rosalía winocur

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Rizoma, Santa Cruz do Sul, v. 1, n. 1, p. 114, julho, 2013 Autora do livro Robinson Cruose ya tiene celular (Siglo Veintiuno, 2009), Rosalía Winocur é professora pesquisadora do departamento de Educação e Comunicação da Universidade Autônoma Metropolitana, em Xochimilco, México. Doutora em Antropologia, a argentina residente no México tem estudado a apropriação das tecnologias de comunicação e informação - em HVSHFLDO GR FHOXODU H GDV UHGHV VRFLDLV SHORV MRYHQV H DV DOWHUDo}HV TXH DV pessoas fazem dos usos previstos para as TICs, sob a perspectiva dos estu- dos da cultura. (P VXDV SXEOLFDo}HV D VHQKRUD WHP D¿UPDGR D QHFHVVLGDGH GD SHV quisa em Comunicação deslocar a atenção dos meios e das tecnologias de comunicação e de informação para os espaços de consumo quando se trata de pensar seus usos. Ou dito melhor, observar os espaços de vida GRV VXMHLWRV H VXD LPSRUWkQFLD QD GH¿QLomR GRV XVRV GDV 7,&V (VVD SUR posição, de certa maneira, já vem sendo feita há quase três décadas. É preciso ainda fazê-la? A pesquisa em Comunicação mira preferencial- mente para os meios? Desde hace más de tres décadas los estudios de comunicación realiza- ron un viraje impulsados por la escuela culturalista inglesa que, por una parte, permitió comprender mejor cómo actuaba la cultura y la ideología en diversas mediaciones de sentido que operaban entre la producción de los mensajes y su recepción, y, por otra, reconocer el valor heurístico de la vida cotidiana y del espacio doméstico como espacios claves para enten- der la dinámica de apropiación simbólica en el consumo mediático. En esa perspectiva, cada vez se advierte con mayor claridad, la naturaleza socio antropológica de los objetos de investigación en comunicación, en la me- dida que fueron reintegrados para su observación, análisis e interpretación a la vida cotidiana. Esta incorporación ha sido fundamental para producir una ruptura epistemológica que alude al reconocimiento de que los públicos GHVHPSHxDQ XQD IXQFLyQ HVHQFLDO HQ OD SURGXFFLyQ GHO VLJQL¿FDGR \ TXH ODV YDULDFLRQHV GH VLJQL¿FDGR DWULEXLGDV D ORV PHGLRV QR VyOR GHSHQGHQ GH ORV productores y las subjetividades de los consumidores sino también de los contextos de utilización. En el caso de la TIC el primer supuesto acerca de la pasividad se descartó desde el comienzo, ya que parecía obvia su mani- SXODFLyQ SRU SDUWH GH ORV XVXDULRV 1R REVWDQWH KDVWD ¿QDOHV GH ORV DxRV noventa los estudios se centraron más en estudiar las interacciones en el Entrevista Por Ângela Felippi 1 1 A entrevista foi realizada por HPDLO $V TXHVW}HV IRUDP IRUPX ladas em português e respondidas pela entrevistada em espanhol. Na edição, optou-se por manter perguntas e respostas na língua original em que foram formuladas. Rosalía Winocur

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entrevist com Rosalía Winocur

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  • Rizoma, Santa Cruz do Sul, v. 1, n. 1, p. 114, julho, 2013

    Autora do livro Robinson Cruose ya tiene celular (Siglo Veintiuno, 2009), Rosala Winocur professora pesquisadora do departamento de Educao e Comunicao da Universidade Autnoma Metropolitana, em Xochimilco, Mxico. Doutora em Antropologia, a argentina residente no Mxico tem estudado a apropriao das tecnologias de comunicao e informao - em HVSHFLDOGRFHOXODUHGDVUHGHVVRFLDLVSHORVMRYHQVHDVDOWHUDo}HVTXHDVpessoas fazem dos usos previstos para as TICs, sob a perspectiva dos estu-dos da cultura.

    (PVXDVSXEOLFDo}HVDVHQKRUDWHPDUPDGRDQHFHVVLGDGHGDSHVquisa em Comunicao deslocar a ateno dos meios e das tecnologias de comunicao e de informao para os espaos de consumo quando se trata de pensar seus usos. Ou dito melhor, observar os espaos de vida GRVVXMHLWRVHVXDLPSRUWkQFLDQDGHQLomRGRVXVRVGDV7,&V(VVDSURposio, de certa maneira, j vem sendo feita h quase trs dcadas. preciso ainda faz-la? A pesquisa em Comunicao mira preferencial-mente para os meios?

    Desde hace ms de tres dcadas los estudios de comunicacin realiza-ron un viraje impulsados por la escuela culturalista inglesa que, por una parte, permiti comprender mejor cmo actuaba la cultura y la ideologa en diversas mediaciones de sentido que operaban entre la produccin de los mensajes y su recepcin, y, por otra, reconocer el valor heurstico de la vida cotidiana y del espacio domstico como espacios claves para enten-der la dinmica de apropiacin simblica en el consumo meditico. En esa perspectiva, cada vez se advierte con mayor claridad, la naturaleza socio antropolgica de los objetos de investigacin en comunicacin, en la me-dida que fueron reintegrados para su observacin, anlisis e interpretacin a la vida cotidiana. Esta incorporacin ha sido fundamental para producir una ruptura epistemolgica que alude al reconocimiento de que los pblicos GHVHPSHxDQXQDIXQFLyQHVHQFLDOHQODSURGXFFLyQGHOVLJQLFDGR\TXHODVYDULDFLRQHVGHVLJQLFDGRDWULEXLGDVDORVPHGLRVQRVyORGHSHQGHQGHORVproductores y las subjetividades de los consumidores sino tambin de los contextos de utilizacin. En el caso de la TIC el primer supuesto acerca de la pasividad se descart desde el comienzo, ya que pareca obvia su mani-SXODFLyQSRUSDUWHGH ORVXVXDULRV1RREVWDQWHKDVWDQDOHVGH ORVDxRVnoventa los estudios se centraron ms en estudiar las interacciones en el

    Entrevista

    Por ngela Felippi1

    1 A entrevista foi realizada por HPDLO$VTXHVW}HVIRUDPIRUPXladas em portugus e respondidas

    pela entrevistada em espanhol. Na edio, optou-se por manter perguntas e respostas na lngua

    original em que foram formuladas.

    Rosala Winocur

  • Rizoma, Santa Cruz do Sul, v. 1, n. 1, p. 115, julho, 2013

    ciberespacio como experiencias paralelas al mundo real, que en su condicin de artefacto cultural (HINE, 2004, p. 43). Lo cual tena como consecuencia directa que la comprensin de lo que all ocurra empezaba y terminaba en la red, reduciendo la importancia de reconstruir el tipo de apropiacin prctica y simblica que realizan los usuarios en relacin con el conjunto de sus actividades cotidianas y en el marco de sus realidades socio-culturales. En la ltima dcada esta tendencia se ha revertido y actualmente proliferan los estudios que dan ms su peso a los contextos de utilizacin de la TIC y a la interdependencia entre los mundos off line y on line. Sin embargo, en la mayora de dichas investigaciones existe una sesgo dominante, que es el de atribuir a la tecnologas una capacidad de transformacin de la vida cotidia-na por s misma, como antes se le adjudicaba esa capacidad a los mensajes mediticos de moldear las consciencias de las audiencias. En ese sentido, conciben que la apropiacin de las TIC se limita al aprendizaje y dominio de las competencias digitales, lo cual supone un proceso que est determinado por las posibilidades que brinda la tecnologa y no por las posibilidades de los sujetos. Superar las dicotomas entre el mundo off line y el mundo on line, por una parte, y por otra entre cultura y artefacto cultural, implica asumir que el agente de cambio no es la tecnologa en s misma, sino los usos y la construccin de sentido alrededor de ella. Asimismo, entender la apropiacin de una nueva tecnologa, como el conjunto de procesos socio-FXOWXUDOHVTXHLQWHUYLHQHQHQHOXVRODVRFLDOL]DFLyQ\ODVLJQLFDFLyQGHODVnuevas tecnologas en diversos grupos socio-culturales , implica reconocer que sta se realiza desde un habitus determinado e involucra un capital sim-EyOLFRDVRFLDGRDOPLVPR

  • Rizoma, Santa Cruz do Sul, v. 1, n. 1, p. 116, julho, 2013

    HVWURVSRUVXSDUWHH[WUDYLDGRVHQWUHODGLFXOWDGWpFQLFDHOSRFRHQWUHQDmiento en mbitos tecnolgicos y un bajo equipamiento en su capital cultu-ral, naufragan con prontitud, facilidad y angustia (CABRERA PAZ, 2001, p. 40). No obstante, la universidad pblica, independientemente del origen socio cultural de los jvenes, constituye un mbito privilegiado de socia-lizacin informtica vinculado no slo a las exigencias curriculares sino tambin a la cultura universitaria. La universidad constituye un universo simblico que establece cdigos de pertenencia sobre la base de privilegiar ciertos smbolos y circuitos de consumo cultural, de alimentar aspiraciones de superacin personal, y de crear expectativas de desarrollo profesional exitoso. Varios estudios demuestran que entre los jvenes de familias pobres y de baja escolaridad que acceden a la universidad, y los pertenecientes a ODV FDSDVPHGLDV QR VH HQFXHQWUDQGLIHUHQFLDV VLJQLFDWLYDV HQ ORVXVRVcompetencias y preferencias en la red. Las diferencias se presentaron en la disponibilidad de recursos tecnolgicos en los hogares y en la posibilidad de actualizarlos regularmente. Los de sectores populares tienen computadoras ms antiguas, con menor capacidad y velocidad, y la muchos an no dispone de conexin a Internet en su hogar. Los de clase media poseen computadoras ms modernas y mejor equipadas, y todos tienen acceso a Internet.

    Como podemos analisar as manifestaes que tm ocorrido em vrios pontos do mundo, inclusive o Brasil, nos ltimos anos, com grande partici-pao de jovens, cujo meio mobilizador a internet e nela as redes sociais?

    Es comprensible el entusiasmo que genera en muchos poltlogos y acti-vistas la gran capacidad de organizacin y convocatoria de las redes sociales em los movimientos de jvenes, no obstante me parece importante adevertir que no es la plataforma tecnolgica em si misma la que provoca su partici-pacin masiva, sino el malestar social producto de ciertas condiciones so-ciales y culturales que afectan particularmente a ls jvenes. La esfera de lo S~EOLFRHQODVQXHYDVFRQGLFLRQHVGHFRQYHUJHQFLDPHGLiWLFDQRGHQHXQespacio intrnsecamente democrtico, sino un lugar de intercambio de expe-ULHQFLDVGHYDULDGDtQGROHVLJQLFDWLYDVHQWpUPLQRVGHODFRPXQLFDFLyQ\socializacin de los asuntos que competen a cada grupo. En esa perspectiva, el inters de muchos jvenes por los asuntos colectivos, coexiste con las rei-vindicaciones contrapuestas de diversos grupos culturales, y la emergencia del yo, como sujeto productor de opinin a partir de su necesidad de trascen-dencia social e individual en las redes sociales. Veamos por ejemplo el caso del movimiento juvenil #Yo soy 132 en Mxico. El #Yo soy 132 naci en una universidad privada, a dnde concurren los hijos de las clases ms acomo-dadas de Mxico. Luego se extendi a otras universidades privadas a travs de las redes sociales, y las pblicas -tradicionalmente las ms contestatarias y radicalizadas-, se sumaron al ltimo porque se dieron cuenta que si no se suban al tren de la protesta en las redes sociales y en la calle, se quedaran saludando en la estacin. El movimiento se distingui desde el comienzo por unas caractersticas inditas en el escenario poltico mexicano. A raz de que

  • Rizoma, Santa Cruz do Sul, v. 1, n. 1, p. 117, julho, 2013

    un grupo de estudiantes de la Universidad privada Iberoamericana sabotearon el intento de los organizadores de un acto, del entonces candidato a presidente, Enrique Pea Nieto, (porque l exigi a La universidad que recinto que la mitad del auditorio se llenara con seguidores del PRI, actual partido em El poder), el presidente del PRI declaro, y la principal televisora Televisa se hizo eco, que estos jvenes haban saboteado el acto porque no eran estudiantes sino porros (patotas contratadas para reventar actos pblicos). Los 131 jvenes sealados subieron sus credenciales a Youtube para demostrar su condicin de estudiantes, y desde all parte uno de los famosos fenmenos virales de rplica de la protesta a partir de un hash tag en twitter convocando a otros jvenes que se sumaran a ser el #yo soy 132 que deriv en plantones frente a Televisa y marchas multitu-dinarias en las calles. Curiosamente, el movimiento se volvi inclusivo y masivo porque los lderes no eran los tradicionales, las consignas trascendieron el mbi-to universitario (democratizacin de los medios de comunicacin y No a Pea Nieto), y la convocatoria se organiz a travs de las redes sociales. Cuando esos jvenes subieron sus fotos a la red, no solo estaban reivindicando su condicin de estudiantes, sino su individualidad, su pertenencia socio-cultural, su dere-cho a la diversidad y probablemente sus aspiraciones burguesas de consumo y superacin personal. La necesidad de ser parte del movimiento y expresar colectivamente la protesta, fue tan genuna, como la necesidad de mostrarse y trascender individualmente.

    Quienes suscriben la perspectiva democratizadora de las potencialidades de la red, solo ven en las interacciones virtuales horizontalidad, ejercicio de la li-bre expresin y democracia directa; por su parte, quienes suscriben la postura contraria, nicamente observan banalidad, ausencia de debate, y falta de sen-tido crtico en la mayora de los comentarios que se realizan online. En nues-tra opinin, resulta poco adecuado utilizar esos preceptos clsicos para valorar en sentido positivo o negativo la calidad de la opinin en la Red, y no porque hayan dejado de tener vigencia, sino porque la manera cmo fueron aplicados SDUDFDOLFDUODSDUWLFLSDFLyQHQORVPHGLRVGHFRPXQLFDFLyQWUDGLFLRQDOHV79SUHQVD\UDGLRUHVXOWDQLQVXFLHQWHVSDUDYDORUDUORVQXHYRVLQWHUFDPELRVHQODRed. Tal vez ya no tenga sentido hacer el esfuerzo de discriminar qu asuntos de todo lo que se publica corresponden al inters comn o al inters particular, y sea ms productivo poltica y conceptualmente hablando, considerarlos como espacios en permanente tensin y renegociacin del contrato entre lo pblico y lo privado, que como bien dice Alejandro Grimson, actan a travs de suturas coyunturales que nunca llegan a ser clausuras.

    A senhora tem falado em domesticidad do espao pblico no uso das TICs na comunicao entre familiares, na rua e em outros locais pbli-cos. Como interpretamos esta quebra de limites entre o espao pblico e o privado, inclusive no efeito reverso, o pblico que adentra a casa, o trabalho que invade o ambiente domstico? Seria uma desterritoriali-zao das relaes? A que isso nos levar? Podemos prever o futuro?

    Los escenarios donde se desarrolla la comunicacin familiar han trascendido

  • Rizoma, Santa Cruz do Sul, v. 1, n. 1, p. 118, julho, 2013

    FRQPXFKRDORVHVSDFLRVGRPpVWLFRV\MRVHQFODYDGRVHQORORFDO$KRUDVHSUR-GXFHHQOXJDUHVFDPELDQWHVHQPRYLPLHQWR\URPSHFRQWRGDVODVGHQLFLRQHVGHcarcter formal que establecan los lmites de lo que era un acto privado, familiar, o ntimo, respecto a uno pblico, laboral, escolar o institucional. No obstante, el cen-tro regulador y gravitacional de estas privacidades nomdicas que se ejercen en el espacio pblico, sigue siendo el hogar sedentario, y todava, en muchos casos, bajo el cobijo de la madre. Cuando las parejas, o los padres e hijos se encuentran separados, en ocasiones en la misma ciudad, la utilizacin del telfono celular, del correo electrnico, del Messenger, de Skype, la webcam y otros recursos inform-ticos, recrean virtualmente las rutinas familiares y domsticas. Cuando se plantea la situacin de que un hijo emigra de una localidad o del pas, los padres y abuelos estn dispuestos a aprender a usar el correo electrnico, el Messenger o el Skype para poder seguir en comunicacin. A pesar de las diferencias horarias y los miles de kilmetros que los separan, comparten las rutinas e intimidades hogareas de un lado y del otro. El espacio para encontrarse no es el inmenso ocano inform-tico atemporal y deslocalizado, sino el espacio conocido y acotado de la casa, la mesa, la recmara o la sala que compartieron en muchas ocasiones cara a cara. Cuando los miembros de una familia se comunican en la calle, el supermercado, HODXWRE~VRHQODODGHOEDQFRPiVTXHXQDFWRGHSULYDWL]DFLyQGHOHVSDFLRpblico, ejercen un acto de domesticidad. Al atender el mvil se desconectan de las miradas del exterior y se conectan con la intimidad del espacio familiar o de la parej. Esta cuestin plantea una cuestin interesante acerca del estatus que asume lo pblico y lo privado con estas interrupciones constantes de voces que gritan asuntos domsticos, personales o laborales, sin ningn pudor en espacios que tra-dicionalmente se asumen como de uso pblico. A diferencia de otras modalidades de privatizacin de lo pblico (topes, tiendas de campaa, mesas de restaurantes en las aceras, ocupacin de predios y calles por vendedores ambulantes o mani-festantes, etc.), el celular no impone una marca de propiedad en el espacio pblico, VLQRTXHDPSOtDHOiUHDGHLQXHQFLDGHORSULYDGRHQFRPSDUWLPHQWRVYLUWXDOHVque funcionan como extensin del hogar. Difcilmente podemos hablar entonces de que el uso del telfono celular privatiza los espacios pblicos cuando su uso en S~EOLFR ya ha sido legitimado socialmente. Parece ms apropiado hablar de una fragmentacin en pequeas esferas en el sentido de Keane (1997). Algunas de estas esferas son altamente restrictivas del uso del celular, como muchas empresas que ya obligan a sus empleados a dejarlo en una mesa fuera de la sala de juntas, los profesores exigen que se apague antes de entrar a la clase, o los hospitales, ga-solineras y bancos prohben su uso dentro de sus instalaciones. Otras operan con ciertas restricciones y prescripciones sobre su uso, como en el cine que se admite dejarlo en vibrador, o en la iglesia que suele colocar avisos como el siguiente: Dios no te llama al celular, por favor apgalo antes de entrar a la iglesia2. Mien-tras que la calle, las plazas, los centros comerciales, los mercados o el transporte pblico, se consideran territorio libre. Lugares todos, que adems de pblicos y libres son de circulacin constante. Es interesante observar que las restricciones VLHPSUHVHLPSRQHQHQHVSDFLRVMRVFHUUDGRV\RUJDQL]DGRVVHJ~QFLHUWDOyJLFDinstitucional. Tal vez, lo que realmente se ha vuelto pblico no sea tanto el espacio en s mismo como la posibilidad de circular por l.

    2 Aviso pegado en la puerta de una iglesia en Mxico.