medeiros 2004

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  • En la primavera de 1999 particip en San-tiago de Compostela en el Simposio de Antropo-loxa Etnicidade e Nacionalismo in memoriamManuel Murguia, una reunin internacional or-ganizada por la Ponencia de Antropoloxa delConsello da Cultura Galega. Se homenajeabaal historiador tardo-romntico (1833-1923), pio-nero del discurso nacionalista y sistematizador dela defensa de los orgenes celtas de la nacin ga-llega (cf. Murguia, 1985). Record un episodioque haba presenciado en el veranillo de S. Mar-tn de 1997, en la Praza da Quintana, cuando des-arrollaba trabajo de campo en la vieja Ciudaddel Apstol, la sede de gobierno de la actual Co-munidad Autnoma de Galicia.

    La gran escalinata que corta la Praza da Quin-tana es un lugar especial en Compostela. Por ejem-plo, sirve de grada para los grandes comicios na-cionalistas del 25 de Xullo, el Dia da PtriaGalega, o para los conciertos nocturnos que pro-mueve el Concello. Y hay un grupo de jvenes de

    composicin variable que se rene all todos losdas soleados. No es extrao ver dentro de esteconjunto alguien con un aspecto que pretende va-gamente ser celta o peregrino medieval, mo-delos ms o menos andrajosos que siempre meparecen inspirados en cmics franceses de losaos 70 y 801. Consumen drogas blandas, muchovino de mala calidad en envases de cartn, yhay siempre alguien dispuesto a tocar algn ins-trumento. Pero, al caer el da, despus de los mo-mentos ldicos y de solaz, tambin suelen darsebroncas y desavenencias, siendo frecuentes lasintervenciones de la polica.

    Un da, mientras tomaba el sol en las proxi-midades, estall una de esas broncas caracters-ticas del grupo, en medio del vocero, slo pudeentender con nitidez los gritos de uno de los con-tendientes: Vosotros los vascos ni sabes de don-de venides ... madre que vos pario ... de dondeviene vuestra lengua ... nosotros los gallegos so-mos celtas ... celtas ... celtaaas ...! [].

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    Rastros de Celtas y Lusitanos, creencias etnogenealgicas,consumos e identidades en Portugal y Galicia

    Antnio MEDEIROS

    Departamento de Antropologia del ISCTE. Lisboa. [email protected]

    RESUMEN

    Se plantean en este artculo antiguas creencias etnogenealgicas que han prosperado en Galicia y en Portigual y a las res-pectivas transformaciones contemporneas, en el marco del actual proceso de europeizacin.

    Palabras clave: Creencias etnogenealgicas, europeizacin, consumos, identidades, celtas, lusitanos, Portugal, Galicia.

    Celts and Lusitanians tracks, ethno-genealogic believes, consumptions and indentities inPortugal and Galicia

    ABSTRACTThis paper problematizes old ethno-genealogical believes which thieved in Galicia and Portugal, and their consequentcontemporary transformations within the frame of the process of europeanization.

    Key works: Ethno-genealogy, consumptions, Celts, Lusitanians, europeanization, Portugal, Galicia.

    ISSN: 1130-8001

    1 Estos jvenes de variados orgenes son parte del paisaje urbano de Santiago, un famoso centro de peregrinaciones y turis-mo. Pacficos, al fin y al cabo, son vistos por los ms tolerantes como una de las atracciones complementarias que la visita a laCiudad del Apstol ofrece a los visitantes. Pueden ser percibidos como intrpretes de un modo de vida alternativo, para lo cualresultan sugerentes las posibilidades de comparacin ofrecidas por alguna etnografa desarrollada en otros contextos de la llama-da celtic fringe (cf., por ejemplo, MacDonald 1997; tambin McDonald 1989 o Chapman 1978). Similitudes que podran subra-

  • Antonio Medeiros Rastros de Celtas y Lusitanos, creencias etnogenealgicas, consumos e identidades en Portugal y Galicia

    NOTICIAS DE CELTAS Y DE LUSITANOS

    La reivindicacin etnogenealgica escucha-da en la Quintana conectaba con los myths ofethnic descent (Smith 1999) cultivados desdehace mucho tiempo en los discursos nacionalis-tas vasco y gallego2. La defensa del celtismo deGalicia marc las reivindicaciones particularis-tas mantenidas por varios eruditos en el siglo XIXepisodios antecedentes de las movilizacionespolticas institucionalizadas al inicio del cor-to siglo XX (cf. Hobsbawm 1994; cf. Tb. Be-ramendi y Nuez Seixas 1995) y fue una he-rencia preservada en el discurso nacionalistagallego a lo largo del siglo XX.

    Muchas de las representaciones de la cultu-ra nacional gallega, producidas a lo largo deltiempo, han estado sujetas a una dinmica de po-pularizacin y desdoblamientos imaginativos enlos ltimos aos. Esto es posible, ante todo, gra-cias a las circunstancias polticas vigentes enel Estado espaol del ltimo cuarto de siglo, des-pus de promulgada la Constitucin democrti-ca de 1978. En el nuevo marco poltico-admi-nistrativo que la Constitucin comporta, cadauna de las comunidades autnomas qued enla obligacin de demostrar la originalidad desu propia cultura, como sugera James Fer-nndez (cf. Medeiros 1997). Estos proyectos deafirmacin particularista tenan el aval de un lar-go historial de propuestas acumuladas en el casode las nacionalidades histricas Catalua,Pas Vasco y Galicia pero se revelaron como

    exigencias fijadas ex novo en buena parte de lasrestantes autonomas3.

    Al contrario de lo que ocurre en Galicia, enPortugal son ms que discretos los rastros de cel-tas que podemos detectar hasta hoy, porque fue-ron otras las elecciones etnogenealgicas vindi-cadas cuando el nacionalismo apareci msintensamente como ideologa internacional, a fi-nales del siglo XIX y principios del XX4. Enton-ces, fue especialmente valorada la memoria de loslusitanos, una de las poblaciones remotas de laIberia, referida en fuentes literarias griegas y lati-nas, y que habran supuestamente ocupado variostrechos del territorio de actual Estado portugus.El otorgamiento de este privilegio hizo retrocederlas menciones a los celtas que haban aparecidoen las especulaciones etnogenticas de algunos delos ms notables eruditos portugueses de finalesdel siglo XIX. En ellas tenan eco influencias di-rectas de discusiones que atravesaban la Europade dicho siglo, cuando las tesis celtistas conocie-ron sucesivos brotes de entusiasmo (cf. Chapman1992; Juaristi 2000; Pomian 1997; Poliakov 1971).

    En los ltimos aos, a pesar de todo, resur-gieron en Portugal referencias a los celtas, des-pus de un eclipse cuyo inicio data grossomodo del paso del siglo XIX al XX. Como con-trapartida, puede decirse que hoy retroceden o porlo menos se tornan menos exclusivas las refe-rencias a los lusitanos y su correspondiente pre-sencia en el mercado de las imgenes del pasado.Referencias que se haban convertido en insal-vables hacia finales del siglo XIX y populariza-

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    yarse teniendo en cuenta algunos espacios rurales gallegos, donde en los ltimos aos aldeas abandonadas han acogido a gruposde jvenes llegados de diferentes pases de Europa, para quienes Galicia aparece como un lugar celta de eleccin. Por ejemplo,as me lo describi un joven matrimonio francs que conoc en Vigo y que viva en una aldea de la provincia de Pontevedra, a laque slo se acceda recorriendo 12 kilmetros a pie. La localidad haba sido abandonada por los naturales haca ms de 30 aos yocupada por jvenes de diversas procedencias en aos recientes. Estos informantes de circunstancia se dedicaban a la artesana,desplazndose a las ciudades prximas para vender sus productos y hacer performances en las que escupan fuego: ambas prcti-cas me fueron descritas como de origen celta.

    2 Es bien conocido el misterio vasco: como dice Joseba Zulaika: La antropologa racial europea haba producido ya parala dcada de los 1860 varios estudios sobre las diferencias raciales vascas. Anteriormente Humboldt y otros lingistas de renom-bre haban constatado que el euskera es un idioma autnomo y distinto en el mbito mundial. Las palabras y gramticas vascasson no-indoeuropeas. Esta potica del no o de la separacin es el primer acto para convertir lo vasco en objeto etnogrficoprstino. Se establece una diferencialidad pretendidamente irreducible (1996: 21, cursiva del autor).

    3 En cualquier caso, puede decirse, parafraseando a Nicholas Thomas, que la Espaa de las ltimas dos dcadas devino un es-pacio privilegiado para procesos de invencin, reinvencin, objetivacin de tradiciones, culturas y comunidades (cf. Tho-mas 1992). Estos procesos intensificados encontraron en cientficos sociales de toda Espaa participantes entusiastas y tambin cr-ticos ms o menos benevolentes. Hoy, puede decirse todava en la lnea de Thomas, que la naturalizacin de las invenciones se tornen referencia reflexiva, no slo para scholars en este caso, sino tambin para varios de mis informantes gallegos que no eran es-pecialistas.

    4 poca durante la cual, como dice A.M. THIESSE, nombrar ilustres antepasados se convirti en uno de los elementos in-dispensables en la check list identitaria de las naciones (THIESSE 2000; cf. Tb. LFGREN 1989; HOBSBAWM 1992).

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    do sobre todo en las dcadas siguientes a las GranGuerra de 1914-18, cuando empezaron a ser ver-tidas en descripciones literarias, usos retricos ycomerciales, algunos monumentos e imgenes desoporte variado.

    Aparentemente, es en el norte de Portugaldonde se han multiplicado las nuevas evocacio-nes de celtas, aunque ste es un esbozo geogrfi-co incierto de fenmenos nuevos de consumo to-dava muy difusos, an especialmente curiosos,porque tambin conllevan propuestas emergen-tes de identificacin individual o comunitaria has-ta ahora inditas en el contexto portugus. Po-demos reconocer aqu una de las consecuenciasde la creciente fluidez en el trnsito de las ideas,de las personas y de los bienes que la construc-cin del nuevo espacio poltico y econmico eu-ropeo intensific, como parte de un procesoms amplio que John Borneman y Nick Fowlerdesignaron como europeanization5.

    Muchas de las polticas de la diferencia(Gupta & Ferguson 1992) que las invocacionesde los celtas suscitan hoy en da en Portugal o en Galicia de forma ms definida parecenser independientes del intento inmediato de pro-ducir localidades (cf. Appadurai 1995). Pero escierto que ste fue el procedimiento de refe-rencia de las propuestas de idelogos naciona-listas desde finales del siglo XIX, y an hoy tie-ne rplicas sugerentes en el contextotransfronterizo que estoy tomando en conside-racin. As, los fenmenos de mercado induci-dos por la celtofilia se revelan sorprendente-

    mente dependientes de lmites impuestos por lasfrmulas de administracin en funcionamientoen cada uno de los Estados ibricos, y de las his-torias especficas de construccin de culturas na-cionales que se han desarrollado. Estos marcospoltico-administrativos e ideolgicos condi-cionan de forma significativa, en definitiva, lasretricas de apropiacin del pasado que portu-gueses y gallegos pueden ejercer con una pro-babilidad mayor de xito6.

    EN GALICIA, COMO EN IRLANDA,COMO EN IRLANDA ...

    En las dcadas ms recientes dejaron de serdefendidas en los circuitos acadmicos gallegoslas tesis sobre los orgenes celtas de la nacin queapasionaran a sucesivas generaciones de eruditosnativos7. Con todo, aqullas se mantienen comoreferencia genrica al menos la ms fcilmen-te articulable y ntida en sus lneas generales delas creencias etnogenealgicas mantenidas por unbuen nmero de las personas que conoc al hacertrabajo de campo en la Comunidad Autnoma deGalicia. Como quiero subrayar posteriormente,son varias las posibilidades de encontrar afinida-des ideolgicas entre las convicciones difusas dejvenes ms o menos marginales como aque-llos que se sientan habitualmente en las escale-ras de la Praza da Quintana y los fundamentosde iniciativas institucionales actualmente muy fre-cuentes en Galicia. Ambas surgen, en definitiva,

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    5 Nocin que definen del siguiente modo: Europeanization is fundamentally reorganizing territoriality and peoplehood; thetwo principles of group identification that have shaped the modern European order (1997: 487). En el noroeste de la PennsulaIbrica, este proceso se cruza de manera compleja con la consolidacin de las autonomas y de discursos nacionalistas perifricosen Espaa, y tambin con el surgimiento reciente de propuestas de regionalizacin en Portugal. As, por ejemplo, los nacionalistasgallegos se ponen como horizonte una Europa de las naciones donde Galicia ocupara un lugar de pleno derecho: los defenso-res de la regionalizacin en Portugal aluden ms frecuentemente a una Europa de las regiones. En la mayora de estas propues-tas, es la presencia de las fronteras estatales vigentes la que moldea sus lmites. Sin embargo, tambin surgen en ocasiones formu-laciones ms imaginativas que disminuyen aquella presencia y toman el marco europeo como referencia no mediada de hipotticosalineamientos (cf. genricamente Goddard et al. 1994). El conjunto de las naciones celtas o la Europa celta una comuni-dad de pertenencia imaginable para algunos de los gallegos que conoc y donde cabran Galicia y el norte de Portugal son ejem-plos de estas reorganizaciones especulativas facilitadas por el propio proceso de europeizacin.

    6 Tomando las sugerencias de U. HANNERZ, podra decirse, desde una perspectiva ms amplia, que este ejemplo permite re-ferir condicionamientos impuestos a los flujos culturales en la Europa contempornea (cf. HANNERZ 1992).

    7 Pude constatarlo mediante la consulta de algunas publicaciones universitarias ms especializadas y esta impresin me fuecorroborada por informantes que haban realizado estudios de historia o de arqueologa (cf. un registro crtico especializado y re-ciente con Pereira Gonzlez en 1998, que puede ser contrastado, por ejemplo, con Otero Pedrayo 1980). Sin embargo, para estosinformantes, mis preguntas resultaban de alguna manera incmodas o planteaban dilemas, porque eran plenamente conscientes delas relevancia y de la permanencia del celtismo en la retrica galleguista y del modo en como prosperan estas reivindicaciones et-nogenealgicas incluso en nuestros das. Por eso, resultaba proporcional a sus simpatas galleguistas su cinismo o sus comentariossobre la inevitabilidad de la invencin de tradiciones.

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    sostenidas en los mismos mitos de origen que des-de el siglo XIX permitieron imaginar la nacingallega en el tiempo (cf. Anderson 1991; cf. Tb.Smith 1999)8.

    A mediados de los aos 60, el famoso escri-tor lvaro Cunqueiro (1911-1981) pronunci enLisboa una conferencia en la que discurri conmucha gracia y todas las libertades poticas so-bre los celtas y su influencia en Galicia9. Cun-queiro lig a sus conocimientos de cronista delda a da de su tierra, una enorme familiaridad conlas leyendas del ciclo artrico y tambin con con-sideraciones picantes sobre las indagaciones quelos historiadores gallegos haban hecho sobre ellinaje de la nacin. Invoc ante su audiencia ta-bernas de Vigo y clubes de ftbol, marcas de ci-garros y un amplio conjunto de temas o de pro-ductos industriales para ilustrar la viveza de lamemoria de los celtas en la Galicia de las ltimasdcadas. En un momento determinado, Cunquei-ro ironiz sobre el olvido del otro pueblo noble yvaleroso cuya memoria mereca haberse perpe-tuado con igual exuberancia en la Tierra: los sue-vos. Y, sin embargo, slo el nombre de una de lasinnumerables tabernas de Vigo y el ttulo de unarevista poco relevante editada en Buenos Airesa principios del siglo XX (Suevia, 1916), servancomo ejemplo de las reivindicaciones recientesde la memoria de aquellas gentes preteridas. Sien-do imposible relatar las derivas adoptadas por eldiscurso fantasioso de lvaro Cunqueiro, quie-ro decir simplemente que se multiplicaron las ma-

    nifestaciones de celtismo en Galicia y que in-cluso hoy permanecen en el olvido los valero-sos suevos10.

    El celtismo debi su introduccin en Galiciaa las contribuciones de algunos de los historia-dores romnticos ms importantes como Vereay Aguiar (1775-1849), Benedito Vicetto (1824-1878) y Manuel Murguia (1833-1923), inspira-dos por la circulacin europea de este tipo de te-mas ms intensa desde finales del siglo XVIII11.Los intelectuales gallegos dependieron esen-cialmente de fuentes francesas, pero tambin sebeneficiaron del predicamento que estas teorasetnogenealgicas ya haban ganado en Espaa (cf.Barreiro Fernndez 1988; Juaristi 2000)12. De he-cho, Manuel Murguia fue la figura central en elasentamiento de estas especulaciones. En unade sus obras ms famosas el historiador gallegodice lo siguiente:

    El da en que las tribus clticas pusieronel pie en Galicia y se apoderaron del extenso te-rritorio que compona la provincia gallega, ala cual dieron nombre, lengua, religin, cos-tumbres, en una palabra vida entera, ese da con-cluy el poder de los hombres inferiores en nues-tro pas. Fuesen no, fineses gente mshumilde todava, de color amarillo, lengua mo-nosilbica y vida intelectual rudimentaria, tu-vieron que apartarse y desaparecer. Ni en la razani en las costumbres y supersticiones, ni siquieraen los nombres de localidad dejaron huellas desu paso (Murguia 1985: 21-22)13.

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    8 Iniciativas ms acadmicas como el simposio al que alud al principio de este texto, acogen reflexiones generalmente crti-cas de este tipo de fenmenos, propuestas enmarcadas en perspectivas comparativas y bien informadas por la bibliografa recien-te ms especializada. No obstante, como sugiere la invocacin del gran historiador galleguista en este caso concreto, tambin es-tas iniciativas acadmicas pueden ser consideradas como parte de una poltica celebratoria de la cultura nacional, que tiene una granintensidad y expresiones multiformes en la Galicia contempornea.

    9 Esta conferencia consta en un documento sonoro editado por el Consello da Cultura Galega. Anoto a continuacin comen-tarios hechos con base en varias audiciones de este monlogo, poderoso e hilarante, que el escritor hizo en la sede de la asociacinJuventud de Galicia.

    10 Del mismo modo, son discretas en Portugal las referencias historiogrficas y raras las imgenes popularizadas de los sue-vos, bajo cuyo dominio se configur una entidad poltica de relieve, demarcada por las viejas fronteras de Gallecia, durante los si-glos V a VI a. C. Una valoracin curiosa de la herencia sueva en el norte de Portugal y en Galicia fue realizada por Jorge Dias yErnesto Veiga de Oliveira (1963).

    11 Cf. como referencias generales, CHAPMAN 1978, 1992; tb. DIETLER 1994; POMIAN 1997; THOM 1995; JUARISTI 2000.12 Es Barreiro Fernndez quien mejor da cuenta de las vas de recepcin en Galicia del celtismo en el siglo XIX, sealando a

    un tiempo las posibilidades reveladas en su uso poltico posterior, como referencia predominante para la articulacin de definicio-nes particularistas de la nacin gallega: o descubrimiento do celtismo e a sa posterior mitificacin, permitiu contar cun eixo ar-gumental seudohistrico que cumpla unha dobre funcin: articular coherentemente o processo histrico vivido por Galicia na do-bre dimensin de historia e historia estatal, e reivindicar desde a historia a singularidade de Galicia, paso previo de ulterioresreivindicacins (1998: 77).

    13 De hecho, para la posteridad, fue especialmente influyente el trabajo sistematizador y cargado de sentido poltico delPatriarca del nacionalismo gallego, Manuel Murgua. Cito la opinin de un politlogo, especialista en su obra: ... Murguiaaponta a orixe e natureza clticas de diversos elementos materiais e espirituais da cultura histrica galega: castros, costumes, tra-

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    La celtofilia continuar ocupando un lugarmuy relevante en la fundamentacin terica delas especificidades nacionales de Galicia quela llamada Xeracin Ns propuso al final delos aos 1910. En los primeros nmeros de lasrevista que dio nombre a este famoso grupo deintelectuales galleguistas, algunos de los artcu-los ms sustanciales afirman aquel tipo de pe-ticiones con argumentos tradicionales y reno-vados14. Propuestas hechas, en su mayor parte,por el imaginativo y bien informado Vicente Ris-co, el terico decisivo del nacionalismo gallegoen los aos en que ste se consolid como mo-vimiento poltico. En un texto titulado O Drui-dismo no Sculo XX (A Nosa Terra 93, 1919),Risco llega incluso a mostrar su voluntad de ofi-ciar de Archidruda de Galicia, expresando sufascinacin por los trajes blancos, por las coro-nas follas de carballo feitas de cobre y por lostorques douro, lucidos en los Gorsedd de losque existen en la Cambria y en la Armnica (i.e. el Pas de Gales y la Bretaa). Concluye eltexto del siguiente modo:

    Sestes costumes sadoutaran na nosa te-rra, son somente ganaramol-a a xuda dos po-bos irmans, senn quadiantara a nosa aduca-cin artstica e patritica, e faramos xurdirtodal-as virts da nosa raza. Galicia e a necanacin cltica que non se ten axuntado co-as ou-tras pra manteer o esprito da raza. E a que fa-lla na confederacin espritual de kimvs e gaelsy- tempo qu dArts que chama responda ocorno de Breogn. Keltia da viken!.

    Al margen de las fantasas neo-drudicas deRisco y de los argumentos eruditos que des-arroll con sus correligionarios, el celtismo de-vino en cultura de masas en Galicia de modos

    ms prosaicos y precoces. Haba sido un temahabitual en las revistas de americanos des-pus de las ltimas dcadas del siglo XIX, yflorecido en el imaginario de millares de emi-grantes a las grandes colonias gallegas de,por ejemplo, La Habana o Buenos Aires. Su in-fluencia en Galicia provino de los emigrantesque regresaron y de su dinero, que dinamiza-ron nuevas expresiones de capitalismo en lasmayores ciudades gallegas a principios del si-glo XX. Fue en Vigo y en La Corua por me-diacin de la publicidad de nuevos productosindustriales o de deportes de masas que elceltismo floreci intensamente, ms all de loscrculos poticos y eruditos donde haba sidocultivado desde principios del siglo XIX15. As,a la manera de lvaro Cunqueiro, puede de-cirse que el club de ftbol Real Celta de Vigoes tan antiguo como los textos celtfilos de lasrevista Ns.

    Las referencias a Bretaa e Irlanda fueronmuy frecuentes en la retrica galleguista desdesus orgenes y se intensificaron con el tiempo,cuando comenzaron a emerger reivindicacionesnacionalistas polticamente organizadas en1916/18. Se reivindicaron afinidades tnicas re-motas, similitudes culturales, paralelismos en losrespectivos movimientos particularistas y se pro-nunciaron declaraciones de solidaridad ms o me-nos rotundas. No obstante, considero que siem-pre fueron escasos o prcticamente inexistenteslos contactos directos, escasa la circulacin de in-formaciones entre Galicia y las dems namsceltas hasta donde he podido inferir de lacalidad de las referencias aparecidas en la pren-sa galleguistas a lo largo de dcadas.

    Por ejemplo, fueron literarias y distanciadaslas referencias al movimiento irlands del Home

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    dicins e mitoloxias. (...) Asi pois, na sua funcionalidade de fornecimento dun pasado histrico glorioso e dun presente de digni-dade e mesmo superioridade tnica, a consideracin de Galiza como una nacionalidade cltica integra sen dbida e eixo centralno que Murguia fundamenta o seu proxecto de reconstrucin nacional (Miz 1984: 270-271). Curiosamente, el lugar de tertuliahabitual de Murguia y de sus colegas a finales del siglo XIX era una librera de Corua sugestivamente apodada la cova cltica.

    14 Xeracin Ns, designacin retrospectivamente aplicada [A] un grupo amplio de intelectuales que realiza definiciones deci-sivas de una cultura nacional gallega nueva e instaur el nacionalismo como movimiento poltico (Beramendi y Nuez Seixas 1995).La revista modernista Ns se edit en Ourense entre 1920 y 1935, y fue en referencia a ese ttulo que, a posteriori, fue la llamadaprimera generacin de nacionalistas gallegos. Vicente Risco dedica una de las piezas celtfilas ms elaboradas surgidas all Ga-lizia Cltica a Don MANUEL MURGUA, respeitosamente, (Ns 3, 1920).

    15 En cualquier caso, la oferta de productos comerciales que podan ostentar representaciones mercantiles del celtismo de Ga-licia, se mantuvo modesta durante la mayor parte del siglo XX y hasta los aos recientes. La dinmica expansiva de la economagallega result limitada con la crisis global de 1929; ms tarde, bajo las condiciones de autarqua econmica impuesta por el rgi-men autoritario de Franco durante dcadas, se revel poco importante el crecimiento de la industria en Galicia, al tiempo queprosperaban otras regiones de Espaa.

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    Rule hechas por un intelectual excepcionalmen-te informado como lo fue el regionalista fini-secular Alfredo Braas (1859-1900), redactorde un influyente poema/palabra an hoy conoci-do en Galicia: Ergue, labrego! Erguete e anda!Coma en Irlanda! Coma en Irlanda! (cf. gen-ricamente, Braas, 1990). Tambin fue notoria-mente determinado por las grandes agencias deinformacin, el conocimiento que los naciona-listas gallegos de finales de los aos 1910 tuvie-ron del curso de la guerra de independencia en Ir-landa. Estos intelectuales, pertenecientes a la quehoy llamamos Xeracin Ns, cantaron con emo-cin a los mrtires de la causa independentistasirlandesa o dieron noticia de los avances de lasreivindicaciones regionalistas de Bretaa en suspublicaciones. No obstante, no hay noticia de queexistieran contactos polticos e intelectuales di-rectos con cualquiera de los movimientos en-tonces activos en el litoral cltico.

    Por diversas razones, las referencias a Ir-landa tuvieron un carcter ejemplar; algunas sesostuvieron en viejos mitos dado que, supuesta-mente, seran celtas oriundos de Galicia los con-quistadores de Irlanda en un perodo muy leja-no. Segn el Leabhar Gabhala (Libro de lasConquistas de Irlanda) se haba producido unaexpedicin bajo el mando del rey Breogn16. stees un personaje mtico al que se alude en el him-no gallego datado a finales del siglo XIX e in-terpretado por vez primera en La Habana en1907, est en la actualidad oficializado don-de varios versos aluden a los gallegos como fi-llos o la nazn de Breogn; himno que he es-cuchado cantar por millares de gallegos,conmovidos, en diversas ocasiones. Por otra par-te, desde mediados del siglo XIX, bajo el in-flujo del movimiento Celtic Revival, los crcu-los intelectuales y artsticos de Irlanda y de la

    dispora irlandesa en Amrica, haban propi-ciado representaciones especialmente prestigio-sas de lo que era celta: ideas y elementos decultura material que tuvieron una circulacincosmopolita significativa, como sugiere Elds-tein (1992). Otras razones ejemplificadoras eranms prcticas en trminos polticos. Venan delradicalismo y las conquistas conseguidas en elmbito del movimiento nacionalista irlands,que culminaron con el surgimiento de la Rep-blica de Irlanda en 1921, cuando la organizacinpoltica del nacionalismo gallego todava dabasus primeros pasos17.

    LO QUE DICEN LOS ARQUELOGOSY LAS LECCIONES DE LOS TRBOLESEN LA ESPUMA DE LA CERVEZA

    Recientemente, un arquelogo de una de lasprincipales universidades espaolas, sostuvo unplanteamiento sutil respecto de las posibilidadesde inferir la presencia pretrita de celtas en Ga-licia. Ruiz Zapatero historia las fluctuaciones delinters por los celtas y los beros por parte delos intelectuales espaoles, y las relaciona con lasucesin, a nivel estatal, de ideologas y regme-nes desde principios del siglo XIX. Sugiere depasada que fueron especialmente llamativas es-tas fluctuaciones en las primeras dcadas del r-gimen autoritario de Franco, cuando el pan-cel-tismo de las interpretaciones de la proto-historiade Iberia logr considerable predicamento en loscrculos arqueolgicos oficiales, reflejando lassimpatas polticas del nuevo rgimen as comola formacin germnica de algunos arquelogosentonces preeminentes a nivel estatal. Hablandode los aos ms recientes, desde principios de los80, nos dice Ruiz lo siguiente:

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    16 Cotejar la propuesta de traduccin al gallego realizada en 1931, en el n. 86 de la revista Ns. Curiosamente, un volumende 1993 para uso en las escuelas secundarias lleva por ttulo Fogar de Breogn: Cincias Sociais. Otro ttulo imaginativo, de unensayo sobre la economa y el comportamiento poltico en la Galicia contempornea, es El Talante del Sr. Breogn.

    17 Los orgenes neo-latinos del gallego, fueron una de las debilidades ms notorias de las pretensiones gallegas al reconoci-miento de su integracin en el concierto de las naoms clticas. Vimos cmo Murguia reconoca a los supuestos antepasados cel-tas tambin el uso de la lengua, una cuestin entonces importante dado el prestigio de la filologa como disciplina matriz desde laque especular con un mayor grado de certeza sobre los orgenes tnicos (cf. POLIAKOV 1971). El misterioso desvanecimiento dela herencia lingstica de los celtas en tierras gallegas, no recibe un tratamiento detenido en la obra de Murguia como tampoco enla de sus sucesores, dedicado por lo general a especulaciones filolgicas construidas en torno a algunos topnimos consideradosms prometedores. Todava en nuestros das, aquella ausencia ser una de las razones esenciales de la discriminacin que sufre elreconocimiento de la cultura gallega en el mbito de la Europa cltica, impidiendo su plena integracin en el circuito de trnsi-tos y solidaridades existentes entre los movimientos nacionalistas etno-lingsticos que triunfan en Francia y en el Reino Unido (cf.las sugestivas ilustraciones de Maryon McDonald 1989).

  • The Autonomous Communities encoura-ge the explorations of their past as part of thevery legitimate task of discovering their natio-nal and regional identity. But on occasionsthese roots from the past are distortions (Gon-zlez Morales 1992), as when current politicaland administrative units are described to proto-historic ethnic groups. (...) Moreover, the dan-ger of distortion is considerable in view of po-pular works by local scholars and amateurs thatencourage fanciful interpretations, probably withthe best intentions, but with little knowledge ofhistory. For example, Celtic mythologisationsappear to awaken a response in the north ofSpain, in regions such as Galicia and Cantabria,precisely where the rigorous examination of thearcheological evidence make it very difficult tosee any Celts in the tradictional sense (RuizZapatero 1996: 1890-190, mi subrayado).

    No puedo entrar a valorar la bondad de lasrazones que sostienen la postura tan vehementede este arquelogo, incluso presumiendo que es-tn avaladas por referencias autorizadas y ac-tuales. En la ilustracin de las apropiaciones re-cientes, noto de pasada, podemos quiz reconoceruna cierta irona con relacin a las dinmicasde periferializacin de las modas y de la lo-calizacin de celtas argumentadas por M.Chapman (1982). La verdad es que Ruiz Zapa-tero ni siquiera cita a los arquelogos gallegosdel siglo XX que consumieron sus vidas bus-cando pruebas cientficas de aquellas reivindi-caciones etnogenticas18. Considero, en cualquiercaso, que la cuestin ms fascinante de las aqusugeridas con independencia de la calidad dela informacin cientfica de que disponan los

    grandes arquelogos nacionalistas gallegos comoFlorentino Cuevillas o su discpulo Fermn Bou-za Brey (1901-1973) se encuentra en las ex-presiones de celtismo en la Galicia actual. Eneste registro, el preferido de los antroplogos,son irrelevantes las condiciones de produccinde pruebas cientficas en el trabajo de los ar-quelogos e intensa la fascinacin de las posibi-lidades de anlisis que propicia la reproduccinde una cultura nacional.

    En aos ms recientes, al finalizar la dicta-dura en Espaa, ganaron una expresin ms efec-tiva las posibilidades de contacto entre Galicia yotras reas de Europa, habindose privilegiado elllamado litoral cltico de Europa, donde se in-cluye Irlanda, Bretaa, Escocia, Pas de Gales,Cornualles y la Isla de Man las dems na-ciones clticas citadas por los galleguistas msavezados19. En la actualidad, se popularizan estetipo de reconocimientos por medio de hbitos in-ducidos de consumo al que da respuesta un flo-reciente mercado en Galicia20.

    Para muchos visitantes extranjeros en Ga-licia que conoc en Compostela, la abundanciareciente de imgenes y ofertas mercantiles sa-tisface sus expectativas de estar visitando unpas celta. Considero que no deben descui-darse estas asociaciones aparentemente super-ficiales, por cuanto hoy es importante la canti-dad de referencias tericas que nos permitenrelacionar la circulacin de estereotipos, los con-sumos, y las reivindicaciones de identidades so-ciales21.

    Si subrayamos el carcter matricial de las pro-puestas de caracterizacin de la cultura gallega y

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    18 Y, sin embargo, estos son figuras muy celebradas mediante toda clase de iniciativas institucionales en la Comunidad Aut-noma de Galicia hoy en da. Es cierto que fueron aficionados, cuya obra extensa fue en su mayor parte editada en boletines pro-vinciales o en revistas portuguesas de prestigio relativo (tambin, ocasionalmente, en revistas madrileas publicadas por institu-ciones de referencia estatal). En cualquier caso, tambin es cierto que en obras de referencia menos sospechosas ya en la segundamitad del siglo XX como la monumental Historia de Espaa dirigida por Menndez Pidal o en Los pueblos de Espaa de JulioCaro Baroja las referencias a Galicia como bastin de la presencia celta en la Pennsula continan apareciendo.

    19 Esta lista puede ampliarse en los aos recientes con la mencin de Asturias y Cantabria, aunque por lo general stas son in-cluidas por nativos de estas mismas autonomas.

    20 En Portugal, he escuchado afirmar el celtismo de Galicia mediante la referencia a factores tan dispares y equvocos!como la cantidad de personas de tez clara o la existencia de monumentos megalticos, pero tambin por la variedad de msica cel-ta que se podas escuchar en los bares, la importancia de la oferta de cervezas irlandesas o los adornos empleados en la joyera co-mercializada por vendedores ambulantes en Santiago o en Vigo. Hoy, incluso en los mostradores de las joyeras ms vetustas deCompostela, el trabajo de plata con motivos celtas compite cada vez ms con la platera de motivos religiosos y con la joyerade azabache y plata, muy caracterstica de la tradicin local, donde imperaban los motivos neo-mudjar y neo-romnticos, formashistricas establecidas a finales del siglo XIX.

    21 Ver HERZFELD 1992, MILLER 1987, APPADURAI 1986, e incluso el argumento de mayor profundidad temporal pro-puesto por Campbell (1994) a propsito de los consumos. Se encuentran referencias curiosas a una ya casi extinta circulacin trans-atlntica de elementos de cultura material de inspiracin revivalista cltica en la antologa organizada por Eldstein (1992).

  • paas, jigas, el mago Merln, baladas tristes, kiltsa cuadros, empanadas de atn y pelculas de JohnFord. Debe quedar claro que esta visin es deayer tarde. Durante cerca de veinte siglos, cuan-do se hablaba en Europa de celtas era para re-ferirse a Francia (Juaristi 2000: 229).

    En los ltimos aos en Galicia, ms all delas habituales empanadas y de las creencias enla Santa Compaa que tanto atraan a etngrafosdesde el siglo XIX tambin se multiplican im-genes de duendes, las traducciones de cuentos dehadas, la produccin nativa de este gnero de li-teratura infantil, las performances de brujas y ma-gos por las calles de las ciudades y villas, etc.La Comunidad Autnoma se torn Terra Meigaen las promociones tursticas oficiales, y elefecto escenogrfico de las brumas en las im-genes de los acantilados o de los bosques, ha te-nido un lugar destacado en las imgenes de supropaganda. El whisky Dyck de los tiempos mez-quinos de la autarqua franquista, ha sido susti-tuido en los bares por el 100 Pipers (un consu-mo de Scotch que se ha vuelto sorprendentementepropio, porque lo apodan 100 Gaiteiros sus con-sumidores habituales). Msicos que tocaban laguitarra elctrica, rockeros de finales de los aos1970, han ido encontrando en su camino gaitas,arpas y acordeones, al tiempo que ganaban fama,algunos como intrpretes de msica celta en loscircuitos de World Music. Ahora, la nueva gene-racin de promesas de msica gallega casi siem-pre calificada de celta sale directamente de lasescuelas de gaita, que se han multiplicado nota-blemente en aos recientes, y de donde procedenbandas de regimiento que imitan a las escocesas22.Tambin hay articulistas visionarios que defien-den en los peridicos que Galicia tiene condicio-nes ptimas para competir con Gales, como es-cenario de pelculas de ambiente cltico de lasgrandes producciones americanas. Son infini-tos, en definitiva, los ejemplos que podramos ex-traer de la cotidianidad gallega, donde cada da

    de sus pretendidas races proto-histricas formu-ladas hasta 1936 y que hoy en da se populari-zan a gran velocidad, podemos dar cuenta del ca-rcter reflexivo de muchas de las expresionesactuales de celtofilia en Galicia. As, por ejem-plo: el convencimiento de que existen afinidadespan-clticas ha llevado a varios de los gallegosque conoc a viajar por Escocia o por Irlanda enlas vacaciones. Algunos otros han conseguido so-cios para desarrollar proyectos teatrales en Bre-taa, organizado excursiones de criadores deganado a Gales, comenzado a tocar con msicosoriundos de las naoms celtas, convivido demanera preferente con irlandeses que trabajabanestacionalmente en Londres, traducido apasiona-damente a autores irlandeses, participado en laorganizacin de festivales de msica celta enGalicia, aprendido a grabar motivos celtas entalleres patrocinados por la Xunta de Galicia, etc.

    Relatar a continuacin mltiples historiasque me contaron a lo largo del tiempo, en unoscasos relacionadas con consumos especficos yen otros con peripecias biogrficas que van fa-miliarizando a los gallegos contemporneos conel mundo celta. Todas ellas, de alguna mane-ra, pueden relacionarse con la vigencia de un con-junto de referencias que se van reproduciendoacumulativamente, favorecidas por las nuevascondiciones polticas vigentes en el Estado actualespaol y por el proceso paralelo de integracineuropea.

    En un texto reciente, Jon Juaristi hace un re-sumen un poco en forma de parodia del tipo deimgenes cosmopolitas que representan ms co-mnmente lo que es categorizado como celta:

    Cuando omos hablar de celta pensamosde inmediato en Irlanda, Escocia, Gales y Bre-taa. Quiz tambin en Galicia. Los ms ente-rados completarn el conjunto con Cornualles yla Isla de Man. Pensaremos asimismo en gaitasy arpas, en paisajes brumosos al borde del mar,whisky, bosques poblados de hadas y duendeci-llos, ejrcitos fantasmales, banshees, santas com-

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    22 El folk gallego o la msica gallega de raz celta, se torn en los ltimos 20 aos uno de los productos locales de expor-tacin de mayor xito, difundido en los circuitos de consumo de la llamada World Music (o Roots). Nombres como los de losgaiteros Xos Manuel Budio o Carlos Nuez ambos formados en las nuevas escuelas de gaita o de grupos como Milla-doiro, los Cemps, etc., se cuentan entre sus ms notables intrpretes. Con respecto a las bandas, es particularmente famosa enGalicia objeto preferido de atencin por parte de los crticos de la invencin de tradiciones la Real Banda de Gaitas daDeputacin de Ourense, dado el rigor de su vestuario y lo imponente de sus representaciones, y que constituye el modelo msemulado en la actualidad en villas y aldeas, donde las bandas de gaitas de regimiento se multiplicaron esponencialmente en losltimos aos.

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    se multiplican las seales de una nueva culturalmaterial que reproduce o se apropia de las tradi-ciones inventadas hace ya tiempo en Escocia oIrlanda. Pero ms all de los objetos, tambin haypersonas que se mueven de forma cada vez msactiva en el mbito de la Celtic Fringe y que a re-sultas de estas experiencias ven transformadossus recorridos biogrficos.

    En Santiago, uno de mis informantes era unhombre escocs, Shawn, residente en Galicia des-de haca aos, donde haba conocido a su actualmujer una profesora gallego parlante y con sim-patas nacionalistas cuando sta viaj a Esco-cia. Despus del matrimonio, l haba consegui-do empleo en un bar irlands de Santiago,establecimiento de un tipo muy singular, existenteen todo el mundo y especialmente en las ciuda-des grandes. A pesar de que Compostela no seauna ciudad muy grande tampoco lo son Vigoo La Corua hay all varios bares irlandeses yotros en los que se pueden tomar bebidas origi-narias de Irlanda. Cuando haca trabajo de cam-po, en 1997-8, estos eran ms numerosos y anti-guos que en las ciudades portuguesas, unavariedad de oferta que quiz pueda ser tomadacomo un indicio de como la celtofilia que infun-de cultura nacional torn a Galicia en un merca-do especialmente interesante para los promoto-res de estos negocios globalizados.

    En el primer empleo que consigui en Gali-cia, Shawn haba aprendido a hacer sobre la es-puma de las jarras de cerveza Guiness un pe-queo trbol perfecto uno de los smbolosnacionales de Irlanda. El truco entusiasmaba a losclientes de un bar nuevo en el que trabajaba du-rante mi estancia. Mi informante nunca aprendia hablar espaol, y se expresaba exclusivamenteen gallego, surgiendo as como un caso raro demonolingismo en un contexto tan marcado pordiglosia como es Santiago (y Galicia en su con-junto). En nuestras conversaciones se mostrabasiempre bastante convencido del carcter celtade muchos de los monumentos, de la msica o delas tradiciones gallegas. Me dijo incluso que pro-

    yectaba aprender galico, proponindose una suer-te de regreso a sus orgenes ancestrales, hacia elque se senta impelido por su experiencia de vidaen una localidad rural en la que resida junto a sussuegros. En Escocia, donde pas la mayor partede su vida, Shawn vivi en una de las mayoresciudades del sur, donde se hablaba ingls, y enlas visitas realizadas a la aldea de los High-lands, de donde eran los padres, nunca se habasentido la necesidad de aprender galico (cf. Mac-Donald 1997).

    Como pude comprobar a lo largo del tiempo,no eran referencias librescas minuciosas las quefundaban el reconocimiento de Shawn de aque-llo que poda ser considerado celta y que per-ciba repartido, supuestamente entre Galicia, Es-cocia e Irlanda23. Era, ante todo, un conjunto decreencias bastante fluidas, transmitidas oralmen-te, que se haban intensificado desde su llegada aGalicia. Esta intensificacin de las creencias sejustificaba en que parecan ms acadmicas ytenan derivas nacionalistas las personas conlas que comenz a convivir cuando abandon Es-cocia y el medio trabajador en el que se haba cria-do. Por eso, no me sorprenda que Shawn valo-rase sus experiencias en el contexto rural parahablar de lo que consideraba celta en Galiciay, de paso, en otras naoms. Aunque este tipo deideas se den tambin en contextos urbanos, cons-tituyen un discurso sobre el mundo rural y suspretendidos misterios, desde el que es ms leg-timo proceder a su validacin.

    HISTORIAS MS O MENOS SABIDASDE MICHEL Y LAS CONFIDENCIASDE PRIMITIVO

    El Simposio Etnicidade e Nacionalismo fueun encuentro internacional en el que estuvieronpresentes estudiosos de estos fenmenos his-toriadores, antroplogos y cientficos polticos,en su mayor parte oriundos de varias de las na-cionalidades perifricas de Europa, como el Pas

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    23 Son oriundas de Irlanda y tambin de Escocia la msica, objetos y bebidas alcohlicas que constituyen las principalesreferencias de bienes de origen celta; en contrapartida, tienen una circulacin ms estrecha las referencias de Bretaa. stas se ha-cen, generalmente, mediante motivos de design, de msica menos mercantilizada y de frecuentes referencias literarias. Las alu-siones a Cornualles o a la Isla de Man son por lo general sucintas, y no suelen ir ms all de su inclusin en la lista de las naomsceltas o, en aos ms recintes, en la justificacin de invitaciones a msicos que cobran eventualmente cachs ms modestos porparticipar en festivales de msica celta.

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    Vasco, Catalua, Irlanda, Escocia, Bretaa o Flan-des24. Los contenidos de las comunicaciones pre-sentadas fueron diversos, en su mayora muy ac-tualizados en cuanto a la bibliografa crticaque los temas a debate haba generado en lasltimas dcadas.

    Uno de los invitados era un acadmico veni-do de la Universidad de Rennes en Bretaa, Mi-chel Thomas. Tuve bastantes oportunidades dehablar con este profesor de ciencia poltica a lolargo de los tres das que dur el encuentro. Suasistencia haba sido organizada a travs de uncontacto institucional promovido por el Conselloda Cultura Galega junto con la Universidad deRennes, dado el expreso inters por parte de laorganizacin en que hubiera un representante deBretaa, tal y como me explic el coordinadordel evento25. Not que no haban sido regulareslos contactos institucionales con Bretaa, al me-nos por parte del Consello da Cultura. Pero, porotra parte, ya son frecuentes los actos institucio-nales en Santiago que cuentan con la presenciade acadmicos oriundos de Bretaa, Escocia, Ga-les e Irlanda, sobre todo en la Universidad de San-tiago, una institucin galleguizada al abrigo delEstatuto de Autonoma en las ltimas dcadas.Pero tambin en los medio ligados al comercioy a la industria, si tenemos en cuenta los infor-mativos de la TVG o los peridicos gallegos, pa-rece notable la voluntad de privilegiar estos con-tactos en el mbito del litoral celta, al tiempo quese manifiesta la intencin ms prosaica de emu-lar los recientes xitos econmicos del tigre cel-ta Irlanda encubierta en el uso de metfo-ras antiguas que describen afinidades culturales.

    En una de la sesiones del Simposio, MichelThomas present una comunicacin titulada:Mouvement Breton: La Culture au Coeur du Po-litique (cf. Thomas 2001). En ella relat los pa-sos ms descollantes dados por el movimiento na-cionalista bretn, destacando la importancia de lasreivindicaciones en torno a la lengua y la culturaautctonas, con relacin a la descripcin de las re-clamaciones de autonoma poltica, a lo largo delsiglo XX. En nuestras conversaciones posterio-res, privadas, me sorprendi la cantidad de refe-rencias autobiogrficas y descripciones de lacultura bretona que podra juzgar estereotipadas.stas parecan parte del discurso descrito en al-gunos momentos de forma sardnica, poco comnen textos etnogrficos por Mayron McDonalden su trabajo sobre el movimiento bretn.

    Michel me cont, por ejemplo, las amargurasde la represin impuesta en el pasado lejanoya, de hecho indeterminado sobre los nios queen la escuela hablaban bretn en lugar de francs.Tambin me cont las humillaciones clasistas queel uso del bretn poda suponer para los grupossociales ms modestos o para los habitantes depequeas comunidades rurales o de pescadores.En su caso personal, dado que sus padres eran declase media y no hablaban bretn, aunque s lohacan sus abuelos paternos, no haba tenido opor-tunidad de aprenderlo de nio26. Lamentaba sudesconocimiento del bretn y haba hecho algu-na tentativa de aprenderlo, abortada por la faltade tiempo y consecuente dedicacin a un apren-dizaje tan exigente (cf. McDonald 1989). Era sig-nificativo, en cuanto a la descripcin propuestapor McDonald, la dimensin pica latente en la

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    24 Estaban tambin presentes conferenciantes de otras regiones de Espaa venidos de universidades con sede en la capitalde otras comunidades autnomas, como Andaluca o Castilla-Len y tambin dos portugueses.

    25 El coordinador del simposio qued impresionado con la eficacia y la buena disposicin mostrada por Rennes; en su opinin,se haba abierto una puerta para perpetuar los contactos en el futuro. El elogio que hizo de la voluntad mostrada por los bretonesen la promocin de su propia cultura, estuvo acompaado de crticas al faccionalismo que boicoteaba las iniciativas ms positivasdestinadas a promocionar la cultura en Galicia.

    26 En Galicia al contrario de Bretaa, Pas Vasco o Escocia las dificultades con que se encuentra quien quiera aprendergallego son mucho menores. Se mantiene considerable hasta hoy, el porcentaje de nativos cuya lengua materna fue el gallego; he-cho que puede ser interpretado, en este caso particular, como consecuencia lateral de los ndices dbiles de modernizacin de laeconoma y de la sociedad gallega (hasta hace poco las lites polticas, econmicas y profesionales gallegas eran castellano par-lantes). Aunque sean antiguas e relativamente frecuentes las historias de represin del uso de la lengua verncula en Galicia, pare-cen menos frecuentes e intensas sus denuncias, por comparacin con Bretaa y Escocia. En mi opinin, esto ocurre porque la ma-yora de los miembros de las nuevas clases medias en Galicia franja del electorado donde son ms notorias las simpatasnacionalistas tienen, muy frecuentemente, un origen campesino mucho ms cercano. En muchos casos, son la primera genera-cin con competencia en el uso del castellano, y perciben el bilingismo como un bien preciado y difcilmente adquirido gracias alos esfuerzos de los padres. Muchas de las denuncias de represin que pude encontrar en peridicos nacionalistas militantes esta-ban considerablemente estereotipadas; con frecuencia se inspiraban en ejemplos oriundos de otras naciones de la Celtic Fringe(enumerados por las lecturas crticas de Malcom Chapman, Maryon McDonald o Sharon MacDonald citadas anteriormente).

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    narracin de la constancia de la resistencia de losbretones frente a lo francs y a la cultura france-sa. Me sugiri incluso, en algunos momentos ennuestra conversacin, la oposicin de dos mun-dos irreductibles en que uno de ellos pareca con-denado a desaparecer por ser ms dbil y estardominado (cf. Chapman 1978, 1992).

    La verdad es que la continuacin de nues-tras conversaciones permiti a Michel desdra-matizar las sugerencias de opresin y de inmi-nencia de desaparicin de la lengua y culturaautctonas. Haba buenas noticias que ademsya haban sido transmitidas en su comunicacinen el simposio sobre los progresos en la recu-peracin del uso de la lengua bretona, de la vi-veza de la militancia nacionalista y de las garan-tas legales con las que poda contar. En una delas maanas, sin embargo, noticias llegadas deFrancia vinieron a empaar la disposicin de Mi-chel: haba explotado una bomba en un restau-rante McDonalds de una pequea localidad bre-tona, con el resultado de un muerto. Se hablentonces de las expresiones radicales de la mili-tancia antiglobalizacin y despus, inevitable-mente, de las reivindicaciones independentistasen el Pas Vasco.

    Pero, con independencia de las noticias fu-nestas que cada maana puede traer, y toman-do como referencia propuestas de Edward Bru-ner, se puede decir que tambin en este casoestaba emergiendo una nueva narrativa o his-toria dominante sobre la cultura bretona (cfBrunner 1986). Ya parecan conjuradas las ame-nazas ms negras del asimilacionismo, que ha-ban parecido ineluctables en el pasado, y elrelato de agravios quedaba sobre todo circuns-crito a un pasado mal definido y a vctimasdistantes y vagamente identificadas. La persis-tencia de la militancia cultural depositaba espe-ranzas claras en el resurgimiento de la cultu-ra bretona (cf. Bruner op. cit.). Tambin parecantriunfar en Galicia estas perspectivas genrica-mente positivas; aunque se mantengan activaslas referencias alarmistas a la prdida de la iden-tidad y de la lengua, considero que los tiem-pos que corren se pueden caracterizar, ante todo,por la celebracin festiva y esperanzada del fu-turo de la cultura autctona. sta ha sido defi-nida, hasta hoy, de manera muy influyente porMurguia y por los intelectuales galleguistas delos aos 20 y 30 del siglo pasado, en cuyas con-tribuciones la vocacin europesta de los galle-

    gos y de sus supuestas afinidades con los pasesdel litoral celta de Europa son invocadas, enclaro contrapunto a los orgenes bereberes de losberos, cuyos descendientes seran responsablesde la opresin secular de la Terra en el mbitodel centralizado Estado espaol (cf. por ejem-plo, Castelao 1976).

    En una de aquellas tardes de abril, cuando anhaba coloquio, encontr a Primitivo, un infor-mante y amigo que siempre estaba al tanto de laintrigas que circulaban en los medio vinculadosa la cultura de la Comunidad Autnoma. ste esun terreno de intensas disputas polticas que ge-neralmente se centran en las prioridades delgasto de los importantes recursos disponibles parala promocin de la cultura galega por el gobier-no autnomo que, por regla general, la oposicinnacionalista juzga o insuficientes o mal dirigidos.Me dijo entonces que haba escuchado ltima-mente que el Festival Internacional del MundoCelta de Ortigueira, pasara a ser financiado porla Xunta de Galicia. Primitivo estaba un poco con-fundido, y posea sentimientos ambiguos respec-to a esta novedad que se comentaba en aquellosdas.

    Eran antiguas y muy sentimentales sus rela-ciones con aquel evento pionero en Galicia, taly como yo saba por conversaciones que haba-mos mantenido en el pasado. Primitivo era na-tural de una de las villas en la costa norte de Ga-licia, cerca de Ortigueira, y haba estado vinculadoa la organizacin del Festival del Mundo Celtadesde su primera edicin en 1978. Por ejemplo,me haba descrito las cargas policiales, frecuen-tes en aquellos aos agitados de la transicindemocrtica que siguieron a la muerte de Fran-cisco Franco. Me explic tambin la razn de laposterior interrupcin del festival, que dur va-rios aos: la creciente afluencia de toxicma-nos, generalmente heroinmanos, haba hechoimposible la edicin del evento, que fue poste-riormente suspendido durante varios aos hastasu reanudacin en fechas recientes. Me deca Pri-mitivo con bastante gracia: non sei porque, osyonkies a musica celta cae-les bn. Lo cierto esque algn tiempo despus, cuando regres aLisboa, supe que se confirmaban las informacio-nes privilegiadas de mi amigo gallego: el site delConcello da Cultura Galega informaba que laXunta se haba convertido en patrocinador delFestival do Mundo Celta, en trminos autocom-placientes muy expresivos.

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    27 Resulta imposible hacer un relato cicunstanciado de las apariciones de celtas en estas tesis o de las polmicas que entoncesmantuvieron entre s estos prolficos autores, no siempre perseverantes y rigurosos en sus valoraciones. Anoto algunos ejemplos.Vocero de tesis decadentistas entonces influyentes, Oliveira Martins expona, en 1881, una expresin de atavismos clticos alhistoriar las revueltas campesinas del tiempo de Maria da Fonte, y ah hallaba la certeza de la prxima muerte de la nacin (cf. Mar-tins s.d,; tambim MEDEIROS 1995). Tefilo Braga, quien posiblemente fue el ms errado e influyente! de los especulado-res, escriba sobre Usos Funerrios em Portugal en una obra curiosa, la Encyclopedia Republicana. Revista de Sciencias e Lite-ratura ao alcance de todas as intelligencias (1883): La incineracin de los cadveres, ataviados con vestidos y joyas, era unaceremonia de los lusitanos y los gallegos, o propiamente celtas (p. 5). En el mismo ao, en las series econmicas del editor Da-vid Corazzi de propaganda da Instruo para Portugueses e Brasileiros, un volumen annimo y de prosa casi ininteligible AsRaas Histricas na Lusitnia defenda la tesis de la ocupacin por celtas e beros, aseverando despus que de ambas poblacio-nes eran los lusitanos una rama muy peculiar e ilustre. En 1887, Adolfo Coelho vino a polemizar con argumentos lingsticosmuy tcnicos, inspirados en la Grammatica Celtica de J. C. Zeuss y en la floreciente escuela de celtistas interpretacionesde Martins Sarmento que considera fundadas en teoras etnogenticas envejecidas y consideradas errneas, al tiempo que estearquelogo editaba en el mismo sitio un segundo artculo de una serie Para o Pantheon Lusitano donde defenda con de-nuedo que eran lusitanos, sin ms, los documentos que Coelho sostena que eran celtas (cf. las contribuciones de los dos autores

    sis muy dispares que hoy nos sorprenden por elgrado de fantasa especulativa. A los lusitanos,en cualquier caso, se les confiri un mayorprotagonismo en la galera de los ancestros dela nacin portuguesa, aunque de modo esquivo,como sugiere Joo Leal en un texto en el quepondera el destino de estas reivindicaciones enun pequeo nmero de cientficos como Mar-tins Sarmento, Leite de Vasconcelos o JorgeDias que, en su opinin, no llegaron a iden-tificarse por completo con su defensa, llegandoa reconocer sus trminos como enredo titube-ante e incompleto, posiblemente errado (cf.Leal 2000).

    La eleccin de los lusitanos como ancestrosde referencia de los programas de nacionaliza-cin de las masas, supuso la negacin del celtis-mo o su pretericin, en un proceso que culminen el paso del siglo XIX al XX, pero que ya es-taba presente en las contribuciones de MartinsSarmento o Leite de Vasconcelos, en la dcadade 1880. Interesa destacar que la celtomana tuvoecos importantes en Portugal, siguiendo la mis-ma moda europea influyente y de largo recorri-do, cuyas expresiones ya seal para Galicia enel siglo XIX. Sus referencias sueltas salpicaroncorografias y novelas emuladoras de las de Wal-ter Scott, especulaciones etimolgicas y textos dedivulgacin, iluminadas por creencias que pros-peran en la era aria Poliakov 1971, for-talecidas por las convicciones cientifistas y posi-tivistas de la poca (cf. Catroga 1993).

    Nombres tan destacados como Oliveira Mar-tins, Adolfo Coelho, Francisco Martins Sarmen-to o Tefilo Braga, descollaron en la investiga-cin sobre la estirpe de la nacin, frecuentandoincluso la defensa de tesis celtistas con mayor omenos conviccin y constancia27. Pero en cual-

    OTRA GENEALOGA Y OTRASLECCIONES DE COSAS A ESTE LADODEL RO MIO

    En Ricos e Pobres no Alentejo, Jos Cuti-leiro seala que uno de sus informantes le habadescrito la genealoga como una ciencia mara-villosa, porque obligaba a mentir alguna vez(cf. Cutileiro 1977). Considero que est presen-te en alguna literatura reciente, que hace equi-valer a la expresin de los fenmenos naciona-listas (cf. por ejemplo, A. Smith 1999, Dumont1997) la posibilidad de ampliar el uso de estaimagen fuerte. Si aceptramos lo que sugiereRuiz Zapatero y si tomamos por buena laexpresin de Cutileiro podramos decir quese dijo en Galicia una mentira (etno) genea-lgica mucho tiempo atrs, y que result de uneficacia duradera. Como vimos, el celtismo semantiene notablemente impenetrable a resulta-dos prosaicos de actualizacin de conocimien-tos en el estudio del pasado proto-histrico, y enla actualidad alimenta cotidianamente varias delas expresiones ms significativas de la nuevacultura nacional gallega. Esto ocurre en la m-sica, en los motivos del design, en nuevas prc-ticas de consumo, o en las ms diversas inicia-tivas resurreccionistas Samuel 1994 enmuchos casos ya extendidas por pequeas loca-lidades rurales, donde, por ejemplo, se han tor-nado frecuentes fiestas celtas o en las que los ni-os leen historias de hadas y elfos escritas engallego.

    En Portugal, sin embargo, result menos li-neal la adscripcin de un ascendente tnico cla-ramente imputado a la nacin; ste result serun proceso disputado especialmente a partir dela dcada de 1870, discutindose entonces te-

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    quier caso, en el Portugal de finales del siglo XX,gan mayor notoriedad la memoria de los lusi-tanos que la de los celtas. La contribucin de laobra de Sarmento result vital a tal fin (cf. Leal2000; Fabio 1996; 2002). Para utilizar una ex-presin de Leite de Vasconcelos, otro de los msnotables defensores de la estirpe lusitana, pare-cen haber sido un recurso indispensable para quese afirmara ese destino de notoriedad las lec-ciones de cosas (cf. Vasconcelos 1915).

    La excavacin de las ciudadelas de Briteirosy Sabroso emprendida por Martins Sarmento, per-miti conferir un aspecto monumental a las tesisligricas que el autor comenz a defender, des-pus de una atraccin por el celtismo que se man-tuvo hasta apenas finales de la dcada de 1870. Elarquelogo devino en los aos siguientes el pa-ladn de los orgenes ligricos aun ms remo-tos de los lusitanos, con el propsito de atribuira la poblacin portuguesa uno de los rboles ge-nealgicos ms puros de los pueblos antiguos28.Su postura permita sumar al prestigio de una rei-vindicacin genealgica con una circulacin pre-via utilizada vagamente por Cames y ms tar-de por historiadores y corgrafos de los siglos XVIy XVII29 nuevas pruebas de una particular an-tigedad. Ahora poda sostenerse que la presen-cia de lusitanos era previa a las invasiones celtasde la Pennsula. Sabemos que la posibilidad de re-troceder tanto como fuera posible en la genealo-ga de la nacin no fue una cuestin de poca im-portancia en aquellos tiempos de exacerbacin delos discursos nacionalistas.

    Acerca de la obra de Martins Sarmento, desus comienzos y finalidad, deca en 1990 Ro-cha Peixoto: Simultneamente, lo que era pre-romano era cltico sin ms. Pero el estudio detodo el riqusimo mobiliario exhumado junto conla interpretacin de textos famosos, como el delperiplo fenicio que sirvi de base al poema de

    Avieno e incluso al de Apolnio de Rodas, en loconcerniente a la vieja Lusitania, revel que se-mejante civilizacin era todava pre-cltica, estoes, se situaba en una genealoga aria ms dis-tante y de la ms lejana vetustez.

    A travs de sus obras, de sus opsculos y delos numerosos artculos repartidos en revistas yperidicos, la reconstruccin de lo lusitanohasta entonces vaga e imaginativa, constituyuna obra memorable de evidente valor crtico y,ejemplarmente, de penetracin sutil y excepcio-nal (Peixoto 1975: 415).

    El trabajo de reconstruccin de lo lusitanopodra actuar de formas diversas y servir para ima-ginar bajo expresiones mltiples materiales de unacultura de masas nacionalizada, como ocurri es-pacialmente a partir de los aos 1890, cuando setornaron muy variados los soportes materiales quepermitieron la difusin del imaginario lusitanista.

    En la ciudadela exhumada en Briteiros, Ro-cha Peixoto hallaba: uno de los testimonios msfamosos para la indagacin de nuestra vida pri-mitiva y un conocimiento implcito de la estirpetnica de este pueblo (op. cit., 414).

    Se podra escribir un largo artculo, o in-cluso un libro, a partir de los registros de las vi-sitas hechas a la ciudadela de Briteiros desdeprincipios de los aos 1880, especialmente delos momentos lgidos de celebracin patriticaque tuvieron lugar30. Pero prefiero ahora evo-car mis visitas a Briteiros como alumno del li-ceo, cuando nuestra excursin se cruzaba conotras llegadas de diferentes ciudades, y los pro-fesores nos hablaban de lusitanos. Entonces re-sultaba sencillo para nosotros, como nios, dis-tinguir sus sombras en las manchas de la murallao en los caminos estrechos entre las casa re-dondas del poblado, algunas de ella reconstrui-das, que servan para amueblar nuestra ima-ginacin31. Ahora s que si hubiese crecido en

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    en la Revista Lusitana, n. 2, 1887; cf. las apreciaciones de las diversas contribuciones de Leite de Vasconcelos y de Martins Sar-mento al pantheon lusitano hechas recientemente por Carlos Fabio, 2002).

    28 Una frase que varios eruditos portugueses se complacern en citar de manera ufana a lo largo del siglo XX.29 La primera articulacin significativa fue propuesta en 1594 por Andr de Resende (cf. RESENDE 1996).30 En mi opinin, las escenificaciones de costumbres que se llevaron a cabo en aquellas ruinas en vida de Martins Sar-

    mento y posteriormente constituyeron momentos muy significativos en la historia del inters por la etnografa en Portugal, pu-diendo ser considerados ensayos del proceso de folklorizacin extendido al conjunto del pas en las dcadas de 1930-1950 (cf.BRANCO 1999).

    31 Las ruinas de castros y ciudadelas en el norte del pas, se convertan, dado su desarrollo urbano, en un escenario ide-al para imaginar el modo de vida de los lusitanos, susceptible de ser popularizado, surgiendo como leccin objetiva de co-sas, mobiliario de la imaginacin etnogentica, sin igual en otros contextos regionales (aunque Beiras y la Sierra de Es-tela, surgiesen formalmente como centro de la ocupacin lusitana y de las andanzas de Viriato, su supuesto caudillo). En la

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    Galicia y visitado como alumno del liceo otro fa-moso castro, el del monte de Santa Tecla que seasoma sobre el ro Mio, habra encontrado unaplaca que dice Poblado Celta, tambin algu-nas casas reconstruidas y cabaas, y que allhabran sido muy diferentes las explicaciones delos profesores y, consecuentemente, las posibi-lidades de imaginar.

    Los orgenes lusitanos se ensearon en las es-cuelas portuguesas a lo largo del siglo XX, y se po-pularizaron de diversas maneras, hasta que se con-virtieron en una referencia de sentido comn paralos ciudadanos ms escolarizados. Esto ocurri conindependencia de las incertidumbres de los argu-mentos que intentaron probar cientficamente di-chos orgenes, e incluso a pesar de las insinuacio-nes de referencias a los celtas aparecidas en textosde especialistas influyentes. Si hicisemos un re-paso de publicaciones especializadas significativas,podramos encontrar reparos constantes a los ex-cesos de entusiasmo lusitanista en las tesis de Sar-mento, pero tambin elogios inconmensurables delpatriotismo de sus propuestas. Son, en definitiva,reconocimientos implcitos de la violencia que ne-cesariamente el enunciado de mentiras etnoge-nealgicas representa (cf., por ejemplo, Severo 1924;Correia 1933; Cardozo 1933, 1959). Pero no fue-ron artculos especializados los que ensearon ala mayora de los portugueses a interpretar la pre-sencia de lusitanos en cualquier cerro donde las pie-dras hubieran sido tratadas, olvidndose por tan-to de los folclricos moros que haban complacidola imaginacin de padres y abuelos ignorantes, peros prcticas excursionistas popularizadas, textos eimgenes ampliamente divulgados y productos in-dustriales cuya circulacin se multiplic a lo largodel siglo XX32.

    Las evocaciones de los lusitanos sirvieronpara nombrar varias revistas eruditas y movi-mientos poltico-culturales; as, por ejemplo, Re-vista Lusitana y Lusitnia o neo-garretis-mo lusitanista e Integralismo Lusitano. En1923 surgi la primera y nica tentativa decreacin de un movimiento fascista en el marcode la repblica liberal parlamentaria: El Nacio-nalismo Lusitano (Pinto 1989). Inspiraron tam-bin algunos monumentos escultricos y pobla-ron la imaginacin de visitantes de castros yciudadelas a lo largo del siglo XX, y sirvieronpara nombrar clubes de ftbol y gimnasios, gru-pos juveniles y compaas de seguros, stands deautomviles y farmacias, la agencia de noticiasportuguesa, una asociacin de Yogis, y hastauna urbanizacin privada de los alrededores deLisboa, entre otros muchos ejemplos, infinitos,de los que podramos dar cuenta.

    Se bautizaron nios con el nombre de Lusi-tano o Viriato; viriatos fue la designacin delos hombres armados enviados desde Portugalpara apoyar el alzamiento franquista en 1936-1939; son lusitanos los caballos de cra por-tuguesa ms preciados. Desde finales del sigloXIX se designaron como Lusa o Lusitaniainnumerables empresas industriales que fabrica-ron fsforos y porcelanas, fogones de cocina ytejidos, artculos de tipografa y de ferretera yun sin fin ms de productos, algunos de loscuales todava estn en el mercado. Lusitano o luso son nombres con los que se sigue iden-tificando a los portugueses, iniciativas institu-cionales y programas de estudios universitariospromovidos allende las fronteras, propiciandoencuentros con magiares, anglo-sajones,francos, galos, germanos, etc. Registro

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    equiparacin de estos escenarios propicios con las exaltadoras tesis ligrquicas, se encuentra la razn del xito de las ide-as de Sarmento. Otros dos pequeos textos del famoso arquelogo, uno que describe una breve excursin a la estacin ar-queolgica del Monte de Santa Tecla en Galicia, y otro que da cuenta del desaliento provocado por la inexistencia de restosarqueolgicos en la cumbre de la Sierra de Estrela, determinarn los dilemas que se desprendan del tour de force que se de-cidi a emprender. (Otro ejemplo notable de estas contorsiones nacionalizadoras de la memoria de las poblaciones remotasde la Pennsula, se encuentra en las justificaciones preliminares hechas por Leite de Vasconcelos en su famosa obra Religiesda Lusitania).

    32 No es posible recapitular ahora las evocaciones de los lusitanos a las de la figura mitificada de Viriato producidas enEspaa. stas fueron, curiosamente, ms sustanciales que en Portugal, dando lugar a monumentos ms significativos, a in-dagaciones eruditas ms afirmadas, a manipulaciones muy sorprendentes de mbito estatal, especialmente en los aos 1940(cf. PASTOR MUOZ 2000, comparar con GUERRA y FABIAO 1992). En cualquier caso, las posibilidades de reparti-cin transfronteriza de estas apropiaciones del pasado nunca fueron ejecutadas. En Portugal prosper una apropiacin pri-vatizadora de la memoria de los lusitanos, especialmente ligada a los procesos de su popularizacin. En Espaa, en la ac-tualidad, ms all de los estudios especializados que siguen siendo relevantes, las apropiaciones ms sugestivas parecen dealguna manera vinculadas a la necesidad de la Comunidad Autnoma de Extremadura de probar la originalidad de la cul-tura regional.

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    33 Un caso de adaptacin de este tipo de referencias al contexto local son las asociaciones esotricas realizadas en torno aSintra, de la supuesta carga mstica de lo que fue el monte de la luna, de cosmologa de poblaciones celtas que habran ocu-pado esta rea en un pasado remoto. Este tipo de especulaciones ms o menos eruditas, es relativamente antiguo y se traduce enalusiones literarias diversas. Supuestamente, en Sintra tienen lugar prcticas rituales neo-paganas y esotricas aisladas, que son ob-jeto de referencia espordica en los peridicos, y que parecen ms habituales en los ltimos aos.

    34 Agradezco a Robert Rowland, mi colega de Departamento, el ofrecimiento de este documento tan sugestivo.

    vimos florecer en Galicia, comienzan a dejarsenotar en Portugal, especialmente en la parte nor-te, adyacente a aqulla Comunidad Autnoma.

    CAMINOS POR LOS QUE CORRENCELTAS EN EL NOROESTE /CONCLUSIN

    Quien viaje de Ponte de Lima en direccin aOrense en los ltimos aos, encontrar el logoti-po de una marca de caf en los toldos de muchosestablecimientos de carretera, a los dos lados dela frontera. El nombre de esta pequea tostadorade cafs surgida hace pocos aos en una de lasvillas interiores del Mio es sugestivo: Bri-celta. No consegu contactar a sus propietariospara conocer las razones de su eleccin, pero, cadavez que paso por las carreteras del interior de Ga-licia, noto que se ampla su mercado en esa zona.El caf de la Bricelta no es especialmente agra-dable al gusto, en mi opinin, pero tienen fama enEspaa los cafs portugueses; de estos, curiosa-mente, se puede decir que son lusos, y el tr-mino es empleado con frecuencia en la Comuni-dad Autnoma de Galicia para hablar en generalde lo que viene de Portugal.

    En un folleto reciente de promocin de unamarca internacional de cermicas domsticas, laspropuestas de un famoso diseador gallego parauna de sus nuevas colecciones, estn tambin di-rigidas al pblico portugus de un modo curioso34:

    El influjo de la sabidura celta. La serieUrban rinde homenaje al antiguo mundo celta.Recupera para nuestros das su armnica visinde la relacin entre el ser humano y su medio,cuya mxima expresin eran sus ciudades, losCastros. Todo un ejemplo de cmo vivir en unmedio agradable respetndolo. Con la intencinde retomar ese legado en nuestros das, Rober-to Verino y Saloni crean la cermica Urban, ele-gante y armnica, sin detalles superfluos, sim-ple en sus lneas y rica en espritu prctico. Unacoleccin que crea interiores de vanguardia concarcter intemporal.

    que da cuenta de cmo calaron las especulacio-nes sobre la genealoga de las naciones del sigloXIX, dejando abierta la posibilidad de describirEuropa utilizando denominaciones de pobla-ciones brbaras y remotas.

    La circulacin de evocaciones de celtas enPortugal ha estado confinada, hasta hace pocotiempo, a dos registros muy peculiares y con unaantigedad muy diferente. En primer lugar, lostrabajos monogrficos de eruditos de implanta-cin municipal, donde surgen con reiteracin in-terpretaciones filolgicas de los orgenes cel-tas del nombre de muchas de las poblacionesportuguesas. stas son propuestas estables, porlo general incluidas en las investigaciones de co-rgrafos decimonnicos, hasta hace poco tiem-po muy escasamente popularizadas porque re-sultaban dbiles los recursos de los que disponanlos municipios para dar a conocer la historia lo-cal. Otro registro se encontraba en las traduc-ciones de libros esotricos donde, por lo gene-ral, no se establecen conexiones directas con elcontexto portugus; sta es un oferta ampliadasobre todo en la dcada de 1980, an en creci-miento, y que sufre curiosas adaptaciones lo-cales hoy en da33.

    En Portugal, al contrario de lo que ocurrien Espaa, no aparecieron a lo largo de los si-glos XIX y XX reivindicaciones regionalistas con-cretas y, por ello en esta medida, siempre fue enel marco estatal donde se publicitaron los resul-tados popularizables de las indagaciones etnoge-nealgicas. En stas se fijaba la atribucin de unprotagonismo prcticamente exclusivo a los lu-sitanos que, como ya vimos, tuvo mltiples ex-presiones. Asimismo, si introdujsemos ahora lapertinente perspectiva de lvaro Cunqueiro, po-dramos aclarar que en trminos de mercado noprosperaron en Portugal nombres de negocios ode marcas de productos con proyeccin regionalque evocasen a trdulos o civetes, fenicios o ve-tones, turdetanos o mozrabes, etc. Tampoco sue-vos o ... celtas. Pero algunas cosas estn cam-biando; las nuevas expresiones de celtismo,plurales y en gran medida similares a aqullas que

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    35 El ms antiguo el nico hasta 2000 de este tipo de eventos en Portugal, se lleva a cabo en Oporto desde 1986, dondesurgi de una iniciativa originalmente del Instituto Francs, siguiendo el modelo del famoso Interceltique de Lorient (tambin emu-lado en la iniciativa pionera en Galicia, el Festival del Mundo Celta de Ortigueira, que data de 1978, como ya dijimos). Una noti-cia reciente, surgida bajo el ttulo Porto Cltico. Mais msica na cidade do Porto, deja adivinar que no se agot en la realizacinperidica del festival la fascinacin por los celtas en la Ciudad Invicta: Surgi recientemente en la ciudad de Porto una aso-ciacin relacionada con la msica tradicional europea, que comprende las regiones norte-atlnticas (llamadas de influenciacltica) y, en especial, la msica del norte de Portugal, dirigida al apoyo y estmulo, al estudio, enseanza y divulgacin, pre-servacin y creacin de msica, a travs de aproximaciones a otras organizaciones y de la reunin de todos los interesados porese universo musical, por la creacin de centros de aprendizaje y de construccin de instrumentos, conciertos, etc., con una aten-cin especial a la gaita de foles. Ms adelante, surgen justificaciones simplistas, ms llamativas por su sinceridad, de los funda-mentos de esta celtizacin de Oporto: Entre tanto, ninguna de las historias contadas, desde los poblados castros pasando por laromanizacin a las tentativas suevas, parece dar excesiva importancia a los celtas. Entonces porqu Oporto cltico? Ya que enla ciudad es fcil encontrar un Oporto fenicio, un Oporto romano, un Oporto suevo, un Oporto medieval, un Oporto romnico,un Oporto gtico, un Oporto renacentista, un Oporto barroco, un Oporto industrial, un Oporto neo-clsico, un Oporto modernis-ta, en fin ... Porqu no reinventar un Oporto cltico? (cf. http://www.gaitadefoles.net/noticias/portoceltico.htm) En Oporto yaexiste un Caf Celta, aparecen los primeros bares irlandeses y, en ocasiones, banderas con cruces celtas ondean entre losasistentes a los grandes estadios de la ciudad, todo novedades posteriores a finales de los aos 1980, cuando resid en la ciudad.

    Comienzan a multiplicarse en la actualidadlos festivales interclticos en el norte de Por-tugal, un tipo de eventos vulgarizado en Galiciaen las dcadas de 1980 y 199035. Es curiosa la per-cepcin de un reportero portugus que, en un sitede Internet, apunta las diferencias existentes en-tre Portugal y Galicia en lo relativo al consumode msica celta:

    Puede decirse que en Galicia, el vasto te-rritorio del folk, especialmente de raz celta, noest confinado a una pequea lite de los ami-gos de la tierra. Al contrario, es una expresinque va alcanzando a las masas. Y si aqu en Por-tugal los innumerables festivales de aldea queinvaden el pas durante el verano, como los delas Seoras de los Remedios, de la Agona, deSan Matas etc. son acompaados musicalmen-te de bandas oriundas de Oliveira do Hospital ode Arcozelo, que interpretan los ltimos xi-tos de msica pachangera, en Galicia taleseventos merecen el acompaamiento de bandasde msica local, tanto locales como extranjeras.As ocurri, por ejemplo, en la pequea pobla-cin de Guitritz donde pudimos ver a los fin-landeses Vrttin, entre fuegos artificiales, vinoa granel, chuletas y chorizos a la parrilla(http://antigo.etc.pt/xfm./tp-galiza.htm).

    Una etnografa de la promocin de este tipo deeventos permitira finalmente ilustrar que, por logeneral, fueron decisivas las intervenciones de li-tes urbanas de amigos de la tierra en la pro-mocin inicial de estos eventos musicales de razcelta, o de una variedad de consumos afines, tan-to en Portugal como en Galicia. Un conjunto dehistorias particulares que fui escuchando en los doslados de la frontera imposibles de reproducir

    ahora me permite emitir este juicio sobre la di-fusin de las expresiones recientes de celtismo. Fi-nalmente, enfrentamos un trnsito complejo de re-ferencias, de bienes y de posibilidades de consumoque transcurre entre centros y periferias geo-grficas y sociales equiparable incluso a la luzde las propuestas genricas con que Malcom Chap-man caracterizaba las dinmicas de categorizacinde lo que es celta (cf. Chapman 1982,1992).

    La cuestin de la proximidad geogrfica y deuna eventual emulacin transfronteriza son refe-rencias insuficientes para explicar porqu, recien-temente, se multiplican los rastros de celtas, es-pecialmente al norte de Portugal y menos en el sur,en el Alentejo, por ejemplo, la nica rea en la queparecen ser concluyentes las pruebas arqueolgicasde su presencia en el pasado (cf. Fabio 1992).Son dimensiones especficas del proceso de eu-ropeizacin Borneman & Fowler 1997 quepermiten percibir la escala en un nuevo espacio po-ltico y cultural de un litoral cltico, ms all delos lmites asentados por la imaginacin etnogrfi-ca de periferias en Francia o el Reino Unido del si-glo XIX (cf. Chapman 1992). Las posibilidades depopularizacin del celtismo en Portugal y en Gali-cia en aos recientes son de niveles distintos en cadauno de los casos, en virtud de razones poltico-ad-ministrativas e histricas que ya mencion. Es re-ciente y localista su escala en el caso portugus y setraduce en nuevos consumos o en reivindicacionesdifusas de la identidad individual fundadas en ellas.Tienen una escala nacional en el caso gallego, unhecho que propicia razones seguras para la reivin-dicacin de identidades individuales o colectivasfrecuentemente actualizadas y ya populares en laComunidad Autnoma de Galicia.