smoke story - universidade de coimbra

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A navegação consulta e descarregamento dos títulos inseridos nas Bibliotecas Digitais UC Digitalis, UC Pombalina e UC Impactum, pressupõem a aceitação plena e sem reservas dos Termos e Condições de Uso destas Bibliotecas Digitais, disponíveis em https://digitalis.uc.pt/pt-pt/termos. Conforme exposto nos referidos Termos e Condições de Uso, o descarregamento de títulos de acesso restrito requer uma licença válida de autorização devendo o utilizador aceder ao(s) documento(s) a partir de um endereço de IP da instituição detentora da supramencionada licença. Ao utilizador é apenas permitido o descarregamento para uso pessoal, pelo que o emprego do(s) título(s) descarregado(s) para outro fim, designadamente comercial, carece de autorização do respetivo autor ou editor da obra. Na medida em que todas as obras da UC Digitalis se encontram protegidas pelo Código do Direito de Autor e Direitos Conexos e demais legislação aplicável, toda a cópia, parcial ou total, deste documento, nos casos em que é legalmente admitida, deverá conter ou fazer-se acompanhar por este aviso. Smoke story Autor(es): Campo, Jesús del Publicado por: Crescente Branco: Associação Cultural e Recreativa URL persistente: URI:http://hdl.handle.net/10316.2/35039 Accessed : 28-Jun-2022 01:59:25 digitalis.uc.pt impactum.uc.pt

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Page 1: Smoke story - Universidade de Coimbra

A navegação consulta e descarregamento dos títulos inseridos nas Bibliotecas Digitais UC Digitalis,

UC Pombalina e UC Impactum, pressupõem a aceitação plena e sem reservas dos Termos e

Condições de Uso destas Bibliotecas Digitais, disponíveis em https://digitalis.uc.pt/pt-pt/termos.

Conforme exposto nos referidos Termos e Condições de Uso, o descarregamento de títulos de

acesso restrito requer uma licença válida de autorização devendo o utilizador aceder ao(s)

documento(s) a partir de um endereço de IP da instituição detentora da supramencionada licença.

Ao utilizador é apenas permitido o descarregamento para uso pessoal, pelo que o emprego do(s)

título(s) descarregado(s) para outro fim, designadamente comercial, carece de autorização do

respetivo autor ou editor da obra.

Na medida em que todas as obras da UC Digitalis se encontram protegidas pelo Código do Direito

de Autor e Direitos Conexos e demais legislação aplicável, toda a cópia, parcial ou total, deste

documento, nos casos em que é legalmente admitida, deverá conter ou fazer-se acompanhar por

este aviso.

Smoke story

Autor(es): Campo, Jesús del

Publicado por: Crescente Branco: Associação Cultural e Recreativa

URLpersistente: URI:http://hdl.handle.net/10316.2/35039

Accessed : 28-Jun-2022 01:59:25

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Érase una vez un caballero que cabalgaba a través del bosque, y se encontró ante una bruja de ojos verde botella de whisky americano que le preguntó qué hora era y respondió cómo puedes preguntarme eso a mí que soy un héroe y no estoy sujeto a las cadenas del tiempo. Y ella se desvaneció y se convirtió en humo y el caballero atrapó un poco de ese humo y lo guardó en su sombrero de ante y plumas de avestruz porque sabía que el humo de bruja era bueno para fumar, y al llegar bajo un manzano recién podado se bajó del caballo y sacó su pipa de arcilla y la llenó de tabaco mesopotámico y se quitó el sombrero y la bruja volvió a aparecer ante él, esta vez vestida con toga y birrete y con un diccionario bajo el brazo y de dónde has sacado ese libro, preguntó el caballero y no es un libro cualquiera, dijo ella, es un diccionario que contiene todas las palabras del mundo. Eso es imposible, dijo él, y nada es imposible para mí, replicó ella, y el caballero arrojó su pipa sobre la

y la bruja estaba ya desvaneciéndose en el aire por segunda vez y a quién le importa semejante arcaísmo, dijo con su penúltimo aliento y el caballero montó en su caballo y llegó a las puertas de Londres

Y allí estaba la reina jugando al poker con sus ministros y susurrando que no será

condenados porque el enemigo es el enemigo y se merece todo nuestro esfuerzo y por la orilla del río corrían dos tigres fugitivos y quiero una de esas pieles para hacerme unos calcetines, dijo la reina, tenéis que obedecer lo que yo mando y el cielo inglés se volvía escarlata y las bocas de metro se llenaban de trovadores cirróticos que enchufaban sus guitarras eléctricas en las grietas de las paredes y celebraban la llegada del sol invisible en invierno pero que ya está aquí y somos profesionales, dijo el más rubio de todos cuando el caballero preguntó qué había que hacer para cantar en los túneles, somos profesionales y tú eres un turista pero me gustan tus botas, son de cuero español y el caballero dijo que sí, que lo eran, y cuando se estaba inclinando para enseñárselas llegó la policía y arrestó al músico y lo escondió en una escotilla de submarino y el caballero se quedó solo ante un tropel de viajeros que le preguntaban cuál era la línea que llevaba a Oxford Circus y

JESÚS DEL CAMPO

SMOKE STORY

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entonces llegó una joven secretaria con un corazón de cartón colgado del cuello que le preguntó cuántas canciones sabía y las sé todas, contestó él, porque tengo una amiga que a veces me deja leer su diccionario y la joven secretaria se desabotonó la blusa de arriba a abajo y has vuelto a equivocarte, le dijo con sonrisa de triunfo, y yo no soy tu amiga después de que me hicieras aquella pregunta tan absurda, y se bajó la falda y la agitó un momento en el aire y la tiró a una papelera de mármol ateniense y mis labios saben a melocotón y sólo tienes que quitarles la piel, le dijo jadeante, mis muslos saben a manzana ácida y sólo tienes que rozarlos con tu lengua y el caballero quería despertarse a toda costa y respirar más despacio y a su alrededor había ahora un coro de colegialas que sacaban fotos de sus propios ombligos con sus teléfonos móviles y decían que Oxford Circus había desaparecido envuelto en la niebla y la reina gritaba encima de una nube salvadme, salvadme, soy la reina, y los cuervos de la Torre volaron tras ella y los camareros italianos de las pizzerías de Kensington tiraron al suelo sus mandilones de rayas y corrieron a las aceras para ver a la reina alejarse hacia el norte y el músico salió de la comisaría con las huellas dactilares manchadas de tinta china y necesito un trago, dijo, necesito un trago de algo que sea malo para la memoria, y subió las escaleras de un albergue para estudiantes en el que se oían risas tan inocentes como aquella tarde lejana en la que el caballero había caminado con paso lento entre los viñedos de una colina francesa sobre la que el cielo prendía estrellas de papel de plata, y como la noche albina en la que un grupo de exploradores armados con lanzas y runas y escamas de dragón veía la costa de la gran isla acercarse a cubierta y el viento resoplaba sobre las gaviotas indefensas sacudiéndolas de acá para allá y la reina sacó su lápiz de labios

Y pidió un espejo y llamó a su doncella y no es un aburrimiento esto de cuidar la propia belleza, protestó, no sería tal vez mejor quedarse dormida sobre un cojín de raso en mitad del desierto y temblar de soledad y no pensar en los jinetes eufóricos que gritan los apellidos de sus poetas favoritos en los semáforos, y no pensar en las jóvenes sirenas que todas las mañanas pedalean a lo largo del canal, y no pensar en los viejos coleccionistas de fracs negros que compran televisores a mitad de precio a las puertas de Babel y no saben que los mismos autobuses recorren los mismos puentes conducidos por excombatientes que saludan con la mano llena de cicatrices y dicen tuve suerte, pudo no haber sido por la patria, y no saben que las cornejas parlantes se agrupan en un bosque de laureles y recitan las hazañas de reyes navegantes que ahora están en las colas de la seguridad social dispuestos a vender su colección de fotos de época a cambio de unos cuantas latas de cerveza importada y la reina, al decir esto, distinguió en la lejanía del

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parque el sombrero del caballero que ahora estaba inclinado sobre la hierba, pidió que le

la mujer de humo cerró la ventana y ah, los nuevos tiempos, dijo con voz de hiel. Hizo colocar una barrica de ginebra encima de su ducha y todos sus cortesanos esperaban al otro lado de la puerta de ébano que la reina anunciara si ya estaba lista para irse a dormir y su gran chambelán quemaba un montón de periódicos atrasados en la antecámara y la reina dijo quema lo que quieras mientras dure esta superchería del euro y sus promesas hilarantes, pero no hagas humo en mi presencia si estimas en algo tu vida familiar porque ya corre una historia por el reino de la que empiezo a tener noticia, y el caballero estaba

línea directa y con un vagabundo agnóstico que había desertado de los ejércitos del rey

chipriota que estaba muy orgulloso de haber ganado un concurso de hombres gordos en la CNN apenas dos años antes y que ahora había adelgazado por culpa de la reina imposible

sobre una pluma de ganso ártico y con una musa indecisa que quisiera ir a Londres pero temía caminar precisamente en esa dirección de la que tantas humaredas venían y eso le recordó al caballero que quizá llevaba mucho tiempo sin despertarse, que quizá había llegado el momento, el momento, el momento de volver a intentarlo