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Instituto Nacional de Ecología Libros INE CLASIFICA CION AE 003966 LIBRO Cuento Ecológico TOMO . I 1111111 11111 ill 111111 11111 11111 11111 11111 11111 1111 1111 AE 003966

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Instituto Nacional de Ecología

Libros INE

CLASIFICA CION

AE 003966

LIBRO

Cuento Ecológico

TOMO

. I 1111111 11111 ill 111111 11111 11111 11111 11111 11111 1111 1111

AE 003966

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Cuento Ecológico2o. Concurso

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L

Departamento Editorial ENEP- Iztacala

Serie Ecológica

LiterAreas

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-

INSTn''UTO NACIONAL

Cuento Ecológico

2o. Concurso

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'----

NACIONAL DEESTUDIOS PROFESIONALES IZTACALA

M. en C. Arlette López TrujilloDirectora

BI6L Enrique BañuelosSecretarla de Asuntos

del Personal AcadémicoLic. Horado Romero

Departamento EditorialRaquel Castillo Ramírez

Secretaría de Relaciones y ComunicacionesProL José Guadalupe Ortiz Hernández

Unidad de &tensión Universitaria

Subsecretario de EcologíaArq. A'fleJandro Diaz Camacho

Director General de Promoción Ambientaly Participación Comunitaria

Bi6L Carla Reyes TrothSubdirectora de Promoción Sectorial y

Fomento AmbientalLic. Susana M. España Herrera

Jefa del i • -

ento de Concertacióny Promoción Sectorial

Coordinacióneditorial:Jalmeduardo GarciaRodrigo Martínez LlamasPortada: Sergio Romero Sánchez (Bogotá)Ilustración: René Alearas

PRIMERA EDICION: 1991D .R. 1991 Universidad Nacional Autónoma de MéxicoSecretaria de Desarrollo Urbano y EcologíaImpreso y hecho en MéxicoISBN: 968-36-1929-0

SECRET DE DESARROLLOANO Y ECOLOGIA

Lic. Patricio ChirinosSecretario

Fis. Sergio Reyes Luján

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, :fO NA C ;ONAL

DE ECOLOGIA

BY'T, ' TECA

Indice

Prólogo

2o. LugarEutanasia

IX

Rosa Marla Valdés Cordeto 133er. LugarPluralidad

19Porfuio Miguel Hernández Cordero

MenciónTransmutación

37Martin Villalobos Valencia

.

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Prólogo

La imperiosa necesidad de conocer y ad-ministrar nuestros recursos naturales ha

hecho surgirdiversas alternativas y acciones quebuscan, por una parte, un mayor conocimientocientífico de las especies vegetales y anima-les que nos rodean; por otra, los aspectosmetodológicos aplicados del mismo quepuedan contribuir no sólo a la conservaciónde nuestros recursos, sino a satisfacer lasmúltiples demandas que en materia de salud,nutrición, contaminación y ecología requierenuestra población.

IX

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A este esfuerzo, que tiende a conservar losecosistemas -y lograr que a k vez sean suscep-tibles de aprovecharse- se han unido especialis-tas de diversas formaciones profesionales que,en trabajos multidisciplinarios, generan ,co-nocimiento y opciones viable.

Dentro de este esfuerzo, compartido tambiénpor diversos sectores de nuestra sociedad, es quese convoca a la comunidad universitaria apar-ticipar en un trabajo que, cón fines literarios,exprese inquietudes, ideas, sentimientos ypropuestas que puedan a través de la palabraescrita, trascender los recintos de la Universidadpara llegar, en forma de cue~zto, a las jóvenesgeneraciones depositarias dd mundo en quevivimos, así como a quienes y enfrentamos laatención responsable de los p blemas ambien-tales que nos aquejan.

El cuento permite no sólo transmitir nuestrospensamientos, sino analizar, reír, y crear pormedio de personajes imaginarios posiblessoluciones a los problemas que ahora afron-tamos.

La creatividad de los universitarios quedamanifiesta en esta publicación, donde sereconoce, en forma destacada, el esfuer-zo realizado por los autores, que sin ser expertosen el arte de la escritura logran promover unmensaje estimulante y creativo en beneficio denuestro medio. Es indudable que este trabajoeditorial contribuirá como unza acción que seune a otras muchas que actualmente se realizanen beneficio de nuestro planeta y, por con-secuencia, en aras de nuestra propiasobrevivencia.

M. en C. Arlette López Trujillo

DIRECTORA DELA ÉNEP-IZTACALA

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Agradecimientos

La Secretada de Desarrollo Urbano y Ecología, através de la Dirección General de Promoción

Ambiental y Participación Comunitaria y laUniversidad Nacional Autónoma de México, porconducto de la ENEP Iztacala, expresan su am-plio agradecimiento a los integrantes del JuradoCalificador, por su tiempo y valiosa colaboraciónpara la realización de este evento.

Un agradecimiento especial a los participantes delConcurso del Cuento Ecológlco, por ser ellos

los que permitieron la realización de este eventocon la presentación de sus trabajos.

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Eutanasia

Rosa Ma. Valdés Cordero

Una noche llena de pesadillas, sobre todo,buen momento para tenerlas : la

madrugada de un lunes . El despertador nuncasonó, el hombre estaba atrasadfsimo ni si-quiera el tiempo justo. Bañarse o no hacerlo.Residuos de cobijas adheridos a sus cabellos.Sí, definitivamente bañarse . La búsqueda de

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una toalla limpia la eligió lo más que se pudo.La ropa, el mismo traje del viernes . Un .rastrillo salió del botiquín d 1 baño, dos llavesde agua caliente abiertas mismo tiempo:la del lavabo para rasurarse y ; la de laregadera, sin ninguna utili ad aún, dejandoescapar el agua por sus o ' cios estrellando-.la en el piso, perdiéndose por el ducto dedesagüe. Después de unas 'fieras cortadurasen la cara se metió bajo el c orro . La espumade jabón resbalaba por la piel morena delhombre. Un desayuno rápi o había sido ser-vido ya: huevos fritos, bolillos y café . Elhombre todavía vistiéndose ypasando el tiem-po, irremediablemente. Los calcetinesrevueltos en el cajón, todos dispares, azul pa-ra el pie derecho, negro para el otro, no habíatiempo de buscar, además casi no se nota-ba la camisa y la corbata, ccd ando menos lim-pias. El desayuno esperado en la mesa.La paciencia del hombre a punto de agotarse.El cabello húmedo aún, la corbata sin anudar,él, en ayunas, la comida fría e inapetecible . Lamujer despeinada, en camisón de dormir y eldesayuno abandonado.

-LNo vas a desayunar?-LMe lo dices a esta hora? ¡qué pregunta tan

tonta!El hombre lanza una ntirtda de furia ha-

cia su mujer y su plato servido . La mujer tratade reprimir un coraje matutino, de los que lehacían mucho daño, inútilmente. Estalla:-iPárate más temprano es pido!Grito precedido de un' po , mismo que-

hizo temblar los cristales d las ventanas . Lamujer, enfadadísima, comié dose los huevosfritos . La salida de la disgu tada persona delhombre, sin un beso ni una palabra amable,nada, sólo el portazo. La alocada carreradel hombre contra el tiempo ; escaleras deledificio que parecían interminables . Zapatosque soportan el peso del hombre a cada brincode dos en dos escalones .El hombre corrien-do por la calle precipitadamente . Unoscuantos minutos pasarían desapercibidos,

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sólo si se apresuraba un poco más. Un tras-tabilleo en el pie, el hombre rodando en elcemento del piso . "Maldita suerte", pensaba,mientras se levantaba sacudiéndose el polvo.

El día no prometía ser bueno, definitiva-mente no. Nublado, frío y con muchasdesgracias, por si fuera poco. Excelente díapara no salir de casa . La respiración aceleradacuando dejó de correr, un fuerte dolor en elpecho se apoderaba de él. Pésimo, terribleaire para respirar. Se detuvo un momentocontra la pared para tomar aire, el dolor eramás agudo a medida que respiraba. Hondosuspiro, una punzada en el corazón, era muytarde, el hombre sofocado, no tenfa caso al-guno. Si seguía corriendo iba a ser peor. Mejoruna mentira, cualquiera que quedara comopretexto : la mujer enferma, una cartaavisándole la muerte de un familiar, sf, esoestaría bien. Podría hablar por teléfono yavisar. Estaba ya muy cerca. Podría hacertiempo para que le creyeran mejor.Haríaun poco de tiempo, treinta minutos, quizá unpoco más, una hora estaría bien.

Nunca faltaba así, pocas veces llegaba tarde,no pedía nada jamás, ese lunes era justo.Además, los patrones estaban contentos, élhabía conseguido comprar la materia prima amuy buen precio con un conocido que comer-ciaba con los campesinos y taladores, árbolesa bajo precio. Bosques enteros deforestados,pero la materia prima barata . Ocho ydiecisiete en ese momento tenía tiempo desobra para perderlo por ahí antes de hablar.Seguro le daban el día con un buen pretexto,con lo cansado que estaba, se lo tenían quedar, era meritorio. Ese magnífico contactoque tenía, los precios a que compraban erande risa. Los bosques dañados sin remedio, elaire irrespirable. Le darían el día . Echó aandar despacio de regreso a su casa, pa-ra hacer tiempo.

Un individuo venia caminando por la mismaacera que el hombre, de cara a él, con por-tafolio en mano, traje azul impecable, ampliasonrisa en el rostro. Se detuvo frente al

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hombre. Eran cerca de ocho y media en sureloj de pulso.-Buen día tenga usted. Estoy haciendo una

encuesta a favor de la eutanasia. ¿Podría ustedayudarme?El hombre lo miró por unos instantes, no

le interesaba escuchar a ese tipo hablando decosas que no le importaban, a nadie, y menosa él. Pero podría perder el tiempo colaboran-do con aquel encuestador, su mujer estaríamás tranquila y llamaría Para pedir el día,estaba bien dejar pasar el tiempo así.

-Bueno, tengo un poco de tiempo, diga usted.

-Quisiera saber si está a favor o en contra dela eutanasia.-Bueno, las leyes están en contra, supongo

que no es moral.-Le parece moral dejar sufrir a alguien que

va a morir, irremediablemente, en medio deldolor.-Pero si nadie es culpable, sería como un

asesinato.-8Y si el condenado a mue , e así lo deseara,

lo pidiera para no seguir sufriendo?-Así, tal vez. ..-Supongamos que se trata de usted . ..-Quizá preferiría morir.El aire que entraba en los pulmones del

hombre le causaba, nuevamente, el dolor enel pecho, tosió un poco, sacando un paque-te de pastillas y le ofreció al del portafolio;éste la rechazó amablemente y esperó larespuesta un poco más precisa.-4Talvez? Imagínese que stfre usted mucho,

y. . . supongamos que sabe que lo que le esperaserá peor.

-Siendo así, sí.-LEstá completamente seguro?-Sí.

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El hombre lo dijo convencido, imaginándosea si mismo sufriendo, sin ninguna esperanzade salvación. Sí, estaba completamenteseguro.

-Sí, es su respuesta ¿verdad?

-Así es.

-Pues bien, estando usted totalmente seguro,aprovecho para invitarlo a que compre unseguro de vida, tenemos cobertura amplísima,cualquier tipo de muerte. ..

Lo decía al tiempo que buscaba dentro delportafolio . De eso se trataba, de un ardid paravender, la encuesta era pura mentira pa-ra llevar al incauto a consumir.

-Muy hábil amigo . Pero siento decirle queno compraré ningún seguro ni nada.

-Le conviene -dijo, mientras seguía buscan-do en el portafolio.

-No. Espero le haya servido esta plática de"eutanasia".

-Oh, entiendo . Si está creyendo que lo de laencuesta es una maña para vender, seequivoca. Eso es muy importante . Se ha dadocuenta, me imagino, de lo terrible que resultavivir ahora. Debemos estar prevenidos pa-ra todo. ¿No quiere comprar el seguro?

-

-No por el momento.

-Piénselo muy bien.

-Ya le dije que no. De eso sí estoy seguro.

No sintió nada, ni siquiera se dio cuenta.Ningún ruido ni gota de sangre. La pistolitaera de dardos, el tiro fue certero y el venenomuy eficaz. El paro cardíaco instantáneo . Elhombre fue acomodado con amor junto a unárbol, al lado de una bolsa de basura colocadaahí por algún inconsciente. Moscas alrededor.

Una persona piadosa no puede permitirque sus semejantes sigan viviendo en mediode este sufrimiento. El aire lo iba a matarrápido si continuaba respirando todos esosdesechos tóxicos. Asf eran los piadosos . Ter-minar con todo e impedir el dolor. El in-

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dividuo con el portafolio lo dejó ahí en la calley se alejó caminando tranquilamente.

Un brinco en la cama despertó a la mujer quedormía a su lado, era muy temprano aun. Eraotra de las pesadillas del hombre: El notrabajaba en ninguna fábrica de papel ni habíacomprado medio bosque a buen precio, nihablado con extraño alguno, mucho menos,pensar en que estaba retardado. La mujerdescorrió las cortinas de la récámara y se dis-puso a iniciar el día. El hombre, sudorosotodavía, pero más tranquilo, se acercó a laventana y estuvo ahí por largo rato . Porprimera vez en su vida se detenía a obser-var al coloso aquél que sea levantaba antesu vista. Siempre había estado ahí, pero élnunca lo había admirado : el bellísimo roble.

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Pluralidad

Miguel Hernández Cabrera

A Juan José Yoseff

"..Jo leido es tan nuestro como lo vivido".José Emilio Pacheco

El profesor

El profesor Chayeb enciende otro cigarrilloy toma su pluma de tinta roja. La lectura de

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las cuartillas tropieza en cada frase y le impidevalorar el significado de las afirmaciones enlos ensayos de sus alumnos. Los erroresortográficos son abundantes y a medidaque avanza en la lectura, la g hojas van que-dando marcadas con puntos y acentos ro-jos sobre las letras negras !de las cuartillasmecanografiadas.

Con un leve movimiento del dedo índicegolpea el cigarro contra la orilla del cenicerode barro negro de Oaxaca repleto de colillasy cenizas que descansa sobre su escritorio,entre la pila de libros, carpetas y fotocopias.De vez en vez, choca con un párrafo in-teresante y se abstrae en la redacción de unlargo comentario aprovechapdo el margen ylos espacios en blanco de la Boja . En su manoizquierda, el cigarrillo se consume en del-gados hilos de humo que sé elevan hacia eltecho, impregnando de un concentrado olora tabaco los libreros y la at ósfera de su es-tudio.Conforme avanza en la lectura, no cesa de

vertir puntos, líneas y frases largas sobre lascuartillas, mientras se lleva el cigarro a la bocay da profundas chupadas qu hacen chillar labrasa rojiza que, por un breve instante, setorna más intensa. Finalmfnte, , termina larevisión del ensayo yen la hoja depresentación anota una "S" grande encerradaen un círculo. Cierra el folderylo coloca sobreel grueso montón de reportelIs ya revisados.Exhausto, el profesor Cháyeb deposita el

cigarro sobre el cenicero; se quita los lentes,se talla los ojos, levanta los brazos y se estiraarqueando la espalda sobre el respaldo de lasilla. Mira distraído los objetos que se en-cuentran en su escritorio y t

bma el cigarrillo.

Da la última fumada y, mientras exhala unalarga cortina de humo, aplasta la colilla con-trael cenicero haciendo a un lado las boquillasretorcidas entre las cenizas.Toma los lentes del escritorio, se los

acomoda y jala otro foldér de la pila detrabajos escolares aún no revisados. Da vueltaa la tapa y lee en la primera hoja: "Vital

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Medina Gustavo" . Sonríe y extrae de la cajeti-lla otro cigarro. Acerca el encendedor miran-do la punta del cigarrillo hasta que el círculoqueda totalmente rojo y el humo se leatraviesa frente a las cuartillas del folder.Comienza a leer la introducción . Después,pasa al cuerpo del ensayo y su pluma de tintaroja todavía permanece quieta entre susdedos. S610 al final del trabajo, en la paste delas conclusiones, anota dos o tres comentariosque casi siempre terminan en pregunta . Alllegara la última hoja se limita a anotar : " .Quéonda con la bibliografía?". Regresa a lacarátula y escribe la calificación dentro delcírculo. Luego estampa con gusto su firmaagigantada y guarda el folder en su por-tafolios.

Lee la hora en el reloj de la pared junto allibrero: 1:05. Apaga la lámpara del escritorioy sale al pasillo de su departamento . Frente ala recámara de su hija empuja la puerta consigilo y observa a Daniela durmiendo tran-quila en su cama. Cierra con cuidado y seencamina hacia la cocina donde ve a su esposaAlejandra preparando la cena.

El estudiante

Después de amarrar con firmeza las agujetasde sus grandes tenis de piel, Gustavo bajarápido, pero silenciosamente, las escaleras dela casa paterna. En la cocina saca los pláta-nos, los huevos y la leche del refrigerador yvacía las cantidades de costumbre en el vasode la licuadora. Agrega la miel y la granolay enciende el motor produciendo un ruidoestruendoso que rompe violentamente con elsilencio de la casa. Como cada mañana, en-gulle de un solo trago los dos vasos grandes delicuado de plátano y sale por la puerta de lacocina. Atraviesa el patio pasando por entrelos coches último modelo para dirigirse a lapuerta que da a la calle.

Afuera todavía está oscuro, a pesar de que yason más de las seis de la mañana. El frío dela madrugada hace que tirite un poco. Suchamarra y sus pants modernos y , de coloresllamativos lo protegen del ambiente helado.

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Luego de cerrar con llave la puerta de su casa,avanza por la banqueta done se dibujan lassombras de las copas de lo árboles proyec-tadas por la luz ambarina del alumbradopúblico. Camina cada vez rápido y poco apoco empieza a trotar subie do y bajando losbrazos. La calle está desie Corriendo, en-fila hacia el parque.En las calles siguientes comienzan

a aparecer los personajes matutinos de laciudad. Los barrenderos arrastran la basura ylas hojas amarillentas - de los árboles consus grandes escobas de ramas secas . En lasesquinas, los voceadores descargan, desus coches destartalados, los e periódicos y 1'asrevistas del día . Desde un camellón arboladode la zona residencial, Gustavo ve a unejército de deportistas en el oasis que formanlos arbustos y los viejos árboles . Por los al-rededores del parque, hombres y mujeres,jóvenes y ancianos corren y hacen gimnasia y

Sudando por el trote y la éarrera desde sucasa, Gustavo cruza la calle y se interna en elparque. Junto a una banca comienza a realizarcon destreza sus habituales ejercicios de gim-nasia: "lagartijas" y abdominales, para con-tinuar después con series de entrenamientosen la barra y las argollas. Una vez cumpli-das sus rutinas, se une de inmediato al gru-po de corredores que, entusiastamente, danvueltas y vueltas por las orillas del parque.El coloquioEn el estrecho cubículo, Gustavo se acomo-da en una silla frente al escritorio, mientras elprofesor Chayeb se quita el saco y lo colocasobre un montón de fotoco ias. Después, elprofesor se sienta en su sill n y se lleva uncigarro a los labios.

- ¿Qué lees compañero?- pregunta Chayebal mismo tiempo que encie de y chupa sucigarrillo.-Un artículo sobre los beneficios del jogging

para la salud, está muy interesante Chayeb,deberías de leerlo-, responde Gustavo sos-

aerobics con fervor.

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teniendo una revista abierta entre sus ma-nos.

Chayeb no contesta, sólo sonrie y muevenegativamente la cabeza depositando sucigarrillo en el cenicero en forma de Atlantede Tula que yace encima del escritorio. Abresu portafolios y extrae el folder que contie-ne el ensayo del joven.

- Deberías hacerme caso y acompañarme unsábado o un domingo a los Viveros deCoyoacán a hacer ejercicio y a correr aun-que sea una vuelta, así ya hubieras bajado esapanza y hasta, tal vez, dejado de fumar-, insisteGustavo.

- Ya te dije que no, gracias. Yo sólo practi-co el sano ejercicio del sexo, y no creasque no cansa- contesta Chayeb con un airemalicioso mientras toma su cigarro y abre elfolder de Gustavo.

- Lo que pasa es que te falta fuerza de volun-tad para levantarte temprano . Pero no es tandifícil, nada más es cosa de que empieces ypoco a poco vas autodisciplinándote . Llega elmomento en que si no haces ejercicio, te sien-tes mal-, agrega Gustavo convincente.

- Pues sí, no lo dudo, pero yo no estoydesesperado por sudar o conservar "la forma",ni por ser joven y bello siempre.

- No sólo se trata de eso Chayeb, ante todoestá la salud . Deberías hacer ejercicio, porlo menos los fines de semana, le haría muchobien a tu cuerpo pues te la pasas casi todo eldía sentado frente al escritorio . Además,estarlas menos tenso.

- No tengo tiempo, yo me preocupo más porcuidar mi espíritu-, expresa el profesor sindejar de fumar.

- A mí sí me preocupa cuidar mi cuerpo ymi salud. Por eso hago mucho ejercicio. Nopuedo estar tanto tiempo sentado como tú.

- Pero L qué tal frente al televisor?- pregun-ta Chayeb sarcásticamente,a la vez que da lavuelta a la carátula del ensayo de Gustavo.

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- Bueno, yo veo la televisión, estudio, perotambién hago ejercicio. Tú también deberfashacer lo mismo. Estás muy pálido, ya nofumes, fumas demasiado, te 'va a hacer daño.El vicio del cigarro y el café son m%lfsimospara la salud.

- Gracias mamá por tus consejos, pero yo sélo que hago-, bromea Chayeb y vuelve a pasar-la mirada sobre el ensayo.

- LEstás seguro de que sabes lo qué haces?Desde que llegaste al salón ya venfas fuman-do. Llevas como doce cigarros en dos horas yestoy seguro que ni siquiera has desayunado.- No empieces otra vez con tus discur-

sos sobre el tabaquismo y lá salud, ya sabes-que soy un fumador empedernido.

- Pues vas a tener que dejar de serlo por elnuevo reglamento de protección a los nofumadores- dice Gustavo,sardónicamente,mirando a su profesor.

- No, ffjate que ni tú ni ningún reglamento,dizque de protección a los no fumadores,me va hacer cambiar de hábitos. A mf na-die me dice qué es lo que debo hacer, y si melo dicen no lo hago, ejerzo ell libre derecho aenvenenarme como quiero-, exclama Chayebfiirme, pero cordial.-Pues yo estoy de acuerdo con el reglamento

de protección a los no fumadores porquetu derecho a fumar, termina donde empie-za mi derecho a respirar- comenta Gustavo entono provocativo.-1Ah! ya salió el "ecologista" defensor de los

derechos de los no fumadores-, se burlaChayeb y agrega inclinándose sobre elescritorio: -LQuieres que te diga una cosa? esenuevo reglamento es lo más absurdoque he oído en los últimos días. LCon quéderecho se atreven a regular la conducta defumar de los ciudadanos? Esa disposición es,en realidad, una violación á los derechoshumanos y una respuesta ridícula y paranoicade la sociedad que ya no sabe a quién echarlela culpa por la contaminación.

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- Bueno, nadie te está prohibiendo fumar-dice Gustavo visiblemente satisfecho por lareacción de su profesor y agrega: -Lo únicoque se pretende, es regular el consumo detabaco en espacios públicos para proteger lasalud de los no fumadores.Tú puedes seguirfumando, pero lo que se quiere, es evitar quecontamines con el humo de tus cigarros elaire que respiran los que están a tu alrededor.

- Aún así, insisto en que eso de la"protección" a los no fumadores es unacampaña absurda y desesperada del gobiernoy de la sociedad para desviar el problemahacia los pobres y humildes fumadores, comotu servidor. Quieren evadir la enorme respon-sabilidad política, económica y social deinstrumentar acciones verdaderamente efec-tivas para abatir los altos índices decontaminación en la ciudad de México . Ahoraresulta que normando el hábito de fumar semejorará la salud de los que no fuman, elhumo que exhalan los fumadores es suma-mente dañino para los no fumadores . 'LPorqué no mejor el gobierno enfrenta elproblema deveras como se debe y saca dela ciudad la refinería de Azcapotzalco y laenorme cantidad de fábricas paraestatales yprivadas que, esas sí, contaminan diariamenteel aire con el humo de sus chimeneas? LPorqué en un afán, supuestamente ecologista,pretenden echar la "pelota caliente" de lacontaminación a los fumadores? LNo teparece que el gobierno se sale por la tangen-te con sus medidas paliativas y absurdas?Después de todo Lqué daño pueden hacer losfumadores a la salud de los no fumadores queviven en un ambiente sumamente con-taminado que rebasa los límites de toleranciainternacionales a lo largo del año y principal-mente en las épocas de invierno, con el efectode invernadero? LEn verdad piensas que conese reglamento se va a mejorar la salud de losque no fuman? Yo no lo creo-, concluyeChayeb y observa la expresión indignadade Gustavo, quien tras unos segundos final-mente dice :

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- Sabes qué, creo que como fumador estásevadiendo tu propia responsabilidad paracooperar, a nivel individual, para que sereduzcan esos altos índices e contaminacióna los que te refieres. El probl ma está cuandotenemos que aportar cada o nuestro gra-no de arena y nos hacemos a lado, entoncessf le echamos la culpa al gobierno y noqueremos ayudar .Pienso que si tenemosconsciencia de que la polución nos estámatando, deberíamos cada uno hacer algo,por mínimo que sea, para evitar que estaciudad se siga convirtiendo en una verdade-ra olla express, un día va a taponarse y enton-ces sí, esto va a estallar y vamos a quedartodos como pollos rostizados tirados en mediode la calle y en nuestras cas Adem...-¿De qué responsabilidad hablas? in-

terrumpe rápidamente Chay b haciendo a unlado el ensayo de su alumn- Yo ni ningunode los fumadores comunes y corrientes con-trolamos las industrias ni la producciónmasiva de automóviles. Tampoco tenemos laposibilidad de poner en práctica accio-nes, programas, campañas que deveras aba-tan el problema de la contaminación del aireen la ciudad y en la repúblicá mexicana. Final-mente, ¿qué daño puede hacer el humo queproducen todos los fumador s juntos del país,comparándolo con el hutho que expidendiariamente las fábricas, los automóviles, losautobuses públicos y privados, etcétera?-cuestiona Chayeb exaltado y enciende otrocigarro.- Precisamente para allá iba cuando me in-

terrumpiste . Tal vez a nivel amplio, general,"macro", como tú dices, el d - o del humo delos cigarros que te fumas diariamente noafecte a la salud de los habit tes de Mexicalio a los de Mérida, por ponerte un ejemploextremoso- dice sonriendo Gustavo.

Bastante extremoso, pbr cierto- añadeChayeb siguiendo la broma.- Pero ya a nivel "micro"- continúa Gusta-

vo -, como también dices tú, sí, sí, este . . .yahasta se me fue la onda. . .¡Ah! sí, ya a nivel

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micro, si te pones a analizar el problema, síafecta, porque, no perjudicarás a los niñosni a los adultos de Mexicali ni de Mérida o decualquier otra ciudad del país, pero sí a loshabitantes de esta capital . Y así cada fumador.en su casa, calle, colonia, pueblo, municipio,estado, etcétera. LO a poco crees que el humoque producen tú y los que fuman en el salónno hace daño a los no fumadores? LCrees queel humo que despides por tu despiadadohábito de fumar como chacuaco no me afectaa mí ahorita en este reducido espacio de tucubículo? O qué Lpiensas que ese humo sedesintegra en el aire y ya? Y no sólo eso, sinoque además haces daño a la salud de los que"microorganísmicamente" te rodean, o comose diga, porque les pones el mal ejem-plo fomentado el vicio del cigarro . Nadamás fijate un día cuandollegues al salón, sóloes cosa de que saques tu cigarrito y lue-go luego los demás empiezan a fumar . Piensatambién los niños que te ven fumar. Novayamos muy lejos, piensa en tu hija- terminaGustavo mirando fijamente a Chayeb.

- Bueno, en primer lugar, no se dice"microorganísmicamente", sino "microsocial-mente", porque estamos hablando de per-sonas, de una situación social, no de unproblema biológico . ..En seg...

- No es un problema biológico en sentidoestricto, pero sí tiene que ver con la salud, lavida, el cuerpo y todos sus órganos y su bueno mal funcionamiento- se apresura a expresarGustavo aprovechando la breve pausa delprofesor Chayeb, mientras tira la cenizadel cigarro a los pies del Atlante de Tula.

- Sí, tiene que ver con el cuerpo y la salud,pero ahí radica precisamente el problema, enque en esta sociedad post-moderna se ha ex-tendido como plaga el culto a la salud y alcuerpo. Hoy en día, existe más preocupaciónentre las personas por lucir un cuerpo del-gado, libre de grasa, atlético y firme que unainquietud, a mi modo de ver,más urgente porlo problemas políticos y sociales que afectanal mundo, sobre todo en este fin de milenio en

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donde se están produciendo cambios ver-daderamente revolucionarios con la caída delMuro de Berlin, el fin de los regímenestotalitarios de filiación comunista en Europadel Este, el deceso de las viejas utopias mar-xista-leninistas, la emergencia de laperestroika y la glasnost ; Ía expansión dela economía de libre mercado, etcétera.Además, todo ese interés de la gente por elcuerpo, no tiene que ver precisamente conuna preocupación real por la salud . Es másbien la exaltación y el tri o del hedonismoy del narcisismo sobre los antiguos valoresmodernos de la reivindicad n de la condiciónhumana enfocada hacia la búsqueda de sulibertad por la acción sindi ista, partidista ypor la lucha política e ideo) gira en general.

- Bueno, y todo eso Lqué tiene que ver contu hábito de fumar, Contigo, Chayeb, profesoruniversitario? - pregunta Gustavo al momen-to que cruza los brazos con gesto de fastidio.- Para allá voy, dame chao e . Tiene que ver

con todo este surgimiento y consolidación dela ecología y con la exaltación de losbeneficios que producirá. Como si la defensade la ecología fuera lo únic que nos queda.Actualmente, existe un afdn desesperado porsalvaguardar el medio) ambiente, lanaturaleza, las selvas, los mares, losbosques . ..- Bueno Ly está mal?- No es que "esté mal" . No retrata de eso. El

problema radica en que se confunde la defen-sa de la ecología con el culto a la salud y alcuerpo.- Yo no veo nada contradictorio en eso,

después de todo, el cue o humano es lamáxima expresión viviente 4n el ecosistema-,dice Gustavo acomodándos en su silla.

-Ahí radica precisamente el problema: el serhumano ha dejado de ser cada vez menosespíritu, para convertirse más en algo físico,rayando en la cosificación. De tal modo quese confunde el ' culto a la Salud del cuerpo

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humano con la ecología, y son dos cosas dis-tintas.

- ¿Quieres decir que la contaminación delaire no tiene nada que ver con la salud?¡No puedo creer lo que estoy oyendo! -ex-clama Gustavo muy sorprendido.

- No se trata de eso. Haber si me explico.Para mí, la lucha ecológica tiene que ver conla defensa de todos los recuros naturales queequilibran y hacen posible cualquier tipo devida en la tierra. En la actualidad, el abusode la tecnología ha llevado al mundo aun desastre ecológico que puede tener con-secuencias catastróficas para todo ser vivienteen este ,planeta Y, de hecho, lo tiene . Hoyestamos viviendo una era en la que tan sólo enunas cuantas décadas se han perdido, irre-versiblemente, una cantidad considerable deespecies en flora y fauna, especies que paraevolucionar sobre la tierra tardaron millonesy millones de años . Ahí tienes también, ycomo resultado de la devastación de las selvasy los bosques el cada vez más preocupantecrecimiento acelerado de las zonas desérticasy otras muchas barbaridades que el hombremoderno ha producido en tan poco tiempo.No necesito hacerte un recuento más exhaus-tivo de estos trastornos ecológicos sabemoshoy en día de ellas hasta el cansancio por latelevisión, la radio, la prensa, etcétera.

- De acuerdo, tienes razón en todo lo que hasdicho, pero Ltodo eso cómo te toca a tí comofumador? ¿Por qué a pesar de manejardemasiada información sigues fumando? ¿Note parece que, aunque sea microsocialmente,estás contribuyendo a toda esa devastaciónecológica de la que tanto hablas?- interrogaGustavo manipulando su revista.

Chayeb no contesta. Fuma su cigarro y sonríepara sí, mientras toma el encendedor y lo hacegirar entre sus dedos mirando la imagen de lamujer en bikini reproducida doblemente en elpapel azulado que cubre el plástico . Es unencendedor de moda, desechable . Observa lafotografía de la joven que, alta y esbelta, saledel mar y camina sobre la playa. Es una mujer

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bella que luce para el fotógrafo, y para todoslos poseedores de encendedores como ese,sus muslos redondeados y la mitad de lossenos voluptuosos por encima del sostén . Lamodelo no mira a la lente de la cámara. Conel pelo mojado y echado hacia atrás, cami-na erguida por la playa levantando burbujasentre sus pies . Su cuerpo, además de ser joveny atractivo, tiene una particularidad : está coin-pieta e insistentemente bronceado. Su pielcobriza y brillante contrasta con el azul tur-quesa del mar a su espalda.

Tras la prolongada pausa y sin soltar el en-cendedor, el profesor Chayeb dice conpaciencia:

- Quiero que me entiendas . Yo no estoy encontra de la ecología, estoy en desacuerdoen el culto a la salud y al cuerpo que quierepresentar a los fumadores ante la sociedadcomo los nuevos delincuentes. El culto a la ,salud y al cuerpo está relacionado con el con-sumismo y con la restricción de las libertadesindividuales . La sociedad moderna exalta lajuventud y la belleza asociándola a la salud ypromueve esos valores apoyándolos con todauna campaña que fomenta el consumo, demodo que no se puede hacer jogging, comodices tú, si no se tiene los pants y los tenisadecuados: Se promueve la compra no sólo deropa, sino también de alimentos y productos"naturales", de revistas como la que tienes entus manos y asf otros productos y "accesorios".Pero también se fomentan servicios\ como losgimnasios para hacer aerobics, pesas, etcétera,de tal suerte que te dicen a toda hora y en todolugar que debes lucir esbelto, sano y bron-ceado, y para ello, te venden todo lo necesario.

- qué tiene de malo que la sociedad sepreocupe por tu salud y haya formas y mediospara lograrla? - pregunta Gustavo desconcer-tado.

- Es que no es una "preocupación" . Se tra-ta más bien de una imposición, unamanipulación que pretende regular hasta tusactos más personales como el fumar.

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- No te entiendo.

- Haber si con este ejemplo logro ex-plicarme. . .¿Qué haría un ecologista que des-cubre una rata de alcantarilla en su casa?

- ¿Es una pregunta capciosa o algo por elestilo?

- No, no es una pregunta capciosa, es simple-mente una pregunta lógica y sencilla.

- ¿Qué harta un ecologista con una rata dealcantarilla en su casa? . . .- reflexiona Gustavopor un momento repitiendo, intrigado, la in-terrogante de su profesor. Después de uninstante contesta:

- Pues matarla.

- ¿Por qué matarla? si se es ecologista.

- Pues porque por muy ecologista que sea eldueño de la casa, la rata de alcantarilla es undepredador, puede tener rabia. Además, larata no es una especie en extinción.

- Exacto. Ahí precisamente quería llegar . Site fijas, todo acto humano comprometido conun grupo y una ideología conserva, a pesar delos lineamientos que norman las conviccionesdel grupo, cierto espacio de libertad in-dividual que puede ir en contra de loslineamientos colectivos, y que no es acequiblepara los demás individuos, por mucho com-promiso que exista con ellos.

No te entiendo -, dice Gustavo moviendolevemente la cabeza.

- Me refiero a que por más consciencia ycompromiso que tengas con una causa, unalucha y con un sector de la sociedad, siemprehabrán espacios de libertad individual pa-ra hacer lo que tú quieras al margen delos demás. Toda persona realiza actos que noestán estrictamente regulados por losotros, en donde la gente no tiene injerencia.Hasta el individuo más esclavizado por su amoposee un resquicio de libertad para suicidarse,si lo desea, y terminar asf con la opresión deéste como un acto en el que expresa su últimalibertad individual . Así, hasta el ecologis-

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ta más dogmático mataría a la rata quedepreda y hace daño en su casa. Yo, a pe-sar de "manejar información", como tú dices,acerca de las catástrofes ecológicas, fumo des-medidamente porque soy libre de hacerlo.¿Ahora lo ves más claro compañero?

Gustavo no contesta. Reflexiona por unmomento y después dice mirando fijamente aChayeb:

- ¿Y tú por qué ejerces tu libertad individualfumando?

Al no obtener respuesta de su profesor yverlo ensimismado en la contemplación de lajoven del encendedor, Gustavo agrega entono solemne:

- ¿Por qué fumas?

Chayeb continúa callado observando la i-magen de la mujer del encendedor y alter-nativamente desvía la mirada sobre Gustavo.Después de una larga pausa contesta:

- Me gusta fumar y me gusta la docencia. Porlas actividades que realizo, soy más propensoa fumar para poder hacerlas . Leo, escribo,preparo e imparto mis .clases; sigo estudian-do la maestría; reviso los trabajos escolares demis alumnos, y todo eso lo hago con gusto,sentado a mi mesa de trabajo, fumando. Voyal cine, al teatro, asisto a conferencias, a con-ciertos, exposiciones; me reúno con misamigos y amigas en el café, los recibo en lacasa o los visito con Daniela y Alejandra;frecuento a mi familia, y todo eso me satis-face, también lo hago con gusto.

- Fumando -, añade Gustavo y agrega: - ¿Note parece que vives tu condición de fumadorcomo una condena?

- No- responde secamente Chayeb.

- ¿No te da miedo morirte de cáncer o de uninfarto? ¿O que te vaya a dar gastritis, efisemapulmonar, o algo por el estilo?

- No, porque todo lo que hago, lo hago inten-samente.Vivo intensamente porque sé que elfuturo de la humanidad pende de un hilo, o

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más bien, de un botón, y porque no quiero sersorprendido por una guerra nuclear dentrode. . . Lcuántos te gustan? Lcinco años? Ldiez?,sin haber disfrutado de todo lo bueno que hayen la vida, incluyendo el tabaco. Tal vez nisiquiera llegue a vivir lo suficiente como paraque mi organismo desarrolle un cáncer ocualquier otra enfermedad.

Tienes una visión muy pesimista sobre elfuturo. ¿Y si la guerra nuclear no viene pron-to? ¿No te has puesto a pensar en eso?

- Bueno, si la guerra nuclear no viene pronto!qué mejor! Creo que no me di a entender . Yono quise decir que fumo sin importarme misalud, porque de todos modos me voy a morircuando mañana estalle la última guerra en elplaneta . Lo que quiero explicarte es que hagointensamente lo que me gusta, incluso fumar,pues quiero llevar una vida sin restricciones,una vida auténtica y no me importa si ésta noes larga. Lq que me interesa es mi realizaciónpersonal, cultivar mi espíritu, no mi cuerpo.

- Pero, para cultivar el espíritu necesitas elcuerpo. Ya lo dice el refrán: "mente sanaen cuerpo sano". LNo crees que podrías hacerlo mismo, sin fumar? 10 hasta podrías hacerlomejor, porque tu cuerpo estaría libre detóxicos! ¿tal vez dormirías mejor y quizásrequerirías menos horas de sueño paraamanecer descansado y ese tiempo lo podríasutilizar para leer, escribir o estudiar más, . opara divertirte? ¿Podrías pensar más clara yrelajadamente, y también ser más productivo,sin necesidad de estimulantes? Después detodo, fumar no es natural, es una conductaaprendida. Nadie nace fumando.

El profesor Chayeb no responde . Reflexionasobre las sugerencias de su alumno y final-mente expresa:

- Llevo fumando veintiún años, empecédesde los quince y no he necesitado renunciaral cigarro para poder hacer todo lo que hehecho. Nunca he intentado dejar de fumar, nolo necesito, me siento a gusto así.

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- ¿Por qué no lo intentas? No me quieroponer de ejemplo, pero,yo puedo estudiar,practicar la natación y el karate, divertirme yestar con mi familia, o cotorrear con miscuates o con mi novia sin necesidad de utilizartabaco, café u otras drogas-, dice persuasivoGustavo.

- ¿No te parece que tu discurso peca demoralista?- pregunta Chayeb en tono defen-sivo.

- Si,no lo niego, soy moralista, pero ¿no creesque en última instancia la humanidad halogrado llegar a donde está, a ser lo que es,buena o mala, con guerras y con catástrofesecológicas, porque ha sabido normar la con-ducta y las actitudes humanas "individuales",para buscar y lograr el bien común? En cam-bio, tú con tu rebeldía estás defendiendo unaactitud individualista enmascarada de postura"revolucionaria"-, dice Gustavo molesto.

- No lo niego- dice Chayeb al sacar un cigarroy encenderlo rápidamente- . Tal vez soy un"rebelde sin causa", que enmascara su actitudiconoclasta en una careta "revolucionaria",como tú dices, pero a diferencia de tí y delpensamiento que representas , todos losque pensamos así, estamos convencidos queen esta época, la revolución se realiza des-de la vida cotidiana. Nosotros, en contrastecon los moralistas, defendemos la libertadde la gente para fumar o tomar café, si asílo desea, y no andamos haciendo proselitismo,supuestamente, "ecológico" ni adoctrinando ala gente para que formen clubes de fumadoresarrepentidos. Nosotros no, reprimimos laespontaneidad, porque tenemos alegría devivir. Vivimos las experiencias intensamente,más allá de una consideración de lo bueno ylo malo que, en el fondo, no es más que unaactitud puritana y totalitaria.

- Pero ¿de qué alegría de vivir hablasChayeb? ¿Es acaso un acto muy alegre fumarpara matarse y matar a los demás?-interrogaGustavo exasperado .

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- Es que no me has entendido Gustavo, todoesto que hemos estado discutiendo serelaciona con algo mucho más complejo quesimplemente fumar o no fumar- expresaChayeb impaciente.

- No, sí te he entendido perfectamente . Túestás hablando de tu libertad individual paraensuciar el aire con tus cigarros donde y cuan-to quieras, pero ¿qué pasa con la libertad deIos otros para respirar un aire menos con-taminado? Si de por sí la atmósfera ya estácontaminada, y si a eso agregamos la poluciónmicrosocial del aire...

- Mira, sabes qué, mejor vamos a dejarle aquíporque volvemos a lo mismo. Llegamos alpunto preciso donde empezamos . ¿Qué horasson?-,pregunta Chayeb levantándose delsillón y despegándose el pantalón de las pier-nas.

Gustavo mira su reloj de pulso y dicesorprendido:

- ¡Diez para las once! con razón ya tengohambre . Te invito a desayunar a la fonda deaquí enfrente y ahí seguimos discutiendo-propone en tono conciliador.

- No, gracias, no puedo, tengo clase a lasonce. Te sugiero una cosa. ..

- ¿Qué?- pregunta interesado Gustavo.

- Vamos cada uno a reflexionar bien lasdos posiciones sobre el problema, saca-mos nuestras conclusiones y luego las dis-cutimos. Lo importante es que "todavía"podemos intercambiar opiniones ¿o no?-sugiere, suspicaz, Chayeb al momento quetoma del escritorio su portafolios y el foldercon el ensayo de Gustavo.

- Sí, está bien. Por eso me gusta discutircontigo, porque se "pelea" uno en buena on-da-, bromea Gustavo mientras se levanta de lasilla y sale del cubículo cargando sus cuader-nos.

Entonces así le hacemos ¿no?- reitera elprofesor Chayeb,a la vez que pone el seguroy cierra de prisa la puerta del cubículo .- Que

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cada quien reflexione, saque sus propias con-clusiones y luego no's vemos para seguirdiscutiendo . LOrale?

- i Orale ! . . .Oye, ahora que me acuerdo Ly micalificación?

- Deveras, ten, aquí está-, dice el profesorChayeb y le extiende el folder antes de dar lavuelta y encaminarse por el pasillo endirección opuesta a la de Gustavo.

Telón

Cuautepec, D. F., octubre de 1990.

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Transmutación

Martín Villalobos Valencia

El enorme campo donde antiguamente seencontrara la ciudad de México

resplandecía de verdor y vida. Quién hubiesecreído que el equilibrio del organismollamado Gaia fuera compensado por el sermás desconsiderado e irracional : el hombre.

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Era el año 2318 y la humanidad no habíacreado guerras desde hacía 318 años ; lapolítica y sistemas de gobierno sucumbieronante la creciente oleada de naturalistas,ecólogos y científicos encabezados por unpequeño grupo de biólogos mexicanos queencontraron la solución a los problemasmedioambientales regresando el control detodo a la madre naturaleza, sin oponerse a laselección natural ni a los procesos evolutivosde Gaia

Las bibliotecas y centros de informacióncomputarizados poseían, en su acervo, mi-llones de investigaciones, descripciones,películas y fotografías de todos los organismos.existentes hasta antes de que la gran sombraterminara con casi todo vestigio de vida. Losviajes a través del tiempo sé efectuaban pormedio de una micro-esférula de energía enresonancia, dirigida por Una simple com-putadora que calculaba la transportación detodos los átomos de un organismo, a través deltiempo, con las improbabilidades de desordeny bajo la misma apariencia, aun cuando lamisma vida haya sido conformada por un a-rreglo de moléculas infinitamente im-probable.

En una nave rodante, con destino a CiudadCorteza (antiguamente llamada ciudad deMéxico) viajaban Niky, Pilly y Calcas, tresde los más renombrados, y distinguidoscientíficos de Gaia.

Todo parecía normal, el gran ruido queproducían los aceleradores y los digestoresque llevaban las naves rodantes sobre los tol-dos, en la última década del segundo mileniollamaron torretas, espoilers y cofres, eracomún del 2318. Todas las naves rodantesutilizaban todavía energía fósil, conocida enel antiguo México como hidrocarburos, y lasempresas que procesaban a estas naves habíanimplementado estos artefactos para oxidary combustionar al cien por ciento todas laspartículas de hidrocarburos e ioni-zar partículas pesadas, como el plomo y otrassustancias, para almacenarlas dentro de un

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compartimiento especial, que luego serfavaciado en lugares especializados, evitando,de esta manera, que la gran sombra ne-gra exterminara a Ciudad Corteza, como lohabía hecho con la ciudad de México a finalesdel segundo milenio.

Niky miraba a través de la ventanilla cerradaque proyectaba una película de materialfotocéldico, cuyo fin era el de reproducir, amanera de ologramas, el paisaje que se en-contraba detrás de los enormes murosque constituían el gran surco y separaban aCiudad Corteza del resto de la biósfera. Lostanques de oxígeno estaban casi llenos, Nikypensaba en estos procesos cuando, a sus oídos,llegaron, como un susurro, las palabras dePilly:

- Seguramente estás preocupado por lo quenos han dicho en el Centro Mexicano de Cien-cias, ¿ crees que sea obra de un loco o produc-to de un accidente?

- No lo sé Pilly, pero creo estar convencidoque no es producto de un accidente.

- ¿Por qué piensas eso Niky?

- Acaso has olvidado que cuando el equi-librio del medioambiente se nos fue de lasmanos a causa de los índices enormes decontaminación por emisión de gases,partículas y sólidos de degradación muy lenta,producidos por el hombre al querer hacer usode todo.

- No, no lo he olvidado . De hecho, ese es unmotivo por el que tú y yo estamos aquí.

- ¿Ustedes creen que serfa conveniente vol-ver a crear un cuerpo de guardias para man-tener el orden dentro del gran surco? -agregóCalcas, que hasta el momento había per-manecido callado.

- No lo creo Calcas -dijo Niky-, hacerlo seríarevivir viejos males que hasta el momento . ..

- A propósito -interrumpió Pilly-, ¿recuer-dan cómo surgió el gran surco?

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- Si -dijo Niky-, yo he leído bastante sobre lahistoria de Ciudad Corteza y el gran surco.Hace cerca de 320 años, cuando el segun-do milenio agonizaba, la humanidad se vioagobiada por la alteración del medio am-biente que desarrolló la gran sombra que,paulatinamente, terminó con la vida. Estagran sombra fue producto de la combinaciónde la mala administración de los recursosnaturales, la sobreexplotación de especies, elnulo cuidado de ríos, lagos y mares y, sobretodo, la acelerada emisión, de partículas ygases tóxicos, así como el uso de productosque acabaron por destruir más de la terceraparte de la capa de ozono provocando que elcalor hiciera estragos en la antigua Gaia omundo; como solían llamarle en aquel tiem-po•

En ciudades como la que existió en CiudadCorteza, llamada entonces ciudad de México,se dieron todos esos procesos . La mayor partede sus habitantes murieron calcinados o porcáncer, como consecuencia de tantas sustan-cias disueltas en el medio ambiente. Hubogente que se reveló y, asociaciones que sedecían protectoras del medio ambiente,se promulgaron en contra de esto, pero sufinalidad era la de obtener poder o conseguircierto estatus social. Sin embargo, surgió ungrupo de biólogos que entendían losproblemas, cuyo interés primordial fue el demostrar ala humanidad lo que ocurría, dandosoluciones a todos los procesos alterados.

Cuando la distribución y abundancia de lapoblación humana en México (por mucho,la más grande del antiguo mundo) llegó alpunto más crítico, fue decretado, por el con-senso general, ceder el control del poder a losbiólogos que, hasta entonces, se encontrabaen manos de políticos, clérigos y gobiernos . Loprimero que hicieron fue crear orificios enor-mes en la corteza terrestre aprovechando quela ciudad de México habfa sido edificadasobre un lago; construyeron enormes fotocel-das para utilizar la debastadora energía de los .rayos ultravioleta. La fabricación de produc-

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tos que no fueran para la alimentación yprotección cesó.

Toda la gente se dio a la tarea de construirciudades subterráneas que tendrían su propiosol. Se aprovechó al máximo la energía al-macenada en fotoceldas y todos los dese -chos se reciclaron en materia y energía netoscreándose así, las primeras ciudadesecológicas. A la par de estas, surgieron inver-naderos subterráneos para el cultivo de todotipo de especies vegetales.

Simulando condiciones idóneas, . secolocaron filtros en lugares específicos dondela energía solar se almacenó y, posterior-mente, fue aumentada por superconductores.

Los sistemas de oxigenación se distribuyerona manera de red de canales o huecos natura-les a través de la tierra. Se construyerontambién ductos que transportaron el agua dedesecho hacia sitios donde existieron mantosfreáticos o pozos petroleros desarrollándose,de esta manera, un sistema de filtraciónnatural para la depuración del agua y el al-macenaje de sustancias en descomposición.

Asimismo, se suspendió el uso de detergen-tes que fueron sustituidos por legfas de origennatural y fáciles de reciclar . Los procesos demanufactura artesanal imperaron, dejandode funcionar la industria contaminante . Cuan-do las condiciones alteradas del medio am-biente cambiaron, volvió a reinar laproducción de oxígeno por organismos algodistintos a sus predecesores.

Al volver a la superficie, se planeó el es-tablecimiento de nuevas zonas de cultivo,aprovechándose, para ello, sólo el uno porciento del territorio desocupado . Sedemolieron todas las antiguas construc-ciones de la república mexicana y del resto delmundo, los desechos fueron destinados a laedificación del gran surco que hoy díaatraviesa por muchas partes de Gaia (el nuevomundo), como un sistema de red, algo similara lo que en el antiguo México llamaban metro,pero, sin la exagerada circulación y demanda

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de tanta gente. De esta manera, la flora crecióen la superficie mediante los ciclos normalesde sucesión ecológica para que a la par, losdemás factores que promovían la distribu-ción y abundancia de los organismos siguieranun ciclo lógico sin la interacción de elementosemanados de la actividad humana.

El gran surco tiene una dimensión de mediokilómetro de ancho y doscientos metros dealtura, simulando un túnel donde hay conduc-tos que recogen todas las partículas con-taminantes que, por alguna razón, escapan alos digestores y aceleradores de partículas quecada nave posee . Esto implica que en el ex-terior, el ambiente sea idóneo para elflorecimiento de la vida.

La distancia de espesor, entre nosotros y elexterior, es de cien metros, un enorme murodifícil de pasar y de derribar, tan perfecta-mente planeado que, ninguna explosión lopuede dañar, pues tiene una capa de tresmetros de energía en resonancia, cualquieranomalía se corrige automáticamente . Estofue diseñado porque nosotros no tenemos yael imperativo de vivir en la superficie, ynuestras ciudades cuentan con todo lonecesario para el disfrute y la recreación.

La humanidad aprendió a vivir en armonía alno existir la probabilidad y necesidad detrabajar más de cuatro horas al día. El tamañoy dinámica poblacional están planeadoscuidadosamente con base a la capacidad desoporte de nuestras ciudades . Es casi im-posible revivir viejos males demográficos . Ac-tualmente, el hombre interactúa con lanaturaleza como podría hacerlo cualquierotra especie y, por lo tanto, la naturaleza haquedado a salvo del hombre y éste, delhombre mismo.

En ese momento, Niky dejó de hablar paraponer atención al conductor del vehículorodante, quien indicó que estaban por llegaral punto donde el pequeño accidente habíaocurrido . Al llegar, bajaron y contemplaronestupefactos una aureola de energía que,como una pompa de jabón, permanecía ad-

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herida a la superficie del gran surco intentan-do atravesarlo.

Con gran expresión en el rostro gritó Calcas:- iEs asombroso!

- Jamás creí espectáculo similar, no hepodido imaginar algún organismo con esascaracterísticas -agregó Pilly.

- Sí, en verdad es asombroso -dijo Niky-, perohay que tener cuidado de que esa cosa no nostoque, pues podría alimentarse de noso-tros como lo hace de todas las formas de lamateria.

- Hablas como si conocieras a esta criatura,o lo que sea, si sabes algo que Calcas y yodesconocemos, dilo ahora Niky.

- Esta mañana fui informado sobre unproyecto de investigación para encontrar unacura al eterno mal que nos aqueja. Comoustedes saben, cuando Ciudad Cortezaempezó a existir, sus primeros habitantespadecían enfermedades propias del tercermundo provocadas por bacterias, virus y otrosmicroorganismos que, desde tiempo in-memorial, han entablado una lucha contra lahumanidad por la existencia.

- Pero, ¿qué relación hay entre eso queocurrió hace tiempo y esto que tenemos antenosotros?-, preguntó enfadado Calcas.

- Desde hace mucho se ha utilizado a lamáquina del tiempo para transportarnos aotra época, en la misma ciudad de México, conel fin de encontrar vacunas contra enfer-medades infecciosas originadas en ese enton-ces. En 1995 hubo grandes avances en elcampo de la medicina (microbiología), sinembargo, y, lamentablemente, por cir-cunstancias fortuitas, cuando se llevó a efectola transportación de un grupo de bacteriasal laboratorio del Centro de InvestigacionesPatológicas, hubo una lluvia de neutrinos queafectaron parte del genoma bacteriano y unade ellas mutó, al quedar encerrado, en al-guna parte de su núcleo, un paquete deneutrinos .

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Teóricamente creemos que al igual que losmicroorganismos que existieron desde laprehistoria, adquirieron nuevas estructuraspor procesos mutacionales y de endosim-,,biosis, creó en ellos una especialización y esteorganismo, al parecer, ha sido facultado paraincorporar dentro de su estructura cualquierpresentación de la materia.

- Entonces es prácticamente imposible -detenerlo-exclamó Pilly- y si lograreproducirse, será el fin no sólo de CiudadCorteza o del gran surco, sino de toda la vidaen Gaia.

- Yo recuerdo -habló Calcas- un problemasimilar que se vivió en la ciudad de Méxicocuando su población sufría de contaminaciónfecal y amibiasis, y los organismos queproducían esta enfermedad encontraron unmecanismo para incorporar los antibióticos asu dieta alimenticia.

- Sŏ -dijo Niky- este organismo sigue siendouna bacteria. Por eso, hemos elaborado unbacteriófago que exterminará a esteasombroso ser.

- ¿Cómo lo fabricaron? - preguntó Pilly.

- Pongan atención -afirmó Niky-, en elCentro de Energía Atómica se experimentócon bacterias termófilas y se les indujo a en-volver, en pequeñísimas cápsulas de ter-niinium, cantidades de antimateria.Esperamos que el bacilo sea destruido alliberarse la antimateria contenida en lascápsulas.

Después de esto, Niky extrajo de su chaquetaalgo parecido a una pistola de dardos tran-quilizantes, disparó los bacteriófagos y luegoabordaron su vehículo para continuar su mar-cha a Ciudad Corteza.

Al escuchar una explosión, los tres voltearonla cabeza hacia donde había estallado aquelextraño ser, Niky suspiró profundamente ycomentó:

- Es impresionante la lucha que todos losorganismos debemos desarrollar para la su-

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pervivencia . La carrera evolutiva entremicroorganismos y hombre es, sin duda, enalgunos casos, una carrera prácticamente per-dida por el hombre. A pesar de la tecnología,la madre naturaleza siempre tendrá secretosque ocultar y una manera de recordar alhombre cuan pequeño es.

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Cuento Ecológico, 2o. Concurso se terminó deimprimir en el mes de octubre de 1991 en lostalleres de GRUPO JAGUAR IM-PRESIONES, S.A. La edición consta de 1000ejemplares.