fragmentos de um novo mundo americo vespúcio

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5/23/2018 FragmentosdeUmNovoMundoAmericoVespcio-slidepdf.com http://slidepdf.com/reader/full/fragmentos-de-um-novo-mundo-americo-vespucio 1/ FRAGMENTOS DEL NUEVO MUNDO AMERICO VESPUCIO

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  • FRAGMENTOS DEL NUEVO MUNDO

    AMERICO VESPUCIO

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    Fragmento de la carta del 18 de Julio de 1500, dirigidadesde Sevilla a Lorenzo di Pierfrancesco de Medici, en

    Florencia

    Vuestra Magnificencia sabr cmo por comisin de la Alteza deestos Reyes de Espaa part con dos carabelas a 18 de mayo de 1499,para ir a descubrir hacia la parte del occidente por la va del marOcano; y tom mi camino a lo largo de la costa de frica, tanto quenavegu a las islas Afortunadas, que hoy se llaman las islas de Canaria;y despus de haberme abastecido de todas las cosas necesarias, hechasnuestras oraciones y plegarias, nos hicimos a la vela de una isla, que sellama la Gomera, y pusimos proa hacia el lebeche, y navegamos 24das con viento fresco, sin ver tierra ninguna, y al cabo de 24 dasavistamos tierra, y encontramos haber navegado al pie de 1300 leguasdesde la ciudad de Cdiz, por el rumbo de lebeche. Y avistada la tierra,dimos gracias a Dios, y echamos al agua los botes, y con 16 hombresfuimos a tierra, y la encontramos tan llena de rboles, que era cosamaravillosa no slo su tamao, sino su verdor, que nunca pierden lashojas; y por el olor suave que sala de ellos, que son todos aromticos,daban tanto deleite al olfato, que nos produca gran placer. Y andandocon los botes a lo largo de la tierra para ver si encontrbamosdisposicin para saltar a tierra, y como era tierra baja, trabajamos todoel da hasta la noche, y en ninguna ocasin encontramos camino nifacilidad para entrar tierra adentro, porque no solamente nos lo impedala tierra baja, sino la espesura de los rboles; de modo que acordamosvolver a los navos e ir a tentar la tierra en otra parte. Y vimos en estemar una cosa maravillosa, que fue que antes de que llegramos a tierra,a 15 leguas encontramos el agua dulce como de ro, y sacamos de ella,y llenamos todos los barriles vacos que tenamos. Y cuando estuvimosen los navos, levamos anclas, y nos hicimos a la vela, y pusimos proahacia el medioda; porque mi intencin era ver si poda dar vuelta a uncabo de tierra, que Tolomeo llama el Cabo de Cattegara, que est unido

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    con el Gran Golfo, ya que, segn mi opinin, no estaba muy lejos deello, segn los grados de la longitud y latitud, como se dar cuenta msabajo.

    Navegando hacia el medioda a lo largo de la costa vimos salirde la tierra dos grandsimos ros, que uno vena del poniente y corrahacia levante y tena cuatro leguas de anchura, que son 16 millas, y elotro corra del medioda hacia el septentrin y era de tres leguas deancho; y estos dos ros creo que eran la causa de ser dulce el mar,debido a su grandeza. Y visto que la costa de la tierra segua siendobaja, acordamos entrar en uno de estos ros con los botes y navegar porl hasta encontrar u ocasin de saltar a tierra o poblacin de gente. Ypreparados nuestros botes y aprovisionados para 4 das, con 20hombres bien armados nos metimos en el ro, y a fuerza de remosnavegamos por l, al pie de dos das, obra de 15 leguas, tentando latierra en muchas partes, y de continuo la encontramos que seguasiendo tierra baja y tan espesa de rboles que apenas un pjaro podavolar por ella. Y as navegando por el ro, vimos seales certsimas deque el interior de la tierra estaba habitado; y porque las carabelashaban quedado en lugar peligroso, cuando el viento saltase de travesa,acordamos al cabo de dos das volvernos a las carabelas, y as lopusimos por obra.

    Lo que aqu vi fue que vimos una infinitsima cosa de pjarosde diversas formas y colores, y tantos papagayos, y de tan diversassuertes, que era maravilla: algunos colorados como grana, otros verdesy colorados y limonados, y otros todos verdes, y otros negros yencarnados; y el canto de los otros pjaros que estaban en los rboles,era cosa tan suave y de tanta meloda que nos ocurri muchas vecesquedarnos parados por su dulzura. Los rboles son de tanta belleza y detanta suavidad que pensbamos estar en el Paraso Terrenal, y ningunode aquellos rboles ni sus frutas se parecan a los nuestros de estaspartes. Por el ro vimos muchas especies de pescados y de diversosaspectos.

    Y llegados que fuimos a los navos, partimos hacindonos a lavela, teniendo de continuo la proa hacia el medioda; y navegando en

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    este rumbo, y estando lejos en el mar al pie de 40 leguas, encontramosuna corriente marina, que corra del siroco al maestral, que era tangrande y corra con tanta furia, que nos caus gran pavor, y corrimospor aqulla grandsimo peligro: la corriente era tal, que la del estrechode Gibraltar y la del faro de Mesina son un estanque en comparacin deaqulla, de manera que, como nos tomaba de proa, no podamosadelantar camino alguno, aunque tuviramos viento fresco; de modoque, visto el poco camino que hacamos y el peligro grande en queestbamos, acordamos volver la proa hacia el maestral y navegar haciala parte del septentrin...

    ...Digo que despus que dirigimos nuestra navegacin hacia elseptentrin, la primera tierra que encontramos habitada fue una isla,que distaba 10 grados de la lnea equinoccial, y cuando estuvimos cercade ella, vimos mucha gente en la orilla del mar, que nos estaba mirandocomo cosa de maravilla; y surgimos junto a la tierra obra de una milla,y equipamos los botes, y fuimos a tierra 22 hombres bien armados; y lagente como nos vio saltar a tierra, y conoci que ramos gente diferentede su naturaleza, porque ellos no tienen barba alguna, ni visten ningntraje, as los hombres como las mujeres, que como salieron del vientrede su madre, as van, que no se cubren vergenza ninguna, y as por ladiferencia del color, porque ellos son de color como pardo o leonado ynosotros blancos, de modo que teniendo miedo de nosotros, todos semetieron en el bosque, y con gran trabajo por medio de seales lesdimos confianza y platicamos con ellos. Y encontramos que eran deuna generacin que se dicen canbales, y que casi la mayor parte deesta generacin, o todos, viven de carne humana; y esto tngalo porcierto Vuestra Magnificencia. No se comen entre ellos, sino quenavegan en ciertas embarcaciones que tienen, que se llaman canoas,y van a traer presa de las islas o tierras comarcanas, de una generacinenemiga de ellos y de otra generacin que no es la suya. No comenmujer ninguna, salvo que las tengan como esclavas, y de esto tuvimosla certeza en muchas partes donde encontramos tal gente, porque nosocurri muchas veces ver los huesos y cabezas de algunos que sehaban comido, y ellos no lo niegan, y adems lo afirmaban sus

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    enemigos, que estn continuamente atemorizados por ellos. Son gentede gentil disposicin y de buena estatura: van del todo desnudos; susarmas son arcos con saetas, y stas tiran, y rodelas, y son genteesforzada y de grande nimo; son grandsimos flecheros. En conclusintratamos con ellos, y nos llevaron a una poblacin suya, que se hallabaobra de dos leguas tierra adentro, y nos dieron colacin, y cualquiercosa que se les peda, a la hora la daban, creo ms por medio que porbuena voluntad. Y despus de haber estado con ellos un da entero,volvimos a los navos quedando amigos con ellos.

    Navegamos a lo largo de la costa de esta isla y vimos unapoblacin muy grande a la orilla del mar; fuimos a tierra con el batel yencontramos que nos estaban esperando, y todos cargados conmantenimientos, y nos dieron colacin muy buena de acuerdo con susviandas. Y visto tan buena gente y tratarnos tan bien, no nos atrevimosa tomar nada de lo de ellos, y nos hicimos a la vela y fuimos a meternosen un golfo, que se llama el golfo de Parias, y fuimos a surgir frente aun grandsimo ro, que es la causa de ser dulce el agua de este golfo; yvimos una gran poblacin que se hallaba junto al mar, donde habatanta gente que era maravilla, y todos estaban sin armas. Y en son depaz, fuimos a tierra con los botes, y nos recibieron con gran amor y nosllevaron a sus casas, donde tenan muy bien aparejadas cosas de comer.Aqu nos dieron de beber tres suertes de vino, no de uvas, sino hechocon frutas como la cerveza, y era muy bueno; aqu comimos muchosmirabolanos frescos, que es una muy real fruta, y nos dieron muchasotras frutas, todas diferentes de las nuestras, y de muy buen sabor, ytodas de sabor y olor aromticos. Nos dieron algunas perlas pequeas y11 grandes, y por seas nos dijeron que si queramos esperar algunosdas, que iran a pescarlas y nos traeran muchas de ellas: no nosquisimos detener. Nos dieron muchos papagayos y de varios colores, yamistosamente nos separamos de ellos. De esta gente supimos cmo losde la isla antes nombrada eran canbales, y cmo coman carnehumana.

    Salimos de este golfo, y fuimos a lo largo de la tierra, ysiempre veamos muchsima gente, y cuando tenamos oportunidad

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    tratbamos con ellos, y nos daban de lo que tenan y todo lo que lespedamos. Todos van desnudos como nacieron sin tener ningunavergenza; que si yo hubiese de contar cumplidamente cun pocavergenza tienen, sera entrar en cosa deshonesta, y es mejor callarla...

    ...Y navegando as, llegamos a una isla, que estaba lejos de latierra firme a 15 leguas, y como al llegar no vimos gente yparecindonos la isla de buena disposicin, acordamos ir a tentarla; ybajamos a tierra 11 hombres, y encontramos un camino y nos pusimosa andar por l 2 leguas y media tierra adentro, y hallamos unapoblacin de obra de 12 casas, en donde no encontramos ms que 7mujeres de tan gran estatura que no haba ninguna de ellas que no fuesems alta que yo un palmo y medio. Y como nos vieron, tuvieron granmiedo de nosotros, y la principal de ellas, que por cierto era una mujerdiscreta, con seales nos llev a una casa y nos hizo dar algo pararefrescar; y nosotros, viendo a mujeres tan grandes, acordamos raptardos de ellas, que eran jvenes de 15 aos, para hacer un regalo a estosReyes, pues sin duda eran criaturas que excedan la estatura de loshombres comunes. Y mientras que estbamos en esto, llegaron 36hombres y entraron en la casa donde estbamos bebiendo, y eran deestatura tan elevada que cada uno de ellos era de rodillas ms alto queyo de pie: en conclusin eran de estatura gigantes, segn el tamao yproporcin del cuerpo, que corresponda con su altura; que cada una delas mujeres pareca una Pentesilea, y los hombres Anteos; y al entrar,algunos de los nuestros tuvieron tanto miedo que an hoy da no sesienten seguros. Tenan arcos y flechas y palos grandsimos en formade espadas, y como nos vieron de estatura pequea, comenzaron ahablar con nosotros para saber quines ramos y de dnde venamos, ynosotros mantenindonos tranquilos por amor de la paz, contestbamospor seales que ramos gente de paz, y que bamos a ver el mundo. Enconclusin, estimamos oportuno separarnos de ellos sin querella, y nosfuimos por el mismo camino que habamos venido, y nos acompaaronhasta el mar, y fuimos a los navos. Casi la mayor parte de los rbolesde esta isla son de brasil y tan bueno como aquel de Levante.

    Desde esta isla fuimos a otra isla comarcana de aqulla a 10

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    leguas, y encontramos una grandsima poblacin que tena sus casasedificadas en el mar como Venecia, con mucho arte; y maravillados detal cosa, acordamos ir a verlas, y al llegar a sus casas, quisieron impedirque entrsemos en ellas. Probaron como cortaban las espadas yestimaron oportuno dejarnos entrar, y encontramos que tenancolmadas las casas con finsimo algodn, y las vigas de sus casas erantodas de brasil; y les quitamos mucho algodn y brasil, y volvimosluego a nuestros navos...

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    Visin de los indios Primeramente pues, en cuanto a las gentes. En aquellos pases

    hemos encontrado tal multitud de gente que nadie podra enumerarla,como se lee en el Apocalipsis: gente, digo, mansa y tratable; y todos deuno y otro sexo van desnudos, no se cubren ninguna parte del cuerpo, yas como salieron del vientre de su madre, as hasta la muerte van.Tienen cuerpos grandes, membrudos, bien dispuestos y proporcionadosy de color tirando a rojo, lo cual pienso les acontece porque andandodesnudos son teidos por el sol; y tienen los cabellos abundantes ynegros. Son giles en el andar y en los juegos y de una franca y venustacara, que ellos mismos destruyen, pues se agujerean las mejillas y loslabios y las narices y las orejas, y no se crea que aquellos agujeros seanpequeos, o bien que tuvieran uno slo, pues he visto muchos, loscuales tienen, en la cara solamente, 7 agujeros, cada uno de los cualestena el tamao de una ciruela; y cierran ellos estos agujeros conpiedras cerleas, marmreas, cristalinas y de alabastro, bellsimas y conhuesos blanqusimos y otras cosas artificiosamente labradas segn sucostumbre y si vieses cosa tan inslita y a un monstruo semejante, estoes un hombre que tiene slo en las mejillas y en los labios 7 piedras, delas cuales muchas son del tamao de medio palmo, no dejaras deadmirarte, pues muchas veces he considerado y sealado el peso deestas siete piedras en 16 onzas, sin contar que en cada oreja tienen otraspiedras pendientes en anillo de 3 orificios; y esta costumbre es slo delos hombres, pues las mujeres no se agujerean la cara sino slo lasorejas. Otra costumbre hay entre ellos muy atroz y fuera de todacredulidad humana, pues, siendo sus mujeres lujuriosas, hacen hincharlos miembros de sus maridos de tal modo que parecen deformes ybrutales, y esto con un cierto artificio suyo y la mordedura de ciertosanimales venenosos; y por causa de esto muchos de ellos lo pierden yquedan eunucos. No tienen paos de lana ni de lino ni an de bombasporque nada de ello necesitan; ni tampoco tienen bienes propios, pero

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    todas las cosas son comunes. Viven juntos sin rey, sin autoridad y cadauno es seor de s mismo.

    Toman tantas mujeres cuantas quieren, y el hijo se mezcla con lamadre, y el hermano con la hermana, y el primero con la primera, y elviandante con cualquiera que se encuentra. Cada vez que quierendeshacen el matrimonio y en esto ninguno observa orden. Adems notienen ninguna iglesia, ni tienen ninguna ley ni siquiera son idlatras.Qu otra cosa dir? Viven segn la naturaleza, y pueden llamarse msjustamente epicreos que estoicos. No son entre ellos comerciantes nimercan cosa alguna. Los pueblos pelean entre s sin arte y sin orden.Los viejos con ciertas peroraciones suyas inclinan a los jvenes a loque ellos quieren, y los incitan a la batalla, en la cual cruelmente juntosse matan: y aquellos que en la batalla resultan cautivos, no vivos sinopara su alimento les sirven para que sean matados, pues que unos secomen a otros y los vencedores a los vencidos y, de la carne, la humanaes entre ellos alimento comn. Esta es cosa verdaderamente cierta, puesse ha visto al padre comerse a los hijos y a las mujeres, y yo heconocido a un hombre, con el cual he hablado, del que se deca quehaba comido ms de 300 cuerpos humanos, y an estuve 27 das enuna cierta ciudad, donde vi en las casas la carne humana salada ycolgada de las vigas, como entre nosotros se usa colgar el tocino y lacarne de cerdo. Digo mucho ms: que ellos se maravillan porquenosotros no matamos a nuestros enemigos y no usamos su carne en lascomidas, la cual dicen ser sabrossima. Sus armas son el arco y lasflechas, y cuando se enfrentan en batalla, no se cubren ninguna partedel cuerpo para defenderse, de modo que an en esto son semejantes alas bestias. Nosotros, cuanto nos ha sido posible, nos hemos esforzadoen disuadirlos y en cambiar estas costumbres perversas, que nosprometieron abandonar. Aunque, como te he dicho, las mujeres andandesnudas y son libidinosas, a pesar de ello sus cuerpos son hermosos ylimpios, ni tampoco son tan feas como alguno quiz podra suponer,porque aunque son carnosas, sin embargo no se aparece la fealdad, lacual en la mayor parte est disimulada por la buena complexin. Unacosa nos ha parecido milagrosa, que entre ellas ninguna tuviera los

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    pechos cados, y las que haban parido, por la forma y estrechura delvientre no se diferenciaban en nada de las vrgenes, y en las otras partesdel cuerpo, las cuales por honestidad no menciono, parecan lo mismo.Cuando con los cristianos podan unirse, llevadas de su mucha lujuria,todo el pudor manchaban y abatan. Viven 150 aos y pocas veces seenferman, y si caen en una mala enfermedad a s mismos se sanan conciertas races de hierbas. stas son las cosas ms notables que conocacerca de aqullos. El aire all es muy templado y bueno y segn pudesaber por relacin de ellos mismos, nunca /hubo/ all peste oenfermedad alguna, producida por el aire corrompido, y si no semueren de muerte violenta, viven una larga vida, creo porque allsiempre soplan vientos australes y mxime aquel que nosotrosllamamos euro, el cual es para ellos lo que para nosotros el aquiln. Sedeleitan pescando, y aquel mar es muy apto para pescar, porque esabundante de toda especie de pescados. No son cazadores, piensoporque habiendo all muchas generaciones de animales silvestres, ymxime leones y osos e innumerables serpientes y horribles y deformesbestias, etiam selvas grandsimas y rboles de inmenso tamao, no seatreven a exponerse desnudos, y sin defensa alguna ni armas, a tantospeligros.

    ********************

    Los habitantes de esta poblacin apenas nos divisaronconcibieron tal temor de nosotros, que inmediatamente levantarontodos sus puentes para precaverse, encerrndose en sus casas; ymientras nosotros estbamos con grande admiracin viendo esto,reparamos que al mismo tiempo venan por el mar doce barcas suyas,poco ms o menos, cada una de ellas abierta en un tronco de rbol, quees el gnero de embarcaciones de que usan, y maravillndose susmarinos de nuestros rostros y traje, y dando vuelta a nuestro rededor,nos miraban y registraban desde lejos, y mirndolos nosotros pornuestra parte de la misma manera, les dbamos muchas seas deamistad, animndolos a que sin temor ninguno se acercasen a nosotros,

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    cosa que no quisieron hacer, por lo cual comenzamos a remar haciaellos, aunque de modo ninguno quisieron aguardarnos; antes bien,todos huyeron inmediatamente a tierra, habindonos antes hecho seasque los esperramos un poco, pues inmediatamente iban a volver.Furonse, pues, apresuradamente a un monte inmediato, y habiendosacado de l diez y seis mozuelas, metindolas consigo en sus barcos,volvieron hacia nosotros, poniendo en cada una de nuestras navescuatro de aquellas jvenes, cosa que nos caus no poca admiracin,como fcilmente puede conocer Vuestra Majestad. Despuscomenzaron a andar con sus barcos entre nuestras naves y a hablarnoscon tales muestras de paz, que los tuvimos por amigos muy fielesnuestros. Entre tanto, una porcin considerable de gente, saliendo delas casas arriba referidas, comenzaron a venir nadando hacia nosotros,y aunque los vimos venir y que se iban acercando a nuestras naves, nopor esto sospechbamos todava de ellos mal alguno; pero a ese tiempovimos a la entrada de las mismas casas algunas mujeres viejas que,dando descompasados gritos y llenando el aire de alaridos, en seal degrande pesadumbre, se arrancaban los cabellos, lo cual nos hizosospechar alguna maldad; y, en efecto, a la sazn las jvenes quehaban puesto en nuestras naves se arrojaron repentinamente al mar, ylos que estaban en los barcos, alejndose de nosotros, armaronsbitamente sus arcos y comenzaron a saetearnos con mucha viveza.Otros que venan nadando por el mar desde las casas traan consigocada uno su lanza ocultndola en el agua, con lo cual manifiestamenteconocimos su traicin; por lo cual comenzamos desde luego, no slo adefendernos valerosamente, sino tambin a ofenderlos con rigor, entales trminos que desbaratamos y echamos a pique muchos de susbarcos, con no poco estrago suyo. Los dems, abandonadas con gravedao de ellos las barcas, escaparon a nado, quedando muertos veinte yheridos muchsimos ms, sin que por nuestra parte tuvisemos ms quecinco heridos levemente, los cuales, con el favor de Dios, todossanaron. Apresamos adems dos de las referidas mozuelas y treshombres, y despus visitamos sus casas y entramos en ellas; pero noencontramos cosa ninguna ni ms gente que dos viejas y un hombre

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    enfermo; y no quisimos poner fuego a las casas porque hicimosescrpulo de ello. En seguida nos volvimos a las naves con los cautivosreferidos, poniendo grillos a los tres hombres; pero uno de ellos y lasjvenes se nos escaparon con mucha destreza aquella misma noche.

    ******************** Fue visto, a los seis das, un gigante, pintado y vestido de igual

    suerte, por algunos que hacan lea. Empuaba arco y flechas.Acercndose a los nuestros, primero se tocaba la cabeza, el rostro y eltronco; despus haca lo mismo con los de ellos; y, por fin, elevaba alcielo la mano. Cuando el capitn general lo supo, mand un esquifepara que se apoderasen de l y que lo retuvieran en aquella isla delpuerto, donde habase construido ya una casa para los herreros y paraalmacn de los barcos. ste era ms alto an y mejor constituido quelos dems, y tan tratable y simptico. Frecuentemente bailaba, y alhacerlo, ms de una vez hunda los pies en tierra hasta un palmo.Permaneci entre nosotros muchos das; tantos, que lo bautizamos,llamndole Juan. Pronunciaba tan claro como nosotros, sino que conresonantsima voz Jess, Padre Nuestro, Ave Mara y Juan.Despus, el capitn general le dio una camisa, un jubn de pao, calzasde pao, una barretina, un espejo, un peine, campanillas y otras cosas,despidindolo. Fuese muy contento y feliz. Al da siguiente, trajo unode aquellos animales grandes al capitn general, por el que le dieronmuchas cosas a fin de que trajese ms. Pero nunca volvi. Pensamos silo habran muerto por haber conversado con nosotros.

    Un da, de pronto, descubrimos a un hombre de gigantescaestatura, el cual desnudo sobre la ribera del puerto, bailaba, cantaba yverta polvo sobre su cabeza. Mand el capitn general a uno de losnuestros hacia l para que imitase tales acciones en signo de paz y locondujera ante nuestro dicho jefe, sobre una islilla. Cuando se hall ensu presencia, y la nuestra, se maravill mucho y haca gestos con undedo hacia arriba, creyendo que bajbamos del cielo. Era tan alto l,que no le pasbamos de la cintura, y bien conforme; tena las facciones

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    grandes, pintadas de rojo, y alrededor de los ojos, de amarillo, con uncorazn trazado en el centro de cada mejilla. Los pocos cabellos quetena aparecan tintos en blanco; vesta piel de animal, cosidasutilmente en las juntas. Cuyo animal tiene la cabeza y orejas grandes,como una mula, el cuello y cuerpo como un camello, de ciervo laspatas y la cola de caballo -como ste relincha-. Abunda por las partesaquellas. Calzaban sus pies abarcas del mismo bicho, que no loscubran peor que zapatos, y empuaba un arco corto y grueso con lacuerda ms recia que las de un lad -de tripa del mismo animal-, apartede un puado de flechas de caa, ms bien cortas y emplumadas comolas nuestras. Por hierro, unas pas de yesca blanca y negra -como en lasflechas turcas-, conseguidas afilando sobre otra piedra.

    Hizo el capitn general que le dieran de comer y de beber, yentre las dems cosas que le mostr, psolo ante un espejo de acerogrande. Cuando se mir all, asustse sobre manera y salt atrs,derribando por el suelo a tres o cuatro de nuestros hombres. Luego leentreg campanillas, un espejo, un peine y algunos paternostri, yenvilo a tierra en compaa de cuatro hombres armados. Uncompaero suyo, que hasta aquel momento no haba querido acercarsea la nao, cuando le vi volver en compaa de los nuestros, corri aavisar a donde se encontraban los otros; y alineronse as, todosdesnudos. Cuando llegaron los nuestros, empezaron a bailar y a cantar,siempre con un dedo en lo alto, y ofrecindoles polvo blanco, de racesde hierba, en vasijas de barro: no otra cosa hubiesen podido darles paracomer. Indicronles los nuestros por seas que se acercaran a losbarcos, que ya les ayudaran a llevar sus cosas. Ante cuya demanda, loshombres tomaron solamente sus arcos, mientras sus mujeres, cargadascomo burros, traan el resto.

    Ellas no eran tan altas, pero s mucho ms gordas. Cuando lasvimos de cerca, nos quedamos atnitos: tienen las tetas largas hasta lamitad del brazo. Van pintadas y desvestidas como sus maridos, si no esque ante el sexo llevan un pellejn que lo cubre. Tiraba una de cuatro deaquellos animales, cachorros an, atados con fibras a manera de ronzal.Esas gentes, cuando quieren apoderarse de tales bichos, atan a uno de

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    los pequeos a alguna zarza. Acrcase los mayores para jugar con l, ylos salvajes, escondidos, lo matan a flechazos. Dieciocho nos trajeron alas naos, entre machos y hembras, y regresaron a las dos orillas delpuerto despus que nos quedamos con aquella mercadera.

    [c. 1520]

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    Flora y fauna La tierra de aquellos pases es muy frtil y amena, y abundante de

    muchas colinas, montes e infinitos valles, y regada por grandsimosros y salubrrimas fontes, y copiosamente llena de dilatadsimas selvasdensas, y apenas penetrables, y de toda generacin de fieras. rbolesgrandes arraigan all sin cultivador, de los cuales muchos frutos sondeleitables al gusto y tiles a los humanos cuerpos, otrosverdaderamente al contrario, y ningn fruto es all semejante a losnuestros. Se producen all innumerables especies de yerbas y races, delas cuales hacen pan y ptimas viandas, y tienen muchas simientesabsolutamente dismiles de stas nuestras. Ninguna especie de metalall se encuentra, excepto oro, el cual en aquellos pases abunda,aunque nada de ello hemos trados nosotros en esta nuestra primeranavegacin; y de esto nos dieron noticia los habitantes, los cuales nosafirmaban que all tierra adentro haba grandsima abundancia de oro yque entre ellos no es estimado en nada ni tenido en aprecio. Abundanlas perlas, como otras veces te he escrito: si quisiera recordar todas lascosas que all hay y escribir sobre las varias generaciones y multitud deanimales, sera cosa de todos modos prolija y considerable. Y creociertamente que nuestro Plinio no haya tocado la milsima parte de lageneracin de los papagayos y del resto de los otros pjaros eigualmente animales que estn en aquellos mismos pases con tantadiversidad de figuras y de colores, que Policleto, el artfice de laperfecta pintura, habra fracasado en pintarlos. Todos los rboles allson olorosos y mana de cada uno goma, o bien aceite, o bien cualquierotro licor, de los cuales, si las propiedades nos fueran conocidas, nodudo que a los humanos cuerpos seran saludables. Y ciertamente si elParaso Terrenal en alguna parte de la tierra est, estimo que no estarlejos de aquellos pases. De los cuales el lugar, como te he dicho, estal medioda, en tanta templanza de aire que all nunca se conocen ni losinviernos helados ni los veranos clidos.

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    ******************** Nos llam la atencin un animal que estaban asando, muy

    semejante a una serpiente, slo que no tena alas, y al parecer tanrstico y silvestre que causaba espanto. Caminando adelante a lo largode aquellas mismas barracas hallamos muchsimas de estas serpientesvivas, atados los pies y con una especie de bozales a la boca para queno pudiesen abrirla, como se suele hacer con los perros y otrosanimales para que no muerdan; pero es tan feroz el aspecto desemejantes serpientes, que tenindolas por venenosas no nosatrevamos a tocarlas; son tan grandes como un cabrito monts y debraza y media longitud. Tienen los pies largos, muy fornidos y armadosde fuertes uas; la piel de diverssimos colores; el hocico y el aspectode verdadera serpiente; desde las narices hasta la extremidad de la colales corre por toda la espalda una especie de cerda o pelo grueso, entrminos que verdaderamente parecen serpientes aquellos animales; y,sin embargo eso, los comen aquellas gentes.