revista nunca es tarde

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Escrita y producida por los hombres del Centro de Integracion Monteagudo para personas en situacion de calle.

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Taller de periodismo pág. 2

Taller de escritura pág. 12

Taller de fotografìa estenopeica pág. 26

Otras voces pág. 30

Taller de dibujo y pintura pág. 38

Varieté (humor) pág. 42

Impreso en: Soluciones Impresas.Av. Mitre 2037 – [email protected]

Manejo Forestal Responsable

Compañeros, amigos y vecinos:

No soy hombre de andar dando gracias a tro-che y moche, sin embargo en este 4to número, no sólo les doy las gracias, me enorgullezco ante soberana muestra de apoyo.

Quiero comunicarles que la 2da peña del Cen-tro de Integración Monteagudo y su revista “Nunca es Tarde” fue tan o más exitosa que la primera. Gracias a su presencia, apoyo y con-sumición, logramos publicar este, el numero cuatro.

Algo cambia en nuestro centro, algo cambia en nuestra revista… sentimos crecer.

Así como se publica en tapa, tuvimos la visita al taller literario, nada más y nada menos que de la escritora Liliana Heker (monstrua total), que vino invitada por Nora, nuestra profesora del taller de literatura.

Además, como habrán visto en la peña, se in-corporaron nuevos talleres: periodismo, radio, fotografía estenopeica, dibujo, etc. Estos ta-lleres desembarcan con sus trabajos en este número. Son dados por profesores, maestros o idóneos que al ver que el cambio es posi-ble, se sumaron a la ardua pero grata tarea, no solo de enseñar, sino también de contener. Demuestran así su calidad y calidez humana.

A todos ustedes, profesores, les pido que no claudiquen, que aunque a veces solo haya un compañero en sus clases, el resto, los 110 del hogar, los necesitamos.

Estamos presentes, apoyándolos desde lo es-piritual, agradeciendo en silencio, ya que de una forma u otra nos apuntalan a todos.

Gracias profes.

Gracias Por Fabio Menotti

Prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta publicación.

[email protected]

http://issuu.com/revistanuncaestarde/docs/nuncaestarde3Leé el número anterior en digital:

Escribinos a:

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El taller de Periodismo intenta acercar algunas herramientas del oficio para facilitar los relatos del barrio y de la vida que los integrantes del Monteagudo tienen para compartir con el resto de la sociedad. El tratamiento de las fuentes, la oportunidad de la pregunta y la presentación de la información son los ejes que nos convocan a la aventura de conocernos y darnos a conocer cada martes.

A la segunda peña del Monteagudo y de su revista, que se realizó nuevamente en el local de la Asamblea de Villa Urquiza, concurrió este cronista. Vio cosas, miró cosas, escuchó co-sas. Vio a un Horacio que organizaba espacios en el local, mientras sacaba pizzas del horno, que ponía atención en el mantenimiento del baño y el frio de las bebidas. Un Walter que se apresuraba a pegar trabajos de los distintos talleres en los improvisados murales. Murales, que casi terminan avasallando sus propios tra-bajos.

Este cronista vio cómo compañeros del Mon-teagudo atendían distintas tareas, en el “esta-ño”, en la parrilla de las hamburguesas. Otros, que estaban pendientes de otros. Esos otros, que se sentían protegidos, apoyados, y porqué no decirlo, controlados por sus compañeros de todos los días.

Este cronista también escuchó cosas. Cosas que hacen al crecimiento a pasos agigantados de ese Centro, el Monteagudo: “¿Estás to-mando algo?” “¿Comiste?” “Tomá un cigarro” “Che, aquél está medio pasadito, ayudame a sentarlo”. O, “Loco hasta acá llegó tu amor”. Muestra total de compañerismo.

Todo esto transcurría entre la música de gru-pos que una vez más apostaron por el Montea-gudo. Transcurría con la dulce y melodiosa voz de Noelia. Transcurría mientras “algún” bate-

Crónica de la PeñaPor El Oriental

rista, a micrófono abierto, se “baboseaba” con Celeste, que atendía la barra.

Este cronista escuchó también la “radio abier-ta”, sus reportajes, sus lecturas (de esa radio, y al terminar esta nota, hará una crítica). Com-partió tiempo con uno de los emblemas de la revista, Nora. Como vampiro se agazapó sobre ella, para chupar conocimientos. Ella, como lo viene haciendo durante más de un año, volvió a ofrecer su cuello. El idóneo del nuevo taller de periodismo, tampoco se salvó de este cro-nista. A Roly, gran periodista de larga data, no era cosa de andar preguntándole, él es el due-ño de las preguntas; así que quien se le acercó sólo se dedicó a escucharlo (te vampirié igual).

Felicita este cronista a la radio abierta pero cri-tica por ejemplo que no se haya invitado a los presentes a decir lo que “pindonga” quisieran decir. Está, quien lo escribe, seguro de que la experiencia y el tiempo los seguirá “rumbean-do” a buen puerto. ¡Igual magnífico lo de us-tedes!

Este cronista se retiró, la peña continuó. Se fue con la convicción de que algo está cambiando. Mientras esperaba el colectivo pensaba: Casi todos los presentes que alguna vez estuvieron en “situación de calle” subieron un escalón, y esa noche, sean las 5, 6 o 7 de la mañana, vol-vieron a su hogar, “el Monteagudo”. Su hogar los estaba esperando.

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1.000 gracias a: Asamblea de Villa Urquiza, a FM Sur, al operador Marco, a las bandas que tocaron, a todos los que ayudaron y a todos los que fueron a la peña. Y como siempre, gracias al Hospital Penna, a las empresas y personas que colaboran con el Centro Monteagudo y a los vecinos de Parque Patricios.

Fotos: Walter Sangroni - Coop. En la Vuelta

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MO Crónica negra: El petiso orejudo

Cayetano Santos Godino (1896-1944)

El 31 de octubre de 1896 nace, en Buenos Aires, Cayetano San-tos Godino, hijo de los calabre-ses Fiore Godino y Lucía Ruffo.

Fiore es el responsable de la formación de quien será el primer asesino en serie de la his-toria de la policía argentina. Alcohólico y gol-peador, contrae sífilis antes de nacer su hijo.

El niño viene al mundo con graves problemas de salud. De hecho, una afección intestinal lo tiene varias veces al borde de la muerte.

Victima de fuertes golpes y maltratos por parte de su padre, se cree que llegara a exhibir unas veintisiete cicatrices en la cabeza, a raíz de se-mejantes palizas.

La niñez de Cayetano Godino transcurre en la calle, de vago. A partir de los cinco años con-curre a varias escuelas de donde es expulsado por su falta de interés y mal comportamiento.

El escenario de su carrera criminal son los te-rrenos baldíos y conventillos de los barrios de Almagro y Parque de los Patricios, por ese en-tonces limítrofes con la llanura pampeana; es una zona de quintas de descanso, pero tam-bién un arrabal poblado de paisanos y extran-jeros.

De todos sus delitos, el último es el mejor do-cumentado.

El año 1912 es el apogeo del Petiso Orejudo.

El maldito deja su reguero de agonía infantil por diferentes barrios: Almagro, Constitución, Balvanera, Monserrat, pero es Parque de los Patricios donde lleva a cabo su obra mas es-pantosa.

Día 3 de diciembre. Calle Progreso 2105. Un niño de apenas tres años de edad, de nombre Gesualdo Gordano, sale de su casa como to-das las mañanas para reunirse a jugar con sus amiguitos. A su vez, pese a todos los acostum-brados gritos de su padre, Cayetano Godino sale de la suya, de General Urquiza 1664. Des-pués de vagabundear un rato encuentra al gru-po de chicos jugando. Se les suma, su aspecto idiota le permite no levantar sospechas, gana la confianza de sus posteriores víctimas. Poco después consigue convencer a Gesualdo para que lo acompañe a comprar caramelos. Un rato antes, y sin éxito, invita a una niña de dos años de edad llamada Marta Pelossi, pero la menor se asusta y se esconde en su domicilio.

Así, víctima y homicida, caminan sin apuro ha-cia el almacén donde compran dos centavos de caramelos de chocolate. Enseguida el me-nor los reclama, pero Godino, imperturbable, resuelve dosificarlos, le permite algunos y le promete el resto si acepta acompañarlo has-ta los terrenos de la llamada Quinta Moreno (actual Instituto Bernasconi), baldíos llenos de chatarra y basura.

En la entrada, el niño llora y se resiste a entrar. El asesino lleva hecho demasiado, ni siquiera vacila: lo agarra con violencia de los brazos, lo introduce en la quinta y lo arrincona cerca de un horno de ladrillos. Lo derriba con fuerza

Por Alfredo Díaz

Fotos: archivo

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y lo inmoviliza con la rodilla derecha sobre el pecho.

Godino conoce el mecanismo: con apuro, pero sereno, se quita el piolín que lleva por cinturón: se trata de un lazo de algodón de lo que se uti-liza en albañistería para sostener la plomada y empieza a enrollarlo en el cuello de Gesualdo, le da vueltas (un total de trece) y procede a es-trangularlo. El chico intenta levantarse: Caye-tano corta el cordel con un fósforo encendido y le ata los pies y las manos. Quiere asfixiarlo, pero se resiste a morir. El Orejudo busca otra forma de matarlo, necesita una herramienta adecuada. La búsqueda lo lleva hacia afuera, donde se encuentra con el padre de Gesualdo, quien pregunta por su hijo. Godino le responde no saber nada y le sugiere ir a hacer la denun-cia en la comisaria.

Después, encuentra el objeto perfecto: un cla-vo de cuatro pulgadas (10 cm) de largo.

Mas tarde regresa junto a su víctima y usan-do un martillo lo hunde en la sien izquierda

del niño moribundo. Después de cubrirlo con una chapa de zinc, huye.

Esa misma noche Godino comete un

error costoso: Durante el velatorio de Giordano hace acto de presencia. Observa durante al-gún tiempo el cadáver y huye llorando. Según sus declaraciones posteriores, deseaba ver si el niño muerto aun tenía el clavo en la cabeza.

Para desgracia de Santos Godino, en el vela-torio están presentes dos policías: El subcomi-sario Peire y el principal Ricardo Bossetti, que vienen atando cabos con casos anteriores. La actitud del muchacho levanta sospechas.

La madrugada del 4 de diciembre de 1912 alla-

nan el lugar de los Godino y arrestan a Cayeta-no. En sus bolsillos encuentran un artículo del periódico que relata los pormenores del asesi-nato y en sus pantalones los restos del piolín con el que había matado al niño.

Se le atribuyen once víctimas oficiales; aun-que se estima que son muchas más. Cuatro de ellas fatales, ocho por estrangulación, una quemada y otra enterrada viva.

Todas sus víctimas fueron niños o animales mutilados, incendios y robos figuran en su ex-tenso prontuario.

En una primera instancia es declarado irres-ponsable y se le recluye en el Hospicio de las Mercedes, en el pabellón de alienados menta-les. Allí comete algunas atrocidades: ataca a un inválido en la cama y a otro en una silla de ruedas, trata de envenenar a un tercero arro-jando algún tóxico en la taza de leche y por último, trata de huir.

La sentencia final llega el 12 de noviembre de 1915. Cayetano Santos Godino, de 19 años, es condenado por homicidios reiterados a la pena penitenciaría por tiempo indeterminado. Entonces pasa siete años y medio en la Pe-nitenciaria Nacional de la calle Las Heras. Se cree que su conducta allí es ejemplar.

Diez años después, el 28 de marzo de 1923, in-gresa al Penal de Ushuaia, en Tierra del Fuego.

Inaugurado en 1920, es tristemente conocida como la cárcel del Fin del Mundo. En 1927, los médicos del penal, basándose en los estudios pseudocientíficos de C. Lombroso, Garofalo y Ferri, creen en una relación entre la maldad de

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MO Godino y el tamaño de sus orejas, por lo que le

practican una cirugía estética para achicarlas. Desde que este radical tratamiento no tiene resultado su conducta vuelve a ser ejemplar, aunque los registros penitenciarios no lo in-dican así. Según algunos informes, Cayetano recibe 13 castigos en la cárcel.

En 1936 Godino pide la libertad y se la nega-ron. Los informes médicos elaborado por los doctores Negri y Lucero, primero y después por los doctores Estévez y Cabred, concluye-ron que es “un imbécil o un degenerado he-reditario, perverso instintivo, extremadamente peligroso para quien lo rodea”. 1

De su vida de recluso se sabe muy poco. Ape-nas alguna anécdota como la siguiente:

En 1933 consigue enfurecer a los presos por-que mata al gato mascota del penal, quienes se vengaron con una tremenda paliza, en la que le arruinan los testículos y varios huesos. Le pegaron tanto que tarda más o menos vein-te días en salir del hospital.

Cayetano nunca recibe visitas en su prisión. Mantiene correspondencia con sus padres, su hermana y una sobrina, pero eso se termina por perder. Su familia regresa a Italia y lo aban-dona para siempre.

Las circunstancias de su muerte, ocurrida en Ushuaia, el 15 de noviembre de 1944, siguen desconocidas. Se cree que muere a causa de una hemorragia interna causada por un proce-so ulceroso gastroduodenal, pero se sabe que

lo maltratan y con frecuencia violan sexual-mente.

Pero también los policías del penal comentan que Godino muere a manos de los reclusos, quienes lo golpearon hasta matarlo, después de que este matara a otro gato.

Sobrellevó largos días en la cárcel, sin amigos, sin visitas, sin cartas. El penal de Ushuaia es finalmente clausurado en 1937. Cuando el ce-menterio de dicho lugar se remueve, no se en-cuentran sus huesos. 2

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Bibliografía:

Guillermo Barrantes – Víctor Coviello: “Buenos Aires es le-yenda” 2 – Capitulo “El Petiso Orejudo, el peor de los San-tos”.

Mario Rojas – “Medicina Legal” – Capitulo “Locura moral” (Pág. 407/08)

Informes Médicos Negri-Lucero-31 de enero de 1913

Archivo general de Tribunales. Buenos Aires, Rep. Argenti-na. Sección Penal Legajo Nº 2255 Criminal, 2º cuerpo folios 213–260.

1 Es de destacar que en las acepciones legales el procesado Cayetano Santos Godino es un insano, demente o alienado mental.

2 Habitantes de la ciudad de Ushuaia aseguraron que el Petiso Orejudo no había muerto en la cárcel, sino que se hace el muerto para escapar de su tumba. Hasta algunos fanáticos creen que Santos Godino se convierte en un ente eterno gracias

a la “energía” o “esencia” que le otorgan las almas de las criaturas que mató.

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Mercado InclánEl último gran mercado, sucumbió en los 90; con salida a tres calles, Inclán, V. Liniers y Sal-cedo, la gran mole de hierro con techos de chapa, el Mercado Inclán, fue uno de los clási-cos de Buenos Aires.

Todos los rubros alimenticios decían presen-te en sus más de doscientos puestos. Más de veinticinco carnicerías, treinta fruterías y ver-dulerías, formaban, junto a las pescaderías, vinerías, panaderías y puestos de servicios va-rios, una melange similar a un mercado persa.

A la una de la tarde, sus cortinas tipo tijera, del siglo diecinueve, se cerraban. Adentro, sigilo-sos, quedaban los integrantes de la más rancia jerga escolástica. Sobre el mostrador de már-mol de alguna carnicería, comenzaban a rodar los dados, en otro, las cartas. Las copas ame-nizaban el pase ingles o el monte, en los que se apostaban pequeñas fortunas.

Eran épocas de bolsillos llenos, donde lo que se perdía hoy, se recuperaba mañana.

Un habitué de esas tertulias solía ser el gor-do Pichuco, quien pasadas las copas de vino blanco con soda, entonaba algún tango que por las noches aun flotaba en el ambiente.

Recuerdo que por las vigas de hierro que sos-tenían el gran mercado se dejaron de ver las ratas. Es que a algún “genio” se le ocurrió que para combatirlas había que traer hurones. Y fue así nomas, estos hurones se comieron a las ratas, pero también a los gatos, así que terminaron siendo no solo amos y señores del mercado, también el terror de alguna viejecita desprevenida.

Pedrito, muchacho de treinta y pico fue quien supo conquistar el corazón de la hija del único dueño del mercado. Pedro lo administro hasta su cierre. Su amor imposible fueron las arenas de Palermo, ya que no las pudo conquistar nunca. Invertía para ganárselas, la mayor parte de los alquileres diarios que cobraba.

¡Vos si que tenias la vaca atada, Pedrito! …

El último gran mercado, hoy es sólo un esta-cionamiento.

Por el Oriental

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MO Hoy necesito un canto piquetero ...

Hace diez años Darío y Maxi salieron a las calles a exigir un trabajo digno, para ellos y para todos los desocupados, que en ese momento eran más del 20% de la pobla-ción argentina, y más de la mitad se en-contraba por debajo del índice de pobreza. Mientras ellos marchaban al puente Pueyrre-dón el gobierno de Eduardo Duhalde bajaba a la policía la orden de reprimir ferozmen-te sin importar que se perdiesen vidas. Fue entonces ese 26 de junio del 2002 cuan-do estos dos jóvenes fueron asesinados y muchas personas resultaron heridas.

El 25 de junio, algunos compañeros del Mon-teagudo fuimos a la conmemoración de los diez años de las muertes de Darío y Maxi, para apoyar las actividades y distribuir nuestra re-vista “Nunca es tarde.” Al acercarnos al lugar de convocatoria vimos a las personas, entre ellos muchos jóvenes participar en diversos espacios de la jornada, algunos en la radio abierta trasmitiendo en vivo, otros haciendo un mural o en el escenario tocando unos temas, Otros simplemente bailando, charlando y to-mando unos mates. Todo se desarrollaba con tranquilidad.

Recorriendo la estación de Avellaneda nos en-contramos con Jony militante del Frente Po-pular Darío Santillán y decidimos hacerle una entrevista para sumar su voz a nuestra nota.

- ¿Qué sentís a diez años del asesinato de Darío y maxi?

- Bronca, por lo que pasó, porque la justicia

Por Fabio Manuppella, Carlos Etvecherry y Andrea Cannone

es solo para los poderosos y por qué duran-te estos años también asesinaron al maestro Carlos Fuentealba y a Mariano Ferreyra, no sabemos dónde está Luciano Arruga y sigue habiendo muchos caídos en la lucha, asesi-nados por las fuerzas represivas del estado.

- ¿Qué significa el 26 de junio para vos?

- Así como se mantuvieron unidas las madres de plaza de mayo todos los jueves, nosotros el 26 de cada mes nos damos fuerzas para seguir luchando. Además es muy importante este día para reflejar la alegría y la militancia de Darío Para no olvidarnos y que esto no se repita.

- ¿Cómo es hoy tu militancia?

- Estamos tratando de transformar este do-lor en alegría y lucha, siguiendo el ejemplo de solidaridad de Darío que dio su vida tratando de salvar la de Maxi. Nosotros seguimos or-ganizados en asambleas, formando coopera-tivas de trabajo, lo que antes era un terreno baldío al lado de la estación nosotros lo con-vertimos en un polo textil para que las com-pañeras y compañeros puedan tener un suel-do, aunque sea mínimo, pero dignamente. También estamos creando bachilleres popula-res organizados por estudiantes y profesores. Son cosas que parecen pequeñas pero que sumadas son un paso mas hacia una socie-dad más igualitaria.

Cuando volvimos a nuestra casa, el Montea-gudo, pudimos compartir lo que habíamos

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vivido con los demás compañeros y les contamos que repartiendo la revis-ta en Avellaneda muchas personas nos decían - ya la tengo, gracias!-. Eso nos puso muy contentos porque quiere de-cir que desde el Monteagudo y Proyec-to 7 (gente en situación de calle) nos estamos moviendo, y que no somos los únicos que tenemos estos objetivos sino que hay mucha gente que está lu-chando para transformar esta realidad en una más justa, y por más que no-sotros no la veamos, vamos a poner lo mejor para conseguirlo, porque nunca es tarde.

que me devuelva la voz silenciada

Fotos: Walter Sangroni - Coop. En la Vuelta

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MORIR EN LA CALLE

Dentro de parámetros relativamente normales, morir en la calle sería un hecho fortuito, accidental. No pres-tamos atención al cruzar leyendo un mensaje del celu, se nos cae una ma-ceta en la cabeza, o un balcón, etc.

Pero cuando una persona muere por-que “vive” en la calle, eso no es un accidente, es un crimen. Un crimen que viene de la mano del desamparo institucional y social.

Días atrás, exactamente el jueves 5 de julio a la madrugada (aquí el lec-tor puede soltar sus lágrimas si gusta) murió una beba de 4 meses, se lla-maba Nahiara, “vivía” con sus padres (Micaela y Matías) en una ranchada de Congreso. Muerte natural segura-mente dirán los forenses, como si vi-vir en la PUTA calle fuera algo natural.

Esta nena tendría que haber tenido un hogar, seguramente lo tuvo, has-ta que la precariedad laboral, política y social en la que vivimos dejo a sus padres sin trabajo. “LA CALLE NO ES UN LUGAR PARA VIVIR” de seguro pensaron sus padres, pero ¿donde ir?

Quienes desde los distintos gobier-nos (nacional, provincial y municipal) tienen la obligación constitucional de contener en forma rápida y per-

durable estas “situaciones de calle”, hacen caso omiso de sus deberes como gobernantes, y siguen con su alquimia política, tal vez creyendo que esto se soluciona mágicamente. Ya llega ese asesino silencioso, el frio, y seguro leeremos crónicas anunciadas como: INDIGENTE MUERE DE HIPO-TERMIA.

Y una vez más, año a año, la sociedad toda, se inmuniza, se aletarga frente a tamaña noticia. Si, es normal que una persona muera de frio si vive en la ca-lle, si no tiene el suficiente abrigo in-terno y externo. Lo que no es normal es que viva en la calle.

Mientras no tengamos políticas de es-tado serias que afronten esta proble-mática, mientras la sociedad siga pa-sando al lado de un “bulto” envuelto en una frazada sin inmutarse o miran-do de soslayo, mientras esa sociedad no asuma que la precariedad laboral y económica en que vive puede lle-varlos en cualquier momento a “vivir” en la calle, mientras no se exijan so-luciones inmediatas, el riesgo y las muertes en la calle estarán latentes, agazapadas como león hambriento.

El derecho a un trabajo y a una vivien-da digna, no es solo un derecho hu-

Por Fabio Menotti

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mano, es un derecho constitucional (art. 14 bis) que debemos exigir.

Mientras tanto, vemos atónitos cómo fondos millo-narios que se destinaron a la construcción de vi-viendas, son malversados por inescrupulosos. Y al que le quepa el sayo, que se lo ponga.

Pero volvamos a “aquella” bebé, su nombre era Na-hiara, esa beba que bien pudo ser nuestra hija o nuestra nieta, ya no esta, sus padres, (y no por de-cisión propia) seguramente seguirán “viviendo” en LA PUTA CALLE.

CONSTITUCIÓN

NACIONAL AR

GENTINA

Art. 14 bis-

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Por Fabio Menotti

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RA El Taller de Escritura funciona desde los comienzos del Centro de Integración Monteagudo.

En esta sección mostramos los textos que se trabajan clase tras clase.Además, en este mes recibimos en el Monteagudo a la escritora Liliana Heker.

LilianaHeker en el Monteagudo

Liliana Heker es una cuentista y novelista

argentina. Junto a Abelardo Castillo, fue

fundadora de dos revistas literarias de

mucha trascendencia: El Escarahajo de

Oro y El Ornitorrinco. En ellas sostuvo polémicas, publicó ensayos y críticas y participó de los encendidos debates ideológicos y culturales de la época.

Empezó a escribir desde muy joven. La publicación de Los que vieron la zarza (1966) la consagraría como una de las grandes narradoras argentinas contem-poráneas. Sus cuentos completos han sido traducidos al inglés y muchos de sus relatos se han publicado también en

Alemania, Rusia, Turquía, Holanda, Canadá y Polonia. La novela El fin de la

historia (1996), ambientada en los años

`70, acaba de salir nuevamente pero

traducida al inglés; y su último libro de cuentos, La muerte de Dios, ha sido publicado por Alfaguara a mediados del

año pasado.

¿Quién es?

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Cuando Nora (la coordinadora de nuestro taller de escritura) dijo que iba a venir a visitarnos

que pasen todos los días. Enseguida me pregunté cómo será ella, porque a algunos escritores se -

personalidad, era un misterio para mí.

Llegué a la conclusión de que los escritores sean del género que sean no tienen edad: Liliana es jovial y arrolladora, llena de vida, experiencia y conocimiento. Simple. A lo largo de su charla nos fue develando algunos misterios, escribir no es simple ni complicado, es laborioso, se trata del “laburo” de escribir. Ese trabajo incluye el “tachá, tachá”. Su charla fue un relato lleno de historias, anécdotas, conocimientos y ella misma es toda aventura.Aprendí cosas importantes: mucha imaginación, mucho trabajo, y perseverancia. En un momento me quedé pensando en lo

largo camino que aunque parezca interminable, el que lo transita ya sabe dónde terminarlo.

Unas semanas antes de que ella viniera, yo había comenzado a escribir algo, sabía todo el de-

cuento, que yo desconocía. Liliana me tocó con su varita mágica.

Que venga más seguido, es un placer escucharla.

Por Daniel Mancilla

LilianaHeker en el Monteagudo

Si no me equivoco, creo haber leído alguna vez esta frase: “cuando se escribe no hay que tener miedo a expresar los sentimientos, pero tampoco a la lucidez”. Y ahora que estoy frente a su autora, la oigo y pienso que está en su sangre.

Extrovertida, loca y divertida. Lúcida hasta los huesos. Brillante.

Gracias por el recuerdo de Las peras del mal, de Mi credo, del boxeador maltrecho de Los que vieron la zarza, de las revistas literarias. Liliana Heker… ¿de qué manera podría hacerte enojar, sacarte de ese estado de alegría? De atrevido, tengo ganas de regalarle un libro que se llame Cuentos para leer en la playa.

Por Alfredo Díaz

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RA “La escritura te da la ventaja que no te da

la vida, la escritura uno puede corregirla”

¿Cómo fueron tus inicios en la literatura?

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padres.

En tus comienzos estuviste en una revista, ¿no?

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¿Es cierto que uno escribe para uno, o uno siempre escribe para otros?

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Esta entrevista fue realizada por Fabio Menotti, Andrea Cannone, Alfredo Díaz, Rubén Oundjian, Carlos Etcheverry, Fabio Manuppella, Daniel Mancilla y José María Pujato.

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¿Cuánto se tarda en terminar un cuento?

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lean.

¿Se puede explicar qué es la escritura?

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TemorEl carruaje del Conde Petain –conducido

por su sirviente- llegaba raudo a la co-marca Charlot, ubicada en un valle a los pies de los Alpes Franceses. El Conde era el here-dero del castillo de esa comarca, abandonado desde hacía una década. El Conde no le prestó importancia al pequeño poblado y su carro, tirado por seis corceles negros, se perdió en la oscuridad.

En los días siguientes a su llegada, apare-cieron cabras muertas. Todas degolladas por mordeduras. Los pobladores de la comarca hi-cieron miles de conjeturas y en todas, relacio-naron al misterioso Conde con esas muertes.

Una tarde, el sirviente del Conde Petain llegó al almacén de ramos generales de la comarca. Era un hombre cabizbajo a causa de su joroba, algunos dientes de menos, mirada esquiva. Compró unas pocas cosas, gran can-tidad de velas, y se marchó. El viernes de esa misma semana, por la noche, el carruaje del

Conde estacionó frente a una posada. El Con-de empujó la puerta de entrada y quedó unos segundos en el umbral. Miró a los presentes y memorizó sus caras. Se acercó al mostrador y con una seña dio a entender que quería un ja-rro de ponche. Cuando bebía el ponche, la vió: frente a él, en un lienzo, estaba la mujer más bella que había visto en toda su vida. El conde palideció y sus ojos algo inyectados en sangre se clavaron en la pintura fechada hacía cien años. Los labios de la mujer parecían hablarle, y su mirada transmitía dulzura y mucha triste-za. Petain pidió otro ponche y lo bebió de un solo trago. Después, dejó tres vintenes sobre el mostrador y se marchó sin decir palabra. A la mañana siguiente, aparecieron dos cabras muertas. De nuevo, los pobladores vincularon al Conde con esas muertes.

Al viernes siguiente, el Conde Petain volvió a la posada. Hizo señas para que le sirvieran lo mismo de la vez anterior y luego se concentró en la hermosa dama. Nadie se atrevió a diri-girle la palabra: un poco por la diferencia de clase, otro poco por el temor que causaban las historias que sobre él habían inventado ellos mismos. Cuando terminó su ponche, dejó tres vintenes y se fue. Por la mañana, se encon-traron dos cabras despedazadas. Decididos a deshacerse de quien diezmara sus rebaños, los campesinos planearon matarlo.

Cuando a la semana el carruaje del Conde llegó de nuevo a la posada, los campesinos desmayaron de un golpe al sirviente. Petain, con agilidad, saltó del coche y a golpes de bastón separó a la muchedumbre. Perseguido por los campesinos que llevaban antorchas,

Yo soy el de aquí abajo. Quien quiera conocerme mejor, lea mis textos.

Fabio

Menotti

Yo soy

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RAcorrió por las callejuelas oscuras. Los campe-

sinos estaban también, armados con lanzas, picos y azadas. El Conde, sin conocer bien el poblado, entró al cementerio. Una lanza se clavó en su pierna y él cayó sobre una vieja

se clavó en sus pulmones. Intentó levantarse agarrado a la lápida, pero su mano resbaló y entonces quitó el polvo que cubría el mármol. A la vista quedó la imagen de su amada, y más abajo un nombre gravado: Charlot. Charlot, pensó el Conde, y sonrió, un segundo antes de que otra lanza terminara con su vida. Allí murió y allí mismo quedó su cuerpo.

De regreso a la comarca, los campesinos se encontraron con el ermita de la zona. Traía en su carro un gran lobo alpino, lo había cazado mientras el lobo mataba a una de sus cabras.

Ya en el pueblo, los campesinos decidieron guardar en secreto el crimen cometido.

El sirviente del Conde, que ya se había despertado del golpe, preguntó por su señor y nadie se atrevió a contestarle. Imploró y explicó que debía estar con él porque el Conde era sordomudo y se desorientaba con facili-dad. Además, explicó a los campesinos que ya estaba por salir el sol y que por una extraña enfermedad en la piel, el Conde no podía estar mucho tiempo expuesto a los rayos. Tanto insistió el sirviente, que para resguardar el secreto del primer asesinato, la muchedumbre también tuvo que matarlo a él. Soltaron los corceles e incendiaron el carruaje junto con el castillo.

Fabio Menotti – abril 2012

Foto: archivo

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Era el primero de septiembre de 1978, el principio del otoño, y el frío ya se hacía sentir. Yo subía el sendero para llegar a la aldea de Trisul, a cuatro mil doscientos metros de altura, en Himalaya. El camino era arduo y uno se cansaba en pocas horas. Pero yo estaba acostumbrado: había hecho diferentes cami-natas en el Himalaya, y también la de Triful el

oriental. Por eso, al año siguiente, volvía a subir al pueblo, para retomar esos estudios.

El 6 de septiembre llegué al pueblo sin

caminata: una hornallita, una manta térmica, tabletas de chocolate y leche condensada. Los aldeanos me recibieron cordialmente, reco-nociéndome, y me hospedaron en una casa

un día a las seis de la mañana estuve listo para partir y bajar a Katmandú. Antes de lo espe-

La bajada, debido a las tormentas de nieve, fue más lenta de lo previsto. Normalmente

habían ya pasado diez –era el 31 de septiembre- y no estaba ni a la mitad del camino. Llegaba a los lugares de des-canso por las noches, haciendo muy pe-ligrosa mi caminata porque el sendero era

de apenas un metro de ancho, y serpenteaba al costado de montañas de siete mil metros, al borde de precipicios de mil.

El 2 de octubre, la tormenta se hizo tan intensa que no se distinguían las cosas a diez pasos. Tuve que aceptar que el invierno se ha-bía adelantado. El sendero estaba cubierto de unos treinta o cuarenta centímetros de nieve, y entonces a menudo no podía distinguirlo. Y así fue como sin darme cuenta me alejé del camino y me perdí. Caminar se hizo cada vez más duro, mis pies se hundían en la nieve y el esfuerzo me hacía transpirar. Cuando me dete-nía para descansar un rato el sudor se congela-ba, haciéndome tiritar los dientes. Necesitaba urgente de un refugio, estaba en el medio de la nada rodeado de imponentes montañas. Y llegó el terrible momento en que me di cuenta de que no podía continuar hacia delante, ni volver atrás.

Desesperado, continué con mucho esfuerzo y como por milagro, en un momento en que menguó la nevada, vi una gran construcción:

La muerte blanca Soy un estudioso aventurero de todos mis viajes. El tiempo más largo lo estoy pasando enArgentina, en situación de calle, que me hace entender muchísimas cosas. Ahora, con la ayuda del

Centro de Integración Monteagudo, estoy tratando de

salir de esta experiencia paravolver a enseñar y a estudiar.

AndreaCannone

Yo soy

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RAse trataba de un monasterio budista tibetano.

Feliz de haber encontrado presencia humana y un refugio, me acerqué corriendo torpemente en la nieve. Me asomé por sobre el portón del

pude ver el techo del monasterio y la pagoda del templo de diferentes pisos y que supera-ban en altura al muro. Golpeé con fuerza el llamador de bronce. Esperé y esperé. Nadie

sin resultado.

De pronto, escuché una música estridente, sonidos de grandes tambores, trombones, platillos y voces asombrosamente graves. Me

-do la música terminó, golpeé de nuevo con

la ventanita se cerró. Puse la manta térmica

me senté con la espalda apoyada en el portón.

manera de ir a ningún lado. La única esperan-za era que el portón se abriese.

era absoluta, el silencio era total, la atmósfera, irreal. De golpe, se manifestó todo el cansan-cio de la caminata y quedé en un estado de

-

del alba alumbró un solo color: blanco. Todo era blanco. Solo las formas de las montañas les daban una orientación a mis ojos. Subió el

sol, ya era 5 de octubre y el frío aumentaba. No creía que los monjes me dejaran morir allí, pero el portón no se abría. Cada tanto, perseverante, yo golpeaba fuerte el portón, sin obtener respuesta. En un momento, abrí una lata de leche condensada y me la tomé toda con una tableta de chocolate. El sol se moría rápido y yo, atónito, no notaba el pasar del tiempo. Sólo el penoso levantarme a gol-pear el llamador, rompía la inmobilidad y el silencio.

Tuve sed y con el último gas que había ahorrado en la hornallita, calenté un poco de nieve en la lata de la leche condensada. Tomé el agua caliente. Otra vez volví a tocar el por-tón y de vuelta se abrió la ventanilla. Como la primera vez, dos ojos me miraron y luego la ventanilla se volvió a cerrar. Cayó de nuevo la noche y el frío se hizo más intenso que la no-che anterior. Se levantó un viento helado que me cortaba la cara, empecé a toser y el vapor de mi respiración se transformó en agua en mis pulmones. El cuerpo me paró de temblar y empecé a dormitar. No sentí más frío, no me dolían las extremidades, me sentí muy bien por un momento, y me dormí. Entonces, allí la nada. La muerte blanca, la hipotermia me había ganado.

El 5 de octubre me desperté en una cama con muchas frazadas. Era una habitación pequeña donde había una gran salamandra ardiendo. Tashi Delek – dijo una vos detrás de mí. El monje que me cuidaba me dijo hola.

Andrea Cannone – mayo 2012

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La familia A es de muy buen poder adquisi-tivo. Posee una casa muy amplia y muy con-fortable, además, varios vehículos caros. Por fuera de esa casa se ven las cien variedades

-gos y plantas carnívoras. Por el costado, una cascada con piedras de distintos colores. En cambio, los vecinos de enfrente, los Z, son muy humildes. Su casa es de chapa, y algunas partes están oxidadas y cuando llueve también cae agua adentro. Pero ellos también tienen una virtud: suenan sus guitarras de la mañana a la noche.

El señor A le comenta a su esposa: ¿te pare-ce regalarles algo de dinero a la familia Z? La esposa le dice: es lo mejor para ellos. A cami-na por la vereda y cruza la calle en dirección a la familia Z. Aplaude en la puerta para anun-ciarse, el señor Z lo hace pasar y se saludan debajo de un frondoso ombú. Allí, A le dice a

Z: mi esposa y yo queremos obsequiarle diez mil pesos, para que tengan un buen pasar.

Al día siguiente, no suenan las guitarras. Ni siquiera en los meses siguientes. Preocupa-dos, los A cruzan la calle y piden una expli-cación a los Z. Antes no tenían y las guitarras sonaban todos los días- dicen- y hoy que tienen ¿qué sucede? Es por eso mismo -les responden los Z- antes no nos preocupábamos por tener dinero, y hoy que lo tenemos nos preocupamos en no tirarlo y en juntar más.

Rubén Oundjian – junio 2012

En la misma calle

Yo, Rubén, nací en cuna de oro y diamantes.

Viví una niñez estupenda: hasta ser adolescenteno existía ni el no ni el sí, todo era maravilla en mi santa apariencia. Mi hermano y Martínezde Oz cerraron mi fábrica, y por mi hermano me remataron las propiedades. Desde allí, haceveinte años, en situación de calle.

Rubén

Oundjian

Yo soy

Foto: Rubén Oundjian

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Ezequiel fue a la escuela hasta los doce años. Después se puso a trabajar o ven-

der cosas en la calle y así ayudar en la casa y también salía a pedir en los negocios. Cuando le preguntaban por qué no trabajaba él decía: si usted me da trabajo yo lo hago. Así fue pasando toda la infancia. Un día consiguió en una barraca para embolsar carbón y él salía con todo el cuerpo sucio del hollín que volaba por el viento que era todo negro.

El Hombre que quiso hacer el servicio militar

Ezequiel es un agradecido de la vida ya que a él la vida siempre le da una nueva

oportunidad, como lo que está haciendo ahora en su vida.

Carlos

Etcheverry

Yo soyA los catorce años se puso a vender cosas

en la calle, vendía fruta por el barrio. Lo más lindo de todo era ese olor a fruta fresca. A los quince, se puso a limpiar una vereda de una panaderia para ganarse el pan y la factura una vez por semana. También cortaba el pasto de otra vereda y pedía que le den algo. A los die-ciséis se puso a trabajar en un taller mecánico para limpiar los repuestos de autos con gasoil. Ese olor le quedaba penetrado en las manos y en toda la ropa. Así fue pasando toda su adolescencia.

A los diecisiete años se puso a trabajar de peón de albañil y lo sortearon para hacer el servicio militar. Como el número que le tocó era bajo, se salvó, pero él quería entrar y estar un año afuera de su casa. Pero no tuvo esa suerte, él pensó que ni para eso servía.

Carlos Ezequiel Etcheverry – mayo 2012

Foto: Rubén Oundjian

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Tomo una decisión. En este caso, como verán más adelante, pego un giro en mi escritura. A partir de esta

edición, la revista contará con notas sobre hechos y personajes vincula-dos con la historia del barrio.

Desfilarán el Petiso Orejudo, el comandante Espora, el Perito

Moreno, el club Huracán, los duelos a cuchillos, los orígenes del parque, entre otras cosas más. Para eso, leo,

pregunto, investigo, recopilo

material. En estos momentos trabajo sobre el Perito Moreno, para publicar más adelante.Desde ya, todo está hecho con placer. Hay una inmensa alegría al

saber que sin duda va a ser agradable

para todos.Muchas gracias.

Alfredo Díaz

Yo soy

Foto: Walter Sangroni - Coop. En la Vuelta

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El cielo y yo

Voy caminando por las calles del barrio, queriéndole robar a la noche un poco de nostalgia.

Un borracho sentado en la vereda, cuenta ante el asombro de su auditorio una aventura en la que aparece como héroe; a otro borracho lo acompaña un perro, amigo inseparable; algunas sombras hurgan entre los tachos. Sigo mi destino, con la cabeza gacha, con el paso lento, deslu-cido, inseguro, encervezado. Quien me viera podría pensar que soy indiferente a todo, pero no es así.

En la noche, el barrio tiene un puñado de cosas que van hacia lo alto. Interrumpo mi andar y levanto la cabeza para mirar el cielo. Siento que descienden aires oscuros que me arras-tran hacia travesías de las que no se si voy a regresar. Un rocío estelar llega a mi corazón y en un vuelo Chagall voy pisando nubes y no asfalto.

Vuelo… y mientras vuelo, detrás de esa gran masa azul oscura, se produce el milagro:

una compañía de luces y fuegos (planetas, satélites, estrellas, cometas, meteoros, con nombres propios que me son imposibles recordar)

Este cielo es el cielo de mi barrio. También es el cielo del mundo. Y tan grande es la emoción que me transmite que lo siento mío. Entonces sigo en vuelo, arrebatando cosas -por decir cosas- que la noche se empeña en poner lejos de mi alcance. Este cielo tiene esas cosas que me hacen falta, pero que no son precisamente personas. Cuando las personas mueren se dice que

lado… es una a cuestión de creer. Hablo de cosas. Hablo desde la ignorancia que me lleva a estar inseguro, encervezado, sí, bien dicho, encervezado, volando por los aires tratando de alcanzar-las. Por eso le quiero robar a la noche tan solo un poco de nostalgia. Ella cabalga por el cielo montada en la inspiración que alguna vez fue mía. Por eso vuelo tras ella. Y no pienso volver, no quiero volver. Quiero dejar de ser ese hombre oscuro, desangelado, parado en la calle mirando el cielo. Volando soy hombre de luz, fuego vivo en la inmensidad de la noche. Volando por el cielo. El cielo de mi barrio, del cual descenderé con la esperanza en los bolsillos.

Alfredo Díaz – agosto 2011

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Alberto se acostó luego de ver la tele y se durmió profundamente. Se sobre-

saltó: una claridad lo enceguecía. Pensó que hacía diez minutos que se había dormido. Tra-tó de despabilarse y mientras tanto no podía creer lo que estaba viendo.

- ¿Qué es esto?- se preguntó Alberto, que

- Bienvenido, hijo mío- le dijo una voz, y Alberto preguntó al aire si le hablaban a él.

- ¡Sí, Alberto, es a vos a quien te hablo! Bienvenido a mi Reino.

- Pero, ¿dónde estoy?- Soy tu Dios, ese en el que

siempre creíste- ¿Dios… Dios? Pero no puede

ser, si yo no estoy muerto, sólo estaba durmiendo.

- Hijo mío, debes sentirte feliz de haber sido elegido para compartir mi morada. Además, no están muertos todos aquellos a quienes llamo.

- ¡Pero…Dios! ¡vos no me podés hacer esto! Apenas tengo cincuenta años…estoy en lo me-jor de mi vida… claro, a no ser

por la Gorda…pero bueno, eso es pasable…- Hijo mío, ¿me estás diciendo que no quie-

res estar con tu señor?- Bueno… no, no…bueno, sí… ¡sí, quie-

ro! Pero lo que quiero decir es que no estoy preparado para esto

- ¡Desagradecido!, me hacés saltar lágrimas de la tristeza que me provocás.

Alberto sintió como las lágrimas de Dios saltaron y golpearon su cara violentamente. Alberto estaba todo mojado. Pasó sus manos por la cara que chorreaba agua…del vaso que su mujer –la Gorda- le había tirado.

- ¡Despertate, tarado, que tenés que ir a la-burar! ¿Cuántas veces te dije que no te quedés hasta tarde mirando la tele?!

- Pero…. ¿Y Dios…? - balbució Alberto- Pero que Dios ni Dios, levantate y andá a

laburar que si no te van a hechar a la mierda. ¡Y no estás para estar buscando trabajo a tu edad! ¿Qué tendrá que ver Dios con todo esto? - dijo la Gorda para sí.

Alberto no entendía nada. Metió los pies en las chancletas y se quedó pensativo… ¿para qué me habrá llamado Dios?

Daniel Mancilla – mayo 212

El sueño de Alberto

Soy Daniel Mancilla, de Rosario, Santa Fé.

El narcotráfico, los narcoadictos, la sociedad permisiva y gobiernos incapaces y cómplices, me mataron. En el Centro de

Integración Monteagudo he resucitado un poco, que ya es demasiado. Gracias por esto.

Daniel

Mancilla

Yo soy

Foto: Nazareno Ausa - Coop. En la Vuelta

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IpíasYo soy el comandante intergaláctico Ipías, de la nave espacial Kalubión. Estoy en una misión

espacial en Monteagudo 435. A mis compañeros los estoy estudiando para el bien de la huma-

ayuda para no volcar. Estoy en la Tierra desde hace tres meses, vengo de Ipilandia. Mi nave reposa en la terraza del Monteagudo.

(CONTINUARÁ...)

José María Pujato - mayo 2012

Yo soy José María, procurador en derecho, padre de un hijo (Agustín). Tengo una esposa muy bonita.

José MaríaPujato

Yo soy

ESTUDIO JURIDICO PREVISIONAL

DI FRANCO & ASOCIADOS

Lavalle 1768 3º 34, C.A.B.A. - Tel 4373-7598

Lunes 15 a 18 hs.

Entre Ríos 694, Quilmes - Tel 4254-2928

Martes y Jueves 15 a 18 hs.

E-mail: [email protected]

SOLICITAR ENTREVISTA

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A Bienvenidos al nuevo taller de Fotografía Estenopeica.En esta nueva, Mario, el profe, cuenta cómo es este tipo de fotografía, muestra las fotos rea-lizadas por los compañeros que asisten al taller y nos enseña cómo construir una cámara.

En el mes de mayo del corriente año empezaron las clases en el Centro de Integración Monteagudo, de un día para el otro comenzaron a aparecer cartonés, latas, herramien-tas, químicos, pero fundamentalmente entusiasmo y ganas de aprender esta técnica, por parte de los integrantes del taller.

Para estas primeras tomas que aquí presentamos, quienes Integramos el taller, Claudio Alejandro Sitges, Rubén Oundjian, Daniel Mancilla, José Caro, Gerardo, Mario Lazo To-ledo y Tuqui, (hasta poder fabricar nuestras propias cámaras fotográficas), utilizamos la “Luka 155” cámara diseñada y construida por los alumnos de la Escuela Hospitalaria Nº 2 “Juan P. Garrahan”, con el único fin de demostrar cómo funciona una cámara estenopeica y las mismas fueron expuestas en la última Peña de “La Asamblea de Villa Urquiza”.

Los invitamos a participar del taller y en el caso de tener y no utilizar más , donar cualquier material fotográfico , en el estado en que se encuentre, el cual será muy bienvenido.

Foto: Un Esprinter de Mercedes Benz, modelo 2009 con chasis y duales en la parte trasera. Color roja. Autor: Ruben Oundjian. Descripción: Apoyé la cámara estenopeica sobre una silla de madera y la sostuve con mi mano derecha, consiguiendo la mejor toma que pude apreciar.

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“La fotografía estenopeica es una técnica centenaria que remite a los orígenes de la

fotografía y basa sus principios en la obtención de fotografías con cámaras oscuras

estenopo del cual deriva el nombre de la técnica, estenopeica”.

Foto: Parque Ameghino. Autor: Claudio Alejandro SitgesDescripción: Tome la fotografía con la lata “que es la cámara” y la apoye sobre la columna del mástil de una bandera. Hora de la toma y tiempo de exposición: A las 14:00, con un día soleado y un minuto y treinta de exposición.

Foto: Sin tituloAutor: Daniel MancillaDescripción: Sin datosHora de la toma y tiempo de exposición: A las 11:30, con un día soleado y un mi-nuto de exposición.

Foto: JoséAutor: TuquiDescripción: Sin datosHora de la toma y tiempo de exposición: Sin datos

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Otras voces es un espacio de expresión para todos los hombres que viven en el Centro de Integraciòn Monteagudo. No hay control, no hay selección. Sólo pura expresión.

Soy italiano, mi nombre es Andrea y tengo 55 años. A los 9 perdí a mi padre, me crió mi madre. Y yo después cuidé de mis dos herma-nos cuando mi madre trabajaba. Empecé a trabajar a los 14 para pagarme los estudios. Y ahora soy profesor de filosofía y letras. Vine a la argentina y por situacio-nes de la vida perdí todo, y me encontré en la calle con una depresión tremenda. En el hogar encontré contención, y recobré la dignidad. Desapareció la depre-sión y ahora tengo proyectos para salir de esta situación.

Andrea

Cannone

Yo soy Manualde ejerciciosy meditaciones

Introducción.Este manual contiene toda la información necesa-

ria para poder recordar y practicar correctamente los ejercicios del Seminario de Potenciamiento y Liberación Mental, a través del Método Cannone.

El método Cannone ha sido concebido después de treinta y cinco años de estudio, y experimentación vivenciada en la India, Tibet, Alemania, Italia, y Estados Unidos. La información y las prácticas provienen de técnicas descubiertas hace dos mil seiscientos años. La elección de los ejercicios fue dictada por el concepto de comprobación, es decir, que solo fueron considerados aquellos ejercicios y métodos que demostraron su real

para todo tipo de cultura y nivel de educación.

Se eligió solo lo que es en verdad demostrable, sin espacio para la duda.

la mente, liberarla del inconsciente y subconsciente, y así obtener una capacidad mental superior (que sería lo natural si la mente no fuese tan desordenada y más aún, condicionada). Conseguir claridad y orden mental permi-tirá alcanzar logros hasta ahora solo soñados. La claridad de la verdad reencontrada, y el descubrimiento de “El Que Sabe” (la energía vital pura que todo lo comprende), proporcionará la capacidad de no cometer más errores. La

Por Andrea Cannone

Foto: Walter Sangroni

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Ejercicio de meditación Nro. 2

“Conectar mente y corazón”

Se comenzará concentrándose en la respiración por unos minutos y así nos prepararemos a

en las narices, y el aire más tibio y húmedo que exhalamos.

El segundo paso es el de visualizar el aire que se inhala como si fuera una neblina azul que

entra en la nariz, que baja por la garganta, y que rodea al corazón, tocándolo en su recorrido y

volviendo a salir transformado en neblina rosa. Conseguido esto, vamos a percibir que inspi-

ramos paz y que exhalamos amor. Nos quedaremos así unos instantes para que la sensación se

Luego, nos concentraremos en el corazón y sentiremos cómo se calienta y cómo se expande a

cada respiración.

Visualizaremos un aura dorada que se genera en ese mismo corazón y que se amplia siempre

más hasta tocar lo presente y envolvernos en un abrazo de amor. El aura dorada continuará

aumentando de tamaño y transpasará las paredes de la sala, llegando a cubrir de amor todo el

barrio, toda la ciudad, el continente, el planeta entera, hasta llegar a abrazar el entero universo. -

sús, los budistas a Cherzin o Avalokitesvare, los musulmanes a Hallah. Los ateos, pura energía

de amor y misericordia universal.

Esta energía de misericordia, compasión -sin pena o lástima-, y amor permanecerá en noso-

tros para ayudarnos en las siguientes meditaciones.

Después de experimentar esta energía, volveremos a apartarnos de ella y regresaremos al

universo, al planeta, al continente... hasta la sala. Y respiraremos observando los cambios su-

cedidos en nosotros mismos. Después, de nuevo y por un ratito, concentraremos la atención en

nuestras narices y lentamente abriremos los ojos.

Por último, nos estrecharemos en un gran abrazo.

Continuación del ejercicio Nro. 1 publi-

cado anteriormente

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ES Ejercicio de meditación Nro. 3

“La concentración en partes del cuerpo (agilidad mental)”

Se comenzará concentrándose en la respiración por unos minutos y así nos prepararemos

para visualizar. El siguiente trabajo fue diseñado para que la mente adquiera la capacidad de

conseguir una rápida atención en cosas y pensamientos que se mueven a gran velocidad.

Como siempre, primero nos relajaremos y nos concentraremos en la respiración. Después,

nos concentraremos en la fontanela. En un área del tamaño de una moneda de diez centavos

investigaremos la sensación que se generá allí: puede ser presión, cosquilleo, calor, frío, o

cualquier otra sensación, o ninguna.

Observaremos y recordaremos a esta sensación, y pasaremos a concentrarnos en las palmas

de las manos. Y entonces repetiremos la investigación y la memorización.

Después haremos lo mismo pero concentrándonos en las plantas de los pies. Volveremos a la

fontanela con la máxima concentración y observaremos si la sensación cambió o quedó igual.

El orden de los puntos de concentración será siempre diferente, es decir: pies, fontanela,

manos – manos, fontanela, pies - pies, manos, fontanela. De esta forma y siempre más rápido,

hasta las posibilidades de cada uno, sin estresarse. A los 15 o 20 minutos desacelaremos y

volveremos a la respiración para así terminar el ejercicio.

Pensamientos

Tratá de hacer lo mejor que puedas y/o te salga...

...más con una primera condición: no trates nunca de es-perar un reconocimiento; ni pensar que todos necesitamos un agradecimiento; que todos necesitamos una recompensa (llámese monetaria, intelectual o espiritual) Eso llega solo y a su debido tiempo; jamás lo olvides.

Por Claudio Sitjes

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El verdadero cieloLo importante es el cielo.

Estoy tan convencido que lo repito una y otra vez.

A decir verdad, lo que vale es lo que me conduce hacia él. Lo demás no interesa.

En el cielo, no hay reuniones solemnes,

etiqueta, protocolo, aristocracia, donde los convidados deben hacer lo posible para no bostezar y dormirse.

eterna, donde todos se conocen, se ayudan y se aman sin decepciones y aburrimientos.

Quienes pueblan el cielo, vendrán a mi encuentro. No son como lo representa aquí en la tierra.

No estoy para nada interesado en convivir -

cepción que nos sugieren las monumentales estatuas que hay en Roma. Tampoco estoy in-teresado de vivir en la eterna compañía -¡Leé bien! ¡Eterna!- de los personajes melosos y derretidos que pululan desgraciadamente, gracias a la decadencia y comercialización del arte sacro en la mayoría de nuestras iglesias.

Menos me seduce la idea de vivir en compa-ñía de los monstruos del arte moderno, robots angulosos y agresivos, ausentes de todo calor humano.

En el cielo, estoy seguro, voy a vivir con la buena gente del mundo, gente de carne y sangre. Gente como la gente.

Mi cielo es este, mi cielo es así.

Y es en el que yo pienso cuando repito como ahora: “Lo importante es el cielo”.

Por Alfredo Díaz

Por Claudio Sitjes

Foto: Cecilia Anton - Coop. En la Vuelta

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Sobre el sentimiento

Cuando duerme la ciudad

Elos planos, y es la ultima instancia la que posibilita la vida, lo que permite tanto que una célula

Goethe cuando expresa “He visto el amor que mueve el sol y las demás estrellas” por mas lejana y opacada que parezca también es posible reconocer esa esencia amorosa aun en las emociones mas profundas y percibir además las vicisitudes que dicha energía recorre para convertirse en la respuesta destructiva actual. Vicisitudes, frustraciones, desorganización, conclusiones equivoca-das, confusiones equivocadas, hasta el aparente extravío de sí mismo.

Cuando se encuentra el Amor donde parece no estar, es cuando se vuelve a cada emoción en su sentido más profundo.

Por Alfredo Díaz

Por Diego Vivanco

La ciudad dormida y él anda aún buscando un amigo que no se abra de piernas.Las patrullas no lo dejarán en paz, porque para eso allí están.Reformatorios policiales son el sitio donde condenan al menor no reclamado.La sociedad lo adopta como hijo de puta, por eso escapa de la yuta cuando duerme la ciudad.

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Por Alfredo Díaz

Por Diego Vivanco

todavía con las cenizas

humeantes en las llagas de mis pies

con el olor nauseabundo

del vacío y la soledad

entre demonios y fantasmas

de la vida urbana.

Hace años no me pregunto

donde voy, sigo el camino.

Hoy sólo sé que estoy aprendiendo a vivir.

Cuando mis ojos cansados

de dolor no quisieron ver más,

se enredaron con tus ojos,

tu cara de ángel, tu pelo de fuego.

Algo empezó a latir en mí.

Alguien me dijo, es el corazón.

Yo me reí.

¿Qué? Si yo no sé donde lo perdí.

Hace años no me pregunto

adónde voy, sigo el camino.

Sólo sé que hoy estoy aprendiendo a vivir.

Miguel Ángel Lobos.

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Un viaje increíbleen globo Por Rubén Oundjian

El día 1 de diciembre del 2008, yo, Rubén, cumplía años.

Me trasladé de la ciudad de Tigre, en el colectivo Nº 721, hacia el golf Benavidez, porque allí se realizaban los viajes en globo. Recuerdo que el viaje costaba $ 280 y solo duraba cuarenta y cinco minutos.

Al subir, lo hice con un poco de temor. Sólo subían al globo de a cuatro personas.

Comenzó a elevarse. El piloto nos comentó que nos elevaríamos unos cien metros de altura. Se veía todo desde lo alto, se transformaba en miniatura. Pasamos por el NorDelta, que se veía semi pelado, porque no tenían arboles. Nos dirigimos al Rio Guazu-nambi, donde esta la pista de remo, que se inauguró en los años 1968, fuimos a Villa la Ñata y de paso apreciamos los tres lagartos que están cerca del Recreo Laura, que está en el margen derecho del Rio Lujan. Que hermoso ver todo eso. Vimos pasar el ferroca-rril que se encaminaba para Escobar, parecía de juguete, para niños. Al descender pude ver al policía. A él lo conocía desde que era así de chiquitito.

Foto: archivo

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Mi sueño (carta)Vuelvo después de 25 años a Santiago del Estero.

Me trae muchos recuerdos, de cuando los trenes trabajaban de vez en cuando. Esta vez viajé cómodo en tren de primera, con baños, mingitorios y hasta hay un bar adentro, donde te brindan ricas comidas. Por el mismo pasaje, un desayuno especial, un refrigerio buenísimo y una atención espectacular; en el bar te sentís en televisión, mozos que te sirven en la mesa, tenes una buena semi-cama, camarotes para poder descansar. El tiempo que lleva el tren, andando por las vías, ahora da ganas de viajar más seguido, pero eso no es lo mas importante para mi, sino la experiencia de la vida; que me tocó vivirla esta vez. Llegué muy contento a mi pago, fui recibido por mi tío, mis primos y un hermano que tengo allá. Mi compañero de colegio que ahora son músicos y viven de la música. Mi hermano vive de las cosechas del campo, la caza y la pesca. Estuve 20 días y me fue poco, porque está muy cambiado mi pueblo y doy gracias al Director Horacio Avila y sus colaboradores por haberme dado esa oportunidad, nunca me voy a olvidar de este 2012 y de Proyecto 7, que es una organización donde no se discrimina a la gente sino que lo dejan vivir tranquilo. A esa gente les tengo mucho respeto y cariño y agradezco mucho más porque pude ver mi casa cuando pueda daré otra vuelta a Santiago con mas ganas de vivir, porque pienso poner mi propio negocio, que es la gastronomía. Yo sé que mi sueño se va a hacer realidad, porque lo principal ya lo tengo, que es mi casa y doy gracias y mil gracias a Proyecto 7, al director Horacio Avila y sus colaboradores.

Por Leonardo Rojas

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A Bienvenidos al Taller de Dibujo y Pintura, un nuevo espacio de trabajo en el Monteagudo. Aquí mostramos los trabajos de los alumnos que asisten al taller de Vicente, pintor, que además de enseñar técnicas de dibujo y pintura, los acompaña a los muchachos a muestras y museos.

El dibujo es una de las formas más anti-guas y directas de expresión de las per-sonas, es a través de él que uno puede completar la realización de lo no conocido ni por nosotros mismos y suplir en alguna medida nuestras falencias aquellas que el sistema se encarga tan eficazmente de proporcionarnos... A través de él se abren espacios y situaciones placente-ras y no tanto cuando tocamos aristas de vivencias traumáticas o dolorosas, pero así todo nos acercan siempre a nosotros mismos, nos da la oportunidad de vernos contemplarnos y reflexionar... nos enfren-ta con el misterio de la hoja en blanco que no es más que nuestra necesidad oculta, nuestro deseo no realizado, por eso es im-portante darnos la oportunidad.

La propuesta de este taller es comenzar a deconstruir la información bancaria que nos deposita el sistema introyectando tal vez necesidades no queridas y comen-zar a construir nuestra propia realidad, nuestro propio deseo. Por eso tratamos de comenzar por el esqueleto, soporte de nuestro cuerpo, de nuestra realidad ma-terial, para luego en forma constructiva y contundente poder expresarnos y tener la capacidad de elegir lo que se quiere decir y cómo elegimos decirlo; poder trascen-der el deseo de inmortalidad a través de la obra.

Vicente Stupia

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HUMORPor “El Divino” y “Califa”

-‐ samuel ¿te mudaste?-‐ si, me fui a la avenida juan B. justo 1520, pero para vos 1515.

A Macri lo llaman sirulaxia,porque el que lo toma seguroque caga. escrito sobre un pupitre:

a la luz de un fósforo apagadoel ciego leía,el sordo escuchabalo que el mudo decíael paralítico corríaporque el manco le pegabay el muerto se quejabade los ruidos que no había.

se colocó una bomba en el

cementerio local.

se presume que hay muchos

muertos.

¿qué es para un gallego un camino entre

dos puertas?

-‐ un laberinto.

samuel sube a la terraza de un edificio para arreglar la antena. se tropieza y se cae al vacío. rebeca sale a socorrerlo, lo abraza al moribundo que responde:-‐ ¡rebeca, rebeca!-‐ si samuel-‐ ¡esta noche poné un plato menos!

Vale todo. Todos caen.

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¿qué es para un gallego un cálculo infinito?-‐ lo que hace cuando le preguntan la hora.

-‐se produjo un atentado contra el centro gallego-‐ ¿una bomba?-‐ no, una biblioteca.

CUÁNTOS ARGENTINOS SE NECESITANPARA CAMBIAR UNA LAMPARITA?-‐ 101. UNO SUBE A CAMBIAR LA LAMPARITAY LOS OTROS 100 HACEN EL ASADO.

un gallego entra a una tienda y dice:

-‐ necesito un calzoncillo de

teflón

-‐ pero el teflón

es para que no se peguen

los huevo

-‐ ¡eso! ¡eso es lo

que quiero!

¿cual es el día del gallego?-‐ el día menos pensado.

canción de cuna para un niño

que pide la teta

a las tres de la mañana:

arrorró mi niño

arrorró mi sol

no me despertés

te pido por favor

arrorró mi nene

arrorró mi sol

no empieces a llorar

¿qué te creés que sos?

arrorró mi nene

arrorró mi sol

escuchame rebién

te juro por diós...

que si vas a llorar

tanto como se te de la gana

en una de esas me levanto

y te tiro por la ventana.

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