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    e renen en este volumen los escritospoticos capitnles que escribi a lo largo de su e.xis-tencia ]FAN -JACQUES ROUSSEAU (1712-1778).La cntica de La cultura apunt.tda en el DlSCURSOSO.BRE LAS CIEN CIAS Y LAS ARTES (1750), enabierto contraste con l < ~ s idea!l sobre el progresodominantes en la !lustracin francesa, se convierteen el DlSCURSO SOBRE. EL ORIGEN YLOS FUNDAMENTOS 0 [ LA DESIGUALDAD ENTRE LOSHOMBRES (1754) en una crtica de las estructurassociales y politicas a travs de un examen, ms cercano a las conjeturas antropolgicas que al rigor histrico, del estado primigenio del hombre natural }'de las causas que crearon la sociedad y la desigualdad. finalmente, DFL CONTRATO SOCIAl (1762)recoge los elementos esenciales de la teora polticade Rousseau, p1eta clave en la h1stona del pensamiento occidental desde la Revolucin francesahasta nuestros d1as. - ~ - ~ : . _

    ' .1 .. -1 -- ., . ISBN 84-206-3958-3

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    Ciencias sociales

    1

    Jean-Jacques Rousseau

    Del Contrato socialDiscurso sobre las cienciasy las artesDiscurso sobre el origeny los fundamentos de ladesigualdad entre los hombresPrlogo, traduccin y notasde Mauro Armio

    El libro de bolsilloSociologaAlianza Editorial

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    "1 1nll.O OIU ol'IAl: L>u rontral S(ICflll DmVU' l sur ks $t:ln.;as i' l lt'!uts Dlfror., sur fongme o k J/ondt'menH i'fvz!galu! p4muln hommn

    Pnmera eJJ.J"aton. 1996Pruneca t'Jtnon al " r e : ~ de wnoc:unicnto Gcncias ,odalcs. 199'>TcrCt'.Cll retmprcsi6n: 100}

    Di:;.co de cuhi .'llKAh.mz, E.ditnr i.alRt:s..rwiJ,.., .,,.1,,. los ..kredt B ~ 84 206 19 ' c3lxpsn legal ,\1 39 415 2lXHCnmpuo.tn en Fcrnnde7 < u d o ~ d .Carahna Suhez, 19 .280\.'i ~ t a J n Jlmpre-;o en t losiiS O r ~ n y c n S Lh Poht:onu ~ a c s . 1ParalUdlu dcJnuna f ~ L J n d l

    P n m ~ . : d m SrJm

    Prlogo

    En varios lugares de su obra Rousseau se refiri, como hechosustancial y determinante de su biografa, a la iluminacin deVinannes, ocurrida en agosto de 1749: Fui a ver a Diderot,entonces prisionero de Vincennes [por un delito de prensa);tenta en mi bolsillo un Mercurcde Franceque me puse a hojeardurante el camino. Ca sobre el tema de la Academia de Di ionque dio lugar a mi primer escrito.Si alguna vez algo se ha pare-cido a una inspiracin sbita, fue el movimiento que en mi seprodujo ante aquella lectura; de golpe siento mi esptritu des-lumbrado por mil luminarias; multitud de ideas vivas se pre-sentaron a lavez con una fuerza y una confusin que me arro-j en un desorden inexpresable; siento mi cabeza tomada porun aturdimiento semejante a la embriaguez. Una violenta palpitacin me oprime, agita mi pecho; al no poder respirarmientras camino, me dejo caer bajo uno de los rboles de laavenida,}' paso media hora en tal agitacin que al levantarmepercibo toda la parte delantera de mi traje mojada por mis l-grimas sin haber sentido que las derramaba. Oh, seor, sial-guna vez hubiera podido escribir la cuarta parte de lo que vi ysent bajo aquel rbol, con qu claridad habra hecho ver todaslas contradicciones e l ~ > i s t e m a social, con qu fuerza habraexpuesto todos Jos abusos de nuestras instituciones, con qu

    i

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    20 MAUaOAltMDilOro las adiciones o correccionesde la edicin de 1782 haciendoconstar a pie de pigina todas las peculiaridades y diferenciasentreambas ediciones.Me pareci, sin embargo, quepara unaedici11 castellana de nada serva lo que era obligatorio enuna francesa que sequisiera crtica,y heincorporado losaa-didosy las correcciones a loque podrlamos lamarversin de-finitiva. Evidentementesoy deudor en cuanto al texto ya mu-chas de las notas, u( como a la interpretacin de pasajes, atodos esos estudiosos, y a varios de los libroscitados en a bj-bliografia.

    MAUROAllMIO

    ContratosocialPl'llDCJIDlC)S del derecho poltico

    -foederisaequasDicamus legaiENEID.XI*

    ..ea.blezcamosun pectocon leya ustas.XI, vuso321.

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    AdvertenciaEste pequeo tratado es extracto de una obra ms extensa,emprendida en otro tempo sin haber consultado mis fuerzas,y abandonada desde hace mucho*. De los diversos trozos quepodan sacarse de lo que estaba hecho, ste es el ms conside-rable, y meha parecido el menos indigno de ser ofrecido al p-blico. El resto ya no existe ms*.

    En una carta aMo1tou (l8 de enero de 1762) pri cisa ehutoreste fragmento: Debo deciros que hago imprimir en Holanda una obrita quetiene por ttulo Del Contrato social, o Principios del derecho poltico, lacual es extracto de una obra mayor, inlituladalnstitucionespolticas,emprendidaha.ce diez ao.s y abandonada al dejar la pluma, .empresaque, por otJ:a parte, estaba ciertamentepor encima de mis fuerzas. Se ha discutido la existencia de ese resto, . El conde de Antraiguesfue poseedor de un manuscrito de treinta y dos pginas, que el propioRousseau le entreg con autorizacin para hacer de l el uso que yocreyera tib1 tentado a l'ublicarlo , fue convencido por un amigo deRousseau a no hacedo: Es te escrito que la prudenda de otro me ha librado de publicar, n.o lo ser nunca. He visto de sobra, ydemasiado decerca, el peligro que de ello resultara para mi patria). Yelmanuscritode treinta ydos pginas fue destru ido por el conde de Antraigues. Elul-timo captulo del Contrato esboza una especie de ndice de materias quepodran ser las desarrolladas en este resto.

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    Libro 1

    Quiero averiguar si en e1 orden civil puede haber alguna regla de administracin legtima y segura, tomando a loshombres tal como son, y a las leyes tal como pueden ser: trata r de unir siempre en esta indagacin lo que el derechopermite con lo que prescribe el inters, a fin de que la justicia y la utilidad nose haiJen separadas.

    Entro en materia sin probar la importancia demi tema. Seme preguntar si soy prncipe o legislador para escribir sobre la Poltica. Respondo que no, y que por eso es por lo queescribo sobre la Poltica. Si fuera prncipe o legislador, noperdera mi tiempo en decir lo que hay que hacer; lo hara, ome callara.

    Nacido ciudadano de un Estado libreJt,y miembro del sob e r a n o ~ * , por dbil influencia que pueda tener mivozen losasuntos pblicos, el derecho de votarlos basta para imponerme el deber de instruirme en ellos. Dichoso, cuantas ve- La Republica deGi11ebra.. . Aunque por cel soberano*se ha entendido el Consejo General deGinebra, Rousseau est sealando al pueblo ginebrino de forma general,como lo pruebael fragmento delDiscurso sobre la desigualdad (vale infra, pgs. 205 206 ). Posteriormente, en las Car tas escritas desdt la

    15

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    26 OFI C : O : > . ~ ~

    ces medito sobre los Gobiernos, de encontrar siempre enmis indagaciones nuevas razones para amar al de mi pas!

    Capftulo l. Tema de este primer libroEl hombre ha nacido libre, y por doquiera est encadenado.Hay quien e cree am o de los dems, cuando no deja de serms esclavo que ellos. Cmo se ha producido este cambio?Lo ignoro. Qu es lo que puede hacerlo legtimo? Creo po -de r resolver esta cuestin.

    Si no considerara ms que la fuerza y el efecto que de ellade riva, yo dira: mientras un pueblo est obligado a obede-cer yobedezca, hace bien; tan pronto como pueda acudir elyugo y lo sacuda, hace an mejor; porque al recobrar su li-bertad por el mismo derecho que se la arrebat, o tiene ra -zn al recuperarla, o no la tenan en quitrsela. Mas el ordensocial es un derecho sagrado, que sirve de base a todos losdems. Sin embargo, tal derecho no viene de la naturaleza:est, pues, basado en las convenciones. Se trata de saber cu-les son esas convenciones. Antes de llegar a ello debo fijar loque acabo de exponer.montaa, Rousseau aludir al Consejo General de Ginebra, por oposi-cin al PequeoConsejo, como soberano de su propio jefe: l es la le\viva y fundamental que da vida y fuerza a todo lo dems. )que no cono-ce otros derechos que LosSU}'OS. El Consejo General no es una orden enel Estado, es el Estado mismo. Aunque la nocin de libertad del hombre era afirmada por la mayonJde los te6ricos del Derecho natural contemponinco, Rousseau aade unroncepto nuevo:el de que esa libertad natural es inaJjeoable yque

    d i ~ . bajo ningn pretext, puede despojar al hombre de ella;en eJ captulo TV aadir: Renunciar a su libertad es renunciar a su cualidad dl'hombre. Esta frmula rousseauniana ser acogida en la Declaractldelos Derechos del Hombrey del Ciudadano al produci rsc la Re,rolucionfrancesa {1789) en el artculo 1: dos hombres nacen y permanecen li-bres e iguales en derechos.

    IJ 8R01 27

    Captulo 11. De las primeras sociedadesLa ms antigua de todas las sociedades y la nica natural esla familia*. Con todo, los hijos slo permanecen vinculadosal padre el tiempo en que necesitan de l para conservarse.Tan pronto como esa necesidad cesa, el vnculo natural sedisuelve. Exentos los hijos de la obediencia que deban al pa-dre, exento el padr_de los cuidados que deba a Jos hijos,todos vuelven a la mdependencia. Si continan permane-cien_d_o ~ i d o s ya no es natural, sino voluntariamente, y lafamilia nusma slo se mantienepo r convencin.

    Esta libertad comn es una consecuenciade a naturalezadel ho mbre' Su primera ley es velar po r su propia conserva-cin, sus primeros cuidados son aquellos que se debe a smismo, y tan pronto como est en edad de razn, por ser lel n_ico juez de los medios idneos para conservarse, seconVIerte con ello en su propio amo.

    Por tanto, la familia es, si se quiere, el primer modelo delas o c i e a d e s politicas; ! j e f e es la imagen del padre, el pue-blo es _la tmagen de los hiJOS, y habiendo nacido todos igua-les Y r ~ s , s l o e n a j e ~ a n su )jbertad por utilidad propia.Toda la d tferencJa estnba en que, en la. familia, el amor de lpadre por sus hijos le resarce de los cuidados que les prodi-ga, Yque, en el Estado, el placer de mandar suple ese amorque el efe no tiene po r sus pueblos.

    Grocio niega que todo poder humano est establecido enfavor de aq uellos que son gobernados: cita la esclavitudcomo ejemplo .. . Su manera ms constantede razonares es-tablec_er i e m ~ r e el derecho po r el hecho 1 Podra emplearseun metodo mas consecuente, pero no ms favorable a los ti-ranos. .1En este fragmento Rousseau sebasa en el Ensayo sobre el gobierno ci-VI , de Locke. G . . .rocto,DeJUre belh ac pacis, l, cap. 111, 8; pero ms que una cita es1111 traslado textual de dos frases de Grocio.

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    28 Ol l CONTI.AI'I.1 $00ALEs, pues, dudoso, segn Grocio, si el gnero humano pertenece a un centenar de hombres, o si ese centenar de hom-

    bres pertenece al gnero humano, y en todo su libro pareceinclinarse por la primera opinin: sa es tambin la impresin de Hobbes. De este modo, he aha la especie humanadividida en rebaos de ganado, cada uno con su jefe que loguarda para devorarlo.De igual modo que un pastor es de una naturaleza superior a la de su rebao, los pastores de hombres, que son susjefes, son tambin de naturaleza superior a la de sus pueblos.As razonaba, segn la relacin de Piln, el emperador Caligula,.. sacando fcilmente en consecuencia de esa. analogaque los reyes eran dioses, o que los pueblos eran an1males.

    El razonamiento de ese Calgula equivale al de Hobbes yGrocio. Antes que todos ellos A i s t t e l e s ~ u haba dichotambin que en modo alguno son naturalmente iguales loshombres, sino que unos nacen para la esclavitud y otrospara la dominacin.Aristteles tenia razn, pero tomaba el efecto po r la causa. Todo hombre nacido en la esclavitud nace para la esclavitud, nada es ms cierto. Los esclavos lo pierden todo en suscadenas, hasta el deseo de salir de ellas; aman su servidumbre como Jos compaeros de Ulises amaban su embrutec- Ningn texto de Hobbes, segn R o b e ~ t Derath, e r ~ t e c o n d ~ i rque haya pensadoqu e la monarqua se eJerce Para e n e f i c t ~ exclusi\'Odel monarca. El sentir de Hobbes seria ms b1en que el gobterno mo-nrquico es el mejor porque eJ inters del rey y de los s.bditosden . Esta tesi ser combatida po r Rousseau en el capttulo IV dellibrollL Filn fue autor de una De Legationt ad Caium, traducida al f r a n c ~en 1668 bajo el ttulo de Rlation faite par Phil,m de I'Ambassade dont ilt>Stoit le chef, emoye par les ]uifs d'Aiexandrie vt>rs I'Empereur CaiusCa lgula, insertaen el tomo 11 de la Histoiredesjuifs, de Flavio Josefo (Parfs, 1687).Rousseau conocia el pasaje de Aristteles po r hallarse citado porPufendorfen De jure naturae etgent ium.

    LlllltO 1 l' }

    miento2 Por tanto, si hay esclavos por naturaleza, es porquehubo esclavos conrra naturaleza. La fuerza hizo los primerosesclavos, su cobarda los ha perpetuado.

    Nohe dicho nada del rey Adn, ni del emperador No, pa-dre de tres grandes monarcasque se repartieron el universocomo hicieron los hijos de Saturno, a quienes se ha r e d ~reconoce_en aqullos\ Espero que se me agradezca estamoderac1n; porque, si desciendo directamente de uno de

    e ~ o s pr:mcipes, y u i z de la rama primognita, quinsabeSI med1aote la verificacin de los t[tulos, no resultara yo ellegtimo rey del gnero humano? Sea como fuere, no sepue-de contradecir que Adn fue soberano del mundo, como Ro

    i n ~ n de _su isla, m i c n t ~ a s fue el nko habitante; y lo quehab1a de comodo en este ll1lperio era que el monarca, seguroen su trono, no tena que ten1er ni rebeliones. ni guerras, niconspiradores.

    Cap ftulo IIT. Del dereclro del ms fuerteEl ms fuerte nunca es bastante fuerte para ser siempre elamo s no transforma su fuerza en derecho y la obediencia

    d ~ b e r . De ahf eJ derecho del ms fuerte; derecho tomadorrmcamente en apariencia, y realmente establecido enprincipio. Pero nos explicarn alguna vez esta palabra? Lafuerza es un poder fsico; no "Veo qu moralidad puede resulta r de sus efectos. Ceder a la fuerza es un acto de necesidad,no de voluntad; es todo lo ms un acto de prudencia. Enqu sentido podr ser un deber?

    Supongamos por un momento ese presunto derecho. Yoafirmo que de l no resulta ms que un galimatas inexplica-

    ~ A al libro de Roben filn1er, Patriarcha, or the natural powerof. ()Londres, 1680), que Locke haba refutado (Tratado del Gobierno""''

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    30OF I C Q J o . ' T l l A l l ~ < . l ) ~ . I A L

    ble. Porque ta n pronto como sea la fuerza la que haga el derecho, el efecto cambia con la causa; toda fuerza que supere ala primera, sucede a su derecho. Desdeel momento en sepuede desobedecer m p u n e m e n t e ~ se ~ e d e hacerlcg!ttmamente, y dado que el ms fuerte tiene t e m p ~ e razn, no setrata sino de obrar de suerte que uno sea el mas fuerte. Ahora bien, qu derecho es e que perece cuando la. fuerzacesa? Si hay que obedecer por fuerza, no hay neces1dad deobedecer por deber, y si uno ya no est forzado a obedecer,ya no est obligado a ello.Se ve por a n t o . q u ~ esta palabra dederecllO nada aade a la fuerza; aqm no stgmfica nada en ab-soluto.Obedeced a Jos poderes. Si esto quiere decir ceded a lafuerza, el precepto es bueno, pero u ~ e r f l u o : r.esp.ondo deque nunca ser violado. Todo poder vtene de D10s , lofteso pero tambin viene de l toda enfermedad. Qutereesto decir que est prohibido llamar al mdko? Que un ban-dido me sorprenda en un rincn de un bosque: no slo .hayque darle por fuerza la bolsa, ino que, aunque yo pud1erasustrarsela, estoy en conciencia obligado a drsela, porqueen ltima instancia la pistola que tiene tambines un poder.

    Convengamos, pues, que fuerza no hace derecho, Yslo se est obligado a obedecer a los poderes legtimos. Ast,mi cuestin del principio vuelve una vez ms.

    Captulo W De la esclavitudPuesto que ningn hombre tiene una autoridad a t u ~ a l s?-bre su semejante, y puesto que la fuerza no produce mngun Rousseau acepta esta mxima de Pablo, sirvi de r g u m e n ta Jo panidarios de la obediencia pasiVa, en parttcularaBo s u ~ tca sacada de las mismas palabras de laEscrrtura sagrada, Pans. 1709 que dedica un capitulo a la obediencia debida al p r n c i ~ e Rousseauparece replicarle en el ltimo prrafo del captulo IV delllbro 111.

    I.IIIROI 31

    derecho, quedan, pues, Las convenciones corno base de todaautoridad legitima entre los hombres.

    Si un particular, dice Grocio, puede enajenar su libertad yhacerse esclavo de un amo, Jpor qu no podra enajenar lasuya tod o un pueblo y hacerse sbdo de un rey? Hay ah muchas pa labras equvocas que necesitaran explicacin,pero Umitmonos a La de enajenar. Enajenar es daro vender.Ahora bien, un hombre que se hace esclavo de otro no se da,se vende, al menos por su subsistencia; pero un pueblo, porqu se vende? .Muy lejos de proveer un rey a la subsistenciade sus sbditos, slo saca la suya de ellos, y, segn Rabela.is,un rey no vive con poco. Los sbdos dan, pues, su personaa condicin de que les cojan adems sus bienes? No veo loque les queda por conservar.Se dir que el d pota asegura a sus sbditos la tranquilida d civil. Sea; pero qu gman con ello si las guerras que suambicin les acarrea, s isu insaciable avidez, si las vejacionesde su min isterio los desolan ms de lo que haran sus propiasdisensiones? Qu ganan con ello, si esa tranquilidad mismaes una de sus miserias? Tambin e vive tranquiloenLoscalabozos; es bastante para encontrar e bien en ellos? Los griegos encerrados en el antro del Cclope vivan aiH tranquilos,a laespera de que les llegara el turno de ser devorados.Decir que un hombre se da gratuitamente es deci r algoabsurdo e inconcebible: semejante acto es ilegtimo y nulo,por el solo hecho de que quien lo hace no est en su sano juicio. Decir lo mismo de todo un pueblo es suponer un pueblode locos: la locura no hace derecho.

    Aun cuando cada cual pudiera enajenarse a s mismo, nopuede enajenar a sus hijos; ellos nacen hombres y libres; sulibertad les pertenece, nadie tiene derecho a disponer de ellams que ellos*. Antes de que lleguen a la edad de razn el El pasaje fue polmico; en 1766, Elie Luzac, enLettre d'tm anonime a~ u r J . - / . Rousseau(Pars, 1766), ealahaquee1 trmino alineu

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    32 ouco:--rum..004t

    padre puede, en .su nombre, estipular las condiciones parasu conservacin, para su bienestar; pero no darlos irrevocable e incondicionalmente; porque semejante donacin escontraria a los fines de la naturalezay rebasa los derechos dela paternidad. Seria, por lo tanto, preciso, para que un gobierno arbitrario fuera legtimo, que en cada generacin elpueblo fuera dueo de admitirlo o de rechazarlo; pero entonces ese gobiernoya no era arbitrario.Renunciar a su libertad es renunciar a su cualidad dehombre, a los derechos de la humanidad, incluso a sus deberes. No hay compensacin posible para quien renuncia atodo. Semejante renuncia es i ncornpatible con la natu(a!ezadel hombre, y es privar de toda moralidad a sus acciones elprivara su voluntad de toda libertad. En fin, es una o n v e ~cin vana y contradictoria estipular por un lado una autondad absoluta, y por otro una obediencia sin lmites. No esevidente que a nada est comprometido uno respecto aaqul de quien se tiene derecho a exigir todo, y que esta solacondicin, sin equivalente, sin intercambio entraa la nuJidad del acto? Porque, qu derecho tendra mi esdavo con tra m si todo cuanto tiene me pertenece, ysi, siendo su derecho el mo, ese derecho de m contra mr mismo es unaexpresin sin sentido alguno?Grocio y los dems . veo en la guerra un origen distintodel pretendido derecho de e clavitud. Teniendo, egn ello'(= enajenar), no figuraba en ese pasaje de Grocio; s se encuentra.algvms Lejos, proporcionando tema a Luzac, quo se explaya asi: E ~ a e n a res, decs vos. dar o vender. De dnde tomis, seor, esa dcfinicrn tanincompleta, yque en modo alguno coO\iene Enajenare? la sigruficacin m general es transfl'rir un dl'recho; Brrsso11yFerrrtrts os loensearn si lo ignoris: no es sola:menle vendiindolo o dndolo comose transfiere un derecho, sino que se hace de diferentes maneras, Wmllpodisadems conveJKeros con los primeros elementos de derecho queos caigan en la mano. , . No es Grodo, sino Hobbes, el que afll'ma en De cwe (capttulo \1111...... quien promete para salvar su vida sen.ir al vencedor, es declr, tl>Jo

    33

    el vencedor eJ derecho de matar aJ vencido, ste puede comprar su vida a expensas de su libertad; convencin tanto mskgtima cuanto que redunda en provecho de ambos.Pero es evidente que este pretendido derecho de matar alos vencidosno deriva en modo aJguno deJ estado de guerra.Por La sola razn de cue,viviendo los hombres en su primitiva independencia, no tienen entre si relacin lo suficientemente constante para constituir nj el estado de paz ni eJestado de guerra, no son naturalmente enemigos. Es lamacin de las cosas, y no de Los hombres, lo que constituyela guerra, y al no poder nacer el e tado de guerra de LC}.s simples relaciones personales, sino slo de las relaciones reales la guerra privada o de hombre a hombre no puede existir ni en eJ estado de naturaleza en que no existe propiedadconstante, ni en el estadosociaJ en que todo e t bajo la autoridad de las leyes.Los combates particulares, los duelos, los encuentros,son actos que no constituyen un estado; y respecto a lasguerras pr ivadas, autorizadas por las disposiciones deLuis IX, rey de Francia, y suspendidas po r la paz de i o s > ~ " ,son abusos del gobierno feudal, sistema absurdo si loslo qut elms fuerte le mande. _ De suerte que en virtud de este contratoel wncido debeal victorioso todos sus serviciosrunaobediencia absoluta, salvoen aq_udJo que repugna a la le)'e) diYinas.- ~ t i r ~ l e traduzco po r . reales en acepcin que no figuraenel Dicc1onano de la c ~ d e 1 n 1 , a . pero que e emplea en jurisprudencia:que se refiere a los biene:., por oposicin a lo que se refierea las pel'So-naa. .EJ castellano lo empleaasen algunas locuciones: derechos reales,~ . ~ m p rc.-al d e r i ~ en este caso del bajoLatn realis. de rts, re, cosa,

    l d : t ~ su a c e p ~ n de efectivo. nerdadero, por opo icin alicio Quua su r s 1 o atlsensum fuera patrinlOniales, es decir re-OtSentre los bienes inmuebles ';;. La"':,ix .deDieu: Su.>pensin de 10stllidades que la lgle ia impona a- - = ~ at1entes en ciertas pocas del ao (la Cuaresma por ejemplo)>'llldana. semanas desde el mircoles por la noche hasta el lunes por laEsta leyreligiosasepromulgen 1 41 .

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    OllLONTllATan a poner politiqueen lu garde politie siempre que escribo esta ltima palabra. (Correspond,mce Gnlra/e, t. VIII, pg. 2). Tal trmino apenas se emplea en franco.Rousseau lo deriva de la forma latina politia (del griego noll.ttctot), adminimacion del Estado. conducta polt ica, organi.La.:in poltica. ht "mismo sentido tena en caJ.te.llano la palabrapolrcia en el X\'111 )'XIX. Sucampo scm.mtico, rebasado, se ha especializado en t r o ~ sgnificadm,. . La edicin de 1782 incluye aqui un fragmento que figura en el ,1,-nuscrito Neuchatcl del Co11trato, 7842. f." 52:"Los romanos. que entendieron mejor)' respetaron el derecho de aguerra ms que cualquier o.tcin del mundo , llevaban tan lejos et escnipulo a este respecto que no leestaba permitido a un ciudadano servir como \'Oluntario sin haber-ealistado expresamente contra el enemigo ye pecillcamente conl ra tdlenemigo. Cuando se reform u11a legi.n en que Catn hijo hadaprimeras armas, Catn padre escribi a Popilio que si tena a bien quesu hijo continuase sirviendo bajo su mando era preciso hacerle pr e,tarun nuevojuramento militar, porque, estando anula doelprimero, va nopodn llevar armas contra el enemigo. Yel propio Catn "cribi .lhijo que eguardara mucho de r e s e n t a r ~ e al combate hasta no haberprestado ese u ~ juramento. Sque podrn objetarmeel sitio de Clusium y otros hechos parliculares, pero yo cito las leyes, las costumbres.Los romanos son quienes coo menos frecuencia transgredieron leyes y os nicos que las tuvieron tanhermosas. Por errata, la ediciondt17813uprimeniCJOren la primeralnea del aadido.

    IJ8llOI 35todos los pueblo civilizados. Las declaraciones de guerrason advertencias menos para los poderes que para sus sbditos. El extranjero, sea rey, sea particular, sea pueblo, queroba, mata o detiene a los sbditos sin declarar la guerra alprncipe, no es un enemigo, es un bandido. lnduso en plenaguerra, un prncipe justo se apodera correctamente en pasenemigo de todo cuanto pertenece a lo pblico, pero respetala persona y los bienes de los particulares; respeta derechossobre los que estn fundados los suyos. Por ser el objetivo dela guerr a la destruccin dd Estado enemigo, se tiene derecho a matar a los defensores mientras tienen las armas en lamano; pero tan pronto como las deponeny se rinden, al dejar de ser enemigos o instrumentos del enemigo, vuelven aser simplemente hombres y ya no e tiene derecho sobre suvida. A \'eces e puede matar al Estado sin matar a un o solode sus miembros: ahora bien, la guerra no da ningn derecho que no sea necesario asu fin. Estos principios no son losde Grocio; no estn fundados en au toridades de poetas ..,sino que derivan de la naturaleza de las cosas, y estn fundados en la razn.

    Respecto al derecho de conquista, no tiene otro fundamento que la Jey del ms fuerte. Si la guerra no da al vencedor elderecho de exterminar a los pueblos vencidos, este de recho que no tiene no puede fundar el de esclavizarlos. Slose tiene de recho de matar al enemigo cuando no se puedehacerle esclavo; el derecho de hacerle esclavo no viene, portanto, del derecho de matarle: es, pues, un cambio inicuo elhacerle comprar al precio desu libertadsu vida, sobre la que Rousseau nace la msma observacion en el Emilio, dkiendo que.Hobbes se apoya en los sofismas y Grocio en los poeta ... Pero Grocio

    ~ buen cuidado de indicar que slo cita a los po.>tas a modo de ilustraon de sus ideas, no como autoridades: "Las sentencias de los poetas rde los oradores no tienen tanta autoridad como el juiciode los his!Oriadores. Y si alegamos muchas es, frecuentemente, para adornar eilustrar nuestros pensamientos. ms que para apoyarlos.

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    36 D E L C O ~ l O IA tno se tiene ningn derecho. Al establecerel derecho de v1day de muerte sobre el derecho de esclavitud, y el derecho deesclavitud sobre el derecho de vida y de muerte, no es evidente que se cae en el drculo vicioso?Suponiendo incluso ese terrible derecho de matar absolu.tamcnte, afirmo que un esclavo hecho en laguerra o un pue-blo conquistado no est obligado para con su seor, salvo aobedecerle mientras sewa forzado a ello. Tomando de d elequivalente de su vida, el vencedor no le ha hecho grac1a deella: en lugar de matarle sin fruto, lo ha matado con utilidad .Lejos, pues, de haber adquirido sobre l alguna autorid,tdvinculada a la fuerza, el estado de guerra subsiste entre elloscomo antes, su relacin misma es efecto de l,y el uso del de-recho de guerra no supone ningn tratado de paz. Han he-cho un conYenio: sea; pero ese com-enio,lejos de destruir elestado de guerra, supone su continuidad.As, desde cualquier punto de vista que se consideren lascosas, el derecho de esclavitud es nulo, no slo porque es ilegtimo, sino porque es absurdo yno significa nada. Estas pa-labras, esclavitud yderecho, son contradictorias; se excluyenmutuamente. Sea de hombre a hombre, sea de un hombre aun pueblo, este razonamiento ser siempre insensato. )oltago contigo un convenio, enteramente en perjuicio tuyo venteramente en beneficio mo, que yo observar mientras meplazca, y que t observards mientras me plazca.

    Cnptulo V. Qut siempre ltay que remontarseauna primera comencinAun cuando concediera todo cuanto hasta aquhe refutado.los factores del despotismo no habran adelantado ms conello. Siempre habr unagran diferencia entre someter a unamultitud y regir una sociedad. Que hombres dispersos seansometidos sucesivamente a uno solo, ea cual sea su n m

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    ro; ah noveo ms que un amo yunos esclavos, abf no veo unpueblo ysu jefe; es,si sequiere, una agregacin, pero no unaasociacin; ah no hay ni bien pblico ni cuerpo poltico.Aunque hubiera sometido a medio mundo, ese hombre nodeja deser msque un particular; su inters, separado del detosdems, no esotracosa que un inters privado. Si e e misIDO bombre Ucga a perecer, su imperio queda tras l dispersoy sin c o n e x i n ~ como roble que consumido por el fuego sedeshace en cemzas.Unpueblo, dice Grocio, puede darse a un rey. Segn Grodo un pueblo es, por lo tanto, un pueblo antes de darse a unrey. Esta donacin misma es un acto civil, supone una deliberacin pblica. Antes, pues, de examinarel acto porel queun pueblo elige un rey, sera conveniente examinar el actopor el que un pueblo es un pueblo. Porque siendo necesariamente anterioreste acto al otro, es el verdadero fundamentode lasociedad ..En efecto, si no hubiera convencin anterior, dndeestada , a menos que la eleccin fuera unnime, la obligacinpara los menos de someterse a la eleccin de los ms, y dednde ciento que quieren un amo tienen el derecho a votarpor diez que no lo quieren? La ley de la pluralidad de los sufragios es en s misma una institucin de convencin, ysupone la unanimidad por lo menos una vez.

    CApitulo VI. Del pado socialSupongo a los hombres llegados a ese punto en que los obstculos que se oponen a su conservacin en el estado de naturaleza superan consu resistencia a las fuerzas que cada in- Alusin a la teora deJ doble contratoque expone Pufendorf con terminos distintos: pactode asociacin y pactode sumisin. Rousscau re~ c o n s c i e n t e m e n t e la palabra pacto, porque en su pensamiento slo

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    dividuo puede emplear para mantenerse en ese estado. En .tonces dicho estado primitivo no puede ya subsistir, yel gnero humano perecera si no cambiara su manera de ser.

    Ahora bien, como los hombres no pueden engendrarfuerzas nuevas, sino slo unir y dirigir aquellas que existen,no han tenido para conservarse otro medio que formar poragregacin una suma de fuerzas que pueda superar La resistencia, ponerlas en juego mediante un solo mvil y a c e r lobrar a coro.Esta suma de fuerzas no puede nacer ms que delconcurso de muchos; pero siendo la fuerza y la libertad de cadahombre los primeros instrumentos de su conservacin,cmo Las comprometer sin perjudicarse y sin descuidar Jo,cuidados que a sf mismo se debe? Esta dificultad aplicada ami tema, puede enundarse en los siguientes trminos:

    Encontrar una forma de asociacin que defienda y proteja de toda la fuerza comn la persona y los bienes de cadaasociado, y por la cual, unindose cada uno a todos, no obedez.ca, in embargo, ms que a s mismo y quede tan lib recomo antes.> Tal es el problema fundamental al que da solucin el contrato social.

    Las clusulasde este contrato estn tan determinadas porLa naturaleza dcl acto que la menor modificacin las volverhlvanas y de efecto nulo; de suerte que, aunque quizs nu ncahayan sido enunciadas formalmente, son por doquiera la 'mismas, por doquiera eslln admitidas tci tamente y reconocidas; hasta que, violado el pacto social, cada cual vuelveentonces a sus primeros derechos y recupera su libertad nael primero de dos puede denominar e pacto contractual : en el hbro 111,captulo XV 1, loafirmar: No hay msque un contrato en elh Lado, es el de la asociacin;y ste solo excluye cualquier t r o . ~ Hay que entender por contrato socia], el acto de asociacin y no dlibrode Rousseau. En a primeraversin del mtruro social, e n o m i ~da Manll!>crito de Ginebra, escribe (libro J, cap. 111): Tal es el problemJfundamental cuya solucinda la institucin del Estado.,.

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    tural, perdiendo la libertad convencional por la que renunci a aqulla.

    Estas clusulas, bien entendidas, se reducen todas a unasola: a saber, la enajenacin total de cada asociado con todossus derechos a toda la comunidad. Porque, en primer lugar,al cada uno todo entero, la condicin es igual para todos, yStendo a condicin igualpara todos, nadie tiene nters en hacerla onerosa para los dems.

    Adems, por efectuarse la enajenacin sin reserva, laun in es tan perfecta como puede serlo y ningn a ociadotiene ya nada que reclamar: porque si quedasen algunos derechos a los particulares, como no habra ningn superiorcomn que pudiera fallar entre ellos y lo p blico, siendocada cual su propio juez en algn punto, pronto pretenderaserlo en todos, el estado de naturaleza subsistira y la asociacin se volvera necesariamente tirnica o vana.

    En suma, como dndose cada cual a todos no se da a nadie y como no hay ningn asociado sobxe el que no se ad-quiera el mismo derecho que uno le otorga obre uno mismo, se gana el equivalente de todo lo que se pierde y msfuerza par a conservar lo que se tiene.

    Por lo tanto, si e aparta del pacto ociallo que no pertenecea su esencia, encontraremo que se reduce a los trmi-nos siguientes: Cada uno de nosotros pone en con11111 supersona y todo su poderbajo la suprema direccin de la voluntadgnreral;y nosotros recibimos corporal ivamente a cada miembro como parte indivisible del todo.

    En el mismo instante,en lugar de La persona particular decada contratante, este acto de asociacin produce un cuerpomoral y colectivo compuesto de tantos miembros como votos tiene la asamblea, el cual recibe de este mlsmo acto suu n i d ~ d , su yo comn, su vida y su voluntad. Esta personaP'iblica que e forma de este modo po r La unin de todas Lasdems tomaba en otro tiempo el nombre de Ciudad 3 , y tomaahorael de Repblica o de cuerpo poltico, al cual sus miem

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    40 [>El CO'ITRATrl que cada indi,riduo, contratante po r asidecirlo consigo mb-mo, se haJJa comprometido en un doble aspecto; a saber,como miembro del Soberano respecto a los particulare

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    42 nn co:.-rR .n o OC J ..Pero no ocurre lo mismo con los sbditos paia con el so-berano, el cuaJ, pese a1 inters comn, nada respondera de

    los compromisos de aqullos i no encontrara medio deasegurarse su fidelidad.En efecto, cada individuo puede, como hombre, tener un a

    voluntad particular contraria o diferente de la voluntad general que tiene como ciudadano. o inters particula r puedehablarle de forma muy distinta que el inters comn; su existencia absoluta y naturalmente independiente puede hacerleconsiderar lo que debe a la causa comn como una contribucin gratuita, cuya prdida sera menos perjudicial a los dems que oneroso es para l su pago, y, mirando a la personamoral que constituye el Estado corno un ser de razn, puestoque no es un hombre, gozarade los derechos del ciudadano sin querer cumplir los deberes delsbdito; injusticia cuyoprogreso causara la ru ina del cuerpo poltico.

    A fin, p ues, de que el pacto socialno sea un vano for mulario, implica tcitamente eJ compromiso, eJ nico que puededa r fueru a Los dems, de que quien rehse obedecer a lavoluntad general ser obligado a ello por todo el cuerpo: locual no significa sino que se Le forzar a ser libre; po rque saes la condicin que, dando cada ciudadano a la patria, legarantiza de toda dependencia personal*; condicin queconsti tuye el artificio y el juego de la mquina poltica, y lanica que hace legtimos los compromisos civiles, que sin Un pasaje del Emilio (11) resulta esencial para la comprensinde ~ t t fragmenta: Hay dos clases de e p e n ~ n c i a s : la de lasco as, que pro cede de la naturaleza; la de los hombres, que procede de la sociedad.Alno tenerla dependencia de las ninguna moralidad, no perjudicaala libertady no engendravicios; la dependencia de los hombres, siendodesordenada, los engendra todos. ypo r ellas es po r o queel amo y el es-clavo se depravan mutuamente. Si hay algn medio de remediar estemal en la ociedad, es sustituyendo la ley del hombre, y armando lasvoluntades generales de una fuerza real, superiorala accin de toda vo-luntad particular. Si las leyes de las naciones pueden tener, coma las dJ'la naturale?a, una n f l e ~ j b i l i d a d que jamsfuerza humana alguna pue-

    U8 RQ I 43eso seran absurdos y tirnicos y estaran sometidos a Josabusos ms enormes.

    Captulo Vlll. Delestado civilEste paso del estado de naturaleza aJ estado civil produce enel hombre un cambio muy notable, substituyendo en su conducta el instinto por la justicia, y dando a sus acciones lamo-ralidad que les faJtaba antes .. Slo entonces, cuando la vozdel deber sucede al impulso fsico y el derecho al apetito, elhomb re que hasta entonces no habfa mirado ms que a smismo, se ve forzado a obrar por otros principios, y a consultar su razn antes de escuchar sus inclinaciones. Aunqueen ese estado se pri,e de muchas ventajas que tiene de la naturaJeza, gana otras tan grandes, sus facultades se ejercitanal desarrollarse, sus ideas se amplan, sus sentimientos se ennoblecen, su alma toda entera se eleva a tal punto, que si losabusos de esta nueva condicin no le degradaran con frecuencia por debajo de aqueUa de la que ha salido, deberabendecir continuamente el instante dichoso que le arrancde ella para siempre yque hizo de un animalestpidoy limitado un ser inteligente y un hombre.da vencer, la dependencia de los hombresse \'Olvera entonces la de lascosas; SC! rcunir1an en la republica 10das las \-entaja del estado natu ral alas del estada civil; se unira a L. Ubertad,que mantiene al hombre exento de vicios, la moralidad que lo eleva a la virtud.o Cfr. tambin el capC-tulo XII del libro {[del Comrnro. El tema de este fragmento aparecer en otras obrasde Rou..c;scau:Emi-lio, Discurso sobre la des1gualdad y en Jos fragmentos pohticos: Sea queuna inclinacin natural baya llevado a los hombres a unirse en socie

    ~ sea que hayan sido for1.ados a eUo por sus necesidades u t u a ~ . lo~ es que de comerciohan nacido sus virtudesysus vicios, y enCierto modo todo su moral. Alh donde no hay sociedad no puedehab er n i justicia, ni demencia, ni generosidad, ni modestia, ni sobretodo el mrito de todas estas virtudes .. (O. C. ITT, pgs. 504-505 .

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    44 D E L C O N T R ~ T O SOC IALReduzcamos todo este balance a trminos fciles de comparar. Lo gue pierde el hombre por el contrato social es su li-

    bertad naturaly un derecho ilimitado a todo cuanto le tientayque puede alcanzar; lo que gana es la ibertadcivil yla pro-piedad de todo cuanto posee. Para no engaarnos en estascompensaciones, ha y que distinguir bien la libertad naturalque no tiene por lmites ms que las fuenas del individuo,de la libertad civil, que est limitada por la voluntad general,y la posesin, que no es ms que el efectode la fuerza o el derecho del primer ocupante, de la propiedad que no puedefundarse sino sobre un ttulo positivo.

    Segn lo precedente, podra aadirse a la adquisicin delestado civil la libertad moral , la nica que hace al hombreautnticamente dueo de s; porque el impulso del simpleapetito es esclavitud, y la obediencia a la ley qu e uno S"f haprescrito es libertad. Pero ya he hablado demasiado sobreeste artculo, y el sentido filosfico de la palabra libertad noes ahora mi tema.

    Captulo IX. Del dominio real"'Cada miembro de la comunidad se da a ella, en el momentoen que sta se forma, tal como se encuentra en ese momento, l y todas sus fuerzas, de las que fonnan parte los bienesque posee. No es que por este acto la posesin cambie de na-

    "' Dominio, segn Rousseau hab a ledo en Pufendorf, es sinnimo depropiedad: Propietas sive dominium. En cuan!l) a real, me remito a lanota("') que sobre este adjetivo, empleado jurdicamente, puse en la pgina 33. De cualquier modo, los crticos sealan que el grupo o.domin loreal :o para designar la propiedad de las cosas o de los bienes era pocousual en La poca; el propio Rousseau emplea expresionescomodoma i-ne minent (= dominio .eminente, tambin empleado po r la jurisprudencia caslellana) o domaine partlcu.lier (= dominio particular) en elEmilio: Tra:s haberhecho la comparacin e la libertad natural con la

    JJIROI 45turaleza al cambiar de manos, y se conviert a en propiedaden las del soberano; pero como las fuenas de la ciudad sonincomparablemente mayoresqu e las de tm particular, lapo-sesin pblica es tambin de hecho ms fuerte yms irrevocable, sin.ser ms legtima, al menos para los extranjeros.Porque el Estado es, respecto a sus miembros, amo de todossus benes por el contrato social, qu e en eJ Estado sirve debase a todos l0s derechos; pero no lo es respecto a otras po-tencias, sino por el derecho de primer ocupante, que recibede losparticulares.

    El derecho de primer ocupante, aunque ms real que eldel ms.fuerte, no se convierte en derecho verdadero sinodespus del establec miento del de la propiedad. Todo hom-bre tiene naturalmente derecho a todo cuanto le es necesario; pero el acto positivo que le vuelve propietario de algnbien le excluye de todo lo dems. Determinada su parte,debe limitarse a ella, yno tiene nin.gn derecho ms a la co-munidad. He ah por qu el derecho de primerocupante, tandbil en el estado de naturaleza, es respetable para todohombre civil. En este derecho se respeta no tanto Lo que es deotro como lo que no es de uno.libertad civil por Lo quea las personas se refiere, haremos por lo que sem ~ e r e a los bienes 1 del derecho de propiedad con el derecho de soberana, del dominio particular con el domjn io eminentey Derath a mpira la cita del fragmento para precisarel pen amiento de Rousseau: Sies sobre el derecho de propiedad sobre lo que est fundada la autoridadsoberana, este derecho es el que m.s debe respetar ella. E.' inviolable yl lpado para ella mientra s sea un derecho parti cular e individual; desdeel momento en que est considerado como comn a todos los ciudadano., est sometido a la \'Oiuntad general y esta voluntad general puedereducirlo a nada. As., el soberano no tiene derecho alguno a.tocar elbiend un particular ni de varios. Pero puede legtimamenteapoderarle del bien de todos, como se hizo en Esparta en tiempos de Licurgo;mientras que la abolicin de las deudas por SoJ6n fue un acto ilegtimo(Bmio, V). Para l?ufendorly Grocio, el soberano puede hacer uso deldominio eminente sob:re las propiedades de sus sbditos, aunque luegol deba compensarlos.

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    En general, para autori2ar, en un terreno cualquiera, elderecho de primer ocupante, son menester las condicionessiguientes: primera, que ese terreno no est habitado a npor a ~ e ; segunda, que slo se ocupe de l la cantidad que

    n e c e s ~ t a para ~ b s i s t i r ; en tercer lugar, que se tome pose-s ~ n de el no mediante una vana ceremonia, sino po r el tr a-baJo y el cultivo, nico signo de propiedad que a falta de ti tulos jurdicos debe ser respetado por Jos dems.

    efecto, otorgar a la necesidad y al trabajo el derecho depnmer ocupante, no es llevarlo lo ms lejos posible? Sepuede no poner lfmites a este derecho? Bastar poner el piesobre un terreno comn para pretender con ello al punto serel dueo?Bastar con tener la fuerza de apartar por un momento a los dems hombres para privarles para siempre delderecho de volver? Cmo un hombre o un pueblo puedeapoderarse de un territorio inmenso y privar de l a todo elgnero huma_no sino mediante un a usurpacin punible,puesto que pnva a.l resto de los hombres del lugar yde los ali-mentos que la naturaleza les da en comn? Cuando Nezde Balbo" desde la orilla tomaba po esin del mar del su rYde toda la Amrica meridional en nombre de a corona deCastilla, era suficiente para desposeer de l a todo los ha-?itantes y para excluir a todos los prncipes del mundo? Atgual tenor se multiplicaban bastante en vano esas ceremo-nias, y el rey catlico no tena ms que tomar posesin de Nezde Balboa. En un interesante pasaje, que p uede leerse comocon;tentacioa las doctrinasexpuestas en este captulo, en el libro 11 delEmtilo, toma o ~ i n de la tierraplantando en ella un haba;su pre-~ e p t o r q?tere, convt rundolo momentneamente en jardinero, ense-na_de la tdca de propiedad que remonta naturalmente al derecho depnmer ocupante por el trabajo. En este mismo episodio del jardinero,R o ~ s s e a u vuelve a acordarse de N ez de Balboa con motivo de la plantaCin del haba : y probablemente esta posesin es ms sagrada y ms

    ~ c t a b l e que aquella que Nez de Balboa tornaba de laAmrica mc-ndional en nombre del rey de Espaa, al plantar su estandarte en lascosta del mar del Sur .

    47una vezde todo el universo desde su gabinete, a reserva desepara r luego de su imperio lo que antes habja sido posedoporJos dems pr1cipes.

    Ya vemos cmo las tierras de los particulares reunidas ycontinuas se convierten en territor io pblico, y cmo, exten-dindose de los sbditos al terreno que ocupan, se convierteel derecho a la vez en real y personal; lo cual pone a los poseedores en una dependencia mayor, y hace de sus fuerzasmismas las garantas de su fidelidad. Ventaja que no parecehaber sido bien notada por los antiguos monarcas que, titu-landosc slo reyes de los persas, de los escitas, de los mace-donios, parecen considerarse ms jefes de los hombres quedueos del pas. t>tos se titulan hoy, ms hbilmente, reyesde Francia, de Espaa, de 1 glaterra, etc. Al dominar as eJterreno, estn completamente eguros de dominar a los habitantes.Lo que de s ingular hay en esta enajenacin es que, lejos dedespojar de sus bienes a los particulares al aceptarlos, nohace m que asegurarles su legtima posesin, cambiar lausurpacin en un derecho verdadero, y el usufructo en propiedad. Considerados entonces Los poseedores como depositarios del bien pblico, re petados sus derechos por todoslos miembros del Estado y sostenidos con todas sus fuerzascontra el extranjero, debido a una cesin ventajosa para lopblico yms an para ellos mismos, ha n adquirido pm asdecir todo lo que ha n dado. Paradoja que fcilmente se ex-plica po r la distincin de los derechos que el soberano y elpropietario tienen sobre el mismo fontlo , como luego sever.

    Puede ocurrir tambin que los hombres comiencen aun irse antes de poseer nada y que, apoderndose luego deun terreno suficiente para todos, lo disfruten en comn, o lorepartan entre ellos, bien en partes iguales, bien segn pro- Fondo (foml):caudal o conjunto de bienes que posee una comunidad .

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    porciones establecjdas po r el soberano. Sea cual fuere la for-ma en que se haga esta adquisicin, el derecho que cada pa r-ticular tiene a su propio fondo est siempre subordinado alderecho que la comunidad tiene sobre todos, sin lo cual nohabraen ella ni solidez en el v1culo social, ni fuerza real enel ejercicio de la soberana.Terminar .este captulo y este libro con una observacinque debe servir de base a todo el sistema social; y es qu e enlugar de destruir la igualdad natural, el pacto fundamentalsubstituye, po r el contrario,.po r w1a igualdad moral y leg-tima lo que la naturaleza pudo poner de desigualdad fsicaentre los hombres y que, pudiendo se r desiguales en fuer-za o en genio, se vuelven todos iguales por convenciny dederecho4

    Libroll

    CAptu lo l. Que la soberana .es inalienableLaprimera yms importante consecuenciade los principiosanteriormente establecidos es que slo la voluntad generalpuede dirigir las fuerzas del Estado segn el fin de su insti-tucin. que es el bien comn: porque si la oposicin entrelosintereses particulares hahecho necesario el establecimientode las sociedades, es el acuerdo entre esos mismos intereseslo que lo ha hecho posible. Lo que hay de comn en esos in tereses diferentes es lo que forma el vnculo social, y si nohubiera al'gn punto en el que todos los intereses concordaran, ninguna sociedad podra existir.Ahora bien, es nica-menteen razn de este inters comn como debe ser gober-Dada la so

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    50 CO N ll tAf O SOLl"lsible, al menos, el que ese acuerdo sea duradero yconstante;porque la voluntad particular tiende por naturaleza a laspreferencias, y la voluntad general a la igualdad. Ms imposible es todava que haya un a garanta de este acuerdo, auncuando debera existir s iempre; no sera un efecto del ar tesino del azar. El soberano puede muy bien decir: en este momento quiero lo que quiere tal hombre o al menos lo que ldice que quiere; pero no puede decir: tambin querr lo queese hombre quiera maana; puesto que es absurdo que lavoluntad se encadene para el porvenir, y puesto que no depende de ninguna voluntadel consentir en nada contrario albien del ser que quiere. Por tanto, si el pueblo promete simplemente obedecer, se disuelve mediante este acto, pierde sucualidad de pueblo; en el instante en que ha y un amo ya nohay soberano, y desde entonces el cuerpo poltico quedadestruido.No qu iere esto decir que las rdenes de los jefes no puedan pasar po r voluntades generales,mientras el soberano libre de oponerse a aqullas no lo haga. En semejante caso, delsilencio universal puede presumirse el Consentimiento delpueblo. Explicaremos esto con todo detalle.

    Captulo11. Que la soberana es indivisiblePor la misma razn qu e la soberana es.inal ienabJe, es indivisible. Porque la voluntad es generaP, o no lo es; es la delcuerpo del pueblo o solamente de una parte. En el primercaso esta voluntad declarada es un acto de soberana yhaceley; en el segundo, no es ms que una volw1tad particular, oun acto de magistratura; todo lo ms , es un decreto.

    Pero nuestros polticos, al no poder d ividi r la soberanaen su principio, la dividen en su objeto; la dividen en fuerzayen voluntad, en poder legislativo y en poder ejecutivo, enderechos de impuestos, de justicia y de guerra, en adminis-

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    tracin interior y en poder de tratar con el ex tranjero: tanpronto confunden todas estas partes como las separan; ha -cen del soberano un ser fantstico y formado de piezas aadidas; es como si compusieranel hombre de varios cuerpos,de uno de los .cuales tendra los ojos, de otro los brazos, deotro los pies, y nada ms. Los charlatanes del Japn despedazan, segn dicen, a un nio a la vista de los espectadores, yJuego, arrojando todos sus miembros u110 tras ot ro al aire,hacen que vuelva a caer el nio vivoy totalmente entero.Asson ms o menos los juegos de manos de nuestros polticos;despus de haber desmembrado el cuerpo so cial medianteuna prestidigitacin digna de feria, vuelven a juntar las pie-zas no se sabe cmo.

    Este error derivade no habero;e formado nociones exactasde la autoridad soberana y de haber tomado por par tes deesa autoridad lo que no eran ms que emanaciones. Asi, porejemplo, se han considerado el acto de declarar la guerra.yel de hacer la paz como actos de soberana, lo cual no son,dado que cada uno de estos actos no es una ley sino solamente una aplicacinde la ley, un acto particular que determina el easo de la ley,como se ver claramente cuando fijemos la ideavinculada a la palabra ley".

    Siguiendo de igual manera las dems divisiones encon-traramos que, siempre que se cree ver la soberanacompar-tida, uno se equivoca, que los derechos que se toman po rpartes de esasoberanale estn subordinados todos y supo-nen siempre voluntades supremas de los que esos derechosno representan sino la ejecucin.

    No podra decirse cunta obscuridad lla arrojado esta fal ta de exactitud sobre as decisiones de los autores en materiade derecho poltico, cuandoha n querido juzgar los derechosrespectivos de los reyes y de los pueblos, a partir de los prin-cipios que ellos mismos haban establecido. Cualquiera prre-,. En el captulo VI.

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    52de ver en Jos captulos ITI y IV del primer libro de Grociocmo este hombresabio y su traductor BarbeyracseembroUan yse enredan en sus sofismas, por temor a decir demasiado o a no decir bastante segn sus miras, y a herir n t e r e s eque tenan que conciliar. Grodo, refugiado en Francia, descontento de su patria y queriendo hacer lacorte a LuisXJII aquien su libro est dedicado, no ahorra nada para despojara los pueblos de todos sus derechos y para revestir con ellos alos reyes con todo el arte posible. hubiera sido tambinel gusto de Barbeyrac, que dedicaba su traduccin al rey deInglaterra, Jorge J. Pero desgraciadamente La expulsinde Jacobo U, que l llamaba abdicacin, Le forzaba a mantenerse reservado, a torcerse, a tergiversar para no hacer deGuillermo un usurpador. Si estos dos escritores huberanadoptado Jos verdaderos principios, todas las dificultadesquedaran eliminadas y elloshabran sido en todo momentoconsecuentes; pero habran dicho tristemente la ve rdad yslo habran cortejado al pueblo. Ahora bien, laverdad nolleva a la fortuna, y el pueblo no da ni embajadas, ni ctedras, ni pensiones.

    Captulo IJI. De si la voluntadgeneral puede errarDe lo que precedese deduce que la voluntadgeneral es siempre recta y siempre tiende a la utilidad pblica; pero no sededuce que las deliberaciones del pueblo tengan siempre lamisma rectitud. Siempre se quiere el propio bien, pero nosiempre se ve: jams se corrompe al pueblo, pero con frecuencia se le engaa, y slo entonces es cuando l parecequerersu mal.

    Con frecuencia hay mucha diferencia entre la voluntad detodos y la voluntad general; sta slo mira al inters comn,la otra mira al inters privado, y no es ms que una suma devoluntades particulares: pero quitad de estas mismas volun-

    J,lllltl ' 11 53tades los ms y los menos que se destruyenentre s6, y quedapor suma de las diferencias lavoluntadgeneral.

    Si los ciudadanos no tuvieran comunicacinalguna entres cuando el pueblo, suficientemente informado, delibera,de) gran nmero de las pequeas diferencias resultarasiempre la voluntad general, y la deliberacin sera siempre buena. Pero cuando se forman intrigas, asociaciones parciales aexpensas de la grande, la voluntad de cada un a de estas asociaciones se vuelve genera] respecto a so s miembros, y par-ticular respecto al Estado; se puede decir entonces que ya nohay tantos votantes como hombres, sino solamente tantoscomo asociaciones. Las diferenciasse hacen menos numerosas y dan un resultado menos general. Finalmente, cuandouna de estas asociaciones es tan grande que se impone sobretodas las dems,ya no tenis por resultado un a suma de pequeas diferencias, slo una diferencia nica; entonces yano hay voluntad general, y la opinin que se le impone no esms que una opinin particular.

    Importa, pues, para sentar bien el enunciado de la voluntad general que no haya sociedad parcial en el Estado,y quecada ciudadano slo opine por s mismo7 sa fue la nica ysublime institucin del gran Licurgo.Que si haysociedadesparciales, es menester multiplicar el nmero y prevenir ladesigualdad, como hicieron Soln, Numa, e r v i o ~ . Estasprecauciones son las nicas buenas para que la voluntad general sea siempre esclarecida y para que el pueblo no se en-gae.

    Por lo que se rdiere a Saln, Rousseau pareceatenderen este pasaje ala divisin que de lo ciudadanosatenienses hizo en cuatro clases; encuanto a 'urna, part'ce haberse guiado po r la Vida de Numa,de las Vi-d4Jsde hombres ilusrrts, de Plutarco, que te adjudica la divisin del pueblo por oficios, cuando hasta entonces estaba dividida en dos ligas opartes siempre en litigio. Sobre Servio hablar Rousseau ms adelante,en el libro 1V (captulo fV ).

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    Captulo IV. De l es del poder soberanoSi e1 Estado o la O i ' l l ~ no es ms que una persona moralcuya vida consi te ~ nin de sus miembros, y si el ~ importante de o m ~ es el de su propia conservacin,necesita una fuerz.a l. .-ersal y compulsiva para mover ydjsponer cada parte forma ms conveniente al todo.Igual que la naturaleli a cada hombre un poder absolutosobre todos sus miem ros, el pacto social da al cuerpo poiJ tico un poder absolut.,Sbretodos los suyos, y es este mismo poder cl que, dir,g,do por la voluntad general, llevacomo he dicho el nO!llce de soberana.Pero adems deJa Pt.-iana pblica, tenemos que considerar las personas p r i v ~ que La componen, y cuya vida )cuya libertad son nat ralmcnte independientes de ella. Setrata, pues, de dist iiOgl rbien los derechos respectivos de lociudadanos y del

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    56recer contrario a Las ideas comunes; pero es menester de-jarme tiempo para exponer las mas.Debe entenderse por esto que lo que generaliza La volun-tad no es tanto el nmero de votos como el inters comnque los une: porque en esta institucin cada uno se ~ o m e t enecesariamente a las condiciones que impone a los dems;acuerdo admirable del inters y de la justicia que da a las de-liberaciones comunes un carcter de equidad que vemosdesvanecerse en la discusin de cualquier asunto particular,por falta de un inters comn que una e identifique la regladel juez con la de la parte.

    Por cualquier lado que uno se remonte al principio sellega siempre a la misma conclusin: a saber, que el pacto so-cial establece entre los ciudadanos tal igualdad que todosellos se comprometen bajo las mismas condiciones, y to-dos ellos deben gozar de los mismos derechos. As, por lanaturaleza del pacto, todo acto de soberana, es decir, todoacto autntico de la voluntad general obliga o favorece igual-mente a todos los ciudadanos, de suerte que elsoberano co-noce slo eJ cuerpo de la naciny no distingue a ninguno delos que la componen. Qu es propiamente, por tanto, unacto de oberana? No es una convencin delsuperior con elinferior, sino una convencin del cuerpo con cada uno desus miembros: convencin legtima porque tiene po r base elcontrato social; equitativa, dado que es comn a todos; til,dado que no puede tener otro objeto que eJ bien general; yslida, porque tiene po r garant1a la fuerza pblica y eJ podersupremo. Mientras los sbditosslo estn sometidos a talesconvenciones, no obedecen a nadie sino n icamente a supropia voluntad; y preguntar hasta dnde alcanzan los dere-chos re pectivos del soberano y de los ciudadanos es pre-guntar hastaqu punto pueden -stos comprometerse consi-go mismo, cada uno con todos y todos con cada uno de

    De e to se deduce que el poder soberano, po r absolutoque sea, por sagrado, por inviolable, no pasa ni puede pasar

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    los lmite de las o m ~ e n c i o n e s generales, y que todo hombrepuede disponer plenamente de lo que de sus bienes y de sulibertad le han ~ j a d o estas convenciones; de suerte que elsoberano nunca t1ene el derecho de cargar a un sbdito msque a otro, porque entonces, al voherse particularel asuntosu poder deja de ser competente. 'Una vez admitidas estas distinciones, es completamentefalso que en el contrato social haya una renuncia verdaderapor parte deJos particulares: su situacin, por efecto de estecontrato, es realmente preferible a lo que antes era, y en lu-gar de una enajenacin, no han hecho sino un cambio ven-

    t a j ~ de una manera de ser incierta y precaria por otrameJor y ms segura, de la independencia natural po r la li-

    b e r t a del poder de hacer dao a los dems por su propiasegundad, y de su fuerza, que otros podan sobrepasar, porun derecho que la unin ocial vuelve invencible. Su vidamisma, que ellos han consagrado al Estado, est continua-mente protegida por ste, ycuando la exponen en su defensaqu hacen sino devolverle lo que han recibido de l?Quhacen que no hagan conms frecuencia ycon mas peligro enel estado de naturaleza, cuando, librando combates inevita-bles, defenderan con peligro de su vida lo que les sirve para

    ~ e r v ~ r l a ? Todos i e n ~ n que combatr si es preciso por lapatna, ~ l e r t o ; ~ e r ~ tamb1n lo es que nadie tiene nunca quecombatir s1 m1 mo. No se sale ganando corriendo, porloque conslltuye nuestra seguridad, una parte de los riesgosque tendramos que corre r por nosotros mismos tan prontocomo nos fuera arrebatada?

    CGptu lo V. Delderecho de viday de muerteCabe e g u n t a r s e cmo no teniendo los particulares dere-choadisponer de su propia vida, pueden transmitir al sobe-rano este mismo derecho que ellos no tienen. Esta cuestin

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    parece difcil de resolver slo porque est mal planteadaTodo hombre tiene derecho de arriesgar u propia vida paraconservarla. Se ha dicho alguna vez que quien se arroja poruna ventana para escapar a un incendio sea culpable de sui-cidio? Se ha imputado incluso alguna vez este crimen aquien perece en una tempestad cuyo pegro no ignoraba alembarcarse?El contrato social tiene por fm laconservacin de loscon-tratantes. Qujen quiere el fin quiere tambin los medios,}'estos medios son inseparables de algunos riesgos, de algu-nas prdidas incluso. Quien quiere conservar su vida a expensas de los dems, debe darla tambin ellos u a ~ dhace falta. Ahora bien, el ciudadano no es yaJUez del peligroal que la ley quiere que se exponga, y cuando el prncipe leha dicho: es oportuno para el Estado que muera.c;, debe mo-rir; puesto queslo con esta condicin ha vivido e g u ~ ota entonces, y dado que su vida no es slo un beneficiO denaturaleza, sino un don condicional del Estado.La pena de muerte inlligida a lo criminales puede co_ns1dcrarse poco ms o menos bajo el mi smo punto depara no ser vctima de un asesino es por lo que se o n ~ 1 e nen morir si uno e convierte en ello. En este contrato, leJOSdedisponer de su propia vida no se piensa ms que garantizar-la, y no es de presumir que alguno de los contratantes pre-medite entonces hacerse colgar.Adems, todo malhechor que al atacar el derecho social \Cconvierte con sus fechoras en rebelde y traidor a la pat ri.t,cesa de ser miembro de ella al violar su leyes, e incluso lehace La guerra. Entonces la conservacin del Estado es in-compatible con lasuya, es preciso que uno de los dos pcre7* Es sta la primera vez que figura en el Colltrato social la voz primt:ha taahora haba empleado Jade soberano. 1Lay que esperaral capuu-lo 1 del lib ro 111 para queall odefine no como soberano, sino comoel magistr.tdo encargado de la ejecucinde las leyes.

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    ca, y cuando e hace morir al culpable, es menos como ciu-dadan o que como enemigo. Lo procedimientos, el juicioson las pruebas y la declaracin de que ha roto el contratosocial, y por consiguiente, ya no es nembro del Estado.Ahora bien, como l se ha reconocido tal, al menos por suresidencia, debe c;er suprimido mediante eJ exiHo como in-fractor del pacto, o mediante la muerte como enemigo p-blicoporque un enemigo semejante no es una per ona mo-ral,es un hombre, yes entonces cuando el derecho de guerraes matar al vencido"'.Pero alguien dir que la condena de uncriminal es un actoparticular. De acuerdo: por eso tal condena no pertenece al10berano; es un derecho que puede conferir sin poder ejer-cerlol mismo. Todas mis ideas e sostienen, pero no podraexponerlas todas a la vez.Adems, la frecuencia de los supcios es siempre un signode debilidad o de pereza en el gobierno. o hay malvado queno se pueda volver bueno para algo. No se tiene derecho ahacer morir,ni siquiera como ejemplo, sino a aquel a quienno se puede conservar sin peligro.Respecto al derecho de gracia, o de eximir a un culpablede la pena impuesta por la ley ypronunciada por el juez, slopertenece a aquel que est por encima deljuez y de la ley; esdeci r, al soberano. E incluso su derecho en esto no est muyclaro, y los casos a usar de l son muy raros. En un Estadobien gobernado hay pocos castigos, no porque se otorguenmuchas gracias, sino porque hay pocos crin1inales: la multi-tuddecrmenes asegura su impunidadcuando el E tado pe-R a . Bajo la Repblica Romana ni el Senado ni los cnsules En el capflulo JV del Libro anterior Rousseau habia sentado un axio'IDaque ahora parece olvidar: Cada Estado slo puede tener por ene-miaos ot ros Estados y no hombres, dado que entre co as de dh ersas na-taralnas no se puedeestablecer ninguna relacin verdadera. Aqu, sinembargo, mnda a La persona fsica, el criminal, con la p e r ~ moral'IIW es el Estado,convirtindolos en enemigos.

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    OEL CON I'RATU 11.11 1 L

    nico que inventa la mquina, aqul no es ms que el obreroque la monta )' la hace andar. En el nacimiento de_ sone.dades, dice Montesquieu, son los jefes de las republtcas losque hacen la institucin y luego es la institucin la que forma a los jefes de las repblicas,..

    Quien se atreve con la empresa de institu un pueblodebe sentirse en condiciones de cambiar, po r asj decir, la na.turaleza humana; de transformar cada individuo, quemismo es un todo perfecto y solitario, en parte de un todomayor, del que ese individuo recibe en cierta forma su vida ysu ser; de alterar la constitucin del hombre para reforzarla;de sustituir por una existencia parcial y moral la existenciafsica e independiente que todos hemos recibido de la naturaleza. En un a palabra, tiene que quitar al hombre sus pro.pas fuerzas para darle lasque le son extraas y de las quepuede hacer uso in la ayuda de los dems. Cuanto masmuertas y aniquiladas estnesas fuerzas, ms grandes y du-raderas son las adquiridas, y ms slida y perfecta es tambin la institucin. De suerte que si cada ciudadano no esnada, nl puede nada sJno gracias a todos los dems, y si lafuena adquirida por el todo es igual o superior a la sumalas fuerzas naturales de todos los individuos. se puede demque la legislacin est en el ms alto grado de perfeccinquepuede adquirir.El legislador es, en todos los aspectos, un hombre extraordinario en el Estado. Si debe serlo por su genio, no lo es me-nos por su empleo. t&te no es magistratura, no es soberama.Ese empleo, que constituye la Repblica, entraen su constitucin; es una funcin parucular y supenorque nada tiene en comn con el imperio humano; porquesi quien manda a los hombres no debe mandar en las leye,,quien manda en las leyes tampoco debe mandar a los hom- Considrations sur lescauses de lagrundtur des Romairu etde /eur , ..cndenu,cap. l (aadidodelaedicinde 1748).

    65bfe$; de lo contrario, sus leyes, minjstros de sus pasiones, noharfan amenudo sino perpetuar sus injw>ticias, y jams po dra evitar que miras particulares alterasen la santidad de suobra.Cuando Licurgo dio leyes a su patria, comenz por abdi-car de la realeza. Era co tumbre de la mayora de las ciudades griegas confiar a extranjeros el establecimJento de lassuyas. Repblica modernas de Italia imitaron confrecuencia este uc;o; la de Ginebra hizo otro tanto y le fuebien 11 En su mejor edad Roma vio renacer en su seno todosJos crmenes de la tirana, y se vio a punto de perecerpor haber reunido sobre las mismas cabezas la autoridad legislativay el poder soberano.Sin embargo, los mismos decenviros nunca se arrogaronel derecho de hacer aprobar una ley slo por su autoridad.Nada de lo que osproponemos ,dedan al pueblo, puede pasara ley sinvuestro consentimiento. Romanos, sed vosotros mis-mos los autores de las leyes quedeben hacer vuestra felicidad.Quien redacta las leyes no tiene, pues, ni debe tener, niJlgn derecho legi lativo, y el pueblo mismo no puede, aun-que quiera, despojarse de e!>te derecho intransferible; porque segn el pacto fundamental lo la voluntad generalobliga a los particulares, y nunca se puede asegurar que un avoluntad particular es conforme a la voluntad general bastadespus de haberla sometido n los sufragios libres del pueblo; ya dije esto, pero no es intil repetirlo.

    De este modo, en la obra de la legislacin se encuentran ala vez dos cosas que parecen incompatibles: una empresapor encima de la fuerza humana y, para llevarla a cabo, un aautoridad que no es nada.

    Otra dificultad que merece atencin: los sabios que quieren hablar al vulgo su propio lenguaje en vez del de ste, nopodran ser entendidos. Ahora bien, hay mil clases de ideasque es imposible traducir a la lengua del pueblo. Las mirasdemasiado generales y los objetos demasiado alejados estn

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    igualmente fuera de su alcance; al no placer a cada individuoms plan de gobierno que aquel que se refiere a su inter6pa rticular, difcilmente percibe las ventaja que debe sacarde las privaciones continuas que imponen las buenas leyes.Para que un pueblo naciente pueda gustar las sa nas mxi mas de la o l t i c < ~ yseguir las reglas fundamentales de la razn de Estado, sena menester que el efecto pudiera vohersecausa, que el espritu social, que debe ser la obra de la in titu cin, presida la institucin misma, y que los hombres fue sen antes de las leyes lo que deben llegar a ser por ellas. Aspues, el legislador, aJ no poder emplear ni la fuerza ni el ra zonamiento, tiene necesidad de recurrir a una autoridad deot ro orden que pueda arrastrar sin violencia y persuadir sinconvencer.

    He ah lo que forL desde iempre a los padres de las nacione a recurrir a La interYencin del cielo y a honrar adiose ' con su propia sabidura, a fin de que los pueblos, so-metidos a las leyes del Estado tanto como a las de la naturaleza, r reconociendo el mi mo poder en la formacin delhombre y en la de la ciudad, obedeciesen con liber tad y portasen dcilmente el yugo de la felicidad pblica.

    Esta razn sublime que se eleva fuera del alcance dehombres vulgare e aquella cuyas deci iones pone l l e g i ~ -lado r en boca de lo inmortales, para arrastrar mediante 1.1autorida d divina a aqLellos a quienes no podrfa poner enmovimiento de prudencia humana12 Pero no a todo hom bre cor responde hacer hablar a los dioses, ni ser cretdocuando se anuncia como su intrprete. El alma grande delLegislador es el verdadero mi lagro que debe probar su misin"' Cualquier hombre puede grabar tablas de piedra, (1comprar un orculo, o fingir un secreto comercio con aJgu- En la Lettres crrris de la Montaglre, carta lJ1 libro indito en ca\tcllano) Rousseau esptcificar lo caracteres distintivos del Legislador,muycercanosa los dd profeta.

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    na divin idad, o amaestrar un pjaro para que le hable alodo, o encontrarotros medios r o ~ e r o s de infundir respetoal pueblo. Quien slo sepa esto, podr incluso reunir porazar una tropa de insensatos, pero jams fundar un imperio, y su extravagante obra perecer pronto con L Vanosprestigios forman un vnculo pasajero, slo la sabidura lohace perdurable. La ley udaica, que an u b ~ i s t e , la del hijode Ismael, que desde hace diez siglos rige la mitad del mundo"", todava proclama hoy a losgrandes hombres que la dictaron; ymientras que la orgullosa filosofa,.,.. o el ciego espritu de partido no ve en ellos ms que unos afortunadosimposto re , el verdadero potico admira en sus instituciones ese genio grande y potente que preside las fundacionesduraderas.

    De todo esto no hay que concluir, con Warburton ....,. , quela poltica y la religin tengan entre nosotros un objeto co- Se refiere a la religin ismaelita, secta chita que difiere del Islam ortodoxo e inclure ideas neoplatnkilS e hindes derivadas de interpretaciones esoterkas del Coran. Debensu nombre a Ismael, muertoen 762tras ser excluido por su padre, el seXlo imn Yafacal5a

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    mn, sino que en el origen de las naciones la una sirve deinstrumento a la otra.

    Captulo Vlll . Del puebloIguaJ que el arquitecto ob erva y sondea el sueloantes de le-vantar un gran edificio para ver si puede aguantar su peso, elsabio legislador no empieza por redactar leyes buenas enmismas, sino que antes examina si el pueblo al que lasdes ina es apto para soportarlas. Por eso Platn se neg a dar le-yes a los arcadios y a los cireneos, sabiendo que estos dospueblos eran rico y no podan tolerar la iguaJdad : porse vieron en Creta buenas leyes y hombres malos, porqueMinos no haba disciplinado sino a un pueblo cargado devicios.En la tierra han brillado mil naciones que jams habranpodido tolerar buenas leyes, y las m i s ~ a s q ~ t e lo hu?ieranpodido no tuvieron, en toda su duracwn, smo un ttempomuycorto para ello. Los pueblos , como los hombres, sloson dciles en su juventud, se vuelven incorregibles al enve-jecer; una vez que las costumbres estn establecidasyarratgados los prejuicio , es empresa peligrosa y vana querer re-formarlos; el pueblo no puede siquiera sufrir que se toquensus males para acabar con ellos, como esos enfermos estpi-dos y in ,alor que tiemblan a la sola visin del mdico.No es que, al igual que algunas enfermedades trastornanla cabeza de lo hombres y les privan del recuerdo del pa,.tdo, no se encuentre a veces en la duracin de los Estadospocas violentas en que las revoluciones hacen sobre los Sigue Rousseau una indicacin de Plutarco segn la cual Platon sehabr a negado a redactar las leyes de Cirene debido a su estado de pnwperidad. (Plutarco, A un pnncrpe ignorrmct. ) , La edicin de 1782 es restric tiva: La marora de los p u e b lcomo de los hombres ....

    pueblos lo que ciertas crisis hacen sobre los individuos, enque el horror del pasado hace lasveces de olvido yen que elEstado, abrasado por lasguerras civiles, renace por as decir de sus cenizas, y recupera el vigor de la juventud al salirde los brazosde la muerte. Tal fue Espartaen los tiemposdeLicurgo, tal fue Roma despus de los Tarquinos; y tales sonentre nosotros Holanda y Sui7.a tras la expulsin de los tiranos.Pero estos acontecimientos son raros; son excepcionescuya razn se encuentra siempre en la constitucin particular del Estado exceptuado. Ni siquiera podran ocurr ir dosveces al mismo pueblo, porque puede vokerse libre slomientras sea brbaro, pero no lo puede cuando el nervio civil est gastado. Entonces los disturbios pueden destruirleain que las revoluciones puedan restablecerlo, yen cuanto serompen sus cadenas cae a pedazos y deja de existir: en adelante necesita un amo y no un libertador. Pueblos libres,acordaos de esta mxima: se puede adquirir la Ubertad; perorecobrarla, nunca.

    Para Las naciones, igual que para los hombres, hay unaq,oca de madurez. que es preciso esperar antes de someterlos a leyes; pero la madurez de un pueblo no siempre es fcilde conocer, ysi e la previene, la obra falla. Tal pueblo esdisciplinable al nacer, tal otro no lo es sino al cabo de diez siglos. Los rusos no sern civiliz.ados nunca verdaderamente,porque lo fueron demasiado pronto. Pedro tena el genioimitativo; no tena el verdadero genio, el que crea y hace la ju,-enrud no es la infancia. Para las naciones, igual que para loshombres, hay un tiempo de juventud, o si se quiere de madurez, que esJlft$0 esperar .... ste esel texto de la edicin de 1872; en un ejemplarde la edicin original del Comraro, Rousseau dio las causas de esta \"ll-rilute: hacer desaparecer la contradiccin entre la afirmacin: Lospueblos, como Jos hombres,slo son dciles en su juventud y Para las- iones igual que para Jos hombres, hoy . . frente a este texto la letn1de Ro usseau sena!a: contradiccin a corregir con pagina 93 ...

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    70todo de a d a ~ . Algunas de las cosas que hizo estaban bien,la mavora estaban fuera de Lugar. Vio que su pueblo era br-baro:n o vio que no estaba maduro para la polica; quiso ci-vilizarlo cuando slo hab(a que aguerrirlo. Empez. po r que-rer haceralemane , ingleses, cuando haba que empezar porhacer rosos; impidi que sus sbditos llegaran a ser algunavez lo que podran ser, persuadindote de que eran lo queno son. As es como un preceptor fr.mcs forma a su alumnopara brillar un momento en su infancia y luego noser nuncanada. El imperio de Rusia querr sojuzgar a Europa y sersojuzgado l mismo. to s trtaros, sus sbditos o susnos, llegarn a ser sus amos y los nuestro :esta revol.uClnme parece infalible. Todos los reye de Europa trabaJan deconsuno para acelerarla.

    Captulo IX. ContinuacinAs como la naturaleza ha marcado trminos ala estatura de.'un hombre bien conformado,pasados lo cuales no hace ma'que gigantes o enanos, as tambin existen, respecto a lajorconstitucin de un Estado, lmites respecto a la extenswnque pueda tener, a fin de que no. sea ni ~ e m a s i a d o ?randepara poder ser bien gobernado, m demastado e q u ~ ~ o parapoder mantenerse por s mismo. En todo cuerpo pohtlco ha)un maximum de fuerza que no podra superar, ydel cual confrecuencia se aleja a fuerza de agrandar e. Cuanto ms se ex- Los ataques a las reformas de Pedro 1el Grande apuntan indirnta mente a Voltaire, que tanto en su Hisroirt de Russie c ~ m o en la H ~ r , m ede Clwrles Xll , cOn\rierte al lar en un reformador gema!. A este parra torousscauniano contestada Voltaire en su Dictionnarrephi/osoplll /fl!',bajo el epgrafe Pedro el Grande r.J:J. R o u s ~ e a u as en / . I U ~Rlpublicaines:el comienzo de la cnuca es personal: tras cllat el tr.1gmento, Voltaire aade: Estas palabras estn sacadas de un folletc1utulado El comratosoccll, o m ocia!, del poco sociable J.-J. Rousseau ..

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    tiende el vnculo social, ms se relaja, yen general un Estadopequeo e proporcionalmente msfuerte que uno grande.Mil razones demuestran esta mxima. En primer lugar,la adminstradn se vuelve ms penosa con las grandesdistancias, de igual modo que un peso se vuelve ms pesadoen eJ extremo de una palanca mayor. Se vuelve tambinms onerosa a medida que los grados se multiplican; por-que cada ciudad tiene, en primer lugar, la suya que paga elpueblo; luego, cada distri to, tambin la suya, pagada po rel pueblo; luego cada provincia, luego las grandes goberna-ciones,las satrapas, Jos virrei11a tos que hay que pagar mscaro a medida que se sube, y siempre a expensas del desgra-ciado pueblo; finalmente viene la administracin supremaque lo aplasta todo. Tantas cargas agotan continuamente alos sbditos; lejos de estar mejor gobernados por estos dife-rentes rdenes,lo estn peor que i hubiera uno solo por en-cima de ellos. Y mientras tanto, apenas quedan recursospara los casos extraordinarios, y cuando hay que recurrir aellos,el Estado est siempre en vsperas de su ruina.

    Esto no es todo; no solamente el gobierno tiene meno vi-so ry celeridad para hacer observar las leyes, m p ~ d i r las ve-jaciones, corregir los abusos, prevenir lasempresas sedicio-sas que pueden hacerse en lugares alejados; sino que elpueblo siente menos afecto por sus jefes, a Jos que no veja-ms, por la patria, que es asus ojos como elmondo, y por susconciudadanos, La mayora de los cuales le son extraos. Lasmismas leye no pueden convenir a tantas provincias diver-sas que tienen costumbres diferentes, que viven bajo climasoruestos y que no pueden soportar la misma forma de go-

    b ~ r n o Leyes diferentes no engendran ms que perturba-aon y confusin entre pueblos que, viviendo bajo los mis-mos jefes y en comunicacin continua, se trasladan de unaparte a ot ra o se casan entre s y, sometidos a otras costum-brn, no saben nunca si su patrimonio es verdaderamenteIU)'o. Los talentos son enterrados, lasvirtudes ignoradas, los

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    vicios impunes, en esta multitud de hombre desconocidosunos de otro que la sede de la administracin suprema reu-ne en un mismo lugar. Los jefes abrumados de asuntos noven nada por s mismos, y empleados gobiernan el Estado.Finalmente, las medidas que hay que adoptar para mantenerla autoridad general, a la que tantos funcionarios a l e j a dquieren substraerse o imponerse, absorben todos los cuida-do pblicos, no queda nada para La felicidad del pueblo,apenas queda algo para su defensaen caso necesario, y asicomo un cuerpo demasiado grande por su constitucin sedesmorona y perece aplastado bajo su propio peso.

    Por otro lado, el Estado debe darse cierta base para tenersolidez, para resistir las sacudidas que no dejar de expenmcntar y los esfuerzos que ser constretiido a hacer paraostenerse; porque todos los pueblos tienen una ~ p e c i e de

    fuerza centrfuga, por La que actan continuamente unoscontraotro y tienden a engrandecerse a expensasde sus ve-cinos, como los torbellinos de De cartes. As los dbiles co-rren el riesgo de se r engullido mu y pronto,}' nadie puedeapenasconservarsesi no es ponindose con todos en una es-pecie de equilibrio, que hace la compresin ms o menosigual en todos los sentidos.

    Ah se ve que hay razones para extenderse y razones paralimitarse, y no es el menor talento del poltico encontrar, en-tre unas y otras, la proporcin ms ventajosa para la conser-vacin del Estado. En general puede decirse que las prime-ras, al no ser ms que exteriores y relativas, deben estarubordinadas a las otras, que son internas y absolutas; una

    constitucin ana y fuerte es lo primero que hay que buscar.y es menester contar ms con el vigor que nace de un buengobierno que con los recursos que proporcionaun territoriogrande..Por lo dems, se ha visto Estados constituidos de tal for-ma que la necesidad de conquistas entraba en su constitucin misma, y qu e para mantenerse estaban forzados a

    agrandarse sin cesar. Quiz se felicitaban mucho por estaafortunada necesidad, que, sin embargo, Le mostraba,con el trmino de su grandeza, el inevitable momento desu cada.

    Q:lp tulo X. ContinuacinSe puede medir un cuerpo poltico de dos maneras: a saber,por la extensin del territorio ypor el nmero de poblacin;y entre ambas medidas hay un a relacin conveniente paradar al estado su verdadera grandeza. Son los hombres losque hacen el Estado, y es el terreno lo que nutre a los hombres; esa relacin estriba por tanto en que la tierra baste alnacimiento de us habitantes, y en que haya tantos habitanla como puede nutrir la tierra. Es en esta proporcin en Laque S encuentra elmaximum de fuerza de un nmero dadode poblacin; porquesi hay demasiado terreno, su guarda es~ r o el cultivo insuficiente, el producto superfluo; tal esla causa prxima de las guerras defensivas; si no es suficien-te, el Estado se encuentra a discrecin de sus vecinos por loque hace al suplemento; ta l es La causa prxima de las guerras ofensivas. Todo pueblo que po r su posicin no tienems que la alternativa entre el comercio o la guerra, es dbilen s mismo; depende de sus vecinos, depende de los acon-tecimientos; nunca tendr ms que una existenciainciertaycorta. O sojuzga y cambia de situacin, o es ojuzgado y noa nada. No puede conservarse libre ms que a fuerza de pe-queez o de grandeza.

    No se puede calcular una relacin fija entre La extensindela tier ra yel nmero de homb res que mutuamente se bastan;tanto a causa de Las diferenciasexistentes en las calidades delterreno, en sus grados de fertilidad, en La naturaleza de susproducciones, en la influenciade los climas, como de las quele observa en los temperamentos de los hombres que las ha-

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    bitan, de los cuales un os consumen poco en un pas frtil ,otros mucho sobre un suelo ingrato. Adems hay que teneren cuenta la mayor o menor fecundidad de las mujeres, loque en el pas puede haber de ms o menos favorable a lapo blacin, la cantidad a que el legislador puede esperar llegarcon sus instituciones; de suerte que no debe fundar su juiciosobre lo que ve,sino sobre lo que prev, nidetenerse tanto eneJ estado actual de la poblacin como en aquel que debe ellanaturalmente alcanzar. Por ltimo, hay mil ocasiones en queLos accidentes particulares del lugar exigen o permiten que seabarque ms terreno del que parece necesario. As, se cxtcnder mucho en un pasde montaas, en el que las producciones naturales, a saber, los bosques, los pastos, exigen menotrabajo, en el que la experiencia ensea que las mujeres sonms fecundas que en Las Uanuras, yen el que la mayor partldel suelo en declive slo da un a pequea base horizontal, lanica con que hay que contar para la vegetacin. Por el contrario, es posible estrecharse a orillas del mar, incluso entrerocas yarenas casi estriles; porque allr a pesca puede supliren gran parte a los productos de La tierra, porque los hombres deben estar ms unidos para rechazar a los piratas, \porque adems hay ms facilidad para de cargar al pafs, mediante colonias, de los habitantes de que e t sobrecargado.

    Aestas condiciones para instituir un pueblo hay que aa di r una que no puede suplir a ninguna otra, pero sin la cualtodas son intiles: es que se goce de abundancia y de paz;porque el tiempo en que se ordena un Estado es, como aquelen que se forma un bataUn, el instante en que el cuerpo esmenos capaz de resistencia y ms fcil de destruir. Se resisti ra mejor en un desorden absoluto que en un momentofermentacin, dondecada uno se ocupa de su rango yno delpeligro. Que en este tiempo sobrevenga una guerra, el hambre, una sedicin: el Estado se derrumba iJablemente.

    Y no es que no haya muchos gobiernos establecidos durante esas tormentas; pero entonces estos gobiernos mismo:,

    son los que destruyen el Estado. Los usorpadore propiciano escogen siempre estos momentos de perturbaciones parahacer pasar, gracias al terror pblico, leyes destructivas queel pueblo no adoptara jams a sangre fra. La eleccin de lmomento de la institucin es uno de los caracteres ms seguros por los que se puede distinguir la obra del legisladorde la del tirano.

    Por tanto, qu pueblo es propio para la legislacin?Aquel que, encontrndose ra vinculado por alguna uninde origen, de inters o de convencin, no ha llevado todavad verdadero yugo de las leyes; aquel que no tiene ni costwn-bres ni supersticiones arraigadas; aquel que no teme serabrumado po r una invasin sbita, que, sin entrar en lasquerellas de sus vecinos, puede resistir solo a cada uno deellos, o ayudarse de uno para rechazar al otro; aquel en quecada uno de sus miembros puede ser conocido de todos, yen que no se ven forzados a cargar a un hombre con un fardo mayor del que un hombre puede llevar; aquel que puedeprescindir de los dems pueblos y del que cualquier otropueblo puede prescindir11 ; aquel que no es ni rico ni pobrey puede bastarse a s mismo; en ftn, aquelque rene la con-sistencia de un pueblo antiguo con La doctrina de un pueblonuevo. Lo que hace penosa la obra de a legislacin es me-nos lo que hay que establecerque lo que es preciso destruir;y lo que vuelve al xito tan raro es la imposibilidad de hallarla simplicidad de la naturaleza unida a las necesidades de lasociedad. Cierto que toda estas condiciones se encuentrandifcilmente juntas. Por eso se ven tan pocos Estados bienconstituidos.Todav(a queda en Europa un pas capaz de legislacin: esla isla de Crcega "".El valory la constancia c.on que este vale- Rous eau escribi un Projct de Comtitutionpour la Corse 1Proyectode \.onstitucin para Crccga), publicado porvcz primcr3 en 1825 enun \'olumen de CEu1res indites de Rousseau. Puede ver e en CEuvrescompletes, lll, pgs. 899-950.

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    roso pueblo ha sabido recuperar y defender su libertadbienmereca que algn hombre sabio le ensease a conservarla.Tengo cierto presentimiento de que un da esta pequea islaasombrar a Europa.

    CaptuloXI. De los diversos sistemas de legislacinSi se indaga en qu consiste precisamente el bien mayor detodos, que debe ser el fin de todo sistema de legislacin, seencontrar que se reduce a dos objetos principales, la liber-tad y la igualdad. La libertad, porque toda dependenciaparticular es otro tanto de fuerza que se quita al cuerpo delEstado; La igualdad, porque la libertad no puede subsistirsin ella.Ya he dkho lo que es la libertad civil*; respecto a la igualdad, no hay que entender po r esta palabra que los grados depoder y de riqueza sean absolutame nte los mismos, sinoque, en cuanto al poder, que est por debajo de toda violencia y no se ejerza nunca sino en virtud del rango y de las leyes, y en cuanto a la riqueza, que ningn ciudadano sea lobastante opulento para poder comprar a otro, y ningunolo bastante pobre para ser constreidoa venderse: cosa quesupone por parte de lo grandes moderacin de bienes y decrdito, y por parte de los pequeos, moderacin de avaricia y de ambicin u.

    Esta igualdad, dicen ello es una quimera de especulacin que no puede existir en la prctica. Pero si eJ abuso esinevitable, se sigue de ello que al menos no haya que regularlo? Precisamente porque la fuerza de las cosas tiendesiempre a de truir la igualdad es po r lo que la fuerza de la legislacin debe tender siempre a mantenerla.

    Pero estos objetos generales de toda buena ins titucin de- Enellibrol,cap.Vlii.

    ben ser modificados en cada pas por Las relaciones que na-cen tanto de la situacin local como del carcter de los habitantes, y a parlir de tales relaciones es como hay que asignara cada pueblo un sistema particular de institucin, que seael mejor, quiz no en s mismo, sino para el Estado a que estdestinado. Por