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UNIVERSIDAD DE LOS ANDES Facultad de Ciencias Sociales Departamento de Ciencia Política EL POPULIS MO COLOMBIANO Director: Luis Javier Orjuela Lector: Rodolfo Masías Realizada por: Maria Alexandra Sánchez Torres Bogotá D.C., Enero de 2005

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UNIVERSIDAD DE LOS ANDES

Facultad de Ciencias Sociales

Departamento de Ciencia Política

EL POPULISMO COLOMBIANO

Director: Luis Javier Orjuela

Lector: Rodolfo Masías

Realizada por: Maria Alexandra Sánchez Torres

Bogotá D.C., Enero de 2005

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ÍNDICE

Páginas

Introducción………………………………………………………………................... 2

Marco teórico “UN CONCEPTO AMBIGUO: EL POPULISMO”………….............. 5

Segundo Capítulo “LA EXPERIENCIA POPULISTA EN COLOMBIA”…............... 26

Tercer Capítulo “FACTORES QUE EXPLICAN LA IMPOSIBILIDAD DEL

POPULISMO EN COLOMBIA”……………………………………………............... 50

Conclusiones………………………………………………………………….............. 61

Bibliografía……………………………………………………………………............ 64

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2

INTRODUCCIÓN

Para la Ciencia Política, el estudio del populismo es interesante en la medida en que los

gobernantes populistas “no suelen estar inspirados por obras doctrinales de interés, ni

presentan programas o proyectos concretos de reorganización social, sino manifiestos

difusos y vacuos; no poseen instituciones representativas nítidas y estables, sino que se

agrupan y se vinculan afectivamente (a veces, aunque no siempre, de manera volátil)

alrededor de personalidades poderosas”1.

Para mi caso en particular, el populismo resulta ser una forma política interesante no sólo

por las particularidades del fenómeno y por la diversidad de aspectos que lo comprenden,

sino que también representa una etapa de la historia de diversas regiones y países.

Dependiendo del lugar, el populismo asume una connotación particular y acorde con las

condiciones históricas específicas de cada región y país. No es lo mismo el populismo

norteamericano que el ruso, ni ambos fenómenos son semejantes al populismo de los países

latinoamericanos. Aunque pueden llegar a compartir características similares, no es

adecuado ni pertinente generalizar el término pues su aparición y desarrollo responden a

aspectos particulares de la historia de cada nación.

América Latina resulta ser una región muy interesante para el estudio del populismo porque

a pesar de que el surgimiento y desarrollo del fenómeno populista dependen de

características históricas muy particulares de cada país, después de las primeras expresiones

1JUNCO, José y GONZALES LEANDRI, Ricardo (compiladores). El populismo en España y América. España: Editorial Catriel, 1994. p. 11

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populistas de los años 30, el populismo ha aparecido de manera recurrente en los países

latinoamericanos. Perú, Venezuela, Brasil, Ecuador, Argentina, son algunos de los países

que han experimentado olas populistas a lo largo del siglo XX. Sin embargo, Colombia

parece ser la excepción a la regla. Mientras que el populismo trastocaba los límites

espaciales y políticos y se difundía por la mayoría de los países latinoamericanos, Colombia

permaneció como una isla en medio de la ola expansiva del populismo. Por lo tanto, vale la

pena preguntarse ¿Qué pasó en Colombia? Para contestar satisfactoriamente este pregunta,

antes hay que hacerse otras. ¿Es posible afirmar que Colombia se caracteriza por ausencia

de populismo?, ¿Cuáles son los factores que explican la ausencia o no del populismo en el

país? Estas son algunas de las cuestiones que se buscan analizar en este escrito y que

pretender dar una perspectiva general del fenómeno populista en el país.

La hipótesis del trabajo es la siguiente: la existencia de populismo en el país es apreciable

en personajes como Alfonso López Pumarejo y Jorge Eliécer Gaitán; no obstante, tal

presencia no conllevó a la instauración de un gobierno ni de un Estado populistas y, por

consiguiente, el populismo en el país no logró consolidarse debido a la debilidad del

Estado, a la existencia de una identidad política mediada por el bipartidismo, que

imposibilita la unidad de la sociedad en su conjunto y a causa de la fuerte resistencia y

oposición de las elites tradicionales.

La monografía está dividida en tres capítulos: el primero es el marco teórico, en el que se

hace un análisis del concepto del populismo y se estructura el cuerpo teórico que va a servir

de referencia para los dos siguientes capítulos; en el segundo capítulo se estudia el

fenómenos populista en el país, particularmente se analiza el populismo de Alfonso López

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Pumarejo y el populismo gaitanista; y, por último, en el tercer capítulo se esbozan los

factores que explican el no arraigo del populismo en Colombia. El trabajo finalizará con

unas conclusiones generales sobre el tema en cuestión.

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Marco teórico

UN CONCEPTO AMBIGUO: EL POPULISMO

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1. Lo que se ha dicho hasta el momento sobre populismo.

Una de las preguntas obligadas cuando se realiza una monografía sobre éste tema es: ¿Qué

es el populismo? No es fácil dar una respuesta al respecto, y parte de la dificultad radica en

la vaguedad del término. Como lo expresa Junco en la siguiente cita: “Tal diversidad de

manifestaciones así como la compatibilidad del populismo con distintas ideologías, bases

sociales diferentes e intereses económicos opuestos, supone una enorme dificultad a la hora

de definir el término”2. La tarea de precisar el vocablo es ardua, pero necesaria. Así que el

paso siguiente es mostrar los resultados de la revisión bibliográfica que se hizo para de esa

forma conseguir esclarecer y caracterizar el término.

En primer lugar, se debe hacer una distinción respecto a la región donde el fenómeno

populista se desarrolló. En el “primer mundo”, es decir, en aquellos países que tienen un

alto grado de desarrollo, el populismo es considerado una reacción ideológica o una forma

de defensa de las clases medias tradicionales, quienes se sintieron amenazadas por la

industrialización y el crecimiento del capitalismo. Como lo muestra Ianni, haciendo

referencia al populismo norteamericano y ruso: “Todos los movimientos, partidos y

gobiernos populistas, juntamente con sus controversias doctrinarias, tienen el carácter de

reacciones ideológicas y prácticas, conforme al país y al contexto particular, a los cambios

económicos, sociales y políticos provocados por la formación del capitalismo industrial y la

urbanización de tipo capitalista”3.

2 TORRES BALLESTEROS, Sagrario. El populismo, un concepto escurridizo En: ALVAREZ JUNCO, José. Populismo, caudillaje y discurso demagógico. España: Editorial Centro de investigaciones sociológicas, 1987. p. 159 3 IANNI, Octavio. La formación del Estado populista en América Latina. México: Ediciones Era S.A., 1975. p. 29

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En los países que son nacionalistas y ex - colonias, en otras palabras, para el “tercer

mundo”, el populismo es definido como “…como un Estado más que un movimiento

ideológico, un Estado anticolonial, identificado a una tradición rural…”4.

Y para el caso de América Latina, el populismo es la combinación de tres elementos

fundamentalmente: Estado, ideología y categoría social. Por tal razón, el populismo en

Latinoamérica es “…antes de todo una política nacional popular, expresión que une la

referencia al pueblo como esencia, a la nación como colectividad amenazada por la

dominación externa y sus consecuencias internas y al Estado como agente de cambio, pero

también de expresión y defensa de la unidad nacional”5. Además, los movimientos

nacional-populares buscaron sintetizar tres objetivos principalmente en éstos países: “la

modernización social (sobre todo por vía de la educación), la industrialización (mediante la

consabida estrategia de sustitución de importaciones) y la integración económica y social”6.

Como se puede apreciar, el significado que adquiere el vocablo varía y es distinto según la

región que se este tomando como punto de referencia. Para nuestro caso en particular, el

punto de partida es la caracterización que se hace del fenómeno populista en Latinoamérica

y, posteriormente, el propósito es analizar y estudiar el caso colombiano en concreto. La

caracterización del fenómeno no es una tarea fácil, como se expresó al comienzo de este

trabajo. Por lo tanto, se considera que lo más conveniente para definir las pautas de análisis

4 TOURAINE, Alain. Las políticas nacional – populares En: MACKINNON, María Moira y PETRONE, Mario Alberto (compiladores). Populismo y neopopulismo en América Latina. El problema de la Cenicienta. Buenos Aires: Eudeba, Universidad de Buenos Aires, Primera edición, 1998. p. 331 5 Ibíd., p. 331

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es recurrir a la división que hace Aníbal Viguera sobre el populismo. Para éste académico,

todo lo que se ha dicho y analizado acerca del populismo se puede sintetizar en dos grandes

grupos: el populismo como fenómeno básicamente político y el populismo definido a partir

de sus políticas sociales y económicas. A partir de ésta categorización, se mostrarán los

resultados de la revisión bibliográfica.

1.1 El populismo como fenómeno político de modernización e integración

Algunos trabajos como el de Gino Germani (1973) y Torcuato S. di Tella argumentan que

el populismo debe ser entendido como un momento histórico que se origina en el proceso

de transición de una sociedad premoderna a una moderna. Y ese proceso esta íntimamente

ligado con el paso de una “democracia limitada” a una “democracia total o completa”. De

igual manera, el populismo debe ser entendido como un fenómeno de movilización de

masas “desde arriba”, donde la demagogia y la manipulación son sus elementos más

sobresalientes. La participación política de las masas depende de la vinculación directa o

total con el líder. La masa movilizada comprendería principalmente a los migrantes urbanos

que están en “disposición” del líder carismático. Bajo ésta perspectiva, el populismo es

entendido más como un “estilo político” que como un fenómeno político con programas

concretos. Como lo expresa Viguera:

Se destaca, en efecto, la ausencia de referencias a un determinado proyecto socioeconómico como aspecto central en la caracterización del mismo; a lo sumo, las políticas económicas y sociales aparecen como un rasgo secundario, y a menudo vistas

6 CALDERÓN, Fernando y DOS SANTOS, Mario. Sociedades sin atajos. Argentina: Editorial Paidos, Primera edición, 1995. p. 29

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críticamente en tanto meramente <<distributivas>> en términos de demagogia, improvisación, y <<patronazgo>> estatal destinado a lograr apoyo político7.

Como se anunció anteriormente, Gino Germani comparte esta visión. Veamos entonces

cuál es su explicación acerca del fenómeno populista. Para él, una característica

fundamental de los países subdesarrollados es la existencia de una “simultaneidad de lo no

contemporáneo”8, es decir, estos países son considerados como lugares de contrastes, donde

coexisten “regiones atrasadas” con regiones que pueden ser consideradas como

“modernas”, o en una misma región puede habitar “grupos atrasados” con “grupos

avanzados”, o donde los aspectos más tradicionales de esa sociedad conviven con

elementos de la vida moderna.

En estos países, y en particular, en las naciones iberoamericanas, la participación política de

las clases populares puede visualizarse a través de seis estadios diferentes, los cuales se

enumeraran a continuación:

I. Guerras de liberación y proclamación formal de la independencia.

II. Guerras civiles, caudillismo, anarquía.

III. Autocracias unificantes.

IV. Democracias representativas de participación “limitada”.

V. Democracias representativas de participación “extensa”.

VI. Democracias representativas de participación “total”.

7 VIGUERA, Aníbal. Populismo y neopopulismo en América Latina. En: Revista mexicana de sociología. Instituto de investigaciones sociales, Universidad Nacional Autónoma de México. Número 3 (1993). p. 52 8 GERMANI, Gino. Democracia representativa y clases populares. En: GERMANI Gino, S. DI TELLA, Torcuato y IANNI, Octavio. Populismo y contradicciones de clase en Latinoamérica. México: Serie popular Era, 1973. p. 12

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VII. (Como una alternativa posible de estas tres formas de democracia): Revoluciones

“nacional populares”9.

Durante los dos primeros estadios, no se puede observar un cambio sustancial en la

estructura social tradicional, en relación con la participación popular en la esfera política.

En el tercer estadio, se empezó a vislumbrar algunos cambios que favorecían el proceso de

modernización tanto económico como social, por ejemplo, a través de inversión de

capitales provenientes del extranjero, la elaboración de medios de transporte, la integración

de los mercados nacionales en una economía global, aunque de manera muy limitada

(materias primas), entre otros. En América Latina, la transición hacia el cuarto estadio, el

de democracias de participación limitada, ocurrió de distintas maneras según el país. Lo

que se debe resaltar de ésta etapa es que “la novedad consiste, como es sabido, en la

participación activa de amplios sectores populares que, hasta ahora, permanecían

aletargados manteniéndose al margen de la vida política”10. Este tipo de democracia logra

ser estable en aquellos lugares donde la estructura social y económica permite el

surgimiento de una clase media urbana que consigue insertarse en la vida política debido a

su concentración en la(s) ciudad(es) y “por las funciones que cumple en un país cuya

economía y organización social necesita de cierta concentración de especialistas”11. Estas

clases medias se reproducen a la par con el desarrollo urbano e industrial y, en un principio,

se sienten identificadas con la clase “oligárquica”, pero después de un tiempo, comienzan a

adquirir conciencia sobre ellas mismas y sobre lo que pueden hacer. Además, para que la

democracia representativa “limitada” funcione es necesario que sólo una parte de la

9 Ibíd., p. 15 10 Ibíd., p. 18

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población participe. Es así como el país se divide en dos: “algunas regiones centrales en las

que hasta cierto punto ya se ha producido un proceso de modernización, junto con la

formación de una o varias ciudades, centros de las mencionadas clases medias, y el resto

del país que comprende la gran mayoría de la población”12. El resto de la población

permanece pasiva, principalmente porque “su mentalidad, el grado de sus aspiraciones y

sus esperanzas <<se adaptan>> a las posibilidades y a las condiciones concretamente

ofrecidas por el tipo de estructura en que vive”13. No obstante, el buen funcionamiento de

este tipo de democracia no sólo supone la no participación de las regiones “periféricas”,

sino también “la (relativa) marginalidad política de las clases populares que viven en las

regiones centrales, es decir, del proletariado urbano que se halla en vías de formación”14.

Las clases medias reconocen ser adeptos de una “mentalidad moderna” y logran ejercer

cierto tipo de presión sobre las clases dirigentes. En suma, se puede decir que la democracia

representativa ha funcionado gracias a la correspondencia entre “movilización” e

“integración”. Mejor dicho, cuando se ha logrado que los grupos “pasivos” obtengan cierta

capacidad de deliberación y, por ende, logren cierta actividad en la arena política

(movilización) y, al mismo tiempo, esos mismos grupos actúen y participen, por un lado,

dentro del marco del régimen político y, por el otro lado, bajo una especie de consenso

porque consideran que las reglas de juego son legítimas (integración). Y, en relación con

este punto, los movimientos “nacional-populares” (populismo en palabras del autor)

aparecen cuando “el grado de movilización rebasa la capacidad de los mecanismos de

integración”15. Estos movimientos deben ser entendidos como “la forma apropiada de

11 Ibíd., p. 18 12 Ibíd., p. 19 13 Ibíd., p. 19 14 Ibíd., p. 19 15 Ibíd., p. 30

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intervención en la vida política nacional de las capas sociales tradicionales, en el transcurso

de su movilización acelerada”16. Como se puede apreciar, los movimientos nacional-

populares son una alternativa a la “crisis de la democracia” o una desviación en el proceso

de formación de la misma pero, de igual manera, cumplen la función de movilizar e

integrar políticamente a las masas populares en la vida política.

Compartiendo esta perspectiva se encuentra el trabajo de Pedro Paúl Bello, quien centra su

análisis en el surgimiento de nuevas clases sociales, las cuales permitieron el tránsito del

Estado Tradicional al Estado Populista. Para él, existen tres elementos fundamentales que

explican la transición: el sector empresarial, conocido más comúnmente como “burguesía”

industrial; el grupo obrero urbano sindicalizado; y el nuevo papel del Estado en la

economía nacional. Respecto al primer grupo, y lo que otros autores han catalogado como

la nueva clase media, se fue fortaleciendo gradualmente durante la etapa exportadora que

experimentó cada país latino. Tanto el primero como el segundo grupo aspiraban “...a

derivar grandes beneficios de las nuevas políticas de sustitución de importaciones”17. Estos

cambios al interior de cada sociedad, sumados a los que se estaban viviendo en el ámbito

internacional, como la finalización de la Segunda Guerra Mundial y el rápido avance del

capitalismo, entre otros, crearon un vacío de poder:

La oligarquía tradicional no sabía más cómo manejar un Estado muy complejo para ella, constantemente asediado por presiones consumistas y reivindicaciones de una población urbana creciente en número y en necesidad y, al mismo tiempo, sometido al reto de enfrentar variaciones internacionales de tipo financiero, comercial, monetario y político, para la cual la vieja dirigencia no estaba preparada y era incapaz de traducir y contrarrestar. La naciente

16 Ibíd., p. 29 17 BELLO, Pedro Paúl. El populismo latinoamericano. Caracas: Equinoccio, Ediciones de la Universidad Simón Bolívar, Colección Tesis Ciencias Sociales, 1996. p. 45

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burguesía industrial, reducida en número, engendrada bajo el amparo del viejo modelo ideológico y de la más reciente protección estatal, no era portadora de alternativas, así como tampoco las clases populares, dispersas, heterogéneas hasta en su composición vertical y demasiado recientes e inexpertas, por lo que no habían alcanzado manera de consolidar la unidad y conciencia de clase y menos aún, una organización verdaderamente independiente18.

Bajo este contexto aparece el populismo, el cual debe entenderse como un fenómeno

político que surge como respuesta y alternativa donde no existe hegemonía alguna debido a

que ninguna clase social tiene la capacidad de asumirla.

Otro autor que comparte la idea de concebir el populismo como alternativa a la democracia

es Torcuato di Tella. Para este autor, el fenómeno del populismo se manifiesta donde existe

“debilidad de las <<alternativas liberal y obrera>>”19. Mejor dicho, las condiciones sociales

y políticas de los países latinoamericanos favorecieron el surgimiento de la coalición

populista y no permitieron “el funcionamiento de la democracia representativa, por una

parte, y de los partidos auténticamente obreros, por la otra”20. Siguiendo su línea de

pensamiento, el populismo debe ser comprendido como “un movimiento político con fuerte

apoyo popular, con la participación de sectores de clases no obreras con importante

influencia en el partido, y sustentador de una ideología anti- statu quo”21.

Relación entre populismo y nacionalismo.

18 Ibíd., p. 46 19 IANNI, Octavio. La formación del Estado populista en América Latina. México: Ediciones Era S.A., 1975. p. 42 20 Ibíd., p. 42 21 DI TELLA, Torcuato. Populismo y reforma en América Latina. En: Desarrollo económico, volumen IV, número 16, Buenos Aires (1965). p. 398 En: IANNI, Octavio. La formación del Estado populista en América Latina. México: Ediciones Era S.A., 1975. p. 41

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En el aparte anterior se mostró al populismo como expresión de un particular proceso de

modernización y se resaltó el aspecto “popular” de este movimiento∗, ahora se describirá el

aspecto “nacional” del mismo. En los países latinoamericanos, un factor importante es la

combinación de la movilización junto con “la transferencia de adhesiones de la comunidad

local a la comunidad nacional"22. Y la nación o comunidad nacional debe entenderse no

como “la patria” (lo cual es aplicable para los movimientos de izquierda europeos del siglo

XIX), sino que se considera que “la expresión auténtica y única del interés nacional es el

<<pueblo>> y que la <<oligarquía>> y la <<burguesía>> son defensoras de los intereses

extranjeros”23.

Ballesteros describe al populismo como un tipo de nacionalismo, el cual se caracteriza por

la determinación de la “nación” y del “pueblo”. Las formas del accionar político no son las

clases sociales ni tampoco la confrontación de una “nación” contra enemigos extranjeros

que amenazan con destruir la “esencia” del pueblo, sino que es la combinación de estos dos

elementos, aunque vale aclarar que lo “nacional” se sobrepone al ego de las clases sociales.

Mejor dicho, “la nación lucha por su unidad, integración e independencia; pero la nación

también es el pueblo luchando contra las oligarquías y los caudillos o los regímenes

militares a su servicio”24. Y, la institución política encargada de defender tanto a la nación

como al pueblo es el Estado. El Estado es visto como un ente que pertenece al pueblo y, por

∗ En esta aparte no se explicará qué se entiende por “ pueblo”. Dicha explicación se hará en el aparte que lleva por titulo Demagogia, líder carismático e ideología, por considerarlo más conveniente. 22 GERMANI, Gino. Democracia representativa y clases populares. En: GERMANI Gino, S. DI TELLA, Torcuato y IANNI, Octavio. Populismo y contradicciones de clase en Latinoamérica. México: Serie popular Era, 1973. p. 36 23 Ibíd., p. 36 24 TOURANE, Alain. Las políticas nacional-populares. En: MACKINNON, María Moira y PETRONE, Mario Alberto (compiladores). Populismo y neopopulismo en América Latina. El problema de la Cenicienta. Buenos Aires: Eudeba, Universidad de Buenos Aires, Primera edición, 1998. p. 333

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lo tanto, al interior del mismo se deben liquidar todos los privilegios que la clase política

tradicional estableció anteriormente, además, se debe instaurar una verdadera igualdad

entre todos los ciudadanos.

El nacionalismo en este tipo de movimiento político es un aspecto de gran importancia, sin

embargo “<<el nacionalismo populista no es muy tenaz, no adoptó (en caso concretos

como México y Bolivia) otras medidas consecuentes, como la emancipación económica del

país, que sería, por supuesto, fundamento de la nacionalización>>. Por ello, <<comenzó a

verse que el nacionalismo de las clases sociales aliadas en el pacto populista era una

manifestación relativamente vaga y moderada de antiimperialismo...”25. Como se puede

observar, un componente importante del populismo es el llamamiento nacional,

acompañado de un carácter anti-elitista y anti-imperialista. Los populismos son

considerados movimientos defensores de la “nación”, de los ideales del “pueblo”

condensados en el interés nacional, en contra de los intereses de la “burguesía” o de las

“elites tradicionales” o, más comúnmente, de la “oligarquía”. Estos últimos son los

representantes de un sistema político de exclusión y de privilegios para las clases más

favorecidas, además de ser el grupo a favor del imperialismo yanqui. Es por eso que es

necesario luchar contra este grupo para poder lograr el cambio político y social tan

anhelado por el “pueblo”.

El líder populista y su discurso.

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Algunos autores han resaltado que el populismo es un movimiento que se sustenta y se

sostiene gracias a un líder carismático y demagógico, quien promueve la movilización de

las masas y es en este líder donde reside la permanencia y sostenibilidad del movimiento.

Bajo esta perspectiva encontramos a Gino Germani, Jorge Graciarena (aspecto ideológico y

mistificador), Laclau (quien habla de la ideología), entre otros.

En esta línea, el populismo es concebido como:

Un movimiento político (o la fase de un movimiento más amplio) que se basa, para su eficacia, en amplias movilizaciones de masas a partir de una retórica de contenido fundamentalmente emocional y autoafirmativo, centrada en torno a la idea de <<pueblo>> como depositario de las virtudes sociales de justicia y moralidad, y vinculada a un líder, habitualmente carismático, cuya honestidad y fuerza de voluntad garantiza el cumplimiento de los deseos populares26.

La anterior cita es muy significativa puesto que esboza algunos de los elementos

principales que se tienen en cuenta en la caracterización de la relación entre el populismo y

“líder carismático”, “moral”, “retórica emocional”, llamamiento al “pueblo” y,

lógicamente, enemistad contra la “oligarquía”. Estos son algunos de los conceptos que se

analizaran más en detalle, para poder tener un mejor entendimiento del populismo.

Empecemos por identificar qué se entiende por “pueblo” y por “oligarquía”. En el discurso

y la retórica populistas, el “pueblo” es, en primer lugar, el “depositario de lo auténtico, de

25 IANNI, Octavio. La formación del Estado populista en América Latina. México: Ediciones Era S.A., 1975. p. 54 – 55 En: BELLO, Pedro Paúl. El populismo latinoamericano. Caracas: Equinoccio, Ediciones de la Universidad Simón Bolívar, Colección Tesis en Ciencias Sociales, 1996. p. 61 26 TORRES BALLESTEROS, Sagrario. El populismo, un concepto escurridizo. En: ALVAREZ JUNCO, José. Populismo, caudillaje y discurso demagógico. España: Editorial Centro de investigaciones sociológicas, 1987. p. 171

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lo bueno, lo justo y lo moral”27. Por ser el pueblo un grupo de virtudes, la expresión más

sobresaliente de dichas virtudes son las tradiciones colectivas y, por consiguiente, todo

avance hacia el cambio social y político pasa por la preservación y fortalecimiento de tales

tradiciones. No obstante, y en palabras de Sorel, la idea de pueblo como el depositario de

virtudes sociales es un mito, debido a que es “un conjunto de imágenes <<cálidamente

coloreadas>>, capaz de crear una moral superior, <<un estado de ánimo épico>>, e

impulsar a la acción” 28. En segundo lugar, el pueblo se caracteriza por el sufrimiento,

debido principalmente a las privaciones de la que es sujeto. En tercer lugar, la única

condición para pertenecer al pueblo es “sentirse pueblo”. Y, por último, el populismo no

tiene en cuenta la distinción de clases y, por lo tanto, el pueblo es “una masa más o menos

homogénea, una comunidad de intereses solidarios”29. Por eso es que se dice que los

movimientos populistas son multiclasistas, ya que sus seguidores pertenecen a distintas

clases sociales y, en sus discursos, los líderes no hacen algún tipo de distinción. Por lo

tanto, no se puede hablar de una lucha de clases, sino más bien de una lucha por la

reivindicación de los derechos políticos y sociales de los menos favorecidos dentro del

sistema político tradicional. Y la figura más sobresaliente de ese sistema tradicional es la

“oligarquía”. Se puede hablar así de un enfrentamiento entre el “pueblo” y el “anti-pueblo”.

El anti-pueblo representa todo lo malo, lo extranjero, lo foráneo, lo injusto y lo inmoral.

Dicho en otras palabras, la oligarquía es “siempre un enemigo <<externo>> puesto que no

27 DE LA TORRE, Carlos. Los significados ambiguos de los populismos latinoamericanos. En: JUNCO, José y GONZALES LEANDRI, Ricardo (compiladores). El populismo en España y América. España: Editorial Catriel, 1994. p. 48 28 SOREL, G. Reflexiones sobre la violencia. Madrid: Alianza Editorial, 1976 En: TORRES BALLESTEROS, Sagrario. El populismo, un concepto escurridizo. En: ALVAREZ JUNCO, José. Populismo, caudillaje y discurso demagógico. España: Editorial Centro de investigaciones sociológicas, 1987. p. 171

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pertenece al <<pueblo>>, pero en el interior de cada sociedad esta representado por una

elite cosmopolita, imperialista o plutocrática, o por sectores sociales que profesan ideas

foráneas que se consideran contrarias a los valores autóctonos, como los comunistas y

socialistas”30. Como la lucha entre el “pueblo” y el “anti-pueblo” es total, no existe campo

para la reconciliación ni para el reconocimiento del otro, es por eso que algunos autores han

dicho que el populismo es también antidemocrático. Como se puede distinguir, el

populismo es un movimiento anti-statu quo, antiimperialista, anti-elitista y, para algunos,

antidemocrático. Bajo esta lógica de extremos, lo político se transforma “en lo moral y aún

en lo religioso”31.

No obstante, es necesario hacer una salvedad en este punto. No todo movimiento político

que en el discurso haga una interpelación hacia el pueblo puede considerarse populismo.

Para Laclau, el discurso “condensa” la realidad, es decir, “sintetiza y modifica a la vez el

entorno social, por medio de una operación de interpelación / constitución de los oyentes

(que quedan dotados por la interpelación que se les dirige de una determinada personalidad

colectiva)”32. Lo que es específicamente populista en el discurso es que interpela y

constituye a sus oyentes dentro de una bipolaridad entre el “pueblo” y el “bloque de poder”

u “oligarquía”. La “doble articulación del discurso político”, se presenta como antagónica

frente a la ideología dominante. En la doble articulación a lo que se hace referencia es a la

29 TORRES BALLESTEROS, Sagrario. El populismo, un concepto escurridizo. En: ALVAREZ JUNCO, José. Populismo, caudillaje y discurso demagógico. España: Editorial Centro de investigaciones sociológicas, 1987. p. 172 30 Ibíd., p. 173 31 DE LA TORRE, Carlos. Los significados ambiguos de los populismos latinoamericanos. En: JUNCO, José y GONZALES LEANDRI, Ricardo (compiladores). El populismo en España y América. España: Editorial Catriel, 1994. p. 48 32 ALVAREZ JUNCO, José. El populismo como problema. En: JUNCO, José y GONZALES LEANDRI, Ricardo (compiladores). El populismo en España y América. España: Editorial Catriel, 1994. p. 21

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clase y al pueblo simultáneamente. Para este autor, toda clase lucha ideológicamente tanto

como clase como pueblo, mejor dicho, “intenta dar coherencia a sus objetivos de clase

como consumación de los objetivos populares”33. Por lo tanto, el surgimiento del

populismo se da en el momento en que se encuentra en crisis la ideología dominante, la

cual, a su vez, es resultado de una crisis social más general.

Como se ha podido apreciar hasta el momento, en los movimientos populistas, el discurso

juega un papel muy importante, tanto para conseguir adeptos como para mantener y

fortalecer el movimiento, pero ese discurso va de la mano del líder. Las dos cosas son

inseparables. Dentro de las características del líder se tiene que sus virtudes principales son

la fuerza y la honestidad. Estos dos elementos aparecen como los garantes de la realización

de los deseos populares. En segundo lugar, el líder populista aparenta tener un cambio de

actitud respecto al líder político tradicional. El líder muestra ser una persona del común,

“de la calle”, tanto en su forma de vestir como de actuar y de hablar. No usa términos

sofisticados ni nada por el estilo, al contrario, las palabras que usa buscan ser lo más

familiares y “normales”, es decir, utiliza convencionalismos y verdades aceptadas como

reales para el auditorio. En tercer lugar, lo más importante es el líder y el pueblo, todo lo

demás aparece como secundario y sólo esta en función de los actores principales. Por tal

razón es que el populismo carece casi por completo de una organización, es decir, “es un

movimiento antes que un partido”34. Por lo tanto, no es apropiado hablar de una ideología

del populismo, sino más bien de una retórica puesto que, como lo expresa Graciarena, “De

33 TORRES BALLESTEROS, Sagrario. El populismo, un concepto escurridizo. En: ALVAREZ JUNCO, José. Populismo, caudillaje y discurso demagógico. España: Editorial Centro de investigaciones sociológicas, 1987. p. 167 34 Ibíd., p. 167

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todos modos, la ideología es secundaria en estos movimientos, pues para tener efecto tiene

que volverse <<personalizada>>. La fuente de poder es aquí el líder, y no la ideología”35.

Otro elemento fundamental del líder es que sea carismático. El carisma es definido por

Rustow como: “un vinculo de expectativas que conecta al líder con sus partidarios (…). Por

lo tanto, el análisis político del carisma no debe comenzar con la personalidad del líder,

sino con el vacío que éste llena (…). El liderazgo carismático es un liderazgo en tiempo de

crisis”36. El haber tenido una vida con obstáculos, el sacrificio, el aparente desinterés

personal que muestra el líder, el haber hecho algo sobrenatural o fuera de lo normal son

algunos de los elementos que generan la relación de liderazgo carismático. Por último, cabe

recordar que un aspecto importante de los líderes populistas es la utilización de los medios

de comunicación y, en especial, de la radio.

1.2 El populismo definido a partir de las políticas sociales y económicas.

Bajo esta categoría se encuentran autores como Octavio Ianni, Rudiger Dornbusch y

Sebastián Edwards, entre otros. Lo más sobresaliente y característico de este tipo de

trabajos es el énfasis que hacen sobre el proyecto socioeconómico que distingue a los

35 GRACIARENA, Jorge. Poder y clases sociales en el desarrollo de América Latina. Buenos Aires: Editorial Paidos, 1967. p. 131-132 En: IANNI, Octavio. La formación del Estado populista en América Latina. México: Ediciones Era S.A., 1975. p. 43

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movimientos y gobiernos de carácter populista en Latinoamérica. Los principales pilares de

este proyecto social y económico serían el proceso de industrialización orientado

principalmente hacia el mercado interno, al igual que la creciente intervención del Estado

tanto en la economía como en la sociedad, y una tendencia hacia la nacionalización de

algunos sectores de la economía. Paralelamente a este proceso se genera la incorporación

política y social de la población en tanto se le considera “(el) sustento político del proyecto

y, a través de las políticas redistributivas, en tanto consumidores cuyo papel es dinamizar el

mercado interno para la industria en expansión”37. El discurso populista caracterizado por

el sentimiento antiimperialista, nacionalista, antioligárquico y desarrollista es visto como la

expresión de los intereses de la “alianza de clases” entre la burguesía pujante y las clases

populares movilizadas. Partiendo de éste tipo de interpretación se construye la teoría sobre

el “Estado populista”, el cual tiene como función principal ser el impulsor del modelo de

acumulación y el garante de la viabilidad del proyecto económico y social por medio de la

incorporación de los sectores menos favorecidos, incorporación que sirve como mecanismo

de legitimación. Pero no solamente tiene que cumplir esta función sino que además es

importante que invierta en aquellos sectores de la economía que no son muy atractivos al

capital privado puesto que resultan ser centrales para la profundización del proyecto. Bajo

ésta óptica, el populismo es visto como un movimiento contradictorio, debido a que

“moviliza a la clase obrera en apoyo del proyecto de desarrollo, pero a la vez controla los

alcances de dicha movilización con el objetivo de mantenerlos dentro de límites

compatibles con el funcionamiento del sistema capitalista (y su crisis tendría que ver

36 Citado en Ciria, 1971. p. 109 En: TORRES BALLESTEROS, Sagrario. El populismo, un concepto escurridizo. En: ALVAREZ JUNCO, José. Populismo, caudillaje y discurso demagógico. España: Editorial Centro de investigaciones sociológicas, 1987. p. 177 37 VIGUERA, Aníbal. Populismo y neopopulismo en América Latina. En: Revista mexicana de sociología. Instituto de investigaciones sociales, Universidad Nacional Autónoma de México. Número 3 (1993). p. 54

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entonces con la ruptura de esa alianza cuando el populismo ya no es capaz de mantener en

equilibrio esos intereses contrapuestos)”38.

El trabajo de Octavio Ianni describe al populismo como un “fenómeno típico del paso de la

sociedad tradicional, arcaica o rural, a la sociedad moderna, urbana o industrial”39. Para él,

el populismo es una etapa necesaria del desarrollo capitalista en los países

latinoamericanos. Es entendible entonces la concepción de que el populismo es un proceso

de evolución de las contradicciones entre la sociedad nacional y la economía dependiente.

Dicho en otras palabras, el propósito del gobierno populista (donde mejor se expresan los

ideales del populismo) es combinar “las tendencias del sistema social y las determinaciones

de la dependencia económica”40. En definitiva, ello quiere decir “...un reacomodo de la

estructura nacional en función de nuevas relaciones sociales de producción en el sistema

capitalista, que se traduce en un afinamiento de la dependencia”41. De esta forma el

populismo aparece como “...un modo de organización política de las relaciones de

producción en una época en que crecen las fuerzas de producción y el mercado interno...”42.

Como complemento al punto de vista anterior, hay trabajos que muestran que el populismo

que se desarrolló en América Latina al parecer está relacionado con la etapa final del

proceso de segregación de los trabajadores con los medios de producción. Es decir, y como

lo muestra Ianni, es el momento en que se forja el mercado de fuerza de trabajo como

consecuencia de las relaciones de producción capitalistas que se han implantado. A la par,

38 Ibíd., p. 55 39 IANNI, Octavio. La formación del Estado populista en América Latina. México: Ediciones Era S.A., 1975. p. 15 40 Ibíd., p. 17 41 Ibíd., p. 152

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los valores culturales, políticos y sociales se van desfigurando y sustituyendo por los

valores que se ocasionan en el ambiente industrial y capitalista.

Desde una perspectiva más económica y haciendo un análisis de la toma de decisiones,

particularmente las políticas económicas de los gobiernos populistas, el texto de Noel

Ramírez titulado Economía y populismo. Ilusión y realidad en América Latina, resulta ser

muy ilustrativo al respecto. Según el autor, tanto la derecha como la izquierda han

reconocido que las metas primordiales de las políticas económicas son: En primer lugar,

incrementar el crecimiento económico; segundo, estabilizar los precios; y, por último,

mejorar la distribución del ingreso. Las diferencias se dan en la manera como se consiguen

dichos objetivos. Por consiguiente, lo característico del enfoque populista es que promueve

“el crecimiento con estabilidad de precios y una mejor distribución se logra con mayores

subsidios, controles de precios e incrementos en los salarios nominales, financiados por

déficit fiscales, independientes del acceso a los recursos externos”43. De tal manera, y

siguiendo a Rudiger Dornbusch y Sebastián Edwards, el populismo puede definirse como

“un enfoque de análisis económico que hace hincapié en el crecimiento y la redistribución

del ingreso, y minimiza los riesgos de la inflación y el financiamiento deficitario, las

restricciones externas y la reacción de los agentes económicos ante las políticas

<<agresivas>> que operan fuera del mercado”44. Vale agregar que el populismo aparece de

la siguiente manera: la etapa inicial donde surge este movimiento es en aquellos países que

sufren de un serio estancamiento económico como consecuencia de esfuerzos de

42 DI TELLA, Torcuato. Populismo y reforma en América Latina. En: Desarrollo económico, volumen IV, número 16, Buenos Aires (1965). p. 148 En: BELLO, Pedro Paúl. El populismo latinoamericano. Caracas: Equinoccio, Ediciones de la Universidad Simón Bolívar, Colección Tesis Ciencias Sociales, 1996. p. 52 43 RAMÍREZ, Noel (editor). Varios autores. Economía y populismo. Ilusión y realidad en América Latina. Banco Central de Nicaragua, 1998. p. 13

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estabilización inspirados en el Fondo Monetario Internacional. Tal estancamiento va de la

mano de grandes desigualdades en el aspecto económico. Por tales razones, se piensa que

existe la posibilidad de implantar medidas “revolucionarias”. En segundo lugar, existe la

convicción de que “las reservas internacionales y la ayuda externa producto de la

<<solidaridad internacional>>, harán posible una expansión de la demanda inmediata e

indefinidamente, sin riesgo de enfrentar problemas en la balanza de pago, porque las

nacionalizaciones y confiscaciones, más la intervención del Estado en el comercio exterior,

garantizarían un flujo adecuado de divisas”45. Y, en última instancia, se cree que la

redistribución del ingreso se puede lograr por medio de simples aumentos en los salarios

nominales. Entonces, y posterior a los anteriores señalamientos, el populismo se puede

determinar como un conjunto de programas que responden a los problemas del

subdesarrollo, por medio de la expansión de la acción estatal, con el objetivo de incorporar

a las clases trabajadoras en el proceso de industrialización a través de medidas que buscan

mejorar la distribución del ingreso de estas clases, conclusión a la que llega Drake y que se

muestra en el texto de Rudiger Dornbusch y Sebastián Edwards La macroeconomía del

populismo en América Latina.

Después de mostrar los diversos trabajos realizados por analistas del fenómeno populista,

es necesario distinguir y especificar el camino que se va a seguir de aquí en adelante. Hay

dos formas de analizar el populismo: la primera es estudiar el fenómeno a partir del

concepto, es decir, el objetivo es interpretar todos los casos o países donde el fenómeno se

desarrolló a partir de un concepto generalizable. El problema de esta metodología es que se

44 Ibíd., p. 39 45 Ibíd., p. 14

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25

está generalizando un concepto y un tipo de fenómeno político muy concreto y que es

resultado de características específicas de cada región. Hay aspectos políticos, económicos

y sociales de la historia de cada país que no pueden ser utilizados como herramientas de

comprensión para todos los países. Por lo tanto, la otra alternativa posible es analizar al

populismo como un “tipo ideal”, como lo propone Aníbal Viguera: “A la manera

weberiana, el tipo ideal no pretende reflejar la realidad, sino abstraer de ella ciertos

elementos para conformar un modelo teórico, cuyo fin es contrastarlo con los casos

concretos para explicar sus características históricas específicas. El tipo ideal debe permitir

iluminar la realidad como un prisma y observar por contraste ciertos elementos presentes o

no en ella”46. Por medio de esta metodología, ya no se mide el grado de generalidad del

concepto en los distintos países, sino que por el contrario, se estaría midiendo la presencia o

la ausencia de elementos comunes o que aparecen de manera recurrente en los distintos

países, pero que no tienen que aparecer necesariamente y de manera indispensable. Y, para

nuestro caso en particular, ese modelo teórico debe presentar las dos divisiones o categorías

descritas anteriormente, pues de esa forma se estaría analizando el populismo en su

totalidad y no de manera reducida y minimizadora.

46 VIGUERA, Aníbal. Populismo y neopopulismo en América Latina. En: Revista mexicana de sociología. Instituto de investigaciones sociales, Universidad Nacional Autónoma de México. Número 3 (1993). p. 65

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Segundo Capítulo

LA EXPERIENCIA POPULISTA EN COLOMBIA

En América Latina, como resultado de la gran crisis capitalista del 29, se comienzan a

cuestionar los principios básicos de la economía clásica. Según esta corriente de

pensamiento, para que el capitalismo funcionase correctamente se debía dejar lo más libre

posible, con una mínima intervención del Estado. Este principio es lo que se conoce como

la Mano Invisible, de Adam Smith. Pero los cambios sufridos por la gran crisis capitalista,

ponen en duda tal principio, y es por eso que surge como propuesta una mayor intervención

del Estado, no sólo en la economía sino también en la sociedad en general. Además, para

lograr que los países latinoamericanos puedan insertarse de nuevo en la economía mundial,

se vuelve indispensable la ampliación del proceso de industrialización, y el Estado aparece

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entonces como un instrumento fundamental para lograr acelerar este proceso de

industrialización. Es así como el papel del Estado adquiere una nueva connotación: ya no es

necesaria solamente su intervención y regulación en la economía para que ésta funcione

adecuadamente, sino que además, para que la sociedad también transcurra como se espera,

el Estado debe regular y arbitrar la vida social en la búsqueda del bien común, y debe servir

de mediador de los intereses de los distintos sectores sociales; surge así una concepción del

Estado como ente aglutinador y unificador de la sociedad.

Para que el Estado asuma su función de regulador e interventor, requiere de un mínimo de

legitimidad. Y esa base de legitimación la va a buscar en aquellos grupos sociales que han

permanecido al margen la de industrialización, o que no han logrado insertarse por

completo en la vida política y económica del país. El discurso de los que están en la

búsqueda del poder político se dirige entonces hacia los “trabajadores” y hacia el “pueblo”.

Como lo expresa Pécaut: “los <<trabajadores>>constituyen el sustrato del discurso que se

puede construir a propósito de la industrialización; el <<pueblo>> es el correlato del Estado

representante de la nación”47. Los “trabajadores” y/o el “pueblo” serán desde ahora el

fundamento que permite la intervención del Estado.

Bajo este contexto, el populismo irrumpe en los distintos países latinoamericanos. El

populismo puede verse como una respuesta a la desigualdad social y económica, al “atraso”

del que están siendo sujetos los países no industrializados o en vía de desarrollo. El

populismo es una forma política que asume la modernización capitalista en América Latina,

47 PÉCAUT, Daniel. Orden y violencia. Evolución socio – política de Colombia entre 1930 y 1953. Bogotá: Vitral y Grupo Editorial Norma, 2001. p. 149

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un proyecto político y económico que pretende ampliar el sistema político para que los

sectores que han permanecido al margen de la industrialización y modernización, puedan

integrarse a la vida económica y política de cada país. Y, como se mostró en el marco

teórico, el populismo latinoamericano es la combinación de tres elementos fundamentales:

el “pueblo” como la esencia; la “nación”, entendida como una comunidad sin distinción de

clase, que se encuentra en constante amenaza, ya sea por la intervención de países

extranjeros, o por grupos poderosos al interior de la sociedad u “oligarquías”, los cuales

someten al “pueblo” bajo su control; y el Estado, visto como agente de cambio, pero

también como la entidad que hace posible la unidad de la sociedad y que debe asumir como

suya la defensa del “pueblo” y de la “nación”. Y, a partir de estos tres elementos, el

populismo planteara como objetivos la modernización social (por medio de la educación),

la industrialización (trazando como estrategia la sustitución de importaciones) y, por

último, la integración social y económica.

El populismo nacerá en la década de los treinta en algunos países de América Latina y en

los años posteriores ira apareciendo en algunos otros, como si fuera una ola en expansión.

De esta forma, personajes como Juan Domingo Perón en Argentina, Gertulio Vargas en

Brasil, Víctor Haya de la Torre en el Perú, se convertirán en los símbolos del populismo

latinoamericano. Y, en el caso colombiano, nombres como Alfonso López Pumarejo y

Jorge Eliécer Gaitán serán conocidos como los defensores del pueblo.

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Alfonso López Pumarejo y el populismo como modernización.

Alfonso López Pumarejo, candidato del partido liberal colombiano, gana la contienda

electoral por la presidencia en 1934. Alfonso López Pumarejo representa el ala progresista

y modernizante del partido. La visión de López Pumarejo es que los tiempos han cambiado,

nuevas fuerzas sociales han hecho su aparición, tales como el proletariado y los grupos

socialistas, y las transformaciones en el ámbito internacional producidas por la primera

guerra mundial y los cambios en el campo económico del país obligan a que el partido

liberal deje de lado los viejos dogmas, asuma una actitud progresista y con miras hacia la

modernización del partido, con el objetivo de adaptar al partido a las nuevas condiciones y

exigencias.

Este proceso de adaptación y modernización del partido liberal, en la práctica, se conjuga

con programas de gobierno que pretenden dar una respuesta a la crisis generalizada que se

vive el país. Cuando López Pumarejo asume la Presidencia de la República, el país se

encuentra atravesando por una situación económica y social preocupante. César Giraldo

describe la situación del país de la siguiente manera:

La crisis económica se había precipitado en 1929 por la interrupción del crédito internacional y por el desplome de los precios de café, consecuencias de la gran recesión por la que atravesaban los países industrializados. En 1932 la situación se agravó por la guerra con el Perú. La necesidad de financiar la guerra había obligado a emitir una gran cantidad de dinero, lo que finalmente terminó por desatar un proceso inflacionario peligroso48.

48 GIRALDO, César. Primera Administración López Pumarejo: la revolución en marcha. En: Desarrollo económico y social en Colombia. Siglo XX. Editado por MISAS ARANGO, Gabriel. p. 99.

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Las dificultades económicas generaron un malestar social en la población: “El caos

económico agravaba el problema social. El desempleo había aumentado de forma alarmante

por la parálisis de las obras públicas ante la falta de crédito externo, y por la migración

hacia los centros urbanos de grandes contingentes campesinos que abandonaban el campo

huyendo de la violencia terrateniente”49. Los problemas económicos y sociales requerían de

soluciones inmediatas, y el gobierno de López Pumarejo tendría que dar una respuesta a

esta situación de crisis.

El proyecto de López Pumarejo, conocido como la Revolución en Marcha, tenía como

finalidad llevar a cabo reformas globales al aparato estatal y poner fin a los privilegios de

los sectores de elite tradicionales y pudientes de la sociedad, a fin de industrializar al país y

hacer el tránsito de la sociedad agraria a la sociedad urbana. Este proyecto se caracterizó

por un gran contenido social, por ser de carácter global y modernizante y por promover

cambios tanto en la mentalidad como en el aparato jurídico del país, cambios que buscaban

adaptar al partido a tono con las nuevas realidades y necesidades colombianas.

Los aspectos más relevantes de las reformas emprendidas por el gobierno lopista son los

siguientes:

La ciudadanía popular. Como consecuencia de la crisis mundial y la recesión

económica que ésta produce, la situación laboral y la retribución económica de los

sectores populares urbanos comienzan a empeorar y, por lo tanto, estos sectores

empiezan a presionar por mejoras. Los cambios producidos por la mutación económica

que se está experimentando, el desempleo y las bajas en los salarios hacen que las

huelgas y las manifestaciones populares proliferen. Ante esta situación, el gobierno

49 Ibíd., p. 100

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31

toma la determinación de responder de manera diferente a como se venía haciendo en el

pasado. Mientras que los gobiernos conservadores reprimían y reaccionaban de manera

violenta contra los “revoltosos” o manifestantes, el gobierno de López asume una

posición de mediador y conciliador ante las disputas y decide consagrar la huelga como

un derecho constitucional de los trabajadores. Este cambio de actitud se puede observar

en la postura asumida por el gobierno frente a los enfrentamientos entre la United Fruit

Company y la Tropical Oil Company y sus respectivos trabajadores, por ejemplo:

...en los dos enclaves extranjeros en los que los obreros habían registrado anteriormente crueles derrotas, el gobierno parece tomar a su cargo su defensa y, sobre todo, la de los intereses nacionales. Suficiente para que las masas populares, acostumbrada a la represión, y los obreros, cuyas huelgas habían casi siempre terminado mal frente a la obstinación patronal, se sientan efectivamente representados por este gobierno. Nada puede ya impedir su adhesión política, a nombre de la revolución burguesa y de la unidad nacional frente al imperialismo50.

De esta forma, el gobierno da los primeros pasos hacia el reconocimiento de la naciente

clase obrera y hacia su institucionalización, a fin de prevenir que la movilización

popular se le salga de curso. De igual manera, consigue que estos sectores populares se

sientan representados y respaldados por el gobierno. La adhesión política al liberalismo

es inevitable. Y esta adhesión se complementa y se refuerza cuando los sectores

medios, al igual que los sectores populares urbanos, catalogados ambos como parte de

la masa de los “consumidores” y/o del “pueblo”, son convidados a “... hacer su entrada

en la escena oficial del campo político. Ciudadanía y constitución del mercado interno

son indisolubles”51. Es decir, el gobierno invita a estos sectores no solamente a asumir

su papel como sujetos políticos, sino que también son llamados a cumplir su función

50 PÉCAUT , Op. cit., p. 252 51 Ibíd., p. 229

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32

como consumidores eficaces, elemento necesario para el progreso del país. Políticas

orientadas hacia este fin son la regulación de las relaciones laborales y el

reconocimiento de los derechos de asociación sindical y de huelga.

Adquiere una nueva concepción la propiedad privada. El nuevo criterio que se le

acuña es que la propiedad privada cumple una función social, que acarrea obligaciones

específicas y que se puede expropiar en el caso en que considere necesario y la

indemnización no es de carácter obligatorio en todos los casos. Expresión de este nuevo

criterio es la Ley 200, la cual se describirá a continuación.

La ley de tierras o la ley 200. El conflicto por la tenencia de la tierra se había

convertido en un problema grave y complejo. Estaban en constante disputa los

campesinos por la tierra, o los propietarios de la tierra con los arrendatarios y los

colonos. Por lo tanto, el gobierno decidió tomar riendas en el asunto y estableció

entonces que la tierra es propiedad de aquel que tiene el registro o que tiene destinada la

tierra con fines económicos. En este último caso: “Quien comprobara que por cinco

años había explotado económicamente un predio, tenía derecho a adquirir el dominio, si

había obrado de buena fe. A su vez, en desarrollo del principio de la función social de la

propiedad y de que ésta implicaba obligaciones, si un propietario no daba destinación

económica a su predio, éste revertiría al Estado al cabo de diez años, en los predios

rurales”52. Es decir, la tierra es de quien la trabaje. El objetivo de esta ley era acabar con

52 TIRADO MEJÍA, Alvaro. López Pumarejo: la Revolución en Marcha. En: Nueva Historia de Colombia. Planeta, 1989. p. 348

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33

los privilegios de los latifundistas, y permitir que la tierra ingresara en el proceso

productivo.

La reforma tributaria. El propósito de esta reforma era que los que tenían más capital

tributaran más, y que las rentas del fisco dejaran de depender de los impuestos

indirectos, los que paga el pueblo consumidor, para pasar a depender de los directos, los

que gravan proporcionalmente a los dueños del capital. Así mismo, se buscaba

mediante este mecanismo el incremento de los recursos del Estado, con el fin de que

éste tuviera la capacidad necesaria para constituirse en actor clave del proceso de

industrialización.

Reconsideración de la relación entre el Estado y la Iglesia católica respecto a la

educación. Desde tiempos inmemorables, el Estado y la religión se habían combinado,

hasta el punto que no existía diferencia entre lo político y lo sagrado. El orden social y

político estaba determinado por la voluntad de Dios, y por lo tanto, era incuestionable.

El dominio ideológico era absolutamente de la Iglesia. Con el propósito de eliminar

algunas de las prerrogativas que gozada la Iglesia católica desde los tiempos de la

Regeneración, el gobierno de López propone una nueva ideología: “Contra el principio

del origen divino de la soberanía opuso el origen popular; contra el concepto de libertad

concebido como la salvaguarda de los derechos naturales – opuso el concepto de que la

libertad debe entenderse como el cumplimiento de los deberes sociales del individuo”53.

De esta forma, se establece la separación entre el poder civil y la Iglesia católica. Se

53 GIRALDO, César. Primera Administración López Pumarejo: la revolución en marcha. En: Desarrollo económico y social en Colombia. Siglo XX. Editado por MISAS ARANGO, Gabriel. p. 102

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34

elimina de la Constitución Política que la religión católica es la religión de todos los

colombianos, y se determina que el Estado debe garantizar desde ahora la libertad de

conciencia, la libertad de cultos y de la enseñanza. Con estas reformas, se busca ampliar

el sistema educativo y “... aproximar al hombre a la realidad y de capacitarlo para el

trabajo”54. Lo que se pretende es que la educación deje de ser un monopolio de la

Iglesia, y laicizar y modernizar la educación, con el propósito de generar los valores y

la cultura que el proceso de industrialización requiere. De igual manera, se busca con

ello que el sistema educativo forme hombres que asuman el futuro como propio, como

una construcción humana y no como el resultado de la voluntad divina. Por lo tanto, el

hombre ya no tiene por qué resignarse a ser pobre, sino que puede forjar con su trabajo

un futuro diferente.

Como es posible apreciar, el gobierno de Alfonso López Pumarejo tenía como propósito

fundamental modificar al Estado, dándole más herramientas de intervención, para de esa

forma lograr adaptarlo en función de las nuevas condiciones y necesidades. También buscó

hacer más democrático el sistema político, a través de la ampliación de los derechos de los

nuevos sectores sociales, la protección a los trabajadores, la legalización de la huelga como

forma de expresión popular. Además, éste gobierno consideró importante y necesario

democratizar la propiedad privada, introduciendo el concepto de bienestar social y

permitiendo que el que trabajara la tierra, después de un periodo establecido, pudiera

adquirir el derecho sobre ella. En resumen, el gobierno de López se caracterizó por la

ejecución de un proyecto global, de carácter modernizador y reformista, donde el contenido

social se encuentra en grandes proporciones. Incluso, se ha afirmado que la Revolución en

54 Ibíd., p. 104

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35

Marcha puede considerarse como un verdadero movimiento de masas. De igual manera, y

de cierta forma, la Revolución en Marcha se puede ver como un populismo de tipo

económico. Como se describe en el marco teórico, el populismo de carácter económico se

caracteriza por la implementación de medidas redistributivas, con el objetivo de incorporar

a la población marginada en el proceso de industrialización. En el caso particular de López

Pumarejo, el paso de la tributación indirecta a la directa, se puede catalogar como una

forma de redistribución. Debido al carácter redistributivo de la reforma tributaria de López,

se abre la posibilidad de cuestionar la siguiente afirmación de Marco Palacios, respecto a la

consideración del gobierno de López Pumarejo como un gobierno con políticas populistas:

“Si bien las masas urbanas comienzan a experimentar la <<revolución de aspiraciones>>

que la movilización liberal ha despertado y sus demandas discurren en el plano económico

y de la participación política, el proyecto de la <<revolución en marcha>> no posee el

énfasis populista de la <<redistribución>>, ni existe un <<estado de masas>>”55. El énfasis

en la redistribución sí se da durante el gobierno de López Pumarejo, y por lo tanto, esta

administración contiene elementos que la caracterizan como populista. Por todas estas

razones, la administración de López se puede considerar como un tipo de populismo

modernizador.

55 PALACIOS, Marco. El populismo en Colombia. Editorial Siuasinza y Ediciones El Tigre de Papel, primera edición, 1971. p. 35

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36

Jorge Eliécer Gaitán y el populismo como apelación al pueblo.

Jorge Eliécer Gaitán es recordado como un hombre político que buscó cambiar la cultura

política del país, planteando una forma de hacer y practicar la política diferente a cómo lo

venían haciendo los partidos políticos tradicionales. Por la manera como concibe y ejerce la

política, Gaitán ha recibido un sin número de denominaciones: demagogo, socialista,

caudillista, liberal revolucionario, populista, etc. A continuación, se pretenden mostrar las

características más importantes de la vida y del pensamiento político de Gaitán, que hacen

de él un político con elementos de carácter populista.

Gaitán proviene de una familia humilde. La carrera política de Gaitán empieza dentro de las

filas del partido liberal. Adquiere renombre cuando de concejal defiende a los trabajadores

de la United Fruit en contra de las injusticias cometidas por la compañía extranjera en la

zona bananera. Gracias a su intervención y a su actitud crítica, adquiere fama como

defensor de los sectores trabajadores. A medida que el contacto con la población se hace

más frecuente y él se va sumergiendo en la vida política del país, comprende que su lucha

política tiene como objetivo primordial mejorar las condiciones sociales y económicas de

los menos favorecidos. Sin embargo, sólo hasta 1945 el gaitanismo se convierte en un

verdadero movimiento de masas. Teniendo como telón de fondo la decepción de las masas

populares a causa de la no realización de las promesas del pacto lopista, el gaitanismo

emprende su lucha bajo el rótulo de la “restauración moral”, y por medio de la movilización

de las masas populares, busca la conquista del poder político. Como lo expresa Pécaut: “La

marcha hacia el poder comienza el 15 de septiembre de 1945 en la Plaza de Toros de

Bogotá, donde decenas de miles de personas se dan cita para aplaudir al candidato de la

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37

restauración moral. La campaña va a estar acompañada de grandes y espectaculares

manifestaciones de masas, e incluso impresionantes desfiles con antorchas, que continuarán

hasta el mes de abril de 1948”56.

Para entender en detalle al Gaitán político, se vuelve indispensable analizar conceptos

como hombre, sociedad, pueblo, nación, “país político”, “país nacional”, los cuales hacen

parte del pensamiento y del estilo político que Gaitán planteaba. La descripción y el análisis

de estos conceptos se retomarán de trabajo de Jorge Emilio Sierra, titulado El pensamiento

político de Jorge Eliécer Gaitán. En este texto, los apartes o las referencias que se hacen de

Gaitán, distinguidas por <<>>, se extraen de trabajos como el de Jorge Eliécer Gaitán,

Obras selectas, el de Jorge Villaveces, Los mejores discursos, el de Antonio García,

Apogeo y crisis de la república liberal, y el de J.A. Osorio, Gaitán: vida, muerte y

permanente presencia, sin especificar la fuente bibliográfica a la que se refiere. Por lo

tanto, las citas que se harán a continuación sólo harán referencia al libro de Jorge Emilio

Sierra.

Jorge Eliécer Gaitán es catalogado como un humanista, en el sentido en que el hombre

ocupa un lugar principal en su pensamiento. Para Gaitán, el hombre es ante todo un ser

social. Su individualidad carece de importancia, en la medida en que el hombre es

concebido en su totalidad, como producto de la sociedad pero, al mismo tiempo, como el

generador de los fenómenos sociales. De igual manera, lo biológico es determinante en el

hombre y en la sociedad. En el hombre, el carácter biológico tiene relación con la esencia

56 PÉCAUT, Daniel. El populismo gaitanista. En: La democratización Fundamental. El populismo en América Latina. Compilada por VILAS, Carlos. México: Editorial Consejo Nacional para la cultura y las

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humana, con el hombre de carne y hueso y, por consiguiente, su defensa tiene un

significado social y político. En la sociedad, el elemento biológico se expresa en la

similitud que para Gaitán existe entre la sociedad y los organismos físicos. En la sociedad,

al igual que en los organismos biológicos, se pueden identificar unas “leyes” o unos

mecanismos que explican su funcionamiento y desarrollo: “La observación de los

fenómenos sociales –precisaba-, de su evolución, de su etiología y de las leyes que aquellos

mismos fenómenos evidencian, nos revela un funcionamiento de organismo completo, con

leyes autónomas y determinadas”57. La sociedad, al concebirse como un organismo y al

regirse por las normas que reinan en los organismos naturales, se puede comprender como

un producto de la evolución, teniendo presente lo anterior, y de allí se puede deducir que la

sociedad posee una capacidad natural de adaptación al medio ambiente. Por último, sólo

falta resaltar que lo que se impone en la sociedad es lo social y no lo individual, lo que

quiere decir que se debe preferir el derecho de la comunidad en general que el derecho

individual.

Teniendo presente los conceptos sobre el hombre y la sociedad que Gaitán configura, ahora

se estudiará lo que la política significa para Gaitán, la manera como él considera que ésta se

debe llegar a cabo, es decir, su finalidad, y todos aquellos elementos que hacen parte de su

pensamiento político.

En el pensamiento de Gaitán, la política es indisoluble de la sociología porque para él la

política es una parte de ella. Para Jorge Eliécer, la sociología es definida de la siguiente

artes, 1994 . p. 504

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manera: “<<Es la ciencia que tiende al estudio de las fuerzas que presiden los fenómenos

de relación que apellidamos sociedad. Sus principios tienen por objeto definir esas

relaciones, estudiar por el aspecto dinámico el hecho social>>”58. Como se enuncia en el

aparte anterior, la sociedad es el objeto de estudio de la sociología. Y como se mostró unos

renglones más arriba, la sociedad esta determinada por unas “reglas” o “leyes” que

establecen el proceder de la historia social. Por consiguiente, existe la posibilidad de que el

pueblo descubra las causas que le han dado origen a la situación social actual y, por lo

tanto, se pueda lograr modificar el curso de la historia, y de esa manera conseguir instaurar

la justicia en la sociedad. Entonces, ¿cuál es la finalidad de la política? La respuesta dada

por Gaitán es: “<<la de estar al servicio de la sociedad, de la justicia social>>”59. Es posible

apreciar que lo político y lo social en Gaitán son inseparables. La política hace parte de la

sociología, en la medida en que ésta no puede producirse sino en la sociedad y comprende,

por ende, determinadas relaciones sociales.

Pero entonces, ¿qué es la política para Gaitán? La política es: “<<la más notable de las

expresiones de los hombres que viven en relación social>>”60. De esta manera, y teniendo

en cuenta el elemento humanista de Gaitán, la política es la más digna de las actividades

que el hombre puede desempeñar y que, por lo tanto, exige lo mejor de sí mismos. Para

Gaitán, existen dos tipos de política: la política en grande, en la que se lucha por ideales,

que busca el bienestar común y que es a largo plazo; y la política en pequeño, la de

57 SIERRA, Jorge Emilio. El pensamiento político de Jorge Eliécer Gaitán. Bogotá: PLAZA & JANES, 1997. p. 71 58 Ibíd., p. 69 59 Ibíd., p. 68 60 Ibíd., p. 73

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momento, la que es esencial y primordialmente electoral. A ésta última, es a la que Gaitán

se opone y es la que caracteriza al país político, como se verá posteriormente.

Y, ¿qué pensaba Gaitán del sistema político democrático? En la Plataforma del Teatro

Colón, en 1947, decía: “<<El liberalismo reconoce que hoy resulta insuficiente e inoperante

el concepto de la democracia restringido al solo campo de la organización política del

Estado y proclama la necesidad de extenderla a las zonas económica y social>>”61. La

democracia, en este sentido, sólo logra ser auténtica cuando es también una democracia

económica. Por tal razón, la verdadera política y, por ende, la auténtica democracia es la

que está orientada en beneficio del pueblo, de la gran mayoría, de aquellos que necesitan

más de la justicia.

Y, ¿estos ideales político y democrático estaban presentes en la realidad del país? Para

Gaitán, la situación del país estaba lejos de parecerse a los ideales de la política y la

democracia. Colombia era vista por Gaitán de la siguiente manera: se practicaba la política

en pequeño, la injusticia social reinaba por doquier, el liberalismo se había alejado de sus

principios y se había transformado en un partido que competía con el conservatismo por

puestos, en resumen, se vivía en un sistema político y económico que se había olvidado de

la sociedad nacional. Y la situación era aún más dramática si se volteaba la mirada hacia el

pueblo: “las masas carecían de conciencia de clase, de plena conciencia de esos derechos

que la misma democracia les concedía, y su formación política era mínima, sin traspasar el

sentido fonético de su militancia: <<¡Viva! al partido conservador o al partido liberal>>”62.

61 Ibíd., p. 80 62 Ibíd., p. 81

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Ante este panorama, Gaitán encontró que su misión era liberar al pueblo colombiano y

promulgar una transformación radical, transformación orientada hacia la configuración de

una política basada en lo ideológico y no en lo burocrático, en lo social, sin distinción de

clase, sin explotación ni sectarismo. En suma, una política social y una democracia no sólo

política sino económica.

Para Gaitán, el liberalismo y el conservatismo no se diferenciaban en el ejercicio del poder

y de la política, en la imagen que de el país tenían, del comportamiento ante las masas.

Ambas colectividades políticas representaban al país político, a la oligarquía, “a ese grupo

de <<notables>> asentados en el poder con la más completa indiferencia hacia los

problemas nacionales”63. Los dos partidos tradicionales practicaban la política en pequeño,

la que él no compartía. “<<Para el país político –expresaba Gaitán- la política es mecánica,

es juego, es ganancia de elecciones, es saber a quién se nombra ministro y no qué va a

hacer el ministro. Es plutocracia, contratos, burocracia, papeleo lento, tranquilo usufructo

de curules y el puesto público es concebido como una granjería y no como un lugar de

trabajo para contribuir a la grandeza nacional. Para nosotros es distinto>>”64. Para Gaitán,

la política que valía la pena era la política en grande. En cambio, la práctica de la política

en pequeño iba en contra de la esencia de la política, de la nación, del pueblo, de la

democracia. Por lo tanto, era indispensable derrotar esta forma de ejercer la política y, para

ello, se necesitaba “<<una revolución de las costumbres políticas>>”65, una verdadera

participación del pueblo, del país nacional, en contra de la vieja política y en pro de una

nueva, a favor de los pobres.

63 Ibíd., p. 86 64 Ibíd., p. 92

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En su búsqueda por la transformación de la cultura política del país y del ejercicio de la

política en pequeño, Gaitán resuelve formar una tercer fuerza política en 1932 que lleva por

nombre la UNIR (Unión Nacional Izquierdista Revolucionaria). Su propósito fundamental

es tratar de mejorar la situación de las masas más desfavorecidas, aquellas que el país

político ha olvidado y a las que le ha dado la espalda. El programa y la plataforma de la

UNIR se sustentan en un criterio social y son resultado de la unión de diferentes

movimientos y corrientes ideológicas, como el marxismo, el corporativismo italiano, el

aprismo peruano, el positivismo y la experiencia mejicana. Lo que se propone Gaitán es

readaptar todos estos elementos a la realidad nacional. El trabajo principal de la UNIR se

centra en los problemas sobre la tenencia de la tierra y el bienestar de los sectores rurales66.

Pero, un año y medio más tarde, Gaitán decide volver a las filas del liberalismo y con su

retorno se sella la existencia del movimiento. Gaitán abandona su idea de formar una

tercera fuerza política porque considera que desde el liberalismo se puede lograr la

transformación qué él tanto anhela. Es decir, sí hay alguna posibilidad de cambio es por

medio del liberalismo puesto que éste partido se acoplaba más a su personalidad liberal,

revolucionaria. Además, Gaitán identificaba al liberalismo con la izquierda, y para él:

“<<Lo que nos diferencia de los elementos conservadores de cualquier partido político –

especificaba- es que para la mentalidad conservadora el orden es un fin absoluto y para la

mentalidad de izquierda ese orden no es más que un medio para realizar otro fin, que es el

de la justicia>>”67. Es decir, mientras que el conservatismo es conservador y estático, el

liberalismo representa el dinamismo, la capacidad de cambio, gracias a sus principios

65 Ibíd., p. 86 66 Información extraída del libro Gaitán of Colombia. A political biography, de Richard Sharpless.

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fundadores. Como se muestra a continuación: “<<El partido liberal tiene que ser, debe ser

estrictamente revolucionario>>, puntualizaba. Para Gaitán, se trataba de hacer una

revolución social, cuyo objetivo fuera la justicia social, y sólo el partido liberal, por la

naturaleza de sus principios, estaba en condiciones de ser el abanderado de ella, de sacarla

adelante”68. Por lo tanto, su retorno sólo evidencia la convicción que desde el liberalismo se

puede llevar a cabo la revolución que él promueve y desea.

Retomando el eje temático sobre el país político y el país nacional, es evidente que en el

país convivían ambos países: “<<En Colombia hay dos países: el país político que piensa

en sus empleos, en su mecánica y en su poder, y el país nacional que piensa en su trabajo,

en su salud, en su cultura, desatendido por el país político>>”69. El país político o la

oligarquía hace referencia a la concentración de la riqueza, especialmente a la

concentración del poder político. Designa un poder que es ajeno al pueblo, pero que lo

controla por completo. La oligarquía esta representada como: “...una ínfima minoría que ha

tenido permanentemente el disfrute del poder; que no ha cesado de deleitarse con las

<<sensualidades del mando; con las ventajas y los placeres del poder>>, del <<poder

total>>. La oligarquía esta compuesta por los que, desde su posición de dominio, se

apropian permanentemente de la sustancia del pueblo, se esfuerzan en <<robarle su

fisonomía>>, en arrebatarle su ser nacional, en conferirle el estatus de <<raza inferior<<”70.

De igual manera, la oligarquía no tiene color político, es decir, no se encuentra dividida por

67 SIERRA, Op. cit., p. 121 68 Ibíd., p. 125 69 Ibíd., p. 94 70 PÉCAUT, Daniel. El populismo gaitanista. En: La democratización Fundamental. El populismo en América Latina. Compilada por VILAS, Carlos. México: Editorial Consejo Nacional para la cultura y las artes, 1994. p 508

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el bipartidismo: “Sus intereses pueden llevar el sello del rojo (liberal) o del azul

(conservador), pero no por ello se dividen”71. Mejor dicho,

el país nacional tiene una gran voluntad de progreso, mientras que el país político es conformista y no aspira a un cambio sino al mantenimiento de la situación, para continuar disfrutando de sus privilegios; el país nacional está pletórico de deseos, de esperanza, de confianza o la fe en que algún día podrá satisfacer sus necesidades, al tiempo que el país político no goza de ese mismo deseo, movido por la ambiciones personales, exclusivamente particulares. La contraposición, diría Gaitán, surge del contraste <<entre lo que podríamos realizar y lo que estamos haciendo>>, lo cual significa que el país político es el principal culpable de la pobreza del país, de la miseria que azota a la gran mayoría del país nacional. Más concretamente, en cuanto el país político esta dedicado por entero al juego electoral, a la competencia por las curules y por los puestos públicos, el desinterés por los asuntos nacionales se traduce en la no realización de las obras que el pueblo requiere para su desarrollo72.

El país político no sólo somete al país nacional, sino que además le impone una ética

particular, que consiste en que “<<es bueno lo que al país político le conviene, y es malo, lo

que va en contra de sus intereses>>”73. Como lo expresa Gaitán: “<<Es así como se ha

logrado derrumbar el concepto ético. El hombre en cuanto más vil sea será mejor; cuanto

más abyecto, será más útil. Y necesariamente en esta situación, los hombres de

personalidad, los hombres de inteligencia que no marchen, que no se dobleguen, serán

puestos al margen y el país entregado a la degradación moral. Todo porque no había sino

una finalidad, un objetivo, una razón de todos los actos: el servicio al país político>>”74. De

esta forma, Gaitán emprende la Restauración Moral de la República, con el propósito de

vencer al país político.

71 Ibíd., p. 509 72 SIERRA, Op. cit., p. 95 73 Ibíd., p. 96

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Entonces, ¿qué es lo que define a Jorge Eliécer Gaitán como un personaje con

características populistas? En primer lugar, la imagen y la personalidad del líder es lo que le

da origen y hace mantener vivo el movimiento gaitanista. Su imagen, en la medida en que

la tonalidad oscura de su piel y el nacer en un hogar humilde, le dan a Gaitán la figura de

hombre de y para el pueblo o para el país nacional. Y su personalidad, pues Gaitán es un

hombre decidido y con carisma, que esta dispuesto a hacer todo lo que sea necesario por

rescatar al país nacional y guiarlo hacia un país más igualitario.

En segundo lugar, el populismo gaitanista se caracteriza por la utilización en el discurso de

opuestos. La primera pareja de oposiciones es la que pone en evidencia una división

absoluta de la sociedad y un Estado que tiene como finalidad reunificarla. Como lo muestra

Pécaut: “La división, a la cual el discurso populista hace mención constantemente, no tiene

el aspecto ni de un antagonismo de clases, ni de un conflicto social en acto: remite a una

separación entre una ínfima minoría que tiene todo y es todo, y una vasta mayoría que está

radicalmente privada de todo tener y de todo ser, que no posee ni camisas

(<<descamisados>>) ni zapatos (<<descalzos>>), ni lenguaje”75. Esta oposición, en el

pensamiento de Gaitán, se ve reflejada en la polarización de la sociedad colombiana en dos

bandos: el pueblo o el país nacional, y la oligarquía o el país político, es decir, entre los

“desposeídos” y los “poseedores”. De igual manera, en el pensamiento político de Gaitán,

el Estado esta llamado a cumplir su función de organizador y de unificador de los intereses

contrapuestos en la sociedad. Para Gaitán, la misión del Estado es “<<...crear lo social allí

donde todavía solo existe división y heterogeneidad, para después de eso arbitrar los

74 Ibíd., p. 96

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intereses opuestos>>”76. Mejor dicho, la promesa de reunificación forjada por el Estado, a

través de su intervención, pretende “restablecer lo social allí donde se presenta una

desarticulación”77, como lo expresa Pécaut.

La segunda pareja de oposición presente en el pensamiento político de Gaitán es la

oposición entre el igualitarismo y la jerarquía. Como se mostró más arriba, es importante

para Gaitán la construcción de una sociedad más justa y más igualitaria. El igualitarismo,

para Gaitán, es el que permite restablecer el orden y la armonía sociales. Ese igualitarismo,

en sus palabras, lo que pretende es: “<<Queremos que los amos sean menos amos para que

los siervos sean menos siervos; queremos que los poderosos sean menos poderosos para

que los humildes sean menos humildes y queremos que los ricos sientan que deben ser

menos ricos para que los pobres reciban mejor remuneración por su trabajo>>”78. Es decir,

el propósito es construir una sociedad donde la distinción entre las clases sociales sea

menos dramática, menos pronunciada. Pero esa concepción igualitaria va de la mano de la

instauración de un orden jerárquico: “El igualitarismo coexiste con la exaltación tanto de la

unidad de lo social, transitoriamente perdida, pero constantemente presente como trasfondo

con carácter original, como del principio jerárquico que es el único modo de regulación que

conoce”79. La jerarquía es concebida como fundamento de la igualdad: “<<Este principio

jerárquico no está fundado, ni puede estar fundado, sobre ningún preconcepto, sino sobre

75 PÉCAUT, Daniel. Orden y violencia. Evolución socio – política de Colombia entre 1930 y 1953. Bogotá: Vitral y Grupo Editorial Norma, 2001. p. 421 76 PÉCAUT, Daniel. El populismo gaitanista. En: La democratización Fundamental. El populismo en América Latina. Compilada por VILAS, Carlos. México: Editorial Consejo Nacional para la cultura y las artes, 1994. p. 513 77 PÉCAUT, Op. cit., p. 422 78 VILLAVECES, J. Los mejores discursos 1919 – 1948. Bogotá: Editorial Jorvi, segunda edición, 1968. p. 394 En: PÉCAUT, Daniel. Orden y violencia. Evolución socio – política de Colombia entre 1930 y 1953. Bogotá: Vitral y Grupo Editorial Norma, 2001. p. 438

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una necesidad vital de organización de las sociedades modernas”80. La jerarquía es la única

organización social moderna conocida y, por lo tanto, la única opción posible.

Además de la utilización de un discurso de oposiciones, el populismo gaitanista comparte

con los otros populismos latinoamericanos la utilización de los medios de comunicación

masivos, tales como la radio y la prensa escrita, los cuales hacen posible la comunicación

entre el pueblo y el líder, y permiten que la política se convierta en una actividad

permanente. Así mismo, la imagen exaltada de un líder que posee la capacidad para guiar al

pueblo hacia el poder y la realización de sus intereses y demandas por medio del Estado.

Como se muestra en la siguiente cita: “El líder, en lo que respecta a el, asimila la energía de

la masa y no existe sino para ella: <<Yo no creo en el destino mesiánico o providencial de

los hombres [...] El dirigente de los grandes movimientos populares es aquel que posee una

sensibilidad, una capacidad plástica para captar y resumir en un momento dado el impulso

que labora en el agitado subfondo del alma colectiva>>”81. Como es posible apreciar, no

existe un modelo político más allá del modelo identificatorio entre el líder y las masas

movilizadas. El líder vive para las masas y el pueblo no puede conseguir sus anhelos sin la

dirección del aquel. No se requiere de una doctrina ni de una sólida organización, pues lo

que aglutina a las masas son los discursos que se efectúan en las arengas gaitanistas.

En resumen, el populismo gaitanista se puede definir como un populismo democrático, tal y

como lo ha expresado Marco Palacios: “El populismo gaitanista puede ser considerado

79 PÉCAUT, Op. cit., p. 421 80 Cita extraída de un folleto Rusia y la democracia. Reproducida en VILLAVECES, J. Los mejores discursos 1919 – 1948. Bogotá: Editorial Jorvi, segunda edición, 1968. p. 394 En: PÉCAUT, Daniel. Orden y violencia. Evolución socio – política de Colombia entre 1930 y 1953. Bogotá: Vitral y Grupo Editorial Norma, 2001. p. 463

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como un desarrollo, en mejor tradición liberal colombiana, de las tensiones entre

liberalismo y democracia; una petición de más democracia y más justicia social dentro de

las instituciones del liberalismo representativo y de los valores de la solidaridad social”82.

Mejor dicho, Jorge Eliécer Gaitán:

...plasmó una síntesis de su pensamiento y orientó la acción política hacia la conciliación del pasado y del futuro, de la tradición y la reforma, del país <<nacional>> y el país <<político>>. Postuló un tipo de democracia más participativa y popular dentro del constitucionalismo liberal y del respeto a la ley; desató una movilización de masas son precedentes en la historia colombiana (que tuvo expresión grandiosa y dramática en la manifestación del 7 de febrero de 1948), sin desbordar el esquema de los partidos liberal y conservador y luchó por el reinado de la justicia social transformando el diseño básico del capitalismo, sin pretender arrasarlo83.

A modo de conclusión, y teniendo presente lo que se ha mostrado a lo largo del capítulo,

Colombia no permaneció al margen de la ola expansiva del populismo. En la vida política

del país se han experimentado dos modalidades diferentes de populismo: una especie de

populismo económico y un movimiento de masas que se configuró alrededor de la imagen

del presidente Alfonso López; y una movilización popular que demandaba un sistema

democrático más amplio, menos excluyente y más justo, liderado por Jorge Eliécer Gaitán.

81 Ibíd., p. 515 82 PALACIOS, Marco. El populismo en Colombia. Editorial Siuasinza y Ediciones El Tigre de Papel, primera edición, 1971. p. 12 83 PALACIOS, Marco. De populistas, mandarines y violencias. Luchas por el poder. Bogotá: Editorial Planeta Colombiana, S. A., 2001. p. 35

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Tercer Capítulo

FACTORES QUE EXPLICAN LA IMPOSIBILIDAD DEL POPULISMO EN

COLOMBIA

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En el anterior capítulo, el análisis sobre el populismo en Colombia se centró en la

presentación de los rasgos que hacen posible identificar a Alfonso López Pumarejo y a

Jorge Eliécer Gaitán como personajes populistas. Y con ello, se buscó dar una

caracterización del fenómeno populista en el país. Los resultados obtenidos en el anterior

capítulo muestran que el populismo ha traspasado nuestras fronteras y se ha hecho presente

en la historia del país. En este capítulo, el propósito es estudiar las posibles causas o los

factores que no permitieron el desarrollo y la consolidación del populismo en Colombia.

A pesar de la existencia de personajes políticos con rasgos populistas, el populismo no

logró desarrollarse plenamente en Colombia por las siguientes razones: la primera de ellas,

es la debilidad del Estado; la segunda, es la carencia de una identidad política de las masas

movilizadas que permita la unificación del cuerpo social; y, por último, es la resistencia y la

fuerte oposición de sectores de elite tradicionales. A continuación, se analizará de manera

independiente cada uno de los factores esbozados anteriormente.

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La debilidad del Estado.

En el desarrollo de este trabajo, se ha resaltado el papel fundamental que juega el Estado en

la configuración del populismo. Para el populismo latinoamericano, al igual que para el

populismo gaitanista, el Estado se configura como un agente de cambio, es el encargado de

defender a la nación o al pueblo y es el ente que de llevar a cabo la reunificación de cuerpo

social, cuerpo que se encuentra dividido en dos polos: los poseedores, la oligarquía o el país

político en palabras de Gaitán, y los desposeídos, el pueblo o el país nacional para Gaitán.

Es decir, la función primordial del Estado es unificar los intereses que se encuentran

contrapuestos o enfrentados en el cuerpo social. Esta unificación de la sociedad se hace

posible cuando el Estado y el pueblo logran formar un bloque de poder, con la capacidad de

contrarrestar y limitar el poder de la oligarquía tradicional dominante. De esa forma el

Estado puede defender al pueblo de los excesos que pueda cometer la oligarquía, y

equilibrar el poder a favor de la mayoría. De igual manera, se requiere que el Estado sea

autónomo para que el populismo pueda llevar a cabo sus proyecto político y económico.

Pero si es Estado no es fuerte, ni independiente y autónomo, la viabilidad del populismo se

pone en jaque, al igual que su capacidad para transformar el sistema político como el

económico. Como se expresa en la siguiente cita: “La precariedad del Estado, pulpo casi

siempre sin cabeza, es sin duda uno de los elementos que garantiza la preservación de las

estructuras sociales y políticas”84. La estabilidad del sistema esta segura, mientras que el

bloque de poder construido entre el Estado y el pueblo no sea realmente fuerte y estable. Y

si la debilidad del Estado pone en cuestión las reformas populistas, de igual manera, tal

84 PÉCAUT, Daniel. Orden y violencia. Evolución socio – política de Colombia entre 1930 y 1953. Bogotá: Vitral y Grupo Editorial Norma, 2001. p. 648

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debilidad obstaculiza la posibilidad de actuar e intervenir en nombre de las clases

populares: “La precariedad del Estado privaba a las masas populares urbanas de un punto

de apoyo, real o ficticio, que les permitiera invocar, en un mismo movimiento, el derecho a

la ciudadanía política, la alianza con la burguesía <<progresista>> y la salvaguarda de los

<<intereses nacionales>>”85. Como es posible apreciar, un obstáculo para la conformación

y el mantenimiento del populismo es la debilidad del Estado. Y en el caso colombiano, la

precariedad o debilidad del Estado es evidente, como se muestra en el siguiente aparte:

“Tan digno de resaltar es la permanente debilidad estatal como la permanente debilidad del

nacionalismo colombianos”86. Por tal razón, el populismo no tenía posibilidades de

consolidarse en un país como el colombiano.

La carencia de una identidad política de las masas movilizadas que permita la unidad

del cuerpo social.

Un elemento característico de la historia política colombiana es el mantenimiento del

sistema bipartidista. El bipartidismo ha logrado echar raíces muy profundas en la sociedad,

como se muestra a continuación:

En Colombia, a diferencia de casi todos los países latinoamericanos, el bipartidismo ha podido existir por un tiempo tan largo porque hecha raíces muy profundas en la sociedad. La provincia, el municipio, la vereda están impregnadas de tradición partidista y allí los partidos no sólo legitiman el poder formal del Estado sino el poder informal de los <<caciques>>, terratenientes y gamonales87.

85 Ibíd., p. 646 86 Ibíd., p. 443 87 HOBSBAWN, Eric. “ Los campesinos, las migraciones y la política” En: Pensamiento Crítico, la Habana, Enero de 1969. p. 97. Y OCAMPO, José. “ Gobierno Local y Democracia en el Municipio colombiano: el caso de Manizales” En: Documentos de Trabajo, CID. Universidad Nacional, Bogotá, Marzo de 1970. p. 69 y

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Y si en el Estado el bipartidismo puede disolverse desde 1886 – explícitamente en el plebiscito de 1957 – en la sociedad, en la comunidad local, cada partido ha sido el símbolo de permanentes lealtades políticas, cohesión social y de una participación mistificada <<en los asuntos nacionales>>. Como <<clientelismo>> arraigado en las regiones rurales paulatinamente removidas por la economía monetaria – que las va desarticulando y <<descomponiendo>> - se trasplanta a las ciudades y allí sigue, como acostumbran decirlo elegantemente los sociólogos, adscrito88.

El bipartidismo domina la historia política del país y se impone por doquier. Como lo

expresa Francisco Leal Buitrago, el sistema bipartidista es el que le ha dado pauta de

definición al régimen político en el país. De igual manera, las dos colectividades políticas:

“se constituyeron también en el pilar del proceso de formación de un Estado – nación en

Colombia, por lo menos hasta mediar el presente siglo”89. Es decir, el bipartidismo no sólo

ha contribuido a la configuración del régimen político democrático en el país, sino que

también ha apoyado y ayudado a la formación del Estado colombiano y de una identidad de

carácter nacional. Este proceso, y particularmente el que tiene que ver con la nacionalidad,

“se desarrolló a partir de patrones ideológicos, más que todo sobre la base de la

confrontación permanente entre las dos colectividades políticas, confrontación que tuvo sus

momentos más ricos de confirmación ideológica en las guerras civiles del siglo XIX”90. La

pertenencia a alguna de las dos colectividades es la que alimenta y sustenta al bipartidismo:

“la ideología generalizada que realmente fundamentó al bipartidismo fue el sentimiento

ciego de pertenencia a uno y otra de las dos agrupaciones”91. De tal manera, este

SS. En: PALACIOS, Marco. El populismo en Colombia. Editorial Siuasinza y Ediciones El Tigre de Papel, primera edición, 1971. p. 35 88 PALACIOS, Marco. El populismo en Colombia. Editorial Siuasinza y Ediciones El Tigre de Papel, primera edición, 1971. p. 35 89 LEAL BUITRAGO, Francisco. Estado y política en Colombia. Colombia: Siglo Veintiuno editores y Cerec, 1984. p. 136 90 Ibíd., p. 137 91 Ibíd., p. 137

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sentimiento de pertenencia se hacía más fuerte entre mayor confrontación entre las dos

colectividades había: “Así, entre más sectaria se manifestaba esta ideología, mayor

capacidad de reproducción proporcionaba; y entre más abierta fuera la confrontación entre

las dos fuerzas unificadas nominalmente por separado, más se generalizaba y se

compenetraba la ideología de pertenencia”92. Lo que quiere decir que la pertenencia y la

identificación con alguno de los dos partidos tradicionales es lo que ha configurado la

identidad política del conjunto de la sociedad, es decir, el bipartidismo se ha constituido

como el “integrador ideológico de la nacionalidad colombiana”93.

Dado que los partidos políticos tradicionales actúan como referentes para la identidad del

conjunto de la sociedad colombiana, entonces la confrontación entre los partidos se traduce

en una fragmentación profunda de la sociedad. Por consiguiente, el populismo tiene ante sí

un obstáculo que requiere superar, si pretende constituirse en una fuerza política con la

capacidad de hacerle un contrapeso al bipartidismo, y si se propone instaurar la unidad del

tejido social que anhela y que hace parte de sus principales objetivos. Sin embargo, el

populismo no intenta superar este obstáculo, como se mostrará a continuación.

Cuando el populismo tiene verdaderas posibilidades de conquistar el poder, es decir,

cuando Gaitán y su movimiento político invaden la escena política en 1947, con todo su

estruendo y fortaleza, con un capacidad de movilización popular que hasta entonces era

desconocida en el país y que pone en jaque el orden social y el sistema político excluyente,

entonces Gaitán se reinscribe en la lógica partidista tradicional, y a nombre del liberalismo,

92 Ibíd., p. 137 93 Ibíd., p. 137

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emprende su marcha hacia el poder, “y contra los conservadores las masas gaitanistas

definen a partir de este momento su unidad aun al riesgo de encontrarse al lado de los

miembros liberales del <<país político>>”94. Como el líder y el pueblo están unidos por un

cordón umbilical, puesto que el porvenir de las masas depende enteramente del líder guía,

entonces las masas gaitanistas asumen como suya la identidad política que el liberalismo

les proveen, en el mismo momento en que Gaitán vuelve a inscribirse en la tradición

partidista.

En este momento, Gaitán reconoce que la división partidista tradicional es más que un arma

de la oligarquía, es un elemento que hace parte del <<inconsciente>> colectivo de los

colombianos y contra el cual no se puede luchar: “Ya no considera la división partidista

como el resultado artificial de las manifestaciones de la oligarquía política, sino como la

expresión tanto de las leyes del cosmos como de la psicología”95. En palabras del propio

Gaitán:

<<La existencia de las fuerzas contrapuestas de los partidos obedece a un proceso de razón y de lógica social tan profundo como la existencia de las fuerzas negativas y positivas en la electricidad, que permiten la expresión del más hondo elemento precursor de transformación técnica de la especie. La existencia del contraste ideológico de los partidos tiene origen tan cimentado y explicación tan honda para la existencia equilibrada de los pueblos, como es honda y valedera la razón de las fuerzas encontradas del amor y del odio en el gran drama de la psicología afectiva de los hombres [...] o la ley de la gravitación universal y el equilibrio del mismo cosmos>>96.

94 PÉCAUT, Daniel. Orden y violencia. Evolución socio – política de Colombia entre 1930 y 1953. Bogotá: Vitral y Grupo Editorial Norma, 2001. p. 497 95 Ibíd., p. 498 96 VILLAVECES, J. Los mejores discursos 1919 – 1948. Bogotá: Editorial Jorvi, segunda edición, 1968. p. 394 En: PÉCAUT, Daniel. Orden y violencia. Evolución socio – política de Colombia entre 1930 y 1953. Bogotá: Vitral y Grupo Editorial Norma, 2001. p. 498

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A partir de la cita se puede deducir que para Gaitán, la división partidista es algo natural y

lógico y que, por consiguiente, no es posible imaginar siquiera una identidad política

distinta al bipartidismo. De esta manera, la lógica partidista se instaura de nuevo; la lucha

ahora se dirige hacia la conquista del poder por parte del liberalismo y, por consiguiente, ya

no es el pueblo el que se debe aglutinar detrás de Gaitán, sino el pueblo liberal que quiere

de nuevo el poder político y, por lo tanto, la posible unidad del conjunto social queda a la

deriva; y las masas gaitanistas quedan desprovistas de una identidad política propia.

Gaitán, al instaurar de nuevo la lucha partidista tradicional, inevitablemente une a las masas

no sólo con su líder sino también con las agrupaciones políticas tradicionales y, así le quita

toda posibilidad al pueblo de constituir una identidad política propia y diferenciada de la

heredada por el bipartidismo. De tal manera, Gaitán introduce un potencial de

autodestrucción.

Resistencia y oposición de sectores de elite tradicionales.

Las reformas sociales que se han intentado llevar a cabo, con el propósito de reacomodar el

sistema político y económico a las demandas de la sociedad, han sido toleradas por las

elites políticas y económicas, “en cuanto selectivas, de lenta maduración y periféricas a los

centros de riqueza y poder”97. Eso quiere decir que aquellas reformas sociales que de

alguna forma hayan amenazado el límite permitido por los sectores claves de la sociedad,

97 PALACIOS, Marco. De populistas, mandarines y violencias. Luchas por el poder. Bogotá: Editorial Planeta Colombiana, S. A., 2001. p. 34

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se han encontrado con una resistencia y oposición por parte de estos sectores de tal

magnitud que no ha sido posible ponerlas en práctica. Esto fue lo que sucedió con Alfonso

López Pumarejo y sus políticas sociales, como se explicará a continuación.

El gobierno de Alfonso López Pumarejo tenía como propósito fundamental modernizar el

Estado, a través de un replanteamiento de los fundamentos y de las funciones de éste. De

igual manera, buscó acabar con los privilegios que los sectores de elite tradicional

disfrutaban desde tiempos inmemorables. Las pretensiones de López no lograron un

alcance mayor debido a la gran resistencia y oposición de sectores claves de la sociedad, de

los sectores de las elites tradicionales. Esta oposición es llevada a cabo por la Iglesia

católica y los terratenientes, representados por el partido conservador, así como por los

grandes banqueros y algunos de los liberales más poderosos y de mayor tradición política.

Como lo expresa César Giraldo en el siguiente aparte:

A medida que avanzaban también aumentaban las resistencias de los representantes de la tierra y del capital, quienes consideraban que se estaba sobrepasando el límite permitido – por ellos. Esas resistencias comenzaron a ser mayoría dentro del partido de gobierno a partir de 1936 haciendo imposible continuar con el programa gubernamental, hasta el punto de que López se vio precisado a presentar la renuncia de su cargo en mayo de 1937. Sin embargo, aunque no le fue aceptada, el reformismo lopista estaba herido de muerte98.

Por ejemplo, la APEN (Acción Patriótica Economía Nacional) es una manifestación de la

resistencia y oposición que generaban políticas como la reforma tributaria y la reforma

agraria, o el nuevo lenguaje de respuesta utilizado por López frente a los conflictos sociales

y de tipo agrario. La APEN es una organización de extrema derecha, con miembros de

98 GIRALDO, César. Primera Administración López Pumarejo: la revolución en marcha. En: Desarrollo económico y social en Colombia. Siglo XX. Editado por MISAS ARANGO, Gabriel. p. 100

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ambos partidos, la cual fue creada para impugnar las políticas reformistas del gobierno

lopista. Sus dirigentes principales eran terratenientes que, con el apoyo de algunas

entidades financieras, buscaban mantener sus privilegios en materia de tributación e

impedir los cambios en el sector agrario promovidos desde el gobierno. Poco logro ésta

organización, y por eso al poco tiempo terminó por disolverse y cada uno de los miembros

retorno a su partido de origen, y desde allí se opusieron a las reformas, bien como

conservadores y bien como liberales del ala derechista del partido.

De igual manera, esta resistencia se vuelve palpable cuando López intenta estructurar un

nuevo Estado. La creación de un Estado renovado y con más herramientas para intervenir

en el desarrollo económico y social de tipo industrial, se enfrenta con la Iglesia que ha

detentado el orden social tradicional. Por ejemplo, cuando López manifiesta que el

gobierno quiere modificar la situación de subordinación a la que el Estado ha sido

conducido desde la época de la Regeneración, inmediatamente las voces de reacción de las

jerarquías eclesiásticas se hacen escuchar. La Iglesia, de la mano del partido conservador,

desarrolla una fuerte oposición “que abarcaba desde el campo doctrinario hasta eventos

multitudinarios como el Congreso Eucarístico de Medellín, que termino en un acto

político”99. Este ataque contra las reformas de López se vuelve cada más repetitivo y más

violento por parte de la Iglesia católica, en la medida en que el gobierno promueve

modificaciones en el sistema educativo, realiza reformas a la Constitución y a las leyes

respecto al matrimonio y al divorcio e impulsa reformas al Concordato. La Iglesia, desde la

Constitución de 1986, obtuvo algunos beneficios económicos y el control sobre la

99 TIRADO MEJÍA, Alvaro. López Pumarejo: la Revolución en Marcha. En: Nueva Historia de Colombia. Planeta, 1989. p. 313

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educación y sobre el estado civil de las personas, en relación con el nacimiento, el

matrimonio, y las defunciones. “Esto le daba a la Iglesia –dice A. Tirado Medía- un

inmenso poder en la medida en que dominaba la cultura y la dirección ideológica del país y

en que disponer del estado civil de las personas podía, a su arbitro, decretar una especie de

muerte civil para quienes en su concepto no le fueran adictos”100. Para defender sus

derechos y privilegios económicos y políticos, la Iglesia se convirtió en un ejercito de

batalla en contra del gobierno lopista.

La oposición de los sectores tradicionales se hace latente y mucho más visible, a medida

que las transformaciones y las reformas del gobierno lopista se vuelven más

“revolucionarias” y, por lo tanto, más peligrosas para sus privilegios e intereses. Y al

ponerle fin a las reformas políticas y sociales de López, se niega la posibilidad de instaurar

un Estado populista, el cual busca convertirse en el impulsador del modelo de acumulación

y el que garantiza la viabilidad del proyecto económico y político del populismo, como se

mostró en el marco teórico.

Para concluir, la precariedad del Estado colombiano, la existencia de una identidad política

que esta mediada por el bipartidismo, la cual imposibilidad la unidad de la sociedad, como

la oposición y resistencia de sectores claves imposibilidad la consolidación y arraigo de un

movimiento político como el populismo.

100 TIRADO MEJÍA, A. 1981. p. 386 En: GIRALDO, César. Primera Administración López Pumarejo: la revolución en marcha. En: Desarrollo económico y social en Colombia. Siglo XX. Editado por MISAS

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CONCLUSIONES

El populismo hizo su primera aparición en Latinoamérica en la década de los treinta, y

posterior a esa fecha, el fenómeno populista se expandió como una ola por la mayoría de

los países latinoamericanos, hasta llegar a la fronteras colombianas, y en el país el

movimiento social se expresaría a través de Alfonso López Pumarejo y posteriormente,

tomaría un impulso arrasador con Jorge Eliécer Gaitán.

El populismo que encarna Alfonso López Pumarejo se puede caracterizar como un

populismo modernizador. Cuando López Pumarejo asume la Presidencia de la República en

1934, sus propósitos fundamentales son acabar con los privilegios de las elites

tradicionales, a través de la reforma tributaria y la reforma al sector agrario, y llevar a cabo

reformas globales al aparato estatal por medio de modificaciones en el Constitución y en el

sistema educativo, a fin de darle las herramientas necesarias al Estado para incrementar su

intervención y para impulsar el proceso de industrialización en el país. De igual manera, el

proyecto político de López, la Revolución en Marcha, se considera como un verdadero

movimiento de masas. Todas estas características hacen la administración lopista una

expresión populista.

ARANGO, Gabriel. p. 101

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El populismo gaitanista hace irrupción en el ámbito político como un verdadero

movimiento popular en 1945. Gaitán es considerado un humanista, que pretende rescatar al

pueblo o el país nacional de la opresión y del olvido a lo que lo a sumido el país político o

la oligarquía. El pueblo colombiano por sí mismo no puede salir de su situación, pues no

tiene la conciencia de clase ni la formación política necesarias, por consiguiente, la

dirección del líder populista hacia la conquista del poder político se hace indispensable. Y

en el momento en que el poder sea conquistado, el objetivo es instaurar una democracia

auténtica, un sistema político y económico más amplio, más igualitario y más justo. Estos

elementos son los que permiten definir el populismo de Gaitán como un populismo

democrático que apela al pueblo, a su voluntad y su fuerza.

A pesar de la presencia de estos dos personajes populistas, el movimiento social no logra

arraigarse en el país. Esto es consecuencia de: en primer lugar, la debilidad del Estado, la

cual no permite forjar una alianza con el pueblo que logre contrarrestar el poder de la

oligarquía tradicional; en segundo lugar, la existencia en el país de una identidad política

definida por el bipartidismo que no permite construir un cuerpo social unificado, porque

como los partidos políticos actúan como referentes de esta identidad, esto genera

fragmentación y división al interior del cuerpo social; y, por último, una fuerte oposición de

los sectores de elite tradicionales que no permiten ejecutar reformas sociales de gran

envergadura porque éstas pueden afectar su poderío económico y político.

A estas conclusiones se ha llegado con el trabajo realizado en esta monografía, pero el

estudio del populismo colombiano todavía requiere de más investigaciones. Por ejemplo, en

este trabajo no se analizan los rasgos populistas del gobierno del General Rojas Pinilla, o de

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movimientos políticos como la ANAPO (Alianza Nacional Popular). Igualmente, esta

monografía deja de lado algunas hipótesis acerca de la no consolidación del populismo en

el país, como los efectos que el clientelismo tiene en la satisfacción de las demandas

populares, o las consecuencias que para el populismo tiene que las clases medias no estén

del todo conformadas y fortalecidas en el momento en que el movimiento populista entra en

el escenario político. Estos son algunos de los aspectos a los que esta monografía no

responde, pero se aspira a que estos vacíos motiven otros trabajos en el futuro.

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