trabajo, precariedad y 'habitus precario

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Revista Latino-americana de Estudos do Trabalho, Ano 18, nº 30, 2013, 185-210 Trabajo, precariedad y “habitus precario”. Aproximaciones al estudio de la(s) precariedad(es) en América Latina Dasten Julián Vejar I!" En las últimas tres décadas, el desarrollo y emergencia de nuevos paradigmas productivos ha cambiado la morfología del trabajo en Amé- rica Latina. La economía regional ha sido atravesada por la conforma- ción y acoplamiento al sistema mundial capitalista y la instalación de un régimen social de acumulación disciplinario que han generado una nue- va fase de subordinación económica a los intereses extranjeros-transna- cionales, así como una nueva forma de inserción en la división interna- cional del trabajo (Boltanski y Chiapello, 2002). Este proceso ha contado con un desarrollo desigual en la adapta- ción por parte de las economías nacionales y de los distintos sectores productivos a una lógica internacional del capitalismo global que ha es- tado sentada en la subordinación productiva en el marco de un circuito y una geografía mundial de división del trabajo y de un proceso de expan- sión de los límites de la acumulación capitalista (Harvey, 2007; Dörre, 2010). El desgaste del anterior modelo industrial de acumulación de ca- pital – con su respectiva fase descendente – y la caída de la rentabilidad del capital – a partir de la sobrecapacidad instalada y la sobreproducción de mercancías a nivel mundial –, pasó a articular la restructuración del capital (Sotelo Valencia, 2003; Munck, 2013). De allí se desarrollaron nuevas formas de encadenamiento y de articulación a nivel global, en las cuales, América Latina comenzó a jugar un espacio estratégico para

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Page 1: Trabajo, precariedad y 'habitus precario

Revista Latino-americana de Estudos do Trabalho, Ano 18, nº 30, 2013, 185-210

Trabajo, precariedad y “habitus precario”.

Aproximaciones al estudio de la(s) precariedad(es)

en América Latina

Dasten Julián Vejar

I������ !"�

En las últimas tres décadas, el desarrollo y emergencia de nuevos

paradigmas productivos ha cambiado la morfología del trabajo en Amé-

rica Latina. La economía regional ha sido atravesada por la conforma-

ción y acoplamiento al sistema mundial capitalista y la instalación de un

régimen social de acumulación disciplinario que han generado una nue-

va fase de subordinación económica a los intereses extranjeros-transna-

cionales, así como una nueva forma de inserción en la división interna-

cional del trabajo (Boltanski y Chiapello, 2002).

Este proceso ha contado con un desarrollo desigual en la adapta-

ción por parte de las economías nacionales y de los distintos sectores

productivos a una lógica internacional del capitalismo global que ha es-

tado sentada en la subordinación productiva en el marco de un circuito y

una geografía mundial de división del trabajo y de un proceso de expan-

sión de los límites de la acumulación capitalista (Harvey, 2007; Dörre,

2010). El desgaste del anterior modelo industrial de acumulación de ca-

pital – con su respectiva fase descendente – y la caída de la rentabilidad

del capital – a partir de la sobrecapacidad instalada y la sobreproducción

de mercancías a nivel mundial –, pasó a articular la restructuración del

capital (Sotelo Valencia, 2003; Munck, 2013). De allí se desarrollaron

nuevas formas de encadenamiento y de articulación a nivel global, en

las cuales, América Latina comenzó a jugar un espacio estratégico para

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el proceso de intensifi cación y extensión de los procesos de transnacio-

nalización de la economía y la movilización del capital, para fi nalmente

convertirse en su eslabón más débil, convirtiéndose “rápidamente en el

área privilegiada no sólo de resistencia sino de construcción de alterna-

tivas al mismo” (Sader, 2008a: 5).

Es claro que las sociedades latinoamericanas, sincrónicamente

a la reestructuración neoliberal en su forma económica, han vivido un

proceso de cambio y metamorfosis en las relaciones sociales, lo cual

constituye parte integral y estratégica del modelo disciplinario del ca-

pital (Wacquant, 2010). Las políticas neoliberales, hegemónicas en el

continente durante las décadas de los ochenta y noventa signifi caron

cambios en la privatización, comodifi cación, desregulación y liberaliza-

ción de la economía (Harvey, 2007), a lo cual se encadenaron fenómenos

de rápida y demarcada polarización y desigualdad social (Franco, León

y Atria, 2007), altas de las tasas de pobreza, incremento de la delin-

cuencia, el narcotráfi co y la población carcelaria (Carranza, 2012), el

crecimiento del sector informal de la economía, junto con un aumento

en la desregulación-fl exibilización laboral y un debilitamiento de los

sindicatos. Fenómenos que se acompañan de la pérdida de protección

social, la creciente inestabilidad laboral y la proliferación de una canti-

dad considerable de puestos de trabajo con bajas remuneraciones (Mora,

2010; Weller, 2011).

Estas características del modelamiento de una matriz social pe-

riférica son las que conjunta y contradictoriamente han dado paso a la

construcción de nuevos procesos de reorganización de la sociedad, ins-

tituyendo un nuevo modo de producir la vida y de comprender las rela-

ciones sociales de parte de los sujetos y actores sociales. La forma que

asume “el capital como abstracción que ha llegado al máximo de su des-

personalización”, siguiendo “su lógica acumulativa independientemente

de los sujetos sociales en los que se encarna” (De la Garza, 2001), ha

convertido al neoliberalismo en el patrón hegemónico de organización

de los sentidos, los que signifi can y marcan las relaciones laborales en

América Latina como redes dispositivas (Julián, 2012a), donde los ac-

tores del mundo del trabajo han permeado sus estrategias al impulso de

la política laboral neoliberal debido a una asimetría en el campo de las

fuerzas de las clases sociales en confl icto, dando paso a la hegemonía del

actor empresarial-capitalista.

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187Trabajo, precariedad y “habitus precario”...

En este sentido pueden señalarse fenómenos como la desestabili-

zación general de las condiciones de trabajo, el aumento del desempleo

y el subempleo, la informalización, las legislaciones abiertas a la fl exi-

bilidad laboral y la precarización del trabajo (Weller, 2011), fenómenos

que han puesto en evidencia no sólo la difi cultad de sostener el derecho

al trabajo como derecho social y como forma de asegurar las condicio-

nes de vida en el marco de ésta nueva matriz socioeconómica, sino que

a la vez erosionaron las sociedades democráticas y su institucionalidad

(Borón, 2003) por medio de los límites impuestos a la cohesión social

y el incremento de la incertidumbre sobre la posibilidad de anticipar y

organizar el porvenir, conjunto a la conformación de identidad laborales

precarias y a las formas de entender y subjetivar el trabajo en las socie-

dades latinoamericanas.

En este texto presentamos una revisión actual de la morfología del

trabajo en América Latina, desde una perspectiva histórica, que subra-

ya la heterogeneidad productiva estructural de la región y el desarrollo

desigual de cada uno de los países por medio de la lucha de clases, en su

incorporación del “trabajo” como un eje de construcción de signifi cados

y signifi cantes sociales. Consideramos la diversidad de expresiones de

identidad que cobra el trabajo en América Latina a partir del contraste

de una serie de experiencias sociopolíticas, en donde la posición de la

clase trabajadora articula relaciones polisémicas con el trabajo y genera

nuevos espacios de acción colectiva e individual en el lugar de trabajo,

en su cotidianidad y con los demás actores sociales.

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En la década de los setenta el neoliberalismo entró en América

Latina por medio de las dictaduras militares de Chile (1973-1989) y

Bolivia (1964-1982). Parece haber un consenso internacional referente

a que “América Latina fue el lugar donde nació el neoliberalismo y el

lugar donde más se expandió”, ya que “fue el laboratorio de experiencias

neoliberales por excelencia” (Sader, 2008b: 13).

Las políticas neoliberales estuvieron asociadas a fenómenos como

el desempleo, la explosión de las desigualdades sociales, la pobreza e

indigencia, etc., lo cual dio paso a la transformación del metabolismo

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188 Revista Latino-americana de Estudos do Trabalho

social latinoamericano y a una polarización social acrecentada. Según

Joseph Ramos (2000) el nuevo modelo económico instaló una nueva di-

námica de acumulación basada en “la estabilización de precios, liberali-

zación, privatización y la orientación al mercado internacional” (Ramos,

2000: 1704-1705), lo que a la vez requirió de una segunda generación

de reformas, que requerían-demandaban “más privatización, liberaliza-

ción (de los mercados de trabajo) y un bajo gasto fi scal” (Ramos 2000:

1707) 1, con una nueva hegemonía del capital fi nanciero en el proceso

de acumulación a nivel global, pujando en redefi nir las estrategias y go-

biernos corporativos en materia de rentabilidad (Sotelo Valencia, 2009;

Dörre, 2010).

Sin lugar a dudas, en este proceso la instalación del neoliberalismo

– como políticas de ajuste al modelo de acumulación de capital – jugó

un rol estratégico en la diversifi cación, constitución y modelación de

la heterogeneidad estructural de los espacios regionales/nacionales. Las

implicancias que éste proceso ha tenido para la estructura ocupacional

en América Latina han sido de “un notable incremento en la desigualdad

del ingreso, la concentración persistente de la riqueza en el decil supe-

rior de la población, la rápida expansión de la clase de microempresarios

y el estancamiento o aumento del proletariado en el sector informal”

(Portes y Hoffman, 2003: 5).

A la vez, las diferencias entre los sectores productivos, las econo-

mías nacionales y sus niveles de productividad, tecnología e inversión,

han construido una cartografía productiva del continente que no se puede

reducir sólo a los espacios nacionales y locales, ya que la intervención

del capital nacional y transnacional en la geografía y los territorios, así

como en el rol que ha jugado el Estado en la mediación de éste proceso,

ha generado una morfología del trabajo invertebrada y multiforme.

Esta morfología se traduciría en espacios diferenciados a nivel de

escala, de sectores productivos, de modelos de producción y organiza-

ción del trabajo, así como de condiciones de trabajo y marcos norma-

tivos de regulación; diversos modelos de innovación tecnológica; las

técnicas del Management y racionalización productiva; la participación

o no de los actores sindicales, etc., con expresiones particularizadas al

contexto latinoamericano (Reygadas, 2002), y asumiendo distintas tem-

poralidades y formas, ya que la “ubicación geográfi ca de cada país, de su

nivel tecnológico, las condiciones culturales y salariales de su población

trabajadora, de la extensión y densidad alcanzadas previamente por la

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189Trabajo, precariedad y “habitus precario”...

difusión de las relaciones capitalista” (Gilly y Roux, 2009: 32) marca-

ban el precedente a las transformaciones estructurales.

En esta heterogeneidad, además, se insertan los modelos de tra-

bajo formales/informales (Bensusán, 2009), las relaciones de trabajo

familiar, los territorios y la persistente división de la economía urbana

y la rural; la presencia de culturas y pueblos originarios de América La-

tina, en contraste con el modelo de producción capitalista, en su versión

expansiva y de acumulación por desposesión (Harvey, 2007). También

se encuentra la presencia de una economía social y solidaria que marca

un precedente alternativo a la confi guración de formas de trabajo no-sa-

lariales y de coordinación entre los actores en el territorio (Lianza y

Chedid, 2012).

Los impactos en la estructura social de esta morfología produc-

tiva y de la serie de medidas y reformas económicas que caracteriza

al neoliberalismo han polarizado marcadamente las zonas de integra-

ción y desafi liación social (Franco, León y Atria, 2007), combinado con

fenómenos como la pobreza y la marginalidad, la reafi rmación de “la

heterogeneidad estructural del empleo, donde coexisten un sector con

empleos privados o públicos modernos, regido por normas burocráticas,

y contingentes”, y el cada vez mayor número de personas “ocupadas en

circuitos informales (o economías “negras”) o que trabajan por cuenta

propia” (Cortés y Escobar, 2005: 151). A esto se suman factores de dis-

criminación de género, racial y étnica (Sepúlveda, 2010), que confi guran

una sociedad modelada por complejos problemas de inequidad social

(Atria, 2004; Castel, 2007).

En el caso específi co del trabajo, las llamadas “reformas de segun-

da generación” (Ramos, 2000; Davolos, 2012) dislocaron y transfor-

maron el mercado de trabajo a través de una profunda desregulación y

restructuración productiva (Sotelo Valencia, 2003). La consecuencia fue

el modelamiento de un nuevo mundo del trabajo, marcado por los fenó-

menos de la precariedad y fl exibilidad laboral (Antúnez, 2003; Davolos,

2012), con el aumento e institucionalización de la subcontratación y ter-

ciarización de la producción (De la Garza, 2012), mientras que esta es-

trategia de desarrollo y crecimiento económico, asociada a un proyecto

de modernización y restructuración productiva (Sotelo Valencia, 2003;

De la Garza Y Neffa, 2010; Julián, 2013b) ha tenido sus bases históri-

co políticas en la confi guración de un escenario particular en la lucha

de clases, en donde la hegemonía de las clases dominantes subvierte la

Page 6: Trabajo, precariedad y 'habitus precario

190 Revista Latino-americana de Estudos do Trabalho

relación capital/trabajo en base a su reconstitución en el poder (Harvey,

2007; Dörre 2010), y a una nueva fuerza del sujeto histórico que cons-

tituye el capital para modelar la abstracción con la cual se reproduce

orgánicamente la explotación.

Este modelo no sólo exhibe características exclusivas orientadas

a la precarización de los empleos (Julián, 2013b), sino que constituye

una estrategia de disciplinamiento (Boltanski y Chiapello, 2002; Julián,

2012b) que reorganiza las prácticas de control en los espacios de trabajo

y en el no-trabajo, con un efecto multisistémico en la estructura social 2.

Como queda constatado en investigaciones empíricas en América La-

tina que hemos resumido en otro trabajo (Julián, 2013b), los mercados

laborales están atravesados por fenómenos complejos que articulan la

presión de la demanda del trabajo, los cuales han sido constantemen-

te abordados dentro del binomio de los “mercados internos” y “mer-

cados externos”, con el enfoque del ”mercado formal” de trabajo y el

“mercado informal”, y/o el de “sociedades tradicionales” y “sociedades

modernas”, los cuales aún nos ayudan o contribuyen con una potencia

explicativa que dé cuenta de los fenómenos asociados a los cambios en

la estructura ocupacional y laboral (Atria, 2004), y la heterogeneidad

estructural productiva y social que es posible constatar en sociedades

altamente diferenciadas histórica y geográfi camente como las latinoa-

mericanas donde el “trabajo atípico” constituye una tendencia histórica

dominante de la estructura productiva latinoamericana (Bensusán, 2009;

Davolos, 2012; Julián, 2013a).

A nuestro entender, este fenómeno constituye parte importan-

te de la consolidación de una estructura social fragmentada, segmen-

tada y desigual, ya que reorganiza uno de los núcleos principales de

integración por medio del disciplinamiento de la fuerza de trabajo,

el desempleo abierto, la pauperización de las condiciones de trabajo/

salariales, y una legislación laboral que castra, castiga e inhibe la ge-

neración de condiciones mínimas de fortalecimiento de las organiza-

ciones de trabajadores para constituirse en “actores relevantes” y de

mayor fuerza sociopolítica para las decisiones del Estado y la clase

empresarial, en materia de políticas de redistribución y de reformas

laborales.

Pero, en realidad esta no ha sido la única tendencia dentro del

continente latinoamericano. Si ponemos el acento en las últimas dos dé-

cadas – o quizás desde el levantamiento Zapatista de la Selva Lacandona

Page 7: Trabajo, precariedad y 'habitus precario

191Trabajo, precariedad y “habitus precario”...

en 1994 –, se encuentran una serie de confl ictos sociales que comienzan

a dibujar un mapa de las resistencias políticas y el confl icto social en

América Latina. La emergencia de actores y movimientos sociales, los

procesos de crisis, etc., fi nalmente han llevado a la conformación de go-

biernos de corte progresista o post-neoliberal (Sader, 2008a; 2008b), y a

la vez han abierto experiencias de reajustes en las relaciones entre traba-

jadores, empleadores y Estado, con la emergencia de marcos institucio-

nales y legislación (Davolos, 2012), sumada a una nueva participación

de la clase trabajadora en política y relación directa con los gobiernos de

“izquierda” (Cook, 2011).

La tendencia regresiva de degradación neoliberal desacelera su

dinámica e infl uencia en la región por medio de un avance en materia de

regulación por medio del sistema político, lo cual confl uye con un nuevo

periodo de crecimiento económico, pre-crisis capitalista, “acompañado

de un nuevo comportamiento del empleo que comienza a frenar la con-

tinua expansión de fuerza de trabajo excedente, expresada en tasas altas

y crecientes, de desempleo abierto, subempleo y aumento del trabajo in-

formal o no registrado, típicos del funcionamiento del modelo imperante

en la década previa (Davolos, 2012: 12).

Es aquí donde se concentra hoy el debate acerca del trabajo, como

en su apertura a formas contra-hegemónicas del trabajo asalariado como

respuestas a la presión global sobre los mercados de empleo, y la aper-

tura del concepto de trabajo (De la Garza, 2005).

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Las nuevas condiciones de producción y el establecimiento de

nuevos paradigmas de organización del trabajo, en su matriz postfor-

dista, proyectan una nueva dinámica de expansión, regionalización y

mundialización del capital que se acopla a los requerimientos del actual

patrón de acumulación neoliberal (García et al., 2010), lo cual conlleva a

“fuertes tendencias a su generalización y homogenización, comenzando

a borrar, en esa materia, las diferencias estructurales que la anterior divi-

sión internacional del trabajo le había impreso a los procesos, de trabajo,

ramas y sectores, entre los países del capitalismo central y los periféri-

cos y dependientes del mundo subdesarrollado” (Sotelo Valencia, 2003:

87), imbricando nuevas forma de erosión de las estructuras del empleo

Page 8: Trabajo, precariedad y 'habitus precario

192 Revista Latino-americana de Estudos do Trabalho

(Castel, 2007), y reorganizando socialmente, por una parte, la distribu-

ción y división del trabajo, y por otra, “procesos de “criollización so-

cial”, o nuevas formas de combinación y recombinación de políticas, de

prácticas sociales y de ideologías” (Therborn, 2008: 25), en el ejercicio

del campo político, traslado al espacio de trabajo.

Esta tendencia parece concentrarse en las economías industriali-

zadas sometidas a procesos de des-industrialización, deslocalización de

la producción, restructuración y una profunda erosión de las condicio-

nes de trabajo por medio de la fl exibilización y la segmentación de los

mercados laborales, fenómenos inscritos en un amplio y acelerado pro-

ceso de transformación del sistema mundo por medio de una ofensiva de

las políticas neoliberales que puja(ba)n por removilizar el metabolismo

del capital hacia una nueva dimensión de articulación en la geografía

mundial

En esta materia las estrategias de ganancia (De la Garza y Neffa,

2010) nos ayudan a reconocer que:

a) La política-producto está condicionada por la inserción del país

dentro de la división internacional del trabajo y concierne a los

mercados (local, regional, nacional, internacional) y segmentos

de mercado (según nivel de ingresos, exigencias de calidad, gru-

pos de edad, raza y sexo) a los que se orienta la producción para

decidir cuáles son los objetivos de la misma (Harvey, 2007; Ross,

2008).

b) Un proceso de modernización, reingeniería y reestructuración

productiva y de las lógicas de organización del trabajo (Neffa,

2001; Boyer y Freyssenet, 2001; Sotelo Valencia 2003). En los úl-

timos años podemos decir que la balanza política ha acompañado

los procesos de fl exibilización y desregulación a través de la hege-

monía de la clase empresarial, el capital fi nanciero y su proyecto

modernizador (Dörre, 2009; 2012).

c) Una tendencia internacional de la economía a generar regíme-

nes de trabajo y de relaciones laborales de producción fl exi-

ble, altamente desregulada y con miras a la competitividad in-

ternacional (Moody, 2001; Silver, 2003; Weller, 2007; Dörre,

2010).

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193Trabajo, precariedad y “habitus precario”...

d) El proceso anunciado por Marx en los Grundisse (1857-1858)

sobre la integración masiva, cada vez más estratégica, del traba-

jo intelectual en la producción capitalista, que hace crecer cada

vez más las contradicciones inherentes a la ley del valor, “pues

agudiza la tensión entre la creciente socialización del trabajo y la

apropiación privada, entre el auge del trabajo concreto personali-

zado y su reducción a trabajo abstracto intercambiable por parte

del mercado” (Bensaid, 2009: 285)

Para Ricardo Antunes (2003), “en el universo del trabajo del ca-

pitalismo contemporáneo se observa un proceso múltiple: por un lado

se verifi có una desproletarización del trabajo industrial, fabril en los

capitalismo avanzados, con mayor o menor repercusión en las áreas in-

dustrializadas del Tercer Mundo (...) pero, paralelamente, se efectuó una

notoria expansión del trabajo asalariado, a partir de la enorme expan-

sión de asalariados en el sector servicio: se verifi có una signifi cativa

heterogeneización del trabajo, expresada también a través de la crecien-

te incorporación de contingentes femeninos al mundo obrero”, al igual

que “una subproletarización intensifi cada, presente en la expansión del

trabajo parcial, temporario, precario, subcontratado, “terciarizado”, que

marca la sociedad dual en el capitalismo avanzado” (Antunes, 2003: 43).

De esta forma, no habría entonces una “tendencia única y generalizada

en el mundo del trabajo”, más bien existiría “un proceso contradictorio

y multiforme”, con el cual “se complejizó, se fragmentó y se hizo aún

más heterogénea la clase-que-vive-del-trabajo” (Antunes, 2003: 56).

Este fenómeno es el que expresa los cambios en el mundo del trabajo,

entendiendo el trabajo, en su carácter específi co, como “la base para

un modo de dominación social históricamente específi co, abstracto e

impersonal” (Postone, 1993: 38). Las bases de esta dominación social,

agrega Postone, parafraseando a Marx, se encuentra en “el proceso me-

diante el cual el capitalismo constituye estructuras sociales abstractas

que dominan a la gente”, y esto es que “induce un rápido desarrollo

histórico del poder productivo y del conocimiento de la humanidad. Con

todo, lo hace fragmentando el trabajo social – esto es, a costa de reducir

y vaciar al individuo particular” (Postone, 1993: 39). Esta noción im-

plica que habría cambios en la subjetividad de los/as trabajadores/as,

de quienes-viven-del-trabajo, de forma que al acelerar la productividad

habría un cambio en las nociones de internalización y descomposición

Page 10: Trabajo, precariedad y 'habitus precario

194 Revista Latino-americana de Estudos do Trabalho

de los sentidos del trabajo, con una dislocación y reconstrucción de sen-

tidos (Antunes, 2005) que promueve la identifi cación con las nuevas

condiciones de trabajo 3.

En este nuevo escenario de acumulación y ganancias, “la socie-

dad del capital y su ley del valor necesitan cada vez menos del trabajo

estable y cada vez más de las diversifi cadas formas del trabajo parcial

o part-time, tercerizado, que son, en escala creciente, parte constitutiva

del proceso de producción capitalista” (Antunes, 2003: 15). Y es que en

el marco del capitalismo-fi nanciero (Dörre, 2009; Thompson, 2013) pa-

reciera que la centralidad del capital fi nanciero sigue siendo relativa, ya

que el modelo de acumulación “por un lado muestra que la mayor parte

de la riqueza se crea especulativamente” y “que para ello el trabajo es

prescindible, pero a la vez, no puede prescindir del sector de la produc-

ción material e inmaterial y de la circulación productiva y, en este sector,

indispensable para satisfacer las necesidades humanas e incluso para el

disfrute de las ganancias especulativas, el trabajo continúa siendo muy

importante” (De la Garza, 2001: 16).

Así es como encontramos un contrapunto en la dualidad intrín-

seca del capitalismo neoliberal, la cual da cuenta de que pese a todas

las transformaciones experimentadas en la fl exibilización y fragilidad del trabajo (como mecanismo de integración social), no han alterado el carácter salarial y semi-colonial de las sociedades latinoamericanas. Y que más bien, se reconoce consensualmente que el trabajo ha tenido una importante transformación, con la cual la fi gura del trabajo asalariado, lejos de desaparecer, persiste, pero asumiendo una forma cada vez más heterogénea: junto con los dependientes típicos hay trabajadores depen-dientes cuyas condiciones laborales son menos estables, trabajadores subcontratados y otros que conforman una periferia al margen de toda protección y garantía laboral (Antunes, 2003; 2011; Julián, 2013b). Un collage de trabajadores.

En esta misma dirección, Antunes (2005) señala que “la reducción del trabajo vivo y la ampliación del trabajo muerto” como fenómenos evidentes en el actual desarrollo del capitalismo, sientan un proceso es-tructural de mutación del trabajo, ya que “precisamente porque el capital no puede eliminar el trabajo vivo del proceso de creación de valores, debe aumentar la utilización y la productividad del trabajo, de modo de poder intensifi car las formas de extracción del sobre-trabajo en un tiem-po cada vez más reducido” (Antunes, 2005:109).

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195Trabajo, precariedad y “habitus precario”...

En esta heterogeneidad de trabajadores es donde el proceso de precarización cobra una dimensión estructural de la relación salarial como componente de la estrategia de ganancia (De la Garza y Neffa, 2010: 30), al estar articulada con distintas fuerzas de modelación de la realidad laboral, lo que se manifi esta en las instituciones y normas que regulan el uso y la reproducción de la fuerza de trabajo.

Estas fuerzas de modelación tienen su representación en prácticas de ajuste de los sistemas de disciplinamiento y control en el espacio del trabajo (salariado principalmente), las cuales encuentran comprendidas, según De la Garza y Neffa (2010) por:

“(…) los sistemas de selección, reclutamiento, clasificación y formaci-ón profesional de la fuerza de trabajo según categorías; el grado de es-tabilidad y seguridad o de precariedad en el empleo como la existencia o no de un “ejército industrial de reserva”; la clasificación de puestos y las posibilidades de ascensos o de promoción profesional; la duraci-ón y configuración del tiempo de trabajo; y la existencia de instancias sindicales de representación de los asalariados y las posibilidades de participación informal o institucional en la gestión para expresar las ne-cesidades o reivindicaciones y formular propuestas vinculadas a la or-ganización de los procesos de trabajo” (De la Garza y Neffa, 2010: 30).

Este fenómeno, de directa desprotección, deja en amplia desregu-lación la relación entre capital-trabajo, cargada de una fuerte asimetría estructural, ante las condiciones de desprotección, desempleo y vulnera-bilidad, lo que vuelve al trabajo en una práctica de un carácter profunda-mente disciplinante. El alcance de este fenómeno no distingue tamaños de unidades productivas “como en sectores productivos modernos e in-cluso en las nuevas actividades vinculadas a la exportación de nuevos productos transables” (Mora, 2005: 29). La precariedad se constituye en el eje dinámico del nuevo patrón de acumulación.

Tal como apuntala Emir Sader (2008b), “los dos grandes fenóme-nos del neoliberalismo son: la fi nancierización de la economía por arri-ba, y la precarización de las relaciones de trabajo por abajo. Hegemonía del capital fi nanciero bajo su forma especulativa y, por otra parte, expro-piación de derechos y difi cultad de la capacidad de resistencia popular, una ventaja negativa que corre a favor de ellos” (Sader, 2008b:14-15). El tema es que, desde la precariedad del empleo, dentro del marco del régimen salarial, se avanza a una precarización del trabajo, en sus dis-tintas formas (atípicas, informales, etc.), ya que desde la centralidad de

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196 Revista Latino-americana de Estudos do Trabalho

una sociedad asalariada, estos vínculos de fragilidad en la integración se reproducen y vehiculizan los cambios en las demás esferas de la produc-ción. La precarización del empleo está intrínsecamente articulada con una precariedad del trabajo en general, de acuerdo con la profundiza-ción, mutabilidad y permanencia de este fenómeno en los mercados de trabajo, lo cual tiene connotaciones específi cas para las regiones del Sur

global, como América Latina (Julián, 2013b).

El capital, como sujeto histórico, reorganiza la geografía y la car-

tografía del espacio latinoamericano (Munck, 2013; Julián, 2013b), así

como una nueva estructura social en cuanto tipos consolidados e histó-

ricos específi cos de la práctica social, por medio de un modelamiento

de las condiciones de reproducción y producción social, y de las nuevas

condiciones de posibilidad de interrelación entre el sujeto, sí mismo, la

naturaleza y los demás (Bourdieu, 2007: 9-39).

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%'$ � �)$*$+$��)$

Para no entender a los sujetos como parte del soporte estructural

de “una visión emanantista que hace de la estructura, Capital o Modo de

Producción, una entelequia que se desarrolla a sí misma en un proceso

de autorrealización” (Bourdieu, 2007: 68), es que se hace necesario con-

siderar el proceso dialéctico de emergencia/descomposición de nuevas

subjetividades e identidad(es) en el mundo del trabajo (Julián, 2013a).

El trabajo como lugar, espacio, relación y ejercicio, está directa-

mente relacionado con una acción performativa de los vínculos de su-

jeción y (re)(des)construcción de la subjetividad, por ello el trabajo no

puede ser entendido como “el resultado necesario e irreversible de un

desarrollo fatídico de la historia”, sino como una práctica social cons-

tituyente del capital, lo cual nos permite “intentar fundar socialmen-

te dichos procesos en prácticas sociales históricamente determinadas y

aprehender sus trayectorias de desarrollo como no-lineal y transforma-

bles” (Postone, 1993: 51).

Si bien Castel (2007) identifi ca en el empleo precario “un tra-

bajo sin garantías laborales ni sociales”, lo que extiende el problema a

una “nueva cuestión social” en cuanto a la relación con derechos políti-

cos, civiles, laborales, etc., y a las formas de integración social (Dörre,

2009), este proceso no involucra una homogeneidad en su manifesta-

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197Trabajo, precariedad y “habitus precario”...

ción a nivel global-total, sino que más bien se moviliza e integra diver-sos elementos y dimensiones en cada sociedad y formación concreta (Ross, 2008).

En esta dirección, es la subjetividad la que juega un rol central, como parte de las condiciones de posibilidad históricas de determina-ción y acumulación/transmisión de sentidos. En este plano es necesa-rio comprender la subjetividad no como una nueva estructura que da sentido de uno a uno en el plano individual, sino como “un proceso que se pone en juego en estructuras subjetivas parciales (cognoscitivas, valorativas, de la personalidad, estéticas, sentimentales, discursivas y de formas de razonamiento); es una subjetividad con estructuras parciales en diferentes niveles de abstracción y profundidad que se reconfi gura para la situación y decisión concreta” (De la Garza. 2000: 28-29), la cual creemos, en relación con las estructuras objetivas de (re)producción en/de los espacios del trabajo, genera un régimen histórico atravesado por tensiones y contradicciones propias de las relaciones de poder estable-cidas entre los actores del trabajo, una estructuración de las relaciones y posiciones en un campo social, y por las características de los procesos de transformación del capital.

La trayectoria desde el espacio de las posiciones económicas y sociales al espacio de la toma de posiciones simbólicas o signos sociales de distinción – que son signos distinguidos sólo para una pequeña parte de la sociedad, la de los dominantes –, se cumple por la intermediación del habitus (Bourdieu, 1988; 1998; 2007).

El habitus como sistema de disposiciones es el producto de la incorporación de la estructura social a través de la posición ocupada en esta estructura – y, en cuanto tal, es una estructura estructurada –, pero al mismo tiempo estructura las prácticas y las representaciones subjeti-vas, actuando como estructura estructurante, es decir, como sistema de esquema práctico que estructura las percepciones, las apreciaciones y las acciones de los sujetos. El habitus en su carácter estructurante cons-tituye un “sistema de esquemas generadores de prácticas que expresa de forma sistémica la necesidad y las libertades inherentes a la condición de clase y la diferencia constitutiva de la posición”, de acuerdo con ello “aprehende las diferencias de condición, que retiene bajo la forma de diferencias entre unas prácticas enclasadas y enclasantes (como produc-tos del habitus), según unos principios de diferenciación que, al ser a su vez producto de estas diferencias, son objetivamente atribuidos a éstas y

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198 Revista Latino-americana de Estudos do Trabalho

tienden por consiguiente a percibirlas como naturales” (Bourdieu, 1988: 170-171).

Esta defi nición del habitus resalta como un principio generador y unifi cador que traduce las características intrínsecas y relaciones de posesión en un estilo de vida unitario, generalizándose como conjunto unitario de elecciones de personas, de bienes y de prácticas por un con-junto determinado de agentes.

Pero, ¿qué rol puede jugar el concepto de habitus en un espacio de abierta precarización social y precariedad del trabajo como el latinoa-mericano? Como señala Souza (2003) al referirse al caso histórico de los negros y la negritud en Brasil:

“(...) a reprodução de um “habitus precário” a causa última da inadapta-ção e marginalização desses grupos, então o problema não é “meramen-te a cor da pele”, como certas tendências empiricistas acerca da desi-gualdade brasileira tendem, hoje, a interpretar. Se há preconceito nesse terreno, e certamente há e agindo de forma intransparente e virulenta, não é, antes de tudo, um preconceito de cor, mas sim um preconceito que se refere a certo tipo de “personalidade”, julgada como improdutiva e disruptiva para a sociedade como um todo” (Souza, 2003: 56).

La conformación de un “habitus precario” está imbuida de rela-ciones en el campo del poder que transgreden las lógicas propiamente productivas. El campo de poder no es un campo más como los otros, sino que es un “campo de fuerzas defi nido en su estructura por el estado de la relación de fuerza entre las formas de poder, o las diferentes espe-cies de capital”, es decir, “el espacio de las relaciones de fuerza entre las diferentes especies de capital” (Bourdieu, 1993).

Se trata por lo tanto de aquel campo donde se enfrentan los de-tentadores de diferentes poderes o especies de capital que luchan por imponer el “principio de dominación dominante” o el “principio legíti-mo de dominación”, intentando hacer valer su capital (su poder) como el capital dominante en el conjunto de los campos sociales, los cuales pretenden movilizar el “sesgo” del ejercicio de su habitus, a modo de intermediación simbólica, en la clausura de un sistema naturalizado de marginación, inclusión y exclusión social.

Con respecto a la sociedad brasileña, Souza (2003) señala que:

“(...) naturalização da desigualdade periférica não chega à consciência de suas vítimas, precisamente porque construída segundo as formas im-

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199Trabajo, precariedad y “habitus precario”...

pessoais e peculiarmente opacas e intransparentes devido à ação, tam-bém no âmbito do capitalismo periférico, de uma ideologia espontânea do capitalismo que traveste de universal e neutro o que é contingente e particular” (Souza, 2003: 177).

En el contexto de precariedad estructural y de las lógicas neo-coloniales de dominación-legitimación por las que atraviesa América Latina, lo que fue drásticamente reordenado, dentro del contexto de “la desigualdad periférica”, fue el parámetro de valoración del trabajo, por parte del sujeto en su relación con el capital, y la reconstitución del sentido de la sujeción y la subordinación en el trabajo. Este proceso en términos reconstructivos del habitus puede ser entendido como parte de las mutaciones en el plano del orden simbólico del trabajo, en donde la precariedad laboral se inscribe como “un modo de dominación de nuevo cuño, basado en la institución de un estado generalizado y permanente de inseguridad que tiende a obligar a los trabajadores a la sumisión, a la aceptación de la explotación” (Bourdieu, 1999: 125-126).

La hegemonía del trabajo precario como principio legítimo de do-minación involucra esta ávida dialéctica de la sujeción en integrar una dimensión cosifi cada y natural de la relación precaria como “lógica”,

“racional”, “tendencia global”, etc., de un destino irrefrenable, y un pro-

ceso de movilización de la subjetividad hacia procesos de identifi cación

con la condición misma (Julián, 2013a) Su hegemonía, al articular el

campo del trabajo como parte de la libertad de los actores empresariales

de fl exibilizar el espacio de trabajo, provee una nueva problemática en

la relación de supervivencia y reproducción de la vida misma, a la vez

que reorganiza un conjunto de herramientas disciplinares de exclusión

de la fuerza de trabajo, con una expulsión material o imaginaria “fuera

del mercado de trabajo” – como parte del proceso a que se refi ere Souza

Oliveira (2011) con la transición del clientalismo al “habitus precario” –

sin garantías y protección social (Dörre, 2010; Julián, 2013a), y/o hacia

formas parciales de integración, marcadas por el trabajo intensivo, el

subempleo y “una ciudadanía de segunda”, como parte del contexto de

las desigualdades sociales periféricas (Souza, 2003) y de una política de

la criminalización, el castigo, la estigmatización y la “intolerancia se-

lectiva” hacia un sector defi nido como “los parias urbanos” (Wacquant,

2006).

Aun así, el “habitus precario” no constituye una cristalización es-

tática de los sentidos de la dominación y la explotación, sino que más

Page 16: Trabajo, precariedad y 'habitus precario

200 Revista Latino-americana de Estudos do Trabalho

bien involucra un punto de referencia donde las prácticas de subordina-ción, evasión, resistencia y emancipación están anidas en la dialéctica estructura-sujeto, y por lo mismo, están sujetas a la mutabilidad, la pro-ducción y la readecuación de sentidos, lo cual involucra el espacio de trabajo como una relación constante de redefi nición de las relaciones de poder y de la confi guración de identidades (Knigths y Willmott, 1989; O’Doherty y Willmott, 2001; Julián, 2013b).

Por ello, la condición de semiótica e interpretativa con que la pre-cariedad cobra signifi cado e imbrica los procesos de reconocimiento de los/as trabajadores/as se vuelve un espacio en disputa por la generación de sentidos que articulen la heterogeneidad de formas en que se des-envuelve la precariedad y la constitución de un precariado (Standing, 2011). El precariado, como clase con un habitus propio, constituye la pieza motriz de los procesos de identifi cación, (re)acción y subordina-ción en el trabajo, y de la internalización de la “condición precaria” en las narrativas y auto-descripciones de la clase trabajadora, así como también los desplazamientos y desarrollos de estrategias de superviven-cia – a lo que se refi ere Webster y Van Holdt (2005), con “hacerse la vida” – como formas de construir nichos de independencia, autonomía y solidaridad en la reproducción social frente a los diversos dispositivos de constricción de la precariedad-salarial 4.

De allí que el habitus precario restituye un “sujeto precario” y “una política precaria”, que no solamente se encuentra objetivado a la reproducción social y mecánica de las zonas periféricas de desafi lia-ción social, sino que más bien ejerce una nueva fuerza de presión sobre los mecanismos de integración social, y dinamiza los discursos de la política de la clase dirigente, como una problemática de la reinstituida “sociedad” en amenaza, peligro, miedo y terror, frente a su extinción y desaparición como sujeto orgánico y autopoiético.

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La amorfa narrativa de “la precariedad” y los sentidos que im-pregnan la “condición precaria” pueden constituir ejes de movilización del discurso y la práctica política en materia de políticas públicas, insti-tucionalidad y políticas laborales en contextos de extrema precarización social, y de ciertas variantes de amenazas del status quo y los mecanis-mos e instituciones de reproducción social.

Page 17: Trabajo, precariedad y 'habitus precario

201Trabajo, precariedad y “habitus precario”...

La política constituye un eje de readecuación de las prácticas de “reconocimiento” de la condición precaria como condición sujeta a los cánones de la “ciudadanía” y de los principios igualitaristas de organi-zación democrática de la sociedad, lo cual muestra una dialéctica de las signifi caciones de la precariedad, tanto como una problemática para el

neo-institucionalismo, propio de los discursos social-demócratas en el

análisis de la “cuestión social”, como para el conservadurismo extremo

y el enfoque de políticas populistas y asistencialistas clientelares (Souza

Oliveira, 2011): la “precariedad” puede ser parte de una lucha electo-

ral-política por la apropiación del signifi cante y su signifi cado por parte

de las clases dirigente en América Latina.

Lo que quedaría invisibilizado en este proceso de fagocitación

simbólica es el abordaje participativo y orgánico del sujeto-de-la-preca-

riedad, con su correspondiente “habitus precario” que se encuentra en

tensión entre: a) la naturalización y reifi cación de la condición precaria,

con una respectiva lógica auto-explotadora, disciplinada y des-valoriza-

dora del trabajo; y b) el amplio campo de constitución y confl uencia de

los sujetos subalternos del capitalismo (Standing, 2011).

La profundidad de la precariedad, como un fenómeno en movi-

miento entre estructuras globales, sienta una nueva base para entender

la articulación de sentidos que transitan en el espacio de la precariedad,

como un proyecto global, depredador y expansivo del capital – es decir,

en su dimensión ecológica, política e imperialista –, y “la precariedad”

como parte de la estrategia de un régimen disciplinario y de técnicas de

gubernamentalidad nacional y local que trascienden el espacio de tra-

bajo hacia la conformación de poblaciones (negras, migrantes, jóvenes,

mujeres, etc.), “dispuestas” y sujetas para la sobre-explotación.

Creemos que la matriz de este problema está centrada en la cons-

trucción de los sentidos de la dominación y la explotación, como nuevos

mecanismos para entender la política laboral en América Latina, lo que

signifi ca en términos investigativos no dejarse asolar por la espontanei-

dad de un discurso ideológico del capitalismo con respecto a la situación

periférica del “Tercer Mundo” (Souza, 2003), sino que más bien cons-

tituye una invitación a rastrear las bases del discurso hegemónico de

conquista neoimperial y neocolonial, y a profundizar en la cartografía de

la constitución de los sujetos subalternos en este modo de dominación

(Boltanski y Chiapello, 2002).

Page 18: Trabajo, precariedad y 'habitus precario

202 Revista Latino-americana de Estudos do Trabalho

De allí que el “habitus precario” debe ser visto como parte de una agenda de investigación (y) acción, donde los actores sindicales y de trabajadores/as organizados/as sean capaces de identifi car la permea-

bilidad e impermeabilidad de sus prácticas de resistencia y poder ante

este “nuevo” fenómeno de la precariedad laboral y la precariedad social

como fenómenos sincrónicos de pauperización y marginalización social.

(Recebido para publicação julho de 2013)

(Aprovado em outubro de 2013)

(Versão fi nal em novembro de 2013)

Page 19: Trabajo, precariedad y 'habitus precario

203Trabajo, precariedad y “habitus precario”...

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209Trabajo, precariedad y “habitus precario”...

N����

1 Ramos (2000) insistirá en las causas de un lento crecimiento en la primera década de éste Nuevo Modelo Económico (NEM), y sus consecuencias so-ciales. Ve las dos falencias centrales del neoliberalismo en la desregulación fi nanciera y el decrecimiento de los retornos.

2 Para analizar un caso empírico de estos efectos recomendamos el infor-me de Espinoza, Barozet y Méndez (2010) sobre la experiencia chilena de estratifi cación y movilidad social.

3 En esta concepción de la clase-que-vive-del-trabajo de Antunes (2003), hay una interesante homología con el caso sudafricano post-apartheid estudiado por Webster y Von Holdt (2005) sobre la clase que hace su vida y que gana su vida. Ambos son fenómenos del trabajo que pueden ser estudiados en el Sur Global (Silver y Arrighi, 2001).

4 Aquí hay un punto central y disperso de estrategias y prácticas que inte-gra una heterogeneidad de manifestaciones, las cuales van desde las eco-nomías solidarias, orientadas a la supervivencia y el “buen-vivir” en países de América Latina, como de todo el Sur Global (Coraggio, 2011), hasta las orientaciones del trabajo informal y por cuenta-propia en situaciones de pre-cariedad estructural-salarial como el caso de los bangbang en China (Zhang, 2008).

Page 26: Trabajo, precariedad y 'habitus precario

210 Revista Latino-americana de Estudos do Trabalho

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La precariedad es un conjunto de prácticas sociales que asumen una extensión recursiva y contradictoria, desde las condiciones de mate-rialidad, a la conformación interpretativa y simbólica de “la sociedad”, y que por lo tanto no escapa a las distintas lógicas imaginarias que dan forma a “verdades”, “saberes” y “certezas” con respecto a la realidad. A partir de lo anterior es que en este artículo proponemos un debate con respecto al carácter estructurante de las relaciones precarias en el trabajo y el no-trabajo, por medio de la categoría de habitus de Pierre Bourdieu, y la conformación de un “habitus precario” en la clase trabajadora en América Latina.

Palabras clave: trabajo, precariedad, habitus

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Precariousness is a set of social practices that have a recursive and contradictory stance, which include the material condition and the interpretive and symbolic conformation of “society”. Therefore, it is en-tangled with the different interpretive-imaginary logics than shape and model “truth”, “knowledge” and “certainties” about reality. With this in mind, the article proposes a debate on the structuring character of precarious work and non-work relations, employing Pierre Bourdieu’s category of “habitus”. It proposes the idea of a “precarious habitus” as characteristic of Latin American working class.

Keywords: work, precariousness, habitus