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Poesía del siglo XX Breve antología 1

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Page 1: Poesia Del Siglo XX Breve Antologia

Poesía del siglo XXBreve antología

Segundo semestre 2013Ismael Gavilán

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Constantino Kavafis1863-1933

Poeta griego nacido en Alejandría, Egipto, en 1863.A los siete años de edad, a raíz de la muerte de su padre quien había perdido una  inmensa fortuna, su madre se trasladó con la familia a Liverpool donde el poeta estudió hasta los dieciséis años, escribió sus primeros poemas, convirtió el inglés en su segunda lengua y se familiarizó con los escritos de Wilde, Shakespeare, Browning y otros escritores de la época. Es el poeta más importante de Grecia en el siglo XX,  y uno de los líricos más influyentes de la poesía moderna. Sus poemas son generalmente concisos, y van desde  íntimas evocaciones de figuras literarias y de ambientes referentes  a la cultura griega, hasta  el carácter moral,  los placeres sensuales, la homosexualidad y la nostalgia. Su obra, "Poemas canónicos",  sólo fue publicada después de su muerte, ocurrida en Alejandría en 1933 a la edad de setenta años.

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La ciudad

Dijiste: "Iré a otra ciudad, iré a otro mar. Otra ciudad ha de hallarse mejor que ésta. Todo esfuerzo mío es una condena escrita; y está mi corazón - como un cadáver - sepultado. Mi espíritu hasta cuándo permanecerá en este marasmo. Donde mis ojos vuelva, donde quiera que mire oscuras ruinas de mi vida veo aquí, donde tantos años pasé y destruí y perdí". 

Nuevas tierras no hallarás, no hallarás otros mares. La ciudad te seguirá. Vagarás por las mismas calles. Y en los mismos barrios te harás viejo y en estas mismas casas encanecerás. Siempre llegarás a esta ciudad. Para otro lugar -no esperes- no hay barco para ti, no hay camino.Así como tu vida la arruinaste aquí en este rincón pequeño, en toda tierra la destruiste.

Idus de marzo

Las grandezas teme, oh alma.Y si vencer tus ambicionesno puedes, con cautela y reservassíguelas. Y cuanto más adelante vayas,sé más observador, más cuidadoso.Y cuando a tu apogeo llegues, César ya;cuando tomes figura de hombre famoso,entonces cuida especialmente al salir a la calle,dominador insigne de séquito acompañado,si acierta a acercarse, desde la multitudalgún Artemidoro, que lleva una carta,y dice apresurado "Lee esto inmediatamente,son cosas importantes que te interesan",no dejes de detenerte; no dejes de postergarcualquier conversación o tarea; no dejes de apartara las variadas personas que te saludan y se prosternan ante ti(las puedes ver más tarde); que espere inclusoel Senado mismo, y conoce al instante

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los graves escritos de Artemidoro.Que el Dios abandonaba a Antonio

Cuando de repente, a medianoche, se escuche pasar una comparsa invisible con músicas maravillosas, con vocerío, tu suerte que ya declina, tus obras que fracasaron, los planes de tu vida que resultaron todos ilusiones, no llores inútilmente. Como preparado desde tiempo atrás, como valiente, di adiós a Alejandría que se aleja. Sobre todo no te engañes, no digas que fue un sueño, que se engañó tu oído: no aceptes tales vanas esperanzas. Como preparado desde tiempo atrás, como valiente, como te corresponde a ti que de tal ciudad fuiste digno, acércate resueltamente a la ventana, y escucha con emoción, mas no con los ruegos y lamentos de los cobardes, como último placer los sones, los maravillosos instrumentos del cortejo misterioso, y dile adiós, a la Alejandría que pierdes.

Itaca

Cuando emprendas tu viaje a Itacapide que el camino sea largo,lleno de aventuras, lleno de experiencias.No temas a los Lestrigones ni a los Cíclopes,ni al colérico Poseidón,seres tales jamás hallarás en tu camino,si tu pensar es elevado, si selectaes la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo.Ni a los Lestrigones ni a los Cíclopesni al salvaje Poseidón encontrarás,si no lo llevas dentro de tu alma,si no los yergue tu alma ante tí.

Pide que el camino sea largo.Que sean muchas las mañanas de veranoen que llegues -¡con qué placer y alegría!-a puertos antes nunca vistos.

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Detente en los emporios de Feniciay hazte con hermosas mercancías,nácar y coral, ámbar y ébanoy toda suerte de perfumes voluptuosos,cuantos más abundantes perfumes voluptuosos puedas.Ve a muchas ciudades egipciasa aprender de sus sabios.

Ten siempre a Itaca en tu pensamiento.Tu llegada allí es tu destino.Mas no apresures nunca el viaje.mejor que dure muchos añosy atracar, viejo ya, en la isla,enriquecido de cuanto ganaste en el caminosin aguardar a que Itaca te enriquezca.

Itaca te brindó tan hermoso viaje.Sin ella no habrías emprendido el camino.Pero no tiene ya nada que darte.Aunque la halles pobre, Itaca no te ha engañado.Así, sabio como te has vuelto, con tanta experiencia,entenderás ya qué significan las Itacas.

Recuerda cuerpo

Recuerda, cuerpo, no sólo cuánto se te amó,no solo los lechos donde estuviste echado,más también aquellos deseos que, por ti,en miradas brillaron claramentey en la voz se estremecieron –y que unobstáculo fortuito los frustró.Ahora que todo se halla en el pasado,parece casi que a los deseosaquellos te hubieras entregado –cómo brillaban,recuerda, en los ojos que te miraban;cómo en la voz por ti se estremecían,recuerda, cuerpo.

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Troyanos

Son los esfuerzos nuestros, de los desventurados,son los esfuerzos nuestros como los de los troyanos.Algo conseguimos; nos reponemosun poco; y empezamosa tener coraje y buenas esperanzas.Pero siempre algo surge y nos detiene.Aquiles en el foso enfrente a nosotrossale y con grandes voces nos espanta.-Son los esfuerzos nuestros como los de los troyanos.Creemos que con decisión y audaciacambiaremos la animosidad de la suerte,y nos quedamos afuera para combatir.Mas cuando sobreviene la gran crisis,nuestra audacia y decisión desaparecen;se turba nuestra alma, paralízase;y en torno de los muros corremosbuscando salvarnos con la fuga.Empero nuestra caída es cierta. Arriba,sobre las murallas, comenzó ya el lamento.Lloran sentimientos y recuerdos de nuestros días.Amargamente por nosotros Príamo y Hécuba lloran.

Esperando a los bárbaros

-¿Qué esperamos congregados en el foro?Es a los bárbaros que hoy llegan.

-¿Por qué esta inacción en el Senado? ¿Por qué están ahí sentados sin legislar los Senadores?Porque hoy llegarán los bárbaros.¿Qué leyes van a hacer los senadores?Ya legislarán, cuando lleguen, los bárbaros.

-¿Por qué nuestro emperador madrugó tantoy en su trono, a la puerta mayor de la ciudad,está sentado, solemne y ciñendo su corona?Porque hoy llegarán los bárbaros.Y el emperador espera para dar

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a su jefe la acogida. Incluso preparó,para entregárselo, un pergamino. En élmuchos títulos y dignidades hay escritos.

-¿Por qué nuestros dos cónsules y pretores salieronhoy con rojas togas bordadas;por qué llevan brazaletes con tantas amatistasy anillos engastados y esmeraldas rutilantes;por qué empuñan hoy preciosos báculosen plata y oro magníficamente cincelados?Porque hoy llegarán los bárbaros;y espectáculos así deslumbran a los bárbaros.

-¿Por qué no acuden, como siempre, los ilustres oradoresa echar sus discursos y decir sus cosas?Porque hoy llegarán los bárbaros y les fastidian la elocuencia y los discursos.

-¿Por qué empieza de pronto este desconciertoy confusión? (¡Qué graves se han vuelto los rostros!)¿Por qué calles y plazas aprisa se vacíany todos vuelven a casa compungidos?Porque se hizo de noche y los bárbaros no llegaron.Algunos han venido de las fronterasy contado que los bárbaros no existen.

¿Y qué va a ser de nosotros ahora sin bárbaros?Esta gente, al fin y al cabo, era una solución.

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Georg Trakl1887-1914

Poeta austriaco nacido en Salzburgo en 1887. Desde muy joven alternó el trabajo como farmaceuta con su afición por la literatura, fundando con varios amigos el grupo literario Apollo y escribiendo algunos poemas que fueron publicados en el prestigioso periódico "Neues Wiener Journal". En 1910 obtuvo el título de Magister der Pharmazie por la Universidad de Viena. Aunque su afición por el alcohol y el cloroformo le produjeron graves cambios de personalidad, su obra literaria, influenciada por autores como Rimbaud, Hölderlin y Novalis, osciló entre el expresionismo y el simbolismo, y se convirtió en  un gran legado para generaciones posteriores. Durante la primera guerra mundial participó en la batalla de Grodek, lo que le produjo una crisis nerviosa que le condujo al hospital psiquiátrico de Cracovia, donde se suicidó con una sobredosis de cocaína el 3 de noviembre de 1914.

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El otoño del solitario

Viene el oscuro otoño lleno de fruta y abundancia,destello amarillo de los hermosos días del verano.Un azul puro surge de ruinosos despojosy el vuelo de las aves suena con viejas leyendas.Han pisado la uva, el dulce silenciocolmado de suaves respuestas a enigmas oscuros.

Surcan aisladas cruces la desierta colinay en el bosque rojizo se pierde una manada.La nube vaga por el cristal del estanque;descansa el tranquilo ademán del campesino.Muy suave roza el ala azul del atardecerun tejado de paja seca, la negra tierra.

Pronto anidan estrellas en la cansada frente;en frescos cuartos retorna una respuesta quietay ángeles surgen sin ruido de los azulesojos de los amantes, que sufren tiernamente.Susurra el junco; un horror descarnado sobrevienecuando el negro rocío gotea de los sauces desnudos.

Salmo

Hay una luz que el viento ha extinguido.Hay una taberna que el borracho abandona al mediodía.Hay un viñedo, quemado y negro, con hoyos llenos de arañas.Hay una habitación cuyas paredes con leche se han blanqueado.El loco ha muerto. Hay una isla en los Mares del Surdispuesta para el Dios Sol. Siguen tocando los tambores.Los hombres ejecutan danzas de guerra.Las mujeres mecerán sus caderas en lianas y flores de fuegomientras cante el mar. Oh, nuestro paraíso perdido.Las ninfas han abandonado los bosques de oro.Han enterrado al desconocido. Una lluvia delgada comienza a (caer.El hijo de Pan surge bajo la forma de un campesinoque duerme al mediodía sobre el asfalto incandescente.

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Los vestiditos de las pequeñas de aquella granja son de una (pobreza desgarradora.Hay habitaciones llenas de cuerdas y sonatas.Hay sombras que se abrazan ante un espejo enceguecido.En las ventanas del hospital se calientan los convalecientes.Un barco de vapor lleva epidemias sangrientas por el canal.Una extraña hermana vuelve a aparecer en algún sueño maligno.Descansando en el follaje de avellana, ella juega con su destino.El estudiante, o tal vez un doble, la sigue, espiando desde la (ventana.Tras él se yergue su hermano muerto, o bien él desciende por la (vieja y tortuosa escalera.La figura de una joven novicia palidece en la oscuridad de los (castaños.Cae la tarde en el jardín. Los murciélagos revolotean en torno al (claustro.Los hijos del portero dejan de jugar y van en pos del oro del cielo.Los acordes finales de un cuarteto. Una pequeña ciegacorre temblando por el boulevard.Y más tarde, su sombra trepa por los muros fríos, oculta (entre cuentos y santas leyendas.

Hay una barca vacía, abriéndose paso por la tarde en el oscuro (canal.En la lobreguez del viejo asilo se desmoronan ruinas humanas.Unos huérfanos muertos yacen junto al muro del jardín.Ángeles con las alas manchadas de fango salen de grises (habitaciones.Caen gusanos desde sus párpados amarillentos.El atrio de la iglesia, oscuro y en silencio, como en los días de la (infancia.Vidas anteriores se deslizan por ahí con pies de platay las sombras de los malditos descienden a las aguas (quejumbrosas.Dentro de su tumba, el mago blanco juega con unas serpientes.

En silencio, se abren los dorados ojos de Dios sobre la morada de las calaveras.

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Canción de Kaspar Hauser

Amaba el sol que purpúreo bajaba la colina,los caminos del bosque, el negro pájaro cantory la alegría de lo verde.

Serio era su vivir a la sombra del árboly puro su rostro.Dios habló como una suave llama a su corazón:¡Hombre!

La ciudad halló su paso silencioso en el atardecer;pronunció la oscura queja de su boca:soñaba ser un jinete.

Pero le seguían animal y arbusto,la casa y el jardín de blancos hombresy su asesino lo asediaba.

Primavera y verano y el hermoso otoño del justo,su paso silenciosoante la alcoba sombría de los soñadores.De noche permanecía solo con su estrella.

Miró caer la nieve sobre el desnudo ramaje y la sombra del asesino en la penumbra del portal. Entonces rodó la cabeza plateada del aún no nacido.

Las ratas

En el patio de otoño blanca luce la luna.La soledad habita en vacías ventanas,y del tejado se desprende la penumbra.Entonces aparecen, misteriosas, las ratas.

Ellas van, ellas vuelven, emitiendo silbidos,un aroma de muerte que traen de las cloacas,y blanca tiembla sobre los horribles detritosla endeble luz de la luna, dibujando fantasmas.

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Ávidas chillan las ratas, grises demonios,asaltando repletos graneros, limpia casa,devoran trigo y fruta cual indómitos locos.En lo oscuro, los gélidos vientos lloran y cantan.

Sebastian en sueños    1

Madre llevaba al niño bajo la luna blanca,a la sombra del nogal, del antiguo saúco,ebria de jugo de adormidera, del lamento del tordo y en silencio,con piedad, quieto en la oscuridad de la ventana, sobre ellos un rostro barbudo se inclinaba; y los viejos enseres de los padres yacían derruidos, amor y ensueños otoñales.Oscuro, pues, el día del año, una infancia triste,cuando el niño bajó con suavidad hasta las frías aguas, peces plateados, paz y rostros;cuando pétreo se arrojó delante de caballos negros enfurecidos,su estrella vino a él en la noche grisácea.O cuando de la mano helada de la madreatravesó al atardecer el cementerio otoñal de San Pedro,un tierno cadáver yacía silencioso en la estancia sombríay alzó sus fríos párpados hacia él.Él era, sin embargo, un pajarillo en la rama desnuda;la campana tardía en el noviembre vespertino,el silencio del padre cuando, en sueños, bajó por la oscura escalera (de caracol.

2 Paz del alma. Solitario crepúsculo invernal,sombrías figuras de pastores junto al viejo estanque;un niñito en la choza de paja; ¡ oh, con qué suavidadse hundía su rostro en fiebre negra.Noche sagrada.O cuando de la dura mano del padresubía en silencio el lúgubre Calvario

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y en los nichos crepusculares de las rocasla figura azul del hombre cruzaba su leyenda,de la herida del costado manaba sangre purpúrea.Oh, con qué suavidad se erguía la cruz en el alma en sombra.Amor; cuando la nieve se derritió en los negros rincones,un céfiro azul se enredó alegremente en el viejo saúco,en la bóveda umbrosa del nogal;y al niño se le apareció con suavidad su ángel rosado.Alegría, cuando en las frescas estancias se escuchaba una sonata vespertinaen las pardas travesurasuna mariposa azul surgió de la plateada crisálida.Oh cercanía de la muerte. En el muro de piedrauna frente amarilla se inclinó, callado el niño,cuando en aquel marzo se pudrió la luna.

3 Rosada campana de Pascua en la bóveda sepulcral de la nochey las voces de plata de los astros,entre temblores de fiebre cayó de la frente del durmiente un oscuro delirio. Oh, qué tranquilo un paseo junto al río azul,volviendo a pensar en cosas olvidadas, cuando en las verdes ramasa un extranjero el torno llamaba hacia el ocaso.Oh, cuando cogido de la mano huesuda del ancianopasaba al anochecer junto a los muros derruidos de la ciudady él llevaba en un abrigo negro a un niño rosado,el espíritu del mal se aparecía a la sombra del nogal.A tientas por las verdes gradas del verano. Oh, con qué suavidadse hundía el jardín en la quietud parda del otoño,aroma y melancolía del viejo saúco,cuando a la sombra de Sebastian se apagó la voz argentina del ángel.  

Grodek

Por la tarde resuenan en los bosques otoñaleslas mortíferas armas, y en las llanuras áureasy en los lagos azules rueda el sol más oscuro.La noche abraza a los guerreros moribundos,irrumpe el lamento salvaje de sus bocas quebradas.Pero silenciosas en la pradera,

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rojas nubes que un dios airado habitaconvocan la sangre derramada, la frialdad lunar;y todos los caminos desembocan en negra podredumbre.Bajo el dorado ramaje de la noche y las estrellasvaga la sombra de la hermana por el bosque silenciososaludando las almas de los héroes,las cabezas sangrantes.Y en el bosque suenan las oscuras flautas del otoño.Oh, qué soberbio duelo, con altares de bronce;un terrible dolor nutre hoy la ardiente llama del espíritu,por los que no han nacido aún.

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T.S. Eliot1888-1965

Poeta, crítico y editor  nacido en St. Louis, Missouri, en septiembre 26 de 1880.Estudió hasta los once años en "Smith Academy" en St. Louis, y posteriormente en las prestigiosas universidades Harvard en USA, Sorbona en Francia y Oxford en Inglaterra.En 1914, alentado por el poeta Ezra Pound, publicó en Inglaterra su primer volumen de versos, "The Love Song of J.Alfred Prufrock", recibido con gran beneplácito por la crítica. En 1927 adquirió la ciudadanía británica y se convirtió a la religión anglicana. Su trabajo literario representado principalmente por las obras, "The Waste Land" en 1922, "Ash Wednesday" en 1930, "Old Possum’s Book of Practical Cats" en 1939,"Four Quartets" en 1943, "The Cocktail Party" en 1949, "The Confidential Clerk"  en 1954, y"Collected Poems" 1909-62, contribuyó a la gran innovación de la poesía en el siglo XX y lo hizo merecedor al Premio Nobel en 1948. Falleció en Londres en enero de 1965.

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La canción de amor de J. Alfred Prufrock

Vamos, tú y yo,a la hora en que la tarde se extiende sobre el cielocomo un paciente anestesiado sobre una mesa;vamos, a través de ciertas calles semisolitarias,refugios bulliciososde noches inquietas en hoteluchos de una nochey de mesones con el piso cubierto de aserrín y conchas de ostra,calles que acechan como un debate aburridode intención insidiosaque desemboca en un interrogante abrumador...Ay, no preguntes: «¿De qué me hablas?»Vamos más bien a realizar nuestra visita.

En el salón las señoras van y vienenhablando de Miguel Ángel.

La neblina amarilla que se rasca la espalda sobre las ventanas,el humo amarillo que frota el hocico sobre las ventanas,lamió con su lengua las esquinas del ocaso,se deslizó por la terraza, pegó un salto repentino,y viendo que era una tarde lánguida de octubre,dio una vuelta a la casa y se acostó a dormir.

Ya habrá tiempo. Ya lo habrá.Para el humo amarillo que se arrastra por las callesrascándose sobre las ventanas. Ya habrá tiempo. Ya lo habrá.Para preparar un rostro que afronte los rostros que enfrentamos.Ya habrá tiempo para matar, para crear, y tiempo para todas las obras y los días de nuestras manos que elevan las preguntas y las dejan caer sobre tu plato;tiempo para ti y tiempo para mí,tiempo bastante aun para mil indecisiones,y para mil visiones y otras tantas revisiones,antes de la hora de compartir el pan tostado y el té.

En el salón las señoras van y vienenhablando de Miguel Ángel.

Ya habrá tiempo. Ya lo habrá. 

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Para preguntarnos: ¿Me atreveré yo acaso? ¿Me atreveré? Tiempo para dar la vuelta y bajar por la escalinatacon una coronilla calva en medio de mi cabellera.Ellos dirán: «¡Ay, cómo el pelo se le está cayendo!»Mi sacoleva, el cuello que apoya firmemente mi barbilla,mi corbata, opulenta aunque modesta y bien asegurada por un sencillo prendedor.Ellos dirán: «¡Ay, cuán flacos tiene los brazos y las piernas!¿Me aventuro yo acaso a perturbar el universo? En un minuto hay tiempo suficientepara decisiones y revisiones que un minuto rectifica.Pues ya los he conocido, conocido a todos:conocido las tardes, las mañanas, los ocasos;he medido mi vida con cucharitas de café,conozco aquellas voces que fallecen en un salto mortalbajo la música que llega desde el rincón lejano del salónEntonces, ¿cómo he de presumir?

Pues he conocido ya los ojos, conocido a todos,los ojos que nos sellan en una mirada formuladaestando yo ya formulado, en un alfiler esparrancado;bien clavado retorciéndome sobre la pared.¿Cómo comenzar entoncesa escupir las colillas de mis costumbres y mis días?Entonces, ¿cómo he de presumir?Pues he conocido ya los brazos, conocido a todos,brazos de pulseras adornados, níveos y desnudos(mas al fulgor de la lámpara cubiertos de leve vello de oro).

¿Será el perfume de un vestidolo que me hace divagar así?Brazos sobre una mesa reclinados o envueltos en los pliegues de un chal.

Entonces ¿habré de presumir?¿Y cómo he de comenzar acaso?

Diré tal vez: he paseado por callejuelas al atardecery he visto el humo que sube de las pipasde hombres solitarios en mangas de camisa, reclinados sobre las ventanas.

Hubiera preferido ser un par de recias tenazas

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que corren en el silencio de oceánicas glorietas.¡Y la tarde, la incipiente noche, duerme sosegadamente!Acariciada por unos dedos largos,dormida, exhausta... o haciéndose la enfermasobre el suelo extendida, junto a ti, junto a mí.¿Tendré fuerza bastante después del té y los helados y las tortas,para forzar la culminación de nuestro instante?Aunque he gemido y he ayunado, he gemido y he rezado,aunque he visto mi cabeza (algo ya calva) portada en una fuente,yo no soy un profeta -y ello en realidad no importa demasiado-he visto mi grandeza titubear en un instante,he presenciado al Lacayo Eterno, con mi abrigo en sus manos, reírse con desprecio,y al fin de cuentas, sentí miedo.

Hubiera valido la pena, a fin de cuentas,después de las tazas, la mermelada, el té,entre las porcelanas, en medio de nuestra frívola conversación,hubiera valido la penamorder con sonrisas la materia,enrollar en una bola al universopara arrojarla hacia algún interrogante abrumador.Poder decir: «Soy Lázaro que regresa de la muertepara os revelarlo todo, y así lo voy a hacer»...Y si al poner en una almohada la cabeza, una dijera:«No. No fue esto lo que quise decir.No lo fue. De ningun modo».

Hubiera valido la pena, a fin de cuentas,sí hubiera valido la pena,después de los ocasos, los jardincillos, las callejuelas salpicadas,después de las novelas, de las tazas de té y de las faldas que se arrastran por el suelo.

¿Después de todo esto y algo más?Me es imposible decir justamente lo que siento.Mas como linterna mágica que proyecta diseños de nervios sobre la pantalla,hubiera valido la pena, si al colocar un almohadón o arrancar una bufanda,volviendo la mirada a la ventana, una hubiese confesado:«No. No fue esto lo que quise decir.No lo fue. De ninguna manera».

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No. No soy el príncipe Hamlet. Ni he debido serlo;más bien uno de sus cortesanos, alguien capazde integrar un cortejo, dar comienzo a un par de escenas,asesorar al príncipe; en síntesis, fácil instrumento,deferente, presto siempre a servir,político, cauto y meticuloso.A veces, en realidad, casi ridículo.A veces un bufón.

Envejezco…envejezcoLuciré el pantalón con la manga al revés.

¿Me peinaré hacia atrás? ¿Me arriesgo a comer melocotones?Me pondré pantalones de franela blancay me iré a pasear a lo largo de la playa.

He oído allí cómo entre ellas se cantan las sirenas.Mas no creo que me vayan a cantar a mí.Las he visto nadando mar adentro sobre las crestas de la marejada,peinando las cabelleras níveas que va formando el oleajecuando de blanco y negro el viento encrespa el océano.Nos hemos demorado demasiado en las cámaras del mar,junto a ondinas adornadas con algaseojas y castañas,hasta que voces humanas nos despiertan, y perecemos ahogados.

La tierra baldía

                                                A Ezra Pound il miglior fabbro.

1. El entierro de los muertos

Abril es el mes más cruel: engendralilas de la tierra muerta, mezclarecuerdos y anhelos, despiertainertes raíces con lluvias primaverales.El invierno nos mantuvo cálidos, cubriendola tierra con nieve olvidadiza, nutriendouna pequeña vida con tubérculos secos.Nos sorprendió el verano, se precipitó sobre el Starnbersee

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con un chubasco, nos detuvimos bajo los pórticos,y luego, bajo el sol, seguimos dentro de Hofgarten,y tomamos café y charlamos durante una hora.                Bin gar keine Russin, stamm' aus Litauen,                 echt deutsch.Y cuando éramos niños, de visita en casa del archiduque,mi primo, él me sacó en trineo.Y yo tenía miedo. Él me dijo: Marie,Marie, agárrate fuerte. Y cuesta abajo nos lanzamos.Uno se siente libre, allí en las montañas.Leo, casi toda la noche, y en invierno me marcho al Sur.

¿Cuáles son las raíces que arraigan, qué ramas crecenen estos pétreos desperdicios? Oh hijo del hombre,no puedes decirlo ni adivinarlo; tú sólo conocesun montón de imágenes rotas, donde el sol bate,y el árbol muerto no cobija, el grillo no consuelay la piedra seca no da agua rumorosa. Sólohay sombra bajo esta roca roja(ven a cobijarte bajo la sombra de esta roca roja),y te enseñaré algo que no esni la sombra tuya que te sigue por la mañanani tu sombra que al atardecer sale a tu encuentro;te mostraré el miedo en un puñado de polvo.

                     Frisch weht der Wind                    Der Heimat zu                    Mein Irisch Kind,                    Wo weilest du?

"Hace un año me diste jacintos por primera vez;me llamaron la muchacha de los jacintos".-Pero cuando regresamos, tarde, del jardín de los jacintos,llevando, tú, brazados de flores y el pelo húmedo, no pude hablar, mis ojos se empañaron, no estabani vivo ni muerto, y no sabía nada,mirando el silencio dentro del corazón de la luz.                                                  Oed'und leer das Meer.

Madame Sosostris, famosa pitonisa,tenía un mal catarro, aun cuandose la considera como la mujer más sabia de Europa,

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con un pérfido mazo de naipes. Ahí -dijo ella-está su naipe, el Marinero Fenicio que se ahogó,(estas perlas fueron sus ojos. ¡Mira!)aquí está la Belladonna, la Dama de las Rocas,la dama de las peripecias.Aquí está el hombre de los tres bastos, y aquí la Rueda,y aquí el comerciante tuerto, y este naipeen blanco es algo que lleva sobre la espalday que no puedo ver. No encuentroel Ahorcado. Temed la muerte por agua.Veo una muchedumbre girar en círculo.Gracias. Cuando vea a la señora Equitone,dígale que yo misma le llevaré el horóscopo:¡una tiene que andar con cuidado en estos días!

Ciudad irreal,bajo la parda niebla del amanecer invernal,una muchedumbre fluía sobre el puente de Londres, ¡eran tantos!Nunca hubiera yo creído que la muerte se llevara a tantos.Exhalaban cortos y rápidos suspirosy cada hombre clavaba su mirada delante de sus pies.Cuesta arriba y después calle King William abajo,hacia donde Santa María Woolnoth cuenta las horascon un repique sordo al final de la novena campanada.Allí encontré un conocido y le detuve gritando: ¡Stetson!¡tú que estuviste contigo en los barcos de Mylae!¿Aquel cadáver que plantaste el año pasado en tu jardín,ha empezado a germinar? ¿Florecerá este año?¿No turba su lecho la súbita escarcha?¡Oh, saca de allí al Perro, que es amigo de los hombres,pues si no lo desenterrará de nuevo con sus uñas!Tú, hypocrite lecteur! -mon semblable -mon frère!"

2. Una partida de ajedrez

La silla en que estaba sentada, como un bruñido trono,se reflejaba en el mármol, donde el espejode soportes labrados con pámpanos y racimosentre los cuales un Cupido dorado se asomaba(otro ocultaba sus ojos bajo el ala)copiaba las llamas de los candelabros de siete brazosque arrojaban su luz sobre la mesa mientras

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el brillo de sus joyas, desbordando profusamentede los estuches de raso, subió a su encuentro.En redomas de marfil y cristal policromo,destapadas, acechaban sus raros perfumes sintéticos,ungüentos, en polvo o líquidos -turbando, confundiendoy ahogando los sentidos en olor; agitados por el aire fresco que soplaba de la ventana, ascendían,alimentando las alargadas llamas de las velas,proyectando sus humos sobre los laquearios, animando los diseños del artesonado techo.Enormes leños arrojados por el mar, patinados de cobre, ardían verdes y anaranjados, en su marco de piedra policroma,y en su luz mortecina nadaba un delfín tallado. Sobre la repisa de la chimenea -ventana abierta a una escena silvestre- estaba representadala Metamorfosis de Filomela, tan rudamente forzadapor el bárbaro rey; pero aún allí el ruiseñorllenaba todo el desierto con inviolable vozy todavía ella lloraba, y aún el mundo persigue"Tiu Tiu" a oídos sucios.Y otros tocones marchitos de tiempo se alzaban en los muros, donde figuras de ojo abiertosse inclinaban, imponiendo silencio a la estancia. Se oyeron pasos en a escalera. Al resplandor del fuego, bajo el cepillo, sus cabellosse cruzaron en puntos ígneos, brillaron en palabras y se aquietaron salvajemente. 

"Estoy nerviosa esta noche. Muy nerviosa. Quédate conmigo.Háblame. ¿Por qué nunca hablas? Habla.¿En qué piensas? ¿Qué piensas? ¿Qué?Nunca sé en qué piensas: Piensas."

Creo que nos hallamos en la calleja de las ratas donde los muertos perdieron sus huesos.

"¿Qué ruido es ese?"                      El viento bajo la puerta. "¿Qué ruido es ese ahora? ¿Qué hace el viento?"Nada, como siempre. Nada. 

"¿No sabes nada? ¿No ves nada? ¿Note acuerdas

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de nada?"

Recuerdoque esas perlas fueron sus ojos. ¿Estás viva o no? ¿No hay nada en tu cabeza?                                                                      PeroO O O O ese aire Shakespeareriano:es tan elegantetan inteligente.

¿Qué haré ahora? ¿Qué haré?¿Salir tal como estoy y andar por la calleasí sin peinar? ¿Qué haremos mañana?¿Qué haremos siempre?'                                Agua caliente a las diez.Y si llueve, un coche cerrado a las cuatro.Y jugaremos una partida de ajedrez,apretando nuestros ojos sin párpados, esperando que llamen a la puerta.

Cuando licenciaron al marido de Lil, yo dije y no pesé mis palabras, lo dije sin ambages,DENSE PRISA POR FAVOR YA ES HORAAhora Alberto va a regresar, procura lucir mejor.Él querrá saber qué hiciste con el dinero que te diopara arreglarte los dientes. Te lo dio, yo estaba allí:que te los extraigan todos, Lil, y que te pongan una buena dentadura,dijo él, juro que no puedo soportar mirarte.Y yo tampoco, dije yo; piensa en el pobre Alberto,que ha estado en el ejército durante cuatro años, quiere divertirse, y si no lo hace contigo, ya encontrara otras, dije yo.Entonces ya sé a quién agradecérselo, dijo ella, mirándome fijamente.DENSE PRISA POR FAVOR YA ES HORA Si esto no te gusta, lo mismo da, dije yo. Otras se aprovecharán si tú no puedes.Pero si Alberto se marcha, no podrás decir que no te han avisado.Deberías avergonzarte, dije, de parecer tan vieja(y no tiene más que treinta y un años)no es culpa mía, dijo, poniendo cara triste.Son esas píldoras que tomé para abortar, dijo.(Ha tenido cinco ya, y casi se muere en el parto de Jorge.)El boticario me dijo que no sería nada, pero nunca he vuelto a ser la misma.Eres una tonta, dije yo.Bueno, si Alberto no te suelta, no puedes quejarte, dije.

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¿Por qué te casaste si no te gustan los niños?

DENSE PRISA POR FAVOR YA ES HORABueno, aquel domingo Alberto estaba en casa, tenían jamón, me invitaron a cenar para que saboreara el jamón caliente.DENSE PRISA POR FAVOR YA ES HORADENSE PRISA POR FAVOR YA ES HORABuenas noches, Bill. Buenas noches, Lou. Buenas noches,May. Buenas noches.Adiós, adiós. Buenas noches. Buenas noches. Buenas noches, señoras, buenas noches, adorables señoras,buenas noches, buenas noches.

3. El sermón del fuego

El dosel del río se ha roto: los últimos dedos de las hojasse aferran y se sumen en la húmeda ribera. El vientocruza, silenciosamente, la tierra parda. Las ninfas se han marchado.Dulce Támesis, discurre plácidamente, hasta que termine mi canción. El río no arrastra botellas vacías, papeles de sandwiches, pañuelos de seda, cajas de cartón, colillasy otros testimonios de noches de estío. Las ninfas se han marchado.Y sus amigos, los indolentes herederos de los potentados-se han marchado sin dejar sus direcciones.A orillas del Leman me senté a llorar...Dulce Támesis, discurre plácidamente, hasta que termine mi canción.Dulce Támesis, discurre plácidamente, pues no hablaré alto ni extenso.Pero detrás de mí, en una fría ráfaga, oigomatraqueos de huesos y risas descarnadas.

Un ratón se deslizó blandamente entre los hierbajosarrastrando su viscoso vientre por la orillamientras yo pescaba en el sombrío canalen una tarde de invierno detrás del gasómetromeditando sobre el naufragio de mi hermano reyy sobre la muerte anterior de mi padre rey.Cuerpos blancos, cuerpos desnudos sobre la baja tierra húmeday huesos arrojados en una guardilla baja y seca,rozados sólo por la pata del ratón, año tras año.Pero a mi espalda de vez en cuando oigoun estrépito de bocinas y motores, que llevarán

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a Sweeney en la primavera a casa de la señora Porteroh, la luna brillaba sobre la señora Portery sobre su hijaambas se lavan los pies con agua gaseosaet O ces voix d'enfants, chantant dans la coupole!

Tuit tuit tuityag yag yag yag yag yagtan rudamente forzadaTereo.

Ciudad Irrealbajo la parda niebla de un mediodía de inviernoel señor Eugenides, comerciante de Esmirnasin afeitar, con un bolsillo lleno de pasasC.i.f. Londres: documentos a la vista,me invitó en francés demóticoa almorzar en el Hotel Cannon Streety luego a pasar el fin de semana en el Metropole.

A la hora violeta, cuando los ojos y la espaldase alzan del escritorio, cuando el motor humano esperacomo un taxímetro espera palpitando,yo, Tiresias, aunque ciego, palpitando entre dos vidas,viejo con arrugados senos de mujer, puedo vera la hora violeta, esa hora del atardecer que nos empujahacia el hogar y envía del mar a casa al marinero,la mecanógrafa, ya en casa a la hora del té, levanta lamesa del desayuno, enciendesu estufa y prepara su comida de conservas.Colgadas fuera de la ventana están puestas a secarsus combinaciones acariciadas por los postreros rayos del sol,sobre el diván (que por la noche le sirve de cama)hay apilados medias, zapatillas, camisas y sostenes.Yo, Tiresias, un viejo de tetas arrugadasvi la escena, y predije el resto-yo también esperaba al huésped previsto.Él, un joven carbuncular, llega,es un empleadillo cualquiera, de mirada atrevida,uno de esos sujetos cuyo empaque le sientacomo una chistera sobre un millionario de Bradford.El momento es propicio, como él esperaba,La cena ha terminado, ella está aburrida y cansada,

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él trata de excitarla con cariciasque aun cuando son irreprochables, no son deseadas.Sonrojado y decidido, él empieza el asalto;sus manos exploradoras no encuentran resistencia;su vanidad no necesita respuesta,y hasta acoge bien su indiferencia.(Y yo, Tiresias, preví, sufriendo,todo lo que ocurrió en este mismo diván o cama;yo, que estuve sentado bajo los muros de Tebasy anduve por el infierno de los muertos.)Él le otorga un final beso protector,y baja a tientas por la oscura escalera...

Ella se vuelve y se mira un momento en el espejo,sin advertir que su amante ya no está;su cerebro formula un vago pensamiento:«Bueno, el asunto terminó ya, y me alegro que así sea».Cuando una mujer adorable comete tales locurasy luego vuelve a pasearse sola por su cuarto,se alisa el pelo con mano automáticay pone un disco en el gramófono.

«Esta música se deslizó junto a mí sobre las olas»y a lo largo del Strand, calle Reina Victoria arribaoh Ciudad Ciudad, a veces puedo escucharcerca de un bar de la calle Lower Thames,el agradable lamento de una mandolinay la bulla y la charla que sale del interiordonde los vendedores de pescado huelgan al mediodía:donde los muros de Magnus Mártir conservanun inefable esplendor de jónica blancura y oro.

          El río suda          aceite y brea          las barcazas derivan          con la cambiante marea          velas rojas          anchas          a sotavento, oscilan en los mástiles          las barcazas hunden          leños flotantes          al sur de Greenwich          más allá de la Isla de los Perros

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                            Weialala leia                            Wallala leialala

Elizabeth y Leicesterremandola proa eraun casco doradorojo y ororizó ambas orillasel viento del sudoestecargó agua abajoel son de las campanastorres blancas                      Weialala leia                      Wallala leialala.

«Tranvías y polvorientos árboles.Highbury me hizo. Richmond y Kewme deshicieron. Cerca de Richmond levanté las rodillasacostada en el fondo de una angosta canoa.»

«Mis pies están en Moorgate y mi corazónbajo mis pies. Después de lo ocurridoél lloró. Me prometió "empezar de nuevo"No contesté nada. ¿Para qué guardarle rencor?»

«En la playa de Margateno puedo relacionarnada con nada.Las uñas rotas de manos sucias.Mi gente, humilde gente que no esperanada.»               la   la.

Y entonces me marché a Cartago

Quemando quemando quemando quemando

Oh, Señor, Tú me arrancasOh, Señor, Tú arrancasquemando.

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4. Muerte por agua

Flebas, el Fenicio, que murió hace quince días,olvidó el chillido de las gaviotas y el hondo mar henchidoy las ganancias y las pérdidas.                               Una corriente submarinarecogió sus huesos susurrando. Cayendo y levantándoseremontó hasta los días de su juventudy entró en el remolino.                               Pagano o judíooh, tú, que das vuelta al timón y miras a barlovento,piensa en Flebas, que otrora fue bello y tan alto como tú.

5. Lo que dijo el trueno

Después de la roja luz de las antorchas sobre rostros sudorosos,después del gélido silencio en los jardinesdespués de la agonía en lugares pétreosy el griterío y el lloroy prisión y palacio y reverberaciónde trueno primaveral sobre lejanos montesaquel que estaba vivo ahora está muertonosotros que vivíamos ahora estamos muriendocon un poco de paciencia.

Aquí no hay agua, sólo roca,roca y no agua, el camino arenosoel camino serpentea entre las montañasque son montañas rocosas sin aguasi hubiese agua nos detendríamos a beberentre las rocas uno no puede detenerse y pensarel sudor es seco y los pies se hunden en la arenasi por lo menos hubiera agua entre las rocasmuerta montaña boca de dientes cariados que no puede escupiraquí no puede uno ni pararse ni acostarse ni sentarseni siquiera hay silencio en las montañassino el seco trueno estéril sin lluviani siquiera hay soledad en las montañassino adustos rostros rojos que escarnecen y rezonganen los umbrales de casas de fango hendido.

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Si hubiese aguay no rocassi hubiese rocasy también aguay aguaun manantialuna hoya entre las rocassi sólo se oyera rumor de aguano la cigarrani la hierba seca cantandosino rumor de agua sobre una rocaallí donde el zorzal canta entre los pinosdrip drop drip drop drop drop droppero no hay agua

¿Quién es ese tercero que camina siempre a tu lado?cuando cuento, sólo somos dos, tú y yo, juntospero cuando miro delante de mí sobre el blanco caminosiempre hay otro que marcha a tu ladodeslizándose envuelto en una capa parda, encapuchadono sé si es un hombre o una mujer-¿pero quién es ése que va a tu lado?

Qué sonido es ése que se oye en la alturamurmullo de lamento maternalqué hordas encapuchadas son ésas que hormigueanPor las llanuras infinitas, tropezando en las grietasde una tierra limitada por el raso horizontequé ciudad es ésa sobre las montañaschasquidos y reformas y llamas en el aire violetatorres que se derrumbanJerusalén Atenas AlejandríaViena Londresirreales.

Una mujer se soltó la larga cabellera negray suscitó una susurrante música con esas cuerdasy murciélagos de rostros infantiles silbabanen la luz violeta, y batían sus alasy con cabeza hacia abajo se deslizaron por el negro muroy de volteadas torres en el airecaía un redoblar de campanas reminiscentes, que daban la horay se oían cantos dentro de cisternas vacías y agotados pozos.

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En esta arruinada cavidad en medio de las montañasbajo la mortecina claridad de la luna la hierba cantasobre las desplomadas tumbas alrededor de la capillaallí esta la desierta capilla donde sólo habita el viento.No tiene ventanas y la puerta se balancea,los huesos secos a nadie pueden dañar.Sólo un gallo se alzaba en la cumbreraco co rico co co ricoa la claridad de un relámpago. Luego vino una racha húmedatrayendo lluvia.

Ganga estaba hundido y las hojas frágilesesperaban la lluvia, mientras las negras nubesse amontonaban a lo lejos, sobre el Himavant.La selva se agachó, se encorvó en silencio.Entonces habló el truenoDADatta: ¿qué hemos dado?Amigo mío, la sangre que sacude mi corazónla espantosa audacia de un momento de debilidadque un siglo de prudencia no puede borrarpor eso y eso sólo es por lo que hemos existidoy ello no se hallará registrado en nuestros obituariosni en los recuerdos que cubre la benéfica arañani bajo los sellos que rompe el flaco notarioen nuestros vacíos aposentosDADayadhwam: he oído la llavevoltear en la cerradura una vez y sólo una vezpensamos en la llave, cada cual en su prisiónpensando en la llave, cada cual confirma una prisiónpero al anochecer, etéreos rumoresreaniman por un momento a un Coriolano rotoDADamyata: el barco obedecióalegremente a la mano hábil para la vela y el remoel mar estaba tranquilo, tu corazón podía haber respondidoalegremente a la invitación, palpitando obedientea las diestras manos.

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Me senté en la orillaa pescar, con la árida llanura a mi espalda¿Pondré por lo menos orden en mis tierras?El Puente de Londres está cayendo cayendo cayendoPoi s'ascose nel foco che gli affinaQuando fiam uti chelidon -Oh, golondrina, golondrinaLe Prince d'Aquitaine à la tour abolieEstos fragmentos han sostenido mis ruinasWhy then Ile fit you. Hieronymo's mad againe.Datta. Dayadhwam. Damyata.             Shantih shantih shantih.

De Cuatro Cuartetos

East Coker                                    I En un principio está mi fin. Las casasse suceden: se levantan y caen,se derrumban, se amplían y trasladan,se destruyen, se restauran, ocupasu lugar el campo abierto, una fábrica,el camino. Vieja piedra al edificionuevo, leña vieja a los nuevos fuegos,fuegos de antaño a la cenizay las cenizas a la tierra, carneya, pelo y excremento, hueso de hombrey bestia, hoja y tallo de maíz.Las casas viven, mueren: hay un tiempopara edificar y para la viday la generación y un tiempopara  que el viento rompa el vidrio suelto,sacuda el zócalo por donde trotael ratón y el tapizdonde tejieron callada leyenda. En mi principio está mi fin. Desciendeahora la luz sobre el campo abiertoy deja el hondo sendero encerrado

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por la enramada en la tarde oscura,donde te reclinas sobre un taludpara dejar paso a un furgón e insisteel camino en la dirección del pueblo,por el calor eléctrico hipnotizado.En la cálida neblina la luzes absorbida por la piedra gris,no refractada. Duermen las daliasen el silencio vacío. Esperaa la lechuza temprana.                      En ese campo abierto,si no te acercas demasiado, si no te acercasdemasiado  se puede a medianocheen verano oír la música, débilflauta y tamboril, y verles bailaren torno a la hoguera, la asociacióndel hombre y la mujer en danza que indicamatrimonio: honroso sacramentoy oportuno. Dos y dos, necesariaunión en la que tómanse del brazoo de la mano el uno al otroy con ello significan concordia.Giran, giran alrededor del fuegosaltando las llamas, formando corroscon rústica severidad y rústicoalborozo, alzando pesados piesen grosero calzado, pies de tierra,pies de arcilla en campestre regocijoalzados, el regocijo de quienesdesde hace mucho alimentan el trigobajo tierra. A compás, al ritmoen la danza como en sus vidas siguenel ritmo de las estaciones vivas,el tiempo d las estacionesy el de las constelaciones, el tiempode ordeñar y el de cosechar, el tiempodel acoplamiento de hombre y mujery el de las bestias. Se alzan los piesy caen. Comen, beben. Muerte y estiércol. 

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Despunta el alba y se dispone un díamás al calor y al silencio. Al albael viento en alta mar ondeay se desliza. Aquí estoy, o allá,o en cualquier otra parte. En mi principio.

                           II ¿Qué hace el noviembre tardíocon el revuelo de la primaveray con las criaturas del estío,las campanillas blancasaplastadas por los pies, la altaneramalva, roja, gris, y caída al fin,coronado el rosal tardíode nieve prematura?Arrastrados por los astros rodantes,fíngense los truenos carros triunfalesdesplegados en guerras consteladas;contra el Sol lucha el Escorpiónhasta ponerse Luna y Sol,los cometas lloran, y vuelana la caza del cielo y las llanuraslos meteoros, arrastradospor el torbellino que al mundo atraeal fuego de la destrucción; el fuegoque arderá hasta que el casco polar impere. Ésta era una de las maneras de decirlo,no muy satisfactoria: un estudioperifrástico en estilo anticuadoque aún le deja a uno con la luchaintolerable contra las palabrasy el sentido. La poesíaes lo de menos, no es (para empezarde nuevo) lo que uno se imaginaba.¿Qué valor podía corresponderlea lo largamente aguardado,la anhelada calma, el sosiegootoñal, la cordura de los años?¿Nos engañaron o engañábanseellos, los ancianos, la voz queda,

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al no legarnos sino la recetade un fraude? La serenidad tan sóloun voluntario embotamiento,nada la cordura sino un sabersobre secretos muertos, inserviblesen la tiniebla a que se asomarono de la que apartaron la mirada.Hay, nos parece, a lo sumo un valorlimitado en el saber por experiencia.Impone su pauta la percepción y lleva a error, pues es nueva la pautaa cada instante y cada instantees una valoración renovaday sorprendente de cuanto hemos sido.Sólo no nos engaña lo que, siendoengañoso, no puede  ya dañarnos. 

A mitad  del camino, y aún más,por el camino todo, en una selvaoscura, en un zarzal, junto a una ciénagadonde el paso es inseguro y hostiganmonstruos, luces fantásticas y el riesgode ser hechizados. No me hable nadiedel saber de los viejos,sino de su demencia, su temora la posesión, a perteneceral otro, o a otros, o a Dios.El único saber al que podemosaspirar es el de la humildad, que es infinita. Todas las casas yacen bajo el mar. Los que bailaban yacen bajo el cerro.                             III Tinieblas y más tinieblas. Sumérgensetodos en las tinieblas, en los vacuosespacios interastrales, vacíoal vacío, capitanes, banqueros,hombres de letras eminentes,

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gobernantes y estadistas, magnánimosprotectores de las artes, ilustresfuncionarios, presidentes de muchoscomités, magnates de la industriay pequeños contratistas, todos se sumergenen las tinieblas, el Sol y la Luna,oscuros y oscuro el Almanaque Gothay la Gaceta de la Bolsa,y la Guía de Directivos,frío el sentido y perdido el móvil de la acción.Y todos les seguimos al calladofuneral, funeral que no es de nadie,pues no hay nadie a quien enterrar.Le dije a mi alma, quédate quieta,deja que te anegue la oscuridadporque será la oscuridad de Dios.para cambiar la escena con vacío,rumor de bastidores, movimientode los oscuro en lo oscuro, y sabemosque se llevan enrollados el árboly la colina, el paisaje lejanoy la imponente fachada; como en el Metro,cuando se detiene el tren demasiado,tiempo entre estaciones y animasela conversación para poco a pocohacerse el silencio y en cada rostroves ahondarse el vacío de la menteque deja sólo el creciente terrora no tener en qué pensar; o cuandobajo los efectos de la anestesiasigue uno consciente, pero conscientede la nada… Le dije a mi alma, quédatequieta y espera sin expectativas,pues tenerlas supondría esperarerradamente; espera sin amor,pues sería amor a cosa equivocada;hay todavía fe, pero la fey el amor y la esperanza consistenen esperar. Espera sin pensar,pues no estás aún preparadapara el pensamiento: la oscuridadserá, así, la luz y la quietud de la danza.Murmullo de los arroyos, relámpagos.

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Invernales. El silvestre tomilloInadvertido y la fresa silvestre,la risa en el jardín, el éxtasisguardado por el eco, no perdidosino exigiendo, señalandola agonía de morir y nacer. Dices que r pito algo que ya he dicho.Lo diré otra vez. ¿Volveré a decirlo?Para llegar adonde estásdesde el lugar en el que no te encuentras,deberás seguir un caminoen el que el éxtasis no existe.Par acceder a lo que no conocesdebes seguir una senda de ignorancia.Para poseer lo que no poseesdebes recorrer el caminode la desposesión.Para poder ser quien aún no eresdebes seguir el sendero en que no estás.Y sólo sabes lo que ignorasy lo que no tienes es lo que tienesy estás donde no estás.                                  IV   Blande el herido cirujanoel acero, hurga en la parteafectada; bajo la manosangrienta se adivina el artedel médico, compasivo, sutil:resuelve el enigma de la gráfica febril. Será salud nuestra afecciónobedeciendo a la enfermeramoribunda cuya atenciónpermanente no es nuestra meracomplacencia, sino recordar la maldiciónde Adán: hemos de empeorar para la curación. 

La tierra entera un hospital

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legado por el arruinadomillonario; el afortunadomuere en él por el paternaly absoluto cuidadoque no nos abandona y nos aparta del mal. Sube a las rodillas el fríode los pies, silba en los mentaleshilos la fiebre. Si el calor ansíohabré de helarme en los glacialesfuegos purgativos, temblordonde la llama es rosas y el humo es zarza en flor. No teniendo para bebersino la sangre, y por comidala carne enrojecida,nos gusta imaginarnos sanos, sercarne y sangre de verdad; entretantoy sin embargo llamamos a este viernes Santo.

                               V Aquí estoy, pues, en medio del camino,después de haber pasado veinte años-veinte años casi perdidos, los de entreguerras-intentando aprender a utilizar las palabras;y es cada intento un comienzo totalmente nuevoy un fracaso de orden completamente distintoporque sólo se aprende a dominar las palabraspara decir lo que uno ya no quiere deciro para decirlo como a uno no le gustaya decirlo. Así cada empresa es comenzarde nuevo; una incursión en lo inarticuladocon mísero equipo que sin cesarse deteriora en el desarreglo generaldel sentimiento impreciso: indisciplinadaspatrullas de la emoción. Y aquello que se tratade conquistar por la fuerza y el sometimientoya lo han descubierto en una o dos, o en varias ocasiones,hombres que uno no puede aspirar a emular;pero no hay competencia, sólo existela lucha por recuperar lo que se ha perdido

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y encontrado y vuelto a perder mil veces; y ahorade nuevo en circunstancias que parecen adversas.Pero tal vez no haya ni pérdida ni ganancia.Para nosotros no hay sino el intento.Lo restante no es de nuestra incumbencia. El hogar es el punto del que partimos. Vuélvesemás extraño el mundo a medida que envejecemos,más complicada la trama de muertos y vivos.No el vívido instante aislado sin después ni antes,sino el arder constante de una vida,y no la sola vida de un hombre, sino de viejaspiedras que nadie sabe descifrar. Hay un tiempopara la noche bajo la luz de las estrellasy un tiempo para la noche a la luz de la lámpara(noche del álbum de fotografías).Es más él mismo el amor cuando aquíy ahora dejan de importar.Los viejos deberían serexploradores, ahora y aquíno importan, debemos quedarnos quietosy movernos hacia otra intensidadpara lograr mayor unión, una comuniónmás profunda en la fría desolación oscura,entre los gritos del viento y la ola,en las aguas inmensas del petrely la marsopa. En mi fin está mi principio.  

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Fernando Pessoa1888-1935

Poeta, ensayista y traductor portugués nacido en Lisboa en 1888.  Es la figura más representativa de la poesía portuguesa del siglo XX. Sus primeros años transcurrieron en Ciudad del Cabo mientras su padrastro ocupaba el consulado de Portugal en Sudáfrica.  A los diecisiete años viajó a Lisboa, donde después de interrumpir estudios de Letras alternó el trabajo de oficinista  con su interés por la actividad literaria. La influencia que en él ejercieron autores como Nietzsche, Milton y Shakespeare, lo llevaron a traducir parte de sus obras y a producir los primeros poemas en idioma inglés. Dirigió varias revistas  y pronto se convirtió en el propulsor del surrealismo portugués. "Mensaje" fue su primera obra en portugués y única publicada en vida del poeta. Parte de su obra está representada por los numerosos heterónimos creados durante su vida, siendo los más importantes  Alvaro de Campos, Ricardo Reis y Alberto Caeiro. Falleció en Lisboa en 1935

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Poemas de Fernando Pessoa

Llueve en silencio, que esta lluvia es muda...

Llueve en silencio, que esta lluvia es muday no hace ruido sino con sosiego.El cielo duerme. Cuando el alma es viudade algo que ignora, el sentimiento es ciego.Llueve. De mí (de este que soy) reniego...

Tan dulce es esta lluvia de escuchar(no parece de nubes) que pareceque no es lluvia, mas sólo un susurrarque a sí mismo se olvida cuando crece.Llueve. Nada apetece...

No pasa el viento, cielo no hay que sienta.Llueve lejana e indistintamente,como una cosa cierta que nos mienta,como un deseo grande que nos miente.Llueve. Nada en mí siente...

Si, después que yo muera, se quisiera escribir mi biografía...

Si, después que yo muera, se quisiera escribir mi biografía,nada sería más simple.Exactamente poseo dos fechas -la de mi nacimiento y la de muerte.Entre una y otra todos los días me pertenecen.Soy fácil de describir.He vivido como un loco.He amado a las cosas sin ningún sentimentalismo.Nunca tuve un deseo que no pudiera colmar, pues nunca anduve ciego.Incluso escuchar para mí fue nada más que un complemento del ver.Comprendí que las cosas son reales y totalmente diferentes una de otra:lo comprendí con los ojos, jamás con el pensamiento.Comprenderlo con el pensamiento hubiera sido encontrarlas todas iguales.

Un día me sentí dormido como un niño.Cerré los ojos y dormí.Y, a propósito, yo era el único poeta de la Naturaleza.

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Autopsicografía

El poeta es un fingidor.Finge tan completamenteque hasta finge que es dolorel dolor que de veras siente.

Y quienes leen lo que escribe,sienten, en el dolor leído,no los dos que el poeta vivesino aquél que no han tenido.

Y así va por su camino,distrayendo a la razón,ese tren sin real destinoque se llama corazón.

Poemas de Alberto Caeiro

El guardador de rebaños

Desde la ventana más alta de mi casa,con un pañuelo blanco digo adiósa mis versos, que viajan hacia la humanidad.Y no estoy alegre ni triste.Ése es el destino de los versos.

Los escribí y debo enseñárselos a todosporque no puedo hacer lo contrario,como la flor no puede esconder el color,ni el río ocultar que corre,ni el árbol ocultar que da frutos.

He aquí que ya van lejos, como si fuesen en la diligencia,y yo siento pena sin querer,igual que un dolor en el cuerpo.

¿Quién sabe quién los leerá?¿Quién sabe a qué manos irán?

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Flor, me cogió el destino para los ojos.Árbol, me arrancaron los frutos para las bocas.Río, el destino de mi agua era no quedarse en mí.Me resigno y me siento casi alegre,casi tan alegre como quien se cansa de estar triste.

¡Idos, idos de mí!Pasa el árbol y se queda disperso por la Naturaleza.Se marchita la flor y su polvo dura siempre.Corre el río y entra en el mar y su agua es siempre la que fue suya.

Paso y me quedo, como el Universo.

Si muero pronto   

Si muero pronto,sin poder publicar ningún libro,sin ver la cara que tienen mis versos en letras de molde,ruego, si se afligen a causa de esto,que no se aflijan.si ocurre, era lo justo.

Aunque nadie imprima mis versos,si fueron bellos, tendrán hermosura.Y si son bellos, serán publicados:las raíces viven soterradaspero las flores al aire libre y a la vista.Así tiene que ser y nadie ha de impedirlo.Si muero pronto, oigan esto:no fui sino un niño que jugaba.Fui idólatra como el sol y el agua,una religión que sólo los hombres ignoran.Fui feliz porque no pedía nadani nada busqué.Y no encontré nadasalvo que la palabra explicación no explica nada.

Mi deseo fue estar al sol o bajo la lluvia.Al sol cuando había sol,cuando llovía bajo la lluvia(y nunca de otro modo),

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sentir calor y frío y vientoy no ir más lejos.

Quise una vez, pensé que me amarían.No me quisieron.La única razón del desamor:así tenía que ser.

Me consolé en el sol y en la lluvia.

Me senté otra vez a la puerta de mi casa.El campo, al fin de cuentas, no es tan verdepara los que son amados como para los que no lo son:sentir es distraerse.

Yo nunca guardé rebaños...

Yo nunca guardé rebaños,pero es como si los guardara.Mi alma es como un pastor,conoce el viento y el soly anda de la mano de las Estacionessiguiendo y mirando.Toda la paz de la Naturaleza a solasviene a sentarse a ni lado.Pero permanezco triste, como un atardecerpara nuestra imaginación,cuando refresca en el fondo de la planiciey se siente que la noche ha entradocomo una mariposa por la ventana.

Pero mi tristeza es sosiegoporque es natural y justay es lo que debe haber en el almacuando piensa que ya existey las manos cogen flores sin darse cuenta.

Con un ruido de cencerrosmás allá de la curva del caminomis pensamientos están contentos.

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Pensar molesta como andar bajo la lluviacuando el viento crece y parece que llueve más.

No tengo ambiciones ni deseos.Ser poeta no es una ambición mía.Es mi manera de estar solo.

Poemas de Alvaro de Campos

Tabaquería

No soy nada. Nunca seré nada. No puedo querer ser nada. A parte de eso, tengo en mí todos los sueños del mundo. Ventanas de mi cuarto, de mi cuarto de uno de los millones en el mundo que nadie sabe quién es (y si supiesen, ¿qué sabrían?), dais al misterio de una calle cruzada constantemente por gente, a una calle inaccesible a todos los pensamientos, real, imposiblemente real, cierta, desconocidamente cierta, con el misterio de las cosas bajo las piedras y los seres, con la muerte que mancha de humedad las paredes y hace blancos los cabellos de los hombres, con el Destino que conduce la carroza de todo por el camino de nada. Estoy hoy vencido, como si supiese la verdad. Estoy hoy lúcido, como si estuviese por morir, y no tuviese más hermandad con las cosas que la de una despedida, tornándose esta casa a este lado de la calle la hilera de vagones de un tren, y el silbido de una partida dentro de mi cabeza, y una sacudida de mis nervios y un chirriar de huesos al arrancar. Estoy hoy perplejo, como quien pensó y halló y olvidó. Estoy hoy dividido entre la lealtad que debo a la Tabaquería del otro lado de la calle, como cosa real por fuera, y a la sensación de que todo es sueño, como cosa real por dentro. Fallé en todo. Como no hice ningún propósito, tal vez todo fuese nada. El aprendizaje que me dieron, descendí por la ventana trasera de la casa. 

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Fui al campo con grandes propósitos. Pero allí sólo encontré yerbas y árboles, y cuando había gente era igual a la otra. Me retiro de la ventana y me siento en una silla. ¿En qué he de pensar? ¿Qué sé yo lo que seré, yo, que no sé lo que soy? ¿Ser lo que pienso? ¡Pienso ser tanta cosa! ¡Y hay tantos que piensan ser la misma cosa que no puede haber tantos! ¿Genio? En este momento cien mil cerebros se piensan en sueños genios como yo, y la historia no señalará, ¿quién sabe? ni a uno, no habrá sino un muladar para tantas futuras conquistas. No, no creo en mí. ¡En todos los manicomios hay tantos locos deschavetados con tantas certezas! Yo, que no tengo ninguna certeza, ¿soy más cierto o menos cierto? No, ni en mí... ¿En cuántas buhardillas y no buhardillas del mundo no están en esta hora genios-para-sí-mismos soñando? ¿Cuántas aspiraciones altas y nobles y lúcidas— sí, verdaderamente altas y nobles y lúcidas—, y quién sabe si realizables, ¿nunca verán la luz del sol real ni hallaran oídos de nadie? El mundo es de quien nace para conquistarlo y no para quien sueña que puede conquistarlo, aunque tenga razón. He soñado más que Napoleón. He abrazado contra el pecho hipotético más humanidades que Cristo. Hice filosofías en secreto que ningún Kant escribió. Pero soy, y tal vez seré siempre, el de la buhardilla, aunque no viva en ella; seré siempre el que no nació para esto, seré siempre sólo el que tenía cualidades; seré siempre el que esperó que le abriesen la puerta al pie de una pared sin puerta, y cantó la cantiga del Infinito en un gallinero, y escuchó la voz de Dios en un pozo cegado. ¿Creer en mí? No, ni en nada. Que me derrame la Naturaleza sobre la cabeza ardiente su sol, su lluvia, el viento que me despeina, y lo demás que venga si viene o que tenga que venir, o que no venga. Esclavos cardíacos de las estrellas, Conquistamos todo el mundo antes de levantarnos de la cama; Pero nos despertamos y él es opaco, Nos levantamos y es ajeno, 

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Salimos de casa y es la tierra entera, Más el sistema solar y la Vía Láctea y lo Indefinido. (Come chocolates, niña; ¡Come chocolates! Mira que no hay más metafísica en el mundo que la de los chocolates. Mira que todas las religiones no enseñan más que la confitería. ¡Come, niña sucia, come! ¡Si pudiera yo comer chocolates con la misma verdad con que tú los comes! Pero yo pienso y, al quitarles el papel plateado, que es de estaño, Arrojo todo al suelo, como tiré la vida.) Pero queda al menos de la amargura de lo que nunca seré a caligrafía rápida de estos versos, Pórtico hendido hacia lo Imposible. Pero al menos dedico a mí mismo un desprecio sin lágrimas, Noble al menos por el gesto amplio con que arrojo La ropa sucia que soy, sin motivo, para el decurso de las cosas, Y me quedo en casa sin camisa. (Tú que consuelas, que no existes y por eso consuelas, O diosa griega, concebida como estatua con vida, O patricia romana, imposiblemente noble y nefasta, O princesa de trovadores, gentilísima y colorida, O marquesa del siglo dieciocho, escotada y distante, O cocotte célebre del tiempo de nuestros padres, O no sé qué moderno —no concibo bien qué—, Todo eso, sea lo que fuera, lo que sea, si puede inspirar ¡qué inspire! Mi corazón es un balde vacío. Como invocan espíritus los que invocan espíritus me invoco Me invoco a mí mismo y nada encuentro. Me acerco a la ventana y veo la calle con una nitidez absoluta. Veo las tiendas, veo las aceras, veo los coches que pasan. Veo los entes vivos vestidos que se cruzan, Veo los perros que también existen, Y todo esto me pesa como un condena al destierro, Y todo esto es extranjero, como todo.) Viví, estudié, amé y hasta creí, Y hoy no hay mendigo al que no envidie sólo por no ser yo. En cada uno miro los andrajos y las llagas y la mentira, Y pienso: tal vez nunca hayas vivido ni estudiado ni amado ni creído (Porque es posible hacer la realidad de todo eso sin hacer nada de eso); Tal vez hayas existido apenas, como un lagarto a quien cortan la cola Y que es cola más acá del lagarto que se retuerce. Hice de mí lo que no supe, Y lo que pude hacer de mí no lo hice. 

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Vestí un disfraz equivocado. Me tomaron enseguida por quien no era, y no lo desmentí, y me perdí. Cuando quise arrancarme la máscara, Estaba pegada a la cara. Cuando la arrojé y me vi en el espejo, Ya había envejecido. Estaba borracho, y no sabía vestir el disfraz que no me había quitado. Arrojé la mascara y dormí en el vestidor Como un perro tolerado por la gerencia Por ser inofensivo Y voy a escribir esta historia para probar que soy sublime. Esencia musical de mis versos inútiles, quién pudiera encontrarte como cosas que yo hice, Y no quedarme siempre enfrente de la Tabaquería de enfrente, Pisoteando la conciencia de estar existiendo, Como un tapete con el que tropieza un borracho O la esterilla que los gitanos roban y no vale nada. Pero el Dueño de la Tabaquería se asomó a la puerta y se quedó en ella. Lo miro con la incomodidad de la cabeza torcida Y con la incomodidad de una alma que mal entiende. Él morirá y yo moriré. Él dejará el letrero, yo dejaré versos. Y un día morirá el letrero y también mis versos. Después morirá la calle donde estuvo el letrero, Y la lengua en que fueron escritos los versos. Morirá después el planeta girante en que todo esto sucedió. En otros satélites de otros sistemas cualquier cosa como nosotros Continuará haciendo cosas como versos y viviendo debajo de las cosas como letreros, Siempre una cosa frente a otra, Siempre una cosa tan inútil como la otra. Siempre lo imposible tan estúpido como lo real, Siempre el misterio del fondo tan cierto como el sueño del misterio de la superficie, Siempre ésta o aquella cosa o ni una ni la otra cosa. Pero un hombre entró en la Tabaquería (¿a comprar tabaco?), Y la realidad plausible cae de repente sobre mí. Me incorporo a medias enérgico, convencido, humano, Y voy a intentar escribir estos versos en los que digo lo contrario. Enciendo un cigarro al pensar en escribirlos Y saboreo en el cigarro la liberación de todos los pensamientos. Sigo el humo como mi camino, Y gozo, en un momento sensitivo y adecuado, 

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La liberación de todas las especulaciones Y la conciencia de que la metafísica es la consecuencia de una  indisposición. Después me reclino en la silla Y sigo fumando. Seguiré fumando hasta que el Destino me lo permita. (Si me casase con la hija de mi lavandera. Tal vez sería feliz.) Visto esto, me levanto de la silla. Me acerco a la ventana. El hombre salió de la Tabaquería (¿guarda el cambio en el bolsillo del pantalón?). Ah, lo conozco: es Esteves sin metafísica. (El Dueño de la Tabaquería llegó a la puerta.) Como por un instinto divino, Esteves se volvió y me vio. Hizo una señal de adiós, le grité ¡Adiós, Esteves!, y el universo Se reconstruye en mí sin ideal ni esperanza, y el Dueño de la  Tabaquería sonrió.

Todas las cartas de amor son ridículas...

Todas las cartas de amor sonridículas.No serían cartas de amor si no fuesenridículas.

También escribí en mi tiempo cartas de amor,como las demás,ridículas. 

Las cartas de amor, si hay amor,tienen que serridículas. 

Pero, al fin y al cabo,sólo las criaturas que nunca escribieron cartas de amorsí que sonridículas. 

Quién me diera el tiempo en que escribíasin darme cuentacartas de amorridículas. 

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La verdad es que hoy mis recuerdosde esas cartas de amorsí que sonridículos. 

(Todas las palabras esdrújulas,como los sentimientos esdrújulos,son naturalmenteridículas).

Al volante del Chevrolet por la carretera de Sintra

Al volante del Chevrolet por la carretera de Sintra,al claro de luna y al sueño, en la carretera desierta,solitario manejo, manejo casi despacio, y un pocome parece, o me esfuerzo un poco para que me parezca,que sigo por otra carretera, por otro sueño, por otro mundo,que sigo sin que haya Lisboa atrás dejada o Sintra a la que llegar,que sigo, ¿y que más puede haber en seguir sino no parar, proseguir?

Voy a pasar la noche en Sintra por no poder pasarla en Lisboa,pero, cuando llegue a Sintra, sentiré la pena de no haberme quedado en Lisboa.Siempre esta inquietud sin propósito, sin nexo, sin consecuencia,siempre, siempre, siempre,esta excesiva angustia del espíritu por ninguna cosa,en la carretera de Sintra, o en la carretera del sueño, o en la carretera de la vida...

Maleable a mis movimientos subconscientes del volante,abajo salta conmigo el automóvil que me prestaron.Sonrío por el símbolo, de pensar en él, y al doblar a la derecha.¡En cuántas cosas prestadas yo sigo en el mundo!¡Cuántas cosas que me prestaron manejo como mías!

A la izquierda la casucha -sí, la casucha-, al borde del camino.A la derecha el campo abierto, con la luna a lo lejos.El automóvil, que hace poco parecía darme libertad,es ahora una cosa donde estoy encerrado,que puedo conducirlo sólo si estoy encerrado en él,que domino sólo si me incluyo en él y él me incluye.

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A la izquierda, ya atrás, la casucha modesta, menos que modesta.Allí la vida debe ser feliz, sólo porque no es la mía.Si alguien me vio desde la ventana de la casucha soñará: aquel sí que es feliz.Tal vez al niño que espiaba por los vidrios de la ventana del piso superior.

Tal vez yo haya quedado (con el automóvil prestado) como un sueño, como un hada real.Para la muchacha que al oír el motor miró por la ventana de la cocina,desde el piso de abajo.Soy algo del príncipe de todo corazón de muchacha,y ella me mira de reojo, por los vidrios hasta la curva en que me pierdo.

Dejaré sueños atrás de mí, ¿o es el automóvil el que los deja?Yo, conductor del automóvil prestado, o ¿el automóvil prestado que conduzco?

En la carretera de Sintra al claro de luna, en la tristeza, ante los campos y la noche,mientras conduzco el Chevrolet prestado desconsoladamente,me pierdo en la carretera futura, me sumo en la distancia que alcanzo,y en un deseo terrible, súbito, violento, inconcebible,acelero...

Pero mi corazón quedó en el montón de piedras que esquivé al verlo sin verlo,junto a la puerta de la casucha,mi corazón vacío,mi corazón insatisfecho, mi corazón más humano que yo, más exacto que la vida.

En la carretera de Sintra al filo de la medianoche, al luar, al volante,en la carretera de Sintra, qué cansancio de la propia imaginación,en la carretera de Sintra, cada vez más cerca de Sintra,en la carretera de Sintra, cada vez menos cerca de mí... 

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Poemas de Ricardo Reis

Las rosas del jardín de Adonis

Las rosas del jardín de AdonisSon las que yo amo, Lydia, esas efímeras rosasQue en el día de su nacimiento,En ese mismo día, mueren.

La luz es eterna para ellas, puesNacen con el sol cuando ya ha salido, y se acabanAntes que Apolo pudiera incluso iniciarSu trayectoria visible.

Como ellas, déjanos hacer de nuestras vidas un día,-Voluntariamente, Lydia, desconociendoQue existe la noche antes y despuésEl poquito que perduramos

No tengas nada en las manos

No tengas nada en las manosni una memoria en el alma,

que cuando un día en tus manospongan el óbolo último,

cuando las manos te abrannada se te caiga de ellas.

¿Qué trono te quieren darque Atropos no te lo quite?

¿Qué laurel que no se mustieen lo arbitrios de Minos?

¿Qué horas que no te conviertanen la estatura de sombra

que serás cuando de noche,estés al fin del camino?

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Coge las flores, mas déjalascaer, apenas miradas.

Al sol siéntate. Y abdicapara ser rey de ti mismo.

Ven a sentarte conmigo, Lidia, a la orilla del río

Ven a sentarte conmigo, Lidia a la orilla  del río.Con sosiego miremos su curso y aprendamos que la vida pasa, y no estamos cogidos de la mano.(Enlacemos las manos.)

Pensemos después, niños adultos, que la vida pasa y no se queda, nada deja y nunca regresa,va hacia un mar muy lejano, hacia el pie del Hado,más lejos que los dioses.

Desenlacemos las manos, que no vale la pena cansarnos.   Ya gocemos, ya no gocemos, pasamos como el río.Más vale que sepamos pasar silenciosamente y sin desasosiegos.

Sin amores, ni odios, ni pasiones que levanten la voz,ni envidias que hagan a los ojos moverse demasiado,ni cuidados, porque si los tuviese el río también correría,y siempre acabaría en el mar.

Amémonos tranquilamente, pensando que podríamos,si quisiéramos, cambiar besos y abrazos y caricias,mas que más vale estar sentados 

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el uno junto al otrooyendo correr al río y viéndolo.

Cojamos flores, cógelas tú y déjalasen tu regazo, y que su perfume suavice este momento en que sosegadamente no creemos en nada,paganos inocentes de la decadencia.

Por lo menos, si yo fuera sombra antes, te acordarás de mísin que mi recuerdo te queme o te hiera o te mueva,porque nunca enlazamos las manos, ni nos besamosni fuimos más que niños.

Y si antes que yo llevases el óbolo al barquero sombrío,no sufriré cuando de ti me acuerde,a mi memoria has de ser suave recordándote así, a la orilla del río,pagana triste y con flores en el regazo.

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Guillaume Apollinaire1880-1918

Poeta, novelista y ensayista francés, nacido en Roma en 1880. Hijo natural del príncipe italiano Francesco Flugi d'Aspermont, quien lo abandonó desde muy pequeño, se trasladó con su madre a  Mónaco recibiendo allí la educación primaria. A los diecinueve años se radicó en Paris donde inició una fulgurante carrera literaria. Fue columnista en "Mercure de France" y en 1903  fundó "La revue inmoraliste".  Amigo de importantes escritores y pintores de la época, fue gran impulsor del cubismo y el surrealismo, aportando obras  célebres como "Caligramas",  "Alcoholes" y "Zona"  que influyeron notablemente en las generaciones posteriores. Obtuvo la nacionalidad francesa y se alistó como voluntario en la primera guerra mundial. En 1916 fue herido de gravedad, falleciendo dos años más tarde cuando aún no se recuperaba de sus heridas.

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ZONA

En suma estás cansado de este mundo tan antiguo

Pastora oh torre Eiffel esta mañana bala el rebaño de  los puentes

Estás harto de vivir en la antigüedad griega y romana 

Hasta los automóviles parecen aquí antiguos 

Sólo la religión se ve tan nueva como siempre la religión 

Se ve igual de sencilla que los hangares de Port-Aviation

Sólo tú no eres antiguo en Europa oh Cristianismo

El europeo más moderno sois vos Papa Pío X

Pero a ti a quien vigilan las ventanas te impide la vergüenza

Entrar en una iglesia y confesarte esta mañana

Lees los prospectos catálogos carteles que a voz en cuello cantan

Son la poesía esta mañana y para la prosa están los diarios

Las entregas a 25 céntimos llenas de aventuras policiacas

Retratos de grandes hombres y mil títulos diversos

Esta mañana vi una linda calle de cuyo nombre me he olvidado

Nueva y limpia era el clarín del sol

Los directores los obreros y las hermosas mecanógrafas

Cuatro veces al día por allí pasan de lunes por la mañana a sábado por la

tarde

Tres veces gime la sirena cada mañana

Una campana rabiosa ladra al mediodía

Las leyendas de letreros y paredes

Las placas los anuncios chillan como loros

Me gusta la gracia de esa calle industrial 

Que está en París entre la calle Aumont-Thiéville y la avenida des Ternes

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He aquí la joven calle y tú eres sólo un pequeñuelo

Tu madre no te viste más que de azul y de blanco

Eres muy piadoso y como al más antiguo de tus camaradas 

René Dalize

Nada te gusta tanto como la pompa de la Iglesia

Son las nueve bajaron el gas y azulea salís del dormitorio a escondidas

Rezáis toda la noche en la capilla del colegio

Mientras eterna y adorable profundidad amatista

Gira para siempre la deslumbrante gloria de Cristo

Es la hermosa azucena que todos cultivamos

Es la antorcha pelirroja que el viento no extingue

Es el hijo pálido y bermejo de la madre dolorosa

Es el árbol siempre frondoso de todas las plegarias

Es el doble cadalso del honor y de la eternidad

Es la estrella de seis puntas

Es Dios que muere el viernes y el domingo resucita

Es Cristo que sube al cielo mejor que los aviadores 

Poseedor  del récord mundial de altura

Pupila Cristo del ojo

Vigésima pupila de los siglos que sabe arreglárselas

Este siglo se hace pájaro y se eleva como Jesús por los aires

Los diablos alzan la cabeza en los abismos y lo miran

Dicen que imita a Simón el Mago en Judea

Gritan si sabe volar que lo llamen volador

Dan de maromas los ángeles en torno al lindo volatinero

Ícaro Enoch Elias Apolonio de Tiana

Flotan alrededor del primer aeroplano

A veces apartándose abren paso a los que arroba la Santa Eucaristía

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Page 57: Poesia Del Siglo XX Breve Antologia

Esos sacerdotes que eternamente ascienden elevando la hostia

Aterriza el avión por fin sin plegar las alas

Se puebla el cielo entonces de millones de golondrinas Irrumpe un vuelo de

cuervos halcones búhos

De África llegan ibis marabúes flamencos

El pájaro Roe celebrado por cuentistas y poetas

Planea apretando el cráneo de Adán la primera cabeza entre sus garras

Del horizonte se lanza el águila con un grito penetrante

Y llega de América el pequeño colibrí

Y de China los pihis alargados y flexibles

Que sólo tienen un ala y vuelan en parejas

Y acá está la paloma inmaculado espíritu

El pavo real ocelado y el ave-lira lo escoltan

El fénix esa hoguera que se engendra a sí misma

Con su ardiente ceniza lo vela todo por un instante

Tres sirenas que abandonaron los peligrosos estrechos Llegan cantando

prodigiosamente

Y todos fénix águila y pihis de Chin

Fraternizan con la máquina voladora

Andas ahora por París solo entre la muchedumbre

Rebaños de autobuses ruedan mugientes a tu lado

La angustia del amor te anuda la garganta

Como si ya no fueras a ser amado nunca

Si vivieras en los buenos tiempos ingresarías en un monasterio

Te avergüenzas cuando te sorprendes diciendo una plegaria

Te burlas de ti mismo y como el fuego del infierno chisporrotea tu risa

Es como un cuadro colgado en un sombrío museo

Y a veces vas a verlo de cerca

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Page 58: Poesia Del Siglo XX Breve Antologia

Andas hoy por París las mujeres están ensangrentadas

Era y quisiera no acordarme era cuando declina la belleza

Nuestra Señora me miró en Chartres rodeada de llamas fervientes

La sangre de vuestro Sagrado Corazón me anegó en  Montmartre

Estoy enfermo de oír las bienaventuradas palabras

El amor por el que sufro es una enfermedad vergonzosa

Y la imagen que te posee te hace sobrevivir en el insomnio y en la angustia

Siempre pasa a tu lado esa imagen

Ahora estás a orillas del Mediterráneo

Bajo los limoneros que todo el año florecen

Te paseas en una barca con tus amigos

Nizardo el uno hay un mentoniano y dos de La Turbie

Miramos con miedo a los pulpos de las profundidades

Y entre las algas nadan los peces imágenes del Salvador

Estás en el jardín de una posada en las afueras de Praga

Te sientes muy dichoso hay una rosa en la mesa

Y en vez de escribir tu cuento en prosa observas

A la cetonia que duerme en el corazón de la rosa

Con espanto te descubres dibujado en las ágatas de San Vito

Estabas muerto de tristeza el día que te viste en ellas

Te pareces a Lázaro enloquecido por la luz

En el barrio judío las agujas del reloj giran en sentido contrario

Y tu también retrocedes por tu vida lentamente

Mientras subes al Hradchin o escuchas cantar por la tarde

canciones checas en las tabernas

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Page 59: Poesia Del Siglo XX Breve Antologia

Ahora estás en Marsella entre sandías

Ahora en Coblenza en el Hotel del Gigante

Ahora en Roma sentado bajo un níspero del Japón

Ahora en Amsterdam con una muchacha que te parece bonita pero es fea

Debe casarse con un estudiante de Leyden

En esa ciudad se alquilan cuartos en latín Cubicula locanda

Lo recuerdo pasé allí tres días y tres otros en Gouda

Estás en París frente al juez de instrucción

Como a un criminal te arrestan

Has hecho viajes dolorosos y viajes alegres

Antes de descubrir la mentira y el paso de los años

Sufriste por amor a los veinte y los treinta

No te atreves a mirarte las manos y yo quisiera llorar a toda hora

He vivido como un loco y he perdido mi tiempo

Por ti por la que amo por todo lo que te ha causado miedo

En lágrimas los ojos miras a esos pobres emigrantes

Rezan creen en Dios las mujeres amamantan a sus hijos

Llenan con sus olores el vestíbulo de la estación de Saint-Lazare

Tienen fe en su estrella como los Reyes Magos

Esperan ganar dinero en Argentina

Y amasada una fortuna regresar a su patria

Una familia se lleva un edredón encarnado como quien se lleva su corazón

Ese edredón y nuestros sueños también son irreales

De esos emigrantes se quedan aquí algunos y se alojan en cuchitriles

En la calle des Rosiers o en la calle des Ecouffes

Los he visto a menudo por la noche toman el fresco en las aceras

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Como las piezas de ajedrez raramente se desplazan 

Sobre todo hay judíos sus mujeres usan pelucas

Se la pasan sentadas exangües en las trastiendas

Estás de pie ante el mostrador de un bar crapuloso 

Tomas un café de dos céntimos entre los infelices

Esta noche estás en un gran restaurante

Esas mujeres no son malas tienen pesares sin embargo

Todas hasta la más fea ha hecho sufrir a su amante

Es la hija de un policía de Jersey

Sus manos que no había observado están duras y agrietadas

Me dan profunda lástima las suturas de su vientre

Humillo ahora mi boca en una pobre cortesana de risa horrible

Estás solo va a llegar la mañana

Los lecheros hacen tintinear en las calles sus bidones

La noche se aleja como una bella segadora

Es Ferdine la falsa o Lea la atenta

Y tú bebes este alcohol quemante como tu vida

Tu vida que te bebes como un aguardiente

Caminas hacia Auteuil quieres volver a tu casa

Dormir entre tus fetiches de Guinea y de Oceanía

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Son Cristos con otras formas y de otras creencias

Son los Cristos inferiores de las sombrías esperanzas

Adiós Adiós

Sol cuello cortado

Poema leído en la boda de André Salmon

Al ver banderas esta mañana no me dijeHe aquí la rica indumentaria de los pobresNi el pudor democrático quiere ocultarme su dolorNi la preciada libertad hace que se imite ahoraA las hojas oh libertad vegetal oh única libertad terrestreNi las casas arden porque nos marcharemos para no volverNi esas manos agitadas trabajarán mañana para todos nosotrosNi siquiera se ha colgado a los que no sabían gozar de la vidaNi siquiera se renueva el mundo retomando la BastillaSé que sólo lo renuevan los que están fundados en la poesíaSe ha engalanado París porque mi amigo André Salmon se casa

Nos conocimos en una bodega malditaEn tiempos de nuestra juventudFumando los dos y mal vestidos esperando el albaApasionados los dos por las mismas palabras cuyo sentido habrá que cambiarEngañados pobrecitos sin saber aún reírLa mesa y los dos vasos se transformaron en un moribundo quenos echó la última mirada de OrfeoLos vasos cayeron se rompieronY aprendimos a reírPartimos entonces peregrinos de la perdiciónCruzando calles cruzando comarcas cruzando la razónLo volví a ver a orillas del río donde flotaba OfeliaBlanca flota aún entre los nenúfaresÉl iba en medio de pálidos HamletsTocando con su flauta los aires de la locuraLo volví a ver junto a un mujik moribundo contando las (bienaventuranzas

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Page 62: Poesia Del Siglo XX Breve Antologia

Admirando la nieve semejante a las mujeres desnudasVolví a verle haciendo esto o aquello en honor de las mismas (palabrasQue cambian el rostro de los niños y digo todas estas cosasRecuerdo y Porvenir porque mi amigo André Salmon se casa.

Regocijémonos no porque nuestra amistad ha sido el río que nos (fertilizóTerrenos ribereños cuya abundancia es el alimento que todos (esperanNi porque nuestras copas nos echan una vez más la mirada de (Orfeo moribundoNi porque tanto hemos crecido que muchos podrían confundir (nuestros ojos y las estrellasNi porque las banderas ondean en las ventanas de los ciudadanos (que están contentosdesde hace cien años de tener la vida y cosas menudas para (defenderNi porque fundados en la poesía tengamos derechos sobre las (palabras que forman y deshacen el UniversoNi porque podemos llorar sin temor al ridículo y sabemos reírNi porque fumamos y bebemos como antañoRegocijémonos porque el director del fuego y de los poetasEl amor que como la luz llenaTodo el espacio sólido entre las estrellas y los planetasEl amor quiere que hoy mi amigo André Salmon se case.

La linda pelirroja

Heme aquí ante todos como un hombre de buen sentidoQue conoce la vida y de la muerte lo que un ser vivo puede conocerQue ha experimentado los dolores y las alegrías del amorQue ha sabido imponer a veces sus ideasQue conoce varios idiomasQue ha viajado malQue ha visto la guerra en la Artillería y en la Infantería

Herido en la cabeza trepanado bajo el cloroformoQue ha perdido sus mejores amigos en la espantosa luchaYo sé de lo viejo y de lo nuevo tanto como de ambos un hombre solo puede saber

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Y sin inquietarme ahora por esta guerraEntre nosotros y para nosotros amigos míosJuzgo esta larga querella entre la tradición y la invención Entre el Orden y la Aventura

Vosotros cuya boca está hecha a imagen de la de DiosBoca que es el mismo ordenSed indulgentes cuando nos comparéisCon aquellos que fueron la perfección del ordenNosotros que buscamos en todas partes la aventuraNo somos vuestros enemigosQueremos procurarnos vastos y extraños dominiosDonde el misterio en flor se ofrece a quien quiere cortarloHay allí fuegos nuevos colores nunca vistosMil fantasmas imponderablesA los cuales es preciso dar realidadQueremos explorar la bondad comarca enorme donde todo callaEstá también el tiempo que es posible perseguir o hacer retornarPiedad para nuestros errores piedad para nuestros pecados

Aquí viene el verano la estación violentaY mi juventud ha muerto como la primaveraOh sol es el tiempo de la Razón ardienteY esperoPara seguirla siempre la forma noble y dulceQue adopta para que a ella sola la ameElla viene y me atrae como al hierro el imánTiene el aspecto encantadorDe una adorable pelirroja

Sus cabellos son de oro se diríaUn bello relámpago que duraO esas llamas que se pavoneanEn las rosas té que se marchitan

Pero reíd reíd de míHombres de todas partes sobre todo los de aquíPorque hay tantas cosas que no me atrevo a decirosTantas cosas que no me dejaríais decir    Tened piedad de mí.

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El Músico de Saint-Merry

Por fin tengo derecho a saludar a seres que no conozcoPasan frente a mí y se acumulan a lo lejosTodo lo que en ellos veo mientras tanto me es desconocidoY su esperanza no es menos fuerte que la mía

No canto ni a este mundo ni a otros astrosCanto todas las posibilidades de mí mismo fuera de este mundo y de los astrosCanto la alegría de vagar y el placer de morir errante

El 21 del mes de mayo de 1913Barquero de los muertos y las mordonantes merianasMillones de moscas soplaban esplendorCuando un hombre sin ojos sin nariz y sin orejasSaliendo del Sebastopol entró en la calle Aubry-le-BoucherJoven el hombre era moreno pero color de fresa sus mejillasHombre Ah! AriadnaTocaba la flauta y la música guiaba sus pasosSe detuvo en la esquina de la calle Saint-MartinTocando el aire que yo canto que yo inventé

Las mujeres que pasaban se detenían a su ladoLlegaban de todas partesDe pronto las campanas de Saint-Merry se pusieron a sonarEl músico dejó de tocar y bebió en la fuenteQue está en la esquina de la calle Simon-le FrancLuego calló Saint-MerryEl desconocido reanudó su aire de flautaY volviendo sobre sus pasos hasta la calle de la VerrerieLa tomó seguido por el tropel de las mujeresQue salían de las casasQue acudían por las calles transversales loca la miradaLas manos tendidas hacia el melodioso raptorÉl se alejaba indiferente tocando su aire

Terriblemente se alejaba

Después en otra parteA qué hora saldrá un tren hacia París

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Page 65: Poesia Del Siglo XX Breve Antologia

En ese momentoLos palomos de las Molucas ensuciaban nueces moscadasAl mismo tiempoMisión católica de Roma qué hiciste del escultor

En otro sitioElla cruza el puente que une Bonn a Beuel y desaparece en Pützchen

En el mismo instanteUna muchacha enamorada del alcaldeEn otro barrioRivaliza poeta con los marbetes de los perfumistas

En suma oh reidores no habéis sacado gran cosa de los hombresApenas habéis extraído un poco de grasa de su miseriaPero nosotros que morimos de vivir lejos el uno del otroTendemos los brazos y sobre esos rieles rueda un lento tren de carga

Tú llorabas sentada junto a mí en el fondo de un fiacre

Y ahoraTe me pareces por desdicha te me parecesNos parecemos como en la arquitectura del siglo pasadoEsas altas chimeneas semejantes a torresNos elevamos más ahora y ya no tocamos el suelo

Y mientras el mundo vivía y cambiaba

El cortejo de mujeres largo como un día sin panPor la calle de la Verrerie seguía al feliz músico

Cortejos oh cortejosCuando antaño partía el rey hacia VincennesO los embajadores llegaban a ParísO corría hacia el Sena el enjuto SugerO el motín se apagaba en torno a Saint-Merry

Cortejos oh cortejosTantas eran las mujeres que desbordabanSobre las calles vecinas

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Page 66: Poesia Del Siglo XX Breve Antologia

Y se apresuraban inflexibles como la balaPara seguir al músicoAh Ariadna y tú Pâquette y tú Amina

Y tú Mia y tú Simona y tú MavisaY tú Colette y tú la bella GenovevaPasaron todas temblorosas y vanasSus ligeros y rápidos pasos seguían la cadenciaDe la música pastoral que guiabaSus ávidas orejas

El desconocido se detuvo un instante frente a una casa en venta Una casa abandonadaDe vidrios rotosUna construcción del siglo dieciséisEn el patio descargan los coches de entregaAllí entró el músicoSu música al alejarse se volvió lánguidaLas mujeres lo siguieron a la casa abandonadaTodas entraron en bandada confusaTodas todas entraron sin mirar hacia atrásSin lamentar lo que habían dejadoLo que habían abandonadoSin lamentar el día la vida la memoriaPronto no quedó nadie en la calle de la VerrerieExcepto yo y un sacerdote de Saint-MerryAmbos entramos en la vieja casaPero no encontramos a nadie

Cae la nocheEn Saint-Merry resuena el ÁngelusCortejos oh cortejosComo antaño cuando el rey volvía de VincennesLlegaron en tropel vendedores de gorrasLlegaron vendedores de bananasLlegaron soldados de la guardia republicanaOh nocheRebaño de lánguidas miradas de mujeresOh nocheTú mi dolor mi vana esperaOigo morir el son de una flauta lejana

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Cesare Pavese1908-1950

Poeta, novelista y traductor  italiano nacido en Santo Stefano Belbo, en 1908. Cursó los primeros estudios en Turín bajo la orientación de Augusto Monti quien fuera figura relevante del antifascismo. Obtuvo la Licenciatura en Letras en 1932, y antes de dedicarse a la poesía trabajó como editor y traductor de Melville y Anderson. En 1935 fue detenido  por su actividad política y confinado en Brancaleone Calabro. Un año después regresó a Turín, se afilió al partido comunista, tradujo a John Dos Passos, Gertrude Stein y Daniel Defoe, y  publicó la obra "Trabajar cansa". Entre 1936 y 1950 produce una parte muy importante de su obra, con títulos como "El oficio de poeta", "Diálogos con Leuco","Vendrá la muerte y tendrá tus ojos", "El oficio de vivir" "La casa en la colina" y "La luna y la fogata". Agobiado por la depresión y el desengaño, se quitó la vida en agosto de 1950.

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Trabajar cansa

Los dos, tendidos sobre la hierba, vestidos, se miran a la caraentre los tallos delgados: la mujer le muerde los cabellosy después muerde la hierba. Entre la hierba, sonríe turbada.Coge el hombre su mano delgada y la muerdey se apoya en su cuerpo. Ella le echa, haciéndole dar tumbos.La mitad de aquel prado queda, así, enmarañada.La muchacha, sentada, se acicala el peinadoy no mira al compañero, tendido, con los ojos abiertos.

Los dos, ante una mesita, se miran a la carapor la tarde y los transeúntes no cesan de pasar.De vez en cuando, les distrae un color más alegre.De vez en cuando, él piensa en el inútil díade descanso, dilapidado en acosar a esa mujerque es feliz al estar a su vera y mirarle a los ojos.Si con su piel le toca la pierna, bien sabeque mutuamente se envían miradas de sorpresay una sonrisa, y que la mujer es feliz. Otras mujeres que pasanno le miran el rostro, pero esta noche por lo menosse desnudarán con un hombre. O es que acaso las mujeressólo aman a quien malgasta su tiempo por nada.

Se han perseguido todo el día y la mujer tiene aún las mejillasenrojecidas por el sol. En su corazón le guarda gratitud.Ella recuerda un besazo rabioso intercambiado en un bosque,interrumpido por un rumor de pasos, y que todavía le quema.Estrecha consigo el verde ramillete -recogido de la rocade una cueva- de hermoso adianto y envuelve al compañerocon una mirada embelesada. Él mira fijamente la marañade tallos negruzcos entre el verde temblorosoy vuelve a asaltarle el deseo de otra maraña-presentida en el regazo del vestido claro-y la mujer no lo advierte. Ni siquiera la violenciale sirve, porque la muchacha, que le ama, contienecada asalto con un beso y le coge las manos.

Pero esta noche, una vez la haya dejado, sabe dónde irá:volverá a casa, atolondrado y derrengado,pero saboreará por lo menos en el cuerpo saciadola dulzura del sueño sobre el lecho desierto.Solamente -y esta será su venganza- se imaginará

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que aquel cuerpo de mujer que hará suyoserá, lujurioso y sin pudor alguno, el de ella.

La noche

Pero la noche ventosa, la límpida nocheque el recuerdo rozaba solamente, está remota,es un recuerdo. Perdura una calma asombradatambién ella hecha de hojas y de nada. No quedade aquel tiempo más allá de los recuerdos, sino un vago recordar.

A veces retorna en el díaen la inmóvil luz del día de veranoaquel remoto asombro

Por la ventana vacíael niño miraba la noche sobre las colinasfrescas y negras, y le asombraba verlas tan juntas:vaga y límpida inmovilidad. Entre las hojasque susurraban en la sombra, surgían las colinasdonde todas las cosas del día, las laderasy las plantas y las viñas, eran nítidas y muertasy la vida era otra, de viento, de cielo,y de hojas y de nada.

A veces retornaen la inmóvil calma del día el recuerdode aquel vivir absorto, en la luz asombrada.

Tolerancia

Llueve sin ruido sobre el prado del mar.Nadie transita por las sucias calles.Una mujer sola descendió del tren:bajo el abrigo se vio la blanca enaguay las piernas desaparecieron en el portal oscuro.

Se diría una aldea sumergida. La nochegotea fría sobre los umbrales, y las casasesparcen humo azul entre la sombra. Rojizas,

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las ventanas se encienden. También brilla una luztras los entornados postigos de la casa oscura.

Al día siguiente hace frío, y está el sol sobre el mar.La mujer, en enaguas, se lava la bocaen la fuente, y la espuma es rosada. Tiene el cabelloáspero y rubio, semejante a las pieles de naranjaesparcidas por el suelo. Protegida por la fuente, espíaa un chiquillo moreno que la mira embobado.Negras mujeres abren de par en par postigos sobre la plazalos maridos dormitan, todavía, en la sombra.

Cuando vuelve la noche, sigue la lluviacrepitando en las brasas. Las esposas,aventando el carbón, dirigen sus miradashacia la casa oscura y la fuente desierta. La casatiene cerrados los postigos, pero dentro hay un lecho,y en el lecho una rubia que se gana la vida.

Todos los de la aldea reposan, por la noche,todos, menos la rubia que se lava en el alba.

Verano

Ha reaparecido la mujer de ojos entreabiertosy de cuerpo concentrado, andando por la calle.Ha mirado de frente, tendiendo la manoen la calle inmóvil. Todo ha vuelto a resurgir.

En la luz inmóvil del día lejanose ha quebrado el recuerdo. La mujer ha alzadola frente sencilla y su mirada de entoncesha reaparecido. Se ha tendido la mano hacia la manoy el apretón angustioso era el mismo de entonces.Todo ha recobrado colores y vidacon la mirada concentrada, con la boca entreabierta.

Ha regresado la angustia de días lejanoscuando un inesperado e inmóvil estíode colores y tibiezas emergía ante las miradasde aquellos ojos sumisos. Ha regresado la angustiaque ninguna dulzura de labios abiertos

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puede mitigar. Se cobija, fríamente,en aquellos ojos, un inmóvil cielo.Era tranquilo el recuerdobajo la luz sumisa del tiempo, era un dócilmoribundo para quien ya la ventana se aniebla y desaparece.Se ha quebrado el recuerdo. El apretón angustiosode la leve mano ha vuelto a encender los colores,el verano y las tibiezas bajo el vívido cielo.Pero la boca entreabierta y las miradas sumisasno dan vida más que a un duro, inhumano silencio.

Regreso de Deola

Volveremos a la calle a mirar transeúntesy también nosotros seremos transeúntes. Idearemoscómo levantarnos temprano, deponiendo el disgustode la noche y salir con el paso de otros tiempos.Le daremos en la cabeza al trabajo de otros tiempos.Volveremos a fumar atolondradamente contra el vidrio,allá abajo. Pero los ojos serán los mismos,también el rostro y los gestos. Ese vano secretoque se demora en el cuerpo y nos extravía la miradamorirá lentamente en el ritmo de la sangredonde todo se pierde.

Saldremos una mañana,ya no tendremos casa, saldremos a la calle;nos abandonará el disgusto nocturno;temblaremos de soledad. Pero querremos estar solos.Veremos los transeúntes con la sonrisa muertadel derrotado, pero que no grita ni odiapues sabe que desde tiempos remotos la suerte-todo lo que ha sido y será- lo contiene la sangre, el murmullo de la sangre. Bajaremos la frente,solos, a media calle, a escuchar un ecoencerrado en la sangre. Y ese eco nunca vibrará.Levantaremos los ojos, miraremos la calle.

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Vendrá la muerte

Vendrá la muerte y tendrá tus ojos-esta muerte que nos acompañade la mañana a la noche, insomne,sorda, como un viejo remordimientoo un vicio absurdo-. Tus ojosserán una vana palabra,un grito acallado, un silencio.Así los ves cada mañanacuando sola sobre ti misma te inclinasen el espejo. Oh querida esperanza,también ese día sabremos nosotrosque eres la vida y eres la nada.Para todos tiene la muerte una mirada.Vendrá la muerte y tendrá tus ojos.Será como abandonar un vicio,como contemplar en el espejoel resurgir de un rostro muerto,como escuchar unos labios cerrados.Mudos, descenderemos en el remolino. 

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Luis Cernuda1902-1963

Poeta español nacido en Sevilla en 1902. Perteneció a una familia acomodada donde respiró una atmósfera de estricta disciplina y desafecto reflejada en sucarácter tímido, introvertido y amante de la soledad. Estudió Derecho y Literatura Española. Lírico exquisito, fue encasillado entre los representantes de la «Poesía pura». En 1925 comenzó a frecuentar el ambiente literario, haciendo amistad con los más destacados poetas de su generación: Alberti, Aleixandre, Prados, y García Lorca,  entre otros. Exiliado después de la guerra civil, fue profesor de Literatura en Glasgow, Cambridge, Londres, Estados Unidos y México, donde falleció en 1963

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Diré cómo nacisteis

Diré cómo nacisteis, placeres prohibidos,como nace un deseo sobre torres de espanto,amenazadores barrotes, hiel descolorida,noche petrificada a fuerza de puños,ante todos, incluso el más rebelde,apto solamente en la vida sin muros.

Corazas infranqueables, lanzas o puñales,todo es bueno si deforma un cuerpo;tu deseo es beber esas hojas lascivaso dormir en ese agua acariciadora.No importa;Ya declaran tu espíritu impuro.

No importa la pureza, los dones que un destinolevantó hacia las aves con manos imperecederas;no importa la juventud, sueño más que hombre,la sonrisa tan noble, playa de seda bajo la tempestadde un régimen caído.

Placeres prohibidos, planetas terrenales,miembros de mármol con sabor de estío,jugo de esponjas abandonadas por el mar,flores de hierro, resonantes como el pecho de un hombre.

Soledades altivas, coronas derribadas,libertades memorables, manto de juventudes;quien insulta esos frutos, tinieblas en la lengua,es vil como un rey, como sombra de reyarrastrándose a los pies de la tierrapara conseguir un trozo de vida.

No sabía los límites impuestos,límites de metal o papel,ya que el azar le hizo abrir los ojos bajo una luz tan alta,adonde no llegan realidades vacías,leyes hediondas, códigos, ratas de paisajes derruidos.

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Extender entonces la manoes hallar una montaña que prohíbe,un bosque impenetrable que niega,un mar que traga adolescentes rebeldes.

Pero si la ira, el ultraje, el oprobio y la muerte,ávidos dientes sin carne todavía,amenazan abriendo sus torrentes,de otro lado vosotros, placeres prohibidos,bronce de orgullo, blasfemia que nada precipita,tendéis en una mano el misterio.Sabor que ninguna amargura corrompe,cielos, cielos relampagueantes que aniquilan.

Abajo estatuas anónimas,sombras de sombras, miseria, preceptos de niebla;una chispa de aquellos placeresbrilla en la hora vengativa.su fulgor puede destruir vuestro mundo.

No decía palabras

No decía palabras,acercaba tan sólo un cuerpo interroganteporque ignoraba que el deseo es una preguntacuya respuesta no existe,una hoja cuya rama no existe,un mundo cuyo cielo no existe.

La angustia se abre paso entre los huesos,remonta por las venashasta abrirse en la piel,surtidores de sueñohechos carne en interrogación vuelta a las nubes.

Un roce al paso,una mirada fugaz entre las sombras,bastan para que el cuerpo se abra en dos,ávido de recibir en sí mismootro cuerpo que sueñe;mitad y mitad, sueño y sueño, carne y carne,iguales en figura, iguales en amor, iguales en deseo.

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Aunque sólo sea una esperanza,porque el deseo es una pregunta cuya respuesta nadie sabe.

Adolescente fui

Adolescente fui en días idénticos a nubes,cosa grácil, visible por penumbra y reflejo,y extraño es, si ese recuerdo busco,que tanto, tanto duela sobre el cuerpo de hoy.

Perder placer es tristecomo la dulce lámpara sobre el lento nocturno;aquel fui, aquel fui, aquel he sido...era la ignorancia mi sombra.

Ni gozo ni pena; fui niñoprisionero entre muros cambiantes;historias como cuerpos, cristales como cielos,sueño luego, un sueño más alto que la vida.

Cuando la muerte quierauna verdad quitar de entre mis manos,las hallará vacías, como en la adolescencia,ardientes de deseo, tendidas hacia el aire.

La visita de Dios

Pasada se halla ahora la mitad de mi vida.

El cuerpo sigue en pie y las voces aún giran

y resuenan con encanto marchito en mis oídos,

mas los días esbeltos ya se marcharon lejos;

sólo recuerdos pálidos de su amor me han dejado.

Como el labrador al ver su trabajo perdido

vuelve al cielo los ojos esperando la lluvia,

también quiero esperar en esta hora confusa

unas lágrimas que aviven mi cosecha.

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Pero hondamente fijo queda el desaliento,

como huésped oscuro de mis sueños.

¿Puedo esperar acaso? Todo se ha dado al hombre

tal distracción efímera de su existencia;

a nada puede unir esta ansia suya que reclama

una pausa de amor entre la fuga de las cosas.

Vano sería dolerse del trabajo, la casa, los amigos perdidos

en aquel gran negocio demoníaco de la guerra.

Estoy en la ciudad alzada para su orgullo por el rico,

adonde la miseria oculta canta por las esquinas

o expone dibujos que me arrasan de lágrimas los ojos.

Y mordiendo mis puños con tristeza impotente

aún cuento mentalmente mis monedas escasas,

porque un trozo de pan aquí y unos vestidos

suponen un esfuerzo mayor para lograrlos

que el de los viejos héroes cuando vencían

monstruos, rompiendo encantos con su lanza.

La revolución renace siempre, como un fénix

llameante en el pecho de los desdichados.

Esto lo sabe el charlatán bajo los árboles

de las plazas, y su baba argentina, su cascabel sonoro.

silbando entre las hojas, encanta al pueblo

robusto y engañado con maligna elocuencia,

y canciones de sangre acunan su miseria.

Por mi dolor comprendo que otros inmensos sufren

hombres callados a quienes falta el ocio

para arrojar al cielo su tormento. Mas no puedo

copiar su enérgico silencio, que me alivia

este consuelo de la voz, sin tierra y sin amigo,

en la profunda soledad de quien no tiene

ya nada entre sus brazos, sino el aire en torno,

lo mismo que un navío al alejarse sobre el mar.

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¿Adónde han ido las viejas compañeras del hombre?

Mis zurcidoras de proyectos, mis tejedoras de esperanzas

han muerto. Sus agujas y maderas reposan

con polvo en un rincón, sin la melodía del trabajo.

Como una sombra aislada al filo de los días,

voy repitiendo gestos y palabras mientras lejos escucho

el inmenso bostezo de los siglos pasados.

El tiempo, ese blanco desierto ilimitado,

esa nada creadora, amenaza a los hombres

y con luz inmortal se abre ante los deseos juveniles.

Unos quieren asir locamente su mágico reflejo,

mas otros le conjuran con un hijo

ofrecido en los brazos como víctima,

porque de nueva vida se mantiene su vida

como el agua del agua llorada por los hombres.

Pero a ti, Dios, ¿con qué te aplacaremos?

Mi sed eras tú, tú fuiste mi amor perdido,

mi casa rota, mi vida trabajada, y la casa y la vida

de tantos hombres como yo a la deriva

en el naufragio de un país. Levantados de naipes,

uno tras otro iban cayendo mis pobres paraísos.

¿Movió tu mano el aire que fuera derribándolos

y tras ellos en el profundo abatimiento, en el hondo vacío,

se alza al fin ante mí la nube que oculta tu presencia?

No golpees airado mi cuerpo con tu rayo;

si el amor no eras tú, ¿quién lo será en este mundo?

Compadécete al fin, escucha este murmullo

que ascendiendo llega como una ola

al pie de tu divina indiferencia.

Mira las tristes piedras que llevamos

ya sobre nuestros hombros para enterrar tus dones:

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la hermosura, la verdad, la justicia, cuyo afán imposible

tú solo eras capaz de infundir en nosotros.

Si ellas murieran hoy, de la memoria tú te borrarías

como un sueño remoto de los hombres que fueron.

Birds in the night

El gobierno francés, ¿o fue el gobierno inglés?, puso una lápida

en esa casa de 8 Great College Street, Camden Town, Londres,

adonde en una habitación Rimbaud y Verlaine, rara pareja,

vivieron, bebieron, trabajaron, fornicaron,

durante algunas breves semanas tormentosas.

Al acto inaugural asistieron sin duda embajador y alcalde,

todos aquellos que fueran enemigos de Verlaine y Rimbaud cuando vivían.

La casa es triste y pobre, como el barrio,

con la tristeza sórdida que va con lo que es pobre,

no la tristeza funeral de lo que es rico sin espíritu.

Cuando la tarde cae, como en el tiempo de ellos,

sobre su acera, húmedo y gris el aire, un organillo

suena, y los vecinos, de vuelta del trabajo,

bailan unos, los jóvenes, los otros van a la taberna.

Corta fue la amistad singular de Verlaine el borracho

y de Rimbaud el golfo, querellándose largamente.

Mas podemos pensar que acaso un buen instante

hubo para los dos, al menos si recordaba cada uno

que dejaron atrás la madre inaguantable y la aburrida esposa.

Pero la libertad no es de este mundo, y los libertos,

en ruptura con todo, tuvieron que pagarla a precio alto.

Sí, estuvieron ahí, la lápida lo dice, tras el muro,

presos de su destino: la amistad imposible, la amargura

de la separación, el escándalo luego; y para éste

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el proceso, la cárcel por dos años, gracias a sus costumbres

que sociedad y ley condenan, hoy al menos; para aquél a solas

errar desde un rincón a otro de la tierra,

huyendo a nuestro mundo y su progreso renombrado.

El silencio del uno y la locuacidad banal del otro

se compensaron. Rimbaud rechazó la mano que oprimía

su vida; Verlaine la besa, aceptando su castigo.

Uno arrastra en el cinto el oro que ha ganado; el otro

lo malgasta en ajenjo y mujerzuelas. Pero ambos

en entredicho siempre de las autoridades, de la gente

que con trabajo ajeno se enriquece y triunfa.

Entonces hasta la negra prostituta tenía derecho de insultarles;

hoy, como el tiempo ha pasado, como pasa en el mundo,

vida al margen de todo, sodomía, borrachera, versos escarnecidos,

ya no importan en ellos, y Francia usa de ambos nombres y ambas obras

para mayor gloria de Francia y su arte lógico.

Sus actos y sus pasos se investigan, dando al público

detalles íntimos de sus vidas. Nadie se asusta ahora, ni protesta.

"¿Verlaine? Vaya, amigo mío, un sátiro, un verdadero sátiro.

Cuando de la mujer se trata; bien normal era el hombre,

igual que usted y que yo. ¿Rimbaud? Católico sincero, como está

demostrado."

Y se recitan trozos del “Barco Ebrio” y del soneto a las “Vocales”.

Mas de Verlaine no se recita nada, porque no está de moda

como el otro, del que se lanzan textos falsos en edición de lujo;

poetas mozos de todos los países hablan mucho de él en sus provincias.

¿Oyen los muertos lo que los vivos dicen luego de ellos?

Ojalá nada oigan: ha de ser un alivio ese silencio interminable

para aquellos que vivieron por la palabra y murieron por ella,

como Rimbaud y Verlaine. Pero el silencio allá no evita

acá la farsa elogiosa repugnante. Alguna vez deseó uno

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que la humanidad tuviese una sola cabeza, para así cortársela.

Tal vez exageraba: si fuera sólo una cucaracha, y aplastarla.

Luis de Baviera escucha Lohengrin

Sólo dos tonos rompen la penumbra: destellar de algún oro y estridencia granate. Al fondo luce la caverna mágica donde unas criaturas, ¿de qué naturaleza?, pasan melodiosas, manando de sus voces música que como fuente escondida, lenta fluye o, crespa luego, su caudal agita estremeciendo el aire fulvo de la cueva y con iris perlado riela en notas.

Sombras la sala de auditorio nulo. En el palco real un elfo solo asiste al festejo del cual razón parece dar y enigma: negro pelo, ojos sombríos que contemplan la gruta luminosa, en pasmo friolento esculpido.  La pelliza de martas le agasaja abierta a una blancura, a seda que se anuda en lazo. Los ojos entornados escuchan, beben la melodía como una tierra seca absorbe el don del agua.

Asiste a doble fiesta: una exterior, aquella de que es testigo; otra interior allá en su mente, donde ambas se funden (como color y forma se funden en un cuerpo), componen una misma delicia. Así, razón y enigma, el poder le permite a solas escuchar las voces a su orden concertadas, el brotar melodioso que le acuna y nutre los sueños, mientras la escena desarrolla, ascua litúrgica, una amada leyenda.

Ni existe el mundo, ni la presencia humana interrumpe el encanto de reinar en sueños. Pero, mañana, chambelán, consejero, ministro, volverán con demandas estúpidas al rey: que gobierne por fin, les oiga y les atienda. ¿Gobernar? ¿Quién gobierna en el mundo de los sueños? 

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¿Cuándo llegará el día en que gobiernen los lacayos? Se interpondrá un biombo, benéfico, entre el rey y sus      ministros.  Un elfo corre libre los bosques, bebe el aire.

Esa es su vida, y trata fielmente de vivirla: que le dejen vivirla. No en la ciudad, el nido ya está sobre las cimas nevadas de las sierras más altas de su reino. Carretela, trineo,  por las sendas; flotilla nívea, por los ríos y lagos, le esperan siempre, prestos a levantarle adonde vive su reino verdadero, que no es de este mundo: donde el sueño le espera, donde la soledad le aguarda. Donde la soledad y el sueño le ciñen su única corona.

Mas la presencia humana es a veces encanto,  encanto imperioso que el rey mismo conoce y sufre con tormento inefable: el bisel de una boca,  unos ojos profundos, una piel soleada, gracia de un cuerpo joven. Él lo conoce, sí, lo ha conocido, y cuántas veces padecido,  el imperio que ejerce la criatura joven,  obrando sobre él, dejándole indefenso, ya no rey, sino siervo de la humana hermosura.

Flotando sobre música el sueño ahora se encarna:  mancebo todo blanco, rubio, hermoso, que llega hacia él y que es él mismo. ¿Magia o espejismo? ¿Es posible a la música dar forma, ser forma de mortal alguno? ¿Cuál de los dos es él, o no es él, acaso, ambos? El rey no puede, ni aun pudiendo quiere dividirse a sí del otro.  Sobre la música inclinado, como extraño contempla  con emoción gemela su imagen desdoblada y en éxtasis de amor y melodía queda suspenso.

Él es el otro, desconocido hermano cuyo existir jamás creyera ver algún día. Ahora ahí está y en él ya ama  aquello que en él mismo pretendieron amar otros. Con su canto le llama y le seduce. Pero, ¿puede consigo mismo unirse? Teme que, si respira, el sueño escape. Luego un terror le invade: ¿no muere aquel que ve a su doble? La fuerza del amor, bien despierto ya en él, alza su escudo  contra todo temor, debilidad, desconfianza. como Elsa, ama, mas sin saber a quién. Sólo sabe que ama.

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En el canto, palabra y movimiento de los labios del otro le habla también el canto, palabra y movimiento que a brotar de sus labios al mismo tiempo iban,  saludando al hermano nacido de su sueño, nutrido por su sueño. Mas no, no es eso: es la música quien nutriera a su sueño, le dio forma. Su sangre se apresura en sus venas, al tiempo apresurando: el pasado, tan breve, revive en el presente, con luz de dioses su presente ilumina al futuro.  Todo, todo ha de ser como su sueño le presagia.

En el vivir del otro el suyo certidumbre encuentra.  Sólo el amor depara al rey razón para estar vivo,  olvido a su impotencia, saciedad al deseo vago y disperso que tanto tiempo le aquejara.  Se inclina y se contempla en la corriente melodiosa e, imagen ajenada, su remedio espera al trastorno profundo que dentro de sí siente. ¿No le basta que exista, fuera de él, lo amado? Contemplar a lo hermoso, ¿no es respuesta bastante? 

Los dioses escucharon, y su deseo satisfacen (Que los dioses castigan concediendo a los hombres lo que estos les piden), y el destino del rey, desearse a sí mismo, le transforma, como en flor, en cosa hermosa, inerme, inoperante,  hasta acabar su vida gobernado por lacayos, pero teniendo en ellos, al morir, la venganza de un rey. Las sombras de sus sueños para el eran la verdad de la vida. No fue de nadie, ni a nadie pudo llamar suyo.

Ahora el rey está ahí, en su palco, y solitario escucha, joven y hermoso, como dios nimbado por esa gracia pura e intocable del mancebo, existiendo en el sueño imposible de una vida que queda sólo en música y que es como música, fundido con el mito al contemplarlo, forma ya de ese mito  de pureza rebelde que tierra apenas toca, del éter huésped desterrado. La melodía le ayuda a conocerse, a enamorarse de lo que él mismo es. Y para siempre  en la música vive. 

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René Char

1907-1988

Poeta francés nacido en Isle-sur-Sorgue, en 1907. Pertenece a lo que podría llamarse segunda generación surrealista iniciada en 1929, coincidiendo con la primera crisis señalada por el segundo manifiesto de Breton aparecido ese año. En 1934, debido a su afán de perfección formal,  se  alejó paulatinamente del movimiento surrealista. Durante la ocupación de Francia por los alemanes, se destacó como capitán de maquís en la resistencia, y allí aprendió, según él mismo dice, "a amar ferozmente a sus semejantes". De esta experiencia en la lucha clandestina surgió su  gran obra poética "Páginas de Hypnos". Es uno de los poetas cuya fama ha crecido rápidamente en los últimos años. Elogiado ampliamente por la crítica, es considerado como uno de los  máximos poetas de Francia. Falleció en 1988.

 

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XXX El poema es el amor realizado del deseo permaneciendo deseo. 

XLII

Ser poeta es tener apetito de un desasosiego cuya realización, entre los remolinos de todas las cosas existentes y presentidas, provoca, en el momento de darse, la felicidad. 

XLIV

El poema da y recibe de su muchedumbre el paso total del poeta expatriándose de su confinamiento. Detrás de esta persiana de sangre quema el grito de una fuerza que se destruirá por sí misma porque le horroriza la fuerza, su hermana subjetiva y estéril. 

XLIX

A cada derrumbe de las pruebas el poeta responde con una salva de porvenir. 

98

La línea de vuelo del poema: Debería ser sensible a cualquiera. 

La poesía se atreve a decir en la modestia lo que ninguna otra voz se atreve a confiar al sanguinario Tiempo. Ayuda también al instinto en perdición. En este movimiento, adviene que un vocablo desnudado se dé vuelta en el viento de la palabra.

Algunos días no hay que temer nombrar las cosas imposibles de describir. Las acciones del poeta no son sino la consecuencia de los enigmas de la poesía. 

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El poeta se destaca por la cantidad de páginas insignificantes que no escribe. Tiene todas las calles de la vida olvidadiza para distribuir sus medianas limosnas y escupir la sangre de la que no muere. 

Si las patatas no se reproducen ya en la tierra, encima de esta tierra bailaremos. Es nuestro derecho y nuestra frivolidad. 

La experiencia que la vida niega es la que el poeta prefiere. 

El poeta debe golpear sin miramientos su águila como su rana si no quiere arruinar su lucidez. 

En poesía, convertirse es reconciliar. El poeta no dice la verdad, la vive; viviéndola, se vuelve mentiroso. Paradoja de las Musas: justeza del poema.

Furor y misterio

El poeta, es bien sabido, mezcla la carencia al exceso, la meta al pasado. De ahí la insolvencia de su poema. Vive en la maldición, es decir que asume perpetuos y renovados peligros, a la vez que rechaza, con los ojos abiertos, los que otros aceptan, con los ojos cerrados: la ventaja de ser poeta. No puede haber poeta sin aprehensión, como no puede haber poema sin provocación. El poeta pasa por todos los grados solitarios de una gloria colectiva de la que él es, en buena lid, excluido. Es la condición para sentir y decir las cosas como se debe. Cuando genialmente llega a la incandescencia y a lo inalterado (Esquilo, Lao-Tseu, los presocráticos griegos, Teresa de Ávila, Shakespeare, Saint-Just, Rimbaud, Hölderlin, Nietzsche, Van Gogh, Melville), obtiene los resultados que todos conocemos. Agrega nobleza a su caso cuando duda en su diagnóstico y tratamiento de los males del hombre de su tiempo, cuando formula sus reservas sobre la mejor manera de aplicar el conocimiento y la justicia en el laberinto de lo político y lo social. Tiene que aceptar el riesgo de que su lucidez sea juzgada peligrosa. El poeta es la parte del hombre refractaria a los proyectos calculados. Puede ser que tenga que pagar a cualquier precio este privilegio o esta cruz. Debe saber que el mal viene siempre de más lejos de lo que uno cree, y no muere forzosamente sobre la barricada que le hemos escogido.

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LOS OBSERVADORES Y LOS SOÑADORES

Antes de reunirse con los nómadas

los seductores encienden las columnas de petróleo

para dramatizar sus cosechas.

Mañana empezarán los trabajos poéticos

precedidos del ciclo de la muerte voluntaria

el reino de la obscuridad ha hundido la razón el diamante en la mina.

Madres enamoradas de los mecenas del último suspiro

Madres excesivas

Siempre cavando el corazón macizo

Sobre ustedes pasará indefinidamente el calosfrío de helechos de los

muslos de bálsamo

Las conquistarán

Se acostarán

Solos en las ventanas de los ríos

Los grandes rostros iluminados

Sueñan que nada es perecedero

En su paisaje carnívoro.  

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Page 88: Poesia Del Siglo XX Breve Antologia

Leónides

    ¿Eres tú mi mujer? ¿Mi mujer hecha para llegar al encuentro del presente? La hipnosis del fénix ambiciona tu juventud. La piedra de las horas lo vistió con su hiedra.

     ¿Eres tú mi mujer? El año del viento donde guerrea una vieja nube hace nacer la rosa, la rosa de la violencia.

      Mi mujer hecha para llegar al encuentro del presente.

     El combate se va dejándonos un corazón de abeja sobre nuestras tierras, la sombra despierta, el pan ingenuo. La velada avanza lentamente hacia la inmunidad de la Fiesta.

     Mi mujer hecha para llegar al encuentro del presente.

El rostro nupcial Ahora desaparece mi cortejo, de pie en la distancia;La dulzura del número acaba de destruirse.Adiós a ustedes, mis aliados, mis violentos, mis indicios.Todo se los lleva, tristeza obsequiosa.Amo.

El agua es pesada a un día del venero.La parcela bermeja franquea sus lentas ramas a tu    frente, dimensión tranquilizada.Y yo semejante a ti,Con la paja florecida al borde del cielo gritando tu nombre,Destruyo los vestigios,Herido, sano de claridad.

Cinturón de vapor, multitud suavizada, divididores    del temor, toquen mi renacimiento.Pared de mi duración, renuncio a la ayuda de mi amplitud venial;Yo lleno de árboles el expediente de mi morada;    entorpezco el primor de las supervivencias.Quemándome de soledad rural,Evoco el nado en la sombra de su Presencia.

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Page 89: Poesia Del Siglo XX Breve Antologia

El cuerpo desierto, hostil a mezclarse, ayer, se había    vuelto hablante negro.Ocaso, no te maravilles, cae tu maza de congojas, agrio sueño.El escote disminuye los huesos de tu exilio, de tu esgrima;Tú vuelves fresco el servilismo que se devora la espalda;Rocío de la noche, detén esa carreta lúgubreDe voz vidriosa, de partidas lapidadas.Pronto sustraído al flujo de las lesiones inventivas(El pico del águila lanza alto la sangre abierta)Sobre un destino presente yo llevé mis franquezasHacia el azur multiválvula,* la disidencia granítica.¡Oh bóveda de efusión sobre la corona de su vientre,Murmullo de dote negra!¡Oh movimiento agotado de su dicción!Natividad, guía a los insumisos, que descubran su base,La almendra creíble del mañana nuevo.La noche ha cerrado su llaga de corsario donde viajabanlos cohetes vagos entre el miedo sostenido de los perros.En el pasado las huellas de duelo sobre tu rostro.

Vidrio inextinguible: mi aliento ya aflorando la amistad de tu herida,Armaba tu realeza desapercibida.Labios de neblina descendió nuestro placer de umbral    de duna, de techo de acero.La consciencia aumentaba el atavío estremecedora de tu permanencia;La sencillez fiel se extendió a todas partes.

Franquicia de la divisa matinal, muerta-estación de la estrella precoz,Yo corro hasta el final de mi cúpula, coliseo sepultado. Basta de besar las crines núbiles de los cereales:La cardadora, la obstinada, nuestros confines la someten.Basta de maldecir la bahía de los simulacros nupciales: Toco el fondo de un retorno compacto.

Riachuelos, soplo de los muertos cavernosos,Ustedes que siguen el cielo árido,Mezclen sus pasos a las tormentas de quien supo sanar de la deserción,Dando contra sus estudios salubres.En el seno del techo el pan sofoca para llevar corazón y luz.Toma, Mente mía, la flor de mi mano penetrable,Siente el despertar de la obscura plantación.

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Yo no veré tus costados, esas parvadas de hambre,    secarse, llenarse de zarzas;Yo no veré la langosta sucederte en tu invernadero;Yo no veré a los paseantes inquietar el día que nace; Yo no veré la raza de nuestra libertad servilmente bastarse.

Quimeras, hemos subido al altiplano.El sílex tiembla bajo los sarmientos del espacio;La palabra, cansada de derrotar, bebía en el embarcadero angélico.Ninguna salvaje sobrevivencia:El horizonte de los caminos hasta donde nace el rocío,El íntimo desenlace de lo irreparable.

He aquí la arena muerta, he aquí el cuerpo salvado:La Mujer respira, el Hombre está de pie.

Hojas de hipnos

1    En la medida de lo posible, enseña a ser eficaz, para el objetivo por alcanzar pero no más allá. Más allá es humo. Donde hay humo hay cambio.

5    No pertenecemos a nadie sino al punto luminoso de esta lámpara desconocida por nosotros, inaccesible a nosotros que mantiene despierta la valentía y el silencio.

12    Lo que me ha traído al mundo y lo que de él me expulsará, no interviene sino en los momentos en que soy demasiado débil para resistírmele. Anciana cuando yo nací. Joven desconocida cuando moriré. La única y la misma Pasante.

15    Los niños se aburren el domingo. Passereau propone una semana de veinticuatro días para descuartizar el domingo. O una hora de domingo que se agregue a cada día, de preferencia, la hora de las comidas, porque ya no hay pan seco. Pero que ya no le hablen del domingo.

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28    Hay un tipo de hombre siempre adelante de sus excrementos.

31    Escribo brevemente. No puedo siquiera ausentarme mucho tiempo. Extenderse llevaría a la obsesión. La adoración de los pastores ya no es útil al planeta.

34    Cásate y no te cases con tu casa.

35    Ustedes serán una parte del sabor del fruto.

44    Amigos, la nieve espera la nieve para un trabajo simple y puro, en el límite del aire y de la tierra.

46    El acto es virgen, incluso repetido.

81    La aquiescencia ilumina el rostro. El rechazo lo embellece.

131    A todas las comidas comunes, invitábamos a la libertad a sentarse con nosotros. El lugar continúa vacío pero el cubierto continúa puesto.

184    Curar el pan. Sentar a la mesa el vino.

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224    Hace tiempo, en el momento de ir a la cama, la idea de una muerte temporal durante el sueño me tranquilizaba; hoy en día, me duermo para vivir algunas horas.

Alberto Giacometti

Ropa tendida, ropa interior y ropa de casa, detenida con pinzas, pendía en una cuerda. Su despreocupado propietario le permitía gustoso pasar la noche fuera. Un fino rocío blanco se extendía sobre las piedras y sobre la hierba. A pesar de la promesa de calor el campo no se atrevía aún a parlotear. La belleza de la mañana, entre los cultivos desiertos, era total, porque los campesinos no habían abierto sus puertas, de anchas cerraduras y grandes llaves, para despertar baldes y herramientas. El gallinero exigía. Una pareja de Giacometti abandona el sendero cercano, y aparece a la vista. Desnudos o no. Alargados y transparentes, como los vitrales de las iglesias incendiadas, graciosos, como los escombros sufriendo mucho al perder su peso y su sangre de antaño. Altivos y seguros sin embargo, como aquellos que se comprometieron sin temblar bajo la luz irreductible de la maleza y de los desastres. Estos apasionados de la adelfa se detuvieron frente al arbusto del granjero y aspiraron largamente su perfume. La ropa en la cuerda se asustó. Un perro estúpido huyó sin ladrar. El hombre tocó el vientre de la mujer, quien le agradeció con una mirada, tiernamente. Pero sólo el agua del pozo profundo, bajo su techo de granito, se regocija de este gesto, porque ella percibe su lejana significación. En el interior de la casa, en la rústica habitación de los amigos, el gran Giacometti dormía.

 

ANTONIN ARTAUD

No tengo la voz para elogiarte, hermano mayor.Si me inclinara sobre tu cuerpo que la luz va a esparcir,Tu risa me rechazaría.El corazón entre nosotros, durante lo que se llama impropiamente una bella tormenta,Cae varias veces,Mata, cava y quema,Para renacer más tarde en la suavidad de los champiñones.Tú no necesitas de un muro de palabras para elevar tu verdad,

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Ni de las volutas del mar para untar tu profundidad,Ni de esta mano enfebrecida que envuelve el puño,Y ligeramente conduce a talar un bosqueDel que nuestras entrañas son el hacha.Basta. Regresa al volcán.

Y nosotros,Que lloremos, que aceptemos relevarte o preguntemos: “¿Quién es Artaud?” a esta mazorca de dinamita ala que no se le despega ningún grano,Para nosotros, nada ha cambiado,Nada salvo esta quimera viva del infierno que se despidede nuestra angustia.

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Paul Celan1920-1970

Poeta rumano de origen judío  nacido en  Chernovtsi en 1920. Creció en un ambiente familiar donde se manejaron varios idiomas, razón por la cual habló fluidamente el rumano, el alemán, el ruso, el francés y el hebreo. En 1938 inició estudios de medicina en Paris y al estallar la  II Guerra mundial regresó a Rumania donde fue condenado a trabajos forzados mientras sus padres morían en un campo de concentración.  Liberado por los rusos en 1944, trabajó inicialmente como traductor y editor en Bucarest y Viena, para radicarse definitivamente en Paris donde obtuvo en 1950 la Licenciatura en Filología y Literatura por  "L'Ecole Normale Superieure". Más tarde adquirió la nacionalidad francesa. Considerado como el más importante poeta en lengua alemana de la posguerra, alcanzó la fama desde la primera publicación surrealista "Amapola y memoria" en 1952,  gracias al lenguaje innovador y a su perfecta sintaxis. Tradujo entre otros, a Rimbaud, Mandelstam, Michaux, Char, Valéry y Pessoa.  En 1960 obtuvo el premio Georg Büchner,  y a partir de 1965 fue internado varias veces en un asilo psiquiátrico donde escribió varios textos en hebreo. Se quitó la vida arrojándose al Sena en 1970

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A una y otra mano...

A una y otra mano, allídonde me crecían las estrellas, lejos de todos los cielos, cerca de todos los cielos:¡Cómose vela allí! ¡Cómose nos abre el mundo a travésde nosotros!

Tú estásdonde tu ojo está, estásarriba, estásabajo, yoencuentro salida.

Oh ese centro errante, vacío,hospitalario. Separados,te caigo en suerte, mecaes en suerte, uno del otrocaído, vemosa través:

LoMismonos haperdido, loMismonos haolvidado, loMismonos ha -

Alabanza de lo lejano 

En el venero de tus ojos viven las redes de los pescadores de la mar errabunda. En el venero de tus ojos el mar mantiene su promesa. 

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En ella arrojo yo, un corazón que entre los hombres ha morado, lejos de mí mis vestiduras y el resplandor de un juramento. 

Más oscuro en lo oscuro, más desnudo estoy. Tan sólo al desertar soy fiel. Yo soy tú cuando soy yo. 

En el venero de tus ojos derivo y sueño un rapto. 

En una red, una red queda apresada y nos abandonamos enlazados. 

En el venero de tus ojos estrangula su cuerda un ahorcado. 

Aquí

Aquí -es decir, aquí donde la flor del cerezo quiere ser más negra que allí.Aquí -es decir, esta mano que le ayuda a serlo.Aquí -es decir, aquel barco en el que remonté el río de arena:amarradofondea en el sueño que esparciste.

Aquí -es decir, un hombre que conozco:sus sienes son blancas,como las ascuas que apagó.Me arrojó su vaso a la frentey volvió,pasado un año, para besar la cicatriz.

Profirió su maldición y su bendicióny no volvió a hablar desde entonces.

Aquí -es decir, esta ciudad,regida por ti y la nube,desde sus tardes.

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Fuga de la muerte

Negra leche del alba la bebemos al atardecerla bebemos a mediodía y en la mañana y en la noche bebemos y bebemoscavamos una tumba en el aire no se yace estrechamente en élUn hombre habita en la casa juega con las serpientes escribeescribe al oscurecer en Alemania tus cabellos de oro Margaretelo escribe y sale de la casa y brillan las estrellas silba a sus  mastinessilba a sus judíos hace cavar una tumba en la tierraordena tocad para la danza

Negra leche del alba te bebemos de nochete bebemos en la mañana y al mediodía te bebemos al atardecer bebemos y bebemosUn hombre habita en la casa juega con las serpientes escribeescribe al oscurecer en Alemania tus cabellos de oro Margaretetus cabellos de ceniza Sulamita cavamos una tumba en el aire nose yace estrechamente en élGrita cavad unos la tierra más profunda y los otros cantad sonadempuña el hierro en la cintura lo blande sus ojos son azulescavad unos más hondo con las palas y los otros tocad para la danza

Negra leche del alba te bebemos de nochete bebemos al mediodía y la mañana y al atardecer bebemos y bebemosun hombre habita en la casa tus cabellos de oro Margaretetus cabellos de ceniza Sulamita él juega con las serpientesGrita sonad más dulcemente la muerte la muerte es un maestro venido de Alemaniagrita sonad con más tristeza sombríos violines y subiréis como humo en el airey tendréis una tumba en las nubes no se yace estrechamente allí

Negra leche del alba te bebemos de nochete bebemos a mediodía la muerte es un maestro venido de  Alemaniate bebemos en la tarde y la mañana bebemos y bebemosla muerte es un maestro venido de Alemania sus ojos son azuleste hiere con una bala de plomo con precisión te hiereun hombre habita en la casa tus cabellos de oro Margareteazuza contra nosotros sus mastines nos sepulta en el airejuega con las serpientes y sueña la muerte es un maestro venido de Alemaniatus cabellos de oro Margaretetus cabellos de ceniza Sulamita

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Habla también tú

Habla también túsé el último en hablar, di tu decir.

Habla-Pero no separes el No del Sí.Y da a tu decir sentido:dale sombra.

Dale sombra bastante,dale tantacuanta en torno de ti tú sabes extendida entremedianoche y mediodía y medianoche.

Mira en torno:ve cómo alrededor todo se hace viviente¡En la muerte! ¡Viviente!Dice la verdad quien dice sombra.

Pero se estrecha ahora el lugar donde estás:¿Adónde ahora, despojado de sombra, adónde?Asciende. Tanteante, asciende.Te haces más sutil, más irreconocible, más fino.

Más fino: un hilopor el que quiere descender la estrellapara abajo nadar, al fondo,donde se ve brillar: sobre móviles dunasde palabras errantes.

No obres de antemano

No obres de antemano,no envíes nada fuera,mantentedentro:

transfundido de nada,libre de cualquierplegaria,

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sutilmente acordado segúnla pre-inscripcióninsuperable,

yo te acojoen lugar de todapaz.

Salmo

Ya nadie nos moldea con tierra y con arcilla,ya nadie con su hálito despierta nuestro polvo.Nadie.

Alabado seas, Nadie.Queremos por tu amorflorecercontrati.

Una nadafuimos, somos, seremos,floreciendo:rosa denada, de nadie.

Conel pistilo almalúcido,cielo desierto el estambre,la corola rojade la palabra purpúrea que cantamossobre, o sobrela espina.

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Tenebrae

Estamos próximos, Señor,próximos y asibles.

Ya apresados, Señor,uno en otro enzarzados, comosi la carne de cada uno de nosotros fuesetu carne, Señor.

Ora, Señor,invócanos,estamos próximos.

Ladeados por el viento íbamos,caminábamos para inclinarnossobre la zanja y la oquedad.

Al abrevadero íbamos, Señor.

Era sangre, eralo que tú has derramado, Señor.

Brillaba.

Nos arrojó tu imagen a los ojos, Señor.Los ojos y las bocas tan abiertos están, tan vacíos, Señor.

Hemos bebido, Señor,la sangre con la imagen que en ella estaba, Señor.

Ora, Señor.Estamos próximos.

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II

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Czeslaw Milosz1911-2004

Poeta polaco nacido en Szetejnie, Lituania, en 1911. Al terminar estudios universitarios en Wino, fundó el grupo literario "Zagary" y publicó en 1930 los primeros volúmenes de poesía mientras trabajaba en la radio polaca. Desde 1932 lideró el movimiento vanguardista y durante la II Guerra Mundial participó activamente en la resistencia a la ocupación nazi. Posteriormente viajó a Washington como diplomático, y al romper con su gobierno se exilió en Francia durante la década de los años cincuenta, produciendo varias obras en prosa que le merecieron el "Premio Literario Europeo".Desde 1961  hasta su muerte, vivió en California donde ocupó la cátedra de Lenguas y Literatura Eslava de la Universidad de Berkeley. En 1977 recibió el título de Doctor Honoris Causa en Letras por la Universidad de Michigan y en 1980 el Premio Nobel de Literatura. Tradujo al polaco obras de Baudelaire, T. S. Eliot, John Milton, Shakespeare, Simone Weil, y Walt Whitman. Falleció en agosto de 2004.

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Dedicatoria

                                                                            Varsovia 1945

"Vosotros, a quienes no pude salvar, escuchadme.Intentad entender estas simples palabras, ya que de otras me avergonzaría.Os juro que en ellas no hay hechicería.Os hablo en silencio como una nube, como un árbol.

Aquello que me fortaleció a mí, para vosotros fue mortal.Confundisteis el adiós a una época, con el advenimiento de una nueva-Odio confabulado de belleza lírica.Fuerza ciega de forma completa.

He aquí un valle polaco de ríos anémicos. Y un inmenso puentePerdiéndose en la niebla. He aquí una ciudad vencida,Y el viento arroja alaridos de gaviotas sobre vuestra tumbaMientras os hablo.

¿Qué clase de poesía es aquella que no salvaNaciones o pueblos?Una conspiración de mentiras oficiales.Una tonadilla de borrachos cuyas gargantas serán cortadas de inmediato,Una conferencia para señoritas.He deseado la buena poesía sin saberlo,He descubierto, ya tarde, su saludable objetivo.En ella y sólo en ella, encuentro salvación.

Se solía esparcir millo o alpiste sobre las tumbasPara alimentar a los muertos que volvían disfrazados de pájaros.Aquí os dejo este libro, vosotros quienes alguna vez vivisteisPara que nunca más volváis.”

El paisaje

El paisaje no necesitaba nada excepto glorificación.Excepto mensajeros reales que trajeran sus dones:Un nombre con un atributo y un verbo inflexivo.Si solamente preciosos robles copiosamente brillaranCuando nuestros bravos estudiantes, en un camino sobre el valle,Pasean y cantan "La Oda a la Alegría ".Si al menos un solitario pastor grabara cartas en una corteza.

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El paisaje no necesitaba nada excepto glorificación.Pero no existían mensajeros. Matorrales, oscuras gargantas,Bosque colgando del bosque, pájaro de largo gemido.¿Y quién aquí podría iniciar una frase?El paisaje era, quien conoce, probablemente hermoso.Allá abajo, todo estaba derrumbándose: las salas del castillo,Las callejuelas detrás de la catedral, los bordellos, las tiendas.Y ni un alma. Por tanto, ¿de dónde podrían venir mensajeros?Después de olvidados desastres, yo estaba heredado a la tierra,Abajo, a la playa del mar y, arriba, a la tierra, al sol.

Elegía para  N. N.

Si es demasiado lejos para ti, dilo.Habrías podido correr sobre las pequeñas olas del Báltico,atravesar el campo de Dinamarca, la floresta de hayas,virar hacia el océano, y ya está, cerca,el Labrador, blanco en esta estación del año.Tú, que soñabas una isla solitaria,si temes las ciudades, el parpadeo de los fuegos sobre las autorrutas,habrías podido tomar el camino de los bosques sordos,sobre torrentes revueltos y azules, y rastros del ciervo y del reno,hasta las Sierras, hasta las minas de oro abandonadas.El Río Sacramento te habría llevado entonces,por entre las colinas recubiertas de encinas espinosas. Todavía un bosque de eucaliptos, y estarás en mi casa.

Es cierto, cuando la manzanita florece, y la bahía es azul en las mañanas de primavera,yo pienso a mi pesar en la casa entre lagosy en las redes recogidas bajo el cielo Lituano.La cabaña donde te despojabas de tu traje antes del bañose cambió para siempre en un cristal abstracto.Y en él está la oscura miel de la tarde, junto al balcón,y las pequeñas lechuzas, graciosas, y el olor de los arneses.

Cómo podíamos vivir entonces, yo no puedo decirlo.Las costumbres, los trajes, vibran imprecisos,inconsistentes, tensos hacia el final.¿Es tal vez que pensábamos en las cosas tal como son?

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El saber de los años fogosos ha enrojecido los caballos ante la forja,y las pequeñas columnas en el mercado de la aldea,y los peldaños de madera y la peluca de Mamá Fliegeltaub.

Mucho hemos aprendido, tú bien lo sabes:cómo nos es quitado, cosa por cosa, todo aquello que no podía ser, la gente, las comarcas.Y el corazón no muere cuando uno creyó que debería,pero sonreímos, el té y el pan sobre la mesa.Sólo el remordimiento de no haber amado como se debeesa pálida ceniza de Sachsenhausencon un amor absoluto, que no está a la medida del hombre.

Tú te has acostumbrado a nuevos inviernos, húmedos,a la ciudad donde la sangre del propietario alemán fue raspada de los muros, y a donde él jamás regresó.Tampoco yo he llevado más de lo que podía, ciudades y país.No se puede entrar dos veces en el mismo lago,sobre hojas descompuestas de abedul,y quebrando una estrecha estría de sol.

Tus faltas y las mías, no fueron grandes faltas,tus secretos y los míos, no eran grandes secretos.Cuando te anudan la mandíbula con un pañuelo,cuando te ponen una cruz entre los dedos,y a lo lejos un perro ladra, brilla una estrella.

No, no es porque estés tan lejosque no has venido el otro día, la otra noche.De año en año madura en nosotros y nos invadirá,yo, como tú, lo he comprendido: la indiferencia.

                                                                        Berkeley, 1963

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Honesta descripción de mí mismo

Tomándome un whisky en un aeropuerto,digamos que en Mineápolis 

Mis oídos captan cada vez menos las conversaciones,mis ojos se debilitan, pero siguen siendo insaciables.

Veo sus piernas en minifalda, en pantalones o envueltas                                                                           en telas ligeras.A cada una la observo por separado, sus traseros ysus muslos, pensativo, arrullado por sueños porno.

Viejo verde, ya sería tiempo de que te fueras a la tumbaen lugar de entretenerte con juegos y diversiones de jóvenes.

No es verdad, hago solamente lo que siempre he hecho,ordenando las escenas de esta tierra bajo el dictadode la imaginación erótica.

No deseo a esas criaturas en particular, lo deseo todo,y ellas son como el signo de una relación extática.

No es mi culpa que así estemos constituidos: la mitadde contemplación desinteresada y la mitad de apetito.

Si después de morir me voy al cielo, tendrá que sercomo aquí, sólo que liberado de estos torpes sentidos,de estos pesados huesos.

Transformado en mirar puro, seguiré devorando lasproporciones del cuerpo humano, el color de los lirios,esa calle parisina en un amanecer de junio, y toda laextraordinaria, inconcebible multiplicidad de las cosas visibles.

La caída

La muerte de un hombre es como la caída de una poderosa naciónQue tuvo valientes ejércitos, capitanes y profetas,Y ricos puertos y barcos en todos los mares,Pero ahora no socorrerá ninguna sitiada ciudad,No entrará en ninguna alianza,

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Porque sus ciudades están vacías, su población dispersa,Su tierra que una vez proveyó de cosechas está saturada de cardos,Su misión olvidada, su lengua perdida,El dialecto de un pueblo puesto sobre inaccesibles montañas.

Madurez tardía 

Tarde, ya en el umbral de mis noventa años se abrió la puerta en mí y entré en la claridad de la mañana. Sentía cómo se alejaban de mí, como naves, una tras otra, mis existencias anteriores con sus congojas. Aparecían, otorgados a mi buril, países, ciudades, jardines, bahías, para que los describiera mejor que antaño. No vivía separado de la gente, el pesar y la piedad nos unieron y dije: olvidamos que todos somos hijos del Rey. Porque venimos de allí donde aún no hay división entre el Sí y el No, no hay división entre el es, el será y el ha sido. Somos infelices porque hacemos uso de menos de una centésima parte del don que habíamos recibido para nuestro largo viaje. Momentos de ayer y de hace siglos: un corte de espada, un maquillaje de pestañas delante de un espejo de metal bruñido, un disparo mortal de mosquete, una colisión de una carabela con un arrecife, se mezclan en nosotros y esperan su cumplimiento. Siempre he sabido que seré obrero en la viña, al igual que todos mis contemporáneos, conscientes de ello, o inconscientes. 

Nunca de ti, ciudad

Nunca de ti, ciudad, he podido irme.Larga fue la milla, pero algo me retrocedía como a una pieza en el ajedrez.Huía yo por la tierra que rodaba cada vez más rápidaY siempre estuve ahí: con los libros en mi morral de lona,Clavando los ojos en las pardas colinas detrás de las torres de SantiagoDonde se mueven un pequeño caballo y un hombre pequeño 

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detrás del arado,Ciertísimamente desde hace mucho ya muertos.Sí, es verdad, nadie comprendió la sociedad ni la ciudad,Los cines Lux y Helios, los letreros de Halpern y Segal,El paseo en la calle de San Jorge, llamada de Mickiewicz.No, no los comprendió nadie. Nadie lo ha logrado.Pero cuando la vida transcurre en una sola esperanza:De algún día ya sólo quedan claridad y distinción,Entonces, muy a menudo, da pena.

Un poema para final del siglo

Cuando todo estaba bienY el concepto de pecado había desaparecido Y la tierra estaba lista En paz universal Para consumir y disfrutar Sin dogmas y utopías, 

Yo, por razones desconocidas, Rodeado por los libros De profetas y teólogos, De filósofos, poetas, Buscaba una respuesta, Frunciendo el ceño, gesticulando, Caminando de noche, refunfuñando al amanecer. 

Lo que me oprimía en demasía Era un poco vergonzoso. Hablando de ello en voz alta No mostraría ni tacto ni prudencia. Podría incluso parecer un agravio En contra del bienestar de la humanidad. 

¡Ay de mí!, mi memoria No quiere dejarme Y en ella, la vida comienza Cada una con su propio dolor, Cada una con su propio morir, Con su propia turbación. 

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¿Por qué entonces la inocencia En playas paradisíacas, Un cielo impoluto Sobre la iglesia de la higiene? ¿Será porque eso fue hace mucho?

A un hombre santo -Así dice un cuento árabe- Dios le dijo con maldad: "He revelado a tu pueblo Cuán gran pecador eres, Ellos no te podrán alabar." "Y yo", contestó el devoto, "Les he descubierto a ellos Cuán misericordioso eres, Ellos no se preocuparán por ti." 

¿A quién recurriría Con asunto tan oscuro De dolor y también de culpa En la estructura del mundo, Si ninguno aquí abajo O allá arriba en las alturas Puede abolir La causa y el efecto? No piensen, no recuerden La muerte en la cruz, Aunque cada día Él muera, El único, el siempre-amado, Aquél que sin necesidad alguna Consintió y permitió Existir a todo lo que es, Incluyendo las garras de tortura. 

Completamente enigmático Enredo imposible. Mejor dejar de hablar aquí. Este lenguaje no es para personas. Bendita sea la jubilación. Vendimias y cosechas. Aun si nadie Tiene la serenidad garantizada.

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John Ashbery1927

Se educó en la Academia Deerfield, graduándose en 1949 en la Universidad de Harvard, con un master en la de Columbia en 1951. Viajó a Francia, donde residió varios años con una Beca Fulbright, dedicándose a la traducción, además de la escritura. Desde 1970 fue profesor en el Brooklyn College y posteriormente en el Bard College. Ha trabajado para varios periódicos y revistas literarias. Su trabajo poético, ha sido reconocido a través de numerosísimos premios, tales como el Pulitzer o el Nacional del Libro. Toda su obra es de carácter poético, con una obra vanguardista, basada en el surrealismo y con constantes ensayos en la forma y el estilo, lo que la hace difícil y compleja.

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Mi filosofía de vida

Justo cuando pensé que no había espacio bastantepara otro pensamiento en mi cabeza, tuve esta idea estupenda–llámalo una filosofía de vida, si te parece. En síntesis,implicaba vivir como viven los filósofos, según ciertos principios. Ok, ¿pero cuáles?Esto resultó lo más difícil, me doy cuenta, pero teníacierto tipo de oscura presciencia de lo que sería. Todo, desde comer melón, o ir al baño,o quedarse parado en una plataforma del subte, perdido en pensamientounos minutos, o preocupándose por las selvas, estaría afectado, o más precisamente, moduladopor mi nueva actitud. No daría sermonesni me preocuparía acerca de los niños y los viejos, exceptode un modo general prescrito por nuestro universo de reloj. En vez de lo cual, dejaría las cosas ser lo que son, inyectándoles el serum del nuevo clima moralen que pensaba haber penetrado, como un extranjeropor accidente empuja un panel y una estantería se desliza,revelando una escalera de caracol con una luz verdosaque viene desde abajo, y automáticamente traspasa el umbraly la estantería se cierra de nuevo, como suele suceder en esas ocasiones. De repente lo colma una fragancia–no azafrán, no lavanda, pero algo entre los dos. Piensa en almohadones, como aquél donde el bull terrier de su tío Boston solía echarse, observándoloinquisitivo, las puntas de las orejas dobladas hacia delante. Y entonces empieza el gran apuro. Ninguna idea sale de ahí. Esto alcanza para que te repugne el pensamiento. Pero luego recuerdas algo que William James escribió en alguno de sus libros que nunca leíste–estaba bien, tenía fineza,el polvo de la vida, que lo cubría, limpiado por casualidad, sin duda sin embargo concernido aúnpor la evidencia de huellas digitales. Algún otro ya lo había manejado antes de que él lo formulase, aunque el pensamiento fuese suyo y sólo suyo. Está bien, en verano, visitar la costa. Hay muchos trayectos para hacer allí. Un monte de pichones de álamos plateados acoge al viajero. Cercaquedan los mingitorios públicos donde fatigados peregrinos grabaronsus nombres y direcciones, mensajes también quizá, mensajes al mundo, mientras permanecían sentadospensando acerca de lo que harían después de usar el baño

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y lavándose las manos en la pileta, antes de salir otra vezal parque. ¿Habían sido gobernados por principios,y eran sus palabras filosofía, aunque cruda? Confieso que no puedo ir más lejos por esta línea de pensamiento–algo la bloquea. Algo, que no soy suficientemente grande como para mirarlo desde arriba. O tal vez estoy francamente asustado.¿Qué había de malo en la manera en que actuaba antes?Pero tal vez pueda lograr un compromiso–dejaréque las cosas sean lo que son, de algún modo. En otoño apilaré jaleasy confituras contra el frío del invierno y la futilidad, y esto será algo humano, e inteligente asimismo.No me avergonzarán las observaciones tontas de mis amigos,ni siquiera las mías propias, aunque por cierto ésta es la parte más difícil, como cuando estás en un teatro lleno y algo que dicesenfurece al espectador delante de ti, a quien no le gusta siquiera la idea de que dos personas próximas a él estén conversando. Bueno, hayque tirarlo por el inodoro, para que los cazadores se venguen de él–ya que esto funciona en dos direcciones, ¿entiendes? No puedes estar siempre preocupándote por los otros y concentrarte en ti mismoa la vez. Eso resultaría abusivo, y tan poco ameno como asistir a la boda de dos personas que no conoces. Igual, es muy divertido considerar las lagunas entre las ideas. ¡Están hechas para eso! Ahora quiero que salgas ahí fuera y disfrutes; y sí, disfruta de tu filosofía de vida, además.No aparecen todos los días. ¡Mira! Allí hay una grande...

Sin título

Y ahora no recuerdo lo que me parecía. No es un conducto (¿confluencia?) sino un lugar. El lugar, del movimiento, y de un orden: el lugar del viejo orden. Pero la cola del movimiento es nueva. Llevándonos a decir lo que pensamos. Es muy parecido a una playa después de todo, donde estás y no piensas ir más allá. Y es bueno que no vayas más allá. Es como una razón que te recoge y te lleva adonde siempre quisiste estar. Tan lejos como eso. Está bien cruzar, haber cruzado. Entonces no hay promesa en el otro. Eso es. Acero y aire, una presencia moteada, una exigua panacea y suerte para nosotros. Y entonces se puso muy frío.

(Inscrito en el Whitney Bridge, Minnneapolis)

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El problema de la ansiedad

Han pasado cincuenta años desde que empecé a vivir en esas ciudades oscurasque te contaba. Bueno, nada ha cambiado. Todavía no puedo figurarmecómo ir desde el correo a las hamacas del parque.Los manzanos florecen en el frío, no por convicción, y mi pelo es el color de las pelusas del diente de león. Supón que este poema fuera acerca de ti –¿pondríasen él las cosas que yo he dejado fuera deliberadamente:descripciones del dolor, y el sexo, y de qué forma inconstante se porta la gente unos con respecto a otros? No, eso ya está incluido en algún libro, parece. Para tihe reservado las descripciones de sándwiches de pollo, y el ojo de vidrio que me mira con pasmo desde la repisa de bronce de la chimenea, y que no se apaciguará nunca.

Malva apagado

A veinte millas, en las más fríasaguas del Atlántico, miras anhelantehacia la costa. ¿Alguna vez amaste a alguienahí? Sí, pero era apenas un gato, y yo,un manatí, ¿que podía hacer? No hay recompensas en este mundo por haberse meado la vida, aún si implica llegar a ver icebergs olvidadosde hace décadas separándose de la masapara nadar bajo la superficie, levantando una montaña de vidrio desbordante antes de abalanzarse erectospara empezar el viaje peligroso desconocidohacia el horizonte desolado. Ése fue el modo en que pensaba acerca de cada día cuando era joven; un desprenderse,a la vez suicida e imbuido de una cierta gracia ritual.Después, hubo tantos protagonistasque uno se perdía un poco, como en una selva de doppelgängers.Muchas cosas estaban aconteciendo. Y la luna, balanceándosesobre la loma como una toronja enorme y lisa, comprendió la importancia de cada una, y no estaba dispuestaa facilitar la tarea de nadie, aunque la amamos.

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La tarde de Mabuse

Hay un mapa de París en el salpicadero,si es que eso es un salpicadero. Passy, la línea 63y el XIII Distrito aparecen en él.Dice, haz algo, haz algo,aunque sólo sea por ti. Oye,no es mala idea. Puede acercarsesin estar nunca demasiado cerca.

Todas las veces la semana pasadason desgracia sobre desgracia. París parecíainiciar una conversación. Otros terciaban.Vaya por dios, decían. Vaya por dios. Así son las cosas,no puedes jugar sólo a una banda. ¿Lo quierescon huevos? Oh, sólo me dedicoa hacer mi vida. ¿Qué vida? Bueno,si tú lo dices. Cáete por la calle.

Caballeros muchas gracias.Estamos aquí reunidos para un encuentro medioque hará posible para nosotrosuno de esos negocios donde me veníaismucho a la cabeza.Lo contrario eran caballos dando coces,hermosos bosquecillos en sombra que ilustranhasta qué punto esto debía ocurrircon el tiempoy otros sistemas se mostraron de acuerdo,creándose a sí mismos y el tenue haloque los proyectaba. Sólo notamos con certeza quese había ido cuando volvió por un tiempoy no estaba seguro de que lo hubiéramos notado.Manos trenzadas nos envolvieron como guantesque nos apoyaban y no estaban muy segurosde quién apoyaba a quién.Puedo oírlos y a muchos bandos.

No creo que tenga nada ver con ello,era como que sobresalía,haciendo equilibrios sobre mi pelo.Has rescatado a esos bueyes.Las condiciones aún interfieren, los gases

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no os atacarán a todos a la vez, tratando de sertan amables como siempre y siendo criticados por ello,orientando a novatos o jóvenes que quizá un día caminen con dificultad.Un poco de llovizna subemás rápido, dijo; entonces: se desvaneció.

Ifigenia en Sodus

¿Por qué es tan familiar ese nombre?Yo en tu lugar no me preocuparía, o haría preguntas.

Pero ¿no es un caso de connivencia?Bueno, sí, técnicamente lo es,

pero aquí estamos muy lejos de la verdad.Sí, todo parece estar bien, pero tendremos que

poner cuerpos distintos a estos caballeros…Algo que habla a la verdad, tal como ella es ahora,

que es como todos la habíamos concebido:envuelta en cintas de jade, más o menos envilecida,

y con un aire de descuido en la boca.Discúlpenme, tuve problemas,

pero entonces las puertas se combaron, los marcos de las ventanasse habían esfumado tiempo atrás en la tiniebla

de esta edad. Vista ahora, ella se gira frenéticamentehacia donde nosotros –ellos– nos dirigimos para consultar el oráculo,

y todo el tiempo hablando para hacer tiempo, de cómo laselecciones de quién debían ser más breves, y de cómo todo

fluía hacia tiempos más acogedores, mostrándose amable conmigo,antes de talarlos.

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Vaucanson

Mientras escribía, nevaba.Se sintió sosegado y singular en la habitación grispero, claro, nunca nadie se fía de estos humores.Aquello tenía que tener entendimiento.Pero, ¿por qué? De todos modos, sucede siempre,y ¿quién se apunta el tanto? Seguramenteno aquello que se comprende,y nos empequeñece saberlocomo saben los árboles de la tormentahasta que pasa y vuelve la luz a caerdesigualmente sobre toda la susurrante parentela:las cosas con las cosas, las personas con los objetos,las ideas con las personas o con las ideas.Duele esta voluntad de proporcionarle a la vidadimensiones, cuando la vida consiste precisamente en esas dimensiones.Somos criaturas, así que caminamos y hablamosy la gente se nos acerca, o nos escucha y luego se va.La música llena los espaciosen los que se estiran las figuras hacia los bordes,y puede solamente decir algo.Los tendones se relajan entonces,la conciencia empieza a albergar buenos pensamientos.Ah, tiene que ser bueno este sol:calienta de nuevo,hace el número, completa su trilogía.La vida debe de estar ahí detrás. La escondistepara que nadie la encontrasey ahora no recuerdas dónde.Pero si volviera uno a inventarse la infanciasería casi como volverse una reliquia vivapara librar a esta cosa, librarla del ruborpor el procedimiento de bajar el telón,y durante unos segundos nadie se daría cuenta.El final parecería perfecto.Nada de consternación,ni sueño trágico alguno del que despertarse sobresaltadocon un ataque de culpa apasionada, sólo la cálida luz del solque se desliza con facilidad por los hombroshasta el corazón blando, derretido.

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Philippe Jaccottet1925

Poeta, ensayista y traductor suizo nacido en Moudon en 1925. Estudió literatura  en la universidad de Lausanne, manifestando una temprana inclinación por la poesía. En 1941 conoció a Gustave Roud, guía de toda una generación de escritores helvéticos, quien lo inició en el romanticismo alemán. Empezó a publicar sus poemas a los veinte años, marcados por la influencia rilkeana, viajando luego a Italia donde conoció a Ungaretti, y a París, donde permaneció entre 1946 y 1952, trabando amistad entre otros con Ponge y Bonnefoy, y permaneciendo alejado de los surrealistas y existencialistas. De su obra poética se destacan, "El ignorante" 1956, "Aires"  1964,"Cantos de abajo" 1974, "Pensamientos bajo las nubes" 1983 y "A través de un vergel" 2000. Ha traducido a Goethe, Hölderlin, Leopardi, Musil, Rilke, Thomas Mann y Ungaretti, entre otros. Su obra ha sido premiada en varias ocasiones y ha sido traducida a varios idiomas. Desde 1953 vive en  Grignan, pequeña población  francesa.

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Mientras te escucho...

Mientras te escucho, el reflejo de una vela tiembla en el espejo como una llama trenzada en agua. 

Esta voz, también, ¿no es el eco de otra, más real? 

¿Va él a escucharla, él que se debate entre las manos siempre demasiado lentas del verdugo? ¿La oiré yo? 

Si alguna vez hablan por encima de nosotros entre los árboles constelados de su abril.

La voz

¿Quién canta ahí cuando toda voz se calla? ¿Quién canta con esta voz sorda y pura un canto tan bello? ¿Será fuera de la ciudad, en Robinson, en un jardín cubierto de nieve? ¿O es ahí, muy cerca, alguien que no sospechaba que se le escuchase? No nos impacientemos por saberlo, pues no de otro modo precede al día el pájaro invisible. Tan sólo permanezcamos en silencio. Una voz sube y, como un viento de marzo restituye su fuerza a los bosques cansados, nos llega sin lágrimas, más bien sonriendo ante la muerte. ¿Quién cantaba ahí cuando se apagó nuestra lámpara? Nadie lo sabe. Pero sólo puede oír el corazón que no busca posesión ni victoria.

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La preocupación

I

Con pequeñas palabrasse dice una vida pequeña.

II

Quisiera que esas voces se callarany que todo fuera algo menos deprisa,sin fuerza ni demoras:

puedo guardar entre mis palabras,con bastante paciencia,si no a la durmiente mismao a la tierra en sus caminos,al menos un poco de luzque hicieron subir para mí,porque la luz es más fiela las palabras que a los bosques.

III

Todo se aleja y a tanta distancia,¿o es que soy yo el que os abandonosin que parezca dar un paso?Cerca sólo están los enemigos,cada vez más cerca a medidaque las cosas pierden su peso.

IV

A quienes vivís en este sitio,vestidos de colores,de palabras, deseos,vuelvo a veros bajo tierrasentados como estatuasque erosiona un viento atroz.

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V

¿Y la mujer, los amigos,el vino que brilla a la luz de las velas,el dulce sol de invierno,esta piedra, recuerdode los acantilados de la Mancha?

Así brillan los pájaros en tornoa las campanas, y luegola sombra entierra hasta sus gritos.

Caminata al final del verano

Avanzamos sobre peñascos cubiertos de conchas,placas hechas de libélulas y arena,caminantes enamorados, sorprendidos de su propio viaje,cuerpos provisorios, reencuentros sin fortuna.Una hora de descanso en las terrazas bajas del litoral.Palabras sin demasiado eco. Destellos de hiedra.Caminamos rodeados por los últimos pájaros del otoñoy bordonea la flama invisible de los años en el maderode nuestros cuerpos. Agradecimientos sin embargoal viento que entre las encinas no sabe callar.Abajo se amontona la vastedad de los muertos antiguos,la precipitación del polvo que antaño fuera claro,la petrificación de las mariposas y los enjambres,y en la parte baja del cementerio semilla y piedra,las bases de nuestro amor, de nuestras miradas y quejas,lecho profundo del que se aleja de noche cualquier temor.Arriba tiembla lo que aún se resiste a la derrota,arriba brillan las hojas y los ecos de alguna fiesta;antes de hundirse a su vez en los cimientoslos vencejos fulguran encima de nuestras casas.Luego llega por fin lo que podría vencer nuestro infortunio,el aire más ligero que el aire y en las cimas la luz,tal vez las palabras de un hombre evocando su juventud,oídos cuando la noche se acerca y que un vano ruido de guerrapor décima vez viene a molestar la exhalación de los campos.

 

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El poeta tardío

El poeta tardío escribe:“Mi espíritu se deshilacha poco a poco.Incluso la malva rosa y el pinzón me parecen lejanosy lejanos cada vez con menor seguridad.Llegaré incluso a solicitarque me descarguen de este saco de luz:¡gloria extravagante!”¿Quién entre estas bellezas responderá?¿No habrá alguien entre ustedes,incluso sin decir nada, para venir en pos de él?Vaya, como se dispersa, la manada de fuentesque creímos haber conducido alguna vez por estas praderas…He aquí que a partir de entoncescualquier música de antaño se le sube a los ojosconvertida en gruesas lágrimas:“Vuelven los alhelíes y las peonías,la hierba y el mirlo también,pero la que esperamos ¿dónde? ¿dónde las esperadas?¿Acaso nunca más volveremos a tener sed?¿Ya no habrá más cascadaspara que aprieten en sus manos la fresca cintura?Cualquier música te aflige desde entoncescon el peso de las lágrimas”.El hombre sigue hablando,y su rumor avanza como un arroyo de enerocon ese temblor de hojas cada vez que un pájaroasustado huye gritando hacia allí donde la lluvia escampa.

 

Ahora sé

Ahora sé que no poseo nada, ni siquiera Ese oro hermoso hecho de hojas marchitas, Ni esos días que vuelan del ayer al mañana Con grandes aletazos hacia una feliz patria.

La emigrante mustia, la belleza liviana, huyó Con ellos, con sus falaces secretos, Envuelta en brumas. Sin duda la conducirán A otro lugar a través de estos bosques lluviosos.

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Como antaño, me hallo en el umbral de un invierno Irreal, donde canta el pardillo, obstinado, única llamada Que no cesa, como yedra. Mas ¿quién puede decir

Cuál es su sentido? Veo mi salud disminuir, Semejante a ese leve fuego de más allá de la niebla Que un frío viento aviva, apaga... Ya es tarde.

 

Interior

Hace mucho tiempo que intento vivir aquí, En esta habitación que aparentemente amo, Con la mesa, los objetos indiferentes, la ventana Que se abre al final de cada noche a otro ramaje. El corazón del mirlo late en la hiedra sombría, su resplandor consume en todas partes la antigua oscuridad.

Yo también acepto creer que todo es aquí dulce, Que estoy en mi casa, que el día será hermoso. Pero justo al pie de la cama está esa araña (A causa del jardín) que no he pisoteado Bastante, y se diría que aún fabrica La trampa que espera a mi frágil fantasma

 

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Vladimir Holan1905-1980

Poeta checo nacido en Praga en 1905. Sus primeros años transcurrieron en el campo. A partir de los quince años se radicó en la capital, estudió Leyes, desempeñó varios oficios, viajó por Italia  y publicó sus primeros poemas. Aunque fue notoria la influencia que Mallarmé ejerció en el estilo de sus primeras publicaciones, la ocupación nazi, el pacto de Munich y la guerra,  fueron definitivos para que el poeta expresara su dolor de patriota en sus versos, razón por la cual fue condenado al silencio público durante quince años. Esta etapa de ostracismo se tradujo en el período más importante de su carrera literaria, representado en la publicación, a partir de 1963,  de varias antologías y textos entre los que sobresalen  "Sin título" en 1963 y el poema dramático "Una noche con Hamlet" en 1964. Es considerado por la crítica como el  más importante de los poetas checos, con obras tan importantes como "Un gallo para Esculapio",  "En el último trance" y "Abismo de abismo". A pesar de que su obra fue premiada internacionalmente y reconocida en su país tardíamente, nunca abandonó su encierro hasta su muerte, ocurrida en Praga en el año de 1980. 

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Cuando llueve en domingo y tú estás solo...

Cuando llueve en domingo y tú estás solo, completamente solo,abierto a todo, pero no llega ni el ladróny no llama a la puerta ni el borracho ni el enemigo;cuando llueve en domingo mientras tú estás abandonadoy no comprendes cómo vivir sin cuerpoy cómo no vivir puesto que tienes cuerpo;cuando llueve en domingo y, solo, no eres más que tú,¡no esperes ni hablar contigo mismo!Entonces el ángel es el único que sabe lo que hay encima de él,entonces el diablo es el único que sabe lo que hay debajo de él.

El libro sostenido, el poema al caer...

De noche

Durante la ausencia de la mujer amadalas tinieblas, totalmente enloquecidas, se apoderan de sus piernas,se deslizan en los zapatos de hieloy empiezan a bailar desde tu camahasta la inmensa sala del insomnio...

Los zapatos suenan, dan vueltas, patean, retozansin piedad, abiertamente, y eso duray se sienten bien, bailan sin duda el uno con el otro.

Tu amor sin fe sólo les ayudade los celos al adulterio. Los oyes toda la noche, y más y más te hielan, y no empiezan a fundirse hasta el momento de volver hacia ti...

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En la profundidad de la noche

a Jaroslav Seifert

"¿Cómo no ser?", te preguntas y hasta acabas por decirlo                             en voz alta...Pero el árbol y la piedra lo callan,aunque ambos son hijos de la palabra y por tanto mudos,ya que la palabra se asusta de ver lo que ha sido de ella...Pero los nombres aún los tienen. Los nombres: pino,arce, álamo temblón. ..y los nombres: feldespato,basalto, fonolita, amor... Bellos nombres,sólo que asustados de ver en qué se han convertido.

Eva

A Maria Tomasova

Fue cuando el vino nuevo... El otoñohabía tejido ya el mimbre en torno a las botellas,y la serpiente, no encima de la piedra, sino debajo del brezo,yacía sobre el vientre cubriéndose con su dorso.

"La belleza destruye el amor, el amor la belleza ", me dijoy del mismo modo que antaño se sacrificaba a las diosas de aquí y alláun número impar de víctimas,ella pensaba entonces nada más en sí misma,imaginando con indiferenciala eternidad sin inmortalidad...

Era tan hermosa que si alguien me hubiera preguntadopor dónde había ido con ella, no hubiera, sin duda, hablado de paisajes(a no ser que sintiera la impotencia de las palabrasy que sólo hiciera posible deletrear el silenciola lluvia que cae en los presidios).Era tan hermosa que quisevivir de nuevo, pero de un modo distinto.Era tan hermosa que en el fondo de mi delirante amorme esperaba todavía íntegra toda la locura...

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Hay

Hay destinosdonde lo que carece de temblor no es sólido.

Hay amoresen los que el mundo no te basta, falta un pasito.

Hay placeresen los que te castigas por el arte, pues el arte es pecado.

Hay momentos de mutismoen que la boca de la mujer hace pensar que el pudor es sólocuestión de sexo.

Hay cabellos teñidos por un meteorodonde es el diablo quien hace la raya.

Hay soledadesen las que miras sólo con un ojo y miras sólo sal.

Hay momentos de fríoen los que estrangulas palomas y te calientas con sus alas.

Hay momentos de gravedaden los que sientes que has caído ya entre los que caen.

Hay silenciosque debes expresarlos tú, ¡precisamente tú!

Que los muertos entierren a los muertos

Si los vivos pasaran por delante de los muertossería el final del presente y el futuro de los remordimientos...Si los vivos pasaran por encima de los muertos,nosotros, los vivos, volaríamos...Pero la cosa es así:remordimientos sí, alas no.

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Será

Sí, podría decirlepor qué tiene usted miedo cuando caen las hojasen el bosquecillo o en la alameda.Y podría decirle,por qué se rió Hölderlincuando le sacudían ciruelas en la cabeza.Pero antes de que se vuelva usted en pos del sonidoy antes de que se vuelva usted en pos del color,será otra cosa y vendrá de otra parte...

Un día por la mañana

Un día por la mañana, al abrir la puerta,encontraste en el umbral los zapatos de baile.Era para besarlos y tú lo hiciste enseguiday volviste a sentir alegría después de tantos años,todas las lágrimas largo tiempo contenidasascendieron a tu risa.Luego te reíste y desde el alma rompiste a cantarcon la tranquilidad de la juventud...No preguntaste qué hermosadejó los zapatos en el umbral.Nunca lo averiguastey, sin embargo, de aquel feliz momentoaún vives con frecuencia...

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Janos Pilinszky 1921-1981

Nació en Budapest, en 1921, y murió en la misma ciudad, en 1981. Cursó durante un año estudios de Derecho, y después de Letras húngaras e italianas y de historia de arte. Publicó sus poemas desde 1940 en revistas importantes de la capital. Se graduó en Mayo de 1944, y en Noviembre del mismo año le llamaron a filas y lo enviaron a combatir. En 1945 logró volver a Budapest. Su primer libro de poemas, Trapéz és korlát (Trapecio y barras) fue publicado en 1946. De 1946 a 1948 fue colaborador de varias revistas de entre las más prestigiosas del país y codirector, con Ágnes Nemes Nagy, de Újhold (Luna Nueva). Por entonces pasó varios meses en Italia y en Suiza con una beca de estudios. A partir de 1949 no se le permitió publicar. Vivió de un modesto trabajo auxiliar como corrector ocasional de pruebas en la Editorial de Literatura, hasta que, en 1956, la Editorial Magveto le dio un puesto de editor. En 1957 pasó a la revista semanal católica Új Ember (El Hombre Nuevo) donde continuó como redactor hasta su muerte. Premio Baumgarten en 1947, Premio József Attila en 1971, Premio Kossuth en 1980. Su poesía es de una engañosa simplicidad, lograda por la economía en el uso del lenguaje, y una parsimonia de las formas expresivas, moderada apenas por una adjetivación muy propia. Súbitamente, a la mitad o hacia el fin de lo que parece iniciarse como una frase banal, una sola palabra, un solo elemento ubicado en el lugar preciso, logra la subversión de todo el conjunto, y lo transforma en otra cosa. Una súbita revelación inesperada rompe las convenciones de la percepción para abrir las puertas del territorio poético. 

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Introito

¿Quién abrirá el libro sellado?¿Quién quebrará el tiempo intacto?¿Quién indagará del alba al alba,alzando y abatiendo, sus páginas?

A las llamas de lo ignoto, ¿quién de nosotrososará allegarse? ¿Y quién, quién osará escrutarlas compactas hojas del libro cerrado?¿Quién osará hacerlo con la mano desnuda?

¿Y quién de nosotros no temerá? ¿Quién no temerá,cuando incluso Dios cierra los ojos,y se postran todos los ángeles,y se entenebran todas las criaturas? 

El cordero es quien de nosotros no temerá,sólo él, el cordero, que fue inmolado.Atraviesa el mar de vidrioy sube al trono. Y abre el libro.

Salmo

Quien después de días de hambrepiensa en el pan,está pensando en el pan de verdad.Quien al fondo de un cuarto de tormentosecha de menos la ternura,desea la ternura de verdad.Quien, reclinado en una almohada,no siente que está solo,en verdad no está solo.

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La plegaria de Van Gogh

Una batalla perdida en los trigalesy en el cielo una victoria.Pájaros, el sol, y de nuevo pájaros.De noche, ¿qué quedará de mí?

De noche, sólo una hilera de farolas,un muro de arcilla pálida que brilla,y al fondo del jardín, entre los árboles,como velas puestas en fila, las ventanas;

Allí habité una vez y ya no habito;no puedo vivir donde una vez viví, aunqueel techo allí solía cubrirme.Señor, tú me cubrías hace tiempo.

El desierto del amor

Un puente, una ardiente vía de asfalto,el día está vaciando sus bolsillos,sacando afuera todo lo que tiene.Estás a solas al ocaso catatónico.

Como fondo de zanja es el paisaje;marca ardiente en lo oscuro deslumbrado.Se hace sombrío. Hiela el esplendor,ciega el sol. Nunca olvido que es verano.

Es verano y el calor relampaguea.Están de pie, y yo sé que ni aleteanlas aves del corral, ardientes querubinesen sus jaulas de tablas astilladas.

¿Aún recuerdas? Fue primero el viento;después la tierra; la jaula fue luego.Excrementos y fuego. Y por momentosnada más un reflejo, un aleteo.

Y la sed. Pedí entonces de beber.Aún hoy siento los tragos afiebrados,

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todavía soporto los destellosinerme como piedra y los apago.

Los años van pasando, y la esperanza -como un tarro de lata tirado entre la paja.

Impromptu

Estoy vagando sin rumbodesde meses sin parar,un sol asesino y dulceme ciega y duele noche y día.

¿Desde dónde tantas visiones?Ella surge al lado del agua,en juventud esplendorosa,flotando en lo súbito oscuro,

su sonrisa rompe en la costa.Lejos se encienden los veleros.Calor a plomo a mediodíaen cabina dispersas llueve.

¡Y los detalles, las minucias!Sólo una flor al viento blando,como si en manos asombradasla girara en silencio un crío.

¡Las melodías! ¡Por filas de cuartosla misma melodía resonante,como si el mar descalzopaseara en sus paredes!Pero son los amantes los más bellos,sus crines, tolda última y hermosa del pudor, iluminan la penumbra.

Amantes, y el ocaso,filas de casas apagándose,y entre las casas, en la arena,la mole inmensa de una torre.

¿Quién puede imaginarse algo más triste?

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Basta

Así sea muy ancho lo creado,es más estrecho que un establo.De aquí hasta allá. Piedra, árbol, casa.Actuando estoy. Llego temprano, me retraso.

Pero alguien entra a vecesy lo que existe se abre de repente.Basta ver una faz, una presencia,y ya sangra el papel de las paredes.

Sí, sí, basta una mano, como cuandorevuelven el café o hacen el gestode abandonar la escena,para olvidar entonces dónde estamos,la hilera de ventanas sin aire, y luegoregresar en la noche a nuestro cuartopara aceptar lo inaceptable.

Espacios

El infierno es sentir un espacio. Lo es el cielo.Diferentes espacios. El paraíso es libre;vemos al otro bajo nuestros ojos,como un cuarto de sótano;desde lo alto, bajo nuestros ojos,como atisbando por una escalera,por una puerta de un cuarto de sótano dejadaa propósito abierta (¿o por olvido?).Pasa allí lo que yo, precisamente, no puedo soportar. Tal vez apenas abranun cajón lleno de guiñapos,midan un cisne, cuántos kilos pesa,o hablen de aquello, una y mil veces,con ese único ser a quien yo amo,de lo que no se puede ni se debeni hablar, ni escribir.

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Alguien

Por un perfecto círculo, o mejor,por un óvalo imperfectoestá mirando Dios al monstruo. Un millónde caras, manos y uñas en conjunto.En el fondo una cama larga y muda;una vulgar cobija y una almohada.La pezuña del monstruo perfora el pavimento,y alguien rompe a llorar.

Una vieja fotografía

En la fotografía, yo con tres años.En el reverso, una anotación que hicecon ocho. Y ahora yoque, con veintiuno, miro la fotografía.Los tres nos saludamosy nos damos la mano, distantes.

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Eugenio de Andrade1923-2005

Seudónimo del poeta portugués José Fontinhas, nacido  en Póvoa de Atalaya, Beira Baixa, el 19 de enero de 1923. Se educó en Lisboa y después de prestar el servicio militar, trabajó como Inspector de Servicio Médico-Social. Desde 1940 se dedicó de lleno a la poesía, alcanzando gran notoriedad con la publicación de sus obras,  "Las manos y los Frutos" en 1948,"Amantes sin dinero" en 1950, "Materia solar" en 1986  y "La sal de la lengua" en 1999, entre otras. Tradujo al portugués poetas como Safo y García Lorca. Su obra fue galardonada con importantes premios: Gran Premio de Poesía de Portugal 1989, Premio Vida Literaria en 2000, Premio Extremadura en 2000 y Premio Luis de Camões en 2001. Está considerado junto a Fernando Pessoa, como una de las grandes voces de la poesía en portugués. Falleció en el año 2005 a la edad de 82 años.

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Ahora vivo más cerca del sol...

Ahora vivo más cerca del sol, los amigosno saben el camino: es buenoser así de nadieen las altas ramas, hermanodel canto exento de algún avede paso, reflejo de un reflejo,contemporáneode cualquier mirada desprevenida,solamente este ir y venir con las mareas,ardor hecho de olvido,polvo dulce a la flor de la espuma,eso apenas.

Blanco en lo blanco

Haz una llave, aunque sea pequeña,entra en la casa.Consiente en la dulzura, ten piedadde la materia de los sueños y de las aves.

Invoca el fuego, la claridad, la músicade los flancos.No digas piedra, di ventana.No seas como la sombra.

Di hombre, di niño, di estrella.Repite las sílabasdonde la luz es feliz y se demora,

vuelve a decir: hombre, mujer, niño.Donde la belleza es más nueva.

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El amor

Estoy amándote como el fríocorta los labios.

Arrancando la raíza lo más diminuto de tus ríos.

Inundándote de dagasde saliva esperma lumbre.

Estoy rodeado de agujastu boca más vulnerable.

Marcando en tus costadosel itinerario de la espuma.

Así es el amor: mortal y navegable.

En un lugar al sur...

Es un lugar al sur, un lugar dondela calamotinada desafia el mirar.Donde viviste. Donde a veces en sueñosvives aún. El nombre empapado de aguate escurre de la boca.Por caminos de cabras descendíasa la playa, el mar batía

en aquellas piedras, en estas sílabas.Los ojos se perdían ahogadosen el fulgordel último o del primer día.

Era la perfección.

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La lluvia cae en el polvo igual que el poema...

La lluvia cae en el polvo igual que en el poemade Li Po. En el surlos días tienen ojos grandesy redondos; en el sur el trigo ondula,

sus crines danzan en el viento,son la banderadescamisada de mi embarcación;

en el sur la tierra huele a lino blanco,a pan en la mesa,el fulvo ardor de luz invade el agua,cayendo sobre el polvo, leve, encendida.

Igual que en el poema.

La pulsación de las sílabas

Él amaba la pulsación de las sílabas,algunos acentos. cuarta, octava, décima.Buscaba en ella lo que no sabía,lo que nunca supo, o sospechara:un sentido, la señal de la gracia, el frágilhilo que condujese a la vida,tan acá del deseo de vivirla. Cuánta melancolía, cuánta incertidumbrefue siempre la suya en lo que hacía,allá donde el cuerpo se hace almao el alma se hace cuerpo- ¿cómo saberlo?El tiempo casi nada le enseñó,pero proseguía, insatisfechoo inseguro, que ni eso sabía.Entre impulsos, crispaciones, reticencias,perseguía el ritmo de la música más suyacon el mismo empeño que lo que fuera antespura delicia, caricia breve. Sólo la manono había cambiado-siempre tan leve.

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Las cigüeñas

Las cigüeñas.Me traen el atrio,dos casas, o tres, si fueran blancas, la torre donde se posabanlentas. Tenía yo entoncesla edad de las moras,el sol sobre la boca sofocaba.¿te acuerdas? , o el peso de otra boca,de otra razón. No sé.Corría a pedradasa los perros de los que tenías miedo.Y huía de ti para acariciaren secretoel caballito bayo que enamoraba entonces.

Reclinas la cara en la melancolía...

Reclinas la cara en la melancolía y ni siquieraoyes el ruiseñor. ¿O es la totovía?Soportas mal el aire, divididoentre la fidelidad que debesa la tierra de tu madre y al casi blancoazul donde el ave se pierde.La música, digámoslo así,fue siempre tu herida, mas tambiénsobre las dunas fue la exaltaciónNo oigas el ruiseñor. O la totovía.Dentro de ti esdonde toda la música es ave.

Un amigo es a veces el desierto...

Un amigo es a veces el desierto,otras el agua.Despréndete del ínfimo rumorde agosto; no siempreun cuerpo es el lugar de la furtivaluz desnuda, de cargados

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limoneros de pájarosy el verano en el pelo;en el follaje oscuro del sueñoes donde brillala piel mojada,la floración difícil de la lengua.Lo cierto es la palabra.

 

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Yves Bonnefoy1923

Escritor, poeta y ensayista francés, Yves Bonnefoy ha destacado tanto por su obra más personal como por su trabajo como crítico de arte. Heredero de una tradición surrealista, Bonnefoy es considerado uno de los grandes poetas franceses del siglo XX, aunque su obra no es muy extensa, siendo eclipsada por su labor ensayística, con la que que ha ganado premios como el de la Crítica Francesa, el Balzac y el Franz Kafka.

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Allá donde cae la flecha

I

Perdido. A pocos pasos de la casa, no obstante, a no más de tres tiros de (piedra.

Allá donde cae la flecha que fue lanzada al azar.Perdido, sin drama. Alguien me encontrará. Unas pocas voces se alzarán de todas partes en el cielo, en la noche que cae.Y no son más que las cuatro, falta una buena parte del día para seguir perdiéndose –yendo, corriendo a veces, volviendo– por entre las piedras rotas y estas encinas grises, en el bosque surcado de hondonadas que busca en todas partes el infinito, bajo el horizonte tumultuoso. Pero aquí, en el paso, se cierra más aún.Necesariamente, encontraré un camino.Veré esa granja en ruinas, de donde partía una huella.¿Llamaré? No; no todavía.

II

Perdido, sin embargo. Porque tiene que decidir, casi a cada instante, pero no puede hacerlo. Nada le habla, nada le es ya un indicio. La idea misma de indicio se disipa. En la huella que había dejado la palabra sobre lo que es, el agua de la apariencia desierta vuelve a subir y brilla, única.Cada palabra: algo obturado ahora, como una superficie mate sin nada que vibre: una piedra.Puede articular esa palabra: la encina.Pero cuando dice: la encina –y en voz alta, ¿por qué?– la palabra queda, en su mente, y se vuelve más pesada, como en la mano la llave que no giró. Y la figura del árbol se parte, se fragmenta, y se vuelve a unir otra vez en las alturas, en lo absoluto, como cuando miramos esas abolladuras del cristal en los antiguos vidrios.El color, confinado al borde de la imagen por el henchimiento del cristal. Eso que llamamos la forma, agujereado por un saledizo –desmentido. Como si permaneciera abierta la mano que guarda encerrados colores y formas.

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III

Perdido. Y las cosas acuden de todas partes, se apiñan en torno a él. Ya no hay más otro lugar en ese instante en que tan intensamente necesita otro lugar.Pero ¿lo necesita él?Y algo acude del centro mismo de las cosas. No hay más espacio entre él y la más mínima cosa.Sólo la montaña allá abajo, muy azul, lo ayuda a respirar aquí, en el agua de lo que es, que vuelve a subir.Es familiar, sin embargo, esa impresión de envión que se ejerce sobre él desde el adentro de todo. Ayer, nomás ¡cuántos caminos demasiado abruptos hacia el punto de fuga, en la tinta derramada de las nubes! ¡Cuántas palabras que venían quién sabe de dónde, entre las palabras! ¡Cuántos juguetes, que de golpe no eran más el pequeño damero o los cubos recubiertos de imágenes sino la madera gastada en los bordes, la fibra que traspasa el color.Le decían, desde lejos: Ven, y él no oía más que esa salpicadura de sonido que se desarma en las baldosas.

IV

Se acuerda de que un pájaro había avanzado delante de él un momento cuando estaba en camino todavía.Desde hace dos minutos, va derecho. Pero lo detiene el agua que se mueve entre los restos de troncos. Hay todo en esa agua clara, una especie de polvo azul que gira sobre sí misma donde la corriente casi imperceptible golpea la cresta brillante de una roca.Si hubiera llovido encontraría la huella de sus pasos, pera la tierra está seca.El sendero que siguió dejaba el sol a su izquierda. Allí donde dobló, cerca del borde, estaban aquellas tres piedras manchadas de blanco, como pintadas.

V

¿Pero por qué escala ahora esa colina casi escarpada, y aún cuando los árboles están tan juntos como abajo, a lo largo de estrechos arroyuelos? No es por ahí seguramente donde pasa el camino.Y no es desde allá arriba donde tendrá mejor vista.Ni podrá gritar su llamado.Lo veo sin embargo subir entre los troncos, por las piedras.

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Ayudándose de una rama baja cuando advierte que el suelo es demasiado resbaladizo a causa de las hojas secas entre las que hay siempre guijarros rodando sobre otros guijarros: rombos de borde acerado y de color grisManchado de rojo.Lo veo –e imagino la cima. Algunos metros llanos, pero discontinuos a causa de los zarzales que alcanzan a veces hasta las ramas. La misma confusión, el mismo azar que en otras partes del bosque, pero es así para todo lo que vive. Un pájaro vuela, que él no ve. Un pino caído una noche de viento obstruye la pendiente que se reanuda.Y oigo en mí esa voz, que surge del fondo de la infancia: Vine antes aquí –decía entonces–, conozco este lugar, he vivido aquí, estaba antes del tiempo, estaba antes de mí sobre la tierra.Soy el cielo, soy la tierra.Soy el rey. Soy ese montón de bellotas que el viento empujó hasta el hueco que hay entre las raíces.

VI

Tiene diez años. La edad en que uno mira –¿acaso a sacudidas?– el desplazamiento de las sombras. Y la desgarradura en el papel de las paredes, y el clavo encajado en el yeso y alrededor el metal oxidado, los ínfimos escamamientos de la incomprensible materia. ¿Se perdió? En efecto, avanza desde hace tiempo entre grandes enigmas. Siempre ha estado solo. Se sentó sobre el árbol caído, llora.¡Perdido! Es como si el más allá que sella el punto de fuga viniera a inclinarse sobre él, y lo tocara en el hombro.Alzar los ojos, entonces. Cuando dos direcciones nos llaman al mismo tiempo, en la encrucijada, el corazón late más fuerte y más sordamente, pero los ojos están libres. Esa noche, en la casa, que él ponga los leños sobre el fuego, como le permiten hacerlo: los verá arder en otro mundo.Que hable, para él solo: las palabras resonarán en otro mundo.Y más tarde, mucho más tarde, muchos años más tarde, solo, siempre solo en su habitación con el libro que ha escrito: lo tomará en sus manos, mirará las letras oscuras del título sobre el leve cartón pintado de azul. Abrirá algunas páginas, para que se tenga en pie sobre la mesa.Después le acercará un fósforo encendido, una mancha marrón y luego negra nacerá en el color, se extenderá, se agujereará, un ribete de fuego claro morderá los bordes, que él aplastará con el dedo antes de levantar el librito para inscribir nuevamente el signo en otro punto de la portada. Y he aquí que todo un lado de ella cae. El papel satinado, muy blanco, de la primera página, aparece abajo, amarillento, alcanzado también, por el calor.Deja el libro, y guarda en su mente, no sabe aún por qué, el matrimonio de las frases y de la ceniza.

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VII

El ladrido de un perro, que puso fin a su miedo. El pilar del sol entre las nubes, en la tarde. Los charcos que el escolar ve brillar en las palabras, en el porvenir de su vida, cuando empuja su pluma áspera por el enmarañamiento del dictado demasiado rápido.Y toda rama delante del cielo, a causa de los ensanchamientos, las condensaciones de su masa. Lo invisible que allá borbotea, como la fuente en el deshielo violenta. Y las bayas rojas, entre las hojas.Y la luz, cuando vuelve; la llama en que todo comienza y alcanza su fin.

Un recuerdo

Parecía muy viejo, casi un niño,andaba lento, crispada la manosobre un jirón empapado de barro.Cerrados los ojos, sin embargo. Ah, ¿no es cierto

que creer recordar es el peor engaño,la mano que toma la nuestra para perdernos?me pareció, sin embargo, que sonreíacuando pronto lo envolvió la noche.

¿Me pareció? No, desde luego, me engaño,es una voz trizada el recuerdo,se oye apenas, aunque nos inclinemos,

Y, sin embargo, escuchamos, y tanto tiempoque a veces la vida pasa. Y ya la muertele dice que no a toda metáfora.

Ramas bajas

Instante que quiere durar mas sin sabersacar eternidad de las ramas bajasque protegen la mesa donde luces y sombrasjuegan, en mi página blanca de esta mañana.

En torno a esos dos árboles primero la hierba,y luego la casa, y el tiempo, y el día de mañana

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para abrir al olvido, que ya disipaesos frutos de ayer caídos junto a la mesa.

El allí está lejos. Sin embargo, es sobre todoel aquí y el ahora lo que resulta inaccesible.más sencillo es entrar en el porvenir.

Con, para dentro de poco, algode ese fruto maduro, por la gracia del cualel verde se tiñe de azul en la noche de la hierba.

El adiós

Hemos vuelto a nuestro origen.Fue el lugar de la evidencia, aunque desgarrada.Las ventanas mezclaban demasiadas luces,Las escaleras trepaban demasiadas estrellasQue son arcos que se hunden, escombros,El fuego parecía arder en otro mundo.

Y ahora hay pájaros que vuelan de una habitación a la otra,Los postigos se cayeron, la cama está cubierta de piedras,La chimenea llena de restos del cielo que van a apagarse.Allí, por las tardes, hablábamos casi en voz bajaDebido a los rumores de las bóvedas, allí, sin embargo,Formábamos nuestros proyectos: pero una barca,Cargada con piedras rojas, se alejabaIrresistiblemente de una orilla, y el olvidoDepositaba ya su ceniza en los sueñosQue sin fin recomenzábamos, poblando con imágenesEl fuego que ardió hasta el último día.

¿Es cierto, amiga mía,Que no hay más que una palabra para nombrarEn la lengua que llamamos poesíaEl sol de la mañana y el de la tarde,Una para el grito de alegría y el de angustia,Una para el desierto río arriba y los golpes de hacha,Una para la cama deshecha y el cielo tormentoso,Una para el niño que nace y el dios muerto?

Sí, lo creo, quiero creerlo, pero ¿qué sombras

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Son ésas que se llevan el espejo?Y, mira, la zarza crece entre las piedrasEn el camino de hierba aún apenas abiertoPor el que nuestros pasos iban hacia los jóvenes árboles.Hoy me parece, aquí, que la palabraEs el pesebre medio roto del que se escapaEn cada amanecer de lluvia el agua inútil.

La hierba y en la hierba el agua que brilla, como un río.Todo está siempre a la espera de que una vez más se lo ate al mundo.Sé que el paraíso está diseminado,Es tarea terrestre el reconocerSus flores dispersas en la hierba pobre,Pero el ángel ha desaparecido, una luzQue no fue, de golpe, sino un sol poniente.

Y como Adán y Eva caminaremosPor última vez en el jardín.Como Adán el primer pesar, como Eva la primeraOsadía, querremos y no querremosPasar por la puerta baja que se entreabreAllá a lo lejos, en la otra punta del ronzal, coloreadaComo auguralmente por un último rayo.¿Se toma el porvenir en el origenComo cabe el cielo en un cóncavo espejo?¿Podremos recoger, de esa luzQue fue de aquí el milagro,En nuestras sombrías manos la simiente, para otros charcosEn el secreto de otros campos "cercados de piedras"?

Por cierto, está aquí el lugar para vencer, para vencernos,El lugar de donde salimos esta tarde. Aquí sin finComo esa agua que se escapa del pesebre.

Una piedra

El verano pasó violento por las salas frescas,Sus ojos estaban ciegos, su flanco desnudo,Gritó, y el llamado trastornó el sueñoDe los que allí dormían en lo simple de su día.

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Se estremecieron. Cambió el ritmo de su aliento,Sus manos abandonaron la copa del sueño.Ya el cielo otra vez volvía sobre la tierra,Llegó la tormenta de las siestas de verano, en lo eterno.

La rapidez de las nubes

La cama, la ventana cercana, el valle, el cielo,La rapidez espléndida de esas nubes,La súbita garra de la lluvia en los cristalesComo si la nada rubricase el mundo.

En mi sueño de ayerEl grano de otros años ardía a fuego lento,Sin calor, en el suelo embaldosado.Descalzos, lo apartaban nuestros pies como un agua límpida.

¡Oh amiga mía,Qué distancia tan débil separaba nuestros cuerpos!¡La hoja de la espada del tiempo que merodeaHubiese allí buscado en vano lugar para vencer!

Nombre verdadero

Nombraré desierto el castillo que fuistenoche esta voz, ausencia tu rostro,y cuando te derrumbes en la tierra estérilnombraré nada al relámpago que te arrebató.

Morir es un país que amabas. Llegosiempre por tus sombríos caminos,destruyo tu deseo, tu forma, tu memoria,soy tu enemigo y no tendré piedad.

Te nombraré guerra y me tomarécontigo las libertades de la guerra y sostendréen mis manos tu rostro oscuro y surcado,y en mi corazón ese país que ilumina la tormenta.

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Zbigniew Herbert 1924-1998

Poeta, ensayista y dramaturgo polaco nacido en Lwow en 1924. Fue uno de los poetas más importantes de la literatura polaca del siglo XX. Estudió Derecho, Filosofía y Economía en las Universidades de Varsovia y Cracovia y se convirtió en el líder espiritual del movimiento anticomunista en Polonia. La constante lucha por la libertad de su pueblo hizo que el régimen prohibiera en principio la publicación de sus obras, logrando que en 1956 saliera a la luz pública su primer trabajo poético "Cadena de luz", seguido entre otros por  "El estudio del objeto" en 1961, "Inscripción" en 1969, "Mr. Cogito" en 1974, "Informe de una ciudad sitiada" en 1990, "89 versos"  en 1997 y"Epílogo de la tempestad" en 1998. Viajó por varios  países residiendo por algún tiempo en Francia y Estados Unidos donde fue profesor de literatura en California. Recibió valiosos premios internacionales. Su obra ha sido traducida a numerosos idiomas. Falleció en Varsovia en julio de 1998.

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A Marco Aurelio

Buenas noches Marco Aurelio: apaga la luz y cierra el libro. Encima de tu cabeza se levanta una dorada alarma de estrellas, el cielo habla alguna lengua extranjera: este es el bárbaro grito de miedo que tu latín no puede entender, un terror continuo, un negro terror contra la frágil tierra humana empieza a golpear y triunfa: escucha su rugido, el flujo incesante de los elementos ahogará tu prosa hasta que se derrumben los cuatro muros del mundo. 

¿Y para nosotros? -temblar en el aire, soplar las cenizas, agitar el éter,roernos los dedos, buscar vanas palabras,arrastrar las sombras caídas a nuestras espaldas.

Bueno Marco Aurelio: mejor cuelga tu paz a través de las tinieblas, dame la mano. Déjala temblar cuando el ciego mundo golpea en nuestros cinco sentidos como en una lira caída. Traidores el universo y la astronomía, el cálculo de las estrellas, la sabiduría de la hierba y tu grandeza demasiado enorme y, Marco, mis lágrimas indefensas.

De la traducción poética

Como un abejorro zompónque se posó sobre la florhasta que se encorvó el flexible talloy ahora se abre paso entre filas de pétalosparecidos a hojas de diccionarioy se dirige hacia el centrodonde están el aroma y el dulzory aunque pescó un catarroy ha perdido el saboraún persistehasta que su cabeza golpea

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contra el pistilo amarillo

y aquí ya el findifícil es penetrarpor los cálices de las floreshasta la raízasí el abejorro se alejamuy ufanoy zumbando con vigor:dentro me metíy a quienesno acaban de creerlesu nariz enseñaamarilla de polen.

Dos gotas

Los bosques ardían-y ellosen sus cuellos enredaban los brazoscomo ramos de rosas

la gente corría a los refugiosél decía que su esposa tenía cabellosen los que uno podía escondersecubiertos con una sola mantamusitaban impúdicas palabrasla letanía de los amantes

Si la cosa se ponía feasaltaban en los ojos del otroy los cerraban con fuerzacon tanta fuerza que no sintieron el fuegoque alcanzaba sus pestañas

hasta el final fueron audaceshasta el final fueron fieleshasta el final fueron parecidoscomo dos gotasdetenidas al borde de la cara.

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El de ciencias naturales

No puedo recordarsu rostroestaba de pie frente a mí en lo altoal final de sus largas piernas separadasveíasu cadenita de orosu gris levitay su flaco cuelloal que estaba prendidauna inerte corbata

fue el primero que nos enseñóel anca de una rana muertaque pinchada con un alfilerviolentamente se contrae

él nos introdujoa través de un microscopio doradoen la vida íntimade nuestro bisabueloel paramecio

trajo un oscuro granoy dijo: cornezuelo

instigado por élen el décimo año de mi vidafui padrecuando tras una tensa espera

de una castaña sumergida en el aguaapareció un brote amarilloy todo estalló en canto alrededor

en el segundo año de la guerramataron al de cienciaslos malandrines de historia

si es que fue al cielo-

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quizá camine ahorasobre largos rayosvestidos con grises mediascon una enorme redy una caja verdealegremente bamboleándose a su espalda

pero si no se fue allá arriba-

cuando en el sendero del bosqueencuentro un escarabajo encaramándosea una pelotilla de arename acercome cuadroy digo:-buenos días señor profesorpermítame ayudarle

lo transporto delicadamentey me quedo mirando un ratohasta que desapareceen la obscura sala de profesoresal final del corredor de hojas.

Informe sobre la ciudad sitiada

Demasiado viejo para llevar las armas y luchar como los otros-

fui designado como un favor para el mediocre papel de cronistaregistro -sin saber para quién- los acontecimientos del asedio

debo ser exacto mas no sé cuándo comenzó la invasiónhace doscientos años en diciembre septiembre¹ quizá ayer al amanecertodos padecen aquí del deterioro de la noción del tiempo

nos quedó sólo el lugar el apego al lugaraún poseemos las ruinas de los templos los espectros de jardines y casassi perdemos nuestras ruinas nada nos quedará

escribo tal como sé en el ritmo de semanas inconclusaslunes: almacenes vacíos la rata ha devenido moneda corriente

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martes: alcalde asesinado por agentes desconocidosmiércoles: conversaciones sobre el armisticio el enemigo confinó a los legados            ignoramos dónde se encuentran esto es el lugar de su supliciojueves: tras una turbulenta asamblea se rechaza por mayoría de votosla propuesta de los comerciantes de especias de rendición incondicionalviernes: comienza la peste sábado: se ha suicidado un desconocido e inflexible defensor; domingo: no hay agua                 rechazamosun ataque en la puerta este llamada Puerta de la Alianza

Lo sé: todo esto es monótono a nadie puede conmover.

Evito comentarios: las emociones mantengo a raya, escribo sobre hechosaparentemente sólo ellos son valorados en los mercados foráneospero con cierto orgullo deseo informar al mundoque gracias a la guerra hemos criado una nueva variedad de niños.A nuestros niños no les gustan los cuentos, juegan a matar:despiertos y dormidos sueñan con la sopa, el pan, los huesosexactamente como los perros y los gatos

al atardecer me gusta deambular por los confines de la Ciudada lo largo de las fronteras de nuestra libertad inciertamiro desde lo alto el hormigueo de los ejércitos sus lucesescucho el tronar de los tambores los alaridos bárbarosen verdad es inconcebible que la Ciudad todavía se defienda

el asedio continúa los enemigos deben ser reemplazadosnada les une excepto el anhelo de nuestra destruccióngodos tártaros suecos huestes del César regimientos de la Transfiguración del Señor quién los enumerarálos colores de los estandartes cambian como el bosque en el horizontedesde el delicado amarillo de aves en primavera a través delverde del rojo hasta el negro invernal

así al atardecer liberado de los hechos puedo pensaren asuntos antiguos lejanos por ejemplo en nuestrosaliados de ultramar lo sé su compasión es sinceraenvían harinas sacos de ánimo grasa y buenos consejosignoran incluso que nos traicionaron sus padresnuestros ex-aliados desde los tiempos del segundo Apocalipsissus hijos no tienen culpa merecen gratitud así que les estamos agradecidos

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no sufrieron un asedio largo como una eternidada quienes alcanzó la desdicha están siempre soloslos defensores del Dalai-Lama kurdos montañeses afganos

ahora cuando escribo estas palabras los partidarios del pactoconquistaron cierta ventaja sobre la fracción de los intransigenteshabituales las oscilaciones de ánimo los destinos aún se sopesan

los cementerios crecen disminuye el número de los defensorespero la defensa perdura y perdurará hasta el finaly si cae la Ciudad y uno solo sobreviveél portará consigo la Ciudad por los caminos del exilioél será la Ciudad

miramos en el rostro del hambre el rostro del fuego el rostro de la muertey el peor de todos -el rostro de la traicióny sólo nuestro sueños no fueron humillados

(1984)

La noche del 13 de Diciembre de 1981 fue decretado en todo el país el estado de guerra, el movimiento democrático «Solidaridad», el primer sindicato independiente en un país socialista, fue disuelto y declarados ilegales todos los acuerdos firmados  entre el sindicato y el gobierno. A la declaración del estado de guerra siguió una represión generalizada. En Septiembre de 1939, por otra parte, dio comienzo, como es sabido, la segunda guerra mundial.

La orilla

Espera en la orilla de un largo y lento ríoen la otra orilla está Caronte el cielo brilla túrbido(no es por lo demás ningún cielo) Caronteya está aquí se limitó a lanzar la cuerda hasta una ramaella (el alma) saca el óboloque rápidamente se agriaba bajo su lenguase sienta detrás en la barca vacíatodo esto sin una palabra

si al menos la lunao el aullido de un perro.

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Intento de descripción 

Primero me describiré a mí mismo empezando por mi cabeza o mejor mi pie o mi mano o el meñique en mi mano izquierda 

mi meñique es tibio un tanto curvado hacia adentro termina en uña está hecho de tres segmentos cerca de mi palma librado a sus propios medios sería un gusano de buen tamaño 

es un dedo muy especial el meñique de una mano izquierdaúnico en todo el mundo me lo dieron directamente otros meñiques de una mano izquierda son una fría abstracción comparto con el mío fecha de nacimiento fecha de muerte común soledad sólo la sangre ocupada en la escansión de oscuras tautologías une playas distantes con un hilo de mutuo acuerdo

La piedra

La piedra es la criaturaperfecta

igual a sí mismavigilante de sus fronteras

exactamente repleta

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de pétreo sentido

con un aroma que a nada recuerdaa nadie espanta no despierta codicia

su ardor y fríoson justos y están llenos de dignidad

siento su duro reprochecuando la apreso en mi manoy su noble cuerpoabsorbe el falso calor

                -Las piedras no se dejan domesticar                hasta el final nos mirarán                con su mirada tranquila clarísima

Leer la mano

Todas las líneas descienden al valle de la palma hasta un hueco en que burbujea la diminuta fuente del destino Aquí está la línea de la vida Mira recorre como una flecha el horizonte de los cinco dedos iluminados por su corriente que se levanta venciendo todos los obstáculos y nada es más hermoso ni más fuerte que su lucha por seguir adelante 

Comparada con ella qué indefensa la línea de la fidelidad como un grito en la noche un río en el desierto concebido en la arena y muriente en la arenaTal vez continúa más abajo de la piel parte el tejido de los músculos y penetra en las arterias para que de noche podamos ver a nuestros muertos 

allá abajo allá adentro donde la memoria y la sangre fluyen tiros de minas pozos cámaras llenos de oscuros nombres 

Esta colina no estaba aquí Después de todo recuerdo 

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que había un niño de tan redonda ternura como si una lágrima ardiente de plomo hubiera caído en mi mano Después de todo recuerdo el pelo la sombra de una mejilla frágiles dedos y el peso de una cabeza durmiente 

¿Quién destruyó el nido, quién apiló el monte de indiferencia que no estaba aquí? ,¿Por qué no pones la palma de tu mano contra tus ojos?

Nosotros echamos la suerte Estamos aquí para saber.

Un país

En la misma esquina de este viejo mapa hay un país que añoro. Es la patria de las manzanas, las colinas, los ríos perezosos, del vino agrio y el amor. Por desgracia una gran araña tejió sobre él su tela y con su viscosa saliva cerró las puertas del sueño.

Y es siempre así: el ángel con la espada de fuego, la araña y la conciencia.  

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José Angel Valente1929-2000

Poeta español nacido en 1929 en Orense, donde pasó su infancia y adolescencia. Inició estudios de Filología Romántica en Santiago de Compostela y los terminó en Madrid.   Fue profesor de literatura en la Universidad de Oxford y funcionario de varios organismos internacionales  en diversos países. Además de poeta fue ensayista y traductor. Es una de las voces más representativas de la poesía española. Premio Adonais en 1955, Premio de la Crítica en 1960, Premio Príncipe de Asturias de las Letras en 1988,  Premio Nacional de Poesía en 1993  y Premio Reina Sofía en 1998. Su poesía se caracteriza por una gran exigencia verbal. Falleció en el año 2000. 

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Latitud

No quiero más que estar sobre tu cuerpocomo lagarto al sol los días de tristeza.

Se disuelve en el aire el llanto roto,al pie de las estatuasrecupera la hiedray tu mano me buscapor la piel de tu vientredonde duermo extendido.

El pensamiento melancólicose tiende, cuerpo, a tus orillas,bajo el temblor del párpado, el delgadofluir de las arterias,la duración nocturna del latido,la luminosa latitud del vientre,a tu costado, cuerpo, a tus orillas,como animal que vuelve a sus orígenes.

Ahora no tienes, corazón, el vuelo...

Ahora no tienes, corazón, el vuelo que te llevaba a las más altas cumbres. 

Lates, reptante, entre las hojas secas del amarillo otoño. 

¿Y hasta cuándo en la secreta larva de ti? 

¿Volverás a nacer en la mañana, a respirar la frialdad del aire donde hay un pájaro?                                               ¿Lo oyes? 

Canta arriba, en las cimas, como tú, como entonces. 

Tú eres sólo latir cobijado en lo oscuro. 

Al pájaro que fuiste dedicas este canto. 

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Cuando te veo así, mi cuerpo, tan caído...

Cuando te veo así, mi cuerpo, tan caídopor todos los rincones más oscurosdel alma, en ti me miro,igual que en un espejo de infinitas imágenes,sin acertar cuál de entre ellassomos más tú y yo que las restantes.Morir.Tal vez morir no sea más que esto,volver suavemente, cuerpo,el perfil de tu rostro en los espejoshacia el lado más puro de la sombra.

Hoy andaba debajo de mí mismo...

Hoy andaba debajo de mí mismo sin saber lo que hacía. 

Hoy andaba debajo de la pena con risa inexplicable. 

Hoy andaba debajo de la risacon todo el llanto a cuestas.

Hoy andaba debajo de las aguassin que fuese milagro comparable.

Hoy andaba debajo de la muertey no reconocía sus cimientos.

Andaba a la deriva por debajo del cuerpoconfundiendo los dedos con los ojos.

Hoy andaba debajo de mí mismosin poder contenerme.

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Muerte y resurrección

No estabas tú, estaban tus despojos.

Luego y después de tantomorir no estaba el cuerpode la muerte.Morirno tiene cuerpo.Estabatraslúcido el lugardonde tu cuerpo estuvo.

La piedra había sido removida.

No estabas tú, tu cuerpo, estabasobrevivida al fin la transparencia.

Pájaro del olvido

Pájaro del olvido jamás te tuve más cierto en mi memoria. 

Vuelvo ahora desde no sé qué sombra al día helado del otoño en esta ciudad no mía, pero al fin tan próxima, donde el sol de noviembre tiene la última dureza de lo que ya debiera morir.            ¿Y es éste el día de mi resurrección? 

Las hojas arrastradas por el viento apagan nuestros pasos. 

Llego y ni siquiera sé muy bien quién llega ni por qué fue llamado a este convite tantos años después.

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Serán ceniza

Cruzo un desierto y su secretadesolación sin nombre. El corazóntiene la sequedad de la piedray los estallidos nocturnosde su materia o de su nada.

Hay una luz remota, sin embargo,y sé que no estoy solo;aunque después de tanto y tanto no hayani un solo pensamientocapaz contra la muerte,no estoy solo.

Toco esta mano al fin que comparte mi viday en ella me confirmoy tiento cuanto amo,lo levanto hacia el cieloy aunque sea ceniza lo proclamo: ceniza.

Aunque sea ceniza cuanto tengo hasta ahora, cuanto se me ha tendido a modo de esperanza.

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Seamus Heaney1939

Poeta y crítico literario irlandés nacido en County Derry, Norte de Irlanda en 1939. Al terminar la escuela primaria en su ciudad natal, se trasladó a Belfast para ingresar a Queen's University donde concluyó su carrera universitaria, dedicándose luego a la enseñanza hasta 1972, año en el que decidió viajar a Doublin para dictar la cátedra de literatura en  Carysfort College. A partir de 1982, dedicado por completo a la poesía y a la crítica, ejerció como profesor de Retórica y Oratoria en la Universidad de Harvard, profesor de poesía en la Universidad de Oxford y conferenciante de prestigiosos establecimientos culturales. De su obra se destacan "Muerte de un naturalista" 1966,"Puerta a las tinieblas" 1969, "Huyendo del invierno" 1972,"Trabajo de campo" 1979,  "Viendo cosas" 1991 y "Poesía reunida" 1998. Obtuvo el Premio Nobel de Literatura  en 1995.

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Acta de unión

I

Esta noche, un primer movimiento, un pulso,como si la lluvia se acumulase en el pantanohasta romper y desbordarse: una presa que estalla,un tajo abriendo la cama de helechos.Tu espalda es una firme línea de costa del estey brazos y piernas se prolonganmás allá de tus colinas graduales. Acariciola palpitante provincia donde creció nuestro pasado.Soy el reino elevado por encima de tus hombrosal que no halagarías ni puedes ignorar.La conquista es mentira. Envejezcotolerando tu orilla semi-independientedentro de cuyos límites ahora mi legadoculmina inexorable.

II

Imperialmente soy varón todavía,dejando para ti todo el dolor,el proceso de rendición en la colonia,el ariete, la barrera que explota desde dentro.El acta germinó en una obstinada quinta columnacuya postura crece de forma unilateral.Su corazón bajo tu corazón es un tambor de guerraque llama a filas a la fuerza. Sus parasitariose ignorantes puños pequeñosya golpearon tus fronteras y sé que apuntan hacia mípor encima del agua. No veo ningún tratadoque ponga a salvo por completotu cuerpo hollado y estirado, el gran dolorque, como campo abierto, te deja en carne viva, una vez más.

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Casa de verano

I¿Era el viento de los vertederoso algo en el calor

que nos seguía los pasos, con el verano agriándose,y un nido pestilente incubando en algún lugar?

¿De quién era la culpa?, me preguntaba, inquisidordel aire poseído.

Para de pronto descubrir,al levantar la estera

que había larvas, moviéndose-e hirviendo, hirviendo, hirviendo.

IIMientras arreglo la puerta, con mis brazosrepletos de cereza silvestre y rododendro,a través de la entrada escucho su perdidogimotear, que, carraspeando, tintineami nombre, una y otra vez.

Oh amor, he aquí la culpa.

Las flores sueltas entre nosotrosse reúnen, componenuna especie de altar del mes de mayo.

Estos capullos francos y caídosse tiñen pronto del color de un dulce bálsamo.

Asiste. Unge la herida.

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IIIOh atendimos nuestras heridas con correcciónbajo la dulzura hogareña

y yacemos como si la superficie fría de una hojanos hubiese dejado sin aliento.

Postulo más y máscuras gruesas, como ahora

cuando te doblas en la duchael agua vive cayendo por la pila bautismal de tus pechos.

IVCon un definitivoimpulso nada musicallargos granos empiezana abrirse y se separan

hacia adelantey de nuevo agotamosel blanco, pateadocamino al corazón.

VMis hijos lloran la calurosa noche extranjera.Caminamos por el suelo, mi boca podrida se desahogacontigo y yacemos rígidos hasta que el albaacude a la almohada, y al maíz, y la viña

que sostiene su plena carga hacia la luz.Las rocas de ayer cantaban cuando las golpeábamosestalactitas en las viejas cuevas, goteando oscuridad -nuestras llamadas de amor pequeñas como un diapasón.

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Día de boda

Tengo miedo.El sonido se ha parado en el díay las imágenes se repitensin cesar. ¿Por qué esas lágrimas,

el pesar salvaje en su rostrofuera del taxi? Creceel jugo del lamentoen nuestros invitados que saludan.

Tras la gran tarta estás cantandocomo una novia abandonadaque persiste, demente,y que atraviesa el ritual.

Cuando fui a los lavaboshabía un corazón con una flechay palabras de amor. Deja que duermarecostado en tu pecho, camino al aeropuerto.

Muerte de un naturalista

Durante todo el año el dique de lino supurabaen el corazón del pueblo; verde y de cabeza pesadael lino se pudría allí, aplastado por enormes terruños.A diario chorreaba bajo un sol de justicia.Burbujas gorgojeaban con delicadeza, moscardonestejían una fuerte gasa de sonido en tomo al olor.Había también libélulas, mariposas con lunares,pero lo mejor de todo era esa baba caliente y espesade huevos de rana que, a la sombra de las orillas,crecía como agua coagulada. Aquí, cada primaverayo llenaría los tarros de mermelada con gelatinosasmotas para poner en fila en el alféizar de la casa,y en el colegio, sobre estantes, y esperaría y miraríahasta que los puntos engordasen estallando en ágilesrenacuajos nadadores. La Señora Walls nos contaría cómoa la rana padre se le llamaba rana toroy cómo croaba y cómo la mamá rana

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depositaba centenares de pequeños huevos y eso eranbabas de rana. También se podía predecir el tiempo por las ranaspues eran amarillas al sol y marrones bajo la lluvia.Entonces, un caluroso día cuando los campos apestabana boñiga de vaca sobre la hierba, las airadas ranasinvadieron el dique de lino; yo atravesaba los marjalesagachado y al son de un áspero croar que no había oídoantes. El aire se espesó con un coro de bajos.Justo al pie del dique ranas de gordas barrigas sé mantenían alertassobre terruños; sus nucas sueltas latían como velas. Algunas saltaban:el slap y plop eran amenazas obscenas. Algunas se sentarondispuestas como granadas de barro, con sus calvas cabezas pedorreando.Me sentí enfermo, di la vuelta y corrí. Los grandes reyes babososse reunían allí para vengarse y supeque si metía mi mano las babas la agarrarían.

Sibila

Mi lengua se movía, una relajante bisagra ondulante.Le dije a ella, «¿qué será de nosotros?»Y como agua olvidada en un pozo puede agitarsetras una explosión bajo la mañana

o una fractura recorre un tejado,empezó a hablar.«Pienso que nuestra forma misma deberá cambiar.Perros en un asedio. Recaídas de saurios. Hormigas.

A menos que el perdón encuentre voz y nervio,a menos que los árboles sangrantes y con cascopuedan ser verdes y dar brotes como el puño de un niñoy el pútrido magma incubeninfas brillantes... Mi gente piensa en el dineropero habla del tiempo. Los pozos petróleo calman su futurocomo simples temas de adquisición. El silenciose vuelve bajío con el sonar de ecos que lanzan las traineras.

La tierra a la que aplicábamos nuestro oído durante tanto tiempoestá despellejada o muy callosa, y sus entrañastentadas por un augurio impío.Nuestra isla está llena de ruidos nada confortantes.

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Una llamada

«Espera,» dijo ella, «saldré simplemente e iré a por él.El tiempo aquí es tan bueno, que aprovechapara escardar Un poco.»                                                    De modo que lo viapoyado sobre las manos y rodillas al lado del rastrillo,tocando, inspeccionando, separando untallo del otro, estirando con suavidadcada cosa no estrechada, frágil y sin hojas,complacido de sentir cómo se abría cada raíz de malas hierbas,pero también arrepentido...                                                          Luego me encontré escuchandoal amplio y grave tic de los relojes de la entradadonde el teléfono estaba desatendido en una calmade espejo y péndulos iluminados por el sol...

y me encontré entonces pensando: si fuera hoy,así es como la Muerte convocaría a Cualquiera.

A continuación él habló y casi le dije que le amaba.

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Joseph Brodsky1940-1996

Poeta ruso nacido en San Petersburgo en 1940. De formación autodidacta,  reconoció la influencia que en él ejercieron los poetas clásicos, los metafísicos ingleses y los poetas polacos modernos, además de Proust, W. H. Auden y Herman Melville. Acusado de "parasitismo social", fue encarcelado durante dieciocho meses a la edad de veinticuatro años. En 1972 emprendió el camino al exilio, obteniendo la nacionalidad estadounidense en 1977. Sus "Poemas selectos", que reúnen una importante colección de su poesía, se publicaron en versión inglesa en 1973, seguidos de "Partes de la oración" en 1980 e Historia del siglo XX en 1986. En 1981 obtuvo una beca de la Fundación MacArthur, y en 1987  fue galardonado con el Premio Nobel de Literatura. Su producción literaria se extendió hasta su muerte, ocurrida en Nueva York el 28 de enero de 1996. 

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Carta a un amigo romano

                                                          (De Marcial)

Sopla el viento hoy, las olas se encaraman.     Se acerca el otoño y trocará toda la vista.Y, Póstumo, este mudar de tonos te llega más al alma     que ver cómo se cambia de vestido la amiga.

De una doncella gozas hasta un punto cierro,     que no supera el codo, la rodilla.Cuánta más dicha en la belleza ajena al cuerpo:     a salvo del abrazo, la perfidia.

*

Te mando Póstumo, estos escritos.     ¿Y en la capital? ¿La cama te hacen blanda, o te resulta dura?¿Qué es del César? ¿Sigue aún con sus intrigas?     Con ellas sigue, imagino, y con su gula.

Me encuentro en mi jardín, arde una tea.     Sin una amiga, sin siervos, sin afectos.Y en lugar de los pequeños y grandes de la tierra,     suena en concierto un zumbar de insectos.

*

Aquí yace un mercader de Asia. El mercader valía;     era hábil, aunque fuera discreto.Murió deprisa: de unas fiebres. A hacer negocio había venido     y no, ciertamente, a acabar en esto.

Junto a él yace un legionario bajo un cuarzo grueso.     Dio gloria al Imperio en la batalla.¡Pudo caer tantas veces! Pero murió de viejo.     Tampoco aquí, mi Póstumo, hay norma que valga.

*

Tal vez una gallina, en verdad, no llegue a ave,     mas hasta con su seso te lloverán los palos.Si por fortuna en tierras del Imperio naces,     mejor que vivas junto al mar, en un rincón lejano.

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Lejos del César, de fieros nubarrones,     de la adulación, el miedo, la premura.¿Que todos sus gobernadores, dices, son ladrones?     Mejor quien roba que el que tortura.

*

Acepto esperar contigo que pase el aguacero,     hetera, pero sin regateos de mercado:cobrar de quien te está cubriendo el cuerpo     es como reclamar las tejas a un tejado.

¿Tengo goteras, dices? Mas ¿y la prueba del delito?     No he dejado charco alguno en mi vida.Verás, el día en que encuentres un marido,     como te dejará las sábanas perdidas.

*

Ya ves, ya hemos recorrido media vida.     Como me dijo un viejo esclavo en la taberna:«Mirando alrededor tan sólo vemos ruinas».     Dura opinión, lo reconozco, pero cierta.

Estuve en las montañas. Un ramo aderezo con las flores.     Un jarro he de hallar, llenarlo de agua fresca...¿Por Libia cómo va, mi Póstumo, o dónde te encuentres?     ¿Será posible que aún siga la guerra?

*¿Recuerdas, Póstumo, la hermana que el gobernador tenía?     Aquella delgadita, pero de gruesas ancas.Llegaste a dormir con ella... Ahora es sacerdotisa.     Sacerdotisa, Póstumo, y con los dioses habla.

Ven, tomaremos vino, de pan acompañado.     O con ciruelas. Me contarás las nuevas.Te pondré el lecho en el jardín, bajo el cielo despejado     y te diré cómo se llaman las estrellas.

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*

Mi Póstumo, pronto tu amigo, amante de las sumas,     su vieja deuda pagará a tanta resta.Encontrarás dinero bajo el cojín de plumas;     para el entierro al menos basta, me parece.

Ve en tu yegua negra donde las heteras viven,      allá, donde la villa alcanza la muralla.Y págales lo mismo que por su arte piden,     para que por suma igual lloren mi marcha.

*

El verde del laurel que el temblor alcanza.     De par en par la puerta y polvo en la rejilla.La silla, abandonada, vacía la estancia.     Y una tela que bebe el sol del mediodía.

El Ponto ronca sordo tras los pinos negros.     Combate con el viento un buque junto al cabo.En un reseco banco se sienta Plinio el Viejo.     Murmura quedo un mirlo en un ciprés crespado.

El busto de Tiberio

Yo te saludo, pasados dos mil años.También tú fuiste marido de una puta.Es algo que tenemos en común. Por lo demás,en torno a ti está tu urbe. Estruendo, coches,chusma con jeringas en húmedos portales,ruinas. Yo, un viajero del montón,saludo ahora tu busto polvorientoen la desierta galería. Ah, Tiberio,aquí no alcanzas ni los treinta. Del rostromana la confianza de quien domina el músculomás que el futuro de su suma. Y la cabeza,que el escultor cortara en vida,muestra en esencia el augurio del poder.Todo lo que queda bajo el mentón es Roma:provincias, cohortes y también rentistas,

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más un sinfín de infantes que besan tu aguijón-placer en clave de la lobaque alimenta a los críos Remoy Rómulo-.(¡Los mismos labios!,musitando, dulces, inconexosentre los pliegues de la toga. ) A fin de cuentas:un busto en señal de independencia entre cuerpo y cerebro.De hecho, incluido el del Imperio.De dibujar tú mismo tu retrato,sería todo él circunvoluciones.

Aquí no alcanzas ni los treinta. Nadaen ti detiene la mirada.Ni, a su vez, tu firme observarestá dispuesto a detenerse en algo:ni en rostro alguno ni en unpaisaje clásico. ¡Ah, Tiberio!¡Qué más te da lo que rezonguenTácito o Suetonio en busca de las causasque te hicieron cruel! No hay causas en el mundo,tan sólo efectos. Los hombres son sus víctimas.Y sobre todo en las mazmorras donde todos confiesan;no en vano confesar bajo tortura,como las confidencias del niño,se torna monocorde. Lo mejor esno tener nada que ver con la verdad.Por lo demás, ésta no eleva. A nadie.Menos aún al César. Al menos,tú apareces más capaz de ahogarteen tu baño que por una gran idea.Y en general, ¿ser cruel no es acasoprecipitar tan sólo el común destinode toda cosa, o la caída librede un cuerpo simple en el vacío? En élsiempre acabas en el momento de caer.No vendrá el diluvio tras nosotros

Enero. Un aluvión de nubessobre la invernal ciudad a modo de mármol sobrante.El Tíber, que huye de la realidad.Las fuentes, que echan agua hacia el lugarde donde nadie mira, ni cómo quien no ve,ni entornando la mirada. ¡Es otro tiempo!

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Y no hay modo de atrapar al loboenloquecido. ¡Ah, Tiberio!¿Quiénes somos nosotros para ser tus jueces?Has sido un monstruo, mas fiera impasible.Pues la naturaleza, cuando crea sus monstruos-las víctimas jamás-, los plasma, no obstante,a semejanza suya. Más nos vale mil veces-si escoger nos es dado-que venga a destruirnos un engendro del infiernoantes que un neurasténico. Con treinta sin cumplir,el rostro hecho en piedra, cara rocosa,creada para dos milenios,te asemejas a un instrumento naturalde exterminio, y en nada a un esclavode pasión humana alguna, o a un forjador de ideasy demás. Y defenderte de las invencioneses como proteger al árbol de sus hojas,con su complejo de que ellas son, entre susurrosinconexos pero claros, mayoría.En la desierta galería. En mediodía gris.El ventanal tiznado con las luces del invierno.El ruido de la calle. Ajeno por completoa la textura del espacio, el busto...¡No puede ser que no me oigas!Pues yo también huí, sin mirar hacia atrás,de todo lo que me había sucedido; me convertí en islacon sus ruinas, sus cigüeñas. También me esculpíel rostro por medio de un candil.A mano. Y lo que llegase a decir,lo que haya dicho, a nadie le interesa,y no en su momento, sino hoy mismo.¿No es esto también un modo de acelerarla historia? ¿No es un intento -logrado por desdicha-de colocarse el efecto delante de la causa?Y además, también en el total vacío,lo cual no garantiza un gran aplauso.¿Arrepentirse? ¿Rehacer tu suerte?¿Jugar, como se dice, con otra baraja?Pero, ¿vale la pena acaso? La lluvia radiactivanos cubrirá no mucho peor que tu historiador.¿Y quién vendrá a maldecirnos? ¿Una estrella?¿La luna? ¿Una termita enloquecida porlas incontables mutaciones, de tronco fofo, eterna?

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Todo es posible. Pero, cuando, como un objeto duro,se tope con nosotros, ella también, tal vez,algo turbada, detendrá la excavación.

«Un busto -exclamará en el lenguaje de las ruinas,del músculo abreviado-, un busto, un busto.»

El fuego, oyes, se empieza a apagar...

El fuego, oyes, se empieza a apagar.En los ángulos las sombras se agitan.Y ya no hay modo de poderlas señalar,gritarles que se queden quietas.Cerrando filas, se han puesto a formar.No, esta hueste no atiende a palabras.Silenciosa avanza de cualquier rincóny yo de pronto he ocupado el centro.Más altas cada vez, signos de exclamación,las explosiones de tinieblas se elevan.La noche arruga el papel hasta el mentónde lo alto, cada vez más densa.Se han esfumado las agujas del reloj.Y éste no se ve, ni se oye siquiera.Y aquí no ha quedado más que el brillo ocular,inmóvil, detenido. Detenido.El fuego se apagó. Lo oyes: se apagó.El humo ardiente vuela por el techo.Mas no huye de la vista este fulgor.O, mejor dicho, no deja las tinieblas.

Me han culpado de todo, salvo del tiempo...

Me han culpado de todo, salvo del tiempo,yo mismo me he solido amenazar con un duro rescate.Mas pronto me arrancaré, como se dice, los galones,y me convertiré en una simple estrella.

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Y brillaré en el adiós como un teniente de los cielos,cuando oiga el trueno, me ocultaré entre la nubesin ver cómo la tropa, bajo el empuje de los saldos,huye bajo el acoso de la pluma.

Cuando alrededor ya no hay lo que una vez estuvono importa si es un blitz o si os cogen prisionero.Así el escolar, al ver en sueños el tintero,mejor dispuesto está a multiplicar que tabla alguna.

Y si, por la velocidad con que va la luz, no esperas premio,al menos el blindaje del común no servalore tal vez los intentos de mudarlo en cedazoy por la brecha que abrí me dé las gracias.

Parte de la oración

Desde ningún lugar, con amor, tal día de martubre,querido, muy señor, cariño -quién seastanto da, si no es posible yarecordar los rasgos-; la verdadeste ni suyo ni de nadie fiel amigo, le saludadesde uno de los cinco continentes, fundado por cowboys;te he querido más que a un ángel, que al mismísimo,y hoy por eso estoy de ti aún más lejos;entrada ya la noche, en lo más hondo de un dormido valle,en un villorrio con nieve hasta el pomo del portal,y retorciéndome en la sábana de noche-como en adelante al menos no se indica más-,con un mugido «tu», ahueco la almohada,sin límite ni fin, y más allá del mar,tratando en las tinieblas y con el cuerpo todo,de repetir tus rasgos como un espejo loco.

* * *

El norte pudre el metal, mas del cristal se apiada.Enseña a la garganta a decir: «¡Déjame entrar!».El frío me educó, me puso la pluma entre los dedospara una vez cerrados poderlos calentar.

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Mientras me hielo, más allá del marveo el sol ponerse, y nadie alrededor.La suela resbala en el hielo, o es la tierra mismala que se va abreviando bajo el tacón.

Y en mi garganta, donde se pone la risa,o la palabra o el té caliente,cada vez la nieve resuena más precisa,y como tu explorador, negrea un «adiós».

* * *

Reconozco este viento que embiste la hierba,inclinada a su paso como bajo el mongol.Reconozco esta hoja que cae en el barrocomo príncipe ruso en rojo estertor.En tierra extraña desbordado en ancha saeta,por el pómulo torcido de un caserón,como al ganso por su vuelo, el otoño distingue,abajo, en el vidrio, una lágrima en el rostro.Y alzando al techo los ojos en blanco,yo no canto a las tropas, olvidé cuántas son,mas de noche la lengua en la boca agita el nombre estepariocomo el sello que entrega el rey oriental.

* * * 

Es una serie de observaciones. En el rincón hace calor.Y la mirada deja huella en las cosas.El agua representa el cristal.Da más pavor el hombre que sus huesos.

Noche de invierno con vino, en ningún lugar.Veranda al embate de un salcedo.El cuerpo descansa en el codocomo morena fuera del glaciar.

Al cabo de mil años, de entre cortinas de moluscos,desde unos flecos, asomados, extraerán,con el mohín de «buenas noches» unos labiossin nadie a quien poderlas desear.

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* * *

Porque el tacón deja su huella es invierno.Con abrigos de madera, helados en el campo,las casas se conocen por quién pasa por ellas.Qué decir del futuro al caer de la tarde,cuando en noche silente aparece el recuerdode tus «espacio en blanco», mientras duermes,lanzado por el cuerpo del alma a la paredcomo en la pared la vela nocturnaproyecta una sombra de silla,y bajo el mantel del cielo caído sobre bosque,sobre la torre del granero que alas de grajo tiñenno blanquearás el aire con la nieve punzante. 

* * *

Un Laocoonte de madera, tras apear por un momentoun monte de sus hombros, sostiene una gran nube.Del cabo llegan ráfagas de viento duro. La voz intentaretener las frases, chillando sin salirse del sentido.Se precipita el aguacero como espaldas en el baño:maromas retorcidas azotan los lomos de los altos.El mar medinvernal se agita tras columnatas mondas,a modo de salada lengua tras los dientes quebrados.El corazón asilvestrado no ha dejado de batir por dos.El cazador no ignora dónde el faisán se esconde: en charco agazapado.Se alza inmóvil el mañana tras el día de hoy,como tras el sujeto el predicado.

* * *

He nacido y crecido en las ciénagas bálticas, al amor de las olas de zinc, que siempre revientan a pares,y es de aquí que provienen las rimas, y de aquí, la voz apagada que se trenza entre ellas como el pelo mojado si es que aquélla se llega a trenzar. Apoyado en el codo, no distingue el oído el fragor de la roca,sino el choque de telas, postigos y palmas, anota teteras que hierven, a lo sumo el gritar de gaviotas. El alma, en tan llana región, se salva de falsos manejospor no haber un rincón que te oculte y se ve aún más lejos.

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Solamente al sonido el espacio es opaco, pues el ojo no ha de llorar por la falta de eco. 

* * *

En cuanto a las estrellas, siempre están ahí.Es decir, si hay una, siempre viene otra.Y sólo así es dado mirar de allá hacia aquí; de noche, tras las ocho, refulgiendo. Mejor aspecto tiene el cielo sin luceros. Mas qué certeza habría de conquistar el cosmos si no fuera por ellas. Siempre que ni por un instante te alces del sillón, en la terraza. Pues, como dijo, en vuelo, el piloto a una estrella media cara escondida en la sombra:en parte alguna parece que haya vida,y en ninguna de ellas se fija la vista.

* * *

...Y ante la voz de porvenir, de la lengua rusasalen corriendo ratones, que en enjambrese ponen a roer un trozo suculento de memoriaque es tu queso horadado.Tras tantos inviernos ya no importaqué o quién está en la ventana tras la cortina,y en el cerebro retumba ya no un do no terrenal,sino su susurro. La vida, a la que,como algo regalado, no le miran la boca,en cada encuentro muestra desnudos los dientes.+

De todo hombre siempre os queda una parte de oración.De hecho una parte. Parte de la oración.

* * *

No es que me esté volviendo loco, es el verano que me agota.Buscas en el cajón una camisa, y el día entero echado por la borda.Que llegue cuanto antes el invierno y cubra todo con su manto:ciudades, hombres, pero primero el verde de las hojas.Me echaré a dormir sin desnudarme, o leeré si quiero

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un libro ajeno, y entretanto los retales del año,como un perro que ha huido de su ciego,atraviesan la calle por el paso indicado.

La libertad es no recordar entero el nombre del tirano,y que sea la saliva más dulce que el almíbar,y, aunque estrujen tu cerebro cual cuerno de carnero,no mane nada ya del ojo azul.

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Pere Gimferrer1945

Poeta, traductor y crítico literario español nacido en Barcelona en 1945. Estudió Derecho y Filosofía y Letras en la Universidad de Barcelona. A la edad de dieciocho años publicó su primer libro «El mensaje del tetrarca». Su maestría precoz fue reconocida en 1966 con el Premio Nacional de Poesía, por su libro «Arde el mar», constituyéndose en uno de los poetas más importantes de su generación. Desde 1970 utiliza exclusivamente el catalán para la poesía, si bien él mismo los ha traducido al castellano para ediciones bilingües. En 1985 ocupó la vacante dejada por Vicente Aleixandre en la Real Academia Española. Obtuvo de nuevo el  Premio Nacional de Literatura en 1989, el Premio de Literatura Catalana, el Premio Ciudad de Barcelona, el Premio Cavall Verb de la Asociación de Críticos Españoles y el Premio de la revista Serra d'Or. En 1997 recibió el Premio  Nacional de Literatura de la Generalitat de Catalunya, en 1998 el Premio Nacional de las Letras Españolas y en el año 2000 el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana. «Marea solar, marea lunar» y «El diamante en el agua», son sus últimos poemarios.

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Mazurca en este día

Vellido Dolfos mató al reya las puertas de Zamora.Tres veces la corneja en el camino, y casicolor tierra las uñas sobre la barbacana,desmochadas, oh légamo, barbas, barbas, Vellidocomo un simio de mármol más que un fauno en Castilla,no en Florencia de príncipes, brocado y muslos tibios.¡Trompetas del poniente!Por un portillo, bárbaro,huidiza la capa, Urraca arriba, el cuévanose teñía de rojo entre sus dedos ásperos,desleíase el cetro bordado en su justillo,quieta estaba la luz en sus ojos de corzasobre el rumor del río lamiendo el farellón.Y es, por ejemplo, ahoraesta lluvia en los claustros de la Universidad,sobre el patio de Letras, en la luz charoladade los impermeables, retenida en la pielaun más dulce en el hombro, declinando en la espaldacomo un hilo de bronce, restallando en la yertapalmera del jardín, repicando en la lonade los toscos paraguas, rebotando en el vidrio.

Guantes grises, rugosos,pana, marfil, cuchillos, alicates o pinzassobre el juego de té o baquelita y mimbre.Dios, ¿qué fue de mi vida?

Cambia el color del agua,llegan aves de Persia.

Kublai Khan ha muerto.

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Oda a Venecia ante el mar de los teatros

Las copas falsas, el veneno y la calavera de los teatros.

García Lorca

Tiene el mar su mecánica como el amor sus símbolos.Con qué trajín se alza una cortina rojao en esta embocadura de escenario vacíosuena un rumor de estatuas, hojas de lirio, alfanjes,palomas que descienden y suavemente pósanse.Componer con chalinas un ajedrez verdoso.El moho en mi mejilla recuerda el tiempo idoy una gota de plomo hierve en mi corazon.Llevé la mano al pecho, y el reloj corroborala razón de las nubes y su velamen yerto.Asciende una marea, rosas equilibristassobre el arco voltaico de la noche en Veneciaaquel año de mi adolescencia perdida,mármol en la Dogana como observaba Poundy la masa de un féretro en los densos canales.Id más allá, muy lejos aún, hondo en la noche,sobre el tapiz del Dux, sombras entretejidas,príncipes o nereidas que el tiempo destruyó.Qué pureza un desnudo o adolescente muertoen las inmensas salas del recuerdo en penumbra.¿Estuve aquí? ¿Habré de creer que éste he sidoy éste fue el sufrimiento que punzaba mi piel?Qué frágil era entonces, y por qué. ¿Es más verdad,copos que os diferís en el parque nevado,el que hoy acoge así vuestro amor en el rostroo aquel que allá en Venecia de belleza murió?Las piedras vivas hablan de un recuerdo presente.Como la vena insiste sus conductos de sangre,va, viene y se remonta nuevamente al planetay así la vida expande en batán silencioso,el pasado se afirma en mi a esta hora incierta.57Tanto he escrito, y entonces tanto escribí. No sési valía la pena o la vale. Tú, por quienes más cierta mi vida, y vosotros, que oísen mi verso otra esfera, sabréis su signo o arte.Dilo, pues, o decidlo, y dulcemente acaso

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mintáis a mi tristeza. Noche, noche en Veneciava para cinco años, ¿cómo tan lejos? Soyel que fui entonces, sé tensarme y ser heridopor la pura belleza como entonces, violínque parte en dos el aire de una noche de estíocuando el mundo no puede soportar su ansiedadde ser bello. Lloraba yo, acodado al balcóncomo en un mal poema romántico, y el airepromovía disturbios de humo azul y alcanfor.Bogaba en las alcobas, bajo el granito húmedo,un arcángel o sauce o cisne o corcel de llamaque las potencias últimas enviaban a mi sueño.Lloré, lloré, lloré.¿Y cómo pudo ser tan hermoso y tan triste?Agua y frío rubí, transparencia diabólicagrababan en mi carne un tatuaje de luz.Helada noche, ardiente noche, noche míacomo si hoy la viviera! Es doloroso y dulcehaber dejado atrás la Venecia en que todospara nuestro castigo fuimos adolescentesy perseguirnos hoy por las salas vacíasen ronda de jinetes que disuelve un espejonegando, con su doble, la realidad de este poema.

Homenaje a Edgar Allan Poe

Topando desvalidos en la llama los ciegos halconesEn la ciudad las nieblas el estío que mata a los venadosoh pobre corazón oh pobre corazón hierro y jazmines polvovidrios acribillados a balazos fotografías rasgadas estuchesvacíos una mujer desnudacon suavidad las lentas cortinas del crepúsculo los presagiosA esta hora mis ojos que quedaban vacíos pensando en el bosqueCielo tenso maroma tendida del que soy al que fui a pulso solamente a pulso solamente y muero casinadie llora en la infancia nadie llora por mí una garza pliega sus alas heridas y muere en el dorado esplendor de las marismasPríncipe azul calesas el mar en los hangaresLa muerte como un revólver y unos guantes sobre la mesaEste rostro es mi rostro

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Cuchillos en abril

Odio a los adolescentes.Es fácil tenerles piedad.Hay un clavel que se hiela en sus dientesy cómo nos miran al llorar.

Pero yo voy mucho más lejos.En su mirada un jardín distingo.La luz escupe en los azulejosel arpa rota del instinto.

Violentamente me acorralaesta pasión de soledadque los cuerpos jóvenes talay quema luego en un solo haz.

¿Habré de ser, pues, como éstos?(La vida se detiene aquí)Llamea un sauce en el silencio.Valía la pena ser feliz.

País de Antoni Tàpies

Trae el invierno el color de este polvo de mármol.Arde una fragua de claridades verdesbajo la luz visible de las ramas, tan claraspor tan desnudas, el cercado de los incendios de abril.Nos pertenece un país palpitante de agua y de hierba,un gotear de nieblas en el desfiladero del cielo.El polvo de mármol, la piedra, el cartón y la chatarrahan recibido el legado de las estaciones,la herencia del tiempo que rodea al hombre,el oro ceremonial y el verde trémulo,el azul nocturno y el azul que ven unos ojos cerradosen el anillo de oscuridad que enciende las apariencias.Nos pertenece un país, un legado, el alto ejemplode la claridad de los álamos y la ventana desnudaque ve la transparencia del vacío total.Un país para volver a él, más adentro

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que lo que pedimos, y más adentro aúnque lo que nos podremos atrever a soñar:un país donde la oscuridad fuese conciliacióndel espacio y el hombre, como la raíz del espacioaferrada al subsuelo, como la raíz del subsueloaferrada a las minas negras del flrmamento.Volver a él es como volver al país donde no nacenni mueren los instantes: presentes, irreductibles,rehusados al recuerdo, son sólo conocimiento.Como la mano, como el cuerpo, como la mente febril,todo el ser ha dejado de arañar el entorno.Ahora ha llegado el tiempo de esperar y conocer,tiempo de herramientas sumergidas en el agua de los desvanes,la navegación de escombros, monasteriode sábanas y moho, país de esta sangre.Tiempo de hombres que han hallado súbitamente un ámbito:la pura nitidez de saberse vivientes.

Canción para Billie Holiday

Y la muertenadie la oía

pero hablaba muy cerca del micrófono

Con careta antigás daba un beso a los niños

Lady Day las gaviotas heridas vuelven a la luz del puertoExtraña fruta en el aire el crepúsculo se ausentaCon una espada con un guante con una bola de cristalla pecera magnética la cueva del pasado el submarino bajo lasmareas que fulgenLady Day cuánto amor en una juventud cuántos errorescuántas tardes hablando qué deseo qué eléctricos jazminescuántos cow-boys muertos como trovadores la sonrisa en loslabios que se tiñen de sangrelos gritos en las calles las manifestaciones disueltas bajo elarco voltaico del poniente y los lóbregos edificios irreales

Lady Day el amor como una libélulacazador de libélulasLady Day qué despacio nos viene la experiencia todo cobra unsentido se ordena como el paisaje en los ojos cuando

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recién despiertos corremos las persianaso intentamos ordenar las palabras de un poemaLady DayAnimales heridos en el bosque nuestros ojos qué piden qué deseanqué desea esta voz en el viento de otoño un lebrel o su presadisueltos en la fría oscuridad del tiempoescamoteados como naipes de una baraja los años de nuestra juventudCon dos vueltas de llave cerraron la cocinaNo nos dan mermelada ni pastel de cerezani el amor ni la muerte extraña fruta que deja un sabor ácido.

Yo, que fundé todos mis deseos...

Yo, que fundé todos mis deseosbajo especies de eternidad,veo alargarse al sol mi sombra en juliosobre el paseo de cristal y platamientras en una bocanada ardientela muerte ocupa un puesto bajo los parasoles.Mimbre, bebidas de colores vivos, luces oxigenadas, que chorrean despacio, bañando en un oscuro esplendor las espaldas, acariciandocon fulgor de hierro blancounos hombros desnudos, unos ojos eléctricos, la dorada caída  de una mano en el aire sigiloso,el resplandor de una cabellera desplomándose entre música suave y luces (indirectas,todas las sombras de mi juventud, en una usual figuración poética.A veces, en las tardes de tormenta, una araña rojiza se posa en los cristalesy por sus ojos miran fijamente los bosques embrujados.¡Salas de adentro, mágicaspara los silenciosos guardianes de ébano, felinos y nocturnos como (senegaleses,cuyos pasos no suenan casi en mi corazón!No despertar de noche el sueño plateado de los mirlos.Así son estas horas de juventud, pálidas como ondinas o heroínas de ópera,tan frágiles que mueren no con vivir, no: sólo con soñar.En su vaina de oscuro terciopelo duerme el príncipe.Abandonados rizos en la mano se enlazan. Las pestañas caídas hondamente han velado los ojos

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como una gota de charol y amianto. La tibieza escondida de los muslos                                                        desliza su suspiro de halcón agonizante.El pecho alienta como un arpa deshojada en invierno; bajo el jersey azul se para suave el corazón.Ojos que amo, dulces hoces de hierro y fuego,rosas de incandescente carnación delicada, fulgores de magnesioque sorprendéis mi sombra en los bares nocturnos o saliendo del cine,¡salvad mi corazón en agonía bajo la luz pesada y densa de los focos!Como una fina lámina de acero cae la noche.Es la hora en que el aire desordena las sillas, agita los cubiertos,tintinea en los vasos, quiebra alguno, besa, vuelve, suspira y de prontodestroza a un hombre contra la pared, en un sordo chasquido resonante.Bésame entre la niebla, mi amor. Se ha puesto fríala noche en unas horas. Es un claro de luna borroso y húmedocomo en una antigua película de amor y espionaje.Déjame guardar una estrella de mar entre las manos.Qué piel tan delicada rasgarás con tus dientes. Muerte, qué labios, qué respiración, qué pecho dulce y mórbido ahogas.

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Valerio Magrelli1957

Valerio Magrelli nació en Roma en 1957. Estudió filosofía, música y literatura alemana en la Universidad de Roma y luego literatura francesa en París. Ha traducido a Valéry, Verlaine y Mallarmé entre otros. La claridad y sencillez aparentes de los poemas de Magrelli, junto a una cierta irrealidad que los inunda a fuerza de ser precisos, tersos y tranquilos, recuerda la atmósfera de algunos cuadros de la llamada “pintura metafísica” de De Chirico.

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Yo habito…

Yo habito mi cerebrocomo un tranquilo hacendado sus tierras.A lo largo del día mi trabajoestá en hacerlo frutecer,mi fruto en hacerlas trabajar.Y antes de irme a dormirme asomo a mirarlascon el pudor del hombrepor su imagen.Mi cerebro habita en mícomo un tranquilo hacendado sus tierras.

Hoja blanca…

Hoja blanca como la córnea de un ojo.Y me apresto a bordar allíun iris y en el iris a grabarel hondo remolino de la retina.De este modo la miradagerminará desde la páginay se iniciará un vértigoen este cuadernito amarillo.

Sin embrago…

Sin embargo el cansancio, semejante en estoa un pesado velamen, se hincha,cuando termina el día,de todo el viento transcurridoy lentamente muevemis pensamientos en la tarde.Así el silencioso soplo de la mentey del sueño desencallanel cuerpo de la luz.Me adormezco en esta barca azuly acarician las sábanas el agua

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y ya la orilla está lejana.En la noche se empreña y se curvala blanca superficie de la página.Es sobre todo…

Es sobre todo en el llantoque el alma manifiesta su inquieta presencia.Por una comprensión secretael dolor se vuelve aguay el sufrimiento madura flores líquidas.La gemación primera del espíritues, por lo tanto, la lágrima,su palabra transparente y lenta.Así, según esta elemental alquimiaen verdad el pensamiento se substanciacomo una piedra o un brazo.Asimismo esta turbaciónes un tránsito hacia el silencio,porque no hay conmoción en el signosino sólo desconsuelo mineral de la materia.

La puerta se cierra…

La puerta se cierra modulandoen los goznes el sonido de un corno.Es el canto solitario de la nochela armonía que yacía ignorada en la madera.Y cualquiera al pasar provocala música sepulta, que siempreasoma desigual.Tal vez un lenguaje le gobierna términos y medidas, tal vez el azar.Así el discreto dibujo de la herrumbredel agua narra la secreta epopeya de la borda.

El país del sueño…

El país del sueño se amplía en el verano.Sus aguas reflejanen lentas olas todo gesto.

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En las orillas susurran palabrascomo hierba, mientras en lo alto transcurrenlas constelaciones de nuestros muertos.Gira la mente en el gozne de la noche;el recuerdo se multiplica en el espíritucomo anillos en el tronco de los árboles.

 

Se introduce a veces…

Se introduce a veces en el pensamiento,como en el agua, un reflejoque lo atraviesa y mide su profundidad.Es un ojo que se abredentro de lúcidas olas, hundiéndose.La línea se distiende y la luzse aquieta en su descenso.La mente vuelve entonces a cerrarseen el esfuerzo vertical y profundodel remolino y de la herida.

No hallo ninguna piedra…

No hallo ninguna piedra que arrojara este lago. Es cierto que de nochees más difícil buscarlas en la playapero casi todo el díatranscurre en pesca y diversión:y sólo ahora estoy en calma.Por eso, al fin, es bello hacer brotararos líquidos, en la oscuridadverlos desaparecer templandoen silencio su ritmo:imaginar la lenta caídade la piedra en el fondohasta depositarse entre las algascomo una hoja, o como una palabraabandonada en el agua.

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Es una danza ritual…

Es una danza ritual que une los términos del sueño,es el sueño mismo, en el que la carnese vuelve idea y el encuentro de dos dedosprovoca recuerdos lejanos.La muda soledad del brazoconoce ahora su palabra en la línea inquieta quetraza a lo largo del lecho, como una cifrao un sendero. Y el pensamiento eclipsado ensaya las formasde esta cultura sepultada que festejala luz con signos etruscos. Así, como enun ritmo vegetal, se alterna la respiraciónde la vida y cantan sus raíces de huesoen el silencio de la mente,y en la oscuridad del ojola mano se transforma en pupila.

 

Finalmente aprendí…

Finalmente aprendía leer la vivaconstelación de las mujeresy de los hombres, las líneasdestinadas a unirles las figuras.Y ahora me doy cuenta de los signosque amarran el desorden de los cielos,y en esta bóveda dibujada por el pensamientodistingo la silenciosa rotación de la luz.Esta es mi nocturnapartida de ajedrez.Pero juego solo y apunto con minucia la oscilación de los signos. Así se cierra el día mientras paseoen el silencioso huerto de las miradas.

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