libros del cielo personal · 4 historia de dos ciudades es una de las novelas del escritor ......

Libros del Cielo Personal

Sean Griswold's Head Lindsey Leavitt

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Moderadoras: Anna Banana y Annabelle

Traductoras: Anna Banana

Annabelle

Pixie

Carlota

Nortia

Belle 007

Mery St. Clair

Vero

Panchys

LizC

Andreani

♥…Luisa…♥

Majo_Smile ♥

Correctoras: Melii

Tamis11

Mery

Deydra Ann

LizC

Mali..♥

Vericity

Vero

Juli_Arg

LuciiTamy

MaryJane♥

Recopilación & Lectura Final SofiaGodiva

Diseño Francatemartu

Staff



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Y si el amor de tu vida estuviese —literalmente— justo en frente de ti?

De acuerdo con su consejero, Payton Gritas —de quince años de

edad— necesita un objeto de enfoque para concentrar sus

emociones. Se supone que debe ser algo íntimo, pero Payton

decide utilizar lo que ella siempre mira durante la clase: la cabeza de Sean

Griswold. Ellos han estado vinculados desde tercer grado (Griswold—Gritas,

en orden alfabético), pero realmente nunca lo ha conocido.

El objeto de atención es para ayudarla a aceptar el reciente diagnostico de

su padre con esclerosis múltiple. Y está funcionando. Con la ayuda de su mejor

y loca amiga —Jac— Payton comienza a acechar —erg, enfocar en Sean

Griswold… ¡todo de él! Es lindo y comparte su obsesión de Seinfeld (¡Nadie

más lo comprende!) y puede tener hasta un secreto o dos.

¿ Sinopsis



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1 Traducido por Annaiss

Corregido por Melii

ada crea un revuelo como una agenda Executive Deluxe. No es

que tenga mucha experiencia con los revuelos, especialmente

aquellos sobre química, pero mi hermano sí me dio doble dosis

de NyQuil1 cuando tenía once años. Esos treinta minutos o

menos de embriaguez no se comparan con este sentimiento. Pura, felicidad,

organizada.

Aprieto la agenda contra mi pecho y poco a poco acaricio su cubierta de

cuero. Me costó una tercera parte de mi dinero de Navidad, pero este bebé tiene

calendarios mensuales y semanales, gráficos financieros… ¿Y ya mencioné la

suave, suave cubierta de cuero?

—No puedo creer que estás gastando tanto dinero en un organizador,

Payton. —Mi mejor amiga, Jac, se apoya contra el mostrador de la tienda.

Estamos en el centro comercial, aprovechando las ventas de después de

Navidad, y estoy ansiando preparar mi agenda para el nuevo año—. Podrías

comprar una agenda electrónica por cincuenta dólares más. Y de todos modos,

¿Para qué necesitas planificar? Eres una estudiante de primer año, no un CEO2.

Le sonrío serenamente a mi linda e ignorante amiga. —No puedo usar mi

nuevo sistema de destacar en una pantalla de ordenador. Y hay algo en tachar

una tarea con un bonito bolígrafo ¿No crees?

—No. De verdad, no. Pero te quiero de todos modos.

1 NyQuil es una marca de medicamento sin receta indicado para el alivio de los

síntomas del resfriado común. 2 Director Ejecutivo es el encargado de máxima autoridad de la gestión y dirección

administrativa en una organización o institución.

N



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Por supuesto que ella no lo entiende. Jac acaba de gastar ochenta dólares

en un par de botas ridículamente rojas, y muy poco prácticas, que sólo

combinan con dos atuendos, por lo menos. Ahora ¿Mi bien pensada compra? La

usaré todos los días.

—Así que probablemente no estás interesada en mi sistema de resaltado

para nuestras lecturas de inglés. Es genial, realmente. Amarillo para

dispositivos literarios, rosa para puntos de trama, naranja para conflictos.

—¿Por qué naranja?

—Porque me veo como mierda en ese color. Discutiría con cualquiera

que me obligue a llevarlo.

Jac asiente con la cabeza. Ropa —eso sí es algo que entiende.

—¿Por qué no guardamos las cosas escolares hasta que estemos

realmente de regreso a clases?

—Los exámenes parciales sólo están a unas semanas.

—Así que vamos a disfrutar de nuestra libertad mientras la tenemos. —

Jac apunta a una cartera verde—. De hecho estoy sorprendida que tus padres no

te hayan obsequiado un planificador para Navidad. Ellos, por lo general, como

que, regalan los mejores presentes. No como mis padres. Esta es la tercera

Navidad seguida que me dio aretes de diamantes.

—Diamantes. Guau. Papi McThrifty ataca de nuevo.

—Oye, te los iba a re-regalar para tu cumpleaños, pero…

—Está bien. Sí. Eso apesta. En una forma de no-apesta realmente.

—Sabes a lo que me refiero. —Jac revisa el precio de la billetera y la

vuelve a colocar en el estante—. Tus padres te conocen, como, una persona real.

Es casi extraño cómo todos ustedes son de funcionales.

—Cierto. Pero mi padre me compró un libro sobre rocas. No he colectado

rocas desde que tenía diez años. DIEZ. Si él lo hubiera hecho a su manera, aún

tendría cuatro años. Apuesto que agregó hormonas anti crecimiento en mi

rompope la semana pasada.

Jac ríe. —Tú odias el rompope. —Su teléfono vibra con un texto. Ella lo

revisa y apunta hacia el mostrador—. Es mejor que nos apuremos. Mi hermana

está esperándonos y quiero caminar por Cinnabon3 de nuevo y ver si Chico

Guapo con Pecas me come con la mirada.

3 Cinnabon es una cadena americana de kioscos de repostería. También es conocida por

vender cafés de diferentes sabores con crema y licuados.



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Le entrego mi dinero al cajero junto con un cupón de después-de-las-

fiestas y meto mi agenda nueva en mi bolsa de mensajero. Una vez que estamos

cerca de la plaza de comidas, Jac logra su silbido deseado. Y sí, estoy segura de

es dirigido a ella. Yo podría recibir una mirada ocasional por parte de los

chicos, pero Jac… Jac recibe los silbidos.

Quince minutos después, ella se asoma por la ventana del Jeep de su

hermana. —¡Llámame esta noche! Necesito que me digas lo que ocurre en

Historia de dos ciudades4 antes de que terminen las vacaciones.

—Podrías leerlo, ya sabes. O comprar las Notas Cliff.

—Olvídate de Cliff. Notas Payton son mucho mejor.

Me río. —Apuesto a que no dirías eso si Cliff fuera lindo.

—Tendría que ser demasiado lindo para hacerle justicia a un nombre

como Cliff.

Le doy un abrazo y corro hacia la casa, emocionada de mostrarle a mi

mamá y papá mi juguete nuevo. Siempre me están tomando el pelo ante mis

habilidades de organización, pero sé que aman mis tendencias neuróticas.

Nunca tienen que preocuparse si tendré mi tarea hecha.

—¡Papá! —Grito—. ¡He llevado retentiva anal completamente a otro

nivel! ¡Mamá! —Salto por el pasillo, fotografías de hoy en día hasta la infancia

de mi bisabuelo me observan mientras lo hago. Nadie. Me asomo a la cochera.

Mi hermano Trent tomó prestada la monovolumen de mamá porque él dice que

atrae a las damas. El Acura de papá espera solo en la oscuridad.

Huh. Estaban en casa cuando me fui. Tal vez fueron por uno más de sus

paseos a lo largo del Schuylkill River. Han estado un poco raros últimamente,

juntos día y noche. Mirándose el uno al otro como lo hacen en una mala

telenovela durante una amarga despedida.

A veces, me pongo un poco nerviosa de que algo seriamente está

ocurriendo.

Me refiero a que, siempre están tan enamorados el uno al otro, pero,

¿Qué si es más? Una buena telenovela lanzaría un asesinato encubierto o un

niño no planeado. El cual sería peor, porque eso significa que mis padres

todavía son capaces de hacer… el acto que produce bebés.

Oigo murmullos proviniendo desde el baño, después risas. Mi paranoia

se derrite. Están riendo. Al igual que siempre. De hecho, mamá está

4 Historia de dos ciudades es una de las novelas del escritor británico Charles Dickens,

publicada en 1859.



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probablemente afeitándole la cabeza a mi padre, un evento de cada dos

semanas. Agito el pomo de la puerta, y ya que esta desbloqueado, lanzo la

puerta abierta. —¡Hola, calvito! —Canto. Después miro.

Mi padre está inclinado sobre el asiento del inodoro, sus pantalones

bajados lo suficiente como para ver la parte superior de su nalga izquierda.

Mamá está de pie detrás de él con una aguja hipodérmica en la mano derecha, a

punto de hacer pinchazo. Ambos se sobresaltan cuando entro. Mi madre aleja la

aguja y ésta roza la piel de mi padre. Sus pantalones caen aún más abajo y casi

Veo Demasiado. Cierro la puerta.

No es paranoia. Algo estaba pasando. Pero pensé que “algo” era más

entre las líneas de que mis padres estaban compartiendo una linda crisis de

mitad de vida. No pinchándose el uno al otro con drogas.

—¡Payton! —Mamá abre la puerta—. ¡Cariño! ¡Espera!

Todavía estoy de pie en la puerta, mi boca colgando más bajo que los

pantalones de mi padre. Él está detrás de ella en un segundo, buscando a

tientas su cremallera. —Cariño. Vamos a la sala. Tenemos que hablar.

♥♥♥

Se está hablando, pero no de mi parte.

La buena noticia: Mis padres no son adictos a las drogas.

La horrible, espeluznante, qué-jodidos-le-pasó-a-mi-vida noticia: La

aguja estaba llena con medicina. Medicina para la esclerosis múltiple de mi

padre, también conocida como EM. Una enfermedad que, hasta hace diez

minutos, estaba completamente inconsciente de que tenía.

—Lamentamos no haberte dicho —mamá comienza.

—¡Y te lo íbamos a decir! —dice Papá, dejándose caer a mi lado en el sofá

de cuero. Mamá está detrás de él con los brazos cruzados—. Sólo estábamos…

—…esperando por el momento adecuado. Todavía hay tan poco que

sabemos al respecto. Queríamos tener una idea más clara de a dónde va esto. Y

ahora para saberlo de esta manera…

—… hubiéramos deseado que no lo hubieras hecho… —dice Papá.

—… pero ya lo hiciste…

—… sólo tenemos que hacer lo mejor…



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—… de una situación desafortunada, —mamá termina.

¿Situación desafortunada? ¿Están bromeando? Es una enfermedad

paralizante ¿No? Siempre la he agrupado con la parálisis cerebral y Parkinson

y… un montón de otras enfermedades de las cuales realmente no sé nada.

En serio. Situación desafortunada. Resalten esa línea en amarillo: Bruta

Subestimación.

—Bien, sólo lo escupiré. —Papá suspira cuando no doy señal de

respuesta, otra que no sea cerrar mi boca para aliviar el dolor de mandíbula—.

El entumecimiento en la mano izquierda comenzó la primavera pasada cuando

tu madre y yo fuimos a Cancún. Se fue cuando volvimos a casa así que… no

hice nada. —Papá tira de una cuerda suelta en su camiseta—. Me olvidé de ello.

Traté de olvidarlo. Pero entonces, durante el verano, mi mano comenzó a

entumirse nuevamente. Por semanas. Y lo guardé para mí mismo, al igual que

el hecho de que me he sentido… apagado… cansado desde hace años.

«Finalmente le dije a tu madre y fui examinado y encontraron estas

lesiones —son algo así como tumores— en mi columna vertebral. El médico nos

sentó y nos dijo acerca de EM.

Entumecimientos. Hormigueos. Tumores.

Mamá se sienta a mi otro lado y acaricia mi cabello. Me estremezco.

—Sé que todo esto suena espantoso, pero hay diferentes tipos de EM. En

este momento, tu padre tendrá una recaída, luego entrará a remisión, después

una recaída de nuevo. Hasta ahora han sido esparcidas, todavía es un caso

manejable. Pero algunas personas, —mamá mira a papá—, decaen más rápido.

Continuamente. Puede mejorar, o puede empeorar. Nada es predecible. Así que

este medicamento ayuda. Bueno, acaba de comenzar, por lo que esperamos…

que ayude.

Desde el verano. Hace seis meses. Ese es el tiempo que han sabido. Ellos

sabían. Y yo no tenía ni idea. ¿Cómo… cómo pudieron?

—Mi sol, no hay manera de decirte cuánto lo sentimos, —añade—. Nos

sentimos horrible. Supongo que nunca es el momento adecuado para escuchar

esto. Le dijimos a tus hermanos, y después íbamos a decírtelo también.

Simplemente no habíamos decidido… cuándo.

¿Les dijeron a mis hermanos? Hay un martilleo constante en mis oídos, y

mi estómago —no, mis entrañas— se sienten como si hubiera tragado un gatito

y la pequeña bola de pelo poco a poco trata de buscar su camino. Esto es mierda

total. Los padres no ocultan este tipo de cosas… cómo pudieron hacerlo… ¡Y

mis hermanos sabían! Esto de alguna manera lo hace mucho peor. Una vez más,



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me siento como si fuese una estúpida niña pequeña. Todos ellos compartieron

este conocimiento, caminando, sabiéndolo mientras que yo continuaba con mi

vida normal. Todo lo que han dicho está manchado ahora. Cada día era una

mentira.

Estoy a punto de estallar. Estallar de dolor.

Papá pasea. —Sé lo mucho que te preocupas por las cosas. ¿Recuerdas

cuando sufrí un esguince en el tobillo en baloncesto y llamaste a cada cirujano

ortopédico en la cuidad? No quería que te preocuparas por mí hasta que

tuviéramos un plan más sólido. —Papá deja de caminar y se arrodilla delante

de mí—. Cariño, no puedo ni siquiera comenzar a decirte cuánto lo lamento. Te

diré todo de aquí en adelante. Cada detalle. Las cosas van a estar bien. Te lo

prometo. ¿De acuerdo?

Mi mamá se remueve en el sofá. —¿Hay algo que quieras decir?

Me retiro sin contestar y me encierro en el cuarto de baño. La medicina

de papá todavía está sobre el fregadero. La tumbo. Lo prometo. Resaltarlo de

amarillo de nuevo —ironía. ¿Cómo pueden prometerme la verdad cuando toda

mi familia me ha mentido durante los últimos seis meses? Seis meses que pasé

creyendo que todo estaba perfecto alineado como mi sistema de resaltado, no

ennegrecido con una enfermedad desconocida.

Me inclino sobre la taza del inodoro y vomito.

Bien.

Bien era mi vida antes con códigos de colores. Las cosas nunca volverán

a estar bien de nuevo.



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Corregido por Melii

stoy sentada en una silla de vinilo fuera de la oficina del consejero

de la escuela, sacudiendo mis pies al ritmo de la suave música que

proviene desde el ordenador de la secretaria. La nota que me sacó

de Español no decía por qué tengo que reunirme con el consejero

por primera vez, pero ya sé de qué se trata. Han sido dos semanas desde que le

he dirigido una sola palabra a mis padres. Dos semanas desde que me enteré de

lo de mi papá. Así que mamá, sin duda, llamó a la escuela, preguntó por los

recursos que tenían para los padres que metían la pata y necesitaban a otro

adulto para entrar y arreglarlo todo en esta pequeña reunión. Una reunión que

no iba a dejar de suceder.

La Sra. Callahan se dirige a su oficina, taza de café en mano. —¡Payton!

¡Estoy encantada de que estés aquí! ¿Por qué no me sigues?

Dejo de menear mi pie y lo dejo firmemente sobre la alfombra. —No. No

lo haré.

La Sra. Callahan, quien ya está a medio camino a través de su puerta, se

vuelve. —¿No lo harás?

—Prefiero no hacerlo. Uh… la Quinta Enmienda. —No tengo idea de si

la Quinta Enmienda5 realmente puede salvarme de la orientación no deseada,

pero ella se sienta a mi lado, así que sí debe hacerlo. Dios los bendiga, Padres

Fundadores6.

—Bien, supongo que podemos programar otra reunión más tarde, pero

habrá una después. He hablado con tu madre acerca de tu padre…—

5 La Quinta Enmienda a la Constitución de los Estados Unidos, la cual forma parte de la

Carta de Derechos de los Estados Unidos, está relacionada con el procedimiento legal. 6 Los Padres Fundadores de Los Estados Unidos fueron los líderes políticos que

firmaron la Declaración de Independencia de los Estados Unidos.

E



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Miro hacia la secretaria para ver si está escuchando. Ella está escribiendo

y mirando ocasionalmente a Lionel Richie.

—…y quiero programar algunas charlas amistosas. Debido a que hoy no

fue planeado, te daré esto y podemos reunirnos para hablar mañana.

Busca en su bolso y, finalmente, saca un bloc de notas de color naranja a

rayas. Resoplo. Naranja es mi rotulador de color para conflicto. Por supuesto.

—Te ayudará a abrirte un poco. Hasta que estés lista para hablar. Se trata

de un Diario de Enfoque.

Me quedo mirándola sin entender. Enfoque. No necesito esto. Puedo

concentrarme. Soy la Reina de Enfoque. Bueno, la ex reina. Princesa tal vez.

Duquesa. Oh, ¿A quién estoy engañando? Estas dos últimas dos semanas he

estado tan perdida, que ni siquiera podría cocinar en La Cocina de Enfoque

Real.

—¿Qué se supone que debo hacer con él?

—Escribes tus ejercicios de enfoque en él. Así que elige algo para

enfocarte. Puede ser cualquier cosa. Un recuerdo, un lugar, e incluso algo tan

básico como un sacapuntas. No tienes que decirme lo que es, sólo lo llamaremos

tu Objeto de Enfoque. Una vez que hayas detallado tus reacciones y emociones

en algo que no estás involucrada emocionalmente, estarás lista para comenzar a

abordar asuntos más profundos.

Paso mis dedos por el encuadernado en espiral. Claro. Como si describir

la puerta de mi clase de Español tiene algo que ver con el hecho de que la mano

de mi padre se pone en tan mal estado que ni siquiera puede girar el pomo de

la puerta.

♥♥♥

Al día siguiente, la señorita Marietta entra al salón jalando un televisor

sobre una mesa a nuestro salón de biología y dejo caer mi cabeza en el

escritorio. No me importaba ver TV en la escuela primaria. Lo ansiaba. En

verdad, podía ver video de rap de Stop, Drop & Roll un millón de veces. Pero,

¿Un documental sobre la división celular en biología de primer año? No mucho.

Pero me da toda una clase entera para trabajar en mis Ejercicios de

Enfoque, los cuales se supone tengo que presentárselos a la Sra. Callahan en el

siguiente periodo. He decidido reunirme con ella, en parte porque estoy

curiosa, y en parte porque tengo miedo de que si no lo hago, va a escribir algo



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horrible en mi expediente impecable, permanente, lo cual me impediría entrar a

una buena universidad, limitaría mis opciones de trabajo a recortar bigotes en

Supercuts y mis opciones de salida con el hombre espeluznante que barre el

pelo. Incluso la Quinta Enmienda no podría salvarme de eso.

Vuelvo a la primera hoja de papel en mi nueva libreta y cuento diez

líneas —hay veintinueve en un cuaderno estándar, así que diez líneas es un

tercio de la hoja. Ustedes saben, tómalo o déjalo.

DIARIO DE ENFOQUE DE PAYTON

En la siguiente página escribo…

Ejercicio de Enfoque de Payton

17 de enero

Tema:

Me detengo. Tema. Rayos. Esta mujer me da una libreta, ¿por qué no

pudo haberme dado un tema? En serio, ¿Cómo va un objeto a arreglar mi

familia y la vida y la condición mental?

La voz del narrador del documental informa sobre el milagro de la

división celular. Dibujo una ameba en la esquina de la página. La señorita

Marietta tiene la cabeza en su escritorio. Ah, tal vez pueda escribir acerca de

ella.

Tema: Señorita Marietta

La señorita Marietta es nueva y trata de salvar al mundo de un

organismo a la vez. Pero una vez al mes, pone algunos videos al azar y toma

una siesta en la esquina. A estos días los llamamos “Los Jueves de Resaca”

porque cada primer miércoles de cada mes es Noche de Damas en los clubes

locales. Es allí donde la señorita Marietta cotiza su mundo de microscopios e

informes de laboratorio por una noche de baile y bebida. Lo sé, porque la

hermana de Jac la ve todo el tiempo, y al parecer la señorita Marietta es una

chica salvaje en cautiverio. Les dije a mis padres acerca de eso cuando nos

dirigíamos la palabra, y estuvieron más que escandalizados. ¿A quién le

importa lo que hace en su vida personal, siempre y cuando continúe con los

documentales?



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Nop. No funciona. Eso es todo lo que sé acerca de la señorita Marietta,

todo lo que quiero saber.

Tema. Podría escribir sobre todas las pistas de EM que no vi en los

últimos seis meses y medio. Los almuerzos de papá que se convirtieron en

horas de siestas. Las visitas al médico que pensaba eran conferencias dentales.

Como papá siempre estaba enfermo los domingos debido a los efectos

secundarios de la medicación. Cuando me pedía ayuda con el abrelatas,

probablemente porque su mano estaba entumecida. Cómo mis padres salían

todo el tiempo. El cómo sabía que algo estaba pasando pero no tenía idea de

que era esto. Cuando lo ataqué una vez que estábamos practicando para mis

pruebas de baloncesto escolar y se quedó en el suelo más tiempo de lo normal y

lo que probablemente hizo su EM peor.

No, ya había elegido de no ir ALLÍ. Fui allí cuando entré en el cuarto de

baño, y ahora el incidente está bajo llave en el gabinete de No Procesar de mi

cerebro. El contenido del gabinete puede mencionar de lo estúpida que me

siento por no haberlo sabido, lo enojada que estoy con mis padres… con todos,

sin mencionar cuánto miedo y sola y sólo… sí. Diario de Enfoque o no, no voy a

ir ALLÍ de nuevo. Gabinete cerrado.

La única manera de que realmente puedo hacer esto es fingiendo que es

una asignación escolar. Así que, acabamos de hablar del proceso de escritura en

Inglés. Antes de escribir, pre-escribes. Lluvia de ideas.

Rompo una hoja de cuaderno y dibujo una, la estructura.

Ahora sólo necesito inspiración. Examino el salón de clases, viendo

primero la chaqueta de gamuza de color rosa de Sarah Sheckler. Suspiro y

escribo uniformes escolares en la web, dibujando una línea diferente para agregar

mi creencia de que uniformes escolares crearían un equilibrio social en el

distrito y salvar a la pobre Sarah de sí misma. Salvo que ya expresé esta idea

revolucionaria en mi discurso de consejo estudiantil y perdí. Así que escribir

sobre ello me amargará el día. Bueno, más amargo de lo que ya es.

Considero objetos reales, escribiéndolos como los veo. La pizarra, la TV,

un modelo de un átomo, los frascos de laboratorio que están llenos de quién

sabe qué. ¡Ah! Podría ser abstracta y escribir acerca de los pasillos y hacer

alguna metáfora de la trayectoria de la vida. Pero, entonces, la señora Callahan

podría leer demasiado en ello y pensar que soy suicida además de estar en

negación. O cual sea el término mental con el que he sido marcada.

Lo que necesito es algo que no tenga detalles concretos, como un objeto

inanimado, pero que cambie de alguna manera. Como alguien vivo y

respirando.



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Brynn McCabe, quien se sienta frente a mí, muerde un pedazo de goma.

Agrego a Brynn y goma de mascar a mi lista. Brynn es como Violeta en Charlie y

la fábrica de chocolate, siempre masticando o hablando o masticando-hablando. Y

escupe cuando lo hace. Tendré que llevar ropa impermeable todo el tiempo si

ella fuera mi Objeto de Enfoque. No, gracias.

Jac llama mi atención y me muestra algo. Es un dibujo de la cara de la

señorita Marietta. Me río. Probablemente pasó el video completo haciéndolo, y

de alguna manera, ella sabía que era justo lo que necesitaba, después de mi

charla con la señora Callahan. Deletreo JAC en letras de burbuja y la relleno con

flores. Si hiciera un gráfico de nuestra amistad, Jac y yo no haríamos sentido.

Tenemos intereses diferentes, diferentes amigos, pero la fuerza de

nuestra amistad hace que lo demás carezca de importancia. Atraviesas lo

suficiente con una persona durante un período de tiempo suficiente y terminan

convirtiéndose en una parte de ti. Supongo que podría escribir sobre eso,

pero… alguien como Jac se merece una novela. Una serie.

El video termina y la señorita Marietta enciende las luces, todos dejan

escapar un pequeño gemido mientras se despiertan de su video-inducida

hibernación.



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La clase ha terminado. Genial. No tengo ningún Objeto de Enfoque y por

lo tanto una asignación incompleta. Antes de la Gran Mentira EM, nunca he

olvidado de entregar una asignación. Incluso los de extra-crédito. Incluso las

que compuse basadas en la falta de profundidad de la lección del profesor.

Sean Griswold, el chico que se sienta frente a mí, se da la vuelta y sonríe.

—Nunca puedo enfocarme en los documentales, ¿Y tú?

Todo mi cuerpo se pone rígido. —No… no. No, no puedo.

Él asiente con la cabeza y se da la vuelta.

Dijo enfoque. La palabra enfoque. Oigo ángeles cantar. Todo queda a

oscuras, excepto por una luz que irradia hacia abajo sobre Sean. Se trata de una

señal de Dios —como cuando la gente ve a la Virgen María en el queso a la

plancha, excepto que eso no es religioso y no soy una fanática de los productos

lácteos. Veo la parte trasera de su cabeza. La parte trasera de su cabeza. Su

CABEZA. Algo que veo todos los días, pero algo que realmente nunca he visto

porque siempre está ahí. Desde el primer día del tercer grado.

Arrugo mi web. No la necesito. Benditos sean, los dioses del Enfoque han

hablado.

Voy a escribir sobre la cabeza de Sean Griswold.



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Corregido por Melii

Ejercicio de Enfoque de Payton

17 de enero

Tema: Esquema de la Cabeza de Sean Griswold.

I. Introducción

A. Debido a nuestra relación por orden alfabético

(Gritas/Griswold), he mirado a su parte posterior, el perfil, y en

ocasiones la parte frontal de la cabeza de Sean desde tercer

grado.

B. Es la cosa perfecta para enfocarse, porque

1. El entorno cambia constantemente.

2. Lo veo demasiado.

3. Los dioses del Enfoque lo dijeron. Ustedes no se meten con

los dioses del Enfoque.

II. Cuerpo (ejem, más bien, su cabeza)

A. Cabello

1. Muy rubio, como el de un niño pequeño. La luz se refleja en

su lado. Casi, blanco.



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2. Suave. Como la pelusilla de un patito. ¡No es que lo haya

tocado! Pero puede que tenga que hacerlo, una vez que

llegue más lejos en mi investigación.

B. Tamaño

1. ENORME.

2. ¿Es eso grosero? Es más grande que la mayoría de las

cabezas, un poco fuera de proporción del resto de su

cuerpo. Ha de tener un cuello fuerte.

3. Lo suficientemente grande que tengo que estirar mi cuello

para ver alrededor de su cúpula.

C. Cosas en las que podría caber

1. Inodoro —sí.

2. Casco —diablos, no.

III. Conclusión

A. Aún no sé cómo el escribir sobre una cabeza podría

1. Arreglar mi drama familiar.

2. Reorganizar mi vida.

3. Lograr cualquier cosa.

a. Excepto que escribir un esquema otra vez es calmante,

como caminar por el pasillo de Tupperware en Target.

b. Ahhhh.

B. Siete años de observar y sigue siendo la misma cabeza vieja, al

igual que el mismo corte de cabello, y el mismo —por lo que

sé— el mismo Sean Griswold.

♥♥♥

La oficina de la Sra. Callahan es una anarquía, con libros, papel y polvo

en lugares al azar. La pared detrás de ella hace eco del caos —fotografías de

estudiantes, citas inspiradoras y los Post-its rodean un cartel del Sistema Solar

con “Greystone Consejero del Universo” escrito en él. Hay un olor dulzón, algo

parecido a una naranja podrida ahogada en salsa de tomate. Si alguna vez



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supero mi confusión mental, voy a elaborar un sistema de presentación más allá

de su silla, escritorio y el piso. Creo que tendré que comenzar explicando qué es

exactamente un archivo.

Retira una de las pilas de papel de una silla y me indica que me siente. —

¿Encontraste un Objeto de Enfoque?

—Creo que sí.

Sonríe. Pobre mujer. Cejas a lo salvaje, lápiz labial regado, y sus piernas

más cenizas que Pompeya. Si las apariencias físicas indican acerca de nuestro

carácter, el de ella sería —Tengo un gato peludo y compro mi maquillaje en la tienda

del dólar.

—Grandioso. Dado a que son personales y no voy a leerlas, quiero que te

preguntes esto: ¿Es algo que realmente puedes analizar? —Golpea sus dedos

sobre el escritorio—. ¿Algo que realmente puedas explorar?

—Sí, estoy lista.

—Estarás sorprendida de cómo esto promueve el crecimiento. Por qué,

uno de mis antiguos alumnos eligió las vacas como su Objeto de Enfoque y

ahora él está en tablero nacional 4-H.

Entonces si escribo sobre una cabeza, ¿Algún día seré un neurocirujano.

No lo creo. —¿Hemos terminado?

—Claro. Sólo quería saber cómo seguías. Aquí tienes un pase. —Empuja

el papel sobre su escritorio—. ¿Cómo van las cosas en casa?

Recojo el pase, llevándome una colonia de motas de polvo en él. Tengo

un intenso deseo de lavarme las manos. De lavarme todo el cuerpo. —Igual que

siempre.

—¿Y tu papá?

Miro el reloj. —Aún no han descubierto una cura para EM. Tengo que

detenerme en mi casillero antes del período siguiente.

La señora Callahan se inclina sobre la silla y extiende su brazo como si

fuera a tocarme. Me retiro.

—Muy bien, Payton. Espero con interés nuestra próxima reunión.

Eso hace una de las dos.



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4 Traducido por Pixie

Corregido por tamis11

la mañana siguiente, literalmente me pierdo en mi armario en

busca de un calcetín. Lo que me lleva a la pregunta ¿A dónde

van los calcetines perdidos? Apuesto a que si acorralas todos los

calcetines renegados y los coses en una manta, cubrirían más de

la tierra que la capa de ozono menguante. No es que yo esté preocupada por la

crisis mundial del calcetín. Apenas tengo tiempo para encontrar un par que

empareja. Tengo que ir a la escuela y comenzar mi más profundo análisis de la

cúpula de Sean.

―No puedo permitirme otra demora. Vamos ―dice Jac, esquivando un

gancho volador.

Asomo la cabeza fuera de mi desastre de armario. ―Ve sola, si no

puedes esperar.

—¿Ir sola? ¿Y arriesgarme a contraer lepra social? ―Suspira―, voy a

esperar.

―Lo siento. Ya está casi hecho. ―Empujo algunos libros viejos en otra

esquina―. Oye, ¿Desde cuándo te has convertido en la Presidenta de la

Puntualidad?

―Desde que no puedes ni hacer coincidir los calcetines, por no hablar de

un conjunto de ropa. Quiero decir, nunca jamás he visto tu cama sin hacer, y

ahora esta habitación parece que ha explotado. Y te quiero, pero, en serio,

¿Qué pasa con el suéter?

Miro a mi conjunto y me encojo de hombros. Claro, rombos verdes y

cordones rojos podría no estar a la moda, pero al menos está limpio. Algo así

como limpio. Tiene un raro olor a habitación cerrada y a cascaras de naranja en

A



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el cuello. Tal vez debía estar en la pila de ropa sucia, no en la limpia

amontonada al lado de ella. —No es más que ropa.

Jac retrocede como si hubiese sido abofeteada. ―¿Sólo ropa?

Hay un golpecito en la puerta de mi dormitorio y mi mamá asoma su

cabeza por la puerta. ―Ustedes chicas van a llegar tarde a la escuela si no se

van en los próximos cinco minutos.

Entierro mi cabeza en algo de ropa lavada. Es demasiado pronto para

hacer frente a su temperamento colombiano.

―Voy a llamar a la Srta. Callahan y asegúrate de asistir a todas tus citas

―dice Mamá en voz más alta―. Dijo que tenía tres reuniones ayer y se las

arregló para atenderte.

―¡Lo encontré! —Ignoro a mi madre y hago volar en el aire un calcetín

color morado con rayas. Jac arruga la nariz y sacude la cabeza.

Mamá suspira. ―Payton, sé que la Srta. Callahan tiene una reputación de

ser... poco ortodoxa, pero si no vas a hablar con nosotros, tienes que dar por lo

menos un intento honesto a esto.

Honesto. Huh. Podría no leer muchas revistas para padres, pero supongo

que no hay demasiados artículos titulados "¡Cómo Enviar A Sus Hijos De Una

Desquiciada Consejera Escolar Después De Que Se Enteran De Que Les Mintió! Diez

Sencillos Pasos”. Así que me gustaría saber de dónde sacó mi madre la idea

revolucionaria de que hablar con la Srta. Callahan durante mis descansos de

nutrición tan necesarios me llevará a hablar con ellos. ¿Incluso, qué diría yo?

Papá, tu trasero no es tan peludo como yo hubiera pensado. Mamá, eres tan

buena con una aguja que deberías ser enfermera. Y gente, gracias por darme de

comer una constante dieta de seis meses llena de mierda.

Me deslizo en el calcetín y evito la mirada de Mamá hurgando en mi

zapato. Intercambia una mirada de preocupación con Jac que pretendo no ver.

Suspirando, Mamá finalmente hace su salida.

Jac exhala. ―¿Hace frío aquí o eres sólo tú?

―Me siento más bien tostada, en realidad. ―Terminé atando los

cordones y dándome una mirada en el espejo. El suéter se tiene que ir.

―No puedo creer que estés enfadada con tu padre por estar enfermo.

―¡No estoy enfadada con él por estar enfermo! Estoy enojada con ellos

por mentir. Deberías ser capaz de relacionar eso.

―¿Es por eso? ¿En serio?



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1

No. Sí. Eso es parte de ello, pero... No lo sé. ―No quiero hablar de eso

―le digo, dándole mi mirada déjalo ya para añadir énfasis.

―Entonces ¿Cuál es el problema con visitar a un consejero? ―Jac sacude

sus llaves pensativamente―. Te da un poco de misterio. A los chicos les encanta

el misterio.

Tiré del suéter, mis hombros musculosos hacen difícil que me lo quite

con gracia. Finalmente tengo éxito y lanzo el ofensivo elemento al suelo

saturado. La estática de la lana electrifica mi rizado cabello castaño. ―Los

consejeros son para los locos.

Señala mi pelo y sonríe. ―Calabaza, te cierras con tu padre por

diversión. Estás loca desde mucho antes de que esta consejera llegara.

―Eso no es locura. Es catártico.

―¿Catártico? ¿No es eso, como, un laxante?

―No, pues sí, pero esa no es la definición que quise decir. Me refiero a la

catarsis, una purga emocional.

―Acabas de comparar presionar los pliegues, con la diarrea. Estás loca.

―Como sea. ―Deslizo una camisa de color amarillo mostaza de una

percha y la sostengo. Jac me la arrebata y me entrega una simple camiseta gris

con cuello en V en su lugar. Combina. Creo―. No estaré así para siempre. Y lo

único loco en mí, es mi elección de amigos.

Amo a esta chica hasta la muerte, pero es cierto, Jac es certificable, de una

manera mucho más decidida. Hoy está usando una camiseta de rock de los

ochenta con una falda victoriana, suecos de gamuza de color naranja y

pendientes enormes. La mitad de su largo cabello rubio miel está trenzado y la

otra mitad fluye libre. No es sólo su estilo. Utiliza nombres al azar de mascotas

para todo el mundo, llamando al cartero, azúcar, o al tipo de la basura, chuleta

de cordero. Incluso su propio nombre es bipolar está en constante cambio entre

Jaclyn y Jac.

―Que honor. ―Jac engancha su brazo con el mío, guiándome fuera de la

habitación y hacia abajo por las escaleras―. Por favor no te olvides de nosotros,

la gente pequeña, cuando te envíen fuera de la sala de psiquiatría.

Me río, aliviada de tener a Jac, así puedo bromear sobre ello con alguien.

Y es realmente curioso que alguien como yo, alguien que aparece en la lista de

cada decano desde prescolar (bueno, tal vez los prescolares no tienen un

decano. Pero si lo tuvieran...) tiene citas de consejería intercalada entre los

pirómanos de la escuela y notorios tramposos.



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2

Mi risa se detiene una vez que estoy en la cocina. Trent, vestido con

pantalones gastados y una vieja camisa de Hooters, se apoya contra el

mostrador, tomando un nauseabundo café francés que una chica desesperada le

trajo como regalo de Navidad. Agarro una manzana y paso apresuradamente,

esperando escapar sin conflictos. Estoy a mitad de camino hacia la puerta

cuando me doy cuenta que he perdido a Jac, cuyo radar de coqueteo es una

maravilla de veinticuatro horas.

―¿Entonces, cómo va la natación? Parece que has estado practicando.

―Jac se sirve una taza de café y aprieta el brazo de Trent―, o por lo menos

levantando pesas.

―Jac. ―Trent se aleja―. No lo hagas.

―¿Pero por qué?

―Sabes que es ilegal para mí coquetear contigo.

―Es ilegal para Caleb coquetear conmigo ―dice Jac, como si hubiera re-

buscado esto a fondo. Su enamoramiento por mis hermanos llevó la cosa de

"¡Podríamos ser hermanas!" demasiado lejos―. Tiene veintitrés. Pero dado que

tú todavía eres un adolescente y yo consentiría totalmente...

―No sucederá. Incluso aunque seas más linda que ninguna de las chicas

con las que alguna vez fui a la escuela secundaria.

Jac chilla por el cumplido. ―Pero cuando tenga treinta tu tendrás treinta

y...

Está haciendo números cuando mi papá entra, empapado en sudor.

―Buenos días, niños.

Me ahogo con un trozo de manzana. Tengo su horario programado por

lo que ahora puedo evitar estos momentos incómodos. Esto no es justo.

Tenemos una rutina. Bueno, él tiene una rutina y yo coordino la mía para que

nunca se interpongan.

Abre el refrigerador y bebe jugo de naranja directamente de la caja de

cartón. ―Ustedes, niños, deberían venir a disparar conmigo. De hecho, hice un

par esta vez. ¿Supongo que no quieren ser instruidos antes de ir a la escuela,

huh?

Por lo menos papá se siente lo suficientemente bien hoy para hacer

ejercicio. Eso alivia un poco mi ansiedad.

Trent resopla y sacude su cabeza. ―Sigue diciéndote eso, Papá.



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―Así que, Jac. ―Papá se limpia la boca con la manga―. Dime cómo

están yendo tus primeras semanas de regreso de las vacaciones. ¿Aún te

encanta la escuela?

―No, Sr. Gritas. He crecido fuera de ella.

―¿Después de un semestre?

—Sí. Debería saltarme la escuela por completo, pasar a los estudios

universitarios. Hombres universitarios. Mire, soy muy madura para mi edad…

—Vamos... vámonos, Jac ―digo.

Los labios de Jac hicieron un practicado puchero. ―Pero finalmente

estaba consiguiendo algo con Trent.

Dejo de tratar de darle a los ojos y me centro en el piso de madera dura.

Papá me está mirando, lo sé, mirándome con esa mirada ¿Qué-le-pasó-a-mi-

niña? Bueno, lo que sucedió es que crecí. Y ya que se rehusó a darse cuenta de

eso, pensó que estaba bien mentir y protegerme.

Es más que eso, sin embargo. No es que pueda explicar ese más. Todo lo

que sé es que cada vez que he visto a alguno de mis padres estas dos últimas

semanas, me viene una ola de ira. Lo cual, por supuesto, me hace sentir

horrible. Entonces ellos hacen o dicen algo y dejo de sentir pena y yo solo

siento... no sé lo que siento. Pero me duele.

Es bastante obvio por qué mi calculada evasión es más fácil. ¿Por qué no

pueden darme un poco de espacio? Los ojos todavía se centran en el suelo,

agarro la mano de Jac. ―Tengo que ir a iniciar mi investigación sobre la cabeza.

La puerta se cierra detrás de nosotros. Y yo sé que es imposible, pero

todavía puedo sentir los ojos de mi papá siguiéndome.

♥♥♥

Estaría mintiendo si dijera que no he tenido un retroceso de la

asignación. Aquí estoy, una "joven con problemas" y mi tratamiento auto-

elegido es convertirme en una acosadora. Bueno, no acosadora. Analista de

investigación.

Corremos a la escuela, así que voy a tener algo de tiempo para espiar el

casillero de Sean. Idea de Jac, por supuesto. Se ofreció a ayudarme en mi

curación mental porque tiene más experiencia cuando se trata de chicos. En

realidad, ella ha tenido experiencia y punto. Los chicos son como Grecia para

mí. Extranjeros.



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―¿Cuál es la prisa? ―le pregunto a Jac, una vez que estamos detrás del

gran pilar de cemento a un metro y medio del casillero de Sean―. ¿Por qué no

puedo tomar mis notas en Biología?

Jac sopla el flequillo de su cara. ―Pookie. Tienes que tener otras

perspectivas. Diferente iluminación, diferentes movimientos. Y puedes ver toda

la cabeza, no sólo la parte de atrás.

―Bueno, será mejor que empiece, entonces ―le digo.

—¿Qué? ¿Quieres que me vaya? Muy bien. Pero asegúrate de ver lo que

hay en su casillero. Puedes decir mucho en base a lo que un chico tiene en su

casillero. Es como ver su alma. ―Hace una toma doble mientras un chico pasa

por allí―. Mira eso. Taj Langely. Santa Madre, sus hombros son masculinos.

Jac se va, para continuar su propia investigación de nunca acabar del

espécimen masculino, y espero que Sean llegue tarde a la escuela. Hmm. Es

curioso, ni siquiera sé cómo Sean llega a la escuela.

O dónde vive.

O con quién vive.

O cómo vive.

O cómo son sus gustos.

Supongo que no conozco a Sean Griswold.

No. Por supuesto que conozco a Sean. Lo conozco desde hace más de

siete años. Él era el Hombre de Hojalata y yo era el León Cobarde en nuestra

producción de quinto grado de El Mago de Oz. Cuando vomitó en matemáticas

en séptimo grado, fue sobre mi par de sandalias favorito. El día después de que

perdí la carrera a la presidencia de clase de primer año, se dio vuelta en

Biología y me dijo: ―Tú eres el mejor hombre, bueno, chica, para el trabajo.

Siento que hayas perdido. ―Le he prestado al chico incontables lápices número

dos y él me ha pasado ilimitados papeles.

No puedo recordar la escuela sin Sean Griswold en ella, sin embargo, no

recuerdo que hayamos tenido una conversación real.

Sean llega a su casillero unos cinco minutos antes de que suene la

campana de la mañana. Lleva un casco de bicicleta bajo el brazo y lo empuja en

su casillero, junto con unos zapatos de aspecto raro. Pegado en el interior del

armario hay un collage de ciclistas. No hay fotos de chicas semidesnudas como

tienen la mayoría de los gorilas en esta escuela. No hay recortes de héroes

deportivos. Sólo ciclistas en spandex de neón. Cierra el casillero antes de que



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pueda ver más. Espero a que su gran cabeza rubia doble en la esquina y saco mi

Diario de Enfoque.

Ejercicio de Enfoque de Payton ALIAS Las Notas de Sean

18 de Enero. 7:58 AM

Tema: Chico de Bicicleta

I. Introducción

A. Sean está asustado por los aliens y lleva un casco para

protegerse a sí mismo de que su cerebro sea succionado o, más

probablemente, monta una bicicleta.

B. Otro indicio de este hecho sería la excesiva serie de fotos de

ciclismo en su casillero. ¿Dónde siquiera encuentras imágenes

de ese tipo? ¿Ciclistas Idiotas Semanales?

II. Cuerpo

A. Andar en bicicleta es TAN poco genial.

1. Tener a tus padres bajándote de lo más alto del tótem de

transporte antes que tener que encerrar tu bicicleta.

2. Bueno, supongo que depende de si tienes padres

embarazosos o un coche que es una chatarra.

3. No, no importa. Él anda con un CASCO. No se puede caer

más bajo que eso.

B. ¿Por qué andar en bicicleta?

1. ¿Es porque ganó el rodeo de bicicletas de la escuela en

cuarto grado y todavía está aferrándose a ese momento de

fama?

2. ¿O está entrenando noblemente para andar en bicicleta

alrededor de todo el país con el fin de protestar por el

aumento de precios de la gasolina?

3. ¿O es que simplemente odia caminar?

III. Conclusión (Trayéndola de vuelta a la cabeza del todopoderoso)

A. Por lo tanto, algo a saber sobre la cabeza de Sean Griswold:

Está segura mientras él pedalea hacia y desde la escuela.



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B. Es un milagro que su cabello se las arregle para verse decente

en el tercer período, con ese molesto casco aplanándolo.

♥♥♥

No hay clases y las masas se han reducido. Este es el momento que me

encanta, oír el chasquido solitario de los talones del Principal o la risa flotando

en pleno auge desde la oficina del Entrenador Berne. El silencio entrecortado es

reconfortante, como el olor del plomo de una caja de lápices número dos.

Excepto que yo no estoy completamente en paz. Hay un sentimiento

persistente de que he olvidado algo. Me gustaría comprobar mi encantadora

agenda de cuero, pero no me acuerdo dónde la puse, y mucho menos la última

vez que escribí en ella. Organización, coordinación, concentración, básicamente

todas mis ex habilidades están enterradas en algún lugar en mi armario. Tal vez

sea una buena cosa que tenga mi Diario de Enfoque después de todo.

Golpeo mi cabeza contra la pared de la cafetería. Ouch. ¿Por qué la gente

golpea su cabeza para tener una idea? Zonificar es mucho más efectivo. Me

deslizo hasta el suelo y cambio mi atención a los chicos de natación JV,

encorvados alrededor de una mesa en la esquina trasera. Sean está allí, con la

cabeza grande y todo. ¿Debo escribir algo? Sé que estoy mirando, pero no

puedo parar. ¿Un poco de pelo rubio y, si estoy siendo un poco menos

científica, una bonita sonrisa realmente van a ayudarme a recordar todas las

cosas que me estoy olvidando? ¿Incluso las cosas que quiero olvidar?

El ensayo de la obra de Jac debería terminar en cualquier momento. Tal

vez ella recordará lo que sea que he olvidado. Esto es bastante trágico si tienes

en cuenta que estoy contando con la cabeza más despistada para que refresque

mi memoria. Una vez me llevó cuarenta minutos para explicar que Australia es

un continente y a la vez un país. La conversación concluyó con su debate sobre

qué actor australiano tenía los mejores abdominales.

Mi zonificación termina cuando dos de mis ex compañeras de equipo de

baloncesto, LaShelle y Rachel, irrumpen a través de las puertas de la cafetería,

riendo. Están vestidas con sus uniformes del equipo, granate y plata, los que

llevan a los partidos fuera de casa, con su pelo en trenzas a juego. Trenzas

desordenadas, debo añadir. Yo era la maestra del trenzado en el equipo.

Baloncesto. Lo dejé el día que volví de las vacaciones. A mitad de la

temporada. Ni siquiera di una razón. Solo entré en el despacho del entrenador y

le entregué el uniforme. Fue unos pocos días después de que me Enteré. Parecía



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un movimiento realmente lógico en ese momento, pero todas las razones se han

asentado en esta falta de claridad. Papá me entrenó en el baloncesto. Él me

mintió. Y su habilidad para jugar al baloncesto, bueno... eso podría irse en la

próxima recaída. El deporte y mi papá están tan entrelazados, la simple mirada

a mi uniforme me pone enferma.

LaShelle y Rachel dicen algo que no puedo oír a los nadadores. Zach

Hernández, alto e intocable, agarra la pelota de baloncesto que Rachel está

sosteniendo y gotea alrededor de las mesas. Están en el borde de la baldosa,

justo en frente de las escaleras alfombradas, antes de que ella lo alcance y le

arrebate su pelota.

―¡Falta! ―dice Zach.

―¡Ese fue un robo! ―Rachel se vuelve a LaShelle y los chicos―, ¿Fue

una falta?

LaShelle señala hacia mí. ―Pregúntale a Gritas.

Las trenzas de Rachel azotan su rostro. ―Oye, chica. No te había visto

allí. ¿Falta o no?

―Oh. ―Mis mejillas arden―. Yo... yo no vi.

―Sí lo hizo ―dice Zach―. Ella está cubriéndote. Tengo un tiro libre.

Rachel le lanza el balón a Zach. ―Tómalo.

Decido que este es un momento tan bueno como cualquier otro para

examinar el estado de mis cutículas. Están irregulares y necesitan de un buen

empujón. Debo hacerlo ahora. En el cuarto de baño. Pero Rachel me detiene

antes de que tenga la oportunidad de salvar mis cutículas. O a mí misma.

―No te he visto en mucho tiempo ―dice ella.

Fuerzo una sonrisa. ―Sí, Pero he oído que ustedes vencieron a

Methacton.

―Apenas. ―Rachel se rasca la nariz―. Podríamos haberlos matado si tú

siguieras jugando.

―Uh-huh.

Zach lanza la pelota contra la pared. Los nadadores silban.

―Desearía que no hayas dejado el equipo. Quiero decir, te fuiste sin

decir nada. Y somos débiles en la clave ahora.

―Sí, lo siento. ―Miro hacia mis uñas―. Las cosas se me vinieron

encima.



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―LaShelle dijo, que escuchó que tu padre tiene cáncer o algo así.

―O algo así.

La pelota rueda hacia nosotras y Rachel se abalanza hacia arriba. ―Toma

una pastilla, Zach. Te voy a reventar en un segundo. ―Hace rebotar el balón

debajo de cada pierna y luego me la pasa a mí―. Oye, tenemos un tiempo antes

de que llegue el autobús. ¿Quieres venir a calentar al gimnasio pequeño?

Sí. Quiero entrar en calor. Quiero hablar ―hablar realmente― con todas

mis amigas del baloncesto de nuevo. Quiero probar esa necesidad de impulsar,

conducir y ganar. Me estremezco en cada anuncio de juego, cada chirrido de las

zapatillas y en especial cada encuentro con una vieja compañera, pero he hecho

mi elección.

Así que por favor, vete.

―No puedo.

―Está bien. Bueno, mejor me voy avergonzar a Zach. Adiós, Gritas.

Ella acelera a través de la cafetería y maniobra en torno a Zach antes de

pasarle el balón a LaShelle. Llaman a los chicos y los esquivan. Esquivar.

¿Cuándo fue la última vez que he esquivado?

―¿Has terminado ya? ―pregunta Jac. Salto. Ella todavía está vestida

con su traje de Mi Bella Dama. Al menos creo que es su traje. Nunca se sabe con

Jac.

―¿Terminado con qué?

―Tu reunión del Consejo de Seguridad.

Me doy una bofetada en la frente. Eso es todo. ―Se me olvidó.

Jac cae a mi lado. —Se te olvidó.

Asiento con la cabeza.

Jac menea sus dedos hacia la mesa de los chicos que, ahora que se ha

unido a mí, miran hacia nosotras. ―¡Buena suerte en su encuentro, muchachos!

―Baja la voz―. Los nadadores son los más subestimados atletas. Basta con

mirar a Trent y a Caleb. Primo.

―Enfermo. No los veo a ellos de esa manera. Son mis hermanos.

―Lo que yo daría por verlos en un Speedo7. ¿Crees que Caleb cogió un

acento, ahora que está en Londres? Eso sería tan caliente.

―Los acentos no son contagiosos. 7 Speedo: Marca de nadadores de neopreno.



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―Está bien, si no puedo tener a tus hermanos, me quedo con Zach. O

Sean. ―Ella lo mira directamente a él. Vuelvo a analizar mis cutículas―. Tú

sabes, incluso con la cabeza, él es un poco lindo. ¿Oye, qué encontraste esta

mañana?

―Su cabeza no puede ser demasiado grande porque se las arregló para

encontrar un casco de bicicleta que se adapte. Estoy siguiendo a un ciclista.

―Levanto la vista de mis cutículas y sonrío―. Qué tan extraño es eso?

―¿Extraño? ¿Hola? ¿Has oído hablar de Lance Armstrong, el Sr. Caliente

de los deportes? Apuesto a que Sean tiene pantorrillas asesinas. ¿Puedes verlas

bajo la mesa? ―Jac lame su ortodoncia―. Voy a tener que obtener un Objeto de

Enfoque también. ¿Tienes más cabezas lindas que podría seguir?

Le doy una severa rodada de ojos. ¿Sean Griswold lindo? No se trata de

perseguir a un chico. Esta es una investigación psicológica seria.



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5 Traducido por ♥…Luisa…♥ & Annaiss


ac y yo estábamos a mitad de camino a su casa cuando le digo que la

llamaría más tarde. Tiempo en soledad es una necesidad hoy en día.

Camino despacio, pateando una roca a lo largo de la acera. En mi

calle, tomo la piedra y la lanzo tan lejos como puedo y veo que rebota

tres veces antes de detenerse en el patio del Sr. López. Él se agita mientras

limpia su Camaro rojo, al igual que lo hace todos los días, su aliento visible en

el aire frío. Por lo general, me gustaría ir a hablar con él, pero hoy solo asiento

con la cabeza y me deslizo a través de nuestra puerta de atrás.

Todo lo que tengo que hacer ahora es escabullirme a través de la puerta

de atrás y caminar de puntillas por las escaleras sin que mi madre escuche…

―Payton, ¿Eres tú?

Ella estaba esperando. Desde que renunció a su trabajo a tiempo parcial

como curadora de arte en una galería del centro, hacer ejercicio y esperar —

hasta que yo llegara a casa, hasta que Trent volviera a la escuela, hasta que papá

a mejorara— es todo lo que ella hace.

―No ―le grito.

―Vamos a la sala de estar y habla conmigo.

Hago una desesperada carrera a mi habitación. Estoy casi libre de mi

hogar cuando Trent bloquea mi puerta.

―Muévete. ―Miro detrás de mi hombro para ver que mamá no me ha

seguido.

―Oblígame.

―Sabes que no puedo hacer eso. Mira, no estoy de humor, ¿Entiendes?

J



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Trent levanta una ceja encerada. Sí, estoy relacionada con un hombre ceja

depilada que, sorprendentemente, es muy heterosexual. Empezó a encerarse las

cejas después de afeitarse las piernas, lo que fue después del debacle Nair8-en-

el-pecho. Es un nadador, esa es su excusa, pero vamos, ¿El pelo de las cejas

extra realmente va a reducir su velocidad en el agua?

―De humor. ¿De humor para qué? ―Pregunta―. ¿Salir con tu familia?

¿Hablar con mamá?

―No, no estoy de humor para hacer frente a mi hermano entrometido,

que debe estar en la universidad, así que finalmente puedo vivir mi sueño de

ser hija única.

―Bueno, alguien tiene que andar para ayudar a papá. Ahora que has

pasado de él.

―No he pasado... ¿Podrías moverte? ¿Por favor? ―Trent se encoge de

hombros y se mueve fuera de la puerta.

―No me di cuenta que las quinceañeras tenían horarios ocupados.

―¡Y no me di cuenta de que los estudiantes universitarios no tienen

vida! ―Grito antes de cerrar mi puerta.

Trepo en mi cama y me quedo mirando el techo. Trent no solía

molestarme mucho. Estaba realmente contenta cuando decidió transferirse de

Penn State a la universidad comunitaria durante un año. Dijo que era para que

él pudiera ganar dinero extra vendiendo el control de plagas y lo creí. No la

mentira del control de plagas. No fue sino hasta hace poco que descubrí que su

verdadera razón de mudarse, era mi padre.

Trent al menos me dijo esto: Después de la resonancia magnética de mi

padre, mis padres se sentaron con mis hermanos y hablaron todo acerca de la

enfermedad. Trent insistió en mudarse a casa durante un año, poniendo su beca

de natación en espera, poniendo su vida en espera. No sé qué diferencia

pensaba que su presencia haría, al igual la familia no podría sobrevivir sin sus

consejos de depilación y la música molesta. Al igual que él podría hacer que

papá mejorara. Dijeron que no, pero aun así se presentó el pasado agosto de

todos modos.

Estoy segura de que la única idea que todo el mundo acordó fue proteger

un poco a la ingenua Payton del Gran Monstruo EM. Lo que es totalmente una

mierda. Quiero decir, yo tengo edad suficiente para ir a ver películas

clasificación PG-13. En algunas culturas, incluso puedo estar casada. Por no

8 Nair es una cera depilatoria.



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hablar de mi pista record de responsabilidad y administración pública. Es

ridículo que mi familia piense que soy la única demasiado inmadura como para

saber que mi padre tiene una enfermedad.

Lo que es peor, papá dice que su enfermedad no cambia nada. ¿Qué no

cambia? Lo que yo sé acerca de la EM de mi padre es que se trata de una etapa

en la que puede recaer en cualquier momento. De hecho, es una de las mejores

etapas, porque no es un descenso continuo. Él va a ir a semanas o meses, con

nada de malo y luego una recaída y se adormece otra vez. Durante su peor

recaída, el entumecimiento se extendió desde sólo su mano izquierda en el

neumático. A veces la sensación de adormecimiento afecta a su sentido del

tacto, por lo que no puede sentir nada, mientras que su mano está dormida.

Pero, de vez en cuando, es como si su cerebro no pudiera decir lo que sus dedos

quieren hacer. Su trabajo como dentista se basa en la capacidad de trabajar en

las cosas pequeñas con las manos. Mamá dijo que si las cosas se ponen

realmente mal, siempre puede encontrar un trabajo enseñando. Sí. Como si eso

fuera tranquilizador.

Quiero decir, no es cáncer. Esto... la gente no... Necesariamente muere.

No hace quimioterapia. Ellos no siguen un plan de recuperación establecido.

Simplemente lo cambian. Sus cambios en el cuerpo. Sus habilidades, las cosas

que hacen, que los hacen ser lo que son —los dejan, a veces temporalmente, a

veces para siempre. Cada día se despiertan con un enorme ¿Y si?

Y no hay nada más aterrador que una vida llena de ¿Y qué pasaría si…?,

viviendo día a día sin predicción y control. Algunas personas terminan

perdiendo el sentimiento. Algunos tienen espasmos incontrolables. Algunos no

pueden funcionar. Algunos terminan ciegos o en silla de ruedas. Algunos

terminan en cama y paralíticos.

Es difícil saber qué "algunas personas" serán.

♥♥♥

Me duermo pensando en mi padre y en mi primer día de Investigación

de Campo, pero me despierto una media hora más tarde cuando oigo una

pelota de baloncesto rebotando. Me asomo a través de las persianas. Papá está

en casa temprano, practicando en sus tiros libres.

No acierta tres seguidos, rebota la pelota y hace una pausa, consumido

en concentración. Incluso desde esta distancia, puedo ver la pelota sacudirse.

Siguiente tiro, la pelota gira alrededor del borde antes de rebotar hacia fuera.



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Papá da un salto para atraparla, pero cuando está de nuevo en el suelo, se

congela. Sólo puedo ver su cara de perfil, pero él se ve horrorizado. Unos

momentos después, me doy cuenta del agua en que está parado. Primero estoy

confundida no ha llovido; no sé de dónde vino. Después veo al frente de sus

pants y…oh, Dios mío…mi papá…se mojo. Un hombre adulto. Estoy segura de

que la expresión de mi cara coincide con su horror.

Las personas sanas no pierden el control de la vejiga con un pequeño

salto. Esto no está bien. Para nada bien.

Se inclina, sus manos sobre las rodillas, sacudiendo la cabeza. Sabía que

la incontinencia era un síntoma de EM, pero sabiendo que es posible y ver a mi

padre hacerse pis en los pantalones es algo completamente distinto. Estoy tan

avergonzada, tan avergonzada por él, que no puedo ver más. Cierro las

persianas y me hundo en mi silla frente a la computadora. Mi teléfono está

encendido con tres mensajes de texto de Jac. Considero ignorarla y resumir mi

muy necesaria siesta, pero ignorar a Jac es como ignorar una espinilla en la

nariz. Además, necesito algo para borrar esa imagen de mi padre ahora mismo.

Uck.

Jaclyn: Oye, ¿qué estás haciendo?

Jaclyn: ¿Holaaaaaaaaaa?

Jaclyn: Sé que estás allí. Bien, si no quieres saber lo que me enteré de

Sean, tú te lo pierdes. Aquí estoy, tratando de ser una buena amiga y tú ni

siquiera puedes levantarte de tu trasero y venir a ver lo tengo que decir

Payton Gritas: Aquí estoy

Jaclyn: Oh. Lo sabía. Espera, voy a llamarte

Payton Gritas: No, estoy teniendo mi tiempo a solas, ¿Recuerdas?

Jaclyn: Eres tan dramática

Payton Gritas: Dime rápido

Jaclyn: La mamá de Sean Griswold es una reina de bienes raíces. Hice

una investigación de su nombre y su sitio web apareció —mencionó a Sean en

la parte biográfica de su sitio. Así que, lo revisé

Payton Gritas: ¿Cuál es el sitio?

Jaclyn: Te voy a enviar el enlace por correo electrónico. Deben ser

millonarios. De verdad millonarios. ¿Sabes dónde vive?

Payton Gritas: No

Jaclyn: Entonces no eres una muy buena acosadora



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Payton Gritas: ANALISTA DE INVESTIGACIÓN

Jaclyn: ¿Qué significa eso?

Payton Gritas: No sé. Sólo suena bien. Mira, ¡Acabo de comenzar HOY!

Deja de hacer mi trabajo

Jaclyn: Joder. De nada, pastelito.

Payton Gritas: Gracias. Te debo mi vida. ¿Qué sería de mí sin tu

comprensión del Internet ingeniosa?

Jaclyn: Cállate

Payton Gritas: Callándome. Revisando enlace. Hasta luego

Jaclyn: XOXO

Estoy haciendo clic en el enlace cuando hay un golpe en la puerta.

―Estoy ocupada ―digo. A pesar del gran Mentira de EM, estoy

hablándoles a mis padres. Sólo lo limito a responder con dos o tres silabas. Sólo

espero que sea mi mamá y no…

Mi padre empuja la puerta para abrirla. ―Hola, cariño. ¿Qué estás

haciendo?

Cierro los enlaces abiertos y giro mi cuerpo de tal modo que estoy

bloqueando la pantalla. ―Nada. ―No puedo mirarlo a los ojos. Se duchó y se

cambió de ropa. Me pregunto si le dijo a mamá o él lavó la ropa.

―¿Estudiando para los exámenes parciales?

―Claro. ―Una silaba. Estoy segura.

―Es una lástima. Estaba haciendo tiros afuera.

No menciona su accidente. Eso es bueno. Yo también puedo ignorarlo.

―Oh.

―Oye. ―Juega con las cuerdas de su sudadera―. Estaba pensando que

podemos ir a la ciudad esta noche. Tal vez comer algunos de los filetes de Geno.

Ni siquiera trataré de vomitar cuando le pongas Cheez Whiz9 al tuyo. ―Sonríe.

La sonrisa de mi padre es más contagiosa que un bostezo. Puede

sonreírle a un desconocido e incluso en el centro de Filadelfia, la gente le sonríe

de vuelta. Ahora, por otra parte, puede que sonrían por miedo, el hombre mide

9 Cheez Whiz es un queso procesado estadounidense que tiene una consistencia líquida

similar a la de una salsa.



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más de un metro ochenta y el pelo lo cubre del cuello hacia abajo. Su cabeza es

tan notable como la de Sean, no por el cabello, al contrario, la falta de éste. Así

que cuando sonríe, es como si un bebé de tamaño mutante te está sonriendo. Un

bebé con mucho pelo.

Le devuelvo la sonrisa por un momento, pero las esquinas de mi boca se

vienen abajo. ―No tengo hambre. ―Una, dos, tres.

―¿No tienes hambre para un filete de Geno? ¿Es eso posible?

Papá se cruza de brazos y se apoya a un lado del escritorio. ―Está bien.

Tal vez en otra ocasión. ¿Cómo va todo lo demás? ¿Cómo te fue en la escuela

hoy?

La escuela. Me olvido acerca de su baloncesto y el incidente. Y quiero

decir: La estúpida consejera con la que me están torturando sin mi consentimiento me

ha asignado a, analíticamente, investigar a un chico que conozco desde la escuela

primaria. Todo porque ustedes nunca me dijeron que había algo mal contigo. Pero no lo

hago. En su lugar, me encojo de hombros.

―Anda, vamos a comer. O por lo menos ven a hacer tiros conmigo

Me quedo mirando la pantalla de mi ordenador y abro un montón de

documentos al azar. ¿Habla en serio? ¿Acaso no recuerda lo que acaba de

suceder hace quince minutos? ¿Qué pasa si yo hubiera estado con él entonces?

―Lo siento ―le respondo. Incluso sin mi regla de silabas, dudo que pueda

decirle nada más en este momento―. Tarea.

―Está bien. Sólo estoy…estoy tratando de hacer esto bien. Realmente lo

estoy. Espero que puedas… ―La voz de papá se desvanece a una tos usada

para disfrazar su dolor. Mis ojos permanecen en la pantalla hasta que él se va.

Cuando lo hace, dejo escapar un suspiro, con la esperanza de que libere

algo del mal karma que estoy acumulando por ser tan atroz. No quiero ser así,

pero no sé de qué otra forma debo actuar. ¿Como si nada malo está sucediendo?

¿Como si no acabara de mearse en los pantalones?

Uno de los cajones de mi escritorio está abierto y estoy a punto de

cerrarlo cuando pauso para ver el orden dentro de él. Por lo menos todo el

interior está en sus compartimientos de almacenamiento correctos. Al menos esa

parte de mi vida aún está en orden.

Abro una caja de fotos y veo el último lote que había impreso antes…

antes de todo esto. Hay una foto de mi padre con su vieja camiseta de los 76ers

y su sonrisa cegadora, entregándome una pelota de baloncesto mal envuelta. Y

yo, fingiendo sorpresa. ―¡Una pelota de baloncesto, papá! Nunca lo hubiera

imaginado.



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6

Tengo doce pelotas de baloncesto. Papá me ha dado una cada año desde

los tres años, de todos los colores y tamaños. Las pelotas, al igual que el

deporte, eran nuestra unión. Solía tenerlas en una estantería en mi habitación.

Ahora están en el garaje.

Froto la imagen entre mis dedos y por un momento considero romperla,

pero en su lugar la meto en la caja nuevamente. Compruebo que la puerta sigue

cerrada y luego me arrodillo y rebusco en mi cama hasta que encuentro lo que

estoy buscando.

La camisa vieja de los Sixers10 de mi padre. Sé que él ha buscado en toda

la casa por ella, pero yo la había tomado del cesto de la ropa la última vez que él

la había usado. Olía como él, como desodorante Old Spice y pasta de dientes y a

esa mañana de Navidad cuando todo estaba tan perfecto y a la misma vez no, y

cada mañana y cada día que tuve con él antes del EM.

He comenzado a dormir con ella bajo la almohada. No sé por qué. Sé que

es extraño y espeluznante tratar a una camisa vieja como un oso de peluche. Tal

vez mis tendencias de acosadora eran mucho más fuertes de lo que pensaba.

Pero me ayuda a conciliar el sueño, y siempre está ahí cuando me despierto

llorando en el medio de la noche.

♥♥♥

EEP11

25 de enero

Tema: Un diagrama de flujo acerca de la cabeza de Sean

Sean parece ser un chico bastante limpio

↓

Lo que significa, que siempre está decentemente vestido (combina, sus

ropas no están manchadas y se ven mejor de lo que deberían)

↓

Y huele muy bien, por lo que, obviamente, se baña

↓

10 Philadelphia 76ers, español, «Los del 76 de Filadelfia» o los Sixers, es un

equipo de baloncesto de la NBA con sede en Filadelfia, Pensilvania. 11 Ejercicio de Enfoque de Payton



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O se ducha. Ningún chico de quince años se baña

↓

Y sus uñas están recortadas y se cortó el pelo y éste es estilizado

ASÍ QUE AQUÍ ESTÁ LA GRAN PREGUNTA ACERCA DE LA

CABEZA DEL DÍA

¿Por qué hay pelos al azar en su cuello como flores silvestres en grietas

de las aceras?

↓

No tiene sentido que un chico que usa desodorante y se corta las uñas no

sea consciente del cabello en el cuello

↓

¿Cómo es que no le molesta?

↓

¡Aféitatelo, Sean! Hazle una visita a tu peluquero

↓

Si no lo haces por ti, hazlo por todos los que se pasan por lo menos un

período de un día investigando tu cabeza

♥♥♥

La madre de Jac se está yendo cuando llego a nuestra fiesta de pijamas el

sábado. Después de detenerle para el saludo cordial de costumbre, esta vez en

su vestido color turquesa exhibiendo un escote más grande que la cabeza de

Sean, le menciona a Jac que tal vez va pasar la noche en casa de un “amigo”.

Esto de la mujer que solía usar chalecos de Navidad y servir mini salchichas en

las reuniones de Padres contra la Blasfemia. Pero eso fue antes de que su

marido la cambiara por su asistente de oficina, la cual Jac conocía muy bien

porque solía cuidar de Jac. En aquel entonces cuando la asistente/novia estaba

en la escuela secundaria. Lo que era, hace como, seis años.

―¿Te gusta la nueva inversión de Botox de mi madre?―Jac pregunta

mientras pasamos por la casa horriblemente decorada, un hada de bronce nos

observa de reojo mientras avanzamos.

―No está mal ―miento.



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―Como sea. Hace a Joan Rivers12 parecer natural. ―Resopla―. Vamos a

la computadora. Tengo ganas de hacer un poco de auto-búsqueda en Google.

Sólo espero que mamá no haya publicado fotos de mí otra vez llamándome

hermana. Moriré.

Jac me lleva hasta su habitación con decoración a estilo safari completa

con una pared de cebra, velas encendidas y almohadas exóticas sobre toda su

cama. Apago las pequeñas llamas y enciendo la lámpara con plumas de

avestruz en su lugar. Jac siempre ha querido salir con un bombero. Si sigue

encendiendo velas, se le cumplirá su deseo.

Hemos pasado de la mayor parte de los rituales de nuestra niñez, pero

por alguna razón, las pijamadas han permanecido. A veces incluimos unas

pocas chicas de nuestros diversos círculos, pero presentar a otras personas

puede ser riesgoso. En el séptimo grado, Cailee Murphy trajo un poco de vodka

y Jac bebió la mayor parte antes de salir tambaleándose hasta la sala de estar

para gritarle a su padre. Quien, por supuesto, no estaba allí. Estoy aliviada de

que sólo es Jac y yo esta noche. Podemos ser tontas y estúpidas y no

importarnos.

―Esa camisa es enorme en ti. ―Jac apunta con la cabeza a la camisa de

los Sixers de mi padre, la cual he tomado el hábito de usar como pijama.

―Oh. Es cómoda.

―¿No es de tu papá?

―Sip. La tomé a última hora mientras salía. Tengo que lavar la ropa.

―Si quieres puedes usar una de mis camisas.

―Um…estoy bien. ―Me encojo de hombros.

Jac asiente con la cabeza comprensivamente. ―Solía usar las camisas de

mi padre después de…

El final de la frase flota en el aire y ambas miramos a otro lado.

―¿Computadora? ―Pregunta.

Doy un suspiro de alivio. ―Buena idea.

Pedimos algo de comida a domicilio y pasamos la mayor parte de la

noche buscándonos a nosotras mismas y a todos los que conocemos,

perdiéndonos en la cadena que la Internet crea. Nuestra mejor búsqueda —un

hombre con el mismo nombre es buscado en tres estados. Creemos que es tan

12 Es comediante, actriz y presentadora de televisión estadounidense. También es

conocida por sus múltiples cirugías plásticas.



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divertido que a la mañana siguiente, descargamos una imagen de mí y pasamos

el resto del día tratando de combinar las fotos juntas para poder poner mi cara

en el cuerpo de un prisionero. Me veo fabulosa como un hombre húngaro de

ciento treinta kilos.

Después Jac tiene la idea de hacer lo mismo con una imagen de Sean.

Buscamos el sitio web de su madre nuevamente, desplazándonos hasta la

sección de “Primero la familia”. Hay una foto de Sean alrededor del cuarto

grado, un año después de que lo tuvimos por primera vez en nuestra clase. Está

sentado en una playa con la luz del sol detrás de él, sonriendo mientras sostiene

una concha de mar.

―¡Guau, mira esa cosa! ―dice Jac.

―Sí, es una concha grande.

―No la concha. Ese enorme corte en la cabeza. ¿Nunca la has notado

antes?

Me acerco a la pantalla del computador. Efectivamente, hay un corte

irregular corriendo por la sien izquierda. Hola, gran agujero en mi

investigación. ¿Cómo no me di cuenta de eso? ―Eso es raro. No recuerdo que

haya tenido una herida tan malo. Uno pensaría que lo recordaríamos. Me

pregunto qué pasó.

―Parece que alguien lo cortó. Tal vez alguien lo apuñaló.

―¿Cuántos estudiantes de cuarto año son apuñalados? ―Pregunto.

Jac se encoge de hombros. ―Recuerda, en realidad no lo conocemos. Él

puede ser un pandillero. O un espía.

―O podría haberse caído de su bicicleta.

Jac golpea la pantalla con su uña de color verde. ―Bien, vamos a

averiguar qué ocurrió. Está destinado a ser una buena anécdota.

―¿Qué’ ¿Vas a buscar en Google apuñaladas de cuarto grado?

―No. ―Jac toma el teléfono―. Voy a llamarlo y preguntarle.



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6 Traducido por Majo_Smile ♥


e abalancé sobre el teléfono. ―¡NO vas a llamar a Sean

Griswold! Ni siquiera sabemos su número.

―Claro que sí. ―Jac esconde el teléfono a sus espaldas—.

Esto es para ti. Adentrarnos en la investigación requiere de un salto fuera de

nuestras zonas de confort.

―Mi zona de confort es analista de investigación. Estás saltando al

estado de acosador.

Hace clic en el ratón. ―Mira, ahí está su número de teléfono. Es una

señal. ¿Y quiénes somos nosotras para desafiar a una señal cósmica?

―En primer lugar, esta es mi misión. Y en segundo lugar, se supone que

debo estar escribiendo sobre su cabeza, no llamarlo por teléfono.

―Exacto. ―Jac da un puñetazo en el número—. Su cabeza, que está en

mal estado en la foto y estamos a punto de averiguar por qué.

Agarró el teléfono de nuevo, pero antes de que pueda detenerla, alguien

coge la otra línea.

―Hola. ¿Está Sean allí? ―Pausa―. ¿Sabe usted dónde está? —Pausa más

larga―. Se trata de una amiga suya. Le llamaré de nuevo. Pero, sin mensaje.

Gracias.

El alivio se apoderó de mí y me eché a reír. Él no está allí. No va a saber

de mi Diario de Enfoque. ―¿ Le llamarás de nuevo?

Jac empieza a reírse también. Cada vez que tratamos de decir algo, nos

miramos y nos reímos más, hasta que no estamos riéndonos de la llamada

telefónica solo simplemente riendo sin parar.

M



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Jac, finalmente se acuesta en su cama, su cabello esparcido a través de las

muchas almohadas. Su top rosa de tiras y retro-impreso no combina con su

falda a la perfección con la colcha de oliva. ―¿Por qué dijiste que le llamarás?

―¿Qué iba a decir? No sé que acabo de hablar, pero fue raro. Comenzó a

decirme que Sean estaba en el cine, luego que pudo ir a un lugar secreto y

comenzó a hacer preguntas.

―Bueno, probablemente era su padre. Así es como los padres son.

―Tal vez. O un primo, o un amigo, o... ¿Quién más podría ser?

Me encojo de hombros. ―¿Me estás preguntando? ¿Cómo voy yo a

saber?

―Bueno, si fueras una buena acosadora.

―No soy una…

―Está bien. Si fueras una buena ―Hace comillas en el aire con los

dedos―, "Analista de Investigación" lo harías. De todos modos, voy a averiguar

el misterio de la enorme cicatriz pronto, y luego quiero saber quién es ese tipo

malhumorado con el que acabo de hablar. ―Jac tuerce una trenza alrededor de

su dedo―. ¿Y me pregunto qué tipo de películas a Sean le gustan?

―¿Por qué importa eso?

―Pregunta incorrecta. Esto es divertido. ¿Por qué no?

―Tal vez lo estamos llevando demasiado lejos. Estoy llevando un diario

estúpido sobre su cabeza. No necesito saber el resto de estas cosas.

―¿En serio? Yo creo que sí. ―Jac sale de su cama y se mete de nuevo a la

computadora―. Por ejemplo, un científico comienza con una hipótesis,

¿Verdad?

―Sí.

―Sin embargo, sus hallazgos y experimentos pueden tomar una

dirección totalmente nueva. Empiezan preguntando por qué las serpientes

tienen escamas y ¡Terminan por encontrar una cura para el cáncer!

―Esa es la cosa más tonta que he oído.

―Te estás limitando, eso es todo lo que estoy diciendo. Tienes un

espécimen muy bueno, con toneladas de potencial de investigación.

Diversificarse.

Esto iba para largo.



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Miro el reloj y me paro rápidamente. ―Mierda. Tengo que estudiar para

mi examen de álgebra.

―¿Tú... no estás preparada?

Aparto mis ojos. Es la primera vez, seguro. ―Técnicamente... no. Pero

estaré bien. Será mejor que llame a Trent para que me recoja. Voy a averiguar

qué hacer con las cosas de Sean. ¿Y Jac?

Jac levanta la vista de la foto del sitio web. ―¿Sí?

―Prométeme no más llamadas telefónicas.

Jac suelta un suspiro teatral. ―Realmente estás muy dramática con todo

esto.

♥♥♥

Trent me recoge, pero sólo después de que Jac gastara unos cinco

minutos en coquetear con él. Trent llega incluso a seguirle la corriente. Por lo

menos, espero que esa sea la razón. La alternativa es demasiado desagradable

de imaginar.

Trent canta junto con su música punk a medida que conduce a casa, un

claro indicador de que está de buen humor, sin enfrentamientos. Me relajo y

hasta me uno en los versos que conozco, que no es difícil porque es en su

mayoría sólo repetir, asolados de angustia contra la sociedad. Secretamente,

estoy de acuerdo con algunas de las teologías punk, aunque no sé cómo la

tendencia anarquista es posible. Ya que cualquier tipo de teoría contradice la

definición misma de la anarquía. Estoy tratando en vano de explicar esto a

Trent cuando detiene el coche en la entrada y suspiro.

―Payton, ¿Cuándo vas a empezar a actuar de tu edad?

―¿Qué quieres decir?

―Tú acabas de utilizar la teología de las palabras y la angustia para

describir la música.

―Eso no es música.

―Bueno, debe ser como, wow, ¡Esto es totalmente rock! o algo menos...

menos...

―¿Inteligente?

―Exactamente. No. ―Hace una pausa―. Sólo más adolescente.

―Hice cosas adolescente el fin de semana, sea lo que sea.



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―¿Cómo qué? ¿Discutir el calentamiento global?

―No, aunque debo señalar que el calentamiento global no es una

preocupación específica por edad. Todos, jóvenes y viejos, tiene que participar

por el planeta y…

―Mira.

―Está bien. Adolescente. Nos hicieron el pelo. Comimos basura. Acosar

chicos.

―¿Mi hermana una acosadora? Lo dudo.

Me cabreo. ―¿Qué se supone que significa eso?

―Bueno, no exactamente tienes un lado salvaje. Esta cosa con mamá y

papá es lo más rebelde que he visto. Caleb no me creyó cuando le dije que no

les hablabas.

―¿Qué sabe de mí Caleb de todos modos? Él vive al otro lado del

mundo.

―Y antes vivía en la misma casa que tú, e incluso si no lo hacía, todo el

mundo sabe que eres totalmente recta.

―¡De ninguna manera! Hago cosas escandalosas.

―¿Cómo qué?

Mi mente se pone en blanco. ―Una vez me puse calcetines disparejos

para la escuela durante un día entero.

Trent echa hacia atrás la cabeza y se ríe.

―¡Es el propósito! ―Agrego―. Alguien tiene que portarse bien después

de la reputación que tenían tu y Caleb.

Trent se seca los ojos con el cuello de su camisa. ―Es cierto. Tú eres lo

contrario. Es por eso que papá…

Abro la puerta del coche antes de que él me pueda hacer sentir peor.

―Tengo que empezar a estudiar. Nos vemos.

Sin embargo, no paso muchas horas estudiando. En su lugar, me conecto

de nuevo en sitio de la mamá de Sean, y miro a un sonriente Sean. Me voy a la

cama con la misma pregunta que me ha estado molestando durante días,

¿Cómo puedes pasar tanto tiempo conociendo a alguien sin realmente saber

nada en absoluto?



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Ejercicio de Enfoque de Payton. También conocido como EEP.

28 de enero

Justo antes de la campana de salida.

Tema: Una breve revisión de los resultados de la semana pasada de Sean.

*Nota: Después de muchas consideraciones científicas (y el ánimo de

Jac), he decidido ampliar mi investigación incluyendo a la cabeza, el resto de

Sean, en mis ejercicios. Por el bien de la ciencia.



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Corregido por Melii

Exámenes parciales —una visión general.

1. Mis estudios rinden frutos, destaqué en Inglés.

2. Acerté en mis razonamientos y conjeturas en álgebra.

3. No estoy segura de la sección de opción múltiple en Historia, pero me

va mejor en comparación con los ensayos de Historia Moderna de América. No

me puede ir tan mal con eso.

4. Subrayamos las respuestas en Ciencias de la Salud. Dios bendiga esa

clase.

5. Español fue genial. Sobre todo porque mi mamá está siempre

hablando en voz baja. Aunque esas palabras no aparecen en la prueba.

6. Biología. Hay preguntas de los videos. Por desgracia para mí, no hay

una sola pregunta sobre la cabeza de Sean.

♥♥♥

Otro Ejercicio de Enfoque de Payton

Interrumpimos su programación regular para transmitir esta noticia:

Sean se cortó el pelo

• ¡Está más corto el pelo en el cuello!

• Su peinado es en puntas —Lo cual le hace parecer mayor.



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• Y de alguna manera, su cabeza se ve más pequeña. Tal vez todo lo de

la "gran cabeza" fue obra de un champú para el volumen del cabello.

• Su cicatriz es tan clara. ¿Cómo no la había notado antes?

La señorita Marietta siempre devuelve los exámenes dándoselos a la

primera persona en la fila para pasarlos, eso va más allá de injusto, porque

entonces todo aquel que se sienta delante de ti puede ver tu nota. Por lo

general, está bien, pero está vez no. No quiero que vean mi calificación.

Sean se da la vuelta para darme los examenes y me quedo mirando la

cicatriz en el borde superior izquierdo de su frente. Es la manera que, en la

última semana, se ha representado, en realidad. Desde que Jac y yo vimos esa

foto, la cicatriz se ha convertido en el foco de mi enfoque. Es tan notable, ahora

tiene un tinte rosáceo.

Jac me ha estado presionando para preguntarle a Sean lo que sucedió,

hasta que finalmente me comprometí a hacerlo hoy. Ella tiene muchas teorías

sobre la cicatriz, cree que debo añadirlas a mis conclusiones, pero me gusta

pensar que mi Diario de Enfoque es periodismo honesto, así que no le voy a

incluir hipótesis como: "Le removieron uno de los lóbulos de su cerebro."

De todos modos, Sean me da los papeles, luego se inclina hacia Spencer

Lund para decir algo. Y es como si una ventana de oportunidades se hubiera

cerrado, no averiguar sobre su cicatriz llevará a un punto muerto a mi

investigación. Estoy empezando a disfrutar de mi investigación. Ni siquiera he

hecho un gráfico todavía.

Así que toqué a Sean en el hombro y él lanzó una mirada hacia mí.

En este punto, no tengo ningún plan. Puedo evitar la cicatriz al mirar sus

ojos, que me doy cuenta, en realidad, no son marrón como originalmente había

pensado, son casi dorado, con un borde marrón. Debo añadir eso a mis notas.

Por ahora, he estado mirándolo fijamente durante cinco segundos y sus cejas

están arqueándose en una pregunta. Así que dejo escapar la primera cosa que se

me ocurre decir.

—Acabo de cortarme con el papel. Con uno de esos papeles que tú

pasaste hacia atrás. —Mentirosa. Agarro mi dedo índice derecho y lo chupo.

—Oh. Lo siento mucho —dice Sean.

—Es solo que, realmente odio los cortes, ¿No? El papel corta mucho, no

es algo grave, pero he tenido algunos cortes desagradables antes. Como, una



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vez tuve que conseguir puntos de sutura en la rodilla y picó durante semanas.

¿Alguna vez has tenido un corte como ese antes?

Las cejas de Sean siguen estando arqueadas, pero ahora se han movido

como si estuviera sorprendido. Nunca hablé con Las cejas. Él nunca me habla.

Bueno, podríamos decirnos hola o adiós y listo, pero nunca he ido más allá,

como acabo de hacer. Mi investigación ha alcanzado un nuevo nivel. A medida

que sus cejas vuelven a bajar, las comisuras de su boca se curvan hacia arriba.

—Sí, he tenido un corte como ese antes.

—¿En serio?

—Por supuesto. Tienes razón. Son una mierda. —Y se da vuelta.

¿Qué estaba esperando? ¿Un relato sincero de cómo llegó a tener la

cicatriz? ¿Que de repente estaríamos unidos por heridas superficiales?

Arrugue mi prueba sin mirarla. Estoy segura de que fracase, al igual que

estoy fallando con mi Objeto de Enfoque. Ahora bien, si se tratara de Jac, ella

hubiera marchado hasta Sean y le preguntaría sin dudar: —Entonces, ¿Qué

pasa con esa la cicatriz?

Espero que no intentara "ayudarme" de esa manera. No es que me

moleste que le hable a él, es sólo que su intromisión, en realidad, podría

contaminar mis conclusiones.

♥♥♥

Esto es en cuanto a aquella esperanza. Jac pasa nuestro almuerzo entero

hablando sobre Sean. Tal vez debería haber escrito sobre el sacapuntas, después

de todo.

—Lo vi hoy. Ese corte de pelo es sexy y guay. Y puedes ver su cicatriz

mejor, lo que le da una especie de mirada de chico malo, ¿No crees?

—No.

—¿Has averiguado de dónde la sacó?

Jac y yo hemos sido amigas desde que el mundo comenzó a girar. Y

nunca le miento. Bueno, las mentiras no son grandes. La semana pasada, le

había dicho que las botas moradas se veían bonitas por encima de sus

pantalones vaqueros, pero eso fue sólo porque tenía muchas ganas de salir y ya

se había cambiado un par de veces. Tendría que haberle hablado de la

conversación con Sean, pero algo me retenía.



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—Sí, le pregunté. —Mordisqueé una papa frita francesa—. Estaba en lo

cierto. Cayó de su bicicleta. Nada digno de señalar.

Nubes de decepción aparecieron en su cara mientras jugo con la lengüeta

de su lata de Coca Cola. —Bueno, eso no es muy divertido. Estaba segura de

que había algún tipo de arma en cuestión. ¿Así que realmente hablaste con él?

—Te dije que sí.

—Tal vez esta asignación será buena para ti, después de todo. Nunca

hablas con la gente que no conoces bien. Estoy orgullosa de ti, calabaza. —Jac se

seca una lágrima falsa de su ojo—. Mi niña está saliendo de su caparazón.

Lo que realmente quiero hacer es meterme en un agujero. —Oye, todavía

no sé que voy a hacer entre el quinto y sexto periodo. ¿Quieres ser mi asistente

analista?

Jac pone su mano sobre su corazón. —Sería un honor. Tal vez

encontraremos algo escandaloso, después de todo.

—Uh... tal vez —le digo. Tanto como alguien tan normal como Sean

Griswold podría ser escandaloso. Honestamente.

♥♥♥

Jac está esperando fuera de mi clase cuando suena la campana del quinto

periodo. No me molesto en preguntar cómo llegó allí tan rápido.

Probablemente, avergonzó al Sr. Boyle con una excusa acerca de los problemas

femeninos. Viste un abrigo largo y gafas de sol negras. Ya lamento pedirle

ayuda.

—¿De dónde sacaste el traje? —Pregunto.

—El tipo en el último período lo tenía y le dije que podía copiar mi tarea,

lo tomé prestado. Muy de James Bond, ¿Verdad?

—Esto huele raro.

—Sólo se suma a la autenticidad.

Veo a Sean a través de la cuádruple, bordeando a las porristas,

caminando con los hombros ligeramente encorvados. No es un inseguro estilo

de caminar como el de Charlie Brown, pero es más como si fuera disfrutara

estar solitario. No es inalcanzable, tampoco parece abandonado, pero por sí

todavía solo. —Ahi está Sean. Tenemos que ser rápidas. ¿Puedes tomar esas

gafas, así lo podrás ver? No quiero perderlo de nuevo.



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Jac me saluda y levanta el cuello de su abrigo. —Las gafas de sol se

quedan. Sólo tienes que llamarme camaleón.

Me agarra la mano y me tira a través del cuádruple abarrotado hasta que

estamos unos metros detrás de Sean. Lo seguimos a través de la cafetería, un

atajo a la sala oeste de la escuela. La investigación de campo es un trabajo

difícil, especialmente con el disfraz. Jac baja sus gafas de sol por cada chico que

ve y les habla, con su voz de gata y ronroneando. Cuando uno de último año

larguirucho intercambia sus avances con un gesto de la cabeza, ella se detiene

por completo a coquetear. Le doy un codazo, luego la empujo.

—Lo siento —Le grita a su admirador—. ¡Tarea top-secret!

Sean se detiene frente a un pasillo y ve a sus espaldas. Jac y yo

apuntamos a la pared y en voz alta discutimos de los antecedentes del Espíritu

del mural 76. Él desaparece y estamos a punto de seguirlo cuando me doy

cuenta de dónde ha ido.

—¡Va al Pasillo del terror! —Le digo, agarrando el brazo de Jac para

detenerla.

—Lo sé. Qué guay. Y voy a ir, totalmente, ya que puedo mezclarme con

el abrigo. —Se gira hacia la esquina y ya que mi mano está aún en su brazo, la

sigo involuntariamente.

Involuntario es decir poco. Juré que nunca iba a volver aquí.

El Salón de terror es el pasillo donde las luces halógenas se queman más

pronto de lo que deberían. Algunos dicen que los fantasmas de antiguos

alumnos beben de la fuente de agua. Es también el lugar donde los Góticos /

Drogadictos / Freaks pasan el rato.

Si tienes un armario en el pasillo, cambia con alguien lo antes posible.

Claro, ellos sabrán la combinación de tu casillero, pero la gente frita ni siquiera

puede recordar su propio nombre, ¿A quién le importa? No es que yo intentara

vomitar modernos estereotipos americanos de escuela secundaria. Estoy segura

que los invasores también tienen sentimientos. Sentimientos artificiales que

resultan de abusar de sustancias ilegales, no obstante.

Bueno, yo soy parcial, pero aquí está la razón. Tuve un armario en este

pasillo al comienzo del año. Estaba cerca de la mayoría de mis clases, así que

decliné las dos ofertas para cambiar. Un día, mientras sacaba mis libros de mi

casillero, aparece un chico como-de-veinte años y-probablemente-de-primer-

año-de-bachillerato en el casillero por encima de mí y se inclinó y dijo: —

Aquellos vivos no deben caminar entre los muertos. —Entonces, me mordió. En

serio, como un vampiro, aunque fue más como un mordisco en el hombro. Una



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advertencia. Estaba aterrada, por lo que ni siquiera me importó si mi casillero

nuevo estaba cruzando la escuela. Es mejor llegar tarde a clase que el riesgo de

un chupetón de vampiro.

—¡Detente! —Finalmente me detuve, mi hombro por el recuerdo—. No

podemos continuar por el pasillo. Se verá... sospechoso.

—¿Sospechoso? —Mi cerebro funciona rápido. Si ella sabe que estoy

asustada, simplemente me arrastraría por el pasillo, sólo para ayudarme a

superar mi miedo—. Sí. Tenemos que ser sigilosas. Vamos a mirar alrededor de

la esquina en su lugar.

Nos apretamos detrás de la pared, así tenemos una mejor visión de las

personas que van y vienen. Los vellos de mis brazos se ponen en posición firme,

por cada persona que pasa por ahí, pero Jac sólo sonríe a todos los futuros

delincuentes.

—Oye, mira —dice ella—. Está hablando con alguien.

Meto la cabeza por detrás hacia la esquina y estudio el pasillo. Veo de pie

a Sean por mi viejo casillero, hablando con un hombre cuya espalda esta hacia

nosotras. El tipo dice algo y Sean se ríe. La risa parece fuera de lugar en el

Pasillo del Terror, pero por alguna razón Sean no lo hace. Sobresale por su

aspecto maduro, con su pelo, su camisa polo y zapatillas Adidas. Pero todo el

mundo que camina por ahí es ajeno a él, como si fuera sólo otro fantasma de la

escuela.

—Bueno, será mejor ir a clase —le digo—. Misterio resuelto.

El otro saca algo de su mochila y lo agita antes de entregárselo a Sean.

No puedo decir lo que es, pero parece un frasco de pastillas. Estoy a punto de

agacharme por la esquina, cuando Sean hace contacto visual conmigo. Me

quedo paralizada y mirándolo. Él me da la misma mirada perpleja que conseguí

en biología cuando divagaba acerca de los cortes. Murmura algo para el hombre

delante de él, que también se da la vuelta. El rostro del chico, dominado por

una nariz en forma de hongo y ojos llorosos, se rompe en una sonrisa. O eso, o

él está mostrando sus colmillos. Chico Vampiro.

—¿Qué pasa? —Jac pregunta—. Te ves como si hubieras visto un

fantasma.

Me doy la vuelta hacia la esquina y despego. No estoy dispuesta a

arriesgar mi cuello o mi vida, en nombre de la investigación terapéutica.



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Corregido por Melii

EEP

Febrero 1 - Después de la Escuela

Tema: Preguntas

1. ¿Por qué alguien como Sean Griswold pasaría el rato en el Pasillo del

Terror con el chico que casi chupó mi sangre?

2. ¿Por qué es que cuanto más me informo sobre este tipo, más estoy

totalmente desconcertada por él?

3. ¿Por qué Jac está toda psicótica en todo este asunto e insistiendo en

que hable con Sean lo antes posible?

4. Y, ¿Por qué tengo este deseo extraño de ramificar mi investigación y

hacer exactamente lo que sugiere?

Mi mamá no es un pregonero. Ella no es incapaz de llorar. Lloró cuando

mi hermano mayor fue a la universidad y lloró cuando se cayó por las escaleras

y se rompió una pierna en tres partes. Pero no es de las que lloran durante una

película. Yo ni siquiera la había visto llorar sobre la cosa de papá. Es por eso

que estoy preocupada de verla tendida en el sofá en la mitad del día, inhalando

una lata de frutos secos y chillando a moco tendido. ¿Es una muy buena

función de Oprah, o papá está empeorando?

—¿Mamá? —Cierro suavemente la puerta detrás de mí.

Mamá olfatea el aire y se seca los ojos. Todavía está en su ropa de

entrenamiento de esta mañana. —Oh. Hola. No te oí llegar a casa.

Tal vez debería hablar con ella. En realidad, no he hablado con ella en las

últimas semanas. Parece tan deprimida. Esto me hace preguntarme si estaba así

durante los últimos meses y sólo no me di cuenta. ¿Y por qué no iba a ser? Papá



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y mamá son almas gemelas. Se conocieron en la universidad, en Penn. Papá iba

a la escuela de Odontología y mamá Historia del arte de Arizona. Papá estaba

limpiando sus dientes y le preguntó qué le gustaba comer, su no-suave forma

de invitarla a salir. Ella pensó que él estaba comentando sobre su aliento y se

ofendió. Pero no muy ofendida, porque se casaron tres años más tarde. Creo

que incluso la higiene bucal puede ser romántica en el lugar correcto.

Y ahora él está enfermo. Estoy casi dispuesta a ceder un poco en

beneficio de mamá. Casi.

—Acabo de hablar con Caleb. —Mamá continúa—. Está teniendo un

momento difícil al estar tan lejos, mientras que las cosas están... acaba de tener

un tiempo difícil.

—Oh.

—Él dijo que te dijera hola.

Hola. Eres ocho años mayor que yo y apenas te conozco y consigues ir a

la escuela en la maldita Londres y pasas el rato con interesantes estudiosos

británicos y te mantienes alejado del drama y luego te quejas mientras yo estoy

padeciendo aquí. Hola.

—¿Tienes hambre? —pregunta mamá.

Dejo caer mi mochila en el suelo y trato de sonreír. —¿Tacos?

—¿En serio? —Mamá se sostiene en los codos—. ¿Como los que hay en el

patio de comidas del centro comercial? Eso es una gran idea. Esperemos que

Trent y papá lleguen a casa y nos iremos todos juntos, como una familia. Tal

vez podríamos hablar de lo que vamos a hacer para las vacaciones de

primavera.

Mira, esto es común en los padres. Estoy pensando en un pequeño paso,

como tacos, y ella me lanza una bomba como el tema de las vacaciones de

primavera. —Yo no…

—Sólo vamos a ir a refrescarnos. —Los ojos de mamá brillan—. No

hemos hecho algo como una familia desde... bueno, desde hace tiempo.

¿Desde que me enteré de que todos son unos mentirosos? Me muerdo la

lengua. Este es mi propia obra. Si chico vampiro no me mata, la unión familiar

lo hará.

♥♥♥



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Dos horas más tarde, mi familia está ordenando en el King of Prusia en el

centro comercial. El lado positivo del entusiasmo de mamá es que también está

ansiosa por comprarme ropa nueva. Lo malo, es que todo el mundo intenta,

demasiado duro, actuar como si pasar el tiempo afuera fuese normal y no un

paso muy grande, reparando el maltrecho grupo de nuestra dinámica familia.

Palabras de la Sra. Callahan, no mía.

De alguna manera, me encuentro en un vestidor probándome trajes de

baño para mi mamá. Intento discutir, pero chasquea la lengua. Sigue hablando

sobre el viaje de las vacaciones de primavera que quiere que nuestra familia

tome, a pesar de que nunca hemos ido todos juntos. Me está volviendo loca.

Aunque los médicos no saben exactamente qué causa la esclerosis

múltiple, se sabe que hay factores que pueden provocar una recaída. El médico

dijo que el calor es un disparador para mi papá, que puede ser la razón por la

que tuvo su primera aparición en Cancún. Las vacaciones de primavera pasada.

Así que, en realidad, la familia debe trasladarse a la Antártida, planificar una

fiesta en la playa, EN EL SOL.

Y yo soy la que está en negación.

Mamá se da por vencida sobre los atrevidos bikinis con estampado

hawaiano que ha estado arrojando en el vestidor y me entrega uno de color

negro de una sola pieza con un cuello cabestro.

—¿Lo tienes ya? —pregunta Mamá.

Miro mi trasero en el espejo. Hay dos looks en nuestra familia. Mi papá

es un euro-mutt: griego, español y suizo. Así que mis hermanos tienen los ojos

azules fríos con fuertes mandíbulas, derrochando masculinidad alfa. Luego,

estoy yo, directamente desde el lado colombiano: base plana y el vello corporal

suficiente como para que mi mamá me dejara afeitarme las piernas en cuarto

grado. Por lo menos, tengo su cintura y la piel que parece bronceado

permanente, ambas cualidades compensan la demanda. Pero el organismo del

cabello genético es broma.

—No soy yo.

Mamá tira la puerta abierta y se adentra. —¿Qué? ¡Eres hermosa! Eso es

lo mejor que he visto en ti. Nada.

—Ya está bien. —Cubro el escote. Mamá sacude la cabeza.

—Espera hasta las vacaciones de primavera. Tu padre tendrá un ataque

al corazón.



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—Eso, si no tiene un ataque de esclerosis múltiple en primer lugar —

digo en voz baja.

—¿Qué fue eso?

La línea de ataque al corazón me recuerda que, a pesar de las lágrimas

anteriores y el tono de alegría en general, todavía estoy enojada, generalmente.

¿Quién está enojada o por qué estoy enojada? Todo se funde en una erupción

chisporroteante. No me gusta el traje, ¿De acuerdo? Vaya, hay casi diez grados

fuera y me tienes aquí, probándome trajes de baño, que por cierto sólo se suma

a la objetivación de la mujer.

—No me gusta esto —Complemento.

Mamá se estremece, y luego sus ojos se ponen vidriosos. —Vamos a ir a

buscar a los chicos.

No digo una palabra a medida que salimos de la tienda y pasamos a las

escaleras mecánicas. El zumbido de los compradores más cercanos sólo

profundiza la tensión que he conseguido una vez más crear. Diría lo siento,

pero no lo siento. Quiero decir, lamento realmente no poder comunicar lo que

sea que estoy sintiendo, pero una disculpa no cambia que mi mamá está

planeando un viaje que no creo que debería ocurrir.

Trent y mi papá están en la brecha, abasteciéndose de una montaña de

calzoncillos bóxer. A diferencia de mí, Trent está aprovechando al máximo el

estado de ánimo parental.

—¿No es extraño venir a la tienda de ropa interior con tu familia? —Le

pregunto a Trent.

—¿Te sientes excluida, hermanita? ¿Quieres ir a buscar a un sujetador?

Me dirijo a mi padre en una rabieta. —¡Papá!

Él ignora el argumento y sostiene una minifalda de color rosa en contra

de su cintura. —¿Me quedará?

Pongo los ojos y se la arrebato. —Es más para Trent.

—Creo que tienes razón. —Trent agarra la falda en un tamaño más

grande y aprieta su flaco trasero directamente en él. Se ve mejor en ella de lo

que yo me vería, un hecho casi tan trágico como ver a mi hermano haciendo el

ridículo.

Una vendedora le frunce el ceño a Trent, que ahora está pavoneándose

alrededor de la tienda. Mamá y papá irrumpieron en un ataque de risa. Bueno,

ella no debió estar muy herida por lo que le dije si se está riendo de nuevo.



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Entierro la cara en una camisa de franela y cuento hasta diez lentamente antes

de echar un vistazo para ver si la humillación ha terminado.

No. De pie frente a mí está Sean Griswold. Y no está sonriendo.

—Hola —le digo, porque ¿Qué otra cosa puedo decir?

—Hola. ¿Qué estás haciendo?

—Ocultándome de mi familia. —Señalo a Trent, que ahora está bailando

con un maniquí, mientras que mis padres sostienen sus estómagos, riendo. Un

indicio de una sonrisa tira en las esquinas de la boca de Sean.

—Es natural.

—Sí, bueno, estamos esperando que él se traslade a Nueva York pronto y

lo hace a lo grande. Todo el mundo necesita un sueño, supongo.

Sean asiente con la cabeza. Estamos allí en silencio, viendo como la

vendedora le pide finalmente a Trent dejar la falda y al maniquí en paz.

—Entonces, ¿Qué te pasa? —pregunta Sean, de nuevo en su estado de

ánimo más oscuro.

—Nada. Simplemente paso el tiempo con mi familia.

—No. Quiero decir... —Sean deja escapar un suspiro—. Mira, tengo esta

extraña llamada telefónica hoy de una chica tratando de hacer su voz profunda.

Me dijo que me reuniera con ella en el centro comercial por este lugar a las seis,

en Gyro’s Tacos y que estaría usando una camisa roja.

Bajo la mirada para evaluar mi ropa. Efectivamente, mi camisa es el color

esperado.

—Así que vengo, no sé por qué. No tengo muchos llamadas como ésas,

así que tengo curiosidad. Y entonces te veo sentada con tu familia, pero ni

siquiera me ves. Y lo raro es que me parece estar viéndote en todas partes

últimamente. Más de lo habitual. Supongo que nos vemos todos los días, pero

cada vez que me doy la vuelta en los pasillos, estás ahí. Entonces, ¿Qué pasa?

No tengo ninguna duda de que mi rostro coincide con mi camisa. Es

difícil para mí responderle a Sean, porque estoy demasiado ocupada

planificando todas los modos de marcar Jac. Sabía que iba a venir al centro

comercial. Ella sabía lo que llevaba en la escuela hoy y que probablemente no

me había cambiado. Debe haber pensado que no estaría investigando a Sean

tanto después del incidente del pasillo. Por lo que llevó mi investigación hacia

mí.

—Yo, eh... la cosa es... que no fui yo quien llamó, pero creo que ya sé.



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—¿Y quién es éste? —Trent pone su brazo alrededor de mi hombro,

interrumpiendo mi confesión.

Me encojo de hombros para salir fuera del brazo de Trent. —Se trata de

Sean Griswold. Él... yo... Vamos a la misma escuela. Sean, este es mi hermano

molesto, Trent.

Sean tiende la mano y Trent la sacude. —Trent. Casi fuiste las estatales

hace dos años en natación, ¿Verdad?

—Casi. —dice Trent—. El punk por delante de mí era pesado. ¿Eres un

nadador?

—Sí. —Sean se rasca la nariz—. Me estoy entrenando para un triatlón en

estos momentos, pero sobre todo me centro en la bicicleta.

¿Triatlón? A los estudiantes de primer año les permiten hacer triatlones?

¿No tienes que ser mayor y en condiciones sorprendentes y sobrehumanas...

para hacer eso?

—Genial —dice Trent y luego dice—: Déjame saber si alguna vez quieres

ir a nadar unos largos en Y o algo así. Me voy a comprar mis bóxers, hermana, y

luego nos vamos. ¿Has encontrado un sujetador todavía?

—Cállate —le digo. Trent sonríe y se va.

—Entonces… —dice Sean.

—Entonces —le digo.

—¿No fuiste tú la que me llamó, entonces?

Niego con la cabeza, temo que si abro la boca voy a divulgar demasiada

información.

—Extraño. Me pregunto quién era.

—Tal vez podría haber sido otra chica con una camisa roja.

—Sí, pero bueno, me gusta esa camiseta.

Tengo un montón de elogios por esta camiseta, porque, además de ser un

color que se ven bien en mí, dice Serenidad Ahora. La mayoría de la gente

piensa que es una cosa de árboles, como a Jac le gusta HAZ EL AMOR NO LA

GUERRA, pero en realidad es algo que el padre de George, dice en un episodio

de Seinfeld13 cuando trata de calmarse. La mayoría de los chicos de mi edad no

13 Fue una serie televisiva de comedia emitida entre 1989 y 1998 y considerada entre las

más populares e influyentes de los años noventa en ese país, por lo cual es con frecuencia

tomada como ejemplo paradigmático de la cultura irónica y obsesiva de esa década.



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lo entienden, están demasiado ocupados viendo mierda en realidad, así que me

siento como que estoy caminando por ahí con mi broma privada.

—Gracias.

—Episodio 159, ¿Verdad? La última temporada. Uno de mis favoritos.

Aunque me encanta cualquier episodio en el que George es monstruoso. Qué es

prácticamente todos de ellos.

Él sabe el número del episodio. ¡Él sabe el número del episodio! ¡Nunca,

en todos mis quince años, he conocido a alguien lo suficiente conocedor de

Seinfeldese, para saber el número del episodio! —Tú... ¿te gusta Seinfeld,

entonces?

Sean se encoge de hombros. —Más bien como obsesionado. Tengo un

montón de recuerdos que compré en eBay y tengo la serie completa en DVD.

Incluso anduve un día entero usando nada más que eslóganes. —Se sonroja y

dobla los dedos en su jersey azul marino—. Hombre, cuando lo digo en voz

alta, suena estúpido, ¿Eh?

En realidad, es la mejor cosa que he oído nunca. Quiero decir, ¡Sabía el

número del episodio!—No. Bueno, algo así.

—Seinfeld, ¿Eh? —Sean entrecierra los ojos un poco, como si me

clasificara—. Hubiese pensado que tu programa preferido se parecería más a

Friends.

Pongo los ojos. —En primer lugar, se la pasan en un lugar llamado el

Central Perk. ¿Qué nombre es ese?

—Es comprensible así.

—Y —agrego, impulsando a la acción—, lo más cercano que tienen a un

buen personaje es Joey. ¿Quiero decir, tu prefieres ver Friends?

—Sí, pero Elaine no es Jennifer Aniston.

—Ahórrate —le digo—. La dinámica de Jerry/Elaine es mucho más

convincente que toda la cosa Ross/Mónica.

—Creo que Mónica era la hermana de Ross.

—Oh. ¿Ves? Ni siquiera sé sus nombres. No soy una chica Friends.

Sean se ríe. —Bueno, si alguna vez veo una camiseta de CENTRAL

PERK, sé a quién se la estoy comprando.

—No gastes tu dinero.



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Entonces, es como si la conversación fuera agua de una manguera, y

alguien ha cerrado la llave, así que todo lo que estaba fluyendo tan bien hace

un segundo, es más que un lento goteo, goteo.

—Bueno —dice Sean.

—Sí —le digo.

—Yo mejor…

—Uh-huh.

—Pensé que se trataba de ti. Quiero saber si miras a otra chica con camisa

roja.

Me doy cuenta de que huele bien, como a menta y el jabón Ivory

mezclado con neumáticos de caucho, pero en el buen sentido. Al igual que la

primera vez que tuve una bicicleta nueva.

Mientras que yo sin duda huelo a tacos. Busco en mi bolsa por algunas

gomas y digo: —Lo haré. Y tú hazme saber si… —Levantó la mirada y él ya se

ha ido, dejándome a media conversación y planificando cómo me voy a matar

a mi mejor amiga por la intromisión.

—Serenidad ahora —murmuro a un maniquí sin rostro.



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9 Traducido por Carlota

Corregido por Bluerain

a única cosa peor que Jac acechando a Sean, es Jac acechándome.

La ignoro todo el fin de semana, saltándome la fiesta de pijamas.

Pero el lunes, está ahí, tras cada clase, tratando de explicar,

actuando como si no hubiera pasado, caminando a mi lado y

señalando lo mucho que me ha ayudado a crecer.

—Caramelo de goma—arrulla justo antes del tercer periodo. Está

utilizando su Mirada de Simpatía, la que funcionó tan bien con su papá.

Antes, cuando ella solía verle. —¡No puedes estar enfadada conmigo!

Estaba ayudándote. Lo hice por amor. Algún día me lo agradecerás.

Ronco, que es lo más parecido a la reacción que obtiene.

Lo aprovecha.

—Y, tal vez fui un poco demasiado lejos con lo del centro comercial, pero

había mucho potencial allí. Sean tenía que verte fuera del colegio. Conoció a tu

familia. En realidad, ¡Mi llamada telefónica fue un acto de pura genialidad para

el acecho! —ella, obviamente, no está arrepentida y, obviamente, ajena a su

propia demencia extrema.

—Estás desequilibrada—digo.

—Igual que tú. Es por eso que somos amigas. Seguimos siendo amigas,

¿Verdad? —me mira expectante.

—Sí. Por supuesto que lo somos—pelearse con Jac es como hacer un

pastel a partir de cero cuando hay una caja de Tastykakes en la despensa.

No vale la pena el esfuerzo.

—Oh, tengo algunas notas para ti.

L



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—¿Notas? —pregunto, sin gustarme el sonido de la palabra.

—Bueno, solo ideas, realmente. Creo que necesitamos empezar con

algunos puntos intermedios para pasar la noche de este sábado. Averiguar lo

que está haciendo Sean y a dónde va después del colegio.

—No conducimos.

—Tal vez podemos dar un paseo por allí entonces.—Jac se pasa la lengua

por su aparato—. O una carrera. No queremos parecer evidentes. ¿Tal vez un

paseo en bici?

Antes de que me dé tiempo de parar las intrigas de Jac, suena el timbre y

la señorita Marietta tropieza en frente de la clase. Su tez mugrienta y su pelo

que normalmente cuelga de un elegante y grasiento moño. ¿Un miércoles

salvaje en una noche de domingo? Ella introduce el DVD en el reproductor y se

desploma en su asiento.

El video es sobre los rituales de apareamiento de los animales del

Amazonas.

La señorita Marietta debe estar realmente tocada para poner un video

como este a un grupo de adolescentes. Por otra parte, es el primer video que en

realidad nadie ve con interés. Algunos estudiantes toman notas—dudo que con

fines educativos.

Tan fascinante como es ver a serpientes ponerse cachondas y pesadas,

sigo encontrándome a mí misma centrándome de nuevo en la cabeza de Sean.

Hago un rápido registro en mi diario, con la esperanza de que la estructura me

ayudará a permanecer objetiva.

EEP

3 de Febrero

Tema: Los Cinco Sentidos de Sean

Vista: Una gran —pero no demasiado grande— cabeza. Pelo rubio. Ojos

marrones/dorados. Hombros anchos. Cintura delgada. Esculpidos terneros

(simplemente llamándolo como lo veo)

Oído: voz normal de chico. No usa argot/malas palabras como otros

chicos que conozco. Como los que dicen “todos” raro, en plan “tudos”.

Gusto: ¡Qué asco! ¿Qué se supone que debo hacer, lamerle?

Olfato: Bueno. Mejor que la mayoría de chicos. Uno pensaría que

después de todos esos años sentada detrás de él me habría dado cuenta de



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cómo olía. Ahora, cada vez que está en la habitación, me ataca como esas

señoras de los departamentos de perfumería quienes deben ser pagadas por

pulverizar.

Tacto: No sé si alguna vez realmente le he tocado. Tal vez una o dos

veces, al pasar los exámenes hacia atrás. Ya sabes, aún menos, su pelo parece

tan corto. Quizá sea hora de que lo frote un poco. Así podré dar detalles más

concretos.

Extiendo la mano sobre mi pupitre, pero me detengo cuando me doy

cuenta del horror de lo que estaba a punto de hacer. Mascota Sean. ¿He perdido

mi mente?

¿Por qué no puedo mantener el rumbo con esto? Escogí su cabeza —no

su aroma, o lo que de Seinfeld sabe— no la textura de su pelo.

Pero algo sobre este chico me hace querer contarle cosas. Para confiar en

él. Para conseguir que confíe en mí. ¿Se siente de la misma manera? ¿Seguiría si

supiese sobre esta loca tarea?

Tal vez soy como un artista que se acerca demasiado a su tema. Cuando

haces una pintura de un bodegón de naturaleza muerta, no das un mordisco a

la manzana.

Tal vez necesito dejar a Sean, y a su cabeza, solos.

♥♥♥

La cafetería apesta, lo que podría ser porque es el día del Taco Barco,

pero lo más probable es que sea por el sudor de los adolescentes alineados

contra la pared del fondo, convulsivamente inquietos, mientras esperan su

futura cartilla de calificaciones.

Y para el primer día de cartilla de calificaciones en mi vida, estoy en

medio de la nerviosa multitud.

Este solía ser mi momento. Esas cartas declarando mi destino educativo

cantaron. No es que yo no supiese lo que eran. Habría sumado yo misma los

porcentajes, comprobando que el profesor tenía razón, calculando la

puntuación exacta que necesitaba cada media evaluación para sacar

sobresaliente.

Ahora no tengo ni idea de cómo lo he hecho en las pruebas. Delante de

mí está una bomba a contrarreloj, una que quiero esconder en mi taquilla, en

vez de llevarla a casa a mis padres “ya-no-sé-que-hacer-conmigo”. Excepto en



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nuestro colegio, todo el rato comprobando nuestras medias con nuestros

grados, dándonos una cartilla de calificaciones, mandando una a nuestra casa y

publicándolas en internet. Hacen de todo, menos pintarlas con espray en la

pared de la habitación de nuestros padres. Pero tal vez pueda comprobar el

buzón de correo todos los días. Y meter un virus en nuestro ordenador para que

no se puedan conectar.

Tal vez pueda escapar.

Escapar es exactamente lo que quiero hacer cuando veo a Sean tres

personas detrás de mí en la fila G-L.

Él piensa que le estoy acechando, y aunque esta observación no es

totalmente falsa (¡es una investigación!), ahora no quiero darle más motivos

para que lo crea.

Cojo mi cartilla de calificaciones y de alguna manera abro los lados sin

necesidad de rasgar toda la hoja, una hazaña sorprendente teniendo en cuenta

lo difícil que lo hicieron al poner estúpidos sobres “rasgar-por-esta-línea-

marcada-y-no-por-otro-lado”. Miro hacia abajo a mis calificaciones para no

establecer contacto visual con Sean, que ha cogido las suyas y está dentro de mi

visión periférica.

Pero cuando miro mis notas, me doy cuenta de un error tipográfico, no

en mi nombre, donde por lo general está —la gente siempre está reemplazando

la “a” con una “e”♥ —sino en las calificaciones reales. Hay una B. Puedo

manejar eso. ¿Quién quiere ser el mejor alumno, de todos modos?

Pero espera.

¿Una C? esos es sólo la media. No puedo ser la media. El promedio es

solo para…la gente promedio. Y sin embargo, esa es la nota en mi cartilla de

calificaciones, justo al lado de la A del trimestre anterior. Tengo una C en

biología.

Respirar de repente se vuelve una tarea muy difícil. Estoy rebuscando en

mi mochila la bolsa de papel marrón del almuerzo y preguntándome por qué se

respira en una bolsa de todas formas cuando oigo una voz que se está

volviendo demasiado familiar.

—¿Cómo lo has hecho—pregunta Sean.

—Um, bien —digo, respirando más lentamente—. Solo encontrando mi

lugar feliz.

—Pensé que tu cartilla de calificaciones es tu lugar feliz. ¿No eres la

Reina de la Lista de Honor?



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Bajo la mirada y cuando la subo de nuevo, la expresión de Sean cambia,

como si tuviera visión de rayos X y pudiese, a través de mi puño cerrado, ver

las notas, pudiese ver a través de mi cabeza y dentro de mi mente, que está

calculando los números en un vano intento de volver a calcular lo inesperado,

pudiese ver dentro de mi corazón y saber que está latiendo solo una fracción de

un cabello más rápido cuando me mira de la forma en que lo hace. Como si

pudiese ver dentro de mi alma.

Trago saliva, luchando contra el impulso de arrugar mi cartilla de

calificaciones y tirarla a la basura. Pero, en cambio, la empujo en las manos de

Sean y digo—. Parece que he sido degradada a Duquesa.

Sean silba. —Marietta me mató también. Creo que estaba borracha

cuando puso las notas. Nadie obtuvo una A.

—¿De verdad? ¿Cómo sabes lo que obtuvieron los demás?

—Bueno, no lo sé. No seguro —Sean se ruboriza—. Pero parece que todo

el mundo se queja de sus resultados y eso.

—Gracias por tratar de hacerme sentir mejor.

—Una C no quiere decir que no seas brillante.

—Solo promedio —digo, a pesar de que el uso de la palabra brillante me

ayuda a amortiguar el golpe—. Pero, ¿Lo has hecho bien? ¿Nada por lo que tus

padres te muelan?

—¿Me muelan? Mis padres no se molestan con algo como la disciplina, y

mucho menos se preocupan por mis notas. Pero esto va a la nevera, incluso si

soy el único que lo mirará.

—Bueno, bien para ti.

—Sí —dice, con los ojos brillando un poco antes de que se arruguen por

su sonrisa—. Bueno, tan apasionante como es hablar de mi falta de dirección

académica, tengo que ir a la oficina del entrenador Jarvis y preguntarle algo

sobre la natación. Hasta luego, Gritas.

—Hasta luego —digo, mientras Sean se aleja. Pero yo no quiero luego,

quiero ahora. Ahora con Sean cerca de mí, así que no tengo que hacer frente

sola al Duende Notas.

—Me gusta montar en bici —dejo escapar, sonando como si estuviese

recitando de un libro yo-puedo-leer. Mira a Spot. Mira a Spot diciendo cosas

estúpidas.

Sean se mueve por la cafetería hasta que me está mirando cara a cara—.

Uh… eso es genial.



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—No, quiero decir… ¿Tal vez podemos ir a dar un paseo en bici en algún

momento?

—No sabía que montabas en bici.

—No lo hago. Bueno, lo hago. Al igual que todo el barrio y eso —

enderezo la espalda—. Pero estoy buscando meterme en bici, en montar de

verdad. Tal vez.

Sean se rompe en una sonrisa. —¿Cómo monto…? Es muy intenso. No sé

si podrás manejarlo.

Le sonrío de vuelta, mayormente para cubrir el miedo que se arrastra por

mi cuello.

El capta una referencia a Seinfeld y me llama brillante ¿Y de repente le

estoy pidiendo montar con él? Esto en cuanto a la objetividad científica.

—Pruébame.



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10 Traducido por Carlota

Corregido por Vericity

l traje de la señora Callahan quema mis ojos, mientras me saluda

fuera de la puerta de la oficina. Falda naranja con un top floral

marrón. Puntiagudos zapatos burdeos a juego con su barra de

labios mal aplicada. Y el pelo llorando por algún producto.

Realmente debo salvar a esta mujer.

—¿Cómo ha sido tu semana? —pregunta con una cálida sonrisa, que

expone sus dientes cubiertos de barra de labios.

—Bien.

—Te llamé porque me tomé la libertad de revisar tus calificaciones. Sé

que eres una estudiante brillante. ¿Has recibido alguna vez una C antes?

—Sí. —En segundo grado. En una prueba preliminar de ortografía.

—¿Quieres que hable con alguno de tus profesores? ¿Hacer que sean

conscientes de… las cosas?

—No. Solo fallé un examen. Son cosas que pasan.

—Sí. —La señora Callahan se cruza de brazos sobre su amplio pecho.

—Pero ¿Eso te pasa a ti?

Miro las fotos de su obesidad felina hacinadas en su escritorio. Así que se

pasa todo el día dando demasiada atención a los niños y se pasa la noche dando

demasiada comida a su gato.

—Al parecer, así es.

—¿Cómo están yendo tus ejercicios para centrarte? —pregunta,

cambiando de tema.

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Casi sonrio—. Bien. Es… divertido. Me gusta el… orden del mismo. Y

estoy aprendiendo un montón.

—Pensé que lo harías. Sigue con esto —hace una pausa—. Aunque, la

semana que viene quiero que intentes algo nuevo.

Mi estómago se tambalea—. ¿Qué es eso?

—El ejercicio se llama “Una Conversación con Papá”.

Parpadeo. Mi boca se abre. Se cierra. Mi pierna izquierda se mueve

nerviosamente—. ¿Mi papá? —grazno.

—No tu padre actual.

Mi pierna —mi cuerpo— se relaja—. ¿Entonces quién?

—Bueno, quien tú quieras. Alguien que represente a tu padre. Es una

práctica para el momento en que estés preparada para enfrentarte con él, cara a

cara. Así que puedo ser yo…

—Tú no. —No voy a fingir que mi gordita consejera afro de orientación

es mi alegre padre calvo—. ¿Puedo… invitar a un amigo?

—Si eso es lo que te haría estar más cómoda.

—Preguntaré a mi amiga Jac. Pero ¿Puedo seguir escribiendo sobre

Shha… quiero decir, mi Objeto de Enfoque?

La señora Callahan ladea su cabeza hacia un lado, con una mirada

peculiar en su rostro—. ¿Crees que este Objeto de Enfoque realmente te esté

ayudando a ganar introspección?

—Ah-hah.

—Entonces, sí, cualquier cosa que ayude. Solo asegúrate de que no te

centras demasiado en este objeto. Habrá un punto en el que tendrás que dejarlo

ir y seguir adelante.

¿Pedir a mi Objeto de Enfoque? ¿Ir a un paseo en bici cuenta como seguir

adelante? No lo creo.

EEP

8 de febrero, por la tarde

Tema: Análisis de cómo me estoy centrando en... el enfoque.

1. Creo que he descubierto una manera de mantener una distancia

emocional con mi Objeto de Enfoque, pero necesito investigarlo más.



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2. Seguiré escribiendo sobre la cabeza de Sean, pero ahora voy a

ENTRAR en ella.

3. Me he fijado el objetivo de hacerle cinco preguntas en nuestro paseo

en bici.

4. Es arbitrario, pero se siente como el siguiente paso lógico (si algo de

esto se puede considerar lógico).

Hace calor para el invierno de Pensilvania. Tanto que tengo que

quitarme el jersey y salir a la calle en nada más que una camiseta de manga

larga y pantalones vaqueros. Manchas sucias de nieve derretida en la hierba

amarilla. El aire huele demasiado dulce, como un ambientador de coche que

acaba de ser abierto.

Le doy una patada a una piedra en el agrietado camino de entrada,

viéndola rebotar hasta que llega a la puerta del garaje. Los reflejos de la luz

solar en la canasta de baloncesto.

Han pasado casi dos meses —una eternidad— desde que jugué por

última vez.

El baloncesto solía estar programado justo entre mis deberes y mi hora

auto-asignada de televisión. Ya no está en mi horario nunca más. Ya no tengo

un horario nunca más.

Cojo una pelota de baloncesto fuera del garaje y la hago rebotar una o

dos veces contra el hormigón. El olor de la goma me envuelve como los

compañeros de equipo en un corro en los tiempos muertos. Cierro los ojos y

lanzo la pelota en un arco perfecto. No tengo que abrirlos para saber que he

encestado. Las cadenas suenan.

Algunos tiros más no pueden hacer daño. Papá y yo solíamos tirar todos

los jueves hasta que tuvo esclerosis múltiple. Entonces, nuestros tiros se

hicieron más esporádicos, basándose en cómo se sentía, supongo, no es que lo

supiera en ese momento. Pienso en las canastas fallidas que presencié desde mi

ventana ese día. A pesar de que su forma de jugar no siempre es débil, papá

nunca va a conseguir totalmente recuperar su juego. Una recaída más, y puede

perder su tiro por completo. Aunque, seriamente, esa es la menor de sus

preocupaciones.

Ahora estoy botando la pelota más fuerte, maniobrando alrededor de

oponentes invisibles. La multitud ruge en mi cabeza más fuerte con cada falsa

salida, con cada tiro. Estoy a punto de ganar el campeonato de una-sola-



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persona cuando alguien tose. Los aplausos terminan. Se me cae la pelota. Mi

padre está de pie en el pasillo, con su famosa sonrisa de superación en su rostro.

—No te detengas ahora, cielo. Creo que estás a punto de ganar el partido.

—Oh. Hola.

Su sonrisa no desaparece. Está tan entusiasmado con su descubrimiento,

de mi momentánea recaída atlética, que su cara está a punto de explotar. Su

esperanza es demasiado para mí.

—¿Puedo lanzar unos tiros contigo? —pregunta.

Le miro fijamente de una manera lo suficientemente fría como para

fundir el calor de su sonrisa. Quiero congelarle allí, así no podrá moverse. Así

no podrá sentir.

—No. No puedes.

—¿Por qué no? —Se encoge de hombros—. ¿Crees que te voy a ganar?

―No, quiero decir… no puedes. Esto no es baloncesto en silla de ruedas.

Me río de mi propia crueldad. Me preocupa, este monstruo interno. El

monstruo que podría lastimar a alguien que ya está sintiendo demasiado dolor.

Me ahogo en mi risa, intentando parar el surgimiento de la familiar risa de

emoción. La verdad, lo sé, es que no es mi papá con quien estoy muy enfadada.

Estoy enfadada con su enfermedad.

Y no es la ira. Es el miedo.

—Lo siento. Me tengo que ir —digo, pasando junto a él y entrando en

casa.

Entro en el cuarto de baño, para lavar el olor de redescubrimiento de mis

manos.

Para lavar las lágrimas de odio hacia mí misma de mi cara.



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11 Traducido por AnnaissJ & Nortia

Corregido por Vericity

i paseo en bicicleta con Sean es hoy. Mi bicicleta todavía tiene

luces de neón y no la he usado en un año. Nada para

preocuparse. Después de todo, ir en bicicleta es como… ir en

bicicleta. La coges y vas. Un problema mucho más grande es

la ropa. Sé que los ciclistas profesionales llevan ropa ajustada, pero yo no llevo

spandex. El diablo viste spandex. Y dudo que el culo del diablo sea tan grande

como el mío. Jac incluso intentó meterme en un montón de trajes potenciales de

ciclistas pero nada funcionó. (Pero es difícil no quererla. Es la madre feliz que

memoriza todas las rutinas de su hija y hecha porras en las gradas durante un

partido.)

Después de la deliberación, lanzo un par de pantalones cortos de

baloncesto sobre los pantis fucsia para yoga de Jac y llevo mi bicicleta al

callejón, en el camino que me llevará al Parque Nacional Valley Forge. El clima

es más cálido que ayer, pero las nubes prometen un cambio pronto. Cambio los

engranajes de mi Schwinn antes de dirigirme hacia una pequeña inclinación.

Esto es ejercicio, no un deporte. Ir en bicicleta no es competitivo. Y mi padre no

tiene bicicleta. Esta actividad se siente segura, aunque no tengo la misma prisa

que ayer con el balón.

Incluso con mi acolchado extra, mi culo ya se está quejando del asiento.

Para cuando cubro los cuatro kilómetros al parque, estoy lista para un descanso.

Pero ahí está Sean, estirando las piernas junto a la entrada de Visitors Center.

Tiene unos previsibles pantalones de ciclismo con una chaqueta azul, casco,

guantes y esos extraños zapatos que vi cuando comencé mi acoso/búsqueda de

aventuras. Me siento acomplejada de mi equipo y de las calcomanías de

estrellas que pegué en mi casco en séptimo grado.

M



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0

―Hola ―digo y me dejo caer a su lado―. Siento llegar tarde. Tuve que

pedalear desde mi casa.

―¿Dónde vives?

―Cerca de Audubon. ¿Tú?

―Collegeville.

―¿Collegeville? ―Se me corta la respiración―. Pero eso está como a

diez kilómetros de distancia.

―Suelo ir en bicicleta por la ciudad.

―¿Te refieres a Philadelphia?

―No, Nueva York.

Jadeo de nuevo. Él se ríe.

―Estoy bromeando, Payton. Sí, Philadelphia. Pero pensé que lo haría

fácil para ti hoy y sólo hacer el bucle.

—Está bien. No es que necesite ningún trato especial. Sé ir en bicicleta, tú

sabes.

Sean sonríe.

―¿Has hecho este circuito antes?

Me levanto y paso mi pierna sobre la bicicleta. No me gusta que Sean me

mire así. Como si fuera una inexperta. He practicado deportes toda mi vida.

Puedo hacerlo. Fácil.

―Sí, todo el tiempo. Me sorprende que no nos hayamos encontrado por

aquí.

Sean se frota la barbilla, sus ojos moviéndose de un lado a otro.

―Yo escogeré el recorrido. Nos detendremos en el monumento del arco,

luego en Washington’s Headquarters. Saltamos la colina…

―Puedo hacer la colina ―insisto. Subí una colina para venir aquí. ¿Qué

tan malo puede ser?

―Veremos. Sólo quédate conmigo. ―Sean engancha sus zapatos en los

pedales de su bicicleta y ajusta su casco. Toma un sorbo de su botella de agua y

lo escupe. Yo hago lo mismo, excepto que me ahogo con el agua y acabo

tosiendo. Sean sólo sacude su cabeza y comienza a andar. Pasamos por los

bunkers, en los que los soldados de la Guerra de Independencia dormían antes

de que la calefacción y los colchones Serta existieran. Valley Forge tiene una

sensación diferente que, digamos, Gettysburg, porque no hubo batallas reales



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allí. Este fue el campamento de los rebeldes por seis meses y tuvieron que

soportar todo tipo de terrores como hambre, enfermedades y falta de cañerías al

aire libre. Pero este lugar pone las cosas en perspectiva para mí. Estoy pensando

en lo mucho que me duele el culo cuando recuerdo que ellos tuvieron que

andar a través de la nieve con los pies ensangrentados. Me preocupa que no

pueda hacerlo sobre una bicicleta mientras que los soldados no sabían si iban a

vivir hasta el día siguiente.

Giramos cerca de aquellos que pasean sus perros y turistas alrededor del

camino. Mi bicicleta es el equivalente de un Ford Escort y la de Sean un Beamer.

Le veo aguantando la resistencia de su bicicleta mientras espera a que le

alcance. Una sonrisa se instala en mi cara para que Sean no sepa lo duro que

estoy trabajando.

Terminamos el arco, y Sean se detiene a tomar un trago. Obviamente está

haciendo esto por mi, porque él no ha comenzado a sudar y ni siquiera está

cerca de jadear. Yo, sin embargo, engullo la mitad de mi botella de agua.

Tiempo de empezar con una de mis preguntas. No que tenga ninguna

preparada. Me imagino que sólo veré a dónde nos lleva este momento.

Sean baja la cremallera de su chaqueta y revela una botella de Advil14. La

abre y saca tres píldoras.

―¿Eres un adicto? ―dejo escapar.

Sean parece contemplar esto por un minuto.

―Esa sería una adicción bastante floja. Advil. Quiero decir, si fuera a ser

un consumidor, sería un poco más extremo, ¿Sabes? No querría que los otros

drogadictos se burlaran de mí.

―No has respondido a mi pregunta.

Sean se encoge de hombros.

―Tengo jaquecas. Últimamente he estado teniendo más y más. Pronto

voy a tener que renunciar al ibuprofeno y pasar a cosas más fuertes.

―¿Cómo?

―Excedrin15. ―Sean toma algo más de agua.

Jaquecas. Puedo lidiar con jaquecas. Primera pregunta hecha. Ahora…

―¿Alguna vez has paseado con tu hermano?

14

Advil es un producto de EEUU que básicamente sirve para calmar el dolor. Unas

aspirinas. 15 Fármaco indicado en el tratamiento de la migraña.



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―Sería difícil, siendo como soy hijo único.

―Oh. Así que, ¿Como vives con…? ―Me congelo. Sean no sabe que Jac

y yo lo llamamos el otro día. Sean no sabe nada de nuestras… Técnicas de

investigación―. Quiero decir, ¿Con qué frecuencia vas en bicicleta?

Sean se inclina en contra de su manillar.

―Casi todos los días, cuando el tiempo es bueno. Largos paseos los fines

de semana. Me centro más en natación y atletismo en invierno, y tomo un par

de clases de spin en el gimnasio cuando la nieve hace imposible salir.

―¿No le dijiste a mi hermano que estabas haciendo un triatlón?

―Sí: Este verano. Es una carrera de velocidad. No hay divisiones mucho

más grandes con para mi edad. En pocos años trabajaré en algunas de las

competiciones nacionales. Mi principal objetivo es ganar el Ironman algún día.

Lo que nos lleva a la pregunta número cuatro.

―¿Qué te hace querer eso?

―Es lo más alto. La prueba final del atleta. Quiero ser el más fuerte.

Quiero ser el mejor.

―Sí, pero ¿Por qué?

―No lo sé. —Sean me da una mirada de soslayo―. Es complicado. ¿Por

qué te gusta el baloncesto?

Froto un desgaste en mis zapatos. Se supone que yo hago las preguntas

aquí.

―Dejé el baloncesto.

―¿De verdad? ―Sean se ve sorprendido―. Ese era siempre tu deporte

en secundaria.

La más mínima emoción recorre mi espina dorsal. Recordó que yo jugaba

al baloncesto. Por supuesto, antes de que dejara el equipo, me ponía el jersey

del colegio en los días de partido. Pero, aun así —lo recordó.

―Lo dejé hace un mes o dos.

―¿Ya no te gusta más?

―Yo no he dicho eso.

―Entonces, ¿Por qué lo dejaste?

Inclino mi cabeza hacia un lado.

―Es complicado.



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―¿Delicado? ―La expresión de Sean se vuelve pensativa―. Pero no

puede ser tan complicado. Si no es lo tuyo, pues está bien. Pero si amas algo, te

aferras a ello.

―¿Siempre eres tan profundo cuando paseas? ―pregunto.

Sean ríe.

―Nah, usualmente sólo trato de atropellar las ardillas que se ponen en

mi camino. Vamos a ver si podemos encontrar alguna más. ―Coloca sus

zapatos sobre sus pedales y se va.

Está bromeando. Totalmente. Pero sólo para asegurarme, silbo de vez en

cuando para advertir a los incautos roedores.

Todo a nuestro alrededor está muerto —los árboles, el pasto, el cielo. Es

como si estuviéramos atrapados en una película en blanco y negro, sin color,

sólo distintos tonos de gris. Incluso la luz del sol, filtrándose a través de los

árboles, tiene un tono lúgubre. Pasamos más allá del arco, descendiendo a un

campo abierto con muchos ciervos. Sean desvía el camino hacia un cultivo de

árboles inclinados hacia arriba. Cambio la marcha y le sigo.

La colina es muerte. Sin Sean alrededor, saltaría y mandaría lejos mi

bicicleta. Estoy sobre los pedales ahora, moviendo mis piernas e inclinándome

hacia delante. La colina no da tregua, volviéndose cada vez más y más

pronunciada con cada giro de mis ruedas. Probablemente sólo hemos hecho la

mitad de una milla, pero se siente como si estuviera escalando el Everest. Es la

cosa más intensa que haya hecho jamás. Sean está delante de mí, pero no muy

lejos y se mantiene mirando hacia atrás para asegurarse de que estoy

siguiéndole.

―¿Estás bien? ―llama.

―Sí.

Pero no lo estoy.

Mi cabeza da vueltas. Ya no puedo tener mis piernas en los pedales. Es

como si mi cuerpo tuviera un corte de energía instantánea. Tropiezo fuera de mi

bicicleta y me arrodillo en la grava, tratando de quitarme el casco antes de

vomitar lo que parecen rastros de agua. Cuando he terminado, me planteo la

posibilidad de tumbarme en medio de la carretera y dejar que un coche acabe

conmigo. Ya estoy medio muerta.

Sean está a mi lado ahora, obligándome a beber algo de agua antes de

echarme en mi cara y pelo. Se quita su chaqueta y hace una bola con ella, sobre



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la que me recuesto, agradecida. A continuación, levanta mis piernas y masajea

mis pantorrillas.

Horror —hoy no me he depilado. ¿Lo hice ayer? ¡Es invierno! Debería

estar a salvo del contacto masculino. Dedico toda mi adolescencia a depilarme

compulsivamente y una de las pocas veces que me olvido es cuando la acción

sucede. Pero esto no es acción. ¿Lo es?

Él no parece notar el pelo; su atención está en los músculos anudados.

Sus manos se deslizan arriba y abajo. El calor sube a mi cara y no es por la

bicicleta. Esto es lo más cerca que he estado de un chico, pero el vómito de agua

a mi lado pulveriza cualquier idea romántica.

―Uff. Lo siento. ―Levanta su brazo y se seca la frente―. No debería

haber tomado esta colina. La próxima vez te dejaré una de mis bicicletas, ¿De

acuerdo? Y nos saltaremos la colina.

―¿La próxima vez? ―Cierro los ojos.

―Tienes que hacerlo, y pronto, o de lo contrario nunca volverás a tocar

una bicicleta nuevamente. Yo también vomité la primera vez que monté en esta

colina. Justo después de estrellarme.

Mis ojos se abren y miro a Sean. Hora de la pregunta final.

―¿Es así como te hiciste la cicatriz en la frente? ¿Estrellaste tu bicicleta?

Sus manos paran el masaje.

―No. No por un accidente. Algo más.

Estoy a punto de preguntarle más, cuando una pareja de ciclistas nos

llaman, para que nos movamos. Me levanto y arrastro mi bicicleta más lejos de

la carretera.

―¿Lista para terminar? ―pregunta Sean.

Me ahogo en mis palabras.

―¿Quieres…? ¿Hablas en serio?

―Nah. Podemos andar de vuelta ―se ríe Sean―. Sabes, nunca supe que

fuera tan divertido tomarte el pelo.

—Hay muchas cosas que no sabes de mí —digo mientras recojo mi casco

y lo guardo.

La voz de Sean se suaviza.

—No lo dudo. —Y luego aún más suave, lo suficientemente suave para

que casi no lo oiga, dice—: Pero no me importaría cambiar eso.



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Estamos en silencio mientras caminamos por la colina. Como para

acentuar el cambio en el estado de ánimo, las nubes se abren y empieza a llover.

Me estoy congelando. Aún puedo sentir el vómito. Mis piernas están en llamas.

Y no puedo recordar la última vez que me sentí tan bien.

♥♥♥

EEP

09 de febrero

Tema: Hechos crudos aprendidos basados en el experimento de cinco

preguntas.

1. Sean es hijo único. Así que no sabemos quién contestó el teléfono

cuando Jac llamó.

2. Toma pastillas porque sufre de dolores de cabeza.

3. Quiere ser el siguiente Ironman.

4. Le gusta sentirse en control.

5. Aún no sé de dónde provino la cicatriz. Aunque, no estaba muy

concentrada una vez que se quitó la chaqueta.* Hola, músculos del brazo.

*Lo siento, estoy deshidratada y el dolor punzante en mis pompis está

causando que no piense bien. No debería objetivar a Sean así (aunque es un

objeto de enfoque así que tal vez…). Lo siento de nuevo. La fatiga impulsada

por el delirio está estableciéndose.

♥♥♥

―Cuéntame otra vez. ―Jac insiste, metiendo otro pedazo de pastel de

queso en su boca. Es nuestra pijamada del sábado, ya le he dicho sobre el paseo

en bicicleta dos veces, y me pregunto por cuánto tiempo más va a seguir

hablando antes de que me desmaye del cansancio.

―No hay nada que decir. Fuimos a un paseo en bicicleta. Nos

divertimos. Quiero extirpar quirúrgicamente mi trasero. Nada nuevo.

―¿Dijo algo coqueto?

―No, estábamos montando en bicicleta. Y no fue como un paseo a lo

largo de la playa. Fue extremo.



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―Yo quiero ir a pasear en bicicleta. ―Hace una bola con el envoltorio de

su pastel de queso y pantomima dirigiéndose en una bicicleta hasta la basura―.

Apuesto a que nos llevaría. Vamos a llamarlo y preguntarle.

―No creo que...

―¿No crees qué? ¿Por qué no puedo ir yo también?

―Es sólo que...

Jac apunta hacia mí.

―¡Ajá! Te gusta, ¿No?

―Bueno...

―¡Lo haces! ¡Lo haces! Admítelo.

Mi corazón se acelera por un momento pero mi cabeza se mantiene clara.

―No. No me gusta. No así.

―Pero te importa si lo llamo. Nunca antes te han importado qué chicos

invito a pasear con nosotros.

―Eso es porque son al azar. Nunca los conocía. Así que son iguales para

mí.

―Entonces mucho mejor si nos juntamos con un chico que sí conoces.

Además, estás haciendo tu tarea al mismo tiempo. Es como un sueño de Payton

hecho realidad.

Jac enciende el televisor, como si no fuera gran cosa. Como si realmente

va a llevar esto a otro nivel.

Es Una Gran Cosa. Algo cambió hoy entre Sean y yo y no quiero

arruinarlo por ser demasiado agresiva. Si le doy a Jac la menor idea acerca de lo

extraña que me sentí cuando me masajeó las piernas, podría convertirse en

Cupido. La última vez que trató eso, terminé detrás de los columpios con

Anthony Barbarini, tratando de convencerlo de no meter su lengua en mi

garganta, y mi único método de persuasión fue golpearlo duro en la ingle. No

quiero que mi relación con Sean termine tan abruptamente.

―Jac. ¿Puedes olvidarlo?

Disminuye el volumen del televisor y me mira.

―Si así lo quieres, seguro. ¿Pero por qué renunciar ahora? Podrías pasar

un buen rato con él, si te lo permites. Y realmente creo que te haría bien.

Ah… está bien. Me doy por vencida.



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―Vale. Todos podemos ir a un paseo. Y tal vez pueda invitar a más

chicos.

Jac chilla.

―Entre más chicos, más feliz. Especialmente si todos están en spandex.

―Hablando de spandex —digo, agarrando la mano de Jac para que deje

de cambiar los canales—. Mira lo que esa mujer está usando.

Gemimos al unísono. Una película de Lifetime. El tema perfecto para

cambiar de conversación.

—Ojalá pudiera retroceder en el tiempo a los años ochenta y darles

consejo de moda a esa mujer triste ―dice Jac―. Ella es famosa y aun así no se

salvó de los golpes de la muerte.

―¡He visto esta! ―Como si debiera de estar orgullosa de que perdí dos

horas de mi vida en una película de Lifetime―. La madre tiene cáncer de

mama, y se extirpa el tumor y decide ponerse senos falsos y comienza a salir

con hombres más jóvenes…

Jac entrecierra los ojos hacia el televisor.

―Tal vez mi mamá puede protagonizarla si hacen un remake. Cámbialo.

―¡No! Es triste. No recuerdo cómo termina, pero recuerdo que es triste.

Vemos como la Mujer Spandex se despide de su hija adolescente cuando

va a una cita, después entra en el armario del pasillo y empieza a sollozar. La

siguiente escena es de la madre en una cama de hospital. Sin spandex.

―Mamá ―dice la hija―. Pensé que habías luchado contra esto. Los

médicos dijeron que las probabilidades de que sucediera de nuevo eran

pequeñas, ¿Por qué no nos dijiste que estabas enferma otra vez?

―Quería que disfrutaras del baile de graduación… Quería…

―Lágrimas. Abrazos―. Los médicos no lo saben todo. Pero no me arrepiento

de la cirugía, aunque podría haber ocultado el tumor que quedaba. Ya ves, mis

senos, finalmente me hicieron sentir como una mujer. Bueno, los hombres me

hicieron sentir como una muj...

―Oh, por favor. Apágalo.

―Espera ―digo.

―Mamá, es sólo un baile de graduación. Sólo me gustaría que me lo

hubieras dicho. Ojalá hubiera sabido que esto podría suceder. Pensé que lo peor

había pasado, y ahora...



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Las lágrimas se deslizan por mi cara. El monitor de la madre en el

hospital se dispara y un grupo de enfermeras entran apresuradas, alejando a la

hija fuera del camino. ―¡Mamá! ¡Esto no se supone que debe suceder! ¡No se

suponía que morirías! ¡Sólo eran senos!

Jac finalmente se levanta y apaga el televisor.

―Dime que no estás llorando.

Me seco los ojos con la manga.

―No lo estoy.

―Porque es diferente, lo sabes. Para ti. No sé cómo es… Mi papá ni

siquiera se habría preocupado lo suficiente para mentir. Tienes suerte, en cierto

modo.

―Dije que no estaba llorando. Es sólo una película.

Jac se encoge de hombros y comienza a prepararse para ir a la cama. Me

acurruco debajo de las sábanas y decido que las secuelas del paseo en bicicleta

me han hecho alucinar. Por alguna razón, en la última escena de la película,

podría haber jurado que la Mujer Spandex se parecía a mi papá.

―Oye. ―Jac asoma la cabeza desde el cuarto de baño, la boca llena de

pasta de dientes―. Se me olvidó. Sean. Sexy. ¿Spandex?

―Me voy a dormir.

―Músculos. Más grandes. —Se detiene para escupir—. ¿Viste eso?

Me imagino a Sean sin camisa y me vuelvo hacia la pared para que no

vea mi sonrojo.

―Buenas noches, Jac.

―Algún día vas a notarlo, pastelito. ―Apaga la luz y se desliza en la

cama―. Tal vez no con Sean, pero algún día no pensarás que exagero.

No creo que Jac exagera, y esa idea es lo que me mantiene despierta

durante la mayor parte de la noche.



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12 Traducido por Nortia

Corregido por Mali..♥

Has recibido ya tu boletín de calificaciones? —pregunta mamá.

—No—miento—. La semana que viene.

Folletos y un gran atlas están esparcidos por la mesa de Piano’s, la

pizzería ardor-de-estómago-garantizado favorita de mi familia. Taconeo con los

pies al ritmo de Elvis cantando “Don’t be Cruel” pero me detengo porque es

demasiado esfuerzo despegarlos con optimismo. Gérmenes por todas partes.

Lleno mis manos con desinfectante, frotando el líquido contra cada dedo.

No miro a mi madre.

—¿La semana que viene? —Mamá se ve confundida—. Hubiera jurado

que…

—La semana que viene —digo, esta vez con más firmeza.

—Oh. Estoy segura de que me dijiste. No que no sepamos ya, que lo has

hecho bien —sonríe—. Sólo quiero una copia para tu libro de recuerdos.

Trent está con su móvil y papá está mirando fijamente al espacio,

frunciendo el ceño. Está de un humor raro. Por lo general finge que se siente

bien pero no está haciéndolo hoy. Una carta reporte no ayudaría.

Trent apaga su teléfono y se aclara la garganta.

—Me gustaría llamar a esta reunión al orden. El Plan Operativo de

Vacaciones de Primavera ha comenzado. ¿Primer tema de negocios?

¿Qué tal cambiar el nombre a “Papá va a relajarse”, idiota? No es que yo

comparta mi inteligente nombre con el resto. Tiene demasiadas sílabas.

¿



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Esta es la primera vez para nuestra familia, planeando unas vacaciones

más allá de un paseo en coche a DC. En realidad, es nuestro primer viaje desde

que Caleb fue a la escuela y abandonamos las vacaciones familiares para que los

chicos pudieran disfrutar de un viaje de unión fraternal en algún lugar con

montones de chicas y sol. Mis hermanos planean sus salidas todo el año, y lo

están abandonando. Lo que me lleva a preguntarme—: ¿Son estas unas

vacaciones, o una despedida?

—Creo que primero —Mamá empuja su plato de alitas de pollo a un lado

para que podamos tener una mejor vista del mapa del Caribe—, necesitamos

averiguar dónde queremos ir todos.

—Hawaii—dice Trent.

—Key Largo —dice papá.

—Y yo estoy pensando en Belice —dice mamá, hojeando sus folletos—.

¿Y tú, Payton?

—Alaska.

Todo el mundo me mira.

—¿Alaska? —Papá sacude la cabeza—. ¿Por qué deberíamos ir allí?

—Hace frío.

—El punto es calentarse durante las vacaciones de primavera —dice

Trent—. Tal vez conocer algunas chicas y calentar realmente las cosas.

Papá rueda los ojos.

—Una idea creativa para un viaje familiar.

—Bueno, no hemos visitado Alaska. —Mamá frunce el ceño—. No creo

que nadie más esté interesado en ir allí. Sin ánimos de ofender. Caleb tiene

suficiente clima sombrío en Londres y, personalmente, quiero ir a un lugar en el

que pueda broncearme.

—Piensa en ello —digo, excediendo mi asignación usual de sílabas—.

Este viaje es una misión suicida.

—¡Payton! No digas eso.

Trent resopla, tratando de hacer una broma.

—¿Cómo es esto una misión suicida? ¿Qué, vas a saltar acantilados y

perderte en el agua?

La camarera trae nuestra pizza y le dedico mi atención cogiendo mi

parte. La cabina daña mi culo, aunque cualquier tipo de signos de sentarme. Mi



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familia va a través de cada folleto, discutiendo los pros y contras de varios

complejos turísticos. Finalmente, mi padre me da un codazo.

—¿Puedes tratar de parecer emocionada? Echa un vistazo a este lugar en

Florida. Podemos ir a ver el juego de Calor Miami. Tal vez encontrar un viejo

muñeco de Shaq. Tal vez incluso ver algo escandaloso como al equipo bañarse

desnudo.

—¡Estoy fuera si están con algunos fans desesperados! —añade Trent.

Le ignoro. Escúchate a ti mismo, papá. El nombre del equipo es Calor.

¡Significa que se encuentran en un lugar donde hay CALOR! ¿Recuerdas

Cancún —el lugar donde tus síntomas del MS comenzaron? ¿Ahora estás

pensando en ir a otro viaje? ¿Quieres terminar en una silla de ruedas?

—Es demasiado cálido. —Es todo lo que digo.

—Estás siendo terca, Payton —dice papá—. ¿Qué está pasando? ¿Estás

preocupada por mi MS?

—Alguien necesita estarlo.

Papá se pasa la mano por la cara.

—Ya hemos pasado por esto. Tengo el visto bueno de mi médico. El calor

puede causar un ataque de asma, pero también puede hacerlo un buen número

de cosas.

Esto es lo más que he hablado con mis padres sobre algo de esto. Una

pequeña gota de sudor se arrastra por mi espalda.

—Pero todavía vas a correr el riesgo.

—No se trata del riesgo. —Su voz tiene un ligero toque de ello—. No

entiendo por qué estás actuando así. Es un viaje.

—No necesitas enfadarte conmigo.

—No estoy… No estoy enfadado. —Papá deja escapar un suspiro y

sacude la cabeza—. Mira, no sé por cuánto tiempo voy a ser capaz de hacer

cosas como estas, contigo. Quiero aprovecharlo mientras pueda.

—Sí, mocosa —dice Trent—. Alégrate de que tu padre quiere hacer algo

contigo.

Su ira se siente bien, mucho mejor que la preocupación. Agarro un

pedazo de pizza y me pongo de pie.

—Todos sabéis cómo me siento, no que importe. Esperaré fuera.



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Corro fuera del restaurante. Está lloviendo otra vez, así que me siento

bajo de un toldo y me termino la pizza empapada. Mi familia se une a mí veinte

minutos después y nadie dice una palabra en el camino a casa.

Después de otro fin de semana tenso, estoy lista para ir al colegio y

disfrutar del estilo de vida despreocupado de una quinceañera. Ya sabes, salir

con amigos. Comer un buen almuerzo. Que es lo que voy a hacer, hasta que Jac

deja caer su bandeja del almuerzo, por Sean.

¡Ni siquiera estamos en nuestro lado de la cafetería! Lo juro, todo el

universo se quejó de nuestra flagrante rebelión al sistema de castas del instituto.

Sean se sienta en la mesa “Estoy demasiado metido en los deportes como para

preocuparme por chicas”. Así que si eres una chica, no vayas allí. A menos que

seas la portera del equipo de hockey, e incluso se sienta en el borde del grupo.

Pero Jac es ajena a los caminos del mundo, o actúa como si lo fuera. Ella

sólo aparta sus trenzas y gira a Sean.

—¿Así que cuando vamos a ir en bicicleta?

¿NOSOTROS? ¡NOSOTROS! ¿Desde cuándo tiene ella un NOSOTROS

con Sean?

Sean sonríe, pero cuando habla, me mira a mí.

—Esta noche hay luna llena. Se supone que hay cielo claro. Podríamos

hacer un paseo nocturno.

Incluso con el equipo de ciclismo adecuado, pedalear por la noche no

siempre es seguro. Además, puede haber lunáticos, auténticos lunáticos,

esperando para saltar fuera de los árboles y secuestrarnos.

—Jac tiene teatro y yo…

—Suena emocionante —Jac sonríe a Sean. Por lo menos los otros chicos

de la mesa le dan una mirada de disgusto—. Tal vez podrías traer a algunos

amigos también. ¿Tienes amigos a los que les guste ir en bicicleta?

Sean muerde el bocadillo.

—Claro. Los traeré. Tal vez a las nueve menos cuarto. ¿Suena bien para

ti, Payton?

—No sé…

—¿Irá bien para ti entonces, verdad, Sean? Seguro que la machacaste el

otro día. Ella ha estado hablando de ello todo el fin de semana. Todo el fin de

semana.

Sean se atraganta y tose.



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—¿De verdad? ¿No te gustó? Si vamos esta noche, te pondré un curso

más fácil.

La sangre se agolpa en mi cara como aire en un neumático. Cállate, Jac.

—El curso pasado fue muy bueno. Lo hice, ¿No? Jac es la que debería

preocuparse. Su idea de hacer ejercicio es ir de compras.

Jac ríe.

—Entonces te veremos esta noche. Y trae a algunos de tus amigos en caso

de que necesitemos que alguien nos lleve a casa.

Suena el timbre y espero hasta que Sean se ha ido para tirar de Jac a un

lado.

—¿Qué fue eso?

—¿Qué? ¿El paseo en bicicleta? Dijiste que estaba bien.

—No eso. Tu actitud irascible.

—¿Cómo?

—Ruda. Estuviste siendo ruda.

Los ojos de Jac son toda inocencia.

—Te estaba tomando el pelo. Eso es lo que haces alrededor de los chicos.

No estaba intentado ser cruel. Y creo que fue lindo cuando Sean pareció

preocupado acerca de ti.

Sí, lo hizo. Pero, ¿Por qué es ella la que lo señala? Estoy lo

suficientemente confundida acerca de mis sentimientos ahora, no sólo con Sean,

sino con la vida. No me gusta el sentimiento de precipitación en todo esto. Froto

mi hombro izquierdo. Tal vez un ejercicio de enfoque bien diseñado me

calmaría.

Cuando no digo nada, Jac suspira.

—Mira, lo siento. Sólo estaba haciendo lo que hablamos el sábado. El

plan salvaje y loco, el plan tener-algo-de-diversión que se me ocurrió,

¿Recuerdas?

Pongo los ojos en blanco.

—Y sabes que será impresionante. Te veré en la esquina de tu casa a las

nueve. Mamá está fuera de la ciudad y a mi hermana no le importará.

—Mis padres nunca me dejarían ir para eso.



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—¿Hola? Entonces no les digas. ¿No se supone que estás en una fase

rebelde en estos momentos?

Estoy perdida. Si no voy, Jac lo hará. Y ella podría causar más daño.

Además, me divertí con Sean el otro día. Un paseo más fácil puede darnos más

de una oportunidad de hablar. Pero mis padres se enfadarían si me escapo. Una

cosa es no decírselo, y otra es usar su incapacidad de revelar una crisis familiar

como excusa para practicar comportamiento adolescente inapropiado.

Niego con la cabeza. Wow. Ese razonamiento sonaba demasiado

parecido a la señora Callahan para que lo escuchara. Jac tiene razón. Nunca me

he escapado, nunca he mentido a mis padres, nunca he saltado por un

acantilado. ¿Qué me lo está impidiendo? Tal vez la mejor manera de aprender

más de mi misma fuera dejando de ser… Yo.

Además, si me pillan, ¿Qué me van a hacer? ¿Enviarme a un psicólogo?

¿Apartarme de las vacaciones de primavera?

—Bien. Iremos. Y hasta puede ser divertido. Pero mejor que uses casco.

Jac echa la cabeza hacia atrás y ríe. Aún está riendo cuando me deja en

mi taquilla.

No sé qué es tan divertido. La seguridad en bicicleta no es cosa de

broma.



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13 Traducido por Nortia


oy delicada con mis padres en la cena. Después del domingo, están

preocupados, y preocupación es igual a más atención. No quiero

que decidan que necesitamos una charla por la noche y para luego

descubrir que he desaparecido. Así que hablo un poco, sonrío un poco, y

declaro mi visita mensual —que no es amigable. Esto hace a mamá simpática, a

papá inquieto y a Trent completamente disgustado. Es suficiente para que me

dejen sola toda la noche.

Como parte del show, voy por el pasillo para dar las buenas noches, poco

antes de las nueve. Considero llevar una botella de agua caliente conmigo, pero

a veces menos, es más. Aunque puede que quiera llevar uno para mi paseo —

mi culo ya está temblando ante lo inevitable.

Golpeo suavemente la puerta de mis padres, pero nadie responde.

Abriendo la puerta un poco, miro adentro.

Papá está sentado en el borde de la cama abrochándose su camisa de

franela de su pijama. Sus dedos no están cooperando y sus labios se fruncen con

frustración. Es como ver a un niño de cuatro años atándose los cordones de los

zapatos.

—¿Necesitas ayuda? —pregunta mamá mientras aparece del baño. Lleva

uno de sus camisones largos y rasos, el tipo que yo solía frotar contra mi mejilla

cuando me colaba en su armario.

Papá sonríe.

—He realizado cirugía oral reconstructiva. Creo que puedo abotonar una

camisa.

Mamá le mira otro momento antes de susurrar.

—¿Está volviéndose peor otra vez, Wayne?

S



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—Sólo cansado —Papá termina con el último botón y besa a mi madre en

la mejilla—. Nada de qué preocuparse.

Mamá asiente, pero su mirada demuestra que no le cree, y yo tampoco.

Empujo la puerta y hago mi mejor intento para fingir que no he presenciado la

escena.

—Sólo quería decir buenas noches.

—¿Te sientes mejor, cariño?

Debería estar preguntándole eso. Incluso mientras está lidiando con su

propio dolor, piensa en alguien más. ¿Por qué no puede ser cruel? ¿Por qué no

puede tener una deplorable, ensimismada, enferma fase donde él come comida

china mientras ve un juego todo el día?

—Me siento genial. Bueno, buenas noches. —Estoy a punto de cerrar la

puerta detrás de mí, pero asomo la cabeza por la rendija.

—Oh, y sobre las vacaciones de primavera.

Mamá y papá intercambian una mirada oscura.

—Florida no está mal.

Cierro la puerta rápidamente y voy a mi cuarto. Deslizo la camisa de

papá en la almohada como una funda y lo aprieto, pretendiendo que estoy

abrazando a mi padre, como si pudiera alejar todo el dolor.

Me alegro de no haberme quedado a ver su reacción a mi comentario de

Florida. Mamá probablemente está boquiabierta o incluso peor, llorando. Eso lo

puedo manejar. Pero lo que no quiero ver es la mirada de esperanza en los ojos

de papá. Porque dolerá mucho más cuando le haga daño otra vez.

♥♥♥

—¿Quién estás tratando de ser? ¿Gatubela? —Le pregunto a Jac cuando

pedaleo hasta la esquina de Pawlings Road. Lleva guantes negros y va de

cabeza a los pies de spandex negro, con su pelo libre de sus trenzas y fluyendo

bajo su casco.

—Miau.

—Te vas a congelar. Son cuarenta y algo grados ahí afuera.

—Este spandex se alinea completamente.



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Saco la camiseta extra que he metido en mi mochila junto con algo de

agua, calentadores de manos y llamaradas seguras. Sólo por si acaso.

—Toma esto.

Ella agarra la camiseta pero se la ata en la cintura.

—Y se supone que debes vestir colores brillantes cuando paseas por la

noche —digo.

—Duh —Saca unos collares que brillan en la oscuridad de su bolsillo y

comienza a ponérselos en varias partes de su cuerpo—. No significa que no

puedo hacerlo con estilo.

—Vamos —digo antes de que decida que está demasiado en peligro y

suspender toda esta cosa.

El parque en el que nos vamos a encontrar con Sean está sólo a unas

cuadras de distancia, y estamos allí en menos de cinco minutos. El parque se

cierra al anochecer y, afortunadamente, no hay guardias a la vista. Por un

momento, pienso que hemos estado de pie. Entonces un Honda Civic marrón

con tres bicicletas en el techo se dirige hacia el parking y aparca en un lugar

detrás de los baños.

—¿Son ellos? —Le pregunto a Jac.

—Vamos a ver.

—Pero, ¿Y si no son…? —Empiezo a decir, pero ella ya ha cubierto la

mitad del camino.

Podría ser un coche lleno de criminales buscando chicas de secundaria

para alimentarse. O algunos extremistas extraños que secuestren chicas jóvenes

para su culto. O policías encubiertos, para detener delincuentes juveniles

merodeando por el parque a altas horas de la noche.

Oh. O podría ser Sean. Él sale del asiento trasero mientras el conductor

sale y cierra la puerta con un golpe. Quien quiera que esté en el asiento del

pasajero se queda allí, e incluso cuando estoy más cerca no puedo ver quién es.

—Hey chicas —dice Sean—. Este es mi primo, Mark. Él y yo vamos en

bici juntos todo el tiempo. Mark, esta es Payton y esta es Jac.

Mark asiente con la cabeza.

—¿Qué hay?

Incluso en la oscuridad, puedo ver la mirada familiar en los ojos de Jac.

No hay que negarlo, Mark es caliente. Tiene el mismo pelo que Sean y sonrisa



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fácil, pero es mayor y tiene una mirada más cincelada. Catwoman está lista para

saltar.

—¿Vives por aquí? —Le pregunta Jac.

—Sí. Justo en Limerick. ¿Tú?

Jac mueve su pelo.

—No. Vivo en Audubon con mi madre —Baja la voz—, que nunca está

alrededor.

Mark sonríe.

—Falta de unión parental. Puedo sacar eso.

El chico del asiento del pasajero abre su puerta y escupe.

—Grady, sal—dice Sean—. Necesito tu ayuda para bajar las bicicletas.

Aún no puedo ver cómo luce Grady pero puedo escucharle mientras deja

escapar una ristra de palabrotas antes de tirar de las bicicletas fuera de sus

agarres. Finalmente, mira hacia Jac y yo y frunce el ceño. Ella no se inmuta pero

yo empiezo a temblar. Estoy frente a un destino peor que merodear con

criminales. Estoy a punto de ir en bicicleta con el Chico Vampiro.

Está vestido de pies a cabeza, como es usual, de negro. Resopla hacia Jac

y dice—: ¿Qué pasa con esa basura de pintura fosforescente? ¿Montaremos en

bici o iremos a un rave16?

Sean ya está en el suelo poniéndose sus zapatos y el casco.

—Ignórenlo. La luna llena le pone de mal humor.

Así que no es un vampiro, sino un hombre lobo. Adorable.

—Es mi versión de ciclismo seguro —dice Jac—. La gente puede verme.

Grady se acerca y saca uno de sus collares.

—Estamos paseando en un parque estatal después de la hora. Si alguien

te ve, nos echan. Guarda tu declaración de moda para el Cuatro de Julio, ¿Sí?

La boca de Jac está abierta pero se quita la joyería restante. Grady gira su

atención hacia mí y escruta mi brillante chaqueta amarilla de Cara Norte.

—¿Y qué tenemos aquí?

—No puedo quitarme mi chaqueta —protesto—. Me congelaré.

16 Los raves son fiestas electrónicas que se hacen en las discotecas.



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—No te vas a quitar tu chaqueta —Sean se levanta y pone sus zapatos en

los pedales—. Y Jac, puedes ponerte la joyería si quieres. He estado aquí un

millón de veces de noche y nunca me han cogido. A nadie le importa.

Grady se encoge de hombros y se apoya en su bicicleta.

—Bien. Pero si estas pequeñas divas nos retrasan…

Sean se ríe.

—Grady, tú me has estado retrasando desde cuarto grado.

—¿Y qué tipo de chico se queja de tener chicas calientes a solas con él por

la noche? —añade Mark.

La rápida mirada de Jac pregunta ¿Le acabas de oír llamándonos

calientes? Una brisa fría susurra entre los árboles y apunto hacia la sudadera en

su cintura. Ella niega con la cabeza y saca pecho.

—Chicos, vosotros podéis ir y nosotras os seguiremos.

Mark le ofrece una sonrisa suave.

—¿Y perder la vista? Me quedo detrás de ti.

Festival de bromas. Finalmente, FINALMENTE, Sean comienza el

camino y le seguimos. Incluso aunque el cielo está claro y la luna es brillante,

todavía es difícil ver a través de algunas manchas más densas. Los árboles

desnudos proyectan sombras sobre el río cansado, que se une a la orilla de

manera abrupta. Sería fácil pasar justo por ahí. Tierra diluida de los senderos se

arrastra por la carretera principal de cemento, que conduce al grueso de los

árboles. Nuestros pedales de las bicicletas proporcionan un zumbido rítmico

pero que no ahoga completamente el ocasional quiebre de una rama por

cualquier animal que se esconde en la oscuridad.

Pedaleo tan cerca como puedo de Sean y tan lejos de Grady como sea

posible. Al menos no siento su mirada en mí y él parece contento de ir por

detrás del resto de nosotros. Sean señala pequeñas novedades, como el reflejo

sobre el río y el mapache en el cubo de basura, mientras Mark y Jac flirtean

detrás de nosotros.

Jac: ¡Sé que te he visto antes!

Mark: Nah, recordaría a alguien tan linda como tú.

Jac: Pero así es como yo me acuerdo de ti.

Llegamos a una inclinación y paramos de hablar para concentrarnos.

Estamos casi en la cima, cuando escucho un gruñido. Me giro para ver a Grady



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boca abajo en la tierra, su bicicleta a su lado con la rueda girando justo encima

de su cabeza.

Levanta la cabeza y sacude la tierra fuera de su cara.

—Joder. Mi bicicleta ha golpeado un bache o algo.

Sean y Mark ya se encuentran fuera de sus bicicletas en el suelo, riendo.

Me tapo la boca para ocultar mi propia sonrisa.

—Cállense —dice Grady—. Creo que me he dañado el tobillo.

Sean está a su lado en un instante, inspeccionando su pierna.

—Idiota. Está torcido. ¿Cómo lo has hecho?

—¿Vas a ayudarme o a criticarme?

Sean mira a Mark.

—¿Por qué no le acompañas hasta el coche? Nos quedaremos aquí con

las bicicletas. Puedes dejarle en casa y volver por el resto de nosotros.

—¿El resto de nosotros? —pregunta Jac—. ¡Me voy con Mark!

Sean alza una ceja.

—¿Por qué es eso?

Ella se quita el casco, desatando su pelo en todo su esplendor dorado.

—Necesitará ayuda para llevar a Grady abajo. Y no quiero sentarme aquí

de noche. Me da escalofríos.

—¡Puedo caminar por mí mismo! —Grady trata de tenerse en pie sobre el

tobillo pero hace una mueca.

—Deja de intentar ser el mártir —dice Mark—. Hay como una milla hasta

el coche. Jac y yo te llevaremos abajo, te daremos una tirita, acomodaremos tu

almohada…

Grady luce como si estuviera a punto de morder a Mark, pero desliza su

brazo sobre el hombro de Mark de todos modos. Apenas toca el brazo de Jac y

ella no lo presiona. Ella se gira y me guiña el ojo.

—Pórtense bien —dice.

Ellos fácilmente llevan a Grady bajo la colina y desaparecen por una

esquina. El único sonido es el canto de un pájaro insomne.

Y justo así, nos quedamos solos.



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14 Traducido por Belle 007


e dije que este viaje iba a ser más fácil que el último —Sean sacude

su cabeza y se sienta en un tronco que está junto a la pista y

masajea sus sienes—. Bueno, también. Grady estaba empezando a

darme otro dolor de cabeza.

Es tan casual todo el episodio que no puedo soportarlo. Y aún estoy un

poco en shock por el encuentro con el vampiro.

—¿Por qué pasas el tiempo con Grady? —pregunto.

—¿Qué?, ¿No te sedujo con su encantadora personalidad?

—Es gótico.

—¿En serio? Creía que era más emo. Con algo de punk. Punk de la vieja

escuela, creo, no como el estilo Hot Topic17…

—Tiene colmillos.

—Claro. Es un gótico. —Sean se encoge de hombros—. Y ¿Qué? Las

etiquetas son estúpidas. ¿Te gusta cuando la gente te llama una estudiante

tensa?

Mi boca cae abierta.

—¡Nadie me llama así!

—No en tu cara. Y Grady es gótico, creo. Y no estoy seguro de lo que soy

yo. ¿Quizás casi un nerd? ¿Un aspirante a atleta arrogante? ¿Qué crees tú?

—Yo creo… yo creo… ¡No cambies el tema! Incluso si pasas por alto las

cosas extrañas de Grady, sigue siendo un idiota. ¿Por qué una persona como tú

pasa el rato con alguien como él? 17 Hot Topic: Tienda que se especializa en la música y la moda inspirada en la cultura

popular; como joyería para el cuerpo, accesorios, camisetas de bandas de rock y con logos de

películas, jeans ajustados, etc.

T



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—Es una larga historia.

Miro hacia el sendero dónde los heridos y la compañía han desaparecido.

—Tenemos tiempo.

Sean palmea el espacio en el tronco junto a él y me siento. Estamos cerca,

pero no muy cerca. Nada se está tocando. No todavía.

—¿Ves esta cicatriz? —dice él, señalando al misterio que es la base de mi

Acoso a Sean—. Así es como conocí a Grady.

—¿Te acuchilló? —pregunto, aterrorizada.

Sean se ríe.

—Difícilmente. Era el verano antes del cuarto grado y yo estaba en la

piscina comunitaria, tratando de nadar toda la longitud —sin respirar—, por

primera vez. Bueno yo… como que me desmayé en el agua y golpeé mi cabeza

en un lado de la piscina. Patético, lo sé. La piscina estaba llena y el salvavidas

no me vio. Pero Grady sí. Él se sumergió, me arrastró fuera, e incluso llevó al

inteligente salvavidas para que me hiciera CPR18.

—Entonces ahora tienes una deuda con él —digo.

Él sacudió su cabeza.

—Se la devolví. Verás, Grady estaba allí con otros niños adoptivos del

estado. Convencí a mi madre para que lo adoptara. Pero la cosa con mi mamá

es que ella comienza todos estos proyectos y nunca los termina. Como cuando

ella iba a ser voluntaria para hacer almuerzos de caridad, pero no se quedaría

alrededor para limpiar. Así que una vez que se dio cuenta que un niño adoptivo

requiere… esfuerzo, se rindió. —Sean apartó un insecto del tronco—. Grady fue

devuelto al registro hasta que su padre salió de la cárcel el año pasado. Ahora

vive con él, pero aún pasa mucho tiempo en nuestra casa. Creo que viste todo

de negro para que no te puedas dar cuenta que sólo tiene tres camisas. Él es…

Hay mucho más de él de lo que puedes ver.

—Si tú lo dices.

—En serio. Ya lo verás.

Bien. Como si yo tuviera cualquier plan de salir con el chico vampiro de

nuevo. Lo agendaré justo después de mi cita para el almuerzo con Lord

Voldemort. —¿Y qué es esa cicatriz ahora? ¿Algún símbolo de su amistad?

—¿Honestamente? —Sean baja la mirada—. El día en que casi me ahogué

fue el día en que decidí que quería participar en triatlones. Recuerdo haberme

18 CPR: Resucitación Cardiopulmonar.



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sentido tan… débil y poco poderoso en el agua. Un novato total. Nunca quise

eso de nuevo.

—Oh —digo, porque soy pésima con los comentarios reflexivos. La

historia de la cicatriz explica mucho sobre Sean, pero sigue siendo un poco

decepcionante. Algunas de las salvajes ideas de Jac habían logrado

contagiarme, y aunque estuve cerca de ahogarme en mi interés periodístico,

había estado esperando un apuñalamiento—. ¿Grady no ha logrado entrar en ti,

creo? ¿Toda esa cosa de Soy la muerte?

—Pero eso es lo que estoy tratando de decirte. Ese no es él del todo, es

sólo la forma en que tú lo ves. Es como que tú pudieras vestirte con un saco de

papas, y seguirías luciendo…

Di “bien”. O pensando codiciosamente, “hermosa”. Pero “bien” no me

desagradaría.

—… como tú. No cambia cómo eres. ¿Nunca has pasado por una primera

impresión y haber visto más?

La evidencia número uno estaba sentado justo enfrente de mí. Mi

primera impresión de Sean, una impresión que se había mantenido por casi

siete años, fue que él estaba bloqueando la tabla. Eso era todo. Ningún

pensamiento sobre lo que le gustaba o le disgustaba. ¿Quién era él? Él era el

chico de la cabeza. ¿A cuántas personas conozco como esas? El consejero del

colegio con el afro, el profesor con resaca, o el chico gótico con los colmillos.

Sin embargo, a través de Sean los estaba viendo como diferentes

personas con sus propias historias.

Él apoya la barbilla contra sus rodillas antes de recoger un palo y dibujar

un círculo en la tierra.

—Está bien, entonces tu turno.

—¿Mi turno? ¿Qué quieres decir?

Sean inclina su cabeza hacia un lado y sonríe. Las esquinas de sus ojos se

arrugan, como a mi papá, pero en una no-pienso-en-ti-como-mi-papá extraña

forma. Un escalofrío corre por mi cuello.

—Oh, vamos. Siempre me estás haciendo preguntas. Y no sé nada sobre

ti. ¿Dónde está la suciedad?

—No hay ninguna suciedad. Estoy totalmente limpia. Aburrida. Lo

siento.

—La gente aburrida es la que tiene algo que esconder. Dime por qué

renunciaste al basquetbol.



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Lamí mis labios. De repente mi boca estaba seca.

—Es sólo que ya no me gustaba.

—¿Por qué no?

—No lo sé. No puedo explicarlo. Algo cambió y sólo se sintió… falso.

Sean retrocedió para dibujar en la tierra. Aunque había suficiente luz de

luna aquí para distinguir las sombras, no puedo ver los detalles en su trabajo

artístico. Busqué a tientas en el bolsillo de mi chaqueta por la linterna y

dispararla al suelo. Él está añadiendo líneas al círculo, curvas abarcando el

interior hasta que luce como una de basquetbol. Luego, una figura de palitos

que asumo soy yo, sus manos arqueadas como si estuviera a punto de tirar. No

dice nada, y tampoco yo, pero el silencio está trepando sobre mí, ahogándome

hasta que la única manera que puedo respirar es si hablo.

—Mi papá tiene MS19 —Dejo escapar—. ¿Sabes lo que es?

Sean para de dibujar y me da un lento asentimiento.

Sigo hablando, las palabras que he mantenido dentro de mi boca por

tanto tiempo rodando fuera como rocas en un río cercano.

—Entonces sabes lo que es. Se lleva tu vida. El solía ser atleta, jugaba a la

pelota en la universidad y está en ligas recreacionales. O estaba. Ahora no

puede hacer mucho además de tiros en canasta. Aunque eso probablemente

cambie y luego él no… él no… hará nada de eso. Lo que todos en mi familia

parecen ignorar. Él sabía. Sobre su MS. Toda mi familia lo sabía y lo ocultó de

mí. Como si fuera alguna pequeña niña que necesita ser protegida.

Me detengo para enjugar las lágrimas. Oh, Dios mío. Estoy llorando

totalmente en frente de Sean. Entierro mi rostro en mis manos, con la esperanza

de protegerme de la vergüenza.

—Continúa —dice Sean gentilmente.

Miró a su rostro, que es suave, serio y amable. Trago.

—Así que, parte de mí siente que necesita dejar los deportes por un

tiempo porque él no puede hacerlos, pero esa otra pequeña parte de mí está

tratando de lastimarlo. Lo que es horrible, sé que es horrible. Pero no estoy loca,

¿Qué soy? ¿Qué siento entonces?

Sorbo mi nariz y limpio mis ojos en mi chaqueta. El pájaro nocturno pía

de nuevo y contemplo la sujeción de una roca en él. Cuando la irritante canción

de cuna termina, Sean apoya su mano sobre mi rodilla por un momento tan

19 MS: Esclerosis múltiple.



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breve que no estoy segura de que hubiera sucedido. Se levanta y coge mi

bicicleta.

—Realmente esta bicicleta en un chiste, ¿Sabes eso? —pregunta.

—No importa. Costó bastante.

Sean bufa y patea las llantas.

—Primero que todo, es una bicicleta de montaña. Los engranajes apestan

y es pesada. Si vamos a tenerte montando más, tendré que darte mi antigua

bicicleta. Te debería servir si bajo más el asiento. —Se frota la barbilla—. Y ese

casco, bueno, quizás podemos pedir prestado el de Grady. Es una lástima, se

supone que va a nevar de nuevo este fin de semana, pero podría ser bueno que

entres en una clase de spinning primero para ponerte en forma antes de

primavera. No estoy seguro de que el equipo hará…

—¡Hola! —Sacudí la luz de la linterna frente a su cara—. No soy una

ciclista.

—No todavía.

Puse mis manos en mis caderas.

—Y entonces ¿Cuál es la necesidad de entrar en esto ahora? después de

que te descubrí mi alma. ¿Tratando de cambiar de tema?

Sean pestañea.

—Sé sobre el MS. He hecho muchas carreras y corridas por eso, por

muchos tipos de enfermedades. Por los últimos dos años, he hecho una carrera

llamada the City to Shore. Empieza cerca de Filadelfia y termina en Ocean City.

Obviamente, no serás capaz de hacer toda la travesía, pero puedes ser parte de

ella. Quizás 25 Km.

—¿Qué tiene que ver el MS conmigo montándome en una bicicleta?

—Consigues patrocinadores y donaciones y todo el dinero va a las

investigaciones del MS. Y puedes correr por alguien que conozcas. El año

pasado monté por este chico a quién mi madre le vendió una casa. Realmente

llegué a conocerlo y me sentí como… como si estuviera haciendo algo bien. Así

que pensé que si te unes a esto, podría ayudarte con todo lo que hablaste. Puede

que no seas capaz de hacer que tu padre mejore, pero aun así puedes ayudar.

—¿Cómo sabes que quiero hacerlo?

—Bueno, ¿No quieres? —pregunta.

Evito su mirada apagando la linterna y guardándola nuevamente en mi

bolsillo. ¿Cómo fue que esta conversación se fue tanto de mis manos?



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—¿O vas a seguir sintiéndote abatida por eso?

Le quito los mangos de la bicicleta a Sean. ¡Qué punk! Le cuento todas

esas cosas y él las restriega contra mi rostro.

—No estoy abatida.

—Estás totalmente abatida —Él recupera los mangos—. Pero está bien, es

tu derecho, un período de luto. Tal vez ahora es un buen momento de

superarlo. Por tu papá. Mira, ese chico por el que corrí está en una etapa mucho

más avanzada. Él se enteró y boom, tres meses después no podía caminar.

Entonces si tu papá no es así, si es que él aún está tratando de jugar basquetbol

y esas cosas, yo digo que hay que tomar ventaja del tiempo que tenemos,

¿Sabes?

Calor sube por mis mejillas.

—No es de tu incumbencia —digo, tratando de empujar mi bicicleta,

pero Sean mantiene un fuerte agarre.

—Creo que tú lo acabas de hacer de mi incumbencia —dice.

Empujo del asiento de la bicicleta y trato de alejarla de él, pero no se

mueve. Sean sólo está mirándome, con esa extraña expresión en su rostro, como

si estuviera sorprendido y triste al mismo tiempo.

—Vete.

—No. En serio, déjame ayudar. Sigues teniendo una oportunidad aquí.

—Detente.

Suavizo un poco de mi agarre. Cuando Sean hace lo mismo, le doy un

tirón más fuerte. Sean no está agarrando con tanta fuerza y mi impulso lo hace

perder balance. La bicicleta vuela sobre mí, junto con Sean.

Estamos cara a cara, con nada entre nosotros además de la barra media.

Ahora puedo ver su cicatriz tan claramente, ver cuán profunda realmente es.

Quiero correr mis dedos sobre ella, para sentir la marca que ha hecho una

impresión de su vida. El no hace ningún esfuerzo de moverse, sólo mira

atentamente mis ojos.

No estoy segura de lo que se supone deba pasar ahora. La cosa entera es

demasiado bizarra. En un momento le estoy admitiendo más de lo que me he

admitido a mí misma. Luego estamos peleando, y ahora él está cerca. Más cerca

de lo que nunca ha estado. Y de cerca como está, con la luz de la luna

recorriendo su cabello de un blanco casi iridiscente, creo por un momento que

no me importaría estar incluso más cerca de Sean Griswold.



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No tengo idea de lo que Sean está pensando porque, como yo, no se ha

movido. Él no se ha inclinado más cerca, pero tampoco se está alejando.

Definitivamente no se está alejando.

El sigue mirando. A mis ojos.

El único movimiento que cualquiera de los dos hace es para respirar.

Hasta que escuchamos el chasquido de una rama a la distancia. Momento en el

que Sean se apresura a levantarse y quita las agarraderas de la bicicleta.

—Te dije que tu bicicleta es muy pesada. —La tira al suelo.

Jac pisa fuerte en el camino, Mark sus espaldas en su teléfono celular. Sus

brazos cruzados y ceño fruncido.

—¿Grady está bien? —pregunta Sean, sacando la suciedad de su camisa.

Jac sacude su cabello.

—Grady está bien. Hubiéramos estado aquí antes, pero llamó la novia de

Mark.

Ella agarra mi muñeca y baja la voz.

—Está bien. Su novia. Aquí él está coqueteando conmigo todo el tiempo

y luego esta chica llama y él se pone sentimental. Y tuve que sentarme y hablar

con Grady el Gótico todo el tiempo, quién es tan encantador de uno a uno como

cuando está en un grupo. ¿Dónde es que Sean encuentra a esta gente?

—Dile a Caroline que digo hola —le dice Sean a Mark, antes de darse la

vuelta hacia nosotras—. Me sorprende que le hubiera tomado tanto tiempo

llamarlo. Ella lo tiene atado con una correa.

Mark le da a Sean una mirada sucia.

—Basta —dice—. No, no a ti, amor. No, no estoy hablando con una chica,

yo…

Jac rueda sus ojos y le sonríe a Sean.

—Bueno, ¿Llevemos esas bicicletas por el camino? Fue tan impresionante

cómo manejaste todo. —Ella le da un apretón al codo de Sean—. Inteligente y

lindo todo en un paquete, ¿Cierto, Payton?

—Lo que sea —me quejo.

Sean le da una sonrisa tonta y se encoge de hombros.

—Bueno, lo intento.

—Y creo que la compañía actual estaría de acuerdo en que has tenido

éxito.



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Jac me da un codazo. No puedo decir si ella está coqueteando, o lo está

haciendo en mi nombre. Doy un paso de distancia.

—Uh… —La sonrisa de Sean se amplía—. Gracias.

Ahí está, simplemente comiendo de Jac… le tomó sólo dos minutos

después de lo que acababa de suceder… lo que pasó entre nosotros. Hablando

en serio, ¿Qué acababa de suceder? Mi cabeza duele. Tomo mi bicicleta y la

monto por el camino tan rápido como me es posible.

—Espera —llama Sean—. Nosotros vamos también.

—No se preocupen —grito de vuelta—. Los veo allá abajo.

Impulso mis piernas, y ni siquiera me preocupo en abrochar las correas

del casco. Debo ir muy lejos para poder pensar y no escuchar a Sean

reaccionando al estúpido coqueteo de Jac.

Una vez que estoy sola en la oscuridad, considero la posibilidad: quizás

toda esa cosa allá atrás fue un progreso. Tal vez Sean quiere lo mismo que yo.

Ahora sólo tengo que averiguar que es esa “cosa”.



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15 Traducido por Mery

Corregido por Deydra Ann

unca pude entender la expresión, “Me pasé el día flotando”. La

gente no flota. Está de pie. Caminan. Quizás corren. Los pies

abandonan el terreno por un momento, pero no

indefinidamente. Pero de alguna manera, me encuentro flotando.

Hablé con Trent cuando me dejó en la escuela. Fingí escuchar a Jac

mientras detallaba el nuevo tatuaje de su hermana. Tomé notas en matemáticas,

más garabatos y figuras abstractas nada legibles. Porque no estoy aquí. Estoy de

regreso en la colina con Sean.

Nunca me ha gustado un chico antes. He pensado que los chicos son

lindos y he tenido flechazos, pero nunca he ido más allá del lugar de La Tierra

del Me Gustas. He visto a Jac cruzar ese lugar muchas veces y eso parece

demasiado complicado: los corazones en su cuaderno, los análisis de

conversaciones, tratando de verse bien para esa persona todo el tiempo. Yo

prefiero utilizar la energía en el baloncesto o algo así. Pero ahora el baloncesto

se ha ido, y yo sigo aquí.

¿Sean iba a besarme? Si no era así, ¿Querrá hacerlo? ¿Siente algo

diferente por mí a lo que sentía unas semanas atrás? ¿Qué piensa de Jac? ¿A Jac

le gusta también? ¿Debería decirle a Jac que me gusta? ¿Le gusto a él?

Obviamente, en La Tierra del Me Gustas, todo termina en preguntas.

EEP

12 de febrero

Los pros y contras de Convertir tu Objeto de Enfoque en tu Enamorado.

N



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00

Pro: He llegado a conocerlo mejor últimamente y, en su mayor parte, me

gusta lo que he descubierto.

Contra: He llegado a conocerlo mejor porque es mi Objeto de Enfoque y

por lo tanto, debería mantener una distancia segura. Quiero decir, sería como

esa mujer que observaba a los gorilas y terminó enamorándose de uno de sus

monos. Ew, no importa, es absurdo.

Pro: Siento como si supiera lo que estoy pensando, como si entendiera las

cosas de una manera en que nadie más lo hace.

Contra: No estoy segura de hasta dónde puedo llegar con alguien, menos

con un chico, que sabe lo que ocurre en mi cabeza. Ni siquiera quiero saber lo

que pasa en mi cabeza.

Pro: Sugirió que pasee en bicicleta con mi papá. No estoy segura de si

podría, pero demuestra que es un solucionador de problemas.

Contra: ¿Y si soy un problema que no puede SER resuelto?

Pro: ¡Es realmente lindo! Buen cuerpo, lindas facciones, amable… muy

lindo.

Contra: Sean es confiado, sin arrogancia. Es divertido, inteligente,

sarcástico e interesante.

Contra: Mierda. No tengo nada.

Trabajo buscando un contra durante mi clase de biología. La señorita

Marietta explica nuestro proyecto de célula, y puesto que planeo reciclar la

tarea de Trent (Otro acto de rebelión; Hay cosas más importantes), mi falta de

claridad está de más justificada. Cuando ella se pone frente al pizarrón para

dibujar un diagrama, Sean se da la vuelta.

—Hola —susurra.

—Hola. —Oculto mi Diario de Enfoque debajo de mi cuaderno de

biología.

—¿No crees que la señorita Marietta tiene un parecido con la novia de

Jerry en el episodio 165? ¿La que anda desnuda todo el tiempo?

Miro hacia la señorita Marietta y reprimo una risita. —¿Crees que son

familiares?

—Espero que no. —Sean sonríe—. La desnudez puede ser hereditaria.

Esta vez la risa escapa y la señorita Marietta deja de hablar. —¿Encuentra

esto entretenido, señorita Gritas?



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01

—Sí. Quiero decir, no. Quiero decir… lo siento.

Ella se vuelve al pizarrón y Sean me guiña un ojo. Por lo general, un

guiño es algo que mi tío psicópata hace después de que hace cumplidos sobre

mi “crecimiento.” No soy una fan de los guiños. Pero el guiño de Sean dice un

millón de cosas a la vez. La sensación de flotar regresa, pero esta vez con un

aroma de menta.

Un trozo de papel llega a mi cabeza y miro a mi alrededor, confundida.

Jac me mira por el rabillo del ojo, así que recojo la nota y la leo.

Oye, ¿De qué estaban hablando?

Hago contacto visual con ella y musito: —Seinfeld.

Sacude su cabeza y escribe en otra hoja de papel. La lanza y la atrapo

antes de que la señorita Marietta me mire con recelo. Finjo inocencia mientras

desenvuelvo el papel debajo de mi escritorio.

Un estudio dijo que se aconseja, incluso si dices que no te gusta Sean, que no es

una buena idea hablar sobre Seinfeld cuando hables con chicos. Los aburre.

Arrugo el papel, sin molestarme en mirar a Jac. No lo entiende, pero Sean

si lo hace. Sean me comprende, quizás más que nadie. Mi estómago se retuerce

por el pensamiento y una neblina me impide seguir flotando. Sean solo sabe lo

que yo he querido que sepa, pero si supiera el resto, sobre la terapia y el objeto

de enfoque, quizás ya no me guiñaría el ojo más.

Una cosa me ha enseñado Jac sobre los chicos: No quieren una chica con

problemas. El drama de las terapias ya es suficientemente fuerte como para

mantenerlos a distancia; la terapia me catapulta a un escenario completamente

nuevo. Así que necesito convencer a la Sra. Callahan que estoy sana, curada, o

lo que se supone que debe ser el resultado de todas estas tareas.

Y asegurarme de que Sean nunca, nunca, se enteré de mi investigación.

EEP

14 de febrero

Tema: Mi Discurso “¡Estoy Curada!”

Ejem. He resuelto los misterios de Sean y, haciendo eso, exploré mi niño

interior. O mis propios demonios.

He visto todo mi interior. Excepto mis entrañas, porque eso sería

asqueroso.



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02

Ahora, continuaré con mi vida adolescente normal, la cual consiste en

visitas frecuentes a centros comerciales, mucho consumo de Doritos y pasar

innumerables horas dedicadas al Internet.

O algo así.

Bueno, quizás fui demasiado lejos con la parte del niño interior. Tendré

que trabajar en eso, en mi propia presentación, para que el discurso sea creíble.

Parte de eso es una reevaluación a mi Diario de Enfoque. Pero no el de terapia.

Me refiero a un diario normal. Lo cual significa que soy una adolescente

normal, por escribir en él. Lo cual significa que cualquier cosa que escriba sobre

un chico debe ser libre de culpa, ya que no estoy utilizando a Sean. Las chicas

escriben notas sobre chicos en sus diarios todo el tiempo.

Es una regla. Es algo por lo cual se pasa. Realmente no tengo otra opción.

Voy a preparar nuevamente mi discurso cuando llega el aroma de

panqueques y salchichas. La nueva manera de mamá para unificar la familia es

explotar mis debilidades… comida. Excepto que me pongo emocional cuando

estoy hambrienta, y puedo usar eso para fingir que lloro durante mi sesión de

terapia. Unas cuantas lágrimas junto con mis palabras cuidadosamente

preparadas y la Sra. Callahan finalmente, finalmente, proclamará mi buen

juicio.

Uso un conjunto pulcro y maduro —falda gris y top negro— así parezco

haber madurado y transformado. Y me siento así. Progreso. Me miro en un

enorme espejo cuando Trent se escabulle en la habitación.

—¿Qué pasa con tu conjunto? ¿Estás rebelándote contra el día de San

Valentín o algo así?

Lo miro fijamente, apenas registrando su observación. Día de San

Valentín. Lo olvidé. Eso quiere decir que olvide hacer mi tarjeta de basura.

Las tarjetas de basura han sido una familiar tradición desde que mamá y

papá se conocieron. Cuenta la leyenda de que eran tan pobres cuando se

casaron, que papá y mamá hicieron tarjetas de cosas de la basura. La tradición

ha crecido y ahora, cada año, cada uno de nosotros elige un nombre, hace una

tarjeta y se vota por cual es la más repugnante. Yo, por supuesto, perderé este

año porque olvidé el día y ahora no tengo nada.

—No estoy rebelándome. —Me giró de vuelta al espejo—. Sólo… olvidé

que era el Día de San Valentín.

Trent silba. —Malas noticias. Supongo que tampoco hiciste una tarjeta.



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03

—Yo… sólo no la he terminado. —Lo cual no era una total mentira. Mi

habitación estaba llena de basura, así que ya tenía el material preparado—. Pero

lo haré. Lo prometo.

—Será mejor que lo hagas. Papá se sentirá mal si también arruinas esto.

Dejé escapar un lento suspiro. Papá no era el único con quien tener

consideración. Jac en San Valentín lleva la locura a otro grado, especialmente

conmigo, porque ella no siente el amor con alguien más en su casa. Considero

no hacer nada como una venganza por su extraño coqueteo la otra noche, pero

dudo que supiera que hacía algo malo. No le dije técnicamente que me gusta

Sean… ni siquiera sé si me gusta Sean. Y dado que su papá le dará flores a su

novia, hoy necesito estar para ella. Y para mi papá. Y demostrar mi cordura.

Odio esta fecha.

Suspiro. —No voy a arruinar esto. Mira, no he planeado nada con Jac

tampoco, y siempre hacemos algo. Llévame a Rite Aid antes de la escuela y haré

una grandiosa tarjeta para papá.

—Bien. Te llevaré. Por el amor a papá. —Trent sonríe—. ¿Quieres

comprar algo para tu novio también?

—¿Sean? ¿Por qué haría yo eso?

—Caramba, te escapaste para verlo la otra noche.

Mi mandíbula cae. —Yo… no sé como… ¿Cómo sabes…?

—Por favor, toda esta cosa de “Estoy teniendo problemas”. Y nuestras

habitaciones están juntas. Pero, oye, relájate, el secreto está a salvo por ahora.

Lo guardaré para después.

La cosa extraña es, que la verdad me liberaría. He demostrado que soy

más madura de lo que él piensa, y las personas maduras discuten sus relaciones

abiertamente. —Sean es un chico grandioso; quizás busque algo para él. Quizás

compre algo para otro chico. Quizás compraré algo para mí.

Trent rió. —Hombre, extraño la escuela. De acuerdo, ve a comprar

algunos osos de peluche y rosas de plástico.

Después de abastecerme de golosinas para el día, Trent me deja y entro

en Greystone High. Como me imaginaba, los pasillos están llenos de globos en

forma de corazón. Algunos, sin duda, se los compraron ellos mismos porque la

creencia universal en la adolescencia es que sin un regalo de San Valentín, eres

un perdedor.



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04

Jac me espera al lado de mi casillero, el cual está decorado con papel

crepé, globos y caramelos. ¿Es muy malo que tu mejor amiga sea tu San

Valentín todos los años? Ella chilla cuando me ve y me abraza.

—¡Feliz día de San Valentín! ¿Te gustó como lo decoré?

Sonrío sin poder evitarlo y le regreso el abrazo. Ella es una loca,

maniática por los chicos, pero es mi loca maniática por los chicos. —Te has

superado.

—Solo espera hasta que lo abras.

Ajusto mi combinación y, cuando el casillero se abre, dulces, rosas y un

horrible gato morado salta cayendo al suelo. Jac toma algunos dulces y los lanza

al aire, bailando y riendo. El monitor del pasillo nos da una mirada cansada y se

apresura a limpiar el desorden.

—De acuerdo, mi turno —dice Jac, cerrando sus ojos y alargando sus

manos—. ¿Muéstrame qué tienes para mí? ¿Muéstrame?

Abro mi mochila y le doy la bolsa de papel de Rite Aid. —No es mucho.

Jac mira dentro y luego hacia mí con desconcierto. —No, es genial.

Dulces. Me gustan… los dulces.

—No son sólo dulces. —Hurgo en el contenido de la bolsa—. Es una

broma. Piensa un poco. Una paleta, chocolates, caramelos de miel, una caja de

chicles. Falta el dulce de calabaza, pero no tenían en esta época del año.

Su rostro aún sigue en blanco. —Oh, um… ayúdame con esto.

—Jac, son todos los nombres de tus mascotas en una bolsa. Piruleta, miel,

calabaza. No pude encontrar uno para tu mascota Darling.

Lo piensa por un momento, luego sonríe. —Oh, lo entiendo. Así que,

todos estos son mis regalos, ¿Verdad?

—No importa. Fue una idea estúpida. Trataba de ser creativa. Debí

haberte dado un oso de peluche sosteniendo un corazón.

—¡No! Me encanta —Lleva un chicle a su boca—. Me encantan los

chicles. Esto es diver…

—Lo entiendo. —Su presente es mejor. El mío apresta. Sí, lo entiendo.

Se encoje de hombros. —Bueno, este es sólo el comienzo. Espera hasta

que veas lo que hice en biología.

—¿Nada vergonzoso?



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Suena el timbre. —Me tengo que ir. Nos vemos en biología. —Jac se va

saltando por el pasillo.

—Nada vergonzoso, ¿Verdad? —grité detrás de ella.

No responde.



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16 Traducido por Mery


a advertencia sobre biología estuvo sobre mí toda la mañana.

¿Qué iba a hacer Jac? ¿Y qué haré cuando vea a Sean?

Yo no compré nada para él. Quiero decir, apenas nos conocemos.

Un amor por Seinfeld y dos recorridos en bicicleta no nos hace novios; ni

siquiera nos hace amigos. Pero cuando pienso en cuán cerca estuvimos esa

noche, en la manera en que me miró, y no puedo describir lo que iba a ocurrir,

ni siquiera sé que va a pasar.

Tomo una profunda respiración antes de entrar a biología y rezar para

que Jac no esté disfrazada de Cupido. Mi escritorio está decorado de manera

similar a mi casillero, con papel crepe y globos. La campana no ha sonado

todavía y sólo hay un par de estudiantes, incluyendo a una sonriente Jac,

mientras me apresuro a limpiar sus adornos.

Estoy inclinada en mis manos y rodillas, recogiendo los chocolates que

Jac esparció por el suelo, cuando escucho la voz de Sean.

—¿Qué estás haciendo?

—Nada —respondo sin levantar la mirada—. Sólo limpiando este lío.

—Lo sé, pero ¿Por qué? Yo no quiero que esté limpio.

—¿Por qué importa? —Finalmente miró el rostro asombrado de Sean.

—Porque es mi escritorio.

Cuento los asientos hacia atrás para ver que es, de hecho, el tercer asiento

de la segunda fila. El mío es el cuarto. Cambió mi mirada al primer asiento en la

quinta fila y encuentro a Jac con sus brazos fuertemente cruzados en su pecho.

—¿Qué estás haciendo? —musita.

L



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07

Me levanto, pero mantengo mi concentración en el suelo. —L… lo… lo

siento. Pensé que era mi asiento.

Sean lee la gran tarjeta rosa. —De tu Admiradora Secreta. —Mira

alrededor de la habitación y dice en voz baja—: ¿Alguna idea de quién puede

ser?

Lo miro a los ojos y noto que él piensa que soy yo. Cree que soy su

Admiradora Secreta. Y no puedo decir lo que él piensa de eso. Sus labios están

presionados en una línea apretada y sus orejas tienen un tono rosa. Como

avergonzado.

Sus mejillas se sonrojan más y lo comprendo. Sean está siendo muy

amable. A él no le gustó y ahora quiere dejármelo claro sutilmente. Es

incómodo, no por él, si no por mí.

No puedo evitarlo. Las lágrimas llenan mis ojos. Salgo disparada de la

habitación antes de que Sean, o Jac, puedan lastimarme más.

EEP

14 de febrero, tercer período, desde el baño de chicas.

Tema: Confesiones de un San Valentín Sangriento.

JAC. ESTÁ. MUERTA.

EEP

Tiempo: Quince minutos más tarde.

Tema: Confesiones adicionales.

En serio. Muy. Muerta.

Nunca volveré al tercer periodo, ésta es la primera vez que me he saltado

una clase. En cambio, pasaré las siguientes dos clases escribiendo cosas

desagradables sobre Jac en la puerta del baño. Lo escribiré con lápiz para poder

borrarlo después de haber terminado. Puedo estar enojada, pero no soy lo

suficiente criminal para dañar permanentemente la propiedad escolar.

Los intercomunicadores de la escuela zumban. —Payton Gritas. Por

favor, repórtate a la oficina del consejero. Payton Gritas.

Termino de borrar mi obra, pero cierro de golpe la puerta del baño detrás

de mí, como un acto final de desafío. Por supuesto, el consejero está sobre mí.



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08

Mi nombre debió ser escuchado en cada esquina de la escuela. De ninguna

manera podré convencerla de que estoy bien ahora. Ni siquiera puedo

convencerme a mí misma.

La Sra. Callahan está usando el mismo labial en su sonrisa cuando entro

en su oficina. La sonrisa permanece en su rostro mientras me pide sentarme

frente a su escritorio. Quizás usa el maquillaje para cubrir su dolor. Soy una

causa perdida. Incurable.

—¿Está todo bien, Payton?

—¿Por qué lo pregunta? ¿Alguien le dijo que no lo estaba?

—No. —Su sonrisa se desvanece con un gesto reflexivo—. Sólo estaba

preocupada porque perdiste nuestra sesión. Te envié una nota a tu clase, pero

no estabas allí. La oficina dijo que habías sido reportada como presente. ¿Te

saltaste una clase?

Noto cuán fuertemente estoy agarrando los reposabrazos de mi asiento,

como los hombres en batas blancas que se aferran a su silla porque en cualquier

momento los llevarán lejos. Mis dedos, mi cuerpo entero, se relaja mientras me

doy cuenta que esto es como cualquier sesión anterior, que no tiene idea sobre

Sean o Jac o San Valentín.

Aún puedo convencerla que estoy curada.

Me inclino. —Problemas estomacales. Ya sabe cómo es. Pero tomé una

pastilla, así que ya estoy bien. Debí haber ido a enfermería, lo sé, pero me

avergonzaba. Lo siento. Traje mis Ejercicios de Enfoque.

—No te preocupes por eso. —Ondeó su mano frente a su rostro y se

levantó—. Haremos algo diferente hoy.

—Pero, Sra. Callahan, debería leerlos.

—No leeré tu diario —dice la Sra. Callahan.

—Bueno, solo será esta vez. Aquí, lo leeré para usted. De hecho, creo que

esto prueba que estoy curada.

—¿Curada? Payton, esto no trata sobre “curarte”. Y te dije que vamos a

intentar algo nuevo. —La Sra. Callahan presiona un botón de su teléfono y

dice—: Georgia, ¿Puedes enviar al siguiente estudiante, por favor?

Oh, mierda. Apuesto a que es Sean. Maldigo el día en que miré su

estúpida cabeza. —Sra. Callahan, por favor, dígame que no trajo a Sean aquí. La

cosa del enfoque está hecha. Déjeme hablar con mi papá ahora. ¿Por favor?



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—¿Sean? ¿Quién es Sean? —Hay un golpe en la puerta y la Sra. Callahan

cruza la habitación para abrirla—. No pediste a Sean para la conversación con

tu padre.

—¿Quería verme, Sra. Callahan?

Oh, por supuesto. De pie en la puerta, con un pase en la mano, esta mi ex

mejor amiga.

La sonrisa de la Sra. Callahan se extiende para mostrar todos sus dientes,

no solo los manchados de labial, si no los de atrás también. Seguramente, ella

cree que su ingeniosa idea para traer a Jac en una sesión podrá ganarle la

portada de la revista Consejeros Escolares. ¡Un héroe! Joven Adolescente

Rechaza Ayuda de su Mejor Amiga. Reportaje Especial: Mención honorifica.

—No la quiero aquí. —Cierro mis ojos hasta que no puedo verlas

apartándose de la puerta.

—Hemos hablado de esto. Es bueno tener alguien de confianza para que

puedas comenzar a explorar algunas cuestiones más profundas.

—Como sea. —Fijo mi mirada en la fotografía del gato gordo de la Sra.

Callahan. Pobrecito. Ambos somos sus prisioneros.

Jac se sienta en la silla a mi lado. No la miro.

—Payton, ¿Todo está bien? —pregunta la Sra. Callahan otra vez, con un

tono de preocupación como si yo fuera a matar a su estúpido felino.

Señalo con mi pulgar a Jac. —¿Por qué no le pregunta a ella?

—¿Preguntarme qué? —La voz de Jac parece sorprendida—. ¿Cuál es tú

problema?

—¿Mi problema? —Soy como un volcán de ciencia, lleno con bicarbonato

de sodio, y Jac esta rociándome un montón de vinagre—. ¿Estás bromeando?

¿Cuál es tú problema?

—¿Todo esto es sobre Sean? De acuerdo, debí decírtelo, pero entonces

me habrías detenido.

—¡Porque estás loca! ¿Por qué hiciste eso en San Valentín? ¿Por qué

simplemente no lo dejaste en paz?

—No era de mí para él. Era de ti para él.

—¿Y eso lo hace menos loco? Además, estabas coqueteando con él en el

parque.



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—No, estaba coqueteando por ti. ¡Y lo ves! —Los ojos de Jac son

triunfantes—. ¡Ves! Estás celosa. Lo sabía. Es tan obvio que te gusta, y sólo

necesitabas un empujón…

—¿Un empujón? Todo lo que hiciste es empujar. Me empujaste por un

precipicio.

—No puedo creer que actúes así. Deberías agradecerme…

—¿Agradecerte?

La Sra. Callahan niega con su cabeza. —Chicas, esto no…

Jac la interrumpe con una risa amarga. —¿Así que tengo que sentarme y

escuchar más problemas tuyos? Ya es suficientemente malo que no pares de

decir cosas de tu papá. Ahora esta mierda con Sean. “Jac, él es mi Objeto de

Enfoque”, “Jac, tiene una gran cabeza”, “Jac, me asusta mucho decir lo que

realmente pienso”. Dame un maldito respiro.

—Espera —dice la Sra. Callahan—. ¿Escogiste a un chico como Objeto de

Enfoque?

La ignoré. —Si te dijera que me gusta, se lo dirías.

—¿Qué hay de malo en eso? ¿Por qué tú no puedes decir lo que sientes?

—Quizás porque no necesito decirle a todo el mundo mis asuntos

privados, como tú.

La Sra. Callahan se levantó y comenzó a pasear. —No sé de lo que

hablan, pero llevemos la conversación al tema central. El padre de Payton.

—Correcto. El padre de Payton. Quien es el mejor padre del mundo y

Payton es tan egoísta que sólo piensa en sí misma.

Jadeé. —¡Tu eres la única egoísta! Es como si trataras de apoderarte de

mi vida. Sean, tus consejos, mis Ejercicios de Enfoque, mi hermano. En serio,

¿Quién es la acosadora ahora?

—Sí, le di a Sean un regalo por ti. —Jac lanzó su cabello violentamente

detrás de sus hombros—. ¿Y qué? Estaba siendo AMABLE al pensar en alguien

más. Deberías tratar de hacerlo alguna vez.

Me levanté y señalé a Jac con el dedo. —¿Amable? Tratas de obligarme a

hablar con un chico cuando no estoy lista. Agh, como si no tuviera suficiente

con lo que me pasa en casa…

Jac se levanta y se coloca frente mi rostro. —Ni siquiera me hables de

crisis familiares.

—¿En serio? Mi papá tiene una enfermedad…



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—Oh, pobrecita. ¡Por lo menos él todavía está cerca de ti! —gritó Jac, con

las mejillas húmedas con lágrimas—. ¿Quieres un consejo profesional? Tienes la

más perfecta vida y ni siquiera lo puedes ver. Una amiga que te ayuda a su

manera. Padres que te aman y se preocupan por ti y un consejero escolar para

ti. Estás bien, pero tienes que crear un drama. Caminas por allí usando la

camisa de tu papá como si él estuviera muerto. No va a morir, Payton. Él está

justo aquí. Está aquí y actúas como si ya se hubiera ido.

—No voy a aceptar esto. Me voy.

—Tú no tienes que irte, ¡Yo soy quien se va! —gritó Jac, mientras ambas

nos abalanzamos a la puerta al mismo tiempo, arañando el pomo. Y, de alguna

manera, dejamos de arañar la puerta y nos lanzamos una sobre la otra. El

cabello de Jac golpeó mi rostro cuando traté de rasguñarle el cuello. Ella agarró

mi brazo y lo torció. Gemí. La Sra. Callahan de alguna manera se interpuso

entre ambas y creo que, por error, golpeé su espinilla creyendo que era la de Jac.

—¡SEÑORITAS!

Nos detuvimos y miramos a nuestra consejera escolar, quien

normalmente tenía su peinado prolíficamente alto. —¡Detengan esta conducta

infantil de una vez!

Alargamos nuestras manos y miramos el suelo, respirando pesadamente.

—Lo siento.

—Lo siento, Sra. Callahan —dijimos al unísono.

La Sra. Callahan sacó un espejo compacto y comenzó a fijar su cabello. —

Ahora discúlpense entre ustedes.

Miré de reojo a Jac. —Lo siento —dije. Luego, lo suficientemente bajo

para que la Sra. Callahan, quien retocaba su labial, no pudiera escuchar dije—:

Lo siento, estás loca.

Jac sonrió dulcemente. —Lo siento —añadió con voz igualmente baja—,

lo siento, eres una loca egoísta…

La Sra. Callahan cerró de golpe su espejo. —Creo que es suficiente por

hoy. Me pondré en contacto con tus padres sobre tus acciones y

programaremos… sesiones separadas. Hemos terminado.

Jac y yo salimos de la oficina. Nos dimos una dura mirada antes de irnos

por caminos separados en el pasillo. La Sra. Callahan tenía razón en una cosa.

Hemos terminado.



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17 Traducido por Annabelle

Corregido por LuciiTamy

hora ya no tiene sentido ir a clases. La profesora vería el estado

en que me encuentro y me enviaría de vuelta a asesoramiento.

En lugar de eso, continúo caminando en la dirección opuesta a

Jac. No importa cuál dirección sea, siempre y cuando no sea la de ella.

Difícilmente puedo ver por dónde voy, mis ojos se encuentran muy

cegados por la rabia. Finalmente me detengo en algún pasillo y me deslizo

hacia abajo por la pared. Jac está actuando fuera de lugar. No solamente ha

arruinado nuestra amistad, sino también las cosas con Sean. Solamente es una

enorme… arruinadora. Y una mentirosa.

¿Yo? ¿Egoísta? Vamos. Soy yo la que siempre esta vigilándola. Soy yo a

quienes mis padres habían decidido no decirle sobre la enfermedad de papá.

Bueno, está bien, su situación familiar no es para nada perfecta, ¿Pero cómo se

supone que yo sepa que aún eso la molesta? Siempre se encuentra alardeando

de la lenidad de su madre y de que su hermana se la pasa en fiestas todo el

tiempo. Creí que ya lo había superado.

Cuando el papá de Jac se fue, yo estaba justo ahí brindándole

exactamente lo que necesitaba. Una pequeña patada en el trasero. Algo de

consistencia. Hice que colgara el teléfono cuando intentó hacerle una broma a

su novia. Me deshice de la cerveza que se robó en el Wawa cercano. Le dije a

Josh Henderson que tenía mononucleosis para que dejara de enterrar la lengua

en su garganta cada vez que se veían. Yo. De sensible. Amable. Considerada.

Hay una pequeña voz en mi cabeza que me dice que estoy siendo injusta.

Jac nunca dijo nada cuando abandoné el basquetbol. Ella me escuchó

despotricar y hablar mal de mis padres. Nunca se burló del asunto de las

A



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terapias e “investigó” conmigo. Ella estaba allí para mí de manera diferente. Yo

era su sargento. Ella era mi animadora. Tiemblo al pensar que quizás hay algo

de realidad en las palabras de Jac. Quizás solamente estoy siendo una mocosa

egoísta. Pero lo silencio, presionando mis manos firmemente sobre mis oídos.

Esta es mi fiesta de autocompasión, y la voz de la razón no está invitada.

—¿Qué estás haciendo?

Con las manos firmemente puestas en mis oídos, subo la mirada para

encontrarme a Grady, con muletas y todo, mirándome. Un gran estuche negro

se encuentra apoyado entre su pierna derecha y la muleta.

—Estoy sentada. Es un país libre.

Grady silba. —Baja la llama. Solo intento llegar hasta mi casillero. No

cambiaste el tuyo de nuevo, ¿Verdad?

Tomo en cuenta mí alrededor por primera vez. La subconsciente

conexión con mi antiguo casillero debió haberme traído aquí. Por supuesto que

me encuentro en el Pasillo del Terror. Por supuesto que voy de cabeza al lugar

más despreciable en el campus, en un día donde debería sentir puro amor.

¿Dónde está el amor?

—Lo siento —Me levanto—. ¿Necesitas algo de privacidad para realizar

tus sacrificios de vidas? ¿Eso allí es tu kit de tortura? —señalo el estuche negro.

Grady sonríe. Creo que es una sonrisa. Es una expresión diferente a su

usual mueca siniestra o sus colmillos al aire. Esta expresión casi se puede

considerar como amistosa, lo que, por supuesto, me asusta completamente. —

Es mi saxofón. Y supongo que si no te gusta el jazz, puede ser una tortura. —

Apoya su muleta contra el casillero y baja el estuche. Luego de girar el seguro,

empuja el estuche dentro del casillero con su hombro.

Esta es la razón por la que no me cae bien. Siempre llega sigiloso a donde

estoy. Mordiéndome en el hombro, y luego cargando un instrumento de jazz

por ahí como si fuera totalmente normal tocar el saxofón para alguien que no

queda tan… bien en una banda. Me pregunto si está en una de esas bandas

marchantes. ¿Tiene que usar esos horribles uniformes? Eso es algo que me

gustaría ver.

—Entonces —le da a su cerradura una última vuelta—, ¿Es por eso que

estas fugándote de clases? ¿Confundiste mi estuche con algo más malvado y me

seguiste, esperando poder ser mi aprendiz? Puedo enseñarte a sacarle las

entrañas a un gato en solo dos minutos.

Mi cuerpo pierde toda sensación. —¿Tú… en verdad haces eso?



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—Peyton, no soy asesino de felinos. —Grady tose—. En serio crees que

soy un sicópata, ¿Verdad?

Muerdo mi labio inferior y me encojo de hombros.

Grady apoya la muleta debajo de su axila y se tambalea por un momento hasta

lograr balancearse. —Tú eres la que andas acosando a Sean, y yo soy el extraño.

—¿Quién dice que estoy acosando a Sean? —Jac.

Hago una nota mental de mejorar mi Ejercicio de Concentración anterior.

La muerte es muy amable. Es mejor inventar una cámara de tortura.

—No sé de lo que estás hablando. —retrocedo.

—Oh, yo sé todo sobre eso. Todo el camino hasta mi casa, Jac estaba

intentando alardear de lo salvajes que son con Mark, para que él dejara de

hablar con su novia y escuchara. Dije que eras tan tensa y perfecta que podría

meterte un cuarto de dólar por el trasero y saldrían dos monedas de diez

centavos y una de cinco.

—Eso fue dulce de tu parte.

—Solo digo la verdad. Luego, dijo que estabas en terapia y que si yo

había leído tu Diario de Concentración sobre el acoso a Sean, vi lo genial y

retorcida que eres. —Sonrió—. Se calló bastante rápido luego de eso. Tal vez

quisieras comprarle un bozal a tu amiga.

Si ya no estuviera enojada con ella, ese tipo de traición a mi confianza

sería lo suficiente para encenderme. Olvidemos la cámara de tortura. Hay que

sacarle lentamente los vellos de la nariz. Luego hacer que se los coma.

La expresión de Grady se suaviza. —Relájate. No te enojes con tu amiga. Ella

estaba defendiéndote. Y no es de mi incumbencia si estás haciendo alguna rara

terapia de abrazar árboles con Sean.

—Gracias por no decir nada.

Grady coloca un dedo sobre mi labio. Sus manos están

sorprendentemente tibias. —No me dejaste terminar. No es de mi incumbencia,

a menos que lastime a Sean. Si lo estás usando—.

—Juro que no. —Sacudo la cabeza hasta que quita su dedo—. Bien.

Porque él es tan crédulo como tú. Y Dios sabe por qué, pero creo que le gustas.

—¿A él… le gusto? Es decir, no… no lo soy. Crédula, digo.

Un grupo de chicos de tercer año con peinados en crestas giran en la

esquina y se detienen cuando ven a Grady hablando conmigo. Él se aclara la

garganta. —Entonces, ¿Cuándo vas a quitarte esa cinturón de castidad,

princesa? —ellos ríen disimuladamente. Grady baja la voz y añade—, no le



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digas a Sean que dije algo o me aseguraré que este pequeño viaje a tu viejo

casillero sea el último.

—Estoy tan asustada… —digo, aunque en realidad sí lo estoy.

—No pretendas que no lo estás.

Me frené de sacar mi trasero no gótico a toda velocidad de ese pasillo.

Hablé con el Chico Vampiro y viví para contarlo. Es como si me hubiesen dado

otra oportunidad de vivir. Y lo aún mejor —quizás el punto de luz en este día

tan estresante— fue lo que Grady me dijo. Que puede que a Sean le guste.

Incluso en el lenguaje gótico, eso tiene que significar algo.

♥♥♥

Comienzo el Valentín de papá en lo que llego a casa de la escuela. Mi

base es un afiche que había hecho en mi proyecto de historia de séptimo grado.

Lo desarmo y quito algunas de las imágenes, cerciorándome de dejar papel

colgando para cortarlo en descuidados corazones. Luego, garabateo con

marcadores rojo y rosa hasta que solo se ven pequeños pedacitos de blanco.

Después, pego los contenidos del suelo de mi habitación patas arriba alrededor

de los bordes del corazón. Un papel de calcomanías, esas molestas postales de

mi revista Consumer Reports, hilo dental usado de menta, una lima de uñas

rota, y una caja de lentes de contactos vacía. En el medio, pego con cinta un

pedazo de cartulina de construcción para el mensaje que todavía necesito

escribir.

Echándome hacia atrás, evalúo mi trabajo. Es pacotilla, pero necesita algo

de verdad tonto, como cáscara de banana ya oscurecida o goma de mascar

masticada. Todo lo que me queda por ahí es papel roto de computadora, así que

me dirijo al garaje a buscar entre lo bueno.

Quienquiera que conectó los puntos de energía en nuestro garaje hizo un

terrible trabajo. El interruptor se encuentra arriba en la esquina derecha, lejos de

la entrada y lejos de la puerta hacia la casa. En las noches, debemos navegar

alrededor de las cajas y los contenedores de almacenamiento sólo para poder

darle al interruptor. Camino por entre la oscura jungla cuando mi rodilla se

golpea contra algo. Muy fuerte.

—¡Quédemoniosfueeso! —me caí al piso y agarré mi rodilla. El objeto

inidentificado se golpea contra las cajas, y de alguna manera logro arrastrarme

hasta la pared más lejana, me levanto, y enciendo la luz.



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Es una bicicleta. Una que nunca he visto antes. No es como esas bicicletas

montañeras de todos los días, ésta parecía más como la de Sean, con ruedas

finas y una estructura metálica. No era algo que encuentras en Walmart.

Sean. ¿Es de… es de Sean? También hay un casco plateado colgando de

una manilla. Lo tomo y me lo pongo en la cabeza. Se sienten un poco incomodo

arriba, como si las correas estuviesen mal amarradas. Me lo quito y miro

adentro para encontrar un pedazo de papel cortado en forma de estrella.

Hola, Peyton,

Ahora no tienes excusas. Viaje de 150 metros, allí vamos.

Feliz San Valentín,

Sean.

P.D: Todavía tengo un poco de curiosidad con respecto al admirador secreto.

La puerta del garaje se abre y mi papá conduce hacia adentro. Meto la

tarjeta en mi bolsillo, pero no hay manera de que la bicicleta quepa allí también.

—¿De quién es la bici?

Bajo la mirada hacia ella, sorprendida de que en realidad es verdadera.

—Mía, creo.

—¿Dónde la conseguiste?

—Uh… mi amigo.

Papá patea la rueda y silba. —Debe ser un muy buen amigo.

—Sí. Sí, lo es.

Papá levanta una ceja. —¿Él?

Asiento pero no digo nada. Papá ríe y desaparece en la casa.

Junto con el casco, Sean también había añadido al paquete unos viejos

zapatos para bicicleta. Son un poco pequeños para mis pies inusualmente

grandes, pero se sienten mejor cuando encajo mis pies en los pedales. La bici no

puede pesar más de algunos gramos; es increíble como algo tan delgado puede

sostener todo mi peso.

Dirijo la bici por la entrada y pedaleo por la colina de nuestra calle sin

salida. Sean tenía razón, esta era una sensación completamente diferente. Doy

círculos alrededor de la calle, yendo cada vez más rápido como si estuviera

atrapada en un retrete mientras esta bajándose. Cuando alcanzo el centro del

círculo, freno y puedo ver mi respiración en el aire.



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No estoy pensando en mi familia, ni en las terapias, ni en Jac, ni siquiera

en Sean. No me siento preocupada de lo que vaya a suceder cuando llegue a

casa, o de lo que sucedió hoy en la escuela.

No estoy preocupada, punto. Solamente me siento libre.

Luego de manejar por una hora y algo, voy arriba a terminar la tarjeta de

papá. Considero llamar a Sean para agradecerle, pero no estoy segura de qué le

estaría agradeciendo. ¿Es un Valentín? La bici implica que conduciremos juntos,

pero quizás solamente es Sean siendo amable. Y sí había dicho que me prestaría

una bicicleta para el gran viaje MS.

El viaje en bicicleta. ¿Debería hacerlo? Sean sonó tan seguro cuando

explicó el trayecto —como si en verdad fuese posible. Tomaría muchísimo

trabajo ponerme en forma, pero el viaje también sería una buena meta. Mi papá

estaría feliz. Y garantizaría más tiempo con Sean. No puedo comprometerme

mentalmente todavía, pero aun así vale la pena considerarlo.

Casi termino de escribirle un tonto poema en la tarjeta de papá, cuando

mamá me llama para que baje a cenar. Cubro mi tarjeta del día de la basura con

una funda de almohada, y me dirijo abajo para las festividades. Mamá, papá y

Trent ya han alineado las suyas en la mesa de la cocina junto al paquete de

Caleb, a quien llamaremos más tarde por la computadora, para que pueda ver

mi rostro cuando abra su tarjeta. Estoy bastante emocionada—Caleb siempre se

esfuerza al máximo.

Sé que mi familia es extraña. Ya he intentado resolver como comenzó

toda la cosa, pero de alguna manera con el tiempo se nos ha ido yendo de las

manos. La festividad se ha visto consumida por el tema de la basura. Mamá

hace postres de helado con lombrices de gomita y “tierra” (lo que en realidad

son galletas Oreo trituradas). Papá hace que todos cantemos canciones de amor

en botes de basura metálicos puestos al revés. Un año, Trent nos presionó para

que fuésemos a un encuentro de lucha en lodo, pero eso no salió muy bien.

Mamá pasa por mi lado cuando camina hacia la cocina. —¿Puedes

envolver los palitos de pescado? Solo debo terminar las patatas fritas para

podernos sentar a comer.

—Seguro. ¿Dónde está el periódico nuevo?

—En la mesa.

—Oh, ¡Feliz Día de San Valentín! —sonreí.

—Para ti también —dice mamá con recelo.



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Me pongo a formar los conos con el periódico para el pescado y las

papitas. Cuando termino, mamá coloca dentro el desastre aceitoso y nos

sentamos en el piso a comer.

Si me hubieran dicho que estaría tan contenta en la cena luego del

Incidente con Jac, me hubiese reído. O, más bien, hubiese llorado. Pero

simplemente no puedo parar de sonreír. Sean me consiguió una bici, y

manejarla era la mejor sensación del mundo.

Ahora es divertido, preguntarme lo que sucede dentro de la cabeza de

Sean, y apegarme a la esperanza de que sus sentimientos son los mismos que

los míos.

Listo. Está bien. Lo dije. Definitivamente estoy sintiendo algo por Sean.

—Entonces, ¿Cómo estuvo tu Día de San Valentín, papá?

El palito de pescado de papá se congela en la mitad del camino hacia su

boca.

—Fue genial. ¿Cómo estuvo el tuyo?

—¡Fabuloso! ¿No están deliciosos estos palitos de pescado?

—¿Te golpeaste la cabeza? —pregunta Trent.

—No. ¿Por qué?

Papá se aclara la garganta. —Este pescado me recuerda algo.

—¿Almuerzos de la escuela? —pregunto.

Papá muestra su irresistible sonrisa y sacude la cabeza. —No, estaba

pensando más por las líneas de donde vino. El océano.

—Sí. —Trent se lanza a la boca su décimo palito—. Del océano y

probablemente de la granja y quizás también del basurero. Éstos no son

precisamente frescos.

Papá examina su palito de pescado. —Sabes, tienes razón. Creo que esta

familia merece algo de pescado fresco.

—Oye —dice mamá—. Me apego al tema aquí. Te haré algo de ese

salmón que está en congelador luego en esta semana.

—No es suficiente. Quiero algo más fresco.

—¿A dónde intentas llegar? —pregunta mamá.

Papá se levanta y saca un sobre de su bolsillo trasero. —Estaba pensando

quizá en pez espada. O marlín. He oído que en Florida el marlín es delicioso. Es



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por eso que nos reservé un viaje a Los Cayos20 para las vacaciones de

primavera. Porque esta familia merece una comida decente.

Mamá chilla y abraza las piernas de papá. Trent deja salir un whoop y

comienza a cantar una canción de rap que habla de las chicas en Miami. Yo

recojo las piernas hasta mi pecho y no digo una palabra. Mi feliz humor se ha

evaporado. Acepté esto. Demasiado tarde para cambiar de parecer nuevamente.

Los boletos están reservados, que mi familia cancele en este momento, es tan

improbable como una tormenta de nieve en Florida.

20

Cayos de la Florida (Florida Keys).



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Corregido por Juli_Arg

unca me di cuenta de lo mucho que Jac estaba involucrada en

mis actividades hasta que ya no se encontraba allí. Es decir,

estaba ALLÍ, en la escuela, pero ambas nos evitábamos. Como

por ejemplo, antes de clases la vi por el rabillo del ojo girar hacia el pasillo. Me

vio y se volteó en seguida. Lo que significa que debe tomar todo el camino

alrededor de los salones sólo para llegar hasta el pasillo de al lado y entrar a su

clase.

Llego a biología temprano, intento recostarme sobre mi cuaderno de

matemática, haciendo que parezca que estoy escribiendo para terminar una

tarea en vez de estar intentando evitar a Jac. La única en el salón es la Srta.

Marietta, quien parece completamente ajena a mi presencia. Su cabeza

nuevamente se encuentra inclinada en el escritorio con un halo de cabello

desordenado que cae en cascadas a su alrededor.

Esta es la cuarta vez en las últimas tres semanas que se ve así. Le deben

gustar bastante las fiestas. Quizás incluso consume drogas. ¿Te imaginas? ¿Una

profesora —la persona que introduce RETO a todos esos programas escolares

de “Simplemente Di que No”— inyectándose droga? Me acerco un poco a su

escritorio a ver si puedo encontrar marcas en sus brazos. Pero luego me escucha

y salta en su asiento.

—¡Payton! No me había dado cuenta que estabas aquí. ¿Ya es el tercer

período tan rápido? ¿A dónde se fue el tiempo de preparación? Ugh, ni siquiera

pude terminar de revisar esos papeles. Allí va mi almuerzo.

Dice todo en un solo respiro, como si no fuese una oración, sino más bien

una palabra súper larga. Y en realidad no me lo dice a mí, simplemente esta

como hablando para sí misma en voz alta, y sólo sucede que estoy allí. No hay

N



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marcas en sus brazos, aunque sus ojos están hinchados y rojos, pero no rojos de

resaca. Rojos de llanto.

—Oh. Um… ¿Srta. Marietta? ¿Está todo en orden?

Sus hombros se hunden. —¿Me veo como si todo estuviese en orden?

Le doy lo que espero que parezca un amable y comprensivo

asentimiento. Ambas somos mujeres del mundo. Ella parrandea hasta el

amanecer y yo recibo un Valentín del chico que estoy investigando. Podemos

entendernos una a la otra. —Sé como es.

Me mira de arriba abajo por un momento y deja salir una breve risa. —

En serio lo dudo.

—No. De verdad. Los problemas con chicos son difíciles.

Murmura entre algunos papeles en su escritorio y en una voz baja que no

estoy segura deba escucha dice: —Problemas con chicos. Desearía que lo único

de lo que tuviese que preocuparme fuera un drama de secundaria.

El salón comienza a llenarse con mis compañeros de clases, incluyendo a

Sean y a Jac. Aunque el comentario de la Srta. Marietta sobre que los dramas de

secundaria son menos difíciles que los problemas de adultos, está

completamente de más, siento que debo ayudar de alguna manera. Tomo su

codo y le doy un pequeño apretón, sin estar segura si darle un abrazo a un

profesor sería salirse de la raya. No sé porque elegí su codo, en vez de algo

como el hombro. Incómodo. Ella me da una tensa sonrisa y da un paso atrás,

como dándome permiso para irme.

—De acuerdo, chicos. En lugar de hacer una revisión de la clase de los

componentes de las células, colóquense en parejas y repasen las notas de la

clase pasada. Cerciórense de repasar todas las partes de la célula, ya que eso

estará en su próximo examen. Estoy aquí si tienen preguntas pero… —

suspira—. Estoy algo cansada, así que… intenten no hacer demasiadas

preguntas.

La habitación se llena de ruido cuando todos buscan su pareja. Busco con

la mirada a Sean, imaginándome que ésta sería una buena oportunidad para

preguntar por la bici. Lo encuentro sentado al lado de Jac, quien ya se encuentra

hablándole a mil por hora. Ella mira en mi dirección lo suficiente para darme

una mueca presumida.

Así que después de todo, Jac había decidido ir tras Sean. Traidora.

Apuesto que estaba mintiendo cuando dijo que el San Valentín estaba de mi

parte. Probablemente solo se entrometía. Bueno, una cosa es segura, no voy a



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permitir que Jac camine sobre mí como antes. Voy a tomar el control a partir de

ahora.

Sus cabezas se encuentran inclinadas hacia las notas de Sean cuando lo

toco en el hombro y le doy una sonrisa que podía competir con la de papá. —

Hola, chicos. ¿Les molesta si estudiamos juntos?

Jac arruga la nariz. —Tengo entendido que la Srta. Marietta dijo parejas,

de solo dos. Y si cuentas, puedes ver que la suma ya se encuentra llena.

—Suma. Wow. Gran palabra.

—Conozco muchas palabras grandes. Narcisista es otra.

—¿Qué sucede? ¿Tienen un problema con algo? —pregunta Sean,

confundido.

—No. —sonrío de nuevo y arrastro un asiento cerca de Sean—. No tengo

problema. Jac puede que tenga un problema, pero…

—No tengo problema, tampoco —dice Jac—. Todo está bien.

—Genial —digo.

—Fabuloso —dice Jac.

—Bueno… está bien. —Sean abre su libro—. Estoy seguro que no hay

problema en que estudies con nosotros. No creo que la Srta. Marietta lo note. —

una tensa pausa lo sigue. Jac mira al techo. Yo al suelo—. Um… ¿Deberíamos

ver la fotografía de la página 285? ¿La que tiene todas las partes marcadas?

Todos exhalamos al liberar tensiones.

—Me encantaría —digo.

—No puedo esperar —dice Jac.

—Supongo que yo les preguntaré primero. Veamos… ¿Qué son las

mitocondrias?

—¡Las centrales energéticas de las células! —Jac y yo respondemos al

mismo tiempo.

—Whoa, ustedes están, um… entusiasmadas. De acuerdo, ¿Qué me dicen

del aparato de Golgi?

El rostro de Jac se arruga en concentración. Mi mente rápidamente

repasa la lista de diferentes palabras del vocablo hasta que la consigo. —Son

vesículas de almacenamiento. De secreciones. ¿Correcto?



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—Correcto. No puedo creer que hayas recordado eso. —Mi recompensa

es una sonrisa de parte de Sean y una mala mirada de Jac. Puede que no sepa de

chicos, pero seguro que sé de las células humanas.

El resto del periodo transcurre de la misma manera, con Jac y yo

sonriendo y acercándonos más a Sean, respondiendo sus preguntas. Con Sean,

cambiando a cada momento su expresión de sonrisa tonta a entrecejo

desconcertado. Y con la Srta. Marietta con su cabeza todavía en el escritorio,

callada, excepto por el ocasional quejido.

Con solo cinco minutos para finalizar el período, hemos repasado dos

veces tanto las células humanas como las de las plantas. Todos los demás han

abandonado toda simulación de estar estudiando, pero Jac y yo nos

encontramos nariz a nariz con las preguntas, y ninguna está dispuesta a

rendirse.

—Hagamos las plantas una vez más —sugiere Jac, mirándome mal.

Sean busca en su bolsillo y saca un bote de ibuprofeno. —Vamos, chicas.

—Cuenta cuatro pastillas—. Creo que ambas ya saben lo suyo. Lo harán bien, si

es que la Srta. Marietta alguna vez levanta la cabeza del escritorio lo suficiente

para hacernos el examen.

Jac ríe. —Está un poco borracha, ¿Cierto? Espero no ser así cuando sea

mayor. Ir de fiesta con unos viejos verdes.

—No es mayor. —Sean gira la cabeza y analiza a la Srta. Marietta—.

Imagino que tiene como unos veinticinco.

—Y no es borracha —digo.

—Sí, lo es. —Jac me saca la lengua—. Mi hermana la ve parrandeando

todo el tiempo. Siempre está bailando con todos los chicos del pub. Apuesto

que es una zorra.

—Tu hermana sabría de eso.

—¿Qué dijiste? —pregunta.

—Solo porque se vea de una manera, no significa que no esté lidiando

con algo más. Quizás está súper deprimida o su perro murió o… se acaba de

enterar que no puede tener hijos. No lo sé. Puede haber millones de cosas mal

con ella. ¿No crees que tenga algo de derecho de salir y olvidar? ¿De qué le

gusten los chicos y de hacer lo que quiera sin preocuparse de lo que todos los

demás piensen? ¿Ah?

Jac y Sean se ven como si hubiesen sido golpeados. Jac se recupera

primero y deja salir una risa forzada. —Dios, no seas tan seria. Oye Sean,



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¿Quieres estudiar después? Te enseñaré todo lo que siempre has querido saber

sobre los componentes de las células.

—Seguro. —le habla a Jac, pero aún me mira fijamente—. Tendremos que

hacer eso alguna vez. Oye, ¿Estás bien, Payton?

No mucho. —Estoy bien.

—¿Quieres que camine contigo a la próxima clase para que podamos

hablar?

Los labios de Jac forman un puchero. —¿Qué hay de mí?

La campana suena y Sean no responde. No está claro si la escuchó o si

simplemente eligió no responderle. Recoge mis libros y lo sigo hacia afuera.

Nunca antes un chico había llevado mis libros. Es el tipo de situación que

inmediatamente corres a contarle a tu mejor amiga, malinterpretando el

significado con honores. Pero eso es difícil de hacer cuando te encuentras

compitiendo con dicha amiga, que ella te esté mirando a ti y al chico con pura

hostilidad, y que no puedas entender por qué todo lo que quieres hacer en ese

momento es llorar.

—Entonces… —dice Sean mientras navegamos por el camino hacia el

patio—. ¿Qué esta molestándote? Parecías bastante alterada hace un minuto.

—Estoy bien. Todo se encuentra genial.

—De acuerdo… pero, ¿Estás segura?

—Dije que estoy bien —estallo, luego cubro mi boca. ¿Qué está mal

conmigo?

Las cejas de Sean se levantan y su cicatriz se arquea en respuesta.

—Lo siento. No… no sé qué pasa conmigo hoy, pero de verdad no quiero

hablar de eso. ¿Te parece bien?

Sean frunce sus labios. —¿Si digo que no, importaría?

—No.

—De acuerdo. Haremos un cambio de tema entonces. Así

queeeeeeeeeeeeeeeeee…. —Sigue diciéndolo hasta que rio. Estoy riendo. ¿Cómo

hace eso?—. ¿Recibiste mi bici?

Me detengo y golpeo mi frente. Todavía no le he dado las gracias. —¡Sí!

¡Lo olvidé completamente!

—¿Lo olvidaste? Apenas te la di ayer.



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—No, es decir, olvide agradecerte. No me olvide de la bici. Me encanta.

Ya la manejé ayer.

—¿Sí? —Sean sonríe—. ¿Qué te pareció?

—Tienes razón. Mi vieja bici me estaba haciendo más lenta. Ésta se

mueve muchísimo más rápido. Es como, como si estuviese—.

—…volando. Lo sé. ¿No es un torrente de…

—…adrenalina? —termino—. Completamente. Como nada que haya

hecho antes. Es el mejor regalo de San Valentín que haya recibido. —me

detengo, de pronto tímida—. Digo, no es como si fuese un regalo de san

Valentín de verdad. Solo me refiero a que fue un gran regalo. ¿Era un regalo?

Sean se sonroja. —Oh, sí. Solo es mi vieja bici. Puedes tenerla tanto como

quieras. Pero espero que le des buen uso.

—Lo haré. —Abrimos la puerta hacia el patio y somos golpeados por una

gran brisa fría. Subo el cierre de mi abrigo—. Pero no creo que sea muy pronto.

Este clima está horrible.

Sean exhala, y su aliento se puede ver en el aire. —Me decepcionas,

Payton Gritas. ¿Vas a permitir que un simple clima se ponga en tu camino? Creí

que eras más dura que eso.

Me pongo rígida. —¡Soy dura!

—No, no lo eres.

—Lo soy.

—Si fueras dura, hoy vendrías a pasear en bici conmigo.

—No sólo iré contigo, haré círculos a tu alrededor.

Sean sonríe. —¿Cómo hiciste en Valley Forge?

Arrugo la cara e intento pensar en la respuesta perfecta. Nunca llega. El

silencio se vuelve demasiado.

—Bueno, hoy te daré la oportunidad de probar tu dureza. Tengo práctica

de natación, así que tal vez más tarde. ¿Cómo a las 3:30?

—Estaré allí —digo. Luego, ya que quiero agregar algo duro, digo, —

Cerebro cojo.

Sean deja salir una fuerte carcajada. La mitad de las personas en el patio

nos miran. —¿En serio acabas de decir cerebro cojo?

—Creo que lo hice. —Levanto la barbilla.



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—¿Esta palabra la usas a menudo? Es decir, ¿Debo estar ofendido o

halagado o cómo?

—Estaba intentando pensar en algo que sonara duro, y cerebro cojo fue

lo que se me ocurrió —admití.

—¿Por qué no trasero rezongón? Siempre he sido un fan de ese. Aunque

no tengo ni idea de lo que es un trasero rezongón.

—Creo que es algo que se explica solo.

—Entonces es bastante bajo… Oye. Parece como si la consejera de la

escuela está intentando llamar tu atención.

La Sra. Callahan esta agitándome su mano al otro lado del patio, las

mangas ondulantes de su vestido verde limón aletean como banderas.

Inmediatamente miro hacia mis zapatos, esperando que siga la regla social de

ignorar en público. Pero —sorpresa— se encuentra junto a nosotros en un

minuto. Aparentemente las mujeres que usan verde limón no están consientes

de las reglas sociales. —Payton, anoche llamé a tu casa para discutir sobre el…

incidente en mi oficina. Me di cuenta que había una festividad, y quizá no era el

mejor momento, pero planeo contactar a tus padres en un futuro cercano. Quizá

incluso pedirles que vengan.

—Sí. Sí, eso está bien. Pero, ¿Podríamos hablar de esto luego? —Le doy lo

que espero que sea una mirada significativa. La señora no puede ser tan

despistada.

—Oh. —Mira de mí hasta Sean y sus ojos se agrandan—. ¡Oh! Sí. Así que

éste es… tu amigo. Lo entiendo.

Sip. Es así de despistada.

La Sra. Callahan analiza a Sean. —Entiendo completamente.

—Eso es discutible —digo entre dientes.

Me mira fijo a los ojos. —Tenemos que hablar.

—Más tarde. —Arrastro lejos a Sean.

—¿Qué fue todo eso? —pregunta Sean, cuando llegamos a un lugar

seguro.

De alguna manera, ella-sabe-quien-eres-porque-se-acaba-de-dar-cuenta-

que-me-estoy-enfocando-en-ti no parece una muy buena explicación. Bajo la

mirada hacia mi muñeca sin reloj. —Oh, mira la hora. En serio deberías irte a

clases. Pero nos vemos en Valley Forge a las 3:30, ¿De acuerdo?

—Sí, pero, ¿Por qué ella me miró de esa manera?



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—¡Adiós! —corro por el patio, mirando un poco más hacia mis pies y

deseando derretirme en el suelo.

15 De Febrero

El drama que es mi vida: distribuidos en un gráfico en forma de pastel.



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on toda la ropa que tiene encima, casi ni reconozco a Sean. No es

que yo esté muy diferente; tengo puesta ropa interior térmica,

unos pantalones de tela súper pegados, una franela, y mi

chaqueta amarilla de North Face. Orejas, manos, y cuello están todos cubiertos

por sus accesorios apropiados, y aún así me siento como una paleta humana.

—¿Suficientemente caliente? —pregunta Sean.

—Me encuentro en las playas de Hawai, como decimos.

—Yo igual. Nadando en un pozo de lava.

—Porque somos duros.

—Hasta las entrañas —dice Sean.

—Bueno, trasero rezongón, voy a mostrarte lo dura que soy aquí en mi

nueva bicicleta.

—¿Vas a hacer drafting21?

—Uh, ¿Eso es cuando voy delante de ti?

Sean se ríe. —Sígueme Gritas. E intenta no congelarte.

Sean desciende en su bici por una pequeña colina, llevándonos en la

dirección opuesta a la que fuimos la última vez. Esta siendo cruel, porque ahora

comenzamos a manejar con una inclinación constante que quema mi trasero.

No digo una palabra, solo apretó los manillares y lo sigo. Lo sigo y no me

congelo.

21

Pegarse tras la rueda de otro atleta para cortar el viento.

C



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Su bici marca toda la diferencia. Aunque mis piernas protestan luego de

tan sólo minutos, soy capaz de mantener el ritmo más rápido que él ha

marcado. Llegamos a un punto de salida por el Portón de Defenders y

seguimos hasta que nos topamos con los límites del General Washington. Sean

me indica que lo siga y giramos al estacionamiento.

—Tomemos un descanso.

Desato mi casco y me guito el gorro. —¿Estas bromeando? Solo hemos

ido por unos pocos minutos.

—Bueno discúlpeme, Srta. Dura, pero necesito hacer un viaje al cuarto

del Pequeño General.

—¿Ah?

—El baño, Payton. Tengo que usar el baño.

Despega sus zapatos y casco, y camina al pequeño edificio que contiene

los baños y la cabina de las entradas. Bajo de mi bici y la llevo hasta un

portabicicletas vacía antes de hacer lo mismo con la de Sean. Todo el

estacionamiento se encuentra vacío. Hay algunos venados del otro lado del

campo, observándome. Aleteo mis brazos, saltando de arriba abajo para que

corran y se alejen, pero aquí los venados son como los perros. Acaricia a uno y

ni siquiera dejará de comerse la grama.

Camino por la acera y me siento en una banca afuera de los baños. Hay

un letrero colgando en la ventana de la cabina para comprar las entradas:

CERRADO POR RECREACION. Como confirmándolo, se escucha un distante

sonido de cañones. Tiemblo. Tal vez no nos encontramos tan solos como

pensaba.

Sean sale secándose las manos con su chaqueta. —Tengo una confesión.

No soy duro. El agua allí está helada. Creo que estoy a punto de acobardarme.

Agito mi dedo en su dirección. —El general estaría decepcionado de ti.

Imagínate haciendo ese paseo en bici descalzo.

Sean mira a su alrededor. —Me siento como si estuviese de nuevo en esa

excursión de cuarto grado.

—¿Esa donde la guía nos seguía diciendo que deberíamos al menos estar

agradecidos por nuestros abrigos? —pregunté.

—Y zapatos.

—Y sándwiches de mantequilla de maní congelada.

—¿Recuerdas esa galleta náutica que nos hizo comer?



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Me río. —Yo escupí la mía en mi mano.

—Es como en el episodio 114 donde Jerry esconde la carne de cordero en

su chaqueta —dice Sean.

—¡Y Elaine se la pone!

—¡Y los perros comienzan a perseguirla!

—Clásico.

—Sí. —los ojos de Sean se llenan de malicia—. ¿Sabes qué siempre quise

hacer en esa excursión?

—¿Qué?

—Pretender que yo era uno de los guardias de Washington. Sus literas

están por acá. —Sus largas piernas corren por la pequeña acera y saltan por la

cerca de madera. Miro alrededor, por un lugar donde colocar nuestros cascos y

termino poniéndolos en la banca. No soy tan rápida ni segura como Sean —aún

tengo mis zapatos de bici puestos. Él se mueve en ellos como si fueran zapatos

de correr y no estuviesen cubiertos de tacos.

Cuando finalmente lo alcanzo, ya está sumergido en una de las literas

con un letrero de NO ENTRAR, y se encuentra acostado boca abajo en las

placas de madera que servían como camas para los soldados. Me giro y

examino el extenso y vacío parque. No hay nadie más allí. Nadie puede vernos.

Con un poco de emoción, gateo debajo de las cadenas y me acurruco en el

medio del domicilio de los soldados.

La habitación no puede ser más grande que el baño principal de mis

padres. Hay una chimenea tosca en una pared y cuatro delgadas camas en

literas. Las habitaciones tienen un pequeño escritorio en la esquina con algunas

viejas cantimploras y un tintero a la vista. Un falso uniforme de la Guerra

Revolucionaria esta cuidadosamente puesto sobre la litera de la derecha, como

si el soldado se hubiese ido a tomar un baño y nunca hubiese regresado para

vestirse.

—Esto es tan genial —dice Sean.

—¿No podemos meternos en problemas por estar aquí?

—No, creo que el letrero de NO ENTRAR es sólo para aparentar.

—Oh, seguro.

Sean palmea la madera húmeda y sonríe. —Pero somos duros,

¿Recuerdas?



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Me río y me siento en el borde de la cama, bajando la cabeza un poco

para no golpearme con la tabla de arriba. —Creo que ganarías ese concurso

después de todo. Romper las reglas me asusta. Y creo que literalmente estoy por

congelarme el trasero.

—Esa sería una tragedia.

—Sí, bueno, tengo demasiado de eso que perder.

—Yo no diría demasiado. —Se inclina hacia atrás, dándose rienda suelta

para mirarme descaradamente.

Mi mente y mi corazón se aceleran. Me acaba de decir una línea. ¡Una

totalmente coqueta línea! Evito su mirada, sin ser capaz de verlo. —Eso es

porque eres demasiado amable.

—No soy tan amable.

Luego de un momento, Sean se aclara la garganta. —Sabes, cuando hacía

demasiado frío, los soldados solían dormir en forma de cucharita toda la noche.

—¿Cucharita? —pregunto.

—Recuéstate, te mostraré.

—Uh… —muevo mi dedo por la tabla, dejando una marca en el polvo.

—Oh, vamos. Solo estamos haciendo una pequeña recreación.

Hala mi brazo, y de repente, me encuentro frente a él, recostada. —Ahora

gírate —demanda.

—¿Qué soy, un perro?

—No, eres un soldado de la Guerra Revolucionaria, y estas a punto de

congelarte si no haces lo que te digo.

Me volteo. Sean se acerca a mí.

—Los soldados solían acostarse en columnas cuando estaban en los

campos de batalla y sus uniformes eran muy delgados por tenerlos siempre

puestos. Ponían sus mantas encima y todos se acostaban en la misma dirección.

Luego alguien diría la dirección en que harían cucharita y se voltearían juntos.

Lo hacían toda la noche.

El cuerpo de Sean se encuentra presionado contra el mío, y estoy

sorprendida de poder escuchar su exposición histórica. —Pero estos tipos no

estaban en el campo de batalla. Esto es Valley Forge. Todos tenían estas cabinas.



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—Entonces confundí un poco mis hechos históricos. Podría ser la Guerra

Civil, en realidad. —Se arrima un poco más cerca—. Sólo es mi truco para estar

más caliente.

Nos recostamos allí por un minuto, sin hablar, sólo respirando en

unísono. Hay como diez piezas de ropa separándonos, pero aún así puedo

sentir los músculos de su pecho contra mi espalda. Su brazo izquierdo se

encuentra a mí alrededor y puedo sentir también los músculos de su antebrazo.

Quiero halar su chaqueta hacia atrás y ver sus brazos, sus músculos. Quiero ver

si el vello en sus brazos combina con su cabello. Todo es pura investigación, me

digo una y otra vez. Nunca quiero que la investigación se termine.

—¿Sabes qué más solían hacer los soldados?

—Suenas como el guía de una excursión de cuarto grado.

—Se buena o te haré comer más galleta náutica.

—No, Sr. Griswold —digo—. ¿Qué más solían hacer los soldados de la

Guerra Civil?

—La Guerra Revolucionaria.

—De cualquier manera…

—Jugaban juegos —terminó—. De todos los tipos. Juegos de cartas.

Domino. Ajedrez.

—Sólo déjame sacar un viejo juego de Serpientes y Escaleras debajo de

esta litera y jugaremos. —Estiro mi cuello para mirar debajo de la cama.

Se ríe y me hala hacia arriba de nuevo. —¿No te sabes más juego?

—Todos los que sé son tontos juegos de autos que mi mamá y mis

hermanos solían jugar.

—¿Tu favorito?

Me agacho por la tabla húmeda encima de mi cabeza. —Bingo de cartilla.

—¿El favorito que podamos pretender que entra en la Era Colonial

Americana?

—¿Qué hay de Tres Cosas? Mi familia lo inventó, es como Dos Verdades y

una Mentira pero un poco diferente.

—¿Cuáles son las reglas?

Me giro para mirarlo. Sus labios se ven muy suaves de cerca. —Son

simples. Dices tres cosas sobre ti. Una es verdad, las otras dos no. Tienes que

hacerlas todas similares, para que así no sepan cual es la real. Luego, la otra



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persona tiene que adivinar. Si lo adivinan bien, pueden preguntarte lo que

quieran. Si lo adivinan mal, tú puedes preguntarles lo que quieras.

—¿Así que termina siendo como Verdad o Reto?

—La gente termina desnuda en Verdad o Reto. Este es un juego familiar.

—Lo entiendo. Estoy dentro. Tú ve primero.

Cierro mis ojos para pensar. Solía ser muy mala en este juego por mi falta

de escándalos. Trent siempre diría tres historias loquísimas, dejándonos

perplejos porque no podíamos creer que alguna fuera verdad. Como haber

asustado a una vaca, o viajar en un aerodeslizador, o haber vomitado en su cita

del baile. Luego de interminables paseos en auto, finalmente encontré mi

estrategia. Matarlos con monotonía.

—De acuerdo. Cosas que hice hoy. Primero, me lime las uñas. Segundo,

comí sandía. Tercero, me puse rimel.

—Estas bromeándome. Pudiste haber hecho todas esas cosas.

—Así es el juego. Una es verdad, las otras no. Elige tu respuesta.

Sean ríe y sacude la cabeza. —Está bien. Me voy por la del rimel.

Me quejo. —¿Cómo supiste?

—Bueno, las sandías no están en temporada. Por qué te importarían tus

uñas cuando estas usando guantes, sin mencionar que siempre te veo

mordiéndolas. Y tus ojos se ven lindos hoy. —se sonroja—. No que no se vean

así normalmente. No importa. Simplemente adiviné.

¿Lindos? ¿Mi marrón oscuro lindo? ¿En serio acaba de usar esa palabra?

¿En mí? Este juego es genial. Genial. Genial. Genial.

—Bueno, adivinaste bien. Haz tu pregunta.

Sean se recupera rápidamente. —Juego fácil. Entonces, ¿Qué pasaba

contigo y Jac hoy en biología?

—¿No puedes hacerme otra pregunta?

—Seguro. ¿Por qué la Sra. Callahan me estaba mirando todo raro?

Hombre. Debo decirle. Es demasiado inteligente. Y yo soy demasiado

mal manteniendo un secreto. Además, si no respondo estaría rompiendo las

reglas del juego. Ya alcancé mi cuota de romper reglas hoy.

—Jac y yo peleamos.

—Obviamente. ¿Por qué?



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—Bueno, no estoy totalmente segura. Ella vino a mi sesión de

asesoramiento y...

—¿Sesión de asesoramiento?

Incluso con el frío, siento como mi cara se calienta. —Oh, sí. Tengo que ir

a estas sesiones de asesoramiento. Por lo de mi papá —añado, tontamente.

—Entiendo —dice. Y lo hace. Entender, digo. Porque no hace preguntas

ni se entromete. Y el silencio me anima a continuar.

—Entonces vino a mi sesión de asesoramiento y yo estaba molesta con

ella por haberte hecho todo eso de la admiradora secreta.

Sean se sienta y golpea su cabeza con la tabal. —¡Ouch!

—¿Estás bien? —toco su frente.

—Eso dolió.

—Bueno, sí. Debería.

—No eso. Bueno, eso también, pero lo que dijiste. ¿Jac era mi admiradora

secreta?

Retiro mi mano. —Um… más o menos. Sí.

—Oh. Entonces… ¿No fuiste… no fuiste tú?

—Um, no. Jac dice que lo hizo por mí, pero no sabía que iba a hacerlo.

—¿Entonces nunca me compraste un regalo de San Valentín?

—Correcto. Yo, eh… lo siento. Debí hacerlo, lo habría hecho, pero no. No

lo hice.

—Humph. —Sean gruñe y vuelve a recostarse.

—Pero por eso Jac y yo nos peleamos. Verás, desde… hace un tiempo, Jac

ha estado entrometiéndose.

—¿Entrometiéndose en qué?

—¿Qué? Oh, um… —¿Puedo darle la verdad sin decirle toda y nada más

que la verdad? Él sabe lo de mi papá y las sesiones. Sabe sobre Jac. ¿Pero lo de

los EEP y el acecho? Olvídalo. Debo mantener algo de mi sensatez—.

Entrometiéndose en mis asuntos. Es decir, esa parte no es importante. Ella sabía

lo que sentía por ti, y te dio ese regalo sin decírmelo primero. Por eso peleamos.

Esa es mi verdad.

Una sonrisa tonta se expande por el rostro de Sean. —¿Qué sentías?

—Oye, no más preguntas.



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—Está bien. ¿Pero en serio esa es la verdad? ¿Toda?

—Por supuesto —tragué—. ¿Por qué mentiría?

—Solo pensé que era extraña la manera en que me miró la Sra. Callahan

hoy. Como si supiera cosas sobre mí. Pero si presenció una pelea de chicas en

mi honor, supongo que tiene sentido. Aunque...

—Tu turno —digo—. Tres cosas.

—Tres cosas. —Sean frotó su barbilla—. Veamos… primero, soy un

extraterrestre del planeta Xerox, donde todos son clones. Segundo, soy una

celebridad en secreto que se encuentra investigando para su próximo drama

histórico en donde interpreto un apuesto guardia del General Washington. Y

tercero… estoy completa, absoluta y abrumadoramente helado.

—¡Sean! Eso es obvio.

—¿Qué soy una celebridad?

—Tres. —Lo golpeo en el brazo—. Pero no tan fáciles como ése.

Sean levanta los brazos y se cubre para evitar otros golpes. —No puedo

creer que lo hayas adivinado. Entonces, ¿Cuál es tu pregunta?

Mi mente se queda en blanco, tratando de pensar en una confesión.

Quiero saber tantas cosas. ¿Toda esta cosa de pasear tiempo en las literas ya lo

había planeado? ¿Él creía que estaba loca? ¿Qué pensaba de la actuación de Jac?

¿Qué piensa sobre mí? No puedo mezclar todos esos pensamientos y emociones

en una sola pregunta. Simplemente no puedo. —¿Cuál es tu color favorito?

¡Estúpida! ¿Dónde estamos, en preescolar?

—Verde —tose—. Esa es la peor pregunta que he escuchado cuando

puedes preguntar lo que quieras sin restricciones.

Suspiro. —Lo sé.

—Te diré qué. Responderé la pregunta que debiste haber hecho. ¿Lista?

—¿¡Entonces no sería dañar el juego!? —pregunto.

—Sí. Ahora, la respuesta es… tú —dice.

—¿Yo? Espera, ¿Cuál es la pregunta?

—¿Quién te gusta?

—¿Quién me gusta? Oh, espera. Quieres decir… —me detengo y miro a

otro lado, demasiado avergonzada para terminar la oración.



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Sean levanta la barbilla y me mira fijamente a los ojos. —Respuesta: Tú,

Payton. Me gustas tú. Por hace ya un tiempo, en realidad, pero más

últimamente. Desde que, por alguna razón, he podido conocerte mejor. ¿Buena

pregunta?

—Sí. Lo es.

—¿Puedo decirte tres cosas que quiero hacer ahora mismo o debería

mostrarte? —susurra.

—Muéstrame —respondo, bendiciendo ese soleado día hace diez años

cuando mi madre introdujo este glorioso juego. Estábamos en Maryland. O

quizás era Virginia. Como sea, le ganó por mucho al bingo de cartillas. Sostengo

el aliento y cierro mis ojos, preguntándome como la primera cosa —la COSA

que he estado esperando desde el primer paseo en bici, desde la primera

conversación, desde que fije mis ojos en su cabeza por primera vez— sería.

Miro rápidamente y veo que sus ojos también se encuentran cerrados. Pero su

boca esta justo allí y...

—Disculpen.

Abrimos los ojos, nos miramos el uno al otro para confirmar que ninguno

haya hablado, y luego miramos hacia la entrada. Hay un destello de luz y nos

sentamos rápidamente, golpeando nuestras cabezas simultáneamente con la

madera demasiado baja. Un bajo y rechoncho soldado de la Guerra

Revolucionaria nos mira, seguido de una familia de turistas, una que continúa

tomándonos fotos.

—¿Saben niños que este es un parque nacional? —pregunta el soldado.

Su frente se encuentra vendada y no tiene zapatos. Él le da todo un nuevo

significado a ser duro.

—Sí, estábamos haciendo una recreación —dice Sean.

El soldado escupe y toda la familia —mamá, papá y cuatro chicas con

camisas que dicen BEN FRANKLIN LO INVENTÓ— dan un paso atrás. La más

pequeña baja finalmente su cámara.

—¿Qué clase de recreación es esa? —pregunta el soldado.

Sean me mira con su tonta sonrisa. —Cucharita.

♥♥♥



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Mamá se aparece casi al mismo tiempo que la mamá de Sean. Desearía

haber tenido un video grabador para documentar nuestras distintas reacciones.

Veo a mamá entrar y digo: —Genial. Mi mamá está aquí.

Espero un asentimiento comprensivo de parte de Sean, pero él está

viendo más allá de mi mamá. Se levanta. —¡Genial! ¡Mamá está aquí! —y corre

hacia ella y la abraza. ¿Cuántos chicos de quince años de edad abrazan a su

mamá? En público, además.

Luego la Sra. Griswold comienza a elogiar al guardabosques del parque

con su sombrero de El Oso Smokey y antes de saberlo, comienzan a discutir

sobre el mercado estatal. Mamá esta callada durante todo eso, enojada y

sacudiendo la cabeza. Probablemente pensando a qué escuela militar va a

enviarme.

Por suerte, la casa del guardabosques esta a la venta. Y nos deja ir de

mala gana luego de que la mamá de Sean le ofrece un descuento de vendedor.

Sean todavía esta sonriendo, y no hay nada culpable o vergonzoso en su

sonrisa. Es como si estuviese feliz de que todo esto estuviera ocurriendo. Lo que

ocurrió en la cabina —sí, eso fue bueno. ¿Pero todo el periodo de espera? No

mucho.

El guardabosques regresa de nuevo a su cabina de entradas y la mamá

de Sean coloca un brazo sobre los hombros de su hijo. —Pequeño demonio. Ya

era hora que te metieras en algo de problemas. —Se gira hacia mi mamá—.

Comenzaba a preocuparme. Pensé que nunca actuaría como un adolescente

normal. Usualmente solo esta de voluntariado o entrenando para sus tontos

deportes. —Sean se estremece—. Pero las travesuras son tan buenas para el

desarrollo completo de ellos. Estoy contenta que tu hija lo ayudó a explorarse a

si mismo mejor.

Los ojos de mamá se agrandan. —Sí, bueno, Payton nos ha dado

bastantes comportamientos de adolescente últimamente. Aunque espero —nos

da a ambos una mirada seria—, que no haya sido mucha exploración, para

ninguno de los dos, lo que ocurrió aquí. —Y sin decir adiós, se voltea y camina

hacia su auto.

—Buscaré tu bici —dice Sean suavemente.

—Oh, sí. Gracias.

La mamá de Sean aplaude. —Esto es simplemente demasiado lindo. En

serio, Sean, ¿Qué te tomó tanto tiempo? Ahora, déjanos correr. Llego a casa a las

cinco.

Saca un teléfono y la sonrisa de Sean vacila. Ya terminó con él.



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—Bueno, nos vemos —dice.

—Sí, supongo—.

—¡Sean! Toma estas bicicletas. No arruinemos nuestra bienvenida.

Sean trota hacia las bicis, y yo me giro para caminar hacia el auto de

mamá. La mamá de Sean glorifica nuestra rebelión, luego se olvida de ella un

minuto después. No mi madre. Estoy caminando el mismo suelo que algunos

de nuestros hombres más valientes. Aún así no puedo dejar de creer que si les

hubiesen dado la opción entre enfrentar a los británicos y mi madre, hubiesen

escogido los británicos cualquier día de la semana.

Dejo salir un profundo y frío suspiro antes de abrir la puerta del viejo

auto Dodge Caravan de mamá. El calentador esta encendido a toda fuerza, pero

toda calentura desparece instantáneamente con sólo una maternal mirada

furiosa.

Mamá no dice una palabra por el resto de la noche —mi propia

cucharada de la ley del hielo. La ley del hielo llevó a las sesiones de

asesoramiento. Esto me llevó a mí haciendo investigaciones sobre Sean. Lo que

llevó al paseo de hoy. Si esto es lo peor que puede hacer, lo tomo todos los días.

Tomaría un castigo muy severo para que me arrepienta de mi crimen. Es decir,

¿Qué pasaría si el guardabosque hubiese llegado solo dos minutos después?

Podría haberme encontrado besando a Sean Griswold. ¡El mismo Sean

Griswold que proclamó su inflexible amor por mí! O al menos, que le gustaba.

En una forma indirecta.

Quién pensaría cuando todo este desastre comenzó que llegaría hasta

aquí. Es como que un tornado haya destruido tu casa solo para luego descubrir

que de todas maneras se encontraba construida sobre un pozo petrolero.

♥♥♥

Algunas veces, mis padres olvidan que mi habitación se encuentra justo

al lado de la suya. De otra manera, ¿Cómo tendrían conversaciones profundas

cuando puedo escucharlos tan fácilmente? Todo lo que tengo que hacer es

entrar en mi closet vestidor y pegar la oreja a la pared. Y ni siquiera me siento

mal por hacerlo, ya que parece ser un tema recurrente que sea excluida de todas

las conversaciones importantes de esta familia.

Tomo la camisa de Sixers de mi papá y la doblo como una almohada

para escuchar. Mamá puede enfurecerse bastante. No lo hace muy a menudo,

peor cuando sí, es como una botella de plástico que ha estado rodando debajo

de una auto por unos cuantos días. Cuando agregas todo el drama con papá, y



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yo molestándola, es una gran explosión. Ni siquiera tengo que esforzarme para

escucharla. Los vecinos pueden oírla.

No había comprendido completamente la furia de mamá antes, porque

no sabía cuánto daño había hecho. Resulta que el parque no fue lo que la

encendió. La Sra. Callahan llamó a mamá, le contó sobre la pelea con Jac y

luego, sólo para lograr desvanecer cualquier duda de que es una completa

ignorante, le preguntó a mamá como estaba tratando mis notas. Así que mamá

ya se encontraba revisando mi reporte, descubriendo mi mentira tan masiva,

cuando recibió una llamada de un enojado guardabosque amenazando con

presentar cargos contra su hija promiscua.

Toda esa rabia, todos esos gritos, y ni siquiera me estremezco. Pero

cuando termina, luego de que ha tomado varias bocanadas de aire y pregunta,

—Bueno, ¿No estás preocupado? Está mostrando una completa falta de respeto

hacia la autoridad. Miente sobre su reporte. Y quién sabe lo que estaba haciendo

con ese chico. Si es algo como su madre...

Papá la corta con un suspiro. —Simplemente estoy demasiado cansado

para pensar en ello ahora mismo. Vamos a dormir, y quizás mañana tendré la

energía de intentar entenderla.

Me recuesto en mi closet y simplemente me escucho respirar por un

momento. No sé porque he gastado tanta energía intentando cerrarme a mi

misma de mis padres. Parece que con sólo ser yo misma, los alejo lo suficiente.



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20 Traducido por Vero

Corregido por LizC

l cielo se abre y entierra todo el Nordeste, en incesante nieve.

Cuando era niña, mi cosa preferida era mirar por la ventana y ver

la manta interminable de hielo. La nieve en ese entonces

significaba trineo, chocolate caliente y maratones de televisión. Pero hoy en día,

se ha perdido. Es sábado, así que no hay vacaciones de la escuela. Y sin

posibilidad de salir a escondidas y andar en bicicleta hacia la casa de Sean. Lo

que es peor, tengo todo un día atrapada en casa con mi todavía hostil madre,

que me despierta a la malvada hora de las 6:00 AM.

—¡Fuera de la cama ahora mismo!

Bueno, supongo que el tratamiento silencioso ha terminado.

Lamentablemente.

Me doy la vuelta y mirando hacia la pared digo—: Sábado.

—Bueno, voy a la Y y vas a venir conmigo. —Me saca el edredón de

encima—. No te voy a dejar sola en esta casa para crear más problemas.

—¡Son las seis!

—Puedes tomar una siesta al regresar a casa. Después de hacer tu tarea.

Estoy totalmente de acuerdo con ir a la Y, pero no cuando todavía está

oscuro. Abro mi boca y me hace callar. —Sí, sé sobre tus calificaciones. Tuve

una larga conversación con la Señora Callahan. Por cierto, estás castigada. Y

voy a empezar a hacer que todos tus profesores firmen en tus tareas. Las cosas

están cambiando por aquí. Nos vamos en diez minutos.

Me quedo allí por unos minutos más, antes de darme por vencida y salir

de la cama. Después de ponerme una camiseta blanca, sin mangas, vieja, unos

E



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pantalones cortos de baloncesto, y zapatillas, me asomo debajo de mi cama en

busca de mi pelota de baloncesto. Entonces recuerdo que ya no voy a jugar al

baloncesto y por lo tanto no podré lanzar a la canasta. Genial. Será mejor que

mamá no me obligue a entrar en su asquerosa clase de aeróbic.

La YMCA22 en nuestra zona no es como la YMCA en la canción de The

Village People 23.

Tiene techos altos y bien iluminados, un Jacuzzi y flamantes equipos

nuevos para hacer ejercicios. Todas las mamás a la moda en el vecindario pasan

el rato allí, y la mía no es la excepción. Nos registramos y mamá se dirige a su

clase de aeróbic de soy-de mediana edad-pero-todavía-sigo-usando-lycra. Me

deja sola para mirar al amplio gimnasio.

Puesto que es un día de nevada, la cancha de baloncesto abierta no está

exactamente “abierta”. Montones de chicos, desde adolescentes hasta abuelos,

han optado por los juegos de recepción. Soy una chica y la más joven allí, pero

sé que todavía puedo colgarme. Bueno, hace dos meses podía hacerlo. El viejo

de las pulseras y pantalones demasiado cortos me enseñaría, ahora.

Observo desde las gradas, exudando de envidia cada vez que rechina

una zapatilla. Lástima que nevó. Si pudiera hablar con mamá de ello, otro paseo

en bicicleta podría ayudar a llenar el vacío del baloncesto.

Golpeo mi frente con la mano. ¡Estoy en un YMCA! Hay toda una fila de

bicicletas en la sala de entrenamiento. Abandono el gimnasio y corro por el

pasillo principal. Se abre una puerta y una masa de personas sudorosas salen de

ahí. Todos están usando spandex, así que imagino que o salen de un concierto

de heavy metal o son ciclistas. Hay diez bicicletas fijas instaladas en la pequeña

habitación. Una chica de veintitantos años hermosa con el cabello negro, largo

hasta la cintura y un cuerpo creado para mostrar en un gimnasio se seca con

una toalla.

—Discúlpeme. ¿Está bien si tomo una de estas bicicletas?

Deja de secarse con la toalla y niega con la cabeza. —Tienes que estar

inscrita en una clase de spinning.

—Oh. —Mi corazón se hunde. Volvería a ver el baloncesto—. Está bien.

Lo siento.

22 YMCA: La Asociación Cristiana de Jóvenes, más conocida por las siglas de su nombre

en inglés: YMCA (Young Men's Christian Asociation, The Y como se conoce popularmente) es

un movimiento social juvenil de raíces protestantes extendido por todo el mundo. 23 Y.M.C.A: Canción interpretada por The Village People. Fue número uno en Inglaterra

y número dos en Estados Unidos. Aun hoy en día, casi 30 años después de su lanzamiento,

sigue siendo popular.



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Agita una delgada mano delante de su cara. —No te preocupes. Tengo

otra clase ahora. ¿Por qué no te quedas? He tenido algunas cancelaciones

debido a la nieve.

—Oh, no lo sé. En realidad nunca he montado en una de estas. Ni

siquiera sé cómo usarla.

—Es una bicicleta, niña, no es física cuántica. Toma la que está atrás. Soy

Yessica. Sí, Yessica. —Suelta una enfática carcajada—. Te ayudaré a ajustarla.

Veo cómo Yessica ajusta la bicicleta para mí, asombrada por su belleza y

sus movimientos elegantes. Un nuevo grupo de ciclistas, o spinners como los

llama Yessica, llenan la habitación y reclaman sus bicicletas. Me instalo en mi

asiento y sonrío un poco para mí misma. Con algunos paseos en bicicleta y tal

vez voy a ser capaz de alcanzar a Sean, cuando la nieve se derrita. La idea de

Sean hace que mi media sonrisa se amplíe a una sonrisa completa. Yessica hace

contacto visual conmigo y sonríe, pensando que está dirigida a ella. Retuerzo

mi rostro en una mueca de concentración. Ninguno de los otros spinners está

sonriendo.

—Me alegro de que ustedes hayan podido venir a pesar de la nieve.

Vamos a empezar con un poco de calentamiento aquí para que así todos, en sus

bicicletas, mantengan baja la resistencia y empecemos.

Yessica subió el volumen de la música y lentamente comenzamos a

pedalear con la música de Sheryl Crow24 “I Want to Soak up the sun.” No es un

viaje de placer, pedalear sin tener que ir a algún lugar en una habitación llena

con gente de edad. Sin embargo, Yessica es muy agradable y es mejor que la

tortura del baloncesto. La canción termina y Yessica se pone de pie en sus

pedales.

—Sólo voy a apagar las luces y empezaremos este ejercicio. Recuerden

mientras tanto que lo estemos haciendo: Concentración. Mantengan el objetivo

a la vista. Cualquiera que sea ese fin para ustedes, aférrense a él. Respiren

profundo y aquí vamos.

Las luces se apagaron hasta que sólo quedó una misteriosa luz de neón

color rosa como única fuente.

La habitación ya pequeña se cierra alrededor de mí como un armario. La

música pulsa y ya no es más Sheryl… es tecno. Al igual que en un club

24 Sheryl Suzanne Crow: (nacida el 11 de febrero de 1962) es una cantante, compositora,

guitarrista, músico y actriz estadounidense. Su música incorpora elementos de rock, folk, hip

hop, country y pop. Ha ganado nueve Premios Grammy de la Academia Nacional de Artes y

Ciencias.



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nocturno. Ahora que lo pienso, todo el mundo está en spandex y la iluminación

es bastante escasa. Debería haber pedido prestado uno de los collares que

brillan en la oscuridad de Jac.

Jac. No importa.

—Ahora empujen. Vamos gente, a darle vida a esa resistencia. Pedaleen,

pedaleen.

Todo el mundo está pedaleando más rápido ahora y yo los sigo. Hay un

pequeño botón debajo de los manubrios que aumenta la resistencia Todos los

demás están girándolo una y otra vez, pero estoy exhausta después de una

vuelta.

—¡En la parte de atrás! —ladra Yessica.

—¿Yo? —pregunto.

—¡No hables! ¡Pedalea!

—Lo siento.

—¡Continúa! Pon ese trasero flojo tuyo en acción.

Um, ¿Qué sucedió con la agradable “Sí, soy Yessica”? Nos está gritando a

todos, siendo mordaz al segundo que dejamos de aumentar la resistencia. No es

como si pudiéramos descansar, porque suena una canción tras otra de ritmos de

gran intensidad. El sudor está deslizándose sobre mí en oleadas, sin embargo,

empujo e impulso mis piernas hasta que la luz de neón rosa gira a mí alrededor.

—¡No sean flojos! ¡Sus madres son perezosas! ¡Quiero verlos TRABAJAR!

¡Concéntrese en su meta! ¡Mantengan esa META!

La única cosa en que puedo enfocarme es en mi equilibrio. Pensamientos

del baloncesto, mi mamá, o Sean todos me han abandonado. Mi mente está

demasiado ocupada para comunicarme con mis músculos que están gritando

Pero poco a poco son silenciados por la orden urgente de Yessica de ir cada vez

más y más rápido.

Mis piernas dan vueltas y más vueltas, cada rotación más imposible que

la anterior. Estoy completamente consumida por el dolor, hasta la última gota

de atención que tengo está dirigida a luchar contra él. Estoy a punto de fracasar

y abandonar la bicicleta y rendirme al agotamiento abrumador cuando la

música se ralentiza. A través del vapor de agua y el sudor, veo a Yessica

regresando a como era antes, alegre y sonriente.

—¡Lo lograron! Impresionante. Todo el mundo felicítense. Ahora, quiero

que imaginen que están sintiendo la brisa en un paseo marítimo andando en

una bicicleta para dos. Tú y tu amado, simplemente riendo…



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Termina la sesión con unas cuantas canciones más y ejercicios de

meditación. La clase da un suspiro colectivo cuando las luces se encienden de

nuevo y Yessica vuelve a secarse con la toalla.

—Gracias —digo, jadeante, después de que todo el mundo se ha ido.

—Chica, ¡Sí que lo has logrado! Será mejor que te vea en mi clase del

martes a las seis. ¿Está bien?

Sería una locura pasar por esa tortura de nuevo. Afortunadamente para

Yessica y para mí, las locuras son mi especialidad. Y acabo de encontrar algo

nuevo en que centrarme, que hace temblar mis piernas y quemar de dolor mis

nalgas. Lo que consigue alejar los malditos pensamientos.

—Sí, claro —dije cuando por fin pude recuperar el aliento—. Estaré aquí.



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21 Traducido por Vero

Corregido por LizC

stimada Sra. Callahan,

Mi mamá me contó acerca de su reunión y como ambas piensan que es

mejor que deje las sesiones de asesoramiento por un tiempo. Un tiempo,

son las palabras que mi mamá utilizó. Esto puede significar semanas. O

meses. O para siempre, eso está bien también.

No hace falta decir que, creo que ésta es una excelente idea. Me refiero a que

difiero de su inteligencia superior. Creo que hemos visto cuánto progreso he logrado, y

salvo por aquel último y pequeño tropiezo con Jac, creo que nuestra relación me ha

conducido a la verdadera curación.

Así que, eh… voy a seguir escribiendo los EEP si eso está bien. No se preocupe,

no lo voy a guardar todo en mi cabeza.

O en la de alguien más, en cualquier caso.

Además, estoy andando en bicicleta casi todos los días ahora, y eso me hace sentir

más... como si fuera yo, otra vez. Le sorprendería cuánto ha mejorado mi capacidad de

enfoque. De hecho, la mayor parte de mi día me dedico a... enfocarme.

Me centro en una rutina en las siguientes semanas. Voy a la escuela,

donde mis días están llenos de Sean. Sean en el almuerzo (me he trasladado a

los alrededores de su mesa), Sean en mi casillero (no lo compartimos, no somos

ESE tipo de pareja. No es que hayamos dicho alguna vez que somos una pareja.

Pero estamos mucho más allá de las etiquetas. Es mucho más que una conexión

cósmica), Sean en la clase (pasarnos notas, golpecitos en los hombros, guiños y

asentimientos), Sean en casa (¡No EN mi casa! estoy castigada durante un mes.

Sólo puedo ir a la escuela y el YMCA. Sin paseos en bicicleta al aire libre, no es

que pudiera hacerlo con el interminable clima de mucha nieve. Por lo que es

E



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Sean en el teléfono o los tontos mensajes de texto de Sean. Y, por supuesto,

todas las noches, Sean gobierna mis sueños.

Estoy repleta de Sean, casi hasta el tope, casi al borde. Pero incluso con

todo eso de Sean, en todo momento, todavía hay un vacío de Jac. Me apego a mi

nueva ruta alrededor de la escuela, la ruta que me aleja de las clases de Jac.

Lejos de verla con todos sus otros amigos. A veces puedo sentir sus ojos sobre

mí en clase, pero no me encuentro con su mirada. ¿Está enojada todavía?

¿Molesta? ¿Vamos cuesta abajo? ¿O me extraña como yo la extraño? He escrito

tantos mensajes de correo electrónico sin enviar, he levantado el teléfono tantas

veces. ¡Hay tantas cosas para compartir! Todas las cosas que hemos hablado

sobre el hombre sabio que estoy empezando a comprender. Esas largas horas de

castigo las debería de haber pasado analizando a Sean con ella. Ella es una de

las razones por las que estamos juntos. Y él es una de las razones por las que Jac

y yo ahora estamos separadas.

La Sra. Callahan tuvo éxito en su gran experimento psiquiátrico. He

aprendido a enfocar. Me enfoco en todo lo que Sean tiene que decir y la forma

en que lo dice. Me concentro en la expresión de los ojos vidriosos de la Srta.

Marietta, sus movimientos robóticos. Me concentro en la voz chillona de

Yessica, exigiendo más y más de mí a través de cada clase de spinning. Me

concentro en mis zapatos, si alguna vez veo a Jac pasar con el equipo. Todos

estos enfoques han hecho que prácticamente sea imposible concentrarse en la

situación que se vive en casa.

Casa. Mi nueva estrategia comenzó casi por accidente. Llegué a casa del

colegio un día y, literalmente, corrí hacia mi mamá en el pasillo.

—Oh, hola, mamá.

Mamá cambia su cesta de la ropa a la otra cadera. —¿Cómo estuvo la

escuela?

Hoy en la escuela, Sean se inclinó para susurrarme un secreto y su olor

combinado con la calidez de su aliento casi me hizo delirar. —Um, bien. Todos

los profesores firmaron mi hoja de asignaciones. Está en mi mochila si quieres

comprobarlo.

—¿Lo ves? A veces sólo necesitas un poco de disciplina para atravesar

por un momento difícil.

—Correcto.

—¿Todo lo demás está bien? ¿Estás logrando, pasar algo de tiempo junto

con tus amigos?



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—¡Por supuesto! Estar castigada no está precisamente ayudando a mi

vida social. —Mamá frunce el ceño—. Pero todo lo demás está igual que antes

—agrego. Lo cual no es una mentira. Jac y yo todavía no nos estamos hablando.

Todavía sigo evitando a todos, excepto a Sean. Lo mismo de siempre—. Bueno,

es mejor que me ponga hacer mi tarea de español. Voy a hacer otra clase de

spinning esta noche.

Mi madre suspira y sonríe. No tiene que preocuparse. Su hija es normal,

saludable y equilibrada. He interpretado bien ese papel.

Es más fácil de esta manera, no sé por qué no lo intenté antes. Hablo con

mis padres. Hablo con Trent. Simplemente no hablo de nada. Si la conversación

se desvía cada vez más hacia un terreno peligroso, hacia la última medicación

de papá o de los planes para las vacaciones en primavera, cambio mi enfoque a

Sean y de nuevo me siento bien.

Mayormente.



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22 Traducido por ♥...Luisa...♥


or supuesto, es inevitable que Jac y yo eventualmente estemos a

unos pocos metros la una de la otra. Sucede justamente afuera de

biología. La campana está a punto de sonar y ambas estamos

corriendo hacia la puerta, viniendo en direcciones opuestas. Nos damos cuenta

de la presencia de la otra, al mismo tiempo y nos congelamos justo fuera de la

puerta.

—Adelante —le digo.

—Tú —dice Jac.

—En serio, entra.

Jac me arregla con una mirada. Una malvada y terrible mirada, odiosa

que casi me tira allí mismo. Había empezado a considerar la idea de que tal vez

las cosas entre nosotras no se rompieron por completo, pero, con una mirada

así, toda esperanza de una amistad futura, parece imposible.

No puedo mirarla a los ojos, pero tampoco puedo ceder y caminar a

través de la puerta primero.

—Bien. —Me da escalofrío cuando ella empuja más allá de mí—. Las

damas primero, supongo.

El tablón de anuncios de clases no ha cambiado desde Navidad. Los

copos de nieve flotan en las imágenes de diversos animales. El escritorio de la

señorita Marietta es una pesadilla, y ahora que pienso en ella, todavía no hemos

hecho la prueba de células de los componentes. Todo lo que tenga que ver con

ella, es probablemente más grande que una ruptura.

P



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Caigo por accidente detrás de Sean y al instante me caliento por su

sonrisa. Él se inclina y, como siempre, su presencia, su ser mismo, me abruma.

—Entonces —dice Sean—. Necesito que me entregues tu dinero de los

patrocinadores de la MS 150 o yo te cubriré, no te preocupes. ¿Y te dije que

tendrán una fiesta la noche antes del viaje... Comida gratis… y entonces podrás

conocer a los otros ciclistas...?

Estoy alucinando, en parte porque sus márgenes en el territorio de papá

y en parte porque estoy mirando los labios de Sean y preguntándome por qué

no los he besado. La respuesta obvia es que he estado castigada durante el

último mes (¡Que termina este fin de semana! ¡Hágase la luz!). Sin embargo,

todavía estamos juntos en la escuela. Hay tantos rincones ocultos y recovecos en

torno a este campus. ¿Por qué no tirar de mí en uno y, finalmente, sellar el

trato?

Yo sé que él me quiere. Me lo dijo. Cuando te gusta alguien, quieres que

te besen. Cada minuto que estamos juntos ahora, me pregunto si ese momento

llegará. No puede ser cualquier momento, tiene que ser EL momento. No

quiero darle un beso sólo para acabar de una vez, quiero que sea rosas y

romance con unicornios retozando alrededor de nosotros en un prado elevado.

Tal vez no estén encabezando la lista. Omite el retozando.

Los labios de Sean dejan de moverse y las cejas están en forma de

pregunta. Me doy cuenta de que es mi turno de decir algo, pero ¿Qué pasaría si,

en cambio, sólo le diera un beso? Podría perder los unicornios y los dientes de

león. La cubierta posterior se apila con los microscopios, y teniendo en cuenta

que todo empezó en bio, la atmósfera es casi romántica. Podemos magnificar

nuestro amor, o algo cursi como eso.

—¿Payton? ¿Hola?

Yo sonrío dulcemente. —Hola.

—No creo que puedas escapar sin escuchar y sonriendo.

—¡Estaba escuchando! Decías algo acerca de ese paseo en bicicleta.

—Es más que un paseo en bicicleta. Es por una causa. Para tu padre.

Cuando montas por alguien, lo hace aún más significativo. Y eso podría ser lo

que te lleva hasta el final en realidad.

—Lo sé. Tienes razón. —Me inclino un poco. Todo lo que siento ganas de

hacer es coquetear. Eso es lo que se supone que debemos hacer, ¿Verdad? No es

todo serios y conectando todo el tiempo—. Oye, ¿Te gusta mi camisa?

—Me gustan todas tus camisas.



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—¿En serio? —Hago un show con el lanzamiento de mi pelo y puedo

cambiar mi voz para que sea más femenina—. ¿Todas las camisas?

Sean se ríe.

—No suelo usar la púrpura, pero me la acabé de encontrar en mi

armario…

—Estás cambiando el tema.

—Sólo porque no quiero hablar de esto ahora. —Sean se frotño las sienes.

—¿Tienes otro dolor de cabeza? —le pregunto, preocupada.

—Siempre me duele la cabeza, cambiadora de temas.

—Lo siento.

—Mira, esto es importante. Sabes... Me alegro de que Grady no esté aquí.

—¿Qué tiene que ver Grady con el paseo en bicicleta?

—Nada. Él simplemente cree que estoy pasando mucho tiempo contigo.

Él dijo… no importa.

Mi columna se enderezó directamente. —Soy toda oídos ahora.

—No es nada. Él sólo se preocupa por mí. Piensa que no estás en el

ciclismo, que eres de las que finge para mí. —Sean sacude la cabeza—. No sé

cuál es su asunto, actúa como si hubiera un gran secreto contigo.

Para referencia futura, mantener todos los secretos mortales de los

miembros del inframundo. ¿Por qué Jac tuvo que decirle esas cosas? El

Conocimiento es poder, y el hecho de que Grady conociera mi secreto de

ejercicios no había sentado bien ya que Sean y yo empezamos a salir. Él dijo que

no se lo diría, pero ¿Puedes realmente tomar la palabra de un vampiro?

—Lo que sea. Es probable que esté pasando demasiado tiempo en el sol.

—Sean pasó la mano por su ahora pelo más largo.

—Mira, el paseo en bicicleta se acerca y realmente necesitas tomarlo más

en serio de lo que lo estás haciendo. Tienes que comenzar con los

patrocinadores y la sensibilización de la comunidad y…

—Eres lindo cuando enlistas.

—Esta es una gran cosa. Ya lo sabes.

—Estoy dentro. Sabes que lo estoy. Va a ser divertido. Simplemente no

me gusta hablar de ello todo el tiempo, me recuerda a papá...

—¿Eso es algo malo?



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—No, pero no quiero hacerlo... lo hacen todo acerca de su enfermedad. Y

si voy por ahí preguntando a los patrocinadores, la gente querrá saber cómo es

él y voy a tener que hace una cara valiente y... debes haber notado que no hago

esa cara muy bien. Así que solo firmemos el contrato y hablemos de otra cosa.

—Suena el timbre.

Sean acaricia mi flequillo lejos de mi cara. —Estoy tratando de ayudar

con esto.

¡LO HACES! Mírame. Mírate. —Sí, bueno ¡oh! —Estuve a punto de

chillar, emocionada por la distracción—. Sub alerta.

Sean se da la vuelta y, efectivamente, un hombre calvo de mediana edad

con un suéter de borgoña color vino y una mirada con una especie de

nerviosismo. —Soy el señor Michino. Su sub. Hubo una emergencia y el

profesor me dijo que les preguntara los vídeos que no han visto.

Un patinador llamado Dexter en la segunda fila levanta la mano. —

Nunca hemos visto uno de apareamientos. Si hay uno de apareamientos. No

porque no sepamos, amigo, si no porque como he dicho, no hemos visto

ninguno.

El Sr. Michino se encoge de hombros. —Tengo la misma nómina de

todos modos.

—¿Señor? —pregunta Sean. Me gusta un chico con buenos modales.

—¿Sí?

—¿Cuál era la situación de emergencia?

—Oh. —El Sr. Michino lanzo una falsa mirada de simpatía—. Estaban

hablando de ella en la sala de profesores. Su padre murió. Supongo que ha

tenido cáncer por un tiempo. —Él saca sus manos—. Eso es todo lo que sé.

Todo el mundo murmura, cosas como: —¡Yo ni siquiera sabía que estaba

enfermo! —Es por eso que se veía tan abatida. —¿Te imaginas?"

—¡Vamos a estar viendo videos por un mes! —(Último comentario del

patinador. Ese sí que tiene un corazón de oro). Sean continúa apretando y

aflojando los dientes, la mandíbula, pero no dice nada. El sub apaga las luces y

todo el mundo deja de hablar mientras los wombats25 comienzan a ponerse

encima.

25

Son una familia de marsupiales diprotodontos. Se encuentran sólo en Australia,

incluida Tasmania, y tienen la apariencia de un oso musculado, pequeño y de patas muy cortas.



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Está bien. A mí no me afecta. No soy yo, no es mi familia. Es otra

persona. No conocí a su padre. Es triste, pero ese tipo de cosas suceden todo el

tiempo. Para otras personas.

Pero no me afecta. El hecho es… que podría ser yo. Yo mañana, o yo

cuando este en la edad de la señorita Marietta. Una revista Focus o un chico

lindo no pueden protegerme de algo así, como eso suceda. Nada puede. La

idea, la posibilidad, es tan real.

Una sensación desgarra mi pecho, esa sensación de cuando tu mano está

dormida, excepto que no es mi mano, es mi corazón. No está dormido, está

despertando y duele. Las diferentes sensaciones, hormigueos y

entumecimientos son insoportables. Probablemente, al igual que el sentimiento

que mi padre siente todo el tiempo.

Decido que la única manera de detener el adormecimiento es moviendo

mi cuerpo. Sacudo mis manos y muy pronto todo mi cuerpo tiembla, sin

ningún esfuerzo adicional. Busco por la habitación para ver si hay un rincón en

donde me pueda esconder hasta calmarme.

No puedo calmarme.

He estado viviendo en la tierra de la fantasía con Sean cuando los padres

de las personas están muriendo por ahí. Oh, Dios mío, tuve toda una

conversación con la señorita Marietta, y ni siquiera vi lo que estaba allí. Ella

tuvo que vivir su vida, ir a clase y enseñarnos y todo el tiempo probablemente

sabía que... ESO podría ocurrir. Cualquier día. Y lo hizo.

Me estoy ahogando. Aguanto la respiración, contando los segundos

hasta que me rindo, sabiendo que no puedo salir por aire. Mis pulmones

queman, me duele el cuerpo, y rezo porque el tiempo deje de hacer de tic-tac,

que el mundo deje de girar. Todo, necesito que todo se detenga. Ahora.

Detenerse.

—¡Payton! ¡Mírame! —Abro los ojos y no veo nada más que la cara de

Sean arrugándose en preocupación—. ¡Respira!

Lo hago de una manera lenta, exagerada. Sean acaricia mi mano. El tacto

de su piel lleva la sensación de nuevo a mis miembros. Es cosquilleo y crudo,

pero es sentimiento. Puedo sentir.

—Sigue respirando. —Asiento con la cabeza y trago respiraciones

profundas hasta que encuentro mi ritmo regular y mi corazón deja de golpear.

Sus ojos son intensos, y es como si hubiera sentido lo mismo que yo—. Está

bien. Está bien. Todo va a estar bien. Te lo prometo.



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Yo asiento con la cabeza. No hablo y tampoco él lo hace. Hay un

pequeño conserje en mi cerebro, barriendo todos los pensamientos

desagradables con su escoba de tamaño industrial. Es remplazado por una

imagen del rostro de Sean, sin dejar de mirarme seriamente.

Sean. Sean. Sean.

Muy bien. Estoy bien. Sean lo hace todo bien. Sean llena todas las grietas

hasta que soy capaz de fijar mi atención en el vídeo, preocupándome por el

mundo de apareamiento de los wombats.

Todo está bien. Sólo respira y observa la pantalla. Observa cómo comen,

duermen y se aparean. Comer, dormir, aparearse.

Oh, ser un wombat.

Se suponía que Sean tenía que encontrarse con Grady en la casa de su

madre después de la escuela, pero él simplemente le canceló. Se suponía que él

debía estudiar para un examen de historia, pero nunca lo hizo. La temporada de

natación terminó, pero probablemente hubiera extrañado eso para mí también.

Zanjamos el resto del día y tomamos el autobús de SEPTA26 a una tienda

de bicicletas geniales en un antiguo granero. Echamos un vistazo a los

engranajes y los cuernos y las bicicletas y Sean me dijo todo lo que alguna vez

había querido saber sobre el triatlón. No menciona al padre de nadie.

Y lo amo por eso.

EEP

14 de Marzo

Después de la Campana de la Mañana

No hay manera de organizar, planear, o compartimentar esto.

Creo que Sean lo sabe.

26

Southeastern Pennsylvania Transportation Authority, es el nombre de una de las

empresas que administran el metro de Filadelfia.



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Corregido por MaryJane♥

EEP

Hoy de nuevo.

Jac le dijo. Ella tenía que tenerlo. Así fue como él lo supo.

Él lo sabe.

Todavía ahora.

Ella me odia. Él me odia. Ella le dijo, y ahora sabe acerca de los EEP y no

tengo nada más que un estúpido portátil con quien hablar. Ni siquiera tengo un

consejero a quien leerle el cuaderno y que me diga que todo va a estar bien o

que no va a estar bien o que la vida realmente apesta o que tal vez las cosas van

a mejorar. Ni siquiera quiero que sean mejores, ya que me daría esperanza, y la

esperanza... bueno, la esperanza apesta también.

Sueno suicida. Arranco la entrada. No sé nada con seguridad. Así que

Sean no estaba en mi casillero esta mañana. Me imaginé que estaba enfermo,

pero luego lo vi en el pasillo y me ignoro por completo.

En realidad, me lanzó una mirada de mal humor, entonces no me hizo

caso. Así que él tiene que saber.

Fue divertido mientras duró, ¿Verdad? Es una pena que vaya a

odiarme ahora. Realmente me odia. Tal vez él haga graffitis sobre cosas mías en

el Pasillo del terror con Grady.

Tal vez Jac estará satisfecha.

Tal vez yo realmente, realmente tenga el colapso mental que he estado

posponiendo durante mucho tiempo.



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Me quedo paralizada cuando lo veo en bio, cada musculo

contraído. Estoy obligada a deslizarme finalmente en mi asiento, una vez que

suena la campana, pero me siento muy atrás en la silla. Si él tuviera ojos en la

parte posterior de su cabeza, ya estarían lanzándome miradas asesinas.

El mismo sub del día anterior, escribe las instrucciones en la pizarra. Lee

el capítulo catorce y contesta las preguntas del estudio. Me alivia saber que

tenemos trabajo real hoy, algo para mantener mi mente en alerta. Pero Sean

nunca se da la vuelta para saludar, ni siquiera reconoce que estoy en la

habitación. Cinco minutos antes de que suene el timbre, me imagino que bien

podría hacerle frente.

—Hola. —Le susurro.

—¿Sí? —pregunta. Pero no es una pregunta. Es una declaración. Una

declaración que está indicando claramente que lo dejara solo.

—Um, te extrañé en mi casillero esta mañana. —Sean se encoge de

hombros.

—Simplemente estoy ocupado. Tengo que terminar esta tarea.

Piel de gallina se forma en mi brazo por su frio. Cuando suena la

campana, él me da una leve inclinación de cabeza y se va. No me espera.

Debo respetar su espacio y dejar que me hable cuando esté

listo. Debería. Pero la perspectiva de no hablar con Sean, de perderlo siquiera

por un día, es demasiado. Espero por él después de la escuela cerca del Pasillo

del Terror. Cuando lo veo, lo agarro del hombro y se detiene. No lo veo a él,

sólo a mi mano sobre su hombro. Si hubiera ido un poco más abajo, podría

haberle tocado los bíceps.

—No llegué a verte mucho hoy.

—Lo sé. —Sean cambia su mochila a su otro hombro—. Necesitaba un

poco de espacio.

—¿De mí?

—Es sólo que... dime acerca de esta cosa de la libreta, Payton. Por favor.

Whoa. Y ahí está.

—No sé lo que estás…

—No hagas eso. No es justo. He sido totalmente honesto contigo. Ahora

es tu turno.



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—He sido honesta contigo. —Dejo caer la mano de su hombro, mis dedos

calientes, donde lo he tocado—. Ya te dije acerca de las sesiones de

asesoramiento.

—Pero no me dijiste que yo era parte de eso de alguna manera. Es por

eso que la señora Callahan actuó raro cuando me vio, ¿No? ¿Acaso soy un

experimento científico para ti?

—¡No! No es un experimento científico.

Un chico me choca mientras se apresura pasando, Sean se acerca a toda

velocidad hacia mí. Me estabiliza, pero no se queda cerca. En su lugar, da un

paso atrás y se cruza de brazos. Él no se ve enojado, exactamente. Sólo firme. Y

tal vez un poco lastimado. Lo que me mata.

—Es un ejercicio de enfoque —le digo.

—¿Y se supone que tenga sentido para mí?

—La señora Callahan estaba tratando de ayudarme a descifrar algunas

cosas con mi padre centrándome en otra cosa primero. Así que te elegí. Bueno...

Elegí tu cabeza.

—¿Elegiste mi CABEZA?

Me encojo. —Uh-huh.

—Así que... ¿Llevaste un diario sobre mi cabeza?

—Sí. Bueno, otras cosas también. Pero son todas cosas agradables. Tienes

una gran cabeza. —Me detengo y mastico mi labio—. Lo sé. Lo sé. Es horrible.

Debía habértelo dicho, pero no es exactamente algo que se puede deslizar en

una conversación. Además, me dio la oportunidad de finalmente llegar a

conocerte. Tú, y uh...tu cabeza.

—Pero realmente quiero dejar claro aquí. Tu. Has escrito. Acerca de. Mi

Cabeza.

—Sí. —Cierro los ojos y me preparo a mí misma para el inevitable

ataque.

El ataque verbal.

El enojo. El daño. El dolor.

Después de unos segundos de nada, mi curiosidad y la sed de drama me

motivan a mirar con un ojo. Sorprendentemente, Sean está sonriendo.

—¡Esa es la cosa más graciosa que he escuchado! ¿Puedo leerla? ¿Dónde

está?



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—Está en mí… espera… pero yo... ¿No estás molesto?

—Claro, estaba molesto. Pero pensé que me estabas usando. ¿Lo estás?

Hago una pausa. —Un poco, en realidad. Al comienzo. Te estaba

utilizando para la investigación terapéutica, que es una cosa noble para

utilizarte, ¿Verdad?

—Un verdadero honor.

—Pero ahora es diferente. Es más grande que eso.

—¿Más grande que mi cabeza? ¿Es eso posible?

—Lo digo en serio. No puedo explicar cómo, pero mantener este diario,

me ha dado algo más en qué pensar. Además de lo que está pasando en casa. Y

me ayudó a llegar a conocerte mejor. Esa ha sido la mejor parte. —Él se ríe.

—Aquí estoy pensando que me estás llamando perdedor y corriendo a tu

consejero para reírte, pero un… ¿Cómo le dices?

—Un Ejercicio de Enfoque. Bueno, un Objeto de Enfoque.

—Oh, wow, eso es simplemente brillante.

—¿Cómo lo sabes? —Estaba siendo muy cuidadosa a su

alrededor. Alguien tenía que haberle dicho. No fue la señora Callahan; eso

rompe de alguna manera la confidencialidad. Grady o Jac. Jac. Sigo pensando

que fue Jac. Tenía más que ganar, además de su frialdad fuera de bio. Esa

rápida manipuladora era probablemente lo que la motivó a decírselo a Sean.

—No importa —dice—. Lo que realmente necesitamos estar pensando es

en cómo te voy a perdonar.

—¿Perdonarme?

—¿Dónde está el diario?

—Sean, lo haría, pero es personal.

—Es mi cabeza.

—Lo es, pero… no puedo.

—Sólo una página. Vamos.

A regañadientes tomo la libreta de mi mochila. ¿Qué ha pasado? Me

había preocupado siempre por si llegaba a estar molesto por ella y aquí él se

está riendo de sí mismo. Le leí la primera entrada, el contorno de su cabeza, y

resopla tan fuerte en la línea de taza del inodoro que los estudiantes de último

año miran hacia nosotros.



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—¿Qué estás haciendo ahora? —Pregunta Sean, poniendo su mano en mi

espalda y conduciéndome por el pasillo. ¿Cómo es posible que cada vez que me

toca llego a ser tan consciente de esa parte del cuerpo? Es sólo mi espalda. ¿Qué

voy a hacer cuando... si alguna vez lo beso?

Lamo mis labios. Hace diez minutos pensé que no volvería a hablarme

de nuevo, y ahora esa posibilidad está de vuelta por ahí. En serio, él es tan

perfecto.

—El castigo no termina hasta mañana, pero apuesto a que mamá me

dejara salir si digo que estamos haciendo los deberes. ¿Por qué?

—Eso es bueno. Revisa adentro. Trae ese cuaderno. En primer lugar lo

vamos a quemar, entonces celebramos viendo la maratón Seinfeld en la TBS en

mi sótano.

—¿Quemarlo? No quiero quemarlo.

—Bueno, de cualquier manera voy a comprar uno nuevo para el Ejercicio

de enfoque que viene.

—¿Cuál es?

—Vamos a trabajar nuestro camino hacia abajo. El siguiente... Mi cuello.

Me cambio tres veces para pasar el tiempo después de la escuela /quema

de libros/cita. Finalmente quedándome con mi par de jeans favoritos con mi

camiseta roja de SERENIDAD AHORA. Esto es todo. Lo sé. Con los EEP fuera

del aire, no hay nada entre nosotros. Casi puedo saborear su dulzura de menta.

Mi labio superior suda pensando en ello. Me gustaría saber qué esperar.

¿Dónde debo sentarme en el sofá y en qué dirección puedo mover mi cabeza y

tenemos que esperar a un corte comercial o en realidad él simplemente quiere

ver Seinfeld? Estoy a punto de lanzarme sobre Sean para que me contestara

todas estas preguntas y más cuando él me llama.

—Hola.

—Hola, estoy en camino.

—¿Podemos dejarlo para después? —Sean pide. Mi estómago se cae.

—¿Por qué?

—Lo siento. Tengo que volver al médico.

—¿Volver?

—Sí, fui la semana pasada porque quería hacer algunas pruebas por mis

dolores de cabeza. —Hace una pausa—. Ellos piensan que pueden saber lo que

pasa, pero me quieren enviar a otra persona, un especialista, sólo para estar



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seguros. No es gran cosa. —No es gran cosa. Sé muy bien lo que No es gran

cosa puede llegar a ser.

—¿Vas a estar bien?

—¿Qué? Oh, sí. —Su voz es distante—. Así que vamos a ver a Jerry

mañana, ¿Está bien? No puedo decirte lo emocionado que estoy por pasar el

rato contigo.

—Sí, claro —le digo.

—Muy bien. No puedo esperar. Serenidad ahora, ¿Verdad?

—Adiós, Sean.

EEP

14 de marzo 17:23

Hablar acerca de un proyecto contraproducente. Se supone que debo

centrarme en Sean para superar la enfermedad de mi padre, sólo para descubrir

que Sean está enfermo también. Su médico lo envía a un especialista (siniestro,

¿Verdad?) porque tiene dolores de cabeza.

Entonces, busqué causas de dolores de cabeza crónicos y esta es una lista

anotada de lo que he encontrado...

RAZONES PARA DOLORES DE CABEZA

Tumor cerebral

Trastornos Neurológicos

Las migrañas (puede ser causada por el estrés, que puede ser inducido

por una relación de alto mantenimiento, es decir, yo). Estos también pueden ser

un síntoma de condiciones mucho mayores.

Otras razones que refutan mi teoría, así que no las enumeraré a

continuación.

¿No es extraño que me esté centrando en su CABEZA y tiene DOLORES

DE CABEZA? ¿Es esto una especie de broma retorcida?

Es por eso que nunca quise tener un perro cuando niña. Los perros

mueren. Y no estoy llamando a Sean un perro o diciendo que va a morir, pero

esto realmente me ha hecho darme cuenta de algo.

Aquí está la cosa:

Al gustarme Sean, sólo estoy preparándome a mi misma para una

pérdida. A lo mejor va a suceder a partir de un raro tumor cerebral. Lo más



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probable es que vaya a ser dentro de unos meses cuando decidamos estar uno

sobre otro. O, aún más probable, esté sobre mí. Cuando sea que suceda, va a

doler. He visto cómo funciona con papá. ¿Por qué me estoy abriendo para que

vuelva a suceder?

EEP

14 de marzo 19:12

No importa.

Sean es el que me hace sentir segura cuando todo lo demás no lo es. Me

inicio a andar en bicicleta. Me dio una bicicleta / San Valentín.

Ha tratado de ayudarme a trabajar en cosas con papá.

¡Él sabe el número de episodios de Seinfeld!

Él es maravilloso y lindo, amable y perfecto.

Estaría loca para dejar ir todo eso.

Loca.

Envuelvo mi raída túnica amarilla a mí alrededor. Son pasadas las siete,

y no he escuchado ni pío de los demás. Normalmente, estaría emocionada por

tener intimidad, pero hay un vacío inquietante en el silencio que envuelve mi

casa. De repente quiero llenar el vacío con charla interminable. Para burlarme

de Trent, o tal vez incluso decirle a mamá acerca de Sean.

Cierro la puerta de mi dormitorio con un golpe y piso por las escaleras,

esperando a que alguien me grite para cortar el ruido. Quiero a Trent o a mis

padres lanzándome una mirada y me pregunten que está mal y quiero escupirlo

todo y dejar que el rollo de la comodidad me inunde.

—¿Hay alguien en casa? —Llamo después de que todos mis golpes y

pisotones no han conseguido que se fijaran en mí—. ¿Trent? ¿Mamá? —Camino

por la habitación de mis padres y escucho un ruido sordo procedente del baño

principal.

—Mamá ¿Dónde están todos?

Asomo la cabeza en el baño y descubro que el "ruido" es mi madre

llorando en una de las toallas de mano sólo-para-mirar. Por supuesto que esto

me asusta. Como he dicho, no es una llorona. Aún más alarmante es el hecho de

que mi madre germaphobe27 se está acostando con la mejilla apoyada en el

27

Germaphobe: Alguien que está obsesionado con desinfectar.



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azulejo del baño. Ella está en su ropa de entrenamiento, capris spandex y una

camiseta GO GREYSTONE WILDCATS! Los auriculares todavía en sus

oídos. Le lleva unos minutos registrar que estoy en la habitación, y cuando lo

hace todavía no se mueve.

—Mamá ¿Qué está pasando? ¿Por qué lloras? —Ella finalmente se

levanta y apoya el codo en el asiento del inodoro.

—Ven y dale a tu mamá un abrazo, cariño. —Nadie, y menos aún mi

madre, se ha referido a ella como "mamá" desde que tenía cinco años. Me

arrodillo y empequeñezco en un abrazo tan asfixiante, que dejó escapar un

suspiro.

—¿Mamá? —Mi voz es estridente—. En serio, me estás asustando

Ella se sacude lejos de mí y mira hacia abajo a la baldosa. —El piso es un

asco. No puedo recordar la última vez que se limpió.

—¡Mírame! —Le grito, y ella finalmente me mira a los ojos. No tiene que

decir nada, ya lo sé. —Es papá ¿No? ¿Está bien?

—Él está bien... él esta... Este asiento del inodoro se ve enfermo.

—¡Mamá!

—No vamos a Florida —dice ella con voz apagada.



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Corregido por MaryJane♥

a siguiente hora paso tratando de convencer a mamá para salir del

cuarto de baño. Una vez que deja de llorar, ella insiste en fregar la

lechada entre los azulejos, escobillar la puerta de la ducha, y

limpiar el espejo. Está a punto de reorganizar el gabinete ya alfabéticamente

reorganizado de medicinas, cuando físicamente la obligo a salir de la habitación

a su cama. Ella sube las cobijas bajo la barbilla y deja escapar un profundo

suspiro.

Su ataque enloquecido me consume a este punto. Una vez que se calma,

me doy cuenta que no tengo idea de lo que pasó con mis padres. Es como

cuando tienes una lesión en la práctica de deportes, pero no te das cuenta de lo

malo que es hasta después del partido. La adrenalina bloquea el dolor. Eso, o

los productos químicos de limpieza sólo deforman mi cerebro.

—¿Mamá? ¿Qué pasó? —Se suena la nariz con un pañuelo empapado.

—Oh, cariño. Siento que acabes de ver eso. Tu padre tuvo otro episodio.

Esta vez se entumeció y... esta ciego de su ojo derecho.

—Ciego.

—Lo qué es realmente definitivo, que será temporal, no debe durar más

de un día o dos, pero es la primera vez que ha tenido este síntoma y no podía

concentrarse en sus pacientes. Se sentó y cuando iba a ponerse de pie otra vez...

No podía. Trent fue a recogerlo en el trabajo y llevarlo al médico desde que

papá, obviamente, no puede conducir. De todos modos, los medicamentos que

toma no parecen estar ayudándolo, por lo que estamos pensando en ir a un

especialista en San Francisco. Y las vacaciones de primavera no van a suceder.

L



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Exhalo. Sabía que esto iba a suceder. Sabía que las vacaciones de

primavera, no iban a suceder. Era sólo un sueño noble. Especialista. Es la

segunda vez que he oído la palabra hoy. Es tan estéril y fría. Y, sin embargo, un

extraño al azar decidiría el destino de mi familia. Decidirá el destino de Sean.

—¿Por qué me asustaste de esa manera? La forma en que estabas

limpiando ese cuarto de baño, uno pensaría que estabas preparando la casa

para su velorio.

Mi madre se estremeció ante la palabra.

—No hables así. Tu papá va a estar bien. Al igual que antes.

—Al igual que antes... —le digo, pero lo dejo en eso. Nada volverá a ser

como era antes. Las dos lo sabemos—. Oye, ya regreso. —Recupero la camisa de

mi padre desde mi habitación y la deslizo sobre ella. Mamá me mira raro

cuando vuelvo.

—¿No es esa la camisa de tu padre? Él la ha estado buscando durante

semanas.

—Sí. —Me arrastro debajo de las sábanas y me acurruco a su lado—.

¿Crees que le importará?

—¿Alguna vez se la vas a devolver?

—Le voy a comprar una nueva. Esto... necesito esta, por ahora. —Mamá

asiente con la cabeza y cambia de tema.

—¿Dónde has estado toda la tarde?

—En casa. En mi habitación.

—Pensé que ibas a la casa de Sean. —Trago.

—Cambio de planes.

—¿Pelearon?

Cerré los ojos y no respondí por un tiempo. Fue como si hubiera

experimentado quemaduras de tres grados. Informarme acerca de la

enfermedad de mi padre, y mentir era la primera etapa y picarlo, averiguar

acerca de los dolores de cabeza de Sean era lo siguiente, pero ahora, con mi

padre recayendo de nuevo, estoy en mi tercera etapa, aquella en la que los

nervios son una sensación que queman.

—¿Mi Sol? —Ella me acaricia el pelo—. Dime lo que pasó.

A veces, la única cosa peor que el dolor es su ausencia. Al abrirme, es

como cortarme para asegurarme de que aún sangran. Así que lo hago. Pongo

todo en línea. No más tratamiento silencioso. Le hablo de los ejercicios de



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enfoque, sobre la investigación de campo en Pasillo del Terror. Le hablo de Jac y

las tarjetas de San Valentín, la verdadera razón por la que quería salir de la

consejería. Le hablo de los paseos en bicicleta, el momento en el que Sean y yo

estuvimos a punto de besarnos, que él dijo que me quiere y cómo se rió acerca

de los EEP. Le digo que él es perfecto.

Yo no le digo acerca de sus dolores de cabeza. O acerca de la lucha que

sólo tenía en mi diario.

Mis ojos están húmedos, y también los de mi madre y lloramos juntas,

debajo de las sábanas, y nos quedamos allí hasta que Trent y papá finalmente

llegan a casa. Papá parece un pirata con un parche en el ojo y un bastón negro a

su lado. Se sube a la cama para compartir un concurrido banquete de comida

china.

—Oye, esa es mi camiseta —dice papá.

—La estoy tomando prestada. ¿No es genial? —Sus ojos se arrugan un

poco.

—Tal vez si la usas, realmente ganen un partido

Mi papá tiene el mismo aspecto, más cansado, pero no lo miraba y decía

El hombre se ve enfermo. Excepto cuando veo a mi madre cortando la comida

para él y pienso Ese hombre, mi padre, está enfermo.

Nadie menciona las lágrimas, y nadie menciona las vacaciones de

primavera que nunca fueron.

Espero a Sean en su casillero a la mañana siguiente. Parece un mítico

dios actual, su pelo rubio brillando y su sonrisa ardiendo. Quiero darle un beso

tan urgentemente, pero no lo hago. No puedo. Tengo que ser fuerte.

—¡Oye! —Se apoya en su casillero, intoxicándome con su aroma de

bicicleta nueva—. ¿Qué pasa?

—Nada. ¿Cómo estuvo el médico?

—No detectaron ningún superpoder. —Él guiña un ojo—. No es gran

cosa. Estoy seguro de que todo está bien. ¿Así que seguimos con el plan

Seinfeld esta tarde?

—Eso es de lo que quería hablar contigo. —Miro hacia mis uñas—. No

creo que sea una buena idea.

—No me digas que quieres ver Friends en su lugar.



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—No, no es eso. —Retrocedo tratando de mirar a Sean, pero no puedo

hacer contacto visual. Me concentro en la frente en su lugar—. Yo... en realidad,

no creo que nosotros debamos salir... después de clase... sea una buena idea.

La sonrisa de Sean se desvanece. —¿Por qué?

Por qué. Ahora está la cuestión. Debido a que ayer por la noche mi papá

llegó a casa luciendo como Barba Azul, como pirata y no quiero ver a alguien

que me gusta/encanta lastimado así nunca más. Sé que si digo eso en voz alta,

sonaría completamente loco. No creo que sea la opción más sana, o la mejor que

he hecho, pero he pensado en ello toda la noche.

Apenas si parece estúpido abrirme a la posibilidad de más dolor. Así

que tal vez él no tiene un tumor cerebral, tal vez son sólo dolores de cabeza. Si

no hay ese problema, siempre habrá otro, el drama de Jac o los ejercicios de

enfoque... cualquier cosa. Cualquier cosa puede interponerse entre nosotros y

no puedo controlar eso. AQUÍ, ahora, esto lo puedo controlar.

Ahora mi corazón se rompe bajo mis propios términos.

—Porque, porque te estaba usando para los Ejercicios de Enfoque—digo,

tropezando en la mentira—, eso es de lo que se trataba todo esto. Es por eso que

seguíamos siendo... amigos. Así que creo que es mejor, ya sabes, si los dos

hiciéramos un tipo de movimiento para avanzar.

—Si se trata de tus cosas de enfoque, ya te dije que estoy bien con él.

—Sí, bueno, no lo estoy.

—No lo estás —dice.

—No. —Levanto la barbilla—. No puedo escribir sobre ti, y de todos

modos por eso es por lo que salíamos.

—Muy bien. —Sean se pasa la mano por el pelo—. Está bien. ¿Se trata de

otra cosa? Estoy realmente confundido.

—No. Es sólo que... lo conseguiste de la manera en la que yo quería.

Necesito estar sola. —Sean da un paso más cerca de mí y baja la voz.

—Mira, si necesitas más espacio, te puedo dar el espacio. Llámame el

hombre del espacio Sé que las cosas son difíciles, pero…

No lo merezco. Yo no merezco la mirada de preocupación que me está

dando. Realmente me gustaría que dejara de ser tan maravilloso.

—Sí. Espacio. —Trato de hacer mi voz plana—. Pienso que para siempre.

No es nada personal.

—Nada personal, ¿Eh? —preguntó Sean, con la voz envenenada.



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—Lo siento, pero... lo siento. Así es como me siento.

Esto me recuerda las películas donde el protagonista tiene un animal

salvaje y por la razón que sea, tiene que dejarlo ir. Salen a algún terreno,

generalmente al atardecer para servir a algún propósito metafórico, y permite

que el animal se pierda antes de alejarse. El animal no se mueve por lo que la

persona empieza a gritarle al animal, "Vamos, muchacho. ¡Fuera de aquí. No te

quiero!" Y el animal no entiende, piensa que realmente no lo quiere, cuando en

realidad, de verdad no podría estar más lejos de la verdad.

Sean aparta la mirada lejos de mí.

—Creo que sé por qué te gusta Seinfeld tanto. Eres igual que Jerry.

Tienes algo bueno con alguien y dejas que el más mínimo defecto arruine eso.

No sé las pruebas que tengas en mi contra, lo que ves mal conmigo, pero para

que lo sepas, todo el mundo tiene defectos. —Sacude la cabeza, y me muero un

poco por dentro cuando se aleja de mí. Hace una pausa antes de volver la

mirada y diciendo—: Todo el mundo, Payton. Incluso tú.

Es la cosa más verdadera que ha dicho alguna vez. Salvo, que no es

defectuoso, él es tan perfecto que se las arregla para finalizar una discusión,

terminar una relación, con una referencia muerta de Seinfeld. Lo veo caminar y

apoyo la cabeza en mi armario.

Como yo sabía que lo haría, puedo sentir mi corazón roto de nuevo.



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25 Traducido por Panchys


EEP

15 de marzo: 16:41

Tema: La búsqueda de un nuevo objeto de enfoque.

El techo de la habitación tiene esa cubierta como de palomitas de maíz

sobre él, que causa amianto o algo, pero al menos esconde un mal trabajo de

pintura.

¿Me pregunto si los constructores sabían cuántas horas me pasaba

admirando su obra, la creación de formas e imágenes de los diseños enroscados

en el techo?

Hay un vampiro justo encima de mi cama, una bicicleta en la esquina

izquierda, y te juro que la mancha de agua al lado del armario es una réplica

exacta de la cabeza de Sean.

Apuesto a que está cargado de significados ocultos. La Sra. Callahan

tendría un día de campo, si alguna vez lee esto.

Tal vez sus ideas en realidad podrían ayudar.

Bien, ahora extraño a la señora Callahan. El confinamiento solitario

realmente causa locura.

Al romper con Sean (bueno, no estábamos juntos. ¿Dejamos las cosas?

¿No más amigos?) Me doy cuenta de lo mucho que odio estar sola.



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Lloro mucho cuando no hay nadie para presenciarlo. Estar sola me hace

pensar en cosas… acerca de Sean, que es un tema en que necesito NO-

enfocarme a partir de ahora.

NO-enfoque, como resulta, es más difícil que centrarme. No puedo

apagar mi cerebro o mi corazón. Yo podría haberle empujado lejos físicamente,

pero el chico todavía me atormenta.

Así que dupliqué las inscripciones de las clases de spinning. Esto es lo

mejor para mantener el cerebro vacío. Por suerte, descubrí que Trent está

enamorado en secreto de Yessica y utilizo esta información para obligarlo a que

me conduzca al Y a cambio de una presentación. Él me hace practicar la

conversación que vamos a tener, la conversación que inicia con: —¡Oh, ahí estás

hermanita! Estaba ayudando a un anciano necesitado en la piscina ¿Y quién es

tu amiga…?

Trent tiene el modo punk rock destructivo. Se detiene en un semáforo en

rojo y usa las manos libres para sorprenderme con sus habilidades de ‘guitarra

al aire’. Miro más allá de él al centro comercial justo al lado del gimnasio y veo

una florista. Me recuerda a nuestra clase de biología de la polinización, lo que

me hace pensar en la señorita Marietta y crear una idea. Una idea confusa, pero

parece importante por alguna razón.

—Oye, ¿Podemos parar en esa tienda de flores rápidamente? Sólo tomará

un segundo.

—¿Enviando tulipanes a tu novio? Déjame adivinar la tarjeta Nuestros

tulipanes deben ser un labio.

—Él no es mi novio —estallo—. E incluso, si así fuera, las cosas han

acabado ahora, así que sigue pegado con tu estúpida guitarra al aire y cállate.

La luz se pone verde y sin decir una palabra Trent gira a la izquierda en

el centro comercial. Se estaciona frente de la florería, rechaza la música, y dice

en voz baja: —Toma todo el tiempo que necesites.

Son las 5:50 y el cartel en la puerta dice que cierran a las 6:00. No hay

nadie detrás del mostrador, así que hago sonar la campana.

—¿Hola? Sé que estás a punto de cerrar, pero necesito…

Una mujer tan pequeña y delgada que podría ser el doble cuerpo de

Campanita, aparece en el cuarto de atrás, vestida con recatado traje de doncella,

un tulipán clavado en la solapa. Ella se ve como si debiera estar en la hora del té

de la tarde, no vendiendo claveles en un centro comercial. Cuando habla, lo

hace con un acento británico.



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—¿Qué le sirvo?

—Flores.

—Creo que tenemos unas pocas de esas alrededor.

Cierro los ojos y formo mis palabras con cuidado. No me había dado

cuenta de qué es exactamente lo que estaba aquí hasta este punto.

—El padre de mi maestra murió.

La mujer, Fern de acuerdo a la etiqueta con su nombre, a pesar de que es

una muy linda coincidencia para ser real, chasquea su lengua. —¿Está buscando

una corona de flores para el funeral?

—¿Te refieres a esas cosas con claveles? Claro que no. —Arrugo mi

nariz—. Quiero algo para ella. ¿Eso es raro? Yo no conocí a su padre, y nunca he

hecho esto. Quiero decir, nunca compré flores para... una situación como esta.

—Hay un montón de reglas de flores. De qué color y cuándo enviar y de

qué tamaño. Sin embargo, la mejor regla es seguir tu instinto. Si quieres algo

para consolarla, piensa en quién es ella como persona y como haría el tipo de

flor para darle la felicidad o la paz.

¿La señorita Marietta como persona? Sé quizás tres cosas acerca de ella.

Le gusta, o tal vez le gustaban, las fiestas. Le gusta la ciencia. Su padre está

muerto. ¿Qué flor lo resume todo? Flores exóticas parecen demasiado salvaje

para ella, pero las rosas tradicionales son demasiado mansas. ¿Y quién acercaría

con flores de condolencia de todos modos? Ellas son una bofetada en la cara.

Flores de muertes. ¿Por qué dar al doliente más sobre lo que llorar?

Miro alrededor de la tienda, mi atención se desvía por una gran planta

de banana en la esquina. Me recuerdan las lecturas de la señorita Marietta,

cómo le brillaban los ojos cuando compartió las alegrías de la polinización. —

Podemos aprender mucho del mundo de las plantas —había dicho ella—. La

supervivencia parece poco probable. Tu destino y el de tu descendencia están

por lo general fuera de tu control. Un fuerte viento. La tierra indulgente. Un

insecto hambriento. Pero hay una cierta cantidad de gracia, dando a ti mismo la

esperanza de que las cosas funcionaran si tú, la planta, sólo producen tantas

semillas como sea posible. Con el suficiente trabajo, el suficiente esfuerzo, una

de esas semillas crecerá.

—Esto va a sonar extraño, ¿Pero ustedes envían solo plantas normales?

—pregunto—. Me parece un poco triste enviar algo que va a morir cuando

alguien... ya no está aquí. Quiero darle algo vivo.

—Tendría que cuidar de ella.



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—Sí. Creo que ese es el punto.

—Tengo la cosa. —Fern deja un catálogo grande y gastado en el

mostrador—. Aquí. ¿Cómo está esto?

Ella apunta a un árbol de aspecto exótico con fuertes flores rojas y

palmeras como corteza. El nombre tiene demasiadas silabas para pronunciarlo.

Tres pies de altura, de acuerdo con la descripción del catálogo y el primero se

encontró en una isla de la Polinesia. El folclore dice que las flores son almas

reencarnadas en busca de la paz. —Perfecto. ¿Es costoso?

—No es un puñado de dientes de león. Pero, como dijiste, es perfecto.

—Voy a necesitar una tarjeta también. Y quiero escribirla yo misma.

Ella me lleva a un puñado de tarjetas. Escojo una, tenues nubes con

Condolencias más profundas en el frente, y me quedo mirando el vacío enorme,

blanco por dentro. Se supone que debo llenarlo con palabras de consuelo. De

alguna manera, “Lamento lo de tu papá” no me parece justo. Tal vez debería

pintar todo el interior de la tarjeta de negro, porque así es como me sentí

cuando me enteré de mi papá, y así es como me sentiría si... estuviera en la

misma situación que el padre de la señorita Marietta.

—¿Cuándo quieres que se lo enviemos? —pregunta Fern.

No tengo ni idea de dónde vive la señorita Marietta. Hasta hace poco, era

mi profesora del grupo de exuberante biología, no una persona con una casa y

un padre. Mi brillante idea se atenúa cada paso. —Sabes, yo no sé ni por dónde

va exactamente.

—Es un pedido especial, por lo que no estará listo hasta el jueves. ¿Por

qué no me llamas y me dejas saber lo que quieres hacer a continuación? Y eso te

dará tiempo para trabajar en la tarjeta.

La puerta de la tienda suena con la campana mientras Trent entra. —

¿Puedes darte prisa? No querrás llegar tarde a tu clase. No quiero que llegues

tarde.

Le extiendo mi mano. —Dame un poco de dinero.

—Lo que sea, mendiga. No tengo dinero.

—Sí, claro. Ambos sabemos que ganas dinero como loco.

—Todo está en el ahorro.

—Entonces dame la tarjeta de papá de solo-para-emergencias.

—¿Vas a utilizar la tarjeta de crédito de mi padre para comprarle flores?

Me burlé. —Yo no voy a comprar flores para papá.



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—Pensé que habías dicho que tú y ese chico habían terminado.

Estiro mi mano abierta. —Son para mi maestra.

—Mira, hermana. —Trent se desplaza incómodamente—. Vi este

episodio en Dateline y los chicos pueden estar en serios problemas…

—Mi profesora cuyo padre acaba de morir. ¿Tengo que entregar su

elogio a ti o me vas a dar el dinero?

Él se queja, pero me entrega la tarjeta de crédito. —Es mejor que le

pagues a papá de vuelta.

—Lo haré. Tan pronto como pueda conseguir un trabajo.

Él jura en voz baja y se acerca de nuevo al coche. Cinco minutos más

tarde me uno a él, la tarjeta sigue en blanco en la mano, preguntándome qué

podría escribir, que posiblemente haría a la señorita Marietta ningún bien.

Yessica se encuentra en un particularmente atroz —o quizás es un buen

estado de ánimo esa noche. Es difícil de decir porque no importa el rango de

sus emociones, ella patea nuestros traseros. Esta noche, estoy fingiendo el viaje,

demasiado ocupada, pensando en todo lo demás para preocuparme por mi

nivel de intensidad. A mi alrededor, los otros pilotos están en un modo similar,

pasando las propuestas y orando porque Yessica no los apunte. A medio

camino a través del paseo, Yessica siente la apatía de la clase y apaga la música.

—Está bien. Vamos a tomar un descanso. Lectura. Vayan delante y

exploren, sabrán cuando sea el momento de irnos.

Demasiado cansados para que importe, cumplimos.

—Quiero que imaginen que están en el desierto africano. Así es, un

desierto africano. Directo a El Rey León, amigos. Están caminando por un

sendero, no, arrastrándose por un sendero porque están tan sedientos. Pon el

agua hacia abajo, Frank.

Frank agacha la cabeza y guarda la botella de nuevo en su lugar.

—Así que. Tienen sed. Ven un oasis a la distancia, y saben que la única

manera que van a sobrevivir es si llegan a él. Está bien, empezar a pedalear. No

se vuelvan locos, la resistencia es baja, vamos a ponerlo en marcha.

Pedaleamos, las miradas pasaron a los forasteros. Un safari en el centro

de la clase de spinning. Ahora que ha pasado. Yessica lo ha perdido.

—Ya casi están sin energía, por lo que va a tomar todo lo que tienen para

lograrlo. Se concentran en ese oasis. No están preocupados por cómo se ven en



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ropa safari o lo mucho que duele seguir adelante. Todo lo que importa es el

agua.

Me estoy metiendo en eso ahora, menos consciente de lo que los demás

están haciendo. Me gusta esto de no pensar nada. Selvas, oasis, lo que sea...

simplemente seguir adelante.

—Ahora bien, África no es el lugar más tolerante, y tanta suerte que

tienen, un gran jaguar está detrás de ustedes en el camino, mirando su trasero a

medida que avanzan en la bicicleta.

Miro hacia atrás a mi trasero. Yo podría alimentar a toda la selva.

Yessica pone de un tirón la música de nuevo. Welcome to the Jungle de

Guns and Roses resuena desde los altavoces. —¡Ahora se van! Hay agua en el

oasis. El agua y el gordo antílope harán que el jaguar se olvide de su escuálido

trasero. Estás en bicicleta hacia algo y lejos de algo, pero es la misma dirección.

El mismo objetivo. Ahora, recto hasta el final de la canción. ¡Vamos! ¡Vamos!

¡Vamos!

Cada vez más rápido las piernas dan vuelta, excepto que no estoy

pensando en el viaje o el dolor. Es algo que dijo Yessica. Andando hacia algo y

lejos de algo y es el mismo lugar. Debería llegar a algo, lo sé, pero yo no puedo

entender cómo se aplica a mí. Me gustaría tener a alguien que lo explique

mejor.

La canción termina y todos agarramos nuestras botellas de agua. Yessica

comienza el ritual de la toalla. Tú sabes, yo apuesto a que Yessica y la Sra.

Callahan serían grandes amigas. Pueden sentarse y escupir la basura de auto—

ayuda la una a la otra. Y las dos son grandes en lo de centrarse. Salvo que

Yessica es un poco más de una dimensión. Su solución a todo es girar más

fuerte. La Sra. Callahan, si aún la viera, frenaría las ruedas. Tal vez la señora

Callahan es como el agua o el jaguar o algo así. Cualquiera que sea —la

metáfora se aplica.

Pero ¿Sabes qué? Tal vez no es una mala idea para mí tener la ayuda que

está disponible, no ser la idiota que no va a beber el agua que se les entregó.

Quizá debería ir a alegar a la señora Callahan y ver qué consejo tiene alrededor

de toda esta mierda que tengo pasando ahora. Al menos, su forma de terapia es

mucho más indulgente con mi trasero.

Estoy sentada frente a la oficina de la señora Callahan, a la mañana

siguiente, antes de que esté ahí. Hay ese olor malo a café y papel que domina

las oficinas de las escuelas. La secretaria se mantiene mirándome, luego el reloj,

luego la puerta del consejero. Finalmente, ella pregunta: —¿A qué hora era la

cita, querida?



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—Oh, yo realmente no tengo una. Sólo tengo que hablar.

—La señora Callahan es siempre la última aquí. —Inclina la cabeza hacia

un lado—. Es posible que desees ir a clase.

Agarro los lados de la silla marrón tapizada, preparada para organizar

una sentada tengo que hacerlo. —Es una especie de emergencia.

—¿Quieres que tenga a alguien que vaya a recogerte fuera de clase?

—Quiero sentarme aquí en esta silla hasta que mi consejera orientadora

entre por esa puerta.

La secretaria se encoge de hombros y enciende su estación de radio de

nuevo. Michael Bolton este momento. Sálveme, señora Callahan.

Tres minutos antes de la campana de la mañana, la Sra. Callahan ingresa

usando lo que sólo puede ser descrito como un muumuu28. No sé si alguna vez

he visto un muumuu antes, pero estoy bastante segura de que esto encaja en la

descripción. Vestido grande, sin forma que grita: Oye, ¿Es el vestido grande y sin

forma, o solo se trata de mí?

La Sra. Callahan está a medio camino a su oficina antes de que se dé

cuenta que estoy ahí. —No tenemos una cita, ¿Verdad?

—No, pero... ¿Tienes un minuto?

—Tengo tres —dice con un borde ligero en su voz.

—Lo tomaré. —La sigo a su oficina, donde deposita una bolsa de gran

tamaño en su escritorio. Unas latas de Cat Chow29, del tipo Gourmet, caen en el

suelo.

—¡Oh, el Sr. Nippers no será feliz! —suspira.

—¿Quién?

—Sr. Nippers. Mi gato. Odia las latas abolladas.

Sr. Nippers. Correeeeeecto. Ella barre las latas en la bolsa, se deja caer en

su silla giratoria, y mira hacia el techo. —Muy bien, Payton. ¿Qué puedo hacer

por ti?

—Está bien. Mire. Nunca le he dado una oportunidad justa. Nunca le di

por nada de esto una oportunidad justa. Lo siento por eso, y lo siento por la

pelea con Jac. Estoy sola ahora y realmente podría usar algo de ayuda.

28

Un muumuu es un vestido que suelen usar las mujeres de Hawai. Con la llegada de

los colonizadores europeos y norteamericanos hasta el año 1800, éstos pensaban que las mujeres

estaban muy poco vestidas así que inventaron el muumuu para cubrirlas. 29

Línea de alimentos para gatos.



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La Sra. Callahan afana ella misma los documentos arrastrando los pies

alrededor de su escritorio. Mira hacia abajo y empieza a sorber. Mierda. Por

favor, no empieces a llorar. No es necesario hacerle frente a otra persona

emocional. Estoy acabada emocionalmente.

Ella asiente con la cabeza hacia el asiento de delante de su escritorio y lo

tomo. Se aclara la garganta algunas veces de desagradables flemas antes de

mirarme fijamente a los ojos y decir: —Vamos a resolver esto.



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26 Traducido por Panchys


s bastante fácil que me guste la señora Callahan, una vez que

decido que no la odio. Eso, y que es un poco difícil que no me

guste alguien cuando lo único que hace es sentarse ahí y escuchar

mis lamentos sobre los peligros de la vida por sesenta minutos, incluso cuando

ella dijo que sólo tenía tres y aunque obtuvo otras cinco llamadas por el

intercomunicador mientras estoy hablando. Y cuando estoy diciéndole de todo,

nunca dice: —Empieza a hablar con tu papá o a abrirte con Sean. —No todos los

problemas son así de ordinarios. Los míos son más de cortar, lavar, enjuagar,

repetir.30

Cuando he terminado, ella gentilmente recomienda la autoexploración

como una cura para mi alienación, los cuales son personalmente demasiados

ción para mí, pero lo dejé pasar.

—¿Pero no cree que he hecho lo suficiente de auto-exploración? ¿No

puedo hacer algunas búsquedas de equipo o algo así?

—¿Con quién? Has roto relaciones con tus seres queridos.

—Bueno, ¿Y si soluciono eso?

—¿Es eso lo que quieres? —pregunta.

—No quiero hacer las cosas mejor. Sólo quiero que sean mejor. Quiero

que los problemas que causaron desastres en mi relación se vayan, así todo

puede estar bien de nuevo.

30

La frase "Cortar, lavar, enjuagar, repetir" hace referencia a Cut-and-dry (cortar y

secar) cuyo significado es ordinario, difícil.

E



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—Bueno, lo siento, pero eso no va a suceder. Piensa en esto por un

momento. Voy a tomar un café. —Ella se va y vuelve con dos tazas. Me pasa la

mía, púrpura con manos entrelazadas de dibujos animados e impresos con la

oración: Señor, por favor, ayúdame a aceptar lo que no puedo cambiar y cambiar lo que

no se puede aceptar.

La dejé en su escritorio sin tomar un sorbo.

—Comienza con algo pequeño —dice ella—. ¿Cuál crees que es la

solución más fácil?

—Bueno, arreglarme con Jac, tal vez, aunque yo no lo llamaría fácil…

—Pero más fácil.

—Probablemente. Sí.

—Trata de hablar con ella. Ver dónde va. Las cosas no pueden empeorar

más de lo que están, ¿Verdad?

Asiento con la cabeza, sin comprometerme. Si hay una cosa que he

aprendido en los últimos meses, es que las cosas siempre pueden empeorar.

Pienso en ello durante dos días y, finalmente, decido hacerlo. Hablo con

Jac de nuevo. Así que tal vez ella me odia, tal vez voy a confirmar mi sospecha

de que ella se fue de lenguas con Sean y luego voy a odiarla, pero al menos nos

estamos moviendo en una nueva dirección. Estoy siendo proactiva. O algo así.

Ya sé una cosa que va a ayudar, y lo escondo en mi casillero al día

siguiente. Por desgracia para mí, no tengo ni idea de dónde está Jac. Ahora que

hemos cambiado nuestras rutas de pasillo, no sé qué camino toma a clases.

Trato de pasar por su casillero, pero este chico Hispano se acerca y lo abre.

Empiezo a preguntar por qué él está en el armario de mi amiga cuando veo un

montón de fotos de anime colgando en el interior. Jac intercambió su casillero.

Biología es agotador porque estamos en el pequeño teatro escuchando

una conferencia por algún físico nuclear que descubrió un bicho raro (¿O tal vez

una enfermedad? ¿Un virus? ¿Un virus informático? Obviamente estoy alerta).

No puede ser tan importante de un científico, si una escuela secundaria se

encuentra en su circuito de conferencias.

Me dio un tirón de mi estado vegetativo cuando alcanzo a escuchar al

chico patinador, Dexter, hablando con uno de sus melenudos amigos acerca de

ideas de broma. En un primer momento, su cháchara es molesta, pero entonces

pienso en una idea de cómo puedo usar el Dextmeister a mi favor.



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—¿Quieren bromas? —Me apoyo en medio de ellos. Estamos en los

asientos traseros más alejados del teatro, cerca de la puerta donde esperaba

arrinconar a Jac después de la campana.

—¿Crees que puedes tirar una broma?

—No. Creo que ustedes pueden.

Dexter se encoge de hombros. —¿Qué es?

—Alarma de incendio.

Su amigo se ríe. —Eso es original. Tal vez vamos a poner una tachuela en

la silla del maestro también.

—Sí, o goma de mascar en su pelo.

Me recuesto, con las manos detrás de mi cabeza. —Adáptenlo. Quiero

decir, tenemos la mayoría de los monitores de la sala, y las alarmas están ahora

encerradas en los vidrios y puestas en zonas muy visibles. Tendrían que ser

Tom Cruise en Misión Imposible para que esto ocurra, lo que es la razón por la

que nunca he tenido un simulacro de incendios falso, como, nunca. Pero, tienes

razón. Esas cosas son de la primaria. Peguen laxantes en los bizcochos. O lo que

ustedes quieran.

Dexter me mira con recelo. —¿Cómo sabes todo eso?

—Estás viendo el líder del consejo de seguridad de la escuela de dos

semestres en marcha.

—Impresionante. —Ellos se ríen. Como pequeñas niñas. Dudo que lo

hagan alrededor de sus amigos patinadores. Serían pateados del grupo. Sea lo

que sea.

—Bien. Yo sólo soy la única que conoce los horarios de los monitores del

pasillo y donde están las cámaras y qué alarma hay que tirar. Pero si no están

interesados.

—¿Qué hay en esto para ti? —pregunta Dexter.

—Mmmm… —Parpadeo unas cuantas veces—. ¿Pura diversión?

Ellos me miran expectantes.

—Miren, me vendría bien un poco de ‘romper las reglas’ en mi vida. Solo

háganlo, y juro por la vida de mi hermano que no se lo diré a nadie.

Los muchachos se estudian entre sí por un momento.

—Colega, ¿Deberíamos hacerlo? —pregunta Dexter.

—Sería causa de muerte.



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—Reinaríamos.

—Por lo tanto, ¿Están dentro? —interrumpo antes de que crezcan

algunas células cerebrales y se den cuenta de la probabilidad de que una chica

como yo ciegamente ayude con sus planes maestros por nada.

Ellos hacen esa cosa con los dedos que Trent siempre hace cuando está

moviendo la cabeza. Creo que significa amor o tal vez es el diablo. De cualquier

manera, están sonriendo.

—Bromear o morir.

Los chicos lo llevan a cabo sin problemas durante el quinto período.

Bueno, fue en el problema donde fueron atrapados, pero eso no estaba en mí.

Les dije la configuración perfecta, pero después de que Dexter tocó el timbre su

amigo lo llamó un cerdo de la gloria y comenzaron a pelearse. El monitor del

pasillo los encontró justo cuando el camión de bomberos llegó, y los dos chicos

siguieron peleando sobre quién tiró de la alarma.

Mi plan: durante mi tiempo en el comité de seguridad escolar, había

diseñado una ruta de salida perfecta para toda la escuela. También había

descubierto cómo hacer que Jac y yo nos juntáramos, sin importar en qué

periodo sucediera. Teníamos una pancarta de seguridad en cada lado de la

escuela.

Cuando suena la alarma, me apresuro a mi armario, tomo la sorpresa de

Jac, y me apresuro a nuestro lugar. Estoy bajo el cerezo grande adyacente a los

portátiles, que están en una colina, así puedo pasar por alto el caos y la

devastación que produce un verdadero desastre.

El único problema es Jac y la duda, ¿Aparecerá? Veo a toda la escuela

salir por las puertas, riendo y chismeando, sin darse cuenta de la chica

petrificada bajo el árbol. Busco en vano el pelo de oro de Jac, y cuando el

director suena una bocina, es tiempo de regresar a clases, estuve a punto de

arrodillarme y llorar.

—Fue un infierno allí —dice alguien detrás de mí.

—Ese es el cobarde que nos dejó para morir —respondo de forma

automática y me doy la vuelta para ver a Jac. Es nuestra frase de seguridad,

derivada de Seinfeld, cuando George empuja a las mujeres, niños y payasos

fuera del camino en una fiesta de cumpleaños para escapar de la amenaza del

fuego. Está gritando a una TME31 y toda la multitud se acerca a enfrentarse a él.

Tal vez tenías que estar allí. Pero sin tenerlo en cuenta, es la frase que le hice

31

Técnico médico de emergencias.



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memorizar a Jac a la hora de diseñar nuestra ruta de seguridad. Ella había

argumentado que sólo podíamos mirarnos la una a la otra para ver si estábamos

bien, pero la cita pone a prueba las capacidades mentales y…

—¿Te he dicho alguna vez lo estúpida que es esa frase de seguridad? —

Jac se deja caer al suelo y gira un trozo de hierba.

—Te lo dije. La confirmación física de nuestro bienestar no es suficiente.

Tenemos que... —Me detengo, notando que estamos hablando, un evento que

no ha sucedido en más de un mes. Puedo sentarme a su lado sobre la hierba y

ver como el último de los estudiantes desaparece en la escuela.

—Me sorprende que no le hayas dejado a Sean el código —dice con un

tirón de su cabello—. ¿No es la parte de Seinfeld tu lenguaje de amor o algo así?

—Por favor, no hablemos de Sean —le digo.

—¿Por qué no?

—No estamos hablando.

Sus ojos se abren. —¿No están hablando? Pensé que estaban sentados en

un árbol, B-E-S-A-N-D-O-S…

—No. Y no puedo hablar contigo acerca de eso ahora.

—¿Podrías superar ya ese estúpido día de San Valentín? Tienes al chico,

¿Verdad? Sigue adelante.

La ira está burbujeando de nuevo y la guardo, centrándome en el tronco

del árbol, la disección de los cortes en la corteza, en busca de una Virgen María

o de la cabeza de Sean, pero todo lo que veo son las líneas inexpresivas. Alguien

ha tallado X.T. Y H.B. para siempre, en la corteza, luego tachó y escribió Xavier

es una herramienta. H.B. lo ha superado, y quiero hacer lo mismo. —Yo no estoy

hablando del día de San Valentín. Le diste una pista de los EEP. ¿Por qué hiciste

eso, Jac? Claro, estamos en una pelea y es LA pelea, la que termina hasta las

amistades. Dijimos cosas horribles y ahora me odias totalmente. Muy bien.

¿Pero no podías haberme odiado en silencio? ¿Tenías que arruinar nuestra

amistad y mi relación con Sean?

El enfoque en el árbol me ha dado la fuerza para ponerla en línea, y el

último disparo de adrenalina me da el coraje para mirar a Jac. Me estremezco.

Sus ojos son brillantes, con fuego.

—No puedo creerte —dice en voz baja.

—¿A mí? ¿No ME puedes creer?



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El fuego en sus ojos de repente se extingue por las lágrimas. —¡No puedo

creer que por un segundo hayas creído que le diría a Sean acerca de tu diario!

Todo lo que he hecho es tratar de ayudarte con él. Quiero decir, excepto

durante la prueba esa, pero ni siquiera él era todo acerca de ti.

—Jac, vi cómo me mirabas cuando nos encontramos el uno con el otro en

frente de la clase de biología. Como si en serio querías destruirme. Me odias

ahora, admítelo.

—¡Yo no te odio!

—Podrías haberme engañado.

—No. En primer lugar, no habías estado precisamente enviándome

mensajes difusos tampoco.

—Bueno, lo siento si no he estado sintiéndome afectuosa o difusa.

—Detente. Me toca a mí. Sabes, puedes ser tan egocéntrica. Tal vez no es

todo sobre ti. Tal vez estoy tratando con esto también. Con todo. Tal vez estoy

enojada conmigo misma por no ver lo que tú necesitabas. Yo no soy como tú.

Yo no hago cálculos de los pasos de mi amiga para auto-mejorar.

—No eran cálculos —afirmo. Pero ella tiene razón. No somos iguales, al

menos no en ese sentido. Sin embargo, siempre ha funcionado para nosotras

antes.

Ella tira un poco más de hierba. —Bueno, yo soy una amiga horrible. Lo

siento, no conozco mis programas de ordenador.

—No he venido aquí para pelear —le digo—. No vamos a perder mi

cuidadosa—totalmente orquestada alarma de fuego.

—¡Oh, como si la Sra. del Comité de Seguridad tuviera que ver algo con

la alarma de incendio.

Una sonrisa se extiende a través de mi cara. —¿Quieres apostar?

—No lo hiciste.

—Bueno, el patinador Dexter estaba en el plan. He estado tratando de

encontrar una manera de hablar contigo y… esta era. Tenías que llegar a hablar

conmigo.

Jac salta y hace un baile allí mismo, bajo el árbol, las perlas en sus trenzas

chocando entre sí. Ella se ríe tan fuerte que los giros son espásticos, un empuje

aquí, luego una risita. Y está llorando. Veo con asombro.

—¡Eres una chica salvaje! Una alarma de incendio. ¡Me encanta! ¡Esa es la

cosa más dulce que nunca nadie ha hecho! Toda una escuela afuera en mi



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honor. No puedo creer que tomaras el riesgo por mí. Nadie... nadie en mi vida

lo ha hecho... Gracias. —Deja de bailar por un instante—. Tú eres mi mejor

amiga. Y yo no se lo dije, Payton. Lo juro.

Puedo cambiar de un hervidero a la euforia pura en cinco segundos. No

había pensado en la alarma de incendios como un regalo, pero no lo voy a

negar. Ella no recibe muchos regalos que no son recogidos por la novia de su

padre.

El entusiasmo de Jac es electricidad pura. Mi cuerpo se sacude en

respuesta y bailo. Incluso si estamos a la vista del tráfico cercano. Incluso si se

supone que debo estar en la clase. ¡Debido a que no se dijo! Y estoy bailando

con mi mejor amiga.

Recuerdo la terapia justo en medio de la caminata lunar. —¡Espera!

Tenemos que poner fin a la pelea. He traído algo para ti. Para mostrar que lo

siento por ser tan idiota.

Recupero la bolsa de plástico que escondí en el otro lado del cerezo y

vuelvo su contenido sobre la hierba. —¡Felices Pascuas!

Huevos rellenos de caramelo se derraman sobre la hierba. Jac toma uno y

lo sacude.

—Como que bombardearon San Valentín —le digo—. Y has tratado de

ayudarme, realmente. No voy a mentir, tu ehh... nivel de participación me

asustó, pero así es como eres y me gusta eso de ti. Generalmente.

—Y por lo general está bien, pero probablemente fui demasiado lejos. Lo

hago a veces.

—Espera, déjame decirte acerca del presente. Así que desde que

bombardeé San Valentín y la Pascua se acerca, pensé que podríamos tener una

búsqueda de huevos. Así, ya sabes, para divertirnos.

Abre en una grieta un huevo y mastica un caramelo. —Es perfecto.

—No es nada —le digo.

Ella se apodera de mí en un gigantesco apretón. —Realmente siento

haberte empujado a Sean. Lo siento por toda mi molestia —susurra, de repente

seria.

—Probablemente nunca habría hablado con él si no era así.

—Pero yo sé cómo eres y debería haber ido al ritmo de Payton, no a la

velocidad de Jac.

—Está bien —le digo.



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—Es un gran tipo.

—Sí, bueno, lo dejé ir.

—¿Qué quieres decir? —pregunta.

—Yo... no sé. Tuve que hacerlo, y ahora es como... es como si estuviera

rota. Le echo mucho de menos.

—Se arreglará. Se merecen el uno al otro. Te mereces lo mejor.

Cierro los ojos y la apreto con más fuerza. —Nos merecemos la una a la

otra.

Ella me aprieta hasta que no pueda respirar. —¿Cuánto tiempo más

vamos a abrazarnos de esta forma?

Nos soltamos y reímos, y luego chillamos y nos abrazamos de nuevo.

EEP

19 de marzo 21:32

No voy a gastar un montón de tiempo pensando en esto, porque el daño

está hecho, el agua está por debajo del puente, el camino se ha cruzado, la

canción ha sido cantada, PERO, Jac no le dijo a Sean. Y a menos que la Sra.

Callahan sea la peor consejera del mundo, ella tampoco. Hay otra persona que

sabía del EEP. Lo habría matado por revelar mi secreto, pero ya está un poco

muerto.

Por el amor de Grady, espero que la señora Callahan haga una sesión

sobre el Manejo de la Ira muy pronto.



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27 Traducido por LizC

Corregido por Vero

EEP

20 de Marzo 10:54 AM

¿Alguna vez has perdido un par de pantalones y pensaste que se habían

ido para siempre y compraste otros pantalones que se ven bien a su manera y te

hizo feliz pero nada te queda como ESOS pantalones, pero después te

encuentras con esos pantalones y te das cuenta que tu trasero se ve incluso

mejor en ellos de lo que recordabas, como si tu trasero se hizo para esos

pantalones y los pantalones fueron hechos para tu trasero?

Jac y yo estamos de vuelta. No sé quién es el trasero y quién es los

pantalones.

Las metáforas definitivamente no son lo mío.

♥♥♥

Jac y yo regresamos a nuestra antigua vida al día siguiente. La vida en la

que nos encontramos en medio de las clases, caminamos hasta su casa, nos

escribimos e-mail, y hablamos por teléfono. Nuestra vida antes de Sean.

Aunque, nunca podremos volver a ser totalmente como eran las cosas

antes, porque yo todavía soy muy consciente de su existencia. Cada vez que veo

su gran cabeza arcaica flotando en el patio, me siento como un ave fénix

estallando en llamas sólo para enfriarme antes de elevarme y hacerlo todo de

nuevo. Pero lo hice por mí misma. Es una decisión con la que tengo que tratar.

Esta es la elección que una pequeña parte de mí en lo profundo, en el

fondo, piensa que podría haber sido un error. Porque de cualquier manera, no



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soy feliz sin él. Él era mi dosis diaria. Ahora sólo hay otro agujero con el que

tengo que encontrar la manera de llenar.

Así pues, con la ayuda de Jac, entro en modo completo de 007 con la Idea

de la Gran Planta. Encontramos en línea la dirección de la casa de la Señorita

Matietta, la cual está a sólo un cuarto de kilómetro de distancia de la mia. Jac

insiste en escribirle la tarjeta, lo que me sirve ya que mis sueños últimamente

han sido embrujados por su blancura infinita. Mi trabajo consiste en recoger la

planta, lo cual voy a hacer con la ayuda de un Trent renuente. Jac me encuentra

en la parte delantera de la comunidad de viviendas de nuestra profesora a las

15.00 horas.

―¿Tienes la tarjeta? ―Me asomo por detrás de uno de los picos masivos

de la planta.

―No hiciste bien la pregunta. Código, ¿Recuerdas?

Pongo los ojos en blanco. ―¿La blanca paloma ha aterrizado?

―Afirmativo. ¿Estás lista para entregar el duende verde? ―Duende

Verde = bueno, duh, ¿Verdad? Nuestra conversación en cogido es más evidente

que Pig Latin.

Después de un apretón de manos secreto y tres vueltas alrededor de la

cuadra para “asegurar el lugar” ―en caso de que, ya sabes, los espías rusos

traten de frustrar la entrega― dejamos la planta en la puerta. Jac se lleva un

dedo enguantado sobre sus labios en gesto de silencio mientras suena el timbre

de la puerta. Luego corremos hacia el seto que recubre la parte derecha de su

patio. Deberíamos simplemente haber huido por completo para evitar ser

atrapados. Funciona mejor si la Señorita Marietta no sabe de parte de quien es

la planta. El anonimato, la conciencia de que podría ser cualquier persona en el

universo ―o por lo menos de nuestra escuela secundaria― pensando en ella es

lo que necesita. Cuando regresa a la escuela, mirará a cada estudiante y se

preguntará, y el misterio cambiará el enfoque. Aliviará el dolor. Al menos, eso

es lo que funcionaría para mí si yo estuviera en sus zapatos.

Espero que nunca esté en sus zapatos.

Ella abre la puerta. Está en una túnica naranja difusa, con el cabello

recogido en una cola de caballo apretada. Incluso desde el otro lado del patio

entre las ramas de los árboles, el dolor está grabado en su rostro. Ella levanta la

tarjeta de la planta, lo cual es por completo una añadidura para nosotros. Pensé

que simplemente llevaría la planta dentro. De esta manera llegamos a verla leer

la tarjeta.



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Cuando comienza al principio a leer, ella sigue mirando a la planta,

como si estuviera tratando de conectar lo que dice la tarjeta con esta criatura

masiva invadiendo su puerta. Pero a mitad de su lectura su rostro se relaja. Sus

ojos se lanzan a través de su jardín, pero nunca se asientan en una cosa el

tiempo suficiente para que nos vea detrás del seto. Luego levanta la planta, con

cuidado tocando los picos, y lo último que vemos antes de que ella cierre la

puerta es la menor sugerencia de una sonrisa.

―Eso fue increíble. ―Exhalo―. ¿Qué has escrito?

Echo un vistazo a Jac y veo que su rostro está manchado en lágrimas.

―Esa cosa que dijiste acerca de las células de las plantas ―dice ella.

―Nadie reacciona así a las células vegetales. Incluso no la Señorita

Marietta.

Jac se recuesta en la hierba, con los brazos cruzados sobre el cuerpo como

un cadáver. Las lágrimas siguen cayendo, por el rabillo de su ojo y entre su

cabello. ―He añadido un poco más.

―Como…

―Simplemente dije que sé lo que es perder a tu padre.

¿Sabes en esos dibujos animados antiguos como siempre hay un yunque

Acme golpeando a los personajes cuando finalmente se dan cuenta de algo?

Sentí como una fábrica llena de esas cosas me estaba golpeando a cabo. Por

supuesto, ella sabía cómo era. Jac no siempre había sido Jac, la chica con los

padres divorciados que siempre hace lo que quiere. Solía tener un papá y una

mamá que, de acuerdo, peleaban mucho, pero había algún tipo de unidad allí.

Que uno de tus padres se vaya porque no podía evitarlo, es una cosa. Que uno

de tus padres se vaya por elección, es otra.

―Sabes cómo se siente, ¿No?

Ella hipo. ―Sí.

―Lo siento.

―Tú me ayudaste a seguir cuando él se fue ―dice ella―. Se siente bien

ser capaz de ayudarla.

Las dos no decimos nada, pensando en lo mismo. Yo hablo en primer

lugar. ―Mi papá no se ha ido.

―Nop.

―Debería dejar de actuar como así fuera.

―Uh-huh.



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―No sé cómo hacer eso.

―Si lo sabes.

Y de repente me siento abrumada por otro sentimiento, pero éste me

levanta en lugar de pesar y hundirme.

♥♥♥

EEP

24 de Marzo 20:17

Esta bombilla de un millón de kilovatios acaba de brillar sobre mi cabeza.

Ahora tengo una nueva fuerza para enfocar toda mi energía, ahora que esa otra

cosa enfocada que no es necesario mencionar es in-focable.

Lo voy hacer. La EM 15032, un paseo en bicicleta para ayudar a financiar

la investigación de EM. ¿He mencionado que mi papá tiene esclerosis múltiple,

una enfermedad incapacitante que afecta a cientos de miles de estadounidenses

cada año? No hay una cura… todavía. (Recibí aquella propaganda de este

folleto. Encuentro la parte con todo ser particularmente motivadora. ¿Ves? Voy

totalmente en serio. Inscrita y leyendo un folleto oficial.)

Por lo tanto, todo el círculo está cerrado. La Sra. Callahan me hizo pensar

en otras cosas, así como que eventualmente podría llegar a tener la EM de mi

padre, y yo diría que un paseo en bicicleta en su honor está bastante cerca.

Jac me está ayudando a buscar patrocinadores. Esa chica realmente

debería dedicarse en algo así como la planificación de eventos o de las ventas de

automóviles. Tal vez la mamá de Sean puede meterla en bienes raíces.

Uh, no me gusta cuando aparece de esa forma. Como el corcho del

champaña. Justo en mi ojo.

32EM 150: Se refiere a una de las carreras en bicicletas de caridad organizados por la

Sociedad Nacional de Esclerosis Múltiple en diferentes partes de Estados Unidos.



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Corregido por Vero

l clima se calienta lo suficiente para que pueda andar en bicicleta

fuera de nuevo, y estoy en el Valley Forge todas las tardes. A

pesar de que lo siento en cada bucle y curva que paseo,

físicamente no veo a Sean ni una vez. Probablemente ha encontrado una nueva

ruta. Lo que me hace feliz, obviamente, porque es una mierda verlo. Pero

también... bueno, es una mierda no verlo.

Voy a la oficina de mi papá, al club de libros de mi mamá, la Y, a mi

oficina de la escuela, a una práctica de mi viejo equipo de baloncesto, a

cualquier lugar donde el nombre Payton Gritas podría ser familiar de modo que

pueda recaudar más dinero. Cada centavo donado me da más responsabilidad

de terminar la carrera y me hace menos propensa a renunciar cuando estoy sola

en esa bicicleta con nada más que la idea de por qué estoy allí para empezar con

seguir adelante.

Mi mamá y mi papá se van para San Francisco el viernes antes de las

vacaciones de primavera de modo que puedan ver al Especialista, el hombre

poderoso quien esperará agitar su varita de yo-tengo-un-título-de-tropecientos-

dólares y hacer un poco de magia. Papá finalmente llegó a quitarse el parche, a

pesar de que la visión en su ojo derecho no se encuentra totalmente restaurada.

Todavía tiene el bastón; no lo usa todo el tiempo, pero es desgarrador verlo

cuando lo hace. Sin embargo, aun cuando lo veo cojeando hacia su auto, hay un

sentimiento pequeño picando dentro de mí. A pesar de todo lo que lo he visto

pasar, todavía tengo que creer que puede mejorar. Todavía espero.

El último día de clases está lleno de búsquedas de palabras y vídeos y

otros profesores derrochadores de tiempo. Soy llamada a la oficina durante el

período final. La Sra. Callahan está de pie detrás de su escritorio cuando llegué

allí. Una bolsa azul a rayas, adornada con un pato de dibujos animados no muy

lindo, se encuentra expectante frente a ella. Ella aplaude cuando me ve y me

señala hacia el regalo.

E



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―Sólo quería darte un regalito antes de tu gran carrera ―dice con una

sonrisa benévola.

―¡Oh, gracias! ―Por favor, no dejes que sea un muumuu. Saco cada hoja de

papel de seda verde de la bolsa y los doblo cuidadosamente al lado del regalo.

Cuando no hay nada entre mi persona y el considerado detalle de la Sra. C,

cierro los ojos y alcanzo su interior. Mi mano se cierra alrededor de algo peludo

y abro los ojos para ver lo que parece un roedor muerto. Lo dejo caer sobre la

mesa rápidamente.

―¿Qué es?

La Sra. Callahan acuna la bola de pelo y lo mantiene en alto hacia la luz

del sol fluyendo a través de sus persianas. ―Este es Fuzzy33.

―Puedo ver que es velludo. ¿Tiene rabia también?

Ella se ríe y me lo lanza. ―No está vivo, Payton.

No lo está. Es un ratón de juguete, del tipo relleno de hierba gatera que

tiene una campanita tintineando en su interior. El pelaje está enmarañado, y le

falta uno de los ojos de botón. Me ha dado un gato usado para juguete. Estoy

tomando sesiones de asesoramiento de una mujer que piensa que esto... esta

cosa es la idea de un regalo apropiado.

―Un ratón. No entiendo.

―Pertenece al Sr. Nippers. Bueno, pertenecía. Ahora es tuyo. Le compré

un nuevo Objeto de Enfoque.

―¿Esto? Así que… ¿Tú gato tiene un Objeto de Enfoque?

―Soy una gran fanática de ellos, si no te habías dado cuenta. El Sr.

Nippers fue el mío después de mi divorcio.

―¿Divorcio? ―pregunto en un jadeo ronco.

―Estás viendo a la primera Sra. Otis Bartisqua. Puedes ver por qué

regresé a mi apellido de soltera.

―Por supuesto. Pero... espere. ¿Así que me estás dando el Objeto de

Enfoque de un Objeto de Enfoque? Estoy totalmente perdida.

La Sra. Callahan me señaló que tomara asiento. ―Otis y yo fuimos

mejores amigos cuando niños, novios en el instituto, y nos casamos en la

universidad. Él me conocía por dentro y por fuera. Y después no lo hizo. En

algún momento a lo largo del tiempo, ambos nos apartamos. No me di cuenta

de cuánto, hasta que me llegaron los papeles del divorcio. Así que allí estoy yo,

33

Fuzzy: que puede significar al español velludo, peludo, difuso.



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con treinta y ocho, y sin mi Otis por primera vez en mi vida. Me llevó a ver un

poco el Canal de Comidas, y estaba en mi camino de comprar uno de esos

afilados cuchillos japoneses que vi en un comercial, cuando vi al Sr. Nippers en

la ventana de una tienda de mascotas.

Ella acaricia la foto más cercana de su amado felino. ―Estaba jugando

con ese juguete para gato con tal concentración, tal enfoque. Es cómo recordaba

siendo mi vida, todo en una línea directa, siempre trabajando por un objetivo,

antes de que Otis se fuera. Así que lo compré. Lo llevé a casa. Abandoné la

adicción al Canal de Comidas y le di todo lo que tenía, al Sr. Nippers. Se

convirtió en mi Objeto de Enfoque.

―Lo veía durante horas jugando con ese juguete, golpeándolo con

fuerza, cazándolo. Nunca pareció importarle que no pudiera nunca apresarlo.

Era la persecución, la promesa lo que le hacía seguir adelante. Y al canalizar

toda mi energía en el Sr. Nippers, me dio tiempo para sanar la herida de Otis.

Ahora somos amigos. Y me he involucrado en más cosas. Pero todavía tengo al

Sr. Nippers. No era uno o el otro. Tengo a ambos.

―Pero no he superado a mi papá y no tengo a Sean… mi Objeto de

Enfoque.

―Aunque de hecho pensé que tu aparente elección de un Objeto de

Enfoque fue… poco convencional, por decir lo menos, sigo pensando que él

podría haberte ayudado. El Sr. Nippers no lo hacía todo cuando Otis se fue. Ese

no es el punto de un Objeto de Enfoque. Si lo fuera, no serías diferente de una

chica que se corta o una bulímica, transfiriendo tu dolor en otra cosa más. No es

una solución permanente. Pero a veces, Payton, tienes que tomar la ruta

panorámica, incluso cuando hay un camino recto delante de ti.

Sacudí el ratón en la palma de mi mano. Un ojo parecía guiñar hacia mí.

El Sr. Nippers hallará un nuevo Objeto de Enfoque. Esta carrera es mía. El

hecho de que podría encontrarme con el ex objeto de mi afecto, bueno... me

encargaré de eso cuando tenga que hacerlo.

Mamá y papá quedaron en llamar esa noche y darnos las palabras del

Especialista todopoderoso. La cosa con la EM es, que no hay un Plan A o Plan

B. Lo que es válido hoy podría no serlo mañana. Podrían decir que mi papá está

bien, seguir con sus medicamentos, o tal vez cambiar sus medicamentos y el

brote se debería resolver. O que ha ido al siguiente nivel, que va a seguir

deteriorándose, que esa sensación nunca desparecerá. Y podrían darle un gran

“Demonios, si sabemos” y devolverlo a lo largo de su camino incierto.

Trent finalmente ha enfrentado sus temores y le pidió salir a Yessica, y

fiel a su nombre, ella accedió. Está sentado en el mostrador de la cocina,



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tamborileando sus uñas en el granito. Están bien cuidadas, junto con el resto de

él: cabello peinado hacia atrás, pero no grasoso, primer botón suelto de su

camisa azul y pantalones de diseñador. Su energía nerviosa cambia de miradas

fijas hacia el teléfono a mirar fijamente al reloj. Mamá y papá aún no han

llamado y ya son las siete. Él acordó buscar a su diosa de entrenamiento en

treinta minutos. Yo me desplomo a su lado y me uno a la inquietud. Se suponía

que Trent me dejaría en casa de Jac una media hora antes, para que pudiéramos

ir a la Fiesta Sub pre-carrera en bicicleta puesta para todos los voluntarios y

ciclistas. No le menciono a Trent que vamos tarde. La llamada tiene prioridad.

Después de horas, o minutos, o segundos ―perdí la noción del tiempo a

este punto― suena el teléfono. Nos miramos entre sí, congelados, hasta que

Trent sale del estupor y toma el teléfono al tercer repique.

―¿Papá? Oh. ―Me pasa el teléfono sin decir nada.

―¿Hola?

―¿Payt? Traté en tu celular. ¿Qué está pasando?

―Jac. Estamos esperando saber de mi papá. ¿Quieres simplemente ir y

nos encontraremos allí?

―Roger.

―¿Quién es Roger? ―pregunto.

―Eso significa un diez-cuatro34.

―¿Huh?

―No estás en absoluto en lo James Bond. Haz que Trent te deje en la

fiesta. Nos vemos allí.

Cuelgo y miro de nuevo al reloj. Un cuarto para la hora. Trent va a llegar

tarde. ―Jac se va a encontrar conmigo en la fiesta, así que sólo puedes dejarme

allí. Siempre que vayamos.

Trent mira el reloj también, y sacude la cabeza. ―Voy a tener que ir

ahora.

―¿Qué?

―Oye, si soy yo o tú levantando el teléfono, no importa. Voy a ir a

buscar a Yessica, vendremos por ti, y luego te dejaré en lo tuyo.

34 Diez-cuatro/Roger: son frases en código que significan entre otras cosas

“Afirmativo”, “Correcto”, “Adelante”.



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―¿Me vas a dejar aquí sola? ―Mis palmas de las manos comenzaron a

picar y alterné rascarme cada mano―. ¿Mamá no puede llamarte al celular o

algo así? Quiero decir, eres el que sabe lo que está pasando; si me dicen las

noticias, ni siquiera podría tener sentido. ¿No crees que…?

―Voy a buscar a Yessica. Tú eres la que quería ser incluida en todas las

cosas de la familia, ¿Recuerdas? El teléfono no puede morder.

Sí puede. Por lo menos, la información transmitida por el teléfono puede.

Doce minutos más tarde vuelve a sonar. Cada repique es como el silbido de una

serpiente cascabel, advirtiéndome que no me acerque. Pero gracias a la

repentina ausencia de Trent, no tengo otra opción.

―¿Hola? ―digo en el más leve susurro de voz.

―¿Payton? ―Es Caleb. Suena muy lejos. Probablemente porque lo

está―. Oye, ¿está Trent por ahí?

―No, él acaba de irse.

―Oh, ¿Puedes hacer que me llame? O voy a tratar a su celular. Tengo

que hablar con él acerca de algo.

―¿Papá?

―Sí, oh... ¿Así que sabes todo acerca de eso?

―Duh. ―¿Cómo es qué no sabe que yo sé? Salió del país, no de la

galaxia.

―Mamá dijo que habló contigo, pero nunca me dijo todo lo que te

dijeron. Entonces, ¿Cómo... cómo te sientes al respecto?

―¿Cómo crees que me siento?

―De acuerdo. ¿Cómo le va?

―Tenía que ir a un especialista.

―De acuerdo otra vez.

―¿Qué pasa con el “de acuerdo”? ―pregunto.

―Creo que lo tomé de mis compañeros de habitación.

―Así que los acentos son contagiosos.

―Muchísimo. ―Hace una pausa―. ¿Qué hay de todos los demás? Sabes,

puede que no sea mi lugar decir esto, porque no soy el que está enfermo o

incluso allí, pero... les dije que te dijeran acerca de papá. Antes, cuando por

primera vez nos dijeron a Trent y a mí. Sabía que lo podías soportar. Sabía que

podía ayudarlos.



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Cambio el receptor a mi otra oreja, y luego lo cambio de vuelta.

Honestamente, tenía como nueve años cuando se graduó de la escuela

secundaria. Siempre me pareció mucho más adulto e inteligente, y yo era sólo

una niña. Pero él me está tratando como a un adulto.

El suspiro de Caleb se extiende a través del Atlántico. ―Trent se va a

mudar de casa y mamá renunció al trabajo... no sé si esté realmente ayudando.

Puede que sea terrible por mi parte decir esto, pero pensaba en mudarme de

vuelta y decidí que no era correcto. Es de apoyo, no me malinterpretes, pero me

di cuenta de que papá no está en su lecho de muerte. Puede vivir con la EM.

Creo que él prefiere eso de todos modos, no sintiéndose responsable de cambiar

la vida de todos los demás. La cosa ahora es, que nosotros... la familia… todos

tenemos que vivir con ello. ¿Tiene eso sentido?

―Sí. Así es. ―El teléfono suena―. Oye, tengo otra llamada, ¿Puedes

esperar?

―No te molestaré más. Sólo diles que me llamen. Y oye, si alguna vez

necesitas llamar también... sé que no solemos hablar, pero... es bueno escuchar

un acento yanqui de vez en cuando…

―Por supuesto. Genial. Gracias.

Cuelga y los pitidos de la otra línea suenan de nuevo.

Ni siquiera tengo tiempo de pensar acerca de lo que acaba de suceder, en

cómo es la vida de hermanos en otro continente que apenas conozco y que me

entiende mejor que nadie en esta casa. Tener esa conversación con Caleb, la cual

en realidad podría haber sido nuestra primera como cuasi-adultos, me da un

pequeño empujón para hacer contestar.

―¿Hola?

―¿Cariño? ―Papá. Bueno, así que sólo iremos directo al asunto, ¿No?

Nada de mamá para amortiguar la noticia. Casi tres meses gastados sin llegar

ALLÍ, a lo desconocido de la EM y ahora estamos a punto de ir ALLÍ. Y yo sólo

espero que todavía podamos volver atrás.

Trago saliva. ―¿Cómo está San Francisco? ―pregunto, artificialmente

brillante.

―Bien ―comienza poco a poco―. No hemos visto mucho de él. Fuimos

directamente desde el aeropuerto al hotel y al médico.

Las sirenas suenan en mi cerebro. Ya viene. No puedo evitarlo. ―Oh,

bueno, ¿Hace buen tiempo? ―Estoy quitando la curita pelo por pelo.

―Lluvioso.



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―Oh. Lo siento.

Mi padre se ríe. ―¿Por qué?

―La lluvia. Odias la lluvia.

―No me molestó, porque estaba dentro. Con el médico. El Especialista.

Dun dun dun. El Especialista. Aguanto la respiración. Los años pasan.

Los bebés nacen y crecen en hombres. Los imperios emergen y caen. Y, por

último, después setenta eternidades terminan, exhalo. ―¿Qué dijo? ―dice una

pequeña voz que sé que es mía, aunque estoy tan desconectada de mi cuerpo

que no siento como si realmente lo preguntara.

―Bueno, hay buenas noticias y malas noticias. ¿Cuál quieres oír

primero?

―No quiero ninguna noticia ―le respondo de forma automática.

Robótica. Soy una máquina que acaba de tener un sistema de anulación

espontánea. Exploto―. Llama a Trent y dile.

Y entonces el sistema se bloquea y cuelgo.

Estoy respirando como si acabara de terminar el primer cuarto de un

juego. Estaba lista, estaba avanzando adelante, pero luego de hablar con Caleb

más la idea de una mala noticia me ha enviado tambaleante de nuevo a Enero.

¿Cómo hace este Especialista para repartir malas noticias todo el día, cuando yo

ni siquiera puede hacer frente a una?

No puedo.

Los sollozos estallan de mí. Alargo mi mano en mi bolsillo y sale con el

juguete de baba del Sr. Nippers. Lo huelo, un acto que no hace sino confirmar

mi disgusto profundamente arraigado a los gatos. Qué juguete tan estúpido.

Qué idea tan estúpida. Un Objeto de Enfoque.

El teléfono suena una y otra y otra vez. No tenemos un contestador

automático, por lo que el sonido nunca se detiene. Lanzo el ratón contra él,

golpeando el receptor de la base. Este roedor tiene una especie de poder

mágico, me obliga a responder en contra de mi voluntad. Papá está

preguntando si estoy allí, y finalmente levanto el teléfono y digo que lo estoy.

―¿Payton?

―¿Qué?

―No cuelgues ―dice en voz baja―. Escucha. Necesito que escuches.

Tengo que hacer esto bien. ¿Puedes por lo menos darme la oportunidad de

hacer eso?



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Tomo bruscamente el juguete para gato de nuevo y lo acaricio. Es en

parte tierno, para un portador de enfermedades. Con su único ojo casi podría

pasar por simpático si no fuera tan espeluznante. ―Está bien.

―A veces los padres hacen cosas, pretendiendo que están protegiendo a

sus hijos, pero en realidad sólo se protegen a sí mismos. No es que yo no

confiara en ti. Es más bien... si te decía, lo hacía real. Irreversible. Así que le di

largas. Eso fue un error enorme. Pero es real, cariño. No puedo cambiar eso. No

puedo cambiar esto. Lo siento.

Hace una pausa, pero no respondo. Cuelgo el ratón por la cola, viéndolo

girar en un círculo. Girando y girando hasta que me golpea. No el ratón. Esto:

no estaba enojada con mi padre por haberme mentido. En realidad no. Eso no

era el por qué no estaba hablando con ellos y evitaba los planes de vacaciones

de primavera y vistiendo su camiseta y siendo por lo general horrible. Hice

girar el ratón otra vez. Era el miedo.

Porque un círculo no tiene fin. Continúa para siempre.

Mi padre, sin embargo, no lo hará.

―Así que, ¿Estás lista para escuchar las noticias? ―pregunta.

Me lleva unos cuantos intentos para responder. Mi voz ha desaparecido

misteriosamente. ―No creo que pueda.

Él se ríe con sequedad. ―En realidad no es tan malo.

―Está bien. Entiendo, pero... ¿Podemos tomar un descanso? ¿Por esta

noche? Tal vez cuando llegue a casa, después de haber hecho la carrera en

bicicleta. Ese es el momento adecuado. Pero en este momento, ¿Podemos no

sólo hablar al respecto?

―¿Hablar de qué?

―Hablar de... oh, tú estabas... ―Vaya, ¿Puede ser más maravilloso?―.

Sí. Nada.

―Me gustaría hablar de nada contigo toda la noche. Con tal de que por

fin estemos hablando.

Así que lo hacemos. Bueno, no hay nada; le digo ridículamente detalles

específicos sobre la carrera en bicicleta, y no es toda la noche, apenas veinticinco

minutos hasta que papá cuelga para llamar a Caleb. Pero esos son veinticinco

minutos más de lo que hemos hablado en las últimas semanas, en meses, y son

veinte y cinco minutos que comunican mucho más que la altura de mi manillar.

Cuando hemos terminado, subo las escaleras para acostarme y espero a Trent.

La camiseta de Papá sigue escondida debajo de mi almohada.



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Jac tiene razón. Él está aquí. Sin importar cuáles podrían ser las noticias,

mi papá todavía está aquí.

Enrollo la camisa en una bola, finjo eludir, luego la arrojo en el cesto.



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Corregido por SofiaGodiva

o primero que veo cuando camino entre los voluntarios y los

ciclistas en la Fiesta Sub, es un sándwich submarino repleto de

todo tipo imaginable de carne procesada, extendido a través de

una mesa de buffet interminable. Soy una gran fanática de los embutidos,

mientras más alejada de un animal real, mejor, así que tomo esto como una

buena señal. Lo siguiente que veo es a Grady junto a él, un trozo de mortadela

colgaba de su barbilla. Esto no es una buena señal. Esta es una muy mala señal.

En cuanto a las señales van, esta es la peor, como todas las señales demoníacas

en una.

Jac está a mí lado en un segundo, tocándome en el hombro como un

pájaro carpintero muerto de hambre.

―¿Has visto la cantidad de carne de primera que hay aquí? Y no me

refiero al sándwich. La mesa de paramédicos es suficiente para llenar un

extenso calendario sin camisas. Conocí a este chico, Ryder… ¿Qué tan genial es

eso? Su nombre es RYDER… y me dijo que puedo ayudar en el puesto. Yo.

Como Florence Nightingale por aquí.

―Jac. Mira. ―Empujo mi cabeza hacia Grady.

Jac gruñe.

―Dime que ese no es Grady el Gótico engullendo una rebanada de

salami en un evento de caridad.

―Creo que es mortadela.

―Creo que es repugnante. ¿Por qué Grady está aquí, a menos que...?

L



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Su voz se apaga a medida que vemos a Sean golpeando a Grady en el

brazo y empujando un pepinillo en su boca. Tiene todo el sentido del mundo y

ninguno en absoluto. Por supuesto, Sean está haciendo la carrera en bicicleta.

Lo veré mañana. Puedo verlo ahora mismo. ¿Sabía que estaría aquí? ¿Le

importa de cualquier manera?

―Tal vez deberíamos irnos. ―Me vuelvo para salir.

Jac empieza a meterse conmigo otra vez. ―Te he descubierto, sabes. He

estado leyendo todos los libros de autoayuda de mi madre. Debería escribir uno

algún día. Y si lo hago, voy a escribir un capítulo entero dedicado a este truco

de auto-sabotaje que estás haciendo.

―Gracias.

―En serio. Está justo ahí. Y tú estás como, negándotelo a ti misma.

Torturándote. La única manera de salir de esto es que vayas a hablar con él.

―Tienes razón.

―¿La tengo? Quiero decir… por supuesto que la tengo. ―Jac pretende

desmayarse―. ¡El amor eterno! ¡Vas a hablar con Sean!

―No. Grady.

―Uh, Grady. ¿Como en el chico no-lindo con una calavera en su

camiseta?

―Uh-huh.

―Me refería a Sean.

―Ya lo sé. Pero tengo que hablar con Grady en primer lugar.

Jack suspira. ―Tal vez voy a escribir dos capítulos sobre ti, entonces.

Auto-sabotaje y la persecución de la persona equivocada. Muy bien. ¿Quieres

que vaya contigo?

―Sí. Pero no puedes.

―Voy a fingir que entiendo. Pero, en cualquier caso, necesitarás esto.

―Jac me bendice como si fuera un sacerdote.

―¿Para qué es eso? No eres católica. No es eso como, ¿Blasfemo?

Ella sacude la cabeza hacia Grady. ―Estoy salvando tu alma, patata.

Nunca se puede ser demasiado cautelosa con ese chico.

Cruzo la habitación y me detengo al final del sándwich de kilómetros de

largo. Me ocupo con los condimentos, esparciendo al submarino con una

combinación de mayonesa y mostaza. Los miro con el rabillo del ojo, a la espera



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de ser observada para que Sean pueda decidirse si va a quedarse o irse cuando

me vea.

Mi sándwich está a centímetros de distancia de mi boca cuando siento la

mirada penetrante de Sean. Antes, habría dejado caer el sándwich y huido. Pero

ahora, tomo un pequeño bocado, masticando deliberadamente, y, finalmente,

haciendo contacto visual.

No sé por qué alguna vez pensé que su cabeza era grande. Es perfecto, y

también lo es en todas las formas posibles. Lleva una camisa ajustada color

verde bosque, una que resalta ambos bíceps y ojos de una manera igualmente

tentadoras. Su cabello se ve blanco bajo la iluminación: blanco y brillante. La

única cosa que lo haría verse mejor sería una sonrisa, lo que está totalmente

ausente de su rostro. Pero él no está con el ceño fruncido. Sus labios forman una

línea recta, no acometiendo de cualquier forma. Estamos mirándonos el uno al

otro, y pierdo el concurso cuando miro hacia abajo en mi comida. Cuando

levanto la mirada de nuevo, se ha ido.

Pero Grady no. Y aunque quiero tan desesperadamente correr detrás de

Sean, tengo algunas quejas que resolver con Grady en primer lugar.

Cuando me ve, sus ojos se mueven rápidamente por la habitación,

tratando de encontrar a Sean. O tal vez un ataúd en el que pueda esconderse.

―Oye, Grady. Genial sándwich, ¿Eh? ―Tomo una bocanada gigantesca.

Grady mira a su sándwich, luego al mío. Sigue mis movimientos,

empujando tanta carne en su boca como le es posible, y entonces murmura un:

“Mmph.”

―No sabía que eras un filántropo. ¿Qué te trae a este evento

maravilloso?

Él continúa masticando, centrándose en sus zapatillas negras. Por último,

traga y dice: ―Sean quería que yo viniera con él. Comida gratis, ya sabes.

―Espero que te ahogues con tu mortadela ―le digo.

Grady toma otro bocado, su expresión es más reflexiva en esta ocasión.

―En realidad, creo que es salami.

―¿Por qué le dijiste a Sean acerca de mi diario?

Grady se ahoga con su bocadillo y tose. Tomo una botella de agua de la

nevera por debajo y considero salpicarlo con ella, pero en cambio, mi

curiosidad me lleva a entregársela. Él la traga en tres segundos, y se limpia su

cara en contra de su sombría sudadera gris. ―¿Por eso es que Sean y tú no se

están hablando?



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―No. ―Eso fue de mi propia obra―. Pero no ayudaste en las cosas.

El rostro de Grady está casi del mismo color que su camiseta, y parece

como si está a punto de llorar, lo cual no sólo correrá su delineador, sino que va

en contra de todo lo que yo sabía acerca de él.

―Esto es tan loco. No tenía idea que había arruinado las cosas para

ustedes, chicos. Es por eso que Sean ha estado tan deprimido. No puedo creer

que le haya hecho eso a él. ¡Soy un jodido estúpido!

―No sé si yo diría estúpido…

―Típico. Esto es tan típico. ―Él mira hacia el techo―. Hace dos horas mi

padre me arrojo una botella de cerveza porque se me olvidó sacar la basura,

ahora estoy engullendo comida gratis de personas en sillas de ruedas y

arruinando la triste vida amorosa de Sean.

Y entonces lo hace. Él empieza a llorar. No sollozos ni nada así, sólo una

barbilla temblorosa y unas cuantas lágrimas en silencio. Y como esa es PARA

NADA la reacción o la interacción que estaba esperando, todo lo que puedo

hacer es darle torpes palmaditas en la espalda y decir: ―No eres estúpido.

Balbucea unas cuantas palabras antes de levantar la cabeza, los ojos

desorbitados. ―¿Qué sabes tú? Soy un completo estúpido. Mis padres me

destinaron a ser un estúpido… echa un vistazo a cualquier estudio de la familia,

y allí estoy yo, en la estadística.

―Grady, eso no quiere decir…

Pero no puedo detenerlo. El realmente continúa ahora. ―Sí, un cliché. Si

esto fuera una película de adolescentes, yo sería el típico estereotipo. ―Se seca

los ojos y gime―: Amigo, mi maquillaje incluso se arruinó. ¿Podemos conseguir

algo más no-original? Lo siguiente que voy a probar será el papel del asesino

adolescente en algún programa de televisión.

―Oh, no, no te darían ese papel. Todos los adolescentes en esos

programas son realmente de veinticinco. Y simplemente escogen modelos y

tratan de volverlos nerd, ¿Sabes? No es que no eres lo suficientemente atractivo,

sólo quiero decir que incluso eso no es realmente auténtico. Esos actores son

más al estilo niño bonito James Dean que Marilyn Manson. No es que eres

Marilyn Manson. A no ser, eh... que quieras serlo.

―Sí, eso ayuda. Realmente apestas en esto, ¿Lo sabías? ―Grady seca su

rostro con una servilleta usada, manchando de mostaza su ceja izquierda. Lo

hace ver tan vulnerable, que por un segundo dejo que toda su armadura negra

desvanezca y lo veo como un chico normal, un chico que está un poco

estropeado, pero hola… únete al club.



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Analizo mi sándwich. ―Sabes que nada de eso es verdad. Mira, estoy...

estaba enojada contigo, pero, en realidad, Sean pensaba que todo esto fue un

pequeño momento divertido. Lo que ocurrió, la razón por la que no estamos

hablando... no fuiste tú quien complicó las cosas. Todo eso fui yo.

―¿Cómo es que fuiste tú?

―Hice toda la cosa de la fugitiva-Lassie.

―¿Te comparas con un perro?

Niego con la cabeza. ―Sabía que estábamos preparándonos para lo

inevitable, por lo que acabé con todo ahora. Antes de que las cosas se pusieran

demasiado intensas.

―Entonces, eres una idiota si piensas eso. ―Se frota los ojos de nuevo―.

No puedo creer que lloré. Debes estar canalizando un exceso de estrógenos con

toda esa basura de la relación. Demasiado intensas. Esa es la cosa más estúpida

que he escuchado.

Y así como así, recuerdo claramente por qué dejé el Pasillo del Terror

después de nuestro primer encuentro alegre. ―Cállate ―le digo―. No me

hagas cambiar de opinión acerca de ti.

―Y no me hagas cambiar de opinión acerca de ti. ¿Qué no te gusta una

persona porque podrías quemarte después? ¿No has oído hablar de la cita “Es

mejor haber amado y perdido que nunca haber amado”?

Yo resoplo. Otra noción destrozada. Ahora Chico Vampiro se está

poniendo literario. ―Eh, bien, Shakespeare.

―Intenta con Lord Tennyson. El hecho de que no esté en el cuadro de

honor, no significa que no soy lo suficientemente inteligente como para saber

que debes hablar con él. ¿Crees que hacerle daño de esta forma está haciendo

algún bien?

Me encojo de hombros.

Levanta las mangas de su sudadera gris, dejando al descubierto un

tatuaje con marcador que asemeja la garra de un águila. Cierra la brecha entre

nosotros en un solo amplio paso. Puedo oler la mostaza Dijon en su aliento.

―Está bien. Vamos a hacer esto de la manera difícil. Si no arreglas las cosas con

mi amigo, te voy a golpear de nuevo.

Me quedo rígida. ―¿En serio?

―¿Quieres averiguarlo?



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Suspiro. ―Así que tengo que decirle lo que siento y que él me diga que

ya perdí mi oportunidad. Estupendo.

―Acabas de decir estupendo.

―¿Y?

Grady agarra dos sándwiches más y comienza a escabullirse. ―Mejor me

voy. Toda esa cosa de salubridad podría pegárseme.

―Sí, lo próximo que sabrás es que estarás asistiendo a un evento de

caridad, citando poetas, y lloriqueando.

―Ese chico es mi mejor amigo. Es mejor que arregles las cosas de nuevo

o... ―Grady me muestra una vez más los colmillos rudamente y se pierde entre

la multitud. Y ahora se ha entrelazado en nuestro destino colectivo, lo cual

puede sonar poético y todo, pero... es Grady. Acabo de recibir consejos de amor

de Grady el Gótico.

Tomo otro bocado de mortadela. O tal vez es salami. No importa. De

repente todo me sabe a cartón.

EEP

5 de Abril

Tema: Una oración.

No creo que Dios lea mis EEP pero ya que no estoy muy acostumbrada a

orar, pensé que podría dejarlo por aquí.

Ejem. Quiero decir... Querido Dios. Oye. Sólo un par de cosas.

Grady probablemente está hablando con Sean y por favor hazle decir

algo útil. Por favor, dame el valor para enfrentar a Sean. Y a esta carrera en

bicicleta imposible. Además, la enfermedad de mi papá. Y a mi papá. Por favor,

ayúdame a alejarme de toda esta cosa del Objeto de Enfoque de modo que no

desarrolle un fetiche felino o algún otro mecanismo extraño para hacer frente.

En cambio, sólo ayúdame a sobrellevar la situación.

¿Por favor?



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30 Traducido por Andreani


a alarma suena a las cuatro. A las cuatro AM. Las cuatro que

ocurren en la mañana. Las cuatro que ninguna persona cuerda ve

jamás ya que están acurrucados en la cama, no metiéndose dentro

de lycra y poliéster. No tosiendo una barra de proteína orgánica. O vomitándola

cinco minutos después.

No tengo idea de qué tipo de calentamiento se supone que debo hacer

para la carrera. Hago mis estiramientos de baloncesto en el frío piso de la

cocina, con la vana esperanza de que voy a despertar. Trent despierta por sí

solo. Bueno, parcialmente. Se toma dos tazas de café antes de que incluso se dé

cuenta de mi presencia y todo lo que obtengo es una seña hacia el garaje.

Soy un pretzel de nervios. El paseo en coche hacia la ciudad toma la

segunda, tercera y cuarta recapacitación de mi decisión acerca de hacer esta

carrera. Realmente no prueba nada. Girar los pedales de la bicicleta no va a

hacer ninguna presentación de magia vudú que curará a mi papá. Todo lo que

girar los pedales de bicicleta va a hacer, es dejarme increíblemente adolorida,

que es realmente contraproducente a toda curación ideal.

El lugar de la feria de Camden es una masa de ruedas, neón y perfectos

esculpidos terneros. Cada uno de los cientos de automóviles tiene un soporte

para bicicletas, hay algunas personas estirándose cerca, atando sus zapatos o

ajustando sus cascos. Equipos de ciclistas, algunos cien veces más fuertes,

convergen en sus carpas designadas con sus intimidantes camisetas iguales.

Hay una tienda del equipo del departamento de policía, no la variedad que sólo

come donas, sino el tipo que te hacen de hecho desear una infracción. Hay

empresas consultando firmas, vendedores farmacéuticos. Las camisetas rosas

con brillantes margaritas en las mangas son el uniforme de una florería local. El

L



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asfalto y el bullicio de la multitud nos calientan un poco, pero no lo suficiente

para detener el frio de una madrugada de abril.

—¿Segura que no deseas que me quede? —pregunta Trent mientras saca

mi bicicleta del asiento trasero.

—No hay nada que hacer. Sólo mantén tu celular encendido y te llamaré

cuando decida que he terminado.

—Entonces cuando logres llegar a Ocean City.

—Sí logro llegar a Ocean City. No dispondremos de irrealistas

esperanzas. Haré lo posible. Nunca he hecho ciento cuatro kilómetros antes.

—Lo lograrás. —Trent bosteza y se estira. Su camisa se sube y revela su

estómago de nadador. Una chica en un coche se le queda viendo embobada. Ese

es mi hermano, digo. Con mis ojos—. Así que… ¿Se supone que debo darte una

plática motivacional o algo?

—Lo que acabas de decir está bien.

—Genial.

—Genial. —Le doy una patada a los neumáticos de la bicicleta,

comprobando el aire por millonésima vez.

Trent salta de un pie a otro. —¿Necesitamos abrazarnos ahora?

—No. ¿Podrías irte?

—Bueno. —Trent sonríe—. Porque tengo una cita de almuerzo con Yes. Y

esa pollita junto a nosotros me está mirando y no quiero arruinar sus sueños

por abrazar a mi hermanita.

—Se conservan sus sueños. Ve a casa. —Aseguro mis zapatos a la

bicicleta, de pie sobre los pedales mientras dejo a Trent para su admiradora. Ya

que soy un equipo de uno, Poder Payton lo llamaremos o las Gritas Granaderos

o simplemente el viejo Payton Gritas —una chica asustada que quiere ser

ciclista— no me acoplo a alguno de los grupos, en lugar de eso atravieso la

multitud hasta la mesa de inscripción. Me suelto de los pedales y aseguro mi

bicicleta en uno de los muchos racks para que me pueda meter en la fila.

He encontrado la línea GH en un segundo y Sean está parado al final,

antes del último. La conexión alfabética nunca termina. Desde el almuerzo

escolar hasta el mayor paseo de bicicletas. Él no puede escapar de mí. No puedo

escapar de él.

Al principio creo que él solamente no me ve cuando ofrezco un pequeño

saludo con la mano. Pero, después de más de siete minutos de pie, dos personas



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detrás de él, sé que estoy siendo ignorada. Cuento los muchos moretones en

mis piernas, buscando significados en sus formas sin forma. Todo es tan

estúpido, actuando como si no estuviéramos a 3 metros entre nosotros.

Actuando como si no fuéramos una especie de, más o menos, pero no

realmente, una pareja.

Sean se inscribe y asegura su número a un jersey naranja muy brillante,

él podría saltar a su bici y dirigirse al tráfico. La dama en la mesa le entrega su

paliacate rojo, el paliacate que simboliza que está montando para alguien con

Esclerosis Múltiple.

La mayoría de la gente aquí está haciendo el paseo por diversión. Hay

sólo una esparcida cantidad de pañuelos en la multitud. Sean lo pasa por uno

de los hoyos de su casco y lo ata, un nudo que un Boy Scout conoce. Aunque la

camiseta naranja capta la atención, el paliacate es lo que sobresale. Quizás sea la

forma en que lo ha atado. Tal vez es sólo porque está en su cabeza.

Él gira y, porque yo lo estoy mirando, él no puede evitar hacer contacto

visual. Su rostro está en blanco, como si hubiera un campo de fuerza que nos

separa. Un campo de fuerza que yo creé.

Esto es estúpido. ¡Podemos hablar! Simplemente porque no somos... lo

que sea que fuimos... no significa que no podamos ser civilizados.

—Buena suerte —digo. No es que él necesite suerte. Es Hércules.

Asiente, el paliacate se mueve con su cabeza. —Tú también.

—Gracias.

—Uh-huh.

Es mi turno en la línea y la dama da pequeños golpecitos en la mesa con

su pluma, esperando que me mueva. Me muevo al lado de la línea para dar

paso a la siguiente persona, un movimiento valiente que indica que aún deseo

hablar con Sean.

—¿Vas a hacerlo todo? —pregunto.

—Estoy haciendo los ciento setenta. Con la vuelta agregada. Aunque no

de regreso. Tengo que volver esta noche.

—Oh ¿En serio? ¿Por qué?

—Tengo planes.

Planes. Planes es la palabra cortés que se utiliza cuando no quieres decir

lo que estás haciendo o no deseas invitar a la otra persona a acompañarte.

Como a una fiesta. O una cita.



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—Oh.

—¿Cuánto harás tú? —Sean ya no está mirándome, si no que mira sobre

mí, como queriendo que termine la conversación. Saca unas gafas de sol, del

tipo funky que se curvan alrededor de su rostro, el estilo de vestir de todos los

ciclistas y visores sobre ellos.

No sabía la respuesta antes de que lo preguntara. Pero cuando aparta la

mirada, como si yo hubiera logrado mi extraño objetivo, como si él ya lo

hubiera superado, respondo—: Por la orilla. Sólo un lado. Los ciento cuatro

kilómetros.

Se sobresalta. —¿En serio? ¿Estás segura? —Podría ser delirantemente

esperanzadora o desesperada, pero creo que detecto preocupación en su voz—.

Esto no es un paseo alrededor de Valley Forge. Atletas serios que han entrenado

durante meses no son capaces de terminar.

—He hecho Valley Forge, colina y todo, cientos de veces a estas alturas.

Una sonrisa se crea en su rostro. —¿Cientos?

—Bueno, no he contado exactamente. Quizás cuarenta y cinco. Empecé a

triplicar al final. No, fui el último fin de semana. Así que ¿Cuarenta y ocho? E

hice tres paseos a la ciudad y de regreso, aunque el pasado fin de semana tomé

un atajo…

—¿Por qué estamos hablando? —pregunta Sean.

Parpadeo. —¿Por qué? ¿Qué quieres decir?

—Quiero decir, recuerdo claramente que dijiste que no querías esto. Y

Grady me dijo que me comparaste con un perro anoche. Ahora actúas como si

no hubiera pasado nada.

—¡No te comparé con un perro! Dile que es un hombre medio pésimo.

Sean deja escapar un suspiro agobiado y se rasca la parte posterior de su

cuello. Quiero desaparecer. No quiere hablar conmigo. —¿Cuál es la historia,

Payton?

La historia es que todavía me gustas, pero no estoy segura de que sea lo

mejor para nosotros. No estoy segura si soy lo mejor para ti, o si alguna vez

debo dejar que otra persona entre en mi vida. No estoy segura de que incluso te

merezca, al igual que no merezco a mi papá. Lo único que me merezco es tu

enojo, que me está matando. —No lo sé. Desearía saberlo.

La cara de Sean se suaviza por un momento. —Yo también desearía que

lo supieras. —Entonces sacude la cabeza, como si estuviera alejando un

pensamiento—. Mira, espero que tengas un gran paseo. Si deseas hablar,



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realmente hablar, después… —Hace una pausa y ajusta las correas de su

casco—. Estaré por ahí. —Se aleja pedaleando.

Estará por ahí. Todavía está ahí.

Me meto otra vez en la línea, haciendo caso omiso de las miradas

acusatorias. Tengo que conseguir inscribirme a tiempo. Tengo que estar tan

cerca de Sean como sea posible. Mantenerlo a la vista. Usar su cabeza para

aclarar la mía. Averiguar lo que quiero decir, si aún hay algo que decir. Lo

único que me separa de hablar con él son pocas horas. Unas pocas horas y

ciento cuatro kilómetros llenos de diversión.



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31 Traducido por Andreani


o hay ningún disparo para iniciar la carrera. Qué alivio.

Siempre me he preocupado hacia dónde va la bala cuando

disparan. Tenemos nuestros cascos puestos, así que debemos

estar seguros en eso, pero están todas las extremidades y las posibilidades de

un rebote o un disparo fallido y varias casualidades.

Así que no hay bala. Es bastante anticlimático, de hecho. Sólo una mujer

de pie en la línea de salida organiza a cada grupo en su tiempo de inicio, que

son cinco minutos de diferencia. El mío no está programado sino hasta más

tarde, pero consigo colarme en la uno, después del de Sean, que es una serie de

genetistas con dobles hélices adorando sus camisas. Todos empiezan sólo

pedaleando, así que no sé si fue un “¡Hurra! ¡Vamos por ellos!” O simplemente

un “Vamos”. Abandono a los geeks de la ciencia, intentando encontrar a Sean.

Esa no es ninguna hazaña fácil con el sinfín de ciclistas que nos rodean, ni

hablar de que tengo que pasarlos a todos ellos para ponerme al día.

El paseo sigue por una carretera de cuatro sentidos, a veces bidireccional,

que serpentea desde Camden, que está justo al otro lado del Delaware,

Philadelphia, a través del bosque y ciudades dispersas de Nueva Jersey, más

dos puentes masivos de hormigón, y hasta Ocean City. El camino que

comenzamos era largo, y los autos atravesaban precavidamente el crucero por

el que tanto nosotros como los ciclistas emergían como una masa sólida de

líneas uniformadas. Las filas disminuyen la resistencia del aire, facilitando el

pedalear. No he tenido esa ventaja en mi solitario paseo, sin dejar de mencionar

que el terreno es mayormente plano.

Pensé que estaba en forma cuando jugaba baloncesto, pero puedo sentir

una nueva fuerza en mis músculos. La promesa de resistencia, capacidad y

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grandeza. Ahora soy una ciclista. No hay manera de escapar del hecho de que

se trata de un deporte, y yo soy una atleta.

Zigzagueo pasando ciclista tras ciclista recorriendo los alrededores, hasta

que veo la cabeza de Sean y el casco con el pañuelo flotando a un lado. Estoy

tan hipnotizada por Sean que casi colisiono contra el ciclista frente a mí.

Todavía es raro reaccionar así. Es aún más raro que pasé tanto tiempo

NO reaccionando así, que veía a Sean ir y venir, día tras día durante años sin

haber pensando alguna vez en lo que estaba viendo, o ver más allá de lo que

veía.

Sean omite la primera parada de descanso. Ugh. ¡Tranquilo! No estás

haciendo el Ironman todavía. Pero aun así sigo, mirando ansiosamente el

Gatorade que distribuyen los voluntarios.

Me establezco en mi carril, alternando miradas hacia el paliacate de Sean

y analizando los alrededores. La primavera está en la cúspide de su surgimiento

y, aunque los árboles aún están principalmente desnudos, hay unos cuantos

retoños floreciendo en el paisaje desolador. Noto a un ciclista junto a mí

vistiendo una camiseta de Marines. Es un verdadero bulldog, cuarenta y algo,

tan marcado, que hace que Sean parezca un cachorro.

Sean baja la velocidad delante de nosotros. Me encantan los cachorros.

La bicicleta del Bulldog es de lujo, con un diseño ligero que recuerdo

vagamente. He visto la bici antes. En la tienda de bicicletas a la que Sean y yo

fuimos el día que nos escapamos de clases.

Puedo recordar todo lo que Sean había descrito sobre la bicicleta. Cómo

era más compacto el manubrio y el asiento más angosto. Cómo es que pude

moverla con mi meñique, era tan fácil. Escuché tan atentamente en ese

momento, desesperada por mantener mi mente ocupada y lejos de los

pensamientos de su papá y la señorita Marietta, de los cuales no sabía ningún

detalle. Como, ¿Cuál era su nombre? ¿Qué hacía para ganarse la vida? ¿Cómo

era su relación con la señorita Marietta? Estas son las cosas normales que se

piensa cuando alguien muere. No concentrarte en las llantas de aleación. Al

igual que cuando tu papá se pone enfermo, no gastas tu energía en la cabeza de

un chico lindo.

Pero estoy trabajando en ello. Si realmente logro hacer los ciento cuatro

kilómetros, puedo ganar el dinero suficiente para hacer la Lista de Donaciones

de Plata. Puedo ir con mi papá y decir, mira cuánto he conseguido. Lo tengo.

Estoy aquí. Estoy contigo. Y podríamos hablar acerca de lo que deberíamos.

Puedo hacerlo. Puedo. Pronto.



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Llegamos a la segunda parada de descanso. Bajo de mi bici, lista para un

descanso. Sean va hasta las bebidas deportivas, agarra dos y se las termina en la

cantidad de tiempo que me lleva a mi quitar la tapa. Él no está mirándome,

pero estoy bien con eso. Obtendré su atención cuando cruce la línea de meta.

Esperaba tener un buen descanso de veinte minutos, pero Sean sube a su

bici después de diez, y cuando tu Objeto de Atención se va, lo sigues. A pesar

del breve descanso, me siento renovada. Mareada. Ya estoy más allá de la

mitad. Tengo una cabeza para utilizar como una brújula. Tengo esta cosa. Es

mía.

Luego, dieciséis kilómetros de la parada de descanso, veo un cartel que

dice, CURVA Y MARCA OCHENTA KILÓMETROS: CUARENTA

KILÓMETROS. La curva. Sean hará la curva, el curso adicional agrega cuarenta

kilómetros al recorrido. Me había olvidado totalmente sobre eso. Ahora Sean

desaparecerá y voy a tener cuarenta kilómetros sin nada que mirar más que el

Garden State.

Puedo ver el desvío delante. Por cada ciclista que gira, hay cinco que

siguen recto. No estaré sola cuando Sean de vuelta. Yo sólo debo mirar a

alguien más. O simplemente pensar en otra cosa.

Excepto que no puedo hacerlo. Sean toma el desvío y me paralizo

instantáneamente, viendo su paliacate mientras desaparece por la esquina.

Todo lo que veo ahora es fracaso. Como medida de seguridad, salí a un lado de

la carretera para decidir mi rumbo y averiguar qué hacer.

No hago nada durante unos buenos quince minutos. Tomar el descanso

ayuda a mis nervios, pero con cada segundo que se añade, es más difícil

ponerse en marcha otra vez. Puedo terminar ahora. Hice ochenta kilómetros,

eso es algo para estar orgulloso. Trent puede venir recogerme y…

No. La primera vez que hice Valley Forge, no pensé nunca que pudiera

TERMINAR. Especialmente no sola. Además, es un paseo mucho más

montañoso que este. Más corto, por supuesto. Puedo pensar en esto como un

alargado Valley Forge. No tenía un estúpido paliacate que mirar en aquel

entonces. Y lo hice.

Contaré diez. Cuando llegue a diez, voy a empezar a pedalear otra vez.

Cuando llegue a diez, voy a estar en camino, rumbo hacia ese oasis en lugar de

mirar hacia la pantera. O jaguar. No puedo recordar. Cualquier bestia de la

selva va a atraparme mientras voy otra vez.

Diez va y viene. Lo mismo ocurre con un cien. Todavía estoy en la zanja,

contando mi corazoncito. Deseo hacerlo de verdad. Sí. Pero por alguna razón,

mi cuerpo no.



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Me quito mi casco para apretar mi coleta y tocar mi paliacate. El paliacate

que estoy vistiendo porque conozco a alguien con Esclerosis Múltiple.

Lo paso entre mis dedos. Se ha empapado con mi sudor, pero todavía

tiene algunas pares nuevas. Este es el paliacate en el que debo concentrarme.

No en el de Sean.

Sigo masajeando el paliacate, imágenes de los últimos meses pasan

rápidamente por mi cabeza. Mamá sosteniendo esa aguja, papá tratando de

dispararle a los aros, la imagen de Sean en el sitio web de su mamá. Mi diario

de concentración.

Pasa más tiempo. No estoy segura de cuánto.

Mi objeto de atención se ha ido ahora. Si quiero pasar por esto necesito

sólo... concentrarme. Punto. Terminar esta cosa.

Puedo hacerlo. Yo, totalmente sola.

Me quito el paliacate y me pongo mi casco. Ato el material a través de la

hendidura frontal, para que ésta caiga sobre mi frente. Es como colgar una

zanahoria delante de un poni para que se mueva. Y lo hago. Me muevo.

En realidad, vuelo.

Dedico los siguientes cuarenta kilómetros a ir a toda velocidad. El

paliacate absorbe mi sudor mientras paso ciclistas tras ciclistas. Absorbe mis

lágrimas mientras cruzo el primer puente que nos lleva a Ocean City. No es que

esté mirándolo ahora. Hay demasiado pasando.

Hay un arco de globos de color morado y verde sobre las personas

alineadas en la calle principal. Todo el mundo reduce su velocidad aquí,

obteniendo aplausos y ánimos. Hay letreros diciendo, ¡GRACIAS POR CREER!

o ¡ESTA ES POR CHARLIE! o ¡PEDALEA CON TODO! con una foto de un

chico montando un velocímetro. Y aún el cartel del extraño velocímetro me

inspira. No conozco una sola alma en la multitud. No necesito hacerlo.

Los ciclistas delante de mí se hacen menos densos y veo la línea de meta.

Me paso sobre los pedales y la cruzo, levanto un brazo (no dos; "mira mamá, sin

manos" es una receta para el desastre) hasta la victoria. El momento es tan

dulce, debería haber música. Levantarme y bailar música como en las películas

de adolescentes clásicas, donde la multitud se precipitaría y me cargaría. Pero

en primer lugar, mi papá aparecería y me diría que está curado y Sean

interrumpiría nuestro abrazo padre/hija para darme un beso. Luego, la parte

donde la gente me carga continuaría hasta que yo levanto un brazo finalmente

en el aire y los créditos llegan.



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Pero esto no es una película. Otras tres personas cruzan al mismo tiempo

que yo. Una animada niña sonriente, me entrega una medalla de plástico. Y

ahora se acabó. Reduzco la velocidad y me detengo, tomando nota de lo que

todo el mundo está haciendo. Se bajan de sus bicicletas, se estiran y charlan

como si simplemente hubieran paseado por la playa, estacionando sus bicicletas

en un rack cercano. He dejando mi bici en el césped y voy directamente hacia

los baños portátiles. Ahora que la adrenalina se va, me doy cuenta de lo mucho

que tengo que orinar.

Cuando he terminado, camino hasta la playa. Todavía hace demasiado

frío para nadar, pero hay muchas personas dispersas. Me quito mis zapatos y

camino descalza a lo largo de la orilla, quedándome parcialmente asilada, para

llamar a Trent.

—Hey —digo cuando responde—. Terminé.

—¿Dónde estás?

—Sentada en la playa, justo en la línea de meta.

—Espera un segundo. Tengo otra llamada. —Cambia durante unos

segundos y luego silba cuando está de vuelta—. Así que terminaste.

—¿Alguna vez hubo una duda?

—No de mí. ¿Estás lista para volver a casa?

—Sí, ¿Puedes venir a recogerme? —pregunto.

—Nop.

—¿Por qué no?

—Encargué transporte alternativo.

—Trent, esto no es gracioso. He andado en bicicleta por ciento cuatro

malditos kilómetros. Me duele el trasero, mis piernas están muertas y sólo

quiero dormir durante unos días. ¿Puedes venir por favor? ¿Ahora?

—No puedo hacerlo, hermanita. Alégrate. Tu transporte ya está allí.

—¿Dónde?

—Mira a tu alrededor. Lo verás.

—¿Él? ¿Trent, quien es?

—¿Qué? ¿Qué? No puedo oírte. La llamada se corta... Debes tener mala

recepción. ¿Qué es eso? ¿Qué es eso… —Cuelga.



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Mejor que no haya mandado a uno de sus amigos buenos para nada.

Justo lo que necesito, unas horas de un perdedor con nombre y patético punk

rock después de…

—Hola, cariño.

Me callo. Mi transporte alternativo ha llegado.



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32 Traducido por Anna Banana


Papá? ¿Qué estás haciendo aquí?

Papá aún tiene su bastón, pero no se está apoyando en él

demasiado. Su rostro parece tener mucho más color que antes de

que se fuera, pero tal vez esa soy yo siendo optimista.

—Tu mamá y yo queríamos verte.

—Oh. —Parpadeo, todavía sorprendida al verlo—. Gracias. Aquí estoy.

Mi padre me mira de arriba abajo, observando mi pelo desordenado y

ropa sudada. —Así que, ¿Puedes creer que acabas de andar en bicicleta a través

de Nueva Jersey?

—No. Sí. Es una locura, ¿Eh?

—Eso es algo de dinero para la caridad, ¿No?

—Bastante que Trent va a arrepentirse por su promesa de dos dólares

por milla.

—¿Qué significa el pañuelo?

—¿Esto? —La desato de mi casco y la mantengo ante la luz del sol—. Nos

la dieron para mostrar que estamos corriendo por alguien.

—¿Puedo verla?

—Por supuesto. Lo lamento, pero está sudada.

Papá se sienta, colocando su bastón a su lado en la arena. Lo imito.

Envuelve el pañuelo alrededor de su muñeca. —Tuve un entrenador que solía

decir: “No hay nada más dulce que el sudor.”

¿



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Posa su brazo sobre mi hombro y vemos las olas en silencio. Hemos

tenido tantos silencios entre nosotros estos últimos meses, amargos,

emocionales, vacíos, dolorosos. Este es perfecto. Dice las cosas que las palabras

no pueden.

—¿Estás lista para irte? —Se sacude la arena del pantalón.

—Espera, ¿Eso es todo?

—¿No lo es? —Papá mira a su alrededor—. ¿Te dan un trofeo o algo así?

—No, quiero decir, ¿No se supone que debemos hablar sobre la noche

anterior y esas cosas?

—No creo que haya ningún “debemos.”

—Pero tú sabes, papá e hija en la playa. —Indico a las olas—. Momento

triunfal. Lágrimas. Abrazos.

—Eso suena como un montón de drama.

—Puede que lo haya visto en una película hecha para la televisión.

Papá se ríe. —De acuerdo. ¿Segura que deseas escucharlo?

—Sí. —Recargo mi cabeza sobre su hombro y trago saliva—. Continúa.

Creo que estoy lista.

—Está bien. La parte más alentadora es que mis síntomas están

disminuyendo. Mis medicinas cambiarán, con la esperanza de que disminuirán

la frecuencia y duración de mis recaídas. Los estudios que han hecho en esta

nueva medicina parecen prometedores. Veremos qué sucede cuando regrese en

unos meses.

—¿Eso es todo? —pregunto.

—No sé si siempre será “es.” En este momento lo es. Mañana puede ser

una historia diferente.

—No me gusta esa parte.

—A mí tampoco, pequeña. —Papá toma un poco de arena y la deja caer

lentamente de su mano—. Otra cosa. Tu mamá y yo hablamos, y ella ha

decidido volver a trabajar. Tal vez puede ser docente en una escuela primaria o

algo así. Trent retomará su beca y comenzará la escuela en el otoño. Vamos a

tratar de vivir nuestras vidas normales de nuevo, sólo modificadas ligeramente.

Ya veremos cómo va.

—¿Dónde encajo yo en eso?



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—Es por eso que te estoy diciendo esto desde el principio. Tú decides.

No se tomarán más decisiones sin tu participación. ¿Suena como algo que

puedes hacer?

No digo nada al principio. Papá toma otro puño de arena y la deja correr

entre su mano, grano por grano.

—Está bien. Aquí está. Mi contribución será ser un poco yo misma —le

digo—. Quiero decir, puedo ser normal. Normal adulto, no más ley del hielo o

enloquecer. Les dejaré saber lo que está pasando conmigo…

—Y yo voy a hacer lo mismo —termina Papá—. Mira, todo lo que dije

ayer por la noche sigue siendo válido. Fue terrible no decirte, que arrojáramos

las noticias de la forma en que lo hicimos, y lo lamento. Hice una promesa de

que todo estaría bien. Es una promesa que tal vez no sea capaz de cumplir, pero

voy a hacer el mayor esfuerzo… mi mayor esfuerzo para hacer las cosas mejor.

Su voz tiembla cuando dice la última línea, como si de alguna manera me

hubiese fallado, y aleja su mirada de mí. Aferro su mano antes de que pueda

tomar más arena.

—No te disculpes. Eres perfecto, papá. En serio, simplemente perfecto. —

Me detengo para frotarme los ojos. De pronto están produciendo lágrimas—. Sé

por qué no me lo dijiste. Creo que dejé de estar enfadada por ello hace un

tiempo, pero tenía miedo y no sabía cómo dejarlo ir. No sé cómo voy a

demostrarte cuánto lo siento…

—Oye. ¿Qué tal si hacemos un trato?—Papá se levanta y tira de mí con

él—. Déjame quedarme con este pañuelo y lo dejaremos por la paz.

—Papá. —Me limpio los ojos de nuevo—. No te dirigí la palabra

básicamente por tres meses, ¿Y quieres dejarlo por la paz?

—Sip.

—Así que estamos bien.

Papá sonríe. —¿No lo estamos?

Deslizo mi mano de la de mi padre y la observo. Estoy temblando un

poco por el esfuerzo de la carrera. Temblando como las manos de papá lo hacen

a veces. —Creo que sí. Creo que sí lo estamos. Yo lo estoy. Estoy bien.

—Bien.

—Bien. —Me río. Entonces lloro. Y después río un poco más—. Bien.

—¿Deberíamos irnos? Apuesto a que estás anhelando un poco de Geno’s

en este momento.



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—En realidad, estaba pensando en helado. —Señalo al paseo marítimo—.

Hay un lugar ahí abajo que he oído es decente.

—Helado será entonces. O un helado y Geno’s. Después de esa carrera en

bicicleta, puedes tener lo que quieras.

Empezamos a caminar y me detengo. —Um… primero tengo que hablar

con alguien, si eso está bien.

—Sean —dice.

—¿Cómo lo sabes?

—Dame un poco de crédito. Puede que no hablemos, pero no soy tonto.

—Oh, está bien.

—Estaré en la tienda de helados. Nos vemos allí cuando estés lista.

Mi papá se aleja, moviendo su bastón y silbando una canción de los

Beach Boys mientras camina a través de la arena. Es el momento perfecto, la

imagen mental perfecta. La guardo en mi memoria, para los momentos que

vendrán, para la próxima recaída o la llamada del Especialista. Para los

momentos sin esperanza, sin calidez.

Pero por ahora, en verdad, estoy bien.

♥♥♥

Regreso nuevamente hacia la línea de meta para buscar a Sean cuando la

cruce. Él es más rápido que yo, pero tenía cuarenta kilómetros más por recorrer.

Así que si recorre treinta por hora, debería estar aquí en cualquier momento.

Tomo asiento en las gradas del mar y espero.

Diez minutos después: Todavía estoy esperando. El tipo bulldog que

estaba junto a Sean cruza. Arreglo mi cola de caballo y enderezo mi camisa.

Quince minutos más tarde: Reconozco a ciclista tras ciclista, pero no a

Sean. Y mi papá está esperando. Tal vez Sean pateó traseros y terminó antes

que los demás. Me acerco a la mesa de la comida y observo la multitud. Si él

está aquí, lo veré. Puedo identificar su cabeza en cualquier lugar.

Treinta minutos más tarde: He atravesado la longitud de la carpa de

alimentos dos veces, analizado todas las bicicletas por la de Sean y todavía

nada. Se ha ido. Lo he perdido. Dijo que iba a estar alrededor, y no lo está.

Sean y mi ventana de oportunidad para hacer las cosas bien, se ha ido.



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♥♥♥

Voy en mi bicicleta por el casi abandonado paseo marítimo. La mayoría

de las tiendas están cerradas hasta el verano, pero la tienda de helados está

atestada con los ciclistas. Recargo mi bicicleta contra la ventana y trato de

abrirme paso en la tienda llena de gente.

Mi papá está sentado en una mesa de hierro blanco con un banana split

enorme frente a él. Me saluda con la mano y tiro una silla hacia la mesa.

—Lamento haberme tardado —digo.

—¿Cómo te fue?

—No lo pude encontrar. Probablemente me está evitando porque he

echado todo a perder. ¿Por qué tengo que ser auto-destructiva?

—Eso suena como un superhéroe.

—No uno muy bueno. Ella estallaría antes de poder salvar al mundo.

Papá se ríe. —Tal vez un poco de su sangre manchará la ropa de sus

enemigos.

—Bravo. Desastres de lavandería. Mis poderes son infinitos.

Papá sacude la cabeza, sonriendo.

Por supuesto que aún estoy desanimada, pero si no puedo estar bien con

Sean, por lo menos puedo bromear con mi papá nuevamente. Nuestras

cucharas chocan contra el tazón. Me muero de hambre y el azúcar ayuda un

poco. Un poquito.

—Disculpen.

Me vuelvo hacia la voz, las palabras golpeando mis entrañas. ¿Qué pasa

con todas estas entradas inesperadas hoy en día?

—Sean. —Exhalo. Tiene puesta una gorra de béisbol y un chándal sobre

su ropa de ciclismo. Papá lo mira de arriba abajo, con una sonrisa en sus labios.

Nadie dice nada hasta que Sean extiende su mano. —Hola. Soy Sean

Griswold.

—¡Lo siento! Papá… este es Sean. Sean Griswold. Conoce a Sean.

Papá le da la mano. —Lo siento, ¿No capté el nombre? Es Sean, ¿Verdad?



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—Perdón por interrumpir. —Sean se rasca la parte trasera de su cuello—.

Sólo quería dejarle saber… que ciclé por usted. Espero que eso esté bien. —Sean

saca el pañuelo de su chaqueta—. Ayuda si tengo a alguien en mente. Tome.

—Oh, bien… gracias. Guau. —Papá toma el pañuelo—. Empezaré una

colección de estos. En realidad estaba a punto de usar el baño, pero ¿Por qué no

te sientas y te quedas con nosotros por un rato? Hay un montón de helado.

Payton puede contarte todo acerca de sus súper poderes.

Papá me da una sonrisa alentadora antes de irse. Me encojo en mi

asiento, sudando como si estuviera de vuelta en la carrera de ciclismo. ¡Ah!

Ahora que tengo a Sean aquí, no sé qué decir.

—Así que, terminaste —dice.

—Sip. Los súper poderes tomaron vida en torno al kilómetro ochenta.

Alguien se inclina y pregunta si puede tomar una silla de nuestra mesa,

asiento con la cabeza. El teléfono de Sean timbra y mira el número que aparece

en el identificador de llamadas antes de apagar el timbre.

—Guau. Tengo que irme —dice, tomando un bocado del helado.

Irse. Sean Griswold tiene que irse. Tengo que detenerlo, decir lo que se

tiene que decir. Pero no digo nada.

La mesa continua a la nuestra estalla en carcajadas mientras que un

hombre cuenta una animada historia a sus amigos. Todos tienen la misma

camiseta. Hay una felicidad fatigada en el aire, del tipo que aparece en las horas

de madrugada en una noche de pijamas. Casi le digo a Sean. Nos merecemos

eso. Incluso si fui una estúpida, pero podríamos volver a eso. ¿Verdad? ¿Tal

vez? —¿Puedes quedarte un ratito?

—No puedo. Tengo planes.

—Oh, claro. —Frunzo mis labios para no llorar.

—Mi mamá tiene una casa de playa que está tratando de vender. Mis

primos vinieron este fin de semana y vamos a ir a pescar y pasar el rato.

—Bien, eso es genial. Espero que te diviertas. Y… debes estar orgulloso

de ti mismo por… ya sabes… la carrera.

—También tú debes estarlo.

—Lo estoy. —Sonrío—. Lo estoy.

Se frota las sienes.

—¿Dolor de cabeza? —pregunto, alarmada.



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—No, más bien como dolor de cuerpo. El segundo puente me mató. No

he tenido un dolor de cabeza desde, bien… eh… hablamos de ello. Creo que

acabo de frotar mi frente por costumbre.

Contengo mi impulso de echarme a cantar. ¡No más dolores de cabeza!

—¡Estás curado!

—¿Curado? —Sean se encoge de hombros—. Creo que se puede decir

eso.

—Bien, ¿Qué lo hizo? —pregunto.

Sean apunta a las gafas de sol todavía en su cabeza. —Esto. Mis gafas.

—¿Gafas?

—Sí. Estaba teniendo dolores de cabeza por este raro astigmatismo.

Fatiga visual. Así que el doctor me dio lentes. Bueno, uso mis lentes de

contacto, pero estas gafas de sol son de prescripción. Las uso para ciclismo.

Gafas. No un tumor cerebral. Gafas. Mi estado de enloquecimiento fue el

resultado de una visión borrosa. Mi propia visión borrosa.

—Se ven bien en ti —digo.

Sean se pone de pie. —Gracias. Bien, oye, fue bueno hablar contigo, pero

mi familia está esperando en el estacionamiento. Dile a tu papá que dije adiós.

Te veré más tarde, supongo.

Se desliza a través de la tienda llena de gente. La campana de la tienda

suena cuando abre la puerta. Miro hacia el helado derritiéndose en la mesa y

tomo bocado tras bocado hasta que mi cerebro se congela. ¡Ah, kryptonita!

Esperen, ¿Qué estoy haciendo? ¿Cómo puedo pensar en helado en un

momento como éste? Salgo volando de mi asiento y corro. Sean está a la mitad

del paseo marítimo. Corro detrás de él y tomo su brazo. Ambos miramos mi

mano, pero no la retiro. Pienso en la última vez que lo detuve así, en el pasillo

cuando se enteró de los EEP. Me perdonó entonces. ¿Podría hacerlo ahora?

—Me preguntaba si puedes ayudarme con algo antes de que te vayas —

digo, sin aliento. —Sean asiente con la cabeza. Suelto su brazo y me enderezo—.

Verás, he estado pensando en los soldados de la Guerra Revolucionaria y en

cómo debieron de haber estado destrozados, tú sabes, peleando en la guerra,

pero estando lejos de sus familias.

—Ajá.



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—¿Crees que alguna vez tuvieron miedo, que alguna vez… huyeron?

Como, ¿En un instinto de auto-preservación? —pregunto—. Incluso si sabían

que no deberían hacerlo. Incluso si realmente, ¿Si realmente no querían?

Sean entrecierra sus ojos. Hay tanto detrás de su mirada, curiosidad,

diversión, incertidumbre. Puedo sentirlo, sin embargo, incluso a unos

centímetros de distancia, relajándose. El filo que tenía en su voz se ha ido. —

Apuesto a que lo hicieron.

—¿Cuál era el castigo para eso? Cuando tuvieron las… agallas para

volver, cuando se dieron cuenta de lo tontos que fueron. Como lo lamentaban.

¿Cómo mejoraban las cosas entonces? ¿Podían… podrían hacer mejor las cosas?

Sean camina de un lado para otro, las manos detrás de la espalda, como

un general dando órdenes a sus tropas. —Estás hablando de una gran traición.

Sobre todo si se trata de un delito repetido. La confianza era vital en el

campamento.

Dejo caer mi cabeza. Soy una idiota. —Lo sé.

Se detiene. —Pero creo que los patriotas los habrían perdonado.

Dejo de respirar. ¿Puede que signifique… que me perdona?

—¿En serio?

—Después de todo, los rebeldes tuvieron que permanecer juntos, ¿No?

¿De qué otra forma iban a ganar en contra de tales probabilidades? —Levanta

mi barbilla. Sus ojos son infinitos. Su cicatriz es magnífica. Su pelo es la luz del

sol.

Su cabeza… es el cielo.

—Entonces, ¿Aún piensas que soy hardcore? —pregunto, mi voz

quebrándose.

Sean se inclina y posa sus labios contra los míos. Ahí está el sabor de

menta que estaba esperando. Cierro los ojos y lo absorbo. No son unicornios o

dientes de león. Es mejor. Mucho mejor.

—De ninguna manera —dice en voz baja—. Hardcore ni siquiera

comienza a describirte.

FIN



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Traducido, Corregido &

Diseñado en:

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