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SUMARIO: 39 Nota histórica sobre los lucumís RÓMULO LACHATAÑERÉ 50 El templo de Changó del Timi de Ede ULLI BEIER 60 La Puya y el Perejil SOLANGE LAZARTE FUNDORA Febrero 1961 La Habana Año 1 No. 2 boletín mensual del CENTRO DE ESTUDIOS DEL FOLKLORE del TNC CENTRO DE ESTUDIOS DEL FOLKLORE del TNC CENTRO DE ESTUDIOS DEL FOLKLORE del TNC CENTRO DE ESTUDIOS DEL FOLKLORE del TNC CENTRO DE ESTUDIOS DEL FOLKLORE del TNC ACTAS02.p65 11/05/01, 10:07 a.m. 37 Actas del Folklore (1961), impresas de nuevo por la Fundación Fernando Ortiz, La Habana 2005, 378 páginas

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SUMARIO:

• 39Nota histórica sobre los lucumís

RÓMULO LACHATAÑERÉ

• 50El templo de Changó del Timi de Ede

ULLI BEIER

• 60La Puya y el Perejil

SOLANGE LAZARTE FUNDORA

Febrero 1961L a H a b a n aAño 1 No. 2

boletín mensual del

CENTRO DE ESTUDIOS DEL FOLKLORE del TNCCENTRO DE ESTUDIOS DEL FOLKLORE del TNCCENTRO DE ESTUDIOS DEL FOLKLORE del TNCCENTRO DE ESTUDIOS DEL FOLKLORE del TNCCENTRO DE ESTUDIOS DEL FOLKLORE del TNC

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•NotahistóricasobrelosLucumís*

por Rómulo Lachatañeré

* De «El sistema religioso de los lucumís y otrasinfluencias africanas en Cuba». Este artículoapareció publicado en la revista EstudiosAfrocubanos, Vol. III, núms. 1, 2, 3 y 4. 1939. (N.de la R.)

Entraron en Cuba bajo la denominaciónlucumí, los esclavos procedentes del Áfri-ca Occidental que habitaron el extenso rei-no de Oyó y pertenecientes al stock yoru-ba. El término lucumí actualmente persis-te para designar las supervivencias de lascostumbres y otros rasgos culturalesyorubas, vaciados en la amalgama de lasvariadas tribus africanas que afectaron alpaís durante el período esclavista, motivoeste que nos inclina a establecer una iden-tidad remota entre el reino de Oyó y el delUlkuma o Ulkami, de donde, es muy posi-ble, procedieron los primeros esclavosyorubas traídos al Nuevo Mundo.

El profesor Fernando Ortiz, iniciador delos modernos estudios afro-cubanos, fue

quien, por vez primera, identificó las su-pervivencias lucumís como de proceden-cia Yoruba, pero no contando con informa-ciones exactas, incurrió en algunas inexac-titudes, las cuales, lejos de desmerecer suvaliosa contribución, nos han servido denorma para corregir, en la medida de loposible, aquellas fallas de nuestro profe-sor, y contribuir con nuestra modesta apor-tación al esclarecimiento de la proceden-cia de los lucumís.

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Era tarea difícil en los momentos que elprofesor Ortiz inició sus estudios catalogar,en una clasificación adecuada, a los escla-vos de acuerdo con su procedencia tribal ogeográfica, que se desplazaron en la Isla.En la mayoría de los casos había que ate-nerse a informaciones dejadas por los hom-bres empeñados en el tráfico, colectadasde modo muy superficial por los escritorescoloniales los cuales, por la misma exten-sión que tomó la trata, no tenían noticiasclaras de los esclavos llevados a los ba-rracones de la costa africana, los que en sumayoría procedían de regiones distantes ydesconocidas, en lo absoluto, por los trafi-cantes que comerciaban con los pueblos dellitoral. Como consecuencia de esto la de-signación etnográfica dada al esclavo care-cía, muchas veces, de valor o, a lo menos,estaba en desacuerdo con su real proce-dencia. Añádase a esto que los cargamen-tos humanos, llegaron a convertirse en unamercancía que se despreciaba en los mer-cados del Nuevo Mundo, y la nomenclatu-ra etnológica se guiaba por el rendimien-to, carácter belicoso, sumisión, etc., de tal ocual tipo de esclavo, lo que debió de incli-nar a los negreros al engaño, vendiendounos esclavos por otros, dando preferen-cia a aquellos que eran más solicitados porsu rendimiento.

Mientras los siervos procedían de regio-nes donde, desde muy temprano, se esta-blecieron factorías, como San Salvador, enel Congo, Wida en la llamada Costa del Es-clavo o las establecidas en la zona del ríoGambia, el traficante podía dar la proce-dencia de sus mercancías; pero cuando losesclavos procedían del interior, había quedar crédito a la palabra de los traficantesnativos, cuyos testimonios no siempre fue-ron exactos, o valerse de las inexactitudesgeográficas de aquel tiempo.

Otro inconveniente lo presentaba la di-versidad de naciones europeas empeñadasen el tráfico. En el caso de Cuba, cuyos es-clavos, hasta los inicios del siglo XIX, fueronobtenidos principalmente por medio de

traficantes ingleses, portugueses y france-ses, y más tarde, cuando por la libertad queEspaña dio a la trata, los súbditos de estanación comenzaron a traficar abiertamen-te con negros, pero ya en un período enque se iniciaba la persecución inglesa, esde suponerse que las extracciones de es-clavos se hicieran de modo irregular, a lavez que se obtuvieran en factorías clandes-tinas de distintas naciones. Esto imposibi-litaba que los esclavos entraran en la Islacon una designación etnográfica clara, por-que procedentes de distintas factorías,eran bautizados de acuerdo con el merca-der que los vendía, el cual a su vez designa-ba a sus esclavos de acuerdo con las pecu-liaridades idiomáticas producto del desco-nocimiento de los dialectos africanos y tam-bién de sus vagos conocimientos de la geo-grafía del territorio donde actuaba. Estotrajo como consecuencia que entraran, nosólo en Cuba sino en otros países del Nue-vo Mundo, esclavos procedentes de unamisma región con distintas designaciones.El caso de los yorubas es suficiente paraexplicar esta confusión. Mientras éstos fue-ron conocidos en Cuba como lucumís, enlas Antillas francesas se les designabacomo ayois, distinguiéndolos de los nagos,los cuales, como se ve, eran los mismos.Más crecía la confusión al cotizarse los es-clavos en los barracones del Nuevo Mun-do; allí no sólo se alteró la designaciónetnográfica a causa de circunstancias co-merciales, sino que ésta sufría como con-secuencia de la mayor ignorancia de lostraficantes; de donde nacen denominacio-nes tan caprichosas como las de ziguato,campeche, arriero, etc., encontradas enCuba.

Bastan los inconvenientes apuntadospara estimar lo dificultoso que es estable-cer una procedencia etnográfica de los es-clavos en Cuba, y añádase a esto, que cir-cunstancias de carácter histórico y socialmarcaron importantes cambios en la geo-grafía del África Occidental, donde unasveces las emigraciones tribales y otras las

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like that the Pope amongst us...», cuyadescripción indudablemente correspondea Oyó. Más tarde, de acuerdo con las tra-diciones recogidas por el reverendoJohnson,2 nos encontramos con que en elreinado del alafin Obalokun Erin, en elaño 1580, los yorubas tenían relacionescon los portugueses; de este modo dichoautor africano dice: «The king was said tobe in friendly relations with the King ofFrance (probably Portugal), with whomhe had direct comunication. It was saidthat the king sent 800 messengers withpresents to that European sovereing, butthat they were never heard of again...» Sintratar de discutir la autenticidad de estainformación que supone que los portugue-ses esclavizaron esta muchedumbre demensajeros, debemos presumir que lapresencia de los lucumís en el NuevoMundo debió de originarse en incidentesde tal naturaleza.

Fuera de estos datos, las tempranas no-ticias que tenemos de las relaciones de losyorubas con los europeos son muy escasas.En el siglo XVII, en su tratado de geografíaaparecido en el año 1668, Olfert Dapper nosha dejado una descripción muy exacta delreino de Ulkuma, la cual es como sigue:

The Kingdom of Ulkuma or Ulkami, amighty country, lies to the East of Arderbetween the kingdoms of Arder and Beninin the North east, but does not reach thesea. From this Kingdom many slaves, whohave either been captured in war or beenreduced to slavery for misdeed, are broughtto Little Arder [Porto Novo] and there soldto the Dutch and Portuguese, who takethem to the West Indies.Boys are circumcised there after theMohammedan fashion. The girls are alsocut in a particular way; for when they reachtheir tenth or eleventh year, a stick on whichants are put, is placed in their privy parts,to eat away the flesh and even fresh ants areadded so that is should be eaten away themore quickly...3

Talbot sospecha que este reino corres-ponda al de Oyó; únanse a esta sospecha

guerras, han borrado del mapa pueblos oclanes y quizás tribus, hoy encontradasentre los nombres con que se designaronlos siervos. Y por último, el ya mencionadodesconocimiento de los dialectos por par-te de los traficantes alteró la terminologíaetnográfica, cuyos nombres o corrupcionesde los vocablos aplicados a los siervos, sonimposibles de identificar de acuerdo conla etnografía moderna del África. Así quepara estudiar a los lucumís debemos to-mar en cuenta todos estos factores si que-remos llegar a conclusiones cercanas a laverdad, en lo que respecta a la determina-ción de su procedencia, y explicarnos el porqué de que siendo extraídos, en su mayorporcentaje, del territorio Yoruba en unaépoca en que ya se tenía bastante conoci-miento de esta zona de la trata, dicha de-nominación persistió; es decir, se les consi-deró como procedentes de un reino del cualse tuvo conocimiento en los albores de losdescubrimientos geográficos del África,siendo más tarde borrado de la geografía,y cuya mención no la encontramos a no seren los antiguos tratados, y más tarde aundesaparece de las tradiciones recogidasentre los nativos yorubas y otras fuentesde información moderna. Tal es el reino deUlkuma o Ulkami, cuyo florecimiento eco-nómico parece datar de la fecha que se atri-buye a la unidad de los pueblos yorubasbajo la hegemonía del reino de Oyó.

La sola presencia de los lucumís enCuba, cuyas tradiciones se han identifica-do como de procedencia Yoruba, nos incli-na a pensar que el reino de Ulkuma no fueotro sino el de Oyó, el cual hubo de llegaral conocimiento de los portugueses bajoel anterior nombre. Ya por el año 1505, losprimeros exploradores portugueses te-nían conocimiento de los yorubas e hicie-ron mención de su poderío; así Pereira1

nos dice que «East of Benin 100 leagues inthe interior, there is a people with a Kingcalled Likasagui, Lord of many andpossessed of great power; also anotherpower whose chief among the Negroes is

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los anteriores datos que hemos mencio-nado y nos inclinaremos más y más a re-conocer la identificación de ambos reinos.

Otras noticias tenemos, procedentes delos traficantes establecidos en la costa oc-cidental de África, como la mención quehace Barbot,4 copiando, como es sabido,las versiones obtenidas por el referidoDapper, el cual, al mencionar a Ardra, seexpresa de este modo: «...the Ardrasiando so little value their own that they ratheruse Ulkami language; which they arestudious to learn, as being in their opinionfar more elegant and sweet...», lo que sig-nifica la influencia ejercida por los yo-rubas sobre sus vecinos; esto tambiénpuede ser la razón de su corto porcentajeen los barracones durante los primerostiempos de la trata, a la vez que es un in-dicio para estimar que los yorubas, a pe-sar de su escasez en los mercados, fueronvendidos como lucumís. Lo más lógico esque digamos que, por aquel entonces, losesclavos yorubas procedían del reino deUlkami.

Las noticias obtenidas por los viajerosque visitaron el interior del África, en lazona de la trata, no nos son del todo satisfac-torias, sino que se prestan a gran confusión,alejándonos de la identidad entre Oyó yUlkami. Entrando el siglo XVIII no volvemosa encontrar mención alguna de dicho reino,a no ser que lo veamos señalado en algunosmapas relativamente recientes, como el queaparece en la edición alemana de la obradel francés Labarthe5 del año 1803, lo quenos brinda poca luz, ya que, por el descono-cimiento que entonces se tenía del África,estas cartas geográficas fueron copiadas delos mapas antiguos, defectuosos en gradosumo, por ser confeccionados por tanteos yde acuerdo con informaciones obtenidasentre los nativos. Y en lo que respecta a losdatos geográficos que puedan darnos algu-na luz, digna de mención es la referenciaque de los yorubas hace el soberano y geó-grafo Bello de Hoossa.6 A pesar de que éste,al estimar a Oyó como el reino de Yarba no

hace mención de Ulkami, su modo de plan-tear la cuestión nos sirve de ayuda parademostrar la identidad entre Oyó yUlkami. La mención que de Yarba haceBello de Hoossa fue encontrada en unmanuscrito obtenido por el capitán Clap-perton, la cual transcribimos en atencióna su gran interés:

Yarba is an extensive province, containingrivers, forest, sands, and mountains as alsoa great many wonderful and extraordinarythings. In it the talking great bird (parrot)is found. By the side of this province thereis an anchorage or harbour for the ships ofthe Christians, who used to go there andpurchased slaves. These slaves wereexported from our country, and sold to thepeople of Yarba, who resold them to theChristians.

The inhabitants of this province (Yarba), itis supposed originated from the remnantsof the children of Canaan, who were of thetribe of Nimrod. The cause of their esta-blishment in the west of Africa was, as it isstated, in consequence of their being drivenby Yaarooba, son of Kahtan, out of Arabia,to the western coast between Egypt andAbyssinia. From that spot they advancedinto the interior of Africa, till they reachedYarba, where they fixed their residence. Ontheir way they left, in every place theystopped at, a tribe of their own people. Thusit is supposed that all the tribes of Soodanwho inhabit the mountains are originatedfrom them; as also are those inhabitant Ya-ory.Upon the whole, the people of Yarba aremainly of the same description of those ofNoofee Nupe.

A pesar de las diferencias de nombres,la descripción de Bello de Hoossa concuer-da bastante con la dada por Dapper; ¿porqué no considerar los dos reinos como unmismo? Lo que ocurre es que a partir deeste preciso momento, en lo adelante nonos encontraremos con menciones que fa-ciliten nuestra identificación. Está ya se-ñalada la decadencia de Yoruba; así cuan-

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do Lander visita la metrópoli de Oyó seencuentra con «a large dull city» arruina-da por las intensas luchas que desmem-braron tal reino, en cuyo despedazado te-rritorio se aplicaron los conocimientos deetnografía moderna que nos han propor-cionado el más precioso material para elconocimiento de este importante grupotribal. Pero el reino de Ulkuma o Ulkamiquedó silenciado bajo las cenizas del fuegoque destruyó la famosa nación.

En fecha muy anterior, en la primeramitad del siglo XVIII, uno de los primerosviajeros que visitó el interior del Áfricapartiendo de la costa occidental, el capitánWilliam Snelgrave,8 tuvo noticias del reinode Oyó. En el año 1727 este capitán estuvoen el reino de Dahomey y en su capital seencuentra con un «Portuguese gentle-man», prisionero del rey de Dahomey, quele informa sobre la nación de los I-oe, loscuales eran los propios yorubas, cuyas no-ticias, sin aclararnos nada acerca deUlkami, han servido mucho para el estu-dio de los dahomeyanos, a la vez que nosponen en evidencia el poderío alcanzadopor los yorubas en aquella fecha, el cual losconvertía en uno de los primeros factoresdel tráfico de esclavos en la costa del Áfricaconocida bajo este nombre. Norris,9 un via-jero contemporáneo de Snelgrave, hués-ped del soberano dahomeyano BossaAhadeee, también tuvo noticias de losyorubas, pero los conoció bajo la denomi-nación de Eyeos. Más adelante, entrado elsiglo XIX, el capitán John Adams10 mencio-na este reino con el nombre de Hios, ha-blándonos de su poder y el modo en querealizaban su comercio, pero sin más da-tos aclaratorios.

Es posible que las denominaciones usa-das por estos viajeros sean corrupcionesdel término Oyó, debido a que los infor-mantes, dahomeyanos en los dos prime-ros casos, desconocían los dialectosyorubas, pero, en general, conocían un paíscuyo nombre, a pesar de sus desconoci-mientos lingüísticos, no correspondía altérmino Ulkami o Ulkumi obtenido de los

portugueses; así es muy posible que estadesignación tenga, como la de Calabar oKalbary dada al grupo tribal Ibo-ibibio-ekoi, un origen puramente europeo —eneste caso portugués— y que por circuns-tancias aún oscuras en la historia de losyorubas, su permanencia geográfica en loque a la designación se refiere, cesó en unperíodo de tiempo desconocido por noso-tros. El mismo Snelgrave que, como he-mos visto, conoció a los yorubas bajo elnombre de I-oe, habla de los lucumís lla-mándolos lukkamies, de acuerdo, segúntodas las posibilidades, con dos versionesdistintas que obtuvo de un mismo país,una procedente de fuentes africanas y laotra a través de los europeos establecidosen la costa. De suerte que, para llegar auna conclusión, debemos de aceptar laidentidad entre Ulkami y Oyó partiendode las posibilidades que existen de que ladesignación Ulkami o Ulkamu proceda defuentes europeas; hipótesis que manten-dremos hasta tanto una revisión del pro-blema nos proporcione datos aclaratoriosde mayor validez, los cuales deberán deestar basados en la división política queprevaleció en el territorio Yoruba en laépoca del poderío de Oyó, la cual quizános dé la definitiva respuesta.

En lo que respecta a los esclavos lucumísen el suelo de Cuba, éstos alcanzaron granpreponderancia, ejerciendo una fuerte in-fluencia en la amalgama de los pueblos afri-canos que afectaron la Isla. Escritores dela época colonial, dadas sus relevantes cua-lidades, les prestaron gran cuidado, estu-diándolos, en atención a los pocos datos conque contaban, con bastante precisión. AsíJ. M. de la Torre11 nos dice que eran los es-clavos «traídos de la Costa de los Esclavos,pero que parece que proceden del Sudán;constituyen el mayor número y se distin-guen por rayas marcadas en sus cachetes;son fuertes para el trabajo, pero indómitosy propensos al suicidio». Henry Dumont12

en su Antropología y patología comparadade los negros esclavos, nos dejó esta curiosadescripción:

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Los negros lucumís son los más numero-sos e interesantes de todos los que se en-cuentran en las enfermerías e ingenios dela isla de Cuba. Proceden de la Costa de losEsclavos, propiamente dicha; algunos loscreen originarios del Sudán. Según nues-tros informes están separados de loscarabalís al este por la parte inferior delcurso del gran río Calabar; al oeste limitancon los minas y los gangás. Después de losminas, y más al Este, sobre la costa, vivenlos lucumís Achantis; al Oeste de éstos seextienden los indígenas de Juda o lucumísFantis; al Oeste de éstos, se encuentra laprovincia de Dahomey. Desde el cabo deSan Pablo hasta las márgenes del Odi sedistribuyen los negros lucumís propiamen-te llamados. Después del Odi hasta el grancurso de agua que los traficantes y viajerosdenominan Nuevo Calabar, se encuentranestablecidos los lucumís ararás, cuyosejemplares no son desconocidos en el te-rritorio cubano.

Datos estos, como reconoce el profesorF. Ortiz, erróneos, lo que nos da una ideade lo difícil de ordenar debidamente a losesclavos representados en Cuba. Posible-mente este escritor obtuvo sus informacio-nes por medio de los propios esclavos yentre la gente empeñada en la trata, lo quehace presumir que muchos de los lucumísentrados en la Isla procedieran de los va-riados mercados situados en la Costa delos Esclavos, y fueran denominados deacuerdo con el nombre de tales factoríasañadido al término lucumí.

Más curiosos aún son los datos encon-trados al estudiar los distintos ejempla-res yorubas presentes en la Isla. Así sehallan nombres como el de lucumí eyó, elcual, como se ve, es una corrupción de ladesignación dada por Norris a los yoru-bas. Otros entraron bajo la denominaciónlucumí fée; fé era el nombre dado por losdahomeyanos a la ciudad de Ifé. De suer-te que está claramente demostrado queel término lucumí se aplicó tradicional-mente a los esclavos procedentes de lazona Yoruba vendidos en uno y otro ba-rracón del litoral africano.

Tratemos ahora de determinar el augenumérico de los yorubas en la Isla y las cau-sas que dieron lugar a esto. Es de suponerseque mientras la trata de negros estuvo enmanos de los ingleses, la presencia de loslucumís en Cuba no tuvo gran importancianumérica, ya que de esta fecha data el po-derío de Oyó; lo mismo que debemos deaceptar que muchos de éstos entraran comoconsecuencia del tráfico al norte del Ecua-dor, y la condicional decisiva para que inun-daran los barracones de la Costa de los Es-clavos fue el colapso de los yorubas, aconte-cimiento más o menos contemporáneo a latraba puesta por Inglaterra a la trata. Estedebió de dar un formidable incremento altráfico negrero. A la vez en Cuba se creabanlas condiciones para estimular el comerciode esclavos; así el desarrollo de la produc-ción agrícola daba gran margen para que seabsorbiera gran número de esclavos. Cubaabrió sus puertas al comercio de negros adespecho de las protestas de Inglaterra ylos significativos acontecimientos ocurridosen la Antilla francesa, si bien fueron un aler-ta para las sociedades esclavistas del Nue-vo Mundo, también constituyeron un pri-mordial factor para el crecimiento de la ri-queza en Cuba. De suerte que del año 1790al 1875 —fechas que señalan el auge de laeconomía agrícola— de acuerdo con las es-tadísticas oficiales entraron en la Isla 436,844 bozales, y si se estima que estas estadís-ticas fueron confeccionadas con mucha ve-leidad y que no cuentan los esclavos entra-dos clandestinamente, se ha de pensar quela cifra debió de encimarse en mucho a lamencionada, aunque ya ésta es de por símuy elocuente. Y si en aquellos momentosen que «ni las conspiraciones, ni los alza-mientos a mano armada que tantas veceshabían experimentado, bastaban para apa-gar la sed de negros que tenían los colonos,ni tampoco servían de freno al gobierno paralevantar un dique contra el torrente queinundaba sus posesiones americanas» (JoséA. Saco), la zona Yoruba proporcionaba tanmagníficas condiciones para la extracciónde esclavos, es de pensarse que de allí pro-

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cedieran en su inmensa mayoría los siervosrequeridos por la producción cubana.

Relacionemos ahora, aunque de mane-ra aproximada, el derrumbe de Oyó con laentrada de bozales en el territorio de la Isla.Del año 1820, fecha que señala la completadecadencia de los yorubas, hasta el 1865,fecha que a su vez indica la ruina del con-trabando de negros, se registraron en laIsla 28,948 bozales. Contemporáneamentea la primera fecha, el 30 de mayo de 1820,España se había comprometido con Ingla-terra a suprimir el tráfico en todos sus do-minios a la vez que prohibir a sus súbditoscontinuar el tráfico en parte alguna al nor-te de la línea del ecuador; así se entiendeque si la corona española hubiera cumpli-do su compromiso con Inglaterra los escla-vos entrados en Cuba con posterioridad altratado entre ambas naciones, procederíandel stock Bantú, es decir, serían congos,mozambiques, etc. Pero las cosas no ocu-rrieron de este modo. España no cumpliósu compromiso, y si bien Inglaterra mástarde le puso las banderillas de fuego a latrata clandestina, ésta duró por espaciode cuarenta años, minando como un cán-cer toda la costa occidental del África. Ypor una feliz coincidencia para los negre-ros, en un vasto territorio enclavado en lazona prohibida se desarrollaban aconte-cimientos que seducían grandemente suaudaz espíritu, y lo suficientemente deci-sivos para que los barcos negreros delNuevo Mundo se arriesgaran al peligro delos cañones ingleses encargados de vigi-lar el mar por donde estos habían de pa-sar atestados de «cargamentos» humanos.

En el bajo Níger se desmoronaba ungrande y poderoso imperio que, por espa-cio de mucho tiempo, había impuesto suscondiciones a los pueblos vecinos. País fuer-te que desde los inicios de la trata se habíaempeñado en ella bajo muy ventajosas con-diciones. Estos eran los yorubas. Los trafi-cantes de Wida, Porto Novo, Badagry, etc.,pioneros de la intriga política europea enel África Occidental, hubieron de vigilar

atentamente el declinar del imperio Yoru-ba, a la vez que hacer esfuerzos para acele-rar su destrucción. Dahomey, un estado sinmucho poderío, que había estado bajo latutela de Oyó y sometido al yugo férreo delos alafines o soberanos yorubas por espa-cio de un siglo, fue eje de estas intrigas.

Los dahomeyanos, con una ventajosaposición geográfica, lucharon tesonera-mente por acercarse a la costa occidental ytraficar con los europeos a semejanza desus vecinos de Wida y Ardra, pero para estonecesitaban someter a ambos pueblos; asíque en el año 1724, de acuerdo con su polí-tica, organizan un poderoso ejército y cap-turan Gran Ardra, dos años más tarde seapoderan de Wida; mas tienen que enfren-tarse con los yorubas. Celosos éstos de lasganancias de Dahomey, pretendiendo ayu-dar a los de Wida, declaran la guerra a losdahomeyanos y los someten a sus condi-ciones. Detrás de todos estos acontecimien-tos bélicos estaba oculta la mano de Ingla-terra y Francia, entonces con tantos tras-tornos en los mismos sitios donde se cele-braban las transacciones con los esclavos.Las cosas se normalizaron, y a partir deeste momento los yorubas frecuentemen-te invaden el territorio dahomeyano, frus-trando las ansias de los reyes del Dahomey.

Es de suponerse que la actitud de Yoru-ba descansaba en razones económicas depeso y en íntima conexión con el tráfico deesclavos, una de las principales fuentes deingreso que tenían aquellos pueblos. Así elinterés que tenían los yorubas para dete-ner el ascenso de los dahomeyanos no es-taba basado en «el gusto que tienen lospueblos salvajes por la guerra y la destruc-ción», sino que esto era simplemente unalucha por mercados. La posición geográfi-ca ventajosa de los dahomeyanos los poníaen condiciones de tener, a través de Wida yArdra, intercambios con los europeos dellitoral. Los yorubas, como más fuertes, tra-taron de estrechar la esfera de influenciacomercial de sus rivales. Ardra por aque-llos tiempos era un emporio comercial en

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la Costa de los Esclavos y por este motivofue uno de los principales motivos de lasrivalidades entre ambos pueblos. Sobreesto Burton13 dice lo siguiente: «The historyinforms the king of Ayeo (Oyó) used to saythat ardrah (allada) was “Eyeos”, calabashout of which nobody should be permited toeat but the king himself...» Y los yorubas enesto tuvieron éxito. Circunstancias que hu-bieron de incrementar grandemente la tra-ta y tal vez fueron una de las causas de lapresencia del gran número de dahome-yanos que inundaron los mercados del Nue-vo Mundo.

Más tarde Yoruba comienza a declinar. Ylos dahomeyanos en revancha se ensaña-rían con sus antiguos rivales lo que signifi-caba la presencia de los yorubas en las fac-torías de esclavos. A partir del 1802, la uni-dad yoruba flaquea por circunstancias polí-ticas interiores y, sobre todo, por la entradaen el escenario histórico de las tribushamito-negroides Hausa y Fulani. La unaconstituida en una nación estable como laNupe y la otra por gente nómada dispersa-da en el alto valle del Níger, aunque esta-blecieron algunos estados con cierto carác-ter permanente. Empujados los hausas porlos fulanis se metieron en el mismo corazónde Yoruba conmoviéndola en sus cimientos.El imperio Yoruba se despedazó. Fatalmen-te esta fina raza se convirtió en la víctima dela rapacidad del tráfico negrero. En 1818,Gezo, de la familia real dahomeyana, ascien-de al trono y libra a su pueblo del yugo yo-ruba y se truecan los papeles: los daho-meyanos serán los que realizarán incursio-nes guerreras en el territorio yoruba, unade cuyas consecuencias fue el incrementodel tráfico de negros. De este modo Ellis nosdice: «The break-up of the yoruba kingdom...left the Dahomi without any neighboursufficiently powerful to cope with it. Thisbreak-up was caused by the conquest of theHausa country by the Fulas, for the Hausasdriven southward, overran northern Yoru-ba...»,14 entrando los yorubas en un procesode desintegración caracterizado por un ci-

clo de luchas intestinas que atomizaron elfloreciente imperio transformándolo en lasllamas de un incendio que destruyó no sóloel poder político sino que arruinó la econo-mía agrícola de uno de los más feraces sue-los del bajo Níger. Y los negreros de la costa,vigilantes y taimados, atizaron el fuego,transformando las guerras en redadas deesclavos para surtir a los barcos negrerosque esperaban en la costa.

Correspondió este colapso del reino Yo-ruba, como hemos apuntado, con el creci-miento de la producción en Cuba; obvio esdecir entonces que el incremento del «con-sumo» de esclavos en la Isla dependió, engran parte, de la explotación de esta finaveta para la extracción fácil de esclavos.Cierto que no todos los esclavos entradosen Cuba durante este período fueronyorubas sino que procedían indistintamen-te tanto de los mercados establecidos en lazona prohibida, incluyendo la región deldelta del Níger y la zona al norte de SierraLeona, como de los de la cuenca del Congoy otros mercados ocultos en la vasta costaoccidental del África. Pero durante el pe-ríodo de tiempo comprendido entre el año1810 y el 1856, ningún mercado propor-cionó tan buenas oportunidades a los ne-greros como aquellos donde se embarca-ban yorubas, tales como los de Wida, La-gos, Badagry y Porto Novo, de donde sa-lieron grandes contingentes de yorubaspara Cuba y Brasil.

Tres notorios negreros, Félix da Souza,Domingo Martínez y el francés Regis, cons-tituyeron el eje de sutiles intrigas en lazona del tráfico prohibido. Por el conoci-miento que estos hombres tenían del te-rritorio donde operaban, adquirido en lar-ga y aclimatada estancia, por la influenciaque tenían con algunos monarcas nativosy por la sagacidad con que manejaban sucomercio, no sólo encendían guerras entrelas tribus nativas sino que su influencia lle-gaba al punto de quitar y poner soberanos,vías que utilizaban para acrecentar su co-mercio, convirtiéndose en los más impor-

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tantes proveedores de yorubas en el Nue-vo Mundo.

Da Souza y Martínez, establecidos alre-dedor del 1818, el uno en Wida y el otro enOtonu, viendo su tráfico comprometidoporque el rey dahomeyano Adosan desper-diciaba muchos prisioneros de guerra enlos sacrificios religiosos, concibieron el pro-yecto de destronarlo poniendo en su lugara su hermano el mencionado Gezo, quiense comprometió a favorecerlos en el comer-cio de esclavos. Es cierto que Gezo conspi-raba ya contra su hermano, hombre tiranoy de pocas luces, pero su éxito en usurparel poder fue debido a los mencionados ne-greros. Ellis15 narra este suceso del siguien-te modo:

Geso’s success was largely due to da Souzaand Martinez, who had spent money in hiscause... He then gave to them special tradeprivilege, created for da Souza the title of«First of the White Men» and made himChacha at Whidah... He (da Souza) soonbecame the most oppulent and notoriousof the slave traders, and almost mono-polized the supply of slaves for Cuba andBrazil...

Incidentes como el mencionado fueroncomunes en el centro de operaciones deestos negreros que cuando fueron acosadospor la persecución inglesa movieron susfactorías de un lado a otro en la Costa delos Esclavos con mucha flexibilidad, bur-lando la vigilancia e intrigando a riendasuelta con los gobernantes nativos a fin dehacer flaquear el empeño inglés. El fran-cés Regis no fue menos audaz; éste llegó alextremo de embarcar esclavos como tra-bajadores libres.

Quiere decir que en circunstancias ta-les como el incremento de esclavos propor-cionado por la crisis en Yoruba, que duróalrededor de treinta años, la presencia detraficantes inteligentes y audaces en elmismo escenario de los acontecimientos, yla estupenda demanda de bozales que re-quería el florecimiento agrícola en Cuba,ningún razonamiento puede contradecirque durante todo el período de tiempo que

duró el auge esclavista en la Isla, períodoque corresponde a los acontecimientos re-feridos, la gran mayoría de «cargamentos»fueron surtidos con negros procedentes delterritorio Yoruba.

Ya hemos apuntado que la designaciónlucumí aplicada a los negros yorubas sedebe a un hecho puramente tradicional. Lomás lógico es que dicho término fuera usa-do en los primeros tiempos de la trata paradesignar a los esclavos entonces proceden-tes del reino de Ulkuma o Ulkami, siendoestos esclavos preferentemente obtenidospor españoles y portugueses, los que die-ron tal designación —como hemos visto,Snelgrave les llama también lukkami—.Más tarde la palabra lucumí pasó tradicio-nalmente, tal vez como un sello de garan-tía, para designar a esclavos que por suscondiciones físicas y rendimiento fueronpreferidos en los mercados españoles yportugueses. Por otra parte los hombrescomprometidos en el tráfico estaban muyal margen de los cambios históricos que severificaban en el escenario de la trata; desuerte que se acostumbraron a llamarlucumís a cierto tipo de negro procedentede un lugar que habían conocido comoUlkuma y continuaron usando este apela-tivo sin preocuparse de otros detalles, fe-nómeno común y hasta cierto punto justi-ficable. Aun las personas que estudiaronlos esclavos con más cuidadosa atención in-currieron en errores producto de la natu-raleza de la trata y el desconocimiento quese tenía del interior del África. Así los es-clavos procedentes de una misma regiónse clasificaban como distintos; en demos-tración de esto veamos lo que dice el padreLabat16 de los yorubas.

Refiriéndose a los nagos dice lo si-guiente:

On reconnoit les Nègres de cette Nation àde longes rayes qu’ils ont au front, dontl’assemblage forme grossièrement les fi-gures de quelques animaux. Ces Nègressont bons pour le travail, il y a peu de diffe-rence entre eux et les Aradas.

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Tal vez estos nagos referidos por dichoescritor sean los clasificados modernamen-te como los Ikpolo, clan de la subtribu Ahoride los yorubas, los cuales llegaron a losbarracones procedentes del suroeste deDahomey, lo que hizo que Labat los dife-renciara de los yorubas de Oyó, de los cua-les dice lo siguiente:

Les Nègres de cette Nation sont tousguerriers, hardis, braves, entreprenants; ilsont robustes, ils aiment le travail & lesuportent plus qu’aucune autre Nation. Onles reconnoit a des rayes qui commencentaux yeux et qui finissent aux oreilles, quiles rendent effroyables.Tous les Nègres les craignent; quand on ena dans un vaisseau, il faut se defier d’eux,un seul est capable de faire soulever tousles autres et d’exciter une revolte, d’autantplus a craindre qu’elle est difficile aappaiser, parce que ces gens meprisent lesplus grandes perils, ne se soucient point deleur vie et poussent les choses aux dernièresextremités sans s’embarraser des consé-quences. Il y a des vaisseaux de toutes lesNations qui en ont fait la triste experience,dont les Capitaines et les Equipages ontété massacrés, après quoi les vaisseaux sontvenus s’echoüer en pleine côte avec la partde Nègres qui etaient dessus.

Lo mismo le ocurrió a Snelgrave17 quien,como hemos señalado, al hablar de la des-trucción de Wida, menciona a los lucumíscomo un pueblo distinto de los yorubas,expresándose de este modo:

About this time (1727) several Portugueseships arriving at Whidah, staid there on aprospect of the country being settled again;for the king of Dahome had permited a greatnumber of the common people to returnwho began to build houses near the Englishand French Forts. But this was only todeceive the Portuguese gold, with whichthey purchase Negroes, sent a great manyslaves down to Whidah which made tradedull at Jaquin. For since the destruction ofthe country by the Dahomes there remainonly one port called Lukkami, to the northeast, for the Jaquins to trade to which scapedby means of a wide river... (Ogun river?).

Quizás si este puerto referido porSnelgrave sea la factoría a que se refiereFernando Ortiz18 de donde estima proce-dieron los lucumís de Cuba, pero lo másprobable es que la existencia de esta facto-ría, la que pudo estar en la desembocadu-ra del Ogún, aproximación que hemos he-cho de acuerdo con la descripción deSnelgrave, corresponda a una de las comu-nicaciones con la costa que suponían losescritores de aquella época, como Bello deHoossa, al reino de Oyó, lo que era una su-posición muy cercana a la verdad, y eramuy natural que este poderoso pueblo tu-viera comunicación, a través de uno de suspuertos, con los europeos, especialmentelos portugueses, como apunta el mencio-nado Snelgrave, lo que viene a ser una con-firmación más para aceptar las posibilida-des de que Oyó y Ulkuma fueron un mis-mo reino; y en lo que respecta a la designa-ción lukkami o lucumí, esto se debe sim-plemente a una de las frecuentes corrup-ciones de los términos que expresan nom-bres de pueblos o de tribus africanas porlos europeos; es decir que el vocabloulkumi o ucami pasó a ser lucumí o luk-kami, quizá si procedente de la ortografíafrancesa, perdiendo el apóstrofe que susti-tuye la vocal del artículo le al unirse con eltérmino ucumi, lo que es muy posible quehaya ocurrido. Esta presunción nos acercaa aceptar que este vocablo fue utilizado pornegreros españoles, franceses y portugue-ses que comerciaban preferentemente conCuba y Brasil.

Más tarde, cuando la desintegración Yo-ruba vertía grandes masas de esclavos enlos barracones, los nuevos nombres comofee, ijaya, eyó, etc., complementaron la pri-mera designación, porque lo que interesa-ba en los mercados del Nuevo Mundo erala «mercancía» conocida, o sea los lucumís.Y sin especular más en esta materia noso-tros aceptamos la designación lucumí comoprocedente de la tradición dejada, entrelos negreros, por el antiguo reino deUlkuma o Ulkami.

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Finalmente, tratemos de poner en rela-ción el índice numérico de los lucumís conel de otros especímenes africanos halladosen Cuba, de lo cual depende, en cierto gra-do, el desplazamiento de los rasgos cultu-rales, costumbres, religiones, etc., de lospueblos yorubas tomados aisladamente.

Los yorubas, por su fuerza numérica, lacual fue adquirida en los momentos queseñalan la entrada de esclavos a chorros enel territorio de la Isla, provocaron etapasintermitentes en la amalgama y por consi-guiente dejaron un remanente de rasgosyorubas en toda su crudeza, que aparentanestar rezagados. Estos rasgos actuaroncomo agente catalizador de las otras proce-dencias culturales en la amalgama. Causade esto no sólo fue su fuerza numérica, sinotambién el propio carácter de sus culturas,las que, quizá por circunstancias que ten-gan su razón de ser en el carácter tomadopor los elementos procedentes de las cultu-ras de los otros tipos africanos que partici-paron en la amalgama, tendieron a absor-ber muchos de estos rasgos conformándolosen un molde preponderantemente yoruba.

Entiéndase que el fenómeno referidono tomó un carácter general en la Isla, quepueda darnos el patrón del desplazamien-to de los rasgos africanos en Cuba; sinoque al mencionar los intercambios que de-terminaron la preponderancia yoruba,nos referimos a aquellas regiones o locali-dades donde circunstancias económicasconcentraron una más densa masa de es-clavos lucumís, como ocurrió en la regiónoccidental de la Isla, donde la producciónno sólo expresó el ascenso numérico delos lucumís sino también fue donde el sis-tema esclavista estuvo más reacio a de-saparecer —en lo que respecta a las con-secuencias de éste— cuestiones estas quetrataremos con detenimiento más ade-lante.

NOTAS1 Pereira, citado por P. A. Talbot: The Peoples of

Southern Nigeria. London, 1926, v. 1, p. 281.

2 Samuel Johson: The History of the Yoruba.London, 1921, p. VFR.

3 La obra de Olfert Dapper fue escrita origi-nalmente en flamenco. En 1686 apareció unatraducción francesa algo defectuosa, por cuyomotivo la versión del reinado de Ulkuma quetranscribimos es tomada de A. Talbot (ibíd.),que a su vez la tomó del original libro de Dapper.

4 Jean Barbot: «A description of North and SouthGuinea» (1682) en Churchill Collection ofVoyages. London, 1746, vol. 5, p. CDE.

5 Pierre Labarthe: Reisenach der Kuste vonGuinea... en M. S. Sprengel Biblioteck derNeusten und wichtigsten Reiseheschreibungen.Weimar, 1803.

6 Major Denham and captain Clapperton: Na-rrative Travels and Discoveries in Northern andCentral Africa. London, 1826. Appendix No. 12.

7 Richard and John Lander: Journal of anExpedition to Explore the Course and Ter-mination of the Niger. New York, 1837.

8 Willian Snelgrave: A New Account of Some ofGuinea... London, 1734. Véase también Ar-chibald Dazel: The History of Dahomey. London,1793.

9 Robert Norris: Memoirs of the Reign of BossaAhade, King of Dahomey. London, 1789.

10 John Adams: Remarks on the Country extendingfrom Cape Palmas to the River Kongo. London,1823.

11 José María de la Torre: Compendio de geografíafísica, política, estadística y comparada de la islade Cuba. Habana, 1854, p. 53.

12 Henry Dumont: Antropología y patologíacomparada de los negros esclavos. Habana, 1922(en Fernando Ortiz: Los negros esclavos).

13 Sir Richard F. Burton: A Mission to Gelele, Kingof Dahomey. London, 1864, v. 1, p. 62.

14 Alfred Burdon Ellis: The Ewe-speaking Peoplesof the Slave Coast. London. 1890, p. 309.

15 Alfred. B. Ellis: ibíd.16 Jean Bap. Labat: Voyage du Chevalier Des

Marchais en Guinée... (1725-26-27). Amsterdam,1731, v. 2, p. 101 y siguientes.

17 W. Snelgrave: ibíd, en Astley Collection ofVoyages and Travels. London. 1745, v. 2, p. 499.

18 Fernando Ortiz: «La música sagrada de losnegros yoruba en Cuba», Revista de EstudiosAfrocubanos. La Habana, 1938, v. 2, No. 1,p. 91.

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•EltemplodeChangódelTimideEde*

por Ulli Beier

* La Dirección del Teatro Nacional, dentro delcual funciona este centro de Investigaciones delFolklore, así como la asesoría del Departamentode Folklore del TNC, agradecen al distinguidoafricanista Profesor Ulli Beier, la gentileza dehabernos permitido la reproducción de estevalioso artículo publicado en Black Orpheus ensu número 4 de octubre de 1958, así como elvalioso envío de las fotos que sirven de ilus-tración al mismo. (N. de la R.)

El crítico de arte y el aficionado europeomuchas veces parecen pensar que el indi-vidualismo en el arte es una invención eu-ropea. Se dice también que el arte primiti-vo es completamente convencional. Sepiensa que el tallista no expresa su propiarepresentación del sujeto sino un concep-to común y aceptado. Solemos olvidar quelos artistas europeos también trabajandentro de ciertas convenciones fijas, excep-to quizás durante el último medio siglo.Para un observador africano, Miguel Án-gel, Rafael y Leonardo se parecen muchoentre sí, porque al principio él sólo nota loque tienen en común, como las proporcio-nes, anatomía o perspectiva: todo lo cuales obviamente diferente de su propio arte.

Así mismo los europeos, al mirar el arteafricano, lo primero que destacan es quetodas las figuras talladas parecen tenercabezas desproporcionadas, que las formashumanas están estilizadas y son parcial-mente abstractas, que hay una cierta limi-tación de movimientos y gestos, etc. Peroel observador entrenado distingue sin di-

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ficultad la mano de distintos tallistas; ycuando ha sobrevivido un suficiente núme-ro de ejemplares, se puede seguir el desa-rrollo de un escultor y los distintos perío-dos de su trabajo creador. En este artículonosotros publicamos fotografías de tallasyorubas, todas las cuales pertenecen a unsolo templo en el pueblo de Ede, en Nigeria.Actualmente hay veinticuatro figuras enese templo y aunque hoy nadie recuerdapor quién ni cuándo fueron talladas es fá-cil de ver que proceden de cuatro distintostalleres.

Los yoruba son una tribu de prolíficostallistas, que viven en el oeste de Nigeria.La talla tradicional está muy cercana a sudesaparición, pero miles de ejemplares seencuentran todavía en los templos de losantiguos dioses, quienes son todavía obje-to de adoración. Entre esos dioses, Changó,el Dios del trueno, es quizás el de mayorcolorido de todos. Su poder y su fuerza es-

tán simbolizados por el trueno y el rayo,los cuales se dicen que son expresión de suira. También se identifica con uno de losfundadores de la nación yoruba: el AlafinChangó, uno de los primeros reyes de lapoderosa ciudad de Oyó.1 Un vasto mantode mitología envuelve la memoria de esterey deificado del cual se dice que era unmagnificente pero tiránico gobernante. Élfue un brujo de gran poder, pero acciden-talmente destruyó su palacio con el rayo,muriendo la mayor parte de sus mujeres yde sus hijos.

Desesperado se colgó, dándose su pro-pia muerte.2 Pero unos pocos de sus ami-gos siguieron fieles a su memoria, aun des-pués de su trágica muerte. Ellos empeza-ron a adorarlo. Significativamente la vozyoruba para expresar adoración es hacerun dios, lo que expresa que se construyesu poder. Un orisha3 o deidad yoruba nopuede existir independientemente de los

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hombres. Es la intensidad misma de la ado-ración lo que lo hace un gran dios. De loscantos, rezos y plegarias de sus adorado-res surge Changó como una tremenda per-sonalidad. Es muy impulsivo y siempre estáansioso de pelear (él mata un carnero y sebaña en su sangre), y sus momentos de re-pentinos e impredecibles enojos son temi-dos por sus adoradores tanto como por elpueblo en general. Aunque temperamen-tal es también generoso (él presta dinero yse olvida de pedir el pago) y es liberal al darhijos, riqueza y poder a sus adoradores. Apesar de que no le gustan los mentirososni los ladrones y que los castiga (él arrugasu nariz y el mentiroso sale corriendo), élno es un dios moral. Los yoruba no conci-ben sus dioses como seres morales y per-fectos, sino como fuentes de poder. Además,el propósito de adorar a Changó no es paraconvertirse en seres perfectos sino paralograr vivir una vida intensificada a pleni-tud. Es interesante notar cómo este realcede la vitalidad tiene lugar actualmente.Hoy en día, cuando muchos yorubas sonmahometanos o cristianos, los fieles de losorisha resaltan como personalidades muypoderosas y sensitivas. Viven a la vez envarios diferentes niveles de conciencia. Lacomunicación telepática, que raramenteocurre en Europa, es común entre ellos.Pueden inducir un estado de trance volun-tariamente y por este medio entrar enestadíos de experiencia humana que estáncerrados a la mayoría de los hombres. Es-tos trances, en los cuales el adorador estáposeído por Changó, o por quien sea suorisha, deben cambiar la personalidad deladorador. Gradualmente lo transforman enuna persona tipo Changó. Extrovertido, in-trépido, temperamental, generoso, imagi-nativo, lleno de colorido: estas son las ca-racterísticas que saltan a la mente cuandouno piensa en un adorador de Changó.Pero los trances también tienen el propó-sito de extender la experiencia psíquica deladorador y de abrirle zonas de conocimien-to que le están vedados en un estado deconciencia normal.

A veces las llamadas profecías puedenser nada más que pronunciamientos vagosy generales acerca del futuro del pueblo yla comunidad. Pero muy a menudo son unanálisis detallado de relaciones persona-les. Tensiones que existen en el puebloentre distintas facciones o personas impor-tantes, de repente son vistas y explicadasen su verdadera significación y los reme-dios para eliminarlas son sugeridos. Aunhe visto personas en trance prevenir a otrosde sus propias intenciones secretas. Duran-te el éxtasis el poseído experimenta esta-dos de exultación que no puede compartiruna persona que viva exclusivamente den-tro del nivel común. Así es cómo una exis-tencia supranormal se hace realidad parael adorador.

Era necesario desviarnos en estas cues-tiones de materia religiosa para explicar lafunción del tallista en la sociedad yoruba.De lo que antecede aparece claramente quela adoración de Changó es un proceso espi-ritual sumamente complejo que no tienenada que ver con fetichismo ni idolatría.Estos son términos prejuiciosos y vacíos desentido que han sido inventados por euro-peos ignorantes. Una talla en un templo deChangó no es adorada en sí misma. El mis-mo Changó casi nunca está representado.La mayor parte de las tallas se identificancon las esposas del dios, sus sacerdotes, se-guidores e iniciados. En el caso del templode Ede, se ha perdido la identidad originalde las veinticuatro figuras talladas, y ahorala anciana sacerdotisa las describe vaga-mente como personas muertas por el rayo.Esto podía aplicarse a algunas de las figu-ras, pero otras ciertamente fueron identifi-cadas como sacerdotes por el tallista. Lasfiguras de la lámina II superior derecha,muestran el peinado de los sacerdotes deChangó y uno lleva el implemento ritual delos mismos, en forma de hacha doble. Lasfiguras no tienen función directa en la ado-ración. Hay templos de Changó sin tales ta-llas y las ceremonias semanales y anualestienen lugar igualmente en uno como enotro templo. Los más sagrados símbolos de

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Lámina III

Lámina V Lámina VI

Lámina IV

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Lámina VII

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Changó son pedernales y hachas de piedra,los cuales simbolizan sus rayos y objetos si-milares. Es difícil definir el propósito de lastallas. Por supuesto, son algo más que meradecoración, intentan crear una atmósfera,el sentido de una supra-realidad que seaconducente a la adoración. Una o dos tallasson funcionales en el sentido de que se usanpara sostener la calabaza en la cual las sa-gradas piedras de rayos son guardadas. Perola mayoría actúan por medio de su sola pre-sencia. Ayudan al adorador a alcanzar elestado de concentración y la condición dereceptibilidad que son necesarios paraque el dios se les manifieste durante laceremonia.4 Examinamos los medios esti-lísticos por los cuales este fin ha sido con-seguido.

Al examinar las fotos veremos que to-das las tallas se adhieren a un juego de con-venciones: las figuras son estáticas y nomuestran movimiento alguno. Se mantie-nen sólidamente en los dos pies con el pesoplenamente distribuido. No se ha intenta-do ningún giro ni torcedura del cuerpo, quecausaría una inclinación del eje vertical. Lacabeza es proporcionadamente grande,con ojos abultados, tallada más cuidadosa-mente y con más detalles que el cuerpo.Las piernas son cortas y la talla de los pieses comparativamente ruda. Las formasbásicas son orgánicas. Los rasgos anatómi-cos se reconocen sin ninguna dificultad: pó-mulos, párpados, labios, frecuentementeestán tallados con mucha delicadeza. Perolas formas fundamentales han sido esti-lizadas en alto grado, a veces hasta ser abs-traídas. (Los ojos en la lámina V, por ejem-plo, han sido disueltos en una serie de trián-gulos.) Los rasgos de las tallas indican másbien tipos que retratos. Las figuras de untallista generalmente muestran un pare-cido familiar muy marcado. Una autoridaden el arte yoruba ha dicho que las tallasyoruba no tienen expresión. Esto es verdaden un sentido muy limitado de la palabraexpresión, en el sentido de que no se mues-tran riendo ni llorando, ni enojadas ni son-riendo. Se ha dicho que reflejan una digni-

dad reposada, pero esto no parece adecua-do. Preferiría llamarlo concentración pode-rosa. El tallista yoruba presenta sus figu-ras de un modo perfectamente estático yvertical, sin diagonales chocantes. Pero laarmonía tranquila que obtiene de estamanera no es la serena armonía de, diga-mos, la antigua escultura griega. Las for-mas abultadas del arte yoruba parecen su-gerir una fuerte presión interior pugnan-do hacia afuera. Es como si una emociónextremadamente poderosa fuera delibera-damente controlada. Esta es una expresiónfamiliar a todos los que han visto a los ado-radores de los orisha durante las ceremo-nias. Hay una creencia popular de que lospaganos sueltan sus emociones y se tornanfrenéticos durante la adoración. Esto escompletamente falso. La tensión emocio-nal creciente está completamente contro-lada y hay una tremenda atmósfera de con-centración. Aun la posesión no tiene lugaral azar, sino ocurre en momentos precisa-mente fijados del ritual y generalmente apersonas escogidas. El tallista yoruba re-presenta este estado supra-normal, esainusual experiencia que es el designio dela adoración de los orisha. La impresiónfinal de armonía que logra el tallista es elresultado de la tensión controlada, de larígida forma impuesta por la presión queparece venir del interior de la talla.

Es posible establecer generalizacionessobre las tallas en el templo de Ede, y dehecho estas observaciones se podrían apli-car a la mayoría de las tallas yorubas.

Pero dentro de los límites impuestos porestas convenciones hay mucho campo parala expresión individual y para estilos muypersonales. En el templo de Changó en Ede,sin dudas han trabajado cuatro tallistas.El primer artista produjo dos tallas demujeres arrodilladas, cada una mantenien-do en la cabeza un disco plano y redondo(lámina II superior izquierda; también eldetalle de la lámina III). Ambas esculturasse usan para sostener la calabaza que con-tiene los rayos. Su estilo se distingue fácil-mente de los otros. La cabeza es aún ma-

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Lámina VIII

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yor en proporción con el cuerpo, y los ojosson también más grandes. La cabeza y elcuerpo son voluminosos y los pechos muylargos, inclinados y tiesos. Al contrario losmiembros son pequeños, delgados y angu-lares. Este contraste de los cuerpos gran-des, suaves y redondos, con los miembrosdisminuidos, casi tullidos, hace aparecer alas figuras tiernas y apacibles, como des-amparadas. Este es el más apacible de loscuatro artistas. Su apacibilidad está tam-bién expresada en las formas suaves y abul-tadas, en las blandas curvas del rostro.Nótese la frente alta y ancha, curvándosesuavemente. Los ojos protuberantes,englobados, no enfocan cosa alguna, másbien parecen vueltos hacia adentro. Lasventanas de la nariz suaves y anchas, laboca amplia y sensible. Se ha evitado ha-cer cortes profundos que ensombreceríanla cara. Se ha tratado la superficie conmucha delicadeza. En general las formas,especialmente los rostros, son un poco másnaturalistas y menos geométricos que lasde las otras tallas. Son figuras calurosas,maternales, simpáticas.

Es completamente distinta la obra delsegundo tallista, quien tiene cuatro figu-ras en el templo de Ede. (Véase lámina IIsuperior derecha, y lámina VII derecha. De-talle de cabeza en lámina V. Las cuatro figu-ras pueden ser fácilmente destacadas en lalámina I.) Si el primer artista expresa lahumanidad del orisha, éste expresa su po-der. Las cuatro figuras tienen cuerpos sóli-dos, macizos, y se mantienen pesadamen-te sobre sus cortas piernas. Tienen los hom-bros cuadrados de un luchador. Todos usanel peinado tradicional de los sacerdotes deChangó. Los rostros expresan una concen-tración extrema, energía y poder que noshacen pensar en el sacerdote poseído porChangó. Las figuras se han tallado audaz-mente, concebidas en grandes formasgeométricas. Los cortes profundos creansombras negras y hondas. Los ojos saltande la cara como los de un hombre en tran-ce. La boca expresa tensión. Los labios des-cubren los dientes. Aunque las figuras son

tan verticales y estáticas como cualquierade las otras, están tan cargadas de energíaque parecen dispuestas a romper a bailarfrenéticamente.

El tercer tallista tiene diez tallas en eltemplo de Ede. Estas incluyen un jinete yel perro de Changó. (Véase lámina II infe-rior derecha y lámina VII izquierda. Detallede cabeza lámina IV. Detalle de caballo lámi-na VIII superior izquierda. Perro láminaVIII superior derecha. Niño lámina VIII in-ferior derecha.)

Este tallista tiene la más espiritual con-cepción de Changó. Las figuras son extre-madamente altas y esbeltas y para una ta-lla yoruba la cabeza es relativamente pe-queña. La figura parece levantarse elegan-temente de su base. Más que los otros ar-tistas ha tomado licencia en la representa-ción de la anatomía de la figura humana.Nótense los hombros largos, escarpados,de los cuales crecen los brazos sin articula-ción. Compárese el cuello delgado y finocon los cuellos macizos del segundo tallis-ta. El cuerpo de la talla, en la lámina VII,parece desintegrarse bajo la forma delga-da y fina impuesta por el artista. Hay unsentido trascendental, casi gótico. Para elpatrón yoruba los ojos están a medio ce-rrar, la cara extática, tranquila. El rostrodel jinete (lámina IV) parece extraordina-riamente introvertido, en comparación conla cabeza de la lámina V hecha por el se-gundo tallista. Es interesante notar que notodas sus tallas expresan este mismo con-cepto. Pueden verse tres tallas empezan-do por la derecha en la lámina I.

Entre estas sólo la mujer con el hijo a laespalda tiene las mismas proporciones queel jinete y que la figura en la lámina VIIizquierda. Las otras son más cortas, másrollizas, más pesadas. Pero sin dudas to-das vienen del mismo taller. Nótense deta-lles tales como la línea de la barba que selleva hasta detrás del cuello, la orejaestilizada, el hombro inclinado. Es posibleque las tallas representen dos fases de laobra del mismo artista. Pero también esposible que fueran hechas por distintos

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artistas dentro del mismo taller. La tallade madera era una tradición familiar en-tre los yoruba, y generalmente un padrepodía adiestrar uno o dos de sus hijos. Des-graciadamente no se sabe nada del artista.Tampoco hemos visto en otros templos ta-llas de ninguno de los tres artistas de loscuales hemos hablado.

Por el contrario, la obra del cuarto ta-llista se encuentra en varios lugares deEde, y ejemplos de sus tallas más peque-ñas (figuras de los gemelos Ibeyi y el hachadoble de los sacerdotes de Changó), han sidoencontrados hasta veinte leguas de Ede.Hay ocho de sus figuras gnómicas en estetemplo. (Véase lámina II inferior izquier-da. Detalle de la cabeza lámina VI. Detallesdel niño, lámina VIII inferior izquierda.)

En algunos aspectos estas figuras pare-cen ser las más estilizadas de todas. La caraen lámina VI tiene menos semejanza conun rostro humano que cualquiera de lasotras. La cabeza se ha concebido como unovoide perfectamente liso en el cual losrasgos han sido tallados. Los rasgos soncompletamente geométricos. Los ojos sondiamantes, la nariz es un triángulo, los la-bios dos fuertes líneas paralelas. No hayrasgos anatómicos en la cara. Los pómulosy la frente son casi irreconocibles. Posible-mente los únicos rasgos naturalistas sonlas marcas tribales y las pestañas, pero estáclaro que estas han sido retenidas por suvalor decorativo. La extraña forma encimade la cabeza no representa un gorro, sinola doble hacha de Changó. La doble hachaes la estilización del concepto original, queera el de los cuernos del carnero. El carne-ro es el animal sagrado de Changó, ya quelos movimientos de su cabeza son tan rápi-dos como el rayo.

Por lo común esta doble hacha adornael bastón ritual del sacerdote de Changó.Es raro encontrarlo en una figura grandecomo ésta. El efecto total de esta talla esincorpóreo, espiritualista. El tallista no haexpresado la humanidad, el poder o el éx-tasis, sino el aspecto mágico de la adora-ción. Los adoradores de Changó son gran-

des magos. Se dice que en la gran fiestaanual ejecutan grandes hazañas: introdu-cen clavos a través de su lengua o clavancuchillos en sus carnes. El sacerdote deChangó puede hacer estas cosas porquevive en contacto íntimo con el mundo delos espíritus.

Así los cuatro tallistas, no obstante quese mueven dentro de las tradiciones y con-venciones comunes del arte yoruba, expre-san su concepto personal de la adoraciónde los orisha. Aunque ninguna de estas ta-llas representa un orisha en sí mismo, re-flejan la actitud del artista frente a su diosy su manera de interpretar su adoración.

Traducción por John du Moulin.NOTAS1 Timi es el título del rey del pueblo de Ede. Según

la tradición él era un general del Alafín Changó,que se convirtió en un jefe independiente. Haymuchos templos de Changó en Ede, las figurasde las cuales hablamos pertenecen al templodel rey mismo. Aunque actualmente el quetiene este título es cristiano, debe perpetuar laadoración de Changó en beneficio de sussúbditos.

2 Los mitos relativos a la muerte de Changó hansido escritos tantas veces que no los repetiremosaquí. El lector puede consultar: Frobenius: Thevoice of Africa; Verger: Les Dieux d’Afrique;Beier: The Story of Sacred Wood Carvings fromone Small Yoruba Town.

3 Los Yorubas creen en un dios supremo, Olorun,quien sin embargo no se adora directamente.Un orisha es usualmente un antepasado quealcanzó un sobrenatural status aún durante suvida. Un orisha no es el equivalente de Dios,sino que personifica ciertos aspectos del DivinoHacedor. Para una más completa definición delos orisha y su relación con el Ser Supremo verThe Story of Sacred Wood Carvings from oneSmall Yoruba Town. A Nigerian MagazineProduction, Lagos, 1957.

4 En algunos templos se da comida simbó-licamente a las figuras durante el sacrificio.Después que el orisha ha recibido su parte, sesalpica un poco de sangre en la boca de cadafigura y pedacitos de carne y ñame se colocandelante de ellos. Esta es una manera de indicarque se llama a los difuntos sacerdotes aparticipar en la ceremonia. Es posible que deesta práctica provenga el mito del fetichismo.

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Quemado de Güines es un pequeño pue-blo de la provincia de Las Villas, cuyavida, apartada de todo bullicio, ha trans-currido como en plácido encantamien-to.

Su misma situación y vías de comunica-ción han favorecido este aislamiento, quesi bien pudiera implicar retraso, ha contri-buido en cambio a la conservación de nues-tras más bellas tradiciones.

Su historia se remonta al año 1667, fe-cha en que comenzó la fundación del pri-mer poblado, constituido por leñadoresque levantaron sus viviendas en terrenosde la finca Güines de Don Juan Lobato deFigueroa; dándosele el nombre de Quema-do por las «quemas» que hacían los leña-

dores en las «tumbas» de sus montes parahacer carbón.

Sin embargo, una vez cada año, toda estapaz se quiebra y el pueblo entero vive díasde expectación y de febril actividad.

Al acercarse las Navidades, convocadopor el Ayuntamiento, acude el pueblo auna importante reunión. Allí se acuerdanlas fiestas que culminan en el «Día delQuemadense», el 26 de diciembre —fechainolvidable en que se conmemora la vuel-ta al hogar de sus héroes tras la luchaemancipadora— se constituyen los comi-tés que representarán y laborarán en lasmismas: uno por el barrio de «La Puya» yotro por su eterno rival el barrio de «ElPerejil».

•LaPuyayelPerejil

por Solange Lazarte Fundora

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Repiques de campanas y voladores.

Diana Mambisa.

Misa en la Iglesia Parroquial.

Entrada de la Caballería Mambisa por la Calzada de Sangenís hasta elBar Yara, donde se izará la Bandera Cubana por la Sra. Caridad RuízVda. de García, a los acordes del Himno Nacional. Palabras por JuanB. García.

Ofrenda floral a los Mártires de la Independencia, haciendo uso de lapalabra el Dr. Armando Pérez Arriete.

Ofrenda floral a Ramiro Rodríguez Martínez, creador del “Día del Que-madense”. Hablará el Dr. Andrés M. Jova.Ofrenda floral a Vicente Gelabert, famoso guitarrista Español, considera-do en su género como uno de los mejores del Mundo, amante fervoroso yapasionadodenuestroterruño,dondefalleciera.PalabrasporVíctorSoto.

Sesión Solemne en el Ayuntamiento, donde se entregarán los títulos deHijo Adoptivo a los Sres. Dr. Andrés M. Jova y Manuel Medina Alejan-dro y el de Hijo Distinguido a Enrique Núñez Rodríguez. Hablará el Sr.Herminio V. Santana, ex-Alcalde Municipal y Director del Colegio PadreVarela.

Corte Suprema del Arte con premios para los vencedores, actuando deMaestro de Ceremonias, Enrique Casanova Martín.

Gran desafío de Base Ball.

Carrera en saco, del huevo y la cuchara, en tres pies, velocidad y relevo,el sartén tiznado, etc.

Colocación de una fotografía de Francisco Martínez Mandillo, “Panchi-to”, Maestro de Instrucción Primaria, por cuyas aulas tuvimos el honorde pasar varias generaciones de Quemadenses, en la Dirección de la Es-cuela Pública No. 2, José Martí. Hablará su antiguo alumno, EvelioRodríguez García.

Acto en honor a la Bandera Cubana, en su Centenario, en el Teatro Re-nacimiento, por la Logia Renacimiento Juvenil A. J. E. F.

Visita al Hospital Municipal y de Maternidad, donde el Presidente delClub de Leones y el Director del Comité de Salud y Bienestar, harán en-trega de medicinas y frazadas en nombre de la Institución, al Director,Dr. Tito Núñez.

Salida de las carrozas del Barrio de La Puya.

Salida de las carrozas del Barrio del Perejil.

Grandioso Baile en los salones de la Sociedad “Liseo” por invitación.

Grandioso Baile en los salones de la Sociedad ‘Unión Club’ por invitación.

12.01 A.M.

6.00 A.M.

8.00 A.M.

9.00 A.M.

10.00 A.M.

11 A.M.

11.30 A.M

1 P.M.

2.00 P.M.

3.00 P.M.

4.00 P.M.

5.00 P.M.

9.00 P.M.

10.00 P.M.

10.00 P.M.

10.00 P.M.

½

NOTA: Además existen los siguientes atractivos:1o. Peleas de Gallos desde por la mañana.

2o. Parque de Diversiones.

3o. Juego de Volley Ball a las 4 P M en el Colegio Padre Varela, Liceo Jr vs CPV.

4o. Kioscos, bazares y otras diversiones.

5o. Kioscos de Dulces, Licores y Comida

NO DEJE DE VISITARNOS!

EL COMITE

PROGRAMA DE LOS FESTEJOS� �

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Acordados ya los festejos y constituidoslos comités, se estudia la forma de recau-dación, que consiste en una cantidad ini-cial que aporta el propio Ayuntamiento yen la contribución voluntaria del comer-cio, profesionales y particulares. Asimismose solicita por medio de avisos y cartas laaportación monetaria y personal de losquemadenses ausentes. De lo recaudadoen los kioscos, bailes y demás diversionesdel «Día del Quemadense», se completanlos gastos que originan los festejos y lo de-más se dedica a obras de mejoramientosocial.

Tan pronto se constituyen los comitésde ambos barrios, se celebran reunionessecretas de cada uno por separado, con elfirme y deliberado propósito de superaren calidad y belleza todo lo que en las fies-tas pueda presentar el barrio contrario. Apartir de este momento, todo el puebloqueda dividido en los bandos irreconcilia-bles.

El primer sábado del mes de noviem-bre y en horas de la noche, sale uno delos dos barrios a recorrer las calles conchangüis y farolas y se iza, en el lugar yatradicional, cerca del parque, la banderacorrespondiente del mismo. El sábadosiguiente le contesta, de la misma mane-ra, el otro barrio, saliendo el pueblo a lascalles con changüis y se iza la bandera deese barrio en su sitio acostumbrado.

Comisiones de ambos barrios fijan pe-queñas banderas de papel de cada uno deellos en las puertas de todas las casas, se-gún al que pertenezcan sus moradores, yse comienza la confección, en el más abso-luto misterio, de las carrozas que desfila-rán el «Día del Quemadense»; los changüiscontinúan alternándose todos los sábadoshasta ese día.

Un toque de diana anuncia la mañanadel día esperado y a su conjuro una bizarracaballería típica recorre las calles como elmás bello tributo de recuerdo a lo que sim-boliza la raíz y el ala, el yunque y el cantotriunfal de nuestra libertad: el mambí.

Una creciente actividad estremece loskioscos, como mariposas posadas sobre laflor enorme del parque y a su sombra, bajosus guanos, los más sabrosos platos típi-cos, las más variadas «chucherías» de losbazares, la emoción del tiro al blanco, yotros juegos de azar.

Uno a uno se suceden los actos en elAyuntamiento, en las sociedades; sencillos,ingenuos, emocionados...

Ya en la noche, el colorido de las com-parsas; el esplendor de las carrozas, tancelosa y amorosamente vestidas; las má-quinas engalanadas como en los carnava-les; los ojos que brillan, las sonrisas des-lumbrantes que pasan una y otra vez y noobstante siempre nuevas, como acabadasde estrenar... Luego los fuegos artificialesen cantidades enormes que prenden fugaz-mente el milagro de sus flores de luz sobreel azul profundo de la noche... y de prontose encienden los bailes: en el parque, enlas sociedades, en las casas... la alegría escomo un río desbordado que corre hastaperderse en el frío de la madrugada...

Y renace la paz en el pueblo, una pazque la sangre generosa y fecunda de sushéroes hiciera florecer y que sus hijos hansabido conservar como su más preciadotesoro.

Somos los perejilerosdel barrio del Perejil,tengo el pollo en la cazuelay me sobra el perejil.Oigan la voz, y la corran,que ya la voy a decir:La Puya guarda cotorra,la matará el Perejil.

Cuartetas tomadas de un canto del changüidel barrio El Perejil.

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De aquí podemos fijar ya algunos pun-tos que nos permitan organizar nuestrasobservaciones y propender a la búsquedade nuevos datos:1. Antigüedad y fundación del pueblo.

Desde su fundación en 1667, causas quemotivaron la misma, primeros pobla-dores, alcaldes, etc.

2. Límites y topografía de la región.3. Reservas naturales y demás medios de

subsistencia. Desde los trabajos de losdesmontadores y aquellas quemas, has-ta las actuales. Períodos de crisis. Co-mercios, venduteros, industrias, siem-bras, etc.

4. Otras fiestas tradicionales. Costum-bres antiguas. Anuncios, publicaciones,carteles, etc. Recursos de impresión,imprentas, periódicos, libros de déci-mas, oraciones, avisos, etc.

5. Costumbres sobre la preparación de lasfiestas. Confección de adornos, defarolas, carrozas, etc. Enjaezamiento delos caballos, vestidos, adornos perso-nales, etc.

6. Descripción de los changüis. Instru-mentos, confección o adquisición.Cantos empleados. Croquis del reco-rrido de los barrios. Palabras, refra-nes y demás expresiones acostum-bradas.

7. Actas municipales, crónicas antiguas yrelatos de personas de mucha edad.

8. Cuentos y leyendas recogidas en lazona.

9. Relaciones comerciales y de otros ti-pos con los pueblos vecinos. Caseríoscercanos, casas aisladas. Posiciones delas mismas respecto a los caminos y ca-rreteras.

10. Tipos humanos, desde los grandes te-rratenientes, políticos, malhechores yvagabundos, hasta los personajes másrelevantes por su cultura. Escuelas ydemás asociaciones de recreo y cultu-rales.

11. Casas de juego y de prostitución. Jue-gos ilícitos y demás manifestaciones dela mala vida.

12. De ser posible deben acumularse fotosy croquis de todos estos datos.

13. Artesanos y medios de obtener los uten-silios de uso doméstico.

Agosto 25 de 1955.

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