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Estado, democracia y populismo en Amrica Latina / Editores Ana Mara Sallenave,Carolina Galindo y Adolfo Chaparro.Escuela de Ciencias Humanas. Bogot:
Editorial Universidad del Rosario, 2008.338 p.(Coleccin Textos de Ciencias Humanas).
ISBN: 978-958-8378-34-3
Ciencia Poltica / Ciencia Poltica Amrica Latina / Democracia Amrica Latina /Estado Amrica Latina / Populismo Amrica Latina / I. Ttulo / II. Serie.
320.9 SCDD 20
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Carolina GalindoAna Mara Sallenave
Adolfo ChaparroEditores
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CLACSO cuenta con el apoyo de laAgencia Sueca de Desarrollo Internacional
Secretario Ejecutivo: Emir SaderSecretario Ejecutivo Adjunto: Pablo Gentili
rea de difusin y Produccin Editorial del CLACSOCoordinador: Jorge FragaPrograma de CoedicionesCoordinador: Horacio TarcusAsistente editorial: Lucas Sablich
Primera edicin: Estado, democracia y populismo en Amrica Latina
Adolfo Chaparro Amaya, Evelina Danino, Carolina Galindo, Fernn Gonzlez, Christian Gros, Margarita LpezMaya, Medfilo Medina, Wolfgang Merkel, Liisa North, Luis Javier Orjuela, Luis Tapia, Carlos M. Vilas
CLACSO, COEDITORES
ISBN: 978-958-8378-34-3
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2008 Editorial Universidad del Rosario
2008 Universidad Colegio Mayor de Nuestra Seora del Rosario, Escuela de Ciencias Humanas 2008 Adolfo Chaparro Amaya, Evelina Danino, Carolina Galindo, Fernn Gonzlez, Chris-
tian Gros, Margarita Lpez Maya, Medfilo Medina, Wolfgang Merkel, Liisa North, Luis JavierOrjuela, Luis Tapia, Carlos M. Vilas
CLACSO, COEDITORES
Coordinacin editorial: Editorial Universidad del RosarioCorreccin de estilo: Rodrigo Daz
Diagramacin: Margoth C. de OlivosDiseo de cubierta: Antonio Alarcn
Impresin: CargraphicsEditorial Universidad del Rosario
Carrera 7 No. 13-41 Tel.: 2970200 ext [email protected]
Todos los derechos reservados. Esta obra no puede ser reproducida sin el permiso previo escritode la Editorial Universidad del Rosario.
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Contenido
Introduccin ...................................................................................................... 9
Adolfo Chaparro Amaya
Primera parte
El problema del mtodo: entre el anlisis estructural
y la interpretacin histrica
1. Democracias enraizadas y defectuosas ....................................................... 21
Wolfgang Merkel
2. El retorno de los caudillos en Iberoamrica ................................................ 51
Fernn E. Gonzlez
Segunda parteLa vigencia del concepto de hegemona
3. lites y hegemona a finales del siglo XXen Colombia ................................ 118
Luis Javier Orjuela
4. Militares y Estado en Ecuador: construccin militar y
desmantelamiento civil? ............................................................................. 130
Liisa North
Tercera parte
La tesis de la autonoma relativa del Estado
5. La revalorizacin del Estado despus del Consenso de Washington.
Hacia atrs o hacia adelante? .................................................................. 144
Carlos M. Vilas
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6. La coyuntura de la autonoma relativa del Estado en Bolivia ..................... 173
Luis Tapia
Cuarta parte
Ciudadana y movimientos sociales
7. Los significados de ciudadana en Amrica Latina .................................... 194
Evelina Dagnino
8. Etnicizar la poltica o politizar la etnicidad?: la paradojalatinoamericana .......................................................................................... 228
Christian Gros
Quinta parte
El debate sobre el populismo
9. El desafo democrtico en Amrica Latina: a propsito de los nuevos
populismos ................................................................................................. 244Carolina Galindo Hernndez
10. El Estado venezolano y la Revolucin Bolivariana ..................................... 268
Margarita Lpez Maya
11. La poltica social del gobierno bolivariano.................................................. 288
Medfilo Medina
12. Un falso dilema para los gobiernos de Amrica Latina: entre democracia
y populismo ................................................................................................ 294
Adolfo Chaparro Amaya
ndice analtico ................................................................................................. 320
Autores ............................................................................................................. 332
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Introduccin
Sin duda alguna, Amrica Latina es una de las regiones de la periferia que, a la ac-tualidad, cuenta con el mayor nmero de estudios comprensivos de tipo histrico,
econmico y cultural realizadas por sus propios intelectuales y acadmicos. Durantealgunos periodos la nocin misma de lo latinoamericano ha sido ignorada o puesta encuestin, pero es un hecho que en los ltimos aos los estudiosos la observan como unconjunto de pases con caractersticas propias y con una historia en comn respecto
de las dems regiones del sistema mundo. Sin entrar a hacer una evaluacin juiciosa dela tradicin, se observa que las grandes lneas de interpretacin han cambiado. De lashistorias apologticas a la fundacin hispana se ha pasado a una visin crtica dela conquista y de la colonizacin espaola. El modelo desarrollista y el paradigmamodernizante han sido relativizados por una nocin radical de la diversidad cultural
y por una nocin no evolucionista de la modernidad. Igual sucede en trminos po-lticos y econmicos: ya no es suficiente evocar los partidos como referencia de unainstitucionalidad poltica patrocinada por las lites o los modelos econmicos como underrotero incuestionable de la poltica gubernamental, sino que se han abierto diversas
formas de abordar lo poltico al mismo tiempo que se han puesto en prctica pro-yectos econmicos que cuestionan, con mayor o menor nfasis, los dictados de losgrandes centros del desarrollo econmico mundial.
Este texto no da cuenta de esa historia rica y compleja pero pretende actualizar
tales desarrollos y debates desde la ptica de tericos ocupados de lo latinoamericano que,a nuestro juicio, han incidido claramente en el anlisis de las Transformaciones recientesdel Estado en Latinoamrica.1En la mayor parte de los casos se trata de autores conuna larga trayectoria acadmica, que han estado atentos a los desarrollos de su propio
pas, al tiempo que han ido elaborando perspectivas tericas en dilogo con el estado delarte actual, respecto de los problemas centrales de la ciencia poltica contempornea,
especialmente en lo que se refiere al desarrollo del Estado y la democracia.Estos dos nodos problemticos convocan por s mismos un campo mucho ms
amplio, el cual resulta inabordable desde una teora particular, y que sera poco rele-vante si no se atiende a las especificidades polticas y econmicas de cada pas. Ental sentido, los editores de este libro reconocemos los lmites en cuanto a extensin
1 Este es el ttulo del seminario internacional realizado en Bogot durante el segundo semestre de 2006,dentro del proceso de investigacin del grupo Estudios sobre Identidad de la Universidad del Rosario.
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temtica, al dejar por fuera del anlisis a algunos pases, lo mismo que perspectivas
tericas importantes, pero pensamos que los casos abordados y las perspectivas deanlisis recopiladas dan cuenta, en buena parte, de un diagnstico actual del problema
del Estado y de la democracia en Amrica Latina. Para la organizacin del texto hemos
procedido resaltando perspectivas tericas de alcance regional y anlisis de casos es-
pecficos. Dado que esas perspectivas no siempre coinciden entre s o estn en abierta
oposicin, quisiramos presentar brevemente algunas de las discusiones implcitas en
el texto final, las cuales slo se ponen en evidencia en una lectura del conjunto.
En el primer bloque se contrastan dos modelos de anlisis que podramos lla-
mar, esquemticamente, el modelo global estructural de la democracia y el modelo
historicista del desarrollo poltico de Amrica Latina. El primero ha sido desarrollado porWolfgang Merkel, quien presenta cinco variables relacionadas entre s, con el fin de
medir el arraigo de las democracias en todo el mundo. Estas variables son el rgimen
electoral, los derechos polticos, los derechos civiles, el control horizontal de poderes
y la capacidad efectiva para gobernar. Al otorgar ndices precisos de medicin a cada
uno de estos factores se pueden ranquear todas las democracias del mundo. Aquellas
en donde los factores anotados se cumplen adecuadamente y se entrelazan armnica-
mente entre s se las llamar democracias enraizadas, por el contrario, donde algunos
de estos factores no se han consolidado se hablar de democracias defectuosas.
Los resultados de este mtodo se pueden constatar en el primer captulo. Porahora, simplemente quisiramos sealar algunas objeciones al modelo. La primera y
ms importante es su visin progresista del desarrollo de la democracia, sin tener en
cuenta los factores histricos que diferencian poltica y culturalmente las distintas
regiones del mundo. Esta ausencia de una perspectiva histrica local hace que las va-
riables en juego se presenten como horizontes normativos que, finalmente, tendran
como referencia los pases del primer mundo. En ese sentido, a la pertinencia de las
variables como factores de anlisis para el presente habra que aadir la dinmica
histrica en la cual se han gestado y desarrollado, as como su incidencia en la con-
solidacin de la democracia en cada pas. Otra dificultad de este modelo es que, apesar de la crtica reiterada a la identificacin de la democracia con el puro derecho
al voto, deja la impresin de que en su punto de partida el modelo propuesto por
Merkel no considera ninguna otra opcin de definicin de la democracia distinta de
la representativa.
Por otro lado, el conjunto del modelo supone como algo dado el desarrollo de
un Estado constitucional que antecede como condicin de posibilidad para la realiza-
cin efectiva de cada una de estas variables. Como veremos, el desarrollo histrico del
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Estado es justamente un supuesto que es necesario elaborar cuidadosamente y que
afecta la estructura misma del problema.Pese a estas objeciones, es importante resaltar la forma cmo Merkel logra poner
de presente los criterios y optimizacin de la democracia respecto de cada variable. De esamanera, el valor que le otorga a la opinin colectiva, a la competicin transparentepor los puestos de poder, a la independencia de los tribunales de justicia, a la prcticasana que funcionarios e instituciones deben hacer para rendir cuentas pblicamente
y, particularmente, a la relacin que establece entre desigualdad econmica y dismi-
nucin de los derechos ciudadanos, todos estos factores de anlisis pueden llegar aser especialmente ricos en el diagnstico ms complejo de las democracias reales,especialmente en pases donde la exclusin social es el mayor impedimento para la con-solidacin de la democracia, como es el caso de las democracias latinoamericanas.
En el polo extremo encontramos el texto de Fernn Gonzlez. En ste se pro-pone, de entrada, un anlisis de la poltica claramente historicista, el cual se aleja delos enfoques que privilegian los conceptos tpicos de la filosofa o de la ciencia polticatradicional. Para el caso, Gonzlez intenta una relectura de la historia poltica la-
tinoamericana a la luz del populismo, caracterizado segn dos principios de lo queel autor llama el populismo de primera generacin: (i) la idealizacin del pueblo, enun contexto de modernizacin de la produccin y de la vida urbana y, (ii) el carcterincluyente del populismo que permite reconocer, a mediados del siglo veinte, la emer-
gencia de las clases trabajadoras como actores importantes de la vida social en todaLatinoamrica. Frente a estos elementos positivos del populismo, el autor insiste enla forma como la relacin directa de los lderes con la masa desposeda genera diversostipos de caudillismo y, en el peor de los casos, dictaduras personalistas.
La tesis de Gonzlez es que el populismo es una consecuencia inevitable delcapitalismo en los pases perifricos, lo que propicia la convivencia de constitucionesformales de tipo liberal con relaciones y prcticas polticas que normalmente gi-ran en torno al caudillo, al cacique o al gamonal. Ms all de las contradicciones que
pone en evidencia el populismo, esta convivencia permite considerar efectivamente al
Estado como un creador de lo social, por encima de las clases sociales, sin que esaafirmacin impida poner en evidencia el carcter fragmentado o diferenciado de la mo-dernidad agenciada por el Estado. En otras palabras, las pretensiones de igualdad yautonoma que pretende la modernidad chocan permanentemente con el patronazgo
oligrquico de las lites en el poder. An as, para Gonzlez, de esa tensin surge unaespecie de patronazgo estatal burocrtico que escapa a la verticalidad del patronazgooligrquico, por lo cual el clientelismo se constituye en una especie de mal necesariopropio de los partidos y que preside la formacin de la democracia real en la mayora
de los pases latinoamericanos.
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Con esos presupuestos y con la utilizacin de conceptos ms precisos para el
anlisis de cada caso, Gonzlez se ocupa del desarrollo del populismo en Per, Bolivia,Venezuela y, especialmente, Colombia. De este anlisis se puede deducir una relacinambigua del populismo con la democracia representativa, lo que en parte explica porquestos lderes se mueven en una frontera indefinible entre la dictadura y la democracia.
Al final, el autor deja en el aire la idea de que el gobierno del presidente Uribe en Co-lombia podra ser analizado como un caso de neopopulismo. Esta idea ser motivo deuna discusin ms detallada en los ltimos captulos del libro. Entretanto, vale la penaresaltar los aportes novedosos que propone el enfoque de Gonzlez: (i) la capacidad
para entrar en el debate terico con elementos del contexto histrico, (ii) la propuestade una historia compleja que permite considerar diversos factores y escalas de anlisis
y, por ltimo (iii) la certeza de que conceptos como Estado o democracia no pueden serdefinidos de una vez por todas ni tener la impronta de un modelo definitivo.
El segundo bloque se plantea a travs de la relacin de dos autores que comparten
en buena medida el concepto de hegemona como punto de partida para el anlisis delos casos colombiano y ecuatoriano. En efecto, Orjuela parte del concepto de hegemona,definida como el consenso que una determinada lite logra en la direccin poltica ymoral de una sociedad. El autor muestra cmo el momento ms interesante en que
esa hegemona pudo haberse convertido en un instrumento de integracin social y deconsolidacin de un proyecto nacionalista en Colombia fue en el gobierno de Alfonso
Lpez Pumarejo. A partir de esa referencia histrica romntica, muestra los fracasosde la lite colombiana para consolidarse como clase hegemnica en la direccin de la
sociedad. Como ejemplo reciente, cita el conflicto de las lites econmicas en los aosochenta entre aperturismo y proteccionismo econmico, sealando la forma comolos partidarios del primero lograron aprovechar la nueva lgica de acumulacin decapitalismo financiero y su capacidad de apropiacin de los sectores tradicionalmen-
te estatales como electricidad, telecomunicaciones e hidrocarburos, a travs de laprivatizacin.
En una mirada ms detallada, Orjuela analiza la nueva composicin del funcio-
nariado estatal que va desplazando a los abogados por economistas y tecncratas, loscuales promueven y agencian claramente el modelo neoliberal. Lo paradjico es queel pas nacional ha adoptado una nueva constitucin que en buena parte tiene comonorte la justicia social y la defensa de los derechos ciudadanos, por lo cual terminarpor ser incompatible con los axiomas de la nueva lgica de acumulacin a nivel glo-
bal. En otras palabras, la fisura que se muestra al interior de la clase hegemnica esrealmente la imposibilidad de que las mayoras accedan a los beneficios del desarrolloeconmico y social que est implcito en los principios de la Constitucin de 1991.
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En una lnea parecida, Liisa North muestra, para el caso del Ecuador, cmo lo
que Merkel llamara una democracia delegativa se mueve a lo largo del siglo veinte enuna tensin constante entre los patrones de dominacin sociopoltica que le otorgana las lites el privilegio de utilizar el Estado para su propio beneficio y las sucesivasiniciativas de los militares ecuatorianos por construir un Estado que no fuese propie-
dad de estas lites y que, en trminos muy amplios, pudiera estar al servicio generaldel pueblo. Esta relacin paradjica entre los militares y los sectores dominantes fueminando la hegemona del sector financiero-comercial-terrateniente en su accesodirecto al Estado, y permiti un reconocimiento de las minoras tnicas y el estable-
cimiento de otros patrones de organizacin sociopoltica de las clases subordinadas.Lo fundamental para North fue la ruptura, nunca definitiva, de las formas serviles detrabajo que la clase terrateniente haba impuesto a la mayora indgena campesina.En los aos ochenta, esa tensin se resuelve en buena parte a favor de los sectoressubordinados, en la medida en que el Estado y la nacin se colocan por encima de los
intereses privados y la cuestin social se asume como poltica del Estado.Simultneamente, los sectores indgenas se organizan como un grupo de pre-
sin y logran intervenir directamente en la eleccin y/o destitucin de los gobernantescorruptos o ineficientes. Para North los intentos de reforma agraria y la destinacin de
recursos petroleros en polticas sociales expresan este ascenso de las clases subordina-das, y si bien el conflicto entre los gobiernos civiles de talante neoliberal y los graves
problemas de pobreza y conflicto social que padece Ecuador no estn resueltos, lo quele interesa resaltar es el papel y la legitimidad que las fuerzas armadas han ganado
entre la poblacin como rbitros de la resolucin de conflictos.Un tercer bloque recoge los aportes de Carlos Vilas y Luis Tapia a la clarificacin
de un concepto especialmente rico para la evaluacin de los gobiernos latinoamerica-nos: la autonoma relativa del Estado. Segn Vilas, en la ltima dcada los Estados
latinoamericanos han tenido un papel cada vez ms activo como instrumentos depoltica y gestin del bienestar social de las mayoras, en contrava con los dictadosdel mercado sealados por el consenso de Washington. Este reenfoque ha permitido
volver a formular las relaciones de poder entre los actores sociales, estableciendo unnuevo equilibrio entre los propsitos del Estado y las leyes del mercado. En ese contex-to, la autonoma relativa designa la mayor o menor capacidad el Estado para respondera los intereses generales de la nacin transformando las estructuras tradicionales delpoder sociopoltico.
Con el nimo de extender esta tesis al conjunto de los pases latinoamericanos,Vilas se propone refutar la tesis neoliberal segn la cual el Estado y la poltica gene-ran distorsiones e irracionalidades en la vida econmica, poniendo en evidencia lasbajas tasas de crecimiento, los fenmenos de hiperinflacin de los aos noventa, el
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aumento de la informalidad en el empleo y el crecimiento de la pobreza en la mayora
de nuestros pases durante este perodo. De otra parte, resalta la iniciativa de algunosgobiernos en la recuperacin y el control de los recursos energticos, la creacin deempresas transnacionales en la regin, y el efecto simblico del desendeudamiento quepusieron en prctica Argentina y Brasil en su momento. Aunque quizs resulte demasiado
optimista su apuesta a la recuperacin del Estado como herramienta de desarrollo ybienestar de toda la poblacin, es innegable que varios gobiernos latinoamericanoshan puesto en marcha cierta autonoma respecto de los grupos de poder econmicointernos y externos, con resultados satisfactorios.
En un anlisis puntual, Tapia muestra la eficacia de algunos de estos criteriospara la definicin de la autonoma relativa del Estado, aplicada al caso boliviano. Enun recuento histrico, el autor seala la Revolucin de 1952 como el primer momentode autonoma relativa del Estado, en la medida en que las capas medias obreras ycampesinas se aglutinan alrededor de un partido nacionalista y logran desplazar a
las lites terratenientes tradicionales de los cargos de gobierno. Si bien de esta alian-za surge una burguesa tradicional, la cual termina por monopolizar la direccin delEstado a travs de partidos conformados bsicamente por empresarios, ese primergesto autonmico se ir consolidando hasta el presente como una exigencia cada vez
mayor de nacionalizacin de los recursos, de descolonizacin cultural, y en formaspolticas novedosas de oposicin incluso de reversin a procesos de privatizacin
que parecan ya definitivos.Para Tapia lo que sucede actualmente en Bolivia es la afirmacin de ese principio
de autonoma relativa en la medida en que, por primera vez, un partido campesino deascendencia indgena accede a la direccin del Ejecutivo. Por eso, si bien esa autono-ma sucede dentro de un desarrollo particular del capitalismo, los procesos de democra-tizacin y el acceso a los cargos de representacin, adems de la consolidacin de
un movimiento social y comunitario de base, y el ejercicio de los derechos sociales,han hecho que la democracia en Bolivia adquiera un contenido sustantivo que tras-ciende la mera representacin. Ms an, se trata de una redistribucin del poder que
incide en el legislativo y en el Ejecutivo, haciendo posible que los representantes delas comunidades accedan a cargos regionales como concejales y diputados, y que losrepresentantes de los trabajadores, incluidas las representantes de las trabajadorasdomsticas, tengan un lugar en el gabinete de Evo Morales.
Esta restitucin del papel del Estado en la rearticulacin de lo social ha provo-
cado un fuerte movimiento de nacionalizacin de los recursos y, eventualmente, de laredistribucin de la tierra. A futuro, y a pesar de los conflictos que han generado entreel gobierno y los sectores latifundistas y ganaderos, se espera que estas transforma-ciones queden establecidas en una nueva Constitucin. Tapia insiste en que ahora
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son los partidos de los trabajadores y los representantes de los pueblos originarios
los encargados de administrar el capitalismo, a travs de esta nueva burocracia pol-tica de origen campesino y popular, lo que no impide que el manejo de ese margen deautonoma del Estado haya abierto una nueva expectativa poltica y social para lasmayoras indgenas y campesinas.
El cuarto bloque explora los nuevos caminos que para el anlisis y la praxis polticaofrece el concepto de ciudadana inspirada en los movimientos sociales y en lo quepodramos llamar el auge en la exigencia de los ciudadanos por el derecho a tenerderechos. Atenta a esa dinmica, Evelina Dagnino ha puesto el concepto de ciudadana
en el centro de su perspectiva terica y de su propuesta poltica. En realidad, ms all dela discusin acadmica, para la cual Dagnino propone cuestionar las ideas dominantesde la poltica, su inters est en incluir dentro del pensamiento y la agenda pblica,nuevos sujetos, instituciones y procesos que permitan democratizar la democracia.Para ello, tiene en cuenta las nuevas interpretaciones del concepto de ciudadana,
las cuales recogen las formas como los movimientos sociales se han apropiado delconcepto de ciudadana, de raigambre liberal.
Dagnino abandona la nocin de ciudadana como la simple inclusin de los in-dividuos al mercado y la pone en el centro de proyectos participativos y democrticos
que propenden por la realizacin de los derechos de los trabajadores y de la ciudadanaen general. Las luchas en las cuales est inspirada esta resignificacin de la ciudada-
na involucran las demandas populares por vivienda, tierra, agua y educacin, entreotras. Al darle nuevos usos y contenidos, el concepto puede ser aplicado a proyectos
polticos especficos, a la vez que le da sustento terico a la reinterpretacin que de laciudadana han hecho algunos gobiernos, as como las ONG y los movimientos socia-les. En esa perspectiva, el concepto exige la agencia de sujetos sociales activos que noslo buscan reivindicaciones redistributivas, sino tambin formas de reconocimiento que
benefician a grupos culturales especficos como los afrodescendientes, los indgenas,las mujeres y los homosexuales.
En trminos polticos, el punto central de esta transformacin de las prcticas
sociales a partir de una nueva construccin de ciudadana es el derecho a participar enla definicin del sistema poltico, lo que excede en mucho la concepcin de ciudadanacomo pura participacin en las elecciones. En otras palabras, la ciudadana activa suponeun tipo de participacin que se mide por la posibilidad y la capacidad que los sectoresms amplios de la poblacin tienen para compartir el poder en las decisiones de los
gobiernos locales, regionales y/o nacionales. De esa manera se rehabilita la esferapblica, en un plano que no puede ser instrumentalizado por el proyecto neoliberal yque orienta luchas especficas y prcticas concretas. Al final, la autora reconoce lasparadojas de su propuesta, en la medida en que la poltica de los proyectos neolibe-
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rales sigue siendo fuertemente seductora ya que identifica ciudadana con inclusin
en el mercado y goce de las libertades individuales. Justamente ese acento en la indi-vidualidad muchas veces es incompatible con las prcticas que exigen la construccinde una ciudadana cuyo objetivo es la igualdad, la participacin y la democracia plena.Por eso mismo, Dagnino deja en entredicho la coherencia del concepto de ciudadana en
cuanto su pleno significado slo se podra revelar en la adopcin prctica y proactivade sus implicaciones por parte de la sociedad.
Un ejemplo de las dificultades que tiene este concepto de ciudadana desdeabajo es analizado por Christian Gros en relacin con los movimientos indgenas en
Latinoamrica. El planteamiento de Gros pone en primer plano la disociacin entreel reconocimiento de derechos formales que otorgan las nuevas constituciones a lasminoras indgenas lo que ha permitido implementar leyes de discriminacin positiva
y ha reforzado los procesos de afirmacin identitaria y los conflictos de interesesque el reconocimiento de estos derechos ha creado con relacin a otros actores sociales.
En efecto, los territorios indgenas y afro de todo el continente son especialmente ricos enrecursos hdricos, mineros, forestales, sometidos a una continua presin por los inte-reses pblicos y privados. En ese conflicto, los derechos terminan por ser inviablesdentro de las decisiones estratgicas del desarrollo econmico de la nacin.
La paradoja que ha generado este conflicto de intereses es que si bien las comunida-des indgenas gozan de una mayor visibilidad y de una especie de reivindicacin simblica,
adems de una mayor capacidad organizativa reconocida legtimamente, por otraparte, la mayora de ellos sigue siendo parte de la poblacin ms pobre del continente.
Para Gros esta incoherencia se explica, en parte, por el hecho de que los ind-genas apenas estn aprendiendo a gobernar con las reglas institucionales, por locual, si bien algunos han accedido a importantes cargos de eleccin popular, una vezen el poder no han logrado llenar las expectativas de las mayoras que los han ele-
gido. La conclusin es que la pura ciudadana no resuelve problemas y procesos comola desintegracin de las comunidades tradicionales, la crisis del modelo indigenista, laambigedad que tanto los indgenas como el Estado tienen respecto de su entrada en
la modernidad y, especialmente, los debates que al interior de las propias comunidadesgenera el abandono de prcticas autoritarias revestidas por el aura de la tradicin. Ensntesis, el problema es hasta dnde estos modos de vida resultan contradictorios ypoco viables en el contexto de una economa de mercado y en relacin con una con-cepcin liberal de los derechos.
El ltimo bloque da cuenta de la actualidad del debate sobre la experiencia del po-pulismo en Amrica Latina y busca aclarar la pertinencia del concepto de populismo, paradescribir las experiencias de recientes gobiernos de izquierda a los cuales se aplica estetrmino como una forma de descalificacin. En ese intento, Carolina Galindo establece cinco
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caractersticas que permitiran reconocer un gobierno populista: el liderazgo personalistay paternalista; la condicin heterognea de partidos y grupos sociales; la relacin lder/masa que salta la institucionalidad; una ideologa amorfa, normalmente antielitista;
y mtodos clientelistas y/o redistributivos en el manejo de la economa. A partir de estascaractersticas Galindo entra en el debate para defender la tesis segn la cual no se puededescribir a los gobiernos de carcter neoliberal como neopopulistas. Siguiendo a Vilas, laautora recaba en la tradicin histrica del populismo en Amrica Latina y muestra cmofrente a la convocatoria popular y al carcter incluyente de los primeros populismos, porprincipio, el neoliberalismo sera justo la antpoda de esta tendencia.
A continuacin, en el examen de la relacin directa entre gobiernos de izquier-da y el populismo, acude a casos recientes. Como la mayora de los autores, Galindo
resalta las formas de inclusin que ha propiciado un gobierno como el de Evo Morales,a partir de las cuales se perfilan nuevas formas democrticas que invierten la relacinentre dirigidos y dirigentes. Por contraste, seala el carcter antidemocrtico que se derivade la relacin vertical entre el lder y la masa en el caso del proyecto bolivariano en
Venezuela. El punto de diferenciacin, finalmente, estara entonces en la forma cmouno u otro gobierno propicia la deliberacin, la consulta y la participacin, apartndosede la prctica de los gobiernos donde el rasgo autoritario y paternalista del populismoimpide el acceso de las grandes mayoras a un ejercicio claro de autoorganizacin yauto representacin.
De todas maneras, se percibe que estos conceptos finalmente slo resultan tilessi tienen en cuenta el carcter ambiguo de las democracias latinoamericanas, en dondela mezcla entre democracia y populismo, entre democracia delegativa y democraciarepresentativa y entre apertura formal a un Estado de derecho social y aplicacin delmodelo liberal, ha terminado por crear regmenes hbridos que es necesario describiren su especificidad.
Uno de los casos ms interesantes para aclarar esta relacin ambigua entredemocracia y populismo es el del gobierno bolivariano en la Repblica de Venezuela.Con esa intencin invitamos a Margarita Lpez Maya a hacer un anlisis histrico ypoltico del ascenso de Hugo Chvez al gobierno de Venezuela. Lpez Maya hace uso
de las categoras puestas en juego hasta el momento en los debates reseados, asu-miendo una perspectiva que ella llama de historia reciente. De entrada, reconoce queHugo Chvez representa una nueva alianza hegemnica bsicamente los excluidos,las clases populares, un sector de la clase media y la nueva burocracia estatal en latradicin democrtica venezolana, con un claro rechazo al sistema de partidos tradi-cional y en el intento de consolidar una reforma radical del Estado que pudiera serlegitimada en trminos constitucionales. En ese sentido, Lpez Maya resalta el papelde las mayoras en este proceso, el planteamiento de una democracia participativaarticulada a nuevas instituciones y la poltica social del gobierno de Chvez. Pero, de
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otro lado, no desconoce la creciente oposicin ciudadana al proyecto bolivariano, la
cual ha llevado a una polarizacin cada vez ms aguda de la sociedad venezolana. Dela exposicin de podemos deducir que, en lo tocante a la discusin acerca del populismodel presidente Chvez, se prefiere mostrar las nuevas formas de participacin popularcomo una mezcla entre democracia representativa y democracia directa, de la misma
manera que se interpreta la poltica social del gobierno de Chvez como una ruptura ne-cesaria con la forma en que las lites tradicionales utilizaron durante el siglo pasadola renta petrolera en beneficio propio y, en buena medida, de la clase media.
El texto de Medfilo Medina precisa, justamente, cmo nuevos segmentos socia-
les han venido a ocupar la atencin de las polticas sociales del gobierno bolivariano.Aunque parece prematuro hacer un balance de conjunto, el autor precisa aspectosnovedosos de polticas puntuales, como Mercal y las misiones, que no slo han lle-gado a grandes sectores populares, a marginados extremos y a poblaciones rurales eindgenas, sino que, a su juicio, plantean un reto al calificativo de populistas en tres
aspectos: el diseo tecnocrtico, el impulso a la produccin y la claridad con que elEstado responde a demandas concretas que slo se pueden resolver a travs de polti-cas pblicas. Este balance le permite a Medina suponer que el chavismo puede tenerun impacto importante en los discursos y las polticas sociales a nivel internacional.
Siguiendo la discusin, en un intento de concluir algunos de los temas centra-les del libro, Adolfo Chaparro vuelve sobre el problema conceptual del populismo. En
su perspectiva, siguiendo a Canovan, populismo y democracia seran indisociables,dado que uno y otra apelan al pueblo para legitimar el poder soberano. El punto, dice
el autor, es que el momento populista normalmente es reemplazado por las tcnicas yprocedimientos propios de la democracia formal. Por eso, las promesas populistas puestasen el escenario de la poltica real, normalmente terminan por aplazar su realizacin yadoptan la forma de la pura demagogia, o recurren a reformas graduales que sean viables
dentro del capitalismo.Otro punto importante es que Chaparro se aleja de Vilas y Galindo, para defen-
der la tesis segn la cual es posible extender la caracterizacin de neopopulismo a
los gobiernos neoliberales. Un primer argumento es que, a la luz de las experienciasrecientes en Colombia y Venezuela, no se puede afirmar que la voz del pueblo seauna expresin polticamente correcta en s misma. El otro argumento sigue a Laclauen la idea de que es posible encontrar promesas populistas de carcter reactivo, an-tidemocrtico e incluso dictatorial que satisfacen una cierta demanda de unidad y de
identidad popular. En efecto, la falsa totalizacin que propone el populismo proyectauna idea de pueblo que puede aplazar, incluso renunciar, a las demandas particularesde cada uno de los grupos sociales frente al gobierno. Es el caso de la demanda deseguridad que permiti al presidente Uribe acceder al poder y que lo mantiene an
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con altos ndices de popularidad. La diferencia es que en vez de atacar a una lite
econmica, Uribe enfoca la unidad del pueblo alrededor del rechazo radical a las gue-rrillas, consideradas como el enemigo fundamental de la democracia. Por esa va semantiene la unidad del pueblo, sin que el mismo pueblo elector repare en las medidasantidemocrticas que legitima con su apoyo.
Respecto de Chvez y Evo Morales, Chaparro considera que el apelativo de populistasen realidad lo que hace es minimizar o desestimar cambios estructurales que se han dadoen estos dos gobiernos y que en algunos aspectos exceden claramente la convocatoriapopulista. Si la poltica econmica de Chvez se legitima y se institucionaliza a largo pla-
zo, y si las organizaciones campesinas e indgenas de Bolivia entran a formar parte de lavida social y poltica de su pas, podramos afirmar entonces que el momento populista deestos dos gobiernos ha sido desbordado por procedimientos que transforman de maneradefinitiva la estructura del Estado y la concepcin tradicional de democracia. Desde luego,slo la historia podra darnos una respuesta sobre este desarrollo.
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Agradecemos a la Universidad del Rosario la confianza y el apoyo brindado en
el desarrollo del Seminario y de esta publicacin, particularmente a lvaro Villegas,Irina Mendoza, Johanna Tafur, Martha Castaeda, Zorayda Crdenas, Mara del Ro-
sario ngel, Jaidith Pacheco y don Jos Mara, de la Escuela de Ciencias Humanas yde la Facultad de Educacin Continuada sin cuyo apoyo desde la administracin, la
planeacin y la logstica hubiera sido imposible este proceso. Desde luego, a los colegasquienes con sus textos y su participacin en la discusin han hecho posible este libroque ponemos a consideracin de los lectores en Amrica Latina. A Carlos Hernn Marn,Decano de la Facultad de Filosofa de la Universidad de la Salle. Asimismo, al trabajo
y dedicacin de Blanca Esther Aranguren y Dayana Corts del Programa de Especia-lizacin en Traduccin de la Universidad del Rosario, as como el de la doctora Sonia
Alonso en el Wissenschaftszentrum Berlin fr Sozialforschung(WZB), en la traduccin
y correccin de algunos de los textos presentados en esta compilacin. Igual gratituda Gary Edwards, del Instituto de Estudios del Desarrollo de la Universidad de Sussex,
y a Edison Hurtado, de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso)sede Quito, por su apoyo a travs de la cesin de los derechos de publicacin de losartculos de Evelina Dagnino y Liisa North. Por ltimo, y muy especialmente, recordar
el entusiasmo, las crticas y la asesora del colega Wilson Herrera. Por supuesto, laresponsabilidad de los desaciertos presentados es exclusiva de los editores.
Adolfo Chaparro
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