revista acÉfalos, nº 1, agosto de 2011
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REFLEXIONES FILOSÓFICAS PARA CALLEJAS.TRANSCRIPT
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ERERERER TUFO TUFO TUFO TUFO
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ACÉFALOS Reflexiones filosóficas no-academicistas para callejas Editorial ER TUFO, Impreso por su propio dueño. Director:
Sergio “Scarface” Pallaleo Editores:
Julio “Pokerface” Caro Marcelo “Ya’qub” González Jorge “Tomate” Ríos
Diseño de portada:
Fedora “Perfección” Orellana Presentación: Macarena "MMC" Castillo Prólogo:
Juan “Alemán” Rivas Participaciones "espaciales":
Leopoldo “Gran Valor” Mora Luis “Yes, yes, yes!” Quiroga
Sergio “Chechín” Velásquez
2011
©Todos los derechos reservados. En el caso de la publicación para Editorial ER TUFO, cada poeta, narrador,
ensayista, pensador e ilustrador es dueño de sus propias creaciones.
ERERERER TUFO TUFO TUFO TUFO ______________________
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Pero resulta todavía mucho más asombroso Pero resulta todavía mucho más asombroso Pero resulta todavía mucho más asombroso Pero resulta todavía mucho más asombroso elelelel que no acudan a la mente de los doctos que no acudan a la mente de los doctos que no acudan a la mente de los doctos que no acudan a la mente de los doctos
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VIVAN LOS QUE GRITAN GROSERÍASVIVAN LOS QUE GRITAN GROSERÍASVIVAN LOS QUE GRITAN GROSERÍASVIVAN LOS QUE GRITAN GROSERÍAS Prólogo pPrólogo pPrólogo pPrólogo por Juan Rivasor Juan Rivasor Juan Rivasor Juan Rivas
Cuando se llega a un lugar nuevo, casi siempre te hacen dos preguntas: ¿cómo te llamas? Y ¿qué haces? A la primera siempre contesto Juanjo, porque la mitad de los hombres de Chile se llaman Juan y hay que diferenciarse de alguna forma (gracias a mis padres por ser tan creativos). A la segunda contesto que estudio, a lo que siempre surge el siguiente cuestionamiento: ¿qué estudias? A lo que respondo orgullosamente Filosofía, y siempre he recibido el mismo comentario o al menos aproximado: esa cuestión tan FOME y complicada. Claramente la filosofía sufre de un gran desprestigio social y un rechazo de las personas a ser estudiada. Me he cuestionado mucho tiempo qué es lo que provoca que nuestra noble disciplina se vea tan menospreciada en esta sociedad cada vez más tecnócrata.
En Chile la filosofía se encuentra anclada en la universidad y en esa asignatura que se imparte en tercero y cuarto medio, donde se enseña psicología y normas de comportamiento. Así resulta ser más un entrenamiento social que un espacio para reflexionar. Sumado a esto, se enseña solamente el pensamiento de los europeos. Pero yo les quiero decir algo a todos, y es que la filosofía es para transformar, no para entrenar, y que somos americanos.
Estimado lector, filosofía es, etimológicamente, amor por la sabiduría y no amor por el sabio. Creer cada una de las cosas que dice tu profesor no es filosofar, por más que este tenga un doctorado en una universidad europea donde obviamente, piensan como europeos. Tener un doctorado no te hace poseedor de la verdad y tampoco te da el derecho de creerte tan superior de no saludar a las personas que se encuentran en un lugar al que llegas. El respeto por el otro no viene incluido en un cartón ni te faculta para frenar una lucha por transformar el mundo y querer hacer de éste un lugar más justo, o porque un grupo
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de otros doctores va a evaluar si están tecnocratizando al profesorado de filosofía o no. Las luchitas tan pequeñas de poder no se comparan con lo que el pensamiento crítico de una sociedad y sus sectores en LUCHA quieren recuperar, arrebatándolo a los opresores.
La filosofía tiene que salir a la calle y pertenecer a la gente que transita por ella, ensuciarse sin sacudirse, revolcarse con el pueblo y desde éste cambiar el sistema en el que vivimos. No crea que hablamos de capitalismo ni de compañerismo, sino de un ser humano reflexivo. Hablamos de participación y no de representación. Esperemos que ya no haya quién piense por nosotros, menos un grupo de seres que creen ser iluminados y que están respaldados por un pedazo de cartón corrugado de alguna universidad europea. Les recordaré una edad completa donde se practicaba la obediencia y en la cual había mucho argumento por autoridad: la edad media, hermanos míos. Esa que dejó a occidente estancado durante casi un milenio porque a su autoridad la respaldaba un libro traducido al latín y un ser metafísico.
Que la filosofía sea libre de habitar en quien la quiera practicar y no tenga pre-requisitos ni certificados. Por ello lo invito a leer estas reflexiones no-academicistas para callejas, sea quien sea, incluyendo a los añejos doctores miedosos y los que, valientemente, gritan groserías en Estación Central.
Maipú, julio de 2011
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REFLEXIONES FILOSÓFICAS REFLEXIONES FILOSÓFICAS REFLEXIONES FILOSÓFICAS REFLEXIONES FILOSÓFICAS PARA CALLEJASPARA CALLEJASPARA CALLEJASPARA CALLEJAS
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Introducción a Hombres y Engranajes
Ernesto Sábato1 Justificación
Uno se embarca hacia tierras lejanas, indaga la naturaleza, ansia el
conocimiento de los hombres, inventa seres de ficción, busca a Dios.
Después se comprende que el fantasma que se perseguía era Uno-
Mismo.
Reflexioné mucho sobre el título y la calificación que deberían
llevar estas páginas. No creo que sea muy desacertado tomarlas como
autobiografía espiritual, como diario de una crisis, a la vez personal y
universal, como un simple reflejo del derrumbe de la civilización
occidental en un hombre de nuestro tiempo. Este derrumbe que los
comunistas imaginan un mero derrumbe del sistema capitalista, sin
advertir que es la crisis de toda la civilización basada en la razón y la
máquina, civilización de la que ellos mismos y su sistema forman parte.
1 Junio de 1911 – Abril de 2011. En este primer número hacemos homenaje al autor.
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Estas reflexiones no forman un cuerpo sistemático ni pretenden
satisfacer las exigencias de la forma literaria: no soy un filósofo y Dios
me libre de ser un literato; son la expresión irregular de un hombre de
nuestro tiempo que se ha visto obligado a reflexionar sobre el caos que
lo rodea. Y si las refutaciones de teorías y personas son muchas veces
violentas y ásperas, téngase presente que esa violencia se ejerce por
igual contra antiguas ilusiones mías, que sobreviven en letra muerta, en
algún libro, a su muerte en mi propio espíritu; en ocasiones, a su
añorada muerte. Porque también podemos añorar nuestras
equivocaciones.
En 1934, cuando era un estudiante, fui enviado a un congreso
comunista en Bruselas. Iba a Europa imaginando que los males del
movimiento podían ser exclusivamente argentinos; todavía conservaba
muchas ingenuidades, todavía me resistía a aceptar el movimiento
estalinista como un sistema de vasos comunicantes.
El universo burgués me había asqueado, como a tantos
adolescentes, y me sentí impulsado hacia la revolución. Pero de pronto,
ese movimiento revolucionario se me hundía bajo los pies,
repentinamente me encontré en un vasto caos de seres y cosas. La
existencia, como al personaje de La Náusea, se me aparecía como un
insensato, gigantesco y gelatinoso laberinto; y como él, sentí la
ansiedad de un orden puro, de una estructura de acero pulido, nítida y
fuerte. Así lo había sentido ya en mi adolescencia, cuando me precipité
hacia la matemática, y ahora se volvía a repetir el fenómeno, aunque
con más fuerza y desesperación. De ese modo, retorné a ese universo
no carnal, a esa especie de refugio de alta montaña al que no llegan los
ruidos de los hombres ni sus confusas contiendas. Durante algunos años
estudié, con frenesí, casi con furor, las cosas abstractas, me di
inyecciones de trasparente opio, viví en el paraíso artificial de los
objetos ideales.
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Pero en cuanto levantaba la cabeza de los logaritmos y sinusoides,
encontraba el rostro de los hombres. En 1938 trabajaba en el
Laboratorio Curie, de París. Me da risa y asco contra mí mismo cuando
me recuerdo entre electrómetros, soportando todavía la estrechez
espiritual y la vanidad de aquellos cientistas, vanidad tanto más
despreciable porque se revestía siempre de frases sobre la Humanidad,
el Progreso y otros fetiches abstractos por el estilo; mientras se
aproximaba la guerra, en la que esa Ciencia, que según esos señores
había venido para liberar al hombre de todos sus males físicos y
metafísicos, iba a ser el instrumento de la matanza mecanizada.
Allí, en 1938, supe que mi fugaz paso por la ciencia había
concluido. ¡Cómo comprendí entonces el valor moral del surrealismo, su
fuerza destructiva contra los mitos de una civilización terminada, su
fuego purificador, aun a pesar de todos los farsantes que aprovechaban
de su nombre!
De Francia pasé a los Estados Unidos, donde pude ver el
Capitalismo Maquinista en su más vasta perfección. Volví a mi patria y
empecé a escribir un primer balance, que publiqué en 1945 bajo el título
de Uno y el Universo. En el prólogo, escribí: “La ciencia ha sido un
compañero de viaje, durante un trecho, pero ya ha quedado atrás.
Todavía cuando nostálgicamente vuelvo la cabeza, puedo ver algunas de
las altas torres que divisé en mi adolescencia y me atrajeron con su
belleza desposeída de los vicios carnales. Pronto desaparecerán de mi
horizonte y sólo quedará el recuerdo. Muchos pensarán que ésta es una
traición a la amistad, cuando es fidelidad a mi condición humana. De
todos modos, reivindico el mérito de abandonar esa clara ciudad de las
torres —donde reinan la seguridad y el orden— en busca de un
continente lleno de peligros, donde domina la conjetura”.
Durante cinco años me he movido en este continente conjetural.
Sé mucho menos que antes, pero al menos ahora sé que no sé y sonrío
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melancólicamente al releer algunos capítulos de aquel primer balance,
todavía habitado de tantos fantasmas, todavía candoroso creyente en
ciertos cadáveres del mundo que fue. No incurriré en la nueva
ingenuidad de imaginar que ahora me he desembarazado de cadáveres
y fantasmas. Pero sí tengo la convicción de entrever ya con mayor
crueldad los contornos de Uno-Mismo en medio de la confusión del
Universo.
E.S. Santos Lugares, marzo de 1951.
INTRODUCCIÓN
Dice Martin Buber que la problemática del hombre se replantea cada vez
que parece rescindirse el pacto primero entre el mundo y el ser humano
en tiempos en que el ser humano parece encontrarse en el mundo como
un extranjero solitario y desamparado. Son tiempos en que se ha
borrado una imagen del Universo, desapareciendo con ella la
sensación de seguridad que se tiene ante lo familiar: el hombre se
siente a la intemperie, sin hogar. Entonces, se pregunta nuevamente
sobre sí mismo.
Así es nuestro tiempo. El mundo cruje y amenaza derrumbarse,
ese mundo que, para mayor ironía, es el producto de nuestra voluntad,
de nuestro prometeico intento de dominación. Es una quiebra total. Dos
guerras mundiales, las dictaduras totalitarias y los campos de
concentración nos han abierto por fin los ojos, para revelarnos con
crudeza la clase de monstruo que habíamos engendrado y criado
orgullosamente.
Ha llegado el momento de decir adiós al siglo XIX, a ese
maravilloso siglo XIX, con Stephenson y su máquina de vapor, su
electricidad, su pujante economía capitalista, su optimismo cósmico. Ese
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siglo en que todos los males de la humanidad iban ser resueltos
mediante la Ciencia y el Progreso de las Ideas; en que se ponía a los
hijos nombres como Luz y Libertad, y en que se constituían bibliotecas
de barrio llamadas Músculo y Cerebro.
No me río de algo tan entrañablemente unido a mi infancia y
adolescencia: más bien me sonrío con esa irónica ternura con que
miramos las viejas fotografías de nuestros abuelos. Todavía recuerdo los
días de mi niñez en un pueblo pampeano, con sus socialistas de corbata
voladora y grandes sombreros negros. Y aquellas bibliotecas en que se
acumulaban libros de tapas blancas, con el retrato del autor en un
óvalo: Reclus, Spencer, Zola o Darwin, ya que hasta la teoría de la
evolución parecía subversiva y un extraño vínculo unía la historia de los
peces y marsupiales con el Triunfo de los Nuevos Ideales. Y tampoco
faltaba la Energética, de Ostwald, esa especie de biblia termodinámica,
en que Dios aparecía sustituido por un ente laico pero también
enigmático, llamado Energía, que, como su predecesor, lo explicaba y lo
podía todo, con la ventaja de estar relacionado con la Locomotora.
El siglo XX esperaba agazapado como un asaltante nocturno a una
pareja de enamorados un poco cursis. Esperaba con sus carnicerías
mecanizadas, el asesinato en masa de los judíos, la quiebra del sistema
parlamentario, el fin del liberalismo económico, la desesperanza y el
miedo. En cuanto a la Ciencia, que iba a dar solución a todos los
problemas del cielo y de la tierra, había servido para facilitar la
concentración estatal y mientras por un lado la crisis epistemológica
atenuaba su arrogancia, por el otro se mostraba al servicio de la
destrucción y de la muerte. Y así aprendimos brutalmente una verdad
que debíamos haber previsto, dada la esencia amoral del conocimiento
científico: que la ciencia no es por sí misma garantía de nada, porque a
sus realizaciones les son ajenas las preocupaciones éticas.
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Frente al caos capitalista, surgió el movimiento socialista, pero
pronto adquirió los atributos del siglo que quería combatir: la Ciencia y
la Máquina se convirtieron en sus dioses tutelares, y al socialismo
“utópico” de Owen, Fourier y Saint-Simon sucedió el socialismo
“científico” de Marx. Y de este modo, la concentración del poder estatal
mediante la ciencia y la economía condujo a los superestados basados
en la máquina y en la totalización.
Esta crisis no es sólo la crisis del sistema capitalista: es el fin de
toda esa concepción de la vida y del hombre, que surgió en Occidente
con el Renacimiento. De tal modo que es imposible entender este
derrumbe si no se examina la esencia de esa civilización renacentista.
Tal como Berdiaeff advirtió, el Renacimiento se produjo mediante
tres paradojas:
1ª Fue un movimiento individualista que terminó en la masificación.
2ª Fue un movimiento naturalista que terminó en la máquina.
3ª Fue un movimiento humanista que terminó en la deshumanización.
Que no son sino aspectos de una sola y gigantesca paradoja: la
deshumanización de la humanidad.
Esta paradoja, cuyas últimas y más trágicas consecuencias
padecemos en la actualidad, fue el resultado de dos fuerzas dinámicas
y amorales: el dinero y la razón. Con ellas, el hombre conquista el poder
secular. Pero — y ahí está la raíz de la paradoja— esa conquista se hace
mediante la abstracción: desde el lingote de oro hasta el clearing, desde
la palanca hasta el logaritmo, la historia del creciente dominio del
hombre sobre el universo ha sido también la historia de las sucesivas
abstracciones. El capitalismo moderno y la ciencia positiva son las dos
caras de una misma realidad desposeída de atributos concretos, de una
abstracta fantasmagoría de la que también forma parte el hombre, pero
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no ya el hombre concreto e individual sino el hombre-masa, ese extraño
ser todavía con aspecto humano, con ojos y llanto, voz y emociones,
pero en verdad engranaje de una gigantesca maquinaria anónima. Este
es el destino contradictorio de aquel semidiós renacentista que
reivindicó su individualidad, proclamando su voluntad de dominio y
transformación de las cosas. Ignoraba que también él llegaría a
transformarse en cosa.
Hombres como Pascal, William Blake, Dostoievsky, Baudelaire,
Lautréamont, Kierkegaard y Nietzsche intuyeron que algo trágico se
estaba gestando en medio del optimismo. Pero la Gran Maquinaria
siguió adelante. Desolado, el hombre se sintió por fin en un universo
incomprensible, cuyos objetivos desconocía y cuyos Amos, invisibles y
crueles, lo llenaban de pavor. Mejor que nadie, Franz Kafka expresó la
sensación de desamparo del hombre de nuestro tiempo. Y aunque la
soledad del hombre es perenne, no sociológica sino metafísica,
únicamente una sociedad como ésta podía revelarla en toda su
magnitud. Así como ciertos monstruos sólo pueden ser entrevistos en
las tinieblas nocturnas, la soledad de la criatura humana se tenía que
revelar en toda su aterradora figura en este crepúsculo de la civilización
maquinista.
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¿POR QUÉ FILOSOFÍA Y NO INGENIERÍA?
Julio Caro2
Cuando cursaba la enseñanza media, específicamente en segundo año,
ocurrió un hecho que marcó un camino en mi vida y en la de muchos
estudiantes, pues tuve que escoger entre las tres áreas del saber que
impartía el Instituto Nacional, es decir, entre el área humanista,
científica o matemática. Muchos de mis compañeros optaron por el
saber matemático como base intelectual para entrar a la universidad
-por motivos más bien conocidos por todos: el dinero-, pero un grupo
minoritario escogió el humanismo como su emblema estudiantil, por dos
motivos, a saber, la vocación o porque esta decisión implicaba pasar el
resto de la época escolar sin el estrés que conllevaba para ellos el
estudio de las matemáticas.
La vocación fue un punto principal en mi elección, la cual
repercutió en mi futura carrera universitaria. Estudio Filosofía, y no por
ser un psicólogo o historiador frustrado como es el estigma de muchos
compañeros, sino por causa de una verdadera vocación y confianza en
2 Estudiante de Licenciatura en Educación en Filosofía, Usach.
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la filosofía, confianza que se fundamenta en los beneficios que trae a las
personas.
Existe una noción generalizada que pesa sobre los hombros de los
estudiantes de filosofía, que son borrachos, drogadictos y pasan todo el
día pensando en metafísica y en las formas de las nubes. Debo decir,
con una experiencia que me respalda, que esta opinión está totalmente
errada, puesto que tenemos en nuestras manos el poder de cambio, el
poder de la crítica, el poder de la lucha intelectual y las ansias de
transformar esta sociedad en algo mejor de lo que actualmente es: una
vergüenza para la propia raza humana. Esta vergüenza proviene de dos
afluentes que alimentan esta sociedad del consumo y la desesperanza;
tenemos el desinterés de las personas por su realidad, y los grupos
humanos que piensan que la vida es algo consumible, dando mayor
importancia al dinero que al cambio radical de pensamiento.
Muchas personas escogimos Filosofía como un estilo de vida más
que como una profesión para obtener beneficios económicos. Tengo la
férrea convicción de que el estudio de la filosofía es el principal motor de
cambio de nuestra sociedad, ya que nos permite tener una amplitud de
mentalidad para examinar exhaustivamente la realidad y las cosas que
nos rodean; y al observar de una manera detallada cómo funciona el
mundo tenemos la opción de producir un cambio que rompa la inercia
del poder, y más que al poder, romper la inercia mental en la que se
encuentran las personas, las cuales no pueden distinguir entre lo que es
real o una imposición psicológica.
Utilicemos el caso de la ingeniería. Una de las carreras más en
boga en estos últimos años. Un gran número de personas tiene asumido
en su interior que una carrera que deje buenos dividendos al egresar
posee un valor agregado convirtiéndola, automáticamente, en una
profesión apetecida, pero ¿qué beneficio trae a la sociedad? Pongamos
en la palestra el caso de la exitosa carrera de Ingeniería en Minas. Un
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ingeniero en minas debe estar preparado para mantener un desarrollo
sustentable entre “medio ambiente” y “explotación natural”, potenciar el
área económica donde él se desenvuelve y resolver los paradigmas que
se interpongan en su camino. Ahora bien, ¿cómo es esto en la práctica?
Tenemos ingenieros en minas que aportan al desarrollo de empresas
que pagan un 17% de sus utilidades en impuestos lo que es inferior al
19% de IVA que paga un quiosco de barrio en impuestos, dejando los
mayores ingresos para consorcios o holdings que utilizan el dinero para
aumentar su patrimonio y la diferencia dramática que existe en la
repartición de la riqueza en nuestro país; por lo que se debe ser
cuidadoso antes de tildar a una carrera de buena o mala desde el
parámetro del ingreso económico, puesto que aislamos de nuestro
análisis la importancia de poseer una ética al momento de estudiar o
llevar a la práctica una carrera. La Filosofía tiene el poder de luchar
palmo a palmo contra la apatía, volver a las personas conscientes de su
realidad, que sean capaces de aprehender el mundo y luchar contra la
maledicencia del dinero y el consumo.
El cambio no viene desde la nada, proviene desde algo que se ha
dejado aislado este último tiempo: la crítica. Lo importante no es que la
crítica se encierre en grupos de intelectuales que no poseen un contacto
directo con la realidad, que sólo resuelven los problemas en un plano
metafísico o que están encerrados en sus estudios resolviendo
problemas matemáticos para que centenares de personas les obedezcan
sin siquiera conocer a la persona que día a día los esclaviza aún más en
esta realidad asfixiante. Se necesita imperiosamente que se lleve la
filosofía a los rincones más recónditos del mundo, empapar a las
personas con el aire impetuoso de la crítica, pero no un criticar por
criticar y para destruir, sino que establecer y emprender una crítica con
el concepto de esperanza arraigado en lo más profundo de todos.
Ustedes podrán decirme ¿esperanza de qué? Yo les digo la esperanza de
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que las grandes relaciones de poder que dominan nuestro actuar, que
han relegado a la filosofía a una suerte de claustro sin sentido, se den
cuenta que nosotros tenemos la oportunidad de romper sus cánones, de
luchar contra sus lacayos, de tener que escoger por vocación y no por
una obligación monetaria.
Coincidimos en el punto que todos buscamos el bien, como lo dijo
Aristóteles, pero el problema se plantea cuando la idea de “bien” de un
cierto grupo político, económico o religioso, se plasma en el inconsciente
de nuestros conciudadanos, como lo es el problema del vil dinero, que
cala poco a poco en el desarrollo cotidiano de nuestra vida. Aún
recuerdo el momento en que le dije a mi madre que había entrado a la
universidad, ella tenía la esperanza oculta que yo estudiaría alguna
ingeniería para poder tener un futuro estable, aunque siempre tuvo
claro mi interés por la filosofía; pero cuando le comuniqué mi decisión
final su rostro se distorsionó entre la pena, la amargura y la rabia de no
haber elegido una profesión con una mayor expectativa económica.
Hasta el día de hoy creo que ha sido una de las mejores decisiones de
mi vida, ya que la filosofía me ha quitado el velo de la mentira que
cubría mis ojos, lo que me ha permitido poder entablar una relación más
directa y crítica con el entorno en el cual me desenvuelvo.
La crítica filosófica es constantemente atacada, puesto que se
tiende a pensar que sólo se desarrolla en un plano que escapa a la
realidad, pero ¿se aleja más de la realidad, lo que la engloba y la critica
directamente en sus bases, o se aleja más cuando se toma solamente
una parte de la realidad para luego generalizar un ideal que se hace
común a todos? A mí parecer se aleja de la realidad la segunda opción,
puesto que escapan de los problemas quienes piensan que nuestro
diario vivir se enmarca dentro de sus inducciones, dentro de su
generalización de la vida humana, aplicando modos de vivir particulares
a la totalidad de la realidad en que vivimos. Los efectos de esta
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“objetivación” de la realidad los vemos a diario, donde unos simples
cálculos matemáticos de resistencia de los vagones de metros aseguran
a la ciudadanía un viaje estable a sus hogares, pero para los que utilizan
este medio diariamente, este cálculo, realizado por personas que usan
automóviles particulares, no les resulta del todo preciso y satisfactorio.
Todo lo anterior podemos comprobarlo simplemente hablando con
usuarios de los servicios de Metro S.A.
La filosofía, por otro lado, nos da la oportunidad de convivir con
estas realidades, y se nos hace necesario sacar a las personas del error
que cometen al pensar que la filosofía solamente se desarrolla dentro de
cuatro paredes, sentado junto a una chimenea y con una bata. Debemos
mostrarles que esta imagen que nos han puesto como una mochila es
errónea, que la filosofía es diálogo, comprensión y creación; una
creación práctica y al servicio de todos.
La filosofía puede dar la lucha intelectual en el plano práctico,
estar al servicio de la sociedad, como también lo dice el perfil de estudio
de la mayoría de las ingenierías de nuestro país, pero esta última es una
ayuda a la sociedad parcelada, a la sociedad adinerada, a la sociedad
que entregue beneficios a estos reformadores de la vida humana. Por
otra parte la filosofía es asequible a todos, porque como lo dice
Aristóteles en su metafísica: “El hombre tiende por naturaleza al saber”,
todos los seres humanos tenemos la necesidad de aprender y mejorar la
realidad en la que vivimos, pero la única manera de mejorar nuestra
situación es luchando contra los poderes opresores y luchar también
contra los que reproducen estas opresiones. La filosofía es la encargada
de mostrar a las personas los fundamentos de su sociedad, las ideas
fuerza que mueven los constructos sociales, darles a conocer que lo que
sucede en nuestra vida no es azaroso, demostrarles que sus vidas están
regidas por una mano invisible que los apresa y no los deja respirar. La
filosofía puede dar esta lucha intelectual buscando solución a estos
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problemas y aplicándolos a la totalidad de la sociedad, no en el sentido
de una ciencia estricta, sino en el sentido de una socialización de la
información, focalizando problemas y no especulándolos.
Para poder cambiar nuestra sociedad se nos hace estrictamente
necesario focalizar los problemas ¡REALES! Un problema no es la falla de
un número en la ecuación. Las reales problemáticas de las personas las
podemos ver solamente con salir a las calles, es fácil conocerlas. Las
ingenierías durante el último siglo dedicaron y dedican la mayor parte
de su trabajo a fines particulares, los que obviamente no se reflejan en
la comunidad. Utilizan su poder de cambio en lo contrario; lo utilizan
para mantener los órdenes y cánones establecidos, lo que nos ha
llevado a estar en una posición que no hemos elegido. Sólo podemos
obedecer y no escoger. La filosofía rompe con esta tendencia, ya que
nos da la posibilidad de ser libres, porque el primer paso para una
libertad física es ser libre intelectualmente. La filosofía nos garantiza la
posibilidad de esta libertad mental, puesto que no es necesario tener
dinero para comprar esta rama del saber, sólo se necesita tener ansias
de cambiar lo establecido y educarse lo más posible en el arte que es la
crítica y la libre expresión.
Dejando bien establecido el sustrato del cambio, es necesario
traspasar todas estas ideas al plano de la acción, transformar las críticas
que hagamos a la sociedad en propuestas para mejorarla, puesto que la
mejora de algo viene de la mano de la crítica a ese algo. Esto lo
llevamos a cabo no en un proceso unipersonal ni con una uniformidad
de pensamiento, sino que se realiza en un acto comunitario y social, ya
que la fuerza de una persona no puede contra todo el aparato de los
sujetos que manejan el poder, pero si unimos las prácticas e ideas de
una persona con las ideas y prácticas de otras se crearía una unión tan
grande que todo el mecanismo del poder sucumbiría. La filosofía nos da
la posibilidad de realizar esta comunión, porque ella es diálogo,
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conversación y conjunción de ideales, todo lo contrario a la singularidad
que existe en el proceso del desarrollo de las ideas en el área de las
ingenierías.
La filosofía es un proceso gratuito, puesto que toda persona puede
acceder a él. No tomo en cuenta la filosofía academicista que se
preocupa del por qué Leibniz eliminó los modos substanciales
aristotélicos o si la dialéctica platónica es más conveniente que la
dialéctica hegeliana; sino que concibo a la filosofía como un reflexionar,
como un tomar en cuenta la realidad, no abstraerse de los reales
problemas que la cotidianeidad nos presenta, por lo cual todos podemos
acceder a este conocimiento, todos tenemos la oportunidad de
preguntarnos por qué nuestra sociedad está de esta forma, por qué el
poder se sigue concentrando en cúpulas y por qué la práctica de un
aspecto sesgado de la realidad supera a la reflexión crítica de la
totalidad de nuestra realidad.
Debo dejar en claro que esto no es una crítica a la ingeniería en sí,
ya que gracias a ellos hemos tenido avances innegables, como la
creación de armamentos que se utilizan para liberar países de los
regímenes dictatoriales (sin ninguna intención económica de por medio),
la creación de medios de transportes para la población, los cuales no
toman en cuenta durante su proceso de creación la opinión y comodidad
de la población. No niego la relevancia de la ingeniería dentro del
desarrollo de la historia humana, sólo digo que en estos tiempos han
cambiado el objetivo de su profesión, el cual fue, debe ser y debería ser
siempre en pos de la comunidad, lo que actualmente no observamos.
En conclusión, se nos hace imperioso cambiar el estigma que la
filosofía lleva sobre sus hombros, mostrar a la población que una
elección basada en el dinero solamente fomenta la reproducción de los
problemas que la sociedad posee, que ser prácticos en ámbitos aislados
de la realidad total no producirá un mejor cambio, que si realmente
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queremos cambiar los erróneos cimientos que NUESTRA sociedad tiene,
es necesario que todos nos volquemos a reflexionar críticamente sobre
cuáles son estos problemas, emitir una solución y, mediante el uso de la
comunicación y la asociación, llevar a cabo nuestras soluciones.
Porque quiero cambiar y no reproducir escogí Filosofía y no la
Ingeniería.
Santiago, mayo de 2011
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LO SORPRENDENTE DE UN ROSTRO NUEVO. MÉTODO DE PENSAMIENTO
Ignacio Carvacho3
Hay un curioso hecho que me sorprende nunca habérmelo cuestionado y
es: ¡cuán increíble es que existan tantas caras diversas, y a la vez, cuán
irreal e ilógico resulta ser! Ustedes dirán: es obvio y esperable que
todos los rostros sean diferentes, no hay nada de sorprendente o raro
en ello. Pero he ahí su fatal error, y puedo demostrarlo con un simple
ejercicio. Intenten imaginar un rostro nuevo en su mente, es
decir, crearlo, y por más que intenten se darán cuenta que no podrán, o
al menos, les será muy difícil. Lo único que podrán hacer será
representar caras ya conocidas, o quizás, si tienen
demasiada abstracción, combinaciones entre ellas. Pero crear algo cien
por ciento nuevo resulta dificultoso, por el hecho de que para
representar sólo se pueden usar ideas ya existentes en nuestra mente,
¿o acaso un ciego puede imaginarse el rojo? ¿Cómo, entonces, no nos
sorprendemos a diario por ejemplo en el metro al ver y ver rostros
3 Estudiante de Licenciatura en Educación en Filosofía, Usach.
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TOTALMENTE nuevos, todos con sus detalles, facciones, proporciones de
la estructura base del rostro en distintas combinaciones, si... ¡ni siquiera
podemos crear autónomamente una de esas proporciones!?
El sólo hecho anterior me resulta intrigante, pero a la vez me da
paso para un nuevo cuestionamiento. ¿Cómo existen tantos rostros
distintos en el mundo? Si nosotros, los Seres Humanos, poseemos
supuestamente una imaginación, creatividad y razón en grandes
cantidades, y no podemos crear tan sólo un rostro, entonces, ¿quién sí
puede?
Utilizaré el concepto de Dios para dar respuesta a la interrogante
anterior. Entonces, Dios posee una creatividad sin fin que le confiere la
capacidad de crear miles y millones de rostros nuevos. Perfecto. Pero
luego, recuerdo algo que otorgaría al Ser Humano el
mismo carácter creador que posee Dios y es: ¡todos los dibujos
animados y sus variantes son rostros nuevos, que no existen en la
realidad! Y esos dibujos son creaciones totalmente humanas. Entonces
pienso: ¿cómo el Ser Humano puede crear rostros nuevos si ni siquiera
lo puede hacer en su mente? Y sólo puedo llegar a una sola respuesta, a
base de lo que observo: el Ser Humano puede crear a través del dibujo.
Partiré por intentarlo yo mismo:
¡Increíble! ¡Ahora sí pude crear un nuevo rostro! Y pensar que al
intentar crear imaginando me era muy dificultoso, pero al sólo trazar
líneas sueltas siguiendo una estructura; pude hacerlo
sin ningún problema. Lo que me hace pensar que a través del dibujo
podemos igualar los poderes de Dios. Pero, ¿será realmente así?
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¿Nosotros igualamos a Dios, o es que simplemente Dios no tiene más
poderes que nosotros?
A pesar de que todo el lineamiento de este pensamiento ha
intentado ser sistemático y adherirse al razonar puro y lógico,
me permitiré en este punto dar un salto metafísico para responder la
interrogante anterior (considero necesario –acorde a mi estilo- hacerlo).
Y mi respuesta se inclina más por la segunda alternativa: Dios no tiene
más facultades que nosotros. Imagino entonces que Dios nunca tuvo
más imaginación o más poder de creación que un Ser Humano, sino que
sólo trazó líneas al azar (al igual que yo, siguiendo una estructura tipo)
y creó.
Si parto desde la idea de que Dios no tiene más facultades que
nosotros, entonces puedo decir que cada vez que Dios ha creado un
nuevo rostro, simplemente lo ha dibujado.
Se me viene a la mente la imagen de Dios sentado en un escritorio
dibujando caras, y me resulta divertido. Luego, pienso en el momento
en que creó la mía y me lamento al pensar que la podría haber dibujado
con más cariño. ¡Qué le costaba!
Santiago, junio de 2011
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REFLEXIONES ATINGENTES A UNA ACTUALIDAD CONFLICTIVA
Sergio Pallaleo4
El ensayista ensaya en su texto alternativas
no pocas veces imaginarias frente a una realidad intolerable.
Horacio Cerutti
El presente ensayo es un intento por dar inicio a una reflexión constante
acerca de las circunstancias que nos ha tocado vivir en la actualidad
como individuos expuestos a situaciones determinadas y que, sin
intensión de pasar a llevar dichas individualidades, me he propuesto
analizar desde la filosofía, a titulo personal, y respaldado por el valor de
mis pensamientos.
El sano ejercicio de la duda Seamos claros. Las cosas hay que decirlas como son. Pero esta vez
vamos a medirnos en las palabras para que los dioses no se sientan
4 Estudiante de Licenciatura en Educación en Filosofía, Usach.
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ofendidos y acepten la crítica en un lenguaje que no toque sus fibras
sensibles.
A lo largo de los años he afirmado en algunos medios que en
nuestro país la filosofía pende de un hilo y que la actividad filosófica
sufre de una pobreza de ideas que nos llevará, finalmente, como
sociedad, a la ruina -o al caos-. La pobreza de la filosofía en nuestro
país no radica en contar con una luca o dos más que otras disciplinas,
sino en una pobreza de ideas que se suma a una subordinación terrible
al paradigma occidental –cientificista cartesiano- del pensamiento que
no nos permite dedicarnos a pensar los problemas históricos, políticos,
sociales, jurídicos, étnicos, geográficos, etc., que tenemos como seres
situados, es decir, como seres que estamos "aquí" y que tenemos en
común tantos elementos como los anteriormente mencionados. Ahora
bien, un tercer problema terrible que me llega a la mente en este
devenir de mis ideas, es que en Chile la filosofía, tan occidental como la
he nombrado, tiene dioses, sucursales y guardianes que no permiten a
los neófitos liberarse del yugo de la subordinación. Los dioses son los
íconos del pensamiento europeo y angloamericano. Las sucursales son
las universidades que hacen del pensamiento y la actividad filosófica un
privilegio de iniciados. Finalmente, los guardianes son nuestros
académicos que, en este statu quo, no permiten pensar a las personas
que no pertenecen a la institución, que promueven la subordinación de
los estudiantes al paradigma hegemónico, quedándose para sí con el
prestigio académico y enriqueciéndose con los beneficios sociales que
implica pertenecer a una élite de pensamiento y ser catalogados como
"intelectuales" que, por lo demás, pretenden plasmar la historia
cómodamente desde sus escritorios.
Nuestra sociedad padece de alienación. Los individuos están
alienados, pues reniegan de su identidad, de su historia y de su
sociedad, aspirando a ser lo que nunca podrán ser por más que se lo
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propongan. Los individuos aspiran a obtener los beneficios de un
sistema económico que barre con la libertad y la dignidad de las
personas, un sistema económico que pisotea la autonomía de los
Estados5 y de los pueblos, haciendo que los vínculos comunales o
comunitarios del nexo social sean reducidos a relaciones contractuales a
plazo, o contratos -de trabajo, servicios o deuda- aboliendo el lazo social
que otorga la simple condición humana. Y lo lamentable de esta
situación, es que también nos plantea dioses y guardianes intocables,
como ocurre hoy en nuestras universidades que, en lugar de educarnos
y ofrecernos las herramientas para liberarnos, nos someten, subordinan
y no nos ofrecen las respuestas que el ser humano necesita para
afrontar la vida, pues hoy las únicas respuestas que las personas
obtienen son las que sirven para desenvolverse en el mercado. Las
personas no saben quiénes son, no se piensan, sólo se dejan llevar por
quien lleva la voz cantante. Las personas no dudan, no se cuestionan
asunto alguno.
Dentro de este panorama, la exclusión, como declarar a alguien
loco, por ejemplo, es una amenaza latente para quien se atreva a poner
en cuestión, del modo y en el lugar que sea, la condición en la que nos
encontramos. Condición en la que la mayoría de nuestros académicos,
por nombrar a algunos, se encuentran muy cómodos y pretenden
continuar.
Yo no reniego de mi situación. Soy un estudiante universitario
chileno que se ha atrevido a dudar. Y ese ha sido mi horrible pecado.
5 Como lo diría alguna vez el economista chileno Manfred Max-Neef al declarar cosas como que ya no se podía hablar en el mundo de los negocios que existen entre tal y cual país, sino que debía hablarse, y con justificada razón, de los negocios establecidos entre tal empresa ubicada en tal país y cual empresa ubicada en cual país. Todo lo anterior sin mencionar, claro está, la influencia que estas empresas tienen en las políticas de gobierno de cada nación.
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Un antecedente histórico no apto para cardiacos
En el diálogo platónico Gorgias, diálogo que, por lo demás, es común
que los estudiantes de filosofía lean en medio de tanta lectura a lo largo
de su paso por las universidades, se presenta una situación incómoda
para la ética de su tiempo, es decir, para las costumbres de las personas
de la época. Estamos hablando del siglo V antes de Cristo.
Pues bien, como es sabido el diálogo lleva el nombre del conocido
sofista Gorgias, pero es curioso que prácticamente éste no tenga una
participación significativa a lo largo del texto y que la disputa sea
protagonizada por Sócrates y un amigo de éste, Calicles.
En dicho texto se trata el asunto de la retórica y se intenta dar
razón de lo que ésta es. Usualmente, según uno de los discípulos de
Gorgias, Polo, la retórica es utilizada para evitar los castigos y obtener
el poder para quien se vale de ella. Hasta aquí tenemos una visión de lo
que podríamos llamar una postura comúnmente aceptada por los
ciudadanos griegos de la época a la que hacemos referencia6. Sin
embargo, Sócrates, personaje crítico por excelencia de su sociedad,
responde a Polo con una visión muy distinta de lo que la retórica debería
ser. Y es aquí donde comienzan los problemas.
Para Sócrates la utilidad de la retórica no está en cometer con ella
injusticias o para ocultar algún crimen. Él piensa que la utilidad de la
retórica está en que mediante ella se pueden manifestar los crímenes
para verse libre del mayor de los males: la injusticia. Esta visión
socrática de la retórica, presenta una inversión a la comprensión de la
retórica existente, la cual era usada en los juicios para librarse de los
castigos y quedar impunes de los crímenes cometidos. Esta afirmación
6 O como me diría un colega, luego de leer este ensayo, "de aquella o de cualquier otra época".
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de Sócrates hace que toda su audiencia se escandalice, pues, como lo
dice su amigo Calicles, si fuera cierto lo que Sócrates sostiene, la vida
de los ciudadanos atenienses, y la de los humanos en general, estaría
trastocada y actuarían totalmente al contrario de cómo deberían.
Podríamos decir que Sócrates se está jugando el pellejo porque se
estaba metiendo en las patas de los caballos. Y bueno, así justamente
era, pues estaba cuestionando el modo de vida de la sociedad de su
época. Estaba yendo en contra de las costumbres de su tiempo, y digo
aún más, de lo que representaba una autoridad y un orden establecido,
de un conjunto de ideas que sustentaban a la sociedad de su época.
Ahora bien, ¿qué ocurre cuando una persona como Sócrates critica a la
sociedad de su tiempo?
La apología de Sócrates
Es curioso analizar el texto en que Sócrates se defiende de sus
detractores, según Platón lo describe. Curioso por una parte al ver de
qué se le acusaba:
1. No creer en los dioses de la ciudad7.
2. Imponer nuevas divinidades.
3. Corromper a la juventud.
Y bueno, curioso por otra parte, porque por estos cargos fue
sentenciado como criminal. No es esta la oportunidad de analizar el
contexto cultural en que Sócrates vivió. Tal vez podría ser importante
para un estudio antropológico de la situación que describo. Sin
7 Teniendo en consideración lo terrible que esto resultaba en el contexto histórico, con el correspondiente sustrato de creencias, al que me refiero.
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embargo, para este humilde servidor, es decir yo, la cuestión radica en
un problema ético trascendental. Sócrates era un crítico de la sociedad
de su época, y el ejercicio de esta crítica no se restringía al filosofar
desde un escritorio como suelen hacerlo los académicos de hoy. El
ejercicio de su acción filosófica era llevado a cabo en el ágora, en la
plaza pública, en la que se encontraba generalmente el ciudadano
ateniense común8. Sócrates no era un impío como decían sus
detractores. La verdad era mucho más profunda y real. La verdad es
que Sócrates era un peligro para quienes ostentaban el poder y la
riqueza en su época, pues cuestionaba públicamente los valores de su
contexto histórico poniendo en peligro la cómoda situación de quienes
ostentaban el poder y vivían de los beneficios del statu quo. He aquí la
verdadera razón, para este humilde servidor, por la que era imperioso
quitarle la vida al buen Sócrates. Para que dejara de pensar y compartir
sus pensamientos públicamente.
Un PRE-requisito para filosofar: la libertad
José Pablo Feinmann, filósofo argentino, en el primer capítulo de su
programa de televisión, filosofía aquí y ahora –que cualquiera lo puede
encontrar en youtube-, hace un ejercicio importante y se pregunta por
las preguntas de la filosofía. ¿Cuáles son estas preguntas? Esta es una
interrogante fundamental que el filósofo se plantea. Dice Feinmann que
la filosofía formula preguntas que las personas no se hacen porque toda
la existencia humana está organizada para que ello así ocurra, y da
8 Y, entre todos ellos, por supuesto, los "dotados de intelecto", aquellos con disposición al conocimiento y que podían influir de alguna manera sobre la sociedad. Hay que recordar que ciudadanos sólo eran unos pocos hombres libres en una sociedad en que existía la esclavitud como una realidad ordinaria y establecida.
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como ejemplo la pregunta de por qué algunos tienen tanto y otros tan
poco, planteada por la filosofía de Karl Marx.
Avanzando en su discurso, Feinmann afirma que hay unas
preguntas importantísimas que dan inicio a la modernidad capitalista y
que surgen a partir de la filosofía de Descartes al momento que éste
dice que va a dudar de todo. El autor dice en su programa que este
hecho fue revolucionario, pues Descartes dudó de toda la teología
medieval, de las verdades evangélicas, de la inquisición y de Dios. En
1637 la inquisición ya había quemado a Giordano Bruno y esto tenía
preocupado a Descartes, asustado, por lo cual se fue a Holanda, donde
se podía pensar con mayor libertad. Esto deja en evidencia que dudar de
las verdades establecidas, tanto en la época de Descartes, de Sócrates y
la nuestra, es algo que requiere libertad, porque la filosofía es peligrosa,
pues plantea cosas peligrosas todo el tiempo. El sólo hecho de pensar ya
nos plantea un riesgo, sobre todo cuando reflexionamos sobre nuestra
subjetividad y nos reivindicamos como los seres situados que somos,
cuando comenzamos a hacernos cargo de nosotros mismos y ponemos
en duda todo lo que nos dicen, todo lo que intentan introducirnos en el
cerebro. Cuando comenzamos a dudar, comenzamos a ser libres y
justamente esto es lo que la filosofía necesita para ejercerse.
Hasta aquí, hemos dicho que la filosofía es peligrosa. Y quiero
volver sobre este asunto de la libertad, pero visto desde el cine.
Retomando un poco lo que dijimos sobre el juicio del buen Sócrates.
En La Última Tentación de Cristo de Martin Scorsese, versión muy
interesante de la vida de Jesús, hay una escena que me llama mucho la
atención y que me sirve para plantear lo que me propongo. Se trata de
la escena en que Jesús habla con Pilatos –interpretado por David Bowie.
El diálogo es el siguiente:
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Pilatos: ¿Quieres saber lo que pienso? Eres más peligroso que los
zelotes9, ¿lo sabes? (…) ¿Dónde está tu reino?
Jesús: Mi reino no está aquí, no está en la tierra.
Pilatos: Por supuesto que no. Una cosa es querer cambiar la vida
de la gente, pero tú quieres cambiar su modo de pensar y de
sentir.
Jesús: Lo que yo predico es que ese cambio se producirá con el
amor, no con la muerte.
Pilatos: Las dos maneras son peligrosas. Van contra Roma.
Contra el poder establecido. Asesinato o amor es lo mismo.
Simplemente no importa cómo quieras cambiar las cosas, no
queremos que cambien. (…) Es irremediable que suceda. Ya te
hemos destinado un sitio en el Gólgota. Hay tres mil muertos allí,
puede que más.
Bueno, este breve diálogo me sorprende mucho, es más, me
parece brutal. Y si bien aún no leo directamente la obra de Kazantzakis
y no estoy seguro que este diálogo forme parte de algún evangelio
apócrifo, veo en esta película a un Jesús que busca la libertad de las
personas y de la fe, alguien que los quiere liberar de su subordinación
para que de una vez por todas comiencen a pertenecer a sí mismos y no
dependan de sacerdotes. Este Jesús, como otros personajes históricos,
9 Se llama zelote a un miembro de un movimiento político nacionalista en el Israel del siglo I. Los zelotes fueron la facción más violenta del judaísmo de su época, enfrentándose frecuentemente a otras facciones como los fariseos o saduceos, a quienes acusaban de tener "celo por el dinero". El vocablo zelota ha pasado a ser sinónimo en varios idiomas de intransigencia o radicalismo militante. Algunos historiadores los consideran como uno de los primeros grupos terroristas de la historia ya que utilizaban el homicidio de civiles que a su entender colaboraban con el gobierno romano, para disuadir a otros de hacer lo mismo.
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también representa una amenaza política, y por ello se le destina un
lugar en el Gólgota, para ver si con esto escarmentaban los fieles.
Enemigos de la filosofía son la falta de libertad, como la
institucionalización, que a lo largo de la historia ha matado a tantos, la
exclusión y la divinización. Esto último es una consecuencia natural para
quienes comienzan a pensar con cabeza propia, ganarse enemigos por
todas partes.
Pensar y pensarSE
Hay una diferencia fundamental entre pensar y pensarse. Uno puede
pensar en cualquier cosa. Uno puede pensar, por ejemplo, en si 1+1 =
2, o en si el actual rey de Francia es calvo o no. Uno puede pensar en el
ser y en el tiempo, en el correcto método de investigación de la filosofía,
o en si la visión de los vencidos es una visión de los vencidos o es un
plagio… en fin. La filosofía da para mucho. Sin embargo, hay cuestiones
que diferencian al pensar del pensarse, pues cuando uno comienza a
pensarse comienza a comprender el lugar que ocupa en el mundo, en la
realidad, en la situación que lo rodea. Y así, uno comienza a ser
conciente y a ser libre; cuando dejamos la actitud pasiva de que el
mundo nos lleve e intentamos intervenir en él. Sobre este asunto quiero
hacer referencia a lo dicho por un pensador que cabalgó al lado de San
Martín y que dos años antes de morir, a los 34 años, escribía en sus
memorias:
"… La educación de un pueblo destinado a la obediencia pasiva se reduce a hacer a los hombres metafísicos, para que nunca descubran sus derechos en ese caos de abstracciones, donde toda idea práctica desaparece…"10
10 Bernardo de Monteagudo, Memorias (1823).
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El contexto histórico de esta cita se remite a la situación del Perú
luego de obtener su independencia de España. La situación era que,
siendo Perú un Estado independiente, aún en 1823 dependía
administrativamente de los españoles, pues dentro de los ciudadanos
peruanos habían muy pocos capacitados para llevar los asuntos del
gobierno –al modo de los europeos, claro-, lo que Monteagudo dice en
su texto al afirmar que al ciudadano peruano de aquella época le
faltaban las virtudes necesarias para gobernar, es decir, para
gobernarse y llevar las riendas de su destino como nación
independiente. Es aquí donde la educación y un proceso de
emancipación mental se vuelven absolutamente necesarios para formar
a los ciudadanos y lograr con ello la verdadera autonomía del pueblo
peruano con respecto a los españoles. Empero, y esto es lo que critica
Monteagudo, la educación, en una paradoja increíble, se encontraba en
manos de los mismos españoles que, como dice nuestro autor, se
ocuparon de hacer a los hombres, en este caso a los peruanos,
metafísicos para que no se dieran cuenta de sus derechos y no lograran
liberarse verdaderamente del dominio español y conseguir la tan
ansiada, por los criollos, "autonomía".
¿No ocurre lo mismo hoy con algunos bancos como el Santander
que tiene el 60% de sus sucursales en Latinoamérica? Esto deja mucho
para pensar. La deuda es otro modo de sometimiento,
independientemente de quién sea propietario de ésta. ¿Qué hay de
nuestros recursos naturales? ¿Qué hay de nuestras instituciones? ¿De
quién es este país, finalmente? ¿Y qué hay de nuestras ideas? Llevemos
el caso que narra Monteagudo y contextualicémoslo a nuestras
instituciones educativas. ¿Qué hay de los currículos de nuestras
carreras? ¿Los currículos de la filosofía, por ejemplo, y sus profesores?
Bueno, si hacemos esto nos daremos cuenta que la base ideológica de
nuestra educación y de nuestras instituciones educativas tiene sus
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raíces en la hegemonía del pensamiento occidental cuya marca de
fabrica es Europa. Ahora bien, que tengan ellos nuestras instituciones y
nuestros "dineros" es una cosa. Otra cosa más grave todavía es que nos
tengan sometidos a sus ideas y pensamientos, que intelectualmente
trabajemos aún, como esclavos para satisfacer, más allá que a los
Estados, a los intereses privados de esta entidad abstracta que no tiene
rostro y que llamamos mercado.
Yo me imagino que debió ser todo un dolor de estómago para
Monteagudo, después de haber puesto su vida al servicio de la libertad
de los pueblos latinoamericanos en las batallas de independencia, ver
cómo esos mismos países eran sometidos de formas aún más brutales
que la mera ocupación militar, quedándose sin autonomía política,
económica e ideológica. Aunque, claro, insisto, esto es una mera
suposición.
La actual situación de las movilizaciones y la educación
Al momento de escribir este ensayo me encuentro en un contexto
nacional de huelgas y diversas reivindicaciones sociales. En los medios
de comunicación se expone el problema de las huelgas estudiantiles
como asunto principal del universo de prioridades a solucionar por el
gobierno actual. Yo mismo he sido partícipe de este último movimiento
por la educación y debo decir que, por alguna razón, el contexto ha
conmovido mis convicciones. Y eso me parece algo estupendo.
Se dice que la primera huelga de la historia tuvo lugar en Egipto11
el año 1166 A.C. durante el reinado de Ramsés III en la que las labores
11 El ejemplo no es azaroso, y esto pude notarlo gracias a una observación de un buen colega de estudios, quien me explicó que, según algunos autores, la sociedad faraónica es la matriz del modelo piramidal o imperial -civilizado- en el que la gente no es dueña de sus cosechas, sino ‘ciudadanos’ o ‘contribuyentes’.
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fueron detenidas por el retraso en los pagos y por las malas condiciones
de trabajo a las personas que obraban para Ramsés III. Junto al cese de
actividades, los trabajadores marcharon por las aldeas reclamando que
tenían hambre. Esto es un dato muy curioso, el notar qué tan parecido
es el modus operandi de las huelgas a lo largo de la historia. Al parecer,
ya en esos lejanos tiempos la idea era una: detener la producción. Algo
absolutamente razonable como medida de presión. Ahora bien, en
nuestro contexto actual, ¿qué producción detenemos los estudiantes
haciendo paros en nuestras instituciones educativas? La respuesta es
soberbia y fácil: ninguna. Sin embargo, el fenómeno de detener las
instituciones, sea del carácter que sea y cumpla la función que cumpla,
tiene consecuencias mucho más profundas que el simple hecho de dejar
de producir. Cuando las cosas se detienen, y sobre todo las actividades
"educativas" en medio de una lucha por reivindicaciones, sociales como
ésta, las personas dejan de pensar en abstracciones y comienzan a
pensarSE, comienzan a ser concientes de la situación en la que se
encuentran y comienzan a cuestionarse las cosas que antes parecían tan
obvias, claras y normales.
Educar viene del latín educere, que significa guiar. Y hay una
diferencia entre ser guiado, o dejarse llevar, y guiarse, o pertenecerse a
sí mismo. Cuando todo anda de maravilla y no hay ningún conflicto ni
reivindicación alguna las cosas andan bien y en paz porque nos dejamos
guiar, nos dejamos llevar pasivamente, es decir, nos sometemos, nos
subordinamos. Sin embargo, cuando detenemos las cosas ya no hay una
rutina que nos sujete y comenzamos a pertenecernos a nosotros
mismos, a pensar con cabeza propia, a pensar nuestra situación y
consecuentemente comenzamos a liberarnos y comenzamos a ser
problemáticos. Cuando detenemos las cosas, nos liberamos de gran
parte de la basura académica que distrae y ocupa nuestras cabezas a lo
largo de la normalidad cotidiana y que no nos permite darnos cuenta de
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nuestra situación en medio de la nebulosa rutinaria del juego estúpido y
arbitrario de las calificaciones, títulos, grados y competencias.
Las personas comienzan a representar un problema justamente en
el momento en que comienzan a hacerse cargo de sí mismas, cuando
dudan, cuando critican, cuando no tienen la mente llena de banalidades
sin sentido. Y comienzan a ser más problemáticas aún cuando entre
ellas comparten las ideas que les surgen, cuando las ideas de su mundo
privado se vuelven públicas, y es más problemático todavía cuando esas
ideas públicas se vuelven acciones públicas.
En mi humilde opinión, creo que este país necesita una gran y
laaaarga huelga en la que todo se detenga, porque este país necesita
PENSARSE, necesita pensar en sus problemas y en su situación,
necesita cuestionar las instituciones políticas, las instituciones
educativas, el sistema económico, la distribución de las riquezas y los
recursos, la administración del territorio, etc., y eso no se va a lograr si
las personas están 12 horas al día encerradas colocando tuercas en
planchas de metal o vendiendo completos en un servicentro –y como
estudiantes nos ocurre algo similar-. Ahora, lo que propongo es
peligroso, y compartir mis ideas con ustedes públicamente lo es aún
más. Asumo los riesgos de dar a conocer estos pensamientos y
comprendo que es probable que me estigmaticen por pensar distinto,
por querer cambiar las cosas de algún modo sabiendo que hay grupos
de interés que no quieren que las cosas cambien y que me condenarán
por decir lo que digo, como ya lo hacen algunos que viven
cómodamente sentados en sus escritorios preparando cátedras para
dictarlas a algún grupo de estudiantes de filosofía12 (catedráticos, por lo
demás, sistematizadores todos, solemnes y seguros observadores y
acatadores del Espíritu de la Época que tan sobria y dignamente
12 Aunque si han de preparar buenas y estimulantes clases, pues es preferible que lo hagan lo mejor y más cómodo que les parezca.
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consolidan en sus "obras" como modelo de perfección13). Pero bueno,
son los riesgos de estar en contra de cualquier autoridad –establecida
por medio de la violencia en todos sus sentidos- y querer reivindicar mi
pensamiento y mi libertad, de dudar que las cosas deban ser como son.
Puede que el simple hecho de detenerse un día a pensarse sea
algo más peligroso que cualquier acción violentista. Pero bueno, la
filosofía es así, se plantea cuestiones peligrosas todo el tiempo… o por lo
menos debería hacerlo.
Santiago, julio de 2011.
13 Benjamín Lezama Alcaide, 1993. El ensayista como rebelde en El ensayo en nuestra América, Universidad Nacional Autónoma de México, pp. 227-232.
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REPRESENTACIONES HISTÓRICAS E IDENTIDAD
Marcelo González14
Quien no conoce su historia, es como el árbol que escarba sus raíces.
Proverbio.
El conocimiento de sí mismo es un asunto de vital importancia cuando
se trata de saber cuáles son las fortalezas y las deficiencias con las que
se cuenta para el afrontamiento de cualquier proyecto o cuál es la
propia capacidad de sortear dificultades y de asumir serena y
confiadamente los asuntos, que de este modo es posible abordar como
desafíos.
Esto que podemos constatar en el ser humano a nivel individual,
podemos extrapolarlo al nivel social: el de las culturas en cuanto
organismos constituidas por individuos, y no es difícil darse cuenta que
el conocimiento de sí mismo como colectivo, es decir, la identidad, es
una cuestión de primer orden como elemento que posiciona a los
14 Estudiante de Licenciatura en Educación en Filosofía, Usach.
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pueblos con mayor o menor efectividad y firmeza en el enseñoramiento
de su destino.
Es así que en la cuestión de las identidades, la situación actual de
la cultura latinoamericana ha sido el corolario de un proceso sucesivo de
acontecimientos traumáticos que han trastocado la trayectoria, como
asimismo la identidad, que los pueblos que la constituyen hubiesen
mantenido de un modo natural de no haber topado con procesos de
interferencia.
Con justa razón habrá autores que nos señalen que de esas
intervenciones se constituye la sustancia misma de los acontecimientos
históricos y que, por lo tanto, no da a lugar una actitud reivindicativa ni
de asignación de autorías morales, culpas o reparación de daños.
Sin embargo, ello no es un argumento suficiente para desmentir la
realidad de que, producto de estos procesos históricos y sociales, como
la colonización militar, primero, económica, después, y finalmente
cultural; tenemos en Latinoamérica graves problemas no asumidos
respecto a la identidad, lo que significa una disposición inconciente para
estar a merced de manipulaciones en beneficio de intereses terceros y
en detrimento propio.
Probablemente estos problemas se dan en mayor o menor medida
según sea la región de que se trate. Particularmente en Chile, la
identidad es un asunto acuciante, apenas abordado de manera frontal y
sin paliativos, pues se combinan una serie de factores locales con las
características propias de cualquier proceso colonizador, que se verifican
en varios estratos del ámbito de la territorialidad; el del territorio
mismo, el de las estructuras que hacen permanente un tipo de dominio,
y por último la colonización de nuestros propios equipamientos
cognitivos.
Éste es un proceso que se viene desarrollando hace bastante
tiempo a partir de instituciones que se han legitimado a sí mismas a
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través de discursos instalados juntamente con su praxis, y que han
dotado a nuestra sociedad de una visión enajenada respecto a nuestra
condición e identidad, lo que nos mantiene esforzándonos por un
proyecto impuesto de sociedad que además no produce auténtica
satisfacción en lo más básico la mayoría de las veces, ni mucho menos
en niveles más complejos y sutiles.
A todo este proceso se ha añadido además, recientemente, un
fenómeno que es descrito como algo nuevo y que pareciera llevarnos en
otra dirección. Sin embargo, basta detenerse apenas un momento a
observar el fenómeno de cerca, para constatar que el desarrollo
tecnológico que ha producido un aparente encogimiento del mundo, o
“globalización”, no es sino la última fase y el remate del desarrollo
anterior.
En medio de todo este proceso se haya inmersa la “chilenidad”, si
es que este término indica algo. Para empezar, cabría señalar que chile
proviene de una palabra aimara que quiere decir “confín” 15, que es la
dirección que señalaban las gentes del norte a los españoles cuando
éstos les preguntaron por territorios fértiles donde pudiesen encontrar
recursos en abundancia (el oro entonces como recurso por
antonomasia).
En ese entonces, la zona de influencia del Imperio Inca llegaba
hasta el Maule, y las gentes que habitaban al sur del Bío-Bío opusieron
tenaz resistencia al influjo incaico, del mismo modo que lo harían
después frente a los españoles, denominándose a sí mismos gentes de
la tierra o mapuches. Esta actitud refractaria al dominio de cualquier
índole, hizo a esta gente objeto de particularización por parte de los
españoles como “habitantes de la región de las araucarias”, o 15 Benjamín Subercaseaux, “Chile o una loca geografía” Ediciones Ercilla, Santiago de Chile: págs. 58-59. «la palabra Chilli en lengua aimará quiere decir:"donde se acaba la tierra"»
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araucanos. Sin embargo, aunque más dóciles, habituados a mantener
relaciones menos hostiles, las gentes que habitaban más al norte de la
Araucanía -poblando territorios incluso hasta el Choapa-, no siendo
categorizados como araucanos, formaban con ellos una misma unidad
cultural aunque no política –los mapuches siempre carecieron de unidad
política excepto en períodos de guerra-; hablaban la misma lengua,
tenían las mismas costumbres e instituciones16.
Con el tiempo, los habitantes del norte del Bío-Bío, fueron
asimilados con mayor rapidez al esquema planteado por los
colonizadores y, junto con los modos propios de organización, perdieron
su lengua; y hablando castellano, los nativos de tez más clara que sus
congéneres del Perú, probablemente parecieron menos “indios” a los
españoles (entre quienes se encuentran tipos más morenos que entre
ingleses o franceses) o simples campesinos que aquellos reductos que
mantenían su lengua y tradiciones.
La cuestión es que un puñado de españoles más otros europeos,
que continuamente iban llegando e integrándose a la élite “criolla” o
europea local, no pudo haber evaporado sin más el importante
contingente de población indígena que fue creciendo al mismo tiempo
que era incorporada junto con las tierras, como fuerza de trabajo, a la
sociedad que los “conquistadores” iban estableciendo.
La consolidación del proceso colonizador se siguió de su inevitable
consecuencia, a saber: que la élite europea local quiso tomar en sus
manos la dirección de los asuntos sin verse sometida al escrutinio de
lejanas autoridades que, en la mayoría de los casos, jamás pisarían
siquiera alguna vez el continente. La ocupación francesa del territorio
peninsular ibérico proporcionó la excusa a las colonias latinoamericanas 16 Véase picunches. “Historia del pueblo mapuche: (siglo XIX y XX)”, Ediciones Sur, Colección Estudios Históricos, pág. 13-28, obra en que José Bengoa refiere una población cercana al millón tan sólo en la Araucanía al llegar los españoles.
51
para alegar que debían obediencia a un rey que ahora estaba depuesto,
por tanto tenían derecho a establecer juntas de gobierno en nombre del
rey hasta que éste fuese restituido.
Pero el objetivo era otro, y las aristocracias locales sellaron el
destino de las colonias asumiendo la dirección de las mismas, pero con
un discurso que apelaba a exaltados conceptos como nación, patria,
ciudadanía, etc.; debido a la necesidad de un grupo reducido, como toda
élite, de convocar a un contingente suficiente, con una fuerza de choque
capaz de hacer frente a los intentos de la metrópoli por mantener un
control directo sobre las colonias.
Aquellos encendidos discursos, sobre los que sería fundada la
república, presentaban a los descendientes de los ocupantes y los
descendientes de los pobladores originales como una unidad que,
teóricamente, compartía una misma situación y destino, a pesar de que
se mantenía la estructura básica de dominación establecida por los
invasores, proceso en el que ahora se insertarían además los cimientos
del capitalismo incipiente, y que en el desplazamiento del poder basado
en la tenencia de tierra hacia el poder basado en la tenencia de
capitales, iba a dejar a Inglaterra en lugar de a España, a la cabeza de
los procesos de dominación -que a partir de entonces serían de
naturaleza económica-17.
Cambiaría nuestra comprensión de las cosas si reconsiderásemos
ésta y otras cuestiones. Si abordáramos, por ejemplo, el mestizaje como
un asunto cultural más que racial.
No se trata de negar el mestizaje, lo que sería ir contra toda
evidencia, pero sí de cuestionar una interpretación tendenciosa de los
17 Eduardo Galeno, “Las venas abiertas de América Latina”, Editorial Siglo XXI, PRIMERA PARTE: LA POBREZA DEL HOMBRE COMO RESULTADO DE LA RIQUEZA DE LA
TIERRA “España tenía la vaca, pero otros se tomaban la leche”, págs. 40-46
52
acontecimientos que lo sitúa como una realidad que se verificó de
acuerdo a un patrón reduccionista del tipo “mitad y mitad”. Pues esa es
una idea básica que sirve al falseamiento de nuestra historia y de
nuestra identidad, pues borra de un plumazo todo un mundo que, una
vez ocultado, es además redefinido a partir de esquemas y clichés para
que, sin darnos cuenta, permanezcamos atrapados a una visión con la
que nos percibimos y evaluamos desde unos valores que hemos
adoptado sin ser los nuestros, y a sus correspondientes modelos
aspiracionales.
Se trata de evitar el hábito de pensamiento que sitúa al indígena
como mero antecedente (como en el concepto “políticamente correcto”
de “pueblos originarios”) o como aquellas instancias en que lo autóctono
es reconstruido como paradigma de lo exótico para hacer atractivas las
rutas al turismo.
Finalmente, cabe mencionar que un continuo flujo migratorio del
campo a la ciudad -fenómeno que es una de las tendencias propias del
desarrollo capitalista-, ha implicado una progresiva integración de
gentes provenientes principalmente del sur a los grandes centros
urbanos, lo que ha significado un refuerzo de población con las
características propias de la gente de nuestra tierra, fenómeno que
queda oculto detrás de las problemáticas que dicha migración trae
aparejada, como el hacinamiento, las barriadas pobres, la cesantía y la
delincuencia.
Más allá de estos clichés, aculturizados y reorientados a un
proyecto de civilización que no ha nacido de nuestras voluntades y que
además está abocado al fracaso , se encuentra un mar de gente que
posee una especificidad propia apenas sospechada, una forma propia de
sentir, de ver, de valorar, que aún aniquilada la lengua propia, se
expresa en la lengua adoptada, pues está en los genes, en los modos
propios de ser, en tradiciones vivas que pasan desapercibidas cuando
53
los ojos están puestos en lo otro, en lo que se supone que debemos o
queremos llegar a ser.
Todo este proceso que absorbe lo indígena al “proceso civilizador”
de occidente, neutralizándolo y pretendiendo su esterilización, el
borrado de su previa identidad, es de todos modos la última fase de
dicha civilización que, dicho sea de paso, no se funda en la Grecia
clásica como su discurso de legitimización pretende, sino en la
incorporación del mundo bárbaro, principalmente germánico, a la fase
terminal del imperio romano –con cuyo hundimiento se da término a la
cultura greco latina, dando paso al desarrollo de otro organismo cultural
independiente y autónomo, la “cultura occidental”-18.
Del mismo modo, el ocaso de “occidente” ha de dar paso al
desarrollo de otra u otras culturas, probablemente a alguna o a varias
que han permanecido inhibidas por la extensión de la civilización
europea, que inexorablemente ha llegado a su última fase.
Ahora bien, si somos incapaces de ver el declive de la civilización
occidental es probablemente porque estamos ocupados con algunos de
sus autoconceptos, como el mito desarrollista del progreso que nos
obnubila con una evolución ascendente y sin fin, cuando la realidad que
estamos viviendo es bien distinta.
Bastaría para comprobar lo anterior, estudiar las cifras de
natalidad de las sociedades europeas, y observar los procesos
migratorios de lo que hoy constituye el fenómeno de “las nuevas
invasiones bárbaras”.
Se nos podría objetar que, perdida la lengua propia, ya se ha
perdido la condición diferenciadora, por tanto la base sobre la cual
cimentar realidades culturales heterodoxas. Empero, si consideramos la
18 Rosa Sanz Serrano, “Las Migraciones bárbaras y la creación de los primeros reinos de occidente”, Editorial Síntesis, Madrid
54
contraparte del proceso colonizador -cosa que además hemos de hacer
para tener una visión completa del fenómeno que nos ocupa-, podremos
darnos cuenta que la presencia del lenguaje propio no es una condición
sine qua non para el desarrollo de una cultura acorde con la forma
propia de ser del pueblo que la impulsa. Tal es el caso de la cultura
hispánica, cuyo fundamento germánico desaparece en la versión oficial
de la historia, que asimila la cultura occidental, y especialmente la de la
Europa meridional, a lo grecolatino.
Sin embargo, aunque los visigodos, como élite minoritaria,
perdieron el uso de su lengua y adoptaron la de los pueblos mayoritarios
a cuyo gobierno se vieron abocados, ello no supuso una disminución en
su capacidad de darle su sello particular al proceso cultural a que dieron
origen. Para constatarlo bastaría observar la unidad cultural que
manifestaron tanto en arte -arquitectura por ejemplo-, como en la
institucionalidad monárquica desarrollada a la par que el resto de los
pueblos germánicos de Europa, fenómeno que conocemos bajo el
nombre de “feudalismo”.
En la última fase de la cultura occidental, para los “bárbaros” -que
esta vez no tienen los ojos azules- es perentorio reconocer
cualitativamente el momento en que nos encontramos dentro del
continuo fluir de los acontecimientos, tanto como emplearse en una
activa toma de conciencia acerca de la naturaleza de la propia identidad
y legado histórico, así como la de los grupos con ellos emparentados
que se han visto sujetos a prolongados procesos de colonización de la
inter e intra subjetividad.
Esta colonización cultural se hace evidente no sólo a partir de los
contenidos de los medios de comunicación, como los patrones estéticos
y cánones de belleza, sino, para dar tan sólo un ejemplo, en el uso
sostenido del vocablo “indio” en términos peyorativos.
55
Las disposiciones así manifestadas son realidades arcaicas difíciles
de modificar y yacen instaladas en nuestra sociedad de tal manera que
continúan reproduciéndose, siendo la educación formal un contexto
inmejorable para introducir modificaciones, pues es en este ámbito
donde se pueden integrar nuevos contenidos que varíen los
equipamientos cognitivos, que hasta ahora, tanto en el modo de
esquemas concientes como a manera de filtros inconcientes mantienen
la visión al uso.
Todo esto hace oportuna una reflexión inevitable, que se refiere a
la saturación de la “Historia” de conceptos que esconden una
ideologización que procura una lectura tendenciosa de los
acontecimientos interpretados.
Por supuesto, respecto de estos temas pasará un tiempo aún
antes que se produzca un cambio a nivel de instituciones educativas,
que yacen orientadas además en un sentido marcado por la cultura que
declina. Empero, cabe la responsabilidad de cada uno de los docentes
que se aplican en la educación, la transmisión menos automática de
visiones, y la previa reevaluación de contenidos.
Por otra parte, frente a los asuntos de la historia y el destino de
los pueblos, las actitudes meramente reivindicativas y la división
dialéctica y estigmatización de víctimas y villanos hacen bastante poco.
Más bien es necesaria una nueva actitud y voluntad de poder, que
reside en el restablecimiento de la identidad, como primer paso, tanto
como de los vínculos comunitarios que le son propios, en un segundo
paso; lazos familiares e interfamiliares fuertes, formas de vida colectiva
propias de los pueblos ancestrales, sin las cuales es más bien poco lo
que puede oponerse a los períodos de grandes perturbaciones que se
avecinan.
Considerando esto y otras cuestiones que tienen una magnitud
difícil de obviar, como el cambio climático, el consiguiente deshielo de al
56
menos uno de los polos, la posibilidad de que ello anticipe -por lo menos
para el hemisferio norte- un período de glaciación, mientras que traiga
un período prolongado de sequías al hemisferio sur; la disminución
progresiva de la biodiversidad, la transformación de nuestro entorno en
un lugar cada vez menos apto para la vida propia tanto como para la de
otras especies; en fin, todo ello plantea una necesidad de un serio
compromiso con la educación y la búsqueda urgente de nuevos
paradigmas, pues no podemos enterrar la cabeza como el avestruz,
simulando que nada pasa, y que vivimos en un período de gran
estabilidad y calma.
Justamente, ello pertenece a lo que Jünger llama “el campo de las
ilusiones ópticas”19 -alusión que haría oportuna la consideración de sus
planteamientos en torno a la moral burguesa, pero ello sobrepasaría las
dimensiones de este artículo-.
Lo que aquí cabe destacar es que vivimos en sociedades que
acusan un fuerte proceso de deterioro y erosiones en la sustancia misma
de sus fundamentos, pese al intento bienintencionado de muchos de
aplicar medidas paliativas; y ello no se puede ocultar con un vano
despliegue de medios tecnológicos, pues es el ser humano mismo que
está siendo socavado desde la base.
Frente a ese proceso, nos parece que no caben miradas
desesperanzadas; es ardua la lucha, y necesitamos hacer acopio de
medios, principalmente de aquellos de que se adolece en una época
19 “Sometidos como estamos a la fascinación de potentes ilusiones ópticas, nos hemos habituado a ver en el ser humano un simple grano de arena, si se lo compara con sus máquinas y con sus aparatos. Ahora bien, los aparatos son, y no dejarán de ser, decorados de teatro colocados por la imaginación inferior. El ser humano es quien ha fabricado tales decorados y él es quien puede desmontarlos o bien darles un sentido nuevo. Es posible hacer saltar las cadenas de la técnica; y quien puede hacerlo es la persona singular.”.
57
caracterizada por el nihilismo; de medios espirituales, cual fuentes
ocultas en medio de una travesía por un árido desierto.
En este sentido, nuestra vocación conciente por la docencia es una
actividad cuasi “misionera”, para desandar en la medida de lo posible,
en lo que se refiere a referentes conceptuales, el camino que nos ha
llevado a callejones sin salida.
Es, asimismo, un trabajo a largo plazo, sabiendo a la vez que el
tiempo apremia, pero que si se ha desestimado otras vías, es bajo el
entendimiento de que no habrá un cambio verdadero sin antes
transformarnos a nosotros mismos.
Las estructuras de pseudo poder que han sido instaladas para
mantener distraída a la muchedumbre, tienen su propia lógica, y no
están diseñadas para procurar transformaciones profundas que
beneficien genuinamente a la gente, sino que permiten apenas algunas
medidas efectistas que buscan congraciarse con las masas hipnotizadas
por la visión de las cosas propagada por los medios, dentro de una
aceptación tácita e incondicional del latrocinio establecido.
Cierto es que las problemáticas sociales e históricas a que nos
enfrentamos son complejas y multifacéticas. Entre todas ellas, en este
artículo nos hemos centrado en algunas claves, que pueden hacer las
veces de llaves que nos abran a nuevas e inexploradas percepciones que
nos lleven a su vez a un nuevo entendimiento.
Esas claves nos dejan básicamente dos aspectos de nuestras
representaciones históricas por revisar: el de la realidad antropológica
de la gente que de modo mayoritario ha conformado nuestra población y
su identidad, y el de la realidad constitutiva de la cultura hispánica;
acervo que caracterizaba a los representantes de un imperio europeo en
el momento histórico en el que se estaban afianzando una serie de
doctrinas, que pretendiendo la liberación del ser humano, no iban a ser
sino el sustrato legitimador de un nuevo orden emergente, tras el cual
58
iban a quedar ocultos tanto los elementos identitarios de los colonizados
como de los colonizadores, así como la verdadera naturaleza de los
procesos que a contar de entonces se irían gestando.
Santiago, mayo de 2011
Algunas referencias
Bibliográficas:
- Hombres y engranajes, de Ernesto Sábato
-Las venas abiertas de América Latina, de Eduardo Galeano
-La decadencia de occidente, de Oswald Spengler
-La emboscadura, de Ernst Jünger
59
La irracionalidad desde la perspectiva de lo racional en la Teoría de la Acción Comunitaria de Habermas
Jorge Ríos20 El presente ensayo trata sobre la teoría de la acción comunicativa de
Jürgen Habermas, específicamente lo que es la Irracionalidad respecto
de lo que dicha teoría supone como Racionalidad. El ensayo se divide en
tres partes, en la parte 1) veremos cómo es que Habermas en su teoría
ve el papel que juega la intersubjetividad que, como se apreciará, es
pilar fundamental de la misma y es la base teórica necesaria para
entender lo que nuestro autor propone como Racionalidad. Además, se
distinguirán los conceptos de ‘Mundo objetivo’ y ‘Mundo social’ los cuales
están imbricados con el papel que el lenguaje tiene en la teoría de la
acción comunicativa. En la parte 2) veremos qué es lo que Habermas
entiende por racionalidad respecto del lenguaje y su uso. También
veremos el rol que juegan para nuestro autor los argumentos en la
teoría de la acción comunicativa junto con la actitud crítica que debiese
20 Estudiante de Licenciatura en Educación en Filosofía, Usach. Actualmente reside en Puente Alto.
60
tener el público que evalúa los argumentos. Luego veremos el sentido
que la frase ‘Pretensión de validez’ tiene en la teoría, como también
haremos una exposición de cómo es que Habermas cataloga al
denominado ‘Mundo privado’, además de una explicación escueta de lo
que en la acción comunicativa es el ‘Mundo de la vida’. Por ultimo, en la
parte 3) haremos un análisis general de los temas vistos en las dos
anteriores partes del ensayo para así poder dilucidar cómo se
presentaría la Irracionalidad en la teoría de la acción comunicativa de
Habermas.
1) Comenzamos con exponer la visión que tiene Habermas respecto del
lenguaje, la cual sin duda tiene un sentido de perspectiva, esto es, que
no hay reglas Universales u Homogéneas para la elaboración de
lenguajes no-formales, ya que este responde a las necesidades
particulares de humanos en diferentes zonas geográficas, condiciones
climáticas, etnias, culturas, etc. Luego, ¿podemos decir que el lenguaje
tiene un inherente tinte de particularidad o subjetividad? Pues claro que
sí, y esto nos lo dice Habermas de la siguiente manera: Sólo hay
lenguajes que inventamos desde perspectivas. Y dependiendo de los
lenguajes teóricos que escojamos, obtendremos diferentes
descripciones, las cuales pueden referir, sin embargo, a las mismas
cosas21. Eso de que hayan diferentes descripciones que pueden referir a
las mismas cosas tiene que ver con el otro sentido del lenguaje que
Habermas nos quiere proponer, este sentido es el que se condice con la
posibilidad de que todo hablante puede contrastar o bien someter a
juicio de un tercero aquello que propone o enuncia respecto de algo en
el mundo; por tanto, ‘Cualquier hecho que yo enuncio de un objeto,
debe ser afirmado y, en su caso, justificado frente a otros que pueden
21 Habermas, J. ‘La ética del discurso y la cuestión de la verdad’ , (Patrick Savidan), Paidós Ibérica, Barcelona, (2003), P. 78
61
contradecirme.’22 Por consiguiente, tenemos la necesidad de referir a
objetos o hechos con la adecuada contrastación de la perspectiva de un
tercero, ya que así podemos verificar o refutar nuestra propuesta acerca
de determinado objeto o hecho enunciado por nosotros, pero aquello
referido, nos dice Habermas, y que queremos someter a crítica, es parte
de un mundo objetivo al cual tienen acceso todos los individuos de
determinada comunidad lingüística, dicha comunidad es el nexo
necesario para que podamos cumplir con la condición de contraste de
nuestros enunciados acerca de dicho mundo objetivo la cual, por
nuestra condición social, no podemos soslayar o superar:
La objetividad del mundo, esta objetividad que suponemos en el habla y
en la acción, está tan fuertemente imbricada con la intersubjetividad del
entendimiento sobre algo en el mundo que no podemos burlar ni ir más
allá de este nexo, es decir, no podemos escapar del horizonte de
nuestro mundo de la vida intersubjetivamente compartido, un horizonte
que se nos abre a través del lenguaje. Esto no excluye, sin embargo,
una comunicación que pueda superar los límites de los mundos de la
vida particulares.23
El mundo de la vida, a grandes rasgos, es aquella coordenada que
se establece intersubjetivamente en el mundo objetivo, en la cual los
sujetos, que se estén comunicando entre sí, pueden dar por asumidos
como válidos ciertos valores acerca del mundo mismo y las formas que
también son válidas para referirse a él, junto con esto existen en el acto
comunicativo ciertas reglas para que se de dicha validez o como la
llamaría Habermas pretensión de validez que cada sujeto tiene respecto
del mundo objetivo, estas reglas en la función expositiva del lenguaje
trascienden a las particularidades que no se atienen a la presuposición
22 Habermas, J. ‘Acción comunicativa y Razón sin Trascendencia’, (Pere Fabra Abat), Paidós Ibérica, Barcelona, (2002), P. 32 23 Ibídem, P. 44
62
del mencionado mundo objetivo: Las reglas concebidas para la función
expositiva del lenguaje posibilitan una referencia a objetos y estados de
cosas sobre cuya existencia no deciden las costumbres o hábitos locales,
sino el mundo mismo, el mundo supuesto como algo objetivo. Los
hablantes no pueden comunicar sobre algo en el mundo sin
<<Comunicar>> con ello, al mismo tiempo, el mundo objetivo
supuesto.24
De lo anterior podemos inferir que en la teoría de Habermas el
ámbito social es muy importante para poder entender el acto
comunicativo y lo ya mencionado acerca del mundo de la vida. Este
ámbito social está a la altura del mundo objetivo, por tanto nuestra
inferencia no es errónea debido a que, y como hemos dicho, todo
aquello que queramos enunciar acerca del mundo objetivo (que como
vimos Habermas lo presenta como una suposición en el acto
comunicativo) tiene que ser sometido a crítica para cobrar así cierta
validez, por tanto tengo que confrontarme con otros individuos o bien
con determinada comunidad lingüística a la que pertenezca o no. Luego,
tengo que considerar la socialización de mis enunciados acerca del
mundo objetivo en lo que Habermas llama mundo social, el cual
establece las normas y/o reglas que regulan la validez de las emisiones
de los individuos acerca del mundo objetivo junto con el adecuado
comportamiento de los mismos en el acto de dicha emisión: Así como el
sentido del mundo objetivo puede aclararse por referencia a la
existencia de estados de cosas, así también el sentido del mundo social
puede aclararse por referencia a la vigencia de normas.25 Entonces, si
los enunciados acerca del mundo objetivo de un sujeto son regulados
por otros respecto de su validez bajo ciertos criterios, ¿el mundo social
24 Ibídem, P. 90 25 Habermas, J. ‘Teoría de la Acción Comunicativa’, (Manuel Jiménez Redondo), Taurus, Bs. Aires, (1989), P. 128
63
tiene al respecto sus propias normas y/o regulaciones? ¡Claro que sí! Y
éstas se figuran de la siguiente manera: Los estados de cosas existentes
vienen representados por enunciados verdaderos, las normas vigentes
por oraciones universales de deber o por mandatos que en el círculo de
los destinatarios se consideran justificados.’26
Por otro lado, y teniendo ya en cuenta que el mundo social es de
suma importancia debido a que es donde se confrontan los enunciados
acerca del mundo objetivo y donde existen normas que como vimos
vienen representadas por oraciones universales de deber, en cuanto
comportamiento, podemos decir que independiente de esto cada quien
en particular tiene su propia perspectiva de las cosas, la que sin duda
puede salir a la palestra a modo de expresiones de evidente carácter
subjetivo, dicha caracterización obviamente no la hace el propio
individuo de las expresiones, sino el público o grupo humano que
somete a crítica las expresiones o emisiones que dicho individuo hace:
Un sujeto capaz de expresión no tiene o posee deseos o sentimientos en
el mismo sentido que un objeto observable extensión, peso, color y
propiedades parecidas. Un actor tiene deseos o sentimientos en el
sentido de que es dueño de manifestar estas vivencias ante un público
de modo que este público atribuya al agente como algo subjetivo esos
deseos y sentimientos manifestados, cuando se fía de sus emisiones
expresivas o manifestaciones expresivas.27 Luego, Habermas nos ilustra
que lo relativo el mundo subjetivo o bien el mundo personal de cada
individuo cobra cierta validez, pero sólo para el dueño o agente del
mismo, no así para los demás individuos que pertenecen a determinada
comunidad lingüística, ya que éstos, como vimos, son el público que se
encarga de categorizar todo aquello que provenga del mundo personal
de cada individuo como una emisión o manifestación subjetiva, por lo
26 Ídem. 27 Ibídem, P. 133
64
mismo nuestro autor nos dice: <<Todas mis>> vivencias son
subjetivamente ciertas; no requieren ser identificadas como datos
objetivos o como expectativas normativas (ni tampoco pueden serlo). El
<<mundo>> subjetivo se determina más bien de forma negativa como
el conjunto de todo aquello que ni aparece en el mundo objetivo ni tiene
validez (o encuentra reconocimiento intersubjetivo) en el mundo
social.28 Por tanto, el mundo objetivo junto con el mundo social tienen
cierta vinculación, esta vinculación esta dada por las coordenadas que
se establecen por parte de los individuos que confrontan enunciados
relativos al mundo, coordenadas en las que es donde corren las normas
válidas para todos, y que regulan el acto comunicativo entre individuos
facilitando así que haya un cause de argumentación adecuado o, si se
quiere prudente, en tanto contenido, o sea que se hable de algo que
todos puedan sopesar; y en tanto comportamiento, esto es, que hay un
trato respetuoso entre las partes al momento de la argumentación.
Este aspecto de unión entre el mundo objetivo y el mundo social
es lo que más arriba se lee como el mundo de la vida, mundo que tiene
un intrínseco carácter de intersubjetividad, el cual es uno de los pilares
de la teoría de Habermas, ya que este es el que nos explica cómo es
que se llega a consenso sobre una base que compete a todos, esto es, el
mundo objetivo y el mundo social. Dicha intersubjetividad, veremos más
adelante, está ligada en la teoría de Habermas al presupuesto de
Racionalidad, punto central del presente ensayo.
2) Continuamos con exponer lo que para Habermas es la Racionalidad
respecto del lenguaje y su uso:
28 Habermas, J. ‘Acción comunicativa y Razón sin Trascendencia’, (Pere Fabra Abat), Paidós Ibérica, Barcelona, (2002), P. 51
65
En las relaciones interpersonales entre sujetos capaces de lenguaje y de
acción, que <<Se toman la palabra>> y <<Se piden explicaciones>>
mutuamente, topamos con otro tipo de idealizaciones. En el trato
cooperativo con los otros, los sujetos deben suponerse recíprocamente
racionalidad, al menos hasta que se demuestre lo contrario. Bajo
circunstancias especiales puede resultar que la suposición sea
infundada.29 Luego, quienes pueden ser catalogados como ‘Racionales’
para Habermas, independiente de la suposición de racionalidad que
tiene cada una de las partes respecto de la otra, en la discusión o bien,
en el diálogo, tienen que cumplir con lo siguiente: Si buscamos sujetos
gramaticales que puedan completar la expresión predicativa
<<Racional>>, se ofrecen en principio dos candidatos. Más o menos
racionales pueden serlo las personas de saber*, y las manifestaciones
simbólicas, las acciones lingüísticas o no lingüísticas, comunicativas o no
comunicativas, que encarnan un saber.30
Por otra parte, diremos que siendo la racionalidad una suposición
que los sujetos tienen respecto de los demás en el momento de
contrastar enunciados y además los sujetos racionales son los que
disponen de saber (relativo al mundo), entonces el medio bajo el cual
los enunciados que se emiten en vistas de lo que Habermas llama
pretensión de validez, y que están hechos (tentativamente) para
transformarse en saber, son los argumentos: Los argumentos son los
medios con cuya ayuda puede obtenerse un reconocimiento
intersubjetivo para la pretensión de validez que el proponente plantea
29 Ibídem, P. 33 * Aquí Habermas asume que el saber o ‘Nuestro saber (como él mismo lo indica)’ tiene una estructura proposicional, es decir, que las opiniones pueden exponerse explícitamente en forma de enunciados. En: Habermas, J. ‘Teoría de la Acción Comunicativa’, (Manuel Jiménez Redondo), Taurus, Bs. Aires, (1989), P. 24 30 Habermas, J. ‘Teoría de la Acción Comunicativa’, (Manuel Jiménez Redondo), Taurus, Bs. Aires, (1989), P. 24
66
por de pronto de forma hipotética, y con lo que, por tanto, una opinión
puede transformarse en saber.31
La Pretensión de validez es aquello que guía a cada individuo en la
formulación de sus enunciados o bien, en su argumentación, la que en
principio está ligada a la racionalidad de cada individuo, es decir, a su
saber o grado de saber respecto del mundo. Nuestro autor nos dirá que:
Una argumentación contiene razones que están conectadas de forma
sistemática con la pretensión de validez de la manifestación o emisión
problematizadas. La fuerza de una argumentación se mide en un
contexto dado por la pertinencia de las razones.’32
Respecto a lo que veíamos en el punto 1) acerca del mundo
social, diremos que la argumentación como medio para que una opinión
llegue a ser un saber está también regulada por dicho mundo, ya que en
éste hay ciertas normas a seguir, las cuales se encargan de regular las
emisiones que un individuo hace respecto del mundo, por esto es que
cada individuo que somete a crítica sus opiniones lo hace bajo
determinadas normas y condiciones, las cuales siendo aceptadas
encausan a la argumentación, que este individuo hace, bajo el carácter
de racional en cuanto a la argumentación misma como también al
individuo que la emite, por consiguiente, quien está dispuesto a someter
sus opiniones u argumentaciones a crítica se está comportando
racionalmente, como también lo hace quien es crítico de las
argumentaciones de un tercero: A la susceptibilidad de fundamentación
de las emisiones o manifestaciones racionales responde, por parte de las
personas que se comportan racionalmente, la disponibilidad a exponerse
a la crítica y, en caso contrario, a participar formalmente en
argumentaciones.33
31 Ibídem, P. 47 32 Ibídem, P. 37 33 Ídem.
67
Ahora bien, más arriba mostramos que Habermas dice que la
fuerza de una argumentación se mide en un contexto dado por la
pertinencia de las razones, esto es, que cada argumentación debe ser
atinente al caso (lo cual excluye emisiones de carácter subjetivo, sino
que se aceptan sólo argumentos que refieran al mundo presupuesto
como objetivo), por lo mismo es que en una argumentación los
participantes quieren (bajo su pretensión de validez) convencer al otro
de la pertinencia de sus argumentos, y esto lo harán cumpliendo con las
normas establecida para ello y demostrando un saber relativo al mundo
que es pertinente. En consecuencia El carácter cooperativo que tiene en
las argumentaciones la pugna por el mejor argumento se explica por la
finalidad o la función que son constitutivas de este juego de lenguaje:
los participantes quieren convencerse recíprocamente. […]. La
aceptabilidad racional del enunciado correspondiente se fundamenta en
la fuerza de convicción del mejor argumento.34 Por tanto, es la fuerza de
convicción que posea nuestra argumentación la que permite que nuestra
pretensión de validez llegue a puerto ante la crítica de la comunidad
lingüística que evalúe nuestros argumentos. No obstante, hay que
recalcar que son los enunciados problemáticos y su potencial validez los
que nos interesa evaluar, ya que estos son los que nos incitan a la
actitud crítica debido a que enunciados redundantes con el sentido
común no necesitan ser cotejados críticamente porque no significarían
una verdadera y original opinión susceptible de ser un saber nuevo
respecto del mundo, no obstante, estos enunciados problemáticos deben
ser revisados no sólo en el momento en que se formulan, sino que
deberían ser también revisados posterior a su aceptabilidad o rechazo,
ya que podemos afirmar que no hay una única circunstancia epistémica
válida, ante esto Habermas nos dice: Lo convincente es aquello que
34 Ibídem, P. 54
68
podemos aceptar racionalmente. La aceptabilidad racional depende de
un procedimiento que no protege <<Nuestros>> argumentos frente a
nadie y frente a nada. El proceso de argumentación como tal debe
permanecer abierto a todas las objeciones relevantes y a todas las
correcciones y mejoras de las circunstancias epistémicas.35 De esto
sacamos que en la teoría de Habermas es importante tener una actitud
crítica ante los enunciados que refieren al mundo, en tanto éstos sean
un real aporte, y si es el caso que sean validados por determinada
comunidad Lingüística no hay que establecerlos como una verdad
apodíctica, sino que hay que revisarlos constantemente. Ahora bien,
respecto de los enunciados aceptados por Habermas, éstos deben ser
bien fundados, es decir, tienen que estar confrontados activamente en
argumentaciones, las que sin duda son la Ruleta (no en el sentido de
azar, sino que en el sentido de ir y venir de críticas y aceptaciones para
con nuestros enunciados acerca del mundo, o sea como un juego de
lenguaje, una dinámica) en la cual se juega nuestra pretensión de
validez, por tanto; Las afirmaciones fundadas y las acciones eficientes
son, sin duda, un signo de racionalidad, y a los sujetos capaces de
lenguaje y de acción que, en la medida de lo posible, no se equivocan
sobre los hechos ni sobre las relaciones fin/medio los llamamos, desde
luego, racionales.36
No hay que pensar que sólo quien enfrenta sus enunciados a la
crítica de terceros y es capaz de fundamentarlas al punto de que estos
sean validados por ser atinentes al contexto y referir al mundo
presupuesto como objetivo de manera convincente es entonces
susceptible de ser llamado ‘Racional’, sino que hay que tomar en cuenta
también el mundo social, el cual es el que impone las normas de 35 Habermas, J. ‘Acción comunicativa y Razón sin Trascendencia’, (Pere Fabra Abat), Paidós Ibérica, Barcelona, (2002), P. 47 36 Habermas, J. ‘Teoría de la Acción Comunicativa’, (Manuel Jiménez Redondo), Taurus, Bs. Aires, (1989), P. 33
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comportamiento de los sujetos activos en argumentaciones que
acaecen; En los contextos de comunicación no solamente llamamos
racional a quien hace una afirmación y es capaz de defenderlas frente a
un crítico, aduciendo las evidencias pertinentes, sino que también
llamamos racional a aquel que sirve una norma vigente y es capaz de
justificar su acción frente a un crítico interpretando una situación dada a
la luz de expectativas legítimas de comportamiento.37 Es necesaria
entonces la inclusión del mundo social en lo que respecta a la
caracterización de un individuo como racional en cuanto a su
comportamiento, más por seguir determinadas reglas propias del mundo
social como también las reglas que el propio lenguaje tiene; Sin
embargo, las reglas lingüísticas no deben asimilarse a <<Usos>> o
<<Costumbres>>, ya que todo lenguaje goza de cierta autonomía
frente al trasfondo cultural y las prácticas sociales de la comunidad
lingüística, esta autonomía se debe al intercambio que se produce entre
el saber lingüístico y el saber sobre el mundo.38 La mencionada
condición de autonomía del lenguaje no le es exclusiva, sino que todo
individuo goza de cierta autonomía la momento de emitir enunciados o
juicios respecto de las emisiones u opiniones de los otros, esto es, no
hay autoridad moral o fáctica que nos limite en ello (siempre y cuando
se considere que los juicios respecto de opiniones de otros son en el
marco de las reglas que el mundo social tiene), es decir, Ninguna
autoridad colectiva limita el ámbito individual de enjuiciamiento, nadie
mediatiza la competencia enjuiciadora de cada individuo.39 Esto tiene
que ver con que nadie condiciona o bien, nadie debería condicionar
nuestras pretensiones de validez respecto de nuestros propios
enunciados como también la de terceros, esto se puede ver en la teoría 37 Ídem. 38 Habermas, J. ‘Acción comunicativa y Razón sin Trascendencia’, (Pere Fabra Abat), Paidós Ibérica, Barcelona, (2002), P. 90 39 Ibídem, P. 98
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de Habermas en lo que propone como dos aspectos de la pretensión de
validez:
- Pretensiones ligadas al reconocimiento intersubjetivo: ‘…La autoridad
pública de un consenso logrado discursivamente bajo las condiciones del
<<Poder decir No>> no puede ser sustituida por la intelección privada
de cualquier individuo que crea saber más o mejor.’40
- Pretensiones incondicionadas que apuntan más allá de cualquier
consenso tácticamente logrado: ‘Lo que aquí y hoy se acepta como
racional puede acabar mostrándose como falso bajo unas condiciones
epistémicas mejores, ante otro público y frente a futuras objeciones.’41
Saliendo al escenario de crítica, todas las razones e informaciones
relevantes que resulten accesibles; puede haber justicia, dice Habermas,
en esta doble cara de las pretensiones de validez incondicionada: Con
esta ardua idealización la mente finita afronta la intuición trascendental
de que la objetividad tiene su fundamento irrebasable en la
intersubjetividad lingüística.42
Por tanto, el sujeto que es racional es quien es parte activa del
acto comunicativo entendiendo a este como la interacción de a lo menos
dos individuos capaces de lenguaje y de acción que entablan así una
relación interpersonal, es decir, que el concepto de acción comunicativa
es la presuposición de que el lenguaje es el medio por el cual los
hablantes y oyentes se entienden y refieren al mundo como un
horizonte, nos dirá Habermas, donde el mundo de la vida representa las
coordenadas donde el mundo objetivo, el mundo social y hasta el
40 Ibídem, P. 98-99 41 Ídem. 42 Ídem.
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mundo subjetivo pueden converger, posibilitando así la negociación de
enunciados u opiniones relativas a situaciones que pueden ser
compartidas intersubjetivamente. Entonces, la actividad del acto
comunicativo se da sobre la base de la intersubjetividad, la cual es pilar
fundamental de la teoría de nuestro autor, ya que ésta junto con la
suposición de racionalidad hace plausible el Debate de argumentos a
favor o en contra de determinada pretensión de validez. El debate es la
dinámica que Habermas ilustra de la siguiente manera: Los debates son
como lavadoras, que filtran lo que es racionalmente aceptable para todo
el mundo. Separan las creencias cuestionadas e inválidas de aquellas
que, por el momento, obtienen licencia para recuperar el estatus de
conocimiento no problemático.43
Por último, ante lo anterior y a lo que significa la aceptación de
los actos de habla, Habermas nos enuncia que: Entendemos un acto de
habla cuando sabemos qué lo hace aceptable, […]. Llamaremos
<<Aceptable>> a un acto de habla cuando cumple las condiciones*
necesarias para que un oyente pueda tomar postura con un sí frente a la
pretensión que a ese acto vincula el hablante.44
3) Ahora sí podemos pasar al tema del presente ensayo que
entendemos como la Irracionalidad vista desde la perspectiva de lo
racional en la teoría de Habermas. Siendo los lenguajes no-formales
perspectivas de mundo que tienen determinadas comunidades
lingüísticas desde diferentes zonas geográficas, condiciones climáticas,
43 Habermas, J. ‘La ética del discurso y la cuestión de la verdad’ , (Patrick Savidan), Paidós Ibérica, Barcelona, (2003), P. 84 * Estas condiciones no son en sentido unilateral, sino que son condiciones de reconocimiento intersubjetivo, las cuales establecen un acuerdo, en cuanto su contenido, sobre las obligaciones relevantes para una interacción posterior. En: Habermas, J. ‘Teoría de la Acción Comunicativa’, (Manuel Jiménez Redondo), Taurus, Bs. Aires, (1989), P. 382 44 Habermas, J. ‘Teoría de la Acción Comunicativa’, (Manuel Jiménez Redondo), Taurus, Bs. Aires, (1989), P. 382
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etc., podemos asegurar que una actitud irracional es la que pretende
totalizar y volver homogénea la forma en que los diferentes lenguajes
refieren al mundo, ya que como piensa Habermas, la contrastación de
los enunciados relativos al mundo implica que no hay forma de asegurar
que todo lo que se diga de éste (el mundo) en determinado lenguaje sea
válido a priori o invalido a priori, esto debido a que cada lenguaje
interpreta el mundo de cierta forma particular, además de incluir en esto
la postura que cada agente del lenguaje tiene ante lo que es el mundo,
por esto tenemos que pensar toda opinión relativa al mundo y
formulada en determinado lenguaje como falible, porque el mismo
lenguaje utilizado interpreta el mundo de determinada manera, por eso
no hay cabida a la racionalidad en la propuesta de un lenguaje universal
que excluye las diferencias lingüísticas. De lo anterior se sigue que la
postura a tomar es una actitud crítica en lo que significa la evaluación
de emisiones u opiniones relativas al mundo, ya que esto nos permite
saber qué es lo que tiene que decir cada tipo de perspectiva del mundo
y cotejándolas a todas o bien, a la mayoría, podremos saber qué es lo
común en ellas y de reconocimiento público o, en palabras de nuestro
autor, de reconocimiento intersubjetivo. Esta intersubjetividad no puede
ser fortalecida más que por una suposición recíproca de racionalidad
entre los agentes de determinada comunidad lingüística que confrontan
sus opiniones, por lo mismo es que la actitud Acrítica junto con una
parcelación y discriminación de opiniones sobre la base del prejuicio no
es digna de ser llamada racional, sino que irracional, ya que las
contrastaciones no deben detenerse ¡El mundo no se detiene! Lo que
hoy es cierto o válido puede no serlo mañana, de hecho hubo un
momento en que no era válido, sino que tuvo que venir a ser válido,
venir a someterse a crítica y evaluación por parte, insisto, de
determinada comunidad lingüística que se encarga de validar las
opiniones de sus agentes. La intersubjetividad es el medio por el cual
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existe la suposición de lo que Habermas llama el mundo objetivo, por
esto dicha objetividad compete a todos y cada uno de los agentes de
una comunidad lingüística los cuales, para comunicarse y actuar, se
rigen bajo ciertas normas que son puestas por el denominado mundo
social (aunque, como vimos, el lenguaje goza de cierta autonomía de lo
que acaece estrictamente en el mundo social). Es de la intersubjetividad
que se desprende lo expuesto en los anteriores puntos como mundo de
la vida, y que Habermas nos explica como las coordenadas donde
convergen los anteriores dos mundos mencionados. Luego, inferimos
que una actitud que pretenda ser objetiva, pero que excluye de la
misma lo relativo a la subjetividad compartida o bien, intersubjetividad
que entendemos tiene un eminente carácter tácito o consensual es una
actitud irracional.
Habermas nos dirá respecto de la irracionalidad que: Podemos
llamar irracional a las disculpas, a los Retrasos, a las intervenciones
quirúrgicas, a las declaraciones de guerra, a las reparaciones, a los
planes de construcción o las resoluciones tomadas en una reunión, pero
no al mal tiempo, a un accidente, a un premio de lotería o una
enfermedad.45 Lo anterior nos ilustra acerca de que todo aquello que en
principio puede ser colectivo, como la toma de decisiones en una
reunión, no signo de una actitud racional, ya que no compete a todos o
bien la mayoría de los agentes de determinada comunidad lingüística a
la que sin duda los participantes de dicha reunión pueden pertenecer, el
punto es que la decisión que tomen es particular y parcelada, no
compete a quién está leyendo el presente ensayo por ejemplo, aunque
la decisión tomada fuese abolir la lógica como herramienta para ordenar
el pensamiento, ya que para tomar dicha decisión se debería sopesar la
opinión de todos y cada uno de los agentes de la comunidad lingüística
45 Ibídem, P. 24
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que hace uso de la lógica, cantidad de individuos, que querrán suponer,
no es menor. Por otro lado, el premio de la lotería o un accidente no
pueden ser llamados irracionales (ni racionales) debido a su intrínsico
carácter azaroso, nadie puede determinar con exactitud cómo y cuándo
ellos vendrán a ser el caso, y si se pudiese esto no compete a toda la
comunidad de individuos capaces de lenguaje y acción, no refieren al
mundo como al supuesto objetivo.
Ahora bien, Habermas no dice que las argumentaciones son el
medio por el cual hay o pude haber un reconocimiento intersubjetivo de
pretensiones de validez, luego diremos que estas argumentaciones son
reguladas por reglas o normas propias del lenguaje y del mundo social
en cuanto comportamiento de las partes que argumentan en
determinado acto comunicativo, en son de entenderse y concordar en
qué es el mundo supuesto como objetivo y no así en qué es el mundo
del sujeto Λ o qué es el mundo del sujeto β, mundos que son
eminentemente subjetivos o personales, por lo mismo quien entra en un
acto comunicativo y refiere en su argumentación, con pretensión de
validez, a su mundo personal no es alguien que sea susceptible del
predicado ‘Racional’ sino que, diremos, es alguien que se comporta
irracionalmente, ya que no habría posibilidad de consenso en qué es lo
que realmente le pasa, siente, piensa, cree o quiere el sujeto Λ o el
sujeto β. Lo anterior está en directa relación con lo que Habermas dice
acerca del mundo privado y su utilización en situaciones públicas: Quién
en sus actitudes y valoraciones se comporta en términos tan privatistas
que no puede explicar sus reacciones ni hacerlas plausibles apelando a
estándares de valor, no se está comportando racionalmente.’46
Quien utiliza su mundo privado en Pro de su pretensión de validez
ante un público no es alguien racional, ya que en ello podemos decir se
46 Ibídem, P. 36
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produce una disonancia entre la pertinencia (que sin duda debe suponer
objetividad) y lo emitido por dicho individuo, incluso hay, ya de hecho,
disonancia entre el público y el emisor de subjetividades. Esto lo
podemos ilustrar con el ejemplo que sigue:
‘Un día Χ la señora Graciela (que por una malformación en una de
sus extremidades inferiores tiende a cojear) va a comprar al almacén de
Don Pancho (que por un accidente se le ha apagado la luz en uno de sus
ojos). Entra la señora Graciela al almacén y pregunta:
-Sra.Graciela: ¿Tiene ensalada de repollo?
-Don Pancho: Sí, claro aquí… Escoja.
-Sra. Graciela: ‘…y voh tuerto y la Ç@%$#3&*!!!’
Luego, la Sra. Graciela abandona súbitamente el almacén
murmurando entre dientes.’
El anterior ejemplo es una clara situación el la cual no hubo
pertinencia por parte de la Sra. Graciela, ya que ella no concordó con el
enunciado de Don Pancho acerca de un objeto del mundo objetivo, sino
que la Sra. Graciela apelando a su mundo personal y subjetivo
reatribuyo para sí la referencia que hizo Don Pancho, en vez de prestar
atención a lo que realmente Don Pancho quería señalar. Luego,
podemos decir que la Sra. Graciela se comportó irracionalmente porque
ella con la apelación a su mundo privado y con la consecuente falta de
respeto hacia Don Pancho, que podemos catalogar como una falta a las
normas de comportamiento en un acto comunicativo (relativas al mundo
social) entre individuos que se suponen recíprocamente racionalidad,
está obviando la intersubjetividad y por consiguiente prescindiendo del
supuesto del mundo como objetivo, por lo mismo es que ella por su
irracionalidad lleva a un fracaso el acto de habla con pretensión de
validez que se realizaba entre ella y Don Pancho, además de
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descontextualizarlo, suscitar el conflicto y la disonancia entre las partes
del acto comunicativo. La pretensión de validez de la Sra. Graciela está
fundada en su mundo particular lo cual, y como ya vimos, es condición
suficiente para caer, según la teoría de Habermas, en la irracionalidad,
ya que el mundo particular de la Sra. Graciela no es ni comprobable ni
refutable por ninguno de los agentes que comparten la comunidad
lingüística con nuestra ofuscada Sra. Graciela.
La falta a las normas de comportamiento establecidas tácitamente
por lo que Habermas llama mundo social (como la que vimos en el
ejemplo anterior) son actitudes irracionales, por otro lado las
disonancias son también susceptibles de irracionalidad siempre y cuando
éstas sean de orden lingüístico entre agentes de la misma comunidad
lingüística, ya que no podríamos atribuirle irracionalidad a quien sufre
problemas de percepción como sordera, ceguera u alteraciones
preceptúales como el daltonismo, debido a que estos son
particularidades y no son por ello pertinentes intersubjetivamente en lo
que respecta a todos los individuos capaces de acción y lenguaje.
Por tanto, quienes son irracionales son los que acometen faltas en
contra del principio de intersubjetividad que implica el acto comunicativo
en la teoría de Habermas, como también lo son aquellos que actúan y se
comunican bajo coacción, ya sea de terceros como de criterios
dogmáticos en lo que respecta a sus pretensiones de validez. Sólo la
intersubjetividad, la suposición de un mundo objetivo y la suposición de
racionalidad recíproca entre las partes son los que principios necesarios
para que se de o la racionalidad o la irracionalidad en la acción
comunicativa.
Santiago, junio de 2011
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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Jürgen Habermas, Teoría de la acción comunicativa, Traducción de Manuel Jiménez Redondo, Taurus, Bs. Aires, 1989 Jürgen Habermas, Acción comunicativa y Razón sin Trascendencia, Traducción de Pere Fabra Abat, Paidós Ibérica, Barcelona, 2002 Jürgen Habermas, La ética del discurso y la cuestión de la verdad, Traducción de Patrick Savidan, Paidós Ibérica, Barcelona, 2003
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EPÍLOGOEPÍLOGOEPÍLOGOEPÍLOGO Por Macarena CastilloPor Macarena CastilloPor Macarena CastilloPor Macarena Castillo
Pues nos olemos en el siguiente número…Pues nos olemos en el siguiente número…Pues nos olemos en el siguiente número…Pues nos olemos en el siguiente número… Agur. Agur. Agur. Agur.
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ÍNDICE DE OBRASÍNDICE DE OBRASÍNDICE DE OBRASÍNDICE DE OBRAS
INTRODUCCIÓN A HOMBRES Y ENGRANAJES 13 Ernesto SábatoErnesto SábatoErnesto SábatoErnesto Sábato
¿POR QUÉ FILOSOFÍA Y NO INGENIERÍA? 21 Julio CaroJulio CaroJulio CaroJulio Caro LO SORPRENDENTE DE UN ROSTRO NUEVO MÉTODO DE PENSAMIENTO 29 Ignacio CaIgnacio CaIgnacio CaIgnacio Carvachorvachorvachorvacho REFLEXIONES ATINGENTES 33 A UNA ACTUALIDAD CONFLICTIVA
Sergio PallaleoSergio PallaleoSergio PallaleoSergio Pallaleo
REPRESENTACIONES HISTÓRICAS 47 E IDENTIDAD Marcelo GonzálezMarcelo GonzálezMarcelo GonzálezMarcelo González La irracionalidad desde la perspectiva 59 de lo racional en la Teoría de la Acción Comunitaria de Habermas Jorge RíosJorge RíosJorge RíosJorge Ríos
80
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Editorial ER TUFO, Santiago, agosto de 2011