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1 Seminário Internacional Fazendo Gênero 11 & 13 th Women’s Worlds Congress (Anais Eletrônicos), Florianópolis, 2017, ISSN 2179-510X MUJERES TEJEDORAS EN LA REGIÓN ANDINO PATAGÓNICA TRABAJO ARTESANAL, EXPERIENCIAS DE ORGANIZACIÓN Y GÉNERO María Mora Blaser 1 Resumen: El presente trabajo se centra en las mujeres que trabajan de manera individual y en organizaciones, realizando tejidos artesanales por cuenta propia y para subcontratistas, en la Región Andino Patagónica de Argentina. El sector de la economía social tiene un peso y dinámica propia, dentro de esta población tienen un peso relevante las mujeres, que trabajan solas, en emprendimientos familiares y también en asociaciones o cooperativas de tejedoras artesanales. A partir de una metodología de investigación que aborde aspectos cualitativos y cuantitativos de este universo de estudio en primer lugar se buscará obtener resultados acerca del origen de las experiencias productivas, las experiencias de vida de tejedoras y sus características socio demográficas, las características de las actividades económicas y de la cadena de valor textil, las formas de organización laboral y familiar, el uso del tiempo, la inserción territorial y la influencia de la cultura mapuche en las prácticas, desde una perspectiva de género. En segundo lugar, se analizarán las políticas públicas de economía social y particularmente la presencia o el vacío de la perspectiva de género. Todos estos son aspectos que permitirán realizar aportes a las investigaciones sobre Género y Trabajo-Economía Social. Palabras clave: Género, Trabajo, Economía Social, Políticas Públicas Aspectos de la economía y género, en las mujeres de sectores populares de la región Las ciudades turísticas de la región andino patagónica como San Carlos de Bariloche, poseen un tipo de economía y mercado de trabajo de carácter estacional, con una reactivación económica en las temporadas de verano y de invierno y la temporada baja en el otoño y la primavera, de menor afluencia de turistas. Tal es así que, los trabajadores y las trabajadoras de los sectores populares, se ven obligados a desempeñar múltiples actividades con el fin de mantener el ingreso familiar en la temporada baja. En el caso de las mujeres el trabajo por cuenta propia y para subcontratistas (artesanías y rama textil) y el trabajo doméstico remunerado parecen ser categorías relevantes en su inserción laboral. Si nos concentramos en el sector de la economía social observamos que está compuesto por un abanico heterogéneo de actividades productivas de diferente nivel, lo mismo sucede en el caso de las mujeres que forman parte de este sector, desarrollan diferentes actividades, muchas veces vinculadas a su rol. La mayoría de estos emprendimientos funcionan dentro del ámbito familiar y están íntimamente vinculados a la estructura, relaciones y componentes de cada familia en particular. En palabras de Elizabeth Jelin 1 Universidad de Buenos Aires, Facultad de Ciencias Sociales, Buenos Aires, Argentina.

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Seminário Internacional Fazendo Gênero 11 & 13th Women’s Worlds Congress (Anais Eletrônicos),

Florianópolis, 2017, ISSN 2179-510X

MUJERES TEJEDORAS EN LA REGIÓN ANDINO PATAGÓNICA

TRABAJO ARTESANAL, EXPERIENCIAS DE ORGANIZACIÓN Y GÉNERO

María Mora Blaser1

Resumen: El presente trabajo se centra en las mujeres que trabajan de manera individual y en

organizaciones, realizando tejidos artesanales por cuenta propia y para subcontratistas, en la Región

Andino Patagónica de Argentina. El sector de la economía social tiene un peso y dinámica propia,

dentro de esta población tienen un peso relevante las mujeres, que trabajan solas, en

emprendimientos familiares y también en asociaciones o cooperativas de tejedoras artesanales. A

partir de una metodología de investigación que aborde aspectos cualitativos y cuantitativos de este

universo de estudio en primer lugar se buscará obtener resultados acerca del origen de las

experiencias productivas, las experiencias de vida de tejedoras y sus características socio

demográficas, las características de las actividades económicas y de la cadena de valor textil, las

formas de organización laboral y familiar, el uso del tiempo, la inserción territorial y la influencia

de la cultura mapuche en las prácticas, desde una perspectiva de género. En segundo lugar, se

analizarán las políticas públicas de economía social y particularmente la presencia o el vacío de la

perspectiva de género. Todos estos son aspectos que permitirán realizar aportes a las

investigaciones sobre Género y Trabajo-Economía Social.

Palabras clave: Género, Trabajo, Economía Social, Políticas Públicas

Aspectos de la economía y género, en las mujeres de sectores populares de la región

Las ciudades turísticas de la región andino patagónica como San Carlos de Bariloche,

poseen un tipo de economía y mercado de trabajo de carácter estacional, con una reactivación

económica en las temporadas de verano y de invierno y la temporada baja en el otoño y la

primavera, de menor afluencia de turistas. Tal es así que, los trabajadores y las trabajadoras de los

sectores populares, se ven obligados a desempeñar múltiples actividades con el fin de mantener el

ingreso familiar en la temporada baja. En el caso de las mujeres el trabajo por cuenta propia y para

subcontratistas (artesanías y rama textil) y el trabajo doméstico remunerado parecen ser categorías

relevantes en su inserción laboral.

Si nos concentramos en el sector de la economía social observamos que está compuesto por

un abanico heterogéneo de actividades productivas de diferente nivel, lo mismo sucede en el caso

de las mujeres que forman parte de este sector, desarrollan diferentes actividades, muchas veces

vinculadas a su rol. La mayoría de estos emprendimientos funcionan dentro del ámbito familiar y

están íntimamente vinculados a la estructura, relaciones y componentes de cada familia en

particular. En palabras de Elizabeth Jelin

1 Universidad de Buenos Aires, Facultad de Ciencias Sociales, Buenos Aires, Argentina.

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” la unidad familiar es un microcosmos de relaciones de producción, de reproducción y de

distribución, con una estructura de poder y con un fuerte componentes ideológicos y

afectivos” (Jelin, 1994:9).

Estas mujeres viven una doble invisibilidad: la que hace a sus actividades productivas

ligadas a un sector de la economía con características de informalidad y al trabajo doméstico aún

invisible de valor para gran parte de la sociedad.

Dentro de muchas familias, tal como señala Diane Elson2, se sigue ignorando la carga que

representa el trabajo intradoméstico para las mujeres y más aún la carga extra en el caso de las

mujeres que trabajan. Las actividades domésticas aún son consideradas improductivas y colocadas

en un segundo orden de importancia. La naturalización de las relaciones sociales y en este caso de

las relaciones de género ha hecho que tanto a varones como a mujeres se les haya dicho desde la

temprana infancia cuál es el lugar que deben ocupar en la sociedad occidental, tanto dentro como

fuera del hogar. Las mujeres en muchos casos aún en el espacio doméstico y los varones en el

ámbito público, con sanciones morales a quienes no cumplan estos roles establecidos. En la visión

de Silvia Federici hay una

“persistencia de patrones de género, tradicionales en el reparto de responsabilidades

domésticas…la inflexibilidad al cambio en la distribución de las responsabilidades

domésticas al interior de los hogares contribuye a perpetuar la tensión en la incorporación

de las mujeres en el empleo” (Federici, 2011:19).

La inserción de las mujeres al mercado de trabajo se realiza en condiciones más precarias

que la de los varones, con una presencia de mayor de informalidad y jornadas de trabajo más largas

e ingresos menores (Esquivel, 2016:119). Siguen siendo las mujeres las que enfrentan mayores

dificultades para insertarse en el mundo laboral, las que tienen menores oportunidades de

capacitación, las que en los sectores populares muchas veces quedan a cargo de familias numerosas

y deben ser las encargadas de generar un ingreso para la subsistencia de sus familias, quedando

expuestas a situaciones de pobreza económica. En general en el caso de las mujeres su situación de

pobreza es menos visible ya que queda comprendida dentro de los hogares. La división sexual del

trabajo propicia y potencia esta desigual situación (Todaro, 2002:6). En algunos casos la inclusión

de las mujeres en el mercado laboral reforzó su situación económica desigual, ya que sin abandonar

la tarea doméstica comenzaron a desarrollar trabajos mal pagos haciéndose cargo también del

cuidado del hogar y de sus integrantes. Son muchas las mujeres tienen que cargar con una doble o

2 Bonder, Gloria (2003): “Globalización y Género. Dimensiones económicas, políticas, culturales y sociales. Tensiones,

reacciones y propuestas emergentes en América Latina”, Seminario PRIGEPP-FLACSO, Buenos Aires.

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triple jornada laboral, es decir: trabajo doméstico, trabajo extradoméstico y, en algunos casos, tareas

de índole comunitaria. Sin políticas de estado y sin modificaciones culturales que propicien la

modificación de esta situación, no habrá cambios en el desigual reparto de tareas.

En términos generales y en el campo de la economía social podemos destacar, tal como

señala Valentine Moghadam debido a los impactos de la informalización llevan a que muchas

mujeres desarrollen actividades productivas dentro del hogar en condiciones totalmente precarias.

Para estas trabajadoras no existe ningún tipo de regulación laboral, los salarios o la ganancia

derivada de su producción es demasiado baja como para cubrir un nivel de subsistencia básico, no

cuentan con cobertura médica ni hacen aportes jubilatorios, extienden su jornada laboral más allá de

las ocho horas diarias, cuentan con mano de obra familiar gratuita –muchas veces los niños- para el

desarrollo de sus actividades. Esta es una forma de subordinación hacia la mujer, ya que mantiene la

dependencia. Producto de una sociedad patriarcal que establece y legitima una jerarquía (Hartmann,

1988: 22).

Como podemos ver todas estas son características que precarizan y que no dignifican el

trabajo productivo de las emprendedoras.

Generalmente las ocupaciones femeninas se concentran en los estratos inferiores del

mercado de trabajo en términos de remuneración, calificación, condiciones, estabilidad,

reconocimiento social y perspectivas de desarrollo. Creemos que en el mundo del trabajo las

mujeres que desarrollan actividades en el sector de la economía social son las más desprotegidas.

Las tejedoras artesanales

Dentro de la economía social en la región andino patagónica son muchas las mujeres que se

dedican a la confección textil, la costura y también los tejidos a máquina y artesanales. En la región

la práctica textil, del tejido artesanal es una actividad cargada de significación, que reproduce una

cultura y es realizada casi íntegramente por mujeres, que además en muchos casos forman parte del

pueblo mapuche, con un fuerte peso de esta cultura en las técnicas y dibujos de sus trabajos. Las

mujeres trabajan en sus hogares y también reunidas en cooperativas o asociaciones productivas.

Ellas son portadoras de saberes ancestrales vinculados a la hechura del tejido y a todo el proceso de

confección, esto permite la circulación y transmisión de una cultura aún presente: la mapuche.

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El hilado, el tejido y la artesanía son actividades que el pueblo mapuche y sus integrantes,

practican desde hace mucho tiempo. A partir de la memoria y la transmisión oral ellas aportan a la

circulación de los procesos de identidad, que son prácticas establecidas entre el presente y el

pasado. En palabras de las tejedoras continúan con la actividad para continuar con la cultura

mapuche, para lograr un sustento económico y/o para socializar y compartir con otras mujeres:

"Para mantener la cultura. Estos trabajos nos han enseñado nuestras madres, nuestras

abuelas, no podemos olvidar..."…"Porque es una salida económica"…"Porque nos

juntamos, hacemos reuniones" (Cooperativa Zuem Mapuche, 2017).

En la práctica del tejido artesanal, las actividades de producción que realizan consta de las

siguientes etapas: el hilado, el teñido de la lana -con anilina o tinturas naturales-, el tejido a

telar y también con agujas. El hilado (fuun en lengua mapuche) es la preparación y la

selección de la de lana, que puede ser con un huso o con una rueca. El huso es una

herramienta que gira en el suelo, impulsada por la fuerza de la hilandera, para enrollar el hilo

y obtener una madeja de lana. La rueca es una herramienta más sofisticada que acelera el

proceso del hilado. Aunque según la visión de algunas hilanderas esto provoca diferencias

en la textura del hilo de la lana, a veces generando resistencias en la incorporación de este

tipo de tecnología, por parte de ellas, que prefieren el hilado con huso.

Dos tipos de hilado. Con huso y con rueca

Ellas cuentan que “la gente de antes decía”:

“para aprender a hilar fino, hay que agarrar la araña cuando viene hilando, y ponérsela en la

mano, no matarla. Uno aprende a hilar más fino con eso. Porque lalün (araña), la arañita, es

muy hiladora” (Cooperativa Zuem Mapuche, 2017).

La lana que utilizan para los tejidos puede ser de oveja (incorporada a partir de la llegada de

los colonizadores), de chiva o de guanaco. El vellón se obtiene a partir del esquilado de los

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animales, generalmente realizado por varones. Se trabaja a partir del vellón, a partir de él se realiza

un minucioso trabajo de hilado. Una vez que se obtiene el hilo, se realiza el ovillado o enmadejado.

En un segundo momento, se realizará el teñido del material puede ser con elementos

naturales, utilizando madera, frutas, hojas, corteza y flores, lo hierven con la lana para obtener el

color esperado. Actualmente se han incorporado nuevas técnicas y también se utiliza la anilina.

Cuando la lana está hilada y teñida se utiliza para el tejido o también el telar.

El telar, llamado witral se instala y luego se prepara la urdiembre, que es el conjunto de hilos

colocados en paralelo y a lo largo en el telar para pasar por ellos la trama y formar un tejido. Las

prendas que se hacen en el telar son las matras (lamas), que pueden ser laboreadas, los ponchos

(makuñ), las vinchas (trarilonko), las fajas (chamaltue o trariwe), los caminos (rupulama), para el

apero del caballo las peleras (tramafuri), los cojinillos (chañuntufuku) y los sobrepuesos (muta). En

algunos grupos existía una división en la utilización de las piezas según el género, por ejemplo, las

fajas son elaboradas para las mujeres, mientras que las mantas eran elaboradas para los varones.

El laboreado (ñimin) es la realización de los diseños que se utilizan en cada trabajo, la trama

elegida tendrá un significado, muchas veces vinculados con el entorno natural, en las imágenes

podemos ver tramas llamadas kulen trarú (cola de carancho) y willoz (que volvió).

Imágenes de Cooperativa Zuem Mapuche

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Las mujeres aprenden a edad temprana el oficio, en la infancia o en la juventud, es

transmitido por otras mujeres de la familia. Es interesante observar en el caso de la cultura mapuche

una resignificación identitaria que permitió la revalorización de sus saberes y la recuperación de

prácticas culturales que han incluido el lenguaje mapudungun (habla de la tierra), los conocimientos

en cuanto a sus prácticas productivas e incluso la recuperación de sus apellidos, ya que en muchos

casos fueron reemplazados en el siglo XIX por apellidos españoles. Este pueblo de la Patagonia se

resistió al exterminio del colonizador, que en Argentina se llevó a cabo fuertemente a partir de la

Campaña del Desierto del siglo XIX, que arraso con los pueblos originarios y sus culturas,

expropiándoles de lo material (tierras, bienes) y lo simbólico (lengua, religión, nombre), desde el

sur del Río Colorado, donde empieza la región. Durante más de un siglo, los integrantes del pueblo

mapuche fueron sometidos a la discriminación y la exclusión, producto de la colonización

económica, social y cultural.

Si realizamos un análisis con perspectiva de género, vemos que actualmente con respecto a

la organización familiar la mujer es aun la que se queda en el hogar y se ocupa de la crianza de los

hijos, en el caso de las mujeres en áreas rurales aledañas a las ciudades turísticas de la región se

observa una acentuada división sexual del trabajo, aunque también actualmente las mujeres se

incorporan a nuevos espacios de participación comunitarios y productivos. También observamos

que en la mayoría de los casos las mujeres realizan actividades productivas típicamente femeninas,

que además les permiten alternar el trabajo doméstico con una actividad laboral puertas adentro,

que suma un ingreso económico, que completa o complementa el ingreso familiar.

Tal como señala Rosalba Todaro el trabajo es

“uno de los factores más importantes en la formación de identidad de los sujetos, en la

diferenciación entre los sexos, en la construcción de los géneros y en el establecimiento de

jerarquías sociales” (Todaro, 2004: 15)

en cuanto a la idea de reproducción social dirá que

“es el proceso dinámico de cambio vinculado a la perpetuación de los sistemas sociales, e

involucra tanto a factores económicos como ideológicos, políticos y sociales en un proceso

de mutua influencia” (Todaro, 2004:20).

A través de la división sexual del trabajo tanto entre tipo de ocupaciones consideradas como

típicamente femeninas o masculinas y también dentro de las actividades realizadas en el hogar o

fuera de él, podemos analizar el modelo de relaciones sociales y de poder.

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La historia de los países periféricos se parece mucho a la de las mujeres: una historia de

subordinación en la que las necesidades y los objetivos a alcanzar vienen definidos y enmarcados

por las exigencias y objetivos de otros, sean los países centrales, sea el sector masculino de la

población. La experiencia de los pueblos y de las mujeres parece demostrar que el muchas veces el

repetido argumento de que, si a los sectores dominantes les va mejor, automáticamente les irá mejor

a los dominados, es completamente falso. Esta relación asimétrica de poder entre países también se

visualiza al interior de las comunidades y también en muchos de los hogares.

Experiencias de organización

En la ciudad de San Carlos de Bariloche hay muchas experiencias de organización de

emprendimientos, de mujeres y de tejido artesanales. Dos de ellas se destacan por su trayectoria y

organización: la Cooperativa Zuem Mapuche3 y el Mercado de la Estepa4.

La cooperativa Zuem Mapuche se forma a partir de una iniciativa colectiva, en donde

participan grupos de distintos parajes de la Línea Sur, territorio aledaño a la ciudad de San Carlos

de Bariloche. La experiencia esta imbuida del espíritu ganadero de esa región, caracterizada por la

cría de ovinos, por parte de pequeños y grandes productores. Las mujeres en el año 1973 se

nuclearon en grupos de artesanas, realizando trabajo artesanal, entre ellos el tejido. La organización

fue impulsada por el Obispado de Viedma y apoyado por un programa del Estado. En esos años

eran tres las cooperativas Peñihuen, Artesanal Mapuche y Nehuenche, los pueblos aledaños y las

áreas rurales comenzaron a trabajar juntos.

3 Fue fundada en 1973 en Ingeniero Jacobacci por integrantes del pueblo mapuche, conformado por grupos de mujeres de artesanas

que se nuclearon en cooperativas en Maquinchao, Jacobacci y Comallo

4 El Mercado de la Estepa, Quimey Piuke, que significa de Corazón Buenos en Mapuche, es una asociación sin fines de lucro de

artesanos y productores rurales que comercializan sus productos conforme a los valores del comercio justo.

www.mercadodelaestepa.com.ar

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Local de venta al público en San Carlos de Bariloche

El debate entre las mujeres para llegar al consenso de la organización se potenciará a partir

de las reuniones mensuales que se realizan en los parajes de la Línea Sur, de manera rotativa, desde

principios de la década del 90. Ellas cuentas que en esos años se teñía con anilina y se utilizaba el

huso para hilar, será posteriormente cuando se incorpore la tecnología del hilado a rueca y se

vuelvan a utilizar tinturas naturales a partir de la utilización de plantas de la zona, vemos, así como

se da un doble proceso de incorporación de nuevas tecnologías y recuperación de conocimientos.

Un nuevo desafío será la instalación del local de ventas, en el año 1990, que implicará el desarrollo

de habilidades en las mujeres de la organización y la posibilidad de aumentar sus ingresos. A lo

largo de las reuniones de la organización se profundizaba en temas relacionados con la organización

del pueblo mapuche, la lucha por la tierra y también problemáticas de género, debido a que la

mayor parte de las integrantes son mujeres que asisten a los encuentros con sus hijos. En el año

1998 tomaron forma jurídica como Cooperativa Artesanal Zuem Mapuche, allí se fusionaron las

cooperativas pioneras juntos a otros grupos que aún no tenían forma legal. A su vez esta

cooperativa forma parte de la FECORSUR, que la Federación de Cooperativas de la Región Sur,

con años de experiencia en organización cooperativa. Ellas cuentan que se intentó en todo

momento mantener viva la cultura mapuche, realizar una mejora en la calidad de las prendas y

realizar una actividad autogestionada y en familia.

En la actualidad la cooperativa está organizada en siete centros: San Carlos de Bariloche,

Comallo, Ingeniero Jacobacci, Rio Chico, Pilquiniyeu del Limay, Mallín Ahogado y Maquinchao.

Desde los inicios del proyecto han realizado articulaciones con otras instituciones de la cultura

mapuche como: el Centro Mapuche Bariloche, el Consejo Asesor Indígena, la Ruka Mapuche

Furilofche, el espacio de articulación mapuche, entre otros; también instituciones del estado que

brindan fondos y capacitación.

El Mercado de la Estepa es una asociación civil sin fines de lucro que aúna la producción de

los y las pobladores/as del Departamento de Pilcaniyeu y su territorio aledaño. Participan más de

350 familias, cuyo socio activo es la mujer, en más del 93% de los casos. Las familias pertenecen a

los parajes y centros urbanos de la Provincia de Rio Negro5. Tanto las poblaciones de la Línea Sur

5 Dina Huapi, Pichileufu, Villa Llanquín, Pilcaniyeu, Laguna Blanca, Pilquiniyeu del Limay, Comallo y su área de influencia

(Cañadon chileno, Fita Huau, Anecón Grande y Chico, Pilahue) Corralito y Panquehuau, Jacobacci y las socias de la Cooperativa de

Somuncura de Sierra Colorada, Los Menucos y parajes cercanos.

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como la de Pilcaniyeu sufren el aislamiento de sus comunidades, por las distancias de la región

patagónica, la falta de espacios de encuentro y la posibilidad de sumar miradas y voces con les

otres. En el Departamento de Pilcaniyeu hay dos pequeñas localidades urbana: Comallo y

Pilcaniyeu, con escasas alternativas de atención en salud, educación y trabajo para sus habitantes. A

lo largo del tiempo los trabajos de sus pobladores sufrieron la desvalorización cultural y la

desaparición de prácticas de los pueblos originarios.

El Mercado de la Estepa surge como un espacio cultural y social que propicia el encuentro

entre sus integrantes, llevando a cabo actividades culturales, sociales y educacionales y también de

venta y promoción de los productos de sus asociados y asociadas. Una de sus iniciativas es el

Banco de Lanas, las tejedoras entre sus dificultades encuentran limitaciones en obtener cantidad,

calidad y colores de vellones entre los pequeños productores de ovejas de la zona. En el Banco de

Lanas (hay dos Dina Huapi y Comallo) encuentran materia prima todo el año. Además, funciona

como un fondo rotatorio.

La organización de las mujeres y sus familias a través de la existencia de cooperativas y

asociaciones constituyen espacios de empoderamiento de las mujeres que participan, en donde

pueden compartir y recuperar saberes, salir del aislamiento comunitario o doméstico, y reflexionar y

debatir sobre problemáticas de género y de lucha por la tierra.

Las políticas públicas de economía social desde una perspectiva de género

Existen interesantes iniciativas a nivel provincial como la Ley Nro. 4499/2009, de Fomento de la

Economía Social y Régimen de Promoción de los Mercados Productivos Asociativos, de la

Provincia de Río Negro. Sin embargo, a nivel nacional las normas son antiguas, en el año 2015 se

desarrollaron mesas de discusión en los territorios para concretar una Ley Federal de Economía

Social. Es necesario, en todos los niveles de las políticas públicas, profundizar en aspectos de

género, como la situación de las mujeres de la economía social, las tareas de cuidado y

reproducción, la seguridad social, las cuotas y la paridad al interior de cooperativas y asociaciones,

entre otros aspectos.

Bibliografía

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Women weavers in the Patagonian Andean Region Craftwork, organizational experiences and

gender

Astract: The present work focuses on women who work individually and in organizations, making

handmade fabrics for their own account and for subcontractors, in the Andean Patagonian Region of

Argentina, in the towns of San Martín de los Andes, San Carlos de Bariloche and The Bolsón.

The social economy sector has its own weight and dynamics, women in this population have a

significant weight, working alone, in family enterprises and also in associations or cooperatives of

artisan weavers. Based on a research methodology that addresses qualitative and quantitative

aspects of this universe of study, we will first seek to obtain results about the origin of productive

experiences, weavers' life experiences and their socio-demographic characteristics, the

characteristics of the activities Economic and textile value chain, forms of labor and family

organization, time use, territorial insertion and the influence of Mapuche culture on practices, from

a gender perspective. Secondly, public social economy policies, particularly the presence or the

void of the gender perspective, will be analyzed. All of these are aspects that will allow

contributions to the research on Gender and Labor-Social Economy.

Keywords: Gender, Labor, Social Economy, Public Policy.