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HUMANISMO Y PERVIVENCIA DEL MUNDO CLáSICO, III.2 (2002), 929-942 Juan Luis de la Cerda y el Liber de palito de Tertuliano Filomena Fortuny Previ - Francisca Moya del Baño Universidad de Murcia* Un ejemplo conspicuo del trabajo del humanista Juan Luis de la Cerda lo constituye la atención prestada al Pallium de Tertuliano. Si es sobre todo cono- cido por su aportación a la obra de Virgilio, 1 también se reconoce la capital im- portancia que tuvo en relación a la obra de este escritor africano, a cuya com- prensión o mejor entendimiento aportó, sin duda, claridad. La obra de Tertuliano y su trayectoria personal contaba con ingredientes capaces de atraer el interés de humanistas como La Cerda; la tarea que se impuso de dedicarle un comentario pudo, además, posiblemente estar animada por la misma Compañía de Jesús y sus más insignes responsables. El Liber de Palito o Pallium, curiosa obrita, llena de dificultades que se man- tienen, prácticamente las mismas, en la actualidad, 2 ya había sido objeto de va- rios comentarios, y ocupó varias veces la atención de nuestro humanista. Forma parte del primero de los volúmenes dedicados a Tertuliano, editado en París en 'Este trabajo se inserta en el Proyecto DGES PB98-0393. 'Véase Bucólica, Geórgica et Aeneis, argumentis, explicationibus, notis illustrata a Joann.Ludov. de la Cerda. 3 vols. infol. Coloniae, 1628. 2 El Liber de Fallió, cuya localización en la obra de Tertuliano separa a los estudiosos, pudo pertenecer a su época montañista, en la que se sitúan sus obras apologéticas, dogmático-polémi- cas y práctico ascéticas; pero el que el Liber de Pallio no posea el tono que las otras obras, y las grandes diferencias existentes ha llevado incluso a dudar de la paternidad tertulianea; puede con- siderarse, sin embargo, una obra de "apología" en cuanto que Tertuliano se defiende a sí mismo atacando a quienes le critican que haya adoptado el palio griego abandonando la toga romana; el ataque, lleno de erudición y en un tono de burla, puede ser un ejercicio casi retórico y se ha pen- sado en que tuviera como fuente una satura de Varrón. A lo largo de la obra va defendiendo el palio, argumentando que se ha usado muchas veces y desde antiguo, pero sobre todo que existen los cambios, cambios en las personas, en los animales y en la naturaleza; ofrecerá ejemplos de la historia y del mito, y pondrá prototipos de muchos "ilustres togados", llenos de ignominia, en fuerte 929

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HUMANISMO Y PERVIVENCIA DEL MUNDO CLáSICO, III.2 (2002), 929-942

Juan Luis de la Cerda y el Liber de palito de Tertuliano

Filomena Fortuny Previ - Francisca Moya del Baño Universidad de Murcia*

Un ejemplo conspicuo del trabajo del humanista Juan Luis de la Cerda lo constituye la atención prestada al Pallium de Tertuliano. Si es sobre todo cono­cido por su aportación a la obra de Virgilio,1 también se reconoce la capital im­portancia que tuvo en relación a la obra de este escritor africano, a cuya com­prensión o mejor entendimiento aportó, sin duda, claridad. La obra de Tertuliano y su trayectoria personal contaba con ingredientes capaces de atraer el interés de humanistas como La Cerda; la tarea que se impuso de dedicarle un comentario pudo, además, posiblemente estar animada por la misma Compañía de Jesús y sus más insignes responsables.

El Liber de Palito o Pallium, curiosa obrita, llena de dificultades que se man­tienen, prácticamente las mismas, en la actualidad,2 ya había sido objeto de va­rios comentarios, y ocupó varias veces la atención de nuestro humanista. Forma parte del primero de los volúmenes dedicados a Tertuliano, editado en París en

'Este trabajo se inserta en el Proyecto DGES PB98-0393. 'Véase Bucólica, Geórgica et Aeneis, argumentis, explicationibus, notis illustrata a Joann.Ludov.

de la Cerda. 3 vols. infol. Coloniae, 1628. 2 El Liber de Fallió, cuya localización en la obra de Tertuliano separa a los estudiosos, pudo

pertenecer a su época montañista, en la que se sitúan sus obras apologéticas, dogmático-polémi­cas y práctico ascéticas; pero el que el Liber de Pallio no posea el tono que las otras obras, y las grandes diferencias existentes ha llevado incluso a dudar de la paternidad tertulianea; puede con­siderarse, sin embargo, una obra de "apología" en cuanto que Tertuliano se defiende a sí mismo atacando a quienes le critican que haya adoptado el palio griego abandonando la toga romana; el ataque, lleno de erudición y en un tono de burla, puede ser un ejercicio casi retórico y se ha pen­sado en que tuviera como fuente una satura de Varrón. A lo largo de la obra va defendiendo el palio, argumentando que se ha usado muchas veces y desde antiguo, pero sobre todo que existen los cambios, cambios en las personas, en los animales y en la naturaleza; ofrecerá ejemplos de la historia y del mito, y pondrá prototipos de muchos "ilustres togados", llenos de ignominia, en fuerte

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1624 por Michel Sonnius3; ocupa el primer lugar y las páginas infolio 1-48. Ade­más de estas páginas, en el mismo volumen aparecen al final unos Addenda ad Pallium Tertulliani; son las páginas 759-786, es decir veintiséis páginas infolio, con las que, por otra parte, no acaba el interés del P. la Cerda por esta obra. Se­guirá ocupándose de esta obrita y publicará un nuevo comentario dos años des­pués en sus Adversaria sacra,4 que ven la luz en 1626: en las últimas páginas de este volumen, aunque con numeración independiente (pp. 1-70), encontramos una segunda edición del Liber de Pallio, aumentada y, en cierta medida también, co­rregida; comprobamos que no espera a incluirla en el segundo volumen dedi­cado a Tertuliano, que estaba preparando,5 sino que la sitúa en la primera obra suya que sale a la luz.

Este hecho, es decir, la vuelta a una misma obra en un espacio de tiempo tan breve, tiene, naturalmente, una razón de ser, y de ello trataremos de dar cuenta.

Poco después de haber acabado La Cerda su primer volumen de Tertuliano,6

y, antes de que éste hubiera visto la luz, apareció, en París, en 1622, una impor­tante contribución de Claudius Salmasius al Pallium,1 y asimismo, en Rheden, en

contraste con los griegos que llevaron el palio, y que fueron filósofos, gramáticos, médicos y po­etas, e insistiendo en la relación de filosofía y cristianismo. Es una obra interesante, amena, llena de vigor, que gozó de bastante fama en el Humanismo. La edición más antigua corresponde al año 1521 y fue debida a Beatus Rhenanus, publicada luego en Basilea, sigue la de lacobus Pamelius, editada en Amberes en 1579, la de Franciscus Iunius en Leiden en 1595, la de Theodorus Marci-lius en París en l6l4; Claudius Salmasius la editó en París en 1622; a ésta siguió la debida a La Cerda, también en París en 1624. Todavía en el siglo XVII aparece una segunda edición de La Cerda, 1626; y antes, en 1624, en París, se reedita la obra de Cl. Salmasius y aparece la edición de N. Rigault. Sin embargo desde este momento y hasta la fecha el Liber de Pallio cayó casi en el ol­vido y no ha habido demasiadas ediciones, aunque podemos recordar la de Oehler, Lipsiae, 1853-54; ya en nuestro siglo la de Iosephus Marra, de 1932, en Turín, la de A. Gerlo, Weteren, 1940 (después en el Corpus Christianorum II, Turnholti, 1954), la de Cataudella, Genova, 1947, y la de Costanza, Ñapóles, 1968. En cuanto a traducciones sólo conocemos en español la de Esteban de Ubani, publicada en Madrid en 1631 y que lleva por título "La Capa de Tertuliano, trasladada de latín en castellano i declarada con Notas".

3 Q. Septimii Florentis Tertulliani, Presbyteri Carthaginiensis, Opera Argumentis, explicationibus, notis illustrata, authore Ioanne Ludovico de la Cerda, Toletano theologo Societatis Iesu... cum índice locupletissimo rerum et verborum, LutetiaeParisiorum, sumptibusMichaelis Sonnii...MDCXXIV. Consta de 12 páginas previas, 786 páginas infolio (36 cm.); en la Biblioteca Nacional existen dos volúme­nes, con signatura 3.17621 y 2.15395, respectivamente. Citamos esta obra por La Cerda, 1624.

4 ADVERSARLA SACRA opus varium ac veluti fax ad lucem quam multorum locorum utriusque instrumenti patrumque et scriptomm quorumcunque: Christianae antiquitatis et sacrorum rituum pancarpia; politioris denique literaturae thesaurus multiplex. Accésit eodem autore Psalterii Salomo-nis ex Graeco M.S. códice pervetusto, latina versio, et ad Tertulliani librum de Pallio Commentarius auctior, Lugduni, Sumpt. Ludovici Prost, 1626. Citamos por La Cerda, 1626.

5 Que se publicará en 1630, en París, editado también por M. Sonnius. 6 Lo tenía terminado al menos en junio de 1621, como veremos. 7 Notae in Quinti Septimii Florentis Tertulliani librum de Pallio, Lutetiae Parisiorum, 1622. Sal­

masius, o Claude de Saumaise (1588-1653), discípulo de Casaubon, cuyas notas acompañan a la edición salmasiana de la Historia Augusta, es uno de los humanistas más importantes del siglo XVII. Nacido de padre católico y madre calvinista, ocupó la cátedra en Leiden, sucediendo en ella a Es-calígero, y escribió sobre variados temas. Fue uno de los que mantuvieron discusiones sobre la

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el mismo año, una agria crítica a este trabajo por parte de Petavius.8 Estas dos circunstancias son las que le llevaron, sin duda, a volver de nuevo, dos veces más, sobre esta obrita; la seriedad filológica del P. La Cerda o, sencillamente, el deseo de salir al paso de algunas críticas que se podían hacer a su edición y co­mentario del Pallium le pudieron empujar. La primera edición de la Cerda -él lo sabía- iba a aparecer después de la de Salmasius; no haberlo conocido o citado era, ciertamente, criticable.

Que el primer volumen del comentario a Tertuliano estaba acabado -y entre­gado para su edición- antes de que apareciese el libro de Salmasius, lo sabemos, además de por el propio testimonio de La Cerda, por las fechas de las "Aprobacio­nes" de la obra; la primera es de julio de 1621 y corresponde a la aprobación del Provincial de Toledo Pedro de Alarcón; la del Rey de España, a través de An­tonio López, es de agosto del mismo año (1621); posteriores fueron la del Rey de Francia, país en que se publica la obra, que es de julio de 1623, y la Summa Prívilegü de agosto de 1623.

La Cerda, pues, una vez conocida la obra de Salmasius introduce, en un pri­mer momento, sus Addenda en el mismo volumen en que iba su primer co­mentario al Pallium, volumen que todavía no había salido a la luz. En estos Ad­denda pasa revista a los juicios de Salmasius, los valora y, a veces, los acepta; o los critica discretamente y los rechaza. El espíritu abierto de nuestro humanista queda reflejado así en las palabras introductorias: Placetpercurrere Librum de Pa­lito Claudii Salmasii, et quae ab illo admittenda sunt, lubens admittam: si quae

existencia o no de un dialecto griego especial, que sería el usado en los escritos bíblicos. Escribió: Plinianae exercitationes (1629), De usuris (1638), De modo usurarum líber (1639), De lingua Helle-nistica commentaríus (1643), De caesarie virorum et mulierum coma (1644), De primatu Papae (1645), Defensio regia pro Carolo (1649). Se le atribuye también el Funus linguae hellenisticae, pu­blicado en 1643. Interesado por los más diversos temas, como demuestran sus obras, fue conside­rado por algunos (Grocio, Gronovio) el Varrón o Eratóstenes de la época, aunque no todos admi­raron su ciencia (entre ellos Petavius). Defendió al rey Carlos de Inglaterra contra Milton. Para más detalles, G. Cohén, Écrivains /raneáis en Hollande dans la premiére moitié du XVII siecle, París, 1920, 311-333. L. Miller, "Milton, Salmasius and Hammond", Renaissance and Reformation, 9, 1973, 108-115. R. Pfeiffer, Historia de la Filología Clásica, II, de 1300 a 1850, Madrid, 1981, 209. Leigh-ton D. Reynolds - Nigel G. Wilson, Copistas y Filólogos, Las vías de transmisión de las literaturas griega y latina, Madrid, 1986, 175-177.

8 Dionysius Petavius o Petavus, Denis Petau, firmó este trabajo bajo el pseudónimo de Antonius Kerkoetius: Antonii Kerkoetii Aremorici, Animadversorum liber ad Claudii Salmasii Notas in Tertu-llianum De Pallio, Rhedonis, 1622. El P. La Cerda lo nombra por el pseudónimo. Era jesuíta como La Cerda, y de gran fama, nacido en Orleans en 1583 y muerto en 1652, fue profesor de teología en París. El Papa Urbano VIII quiso llevarlo a Roma y hacerlo cardenal, honor que declinó. Poseyó gran erudición y escribió sobre grandes y diversos temas. Versado en astronomía, con conocimientos más sólidos que los de Escalígero que le llevaron a corregirle alguna equivocación. Su obra Opus de doctrina temporum es una respuesta al Thesaurus temporum de Escalígero (obra publicada en 1606 y en la que trató de reconstruir sistemas cronológicos del mundo antiguo). Escribió además las Tabulae chronologicae; Miscellaneae exercitationes adversus Cl. Salmasium; Uranologium; Pa-raphrasis psalmorum quae in Bibliis sparsim oceurrunt, graecis versibus expressa cum latina inter-pretatione; Diatriba depotestate consecrandi,de theologicis dogmatibus; Calendarium romanum; De libero arbitrio, etc. Tradujo al griego el Laelius de Cicerón, lo mismo que poesía griega al latín.

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non ita, praefata venia bine excludenda sunt. Itaque non omnia tractabo, sed quae de novo ocurrunt, in quibus Ule lectionem mutat. Hunc autem ordinem ser-vabo, ut ipsum loquentem faciam Salmasium: si quae addenda erunt, addam ipse vel initio vel fine. Nec mirum hoc opus excreverit suppeditante materiam Palito ipso. (p.759)

Pero, como ya hemos dicho, no se va a limitar a incluir este comentario, en forma de Addenda, sino que aprovecha la ocasión de volver a editar la obrita y lo hace en sus Adversaria sacra, al final del volumen; este comentario aumen­tado (consta de casi el doble de páginas) y, a veces, corregido, suele mantener, salvo excepciones, el mismo texto de la primera edición, pero introduce nuevos comentarios, sugeridos, los más de ellos, de la lectura de Salmasius, y sobre todo de la de Petavius, que conoció después de haber dado a la luz sus Addenda. La aparición de la obra de Petavius, con quien coincide bastante, fue, sin duda, la que motivó su segunda edición; en ésta, casi al principio, lo deja claro,9 aunque sus razones eran fácilmente deducibles.

En estos sucesivos acercamientos del P. La Cerda a esta interesante y sor­prendente obra algo tuvo que ver, por tanto, la hostilidad entre humanistas. La virulencia, que no agrada a La Cerda,10 de Petavius contra Salmasius, muestra bien que no se trataba sólo de opiniones distintas ante un mismo texto.

La obra de Salmasius, texto y comentario, que iba a convertirse en referen­cia casi obligada, respetada y bastante seguida por los editores modernos,11 re­cibe unas críticas por parte de Petavius, que tienen relación más bien con cues­tiones casi personales. No le parece en absoluto bien a Petavius que Salmasius se dedique a estudios relacionados con la religión (de "Teología" y "Padres" ha­bla él), y lo explica ampliamente: Nam cum et religione, ut fama est, Calvinista sis, et scripta tua, postrema máxime, ex temeritate, arrogantia et inscitia conflata sint, manifestum est quid et ab haeretico, corruptelae, et ab bomine temerario fal-sitatis, et ineptiarum ab imperito in Patrum scripta comportandum sit, nisi consi-

9 Vemos, por ejemplo, que en su comentario a concilio (lectura preferida por Salmasius a con-silio, de la que luego hablaremos), apostilla: Etenim eodem anno quo excusae meae sunt Parisiis in Tertullianum Notae prodiit Salmasius, quem ego ut vidi, ne quis quereretur hoc deesse meis Notis, redegi in compendium et ADDENDA AD PALLIUM Tertulliani inscripsi, et apposui ad finem Tertu-lliani mei, cum ecce súbito statim post illum vidi Antonium Kerkoétium in Salmasium acriter inve-hentem, et praecipua eius typis commisi in Adversaras meis. Nunc in secunda hac editione Tertu­lliani de Palito, quam molior, decrevi ex utroque Antagonista meliora decerpere, La Cerda 1626, pp. 5-6.

10 De la acritud de la crítica de Petavius o Kerkoetius se queja an alguna ocasión. Valga de ejem­plo lo que dice en su segunda edición al matizar en sus Notae la lectio defendida por Salmasius (concilio) frente a la defendida por él (consilió); después de decir que a él no le place la opinión de Salmasius, añade: Sed habet contra se Salmasius acrem et vividum insectatorem, is est Antonius Kerkoetius, qui insultat acriter homini et nullum vidi scriptorem aut nostri aevi aut antiqui acerbius puniri et vapulare quam Salmasius a Kerkoétio. La Cerda 1626, 5.

11 Cf. por ejemplo A. Gerlo Quinti Septimi Florentis Tertulliani Opera, Corpus Christianorum, Series Latina II, 1954 y S. Costanza, Tertulliano, De Palito, testo, traduzione e commento, Napoli, 1968.

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liis tuis obviam eatur, Haec una me res impulit, ut ad te scriberem; non odium ullum tui, non livor, quorum causas procul babeo.12

Petavius era jesuíta y Salmasius, hijo de padre católico y madre calvinista, se había pasado a las filas de los reformadores; obligación suya, piensa Petavius, es enfrentarse a todo lo que es fruto de la temeridad, arrogancia y falta de conocimien­tos de Salmasius. Estas circunstancias pueden "justificar" una virulencia que ex­cede la costumbre habitual en la época.

Petavius no oculta que hay un enfrentamiento religioso, pero quiere dejar claro que hay otras razones para oponerse a Salmasius; éste es quien no ha de­jado de criticar en su obra a los comentaristas anteriores; todos, dice Petavius, son, en su opinión, imperiti ac stupídi; se burla de Marcilio, lanza veneno con­tra Escalígero, e incluso ha llegado a criticar hasta a un calvinista, Casaubon; no se puede esperar sino que se lance contra los católicos.13

Añadirá Petavius, todavía en la dedicatoria, que todo lo que hay de bueno en los comentarios de Salmasius ha sido tomado de otros, y que lo propio de él no vale nada, está lleno de errores. Petavius le advierte que se abstenga de comentar a Tertulia­no y a los Padres; si no lo hace, le anuncia que su guerra será asidua e inmortal.

En este Animadversorum líber de Petavius están los primeros y duros ata­ques; y aquí comienza por evidenciar las contradicciones de Salmasius.14 Es cierto también que Salmasius, y casi al empezar su comentario, se permite criticar a un vir maximus, sin mencionar su nombre, pero evidente para todos, Escalígero.15

Salmasius, como le dirá Petavius,16 había arrojado "su tinta de calamar" contra este humanista; ahora deberá recibir él, podríamos decir, los dardos de Petavius,17 que dedica trece páginas a comentar y criticar que Salmasius dijese que el palio lo había adoptado Tertuliano al hacerse sacerdote,18 y que le dedicará insultos de la más diversa naturaleza a lo largo de su obra, oponiéndose a sus lecturas, interpre­taciones y, sobre todo, a sus conjeturas.

12 Cf. Kerkoétius, pp. 1-2. Continúa afirmando que Salmasius no es digno ni de su odio ni de su envidia.

13 Cf. Kerkoétius, pp. 4-5. 14 Dice el primer epígrafe: Ad diatribam de Palito. Stupor eius, paralogismos: pugna secum. 15 Ocurre en la página 7 de Salmasius, a propósito de las distintas opiniones sobre si Tertuliano

había adoptado el palio cuando se hizo cristiano o cuando se hizo sacerdote. Salmasius defiende que esto ocurrió cuando se hizo presbítero; por tanto esta obra, esta declamación en estilo esco­lástico, no pudo pertenecer al inicio de la producción literaria de Tertuliano, como mantenía un vir maximus. Dice así: Quare immaniter errat vir maximus qui Animadversionibus in Eusebium scri-bitprimitias operum Tertulliani huno libellum de Palito fuisse, quod satis superque confutavimus su-pra. Y continúa criticando a Escalígero, aunque sin mencionarlo.

J6Ergo in Scaligerum succus iste loliginis. Pero Salmasius ha hecho su defensa, dice Petavius, sin tener argumentos (Quofretus id pronuntiasF): cf. Kerkoétius, p. 2.

"Merece recordarse también la enemistad que hubo entre C. Salmasius y D. Heinsius, discípulo predilecto de Escalígero; en palabras de M. Pérez González ("La traducción en el siglo XVII según Salmasius" en Humanismo y pervivencia del mundo clásico II, Homenaje al Profesor Luis Gil, Cá­diz, 1997, v. 2. 1037): "La enemistad entre ambos es uno de los mejores ejemplos de odio entre sabios, en este caso con la sombra de Escalígero al fondo".

18 Hay que reconocer que treinta y cinco páginas dedicaba Salmasius al tema. En contra se de­cía que lo había adoptado al hacerse cristiano; otros dicen que al pasar al montañismo.

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En fin, esa hostilidad propició que La Cerda publicara también su segunda edición del Pallium; en ella mantiene prácticamente idéntica la primera, y en ella, como anunciaba, da cuenta, discute o acepta algunas de las aportaciones de Sal-masius o Petavius. Pasamos ahora a ofrecer algunos apuntes sobre su modo de trabajar.

El comentario de La Cerda -nos referimos ahora a la primera edición, de 1624- está en consonancia, como es lógico, con la naturaleza de la obra, y res­ponde al método utilizado por nuestro humanista. El comentario adopta la distri­bución tripartita, que está presente en todo el volumen, de argumentum, explica-tio y notae; las tres partes vienen a continuación de las correspondientes divisiones del texto, es decir, presenta el mismo claro, pedagógico -y elogiado- esquema que aparece en sus Comentarios a Virgilio.19 Como ocurre con todos los co­mentaristas, su trabajo tiene en cuenta los anteriores20; él conoce, utiliza y suele citar, sobre todo si disiente en algo, como era habitual, las ediciones precedentes, y de entre todas, sobre todo, las de Renano, Marcilio, Pamelio, amén, natural­mente, de obras de otra naturaleza, pertinentes a su propósito de comentarista.

En los argumenta se ofrece un breve resumen del contenido de cada uno de los capítulos; supone la primera toma de contacto del lector con el texto.21 Se limita a ofrecer los argumentos de los capítulos de que consta, seis en total.22

Hay, además de estos seis argumenta, un argumentum al título (De palito), en el que ubica al lector ofreciéndole unas noticias previas que orientan sobre la obra, así como sobre cuáles fueron las razones por las que Tertuliano la escri­bió, o cuál era su tema.

19 Éste es el modo de trabajar de Juan Luis de La Cerda, y ésta es una de las mayores virtudes de su trabajos, la claridad, los valores pedagógicos propios de la enseñanza jesuíta. Puede verse J. F. Ortega Castejón, El comentario de Juan Luis de la Cerda a las Geórgicas. Tesis Doctoral inédita, Murcia, 1990. M. Ruiz Funes, El comentario de J. L. de la Cerda a los primeros seis libros de la Eneida, Murcia, 1995, J. Lawrance, "El comentario después de Nebrija" en C. Codoñer - J. A. Gon­zález Iglesias (eds.), Antonio de Nebrija: Edad Media y Renacimiento, Salamanca, 1994, 179-193.

20 Sobre el comentario, pueden verse los trabajos, casi todos ya clásicos, de O. Besoni - C. Ca-ruso, (eds.), // commento ai testi, Basel-Boston-Berlín-Birkhaüser, 1992, A. Buck - O. Herding (eds.), Der Kommentar in der Renaissance, Boppard, 1975; A. Grafton - L. Jardine, From Humanism to the Humanities, Harvard, 1986; J. Kraye (ed.), Introducción al Humanismo renacentista, Madrid, 1998 (trad. edición de Cambridge, 1996); también F. Moya del Baño, "Los humanistas españoles y los textos latinos: unos ejemplos" en Gramática y Comentario de Autores en la Tradición Latina, ed. M. A. Sánchez Manzano, León, 1999, 95-118.

21 En su Prefacio al lector de la edición de Geórgicas, lo explicaba La Cerda: in argumentis bre-viter comprehendo partem Mam carminum quam declarandam suscipio.

22 Éstos son los respectivos contenidos: I Adhibet tunicam et pallium, quo olim usi Carthagi-nienses, et quo nunc. II Non deberé videri novam vestís mutationem ex mundi ipsius varia mutandi ratione. III Probat ídem tum ex varia animantium natura, quibus insitum est mutare vestem, tum máxime ex homine, quod hic vestem mutarit pro necessitate, et demum pro deliciis. IV Habitus mu­tationem tune esse probri poenam, si naturae et disciplinae fiat; commemoratque Ethnicorum pu­denda facta. V Molestiam Togae, simplicitatem Pallii indicat. VI Ad Pallii oceursum improbe eru-bescunt, vestitque omnes.

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Se le había criticado a Tertuliano, como él dice,23 que hubiese adoptado la religión cristiana, y lo hacían los que con él se encontraban repitiéndole estas pa­labras: "¿conque de la toga al palio?" {itane a toga ad palium24); añade La Cerda que la obra, escrita en tiempos de L. Septimio Severo, tiene un tono ácido y satí­rico, y continúa resumiendo de alguna manera su contenido; Tertuliano en Pa­llium prueba de modo contundente que los cambios existen y son buenos, aparte de ofrecer un justificado y decidido elogio del "palio", que sus conciudadanos despreciaban.25

En las explicationes, que suponen un segundo paso, va aclarando La Cerda los diversos pasajes según un texto que él ya ha establecido y, por medio de sinónimos, paráfrasis o con una distinta ordenación de las palabras, trata de libe­rarlo de las dificultades de comprensión que pueda implicar; da razones de lo que allí se encuentra, con más o menos erudición según los casos, aunque no discute ni menciona opiniones encontradas; con las explicationes pretende des­velar el sentido, es decir, lograr que el pasaje se entienda bien.26

Las Notae, la parte más interesante y erudita del comentario, complementan las respectivas explicationes, y la información que allí se encuentra viene avalada por textos antiguos o aportaciones casi contemporáneas; es aquí donde La Cerda da su opinión, unida o enfrentada a la de otros. Es aquí donde se discuten extre­mos de toda naturaleza, empezando por la puntuación, cuestión muy problemática en esta obra; interés muy especial se dedica al establecimiento del texto y a de­fender sus lecturas frente a la de otras ediciones27; la elección de una u otra lec­tura tiene, naturalmente, que ver con la interpretación de los pasajes. La erudi­ción que muestra debe mucho, lógicamente, a quienes le precedieron, pero, pese a ello, su aportación u originalidad, que tiene que ver no poco con el ingenium, es bastante importante.

Nuestro humanista acerca al lector al contenido de una obra que presenta en muchas ocasiones dificultad interpretativa derivada del peculiar estilo del au-

23 De ello habla el mismo Tertuliano y era materia común en tiempos de la Cerda, pues fue ob­jeto de los comentaristas anteriores.

24 Comentamos las opiniones de los humanistas sin entrar en problemas como la verdad de esta obra, si respondió a una realidad o fue un juego literario, una especie de ejercicio retórico. Las di­ferencias que muestra con el resto de la producción de Tertuliano ha llevado incluso, como hemos recordado supra, a cuestionar su paternidad.

25 Cum Tertullianus factus aliquando obviam cuipiam, qui illum impetebat, quod religionem Chris-tianam suscepisset, hoc versu itane a toga ad pallium? Opus hoc nimium satyricum et cum aceto ad eum scribit, cum iam nomen dedisset Christo sub L. Septimio Severo Aug. in quo probat efficacissimis rationibus id muneris vertendi officii et commutandarum rerum perstitisse in orbe semper, ex quo primum fundatus a Deo est: ac propterea mirum non videri se a toga ad pallium transisse: in quo mirae laudes Palla insunt, cuivis potius spectandae quam scribendae. Cf. La Cerda 1626, 3.

26 Valga un ejemplo. I 1: Gaudet gratulaturque suos cives tam prospera temporum fortuna uti, ut vacet ac iuvet denotare et suggillare habitus pacis, scilicet tunicam et pallium Christianum. Sed quare Principes semper Africae? Quia vetustate nobiles, qua Romanos vincitis, et novitate felices, quam de-ductione coloniae Carthaginiensis sortiti sunt ab Augusto. La Cerda 1624, 1.

27 La Cerda, como es sabido, parte de ediciones, no de manuscritos.

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tor, quien hace uso de expresiones y giros nuevos, y ello ha motivado que los estudiosos, al intentar esclarecer las oscuridades, difieran considerablemente en el texto propuesto. La Cerda, con sus dotes pedagógicas, tiene como objetivo pri­mordial ese afán de aclarar el texto,28 lo cual consigue, aunque sea "su texto".

Ciertamente, una parte importante del contenido de sus Notas, en el que pueden percibirse algunas de sus aportaciones al Pallium, está ligada al estable­cimiento del texto; las diferencias existentes entre unas y otras ediciones co­mienzan con la distinta puntuación. Leemos en La Cerda:

Principes semper Africae, viri Carthaginienses, vetustate nobiles, novitate felices, gau-deo vos tam prósperos temporum, cum ita vacat ac iuvat, habitus denotare pa-cis. Haec et annona et ocia ab imperio et a coelo. ( I 1)

La Cerda sitúa puntuación fuerte tras pacis, y hace a pacis complemento de habitus, como aparecía en la edición de Renano y otras, aunque él conoce que se ha corregido y situado puntuación fuerte tras denotare.29 Esta corrección le pa­rece a él insípida y rechazable. Nuestro humanista defiende su postura insistien­do en la idea ya expresada en su explicatio,50 a saber, que denotare es lo mismo que carpere y suggilare; en otro orden de cosas, también se asombra de que Marcilio, que igualmente une habitus pacis,51 no haya visto que Tertuliano, al ha­blar de "hábito de la paz", se refiere al palio de los cristianos, no a la toga ro­mana.

En sus Addenda, una vez conocida la edición de Salmasius, informa de que éste defiende habitus denotare. Pacis (...)32; también modera su anterior juicio.

28 Su preocupación para que el lector entienda algunas expresiones propias de Tertuliano le hace detenerse en explicaciones sintácticas como en I 3: Instar eius, hodie Aesculapio iam vestro sacerdotium est, donde interpreta sacerdotium como nominativo singular frente a Marcilio que lo juzga genitivo de plural (La Cerda 1624, 4) Lo mismo ocurre en II 2 con el giro de tranquilo pro-bum: afirma que debe explicarlo puesto que ha motivado muchas incoherencias interpretativas de­rivadas del valor de la preposición de, ya que dicha preposición ha confundido a muchos estu­diosos de la obra de Tertuliano. Para él, dicha preposición tiene, en este caso, el valor de in o de ob. Basa su deducción en que se usan a veces unas preposiciones por otras, y aporta en su apoyo un texto de Plauto, que utiliza la prposición ob por ad. Dice así: Debeo locum istum explicare, qui multis visus est vitiosus... Itaqueprobum est mare de tranquilo, id est, ob tranquilum, deinde prop-ter flustra temperatum... De enim praepositio errare fecit omnes, cum tantum significet in tranqui-litate esse probum, id quod alibi ostendam clarius. Ergo de pro in, vel ob ponitur. Quemadmodum Plautus in fine Mostellariae <v. 1125> posuit ob pro ad eo versu .• Ait sese metuere in conspectum illius occedere, pro accederé. La Cerda 1626, 14.

29 La corrección era de Chacón, pero no lo menciona. 30 Gaudet gratulaturque suos cives tam prospera temporum fortuna uti, ut vacet ac iuvet deno­

tare et sugillare habitus pacis, scilicet tunicam et pallium Christianum. La Cerda 1626, 3 31 Sin embargo pone punto tras iuvat. 32 Leemos en Salmasius en su nota a habitus denotare pacis: In ipso limine magnum inter-

pretum peccatum deprehendere licet, ut inde iudicium fleri possit, quid ab Mis boni tota postea com-mentatione debeat exspectari (...). Vitiosa porro distinctio est, in Mis, "habitus denotare pacis". (...) scribendum igitur. "gaudeo (...) habitus denotare. Pacis haec et annona et otia.". Atque ita iam olim hunc locum distinxerat Ciacconius, cuius distinctionem nuperi interpretes nullo iudicio damnarunt. (pp. 36-37)

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JUAN LUIS DE LA CERDA Y EL LíBER DE PAUJO DE TERTULIANO

Aunque La Cerda sigue prefiriendo su puntuación e interpretación, como queda confirmado en su segunda edición, el sentir, dice, de otros comentaristas y la au­toridad de Chacón, le hacen juzgar también aceptable la otra.33

Frente a la prudencia de la Cerda con Salmasius, Petavius le ataca abierta­mente34 diciendo que la puntuación tras denotare es una conjetura de Chacón, no lectura de ningún códice; que antes que Salmasius, ya la dio por buena Merce­ro, pero no Marcilio.

En la segunda edición La Cerda mantendrá y defenderá con nuevas autori­dades, entre ellas la opinión de Petavius, su puntuación.

Si comparamos la puntuación en diversas ediciones35 comprobamos que es diferente y que la de La Cerda no es mantenida, aunque tampoco hay coinci­dencia entre las demás.

Cerda: pacis. Haec et annona et ocia ab imperio et a cáelo. Bene est. Salm. : Pacis haec et annona et otia ab imperio et a cáelo bene est. Gerlo: Pacis haec et annonae otia. Ab imperio et a cáelo bene est. Cosían.: Pacis haec et annonae otia ab imperio et a cáelo. Bene est. Evidenciamos que Gerlo y Costanza tampoco coinciden; en cuanto a annona

et, es la lectura de los códices y de ediciones antiguas, frente a annonae que está en las modernas.36

Más diferencias hay en el texto que sigue a continuación (I 2-3). Así apa­rece en el P. La Cerda:

Bene est; tamen et vobis habitus olim aliter, tunicae fuere, et quidem in fama, de subteminis studio, et luminis consilio, et mensurae temperamento, quod ñeque trans crura prodigae, nec intra genua inverecundae, nec brachiis parcae, nec ma-nibus arctae, sed nec cingulo sinus dividente, expeditae, atque quadratae insti-ta. In viris autem pallii extrinsecus habitus et ipse quadrangulus, ab utroque late-rum regestus, et cervicibus circumstructus, in fibulae morsu humeris adquiescebat.

Gerlo lee concilio (en vez de consilio); dividere (en vez de dividente); expedi-tum (en vez de expeditae)51'; iustitia (en vez de institd); stabant en vez de au­tem y coloca puntuación fuerte tras stabant. Costanza invierte olim aliter y sitúa puntuación tras aliter y mantiene las mismas lectiones que Gerlo.

33 Reproduce parte de lo dicho por Salmasius y finaliza la cita mencionando que así puntuaba Chacón; y añade: Itaque quamvis ego insipidam lectionem dixerim, invitar tamen ferri posse hanc lectionem propter auctoritatem Ciaconii et Salmasii. La Cerda 1624, (Addenda), 759. Recordemos que en la primera ocasión no nombra al autor de la corrección. Cf. nota 30.

34 Vetus lectio est: cum ita vacat ac iuvat habitus denotare pacis. Ita Rhenani editio prima (...). Ciaconius vir eruditus aliter interpunxit, tu eius coniecturam secutus es....Praeterea facis facinus; dum unius hominis coniecturam, quamlibet probabilem, in contextum intrudis novae tuae editionis, quam ex veteribus libris emendatam falso iactitas. Num negare potes eam ipsam interpunctionem a coniectura, non a libris esse? (...). Tu aliter scribis. Non sapis. Cf. pp. 14-16.

35 Nos limitamos a comparar la edición de La Cerda con las de Salmasius, Gerlo y Costanza. 36 En su segunda edición la Cerda puntualiza que sigue la edición de Marcilio y no a Salmasius

que se basa en Chacón: caeterum totum hunc locum ita legit Salmasius: gaudeo vos tam prósperos tem-porum, cum ita vacat ac iuvat, habitus denotare. Pacis haec et annona et otia, etc. Et suae sententiae máximum fulcrum adducit scilicet Ciaconium; ego aliud sequor, scilicet Marcilium. La Cerda 1626, 5.

37 Gerlo incluye expeditum en el paréntesis que comienza en nec y cierra expeditum.

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FILOMENA FORTUNY PREVI - FRANCISCA MOYA DEL B A ñ O

Las diferencias que muestran estos editores no son nuevas; pero ni siquiera lo eran en Salmasius, aunque esté detrás, o en el origen, de su aceptación. La Cerda las conocía y las rechazó. En cuanto a consilio/ concilio, en su primera edición vemos cómo nuestro humanista piensa que se equivocaron quienes "rees-cribieron" concilio, en vez del consilio de los manuscritos,38 y no le agrada que Salmasius en sus "Notas a Trebelio"39 afirmase que así debía escribirse.40 El juicio de Petavius es bastante similar al de La Cerda, aunque su crítica a Salmasius es muy agria.41 En la segunda edición La Cerda, que conoce también a Petavius, se mantiene y prácticamente con las mismas palabras en la postura de años atrás.42

En quod ñeque trans crura prodigae, nec intra genua inverecundae, nec brachiis parcae, destacamos que La Cerda escribe, como otros, parcae, sin co­mentar nada en su primera edición; Salmasius adoptó parae, porque, dice, así estaba en manuscritos y en la primera edición,43 como si fuese una forma del adjetivo inexistente parus44; por eso, a pesar de que en la primera edición nada

38 Ciertamente en manuscritos y ediciones se lee consilio, con excepción de la edición de Junio de 1595, las notas de Escalígero (están en la edición de Junio) y las de Salmasius. Después de Salmasius, presentan concilio la edición parisina de N. Rigaltius, la de Oehler, la de Marra, amén de Gerlo y Costanza, ya mencionados. Ubani, que sigue la edición de Pamelio, también traduce consilio: "por el lustre del color".

39 Se trata de las notas o comentario a este autor, incluidas en el volumen de los escritores de la "Historia Augusta", Historiae Augustae scriptores VI. Aelius Spartianus, lulius Capitolinus, Aelius Lampridius, Vulcatius Gallicanus, Trebellius Pollio, Flavius Vopiscus, Claudius Salmasius ex veteri-bus libris recensuit et librum adiecit notarum ac emendationum. Quib(us) adiunctae sunt notae ac emendationes Isaaci Casauboni iam antea editae, Parisiis, MDCXX. Cum privilegio regis.

40 En la explicatio glosa de esta manera et luminis consilio: quasi habito consilio cum purpura, quo luminosissimi purpurei colorís tinctae essent. En la Nota insistirá en que sin duda ninguna Ter­tuliano escribió luminis consilio, quasi capto consilio cum lumine sive purpura, pues lumen está por púrpura (así dice que las túnicas eran tirias y teñidas), y aporta citas de Séneca, Arnobio, Esta­do y Virgilio, insistiendo en que ha de entenderse la estrecha franja de púrpura de las túnicas. (La Cerda 1624,1 y 3). En los Addenda, p. 759, se mantiene en su postura, aportando más datos, y di­ciendo que nunca ha visto que se hable de concilium para referirse a colores, y que si hubiera tradición sobre ello, él se adheriría rápido a esta opinión.

41 Habla Petavius de la audacia de Salmasius por corregir a Tertuliano, y explica qué significa que las túnicas sean alabadas diciendo de ellas de luminis consilio. Dice así: Hoc est apta colorís et luminis temperatura, cui certum consilium et prudentia moderatur. Est enim consilium artis ac pru-dentiae. Acepta que lumen esté por purpura, pero sabe que lumen se dice en sentido más amplio por color. Le echa en cara su ignorancia, la falta de pruebas en su defensa y que toma de otros su ciencia. Cf. pp. 16-18.

42 En relación a las críticas de Petavius (lo sigue nombrando con Kerkoetius), pone de relieve cómo injuria y lacera a Salmasius. Cf. La Cerda 1626, 5-6. Es, por otra parte, cierto que Salmasius en sus comentarios acostumbra a descalificar a quienes sostienen otras opiniones; de su extensa nota al lugar que ahora nos ocupa seleccionamos estas palabras: Et ineptas plerique sententias pro-tulerunt. Omnino legendum, luminis concilio. Cf. Salmasius p. 40.

43 Parae estaba en las dos de Rhenanus, Basilea, 1521 y 1528, en la de Mesnartius, París, 1545 y Gelenius, Basilea, 1550.

44 Dice Salmasius: Non moverem huic loco controversiam, nisi omnes librí movendam monerent. Prima editio cum ómnibus scriptis codicibus constanter hic legunt, nec brachiis parae. Vaticani li­brí etiam, pares. Putaverím utique scríbendum, parae, quidni enim sic parus a quo parum, ut ra­ras a quo rarum (...) hanc vocem parus duobus aut tribus locis apud Ammianum Marcellinum auc-toritate librorum restituimus, quam et heic lubet restituere iisdem auctoribus libris. pp. 43-44.

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dice La Cerda de parcae o parae, lo hará, sin embargo, en los Addenda, en que reproduce parte del comentario de Salmasius y acepta que pueda admitirse pa­rae, aunque le gustaría que hubiese incorporado los lugares de Amiano Marce­lino, en los que, como en Tertuliano, restituyó con el apoyo de los manuscritos parae45; implícitamente, pues, defiende la lectura parcae, como abiertamente lo hace en la segunda edición, en que se permite alguna broma en relación a Salma­sius; las críticas de Petavius eran bastante fuertes, y a ellas alude La Cerda en un comentario relativamente amplio y erudito.46 Las ediciones de Gerlo y Cos-tanza en este caso adoptan parcae, como hacía La Cerda, que persiste en su lec­tura.

Las comparaciones podríamos multiplicarlas, pero vamos a limitarnos a unos ejemplos más; en la frase siguiente La Cerda lee, como Pamelio, nec cingulo si­nus dividente, expeditae, atque quadratae instita, pero Salmasius ofrecerá una lectura distinta: sed, nec cingulo sinus dividere expeditum, beatae qua-drata iustitia. Nuestro autor defenderá su lectura en Addenda y en su segunda edición. Petavius, por su parte, ataca duramente,47 como es habitual en él, a Salma­sius apuntando que algunos códices antiguos habían enmendado el texto.48 En relación a atque quadratae instita que ofrece La Cerda frente a quadrata ius­titia de Salmasius, observamos que Gerlo sigue a Salmasius, pese a que para La Cerda, una vez más, instita es la mejor lectura, lectura que no enmienda des­pués de conocer la defendida por Salmasius.

El texto de II 3, tal como aparece en La Cerda: Non altud ex alio mu-tat, et montium scopulae decurrendo, et fontium venae ebullando, et flu-minum viae obuntbrando?, muestra varias diferencias con Salmasius. La Cerda prefiere mutat, aunque sabe que otros leen mutant,49 pero mantiene, y se­guirá manteniendo mutat En cuanto a scopulae/scapulae, observa desde un principio que scopulae, lectura defendida por él, y antes por Marcilio, a quien alaba por ello, es un helenismo apropiado al contenido de la obra, más griega que latina, y que, por tanto, aunque el término griego scopula no se utili­zaba en latín, el autor pudo incorporarlo a su obra. Considera que dicho término en este caso puede significar lluvia o nieve.50 Después, replicando a

45 Dice así en Addenda: Ferri potest haec lectio Salmasii. Credamus igitur libro edenti parae,. quae licet vox nova sit, nihil mirum in hoc viro, vellem tamen apponi illos Marcellini locos, p. 760.

46 También se detiene en intra, que Tertuliano utiliza de modo peculiar; cf. La Cerda 1624, 3. 47 Habla de su temeridad, de lo ridículo de sus sentencias, de la fiebre de novedades que lo

domina, etc. Cf. p. 19. 48 Turbas omnia, quo coniecturas tuas sancias. Rhenani códices, e quibus editiones priores ac-

curatae sunt, mendose habebant: sed nec cingulo sinus dividere expeditum beate quadrata iustitia. Alii ex Vaticanis et alus veteribus emendarunt. Petavius, p. 20.

49Legunt alii mutant, possunt, nam ita legunt: ceteri quoque eius ornatus, quid non aliud ex alio mutant? Is est Ianus Rutgersius. La Cerda 1624, 10.

50 Laudo Marcilium ita scribentem, qui ait inde corruptam vocem in scapulae et veré scopulas is scripsit. Sunt istae speculae summae et acumina seu vértices montium, idem quod diluvium, ut habes in Aeneide, diluvio ex tilo, sive ut Ovidius 15. Metam. —diluvio mons est deductus in ae-quor. Itaque scopula est σκόπη sive specula. Et textura huius Pallii omnino est Graeca magis quam

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Salmasius,51 que apoya scapulae,52 atacando o, mejor ridiculizando, a quie­nes prefieren la otra posibilidad,53 mantiene La Cerda su opinión en Addenda y defiende que el scapulae de los códices debe corregirse en scopulae™; en la segunda edición insiste en ello, repitiendo literalmente lo dicho en la pri­mera, y respondiendo a Salmasius que, si scopulae no es palabra griega, sí lo es aquella de la que procede, σκόπη, y que así se forman las palabras, como el mismo Salmasius apoya con su ejemplo.55

La postura crítica, seria, respetuosa también,56 de nuestro humanista se per­cibe cuando lo vemos mantenerse en su juicio, y la vemos más todavía cuando considera mejor otra interpretación u otra lectura, y ejemplo de ello, en este mismo pasaje, lo constituye su postura en relación a ebullando.

En la primera edición ofrece este gerundio y nada comenta en sus Notas, pero en Addenda, después de que Salmasius prefiera cavillando, pues decía éste que ebullando siempre le pareció lectura sospechosa, y elegantísima es la ex­presión con cavillari, además de que la usa Tertuliano en otro lugar, La Cerda la acepta y la elogia y, es más, repite las mismas palabras de Salmasius. Lo ve­mos.

Decía Salmasius, después de recordar que cavillando era lectura que estaba en Renano y que fue Gelenio quien la sustituyó por ebullando: Elegantissime au-tem fontium venas cavillari dixit, quae resistunt et quasi subterfugiunt ac tergi-versantur: quae non amplius apparent, sed latent et fallunt, in officio suo fluendi ebulliendique cavilantes... Sic et fontes cavillantur, qui latent et fallunt ac frus-trantur, terramque suis aquis fraudante

Latina. Itaque quamvis usu nostro non sit scopula, potuit hic vir mutatione Graeca desumere. Potest etiam intelligi per scopulas, nix vel pluvia: de quibus proprie dicas decurrere, nam aliter díceret, metido (La Cerda, 1624, 10).

51 Así dice Salmasius: Et montium scapulae decurrendo. Ita recte vetus codex. Prima editio male, scopulae, ex quo Rhenanus in contextu suo fecerat, scopuli, melius quam Mi recentiores Cri-tici qui scopulas defendunt (...). cf. pp. 93 ss.

52 En la traducción de Ubani comprobamos que elige scapulae: "No la mudan por ventura, ya las nieves que se despeñan en arroyos por las espaldas de los montes?", p. 3•

53 Se trata de Marcilio, aunque no lo nombra; La Cerda no podía conocer la edición de Marci-lio.

54 Servat Salmasius vocem scopulae. Cum vero σκόπη sit vox Graeca, inde provenire scopulam non dubito, atque adeo Graecam vocem esse. Itaque omnino legendum est scopulas, et scapulas cum habent códices, reiiciendi sunt, et mutandae in scopulas. La Cerda 1624, 764.

55 Desde Laudo Marcilium hasta ruendo repite lo dicho en la primera edición. Y añade: Ad scrupulum Salmasii dubitantis an scopula vox graeca sit, respondeo, veré vocem graecam esse cum σκόπη vox sit graeca, et inde provenire scopulam, certum sit. Quotiens Ule voces latinas facit, quae non sunt? v.g. in hoc opere accendones fingit, qui non sunt, solum quia Virgilius dixit. Martemque accendere cantu. et sic innumeres. (La Cerda 1626, 14).

56 Valga de ejemplo el que en I 4, en que ofrece salutaret, en la primera edición no comenta nada, pero al ver que la lectio defendida por Salamasius es salutasset, dirá que aunque le parece una corrección idónea para un escritor africano que más adelante emplea coenasset por coenaret, él sigue manteniendo la suya.

57 Pp. 94-95.

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La Cerda en sus Addenda, en su glosa a Et fontium venae ebullando, dice: Legit (se sobreentiende, Salmasius) hic cavillando, quae lectio sustineripotest, immo debet. Y a renglón seguido reproduce las palabras de Salmasius, que hemos nos­otros también reproducido, desde Elegantissime hasta fraudante

En la segunda edición, se manifestará en los mismos términos; también Pe-tavius había aceptado esta opinión de Salmasius; los dos jesuítas, de nuevo y sin conocer los escritos uno de otro, coinciden en su apreciación; pero vamos a La Cerda, que no tiene problema alguno en reconocer que puede preferirse Gavi­llando. Comienza así su Nota: Posui et fontium venae ebullando, et pariter ex-plicui, quod viderem Pamelium in precio haberi huius scripturae auctorem. Quid vero si legendum cavillando, quae scriptio vetus Rhenani est? haec enim lectio sus­tineri potest, immo debet, quam comperi postea Salmasii esse, et Kerkoetii, qui cum saepe Salmasium laceret, in hoc aquiescit.59 Vuelve a reproducir las palabras de Salmasius, ya anteriormente ofrecidas en Addenda, (desde Elegantissime hasta fraudant), y termina recogiendo la propuesta de otro estudioso,60 la cual no con­sidera superior a cavillando.61

Distinta será su postura en relación al siguiente gerundio de la frase: obum-brando; es su lectura, en la que se mantiene, y defiende en sus tres trabajos so­bre el Pallium,62 lectura que alterna en ediciones y estudiosos con otras como obhumando, obambulando, etc.; pero estábamos hablando ahora de cómo la Cerda, lo mismo que es firme en sus juicios cuando cree que tiene para ello mo­tivos, no desdeña retractarse de lo defendido antes, como así ocurre de modo muy evidente en II 8.

Tertuliano cerrará el capítulo segundo extrañándose de que alguien critique que el hombre pueda cambiar; él, por el contrario, alaba los cambios del orbe.63

58 Cf. La Cerda 1624, 764. 59 Cf. La Cerda 1626, 14. 60 D'Orleans, Ludovicus, abogado nacido en París. Escribió contra el rey Enrique IV y por este

motivo fue condenado al exilio y después de reconciliarse con el monarca volvió a París y murió en 1629. Se le conoce principalmente por su trabajo que lleva por título Novae cogitationes in li­bros annalium C. Cornelii Taciti, París, 1622. Cf. Jóchers III, 1099b.

61 Dice así: Ludovicus Doríeans dicit fortasse legi posse, fluminum vice obeundo, sed nihil quaere praeter cavillando. La Cerda 1626, 14.

62 Dice así en la primera edición: Male scripsere aliqui obambulando.Itaque nominat álveos vías fluminum, ut Ovidius 15 Met. dixit tremoribus orbis flumina prosilium, aut exsiccata resistunt. Et mutatio in hoc consistit, quod provolvantur ex montibus vértices aquarum quod novae passim venae aquarum exsiliant, quod sint arbusta ubi prius erat flumen. lanius Rutgersius, lib 3 Variarum cap.14 legit ebombilando, voce, inquit Ule, aptissima ad exprimendum erumpentis fluminis impetum. Et li-cet habeat aliquid saporis haec lectio, censeo tamen nihil mutandum in Tertulliano. Alicui videbi-tur legendum, obundando (La Cerda 1624, 10). En Addenda y segunda edición recogerá lo dicho por Salmasius, Petavius y otros, añadirá nuevos argumentos, etc: Alicui videbitur legentur obun­dando. Quídam mutat obhumando, (...) quod defluminibus Graeci dicunt, quorum alvei limo op-plentur ita ut cursum mutare inde cogantur. Alluvionem vocant latini. Sed scriptura quam sequor melior est itaque legendum est hic locus proculdubio et fluminum viae obumbrando. La Cerda 1626, p. 15. Ubani traduce "ya las riberas de los ríos, vestidas cada dia de nuevas plantas, i de sombras nuevas." p. 3.

63 Dice así: Laudans igitur orbem mutantem, quid denotas hominem?

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Un poco antes de esta reflexión, aparecía64 en el texto de la primera edición de la Cerda, defendida con la prudencia que le es habitual, la palabra carecto.65 En los Addenda, conocida la edición de Salmasius,66 se decide por cacto,61 como lo hará en la segunda edición,68 no ahorrando elogios a ese vir doctus, Salmasius, que le ha indicado cuál es ese lugar de Plinio, que él, decía en su primera edi­ción, no había consultado.69

Los ejemplos seleccionados pueden, en nuestra opinión, servir para enten­der el trabajo de La Cerda. Su comentario tiene, como anticipábamos, las mismas virtudes que tenía el dedicado a Virgilio, presentando, sin embargo, el de Tertu­liano como característica especial el volver más de una vez sobre un mismo comentario, faceta ésta que es la que nos ha interesado destacar en esta ocasión.

En los tres acercamientos de La Cerda al Líber de Pallio vemos que suele mantenerse, por lo general, en la misma opinión; que reseñar, criticar o valorar la edición de Salmasius y aceptar en ocasiones sus lecturas u opiniones hablan igualmente de esa seriedad "filológica". La Cerda también se ve obligado a dejar constancia de que ha leído a Petavius y así lo hace y comenta; además, con gusto, pues con el jesuíta francés, si bien no en el tono agrio y virulento, sí en la cien­cia, suele coincidir.

En fin, creemos, por otra parte, que el prestigio de Salmasius70 ha podido llevar a que el texto y comentario de La Cerda no hayan alcanzado en esta obra de Tertuliano el lugar que quizá le corresponde.

64 Este es el pasaje: Revera orbis cultissimum huius impertí rus est, eradicato omni acónito hos-tilitatis, careció et rubo subdolae familiaritatis, consitum et amoenum super Alcinoi pometum, et Mi-dae rosetum. (Cf. La Cerda 1624, 8).

65 Carecto. Sic scribendum est, nam cacto vox est insolens. Ea dicitur Plinio esse, sed mihi in­consulta. Etenim cacto per compendium dicitur, et sonat carectum. Scio Vulcanium scribere in Ter-tulliano, cacto, et astruit Hermolaum in Dioscoridem, qui ait frecuentem esse in Sicilia, et cactutn dicit vocari Cardum. Doñee autem allucescat vox, Marcilio haeserim legenti carecto. Cf. p. 13.

66 Salmasius defendía cacto y ofrecía el pasaje de Plinio XXI, 16 en que está atestiguado: Cac­tos quoque in Sicilia tantum nascitur, suae proprietatis et ipsa, cuius in térra serpunt caules a ra-dice emissi, lato folio et spinoso. p. 123.

67 Dice así: Gratias ago viro docto, qui mihi cactutn in Plinio indicavit lib. 21. cap. 16. A con­tinuación copia el lugar de Plinio, como lo había ofrecido Salmasius, desde Cactos quoque hasta Vocant ascaliam, p. 766.

68 Ofrece la misma idea: Reposueram hic carecto, nunc autem gratias ago viro docto, qui me lo-cum Plinii docuit lib. 21. cap. 16. Reproduce el pasaje pliniano, repite la información de la Nota de su primera edición referida a Vulcanio y Hermolao y añade, esta vez, cómo lo dicen en griego Teócrito y Filetas (según Estrabón).

69 Menos elogios le dedica Petavius, que se limita a decir que no es suyo el logro, que se apro­vecha de otros, y acudiendo al proverbio laureolam in mustaceo quaerere, que pretende una vic­toria fácil. Cf. p. 4.

70 A ello quizá no sea ajeno, además de su origen francés, el que vivió y trabajó en Alemania y, posiblemente también, que su calvinismo le pudo grangear cierto favor o simpatía de parte de los filólogos y estudiosos europeos.

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