leyendas del territorio argentino

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REGIN CHAQUEA

Tucu tum, tucu tum!...TamanduTucu tum, tucu tum!...TamanduA bailar! A bailar!Tucu tum, tucu tum!...TamanduTucu tum, tucu tum!...TamanduAl son de cajas y tambores.Tum, tum1 Tucu-tum!Bailar! Bailar!Con msica o sin msica.Tum-tum Tamandu!Dice la leyenda que antes, muy antes, los indios no saban bailar. Bueno antes de que el "tamandu" les enseara.Ocurri cierto da, que andando por la selva, un indio se encontr con el tamandu (oso hormiguero). Muy distraidos deban andar los dos porque de pronto se encontraron frente a frente, sin saber quin pasara primero.El tamandu se par en sus patas traseras y levant su largo hocico. Tal vez quera saludar,vaya a saber!, pero al indio le pareci que quera atacarlo y empez a dar golpes con un palo para defenderse. Pero el tamandu era gil, y cuando vio venir el primer golpe, lo esquiv de un salto y el palo peg ruidosamente en el suelo.Y as siguieron: un golpe de palo - un salto del tamndu, otro golpe de apalo - otro salto del tamandu, golpe a la derecha, salto a la izquierda, golpe a la izquierda, salto a la derecha. Aquello era de lo mas divertido: tum-tum salto para ac, tum-tum salto para all.El tamandu, parado en sus patas traseras se mova como un resorte, al comps de los golpes que el indio daba en el suelo. Y en tanto, acompaaba cada salto un un spero gruido. Hasta que se cans y se intern en la espesura.Cuando el indio regres a la tribu, cont a sus hermanos lo que le haba ocurrido:-Entonces yo golpeaba, y el tamandu saltaba.tum, para ac, salta el tamandu, tum para all salta el tamndu.Y mientras contaba, iba repitiendo cada uno de los movimientos.A todos les caus mucha gracia.-Eso es divertido!-dijeron- A ver...cmo es que salta el tamandu?Y todos empezaron a imitar los movimientos que haca el indio.Y as naci la danza,de pura casualidad! Primero saltando como el tamandu, luego copiando los pasos de otros animales y finalmente creando nuevos pasos y figuras.-

EL CURUP- Dicen que el curup se ha despertado!- Andar enojado o de buen humor- Dicen que...Se cuentan muchas cosas del Curup. Tantas y tan feas, que cuando anda despierto nadie se anima a adentrarse en la selva. Las muchachas no van a buscar frutos silvestres y las madres no dejan jugar a los nios lejos de las chozas. Ni los leadores se atreven a alejarse...Y no es para menos!El curup roba a los nios y a las jvenes: hace que los hombres se pierdan en la selva y es muy pillo y tramposo. Slo deja de hacer travesuras y maldades cuando duerme. Por suerte suele dormir semanas enteras y mientras l duerme, todos pueden estar tranquilos, las mujeres, los nios, los hombres, el aguar, el yaguaret, el curur, el tapir y hasta la yarar. Cuando el Curup duerme cantan los pjaros y se ilumina la noche con mil y una isond.--El Curup anda despierto!-Cuidado con el Curup!-Pueda que ande de buen humor!Claro que eso sucede pocas veces, y cuando est contento puede hacer que toda la selva cante y hasta deja regalos a los leadores.-Pero quin puede saber cmo se ha despertado!Por eso aquel da nadie quera ir selva adentro, ni a buscar lea, ni a buscar miel de camoat, ni a recoger sabrosos huevos. Nadie, Nadie.-Yo voy a ir!-dijo entonces Asay!. Sus manos son poderosas y duras como piedras, con ellas puede destrozar lo que quiera.Pero Asay no tiene miedo. Sabe que el Curup es tramposo y tiene pactos con A y que por eso conoce toda clase de encantamientos.Acaso no aparece como un muchacho y es ms viejo que la selva? Tambin puede manejar a todos los animales a voluntad y hacer que hasta la yarar le obedezca.Claro que es de temer!Pero Asay no tiene miedo.Voy a cortar lea y despus buscar miel-dijo. Y se fue.Empez a andar y andar cada vez ms y ms adentro de la selva. La tarde era quieta...silenciosa. A medida que avanzaba pareca que las flores eran ms brillantes y coloridas. Eran tan intenso el perfume, tan exquisito, que le produca una deliciosa borrachera.A lo lejos se oan rumores extraos...pareca y no pareca msica.Eran cantos o era el viento en la hojarasca?Asay segua internndose cada vez ms. Y cuanto ms se internaba ms hermoso era todo: las plantas, los pjaros, los colores, el aire.-Sigue... sigue... vas a ver qu lindo es el corazn de la selva.- Sigue...sigue... Vers cosas increbles-le decan voces como susurros, y Asay no tena voluntad para desobedecer. Sus pasos eran livianos, tan livianos que le pareca estar flotando.De pronto, muy cerca de su odo, escuch:-Cuidado, Asay!No sigas ms!Qu, qu pasa?Cuidado Asay!.Es una trampa! Era un churrinche quien as le deca. Entonces se dio cuenta de que no conocaquel lugar.Pero no tuvo mucho tiempo para pensar, un enjambre de cmoates empez a revolotearle alrededor.-Miel! Muy cerca debe haber miel!Voy a buscar los panales!Y Asay sigui el vuelo de enjambre. Pero las avispas andaban muy rpido. Corri y corri tras ellas, pero muy pronto las perdi de vista.-Dnde estarn? Para dnde hoabrn ido?-se preguntaba.La selva era tan espesa que ya casi no se poda ver el sol.Entonces apareci un aguar y le dijo:Yo s dnde estn los panales. Sgueme y te indicar el camino.Como corra el agauar, Ayas tambin corra.Aqu es! - dijo el aguar. Asay mir para todos lados pero nada. Ningn panal.Pero nadie le contest. El aguar haba desaparecido.He sido engaado-pens- Y ahora...cmo har para volver?...Pero es que siempre ha de salirse con la suya el Curup! Porque esto era obra de l,seguro!Entonces empez a andar con cuidado, con mucho cuidado. Despacio...despacio...sigiloso...tanteando el terreno... con blanda pisada de puma.Mirando... sin hacer ruido... en cualquier lugar poda estar tendida la trampa.Saba que el muy pillo andaba cerca: primero las avispas, despus el aguar. Detrs de qu rbol estara escondido?Qu sorpresa le estara preparando?Todo era silencio, sin embargo a Asay le pareci or como risas sofocadas entre las hojas, Ahora s estaba seguro!Decidi no dar un paso ms y se sent a descansar. "Lo importante es mantenerse sereno y sobre todo pensar", le haba dicho su padre. Pensar...si por lo menos supiera para qu lado est el ro! Si lo supiera poda seguir por la orilla y llegar hasta las casas. Pensar...pensar...Entonces se le ocurri que a un tramposo nicamente se lo puede vencer con sus mismas armas...con una trampa!Pero cmo no se le haba ocurrido antes!Y entonces Asay empez a hablar solo, con la voz ms fuerte que poda, algo le deca que el Curup no estaba lejos.-Lstima no saber cmo llegar!Lstima...con la crecida que ha habido.Nada, ni la ms leve seal del Curup. Pero Asay continu:-Debe de haber de peces...! Grandotes...y sabrosos...Nada. Ni asomo del curup. Pero Asay segua lamentndose:Si tuviera mi canoa... si supiera para qu lado est el ro. Qu pescados sacara!Qu atracn, qu atracn...!Al Curup, que escuchaba, se le haca agua la boca, hasta que no pudo aguantaMs y sali de su escondite:Basta de quejarte ya! Me molestan los quejosos! Yo te llevar al ro!S era l, petiso y feo. Tal como le haban dicho. Con los pies al revs, lostalones adelante y los dedos atrs. "Con razn no sabe nadar! Pens Asay Con razn!A poco de caminar llegaron al ro, que no estaba muy lejos.-Cmo pude desorientarme tanto!. Se pregunt Asay. Claro que no debi pensarlo mucho, ya saba por qu...Cautelosamente Asay se acerc al ro y empez a mirar con gran atencin.All vio gran cantidad de peces, al curup tambin le llam la atencin acercndose a la orilla a la vez que Asay aprovech la oportunidad para hacerle una zancadilla hacindole caer al agua.Este gritaba socorro pero Asay le dijo que lo salvara si prometa no seguirlo, y as lo hizo. Lo salv, pero apenas lo sac del agua y se tir l por las dudas que el Curup haga de nuevo de las suyas.El Curup rabi y zapate, tanto zapateo que se puso verde quedndose dormido por tres semanas.-

LA LEYENDA DEL POMBERONinguno de nosotros ha visto jams al pombero, ati s que lo vio. Hace mucho tiempo en una tribu guaran, en la misma selva misionera, viva ati.Entonces se hablaba mucho del Pombero, el cuidador de los pjaros. Todos le teman. Unos decan que era un duende petiso y feo, otros que era alto y flaco. Unos decan que andaba de noche, otros que andaba de da, que tena un sombrero grande enorme! De paja, que llevaba un bastn largo...Muchas cosas se contaban del Pombero, pero. alguien lo haba visto alguna vez?Cuentan que ati lo vio, que era el ms travieso y movedizo de todos los chicos de la tribu.De ms estaba decirle_No te internes en la selva.No salgas a la siesta.Cuidado con las vboras.Deja en paz a los pjaros.Era intil, al indiecito le encantaba salir a explorar la selva, trepar a losrboles, molestar a los pjaros y hasta sacar los huevecitos de sus nidos. Un da convenci a unos amigos para que fueran a cazar pjaros con l.No- decan- que puede venir el Pombero.Nos atrapar y nos llevar a su cueva! Pero ati responda lo ms fresco.Nos esconderemos y no nos ver.Siempre nos ver!, l se convierte en rbol, en pjaro, en piedra, en lo que quiere.Hablaremos despacito y caminaremos en puntas de pie-dijo ati. Y se fueron.La selva, en verdad, era maravillosa, las enredaderas trepaban a los rboles y miles de flores de las formas ms raras, de los colores ms hermosos, aparecan entre las hojas. Haba que abrirse paso entre las lianas, entrelazadas de rbol en rbol, como guirnaldas. Se colgaban de los fuertes tallos del isip, como si fueran hamacas. Le escapaban a las espinosas zarzaparrillas y se entretenan descubriendo pititos entre las capuchinas, las nuezas y los burucuyes.

REGION DEL NOROESTE

Gilanco era un indio fuerte. El mas fuerte y gil de su tribu. Arriesgado y gil para la caza como ninguno.Sus vigorosas piernas trepaban los cerros y su torso desnudo brillaba como cobre bruido al sol.Sabia saltar, sigiloso como el puma, para atrapar la presa; esconderse en los montes y disparar las flechas sin fallar jams.Si: Gilanco reuna los mejores atributos fsicos de su raza. los dioses haban sido muy generosos con l.Todos se admiraban y le seguan en sus correras porque era el mejor de todos los cazadores, y eso le daba la autoridad de un verdadero cacique, aunque en realidad no lo fuese.Cuando Gilanco quera distraerse, trepaba las montaas, llegaba a las mas altas cumbres, recorra los desfiladeros y no haba un solo animal que se salvara a su paso, ni siquiera las cras, que todos los indios respetaban! Las alpacas, las vicuas, las aves, los pumas; todos huan cuando lo divisaban, pues saban que no tenia piedad.Corra tras los animales como el viento tras las hojas secas. Y, como el viento, arrasaba con todo a su paso.Eso disgustaba mucho a Yastay, sobre todo porque Gilanco mataba y casaba, no por nesesidad, sino por el gusto de divertirse.Un da, despus de exterminar a una familia entera de guanacos, se acost a dormir la siesta debajo de un algarrobo. Ya estaba en el primer sueo cuando su fino odo escuch un leve rumor de pasos.-Quin anda ah? -grit irritado -Quin interrumpe mi siesta?Nadie contest. De pronto sinti un ruido seco y brusco.-Yastay!... slo l se anuncia de esa manera.Gilanco, el soberbio gilanco; el valiente y cruel Gilanco que mata sin miedo y sin piedad, se estremeceYastay est frente a l. En el rostro del dios, hondos surcos indican que est muy pero muy enojado. Lo mira fijamente y su mirada es dura y directa: como las flechas de Gilanco.y, por primera vez en su vida, tiene miedo.Quiere huir, pero no puede.Quiere gritar y su lengua se paraliza.Tiembla, de la misma manera que tiemblan los indefensos animales cuando l se acerca.Sabe que yatay es implacable cuando castiga.Entonces el dios habla:"Escucha Gilanco: he de hablarte una sola vez.Pachamama no aprueba lo que haces. Pachamama est muy dolida y enojada. Deja a "mis aves" en paz o recibirs un gran castigo! Utiliza tu destreza y habilidad para el bien de tu tribu. Yastay ha hablado".Y as diciendo, desapareci.Gilanco se asust un poco porque saba que Pachamama era de temer cuando castigaba. Pero poco le duro el susto. Pronto volvi a las andadas y con mas crueldad que nunca persegua y mataba a los animales. No haba pasado mucho tiempo cuando la misma Pachamama se le apareci. La flecha que acababa de disparar quedo suspendida en el aire, y una voz de trueno hizo temblar toda la montaa.Miro para todos lados:- Donde estas?, Donde estas? - Preguntaba desesperado.no poda verla porque enormes nubarrones de polvo arenoso empezaron a surgir pronto como brotados del mismo fondo de la tierra.solo escucho su voz:Guillando! Tuviste tu oportunidad. Has sido muy cruel. quienes sigan tus pasos recibirn el mismo castigo."La polvareda empez a girar y girar en un remolino asfixiante.los compaeros de Gilano se escondieron aterrados, pero Gilano quedo encerrado en el remolino.- Gilanco! Gilanco!Gilanco ya no estaba. A lo lejos se oa su voz como un silbido largo y quejumbroso, atravesando distancias, haciendo temblar los ranchos. Haba nacido el viento Zonda.Vocabulario:Yastay: Llastay; deidad de los antiguos calchaquies; "dueo de las aves", a las que protega, sobre todo a sus pequeas cras, de los abusos de los cazadores. Tambin propiciaba la casa, por lo que los cazadores lo invocaban.Aves: eran todos los animales de casa; "mayores", los cuadrpedos, y "menores", los otros, las verdaderas aves.Pachamama: Madre tierra o madre de los cerros, etc. Deidad mxima propiciadora tambin de la siembra y la cosecha.

EL QUIRQUINCHO Cuentan que el quirquincho, antes de ser el animalito tal cual es, era un indio telero. Nadie sabe cunto hace de estoy pero debe der mucho. Era tejedor, s, pero casi nunca teja, porque, adems, era tremendamente perezoso. Preparaba el telar lentamente y con desgano, colocaba los hilos de lana y empezaba... Pero al ratito dejaba el trabajo: "Maana sigo", deca. Pasaban los das y entonces se acordaba de seguir el trabajo. Se sentaba frente al telar pasaba un hilo entre los hilos de la urdimbre y se pona a descansar. Al rato pasaba otro hilo y... se quedaba adormilado. Y as siempre: vaya tejedor. Una pasada, diez descansadas. Una pasada, diez descansadas. -Lstima!, prolijo es..., pero tan haragn- deca la gente del lugar. Lleg el invierno, los primeros vientos y heladas anunciaban que iba a ser muy fro. Todos se preparaban para protegerse y fue entonces cuando el protagonista de esta historia se dio cuenta que no tena abrigo para ponerse. -Chui!Chui! y yo sin poncho...-dijo-. Y bueno...voy a tener que tejerme uno...qu le vamos a hacer! Eso significaba que tendra que estar varios das frente al telar, teje que te teje, y ya de slo pensarlo empezaba a sentirse cansado. Pero arm la urdimbre, prepar lo lizos y el peine, eligi la lana, y empez la tarea. Al principio todo iba bien, muy bien: una pasada, otra pasada, apretar los hilos, una pasada, otra pasada, otra y otra ms. Cuando haba hecho ya una franja se puso a contemplarlo.Qu lindo iba eso! La trama haba quedado parejita, apretada. Era en realidad un tejido tan perfecto que l mismo se asombraba de verlo. Entonces pens descansar un ratito y se qued dormido. Al poco tiempo despert,qu fro haca! -Y bueno... no habr ms remedio que seguir tejiendo... Una pasada, una ms y otra ms... No haba alcanzado a hacer otra franja cuando seguro, ya estaba cansado. Pero el fro era cada vez ms intenso, as que no haba tiempo para descansar. -Tengo que terminarlo,o de fro me congelo. Teje que te teje, teje que te teje, te...te...que...te....te...te...Con gran desaliento mir todo lo que le faltaba por hacer. -No termino ms y hace fro! As fue que decidi continuar, pero como quera terminar pronto empez a hacer la trama del tejido muy floja. De esta manera le renda ms el trabajo. Una pasada, una descansada, una pasada, una descansada...Y todava le faltaban muchas franjas para terminar el pocho! Entonces tom hilos mucho ms gruesos que los que estaba utilizando y menos retorcidos y sigui con su tarea. Claro que de esa manera la trama resultaba cada vez ms abierta. -Si sigo as no me va abrigar nada-se dijo. y haciendo un gran esfuerzo de voluntad continu el tejido cada vez ms y ms apretado hasta terminar el poncho con franjas parejitas y con la misma prolijidad con que comenz. Y al fin termin y se puso el poncho que tanto trabajo le haba dado! Todo el tiempo que se pas haciendo el poncho estuvo el dios de esas regiones observndolo. Y desde arriba mova la cabeza, de izquierda a derecha, de derecha a izquierda. -Malo, malo...-pens- no tiene condiciones para ser hombre. Con tan poca voluntad para el trabajo, el pobre se va a morir de hambre. Lo voy a transformar en animalito,as podr arreglrselas mejor. Y dicho y hecho: lo convirti en quirquincho. Su poncho se hizo caparazn que tiene en los extremos las placas apretaditas y en el centro grandes y separadas. como la trama del tejido de su famoso poncho.

COQUENAEs el dios bueno que protege a las vicuas, los guanacos y todos los animalitos de la montaa. Le queda grande el sombrero y como es tan pequeito la camiseta de lana le arrastra. Por las noches arrea su rebao de llamas cargadas de oro y de plata y se roba los guanacos cuando sus dueos los cargan demasiado. Tiene una mano de lana, liviana y suave, para acariciar, y otra mano de plomo, dura, muy dura, para castigar. Por eso Coquena puede ser muy generoso o terrible...por eso todos temen y respetan a Coquena... Ser cierto que anda por los cerros, silbando apoyado en un largo bastn? Ser cierto que gua a las cabras, a las llamas, a todos los animales que pierden el rumbo? ser cierto que acarrea plata al Per para que all nunca se acabe?. Ser cierto que esconde entre las rocas bolsas con monedas de oro y plata? Cuentan que el Chango, un pastorcito indio, muy joven, que vivi en los valles de la hoy provincia de Salta, hace muchos aos, muchsimos aos, vio una vez a Coquena. El Chango era pastor de cabras, como eran tan pocas, apenas cinco, l llamaba "mi majadita". Pero las cuidaba como si fueran muchsimas y siempre andaba buscndoles los mejores pastos y los arroyos de agua clara. Los otros pastores de la zona, viendo cunto cuidado tena por ellas, saban burlarse de l, por gusto de divertirse noms... -Cuidado con la majada,Chango! -No vas a equivocarte al contarlas! -Ests seguro de que estn todas, Chango? Pero l siempre contestaba riendo: -Cinco son ms que una y una es ms que ninguna! Un da los pastores que tenan majadas grandes , le dijeron: -Por qu no vas del otro lado del cerro grande? Hay un ro..y pastos tiernitos...tiernitos. -Y a montones! -Como para que coman todas tus cabras! -Y ustedes porque no van? -pregunt el Chango. -Y...no no...es que es muy lejos- dijo uno. -Y el camino muy trabajoso...-dijo otro. -Yo voy a ir-dijo el Chango muy contento -Por cinco cabras? -Ests loco! -S voy a ir!. Aqu el pasto es muy duro y las pobres se estn poniendo flacas. Y se fue el Chango, cantando bajito, con sus cabras, en busca de pasto tierno. Las cuestas eran cada vez ms empinadas, las rocas daca vez ms duras. Y despus de mucho andar por senderos desolados y peligrosos desfiladeros, lleg, al fin, al valle. El Chango qued maravillado. Aquello era ms hermoso de lo que nunca pudo imaginar. Pero...Cmo es que nadie lo haba visto antes? -Vaya que haba sido grande!-exclam- Y qu verde! Pero si aqu pueden pastar muchsimas cabras...tengo que cedirles a los otros que vengan! Las cabras brincaban locas de contento y comieron hasta hartarse. En tanto, Chango, sentado en el suelo, las miraba y pensaba: -Qu lindas son! Cuando la Negrita tanga un cabrito van a ser seis, y seis cabras son ms que cinco...y despus, a lo mejor Manchada tambin tiene uno y entonces van a ser siete y siete cabras son ms que seis...y despus... As pensaba cuando se dio cuenta que ya estaba por anochecer... -Bueno golosas, ya es hora de volver a las casas.Vamos! Vamos! Apenas haban empezado a andar cuando negros nubarrones cubrieron el cielo y todo se oscureci. Primero fueron unas gotas y despus se desat una terrible tormenta. El viento era tan fuerte que tena que aferrarse a las rocas para no caer. La lluvia caa a torrentes y, para colmo, un trueno espant a las cabras que echaron a correr para todos lados. EL Chango empez a llamarlas a gritos, pero estaban muy asustadas y cada vez se alejaban ms. Trabajosamente, una a una, las fue reuniendo y las llev a un refugio entre las rocas, para esperar que pasara la tormenta. Cuando las cont se dio cuenta que faltaba una:-La Negrita!-grit- Y sali a buscarla, desesperado, pensando que acaso se haba cado por la pendiente. Tal vez se habra lastimado...-Negrita!- Negrita! Desde lo alto del desfiladero, vio all, en el valle verde, un gran rebao de llamas.Nunca haba visto tantas juntas! Las llamas seguan su camino y suba, y suban, ordenaditas y seguras, como si alguien las guiara. Pero...no vio ningn pastor con ellas!. -Es Coquena-pens, es el dios enanito que las lleva. Slo l puede hacerse invisible. -Coquena! Coquena.!-ayudame, por favor. Y empez a correr y gritar tras el rebao. Coque! Coquena! Pero las llamas haban desaparecido tras el desfiladero y solo se vea el valle ya casi oscurecido, iluminndose de tanto en tanto a la luz de los relmpagos. De pronto vio un bulto, tirado sobre las piedras, pens que era su cabra, el rostro se le llen de alegra. Pero cuando se agach se dio cuenta que no era la Negrita sino una llama. Se acerc para tomarla en sus brazos alzndola y hablndole con mucha ternura le deca que la llevara con sus cabritas para que la abriguen. pero cuando se agacha para hacerlo en vez de la llamita se le apareci el mismsimo Coquena! El Chango se qued mudo de emocin.Tieso...con los brazos extendidos.Entonces habl Coquena: -Eres bueno, changuito, muy bueno. Pide lo que deseas.Quieres oro? Quieres plata? Quieres una majada grande que cubra todo el valle? -Gracias Coquena. no quiero nada de eso simplemente que me ayudes a encontrar a mi cabrita perdida.. Al dios enanito le brillaron los ojos de alegra y sealando con su mano liviana hacia el norte le dijo: -Sigue hasta donde el desfiladero termina, dobla a la izquierda y hallars una cueva. Todo lo que est junto a tu cabra, es tuyo.Es la voluntad de Coquena! Y desapareci En la cueva encontr a su cabra y junto a ella una bola con monedas de oro y de plata. Ya casi amaneca cuando emprendi el regreso a las casas con sus cinco cabras. La lluvia haba cesado. Cada tanto se daba vuelta y all le pareca, a lo lejos, a la luz de los primeros rayos de sol, ver los lomos dorados de las llamas de Coquena.-

REGION MESOPOTANICA

LEYENDA LOS SALTOS DEL GUAIREn lecho de piedras corra el ro. Sus orillas cubiertas de vegetacin albergaban aves vistosas de colorido plumaje y flores maravillosas de tonos brillantes.Aves y flores se confundan entre s y al mirar no se saba, en el abigarrado espectculo que ofreca la naturaleza, si se trataba de flores que volaban o de pjaros posados en las ramas. Tucanes loros y guacamayos se unan a las orquideas, a las palmeras y a las magnolias, para brindar el magnfico encanto de la selva tropical.Enmarcada por la pujante vegetacin de la floresta, se levantaba la toldera de la tribu Capibara. Entre todos sus hijos,Capibara distingua al nico varn, Guair, su cunum, como lo llamaba. Desde pequeo se habitu Guair a andar con su padre, por el que senta tanto cario como admiracin.Con su padre sala de caza, con l haba aprendido a manejar el arco y la flecha, a dirigir la canoa, a tejer cestos, a pescar con flechas o con anzuelos...Nadie haba que entendiera al cacique mejor que su hijo, ni ninguno que supiera complacerlo con mayor fidelidad que el pequeo cunum.Capibara como todos los indgenas, era muy supersticioso. Crea en daos, maleficios, en pays y en genios malignos. Para precaverse de cualquier mal que pudiera alcanzarlo, usaba, pendiente de su cuello una guayaca, consistente en una bolsita bien cerrada conteniendo tres plumas del ala de un cabur.Es el cabur o caburey, una pequea ave de rapia a la que se le atribuyeron poderes mgicos. Por eso, el llevar tres plumas de este animal, o bien de uruta, otra ave milagrosa, segn los guaranes, significaba una seguridad para su poseedor, que as atraa todo lo bueno que pudiera ocurrirle, alejando los peligros y teniendo su vida asegurada contra los enemigos, las enfermedades o los accidentes.No es de extraar entonces que Capibara tuviera buen cuidado de asegurarse que su mgica guayaca no faltar jams de su cuello. Uno de los peligros que amenazaba siempre a Capibara era aa ta. Este genio daino y perverso odiaba a Capibara y no perda oportunidad tratando de ocasionarle algn mal. Sin embargo, nunca logr su deseo, pues el cacique estaba bien protegido por su pay.Pasaron lo aos y el cario y el compaerismo de Guair y de su padre se haban afianzado en tal forma que siempre se los vea juntos en el ms cordial entendimiento.- Guair no tena ms amigo que su padre, a atal punto que los muchachos de su edad, que fueron sus compaeros de juegos cuando chicos, se haban alejado de l po completo, seguros de que su compaa, lejos de agradar al hijo del cacique, pareca fastidiarlo y molestarlo.En cierta oportunidad Capibara y su hijo salieron a cazar a la selva lejana donde abundaban el guanaco y los jaguares. Iban bien provistos de armas y de alimentos, pues la excursin iba a ser larga a causa de la distancia que separaba la tribu del bosque al que se dirigan.Fueron das muy felices los que pasaron padre e hijo, tratando de conseguir las mejores piezas de caza, haceindo el mayor despliegue de astucia, de inteligencia y de viveza, acuciados por su espritu guerrero y batallador.Muy contentos hubieran regresado a la toldera si un acontecimiento nefasto y de tanta importancia para ellos no hubiera llenado de congoja a los cazadores. Sin saber cmo, ni cundo, ni dnde, la guayaca que colgaba del cuello de Capibara y contena el mgico pay haba desaparecido, Tal vez,en el entusiasmo de la caza, al pasar por los intrincado senderos que deban abrir en la selva, debi quedar enganchada entre las ramas de los rboles o de las plantas que, tupidas, crecan all.Capibara lleg desfalleciente, con una pena muy honda en su corazn y una falta absoluta de confianza en sus fuerzas, slo explicables si se tiene en cuenta la fe inquebrantable que tena en las propiedades mgicas del amuleto perdido.Desde ese da se vio desmejorar al cacique, y todos pensaron que aa Ta iba a lograr por fin, lo que se propusiera durante tanto tiempo sin conseguirlo: la muerte del odiado Capibara, que enferm de un mal extrao.Su hijo viva desesperado, Trat de inmediato de hacer buscar otro pay para su padre, otras tres plumas de cabur o del uruta, pero hasta el momento no lo haba conseguido.Resultaba tan difcillograrlo, que eran muy pocas las personas privilegiadas que lo posean. No desfalleci el muchacho y sali l mismo en busca del ansiado talismn.Antes de partir al despedirse de su padre, le dijo confiado: -Trata de mantenerte hasta mi vuelta, padre... Yo buscar y traer para ti el pay que reemplace el que perdiste en la selva. No desesperes, padre, que mi cario me ayudar a conseguir lo que tanto deseas!Capibara lo dej partir, pero su desesperanza era tan grande que tuvo el convencimiento del fracaso de los buenos deseos de su hijo.Pasaron varios das. El cacique desmejoraba con rapidez y ya no haba nada que lo levantara de su postracin, hasta que un amanecer, cuando la vida renaca en la tierra, Capibara perdi la suya yendo su alma a reunirse con las de sus antepasados.-Momentos antes, haba llamado a su esposa para decirle: - Siento que me voy a morir... y no volver a ver a mi cunum...Dile a Guair que mi ltimo pensamiento ha sido para l y que en sus acciones seguir viviendo.No bien hubo pronunciado estas palabras, en un suspiro muy hondo, se extingui la vida del cacique.Algunos das despus lleg Guair sin haber conseguido el tan ansiado amulteo, y al enterarse de la fatal noticia de la muerte de su padre, su desesperacin no tuvo lmites. Desde ese instante se lo vio taciturno y silencioso, vagar por los lugares que recorriera tantas veces con el amado cacique.En cierta oportunidad, no pudiendo resistir la pena que lo consuma, dijo a su madre:- Madre, mi vida aqu es un martirio. El recuerdo de mi padre no me abandona y creo que voy a morir. aa ta, no conforme con su muerte, extiende su venganza hasta m, a quien odia tanto como odiara a mi padre, si duda por el gran cario que l me tena...Buscar alivio a mi gran dolor en la naturaleza...Remontar el ro en mi canoa y tratar de hallar la paz que aqu me falta...Despus volver...Nada dijo la madre, pero la pena se pint en su rostro moreno.Guair desat las amarras de su guaviroba, se embarc en ella, y en un atardecer de verano, se alej por las aguas del Paran en busca de alivio para su pena.Naveg varios das, sin nocin exacta del lugar donde deseaba llegar. Sus ojos, incapaces de gozar de la belleza que lo rodeaba miraban sin ver. Cuando en un momento de lucidez trat de orientarse, se sorprendi. El lugar donde se hallaba le era completamente desconocido y no saba qu rumbo tomar.-De pronto crey ver una figura borrosa que surga de entre las plantas de la orilla para desaparecer de inmediato, luego de haber atrado hacia ese lugar a la frgil canoa.-Es aa ta, que ni siquiera ac me permite vivir en paz!? Su maldad no tiene lmites!Trat de cambiar el rumbo de la canoa volviendo en la direccin que traa al llegar, pero le fue imposible. No pudo retroceder a pesar de los esfuerzos inauditos. La guaviroba, contra su voluntad, segua adelante...En un momento Guair se sinti perdido. Haba llegado a un lugar alto, cubierto de rocas erizadas. Volvi a reunir todas sus fuerzas para detener, por lo menos, la embarcacin, pero fue empeo vano.-La canoa y su ocupante cayeron al vaco seguidos por una gran avalancha de agua que los envolvi, arrastrndolos con su empuje arrollador, deshacindolos contra las piedras, y cubriendo el grito lanzado por el infeliz Guair, con el atronador estrpito del torrente despendose en el abismo.As se form el Salto del Guair, tan peligroso e imponente por ser el producto del odio y del rencor de aa tu, el malfico genio guaran.-

LEYENDA "EL MAINUMBI Y EL CURURU"Mientras Tup se hallaba fornando el mundo y poblndolo con los seres que hoy vemos en l, su tarea era mproba e ininterrumpuda.Las aguas laman las tierras creadas y un firmamento muy azul limitaba el espacio con una bveda de nubes. El sol, recin salido de las manos de Tup, enviaba haces dorados de luz que daban calor y brillantes matices a las plantas terminadas de crear y que embellecan la tierra con el verde de ramas y hojas, y los rojos, los blancos, los amarillos y los azules de sus ptalos de seda.-Tup mir su obra y decidi poblar los aires y las aguas. entonces form las aves y los peces. Los aires se llenaron de alas y los rboles de nidos. Las dos ms bellas y delicadas avecillas y las ms fuertes y poderosas surgande las manos todopoderosas de Tup y buscaban el rbol ola montaa que las habra de cobijar.Tan entusiasmado estaba Tup con su obra alada, que resolvi hacer una joya que surcara el aire despertando la admiracin de todos por su belleza, por su color, por su aspecto, por su forma de volar...Tom un poco de arcilla, muy poca, y le dio una forma graciosa de leve aspecto, le agreg las alitas tenues y movedizas, una cola preciosa, un pico muy fino y largo para que la nueva avecita lo pudiera introducir en las flores en busca del nctar conteniendo en su interior, y cubri el cuerpecito de finsimas y sedosas plumas.Mezcl luego los ms bellos colores con rayos de sol para darles reflejos risados y con elos pint las plumitas, bati sus alas pequeas y en vuelo gracioso y sutil comenz su recorrido de flor en flor, temblando sobre ellas y sin posarse en ninguna.Segn los guaranes, la llam mainumbi.(PICAFLOR) Tup, satisfecho, la mir alejarse, seguro de haber creado la ms bonita, la ms graciosa, pequea y sutil de las aves, slo comparable a la ms hermosa flor. No slo tup tena esa idea.De ella participaba tambin A, a quien la envidia inspiraba todos sus actos y que, habiendo perdido detalle de la creacin de la ltima obra de Tup, escondido detrs de unos rboles desde donde le era fcil espiar, decidi l mismo, siguiendo en todas sus partes el procedimiento usado por el dios bueno, hacer una obra exacta a la realizada por l. Tuvo buen cuidado de realizarla con la misma arcilla, de la que tom un buen trozo, si duda, para que no le llegara a faltar.-La amas, la acarici con sus largas y ganchudas manos tratando de darle elegante forma, imitando la que, de lejos, haba visto hacer a Tup. Noconsigui tantos colores para terminar su creacin, pero no le dio mayor importancia, y con el verde, el negro y el blanco amarillento que hall, pint la arcilla.Mir su obra convencido que bien poda competir con la de Tup, y muy conforme con ella la tom entre sus manos, la levant en el aire, y all, dndole un pequeo impulso, trat de echarla a volar.Pero en el mismo momento que la libr de la prisin que la contena y dirigi la vista hacia lo alto, esperando verla llegar, un ruido sordo se oy en la tierra. Mir sorprendido A, y un gesto de estupor cambi su expresin satisfecha. Su obra, en lugar de volar, haba cado al suelo, de donde sali dando saltos, contra todas las suposiciones de su creador, para ir a ocultarse entre las piedras del camino.A, muy a su pesar, y contra su voluntad, creyendo crear un pjaro, haba creado el curur.- (EL SAPO)

EL CA JHEN(Planta conocida en el Chaco, formosa y Misiones. Sus hojas verde oscuro sirven para endulzar las bebidas. Basta poner unas hojitas en cualquier infusin para que la misma adquiera un sabor delicioso) Nadie sabe desde cundo venan guerreando. La enemistad de aquellas dos tribus era tan antigua como la memoria de los indios ms ancianod. Haban peleado sus padres y los padres de sus padres y los padres de los... Que se tuviera noticia, en ninguna poca haban dejado de pelear,.De tal manera la enemistad era a muerte y se haba ido transmitiendo de generacin en generacin. -nuestros enemigos deben desaparecer para siempre!- decan los otros. -Nuestros enemigos deben desaparecer para siempre!-decan unos. Y como es natural, una vez ganaban unos y otra vez...ganaban los otros! Vaya manera de vivir! Si es que tal puede llamarse... Despus de cada encontronazo, los perdedores se internaban selva adentro y la tranquilidad duraba el tiempo que tardaban en rehacer sus fuerzas, preparar las armas y acumular nuevos desdeo de venganza. Y as pasaron incontables lunas, sin que nadie pensara en otra cosa. Pero una cosa es el pensamiento de los hombres y otra la voluntad de los dioses. Y as fue como un da, Onagait (el espritu supremo) se cans de ver cmo perdan el tiempo en tanta guerra intil y pens en tomar medidas: -Algo debo hacer, estos tontos no escarmientan ms. Sin embargo, no era simple arreglar tan complicado lo, ni siquiera para un dios. El odio envenena el corazn, crece, se enmaraa entre los seres como enredadera espinosa. Quita la alegra, destruye la risa, Aprieta hasta doler. Honda era la preocupacin de Onagait: - No puedo castigarlos-deca, ya bastante se han castigado ellos mismos. Otra deba ser la solucin. Y otra fue. Un da sin saber de dnde, ni cmo, apareci en la selva una desconocida. De qu tribu era? -No es de la nuestra- decan unos -No es de la nuestra- decan los otros. notable mujer aquella! Era tan hermosa que deslumbraba verla.- Frente a ella se senta una extraa sensacin de tranquilidad. A su paso, majestuoso y suave, todo se transformaba, las flores tenan ms color, el cielo era ms azul, el aire acariciaba y la sonrisa haca fuerzas por salir de las bocas apretadas. Y tena que suceder. Las tribus rivales se dispusieron a pelear por ella. -Debe quedarse con nosotros-decan los unos. -Debe quedarse con nosotros-decan los otros. Pero la bella desconocida los detuvo, conla voz ms dulce que jams hubieran escuchado: -Soy la envidia de Onaigat.No deben pelear po m. Yo quiero estar con todos... y tengo tantas cosas para contarles!Dulce era la voz, dulce la sonrisa, dulce la mirada. Hab a en ella tanta ternura, tanta luz, que los brazos se alfojaban, se aflojaban. Las armas fueron cayendo una a una de las manos y ya nadie quiso escuchar sino su palabra. Desde entonces la vida cambi para todos. -Haba tanto que hacer. tanto que aprender, tantas cosas lindas que descubrir. La desconocida iba de un lado para el otro, hablando y enseando, insansable, todo aquello que Onagait haba dispuesto.Y ya nadie pens en pelear.Era el tiempo feliz para la paz. Conocieron la alegra de la amistad, supieron de la risa y la sonrisa, del canto y el llanto compartido. La bella desconocida les haba enseado lo que era el amor. Un da, la mensajera de Onagait enferm gravemente. Cuando, ante el dolor de todos, desapareci para siempre, en su lugar naci Ca Jhen que hasta hoy les recuerda su dulce presencia.-

LOS ISONDUESCuando tup creo a los hombres, quiso quiso que tubieran todo lo necesario para sobrevivir. Entonses les dio la primera hoguera. Un da A, el malo, bajla tierra y se llevo un gran disgusto. Era cerca del anocheser y pans encontrar a los hombres temblando de fro. Sin embargo suceda todo lo contrario. A lo largo de los campos, a orillas de los ros vio pequeas fogatas, alrededor de las cuales se refugiaban los seres humanos para calentarse y hacerse compaia. Ms enojoso fue para A, ver que esos fogones unan a los hombres, quienes sentados junto al fuegoparecan apacigar sus peleas, entenderse mejor y compartir los alimentos. Enfurecido aspir hondo, hinch sus mejillas de aire y despus fue volando sobre los campo, mientras soplaba co toda su fuerza para apagar cuanta fogata encontraba en su camino. Los hombres no pudieron explicarse lo sucedido y temieron por su fuego, que era desparramado por un cruel viento nocturno. Miles de chispas se esparcieron por todas partes y A corra como enloquesido de ac para all, tratando de apagarlas totalmente. Cuando Tup se enter de lo que estaba sucediendo en la tierra, decidi tomar las cosas con calma y pens cmo hacer, para que A perdiera la partida. Fue as que transform las chispas dispersadas por los campos, en isodes, pequeos insectos, que al volar se ensienden y apagan fugazmente. A no se di cuenta de esa trasformacin y sigui persiguiendolos. As se fue alejando de los fogones, en donde aun quedaban brasa encendidas. los hombres, desconcertados, crean que sus fogatas, que hacan poco tiempo que le haba regalado su dios, se habia apagado. Tup, al verlos tan preocupados, baj nuevamente para ensearles como mantenes vivas la brasas. Entretanto A seguia persiguiendo a los insondes, creyendo poder apagar todo el fuego de la tierra. Un da cansado de soplar y soplar vio a los hombres nuevamente sentados alrederos de sus fogones, cantando, trabajando ... Entonse se meti en una cueva muy oscura y qued pensando lleno de rencor, de qu otra manera podria destruir lo construido, borrar lo aprendido. Desde aquel enojo de A, los insondes siguen iluminando los campos de noche, estrellas fugases, que alegran al caminante solitario.EL CABALLO Y LOS MONOS

Una vez apareco en una chacra un caballo. Su dueo lo haba echado por viejo pero no se resignaba a bagar por el mundo y as, buscano, buscando lleg a paso lento a la tranquera. el patron de la chacra le pregunt qu haci por ah. -Estoy buscando trabajo ya que mi dueo me abandono a mi desgracia. Dice que ya no sirbo para nada; por qu no me pones a prueba? -Te voy a hacer una propuesta. Hace tiempo que los mono me handa robando el maz. Si me liveras de esa peste, te prometo conida diaria por el resto de tus das y algn trabajo liviano de vez en cuando. -Trato hecho - dijo el caballo. Y se fue con paso lento hacia el monte para espiar a los monos. Al rato escuch cmo se gritaban cosas de un rbol al otro y ah noms se le ocurri una idea. Entonses sali trotando hacia el maizal. Cuando los monos llegaron para robar el maz, un enorme bulto les cerr el paso. Pareca un cabbalo muerto. empezaron a chillar todos a la vez: -No podemos pasar! No podemos pasar! En eso lleg el jefe de los monos y les orden sacar ese obstculo del camino. -Por qu, por qu?-gritaron los monos, que ya se habian olvidado para qu habin venido. -Si no lo sacamos no podremos llegar al maizal; adems necesitamos tener el paso libre, por si nos persigue el dueo del campo. Y dicho ese discurso tan largo se sent a descansar. -Qu hacemos, qu hacemos? -gritaron otra vez los monos. -A ver: ntense lianas a la cintura y con la otra punta sujeten las patas delanteras y traseras de ese animal. Los monos cumplieron las rdenes del jefe pero a su manera...empujndose, tironeando del caballo, enredndose entre ellos. Por fin gritaron: -Ya est! Ya est!

Y entonse el jefe les orden: -Pnganse en posicin y cuando les diga ya! tiren todos juntos: YA! Pero en vez de que los monos tiraran del caballo, ste se levant de golpe y los arrastr, mientras chillaban a ms no poder y se chocaban entre s, hasta que las lianas se fueron rompiendo. Los monos, con su jefe a la cabeza, se escaparon al monte para no volver nunca ms. El caballo volvi a la chacra bastante dolorido por los golpes que habi recibidos al chocar con los monos, pero contento de asegurarse techo y comida para el resto de sus das.

LA TRISTEZA DEL URUTAU eambu era hija de un aguerrido casique guaran, que se haba intalado en un lugar muy hermoso, muy codiciado por su vecino. La joven guardaba un recuerdo muy triste las continuas luchas que su padre debi enfrentarpara conservar ese paraje de la invacion de sus enemigos y com el cacique con el correr de los aos se habia vuelto cada vez ms duro e implacable. Haca tiempo que Cuima, el joven cacique de una tribu vecina, estaba enamorado de eambu. La muchacha aseptaba los regalos que le traia su pretendiente, pero despues corria al monte a jugar con los pjaros y a trenzar guirnaldas de flores para adornar sus cabellos negros. Un da su padre le orden que aseptara a Cuinam por esposo asi las dos tribus unidas podrian luchar mejor frente a cualuier invasor. eambu obedeci el mandato de su padre y Cuinam, feliz, comenz los preparativos para la boda. La joven tambin se sintio contenta, aunque seguia corriendo al monte a pesar de las advertencias de su enamorado, que temia por ella, ya que conoca muy bien los peligros de la selva. Una maana la joven escuch gritos y al salir de su toldo; vio a los guerreros preparandoce para la lucha; una tribu vecina se aprestaba para invadirlos y el cacique, ayudado por Cuinam iba decidido a luchar hasta las ultimas consecuencias. Despus de que partieron, eambu se refugio denuevo en su toldo; no podia unirse a las otras mujeres de la tribu, que sentadas al rededor de una fogata, clamaban por el triunfo de sus hombres. Sufra demasiado al imaginar la lucha, pues pensar en los heridos y muertos de uno u otro bando, llenba de tristeza. Lleg la noche y an los guerreros no haban vuelto, cuando eambu escuch depronto, un extrao lamento. Primero sinti miedo, pero despes casi contra su voluntad, se asom afuera y vio la sombra de un hombre, iluminada por la luz tenue de la luna. Le pareci que se paralizaba de terror, y ya estaba a punto de pedir auxilio, cuando la sombra se desplom. Entonses impulsada por una fuersa extraa se se acerc y vio a un joven indio tendido en el suelo. Por su vestimenta se dio cuenta de que era de la tribu enemiga y al inclinarse sobre l, descubri que tena una profunda herida en la pierna. Supuso que, confundido, no se habia dado cuenta que se introducia en el campamento enemigo. Cuando eambu lo vio descansar tranuilo, entro rapidamente en su toldo y trat de calmarse. Tema por la suerte del joven enemigo y conociendo el caracter de su padre, dese que el muchacho, una vez repuesto, se alejara de all lo antes posible. Envuelta en sus temores ella tambin qued dormida y so con el indio herido, cuyas facciones le habin parecido muy dulces. La despertaron los gritos de los hombres que volvian de la lucha. Temblando se asomo afuera y escuch que su padre y Cuima la saludaban; se aserc tratando de no hacer caso de los latidos del corazn. La mirada de los guerreros era dura; haban podido frenar los avanses del enemigo, pero a costa de la perdida de muchos hombres. El cacique dijo a su hija: -Muy pronto se festejaran tus esponsales con Cuima; es un baliete guerrero y tendremos que partir de nuevo, pero antes quiero que sea tu esposo. La joven se inclin ante su padre, mientras Cuima se adelantaba para abrazarla. En eso se escucharon gritos y algunos soldados trajeron pricionero al jove enemigo. Lo arrastraban, ya que apenas podia caminar y el cacique ordeno que lo enserraran inmediatamente. La muchacha nu pudo evitar lanzar un suave quejido; slo fue escuchado por Cuima que obserbo la palidez de su rostro y mil sospechas lo invadieron.Hacia tanto que esperaba a eambu, hacia tan poco que ella le sonrea como aseptando su cario, que ya no podia tolerar ningn rechazo. Fue as que preparlos festejos para la boda con un apuro febril. eambu por el contrario parecia languidecer da a da y mientra las mujeres de la tribu le probaban la tunica nupcial, mientras al rededor de ella los preparativos sucedan unos a otros, pemaneca pasiva en medio del bullicio... La mirada resignada del joven prisionero la perseguia constantemente, y a menudo paseaba como por casualidad en frente del toldo donde estaba encerrado. El jove tamben se habia sentiso hechizado por la dulce india y aunque sus miradas se encontraban fugasmente, expresaban todo lo que los dos sentan. Nadie se percat de los que suceda; slo Cuima no perdia un gesto, una mirada de la joven y su corazn apretado por un circulo de hierro, parecia estallar de dolor. La noche anterior a la boda se celebr un festejo prenupcial; despus toda la tolerancia qued dormida, menos eambu. se acerco sigilosamente al toldo del prisionero... hasta su guardian dorma. Haciendo un gran esfuerzo pudo desatar la lianas que lo sujetaban y los dos uyero al monte. All, apenas iluminados por la luna, se abrazaron; no se imaginaban que cuima enloquesido de celos, los habia seguido. Desesperado, el joven cacique sac la flecha ms afilada de su carcaj y, armando su arco, la despidi con fuerza sobrehumana. eambu y el joven se desplomaron, mientras la selva vibr bruscamente, sacudida por una carcajada de loco. Amor y odio haban sido demasiado fuertes para Cuima, pero los dioses se compadecieron de l y lo convirtiero en ave... Desde entonses el Uruta recorre los campos con su triste lamento. Todas las noches llora a su bienamada y recen descansa al amanecer.

LA PAJA BRAVA O CAPI-I POCHIG (GUARANI)El cacique Ac-Hat era muy valiente, pero muy cruel. todos en la tribu le teman. su palabra no poda ser discutida y ni los ancianos consejeros, que a travs de los aos se haban hecho muy sabios, eran escuchados por l.- Ten cuidado, Ac-Hat: eres injusto...- La injusticia corre con rapidez, pero Tup le dio piernas dbiles.- No se puede llegar lejos con tales piernas...As hablaban los sabios ancianos, pero sus consejos no ablandaban el alma del caique.Los consejos eran como semillas en tierra estril.- Castigas con mano dura y sin razn, Ac-Hat...- Es que no temes la ira de Tup?No; no tema ni escuchaba. Su palabra era la nica ley y todos deban acatarla: mujeres y hombres; viejos jvenes y nios.y su ley no tena piedad.Cmo trabajar con alegra? Cmo sembrar y cosechar?cmo cantar y reir si el canto y la risa ofendan al cacique?Los viejos recordaban los lejanos dias en que se celebraban con fiestas la siembra y la cosecha. aquellos en que los pjaros parecan brindar su tributo musical al sol y a la lluvia. Es que nunca volveran?Una luz de bondad, sin embargo brillaba entre tanta desdicha: la joven hija del cacique. todos la llamaban Che cig mi pora, y era tan dulce y buena como cruel e injusto era su padre.- Ayudame Che sig mi por! - Decian los ancianos.Y la indiecita los ayudaba.- Ac-Hat est enojado; tenemos miedo...- Decan los nios.Y Che sig mi por los llevaba con ella, los esconda y cuidaba hasta que la furia de su padre pasaba.La joven, a pesar de todo, amaba a su padre y trataba de mitigar de alguna manera los daos que l hacia. andaba de un lado para el otra, ligera como el viento, ondulando su silueta fina, inclinndose una y otra ves para ayudar a los nios, a los ancianos y a todos aquellos que no podan defenderse. A todos escuchaba; a todos protega.Asi andaban las cosa...pero, cunto tiempo podran andar as?, quin podra saberlo?Sin embargo, algo extrao estaba susediendo. Las mujeres caminaban apresuradas y se encerraban en sus chozas con los pequeos. Los hombres andaban silenciosos, con la cabeza baja; se encontraban y hablaban en secreto. qu decan?, de qu hablaban?Cosas muy serias y muy tristes. cosas que se iban metiendo en el nimo de los indios y les tornaba la mirada hosca, la palabra spera. Cosas que solo anidan en el pensamiento de quienes se sienten muy humildes y empiezan a perder la fe.Y Tup no quera oirlos. Tup los haba abandonado.Si: los indios estaban tramando una conspiracin contra el jefe injusto. Ya estaba decidido: Ac-Hat deba morir para que la paz y la alegra volviera a reinar como antes.Y as fue. En una noche negra, ms negra que todas las noches que vivieran desde que Ac-Hat gobernaba la tribu, mataron al cacique.Noche de dolor y desesperacin, porque en la revuelta tambien cat che sig mi pora. La dulce indiecita tambin muri.A caso pretendio, con el ltimo aliento de su bondad, proteger a su padre?Nadie lo supo jams.Cuenta la leyenda que toda la tribu llor sobre Che sig mi por, dias y noches, noches y das, hasta empapar su cuerpo.Los indios no tenan consuelo y elebaban sus ruegos a Tup:- Devulvenos a nuestra Che sig mi por!- Hazla volver!- Slo t, oh gran Tup, puedes hacerlo!Y cuando ya no hubo ms lgrimas; Cuando se secaron los ojos de todos los que con tanto amor le lloraron, en el mismo lugar donde cay la indiecita, naci una planta: la Capi-i pochig.Haba nacido la paja brava. Sus hojas, largas y finas de color amarillo verdoso, se ponen doradas como el sol cuando se secan.La Capi-i Pochig crece en esteros y baados y cuentan los que cuentan, que naci de las lgrimas de aquellos indios y el cuerpo de Che sig mi por.Desde entonces se la usa para techar las casas modestas. Sus delgadas hojas, tan tiles al indio, recuerdan la bondad protectora de la indiecita y sus bordes filosos la crueldad del cacique.Vocabulaio:Capi-i Pochig: paja brava.Ac-Hat: cabeza dura.Che sig mi por: mi madre linda.Tup: dios creador, ser supremo.

Regin patagnicaYa la nieve empezaba a derretirse. Los pjaros festejaban jubilosos la llegada de los das tibios. Se confundian, alegres, los cantos del "huilque", de la "loica" y de la "tenca".oces que sus pichones acababan de nacer.La Rere, loca de contento, anunciaba a grandes vTodos andaban reboteando, felices, por tanta maravilla, cuando la Rere escuch un llanto muy triste.Cmo era posible que alguien se lamentara ante tanta belleza y alegra?Sin embargo, quien as lo haca, tena sus motivos.Era la uque (madre) Carupotro. Para ella no haba llegado la primavera. Sus pichones no haban nacido ni podran nacer ya, porque los huevecitos se haban helado en el nido.- Pero cmo puede ser!, Qu le ha ocurrido vecina? -preguntaba asombrada la Rere, a quien nunca la haba pasado tal cosa.- Un error de clculo, vecina -deca llorisqueando la uque, un error... Me adelante a poner de apurona no ms!- No puede ser!, No puede ser! -Repetia la Rere.- Le digo que si. Me engaaron unos das templados que hubo... Yo cre que ya era tiempo, puse los huevos; pero volvieron las heladas y las nieves; y ya ve: Se enfriaron los pobrecitos!Ya la uque renovaba los lamentos y el llanto.- Bueno, no se ponga as, vecina. Tal vez el prximo ao.- Es que siempre me equivoco!Si; en verdad, era para lamentarlo. La Rere tambin estaba apenada y pensaba, buscando una solucin para su amiga. Si al menos su compaero, el Chau Carapotro, ayudara a la pobre!Si se quedara en el nido, mantenieno el calor, mientras la uque salia en busca de alimentos...Pero que se iba a poder contar con l, si apenas se senta que el aire se templaba un poco, ya sala a andar por ahy, sin preocuparse de nada!Como para que la uque nu estubiera afligida!Pero como para nadie todo ha de ser penas, a la rere se le ocurri una idea. Algo que a la misma uque se le ocurri pensar: Le regal una frazada. Una frazada marabillosa para que tapara los huevecitos y as nunca ms se le enfriaran.Y al fin pudo ver nacer a sus pichones! eran tan lindos como la primavera.Era otra vez el tiempo de los das tibios y tal el contento de la carapotro, que enloqueca cantando.Con la frazadita puesta, segura de que sus hijos nacerian, ya nunca ms estuvo triste.Desde entonses le llaman "pajaro anunciador de la primavera".Desde entonces tambin creci la amistad entre las vecinas, pues la uque, en agradecimiento, cuida y vigila los nidos de las dos, mientras que la Rere pica horadando los troncos de los rboles.Vocabulario:uque: frinjilla diuca o carupotro (o caripotro); Se la llama asi por saber relinchar como un otrito.Rere: pjaro carpintero, conocido en la region por picus magallanicus.Huilque: zorzal.Loica: pecho colorado.tenca: calandria.

EL TUMIICO Y EL COLOR DE LOS PJAROS.Por el campo, por la selva y por los valles se fue corriendo la voz:-Maana ser la granMaana... Maana.De rbol en rbol. De en nido. Cada uno y todos mitendo la noticia.Es que todos ellos iban a reunirse para tratar un asunto muy importante.asamblea.Nadie debe faltar.. rama en rama De nido los pjaros fueron tras-El asunto empez cuando al tumiico (picaflor) se e ocurri decir, mirando sus plumitas:-Ou lindo sera tener las plumas del color de las flores!.Porque, cuando esto ocurri, hace mucho. pero mucho. muchsmo tempo, no se sabe tunto porque an no haba un solo hombre; como digo, cuando esto ocurri, todos los pjaros tenan el mismo color: el color de la tierra.Pero las flores! Qu colores lucan! - . - Los ms vivos y relucientes: rojo, amarllo, azul. . . ~as haba tan variadas y bonitas. de tan brillante colorido, que los pjaros vivan enamorados de ellas.Por eso> cuando el tumiico dijo: "Qu lindo si yo tuviera las plumitas del color de las tJores!'~, todos los dems pjaros empezaron a pensar y pensar:-Si yo fuera rojo.-S yo fuera azul.-Si yo fuera amarillo.. *-Yo quisiera ser de todos los-Yo rojo y azul y amanlio.-Yo verde.-Yo. Yo. Yo.-Verde. Rojo. Amarillo..-Rojo...-Azul.-Amarillo.-Qu Indo Sena'..-Qu indo serra!.Y ya todo fue tal lo de voces, que no se entenda nada.Hasta que la lechuza dijo tres veces:-Chst! Chist! Chist!y todo el mundo se call.-Haremos una asamblea -dijo guiando un ojo~ y en ella resolveremos qu hay que hacer. Maana todos aqu -continu, guiando el otro ojo.Al da siguiente todos los pjaros llegaron al bosque.~a calandria, el hornero, la cachila. el churrinche y el jilguero.El pirincho, la tacuarita, el zorzal y la monjita.El cardenal, la urraca y el crespn.Y el pjaro carpintero. y el ruiseor y el mirlo y el tordo.Y muchos, muchsimos ms.Todos estaban all. No faltaba ninguno.Aquello era una algaraba tan grande que no se entenda nada.Cmo haran para dar color a sus plumas? Dnde se conseguan los colores? Adnde ir a buscarlos?Unos decan una cosa, otros decan otra.Cuando todos dieron su Opflifl la lechuza dijo tres veces:-Chist! Chist! Chst!Y todos se quedaron callados.-Hemos resuelto que lo mejor ser hacer un viaje al cielo y rogarle al dios lnt (el Sol) la gracia de que pinte nuestras plumas como pint las flores-dijo guiando los dos ojos a la vez.Todos aprobaron muy contentos la decisin. Eso serra lo mejor. Cmo no lo pensaron antes!Y llenos de entusiasmo. soando ya con OS hermosos colores que luciran, comenzaron a prepararse para el vaje.Sera muy difcil Y muy largo. Y muy penoso. - Est tan tejos el cielo!Pero no importaba. Estaba decdido.Muy de maana se marcharon todos. Bueno, todos no. Algunos quedaron porque el color de la tierra es tambin muy bonito y a ellos les gustaba.El tumiico tambin se qued. porque es muy pequeito, y no poda volar tan alto.-No importa -dijo-: vayan ustedes. Yo me quedar jugando con las flores para que no se alem tan tan tristes mientras dure el viaje.Y as empezaron a volar, a volar, cada vez ms alto, ms alto, hasta dolerles las alas.Pero seguan, seguan sin parar.Fue entonces cuando el dios lnti, asomando entre una nube los vio. Los vea como una gran mancha oscura, subiendo, subiendo en su afn de llegar a l.Compadecido, pens:-Pobres avecitas'. El deseo es justo y muy hermoso. Pero no podrn llegar nunca a m. Notendrn tuerzas y mi calor les matar.Entonces la diosa Mame-Quilla (la Luna) le di]o:-Por qu no los ayudas, poderoso lnti?-Lo har. Respondi el Sol.1Reuni algunas nubs y les dio la orden de llover.Empez la lluvia. Los pjaros, asustados, se ja-mentaban de su malB suerte.-Y ahora. qu haremos?-iEstamos tan cansados!...-iLa tierra est muy abajo ya!-v el cielo est muy arriba an.Pero nti1en ese momento dio orden de que ce-sara la lluvia, y, abriendo un huequito entre las nubes. envi unos cuantos de sus rayos.Y, oh. prodigio!, lo que vieron los pajaros fue algo tan pero tan hermoso, que no lo podian creer.Un gran arco atravesaba el cielo.Un arco de stete colores que empezaba aqul, recorra el cielo en una curva perfecta y terminaba all, del otro lado.Maravilla! Maravilla!S. Aquello era ms hermoso que el color de todas las flores. Aquello era todo el color del cielo!Los pjaros estaban enloquecidos de alegria. ~ volaban y revolaban zambullndose en los colores del arco tris como en un bao mgico! Unos se metan en el azul, otros en el rojo. otros en el aman lo. Algunos pas~ban de? rojo al azul otros del amar~llo al naranja; otros de? verde al violeta. Hubo uno que, entusiasmado, atraves todos los colores. Por eso ahora se llama "siete colores".Otros metan el cuerpo en un coor y el copete en otro. Y otros se salpicaban una pumita aqu, otra all y otra ms all.Nunca se vio nada iguat. Mientras tanto, mt sonrea, sonrea.Cuando regresaron la algarabia fue general.Cantaron y bailaron en honor al dios lnti y a la diosa Mama-Ouilia.Todos testejaron; hasta el hornero, y la tacuarita y el pirincho y todos los paros que quedaron del color de la tierra.Y el tumiico?El tumiflico tambin. Porque las flores, agradecidas de su compaia, te regalaron cada una un poquito de color Por eso tiene el traje mas bonito de todas las aves. Pero como es tan chiquito y movedizo, apenas si nos damos cuenta.Como decia, siete das estuvieron de fiesta, hasta que la lechuza dijo tres veces'.-1Chist! Chist!1Chist! y, guiando un ojo primero y luego el otro, agreg:-Ya es hora de ir a dormir.

LA PROTECCIN DEL PEHUN Ms all de la pampa, en los valles y bosques del noroeste de la Patagonia, vivan hace tantsimos aos los pehuenches. Cerca de los ros de invierno, al pie de las montaas en primavera, armaban sus toldos en los valles cordilleranos rodeados de bosques de pehun. Porque, aunque itinerantes, esa era su verdadera casa. Los pehuenes eran su sombra y su abrigo, y los piones su alimento.- Como siempre al final del otoo, las mujeres y los chicos pehuenches estaban dedicados a preparar la bienvenida a los hombres, que se haban alejado durante semanas. Semanas hechas de das empleados en cazar huemules y guanacos, mientras que las mujeres se quedaban en la toldera cuidar a los hijos y las pertenencias. Como todas, la mujer de Kalfu-kir espera a su hombre. Su hijo mayor, Kon, ha juntado por ltima vez -en la prxima salida acompaar a su padre- cestos de piones, juntos los han pelado para quitarles la semilla, que ella ha molido y amasado con sal para hacer tortillas. Ha trado agua del torrente y ha preparpado el chafid para el reencuentro. Y ha enebrado un collar nuevo que mantiene reservado para la ocasin. Pero Kalfu-kir tarda. Pasan los das y su mujer manda a preguntar a las otras si los hombres ya estn de vuelta. El nico que falta es Kalfu-kir. Sus compaeros lo vieron por ltima vez en los pinares altos y le han perdido el rastro. Kalfu-kir se demora, pero el invierno no.La mujer se pasea envuelta en su manto de guanaco. Se pregunta qu puede retenerlo lejos de su ruca y cualquier respuesta la atormenta. Para darse una tregua se imagina que lo ve llevar, que viene a su encuentro cruzando el valle, cargado con las armas y los cueros. De da interrumpe el trabajo para recorrer con la mirada las laderas, de noche se acuesta y aguza el odo: lo que ms quiere en el mundo es or filtrarse las pisadas de Kalfu-kir entre los sonidos que arrastra el viento cordillerano. Con la primera nevada la mujer toma una decisin. Llama a Kon, que es casi un muchacho, y le pide que salga a buscar a su padre por las montaas. Elige una cesta-una cesta tan bien tejida por los chiquillames que sirve para cargar agua- y la llena con tortillas de pehun, piones y una manta. Con la cesta en la mano y sus armas en la otra se va Kon, que se haba imaginado muy distintas las circunstancias de su partida. As deja los toldos yllega hasta el final del valle. Antes de tomar la cuesta se detiene para mirar una vez ms el humo familiar y, ahora s entra en el bosque. Haca slo unas horas que caminaba, atravesando una zona de coihues, cuando en medio de un claro vio un gran pehun. Se detuvo a la sombra del rbol sagrado y, sientindose tan solo, rog que no le faltara el valor para seguir adelante.Antes de retomar el camino dej sus zapatos, como ofrenda, colgados de una de las ramas bajas del pehun.- Al da siguiente, el joven indio se encontr con un grupo de indios desconocidos, a quienes les cont su historia y les pregunt si haban visto a su padre. Esto indios se mostraron amistosos al principio, pero aprovecharon la confianza creada para robarle las armas y la cesta al muchacho pehuenche. Le amarraron los tobillos, le ataron las manos en la espalda y lo dejaron solo, indefenso y sin abrigo en medio del bosque.- Kon haba escuchado tantas historias de la montaa... Las haba odo en boca de las mujeres, cuando hablaban entre ellas mientras trabajaban, o se las haba contado su padre, cuando, de vuelta de sus viajes, le enseaba a armar las flechas y le dejaba acomodarlas en los carcajes. Saba de la nueve que cae silenciosa y va disfrazando las seas del camino, del fro que adormece si uno se queda quieto y del sorpresivo ataque del nahuel, el puma de la Patagonia. Y supo que el miedo que haba sentido cuando las escuchaba era un miedo de nio, un miedo que se dejaba acorralar enseguida por el brillo de la fogata, el roce con el cuerpo de su madre y la mirada tranquila de su padre. Pero el miedo de ahora era otro miedo, tan enorme, tan deseperado como el que slo puede sentirse en soledad. Mientras tanto la madre, que haba presentido la desgracia, sali a buscar a su muchacho. Camin y camin a travs del bosque, a veces llamndolo, a veces llorando, a veces con una roca dura en el corazn. Encontr primero los restos de Kalfu-kir, con una herida en el costado y el rostro querido sucio de sangre y de tierra. La mujer se arrodill y comenz a tocarlo, pero su cuerpo estaba tan rgido y tan fro que comprendi que ya no encontrara all a Kalfu-kir. Con su cuchillito de piedra se cort dos mechones del largo pelo negro, los coloc sobre el pecho del muerto y sigui adelante, al tiempo que empezaba la nevada.- Kon haba pasado la noche encogido de miedo, de hambre, de sed y de fro. Con la luz de la maana recobr algo de confianza, pero al ver los copos, al sentir el contacto helado de la nieve y la humedad del suelo, se sinti tan aterrado de morir que todas las fuerzas que le quedaban se anudaron en un grito deseperado "iuque! iuqueeeeeee! iuque! iuqueeeeeee! que quiere decir "mam". Y cerr los ojos. Los abri de nuevo cuando sinti que la nieve ya no caa sobre su cuerpo, que el viento se haba calmado. Era el pehun, el pehun que se haba sacudido hasta desenterrar sus races, que haba caminado hasta l parano dejar su grito sin respuesta, el pehun que haba extendido sus ramas sobre Kon para protegerlo, que le brindaba el toldo ms verde, ms fragante y ms milagroso. Poco tiempo despus lleg la madre, que encontr el refugio cuando distingui entre las ramas los zapatos de Kon. Llorando abraz al muchacho. Lo desat y lo reanim soplando su aliento en la cara rgida y los dedos agarrotados de Kon. Despus agradeci al pehun como de madre a madre, y colg sus zapatos al lado de los de su hijo.- Juntos comenzaron a bajar, buscando el valle, dejando sobre la nieve recin cada la huella de sus pies descalzos. Detrs de ellos vena el pehun, que slo se detuvo al ralear el bosque, cuando su proteccin dej de ser necesaria. Y desde ese da el lugar se llama iuque, nombre que deriv en Neuqun, donde los pehuenes siguen creciendo y ofreciendo a quienquiera sus regalos.-

REGION CUYANAEL ESPEJO DE ELCHA (CUYANA)Cuando naci Elcha toda la tribu estuvo de fiesta. Y no slo latribu: tambin las plantas y las flores y todos los animales que andaban por la tierra, el aire y el agua.Porque era Elcha una nia preciosa y, adems la hija del poderoso cacique Naucapanqui.La princesita india creci feliz entre su gente y el cacique estaba muy orgulloso de ella.-En realidad, todos estaban orgullosos de su princesa, que era alegre y buena. Tan buena y tan dulce como la algarroba.Por eso Elcha era el tesoro ms valioso de Naucapanqui. Pero tambin era un poquito traviesa, y muy juguetona.Le gustaba salir y recorrer todo ese amplio mundo que la rodeaba. Corretear por sus cerros, baarse en el ro, descubrir flores raras, jugar con las liebres, con las lechuzas, con las garzas...conversar con los loros...Pero lo que ms, ms le gustaba a Elcha, eran las flores. A veces trepaba los cerros tan slo para ver abrirse las flores de los cactus. Qu maravilla! A veces era una flor roja como el atardecer, otras, blanca como la nieve, otras una flor amarilla como el Padre Sol.-Ella las cortaba con mucho cuidado y corra a un lugar secreto: una laguna transparente de aguas quietas como un espejo. Una laguna escondida entre los cerros que solamente Elcha conoca.--Ven Elcha querida,ven a ver qu linda eres! Le deca la laguna, ven a mirarte en m.-Entonces Elcha se arrodillaba a la orilla, adornaba sus cabellos con flores y se contemplaba.-Esta soy yo?, preguntaba.S eres t, la ms bella princesa de estos valle- contestaba la lagunaY en las aguas cristalinas, Elcha vea su rostro sonriente y el cielolas nubes y las plantas y las flores...Porque en aquella poca los indios no conocan los espejos.As fue pasando el tiempo, feliz, muy feliz, hasta que Elcha se convirti en una jovencita.Un da estaba arreglndose el cabello junto a la laguna y record lo que jugando le preguntaba a la laguna cuando era nia. -Lagunita, Esta soy yo? -S, eres t: La ms bella de las princesas! Pero quien le contestaba no era la laguna, sino un joven alto y apuesto que se reflejaba en las aguas junto a ella. -Quien eres?, Cmo tellamas_? pregunt Elcha. -Soy el ahijado del cacique Calihu. Vivo con l desde pequeo, no tengo padres. Me llamo Cantipn. - Y cmo ests aqu, tan lejos de tu tribu? Nacie conoce mi laguna... - Sal a cazar aguanacos y tanto andar y andar me dio sed. Y ya ves, encontr tu laguna! Conversaron mucho, muchsimo... Y aunque saban que los caciques Calihu y Naucapanqui eran enemigos, ellos prometieron ser amigos y volver a verse. - Vuelve pronto, Cantipn! - As lo har, Elcha, hasta pronto! Muchas veces se encontraron Elcha y Cantipn junto a la cristalina laguna. Y se hicieron muy, pero muy amigos.- Pero un da ocurri lo que siempre se tema: empez la guerra entre las dos tribus . Las dos eran fuertes y valerosas. Pelearon y pelearon sin parar. Elcha se cans de contar cuntas veces sali el sol y cuntas veces se encondi tras la cordillera. Seguan peleando, seguan peleando. Hasta que un da, por fin termin todo. Naucapanqui, el padre de Elcha, fue derrotado por Calihu.Naucapanqui estaba triste, muy triste. Pero no porque haba perdido la guerra, pues era valiente y saba perder. No porque su tribu hubiese quedado desvastada, pues ello eran fuerte y volveran a trabajar. No, no era por eso. Pero su corazn estaba helado de pena. El cacique estaba afligido porque Calihu haba dicho: -Quiero casarme con Elcha! Debes darme a tu hija por esposa o de lo contrario todo tu pueblo ser mi esclavo! -Llevate todas mis riquezas, mis tierras, todo lo que quieras, pero djame a mi hija! --No quiero nada-repiti el cacique-Tan slo quiero casarme con Elcha! Entonces Elcha habl: -Djame ir, padre querido. no puedo permitir que sacrifiquen a mi pueblo. Y se fue con los vencedores.- Dicen que lloraron los indios que nunca lloran. Que lloraron los cactus, las flores, los algarrobos y el piquilln. Que lloraron los peces, las garzas y el agua. Que lloraron las piedras, los zorros y los pumas. Que llor la luna. Y el sol estuvo siete das enojado, sin salir, escondido detrs de las nubes, que tambin lloraron. Mientras tanto, en la tribu de Calihu, se hacan grandes preparativos para celebrar el casamientodel cacique con la hermosa Elcha. Las indias mayores molan el maz para hacer ricos manjares. Preparaban chicha y aloja para beber. Las jvenes ensayaban danzas y cantos para festejar. tres indias trabajaban da y noche haciendo la ms precioso vestido de novia que en quellos tiempos se conoca. Y buscaban las ms lindas flores, porque saban que Elcha se enloqueca por ellas. todos estaban contentos porque haban vencido y porque iban a tener la ms bella de las reinas. Todos estaban contentos menos Elcha. Pero no lloraba. Una princesa no debe llorar. Menos an cuando est salvando a su pueblo. Por eso se fue a dormir. Entre sueos escuch una voz que deca: - Elcha! Elcha! Despirtate. Tenemos que salir de aqu antes que la luna ilumine el camino. S, era Cantipn! Elcha no saba si deba irse o no, pero Cantipn volvi a decir: -Apurte!Debemos huir! Y ella no lo pens ms. Corrieron, corrieron por los caminos. A dnde ir? Adnde que Calihu no los encontrara? -A mi laguna!-dijo Elcha. Nadie la conoce. Nadie nos ver. Y all se escondieron, en una cueva que estaba muy cerca. Cuando Calihu se dio cuenta que Elcha y Cantipn haban desaparecido, grit enojado. -Hay que buscarlos!hay que encontrarlos! Recorrieron uno a uno todos los lugares conocidos. Y tambin los no conocidos. Los lugares cercanos y los lejanos. Pero no los puedieron encontrar. Entonces fueron a la tribu de Naucapanqui. -Dnde esta Elcha? -preguntaron,Dnde est? Dnde est? -No lo s.No lo s-repondan los indios -No lo s, no lo s-respondan las indias que todava estaban llorando. -Dnde est Elcha? Dnde est Cantipn? Elcha! Cantipn! Pero nadie, absolutamente nadie los haba visto.- Entonces fueron a vel a Chulacn, una hermana de Naucapanqui, que conoca artes mgicas. Tienes que encontrar a Elcha!-dijo el cacique.- De cualquier manera, pero debes encontrar su escondite. Entonces hizo crecer junto a la laguna un montn de lirios rosados. Unos lirios tan preciosos como no se haban visto nunca por aquel lugar. Cuando Elcha vio los lirios qued maravillada. _Mira Cantipn! Mira qu hermosos! Nunca vi nada igual! Y cortando varios de ellos se los coloc en los cabellos. Pero los lirios estaban embrujados y, en el mismo momento que Elcha se contempl en lalaguna, qued convertida en piedra. Cantipn, al ver lo ocurrido se arroj a la laguna para estar siempre al lado de Elcha.- Mucho tiempo estuvo all Elcha, convertida en piedra, mirndose en el agua. Pero cuentan los viejecitos ms viejos del lugar, que un da la imagen de piedra se cay y fue a reunirse con Cantipn el fondo de la laguna. Pero a m me cont el viento del sur que all estn y viven felices para siempre. Que salen de da y Elcha se arregla los cabellos mirndose en las aguas, que luego pasean tomados de la mano.- Que nadie los ve. Solamente el padre sol que los protege. Que de noche la luna ilumina el espejo de Elcha que parece de plata.-

EL PUENTE DEL INCAInti, el sol, era el dios del imperio incaico y el Inca su desdendiente directo. Su autoridad era mayor que la de un rey ya que se lo consideraba hijo del sol y su misin era reinar y proteger a su pueblo. Una vez hubo un inca bueno y generoso, amaba a su gente deseando para todos un imperio rico y soberano. Se preocupaba por igual de los problemas de la vida diaria como de salir a recorrer su territorio de un txtremo a aotro, tratando de conquistar nuevas tierras. Continuando la tradicin de sus antepasados jams invada un territorio a la fuerza. Primero invitaba a los pobladores a formar parte de sus dominios, en cambio ofreca ensearles a sembrar y aseguaraba que nunca les faltara la tierra ni comida. De esta manera casi nunca era necesario luchar.- Un da el Inca cay gravemente enfermo. Ni los sacerdotes, ni los hechiceros pudieron descubrir de qu mal se trataba, el hijo de Inti se agravaba cada vez ms y todos temieron por su vida.- Hasta que una tarde los chasquis que corran velozmente de una posta a otra, transmitiendo las noticias de pueblo en pueblo, avisaron a los servidores del Inca que en el sur exista el remedio que podra curarlo. Inmediatamente comenzaron los preparativos para la travesa a lo largo de la cordillera y cuando todo estuvo listo, partieron desde Cuzca, capital del imperio, en busca del tan preciado remedio.Una de las cosas que ms enorgulleca a los incas, eran los caminos de piedras que se extendan en todo su territorio. Por ellos anduvieron atravesando valles y montaas, cuando llegaba la noche, acampaban alrededor de las posadas que se levantaban a los lados del camino. Dentro de la posada descansaba el Inca para reponer sus fuerzas.- No se desalentaron en ningn momento a pesar de la dura y larga travesa, una esperanza mucho ms fuerte que todo eso, los alentaba e incitaba a seguir adelante. Queran mucho a su monarca y deseaban fervientemente que recuperara la salud lo antes posible.Continuaron la marcha por muchos das hasta que por fin, encontraron el nacimiento de un ro que corra paralelo al camino y siguieron en esa direccin. Las aguas bajaban torrencialmente levantando nubes finsimas gotas al estrellarse contra las rocas y el ruido de la turbulenta corriente quebraba el silencio de la imponente cordillera. Los peregrinos siguieron su camino hasta llegar a un punto donde el ro cambi su curso en una pronunciada curva al este, cerrndoles el paso. Ah su caudal era mucho ms profundo y su torrente haca imposible el cruce a la otra orilla. Hicieron un alto y acamparon decididos a buscar un lugar por dnde pasar. Fue as que formaron grupos dirigidos por un guay se turnaron, mientras unos descansaban otros recorran la zona tratanto de encontrar el paso. Desgraciadamente no tuvieron suerte y los grupos volvan cada vez ms desalentados de sus expediciones, hasta que por fin se dieron por vencidos.Entonces formaron un consejo para decidir qu se hara y despus de muchas discusiones y cambios de ideas, llegaron a la triste conclusin de que deban volver. Abatidos, pensaron que su monarca agotados por el viaje, no podra resistir el regreso y era probable que no volviera a ver a su querido Cuzco. Se dispusieron a pasar la noche en ese lugar, para inicial al otro da el retorno. Rodearon al Inca tratando de estar ms juntos y unidos que nunca, como para darse entre s el valor y la fuerza que necesitaban para volver y como para protegerse de esa gran pena que los estaba invadiendo momento a momento. Mientras tanto Inti el Sol, que ya se estaba por ocultar en el horizonte, vio lo que estaba ocurriendo. La hazaa que los incas haban sido capaces de realizar po amor a su monarca, no espcap a la vista del dios y quiso premiar el fervor de este grupo abnegado de sbditos. Entonces consult con Mama Quilla, la Luna, y entre los dos decidieron ayudarlos inmediatamente. Fue as que al amanecer del da siguiente, los incas, entre dormidos y despiertos, vieron azorados frente a ellos, un ancho puente tendido que les sealaba el camino. Los dioses lo haban construido para que pudieran pasar. Llenos de alegra reanudaron la marcha con nuevas esperanzas. Tuvieron mucho que andar todava y el Inca se agravaba ms y ms, ya ni siquiera abra los ojos para observar a su gente como lo haca antes, ninguna palabra volvi a salir de su boca y dormitaba permanentemente. Obligados a hacer muchos altos en el camino porque se fatigaba con facilidad, la marcha se hizo ms lenta y penosa, pero no desfallecieron en ningn momento. Por fin llegaron al lugar indicado, de inmediato se distribuyeron las tareas, mientras unos buscaban las hierbas medicinales, otros construyeron una gran tienda para alojar a su monarca e instalar todo lo necesario para su curacin. No fue en vano todo el extraordinario esfuerzo que dedicaron al Inca, en poco tiempo empez a mejorar visiblemente para alegra de todos. Felicesemprendieron el regreso entre cantos y oraciones de gracias a sus dioses. Los chasquis corrieron velozmente delante de ellos llevando la buena nueva. Todo el pueblo los esper ansioso y prepar grandes fiestas en su honor. Los templos se vieron resplandecientes, ya listos para ceremonias y ritos de gracias. El Inca entr totalmente repuesto, su pueblo lo salud con cario y lo acompa hasta su morada. Poco tiempo despus el hijo de Inti volvi a reinar en el imperio. Desde entonces al noroeste de Mendoza, donde pasa el ro Las cuevas, el mismo que interrumpiera el paso de los peregrinos, se levanta el Puente del Inca uniendo las dos orillas y bajo su arco siguen pasando torrencialmente las aguas del ro andino.-

Regin de las sierras pampeanasEL MISTERIO DE TANDIL Esta es la historia de cmo surgi una sierra en medio de la pampa, y de cmo, sobre un montculo de esa sierra, una enorme roca se mantuvo en equilibrio durante aos y aos, apoyada slo sobre un pequeo vrtice. Hasta 1912, fueron muchsimos los argentinos que llegaban hasta Tandil para ver la piedra movediza. Los que la contemplaban por primera vez se asombraban y quienes ya la conocan y volvan a verla no podan evitar cada vez permanecer absortos un momento, tratando de descubrir su secreto. Pareca increble que no se cayera y, sin embargo, todos estaban tan acostumbrados a ella que pensaban que siempre estara all. Pero un da se cay, se vino abajo en una tarde apacible y se rompi en pedazos que todava pueden ver los viajeros de la sierra.- Cuentan los que saben que al principio la zona de Tandil era tan chata como el resto de la pampa, puro horizonte, pasto y lagunas. Era plana, verde e interminable porque as lo haban querido el Sol y la Luna, que la haban creado.- Los esposos gigantes haban dejado un da su casa celeste y bajado para inventar la Tierra. Una vez hecha la sembraron de pastos, de cardos y cortaderas, y desencadenaron lluvias para hacerlos crecer. Hicieron correr los ros y los arroyos y brotar las lagunas. Aqu y all irguieron un arbusto o un rbol solitario. Despus crearon los animales: el puma, gran len de las pampas, y ciervos, andes y guanacos que corran por las praderas. Luego quisieron ver nadar los patos entre los juncales y contemplar el vuelo de los chingolos en el cielo abierto, y no se olvidaron ni siquiera de los caracoles de los guadales. Finalmente crearon a los hombres y a las mujeres, que encontraron buen sitio en esa extensa casa que les haban dispuesto. Terminada la obra, el Sol y la Luna se volvieron al cielo, Pero no se olvidaron de sus criaturas y para contemplarlas se turnaban, con el correr de los das y las noches. Para todos los pampas, era tranquilizador alzar la cabeza para mirar al Padre, que entibiaba los toldos en das despejados, o dejar que la luna guiara sus travesas en las noches de verano cuando se asomaba, redonda y brillante, sobre la laguna.- Pasaron aos incontables, hasta que un da los indios advirtieron que el Sol no era el de siempre. Inquietos, lo vieron palidecer, casi extinguirse, como queriendo esfumarse entre las nubes. Con asombro, sbitamente ateridos,comprobaron que un enorme puma alado lo atacaba. Agazapndose y saltando, primero desde un lado, despus del otro, lo acosaba sin tregua.- Todos los pampas se prepararon para defender a su padre. Las manos se apuraron sobre los carcajes y un momento despus incontables flechas salan disparadas. Se alejaban hacia arriba en un trayecto extrao, hasta desaparecer en un cielo que se haba vuelto grisceo. Hasta que un indio se separ del grupo. Se agach rozando el suelo son su manto de piel de nutria, y estuvo un rato de cuclillas, eligiendo su mejor flecha. Luego se levant despacio y la coloc en su sitio. Levant la cabeza para apuntar, aguz la vista en un gesto imperceptible, tens el arco y dispar hacia el cielo.- Nadie tuvo tiempo se seguir con la mirada el rumbo de la flecha. Sobre el espacio blanco apareci una mancha roja y el puma cay en la tierra, con el cuerpo atravesado y la punta de la flecha asomndose por el lomo. Estaba all, enorme, con sus alas rotas, haciendo esfuerzos por incorporarse y rugiendo de tal modo que nadie se atrevi a acercarse para rematarlo. Un fino reguero de sangre iba humedeciendo el pasto que, orlado de los penachos blancos de las cortaderas volva a relucir iluminado por el sol.- El horizonte an no haba de oscurecerse cuando apareci la Luna. Rpida cruzaba el cielo para, desde lo alto, ver mejor al monstruo caido que se haba atrevido a atacar al sol. Asombrada, lo vio estremecerse, descubri que no estaba muerto y comenz a tirarle piedras para acabar con l. Toda la noche ocup la luna en la tarea. Las rocas que arrojaba se fueron amontonando, unas al lado de las otras, encima de las otras, hasta sepultar al puma y formar una sierra. La ltima piedra cay justo sobre la punta de la flecha y all qued posada. Pero no poda estar quieta porque el animal, que no estaba muerto, se revolva en su tumba de piedra y la haca oscilar en direccin al sol.-

LA LEYENDA DEL OMB Umb era la esposa de un poderoso cacique pampa. Los hombres de la tribu siempre se ausentaban para guerrear con sus enemigos, Por eso, ella y las otras mujeres se ocupaban de sembrar y de cuidar las cosechas. Los maizales crecan vigorosos. Pero una vez la tremenda sequa se extendi por los campos y caus la muerte de las plantaciones. Umb desesperada, corri un da al maizal y se abraz a una pequea planta. Quera cubrirla con su sombra, protegerla de los ardientes rayos de sol, que todo lo destruan. Su pena era tan grande que las lgrimas comenzaron a brotar de a una. Cada una de sus lgrimas, caa sobre la tierra reseca y le regalaba un poco de vida, la fertilizaba. Geunechen-su dios- vio su dolor y se compadeci de Umb. La transform en una hierba gigantesca.: el OMB, que proporciona su fresca sombra a todos los que habitan las dilatadas extensiones pampeanas. El maizal revivi y la dulce Umb qued para siempre enraizada en el hermoso paisaje.

LAS TRES MARAS Las Tres Mara son esas bellsimas estrellas que podemos contemplar en las noches claras. Pero, segn cuenta la leyenda, tambin se les llama as a unas boleadoras.- Esto ocurri antes de la llegada de los espaoles, cuando en el sur de Santa Fe y norte de Buenos Aires estaban habitadas por aborgenes. Crean en la existencia del Espritu malo y en la del Espritu bueno.- El Espritu Malo los acosaba con toda clase de enfermedades, muertes, guerras, sequas. Muy angustiados los indios imploraron la proteccin del Espritu bueno. Este quiso complacerlos y comenz a perseguir al Malo... pero siempre se le escapaba de entre las manos. Ya desdesperaba por no poder alcanzarlo, cuando tuvo una idea. Lleg hasta el cielo y de all desprendi a las Tres Maras. Luego se sac un pelo de su barba y uni a las estrellitas y las arroj muy lejos. Su buena puntera hizo que se enredaran en las piernas del Espritu Malo, hacindolo caer. Para que lo dejaran en libertad prometi no causar ms males a las afligidas tribus. A partir de ese momento los indios comenzaron a llamar las Tres Maras a las boleadoras de tres bochas, en recuerdo de las estrellitas salvadoras. Ah! y las Tres Maras, contentas de haber cumplido su hermosa misin, regresaron, luminosas al cielo.-

CREENCIAS DEL PUEBLO ARGENTINO

No son muchos, felizmente, sin duda por la obra permanente de la Iglesia y de la Escuela. Perduran a travs de los tiempos en determinados mbitos y la mayor parte se extiende a otros pases del continente. No son muchos, pero s lo suficiente diablico como para aduearse del hombre que no se acoraza suficientemente en su fe. Las zonas del litoral, noroeste y central construyen el asiento geogrfico ms denso de los seres endemoniados, entre los que se destacan: el lobizn, el basilisco, el ah ah, la mula nima, el tey yegu, el mboitat, el runa uturunco o yaguaret ab (noroeste y noreste, respectivamente), el miocao, el yaguarn y otros tantos. A distintos mbitos indgenas del pas pertenecen gualicho o gualichu, Pillan, tacjuay, agschen, los aoots, la pora, etc. de quienes nos ocupamos en el capitulo "Imagen y aspecto del diablos".

DIABLOS INTERMEDIOSEL BASILISCOElbasiliscoaparece bajo la figura de un monstruo zoomrfico y a diferencia de otros demonios intermedios, su dispersin es universal. Adems es de antigua data, tanto que David, Salomon, Geremias e Isaias lo conocan y lo consideraban como una serpiente venenosa. Nace, segn creencias generalizadas, del huevo diminuto que muy de tanto en tanto pone la gallina o del que, segn pareciera, pone el gallo cuando llega a viejo. Es un verdadero aborto de la naturaleza, aveces con forma de lagartija, otras de gallo reptil y aun de serpiente. Siempre es pequeo, no mayor que un escuerzo comn, y de patas muy cortas. Tiene una vista potente tanto que puede hacer perder la vista a quien impensadamente se a dejado sorprender por su luz diablica que sale de sus ojos. Se mete debajo de las camas en las ranuras del piso, se esconde detrs de un cuadro y de cuanto le sirva de trinchera para buscar desde all a los desprevenidos para hacerlos vctima de su fuerza maligna. En Chiloe, Chile, tambin se cree que elbasilisconace de nuevo de gallo o gallina de mas de cuatro aos, que al ponerlo Cant como el gallo. Si el huevo no es recogido y quemado en el acto y si el gallo o gallina, gestores de tan diablica creacin no corre la misma suerte, dentro de las 24 horas nace un gusano colorado que se introduce bajo el piso de la casa. Este gallo reptil sale de noche furtivamente y bebe de la sangre de los habitantes, quienes fatalmente moran tuberculosos.

EL LOBIZN Es una manifestacin diablica conocida en todo el continente americano; pero tambin lo conocieron los griegos y romanos. Segn la creencia universal ellobiznel sptimo hijo barn, el menor de 7 hermanos; Si fuera 7 mujeres seguidas en el matrimonio serian bruja y, como ellobiznaliada del diablo. Algunas versiones lo representan como un animal mezcla de cerdos y perros, a veces simplemente como un perro negro. Quien tiene la desdicha de convertirse enlobizn, los viernes por la noche sale furtivamente de su hogar va directamente a los estercoleros y all sufre la transformacin de hombre en bestia.Si encuentra nios no bautizados, se los engulle (influencia cristiana sin duda, en la creacin del mito). Quien lo ve una vez no lo olvidara jamas, si es que no pierde el juicio. Ellobiznrecobrar su fisonoma si alguien, sin conocerlo, lo hiere, pero se expone a ser muerto por el moustro, ya que este tratara de exterminar por todos los medios a quien lo livera de sus maleficios. Para liberarse de la fatalidad de que alguien sea sptimo hijo varn se convirtiera en lobizn, habr que bautizarlo con el nombre de Benito. Esta versin es muy comn y para los entendidos casi no ofrece mayor inters.Hay otras mas atrayentes: As, por ejemplo: El Uruguay ellobiznresponde las mismas caractersticas expresadas anteriormente, llegada la noche del viernes comienza a reunir toda compaa para darse la busque da de todo animal que este echado. Lo hace levantar se revuelca en el calor del lecho que a dejado aquel y desde ese momento toma su forma, la que mantendr hasta primeras horas del alba, que le devolver su forma original.Mientras esto no ocurraser feroz y su mirada desprender un fulgor maligno,echa fuego por los ojos, dicen quienes lo han visto alguna vez. Frente a su ataque, que llena de pavor y a veces hasta quita el hablasi la vctima atina a usar arma blanca y lo hiere, retorna a su primitiva forma humana. Desde ese momento se convierte en el enemigo ms implacable de quien le ha descubierto el secreto. Slo la muerte de aquel que lo liber de su terrorifica transformacin traer se renidad a su corazn atormentado.Una de nuestras alumnas del curso de Folklore Argentino del Istittuto Bernasconi, en Pozo del Tigre, Formosa, nos ha informado que conoca a una persona a la que la poblacin tenia porlobizn. Coincide en mucho con lodescripto y agrega que le llamanhuja, que quiere decir orejudo; es flaco, menudo, de tez amarillenta, ojeras profundas y orejas grandes en relacin con su cabeza; en su forma humana desarrolla una vida normal es modisto y es muy enfermizo. Los lunes y jueves a las 24 horas se transforma en un perro de tamao impresionante. "Yo pregunt dice nuestra informante cmo saben que eslobizn? Y me contestaron: Porque los otros perros le ladran pero no lo muerden. Y le siguen ladrando hasta lejos, airando se pierde en el cementerio, donde se revuelca.Deall vuelve a salir para ir al pueblo. Por lo comn viene corriendo y, cosa curiosa, la gente que ya est avisada trata de evitarlo diciendo:Que siga de largo nomas, pues de lo contrario, y si consigue pasar por entre las piernas de alguienfatalmente lo contagiar a su contacto y lo transformar enlobizn, sea hombreo mujer".Porque en ese pueblo, incluso la mujer puede ser Luisn como all lo llaman. As conocen a una mujerluisn, que es sptima hija mujer, tambin plida, ojerosa, pero a pesar de que siempre se enferma, es de naturaleza ms bien robusta. No obstante su aspecto terrorfico y diablico, tiene el poder de conquistar a los hor vaga de noche los cautiva y seduce.En las afueras de San Pablo, Brasil, ellobiznes conocido como un ser fantstico, que tiene forma de perro con las patas de adelante ms cortas; sale de los sementerios echando fuego en una verdadera imagen del demonio atacando cundo se le ponga al paso.

El AH AHElah ahes otro de los seres demonacos. La creencia supersticiosa ambula por el rea guarantica especialmente en Paraguay. Fue estudiado por Juan Bautsta Ambrosetti por Daniel Granada y por varios estudi