jose manuel sanchez caro - hermenéutica bíblica y teológica

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  • 8/9/2019 JOSE MANUEL SANCHEZ CARO - Hermenutica Bblica y Teolgica

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    HERMENUTICA BBLICA YTEOLOGAReflexiones metodolgicas

    JOS MANUEL SANCHEZ CARO

    El presente trabajo se inscribe en el marco concreto de un con-junto de estudios sobre las discusiones actuales acerca del mtodo te-olgico. Las reflexiones que siguen se centran en el modo de articularlos saberes y mtodos del exegeta bblico y del telogo sistemtico a lahora de realizar la tarea que es propia de la teologa. Ahora bien, siqueremos dar a esta pregunta una respuesta pertinente, no podemosolvidar la cuestin que est en el trasfondo y es necesariamente pre-via: cmo ha de leerse e interpretarse la Biblia, para que sea posibleuna relacin adecuada con la elaboracin teolgica.

    De la respuesta a ambas cuestiones, que afectan de manera muydirecta al mtodo teolgico, se derivan posiciones y actitudes decisi-vas en orden a una reflexin teolgica, que en nuestro caso se sitaclaramente dentro de la rbita de la Iglesia catlica. En consecuencia,este trabajo se estructura en los siguientes apartados, algunos ya estu-diados por m en diversas ocasiones, lo que evitar el que me entre-tenga demasiado en ellos:1. Tras una breve aclaracin terminolgica sobre lo que aqu seentiende por hermenutica bblica y lo que se quiere aqu decir con lapalabra teologa, har una sucinta exposicin de las relaciones entreinterpretacin bblica y elaboracin teolgica a lo largo de la historia,tratando de presentar los problemas planteados y los modelos que sehan ido usando.

    2. Inmediatamente nos centraremos en exponer las bases de unahermenutica bblica catlica, que responda tanto a los planteamien-tos de la actual filosofa hermenutica, como sobre todo a las orienta-ciones de la Constitucin Dei Verbum del Vaticano 11, sin olvidar elms reciente documento de la Pontificia Comisin Bblica sobre lainterpretacin de la Biblia en la Iglesia.3. A partir de estos datos, intentar establecer las relaciones entreinterpretacin de la Biblia y elaboracin teolgica a la luz de un mo-delo adecuado.

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    4. Finalmente, aadir alguna reflexin sobre determinadasorientaciones teolgicas que se perciben en la actualidad y el modelohermenutico que subyace a ellas.

    1. ALGUNAS NOTAS SOBRE TERMINOLOGAPor lo que se refiere a la terminologa, el primer trmino que debeaclararse es el de interpretacin. No olvidemos que la palabra es ambigua y se ha usado con significados variados, tanto a lo largo de la his

    toria como en este momento'. Aqu uso la palabra para significar laelucidacin del texto (bblico) en su perspectiva y significado tantohistrico como actual. Supone siempre la aceptacin explcita o implcita de unos principios hermenuticos y de unos criterios de actuacin. En este trabajo se utiliza para significar tanto la elaboracin deprincipios y criterios hermenuticos, de los cuales hablar enseguida,como la tarea exegtica concretamente aplicada al texto.

    En cuanto al significado de Biblia, debo puntualizar que, aunquelo que aqu dir tiene aplicacin a la Biblia en general, por tanto tambin a la Biblia juda, me refiero de un modo concreto a la Biblia cristiana, tal y como ha sido recibida en la Iglesia catlica. Aunque, naturalmente, se parte del canon bblico recibido y aceptado en elConcilio de Trento, este aspecto no tiene demasiada importancia enel presente trabajo, por lo que puede aplicarse cuanto diga a la Bibliade cualquier confesin cristiana.

    La palabra Teologa se usa aqu con el significado de reflexin sistemtica sobre la revelacin y la fe. No se trata, por tanto, de una forma de conocimiento que se limita a constatar datos, sino que busca elpor qu de las cosas, que intenta presentar los contenidos de la revelacin de manera estructurada y coherente en relacin con las cuestiones siempre nuevas que cada cultura y cada poca plantean al hombrecreyente. De aqu la imprescindible evolucin de la teologa, su necesaria relacin con los documentos que contienen la revelacin, la articulacin que busca con ayuda de diversos sistemas filosficos; de aqutambin los distintos sistemas y escuelas existentes, la tarea constantee in acabada que siempre tiene delante de s el telog02

    l. Vase lo que digo a este propsito en Introduccin al Estudio de la Biblia. 2: Biblia yPalabra de Dios, Estella '1992,247-249, as como la bibliografa all aducida. Cito siempreeste manual universitario por esta edicin y con el nombre Biblia y Palabra de Dios.2. Vase, por ejemplo, el artculo clarificador de H. FRIES en H. FRIES (ed.), ConceptosFundamentales de Teologa, IV, Madrid 1967, 313-327; ms ampliamente, vase el completo estudio de A. GONZLEZ MONTES, Fundamentacin de la fe, Salamanca 1994, quien adems se refiere, desde otra perspectiva, a los ptoblemas que aqu hemos de tratar (cf.

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    Una ltima aclaracin. Cuando hablo de biblista o de exegeta eneste trabajo me estoy refiriendo al exegeta bblico profesional, sin prejuzgar que l tambin pueda o no calificarse de telogo. Y cuando hablo de telogo, me estoy refiriendo al telogo sistemtico profesional,tomando la expresin telogo sistemtico en sentido amplio, es decir, incluyendo en ella tanto al especialista en teologa fundamental ydogmtica, como al moralista o al telogo espiritual. Por supuesto,tampoco se excluye la inevitable tarea exegtica bblica que todo telogo debe asumir, sea de primera mano o a partir de estudios bblicosprevIOs.11. BIBLIA y HERMENUTICA EN EL PASADO

    Hace algunos aos publiqu una reflexin sobre las relaciones entre la teologa sistemtica y la exgesis bblica3 De ella resumo algunos planteamientos, que me parecen todava pertinentes.1. El modelo hermenutico bblico-patrstico

    Es un hecho admitido que la interpretacin de los textos bblicos se detecta ya en el interior mismo de la Biblia, tanto en el ATcomo en el Nuev04 Normalmente estas interpretaciones ponen derelieve como factores determinantes la acogida de las races identificadoras que estn presentes en los textos interpretados, el dilogocon la cultura del tiempo del nuevo intrprete y una propuesta deesperanza y de futuro. Por lo que se refiere a las interpretaciones queel NT hace de textos del AT, hay que aadir adems la relectura econcretamente de la misma obra 419-457). La descripcin bsica de lo que es teologa la dioel Concilio Vaticano 1; segn ste, la razn, iluminada por la fe .. llega a conseguir, con la ayu-da de Dios, una cierta inteligencia muy fructuosa de los misterios, bien sea por analoga con loque conoce por via natural, bien sea por la conexin de unos misterios con otros y con el fin ltimo del hombre (OS 3016). Se trata, pues, segn la expresin clsica de la intelligentia fidei.3. Cf. Teologta Sistemdtica y Hermenutica Btblica, Revista Espaola de Teologa 49(1989) 185-208 =Escrituray Teologa, en L. ALONSO SCHOKEL/A.M. ARTOLA (eds.), LaPalabra de Dios en la historia de los hombres. Comentario Temdtico a la Constitucin DeiVerbum; del Vaticano JI sobre la Divina Revelacin, Bilbao 1991, 607-629; esta ltima obrala citar siempre con el ttulo La Palabra de Dios.4. Vanse L. ALONSO SCHOKEL, La Biblia como primer momento hermenutico en Jo.,Hermenutica de la Palabra 1. Hermenutica biblica, Madrid 1986; original italiano de1972,151-161; F. DREYFUS, L'actualisation a I'interieurde la Bible, RB 83 (1976) 161-202; ].M. SANCHEZ CARO, Escritura y Teologia, op. cit., 609; Biblia y Palabra de Dios, 250-255, con bibliografa. Estos trabajos, con la bibliografa en ellos sealada, son los que estnen la base de cuan to se dice en este apartado.

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    interpretacin de las tradiciones neotestamentarias a la luz del nuevo acontecimiento, Cristo.La interpretacin bblica que los escritores eclesisticos antiguos ylos Padres de la Iglesia llevan a cabo se mueve dentro de las mismascoordenadas, aunque condicionados esta vez por el necesario dilogocon la cultura helenstica del tiempo e incluso por las circunstanciaspolticas de los seis primeros siglos de nuestra era. De un modo especial, se plantean en este momento algunos de los problemas constantes de la reflexin teolgica cristiana, a saber, la posibilidad de unalectura cristiana del AT, la traduccin del mensaje cristiano a las categoras culturales del momento, la necesidad de un canon bblico dereferencia y el problema de los lmites de las diversas interpretacionesde la Escritura.Tanto la interpretacin de textos bblicos que se detecta en el interior mismo de la Escritura, como la que llevan a cabo los escritoresy Padres de la Iglesia en los seis primeros siglos de nuestra era, utilizan una serie de instrumentos metodolgicos que provienen delmundo judo y de la cultura helenista. Estos mtodos, sin embargo,no son puros procedimientos tcnicos neutros, sino que se consideran instrumentos al servicio de la interpretacin de un texto que tiene caractersticas especiales - e s palabra de Dios y palabra humanaescrita- y que no solamente cuenta historias del pasado, sino quetiene vigencia para cada generacin. De aqu las distintas especulaciones sobre los sentidos de la Escritura, elaboraciones que, desdeOrgenes hasta hoy, estn siempre al servicio de una interpretacinactualizada de la Biblia. En una palabra, son mtodos al servicio deun proyecto hermenutico concreto. Es precisamente este proyectoconcreto hermenutico y no los mtodos, que pueden ser los mismos en todos los intrpretes, el que diferencia las interpretacionesbblicas de judos y cristianos, de gnsticos y pertenecientes a la ortodoxia.Por otra parte, durante estos siglos -prcticamente hasta el sigloXI-XII- no se distingue entre hermenutica bblica y hermenuticateolgica. Tanto en el interior de la Biblia, como en el mundo patrstico, la teologa nace de la interpretacin de los textos de la tradicinen dilogo con las nuevas preguntas que plantea la situacin culturaldel momento. Dicho de otra manera, hermenutica bblica y hermenutica teolgica caminan unidas, se identifican en muchos casos,nunca van separadas. Eso es lo que he llamado en trabajos anterioresel modelo hermenutico bblico-patrstico.

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    2. El modelo hermenutico dogrndticoEsta situacin cambia, cuando la Biblia pasa a la Escuela medieval. La Escritura es entonces concebida como el testimonio cualificado de la revelacin, y la finalidad teolgica de la interpretacin dela Escritura, que en ese momento se concibe como la verdad de ladoctrina revelada para instruccin de los hombres, conduce a primarde modo especial el sentido literal, tal como se establece en la famosateora de los cuatro sentidos. Slo a partir de este sentido literal puede encontrarse la auctoritas, sobre la que construir la posterior refle

    xin teolgica. El sentido espiritual ya no es vlido para hacer teologa, por ms interesante que resulte para la vida espiritual. La teologase elabora mediante una reflexin racional, llevada a cabo con instrumentos filosficos y apoyada o confirmada en autoridades, la principal de las cuales es naturalmente la Sagrada Escritura.Nada de extrao tiene que, en el Renacimiento, Erasmo clamepor una vuelta a la teologa que sea verdadera elucidatio Sacrae Scrip-turae y, despus, Lutero y la reforma protestante aboguen por unavuelta a la sola Scriptura, desgraciadamente condicionada por el rechazo a toda Tradicin. A partir de aqu se inicia la ruptura entre Bi-blia y Teologa.Desde el punto de vista protestante, la derivacin del protestantismo ortodoxo hacia una concepcin de la inspiracin como puramente verbal y centrada en la inerrancia bblica, preparar el choqueinevitable con la crtica bblica, que se inicia en los tiempos del

    racionalismo con Spinoza y alcanza su estatuto propio durante lostiempos de la ilustracin con la obra de Semler y la aparicin posterior de los mtodos histrico crticos con H. Gunkel. Por una parte,tendremos las tendencias fundamentalistas protestantes y, por otra, lateologa y exgesis racionalista y liberal, que prcticamente reducir lateologa a reflexin sobre la historia de las religiones.Desde la perspectiva catlica, la controversia postridentina acenta el valor de las tradiciones en teologa y elabora un mtodo teolgi

    co en el que la Sagrada Escritura es un lugar teolgico, ciertamenteel primero, pero con la nica finalidad de proporcionar argumentosque justifiquen las doctrinas propuestas, con lo que la interpretacinde la Biblia se convertir prcticamente en una ciencia auxiliar, queprepara los materiales para la reflexin de la teologa sistemtica o lapreparacin de argumentos en la apologticaS.

    5. Las palabras de Melchor CANO no dejan duda: lo mismo que Aristteles en susTpicos propuso unos lugares comunes como sedes de los argumentos y notas, a partir delos cuales se encontrase toda argumentacin para cualquier disputa, as nosotros propone-

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    Si a esto aadimos la complicacin exegtica reciente, la sospechade racionalismo e historicismo que, con razn, arrastran los mtodoshistrico-crticos y la complejidad creciente de las modernas lecturaso acercamientos a la Biblia desde las distintas ciencias humanas, nadade particular tiene que el telogo sistemtico tienda a desconfiar delos variadsimos y cambiantes resultados de la exgesis histrico-crtica, sintiendo la tentacin de refugiarse en una exgesis tradicional oen una teologa bblica que considera todos los textos del canon almismo nivel. Por su parte, la tentacin del exegeta, tambin del catlico, es la de refugiarse en su condicin de especialista fillogo ohistoriador, de estudioso de datos positivos, pensando inocentemente que l no hace construcciones ideolgicas ni depende de ellas yprescindiendo de lo que l considera -n o sin un cierto desdnteologa.

    Esta era la situacin general en las vsperas del Concilio Vaticano 11. Esto es lo que he denominado el modelo hermenutico dogmtico.III. UN MODELO DE HERMENUTICA BBLICA1. Algunos presupuestos

    Las relaciones entre el biblista y el telogo y sus diversos trabajoshan sido objeto de estudio tambin despus de que el Vaticano II reafirmase que la Sagrada Escritura es el alma de la teologa". De estostrabajos puede aprenderse mucho. Lo ms relevante es que se descubre siempre una cierta insatisfaccin por la situacin actual y, casi

    mas unos lugares peculiares o propios de la teologa, como domicilios de todos los argumentos teolgicos, a partir de los cuales los telogos encuentren todas sus argumentacionestanto para confirmar como para refutar, De locis theologicis, liber 1, caput III; Opera, Pars1785, 1, 3-4; cita y traduccin de O. GONZLEZ DE CARDEDAL, cuyas atinadas observaciones sobre esta cuestin pueden verse en su obra El lugar de la teologia, Madrid 1986,41-47;all, despus de hablar de las ediciones de la obra de Melanchton en 1521 (Loci communes)y 1559 (Loci praecipui theologiez), as como de la obra paralela en el catolicismo, la de MeIchor CANO, publicada en Salamanca el ao 1563 (De locs theologicis), a propsito de estaltima y de su autor comenta: Con ella elabora por primera vez de manera completa lascuestiones del mtodo teolgico; y todava estamos sin haber esbozado atto ptoyecto quesignifique para la comprensin teolgica y cultural de nuestro siglo lo que el suyo significpara el siglo XVI y siguientes, p. 44.6. Sobre esta expresin, que se encuentra en DV 24 y OT 16, cf. ].M. LERA, Sacrae Pa-ginae studium sit veluti anima Sacrae Theologiae. Notas sobre el origen y procedencia deesta frase, en A. VARGAS MACHUCA-G. RUIZ (eds.), Palabra y vida. Homenaje aJos AlonsoDiaz en su 70 cumpleaos, Madrid 1984, 409-422; para su significado vanse los diversoscomentarios a la Dei Verbum.

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    siempre, el deseo de encontrar un model07 que pueda compartirsemutuamente y que ayude a superar la excesiva separacin de biblistasy telogos en la construccin de la reflexin teolgica actua18Un modelo de este tipo debe tener en cuenta la historia recorrida,reconocer las dificultades que tienen los telogos y biblistas actuales ala hora de coordinar su trabajo como especialistas en la Iglesia, asumir las orientaciones del Concilio Vaticano I1, permitir el dilogocon la filosofa y las ciencias humanas contemporneas y no olvidarlas orientaciones del ltimo documento de la Pontificia Comisin Bblica sobre la interpretacin de la Biblia en la Iglesia.

    En cuanto a las dificultades que tienen los telogos y biblistas actuales a la hora de coordinar su trabajo como especialistas en la Iglesia9, sin querer ser exhaustivos, pueden describirse de este modo:-Dificultades del telogo con respecto al exegeta: complejidad eimpenetrabilidad de los mtodos histrico-crticos; diversidad deconclusiones a que se llega con ellos; incapacidad para juzgar adecuadamente de las distintas hiptesis; dificultad para abarcar la inmensa

    bibliografa existente; queja de que el biblista prescinde en demasiados casos de toda perspectiva transcendente; queja de que su lenguajedemasiado tcnico se hace inutilizable a la hora de comunicar los resultados de su trabajo al pueblo cristiano.-Dificultades del biblista en relacin con el telogo: no partirbsicamente de los textos bblicos para construir su teologa, sino deotros presupuestos; usar los textos bblicos sin tener demasiado encuenta el contexto particular y general en que se sitan; no tener en

    cuenta adecuadamente los diversos estratos de cada texto o las distintas pocas de composicin de pasajes diversos de la Biblia; orientar lainterpretacin de textos bblicos a partir de presupuestos dogmticos;prolongar el significado de los textos bblicos ms all de lo que en spermiten.Por lo que se refiere al Concilio Vaticano I1, es claro que tanto elbiblista como el telogo han de asumir las grandes orientaciones que

    7. Sobre lo que aqu entiendo por modelo cf. L. ALONSO SCHOKEL, Modelos y mtodos,en Hermenutica de la Palabra, I, Madrid 1986,177-193 = VTS 36 (1985) 3-13, ascomo las precisiones que se hacen en La Palabra de Dios, 615.8. SQbre esta cuestin cf. los trabajos que se citan en La Palabra de Dios, 607, nota 1;adems, F. DREYFUS, Exgese in Sorbonne, exgese in Eglise, RB 80 (1975) 321-359; ].M.ROVIRA BELLOso, Lectura teol6gica de la Biblia, en F. GARCfA LPEZ-A. GALINDO GARCfA(eds.), Biblia, literatura e Iglesia, Salamanca 1995, 195-214; W.G. ]EANROND, Introductionlt l'hermenutique thologique. Dveloppement et signification, Pars 1995; original ingls1991; P. TOINET, Pour une thologie de l'exgese, Pars 1983.9. La Pontificia Comisin Bblica, en su documento de 1993, La interpretaci6n de la Bi-blia en la Iglesia, Madrid 1994, I1ID, pp. 104-109, enumera algunas de esta dificultades.

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    sobre interpretacin de la Biblia nos ha dejado la Constitucin DeiVerbum, especialmente, porque son las decisivas, cuantas se encuentran en el captulo III (nn. 11-13). Bsicamente se refieren a la naturaleza de la Biblia como libro inspirado y a las consecuencias que estotiene a la hora de elaborar una teora de su interpretacin.

    En cuanto al dilogo del biblista con la filosofa y las ciencias humanas contemporneas se trata de un dato adquirido por la hermenutica filosfica actual. En efecto, la hermenutica bblica es un captuloespecial de la hermenutica general, que elabora la teora general de lasoperaciones de la comprensin, especialmente en su relacin con la interpretacin de textos bblicos. En este punto la Pontificia ComisinBblica ha reflexionado en concreto sobre la necesidad y los lmites deeste dilogo. Segn ella, cualquier teora hermenutica bblica se ha dehacer en dilogo con la filosofa hermenutica contempornea. Adems, se consideran como adquiridos los siguientes elementos: la precomprensin, la no aceptabilidad de la hermenutica existencial bultmaniana, la distancia entre el texto y su intrprete, as como la teoradel crculo hermenutico. En este ltimo punto, aunque ambos datosse ponen en relacin con Gadamer y Ricoeur, en realidad se trata deconceptos hermenuticos anteriores a estos filsofos; sin embargo Gadamer s ha puesto de relieve el papel de la tradicin como elementonecesario de comprensin del texto y Ricoeur ha estudiado con resultados interesantes las distintas distancias entre texto y lector actual, ascomo la importancia del lenguaje simblico de la BiblialO

    Por otra parte, y siguiendo con las mismas orientaciones del documento de la Pontificia Comisin Bblica sobre la interpretacin dela Biblia en la Iglesia, conviene anotar aqu su afirmacin de que esnecesaria una teora hermenutica para interpretar la Biblia. Segnella, debe ser una teora que permita incorporar los mtodos de crtica literaria e histrica en un modelo de interpretacin ms amplio,necesidad que se apoya en la Biblia misma y en la historia de su interpretacin. En el documento, como era de esperar, no se expone ni seratifica una teora hermenutica concreta, aunque se rechazan aquellas que suponen una contradiccin con la naturaleza misma de la Bi-blia, vacindola de su mensaje religioso y cristiano especfico. Porotro lado, se afirma, como he dicho, que la hermenutica bblica pertenece al mbito de la hermenutica general de todo texto literario ehistrico, pero se aade que tiene unas caractersticas especiales quela hacen nica. Sus caractersticas especficas le vienen de su objeto,

    10. ef. La interpretacin de la Biblia en la Iglesia II A, 71-75. Un intento de dialogarcon estas y otras teoras filosficas hermenuticas, vase en Biblia y Palabra de Dios, 283-314 (con bibliografa), y en las aplicaciones que se hacen ms adelante, 337-351.

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    que son los acontecimientos de salvacin y su cumplimiento en lapersona de Jesucristo en cuanto dan sentido a toda la historia humana. Adems deben tenerse en cuenta ciertos presupuestos particulares, como la fe vivida en la comunidad eclesial y la luz del Espritu;ambos presupuestos dirigen su interpretacin11.Este mismo documento, al referirse concretamente a la hermenutica catlica12, afirma que sta no se distingue por un mtodoexegtico cientfico particular. Su caracterstica es que se sita conscientemente en la tradicin viva de la Iglesia. Tal es la precomprensin bsica del intrprete catlico, que, sin olvidarse nunca del tiempo y de la cultura en que vive, se ubica en la dinmica interpretativaperceptible ya en el interior de la Biblia misma, prolongada despusen la vida de la Iglesia. Por otra parte, concluye este apartado recordando que la interpretacin de la Biblia debe ser, para las comu-nidades eclesiales, fuente de consenso sobre los puntos esenciales;que ha de ser necesariamente plural y debe hacerse en el seno de laIglesia en su pluralidad y su unidad, yen la tradicin de fe; que elexegeta debe participar en toda la vida y la fe de la comunidad creyente de su tiempo y que su interpretacin de la Biblia ha de estar encontinuidad con las tradiciones bblicas y con la vida de la comunidad en la que actualmente se lee, por lo que puede haber un trabajode verificacin y seleccin de estas tradiciones 13

    As pues, de cuanto acabamos de decir, est claro que las relaciones entre hermenutica bblica y teologa no se solucionan, sin ms,con el establecimiento de un mtodo que permita a telogos y exegetas coordinar sus actividades. No es cuestin de puro mtodo. El problema, como acabo de indicar se sita ms en el fondo, en la raz. Loque es preciso buscar y encontrar es un modelo hermenutico paranuestro tiempo, en el cual se incluyan aquellos elementos que sonpropios e imprescindibles para el exegeta y el telogo catlico, ascomo aquellos otros que permitan dialogar con la cultura contempornea y que son, por su propia naturaleza, cambiantes.Teniendo en cuenta estas exigencias, expondr a continuacin lascondiciones o cualidades que debera tener a mi juicio este modelohermenutico comn; luego intentar exponer brevemente los principios y criterios de hermenutica bblica que podra dar lugar a unnuevo modelo de entendimiento mutuo entre exegetas y telogos,para pergear brevemente cmo podra ser ese modelo.

    11. La interpretacin de fa Biblia, op. cit II A. 2. pp. 73-75.l2. ID . III A. pp. 83-90.13. Sobre todo esto. vase lo que he dicho ms ampliamente en Criterios de interpretacin de fa Biblia en fa Iglesia. op. cit 136-143.

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    En todo lo que sigue, naturalmente, mi perspectiva es la del biblista que intenta dialogar con su colega telogo. Digo esto, porqueel dilogo en este importante punto debera ser mutuo y requeriraprobablemente no pocas puntualizaciones por parte del telogo sistemtico.

    2. Condiciones para un modelo hermenutico comnSi queremos superar el modelo tradicional de biblista o exegeta

    que prepara los materiales para su posterior desarrollo por el telogo,el biblista catlico -pues de ste fundamentalmente hablo, aunquelo que sigue es vlido en gran parte para todos-o debe tener en cuenta lo siguiente:a) Al enfrentarse con un texto bblico y someterlo a anlisis mediante los mtodos histrico-crticos, no slo ha de evitar los prejuicios filosficos racionalistas, inherentes a estos mtodos a causa delcontexto en que nacieron -cosa que parece hoy suficientemente adquirida l4- sino que debe tambin superar su pretensin de objetividad pura. No debe olvidarse, que tambin en el uso de estos mtodos

    entra en juego la particular visin filosfica y teolgica del biblista,por ms que quiera ignorarlo. Ni l, ni el telogo pueden prescindir,segn nos advierte la misma Pontificia Comisin Bblica, de su propia precomprensin. Lo importante no es prescindir de ella, lo cuales imposible, sino ser consciente de cul sea.

    b) En consecuencia, el biblista necesita a la hora de hacer exgesisde una teora hermenutica. Tal teora, para la cual necesitar la ayuda del telogo, debe integrar el dilogo con la filosofa contempornea y con las ciencias humanas, debe ser capaz de integrar los mtodos histrico crticos y las relecturas o acercamientos a la Biblia desdeesas ciencias humanas, as como las peculiaridades de la comprensincatlica de la Biblia. La necesidad de esta tarea se impone, si se quieresuperar la peligrosa ingenuidad de que el exegeta es un puro cientfico, que trabaja con textos sin tomar posturas ideolgicas previas,mientras que todo el trabajo ideolgico es cosa de telogos l5 Ade-

    14. As La interpretacin de la Biblia en la Iglesia 1A, 4, pp. 38-39, aunque siempre quede el peligro de sucumbir a aquellas ideologas subyacentes, como subraya P. TOINET, Pourune thologie de l'exgese, op. cit., 31-59; vanse tambin las cautelas de J. RATZINGER, Bibli-cal Interpretation in Crisis: On the Question 01 the Foundations and Approaches 01 ExegesisToda], en R.J. NEUHAUS (ed.), BiblicalInterpretation in Crisis: the Ratzinger Conference onBible and Church, Gran Rapids 1989, 1-23.15. Dentro de la reflexin metodolgica teolgica moderna, pueden verse las advertencias fundamentadas contra esta peligrosa ingenuidad de B. LONERGAN, que habla del re-

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    ms, esta teora debe dar razn de algunos problemas importantesplanteados a la interpretacin bblica: la unidad y diversidad de la Escritura, la relacin entre el Antiguo y el Nuevo Testamento y la necesidad de actualizar el significado del texto bblico, que es dilogo actual de Dios con los hombres (DV 21.25), as como formular en sudimensin hermenutica las relaciones Escritura-Tradicin y Escritura-Magisterio, tal como figuran en la conciencia catlica.3. Propuesta de un modelo de hermenutica bblica

    En consecuencia de todo lo dicho, el biblista debe hacer consciente su hermenutica bblica dentro de las condiciones ya mencionadas. De manera esquemtica, pues el tema ya lo he desarrollado envarias ocasiones l6 , presento ahora mi propuesta.Cualquier hermenutica catlica de la Biblia ha de ser conscientede los principios en que se apoya. sta es la precomprensin del exegeta catlico. Dos son a mi juicio los principios bsicos, a partir delos cuales deben elaborarse los criterios de interpretacin de la Bibliaen la Iglesia. Y ambos tienen que ver con la inspiracin de la Biblia.El primero deriva de la encarnacin del Verbo, el segundo de la iluminacin del Espritu.a) El principio de la encarnacinEl principio bsico para fundamentar una adecuada interpretacin de la Biblia es el que establece la naturaleza de este libro que llamamos Biblia. Si aceptsemos que la Biblia es un libro religioso sinms, los criterios de interpretacin de ese libro seran los comunespara interpretar cualquier libro religioso antiguo. Sin embargo stano es la conciencia que los cristianos tienen de la naturaleza de la Bi-blia. Para un cristiano, la Biblia es Sagrada Escritura inspirada por

    Dios. Y para un catlico, concretamente, la naturaleza de la Escriturachazo al principio de la cabeza vacia; cf. Mtodo en teologa, Salamanca 1988; traducido dela segunda edicin inglesa de 1973, 149-167; o las observaciones de A. GONZLEZ MONTES, Fundamentacin de laje, Salamanca 1994,421-435, que analiza agudamente el componente ideolgico de los mtodos histrico-crticos y hace una propuesta para complementarlos -discutible en algunos puntos- a partir de lo que l llama la exgesisespiritual.16. He aqu algunos de los trabajos en que ya he tratado la cuestin: La lectura eclesialde la Biblia, en La Palabra de Dios, 643-668 = Communio. "RevCatInt 8 (1986) 269-91;Introduccin al Estudio de la Biblia. 2. Biblia y Palabra de Dios, 315-363; Criterios de inter-pretacin de la Biblia en la Iglesia, en Biblia, Literatura e Iglesia, op. cit., 133-154.

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    se expresa en la afirmacin dogmtica de su inspiracin por el Espri-tu Santo. Del modo como se explique esta afirmacin bsica, se de-ducirn criterios concretos de interpretacin. Por eso no est de msque dediquemos unas palabras a esta cuestin.

    Comencemos diciendo que no siempre se ha entendido de lamisma manera la inspiracin bblica, como demuestran estudios his-tricos recientes l ? Sobre todo, durante finales del siglo pasado y has-ta el Concilio Vaticano 11 se puso el nfasis de manera casi general enla inspiracin como carisma del hagigrafo, que garantizaba la ine-rrancia bblica, buscando para su explicacin diversos modelos deri-vados sobre todo del carisma de la inspiracin proftica. Esto hizoque se indagase preferentemente en los aspectos psicolgicos de lainspiracin, es decir, en lo que pasa en el autor sagrado para que sepueda producir un texto inspirado. Dios deba intervenir en los mo-mentos esenciales de esa produccin. El esquema ms clsico de estaintervencin fue el propuesto por Len XIII en la encclica Providen-tissimus Deus de 1893 (EB 125)18, segn la cual Dios deba interveniriluminando la inteligencia del hagigrafo, fortaleciendo su voluntady asistindole en el momento de escribir, para que no cometiese erro-res. Por otra parte, la connivencia de la accin de Dios y de la accinhumana se explicaba generalmente mediante una aplicacin de la te-ora de la concurrencia entre la causa eficiente principal y la causainstrumentaP9. El resultado fueron muchas especulaciones y una separacin total entre las explicaciones teolgicas del dogma de la ins-piracin y la exgesis real que llevaban a cabo los exegetas, tantoprotestantes como, de hecho al menos, catlicos20

    Pero la inspiracin tiene otra dimensin que afecta directamenteal texto bblico. Mientras que la inspiracin del hagigrafo, segn ladoctrina tradicional, se lleva a cabo mediante un carisma transitorio,que habilita al hagigrafo para producir un texto escrito que es a la

    17. As puede verse en las clsicas historias del dogma de la inspiracin; cf. J. BEUMER,La inspiracin de la Sagrada Escritura, en M. SCHMAUS-A. GRILLMEIER-L. SCHEFFCZYK(eds.), Historia de/os dogmas, fascculo Iab, Madrid 1973; J.T. BURTCHAELL, Catholic The-ories 01Biblical Inspiration since 1810, Cambridge 1969; B. VAWTER, Biblical Inspiration,Londres 1972; A.M. ARTOLA, De la revelacin a la inspiracin. Los origenes de la modernateologia catlica sobre la inspiracin biblica, Bilbao 1983; A. IBAEZ ARANA, Inspiracin, ine-rrancia e inspiracin, Vitoria 1987; un resumen con bibliografa en Biblia y Palabra deDios, 199-215.18. Cito por el Enchiridion Biblicum. Documenti della Chiesa sulla Sacra Scrittura. Edi-zione Bilingue, Bolonia 1993.19. En la misma lnea se mova la encclica de Po XII Divino Afflante Spiritu (1943),quien sin embargo aada que el autor humano del que se serva Dios para la composicinde la Escritura, deba actuar con plena libertad (EB 556).20. Cf. A.M. !\RTOLA, La Escritura inspirada, 204-5.

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    vez palabra de Dios y palabra humana, la inspiracin de la Biblia esuna cualidad permanente del texto bblico, por la cual estamos anteun libro que es a la vez palabra de Dios y palabra humana. Desde laprimera perspectiva, el carisma de la inspiracin se ha tratado de ex-plicar mediante el modelo paralelo de la profeca. La dificultad es quela profeca es un fenmeno bsicamente oral, mientras que la inspiracin es un fenmeno de escritura, que produce un resultado permanente, cosa que no ocurre en el fenmeno de profeca, donde loque puede permanecer es el efecto causado por la profeca, pero no laprofeca misma, que se agota en el momento de ser pronunciada. Noolvidemos que la profeca escrita posteriormente es ya un fenmenode inspiracin, no propiamente de profeca.Para el fenmeno de la inspiracin bblica referido al libro no seelaboraron modelos hasta ms tarde. Ya no vale el modelo de la profeca, sino que debemos inspirarnos en la reflexin humana sobre elfenmeno de la escritura. En esta lnea han sido de especial inters,aunque desde perspectiva algo diferentes, los trabajos de autorescomo L. Alonso Schkel, A. Paul, T. A. Hoffman y A.M. Artola21 Puesto que lo que se lee e interpreta es un texto bblico, es decir,el libro y no la pura intencin del autor o autores que lo escribieron(a la cual, por otra parte slo puede llegarse a travs del libro), es apartir de la cualidad de libro inspirado, de donde se deben deducirlos criterios de interpretacin, dejando las discusiones sobre cmo ex-plicar el carisma de la inspiracin bblica del hagigrafo. Es decir, sedebe reflexionar a partir de la naturaleza de la Biblia, para establecerunos criterios de interpretacin de la Biblia. Y, por tanto, el primerprincipio es el que establezca la naturaleza de la Biblia.Por otra parte, dado que la Sagrada Escritura es en la fe de los creyentes aquel libro en el que se encuentra escrita una palabra que es ala vez palabra de Dios y palabra humana, pronto se estableci unacomparacin entre la encarnacin del Verbo y la encarnacin de lapalabra escrita. La formulacin tradicional de san Juan Crisstomo(In Gen 3,8, homila 17,1; PG 53,134), ha sido recogida por el Con-cilio Vaticano JI, que se expresa del siguiente modo:

    21. Cf. el artculo premonitorio de L. ALONSO SCHOKEL, Preguntas nuevas acerca de lainspiraci6n, en XVI Semana Biblica Espaola, Madrid 1955, 273-290; adems, su clsico libro La palabra inspirada, Barcelona 1966; A. PAUL, Intertestamento, Cuadernos Bblicos,12, EsteBa 1983, original de 1975; Le foit biblique, Pars 1979; La inspiraci6n y el canon delas Escrituras, Cuadernos Bblicos 49, Estella 1984; T.A. HOFFMAN, Inspiration, Normati-veness, Canonicity, and unique sacred character 01 the Bible, CBQ 44 (1982) 447-469;A.M. AATOLA, De Dios autor de los libros sagrados a La Escritura como obra literaria. Re-flexiones sobre un siglo de teologia inspiracionista, EstEch> 56 (1981) 651-69 = La Escriturainspirada 119-135; ID., Biblia y Palabra de Dios, 139sg., especialmente 183-192.

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    La palabra de Dios, expresada en lenguas humanas, se hace seme-jante al lenguaje humano, como la Palabra del eterno Padre, asumiendo nuestra dbil condicin humana, se hizo semejante a los hombres(DV 13).El principio bsico de la encarnacin, tal y como lo expresa laDV, lo recoge el papa Juan Pablo II en su discurso sobre la interpretacin de la Biblia en la Iglesia, dirigido a los miembros de la PontificiaComisin Bblica el 23 de abril de 1993, con motivo del centenariode la encclica Providentissimus Deus, para justificar la necesidad de

    usar los mtodos cientficos en la interpretacin de la Escritura 22 Tanto aqu, como en el Concilio se dice prcticamente que el misterio de la inspiracin bblica, que condiciona los criterios de interpretacin de la Biblia, no es ms que una variante del misterio de laencarnacin. Si queremos formular ahora este principio bsico, podramos hacerlo de la siguiente manera: La Biblia es un libro inspirado, es decir, se realiza en l un misterio paralelo al de la encarnacindel Verbo. Esto quiere decir, que la Biblia es verdadera palabra deDios escrita y verdadera palabra humana escrita. Cualquier criteriode interpretacin de la Biblia que se elabore ha de partir necesariamente de este principio.

    En resumen, la Biblia, como libro inspirado, es un misterioequivalente al de Cristo como Hijo de Dios y verdadero hombre.Ambas cualidades, la humana y la divina, son inseparables tanto deJesucristo, como de la Biblia, aunque puedan tratarse separadamentepor razones metodolgicas. La historia de la interpretacin de la Bi-blia no es otra cosa que la historia de la aplicacin de unos criterios apartir de unos presupuestos o principios y corre paralela en gran parte a la historia de la interpretacin de la figura de Jesucristo (Cristologa).

    b) Criterios derivados del principio de la encarnacinA partir de este principio, definidor de la naturaleza de la Bibliacristiana, podemos ahora elaborar una serie de criterios, normas detipo general que orientan la exgesis bblica para llegar a conocer elsentido verdadero de un texto bblico, en los cuales pueden integrarsemuchos de los elementos de la exgesis bblica, que antes hemos indicado.

    22. Vase el discurso en Pontificia Comisin Bblica, La interpretacin de la Biblia en laIglesia, op. cit., 3-17; especialmente los nn. 7-8.

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    La precomprensin bsicaLa precomprensin bsica del intrprete catlico de la Bibliaderiva necesariamente de su comprensin previa de lo que es la Biblia, es decir, est relacionada directamente con su comprensin dela Escritura. Por una parte, y como sucede ante cualquier texto quese interprete, el exegeta catlico debe ser consciente de que participa del conocimiento y los prejuicios habituales en los dems intrpretes: una cultura determinada, una visin concreta de la vida, unacircunstancia socio-cultural determinada en cada momento de la

    interpretacin. Pero hay algo ms. El intrprete cristiano en general, yel catlico en particular, sabe que la Biblia es un libro inspirado, palabra humana y palabra de Dios escrita. Por tanto pertenece ala precomprensin bsica de la interpretacin de la Biblia en la Iglesia la apertura a la dimensin transcendente de la vida, la aceptacin de que en ese libro Dios habla. Por otra parte, el intrpretecristiano sabe que la Biblia es un libro que nace en la Iglesia, al mismo tiempo que la constituye y se constituye en reflejo y espejo deella, en norma para su actitud constante de reforma. De aqu quepertenezca a la precomprensin bsica de la interpretacin de la Biblia en la Iglesia el situarse en el corazn mismo de la Iglesia y noindependientemente de ella. Este criterio general se concreta en losque sIguen.

    La palabra humana de la BibliaSlo hay acceso posible a la Palabra de Dios, que es la Biblia, a travs de la palabra humana que ella es. El principio de la doble naturaleza de la Escritura es un reflejo del principio de la doble naturaleza deJesucristo. No tenemos acceso a Jesucristo si no es a travs de su humanidad, de su insercin en la historia. Igualmente, no podemos entrar a interpretar la Biblia, si no es a travs de su dilucidacin como libro. Este criterio es el que justifica que se empleen todos los mtodosactuales de exgesis, siempre naturalmente que se eviten presupuestosfilosficos o ideolgicos que sean contrarios a los contenidos mismosde la Biblia, pues en este caso ya no estamos en la precomprensin justa y necesaria. El criterio viene formulado en Dei Verbum 12b, acentuando sobre todo, debido a la historia inmediatamente previa, el usode los gneros literarios. Este criterio es el que usa la Pontificia Comisin Bblica para justificar el uso de los mtodos histrico-crticos y delos acercamientos de todo tipo a la Biblia. As en lA (30):

    Puesto que la Sagrada Escritura, en cuanto "Palabra de Dios enlenguaje humano", ha sido compuesta por autores humanos en todas

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    sus partes y todas sus fuentes, su justa comprensin no solamente admite como legtima, sino que requiere la utilizacin de este mtodo.y de manera igualmente clara, al describir las dimensiones caractersticas de la interpretacin catlica, se afirma:

    La exgesis catlica no procura distinguirse por un mtodo cientfico particular. Ella reconoce que uno de los aspectos de los textos bblicos es ser obra de autores humanos, que se han servido de sus propiascapacidades de expresin y de medios que su tiempo y su medio socialponan a su disposicin. En consecuencia, ella utiliza sin segundas intenciones todos los mtodos y acercamientos cientficos que permitencaptar mejor el sentido de los textos en su contexto lingstico, literario,socio-cultural, religioso e histrico, iluminndolos tambin por el estudio de sus fuentes y teniendo en cuenta la personalidad de cada autor(cf. Divino AjJlante Spiritu, EB 556). La exgesis catlica contribuye asactivamente al desarrollo de los mtodos y al progreso de la investigacin (III, 79)23.

    La intencin del autorConocer la intencin del autor bblico ha sido uno de los objetivos tradicionales de la exgesis y, ciertamente, no se debe prescindirde intentar un acceso a lo que l intenta comunicar. Pero esto no estan fcil ni tan claro como a veces se presenta24 La insistencia en este

    punto se debe sobre todo a una comprensin de la inspiracin casiexclusivamente como carisma del hagigrafo: puesto que el hagigrafo ha sido inspirado por el Espritu Santo, si queremos saber loque el Espritu nos quiere decir, debemos conocer la intencin delhagigrafo.Esta manera de razonar hay que matizarla. En primer lugar por lacomplejidad que supone el trmino aparentemente claro de autor bblico. Quin es el autor bblico: el primero, el ltimo, el redactorfinal, el traductor, todos ellos? Adems, la reflexin hermenuticacontempornea nos ha puesto en guardia frente a una aceptacin in-

    23. Lo mismo afirma el Papa Juan Pablo II en el discurso en que se present este documento, nn. 8-9.24. F. DREYFUS dedica un largo prrafo (concretamente el n. 5) a esta cuestin en su artculo Exgese in Sorbonne, exgese in glise, RB 82 (1975) 321-359. En l defiende la necesidad de centrarse en la intencin del autor, si lo que se quiere es conocer el mensaje deltexto y no tanto el texto mismo. El autor polemiza, con razn, con la exgesis de tipo es-rructuralista, que considera un texto inmanente, es decir, cerrado en s mismo. Lo que yoafirmo no es que se descuide la intencin del autor, sino que esa intencin es viable slo apartir del texto mismo y siendo consciente de la complejidad de esta tarea.

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    genua de este criterio. Como explico en otra parte25, hay ya una primera distancia entre lo que un autor quiere decir y lo que escribe paradecirlo; adems, entre la obra y un lector determinado hay todavauna distancia mayor, puesto que el lector no comparte necesariamente la mayora de los elementos que componen el universo cultural delescritor. Por otra parte, una concepcin de la inspiracin bblica mscentrada en ser cualidad de un libro, que carisma temporal de un hagigrafo, nos ayuda a matizar la tarea de conocer la intencin del autor bblico. Si a lo que tenemos acceso es al libro inspirado y -slo atravs de l - al autor inspirado, lo importante es estudiar lo que eltexto dice, no lo que pudo haber querido decir el autor. Esta pareceser la manera de pensar de OVen aqul prrafo tan complejo de 12a,en cuyo trasfondo se encuentra la famosa discusin sobre el sentidopleno de la Escritura:

    el intrprete de la Escritura, para conocer lo que Dios quiso comunicarnos, debe estudiar con atencin lo que los autores queran deciry Dios quera dar a conocer con las palabras de ellos.En consecuencia, se impone aqu una primaca del texto para conocer lo que el autor quiere decir a una indagacin de tipo psicolgico acerca de la conciencia del autor sagrado. Tengamos en cuenta queel problema es en gran parte paralelo al de la doble o nica conciencia de Jess. Sea cual fuere la solucin de ese espinoso punto de laCristologa, es claro que slo llegaremos a comprender el pensamiento de Jesucristo a travs de lo que l nos ha comunicado, es decir, a

    travs de lo que humanamente, si bien con la ayuda del Espritu, podemos saber de su vida y de sus palabras. Por tanto, deberamos recordar en este punto que la intencin del autor slo nos es accesible atravs del texto escrito y que, an en este caso, para conocer lo queDios quiere decir y dice en la Sagrada Escritura es necesario conocertanto los condicionamientos e intencin de su autor o autores humanos, como los de su lenguaje, que no siempre dependen de la intencin de los autores humanos.Sobre el uso de los mtodos bblicos cientficosYa est dicho lo sustancial. De la naturaleza de la Biblia se deduceque todos los mtodos bblicos cientficos en principio son utilizables, siempre que cumplan las condiciones que ya hemos expuesto.Una de las condiciones bsicas es que se elimine de ellos todo compo-

    25. ef. Biblia y Palabra de Dios, 322-324.

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    nente ideolgico que excluya una apertura a la transcendencia. As loexpresa con razn el documento de la Pontificia Comisin Bblica.Baste releer el texto que hemos reproducido ms arriba, al hablar dela palabra humana de la Biblia.

    c) El principio de la iluminacin del EsprituHay un segundo principio, que tambin tiene que ver con la na-turaleza de la Biblia, es decir, con la inspiracin. Es el principio de la

    interpretacin de la Biblia en el Espritu. A.M. Artola ha llamado laatencin con acierto sobre la conexin que existe entre la inspiraciny la interpretacin de la Escritura en el Espritu, que propone DeiVerbum 12, y M.A. Malina Palma la ha desarrollado a fond0 2G En efecto, el nmero 12 de la Constitucin Dei Verbum afirmaque la Escritura ha sido escrita en el Espritu Santo y, por tanto, sloen el mismo Espritu puede leerse e interpretarse. Que la Escritura ha

    sido escrita en el Espritu Santo, quiere decir que sta ha sido escritabajo la accin del mismo Espritu de Dios que actu en las etapas delAntiguo y Nuevo Testamento, el mismo que dio a conocer al pueblode Israel la revelacin de Dios mediante hechos y palabras, el mismoque Jesucristo deja a su Iglesia para que reconozca en sus obras y en supalabra la plenitud de la revelacin de Dios, el mismo que gui a laIglesia para reconocer en esos escritos la definitiva revelacin de Dios yle condujo a someterse a ellos como normativos y cannicos. La con-secuencia es que, igualmente, el mismo Espritu que habita y vive enla Iglesia como palabra interna a ella es el que sigue dndole a conocerla palabra externa que es la Escritura, haciendo posible su interpreta-cin autntica, convirtindola en palabra eficaz hoy y siempre.

    Este principio pone de relieve con claridad que la Escritura, porser obra del Espritu de Dios y de la accin del hombre iluminadapor l, slo puede ser leda e interpretada adecuadamente en el mis-mo Espritu que sigue actuando hoy en medio del mundo y de la his-toria. La interpretacin de la Escritura queda as abierta a todo aqulque se abre al Espritu de Dios, sin ningn otro lmite, salvo el esta-blecido por el primer principio, es decir, atenerse a la naturaleza pro-pia de la Biblia, pues nadie puede poner lmites al Espritu. Ahora

    26. Cf. A.M. ARTOLA, La Escritura inspirada, 206-7; A.M. MOLlNA PALMA, La interpre-tacin de la Escritura en el Espritu. Estudio histrico y teolgico de un principio hermenuticode la Constitucin "Dei Verbum, Burgos 1987. Sobre el tema cf. tambin J.M. SNCHEZCARO, La lectura eclesial de la Biblia, Communio "RevlnrCat (ed. espaola) 8 (1986) 269-91; Biblia y Palabra de Dios, 330-51.

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    bien, aunque el Espritu no tiene lmites en su actuacin, puesto quetenemos la certeza de que el Espritu acta en la Iglesia, como sabemos por la promesa de Cristo, slo en la Iglesia tenemos la garantade una verdadera lectura de la Biblia en el Espritu. Como he tratadode probar en otro lugar, la lectura en el Espritu es sobre todo la lectura eclesial de la Biblia27

    d) Criterios derivados de la lectura en el EsprituEl principio de la lectura de la Biblia en el Espritu debe ser concretado, pues podra interpretarse en el sentido de una lectura espiritual de la Biblia realizada individualmente, al estilo de no pocas teoras hermenuticas de matriz protestante. Este principio significa doscosas bsicas. La primera es que no basta con los mtodos cientficosde exgesis bblica para conocer verdaderamente el contenido de laSagrada Escritura. La Biblia es un libro de una naturaleza especial.

    No accederemos a su dimensin espiritual profunda (y aqu utilizo lapalabra espiritual sin referirme necesariamente al llamado sentido espiritual de la Biblia), si no nos ponemos en la tesitura de poder acogerla. Si la Biblia ha sido escrita en el Espritu, slo puede ser rectamente comprendida en el Espritu, tal como he tratado de explicarms arriba. La segunda es que, por supuesto, el Espritu no est limitado a la Iglesia, pero slo en ella tenemos la garanta de saber que senos da el Espritu. Por ello este principio general se explicita en tresclsicos criterios de exgesis en la Iglesia, que ofrecen una perspectivaen la que encontramos algunas de las observaciones ms interesantesde la hermenutica catlica de la Biblia y que brevemente paso a ex-poner 28. Adems, abre nuevas perspectivas para una integracin de ladimensin actual de la Escritura y nos ayuda a comprender mejorcules son las relaciones del exegeta con la Tradicin de la Iglesia ycon el Magisterio. Brevemente expongo los criterios, bien conocidos,subrayando su conexin con la apertura al Espritu.

    El contenido y unidad de la EscrituraLeer la Escritura en el Espritu significa leerla en la perspectiva deun contenido global y de una unidad bsica. Por supuesto, el conteni-

    27. Cf. ].M. SANCHEZ CARO, La lectura eclesial de la Biblia, Communio "RevlntCat(ed. espaola) 8 (1986) 269-91.28. En este punto cf. el estudio antes sealado de M.A. MOLINA PALMA, as como Biblia y Palabra de Dios, 338-51.

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    do global de la Escritura exige que se estudie teniendo en cuenta la dimensin histrica y dinmica en que han ido naciendo y se han idodesarrollando los textos. No basta con acumular sin ms textos bblicos para poder comprenderlos. Por otra parte, la unidad de la Escritura, que tiene un punto de partida claro en la pertenencia de todos losescritos a una cultura que, con todas sus variantes, mantiene una claracoherencia global a lo largo de la historia -coherencia que se manifiesta hoy da tambin en las diversas tradiciones de las confesiones juda y cristianas que siguen leyendo la Biblia-, se manifiesta de muydiversos modos. Uno de ellos, puesto de relieve ampliamente por unalnea de hermenutica moderna, es la unidad cannica. En efecto, laintegracin de un texto o un libro completo en un determinado canon bblico, ilumina necesariamente su comprensin2Y En todo casose trata de una unidad que se percibe a la luz del Espritu, la cual nosayuda a descubrir la nica dimensin histrico-salvfica del contenidode la Escritura. Como he escrito en otra parte, la atencin al contenido y unidad de la Escritura se lleva a cabo no por mera yuxtaposicinde textos, ni eliminando las diferencias existentes entre el AT Yel NTo entre libros y textos concretos, sino tratando de descubrir cmo esoslibros y textos expresan dinmicamente distintas etapas y perspectivasde la nica historia de la salvacin, y por tanto todos ellos estn orientados hacia lo que constituye su plenitud, Cristo y su evangelio. Enconsecuencia, se exige una consideracin global y dinmica del conjunto literario e histrico en que sita cada texto, as como una apertura al Espritu en cuyo mbito los textos fueron escritos30.

    La Tradicin viva de toda la IglesiaEn esta perspectiva se integra tambin el criterio de la lectura dela Biblia desde la Tradicin viva de la Iglesia, que no es otra cosa sino

    29. Cf. en este aspecto las obras pioneras de B.S. CHILDS, Introduction to the Old Testa-ment as Scripture, Londres 1979, 84-108; The New Testament as Canon: An Introduction,Londres 1984, 518-30; y la obra ms reciente, en la que presenta el estado de la discusinsobre este tema, Biblical Theology olthe Old and New Testaments, Londres 1992, 53-94. Deinters para este apartado es tambin, en la misma lnea, G.M. TUCKER-D.L. PETERSEN-R.R. WILSON (eds.), Canon, Theology, and Old Testament Interpretation. Essays in Honour 01Brevard S. Childs, Filadelfia 1988. Habra que aadir, en otra lnea paralela los trabajos de].A. SANDERS; baste aqu citar Canon and Community. A Cuide to Canonical Criticism, Filadelfia 1984; sobre esta obra cf. mi amplia recensin en "Salmanticensis 34 (1987) 248-51.30. Biblia y Palabra de Dios, 343; un intento de leer as los textos bblicos, en este casoreferidos a la cuestin de la unidad y diversidad de la Iglesia, lo llev a cabo la misma Pontificia Comisin Bblica, Unit et diversit dans l'glise, Ciudad del Vaticano 1989; textofrancs y traduccin castellana, sin los trabajos de los componentes de la Comisin, en R.SANZ VALDIVIESO (ed.), Pontificia Comisi6n Biblica. Comisi6n Teol6gica Internacional, Bi-blia y Cristologa. Unidad y diversidad en la Iglesia. La interpretaci6n de los dogmas, Murcia1992,127-183.

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    la presencia viva del Espritu en la Iglesia, el Espritu que va haciendoa la Iglesia releer constantemente la Escritura en cada nueva circunstancia de la vida de la Iglesia, realizando una correcta fusin de horizontes y un adecuado crecimiento de los efectos del texto. Por eso unexegeta en la Iglesia no podr prescindir sin ms de la tradicin interpretativa de la Iglesia, de las enseanzas de la historia de la exgesis.No es ste el lugar para ahondar en la exposicin de este criteri0 31 Pero s me interesa subrayar aqu un aspecto a veces descuidado yque, a mi juicio, est muy relacionado con este criterio. Se trata de laconfrontacin que el exegeta debe hacer entre su exgesis y la explicacin de sta al pueblo cristiano. Es una manera concreta de ponerseen contacto con el conjunto de la Iglesia y de abrirse a una posiblecrtica desde el modo como percibe la Escritura ese pueblo. Este aspecto, aunque desde un punto de vista ms bien pastoral, ha sido sealado por Juan Pablo II en el discurso de presentacin del documento de la Pontificia Comisin Bblica32

    La analoga de la feIgualmente, en este horizonte hay que situar la lectura e interpretacin de la Biblia teniendo en cuenta la analoga de la fe, es decir, elmensaje global de la fe de la Iglesia. Se trata en este caso de interpretar la Biblia en el contexto del misterio total de la revelacin de Dios,que es la verdad del Evangelio, es decir, el misterio revelado en Cristo, el mismo que nos transmiti la fe apostlica, el mismo que la Iglesia de cada tiempo asimila y profundiza bajo la luz del Espritu a lolargo de la historia.Y, puesto que la interpretacin de la Escritura se ha de hacer en elcontexto global del misterio de Cristo, que no puede agotarse en formulaciones literarias, aquella est siempre abierta a nuevas profundizaciones de significado, capaces de percibir nuevas perspectivas delnico misterio de Cristo. Por consiguiente, la tarea de la interpreta

    cin no se agota nunca, es una tarea sin fin.31. Cf. Biblia y Palabra de Dios, 343-47, donde se apunta la relacin de este principiocon alguna de las propuestas hermenuticas de H.G. GADAMER Yse da la bibliografa esencial.32. "Para realizar mejor esta tarea eclesial tan importante (penetrar y exponer el sentidode la Sagrada Escritura), los exegetas se deben mantener cerca de la predicacin de la palabra de Dios, ya sea dedicando una parte de su tiempo a este ministerio, ya sea relacionn

    dose con quienes lo ejercen y ayudndoles con publicaciones de exgesis pastoral, Discurso de S.S. Juan Pablo JI sobre la interpretacin de la Biblia en la Iglesia, n. 11, en PCB, Lainterpretacin de la Biblia en la Iglesia, 13.

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    La actualizacin de la EscrituraTeniendo en cuenta lo dicho hasta aqu, se debera intentar la formulacin de otro criterio general, que nos ayudase en la tarea de laactualizacin de la Biblia en la Iglesia. Tengamos en cuenta que la re-alidad de la Escritura es algo constatable y siempre la misma. Pero lasexplicaciones de ella han variado constantemente. La lectura en el Es-pritu, tal como la hemos expuesto, nos ayuda a comprender cmo eltexto es inagotable, cmo las subsiguientes lecturas de las diversaspocas han enriquecido el texto bblico con nuevas luces, cmo las

    distintas preguntas al texto pueden ayudarnos a descubrir nuevasrespuestas. Probablemente, todo cuanto se ha dicho a lo largo de lahistoria de la exgesis sobre actualizacin del Antiguo Testamento,todas las teoras sobre los sentidos de la Biblia, tanto las antiguasacerca del sentido espiritual y de los cuatro sentidos, como las modernas sobre el sentido tpico y el sentido pleno, puedan unificarse eneste tipo de lectura en el Espritu, que en parte encuentra una confirmacin de tipo filosfico hermenutico en teoras como las de Ricoeur sobre el dilogo lector-texto y la polisemia y autonoma del texto,o en las de Gadamer sobre la historia de los efectos del texto. Es estauna tarea que queda lejos de nuestro objetivo en este momento, peroque merece la pena intentar y en la que, posiblemente, se salvase lomejor de las teoras hermenuticas de los sentidos de la Biblia, permaneciendo siempre fieles en la base al sentido literal de la Escritura.Quede aqu simplemente apuntado como una de las tareas que tienela hermenutica catlica, si quiere dar respuesta adecuada a los esfuerzos notables que se han hecho a lo largo de tantos siglos con lasdiversas teoras sobre los sentidos bblicos. En este punto, como ya hesealado, las aportaciones del documento de la comisin son interesantes, pero no logran una explicacin sinttica, es decir, una teorahermenutica que englobe cuanto en la Iglesia se ha elaborado sobrelos sentidos espiritual, tpico y pleno de la Escritura.

    Sobre el Magisterio de la Iglesia y la lectura de la Biblia en la IglesiaLas relaciones Magisterio-Escritura no son fciles nunca de presentar y ms en campo ecumnico. Pero, a mi manera de ver, deberan siempre situarse en la perspectiva de los criterios que acabo deenumerar. El Magisterio de la Iglesia es una realidad constitutiva deella y asistida por el mismo Espritu que hizo nacer la Biblia. Nuncapuede estar por encima de la Escritura. Y sin embargo tiene la capaci

    dad de su interpretacin autntica (Dei Verbum, lOb).No se debe interpretar el Magisterio de la Iglesia como una especie de cualidad de la Iglesia que sta utilice arbitrariamente. Est suje-

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    to a la Escritura, como lo est toda la Iglesia. No est por encima deella. Cuando interpreta autnticamente un texto -cosa que hace consobriedad, sobre todo por lo que se refiere a interpretaciones dogmt icas- no se est imponiendo a la Escritura, sino que la est leyendoen el Espritu en comunin con la Tradicin Viva de la Iglesia, en conexin con el mensaje general de la Escritura, y en armona con laanaloga de la fe. Cmo esto se pueda explicar en cada caso, no entradentro de nuestro objetivo en este momento. Baste aqu indicar quecualquier explicacin que se haga ha de ponerse en relacin con lalectura e interpretacin de la Biblia en el Espritu y con el criterio detener en cuenta la Tradicin viva de toda la Iglesia3l

    4. Un modelo de relaciones entre la hermenutica bblicay la teologaA partir de los datos expuestos, llega el momento de presentar unmodelo de relacin entre el biblista y el telogo, que nos ayude a situar la perspectiva y el trabajo de cada uno de ellos en el campo de lateologa catlica. Los principios en que se basa este modelo son losdos ya formulados: el principio de la naturaleza divino-humana de laEscritura y el de la lectura de la Escritura en el Espritu. Ambos principios han de ser aceptados por biblistas y telogos. Sus consecuencias se establecen ahora en forma de orientaciones o criterios34 A partir de ellos podremos pergear un modelo de relacin entre biblistasy telogos.

    a) Los criteriosEl biblistay el telogo han de ser conscientes de la precomprensin ne-cesaria para entender los textos bblicos: aceptacin de la doble naturaleza de la Escritura.Este es el primer criterio, vlido tanto para el exegeta como para

    el telogo. Esto supone que el exegeta catlico es telogo siempre, incluso cuando se limita a aplicar estrictamente los mtodos histricocrticos. La razn es que no puede prescindir de su precomprensinde la Biblia, que le viene dada por su propia naturaleza. Pensar que elexegeta pueda prescindir de ella es ilusorio, como ya he indicado. Encaso de hacerlo, utilizar otra precomprensin, consciente o incons-

    33. ef. lo que sobre este punto he dicho en Biblia y Palabra de Dios, 351-356.34. Sigo, con algunas modificaciones, la exposicin que hice en Palabra de Dios,622-628.

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    cientemente. Adems, por ser telogo, la tarea del exegeta no puedeterminar -salvo casos de trabajos parciales que forman parte de unaobra continuada- en una pura explicacin del texto. El biblista noes slo exegeta (explicador), sino tambin hermeneuta (actualizador).Un biblista que se quiera slo exegeta, por ms que suponga que sutrabajo es ideolgicamente neutro, est cayendo en el error de separarhistoria y fe, lo cual conduce a una inevitable actitud ideolgica inmanentista35 y a una comprensin no correcta de la Escritura.

    Por otra parte, este principio exige por parte del telogo un conocimiento suficiente de la Biblia, la capacidad al menos para leer eltexto con espritu crtico, para conocer las grandes corrientes exegticas y, sobre todo, el conocimiento de las grandes obras exegticas.Tambin el telogo puede pecar de ingenuo a la hora de acercarse altexto bblico, suponiendo que en l todo es claro y que los trabajosexegticas son una jerga ininteligible y poco fiable, de la que en ltimo trmino es mejor prescindir. Dicho de otra manera, si el exegetaes necesariamente telogo por la imprescindible precomprensin conque debe abordar el estudio de la Biblia, el telogo no puede prescindir de ser exegeta, a la hora de acercarse a los textos bblicos que sonelemento bsico de cualquier reflexin teolgica.Si tenemos en cuenta esto, podremos entender de un modo nuevo la tarea del exegeta con relacin al telogo. No es simplemente unproveedor de materiales para la reflexin teolgica, sino que tambinel telogo proveer de materiales al exegeta, para clarificar su precomprensin teolgica. Hasta bien entrado el medievo, ser biblista y sertelogo eran una misma tarea y la teologa se haca a partir de la reflexin sobre la Escritura. Esta tradicin, que proviene de la misma poca patrstica, ha sido continuada en muchos casos en el mbito de lateologa protestante. Hoy la especializacin exegtica requiere dividirel trabajo, pero esta divisin metodolgica no supone que sean tareasdiferentes, realizadas en marcos hermenuticos distintos. Lograr estaconciencia de que se realiza la misma tarea, aunque de forma diferente y en estadios distintos, nos ayudar a reconstruir el modelo hermenutico patrstico, sin perder un pice de la especializacin afortunadamente 10grada36

    35. As lo indica ampliamente P. TOINET, Pour une thologie de l'exgese, op. cit. passim,pero sobre todo cuando analiza la obra de BLONDEL, Histoire et Dogme, nacida en el contexto de las discusiones con la obra exegtica de A. LOISY, 70-80.36. A la luz de cuanto digo, podr entenderse que, estando de acuerdo bsicamente conla exposicin de Rovira Belloso sobre el modo de usar la Biblia en la teologa sistemtica,consider sin embargo insuficientes sus observaciones, que se centran ms en buscar unmtodo de colaboracin e integracin de las tareas de biblistas y telogos, que en trazar unmodelo hermenutico que ambos puedan compartir; no me parece suficiente afirmar que

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    El biblista y el telogo necesitan el imprescindible trabajo histricocrtico, pues esto equivale a tomar en serio la naturaleza humana de laEscritura.Es una primera puntualizacin del criterio anterior. Una puntua-lizacin necesaria, porque es el fundamento de cualquier estudio cr-tico de la Biblia y, al mismo tiempo, la salvaguarda contra cualquiertentacin de interpretacin fundamentalista de la Escritura. Si unabandono del primer criterio podra conducir a una especie de nesto-rianismo bblico -hablando con el lenguaje de las herejas cristolgi-cas- , un olvido de ste llevara asimismo a una especie de monofisis-mo bblico, igualmente rechazable.Desde el punto de las relaciones entre el exegeta y el telogo, estecriterio nos advierte de que el telogo no puede prescindir en su ela-boracin teolgica de los resultados razonables e incluso de las hip-tesis -siempre que se tomen como tales- de la exgesis crtica. Porsu parte, es funcin del exegeta ejercitar una crtica constante sobrelos fundamentos bblicos en que se apoya el telogo sistemtico, cola-borando a una comprensin ms exacta de los textos. Asimismo, estarea del exegeta la formulacin en un lenguaje contemporneo de lasconclusiones a que ha llegado en su trabajo y la colaboracin con eltelogo sistemtico para trasladar al lenguaje teolgico actual lo quela Biblia expresa con lenguaje propio de la poca y cultura en quecada texto fue escrito.

    El biblista y el telogo slo pueden comprender adecuadamente la Es-critura si la leen e interpretan en el mismo Espritu en que fue compues-ta, lo cual equivale a tomar en serio la naturaleza divina de la Escritura.Es la segunda y ltima puntualizacin del primer criterio, a lavez que consecuencia del segundo principio formulado. Pertenecetambin a la precomprensin necesaria para entender la Escritura,pues se trata de leer e interpretar un escrito, que ha nacido como Es-critura cristiana, en la Iglesia y proviene en ltimo trmino de Cristomismo. Nos recuerda, pues, que Cristo y la Iglesia son anteriores a

    las Escrituras -tambin al AT como Escritura cristiana- y que,por tanto, una interpretacin adecuada de las Escrituras slo puedehacerse all donde est garantizada la efusin del Espritu y la cone-xin con la persona y la palabra de Cristo, es decir, en la Iglesia. stelo que aporra el exegeta al telogo sea, desde e! punto de vista de los contenidos, unconocimiento ms preciso de! texto y contexto bblicos; ni me parece suficiente afirmarque, desde e! punto de vista formal, corresponde al telogo asumir los materiales que leofrece la exgesis y la teologa bblicas, para establecer un estado de la cuestin desde laperspectiva de los estudios bblicos recientes; cf. ].M. ROVlRA BELLOSO, Lectura teolgica dela Biblia, op. cit., 211-214.

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    es, en consecuencia, el lugar hermenutico de la interpretacin de laEscritura.Desde el punto de vista de la relacin entre teologa y exgesis,este criterio nos recuerda que tanto la tarea del telogo como la delbiblista son tareas que se realizan en el seno de la comunidad cristia-na, en la Iglesia, no un estudio independiente, ni mucho menos algoque se hace frente a ella. Por lo dems, este principio se diversifica entres criterios bien conocidos, que enuncio brevemente a continua-cin.Leer la Escritura en el Espritu significa leerla teniendo en cuenta elcontenidoy la unidad de toda la Escritura.De cuanto hemos dicho acerca de la interpretacin de este crite-rio, se sigue que es tarea del exegeta estar atento a la tradicin culturaly religiosa en que estn inmersos los textos de la Escritura, pero sobretodo ser capaz de interpretarlos en el contexto de una historia din-mica de la salvacin, animada por el mismo Espritu que dirige esta

    historia, bajo cuyo influjo la historia de la salvacin se materializa entextos escritos y se convierte en un conjunto de libros normativos,cuya plenitud es Cristo y su Evangelio (canon bblico).El biblista ayudar de esta manera al telogo a usar la Escritura demanera no parcial, con referencia no slo a todos los posibles textosparalelos, sino teniendo siempre en cuenta la historia dinmica de lasalvacin, que se expresa en diversas etapas, manifestadas por las dife-rentes cronologas de los textos, tal como nos ayuda a descubrir elmtodo histrico crtico; por tanto, haciendo referencia tambin a lasdiferencias reales existentes entre el AT Y entre textos del mismo NT,diferencias que no se deben disimular, sino que encontrarn una uni-dad superior en el conjunto del canon yen la perspectiva de la nicahistoria de salvacin, cuya culminacin es Cristo.El biblista debe ayudar asimismo al telogo a descubrir que notodos los textos bblicos tienen la misma importancia, que hay una

    jerarqua entre ellos, como expresamente afirma la Dei Verbum al re-ferirse a los evangelios (cf. DV 18), pues no todos se refieren con lamisma fuerza al Evangelio de Jesucristo, aunque todos orienten a l.sta es la conviccin central que permite una lectura cristiana del ATY que hace posible, con las variantes que sean oportunas la existenciade una teologa bblica.As pues, el biblista ayudar al telogo a situar cada texto, cada li-bro, en su contexto histrico e ideolgico concreto, mediante el estu-

    dio crtico cuidadoso de cada uno de ellos, ofreciendo al telogo uncontexto amplio en el que situar los textos bblicos que maneja, as

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    como elaboraciones parciales de teologa bblica que el telogo puedaintegrar en su pensamiento y reflexin. Por su parte, el telogo ayu-dar al biblista a perfilar los grandes ejes a partir de los cuales puedeelaborarse esa lectura coordinada y completa de la Escritura.

    Leer la Escritura en el Espritu significa tambin tener en cuenta laTradicin viva de toda la Iglesia.Desde esta perspectiva, el exegeta no se limitar a descubrir lo queun texto quera decir en el pasado o a descubrir slo los estratos msantiguos del texto, sealndolos como los estratos cuyo significado es

    normativo, porque han sido menos afectados por la elaboracin ide-olgica posterior de Israel o de la Iglesia. Los textos han de ser ledosen la tradicin intrabblica total de la Escritura, pues toda ella es Tra-dicin viva guiada por el Espritu. Es ms, han de ser ledos e inter-pretados en consonancia con las relecturas que de esos textos ha he-cho posteriormente la Tradicin viva de la Iglesia.Esta ltima tarea, sin embargo, desbordar muchas veces la capa-

    cidad del biblista y ser el telogo quien tenga que continuarla y lle-varla a cabo, descubriendo las relecturas posteriores que la Tradicinviva de la Iglesia ha hecho de un texto a lo largo de los siglos. En estasrelecturas es donde interviene el trabajo de los escritores eclesisticos,de los Padres de la Iglesia y del Magisterio eclesistico. Desde el punto de vista de la actual filosofa hermenutica, puede interpretarseesta lectura de la Escritura a la luz de la Tradicin viva de la Iglesiacomo una lectura de los efectos del texto a lo largo de la historia (Ga-damer) o como una profundizacin en el dilogo de los distintos in-trpretes con el texto a partir de las nuevas preguntas que suscita larealidad concreta de cada momento (P. Ricoeur). Es desde aqu, meparece, desde donde puede intentarse una explicacin actual del sen-tido que los exegetas llaman pleno y que es tan discutido. Natural-mente, este crecimiento de la comprensin del texto se apoya siempreen el sentido literal e histrico originario y es posible porque se haceen contacto con la Tradicin viva de la Iglesia, es decir, en contactocon el Espritu que Cristo dej a su Iglesia y que constantemente lagua hasta llegar a la verdad completa (cf. Jn 16,13).

    La tarea del telogo, en ltimo trmino, no es otra cosa que estarelectura constante del texto bblico a la luz de la Tradicin viva de laIglesia, para responder a los interrogantes de los hombres de su tiem-po. El resultado final -siempre provisional-- de esta lectura e in-terpretacin constante del texto acontece, cuando en el curso de esasrelecturas formulamos al texto las preguntas que la realidad contem-pornea nos plantea. El telogo tiene aqu la misin de plantear nue-vas cuestiones al biblista, que intentar responderlas -aunque no

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    siempre y en cada momento sea posible hacerlo- desde una nuevarelectura bblica hecha en la perspectiva que el telogo le ha propuesto y que este mismo continuar.

    De nuevo, la relacin exegeta-telogo se convierte en un dilogomutuamente fecundante y estimulador, que ayuda a descubrir nuevasdimensiones del texto, dimensiones sin fin, porque la Escritura es Pa-labra de Dios inagotable y don escatolgico de Dios a su Iglesia, se-gn la feliz formulacin de H. Schlier37 Leer la Biblia en el Espritu significa asimismo tener en cuenta la

    analoga de la fe.Como ya hemos indicado, hacer esto significa leer e interpretar laEscritura en el contexto del misterio total de la revelacin de Dios,que es la verdad del Evangelio, tal como fue formulada por la tradicin apostlica y nos es transmitida en el seno de la Iglesia de cadatiempo. Esto significa para el exegeta que su interpretacin debe hacerse en el contexto de la fe de la Iglesia, tal como se expresa en cadatiempo y momento. Aqu el telogo es ayuda indispensable para elexegeta, al ayudarle a formular la fe apostlica con categoras contemporneas bien concretas. Y significa tambin que el exegeta debercontrastar su interpretacin constantemente mediante el dilogo consus colegas telogos y con el pueblo cristian038 b) El modeloConsecuencia de cuanto he dicho hasta ahora es que no existendos diferentes modelos hermenuticos para el exegeta y el telogo sis-temtico catlicos con relacin a la interpretacin del texto bblico.Ambos participan del mismo modelo hermenutico, pues ambos sonintrpretes de la Escritura en las condiciones que acabamos de esta-

    37. H. SCHLIER, Was heisst Auslegung der Heiligen Schrift?, en Besinnung aufdas NeueTestament. Exegetische Aufiiitze und Vortriige, n, Friburgo B. '1964, 35-62; ntese en estepunto la bellsima expresin de san Gregario, "Scriptura crescit cum legente (In Ez!, 7,8),que 1. de la Potterie pone en relacin, muy oportunamente, con la Wirkungsgeschichte gadameriana y con este criterio que estamos exponiendo; as en el prlogo a la obra de P.TOINET, Pour une thologie de texgese, op. cit., 23.38. Aqu se inserta la acertada formulacin de Juan Pablo n en el discurso introductorio al documento de la P. Comisin Bblica, a la que ya nos hemos referido: Para realizarmejor esta tarea eclesial tan importante (ayudar a madurar el juicio de la Iglesia, n. 10), losexegetas se deben mantener cerca de la predicacin de la palabra de Dios, ya sea dedicandouna parte de su tiempo a este ministerio, ya sea relacionndose con quienes lo ejercitan yayudndoles con publicaciones de exgesis pastoral, La interpretacin de la Biblia en laIglesia, op. cit., Discurso introductorio, n. 11, p. 15.

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    blecer. La actitud hermenutica ante los textos bblicos de uno y otroes idntica. La diferencia estriba en una diferencia de mtodo, simplemente. La tarea hermenutica que los antiguos escritores eclesisticos, los santos Padres y tantos autores medievales tenan delante a lahora de hacer teologa -ellos eran exegetas y telogos en una mismapersona- es la misma que, a mi juicio, han de tener el exegeta moderno y el telogo actual.Ambos son telogos ante la Biblia y ambos han de respetar suscondicionamientos humanos, teniendo en cuenta los mtodos histrico-crticos y otros existentes. Slo hay una diferencia de acento, impuesta por la necesaria especializacin: el biblista ser ms perito enmetodologa exegtica, el telogo se centrar en prolongar el trabajodel exegeta, para responder desde el conjunto de la Tradicin viva dela Iglesia a las preguntas actuales que el hombre de hoy plantea a laEscritura. Pero ni una ni otra tarea son exclusivas, ni excluyentes. Setrata de un trabajo integrador y en dilogo.Ambos han de leer e interpretar la Escritura en el Espritu, y ambos deben hacerlo teniendo en cuenta el contenido y la unidad de laEscritura, la Tradicin viva de la Iglesia y la analoga de la fe. Desde elpunto de vista metodolgico, el trabajo del exegeta ser ciertamentecontinuado en gran medida por el del telogo, pero sin perder nuncala perspectiva de un dilogo mutuo corrector, a la vez que enriquecedor. Slo desde esta perspectiva puede afirmarse que el exegeta prepara los materiales para la elaboracin teolgica posterior. Y es en estecontexto donde puede afirmarse que el telogo ayuda al exegeta a formular con ms claridad la precomprensin bsica desde la que trabaja, que es la fe de la Iglesia.

    Cmo esto se pueda hacer, es cuestin de establecer una metodologa concreta que, por lo dems, puede ser muy variada, dependiendo de las distintas especializaciones exegticas y teolgicas de cadauno. Sin duda, surgirn tensiones, pues son inevitables, pero, encualquier caso, ste me parece el modelo interpretativo hermenuticoque se deduce de la Constitucin Dei Verbum y que subraya con razn el reciente documento de la Pontificia Comisin Bblica39

    39. Esto es lo que significa. a mi juicio. la expresin de que la Sagrada Escritura ha deser como el alma de la teologa (DV 24); y a esto parece referirse la recomendacin de quelos exegetas catlicos y los dems telogos han de trabajar en comn esfuerzo y bajo la vigilancia del Magisterio para investigar con medios oportunos la Escritura y para explicarla (DV 23). Por otra parte. el modelo hermenutico propuesto. con sus diferencias de mtodo. me parece responder adecuadamente a las recomendaciones de la Pontificia ComisinBblica en La interpretacin de la Biblia. op. cit I1ID. pp. 104-109.

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    5. Algunas consecuenciasLa propuesta que acabo de presentar y que, por supuesto, requiere todava ms precisiones y ms trabajo, tiene sin duda consecuencias a la hora de enfocar problemas importantes de la teologa. Eneste punto bastar, para mostrarlo, presentar brevemente algunasorientaciones teolgicas que se perciben en la actualidad y que no parecen del todo correctas, precisamente a causa del modelo hermenutico que subyace a ellas. A modo de ejemplo, dir una palabra sobrealgunas reconstrucciones histrico-ideolgicas de la vida y personali

    dad de jess, sobre reconstrucciones eclesiolgicas a partir slo de laEscritura, sobre las teologas a partir del magisterio de la Iglesia y sobre los integrismos y fundamentalismos que vuelven a reaparecer enla actualidad. Lo que sigue no es, ni puede ser una presentacin detallada de estas propuestas teolgicas, sino slo un apunte, que permitauna primera valoracin, a partir del modelo hermenutico propuesto,de ciertas iniciativas actuales, que ahora indico slo de manera esquemtica.

    Algunas reconstrucciones histrico-ideolgicas de la figura de CristoEscojamos como ejemplo un libro reciente, el jess de Crossan40 ,aunque podramos tomar cualquier otro intento de reconstruir la fi-gura histrica de jess a partir exclusivamente de modelos supuestamente cientficos, es decir, basados nicamente en mtodos histricos y literarios. Con todo el aparato cientfico del libro de Crossan,su mtodo y su resultado podran caer tambin bajo la crtica demoledora que en su da hiciera Schweitzer a las vidas de Jess de la pocade la exgesis liberal. A mi modo de ver es altamente discutible quesea ms cientfico reconstruir una vida de Jess, elaborada a base dehipotticas fuentes reconstruidas y apoyada en un simple estudio es-tadstico de los datos que aparecen en estas fuentes, que no hacerlo apartir de un estudio de los textos, que, sin renunciar a ninguno de losestudios de fuentes evanglicas existentes, intente integrar tambinen la comprensin de esos textos los logros conseguidos a lo largo deveinte siglos de historia de la Iglesia. En cualquier caso, no me parececientfico prescindir sin ms de ello. Por otra parte, con relacin a tomas de postura concretas, como por ejemplo la recepcin del evangelio gnstico de Toms como el ms primitivo y original de todos losdocumentos histricos, la hiptesis es tan discutible y tan pocofundamentada, que slo eso valdra para poner en duda gran parte de

    40. J.D. CROSSAN, jess: vida de un campesino judio, Barcelona 1994; original norteamericano de 1991.

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    los resultados. Ms decisivo an es la asuncin de un modelo hermenutico de tipo cultural y sociolgico, discutible como tantos otros, yaplicarlo prcticamente sin correccin alguna y como nico elementodirectivo de la investigacin.Por supuesto, reconstrucciones como la de Crossan suponen mu-cho trabajo y son siempre valiosas como intento de estudio de lasfuentes. Pero tienen dos grandes defectos: utilizan la Biblia de unmodo que no responde a su naturaleza y prescinden de la precomprensin que esa misma naturaleza exige, sustituyndola, consciente o inconscientemente por otra. La figura que resulte dependerde las hiptesis histricas y de la precomprensin con que se analicenlas fuentes. El resultado ser siempre parcial y con mucha frecuenciasesgado ideolgicamente. El problema de estas reconstrucciones no espor tanto un mero problema de mtodo, sino un problema hermenutico.

    Reconstrucciones de la Iglesia puray verdaderaEn la misma lnea hay que situar todas aquellas reconstruccionesde la Iglesia supuestamente pura de los inicios, despus pervertidapor estructuras sacramentales y jurdicas, que se consagran con la oficializacin del cristianismo en tiempos de Constantino. Por supuesto, no debemos olvidar que la Iglesia se ha contaminado constantemente de estructuras humanas impuras, que deben reformarseconstantemente. Pero lo que ahora nos interesa es subrayar cmo elfundamento de estas construcciones teolgicas se encuentra tambinen una labor exegtico-crtica que considera, en e! mejor de los casos,que los estratos ms primitivos de! Nuevo Testamento nos dejan veruna Iglesia de tipo carismtico y sin estructura jerrquica ni sacramental alguna. Digo en el mejor de los casos, porque, como biensabemos, esas reconstrucciones pueden llevarse hasta e! lmite de negar legitimidad a la Iglesia de hoy, ya que no aparece en los estratosprimeros de los textos neotestamentarios ninguna expresin directaatribuible a Jess, por la cual este hubiera manifestado su intencinde crear una comunidad estable que continuase su mensaje, al menostal como hoy existe: Jess habra anunciado e! Reino y lo que vinofue la Iglesia, segn la clsica expresin de Loisy.En cualquiera de estos casos, se proponen como normativos esosestratos supuestamente primitivos, frente a las evoluciones posteriores,que no seran sino fruto de una carga ideolgica y organizativa, impuesta por la ortodoxia triunfante. La institucin habra triunfado sobre e! carisma, la ley sobre e! espritu, e! sacramento sobre la palabra.

    Vuelvo a decir lo mismo. La reconstruccin histrico-crtica delos estratos primitivos de la organizacin eclesial es muy til y nos

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    puede ayudar a comprender mucho mejor a la Iglesia y a buscar adecuadas lneas de reforma, que siempre necesita. Pero el exegeta y el telogo saben que la Sagrada Escritura es un todo y que se ha de construir teolgicamente desde un canon concreto, pues esas son lasEscrituras que han nacido en la Iglesia y en las que tenemos garantizada la accin del Espritu. Adems, saben perfectamente que no sepueden borrar de un plumazo veinte siglos de lectura e interpretacinde la Biblia. Recurdese lo que hemos dicho de la lectura de la Bibliateniendo en cuenta la Tradicin viva de la Iglesia y de lo que significala consideracin de los efectos del texto a lo largo de la historia. Aspues, tambin en este caso el problema no es puramente un problemade mtodo, sino una cuestin de hermenutica.

    Teologas a partir del MagisterioAnte estos riesgos, una tentacin posible es construir la reflexinteolgica desde la seguridad de las declaraciones magisteriales de laIglesia y, a partir de aqu, interpretar los textos bblicos. La intencinpuede ser buena. El procedimiento es teolgicamente inadecuado. Elresultado es una teologa inmovilista, incapaz de dar respuesta a lascuestiones actuales de nuestros contemporneos. Esta postura renuncia a ayudar a la maduracin de las decisiones del Magisterio (DV12c) y a ella le afecta tambin un dficit hermenutico: se renuncia auna verdadera interpretacin de la Escritura y se somete sta al Magisterio de la Iglesia, cuando la realidad es al revs, pues nunca el Magisterio puede estar sobre la Escritura, sino a su servicio. En el fondo seha renunciado a la tarea de interpretar la Escritura, que as nunca podr ser alma de la teologa. Estos telogos no son verdaderos telogos,segn el modelo hermenutico propuesto, puesto que han renunciadoa interpretar la Escritura ya dialogar con sus colegas biblistas.

    La tentacin fondamentalistaEs otra de las grandes tentaciones actuales. El fundamentalismose distingue por ser una lectura de la Escritura que se hace individualmente, desde fuera de la institucin eclesial, con la pretensin de po

    seer directamente el Espritu y percibir con claridad la inmediatez dela letra de la Escritura, que sera directamente accesible al creyente41 41. Cf. sobre este punto, adems de la clsica obra de J. BARR, Fundamentalism, Londres 1977, yel conocido artculo de E. LAvERDIERE, Le dfi du fondamentalisme dans f'in-terprtation de la Bible, Parole et Pain. Attitudes chrtiennes, ralits du monde nouveau 61(1983) 7-17, los trabajos ms recientes de P. LATHUILlERE, Le fondamentalisme catholique.Signification et ecclsiologie, Pars 1995, que estudia los aspectos eclesiolgicos del fenmeno, distinguiendo inteligentemente entre integrismo y fundamentalismo, y el de L. CHAR-TRAND, La Bible au pied de la lettre. Le fondamentalisme questionn, Pars 1995, que se cen-

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    Hay muchas cosas en esta actitud, que ahora no son del momento. Para nuestra finalidad baste subrayar que aqu tambin hay un dficit hermenutico: se renuncia a la naturaleza humana de la Biblia, alesfuerzo de la exgesis histrico-crtica, basndose en una concepcinde la inspiracin bblica centrada en la letra de la Biblia y garantizadora de un tipo de inerrancia sin matices. Pero, adems