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Sumario

Prólogo: Por Alfredo Alfonso. Página 5Prefacio. Página9Agradecimientos. Página 111. Introducción.1.1. Recorrido político/académico. Página 131.2. Loscasos. Porqué la criminalización de la protesta social. Página 151.3. Contenidos. Página 161.4. Propuesta metodológica. Página 181.5. Unamirada comunicacional sobre la criminalización de la protesta social. Página 20

2. Contexto histórico.2.1 Estructura socio-histórica. Página 212.1.1. Pauperización con consenso. Configuracionespara una nueva democracia. Página 212.1.2. El desguace. Página 262.2 Prácticaspolítico/culturales. Página 292.2.1. Cultura, desplazamientosy fragmentaciones. Página 292.2.2. Desplazamientos II. Lasprácticasde protesta, los nuevosrepertorios. Página 333. Losex trabajadores de YPF - PM. De la aristocracia obrera al desocupado/delincuente.3.1. Casos.Losdesplazamientosen lasprácticas. Página 373.2. Identidad. “Piquetero no, ciudadano” . Página473.3. Sentidosde criminalización. Página 50

4. Gabriel Roser. Mediaciones: entre la criminalización de la protesta y la criminalización de lapobreza.4.1. Trayectorias. En busca de “un poco de dignidad” . Página 574.2. Identidad: pibe chorro/piquetero. Página594.3. Criminalización. Cara de expediente. Página 635. Reflexiones. La construcción simbólica y las desparejas arenas de la criminalización.

5.1. La construcción simbólica. Aproximacionesa un análisis cultural . Página 715.2. Criminalización. (In)definiciones. Pegarle al enano. Página 745.3. Construcción del sentido de la criminalización de la protesta social. Arenas de lucha eindividualización de los colectivossociales. Página 775.4. La cremallera. Página 83

Epílogo. Página 85Bibliografía. Página97

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Prólogo

Este libro es una contribución a la comprensión del contexto sociohistórico/cultural reciente,

aportando una miradadesde losprocesosde resignificación y susprácticas.

Este trabajo enuncia, en la voz quebrada de sus protagonistas, la pasión y la tensión de la justicia

en espera, y esperanzada, casos que se mult iplican como ejemplos, como relatos a la deriva que

buscan re-unirse en una nueva lógica que los contenga y los habilite para creer en la

transformación. Casos del desprecio humano que construyeron de modo bifronte Menem y De la

Rúa con su único jinete, Cavallo, enunaArgentinaque sentíaqueno podíasalir del trauma.

El Estado de Derecho impone la lógica de la persecución ante suspropiasausencias. La del trabajo

digno, de la formación y el alimento diario, conllevan a un panorama de olvidos y de depósito

social menemista-delarruista-duhaldista. Esas políticas propiciaron la exclusión de cientosde miles

desde unaperspectiva desoladora y maquiávelica: la argentina produce diez veces más alimentos

que su población y, sin embargo, el cincuenta por ciento sufríahambre.

Esta investigación da cuenta, también, de la resistencia política a la debacle de los gobiernos que

se sucedieron en el periodo 1989-2002 que, lúcida y consecuente, tuvo referentes claros, y

paradójicos, por su denominación como colectivo en términos de oxímoron, al Movimiento de

Trabajadores Desocupados. Este movimiento, quese vinculó a otros en proceso de defensa de sus

necesidades básicas y que reclamaron un futuro para sus hijos fueron estigmatizados en primer 

lugar por los conglomerados mediáticos que construyen una lógica funcional a la figura que se

constituyó en el salvador de sus intereses: Eduardo Duhalde. Es decir, primero el Estado, fugitivo

en lo social y persecutor en lo político, los excluye, para luego, en su resistencia, contribuir a su

estigmatización y, por último, denunciarlos y juzgarlos.

La criminalización de la pobreza deviene de la justif icación hipócrita de laspolíticas que imperaron

en esa larga década, donde el respeto por lo valoreshumanosmáselementales fue trágicamente

negado. Consecuencias desesperadas, como las escenas dantescas de la revisión de un bolsa de

basura decenas de veces por noche buscando una migaja, o la prostitución impuesta por la

desesperación de mujeres mayores, era un paisaje cotidiano del anochecer en Buenos Aires. En

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ese paisaje de Estado ausente y de desidia humana por la alteridad, las representaciones de

figurascriminalessólo se pueden impulsar por aquellos quelavan susculpaspor el absurdo.

El libro nos presenta dos construcciones estereotípicas de la herencia neoconservadora que

desindustrializó el paísy lo esquilmó vendiendo la mayoríade lasempresasdel Estado a precio vil.

Por un lado, dejando en la calle a milesde trabajadores que recibieron a cambio indemnizaciones

aceptadas bajo presión, sin polít ica de fondo de desempleo ni opciones de readaptación, y, por 

otro lado, parte del devenir que esas políticas concretaron: la configuración de un perfil de

aquellos ciudadanos que no pudieron sostener su fuente laboral y, paulatinamente, se fueron

pauperizando hasta quedar expuestos a la lógica de las fuerzasrepresivas, de guante blanco y deacción armada, que los juzga por el sólo hecho de tener un fenotipo similar al de otro miles que

fueron explícitamente excluídospor esaspolít icas.

En el primer caso, esos trabajadores deso subocupadosrepresentan una referencia clave del giro

político neoconservador al estilo thacheriano que se impuso: la gran empresa estatal emblema del

desarrollo, Yacimientos Petrolíferos Fiscales, que fue pionera en la investigación específica en

Iberomérica y que sirvió como modelo para la creación de la empresa petrolera estatal española,

fue liquidada. Y al ser vendida obligó a dejar sus puestos de trabajos a miles con prácticas

perversas, como las que cada responsable de área debía pasar un listado de empleados que no

merecían continuar, lo que llevó a que ingenieros de alta calificación dejaran la empresa por 

negarse, u ofrecer indemnizaciones que se diluyeron como agua entre los dedos, porque ese

dinero era administrado por personal especializado, acostumbrado a años de trabajo específico

que no pudieron asumir un trastocamiento tan drástico en sus vidas, en una edad en donde se es

mayor paracomenzar nuevamente y se esmuy joven para jubilarse.

El segundo caso articula con el primero ya que se trata de la representación simbólica y material

de la consecuencia de la política impulsada en esa etapa, la paranoia estatal manu represiva: la

situación desesperada de una persona, cuya “portación de rostro”, de modelo estético,

contribuyen a la conformación de un fichero lombrosiano desde una práctica en donde la

perversión no admite disimulo. Ypor eso pierde su libertad. ¿Se puede expresar de un modo más

explícito la dimensión de la injusticia?

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En el presente se reconocen avances y la propuesta de un t razado por donde caminar un

largo trecho. Esta lectura se inscribe en procesos intensosde cambio social y transformacionesdel

campo académico argentino, con preguntas construidas desde los umbrales disciplinarios, y de la

ciencia, o que atienden a la compresión de los intersticios socioculturales. También como

contribución a la memoria reciente, estos casos explorados y revisados por esta investigación,

alcanzan puntos no sólo de visualización y reconocimiento sino también de recuperación de un

estado de la cuestión que permite oxigenar los lazos entre concepto y aplicación. Fabián Viegas

Barriga contribuye a la construcción desde un compromiso walshiano, que lo enaltece y lo fecunda

como un investigador de lascausasque ameritan ser des-cubiertasy profundizadascon honra.

Alfredo AlfonsoProfesor e Investigador 

UniversidadesNacionalesde Quilmesy La Plata

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Prefacio

Este trabajo es la confluencia de una investigación llevada a cabo desde el estudio de casos

durante los años 2005 al 2007, para dar cuenta de las experiencias, discursos y relaciones que

atraviesan la trama simbólica y efectiva de la criminalización de la protesta social. El primer 

formato con que salió a la luz (tenue y t ímida), fue como tesis de Licenciatura en la Facultad de

Periodismo y Comunicación Social de la Universidad Nacional de La Plata. En el formato actual he

buscado reactualizar algunos análisis y de dar cuenta de lo acontecido por los sujetos en los

últimosaños, cuestión queestá plasmadaen un epílogo.

Inicialmente abordaré algunas trayectorias personales que han resultado imprescindibles para

explicar los modosde entender y relacionarme con la problemática. A su vez allí he desarrollado

el marco metodológico y algunosesbozosde la criminalización analizadadesde la comunicación.

En una segunda parte he estudiado, a partir de un recorrido bibliográfico interdisciplinario, los

cambios económicos y socioculturales que constituyeron el contexto de la protesta y de su

criminalización. Por ello entiendo que los procesos económicos de las últimas tres décadas,

basados en las lógicas de minimalización del Estado y la desregulación social propias delneoliberalismo, con sus implicancias de desciudadanización y pauperización laboral, más del 20%

de la sociedad se incorporó a las filas de la desocupación. Desde mediados de los años 90 y con

múltiples desplazamientos en las dinámicas que respondían a las lógicas de relación social de los

sectores populares, profundamente corroídas por los cambios que apuntalaban el rol del

individuo/cliente sobre lo colectivo, grandes fracciones de éstos desarrollaron repertorios de

protesta a fin de recuperar espacios laboraleso acceder a insumosde supervivencia. La respuesta

del Estado, devenido en Estado Penal, respondió con tres lógicas: la represión, la cooptación y la

delegación de las problemáticas sociales a la justicia, que implicó la judicialización de cuatro mil

personaspor razonespolíticas1.

Los casos que analizo en los capítulos tres y cuatro son los ex-trabajadores de YPF – PM

(Yacimientos Pretrolíficos Fiscales - Petroquímica Mosconi), y el de Gabriel Roser 2. Los ex

12Ant

identidades

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trabajadores de YPF y PM habían realizado un desvío de camiones frente a Repsol que duró 9

meses durante el 2003. Reclamaban el pago del porcentaje de acciones correspondientes a la

privatización de YPF y PM. Constituyo esa experiencia el manotazo colectivo para resistir a la

desciudadanización a la que la privatización los había empujado. Luego de reiteradas

negociaciones aceptaron la propuesta del Gobierno y finalizaron la medida de fuerza. Pese a ello,

esa misma noche de diciembre de 2003, siete de ellos fueron buscados en sus domicilios por la

policía y procesados por la justicia de la Provincia de Buenos Aires con cargos de Intimidación

Públicay Coacción Agravada.

Gabriel era militante de un Movimiento de TrabajadoresDesocupados (MTD-MUP3

) de la ciudadde La Plata. Entre otras prácticas de reconstrucción colectiva, denunciaban la corrupción de los

“punteros” del Partido Justicialista del barrio. La Policía del barrio de Ringuelet lo incriminó en un

robo que lo llevó a permanecer un año y nueve mesesdetenido en una unidad penitenciaria. Para

el armado de la causa, situación probada por el colectivo de abogadosque lo defendió (CIAJ4), la

policía utilizó una foto de Roser dentro un boock de fotos de “malvivientes”, que serviría luego

para que el imputado fuese “reconocido” por la supuesta víctima. La sedimentación histórica de

los estigmas, socialmente experimentados y en él encarnados, fueron el lubricante que ayudó a

hacer fluir su expediente por lasmanosde secretarios, fiscalesy jueces.

El objetivo de esta investigación consiste en comprender cómo operan esos procesos de

estigmatización (que traen aparejada una judicialización), tanto en su concretización como en el

plano de lo simbólico, entendidos ambos como productos de construcciones sociales. Como dice

Martín-Barbero: “ pensar la política desde la comunicación significa poner en primer plano los

ingredientes simbólicos e imaginarios presentes en los procesos de formación del poder” (1987,

Prefacio). La mirada desde la comunicación/cultura ha implicado ampliar el espectro de la

criminalización, que se circunscribía al plano jurídico, para comprender la existencia de los

múltiplesy complejos factores que participan de su construcción, simbólica y efectiva; y visualizar 

lasnaturalizaciones, apropiacionesy resistenciasde los sujetos.

La Plata, invierno de 2011.

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Agradecimientos

Este trabajo, realizado en primera instancia en formato de tesis de licenciatura, fue dirigido,

codirigido y asesorado por el Magíster Alfredo Alfonso, la profesora Azucena Racosta y el Magíster 

Esteban RodríguezAlzueta respectivamente. Susmiradasprofundamente políticas de los procesos

sociales me permitieron adentrarme en esta temática con una perspectiva dinámica y

englobadora. A Alfredo le agradezco doblemente como t itular de la Cátedra II de Comunicación y

Teoríasde la Facult ad de Periodismo de la UNLP; espacio de reflexión crítica en la comunicación

desde el queme he formado como docente y entusiasta de los Estudios Culturales. Agradezco por 

ello también a mis compañeros de cátedra por tantos debates enriquecedores. Las críticas y

detalladas correcciones que ha realizado mi amigo Daniel Badenes han sido fundamentales para

ordenar y afilar este trabajo. A Sebastián Lozadapor la foto de contratapay a Luxor por el fondo.

La tesis, como cualquier formato de investigación en ciencias sociales, representa no sólo el

trabajo de campo y la reflexión, sino que también es resultado de las trayectorias académicas,

humanas y políticas de los investigadores. Por ello quisiera nombrar a las personas y

organizaciones que entiendo dejaron una marca, como experiencia, saber, recuerdos y debatesprofusamente atesorados:

A mi familia, tantasgracias, tanta suerte de vivirlos. A Paula, mi familia elegida.

A losamigosy amigas, por discutir, bailar y soñar conmigo, salud.

A mis compañerosprivados de la libertad, por enseñarme tanto, por poner el cuerpo a las

palabrasy hacer t rincherasen cadaespacio, por minúsculo que sea.

A lasorganizaciones popularesy de DerechosHumanoscon los quecompartí caminospara

un mundo más justo: los Estudiantes y Jóvenes en Lucha de Bariloche, Gente de Radio

Bariloche, Asociación La Cantora, Asociación Madres de Plaza de Mayo, Asamblea por los

Derechos Humanosde La Plata, Bloque Regional de Poder Popular, Movimiento de Unidad

Popular, Frente Popular Darío Santillán, Centro de Investigación y Acción Jurídica,

Asamblea por los Derechos de la Niñéz La Plata, Centro de Estudios Legales y Sociales,

Asociación Miguel Bru, Comité Contra la Tortura, Colectivo De eso NO se habla, Asociación

de Docentes de Escuelas en Cárceles, Agrupación La Falcone. A la Asociación Los que

estamosy losquevienen, del barrio Ejército de losAndes.

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A los jurados de esta tesis, Daniel Badenes (UNLP-UNQ), Daniel González (UNQ) y Nancy Díaz

Larrañaga (UNLP-UNQ), quienes demostrando una profunda y comprometida lectura, aportaron

brillantescríticasy devoluciones.

A todos mis compañeros y docentesde la Facultad de Periodismo que han hecho posible que en

este recorrido académico, donde se remarcó tantasveces las “libres búsquedasparticulares”, se

aportó a una identidad crítica, profunda y feliz.

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1. Introducción

1.1. Recorrido político/ académico

Nací y me crié en San Carlos de Bariloche, ciudad de montañas, inmigrantes europeos, nazis,

inmigrantes latinoamericanos –chilenos principalmente-, exiliados internos de la dictadura. Una

ciudad tensa, de miradas sonrientes para el turismo, de grandes festivales. Pero también de

represiones y silencio. En Bariloche la nieve se festeja y se sufre –muchas veces por los mismos

sujetos- porque da trabajo pero también genera muertos de frío, caídas de techos precarios y

arrestos por ir a buscar algo de leña al cerro. En Bariloche se proponen alambrados para que los

pibesde losbarriosmáspobres(losmapurbes5 ) no puedan acceder al centro de la ciudad.

Las hipocresías más profundas generan las diásporas más rebeldes: Al día siguiente del asesinato

de Teresa Rodríguez por la Gendarmería en Cutral-Co, con 17 años fui a presenciar un coro en la

Catedral. Un grupo de jóvenes–mi hermano menor y amigos entre ellos-, entraron con pancartas

pidiendo justicia por Teresa. Harían una vigilia esa noche y tomarían el Centro Cívico durante 17

días luego. La esposa del director del coro, una bella mujer de la elite barilochense, se negó aseguir cantando; ella le cantaba a Dios, no al pueblo. Esa noche decidí quedarme junto con los que

luego serían mis compañeros. Entendí así que la justicia popular solo se ganaba en la arena de la

acción colectiva. En esos 17 días comprendí que las disputas mediáticas tenían resultados

concretos y tangibles. Trescientos adolescentes ocupando el espacio del poder -los recintos de las

tomasde decisiones-, disputando el sentido de la verdad, colgando banderas y caras del Che en

ese icono de la ciudad, abrieron debatesy espacios que generaron profundas repercusionesen la

cultura barilochense. Allí conocí las radios comunitarias6 como espacios para darle voz a los

“silencios”7 y decidí que el periodismo sería mi herramienta.

5  .KAIROS-Revi Sociales

http:/ / www2.fices.unsl.edu.ar/ ~kair os/ k14-05.htm67Aires.

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En la Facultad de Periodismo de la Universidad de La Plata entendí que las enseñanzas dependían

de las personas que ocupaban los espacios docentes y que el conocimiento podía construirse

desde múlt iples espacios, pero que el armado de ese “cajón de herramientas teórico/prácticas” ,

surgía de trayectorias múltiples. La mirada crítica surgiría a partir de las relaciones

político/académicas, de una construcción donde lo personal estaba en la decisión del “dónde

poner el cuerpo”. La cienciase presentabacomo una actividad humana, y profundamente política.

Cuando conocí al colectivo LaCantora8 esasmiradas se profundizaron porque el saber y la política

se resumían en “la palabra pegada al hueso”. Así construimos juntos un trayecto académico

atravesado por prácticas políticas “de territorio”, de nuestra vidas, la cárcel y la universidad.Pasamos por la Universidad “ Madresde Plaza de Mayo” donde pude part icipar como docente en

la Cátedra de Teoría Crítica de la Comunicación, realizamos talleres de comunicación popular en

diversos espacios, principalmente para movimientos de desocupados, en las cárceles. Estas

experiencias estuvieron siempre atravesadas por el debate político de esos momentos

particulares, por protestasy experienciasde construcción colectiva y por la respuesta del Estado:

la judicialización y la represión. Así, entre muchas otras experiencias, fui parte de los que

pedíamosla libertad de los51 militantes del MTRen el 2001, por la toma al Ministerio deTrabajo;

de la defensa de las mujeres meretrices argentinas perseguidas por la policía; la lucha contra el

gatil lo fácil; el pedido dejusticia por losasesinatosde Darío Santillán y Maximiliano Kosteki, que se

materializó en el documental “El golpedel 26” y viví el armado de causasy la represión contra mis

compañerosprivadosde la libertad.

Quizás el desafío es que la universidad sea, como dice la convocatoria para los proyectos de

extensión de la UNLP: “…uno de los actoresdel medio social y forma parte de este medio, por lo

cual deberesponder a las necesidades del mismo y ser un órgano de anticipación y de elaboración

teórica, no en un sentido academicista sino buscando dar respuestas a susproblemáticas”. Así mi

búsqueda en el espacio académico se fue enriqueciendo con la participación y coordinación de

proyectos de voluntariado y extensión para el dictado de talleres de comunicación popular en

cárceles, suamado a múltiplesespacios académico/políticos.

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Paralelamente a estasexperiencias me incorporé como docente en la Cátedra II de Comunicación

y Teorías. Allí participo de la problematización de los contextos de producción en los ejes

problemáticos del campo latinoamericano de la comunicación9 y a mirar la cultura como un

espacio de disputa del sentido del poder, sus legit imacionesy resistencias.

Durante mi t rayecto en la Facultad de Periodismo encontré a docentesy compañeros con los que

compartí experiencias políticas y académicas que serían larguísimas de enumerar. Pero sí es

relevante, porque es el disparador de la idea para esta tesis, la relación comenzada con Esteban

Rodríguezen la cátedrade Sociología, uno de losautoresdel libro La Criminalización de la protesta

social , que se canalizó en el proyecto Marche preso10 

. Proyecto documental comenzado en el año2005 junto a otros compañeros estudiantes de periodismo y cine. En el transcurrir de este

proyecto conocí a Gabriel Roser y a los ex trabajadores de YPF y PM (Petroquímica Mosconi). No

sólo con las entrevistasque les realizamos, sino participando de sus discusiones y problemáticas.

Así fue que pude colaborar de la estrategia comunicacional de la defensa en el juicio a Roser 11,

situación además que me permit ió tener un contacto permanente con él durante el juicio. Y de

generar, junto a los compañeros de YPF y PM, una campaña mediática denunciando la venta

fraudulenta de YPF y PM, por la necesidad de nacionalizar los recursos naturales y la situación

 judicial de la causa penal contra Repsol y los funcionarios que fueron parte de la venta de las

accionesde losex trabajadores12.

1.2. Loscasos. Porqué la criminalización de la protesta social.

Dentro de las personas privadas de la libertad que se encuentran detenidospor delitos contra la

propiedad (67,84 %)13, existen enormes diferencias generacionales, que demarcan una ausencia

de lo que denominamos transferencia generacional y explican algunos lineamientos de las

significaciones sobre los derechos sociales en las clases sociales más vulnerables. Mi experiencia

910http:/ / www.youtube.com/ watch?v=R1-xiARhfjc111213www.sdh.gba.gov.ar/

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como facilitador en los talleres de comunicación popular en las cárceles bonaerenses me llevó a

encontrarmecon diferentesactores socialesprivadosde la libertad, instancia final y terriblemente

concreta de la criminalización. Allí, en uno de esos talleres de la Unidad 1 de Olmos, pude

encontrarme en situación de un debate colectivo donde sus integrantes rondaban entre los 18 y

30 años14. Sólo uno de los20 jóvenesreconocíaal menos un significado de la palabra dignidad .

Entiendo a la protesta como el primer derecho como dirá Roberto Gargarella, ya que esella la que

inaugura la concreción de los derechos y demarca al sujeto de derecho15. La reflexión sobre la

identidad de los sectores populares que irrumpen la cotidianidad nos hablan de necesidades y

también de jerarquías sociales(formasde pensarse en relación al resto de la sociedad) y por endede la posibilidad de reconocerse como sujetos de derecho.

Hablar de sujetos de derecho en estostiempos, donde los derechoshumanoshan sido concebidos

como prioritarios en la acción declamativa del gobierno, invita al análisis de la relación entre los

sujetos y la idea de sí mismos como posiblesacreedores de esos derechos. “La identidad asumida

se ‘comunica’ y al comunicarse el grupo aprende de sí mismo y de los otros” (Reguillo Cruz,

1996:56). Pero esas ideasde sí

serán producto de pujas simbólicas y concretas que, para su análisis, se deberán observar 

teniendo en cuenta lasrupturasy continuidadeshistóricasen la cultura de losderechossociales.

1.3. Contenidos

Si las protestas16 serán producto del reconocimiento como sujetos de derecho, la falta de éstos

derechos genera las reivindicaciones. No podremos pensar la profundización del neoliberalismo

sin una flexibilización de la sociedad. Por ello analizaremos primero en el capítulo 2, desde una

mirada estructural y económica primero, las formas en que fue gestándose un proyecto

económico que generó una enorme brecha social y que necesitó naturalizarse desde la apatía, la

despolitización y la fragmentación social. En la segunda parte del mismo capítulo, desde una

mirada sociocultural, intentaremos analizar los desplazamientos en las prácticas de la protesta

14Ídem15  

  http:/ / www.youtube.com/ watch?v=R1-xiARhfjc16

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social como producto de las nuevas relaciones económicas y sociales de los noventa, y las

concomitanciasdel surgimiento de la criminalización de loscasos tomados.

En el capítulo 3 nos acercaremos los casos de los ex trabajadores de YPF, agrupados en la

Agrupación Enrique Mosconi. Desde sus relatos nos insertaremos en la historia de los ex

trabajadores de YPF y Petroquímica Mosconi y su posterior criminalización. Los ex trabajadores,

agrupadosen la Regional La Plata, exigían el cobro de lasaccionesclase “C” que lescorrespondían

por la ley 23.696 llamada Ley de Reforma del Estado en un ítem de participación de los

trabajadores en las ganancias de las empresas denominado PPP (Programa de Propiedad

Part icipada), que concretamente se utilizó para cooptar a las dirigencias sindicales en losdirectorios de las empresas. Un grupo de los trabajadores, que ni fueron representados en los

directorios ni recibieron su parte de las ganancias, fueron procesados por bloquear el acceso de

camiones a Repsol S.A. en noviembre del 2003 a part ir de unadenuncia formuladapor la empresa.

Mientras la causa 8568/99 que exigía el cobro del PPP dormía en los tribunales de Comodoro Py

durante años, la denuncia de Repsol fue respondida por la justicia bonaerense en unosdías. Siete

de ellosestán imputadospor los cargosde Intimidación Públicay dospor Coacción Agravada.

En el capítulo 4 haremos lo mismo con Gabriel Roser, caso que nos servirá para insertarnos en

otro tipo de sujeto, criminalizado doblemente: por piquetero -Gabriel eraparte del Movimiento de

Unidad Popular MUP- y por ser un joven pobre y morocho que vive en un barrio pobre. Gabriel

Roser estuvo preso un año y medio privado de su libertad en el la Unidad Penitenciaria Nº35 de

Magdalena, desde abril del 2004. Era el Responsable de Seguridad de la Zona Sur del MUP. Por 

medio de un boock de fotos (denominado modus operandi por la propia policía) de la Comisaría

Sexta de Ringuelet, fue incriminado en un robo a un supermercado. Sus abogados, apoyados por 

organismos de derechos humanos y movimientos de desocupados, lograron su libertad en

diciembre de 2005.

Por último, en el capítulo 5, intentaremos reflexionar y problematizar sobre las prácticas de la

criminalización de la protesta social, qué figuras intervienen y cómo ésta es legit imada y resistida

desde discursos y prácticas. Tratando de hacer un aporte desde la comunicación, al análisis de la

temática.

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1.4. Propuesta metodológica

“…al cabo de variosmesesde pretender entrevistasy menospreciar la voráginede eventos

en loscualesmeveía inmersa, invertí la estrategiay me dejé guiar por el campo.“ 

Sabina Frederic

Ante el riesgo de caer en determinismos que den un “ efecto de sentido acabado” a éste trabajo

(Reguillo; 1998:19), se trabajará con un mapa nocturno, que indague la dominación, desde lasbrechas “un mapa no para la fuga, sino para el reconocimiento de la situación desde las

mediaciones y los sujetos” (Martín Barbero; 1987:229). Una “Metodología nómade”  dirá Jesús

Ibáñez (en Reguillo Cruz, 1996:93). Sería fácil encapsular la criminalización desde una mirada de

 pobresy ricos o poder y desvalidos, pero esel desafío de ésta investigación construir el objeto de

estudio sin una obligatoriedad de dirección, explorando en una mirada abierta las diferentes

opciones y preguntas posibles, sin explicaciones deterministas (Williams, 1980:91-101). A su vez

será determimente para la investigación sobre la construcción simbólica de la criminalización, el

“generar teorías capacesde engendrar sus propiasestrategiasmetodológicas para situarse lo más

posible del lado de ‘la realidad percibida por lossujetos observados’” (Reguillo;1998:20). 

Como metodología analítica, adoptaremos la "descripción densa" (Geertz, 1987), de lasprácticas

culturales de lossujetos y losgruposque esté atenta a las formas en que lossujetos incorporan el

mundo y en losprocesosde creación y reproducción que le dan sentido. Este abordaje consiste en

desentrañar lasestructuras de significación que hacen a lasprácticas culturales. Aparecen así tres

nivelesde descripción: la descripción del hecho en sí, la interpretación quede ese hecho hacen losactores y la interpretación quede lasnarraciones de los sujetos hacen los investigadoresdesde las

perspectivas teóricas asumidas. Estos t res niveles pueden ser entendidos como tres fases

metodológicas de la investigación, aunque no considerándolas como estadios discretos de un

método secuencial, sino como dimensiones distintas de un proceso interpretativo complejo. A tal

punto que muchasveces, esas interpretaciones vuelven a las arenas de disputa de sentido como

discursosde críticao convalidación de prácticas, como seobservará en el caso Roser.

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Las relaciones generadas durante al investigación con los sujetos “casos” estuvieron totalmente

alejadas de la “distancia” que plantean los metodólogos de la investigación cuantitativa. Guber,

para intentar acercarnos a nuestra realidad de investigadores en/del campo popular dice: “El

participante observador es aquel que se desempeña en una o varios roles locales, habiendo

explicitado el objetivo de su investigación. El observador participante hace centro en su carácter 

de observador externo, tomando parte de actividades ocasionaleso imposiblesde eludir” (Guber,

2004:186). Guber utiliza esta categoría para diferenciarse del rol de observador puro, que puro

nunca logra ser del todo porque siempre está afectando la escena (campo).

Las t rayectorias de los sujetos tomados como “casos” están formadas por los relatosque seproducen con la intención de elaborar y transmitir una memoria, personal o colectiva, que hace

referencia a las formas de vida de una comunidad en un período histórico concreto. No son

estrictamente individuales, sino la articulación personal frente a formas de racionalización o de

explicación de los cambios sociales que se presentan con características de universalidad y

unidireccionalidad. Si bien se respetarán las cronologías de los sucesos, el anclaje estará dado en

los actossocialesnarradospor losactoressociales(Giménez, 2005:8). De por sí esta narración está

‘procesada’ en un primer nivel de interpretación por el propio sujeto, pero que necesita tener 

otros tipos de lectura para llegar a una interpretación de segundo orden (primero desde el sentido

común y luego desde constructos teóricos).

Si hay una técnica que desde en nuestra carrera se realiza cotidianamente es la entrevista. Esto

quizás nos brinda a los comunicadores ciertas ventajas en el acercamiento a los sujetos con los

que trabajaremos en la investigación social. Con diferencias entre ambas aplicaciones, es cierto

que en buena medida esa técnica se desarrolló por su uso en el ejercicio y la práctica profesional

del periodismo moderno y que un investigador debe, igual que el periodista, “dominar el arte de la

conversación, ser humanista en el sentido etimológico de la palabra” (Sierra, en Galindo,

1998:296). La entrevista cualitativa o en profundidad es “una narrativa, un relato de historias

diversas que refuerzan un orden de la vida, del pensamiento, de las posiciones sociales, las

pertenencias (...) Fragmentaria, como toda conversación, centrada en el detalle, la anécdota, la

fluctuación de la memoria, la entrevista nosacercaa la vida de losotros, suscreencias, su filosofía

personal, sussentimientos, susmiedos” (Arfuch, citada en Galindo, 1998: 298).

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Las diferencias entre los formatos de entrevista se desdibujan en relación con las experiencias de

los entrevistadores. El oficio del periodista que busca construir una mirada profunda de los sujetos

investigados edifica una mirada etnográfica. Esta se traduce en estrategias que superan la

pregunta y se refieren a las relaciones con los entrevistados. Así nos acercamos, sin ánimos de

elastizar conceptos, a la idea de entrevista antropológica de Rosana Guber, que es aquella “a

travésdel cual se obtienen enunciadosy verbalizaciones, esademásuna instancia de observación;

al material discursivo debe agregarse la información acerca del contexto del entrevistado, sus

características físicasy su conducta” (2004:203).

“Aprender a ver” dirá Reguillo Cruz, se contrapone al “monoteísmo metodológico” que criticaBourdieu; la búsqueda entonces será un “modelo metodológico múltiple que posibilita observar y

registrar las diferentes facetas del objeto y someter los datos a diversos modelos de análisis” y

tendrá como objetivo el de “arribar a un análisis relacional a travésde un conjunto deoperaciones

y dispositivos teórico metodológicos que, en ves de simplificar o reducir el objeto, le otorguen

espesor” (Reguillo Cruz, 1996:19-20). La metodología, dirá Reguillo, es siempre el resultado de

múltiples movimientos, esproceso y no estado; es aprendizaje y no respuesta; es búsqueda y no

receta y esante todo, la explicitación de la relación entre el sujeto que conoce y el sujeto/ objeto

que esconocido: darle forma de cómo se deja aprender el objeto deestudio (1996:93).

1.5. Una mirada comunicacional sobre la criminalización de la protesta social.

La denominación de la criminalización de la protesta social, surgió desde una mirada jurídica, de

las relaciones entre los sectores que luchan en el campo popular y su necesidad de relacionarse

con abogados que pudieran defenderlos del Estado, que como alternativa a la represión policial,

los judicializaba. De esas relaciones surgió el Colectivo de Investigación y Acción Jurídica (CIAJ),

que en el 2003 editó el libro “La criminalización de la protesta social”. Libro que encabezó esta

áreay se engloba en el pensamiento de loscriminólogoscríticos.

Esta categoría, que en pocos añosse convirtió en teoría política, en demanda y reivindicación del

campo popular, no fue analizada desde la comunicación. El libro del CIAJreza en su presentación:

“Cuando la pobreza se organiza hasta la polit ización para evitar ser interpelada como delincuente

común, tarde o temprano se vuelve sospechosa y hay que perseguirla hasta la supresión” (AAVV,

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2003:10). Esa explicitación del agrupamiento como forma de saberse discriminado por pobre y

demandante, es lo que tomaré como pié para analizar la criminalización de la protesta, no

solamente en relación a la criminalización de la pobreza, sino para investigarla desde los mismos

sujetos, desde esa realidadpercibida por los sujetos criminalizados.

Criminalizar significa pensar en tono de penal un sujeto o un grupo de sujetos. La criminalización

de la protesta es convalidar la intervención de la justicia en acciones de índole social. De este

modo “la criminalización es una de las formas para evitar la politización de lo social; o dicho de

otra manera: de evitar pensar lo social desde el conflicto” (RodríguezAlzueta; 2003a:48).

Intentaremos densificar el espesor de las problemáticas sobre los casos para comprender las

mediaciones entre lo social, lo polít ico y la judicialización de la protesta. Por ello, desde el punto

de vista de Martin-Barbero entendemoscompartimosque“si hablar de la cultura política significa

tener en cuenta formas de intervención de los lenguajes y las culturas en la consti tución de los

actores y el sistema político, pensar la política desde la comunicación significa poner en primer 

plano los ingredientes simbólicose imaginarios presentes en los procesos de formación de poder 

(...) ni la productividad social de la política es separable de lasbatallas que se libran en el terreno

de lo simbólico, ni el carácter participativo de la democracia es hoy real por fuera de la escena

públicaque consti tuye la comunicación masiva” (Martín Barbero; 1987: Prefacio).

Si bien la protesta social no esun tema nuevo, la criminalización, como concepto de construcción

de identidad pública de los que luchan, es innovador ya que coloco a las agencias punitivas como

parte del entramado político/social, anclando sus prácticas en matrices de pensamiento y líneas

de acción sectoriales. Es fundamental estudiar este fenómeno desde una mirada comunicacional,

ya que está en disputa la construcción del sentido político mismo de la protesta. Especialmente

cuando existen “agujeros negros” en los debates y denuncias desde los sectores populares.

Especialmente en la explicitación de los lugaresdesde donde se construyen los diferentessentidos

sobre la criminalización, qué identidadesaparecen, quérepresentacionesse hacen de la protesta y

cómo se articula la disputa por el discurso hegemónico. Teniendo en cuenta además, que la

criminalización de la protesta es el factor que permite luego justificar la judicialización de los

sujetos o su represión, sea de un piquete, una toma de terrenos, una huelga, una fábrica

recuperada o una marcha.

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El recorrido realizado hasta ahora ha demostrado que los sectores reivindicativos dedican gran

parte de su tiempo a la protesta contra la persecución política. Muchas de ellas son

manifestacionesen contra de la criminalizaciónde la protesta, y esto se torna en un círculo vicioso

que termina corriendo el eje del sentido político de la protesta: qué tipo de sociedad se disputa y

qué caminos tomar para construirla. Esa despolitización de la protesta es la que se puede

vislumbrar en la criminalización de ella, al sacar de contexto su politicidad y colocarla en el papel

del delito.

Buscaremos entonces marcar las zonas grises de este tema que identif icamos como laconstrucción simbólica de la criminalización de la protesta social. Espaciossociales que podremos

identif icar en losestigmasnaturalizados tanto en los sujetos como en lasagencias del estado; en

lasposturas justificativas o desconcertadas de los actores criminalizados; en lastácticasa lasque

deben apelar lasorganizaciones socialespara defenderse y protegerse del control punitivo; en las

fracturas y divisionesque genera la criminalización; en las brechas temporalesque se plasman en

la diferencia entre los procesos judiciales contra los sujetos criminalizados frente a los juicios

contra los funcionarios y empresas17; o en los titularesde los mass media, donde mayormente se

describen losefectos de lasprotestasmásque lasreivindicacionesque lasfundan.

17

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2. Contexto histórico

2.1 Estructura socio-histórica

2.1.1. Pauperización con consenso. Configuracionespara una nueva democracia.

Si como enunciábamos en la introducción, el análisis de las protestas en el neoliberalismo se

deben remitir a los cambios estructurales, tanto en la economía como en los desplazamientos de

las relaciones sociales, es indudable que comenzaremos releyendo la historia de estos cimientos;

quizás desde “ esa mirada crítica y distanciada, que deriva de observar las realidades que se

estudia, siempre a contrapelo”  como proponía Walter Benjamin en sus Tesis de filosofía de la

historia. Los documentos de Santa Fe II auguraban las nuevas formas de lucha en Latinoamérica:

“la guerra que vendrá será cultural”18. Podemos, leyendo a contrapelo, pensar en ciertas

continuidades, similitudes y coincidencias a la hora de indagar en los discursos de la época del

golpe de estado del año 1976. Los intentos por imponer un nuevo bloque histórico nacional

necesitaron no solo de las alianzas y fuerzas que permitieran el cambio estructural, sino también

de discursos y lógicas de pensamiento que le dieran forma y acción, con la mínima reacción social

posible.

A part ir de varios trabajos podemos encontrarnos con una línea madisoniana de los sectores de

poder (Chomsky, 1999). James Madison, uno de los creadoresde la Constitución Norteamericana,

acérrimo defensor de la propiedad privada, consideraba que no se podía permitir la participación

de todas las clases sociales en el gobierno, porque había que asegurar los interesespermanentesdel país. País claro, que se circunscribía a los propietarios. En una gran elipsis nos encontramos

con los mismosdiscursosdoscientos años mástarde: “La democracia no es el irrestricto ejercicio

del poder por los másnumerosos sobre la totalidad de la Nación. La razón no se sustenta en la

sola cifra. Tiene principios lógicos y filosóficos. La representación no se ejerce solamente con el

impulso de los votos” nos iba a decir el General Jorge Rafael Videla en 1978 (en Abraham,

1995:22), para ese momento del consejo sobre lo que necesitábamos los argentinos, la dictadura

18

DC.

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yahabíaperpetrado másde la mitad delasdesapariciones, había prohibido lospartidospolíticosy

sindicatos y reinaba un patriótico silencio.

Antonio Gramsci19 explicaba que los sectoresdominantesbuscan el consenso de lasmayoríaspara

lograr sus cometidos políticos y salvaguardar su poderío económico. Como ironiza Chomsky:

“cuanto más ‘libre y popular’ es un gobierno, más necesita apoyarse en el control de la opinión

para asegurar la sumisión los gobernados”. Así dirá que en la terminología democrática

representativa, la población deberá ser “espectadora” pero no “participativa”. Chomsky, en su

trabajo Consentimiento sin consentimiento: la uniformación de la opinión pública , explica las

estrategias del establishment estadounidense para controlar (manipular dice él) los reclamossociales, tanto en EEUU como para los países del Tercer Mundo. Para ello analiza los escritos de

David Hume y del filósofo moral  Frances Hutcheson, que proponían, luego de pensar como

perjudicial el uso de la pura violencia para el gobierno de las minorías sobre las mayorías, ya que

esto podía devenir en una revolución social, el principio del “ consentimiento a ser gobernados” ; o

sea, cuando las propuestas o acciones de gobierno son realizadas “en nombre del pueblo” para

que éste las consienta. Este pensamiento fue utilizado luego por el sociólogo Franklin Henry

Giddings que lo transformó en “consenso sin consentimiento”, doctrina utilizada luego por las

elites de poder norteamericanas, como son los casos de los presidentes Eisenhower, Jonh F.

Kennedy principalmente, y más tarde por la Comisión Trilateral, liderada por Jonh Rockefeller,

poderoso multimillonario y lobysta, que desarrolló desde el Grupo Trialteral las políticas de

formación de opinión de los países del Tercer Mundo, a partir de la implementación de dictaduras

que reconfiguraran los modelos de pensamiento de resistencia de los sectores populares20. Para

esto, reza el Informe de la Comisión (1973), era necesario generar un consenso de la apatía,

“donde la existencia de poblaciones marginales podría disminuir las resistencias [de la población

asalariada]”21. El informe consideraba que “un exceso de democracia significa un déficit en la

gobernabilidad”22. “Se sostuvo que era necesaria una reconfiguración de los modelos de

pensamiento, de política, de autoridad, de cultura y de relaciones sociales. Transformación que

19

20

21Ídem.22Ídem.

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sería dolorosa de modo innegable”23. Podemos seguir el transcurso de este pensamiento/ acción

en la figura del embajador Kissinger, encargado de laspolíticaslatinoamericanasque se plasmaron

en el golpe contra Allende y su posterior asesinato y en la elucubración del Plan Cóndor, plan que

no sólo se refería al seguimiento y desaparición de los luchadores latinoamericanos, sino a la

consolidación de unareformapolítica, económicay cultural.

Los objetivos estuvieron centrados en neutralizar la capacidad de reacción social, un cuerpo

apático, un sujeto flexible. Los objetivos económicosnecesitaban de nuevas plataformas sociales,

de una desproletarización de la sociedad dirá Auyero (2002). Rodríguez Alzueta sumará

argumentos sobre la apatía: “No hay privatizaciones sin f lexibilización laboral y desregulación delos mercados; no hay créditos sin deudas; ni resignación sin represión primero y

espectacularización después. La fuga del capital implica la impotencia de la multitud. Más simple:

la liberación del capital supone la desart iculación de los sectores subalternos, la fragmentación de

la sociedad y la descomposición del Estado” (Rodríguez Alzueta, 2003b:38).

La protesta tendrá relación directa con la idea de representación. Esplausible -u obvio- considerar 

que lasprotestas devienen de una falta de canalización institucional de lasproblemáticas sociales.

Por ende la discusión por la democracia es la discusión por la representación y la participación.

Mariano Grondona, de estirpe madisoniana y paladín mediático del liberalismo a ultranza, se

quejaba de la dictadura de las mayorías y proponía en sintonía “el gobierno de los ciudadanos

adultos, racionales y responsables” (Abraham, 1995); desde un punto opuesto Rodríguez Alzueta

reflexiona que las nuevas formas participación en la democracia representativa que propuso el

neoliberalismo se cimentaron en unaprofunda la “crisis de representación” (2003b).

La flexibilización se dará no sólo en las relaciones laborales, sino en los sujetos, sus prácticascon

otros y en su relación con el Estado; éste también se flexibilizará, se hará más liviano, menos

problemático y débil para afrontar tanto la cuestión social como la regulación del mercado. Para

qué tener un Estado que maneje todo, si el sector privado se puede encargar de quitarle peso,

“son máseficientes” le dirá Bernardo Neustadt a Doña Rosa24.

23Ídem.24

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La dictadura comenzó un proceso de pauperización democrática: “El discurso neoliberal se hace

‘más fuerte’ a medida que avanza la desregulación, quitando poder a las instituciones políticas

que, en principio podrían hacer frente a la proliferación del libre juego del capital y las finanzas”

(Bauman, 1998:37).

2.1.2. El desguace.

“Cada vez quese anuncia una Nueva Argentinase hace tabla rasa con el pasadoy se construye

un desierto pretérito. La Argentina siempre está por nacer y condenar firmemente su pasado”

TomásAbraham 

El plan económico implementado por Martínez de Hoz durante la última dictadura militar no se

hubiese podido concretar de no haber sido por la brutal represión que desmanteló las redes

sociales y las formas tradicionales de participación política. Si bien no todas las políticas de la

Dictadura fueron en tono de lo que luego se denominó neoliberalismo, ya que muchas de las

políticas fueron de raíz intervencionista, el proceso iniciado en 1976 comenzó una trayectoria

económica que se sustentó principalmente en la caída de los salarios reales, el endeudamiento

tanto interno como externo del Estado y la apertura del mercado para las importaciones con la

consecuente destrucción de la pequeña y mediana empresa nacional. A partir del control de los

abundantes repertorios de demanda social, centrados principalmente en el accionar sindical, se

logró implementar un modelo económico y político que rompió con el modelo anterior de

desarrollo industrial y sustitución de importaciones, para dejarle el camino libre a un modelo

centrado en la valorización financiera, con la correlativa transferencia de lasganancias logradas al

exterior. En dos décadas el desguace fue brutal, la maquinaria estatal de un Estado de bienestar 

fue vendida como chatarra sin mirar el kilometraje.

En el trabajo de Aspiazu y Basualdo, El proceso de privatización de la Argentina, la discusión

central no pasa simplemente por analizar los derroches o endeudamientos ilegítimos de la

dictadura y los gobiernos de Alfonsín y Menem. Los autores profundizan estas iniciativas (o

negociados según se vea), como disputas ente los sectores dominantes del país. De esta manera

denuncian el anclaje de un nuevo bloquehistórico que involucrará no sólo a lascúpulasmilitareso

a los más poderosos sectores agrícola-ganaderos, sino a grupos económicos que se vieron muy

beneficiadoscon laspolít icasde privatización y flexibilización laboral. Especialmente por acciones

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no tan fáciles de contabilizar como son losenormessobreprecios en lascontrataciones y compras

del Estado a empresas privadas; hechos que según Aspiazu y Basualdo, fueron una constante

desde la fundación de la última dictadura militar. Por ejemplo los grupos Astra, Macri, Pérez

Companc y Soldati, o aquellas vinculadas a algunos conglomerados extranjeros, como es el caso

del holding Techint, conformaron como miembrosprominentes lo que daría en llamarse la “patria

contratista” (Aspiazu, Basualdo, 2002:22). Estasdisputasque terminaron en el triunfo económico -

y político por supuesto- de estos grupos, puede visualizarse en los intentos de Rodolfo Terragno,

cuando fuera Ministro de Obras Públicas. El ex -ministro intentó un ensayo de privatización en

ENTel y Aerolíneas Argentinas pero fue ampliamente objetado por los sectores legislativos del

 justicialismo, apoyadospor los sectoresdel sindicalismo y de lasempresasprestadorasdel Estado,aquellas mismas que luego fueron beneficiadas por los procesos de privatización del

menemismo25.

Los mismos sectores políticos que alguna vez representaron a los trabajadores se disputaron el

control del despojo. La lucha fue entre partidos, pero con las empresas detrás, alentando el

achicamiento del Estado y el control sobre los recursos. Será simplemente un desplazamiento del

poder: “Actualmente –decía Foucault- el Estado se halla ante una situación tal que no puede ya

permitirse ni económica ni socialmente, el lujo de ejercer un poder omnipresente, puntilloso y

costoso. Está obligado a economizar supropio ejercicio de poder” (Foucault, 1978:5).

Difícilmente pueda encontrarse, en el nivel internacional, otra experiencia privatizadora tan

acelerada(salvo el caso de los paísesdel ex bloque soviético): “en muy pocosañosse transfirieron

al sector privado, entre otros activosestatales, una porción mayorit aria de la empresa petrolífera

estatal (la empresa más grande del paísen términosde facturación y unade laslíderesen materia

de exportaciones); los ferrocarriles (tanto de carga como de pasajeros); la compañía estatal

encargada de la prestación de los servicios de transporte y distribución de gas natural; las

principales firmas estatales de generación, transmisión y distribución de energía eléctrica; la

Empresa Nacional de Telecomunicaciones; Aerolíneas Argentinas; los astilleros y las firmas

siderúrgicas y petroquímicas de propiedad estatal; la administración de los sistemas portuarios;

canalesde radio y TV; etc...” (Aspiazu y Basualdo, 2002: 23).

25

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El proceso de las privatizaciones en Argentina fue tan injusto para los argentinos (salvo para

aquellos pocos que eran parte de los grupos económicos beneficiados), que ni siquiera el país

obtuvo ganancias por la venta de las empresas estatales. Esto puedeobservarse fácilmente por la

diferencia existente entre las“ganancias” que estosprocesosle reportaron al Estado (unos18.000

millones de dólares) y los pasivos que se absorbió como deuda –tanto interna como externa-,

rescatados en la transferencia como bonos de deuda pública que superó los 25.500 millones de

dólares (Aspiazu y Basualdo, 2002: 23). En definit iva -analizan Aspiazu y Basualdo- las

privatizaciones argentinas no sólo no contribuyeron a resolver ninguna de las “brechas

macroeconómicas” características de la década de los ochenta sino que, por el contrario, las

acentuaron. La brecha entre ricos y pobres se fue acentuando de tal manera que, durante los 90,mientras que la “población económicamente activa creció un 28 por ciento, el porcentaje de

ocupados plenos se incrementó en 9 por ciento, y el desempleo creció 156,3 por ciento, y el

subempleo, 115,4 por ciento” (Svampa;2004:22).

Si el capital productivo necesitaba de la fuerza de trabajo de los hombres para –justamente-

producir, y los dispositivos formativos y reproductivos funcionaban para el cuidado de esos

cuerpos de trabajo, el desplazamiento a un capitalismo financiero -no absoluto por supuesto-,

generó un desinterés del Estado como andamiaje para sostener y mejorar la estructura

productiva: “Cuando el capital desinvierte en fuerza de trabajo –traduce Rodríguez Alzueta-, se

desentiende de la vida de los hombres, habrá un contingente que sobra, y a los que sobran ya no

los necesitará. Están, lisa y llanamente, de más, y constituyen el sobrante social . El resto, una

minoría con alta capacidad de consumo, puede vivir sin ellos y de hecho les gustaría hacerlo”

(2003b:18). En losúltimosdiezaños, y solo en el conurbano, se cerraron 5.508 plantasindustriales

y se eliminaron, entre 1991 y 1995, 200.000 puestos de trabajo. El cierre de fábricas y la

reconversión tecnológica llevó a la desocupación a nivelesnunca vistos en la Argentina, generando

condiciones de hiperdesempleo y subempleo (empleo en negro), que hicieron que la

desocupación ya no sea un problema coyuntural sino una cuestión estructural. El caso de YPF es

un ejemplo crucial para el caso argentino: para fines de 1989 contaba con una planta de 32 mil

empleados y alrededor de 15 mil contratados. Para 1997 la planta de YPFS.A. contaba con 4.763

empleados de planta y aprox. 8.000 contratados a través de cooperativas de trabajo o

tercerizaciones26.

26 -

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2.2 Prácticaspolítico/ culturales

2.2.1. Cultura, fragmentaciones y desplazamientos.

“Se ha condenado al Proceso por los excesosenal represión, pero poco se ha pensadoen la

 propuesta cultural que quiso imponer” TomásAbraham

“ losanimales se domestican ente sí enamorados de la fiesta del alcance” 

Laura Martínez Vai

La inscripción de este capítulo tiene como objetivo analizar cómo cambios estructurales –económicos y sociales- generaron y acompañaron crisis culturales, desplazamientos en las formas

de sociabilidad ypor ende en las identidadesy valores. Este contexto concomitante al surgimiento

de lasnuevas formas de protesta donde se inscriben los casos, nos permite reflexionar sobre los

“ lugares” que ocupan losderechos, lasidentidades y los reclamosde cada uno de ellos. La cultura

tiene su propia periodización, su cadencia es la del largo plazo, pero su incidencia también es

puntual nos indica Tomás Abraham. Resultaba sustancial romper los lazos sociales de la demanda

y la organización popular.

Abraham desarrolla el plan de la dictadura como “ Operación Ternura”, porque considera que se

buscaba, no sólo fomentar el miedo, sino la despolitización de las relaciones a partir de un

desplazamiento hacia un sujeto despolitizado: amigable y familiero, tierno y despreocupado,

unido frente al televisor; familia y vino barato, para gritar los goles de la patria, y, con un brazo

amigo sobre el hombro del prójimo,decirle: “cheno t e metás…” .

La construcción de unanueva cultura abarcó los sentimientos, fue una cruzada moral, una política

 profunda basada en formaciones éticas y estéticas. En el mundo de valores, jerarquizaciones y

evaluaciones; en estilos de vida y sensibil idadessociales. Pero no comienza sólo en la televisión:

“(…) muchas veces acaba en ella. A veces son más importantes la homilía de un prelado, los

dictámenes de instrucción cívica de las autoridades, la frecuencia y los nuevos objetivos de las

redadaspoliciales, la modificación de los reglamentos de los colegios secundarios, la índole del 

reclutamiento de sus preceptores y celadores, la regularidad con que se introducen elementos

morales en los discursos políticos, el lanzamiento de nuevas fisonomías del sospechoso de la

 moreno.com.ar 

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época (la barba del marxista, el pelo del hippie, el rostro mítico del drogadicto, el aro del 

roquero –luego sería también la ropa deport iva del pibe chorro), las prohibiciones, las censuras,

y la difusión de ideales estéticos y éticos. (…) Estas seriesde materialesde investigación deben

mostrar una circulación capilar de la cultura argentina, fina y múltiple, al que en el detalle

exhiba lo medular, en lo accesorio el núcleo27” (Abraham, 1995:24)

La dignidad del trabajador se trasmutó en limosnas. La gran fiesta de los ‘90 permit ió ridiculizar los

valoressocialesde una clase social que entendía la solidaridad como valor. El consumo estrafalario

perdió el pudor. El presidente pudo pasearse en una Ferrari Testarossa a 300 kilómetros por hora,

demoliendo cualquier tipo de institucionalización sobre la Ruta 2, mientrasmillones de argentinos

quedaban en la calle. Justificando todavía más, Mariano Grondona decía que la mayoría de los

argentinos –pobres por supuesto-, eran unos desconsiderados; los demás, una minoría, eran “los

consideradosque quieren que se lesrespeten suslibertades.” Grondonadecía, sabiendo olvidados

los derechos antesganados: “la mayoría podría pretender un sistema de seguridad social, una ley

de empleo, un sistema jubilatorio, que la minoríade losconsideradosaceptaríaa condición deque

talessistemasno fueran confiscatorios de su propiedad o de sus ventajas relativas; que no fueran

irrespetuosos” 28.

Fragmentaciones

La profundización de losvaloresdel neoliberalismo, caló en lasformasde sociabilidad, formasque

generaban identidadesde clase, lazos solidarios. “En algún momento –narra Bauman- la amistad y

la solidaridad, que eran antes los principios materiales de la construcción comunitaria, se

volvieron muy frágiles, muy ruinosaso muy débiles” (1998:23). Al grito de sálvense quien pueda!,

la sociedad pospuso la proyección. Cada vez fueron máscortos lasplanificacionesdel Estado

29

y dela sociedad también, escarmentada por la hiperinf lación perdió la seguridad como pueblo que se

proyectaba. Lasestructuras de la dignidad se habían derrumbado y seríael caldo de cultivo para la

desconfianza del “otro”. Pierre Bourdieu caracteriza al neoliberalismo como “darwinismo moral”

en la medida que tiende a destruir todas las instancias colectivas, “e instalar el culto del ganador,

272829

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la lucha de todoscontra todosy el cinismo como norma de todaslasprácticassociales” 30. “Lostres

ingredientesde Sichrrheit (seguridad – certeza – protección) son requisitos para la autoconfianza y

la independencia que determinan la capacidad de pensar y actuar racionalmente. La ausencia o

escasez de alguno de estos tres ingredientes tiene más o menos el mismo efecto: falta de

resolución, pérdida de confianza en la propia capacidad y desconfianza de las intenciones de los

otros, incapacidad creciente, angustia, aislamiento, tendencia a inculpar y a acusar, a la

agresividad y a buscar chivos expiatorios. Todas estas tendencias son sistemas de desconfianza

existencial corrosiva” (citado en Bauman, 1998:26).

Como desarrolla Zigmund Bauman, quizás el desplazamiento másimportante se centra en la ideade felicidad, si antesera una felicidad que debíaalbergar al todo, se podría alcanzar luego con una

tarjeta de crédito: “El enorme billete ha sido cambiado por un barril de monedas, para que todos

los individuos lleven algunasen sus bolsillos; (…) el gran billete que antes obraba en poder de la

especie y que garantizaba la solvencia de cada uno por separado y de todos colectivamente ya no

está en la caja fuerte” (Bauman, 1998:77).

El gran billete, que representa a la capacidad envolvente y contenedora, el meta-relato del Estado

de Bienestar, se deshizo en una ilusoria libertad individual. Quizás esos enfoques nos dan la pauta

para entender las faltasde respuesta de lasorganizaciones sociales a la flexibilización laboral o las

privatizaciones. Rodríguez lo apunta como fragmentación: “ Una tendencia que puede verificarse,

por un lado, en la fragmentación de la organización, alentada por los malentendidosque crea la

patronal entre los trabajadoresy los delegados sindicalesal interior de la fábrica(…) se trata de la

incapacidad de los sindicatos para agregar los intereses de los trabajadores” (Rodríguez Alzueta,

2003b:34)31.

Las fragmentaciones entonces son leídas no sólo como el caldo de cultivo para las faltas de

respuesta a las propuestas del neoliberalismo, sino también como una de las formas de

generación de desconfianza entre los individuos sociales. Desconfianza que podrá ser anclada en

30todos-bourdieu-textos.blogspot.com/ 2006/ 07/ neoli beralismo-la-lucha-de-todos.html31

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las prácticas políticas (“que se vayan todos”32), o en una mirada desconfiada “del otro” como

observaBauman en un marco de inestabilidad e incert idumbre, dondela fragilidad de lasprácticas

cotidianaspuede trasmutar en miedo e inseguridad.

La construcción del miedo se fue gestando de modo paulatino, a veces con hechos tan profundos

como casi “ocultos” (desapariciones) y otros contundentes y cada vez más mediáticos. Así, por 

ejemplo tomamos la miradade SabinaFrederic cuando se refiere a lossaqueosde mayo del ’89:

“Los villeros, habitualmente relegados al espacio de la villa, se convirtieron en reales y 

 potenciales invasores del centro de la ciudad, y saqueadores de comercios y supermercados.

Esta transposición espacial de los sectores sociales completamente extraordinaria potenció la  perplejidad y el miedo de la población frente a la dificultad de sostener las prácticas

cotidianas” (Frederic, 2004:59).

Desplazamientos

El espacio público moderno se desconfigurará y mutará en movimiento nos dirá Richard Sennett

(1978). El ágora, la plaza, y la participación con el cuerpo –“cultura pública” dirá Reguillo- dejarán

paso a la representación. El desplazamiento de la marcha a la indignación (Rodríguez Alzueta,

2003b), estará hablando de un sujeto indignado frente al televisor, un sujeto desacostumbrado a

poner el cuerpo. Pero no habrá un sustituto privado del espacio público. La idea de movimiento -

“ fluidez” dirá Deleuze- se concretará por ejemplo en la arquitectura, en lasformas de relacionarse

con el trabajo (flexibilización), y también en los espacios de protesta. Si el capitalismo productivo

obligaba a pensar en la huelga y el piquete en la puerta de la fábrica para evitar el ingreso de los

estiroles (rompehuelgas), el desplazamiento al capitalismo f inanciero instaurará las obstruccionesal flujo del dinero. Lasprotestasse configurarán en pequeñoso grandes sabotajesal libre tránsito

de la riqueza.

La cultura del t rabajo de los sectores populares se construyó en torno a la figura del trabajador 

asalariado. Una figura modelada alrededor de la fábrica, el compromiso que asumía el Estado

32

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social y la lucha de los sindicatos (Rodríguez Alzueta, 2003b:41). Rodríguez parafrasea a Sennett

cuando explica que se puedepostular al neoliberalismo como el declive del trabajador asalariado:

“El neoliberalismo ha corroído la cultura del trabajo. Se desarmaron las vinculaciones de largo

aliento que se modelaron alrededor de la fábrica y el sindicato. Cuando se anda a la deriva y se

vive en la incertidumbre, se desorienta la acción planificada y se disuelven vínculos de

confianza y compromiso” (Rodríguez Alzueta, 2003b:43).

Las desorientaciones generarán nuevas búsquedas, de las “crisis” y “momentos de caos”, de un

“profundo y constante movimiento” , aparecerá también una necesidad instituyente, “un

momento de cristalización, de institucionalización, cuyo fin es reorganizar y darle un nuevo

sentido a los elementos sociales que entraron en crisis durante la fase de movimiento” (Reguillo

Cruz, 1996:29). Martin-Barbero dirá que “asistimos a una multiplicación de movimientosen busca

de instituciones otras, capaces de dar forma a las pulsiones y desplazamientos de la ciudadanía

hacia el ámbito de lo cultural y del plano de la representación al del reconocimiento instituyente”

(Martin-Barbero, 1998).

2.2.2. DesplazamientosII. Lasprácticasde protesta, losnuevosrepertorios.

"Todosloshabitantesde la nación gozan de lossiguientesderechos(...)de trabajar (...) y depeticionar a lasautoridades."

Art. 14 de la Constitución Nacional

¿Hay un derecho a la protesta social quese dapor canalesqueno son estr ictamente insti tucionales,

enun Estado de Derecho?Si hubiese un estado perfecto de derecho

diríaqueno. Como no hay un Estado perfecto

dederecho diría que si.Dr. Eugenio Zafaronni, en Marche Preso

El modelo neoliberal aplicado a la Argentina produjo el desplazamiento de la mitad de la población

hacia la pobreza y la indigencia. En pocosañosse generaron grandescantidadesde desocupadosy

se pauperizó la calidad de vida de aquellos que conservaron su trabajo. Auyero utiliza la

caracterización que hace Tilly para entender los procesos de los años ‘90 a partir de tres macro-

procesos: la generalización del hiperdesempleo, la retirada del estado en su función de semi-

bienestar y la descentralización de los servicios educativos y de salud (Auyero, 2002:19). El

capitalismo avanzó más allá de lo que había logrado en épocasanteriores: “no solo expropia sino

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que practica el despojo; no sólo se queda con la plusvalía sino con la sobreplusvalía”  (Rodríguez

Alzueta, 2003b). El contexto parecía de postguerra. Las mismas bolsas de basura eran revisadas

una y otra vez, revolviendo entre la miseria, los restos de la fiesta menemista.

En este contexto, nacieron los movimientos sociales que, desde sus reivindicaciones básicas,

expresaron en sus luchas el derecho a la vida, al trabajo, a una vivienda digna, a la salud y

educación gratuita. El caso de los movimientos sociales es la forma en que se redefine la

terri torialidad de lasluchaspopulares:

“los asentamientos expresan la emergencia de una nueva configuración social que señala el 

 proceso de inscripción territ orial de las clasespopulares. Una de las primeras consecuencias deesta inscripción territorial es que el barrio aparece como el espacio natural de acción y 

organización” (Svampa; 2004:39).

El obrero le dejó el lugar al sujeto social desocupado, así como el ciudadano le cedió el lugar al

consumidor, un consumidor satisfecho desentendido de la política como consecuencia de la crisis

de representación. La toma de tierras en 1981 marcó quizás el comienzo de una nueva forma de

lucha social. Las ollas populares se multiplicaron, los centros de fomento fueron el lugar de

encuentro. Años más tarde, durante el menemismo, los procesos de resistencia fueron

encarnadospor estatales y principalmente por los maestros. Luego surgieron, a mediados de los

noventa, los movimientos de desocupados y piquetes en el sur y en el norte (Salta y Neuquén) a

partir del desmantelamiento de YPF.

Javier Auyero en La protesta, explica muy bien el contexto de las nuevas configuraciones de la

protesta social33. Pero se alejará de una mirada determinista, para no caer en una fórmula

desempleo +pobreza = protesta:

“El desempleo, el hambre o la necesidad económica no conducen necesariamente al corte deruta ni a la quema de un edificio; constituyen sí las bases sobre las cuales se erige la

beligerancia popular. Pero la forma de la protesta tiene que ver con procesos políticos y con

formas de reclamo aprendidas en repetidos enfrentamientos con el Estado y con su relativo

éxito o fracaso. Las maneras en que la gente formula sus reclamos tiene que ver entoncescon

la política y con la cultura de la acción colectiva” (Auyero, 2002:15).

33col

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Quizás, en el marco de los desplazamientos que veníamosobservando, donde la protesta estará

incrustada en la idea de cortar la circulación de bienes, es que podemos pensar en la idea de

irrupción como la acción colectivadel neoliberalismo (Rodríguez Alzueta,2003a:21).

La protesta social se genera graciasa un capital social que está alimentado por lo que Charles Tilly

denomina repertorios: “ conjunto limitado de rutinasque son aprendidas, compartidas y ejercidas

mediante un proceso de selección relativamente deliberado” (en Auyero, 2002:13-17). Las

necesidades materiales “constituyen una base sobre las cuales se erige la beligerancia popular”

pero se debe centrar la mirada en el campo de protesta34 para tener un abordaje de lasgénesis de

las protestas y entendiéndolo como un mediador entre las fuerzas globales y las explosioneslocales, no siempre productos causales de las problemáticas globales como se analizó desde

círculosacadémicos internacionales (Auyero, 2002:14). Así por ejemplo -continúaAuyero- el corte

de ruta fue creciendo como repertorio del actuar colectivo ya que fue asociado a su éxito relativo

y se contagió su uso. Se puede entender entonces que las improvisaciones que logran objetivos

pasan a formar parte de los repertoriossociales.

En este sentido Gabriel Roser en una de las entrevistas, reflejó el sentido de la necesidad para la

protesta: “Yo creo que los compañeros salen a la calle porque otra no t ienen, porque otra cosa no

tienen, porque no pueden ir, golpear la puerta y decir ‘yo vengo a buscar trabajo’....Si no le van a

dar, entonces, no lequeda otra que salir a las calles” . 

Durante los noventa puede verificarse una construcción social del sentido sobre la relación

pueblo/funcionarios-políticos. Construida estructuralmente a partir de los tres macro procesos

que remarca Tilly35, pero también desde la deslegit imación del sector político gobernante que fue

encuadrándose como “nidos de corrupción”. Auyero resalta tres grandes protestas populares de

losnoventa, El Santiagazo de 1993, la pueblada de Cutral-co y Plaza Huincul de 1996 y la “Plaza del

Aguante Corrent ino” de 1999. En estas movilizaciones, según Auyero, pueden visualizarse ciertas

regularidades, deunaformaemergente de protesta y de unaidentidad colectiva deformación que

alimentó los repertorios sociales y la legit imidad de la protesta social frente a la deslegit imación

34colectivos35-biene

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del sector gobernante, que, según la idea de construcción de los repertorios y la creciente

demanda -y podríamos agregarle la profundización de la Argentina Dual- es que pudo llegarse a

conformar la legit imidad de lasprotestas del 19 y 20 dediciembre del 2001 contra el gobierno de

De laRúay delasidentidades insurgentes de losmovimientos sociales (Auyero, 2002).

Pueden observarse un reflujo social a partir del 2002-2003, cuando, de a poco, los ahorristas que

habían protestado contra el “Corralito” de Cavallo recuperaban sus depósitos. Las clases medias

altas volvieron a intentar circular del country a la ciudad y lasclasesmedias recuperaron puestos

de trabajo a part ir de la reactivación apuntada para ese sector. Mientrastanto, la protesta de los

sectores más pobres, que casi no vivieron cambios estructuralesen su pauperizada vida, setransformaron en "molestos" y "desubicados sociales” (entrevista a Svampa). Amén de que la

devaluación los hizo "más baratos" según comentaba -off the record - un funcionario de la

vicejefatura de gabinete del gobierno provincial: Cuando Duhalde (ex gobernador de la provincia

de BuenosAires, que contiene más de la mitad de la población argentina) creó losplanes trabajar 

de 150 pesos, el dólar valía 1 peso. Ahora los pobres, sumergidos en una política clientelar, “en

una industria de la pobreza” dirá Elías Neuman, donde su figura representa el valor-voto, cobran

también 150 pesos, o sea 50 dólares (Gabriel Roser será más escatológico cuando se refiera a los

planessociales para desocupados). Son más baratos para el sistema político que se alimentó del

hacinamiento de habitantesen el conurbano bonaerense(Frederic, 2004).

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3. Los ex trabajadores de YPF y PM. De la aristocracia obrera al

desocupado/ delincuente.

3.1. Casos. Losdesplazamientosen lasprácticas

Si hayun común denominador entre los ex trabajadoresde YPFo PM escierta desorientación que

transmiten, quizás producto del desplazamiento de sus identidades de ser trabajadores de

aquellos bastiones de la economía Argentina (la aristocracia obrera como les decían), a

desocupados o trabajadores a los que no se les reconocen sus capacidades técnicas. A tal punto

cambió su contexto, fue tan profundo el cambio de sus cotidianidades, que hasta perdieron

contacto comunicacional con una generación que no entendía susreclamos. ¿Cómo explicarle qué

fue YPFa un joven que se crió en el menemismo? ¿Cómo hacerle entender que se malvendió una

fuente increíble de riquezas? ¿Cómo explicarle el Estado de Bienestar en su cotidianidad? ¿Por 

dónde empezamos a contarle? Sus ansiedades contagiaban, su desesperación por recuperar algo

de esa vida puede generar nuevas luchaso terriblesfrustraciones.

Conocí la lucha de losex-ypefianos a partir del desvío de camiones que realizaron durante el 2003

y su posterior criminalización. El kirchnerismo aun parecía lo mismo que su antecesor Eduardo

Duhalde y se replicaban las mismas lógicas represivas y criminalizadoras de los años anteriores,

cuestión que era tangente al apalear a una marcha de 60 mil personas a Tribunalespara que los

liberasen36. Los primeros contactos con ellos fuero a partir de la recopilación de entrevistas de

casos que buscamos para la producción del documental Marche Preso, la criminalización de la

 protesta social , proyecto que acompañó el proceso de esta tesis.

Esos hombresque a veces se pisaban al hablar, entusiasmadosante lasorejas jóvenes, resultaban

de otro mundo. Con menosde 30 añosno comprendíamosquéera lo que habían perdido, cuánto,

qué representaba para ellos esa pérdida y qué efectos había calado. Nacidos en la finalización de

la dictadura militar, nuestro equipo de producción no podía abarcar la dimensión de su sentido del

trabajo y ciudadanía que había representado para ellos el gigante YPFde sus mejoresépocas. Sus

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vidas habían pasado casi por completo por esos gigantes tanques rodeados de cañerías y

chimeneasque ahora veíamosjunto a ellos desde atrásdel alambrado.

El grupo consistía en los mismos que dos años atrás habían sido detenidos y procesados por los

 jueces Gillermo Atencio y Cesar Melazo. La causa, originada por una denuncia de la empresa

Repsol ante el desvío de camiones, buscaba generar un escarmiento a los ex trabajadores de la

empresa otrora estatal. Ellos exigían el pago del porcentaje de acciones que les correspondía por 

el Programa de Propiedad Participada, andamiaje legislativo que desde la Ley de Reforma del

Estado de 1989, incorporaba una silla obrera en los directorios de las empresas privatizadas y

prometía un 10% de las ganancias a los trabajadores. Lo primero se había cumplido e implicó lacooptación de los líderes sindicalescomo Antonio Cassia del SUPE(Sindicato UnidosPretolerosdel

Estado); lo segundo no y era lo que exigían los ex trabajadores, quienes, si bien habían recibido

indemnizaciones al ser expulsados de sus antiguos trabajos, estas no habían incorporado los

porcentajesaccionariosdel PPP.

Siete fueron los detenidosel 1 de diciembre de 2003, y luego ocho procesados, entre ellos estaba

Carlos Guanciarrosa, Alejandro Jorge, Daniel Seoane, Carlos González y Reynaldo Giles, con

quienes más relación entablamos. Ellos pertenecían a la Mesa Coordinadora Regional de ex

trabajadoresde YPFy PM (La Plata, Berisso y Ensenada) y estuvieron procesados hasta el 2005 por 

Intimidación Pública y Coacción agravada. 

Si bien la trayectoria de vida que más logré profundizar fue la de Carlos Guanciarrosa, de las

entrevistas, formales e informales realizadas surgen algunos puntos comunes en las trayectorias

de los ex –ypefianos. Más de diez años después de los despidos y retiros voluntarios, pudieron

construir, gracias a las discusiones y debates que surgían de su lucha, algunos discursos que los

unificaban desde la reinvindicación y no desde el sentimiento individual del fracaso, como

mayormente se había cristalizado. Mayormente, comentaban, el impacto de la expulsión laboral

había sido tremendamente trágico para ellos. De haber constituido una masa trabajadora con

sueldos y beneficios que superaban la media, pasaron a ser malos jefes de sí mismos, hasta caer 

en la desocupación o en trabajosprecarizados. Sabios técnicospero pésimos administradores, sus

formaciones como trabajadores especializados de una gran empresa no incluían la especulación

mercanti l ni los estudiosde mercado. Casi todosellos, y algunosseducidospor la idea de ser “ jefes

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de sí mismos”, abocaron sus indemnizacionesen remisses, taxis, kioscos o canchasde paddel. En

algunaszonascomo Berizzo, con másde la mitad de sus trabajadoresdesocupadospara mediados

de los noventa, estosemprendimientos fueron al quiebre. Con pocos trabajadorespocos remisses

para ir a trabajar se necesitaban, menosse iba al kiosco y a casi nadie le importaba mantenerse en

forma. El desastre local, todavía no investigado con profundidad, implicó no sólo fracasos

económicos de losex trabajadores de YPFy PM, sino la separación de sus familias al desdibujarse

los patrones de “ jefes de familia”, suicidios y muertes por falencias cardíacas tempranas que,

según Guanciarrosa, fueron fruto de las angustias del fracaso y llegarían a superar las bajasde la

guerra de lasMalvinas.

Algunos, especialmente los que tenían una trayectoria militante como Guanciarrosa, lograron

reconvertir su experiencia de fracaso individual en un proceso que comprendía más actores y

desplazaron las explicaciones hacia cuestiones más sistémicas desde la lucha colectiva. Situación

que se entendía a part ir de los diálogos que compart íamos en la sede de la CTA donde habían

obtenido un espacio. Entre ellos se ayudaban a recuperar sus triunfospasados como trabajadores

creativos y dignificados, cómo fueron engañados y se fue dividiendo la planta en individuos

temerososde su futuro, y cómo lograron rearmar una causa común. 

Para comprender estos desplazamientos es necesario hacer el recorrido histórico de la venta de

YPFy PM, de losreagrupamientosy de las formasdel reclamo, de la dignidad a la contradicción de

quesu judicialización devino de un corte de ruta pidiendo un porcentaje de la venta de YPFy PM;

porcentaje que lescorrespondíapor ley -y contradictoriamente- la misma que los dejó en la calle

y ordenó la privatización.

Cronología de un remate social, la reestructuración

A fines de la década de losochenta, se aplicó sobre las empresas estataleslas políticas de las tres

D: se las desprestigió, desmanteló y desarticuló socialmente37. YPF junto a PM sufrió las mismas

campañas de desprestigio que todas lasempresas estatales durante los años ‘80. Esas campañas

pueden ejemplif icarse en los mensajes de Bernardo Neustadt a Doña Rosa, explicándole que lo

mejor era “quitarle al Estado el peso de esas empresas que daban pérdida y que tan bien puede

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administrar una empresa privada”. Porque de lo que se trató argumentativamente, era una

cuestión de administración, de eficiencia y eficacia. Las discusiones sobre los trabajadores o los

recursos naturales fueron pospuestos, los últimos hasta diezañosmás tarde. Quizáslascampañas

de desprestigio a las empresas estatales sean tema de investigación de otras tesis, ya que es

demás interesante entender cómo pudo venderse la empresa que quizás era el andamiaje estatal

más fructífero de AméricaLatina. Un ingeniero químico que trabaja en la multinacional Repsol-YPF

explicaba off the record : “hay dos negociosque, dejando de lado laventa de armas y la de drogas,

son los más fructíferos en el mundo, primero una empresa de petróleo, y segundo, una empresa

de petróleo mal administrada”.

En 1989 con sólo un voto en contra es creada la ley Nº 23.696, denominada Ley de Reforma del

Estado, con ella se daba lugar al cambio de las empresas estatales a sociedades anónimas. El

proceso de reestructuración de la empresa petrolera YPF se inició a partir de enero de 1991,

disponiendo de la puesta en práctica de un “Plan de Transformación Global” a cargo del Ing. José

Estenssoro, un empresario de reconocida trayectoria en el sector petrolero privado38. El objetivo

primordial de este plan era producir un “saneamiento de la empresa”, es decir realizar una

racionalización, no sólo de sus recursos físicos, sino también del personal dependiente de ella,

“con el fin de llegar al momento de su oferta pública en situación de rentabilidad” y, de esta

forma, “transformar a YPF en una empresa petrolera integrada, equilibrada, rentable y

competit iva anivel internacional” (Estenssoro, citado en Orlanskyy Makón, 2003:3).

El mismo Estenssoro, que entre bambalinas es identificado como personero de Pérez Companc,

relata en el informe a los accionistas de la empresa en 1993, que el plan comprendía dos pasos

principales: Una primera etapa de transformación que implicaba eliminar “la intervención de la

política y del sindicato en las competencias y decisiones de la empresa, para manejarla como una

empresa privada”. Y un segundo paso de reestructuración de las relacioneslaborales. Estenssoro

logró susobjetivos.

El año ‘91 fue el año del éxodo: de los 32 mil empleados de planta y unos 15 mil contratados,

despidieron a 14.000. En el año ´93 solo quedaban 8.000 empleados, y para julio de1997 se había

reducido a 4.763 exactamente. CarlosGuanciarossa recordará enardecido: “La zanahoria, para que

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se callaran la boca los trabajadores, era que iban a ser accionistas de la empresa. Lo que lograron

fue desactivar [la movilización], con la complicidad de algunos sindicatos como el SUPE, y a través

de la dispersión quese produjo con los retiros voluntarios”. Cuando dice que serían accionistasde

la empresa se refería al PPP, Programa de Propiedad Participada. La ley estableció que los

empleados que laboraran hasta el momento de la privatización, eran parte del PPP, que los hacía

acreedores del 10 por ciento accionario. Esto sería luego el pie para los reclamos de los ex

trabajadoresque los llevaría al corte de acceso decamionesen el 2003.

La privatización fue resistida en PetroquímicaMosconi que pasó a manosde YPFcuando fuera S.A.

y luego literalmente regalada a los compradores que se enteraron que eran dueños de lapetroquímicacuando leyeron lospliegosya adquiridos. Carlos cuenta cómo era el climade tensión

en el momento que estaban tomando la petroquímica, luego de un mes, en 1993: “Aparecieron

tres camiones en PM de la Infantería de la Policía Federal, donde no dejaban entrar ni a los

compañeros ni a la Comisión Interna (…). Enrique Rodríguez, el Delegado del Ministerio de

Trabajo, que veníaacá a reunirse con los representantesde la Mosconi, loshacían pasar de a uno

[a la oficina de personal de PM], por entre medio de la Infantería Federal, que estaban vestidos

para combate como si fuéramos delincuentes, y adentro, sin ningún tipo de defensa, frente al

representante del Ministerio de Trabajo. Los apretaban a los compañeros para que firmaran ese

 Acta de Desvinculación, en la cual lesnegaban todo derecho”.

Para "flexibilizar" la empresa se generaron cuatro formas identificables de expulsión: los retiros

voluntarios (despido encubierto), los despidos abiertos; las jubilaciones anticipadas y los cursillos

de perfeccionamiento39 de los que, en ningún caso, los trabajadores obtenían la calificación

correspondiente paramantener su puesto de trabajo.

El traspaso de la empresa a manos privadas trajo consecuencias adversasa sus empleados, tanto

por la contracción de la demanda laboral, como por la supresión de ciertos derechos

comprendidosen losConveniosColectivosde Trabajo (que eraunade lasprincipalesdemandasde

las empresas), y al sindicato (SUPEH), cuyo poder de negociación se vio notablemente disminuido.

“El SUPE(Sindicato Unido de Petroleros del Estado), si bien obtuvo inicialmente, a cambio de su

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conformidad, una serie de prerrogativas, el resultado final fue, sin embargo, una pérdida de su

poder real, en tanto disminuyó su representación al interior de la empresa” (Orlansky y Makón,

2003:2). La ecuación esfácil, se habíaquedado con la sexta parte de susafiliados.

Las reformas claramente regresivas para los intereses y conquistas de los trabajadores se

realizaron durante un gobierno cuyo signo político (Partido Justicialista) estuvo históricamente

vinculado y aliado con los sindicatos. Diego Ibáñez, secretario General del SUPEhasta su muerte

en 1991 era íntimo amigo de Carlos Menem40. Esto, según Orlansky y Makón, generó gran

confusión y un desvinculamiento de las responsabilidadessindicales de los representantes de los

trabajadoresde la empresa.

La versión de los sindicalistas se resume en la de Antonio Cassia, secretario General del SUPE

desde1991 hasta la actualidad: “ la participación sindical en el proceso de privatización era la única

alternativa que quedaba a los sindicatos, en el contexto de la reforma del Estado, para poder 

confrontar la combinación de un creciente desempleo y la caída del poder político y financiero de

las organizaciones que encauzan las demandas de los trabajadores, ya que las huelgas no

resultaban efectivas” (en Murillo, citado por Orlansky y Macón). Lo cual es controversial si se

observa la caídade esasmedidasde protesta ente los‘80 y ‘90. Durante la década del gobierno de

Alfonsín, el promedio de huelgas fue de 4, 6 por año, cuando en el primer período menemista sólo

alcanzó el 1, 4.

El 13 de sept iembre de 1991 el SUPEconvocó a una huelga general en apoyo a los trabajadores

salteños de YPF. El Secretario General del SUPE, Diego Ibáñez, pese a que en Salta ya habían

solucionado el conflicto y el presidente Carlos Menem había prohibido por decreto los paros,

llamó a la huelga igual. “A lostrabajadoresde YPFquese sumaron a la protesta orquestadapor el

SUPE y el Directorio de YPF, los despidieron al día siguiente; alrededor de 4.000 trabajadores

fueron separadosde la empresa en sólo un día”, explicaba Carlos Guaciarrossa.

Al principio, recuerdan Carlos y sus compañeros, cada uno decidió independizarse

económicamente. De hecho, uno de los argumentos más fuertes para incentivar los retiros

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voluntarios era “sean sus propios jefes”. Esto conllevó generalmente a un excesivo aumento de

algunas ramas del mercado de los servicios, que no se condecía con la demanda. Los casos más

claros fueron los que compraron autos para hacer de remiseso taxis, terrenospara hacer canchas

de paddel o, más tradicionales, kioscos y mult irrubros. Fue así que se puede observar el ejemplo

de una enorme cantidad de remises en localidades como Berisso o Ensenada, donde justamente,

cada vez había menos personasque tenían t rabajo y el movimiento inter-urbano se veía por ello

disminuido.

Otros intentaron búsquedas colectivas y armaron cooperativas de servicios para ser contratados

en las tercerizaciones de YPF. En estos casos debieron enfrentarse a adversidades múlt iples: por un lado a la corrupción del Sindicato que tenía el arreglo con la empresa y el poder de decidir qué

cooperativa trabajaba o no. Ésto se resolvía sólo con “un sobre en la ventanilla del SUPE” como

cuenta Carlos. Por otro lado debían sufrir la terrible competencia a la que eran expuestos. YPFlos

hacía competir contra grandes empresas multinacionales, lo que obligaba a la autoexplotación,

suplicio doble si se comprende que unos pocos años antes estaban acostumbrados a trabajar 8

horasdiarias y a cobrar uno de lossalariosmásdignosde Argentina.

Reynaldo ingresó a YPF a los 16 años, durante su t rayectoria de 32 años llegó a ser Operador de

Computación cuando éstasocupaban una habitación entera. Al momento de la investigación tenía

un kiosco con fotocopiadora en las cercaníasde la Estación de Trenes de La Plata, al que atendía

con sus 63 años. Reynaldo no había militado como Carlos, quizás por ello explicaba con un

lenguaje que apelaba a las inclemencias que habían sufrido individualmente los desastres

estructurales: “al poco tiempo empezaron a dar como dice el compañero, los ‘retiros voluntarios’,

o sea, el retiro encubierto para no decir directamente que lo echaban. El que aceptó, y por dos

pesos se fue, y se las rebuscó como pudo mientras tuvo oportunidad, después quedó en la lona,

como todos” Reynaldo.

Alejandro había sido uno de los más golpeados por el proceso de crisis. De tener dos autos se

manejaba en unavieja bicicleta y siempre vestíaunospantalones de gimnasia. Hacía poco se había

separado de su mujer: “Los primeros meses son muy duros, porque t e cambia totalmente el

panorama, precisamente, de la familia, y uno.....te bajan la auto-estima. Entonces, comenzás

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inclusive a tener roces en el grupo familiar. Aunque la familia entiende, pero uno mismo,

internamente, te están pulverizando psicológicamente”.

El impacto de un proceso que había resultado abrupto para las vidas de cada uno de esos

trabajadores había resultado fulminante para muchosde ellos, como también para losque fueron

testigos del derrumbamiento de sus amigos y compañeros: “ (…) la cantidad de compañeros, de

entre los 35 y 50 añosque murieron porque no pudieron soportar el estado de desocupación, el

estado de exclusión, esimpresionante en la zona [Berisso, La Plata y Ensenada]. Todaslassemanas

hacíamosuna Asamblea. En todas hacíamos un minuto de silencio, que murió Mengano, Fulano...

¡O se suicidaron! porque no pudieron soportar la miseria. Y hay varios compañeros que setransformaron en cartoneros, teniendo experiencia y oficio de trabajo” Carlos.

Carlos

Durante el proceso de la investigación, lo que había sido la Coordinadora Regional que siempre

lideró Carlos, se fue acercando cada vez más a la CTA. La otra central de trabajadores (CGT) tenía

en sus filas al SUPE, sindicato que había optado por defender sólo a los menos de cinco mil

empleados que quedaron en las filas de YPF y abandonó a los más de 40 que el proceso de

privatización dejó en la calle. Fue así que de ser la Coordinadora pasaron a conformar una

agrupación dentro de la CTA llamada “Enrique Mosconi”, en honor al militar argentino que –según

cuenta la historia- armó una estratagema para descubrir petróleo y que quedara para los

argentinos a comienzosdel siglo XX. En esasépocasel estado argent ino había firmado un acuerdo

con la Standar Oil para cederle todoslosyacimientosde petróleo que se descubrieran. Cuentan los

ex ypefuianos que para que quedaran en manos argentinas, Mosconi dijo que buscaba agua y

ocultó lospozoshasta quese logró cambiar la legislación41.

Carlos atravesó las diferentes etapas que tomó la política en los últimos 30 años. Por ello fue

también atravesado por las diferentes prácticas sociales en sus desplazamientos. Podemos

entender en él distintos momentos políticos, rolese identidades. Fue acuñado en la vieja escuela.

Se educó como trabajador en Astilleros Río Santiago y se formó como Técnico Químico. Siempre

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http:/ / biografiamosconi.blogspot.com/

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militó, afirma. Su raíz política está en el MR17, “peronismo revolucionario” . Trabajó 20 años en

Petroquímica Mosconi de los cuales14 fue operador de planta. Su militancia política lo llevó a ser 

delegado gremial de la planta durante la dictadura y Delegado General de Petroquímica Mosconi

los últimos cinco años en el sindicato que él mismo fundó junto a ot ros compañeros. En el año

1990 fue uno de los principales impulsoresdel Ensenadazo, quizás la primera pueblada contra las

privatizaciones, donde se movilizaron alrededor de 20 mil personas.

Durante los ’90 pasó lo que casi todossuspares, cobró la indemnización por retiro voluntario bajo

la presión del despido sin más; la mal invirtió en un taxi, sufrió de depresión y del exceso de

responsabilidad por no poder solucionar los problemas de la post-privatización y de lasconsecuencias familiares de ella. Con cuatro hijos se separó y terminó trabajando de remisero

hasta hoy.

Es autodidacta, durante los ’80 estudió “algunas cosas de medicina” y en el ‘88 y ’89 estudió en la

Facultad de Derecho, luego Psicología Social, de la cual se recibiría en el ’94 con postgrados en

violencia familiar y límites, yaque entendía queel neoliberalismo habíagolpeado a lasfamilias, así

como a la suya, como la de casi todos los ex ypefianos. Los momentos más álgidos fueron del ‘89

al ’93, siendo delegado de PM intentabahacer reaccionar a sus compañeros “de la que se venía” .

Hasta que tomaron la planta en marzo del ’93, para frenar la venta, y luego de dos meses son

expulsados con la infantería policial. “Al principio no reaccionaba, estaba tan alienado, no me di

cuenta quepodía haber armado un laboratorio con la guita del retiro, si yo soy técnico químico. La

cabeza me dio sólo para un taxi.”

Durante la tormenta de las pujas contra la privatización se armó una comisión en el senado para

discutir la privatización de Petroquímica Mosconi del cual él part icipó, cuenta que “era un trabajo

político arduo, los tipos [los senadores] tenían sus tiemposy vos los tenías que esperar, y llegabas

a tu casa muytarde…”.

De fines del ’93 y hasta el ’97 trabajó como taxista y dejó la militancia política. Su compañero

Barberis, también taxista, lo convenció en el ’97 de que fuera parte de la que se llamó La Mesa

Coordinadora, donde se nucleaban losextrabajadoresde YPFy PM. Ingresó a lasdiscusionesde la

mesa regional y al poco t iempo fue elegido como delegado, tanto de los ex t rabajadores de PM

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como también de losde YPFquelo veían como un referente42. Así comenzó la puja, no sólo por las

reivindicaciones“de la ley, por el PPP”, que lesdaría un beneficio económico a cada uno, sino por 

el reencuentro con la militancia, por la identidad que suministra la lucha, por la necesidad política

de generar cohesión y una transferencia o legado a los más jóvenes.

La traición y la lucha

A comienzos de la década del ´90, Juan Domingo Stork era el Secretario General del SUPE filial

Córdoba, y es echado junto a todo su equipo en 1992, por oponerse a la privatización de YPF.

Entre ellos se encontraba la abogada Alejandra Dibo como asesora legal. En 1997, Dibo comenzócon los juicios civiles al Estado, exigiendo indemnizaciones para los ex empleados de YPF por la

venta de las acciones sin el consentimiento de los ex trabajadores. Los juicios, con al presión y

participación de unos 4 mil ex empleados de YPF y PM, mutaron en una causa penal en 1999, la

causa Nº 8568 alojada en los juzgados de Comodoro Py (ver anexo, notas periodísticas “YPF, la

historia de un delito” ). La denuncia penal se basa en los delitos de compra hostil e ilegal, venta de

bienes litigiosos, daños de acción pública, violación de los deberes públicos y malversación de

caudales públicos, delitos fundados en la compra ilegal y fraudulenta de las acciones, el manejo

ilegal del patrimonio argentino, el ocultamiento de resoluciones y la complicidad de funcionarios,

presidentes, ministros,directivosde Repsol, integrantesdel SUPEy hasta agentesde bolsa.

Para llegar a este estadio, los ex trabajadoresde YPF y PM habían pasado por todaslas instancias

legales posibles. Hablaron con diputados y senadores, provinciales y nacionales. Con candidatos,

con juristas, sindicalistas. Pelearon por la derogación de las leyes y decretos que los perjudicaban.

Le dieron información a milesde periodistas. Realizaron marchasy actospúblicos.

En el gobierno provisional de Eduardo Duhalde se creó la ley 25.471 que estipuló que los

beneficiarios serían abonadoscon unos70 mil pesos. La pelea por esta ley fue promocionada por 

los ex trabajadores, que fueron víctimas nuevamente de la desidia política: un mes antes de

entregar el mando, Duhalde firmó el decreto 1077/03 que reguló el pago a los ex trabajadoresen

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aproximadamente 20 mil pesos a cobrar en bonos 2016. El decreto dictaba que aquellos que

aceptaran dicho pago (unos 8 mil pesos reales por medio de financieras), desistían a lasacciones

 judiciales en trámite -y con ello se referían a la causa 8568/99- y aún a la posibilidad de iniciar 

nuevos juicios. En el 2004 Kirchner firmó el decreto 821/04, que aseguró el pago de 24 mil

pesos/bonos a los ex trabajadores de YPF y Petroquímica Mosconi con el mismo requerimiento

queel 1077/03, queel que aceptara el cobro debíaabandonar los juicios.

Estas dos últimas propuestas del gobierno se dieron en el marco de la única instancia de reclamo

que les generó alguna respuesta en 12 años, el corte de acceso a los camiones de Repsol. Se

parapetaron 8 meses seguidosen la intersección de lascalles43 y 126, esquinadel gran predio dela Destilería de Repsol-YPF.

3.2. Identidad. Piquetero no, ciudadano.

La identidad es un estadio y también el producto de un proceso. Hablar de identidad en la

criminalización es ubicar a los sujetos en las relaciones sociales que lo significan: en el rol social

que ocupan y por ende si son merecedores o no de derechos y castigos. La identidad estará no

solo enmarcada por un halo de derecho sino también por estigmas y cargas simbólicas. “ (…) las

identidades se construyen precisamente a partir de la apropiación, por parte de los actores

sociales, de determinados repertorios culturales considerados simultáneamente como

diferenciadores (hacia afuera) y definidoresde la propia unidad y especificidad (hacia adentro). Es

decir, la identidad no esmásque la cultura interiorizadapor lossujetos” (Giménez, 2005:5).

La identidad como rol social será uno de los temascruciales para los ex trabajadoresde YPF. No

será lo mismo ser ex trabajador de YPF que desocupado o piquetero. Como explican Svampa y

Pereira: “El nombre ‘piqueteros’, ademásde atraer al atención de los mediosy del sistemapolítico

 –por su fuerza expresiva-, representaba una alternativa para aquellos para los cuales una

definición, como la de desocupados, les resultaba intolerable” (2003:34). Pero a pesar de que la

denominación piquetero a fines de los ’90 caracterizaba justamente a los ex trabajadoresde YPF

de todo el país, ya que, como explicaba Auyero, eran éstos los que comenzaron con las

metodologías piqueteras; en el caso de los ex trabajadoresde YPFy PM de la zona estudiada, ellos

se autodefinen como ex trabajadores de esas empresas; a pesar de utilizar la metodología del

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corte de ruta. En sintonía con ellos Andrés explicaba su accionar “Y más allá de todo eso,

particularmente la necesidad me empuja a mí, en base al desgaste administrativo de los distintos

gobiernos, a ganar lascallesy utilizar la metodologíapiquetera”. En un intento yen la base de una

la creencia en la vuelta a cero posible, mantenían su identidad de referencia a las empresas

estatales, y así remarcaban su derecho al reconocimiento de ese derecho.

Así como no será lo mismo el peso específico que toma la palabra jubilado, que denota una carga

de responsabilidad del Estado y de la sociedad para con él, o que pasaron a denominarse personas

de tercera edad; los ex ypefianos contienen en sí mismos una identidad de trabajo digno y

también de deuda para con ellos. Aunque claro, no definirse como piqueteros será también, nosólo perder la densidad de sus armasde lucha, sino el alejamiento político de los así definidos. El

núcleo de ésta disputa de identidad y sentido estará quizás en el reclamo mismo. Mientras en el

2003 los piquetes apuntaban a mayor cantidad de planes sociales y de la creación de trabajo

genuino, losextrabajadoresde YPFy PM exigían su parte de la venta de lasexempresasestatales,

cuando no la reestatización de la empresa43.

Reynaldo era quizás el que en sus discursos más retrataba un relato del “pasado mejor” desde las

cotidianidades, lo que podía leerse como un proceso en el cual definía “sus diferencias con

respecto a otros sujetos mediante la auto-asignación de un repertorio de atributos culturales

generalmente valorizados y relativamente estables en el tiempo” (Giménez, 2005:9).: “ En este

país, hasta el año ’89 no existían los piqueteros, porque acá había trabajo, cada uno se ganaba su

sueldo dignamente, cosa de que hoy, la mayoría de la gente está aislada del sistema, no tiene

trabajo, tiene queagarrar losplanesmiserablesque le han dado, de 120-150 pesosmensuales”.

Cuando recuerdan los años ’90, para ellos sinónimo de la gran depresión, de los suicidios, a veces

con períodos de una semana entre uno y otro, concuerdan todos en la vergüenza de la falta de

reconocimiento de sus capacidades laborales. En todos los encuentros y entrevistas cuando se

tocaba algún tema relacionado salía la conversación, la misma, con diferentes nombresy matices:

“¿Te acordás de fulano de tal? Ese que era instrumentista, el del Chevrolet 400 que terminó

cargando naft a en una estación de servicio? Si si, ese; se envenenó hace un mes. Un día me paró

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por la calle y me dijo con vergüenza: ‘podés creer que no tengo para mandar a los pibes al

colegio…’” Daniel.

La construcción de las identidades estará definida no sólo en los discursos sino también desde las

prácticas. Así por ejemplo, el nombre “Carpa de la dignidad y la resistencia” será producto de

reafirmar la lucha de 12 años. No solamente dignificando su práctica, sino también remarcando el

aspecto legítimo de su reclamo. Definir luego la Agrupación que los contuvo luego como

“Agrupación Enrique Mosconi”, puede interpretarse de varias maneras. Estando en la asamblea

(ver cronología del 17 de abril de 2006, diario de campo) donde se dirimió el nombre de la

agrupación, se podían dilucidar dos miradas, explicitas y concientes: Una hacia afuera, queremarcaba unasimbologíade referencia a loscomienzosdeYPF44, su identificación con la empresa

y con su defensa del patrimonio argentino. La ot ra era un guiño ente ellos, un refuerzo

identificatorio que los agrupaba no sólo desde la lucha sino desde la picardía, postura que se

repetiría a lo largo de varias entrevistas. La anécdota de Mosconi refleja una idiosincrasia

patriótica, sin caer en solemnidades. Se dice oficialmente que él salió a buscar agua y encontró

petróleo; pero la historia interna de losypefianoscuenta que, como Argentina había subscripto a

las pautas de las empresas extranjeras en el Código de Minería, que los hacían dueños del

petróleo que se encontrara, Mosconi salió secretamente a encontrar petróleo y no fue hasta que

pudo legalizar la extracción nacional que no dio a conocer el descubrimiento. Esa picardía se

repetiría en lasocasiones en que contaban cómo, graciasa la capacidad técnica de los argentinos,

se rompían lasdependencias tecnológicas y hasta se mejoraban lasherramientas de perforación y

de producción; generalmente copiando y estudiando a los técnicos que mandaban las empresas

distribuidoresde tecnologíadel petróleo (norteamericanasen su mayoría).

La legit imidad del reclamo estará basado en una construcción previa sobre la propia identidad y en

relación al contexto social. La identificación como ex ypefianos hablará también de un rol de

ciudadanos, de un sujeto dederecho. La represión o la judicialización, ante la construcción de esa

protesta como única posibilidad de reclamo, eran impensadas por sus protagonistas. “Por eso a

veces es triste y nos duele de que seamos tratados de esta manera como hemos sido tratados.

Teniendo esa vía para reclamar nosotros así como lo hicimos, seamos tratadoscomo si fuéramos

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los delincuentesmásgrandesdel país, como si hubiéramoshecho el destrozo másgrande y el robo

más grande al país, y no los que lo han hecho realmente” Reynaldo. Esta identificación con el

reclamo desde la legitimidad, donde el objetivo era específicamente la empresa Repsol y “los

personeros y cómplices que regalaron la magníficarenta petrolera” (Carlos), generaba hasta cierta

identif icación ciudadana con los agentespoliciales. Situación que no se hubiese dado en un grupo

autodenominado piquetero, dada la relación conflictiva surgida de las represiones, donde la

identificación pasa muchas veces por el repudio. La relación entre el grupo y los policías que

custodiaban el piquete (“que hacían su trabajo” dice Reynaldo), llega al punto que una noche que

la coordinación para los turnos había fallado y quedó Simón sólo en el piquete, un policía que

habíatrabajado en YPFle dice“no te preocupesNegro queyo me quedo con vos”.

3.3. Sentidosde criminalización.

”Nosotros, al no tener otro medio para protestar, porque no somos trabajadoresy no tenemosderecho a hacer una huelga, el único medio quenosquedaba

 para poder reclamar o peticionar este pago queesjusto y no lo han hecho efectivoen ningún momento, no encontramosotra manera que venir a hacernosnotar acá

y decirle a Repsol de que a mí medebeplata.Yla única forma queyo podíahacérselo notar es venir acá

y hacer un desvío de camiones”.Reynaldo

“Cuando termina acá la Asamblea, en la Carpa de la Resistencia –ocho meses estuvo-le comunicamosa lasfuerzaspolicialesque se terminabael conflicto,

queaceptábamosel ofrecimiento, cuando loscompañerosl legan a la casa son detenidos,y dealguna manera como en la peor época de la dictadura militar.” 

Carlos

“Losmuchachosde YPFrecorrieron todos loscaminosposibles:hicieron presentacionesadministrativas, hicieron presentaciones en la empresa,

en lasCámarasde Diputadosy Senadores, en el Poder Ejecutivo Nacional,

y en el poder judicial. Lesdieron la razón en todoslados, pero no lespagan.Entonces¿Que alguien me explique cuál esla salida?Si no essalir y protestar ”.

Ponce Núñez, abogado de la CTA,defensor de los ex trabajadoresde YPFy PM judicializados.

“Para algunosla justicia eslenta. Para nosotrosesrápida”. Andrés

Si la protesta es el primer derecho para algunos, la criminalización será producto de todos los

mecanismos que disputen el sentido de la legalidad/legitimidad de las mismas. No solamente su

 judicialización por parte de las agencias penales, sino, todo el aparato estatal relacionado a ella,

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los sectores de poder involucrados y las empresas mediáticas que responderán en las

produccionesde sentido de susmensajesal sector económico que lasfinancie o maneje. “El poder 

intenta que determinadas accionescolectivas, sociales, se transformen en delito. En este proceso

están involucrados todos esos agentes que mencionábamos: medios de comunicación, poder 

 judicial, policía, etc. Nosotrosle ponemosla palabracriminalización porque develamosque hay un

proceso por el cual se quiere transformar esto, que es una acción legítima, que se la quiere

transformar en otra cosa. Este proceso que intenta uti lizar todosestosagentespara convert irlo en

algo negativo, en algo cargado de una connotación moral social” Sofía Caravelos, abogada del

CIAJ45.

Llegar al desvío de camiones y colocar una carpa “de la Dignidad y la resistencia” en la esquinade

Repsol les significó a los ex t rabajadores de YPF y PM, cinco años de discusiones internas de la

Coordinadora Regional. Habían agotado todas lasinstanciasde reclamo pacífico y llegado a niveles

desesperantes en sus necesidades cotidianas46. La causa 8568/99 llevaba ya 4 años “dando

vueltas” en los t ribunales federales, y sólo mediante la presión entendieron que lograrían

conseguir el pago del PPP. Nueve meses estuvieron realizando los desvíos. En ese lapso, Eduardo

Duhalde como presidente, leshabíaprometido el pago de 70 mil pesos pero a díasde terminar su

mandato provisional f irmó un decreto que dejaba el pago en 20 mil pesos en bonos. Unos 8 mil

pesos en efectivo si se canjeaban los bonos en una financiera. Por ello siguieron su medida de

protesta. Cuando asume Kirchner siguieron discutiendo con los representantes de Lavagna, el

mismo ministro de economía que seguía en su cargo luego del traspaso de poderespresidenciales.

Ellos, en reuniones con el Ministro de Trabajo Alfredo Atanasof y Oscar Parrilli, Secretario General

de la Presidencia, discutían el pago de 60 mil pesosy la incorporación de PetroquímicaMosconi al

convenio. El 26 de noviembre Kirchner en un discurso anuncia que solucionaría el problema de los

ex ypefianos. En la provincia de Salta los ex trabajadores de YPF habían quemado esa semana la

petroquímica Refinol SA, y los sectores del duhaldismo presionaban en los medios para que se

efectivizara la represión a los piqueteros. El 1º de diciembre los delegados de La Carpa de la

Dignidad y la Resistencia fueron nuevamente a reunirse con Parrilli y Atanasof, que les

propusieron el pago de 40 mil pesos. Ese mismo día los delegados volvieron y en la asamblea

decidieron aceptar esa oferta y levantar la carpa. Esa misma noche siete de los delegados fueron

45Colecti

--466%.

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detenidos por la policía con los cargos de int imidación pública y coacción agravada. Días más

tarde el gobierno de Kirchner se dio por desentendido del arreglo y el presidente firmó un decreto

donde estipulaba el pago en 24 mil pesos/bonos y quien firmara debía comprometerse a

abandonar cualquier tipo de juicio o demanda al Estado. Los ex trabajadores judicializados

estuvieron presos 18 horasy fueron puestos en libertad en medio de una marcha convocada por 

la CTA.

Reynalod explicaba su detención con cierta ingenuidad, lo que daba cuenta del impacto que

representaba para él ese hecho: “Nosotros decidimos dejar de hacer esta medida de fuerza

porque esperábamos eso [la propuesta del pago], y cuando nos retiramos del lugar, cada uno hasido detenido de manera individual. Yo por ejemplo estaba en mi casa y me agarraron en la puerta

de mi casa, cuatro policías diciendo que venían a hacer un allanamiento en mi domicilio y a

detenerme porque habían tenido una denuncia de Repsol de que yo losestaba molestando...” .

Ponce Núñez, abogado de la causa, nos contaba el proceso de judicialización: Cuando se

produjeron los cortesen el 2003, Repsol mandó un abogado desde la sede central para radicar las

denuncias que luego se tradujeron en el procesamiento de los 7 ex trabajadores de YPF. La

denuncia fue tomada por el Fiscal de turno (Violini), quien entiendió que no habíadelito yque era

un tema del Juzgado de Paz (por si existían contravenciones). El Fiscal Departamental de La Plata

dispuso en forma inmediata, le sacó las actuaciones a Violini, y las pasó al fiscal que seguía en

orden de turno, y así pasaron a la Fiscalía Nº 6 (Gómez). Gómez sí entendió que había delito y

ordenó investigar.

A pesar de que las pruebas, que consistían en actas realizadas por escribano y la policía,

contradecían la denuncia de Repsol –el Cuartel de Bomberos de la zona dijo que no había peligro

de incendio, la directora de la escuela de la zona dijo que los piqueteros ayudaban a los chicos a

cruzar lacalle y loscolectiverosde la línea 275 que su servicio no fue interrumpido- Gómezdecidió

pedir al detención de las personasidentificadaspor la policía como integrantes de la “Carpa de la

Dignidad y la Resistencia”.

Se podríarealizar un profundo análisis sobre el rol quecumplieron los extrabajadoresde YPFy PM

cuando fueron detenidos y las disputas políticas sobre ello. Las hipótesis políticas estuvieron

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centradas en que era el resultado de una disputa entre el Duhaldismo, que reclamaba mano dura

para los piqueteros y el Kirchnerismo, que buscaba alejarse de la propuesta represiva a sabiendas

de que estaba mal mirada, luego de las muertes de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki en el

Puente Pueyrredón, el 26 de junio de 2002 durante el gobierno de Duhalde. Estas disputaspueden

observarse en los diarios de la fecha (ver Anexos), pero lo que a esta investigación le interesa, es

indagar en cómo se construyó en lo simbólico y lo concreto, la posibilidad de la judicialización.

Los relatos dan cuenta de los sentidosque pueden darse a lasacciones colectivas según donde se

ponga el eje, si en el derecho de los sujetos o en lascontravencionesde ellos: “Siempre estuvimos

custodiados por dos o tres patrulleros de la Policía. Jamás tuvimos una actitud contraria a lasindicaciones de la Policía. Si había la posibilidad de un inconveniente corríamos las gomas...”

Carlos.

Alejandro relataba em el mismo sentido: “Tiene que quedar claro que nosotros hacíamos

obstrucción de caminos para desviar los camiones, pero nosotros no perjudicábamos a ningún

otro tipo de vehículo (…). Porque acá, en el barrio Villa Catela, donde hayuna escuela, pasaban las

madres con los cochecitos, y llevaban los chicos a la escuela. Estos semáforos de acá no

funcionaban, y nosotros cortábamos el tránsito y todo para que pasen (las madres y los niños)”

Alejandro.

Las pujas de los sentidos de criminalización pueden observarse en las formas de construir los

relatos frente de dignidad frente a los judicializantes. Como decía Carlos “Sabiendo que nosotros

respetábamos, porque el objetivo nuestro no era en contra de la Policía. El objetivo nuestro era

llamar la atención y protestar”.

La sorpresa que reflejan losexypefianos, aún añosmás tarde, de su condición de procesados, nos

muestra cierta disrupción en los cánones de cotidianeidad que ellos entendían como normalidad.

El hecho de aparecer “como delincuentes” no deja de asombrarlos. Incluso aabogadosy políticos.

Esto puede leerse no sólo en las entrevistas sino en las prácticas durante el piquete: Se genera un

acontecimiento disruptivo cuando con cierta fiabilidad ellos le entregaron los DNI a la policía.

Información que luego sería ut ilizada para procesarlos: “ (…) aparece la Sub-Comisaria que estaba

en funciones en la Comisaríade Ensenada, y nostoma losnombres de nosotros. Ynosotros, como

estábamoshaciendo algo que creíamos justo, que no estábamoshaciendo nada malo, sin tener el

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documento en mano, agarramos y le dimos nuestro nombre, nuestro domicilio y nuestro número

de documento fehacientemente. Que fue de esa manera que a nosotrosdespués nosdetienen47” .

Reynaldo.

El abogado de la CTA lo explicaba desde un sentido del derecho: “Cuando una persona está

delinquiendo, lo menosque hace es decir a la policía quién es y darle todos sus datos. Ahí mismo

tenemos constituido un elemento que nos demuestra que no había intención. Para que se

constituya realmente un delito –dice el Código Penal- tiene que tener una actitud dolosa, una

actitud de delinquir. Y si yo estoy delinquiendo no voy a decir: estoy cometiendo un delito, me

llamo así, éste esmi documento, y vivo en tal lado...” P.Núñez.

Si bien durante los 9 meses de desvíos de camiones, participaron de esas acciones unas mil

personas entre ex trabajadoresde YPF y PM, polít icosy artistas locales, la justicia procesó a 7 de

ellos, a aquellos quepudo identificar/ individualizar.

Si bien el objetivo de esta tesis no está ancladaen lo mediático, sí entendemosa los medioscomo

parte de la criminalización de la protesta social. Lejosde analizar posturasu opciones políticas de

los medios, nos interesa pensarlos como parte constructora de sentido de la legitimidad o

ilegitimidad de las acciones de protesta. “Lo que se busca, a partir de la negociación o las pujas

integrantes, es la conquista de espacios de enunciación” dirá Reguillo (1996:452). Los medios

serán objeto de búsqueda para canalizar la demanda y polit izar lasacciones y también espacios de

construcción del sentido de la criminalización “ (…) ni la productividad social de la política es

separable de las batallasque se libran en el campo de lo simbólico, ni el carácter participativo de

la democracia es hoy real por fuera de la escena pública que construye la comunicación masiva”

(Barbero, 1998).

Luego de 8 mesesde la instalación de la Carpa de la Dignidad y la Resistencia, los integrantesde la

Mesa Nacional de la Coordinadora decidieron “apretar las clavijas” y presionar, mediante la

instalación de otro piquete a unas cuadras de allí, que obturaba el ingreso de camiones a la

empresa. De esta forma buscaron una mayor mediatización de su reclamo. “Cuando nos pusimos

firmes diciendo ‘Señores, se agotó la palabra, porque los que están violando los derechos son

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ustedes, nosotros estamos reclamando que se cumpla la ley, que se cumplan las leyes de la

Suprema Corte de Justicia’. Acá había más de 400 camiones [parados], y todos los canales de

Capital. ¡Pero no salió nada!” . Díasmástarde, sigue contando Carlos, se encuentra en un acto en

BuenosAirescon uno de losperiodistas que habían cubierto loshechos anteriores“Le pregunto a

uno que yo conocía de Canal 11, qué pasa que nosotros que hacemos un hecho político de tal

magnitud, no aparecemos... [y el periodista le responde]: `Si se va el que pone la plata, que es

Repsol, a nosotros nosechan’”.

Reynaldo hace su propia interpretación de la construcción de la agenda mediática: “Cuando a

nosotros nos llevan al proceso, nos llevan a un juicio de [una pena que podía ser de] 3 a 10 años,yo a las6 y media de la mañana recibí un llamado de Radio Continental y me puso en directo con

el programa de Desayuno Continental , a las 6.30 de la mañana para que comentara qué es lo que

había hecho yo y por qué motivo me procesaban. O sea, yo saqué esta conclusión: cuando yo

pedía de que se reconozcan mis derechos y me publiquen quién es acá el que estaba faltando y

qué tenían que hacer, no me dieron cabida; ahora, cuando llegó la noticia que iba preso y me

condenaban, ahí sí me llamaron a las6 y media de la mañana a mi casa. Consiguieron mi teléfono,

mi lugar de origen, todo, y mepusieron al habla en el momento” Reynaldo.

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4. Gabriel Roser. Fronteras: entre la criminalización de la protesta y la

criminalización de la pobreza.

“(…) amí medababronca porqueenel centro la gente te mira,`mirá éste, mira éste , te mira, porqueno es que te paran así al lado tuyo,

hablando, no. Te paran, te separan laspiernas, te sacan todo,te tiran arribadel auto, a mí me llevaron variasvecesasí...

corte delincuente....si yo no soy un delincuente...si yo no estoy robando, no estoy haciendo nada...”

  Gabriel Roser 

4.1. Trayectorias. En busca de “un poco de dignidad”.

Si los ex trabajadores de YPF y PM sufrieron el desplazamiento hacia el neoliberalismo, Gabriel

Roser es uno de sus productos. Paradójicamente nació en Berisso, muy cerca del polo

petroquímico. Nunca conoció a su papá y es el mayor de 6 hermanos. A los 11 años se fueron a

vivir a Ringuelet, el barrio donde luego militó y donde fue a buscarlo la policía. Cuenta que su

mamá fue militante peronista, pero que se asustaba cuando Gabriel iba a las marchas o a los

piquetes. Cuando lo entrevistamosen la Unidad 35 de Magdalena, nosdijo “ estoy en el paraíso” ynossorprendió. Remarcaba queallí tenía “hasta microondas y heladera”. En el barrio de Gabriel se

vive la desidia junto con la apatía, una zona vulnerable dirá Foucault48 de supernumerarios e

inintegrables (Castel, 2006). Cuando la rebeldía toma forma y se hace presente, es perseguida;

especialmente si se esmorocho, joven y piquetero.

Hasta que conoció a suscompañerosdel MUP(Movimiento de Unidad Popular) era otro joven de

un barrio muy pobre, con sólo la primaria terminada y sin trabajo. Gabriel hacía algunas changas

desde los 14 añospara ayudar a su familia pero no tenía un trabajo formal, casi nadie en el barrio

de Gabriel lo tiene, salvo losque han decidido integrar las fuerzaspoliciales.

48

 

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En el 2003 Gabriel comenzó a militar en el MUP y participó de los inicios del movimiento en el

barrio. Empezaron limpiando las zanjas, como una forma de devolverle a la sociedad el mísero

pago del Plan Trabajar que cobraban. Luego armaron una huerta en un terreno baldío y más tarde,

viendo la necesidad de alimentar y contener a los máschicos, construyeron al lado de su casa la

copa de leche de la que era el responsable polít ico. “Empezamos barriendo calles (…) plantamos

una huerta, construíamos nuestras propias fuentes de t rabajo. Después tuvimos que levantar la

copa de leche. Daba la casualidad de queyo tengo el terreno más grande y bueno, la construimos

al lado de mi casa, la construimos entre todos. Entre todos empezamos a pelear, a conseguir las

cosas, porque no teníamos nada. Pero entre todos empezamos a conseguir las cosas y la

levantamos. De ahí, lo que esahora...Yo no la vi terminada” Gabriel.

Se destacó muy pronto en las tareas de seguridad en las marchas y piquetes. Al poco tiempo fue

responsable de la seguridad del barrio, luego de la regional y más tarde terminó siendo

responsable de la seguridad del movimiento a nivel nacional.

El MUPhabía denunciado al puntero del part ido justicialista del barrio ante la Municipalidad de la

Plata por irregularidades en la distribución de alimentos destinados a mantener un comedor para

los chicos del barrio (Alerta! Argentina, informe 2005). En el informe de Alerta! Argentina se

destacaba que el robo que se le imputó a Gabriel Roser fue posiblemente cometido por el hijo de

dicho puntero, relacionado, según los vecinos, con la Comisaría Sexta de Ringuelet. El dueño del

supermercado supuestamente robado era Toni, un agente policial que había trabajado en dicha

comisaría. Como reza el informe “ fue imputado de un robo calif icado por el uso de arma, en una

causa armada por funcionarios policiales de la comisaría sexta de Tolosa, La Plata, accionar que

fue convalidado por el fiscal Marcelo Eduardo Martíni, a cargo de la UFI 3 y el titular del Juzgado

de GarantíasN 3 Néstor DeAspro, en la IPPNº deReg. 10743”49.

Gabriel t iene hoy 29 años, cuando fue detenido tenía 25 y no tenía antecedentes. Personalmente

es un tipo alegre. Estuvo un año y medio preso y fue absuelto. “Empezamos a construir el

comedor, teníamos una huerta-. Empezamos a tener unos pequeños problemas ahí, con los

punteros, nosotros íbamosa hacer cosasque a ellos no lesgustaban. Ybueno, hasta que...pasó lo

que tuvo que pasar...pero, yo creo que todo lo que yo hice, no lo hice mal, sino que lo hice

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luchando, luche por lo justo, por la dignidad, por el t rabajo, la justicia y también por la libertad.”

Gabriel Roser 

4.2. Identidad: pibe chorro/ piquetero.

Feliceslos normales, esos seres extraños.Roberto FernándezRetamar 

“Si un día te dicen negro de mierda,y al otro día te dicen negro de mierda, y al otro díaigual…

…un día te levantásy te creés un negro de mierda”.Manuel, ex detenido

Si las mediaciones50 son las interrelaciones que producen sentido, Gabriel funcionó como una

mediación en sí. Su identidad será el campo de construcción simbólica de su individualidad, tanto

a part ir de las cargasy estigmas que puedan nominarlo como desviado social 51 o el otro52 , como

también de susautodefinicionesy resistenciasancladasdesde sí mismo, y quedisputan, no sólo la

permeabilidad a la criminalización, sino también el sentido de la dignidad.

Entendemos que los actores son indisociables de las estructuras y siempre deben ser estudiados

como “actores-insertos-en-sistemas”. Todo actor está dotado de una identidad dice Giménez,

“ésta es la imagen distintiva que tiene de sí mismo el actor social en relación con otros. Se trata,

por lo tanto, de un atributo relacional y no de una ‘marca’ o de una especie de placa que cada

quien lleva colgado del cuello” (Giménez, 2005:8). Por ello la criminalización dota de identidad

como su accionar está condicionado por las formas en que aparecen las identidades en las

relaciones. Sofía Caravelos, la abogada de Gabriel, explicaba las condiciones de pausibilidad de la

criminalización según losestratos sociales: “ (...) para estospobreses posible utilizar herramientas

que se usan a diario en el sistema punitivo, pero que tienen una nueva significación, que es tratar 

de frenar lo que está surgiendo de losbarrios marginales. Si le hubiera pasado a un clase media no

creo que hubiera sido un robo calificado, creo que hubieran sido otro tipo de figuras más

50

51Estig52

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refinadas: la int imidación, la coacción, la extorsión, el artículo 194 [corte de ruta], la usurpación...

son figurasquepueden amoldarse mása un militante de clase media”. 

Para pensar la identidad desde el estigma en la construcción simbólica de la criminalización vale la

pena invertir las narraciones. ¿Qué hubiera pasado si Gabriel Roser no hubiese sido piquetero, si

hubiese estado sólo, él y su familia, tratando de demostrar el armado de una causa? Caravelos

responde: “Nosotros no hubiésemos estado y él se tendría que haber comido los años por robo

calificado. La defensa oficial fue la que armó el reconocimiento en rueda. Habría sido un juicio de

dos días donde sólo se habrían discutido los hechos materiales, la autoría, y Gabriel hubiese ido

preso”.

El peso específico de las miradas, las observaciones desacreditadoras, los comentarios

comparativos. La identidad se construye y losestigmas se resisten. “ Yo en la calle andaba con una

visera, pantalón de nylon, zapatillas, campera de naylon, o una camiseta...ésa era mi vestimenta,

pero yo creo queno era mala, era como a mí megustaba vestirme” Gabriel.

Gabriel utiliza el humor como seducción payasesca, demostrando la conciencia que tiene de su

propia estigmatización. “Está bien, por ahí la cara no me ayudaba mucho...pero, como a mí me

pasaba les pasaba a muchos.” De esta manera relataba los inconvenientes que tenía cuando se

acercaba al centro de la ciudad, a pasear, a comprar algo o a cobrar el plan53. Gabriel sufría, como

todos sus amigos o compañeros del barrio, las persecuciones sistemáticas de la policía al ir al

centro. Losno blancos, los jóvenescon buzos deportivos y gorra con visera, características típicas

de los jóvenes pobres que engrosan las filas piqueteras - plebeyos dirá Svampa-, serán los que el

Estado, en un acto comunicativo y dramatizado en el accionar policial, lesdirá: “ esta zona espara

blancos54”.

Las detenciones de la policía por Doble A se darían tanto en el centro como en el barrio pero con

mensajesdiferentes. Si en uno es un cerco territorial, el otro significará la demarcación de la zona

53    halde.54  

Plata.

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vulnerable y el control sobre ella. Federico, un compañero de él en el juicio oral, contaríaque casi

todas la veces que Gabriel o sus compañeros iban al Centro Cultural que quedaba en el centro,

donde se hacían las reuniones de “La Regional”, había que ir a buscarlos a la comisaría porque la

policía losdetenía “por sospechosos”.

Pero la identidad no pasa sólo por las miradas externas, “ la identidad es esencialmente

pertenencia y tiene un efecto directamente productivo en las relaciones sociales, ya que

pertenecer a ‘un algo’, compartir un lenguaje, un estilo, ciertas rutinas, implica necesariamente

desmarcarse con respecto a ‘otro algo’. La identidad tiene como elemento fundamental para su

constitución, la diferencia. Entre más clara se está, tanto más nítido resultará el nosotroscolectivo” (Reguillo Cruz, 1996:56).

Gabriel encontró y construyó la identidad quele daba pertenencia y dignidad. Antesde pertenecer 

al MUP, noscontaba que miraba lasmovilizaciones y decía “¡qué bueno sería estar ahí, ¿no?” Yel

cambio en él, luego de esa identidad, lo describe claramente: “ (…) cambió todo, todo; la manera

de ser, tenía unaresponsabilidad. Una vez en la vida tenía una responsabilidad, que eramilitar. Es

lo másimportante de eso” Gabriel.

Lasmiradascambiarán a part ir de su militancia, al menosla de susfamiliares y amigos, o losque él

considere pares. Se empezará a construir como referente social  (Frederic, 2004: 134) y su

identidad se fortalecerá desde la dignidad del quelucha. Así podemostomar algunosejemplos:

“Mi vieja es una persona grande, es mayor, y sufre mucho. Porque hasta ella misma me ha

dicho que al principio no le gustó nada lo que yo hacía. Pero ahora que se da cuenta lo que yo

valgo, lo que soy, me da fuerza para seguir adelante, que no deje de hacer lo que estoy

haciendo, queno lo deje nunca, que sigaluchando por esto quehago” Gabriel.

Si por estigma, por pobre o por una causa armada el Estado lo judicializó, colocándolo en el rol de

delincuente, serán sus pares de clase quienes hagan las diferencias y fortalezcan su identidad

piquetera.

“A mí me dan fuerza [lasotras personas privadas de la libertad en el penal]. Hasta me

han dicho: ‘más vale que no dejésde hacer lo que estáshaciendo, seguí peleando por 

lo quepeleás, esmuy lindo eso. Vosno soscomo nosotros’” Gabriel.

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Su identidad de piquetero también será su camino a la libertad. Demostrar su compromiso social,

no sólo su espíritu luchador, será la disputadesde la identidad contra su criminalización.

“No dejé nunca de ser militante, sigo siendo militante”, afirmará seguro.

Al final del juicio oral Sofía Caravelos quiso hacer su descargo a pesar de que el fiscal ya había

dicho que no iban a acusar a Gabriel por la inadmisibilidad de la prueba. Para ellos (el CIAJ), era

muy importante el caso Roser porque era la forma de discutir políticamente las formas de

convalidación de la justicia frente a losmanejos policiales. Frente al fiscal “derrotado”, la abogada

Caravelos enfatizó que la idea de presentar este caso con todas las diluciones sobre el estigma55

de los jóvenespobres, era una forma de pretender “circunscribir [en el contexto particular] cadaproceso porque están atravesadospor la realidad” (Diario de Campo, Juicio Roser, últ ima jornada).

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des

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4.3. Criminalización. Cara de expediente.

“Ellos [la policía] dicen “fuiste vos” y por ahí no fuiste vos, pero fuiste vos”.

Gabriel Roser 

“La vida insegura se vive encompañía de gente insegura” 

Zigmund Bauman

“...hayun relación decontinuidad entrela criminalización de la pobreza y 

la criminalización de la protesta...” AAVV, La Criminalización de la protesta social  

Diálogo:-Dr. Fabio Villarruel: ¿Ypor quése podía detener 

a unapersona como Roser en la calle?-Oficial Santiago Poggi: Y…nosé…porqueno te gusta la cara…

Del Juicio Oral contra Gabriel Roser 

Gabriel fue varias veces detenido por la policía junto a compañeros o amigos del barrio. Era una

constante, no sólo por él, sino una práctica cotidiana de la policía para con los “pibes” del barrio.

El procedimiento se llama Doble A56  (Averiguación de Antecedentes) y en la jerga de las

organizacionessocialesse llamará portación de rostro. La últimavezque fue llevado a la comisaría,

en circunstancias regulares pero inconsti tucionales como probaría el CIAJ más tarde, le sacaron

una foto que iría a parar a un boock de fotos de “malvivientes” de la comisaría; la galería del 

horror  como lo llamará Esteban Rodríguez Alzueta, en referencia a los prejuicios y miedos que

cargan esos rostros. Era ya una forma de condena. “Lo cotidiano era –cuenta Gabriel- que te

paraban, ‘documentos’, averiguación de antecedentes, no podíaspasar...No podías ir para Buenos

Aires, tenías que ir para otro lado para moverte. Aparte ellos se basaban muchas veces en la

vestimenta. Yo les decía ‘pero, por qué me paran?’...y ellos me decían ‘mirá cómo estás vestido’.

‘¿pero qué, yo tengo que estar vestido como ustedes quieran, con traje y corbata? Yo me visto

como yo quiera...’” Gabriel.

56 (DAI) 

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Manchucaerael jefe de judicialesde la ComisaríaSexta, durante el juicio oral contra Gabriel Roser 

se le preguntó cuál es el criterio de detención para Doble A y respondió: “Es subjetivo, lo que a mi

me parece, porque yo pienso que puede ser peligrosa” (Diario de campo, Juicio a Roser, tercer 

 jornada).

Pero las relaciones entre el estigma y persecución política son permeables entre sí. De hecho, la

naturalización de las prácticas policiales en las zonas vulnerables permitirá las convalidaciones

también naturalizadasen el poder judicial. Zafaronni hablará de la criminología del margen, ya que

lo judicializable esaquello que no puede ubicarseclaramente en un estrato comprensible. “No hay

nada que enloquezca mása los poderes que la ausencia de límites y márgenes donde ejercer eldominio” (Reguillo Cruz, 1996:89).

¿Porqué el armado de una causa contra Gabriel Roser? Nos preguntábamos. “El MUP estaba

denunciando que el PJ estaba recibiendo alimentos que los vendía (...) y al poco tiempo

‘casualmente’, ocurre un robo en un supermercado cuyo propietario esun policía, y quien aparece

finalmente imputado por ese robo es Gabriel Roser –que era uno de los referentes del MUPmás

importantes del barrio-” Sofía Caravelos. Para Gabriel la situación se explicaba por la acción de

ellos (MUP) frente a la inacción de los “punteros”, representantesdel welfare (Castel, 2006) en los

barrios carenciadosen tono clientelar: “No lesgustó que nosotrosayudemosa la gente del barrio.

Que lesdemos un plato de comida o un vaso de leche o un pan a los chicos...Yellos tampoco lo

hacían, porque ellos... no hacían nada.” Roser. Las relaciones con los punteros del justicialismo,

arraigadosdesde hacía décadasen la zona, no solamente se vieron perjudicadospor lasdenuncias

del MUP, sino también por las identidades que surgían de las prácticas de autogestión. Las

búsquedasde instanciassuperadoras eran amenazas en sí. “Lospadres tienen que salir a la calle a

pelear por un alimento, por una bolsa de comida, por un trabajo, por el Plan, ¿no? porque el Plan

que hoy en día está....para mí es una mierda... pero bueno…lo que nosotros buscábamos era

trabajo” Gabriel.

Esta situación de disputa territorial entre los nuevos movimientos sociales y la estructura punteril

la explican Svampa y Pereyra en su trabajo sobre el t rabajo de las organizaciones piqueteras: “ A

partir de 1996-1997 el territorio del conourbano bonaerense va a convertirse en el escenario de

una confrontación, de lucha ‘cuerpo a cuerpo’ entre las incipientes organizaciones de

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desocupados (sobre todo, los grupos autónomos, independientes de cualquier soporte partidario

o sindical) y la estructura partidaria del Partido Justicialista” (2003:53).

Foucault nos explicará que el poder se inscribe en los deseos “ ...cuanto más crímenes haya, más

miedo tendrá la población y cuanto más miedo tendrá la población, másaceptable y deseable se

vuelve el sistema de control policial57”. El control busca el disciplinamiento y genera la

naturalización de identidades “peligrosas” t rasmit ibles estéticamente. Para Caravelos “Gabriel no

se adecuaba a algún canon que la policía quería establecer o por algunas otras razones, pero lo

cierto es que tuvo un seguimiento bastante evidente, fue detenido en seis oportunidades por 

Doble A, que es la facultad que tiene la Policía, depende de la arbitrariedad o de las ganas quetenga ese díade joder a alguien, de llevarte a la Comisaría en función de supuestamente averiguar 

tu identidad”. El poder se demuestra no solo em el control sino también en la posibilidad de

demostrar arbitrariedad y parcialidad. Por ello suena quizás suena tan desconcertante cuando

Gabriel relatabaque “ellos [la policía] sabían lo que yo hacía, sabían que trabajaba, que no andaba

en nada malo, si ellosandaban todo el díapor ahí”.

El 24 de abril del 2004 se produce un supuesto robo en el supermercado del barrio del que era

dueño un policía que había trabajado en la Comisaría Sexta (con jurisdicción en el barrio de Tolosa

y Ringuelet). Si bien Toni en su primera declaración dijo desconocer a los supuestos asaltes y

describió unas figurasque no se parecían a Gabriel, en la segunda declaración Toni se reúne en la

Comisaría Sexta de La Plata y señala la foto de Gabriel Roser en las carpetas de “modus

Operandi 58”. La foto de Gabriel en el “álbum de malvivientes” y el posterior reconocimiento, es

uno de losprincipaleselementos utilizadospara incriminar a Gabriel en el robo59.

Ante este hecho, la defensa de Gabriel, en manos de los abogadosdel CIAJ, decidió presentar un

recurso de Habeas Data60  ante el Juzgado Contencioso Administrativo, ya que consideró que los

mencionados libros de Modus Operandi  eran ilegales y violatorios de las garantías

constitucionales, como el derecho de defensa en juicio y el principio de inocencia. A pesar de la

férrea reticencia de Fiscalíasy comisarías bonaerenses, el juez Luís Arias dispuso -en una medida

57Fouca 58

5960

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cautelar- que los álbumes fueran secuestradosde las dependencias policiales y se remit ieran a la

Dirección de Antecedentesdel Ministerio de Seguridad de la provincia61.

La detención

“Yo vivía en mi casa con mis hermanos, mi hermana, mis sobrinos;estaba el coordinador del barrio, y un par deamigos, algunos compañerosmástambién.

Golpean a la puerta y.....’¡Policía!’ Nos sacan a t odosafuera, y nos empezarona pedir a todos documentos, y...’¿quién esRoser, Gabriel Roser?’ ‘Yo’, le digo.

‘Ponele lasesposas’. ‘¡Qué mevan a esposar...a mí no me ponen nada!’.‘Vostenés que acompañarnos, mañana te van a decir... en el Juzgado’.” 

Gabriel

A Gabriel, cuando lo detienen, nos relata Sofía Caravelos, le allanaron la casa y rompieron el

interior del comedor. Gabriel entendió que la justicia era justa y aconsejado por su defensora

oficial, dijo em su momento –relata Caravelos- “entonces‘bueno, yo no tengo nada que ver, hagan

un reconocimiento en rueda... Yo estoy seguro que la supuesta víctima del choreo no me va a

poder reconocer en un reconocimiento en rueda”. Gabriel no sabía en este momento, que Toni, la

supuesta víctima del hecho, ya había estado en la Comisaría, ya había visto la foto deRoser en ese

libro del modusoperandi . Al momento de hacerse el reconocimiento en rueda, no fue difícil poder 

identirficarlo62. “Entonces –sigueCaravelos-, se suma uno másuno y el Poder Judicial tieneen esto

un rol fundamental en el episodio, convalida toda esa preparación que hace la cana, toda esa

cocinaque arma la policía, y ordenala prisión preventiva de Gabriel” Caravelos.

La Defensora Oficial, María Vigorelli, vio una sola vez a Roser, un rato antes de su primera

declaración en la Fiscalía. Ante las exclamaciones de inocencia, le recomendó que pidiera una

rueda de reconocimiento. En ella Gabriel fue expuesto ante la víctima junto a personas que en

6162

“N

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nada se parecían a él, como lo demanda el procedimiento. Tresalbañiles, diez añosmayor que él,

con ropa de trabajo, y más altos. Él vestía un pantalón de nylon, zapatillas y una camiseta. No le

dijeron que podía hacer un careo con el testigo; fue presionado a firmar el acta -sin leerla- y fue

llevado a juicio63.

Gabriel fue al poco tiempo trasladado ala Unidad 35 de Magdalena, al lado de la Unidad 28 donde

el 15 de octubre de 2005 murieron 33 personas privadas de la libertad. El 75% de los muertos

estaban en al misma condición que Gabriel a pocos metros: procesados, o sea que eran inocentes

hasta se demostrara lo contrario. Cuando lo entrevistamos por primera vez llevaba tres meses

preso. Estuvo un año y nuevemeseshasta la fecha del juicio.

Para el juicio oral contra Gabriel se movilizó una gran cantidad de personas. El MUP, a pesar de

estar dividido para la fecha, se unió convocando a sus militantes para acampar en los jardines del

Palacio de Justicia de La Plata64. El CIAJtambién convocó, sabían que la presión mediática influiría,

que el tribunal65 se sentiría observado. Así llamó no sólo a organizacionespopulares, sino también

a militantes, estudiantesde la Facultad de Derecho y a organismosde DDHHque tomaron el rol de

Veedores. Figura creadapor el CIAJpara incrementar el control sobre lasformasdel juicio.

En la convocatoria que repart ía el CIAJen volantes y correoselectrónicossolicitando colaboración

y veedores para el juicio, explicaba: “Es por ello, que denunciamos que la persecución de

luchadores populares no se reduce a lo que tradicionalmente se ha entendido como

criminalización de la protesta, sino que también se está echando mano al armado de causaspara

involucrarlos en delitoscomunes”66.

En su estrategia jurídica (y concientemente política), los abogados no sólo tomaron testimonio a

los policías y testigosde la causa, también reconstruyeron el semblante de Gabriel a travésde los

testimonios de amigos, compañeros y hasta testigos cualificados como el caso de la socióloga

Maristella Svampa, que aportó una mirada teórico-contextual. Esto permitió correr el eje de la

causa de robo simplemente, para discutir el armado de causas, la estigmatización y hasta la

63646566

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convalidación de las agencias jurídicas, lo cual era casi una acusación directa contra el fiscal y el

tribunal del juicio.

Para entender el contexto jurídico de esta década esnecesario remit irse a la reforma jurídica del

’98. Fabio Villarruel, abogado de Roser e investigador de las prácticas jurídicas y policiales nos

explicaasí: “Con la reforma del ‘9867 se pasó dela pruebaobjetivaal testimonio como prueba. Hoy

no se investiga. La policía no toma huellassi no que espera que ‘un testigo’ aparezca y denuncie.

Lascausas no se resuelven si no espor la reinade laspruebas que esel testimonio. Ademáscon la

figura del testigo de identidad reservada, se puede inventar cualquier testimonio”. Esa situación

genera también que los jueces deban “mostrarse convencidos” en sus fallos, por ello se puedeobservar que las fundamentaciones (considerandos en la jerga jurídica) sean principalmente de

índole abstracta y valorativa68 y genera un campo prolífico para el armado de causas.

El oficial Maciasde la Comisaría Sexta fue el que detuvo en reiteradasocasionesa Gabriel. Cuando

la defensa le preguntó porquése podía detener a alguien en variasoportunidadesaunque no haya

presentado antes antecedentes, dijo “No sé si alguien que identifiqué hoy o mañana o pasado

tiene algún inconveniente judicial o está armado”. Macías apelaba a la complicidad “ciudadana”

que interpretaba prima face esaszonas como “peligrosas” , desde una concepción de su “ zona de

trabajo”, que Foucault denomina zonas vulnerables, donde el poder policial se aplicará

discrecionalmente afín a la gobernabilidad. ¿Usaríael mismo proceder en un barrio de clase media

que el que usaba en esa zona de Ringuelet? Cuando a Macias le preguntaron por Timoteo, el

menor acusado del mismo delito junto a Gabriel dijo “Timoteo no me sonaba de este hecho, pero

probablemente lo ha hecho” (Diario de campo: juicio, segunda jornada).

El testimonio de Svampa en el juicio abrió laszonas de discusión. Quizás la interpretación de sus

dichospor nosotros no sea la misma que la del Tribunal en su momento. Cuando ella habló, ya lo

habían hecho casi todos los otros testigos, entre ellos varios de los compañeros de Gabriel que

destacaron su compromiso, dedicación en el trabajo militante y sus valores comunitarios. Era una

estrategia de la defensa, uti lizar la “habilitación académica” de Svampa para reforzar el análisisdel

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68-2009.

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trasfondo político del caso. Explicó la categoría de “clasespeligrosas” como una denominación de

las clases hegemónicas para estigmatizar y descalificar a los sectores más pobres, que más

necesidadesreclaman, a la “población sobrante que no podrá”, a los jóvenes, pobres, no blancosy

extranjeros. Y así cae sobre ellos “la mano dura del Estado”. Svampa desarrolló su planteo del

desplazamiento de la Doctrina de Seguridad Nacional  a la Seguridad Ciudadana y que las

organizacionessociales como los movimientos de desocupados son la “encarnación del estigma”.

Luego relató algunos casos de criminalización de la protesta, como el de Cristian Ibáñez en Salta

que terminó estrangulado por la policía y que todo esos casos, junto con el de Gabriel Roser,

serían incorporadosa un informe de Alerta! Argentina que se presentaría en Ginebra a comienzos

del 2006. Terminó su exposición definiendo los modelos normativos de los movimientos socialescomo el MUP, donde una persona con el rol de Gabriel (responsable de seguridad del la regional),

debía construir una relación de confianza y normatividad frente a sus compañeros. Explicó que

éstos eran modelos de comportamiento a partir de las lógicas y concepciones ontológicas de las

organizaciones, que no permit ían las “salidas individuales como el robo” para el cambio social y

que todo ello constituían concepcionesontológicas de esos movimientos (Diario de campo, Juicio

a Roser, 3er jornada).

El eje que nos interesará remarcar sobre el juicio, es la relación entre la criminalización de la

pobreza y la protesta. Si bien las pautas estigmáticas, sumadas a las prácticas analizadas de la

policía que generará culpables en la medida que sea necesario a sus intereses (Villarruel,

2003:129-136), la situación enigmática pero develadadurante lasjornadas, fue la incriminación de

Gabriel por su pertenencia a un grupo piquetero que, no solamente habíadenunciado lasprácticas

del puntero del barrio, sino que su organización se constituía como “ente vigilador” de cualquier 

práctica corruptelar territorial. Gabriel era un referente en el barrio desde su mili tancia y

reputación; su detención, que buscaría corroer su figura de las concepciones ontológicas de las

quehablaría Svampa, seríaparte de la disputa política territorial.

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5. Reflexiones finales. La construcción simbólica y las desparejas arenas de la

criminalización.

“Acá la gente no tieneque tenerle miedo a lospiqueteros,le tieneque tener miedo a la gente quenos

maneja a nosotros, quemanejan el país.Porque esospiqueterosson parte de la gente

que ha quedado enel camino, y no tieneotra alternativa quehacer lo que hace”.

Reynaldo Giles, extrabajador de YPF, kiosquero.

5.1 La construcción simbólica. Aproximaciones a un análisis cultural.

“el dominio y el control de lassituaciones pertenecen a aquelloscuya libertad de maniobra genera,

 para los demás, mayor incertidumbre que la que podrían generar otroscon opcionesmásrestringidas” 

Michael Crozier 

Analizar la criminalización de la protesta social desde la comunicación no podía ser un traspaso

automático de casosal campo comunicacional. No podía solamente basarse en la identif icación de

los funcionamientos de la criminalización como si fueran mecánicas determinadas. Ni t ratarse de

un traspolamiento de la mirada jurídica a la comunicacional, ensimismados en interpretaciones

sobre los discursos penalizadores de la protesta social. Analizarla desde la comunicación será

problematizar la idea de que el derecho no se inscribe solamente en la ley. Una mirada desde la

comunicación/cultura deberá ampliar el espectro de la criminalización, entender la existencia de

múltiples factores que part icipan de su construcción, simbólica y efectiva; visualizar las

continuidades en las lógicas de pensamiento y sus naturalizaciones, sus apropiaciones y

resistencias. Trabajar desde esta disciplina permite confeccionar una mirada que no solamente

interprete discursosy prácticas, sino que puedarecorrer lasmúltiplesrelacionesqueconstruyen el

sentido común penal  (Wacquant, 2000) y las desigualdades concretas que se dan en la

construcción simbólica de la criminalización.

Desde el inicio de esta tesis utilizamos los conceptos de cultura, hegemonía, identidad y

construcción de sentido. Todasherramientas para pensar a la comunicación como “coordinación

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de acciones69” y no como flujos de sentidos u otras consideraciones relativistas como la

hibridación cultural , a la que Giménez definirá como postmoderna ya que “sólo tomaen cuenta la

génesis o el origen de los componentesde las“formas culturales”, sin preocuparse por lossujetos

que las producen, las consumen y se las apropian reconfigurándolas o confiriéndoles un nuevo

sentido” (2005:4) amén de la falta de visualización de las disputas de poder que en esos procesos

se dirimen. Giménez hará una fuerte relación entre cultura e identidad, que nos permitirá

reconstruir la idea de la identificación de los sujetos como sujetos de derecho, “ todo actor social

tiene también un proyecto, esdecir, algún prospecto para el futuro, alguna forma de anticipación

del porvenir. El proyecto (personal o colectivo) está muy ligado con la percepción de nuestra

identidad, porque deriva de la imagen que tenemos de nosotros mismosy, por ende, de nuestrasaspiraciones” (Giménez, 2005:8-9).

La mirada cultural de la comunicación nos ubicará en las mediaciones, en las interacciones

comunicativas70 , en las puestas en común, en las disputas simbólicas y en las prácticas que

generan sentido. Sentidos que se harán concretos en la medida que estén legit imando

autoridades, sentidosde la verdad, del saber y el poder, o quemoldeen identidadesy estigmas.

El concepto de hegemoníapropuesto por Antonio Gramsci revolucionó lasmiradasque concebían

a la sociedad en términos de dominación. No podía pensarse ya un poder acabado y localizado

sino que comenzaba a definirse como un conjunto de pujas de relaciones de fuerza en una

constante renovación y construcción, enmarcada en una dialéctica en movimiento entre

estructura y superestructura. Barbero citará a Williams que para correrse de una idea de

dominación pensará en “un proceso en el que una clase hegemonizaen la medida que representa

interesesque también reconocen de alguna maneracomo suyos lasclasessubalternas(…) Será un

proceso vivido” (Martin-Barbero, 1987:85).

El concepto de hegemonía será utilizado como herramienta conceptual a priori de la idea de

construcción simbólica ya que es “clave para entender los modos como las clases sociales se

69 Ciber 

www.labcomplex.net70 –-

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relacionan desde el punto de vista de la construcción de sentidos” (González, 1994:14).

Trabajando desde una “elaboración teórica de la hegemonía que permitiera acercarse a esa

complejidad sin hacerla inservible por lo basto de sus recortes, y que nos permita lugar para

pensar no sólo en la diversidad o la distinción cultural, sino privilegiadamente las zonas de

indeterminación, cruce, intersección, interpretación en que se tocan las culturas de clases

objetivamente diferentes e incluso contrapuestas” (González; 1994:14-16). La idea de la

construcción simbólica explica el movimiento continuo en la significación. Que se entiende como

“el proceso de simbolización o el conjunto de procedimientos mediante los cuales los sujetos

dotan, intersubjetivamente, de sentido a la realidad” (Reguillo;1998: 21).

Las relaciones sociales que dotan de sentido la realidad son disparejas, por ello reflexionaremos

desde la propuesta de Michel De Certau (1996) sobre las posibilidadestácticas o estratégicas que

posibilitan los lugares desiguales desde donde se juegan las disputas de poder. Los saberes

construidos socialmente desde diferentes modos y maneras de organización, observables en

épocas del Estado de Bienestar o del capitalismo más tendiente a la producción, habían

posibilitado miradas estratégicas que les permit ieron pensarse a futuro, proyectarse como

sociedad, generar esperanza, desmantelar incert idumbrese historizar prácticasde poder y sujetos

políticos. La fragmentación social sumada a la profundización de las desigualdades sociales,

generaron aislamiento, incertidumbre, resignación y desconfianza. Esas formas del estar juntos

devienen en miradas tácticasde la construcción de sentido, donde se prioriza lo individual sobre lo

colectivo y pierde poder. En este contexto hacen sentido frasescomo: tenemos todos las mismas

oportunidades, somos todos iguales ante la ley, el éxito se basa fundamentalmente en el mérito,

que resultan eufemismosdel "sálvese quien pueda". El profundo vaciamiento del Estado Moderno

y, por consiguiente de susposibilidadesde contención social y de regulador del mercado, colocaa

las burocracias estatales en organismos de respuesta a lo inmediato. Lo inmediato como

imposibilidad de proyección de crecimiento, como respuesta/reproducción de los discursos

punitivos que identifican en los emergentes sociales del delito menor, las causas de problemas

estructurales. Esta mirada se generalizará desde los miedosmásinmediatos de las clasesmedias.

Como dirá Rosana Reguillo: “Estas categorías sociales son, para el análisis, dinamizadores de la

acción social. Condición y producto, causa y efecto de la desigualdad. Esto permite entonces

enfatizar que los estudios culturales se inscriben necesariamente en las relaciones de poder”

(1998:21).

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5.2. Criminalización. (In)definiciones. Pegarle al enano.

Los análisis desde el derecho penal sobre la criminalización de la protesta social termina

generalmente anclado en tres situaciones: i  en las prácticas de las agencias punitivas, o sea la

 judicialización; ii en losanálisisclasistasdel derecho penal, que esla propuesta de loscriminólogos

críticos provenientes del marxismo, y iii  en los corrimientos de las responsabilidades del Estado

sobre los problemas de índole social al penal.

Si bien los trabajos del Juez Eugenio Zaffaroni -destacado en el ambiente penal por sus tratados

garantistas- no ha trabajado la criminalización de la protesta. En sus últimas conferencias71

serefir ió al código penal y a lasagencias judiciales como “medios de comunicación” del Estado. Con

este análisis daba cuenta que la generación de leyes -o fallos según corresponda-, eran mensajes

que eran producidos como respuestas a las demandas de los sectores que pedían mano dura. O

sea, diríamosnosotros, concrecionesresultantesde disputaspor el sentido de la pena.

Siguiendo con las definiciones de la criminalización desde el derecho ( i ) nos acordamos de la

entrevista de Jerónimo Pinedo a Pablo Solanas72, dirigente del MTD Lanús, el primero determina

cuatro instancias, acordadas por los autores, para estructurar la criminalización: Primero la

intimidación, luego la persecución, más tarde la judicialización y por último la punición (Pinedo;

2003:340). Rodriguez Alzueta dirá que la judicialización esuna consecuencia de la criminalización

(Rodríguez Alzueta;2003:36) y Villarruel determinará en el mismo libro, dos etapas de

criminalización: “...la etapa de la criminalización primaria se identifica con la formulación de la

política criminal por parte de las agencias legislativas, la criminalización secundaria lo hace con la

configuración por intermedio de las agencias policiales, judiciales y penitenciarias”

(Villarruel;2003:131). Yexplicará quesi bien la primera está delineando un programa al cual deben

atenerse lasagenciassecundarias, estas, cuando lo actúan le imprimen trazosdiferencialesque no

estarían sino reformulándolo desde la práctica.

Desde un análisis de índole clasista (ii ) aparecen los autores de la Criminología Crítica o

Criminología de la Liberación como Lolita Anillar de Castro, Alessandro Barata, Roberto Bergali,

71 habla72Public

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casi todos herederos del italiano Massimo Pavarini. Todos, en cierta medida, coinciden en hablar 

de proceso de criminalización, esel proceso mediante el cual lasestructurasde poder, los órganos

de control social, fabrican al criminal,73 en un círculo vicioso donde la materia humana se vuelve

monedade cambio paramantener el sistema penal en funcionamiento.

Desde esta línea clasista, podemos sumarnos también, con una genealogía enumerativa de la

criminalización de las irrupciones. Irrupcionesestas de los sectores subalternos al status quo. Así

serán entonces criminalizados los malonesde frontera en el siglo IXX, los gauchos que en su libre

vagar cuestionaban los intentos de moldear los cuerpos para el trabajo74; los inmigrantes y sus

luchas de razón proletaria a fines del siglo IXX y comienzos del siglo XX; los anarquistas, losperonistasproscriptos, lossubversivos, losdesocupados, lospobres, los marginales.

La lógica del carnicero (iii ) es la lógica del derecho penal hoy, según Eugenio Zaffaroni. Porque el

derecho penal insiste en querer resolver todos los problemas aunque nunca nadie haya dicho que

eran problemas penales. Como si al carnicero de la esquina le hubiesen pegado carteles en la

puerta que digan “Banco”, “Agencia de viajes”, o “Farmacia”, y éste, en vez de negar esa falsa

impronta, no sólo recibiera a las personasque buscan estos servicios sino que además trataría de

responder a lasdemandasde los clientes.

Si el Estado estará en problemas para solucionar los problemas sociales, producto de las nuevas

formas que tomó el capital, la salida será a través de la punición de los delitos más observables.

Entonces:

“no tenemos más a losdueñosdel capital, no tenemos más esos ‘varones del dinero’. Estamos

hablando con gerentes, operadores. No se tiene capacidad de resolver nada. Y la mayor renta

en el menor tiempo se obtiene ¿donde?: Donde hay mano de obra más barata, donde hay mano de obra esclava, donde hay menor inversión social. El capital va buscando eso. Y el 

Estado Nacional es cada vez está más débil. Y los políticos, los operadores de esos Estados

Nacionales debilitados se quedan sin poder, sin capacidad de resolver esos conflictos: los

confli ctos sociales” (Zaffaroni, 2001).

73 -    www.prensamercosur.com.ar 74       

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Ysi el Estado no puede resolver la cuestión de fondo recurrirá a la respuesta rápida, el político que

en su acto legislativo seguirá en campaña, traducirá la demanda de los sectores que reclaman

seguridad desde las modificaciones legislativas, que, en la mayoría de los casos se traducirá en

aumentar laspenas.

Zaffaroni apela a la lógica del político: “Entonces tenemos que brindar seguridad, no podemos

esperar ni un segundo. ¿Cómo? Vamos a centrar la atención en aquellas amenazas más

inmediatas. Aquel que está esperando en la esquina para robarme el dinero, aquel me va a

golpear en la cabeza para robarme el reloj. Entonces estoy centrando la atención en la seguridad

urbana. Aquella inseguridad inmediata es la inseguridad urbana. Se llega así al delirio de lainseguridad urbana. Con esto, los políticos van a hacer propaganda, demagogia retribut iva,

demagogia vindicativa.” Será como ese antiguo juego de los parques de diversiones que se

llamaba “Pegarle al enano”. Era una mesa con agujerosde donde salían cabezasdel tamaño de un

puño y con un mazo había que pegarlesantes de que se escondieran. El Estado juega a pegarle al

enano desde el derecho penal, solucionando los emergentes socialescon golpes automáticos, con

la (i )lógica del derecho penal, la lógica del carnicero. “Es evidente la tendencia universal a

‘desplazar todos los asuntos públicos al terreno de la justicia penal, a criminalizar todos los

problemas que, según se supone o se imagina, pueden poner en peligro la protección de una

persona, de su cuerpo y de suspertenencias’75” (Bauman:1998:61).

En la entrevista a Zaffaroni, el juezde la Corte Suprema amplió la lógicadel carnicero a la discusión

sobre la criminalización de la protesta social, para él “la realización [o concreción] progresiva de

los derechos humanos de naturaleza social es una cuestión política. Entonces no se puede

convert ir una cuestión política en una cuestión judicial. Al pretender criminalizar la protesta social,

ampliando lostipospenales, lo que se está haciendo essacar un problema de su contexto natural,

y dándole una estructura de carácter artificial la cual nunca vamos a poder resolver. La

criminalización artif icial de la protesta social no hace másque complicar un problemapolítico y no

resolverlo”. Pero ese desentendimiento deviene de un fenómeno económico/político enmarcado

en los desplazamientos del neoliberalismo, lo que supone menor intervención “incumbiendo a los

propios interlocutores económicos y sociales el resolver los conflictos y las contradicciones, las

75

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hostilidades y las luchas que la situación económica provoque, bajo el control de un Estado que

aparecerá, a la vez, desentendido y condescendiente”(Foucault, 1978:7).

5.3. Construcción del sentido de la criminalización de la protesta social.   Arenas de lucha e

individualización de los colectivossociales.

“Un tribunal de juicio no puede utilizarse como tribuna política(…) sería muy injusto queporque alguien

que esde unmovimiento políticotiene másposibilidades.” 

Fiscal Marcelo Eduardo Martini, juicio a Roser 

La criminalización de la protesta social en un constructo social que justif ica/genera la

 judicialización desde estigmatizaciones culturales y que mayormente es ejecutada sobre sujetos

individualizados. Los individuos más desprotegidos, los que sufren la afacia cívica76 , son los que

deberán generar estrategias colectivas que legit imen su derecho social. La protesta de los pobres

sólo será escuchada cuando sea multitud. En tono cínico sería como si la sumatoria de las

personas pobres representara su civilidad. “Según Melucci –dice Giménez- la identidad colectiva

define la capacidad para la acción autónoma así como la diferenciación del actor respecto a otros

dentro de la continuidad de su identidad” (2005:17). Ypara enmarcar este postulado, el abogado

de la CTA se pregunta: “Pensemos primero…¿Tienen trabajo? ¿Tienen educación? ¿Tienen una

vivienda digna? Bueno, si no lo tienen, lo más lógico es que salgan a protestar porque hay un

derecho constitucional infringido”77.

Criminalizar la protesta social implicasignificar en clavepunit iva acciones colectivas, que, como en

el código penal no existen tipificaciones para estas acciones –no está penada la protesta social

salvo susconsecuenciasmateriales o efectosen laspersonas-, se reinventa debiendo individualizar para el castigo. Como la justicia condena individuosy no grupos, lasprácticas de la criminalización

serán individualizantes pese a que comúnmente resulten de entramados grupales y sectoriales.

Las tipificaciones máscomunes contra la protesta social serán la intimidación pública, la coacción,

76 

2003b:50).77

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la usurpación y el corte de ruta. Este último judicializado individualmente, pero tornado colectivo

en las represiones. “...cuando la pobreza se organiza, el Estado pasa de la criminalización de la

 pobreza a la criminalización de la protesta” (AAVV, 2003:12). Como pudimos ver anteriormente,

en el caso de Gabriel, acusado de robo, la criminalización de la pobreza se entrecruzó con la

criminalización de la pobreza,quizástan vieja como la propiedad misma.

La criminalización de la protesta social será el producto de múltiples factores en puja. Las

identidades individuales y colectivas, los reconocimientos y estigmas, las lógicas de pensamiento

de los sectores que participan de su construcción simbólica y efectiva, las prácticas naturalizadas

de los actores intervinientes y, por ende, cada lugar o práctica del proceso de la criminalizaciónserá una arena de lucha por la configuración del sentido penal: las prácticas de las agencias

 judiciales, los medios de comunicación masiva, las formas de las protestas, o un juicio oral; y,

como pudimosver, hasta laspropias reuniones de los sujetoscriminalizados, susmesasfamiliares,

susdiscursose interacciones.

Quién será más delincuente que otro o qué sector social será más permeable al estigma será

cuestión de la construcción de valoraciones sociales: “Las categorías clasificatorias y expresivas

están constreñidas por marcos normativos y sistemas de reglas y se encuentran

permanentemente expuestas a procesos de ajuste a través de los mecanismos de sanción y

aprobación social” (Reguillo Cruz, 1996:66). Los niveles de sorpresa que aparecerán en los sujetos

  judicializados ante su judicialización, será un parámetro de lectura de los niveles de

permeabilización a la criminalización. Lasnaturalizaciones socialesse cristalizan como estructuras

de plausibilidad : las condiciones objetivas que hacen posible una práctica. Ellas “…se conciben

como condición y producto de las prácticas socialesy que son sostenidasmediante al interacción

simbólicamente mediada, es decir, por el acuerdo social objetivado en códigos significantes”

(Reguillo Cruz, 1996:49). Es interesante observar los enormesnivelesde sorpresa que aparecen en

todas las entrevistas sobre los casos de los ex trabajadores de YPF y PM, pero no así cuando se

trata de Gabriel Roser. De hecho, ni siquiera él estaba sorprendido de su propia judicialización. La

naturalización es la validezglobal del orden de lascosas, “la verdadera condición de la hegemonía

es la efectiva autoidentificación con las formas hegemónicas; una ‘socialización’ específica e

internalizada de la quese espera que resulte positivapero que, si ello no esposible, se apoyaráen

un (resignado) reconocimiento de lo inevitable y lo necesario” (Williams, 1980:141).

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Las identidades construidas, los roles y estigmas generan sentidos efectivizados en las prácticas.

Naturalizaciones de los modos del ser cotidiano a partir de los roles de los actores sociales. La

sorpresa de los ypefianos nos comunicará sobre la mirada construida sobre ellos mismos y sus

acciones consecuentes, que chocarán con las identidades que necesit arán construir las agencias

  judiciales para sostener su criminalización o justificar sus convalidaciones anteriores. Las

identidades de los ypefianos serán construcciones arcaicas que se vuelven residuales78 , una

continuidad de su identidad de trabajadores de plenos derechos y sujetos a derecho, -identidad

que se intentó sepultar junto a las empresas estatales-. Sostener actitudes de ciudadanos79, su

derecho a la isegoría80

y a la protesta pública, no coincidirá con su estado de desocupados y susprácticas piqueteras. Por ello, en el contexto analizado, los sorprendidos de su criminalización

serán ellosmismos.

Hay una cosificación del individuo desocupado. Un desplazamiento violento hacia la indigencia,

que deja de ser la identidad de sujeto de derecho. “La tendencia totalitaria, según la enigmática y

concisa definición de Hannah Arendt, es la tendencia a ‘volver superfluos a los seres humanos’,

redundantes, descartables como individuos, como seres con sus propias motivaciones, ideas,

preferencias y sueños, como seres ’privados’ en el sentido de que eluden cualquier ejercicio

clasif icatorio ajeno a la idiosincrasia única de cada criatura humana” (Bauman, 1998:97). Gabriel

Roser no tendrá esa contradicción, él como sus pares serán la “encarnación del estigma81”. Las

vecesque fue llevado a la comisaría, el hostigamiento policial en el barrio y en el centro y hasta su

temporada en la cárcel fueron interiorizadas por él con la naturalidad de lo plausible. Giménez

explica este proceso retomando articuladamente los preceptos de las “prácticas” de los Estudios

Culturales y el concepto bourdieano: “(…) los significados culturales se objetivan en forma de

artefactos o comportamientos observables, llamados también ‘formas culturales’ por John B.

Thompson por ejemplo, obras de arte, rit os, danzas…; y por otra se interiorizan en forma de

‘habitus’, de esquemascognitivoso de representacionessociales” (Giménez, 2005:4).

7879ofi

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Lo interesante de la figura de Gabriel es su cualidad mediatizadora. Su identidad fue campo de

disputa del sentido de la criminalización. Su cuerpo, la efectivización de la criminalización en el

encierro. MientrasGabriel estaba preso le realizamosuna entrevista al Fiscal Marcelo Romero, en

ella lo consultamospor el caso Gabriel Roser –entre otros temas- y advirt ió que no era un caso de

persecución política sino que simplemente era un caso de un político que había cometido un

delito, y que iba a ser enjuiciado por ello. Se olvidaba claro, que era inocente mientras no fuera

condenado firmentente por un tribunal.

La elección de Romero para la entrevista no fue casual. Él se habíadestacado en la palestra judicial

por un dictamen dondeproponía un Reglamento General para el departamento de La Plata, dondeordenaba a la policía a detener, en caso de marchasy obstrucciones en la vía pública, a aquellas

personasque tuvieran palos o gorros y también, que podían filmarlos. Por este reglamento el CELS

 junto a la CTA, presentaron un descargo en la Procuración Provincial y este fue anulado, yaque los

fiscales –según la procuradora María Falbo- no pueden intervenir en las manifestaciones cuando

no se hacometido delito82.

Estando preso la identidad de Gabriel se traspolaba en relación a Romero. Sus compañeros de

encierro, paresde clase y quizásen gran parte auto-identificadoscon el delito, le decían: “vosno

sos un delincuente”. Lo reconocían como luchador y lo alentaban a continuar su camino como

piquetero. El tipo penal armadocontra Roser essignificativo para el análisispor dosrazones. Hasta

su caso no se había defendido desde los sectores populares organizados, una defensa a un

militante que tuviese una causa de robo calif icado. Las protestas contra la criminalización eran las

de tipos penales clásicosde la protesta social. Además el peso específico que tendrá el robo en el

derecho, la carga institucional será tal como laspenassobre él impuestas. El robo cargará con una

identidad propia, será la t ipificación clasista por excelencia. La ilegalidad del robo, sus numerosas

variantes de tipificación, y la institucionalización de su castigo proviene de la necesidad de la

burguesía ascendente de los comienzos de la modernidad, como forma de defender su principal

valuarte, la propiedad privada.

Romero sostuvo en la entrevista que el derecho a la libre circulación era tan importante (y quizás

más) que el derecho a la protesta. Ya queél consideraba quelasprotestas tenían que hacerse “sin

molestar a los ciudadanos” por ende, esa mirada no contemplaba a los sujetos que protestaban

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como ciudadanos. Ponce Núñez le respondía a través nuestro: “Vos tenés derecho a pasar, no me

cabe duda. Podrás pasar, y por ahí tenés que dar unas vueltas, hacer cien metros más...En

cambio, el sujeto que viene a protestar, si hoy no se lleva el bolsón de comida, los pañales, la

atención médica, y, por ahí, se te muere, como se mueren loschicospor desnutrición en la ciudad

de La Plata”83.

 Arenas84

La criminalización de la protesta social es construida simbólica y efectivamente desde múltiples

factores, decíamos párrafos atrás. Intentaremos problematizar a vuelo de pájaro algunas de las

arenas de lucha donde se disputa el sentido de la criminalización. Siendo éstas, más propuestaspara investigaciones futurasque sentidos acabadosde esosespacios.

Una de lasarenas mássignificativas son losmediosde comunicación, esos“centrosde irradiación”

dirá Gramsci (en Reguillo Cruz, 1996:70). Es necesario incorporarlos no sólo como centros

difusoreso conductores/productoresde sentido, sino como agentesquepart icipan de las disputas

de sentido de lo cotidiano. Analizarlos desde la cultura permit irá incluirlos como arenasde lucha

de la criminalización. Arena que serádispareja y yaque“hoy día ninguna tomade la Bastilla puede

prescindir de los medios de comunicación” (Reguillo Cruz, 1996:74). Para entender los medios

como espacios de disputa cultural y política Martin-Barbero dice que “en su relación con los

Formatos Industriales(discursos, programas, y parrilaso palmisestos) las ritualidades constituyen

gramáticasde acción –del mirar, del escuchar, del leer- queregulan la interacción entre espacios y

tiempos de la vida cotidiana y los espacios y tiempos que conforman los medios. Lo que implica,

de parte de los medios, una cierta capacidad de poner reglas a los juegos entre significación y

situación” (1998). Caravelos afirmaba consiente esta lucha como parte de la estrategia: “Sabemos

que para que la causa de Gabriel Roser sea considerada política uno de los elementos son los

medios. Nosotros tenemos que insistir ahí. Tenemos que intentar que a Gabriel lo visualicen no

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como un preso más, sino como un preso político. Sabemosquetenemosque apuntar a losmedios,

en las radios, en los diarios, si es posible en la televisión también. Tratar de convertirlo de un

chorro común a un preso político”85.

Maristella Svampa destaca que hay una estrategia mediática para deslegitimar la protesta social.

Desde el comienzo de los piquetes organizados en el `97 en Tartagal, Mosconi y Cutral-có, los

medios masivos calif icaron como delictivas a estas protestas. A medida que los movimientos de

desocupados fueron creciendo, legit imándose a travésde su realidad social y ante lo justo de sus

demandas, los medios fueron acomodando la figura del piquetero a un lugar másbenevolente. De

esta manera explicaba Reguillo “para que los grupos puedan dar batalla en el espacio público ygarantizar que su visión – versión de las cosas circule, es necesario primeramente conquistar el

acceso al espacio público, normalmente controlado x el Estado y los grupos dominantes…”

(1996:69).

Otra arena de lucha del sentido es la justicia misma. Aquel que tenga la oportunidad de caminar 

los pasillos de los tribunales y que observe los intercambios desde la óptica propuesta por Jorge

González para los Frentes Culturales86, sabrá que no son impermeablesa lasdisputas políticas o a

los discursos sociales. Para comprender estos espacios como lugaresde construcción simbólica del

sentido de la pena, podemos pensarlos también desde la explicación de Martin-Barbero: “La

sociabilidad se genera en la trama de las relaciones cotidianasque tejen los hombres al juntarse,

que es a la vez lugar de anclaje de la praxis comunicativa, y resultado de los modos y usos

colectivos de comunicación, esto esde interpelación/consti tución de los actores sociales, y de sus

relaciones (hegemonía/contrahegemonía) con el poder. En ese proceso las Matrices Culturales

activan y moldean los hábitosque conforman lasdiversascompetenciasde recepción” (1998).

La judicialización no es una prístina mecánica punitiva, es un proceso donde se juegan múlt iples

factores, sectores, clases sociales, con más o menos representatividad o autoridad. Los jueces

cuando sentencian lo hacen analizando los hechos de acuerdo con lo que se denomina

comúnmente “ las reglas de la sana crítica” que conforman sus crit erios. Todo ese conjunto de

cosas que hacen al “buen pensar”: nace teóricamente del conocimiento científico pero también de

8586 129-150.

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suspropiosvaloresy prejuicios, losde todoslosdías, losde clase, lospolíticos. “Para muchascosas

de todos los días, no necesito el pensamiento científico” dice Ponce Núñez interpretando una

mirada de juez. “El juez puede hacer la comidade cada día sin llamar a un super-chef, no necesita

hacerlo. Bueno, estascuestionesde sentido común también ayudan a que el juezdespués dicte su

pronunciamiento”. El abogado Marcelo Ponce Núñez continua su visión sobre los medios de

comunicación como formadoresde sentido en la esfera jurídica: “ Los medios son transmisoresde

principios y de ideas que generan también ese sentir medio social, que luego se transforma en el

sentido común. Y el juez forma parte del medio social, no es que esté aparte, guardado en una

heladera, no. Lee el diario, ve la televisión, lee las revistas, se informa; por otra parte t iene que

estar informado”87

.

El juicio oral propiamente dicho, y en este caso analizando el realizado contra Gabriel Roser, que

tuvo part icularidadesen otros juicios no vistascomo la mediatización, la observación de veedores

externosrepresentantesde los DDHHy la aparición fuertesdiscursosgarantistasproducto de todo

ello, puede analizarse como frente cultural 88 . Los ingredientes de González estarán todos, las

apropiaciones, las legit imaciones a la autoridad y las resistencias. Cocinas de construcción

simbólica dondeal abrir el horno podrán salir hombreslibreso presos.

5.4. La cremallera.

“¿Entonces de qué Estado estamoshablando?Estamoshablando de un Estado de derecho,

en esencia muy democrát ico, pero cada día menos social”.

Eugenio Zafaronni,Entrevista para Marche Preso

A partir de la mirada de Zafaronni interpretamos que desde algunossectores del derecho hay unintento por desmarcar los problemaspolíticosdel coto jurídico. Lo contradictorio se generará en el

momento en que, si bien los abogados de los organismos que defienden a los sectores populares

intentarán quitarle el velo a una disputa que aparece como jurídica y es en realidad política o

social, siempre terminarán debatiendo en el plano jurídico. Sin embargo se hace explícito –y esto

puede observarse en las formas que toman las redes de defensa de los derechos humanos- la

87

88

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interrelación necesaria entre abogados y las organizaciones populares, como así también la

construcción de una mirada que supere la dimensión penal de la judicialización de los milit antes

populares.

Las proyecciones económicas que analizan la proyección del sistema capitalista actual resultan

más que desalentadoras: “si continúa la tendencia actual, el 20% de la (potencia) fuerza laboral

global, bastará para `mantener en marcha la economía (sea lo que seaque esto signifique), hecho

que reducirá al otro 80%de la población actual a la categoría de económicamente redundante”

(Bauman, 1998:28). Los presagios en esta línea resultan lógicos en una concepción de la

transformación hacia un Estado Penal (Wacquant, 2000); desde el terreno indagado la lógica serepite:

“Va a haber una nueva vuelta de tuerca hacia criminalizar la protesta (…) creo que esto está

centrado en que el gobierno no puede dar respuestas, está discapacitado para darlas. Yono sé

si es que no encuentran el camino, no encuentran la salida, no me preguntes. Si vos me

preguntás a mí qué habría que hacer, es fácil, no es tan complicado: hay que redistribuir de

otra manera la riqueza en la República Argentina” Marcelo Ponce Núñez89.

La tendencia acriminalizar la pobreza y a lospobresorganizadosen protestas seguirá en aumento.

La tarea de la comunicación será evidenciar la participación de todo el conjunto social en la

construcción simbólica de la protesta, anclando y marcando los hábitos de recepción moldeados

desde los procesos hegemónicos. “…hay que captar cuáles son los puntos neurálgicos que

sostienen al sistema, obviamente para conquistarlos. Ladificultad que Gramsci prevé es que estos

mecanismos son productos de largos procesos de infiltraciones capilares en la sociedad” (Díaz

Salazar, citado en Reguillo Cruz, 1996:60).

89.

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Epílogo

Para realizar una descripción más acabada del reencuentro con lossujetos de este trabajo, cuatro

años después de la escritura de su primera versión, haremosun brevísimo recorrido de la política

de la última década, haciendo hincapié en las prácticas, relaciones políticas y significados que se

constituyeron alrededor del kirchnerismo. Este apartado es igualmente un recorte que apunta

solamente a darle densidadcontextual a last rayectoriasrelatadas.

Es indudable que los comienzos del milenio estuvieron atados social y económicamente a los

procesoscaracterizadosen el capítulo 3 de este trabajo sobre lastransformaciones de los años90.La pérdida del Estado en su capacidad contenedora y un profundo proceso cultural individualista

que se contraponía a los metadiscursos del bien común, se tradujeron en un descreimiento de

cualquier proceso político quese nominaracomo tal90. La pauperización laboral, la desocupación y

las angustiosasposibilidades de consumo, constituyeron grandes núcleos de pobreza e indigencia

visualizados como situaciones inamovibles. El gobierno de la Alianza, desplazado por la

indignación popular y lasvisionesde inamovilidad que se habían cristalizado, no quiso modificar el

sistema de convert ibilidad que se derrumbaba y se amparó en las mismas medidasde ajuste que

suspredecesorespara contener a los temidos “inversores”.

Para el 2002, luego de la caída de De la Rúa y una sucesión de presidentes que no sostenían la

legitimidad, asumió provisoriamente Eduardo Duhalde. Caudillo de la provincia de Buenos Aires,

conocido por su poder de movilización y control territorial de los sectores más carenciados del

conourbano, sumado auna dudosa madeja de relacionescon lo queél denominó “la mejor policía

del mundo”91 y constructor de una trama de relaciones que incluyó a gran parte de los jueces y

fiscales y que aún perduran. Para ese año más de 800 mil personas se sumaban a las filas de

desocupados, lo que se plasmaba en una desocupación del 20% o del 30% si se sumaba la

subocupación (Basualdo, 2008:1).

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La asunción de Néstor Kirchner a la presidencia como delfín de Duhalde, colocó visualmente su

discurso de la “transversalidad92” en sectoresde lasorganizacionessocialescomo cebo de una tela

de araña. La propuesta del gobierno kirchnerista significaba la apertura política del mismo y una

invitación a la participación de los sectores populares a la discusión sobre la gobernabilidad. En

medio de las claras tensiones de poder con Duhalde, Kirchner buscaba aliados por fuera del

aparato justicialista, evidentemente relacionados a los dispositivos duhaldistas y menemistas. A

pesar de las “señales” progresistas que el gobierno enviaba a las organizaciones sociales y de

DDHH, los antagónicos debates que se plantearon las organizaciones y la visión latente de la

cooptación posible que golpeaba la ontológicaosamenta moral de ellas, dilataron laposibilidad de

una alianza popular. El proceso fue a medias. En torno de medidasde institucionalización como laremoción de la Corte Suprema de Justicia y de la Cúpula de las Fuerzas Armadas, de los juicios

contra los represores de la última dictadura militar, de las alianzas estratégicas con los países

latinoamericanos contra el ALCA y de medidas económicas que apuntaron a las mejoras sociales,

los sectores progresistas (entiéndase populares, reformistas, latinoamericanistas, de izquierda)

debatían su apoyo al ver en las filas kirchneristas a actores y prácticas de la política anterior:

“observamos que se perpetúan en cargos importantes tantos representantes de la dirigencia

política vinculada a la época menemista93” decía en el 2006 Maristella Svampa, investigadora de

laslógicasperonistasy lossectorespopularesmovilizados.

Svampa caracterizaba al kichnerismo como continuador de las políticas menemistas en tono

populista. “El decisionismo se constituyó en la clave de bóveda del nuevo modelo de dominación,

visible en la tendencia a gobernar a través de decretos de necesidad y urgencia, así como a

disciplinar y/o cooptar las voces disidentes, mediante un estilo de liderazgo peronista”94. Puede

leerse en esta caracterización algunas formas de entender la política peronista como la concibió

gran parte de la izquierdaargentina quese parapetó en la oposición.

Si bien es una característica del peronismo la estructura basada en relaciones vert icalesy con una

inflación de la imagen del/ la líder, no encontramos que los niveles de decretos de necesidad y

urgencia de los gobiernos kitchneristas superen gobiernos anteriores. Pero más desatinado

92,93   http:/ / www.revistacrisis.com.ar.94 .

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supone pensar que se disciplina “y/o coopta las voces disidentes”. Implica ante todo una

subestimación de todas las fuerzas que por decisión política (que en muchas organizaciones

supuso rupturaso profundascrisis, como el caso de la CTA95 o el MUP96, íntimamente relacionados

con loscasosde esta investigación) se han incorporado –a veces de lleno y otras tangencialmente-

al gobierno. Un caso para el ejemplo esel de lasMadresde Plaza de Mayo, que, al igual que otros

organismosde derechoshumanos, se sumaron primero desde la luchareivindicatoria del pasado y

luego con acciones sobre el presente. Su participación no podría leerse como una actitud

disciplinada a las órdenes del kitchnerismo, sino como espacios que pujan los sentidos del

gobierno y disputan con otros sectores lasorientaciones de laspolíticaspúblicas97.

Es destacable sí que los sectores que corresponden al “campo popular” o con ánimos de

transformación social, no ocuparon en el gobierno kirchnerista espacios de poder muy

significativos, y muchosde ellosquedaron relegadosa espacios simbólicos. La apertura hacia otros

sectores planteada por el gobierno implicó que un acotado número de organizaciones populares

que no pertenecían al campo del justicialismo, se sumaran al proyecto. Losmás notorios fueron el

Movimiento Evita, la FTV98, Libresdel Sur (que luego sedistanciaron) y en menor grado el MUP. En

este sentido, con un tono sesgado pero atinado en lo concreto, Svampa caracteriza que “los

avancesde lasorganizacionessocialesintegradasen el campo del gobierno han sido muy magros y

en no pocos casos su rol apunta a la legit imación de un modelo asistencial-participativo, lo cual

consolida la inclusión de los excluidos como excluidos”99. Sin embargo no sucedió lo mismo con el

“aparato cegetista”100 que conduce Hugo Moyano, que demostró más poder movilización y se

convirtió en un fuerte aliado, al punto de disputar la posibilidad de su candidatura a

vicepresidente para laseleccionesdeoctubre del 2011.

La participación de los asalariadosen el ingreso en el año 2007 (28%) essignificativamente inferior 

a la vigente en 2001 (31%);a pesar de que la ocupación creció un 16%en relación al primer año del

959697 98Fede99  http:/ / www.revistacrisis.com.ar.100Camioneros.

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siglo, “el salario real fue prácticamente igual al que regía en ese mismo año” (Basualdo, 2008:2-3).

Por su parte Svampa contrapone el crecimiento anual de la economía argentina (entre 8 y 9%

anual) con un “aumento notorio de la precariedad”, situación basadaen el aumento del trabajo no

registrado (44,3%) y que el costo laboral, en relación a los costos de 2001, descendió un 30%101.

Concretamente el PBI aumentó el 31%entre 2001 y 2007, y la masa salarial (equivalente al salario

real por la ocupación) lo hizo sólo en un 16% (Basualdo, 2008: 3). Según el economista, la

explicación a esta sit uación se encuentra en que “el PBI, no solamente creció en forma

continuada a tasas sumamente elevadas (entre el 8%y el 9%anual) entre 2002 y el 2007, sino

que aumentó claramente por encima de la combinación de salario real y ocupación (masa

salarial)” (Basualdo, 2008:3) lo que explicaría, en parte, este desfasaje entre las percepcionesdelasmejorassocialesy lasrelacionesdiferencialesde ingresos.

Entre las accionesmáscontundentespor la perspectiva a largo plazo, hacia lossectorespopulares,

se encuentra la renacionalización del sistema previsional, que durante el menemismo había sido

cedidos a las multinacionales. Ello signif ico la recuperación de una sangría que constituía el 40%

del PBI. Esto supuso además un aumento de la tasa de cobertura del sistema previsional, para lo

cual recuperó a 2,35 millones de personas que habían sido dejadasde lado por los comisionistas

de la jubilación privada, de modo que nueve de cada diez en edad de jubilarse reciben

actualmente un beneficio del sistema previsional, cuando la tasa de cobertura hacecinco años no

pasaba del 55 por ciento102.

Para finesdel 2007 la desocupación habíabajado al 8%103 y, si bien losingresosde los trabajadores

no alcanzaban el porcentaje del ingreso de principios de siglo, las condiciones concretas de los

trabajadoreshabían mejorado sustancialmente. Al aumento del salario mínimo, vital y móvil, y la

incorporación de aumentos de salario de suma fija al salió básico, se le incorporaron dos espacios

de negociación: se retomaron los convenios colectivos de trabajo y se abrió una política de

contención de precios, principalmente con cadenas de supermercados para los productos de la

canasta básica familiar y con políticas de regulación de servicios. Según Basualdo, esta política

lograda con Decretos de Necesidad y Urgencia, podría haberse sustentado mejor si se hubiese

101  http:/ / www.revistacrisis.com.ar .102 .103

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tratado en el Congreso, donde muy probablemente hubiese tenido un amplio apoyo y no tantas

críticas y escolloscomo los tuvo.

El eje de las movilizaciones que se habían generado desde los movimientos sociales y que

protagonizaron la escena callejera de principios del milenio, se basaba en el profundo

desbaratamiento social que conllevaron las políticas de ajuste y desregulación. Los procesos

llevados a cabo durante los últ imos años modificaron la escena social. La desocupación bajó a un

7,4%104 (en el Conourbano bonaerense se mantuvo en un 7,9%) y se gestaron un cúmulo de

programas de formación de trabajo o de subsidios a la pobreza. El mayor exponente de ello han

sido las “Cooperativas Argentina Trabaja”, subsidio estipulado para grupos socialespopulares quedeben realizar un mínimo de prestaciones105 entre las que se encuentran proyectos de

autoconstrucción de viviendas, y la Asignación Universal por Hijo, otrora bandera reivindicativa de

la oposición progresista.

Losex ypefianos

Visité a Carlosen la oficinaque la Agrupación Enrique Mosconi (AEM) tiene en una de lassedes de

la CTA en La Plata. Fruto de las diferencias que los debates sobre el kirchnerismo generaron al

interior de las organizaciones sociales, la CTA dividió sus integrantes a un punto cercano a la

ruptura de la central. Carlos y su agrupación quedaron del lado de los que no apoyarían al

Gobierno K. En parte quizáspor las propias reivindicaciones que sostenían desde sus comienzos,

que seguían en pie y sin resolverse. Uno de ellos era la política sobre los recursos naturales

estratégicos. El kirchnerismo siguió manteniendo la política de controles mínimos sobre los

recursos extraídospor empresasextranjeras, prolongó concesiones(Como el caso Pascua-Lama) y,

de hecho, derogó la Ley de Glaciaresque controlaría la extracción. La reivindicación fundamental

de la AEM seguía siendo la Causa8568/99, que se mantenía bajo el ejido del JuezBonadío (al cual

había vuelto luego de que la Corte Suprema determinó que debía seguir el lit igio por él

terminado). “Seguimos en esa tesit ura. Con la causa penal. Es una estafa. Toda una estrategia del

gobierno parano pagarnos”, determinó Carlos.

104105

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En noviembre de 2008 fueron “sobreseídos por el beneficio de la duda” como relata Carlos sin

mucho entusiasmo, a sabiendas que un fallo de ese tipo es posit ivo en el plano individual, porque

termina un proceso jurídico, pero en términospolíticosno alcanza la victoria. La dudaqueda como

estrategia de la Justicia cuando sabe que de su fallo dependen posteriores juicios civilesal Estado

y su exposición del “error” .

Pero ¿qué había ocurrido con los procesados? ¿Qué había pasado con ellos después de que la

Justicia los tuviera pendientesde la incertidumbre durante seis años? Reynaldo seguíaatendiendo

su kiosco a pesar de ser septuagenario. Juan Carlos se había ido a vivir a Brasil y CarlosG. se había

ido a España acompañando a la hija que se habíaido con la crisisdel 2001. Carlos iba relatando lastrayectorias de sus compañeros de lucha. Muchos de ellos ya no participaban, estaban viejos o

cansados. El caso másconmovedor resultabael de DX:

“El otro que está más o menos y que tiene más de un 80% de discapacidad es DX. Estuvo

internado. Cuando lo echan de YPF estuvo internado (…) estaba deprimido en la casa. No quería

salir ni a hacer los mandados. (…) Cuando termina la asamblea en el 2003 y se va a la casa, lo

detienen mal. Así `¡vení hijo de puta!´, lo esposan, la gente del barrio lo sale a defender, porque

era un tipo muy querido. Lo ponen en un Falcon y le empezaron a decir `te vamos a llevar para

allá, para acá, no sabés lo que t e va a pasar? , lo aterrorizaron106. Eso agudizó un proceso que le

generó ataquesde pánico y otrascosas. Ese hecho agudizó toda su inseguridad y paranoia”.

Quedar en la callea comienzosde losnoventa fue para los trabajadoresde YPFy PM un cambio en

sus vidas casi imposible de absorber, t raumático: “Cuando nos sacaron éramos muy jóvenes para

 jubilarnos y muy viejos para trabajar. Hubo muchos compañeros que se suicidaron, él último se

tiró bajo lasruedasdel t ren, el compañero Lezcano”.

Carlos está jubilado recientemente, cobra 2300 pesos, quizás una tercera parte de lo que tendría

que recibir por haber aportado tantos años como operador de planta. Los sueldos de los

petroleros actualmente se encuentran en los diezmil pesos. Cuando hacepoco se había discutido

el 82%móvil, cobrar menosdel 25%implicapara él un insulto a su pasado de trabajador.

106

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Cuando le pregunté sobre su trabajo en el taxi dijo que no seguía, que se dio cuenta que estaba

“viejo para eso, que la calle estaba muydifícil para manejar”. Que se dio cuenta quea vecescon su

personalidad le daban ganasde “bajarse del auto paraagarrarse a trompadas” y que ya no le daba

para eso. Así quevendió el auto y la licencia.

El juicio a los ex ypefianos tuvo poca relevancia en la liturgia popular. Duró cuatro días y pasaron

como testigos ex ypefianos, vecinos que pasaban durante el corte de acceso a camiones, policías,

bomberos de la zona, y los camioneros que no pudieron acceder a Repsol. Fue una seguidilla de

testimonios que aseguraban que los ex trabajadoresde YPF y PM habían desarrollado su protesta

sin poner en peligro de explosión la planta, como así buscaba que se presente la querella (YPF-Repsol SA) y que implicaban los cargos de coacción e intimidación pública. Sin embargo tuvo un

momento de tensión, que casi pone en vilo la libertad de los acusados cuando un camionero dijo

que lo habían “puteado107” y sehabíasido amenazado. Sus dichospodían corroborar los cargos. El

abogado dijo –contó Carlos-:

- “Diga qué pasó”.

-“No no, porque hay mujeres” .

- “Dígalo porque está en un juicio”.

 –“Me dijeron hijo de puta…”

-“Pero eso esinsulto, lo amenazaron o no lo amenazaron?”.

“Yel tipo dudó –siguió Carlos-. Si el t ipo decía `sí, me amenazaron´ estábamosen la lona…”.

A Carlos le tocó representar en el alegato a suscompañeros. En un tono reivindicativo y casi épico

desde su trayectoria de militante dijo: “se equivocaron de acusados, de personas. Acá tendrían

que estar sentados los que realmente cometieron delito de estafarnos. Nosotros éramos dueños

por leyy nosrobaron. No puede ser quelosque vamosa reclamar… queel que nosestafó venga a

hacer la denuncia así de fácil…”.

La fiscal determinó entonces que los sobreseía por el beneficio de la duda, lo que significó una

medida liminal, máscerca de la culpaque de la reivindicación.

107Insultado.

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Gabriel

Hace dos añosque Gabriel dejó de milit ar en el MUP. Vive con su reciente esposa en Ringuelet, a

unas cuadras de a casa de su madre, donde vivía con sus hermanos pegados al comedor que

habían armado y que administraba para el MUP. Trabaja de noche limpiando un taller mecánico

graciasa que su cuñado le consiguió el contacto en una empresa de limpieza. Su mujer no trabaja

y cuenta Gabriel que tiene tiempo para “tomar mate, charlar con ella, mirar televisión” . A veces

por lastardes se va al negocio de su suegro, quecompray vende chatarra, aayudarlo.

Gabriel cuenta que mientrasestuvo milit ando hizo un curso de refrigeración y otro de electricidaddomiciliaria. Luego de haber dejado la milit ancia trabajó en la construcción a partir de sus nuevas

habilidadesque implicó cierta estabilidad y un ingreso mayor al que alcanzaba con el Plan Trabajar 

y algunas horas de portero en un Centro Cultural que manejaba su organización. “Me cansé

porque renegaba mucho, con los clientes, con los patrones, por la plata, con los empleados que

tenía a cargo…”.

“Estoy re oxidado con la militancia –dice cuando le pregunto por su relación con su anterior grupo

de pertenencia política-, especialmente despuésde la muerte de Diego, el coordinador del barrio”.

Diego murió de tuberculosis hace dosaños108. Vivíaen Ringuelet, el mismo barrio de Gabriel.

A Gabriel le cuesta zurcir su propia historia, el pasado no cuaja mucho en su vida actual. Su

compañera con quien construido una célula de hogar, dice él que “vive del presente, no del

recuerdo. Ella sabe toda mi historia porque ella estuvo. No apoyándome a mí pero ella supo por 

las cuestiones del barrio. (…) Pero hay cuestiones que a mi señora no le gustan. Ella cree que

nosotros no vamosa resolver el problema saliendo a la calle o cortando una ruta. No le gusta esa

onda. Ella piensa que lascosas no se resuelven así, que lascosashay que dejarlas, que si uno está

en cana es porque algo hizo, es así viste. No es que discutimos de política porque en mi casa no

hablamosde política nunca. Ella sabe queiba a venir [a esta entrevista], pero son cosasmías” .

108 enf http://www.argenpress.info/2011/05/argentina-tuberculosis-el-mapa-de-la.html

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El Movimiento de Unidad Popular vivió haciasu interior unaprofundafractura a part ir de que una

parte decidió apostar a la “trasversalidad” krichnerista. Gabriel se quedó con la mitad del MUP

que se alió al Frente Darío Santillán. “Cuando salí en libertad –explica-, fue difícil volver a empezar.

Seguí mil itando después por lo menos dos añosmás. Después dejé la mil itancia por cuestiones…

queríaun cambio”.

El “cambio” que relata Gabriel estuvo fuertemente relacionado con los cambios que se produjeron

en los movimientossociales. Muchos de ellosproducto del cambio de prácticas que implicó pasar 

de repertorios de confrontación continua, que podía llegar al punto de realizar dos o hasta tres

movilizaciones por semana, a prácticas más relacionadas con los t rabajos que los programas degobierno proponían para repart ir subsidios. En el caso de él. Su relato pasa por cierta necesidad de

progreso particular, y una merma en la “ mística de lucha” que impregnaba las prácticas de los

movimientos socialesqueresistieron a la crisisdel cambio de milenio:

-Cómo describiríasal Gabriel de esa época?

-era muy peleador, le importaban lascosas realmente. Lascosaspor lasque veníamosluchando. Y

era muy loco.

-¿Cómo muy loco?

-Muy descontrolado, no pensaba las cosas antes de actuar. Por ejemplo, iban y me decían

“tenemosque cortar esa calle” y yo no me fijaba en nada si vos molestabas a la gente o cosas así.

Tenía otra formadepensar.

-¿Qué es lo que no te gusta de ese Gabriel?

-No, nada.

- ¿Yporqué esa necesidad de cambio?

-Porque quise hacer otra cosa que militar, un persona normal . En el sentido que yo llegaba a mi

casa y tenía todo lleno de cosas del movimiento, papeles… Los últ imos t iempos que estuve

militando estuve a cargo de la mercadería de todos los comedores comunitarios del MUP. Tenía

en casa carpetasde cosasde mercadería. Teníaquecontar la plata para pagar esto, lo otro. Estaba

con el tema de la seguridad, ayudando a los pibesen el Frente…

Llegó un momento que no lo quise ver más. Quería llegar a mi casa, sentarme y ver el noticiero…

enterarme de lascosaspor el noticiero.

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Gabriel siente cierta nostalgia. Desde su mirada sobre las movilizaciones que ahora ve desde otro

lugar se puede entender su propia situación y quizás lasde otros tantos: “Laotra vezvi un corte en

la autopista y no lo podía creer. Dije ¿esto es un corte? ¿Dónde están los cortes de antes? Un

patrullero, dos patrulleros, y nada más, dos o tres gentes cortando. Antes éramos como uh!,

veinte mil personas y había como cinco micros de infantería, ponían como tres líneas. Nada que

ver a lo que era antes. Yo creo que también el desgaste está en los militantes, quése yo (…) Ahora

en la televisión no hablan tanto de los movimientos. Está bien que tampoco salen tanto. También

les han dado todo lo que piden. Digamos que no es una cosa uhau pero… yo tengo compañeros

que todavía en el barrio y están todos laburando en esas cooperativas, de limpieza, están ahí

todavía”.-¿Yeso cómo lo ves? ¿Lesda unavida másdiga que antes?

-¿No, porque no veo que lespaguen bien?

-¿Cuánto lesdan?

-Yyo veo que lesestaban dando 800 pesospor mes, másla mercadería.

-¿800? Pero ahí alguno se está quedando con la tajada, en las cooperativas les tienen que dar 

1200 pesos.

-Y…la tajada está en todoslados…lospunterosson terribles…

El diálogo se vuelve intolerable cuando se lo contrasta a la luzde loshechosquelo llevaron aestar 

preso. Quizás por la potencia de la naturalización, que mucho puede, y que no permitía responder 

a este tipo de acciones inescrupulosas.

Con el tiempo la cárcel se vuelvió anécdota, y quedó sólo lo que en la cárcel se fue construyendo

como subjetividad, quedó la impotencia y la culpa que se vuelve hacia uno por no poder cambiar 

los acontecimientos, y sobresale la bronca de la injusticia:

“Lo único que sé esque de todo esto no saqué nada bueno. De los dosaños que paséahí no me los

devolvió nadie, ni nadie. Quedó todo así. Nadie me devolvió nada. Salí en libertad y quedó todo así,

como que nunca estuve preso ¿Entendés? Es como que nada, ya está. “Te dimos tu libertad y no

 jodasmás”. Me entedés? Yo vi otros casoscomo el mío que lesdieron algo, que decía bueno, se hizo

 justicia, quése yo. Pero yo decía ¿y a mi?”

Gabriel en su paso por la cárcel no vivió todas lascirculacionesy t raslados que sufren la mayoría

de los presos de las cárceles bonaerenses. Durante el año y nueve meses que estuvo preso los

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penitenciarios se encargaron de que estuviera en los pabellones con más beneficios. Estaban

atentos a la observación de todo el campo popular que pesaba sobre él. Sin embargo Gabriel no

fue ajeno a los procesos de neutralización e individualización que de una u ot ra forma lo fueron

afectando:

-Cómo fue ese tiempo en la cárcel?

-No fueron duros. Pasé por tres pabellones, en uno religioso, en una de trabajador y después a

uno de autoconducta. Pero digamos no fue duro porque mi mente estaba afuera con los míos. El

día lo pasaba, día a día. Estar ahí me cambió mucho, me hizo un vuelco, me cambió la forma de

pensar. Digamos…, pensé más con la cabeza, no con los pies. Le di más importancia a todo, a la

comida.-¿Por?

-Ysi, porque la comida faltaba, o que…muchas cosas…le di más importancia a lo personal, a mis

cosas.

Su preocupación fue en sintonía con lo que le ocurre a la mayoría de los detenidos109. La

detención, que supone la sujeción espacial y la detención en el tiempo cronológico y del tiempo de

vida, implicavivir en un devenir dondeno caben proyeccionesrealistas. De esta manera el devenir 

en la cárcel apunta al individualismo, a la lógica de cazadores en un contexto violento, donde las

preocupacionescotidianas sobre losdetallesmás mínimos de supervivencia, consumen el tiempo

y transforman los añosen “un día quesucede 365 veces”110.

En la conversación Gabriel ensayauna charla con un hijo imaginario, era una forma de preguntarse

sobre cómo relatar su historia en el futuro, cómo reconstruir un relato que le diera sentido de

 justicia donde no la había habido, y alguna certeza frente a la arbitrariedad y discrecionalidad.

Además, porque le pesaba cierta culpa por dejar la “militancia”, amén de lasnegociaciones con el

pasado que debíarealizar en su cotidianidad:

-A mi hijo le diría “tu papáestaba antescon un grupo de gente que luchaba por un plato…luchaba

por trabajo, por justicia, qué se yo, t rabajaba en un comedor para darle de comer a los chicos. Y

bueno, tu papá en un tiempo estuvo preso, por todo lo que estuvo haciendo”.

-Ysi te pregunta “papá, pero porquécaíste preso?”

109

110

Consecuenci de Madrid.

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-Porque caí por todo lo que estaba haciendo, por el trabajo, por un plato de comida que le den a

los chicos.

-[sigo el papel] “Pero qué, van a meter presos a la gente que lucha papá?”

-Y…no, pero fue unaépoca que nosperseguían… y yo a veces me pregunto ¿porqué caí en cana?

¿porqué pasé por todo eso? No sé, le diría “yo estaba haciendo las cosas bien, y había gente de

arriba que no le gustaba lo que yo hacía. Y como no les gustaba lo que nosotros hacíamos me

detuvieron a mi. Fue para ponernos un freno. Tiraron un número y salí yo sorteado. Porque un

poco fue así. Fue injusto sabés.

-¿No te dan ganasde volver a la milit ancia?

-Si me dan ganas un poco, pero sabés que me cuesta arrancar. Porque no sé cómo me recibiríande nuevo. Me dan ganasde ir a las reuniones, a ver de quése está hablando.

-¿A encontrarte con compañerostambién no?

-Si, mirá la otra vez, cuando laburaba en capital me bajé en el centro. Y me chistaban, “ chist!

chist!” , estaban todos los pibes de HIJOS, me dijeron que me iban a invitar a un par de lugares,

despuésse perdió el contacto. Pero lo quemásmegustaría es ir a lasreuniones, ir a escuchar.

 

Gabriel paraesto dramatiza la llegada a unareunión, estira el cuello como buscando un conocido:

“Entro y digo hola, qué tal? Hay un mate amargo para mí? No sabés cómo extraño el mate

amargo. A vecesme pongo solo a tomar mate amargo, porque se re extrañan esascosas.

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