la gesta del exodo

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9 La experiencia salvífica de los primitivos hebreos YHWH, el que sacó a Israel de Egipto La experiencia salvífica de los primitivos hebreos La religión de Israel no hace referencia únicamente a sus antepa- sados remotos al proclamar su fe en el Dios de Abraham, de Isaac y de Ja- cob. Más allá de la vinculación res- pecto a la persona de los patriarcas y a los lugares donde sus respectivas tradiciones fueron conservadas, el Dios de los hebreos será reconocido por todas las generaciones de cre- yentes en referencia a una acción que determinó la historia de ese pueblo: la liberación de la esclavitud en Egipto. ¿Qué relación existe entre los clanes nómadas que hemos obser- vado instalándose en el país de Ca- naán y los que las tradiciones bíbli- Los textos bíblicos referidos a la gesta del Éxodo presentan la sa- lida de Egipto a veces como una ex- pulsión: «...el Faraón os expulsará de aquí... Los egipcios por su parte instaban al pueblo para acelerar su salida del país» (Ex 11,1; 12,31). Otras veces como una huída: «Cuando anunciaron al rey de Egipto que había huído el pueblo, se mudó el corazón de Faraón y de sus servidores respecto del pueblo, y dijeron: «¿Qué es lo que hemos hecho dejando que Israel salga de nuestro servicio?» (Ex 14,5). Esta diversidad de modos para referir la salida estaría implicando también, indirectamente, dos modos de permanencia en el territorio. En efecto, si los hebreos dejaron el país expulsados por los egipcios debieron haber sido considerados moradores indeseables; pero si lo hicieron huyen- do, seguramente tuvieron que ser considerados como prisioneros o esclavos fugitivos. ¿Responde esta distinción de salidas simplemente a un cambio de opinión de los egip- cios, como sugiere el texto bíblico? ¿O es posible que se trate de tradi- ciones correspondientes a situacio- nes distintas? Esta segunda alter- nativa podría justificarse a partir de informaciones históricas. En primer lugar el ingreso de nómadas en Egipto aparece docu- mentado en el ya mencionado rela- to de Sinhué. En dicho texto se men- ciona un dispositivo de defensa lla- mado los Muros del Príncipe. Edifi- cado por el faraón Amenemhet I (1991-1962), tendría una finalidad semejante a la de la Muralla China o del Muro de Adriano en Britania. La existencia de este Muro estaría cas describe como sacados de la casa de la esclavitud? De acuerdo con la confesión de fe: «Mi padre era un arameo errante que bajó a Egipto y residió allí como inmigrante siendo pocos aún, pero se hizo una nación grande, fuerte y numerosa...» (Dt 26,5), ¿hay que considerar la emi- gración a Egipto y la posterior libe- ración como acontecimientos vivi- dos por todos los clanes considera- dos israelitas? Y ¿disponemos de informaciones que nos permitan ubicar en qué época sucedieron es- tos hechos? Grupos semíticos en Egipto y la tradición del Exodo Los habitantes del desierto «Después que me puse en camino hacia el norte, alcancé los Muros del Príncipe, que habían sido construidos para repeler a los Setyu y para aplastar a los Corredores de Arenas» «Un jefe que se encontraba allí y que había estado en Egipto me recono- ció. Entonces me dio agua, me hizo cocer leche, fui con él a su tribu y ellos me trataron bien» La historia de Sinuhé manifestando que las incursiones de los habitantes de las estepas y desiertos no constituían fenómenos esporádicos. Pero los nómadas no siempre llegaron a ser una amenaza, como sugería Sinhué, que encontró hos- pitalidad entre antiguos visitantes de Egipto, quienes, a juzgar por su reacción, debieron haber sido aco- gidos también de una manera hos- pitalaria. En el mismo sentido apunta la famosa escena pintada en la tumba de Khnem-Hotep, funcionario que también vivió como Sinhué duran- te la XII dinastía. En ella un grupo de 36 nómadas, compuesto de hom-

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Page 1: La gesta del exodo

9La experiencia salvífica de los primitivos hebreos

YHWH, el que sacó a Israel de EgiptoLa experiencia salvífica de los primitivos hebreos

La religión de Israel no hacereferencia únicamente a sus antepa-sados remotos al proclamar su fe enel Dios de Abraham, de Isaac y de Ja-cob. Más allá de la vinculación res-pecto a la persona de los patriarcas ya los lugares donde sus respectivastradiciones fueron conservadas, elDios de los hebreos será reconocidopor todas las generaciones de cre-yentes en referencia a una acción quedeterminó la historia de ese pueblo:la liberación de la esclavitud enEgipto.

¿Qué relación existe entre losclanes nómadas que hemos obser-vado instalándose en el país de Ca-naán y los que las tradiciones bíbli-

Los textos bíblicos referidos ala gesta del Éxodo presentan la sa-lida de Egipto a veces como una ex-pulsión:

«...el Faraón os expulsará deaquí... Los egipcios por su parteinstaban al pueblo para acelerarsu salida del país» (Ex 11,1;12,31).

Otras veces como una huída:

«Cuando anunciaron al rey deEgipto que había huído el pueblo,se mudó el corazón de Faraón yde sus servidores respecto delpueblo, y dijeron: «¿Qué es lo quehemos hecho dejando que Israelsalga de nuestro servicio?» (Ex14,5).

Esta diversidad de modos parareferir la salida estaría implicandotambién, indirectamente, dos modosde permanencia en el territorio. Enefecto, si los hebreos dejaron el paísexpulsados por los egipcios debieronhaber sido considerados moradoresindeseables; pero si lo hicieron huyen-do, seguramente tuvieron que serconsiderados como prisioneros oesclavos fugitivos. ¿Responde estadistinción de salidas simplemente

a un cambio de opinión de los egip-cios, como sugiere el texto bíblico?¿O es posible que se trate de tradi-ciones correspondientes a situacio-nes distintas? Esta segunda alter-nativa podría justificarse a partir deinformaciones históricas.

En primer lugar el ingreso denómadas en Egipto aparece docu-mentado en el ya mencionado rela-to de Sinhué. En dicho texto se men-ciona un dispositivo de defensa lla-mado los Muros del Príncipe. Edifi-cado por el faraón Amenemhet I(1991-1962), tendría una finalidadsemejante a la de la Muralla Chinao del Muro de Adriano en Britania.La existencia de este Muro estaría

cas describe como sacados de la casade la esclavitud? De acuerdo con laconfesión de fe: «Mi padre era unarameo errante que bajó a Egipto yresidió allí como inmigrante siendopocos aún, pero se hizo una nacióngrande, fuerte y numerosa...» (Dt26,5), ¿hay que considerar la emi-gración a Egipto y la posterior libe-ración como acontecimientos vivi-dos por todos los clanes considera-dos israelitas? Y ¿disponemos deinformaciones que nos permitanubicar en qué época sucedieron es-tos hechos?

Grupos semíticos en Egipto y la tradición del Exodo

Los habitantes del desierto

«Después que me puse en camino hacia el norte, alcancé los Muros delPríncipe, que habían sido construidos para repeler a los Setyu y paraaplastar a los Corredores de Arenas»

«Un jefe que se encontraba allí y que había estado en Egipto me recono-ció. Entonces me dio agua, me hizo cocer leche, fui con él a su tribu yellos me trataron bien»

La historia de Sinuhé

manifestando que las incursionesde los habitantes de las estepas ydesiertos no constituían fenómenosesporádicos.

Pero los nómadas no siemprellegaron a ser una amenaza, comosugería Sinhué, que encontró hos-pitalidad entre antiguos visitantesde Egipto, quienes, a juzgar por sureacción, debieron haber sido aco-gidos también de una manera hos-pitalaria.

En el mismo sentido apunta lafamosa escena pintada en la tumbade Khnem-Hotep, funcionario quetambién vivió como Sinhué duran-te la XII dinastía. En ella un grupode 36 nómadas, compuesto de hom-

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10 La época del Primer Templo

bres, mujeres y niños, son represen-tados ingresando pacíficamente enel país con sus animales y con obse-quios para el príncipe. El líder delgrupo lleva un nombre semita, Ibs-ha , y ostenta el título de hikau khasut(dominador de un país extranjero).

Sin embargo, pocos siglos mástarde los llamados dominadores ex-tranjeros se convertirán en objeto depésimos recuerdos para la historiade Egipto. Manetón de Sebennitos,autor del siglo III aEC, se habría re-ferido a ellos cuando dio globalmen-te el nombre de hiksos a los gruposinvasores que sometieron el país apartir del siglo XVIII.

La dominación de estos pasto-res procedentes del este se prolon-gó desde 1730 aproximadamente,fecha que los situaría en la época delas migraciones que afectaron atodo el Oriente Medio, y que facilitóel asentamiento de nómadas en elsuelo cananeo, según hemos visto.Un texto que narra el propósito dereconquista por parte del faraónKamosis, replegado en el sur delpaís, utiliza el mismo vocabulariomediante el cual Sinhué designabaa los habitantes del territorio al quehabía huido, es decir, los Aamu se-

Pintura de la tumba de Khnem-Hotep, en Beni-Hasam (a unos 3000 km al sur de El Cairo). Fue explorada por P.Newberry en 1900. El nombre de Ibsha, el jefe del clan representado, recuerda al nombre semita del servidor del reyDavid, «Abisay, hijo de Seruyah» (1 Sa 26,6).

Los asiáticos dominan Egipto

Manetón de Sebennitos escribió una obra titulada Aegyptiaca, que no se haconservado, pero que ha sido citada por Flavio Josefo en su Contra Apión I,14. Allímenciona la invasión de los hiksos.

«Desde oriente, un pueblo de raza desconocida tuvo la audacia de inva-dir nuestro país y, sin dificultades ni combates, se apoderó de él a lafuerza. Se apoderaron de los jefes, incendiaron salvajemente las ciuda-des, arrasaron los templos de los dioses y trataron a los indígenas conla mayor crueldad, degollando a unos, llevándose como esclavos a losniños y a las mujeres de los demás. Al final, llegaron a hacer rey a uno delos suyos llamado Salitis. Este príncipe se estableció en Menfis, impo-niendo tributos al país y dejando una guarnición en las plazas másconvenientes. Sobre todo fortificó las regiones del este, ya que preveíaque los asirios, más poderosos algún día, atacarían el reino por allí.Como hubiera encontrado en el nomo Setroítes una ciudad de una posi-ción muy favorable situada en el brazo Bubástico y llamada Avaris segúnuna antigua tradición teológica, la reconstruyó y la fortificó con murallassólidas... Al conjunto de esta nación lo llamaban hiksos, es decir reyespastores».

dentarios y los Setyu seminómadas,englobando a ambos bajo la deno-minación común de asiáticos.

Es posible que entre el conjun-to de estos pastores asiáticos se en-contraran también algunos clanesantepasados de Israel. La historiade José, que narra su encumbra-

miento como visir del faraón (Gn41,40ss) encajaría bien en este con-texto de dominio extranjero, en elque no resultaba extraño que un se-mita alcanzara un alto puesto. Con-tamos con el ejemplo del tesoreromayor Hur, mencionado con fre-cuencia, cuyos escarabeos (sellos) seha encontrado también en Palesti-

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11La experiencia salvífica de los primitivos hebreos

Planes de reconquista egipcia

El siguiente texto se encontró primero en una tablilla descubiertaen Tebas en 1910. La tablilla resultó ser la copia de un documentohistórico, del que en 1932 y 1935 H. Chevrier descubrió dosfragmentos en una estela erigida en el templo de Karnak y quellevaba una inscripción del faraón Kamosis.

«Su Majestad habló en el palacio al Consejo de losGrandes que están en su séquito: «Yo estoy informadode lo que es mi poder. Un príncipe está en Avaris, otroen Kush y yo me siento en asociación con un Aamu yun Nubio. Cada uno de ellos posee su parte de esteEgipto, repartiendo el país conmigo. Yo no puedo lle-gar hasta Menfis, las aguas de Egipto. Mira, él (el jefehikso) tiene Shemun y nadie puede establecerse, alser despojado por los impuestos de los Setyu. Yo com-batiré con él de manera que pueda abrirle el vientre. Mideseo es salvar a Egipto y derrotar a los asiáticos».

Sellos hiksos, signos de autoridad de losinvasores de Egipto.

na, y a los dignatarios de la corte deAmenofis IV durante el siglo XIV.

Pero a pesar de sus deseos, Ka-mosis no consiguió echar a los hik-sos de Egipto. Fue el faraón Ahmo-sis quien se apoderó de Avaris, per-siguió a los Aamu hasta Asia y diocomienzo al Imperio Nuevo. Con latoma de Sharuen (hacia 1550 a.C.) eldominio hikso en Egipto llegó a sufin. Cabe preguntarse si entre los Se-tyu expulsados de Egipto durante lareconquista habría alguno de los cla-nes preisraelitas. El relato del Éxodoque narra una expulsión, sería, eneste caso, el recuerdo lejano y distor-sionado de tal acontecimiento.

La reconquista derivó natural-mente en un brote de nacionalismoy de xenofobia, que desató la sed devenganza de los egipcios contra losinvasores. A las expediciones pu-nitivas en suelo asiático siguió, bajoTutmosis III, la conquista sistemáti-ca de las plazas fuertes desde don-de habían partido los hiksos. De estemodo no sólo se concretó la forma-ción de un imperio extendido ensuelo asiático, sino también se aban-donó el aislamiento que había ca-racterizado al estado faraónico des-de su creación 1500 años atrás.

Desaparecido el sentimiento deinseguridad como efecto del some-

El relato de la llegada de los hijos deJacob bajo la protección de su hermanoJosé cobra mayor sentido si se da porsupuesta la presencia de una autoridadsemítica que permitiera su instalación enEgipto. El texto bíblico así parecesugerirlo: «Porque los egipcios detestana todos los pastores de ovejas» (Gn46,34).

timiento de los antiguos invasores,los territorios asiáticos fueron con-siderados colonias y como talestambién debieron ser protegidos.Algunos de los clanes nómadas dela región, empujados por el hambreo la falta de seguridad, emigraríana las cercanías del Delta del Nilo yallí encontrarían el amparo del po-der egipcio. Una carta de un oficialde fronteras hacia el 1200 da cuen-ta a su superior de las órdenes reci-bidas respecto a las tribus Shosu,que recorrían el país en busca deagua y pastos para su ganado:

«Otra satisfacción para mi señor:nosotros hemos terminado dehacer pasar a las tribus de losShosu de Edom por la fortalezade Merenptah-hotep-her-Maat,Vida, Salud, Fuerza, que está enCheku, hasta los estanques dePitom de Merenptah-hotep-her-Maat, que están en Cheku, con elfin de mantenerlos con vida ymantener vivos sus rebaños, se-gún el placer del faraón, Vida,Salud, Fuerza, el sol perfecto detodo el país, en el año 8» (PapiroAnastasi VI).

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12 La época del Primer Templo

La ocupación egipcia de Canaán

La toma de Meguido le permitió dominar las entradas y salidasdel amplio valle de Yizreel y, por tanto, controlar el camino queunía Egipto y Mesopotamia. La crónica fue grabada en losmuros del templo de Karnak. La ciudad amurallada fue tomadasiete meses después de que ofreció protección a los soldadosde Kadesh ante el poderoso avance de los carros del ejércitode Tutmosis III:

«Ellos vieron a su Majestad venciéndoles y huyeronprecipitadamente hacia Meguido con los rostros asus-tados, después de haber abandonado sus caballos,sus carros de oro y plata, para que se les pudiera subira esta ciudad izándolos por sus vestidos. En efecto, loshabitantes de la ciudad habían cerrado esta ciudadante ellos, pero ellos dejaron tomar sus vestidos paraque se les izara hacia lo alto de esta ciudad».

Las tribus Shosu parecen tenercomo territorio habitual el país deEdom, al sur del país cananeo. Poreso también este contexto permitiríaexplicar la situación descrita en laBiblia respecto a los hijos de Jacob:

«Y dijeron a Faraón: «Hemos ve-nido a residir en esta tierra, por-que no hay pastos para los reba-ños que tienen tus siervos, porser grave el hambre en Canaán.Así pues, deja morar a tus sier-vos en el país de Goshen». Y dijoFaraón a José: «Que residan enel país de Goshen. Y si te constaque hay entre ellos gente capaci-tada, ponles por rabadanes de lomío» (Gn 47,4-6).

Pero, por otra parte, la menciónen el papiro de la ciudad de Pitom

(Nombre de un santuario de la ciu-dad de Cheku, en el Delta oriental,en la actual Tell el Maskhutah.) per-mite establecer también una vincu-lación con la narración de la salidade Egipto entendida como huída dela esclavitud. En efecto, Pitom esmencionada en el relato bíblico enrelación a los trabajos forzados im-puestos a los hebreos:

«Les impusieron pues, capata-ces para aplastarlos bajo el pesode duros trabajos; y así edifica-ron para Faraón las ciudades dedepósito: Pitom y Ramsés» (Ex1,11).

Sabemos que en los tiempos deRamsés II (1290-1224) la mano deobra para los grandes trabajos pú-

blicos la proporcionaban en granmedida los prisioneros de guerra ylos esclavos. Es posible entoncesque los habiru, mencionados en lascartas de El Amarna como hostiga-dores de las ciudades cananeas, alser hechos prisioneros por las tro-pas faraónicas, pasaran a ser enEgipto obreros al servicio del rey. Untexto nos ofrece un testimonio de lasinstrucciones recibidas por el encar-gado de una obra en aquel tiempo:

«Distribuye raciones a los hom-bres de la cuadrilla y a los habiruque transportan la piedra para elgran pilono de Ramsés Mery-Amón» (papiro Leyde 348).

Así se puede suponer que ungrupo de semitas, que más tarde for-maría parte de una confederacióntribal hebrea, habría aprovechadoalguna oportunidad para huir. Unafecha propicia puede haber sido elfinal del reinado de Ramsés II, cuan-do Egipto, ya obligado mediante unpacto de paz a reconocer la igual-dad de fuerzas respecto al imperiohitita, comenzó a sentir también lapresión de los libios y de agresoresmarítimos.

Resumiendo: distintos cla-nes pudieron haber salido en olea-das sucesivas de Egipto en fechasmuy diversas, ya sea expulsados ohuyendo de la esclavitud. La coexis-tencia dentro del texto bíblico de unrelato de expulsión y otro de huídasería el recuerdo de distintos éxo-

Esclavos (algunos con aspecto asiático), fabricando ladrillos.

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13La experiencia salvífica de los primitivos hebreos

dos, finalmente integrados una vezque los clanes transmisores de di-chas tradiciones se unieron en elpaís de Canaán.

Por tanto, primitivamente larepetición de esta frase: «Nos sacóYHWH de Egipto» (Dt 26,8), cele-braría una acción silenciosa de Diosen la que algunos fugitivos hebreosfueron los beneficiarios de una in-tervención divina. Cuando la ruinaera inminente, un cambio de situa-ción en la cual los escapados que-daron a salvo y el ejército egipciopereció desastrosamente, fue inter-pretada como una salvación inespe-rada por los fugitivos. En ella reco-nocieron la mano poderosa de sudios, que se mostró más fuerte quelos dioses de Egipto. No había sidoun logro de ellos salir con vida, nihabían escapado ellos de la escla-vitud, sino que había sido su diosquien los sacó de Egipto.

Más tarde, la federación de cla-nes a la que estos esclavos libera-dos se habrían integrado, medita-

ría esta experiencia desalvación y la haría suya.

La experiencia desalvación que estos nó-madas compartieron conlos otros clanes aliadosya no sería, como la de losdemás, la obtención deuna tierra y la seguridadde una descendencia,sino la de haber sido res-catados por su dios de laesclavitud y de una muer-te segura. A él habría queinvocar con ocasión decualquier peligro en elfuturo:

«Él es mi salvación. Élmi Dios, yo le glorifico, elDios de mi padre, a quienexalto. ¡Un guerreroYHWH, YHWH es sunombre!» (Ex 15,2-3).

Con el tiempo la confesión de fe se convertiría en unanarración, en la cual se desarrollarían teológicamente

largas series de palabras dirigidas por Dios a losrescatados. También se desarrollarían los elementos

prodigiosos.

La mención de YHWH, el diosde aquellos fugitivos, como el Diosde mi padre, podría hacer pensar enuna divinidad semejante a la de losotros nómadas, que mantenía unavinculación personal con el antepa-sado del clan. Sin embargo uno delos textos más antiguos de la Biblia,el canto de Débora, nos describe congran lujo poético el traslado del diosde las tribus aliadas desde su lugarde residencia hasta el campo de ba-talla para enfrentar a los cananeos:

«¡Escuchad, reyes! ¡Prestad oí-dos, príncipes! Yo a YHWH, yo voya cantar. Tocaré el salterio paraYHWH, Dios de Israel. Cuandosaliste de Seír, YHWH, cuandoavanzaste por los campos deEdom, tembló la tierra, gotearonlos cielos, las nubes en agua sefundieron. Los montes se licua-ron delante de YHWH, el del Si-naí, delante de YHWH, el Dios deIsrael» (Jue 5,3-5).

La vinculación de YHWHparece ser, pues, originalmente lo-

La convicción fundamental de la Alianza entre YHWH e Israel

cal, ya que no se ubica junto al gru-po llamado Israel hasta el momentoen que éste lo necesita en el comba-te. Pero habitualmente moraría enalgún lugar de la península del Si-naí. La existencia de grafiti árabes

nabateos de los siglos II y III EC alpie del Yebel Serbal, con la frecuen-te leyenda servidor de ‘HYW, mues-tra que esta montaña sinaítica eraun lugar de peregrinación donde seadoraba a una divinidad llamada

Montañas del Sinaí

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14 La época del Primer Templo

‘HYW. ¿Sería este culto árabe pre-islámico el sucesor de otro más anti-guo celebrado en el mismo lugar?

No hay que descartar la posi-bilidad de que algunas tribus pre-israelitas, instaladas transitoria-mente en la península sinaítica, en-traran en contacto con algún cultoque ya antes se rendía a YHWH enesa Montaña Santa. De hecho, unatradición bíblica atribuye al hijo deSet el comienzo de este culto, reco-nociéndole así un origen pre-israe-lita: «Henos fue el primero en invo-car el nombre de YHWH» (Gn 4,26).

La localización de YHWH enel Sinaí está indicada principalmen-te por la tradición que sitúa su ma-nifestación en ese lugar como «Yosoy el que soy» (‘ehyeh ‘asher‘ehyeh)... «Así dirás a los israelitas:Yo soy me ha enviado a ustedes» (Ex3,14). El verbo ‘ehyeh puede enten-derse como un estar presente, comouna existencia relativa y eficaz. Asílo sugiere el contexto: «Yo estarécontigo» (Ex 3,12).

El que recibió esa revelación fueel yerno de «Jetró, sacerdote de Ma-dián, una vez que llevó las ovejasmás allá del desierto y llegó hastaHoreb, la montaña de Dios» (Ex 3,1).

¿El culto de que dios oficiaríaJetró? El relato del encuentro con suyerno en el Monte de Dios no parecemostrar una conversión del sacerdo-te, sino más bien una confirmaciónde su propia fe: «Jetró se alegró detodo el bien que YHWH había hechoa Israel, librándolo de la mano de losegipcios» (18,9). ¿Sería el diosYHWH servido por Jetró desde an-tes de que se revelara a su yerno?

Aquel a quien se reveló YHWHen las proximidades de Madián esel mismo Moisés, el héroe hebreoque protagoniza los relatos sobre lasalida de Egipto. Etimológicamenteel nombre Moshé es egipcio. Es underivado del término msí (dar a luz),que aparece con cierta frecuencia ennombres compuestos como Tutmo-sis y Ramsés. En estos casos, se esta-ría indicando que estos faraonesobtuvieron su nacimiento de los dio-ses Tut y Ra. La noticia proporcio-nada por el texto bíblico acerca desu educación en la corte faraónicapermitiría comprender por qué este

niño nacido de padres hebreos lle-vaba un nombre egipcio.

Si consideramos el relato bí-blico como el resultado de una inte-gración de tradiciones que distin-tos clanes conservaban respecto asu vida itinerante, no sería extrañoque la persona de Moisés no estu-viera presente desde el comienzo encada uno de los episodios referidosen el libro del Exodo. Tal vez mástarde llegaría a ser el protagonistaprincipal que permitió coordinardentro de un único conjunto los re-latos menores aportados por cadaclan. Pues si no tropezáramos acada paso con este caudillo libera-dor, la conexión narrativa de las tra-diciones se desintegraría ante nues-tros ojos en una serie de episodiosbastante incoherentes. En conclu-sión, si los fugitivos y los adorado-res de YHWH en el Sinaí original-mente fueron grupos distintos, lle-garían de todos modos a identificar-se entre sí. Y su Dios sería presenta-do a la vez como liberador y comolegislador.

En efecto, puesto que era impo-sible para el hombre antiguo pen-sar el inicio de una relación parti-cular sin la aceptación de determi-nadas normas, sólo en la medida enque YHWH hubiese declarado de-rechos soberanos sobre sus rescata-dos, y éstos hubiesen aceptado lavoluntad divina, se habría realiza-do plenamente la adquisición deaquellos hebreos como pueblo de

Dios. Por eso, además de la revela-ción del nombre de Dios, las tradi-ciones de las tribus refirieron a laSanta Montaña la promulgación dela Ley. Este episodio sería en lo su-cesivo el comienzo de la Alianza en-tre Dios e Israel.

El documento de la Alianza queregulaba las relaciones entre Dios ysu pueblo debió consistir primitiva-mente en una serie de fórmulas bre-ves, rítmicas y fáciles de retener enla memoria. Transmitido oralmenteen un comienzo, sería presentadofinalmente en el contexto de una teo-fanía. Moisés habría recibido deDios el mandato:

«Escríbete estas palabras, puesen base a estas palabras conclui-ré una alianza contigo y con Is-rael» (Ex 34,27).

La hija de Faraón lo tuvo por hijo, y lo llamó Moisés, diciendo: «De las aguas lo hesacado» (Ex 2,10).

Page 7: La gesta del exodo

15La experiencia salvífica de los primitivos hebreos

Más aún, según 34,28 Diosmismo «escribió sobre las tablas laspalabras del pacto, las diez pala-bras». Estas diez palabras (dekalo-gos) llegaron a ser la ordenanza vi-tal básica de los israelitas.

La formulación concreta de lasdiez palabras proviene sin duda detiempos remotos y tiene su origenen la ética común de los clanes en laantigüedad. Lo que se intenta en ellaes salvaguardar la comunidad enu-merando aquellos crímenes que sontan graves que pueden llegar a com-prometer y poner en peligro la exis-tencia misma del clan. En este sen-tido, se puede afirmar que sus pro-posiciones son una formulaciónparticular de un fondo común delegislación del antiguo Oriente, for-mado a lo largo de siglos. Reconoci-da posteriormente como revelada,esta legislación fue puesta en rela-ción con el Monte Santo.

La literatura del antiguo MedioOriente nos muestra otras coleccio-nes legislativas con la misma fina-lidad reguladora de la vida social.Por citar sólo un ejemplo, el más cé-lebre código babilónico: Hammura-bi (siglo XVIII). Aquí las leyes delrey no proceden de la divinidad através de un dictado directo, comopresenta el relato de la teofanía delMonte Santo respecto a Moisés. Sinembargo no carecen, según el anti-guo documento, de una garantía deinspiración divina:

«Yo soy Hammurabi, rey de justi-cia, a quien Shamash ha otorga-

El epílogo del Código de Hammurabi presenta sus leyes como sentencias de un reyjuez formuladas a partir de casos concretos:

«los juicios de justicia que Hammurabi, rey competente, ha establecido yha hecho adoptar en el país como camino recto y buen comportamiento...Para que el fuerte no oprima al débil, para hacer justicia al huérfano y a laviuda, en Babilonia, la ciudad cuya cima han elevado Anu y Enlil, en elEsagil, el templo cuyos fundamentos son tan estables como los cielos y latierra, para pronunciar los juicios relativos al país, para tomar las decisio-nes relativas al país, para hacer justicia al oprimido, he escrito mis pala-bras preciosas en mi estela y la he levantado ante mi estatua de rey dejusticia».

Pero por deseo del rey, la sentencia tiene que superar en adelante el caso concretoque la ha hecho nacer:

«En el futuro, que el rey que en un momento determinado aparezca en elpaís observe las palabras de justicia que he escrito en mi estela en miestela; que no cambie los juicios que he dado sobre el país, las decisio-nes que he tomado para el país; que no quite lo que he grabado. Si esehombre tiene discernimiento y es capaz de hacer justicia a su país, queatienda a las palabras que he escrito en mi estela y que esta estela le hagaver la conducta y el comportamiento...»

Estela de Hammurabi. Museo de Louvre

do la verdad. Mis palabras son es-cogidas, mis obras son sin igual;no son vacías más que para elnecio; para el sabio no merecenmás que alabanzas».

El documento de la Alianza he-breo, tal como se desarrolló poste-riormente durante el gobierno de losreyes israelitas, guarda ciertas se-mejanzas con las leyes de Hammu-rabi. El precepto de honrar a lospadres (Ex 20,12) fue consideradotan importante que será implemen-tado mediante una grave amenaza:

«El que golpee a su padre o a sumadre morirá» (Ex 21,15).

El paralelo babilónico, aunqueno es tan radical, es de todos modossevero: «Si un hijo golpea a su pa-dre, se le cortará la mano» (Ham 195).

El legislador babilónico, que nodesea tomar partido entre dos ad-versarios tal vez igualmente culpa-bles, sólo impone el pago de los gas-tos de atención de las heridas resul-tantes de una pelea: «Si uno golpeaa otro en una riña y le causa unaherida, ese hombre jurará: no lo gol-peé expresamente, y le pagará al mé-dico» (Ham 206). Una disposiciónsemejante conserva la legislaciónhebrea:

Page 8: La gesta del exodo

16 La época del Primer Templo

«Si dos hombres riñen y uno hie-re a otro con una piedra o con elpuño, pero no muere, sino que,después de guardar cama, pue-de levantarse y andar por la calle,apoyado en su bastón, el que lehirió quedará exculpado, pero pa-gará el tiempo perdido y los gas-tos de curación completa» (Ex21,18-19).

La famosa ley del talión de laBiblia fue anticipada varios siglosantes por Hammurabi: «Si uno lesaca el ojo a un notable, se le sacaráel ojo. Si se le rompe un hueso a unnotable, se le romperá un hueso. Sise le hace caer un diente a un hom-bre de su rango, se le hará caer undiente» (Ham 196.197.200). Sólo enel caso de homicidio voluntario sepaga con la vida: «Si la esposa dealguien ha hecho matar a su mari-do por causa de otro hombre, seempalará a esa mujer» (Ham 153).Estas leyes tenían como fin disua-dir a la víctima de tomarse una re-vancha desproporcionada, aplican-do un sistema de venganza equita-tiva. Del mismo modo que en la le-gislación mosaica:

«vida por vida, ojo por ojo, dientepor diente, mano por mano, piepor pie» (Ex 21,24).

Todas las listas de preceptosque aparecerán en la Biblia serán elresultado de un largo proceso dereflexión teológica de los sacerdo-tes de Israel, después de una cuida-dosa selección a partir de un tesorode tradiciones mucho más amplioacumulado en su historia. Todasestas listas nacieron de una preocu-pación por sintetizar al máximo latotalidad de la voluntad de YHWH.

Dada la proximidad con lasotras legislaciones conocidas, contoda razón se puede considerar aldecálogo bíblico como una expre-sión de la conciencia moral no sólode Israel, sino de toda la humani-dad. Expresión del modo como laley moral natural se ha ido explici-tando progresivamente en unas pro-posiciones fijas, de cuya observan-cia dependerá la relación pacíficaentre los hombres.

Pero conviene notar que,mientras en el código de Hammu-

rabi la administración del derechoy de la justicia penal se encuentrancentralizadas en el poder real, entrelos hebreos faltará esa instancia queimpedía al individuo vengar un cri-men por su propia cuenta. Israel seráincapaz de reconocer al estado comotutor de las instituciones jurídicas,porque no estaría dispuesto a ex-cluir el derecho de la inmediatacompetencia de YHWH

La transformacióncultual y la Promesa dela tierra

La ocupación que hicieron losantepasados de Israel del país ha-bitado por los cananeos fue el re-sultado de un proceso inmigratoriocomplejo, que fue haciéndose pro-gresivamente y en circunstanciasdiferentes. Josué 24 conserva el re-cuerdo de una alianza, en la cualalgunas tribus son interpeladaspara decidirse y elegir entre los dio-ses que ellas adoran o aquel diosque Josué trae de Egipto. Se trataríadel pacto que dio origen a la confe-deración de tribus conocida con elnombre de Israel.

Josué, líder de los fugitivos sali-dos de Egipto, sería tal vez el repre-sentante del bloque formado por lastribus de Benjamín, Efraím y Mana-sés, que se instalarían en torno a la

ciudad de Siquem y que conserva-rían las antiguas tradiciones delpatriarca Israel. Son las tribus co-nocidas más tarde como la casa deJosé: «Pastor de Israel, escucha, túque guías a José como un rebaño; túque estás sentado sobre querubines,resplandece ante Efraím, Benjamíny Manases» (Sal 80,2-3).

Y serían las tribus de Neftalí,Isacar, Zabulón, y Aser, habitantesdel norte de Canaán, las que se aso-ciaron en esa ocasión al grupo deJosué en torno al culto de YHWH.En virtud de esa Alianza, el Dios delos recién llegados, el liberador de laopresión de Egipto y el legislador delSinaí, comenzó a ser también el Diosde aquellos clanes instalados siglosantes en Canaán. Por eso el cánticode Débora mostraba a las tribus deNeftalí, Isacar y Zabulón, apoyadaspor Efraím y Benjamín, cantando suvictoria sobre los cananeos en nom-bre de YHWH, el Dios del Sinaí, el Diosde Israel (cf. Jue 5,5ss).

También otras tribus, portado-ras de antiguas tradiciones sobreJacob, habían adherido a YHWHpor contacto con los israelitas, aun-que no ingresaran a Canaán y per-manecieran al este del Jordán.

«Moisés dio a los hijos de Gad, alos hijos de Rubén y a la mediatribu de Manasés, hijo de José, elreino de Sijón, rey de los amo-rreos, y el reino de Og, rey de Ba-

Monte Nebo, lugar de la muerte de Moisés. Desde allí se observa panorámicamente elpaís de Canaán.

Page 9: La gesta del exodo

17La experiencia salvífica de los primitivos hebreos

sán; el país con las ciudadescomprendidas en sus fronteras ylas ciudades colindantes» (Nm32,33).

La orden dada por Josué a es-tas tribus (Jos 1,12-14), y el reprochedirigido a ellas en el canto de Débo-ra a causa de su ausencia en la ba-talla, muestran que estas tribus yaera consideradas como parte de laconfederación israelita.

Distinto es el caso de las tribusde Judá y de Simeón, que conserva-rían los recuerdos de Abraham y deIsaac. Probablemente pudieron ha-ber conocido las tradiciones sobreMoisés a partir del paso de los is-raelitas por el oasis de Kadesh. Latribu de Leví parece haber desem-peñado un rol destacado (tal vez dearbitraje) en ese lugar, y pudo con-tribuir a esa transmisión de las tra-diciones mosaicas:

«Dale a Leví tus Urim y tus Tum-mim al hombre de tu agrado, aquien probaste en Massá, conquien querellaste en las aguasde Meribá, el que dijo de su pa-dre y de su madre: «No los hevisto». El que no reconoce a sushermanos y a sus hijos ignora.Pues guardan tu palabra, y tualianza observan» (Dt 33,8-9).

Tal vez estas tribus, que trata-ron de ingresar a Canaán desde el

sur, serían las que conservaban ellejano recuerdo de la expulsión deEgipto que se insertó en la tradicióndel Exodo. Sin embargo no conse-guirían restablecer contacto con lastribus israelitas hasta casi dos si-glos más tarde, a causa de la barre-ra impuesta por las ciudades cana-neas del sur.

Por la época del Éxodo (s. XIII)encontramos por primera vez men-cionado el nombre de Israel fuerade la Biblia. Una estela descubiertaen 1896 cerca de Tebas (conservadahoy en el Museo del Cairo) enume-ra las victorias obtenidas por el fa-raón Merneptah sobre los libios ha-cia 1220. En las líneas 26 y 27 el tex-to evoca la sumisión de los asiáti-cos y menciona a Israel:

«Los príncipes están postradosdiciendo: ¡Paz!. Entre ellos losNueve Arcos ni uno levanta sucabeza. Tehenu (Libia) está de-vastado; Hatti está en paz; Ca-naán está despojado de toda sumaleficencia; Ascalón está depor-tado; nos apoderamos de Gué-zer; Yanoam está como si no hu-biese existido jamás. Israel estáaniquilado y su simiente no sal-drá jamás; Haru está viudo anteEgipto».

La inscripción invita a descu-brir un grupo humano que se desig-

na con el mismo nombre de Israel yque está más o menos asentado enel norte del país que el texto egipciollama Haru, sin que podamos no-sotros saber el alcance de su exten-sión.

Bajo el punto de vista político,cada tribu siguió abandonada a supropia suerte y debió preocu-parsede sí misma y de su espacio vital.Sólo cuando la federación como talestaba amenazada o cuando esta-ban en juego sus intereses vitales,entonces toda la agrupación enta-blaba la lucha. En este caso se trata-ba de guerras santas en las que elmismo YHWH combatía en favor delos suyos; eran actos religiosos an-tes de los cuales se santificaban ytras los cuales se entregaba el botína YHWH.

La convocación para tales em-presas partía de un caudillo caris-mático que se sentía invadido porel espíritu de YHWH y que reuníaal pueblo para la lucha. Después dela lucha cada clan retornaba a surespectivo territorio. Estos jueceseran líderes naturales, sin institu-cionalización.

El encuentro de la religión deYHWH con el ambiente cultual ca-naneo se realizó con gran naturali-dad. Fue el resultado del contactofrecuente de muchos grupos he-breos con los santuarios cananeos.Si posteriormente Israel llegó a po-seer una percepción más clara desu diferencia con todo lo cananeo,fue porque recogió el fruto de unalarga experiencia con su mundocultual. Pero en un principio el in-flujo del mundo religioso cananeofue muy profundo.

Por comparación al dios cana-neo El, los hebreos pudieron conce-bir a YHWH como Dios del cielo,sentado sobre su trono rodeado deseres divinos y en solemne consejocon éstos:

«Dios se levanta en la asambleadivina, en medio de los diosesjuzga» (Sal 82,1).

Pero el yahwismo no habríapodido asimilar esta antigua con-cepción cananea si no hubiera co-

El faraón Merneptah, su estela y el detalledel nombre de Israel grabado en ella.

Page 10: La gesta del exodo

18 La época del Primer Templo

menzado en seguida un proceso dedesmitificación. Los dioses se con-virtieron en ministros (ángeles) ce-lestiales de YHWH.

Los hebreos también tomaronde los cananeos el calendario festi-vo, que tenía la impronta de una re-ligión campesina que ve en el acon-tecimiento de la siembra y la cose-cha un fenómeno sagrado. A ese rit-mo agrícola sumaron el ritmo pas-toril tradicional de sus antepasadosnómadas. Pero los hebreos dieronal contenido de estas fiestas unaimpronta singularmente yahwista.

Las matzot (los panes ázimos),fiesta de la cosecha de la cebadadurante la primavera, pasó a serconmemoración de la salida deEgipto (Ex 23 ,15). La fiesta de lacosecha del trigo en el verano, o delas Siete semanas (Pentecostés), se con-virtió en la celebración del don dela Ley en el Monte Santo. La granfiesta del otoño y la vendimia, cuan-do se suplicaba por la prosperidadde la siembra durante las primeraslluvias, comenzó a recordar la mar-cha por el desierto y la morada enlas tiendas (sucot: Lev 2-3,42s).

Los hebreos historizaron estasfiestas dándoles un contenido acor-de a su fe en YHWH. Porque loshechos en los cuales YHWH inter-

vino salvíficamente no eran comolos otros sucesos que se perdían enel pasado irremediablemente, porfalta de memoria. Eran sucesos quela memoria celebrativa, comenzó aactualizar en todas las generacio-

nes. La salvación se hacía así pre-sente mediante el rito. Y entonces, elhebreo que comía la Pascua no sim-plemente recordaba la salida deEgipto, sino que también se incor-poraba cada vez que lo hacía en ese

Probablemente también del panteón cananeo surgió la imagen triunfal de YHWH prece-diendo a su pueblo en la salida de Egipto que, en cierto modo, evoca al dios Baal comoes mencionado en los textos ugaríticos de Rash-Samra:

«¿No te dije, ¡oh príncipe Baal!, no terepetí, ¡oh Auriga de las nubes!?»Ahora a tu enemigo, Baal, ahora a tuenemigo debes aplastar, ahora debesdestruir a tu adversario, y asíposesionarte de tu reino eterno, de tudominio por los siglos de los siglos»(UT 129).

«Cantad a Dios, salmodiad en sunombre,abrid paso al que cabalga sobre lasnubes,alegraos en YHWH, exultad ante surostro» (Sal 68,5).

«Saltó la maza de las manos de Baal,como un águila de sus dedos; golpeó enla cabeza al Príncipe Yammu, en la fren-te al Juez Naharu, y así se desplomóYammu, cayo a tierra; se doblaron susartejos, y se descompuso su rostro» (UT137)

«¡Rendid a YHWH, hijos de Dios,rendid a YHWH gloria y poder!Rendid a YHWH la gloria de su nombre,postraos ante YHWH en esplendorsagrado.La voz de YHWH sobre las aguas;el Dios de gloria truena¡es YHWH, sobre las muchas aguas!Voz de YHWH con fuerza, voz deYHWH con majestad (Sal 29,1-4).

Gracias al rayo Baal había derrotado a Yammu (el mar). También YHWH tiene dominiosobre las tempestades.

Un rostro cananeo para YHWH

Izquierda: Familias hebreas se disponen a ofrecer lasprimicias en la fiesta de las Semanas. Derecha: Niñosconstruyendo la Sukká para la fiesta de la recolección.

Page 11: La gesta del exodo

19La experiencia salvífica de los primitivos hebreos

acontecimiento salvador. Comerparados, ceñidos y con bastón en lamano (Ex 12,11) era una representa-ción, era un volver a hacer presente enla propia vida lo que YHWH habíahecho antes con sus padres.

La modificación de los conte-nidos de las fiestas agrícolas cana-neas fue el primer paso que dieronlos hebreos en un proceso muchomás amplio de historización. La in-tervención salvífica de YHWH enla salida de Egipto llegó a ser unverdadero acontecimiento funda-dor, a partir del cual se establecióuna larga cadena de hechos tam-bién salvíficos hasta los días pre-sentes. Entonces, las tradicionespatriarcales precedieron como pro-mesa la salida de Egipto, y la ocupa-ción de la tierra le siguió como cum-plimiento.

Según esta reflexión, los he-breos no habitaban la tierra comousurpadores, sino como poseedoreslegítimos. Si Dios les ayudó a ocu-par el país, fue porque esa tierrahabía sido ya antes prometida a lospadres y en ella que ellos lo habíanadorado. Era la tierra en que des-cansaban los padres. En Hebrón seencontraba la tumba de los patriar-cas según la tradición que recorda-ba la despedida de Jacob frente a sushijos:

«Yo voy a reunirme con los míos.Sepúltenme junto a mis padresen la cueva que está en el campode Efron el hitita, en la cueva queestá en el campo de Makpelá, en-frente de Mambré, en el país deCanaán, el campo que compróAbraham a Efrón el hitita, comopropiedad sepulcral: allí sepulta-ron a Abraham y a su mujer Sara;allí sepultaron a Isaac y a su mujerRebeca, y allí sepulté yo a Lía»(Gen 49,29-31).

También otra tradición refe-rirá que los huesos de José fueronllevados a ese lugar cuando Moiséssalió de Egipto (Ex 1-3,19).

Los hebreos que invadieronCanaán reflexionaron su presenteen ese país, como el resultado de unhacerse, de un devenir histórico com-plejo. Este trabajo de historizaciónfue posible gracias a la agrupaciónde las tradiciones conservadas porlos distintos clanes federados enSiquem. Una agrupación que no fueuna simple yuxtaposición de esla-bones dispersos. La historia sagra-da llegó a ser tal, llegó a ser más queuna crónica continuada, porqueuna convicción unificante sirvió deconexión para todos los sucesos:Dios había actuado en todos los ca-sos y había conducido los hechos sal-víficos en una proyección hacia unpunto.

Los hebreos llegaron a descri-bir así un proyecto de Dios que apun-taba a un objetivo hacia el cual sedirigía toda su historia: introducir aIsrael en la tierra prometida.

YHWH habría seguido un plany habría recorrido un camino conlos antepasados de Israel, hasta queen ese itinerario Israel llegó a ser Is-rael. Es decir, la historia de Israel seconvirtió en la historia de Dios, en uncamino recorrido bajo su dirección.

La fijación del s.XIII aC como referencia inicial responde a la probabilidad deque en esa fecha algunos grupos de semitas hubiesen protagonizado losacontecimientos relatados en la tradición del Exodo. En estos sucesos seapoyarían convicciones tan arraigadas en los siglos siguientes, como la Alian-za entre YHWH e Israel. También estos sucesos serán los que darían un nuevosignificado a las antiguas fiestas agrícolas que los pastores hebreos adopta-ron al hacerse agricultores entre los cananeos.

1. ¿En qué pudo consistir el Exodo? ¿Fuga o expulsión?2. ¿Qué experiencia testimoniaron sus protagonistas ante las generaciones

siguientes?3. ¿Cuál es la caracterización de YHWH en los textos más antiguos?4. ¿Cómo se origina la idea de Alianza y qué implica?5. ¿Qué conclusiones se pueden sacar de una comparación entre la

legislación mosaica y la de otros pueblos del Antiguo Oriente?6. ¿Qué rasgos de los dioses cananeos se trasladaron a YHWH?7. ¿Qué afirmaciones de fe permitieron expresar la re-significación de las

fiestas a la luz de la historia pasada? (cf. Dt 26,5ss).8. Conclusión: ¿Qué tipo de tiempo sagrado ha prevalecido entre los clanes

asociados después del Exodo: periódico (la fertilidad natural) oconmemorativo (el acontecer histórico)? ¿Qué consecuencias ha tenidoesto en la elaboración de la historia de salvación?

Guía de estudio

YHWH, el del Sinaí, el que nos sacó de Egipto (Ex 1-15)

Clanes semitas se instalan en Canaán (Gn 12-36)

Agrupación en una Alianza Tribal

Nuevos

gruposllegados

deE

giptoproponen

sufe

alas

otrastribus

enS

iquem(Jos

24)

Israel, pueblo de YHWH

El Pastor de IsraelSiquemEL-BERIT

El Fuerte de JacobBetelEL-BETEL

El Terror de IsaacBershevaEL-OLAM

El Dios de AbrahamHebrónEL-SHADAY

El Pastor de IsraelSiquemEL-BERIT

El Fuerte de JacobBetelEL-BETEL

El Terror de IsaacBershevaEL-OLAM

El Dios de AbrahamHebrónEL-SHADAY