se cree percibir a través de la
niebla de la confusión”.
La elección en la decisión praxiomotriz y su análisis (Parlebas, 1981) apenas
funcionaría según una teoría de juegos clásica -matematizada- racional o mediante criterios de
probabilidad -estadística-. Ambas perspectivas están totalmente relativizas a los primados
mecánicos, energéticos e informacionales que, con frecuencia, atañen a decisiones subjetivas
e inconscientes tomadas en décimas de segundo.
La combinatoria de indicadores-categorías de las cinco dimensiones (sean tomadas o
no como variables), es factible para cada una de las seis orientaciones metodológicas. La
explicación de la estrategia motriz desde la perspectiva comportamental (observación externa
de las condiciones praxiomotrices del entorno) ha sido la más habitual, mediante el análisis
estadístico de unidades escogidas de secuencias visibles al investigador exterior (espectador
directo en deportes o análisis de grabaciones en vídeo). Esa es la perspectiva que aparece, por
ejemplo, en Hernández Moreno (1987), Antón (1992) o M. Lloret (1994a), entre otros.
Un intento de comprensión de la estrategia motriz desde la vertiente subjetiva en la
orientación ecopráxica, ha sido el realizado por Mahlo (1985) aunque presenta claras
dificultades actualmente para la obtención de información fiable. De hecho, y en base a tales
restricciones operativas, en la orientación relacional (orientación ecopráxica restringida a la
comunicación entre participantes) y en la funcional (praxis motriz según el uso que los
participantes realizan de las condiciones y objetivos motores definidos en un estatuto
praxiomotor, o sea, papeles o roles) se ha destacado siempre la vertiente comportamental.
Sobre la vertiente comportamental de la orientación relacional, se puede consultar a Parlebas
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
102
(1988a). Sobre la vertiente comportamental de la orientación funcional podemos dirigirnos a
Parlebas (1986), Hernández Moreno (1994a), Amador (1994a), Navarro Adelantado (1995a),
Lavega (1995a) y a Ruiz Llamas (1996).
La orientación teleomotriz (objetivos praxiomotores: planes, objetivos parciales o
finales, proyectos, metas intermedias a lograr...) no ha sido apenas abordada intentando
explicaciones de la estrategia motriz, pero metodológicamente parece factible. Algunos
intentos son los de C. Bayer (1986), Lasierra (1990), Antón (1990) y Rodríguez Ribas
(1995b).
Las orientaciones por excelencia, con mayores posibilidades de descubrirse según la
estrategia motriz de la situación, son la funcional y la praxémica (praxis motriz como signo),
puesto que reúnen en una única propuesta metodológica las otras orientaciones. En definitiva,
un “rol praxiomotor” y un “praxema motor” presentan la opción de unificar objetivos
praxiomotores (perspectiva telomotriz) junto a condiciones praxiomotrices (perspectiva
ecopráxica). Un intento tal parece que es apropiado afrontarlo de acuerdo a una conjunción de
las dimensiones para el análisis de las situaciones, o en otras palabras, de acuerdo a una
estrategia motriz. La primera propuesta operativizada de una Praxémica motriz corresponde a
P. Irliger (1973).
Por tanto, una “matriz de decisiones estratégicas” es aplicable, cuando la praxis motriz
como unidad de análisis del sistema (situación praxiomotriz) se entiende de acuerdo a un
comportamiento motor, como sociopraxis motriz, como condición praxiomotriz, como
objetivo motor, como dependiente de un rol o como signo praxiomotor.
9.4.7.- Praxis motriz como unidad de análisis
En el capítulo correspondiente definimos <<PRAXIS MOTRIZ>> como aquella
“manifestación de la persona que toma sentido en una estructura de datos surgida con la
realización de objetivos motores, en función de las condiciones del entorno”.
Refiriéndonos únicamente a lo situacional, una praxis motriz se identifica por los
“objetivos praxiomotores” y las “condiciones praxiomotrices”, donde a una manifestación le
corresponde una interpretación, deducida ésta en el seno de una estructura de datos. Tal
propuesta conceptual tiene sus consecuencias metodológicas.
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
103
Puesto que los datos pueden ser exteriormente perceptibles ó, por el contrario,
subjetivos, las interpretaciones también pueden deducirse acorde a estructuras manifiestas ó a
estructuras ocultas. En este punto, las posturas de los investigadores praxiólogos pueden
multiplicarse tanto como las que se aprecian en el debate entre los defensores de perspectivas
causal-mecanicistas ó posturas puramente interpretativas en las ciencias sociales.
En los siguientes apartados nos dedicaremos a ofertar opciones operativas para las
investigaciones, perfectamente complementarias entre ellas, con el fin de posibilitar el estudio
de los sistemas praxiomotores (situaciones praxiomotrices entendidas como sistemas).
En el presente punto, sin embargo, únicamente veremos procedimientos para
identificar unidades de sentido denominadas “praxis motrices”, requisito necesario y previo
para la explicación de los aconteceres en las situaciones praxiomotrices. Tal como nos
recuerdan H. Blas y otros (1994: 41) “La descripción, interpretación y manipulación de
unidades constituye la base de toda actividad científica”, porque “Independientemente de la
naturaleza de tales unidades, éstas resultan una condición necesaria, sea cual sea el campo
de observación donde se consideren”.
Siguiendo a estos autores (1994: 41) “Cuando una unidad es definida resulta
separada de un fondo por un acto de distinción. Esta noción de distinción es operativa y se
refiere al proceso según el cual una unidad es definida”. En Praxiología han habido
propuestas para la identificación de unidades de acción, como las “acciones básicas” en la
filosofía analítica y los “actomas” en una Teoría de la acción estructuralista. La problemática
de la formulación de las “acciones básicas”, o sea, no mediadas por otras acciones, puede
encontrarse de forma escueta por ejemplo en J. Mosterín (1987) y P. Ricoeur (1988). La
problemática de la definición de las unidades indivisibles denominadas “actomas” se puede
encontrar en B. Lara (1991).
Las “acciones básicas” de A. C. Danto (Habermas, 1989b) se han querido referir a
movimientos corporales relevantes como extender la mano, erguir el cuerpo, encogerse de
hombros, movimientos de la laringe (al vocalizar), etc. Pero la discusión surge cuando se
parte de la idea de que (J. Habermas, 1989b: 241) “... los movimientos corporales no
representan el sustrato a través del cual las acciones entran en el mundo, sino que son ellas
mismas acciones primitivas”, y por tanto susceptibles de ser estudiadas como unidades. En
definitiva, según esta idea, una acción completa se caracterizaría porque “... es ejecutada
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
104
<<mediante>> la ejecución de otra acción, es decir, de un movimiento corporal...”.
En contra de esta idea, J. Habermas (1989b: 246) defiende -tal como G. von Wright
(1979)- que “ ... el movimiento corporal es parte, pero no base clara y distinta, de una acción
instrumental, y, por tanto, no es acción básica alguna”. Una primera conclusión a la que
llegaríamos, entonces, es que praxis motriz no es igual a una secuencia estudiada desde
una dimensión gestual.
B. Lara (1991) también encuentra problemática otras propuestas de unidades de
acción. “Actoma” es (Lara, B., 1991: 59-60) “... la unidad fundamental de la acción, una
especie de átomo de acción, o de “cuanto indivisible””. Según este teórico (1991: 60)
“... el actoma postula, naturalmente, la existencia de un presente puntual e
instantáneo, noción que constituye ya de por sí una abstracción más o menos
vaporosa y difícil, puesto que está ligada a los arduos problemas del tiempo
físico y del tiempo psíquico.”
En todo caso, y siguiendo a Pearce, W. B. (1994: 278), “Para entender lo que
acontece en un momento dado, ustedes deben considerarlo como co-construido por los
eventos circundantes y en función de lo que sucedió previamente y de lo que sucederá
después. Esta tríada es la unidad básica de análisis”. Al respecto puede consultarse también
en el apartado correspondiente de esta tesis (capítulo 5), los conceptos derivados de acción:
<<retroacción>> y <<preacción>>.
En otras palabras, (B. Lara, 1991: 60). “La noción de actoma es tan enrevesada como
las del continuo espacial y la divisibilidad física de la materia...”. Podemos obtener, con ello,
una segunda consecuencia, y es que las secuencias de la situación analizadas desde lo
espacial, lo temporal o desde cualquier otra dimensión no se deben confundir con una
praxis motriz, a pesar de que las dimensiones nos ayuden a encontrarle un sentido, es
decir a definirla como acción.
Parece más oportuno partir de la concepción de una unidad de análisis -denominada
para nosotros “praxis motriz”-, al estilo de lo expresado por Habermas (1989b: 248):
“El modo como se generan nuevos niveles de acción es idéntico a la
introducción de una nueva interpretación. Punto de referencia es el significado
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
105
de la acción primitiva que viene determinado por la correspondiente regla de
acción y condiciones particulares de contexto. Nuevas interpretaciones (que
posiblemente determinen nuevas acciones) resultan porque la acción básica es
interpretada bajo aspectos distintos por referencia a contextos ampliados”.
Si nos restringimos a un contexto definido como es la situación praxiomotriz,
Habermas (1989b) nos está señalando que inicialmente partamos de la tarea praxiomotriz (sus
condiciones y objetivos motores internos explicitados), para, luego, establecer las distintas
interpretaciones (sentidos; operativamente: “orientaciones metodológicas”) ya en la propia
dinámica, comenzando por los niveles más genéricos y globales.
En definitiva, hay que recordarlo, la finalidad metodológica, de acuerdo a la definición
de nuestro objeto de estudio (“praxis motriz”), es la elaboración de sentidos, de
interpretaciones (escoger una o varias de las orientaciones metodológicas). El medio utilizado
para lograr tal fin requiere introducir las distintas dimensiones analíticas de que disponemos
por el momento (espacio, tiempo, gestualidad, comunicación y equilibración praxiomotrices).
Las explicaciones dimensionales nunca serán el objetivo metodológico de la Praxiología
motriz si aceptamos aquella definición de “praxis motriz”.
Por tanto, algunas fases operativas del proceso investigador implicarían:
1. Descubrir los rasgos pertinentes desde la tarea (condiciones y objetivos motores
internos). Esto es, concretar y poner límites en las distintas dimensiones (espacial,
temporal, gestual, comunicacional y equilibradora).
2. Establecer las manipulaciones observadas en la situación que los actores efectúan
(condiciones y objetivos praxiomotores), registrando las variaciones debido al “uso”
de tales dimensiones, desde los iniciales condiciones y objetivos motores internos.
3. Otorgarles sentido (darles forma interpretativa a los datos deducidos mediante el
análisis de las dimensiones, sea en la tarea o en la situación), como comportamiento,
interacción, entorno global, objetivo, rol y/o signo. Es decir, operar según una
orientación metodológica.
4. Expresar las conclusiones obtenidas (en su caso, divulgarlas: numéricamente,
verbalmente, gráficamente, etc.).
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
106
En Praxiología motriz también han habido propuestas de unidades de estudio:
“praxia”, “golpe de juego”, “acción de juego”, “jugada”... Vamos a detenernos en el concepto,
para ver luego cómo localizarlas.
P. Parlebas (1981: 176) define <<praxia>> como la “Secuencia de comportamientos
motores realizados por un sujeto interviniendo en una situación motriz y considerada como la
unidad de base de la acción observada”. Comenta que “Según el punto de vista y el marco de
investigación adoptados, el flujo comportamental podría segmentarse en unidades de
naturaleza y de importancia bien diferentes”. Siendo consecuentes con esta definición,
Parlebas (1981: 176-177) señala que como comportamiento-unidad podemos referirnos a: un
“golpe de juego”, a un “rol sociomotor” o a un “subrol sociomotor”, a “secuencias técnicas”,
“comunicaciones” o “contracomunicaciones”.
También indica (Parlebas, 1981:177) que todas esas unidades “se insertan en marcos
de análisis diferentes; a cada una de ellas, incluidas las más limitadas, podemos asociarles
una intención o un objetivo más o menos limitado a alcanzar...”, tal que, por ejemplo “A todo
microacto puede corresponderle un microobjetivo”.
De lo expresado podemos deducir que se pueden establecer unidades-comportamiento
y unidades-comportamiento-con objetivo. Esta conclusión, no se aparta ni añade apenas nada
nuevo al proceso de identificar unidades que propusimos atrás (se corresponde con la fase 2).
Veamos si podemos seguir concretando.
“Golpe (de juego)” es para Parlebas (1981: 33) “Toda secuencia de juego
comprendida entre dos límites definidos de modo preciso para cada juego; los límites varían
por supuesto de juego a juego en función de las características de cada situación lúdica”. Por
ejemplo, en voleibol sería golpe de juego desde el pitido del árbitro autorizando el saque hasta
que el balón queda “muerto”.
Es decir, podríamos establecer un golpe de juego atendiendo a un elemento
relacionado con la dimensión espacial: el balón está en juego, pueden lograrse los objetivos
del juego. La identificación de los golpes de juego son apropiados para la definición de
“subroles sociomotores” o los “scores”.
Puesto que los comportamientos (práxicos) se identifican en la propia situación,
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
107
podemos ver que, por ejemplo, la definición de roles sociomotores y subroles concretos
(Lavega; 1995a) atienden a factores relacionados con las dimensiones espaciales (terreno de
juego, relación jugador-objetos), temporales y comunicacionales (relación entre jugadores)
observados en la propia situación:
Parlebas (1981: 229) es tajante al referirse a las posibles segmentaciones y
subsegmentaciones de los comportamientos motores: siempre es posible definir sub-
estrategias o super-estrategias (1981: 271) o concreciones espaciales y temporales de subroles
sociomotores (1981: 229). Sobre el mismo particular Lasierra (1993) distingue entre las
unidades denominadas subfunciones (praxis motriz desde una perspectiva teleomotriz: una
intencionalidad), acciones de juego (medibles y observables, es decir, praxis motriz como
comportamientos motores) y modalidad de ejecución (praxis motriz-comportamiento desde su
dimensión gestual).
Parlebas (1981:293) propone otra posible unidad junto a las praxias, y es la
“interacción motriz”. También se basa en el comportamiento motor, concretamente (1981:
102) en aquel que influye de manera observable sobre otros participantes. La interacción
motriz esencial (a diferencia de la inesencial) corresponde a la situación y es a la que nos
referiremos. Analizando los ejemplos de sociopraxis motrices que Parlebas (1981) propone
(pase, tiro, toque, intercepción, placaje, remate, apoyo, desmarcaje...) podemos determinar
que se asientan sobre las mencionadas dimensiones espacial, gestual, comunicacional y
equilibradora (ésta sobre todo en el caso de las interacciones de marca).
La interacción directa puede ser deducida analizando los reglamentos de los juegos
deportivos sociomotores (Parlebas, 1981: 104) y se identifica asimismo en la propia situación,
como “secuencia motriz observable desde el exterior” de acuerdo a “características espacio-
temporales”. La indirecta -“praxema motor”- es deducible únicamente en la situación, pero
tiene la particularidad (1981: 169) de asociar lo comportamental junto a proyectos -
“tácticos”-, aunando en una única unidad de análisis la perspectiva eco-práxica y la
teleomotriz.
Hablando de los praxemas, Parlebas (1981: 170) pone ejemplos de los
comportamientos (una cara del praxema: perspectiva eco-práxica) que, como “indicios”, toma
el participante: orientación del cuerpo, trayectoria de la carrera, aceleración. Volvemos otra
vez sobre las dimensiones de análisis de las situaciones (lo gestual, lo espacial, lo temporal...).
Por otro lado (la otra cara: perspectiva teleomotriz), se entiende que el “proyecto táctico” es el
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
108
anuncio de la próxima aparición de un subrol (socio)motor. Ya vimos atrás que los subroles se
identificaban atendiendo a características de esas mismas dimensiones.
Vamos a centrarnos en otra unidad utilizada en Praxiología motriz, denominada
“acción de juego”. En el vocabulario básico, Hernández Moreno (1994a: 161) lo entiende
como “acción de un jugador con compañero-s y/o adversario-s que tiene lugar en el espacio
y el tiempo establecidos...”. Para Amador (1994a: 201) las acciones motrices son pertinentes,
observables externamente y operativizables.
Según estas características metodológicas, la pertinencia implica referirse a una
práctica que habrá de caracterizarse por sus rasgos (espaciales, comunicacionales...) que se
asocian a las distintas dimensiones. La operativización se traslada a unidades como el gesto,
técnica, subrol, conducta o praxema. Más adelante (Amador, 1994a: 484 y ss.) analiza la
“acción de brega” (acción motriz en la Lucha Canaria) de acuerdo a el uso del espacio, los
aspectos técnicos (gestuales) y temporales, reglamentarios (equilibradores), así como las
acciones praxémicas y los subroles (elementos que vuelven sobre las mismas dimensiones).
Para Lavega (1995a: 665) la acción de juego se ha entender como la “... unidad básica
de toda práctica lúdica reglamentada; ello significa que cada juego está constituido por un
conjunto de secuencias de acciones”. La “jugada” es para este autor aquel conjunto mínimo
de acciones ordenadas cronológicamente, y se corresponde con el concepto “golpe de juego”
de Parlebas (1981). Por ello (Lavega, 1994a) los límites de la jugada “deben estar
perfectamente definidos”.
Después de este recorrido sobre propuestas de unidades metodológicas en la
Praxiomotricidad situacional, parece que irremediablemente volvemos al punto de partida:
para dar sentido a una unidad (praxis motriz) sea desde la orientación metodológica que
sea, tendremos que referirnos a las dimensiones de análisis de las situaciones
(dimensiones como rasgos pertinentes previos desde la tarea, como variables, como
indicadores, como parámetros; como elementos sistémicos, como factores cualitativos, etc.).
Si nos vemos remitidos al mismo origen metodológico, será oportuno seguir tomando
decisiones para conducir las investigaciones. El investigador praxiólogo de los sistemas
praxiomotores tiene la última palabra. Para Parlebas (1981) la definición de cada praxia
tomada como unidad de análisis -comportamental- depende del punto de vista adoptado por el
investigador. De igual forma la lista de sociopraxis motrices, de comportamientos motores, de
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
109
subroles, de praxemas, de objetivos praxiomotores, etc., son diferentes de una investigación a
otra, dada una misma situación praxiomotriz, no sólo porque se hayan escogido orientaciones
metodológicas diferentes.
Incluso aunque se elija la misma orientación, por ejemplo la funcional, la lista de
subroles del balonmano es diferente de un estudio a otro porque habitualmente los criterios
utilizados al aplicar las dimensiones son diversos. El problema se traslada entonces al proceso
de selección de indicadores concretos y a sus correspondientes criterios de clasificación,
unido al proceso de combinación de indicadores-categorías.
A tal efecto quizá nos puedan servir de ayuda las propuestas de I. Darrault (1985),
aunque él lo aplique restrictivamente al análisis del discurso psicomotor. Parte de la idea
(1985: 124-125) de que la práctica (psicomotriz) es de naturaleza multisemiótica, puesto que
en ella confluyen varios sistemas susceptibles de ser analizados por separado (lectura
horizontal, que es siempre incompleta) o conjuntamente (lectura vertical).
En nuestro caso los “sistemas” son los que se corresponden con cada una de las
dimensiones (sub-sistemas espacial, temporal, gestual, comunicacional y equilibrador). Se
utilice una lectura horizontal (siempre inconveniente) o simultánea para operar con varios de
los sistemas, el objetivo metodológico (Darrault, 1985: 126) siempre es determinar el
significado global que otorga coherencia al discurso.
En Praxiomotricidad situacional hablaremos de una coherencia del discurso
praxiomotor elaborada desde alguna de las formas de sentido, regido según las diferentes
orientaciones metodológicas que en la actualidad conocemos (entorno, objetivo, rol, signo...).
Según este autor (Darrault, 1985: 131) los recorridos (o “itinerarios”) en la investigación
pueden dirigirse en dos sentidos, desde las estructuras manifiestas (superficiales, las de las
secuencias) a las profundas (las que contienen el sentido), o viceversa.
Si nos centramos en los subsistemas concretos, la segmentación de las secuencias, que
es el paso necesario para comprender las situaciones, se basa en:
- Elegir las subdimensiones (indicadores espaciales, temporales...) que nos informan
sobre el proceso en que la secuencia se desarrolla de acuerdo al subsistema o
subsistemas de referencia.
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
110
- Aplicar disyunciones o fracturas de la secuencia por medio de oposiciones para un
mismo indicador, con niveles sucesivos de especificidad o superiores de generalidad.
El resultado es un árbol de categorías: el nivel superior es la secuencia total (discurso,
situación) y el inferior la secuencia con sus diferentes segmentaciones (en su caso,
subsegmentaciones) marcadas por los fragmentos. La elección de las sucesivas
oposiciones para caracterizar el discurso praxiomotor (categorías) sólo será validado
cuando se llegue al nivel mismo de la secuencia.
- Solapar la información obtenida multidimensionalmente, centrándose en una
combinatoria de los indicadores (algebraica, estadística, análisis de contenido,
estructuración (topo)gráfica, etc.).
El discurso praxiomotor -una situación- o aspectos del mismo, por supuesto no
siempre es necesariamente de características comportamentales, es decir, observable
exteriormente. Con frecuencia se habrá de recurrir a diferentes métodos y técnicas de
investigación, con el objeto de establecer un tipo de información “traducida”,
metodológicamente operativa, pero que es diferente a la que aparece en las secuencias
praxiomotrices.
Para los sistemas praxiocorporales o en orientaciones teleomotrices funcionales,
praxemiotrices y probablemente en la vertiente subjetiva de las orientaciones eco-práxicas, la
situación praxiomotriz se podría comprender, por ejemplo, si el propio agente fuese capaz de
interpretar verbalmente o gráficamente la secuencia de la cual él mismo es partícipe.
Luego, lo que será inicialmente analizada por el investigador es una información
espacial, temporal, gestual..., todavía sin ninguna forma de sentido, “referida a” las secuencias
praxiomotrices, y no las propias secuencias, de la cual la observación externa es apenas una
parte menor de la información posible que se descubre.
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
111
Gráfico 27.- Modelo epistémico de análisis praxiomotor.
CONTEXTO PRAXIOMOTOR
SITUACIÓN PRAXIOMOTRIZ
Praxis motriz en el contexto
Praxis motriz en la situación
TAREA PRAXIOMOTRIZ
Estrategia praxiomotriz
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
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Podemos revisar algunos ejemplos de protocolos de registro de datos praxiomotores
(suponemos que debidamente validados para las secuencias que tratan), protocolos propuestos
independientemente de las técnicas de investigación para la obtención de tal registro.
A. Acuña (1994: 260-262) nos presenta un listado de aspectos adecuados para analizar
una danza tribal. Son algunos aspectos concretamente referidos a la estructura general de la
coreografía:
- Participantes: número, situación espacial, tipo somático...
- Coreografía: registro sincrónico de los participantes, por episodios, y diacrónico de la
evolución de los episodios.
- Elementos musicales y vocalizaciones: señales vocales y cualidades de la voz (ritmo,
volumen, resonancia...), número, nombres y características de cada elemento musical
(tiempo, sincronización entre ellos y respecto a la coreografía).
- Movimiento cinésico: gestos, movimientos corporales y segmentarios, posturas
estáticas.
- Paralenguajes: conducta táctil (tipos: palmear, acariciar... y zonas del cuerpo),
expresiones faciales (zonas de la cara), conducta visual, proxémica (territorialidad,
densidad según número de participantes, distancias, disposiciones), adornos e
indumentaria (atuendo, artefactos, maquillaje), factores del entorno (medio ambiente
natural y humano próximo al escenario, decorado).
R. Laban (1987) considera tres elementos de análisis del movimiento significativo
corporal -el “material”-, que afectan a representaciones de danza, mimo o teatro: tiempo
(velocidad), espacio (dirección), peso (intensidad), a los que añade el flujo de aparición de las
acciones (densidad de los signos). La significatividad de la acción corporal procede de la
reinterpretación de las características de los factores mencionados según actitudes (flotar,
envestir, aletear, deslizar, zapatear, acuchillar, etc.) que esconden valores sociales y
personales (instintos, sentimientos...). El proceso de análisis de una interpretación escénica
propone que se efectúe de acuerdo a tales “factores de movilidad”, categorizándolos como
sigue:
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- Dirección del movimiento corporal en el espacio: adelante, atrás, derecha,
izquierda...
- Nivel en el espacio: alto, mediano, profundo.
- Extensión en el espacio: cerca, lejos, pequeño, grande, largo, corto.
- Vía en el espacio: derecha, angular, curva.
- Tiempo-ritmo, según velocidad (rápida, normal, lenta), según unidades (los mismos
términos que en solfeo: uno, uno y medio, dos, cuatro...), tempo (presto, moderato,
lento), movimientos vibratorios, pausas.
- Peso como “energía muscular” o intensidad de la fuerza usada en la resistencia al
peso: fuerte, normal, débil.
- Peso según acentos, y según grados de tensión (tenso, relajado).
- Flujo como fluir activo, interrumpido, detenido.
- Flujo como acción continua, discontinua, parada.
- Fluir según el control: normal, intermitente, completo.
- Flujo al adoptar el cuerpo un movimiento, una posición o una serie de posiciones.
Algunos listados para el análisis de las dimensiones aplicadas a los juegos pueden
encontrarse en S. Olaso (1993a) y P. Lavega (1995a). P. Parlebas (1988b) sugiere se tome
diversidad de información, pero centrándonos únicamente en lo situacional, propone se
estudien en el juego:
- Características del terreno: acondicionado, poco acondicionado, natural.
- Delimitación del espacio: trazado, delimitado por elementos propios del lugar, sin
trazos, sus dimensiones y emplazamiento de los jugadores.
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
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- Existencia o no de materiales y objetos, sus dimensiones y características.
- Número de jugadores, distribución o no en equipos y/o roles.
- Vestimenta particular para el juego: características, uniformidad o no, numeración...
- Relaciones entre jugadores: número de equipos, equipos fijos o variables, sin equipos
pero con posibles alianzas provisionales.
- Existencia de roles diferenciados o importantes (buscado, evitado y/o penalizable,
indiferente), otros roles destacados. Roles fijos y permanentes para uno o varios
jugadores o provisionales (reemplazables).
- Poderes y atribuciones de los roles, asociados o no a zonas del terreno.
- Tipo de relaciones según comportamientos de cooperación y/o oposición,
interacciones de “contacto” o no, grado de violencia en las interacciones de
antagonismo (no hay, leve, medio, alto).
- El juego posee una regla para terminar el juego o no la posee (puede continuar
indefinidamente). Si la posee, es a tiempo, por puntos u otro.
- Acciones para ganar o perder, actos puntuales y provisionales o no.
- Partes del juego o partidas sucesivas. Formas de parar o de interrupción del juego.
- Modificación o no de las reglas durante el juego, precisión de aspectos específicos o
no y cuáles.
- Existencia o no de tácticas características, son individuales y/o colectivas.
- Actos motores esenciales (¿objetivos?): desmarque, carrera-persecución, lanzamiento
a diana material, pases puntuables, esconderse, contactos (tocar, golpear a otros),
destreza de dominio de instrumentos, un jugador lleva a otro, otros actos.
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
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Nos hemos detenido en listados que se aplican a situaciones praxiomotrices especiales
(expresivas, lúdicas) de los que se dispone de menos documentación. Sobre grupos de
deportes o deportes concretos, existe un mayor número de trabajos y publicaciones, y por ello
hay más facilidad para acceder a esos listados. Entre otros encontramos las tesis de Delaunay
(19876), de Menaut (1982), de Hernández Moreno (1987), de Antón (1992), de Lloret
(1994a), de Amador (1994a) y de Ruiz Llamas (1996), y las propuestas de análisis de la
táctica estructura de los juegos deportivos de Hernández Moreno (1994a) y de Parlebas (1986,
1981 y 1988a) y de la de Riera (1995b).
En todas estas propuestas de registro referidas a las dimensiones aplicadas a
secuencias para la obtención de indicadores y categorías asociadas, apreciamos que pueden
ser fuente de inspiración los tratamientos metodológicos aparecidos en disciplinas tales como
la Proxémica (Parlebas, 1981), la Kinésica (Lloret, 1994a) y la Cronémica (M. Castañer,
1992), pero siempre debidamente adaptadas a las situaciones praxiomotrices (Parlebas, 1981 y
1986). Algunos de los extensos listados, con posibilidad de ser aplicados al análisis
dimensional de la Praxiomotricidad situacional, son los de F. Poyatos (1994), tomando
categorías aportadas por la Proxémica, Kinésica y Cronémica y el sistema categoríal para la
comunicación no-verbal del educador físico en la tesis de M. Castañer (1992).
Los registros correspondientes son denominados en general “praxiogramas” (Parlebas,
1981) -quizás más correctamente “praxiogramas motores” en la nomenclatura que
empleamos-. Por dimensiones, serán: “locogramas” (Parlebas, 1981; Delaunay, 1985 y
Rodríguez Ribas, 1984b) para los registros espaciales, “kinegramas” para los gestuales,
“cronogramas” para los temporales, “socio-praxiogramas” para los registros de interacciones
y “equigramas” para los de los equilibradores.
Por unidades de sentido, en el registro de praxis motrices los praxiogramas se
denominarán “teleogramas” para los objetivos motores y “ecogramas” para las condiciones
del entorno praxiomotor. Eventualmente, la combinación de tales se denominan
“ludogramas” (Parlebas, 1986) para los roles y subroles -“roles praxiomotores”- en los
juegos deportivos y “praxemiogramas motores” para los praxemas motores.
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
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SEGUNDOS:
OBJETIVOS
PRAXIOM.OTORES:
5" 10" 15" 20" 25" 30" ...
a1 X
a2 X X
a3
a4 X
a1' X
a2' X
a3' X
a4'
Tabla 11.- Ejemplo de un teleograma de uno de los karatekas en una secuencia del
combate, en función del tiempo reglamentario.
INTENCIONES TÁCTICAS DEL KARATECA ESTUDIADO (LAS QUE SE
ASIGNA Y LAS QUE ASIGNA A SU ADVERSARIO).
- A: INTENTAR TOCAR (MARCAR) AL ADVERSARIO (A).
. a1: intentar buscar la distancia adecuada respecto de A.
. a2: intentar buscar zonas desprotegidas de A.
. a3: intentar situar el golpe en A.
. a4: intentar evitar que A me toque (A').
- A': INTENTAR EVITAR QUE A ME TOQUE (MARQUE).
. a1': intentar evitar que A encuentre la distancia adecuada respecto de mí.
. a2': intentar evitar que A encuentre mis zonas desprotegidas.
. a3': intentar evitar que A me sitúe el golpe. . a4': intentar evitar que A evite ser tocado (A)
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
117
9.5.- PRAXIOGRAFÍA MOTRIZ: DISEÑOS, MÉTODOS Y TÉCNICAS DE
INVESTIGACIÓN. COMPLEMENTACIÓN DE PERSPECTIVAS METODOLÓGICAS
La Praxiografía motriz es el nivel operativo del conocimiento de la Praxiología
motriz, es decir, trata de los asuntos relacionados con el diseño de las investigaciones, la toma
de información y de elaboración de los datos, de su interpretación y presentación final. La
Praxiografía motriz gestiona el saber praxiomotor en su nivel más bajo de abstracción. De
algunos de tales asuntos trataremos en los puntos que siguen.
9.5.1.- Diseños diversos. Una guía metodológica
Una de las tesis de A. Chamlers (1992) es que la ciencia tiene como objetivo interno
preferente la generalización de los saberes que construye. Gran cantidad de científicos
piensan que, además de la generalización, el objetivo último de la ciencia es la predicción.
En opinión de J. Balcells (1994: 79) si bien el fin último de la ciencia es “... descubrir
y formular leyes generales, no por ello toda labor científica investigadora debe agotar
necesariamente su actividad en alcanzar este objetivo...”, porque si la investigación es un
proceso en fases, unas investigaciones pueden profundizar más que otras y otras pretenden
alcanzar un mayor grado de generalización, de modo que (1994: 87) la relación entre ambos
factores es inversa: a mayor profundidad del estudio le corresponde un menor grado de
generalización, y viceversa.
Según la profundidad del objetivo de estudio, nos podemos encontrar con los
siguientes diseños posibles (Balcells, 1994: 81-84):
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
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- Descripción, que implica “representar una cosa”, de modo que se tenga alguna “idea”
de la misma. Según este autor, es la fase menos elaborada de la ciencia, aunque a
veces, por escasez de conocimientos, es casi imprescindible detenerse en este nivel.
Para F. Lagardera (1995a) la descripción es uno de los niveles en los que actualmente
la Praxiología motriz centra sus esfuerzos. La descripción, entonces, puede ser como
fin de la investigación, o como una primera fase del estudio.
- Clasificación, o sea, agrupar fenómenos por sus características comunes o separarlos
por sus diferencias. Una subfase es encasillar. Una subfase más profunda es el
descubrimiento de tipologías. La Praxiología motriz desde sus mismas propuestas
iniciales realiza un gran esfuerzo clasificador. Este sería el segundo nivel en el que la
Praxiología motriz, en opinión de F. Lagardera (1995a), actualmente más se ocupa.
- Explicación, determinando las causas y efectos, respondiendo a la pregunta “por qué”
de los fenómenos. Este es el nivel más profundo que implica tener bien asentados los
dos precedentes, y a los que la Praxiología motriz tenderá a centrarse en algún
momento. Eso es lo deseable para Lagardera (1995a), para quien algunas de las
investigaciones como las de Parlebas (1985b) o Amador (1994a) ya introducen
explicaciones, aunque todavía de bajo nivel. Las modalidades de explicación son
(Balcells, 1994: 83) la causal o determinista (una misma causa produce un mismo
efecto siempre), la funcional (dos factores están relacionados según una función
matemática) y la probabilística o estocástica (una causa produce o está en relación con
otra según un grado mayor o menor de probabilidad).
El nivel de la predicción es el de la explicación, aunque se ha de tener claro (Balcells,
1994: 84) que:
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
119
- La previsión es aplicable a un conjunto muy localizado del cual se han efectuado las
correspondientes verificaciones.
- Los fenómenos sociales son complejos, multifactoriales (a diferencia de los
fenómenos físicos, cuyos factores son menos en número y más controlables).
- Existen rápidas y profundas modificaciones en los contextos sociales, de modo que
las regularidades (base de las explicaciones con intenciones predictivas) quedan con
frecuencia en entredicho (a diferencia de los fenómenos naturales). La Praxiología
motriz es, por definición, una ciencia social.
Por el grado de generalización, se pueden establecer diseños (Balcells, 1994: 84-87)
que impliquen:
- Teorías particulares, o investigaciones concretas, cuyas conclusiones no pueden
aplicarse a otros casos similares, a pesar de que son el paso previo para investigaciones
de mayor nivel de generalización.
- Teorías de alcance medio, en las que se utilizan modelos (representaciones de los
fenómenos que tratan de reducir su complejidad y variedad) aplicados a grupos de
fenómenos representativos. El nivel de generalización comienza a ser algo relevante y
se sitúan entre las hipótesis de trabajo menores y las especulaciones generalistas.
- Teorías holísticas, cuya finalidad es representar una síntesis global de los grandes
grupos de fenómenos. Son también una forma de orientación de las investigaciones de
los niveles medio y particular.
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
120
En la praxis científica, con frecuencia un plan estratégico establecido para un estudio
suele modificarse con el avanzar del trabajo investigador. Ante una idea inicial más o menos
consciente para abordar un estudio, sólo se podrán definir las características concretas de un
diseño cuando el estudio ya ha quedado concluido. I. Hacking (1991: 24) se remite a Crombie
para indicar que este autor
“... tenía en cuenta modos de pensamiento constantes o permanentes tales
como: a) la simple postulación y deducción en la ciencia matemática, b) la
investigación experimental, c) la construcción hipotética de modelos por
analogía, d) el ordenamiento de la variedad mediante la comparación y la
taxonomía, e) el análisis estadístico de regularidades de poblaciones y f) la
derivación histórica del desarrollo genético”.
El primer factor que hemos abordado para caracterizar una investigación ha sido el
objetivo científico pretendido. El segundo factor ha sido el nivel de profundidad del objetivo y
el tercero el grado de generalización.
Otro interesante factor a tomar en cuenta es el grado de vinculación del investigador y
del investigado respecto de la investigación. A tal efecto J. Ibáñez (1994: 72) se refiere a tres
perspectivas, que a su vez son las típicas de algunas ciencias:
- “En la perspectiva distributiva, el sujeto es limpiamente evacuado”; se corresponde
con las ciencias naturales (o con las ciencias sociales abordadas como si de ciencias
naturales se tratasen), que consideran a un sujeto idéntico en el espacio y en el tiempo.
En esta perspectiva “La singularidad subjetiva del investigador es reducida como
<<ecuación personal>>”.
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
121
- “En la perspectiva estructural, el sujeto es integrado parcial y transitoriamente”,
sólo integrado a nivel del contenido que produce y en el momento de la relación con lo
que produce. Es el dominio habitual de las ciencias humanas (Lingüística, Historia, o
de las ciencias sociales, como si de ciencias humanas se tratasen).
- “En la perspectiva dialéctica, se pretende integrar al sujeto total y definitivamente,
pues integra los niveles de contenido y relacional”. Traspasa los límites internos
considerando la producción intelectual del sujeto (contenido), su relacionalidad (por
ejemplo la intención, la percepción, la afectividad) y todo ello en su conexión con el
exterior, eliminando la separación entre sujeto (investigador) y objeto (investigado). Se
corresponde con las ciencias sociales (Sociología, Antropología, Psicología,
Praxiología motriz).
Un quinto factor en el diseño menciona el modo de tratar los datos en el momento de
ser elaborados. Para ello nos remitiremos a G. Rocher (1990), para quien es posible trabajar
con datos que se caracterizan por su mayor o menor grado de abstracción:
- Los estudios lógico-experimentales construyen modelos teóricos que se elevan a un
segundo nivel de abstracción, y además presuponen una cierta predicción. Se pueden
efectuar segundas interpretaciones elaboradas de los datos sobre la “realidad”, o
establecer directamente modelos intelectuales (tales como los matemáticos o los
lógicos). Las redes de cambios de roles y subroles, las redes de comunicación motriz,
las redes de marca (Parlebas, 1981), o las redes proposicionales (Rodríguez Ribas,
1995b) son algunos de los modelos abstractos que nos indican cómo es y cómo será
cada juego, o más propiamente su “esqueleto”. Junto a estas “modelizaciones”, otras
técnicas incluidas como “teórico-experimentales” (G. Rocher, 1990) serían también la
“creación de neologismos” (Delaunay, 1985) y el “análisis semántico de términos
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
122
praxiomotores” (ver en el apartado dedicado a Navarro Adelantado de esta tesis).
Puesto que se sitúa en una perspectiva abstracta, a veces puramente estructural, con
frecuencia se ha de elaborar un marco teórico previo en base a axiomas.
- Los modelos conceptuales utilizan datos propios de la “realidad”, con poco grado de
abstracción. El diseño experimental puede tener un alcance explicativo y quizás
predictivo muy localizado. Son varios los autores que propugnan y utilizan estos
diseños: Parlebas (1985b, 1987 y 1988a), Rodríguez Ribas (1994b), Hernández
Moreno y otros (1994), Navarro Adelantado (1995a), Serrano S. y Navarro Adelantado
(1995) y Lagardera (1995a). Dentro del ámbito experimental nos interesan los
experimentos de campo, en su situación (praxiomotriz) original. Por tanto, implica
una modificación mínima de las condiciones de la realidad, para determinar relaciones
causales. En definitiva los diseños serán cuasi-experimentales, en base a la
imposibilidad de controlar totalmente todas las variables (dependientes,
independientes, intervinientes). El contexto experimental se refiere a (Festinguer y
Katz, 1987: 104 y ss.) alguna situación social que existe (juego, danza, deporte), en la
cual se encuentra el fenómeno a estudiar (por ejemplo, la estrategia motriz).
El diseño de un experimento contiene: la selección de un problema, la determinación
de las variables independientes (VI, que se cambian para una segunda situación de
control) y de las dependientes (VD, que se supone se modifican a consecuencia de la
manipulación de las independientes), el establecimiento de las hipótesis de trabajo
(que prevé la relación y tipo de modificación entre la variable dependiente e
independiente) y la selección del contexto del experimento. Por ejemplo podríamos
establecer la hipótesis de que un elevado número de contraataques (VD) se deben a los
constantes cambios en el ritmo del juego (VI) en los partidos de waterpolo profesional
(contexto). Entonces propondríamos unas situaciones en las que se producirían
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
123
cambios de ritmo y otras en las que no se producen, y estudiaremos, en ambos casos,
el número de contraataques. La ventaja de estos estudios reside en su gran potencia
para las teorías: son capaces de dar explicaciones, de establecer regularidades y
previsiones en consonancia con las demostraciones causales.
Los diseños correlacionales no tienen tanta potencia para las teorías, puesto que
únicamente posibilitan regularidades en base a relaciones positivas (directas) o
negativas (inversas) entre variables, las cuales no se manipulan. Son los diseños
correlacionales los más utilizados en las tesis doctorales praxiomotrices de esta década
-los 90-. Siguiendo con el ejemplo anterior, sólo podríamos determinar que una alta
frecuencia de cambios de ritmo de juego se corresponde con una elevada tasa de
contraataques en un partido de waterpolo profesional. Nunca tendremos la certeza de
si esta elevada tasa se debe a la frecuencia en el cambio de ritmo o también a otras
variables. Por tanto, los diseños correlacionales no tienen carácter predictivo, sino, a lo
sumo, probabilístico. Aquí el diseño se reduce a la selección del problema y del
contexto, a la determinación de variables, y al establecimiento de la probabilidad del
tipo de relaciones entre variables.
Otro factor en el diseño es la identificación del grado de regularidad de los datos, y
sus consecuencias para ser abordados. Para Galindo y Labourdette (1991) caben distinguir dos
tipos de fenómenos: aleatorios, no sometidos (sometibles, cabría decir) a leyes y causales,
sometidos a leyes. De modo que:
- Los diseños con fenómenos aleatorios se caracterizan por la imposibilidad de
conocer los resultados cuando se repiten en iguales condiciones. Así (Galindo y
Labourdette, 1991: 10) “La información puede simplificarse mediante una serie de
valores característicos, que representan la globalidad de los datos. Solo podemos
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
124
predecir lo que sucederá después de repetir el fenómeno varias veces”. Si las variables
se deducen de las condiciones, y éstas son indeterminadas en número, entonces sólo
podríamos estudiar algunos aspectos, siendo la previsión muy relativa, y referida
únicamente a lo estudiado.
- Para los fenómenos causales, no aleatorios o sometidos a leyes, la repetición en las
mismas condiciones nos darían los mismos resultados. En estos diseños (Galindo y
Labourdette, 1991: 11) “Las variables que vamos a estudiar están perfectamente
determinadas y no existe ninguna interacción distinta a las de las magnitudes objeto
de estudio”.
Ya hemos “tomado” algunas decisiones metodológicas, las cuales afectan al diseño del
estudio respecto a:
- Objetivo científico final pretendido (generalización, predicción).
- Nivel de profundidad del objetivo (descripción, clasificación, explicación).
- Grado de generalización del objetivo (teorías particularistas, de alcance medio,
holísticas).
- Grado de vinculación del investigador e investigado respecto de la investigación
(nula, parcial, total).
- Grado de abstracción de los datos (modelos teóricos, modelos conceptuales).
- Grado de regularidad de los datos (modelos aleatorios, modelos causales).
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
125
De modo más o menos consciente el investigador se va decantando por unas posturas
u otras. Hay que hacer notar que las anteriores decisiones tienen una coherencia entre sí, de
modo que si un praxiólogo elige un objetivo de predicción es probable que el diseño de su
investigación implique: un objetivo explicativo, intentando fundamentar una teoría
particularista, con nula vinculación a la investigación, mediante modelos conceptuales y
causales.
En Praxiomotricidad situacional, como en las otras ciencias sociales, ese diseño para
elaborar e interpretar los datos posee una denominación. Estaríamos ante una postura
metodológica “causal-mecanicista”, postura que tiene sus antecedentes ideológicos, y que en
el apartado correspondiente de la tesis (cap. 4) se identificó como (Mardones y Ursúa, 1982)
“perspectiva galileana”.
Una orientación puramente comportamental (análisis de lo observable exteriormente
en las condiciones del entorno de la situación, entendida como sistema de praxis motrices)
puede asociarse con la mencionada postura “causal-mecanicista”. Su grado de elaboración de
sentido de las praxis motrices es ciertamente pobre, pero, a cambio, su grado de predicción
podría llegar a ser probablemente alto.
Entiéndase que no todos los diseños de orientación comportamental en
Praxiomotricidad situacional son necesariamente causal-mecanicistas. Únicamente se ha
indicado que son posibles diseños con posturas causal-mecanicistas mediante
orientaciones comportamentales. Este tipo de diseños es el que hace asemejar la
metodología de las ciencias sociales a los modelos propios de las ciencias naturales (física,
química).
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
126
El resto de formas de generar e interpretar los datos -el resto de formas de diseño- las
denominaremos posturas interpretativas, por cuanto los diseños metodológicos permiten un
mayor grado de elaboración de sentido de las praxis motrices. Ideológicamente esta postura se
acercaría más a la perspectiva “aristotélica” (Mardones y Ursúa, 1982).
Las orientaciones que superan lo meramente comportamental en Praxiomotricidad
situacional se podrían dividir en dos grupos:
- Las que apenas consideran lo comportamental (orientación teleomotriz y vertiente
subjetiva de la orientación ecopráxica), o sea, puramente interpretativas y
“aristotélicas”, ya que se centran en el aspecto oculto (no observable externamente) de
las praxis motrices.
- Las que pueden complementar -aunque no es requisito imprescindible- la orientación
comportamental con las puramente interpretativas: la ecopráxica (estructura del
entorno praxiomotor global), la funcional (sistema de roles praxiomotores) y la
praxémica (código de praxemas motores). Estas tres pueden unificar lo manifiesto y lo
oculto de las praxis motrices en su situación.
En el próximo apartado veremos algunas formas para tomar información de la
situación praxiomotriz y su tratamiento posterior (métodos y técnicas de investigación).
Pero antes recordemos en esta guía metodológica algunas otras decisiones que el
investigador-praxiólogo podría ir tomando en el avanzar de la investigación (nos remitimos al
apartado anterior sobre las unidades de análisis). Son fases específicas para la
Praxiomotricidad situacional:
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
127
1. Descubrir los rasgos pertinentes desde la tarea (condiciones y objetivos motores
internos).
2. Establecer las manipulaciones observadas en la situación que los actores efectúan
(condiciones y objetivos praxiomotores), desde las iniciales condiciones y objetivos
motores internos.
3. Otorgarles sentido (darles forma interpretativa a los datos deducidos mediante el
análisis de las dimensiones, sea en la tarea o en la situación) como comportamiento,
interacción, entorno global, objetivo, rol y/o signo. Es decir, operar según una
orientación metodológica.
4. Expresar las conclusiones obtenidas (en su caso, divulgarlas: numéricamente,
verbalmente, (topo)gráficamente, etc.).
Para los pasos 1 a 3 se requería remitirse a las dimensiones de análisis de la situación
(espacial, temporal, gestual...). Concretamente para el paso 2, que implicaba la segmentación
de las secuencias, habría que:
- Elegir las subdimensiones (indicadores espaciales, temporales...).
- Aplicar disyunciones o fracturas de la secuencia praxiomotriz por medio de
oposiciones para un mismo indicador. La elección de las sucesivas oposiciones para
caracterizar el discurso praxiomotor (categorías) sólo será validada cuando se llegue al
nivel mismo de la secuencia.
- Solapar la información obtenida multidimensionalmente, centrándose en una
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
128
combinatoria de los indicadores (algebraica, estadística, modelizaciones, análisis de
contenido, estructuración (topo)gráfica, etc.).
9.5.2.- Métodos y técnicas de investigación en Praxiomotricidad situacional
En el punto anterior vimos que habían dos frentes en los cuales era preciso obtener
información: la tarea o estado estático y latente de la situación praxiomotriz, y la propia
situación como estado dinámico de desarrollo de lo explicitado en la tarea.
Ya en la propia situación, los dos frentes en los que se puede obtener información son:
su vertiente manifiesta o comportamental y su vertiente oculta o subjetiva
(independientemente de que luego se puedan combinar ambas).
Según se aborden uno o varios de estos frentes, se requiere de un diseño de la
investigación apropiado. También se necesitan utilizar de unos métodos y técnicas de
investigación adecuados.
En cualquier caso, es imprescindible remitirse a las dimensiones de análisis (espacio,
gestualidad, tiempo, y comunicación y equilibración cuando se dan, respectivamente,
sociopraxis motrices necesarias y estatuto competitivo), sea cual sea el modelo de diseño
metodológico elegido (causal-mecanicista o interpretativo).
Lo que nos ocupa en este punto es precisamente el modo de obtener esa información.
Grosso modo, la información que incluye a personas (en nuestro caso sus praxis motrices)
puede obtenerse (Festinger, L. y Katz, D., 1987): observándolas (observación),
preguntándoles sobre sus acciones (cuestionarios), o utilizando información ya registrada para
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
129
otros fines distintos para los que en principio fue registrada (uso de documentos, registros,
índices, ...). Sobre las características, procedimientos de uso, ventajas e inconvenientes de
cada una de estas formas, es recomendable remitirse a manuales metodológicos de varias
disciplinas sociales con cierta tradición (Psicología, Sociología, Antropología, por ejemplo),
tanto para los métodos cualitativos como para los cuantitativos.
Se da por supuesto que cada uno de estos métodos puede emplearse en Praxiología
motriz. Por ejemplo, Parlebas (1988b) pregunta al investigador sobre “el tipo de datos” en los
que se ha basado para “observar un juego”: observaciones de campo, entrevista guiada,
cuestionario escrito, documentos. Olaso (1993a) y Lavega (1995a) utilizan algunas de estas
técnicas en sus tesis sobre juegos. R. Laban (1987) indica que el análisis de actividades
expresivas implicaría a una función “objetiva”, observable con componentes operativos y
mensurables, y a una “sensación” personal descrita por “introspección”.
Estos métodos pueden utilizarse por sí solos o combinándolos, dando lugar a técnicas
de investigación mixtas.
Los documentos pueden ya existir (reglamentos escritos, como los de los deportes,
estadísticas de juego en competiciones, publicaciones sobre juegos y bailes tradicionales,
sobre actividades introspectivas: Yogas, gimnasias suaves, de mantenimiento y de
rehabilitación, etc.), o ser documentos creados expresamente (registros numéricos o gráficos,
transcripciones de entrevistas, diarios y memorias, etc.). Tales documentos suelen ser
empleados en una segunda “lectura” para reinterpretar los datos que en su momento fueron
elaborados.
La observación (entendida en un sentido restringido) permite registrar aspectos
perceptibles externamente. Es el procedimiento de reunión de datos más utilizado para el
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
130
estudio de los juegos deportivos y demás actividades estatutarizadas, puesto que lo que se
persigue con un estatuto praxiomotor es una muestra comprobable de comportamientos
motores cuando la situación tiene lugar. Su ventaja reside en la fidelidad que nos
proporcionan las reacciones perceptibles que se presentan, ya sean directamente o
indirectamente (grabación en vídeo, por ejemplo).
Para superar sus limitaciones (sólo es posible registrar lo visible, audible o palpable),
en el estudio de las praxis motrices se consideran técnicas mixtas de observación-
cuestionarios, o se interpreta en un segundo nivel lo registrado mediante observación (uso de
documentos), o se pide al investigador que se vincule a la situación (que sea un observador
participante).
Con los cuestionarios en definitiva se trata de obtener información mediante un
conjunto de estímulos (verbales o gráficos) a que quedan sometidas las personas para conocer
su conducta, es expresada por ellas verbalmente o no verbalmente. Es un instrumento
inductivo. Se hacen preguntas (orales, escritas o gráficas) sobre una materia concreta para
llegar a detectar las respuestas, actitudes y comportamientos sobre dicha materia. La
fiabilidad depende de la sinceridad de las respuestas.
Mediante los cuestionarios podemos obtener información difícilmente detectable
mediante observación. Para ayudar a la fiabilidad de las respuestas y comentarios, se pueden
complementar los cuestionarios con observaciones (técnicas mixtas), o tomar las respuestas
como un primer paso para ser reinterpretadas posteriormente (uso de documentos).
Efectivamente la triangulación (utilizando varios procedimientos distintos de toma de
información) y la reinterpretación de los resultados (por los mismos investigadores en otro
momento, por otros investigadores o por los propios participantes) son dos estrategias de
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
131
comprobación de la fiabilidad propugnadas en ciencias sociales (Pourtois y Desmet, 1992),
sobre todo cuando se analizan fenómenos complejos, como puedan ser las situaciones
praxiomotrices, y cuando se utilizan técnicas cualitativas.
Sugerencias concretas de técnicas de investigación para los juegos y el deporte
aparecen en Parlebas (1981, 1986), Mahlo (1985), Delaunay (1985), Grosgeorge (1990),
Dufour (1990), Olaso (1993a), Rodríguez Ribas (1994b) y Riera (1995b). Veamos
seguidamente algunas técnicas empleadas o de posible utilización por los praxiólogos:
- Modelizaciones. Para Montes, S. y Pérez, R. (1978: 114) <<modelo>> “Es la
representación de una determinada realidad como sistema”. Es una técnica propia de
un diseño “lógico-experimental”, en la que se trata de plasmar una imagen sobre una
“realidad” compleja (por ejemplo praxis motrices o aspectos de la misma) de modo
que facilite su comprensión. El proceso supone un “cartografiado” ateniéndose a
tautologías (H. Blas y otros, 1994: 60). Las “modelizaciones” son empleadas y
divulgadas por Parlebas (1986, 1981 y 1988a) recogiéndolos bajo el concepto
“universales ludomotores”. Son diversos los tipos de modelos (Yurén, M. T., 1978):
verbales, gráficos, matemáticos y materiales. Parlebas (1981 y 1988a) acepta en sus
“universales ludomotores” los modelos matemáticos representables bajo la teoría de
grafos. Sobre los modelos matemáticos podemos remitirnos, por ejemplo, a Sierra
Bravo (1981).
H. Blas y otros (1994: 63) resumen los procesos y características en torno a la
modelización (incluyendo observación previa y su explicación): se construye a partir
de un marco teórico de referencia; tiene carácter de como si (el mapa no es el
territorio); es explicativo, pero no toda explicación es un modelo. En la modelización,
la explicación es un cartografiado de las descripciones sobre tautologías. Un modelo es
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
132
interpretativo en el contexto de la teoría que le dio origen. La modelización es un
mecanismo generativo, que permite el pasaje de la observación a la argumentación.
Gráfico 28.- Modelo caracterizador de los modelos científicos. En Jiménez Burillo, F.
(1985: 152). Tomado de Koromita (1977: 309).
MUNDO ABSTRACCION MODELO
EXPERIMENTACIÓN MODIFICACION DERIVACION
DATOS INTERPRETACIÓN PREDICCIÓN
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
133
- Creación de neologismos. Según Delaunay (1985), considerando la elaboración de
modelos originales, son necesarios nuevos términos que sean reflejo de la concepción
teórica que se pretende plasmar en el modelo. Implica un diseño “lógico-
experimental”.
- Análisis semántico de términos praxiomotores (ASP). Es otra técnica de formato
“lógico-experimental”. Se podrían deducir indicadores de estudio de las situaciones
praxiomotrices analizando el campo semántico de términos empleados -o susceptibles
de ser empleados- por la Praxiología motriz (<<motriz>>, <<acción>>, <<juego>>,
<<deporte>>, <<conducta motriz>>, <<estrategia>>...). Parlebas (1981), Hernández
Moreno (1987), Lagardera (1993b y 1994c), Amador (1994a) y Navarro Adelantado
(1995a) son autores que profundizan sobre el concepto que encierran algunos
vocablos, y obtienen consecuencias teóricas (por ejemplo, puntos de interés, rasgos
pertinentes, clasificaciones) y metodológicas (modo de tratar los aspectos teóricos y su
operativización en las investigaciones).
- Estadísticas de las acciones de juego. Es una técnica de observación empleada por
los medios informativos, los técnicos deportivos y los investigadores del deporte.
Hacen referencia a aspectos comportamentales, normalmente descritos en los
reglamentos deportivos, relacionados con el reglamento (dimensión equilibradora:
efectividad en los tiros a canasta, número de violaciones, salidas falsas, intentos de
saltos efectuados...) y con el uso del espacio y el móvil, el tiempo y la gestualidad
empleada (asistencias, rebotes, características de las acrobacias, sistemas de juego,
técnicas...).
- Escalas descriptivas. Son adecuadas para registrar interacciones motrices esenciales,
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
134
subroles (Lasierra y Escudero, 1993) y praxemas en su vertiente comportamental y
comportamientos no estandarizados. Para ello (M. Castañer, 1992) se da una
explicación global, una definición de la categoría comportamental a observar, su
descripción (gestual, espacial, temporal...), estos últimos como “núcleo categorial”, y
el “grado de apertura” (variaciones y posibilidades de aparición a partir del núcleo
categorial). Es apropiado para registros de la gestualidad. Los “ludogramas” fueron
propuestos (Parlebas, 1986) para registrar tipos secuencias fijas de juego cuando un
jugador ocupa un rol o subrol en función del tiempo. Tanto para las estadísticas como
para las escalas descriptivas es ya recomendable registros mediante procedimientos
informáticos.
- El locograma es una representación gráfica de los desplazamientos de los jugadores
o de los móviles en el espacio durante el juego deportivo (Parlebas, 1981: 130). Los
técnicos deportivos suelen utilizar este tipo de representación para explicar el modelo
de sistema de juego que se pretende llegar a realizar en un partido. Los locogramas
también son utilizables para cualquier situación praxioambiental (donde hay una
necesaria relación persona-entorno físico) y praxiosocial: danza, mimo, juegos
motores no competitivos... Se pueden utilizar técnicas sofisticadas para el registro de
locogramas en base a cámaras telemétricas o digitalizaciones (Hernández Moreno,
1987; Aguado y Riera, 1989). Su versión gestual serían los kinegramas, y también
existen procedimientos técnicos sofisticados que nos dan más facilidad y fiabilidad en
los registros (digitalizaciones, células foto-eléctricas...).
- Cuestionarios sobre la práctica motriz. A los participantes o a los espectadores de la
situación se les efectúa una entrevista sobre sus propias acciones de juego o sobre la de
otros participantes; también pueden rellenar cuestionarios. Estas preguntas harán
referencia a situaciones ya vividas o vistas, o a situaciones hipotéticas. Son adecuados,
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
135
por ejemplo, para recuperar actividades que ya no se practican (juegos o danzas
perdidas), para documentarse sobre prácticas espontáneas o para prever formas de
actuación en situaciones futuras.
- Observación ludomotriz participante (OLP). El propio investigador interviene en el
desarrollo del juego como un participante más. Esta técnica presenta la limitación de
que el investigador llegue a adaptarse al nivel de juego. Si lo consigue incluso puede
condicionar de alguna manera el desarrollo del juego (como propósito experimental).
Así es posible conocer, por ejemplo, percepciones sobre procesos de las fintas,
adecuación de trayectorias de los jugadores, decisiones para los marcajes... y otras
cuestiones de difícil observación desde el exterior (percepciones subjetivas del
espacio, del tiempo, de la gestualidad, de las relaciones con los otros, etc., y los
objetivos praxiomotores). Breves introducciones a la observación participante en
ciencias sociales las encontramos en Balcells (1994), en Gutiérrez y Delgado (1994) y
en Pourtois y Desmet (1992).
Simplemente como observación participante es una técnica válida para cualquier tipo
de práctica física. Es con seguridad imprescindible para explicar situaciones
praxiocorporales (relajación, Tantra yoga...), donde los comportamientos motores
observados desde el exterior apenas nos dicen nada sobre lo que sucede. La
observación participante es recomendable complementarla, por ejemplo, con
verbalizaciones simultáneamente con la participación del investigador (una
grabadora), con un diario donde el investigador rememore a posteriori su participación
y las de los co-participantes, o con una observación externa.
- Cuestionario de autoobservación ludomotriz (CAL). A los jugadores se les pregunta
sobre las situaciones que están observando en ese momento en una grabación en vídeo
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
136
o en fotografías, situación en la que ellos mismos eran partícipes. Se pueden describir
los comportamientos que se están viendo, o interpretarlos, o, con ayuda de las
imágenes, indicar intenciones, percepciones, etc. Pueden referirse a sus propias
acciones o a las de sus compañeros, o a las de sus adversarios, en la toma de
decisiones estratégicas (por ejemplo, por qué su compañero fue hacia tal lugar, por qué
realizó así esa finta a su adversario, qué alternativa propone a su acción...). El CAL
tiene como misión el traducir al lenguaje verbal lo que se nos presentó como lenguaje
praxiomotor. Las formas que puede adoptar el CAL son variadas: tests cerrados,
cuestionarios abiertos, discusiones de grupo, entrevistas en profundidad...
Algunos investigadores han usado el CAL, por ejemplo, Mahlo (1985), Irlinger (1973)
y Rodríguez Ribas (1995b). La ventaja del CAL es la posibilidad de exteriorizar
aspectos inconscientes y/o subjetivos (por ejemplo, objetivos praxiomotores:
respondiendo a las preguntas “para qué” y “por qué”), rememorando las acciones con
ayuda actualizada de una grabación de las secuencias (no se pierde tanta fiabilidad por
cuestiones de olvido). La autoobservación es factible para analizar cualquier práctica
física, sobre todo para aquellas que el investigador desconoce totalmente. Sobre la
autoobservación es interesante consultar Delgado y Gutiérrez (1994). La fiabilidad de
la autoobservación queda en entredicho para la vertiente subjetiva de las condiciones
del entorno (identificación a posteriori de percepciones sobre lo espacial, lo temporal,
lo gestual...).
- Cuestionario accional. Es también una técnica mixta, puesto que se plantean
situaciones mediante preguntas orales o gráficas, y se registran la respuestas motrices
observadas en el desarrollo de las tareas (Delaunay, 1985). Puede ser de gran utilidad
para los diseños experimentales y para analizar prácticas y situaciones espontáneas. Si
en la observación ludomotriz participante (OLP) el “registro” que hace el investigador
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
137
es in situ y en el cuestionario de autoobservación ludomotriz (CAL) los registros son a
posteriori, en el cuestionario accional los registros ya son a priori respecto de las
realizaciones motrices.
- Análisis del contenido praxiomotor (ACP). Un documento (audio, vídeo, gráfico,
escrito o transcrito -por ejemplo una entrevista desde el CAL-) es seccionado,
codificado y reinterpretado según hipótesis o patrones teóricos de partida. Una
aplicación del ACP se halla en Rodríguez Ribas (1995b) y propuestas específicas las
encontramos en Delgado y Del Villar (1995). El ACP puede ser útil para determinar
roles praxiomotores globales, praxemas motores, objetivos praxiomotores,
percepciones subjetivas de las condiciones del entorno, y sus formas estructurantes
(respectivamente, sistema de roles praxiomotores, código praxemiotor, red
proposicional y configuración praxiomotriz). Sobre Análisis de contenido pueden
consultarse Krippendorff (1990), de forma sencilla a Ruiz e Ispizua (1989) y sobre el
control de su fiabilidad a Pourtois y Desmet (1992).
Navarro y Díaz (1994) indican algunas de las características y finalidades del Análisis
de contenido. El AC (Navarro y Díaz, 1994: 179-180)
“... se concibe como una perspectiva metodológica cuya finalidad sería la
investigación de (al menos algunas de) las virtualidades expresivas de
expresiones en general”. “Puede abordarse, con igual legitimidad, un AC de
expresiones gestuales, pictóricas, musicales, etc.”. “Sin embargo, y justamente
para poder manejarlas con comodidad como “expresiones objeto”, el análisis
de expresiones orales se realiza normalmente a partir de transcripciones
escritas de las mismas”. “Desde este punto de vista, el “contenido” de un texto
no es algo que estaría localizado dentro del texto en cuanto tal, sino fuera de
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
138
él, en un plano distinto en relación al cual ese texto define y revela su sentido”.
“... el AC de un texto tendría la misión de establecer las conexiones existentes
entre el nivel sintáctico -en sentido lato- de ese texto y sus referencias
semánticas y pragmáticas”,
siendo lo sintáctico la “forma o superficie” y los niveles semántico y pragmático el
“contenido”.
En cualquier caso, sean cuales fueren los métodos empleados, es interesante introducir
una reflexión final de J. Habermas (1990: 21-22), para quien en teoría de la acción
“El paradigma ya no es la observación, sino la interrogación, así, pues, una
comunicación en la que el que comprende debe introducir, como de costumbre,
partes susceptibles de control de su subjetividad para así poder encontrar al
otro que está enfrente de él al nivel de intersubjetividad de un entendimiento
posible en general”.
9.5.3.- Conclusiones: metodología, ideología y complementación de perspectivas (TESIS 2)
Uno de los problemas que abordamos en el segundo capítulo de este trabajo se refería
a la concepción de la ciencia como dividida en dos sectores, uno de tendencia fisicalista y otro
de tendencia más comprensiva. La conclusión a la que nosotros nos sumamos, y se justificó
para las ciencias sociales, era la de la complementación.
Posteriormente vimos en el capítulo 4, que desde su ideología la Praxiología motriz,
como ciencia social, no escapaba al doble discurso de la ciencia, discursos que se resumían en
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
139
una tendencia “galileana” y en una tendencia “aristotélica”. En la metodología esta dualidad
se repetía en idéntico sentido, denominándose entonces postura “causal-mecanicista” y
postura “interpretativa”3.
La Praxiología motriz no puede ser monopolizadora de un modelo de investigación
único si desea cumplir con el objetivo de explicar y comprender su objeto formal de estudio
(el sentido de las praxis motrices). Ya veíamos, por ejemplo, cómo García Ferrando (1990)
señalaba la gran complejidad del hecho social deportivo y la inadecuación de perspectivas
unidireccionales para una disciplina social.
En metodología de las ciencias sociales los modelos “causal-mecanicistas” se han
dado en denominar “cuantitativos” u “objetivistas” y el resto, los interpretativos,
“cualitativos” o “subjetivistas”. Los vinculados a cada tipología operante de investigación
social relatan a los investigadores de la otra postura, las ventajas de la propia y las desventajas
de la otra postura. Prácticamente todos los manuales de metodología cualitativa muestran las
virtudes de los métodos cualitativos y las limitaciones de los cuantitativos. Ello
probablemente es motivado por los cambios en la ideología científica de finales de siglo, la
innovación metodológica, que implica justificar lo que es poco conocido, y, en muchos casos,
para intentar elevar la propia “autoestima socio-científica” (los investigadores sociales
cualitativos aparentan un cierto “complejo de inferioridad” respecto de los cuantitativos, ya
que no encuentran las razones por las que los cuantitativistas sean todavía “mejor aceptados”
en la comunidad científica que ellos).
Los métodos cuantitativos se podrían caracterizar como que se manejan en un modelo
3 Sobre el debate entre ambas tipologías metodológicas, ver los
tres primeros capítulos de Delgado y Gutiérrez (Coordinadores)
(1994). Sobre sus antecedentes ideológicos, ver Mardones y
Ursúa (1982).
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
140
hipotético-deductivo, observacional-empírico, buscando relaciones mecánicas-matematizadas
o probabilísticas estocásticas (mediante estadísticas). Los métodos cualitativos no tienen una
caracterización tan definida, puesto que se definen más bien por oposición a los cuantitativos
(es una amalgama de diversidad de propuestas metodológicas).
Las bases del modelo hipotético-deductivo, todavía predominante en la ciencia actual,
sobre todo en las naturales, se asientan fundamentalmente desde los postulados cartesianos y
empiristas. Los métodos cualitativos son bastante más recientes que los cuantitativos que
gozan de gran tradición. Por eso a los cuantitativos también se les denomina “tradicionales”,
y a los cualitativos métodos “alternativos”.
Pourtois y Desmet (1992: 108-127) resumen para las ciencias sociales la concepción
metodológica tradicional y la nueva concepción (esa que paulatinamente comienza a
integrarse en las investigaciones actuales), atendiendo a ocho criterios dualizados:
- Instrumentación centrada sobre el individuo aislado, ó sobre el sujeto en interacción.
- Objetividad de las medidas sobre las personas, ó evaluación de la construcción de la
realidad por el individuo (subjetividad).
- Neutralidad del observador ó participación del observador.
- Investigación de rasgos normativos (grandes grupos, estandarización) ó rasgos
particulares (multiplicidad de grupos).
- Teoría del hándicap (de la deficiencia de los extremos de la norma), ó teoría de la
diferencia.
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
141
- Investigación de la coherencia (causalidad tras la descomposición de la realidad), ó
investigación del sentido (comprensión, interpretación, significaciones, paradojas y
perversiones, contradicciones y desórdenes).
- Tiempo objetivo, ó tiempo subjetivo.
- Causalidad lineal, ó paradigma de la complejidad (conjunto de dimensiones del
fenómeno global).
La última labor de este trabajo es mostrar que existe una orientación metodológica en
Praxiología motriz situacional capaz de aunar ambas posturas, posturas también identificadas
con sus correspondientes ideológicos.
Esa orientación la identificamos con la perspectiva praxémica, la que entendía a las
praxis motrices como signos -“praxemas motores”- insertos en un código (una estructura de
significaciones), donde el significante se refiere a condiciones praxiomotrices y el significado
a los objetivos praxiomotores que se le asocian.
La perspectiva praxémica implica remitirse a las otras dos orientaciones
metodológicas que la sustentan: la ecopráxica (la que analiza las condiciones del entorno) y la
teleomotriz (la que abarca el estudio de los objetivos motores). Las investigaciones sobre los
objetivos praxiomotores (objetivos motores en la situación) es puramente comprensiva e
interpretacional (depende de los fines -motores- parciales que los participantes pretenden en la
situación).
Sin embargo, el análisis de las condiciones praxiomotrices (condiciones del entorno
Juan Pedro Rodríguez Ribas. Fundamentos teóricos y metodológicos de la Praxiología motriz 9. Metodología de las situaciones praxiomotrices
142
situacional) puede plantearse atendiendo a una perspectiva puramente comportamental
(analizando las manifestaciones exteriormente perceptibles de la situación) o en una vertiente
más subjetivista (percepción personal de las condiciones del entorno que tienen los mismos
participantes).
La perspectiva más extendida en Praxiología motriz es precisamente la
comportamental, circunstancia comprensible para los inicios de una disciplina, y justificada
por la pretensión de “abrirse un hueco” entre las ciencias de mayor reconocimiento. Por
ejemplo, J. Sanmartín (1990: 34) explica que para alcanzar el estatus de científicas, la
sociología y la psicología -ambas a finales del siglo XIX- “... debieron imaginar las
cualidades como objeto de estudio y renunciar a la dilucidación mediante causas finales”.
Para ser “científicas” tuvieron que acercarse al modelo de la ciencia natural, de modo que “...
una y otra no tenían más remedio que prescindir de la <<comprensión>> aristotélica y
metrizar/medir, aduciendo causas eficientes en lugar de intenciones, fines o propósitos”.
No obstante, esta circunstancia no debería ser permanente, ni siquiera la más
extendida, en el intento de completar las explicaciones centradas en la praxis motriz, porque
en ciencias sociales completar es, sobre todo, complementar.
P. Parlebas (1981) defiende esta misma postura, aunque en ciertos momentos (1988a)
se decanta por opciones más galileanas. Ya en su primer vocablo -”action motrice”- Parlebas
(1981: 1-2) presenta tres perspectivas (comportamental, subjetiva y unificada) para enfocar la
comprensión de las praxis motrices. Más adelante (1981: 256) indica que la información
(datos mecánicos, energéticos e informacionales) es semiotrizada mediante la atribución de
significados que efectúa la persona en situación de realizar una tarea práxica.
Veamos algunos apoyos a la tesis de la complementación para la explicación de las
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praxis motrices (que es una forma de acción específicamente con objetivos motores).
Partiremos desde el principio. Desde una teoría de la acción García Selgas (1994: 524)
confirma que
“... tanto la (re)producción del sentido de la acción como su análisis científico son
fenómenos sociales donde lo estructural-repetitivo-general confluye constitutivamente
con lo intencional-ideográfico-particular, por lo que la interpretación cualitativa se
sostiene sobre la regularidad explicativa, y viceversa”,
conllevando, en tal caso, una ruptura de las dualidades sujeto/intencionalidad y
objeto/sistema/contexto. En esta misma línea de la teoría de la acción P. Navarro (1994)
indica que
“Hay dos puntos de vista básicos desde los que es posible considerar, tanto preteórica
como teóricamente, la realidad de la acción. Uno de esos puntos de vista asume una
perspectiva interna y subjetiva, y desde ella la acción aparece considerada en tanto
que proceso; el otro punto de vista asume una perspectiva externa u objetiva, y desde
ésta la acción se considera a la luz de sus resultados o efectos”.
J. Mosterín (1987: 155) señala, por ejemplo, que “Una acción básica nuestra es algo
que podemos considerar desde dentro, fenomenológicamente, puesto que tenemos perfecta
conciencia de ella, o desde fuera, científicamente, puesto que también es accesible a la
fisiología empírica”. Aceptaremos esta idea siempre y cuando la consideración de la acción
“desde dentro” se entienda como susceptible de cientifizarse, y que “tenemos perfecta
conciencia de ella” quede sustituido por “tenemos conciencia de ella”.
Ya en el seno de las ciencias sociales, G. Rocher (1990: 30) defiende que la acción-
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positivista de Durkheim y la acción-comprensiva de Weber, antes que oponerse, se
complementan, existiendo la posibilidad de observar un fenómeno social desde fuera o desde
la perspectiva de los actores “... con miras a deducir una explicación lo más completa y
próxima a la realidad que sea posible”. Ello quiere decir que (R. Boudon, 1981) no se debe
evitar el carácter interpretativo de la acción, pero, al tiempo que tampoco se debe evitar el “...
tomar las precauciones de que todo científico se rodea cuando trata de explicar un hecho
cualquiera”, y este resulte científicamente controlado y fiable.
Refiriéndonos a una metodología praxiológica, J. Habermas (1989b: 243 y 244) indica
que
“... los movimientos corporales están sujetos a un nexo causal de sucesos y estados,
mientras que las acciones las producen los sujetos conforme a reglas. Los
movimientos y las acciones exigen conceptos básicos categorialmente diferentes”.
Los movimientos corporales y en el espacio son de la “Naturaleza”; las acciones, sin
embargo, se comprenden. De este modo K. Popper (1970: 229) admite que
“Se dice que la comprensión se basa en la humanidad, que no es común. Sería,
en su forma fundamental, un tipo de identificación intuitiva con otros seres
humanos, a la que nos ayudarían los movimientos expresivos, tales como los
gestos y el habla; sería, además, una comprensión de las acciones humanas, y,
en último término, una comprensión de los productos de la mente humana”.
“Es preciso admitir que, en el sentido que nos estamos refiriendo, podemos
comprender a los hombres, sus acciones y sus productos, mientras que no
podemos comprender la “Naturaleza” (los sistemas solares, las moléculas o
partículas elementales”.
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Por ello, a fenómenos praxiomotores concebidos como diferentes, metodologías
distintas (Lagardera, 1995a), lo cual no quita que todas ellas sí puedan tener cabida en una
Praxiología motriz.
M. Martínez (1989: 26), respecto de las ciencias sociales, señala que las explicaciones
causales y otras explicaciones que se apoyan en análisis estadísticos y que participan del
mismo concepto, tales como coeficientes de correlación, regresión lineal, análisis de la
varianza, etc., deberán complementarse con explicaciones “motivacionales”, explicaciones
“funcionales”, explicaciones “intencionales” y, en general, con explicaciones que se
relacionen con el “significado” que tienen las cosas y las acciones para el ser humano. Estas
formas de explicación -cualitativas- (Pourtois, J-P. Y Desmet, H., 1992: 121) “... dirigidos a
la búsqueda de la comprensión no excluyen en modo alguno el rigor científico de la
metodología”.
Ello requerirá de la validación del proceso investigador, tal como apuntó R. Boudon
(1981). Pourtois y Desmet (1992: 131-132) proponen el paralelismo entre las exigencias
habituales de la investigación cuantitativa y las prácticas de la investigación cualitativa en
ciencias sociales, de acuerdo a las siguientes equivalencias:
- A la validez interna corresponde la credibilidad.
- A la validez externa corresponde la transferibilidad.
- A la fidelidad corresponde la constancia interna.
- A la objetividad corresponde la fiabilidad.
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Una razón metodológica más para la complementación de perspectivas en ciencias
sociales es también de índole validatorio. Para M. Stubbs (1987: 226)
“Es una cuestión de sentido común -que también forma parte de los métodos policiales
y de la teoría de las ciencias sociales- que hay que contrastar la descripción de un
hecho con otras descripciones o pruebas independientes, reunidas a través de métodos
diversos. El término triangulación se utiliza de varias formas, pero fundamentalmente
se refiere a la recogida y comparación de distintas perspectivas sobre una situación.
Así, los datos de estudio se pueden contrastar con observaciones etnográficas, y, en
general, los datos cuantitativos se pueden contrastar con informes cualitativos, y
viceversa”.
Si bien podemos deducir una consecuencia intradisciplinar a los anteriores
razonamientos de la complementación , y es que en el signo praxiomotor encuentran cabida la
diversidad de tendencias metodológicas (y, por ende, ideológicas) que la Praxiología motriz
asume (comportamental-causal mecanicista, ecopráxica-subjetiva, teleomotriz-interpretativa),
también podemos deducir una consecuencia extradisciplinar: no hay razón para rechazar
investigaciones marcadas primordialmente por alguna de las tendencias.
Ello queda justificado por el hecho de que en el futuro es posible una reinterpretación
del conocimiento obtenido en una investigación, con la intención de ser complementada con
otra perspectiva. Y es que las posibilidades del objeto de estudio de la Praxiología motriz -
praxis motriz-, sobre todo en su versión significativa (en el nivel situacional: “praxema
motor”), es francamente amplio.
Aunque socialmente en ciertas comunidades científicas algunas posturas estén
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desvalorizadas, si ya se aceptó el lugar para una teoría de las praxis motrices, las distintas
orientaciones con que se enfoque su estudio son siempre necesarias, imprescindibles.
Para concluir repasemos la segunda tesis, que formulamos así:
“La diversidad de tendencias en los fundamentos internos y metodológicas de
la Praxiología Motriz confluyen en una teoría del signo praxiomotor”.
Esta tesis supuso mostrar:
2.1.- Que existen diversidad de tendencias metodológicas e ideológicas en el ámbito
disciplinar en el seno del conjunto de conocimientos exclusivos de la Praxiología Motriz.
Ello se comprobó de forma repartida entre dos capítulos: el dedicado a la ideología
praxiomotriz (cap. 4) y el de metodología (el presente capítulo 9).
2.2.- Que el signo praxiomotor (como objeto de estudio) puede ser abordado (total o
parcialmente) con esas tendencias. O más concretamente que:
2.2.1.- Es posible entender la praxis motriz como signo (formando parte de un código). La
propuesta de esta orientación metodológica se formuló en el tercer apartado sobre
metodología (en este capítulo 9).
2.2.2.- El estudio del signo praxiomotor aúna distintas alternativas metodológicas y
conceptuales que abordan lo manifiesto y lo oculto del objeto de estudio de la Praxiología
motriz. Para mostrar esta idea se recurrieron a los tres puntos anteriores, referidos: a la praxis
motriz como unidad de análisis, a los diseños de investigación en Praxiología motriz, y a sus
posibles métodos y técnicas de investigación.