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Mauricio Molho Univ. of Paris IV, Sorbonne PARA UNA LINGÜÍSTICA DEL SIGNIFICANTE Todo lenguaje, y concretamente todo acto de lenguaje —una frase cualquiera: "¿Cómo está Ud?," o una décima de Quevedo— se presenta como un edificio de signos, o sea, para recordar la fórmula sausuriana, un significante en el que se involucra un significado, que le es indisocia- ble. La distinción tal como la representa Saussure: Significante Significado identificando el significado con el concepto y el significante con la imagen acústica, por la que se hace sensible. Esta distinción, pues, no es sino una ficción teórica, ya que no existe ningún escalpelo intelectual capaz de separar en el signo lingüístico el significante del significado; el haz y el envés —dice Saussure- de una misma hoja de papel. La disociación ficticia del significante y del significado ha dado lugar a consecuencias teóricas que, si no temiera ser apedreado, calificaría de escandalosas, como, por ejemplo, la institución de una gramática del significado, cuyo tema es la descripción de las estructuras y funciones de los supuestos significados elementales de la lengua, sin tomar en cuenta sino secundariamente el edificio significante que los manifiesta. Yo mismo he pecado gravemente en este sentido en los tiempos ya lejanos en que me afanaba por describir la sistemática del verbo español. Permítaseme observar que el pecado no era sólo mío: por aquellos mismos tiempos, la gramática generativa establecía el componente básico de una lengua elaborando las reglas susceptibles de engendrar todas las frases gramaticales de dicha lengua, y sólo después se dedicaba a producir las reglas morfo-fonológicas que habían de producir las correspondientes secuencias gramaticales de fonemas. Ahí también se postergaba la construcción del significante fonemático a la de un significado mudo sin más perceptibilidad que intelectual, teórica. Ahora bien: si la disociación del significado y del significante es una

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Mauricio MolhoUniv. of Paris IV, Sorbonne

PARA UNA LINGÜÍSTICA DEL SIGNIFICANTE

Todo lenguaje, y concretamente todo acto de lenguaje —una frasecualquiera: "¿Cómo está Ud?," o una décima de Quevedo— se presentacomo un edificio de signos, o sea, para recordar la fórmula sausuriana,un significante en el que se involucra un significado, que le es indisocia-ble.

La distinción tal como la representa Saussure:

Significante

Significado

identificando el significado con el concepto y el significante con la imagenacústica, por la que se hace sensible. Esta distinción, pues, no es sino unaficción teórica, ya que no existe ningún escalpelo intelectual capaz deseparar en el signo lingüístico el significante del significado; el haz y elenvés —dice Saussure- de una misma hoja de papel.

La disociación ficticia del significante y del significado ha dado lugara consecuencias teóricas que, si no temiera ser apedreado, calificaría deescandalosas, como, por ejemplo, la institución de una gramática delsignificado, cuyo tema es la descripción de las estructuras y funciones delos supuestos significados elementales de la lengua, sin tomar en cuentasino secundariamente el edificio significante que los manifiesta. Yomismo he pecado gravemente en este sentido en los tiempos ya lejanosen que me afanaba por describir la sistemática del verbo español.

Permítaseme observar que el pecado no era sólo mío: por aquellosmismos tiempos, la gramática generativa establecía el componente básicode una lengua elaborando las reglas susceptibles de engendrar todas lasfrases gramaticales de dicha lengua, y sólo después se dedicaba aproducir las reglas morfo-fonológicas que habían de producir lascorrespondientes secuencias gramaticales de fonemas. Ahí también sepostergaba la construcción del significante fonemático a la de unsignificado mudo sin más perceptibilidad que intelectual, teórica.

Ahora bien: si la disociación del significado y del significante es una

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operación ajena a la realidad existencial del lenguaje, fuerza es conside-rar el significante -que es el lenguaje inmediatamente manifiesto— comoun todo que implica en sí un significado, el cual sólo se deja percibir yconcebir a través del fisismo que lo significa. Vale tanto como decir queel significado es ese eso que se halla metido dentro de la materia físicaconstitutiva del lenguaje, y que la hace significante, es decir lenguaje. Demodo que no hay más significado que el mismo significante.

Con esa axiomática se cierra una fase disociativa y analítica en lahistoria de la lingüística, dando un paso más hacia la realidad objetivadel lenguaje.

Quisiera dar una idea de lo que habría de ser una gramática delsignificante, mediante un símil que pido prestado a la investigaciónlingüístico-antropológica de terreno.

Un lingüista se ha propuesto describir una lengua americana que noposee y de la que recoge en el mismo terreno los elementos constitutivos.Así es como logra identificar un morfema que aparece en distintos textoso contextos. La tarea del lingüista consiste en definir el valor y funcióndel significante en cuestión.

Supongamos ahora un lingüista de nuestros mundos y escuelas queante un corpus español o francés, lenguas que desgraciadamente posee,se encuentra, en uno u otro de dichos idiomas, ante la partícula si. Comose ufana de saber español, distinguirá de entrada un sí afirmativo, un sihipotético y un sí pronombre, y abrirá tres capítulos en su gramática, ysólo dos si se dedica a francés (si afirmativo + si hipotético).

Si nuestro lingüista estuviera en las mismas condiciones que sucolega antropólogo obligado por su ignorancia del significado a atenerseal significante, sentaría el principio de que existe en español unsignificante si que según su distribución contextual produce tal o cualefecto significativo.

Partiendo, pues, del principio de que tanto en español como enfrancés existe un significante SÍ único, el lingüista observa primero queel sí afirmativo español no es sino un pronombre anafórico de frase(reaserta la totalidad de una frase colocándola bajo signo positivo), porlo que se identifica con el pronombre de tercera neutro y anumérico (lafrase no tiene género ni número); después de lo cual reconoce, si escomparativista, que el sistema de la afirmación/negación no es el mismoen francés y en español (en francés el sistema es ternario: oui / non / si)y que la función del sz francés es refutar una negación:

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Connais-tu Frangois ? - Non -

Si (tu Vas deja rencontré).

El diálogo: Non - Si es infinito, si no lo cierra el significante de afirma-ción positiva: Oui. En español, sólo existe el sistema binario: Sí / No, enque sí asume la positividad del sistema. Consecuencia de ello es que,siendo toda hipótesis una afirmación ficticia, si emito en francés unahipótesis a contrario, es decir contraria a la experiencia, sí, cuya funciónes refutar e invertir lo negativo, opera sin variación modal: S'ilfait beau,je sortirai / S'ilfaisait beau [il nefait pas beau], je sortirais. En cambio, el síespañol, que indiscrimina afirmación y refutación de lo negativo, esincapaz de producir la hipótesis a contrario si la negación de la experien-cia no aparece marcada por algún otro procedimiento gramatical, que ental caso es el recurso al subjuntivo: Si hiciera bueno, saldría.

De modo que sólo una gramática del significante, que no hace delsignificado el criterio decisivo, es capaz de sentar el principio de que elfrancés y el español (es además verdad, con variantes, de los demásidiomas romances), tienen la hipótesis de su afirmación y la afirmaciónde su hipótesis, por ser sí un significante único e insecable.

Así pues, la significación nace de la indisociable alianza de un fisismosignificante y de un significado mental que se implican recíprocamenteen conjunción endosmótica.

La función del significante es actuar a modo de una señal que remiteo refiere a casos experienciales. Ahora bien: la experiencia es unaparcelación infinita de singularidades que sólo se dejan aprehendermediante conceptualizaciones que las identifican y agrupan en seriesintegrantes. El significante no refiere directamente a la experienciasingular sino al concepto que la subsume. Si enuncio: piedra, no refieroa un caso singular y concreto de 'piedra' sino a través de un conceptoaplicable al caso entre otros tantos miles de casos análogos o semejantes.

El concepto, o referente conceptual, al que remite el significante piedrame permite ahorrar el inventario infinito de todos los casos posibles de'piedra' circunstancialmente inconfundibles por la forma, color o función.

Puede darse incluso que un mismo significante se atribuya lacapacidad de remitir no a una sino a varias conceptualizaciones de laexperiencia: no es la misma piedra la del albañil o del joyero, o la queservía para exponer niños o cadáveres: Ya está sobre la piedra Ignacio elbien nacido.

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Véase el caso del significante pluma, que refiere ya a las piezas quecubren el cuerpo de los volátiles, ya al instrumento, idéntico en suorigen, que sirve para escribir. La primera conceptualización remite através de pluma al pájaro y a su vuelo; la segunda es funcional y evocala función intelectual del escribir.

La aptitud del significante a referir a ambas conceptualizaciones nose origina en un significado dúplice sino único, el cual no suma en sí latotalidad de las propiedades comunes a ambos objetos conceptuales sinouna o dos de ellas suficientes para evocar según el caso al uno o al otro,y a través de ellos las infinitas singularidades de la experiencia. Ni quédecir tiene que la elección entre uno y otro referente conceptual sólo escosa del contexto.

Tanto es así que Lope de Vega en su comedia del Perro del hortelanoutiliza el significante pluma para referir conjunta y alternativamente yaa las alas del pájaro (o de Icaro) ya a la péndola de un ambiciososecretario. De donde resulta una ingeniosa "agudeza compuesta" (así enBaltasar Gradan) en que un sombrero de plumas hace de Icaro quemán-dose al fuego de una antorcha, al tiempo que la pluma es el medio deque se vale el secretario —Icaro (de Icaro a Picaro sólo va una letra) en su"desreglado deseo de alzarse más de lo que debría" (Pérez de Moya,Philosophia secreta, sub Icaro).

De modo que la agudeza en una de sus formas más corrientesconsiste en indiscriminar, sin confundirlos, bajo el significante que losrelaciona dos o más de los referentes conceptuales a los que ese mismosignificante es capaz de remitir. En cuanto cesa la indiscriminación, cadareferente conceptual recobra su autonomía, y desaparece el juego mentalde la agudeza.

No hay más diferencia entre el caso de pluma y el de sí que la quesepara un ente léxico y un morfema designativo de una situaciónrelacional. Así como pluma refiere ora a la pluma volátil, ora a lapéndola, sí es ad libitum morfema de hipótesis o de afirmación según loexige el contexto funcional.

Un rasgo del sistema significante es su carácter marcadamenteeconómico. Un mismo significante multiplica sus aptitudes significativas.

El paradigma verbal español se funda en la indistinción de laspersonas tercera y primera en todo el modo subjuntivo así como en lasformas decadentes (imperfecto y condicional) del modo indicativo : ame,viva, amase, viviese, amara, viviera, amare, viviere, amaba, vivía, amaría,

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viviría, no discriminan el locutor del delocutado sino por el contexto,cosa que no ocurre en el presente de indicativo (amo / ama, vivo / vive ),en el aoristo (amé / amó, viví I vivió ) o en el futuro (amaré I amará, viviréI vivirá). Lo cual significa que la persona primera no se disocia de latercera mientras el verbo no emerge a la actualidad por el presente y lasformas de pasado o de futuro que le son afines, o sea: el aoristo, que esactualidad en el pasado, o el futuro categórico que es futuridadactualizada.

En toda la fase de lo preactual (modo subjuntivo) y en las formas queen el indicativo denotan no ya lo actual sino lo actualizable (imperfectoo futuro hipotético), la persona primera, actual por definición y apartadade la actualidad temporal, se enuncia a través de la tercera, inactual porausente de la interlocución.

El que el significante indisocie dos o más de sus referenciasconceptuales, como en el caso de las primera y tercera en un determina-do sector del paradigma verbal, da a entender que el lenguaje anticipaen sus principios constructores los mecanismos propios del Witz:conceptos, agudezas, chistes, artefactos ingeniosos fundados en técnicasde condensación y ahorro. La diferencia entre el Witz y el significantelingüístico consiste en que éste no implica más sujeto que el propiolenguaje, a diferencia del Witz que siempre es el de un sujeto singulardotado de inconsciente y habitado por sus complejos y pulsionespropias.

De donde se sigue que la lengua, sin dejar de ser lengua, es decirposesión colectiva, según la definía Saussure, se caracteriza por sucapacidad de promover creaciones individuales universalizables, comoson las producciones del arte de ingenio y, más generalmente, los objetospoéticos lato sensu fundados en los mismos mecanismos, que confierensu universalidad a cualquier lenguaje natural.

Lo que viene a decir que la lengua en toda su extensión es una, desdesu sistemática profunda hasta las entidades significativas más elaboradasque de ella proceden, y que son asimismo sistemas relaciónales análogosa las estructuras lingüísticas de donde derivan. La razón de ello es queen cada lengua el significante poético no puede ser sino la proyeccióncon variantes funcionales específicas del significante lingüístico de base.

El significante constituye, pues, el eje o vector por el que el sujeto, enun principio excluido del sistema o infraestructura de la lengua, se abre

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paso a un devenir expresivo superestructural por el que se enuncia enun mensaje singular con el que se identifica, palabra por palabra, eldiscurso inconsciente o consciente de la tribu.

Dicho de otro modo, siendo el significante de todos ("les mots de latribu" que, el poeta, según la frase de Mallarmé, apura o purifica), lo queuno dice, lo dicen todos. De ahí la universalidad o trascendencia de losobjetos poéticos.

Todos sabemos desde el Curso de lingüística general que cadasignificante es el centro de una constelación por la que se inserta en unaserie de cadenas asociativas. Así un significante como consentimiento noes disociable del verbo consentir y de su paradigma, ni de sus equivalen-cias sinonímicas : aceptación, aprobación, acuerdo (y los verbos correspon-dientes), e t c . , del verbo sentir y de sus derivaciones : sentir, disentir,resentir, e t c . , del conjunto de formaciones verbales con prefijo con-:concertar, conceder, condenar, e t c . , de todas las formaciones substantivascon sufijo -miento: nombramiento, endurecimiento, encumbramiento, etc....

A esas cadenas asociativas, que la tradición gramatical analiza sinrecelo, Saussure añade otra de singular importancia para nosotros, quees la de la "simple comunidad de imágenes acústicas": miento, sarmiento,pimiento, etc....

El interés de la constelación sausuriana estriba en que se sitúa elsignificante en una doble dimensión: sintagmática por su relación con lossignificantes que le preceden o que anticipa en la horizontalidad de laenunciación, y asociativa por la latencia de los significantes de los queestá preñado y que pueden interferir en la significación. Ahora bien: larelación asociativa es la dimensión vertical del sistema, la que profundizael significante, —lo que equivale a interiorizarle elementos aparentementeajenos, pero conexos, entre los cuales figuran "asociaciones susceptiblesde turbar la inteligencia del discurso": asociaciones libres abiertas a laimpulsión del sujeto que así interviene imprevisiblemente en laelaboración del significante.

Volviendo a la última cadena asociativa (la de la comunidad deimágenes acústicas), es preciso observar que es la de la rima y singular-mente de la rima consonante (la única que aquí interesa a Saussure),aunque también nos convendrá tener en cuenta la asonante.

Ahora bien: si la rima es significante (y no me veo capaz dedemostrar lo contrario), su estatuto ha de ser algo más que la coinciden-cia de materialidades fónicas inertes, o sea in-significantes, pues su

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intervención es señal de una relación significativa.Tal es el caso, por ejemplo, de la Canción A35 del Cántico Espiritual

de Juan de la Cruz:

Gocémonos, Amado,y vamonos a ver en tu hermosuraal monte o al colladodo mana el agua pura;entremos más adentro en la espesura.

y concretamente de los dos endecasílabos de la lira (enuncian dos de las"tres cosas que son propias del amor"), que hacen rimar hermosura yespesura:

2 y vamonos a ver en tu hermosura...5 entremos más adentro en la espesura.

Esos dos versos se articulan sobre un eje vertical que es la homofoníadel ápice métrico o vocal de sexta:

vEradEntro

El primero de estos versos dice la identificación especular del Almay del Esposo en una hermosura que es indisociablemente del Esposo ydel Padre. El operador de identificación es el ver, ya que la hermosuradivina, al reflejarse en la Esposa, pasa del tú al yo, haciendo que el yo seatú y el tú yo.

La visión especular abre al Alma en busca del Esposo el espaciobucólico de la espesura, "que así se llama ... por el grande número ymuchas diferencias que hay [en ella] de animales y plantas" (Declaraciónde A4). Las infinitas variedades de las criaturas son como la espesadiversidad de las obras y verdades divinas. Si en la definición sémicaoriginaria de 'espesura' se oblitera el sema 'animales y plantas', sólopersiste el de 'diversidad y diferencia' que ahora es la de los misteriosdivinos y de la "incomprehensibilidad" de sus juicios: espacio purificadorque el Alma ansia penetrar en busca del "sabor" y "deleite"... que excedetodo sentido. De ahí que aspire a "entrar," a "engolfarse en esos juicios

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y conocer más adentro en ellos." Cosa que sólo es posible a trueque depadecer "los trabajos y tribulaciones en [los cuales] desea el almatambién entrar cuando dice: Entremos más adentro en la espesura," que noes sino "la espesura de la cruz."

Ahora bien: por más que la rima hermosura / espesura así como lahomofonía interna vEr / (más) adEntro marquen la continuidad delproceso unitivo, el paso del espejo a la espesura, de la identificaciónespecular a la purificación, implica que el Alma trascienda el veratravesando el espejo para entrar más adentro (entremos y adentro, ademásde homófonos, son sinónimos por su común núcleo radical -entr-), comosi la penetración en la espesura significara la urgencia de una nuevapurificación, cosa que además confirma la rima del heptasílabo antecen-dente (respetamos la puntuación del manuscrito de Sanlúcar deBarrameda, que marca la homogeneidad sintáctica del dístico final):

Do mana el agua pura,entremos más adentro en la espesura.

De modo que en esta Canción rimas y homofonías, o sea elementosrelaciónales que pertenecen a la última cadena asociativa de Saussure,operan como señales semióticas que estructuran el desarrollo delsignificante. Tal es, en efecto, la función y estrategia de las asociacionesacústicas (son más que acústicas, pues vehiculan el significado mental)que edifican los objetos poéticos haciéndolos inteligibles.

No quiero dejar el tema sin evocar la teoría sausuriana de losanagramas. El verso sería, según Saussure, el receptáculo o continente designificativas homofonías e incluso de voces que inadvertidamenteresuenan como un redoble del discurso superficial.

Así por ejemplo en el profundo soneto de Gabriel Bocángel: Hablandoel autor en sus escritos, que encabeza las Rimas y Prosas de 1627:

Ocios son de un afán que yo escribíaEn ruda edad con destemplada arena;Arbitrio del Amor que a tal condenaAquel que la templanza aborrecía...

El yo explícito en el primer verso se reitera anagramaticamente dosveces más en el primer cuarteto, revelándose por el oído y, a través del

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oído, al sentido, en los versos 1 y 3:

1 Ocyos son de un afán que yo escribía...

3 Arbitryo del Amor que a tal condena...

De modo que los ocios u ocyos son ocios-yo, o sea del mismo yo, mientrasque el Amor se objetiva en un arbitryo que no es sino un arbitrio-yo: unasentencia que el mismo sujeto pronuncia dentro de sí, —sin contar quela rima escrivía / aborrecía indisocia gramaticalmente y subgramatical-mente dos imágenes idénticas y contrastadas del mismo sujeto: yo escrivía

y aquel que la templanza aborrecía, es decir un mismo yo en forma de yo ode aquel, es decir de primera y tercera personas indiferenciadas.

Es más: las homofonías del verso constituyen un subsignificanteoculto que recalca la dinámica del significante inmediato. Tal es el casodel conocido verso de Don Luis: A batallas de amor, campos de pluma, quese articula en ambos vertientes de la cesura (es un verso bimembre)sobre lo que yo suelo llamar una asonancia inversa:

amor > camposa o a o

que finge la antítesis de las dos batallas: la guerrera y la amorosa.El que semejantes principios rijan la construcción del significante

poético, aparece en ejercicios académicos como el del triple soneto deLope de Vega al manso perdido: Vireno, aquel mi manso regalado ~ Queridomanso mío que venistes ~ Suelta mi manso, mayoral extraño.

La regla del ejercicio es que en cada soneto han de ocurrir una vezcomo mínimo las palabras manso y mano(s) relacionadas por la etimología(Covarrubias: mansus se dice a manu) y por la asonancia: mano intervienecada vez que se evoca la homofónica sal que el manso viene a comer enla mano del Pastor o del Rival, por lo que mano aparece asimismoasociado a través de manso a su asonante inverso: boca (a - o > o - a):

Ya come blanca sal en otra mano,ya come ajena mano con la bocade cuya lengua se abrasó la mía.(Vireno, aquel mi manso)... y en mi grosera mano vuestra boca

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y vuestra lengua de clavel pusistes ...(Querido manso mío).

Sin contar que el Manso omnipresente se manifiesta en los tres sonetosa través de todas las asonancias en a - o que se multiplican en las rimasy en las asonancias internas: regalado, ganado, ensortijado, extraño,daño, hermano, etc.. Lo cual implica que el significante, llevado a tanextrema elaboración, se presente como un sistema de múltiples estratos,reiterándose a través de varias redes o tramas significativas, que cadauna no es sino el significante del significante que la precede en el nivelinmediatamente superior. Así en el triple soneto de Lope, el significantesuperficial se resuelve en un significante segundo, potencial con relaciónal primero, que es el sistema asonantado: manso / mano / boca, el cual asu vez abre paso al sistema extensivo de las asonancias en a - o querefiere, a través de una serie de voces que entre sí no forman sistema, alsistema manso / mano / (boca), y por ahí al Manso que es el tema explícitodel triple soneto.

Un significante poético es un dispositivo lingüístico que en últimainstancia refiere al sujeto que lo asume y que, asumiéndolo, se refiere así mismo como a su propio objeto. De donde se sigue que la red derelaciones que estructura el texto sujetándolo a rigurosos constreñimien-tos formales, no tiene más finalidad que la de significar al mismo sujetoy a través de él a la comunidad que en él se reconoce e identifica.

Los constreñimientos formales a los que acabo de aludir son los quedefinen el objeto significante confiriéndole su estructura relacionalpropia: estructura en que los componentes elementales se interpelan yresponden recíprocamente. De donde resulta una rítmica internaproductora de placer. Ese placer, fundado en la misma mecánicaasociativa (asociaciones y repetición de asociaciones), es el que abre elobjeto a su trascendencia y lo hace universalizable.

Esa propiedad de trascendencia, el objeto poético la comparte con lamisma lengua, que es común y extensiva a la universalidad de sushablantes.

La diferencia entre los objetos poéticos significantes y el sistemasignificante que es la lengua, es que ésta no tiene más referente que supropia estructura, mientras que los objetos que de ella se derivan seuniversalizan a partir del sujeto autoreferente que los produce.

De modo que si retrocedo un paso y anulo al sujeto, me encuentro

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con la misma lengua, que es asimismo una estructura de relacionessemióticas, es decir significativas, integradas en un sistema comunitarioy anónimo. Los principios que lo informan son los mismos —convariantes propias de cada nivel de significación— que han de conferir suforma y significación a los objetos que de él proceden.

Quisiera presentar, antes de concluir, un ejemplo susceptible deilustrar lo que son las estructuras relaciónales en los significanteslingüísticos.

Presentaré, pues, algunas reflexiones sobre el caso del mal llamado"acusativo preposicional." ¿Cuál es el valor y función significante de lapreposición a en construcciones del tipo: Pedro adora el chocolate, perodetesta a su padre?

Razonaré con el pertinente ejemplo que en tiempos adujo Gili Gayaen su Curso superior de sintaxis española:

Nuestros cazas derribaron dos avionesenemigos y averiaron a otros tres.

El sujeto es común a los dos verbos (nuestros cazas), y el "objeto" enambos casos es de idéntica índole {aviones enemigos).

Si toda operación verbal interioriza la imagen de un ente que la causao "sujeto" (en terminología aristotélica) y de otro que es su espacioterminativo u "objeto," fuerza es reconocer que en la citada frase el"sujeto" desarrolla una potencia activa desigual, plena en el caso en que"nuestros cazas" han logrado derribar al enemigo, disminuida si se hanlimitado a averiarlo. La aparición del significante a marca, pues, undéficit de potencia activa en el "sujeto," que debe abonarse en cuenta al"objeto."

Por otra parte, si digo: observar una niña, evoco un ser que, porcualquier motivo, no me importa individualizar, es decir referirlo al casoexistencial singular que constituye. En cambio, en observar a una niña, lapresencia de la preposición individualiza a la niña, atrayéndola a mipropio espacio, como si compartiera conmigo el beneficio de la existenciay dispusiera como yo del conjunto de propiedades asignables a laprimera persona: unicidad, especificidad, así como el estar ahí einmediatamente aprehensible.

Suele decirse que "la preposición a antepuesta al acusativo... significapersonalidad y determinación" (Bello, § 689). Esa definición peca de realista

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(la lengua no conoce más realidad que la que ella es). De hecho elprototipo de toda personalidad (otros dicen 'animación') es la personadel yo, que además es referencia de toda singularidad. Anteponer a al"objeto" verbal es conferirle representativamente rasgos constitutivos delego: singularidad y/o potencia activa.

Ahora bien: la atribución al "objeto" de tales propiedades, hace quese represente como oponiendo resistencia activa al verbo: deja de ser"objeto," y el verbo pierde su transitividad. La preposición a intervienepara salvar el hiato sintáctico que media entre el verbo y su inaprensible"objeto."

Propio del significante preposicional a es referir una actividad a unmodo operativo específico: escribir A mano, coser A máquina, volar AMéxico, pasear A orillas del río, regalar flores A la amiga, dormir A piernasuelta, etc... En todos esos casos, la preposición a refiere una actividad alas condiciones operativas en que se ejerce: en volar a México o regalarflores a la amiga, a México y a la amiga dicen la modalidad del volar o delregalar; en escribir a máquina, a máquina refiere el escribir a la modalidadoperativa en que se ejerce. Lo mismo sucede en conocí a su padre, en que,suspendiéndose la transitividad de conocer (por sustraerse su padre a lafunción "objeto"), la preposición a interviene para referir el verbo a lasmodalidades específicas de su ejercicio: a su padre refiere a las condicio-nes del conocer, como a máquina o a pierna suelta referían a las del dormiry del escribir, lo mismo que a la amiga definía por referencia última lacondición operativa del regalar flores.

De modo que el a que interviene para paliar las deficiencias de latransitividad, no difiere en modo alguno, si se le considera dentro de laperspectiva abstracta que es la de la lengua, de los demás valoresreferenciales que detenta en sí el significante que constituye. El signifi-cante a, como todos los significantes, es uno, no múltiple.

La gramática del mal llamado "acusativo preposicional" conduce aplantear el problema del estatuto de ese *yo que rige la sintaxis del"objeto" en español, en virtud de una regla que podría formularse en lossiguientes términos:

Si SN "objeto" = *yo, entoncesSN "objeto" —> a + SN.Por otra parte, ¿ qué diferencia existe entre ese *yo y el sujeto ?

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Obsérvese de entrada que ese *yo no es el sujeto, ya que la lengua notiene más sujeto que ella misma. Con todo, la función gramatical del *yooculto sólo se concibe si es detentor, en el sistema personal de que formaparte, de una representación específica: la de absoluta singularidadasociada con potencia activa. Esa representación es la que, abstrayéndosede la persona vectora (o sea: el yo personal) se generaliza transfiriéndoseextensivamente a todo ente personal conceptualizable como singular ydotado de potencia activa.

Tal es el caso, en ciertas circunstancias, de la persona substantiva,indefectiblemente tercera, en posición de "objeto," a la que se comunicanpor generalización extensiva propiedades que ya no son las del *yo, sinopotencialmente de cualquier persona susceptible de asumirlas momentá-neamente. La asignación a la persona del substantivo de dichaspropiedades —singularidad y potencia activa— anula el estatuto de"objeto," suscitando la intervención de la preposición a.

Muy otro es el estatuto del sujeto. A diferencia de *yo gramatical,existe como referente en el mundo fenoménico (yo existo exteriormentea mi lenguaje). Sin embargo, el sujeto es más que un ser referencial: noocupa, es cierto, ninguna posición propia en el sistema lingüístico; perola lengua no se edifica sino para que el sujeto se realice en ella,cumpliendo con su función de locutor. La lengua no habla: es un silencioque sólo se instituye para que lo quiebre el sujeto, sometiéndose a susestructuras para mejor manipularlas. De donde resulta un texto: discursocuotidiano o texto poético. Luego diré en qué difieren.

De momento sólo quisiera observar que, si el sujeto no es unarepresentación lingüística, no deja de ser una presencia previsionalmenteinscrita en el sistema, algo así como un vaciado móbil, en que su personase inserta, en el que nos insertamos todos con la totalidad de nuestro serconsciente o inconsciente, pues se sabe que el inconsciente manejanuestro lenguaje tanto o más que la conciencia. De modo que el sujetotiene marcado su espacio potencial en el de la lengua, a falta de lo cualla lengua, desprovista de sujeto que la movilice, no sería sino undispositivo inerte.

La intervención del sujeto produce los objetos lingüísticos: sonmúltiples, infinitos. Todos son significantes, de la misma significancia dellenguaje. Sin embargo, existen por lo menos dos clases o categorías dediscursos significantes.

Ilustraré la tesis con el caso del discurso que el hombre de las ratas

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enunció ante Freud, que lo transcribió tal cual, durante el análisis: era unsignificante por el que se expresaba el sujeto. Pero sólo adquirió suestatuto de objeto trascendente cuando Freud logró darle, en un ensayofamoso, su forma definitiva.

Entre el discurso cuotidiano —ordinario— en que el sujeto se expresacon fines inmediatos, y el texto trascendente, o sea: universalizable, yextraordinario, media una radical diferencia: el texto poético compartecon la lengua, es decir con el sistema lingüístico de donde deriva, unapropiedad esencial: ambos son entes cerrados, conclusos. De ahí sucarácter estructural : sistemático en el caso de la lengua, orgánico en elpoema, a diferencia del discurso cuotidiano, libre y abierto a su devenirlineal, inorgánico.

¿Qué relación puede o debe establecerse entre la presencia en elsistema lingüístico de un *yo generalizable, y la función creadora delsujeto? Sólo indicaré que el *yo lingüístico y el sujeto potencial, no sonsino dos imágenes, análogas aunque heterogéneas de una misma entidadrepresentativa: la persona. Más no sé decir.

El propósito de la presente ponencia era mostrar la unidad dellenguaje en todas sus manifestaciones.

Todo objeto de lenguaje es de por sí significante. Esta propiedad bastapara definir la lengua y todo producto que a partir de ella se engendre.De ahí la legitimidad de una lingüística que enfoque sus objetos comoentes significantes, es decir en la perspectiva de su ser inmediato einmediatamente aprensible, en virtud del principio sausuriano de que elsignificante es uno con el significado mental que manifiesta.

Ahora bien: la potencia significativa, o significancia, es asimismoindisociable de la forma o estructura del objeto en cuestión, cualquieraque sea. Un ente amorfo, sin estructura identificable es de por sídesprovisto de toda significación, in-significante.

De ahí que los artefactos poéticos, que no son sino proyecciones dela misma lengua, lleven el sello del dispositivo que los genera y quereproduce en ellos sus propiedades y rasgos fundamentales, confiriéndo-les estructura significante.

Tal es la hipótesis teórica en que se funda la presente ponencia. Enella he fundado mi actividad de lingüista, es decir mi vida intelectual.Si hoy la propongo a debate público, es con la seguridad, que hago mía,que todo progreso mental no es sino un paso más hacia la unidad de lascosas.

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La lengua es una: todos somos lingüistas.

Bibliografía

La presente ponencia es una síntesis de algunos trabajos del grupo MOLACH(Maurice MOlho + Michel LAunay + Jean-Claude CHevalier) y de otros míos:

Molho, Maurice, Michel Launay y Jean-Claude Chevalier. "La raison dusignifiant." Modeles Linguistiques VI, fase. 2 (1984): (Véase además el Num.82 de Langages, Junio 1986: Le signifiant, del que el grupo se ha responsabi-lizado).

—. "De l'hypothése en espagnol." L'information grammaticale 13 (1982).—. "El morfema 'si' (Hipótesis y afirmación en español y en francés)." Philologica

Hispaniensa in honorem Manuel Alvar II (1985): 129-166.

Molho, Maurice. "Sur la grammaire de l'objet en espagnol." TRALILI XVIII(1980).

—. "Verbe et personne en espagnol: de l'arbitraire du signe." Cahiers delinguistique hispanique médiévale 5 (mars 1980).

—. "La deixis española. Lectura del significante." De próxima aparición enHomenaje a Juan Lope Blandí.

Sobre el significante poético

Molho, Maurice. "El soplo y la letra (Bocangel: Ocios son de un afán...)." Edadde Oro VI (Primavera 1987).

—. "Del poema como significante: Refrán." Homenaje al Profesor Antonio VilanovaII (1989).

—. "Teoría de Mansos: un triple soneto de Lope de Vega." Bhi 93 (1991).—. Hermosura /Espesura. Sobre la Canción A35 del 'Cántico Espiritual'. De próxima

aparición.