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    Colección

    Retardo Mental y

    Educación Especial

    Dirigida por Jaime Tallis

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      Diseño:  Gerardo Miño

      Composición:  Eduardo Rosende

      Edición:  Primera. Octubre de 2012

      ISBN:  978-84-15295-31-0

      Lugar de edición:  Buenos Aires, Argentina

      Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación

    pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada

    con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista

    por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos

    Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o

    escanear algún fragmento de esta obra.

      © 2012, Miño y Dávila srl / © 2012, Pedro Miño

      En Madrid:  Miño y Dávila editores

      tel-fax: (34) 91 751-1466

      En Buenos Aires:  Miño y Dávila srl

      Rivadavia 1977, 5º B(C1033AAJ)

      Buenos Aires, Argentina

      tel-fax: (54 11) 3534-6430

    e-mail producción:  [email protected]

      e-mail administración:  [email protected]

      web:  www.minoydavila.com

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    Jaime Tallis

    Doctor en medicina, Neurólogo Infantil

    Jorge CasarellaLicenciado en Psicología, Psicoanalista

    Nora Dangiola

    Doctora en Fonoaudiología, DIR certificada-facilitadora

    Liliana KaufmannDoctora en Psicología

    Daniel Lago

    Psicólogo Musicoterapeuta, Estimulador Temprano

    Sandra Veneziale

    Licenciada en Psicopedagoga, Terapista Familiar

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     A mis nietos,

    Federico, Melisa y Martín.

     J 

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    ÍNDICE

    Introducción ................................................................................... 9

    Cí INeuronas espejo, empatía, interacción social ............................ 13 por Jaime allis

    Cí IICuando algo se detiene.................................................................. 69 por Jorge Casarella

    Cí IIIAbordajes de intervención relacional.Modelo DIR/Floortime ................................................................. 85 por Nora Irene D’Angiola

    Cí IVNiños con EA en la escuela común.Ideas por donde comenzar a pensar los beneciosque proporciona una escuela inclusiva ........................................ 95 por Liliana Kaufmann

    Cí VEl Ilinx del autismo ........................................................................ 117 por Esteban Daniel Lago

    Cí VIPromoviendo el cambio y la adquisición de habilidadessociales en un joven diagnosticado como Asperger................... 149 por Sandra Veneziale

    Cí VIIHacia un diálogo entre las neurociencias y el psicoanálisisen relación a los EA ..................................................................... 179 por Jaime allis

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    SIGLAS UTILIZADAS EN EL LIBRO

    E (EMG)

    E M (EM)

    M (MEG)

    M D E M (DSM)

    N E (NE)

    O M S (OMS)

    R M N (RMN)

    M (M)

    E P (PE)

    E A (EA)

    G D (GD)

    GD E (GD-NE) 

    O C (OC)

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    INTRODUCCIÓN

    Es un axioma de la medicina que no existen enermedades sinoenermos; no hay dos pacientes similares aun en las patologíasmás elementales. En el caso que nos ocupa, el del autismo, esta verdades incluso más evidente; todavía no conocemos en proundidad qué

    pasa en el mundo interno del niño ni de qué manera se conectan lasáreas alteradas con las indemnes, dando una expresión clínica variaday muchas veces creativa y desconcertante, donde lo aparentementecongelado repentinamente cambia y muestra una aceta del individuohasta entonces no sospechada.

    Los progresos más recientes de las neurociencias y la genética,lejos de invalidar los enoques psicodinámicos, destacan nuevamentela cuestión de la singularidad; más allá del compromiso orgánico,

    la orma de respuesta del sujeto es especíca y la causalidad debepensarse desde la complejidad.

    Hay consenso en aceptar que uno de los aspectos centrales de lossíntomas de los niños con rastornos del Espectro Autístico (EA)son las dicultades de intercambio social. Es muy atractiva la pre-sunción de una alla en la construcción de una eoría de la Mente(óM) para explicar esta dicultad, pero la realidad nos muestraque esta hipótesis undamentalmente cognitiva es insuciente, ya

    que en los niños el desarrollo de una concepción de lo mental, enespecial dar cuenta de las creencias de un otro, se produce despuésde los cuatro años, mientras que los síntomas de los EA se instalanmucho antes.

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    Por ello, es necesario pensar en otras disunciones. Al respectocoincidimos con el papel que Hobson –en su trabajo Autism and theDevelopment of Mind  (1993, Lawrence Erlbaum, UK)– adjudica alas dicultades socio-aectivas junto a las cognitivas, la alta de una

    resonancia empática y por ende de un encuentro emocional con elotro.

    El descubrimiento de un grupo de neuronas peculiares, las llama-das Neuronas Espejo (NE) permitieron un conocimiento de la causade los trastornos de la empatía en los niños del espectro autista; éstees el contenido undamental del capítulo I.

    Convencidos de que los distintos abordajes pueden complemen-tarse en búsqueda de respuestas etiológicas y terapéuticas, a lo largo

    de esta obra se expresan ideas desde distintos campos teóricos que ser- virán para proundizar el conocimiento de esta patología que generaangustia en padres y proesionales, ya que no sabemos aún qué es loque siente ni qué es lo que piensa ese niño en aparente soledad.

    Así, Jorge Casarella, en el capítulo II, desde un enoque psicoanalí-tico nos escribe sobre la subjetividad del niño autista, su situación enel mundo y su relación con él. A su vez, Nora Irene D’Angiola, describey ejemplica con sus experiencias, en el capítulo III, el abordaje del

    niño con rastorno Generalizado del Desarrollo, a través del modeloDIR-Floortime©.

    Cómo debe ser una escuela inclusiva que permita una adecuadainserción de los niños del espectro autista, es el tema que desarrollaLiliana Kauman, con toda su experiencia, en el cuarto capítulo. am-bién Daniel Lago, en el capítulo V, se reere a la subjetividad del niñoautista, proponiendo el término “ilinx”, para el tipo especial de trabajoque realiza. Su propuesta terapéutica es desde la musicoterapia.

    Una de las dicultades más notables de los individuos con sín-drome de Asperger es su dicultad de interpretar las claves quesubyacen en la interacción social; Sandra Veneziale, en el sexto capí-tulo, nos relata una experiencia peculiar de abordaje de claves socialesen un joven con el síndrome de Asperger, su capacidad especial parala música es tomada para este labor terapéutica.

    Por último, en el capítulo VII, siguiendo el espíritu de amplitudteórica del libro, se hace una propuesta de integrar las visiones clínicasy terapéuticas del psicoanálisis y de las neurociencias para un mejorabordaje de los niños y jóvenes del espectro autista.

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    Como el lector podrá comprobar a lo largo de estas páginas, lossíntomas que vamos a analizar presentan muy diversas maneras deexpresarse en los niños del espectro autista. Los autores aquí reunidossostienen la idea de que, rente a una deciencia común, hay estra-

    tegias individuales para arontarla, lo que lleva al desaío del equipoterapéutico por exibilizar el abordaje de acuerdo a cada paciente ya los cambios que se producen en el mismo en el transcurso de sudesarrollo.

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    CAPÍTULO I

    NEURONAS ESPEJO, EMPATÍA,

    INTERACCIÓN SOCIAL por Jaime allis 

    „Las personas nos reconocemos en el rostro de los 

    demás, y en aquel momento todos los espejos me 

    devolvían el reflejo de una extraña.‰

    Siri Hustvedt, El verano sin hombres 

    Acerca de unas neuronas especiales

    En 1995, en el laboratorio del neurosiólogo Giacomo Rizzolatti,en la Universidad de Parma (Italia), se produjo uno de esos acon-tecimientos casuales que derivan en grandes descubrimientos. Los

    investigadores estudiaban la actividad de neuronas motoras en unaespecie de monos dóciles, los macacos (macaca nemestrina), y paraello habían implantado en el cerebro de los animales nísimos elec-trodos capaces de registrar la actividad individual de cada neurona.

    El área a explorar era la llamada F5, en la corteza premotora,donde se planica y se elabora la ejecución de la motricidad volun-taria; la zona investigada era la especializada en los movimientos dela mano y la boca. Cuando el animal realizaba una acción motriz, las

    neuronas motoras emitían un impulso eléctrico que los investigado-res detectaban en un ordenador. Así se estudiaron diversos procesosprensiles del mono.

    Cierto día, que después se convertirá en especial, un integrante delequipo, Vittorio Gallese, tomó algo con su mano (todavía se discutesi ue un maní, un helado u otro objeto) mientras uno de los monosobservaba con su electrodo implantado. El neurosiólogo escuchóal instante la activación de la neurona conectada en la computadora,

    ¡pero sin que el animal hubiese realizado ningún movimiento!Con ligeras variantes, éste es el relato del hallazgo ortuito –a los

    que nos tiene acostumbrado la ciencia– que abrió el camino haciauno de los descubrimientos más apasionante de los últimos años,el de las NE; neuronas que se activan rente a la percepción de una

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    acción, de la misma manera que si dicha acción uese realizada porel observador.

    Por supuesto que esta respuesta inimaginable ni siquiera pudoser al principio adecuadamente interpretada por los investigado-

    res, ya que por entonces era parte de las verdades irreductibles de laneurología que una cosa era la percepción, otra la respuesta motoray otra la cognición; supuestamente habría zonas distintas del cere-bro para codicarlas y neuronas especializadas para cada una de lasunciones.

    Como ya señalamos, el área cerebral objeto de estudio del grupo deParma era el denominado F5, vinculado a la motricidad de la mano yde la boca; especialmente activada con la toma prensil; y es equivalente

    en el cerebro humano al área de Broca, lo cual genera la hipótesis,luego conrmada experimentalmente, del rol de las neuronas espejoen el aprendizaje del habla de los seres humanos.

    Solamente una parte de las neuronas del área F5 son espejo, y hayotras neuronas en áreas rontales cercanas con este tipo de capacidad.En el trabajo de Nelissen y cols. (2005), uno de los primeros en quese utilizó Resonancia Magnética Nuclear uncional (RMN) en pri-mates, se presentaron a los monos tres tipos de escenas distintas: una

    persona tomando un objeto, una mano aislada tomando una unidad,y como control, videos con objetos estáticos de diversos tamaños oacciones con secuencia alterada.

    Algunas NE se activaron rente a la observación del movimiento,otras, denominadas “canónicas”, rente a la visión del objeto siempreque sea pasible de ser asido, otras rente al sonido del acto motor(“neuronas audiovisuales”); un grupo respondía solamente rente a laimaginación o recuerdo de la acción. Esto implica que “las neuronas

    espejo codican los actos que realizan otras personas de una manerabastante compleja, multimodal y abstracta” (Iacoboni, 2009).

    La experiencia lleva a la conclusión de que en el lóbulo rontal delmono hay múltiples ormas de representar la acción del otro; en algunasimporta la acción en sí, en otras la presencia del individuo y en otra losobjetos y el contexto. Solo cuando la inormación acerca de la identidaddel objeto es sumada a la inormación semántica del movimiento, laacción de un otro puede ser completamente entendida.

    Ciertas neuronas espejos, denominadas “lógicamente relaciona-das”, responden a la intención de la acción de orma disímil, siempreque se trate de objetos reales y no de representaciones; esta cualidadde tangibilidad parece no ser necesaria en los seres humanos.

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    Como se desprende, las NE median un proceso de coincidenciadirecta, en el cual la acción observada es mapeada en la representaciónmotora de dicha acción en el sistema nervioso del observador.

    Es sumamente importante el hallazgo de que el sistema de NE

    puede develar la intencionalidad del acto motor. Uno de los traba- jos más signicativos en este sentido es el realizado por el grupo deParma en la exploración de la corteza parietal inerior de los macacos(Fogassi y cols., 2005).

    La parte posterior del lóbulo parietal ha sido tradicionalmente vinculada a una integración sensorial multimodal, base de ciertaspercepciones, como la espacial. ambién integra la representaciónmotora con inormación sensorial especíca, demostrando la impor-

    tancia de la integración sensoriomotora en la emergencia de la per-cepción.

    El grupo de Fogassi demostró que las actividades de las NEde esta zona parietal son responsables de la interpretación de laintencionalidad del acto motor. Registrando la descarga neuronaldurante tres actividades para las cuales habían sido entrenados losanimales (tomar un objeto y llevarlo a la boca, tomar un objeto depo-sitándolo en un recipiente y tomar un alimento colocándolo cerca de

    la boca del mono), determinaron que había neuronas que descargabandurante las tres actividades, pero otras lo hacían especícamentecuando la toma del alimento lo conducía a la boca, mientras que otrassolo cuando el objeto asido era llevado al recipiente. Dos tercios delas neuronas descargaban solo rente a una acción especíca.

    Es muy signicativo que el principal actor que determinaba laintensidad de la descarga no era el movimiento sino el objetivo de latoma. Un grupo de NE de este área cerebral descargaba similarmente

    cuando realizaban un movimiento y cuando lo observaban, guar-dando especicidad de la activación en relación al objetivo.

    Se puede deducir a partir de este trabajo, que en dicha regiónparietal se codican actos motores en orma disímil de acuerdo ala nalidad de los mismos; se genera una cadena de conexiones quepermiten una melodía cinética por la cual cada movimiento acilitael posterior, para lograr una mayor precisión y velocidad hacia elobjetivo –objetivo ya conocido por el mono al poner en marcha estacadena asociativa–.

    El sistema de NE es una representación supramodal de la acción,es un puente entre procesos visuales elevados y la corteza motora. Alactivarse este grupo de NE rente a la observación de la acción de un

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    otro, se pone en marcha la red interna que conduce al objetivo, y deesta manera se conoce de antemano la intencionalidad de la acciónque se observa.

    De esta manera se revela un elemento primario de cognición

    social, la intencionalidad de los actos que observamos en los sereshumanos. Poder anticipar la intención de los demás está en la basede la intersubjetividad y es clave en la conducta social.

    En relación a la interacción social, Ferrari y cols. (2003) describeun grupo de neuronas, “neuronas espejo comunicativas” que se activanrente a gestos aciales comunicativos y transitivos eectuados por unexperimentador rente al mono; estos movimientos, undamental-mente de la boca y el resto de la cara, serían utilizados por los macacos

    para comunicarse entre sí, siendo la base de su interacción social.El sistema de neuronas espejo en los humanos es más complejo y

    multimodal, varias de sus unciones serán citadas en este capítulo.

    Figura 1

    Por otro lado, ya mencionamos que la zona F5 de la corteza rontalde los macacos, corresponde anatómicamente al área de Broca de los

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    humanos, por lo que cabe suponer la participación de las NE en lapercepción y emisión del lenguaje. La Figura 1, extraída del trabajode Aziz-Zadeh y cols. (2006) nos muestra la activación del área deBroca durante la lectura labial, dierente a la respuesta animal a estí-

    mulos relacionados.La posibilidad de la existencia de un mecanismo de simulación

    interna de los movimientos del habla, mediados por el sistema deNE, corroboraría la teoría motora de la percepción del habla (Liber-man y Mattingly, 1985) para la cual el objetivo de la apreciación dellenguaje no son las señales acústicas sino los gestos onéticos, y quela percepción y producción del habla están íntimamente ligados.Esta hipótesis, que sostiene que nuestro cerebro distingue el habla

    simulando que las palabras son producidas por nosotros mismos,ha sido corroborado por múltiples trabajos con electrosiología ycon imágenes, pero también, simplemente, con la observación de laorientación de la mirada del bebé hacia los labios del emisor durantela ase de aprendizaje del lenguaje.

    ambién apoya la idea de la participación del sistema de NE enla comunicación el hecho de que las mismas se activan rente a laobservación de gestos icónicos, emitidos durante el discurso, y que

    ayudan a su comprensión por el interlocutor, y no lo hacen rente agestos rítmicos, emitidos inconscientemente por el hablante pero queno contribuyen a una mejor comunicación.

    Saliendo de la motricidad y de la comunicación, y acercándo-nos a nuestro tema, las experiencias han mostrado la existencia deinterconexiones entre el sistema de neuronas espejo y varias estruc-turas en el cerebro proundo implicadas en las emociones, el llamadosistema límbico.

    Las propiedades del sistema no son innatas, sino que son resul-tado del aprendizaje. Este hallazgo implica que una interacción socialinsuciente y las consiguientes experiencias sensoriales alteradaspodrían inuir en el desarrollo del sistema de neuronas espejo, porejemplo, en niños con autismo, por lo cual tenemos aquí un puntomás de discusión y de contacto entre los enoques de la neurocien-cia y la psicología sobre las causas del trastorno. Desde la biologíase postula las allas del sistema de NE como causa del cuadro y susconsecuentes alteraciones sociales; pero otra lectura es pensar que elaislamiento social determina la alteración del desarrollo del sistemade NE por alta de estímulos adecuados.

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    Luego de muchos años de investigación en primates y humanos,hoy sabemos que el cerebro tiene respuestas más holísticas que aisla-das; que percepción y acción pueden ser codicadas por los mismosgrupos neuronales, y que las neuronas espejo no se limitan a las

    áreas motoras; están presentes en distintas zonas del sistema nervioso(ver Figura 2) constituyendo los llamados circuitos compartidos. Sedenominan circuitos compartidos a aquellas áreas cerebrales que nosolo se activan cuando el individuo realiza una acción, recibe estí-mulos sensoriales o está inmerso en un estado emotivo, sino tambiénal observar la realización del mismo acto, la percepción sensorial oimplicarse en la situación emotiva de un tercero.

    Se sabe hoy en día, que estos circuitos son responsables de la

    imitación, de la empatía, de la transerencia, la proyección, etc.; esdecir que son undamentales para la comprensión de uno mismo, delos sentimientos del otro, de compartir emociones; son el eje de laintersubjetividad, por lo cual no es sorprendente que se encuentrenalterados en los TEA.

    Como hemos mencionado, también ciertas allas del lenguajepodrían ser explicadas por esta participación de las NE, pero nosconcentraremos especialmente en las dicultades en la cognición

    social.

    Figura 2

    CIRCUITOS COMPARTIDOS 

    ■ Simulación motora

      áreas prerontales

      giro rontal inerior

      surco temporal superior (visual)

      lóbulo parietal inerior (somatosensorial)

      área corporal extraestriada

      núcleo dentado cerebelo

    ■ Empatía para emoción y dolor  ínsula

      cingulado anterior

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    CIRCUITOS COMPARTIDOS 

    ■ Sensibilidad táctil

      Corteza somatosensorial.

    ■  Estados Mentales o Red por Deecto (Deault System) o Sistema del símismo (Sel System).

      Córtex prerontal medial, córtex cingulado posterior y unión temporoparietal.

    Podemos concluir este apartado armando que el sistema deneuronas espejo permite que nuestro cerebro esté especializado parala cultura, y su importancia se desprende de la armación de Rama-chandran (2006) de que el valor de su hallazgo para la psicología essimilar al descubrimiento del ADN para la biología.

    Nosotros vamos a ocuparnos de cuatro tópicos vinculadas con lasintomatología autista, las emociones, la empatía, la imitación y laintersubjetividad, correlacionándolos con un probable décit de las

    neuronas espejo en los EA.

    Expresión y reconocimiento de estados emocionales

    „Chris sabía que la ira y la frustración que veía en el rostro del

    agente DÊAmbrosio reflejaban su propia expresión‰

    M.H.Clarck, Le Gusta la Música, le Gusta Bailar 

    Es probable que William James (1890), quien genialmente anticipóalgunas de las orientaciones actuales de la neurociencia, haya sido elprimero en reerir a los estados corporales el hasta entonces conceptoabstracto de emoción; este brillante lósoo del siglo XIX, undadorde la psicología uncional, limitaba a una serie de maniestacionesísicas lo que consideraba como estado emocional, adjudicándoleun origen innato.

    Este concepto, hoy en día, solo puede sostenerse para lo que Dama-sio (1996) denomina “emociones primarias”, aptas para la conserva-ción de la especie y que son preorganizadas.

    Esta serie elemental de reacciones corporales son luego integradasen el sistema límbico (especialmente amígdala y corteza cingulada) para

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    categorizarlas en otro nivel, para tener, según las palabras del autor, ”lasensación de la emoción en conexión con el objeto que la excitó” ; es decir,llevar las emociones a un primer nivel de conciencia.

    Para las llamadas “emociones secundarias”, las adquiridas por la

    experiencia individual, se incorpora al circuito de análisis la cortezasomatosensorial, que registra el estado corporal, y la corteza preron-tal que provee un mayor nivel cognitivo; pero es importante saberque en última instancia, la expresión corporal inicial es similar a laproducida por las primarias.

    Dalmasio reserva el término de “sentimientos” a un acto esencial-mente cognitivo de la emoción, es decir “…la percepción combinadade determinados estados corporales con cualesquier pensamiento a los

    que haya superpuesto, complementada por una modicación en el estilo y la ecacia del proceso del pensamiento” (1996).

    Es decir, en el sentimiento hay una lectura del estado corporalcon una reerencia al yo y a las imágenes mentales que iniciaron elciclo de cambios.

    Coincidiendo con Scherer y Ekman (1984) podemos aceptar que laconducta emocional es una respuesta compleja que incluye distintoscomponentes siológicos, así como otros perceptivos, expresivos,

    cognitivos y subjetivos.Cuando analizamos la emoción en relación a los niños con EA,

    lejos estamos de pensar que no sienten; sí podemos suponer una di-cultad en el procesamiento cognitivo de sus propios estados emocio-nales. Pero lo que nos interesa especialmente proundizar no son lossentimientos individuales, sino la capacidad de percibir las emocionesdel otro, base de la empatía y la interacción social.

    Al respecto, es signicativo saber que el control neural de los movi-

    mientos aciales para las expresiones emocionales no correspondea las mismas áreas que para la actividad motora voluntaria; para laregulación primera se han involucrado la región cingulada, la cortezalímbica y los ganglios basales. Esta dierencia de control cerebral per-mite armar que el rostro es una orma certera de expresar y leer elestado emocional de los individuos, cumpliendo un rol signicativoen la comunicación y regulación de la interacción social.

    Hay características universales que dan cierta homogeneidad alas expresiones aciales emocionales, pero esta tendencia innata estásometida a inuencias culturales, tanto en la maniestación como enla interpretación. Estas dierencias ya son evidenciables en edadestempranas.

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    Los estados emocionales pueden regularse, todos somos cons-cientes del inujo educativo del ambiente amiliar en el desarrollopersonal y en la ormación del carácter.

    Desde el punto de vista neurológico se discute si hay una lateraliza-

    ción absoluta hacia el hemiserio derecho en la percepción y expresiónemocional, o si ésta es solo válida para las valencias negativas, comola ira, el miedo y la tristeza. De lo que no cabe duda es que hay undesdoblamiento en la localización cerebral de los aspectos cognitivos yaectivos, jugando la amígdala un rol signicativo en estos últimos.

    Adolphs y cols. (1996) corroboran esta lateralización a derechaestudiando quince individuos con lesiones en hemiserio izquierdo y

     veinticuatro con lesiones en el derecho; mientras que en los lesionados

    izquierdos no había dicultades en el reconocimiento de las expre-siones aciales; en los pacientes con lesiones derechas esta dicultadera maniesta para las emociones negativas (especialmente tristezay miedo), pero no para las positivas como la alegría. La localizaciónanatómica de este reconocimiento tenía pequeñas variaciones segúnla emoción a develar.

    La interpretación de los autores no se limita a denir las zonassomatosensoriales implicadas, sino que abonan la hipótesis que este

    reconocimiento requiere de la puesta en red de representacionescorporales propias de estados emocionales pasados y asociadas arepresentaciones del conocimiento adquirido durante el desarrolloy el aprendizaje; se pondrían así en acción simultánea estructurasmotoras y somatosensoriales (¿neuronas espejo?), como así tambiénestructuras límbicas.

    Desde edades tempranas existe una separación entre el recono-cimiento de la identidad acial y el de una expresión en el mismo;

    el lactante es capaz de determinar las emociones básicas expresadasen el rostro, así como también mostrar sus estados emocionales dealegría, ira, desagrado, miedo, tristeza y sorpresa. Para ello utiliza losmismos grupos musculares que el adulto y responde en condicionesde estímulo similar en distintas culturas.

    Uddin y cols. (2005) encuentran que el sistema de neuronas espejose encuentra más activado en el autorreconocimiento de la cara enrelación a otros rostros amiliares; las áreas rontoparietales que seencienden están lateralizadas hacia el hemiserio derecho, y corres-ponden a las señaladas por diversos autores como responsables dela dierenciación del yo y el otro.

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    Esta mayor activación se explica porque el mirar caras induceimágenes motoras; en el caso del propio rostro es ácil activar estegrupo singular de neuronas, ya que tenemos un mapa de nosotrosmismos en el sistema motor.

    La habilidad de detectar de inmediato el estado aectivo de otrapersona es considerado un precursor de la empatía (revarthen,1979). Poder revelar el estado emocional de un individuo no implicapor uerza que se alcance la total comprensión de lo que siente, peroes el primer paso necesario para hacerlo; el camino que lleva a esaemoción a convertirse en idea, en reexión, en pensamiento. De laempatía al conocimiento, éste sería el trayecto acertado.

    Hay evidencia de que la percepción de la emoción activa meca-

    nismos responsables de la generación de la misma, mirar expresionesaciales dispara movimientos musculares gestuales en nuestra propiacara, medidas por electromiograma (EMG). Aun en la ausencia cons-ciente del estímulo, los músculos aciales del observador se contraeninvoluntariamente durante la observación, lo que supone una acciónasociada a un plan motor que es activado en ambas situaciones, deactivo y de pasivo (Carr y cols., 2003).

    Es el sistema de NE el que se activa durante la decodicación de los

    estados emocionales y en conjunto con la actividad de la ínsula ante-rior y la amígdala permiten una lectura de los sentimientos ajenos,lo que juegue un rol privilegiado en la vida social. En este modelo, laemoción asociada a la lectura de la expresión acial lleva al observadora sentir como el otro, hay un estado interno de simulación de estadosemocionales, esencial para la empatía.

    El descubrimiento de que el sistema de NE se activa durante laobservación de los rostros gestuales y que, con algunas variantes,

    el mismo grupo neuronal está implicado en la reproducción de lasexpresiones aciales propias, así como su rol en la imitación y en lacomprensión de la intencionalidad de los actos, ha generado la hipó-tesis de una posible aectación de este sistema neuronal como basede algunos de los compromisos conductuales undamentales de losniños del espectro autista. Esta hipótesis, conrmada como veremospor toda una serie de investigaciones, se sostiene en que para la vidaadaptativa y la interacción social, es central el reconocimiento de losestados emocionales ajenos y la posibilidad de ser conscientes de lospropios, pudiendo comunicarlos con los gestos y el lenguaje.

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    Las emociones en los Trastornos del Espectro Autista

    Ya hemos escrito que no pensamos que en los individuos del espec-tro no haya emociones, pero obviamente éstas dieren en sus ormas

    de maniestarse, en la autoconciencia de las mismas y, especialmente vinculado a la temática que abordamos, hay una dicultad en la lec-tura de las emociones ajenas.

    Las relaciones con los semejantes carecen de espontaneidad, de variación aectiva, de la calidad empática que caracterizan los vínculosaprendidos tempranamente. No tiene la misma calidad la idea de lossentimientos ajenos adquirida espontánea e inconscientemente, queaquella lograda por un esuerzo cognitivo consciente.

    Veamos algunos ejemplos de nuestra casuística acerca de laorma en que puede darse la expresión emocional y la dicultad dedecodicarla por parte de los seres cercanos.

     Jenniffer tiene 14 años, es una autista no verbal, suele tener crisis deagresión y autoagresión, lo que da cuenta de la dicultad de regulaciónde sus emociones, especialmente las de disgusto y displacer. Un n desemana la madre la sorprende llorando en silencio (lo que no es habi-tual), fue imposible develar la causa de ese llanto; el lunes, al llevarla al

    colegio, la madre se entera de la muerte de un compañero de grupo.Insistimos, los individuos del espectro tienen emociones, no sabe-

    mos el nivel de complejidad de las mismas, ya que no suelen manies-tarlas abiertamente. Pero lo que aecta realmente la inclusión sociales la dicultad de decodicar las emociones de los pares.

     J.F., tiene catorce años, diagnóstico de rastorno Generalizado delDesarrollo no Especicado (GD-NE), cursa escuela secundaria con pocas dicultades, lo que nos da una idea que tendría capacidades

    cognitivas sucientes para poder registrar las respuestas emocionalesque tienen sus compañeros; sin embargo la madre nos relata la crueldadno intencional con la que señala los defectos físicos de un compañero,hasta llevarlo al borde de las lágrimas, con rótulos que destacan su fealdad, y ante la reprobación de padres y docentes, enfatiza que élsolo está diciendo la verdad.

    En los autistas de mejor nivel expresivo, y especialmente en lospacientes con síndrome de Asperger, esta dicultad emocional esmaniestada más abiertamente. O. Sacks (1997), neurólogo cultor de lahoy llamada “ciencia romántica”, que combina los aspectos cientícoscon los humanos, lo cual permite un conocimiento de la repercusiónde la patología en la subjetividad del paciente, realiza una entrevista

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    a emple Grandin, una autista de alto uncionamiento; a través de surelato podemos conocer algunos de sus pensamientos internos. em-ple explica la imposibilidad de acceder a emociones trascendentales,a la extrañeza que le producía el amor de la compañera de cuarto por

    el proesor de ciencias, el no poder estremecerse por la música, lanaturaleza o el arte; podía comprender las emociones simples, uertesy universales, pero no las más complejas.

    Esto contrastaba con su cariño por los animales, de acuerdo alrelato del llanto que le produjo la muerte de unos cerdos a quienesacompañó en el paseo nal hacia el matadero. En las palabras deSacks (1997): “…una persona autista puede tener emociones violentas, jaciones y fascinaciones de enorme carga emocional o, como emple,

    una ternura y preocupación casi arrolladoras respecto de ciertas cosas.En el autismo, no es el afecto en general lo defectuoso, sino el afecto enrelación con experiencias humanas complejas, predominantementelas sociales, pero también las que tienen que ver con éstas: estéticas, poéticas, simbólicas” .1

    Por supuesto que no es posible generalizar estas dicultades deexpresión y-o lectura de lo emocional a todos los pacientes, lo que se

     vincula con la dicultad empática y de interacción social; al respecto

    hay que ser cautos con las conclusiones. A veces lo que no se da enun plano intuitivo o identicatorio se logra luego de una abstraccióncognitiva.

    Nicolás tiene ocho años, tiene un lenguaje básico pero a través delcual logra expresarse; efectúa tratamiento cognitivo-conductual, y laterapeuta, que está trabajando el reconocimiento de las emociones faciales, me informa que pese a los esfuerzos, aún no lo ha logrado.Sin embargo el padre me comenta en la consulta periódica que cuando

    Nico presenta algún deslizamiento conductual y no obedece, él se poneserio y lo mira jamente, a lo cual el nene comenta “Papá está enojado, ¿no?”. Es decir, no lo logra en lo gráco o en lo abstracto de la sesión, pero sí en respuesta a la realidad cotidiana, aunque obviamente muyvinculado a la situación inmediata. El mismo Nico puede dar cuentade su estado emocional, expresando “Nico está contento”  cuando algole produce placer.

    En una investigación de las relaciones del sistema de las NE conla sintomatología autista, Dapretto y cols. (2006) determinaron, através de RMN, la actividad neural de diez niños autistas de alto

    1 Hace unos años, abordamos con más detalles las emociones en el síndrome de Asperger

    (Tallis, 2008). A este texto remitimos a quienes quieran ampliar la lectura del tema.

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    uncionamiento y diez controles normales durante la observación eimitación de rostros en cinco dierentes estados emocionales: enojo,miedo, elicidad, tristeza y estado neutro.

    En dicho estudio no hubo dierencias en el tiempo y modalidad de

    jación visual entre ambos grupos. Si bien hubo áreas de activacióncomunes, en los niños autistas ue signicativa la alta de encendidode un área del sistema de NE: el del giro rontal inerior, especialmenteen el hemiserio derecho.

    En la red de encuentros uncionales del sistema nervioso, el árearontal de las NE se conecta con una red neuronal, en la cual la ínsulaactúa de interace con el sistema límbico, permitiendo que la obser-

     vación e imitación de la expresión emocional se transorme interior-

    mente en un sentimiento signicativo.Esta respuesta emocional interna es base de la empatía y, por

    ende, de comportamientos adecuados en situaciones grupales, porlo cual no sorprende la relación de la activación del sistema de NEcon el nivel de capacidad de interacción social. Para ello, los autorescorrelacionaron el nivel de descarga de las NE con el puntaje de lassubescalas sociales del ADOS-G y del ADI-R. La mayor activacióncorrelacionaba con un mejor desempeño de estas escalas de inter-

    cambio social.

    Empatía

    El concepto de empatía nace vinculado al arte, el término “Ein- fühlung” (“sentir en”), sugerido por Lipps (1903) para describir elsentimiento de cada uno de nosotros viendo a un acróbata caminar

    en una cuerda suspendida, reere, más que al intercambio entre sereshumanos, a la relación del individuo y un objeto o situación queproduce en él un sentido de identicación.

    Para Lipps la empatía vendría a ser una condición estética porquedota al individuo de un acceso instantáneo a la belleza. Él sosteníaque esta identicación se producía por un mecanismo de imitacióninterna involuntaria, lo que asombrosamente es similar a lo que hoysabemos del uncionamiento de las NE.

    Hay diversas deniciones para empatía, y su signicado dependedel ángulo en que se la examine. Para ir desbridando el campo esnecesario discernir empatía de comprensión. Esta última reere aun proceso cognitivo que permite intuir lo que sucede con otro, pero

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    no implica comprometerse con lo que siente, idea más cercana a laempatía.

    Otra dierenciación es la de empatía y compasión (sympathy eninglés). En este caso, un individuo es inducido a un sentimiento por

    otro, que puede ser positivo o negativo. La empatía es necesaria paradespertar compasión, pero ambas pueden disociarse, a tal punto quela comprensión del otro puede resultar en un sentimiento positivo o,por el contrario, en un rechazo.

    anto en la literatura, como en el teatro, en la ópera, etc., hay unaidenticación empática entre el espectador-lector y los personajes.En el cine, el mecanismo por el cual el espectador se posesiona de loque vive el personaje en la pantalla ha tomado el nombre de “sutura”  

    –queda “cosido”  a la trama y no puede desprenderse– y por ello par-ticipa y se implica emocionalmente.

    Una denición sencilla de empatía sería la habilidad de com-prender lo que siente el otro, pero esto ya involucra una toma deposición acerca de los mecanismos de la empatía, ya que comprenderes una actividad cognitiva, y esto implicaría un acto reexivo y noemocional.

    Otra denición, en esta línea de destacar lo cognitivo, es la de Ickes

    (1997): “…empatía es una forma compleja de inferencia psicológica enla cual la observación, la memoria, el conocimiento y el razonamientoson combinados para poder dar cuenta y penetrar en los pensamientos y sentimientos de otros”.

    ambién puede denirse la empatía como la posibilidad de impli-carse en las emociones de otro y compartirlas, a partir de percibir ennuestro mundo interno los mismos sentimientos que observamos. Asíse logra una identicación emocional, prerreexiva y preconsciente.

    De alguna manera hemos generado las nociones de las dos ormasde empatía que se proponen, la llamada “caliente”, por determinantesemocionales, y la “fría”, por razonamiento intelectual. Podemos iranticipando que la “empatía caliente” se vincula al sentir en simul-táneo con el otro, y que está sostenida en el uncionamiento de loscircuitos compartidos, mientras la “empatía  fría” implica la capacidadde adentrarnos en el mundo psíquico del otro, poseer la llamada “eo-ría de la Mente” (óM). En esta última orma de empatía construimosun relato que nos involucra, una determinada narrativa para poderentender a los demás, “leer ” su mente, compenetrarnos con lo quesiente y así poder compartir o no esos sentimientos.

    Hay dos posturas sobre la adquisición de una teoría de la mente.La primera, más del orden cognitivo, supone una construcción teórica

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    por aprendizajes sucesivos que van modicando y enriqueciendo elconocimiento de la vida mental de otro (“teoría de la teoría”). La otrapostura sostiene un estado de simulación interna de la mente ajena,implica una base innata e intuitiva (“teoría de la simulación”).

    Ambas hipótesis vinculan el conocimiento de lo mental con laempatía; la existencia de un posible locus para la cognición socialavalaría la elaboración de una óM por construcciones intelectualescrecientes; mientras que el descubrimiento del sistema de NE apuntamás a la hipótesis de la simulación.

    Planteadas ambas ormas de implicarse con el otro, podemos pro-ducir una denición más abarcadora: “…la respuesta empática incluyela capacidad para comprender al otro y ponerse en su lugar a partir de

    lo que se observa, de la información verbal o de la información accesi-ble desde la memoria (toma de perspectiva), y la reacción afectiva decompartir su estado emocional, que puede producir tristeza, malestaro ansiedad. Así la empatía debe favorecer la percepción tanto de lasemociones (alegría, tristeza, sorpresa) como de las sensaciones (tacto,dolor) de otras personas” (Moya-Albiol y cols., 2010).

    Si seguimos las hipótesis de que los niños con EA tienen unadisunción del sistema de NE y también una alla en el desarrollo de

    una óM, es ácil pensar las dicultades empáticas que presentanestos pacientes. Pero una verdadero acto empático, que no impliqueun contagio emocional patológico, requiere inicialmente de la posi-bilidad de dierenciar el yo del otro. Yo comprendo y me identico,pero el que padece es otro. Son los procesos de similitud-disimilitudque plantea Breithaupt (2011): si la similitud es entender a los otrossimulando estar en lugar de ellos, ya sea en orma cognitiva o porimplicación emocional inconsciente, el yo permite la no similitud con

    el otro. Se puede así reservar la identicación para ciertos momentos ysituaciones y luego tomar distancia para recuperar la unidad yoica.

    Para poder eectuar este ida y vuelta del encuentro con otro, debe-mos poseer una adecuada autorrepresentación y para ello hay quereconocer como propio el sentimiento asociado a la observación de laemoción ajena. Este conocimiento de uno mismo y sus sentimientosestá también dicultado en los pacientes con EA.

    Es ampliamente aceptado que alrededor de los dos años, el inantees capaz de reconocerse rente al espejo, lo cual implica un sentido deidentidad y un concepto del yo. Este conocimiento del yo se construyeen la misma relación yo-otro; según los conceptos enomenológicosno hay sentido del yo sin idea del no yo, por ello la construcción de

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    un sentido de individualidad se hace en el contexto de lo social, en lasprimera épocas de vida en el contacto con las guras de crianza.

    Si la construcción del yo requiere de una interacción con otro, esácil deducir que hay intervención de sistemas neurales compartidos.

    Ya hemos mencionado el trabajo de Uddin y cols. (2005) en relacióna la activación de un área del sistema de NE del hemiserio derechodurante el autorreconocimiento acial; similar activación se producedurante la escucha de la propia voz. Esta nueva unción del circuitode NE conrman la mayor complejidad del sistema en los hombresen relación a los primates, cumpliendo un rol en la imitación, en lacomprensión de las intenciones ajenas y en la representación internadel yo, capacidades esenciales para la interacción social.

    Es el momento de resaltar la existencia de un sistema del “símismo”, como se detalla en la Figura 2. Dicho sistema se estimula enlos momentos de autorreexión, cuando no estamos percibiendo estí-mulos externos y no estamos produciendo alguna actividad cognitiva.En esas instancias en que nos encontramos en aparente reposo cere-bral, hay un acto de encuentro con nosotros mismos y esa aparentealta de actividad cerebral se muestra errónea, hay una descarga deciertas áreas que han sido denominadas “sistema del sí mismo” (self

    system). Este sistema también se ha mostrado como circuito compar-tido, y no se enciende adecuadamente en los pacientes con trastornoautístico, lo cual implica un inadecuado encuentro con su mundointerno. Por el contrario, en los pacientes esquizorénicos se produceuna activación patológica concomitante del sistema de autorreexióndurante la percepción de estímulos externos, con lo cual los estímulosdel medio erróneamente se autorreerencian a su persona.

    A partir de armar que para lograr una adecuada empatía es

    necesario activar los mecanismos de similitud-disimilitud podemosreproducir otra denición: “La empatía (entendida como el desglosede las emociones, los afectos y las acciones del otro en tanto otro), solo puede existir si se traza un primer límite de diferencia (disimilitud)entre el otro y yo” (Breithaupt, 2011).

    Nunca existe una disolución de la identidad durante la empatía,siempre hay conciencia de la propia subjetividad, por eso las proyec-ciones e identidades son parciales y transitorias; el individuo siemprepuede dar cuenta de la relación dialéctica de soy y no soy, similitudy disimilitud. Si los procesos de identicaciones se hacen excesivosy errados, aparece el contagio emocional, por lo cual a pesar de no

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    padecer las mismas situaciones que el otro sentimos como si uerantotalmente nuestras y actuales.

    En relación a una disunción empática en los niños con EA, nosiempre la misma se da por la indierencia; a veces la respuesta es

    exagerada, como si allara la similitud-disimilitud. Al respecto valeel recuerdo de una niña que atendimos hace un tiempo en el hospi-tal, aproximadamente entre los cinco y diez años de edad, la cual nopodíamos dejar en espera en la sala común, ya que estallaba en llantodesconsolado cada vez que oía o vislumbraba un lactante llorando. Esdecir, el extremo del contagio emocional, una identicación absoluta,una pérdida de noción de sus propios sentimiento que se disuelvenen un otro. Obviamente esto no es una verdadera empatía, ya que la

    misma requiere dierenciar lo que le puede estar sucediendo al otro,de lo que verdaderamente me sucede a mí.

    Otro ejemplo reciente es el relato de un padre que nos escribepreocupados por la actitud de su hijo de siete años con diagnósticode GD-NE: “…lo que está ocurriendo es que F., cuando ve un dibujoanimado y el personaje se lastima, él se golpea contra el piso o contrauna pared o mesa, y luego llora por el dolor”. Nuevamente se trata deuna identicación que excede la auténtica empatía, no hay simulación

    sino padecimiento real. Es por ello que acordamos con Lamm y cols.(2007), quienes plantean que esta capacidad de dierenciación entreel yo y el otro determina la calidad de la respuesta empática, a la quese suma la valoración cognitiva de la situación en juego.

    Hay varias teorías acerca del enómeno de la empatía. Una podríasuponer que todos los individuos respondemos de la misma maneraa los acontecimientos, es decir que existiría una intersub jetividaduniorme para todos los seres humanos. Otra, ya respetando más la

    individualidad, es que respondemos empáticamente porque hemosexperimentado en nuestra vida acontecimientos similares que nospermiten saber qué siente el otro a partir de recordar cómo nos hemossentido nosotros rente a la misma situación. Según la teoría motorade la empatía, un individuo reconoce las emociones de otro, habi-tualmente expresadas por gestos corporales y/o aciales, mediante larepresentación interna de dichas emociones y mediante la imitación.De este modo, empatizamos con otros porque existe un mecanismosegún el cual la representación de la acción modula la actividad emo-cional y proporciona una base uncional esencial para la empatía.

    La existencia de procesos neurológicos comunes que resuenan alunísono hoy día es explicada por la existencia de sistemas comparti-

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    dos, pero anteriormente ya había sido presupuesta a partir de obser- vaciones psicológicas y neurológicas, así como por discernimientoslosócos. Este tema lo proundizaremos en el próximo apartado.

    Bases neurológicas de la empatía

    Ya hemos mencionado que el lósoo Teodore Lipps utilizó eltérmino empatía en relación a la estética, destacando como motorde la misma el desarrollo de una “imitación interior ”, de lo que seobserva en otro. Para Lipps existiría un “camino imitativo” que con-duce a que nosotros reproduzcamos automáticamente la expresión

    acial de otro, reparando la emoción asociada y atribuyendo luegoesa emoción a otro individuo.

    Sus ideas inuyeron en S. Freud y en Husserl, por lo cual no esextraño el desarrollo de pensamientos similares en Merleau Ponty(1985), enomenólogo como Husserl, por lo cual las explicacionescientícas que contamos actualmente de la conducta empática, yahan sido supuestas, asombrosamente, hace más de cien años porla losoía. Esto revalida el diálogo actual de las neurociencias y la

    losoía sobre las relaciones mente-cerebro.Hoy en día, el modelo más aceptado por la ciencia para la empatía

    es el que supone que hay una activación correspondiente y simultáneade procesos neurológicos motores y sensoriales en el individuo queobserva un acto motor intencional, una percepción sensorial y/o unestado interno en un otro. Esta puesta en marcha de redes neuronalescompartidas es completada por una acto cognitivo, que le permiteentender lo que sucede al otro y a él mismo.

    Estos componentes de la empatía, la emocional o caliente y la ríao cognitiva, parecen tener dierentes circuitos neuronales de regula-ción, aunque en ambas hay una participación del lóbulo rontal. Alrespecto, recordemos que en diversas experiencias, utilizando variastareas de óM vinculadas a la empatía ría, hubo una estimulaciónselectiva del lóbulo rontal (Vogeley y cols., 2001).

    El trabajo de Völlm y cols. (2006) es sumamente interesante paraconocer los circuitos cerebrales implicados en la teoría de la mente yen la empatía. rece sujetos adultos son explorados mediante RMNmientras observan historias relacionadas con teoría de la mente, algu-nas buscando identicación empática, otras solo con eectos ísicosdirectos, sin relación con individuos.

    Las imágenes mostraron que existen áreas cerebrales comunespara las tareas cognitivas y las empáticas; pero también hay zonas que

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    se activan exclusivamente durante la actividad de teoría de la mente, yáreas que se encienden especialmente durante la actividad empática,

     vinculadas a la emoción, como la amígdala y la corteza cingulada. Alrespecto, recordemos que en el cíngulo anterior hay un sistema de

    NE relacionadas al dolor, las llamadas “neuronas empáticas” o mássimpáticamente “neuronas Dalai Lama” (Ramachandran, 2006).

    Hemos señalado que la verdadera empatía requiere de una claradierenciación del yo y el otro, poner distancia una vez que nos hemosidenticado es clave para poder distinguir entre “siento lo mismo” de“me doy cuenta lo que siente el otro” y me compadezco o no de él.

    Breithaupt (2011), tomando los conocimientos actuales sobrelas NE, ormula diversas hipótesis para que esta dierenciación se

    produzca:

    1) La existencia de NE solo para determinados actos motores queson relevantes para el medio cultural del individuo y que han sidoconormadas durante las ases tempranas de la crianza.

    2) El control de la actividad de NE está bajo otro grupo de neuronasdenominadas “superneuronas espejo”, que tienen distinta activa-ción rente a un acto o sentimiento propio, que rente a alguno

    observado. Este orden superior de neuronas ue descripto por elgrupo de Iacoboni (2009) en el lóbulo rontal, sugiriendo que seencuentran por encima de las NE clásicas, modulando y contro-lando su actividad.

    3) El alcance de la predictibilidad. Hemos mencionado que uno de losmecanismos activadores de las NE es la posibilidad de predecir elobjetivo de una acción. Pero esta capacidad puede tener un límiteque pondría cierto control a la actividad empática, privilegiando

    su puesta en juego cuando las acciones le sean signicativas ypuedan acoplarse a la actividad de otras neuronas.

    La predicción de acciones uturas sería entonces un ltro para lacoejecución empática, y aquí se ponen en juego la cultura, el géneroy la subjetividad individual, deniendo qué conductas le son signi-cativas a cada individuo. En este sentido, se ha demostrado que lasmujeres emplean en mayor grado que los hombres áreas cerebralesde NE en las relaciones empáticas cara a cara y que los individuos conmayor predisposición a comprometerse emocionalmente presentanun grado mayor de activación de los circuitos compartidos.

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    Schulte-Rüther y cols. (2007) proponen un mecanismo en partesimilar a estas opciones y en parte disímil. En un protocolo de interac-ción con rostros tridimensionales creados digitalmente, con expresiónde miedo, de cólera o neutrales (ver Figura 3), observan bajo RMN

    la activación tanto de áreas del sistema de neuronas espejo, como dezonas implicadas en la óM.

    Figura 3

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    El interjuego en esta doble activación permitiría la dierencia-ción entre los sentimientos propios rente a las expresiones aciales,mediatizados por las NE y la conciencia de la adjudicación de deter-minada emoción a los rostros observados, unción cumplida por las

    áreas uncionales de la óM. Así, las NE producirían la resonanciaindividual del estado emocional del otro; las áreas de óM, en unaspecto más cognitivo, dierencian la perspectiva individual de ladel otro.

    Es de notar que en este protocolo también hubo coincidencia entreel nivel de activación de las áreas cerebrales y la capacidad empáticamedida por tests especícos.

    Uno de los elementos que más vinculan subjetivamente a los seres

    humanos es el del dolor. Observar el dolor en otro inmediatamentedespierta respuestas en uno mismo, en principio sensoriales –meduele a mí también– y luego empáticas –me compadezco o me rego-cijo de aquel que sure el dolor–. En etapas muy tempranas de la vidase despliega esta especial sensibilidad al dolor ajeno, con una altacapacidad para develarlo a través de la interpretación de las expre-siones aciales.

    Se puede observar en la Figura 2 que hay circuitos compartidos

    especícos para el dolor en la corteza somatosensorial primaria ysecundaria; pero estas áreas se pondrían en juego rente al aspectodiscriminativo del dolor. El componente aectivo dependería de laactivación de la corteza cingulada anterior y de la ínsula, donde exis-ten estos circuitos compartidos. ambién participan del engramaneural para el dolor zonas del tálamo, del tronco, de la corteza parietaly del cerebelo, las que se activan tanto observando el dolor comoimaginando padecer el mismo.

    Es diícil dierenciar los aspectos discriminativos de los aectivosen el dolor, ya que están altamente correlacionados; de ahí que selos englobe en la llamada “matriz del dolor ”. La mera observaciónde la conducta o expresión acial del dolor dispara estas estructurasneuronales, pero solo las vinculadas al componente aectivo seríanlas activadas para la experiencia empática.

    Esta participación especíca del componente aectivo ha sidosugerida por diversos trabajos que muestran que la observación deimágenes en las cuales se inige dolor a otro activa las mismas áreasque cuando se padece un dolor propio, especialmente el cinguladoanterior y la ínsula. Esto llevó a Wicker y cols. (2003) –experimen-tando con disgusto y no con dolor– a concluir que la observación de

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    estados aectivos ajenos tiene la misma representación neural que elpadecimiento propio.

    A conclusiones similares llegaron Botvinick y cols. (2005), nocon imágenes inigiendo un daño, sino simplemente exponiendo a

    los participantes a la observación de rostros con dolor y aplicandoluego estímulos térmicos alternantes entre nocivos y neutrales, para

     visualizar las respuestas dolorosas genuinas. Estos investigadoresencontraron activación especíca en el área dorsal de la corteza cin-gulada anterior y en las ínsulas derecha e izquierda, pero también,en menor dimensión, en otras zonas del sistema nervioso, entre ellasla amígdala.

    Hay que tener en cuenta que la corteza cingulada está también

    implicada en la motivación y en el aprendizaje aversivo, y que la amíg-dala lo está especialmente vinculada con el miedo, lo que ha generadola hipótesis de que la activación de estas áreas serviría para detectarpeligro y evitarlo. El cingulado anterior se activa también ante rostroscon distintas expresiones aciales, como disgusto, elicidad, tristeza,miedo y angustia, y la ínsula rente a disgusto, miedo y tristeza.

    El trabajo de Jackson y cols. (2005) también conduce a sostenerla participación exclusiva del componente aectivo en la percepción

    del dolor ajeno. Quince voluntarios de entre diecinueve y veintinueveaños, de ambos sexos, ueron sometidos a la presentación de sesentay cuatro imágenes digitales de producción de dolor en manos o pies,contrastadas con igual número de imágenes neutras. Comprendíandistintas situaciones de dolor, mecánico, térmico y de presión, a losque eran sometidos distintas personas de color y género, pero siempreen situaciones cotidianas, en las cuales podrían haberse implicadotambién los observadores en algún momento de sus vidas. Los suje-

    tos debían eectuar un ranking de la intensidad del dolor que estabaimplicado en las imágenes que veían. Las imágenes de RMN mos-traron el encendido especíco de las mismas áreas implicadas en elcomponente aectivo del propio dolor y en el observado.

    Es muy interesante acotar que la intensidad de la activación enla corteza cingulada estaba correlacionada con el nivel de dolor quelos observadores adjudicaban a las imágenes, lo que implicaría quepodría procesarse en este área, no solo un aspecto aectivo del dolor,sino también una aproximación cognitiva.

    Esta posibilidad está también contenida en la demostración deuna activación de esta región cuando los participantes escuchaban

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    solamente palabras que evocaban dolor, en contraste con sílabas sinsentido (Osaka y cols., 2004).

    La experiencia de Singer y cols. (2004), un poco cruel a nues-tro entender, nos da la dimensión de la identicación empática, que

    inclusive se maniesta rente a la sola imaginación del dolor de unser querido. Distintas parejas eran instruidas de que iban a recibirpequeñas descargas eléctricas en orma alternada; solamente unaecha de color indicaba quién recibía el estímulo doloroso. Cuandolas mujeres eran noticadas de que su pareja recibiría la descarga,registraban una activación de las área aectivas vinculadas al dolor.

    ambién es muy signicativo, en relación al vínculo empatía-socialización, la demostración de la descarga del mismo circuito

    implicado en los aspectos aectivos del dolor, especialmente la cor-teza cingulada, cuando los participantes eran excluidos de un juegode computadora on-line, correlacionando con el grado de distresspersonal. Esto implicaría que el “dolor social ” tiene un uncionamientoneurocognitivo similar al dolor ísico (Eisenberg y cols., 2003).

    En este trabajo los individuos eran instruidos de que participaríanen un juego de pelotas on-line con otros dos jugadores; en realidadesta inclusión era en cción y no cierta. En un primer momento

    el individuo no podía jugar por circunstancias técnicas (exclusiónimplícita); en una segunda situación era separado porque los otrosdos jugadores dejaban de participarlo (exclusión explícita). En ambascircunstancias se activaba la corteza cingulada posterior en relaciónal grado de distress padecido, pero en la exclusión explícita habíaposibilidades de una autorregulación posterior.

    La existencia de un circuito neural común en los aspectos aectivosdel dolor ísico, y en el dolor por la exclusión social puede sustentarse

    en la necesidad de los mamíeros de generar un sistema de alerta parael contacto social primitivo de las crías y luego para toda la actividadsocial posterior. Esto puede explicar la activación de la corteza cin-gulada en las madres rente al llanto de sus hijos.

    Sin embargo, hay también trabajos que demuestran que no solohay una participación empática en la activación de las áreas aectivasdel dolor. Avenanti y cols. (2005), utilizando Estimulación Magnéticaranscraneal (EM) y Potenciales Evocados Motores, demuestran unainhibición cortical motora en la representación de los músculos de lamano en correspondencia a la observación de imágenes inigiendodolor con una aguja en las zonas homólogas. Esto implicaría un sis-tema que dispara en resonancia con el dolor de otro, demostrando

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    la presencia de circuitos compartidos en estas áreas, colocando losaspectos sensoriomotores tan signicativos como los aectivos parala empatía al dolor. Notablemente, los aspectos aectivos y sensorialesde la matriz del dolor no sólo están envueltos en el procesamiento

    del estímulo actual sino también en la anticipación del dolor en quepudiera implicarse el sujeto en un uturo.

    Puede también postularse que esta implicación, más sensorial queemocional para el dolor en un semejante, sirve como un aprendizajesocial para que el sistema corticoespinal del observador implementeestrategias de escape o congelamiento de la acción propia rente a unestímulo doloroso realmente padecido en otra situación.

    Los autores plantean la existencia de dos ormas de empatía, la

    simple, por resonancia somática y otra más elaborada, con compo-nentes emocionales que implican lazos sociales y relaciones inter-personales. El sistema motor sería un nodo signicativo en la redneural durante la experiencia del dolor personal y en la empatía haciael dolor de otro.

    En relación a la identicación empática, es interesante comentarel trabajo de Nummenmaa y cols. (2008), ya que destaca el papel delsistema de NE de la corteza somatosensorial para la empatía emocio-

    nal. El objetivo ue identicar con resonancia magnética uncionallas redes neuronales que se activan rente a imágenes con situacionesque deben despertar una actitud empática cognitiva (ría), compa-rando con escenas de agresión a víctimas, lo que debería motivar eldespertar de una empatía emocional (caliente).

    Como ya lo hemos comentado, las reacciones emocionales seproducen rápida e involuntariamente, son preconscientes, mientrasentender estados mentales requiere de un trabajo consciente, volun-

    tario, con esuerzo cognitivo.Las diez mujeres participantes ueron especialmente instruidas

    para que simulen mentalmente el sentimiento de la víctima y el de suatacante en orma alternada. Las imágenes ueron luego cambiadas aescenas neutras, en las cuales las observadoras deberían situarse comomirando un álbum de otos o un programa de televisión, tratando deempatizar con alguno de los personajes (ver Figura 4).

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    Figura 4

    Las participantes debían llenar posteriormente un cuestionariorelatando su experiencia subjetiva en relación al atacante, a la víctimay a los personajes neutros con las seis emociones básicas (miedo,cólera, disgusto, tristeza, sorpresa y placer), en una escala de 1 (no

    sintió nada) a 5 (sentimiento intenso).Como era esperable, los resultados mostraron que comparando

    las escenas neutrales con las de ataque interpersonal, estas últimasincrementaban las experiencias subjetivas de miedo, angustia y dis-gusto; con disminución de la de placer. Es signicativo que las obser-

     vadoras integraron la inormación emocional de cada escena en unarepresentación aectiva global. Las imágenes de RMN mostraron:

    1) El área premotora, el giro supramarginal y la del lóbulo parietalinerior se activaron con mayor intensidad en las experiencias deempatía emocional en relación a las actividades cognitivas. Dadoque estas zonas están esencialmente vinculadas al sistema de lasNE, la hipótesis que se desprende es que en esta orma de empatía

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    caliente hay una mayor simulación de estados mentales ajenos,resultando en una activación destacada del corazón del sistemaempático. Esta activación electiva somatosensorial en la empatíaemocional y no en la cognitiva conduce a una representación in-

    terna de la acción, que luego se vinculará con las redes neuronalesde la emoción (ínsula, corteza cingulada, giro usiorme, etc.).

    2) La activación de las NE del área somatosensorial no se producepor una simple percepción de imágenes de personas en contextosemocionales o neutros; es decir, su encendido requiere de unaimplicación empática.

    3) La observación de imágenes neutras, orientadas a estimular unaempatía cognitiva, incrementaban la actividad en la corteza media

    rontal, región que también ya ha sido implicada en actividadesque requieren una óM.

    Podemos concluir esta revisión armando que la empatía requierede la activación concomitante en el observador de áreas motoras,aectivas y cognitivas; en varias de estas zonas hay sistemas com-partidos que permiten al individuo simular corporalmente el estadoemocional observado. Estas estructuras señaladas también guardan

    correlación parcial con las que regulan la agresión y la violencia, locual implicaría paradójicamente, vínculos entre la empatía, la com-prensión e identicación con el otro, con la ira y la violencia, gene-ralmente destinadas a ese otro.

    La empatía juega un rol central en el desarrollo de la comprensiónde los seres humanos y por ende en la intesubjetividad, ya que parauncionar adecuadamente en un medio social hay que poder suponerlo que sienten los otros; unciones no logradas en nuestros pacientes

    con EA, y a la cual nos vamos a reerir en el próximo apartado.

    Dificultades de la empatía en los TEA

    Es sabido que uno de los síntomas signicativos que dicultanel contacto social de los niños del espectro autista es la dicultad deestablecer una adecuada empatía, es decir, interpretar e implicarseadecuadamente en los estados emocionales de los otros. Estas di-cultades también son propias aun en autistas de alto uncionamientoy en los individuos con síndrome de Asperger.

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    Al respecto es interesante volver a la entrevista citada que mantu- viera O. Sacks (1997) con emple Grandin, una amosa autista (puedediscutirse hoy en día si en realidad no era un síndrome de Asperger)experta en conducta animal. Recordemos que en un momento de

    la conversación emple maniesta poder comprender las emocio-nes simples, uertes y universales, pero la conundían las emocionescomplejas: “…casi siempre me siento como un antropólogo en Marte” ;bajo este título reprodujo Sacks este encuentro.

    Esta alla empática se traducía en sus contactos cotidianos, tam-bién en la dicultad de implicarse con la trama de cciones escritaso actuadas, y de alguna manera se maniestaba en la escritura de suspropios textos “…en los cuales se observaban vacíos y discontinuidades

    narrativas, como si no pudiera dar cuenta de sus propios estados deánimo y de sus lectores”  (idem).

    Estas dicultades de involucrarse y comprender las emocionesde sus semejantes, así como su poca capacidad de interpretar lasexpresiones de los rostros, la obligaban a utilizar estrategias cognitivaspara conducirse socialmente. Marcaba un contraste espectacular susintonía con los animales, con los cuales tenía una percepción deli-cada de sus estados de ánimo y se identicaba hasta el llanto con sus

    surimientos.Daniel ammet, un joven con síndrome de Asperger, con habilidad

    increíble para los números y los idiomas, del cual nos ocupamos enextenso en otro texto (allis, 2008), describe en su libro autobiográco(ammet, 2007) sus conictos en develar los sentimientos de susinterlocutores, si estaban interesados o aburridos de sus relatos, nopudiendo acceder a ellos a través de la expresión de los rostros oactitudes corporales.

    Obviamente, cuando mejor es el nivel mental, más posibilidadeshay de separar los síntomas que dependen de la alta de resonan-cia empática de otras maniestaciones sintomáticas; así Sandra, unapsicopedagoga, me escribe como parte de un inorme evaluativo deuna niña venida de ucumán para una interconsulta con diagnósticode GD-NE (algunos rasgos son más compatibles con Asperger): “...amí me pareció una manera muy rígida para relacionarse, inclusive conun lenguaje muy literal. Yo no sentí una interacción con ella… presentaconductas muy inteligentes, pero con fallas en la comprensión, informa-ción, secuencias de hechos para relatar una historia, inmadurez emocio-nal para procesar la frustración, fallas en el reconocimiento emocionalde un otro y para trasmitir su emocionalidad (ver la diferencia entre

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    nombrar emociones o afectos, sentirlos, manifestárselos verbalmente aun otro) [sic] …el intercambio conmigo fue bastante pobre, casi no lohace a través de la mirada, si bien si se lo pedís puede. Por ejemplo, hoyle digo que me mire a los ojos, no lo hace, pero cuando le pregunto de

    qué color son, ahí sí me mira y contesta marrones; es decir, interpretoque lo hace desde colocarme como objeto de conocimiento, pero nocomo para vincularse”.

    F.L. tiene trece años, un primo con diagnóstico de autismo y uncuadro conductual que la ubican en el espectro del Asperger; al comen-tarme una crisis de angustia con desorganización conductual de uncompañero de grado, quien recientemente sufrió la muerte de un serquerido me dice “…no entiendo que le pasó a X, tanto escándalo porque

    se le murió la abuela…”.Valgan estos relatos directos e indirectos para dar cuenta de la

    alta de resonancia empática; es ácil deducir que estas dicultadesson mucho más signicativas en los autistas más severos, justicandosu tendencia al aislamiento.

    Imitación

    La imitación ha sido revalorizada en los últimos años, se la consi-dera una actividad especíca de los seres humanos que los distinguedentro de la escala biológica.

    En relación a la cognición social, sabemos que a través de la imita-ción se transmiten modalidades, prácticas, ideas e inclusive sistemasde creencias completos, undamentales para el conocimiento de lamente de otros y el desarrollo consiguiente de habilidades sociales.

    El término “meme”, creado por Dawkins (1976) y citado en elascinante texto de Iacoboni “Las Neuronas Espejo” (Iacoboni, 2009),reere a “elementos de una cultura que pueden ser transmitidos pormedios no genéticos, en especial la imitación”.

    El sentido de meme es de oponerse al de gen, a lo innato, y asícomo la genética es el estudio de los genes, la “memética” pasa a ser lade los memes, lo adquirido por el individuo a través de la transmisióncultural. Estos memes son considerados por diversos autores comocontribuyentes centrales a la ormación de la conciencia individualy social.

    La mímica y la imitación se relacionan directamente con la empatíay, por ende, con el desarrollo de la intersubjetividad; esta actividad

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    imitativa está aectada en los niños con EA en grado diverso, muyprobablemente relacionado con la dicultad de mirar a los ojos delinterlocutor, actividad que solo logra el 40% de los niños autistas,y aun en éstos no sabemos en proundidad la calidad intrínseca de

    esa mirada.Corroborando el vínculo de la imitación con la empatía, hay

    trabajos que demuestran que los individuos más empáticos tienenmayor grado de imitación no consciente de posturas, movimientosy expresiones aciales, comparados con aquellos menos proclives aidenticarse con los demás (Chartrand y Bargh, 1999; Carr y cols.,2003). La posibilidad de la imitación se vincula directamente conla capacidad comunicativa y lingüística; la dicultad comentada de

    entablar contacto con la mirada despierta dudas acerca de la existenciade una auténtica comunicación protoimperativa en el autismo, ya queel uso instrumental del otro no implica un sentido real de intenciónde pedido, que siempre requiere, como en lo protocomunicativo, uncierto conocimiento mental del interlocutor (Gómez y cols., 1993).

    ambién en relación a la imitación y la adquisición del lenguaje,hay trabajos que señalan que a mayor capacidad imitativa de lospequeños en etapas prelingüísticas, mejor desarrollo comunicacional

    posterior. El bebé nace con una capacidad e inclinación innata paraindagar el rostro humano e imitar los gestos del mismo. En este sen-tido, el reconocimiento del rostro tiene un desarrollo progresivo,desde quedar capturado, alrededor de los dos meses, solo por losojos, hasta incorporar la gestalt total, alrededor de los seis meses.Ya sabemos el signicado proundo para el desarrollo psíquico queimplica la dierenciación del rostro conocido al de un extraño, cercade los ocho meses de vida.

    La tendencia innata a la imitación se va modicando durante eldesarrollo, aunque ya se ha descripto imitación básica a los pocos díasdel nacimiento. Ésta se limita a movimientos aciales, de los dedos ya expresiones emocionales. En las primeras actividades imitativas nohay una clara noción del yo-otro, y la dierenciación se logra reciéna partir de los tres años.

    No nos olvidemos que lo que siente el niño es trasladado directae inmediatamente en un gesto acial, lo que sirve de señalamientopara la gura de crianza. Estas capacidades básicas e innatas de imi-tación del bebé se sostienen en lo que se ha denominado “simulacióncorporizada”, a la cual nos vamos a reerir con mayor detalle cuandoabordemos la interacción social.

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    Por supuesto que los mayores intercambios imitativos se dan enel espacio del encuentro cara a cara, generalmente con la madre.Como lo demostró Brazelton (1980), muchas veces la iniciativa estáa cargo del bebé, pero en este dialogo privilegiado la imitación es

    bidireccional, la madre unciona como un espejo, de tal manera queel bebé asocia los gestos aciales de la madre con sus sentimientosinternos, como lo describe Guerra (2009) poéticamente: “…en elescenario del rostro y de la mirada materna deslan los afectos cual personajes desconocidos del teatro interno del bebé”.

    ambién Winnicott (1971) se reere a este diálogo empático quepermite al bebé acceder a la internalización de sus emociones: “Esen-cialmente el self se reconoce a sí mismo en los ojos y la expresión del

    rostro de la madre y en el espejo que pueda llegar a representar el rostrode la madre”.

    El grado de implicación emocional de la madre en este diálogo,como también la activación de las NE, puede evaluarse en un tra-bajo del equipo de Iacoboni (2009). A un grupo de mujeres se lesmostraba otos de bebés de entre seis y doce meses con expresionesaciales diversas, al mismo tiempo se obtenían imágenes cerebrales.Los resultados mostraron una uerte activación de las áreas de NE

    de la ínsula y el circuito límbico; pero lo que ue altamente signi-cativo, es que cuando las otos pertenecían a sus propios bebés, nosolo se encendían estas zonas vinculadas a los aspectos aectivos dela empatía, sino también un área motora suplementaria, en donde seplanican las acciones complejas; es como si la madre se dispusiese aactuar de alguna manera cuando el implicado era su hijo.

    Si hay una alla en este diálogo gestual, si la madre no interpretaadecuadamente las emociones del bebé, la expresión de su rostro le

    devuelve al hijo un sentimiento de extrañeza, no se identica con susentir interno y lo perturba, comprometiendo su capacidad de regularaectos y adjudicar sentido a las emociones.

    Para que este diálogo uncione y el intercambio de gestos genereuna comunicación emocional, es necesario un cierto ritmo, una con-cordancia transmodal, lo que va a llevar a la generación de lo queMeltzoff y Moore (1997) llaman “intersubjetividad presimbólica”. Enrelación a los aportes de estos autores, no podemos dejar de pensarque son precursores de las hipótesis del lenguaje corporal en la per-cepción de las acciones y sentimientos del otro, ahora leído a travésdel conocimiento de las NE, ya que expresaban que el inante asocialo que ve con lo que él siente propioceptivamente en el rostro, es decir,

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    prerontales una conducta imitativa, una “ecopraxia” que los conducea repetir los movimientos del otro en orma compulsiva.

    Si las concepciones de la especialización imitativa conducen apensar en mecanismos innatos, las teorías generalistas están basa-

    das en el aprendizaje, por lo cual la capacidad de imitación de cadaindividuo depende de su experiencia. Las personas tienden a imitarlos gestos y posturas del interlocutor espontáneamente, así comolas expresiones aciales, el tono de voz y los patrones de pronuncia-ción. La aceptación de una teoría motora de la imitación tambiénimplica que la realización de una acción inuencia la precepciónconcurrente de esa acción, ya que la acción-ejecución y la acciónobservada se modulan recíprocamente al tener mecanismos neurales

    que se superponen.Una hermosa experiencia, conducida por Calvo-Merino y cols.

    (2005) corrobora la importancia del aprendizaje en la imitación. Através de imágenes con Resonancia Magnética Nuclear uncional,comparan la activación cortical en danzarines expertos en capoeira,en relación con danzarines clásicos y un grupo neutral. Las imágenesa observar alternaban movimientos de capoeira y de danza clásica.

    Los expertos en capoeira mostraron una mayor activación en áreas

    premotoras, parietales y surco posterior temporal superior cuandoobservaban los movimientos de su danza en relación a los de danzaclásica. Similares áreas activadas, pero justamente de manera inversa,tenían los danzarines clásicos.

    Ahora bien, las teorías generalistas se corresponden con los hallaz-gos de neuronas espejo, que se activan tanto durante la observación,como durante la ejecución de la acción, y llevaría a pensar que estesistema sirve para imitar pero que no está creado especialmente para

    ello, sino que adquieren esta propiedad en el curso de la ontogeniacomo un eecto colateral del aprendizaje asociativo general y del pro-ceso de control motor.

    En los humanos, la capacidad imitativa juega un rol undamentalen la conducta adaptativa y al rescatar que la imitación se aprende,por lo cual el sistema de NE también lo hace, resalta nuevamente elrol undamental de las relaciones tempranas madre-hijo.

    Vamos a extendernos en la relación del sistema de NE y la imi-tación. En los macacos se activa rente a acciones que conducen aun n; estas acciones deben ormar parte de un repertorio de movi-mientos que puede realizar el propio mono, siendo undamental quetengan una intencionalidad. En cambio, las NE del hombre pueden

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    activarse rente a movimientos gestuales sin objetivo determinado.Se ha demostrado esta actividad en numerosas observaciones queconducen a suponer que experimentamos el comportamiento obser-

     vado en el otro como una acción propia, lo anticipado por Merleau

    Ponty y Meltzoff intuitivamente.Contra esta armación, Jackson y cols. (2006) demuestran que el

    sistema de neuronas espejo de la región F5 del hombre no se activarente a la observación e imitación de movimientos no propositi-

     vos. Es interesante citar que en este trabajo también se evidenció ladierente calidad de la respuesta cuando las imágenes se situaban enprimera persona, es decir desde la perspectiva del observador, o entercera persona, ubicando la acción en orma enrentada.

    Los participantes tenían que observar y luego imitar en simul-táneo, movimientos rotativos, horizontales y verticales de manos ypies; la mitad de los clips eran en perspectiva de primera persona, yla otra mitad en perspectiva de tercera persona. Durante la obser-

     vación y la acción se les eectuaba imágenes cerebrales uncionales.Los datos obtenidos evidenciaron que la imitación de los modelos enprimera persona se iniciaron más rápidamente y con menor canti-dad de errores que desde la perspectiva en tercera persona. ambién

    hubo dierencias leves entre las áreas que se activaron en el sistemanervioso.

    Se puede concluir que es más ácil imitar un modelo desde elpunto de vista “como yo”  que “como él ”, inclusive en el primer casose observó una actividad involuntaria de los músculos implicados enla acción durante la simple observación, con lo cual puede pensarseque la representación motora en la perspectiva de primera personaenvuelve mayores componentes kinestésicos.

    Desde el punto de vista del aprendizaje, la repetición de movi-mientos conocidos es mejor si son tomados en primera persona, alreclutar programas motores relevantes, mientras que nuevos apren-dizajes motores serán más ecientes ubicarlos en tercera persona, yaque habría una mejor comprensión espacial de la acción.

    Ya hemos considerado que la verdadera imitación, la que implicaaprendizajes sostenidos, es acultad de los seres humanos, y hay condudas si también lo logran los grandes simios. Es importante conocerque la imitación de los niños es en espejo y dirigida a la intención,al objetivo más que a la acción misma, en orma similar a la acti-

     vación de las NE, que responden más intensamente a un patrón de

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    movimientos propositivos que también ormen parte del repertoriodel observador.

    Esta activación selectiva a la intención se produce a través deldisparo sucesivo de NE, algunas solamente ligadas al movimiento

    primario y otras, denominadas “lógicamente relacionadas”, a la suce-sión de actos necesarios para llegar a la intención que el observadorprevee.

    Dado que la imitación es un proceso que comprende distintasconductas, es posible que existan distintos mecanismos para su eje-cución, pero la observación de que existe desde épocas tempranasde la vida nos permite pensar que algunas de sus ormas están soste-nidas en mecanismos neurales simples. anto la imitación, como la

    empatía con la cual está estrechamente ligada, dependen de procesosde representación internos de uno mismo en relación a otro; por ello

     juegan un rol central en la intersubjetividad a través de la percepciónde las disposiciones e intenciones de los otros individuos.

    El conocimiento de las neuronas espejo ha sido la base de lahipótesis de la existencia de un mecanismo de imitación por “reso-nancia”. El equipo de M. Iacoboni, de la Universidad de Caliornia,Los Angeles, ue uno de los primeros en trasladar a los humanos las

    investigaciones realizadas en macacos por el grupo de Parma. En1999, adhiriendo a la hipótesis de la imitación por resonancia internade lo observado, ellos midieron la actividad cerebral con RMN enindividuos en tres situaciones disímiles: durante la sola observaciónde una actividad con las manos, imitando esa acción y realizandoel mismo movimiento a partir de órdenes simbólicas o espaciales.Dos áreas ueron selectivamente activadas tanto durante la simpleobservación, como durante la imitación o producción independiente

    de movimientos de elevación de los dedos. Dichas zonas ueron elopérculo rontal izquierdo y la región parietal anterior derecha. Unatercer área, el opérculo parietal derecho, se disparó selectivamentedurante la actividad motora no imitativa.

    La participación del lóbulo rontal no debe sorprender, puescorresponde al área de Broca (área 44), que se considera homólogadel F5 de los macacos y es donde están representados los movimientosdistales de los dedos; por otro parte, como ya hemos comentado, suconocida unción decisiva en la expresión del habla ha dado unda-mentos a las hipótesis de la participación de la imitación en el desa-rrollo del lenguaje. Pero para entender la participación de las NE delárea parietal derecha, es necesario citar un trabajo con omograía

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    con Emisión de Positrones (PE) en humanos, durante la observaciónde pantomimas en complejas acciones que debían en un principiosolo comprender, y luego también memorizar para repetirlas. En elprimer caso se activaba la zona inerior del lóbulo rontal izquierdo;

    en el segundo caso la activación era parietal, especialmente a dere-cha. La interpretación de los autores (Decety y cols., 1997) es que enel lóbulo parietal derecho hay una codicación precisa kinésica delmovimiento durante la observación previa a la imitación. Esta codi-cación complementa la mirada centrada más en unción del objetivo,de la intención, que en los detalles precisos del movimiento, que es lamoda