parrot, andré - mundos sepultados

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ANDRE PARROT - MUNDOS SEPULTADOSMundos sepultados, significa literalmente aquello que los exploradores de hoy están en vías de conquistar. Víctimas de las guerras y del tiempo, la mayor parte de las ciudades antiguas habían desaparecido. Sus escombros, roídos por la intemperie, fueron recubiertos poco a poco por la arena del desierto, por el césped o la malera de la estepa. Ciudades famosas desaparecieron de este modo, perdiendo a menudo incluso el nombre.Indice de materiasPrólogos a la segunda y tercera edición Introducción Capítulo I. La ciudad sepultada resucita El país y sus ruinas La atmósfera de la exploración La técnica del trabajo Mari, ejemplo de ciudad descubierta El palacio Los archivos reales Las sepulturas Los santuarios Los exvotos Las pinturas La excavación estratigráficaCapítulo II. L a epopeya de los arqueólogos (1842-1952) De la Expedición de Egipto a Botta Botta, Layard, Place, Fresnel Rawlinson, Rassam, Loftus, Smith E. Renan y Ed. de Sarzec Excavaciones alemanas, americanas e inglesas Excavaciones francesas, G. Cros y H. de G enouillac Reanudación de las excavaciones en 1918 Excavaciones de Ur, de Kis, de Uruk, de Tello Excavaciones de Biblos, de Sidón Excavaciones de Dura-Europos, Neirad, Misrife, Ras Samra Reanudación de las excavaciones de Tello Excavaciones de Larsa, Mari Exploración del Eufrates Medio y del HabürExploración del Alto TigrisExcavaciones del Oriental InstituteExcavaciones de la American School of Oriental Research Excavaciones de Nínive, Arpatchiyah Reanudación de las excavaciones después de la 2ª guerra mundialCapítulo III. Cinco mil años de civilización Zona geográficaPoblación Civilización mesopotámica Protohistoria: Jarmo, Hasunah, Samarra, Haláf, Eridu el-Obeid, Uruk, Gemdet Nasr Historia: período presargónico período de Agade período neosumerio período amorrita Asirios NeobabilonicosAqueménidas Hititas Arameos Fenicios Biblos y Ugarit Alejandro Magno Período grecorromanoSidón Baalbek Palmira Petra Capítulo IV. Pasado bíblico y ambiente oriental Mesopotamia Palestina Egipto«Babel und Bibel» Escuelas e Institutos La arqueología bíblica después de 1918 Biblia y arqueología Arqueología y hechos históricos Arqueología y localizaciones Arqueología y el alma de los pueblos desaparecidos Sic transit gloria mundiBibliografía sumaria Indice de ilustraciones Mapas geográficos

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  • r>,

    *

    Andr Parrot

    M U N D O S

    S E P U L T A D O S

  • ANDRE PARROT

    MUNDOS SEPULTADOS

    Traducccin de

    JOSE RAMON BARGAS, S. J.

    EDICIONES GARRIGA, S. A. BARCELONA

    ArmauirumqueArmauirumque
  • NIHIL OBSTAT:Dr. Pablo Termes Ros, Cannigo

    Censor

    IMPRIMASE:t G regorio , Arzobispo-Obispo de Barcelona

    31 de enero de 1961

  • El ttulo de la edicin original francesa, es cl de

    DCOUVERTE DES MONDES ENSEVELIS

    habiendo sido publicada por D e l a c h a u x Sc N i e s t . , S. A .

    de Neuchtel (Suiza) y Pars

    ED IC IO N E S G A R R IG A , S. A.

    D epsito Legal B. 7102-1962

    Nmero de Registro 1607-61

    O .I.S .A . - M allorca. ,518 - B arcelona

  • Prlogo a la segunda edicin

    A l regresar ahora a Francia despus de una novena campaa de excavaciones en Mari {octubre-diciembre de y j j ) , nos enteramos de que la primera edicin de Mundos Sepultados est agotada, y nos preguntan si pueden proceder, sin modificacin del texto, a una segunda impresin.

    ha acogida prestada a este volumen nos induce a no modificar nada de lo que hemos escrito. Para los que a veces han deplorado la parte mnima dedicada a Egipto, nuestra respuesta es doble. Ante todo, hemos querido tratar aqu solamente de lo que conocamos enteramente de primera mano y persistamos en pensar que las experiencias personales y vividas son para el lector infinitamente ms interesantes que las explicaciones, en que el autor depende obligadamente de otros. No obstante, Egipto no estar ausente de estos Cuadernos, al contrario ; contamos con dejarle y concederle el lugar legtimo e indiscutible que le es debido. Pero no podemos saltar etapas y deseamos hablar ante todo de lo que conocemos menos malamente...Asimismo, las crticas que hemos ledo nos alientan a

    permanecer fieles al espritu que nos animaba cuando en la introduccin a los Cuadernos de arqueologa bblica, nos

  • 6 MUNDOS SEPULTADOS

    esforzbamos, por centrar el problema y esbozar sus contornos, lo que hicimos con franqueza y sinceridad. Hace veintisiete aos exactamente, tuvimos nuestra primera actuacin en un centro de excavaciones del Oriente Medio. Pudimos habernos hastiado o cansado, pero ninguna excavacin ha sido jams tan apasionante para nosotros.Hace tres semanas nuestros obreros nos hicieron vislum

    brar, bajo sus agadones, nuevas riquezas .sepultadas, que, por falta de \iempo tuvimos que resolvernos a recubrir, despus de haberlas entrevisto... Monumentos nuevos, una arquitectura considerable, todo ello oculto bajo toneladas de escombros, pero que, si Dios quiere, tambin desenterraremos, al igual que hemos hecho con todos los dems.

    Trabajo apasionante, excitador, pero tambin fa tigoso, debido a que la labor se hace ms y ms compleja desde el instante en que se ha adquirido concienciade la importancia increble de toda esta documentacin que sale de tierra. Importancia no solamente para nuestro conocimiento histrico y artstico sobre la civilizacin del Prximo Oriente, sino por la lu% cegadora que proyecta sobre la religin y las creencias de esta humanidad que va en busca de las fuerzas sobre- terrenas que la dominan y de las cuales lo espera todo.

    En esta ltima campaa de Mari, una ve% mshemos recogido adoradores con las manos juntas. Desde que existen hombres y oran, no ha habido para ellos otra actitud. Hay en esto una nueva y conmovedora leccin que ellos nos hacen llegar por encima de las edades, leccin que una ve% ms hemos recibido y que ms que

  • PRLOGO 7

    nunca queremos comunicar a los dems. A su modo, esta obra, contribuir a ello, o, por lo menos, as lo esperamos. Con estas miras la hemos escrito y ahora la entregamos a nuevos lectores, y por ser el pasado prenda del futuro, estamos seguros de encontrar entre ellos nuevos y fieles amigos.

    Pars, i de enero de 19/4.

  • Prlogo a la Tercera edicin

    Un ao despus, da por da, de nuestro regreso a Francia, despus de una dcima campaa de excavaciones en Mari, nos enteramos de la necesidad de planear una reedicin de Mundos Sepultados.

    Por qu no decir, en esta ocasin, a tantos lectores desconocidos, el enorme aliento que nos infunden para perseverar en un trabajo que estimbamos necesario pero que no sospechbamos fuera tan apreciado?

    Lo que escribimos en 19 j2 , y confirmamos en 194, continua como expresin de nuestro pensamiento intimo y de nuestra conviccin profunda. No hay pues ranzn alguna para modificar nada, sea lo que fuere, en un texto que ha recibido la aprobacin de muy numerosos lectores.

    A s pues, la coleccin de Cuadernos de arqueologa bblica, que ha merecido una acogida tan sumamente calurosa, continuar con su mismo espritu. Ms que nunca nos esforzaremos por tratar con la ms absoluta objetividad grandes problemas que no pueden ser expuestos y , si se presenta el caso, resueltos, ms que permaneciendo implacablemente fieles a lo que se ha extrado del suelo. Y ste queda todava lejos de habernos confiado todos sus secretos.

    Pars, 2 de enero de 19//.

  • Introduccin

    Mundos sepultados, significa literalmente aquello que los exploradores de hoy estn en vas de conquistar. Vctimas de las guerras y del tiempo, la mayor parte de las ciudades antiguas haban desaparecido. Sus escombros, rodos por la intemperie, fueron recubiertos poco a poco por la arena del desierto, por el csped o la malera de la estepa. Ciudades famosas desaparecieron de este modo, perdiendo a menudo incluso el nombre.

    Cierto da unos hombres decidieron proceder a su bsqueda. En esta empresa, Francia, con sus diplomticos, sus viajeros y sus avanzados, fue la primera que se puso en accin, mostrando ardorosamente el camino. Otros pases la signer on rpidamente. Pronto fue alcanzada; nunca sobrepasada. Conjugaron sus esfuerzos con los de ella. Despus de cien aos de esfuerzos, el balance resulta imponente.

    Los museos de Europa, del Viejo Oriente y del Nuevo Mundo se han convertido en los guardianes de estas preciosas reliquias. Pero aquellos cada vez m

  • 12 MUNDOS SEPULTADOS

    les jaita la iniciacin indispensable. Sin duda, estos mundos que los historiadores y los arquelogos han sacado del olvido, parecen muy lejanos y totalmente diferentes de nosotros. Sin embargo, quin se atrevera a pretender que la civilizacin occidental no ha recogido la herencia de las civilizaciones del Prximo Oriente, la herencia artstica y cultural, cuyo inventario est en curso de realizacin'? Quin se atrevera a negar lo que nosotros debemos a las gentes de valle del Nilo o a aquellas de las riberas del Eufrates? Acaso el Oriente no guarda para los sabios, y los creyentes el gran tesoro de una revelacin inagotable? Cmo olvidar que a los sumeros debemos, entre otras cosas, el sistema sexagesimal, y a los fenicios el alfabeto? Podemos permanecer insensibles al pie de las seis columnas de Baalbek o ante la puerta de las tumbas de Petra? Ou diremos si, despus de penetrar en la intimidad del pensamiento antiguo, se nos permite ojear sus viejos archivos? En realidad, ser como si nos sentramos cerca del hogar para calentarnos ante la llama que estaba escondida bajo la ceniza y que Titanos cuidadosas acaban de reavivar?

    Por estas tierras desrticas avanzaron los exploradores. Bajo el pico de los excavadores han reaparecido civilizaciones milenarias. Se las crea muertas, pero no estaban ms que dormidas.

    Pars, i j de septiembre de 19J2.

  • C a p it u l o P r im e r o

    La ciudad sepultada resucita

    A l viajero que desembarca en Oriente, el pasado se le impone rpidamente; pero no ocurre en todas partes con la misma intensidad ni, sobre todo, con el mismo esplendor. Esto no debe constituir una sorpresa. Existen gradaciones en las impresiones percibidas. Karnak al claro de luna, o el Rameseo, bajo las largas sombras de una tarde de enero, suscitan una emocin muy diferente de la que se experimenta al contemplar las seis columnas de Baalbek o la puerta del palacio de Belsatzar en Babilonia.

    Sin duda, en una y otra parte la arquitectura difiere, incluso cuando los monumentos estn hechos todos a una escala colosal; pero esto no basta para explicar estas reacciones mltiples y a veces opuestas.

    E l escenario interviene y da tono. Nunca se podr olvidar el fondo amarillento del tajo en el desierto que acompaa al Nilo, tampoco el barro ocre del Lbano que conserva, muy avanzado el ao y bajo un cielo de un azul violento, las pince-

  • H MUNDOS SEPULTADOS

    ladas blancas de las nieves tenaces. Y es delante de ese tajo o endidura donde el Rameseo alza la armona de sus columnas y es al pie de ese Lbano, donde Baalbek luce el orgullo de sus ruinas gigantes. En Babilonia el contraste es absoluto. No lejos del palmeral que subraya la cinta del Eufrates, los amontonamientos deteriorados de los palacios rotos, son devorados, nueve meses entre doce, por un sol implacable que se come los pormenores de esa arquitectura de ladrillos grises, tan triste cuando se la compara con los calcreos dorados de Fenicia o con el granito rosa de Asun. Sin embargo, sobre esta desolacin aletean grandes recuerdos y grandes nombres se imponen, que acompaan todo ese espectculo, que sin ellos se nos aparecera quizs mustio y desencantado: Hammurabi, Nabucodonosor, etc. Con todo, por qu silenciaremos la decepcin que se experimenta, al constatar lo poco que queda de aquella Babilonia, la de los jardines colgantes, y casi nada de la torre de Babel?

    Sin embargo, Tebas, Baalbek y Babilonia, con sus campos de ruinas, resultan acogedoras, y los itinerarios tursticos las han inscrito en sus programas. Aun sin una especial iniciacin, el primer llegado puede entrar en contacto con este pasado, visible en su arquitectura superficial. Pero, cuntos habr que se pasearan sin tener la menor idea de ello, junto a algn mundo todava sepultado! En

  • LA CIUDAD SEPULTADA RESUCITA 15

    Mesopotamia, la monotona del desierto o de la estepa queda rota a veces por un pliegue del terreno, dominado por algunas colinas. E l viajero no advertido previamente y que se apresure en el camino trazado, quedara sumamente maravillado al enterarse de que sin darse cuenta ha pasado a pocos metros de una ciudad muerta. En la Alta Siria o en la llanura sorprendentemente frtil que se denomina el A lto el Gezirah, a orilla izquierda del Eufrates ya no se trata de grandes extensiones con pliegues, sino de una sola y enorme masa de tierra, a la que se da el nombre de tell, y se eleva como una gruesa hinchazn. Ah se esconde una ciudad ms comprimida, y, a sus pies, unas casas recientes con su tejado cnico en forma de colmena (fig. 1) estn construidas con la tierra de los escombros de unos edificios varias veces milenarios.

    En este pas la naturaleza es a menudo severa. Con frecuencia se venga de la civilizacin que implanta su maquinismo y su mecnica sobre un suelo que durante largo tiempo solo haba soportado el paso de los camellos y, a lo ms, la rueda maciza de las carretas. Tempestades de arena y deslizamientos en las dunas movedizas, constituyen calamidades frecuentes de las que muy pocos exploradores han logrado escapar cuando han querido atravesar ciertas regiones del sur del Iraq. Contraste absoluto, y esta vez venganza del barro, cuando, despus de las lluvias violentas del invierno, el desierto

  • 6 MUNDOS SEPULTADOS

    se convierte durante algunos das en un pantano intransitable, donde los automviles sorprendidos por el mal tiempo, se hunden hasta los ejes, y si estn solos es decir sin conexin con algn puesto de socorro tienen que aguardar a que se seque la tierra antes de que puedan esperar salir de all.

    Pero este rigor de la naturaleza no ha desanimado nunca a nadie, al contrario. No se aprecia en su justo valor, el que gracias a tenaces luchas y esfuerzos la travesa del desierto haya dejado de ser una dificultad, ahora que los camiones lo surcan, las pistas estn abalizadas y los oleoductos lo han cruzado extensamente. Sin embargo, el contraste entre los pedregales de la estepa y el encanto de las orillas del ro sigue siendo muy grande. Despus de la soledad y de las extensiones desrticas aparecen la vegetacin, los rboles y los cultivos. A medida que, desde Siria, se penetra en el Iraq, las palmeras, que al principio se muestran tmidamente, se vuelven ms numerosas y se convierten muy pronto en inmensos jardines, oasis de frescor y de sombra, donde, envuelto en el murmullo de las norias, el viajero fatigado de sol y de polvo, goza sin reservas las delicias del paraso terrestre. Muy poco antes se senta desanimado y agotado. Ahora ha olvidado todas sus calamidades y la vida le sonre nuevamente. Palmerales de Ana, de Hill o de Basora, quien os recorre cree penetrar en aquel jardn plantado en Edn del libro del Gnesis.

  • Que la tradicin haya buscado all el Paraso, no es de maravillar, y tampoco es sorprendente que all hayan podido prosperar grandes imperios. Situada en la mayor arteria de circulacin del mundo de entonces, entre el golfo Prsico y el Mediterrneo, vuelta a la vez hacia occidente y hacia las Indias, Mesopotamia era el corazn de la civilizacin. Esta civilizacin, despus de haber brillado con un resplandor incomparable, decreci y finalmente se extingui. Pero est ah, bajo estas colinas de escombros, que el pico de los arquelogos ha empezado a trabajar a fondo.

    * * *

    Una exploracin, por pequea que sea, exige una preparacin minuciosa. Cuando ha de vivirse en pleno desierto durante varios meses, conviene preparar un inventario de lo que ser necesario para la vida y para el trabajo de una expedicin que no ha ha encontrar nada o casi nada en el sector donde instalar su campamento. Pero hay grados en el aislamiento. Nuestra simple experiencia nos permite brindar los ejemplos siguientes.

    En Biblos, donde en 1928 trabajamos al lado de M. Dunand, los suks estaban a pocos metros del campo arqueolgico, y en ellos podamos encontrar todo lo imaginable para el avituallamiento. En Baalbek el confort fue, para nosotros, mayor to-

    LA CIUDAD SEPULTADA RESUCITA I7

  • 8 MUNDOS SEPULTADOS

    dava: en 1927 nos alojbamos y comamos en el hotel... En Neirab, nuestro primer campamento arqueolgico (1926) fue ciertamente la tienda, pero desde el tell podamos ver la pequea ciudad de Alepo, que no quedaba ms que a 8 kilmetros, y tenamos cada domingo un permiso de 24 horas para ir a la ciudad y sumergirnos de nuevo en las comodidades de la civilizacin.

    Felizmente para el aspecto pintoresco y tambin para los recuerdos, los emplazamientos son a veces de acceso ms difcil y en ellos se vive un aislamiento

    ' (F- \que puede ser absoluto. En Tello, a pesar qu) sus alrededores haban quedado impracticables para los automviles, no se llegaba todava a la verdadera soledad porque haba como una especie de guirnalda de tiendas en torno a las ruinas, a una distancia que variaba entre cinco y diez quilmetros de nuestra instalacin. En Mari, Abu Kemal queda a once quilmetros, pero hay pueblos que estn ms cerca de nosotros y, sobre todo, con el desarrollo de los riegos, los cultivos bordean la base misma de los tells. Larsa (fig. 2) contina siendo el lugar soado para una cura de silencio y de meditacin. En este caso se trata del verdadero desierto, sin una sola tienda beduina a la vista. En todo su alrededor dunas de arena rodean la estepa, ennegrecida ac y all por grupos de tamarindos bajos. Una mala agua salobre, al fondo de un agujero que cierto da excavaron unos beduinos transhumantes.

  • Avituallamiento y correo se hallaban a cincuenta quilmetros y, cuando estuvimos all (en 1933), funcionaba una vez por semana.

    Quien tenga la vocacin del desierto, conservar de tal estancia una inefable impresin. Durante las semanas vividas en este panorama austero, enlazado con la civilizacin y la patria por la llegada semanal de un paquete de cartas donde a veces falta la que se espera y de algunos diarios, por regla general quince das atrasados, se siente uno invitado a vivir la verdadera vida, la que carece de convenciones, de disfraces, de prejuicios. Lucha perpetua contra los elementos y la fauna ms variada : la arena, cuyas tempestades se fraguan dos o tres veces por semana; el sol, que es implacable en esta tierra sin sombras; la lluvia, por fortuna rara, al transformar el campo en prisin con un barro ms eficaz que la ms turbia red de alambradas; el calor del comienzo de la tarde, cuando es preciso subir al campamento de excavacin arqueolgica en lugar de poder echar la siesta; el fro de las noches, que invade los %artfes> nuestras casas de caas, estufas al medioda y neveras a medianoche; las moscas; hambrientas y pertinaces; los escorpiones que se arrastran al pie de los muros y se esconden a veces entre la ropa de las camas; las vvoras cornudas (fig. 3), acurrucadas en los acarreos de ruinas, cuya mordedura acabara, en pocos minutos, con el ms valiente.

    LA CIUDAD SEPULTADA RESUCITA 19

  • 20 MUNDOS SEPULTADOS

    Lucha implacable, donde el hombre se muestra tal cual es, con sus defectos que se acentan a medida que los nervios se tensan, pero tambin con posibilidades y recursos que aumentan en proporcin con los esfuerzos que se han de ejercer y la misin que se ha de realizar. Y si todo esto os desarrolla (fisicg) y moralmente, qu decir del enriquecimiento espiritual? Cara al silencio del desierto, solamente interrumpido por los ahullidos de los chacales y los chillidos de las hienas, bajo la bveda cada noche ms bella de un cielo, cuyas luces resplandecen y dominan la campia en paz, el alma se abre inmensamente al soplo de lo infinito y a la leccin de la eternidad. Es en el desierto y de noche cuando conviene leer el Salmo 19:

    Los cielos proclaman la gloria de Dios y el firmamento relata la obra de sus manos.E l da se lo cuenta al otro da, y la noche lo da a conocer a la otra noche (v. 2-3).

    En el silencio de la noche, parece incluso que el pasado se haya aproximado realmente. En las ruinas cuyos murallones recortan zonas de sombra, siempre se espera ver reaparecer a los que, hace cuatro o cinco mil aos, poblaban el mismo suelo, abran su pecho a l a , misma brisa fresca y contaban las mismas estrellas. Por la maana, sin embargo, el espejismo queda desvanecido. Los obreros, llegados

  • LA CIUDAD SEPULTADA RESUCITA 2 1

    de todos los puntos del horizonte, vuelven a formar sus equipos. La cantera arqueolgica se anima y los picos comienzan de nuevo a reventar el suelo.

    ^

    Cuando se trabaja a pleno rendimiento, son ms de doscientos y algunas veces trescientos, los que desde la salida hasta la puesta de sol despus de una gran pausa a medioda y una breve interrupcin en cada media jornada, manejan nuestros instrumentos : pesados picos, grandes palas y vagonetas. Los portadores llevan en espuertas, desde la cantera al vagn, la tierra recientemente removida. A l comienzo de cada campaa, cuando todava falta a todos el debido entrenamiento, se hace necesario el trabajo en rueda, pero el musculoso beduino se adapta rpidamente al manejo del pico y los tobillos nervudos de los muchachos se tornan ligeros en esta rueda incesante del pico al vagn y del vagn al pico. A l final de la jornada de trabajo, es impresionante el volumen de tierras removido y trasladado cesto tras cesto, para ser amontonadas en conos gigantes, lo ms lejos posible, hacia el exterior de los tells, de modo que no se recubran zonas interesantes susceptibles de ser excavadas otro da.

    Una vez retirada la capa de superficie, aparecen los muros, fciles de seguir cuando son de piedras o de ladrillos cocidos, pero difciles de, determinar

  • 22 MUNDOS SEPULTADOS

    cuando el material es ms frgil, ladrillo crudo (es decir, secado al sol) o apisonado, pues entonces se confunde con los desechos de relleno. Muya/inenudo, los monumentos estn en fragmentos, rados polla erosin, convertidos en ruinas por guerras y pillajes. Entonces se hace necesario avanzar lentamente, utilizando muchas veces instrumentos ms pequeos, e interrumpiendo a menudo el trabajo para aguardar a que la tierra al secarse muestre tonalidades diferentes, gracias a las cuales es posible distinguir lo que es construccin y lo que no lo es. Exist^ pues, una tcnica indispensable que en modo alguno se aprende en los libros, sino nicamente en la prctica de la cantera. Tcnica, cuyos progresos han avanzado desde hace unos veinte aos y que, limitando al mnimo los desgastes, permite al excavador no destruir irreparablemente lo que tena como finalidad encontrar.

    * * *

    A este trabajo complejo, y tanto ms complejo cuanto ms se avanza hacia algo total y absolutamente desconocido, se halla vinculado un equipo completo. Se trata del estado mayor de la excavacin, el staff como dicen los anglosajones, cuyo jefe de misin es el cerebro y el impulsor, y cuyos colaboradores, ms o menos numerosos depende

  • LA CIUDAD SEPULTADA RESUCITA 23

    siempre de los recursos financieros tienen, cada uno, sus atribuciones bien determinadas.

    Un arquitecto, para el levantamiento de planos de todas las construcciones que saldrn del suelo; un dibujante, para registrar el trazo figurado de todo objeto en relieve (estatuillas, cermica, enseres, objetos de tierra cocida, joyas, amuletos, etc.); un fotgrafo, cuyo material aumenta a medida que la campaa va avanzando, puesto que es necesario fijar para siempre en una fotografa o en un film, todo lo que ya hayan registrado el arquitecto y el dibujante, y adems todo lo que se les pueda haber escapado, como son por ejemplo, la progresin del trabajo y las nuevas zanjas y trincheras; un epigrafista, para leer lo ms rpidamente posible, cuando no de inmediato, cualquier documento escrito que se descubra, ya que de esta respuesta depende a menudo una mejor direccin de las exploraciones y una interpretacin ms juiciosa de los resultados obtenidos; un inspector, encargado de representar a la misin cientfica ante la Direccin general de Antigedades del pas en cuyo territorio tiene lugar la excavacin y finalmente un jefe del campamento arqueolgico, para resolver el problema prctico de la exploracin, con la formacin de equipos de trabajadores, la distribucin de los utensilios, la instalacin de vas para las vagonetas y la reparticin de los sectores de exploracin.

    Ese es el cuadro indispensable de una misin

  • 24 MUNDOS SEPULTADOS

    cientfica tipo, que por otra parte, podr disponer de algunos elementos suplementarios : ayudantes arquelogos, reparadores de objetos antiguos, tcnicos para casos de hallazgos delicados que necesitan procedimientos especiales de separacin y consolidacin. Estos son todos los engranajes, cuyo funcionamiento armonioso constituye una de las condiciones del xito, puesto que toda excavacin que est bien llevada, forzosamente ha de tener xito. Incluso en un lugar pobre (de los cuales ha de haber fatalmente entre los centenares de tells que cubren Siria o Iraq) se trata siempre de reconquistar el pasado, y de este pasado nada puede resultar indiferente. Sin embargo, todo excavador espera naturalmente que un da la suerte le sonreir y llegar para l el momento de los grandes descubrimientos y las emociones fuertes y que, despus de haber reunido los simples y modestos vestigios de instalaciones antiguas, ver aparecer el torso de una estatua o salir de tierra los trazos de un palacio. Porque aun cuando todo el pasado sea digno de inters, evidentemente hemos de reconocer que existen diferentes gradaciones.

    * * *

    Admitamos que en Mari cada ao la suerte ha acudido a nuestra cita. Ser fcil observar aqu el camino por el cual nos ha conducido y evocar para

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    los futuros candidatos a exploradores, algunas de las impresiones de ciertas grandes jornadas.

    Cuando se ponen en parangn dos fotografas, una de ellas sacada al llegar, con la imagen fiel del lugar antes de que se haya dado el primer golpe de la excavacin (fig. 4), y la otra realizada despus de tres o cuatro campaas, el contraste es sorprendente (fig. 5). Se comprueban entonces todos los adelantos realizados y se juzgan con mayor serenidad ciertas frases de decepcin, e incluso de duda, que fatalmente se han tenido que oir cuando el avance quedaba retardado por causas imprevistas o cuando el descubrimiento no se produca en el lugar y en el momento en que se daba por descontado.

    Las magnficas fotografas areas tomadas por la aviacin francesa del Levante mediterrneo dan una idea de la magnitud del palacio de Mari, descubierto en 1935, cuya superficie se acerca a tres hectreas. Verdadera ciudad en el interior de la ciudad encontrada en un estado de conservacin asombroso.

    En las zonas menos destrozadas, los muros se elevaban todava a una altura de tres a cinco metros y en los amplios patios con embaldosado de piezas de tierra cocida, permanecan en pie grandes jarras, alineadas y apenas rajadas bajo el peso de los escombros. Un zcalo de piedra indicaba la colocacin de un sitial, sin duda el del intendente encargado de inventariar las entradas y sa-

  • MUNDOS SEPULTADOS

    lidas de todas las asignaciones en especie, indispensables para la vida cotidiana de un personal tan numeroso. Ciertamente el palacio deba albergar al mismo tiempo, a la familia real, las casas civil y militar, y los despachos, lo que nosotros designaramos actualmente como los diversos ministerios del Estado. Los departamentos privados del rey fueron fciles de reconocer. Haban1 sido dispuestos en un ngulo del edificio, muy aislados y protegidos. E l rey y los suyos podan pues vivir en una quietud perfecta, al abrigo de miradas indiscretas. Cmaras para dormir, salas de bao con baeras en su lugar listas para funcionar, habitaciones de recepcin, patios para el descanso y los juegos; nada faltaba. Pero, a nuestra llegada el mobiliario haba desaparecido casi completamente, destruido sin duda por los babilonios vencedores de la ciudad, o arrebatado como botn de guerra.

    Por otra parte pareca que la vida acababa de interrumpirse. En una pieza estaba instalada una cocina. Era de tierra refractaria, y con la colocacin de los calderos y la abertura de los fogones habra podido funcionar inmediatamente. La vajilla tampoco habra faltado. Prueba de ello la constitua un servicio de mesa, de casi cincuenta piezas, con platos hondos, de forma y decorado variados, que debieron servir para la preparacin y la presentacin de quesos y lactici

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    nios. Evidentemente el placer de los ojos no se descuidaba en la mesa real.

    As, pues, de habitacin en habitacin de sala en sala, de patio en patio, avanzbamos hacia nuevas revelaciones. Nos aguardaban a cada paso, ms o menos ricas, ms o menos preciosas, y a menudo imprevisibles. Lo habamos experimentado con frecuencia: en ciertos sectores donde dbamos por seguro el descubrimiento, la bsqueda no llegaba a su fin previsto y los metros cbicos de tierra retirados no descubran nada. Por el contrario, donde creamos que todo se limitaria a un estril y fastidioso traslado de tierras, la pieza apareca. Aqu, bajo un tramo de escalera (fig. 6), una magnfica cabeza de alabastro, que haba guardado su perfil intacto y sonriente. All, casi en la superficie, la estatua acfala de un gobernador de la ciudad, vestido con su tnica festoneada, salvajemente mutilada.

    Qu hora tan triste aquella en que los soldados de Hammurabi se apoderan del palacio por asalto y a grandes mazazos, saquean las obras de arte que albergaba! Qu hora tan penosa aquella en que el palacio arda, mientras en la sala del trono se encenda una hoguera alimentada con todo lo que haban amontonado de las habitaciones vecinas unos guerreros excitados ! Hoguera, de la cual hallamos enormes elementos, medio carbonizados, entre los cuales se reconocan las vigas arrancadas de las terrazas.

  • 28 MUNDOS SEPULTADOS

    En la misma sala del trono, al pie de una majestuosa escalinata que daba acceso a una tribuna, reservada sin duda a una estatua divina, yaca, boca arriba, la gran estatua casi intacta de uno de los dinastas locales (fig. 7). Sobre su espalda, una breve inscripcin grabada en tres recuadros, daba su ttulo y su nombre : Istup-ilum, gobernador de Mari Con qu fiebre la desenterramos, para conocer la identidad de este personaje barbudo con las manos juntas, en la actitud clsica del fiel ante la divinidad. Nuestros obreros tuvieron que abandonar sus instrumentos y contemplaban a nuestro querido y malogrado colaborador Andr Bianquis ( f 3 de abril de 1936) quien, habiendo tomado el pico, se esforzaba para aislar por completo la pesada escultura de la ganga terrosa que la aprisionaba y que haba marcado con su huella masiva. Fueron necesarias, varias horas pero el desprendimiento termin con pleno xito.

    Fue tambin Andr Bianquis quien tuvo el honor de desenterrar en Mari las primeras tablillas cuneiformes, acumulacin impresionante de una montaa de archivos: contratos, inventarios de mercancas, listas de obreros y obreras, cuentas, y especialmente correspondencia diplomtica de una corte y de un Estado al comienzo del segundo milenio antes de Jesucristo. Esos millares de textos, confiados a un equipo de asirilogos franceses y belgas (entre los cuales me cabe el honor de poder citar los nombres de Jean, Kupper, Bottro, Finet, Boyer, Jestin>

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    Birot) dirigido por el profesor G. Dossin, estn en curso de publicacin. De la gran serie, titulada Archives royales de Mari, cuya edicin ha tomado a su cargo la Imprenta Nacional, cinco volmenes han aparecido ya y esperamos que cada ao dos colecciones puedan aadirse a las precedentes. Con ello habremos dado a conocer este mundo nuevo dentro de la mxima rapidez, reconquistado de improviso bajo sus mltiples facetas : poltica, geogrfica, econmica y jurdica.

    Pero no es solamente la gran historia la que renace con el escrutinio de estas diminutas tablillas de arcilla, grabadas recto-verso mediante un estilete, con lneas apretadas y continuas, sino que reaparece tambin la pequea historia, con sus hechos diversos y sus incidentes sabrosos, puesto que, al lado de los informes grabados de los emisarios, embajadores, gobernadores, y jefes de armada, existen cartas particulares, notas de la esposa al marido, misivas de la hermana al hermano, cartas de padre a hijo o del hijo a su padre. Es de este modo como Siptu, esposa del rey Zimrilim y, por este ttulo reina de Mari, recomienda a su amo y seor que se abrigue durante el curso del viaje que emprende, a fin de que no se enfre. Le enva, adems, vestidos gruesos. Tierna solicitud de una reina, excelente y amorosa esposa!

    Tales son los hombres que se agitan en la escena del mundo de entonces. Pero a estos hombres y mu-

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    jetes, cuya voz nos parece oir de nuevo mediante la lectura de esas tablillas, cunto ms no desearamos verlos de verdad, es decir, poder poner un rostro a las personalidades cuyo estado civil reconstruimos poco a poco!

    Cuando ciertas estatuas antiguas son retratos, entonces podemos contemplar los rasgos de algunos de los altos dignatarios de la ciudad, puesto que algunas esculturas llevan nombres ilustres: Lamgi-Mari, rey de Mari; Ebih-il, el intendente; Idi-narum, el molinero; IStup-ilum, gobernador de Mari (fig. 8).

    Sin embargo, los retratos, incluso los mas fieles, no pueden substituir a los originales..., y nicamente ciertas tumbas intactas pueden brindarlos al excavador. No obstante, en Mesopotamia no hay momias como en Egipto, donde los rostros de los difuntos acordmonos del de Seti I resultan tan impresionantes, debido a que la tcnica los ha preservado totalmente de la corrupcin.

    En las sepulturas que desenterramos, algunas veces los esqueletos estn envueltos con un cobertor, que era la piel de un animal o un tejido. A menudo, cuando el atad no era absolutamente hermtico, quedaron anegados en la tierra de infiltracin. El trabajo es entonces delicado y consiste en separar el cuerpo, sin alterar su disposicin, en primer lugar para apreciar su posicin exacta, y despus para inventariar el ajuar funerario que generalmente acompaaba al difunto.

  • Las sepulturas son de diversos tipos, segn los tiempos (jr asAnismo segn la condicin social de los individuos. De la poca seleucida (IV-I siglos a. C.) conocemos en Mari una importante necrpolis descubierta intacta en 1951. Los cuerpos eran enterrados, ora en un atad de tierra cocida, en forma de cscara de nuez, ora en una enorme jarra, cortada por un lado para facilitar la introduccin del cadver.

    A l comienzo del primer milenio a. C., los asirios tenan en Mari una colonia militar, que era una especie de cuerpo de ocupacin para mantener una cabeza de puente sobre la orilla derecha del Eufrates y controlar al mismo tiempo la gran pista caravanera que una el golfo Prsico con el Mediterrneo. En 1936 y 1951 hallamos sus cementerios. Estaban instalados en las ruinas de viejos edificios de ms de mil aos. Inmediatamente se identificaron las tumbas, gracias al empleo caracterstico de dos grandes jarras, dispuestas abertura contra abertura. En esta forma formaban un reducto de algo ms de metro cincuenta, donde haba sido colocado el cuerpo, acostado de lado y con las piernas recogidas.

    Para abrir la sepultura sin causar estropicios, es necesario, despus de haber desenterrado las jarras, seccionarlas en sentido de su longitud, retirar las partes as separadas y trabajar pacientemente con pequeas herramientas: paleta, esptula de moldeador y a menudo pincel. Poco a poco, a medida que la tierra de infiltracin se va quitando, los di

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    funtos reaparecen, tal como fueron abandonados hace unos tres mil aos, rodeados de sus tesoros (fig. 9). Aqu una gran dama, con la frente adornada con una diadema de piedras preciosas, engastadas en oro, anillo de oro en la nariz, pendientes en las orejas con grfila, sortijas y brazaletes. Sobre el pecho, un curioso rostro de adolescente en pasta de vidrio barnizada, algunas bomboneras, cntaros, frascos, un espejo de bronce y, rito curioso, sobre cada rodilla un huevo de avestruz. No lejos de ella, un militar sin duda, puesto que, adems de la vajilla y las chucheras, al lado del esqueleto poda observarse un carcaj de bronce con pequeas flechas de hierro.

    Unos mil aos antes los enterramientos se efectuaban en la misma forma. Solamente el atad es diferente. Continan utilizndose dos recipientes, colocando ambas aberturas una contra otra, pero en lugar de estar horizontales, se levantan casi verticalmente. E l ajuar funerario a menudo est compuesto por cermica, colocada al exterior. Pero de la misma poca se conoce tambin una especie de cuba-sarcfago, donde el cuerpo est dispuesto horizontalmente, ms siempre en cuclillas.

    Algunos siglos antes las sepulturas continan siendo siempre de tierra cocida. El cadver descansa (fig. 10), ya sea bajo una especie de cobertor, ya sea dentro de dos recipientes ornados con gruesas nervaduras, puestos uno contra el otro por sus aber-

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    turas y teniendo el punto de unin reforzado por algunos ladrillos dispuestos en sentido plano.

    En cuanto a los nios, parece ser que se les reuna en una de las esquinas, al pie de uno de los muros de la casa, pero siempre bajo el pavimento. Su atad era ; de tierra cocida como el de los adultos. No se trataba ya de jarras, sino de una especie de potes tapados con un plato hondo o con una fuente. A pesar de todo, el cuerpecito, desarticulado, iba acompaado de un modesto ajuar: una o dos copas y algunos huesos de animales, para la alimentacin del ms all. Algunas perlas esparcidas, en este caso seguramente a ttulo de talismn ms que de adorno. As se dorman para siempre los mesopotamios que definitivamente haban penetrado en la casa, donde el que ha entrado, no sale nunca ms.

    * * *

    Esta existencia postuma llena de aprensiones, si no de angustia, no se consideraba como la retribucin automtica del bien y del mal, practicados en la tierra. Tampoco pareca que la vida del ms all dependiera del credo o de la fe de los difuntos. Estos, sin embargo, haban vivido, desde la cuna a la tumba, bajo la proteccin de un panten potente con el cual haban profesado y al que haban sacrificado con regularidad. La religin envolva toda la existencia, que as se hallaba rodeada permanente

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    mente de numerosas y bienhechoras presencias. Todo esto queda abundantemente demostrado pollos templos que se descubren en gran nmero y que generalmente nos ofrecen una preciosa documentacin. Nada falta en ellos, salvo los oficiantes y los participantes, aun cuando resulta fcil evocarlos.

    E l hecho de que algunos de estos; quitos hubieran contenido ceremonias misteriosas,^) las cuales no podan participar ms que los iniciados (sacerdotes o soberanos), lo demuestran algunos detalles arquitectnicos o ciertos elementos de decoracin. Las puertas en zigzag y los corredores estrechos son indicios de que algo temible pasaba en el interior de estos santuarios. Y qu decir, cuando en la entrada se han colocado leones de bronce, con las fauces abiertas y amenazadoras, el cuerpo encogido, pronto para un brusco salto? Realmente, la guardia que montaban todos esos monstruos, alineados en la explanada o en el interior del templo de Dagn, en Mari, deba considerarse como algo ms que una simple demostracin simblica; era algo realmente operante.

    La colocacin de los leones, sealada, que era considerada como un acontecimiento memorable (un ao del rey Zimrilim est fechado a partir de la instalacin de los leones en la puerta del templo de Dagn), no era sino la fase final de la construccin y de la consagracin de los santuarios. Desde la iniciacin de los trabajos se haban practicado mi-

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    nudosos ritos para que la divinidad aceptase sin reservas aquella mansin que le levantaban los hombres para ofrecrsela solemnemente. Porque si el hombre tiene su casa, con cunta ms razn el Dios ha de tener la suya! Durante esta ceremonia, se enterraba, en un ngulo del edificio, el depsito de fundacin. Rito idntico, bajo todos los puntos de vista, al de la colocacin de la primera piedra de nuestros das.

    Hasta el presente, Mari nos ha brindado abundante cantidad de estos depsitos. Muchos de ellos han aparecido en los ngulos de los templos de Istar y de Ninharsag; tres, en otros tantos ngulos del templo de Dagn (el cuarto que creemos de una manera cierta que existi, ha escapado hasta ahora a todas nuestras bsquedas); dos, a los dos lados del umbral de un edificio llamado sahuru, y finalmente otro en el corazn mismo del macizo del ziggurat arcaico, descubierto en 1952. Depsito absolutamente parecido a los del santuario de Istar: un clavo de cobre, hundido verticalmente a travs de un cuadro de reborde plano y rodeado de tablillas anepigrficas, de piedra y de plata. Es difcil explicarse semejante discrecin, cuando generalmente los constructores mesopotmicos repitieron hasta la saciedad sus nombres y el de la divinidad que deseaban honrar. Por fortuna a partir de comienzos del segundo milenio, dicha reserva dio paso a una mayor sencillez. En los depsitos de los santuarios

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    de Dagn o de Ninharsag, hemos encontrado los nombres de los gobernadores o prncipes que los haban edificado: Niwar-Mer, Apil-kn, Isme- -Dagn, Istup-ilum. Este ltimo no era otro que el prncipe, cuya estatua, cada en la sala del trono, habamos hallado en 1935 (fig. 7).

    En estos santuarios, en otro tiempo bien guardados, el botn que aguarda a los arquelogos es a menudo abundante, especialmente cuando las riquezas no fueron arrebatadas por los conquistadores o por antiguos ladrones. Y no podemos omitir a los elementos clandestinos, que muchas veces en tiempos modernos, han precedido, como ocurri en Hafage, a los excavadores oficiales, frustrndoles hallazgos y constataciones preciosas. Cuando, por el contrario, se tiene la oportunidad de llegar el primero, casi siempre se logra una verdadera cosecha. Tal fue la que recolectamos en Mari el ao 1939 en el templo de Istar, o la que nos esperaba, algo menos abundante y sobre todo menos rica, en 1938 en el templo de Ninharsag. No nos atrevemos a citar los restos que recogimos en 1952 en los santuarios apoyados al flanco del ziggurat arcaico, porque la devastacin, casi total, se haba ensaado con ellos en el pasado.

    En todos ellos, se trataba de exvotos: estatuillas de adorantes y de adoratrices (fig. 12), colocadas hace ms de cuatro mil quinientos aos sobre los banquillos de las capillas. En el pensamiento de los

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    donantes, ellas tenan que continuar la oracin y la adoracin, al igual que el cirio, que mientras arde, equivale a la presencia del fiel.

    En enero de 1934 las recogimos a docenas, en las ruinas de un edificio que al principio no sabamos como identificarlo. Durante varios das los hallazgos se sucedieron. Uno de fello^fue capital, porque nos permiti identificar a la ciudad donde estbamos trabajando haca seis semanas. A l recoger la pequea estatua blanca, que llevaba inscrito el nombre de un rey de Mari (fig. 11, a la izquierda), supimos repentinamente que Tell Hariri era en realidad la ciudad dinstica de Mari, y que el monumento que estbamos desenterrando era el santuario de la diosa Istar, a cuya honra los fiele/haba^llevado estatuillas, adornos, armas y recipientes de valor. Los regalos haban sido colocados all, no solamente por los habitantes de la ciudad, sino tambin por peregrinos que probablemente cruzaban el desierto para ir a postrarse a los pies de la divinidad, que en sus atribuciones acumulaba los ministerios de la fecundidad, del amor y de la guerra. Istar, cuyo astro es la estrella del pastor, es a la vez diosa matinal en este caso, con el da, da la hora de las batallas , y una diosa vespertina pero entonces, con la noche, las hostilidades cesan y los hombres van a olvidar el ruido de las armas en la dulzura de los abrazos. La Istar de Mari tena doble personalidad, pero no obstante parece evidente que en ella las ha

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    zaas blicas tenan neta ventaja sobre los placeres de los sentidos, porque en los textos que la evocaban reciba el curioso epteto de viril.

    A la Istar viril de Mari, hombres y mujeres de todas las condiciones haban ofrecido estatuillas vo tivas en yeso o alabastro. Cuando, al final de la campaa, stas quedaron reunidas y luego clasificadas, constituyeron la ms divertida, a la vez que la ms impresionante, de las colecciones, donde se mezclaban cuerpos sin cabeza y cabezas sin cuerpo (fig. 12). Los ejemplares completos eran raros, y parecan tomar como testigo de su asombro a un jurado invisible, por haber superado tamaa escabechina.

    * * *

    El palacio de Mari, los templos de Istar, de Dagn, y de Ninharsag, y el ziggurat son las ms ricas construcciones que jams desenterramos, tanto por la calidad de la arquitectura como por el nmero y belleza de las esculturas recogidas. E l arte meso- potmico que se crea rgido, por no decir brutal, aparece aqu con una faz sonriente y distendida. Pero todava nos aguardaba otra revelacin: las pinturas murales que se remontaban al comienzo del II milenio. Hasta el descubrimiento de Mari la documentacin pictrica que se posea hablamos aqu solamente del Asia occidental antigua , era de fechas mucho ms bajas: palacios

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    asirios (siglo vm a. C); templos, sinagoga y mitreo de Dura Europos (m siglo a. C.); tumbas fenicias o palmiranas (siglos i-iii d. C). Con las pinturas de Mari, bruscamente remontbamos el tiempo, cuando menos en un milenio.

    Desenterrar estos conjuntos no fue cosa nada fcil. Muy a menudo encontrbamos las composiciones rotas y dispersadas entre los escombros, en millares de diminutos fragmentos. Sin la habilidad y paciencia de nuestro arquitecto dibujante, Paul Franois, desaparecido ( f 3 abril 1936) con su compaero Andr Bianquis en el mismo accidente trgico, jams hubiramos podido salvar nada. Fue l quien lo recogi todo; pedazo tras pedazo, y quien luego, procediendo como en un rompecabezas, reconstrua elementos cada vez ms importantes, cuyo minucioso estudio permiti tener una idea suficientemente precisa de la composicin total.

    Otro precioso conjunto fue hallado por casualidad in situ cerca de un portaln y frente a un patio que decoraba. Desgraciadamente el incendio que hubo en el interior del palacio, haba ensombrecido singularmente los colores, pero a pesar de ello logramos arrancarlo a la destruccin. Un excelente especialista en la traslacin de frescos antiguos, H. Pearson, asistido por G. Tellier, nuestro jefe de la cantera arqueolgica, llev a buen trmino la operacin, que consisti en arrancar

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    del muro de tierra la sutil pelcula pintada. A lgunos aos ms tarde las sales antiguas se hicieron ms y ms peligrosas y la qumica moderna tuvo mucho que hacer para hallar un remedio eficaz.

    Como habremos podido darnos cuenta, el mayor cuidado que han de tener los arquelogos es el de preservar de la ruina aquello que su pico ha exhumado, porque es entonces cuando el dao se hace a menudo ms amenazador. Una sbana de tierra o de arena basta generalmente para la proteccin, pero en cambio la luz y el aire emprenden rpidamente la ofensiva destructora. Cuando menos deber obtenerse un informe figurativo completo, donde planos lineales y reproducciones, en colores son controlados por la fotografa. Cuando el arquelogo ha terminado su trabajo comienza entonces el del conservador de museo.

    * * *

    Hasta este momento hemos intentado dar una pequea idea de las grandes excavaciones horizontales, gracias a las cuales se sacan a la luz del da en vastas zonas, las aglomeraciones en ruinas. Todas las canteras de excavaciones arqueolgicas brindan una demostracin de estos trabajos, que han hecho surgir habitaciones ordenadas como en nuestros das a lo largo de calles, y agrupadas en manzanas.

  • Resulta evidente que este mtodo no puede ser nico, porque con l las investigaciones se limitaran siempre a la misma poca histrica. Ahora bien, es sabido que las ciudades antiguas se hallan a menudo superpuestas. Despus de las destrucciones, que fueron frecuentes, la vida volva a emprender su ritmo. Despus de una ligera nivelacin superficial, se reconstrua encima de los antiguos terrenos habitados. As y pues, desde el momento en que , partiendo de las capas de la superficie, se va penetrando en las profundidades de los tells, se va penetrando tambin cada vez ms lejos en el tiempo. E l ideal sera poder desenterrar ntegramente toda ciudad antigua, nivel tras nivel, capa tras capa, pero con las capitales me- sopotmicas no cabe ni soarlo. Ningn crdito econmico bastara, y se necesitaran varias generaciones humanas. Los resultados tampoco seran proporcionados a los esfuerzos empleados.

    A pesar de todo, ningn excavador puede actualmente despreciar esta penetracin en el tiempo. Conviene^ pues, escoger un sector restringido, donde sea posible bajar hasta el suelo virgen es decir, hasta el punto donde haya desaparecido todo vestigio de actividad humana , o por lo menos hasta las aguas de infiltracin, que obligan entonces a parar la investigacin antes de haber alcanzado el nivel estril. Despus del trabajo horizontal, viene esa tcnica vertical.

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    Tal empresa es siempre apasionante, porque se tiene la sensacin de que se hacen retroceder lentamente las puertas de la noche. De la historia, abandonada en el momento en que cesa la documentacin escrita, se ha pasado a la prehistoria, donde las grandes fases de la humanidad y de la civilizacin se ordenan en perodos ms o menos extensos, que difcilmente se fechan, pero cuya sucesin se conoce, lo cual ya es mucho. A partir de este momento las obras de arte, que se puedan hallar son raras. Sin embargo, todo es de gran valor y debei anotarse cuidadosamente.

    Cada da, la gran fosa donde los equipos de trabajadores estn hacinados, se hunde un poco ms y las escaleras se alargan. Primeramenente, se planean bastante anchas (fig. 13), para que el transporte de tierras sea ms rpido y no se produzcan encontronazos entre las hileras de los que las transportan. Luego se hace necesario reducirlas, y los cavadores las atacan por la mitad (figura 14), la subida de los capazos se hace ms lenta pero no obstante la tierra contina siendo extrada hasta el final espuerta tras espuerta. Llega el momento en que las capas de agua subterrnea transforman el lugar de trabajo en cloaca. Si no se dispone de una bomba para absorberla, no queda ms remedio que cesar. En Tello, cuando llegamos a los diez y siete metros de profundidad no habamos alcanzado todava los lmites de

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    la vida, pero fue necesario suspender la penetracin. Partiendo de una superficie de los alrededores del ao 3000, habamos franqueado algo asf como un milenio.

    Nos esforzbamos por sacar alguna enseanza de los objetos recogidos. Las hoces de arcilla, duramente cocida, hablaban de cultivos y de mieses; los pesos evocaban las redes de pescar; los clavos de tierra curvados debieron de haber servido para sujetar los trenzados de caizos de la choza familiar; las hachas podan ser a la vez la armadura del cazador, el arma del paisano o el armamento del soldado. Los huesos recordaban a la hilandera o al tejedor. Las sortijas de tierra o de concha haca largo tiempo haban cado de los dedos que debieron adornar, mientras los tarros de afeites hablaban de la vanidad de la humanidad que, desde sus orgenes, ha credo que deba corregir a la naturaleza. Sobre los primeros recipientes, en burdas pinceladas, los artesanos disponan un adorno hecho de animales y de combinaciones geomtricas, variadas y a menudo ingeniosas. Comienzos de arte, lenguaje convencional, seales de propiedad, operacin mgica? Quin podr saberlo jams con absoluta certeza!

    Gracias a estas reliquias que palpamos y a pesar de su escaso valor econmico, hemos podido llegar a las primersimas etapas de la civilizacin, cuyo testimonio estamos recogiendo y cuyo mensaje desearamos explicar. Porque parece difcil admitir

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    que aquellos que encendieron la llama no hubiesen pensado alguna vez en aqullos que deberan recogerla para transmitirla a su vez a otros. Con las hocecillas de arcilla se est muy lejos de la energa atmica, pero quisiramos saber si estaban ms cerca de la felicidad.

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    La epopeya de los arquelogos(1842-1952)

    Nada diremos aqu de los viajeros y de los comerciantes que desde los tiempos de Herdoto recorrieron Oriente, y cuyas narraciones slo acostumbran a ofrecer cierto inters anecdtico. No hay la menor duda que la expedicin de Napolen en Egipto (1798) seal una fecha capital en la resurreccin del pasado. A l cuerpo expedicionario, mandado por los mejores lugartenientes de Bonaparte (treinta y un generales) se haba unido una plyade de sabios (ciento sesenta y cinco miembros de la Comisin de ciencias y artes, de acuerdo con las cifras que ha recordado recientemente el seor Pierre Vendrys en su obra: De la probabilit en Histoire).

    Mientras los soldados del Directorio rechazaban a los mamelucos, los civiles reunan la documentacin relacionada con los monumentos visibles, de donde tena que salir esta magnfica Description de

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    gypte (1809), primera gran revelacin de la tierra de los faraones presentada cientficamente. Sin embargo, todo esto habra permanecido como un enigma si Champolion, en septiembre de 1822, gracias a la piedra de Rosetta, descubierta en 1799 por el oficial de artillera Boussard, no hubiese logrado penetrar el misterio de la escritura jeroglfica. En lo sucesivo marchando a la par, epigrafa y arqueologa, los dominios egipcios podan ser explorados metdicamente.

    En Mesopotamia no se alcanz un xito tan rpido. En la regin del Tigris y del Eufrates no existan conjuntos monumentales a modo de los de Egipto, sino amasijos de ruinas, a menudo sin forma, refugio de chacales y de panteras. Aunque visitada en 1172 por Benjamn de Tudela, Palmira fue descubierta, en ltima instancia por el italiano Pietro della Valle (1616) y por el francs Jean-Baptiste Tavernier (1630). Baalbek fue visitada por el ingls Wood en 1757, pero evidentemente estas dos ciudades pertenecan a civilizaciones ms recientes. Eran la impronta de la potencia romana en Siria.

    Por lo tanto, a comienzos del siglo x ix , no se conoca de los asirios ms de lo que explicaba la Biblia. Se ignoraba incluso el nombre de los sume- rios, de los acadios y de los hititas. En resumen, el mapa histrico no era ms que un gran espacio en blanco. Como mximo se situaba Babilonia exactamente sobre las riberas del Eufrates, en tanto que de

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    una manera aproximada y no sin titubeos, se ubicaba Ninive sobre la orilla oriental del Tigris. En Europa, donde Michaux haba trado (1786) su famoso guijarro, los relieves y, todava msalos signos grabados sobre esta piedra negra, provocaron muchas perplejidades.

    El misterio mesopotmico se resistir durante ms tiempo que el enigma egipcio. No obstante, los asaltos empezarn de nuevo y las prospecciones de superficie se multiplicarn. Los residentes ingleses se interesan y recorren el pas en todas direcciones, en particular algunos funcionarios de la Compaa de las Indias, tales como Rich, de 1807 a 1821, as como oficiales y especialistas, stos ltimos formando parte de la expedicin de Chesney. Pero Rusia no ve con buenos ojos esta actividad y presenta reclamaciones ante la Sublime Puerta. Inglaterra renuncia a proyectos demasiado ambiciosos. Es preciso volver a empresas individuales, y Francia va a dar inmediatamente un golpe magistral.

    En 1842, Paul-Emile Botta es nombrado cnsul de Francia en Mosul. Es agente poltico, pero as mismo y gracias a Mohl, secretario de la Sociedad asitica, su mente est abierta a las cosas del pasado. E l joven diplomtico decide llevar a cabo investigaciones que sern algo muy distinto a simples rasurados de superficie. Es el primero en intentar lo que nadie hasta entonces haba intentado. Se atreve a emprendrselas con Nnive, cuyas ruinas son

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    visibles desde su residencia, de las que solamente le separa el Tigris. Aunque fracasa en su primera tentativa, algunos indigenas le saalan otro lugar, pocos quilmetros ms al norte, donde, segn ellos afirman, Botta tendra ms xito. Los relieves que busca estn all, a flor de tierra. Aunque sin prestarles una excesiva confianza Botta enva algunos obreros, logrando inmediatamente un xito brillantsimo: en Khorsabad reaparece (marzo 1843) el palacio de Sargn II, rey de Asiria (721-705 antes de Jesucristo) y la ciudad de Dur-Sarrukin.

    En Pars, la Academia de Inscripciones, inmediatamente informada, interesa a los ministros competentes y se votan crditos que permitirn al feliz excavador continuar su trabajo. Se le enva adems al dibujante Flandin, un inestimable colaborador, y los dos hombres podrn seguir trabajando hasta octubre de 1844, cuando la llegada de ciertas instrucciones les obligan a cerrar la explotacin arqueolgica y regresar a Francia. Retornan con las manos llenas de dibujos y de copias de inscripciones, mientras el Cormoran termina de cargar en Basora las cajas que contienen las antigedades. Estas son desembarcadas en el Havre, suben el Sena y en febrero de 1847 llegan a Pars. E l i. de mayo, el museo del Louvre, es el primero de Europa en inaugurar una sala asiria.

    No obstante, la civilizacin asiria se resiste todava, puesto que hace falta descifrar su escritura. Ayu-

  • I. Asiria y la regin del Alto Tigris.

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    dndose en inscripciones trilinges copiadas en Irn, Perspolis y Behistun, adems de toda la masa de documentos escritos, recogidos en Khorsabad y en las otras canteras arqueolgicas abiertas poco despus, son varios los sabios que se dedican denodadamente al desciframiento, y lo consiguen. En 1857, Rawlinson, Hincks y Oppert, con la traduccin simultnea de un mismo texto, demuestran que el desciframiento del asirio est asegurado.

    Los xitos de Botta marcan el comienzo de un largo perodo de exploracin que solo se ver alterado por las interrupciones provocadas por las dos guerras mundiales (1914-1918 y 1939-1945). Todas las grandes naciones participarn en ellas, con alternativas diversas; y en esta justa, a menudo encarnizada y de consecuencias a veces dramticas, Inglaterra y Francia tendrn durante largo tiempo los primeros puestos. Americanos y alemanes no aparecern hasta ms tarde, y se esforzarn por no quedar en inferiores condiciones que sus delanteros. En fin, los Servicios de antigedades de los nuevos estados, Siria e Iraq, entrarn en accin a su vez, obteniendo rpidamente excelentes resultados.

    Semejante epopeya, puesto que asi es en realidad, se hace muy difcil de resumir. Sin embargo, esto es lo que intentaremos hacer ahora, eligiendo los hechos ms sobresalientes de este prolongado descubrimiento, que prosigue bajo nuestros propios ojos. Y para ello es preciso volver a Botta.

  • Inglaterra comprendi inmediatamente la leccin de Khorsabad. Apenas Botta hubo regresado a Francia, Layar lleg a Mosul (1845). Se dedic especialmente a las grandes ciudades reales: Nnive, Kalah (Nimrud), Assur (Qalaat Sergat). Ante los resultados satisfactorios, le renuevan la misin (1849- 1851). En cada caso el excavador recoge un botn valioso, porque los lugares estn intactos y no se requiere ms que cavar para recoger. Pero en aquel entonces se busca ante todo, el objeto, la pieza de museo. E l marco lo que llamamos tambin el contexto arqueolgico importa poco o no interesa en absoluto.

    Ante el xito ingls, Francia comprende que su ausencia constituye una desercin. Se envan a Mesopotamia dos expediciones oficiales: la de Vctor Place que est encargado de continuar la obra de Botta en Nnive y Khorsabad, y la de Fresnel, que debe excavar Babilonia.

    Victor Place termina (1852-1854) el descombra- miento del palacio de Sargn, del cual el arquitecto Thomas, gran premio de Roma, levanta el plano. De nuevo se expiden importantes relieves por la va del Tigris para ser embarcados en Basora. Constituyen un mismo convoy con las cajas de la misin de Fresnel, cuya actividad en Babilonia no ha alcanzado ms que mediocres resultados. E l 21 de mayo de 1855 el convoy es atacado en Korna y las barcas se hunden en el Tigris. A duras penas se

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  • MUNDOS SEPULTADOS

    salvan algunos restos, entre otros uno de los toros androcfalos y el gran genio alado, hoy en el Louvre (fig. 15). No obstante, muchas piezas capitales se perdieron para siempre; y mientras Place sigue una confusa carrera consular, Fresnel muere en Bagdad (noviembre 1855) en la ms absoluta pobreza.

    Los excavadores ingleses tuvieron mejor suerte. Para empezar, su equipo fue reforzado. Si Layard renunci a la arqueologa para seguir una carrera diplomtica brillante, en cambio Rawlinson, agente poltico en Bagdad, recibi el encargo de supervisar toda la actividad arqueolgica inglesa en Mesopotamia. E l poco escrupuloso Rassam explora y explota los sitios ms ricos del tringulo asirio : Assr, Kalah y sobre todo Nnive, donde, en 1853, ocupa por la fuerza, el sector atribuido a Place. En l recoge los ms sensacionales trofeos: los relieves de las caceras de Assurbanipal, orgullo del Bristish Museum, y la segunda parte de la biblioteca del mismo rey. En la parte baja del pas, Loftus explora lugares casi totalmente ignorados y de las cuales se conocen, especialmente los nombres rabes : Warka (Uruk) y Senker (Larsa). Por su parte, Taylor, cnsul en Basora, trabaja en Mugheir (Ur) y en Abu-Sahrain (Eridu), pero los sectores, demasiado vastos, son apenas explorados superficialmente, cuando los excavadores los dejan. No obstante han sido localizados y constituyen una promesa para das mejores.

  • II. Mesopotamia media y meridional.

  • 54 MONDOS SEPULTADOS

    Ante todo es preciso asimilar las primeras conquistas, descifrar los textos, inventariar, clasificar el botn de diez aos de esfuerzos. Esto no significa que se haya renunciado ya a excavar, puesto que, al contrario, la lectura de los archivos incita a volver a tomar el pico. E l asirilogo Georges Smith, que ha encontrado en un fragmento llevado a Londres un importante trozo de la narracin asiria del diluvio, quiere completar la tablilla mutilada. Se le concede una misin que le lleva a Nnive (1873), y donde volver otras dos veces, pero su salud no soporta el rudo clima de oriente y Smith muere en Alepo (1876). Esto provoca una nueva intervencin de Rassam y otra expoliacin de aquellos lugares, que fueron saqueados con gran dao para la ciencia.

    Despus de veinte aos de ausencia, Francia se reafirm, poco despus, con brillantez. No obstante no haba descuidado totalmente Oriente, puesto que en i860, Ernest Renan, acompaando al cuerpo expedicionario enviado a Levante por Napolen III como consecuencia de los asesinatos de Zahl y de Deir el-Qamar, dirigi excavaciones en varios lugares fenicios: Biblos, Sidn, Tiro, Um-el- Awmid, Ruad, Amrit. Despus de una misin rpida (21 octubre i960 - 24 septiembre 1861) el sabio semitizante trae no solamente su Vida de Jess (1863), sino una abundante documentacin que, publicada en la Mission de Pbnicie (1864), constituir la primera gran relacin de arqueologa fe-

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    nicia. No obstante, las miradas seran muy pronto atradas por Mesopotamia, donde el francs de Sarzec haba reanudado la gran tradicin.

    E. de Sarzec, nombrado vicecnsul en Basora, se nos muestra tocado as mismo por la gracia arqueolgica. En 1877 descubre sobre el lugar de Tello una ciudad antigua, Lagas, que ofrece monumentos de una civilizacin nueva, que muy pronto se llamar sumeria. Llevados al principio con el mayor secreto, los trabajos, que han recibido la aprobacin de las autoridades francesas y de Len Heuzey, miembro del Instituto, se continuarn oficialmente hasta 1900. Sarzec que ha dirigido once campaas y ha reunido un botn considerable, que se reparten el Louvre y el Museo imperial otomn, cae enfermo y tiene que renunciar a su actividad diplomtica y arqueolgica. Vuelto a Francia muere en Poitiers el 31 de mayo de 1901. Sus xitos suscitaron nuevos mulos, y a los ingleses se les han aadido ahora los alemanes y los americanos.

    El arquitecto alemn R. Koldewey, despus de una corta campaa en Surgul y el-Hibba (1887), ambos lugares prximos a Tello, comienza en 1899 la exploracin de Babilonia. Durar diez y ocho aos y slo la interrumpirn bruscamente las fluctuaciones de la primera guerra mundial (1917). La misma expedicin explorar asimismo otros lugares de Babilonia: Borsippa, Suruppak (Fara), Abu- Hatab. Con objeto de ampliar su campo de accin,

  • MUNDOS SEPULTADOS

    se dedica a la ciudad real asiria de Assr (1903), donde W. Andrae pondr en su punto y aplicar con suprema maestra una tcnica de exploracin en una arquitectura, donde las superposiciones de niveles entrelazados complican continuamente las constataciones y hacen peligrosas las interpretaciones. La imagen de la tarta que se corta horizontal- mente, capa por capa, nunca resulta exacta en un campo de exploracin.

    Los arquelogos americanos escogieron Nippur, cuyo nombre antiguo se transparenta bajo el Nuffar rabe. En 1889 comienzan su excavacin, pero las discusiones graves en el seno de la misin no facilitan en manera alguna el trabajo. En 1900, despus de la cuarta campaa, la cantera se cierra y, debido a la persistencia de las discusiones, la exploracin se aplaza sine die. No se reemprender hasta 1948 y, naturalmente, con otro equipo.

    No obstante, los ingleses, representados desde 1878 a 1882 en Mesopotamia por el solo Rassam, continan practicando la poltica de hacer acto de presencia. De 188j a 1890, Budge recibe una misin en Babilonia, pero el British Museum permanece fiel a Asiria y en general a la regin septentrional. En 1903 King reemprende las excavaciones de Nnive y otros enviados exploran el A lto Eufrates. Se elige la ciudad hitita de Karkm, cuya exploracin va a emprender una expedicin cuidadosamente seleccionada (1911). Contemporneamente, Max

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    Freiherr von Oppenheim, que conoce bien Siria del Norte, se decide a excavar Tell Halaf, ciudad junto a las fuentes del Habur, muy prxima a la lnea trazada para construir el ferrocarril de Bagdad.

    Si ingleses y alemanes ocupan posiciones igualmente favorables a la arqueologa y a la diplomacia, los franceses parecen haber renunciado absolutamente a Asira. Se sienten atrados de preferencia por el pas de Sumer, donde, en Te- 11o, el capitn G . Cros recibe en 1903 el mando como sucesor de E. de Sarzec. Permanecer all hasta 1909, pero en esta fecha su vocacin y su carrera militar le obligan a renunciar a la arqueologa. En 1912, el reverendo H. de Genouillac recibe la concesin de Kis, otra ciudad real cercana a Babilonia, mientras en el borde de la altiplanicie iraniana J. de Morgan continua , en una escala cada vez ms vasta, la limpieza de Susa, comenzada a partir de 1897, como consecuencia de las dos fructuosas campaas (1884-1886) de Jane y Marcel Dieulafoy.

    En Europa se trabaja activamente en los documentos que salen de los campamentos de exploracin, cada da en mayor cantidad. Despus de los asirios, y de los sumerios, los hititas han entrado en la historia. La lengua de los primeros ha terminado entregando todos sus secretos. La de los segundos tampoco los guarda ya, desde que Thureau-Dangin demostr victoriosamente su

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    mecanismo. En cuanto a los ltimos, el desciframiento de sus escritos apenas haba sido planteado, cuando estall la primera guerra mundial. Con ella se cerr una gran etapa.

    * * *

    En 30 de octubre de 1918, el armisticio firmado en Moudros haba sealado el cese de hostilidades en el Oriente Medio. Iraq y Siria pasaron poco despus, bajo el mandato britnico y francs. Ciertas zonas consideradas anteriormente como peligrosas, se hicieron casi acogedoras, y los arquelogos pudieron vivir largo tiempo en ellas y continuar sus bsquedas de gran alcance. Mientras hasta aquel momento el mundo de las antigedades haba quedado casi al margen de las preocupaciones oficiales, a partir de entonces se crean Servicios en las diversas regiones, que proceden al registro de los lugares y aseguran su proteccin y guarda. Se vigilan cuidadosamente las actividades clandestinas y se aplica a la excavacin una reglamentacin concreta que asegurar su eficacia.

    Bruscamente se brindan posibilidades para las cuales todava escasea el personal cualificado. Hasta entonces se haba utilizado la ayuda de los diplomticos, militares, ingenieros o asirilogos. Ha llegado el momento de formar arquelogos. De la escuela de Atenas o del Instituto francs de El Cairo salen

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    hombres que son enviados a los campos de exploracin de Grecia o de Egipto. Para Siria o Mesopotamia, no existe nada parecido. En cambio, en Jerusaln se funda, una escuela arqueolgica francesa cerca del convento de los dominicos de la Escuela bblica. Cada ao la Academia de inscripciones y buenas letras les enviar un pensionado, elegido a menudo entre los alumnos salidos de la Escuela del Louvre.

    Entre las dos guerras, el Oriente Medio queda totalmente sometido a una exploracin intensiva. Con el transcurso del tiempo es posible se admita que los aos comprendidos entre 1919 y 1939 hayan sido la edad de oro de la arqueologa oriental.

    Los ingleses, primeros en entrar en accin, son desde luego los nicos en Mesopotamia. En realidad el Iraq est, bajo mandato britnico y los excavadores del British Museum se benefician de todos los apoyos deseables. C. Thompson (1918), luego Hall (1919), y por fin Woolley (1922) eligieron la regin de Ur. N i Taylor ni Loftus la desfloraron excesivamente, y lo ms importante ha d encontrarse todava. Hall descombra elObeid, un lugar nuevo, donde aparece un templo rico por su decoracin y por sus exvotos. Mientras tanto Ur reclamaba mayores esfuerzos y Woolley comienza su exploracin sistemtica, que durar doce aos y quedar marcada por una sucesin de descubrimientos sensacionales, entre

  • 6 MUNDOS SEPULTADOS

    otros el de las tumbas reales (1927-1929), cuyos tesoros rivalizarn con los de Tutankamon que Carter acababa justamente de exhumar del hipogeo del valle de los Reyes (1922-1924).

    Casi al mismo tiempo una expedicin angloamericana se haba instalado en Kis, no lejos de Babilonia. Bajo la direccin del asirilogo de Oxford, S. Langdon, confa sin duda que la exploracin de la ciudad dinstica (las listas reales atribuyen a esta ciudad cuatro lneas dinstics) ser fructuosa. A pesar de ello el balance museogr- fico acabar siendo decepcionante, a pesar de diez aos (1923-1933) de continuos esfuerzos,pero a pesar de ello, los resultados cientficosson importantes, porque sobre el lugar muy cercano de Gemdet Nasr, la misma misin descubre un nuevo perodo de esta protohistoria me- sopotamia, de la cual elObeid ha ofrecido ya otra etapa.

    Un tercer perodo surgir poco despus, como consecuencia de la excavacin metdica de Warka, la ciudad sumeria de Uruk (Erek de Gnesis 10, xo). Los arquelogos alemanes que haban iniciadouna exploracin superficial en 19x3, volvieronde nuevo en 1928. Habiendo recibido todos ellos una preparacin como arquitectos, los diversos jefes de misin (Jordan, Nldeke, Heinrich) se apasionan ante todo por el conjunto arquitectnico, que limpian y pormenorizan, como ha-

  • III. Fenicia.

  • 6z MUNDOS SEPULTADOS

    ran con un trabajo de marquetera. De esta pulcritud profesional aparece una visin concreta de la superposicin de los niveles y de las capas, que partiendo del suelo virgen hasta las ruinas de superficie, representan todas las etapas de la vida. En la base inferior, no se est lejos del V milenio; en la superior, nos hallamos en los alrededores de la era cristiana.

    Llega por fin el turno a los franceses, vueltos a Tello en 1929. Su retraso se explica satisfactoriamente. Desde 1919 Francia haba dirigido especialmente sus esfuerzos hacia el Lbano y Siria, regiones cuyo mandato haba recibido de la Sociedad de Naciones y donde sus cientficos reciban con mayor facilidad un apoyo material, potente y eficaz. No se haba perdido el tiempo. En Biblos, Pierre Montet, buscando huellas de la actividad egipcia, encontr en 1921 la ciudad fenicia, con sus templos venerados por los faraones y una necrpolis de donde tena que salir la ms antigua de las inscripciones en fenicio alfabtico. Por nuestra parte sostenemos la fecha alta de esta inscripcin, grabada en el sarcfago del rey Ahiram, contemporneo de Ramss II (1290-1224). En Sidn, el Dr. Contenau haba excavado de nuevo el templo del dios Emun y en una necrpolis haba recogido un nuevo lote de sarcfagos. Junto al Eufrates, cerca de Sali- hiy, como resultado del descubrimiento fortuito

  • de unas pinturas murales, el Instituto confi una misin (1922-1925) a Franz Cumont, quien descombr e identific la ciudad seleucida de Dura-Europos.

    En Nerab, cerca de Alepo, y en Misrif cerca de Homs, se haban iniciado otras excavaciones, en tanto que el Servicio de antigedades del A lto Comisariado, primero bajo la direccin de M. Virolleaud, y luego, a partir de 1929, bajo las ordenes de M. Seyring, se esforzaba en prote- teger los monumentos visibles, disputndolos a la destruccin por la erosin. Los grandes conjuntos de Baalbek, de Palmira y de Qalaat Siman, que se hallaban en peligro, quedaban a salvo. Otros necesitaban ser descombrados y liberados de aquello que los sepultaba. As fue como la misin de Paul Deschamps devolvi al K rak de los Caballeros, situado sobre la grieta de Trpoli, algo de su antiguo esplendor, mientras R. Amy vigilaba la limpieza del patio del Templo de Bel en Palmira. Finalmente, y toda vez que debemos limitarnos en esta enumeracin que podra prolongarse todava, fue en el ao 1929 cuando comenzaron k s excavaciones de Ras Samra, donde un campesino acababa de tropezar con una tumba

    micnica/ A instancia de M. Dussaud, entonces conservador de las antigedades orientales en el museo del Louvre, se envi all la misin de Schaeffer, que debut con una larga serie de deslumbrantes descubrimientos.

    LA EPOPEYA DE LOS ARQUEOLOGOS 6}

  • 64 MUNDOS SEPULTADOS

    A pesar de todo, en el concierto mesopotmico la representacin francesa permaneca ausente; pero este retraso se explica cuando se tienen en cuenta los trabajos emprendidos y continuados, segn acabamos de decir, en Siria y E l Lbano, que ocupaban hombres y requeran capitales considerables. Sin embargo hubiera sido una lstima cesar en la exploracin del pas de los dos ros. Decepcionado con su cantera arqueolgica de Kis, el reverendo Ge- nouillac fue encargado, en 1929, de emprender la exploracin de Tello. Excavaciones clandestinas (1923-1924) haban demostrado que el sitio era todava rico y que poda reservar an algunas sorpresas. En 1931, cuando Genouillac lo dej, nosotros tomamos la sucesin. Ante todo se llev a cabo el desenterramiento de un majestuoso hipogeo, desgraciadamente violado (fig. 16, 17). Solamente quedaban los exvotos (figurillas y cilindros), colocados haca unos cuatro mil aos por piadosos y fieles peregrinos en memoria de sus prncipes difuntos.

    No obstante, despus de veinte campaas, el lugar poda considerarse como agotado. Siguiendo el parecer de Thureau-Dangin, nuestra misin transport su material y su campamento a un nuevo emplazamiento, habindose convenido que emprenderamos la exploracin de Larsa, pero slo pudimos hacer algunas semanas de sondeos (1933), debido a que los acontecimientos y ciertos motivos circuns-

  • 66 MUNDOS SEPULTADOS

    tanciales nos llevaron a territorio sirio, en la regin del Eufrates medio. La suerte nos iba a ser de nuevo favorable.

    Un descubrimiento fortuito efectuado por un oficial francs, $1 subteniente Cabane, residente en Abu-Kemal, preca efectivamente un indicio que no deba despreciarse. Rpidos sondeos efectuados en Tell Hariri desde el otoo de 1933 confirmaron la impresin que haba llevado a M. Dussaud a pedir para nosotros la autorizacin de las excavaciones. En enero de 1934 el descubrimiento de un templo con abundantes exvotos (figs. 11 7 12) nos permita identificar el tell con otra capital del mundo babilnico, la ciudad real de Mari. Hasta 1939, cada ao volvimos all, hasta que la guerra interrumpi la exploracin. Esta pudo reemprenderse en noviembre de 1951 7 actualmente contina todava.

    Desde luego, la zona del Eufrates Medio haba retenido 7 todava deba atraer a otras expediciones. Algunos quilmetros ms arriba de Mari, la excavacin de Dura-Europos comenzada, como hemos dicho, por Franz Cumont, haba sido reemprendida (1928) por la Universidad de Yale, a la cual se haba asociado la Academia de Inscripciones 7 Buenas Letras, 7 se prolong hasta 1937. E l mismo ao 1928, Francois Thureau-Dangin se instalaba en Arslan Tas, en la Alta Siria, 7 luego, en 1929, en tell Ahmar. En uno 7 otro lugar desenterr ciudades asiras, 7

  • LA EPOPEYA DE LOS ARQUEOLOGOS 67

    en la primera de ellas descubri un magnfico lote de marfiles, actualmente expuestos en el Louvre y en el museo de Alepo.

    La cuenca del Hbr, afluente del Eufrates, fue estudiada minuciosamente por el arquelogo ingls E. L. Mallowan, uno de los especialistas ms autorizados en cermica oriental. Despus de haber visitado ms de un centenar de tells, seleccion a dos de ellos para proceder a una excavacin metdica: Chagar Bazar y Brak. En esta ocasin la guerra de 1939, tambin intervino para interrumpir una muy provechosa bsqueda.

    * * *

    Pero debemos volver a la regin del A lto Tigris, estudiada muy cuidadosamente por diversas expediciones, todas ellas anglosajonas salvo la (italiana) de Kakzu. Como podr observarse, en arqueologa existe hasta cierto punto un acuerdo tcito que reparte los esfuerzos de los organismos internacionales. Uno de los ms importantes que jams se haya producido fue el que se apoyaba en el Instituto Oriental de Chicago, creacin de Rockfeller, cuyos destinos solventaba entonces J. E. Breasted. Disponiendo de capitales prcticamente ilimitados y de elementos a la escala del potencial industrial del Nuevo Mundo, el Oriental Institute se haba entregado, entre otros trabajos, al de excavar sistem

  • 68 MUNDOS SEPULTADOS

    ticamente y en puntos cuidadosamente escogidos, el creciente frtil, desde las planicies iranianas al A lto Egipto. Estos puntos se haban elegido por razones muy diversas: ora se trataba de lugares sealados por la Historia y a priori prometedores (ej.: Luxor en Egipto, Megiddo en Palestina, Khorsabad en Asira, Perspolis en Irn); ora los sitios haba alcanzado notoriedad, gracias a monumentos descubiertos al azar (ej.: Tainat en la Alta Siria) o por el trabajo clandestino (ej.: Asmar- Hafage en Iraq), y en cualquiera de los casos se organizaba una expedicin.

    El equipo mejor y ms numeroso fue el del Iraq. Instalado magnficamente, e incluso con lujo, no lejos de Bagdad, en tell Asmar, dispona de varios centros de trabajo. Bajo la direccin de H. Frankfort y trabajando desde 1930 excav simultnea o sucesivamente, varios sitios de la Diyala : ASmar, Hafage, Agrab e Ischali, alcanzando en todas partes importantes descubrimientos y recogiendo en los santuarios arcaicos una magnfica coleccin de estatuaria antigua.

    La Iraq Expedition haba pedido adems la concesin de Khorsabad, antiguo centro de los franceses P. E. Botta y V . Place. Aun disponiendo de medios poderosos y de una tcnica mejorada, se haca difcil que los americanos pudiesen eclipsar los resultados de nuestros compatriotas. Un palacio, cuyos bajorrelieves fueron sacados hace un siglo,

  • no puede hacer surgir otros nuevos! A pesar de todo, algunos restos haban quedado, porque Botta y Place, ante una posibilidad de eleccin restringida no haban podido llevarlos todos. As fue como el Oriental Institute logr reunir algunos manojos importantes en este campo ya segado, pero en cambio, en los sectores vrgenes, los excavadores encontraron todava una justa recompensa.

    Con recursos menos imponentes, pero con un tesn a toda prueba, otras organizaciones americanas haban dirigido sus aspiraciones hacia otras ruinas menos amplias o sobre tells ms modestos. Pero, en arqueologa rio existe grande ni pequeo. Todos los resultados cuentan y en manera alguna los lugares pequeos son los menos evocadores en esta gran resurreccin del pasado.

    En Nuzi, no lejos de los campos petrolferos de Kerlcuk, despus en Tepe Gawrab, y finalmente en tell Billa, la American School of Oriental Research, gran animadora de la bsqueda, prosigui otros trabajos, llevados con mtodo perfecto por arquelogos numerosos y bien entrenados: Chira, Pfeiffer, Starr, Bache y Delougaz, para no citar ms que unos pocos nombres.

    En cada caso, la exploracin partiendo de las capas superiores, pona al descubierto la superposicin de las civilizaciones, y permita estudiar las caractersticas esenciales, y los rasgos comunes o distintivos. Lentamente, la protohistoria mesopotmica se re

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  • 70 MUNDOS SEPULTADOS

    construa con sus grandes pocas. Los compartimientos al principio casi enteramente vacos, se llenaban rpidamente y se establecan sincronismos con las civilizaciones vecinas, descubriendo as relaciones e intercambios, a travs de todo el desarrollo del proceso humano.

    En esta misma regin del A lto Tigris, Inglaterra tena tambin sus centros de excavacin. Segua permaneciendo fiel a Nnive, pero, a partir de Layard, las perspectivas haban cambiado y cuando en 1927 C. Thompson volvi a instalarse all, fue con la evidente intencin de no estancarse en el perodo asirio el nico que un siglo antes se barruntaba sino de zambullirse en los orgenes de la civilizacin, y as fue como la capital asiria fue mostrando uno a uno los diversos perodos de su pasado. Desde luego estos correspondan a lo que haba podido sacarse a la luz de las comprobaciones realizadas independientemente por los excavadores americanos en los lugares vecinos. Todo esto tuvo plena confirmacin cuando Mallowan, mientras exploraba (1933) la colinilla de Arpatchiyah, a seis kilmetros de Nnive, descubri que ocultaba quince niveles superpuestos, de una civilizacin arcaica en su totalidad. Con ello la imaginacin cobraba mayores vuelos al soar penetrar en el pasado encerrado en esas delgadas capas.

    En todas partes, la exploracin horizontal iba acompaada entonces con la investigacin vertical.

  • En todos los centros haba una verdadera emulacin, y de ao en ao los cortes estratigrficos aparecan ms numerosos y ms completos. Pero, al mismo tiempo, el campo se iba ampliando, porque la bsqueda empujaba a los arquelogos cada da ms lejos. Cuando se tiene la extremidad de un hilo, es normal que se quiera seguirlo hasta el final, tanto en el tiempo como en el espacio. As ocurri con la cermica pintada, que desde el momento en que se reconoci una equivalencia o dato precioso, se convirti en uno de estos hilos. Partiendo de la costa fenicia o de las llanuras de Anatolia, los arquelogos se vieron obligados, dando saltos hacia ms all de Mesopotamia y ms all de la Susiana, a dirigir sus miradas hacia los grandes espacios iranianos, hacia la Caspiana, el Afghanistn, el Be- luchistn y la cuenca del Indus. Algunos todava miran ms lejos an, incluso hasta hacia la China.

    A pesar de todo, y a medida que se ha hecho necesario mirar ms lejos y ms ampliamente, ha sido tambin indispensable seguir a fondo el estudio de algunos sectores mas limitados. Es el nico sistema de progresar en una ciencia, cuya complejidad ha aumentado considerablemente durante estos ltimos veinte aos. Han terminado los tiempos de un Georges Perrot, que con igual seguridad trataba del arte de los Ramesidas, del estilo de Fidias o de los colosos asirios. Unicamente Andr Malraux, en el terreno de la Historia del arte, domina esa masa

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  • 72 MUNDOS SEPULTADOS

    enorme, apreciando inmediatamente en ella la pieza que se ha de destacar y situar en primer lugar. Pero en arqueologa, actualmente se hace difcil pretender aclarar a la vez y con el mismo buen resultado el enigma de los hiksos, el problema sumario y . la madeja de las escrituras de la India antigua, porque estas labores, para ser llevadas correctamente, requieren hombres diferentes. En cada sector deben trabajar, uno junto a otro, el arquelogo, el epigrafista, el arquitecto, puesto que raramente, para no decir nunca, un solo hombre valindose nicamente de sus propias manos y su cerebro, podr retener todo el enorme material documental que ha aparecido y es preciso dominar.

    * * *

    Como era natural, la segunda guerra mundial fren, considerablemente la investigacin arqueolgica. En su mayora, los jefes de misin quedaron movilizados o bloqueados en pases de Europa o del Nuevo Mundo. Absorbidas adems por la marcha de la guerra, las grandes naciones slo habran podido financiar mediocremente estos trabajos onerosos. Se haca necesario esperar el retorno de das mejores, y stos no podan volver hasta que las llagas de la guerra no se hubieran curado. Los exploradores, muy jvenes veinte aos antes, haban todos envejecido de entre dos guerras. Sin embargo,

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    casi todos, pudieron ponerse en marcha cuando las Direcciones de antigedades de las jvenes naciones, Iraq y Siria en particular, les concedieron la autorizacin solicitada. E. L. Mallowan reemprendi, despus de Layard, la exploracin de Nim- rud, y sus descubrimientos sensacionales de 1952 demostraron que la ciudad no estaba todava agotada; C. F. A . Schaeffer volvi a la cantera arqueolgica de Ras Samra; nosotros excavamos de nuevo en Mari. En Nippur se instal un nuevo equipo americano, enlazando con la tradicin de Peters y de Haynes, mientras el veterano sir Leonard Woolley reemprenda y acababa la excavacin de Atchana.

    Arquelogos iraques y sirios entraron a su vez en accin. Bajo el impulso del doctor Naji el-Asil, el Servicio de antigedades de Iraq abri centros en Hassuna, Eridu, Uqair y Hatra. Los xitos de Fuad Safar y Taha Baqir fueron notables. En 1951 y 1952, Hatra dio esculturas partas extraordinarias. En Siria, despus del emir Djafar, el Dr. Selim Abdulhak se entreg por entero a la pesada misin de conservar, restaurar y limpiar los lugares antiguos de un pas cargado de historia. En el Lbano se hizo igual trabajo, que en este caso fue presidido por el emir Maurice Chehab, al mismo tiempo que M. Du- nand prosegua la excavacin por capas de Biblos.

    Con este rpido esbozo, voluntariamente limitado a la zona oriental del creciente frtil, confiamos

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    haber ofrecido alguna idea, no solamente de la labor realizada durante un siglo, sino tambin de la gran actividad cientfica en el Oriente Medio, que desde hace cien aos, constituye la tierra de eleccin. Hubiera sido conveniente poder insistir ms sobre otras zonas, tales como la altiplanicie iraniana (Susa, donde R. Ghirshman emprendi la sucesin de los Dieulafoy, de Morgan y Mecquenem), Anatolia (con la atencin concentrada sobre Harran o Karatepe en particular), Israel y Jordania (quin no ha odo hablar de los manuscritos del mar Muerto?), y finalmente Egipto (con Tanis, donde P. Montet ha renovado sus xitos de Biblos).

    De la regin donde nos hemos concentrado, puede sacarse una enseanza idntica para todos los dems sectores. En todas partes los arquelogos han hecho retroceder el pasado o por lo menos, el velo que lo cubra, hasta llegar a un conocimiento cada vez ms documentado, cada vez ms vido de saber. El hombre no se resigna a permanecer en la ignorancia, y como su pensamiento est siempre despierto y el problema del origen de las civilizaciones es, entre los grandes problemas, uno de los que ms le interesan, era inevitable que la investigacin contempornea terminara fijndose en la tierra donde todas las tradiciones, profanas y sagradas, buscaban la cuna de la humanidad y situaban uno de los crisoles de la civilizacin.

    Hasta aqu hemos intentado dar a entender como

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    tena que procederse para librar al pasado de su sbana de tierra. Hemos citado los nombres de algunos de los artesanos en este trabajo, que no es ya de una sola nacin, sino del mundo entero, de todo el que piensa y quiere asomarse a sus orgenes. Conviene ahora hacer inventario de la herencia conquistada.

  • C a p i t u l o I I I

    Cinco mil aos de civilizacin

    De nuevo hemos de limitarnos a una regin y proceder por amplios esbozos. Ante todo conviene definir la provincia del arte y de la civilizacin donde vamos a concentrarnos.

    Geogrficamente, sta se extiende desde el Mediterrneo, al oeste, hasta las llanuras iranianas, al este; de Anatolia, al norte, hasta el desierto del Sina, al sur.

    Cronolgicamente los hitos son fciles de precisar. Los primeros estn colocados en los orgenes de la civilizacin, en pleno V . milenio antes de Jesucristo; los ltimos, en los confines de la era cristiana.

    Etnogrficamente el problema es infinitamente ms complejo, debido a encontrarnos ante varias razas y varios pueblos, segn sean los sectores: sumerios, en la Baja Mesopotamia; acadios, en la Mesopotamia Media; asirios en Asiria; elamitas y persas-aquemnides en Irn; hurritas en el Tigris

  • 7 MUNDOS SEPULTADOS

    y el Eufrates superior; hititas en Anatolia; fenicios en las costas del Mediterrneo; cananeos en Palestina y sirios-arameos en las llanuras interiores. A partir de Alejandro Magno y de su fulgurante recorrido a travs del mundo oriental, unos pueblos extranjeros se superpondrn al viejo fondo indigena, y de entonces en adelante encontramos griegos, despus romanos y luego partos.

    Esta sola enumeracin por cierto muy simplificada , deja (ya preveer que en Asia occidental la civilizacin no se desarroll con la unidad fundamental que le reconocemos en Egipto, sino que por el contrario, estar en funcin de otros pueblos diferentes. De ello se desprende que no existe una civilizacin del Asia occidental antigua, y por consiguiente tampoco hay un arte, sino civilizaciones y artes, que cada raza habr marcado con su huella, y con su inspiracin, en una palabra, con su genio propio; de donde resulta que tambin en el desarrollo cultural, cada regin tuvo su parte y gracias a la labor de todos y a la sntesis de todos los esfuerzos fu