perez de tudela - historia filosofia moderna c vi, viii, xii, xxi (1)

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  • 5/10/2018 Perez de Tudela - Historia Filosofia Moderna C VI, VIII, XII, XXI (1)

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    la perceptibilidad universal se une, pues, un analisis del mundo en terminos de vidaque analizara no 5610los conceptos de bienyel mal, sino tambien las pasiones con-comitantes de amor y de odio-, y los sentimientos de placer y dolor, en los mis-mos terminos de funcionalidad 0 disfuncionalidad para la vida (esto es, para su aumen-to y conse rvaci6n , 0 10cont ra tio) que muchos a fios mas ta rde seran adoptados porSpinoza.

    Agt ipa de Ne tteshe im muere en 1535. Paracelso, ocho afios mas tarde, en 1541.Telesio 10hace en 1588. Cierto esque, con ellos, no seagota la linea de los f il6sofos dela naturaleza. Apenas cuatro afios despues de la muerte de Paracelso, en1545, naceGiordano Bruno. Y,en 1568, Tomas Campanella. De ellos hablaremos mas adelante. Encualquier caso, el papel que estos hombres hayan podido desempefiar en la historia delconocimiento es, c6mo no, discutible. Cierto es que parecen encajar mal en las estric-tas mallas de una racionalidad de signo weberiano. Hist6rica , por no decir historial-mente, su func ion pa rece en cambio c la ra : mos trando la pos ibi lidad de lee r de ot romodo la Naturaleza, quebraron la supuesta unanimidad de las imagenesmundi, abrien-do asi camino a la posibilidad de una mirada multiple, poliedrica, Ahora bie}j,por estosafios vinieron al mundo autores cuyo destino tambien fue el de quebrar cefrezas mora-les y ahondar grietas te6ricas; 5610que esto mismo, en ellos, mas que efecto fue propo-sito, y por cierto que consciente: me refiero a Montaigne, Charron y Sanchez, que vinie-ron a inyectar la correspondiente dosis de escepticismo en la filosofia del Renacimiento.

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    Opiniones deesceptico:I1 e ( , e 2 - ~ ~ \v~~ ,ttlst, ~e, \~ (It 1 J 5 . wt~ddM

    M~~: ~~\ ) \ < 1 '1 /6 ~VI

    VI.I. MONTAIGNELa critica feroz, despiadada, no tanto contra Arist6teles, sino contra quienes jura-ban por el, con el consiguiente giro a la verdad de la experiencia , no siempre produjoen el Renacimiento, efectivamente, una confianza exaltada en elpoder del hombre para

    conocer (ydominar). EIRenacimiento fue ante todo, como vamos viendo, un perlo-Ido de reinvencion de los horizontes-. Y se re inventaron casi todos los que laAntigiiedad habia conocido; asi que, entre ellos, no 5610los optimistas, los exaltadoresde algo asf como el puesto del hombre en el Cosmos, sino que tambien se revitaliz6la gran tradici6n esceptica, las posiciones hist6ricamente mantenidas por Sexto Empiricoy por Pirr6n (a10cual, como es obvio, contribuy6 no poco la explosi6n editorial: Sexto,por ejemplo, se vio publicado en latin en los afios sesenta del sigloXVI). Todo ello porobra de ciertos autores, a la cabeza de los cuales debe citarse la f igura de aquel escritorinigualable y hombre cultivado en letras griegas y latinas, ademas de alcalde, soldado yjurisconsulto, que se llam6 Michel d e Montaigne (1533-1592): e l autor de aque llosEnsavos (Essais : en adelante, E)93 que no 5610la historia de la literatura y aun la delhumanismo en general, sino tambien la de la filosofia, consideran una autenrica piedramiliar, JA todo 10largode unos Ensayos cuya redacci6n, lenta y laboriosa, acompafi6 lavidade su autor , e l hombre explosivo de la tradici6n piciana, magica, aparece ahora , porel contrar io, como un animal enfermo de vanidad y orgullo, ignorante de su autenricacondici6n en el seno de la naturaleza:

    Esla presund6n nuestra enfermedad natural y origina!. EIhombre esla criatura mas cab-mitosa y fragi!de todas, y al mismo tiempo, la mas orgullosa. Se siente y se ve colocadaaqui, entre ellodo y el excremento delmundo, ligada y clavada a laparte peor, mas muer-ta y vil del universo, en elnivel mas bajo de lamorada y elmas alejado de lab6veda celes-te, con los animales de la peor condid6n de los t res; y secoloca con la imaginad6n por

    9JCito por la edid6n, en tres volurnenes, preparada por Dolores Picazo y Almudena Montojopara la editorial Catedra (co!. Letras Universales-, Madrid, 1992).

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    encimadeldreulo de lalunaponiendoelcieloa suspies.E s parla vanidad deesa mismaimaginaei6npar 10 que seigualaa Dios,se atribuyecualidadesdivinas,seelige~ sfmismoy seseparade la multitud de lasdemaseriaturas,dividelasraciones paralos ammales,suscongeneres y compafierosy lesreparte la porcion de faeultadesy de fuerzasque a el leparece (E , II, 12;ed. cit., pp.149,150)94.I De continuo resuena esta admonici6n en Montaigne: e lhombre esel animal vani-doso: e l anima l que , no habiendo obtenido de l~na tura leza o tro pr ivi legio que e lcomun de compartir sus universales leyes, se cree s.Il~!!9'!...!3._!()~}~mas, lee inclusol;s acontecimientos en clave antropol6gica , f inalista . La clave de ese injustificadoorgullo es, para el hombre que asi piensa, 10que justamente constituye su debilidad:la raz6n. Pero la raz6n, pa ra Montaigne, padece las mismas debil idades, en orden aa lcanzar la certeza y un conoc imien ta e stab lece , que tambien t ienen los sent idos, yque ya fueron objeto de sistematizaci6n por Sexto. Si la raz6n fuera 10que sus defen-sores dicen que es, universal y necesar ia , lencontrariamos esa Q~idad de costum-bres que enc~~.!!.l~_homb~_~~g.~~E,~Il.4~9.s_:i.Mt!~t!J:\.ci

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    y de escritura (que aqui, acaso, es todo 10m.ismo), en c~ya ~ir tud ,Montaigne ha idoLonfeccionando un libro que, a suvez, Ieha ido confeccionando a el: AI moldear enmi esta figura hube de a lzarrne y compone rme tan a menudo pa ra ext raer~~, que ~Imodelo se a fi rm6 y form6 de a lgun modo a S1mismo. [ .. .] No he hecho nu l ib ro m.a sde 10que mi libro me ha hecho, libro consustancial a su autor , mediante tarea pro~~a,ra rte de mi vida . .. (E , II, 18 , p. 416) . Pero, ademas (yrecordando en esto la operonlog ica de los re formados), 10que se impone es, a la vez , un acomoda r -por , mor de ~at ranqu ilidad- ~_1!l tim~a tural~a_ humana ~~ya f? rma e~cuent ro e~ ml a l p rop lo~t:fu:_termovedizo e imperativo de la Natii'rafeza: aSIque, Sles a su ~ar.ledad a la quedebo conformarme, estambien a los usosy costumbres, a las leyes y codigos en los qu~ella me ha hecho nacer a los que debo, segun Montaigne, acomodar ml.conducta . ~Ique el escepticismo, que aqu1se configura como una busqueda tranqUlla de la felic i-dad individual, aca~a, Eor aparente paradoja, invirtiendose a S1mismo y levantando labjlilll,~J:~L_g_~struidaJ_a._~_onfianzal!.._I~_I_~~L~'!~~~!lsciente someterse a I~ ~evela-C_i9l}L~_S!omo a las creencias y a las leyes que a_~a.~~~?le haya toca~o 'y_!~r.Y.esque las cosas no tienen por S1mismas ningun_~~~_det~rml~"a..(~O;en rea~ldad, lostie-nen todos; a sabe r: cuantos quiera proyectar en e llas un espmtu que , a l t~mpo que sereconoce a S1mismo como la (unica) posible fuente mtema de un valor ~i:ersal. , ~r~-yecta en cambio, por aplicaci6n de ese mismo principio, un suave c~nformlsmo iroru-lco y tolerante sobre las inconstantes vicisitudes del mundo aparencial.V1.2. F RA NC IS CO S AN CH E Z

    \ Se dio tambien en e l Renac imiento, por tanto, una fort is ima co~en~e . e scepr ica.'!para esa corriente , e l signo de la epoca,tireto~()_~a ce!te~_~_4~lQ~d~~q1!~' deb~otraducirse en conclusiones exactamente opuestas a las del naciente opnmismo gnoseolo-gico y tecnico. Esel caso de aquel celebre, farragoso y violentoQ U Q i#U 1 l cj u_ ! (Q ue nada

    se sabe)96 que el medico F_r~~~~~~~c~~~ autor escasamente estudiado, se resolviera aLp~bricar en!?Jll No muchas obras de la epoca, en efecto, han m?st:ado un des~peg~.tanradical respecto de la supuesta sabiduria, meramente verbal, de dialecticos y p_e~patetlcos-continuadores estes, sin embargo, de alguien a quien reputa como un agudisimo obser-96 Ci to por l a ed ic ion b ilingue de S . Rabade, J. M. Artola y M. F . Perez. para el.C,S,I.C.(Madrid, 1984). Se cita la paginacion.original y,entre corchetes, la correspondiente a dicha rra-

    duccion.

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    vader de la Naturaleza (id., 4 [69])-. Peropocas obras habra habido, por 10demas, queal rechazo de semejante forma de saber hayan unido, y ya desdeeI primer parrafo deltexto, una negacion no menos rotunda de laposibilidad misma de conocer:Ni siquiera sees to: que no senada. Sospecho, s in embargo, que niyo ni los otros . Sea miestandarte esta proposicion, que aparece como la que debe segui rse: nada se sabe. Sisupiera probarla, conclui re con razon que nada se sabe; s ino supiera , tanto mejor , pueseso era 10 que afirmaba?'.

    La proposici6n, obviamente, suena a socratica, Y con raz6n: pues, de creer aSanchez, solo Socrates, aunque a sujuicio este no lIegase a la cumbre que representa elignorar t a mb ie n e s to , merece un titulo de locto- que ninguna otra autoridad, comen-zando por Arisroteles, merece. Nos encontramos aquf con las preocupaciones de unprofesor de Medicina que busca fundar un Arte cuyos principios pertenecen en sutotalidad a la especulacion filos6fica {Salutacion al lector, IV [59]; pero que, en esaespeculacion, solo ha encontrado silogistizantes, entre los cuales es mas docto el quemas parlotea (8 6 [233]). Y nada es mas dafiino para las ciencias que este supuestosaber basado en la memoria y en la autor idad. Porque lque tiene que ver con la rea-l idad 10que haya dicho este 0 aque l? lAcaso ha de se r ve rdad por e se motivo! (89[239]). EIdesengafio de un saber puramente verbal, nos cuenta (en definitiva, todo 10lque hay en los libros de su [de Arist6teles] Metafisica y en las dernas obras es definici6nde nombres: 9 [79]) , Ie lIev6, en un movimiento que los interpretes reconocen inevi-tablemente como pre-cartesiano, hacia algo aS1como las cosas rnisrnas:

    Desde la infancia, ent regado a la contemplacion de la naturaleza, indagaba todo rninu-ciosamente. I... J Daba vueltas a los dichos de los ant iguos, tanteaba el senti r de los pre-sentes: respondian 10 mismo; mas, que mediera satisfaccion, absolutamente nada. [. .. J Enconseeuencia, retorne a mimismo, yponiendo todo en duda como sinadie hubiera dichonada jamas, comene.! a examinar las cosas mismas, que es el verdadero modo de saber!SVolviendo hacia S1mismo, hacia su propio ingenio, Sanchez no se senna, desdelluego, antecesor de Cartesio; se acordaba mas bien de Agustin, que tambien sac6 de 51mism_2,dice, todas las ciencias, menos la silogistica (12[85]). lC6mo podna ser cien-cia, en efecto, ese mero suefio de Arist6teles que fue la exigencia de demostraci6n (1 1[83])? Asf que desechemos, por ininteligible , la definic i6n aristotelica (sun habiroadquirido por demostracion) y propongamos otra: conocimiento perfecto de unacosa (scientia est rei perfecta cognitio: 2 3 [107]). Este S1es un verdadero idealcientffico. Yasusolaformulaci6n nos coloca en un ambito de interpretaci6n de rafzock-

    namista . empir ista e individualista que es, justamente, e l que nuestro autor considera _)correcto. Un principio basico aquf es, en efecto, que solo los individuos existen, s610ellos son percibidos: aS1es que solamente de ellos ha de haber ciencia y de ellos ha deser obtenida (33 [127]). La ciencia, esa aprehensi6n de Iacosa (rei apprehensio: 55[171]), inteleccion, vision penetrativa 0 intuicion (ibid.) 99 ; esa interna visio970p. cit., 1 [63].98 Q u o d n ih il s c it ur , Salutacion al lector, 1lI(53). Lamisma idea se repite en otros pasajes dela obra: . .. . busque refugio en las cosas . .. (13 [87]); ... t an pronto me volvf a las cosas . .. . (96[251]); etc.99 Lamisma idea, en 24 (109) : Pero no seque esel conocimiento; def inemelo. Yodi rfa quees una cornprension de la cosa, una vision penetrativa ( per spect ionem), una inteleccion, y cual-quier otra cosa -si lahay- que signi fique 1 0 rnismo.

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    \ (14 [89]) no puede ser, por tanto, mas que d e u na s o la c o sa . Principio de individualiza-cion cognoscitiva que se llevara tan a rajatabla que, se atiadira:

    induso s610hay ciencia de cadacosa or sfmisma,no demuchas al mismotiem 0, delmismo~o 0 que y una iinicavisi6nde cada objetoseparadamente tomado, pues nocabe verbien dossimultaneamente;de igualmanera, tampoco cabe entender dosobjetossimultaneamente, sinouno despuesde otro'?',L . d d ., , bi .., ILa ciencia, por tanto, no nene na a e mistenoso; esmas len una accion simp ede la mente que puede ser perfecta incluso a la primera mira da, y no dura mas quemientras esproducida por la mente. Ocurre pues con ella 10que ocurre con el simplever (16 [93,95]). Y con esta caracterizacion de la ciencia parece que nos encontrase-mos sobre el f irme terreno de un saber seguro. Ahora bien, para Sanchez, por el con-trario, que esa sea la autentica condicion de la ciencia no hace sino ratif icar su escep-tic ismo ante ella; su ausencia total de esperanza en conocer claramente alguna dia laiVerdad (10 [83]) . Porqueg, por 10dicho,_laciencia laconstruye la mente, laraz6n, con-tando s iem re con los sent idos, los sent idos, la ex e rienc ia , que es 10mas seguro quetenemos para formular nuestros J.~i:~O!!,.s9.~~_.~,_~~~~estigosmas eE_gilosos de quese puede disponer (65 [193]). No 5610porque las cosas, indefinidamente ariadas, cam-bian de continuo (49 [159]); sino tambien porque: 1)son innumerables las cosas queescapan a nuestros sentidos: no solo 10pasado y 10lejano (40-41 [141-143]), sino tam-bien 10inmenso, tanto por grandeza (como el infinito de los filosofos, 0 el propio Dios)como por pequefiez; y 2) para poder cumplir con la exigencia de perfecci6n gue se Ieexige, el sujeto cognoscente habria de poseer un (imposible) cuerpo perfecto ... (69-76

    L[199-213]) . Dependemos, pues, de los sentidos, y los sentidos nos engafian. Cierto esque hay cosas ( lnuevo apunte precartesiano?) que son producidas enterarnente por elintelecto mismo (

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    cion akosibi lidad d!!9.~ __estrQ~~!lt~c!2~ __

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    VIII La limpiezade los establos:un HerculesIlamado Bacon

    En todas partes, la oposici6n al aristotel ismo, que como hemos vis to pudo servir paramuchos de banderfn de enganche, sevino a transformar en elernpefio por instaurar unanueva metodologfa. Un procedimiento de conocer tan general como eldel Estagirita, perosuperior al de este porsus resultados. Algunos de esosintentos yahan sido obieto de aten- ---jci6n en estas paginas , Entre todos estes proyectos , s in embargo, laHistoria de laFilosofia, Ia veces, y en particular la que sereclama de los ideales ilustrados, cientfficos, ha atri-buido un papel paradigmatico a uno en particular: elformulado, s iquiera fuese a modo deprograma, por elBar6n de Verulamio y Vizconde de San Alban: Franc isco Bacon , que fue

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    abogado real y Canciller y vivi6, entre 1561 y 1626, las realidades jurfdico-politicas de unaInglaterra mas bien turbulenta. Y es que el antiaristotelismo de Bacon, sentido ya desdesus afios de Cambridge, sehabrfa de traducir como en muy pocos casas laformulacion delpropio programa que, en teoria, ha seguido posteriormente la denominada cienciamoderna. Es un t6pico archiconocido, pero parece imposible eludir su menci6n: Baconde Verulamio, que en realidad no hizo descubrimiento original alguno, que .no l iego a

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    rporcionar. Experiencia y raz6n, sensibilidad y entendimiento deben' pues conjugarse eneste arduo camino seguro de 1aciencia, ciencia que, al contrario de la antigua especu-laCI6n--sob~e-causas finales, esteril como una virgen consagrada a Dios, producira

    \ ahora, insis timos, fecundos hallazgos, verdadera invenci6n. Ninguna construcci6n, s inrembargo, s in desescombro. Y de ahf que 10pr imero que ha de rea li za rs e (dice Baconcontra Ari st6t el es, cas i a l amanera de un Habermas contra Gadamer) sea la t area deerradicar de la mente los pre-juicios que enturbian el juicio, los cuatro idolos 0 arrai-gadas noc iones fal sas, de origen tanto externo como interno, que pueblan nuestramente: ido la t i ibus (0errores comunes, productos de la propia naturaleza humana, como

    " la c iega confi anza en unos sentidos que en rea lidad son debil es e inseguros ); i d o l a spe-cu s (de la caverna 0 cueva: errores particulares de cada individuo, productos de su for-

    _, maci6n ycircunstancias): ido la for i (de laplaz~li ca : productos , espec ia lmente , de lastrampas del lenguaje y de la discusi6n publica); i d o ~ _ ! . r l e a _ t r i (provenientes del nefastoi~f1ujode sistemas filos6ficos tradicion_~!t;,s,que, como las falsas filosofias antes citadas,

    I.susti tuyen el mundo real por rnundos ficticios y escenicos: N ov um O rg an um [ NO , I,138-68; ed. c it ., pp. 83-108). S610una mente libre de ta les e rrores puede pract icar lar inducci6n, alcanzar una verdad que es siempre, dice, hija del tiernpo. S610esaPlentepuede acceder a la unica verdadera demQ~t_~ciQI1,:a_eJ

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    XII Orden, claridad,libertad:los avatarescartesianos

    XII.I. LOS PRIMEROS PASOS: MUSICA Y REGLAS

    Corre ya el afio 1618, y un joven de veintidos afios, Renato Descartes, ha escrito suprimer libro: eI Compendi um Mus i ca e (en adelante: CM)135.Habfa nacido en LaHaye, Turena, e l31 de marzo de 1596136.Es el mismo afio de laImuerte de Bodino, y una epoca que pron to conoce ra laquema de Bruno. De nino haestudiado en e l Col lege Royal de La Fleche: de joven, se ha l ic enciado -en Derechocivil y canonico- por la Universidad de Poitiers. El mismo, afios mas adelante, hara un_jbalance de 1 0 que fueron aquellos afios, y de l por que de la decis ion tomada de aban-donar letras escritas por la gran caligrafia del mundo. Esun texto largo y archicitado,pero vale la pena recordarlo; es el rostro de la Modernidad el que aqui asoma, hablan-do en una (engafiosa) primera persona:

    Desde la nifiez fui habituado en el estudio de las letras, y t enia un apasionado deseo deconocerlas, pues me persuadian de que mediante tales estudios sepodia adquirir un cono-cimiento claro y al abrigo de dudas sabre todo 10 que esut il para lavida. Pero modif iquepar completo miopinion tan pronto como hube concluido mis estudios . . . [ J No dejabapar ella de estimar el valor de los ejercicios que sepractican en las escuelas [ J Admirabaen alto grado laelocuencia y era un amante de lapoesia . . . [ .. .J Elestudio de las materna-t icas me produda un especial delei te . .. Pero aun no habia logrado percatarme de suver-dadera funcion ... Honraba can un respetuoso sentimiento la teologfa.. . Pero... no llegue

    us Un texto que no se publicaria sino mucho mas tarde, en 1650. Cito par la edicion de"ITecnos: Compend io de Mtl s ica , introduccion de Angel Gabilondo, traduccion de Primitiva Floresy Carmen Gal lardo, Madrid, 1992. Laobra ocupa las pp. 79-150 del tomo X de la edicion cane- _ Jnica de Descartes: Oeuvres de Descar tes , ed. de Ch. Adam y T. Tannery (universalmente citadacomo A-T, seguido del volumen y pagina) Paris, LeCerf, 1908.U6 Lafuente clasica para labiograffa de Descartes es La vie de M o n si eu r D e s c ar te s , publicada en

    Paris, ya en 1691, por Adriano Baillet. Recientemente, Genevieve Rodis-Lewis ha publicado unabiografia de Descartes ( D e sc a rt e s. B i og r ap h ie , Paris, 1995; hay traduccion castellana: Barcelona,1996) que corrige a aquella en no pocos puntos, y promete convertirse en obra de referencia.

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    a caer en la temer idad de someter las aldebi l anali si s de mis razonamientos . .. Nada opi -nare sobre la f ilosof ia . .. carecfa de la presunci6n necesar ia para abr igar la esperanza dealcanzar un final mas feliz que otros. . . [.. .J Finalmente, en relaci6n con las vanas doctri-nas, eonsideraba ... que no podia ser engafiado ni por las promesas de un alquimista, ni porlas predieciones de un astrologo, ni por las imposturas de un mago.. .Por estas razones, tanpronto como la edad me permiti6 alejarme del acatamiento de mis preeeptores, abandonede forma total elestudio de las letras y tomando ladecisi6n deno buscar otra ciencia quela que pudiera encontrar en mi mismo 0 en e l g ran li bro del mundo , ded ique el r est a demis afios de juventud a viajar, conocer cor tes y ejercitos, tratar con gentes de diversostemperamentos y eondici6n social, coleccionar exper iencias, ponerme a prueba en lasocasiones que la fortuna me ofreda y reflexionar en cualquier oeasi6n de forma tal sobrelas cosas que sepresentaban que siempre pudiese obtener algun provecho-",

    Estas lfneas se publicaron en 1637. Y, enmascarado, larvado 0 no, su autor noparece mentir. Desde 1616, afio de su licenciatura, se le ha visto alistarse en el ejercitorde Mauricio de Nassau, primero, y en el de Maximiliano de Baviera, despues, Es comoagregado voluntario al ejercito de Mauricio, en efecto, como conoce en Breda, en 1618,al matemat ico Isaac Beeckman (vid. cuadro adjunto): y es por este por qu ien escri be suCompendio , que le dedica. Podra especularse, en este contexto, sobre el septido quetenga el hecho de que Descartes comience su carrera con un texto de teof{a musical ;teori a a l a que ademas da , en la me jo r t radic i6n beeckmani ana, un t ra tamiento physi-cus-mathematicus. lAzar? 10 nuevo Ind ice del caracte r decid idamen te p it ag6ri co queLuvo -y tiene -, desde sus origenes, la llamada ciencia moderna? Sea de ello 10 quefuere , en e l t ex to, par a el ojo del lector actual, bri ll an ya destellos que i rres is tiblementeconsideramos cartesianos: 10 no es cartesiana aquella dedaraci6n taxativa de laConsi der ac ion sex ta , s egun l a cua l es evident e que e l s en tido se engaf ia con tinua -mente (CM, ed. cit., p. 60)? lY no es cartesiana- -de otro Descartes- lajto menostajante afirmaci6n de que -la finalidad de la Musica es deleitar, provocar en nosotrospasiones diversas, con la que se abre el texto (CM, p. 55). Por no decir nada de lafr ase fi nal , cuya (quiza cal cu lada) ambiguedad semanti ca tanta s puert as abr e a la in te r-pretaci6n: Y no sabrtan que ha sido compuesto, agitadamente, s610 para ti, aqui, enmedio de la ignorancia militar, por un hombre ocioso y libre y que piensa y actua demodo absolutamente distinto (CM, p . 113) 138.

    Ocioso y l ib re si gue si endo el Descar te s que a si st ira , en Fr ank fu rt, un a fi o despues( 1619), al a coronaci6n del Empe rado r Fernando II. (Es el afio en el que, instalado enNeuburg, junto a Ulm, da -dice- en sonar el fundamento de una admirable inven-ci6n ... ) Y es tambien un hombre sin arraigo el que, tras participar en la campafia deBohemia, dedica los siguientes afios a viajar por Francia, Alemania, Suiza, tambienI ta li a. A parti r de 1625, s in embargo, le encon tramos r es id iendo en Paris . Ci er to e s quehabia retornado temporalmente a Italia (entre 1623 y 1625); pero hasta que sus pasosse encaminen, en 1629, a Holanda, es Paris su cuartel general. Aunque ninguna obrasaliera completa de ellos, no perdi6 estos afios. Los estudiosos recuerdan c6mo, en

    137 Obviamente, e l texto se ent resaea de las impagables paginas del D i sc ur s o d e l Me toda (enr adelante: DM). Cito por la t raducci6n, con prologo y notas , de Gui llermo Quintas Alonso parala editorial Alfaguara: D i sc u rs o d el M e to da , D i 6p t ri ca , Meteoros y Ge ome t ri a , Madrid, 1981, pp. 5-9L(A-T, VI, 4-10) .138 Lafrase, que en latin reza: .. . nee scirent hie inter ignorantiam militarem ab homine desi-

    dioso et libero, penitusque diversa eogitanti et agenti, tumultuose tui solius gratia esse composi-tum, admite, en efecto, diversas interpretaciones, Vid.en este sentido la nota 53 en laed. cit .,p.113.

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    1628, empez6 a trabajar en un Traite de la divinite que no l legaria a conclui r, (Despuesde todo, se trataba de alguien que ya mantenia un contacto habit ua l con Mer senne y- -- -Jsu grupo ... ). Pero, sobre todo, es de estas fechas (segurarnente, del invierno de 1628) Iun texto capital, nunca concluido, que hoy conocemos como las R e gl as p a ra la d ir ec -cion de l e sp i r it u : las Regu l ae a d direc t ionem ingeni i (en ade lan te : R) IJ9. _J

    Se trata de un texto que, de creer a otras fuentes, acaso mereciera otto nombre!", IPero que, en todo caso, inaugura, con el pensamiento de su autor, una epoca. Todo elsentido p ro fundo de la c ienci a moderna (e st o e s, del sabe r ci er to y evidente) esta endos dedaraciones tajantes de la obra. Una, la que constituye la Regia IV; de una devas-tado ra , potente s imp lic idad : EI merodo , re za , ~e snecesa ri o pa ra la i nvest igaci 6n de laverdad de las cosas (R, p. 78). Otta, una frase del final: Debe saberse, ademas, queexcogitar el orden requiere no poca habilidad, como se puede observar a 10 l argo de estemetoda, q ue c as i no e ns e ii a o t ra c o sa (R, p. 153 ; la cu rs iva es mfa ). Orden y metodo , e saredundancia: no se habla aqui, en verdad, de nada mas. Y es que, si se pregunta quecosa e s me todo, Desca rt es , desde 1628, ya no puede re sponder , ca si, s ino que se t ra tade orden. Es la definici6n de la celeberrima Regia V:

    Todo elmetodo consiste en elorden y d ispos ic i6n j e a~l as cosa s a la sgue seha ded ir i-gir lamirada de la mente a f in de que.deseubramos alguna verdad (R, p. 87). __ j

    139 Cito por la t raducci6n, con int rodueci6n y notas , realizada para Alianza Edi torial por '1] . M. Navarro Cord6n: R e g la s p a ra l a d ir ec c i6 n de l espiritu, Madrid, 1984. -\140 Aunque habitualmente denominadas Regulae ad directionem ingenii (y asi 10 haeemos noso- \tros}, el texto no ha recibido un titulo unico, Elmanuserito de Hannover titula Regulae de inquiren-do veritate, resal tandose especialmente por Leibniz el earacter de 'busqueda de la verdad' . Y el

    m-;~~sc~ito original, segun el inventario de Estoeolmo, reza asf Tratado de reglas ut i le s y c la ra s pa r a JIa direcciOn del Espiritu en Ia bu.squedo de Ia verdad O . M. Navarro: Introduccion, op . c i t. , p. 17).1 3 7

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    Hay algo, si n d uda, que Haman l a atenci6n en est a f6rmula~ que del metodo se hableen si ngular . I Puede cr eerse, en real idad, en la exi st enci a de un u ni co m e to d o ? En reali-i-dad, si, y j ustament e est o consti tuye una de las decisiones de fuste que Descar tes t omadesde eI princ ip io de su carre ra : la ciencia e s u na , y u no d eb e s eT , p or t an to , e l m et od o q ueIe corresponde (entre otras cosas, porque, como veremos, -hacer ci encia no es al go dis-t in to d e a lg o aS1como poner en march a l a razon) . Hab lamos , e n ef ec to , d e c ie nc ia ;pero toda ciencia, d ic e, no es s in o un conocimiento c ie rto y evidente (R,II, p . 66).AS1 q ue puede darse por aver iguado (como, de hecho, se da ya desde l a R eg la I) que h ayuna unidad de l a cienci a: se engafian qui enes pr et endan separar entr e sf l os conoci-mi entos, por que l as ci enci as no consisten en otr a cosa que en eI conoc imiento del esp i-ritu; y no si endo, por t anto, mas que l a sabidurfa humana, que permanece siempr elI n: : l _ V l a m isma, a ungue ap li ca da a d if eren te s ob je to s, es posibl e es ta bl ec er , e n e fe cto,un conj unt o de r eglas t al , que sea su pr imera regia, pr ecisamente, la de que se acepte

    I como fin d e los es tu dios . .. l a di re cc i6 n de l e sp fr it u p ara que emi ta jui cios s6 lido s y ve r-L _ dad eros d e todo 10 que se I e presence (R , R . I, pp. 61-62; la cursiva es mfa) 141. E s a sa bi -duria universal (unillersalis sapientia) de la que se habla, por 10 demas, b ie n pu ede s in o-nimi zarse con el buen senr ido- , la b o na m e ns 142 Ahora bien (y volvemo~ a cerrar elcfr culo), l en que consi st e l a sagacidad humana, mas que en en la obsefaci6n exac-t a de irmumerab les 6rde nes , t odo s d if eren re s en tr e sf, y no por el lo menos regu la te s(R , R . X , p. 110). De ahf que, en su versi6n pr imaria, el metodo no sea apenas mas quela observaci6n const ante del orden, bien existent e en el obj et o mismo, 0 bien produ-c ido sutilmente por e l pensamien to (ibid.).

    Dejemos aparte los problemas historico-filosoficos pl anteados por est a ul tim a f6r -mula. Que eI c amino d e p en samien to que n ac e e n Des ca rt es rendera mayor it ar iamen -te a abandonar cada vez mas la primera posibilidad, optando por la segunda , es sobra-r damente conocido. Estamos delimitando el ambito de 10 cientffico, y con el'de sumetodo, Y eI -orden- que e s prop io d e ambos acaba de s er pue sto, qu iz a, en eI haber dela pr oducci6n del pensamiento. Lo que confirma ot ro texto: uno que advierte (es laRegla VIII, una de las que mejor exponen el proyecro) que s ib i en h ay ot ra s f ac ul ta desque pueden ayudar 0 no al entendimiento en su tarea (como son la imaginaci6n, el sen-t ido y la memoria ), observarnos en nosotros que eI e ntend imien to s610 es capaz deL ciencia (R , p. 1 05 ). Bu sca rnos , en e fe cto, l a ve rd ad de las co sa s- : y h emos aprend idoya que l as ci encias estan todas enlazadas ent re sf de tal modo, y dependiendo unasde ot ras recipr ocamente, que es mas faci l aprenderlas t odas juntas a l a vez; aS1 que,de 10 que se trata, en esta investigaci6n por la verdad, es s610 de acrecentar la luzn atural d e l a raz 6n, n o p ara res olver esta 0 aquell a dificul tad de escuela, si no par a queen cada circunstancia eI entendim ient o muest re a l a volunt ad que se ha de elegi r ( R, I ,pp. 65-66). Una y otra vez, por tanto, se va a parar, en materia de la verdad, a l enten-dimiento, La e sc en a o rigina l d el conoc im ien to s610 pa re ce c ontemplar e fe ct iv amen tedos elementos:r Para e l conoc imiento de las cosas se han de conside ra r tan 5610dos terrn inos , a saber,

    nosotros que conocemos , y las cosas mismas que deben ser conoc idas . En nosotros s610

    141 Mas ade lante, Descartes precisa : pues nada nos a le ja mas del rec to camino de labusque-da de laverdad que e ld irigir los estud ios no a este f in general , s ino a a lgunos particu la res- (ibid.,p.65).

    142 mientras que cas i nad ie se preocupa del buen sen tido 0 de esta sab iduria unive rsal ., . (ibid., pp. 63-64).

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    hay cua tro facultades, de las que podemos servirnos para e llo: e l entendimien to , la ima-gjaci6n, los sent:ic!()_S_Y~!lle~oria:S 6 1 0 el entendim~to eS_El.pE.~_:1_~~ibirl a _ ~ ! < : l a d , ~ E . . 0debe serayudado p.':?!_iam~~s.iIl,.los_s.el1tic!()syJa Il):.e_l!l.()ria,f in de que no omitamosnada de 10que esta puesto en nuestra habilidad. Por parte d e las cosas basta examinar trespuntos, a saber: primero, 1 0 que semuestra tor sfmismo, despues c6mo se conoce una cosaa partir de o tra, y ,f inalmente, que cosas sededucen de cada una (R , R . X I I, p . 116; cur-siva rnfa).

    S610 dos j uegan el j uego: nosotr os, esto es, en esenci a, eI entendimi ento; y 10que se muestra en sf rnismo (una aproximaci6n bastante buena, por cierto, al con-cepto de -fenorneno). Ahora bien, que la verdad se remita, casi en exclusiva, allentendimien to , responde a la tradici6n: tr at amos de obtener . :ciencia perfecta, noopi ni onesprobat [es; no debemos dar asentimient o sino a los [conocimi enr os]per fect ament e conoci dos y de los que no puede dudarse (R , R. I I, pp. 67- 68) , aS1que es eI enunciado formal de una regia el que dictamina la conveniencia de estareducci 6n al ambit o de 10 i ntelect ivo: Convi ene ocupar se tan s610 de aguel los obje-tos , sobre los ~!. .~.s_~~p!!irusJ~E\!-e!c: .!I. !} .~~.I. ;;uf ic i!!n tes para obtener un conoci-mien~o c ie rto e indudable (R , R . II, p. 66). De ahf (y el paso es no menos tradicio-nal) el vol verse no s610 al entendimi ento, a l a mente, sino a aguell as ciencias, comola Aritmetica y la Geometria, que mejor parecen adecuarse a las exigencias de cer-t eza que agu1se sohc1tan. De las ciencias ya descubi er tas, sefiala un celebre pasai ede la II Regla s610 la Aritmetica y la Geornetrfa cumplen la mencionada regia. S610elias esran libres de todo defecto de faIsedad e incertidumbre (p, 70). Y la raz6nes sencilla: s610 elias ..

    se ocupan _~I!n oi?j.eto~~~!.modo 1J_l!.r_o..1.~i..~p1:_gl!e~.~uponen absolutamente nada~_@_~E?eriencia haya mostrado i_n..~!iO,sin2.3.uese asierlt'an totalmente en una seriede consec~_l"!_ciasde9!:'.

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    dur ia si no in ten ta, al menos una vez en la v ida, exarninartodas las verdades paracuyo conoc imiento es sufic iente l a razon humana (R, R. VII I, p . 102), ese t al veraencontrara ciertamente por las reglas que han sido dadas que nada puede ser conoci-do antes que e lentendimiento , puesto que de e ldepende e l conoc imiento de todas lasdernas cosas, y no a la inversa (ibid.). Y es que este metodo imita a aquel la s a rt esmecanicas que no necesitan de la ayuda de otras , s ino que ellas mismas ensefian comoes preciso fabricar sus instrumentos (id., p. 103). El merodo, por tanto, se ha instala-do direc tamente en e lentendirniento : y dentro del entendimiento , en sus dos unicasvias de operacion efect iva, l a in tu ic ion y la deduccion, Ahora bien, nadie suefi e converse explicar metodicamente la propia naturaleza de esas dos operaciones; porque elmetodo, a su vez, las presupone, y sin una (permfraseme el anacronismo) pre-com-

    I~ prension del funcionamiento de la intuicion y la deduccion, nada puede hacerse. illmetodo

    expl ica rec tamente d e qUemodo ha d e u sa rs e l a intui ci6n d e la men te pa ra no c ae r enel erroL2.Illi'ario a l~ verdad, y c 6mo han de s er he cha s l as d educ cion es pa ra gue lle-~1_~~9s a l conoc imiento de todas las cosas . . . E l metodo no puede . .. extenderse has taensef ia r c6mo han de hacerse estas mismas operaciones , porque son las ~as s imples ylas primeras de todas , de suerte que , s inues tro entendimien to no pudie rlya antes usa rde e llas , no comprenderia n ingun precepro del metodo mismo por muy fac il que fuera(R , R. IV,p. 80).

    Ahora bien, s i lainferencia, ladeduccion, no puede equivocarse nunca, y sfen cam-bio la experiencia, cuando esta experiencia no seocupa de objetos respecto de los cua-les ,por su simplicidad, quepa tan poco error como en la deduccion {esto es: cuando setrata de intuicion), todo el poder del metodo se~esuelv~L~l()n(;es, en que el entendi-miento no salga nunca, ni ascendiendo ni descendiencl_Qtik_ese iI!l_bitoHable de la evi- dencia intui tiva: s i todo el metodo-, como vimos, segiin la Regia IV, no consiste s inoen el orden y disposicion..., esta regia se cumple, segun ella misma

    si reducimos gradualmente las proposiciones complicadas y oscuras a otras mas simples, ys idespues inten tamos ascender por los mismos grados.desde la intuici6n de las mas s im-eles hasta el conocimiento de todas las dernas.En esto solo, se anade a continuacion, se encierra 10esencial de toda la habil i-dad humana (R, R.V,p. 87). Larazon esobvia: cuando las proposiciones se deducen

    inmediatarnente unas de otras , por inferencia evidente, esque ya han sido reducidas a\ una verdadera intuicion (R, R. VI I, p. 97 ) Si la men te es c apaz de todo , pues, es por suomnfmoda capacidad de seriaci6n: no hay cosa que escape a l entendimiento, porqueeste puede siempre ordenar l as proposic iones de mayor a menor grado de complej i-dad!", y alcanzar asi ,desde 10complejo, 10simple; y desde 10simple, otra vez, 10com-plejo. El secreta del metodo encuentra asi una nueva formulacion: se trata de alcanzar10 m a s a b so l ut o . Que en todas las cosas observemos puntualmente 10mas absoluto(R, R. VI, p. 90). Donde, por absolute, se entiende

    147 Ni tarnpoco esun traba jo inmenso quere r abarcar con e l pensamien to todo 10 que estacon tenido en el universo para reconocer c6mo cada cosa esta sometida a l examen de nuest tamente ; pues nada puede haber tan multiple 0 di sp er se que no se pueda, p or medio d e l a e nu-merac i6n que hemos tra tado , c ircunscrib ir en lirni te s c ie rtos u ordenar en unos cuantos grupos-(R , R . VI II , pp. 104-105). '

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    rodo aquello que contiene en s i la naturaleza pura y s imple, sobre la cua l es la cuest i6n:por ejemplo, todo 1 0 que se considera como independiente, causa, simple, universal, uno,igual , semejan te , rec to u o tras cosas dees ta indole; y tambien 1 0 llamo 10 mas s imple y 1 0ffirstacir. a f in de que nos s irvamos de e llo en la resoluc i6n de las cuest iones.Y relativo es 10 que participa en la misma n a tu r a le z a , 0 a lmenos en a lgo de e lla, por 1 0

    cual puede ser referido a 10 absoluto yserdeducido de ello segun una cierta serie (id., p, 90).~Todo puede caer bajo la mirada de la mente , porque todo puede conocerse ; todo

    puede conocerse, porque todo es ordenable; a saber: en proposiciones simples y cues-nones- (R, R. XII, p. 133). Pero cuando las proposiciones simples se entienden clara ydistintamen_te, ,Ladem.astod~ almismo tiemP2.'L~,"esivamente~ estan dadas las ( ;Q!!-diciones para la intuicion (R, R. XI, p. 113). De ahf, en resumen, el precepto basico dela RegIa VI: conviene en cada serie de cosas .. .observar cual esla mas simple (p , 88).Porque ahf eneontramos el absoluto: aquello que, como acabamos de leer, contiene lanaturaleza pura y simpb.{LaTntuicion de) estas naturalezas const ituye(n) asf el tododel metoct;:-STras-~osas, en efecto, han de considerarse rinicamenre por la relacion que _jguardan con el entendimiento, las cosas son, 0 naturalezas absolutamente simples , 0complejas 0 compuestas (R, R. VIII, P : 1 0 5) 14 8. Pero sien las segundas cabe el error, noasi en las primeras: lcomo podna haber error en lacaptacion de 10simple, que 0 bien secapta 0 no, pero que , en todo caso , s i s ecapta , por mfnimamente que se capre , s ecaptaen su integridad (R, R. XII, p. 126)1 Hacer ciencia, por ello, no essino deducir a partirIde 10mas facil y obvio (p, 108); de aquello que, respecto de nuestro entendimiento, sepresente de forma tan c la ra y dist in ta que no pueden se r div id idas por l a mente envarias que sean conocidas mas dis tintarnente: objetos evidentes en cuya nomina ha deincluirse la figura, la extension, el movimiento, etc.; pero todas las demas las concebi-mas compuestas en cierto modo, de esras- (id., pp. 123-124). La esencia de la cienciahumana puede. ya decla!ars~.~E:~t~!2.~.t:l~m~!!!ente, de gue ve~mos distintament~como esas naturalezas simples concurren a la composicion de otras cosas (id., p. 132).JNada podemos entender -fuera de esasnaturalezas simples y de cierta mezcla 0 compo-sicion de ellas entre sf (id., p. 128). Ese caracter cormin iguala todo conocimiento, fun-damentando -y a lainversa-la unidad dela ciencia: -Ningun conocimiento de las cosasdebe conside ra rs e mas oscuro que otto, pues que todos son de la misma natural eza, yconsisten en la sola composicion de cosasconocidas por sfmisrnas (id., p. 133). Ahorabien, l legar a conocer esas naturalezas, a las que se l lega por descomposicion de lascuestiones complejas, reduciendolas alamayor simplicidad y dividiendolas en las par- ~tes mas pequefias que sepueda enumerandolas (Regia XIII; p. 135), no supone esfuer- " i I - - .zo alguno: Resulta... que no hay gue emplear ningun esfuerzo en conocer estas natura-llezas simples, puesto que son suficientemente conocidas 20r sfmismas, sino tan solo ensepararlas unas de otras y en intuirlas con la agudeza de la mirada de la mente cada unapor separado ( id ., p . 131). Espor eso por 10que, en rea lidad, y cuando semueve en e l_Jcampo de 10intelectivo (esto es, cuando no precisa de ayuda alguna de los sentidos) 149,

    Q...;.ii-

    148 El texto continua: Lasnaturalezas simples no pueden ser mas que espirituales 0 corpora-les, 0 pertenecer a la vez a ambas c lases; y de las compues tas, unas las experimenta e l entendi-miento como tales , antes de que piense determinar a lgo acerca de e lias , y otras las compone el

    -rnlsmo- (ibid.).149 Se concluye, pues, con certeza que , s ie l entendimien to seocupa de cosas que no tienen

    nada de corp6reo 0 semejante a 10corporeo, no puede set ayudado POtestas facultades, sino que,por el contrario , a I1nde no ser entorpecido POte lla s, debe presc indit de los sen tidos y despoja ra la imaginaci6n , en cuanto sea pos ib le , de toda impresi6n d is tinta (R , R. XII, p, 122).

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    elentendimiento no sale del campo de lacerteza: puesto a la i inica tarea que interesa ala ciencia (a saber: que veamos distintamente como esas naruralezas simples concurrenala cornposicion de otras cosas-: id., p. 132), el entendimiento puede, 0 quedarse con 1 0que para el es s imple (sea puramente intelectual , puramente material, 0 comun) 150, 0aproximarse a 1 0 compuesto. En elprimer caso, cuenta con laseguridad de laintuicion;pero 1 0 mismo puede ocurrirlo incluso en el segundo:

    Decimos, en sexto lugar,que aquellas naturalezas que llamamos compuestas nos sonconocidas, 0 porque experimentamos10que son, 0 porque nosotros mismoslascompo-nernos, Experimentamostodo10quepercibimospar lossentidos...En este punta seha denotar queel entendimientono puedeser [arnas enganadopar ninguna experiencia,siiini-camente intuyede modoprecisolacosaque Iees objeto, en tanto que la t iene a en sfmismoa en la imaginaci6n,ysi adernas no juzgaque la imaginaci6nofrece fielmentelosobjetosde lossentidos,ni que lossentidosrevistenlas verdaderasfigurasde lascasas;nifinalmente que lascosasexteriores sonsiempretales como aparecen: puesen todo estoestamossujetos a error.. Perotodasestascasasno engafiaranal entendimiento delsabio,puesto que juzgara sinduda que todo 10que recibe de la imaginaci6n verdaderamenteesta grabadoen ella;sinembargo,nunca afirmara que esomismoha pasadoInte!fo ysinmutaci6n algunade lascasas exterioresa lossentidos, y de estos a la imagina)l0n, a noserque antes haya conocidoestomismopar alguna otra raz6n. [... De donde seconclu-ye que nosotrosmismoss610podemosengafiarnos en tanto cuanto que nosotrosmismoscomponemosde algiinmodo lascosasque creemos (id., pp. 128-129).

    EI reino anhelado del conoc imiento c ie rto t iene , pues, dos puertas: una , l a de laintuicion simple y pura de un objeto ais lado, otra, -Ia comparacion de dos 0mas obje-tos ent re s f .Ahora bien, anade Descart es, e st a ultima operacion cuando esc lara ysimple, no tiene necesidad de ayuda alguna del arte, s ino que la luz natural sebastaIy sobra para intui r l averdad que seobt iene de e ll a (R , R. XlV,p. 143) . En el campode la s impl ic idad, de la c la ridad y dis tinc ion, podrfa concluir se , apenas hace falt ametodo (si por t al s eent iende no sesabe que preceptiva a jena y externa a ldespli e-

    Lgue de la pura luz natural-d e la pura razon-) . Mas bien hay que pensar que se trata,ya aqui, de que el entendimiento, esa fuerza que llamamos espfri tu-, es capaz de des-plegar su propia fuerza, y reencontrar asf un mundo, puramente intel igible, tan pare-cido como se quiera al real. 10 no era una especie de ultima palabra la de intuicion?lY no era 'intuicion' - Ia concepc ion no dudosa de una mente pura y a tenta, q ue n ac e\" de la so la luz de la ra z6 n ... ? Pero (y este pero es el certificado de defuncion , paraDescartes, de la Dialectica) nada_~4:___afiad_ir:.~e.!1J!l:.l)uraluz de la razon que dea lgun modo no la oscurezca (R , R. IV, p . 81). El au to-desp liegue natur al de larazon. esto es aqui el metodo: y son las reglas, s in mas, los modos productivos de ese

    110 -Decimos,en segundolugar,que aquellascasasque en relaci6ncan nuestro entendimien-to son llamadas simples, son a puramente intelectuales, a puramente materiales, a comunes.Puramente intelectuales sonlas que conoce el entendimiento mediante cierta luzconnatural ysinla ayudade ninguna imagencorp6rea;pueses cierto que existen casastales, y que no puedeimaginaseninguna idea corp6reaque nosrepresenteque esel conocimiento,que la duda, que laignorancia, que la acci6nde lavoluntad que sepuede llamarvolici6n,y casassemejantes;todaslascuales,sinembargo.lasconocemosrealmente ytan facilmenreque basta paraella que parti-cipemosde laraz6n.Puramente materialessonlasque no seconocen sino comoexistentesen loscuerpos:comoson lafigura,laextension,elmovirniento, etc. Finalmente sedeben llamarcornu-neslasque se atribuyenya a lascasascorporales.ya a lasespirituales,comola existencia, la uni-dad.la duracion, yotras sernejantes (R. R.XII.pp. 124-125).

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    JEn 1629, como dije, Descart es par te para Holanda. Vivid a ll fve in te a fios, has ta /~'1649. habitando una lista interminable de lugares (Franecker [1629), Deventer [1632), '.,:;Sandport [1637)' Hardewijk [1639) , Endegeest [1641), Egmond de Hoef [1643-1649)). ~

    Ha dejado sin acabar las Regulae ; pero ha dado ya en elias, como vemos, paso s de impo r- -:]t ancia. En orden a [0 que sera su posterior -y mas conocida- filosofta, uno que aun noI~Jseha mencionado bri ll acon luzpropia . Ha hablado, enefec to , de na tura lezas s imples. - . {~Acerca de elias , s in embargo. ha advertido algode transcendencia: que las mismas pue- ; : ; ; ; Sden unirse entre sf bien necesaria. b ien contingentemen te. Ahora b ien. los ejemplos ~ r:1.proporc ionados de la primera posibi lidad son de enjundia : l a neces idad, aclara, se ~ ,~encuent ra no solo en las cosas sensibles , s ino tambien , por e jemplo , s iSocra tes dice que ; :) / """duda de todo, de aquf se sigue necesa riamente: luego sabe a l menos esto, que duda.. . : d ' ~[...] Pero tambien, a veces, estan unidas necesariamente entre sfmu

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    pp. 85-86). Nada encontr ar emos, en ese mundo-mat er ia-extension, que no podamosL~rt~!ljJerfectamente como sea posibl~ (TM, VI ; p. 101); y ese conocimiento irre-bauble nos 10 mostrara c omo un cu erpoperfectamente s6lido, que llena por igual todo 10la rgo, ancho y a lto de este gran espac ioen medio del cua l hemos deten ido nuestro pensamien to , de manera que cada una de laspartes ocupa s iempre una parte de este espac io tan proporc ionada a su tarna fio que nopodria l lena r una mayor n i con trae rse en una menor, n io tra podrfa ocupar su lugar mien-tras permanece en e l (id., p. 103) .

    Materi a t an indefinida como la propia extension, el cue~o del mundo es pues tot al -mente soli!io..!._.Qih9..,~l_t:...2S~f2rmgLJ~_i.t!!l5=A~artesianano puede admitir en el vadoL;4K\lP_QRepugna la existencia del vado en el sentido en el que los filosofos usan estapal abra. En un espacio que l a i gnorancia nos haga tener por vacfo, tarnbien hay siem-pre sustancia, y por ende extension (PP, II, 16 ; p. 82). Pese a l as a pa ri enc ia s, e n efecto,

    los espac ios donde nada sen timos estan llenos de la misma materia y contienen -comominimo- tan ta materia como los que estan ocupados por cuerpos que sen timos. De modoque, cu ando un rec ip ie nt e, po r ej emplo, es ta l len o de o ro 0 d e p lomo , nd cont ie ne po re llo mas materia que cuando pensamos que esta vado (T M , V ; p. 79). /'

    \ Digan 10que digan los fllosofos, y hasta los sentidos parezc an t ra nsmi timo s, l ama te -r ia es conti nua. Esa es tambien la r az6n d e qu e I!l cuerpo no contiene atomos 0 cuer-gos indivisibles (PP, II, 20 ; p. 85), porque ni Dios mismo puede hacer que 10 que es nosea como es, y la par te mas pequefta pensable de extensi on, si es ext ensa, si gue siendodivisible (ibid.). Asi que todas las partes de la materia, esto es, todos los cuerpos, see ncuen tr an si empre e n cont ig uidad con o tros cu erpo s . .Es o que l lamamos rnov imie n-t o, por tant o, no es en modo al guno el cambi o de Iugar experimentado por algo cuyanaturaleza sea esencialmente distinta a la de ese lugar. Ya hemos visto, en efecto, que el es pa cio, 0 lugar interio r, y el cuerpo que esta a lo jado en este espac io , tambien se dis-t in gu en s olo e n raz6n de nu est ro pensamiento. Pues es un hecho que Ia misma exten-sion en19_!!gitud, ~ch_:.lra 'y_prof~ndidad__g,ue co_~s.!i!!:!Y~~~P~0o, constituye el cuer-~ ; -la misma exten sion qu e con st it uye la naturaleza del cuerpo, constituye lanaturaleza del espacio, La verdadera idea de una piedra no comprende nada queno comprenda ya la i de a d e e spa cio, t an to el lleno como el vacfo- (PP, II, 10-11;pp. 7 7 - 79 ). A sf que el m2Y!l!!ient9.Jy2.

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    1!lE~y.iE!i!: !l '!~~91,!_~E_:;t;!!~_y_~~, como hemos visto, ~~~~j~ir ~ontinua y conti-Lguamente de l1nQ,~.ue!pos a.otro~.As f debe ser , puesto que los cuerpos no son pro-piarnente concebidos sino por eI solo entendirniento ( M M , II; p. 30), y e s l a razon laque esta reconstruyendo los hechos. Principio general de explicacion, eneI TM, es enefecto la suposic ion de que no hace faltabuscar la causa de estes movirnientos, yaque basta con pensar que estas particulas empe-za ron a mover se t an p ronto como e l mundo comenzo a exis tir . De ah f que , s egt in misrazonamientos, es imposible que sus movimientos cesen nunca, ni siquiera que cambienmas que de sujeto, esto es, que la vir tud 0 potencia de moverse a sfmismo que se hal laen un cuerpo puede pasar -t oda 0 parte - a o tr o dejando de es ta r en el p rimero, peronunca puede dejar de estar en elmundo (TM, III; p. 61).

    Yla razon esque, en la .fabula que sobre elor igen probable del mundo se nos rela-ta aquf, la materia, el mundo, es ese cuerpo perfectamente solido del que hablabarnos:cuerpo que, siendo como vimos susceptible de indefinida division, resulta dividido dehecho por Dios en numerosas partes, las unas mayores, las otras menores; las unas de -una figura, las otras de otra, de cualquier tipo que nos plazca fingir (TM, VI; p. 103).Del homogeneo continuo inicial, por tanto, Dios hace surgir un caos. .Ie todo tipopensable de diferencias; solo que, aqui, las diferencias no pueden provenir del vacfointersticial. Asf que provendran de

    l adivers idad de movimientos que (Dios) les da, haciendo que, desde el primer ins tanteque son c readas, unas comi encen a move rse hac ia un l ado, ot ra s haci a o tro , una s masdeprisa, otras mas despacio (0 incluso, si quereis sin movimiento alguno), continuandodespues su movimiento segiin las leyes ordinarias de la naturaleza (ibid.).r Supongamos , por tan to, que las partes de la ma te ria han tenido desde e l p rinc i-pio movimientos distintos, chocando constantemente entre sfpor todas partes y sinvacfo alguno. Son, ahora, las leyes de la naturaleza las que bastan, observaDescartes, pa ra sacar de e se caos inicial la forma de un mundo perfecto y en e lqueno solo pueda verse la luz , sino rambien todas las cosas generales y particulares queaparecen en este verdadero mundo (TM, VI ; p. 105). Esas leyes a las que se re fie-re son tres:

    a) Cada cosa de la naturaleza permanece en el estado en el que esta mientras quenada modif ica ese estado; cada cosa en particular, por tanto, mientras Ie es posibletiende a conservar su estado, y solo 1 0 modifica en razon d eL en cu en tr o c on o er as causasexter iores {tiEo de ley de inercia , sobre cuya base entiende haber explicado por querodos los cuerpos que se mueven ccntimian rnoviendose hasta que su movimiento seadetenido por algunos otros cuerpos, entre los que incluye, obviamente, el propio aire:PP , I I , 3 8 ; p. 99);b) -Todo cuerpo que se mueve tiende a continuar su movimiento en linea recta'c ) Si un cue rpo en movimiento choca con otro mas fuerte que e l, no p ie rde nadade su movimiento; ahora bien, si encuentra otro mas debit y que puede mover , pierde

    tanto movimiento como comunica al orro (leyde conservacion del movimiento!", quecornpletara con una serie de -reglas- mayoritariamente falsas)(PP, II,37-40; pp. 97-101;LTM, VI I (en orden distinto) ; pp. 111 y ss) .my en lacual, advierte, estan comprendidas todas lascausas particulares de los cambios queacontecen a los cuerpos (id., 40; p. 102).

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    Estas leyes tienen una ultima justificaci6n: lafirmeza y la inmutabilidad de un Diosque'Ino puede alterar su accion (PP,II;37, TM, VII;p. 121). En elias seexpresa ante todo, portanto, !as leyes d e conservaci6n que dan su intema unidad al cosmos. Por esas leyes,esteconserva siempre, como dijirnos, una misma cantidad transeunte de movirniento, cuyaJultima causa es la omnipotencia de Dios60 Ahora bien, ese movimiento supone el roza-miento constante, el continuo desgaste, yadesdelos ongenes, de unas partfculas que comodijimos no pueden impedir tocarse entre sf.Del caos inicial se desprende, pues, una largahistoria de rozamientos y de frotes continuos, cuyo resultado sera la destruccion de lasaris-tas irregulares de las partfculas y la constitucion de particulas cada vez mas iguales entresf, con hordes mas redondeados y,en definitiva, mas parecidas a pequefios (0 grandes)globules redondos. As ! seva pulverizando cada vez mas lamateria, hasta lIegara formarese primer elernenro, tambien denominado fuego, ellfquido mas sutil y penetranteque hay en el mundo, cuyas partes son tan pequefias, y se mueven a tal velocidad, cam-biando constantemente de figura y adaptandose a los lugares en los que entran, que

    en las par tes de los otros cuerpos no exista paso tan est recho ni angulo tan pequefio pordonde las par tes de este elemento no puedan penet rar s in dif icul tad, l lenandolos porcompleto (TM, V;p. 85)161.De ese fuego estara hecho el cielo; con su presencia ubicua queda garantizadoque estara lIeno cada interstic io de la extension. La hipotesis de ese continuo, de eseplenum material de fondo puede explicar,ahora, todos losfenomenos mecanicos: expli-cara la accion de la luz en terminos casipuramente de espacio, puesto que la luz

    no esot ra cosa en los cuerpos que son l lamados luminosos , que un cierto movimiento 0una accion muy rapida y muy viva que sedir ige hacia nuest ros ojos a t raves del airey delos otros cuerpos transparentes, de igual forma que el movimiento 0 la resistencia de loscuerpos que encuent ra este ciego l lega a sumana a t raves del baston 162.

    Explicara, ademas, sin mas que afiadir a la hipotesis las ya mencionadas levesde lanaturaleza, la formacion de los sistemas planetarios. Pues, sefiala, ala hora de la crea-

    160 En re laci on con l a p rime ra causa de l movimi en to, me par ece que no es ot ra que Dios,qu ien en razon desu Omnipo tencia ha creado lamater ia con el movimiento y con el reposo y queahora conserva en el universo, mediante su concurso ordinario, tanto reposo y tanto movimientocomo elproducido alcrearlo. Pues, aunque el movimiento no sea sino un a f o rm a de lamateria queesmovida, t iene una cierta cantidad que ni aumenta ni disminuye jamas, aun cuando exista maso menos movimi en to en a lguna de sus part es . [.. .] De donde se si gue que Dios conserva en l amateria la misma cantidad de movimiento, puesto que ha movido de formas diversas las distintaspar tes de lamateria, cuando las ha creado, y lasmant iene a todas ellas de igual manera y siguien-do incesantemente la s m is m as l e ye s q ue ha he c ho ob s e rva r en s u c r e a ci 6n (PP, II, 36; pp. 96-97).

    161Los PP (III, 46; p. 149) advertiran que, en las particulas de ese cuerpo lfquido, Dios habrfaimpreso desde un principio un movimiento alrededor de su propio centro. Ademas de esre pr i-mer elemento-, materia liquida del cielo, Descartes reconocera, como se sabe, dos elementosmas: elelemento del ai rey elde la tier ra, delosque elpr imero esmas sut il que elot ro, peromenos que el de fuego -y cuyas par tes, en consecuencia, son menores y mas rapidas , pero tam-bien menos que las del primero-. Cada uno de estos elementos procede de los dis tintos t ipos dedesgaste a que son sometidos las partes en que Dios divide originalmente la materia.

    162 Di6p tr ica , Discurso primero. Sigo latraduccion de Guillermo Quintas Alonso para laedi-torial Alfaguara, Madrid, 1981 (junto con el DM, Meteoros y la Geometr ia), p.61. EIejemplo delbast6n del ciego (como muest ra de la posibil idad de que se t ransmi ta una accion informativa at raves de un medio mater ia l continuo) aparece tarnbien en elTM, XlV,p. 217.

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    cion, y no habiendo vacfo, habna sido imposibl e que l as partfcul as se movieran en linearecta; asf que debieron, especula el de Turena, hacerlo en cfrculos, en los que acasoc oincidi eran muchas ; a unque , t rat ando se de p ar ri cul as qu e g ir an a ve lo cidad es muy d is -t in ta s, t ambien debieron di st ri bu ir se en torno a d is ti ntos c ent ro s d iv er samen te s it ua do se nt re sf : as f f ue como deb ie ro n f orma rs e a que llos c el eb re s torbel li no s- c ar te si anos, q ueexplica los sistemas planetarios en terminos de los giros en torno a un centro de unasp ar tfc ul as que d ebieron es ta r n aturalmente meno s a gi ta da s, 0 ser menores, 0 ambascosas, en los lugares mas cercanos a los centros que en los mas alejados (TM, VIII;p. 135) 163; torbe ll inos , vortices, p iezas c lave de una interpretac ion extensivo-continuis-ta de la dinamica ce le st ia l, q ue duran te t an to t iempo habnan de alimentar l a polemicaentre newtonianos y cartesianos.r~ He aquf el balanc~c!_~_l!t:fiJ2~9.f!.a_qtl~,c9!!1:q_t()c!_!l1~_N_9_de!:,Ilid~d,retendio expli-car los efectos por sus caus~no I~cau~as por sus efectos- ( PP , I II , 4 ; p. 123); y que ,tambien como muchos, afirmo t ax at iv arnen te que Ia T ie rr a t ambien s e mueve en tornoal Sol ( id. , 39 ; p. 143); una fi losoffa que, nat ur alment e, t ambien qui so dejar a un l adotoda ~onside~~c:ion al!.t.!!?t?.logico-finalista (PP , I II , 3 ; p. 123), Y gue rechazo, con lasQ_I'.!!1:'!s.~X~_Cl1:lli~,a.c!_e~.~~.lo~_~scol~E.iq~DM, V; p. 32), ~Ias cualidad s secunda-rias proporcionadas por nuestros senridos constitu an en modo al uno c 0 sf ocurrecon la .!xtensiq!!,_, la naturaleza de los cuerpos ( P P, I I, 3, 4 , 9 ; pp. 73-77). Y ese balancedi ce, si n sorpresa, que la met a de l a f ilosoffa nat ur al no es otr a que l a de most rar

    como la sola naturaleza podra desenmara fiar la confusion cao tica de que oshe hab lado ,y de cuales son las Ieyes que D i o s l e ha impuesto ( TM , V I I; p. 109) .Donde, po r natural eza , n o en ti ende Desc ar te s ninguna diosa (0 cua lquier o tro

    t ip o de poder imaginar io ) , s in o

    Llamisma materia en tan to laconside ro con todas las cua lidades que lehe a tr ibuido com-prendidas s imultaneamente y bajo lacondic ion de que Dios laconserva del mismo modoque laha creado ( ibid.).

    Asi que es , en u lt ima inst an ci a, l a n a tu r a le z a m i sma , e sto e s, la m at er ia c re a da p a rDios , la que debe dar cuenta del s in ffn d e c ambios que s e operan e n el mundo , ordenan-dose espontaneamente por la conservacion de una accion que no cambia de Dies,Llamar emos leyes de la natur al eza, ent onces, a las - reglas segt in l as cuales se hacenlos carnb ios (id ., p . 111); per o no dej ar emos de decir , en t odo caso, que por esas levesno entenderemos sino todas las disposiciones y cualidades que se encuentran en la

    \' materia (id., p. 117). Es , pues, un mundo inmanentemente legal , y autorregulado, po r masque s ea Dios quien crea s u c on di c i6 n ( a la ve z regia y -cualidad), el Uni verso queaquf nos presenta Descartes. En eso, y solo en eso, su opinion no se aparta en modoalguno de l a o pinion com un, Dur ante mucho t iempo, en cambio, qui za hasta el momen-t o en que Einstein habr ia de replant earse la interpretacion newtoniana de la gr avedad,quedarfa en franca minoria su nocion d~que la inmanencia al mundo de sus propiasleyes debfa suponer, necesariamente, una ecuac ion mate ria = e xtens io n que h ac e d el~ndo un continuo material; un oceano de extension real cuyas perturbaciones sonondas qu e s e p ropagan, inf lu yendo sobre el c on junto d e v ec in dad en v ec in dad :. il lL !! !lva do inc orporeo a tr ave sa do por f uerza~, t ray ector ia s d esnuda s, pa rt ic ul as s in d ivi sion .E st e u lt imo e s, de sd e 1~2L ! : 1 mundo de Newton; un mundo ent onces tr iunfant e; hoy,

    1 6 . 1 Cuyo ruirnero es, por tan to , igual a lde Astros que haya en e l unive rso: PP , III, 46; p. 150 .

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    un parad igma de v alor h is to ri co_ y rel at ivo , y que la f isi ca recond~c_ e a l a univer s~ lida d Jde teorfas mas poderosas . La fa bu la razonab le d e Des car te s quiza es pere tod avf a, e neste sentido, una s enten ci a f in al .

    S ea d e e llo 10 que fu ere, c ua tro af io s mas t arde, en 1637 , Descartes se dec ide a pUbli-1car: es en Leyden, y 10 publ icado el DM, que pr onto se convert ir a en foco de un si nnu-mero de polemic a s. Es su r netodo, una vez mas, y es r ambien l a aplicaci on del mi smo noal sistema gener al del mundo, per o sf a un mimero suficient e de fenomenos de la natu-raleza como para hacer legftim a su pretensi on de universal idad. Es su met odo, en esen-cia, el mismo de la Regul ae , so lo qu e ahora condensa do en los cu at ro c el eb re s .prece p-tos

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    tamente su ingenio, j~ar a todos, y j uzgar por S 1 mismo y desde S 1 mismo, habida cuen-ta de que vale mas el razonamiento natural de una mente sencilla que todos los dictadosLde los doctosl'". De aht que escriba en frances , lengua de mi pais, y no en latfn, la len-gua de mis preceptores; porque espera que aquellos que solamente se sirven de surazon na tur al , c ar ent e de todo pre ju ici o, j uzgar an mas cor rectament e mi s opi niones queaquel los que no aceptan sino el pensarniento antiguo- (DM, VI , p. 55) . iNo es un hom-bre cual qu ier a, en e fecto , e l que t oma la decision de lograr (bien en sf mismo, bien enel gran l ibro del mundo: DM, I, p. 9 ) un conoc im ient o c la ro y al abr igo de duda s sobret odo 10que es u ti ! pa ra la vida ( id. , p. 5)? Leemos, asi, como se puso en camino, y como,en su caute la , decidio, hasta alcanzar s eguri dades, y por el momento , elaborar unamoral provisional que no constaba sino de tres 0 cuatro rnaximas (DM, III, p. 18 ) 168.

    [Pero leemos, sobre todo, 10 q ue ya sabiamos desde las Regulae, a saber , que, habiendodecidido que era necesario examinar todas las ciencias, hasta las mas supersticiosas yf al sa s, con e l fi n de apreci ar la s en su j us to valo r y p reven ir e l er ro r (1, pp. 6-7) , el cami-no que pa ra e ll o encuent ra esta, pese a t odo , e scond ido en (a lgunos de) sus e studi os:

    Habia estu,diado un pO:?'.siendo ma~joven, LaIogica de entre Laspartes de.L~.ilosofta: deLasmaternaticas, eLanalisis de Losgeometras y eLalgebra. [.. .] Pero habien~as exarnina-do, me percate de que. .. era preciso indagar otro merodo que, asimi lando las ventajas dee~t?s tres, estu~iera exento de su~defectos. [:: .] Las Largascadenas de razones simpLes yfaedes de Losgeometras _~~2I''2!:

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    demostraciones (ibid.)? Pero i ncluso en ese reino de~~~ll 1i ~nto que, en apari enci a,yo dOlP.jl12.L.~..~Il1~a.~t;:a.._Itl!.il7!P.~?i!'!71:~p,rqll~._ ~ h < l ~ S ~ _os .pensamien~~~cuand()es~arnosdespiert()s pUl!denasa[tarnoScual1c1_osig~!!!'()~.~!!_.9.Ile ninguno en talL~t;ckJ~~~erd~a~ro" (i.bid.). As f ' !_ue todo esta d~puesto: en [a especulac ion ~sica , parafingir un mundo posible, extr anamente par ecido al nuestro: en [a metafi si ca, parafing ir que todas [as cosas que has ta entonces habtan a lc an za do mi e sp fr it u no e ra n masre rd ad eras qu e [as i lus io ne s d e mis s ue fios (ibid.). Y asi se pre[udia [a intuici6n milveces citada, el texto ya anticipado por Aristoteles, .Plauto, San Agustin, SanAnse[mo ... entre [os_~.igu~sy ___ejie~~_lt;.~]!J::E9~f~~~~~2._AI1cJ:teZ;-fampanella,Gomez Pereira , ademas de a lgunos o tros , entre sus coe taneos ) 173 pero que si empre pa re -Ze s 6[0 c ar te si ano , r ei ter ado de sd e e nton ce s c omo una es pec ie de j acu la to ri a f il os of ica :s~ ,~~t

    ~

    i r --t -w51+-0P-O Jv

    Pero inmedia tamente despues , advertf que , mientras deseaba pensa r de este modo quetodo era faIso, era absolutamente nece~ari5?_~~y_~~!..lQ__~~,..fu~se alguna cosa.Y dandome cuenta de que esta verdad: P ie ns o, l ue go s oy , era t an f irme y tan s egura qu etodas las mas extravagantes supos ic iones de los escep ticos no eran capaces de hacerlatambalear, juzgue que podla admitirla sin escnipulo como el primer princ ip io de la f ile-sofia que yo indagaba ( ibid.).

    E[ pr imer princi pi o ver daderamente solido, aquel que no t enia [ a fi losofi a funda-mentante que habia conocido, ha hecho su entrada en escena. Pero no viene sole. E[inves tigador puede ana liza r, en st, l as c ondicione s d e s u p ropia a pa ri ci6n (pocos siglosmas a del an te, es te proc ed im ien to rec ib ir a un a d enomina ci6n p rec is a, y Hamada a ten eruna l arga h is to ri a: se c al ifi ca ra de t ra ns ce nd ental) . Y s u ap ar ic i6 n es t al , q ue

    v iendo que . ..so lo a partir de que pensaba dudar de la verdad deotras cosas , sesegufamuyevidente yciertamente que yo era, mientras que, con soloque hubiese cesado de pensar...no t en fa raz on a lg una p ara cree r qu e yohubies e s ido , l le gu e a c onoc er a p ar ti r d e todoe llo que era una sus tanc ia cuya esenc ia 0 naturaleza no resLc!_eino en pensar, y que talsustanda, para exist~!,--Il.()__~~~~1:!!2i~~d_~!:..~g~E_i1Ig!l_ngl1i.4~'pende de cosa algunamateriaL De suert~.,.c:.~!!!_Y

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    el sistema quedana en un puro juego de l!0sibilidade~Ll!l~>~q_rg~~9._EEe~cendentalmentededucidas, si la regia de I~uevi_t:!~nci~_ohi!:i~~~_:l::~s.p9.r~!~I!1:~9,llt! ..e_~t!_Q~osfundador,ademas, e s , e x is t e . iNo prueb an los g eome tras , con tod a e vide nci a, l as p ropieda de s nece-sar ias del t riangulo? De ahf no se sigue, si n embargo, que en el mundo haya realmentetriangulo a lguno . .. Y ino sucedera 1 0 mismo con el caso del Ser Perfecto? Siguiendo unaintuicion cornun a tantos otros (a Anselmo de Canterbury, a Russell, al parecer, enalgun instant e de su vi da), Descartes i nsisti ra aqui, como insi st ira siempre, en que, enrea lida d, los c aso s no son p arangonables : e l c ontemplador de l a ide a de D ios en cuent rae n el la l a e xi st enc ia c on e l m ismo 0al menos tan buen ti tulo como el geomet ra encuen-t ra , e n su s p ropios ob je to s, l as p ropieda des que les conciemen . Es nuevamen te l a reg iad e l a e viden ci a, qu e aqui p re st a s u de fini ti ve s ervi cio:

    L

    Asf , por e jemplo , est imaba correcto que , suponiendo un triangulo , entonces e ra precisoque sus tres angulos fuesen iguales a dos rec tos; perc tal razonamiento no me asegurabaque exist ie se triangulo a lguno en e l mundo . Por el contrario , examinando de nuevo laidea que tenia de un Ser Perfect~~gs9_!l_t_t:abagy.d~.!:&gencia e.!aba comprendida la deque sus tres angulos seaniguales ados rec tos . .. Y,en consecuencia, es or 10menos tancierjg_q~!~J5.;:9"~:~~:CSiil'~Ef~ctO,s Q ~~[ st~~ o" ffi o l~p;re~~; :; al uier de str aci6n dela geometrfa ( OM , I V, p. 28).

    Es siempr e la misma r egi a, l a r egia de la evi denci a, de la int ui ci on de 1 0 claro y dis-t into, solo que en distintos campos de apli caci on: la r egia que hace salr ar , de 1 0 condi-cionado, a su condicion necesari a; y, de la condicion necesari a, a la vi sion de sus carac-teris ticas necesarias. Ya 1 0 ind icaron las R e g l a s : l a d edu ccion (aquf, re trosp ec tiva ) y l aIntui cion s e resumen , e n ul tima ins ta nci a, en 1 0 mismo: intui cion , La intui cion me ha lle-vado a mi; de mi, a mi naturaleza pensante; de mi naturaleza pensante, a la de Dios; deDi os a Su exi st encia, y he aquf que el cfrculo se ha cer rado. Por que gar ant izar , como seha garantizado, la realidad~d:l.S.~~M~tifu90!i:lDS~L~.~og:l:l!}!iz.~da.l.ealida.d de toda real idad; est o es, de todo 1 0 afirmarivo, de todo 1 0 po si ti vo , d e todo 1 0 que cu alquier co saLt enga de per feccion. Caso part icul ar : mi s propi as ideas, en l a medida en que estas sontambien s eres rea le s. A pa rt ir de ahora, t oda s l as dud as an te riores de ben de sv ane cer se .Ciert o que, mient ras no se complete el cur so del pensar cart esiano, de la exi st encia dec uerpo s, a st ro s y co sa s as ! s olo c abe t en er una se gu ridad moral . C ie rto qu e no e s fa ci l dis-

    \ t in gui r en tr e pe ns amie ntos d el su ei i. o y p ens amie ntos d e l a vigi li a, su pue sto que , a ve ces ,l os pr imeros a ven ta ja n a los s egundos en v iv ez a y c la rida d. Hast a l a p ropia reg ia s up remade la evidencia podna no ser sino.lln~ll~!\:~.1':{a.c:li_t!sa.ldtiad~ e.~.tt!Ja..berinto, por grandeque fuera su ing_t:nio, siJ .'!.EE(!_l)lIPQ!lerla.exis.tt;!}cJ:1

    G'f ) - - \ - ;J ,_ ~\ : , ~ -z .. _ ~ \ '" APMc fl ." 'I J '; _A~ ' . c \~ \ " c c .A -. :. z. -, ' (00 s~ w"'-,clu,/e. Su ( [. ,, \\ 0\ > \ , e-", oVl.sv\'v

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    entonces, .!~ intel ig ib~~_

    Descartes puede , pues, proseguit EIs ent id o e n el qu e una s razone s fund an a las o tr as~ como . Ie~mos, e l. d~ g~e las prue ba~ ; eI ~e la~ o tr as , gu e exp li can a las pr imeras ; 1des de Ans to tel es , di st in cion es d e e st e npo de jan sm fu erza l a objec io n. E st a e xp ed it a lavia , per tan to , para desplegar la unive rsal reducibilidad de las cosas. La reducibilidad

    a ) d e todos los p roblemas geome rr ico s a ec ua cion es a lg eb ra ica s; es to e s, a expres io -ne s reso lu bles que igua la n t ermino s conoc id os a t erminus d esconoc id os ; t erminu s d es -conocidos, y por eso buscados, que se dan, si n e~~ar go, por conocidos!". Esas ecuacio-nes no plante an mas cuesti6n que la de encontrar el valor de la rafz (10 q ue, a su vez,su pue sto el p aral el ismo gen eral de ambos proc ed irni entos materna ti co s, s e resu elve porGeornerrfa) 179. Trabajando, asi, sobre la ruta abierta por Viete lB O , Descartes fundaracomo se sabe la geornetrf a ana lf tica . Y

    178 5i, pues, deseamos revolver un problema, inicialmente debe suponerse efectuada la reso-luc ien, dando nombre a todas las l ineas que sees timen necesarias para sucons true c ion, tan to alas que son desconocidas como a las que son conocidas. A continuacion, sin establecer distincionentre las lfneas conocidas y las desconocidas, debemos descifrar el problema siguiendo el ordenque muestre de modo mas natural las relac iones entre estas lfneas, has ta que se idenrif ique unmedio de expresa r una misma cantidad de dos formas: esto es 1 0 que seen tiende por una ecua-c ion, pues los terminos de una de estas expresiones son iguales a los de la o tra. Deben halla rsetantas ecuaciones como lfneas desconocidas se han supuesto. [... J ha st a que no exi st a sino unasola lfnea desconocida que sea igual a alguna linea conocida ... (Geometria , ed. c it . p . 282). Unadefinicion general de ecuacion, visto 1 0 anterior, rezaria asf Una ecuacion esta integrada porvaries terminos, alguno de ellos conocido y alguno de ellos desconocido, siendo unos iguales a losotros, 0,mas bien, considerados todos conjuntamente son iguales a cere- (id., p. 340).

    179 Asfcomo la Aritmetica se basa en cuatro 0 cinco operaciones ...de igual forma no esnece-sarin en Geornetrfa para llegar a conocer las lfneasque sebuscan y para disponerlas a ser conocidas,sino ariadir 0 sustraer otras... (Geometria , ed. c it ., p . 279).- Elmismo fue muy consc iente sobre e lsentido general que tenia su procedimiento: Pero, sinos percatamos de como mediante elmetodoque uti lize todo cuanto escons iderado por los geometras se reduce a un mismo genera de proble-mas, que consiste en buscar el valor de las rakes de alguna ecuacion .... (id.,p. 368).

    [80 Las historias tradicionales de la matematica solfan destacar efectivamente, en este punto,Ie l papel dec is ivo de Descartes en la fundacion de la geometria ana li tica . Las modernas, en cam-bio, prefieren acentuar a este respecto el papel de predecesor (aunque Descartes, que conocfasobre todo laobra de Chris toph Clavius , mas que probablemente no fue consc iente de e lla) quetuvo Franqo i s Viete (1540-1603), jurista formado en Poitiers pero sobre todo rnaternatico, astro-nomo y criptografo frances, amen de consejero aulico, cuya In a rt em a na ly ti ce m i sa g og e , publicadaI i ", \< A , \ ' \L~

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    Lb) se mostrara, igualmente, como en el TM, la reducibilidad de la luz a

    un c ie rto movimiento 0 una acc i6n muy rap ida y muy viva que se d irige hac ia nuestrosojos a traves del aire y de los otros cuerpos transparentes (La Di6p tr ica , ed. c it ., p . 61).Una accion- 0 movimiento que, procedente del Sol, 0 de cualquier otro cuer-

    po luminoso, se transmite instantaneamente hasta nuestros ojos (a la manera en queIa resistencia 0 los movirnientos de los cuerpos 10 h acen, de la punta del bast6n deun ciego, a los nervios de su mano), y siguiendo esas lineas de acci6n que llamamosrayos, sin que haya nada material que supuestamente fluva de los objetos a noso-tr os, sino s610 por medi o de la presi6n a traves de la cualla acci6n de los cuerpos lumi-nosos empuja, hacia cualquier punto alrededor de ellos, y en linea recta, a la mate-ria suril que, moviendose en todas direcciones, a gran (y cambiante) velocidad, seextiende sin interrupci6n (y sin ofrecimiento de resistencia) desde los astros hastanosot ros; y que, adem as, supuest a la i nexistenci a del vacio en l a naturaleza, rell enalos pores que n ece sa ri amen te d eb en ex is ti r en tr e l as d ive rs as p ar tfc ul as i rr egularescuya combinac i6 n cons ti tu ye es os c ue rpo s (Di6ptrica, ed. cit., passim). Se dar a, en est econtexto, la primer a formulaci6n exacta de las leyes ( anter iormente descubierr as porr Snell) de la refracci6n de la luz. Se mostrara (Descartes preferiria d

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    Lprincesa Isabel de Bohemia. Polemicas tempestuosas, surtidas de alguna que otra res-puesta de Descartes (la Lettre a u t re s c e le br e Voet , contra su enemigo e l rec tor de laUnivers idad de Utrecht , esde 1643; las Notae in programma quoddam, contra su antiguoamigo Regius, de 1648) acompafiaron, como se sabe, las respectivas publicaeiones,enratin y frances , de estos textos, Y eierto es que poco se dice, en ellos , de nuevo. J 'odaslas MM pueden se r l eidas como una dil at~~~.~~~_~_I~~ -va c it adas - paginas de laparte IVdel OM (A-T,VI, 32-41) en lasque Descartes ha recorrido elcamino que lIeva,de la duda respecto a sentidos, suefios y razones geometricas, a la repentina, indudableiluminacion del cogito; y de ahi , a l a de laexist eneia de un Ser Inf in ito y Per fecto quegarantiza laverdad de cuanto mis pensamientos tengan de claro y de dis tinto (como porLejemplo: que elalma,pensante e inmortal, no esel cuerpo, extenso ymecanico). Ni esasverdades han cambiado, n i, en esene ia , e l orden de su apari cion. Descart es mismo 10advierte, yadesde el Pr610goal lecror-!", Cierto que el tono, la ret6rica que da formaa l camino del medit ador , Sl se han tran sf ormado. EI aire rememorativo con queDescartes informa, en el OM, sobre su experieneia pasada (

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    tuve ideas de cosas , y la creencia de que estas cosas se asemejaban a objetos exterioresde los cuales procedian. Asi que seguira siempre la duda, mientras no se puc::daestable-cer: a) s ih~y"Di~s;b) s i~~' :. !er ~_l}~afiador.Despejar esa duda, sin embargo, suponebucear .eneluniverse de laside

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    eIlo: no puedo por menos de estimar verdaderas aquellas cosas que concibo con claridadrydistincion, Pero iarencion! Siextrayendo de mi pensamiento laidea de una cosa, resul-ta que cuanto concibo clara y dis tintamente que perteneceaesa cosa sesigue (en rigor:@ me es impos ib le no pensa r que se s igue) que Iepertenece en efecto, lno es esto unargumento solido para probar la existencia de Dios? Tengo la idea de Dios como tengola del triangulo: y side la contemplacion de la segunda obtengo las propiedades trigo-nomet ri cas que yeo que le per tenecen, de la primera obtengo, por su par te , que leper-Ltenece el exist ir . La existencia y la esencia de Dios son tan separables como la esenciade un triangulo recti lfneo y el hecho de que sus tres angulos valgan dos rectos, 0 la ideade montana y la de valle. EIultimo ejemplo, que parece engafioso, aclara en realidadlas cosas: no hay val le sin montana , c ie rto; pero acaso no hay ni uno ni otro. Diferente '

    \ e s e l caso de Dios: no hay Dios sin exi st encia; por t anto , hay exi st encia de Dios (puesDios es, afiadamos nosotros ahora, El-que-existe). lNo pense un ser_Eerfecto, un ser pri-mero y supremo? Pues la existenci~ esuna p~rfeccio~; 10que ocurre, entonces, es queno soy libre, sencillamente, de concebir un Dios que no exista. De las ideas verdaderasnac idas conmigo, es l a de Dios la primera y princ ipal. Pero es vano mul tipli ca r losargurnentos: s iempre se trata, en ult ima instancia, de aplicar la regla de or9 del proce-der cartesiano: que solo t ienen el poder de persuadirme por entero las cc#.: lsque con-cibo clara y dis tinramenre. Pero nada concibo mas clara y dis tintamente que esta ideade que hay un Dios. (Como es sabido, es ef.1~~.~p~r:tQcE!:l~.~i3;t~.t:A()rl~~Jsbjetores deDescartes hanhecho hincapie a lahora de acusarle de circulatio: lcomo puede Dios ser-vir d e _g_ar~~~ia~]~E~gl~~4~)~cJi!.idad_y_4lS_1:il1_s_itil!Lyfundaresa regIa, al mismo dempo,l a proEia exi st encia de Dios? Descart es , como virnos, ya se ant ic ipo, en e l DM, a esaobjecion. Tarnbien lacontestara aquf, ala hora de las Respues ta s . ) Esto esra pues asegu-rado. Pero tambien, con eIlo, la certidumbre de las demas cosas . Pues sin ese conoci-miento seria irnposible saber E.~mca~dat:Ef.e.~~l!)~l!~~,~Antes de conocer a Dios, todoeran dudas: no habta (de nuevo elviejomotivo de ref lexion que articula tantas especu-laciones de la Modemidad) posibilidad de conocer c o o perfecci6n cosa alguna ' Yahoraque 10conozco, tengo el rnedio de adquirir una ciencia perfecta acerca de infinidad decosas . De Dios, pero tambien de la naturaleza corp6rea, en c ua n to e s ta e s o b je to de laL p ur a m at em at ic a , q ue no s e o c up a de l a e x is t e nc i a d e l cuerpo.Meditaci6n V (pp. 53-59).

    F} Asi pues, lhay cosas materiales? Puede haberlas, desde l ,uego; al menos, comoobjetos de la matematica pura, que las considera con clarid?d{ dis tincion, Y sies posi-ble (esto es, s isu concepto no repugna a otro) , lpor que no habria de producirlas Dios?Ahora bien, este esun argumento que, por solido que parezca, solo trabaja con mundosposibles -vale decir, con la imaginaci6n-. Y la imaginaci6n no es otra cosa que ciertaaplicacion de la facultad cognoscit iva al cuerpo que le esta Int imamente presente.iPero de 10que se trata, justamente, esde saber si hay cuerpos!i~ Es probabl e , pues, tomando pie en esas consideraciones , gue haya cuerpos. Pero lesseguro? Probemos de otro modo. Tambien he irnaginado otras cosas: objetos de la sen-sib ilid ad. INo empezo por aquf nuestr o camino? Desde luego , y desde luego queDescartes , en este momento, 10repite Integro, hasta alcanzar por segunda vez supuntoarquimedico fundamental: tengo ideas de cosas ext~_v~~. s ie n do D i os f a la z, esgel todo manifiesto !iu~E9_illC!_t!.l!yj~inlIlediat~e esas ideas..l'2! si mismo, ni tam-poco por la med~c_i6_rlde_algunacriatura, en lacu

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    con mi entendimien to , que ha descubierto ya todas las causas de_!Il iserro res, no debotemer en adelante que sean falSaslasSQ~s 9.!!~.I!!is sig:-~Sis(i~I!:t,!riall,lenFe me repre-sentan, y debo rechazar, por hiperbolicas y ridfculas, todas las dudas de estes dfas pasa-dos; y, en particular, aguella tanM!!..~l_a~~_g_~lJ;_u!'i\Q,~!CJl.2 ..2.9d1ayo distinguir dela v ig il ia . Pues ahora advie rto entre e llos una muy notab le d if erencia. y es que nuestramemoria no puede nunca enlazar y juntar nuestros s~!lQS_ll_I!Q~Q!!gJ!:91Lmon el cursode la vida, como 51asoS~E1E!~__.~Il}i,~J:l~(;Q~:i~,_91:l!:_l!_O_~ecen_!C~_t:~ndodespiertos. [... JPero cuando percibo cosas, sabiendo distintamente ellugar del que vienen y aquel en queestan, asf como el tiernpo en eI que seme aparecen, y pudiendo enlazar sin interrupci6nlasensac i6n que dee lla s tengo con e lrestan te curso demi v ida, entonces estoy seguro dequ e las p ercibo d es pier to , y no dormido . Y no debo en modo a lguno duda r ac erca de l averdad de eSl!gQ~LktL~_ES:'\!Iti!:.~tQdos l!11~_S~Il!!dos,mi memoria y a mi entendi-mit;.!l_tQ._P_~!~!)(allliIl~rlas,llit.tg\Jr:~,A_e._~~~faculta~5_E1~

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    ryo admito por entero que puede haber a lguna cosa poseedora de una potencia tan gran-de e inagotable, que no precise de concurso a lguno, n i para exist ir ni para conservarse,siendo asfde algiin modo causa des f r ni sr na , Y pienso que asf esDios. [... J Pues del mismomodo, aunque Dios haya e)(~tid~~~o:_~r~L~i!:!'~,=_I!l_b~r~o'l'~.~~og~:"~~lLmismoquien seconserva, parece que puede ser llamado can propiedaa causa d e S I m is m o ( R e sp u es t as a l asP r im e ra s O b j ec io n es , p.92):--"--~--:-"--------

    He aqui que el Dios de la Raz6n aparece .reducido a su verdadera esencia: causasui ._g!_~f~co q':l~_t~rlll!!l.'l.1~.~~r~e.d.~J9.s_~J~.(;t()s_A~ges~rjgua1.~u propia causa 192.Y su propia causa no esotra c.osa_gueel mismo, sujliinitada_perfecci6n. Yasi, debe-mos interpretar siempre las palabras ser P O T sf posit ivamente, como un ser que espor unaLcausa, a saber: la sobreabundancia de su propia potencia (p. 94). Puede decirse queDios hace, respecto de Sfmismo, 10que la causa eficiente hace con relaci6n a su efec-to. No, desde luego, en e l sentido de que seconserve a sf mismo por impul so pos it ivoa lguno; pero s fen e lde que la inmensidad de supotenc ia , 0 sea , de su esenc ia , que esla causa de que no necesite quien 10conserve, es una cosa positiva (p. 191). Loque sequiere decir es que la potencia contenida en la idea de Dios es inmensa, incomprensi-ble; no meramente indefinida, sino verdaderame~te infinita, en acto. Y,efectivamente,asi es Dios. ASl su esencia. iNo es 10que hubiese sido yo mismo, si f6 hubiese sidoDios? iUna inrnensa, perfecta potencia, que seda a sfmisma todas las perfecciones ima-I"ginables como perfecciones? Diciendo que Dios es causa sui, Descartes parece puesaceptar, tranquilamente, ese estupro, esa monstruosidad logica, esa auto-contra-d icci6n de la que andando e l t iempo dira abominar, en e l 21 de M a s a li a d el b ie n ydel mal , Federico Nietzsche. iNo nos habrernos topado, en elapice de una teoria sospe-chosa de CiTcUlatio, con un Dios viciosamente circular? Acaso sea ast . Solo que tal cosa,para Descartes, no parece presentar problema alguno. Al contrario. lt6mo podria cap-t arse , s ino escon la s imple duplicidad de ese monsrruo, la s imple duplicidad de una ideaque contiene su propio objeto -esto es, su propia causa-?l93 Donde sus oponentes s610yen vi

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    Descart es que opinar : que, si bien l a v oluntad es li bre, y nunca puede ser someti da (XLI,p. 29), el alma esta unida a todo el cuerpo (XXX, p. 22)j y ejerce inmediatamente susfunc io ne s, s ob re todo, e n es a p equef ia g landula de l c ereb ro, p rinc ip al c en tro de c oo rdi -nacion del movimi ento de l os espfr it us, que ti ene la peculi ar idad de ser un organo si nIpar ej a, como i inico es nuestr o pensamiento ... (XXXII, pp. 23-24). Si l as pasi ones, portan to ,engendradas en e l a lma. ..Y. ..Qf lrael alm2.!"'h?_r:!.E.!!_!~~eru.na ultima causa, no esorra que la agitacion .:~r:. .g~e .!()s~s{J~ri tus rnueven la Ee9ue ii .~J~1a .!!~.~!a que esta enmedi o del cer ebr o (LI , p. 39) . Ahor a bi en, que esa sea su causa ultima, no s ignifica queso lo a poyando se en e se c ri te rio pued a p roc ede rs e a su c la si fi ca cion. Mas b ien , pa ra e llo,habra que tener en cuenta, dice Descartes,~ causas primerasj y e st as, a unqu e d esd e1!:l.e.gQ.$l~lrg.~,g _eL~~E.e_r

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    XXI ... sinoque sonleyes generales dela naturaleza ... :el universonewtoniano

    j\ Cuando se publican, en 1687, los Ph il o so p h ia e n a tu r al is p r in c ip i a m a th e ma t ic a de un

    cierto Isaac Newton, matematico, optico y astr6nomo tan preocupado por las leyes de latransformaci6n material como por las verdaderas dimensiones del Ternplo perdido deSalom6n (yque acabaria su carrera enviando a no pocos monederos falsos al cadalso),cuando se publica, digo, dicha obra, hacfa ya ciento cuarenta y cuatro afios que la filo-sofia pitagorica habia dado al fin a las prensas el texto que hoy se tiene por acta fun-dacional delheliocentrismo: el De r e vo l ut io n ib u s ~ r bi um c o e le s ti umZ8 5 del canonista, medi-L e o y astr6nomo polaco N ic o la s C o p em ic o (1473-1543). Hacfa casi siglo ~ :nedio, pu:s,que el sol, lampara del templo del mundo, mente 0 rector, dIOS visible (

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    cuest iones de optica como los mecanismos de la relojerta-?', habia logrado otorgar a lainmensa masa de nuevos datos astronornicos la transparencia de esa inteligibilidad que,\ desde los gri egos , t endemos a asociar con el rigor geometsico, Con Kepler, en efecto, 1aAstronomia habia comenzado a encontrar, en 1 0 que siempre fuetenido como asiento delverdadero saber, esto es, en el majestuoso orden de los cielos, la realizacion necesaria-mente c onc re t a , e xpe r imen ta l , de un ideal platonico y,en ult ima instancia, pitagorico292:efi cfea lde encontrar 1aarmonia~orcional idaa geometr ic asgue e I espiritu anticipaP

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    \ mentador. Se sabe, en es te sentido, c6mo ya su predecesor , Giambatt ist a Benedet ti(1530-1590) , habia a lcanzado la noc i6n de igualdad en la veloc idad de caida de loscuerpos. S610que Benedetti, preso todavfa en los esquemas mentales del aris:otelismo,restringi6 su hallazgo al caso de cuerpos con identic a naturaleza, y es Galileo quiense atreve a extender esa proposici6n a todos los cuerpos, cualquiera que sea su natura-,leza. Hemos podido comprobar tambien, por 10dernas, 10especialmente sensible que unneopitag6rico como Kepler podia resultar a la reducci6n intelectiva de toda materia ageomerrfa. Pero esGali leo, de nuevo, quien dara en 1623, en I l s ag g! at or e ( EI e ns ay a-dor) 296, el s al to a la formula a rchicelebre

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    sima! . Asi q ue bien podr ia de ci rs e que todo e st aba d is pu esto p ara e l afio de gracia y pes teLde 1666. El lo no obsta, sin embargo, par a que dicho afi o siga teniendo, pese a todo, cier-to air e de rni lagr oso. En el se gestan, en efecto, l os descubr imi entos capi tales que

    h ab rf an d e propo rc io nar los el ementos cl av e t anto de l a 0ptica (en adelante: 0)297 cuan-to de los Pr in c ip i a Ma t hema ti c a ( en ad el ant e: PM)298: e l t eo rema b inomial ; e l (por el l la-mado ) c al culo de flux io ne s- ( la fo rma que le fu e p ropia d el c al cu lo infini tes imal ); l a l eyd e l a g rav it ac io n un ive rs al ; el e studio sobre l a na tu ra le za (y l eye s d e refr ac cion ) de l a luz(qu e c on side ro c orpu scu la r, y f in it a en s u v eloc id ad d e d esp la zamien ro ). La n atural ez a yel alcance de tales descubrimientos tienen